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Trabajo Práctico Nro 2 de HISTORIA DEL ARTE 1 Cátedra Valdés. Trabajo grupal. El siguiente trabajo debe responderse en 10 carillas máximo en letra 12 interlineado 1,5 (Arial o Tahoma) márgenes 2,5. El mismo consiste en una revisión global de los textos vistos y estudiados durante el cuatrimestre y es promediable con la nota de los trabajos anteriores. Se pretende que rastreen en los textos el tema que se propone analizar. Deben responder a las tres preguntas continuas al texto que se presenta aquí. Título del Trabajo Práctico: ¿PODRIA SER CONSIDERADA LA CONSTRUCCION DE LA NACIÓN COMO ACTIVIDAD PROYECTUAL? Enfocando a la nación desde la perspectiva temporal, podemos considerarla como proyecto, relato heroico, leyenda, olvido y memoria, sucesión en el calendario y simultaneidad social, mito de origen y otras simbologías nacionales-estatales que se desprenden de un tipo específico de construcción historiográfica. Desde la territorialidad, la nación se nos aparece como geografía política, límite socio-espacial, conjunto de riquezas naturales, sistema de mapas, diseños y medios de transporte y comunicación, disposición de monumentos y señales, y también, como arraigo, infancia y filiación. De la célebre conferencia que bajo el título de Qué es una nación pronunciara Ernest Renán, quedaron con gran fijeza para varios pensamientos sobre la nación dos ideas principales: 1- que la nación es un plebiscito cotidiano, y 2- que la nación requiere tanto de una dosis de recuerdo como una de olvido. Estas ideas se repitieron con insistencia en distintas partes del mundo desde que fueron pronunciadas en 1882, y hasta hoy se suelen repetir “Puede decirse que desde los tiempos del imperio romano y su idea de civilización y pax romana”, y aún desde antes: desde que hubo aglomeraciones de hombres en China, en Egipto o en Babilonia, desde las tribus de hebreos o de árabes y desde las ciudades griegas al modo de Atenas o Esparta, mucho se ha meditado sobre el sentido de los lazos que mantienen unidos a los hombres. En este cúmulo de autorreflexiones que la humanidad de distintas épocas y lugares produjo sobre la condición colectiva, a menudo se recurrió a la lengua, la raza, la religión y la constitución psíquica para intentar entender los fundamentos de la vida en común. Pero hacia finales del XVIII europeo, con el declive del cristianismo y el fin de los imperios dinásticos surge la idea de la nación como aglutinador primordial de la vida social. La nación aparece desde entonces como principio decisivo de las identidades colectivas. En una disputa por la supremacía cultural de Europa, en la que no dejan de aparecer invocaciones a las escuelas de violines franceses y alemanes, surgen a ambos lados de los Alpes discursos sobre la nación que constituyen piezas 1

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Trabajo Práctico Nro 2 de HISTORIA DEL ARTE 1 Cátedra Valdés. Trabajo grupal.

El siguiente trabajo debe responderse en 10 carillas máximo en letra 12 interlineado 1,5 (Arial o Tahoma) márgenes 2,5. El mismo consiste en una revisión global de los textos vistos y estudiados durante el cuatrimestre y es promediable con la nota de los trabajos anteriores. Se pretende que rastreen en los textos el tema que se propone analizar. Deben responder a las tres preguntas continuas al texto que se presenta aquí.

Título del Trabajo Práctico: ¿PODRIA SER CONSIDERADA LA CONSTRUCCION DE LA NACIÓN COMO

ACTIVIDAD PROYECTUAL?

Enfocando a la nación desde la perspectiva temporal, podemos considerarla como proyecto, relato heroico, leyenda, olvido y memoria, sucesión en el calendario y simultaneidad social, mito de origen y otras simbologías nacionales-estatales que se desprenden de un tipo específico de construcción historiográfica. Desde la territorialidad, la nación se nos aparece como geografía política, límite socio-espacial, conjunto de riquezas naturales, sistema de mapas, diseños y medios de transporte y comunicación, disposición de monumentos y señales, y también, como arraigo, infancia y filiación. De la célebre conferencia que bajo el título de Qué es una nación pronunciara Ernest Renán, quedaron con gran fijeza para varios pensamientos sobre la nación dos ideas principales: 1- que la nación es un plebiscito cotidiano, y 2- que la nación requiere tanto de una dosis de recuerdo como una de olvido. Estas ideas se repitieron con insistencia en distintas partes del mundo desde que fueron pronunciadas en 1882, y hasta hoy se suelen repetir “Puede decirse que desde los tiempos del imperio romano y su idea de civilización y “pax romana”, y aún desde antes: desde que hubo aglomeraciones de hombres en China, en Egipto o en Babilonia, desde las tribus de hebreos o de árabes y desde las ciudades griegas al modo de Atenas o Esparta, mucho se ha meditado sobre el sentido de los lazos que mantienen unidos a los hombres. En este cúmulo de autorreflexiones que la humanidad de distintas épocas y lugares produjo sobre la condición colectiva, a menudo se recurrió a la lengua, la raza, la religión y la constitución psíquica para intentar entender los fundamentos de la vida en común. Pero hacia finales del XVIII europeo, con el declive del cristianismo y el fin de los imperios dinásticos surge la idea de la nación como aglutinador primordial de la vida social. La nación aparece desde entonces como principio decisivo de las identidades colectivas. En una disputa por la supremacía cultural de Europa, en la que no dejan de aparecer invocaciones a las escuelas de violines franceses y alemanes, surgen a ambos lados de los Alpes discursos sobre la nación que constituyen piezas

