t.p. forense versión final
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El presente trabajo está basado en la película “Última parada 174” (incluída en el anexo) y en el documental “Bus 174”, basados en un hecho real. En el mismo intentaremos reflexionar sobre cuáles serían las fallas en la constitución subjetiva de estos niños/adolescentes que se convierten en seres antisociales. Cómo poder inscribir entonces, algo desde la terceridad de la ley para que puedan armar algún modo de lazo social posible. Cómo restituir en ellos algo del sentimiento de sí que ha quedado totalmente arrasado. Cómo lograr que asuman la responsabilidad de sus actos, cuando la falla precisamente se encuentra en el orden de lo simbólico.TRANSCRIPT
UNIVERSIDAD DE CIENCIAS SOCIALES Y EMPRESARIALES
CARRERA DE PSICOLOGÍA
Asignatura: Psicología Forense
Año lectivo: 2º Cuatrimestre 2014.
Profesora Titular: Lic. Liliana Edith Álvarez
Profesora Asociada: Dra. Diana Fiorini
Profesores Adjuntos: Dr. Alejandro Marti Garro
Lic. Rubén Paletta
Lic. Dolores Buitrago
Lic. Rosana Ragno
Jefa de Trabajos Prácticos: Lic. Ana Giménez Velo
Alumnas: Duran Hodari, Florencia- Mat. 15978
Hisi, Verónica - Mat. 41385
Richiardi, Gabriela - Mat. 35411
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INDICE
Introduccion Pag.3
Desarrollo Pag.3
Conclusión Pag.8
Conclusiones personales Pag.10
Anexo Pag.14
Bibliografía Pag.15
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INTRODUCCION
El presente trabajo está basado en la película “Última parada 174” (incluída en el
anexo) y en el documental “Bus 174”, basados en un hecho real. En el mismo
intentaremos reflexionar sobre cuáles serían las fallas en la constitución subjetiva
de estos niños/adolescentes que se convierten en seres antisociales. Cómo poder
inscribir entonces, algo desde la terceridad de la ley para que puedan armar algún
modo de lazo social posible. Cómo restituir en ellos algo del sentimiento de sí que
ha quedado totalmente arrasado. Cómo lograr que asuman la responsabilidad de
sus actos, cuando la falla precisamente se encuentra en el orden de lo simbólico.
Para realizar lo propuesto realizaremos un análisis del material audiovisual
articulado con la teoría brindada por la cátedra, incluyendo otros autores por fuera
del programa, que nos parecieron pertinentes para el caso.
DESARROLLO
En el desarrollo del presente trabajo, y en base a los interrogantes que nos ha
despertado la película, podemos pensar en la función subjetivante, que pueda dar
lugar a una pregunta, que permita el despliegue de ese otro que se encuentra
amordazado o ausente. Subjetivar es abrir espacios de simbolización, espacios
que habría que encontrar como el juego, el chiste, la anécdota, la producción
artística, aquellos espacios que permitan alojar de alguna manera, la terceridad,
en lugar de excluirla. En relación a esto, nos interesa tomar algunos desarrollos
expuestos por la Dra. Liliana Álvarez en la Jornada “Adolescencias vulnerables”
realizada el 29 de agosto del corriente año en el auditorio de UCES, en donde
comenta el caso de un adolescente, quien a través de la letra de una canción de
un CD de música que él mismo había robado, pudo desplegar algo que posibilite
la introducción de una terceridad.
Se trataría de hacer pasar la violencia al registro de la pregunta y la palabra, es
decir, de producir síntoma, chiste o juego con ella; de promover las sustituciones
en lugar de quedarnos expectantes frente a la descarga directa.
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“La noción de culpa y responsabilidad para el derecho interrogan nuestras
ideas acerca de la responsabilidad subjetiva.”...“Generalmente se demanda
nuestra intervención por un muy, por un exceso, por un plus, niños muy
golpeados, muy violentos. Exceso que es una falta y falta que es un
exceso. Falta ¿de qué, de quién? ¿Falta que? ¿Falta a qué? ¿En qué viejas
historias de desencuentros y fracturas de la función materna y paterna se
inscribe su exceso y se encuentra su falta?
