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EPOCA VII. HABANA 6 DE FEBRERO DE 18 0. NUMERO. 19 VER 1o, .,• .........•., ^O LOS DOMINGOS. PRECIOS nk ... SUSCRICION: UN PESO AL MES EN LA HABANA y 30 rs. f o . 30 T3IMEST &ES ADELANTAD03 6N EL INTERIOR HUNO DE IOETE. DA C, y.d.InI.trdon "• RZCLA NUM. SE3 A DONDE DIRIGIRAN TODAS LAS COMUNICACIONES y roclamscionoe. EL N M580 C ELTO EE VENDE EN LA .I) IINISTRACION 1 DOS REÀLES FIES. ^^l. 4 ` S' N J 1. r qN , t r., g^ï I •^Y : ^ s i y ;,•^ EEJPIóoIco .RTts ICO Y TITERARlo, CA r ICATURISTA: BAYACETO. DI] ECTOP P : J. M. VILLEPPGAS. CARICATURISTA: LANDALUZE. INSISTO EN ELLO. Ea nc,' recuerdo que número de esta úl- tima série de mi periódico, probé que el gobierno de los Estados Unidos debe con- cluir por embarcará todos los emigrados cubanos y mandarlos al Africa; solo que entónces todavia les hacia yo el favor de suponer que podian ir á engrosar la po- blacipu de Liberia, y ya no les concedo tanto. Desde aquel'a fecha, los infames que no hallaron reparo en formular las reglas de la traicion, se han degradado en tales tér- minos, que insisto en que se les debe lan- zar al Africa; pero me opongo á que sean desembarcados en punt, de siquiera ru- dimentaria civilizacion; porque en tal ca- so, el castigo no sería para ellos, sino para las buenas gentes cuyas costumbres, cor -romperian al momento. Mándesele, al Africa, pero arrójeseles en las costas po- bladas por los cafres ú los hotentotes, que son sus semejantes. El asesinato del Sr. D. Gonzalo . Casta- ñon, Director de La Vo y ele Cuba, es uno de los datos en que puede apoyarse , cual- quiera medida que se tome con ésos entes çlegradados, que no quieren ser españoles, y hacen bien, porque tampoco nosotros podemos permitir que lo sean. Vienen, sin duda, de lo mas inculto - del Africa, y á voces los está reclamando la tierra de don- de son oriundos. Todo el mundo sabe ya lo que ha pasa- do en Cayo-Hueso. Los periódicos diarios han dado sobrados pormenores acerca de la muerte de Castaiion, y yo no creo ne- cosario repetirlos; pero sí, juzgo conve- Iliente discurrir un poco sobre ese triste suceso, abandonando, por esta vez el tono festivo, generalmente usado en este perió- ,lico. Sí, lectores míos; voy á escribir algo so- bre la muerte de Castañon, y dijo algo, porque no podré en uno ni en muÇhos ar- tículos decir todo lo que tan triste suceso me sugiere, ni quizá serian hoy conve- Iiientes algunas de mis reflexiones. Para todo habrá tiempo. Ha muerto el Direetor de La Voz de ('tiba, víctima de su lealtad, de su patrio- tismo y de su inexperiencia. Explicaré es- ta palabra. Çastañon era un jóven de incuestiona- I,le mérito. Babia en él feliz imaginacion y notable aprovechamiento de lo que se :il p rende en los libros. ¿Qué le faltaba pa- ra continuar prestando importantes servi -cios á su Patria? Porque, cutre paréntesis, lectores mios, yo creo que Castañon, hombre de iniciati- va, de pensamiento propio, ha prestado grandes servicios al pais en el periódico que dirigia, .y como esta opinion ha sido, Ilo solo alimentada l) or mí cuando Casta- fon vivia; sino sostenida con fé delante de respetables testigos, no se tomarán los elogios que yo tribute al que en vida los mereció, por flores de ultra tumba. Sí, prestó grandes servicios, y la prueba de esta verdad la 'tenemos los leales en la alisma ferocidad con que le han tratado los traidores. . Esto supuesto, voy á manifestar lo que, en mi concepto, faltó al ilustre finado para haber podido seguir prestando importan- ts servicios á nuestra querida Patria. Fal- túle lo que solo se adquiere con los años, lo que solo se consigue con la penosa y siempre acerba enseñanza que da la larga práctica de la vida: eso que se nombra ex- ponencia. Por carecer de esta, él, que siempre combatió con asturiano nervio á los ene- inigos de España, y que acababa de vitu- perar en su periódico las reglas de la traicion, formuladas con repugnante cinis- mo por los únicos hombres capaces de concebirlas, no calculó toda la maldad que había en los que habían adoptado esas re- glas. Por sus pocos años, no alcanzó á comprender hasta donde puede llegar la tlepravacion de los sentimientos en la de- generacion de la especie humana. Por eso, ca fin, creyó todavía capaces de algo noble,. ,le algo honroso, de algo digno, de algo de- cente á los miserables que, si desgarrando el corazon de la Patria se han puesto fuera de la ley, renegando de su sangre se han colocado fuera de la humanidad, y por consecuencia, no hay que esperar de ellos nada que no esté perfectamente ajustado á los instintos y costumbres de los chacales, de las hienas, de los reptiles, para decirlo de una vez, de todos los animales inmun- dos y dañinos. Yo que, it falta de otras cualidades, po- seo la no muy envidiable de haber ya vi- vido mucho, desaprobé siempre la parti- da de Castaños para Cayo-Hueso. Esto era consiguiente. Yo he escrito una obra contra el duelo, y no puedo aceptar esa costumbre, despues de las sé-

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Page 1: TITERARlo, - UAB Barcelona · bladas por los cafres ú los hotentotes, que son sus semejantes. El asesinato del Sr. D. Gonzalo . Casta-ñon, Director de La Voy ele Cuba, es uno de

EPOCA VII. HABANA 6 DE FEBRERO DE 18 0. NUMERO. 19

VER 1o,

.,• .........•.,^O

LOS DOMINGOS.

PRECIOS

nk ...

SUSCRICION:

UN PESO AL MES EN LA HABANA

y 30 rs. f o .

30 T3IMEST&ES ADELANTAD03

6N EL INTERIOR

HUNO DE IOETE.

DA C,

y.d.InI.trdon "•

RZCLA NUM. SE3

A DONDE

DIRIGIRAN

TODAS LAS COMUNICACIONES

y roclamscionoe.

EL N M580 C ELTO EE VENDE

EN LA .I) IINISTRACION

1 DOS REÀLES FIES.

^^l. 4 ` S' N J 1. r

qN , t r., g^ï I •^Y•: s i y ;,•^

EEJPIóoIco .RTts ICO Y TITERARlo,CA r ICATURISTA: BAYACETO.

DI] ECTOPP : J. M. VILLEPPGAS. CARICATURISTA: LANDALUZE.

INSISTO EN ELLO.

Ea nc,' recuerdo que número de esta úl-tima série de mi periódico, probé que elgobierno de los Estados Unidos debe con-cluir por embarcará todos los emigradoscubanos y mandarlos al Africa; solo queentónces todavia les hacia yo el favor desuponer que podian ir á engrosar la po-blacipu de Liberia, y ya no les concedotanto.

Desde aquel'a fecha, los infames que nohallaron reparo en formular las reglas dela traicion, se han degradado en tales tér-minos, que insisto en que se les debe lan-zar al Africa; pero me opongo á que seandesembarcados en punt, de siquiera ru-dimentaria civilizacion; porque en tal ca-so, el castigo no sería para ellos, sino paralas buenas gentes cuyas costumbres, cor

-romperian al momento. Mándesele, alAfrica, pero arrójeseles en las costas po-bladas por los cafres ú los hotentotes, queson sus semejantes.

El asesinato del Sr. D. Gonzalo . Casta-ñon, Director de La Voy ele Cuba, es unode los datos en que puede apoyarse , cual-quiera medida que se tome con ésos entesçlegradados, que no quieren ser españoles,y hacen bien, porque tampoco nosotrospodemos permitir que lo sean. Vienen, sinduda, de lo mas inculto - del Africa, y ávoces los está reclamando la tierra de don-de son oriundos.

