tipología lítica. volume 9 (1994)

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  • MUNIBE (Antropologia - Arkeologia)

    Suplemento n. 9 1994

    Redaccin y Administracin: SOCIEDAD DE CIENCIAS ARANZADI

    Plaza de I. Zuloaga (Museo) - 20003 San Sebastin - Telfono: 42 29 45 - Fax 42 13 16

    INDICE

    PROLOGO A LA PRIMERA EDICION

    PROLOGO A LA TERCERA EDICION

    INTRODUCCION

    PRIMERA PARTE

    LOS MATERIALES Y LAS TECNICAS. El slex y otros materiales. Sus caracteres de fractura.

    Lascas. Lminas. Criterios de estudio por dimensiones. Estudio de los restos de debitado. Convenciones para la representacin grfica de piezas lticas 17

    TECNICAS DE TALLA Y RETOQUE. Definiciones. Historia. Talla por percusin directa. Preparacin de bifaces, lascas y lminas. Caracteres de la percusin a la piedra, y a la madera o hueso. Percusin aplastada o sobre yunque. Percusin bipolar. Percusin por contragolpe. Percusin

    lanzada. Percusin indirecta o talla a la cua. Talla con cua, bajo el pie. Talla por presin. Caracteres del retoque, segn LAPLACE. Caracteres del retoque, segn otros autores. Tipos especiales de retoques. Estudio de los ncleos. Ncleos sobre lasca. Lascas Janus. Descripcin

    tipolgica de los ncleos 29

    SEGUNDA PARTE

    SISTEMAS TIPOLOGICOS Y TIPOLOGIA. Criterios de intencionalidad del til. Historia de la evolucin de las ideas sobre la Tipologa 47

    TIPOLOGIA DEL PALEOLITICO INFERIOR Y MEDIO.-Tcnicas de debitado en estas edades. La tcnica levallois. Los eolitos. Utiles nucleares: "pebble-tools" y sus clasificaciones. Bifaces: clasificacin, mediciones y grficas para estudio de bifaces, segn BORDES. Otras clasificaciones

    sobre los bifaces. Hendidores o "hachereaux" y sus clasificaciones. Discos, bolas y poliedros. Ideas sobre su posible utilizacin. Utiles sobre lascas: instrumental de tcnica levallois. Puntas musterienses y otras puntas. Raederas. Cuchillos. Denticulados y escotaduras. Criterios de

    distincin de los verdaderos denticulados. Otros tiles. Piezas pedunculadas. Piezas foliceas. Lascas y lminas retocadas 50

    Tipologa para el Paleoltico Medio, de BOSINSKY 73

    TIPOLOGIA DEL PALEOLITICO SUPERIOR: Sus tcnicas y debitado. Los buriles: definiciones, clasificaciones antiguas, tipos y tcnicas de fabricacin de estos tiles. Los microburiles y su tcnica de fabricacin. El microburil Krukowski y el pice tridrico 78

  • Los buriles en las tipologas de SONNEVILLE-BORDES, LAPLACE (1964) y LEROI-GOURHAN. Trabajo de los buriles. Avivado de los mismos 90

    Los raspadores: definicin, clasificacin de SONNEVILLE-BORDES y PERROT. Otros tipos no clasificados en ella. Los raspadores en la Tipologa del G.E.E.M. Los raspadores, segn LAPLACE (1964). Avivado de los raspadores. Utilizacin de los mismos 99

    Continuacin de la Tipologa Analtica de LAPLACE, de 1964: Truncaduras, picos o "becs", puntas con

    dorso, lminas con dorso, protogeomtricos, geomtricos, foliceos, puntas, raederas, lminas retocadas, abruptos y diversos 110

    Continuacin de la Lista-Tipo de SONNEVILLE-BORDES y PERROT: perforadores, cuchillos con dorso, puntas con dorso, flechitas, piezas astilladas y su estudio. "Raclettes", geomtricos, laminillas

    retocadas, lminas retocadas, truncaduras, raederas, punta aziliense. Discusiones sobre este tipo de puntas. Nuevas adquisiciones de la Lista-Tipo 117

    Marcas de uso en las lminas retocadas y en las puntas con dorso. Estudio de otras piezas (puntas de Cotts, Malaurie, Krems, etc.) no citadas en estas Tipologas 129

    Clasificaciones parciales: de hojas con cara plana. De puntas solutrenses con muesca y de hojas de laurel. Utilizacin presumible del utillaje llamado solutrense 148

    Ms clasificaciones parciales: de laminillas con dorso, de perforadores, etc. 149

    Tipologa de LEROI-GOURHAN 151

    Tipologa Analtica de LAPLACE, de 1972 152

    Anotaciones personales a la citada Tipologa Analtica 155

    Tablas de correspondencia entre las siglas citadas en ambas Listas de la Tipologa Analtica, de 1964 y 1972 156

    Utillajes epipaleolticos y neo-eneolticos europeos: Puntas, armaduras para flechas y otros tiles 157

    Estudio sobre estilos mesolticos de talla, de ROZOY 170

    Otros tipos mesolticos. Estudio sobre posible utilizacin de las puntas y armaduras microlticas. Conclusiones 171

    Ms tipos mesolticos: picos asturienses y seudoasturienses. Utiles campienses. Utiles mont- morencienses. Los "tranchets" y su clasificacin. Piezas para hoces 176

    Tipologa para el Epipaleoltico, de FORTEA 182

    Lista Tipolgica para el Epipaleoltico-Mesoltico, del G.E.E.M. 186

    Ampliacin del grupo de los foliceos en la Tipologa Analtica, aplicada a tiempos mesolticos, de BAGOLINI 193

    Instrumentos del Epipaleoltico, Neo y Eneoltico Norteafricano y de Prximo Oriente: descripcin de tiles de varias tipologas, especialmente de Tixier, y otros tipos menos frecuentes 197

    Estudio de las armaduras perforantes Norteafricanas. Clasificacin de HUGOT 203

    TERCERA PARTE

    Esquemas evolutivos de las primeras industrias humanas. El Paleoltico Inferior. Cuadro sinptico

    del desarrollo cultural. La Leptolitizacin. Mecanismo de la evolucin del Paleoltico Superior, segn BORDES. Interpretacin de la evolucin cultural del Paleoltico Superior, segn SONNEVILLE-BORDES. La Leptolitizacin en Francia oriental y meridional, segn ESCALON. La Leptolitizacin, segn LAPLACE.

    Otros esquemas evolutivos 207

    Tipologa de las Culturas de Asia: Utillaje primitivo. Tipologa de las industrias japonesas 220

    Tipologa de las Culturas de Africa Centro-Meridional y Oceania. Tcnicas especiales de debitado (Tachenghit, Victoria West). Tipos especiales de tiles 224

  • Tipologa de BRIDGET-ALLCHIN 226

    La Prehistoria en Australia, segn BORDES 229

    Tipologa del utillaje prehistrico americano 233

    CUARTA PARTE

    El problema de los tiles fracturados intencionalmente, lascas y lminas con chafln. Los tiles coloreados con ocre 240

    Utiles mltiples y tiles compuestos. Piedras de fusil y piezas de trillo. Formacin de falsos tiles,

    por la accin de fuerzas naturales. Persistencia de las tcnicas en la prehistoria 241

    QUINTA PARTE

    Estudios estadsticos y anlisis industriales. La estadstica de BORDES. Sus Tipos e Indices Tipolgicos y su representacin grfica. La estadstica de SONNEVILLE-BORDES: sus tipos, ndices y grupos y las grficas acumulativas. Los ndices y grficas de la Tipologa Analtica de LAPLACE y su concepto del sustrato e infrasustrato. Las grficas en mariposa de ARAMBOUROU 249

    Estudio y comparacin de las grficas acumulativas: causas de errores, y mtodos de correccin de

    KOLGOMOROF-SMIRNOF y de FREEMAN 2 59

    Estadstica de los restos de debitado, de BAGOLINI. Las nubes de puntos de BAGOLINI y de MORELON 260

    Anlisis de una industria, segn LAPLACE. Mtodos de anotacin, medicin, etc. Fichado de piezas para su archivo de yacimiento 263

    Estudio de otros sistemas tipolgicos: Tipologa de JORDA-CERDA para las industrias Solutrenses. Tipologa de Tixier. Tipologa de ESCALON DE FONTON y LUMLEY. Lista Tipolgica de ROZOY. Tipologa de FELGENHAUER. 268

    Los actuales conceptos de la "New Archaeology" americana. Tipologa de SACKETT para los

    raspadores sobre lminas. Las ideas de MOVIUS. Crtica de DORAN y HODSON a estos estudios matemticos. 277

    Estudios de Laplace sobre Anlisis Estructural. Agrupaciones cuantitativas. Coeficientes de inestabilidad. Estructuras y niveles estructurales. 286

    APENDICE I

    Precisiones sobre la realizacin del Anlisis estructural. Criterios de contingencia y secuencia estructural. Discontinuidades. Matriz de contingencia. Secuencia estructural. Estimacin de frecuencias tericas a partir de las observadas en la secuencia estructural. Anlisis estructural comparado y anlisis de la dinmica estructural. Distancia del y algoritmos de clasificacin jerrquica. Construccin de dendrogramas con distancias ultramtricas. Tabla de PEARSON de distribucin del 289

    APENDICE II

    Nueva Lista-Tipo de SONNEVILLE-BORDES y colaboradores para el estudio del Paleoltico Superior. 298

    SEXTA PARTE

    El problema de las laminillas y puntas con dorso fragmentadas. Estudio de las marcas de uso en los tiles. Los trabajos de SEMENOV, KANTMAN, CLARCK y LEAKEY, TRINGHAM y otros. La simetra y la asimetra en los tiles. Sobre el estilo y la tecnologa ltica.