Paradoja, un exceso que es una falta y una falta que es un exceso de
descarga pulsional, de afectos desbordantes, arrasadores, de caer, caminar
al borde del abismo y volver a caer. Si no ponemos en juego en la lectura
diagnóstica la otra escena del par paradójico exceso-falta trabajaremos sólo
con la dimensión de la falta en lo jurídico, y entonces...?
¿Quién leerá, el texto de su acto?”
“Atrapados en su acto nos encontramos con jóvenes cuyos actos hacen
síntoma en el otro pero acerca de los que ellos no se interrogan ¿Cómo
hacer síntoma en ellos? En tanto jurídico, "el hecho" da cuenta de un ilícito,
en tanto subjetivo, de un enigma que deberá ser descifrado.” Liliana Álvarez
Sandro, uno de los adolescentes protagonistas, ha debido atravesar la traumática
situación de encontrar a su madre muerta, víctima de robo, en la favela donde
viven. Este niño de 8 años ante el encuentro con el hecho, rompe un vaso en el
apuro. Tal situación va a quedar grabada en él como el presagio que le anunciará
la muerte de alguien, frente a la imposibilidad de tramitar ese suceso. Tal cual lo
menciona Liliana Álvarez en su trabajo “De jóvenes, actos delictivos y
responsabilidades”
“Algunos de los actos violentos suelen corresponder a estrategias de
supervivencia en los que la violencia surge como forma de recuperación del
sentimiento de si cuando la experiencia traumática de haber sido víctima de
violencia no tuvo posibilidad de ser simbolizada.” Slavsky (1994).
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Liliana Álvarez comenta que:
“Si la instancia parental no ha ofrecido un lugar privilegiado en su deseo, si
el otro no responde al llamado, la falta de apuntalamiento familiar y social,
el desauxilio, la desayuda, al decir de Silvia Bleichmar (2002) provocan
fallas constitutivas en la subjetividad.”
Luego del asesinato de su madre, Sandro es recogido por sus tíos, pero al no
verse alojado por ellos, decide partir a Copacabana, el lugar al que su madre le
había prometido que irían a vivir. Tal vez, si sus tíos le hubiesen ofrecido un lugar
en el deseo de ellos, esto le habría permitido realizar el duelo, y encontrar esa
terceridad en aquellas figuras.
Winnicot (1946) en su trabajo sobre “Algunos aspectos psicológicos de la
delincuencia juvenil” relaciona la delincuencia con la carencia de la vida hogareña.
Dice que “el niño cuyo hogar no logra darle un marco de seguridad, buscará en el
afuera, si la familia o la escuela no pudieron darle el marco que él necesita para su
desarrollo.
Se pregunta qué ocurre si el hogar no proporciona todo esto a un niño antes de
que haya establecido la idea de un marco como parte de su propia naturaleza. A
esto responde: “al ver destruído el marco de su vida, ya no se siente libre. Se
torna ansioso, y si tiene esperanzas, comienza a buscar un marco fuera del hogar.
El autor dirá que sólo cuando una figura paterna estricta y fuerte se ponga en
evidencia, el niño podrá recuperar sus impulsos primitivos de amor, sentimiento de
culpa y su deseo de reparar….el delincuente sólo puede tornarse cada vez más
inhibido para amar, y en consecuencia cada vez más deprimido y
despersonalizado e incapaz de sentir en absoluto la realidad de las cosas, excepto
la realidad de la violencia.
Continúa explicando que la mayoría de los delincuentes son en cierta medida
enfermos, ya que el sentimiento de seguridad no se estableció lo suficientemente
en los primeros años de vida. Un niño antisocial puede mejorar aparentemente
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bajo un manejo firme, pero si se le otorga libertad no tarda en sentir nuevamente
la amenaza de la locura, y vuelve a atacar a la sociedad, a fin de restablecer el
control exterior.
Winnicott (1946) deduce finalmente que a los niños carentes de vida hogareña hay
que proporcionarles algo personal y estable cuando todavía son bastante
pequeños como para aprovecharlo en cierta medida, o bien nos obligaran mas
tarde a proporcionarles estabilidad en la forma de un reformatorio, o como último
recurso, dentro de las unidades carcelarias.