Todo el mundo sabe ya lo que ha pasa-do en Cayo-Hueso. Los periódicos diarioshan dado sobrados pormenores acercade la muerte de Castaiion, y yo no creo ne-

cosario repetirlos; pero sí, juzgo conve-Iliente discurrir un poco sobre ese tristesuceso, abandonando, por esta vez el tonofestivo, generalmente usado en este perió-,lico.

Sí, lectores míos; voy á escribir algo so-bre la muerte de Castañon, y dijo algo,porque no podré en uno ni en muÇhos ar-tículos decir todo lo que tan triste sucesome sugiere, ni quizá serian hoy conve-Iiientes algunas de mis reflexiones. Paratodo habrá tiempo.

Ha muerto el Direetor de La Voz de('tiba, víctima de su lealtad, de su patrio-tismo y de su inexperiencia. Explicaré es-ta palabra.

Çastañon era un jóven de incuestiona-I,le mérito. Babia en él feliz imaginaciony notable aprovechamiento de lo que se:il p rende en los libros. ¿Qué le faltaba pa-ra continuar prestando importantes servi

-cios á su Patria?Porque, cutre paréntesis, lectores mios,

yo creo que Castañon, hombre de iniciati-va, de pensamiento propio, ha prestadograndes servicios al pais en el periódicoque dirigia, .y como esta opinion ha sido,Ilo solo alimentada l) or mí cuando Casta-fon vivia; sino sostenida con fé delante derespetables testigos, no se tomarán loselogios que yo tribute al que en vida losmereció, por flores de ultra tumba. Sí,prestó grandes servicios, y la prueba deesta verdad la 'tenemos los leales en laalisma ferocidad con que le han tratadolos traidores. .

Esto supuesto, voy á manifestar lo que,en mi concepto, faltó al ilustre finado para

haber podido seguir prestando importan-ts servicios á nuestra querida Patria. Fal-túle lo que solo se adquiere con los años,lo que solo se consigue con la penosa ysiempre acerba enseñanza que da la largapráctica de la vida: eso que se nombra ex-ponencia.

Por carecer de esta, él, que siemprecombatió con asturiano nervio á los ene-inigos de España, y que acababa de vitu-perar en su periódico las reglas de latraicion, formuladas con repugnante cinis-mo por los únicos hombres capaces deconcebirlas, no calculó toda la maldad quehabía en los que habían adoptado esas re-glas. Por sus pocos años, no alcanzó ácomprender hasta donde puede llegar latlepravacion de los sentimientos en la de-generacion de la especie humana. Por eso,ca fin, creyó todavía capaces de algo noble,.,le algo honroso, de algo digno, de algo de-cente á los miserables que, si desgarrandoel corazon de la Patria se han puesto fuerade la ley, renegando de su sangre se hancolocado fuera de la humanidad, y porconsecuencia, no hay que esperar de ellosnada que no esté perfectamente ajustado álos instintos y costumbres de los chacales,de las hienas, de los reptiles, para decirlode una vez, de todos los animales inmun-dos y dañinos.

Yo que, it falta de otras cualidades, po-seo la no muy envidiable de haber ya vi-vido mucho, desaprobé siempre la parti-da de Castaños para Cayo-Hueso.

Esto era consiguiente. Yo he escritouna obra contra el duelo, y no puedoaceptar esa costumbre, despues de las sé-

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lidas razones que creo haber hallado paracombatirla. Sobre todo, comprendo todavíala práctica de esa costumbre feudal en losdefensores del pasado} pero no en los amigosdel progreso. Sin embargo, en los casos ex-cepcionales de la guerra, no la comprendoen nadie, porque la guerra rechaza el com

-bate personal, reclamando solo el colectivo.¿Quién de nuestros bravos militares se reba-jaria hoy á batirse en otro campo del honorque no sea el que sus deberes les señalan,con hombres reclamados por la ley para re-cibir el castigo de sus iniquidades por manodel verdugo? ¿Quién dispensaria á nuestrosenemigos la honra que no merecen, suponien-do que esos enemigos tuviesen aliento parasolicitarla?

Pues bien; prescindiendo de estas consi-deraciones, y aun suponiendo que yoacepta-se las ideas que en mi última novela he re-futado, todavía, lectores, debia desaprobary desaprobé la salida de Castañon para unpunto, donde cabia que hormigueaban loshombres maldecidos por la Madre Patria yrepudiados por la Madre Naturaleza y don-de, por lo tanto, era seguro que habían deabundar la cobardía, la crueldad, la embosca-dá, lafelonia, en unapalabra, los frutos decierta educacion, manifestados en el múltipley natural consorcio de todos los vicios contodas las bajezas.

El suceso que todos los buenos deplora-mos me dice que yo tenia razon, como loque despues he visto me manifiesta que silas heridas mortales no tienen remedio, algopuede calmar la pena causada por la desa

-paricion de un distinguido patriota un popu-lar tributo de estimacion universal fervo-rosamente rendido.- Con todo: hay que pèn-sar en el desagravio, y para llegar á este fintenemos dos caminos.

Los infames emigrados de Cayo-Ilneso se•dijeron, sin duda: «Castañon tiene dos hijos;acabando con él, tambien acabamos con ellos,puesto que van á quedar desamparados. Iie-mos resuelto, pues, un problema digno (lelos libertadores de Cuba, el de hacer de unsolo golpe tres asesinatos.,,

¡Error inmenso! Al matar á un buen ciu-4adano, de aquellos que sabían decir con elgrfin Quintana: «Por ventura, ¿no se muereuna, vez?»...... al matar á ese hombre, digo,¿de qué le han despojado? De la triste exis-tencia;? umana, y en cambio, le han dado loque marca se extingue, la gloria imperece-dera deslg, patriótica celebridad. En cuantoá sus hijos, ,sé que han perdido mucho, por-que Casta5ori era un padre cariñoso, un ex-celente pad.re,,como eraun noble ciudadano;pero,-felizmemte, solo por breves instantes fue-

..ron huérfanos esas niños que han sido prohij a-dosporla.nacion por lanacion española, en cuyo nombre losha acogidd t bajo su egregio amparo nues-tro incomparable Gobernador Superior Po-lítico, el Excmo. Sr. D. Antonio Caballerode Rodas, y no quedan„4esvalidos los quecuentan con el apoyo del pueblo mas gene-roso de la tierra. Hé aquí, lectores, realiza-do ya uno de los medios que en nuestra ma-no teníamos para vengar la muerte de D.

Gonzalo Castañon. Lo que sucederá, y veannuestros enemigos cuanto se equivocan ensus cálculos, lo que tengo por sucedido esque esos niños, cuya perdicion se meditaba,por jóvenes que sean, por poco que su ra-zon se haya desenvuelto, haabráltrenovado yaen lo íntimo de su corazon el juramento deAnnital contra los enemigos de su Patria,que son los asesinos de su padre.

El otro medio de desagravio será terrible.Yo sé, lectore:>' , que una nacion culta, dondenunca el crímon alevoso debe quedar impu-ne, se encargará de administrar severa .jus-ticia. Eso es evidente; pero la muerte deCastañon nos pinta el carácter vil de esoshombres que han declarado la guerra á Es-paña, y para los cuales no puede ya quedaren ningun pecho leal un resto de cornpaçionque no se haga sospechoso. ¡A muerte, pues,sufran los rencjados infames la guerra queIt muerte nos han declarado! Respetemos alque respeto merezca; fraternicemos con todoel que muestre ser buen español, y no haga-mos nunca irada que pueda ocasionar el me-nor conflicto entre gobernantes y goberua-dos; pero manifestemos nuestro legítimo de-seo de que á los salvajes no se les aplique lamedida de los hombres civilizados, y ante losmanes irritados de las víctimas . de la patria,juremos no interceder nunca poi dichos salva-jes. Yo, el mas humilde de lo d defensores deEspaña, desconozco la caridad para nuestrosenemigos, porque sé bien : que solo con lavillania pueden corresponder á nuestragene-rosidad los que, en su ciego frenesí, han lle-gado á mofarse de todas- las virtudes, santi-ficando todos los crí nenes. ¡Nada! Quh santC«,saris Casaria parà los delincuentes ordina-rios, el procedimi tò comun; para los caní

-bales, el extermi. n o!Esta es la satisfaecion que todos debemos

á los que, como Castañon, pierden la. vila porla Patria, en laguerra silo ejemplo que á uues-tra bondadosa nacion estan haciendo r an ci-

ses y laborantes.