    300

  • SUMARIO A LA TERCERA EDICION

    ADDENDA

    I -TEMAS TIPOLOGICOS Y TECNOLOGICOS 310 Buril de Corbiac 310 Raspador-lmina apuntada solutrense 310 Aguja con aletas 311 Triedro toulkiniense 311 Sobre el retoque "Quina" 311 Armaduras en "fourche" (horquilla) 312 Tcnica del microburil por presin 313 Piezas de la Bertonne 313 Un tipo de armadura rara del Shara 313 Cuchillos del Shara meridional 313 Utilizacin de microlitos como armaduras de proyectiles 314 Piezas astilladas y percutores con "cpulas" 316 Buriles con modificacin terciaria; morfologa de sus biseles. marcas de uso 316 Falsas extirpaciones de golpe de buril sobre laminillas con dorso rebajado 317 Importancia de la arista de los buriles en tipologa 318 Formas de transicin en la morfologa de los tiles 319 Experiencias sobre pisado de tiles 320 Indice de espatulado de los "hachereaux" 322 Sobre las piezas de Orville 322 Buril de ngulo y plano y buril envolvente 322 Sobre los buriles du Raysse 323 Sobre las piezas astilladas 323 Morfologa de un producto de lascado (nuevos datos) 324 La tcnica "obsidian side-blow blade flake" 325 Las lminas 325 El debitado por presin 327 La explotacin de lminas de obsidiana por los aztecas 330 Puntas planas pulidas del Shara meridional 332 Consideraciones sobre la evolucin de las culturas musterienses. chatelperronienses y auriacienses 333 La evolucin "en mosaico". Los cambios en el Epipaleoltico (Mesoltico) 335

    II - NUEVAS APORTACIONES A LA TIPOLOGIA ANALlTlCA 339 Aportaciones para el siglado de piezas lticas 339 Orientaciones del objeto y rectngulo mnimo 339 Nuevas ideas y algoritmos utilizados en el anlisis de conjuntos industriales 341 Gestin general del anlisis. Secuencias estructurales 342 El "Lien" como medida de informacin en un cuadro de contingencia 344 La tabla del "Lien" y el "test" del Khi2 345 Sobre algunos principios utilizados en Tipologa analtica 346 El problema de los sobreelevados 347 Los tiles compuestos 347 Algunas modificaciones en la sigla analtica 348 Los "fsiles directores" o "formas caractersticas" 349 Meditaciones sobre el mtodo analtico 349 La lista Tipolgica de 1986 349 Estudio analtico aplicado a retoques mecnicos (Asa) 352

  • Entropa analtica relativa 353

    Notas sobre los anlisis factoriales y su interpretacin 354

    Anlisis de componentes principales (ACP) 355

    Anlisis factorial de correspondencias 362

    Anlisis de correspondencias mltiples 364

    III - EL SISTEMA LOGICO ANALlTlCO 368

    El programa GTS 382

    IV - APROVISIONAMIENTO DE MATERIAS PRIMAS 387

    V - ANALISIS FUNCIONAL Y TRACEOLOGIA 397-408

    VI - EXPERIENCIAS DE TALLA EN EL LABORATORIO 421

    VII - LAS CADENAS OPERATIVAS 431

    VIII - TECNICAS DE ACOPLAMIENTO 437

    IX - ESTUDIO DE LA ORGANIZACION ESPACIAL DE LOS YACIMIENTOS 441

    X - ESTUDIO SOBRE POTENCIALIDAD TECNICA 445

    BIBLIOGRAFIA 457

    INDICE ANALITICO 469

    FOTOGRAFAS

  • PROLOGO A LA PRIMERA EDICION

    La Prehistoria ha sido considerada hasta hace poco como la cenicienta de la Historia. Al prehistoriador se le

    consideraba como un investigador un tanto extravagante y las conclusiones a que llegaba en sus trabajos eran

    acogidas con un cierto escepticismo no exento a veces de irona. Sin embargo, en estos ltimos tiempos el pa-

    norama ha cambiado y la cenicienta prehistrica ha salido de su acomplejado aislamiento y ha comenzado a co-

    dearse con las dems ciencias y a relacionarse ampliamente con ellas. Se ha renovado y ampliado considerable-

    mente su contenido y hoy podemos decir, sin exageracin, que es una de las partes ms sugestivas y atrayen-

    tes de la Historia y los problemas prehistricos atraen y preocupan a un nmero cada vez mayor de estudiosos,

    que consideran del mayor inters llegar a penetrar en el misterio del "dnde venimos" como base necesaria

    para saber a dnde vamos.

    Del mismo modo, en nuestro pas ha ido tambin en aumento esa preocupacin por la investigacin prehis-

    trica y sus resultados, preocupacin que es ms patente en aquellos medios y profesiones en que el problema

    primordial es el estudio del hombre. Buena prueba de ello la tenemos en el libro que hoy nos ofrece el Dr.

    MERINO, que viene a representar nuestra decisiva incorporacin a dos de los ms importantes problemas que la

    Prehistoria tiene planteados: la Tipologa y la Paleotcnica, aspectos bsicos de toda investigacin prehistrica.

    Tanto es as, que, en trminos histricos, podramos decir que el hombre es el hombre ms la tcnica. Con ello

    queremos significar que en el proceso de la hominizacin (posicin erecta, mayor volumen craneano, nueva es-

    tructura de la mano) lo decisivo es la aparicin de la capacidad transformadora del mundo exterior, transforma-

    cin que slo es posible mediante la tcnica, la cual se resuelve en el instrumento. De ah, el enorme inters de

    la investigacin tipolgica instrumental y de las tcnicas utilizadas para construir los primeros instrumentos, por

    lo que el estudio de su sucesiva aparicin es en realidad una historia de la tcnica, o lo que es lo mismo, una

    historia del hombre.

    Para la Prehistoria, cuya investigacin se hace a base de los restos materiales dejados o abandonados por

    el hombre, el instrumento es a veces el nico elemento con que contamos para tratar de averiguar algo respec-

    to al hombre que lo cre y utiliz. El anlisis, estudio e interpretacin de los distintos conjuntos instrumentales

    prehistricos nos permiten observar la serie de cambios en los procesos tcnicos de los pueblos primitivos y al

    mismo tiempo atisbar una serie de normas de conducta respecto al medio ambiente, que nos posibilitan la in-

    terpretacin de su status cultural, social y econmico. Todo ello nos seala la importancia del estudio de los dis-

    tintos aspectos de la tcnica prehistrica y de los diversos tipos de instrumentos, y en consecuencia el gran de-

    sarrollo adquirido en los ltimos decenios por la Tipologa y por la Paleotcnica. Esa preocupacin por gran n-

    mero de prehistoriadores por tales estudios ha sido subrayado por el Dr. Merino en su libro, en el que se resu-

    men, casi exhaustivamente, todos los sistemas tipolgicos, con su lista de tipos, preconizados por diversos au-

    tores. Hay que poner en relieve que la mayora de estas investigaciones y listas no han rebasado el aspecto for-

    malista del problema tipolgico, es decir, que se ha hecho una tipologa formal, en la que en algn caso se ha

    atendido ms que a la forma, a la tcnica y proceso de fabricacin del instrumento, como, por ejemplo, en la di-

    ferenciacin de las puntas y de ciertas raederas apuntadas propias del Musteriense. Esta tendencia formalista

    no deja de tener inters e incluso puede considerarse como fundamental en algunos casos, pero mucho me te-

    mo que con tal actitud se tienda ms a una multiplicacin de tipos y subtipos que a una verdadera comprensin

    funcional del instrumento, ya que ste se construye o elabora con el objeto de cumplir una funcin definida,

    que es la que en resumidas cuentas deba servir para fijar el tipo. Pero sobre este aspecto tipolgico-funcional

    los resultados no son muy brillantes y nuestro autor se nos muestra un tanto escptico sobre su investigacin

  • que considera un tanto problemtica, aunque no deja de reconocer que su logro reportara una mejor interpreta-

    cin de los problemas prehistricos.

    Por otra parte, el hecho de que la Tipologa sea absolutamente necesaria para la investigacin prehistrica

    ha influido poderosamente en la esencia misma de la Prehistoria, que de ciencia humana e histrica se nos ha

    transformado en una ciencia descriptiva, tal y como si fuera una ciencia natural. Es ste, a mi modo de ver, uno

    de los ms graves defectos de la actual orientacin investigadora en la Prehistoria, contra la cual reacciona el

    Dr. Merino ofrecindonos un interesante captulo en el que nos hace ver cmo el paso de una humanidad a otra

    va intimamente ligado a procesos tcnicos y a la aparicin de nuevos tipos de instrumentos. Con ello se nos

    plantea de nuevo el viejo dilema entre Prehistoria descriptiva y Prehistoria narrativa. La primera deriva netamen-

    te de las Ciencias Naturales, campo en el que se formaron y se han formado muchos prehistoriadores, que por

    hbito de investigacin consideran al hombre prehistrico y a sus instrumentos como objetos para ser sencilla-

    mente descritos. La segunda, de raz histrica y humanista, entiende que el hombre es algo ms que un objeto,

    que es un ser que realiza hechos, que genticamente se implican unos en otros. Ello nos hace ver la radical

    oposicin que existe entre un tipo de prehistoriador y el otro, ya que mientras los objetos se describen, los he-

    chos se narran, se cuentan y se interpretan, porque los hechos no estn ah, frente a nosotros, como una pie-

    dra, un rbol o un fsil, sino que se desprenden de lo humano con el fluir de la vida y es de este hecho humano

    del que no quieren enterarse los prehistoriadores "objetivos", tan abundantes en estos aos, que a la descrip-

    cin han unido la estadstica, ese cralo-todo de nuestra poca, con todo lo cual el hombre, sujeto activo y pro-

    ductor de hechos, se nos ha esfumado y de sus huellas no nos quedan ms que simples frmulas estadsticas.

    Por eso, es de agradecer la actitud del Dr. Merino, quien despus de las necesarias descripciones tipolgicas,

    nos ha hecho ver que, en ltimo trmino, lo que nos interesa es el hombre autor de la tcnica, creador de ins-

    trumentos y modificador del mundo que le rodea. Slo as puede resultarnos comprensible lo que, desde un

    punto de vista excesivamente naturalista, se ha denominado "fenmeno humano ", sin tener en cuenta que

    precisamente por ser humano, ya no es fenmeno, sino hecho.

    Pero terminemos ya con este comentario, pues supongo al lector deseoso ya de entrar de lleno en la mate-

    ria de este libro, al que deseamos largos y merecidos xitos. Que el camino que nos ha abierto el Dr. Merino

    tenga muchos continuadores y todos juntos nos esforcemos por una mejor comprensin de los problemas que

    plantea el hombre prehistrico y sus hechos.

    Salamanca, abril de 1968.