En éste sentido Liliana Álvarez se pregunta:
“¿Qué acontece cuando en lo íntimo no hubo intimidad sino intimidación?
Cuando no hubo constancia en los vínculos, cuando la violencia y sus
excesos perforaron la coraza de la protección antiestímulos y convirtieron el
adentro-afuera en algo indiferenciado.”
“La cultura interpela y el sujeto responde... a veces con un acto delictivo…
En lo manifiesto, la falta es un exceso. Excesivamente algo: violento,
reincidente, agresivo. El exceso presentifica una falta. Habla de un vacío
que no pudo ser cubierto por remitir a una historia de falta de alojamiento
de la instancia parental.” “[...] el drama de sentirse nada ni nadie desde el
que se pasa de la lógica del ser violentado al ser violento.” “El tránsito de
“no soy nada ni nadie” a “usted no es nadie para decirme nada, nos
muestra su condena a situaciones de anonimato y soledad Si él no es
“nada ni nadie” y el que está enfrente tampoco lo es, ya no hay referencia a
un tercero posible. Se supusieron abolidos por otro. No son nada ni nadie, y
ante esto queda abolido el propio sentir.”
“¿Es posible pensar la escena jurídica como dispositivo que propicie la
responsabilización subjetiva?”
Según Adriana Bugacoff, cuando un niño comete un acto delictivo, esto remite a
complicaciones en el lazo filiatorio, y esto remite necesariamente a su condición
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de hijo. Responsabilizarse implica poder empezar a pensarse en relación a su
acto, pensar su sujeción y poder devenir sujeto y no ser objeto de sus impulsos.
Liliana Álvarez comenta acerca de la intervención que: la verdad de la que la
disciplina psicológica podrá dar cuenta es la del criminal, no la del crimen, la del
sujeto, no la del hecho. La especificidad de esta práctica no se encuentra en la
búsqueda de una verdad que responda al “Qué”, a la interpelación que se nos
efectúe desde allí no podemos sino responder por el “Quién”. Nos encontramos
con jóvenes que están atrapados por sus actos. A nosotros nos corresponderá
analizar la otra escena, la causa que causa la causa. ¿Cómo hacer que el joven
comience a pensar en las consecuencias del acto cometido?
Se puede poner en juego algo del orden de la prevención. Prevención no es antes
de, sino intervenir, revisar la conducta estereotipada coagulada del sujeto.
También limitar un acto para que no cometa otro. Una de las posibles metas de la
intervención sería, que allí donde era el desafío de una supuesta legalidad, un
pensar crítico debe advenir. Introducir la dimensión de interrogación del deseo de
los otros. Del límite simbólico como protector para sí y para los demás. Desbaratar
la ilusión positivista del encuentro con los grandes cuadros, del perfil del joven
delincuente en pos de la comprensión de la singularidad.
No se trata de psicopatologizar las categorías sociales, sino de repensar los
efectos devastadores de la violencia en el psiquismo que hacen a un joven más
vulnerable a ser atrapado por la red penal. Se trata tal vez de repensar lo que ya
en 1946 planteaba Winnicott, que la conducta antisocial aparece como un desafío
que los elementos maduros de la sociedad deben afrontar y contener con dureza.
Recordemos también que la tendencia antisocial para Winnicott es una forma de
poner a prueba a los padres, para que sean lo que dicen que son, y para que el
ambiente soporte lo que el niño es.
Este autor señala que existe una relación directa entre la deprivación y la
tendencia antisocial. Dice que cuando existe una tendencia antisocial ha habido
una verdadera deprivación y no una simple deprivación.
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Explica: “el niño ha perdido algo bueno que, hasta una fecha determinada, ejerció
un efecto positivo sobre su experiencia, y que le ha sido quitado; el despojo ha
persistido por un lapso tan prolongado, que el niño ya no puede mantener vivo el
recuerdo de la experiencia vivida” (p.148).