EL MORO MUZA.

GONZALO CASTAÑO,

Ved apagada aquí la sacra hogueraQue en el altar del ti j a trino ;ir tica¡Todas la inmensa luz p ise difuuli:aSe h;, vuelto . unir :í su gloriosa esfera!

Trocó en adusto invierno la praderaEl verano que itlegre la cu brin;Mas de este invierno y de su escarcha friaHa de brotar eterna primavera.

Sí! que no en vano pasará 4 la historiaEl hecho ,ttróz del criminal maldito;Y para honrar del mártir la memoria, .Su muerte, que fué el colino del rtelito,Queda ú la ley; su nombre, que es la gloria,En la conciencia de la pLitria escrito.

SATURNINO MARTINLZ.

LA RECOMPENSA NACIONAL.

CASTAÑON murió el lúnes, asesinado en Ca-yo-Hueso. Cinco cubanos renegados, ó loque es lo mismo, degenerados, porque losque no han degenerado no reniegan, nihacen cosas indignas; al contrario, se batencomo leones por la causa española, en unionde los soldados y voluntarios peninsulares;cinco cubanos degenerados, digo, cinco hom

-bres de esos que, amando lainsurreccion, nohan tenido valor para irse :í la mnanigua, de-

cidieron asesinarle en un momento en quesupieron que le hallarían solo.

Todos llevaban revolver, de modo que.....cinco por seis, treinta;' contaban con treintatiros y la sorpresa para el objeto que se pro-ponían. ¡Si estarían ellos seguros (le la vic-toria!

No: parece que, ni aun contando con tan-tos tiros y con la ventaja de coger solo y des-prevenido á CASTAÑON, las tuvieron todasconsigo los cinco cubanos renegados, y asífué que llevaron otros quince ó veinte com

-paneros que pudieran ayudarlos ú socorrer-los en caso preciso.

Esto lo sabe la poblacion entera de Cayo-Hueso,. y sin ernhrrgo, me han dicho que lorefiere todo .t la inversa el despreciable pa-pelucho que allí publican los degenerados,lo que tampoco me sorprende; porque sé queestá en duda silos laborantes son mas cobar-des que embusteros, ó utas embusteros quecobardes, y por consiguiente, tanto esperabayo la villanía que han hecho, juntándosemuchos pala matar á un hombre solo, comola version mentirosa que del suceso habíande dar los'lalorantes.

Pero, ¿qué dirán el pueblo y el gobiernoamericano, dt, esos pillos que, despues deasesinar aleve y cobardemente, mienten co-mo los utas asquerosos bellacos que el orbeha conocido? ¿Qué seguridades, qué garan-tias sólidas de buen cojnportamicntopuedenseguir dando, para tener derecho á la ex-tranjera hospitalidad, los que se diria quehan hecho el juramento de no decir unaverdad en su vida, los que aspiran áserteni-dos por mas embusteros que cobardes, y coneso está dicho todo?

Cuestion es esta que debe preocupar í losamericanos, cuya sociedad peligra muá llo conel hálito iníasmático de los viles asesinos,que por educacion y por temperamen o, porcostumbre y por sistema, mienten coi insó-lita bellaquería.. •

Nosotros, esperando que la ofénsa inferi-da en tierra extï`aña á nn buen español ten-ga la lógico re aracion que la justicia bu-inana puede dir en aquella tierra, desdeque tuvimos notiera (le lo que habla sucedidoen Cayo-I-Inesó, supimos t;luibien que la re-c;)111 pensa nacional no polia faltar para lavíctima, y así ha sido, en efecto.

El entierro de CASTAÑON, parte fúnebreple la indicada recompensa, no ha tenidoejemplo en la Isla (le Cuba. Los nas gran-des honore,; las distinciones mas señaladasque se podian dispensar .í un hombre en latierra, se le han otorgado a CASTAÑON en laHabana por la autoridad y por el pueblo.

Desde qui el cadáver arribó á esta ciudad,y bueno es consignar que los americanos lehal,ian tributado muestras de gran conside-racion, fué recibido por personas de las mascaracterizadas en la Administracion y en elEjército, aFí como en todas las clases denuestra sociedad. Llegado á su casa, inme-diatamente se constituyó una guardia del 29batallon de Ligeros, á que el difunto perte-necia, y es imposible calcular el número depersonas que han ido á verle. Luego, des-pues ele embalsamarle, hubo de procederseal entierro, y el siguiente anuncio ahorratodo comentario.

GONZALO CASTAÑON,DIRECTOR DEL PERIODICO IbLITI(0 L! VOZ DE (L'B.A,

HA FALLECIDO.

El Excmo. Sr. Gobernador Superior Po-lítico, Capitan General, los Exemos. Genera-les 2" Cabo, Sub-Inspector del Cuerpo deVoluntarios, Intendente general de Ilacien-

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EL Moro MUZA

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eta, Gobernador Político, el Illmo. Sr. Se-cretario del (Uobierno Superior, los Sres.Coroneles del 19 y 2" batallon de Ligeros,los señores Jefes de todos los -Cuerpos deVoluntarios de esta plaza, Director,. Sub-di-rectores y Consejeros del Banco Español,Casinos Español y de la Habana, Redacto-res de los periódicos políticos y literarios,sus hijos, su hermano político, su albacea,sus compañeros de Redaccion y sus amigostodos los españoles de Cuba, suplican á V.se sirva asistir mañana á las doce del dia ála calle de Teniente-Rey número 38, paraacompañar su cadáver al Cementerio general,y rendir el último recuerdo á un mártir de1 a Pátria.

IIABAN A Y FEBRERO 19 DE 1870.

¿Describiremos el entierro? Eso es imposi-ble. La calle de la Muralla, de ordinario una

de las mas alegres, apareció vestida ese diacon el traje de la tristeza: estaba toda de luto.En las demás, por donde debia cruzar el fú-nebre cortejo, la multitud afluyó de una ma-nera asombrosa, pintándose el dolor en todoslos semblantes, sin distinciou de sexos ni derazas, pues en honor de la verdad debernosdecir que hemos visto mucha gente de colortributando al difunto el noble homenaje delas lágrimas. Desde la casa mortuoria hastael Cementerio, el féretro, llevado en hombrospor los honrados patriotas de la compañía áque el muerto tenia la honra de pertenecer,fué recogiendo flores yocoronas. En fin, lorepetimos, el entierro de CASTAÑON carece deprecedentes en los fastos de Cuba, y seria di-fícil narrarlo con tòdos sus pormenores.

Renunciarnos á lo que es punto ménosqueimposible y vamos á cerrar dignamente lareseña de la fúnebre ceremonia., copiando lasentida còrnposicion poética que nuestro que-rido amigo el Sr. Camprodon recitó en elpórtico de la última morada. Dice así:

8E OI:ES:

La muerte arroja luz, y luz que vierteRayos de pavorosa nia;,estad:Por eso ante el aspecto de la mu•rte

Se dice la verdad.Junto tí esa caja [7utebre y wu,lest:►

IP,Lv algo que solaza al corazon,Y es el honor del inundo que protesta

Contra una vil tra'eion.Si ít ese gran corazon que ayer latía

Le fuese dado otra vez latir,En nombre de la patria, él os diría

Lo que os voy :í decir:KCon alma de español y frente erguida

i. pelear por nuestro tenor suri.

«No teniendo que dar aras que mi«Por tai patria la oli.

«Si hay quien ,í España eseat nen r intente,«No le eurplaceis á lucha desleal;«\r enecdle con la espada del valiente

«Jtm,ís con el puñal.Eso os diría el hombre si viviese,

Y ese constante su criterio fué:tejadme ahora que ini voz le exprese

Los votos de tni fé.Si mi frase te suena temblorosa,

Es que es el eco del coinun dolor:Creo en la Cruz, y vengo á honrar la fosa

De un mártir del honor.Cumpliste con la ley de caballero,

Y el soberano juez que mora allíNo desoye la voz de un pueblo entero,

Que le ruega por tí.El d !t corona al mártir, y si fijos

Buscan tus ojos algo en la creacion,Puedes dormir en paz, que ya tus hijos

Hijos de España son.Vengar nos toca tu preciosa vida:

Pero nuestra venganza en su rigor,Sers digna de un pueblo que no olvida

Las leyes del honor.Antes se quede nuestra mano seca

Que ft la España leguemos un baldon:Maldiga Dios al que la espada trueca

Por arma de traicion.