    FRANCISCO JORDA CERDA

  • PROLOGO A LA TERCERA EDICION

    Desde la segunda edicin de esta obra han transcurrido trece largos aos, y veintiocho desde la primera.

    Durante este tiempo fue consultada por muchas generaciones de estudiantes, hoy ya en buena parte arquelo-

    gos. Mientras tanto, lentamente, ha sobrevenido un gran cambio en las perspectivas de esta ciencia. Como

    bien seala A. Vila, los arquelogos de postguerra han ido siendo sucedidos por sus ms, menos, o nada fie-

    les discpulos . Nuevas ciencias auxiliares, que antes comenzaban a surgir tmidamente y no sin discusiones

    (recordemos el poco aprecio con que en los aos cincuenta fue acogida la obra de SEMENOV), actualmente son

    pilares imprescindibles para el trabajo de todo investigador.

    No obstante nuestra formacin tipolgica analtica, y por supuesto sin abandonarla a pesar de la severa au-

    tocrtica que hacemos del sistema al que nos hemos identificado, nos vemos impelidos a adentrarnos en su co-

    nocimiento terico, ya que por obvias razones no podemos hacerlo en su prctica, con lo que aspiramos conse-

    guir una mejor aproximacin al til, no como objeto en s mismo sino observndolo con una mirada ms huma-

    na: como instrumento fabricado por el hombre para resolver sus problemas socio-econmicos. Nuestra visin

    abandona al til como objetivo para enfocarse en el hombre que lo construy. Ve en l un documento que nos

    ofrece un cmulo de informaciones que anteriormente se nos escapaban. E incluso, yendo ms lejos, nuestros

    esfuerzos aspiran, mediante su ayuda, a alcanzar el conocimiento del medio ambiente que le rodeaba como es-

    cenario de su lucha por la subsistencia, alejndonos de una actitud excesivamente contemplativa del objeto lti-

    co y de su tratamiento estadstico, cada vez ms complejo, y por otra parte menos fructfero de lo que en aque-

    llos tiempos suponamos y la experiencia nos ha demostrado ser, limitando su uso a sus reales posibilidades.

    Siendo sta una obra dedicada, como las anteriores ediciones, a ser til de consulta para nuestros estudian-

    tes, me he visto impulsado a ampliarla no slo con algunos nuevos tipos de tiles descritos con posterioridad a

    1980, sino con nuevas visiones sobre otros ya bien conocidos. Y por anlogos motivos a introducirme en los

    ms modernos horizontes de investigacin, tales como el estudio sobre el aprovisionamiento de materias pri-

    mas, el anlisis traceolgico y funcional, las experiencias de talla en el laboratorio, el estudio de las llamadas

    cadenas operatorias , los estudios de acoplamiento y de potencialidad operativa. Para ello, sobra indicarlo, me

    he visto obligado a acudir en bsqueda de fuentes que a mi juicio poseen la mxima autoridad en los temas se-

    alados, acercando sus trabajos y opiniones al alcance del lector. Otras disciplinas nuevas se alejan totalmente

    de mi objetivo, por lo que nicamente las cito sin ms comentarios: la Paleocarpologa, o estudio de las semillas

    aparecidas en los yacimientos prehistricos, la Antracologa, o estudio de los restos de carbones, la

    Micromorfologa de los arqueosuelos, la fotografa area y por satlites y su interpretacin, etc., y especialmen-

    te la Paleoantropologa que actualmente aspira y est logrando incluso el conocimiento de reas como la

    Paleopatologa, la Demografa, y hasta de la Paleonutricin.

    Por otra parte, los avances que ha mostrado la aplicacin de los actuales mtodos de estadstica informati-

    zados exigen detenernos a considerar los ms importantes: el concepto del Lien como medida de informa-

    cin, el anlisis de datos (anlisis de componentes principales, anlisis factoriales de correspondencias y anli-

    sis de correspondencias mltiples), hoy de uso habitual, pero subrayando especialmente sus fundamentos y los

    riesgos inherentes a su incorrecta utilizacin o interpretacin errnea, ya que su teora escapa a las posibilida-

    des de esta obra y debe consultarse en tratados especializados que pueden hallarse en la bibliografa. Su clcu-

    lo debe realizarse por medio del ordenador pues, aunque factible con una simple calculadora programable, la

    multitud de operaciones manuales necesarias para su ejecucin difcilmente evitaran caer en errores. Mltiples

    programas estadsticos pueden ser vlidos para su tratamiento, y de entre ellos nos atrevemos aconsejar el de-

    nominado STAT-ITCF y el SPAD.N integrado en versin P.C., ambos franceses, as como los propuestos por el

    Prof. LESAGE. Para los clculos generales aconsejamos el ya citado en el texto y publicado por J. ESTEVEZ y C.

    GUILLAMON (Univ. Autnoma de Barcelona), as como el ms moderno Programa GTS de R. MORA TORCAL, G.

    ROCA I VERARD y J. MARTINEZ MORENO, de la misma Universidad (1990), ambos en GW BASIC compatible con la

    mayora de los ordenadores actuales, este ltimo acompaante de esta edicin a la que aade un valor de utili-

    zacin no despreciable, gracias a la amable colaboracin de R. MORA.

  • He suprimido el sptimo captulo y el eplogo de la edicin anterior por considerarlos desfasados y carentes

    de inters para el estudiante de los aos noventa. Con ello se aligera la obra sensiblemente.

    Por otra parte he preferido conservar el texto primitivo tal como lo present en 1980. La lectura de las nue-

    vas aportaciones puede ofrecer as una mayor utilidad pues mostrar los cambios de criterio que se han opera-

    do en estos doce ltimos aos, adems de que se aportan en sus pginas crticas a algunas verdades tipol-

    gicas, ya caducas, especialmente en lo referente a las tcnicas de talla, que actualmente han sido sustituidas

    por visiones muy diferentes. Esta idea de que las "verdades de hoy son las falsedades de maana", estimo de-

    be fijarse en la mente de todo investigador, que muchas veces cae en la comodidad de aceptar acrticamente

    cualquier sistema confortable y se niega a realizar un mnimo esfuerzo para acceder a nuevas vas de conoci-

    miento que ms tarde el tiempo demostrar que, acaso, puedan poseer mucho mayor valor en el anlisis e in-

    terpretacin de nuestros conjuntos lticos.

    Para terminar, envo mi ms cordial agradecimiento a cuantos han colaborado ms o menos directamente

    en esta reedicin, especialmente a los profesores Dr. P. ANDERSON-GERFAUD, Dr. J. M. GENESTE, Dr. G. LAPLACE,

    Dr. F. LEVEQUE, Dr. M. LIVACHE, Drs. A. VILA I MITJA y muy especialmente al Dr. R. MORA TORCAL y J. AIRVAUX, que

    han colaborado desinteresada y directamente en ella. Igualmente a Dn. M. PEREZ PEREZ, que me ha ofrecido

    amablemente trabajos y fotografas de inters para sta y la anterior edicin, y a la Prof. Ann. LAMING-EMPERAIRE,

    que desde la Universidad de Paran, en Brasil, me facilit abundante informacin sobre tipologa ltica america-

    na poco antes de su fallecimiento, y cuya memoria conservar siempre. Tambin debo agradecer a mis hijas

    Marta e Itxaso y a J.A. MUGIKA, su participacin en el trabajo de traduccin y diseo de muchas ilustraciones.

    Pero dirigiendo nuestra visin a reflexionar sobre esta obra nos viene de nuevo a la mente que si bien ante-

    riormente el ttulo Tipologa Ltica se mostraba reductor, al haberse desbordado desde la primera edicin el

    campo de la pura Tipologia, ahora lo es mucho ms, pues el anticuado concepto de sta como observacin, es-

    tudio morfotcnico de los tiles y su clasificacin, casi linneana, ha quedado sobrepasado y falto de profundidad

    para aprehender aspectos de la tecnologa del hombre prehistrico y de sus problemas socio-econmicos.

    Recordaremos en este lugar el prlogo que el Prof. F. JORDA CERDA dedic a la primera edicin como una pre-

    monicin del presente, y cuyos consejos han influido grandemente en mi actual visin sobre los conjuntos lti-

    cos. La Tipologa queda as relegada a una primera fase del estudio de los conjuntos lticos, indisociable del con-

    junto de los nuevos tratamientos a que deben someterse posteriormente.

    Pero, por tradicin, he decidido conservar el viejo ttulo con el que ha sido conocida esta publicacin por va-

    rias generaciones de estudiantes, en lugar de "Estudio de los Instrumentos Lticos Prehistricos", que sera

    ms oportuno.

    Agradezco a la Sociedad de Ciencias "ARANZADI", que me ha brindado las mximas facilidades, su invitacin

    a publicar esta nueva y bastante anrquica reedicin.

    Mi mxima aspiracin es que siga siendo de utilidad para los nuevos estudiantes que se acercan a la

    Prehistoria, ya a finales de este siglo en el que ha alcanzado con justo mrito el ttulo de ciencia con metodolo-

    ga propia, dejando atrs su papel, viejo y algo indigente, de pariente pobre de la Historia.

    Donostia, Junio de 1993.

  • INTRODUCCION

    Una mirada en torno a las muchas obras que lle-

    nan las estanteras de los prehistoriadores, nos

    muestra que la mayora de los autores ahondan poco

    en el tema de la tipologa y la tecnologa, y que los

    tratados dirigidos exclusivamente al estudio tipolgi-

    co son excesivamente personalistas, echndose en

    falta una obra que recoja el panorama actual de los

    diversos puntos de vista y de metodologa, los com-

    pare e intente por su confrontacin el nacimiento de

    unos postulados bsicos para una futura solucin

    unnime al problema. Por otra parte, la gran dificul-

    tad de obtener una buena bibliografa por la disper-

    sin de las publicaciones plantea graves dificultades

    al no iniciado. Ello hace necesaria una amplia recopi-

    lacin de datos y su comparacin, as como la de los

    mtodos de trabajo y clasificacin de los distintos

    prehistoriadores, y los conceptos bsicos en que re-

    posan sus fundamentos metodolgicos. Con esto

    conseguiremos, por lo menos, una mayor compren-

    sin de sus publicaciones descriptivas de yacimien-

    tos e industrias diversos, y un estmulo para intentar

    esa unificacin de criterios que cada vez se deja sen-

    tir como ms necesaria en el mundo de la Arqueolo-

    ga. Es cierto que poco a poco el panorama empieza

    a clarearse. Dos o tres sistemas tipolgicos han lle-

    gado a madurar y a lograr la adhesin de una mayora

    de investigadores. Pero el significativo hecho de que

    algunos de ellos se vean en la necesidad de modifi-

    car el sistema base, para adoptarlo mejor a los obje-

    tos y regiones de su particular estudio, hace pensar

    que no hemos dado an con un sistema perfecto, y

    que nos falta mucho camino por recorrer antes de

    que todos hablemos el mismo lenguaje y nuestros

    trabajos puedan ser objeto de comparaciones correc-

    tas. Y de las comparaciones de tipos industriales na-

    ce el ya frondoso campo del conocimiento de las dis-

    tintas industrias, su evolucin y las diversas facies

    con que se nos muestran.