Las autoras ponen el acento en hablar de expulsión más que de pobreza o
exclusión. Porque si bien la pobreza define estados de desposesión material y
cultural, no necesariamente ataca procesos de filiación y horizontes o futuros
horizontes. La exclusión hace referencia a un estado en el que se encuentra el
sujeto, en cambio la expulsión social refiere a la relación entre ese estado de
exclusión y lo que lo hizo posible, nombra un modo de constitución de lo social. La
expulsión social produce lo que se ha denominado “nuda vida”, es decir la
imposibilidad de realizar formas múltiples de vida. (Duschatzky, Silvia Y Cristina
Corea, 2004).
CONCLUSION
La pregunta que ha guiado nuestro trabajo, ha apuntado en todo momento al
sujeto. No descarta o minimiza el hecho, pero siempre en función de intentar
comprender lo que subyace al accionar de estos niños o jóvenes que cometen un
acto delictivo, y quedan atrapados en el rótulo de delincuentes. Atrapamiento que
los vuelve a dejar por fuera del deseo, esta vez ya no de su familia, sino de la
sociedad en su conjunto. Estos niños han desaparecido como niños, han sido
ignorados desde su advenimiento como sujetos. Y han tenido que hacer con eso,
lo poco que eso posibilita. El acto delictivo termina siendo un modo de aparecer.
Una manera de “ser”, que termina constituyéndolos de manera precaria como
sujetos delincuentes. Podemos pensar que esa forma de hacerse un lugar, de
intentar tramitar lo que no ha podido simbolizarse, los arroja a un vacío donde no
hay soporte afectivo que los pueda contener. La mirada del Otro es fundamental
para la constitución subjetiva. Ese baño simbólico que proviene del otro significa al
sujeto. Lo hace aparecer. En estos niños, la mirada del Otro es una mirada que los
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expulsa una y otra vez. No han sido significados por el deseo del Otro. Algo falta,
algo nunca estuvo. La lucha entonces por momentos, pareciera darse en dos
planos que no logran entramarse. El de la realidad descarnada, y el de lo
simbólico.
Entonces, ¿cómo reclamar responsabilidad por sus actos a un sujeto cuando la
falla está en el orden de lo simbólico desde su advenimiento mismo? ¿Cómo
hacer que un hecho entre en cadena significante? ¿A qué podríamos apelar y
quién podría hacerlo si lo que falla es la terceridad? ¿Cómo encontrar ese lugar
desde el cual intervenir cuando los lugares no han quedado establecidos?
Este escenario plantea un desafío, el de reconstruir una escena que tenga en
cuenta la restitución del sujeto. En este sentido, lo jurídico pensado también como
escenario, y articulado con esta mirada, puede aportar mucho más de lo que a
priori podríamos pensar. Pero no es sin esta mirada subjetivante. Hay algo en
déficit en estas subjetividades, que debe ser tenido en cuenta a la hora de abordar
la problemática de la delincuencia infantil. Algo en menos que aparece como un
puro desborde de violencia. Podríamos preguntarnos entonces si la secuencia es
el orden invertido que muchos proponen, “primero que paguen”. Si toda deuda es
simbólica, ¿con qué van a pagar?. Más bien podríamos intentar pensar, que ser
mirados de otra forma es lo que podría permitir que aparezca una subjetividad
diferente. Entonces la ecuación llevaría primero a ofrecer la posibilidad que antes
no estuvo, de asumir otra posición que les permita entrar en la relación simbólica,
para intentar armar algún lazo posible. Sin ese lazo, no hay posibilidad de
responsabilización alguna. Que se sientan alojados de algún modo, para luego
poder pensar entonces en una pena. Pero en una pena que pueda ser
simbolizada. Que el sistema caiga con todo su peso a alguien que no tuvo la
posibilidad de hacer otra cosa es bastante perturbador.
Abordar una tarea de reparación que pueda permitir introducir algo de la
terceridad, algo del orden de lo simbólico, no es una tarea sencilla. Pero si no
apuntamos a eso, difícilmente pueda la aparecer la responsabilidad frente a los
propios actos, porque esto siempre supone un sujeto atravesado por lo simbólico.