A ejemplo tuyo, por la causa hispanaIremos siempre del honor en pos,Y tú, Ii lat sombra de la Cruz cristiana,

Duerme en lit paz de Dios

Pero la noble nacion que reconocia losméritos dea padre, tenia que pensar en los hi-jos y én efecto, pronto vicios aparecer dispo-siciones como las siguientes:

«Gobierno Superior Político.—Secretaría.-El Excmo. Sr. Gobernador Superior Políticose ha servido deter ► ninar que los huérfanos,D. Rodrigo y D. Fernando Castaños, que-.den desde esta feclia bajo su protecciou yamparo, como representante de la Nacion,cuya noble causa defendía el padre de aque-llos desgraciados, D. Gonzalo, al ser alevosa-mente asesinado en Cayo-hueso.—Habana 19de Febrero de 1870.-Cesáreo Ferrrandez.»

Casino Dspaitol de la Habana.—En sesioncelebrada eu la noche de ayer, acordó estaJunta abrir una suscricion en favor de losinocentes y desgraciados hijos del Sr. DonGONZALO CASTAÑON, víctima de la alevosía ytraicion de. nuestros enemigos.

Esta Junta, á reserva de publicar lo yasuscrito hasta ahora, invita á los señores so-cios del Jnstituto y á todos los españoles engeneral á contribuir á tan filantrópica obra--Habana 19 de Febrero de 1870.—El secre.tarjo, José Rocamora.

CASINO DE LA HABANA.

Sr. Director de la PRENSA.

Muy señor mío y de mi consideracion:quisiera merecer de la bondad de usted, y enobsequio al objeto que lo motiva• se sirva or-denar que se inserte en su apreciable periódi-co el anuncio que tengo la honra de incluir-le.—Es de V. atento S. S. Q. B. S. , M.—E1Secretario de la Comision, Antonio Heraud.

El CASINO DE LA HABANA así que tuvo co-uocitnieuto del horrible asesinato, del hechosin nombre, del crímen contra uatura.leza,perpetrado cu la persona de nuestro buenamigo GONZALO CASTAÑON, presuroso acudióá ocuparse de un acontecimiento que, masque de amistad, es de amor pátrio, que masque ele españolismo es de liumaiiidad; I ocu-parse de sus pequeños hijos, víctimas ino-centes del amor á la Patra,. víctimas dequienes todo español, todo hombre de cora-zon debe ocuparse, porque la causa de CAS

-TAÑON es la causa de una raza, es la causa dela humanidad.

La fiera, lincha con su enemigo, le reta, levence í, perece en la demanda; los enemigosele la raza latina pura, los ele la sangre in-noble, y de corazon podrido, necesitan aso-ciarse, necesitan-entenderse con el crimen,necesitan ser capciosos, ser hipócritas, co-bardes,'ser asesinos, para sorprender, parasofocar cors el número la nobleza del valor.

CASTAÑON ha muerto, CASTAÑON ha sidoasesinado cobarde y horriblemente por losenemigos de España, CASTAÑON deja hijos,y estos hijos huérfanos de un defensor de lapátria , deben considerarse como hijos de lapátria tambien.

Así lo ha comprendido el CASINO DE LA

HABANA, que en los primeros momentos hareunido una cantidad que sirva de base á laque debe constituir la pequeña fortuna quetodos los españoles solícitos deben contribuirá formar para dirigir la educacion de esosinocentes niños, que un dia han de ser otrosdefensores de España, dignos imitadores desu padre. -

Hé aquí los nombres de las personas queforman .la Comision nombrada por el CASINO

DE LA HABANA y la invitacion que dirige á los

buenos españoles para que contribuyan I tanpatriótico y noble fin, debiendo advertir quehasta las diez de la noche de ayer, se habíarecaudado la suma de dos mil noventa y cin-co pesos.

Presidente.—D. Juan Tomás Carretero.Vocales.—D. Justo Zaragoza, D. Mariano

La Torre, D. Juan de Uriarte, (tesorero).Secretario.—D. Antonio Heraud.La Comision del CASINO DE LA HABANA

encargada de allegar fondos para aliviar ladesgracia de los huérfanos de D. GONZALOCASTAÑON, avisa á todas las personas quequieran contribuir á tan benéfico objeto, pue-den remitir las cantidades al Tesorero-de lamisma D. Juan Uriarte, calle del Teniente-Rey número 15, ó á dicho CASINO, de 8 á 10de la ,coche.

Habana, Enero 31 de 1870.—El secretariode la Comision, Antonio Heraud.

Además, el señor Ampudia, digno Jefedel 29 de Ligeros, que desde luego ordenó quetodos los individuos de ese Batallon llevasenen el brazo izquierdo un lazo de crespon ¡le-gro, en señal de luto, y que el cadáver fuesecustodiado por las compañías 11 y 4^, decla-ró en la misma comunicacion en que dispo-nia lo que queda expresado, que el excelenteBatallon que él tiene la honra de mandar,prohijaba á los huérfanos de Castañon, c4quien contará perennemente en sus filas, de(nodo que su nombre, inscrito en la lista dela compañía, pasará revista en aquella siem-pre.

El Sr. D. José Antonio Fesser mandó des-de luego al Diario de la Marina un billete dequinientos pesos, en una carta llena de pa-triótica ternura,y el Sr. D. Antonio Alvarez,siempre buen amigo y espléndido patriota,envió otros quinientos.

El patriota señor Albisu, uno de los espa-ñoles que mas derecho están mostrando te-uer al reconocimiento de sus conciudadanos,de acuerdo con la compañía que en su tea-tro funciona, hizo saber en seguida por me-dio de carteles, que los espectáculos que ha.bia dispuestos se suspendían por un nove-nario, habiendo sido el primero á formularla peticion el beneficiado de aquel dia, el Sr.D. José Navarro, compañero del Batallon deldifunto, y disponiendo dar el dia 9 un beno-ficio á favor de los huérfanos.

La compañía de Tacon y el Sr. Ainz,obrando con el patriotismo que tienen decostumbre, han dispuesto tambien una fun-cion de beneficio para. el mismo objeto, laque tendrá lugar en la noche del próximolúnes.

El bondadoso y ardiente español, Sr. DonJuan I. Larrabide, dirigió en seguida unasentida carta al Director interino de La Vozde Cuba, pidiendo que se formase una comi-sion encargada de recaudar fondos para elmismo fin.

Son tantas, en fin, las muestras de despren-dimiento dadas desde entónces por corpora-ciones y personas en la Isla, que con senti

-miento hemos de renunciar á enumerarlastodas.

¿Y qué debia hacer la prensa periódica enestas circunstancias? Unir su voz, como la haunido con entusiasmo, á la de la bondadosa.autoridad, de los Casinos, de las Empresas.y de los particulares, que han pensado con.razon que no podia faltar la recompensa na-cional, ni para el hombre que çtefendia, labuena causa, ni para los hijos á quienes elpuñal de la traicion se propuso dejar liu-r-fanos.

EL MORO MUZA..

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GONZALO C A S T A Ñ O N,

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MARTIR DE LA PATRIA.

31 de Enero de 1870.

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100 EL %JORO MUZn

ESTE TAMBIEN TIENE COMPLICES

-,cabo de leer la relacion de la vista deuna causa tan verdaderamente criminal, quese parece á la causa de la libertad cubana,tal como la entienden Céspedes y sus amigos.Es la causa deTroppmann, un demasiado honi-bre, que, allá eu Francia, para quedarse conlos bienes de la honrada y numerosa fami-lia de un ciudadano llamado Juan Kinek,asesinó á este, y á lrg fmujer de este, y á loshijos de estos, y en^caso de convenirle seguirdespachando gente para el otro mundo, hu-biera despoblado la tierra con toda la impa-sibilidad que pueden apetecer los filántroposque tienen gana de lucirse probando la nece-sidad que hay •de abolir la pena de muerte.