    Este trabajo intenta dar un paso ms, en el senti-

    do de ser una nueva llamada hacia la unificacin de

    criterios, a la vez que pueda servir a cuantos se ini-

    cian en la Arqueologa como reflejo de la situacin

    actual de los estudios tipolgicos, y les facilite un a

    modo de breve diccionario que recoja y defina tipos

    actuales y otros ya antiguos pero que an aparecen

    citados en trabajos modernos, e incluso algunos ya

    desusados y abandonados pero que aparecen en la

    literatura que pudiramos llamar clsica, utilizando,

    siempre que he podido conseguirlo, las definiciones

    que expusieron los "inventores" de tales tipos, e in-

    cluso al revisar los sistemas estadsticos 'actuales re-

    cogiendo con la mxima integridad lo fundamental

    de su obra, plagio necesario para no desvirtuar su vi-

    sin y que por ello no he dudado en aceptar en aras

    de una mejor comprensin.

    A mis compaeros de ARANZADI debo el atrevi-

    miento que supone esta tarea, que comenz en unas

    ntimas charlas de seminario y se ha convertido en

    algo ms gracias a su invitacin e impulso. A ellos, y

    a todos cuantos buscan en las nieblas del pasado la

    luz que ilumine el origen del Hombre, punto clave pa-

    ra dar sentido a su realidad como tal, dirijo este tra-

    bajo. En particular agradezco al Profesor JORDA CERDA

    la amabilidad con que ha acogido mi obra, prologn-

    dola y ofrecindome interesantes ideas originales. Al

    Dr. LAPLACE sus enseanzas y su experiencia entre-

    gadas con una generosidad que nunca podr olvidar,

    en el terreno de excavacin, en el laboratorio e inclu-

    so en su hogar, que ha sido para m ctedra viva y

    clida, siempre abierta. Al Dr. DELPORTE por su ama-

    ble acogida y las facilidades que me ha ofrecido para

    lograr algunos datos importantes en las colecciones

    del Museo de Antigedades Nacionales en Saint-

    Germain-en-Laye, y a quien debo algunas de las foto-

    grafas que ilustran esta publicacin. A J.M. BARAN-

    DIARAN, alma del Seminario de Arqueologa de ARAN-

    ZADI, maestro y amigo cuyo imborrable recuerdo per-

    manecer entre quienes tuvimos el privilegio de co-

    nocerle. A mis compaeros de trabajo Jess ALTUNA

    e Ignacio BARANDIARAN que me han ayudado con su

    apoyo y supervisin, y a Francisco OCHOA por su ayu-

    da tcnica. A Gonzalo CHILLIDA, a quien debo la com-

    posicin del corpus fotogrfico; a su hermano, el es-

    cultor Eduardo CHILLIDA y al tambin escultor y amigo

    Jorge OTEIZA, que han valorado esta pginas con

    unas hermosas vietas e ilustraciones. Y por fin, y

    con especial reconocimiento a Santos NERECAN que

    me ha ofrecido generosamente su experiencia y to-

    do el trabajo de reproduccin fotogrfica de la prime-

    ra edicin gratuita y desinteresadamente, con lo que

    hemos podido enriquecer las ilustraciones amplia-

    mente, en beneficio de su utilidad didctica, mejo-

    rando esta obra, obra de amigos y compaeros con

    un ideal comn: aportar nuestro pequeo granito de

    arena al conocimiento del hombre primitivo, sin el

    cual, difcilmente podremos conocer al hombre ac-

    tual. El hombre actual no es un ser "terminado", fijo

    o completo, sino una instantnea, "un fotograma"

  • en el largo "film" de su evolucin. Sin un gran cono-

    cimiento de su origen, su evolucin y los factores

    que en ella han intervenido, malamente podremos in-

    terpretar la realidad del hombre actual, y menos pre-

    ver y poder dirigir su futura evolucin y comporta-

    miento histrico.

    A diferencia de lo que ocurre en la Historia, en

    que los objetos hallados en excavaciones van acom-

    paados de documentos escritos, epigrafas, etc.,

    que ayudan a su interpretacin y datacin, en la

    Prehistoria cada objeto constituye por s mismo un

    documento y es a la vez un doble testimonio, crono-

    lgico y cultural, impregnado de ese "algo" que deja

    la mano del hombre cuando "hace" con intencin,

    aroma misterioso y mensaje, que nos hace recono-

    cernos como relacionados ntimamente con l. Por

    ello se debe insistir en ahondar en su estudio y extra-

    er el mximo de detalles tiles que nos ayuden a re-

    construir las antiguas civilizaciones. La informacin

    que nos puede ofrecer un til deriva en parte de la

    propia pieza arqueolgica (eleccin del material en

    que se hizo, morfologa, tcnica ms o menos avan-

    zada de su fabricacin, tamao, marcas de uso, etc.)

    pero tambin de sus relaciones con el resto de pie-

    zas que yacen en el mismo estrato arqueolgico y

    sus adyacentes, as como del conjunto de materiales

    antropolgicos y paleontolgicos con los que se rela-

    ciona y de la naturaleza y contexto del paleosuelo en

    que yacen.

    La morfologa de las piezas est en relacin es-

    trecha con las funciones que debieron realizar, aun-

    que tambin con las materias primas con que se ela-

    boraron. De aqu la importancia de definirlas exacta-

    mente, previa una fiel descripcin morfo y tecnolgi-

    ca. Para ello la Prehistoria ha creado unas ciencias

    auxiliares: la Tipologa y la Paleotecnologa, que se

    dedican al estudio y clasificacin de los tiles, y a la

    investigacin de sus posibles mtodos de fabricacin

    y utilizacin, y lgicamente a facilitar la tarea de la

    PALEOETNOGRAFIA que deber estudiar la vida econ-

    mica y social del hombre primitivo que es el fin mxi-

    mo de la Prehistoria.

    Nuestra intencin es, repito, recopilar y divulgar

    los conocimientos y tcnicas de estas ramas auxilia-

    res de la Prehistoria, limitndonos al estrecho campo

    de los instrumentos lticos, y esto nicamente dentro

    de los lmites que marcan las culturas Paleolticas y

    Epipaleolticas y con menor extensin en el Neo y

    Eneoltico. Para un estudio tipolgico del instrumen-

    tal seo debo aconsejar el interesante estudio que mi

    compaero l. Barandiaran acaba de publicar en sus

    tesis sobre el Paleoltico y el Mesoltico del Pirineo

    Occidental (vid. bibliografa), as como la lectura de

    "Mthodologie applique l'industrie de l'os Prehis-

    torique", publicado por el C.N.R.S. en 1977.

    Voluntariamente he desistido del estudio de di-

    versos utensilios (hachas pulidas, azuelas, mazas,

    moletas, discos, cpulas, morteros, lmparas, pulido-

    res, anillos, yunques, etc.) que aunque no dejan de

    ser indudables productos de la industria humana, no

    han sido aprovechados en los estudios estadsticos

    ni sometidos a estudios tipolgicos profundos.

    Prcticamente me limito al estudio del material ela-

    borado sobre slex o piedras clsticas de semejantes

    caracteres de tallado, como jaspes, obsidianas, cuar-

    citas, etc., aunque haciendo notar que cada material

    dejar sentir sus peculiares propiedades, por diferen-

    cias claras en el terminado del retoque, su finura y

    grano, e incluso en el espesor y longitud de las pie-

    zas elaboradas con l.

    En cuanto a la estructura de esta publicacin, me

    ha parecido ms conveniente comenzar por el estu-

    dio de los materiales y sus caractersticas, las tcni-

    cas de trabajo de talla y retoque, seguir recogiendo

    los diversos utensilios ordenados dentro de los es-

    quemas temporales comnmente aceptados, ilus-

  • trando sus definiciones con dibujos que siempre que

    he podido he recogido de sus definidores, aunque

    ms esquematizados. Ms tarde intento desarrollar

    las tipologas ms en uso, utilizando como ya dijimos

    las fuentes ms directas, y recoger cuanto hoy se

    conoce sobre la posible utilizacin de los tiles ms

    importantes. Un ligero resumen sobre los falsos ti-

    les creados por las fuerzas de la naturaleza y por fin

    un rpido viaje a travs de la evolucin de las diver-

    sas Culturas Paleolticas, terminando con un estudio

    comparativo entre la evolucin del Hombre y de sus

    tcnicas. Voluntariamente hemos separado los docu-

    mentos fotogrficos, pobres forzosamente por la difi-

    cultad de su obtencin y reproduccin, que formarn

    un "corpus" independiente del texto, suficientemen-

    te recargado ya de esquemas y dibujos, pero al que

    mantendremos unido por las consiguientes indicacio-

    nes entre parntesis. Hemos decidido adoptar una

    esquematizacin mxima en las representaciones

    grficas a fin de acentuar los caracteres tpicos y ha-

    cer menos ostensibles otros que pudieran inducir a

    confusin al principiante. Por ello, aun cuando hemos

    utilizado figuras de muchos autores, hemos intenta-

    do simplificarlas siempre. No nos ha parecido intere-

    sante, dada la ndole de esta obra, hacer saber el ori-

    gen de los tiles representados. Generalmente he-

    mos utilizado piezas que provienen de la publicacin

    del autor que fij el tipo. Otras pertenecen a yaci-

    mientos del Pas Vasco. Tampoco hemos tenido pre-

    sente el tamao real (salvo en las reproducciones fo-

    togrficas que conservan su escala) ya que no nos

    parece interesante salvo en ciertas ocasiones y en-

    tonces lo mencionamos expresamente en el texto.