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Si todo está perdido, ¿qué pueden perder entonces? Ofrecer alguna ganancia
como sustituto de lo que nunca hubo, tal vez pueda instalar la posibilidad de una
pérdida que signifique la vida de estos niños de manera diferente.
Si como sociedad no nos sentimos implicados, si estos niños no nos importan,
corremos el riesgo de que cualquier reclamo sea un sin sentido.
CONCLUSIONES PERSONALES
Florencia Duran Hodari:
A partir de analizar este interesante documental y recorrer la bibliografía necesaria
para desarrollar el presente trabajo en el cual reflexionamos sobre las fallas en la
constitución subjetiva de los niños/adolescentes que se convierten en
delincuentes, pude tomar una nueva posición al respecto de la que tenía
anteriormente. Coincido con el reconocido autor Winnicot sobre su explicación de
que la conducta antisocial es una forma de poner a prueba a los padres, para que
sean lo que dicen que son, y para que el ambiente soporte lo que el niño es. No
podemos olvidar que esta falla no solamente viene desde adentro del seno del
entorno del joven, sino que también viene desde afuera, desde el sistema en el
que éste está inmerso.
Pienso que no debemos olvidar que estos jóvenes son víctimas también de una
realidad social y de una desprotección por parte de múltiples sectores, que luego
son los que los intentan encerrar y condenar por “inadaptados”.
Considero que la prevención en estos casos es fundamental, que se requiere
mucho esfuerzo por parte del Estado y de la Sociedad, para comenzar a contener
y acompañar a los niños y familias desde su constitución. La herramienta que
pienso que es básica para este propósito es la EDUCACION tanto de los niños
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como de los padres, así como también garantizar los derechos básicos de niños y
jóvenes, a una vivienda, alimentos y condiciones sanitarias dignas.
Disfrute este recorrido y espero poder seguir profundizando estas temáticas en el
futuro, siendo un eslabón más de la sociedad para que algo se restituya, se
simbolice y podamos asumir nuevas responsabilidades.
Verónica Hisi:
En primer lugar agradezco el haber atravesado por esta experiencia, que me
permitió hacer una de las cosas que más me interesan, y que es pensar la
realidad con las herramientas que he ido adquiriendo a lo largo de la carrera. Pero
no se trató de intentar meter la realidad en la teoría, sino que siento que
verdaderamente fue algo nuevo, siento que surgió en mí una mirada diferente. Me
di cuenta con este trabajo que puedo mirar con otros ojos, que puedo pensar con
un marco de referencia mucho más amplio y a la vez más substancial. Y eso ha
hecho que confirme una vez la elección de esta carrera.
La temática en lo personal, me resulta muy importante y casi primordial, si lo que
pretendemos es “una sociedad mejor”. Veo como algunos ideales sociales se
pretenden aislados de cuestiones que nos involucran en un hacer responsables.
La paradoja de pedir responsabilidad sin hacernos cargo es algo que nos nos
puede llevar muy lejos. La posibilidad de colaborar mínimamente en producir ese
cambio, me estimula, me inspira positivamente.
Particularmente, siempre estuve más preocupada por pensar en los motivos que
pueden llevar a los niños o adolescentes a cometer actos delictivos, que en hacer
un reclamo sin tener en cuenta esas coordenadas.
Me pareció muy enriquecedor el material que propone la cátedra y la mirada que
propicia. Hace mucho que no me siento tan atraída por un programa, aunque esto
corra el riesgo de sonar adulador. Es la verdad.
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No quisiera extenderme en mi reflexión personal, ni repetir los desarrollos del
trabajo, y de la conclusión a la que arribamos, pero comparto cada una de las
ideas y conceptos vertidos en este trabajo, que tan a gusto realicé junto con mis
compañeras. Sinceramente fue un placer y lo disfruté muchísimo.