Sí, era mucho hombre...... para el robo yel asesinato, ese miserable, que por adquirirun poco de dinero, privó de la existencia enpocos dias á ocho personas, desde el jefe (lela familia, á quien dió un activo veneno, has-ta una infeliz niña de cuatro ai`os, á quiende una cuchillada echó las tripas fiera, ypuede sostenerse lo que afirmo con tanta ma-yor, razon cuanto que el apellido Troppniann,mitad francés, (Trop, que quiere decir dema-siado) y mitad aleman, (mann, que significahombre) nos está diciendo que el que lo lleva-ba era, efectivamente, demasiado hombre.

Por desgracia, Troppmann solo tenia ex-ceso varonil para el crímeu: era un manibí dela sociedad francesa hecho y derecho, con lamisma cobarde ferocidad y el vicio idénticosde la mentira que distingue á nuestros liber-tadores. Así, ese infame asesino, que traido-ramente mató á los que hubieran podidooponerle alguna resistencia, y se ensañó deuna manera inaudita en los cadáveres dela mujer y los niños, débiles criaturas que envano intentarian defenderse, ha recurridopor último á la mentira para salvar el pellejo,diciendo que tenia cómplices.

Rara singularidad es, por cierto, la de esoslaborantes compañeros ele Troppmann, cuyosnombres se ha guardado bien de pronunciarel acusado, y que asesinaban sin interés nin-guno, puesto que de todas las pruebas de al-gun valor que poseian las víctimas, vino eltal acusado á ser el único heredero.

¡Vive Dios! Esos hombres, si existen, tie-nen mas abnegacion que Morales Lémus,Goicuría, Javier Cisneros y Nestor Ponce,que no trabajan de balde, segun noticias.Esos hombres, los supuestos cómplices deTroppmann, son los Aldamas de Europa, yno dirá D. Miguel que no le hacemos favor,puesto que reconocemos el desinterés con quese ha metido i delincuente. Podremos decirde él que es un mal hijo de su padre, un malhijo de su patria, un ingrato para con el go-bierno español, á quien debía grandes aten-ciones y un cabeza de chorlito; pero sabemosque hasta ahora, lejos de engordar con la re-volucion, está cada vez mas flaco, mientrasotros, que estaban flacos, engordan :í costasuya, y como no concebimos que haya eix elmundo otro D. Miguel, para eso de cometercrímenes sin sacar alguna raja, pues no te-nemos por raja el ser presidente de una Jun-ta de badulaques, inferimos pue Troppmannno ha debido tener cómplices.

Pero que los tuviera que no los tuviera, elresultado es que su afirmacion de nada le haservido. El desdichado ha perdido la vida almismo tiempo que el titulado general Que-sada perdia el mando del ejército manzbí, sinque, le valiera la bula de Meco.

El caso es que comprendernos bien lo queen Francia se ha hecho con Troppmann, por-que ya se le corte á un hombre la cabeza, yase le dé garrote, ya se le ahorque, ya se lefusile, poco nos importa el género de supli-cio, con tal que á hierro muera quien á hier-

ro mata; pero ¿qué ha hecho Quesada paraverse castigado por Céspedes? ¿No era eseladron el atas digno jefe que podiali tener lo,,mambises? ¿Por qué, pues, le han castigado•en la N1ailigua, haciéndole mas favor del quemerece, puesto que, si la rehabilitacion (leun bandolero fuese posible, Quesada queda-ria rehabilitado en el nicro hechos de ser ex-hunerado por Céspedes?

Ya estoy viendo la defensa que el ex-jefede los mambises hará ante los quince ú veintemaniguerus que, votándose á sí mismos, for-inarou el Congreso (le la república rainona, ónonata.

«Compañeros de villanías, dirá Quesada ensa meniurial á la Cáíivara Oscura: el tuno (leCéspedes nie ha ex'honèr:ido, y yo, para .,pro-bar la injusticia de su •decreto, quiero hacerver que uo me he separado en un ápice delas instrucciones que se me dieron cuandome encargué del mando de la cliusnia cala-simba.

«En efecto, se me dijo que hiciese todo eldaño posible tanto á los amigos como á losenemigos, y yo, que me complazco en obrar-mal, he cometido innumerables fechorías.¿Se dirá que me he excedido un poco, alior-cando á muchos de nuestros correligionarios,por el gusto de matar gente? Pues en eso hetenido cómplices, y estos sois vosotros mis-mos, que aplaudíais mis barbaridades, mien-tras creísteis que con el terror ganaríamosalgo, en lo que nos hemos equivocado gran-.demente. ¿Se dirá que he robado mucho, porcuya razon tengo hasta dos relojes, bastán-dome uno para saber la hora, en tanto quelas mas púdicas damas del . Camagüey quenos siguieron, andan conco anduvo Eva enel Paraiso? No lo niego; pero los que me eli-gieron para general suyo, sabiendo que yoera un ladron, bien clebian calcular lo quesucederia, y además, tambien he tenido coni-plices en eso, siendo dichos cómplices todosvosotros, que habeis apañado cuanto estuvoá vuestro alcance, y por tan cómplices comovosotros tengo al mismo Céspedes, á sus ti-tulados'minïstros y á cuantos libertadores hayen las maniguas, sean jefes, oficiales ú siñi-pies ntanzbises; porque todos han robado cuan-tu han podido. ¿Se dirá que he corrido, alencontrarme con el ejército español? Eso esexacto; aun en el ataque de las Tunas, clon-de éramos diez 6 doce contra unoj apelé á laextratagema de la fuga, única que podia sal-varnos; pero yo no me he separado en estode la táctica guerrera que se me aconsejó co-mo propia de los libertadores cubanos: «CortsV. Siempre que se vea atacado,» se. nie dijo,y lie corrido mas que nadie. Quizá se mc ha-ga el cargo de Haber corrido siempre, cuan-(lo era necesario y cuando no lo era; pero eneso tambien he tenido cúnnplices, y estos soistodos vosotros, y lo son el mismo Céspedes,sus llamados ministros, todos sus servidoressin excepcion alguno.; tanto • en lo civil comoen lo.........criminal, porque todos habeispuesto pies en polvorosa tan pronto cornohabeis oido decir que nuestros enemigos an-daban cerca, por mas que supiéseis que eseenemigo estaba léjos de nuestras guaridas.¿Se dirá que he quemado las casas de Guái-maro, capital de nuestra república? Pues eneso no hice mas que seguir las huellas de losque redujeron á cenizas la ciudad de Baya-mo, cuna de la insurreccion que ya está cer-ca del sepulcro, y además, en ello he tenidocómplices, siendo esos cómplices, el mismoCéspedes, los individuos de la Junta de Nue-va York y los periodistas alimentados porAldama, puesto que todos han predicado laconveniencia de arruinar el pais, mostrándo-nos tan aptos para hacer uso de la tea comoineptos para el manejo de las armas nobles.

«l'or qué, pues, me quitan el mando losque haces( alarde de asesinos, ladrones; co-bardes é incendiarios, habiendo yo probadoser tan asesino conco el que simas, tan ladronconco el que mas, tan cobarde como el quemas y tan incendiario corno el que nas dotodos los libertadores? ¡ Ah: suliougÒ que seme habrá ereido capaz ele hacer alguna traí,cion, en el caso de que esta nio aprovechase,y confieso que, si el ser traidor me hubiesevalido, tiempo hace que habría yo recobradomi tranquilidad perdida. Pero hasta en esohe tenido cúml:)lices, porque si todos . nos-otros hemos empezado la carrera del críulenhaciendo traicion á la Pat-ria, ¿quién de vos-otros podrá arrujarnio la primera pie(lra?

«Concluyo, por lo tanto, suplicando á laCámara Oscura que me devuelva el mzn(lo,á fin de, que antes ¡le morir, porque ya. ségtïetodos estamos sentenciados á próxima muer-te, pueda yo hacer estragos, tratando á missubordinados con la crueldad que la republi-cana Doña Emilia C. de Villaverde tuvo pa-ra sus esclavos y para sus esclavas.»

lié aquí.la defensa que ele sus actos puedehacer Quesada, ante la representacion indi

-vidual de los quince ó veinte galopines que,poi'-sis propios sufragios, se constituyeron enpadres conscriptos de la Manigua.