    Annette LAMING-EMPERAIRE me insista, como ya

    en la primera edicin lo habamos resaltado, que aun

    en los pases en que la Prehistoria est muy desarro-

    Hada, es frecuentsimo hallar imprecisiones en la no-

    menclatura, en la descripcin de detalles de las tc-

    nicas, y ms an en la descripcin de los tipos, lo

    que hace imposible comparar trabajos de diversas

    escuelas, impulsndome a intentar alcanzar un mxi-

    mo de rigor terminolgico.

    Como ejemplo puede valer la definicin de las

    puntas Azilienses (tan divergente en los criterios de

    la escuela de BORDES, de HEINZELIN y otros) que obliga

    a Fortea a plantear su distincin frente a las llamadas

    "microgravettes" por Sonneville-Bordes y Perrot, su-

    brayando la ambigedad del tipo "Aziliense" de es-

    tos autores, y citando la frase de Escalon de que "tal

    punta es una punta aziliense no porque ella pueda

    definirse exactamente, sino porque no es tal o cual

    punta. Algunas se aproximan mucho a los cuchillos o

    puntas de Chatelperron, otras son gravettes tpicas o

    puntas de Cotts". Es indudable, que esta situacin

    confusa en nada favorece el estudio de culturas en

    que precisamente la valoracin de subtipos de pun-

    tas, unas con dorso recto ms o menos largas, otras

    curvas, algunas biapuntadas y otras con base retoca-

    das, abruptas o no; con truncaduras (rectas, oblicuas,

    convexas), unas con muesca, otras con doble dorso,

    como es el caso de algunas Epipaleolticas de nues-

    tros yacimientos, y ms an de los italianos, puede

    llegar a influir directamente en el trazado de las cur-

    vas estadsticas.

    Esta necesidad de racionalizar las definiciones y

    trminos es mayor an en pases como el nuestro,

    en que incluso la terminologa ms elemental es mo-

    tivo de discusin: el utilizar el vocablo "hoja" en lu-

    gar de "lmina" indica ambigedad ante las formas

    foliceas y las lminas simples. Mltiples expresio-

    nes de difcil traduccin, como la diferenciacin entre

    las voces francesas "pic" y "bec" que en castellano

    son traducidas ambas como "picos" cuando en su

    lengua de origen sugieren muy distintos conceptos.

    El trmino "debitage", a mi juicio mal traducido por

    "troceado" entre los autores espaoles, ya que su

    correcta traduccin exige aadir al concepto de tro-

    ceado (en francs "morcellement"), que nada sugie-

    re sino particin en trozos, la de aprovechamiento de

    los materiales extrados (es decir, lo contrario de

    "desbastar"", que es eliminar trozos superfluos para

    aprovechar el ncleo central del bloque trabajado,

    mientras que en "debitage" lo aprovechado es todo

    el conjunto de lascas extradas e incluso a veces

    tambin el ncleo central, como es el caso de los bi-

    faces), lo que me impulsa a crear el neologismo de

    "debitado" (ya existe el trmino de "dbito" con un

    sentido que tiene cierta aproximacin, aunque no su

    transposicin verbal) y de "debitar" con el sentido

    amplio de "fragmentar, para aprovechar los fragmen-

    tos, una masa de material slido". Que me perdone

    la Academia, pero la necesidad crea el lenguaje cien-

    tfico.

    Lo mismo ocurre con las voces "punta, pice y

    vrtice". Yo prefiero denominar punta al instrumento

    apuntado, pice a la extremidad ms aguda de la

    punta, y vrtice al punto exacto de interseccin de

    los lados que convergen en el pice. As, corrigiendo

    nuestra antigua nomenclatura, denominaremos con

    FORTEA pice tridrico al extremo de una punta for-

    mado por la convergencia de tres planos y vrtice a

    su culminacin final. En algunos casos en que la tra-

    duccin de un trmino puede resultar embarazosa,

    utilizaremos la voz original, junto a la castellana que

  • nos parece aproximarse ms en su significado. Otro

    tanto me ha ocurrido con voces de uso comn, y que

    han sido objeto de discusin. As la voz "guijarro"

    (que el Diccionario de la lengua hace sinnimo de

    "canto rodado") y que algunos intentan asimilar a

    "trozo de piedra" (8. acepcin de la voz canto), que

    yo elijo, quiz sentimentalmente, por su etimologa

    vasca (de "eguij-arria"), para la traduccin de "peb

    ble tools" (pebble = guijarro) y que combaten ciertos

    puristas castellanos, quiz basndose en que cierta-

    mente buena parte de estas industrias no estn talla-

    das sobre cantos rodados sino sobre bloques de pie-

    dra no erosionados y de conformacin no rodada y li-

    sa, sino irregular y con aristas. En cuanto a otras vo-

    ces que obligan a crear nuevos trminos, citemos

    que al realizar la extraccin laminar, los arquelogos

    distinguimos entre lminas, laminillas y microlamini-

    llas segn su longitud y anchura (ver estudio de di-

    mensiones). Ello trae consigo que debemos distin-

    guir entre los tipos de talla laminar, de pequeas l-

    minas, que debera denominarse "laminillar", y de

    microlaminillas. La voz "laminillar" me parece larga y

    poco eufnica, por lo que prefiero emplear el galicis-

    mo "lamelar" (de "lamelle", laminilla) y "microlame-

    lar". En otros casos que surjan intentaremos razonar

    nuestra eleccin del mismo modo.

  • 17

    PRIMERA PARTE

    LOS MATERIALES Y LAS TECNICAS

    Desde los ms lejanos tiempos el hombre ha uti- lizado lgicamente toda clase de materiales que pu- dieran ofrecerle alguna utilidad. Maderas, huesos, valvas de moluscos aparecen con huellas de uso hu- mano desde pocas remotas. Pero como la mayora de estos materiales son perecederos, nicamente pocos han llegado a nosotros como testimonio de la actividad humana salvo los procedentes de tiempos relativamente recientes. No ocurre lo mismo con los materiales lticos, cuya resistencia a la agresin de los agentes atmosfricos ha permitido aparezcan en cantidades suficientes como para ser los ms anti- guos y abundantes testigos del trabajo humano y que por tanto constituyan el principal objetivo del tra- bajo de los prehistoriadores.

    Durante la Prehistoria el hombre ha trabajado ca- si toda clase de piedras, adaptando la eleccin del material al uso de la pieza deseada. As, piedras co- mo las calizas, serpentinas, ofitas, esteatitas, etc., se usaron para elaborar hachas, colgantes y abalorios. Slex, cuarcitas, jaspes, obsidianas, etc. para tiles retocados.

    Las piedras se eligieron en funcin de sus carac- teres de dureza (resistencia al rayado) y tenacidad (facultad de astillarse en esquirlas escamosas al su- frir un golpe). Las poco tenaces, como el slex, pro- ducen grandes esquirlas y las tenaces, como el jaspe y la diorita, pequeas escamas.

    Uno de los temas insuficientemente profundiza- dos en el estudio de la Paleotecnologa es la valora- cin de lo que significa la eleccin en el comporta- miento del hombre primitivo. Si hoy valoramos la ele- gancia (del latn "eligere") como uno de los valores humanos ms preciados, hemos de hacer constar que ya exista el sentido de "choix" desde los ms remotos tiempos y prcticamente desde que apare- ce un mediocre perfeccionamiento tcnico. El "Homo Erectus" saba ya elegir los mejores slex pa- ra construir sus bifaces. Merecera la pena un estu- dio a fondo de esa capacidad de eleccin y de su de- sarrollo a lo largo de la evolucin.

    Por ello HIBBEN dice, "nosotros admitiramos a priori, que slo un cerebro humano ha podido perca- tarse de las ventajas particulares del slex. As fue franqueada, por el hecho de esta sola eleccin, la frontera de la hominizacin".

    Siendo el slex uno de los materiales ms emple- ados por el hombre a lo largo del tiempo, es necesa- rio un ligero estudio sobre sus caracteres y varieda- des. El slex es un mineral de cuarzo, mezcla homo-

    gnea de slice microcristalizado anhidro y slice hi- dratado, no cristalizado, palo, que se forma general- mente alrededor de pequeos ncleos fsiles de ma- teria orgnica, espculas de esponjas, caparazones de radiolarios y diatomeas, o por descomposiciones termales de silicatos y rocas silicatadas, como cier- tas rocas volcnicas modernas, y serpentinas, for- mndose ndulos o riones, redondeados u oblon- gos, a veces muy irregulares y con prominencias, o bien en forma de tablas extensas. Estas ltimas fue- ron conocidas por el hombre ms tardamente y ex- plotadas principalmente en las culturas posteriores al Neoitico. Para ello se sirvieron de profundos pozos o galeras de hasta diez metros de profundidad. Muy conocidos son los talleres de Spiennes, en Blgica, y el famoso del Grand Pressigny, en Indre-et-Loire (Francia). Sus ncleos llamados "livres de beurre" fueron materia de exportacin y produccin en gran escala y aparecen incluso en pases alejados como Suiza y Blgica, constituyendo uno de los primeros ejemplos de comercializacin de productos industria- les de que tenemos noticia. Los ndulos o riones aparecen muy frecuentemente formando concreccio- nes esferoideas entre las calizas. Entre las varieda- des ms conocidas del slex citaremos el pirmaco (del que ms tarde hablaremos con mayor detalle), el acaramelado, el achocolatado, el negro, el moteado, etc. La menilita es un slex gris o achocolatado que aparece abundantemente en los alrededores de Pars. Minerales cercanos al slex (tambin rocas sil- ceas) son el cuarzo en sus variedades de cristal de roca y sacaroideo, y las calcedonias, variedades mi- crocristalinas de fractura no concoidea sino unida, con sus variantes de jaspes de fractura concoidea, mezclas de arcilla y cuarzo de color rojo, marrn o amarillo. Las cornalinas de bellos colores rojos y cas- taos claros. Las silexitas ("chailles" de los france- ses) que son slex menos puros, ms calcreos. Las gatas formadas por capas concntricas de calcedo- nias de diferentes colores, los palos que son slices hidratados no cristalizados y de mala fractura salvo en sus variedades preciosas. Los nices, rocas for- madas por la superposicin de estratos calizos sobre los pisos o paredes de las cavernas o en cavidades naturales, en capas ms o menos paralelas, pero de poca dureza y mala fractura.