Para finalizar quisiera expresar que después de releer y releer lo trabajado, noté
que me han quedado dando vueltas una pregunta que antes no estaba, o al
menos no de un modo tan formal. Pareciera que estos niños o adolescentes tienen
una deuda con la sociedad, que lo único que hace es reclamarles que se hagan
cargo de sus acciones, que se hagan responsables, y que paguen por sus hechos,
sin siquiera contextualizar mínimamente las posibilidades que estos sujetos no
tuvieron y que no tienen, y que probablemente en muchos casos nunca tendrán
(aunque yo quiero creer que en este punto tenemos la posibilidad de aportar algo
que introduzca un movimiento con una salida posible). Paradójicamente, ese
reclamo se hace sin asumir ninguna responsabilidad, sin implicación personal,
desconociendo que las posibilidades con las que algunos han contado son una
contingencia, que podría no haber sido así. Que cualquiera podría haber estado
en ese lugar. No es poca cosa nacer con posibilidades. Eso debería dar alguna
responsabilidad.
¿De quién es la deuda entonces?
Gabriela Richiardi:
Durante el desarrollo del presente trabajo, una pregunta actuó como disparador
para poder pensar y reflexionar sobre ésta problemática: ¿cuáles serían las fallas
en la constitución subjetiva de estos niños/adolescentes que se convierten en
seres antisociales?
A raíz de ello, y en base a la interesante bibliografía vertida por la catedra, he
podido comprender que varios son los factores que llevan a tal fin, en primer lugar
es importante tener en cuenta que estos niños/adolescentes son el resultado no
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solo de las consecuencias en los procesos de identificación y de las fallas en la
construcción de las funciones simbólicas, lo cual les provoca un déficit grave en
las funciones parentales, sino que también me ha hecho pensar que la anomia
social no les permite hacer lazo social, entonces se ven excluidos y marginados
socialmente, por lo tanto tienen serias consecuencias en los procesos de
subjetivación y socialización.
Tanto la película como el documental con los cuales hemos articulado el material
bibliográfico, me permititio adentrarme en la grave problemática de los
adolescentes transgresores, los cuales se encuentran por un lado atravesados en
una parte por una conflictiva intrapsíquica propia de la etapa que transitan, pero
fundamentalmente por la ruptura del lazo familiar y social.
Agradezco el que me hayan permitido un acercamiento a estos sujetos que
quedan muchas veces arrasados en su subjetividad, y que a la vista de la
sociedad solo molestan. Considero que estos niños/adolescentes son,
lamentablemente, el producto de varios factores, tanto de políticas de económicas
de gobiernos corruptos que los han dejado en posición de puro objeto, pero como
un lastre al que hay que sacarse de encima, porque en definitiva nos hacen ver
justamente que la responsabilidad de esta situación es de todos.
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ANEXO
Título: Última Parada 174
Título original: Last Stop 174
País: Brasil
Director: Bruno Barreto
Guión: Bráulio Mantovani
Reparto: Michel de Souza, Chris Vianna, Marcello Melo Junior, Gabriela Luiz,
Anna Cotrim, Tay Lopez, Vitor Carvalho
Sinopsis:
La película se basa en la historia de un famoso secuestro de autobús ocurrido en
Río de Janeiro en al año 2000, cuando un joven perpetró una toma de rehenes
que fue transmitida durante cinco horas en vivo, por la televisión local, creando
gran expectación e inquietud entre los ciudadanos brasileños.
“Quien no tiene nada que perder no sabe cuándo parar” es el slogan de esta
producción que pretende adentrarse en las causas de la violencia en Brasil y en
cómo un niño pobre pero inocente puede llegar a transformarse en el peor de los
antisociales.
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BIBLIOGRAFÍA
Álvarez, L. De jóvenes, actos y responsabilidades. Intercambios,
Revista Virtual de la Especialización en Derecho Penal y
Criminología de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la
UNLP Nº 10.
Bleichmar Silvia. El Dolor País. Libros del Zorzal, Bs. As, 2002.
Winnicott, Donald. Depravación y Delincuencia, Paidós, Bs As, 1990.
Duschatsky, Corea (2002) Chicos en banda: caminos de la
subjetividad en el declive de las instituciones. Buenos Aires:
Paidós.Los Caminos De La Subjetividad En El Declive De Las
Instituciones, Buenos Aires, Paidós, Pp. 17 A 30.
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