¿Y qué dirá Céspedes?¡Toma, Geroma! Céspedes dirá que tie-

ne razon Quesada; pero que, por aquello deque una hora de vida, vida es, y consideran-.do que los únicos mambises que se baten al-guna vez son los ;¿Iankces mandados por Jor-clan, y creyendo, equivocadamente sin duda,que los mambises extranjeros . podrán prolon-gar algunos dias el castigo infalible que á to-dos les espera, es preciso tener contento alyankee Jorclan, sacrificandoá Quesada, de cu-yas fechorías todos los mambises y laboran-tes han sido cómplices.

EY qué dirá entónces Quesada?s.elaro, Quesada dirá que sus cómplices

lo entienden.¿Y qué dirá Doña Emilia C. de Villa-

verde?¡Áh! La 9•e n tlicána Doña Eniilia, como

tiene una sensibilidad tan exquisita, se mo-rirá de sentimiento, al ver que no puede vol-ve • á despellejar á sus esclavos con aquellosduros azotes que les suministraba para di-vertirse.

¿Y qué diré yo?Lo que se chis de su peso; que si Quesada

es absuelto por la Cántara Oscura, nosotrosjuzgaremos .con.todu el rigor de la ley. áQuesada y a sui cómplices, aunque á DoñaEmilia C. de Villaverde se la lleve Pateta.

AbiUR!1TES..... –

EL PROCESO DE TROPPMANN.

• Ya liemos dicho algo, aunque solo por in-cidencia, de la causa de ese desdichado quetenia admirables disposiciones para haberhecho un importante papel entre los rrnambi-ses ó los laborantes, y creyendo que la causade Troppmann puede ofrecer grande interésá nuestros lectores, mientras llega la oca-sion de publicar la de los infames asesinosde Castañon, vamos á dar un extracto de lavista de aquella en la Cour d'Assises de la,Seine.

Los debates empezaron el 28 de Diciem-bre, asistiendo una numerosa multitud, quehacia intransitables hasta los alrededoresde] Palacio de Justicia. Dentro, en su lugarcorrespondiente, estaban los abogados, losmagistrados que á la sazon no tensan quedesempeñar otras funciones, los jurados noretenidos por la suerte, que aprovechan laocasion de ser espectadores del drama, los

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EL MORO MuzA

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periodistas, entre los cuales los . habia ingle-ses, alemanes y hasta rusos, que fueron áParís á tomar nota ele lo que presenciasen, yal otro lado, el pueblo. En el puesto de cos

-tumbre se hallaban el Presidente del Tribu-nal y el Jurado, y sobre algunas mesas mu-chos comprobantes de los crímenes cometi

-dos por un solo acusado. Esos comproban-tes estaban cuidadosamente' clasificados, ha-biéndose hecho un lao de los efectos quecompoluan el traje de cada víctima.

A un lado se v.ia el vestido ele seda (le laseñora de Kinek, á otro las prendas de ves-tir de sus hijos, arregladas por . órden (leedades; entre esas prendas llamaban la aten-cion unos pa.ntalones,.cuyos botones (le me-tal llevaban este nombre: Tomds, h jo, el ma-yor, en Roubaix, pero lo que causó usas emo-cion fué la vista de un vestido azul claro, quepertenecia'á la pobre niña de cuatro años,María Hortensia, su sombrero, cuyo fondoera una especie de tul y el borde uns, bandade terciopelo negro, sobre la cual una cariño-sa madre llabia colocado fin adornito verde.

En jeguida se pi eseutaban á. los ojos de laávida muchedumbre los instrumentos delcrimen: una pala y un azadon,..con que seabrieron las sepulturas, habi.enilo servidoarlemas el último de los objetos citados paraherir á las víctimas. Otra pala y otro aza-don de mayores dimensiones habia por allícerca; pero estos solo, se presentaban comotérminos de comparacion de clos instrumentosanálogos que un fabricante vendió el 19 deDiciembre á un desconocido. En fin, allí fi-guraba tambien un cuchillo, cuya hoja esta-ba envuelta en un papel y con la cual fuécasi atravesado de parte á parte GustavoKinck, y se veia el mango ensangrentado deotro cuchillo encontrado cerca de la tumbade seis cadáveres.

A las once menos cinco empezó la au-diencia, mandando el Presidente que se in-trodujese al. acusado. Todo el mundo' sele-vai^tó obedeciendo al impulso de la curiosi-dad y todas las miradas se clavaron en lapuerta que (la á la prision ele la Ccnlsel jería.Poco despues apareció Troppmann, cuyapresencia causó una especie de estupor ge-neral. Era un jóven de corta estatura y dé-biles apariencias; descolorido, frente alta,nariz pequeña, el labio superior largo en (le-masía y la barba cayendo rectamente. Lamirada va a., en la cual se sorprendía plevez en cuando algo (le agudo é incisivo, elpárpado caido, los dedos nudosos y flacos-;he aquí lo que olas llamaba la atencion enaquel ser depravado que nació hombro, co-mo pudo nacer chacal, serpiente ú marnlic.

A cada lado del criminal se colocaron (losgendarmes.

La atencion impaciente del público pare-cía no intimidar al acusado, que saludócortesmente al jurado y al pueblo. Lo quesucedia era que ni el pueblo ni el juradopodían comprender como un ser de tan dé-biles apariencias llegaba á verse allí acusa-do de crímenes tan monstruosos. El reletorhizo su deber, sin que la lectura de lo que yatodos sabemos produjese impresion algunaen el acusado, que oyó con la mayor indife-rencia los pasajes mas odiosos ele la historiade sus íiltimohechos .:.. .,...

El Presidente comenzó su enterrogatorio, yel acusado, con voz firme, declaró llamarseJuan Bautista Troppmann, siendo naturalde Cernay, teniendo veinte años de edad yejerciendo la profesion de mecánico.

EL PRESIDENTE.—Nacisteis el 5 de Octu-bre de 1849 en Cernay, y por lo tanto, ha-beís cumplido los veinte años en el dia 5del último Octubre.—Er, AcusADO.—Exacta-mente.

EL PRESIDENTE.—Sois el último hijo deuna numerosa familia: vuestros padres sehallan en humilde posición y teneis Elna. (lehábil mecánico: sois el niño minado de vues-tra madre, la cual siempre ha tenido porvos una predileccion particular; tanto quetodo os lo consentía, constituyéndose siem-pre en vuestra defensora. —EL ACUSADO.—Es cierto.

EL PRESIDENTE.—Habeis asistido .í la es-cuela de primera educacion hasta la edad (lecatorce ateos, y luego entrásteis ell el taller'ele vuestro p ' §dre. Desde cilio, vuestro ea-rácter se manifestó sombrio, poco comm111-ca.tivo, por lo cual, sin dula, os veian aislado,es decir, sin ami;-ros. A todo el mundo nla-nifestábais el desenfrenado prop,Ssito (le ha-cer fortuna, de lo cual hablabais con frecuen-cia, no solo en Cernay, sino olas tarde enRoubaix, donde pronto volveremós :í hal faros.Querías, enes,. llegar á ser rico, sin reparar-en los medios, ¿no es verdad?

El acusado guardó silencio.EL PRESIDENTE. —NO es solo CBO: á veces

os mostráb'ais excesivamente violento. Heaquí un caso.

Vos trabajábais con vuestro hermano Ed-mundo Troppmann, que hoy es militar, sol-dado de infanteria de marina, segun tengoentendido. Un testigo refiere què cierto dia,bajo un ligero pretexto, agarrásteis un mar-tillo, con el cual disteis á Edmundo un gol-pe en la frente, haciéndole sangre. —EL ACU-sÁDO.—Eso no es verdad.

EL PRESIDENTE.—Vuestro hermano enton-ces os dijo: eres un nuevo Cain.—EL ACUSA-Do.—¡Nunca!

EL PRESIDENTE—Un , ciudadano llamadoSaal dirá lo que sabe. —EL ACUSADO.—EseSaal es un hombre indigno. Así como Júdasvendió á su maestro por treinta francos, (sic)él me venderá por treinta céntimos.