    El slex es ms duro que el acero, figurando con el nmero 7 dentro de la escala de MOHS, superado por el topacio, corindn y diamante que ocupan res- pectivamente los nmeros 8, 9 y 10 en la misma. Es mal conductor del calor, por lo que no se adapta a los cambios bruscos de temperatura que lo fragmentan

  • 18

    en forma de lascas redondeadas formadas por anillos concntricos.

    Desde el punto de vista mineralgico se puede considerar al slex como una roca compuesta amplia o totalmente de cuarzo microcristalino o criptocrista- lino. Muchos slex son slice casi puro (menos del 10% de impurezas). Su agua extracristalina se acerca al 10%. Contienen a menudo calcedonia, que tam- bin es un cuarzo microcristalino, pero que se distin- gue por poseer una estructura radiada caracterstica. Ya hemos indicado que los slex reciben denomina- ciones distintas segn el tipo y nmero de sus impu- rezas. As, los jaspes poseen hematita que los colo- rea de tintes rojizos ms o menos puros o pardos ca- lientes. Los llamados "flints", muy frecuentes, muestran color gris a negro por inclusin de restos de materias orgnicas. Las "novaculitas", blancas, son muy hidratadas y por fin el "slex aporcelanado" (no confundir con el "cacholong") encierra impurezas calizas y arcillosas. Tambin el palo est presente en los slex, que al microscopio muestran caparazo- nes de diatomeas, radiolarios o espculas de espon- jas, lo que indica que se formaron por cristalizacin de slices inestables y amorfos.

    Los cristales de cuarzo, examinados al microsco- pio electrnico sobre superficies fracturadas, son po- lidricos y alargados y sus dimensiones varan segn sus tipos, lo que les confiere unas caractersticas dis- tintas de fractura.

    Sus texturas tambin varan y son complejas, in- cluyendo texturas "metamrficas" como las grano- blsticas, porfiroblsticas, "gneas", seriadas y mero- cristalinas, y texturas sedimentarias hidrotrmicas, y otras como la esferoltica, botrioidal, y la jaspeada con formacin de bandas coloreadas.

    Las impurezas del slex, que le prestan dibujos y colores variables (slex moteado, jaspeado, ocelado, en bandas, etc.; blanco, crema, pardo, gris, negro, achocolatado, rojizo, etc.) son inclusiones de mate- rias arcillosas, calcita y hematita. Tambin, aunque menos veces, aparecen en el slex restos de augita o magnetita procedentes de degradacin de minerales pesados.

    El origen del slex puede ser orgnico, como ya reseamos, o inorgnico. El orgnico tiene su co- mienzo en la actividad qumica de microorganismos como las diatomeas (desde el Trisico al presente, y generalmente de origen marino), los radiolarios (des- de el Cmbrico al presente, y exclusivamente de ori- gen marino) y las esponjas silceas (tambin desde el Cmbrico al presente, pero de origen mixto, marino o fluvial). Parece ser que los acmulos de estos se- res absorben la slice de las aguas fluviales (ricas en este material) y de la superficie de las aguas marinas en que abunda, y al morir, sus esqueletos sedimen- tan formando bolsas, sobre todo si no existen gran-

    des zonas de detritus de plankton calizo en su cerca- na. As se crearn ndulos posteriormente, entre el sedimento escaso en carbonatos clcicos.

    El estudio de los microfsiles que aparecen en el interior de los bloques, lascas y tiles de slex, permi- ten datar el tiempo de formacin de sus materias pri- mas. Para ello deberemos recurrir al estudio de los micropaleontlogos.

    Tambin existe una formacin inorgnica del s- lex, por precipitacin directa de slice amorfo en aguas marinas muy concentradas, o en lacustres dentro de ciertas variables de temperatura. Su evi- dencia se seala por la aparicin de estructuras inter- nas en la roca, como geodas o fisuraciones que indi- can una deformacin no tectnica contempornea a la sedimentacin. Adems, el slice necesario para formar rocas silceas, puede provenir de orgenes no orgnicos como la propia actividad volcnica por de- vitrificacin de cristales o sus fragmentos, elimina- dos en las erupciones.

    En cuanto al origen de los slex en tablas o estra- tos ha sido discutido largo tiempo. La evidencia ac- tual se inclina a su origen orgnico, aunque no pue- dan descartarse en algunos casos formaciones inor- gnicas.

    Los slex se forman tambin por sustitucin a partir de materias orgnicas, de las que el mejor ejemplo son los xilolitos, xilpalos o rboles fsiles, muy utilizados en algunas culturas como las de la pe- nnsula indostnica. Con ellos se fabrican toda clase de artefactos, desde hachas de mano hasta raederas y buriles.

    Las cuarcitas o gres de cemento silceo (llama- das gres lustrados cuando su zona de fractura es bri- llante), son derivados silceos sedimentarios ms gra- nulosos, derivados de areniscas margosas y limosas y de fractura astillosa que no produce bulbo de per- cusin. Las obsidianas son lavas volcnicas de textu- ra vtrea, negras, muy fciles de tallar, pero menos duras que el slex.

    Las areniscas duras, semejantes a las cuarcitas, pero ms groseras y granulosas, y los esquistos, que son rocas que por deformaciones metamrficas han adquirido una capacidad de exfoliacin (de "schis- tos" hendido), y que tienen la misma composicin mineralgica que la roca madre, generalmente arci- llas sedimentadas y fuertemente comprimidas, tam- bin han sido utilizadas para la fabricacin de instru- mentos generalmente toscos. Los esquistos se pro- ducen por procesos de recristalizacin semejantes a los que producen las pizarras, pero ms desarrolla- dos. La mayora de ellos contienen cuarzo y comn- mente son porfiroblsticos, es decir, que contienen microcristales incluidos en su masa.

    Los primeros hombres utilizaron riones que ha- llaban casualmente en superficie a lo largo de sus co-

  • 19

    rreras, y guijarros encontrados en las terrazas fluvia- les cercanas a sus campamentos, as como bloques hallados entre los restos de desmoronamiento de los acantilados costeros y lapiaces. Los riones mues- tran una superficie exterior o "crtex", rugosa, con mezcla calcrea que contiene menos elementos cris- talinos que el interior, y que profundiza bastante y es tan antigua como la formacin del slex. El crtex se distingue del slex interno por sus propiedades fsi- cas y qumicas. Es mucho ms frgil, por lo que el hombre lo retiraba generalmente al trabajar sus ti- les, verificando el "pelado" de los riones, o decorti- cado, mientras que en otras, por su rugosidad y as- pereza, que aumenta su capacidad de fijacin ma- nual, ha sido conservado en las bases de ciertos bifa- ces, picos, machetes y otros tiles. Se debe distin- guir de la llamada "ptina", ms superficial, ms mo- derna, menos porosa y granular, cuyo color vara en- tre el blanco azulado ms frecuente, el amarillento o azulado si existen minerales de hierro en los estratos en que yace el slex, otras veces verdosa si existe cobre, o pardorrojiza si existen ocres o materias or- gnicas. La ptina, que aparece tras la fractura del s- lex, se debe a deshidratacin y avanza ms o menos en el interior de la pieza segn sea la contextura qu- mica del terreno y la eventual exposicin al sol, aire o agua que haya sufrido, hasta en ocasiones invadir to- talmente el slex que se convierte en el llamado "ca- cholong", extremadamente frgil y de un blanco ma- te que remeda al de la tiza. La ptina no tiene valor para la datacin absoluta de un objeto, pero s para la relativa y para ordenar series de tiles de antiguas excavaciones en que no existen datos estratigrfi- COS, as como para descubrir la reutilizacin de viejos tiles cuyos nuevos retoques de acomodacin o res- tauracin tendrn distinta ptina que los primitivos.

    El brillo es el lustre que adquiere el til o lasca por la accin del viento, el agua, los frotamientos na- turales o a veces por el uso prolongado sobre ciertas materias. Puede afectar a toda la pieza, a una de sus caras, o solamente a una parte de ellas, un filo o bor- de. Un ejemplo de brillo debido al uso es el llamado "lustre de cereales", que aparece en las piezas para la fabricacin de hoces. No debe confundirse este brillo, involuntario, con el conseguido voluntariamen- te por la accin de abrasivos finos, cuero u hojas ve- getales escogidas, en materiales lticos relativamen- te modernos. Incluso para la extraccin laminar pare- ce que se utiliz el pulido de ciertas superficies, co- mo luego veremos. Un tipo de lustre especial, poco frecuente, que tambin puede llevar a confusin, es el llamado "lustre de las races". Puede semejar al "lustre de cereales", pero al ser producido por el ro- ce y frotacin de las races vegetales que perforan el paleosuelo en todas direcciones, extiende el brillo con una irregularidad y una extensin que no se pa-

    recen al de cereales, que ataca o se asienta general- mente sobre zonas de uno de los bordes y sus ver- tientes adyacentes, respetando el resto de la pieza en su totalidad, al estar preservada parte de ella por actuar embutida en su soporte de hueso o madera que aisla del frotamiento con los tallos de los cerea- les. El brillo de races aparece por el contrario en una o mltiples zonas y atacando a uno o varios bordes, en extensin irregular y variable y con intensidad tambin variable y generalmente menor que el de cereales.

    Otro tipo de lustre es el llamado de "enmangue" que aparece en reas o pedculos de insercin de ciertas piezas, y est producido por el rozamiento con su soporte o con los abrasivos contenidos en las resinas utilizadas para su fijacin. El brillo es poco marcado, muy difcil de visualizar, sin comparacin con los anteriormente citados, y bien localizado.

    Hemos indicado anteriormente que uno de los motivos que guiaron la eleccin del material bruto fue el de las condiciones de su fractura. Es pues ne- cesario que estudiemos cmo se fractura el slex y los accidentes especficos que se producen en su lascado.