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germinales de la pedagogía política occidental. En Alemania especialmente, surgen intervenciones de románticos como Fichte y Herder, que acentúan el peso de la psicología y de la cultura y las artes como pilares de la idea de nación. Pocas décadas después, Dilthey señalaba que el entendimiento de la vida de una nación, debía buscarse a través de análisis de la gramática, la retórica, la lógica, la estética, la ética, la jurisprudencia, la teoría política y la música de un pueblo en particular”. A partir del culturalismo historicista, nación y pueblo se implican mutuamente. (…) Para Renán, la esencia de una nación era ‘que todos los individuos tengan muchas cosas en común, y también que todos hayan olvidado muchas cosas’. Así, la idea de nación guardaba una relación consustancial con las interpretaciones históricas y con la experiencia del tiempo. Las formas de continuidad del pasado en el presente, las experiencias de compartir el presente y el tiempo calendario, se mostraban como parte sustancial de la vivencia de la nación. Pero también, sostenía Renán que la nación es una voluntad colectiva expresada día a día en la forma de plebiscito, de un involucramiento cotidiano en los asuntos comunes. La nación era concebida como un estado de interrogación colectiva permanente, un foro de discusión, y una suma de fuerzas movilizadas y en puja entre sí. Para algunos seguidores actuales de Renán, la nación es el olvido de un olvido; dicen que antes que nada, la nación es una invención, una narración, con fechas patrias y héroes que se recuerdan y olvidan. Otra perspectiva en relación con la idea de nación, surge de la experiencia de los movimientos independentistas en América durante el diecinueve, y en África y Asia durante el veinte. Ciertamente, la emergencia de los estados no europeos agrega otra dimensión a la cuestión nacional. Hablar de la nación y de la cuestión nacional, aludirá ahora a las formas de expansión del capitalismo y del imperialismo, como una de sus fases. Pensar la nación en estos contextos referirá a la discusión sobre el carácter de las burguesías autóctonas, los debates entre posiciones proclives a la constitución de frentes antiimperialistas y posiciones encolumnadas en un clasismo internacionalista, en fin, el concepto de nación tendrá al de imperialismo como su contraparte, y supondrá un análisis de la expansión ultramarina de las potencias europeas y norteamericana, del exterminio en masa de nativos y de la expoliación imperialista que signó y signa a estas realidades nacionales. Mariátegui, por ejemplo, dejó liminares páginas sobre la nación, y su íntima relación con el problema del indio, que es material y simbólicamente el problema de la tierra. Los mitos de la nación animarán alegorías políticas de transformación social. El mito del comunismo incaico, o –más cerca de nosotros- el mito de una gauchicracia revolucionaria convocaron en ciertos casos a una praxis radical. Pensar la política de una nación atendiendo a la existencia de sus mitos, puede ser un conducto prospectivo, desde un pasado inmemorial hacia un futuro a construir. También desde las nuevas naciones africanas y asiáticas emergentes después de la segunda guerra mundial, se produjo un pensar sobre la nación como la contracara de la colonización. La nación como lucha y como radicalización del aquí y ahora. Como pasaje de la conciencia alienada a la conciencia de las necesidades sociales y políticas. Para Fanon, la nación era el punto de partida hacia la liberación nacional y social, el proceso de lucha que de la burguesía al lumpenproletariado, signaba la hora de los pueblos. Una revisión de estas producciones tercermundistas sobre la idea de nación –acéptese las debilidades epistemológicas que hoy pueda tener tal caracterización-, con su apuesta por la nación como superación del maniqueísmo y el apartheid