El Presidente insistió en este particular,obteniendo no muy respetuosas contestacio-nes del acusado, y pa5-, a otro mas interesan-te, por su relacion con los crímenes de quese iba á tratar, diciendo: en Diciembre de1868 vuestro padre os envió á Paris, dondehablábais siempre del deseo de hacer fortu-na que os agitaba. Pasásteis á Roubaix y allísucedió lo propio; tanto que Sofia, una cria

-da ele la casa donde vivíais, sorpi•cndi<í algu-na vez, vuestras confidencias, y á una pre-gnnta que os dirigió, liabiéndoos oido decirque fabricaríais moneda falsa, contestásteis,que se trataba de una empresa que 'asegura-rla vuestra fortuna, si cuajaba. —EL ACUSADO.'—Yo hablaba de una invencion.

EL PRESIDENTE. —Sin duda aludíais á esainvencion, cuando decíais: que seríais capazde hacer .algo que llenaría de asombro aluniverso. En Raubaix existia una lhmilianumerosa y rPgullu•mente acomodada. Todaesa familia se ha extinguido. Es preciso queyo os hable de ella, y que ante vos evoquelos nombres de esa pobre gente. Juan Kinckera vuestro paisano y conservaba grandeamor á su pais, donde aun tenia muchosamigos. Ademas, poseia en su pueblo unacasa en la cual pensaba pasar sus últimosdías Vos erais su confidente, casi su amigo.—EL A(IJS.1DO.—Sí.

EL PRESIDENTE.—Ese hombre era el mo-delo de los trabajadores; habla llegado á ha-cer algun dinero: tenia tres casas en Roubaixy crédito en la Caja Comercial. En fin, sufortuna se ha valuado por los tasadores enla cantidad de ochenta á cien mil francos.La mujer de Juan Kinck era una buena es-posa y una buena madre; pero he aquí queuna mano homicida vino á destruirá esabuena mujer, y aun á la criatura que llevabaen su seno. ¿Cómo entrásteis en relaciones

(1) Ese pebre Juan Kinek, cuya , memoria pretendiómanchar Troppmann á última hora, estuvo pasando du

-rante muchos dins por asesino de su mujer y de sus hijos,siendo así que había muerto úntes que ellos. La fortuna dehallar su cadúver, ha sido causa de no quedar el buen hom

-bre infamado con la noti de el mas feróz de los parricidas.

con Juan Kinch?—EL ACUSADO. —ble fué pre-sentado ese hombre por un paisano de losdos, y luego le ví varias veces en la tabernade Merlin.

Er, PRESIDENTE.—Sí, en esa taberna se ob-s2rvú que couversábais á solas con JuanKinck, hablando en el dialecto de la Alsacia.De qué hablábais tan misteriosamente?—

.+'t. ACUSADO.—Kinck, el padre, me enterabade sus invenciones y (le su afan de hacerserico. Estaba resuelto á hacer moneda falsapara lograrlo, y desde entonces pensé en ex-

•plotar su ambicion, enriqueciéndome igual-mente. Un dia, por fin, nos fijamos etl laidea de fabricar, moneda falsa, conviniendoen que, él me daria 5,500 francos para queyp comprase los necesarios utensilios.

Et. PRESIDENTE.—Sin embargo, está ave-rignaclo que Juan Kinck fué á la Alsacia conel objeto de àñadir , un piso á la casa que allíposei, q. No lograreis, pues, calumniar á. esedesgraciada.—EL ACUSADo.—Juan Kinck eradeinasiacio avalo para tener semejante pro-vecto., Hizo su viaje para la fabricacion dela moneda falsa.

EL PRESIDENTE.—Por última vez, no insul-teis. hi, memoria de ese infortunado: JuanKinck era. un trabajador y llegó á enrique-cerse .por un medio que vos no queríais eni-plear, el del trabajo.. Era económico; perono avaro.—EL ACUSADO. —VOS no le conoceistan bien como , yo. (Murmullos.) (1)

EL PRESIDENTE.--Juan Linck llegó el 25de Agosto á Bollwiller. ¿Qué hicísteis allí?—EL ACUSADO.--Allí tomamos el Ómnibus yllegamos á Soultz despues de medio dia: lue-go seguimos el camino por el cual se sube áruinas, y á la mitad de ese camino...... haciacalor; el hombre tenia sed; uno de mis cúm-pices le hizo beber una botella de vino, yKinek cayó muerto. Yo ignoraba lo que eraaquello; pero el cómplice me . dijo que'habiaechado ácido prúsico en el vino.

EL PRESIDENTE.—¿Qué Vino?—EL ACUSA-Do. —El que yo habia llevado.

EL PRESIDENTE.—¿Quién envenenó el vi-no.—EL ACUSADO. —Ei cómplice.

EL PRESIDENTE.—¿Con qué Veneno?— ELACUSADO.—Con ácido prúsico que yo le su-ministré y que yo mismo compuse.

EL PRESIDENTE.—¿Quién enterró á JuanKinck?—EL ACUSADO.—Mis cómplices.

EL PitESIDENTE.—¡1TUestrOs cómplices!¡siempre . vuestros cómplices! Ese es un nue-vo sistema que no lograreis ver acogido porel Jurado, os lo advierto. El 23 de Octubredijisteis q'nne en el viaje que hicísteis á la Al-sacia con Kinck, este se separó de vos 'y nohabíais vuelto á verle. Eso era inverosímil,puesto que se halló en vuestro poder todo loque poseia aquel desgraciado. Así, el 13 deNoviembre os decidisteis ádeclarar, y confe-sásteis que vos solo habiais dado la muerteá Juan Kinck, y que solo le habíais enterra

-do, abriendo con vuestras manos una profun-da sepultura. —EL ACUSADO. —Sí, dije eso;pero inentí.

EL PRESIDENTE.—¿Y el robo?—EL ACUSA-DO.—Mentí tambien.

EL PRESIDENTE.—Habeis declarado que_ ,; ..asesïliáiteis i. Pilan $inck para apQderarosde 5,500 francos. —EL ACUSADO.—Sí; pero re-pito que mentí.

(Continuará.)

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EL MORRO AlUZA

PRESENTIMIENTO.

Por lo que se lee en la siguiente carta, queantes de su partida escribió el Sr. Castaños,se vé que este tenia el presentimiento de supróxima muerte. Creemos que esta cartaserá leida con interés por nuestros filvorece-dores.

Habana, Enero 28 de 1870.

Mi querido Ventura: dentro de media llo-ra salgo de la Habana: ya sabes donde voy.Nada necesito decirte: confio en tu amistad,como tú fías en la mia, y sé que si no vuelvo,serás el padre de mis hijos.

Cuando regreses á España, llévalos conti-go, y déjaselos á mi querida hermana, á Ma-

tilde, que con Tarsila, tu inimitable esposa,cuidarán de ellos. De este modo habrán ga-nado con mi muerte: en lugar de un padre,tendrán otro y dos madres. La pequeña for-tuna que les queda, y que proviene de supobre madre, el ángel que desde el cielo con-tinuará protejiéndolos, servirá para darlescarrera conforme á su vocacion y á sus cus-posiciones. Ahora están en el colegio deBelen, donde reciben la educacion moral yreligiosa, que yo quisiera se arraigara enellos, porque no creo que haya mayor fe-lieidad para el hombre que la de tener fé, ysobre todo, fé cristiana. i Desgraciados losque la han perdido!

Si mis hijos no pueden ser sábios, quesean simples obreros. Con tal que sean hon-rados, todo lo demás me importa poco. Encualquiera posicion que ocupe el hombrepuede ser estimado de sus conciudadanos y-ser útil sobre todo á su pátria, por la cualvoy á medirme con seres que en circunstan-cias normales no merecerían de mí mas quedesprecio. Es por España y marcho satisfe-cho.....................................................

..........................................................Otra vez, adios. Esta carta, no tiene los re-

quisitos ni las formas legales, pero es la ex-presion, la manifestacion, la declaracion úl-tima de un hombre que jamás ha mentido, ycomo aquellos para quienes la escribo meconocen, tengo la conviccion de que no lapondrán en duda, y te reconocerán como miverdadero fideicomisario.