    Si se golpea un bloque de slex de textura homo- gnea con un percutor de piedra, el slex se fractura desprendindose una lasca cuyas caractersticas de- pendern del ngulo en que incidi el percutor, su masa, la fuerza aplicada y el tiempo y superficie en que esta fuerza actu. Si el ngulo es de noventa grados virtualmente la fractura debe ser conoidea, debido a la transmisin en crculos, cada vez ms abiertos, de las ondas de percusin que nacen en el punto de impacto y avanzan ondulando en la profun- didad del material, a la manera como se propagan las ondas en el agua en que se arroj una piedra. Estas ondas disminuyen en saliencia de nodos y vientres segn nos separamos del punto de impacto, hasta desaparecer por fin produciendo una superficie deli- cadamente incurvada. El resultado de la percusin ser una lasca cnica en forma aplanada que recuer- da a la de una lapa (patella), de vrtice algo redonde- ado. Si la percusin se hace en ngulo ms abierto, preferiblemente de unos ciento veinte grados, la transmisin oblicua de las ondas desprende una am- plia lasca que presenta una serie de interesantes de- talles (Fot. 1 ): Dos caras, una dorsal o superior, y otra ventral, o de lascado. Dos bordes laterales. En el ex- tremo en que recibi el impacto una plataforma ms o menos pequea, llamada plano de percusin. El plano de percusin se conoce tambin como taln, pero en realidad deben distinguirse bien estos trmi- nos: Taln es la parte del plano de percusin del n- cleo que persiste en la extremidad de la lasca des- prendida. Plano de percusin es la faceta o zona del ncleo en que golpe el percutor. No se debe hablar

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    de plano de percusin de un til, sino de taln. El ex- tremo en que ste yace se conoce como proximal. El extremo opuesto es el vrtice o extremo distal. La l- nea ideal que nace en el centro del taln y alcanza el vrtice dividiendo la pieza en dos partes semejantes se conoce como eje de simetra de la lasca. La lnea normal que parte del taln (perpendicular a ste) y asciende cortando el til en dos partes a veces desi- guales es el eje real del til. El taln puede estar for- mado por una superficie natural de fractura del slex, o bien por crtex, u otras veces por una superficie de tallado lisa, didrica o con facetas talladas o retoca- das y ms rara vez puede ser puntiforme (Fot. 3, 4 y 5). o lineal. A su vez puede ser plano, convexo o me- nos veces cncavo. En su superficie, y con frecuen- cia sobre una arista procedente de talla, aparecen huellas del punto de impacto en forma de estrella- mientos, pequeos hoyos o astillados que pueden in- cluso ser mltiples, ya que a veces la extirpacin de la lasca exigi insistir en la percusin para obtener su desprendimiento. Si el plano de percusin del ncleo era exiguo puede haber desaparecido el taln com- pletamente, destruido por el impacto. Tambin es frecuente que el hombre lo eliminase voluntariamen- te, as como al bulbo en su totalidad, probablemente por el motivo de que produce un espesamiento en la silueta del til que dificulta su enmangue. Esta ma- niobra se realizaba por flexin, quedando una de las superficies de rotura de la pieza, cncava, con una especie de charnela o saliente, y la otra opuesta con- vexa, con su molde invertido. La lengeta o charnela residual, o la superficie de fractura convexa o cnca- va en el sentido anteroposterior del taln, nos denun- cian esta tcnica (Fot. 7, 8 y 9). Otras veces se elimi- naba la extremidad proximal de la lasca por percu- sin aplastada sobre un yunque de piedra, lo que produce pequeos conos de percusin, a veces ml- tiples, en la superficie de fractura, aunque en ocasio- nes aparecen borrados por el posterior retoque a que era sometida esta superficie.

    A veces ocurra durante la percusin para extrac- cin de lascas, que por motivos desconocidos stas se partan en dos, a lo largo de su eje y a partir del punto de impacto, con lo que resultaban dos medias lascas provistas de un ngulo diedro formado por la mitad del taln y la superficie de fractura longitudinal, que pueden simular buriles. Tales falsos tiles han si- do conocidos como "seudoburiles de SIRET". Su dis- tincin de los verdaderos, como despus veremos, no es difcil en la mayora de los casos, pues las face- tas de golpe de buril tienen unas caractersticas muy definidas ausentes en los seudoburiles de SIRET, en- tre ellos la presencia de contrabulbo de percusin, o huella cncava en el comienzo de la faceta de frac- tura.

    En la cara o plano de lascado aparecen varios ac- cidentes que merecen destacarse. El "cono de per- cusin", relieve positivo (es decir convexo o salien- te), cuyo vrtice comienza bajo el punto de impacto, y que se contina hacia abajo siguiendo la cara ven- tral con una protuberancia globulosa llamada "bulbo o conchoide de percusin" (Fot. 1). Este es ms o menos prominente segn la tcnica empleada en la extraccin de la lasca. Es tanto ms desarrollado o saliente cuanto ms brutal fue el golpe del percutor, su masa y la dureza de su materia. Muy tenue si la percusin se hizo con percutores lticos de pequeo volumen, o con percutores de madera o cuerna, y en estos casos o utilizando tcnicas por presin, como luego veremos, el bulbo es casi inexistente o muy ancho y se remplaza por una suave convexidad, no existiendo nunca cono ni punto de impacto marcado en el taln. El bulbo puede aparecer astillado o fisura- do sobre todo si el percutor fue metlico, como sue- le ocurrir en los tiles falsificados para coleccionis- tas, aunque tambin puede ocurrir por excepcin en los verdaderos tallados a la piedra (Fot. 2). As apare- ce muchas veces en las llamadas "piedras de trillo", talladas con martillo.

    El bulbo puede mostrar tambin descamaciones planas, negativas (cncavas), por pequeos despren- dimientos de materia y que se cree son debidos a re- flexin de la onda de percusin (Fot. 1 ). Las lasquitas que se desprenden para producir estos desconcha- dos son las llamadas "escamas de bulbo", ovoideas, muy planas, de unos tres a seis mm. de largo y tres a cuatro de anchura y muy escaso espesor. Estas descamaciones a veces son mayores y profundizan ms, llegando a formar grietas laterales que alcanzan los bordes de las piezas, sobre todo si son estre- chas, como es el caso de las lminas, e incluso, des- pus de un largo recorrido, pueden volver a la super- ficie eliminando lascas de aspecto cuadrado, que lue- go conoceremos con la denominacin de "naveci- llas". A la vez que las escamas de bulbo se eliminan normalmente otras pequeas lascas parsitas muy cncavas y anchas, de unos diez a doce mm. de an- cho por diez a quince de largo, que denomino "las- cas de expulsin" o "lascas-escama", por su forma de escama de pescado. Fueron obtenidas involunta- riamente, sobre todo si la percusin fue muy fuerte o el percutor de gran volumen. Bajo el bulbo, y como huyendo de l, pueden aparecer una serie de relie- ves radiales divergentes. Cuando son positivos o sa- lientes, se conocen con el nombre de "carenas", y cuando negativos o en forma de fisuras, con el de "estras divergentes o plmulas". Tambin a partir del bulbo, y en forma centrfuga, corren por la cara de lascado las llamadas "ondas de percusin", que se extienden ampliamente hasta la extremidad distal debilitando progresivamente su relieve. (Fot. 1). Si la

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    percusin se hizo a la piedra las ondas suelen ser sa- lientes, de relieve brusco y estrechas, cortndose a veces con la superficie de lascado en ngulo vivo. Si se utilizaron tcnicas de presin suelen ser ms apla- nadas y anchas, de relieve ms suave y sin disconti- nuidad con la superficie ventral. La utilidad de dichas ondas es muy grande pues nos sirven para precisar la orientacin de tiles o fragmentos de tiles que carecen de bulbo y taln (Fig. 1).

    La presencia del bulbo de percusin o de su hue- lla en negativo (contrahuella), es de gran importancia para el diagnstico del trabajo humano sobre mate- rial de slex, aunque no es rara la presencia de pe- queos bulbos en fracturas de origen natural. Sobre todo aumenta la certeza si el nmero de bulbos halla- dos en una serie de piezas es notable. Pero la exis- tencia de bulbos, sobre todo si a la vez aparecen res- tos de plano de percusin (talones), basta para poder afirmar la realidad de su origen industrial. No as la existencia de ondas de percusin, que de hecho se muestran en mltiples falsas piezas de origen natural y especialmente en las producidas por contracho- ques dentro de medios lquidos, como ocurre en las lascas producidas al golpearse cantos de slex arras- trados por las olas en las orillas del litoral.

    La cara de lascado es generalmente cncava, ra- ra vez plana, y sobre todo en las que despus cono- ceremos como lminas u hojas de slex.

    Conocemos como "lascas sobrepasadas" a aquellas en que la cara de lascado, nacida normal- mente, se incurva hacia el interior del ncleo brusca- mente y termina "en cuchara" fracturndolo, con lo que resulta una lasca de extremidad distal gruesa y pesada, prcticamente intil. Generalmente ello se debe a que el impacto fue aplicado excesivamente en el interior del plano de percusin del ncleo, o menos veces a que se emple un percutor pequeo pero accionado con excesiva violencia.

    "Lascas reflejadas" sern, por el contrario, aque- llas cuyo plano de lascado comienza normalmente para despus incurvarse hacia afuera, es decir al re- vs de lo que en las sobrepasadas ocurre, con lo que la lasca queda anormalmente corta y ancha y su ex- tremidad distal redondeada y no cortante, reflejndo- se parte de la superficie de lascado en la superficie dorsal de la porcin distal de la pieza (Fig. 1).

    El ngulo formado por el taln y el plano de las- cado se conoce como "ngulo de fractura o de lasca- do" y tiene especial inters para poder precisar la tcnica de extraccin utilizada: es muy obtuso en las tcnicas con percutor de piedra y prcticamente rec- to si se emplearon percutores de madera o hueso. Es de notar, para evitar confusiones, que muchos prehistoriadores, especialmente franceses, emplean el trmino agudos para referirse a los ngulos obtu- sos y as es muy frecuente observar que califican de

    agudos a los ngulos de fractura obtenidos con tcni- cas clactonienses, por ejemplo. Ello se debe a que el ngulo lo miden no entre el taln y el plano de lasca- do, sino entre la prolongacin ideal del taln y el pla- no de lascado, con lo que miden realmente el ngulo suplementario al de fractura que los franceses lla- man "angle de chasse" (ngulo de expulsin), o al formado por el taln y la cara dorsal del til o lasca.

    Parece ser de gran importancia, en el curso del trabajo sobre slex, la forma primitiva de los guijarros. As, los ms esferoidales no se prestan bien a su ta- lla, ya que resisten mucho a los golpes del percutor y todo lo ms dejan desprender lascas cortas, anchas e irregulares. No as los aplanados, que se descarnan con facilidad si se inicia la percusin por su periferia. Los mejores parecen ser los oblongos y relativamen- te aplanados.