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imperialistas, como estadio transitorio pero a la vez plenificado de las relaciones sociales, debería hacer hincapié también en la raíz comunitaria de la nación que esos escritos concebían. La nación como una comunidad de intérpretes. De historias y acepciones compartidas, y también de traducciones de otras cosmovisiones culturales. (…) De modo que la pregunta por la nación que aquí ensayamos, podrá acaso orientarse hacia la renovación de los lenguajes y también de las estructuras colectivas de voluntad y de acción. La pregunta por la nación podrá así dirigirse hacia las posibilidades de la traducción y hacia el alumbramiento de la soberanía popular democrática resultante del desarrollo de las fuerzas productivas, de los medios de transporte y comunicación, de las energías del subsuelo, etc. Está claro que discutir, por ejemplo, la renovación de los lenguajes artísticos de una nación, por caso la nuestra, o la soberanía popular de los ferrocarriles, los teléfonos y los aviones, del petróleo o de Yaciretá, no garantizará per se los lastres más o menos autoritarios del burocratismo estatalista o el integrismo de bandera; pero sí es condición mínima para que la intelligentzia pública no deje de lado la tematización de estas cuestiones básicas para la vida de un país. Puesto que, qué es un país si no es una nación. Sin embargo, no son éstas últimas invocaciones las que se corresponden con el tono actualmente más generalizado de descrédito hacia las potencialidades de la nación. Hoy, se suele relativizar su potencial transformador. Así aparece en muchos de los discursos teóricos hoy en boga: algunos suplantan las nociones de nación y de imperialismo, por las de multitudes desterritorializadas y en redes, o por los flujos de la información. Han caracterizado a esta época de las comunicaciones globales como de declive de las naciones. Por nuestra parte, creemos que seguir debatiendo la idea de nación –que habrá que decir que al ser mito es también ideología, y que por tanto puede esconder las relaciones sociales de dominio- guarda en su seno potenciales despliegues. La nación es una idea de bisagra y no exenta de peligros; sin embargo puede resultar en una forma de enlazar la experiencia de los sujetos con sus historias y sus territorios. Una vía de acceso a aquello que nos sucede cuando –fatal o dichosamente- nos sentimos parte de esa comunidad primaria y vital que es la nación. Preguntar por la nación, no es por cierto el antídoto contra todo núcleo de posmodernismo globalizante que brote a nuestro alrededor. Es tanto un interrogante cargado de iluminismo sobre la condición de nuestra modernidad política y cultural, como también una búsqueda continua y siempre renovada del mito vivo y prospectivo. No hay nación pues, sin narración; sin un relato sobre las inclemencias del tiempo: sobre los orígenes míticos de un hogar y sobre las condiciones de factibilidad del ahora y del porvenir. Y si esto es así, debiera ser aplicable también para el caso de la nación que somos”. Sin autor, 2004: “Panorámicas sobre la cuestión nacional”, en EL OJO MOCHO, Revista de crítica política y cultural, Ideogramas de la nación, Nro 18/19, Primavera/Verano, 2004, Buenos Aires. De aquella pregunta general y del texto como pre-texto o excusa desprendemos un cuestionario que debe ser respondido en su totalidad:

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1) Seleccionar del texto recién citado y redactar una serie de características que

puedan explicar la idea de nación. Incluso se puede puntualizar las características contrarias a dicho concepto.

(Se recomienda la utilización de los artículos “Nación e Imaginación” de Daniel Lvovich y “Nación y Estado en la teoría y en la política” de Eduardo Rinesi que se encuentran en el libro Qué es una nación… Vernik, E. (comp.) cuyas fotocopias anexas se encuentran en Módulo 4 en la fotocopiadora del Centro de Estudiantes) 1.1.) A partir de esas características que ustedes identificaron, articular la relación de la construcción y el diseño de una nación con los siguientes elementos:

• La importancia del pasaje de una cultura oral a una quirográfica, y el cambio del orden epistémico (según el texto de Lowe “Historia de la percepción”, ver también las consecuencias del pasaje de lo oral a lo escrito, según Le Goff); con • El rol del mito como pensamiento onírico del pueblo (Dodds) con • El orden de la memoria, la función del recuerdo y del olvido, del mito de origen, el exceso de memoria, la relación entre escritura y memoria colectiva –conmemoración, documentación- a la “memoria artificial” (según la teoría de Le Goff); con • Las siguientes afirmaciones pertenecientes al texto de Gusdorf: “Es espacio sagrado (…) cuando el efecto de la potencia se reproduce o se renueva en él a través del hombre (…) Porque la vida doméstica es, también ella, una celebración que se repite siempre”. (Gusdorf, 1960: 62). “Pero (…) el mismo hábitat social, el pueblo, la ciudad, semeja una casa grande” “La cohesión está hecha de actitudes tradicionales del pueblo que la ha elaborado –actitudes sentimentales y afectivas codificadas en mitos y ritos, y no reflexión racional sobre la experiencia. La imagen mejicana del universo está de acuerdo al pueblo mejicano” (Ibídem : 63-64) “Toda fundación de una casa, de una ciudad o de una nación es la repetición del acto divino que hizo pasar a la realidad del estado de caos al de cosmos” (Ibídem : 65)

1.2) En base a las mismas características sobre la idea de nación del punto (1), registrar y explicar:

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Dos elementos que consideren pertinentes para dar cuenta de los antecedentes del concepto de nación en alguna de las etapas de la Edad Media y/o Barroco (leer textos de Romero, Eco)

1.3) Según el texto de Gusdorf y los conceptos de Ilustración o inicios de la modernidad (Para ello leer los textos de Mattelart, Chaunu, Starobinsky y Lowe- Temporalidad y especialidad del Cuadernillo 3) pueden considerarse los festejos del Bicentenario que tuvieron lugar en Buenos Aires del 21 al 25 de mayo como un ritual?

2) En función a los artículos de la Revista “La Moda. Gacetín semanal de música,

poesía, de literatura, de costumbres” (ver abajo) y según los textos referidos al Siglo XIX ¿Qué rol cumplió la moda, la importación de diseños europeos en la constitución de un tipo de identidad argentina? (Puede utilizarse para justificar una respuesta crítica los textos de Escobar y Colombres)

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