Todo lo que tú hagas, estará bien hecho,y a los que en el mundo me han querido, yá quienes yo quiero cbn todo mi corazoii,asentirán á ello, como si personalmente selo pidiera -

GONZALO CASTA\ON

AMORIOS DE LAS FLORES

Rica de olor al céfiro se entrega,La rosa purpurina:Plácido él, sobre sus hojas juega,Y ella temblando de placer se inclina.

Una Júlia, rompiendo su capullo.Quiso amar al rocío;Sufrió la hermosa flor mucho en su orgullo.Su amante era muy frio.

Rojo el clavel, la sangre de sus venasA una azucena ofrece:Ingratas son las blancas azucenas,Y el clavel palidece.

¿or qué no me has de amar, le dijo airadoA una violeta un lirio!—Porque tse asusta tu color morado,Que es señal ue martirio.

El lirio, entónces, por buscar consuelo,Amó ú una sensitiva.¿Quién le inspiró ese amor ¡ira del cielo!Por la flor mas esquiva'

Pero escuchad la historia, que es muy bello,Y no es invento mío,De una flor que amó al sol yél la anió á ella,Con loco desvarío.

Era la hora en que al amor agradaMostrarse mas ardiente,La hora en que la trémula alboradaAlumbra tibiamente.

Ilora indecisa, orlada de beleño,Que no es clara ni oscura,En que una inquietud vaga os quita cl'sueño,Y os baila en su dulzura.

Dormia una, flor, dormia una madreselvaEn lánguido desmayo,Diciendo para sí: cuando el sol vuelvaLe he de pedir un raya.»

En esto llegó el sol, estaba hermoso,Y ella sobrecnjida:Despierta ¡oh flor! que amante'poderosoHoy te llama ú la vida.

¡Accesos del amor! El sol brillaba,Como un disco dé fuego..La hermosa madreselva se ensanchabaY suspiraba luego......

Otra flor, la camelia, caprichosa,Se enamoró de un rio:Era su espejo la corriente undosa,Espejo. ingrato y frio.

No huyas de mí, gritaba ú la corrienteLa flor enamorada:Mas el rio veloz, como un torrenteHuyó, y no escuchó nada.

Entonces la camelia en su recinto,Rompió en amargo llanto,Y quiso al talipan, quiso al jacinto,Y quiso al amaranto.

Por eso la camelia se apellidaLa loca de las flores:¡Tenedla compasion! Ella está herida,Y aturden sus dolores.

El fragante heliotrópo ú una amapolaAmaba'con ternura;Silvestre flor, que se ostentaba solaEn medio & una espesura.

No prestó oídos la amapola ingrataA la amante querella,Y él le arrancó las hojas de escarlata,Y pereció con ella.

¡Oh flores! . Vuestros locos devaneos,It1i corazon agitan:Tambien en mt, violentos, los deseosSe encrespan y palpitan.

Mes tse ca p tiva vuestro dulce idioma,Que In¡ pe=ares calina.Y envolviendo mi frente en vuestra arouta,hall„ la paz del altea.

Ilallo la paz, aunque la suerte esquiva,Re lnble mi tormenta.:Si me aflige una triste siempre±iva,Me ulegra un pensamiento.

G. ESTRELLA.

SOBREMESA.

EL Mono MuzA.—Y a sabeis, amigos, quenuestro respetable amigo, el Excmo. Sr. In-teutlente de Hacienda, que nuevamente seha hecho acreedor á nuestros elogios, por suinstructivo trabajo sobre el estado ele losproductos de la Aduana en esta Capital, delque hablaremos dentro de pocos días, no hacelebrado reunion el último viérnes, en se-ñal (le duelo por la muerte de CASTANON.

AMIURATES.—Esa noble determinacion espropia del hombre cuyos bondadosos senti

-mientos nos son conocidos. Por Io densas,si no hubo reunioll esta semana, quiere de-cir que no leería usted versos•de los suyosrei de los ajenos.

EL MORO MUZA.—¿Y cuándo he leido yoversos ajenos?

A.r1URATES. —No lo sé; pero como cierto ga-cetillero dijo el sábado 29 de Enero, que el viér-nes 28 había V. leido versos publicados .enun periódico, lo cual parecia dar á enten-der que podían no ser de usted los expresa-dos versos......

EL MORO MUZA.—Es verdad; dijo eso alu-diendo á la glosa zaragatesca, • que, bajo elpseudónimo de Ibrahim Zaragate, se publicóen mi propio periódico hace poco mas dedos años; pero supongo que no lo diria conmala intencion, porque-sabido es que yo fir-mo muchos artículos en mi publicacion con

diferentes-nombres morunos, y nadie ignora,por otra parte, que el personaje Ibrahim Zara-gate desempeña en el humilde MORO MUZAun papel idéntico al que hacia Tirabeque enel soberbio Fray Gerundio. En fin, si hubointencion en la gacetilla, lo sentiría por el ga-cetillero, que manifestaría- no ser gran votoen materia de estilo; puesto que todos losescritores de alguna edad, por nulos queseamos, llegamos á poseer bastante indivi-dualidad de forma literaria para poder decircon el autor del romance á D Dinguidaina:

«Este níio y este mes,Y perdone que no firmo,Porque mis mesuras razonesDicen que yo las escribo.»

SELI^I.—Pues yo, entrando en la cuestiondel dia, voy á decir lo primero que se meocurrió al saber lo de Cayo-Hueso, y es que,aunque Castañon tenia ideas de progreso, nopor eso le han tratado Muy bien nuestroscomunes enemigos.

EL MORO MUZA.—ESO prueba que paranuestros enemigos no hay distincion en-tre nosotros, seamos avanzados ó retrógados:en el hecho de ser buenos españoles, nos odianá todos. Sírvanos esto de leccion, recono-ciendo todos la necesidad de estar unidosaquí, aunque miremos por diferente prismalas cosas de otras partes, y ya he dado yo elejemplo de lo que predico, no haciendo casode epítetos que varias veces he visto resuci-tados con pasmosa inoportunidad. Sí, cama-radas, seamos solo españoles, puesto que lossucesos prueban que podemos serlo, y lo so-mos los que miramos mas al porvenir que alpasado, ó vice-versa, y no pensemos mas queen aniquilar á los enemigos de España.

SELI^l.—Estoy conforme con todo eso; pe-ro me parece que, sin peligro para lo de acá,poderlos alguna vez discurrir sobre lo quepasa lejos. ¿Qué le pace á usted, virbi-gra-cia, la proposicion de Castelar •, sobre la exclu-sion de los Borboncs?

EI. Mono MuzA.—ile parece que Castelarlla debido pasarse al 1) I'titlo monárquico, enel hecho de pedir la cxclusion ele los Borbo-ues; porque de no ser así, ¿qI1 probaria consu ltroposicion? Probaria ser uu republi-'cano á quien importa nu comino que hayarey, coll tal que este no lleve el apellido deBorbor.

SELIII. —Sin embargo, yo creia ver ciertoinaquiavelïsruo en la lproposñcion (le Cas

-telar.EL Mono MuzA.—¿Sí? Pues mira, si cuan-

•do te mueras, encuentras por casualidad enel otro mundo ;í Maquiavelo, uo le digas quehas hallado maquiavelismo en las cosas deCastelar, porque de seguro te pega el autorde El Pr'znripe.

MULEY HASSAN.—¿Y qué -opina V., señorMORO, de eso de haber nit tal Greely ó Grilloy otro salido pidiendo (linero para los insur-rectos cubanos allá en Nueva York?

EL Mono MuzA.—Opino que debe irse yaviendo apuradillo D. Miguel de Aldama,cuando los yankees simpatizadores tienen queir soltando la mosca para los cubanos, si esque la sueltan, porque, cuando se trate decontribuir con simpatías, no f.Lltar í genteperdida que conteste al llamamiento de cual-quiera; pero tratándose de aflojar (linero,tengo para mí que los yankees mas simpati-zadores han de decir: Señor Grillo, esa es gri-lla. Ya vereis como no me engaño, yo, queaprovecho la circunstancia de estar en el usode la palabra para levantar la sesion, dicien-do: llasta otro rato. -

I»rnr.NTA Ei. Iinv, Osnim'o 21).