    Tambin es de gran importancia, durante el cur- so del tallado, el correcto aprovechamiento de las on- das de percusin que atraviesan el material del n- cleo a partir del punto de impacto. Si existe un exce- so de energa de vibracin la lasca se romper antes de tiempo, acortndose su longitud. Para evitarlo, co- mo ya veremos, se han empleado diversos procedi- mientos (percusin sobre arena, hojas o helechos, y recogida de las lascas desprendidas sobre medios amortiguadores como el agua, etc.). Tambin es de suma importancia no desviar la direccin de las on- das, y por ello es esencial la correcta sujecin del n- cleo al asirlo con la mano. Los primitivos modernos procuraban no apoyar nunca el dedo sobre las aris- tas-gua de las futuras lminas y, por el contrario, apoyarlo fuertemente para acortar el trayecto de las ondas all cuando interesaban lascas cortas. La crea- cin de aristas-gua es de gran importancia para la extraccin laminar, como despus veremos, y tam- bin supieron utilizar los retoques, tanto para detener (escotaduras retocadas de paro de golpe de buril) co- mo para dirigir trayectorias de lascado (pequeos re- toques de los bordes de los futuros buriles, para guiar la onda del recorte).

    Es raro hallar en las actuales Tipologas estudios sobre los mecanismos de fractura del slex, pero ya SIRET se haba enfrentado con este problema en 1928. Su interpretacin era la siguiente: "La fuerza viva del choque se transforma principalmente en mo- vimientos moleculares en que toman parte el percu- tor y el ncleo. Estos movimientos internos se pro- ducen en todas direcciones; en el centro del ncleo golpeado sus efectos de desplazamiento se neutrali- zan unos a otros, pero cerca de la superficie sus componentes dirigidas perpendicularmente a ella, hacia el exterior, no son neutralizados por otros de sentido inverso a causa de la falta de resistencia del medio ambiente que es el aire. La superficie del blo- que est por ello obligada a desprenderse a partir de

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    Efectos de la percusin sobre el slex segn el ngulo de accin del percutor.

    Lminas con cresta primaria y secundaria

    Fig. 1. A. Ncleo con desprendimiento de lmina normal B. El mismo con lmina sobrepasada. C. El mismo con lmina reflejada.

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    una determinada profundidad; el espesor de esta parte est en funcin con la intensidad de los movi- mientos moleculares y con la cohesin del slex ... Adems de las vibraciones, un golpe suficientemen- te fuerte y seco produce en su punto de impacto una compresin local con hundimiento imperceptible de una pequea parte de la masa del slex ... La parte hundida ocupa la misma superficie de contacto del percutor, en general ms o menos circular; el agrieta- miento, generalmente circular, profundiza al principio en forma cilindro, pero pronto se ensancha y toma forma cnica para detenerse a algunos milmetros de profundidad ... Ello crea los accidentes propios de las- cado: bulbo, ondas, etc., cuando la zona de percu- sin es cercana a la superficie del bloque, y la ruptu- ra se produce as por la suma de las fuerzas de hun- dimiento y de vibracin que actan excntricamente a partir del punto de impacto. Explicando la forma- cin del conchoide, dice SIRET: "la superficie del cono es ms o menos desarrollada segn la viveza del gol- pe; en general, a partir de cierta profundidad, la grie- ta se hace cilndrica o cilindroide en una pequea di- mensin, para volver a desarrollarse, pero nunca tan- to como al principio. El cono superior ha actuado so- bre la masa ltica que yace debajo de l como el per- cutor ha actuado sobre s mismo, lo que se explica por el choque en rebote de esta masa a continuacin de una onda vibratoria ...".

    Tambin SIRET intent hallar una explicacin razo- nable que mostrase el mecanismo de la talla por pre- sin, que sera semejante, pues tambin en ella, aun- que menor, existe un hundimiento del slex al con- tacto del compresor. Estima que todo comienza con la produccin de un a modo de "pliegue" en la capa superficial del slex. Cuando la presin alcanza un cierto lmite el pliegue llega a un extremo de tirantez que la masa del material no puede seguir, y se rom- pe formando una pequea grieta "cuya direccin es perpendicular a la curva del pliegue. En este momen- to la sustancia del slex que forma los labios de la hendidura toma bruscamente su forma primitiva y este movimiento produce una sacudida en toda la masa, con vibraciones. As nos vemos llevados al mismo caso de un choque: la fisura creada produce una fractura que sigue un movimiento vibratorio de menor resistencia, paralelo a la superficie del s- lex...''.

    BOURDIER indica que la formacin del cono y la eliminacin de la lasca por percusin exigen un cho- que ligeramente oblicuo y cercano a la arista externa de la plataforma del ncleo. Si esta direccin cambia o el golpe es demasiado interno aparecern las las- cas reflejadas o sobrepasadas de que ya hemos ha- blado.

    Nos hemos referido hasta aqu al material de s- lex, el ms frecuentemente hallado en nuestros yaci-

    mientos, pero tambin conviene conocer las cuarci- tas. Estas son arenas cementadas por slices recris- talizados, muy abundantes en las vertientes pirenai- cas. Su estructura muestra un grano grueso, y aun- que se fractura con facilidad (y por ello fue relativa- mente muy empleada sobre todo en algunas estacio- nes del Paleoltico Medio), no se presta a la finura de retoques que admite el slex, ni muestra con facilidad marcas de utilizacin salvo desconchados y pulidos en sus bordes cortantes. Tampoco muestran bulbos de percusin desarrollados, y las superficies de frac- tura son de aspecto astillado y desigual. El hombre prehistrico utiliz las cuarcitas por razones que se nos escapan por el momento. Se crey por algunos investigadores que su utilizacin podra justificarse por la carencia de slex o su relativa escasez. Este ar- gumento no es convincente puesto que en muchsi- mos yacimientos franceses, y especialmente del Paleoltico Inferior y Medio, en que abunda sobrema- nera el slex, aparecen gran nmero de tiles tallados sobre cuarcita. Indudablemente la cuarcita se utiliza- ba con ms frecuencia que el slex en la preparacin de instrumentos gruesos del tipo "chopper" y "chopping tool", algunos picos sobre rin y ciertas raederas y denticulados, mientras que para tiles de menor espesor era seleccionado el slex.

    La cuarcita se diferencia del slex por no producir ptina al contacto de los agentes atmosfricos, lo que dificulta la ordenacin de series halladas en te- rrazas o yacimientos abiertos.

    En los yacimientos del norte de Espaa abundan las cuarcitas trabajadas, sobre todo en los yacimien- tos asturianos, mientras que en los vascos aparece en muy pequeas proporciones y prcticamente en forma de lascas con marcas de uso y alguna rara rae- dera, adems de ciertas formas de guijarros tallados.

    Mucho ms fciles de trabajar son las materias vtreas como la obsidiana, que se prestan como nin- guna otra a la fabricacin de bellas y finas lminas y perfectos retoques escamosos planos, del tipo que luego conoceremos como Solutrense, y lo mismo los jades, palos e incluso el cristal de roca en que se llegaron a elaborar hojas de laurel, raspadores y buri- les. El peor trabajo es el que se realiza sobre esquis- tos, oligistos y gres, no obstante lo cual tambin fue- ron utilizados. El gres es, en realidad, un agregado de granos de cuarzo previamente rodados y despus consolidados por cementacin. Poseen menor cohe- sin que las cuarcitas. Han sido muy utilizados en al- gunas civilizaciones Mesolticas francesas. Son muy conocidos los tiles Montmorencienses en gres, de las cercanas de Pars.

    Lminas. Parte de los prehistoriadores espaoles las deno-

    minan "hojas", trmino que se presta a confusin

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    Fig. 2. Segmento de lmina en na- vecilla (de BORDES y ELOY, esquema- tizada). 1: Formacin de la escama de bulbo. 2: Formacin de la "navecilla". 3: Lmina de la que parti la "naveci-

    Ila" y su perfil. 4: la "navecilla" y su perfil.

    5: "Navecilla" de Aitzbitarte.

    con cierto tipo de piezas que remedan por su contor- no a las hojas vegetales (hojas de laurel, de sauce, de ojaranzo, etc.) y que por ello me parece ambiguo y rechazable.

    Se conocen como lminas a un tipo especial de lascas cuya longitud excede del doble de su mxima anchura y que generalmente (al menos las verdade- ras lminas leptolticas) muestran su cara dorsal sur- cada longitudinalmente por una, dos o tres aristas paralelas o confluentes en "Y". Las verdaderas pro- vienen de ncleos prismticos o piramidales. Las que conoceremos como lminas levallois (verdade- ras lascas largas) de ncleos especiales, y cuyas aris- tas dorsales no son paralelas a sus bordes o estn irregularmente dispuestas.

    Las lminas muestran los mismos caracteres descritos a propsito de las lascas, pero su taln apa- rece menos extenso y a veces es casi inexistente. El bulbo puede ser nulo o muy aplanado. La cara ventral o plano de lascado es ms o menos cncava, sobre todo en su extremidad distal en que el radio de cur- vatura de su torsin suele ser menor que el de las zonas proximal y media. Cuando esta incurvacin dis- tal es muy marcada se habla de "lminas en cucha- ra". Se conocen como "lminas-cresta" a las que muestran en su cara dorsal una o dos vertientes con desconchados que son residuos de la talla de prepa- racin previa. Proceden tambin de ncleos pirami- dales y prismticos. Algunos autores las denominan "retocadores" (Fot. 22 y 23).

    Las ondas de percusin en las lminas suelen ser ms suaves, amplias y planas, y se prolongan ms extensamente hacia la porcin distal de la cara de lascado que en las lascas del mismo tamao. La seccin de las lminas suele ser triangular o trapezoi- dal generalmente, y sus bordes, muy cortantes, sue- len mostrar frecuentes seales de uso en forma de desconchados irregulares en su tamao y reparto, o de lustrado o pulido de sus filos.

    BORDES seala un curioso accidente de tcnica durante la fabricacin de lminas, que produce los que denomina "segmentos de lminas en navecilla" ("nacelle"), que haba obtenido experimentalmente antes de haberlos hallado entre materiales de exca- vacin. Su mecanismo de produccin parece ser el siguiente, segn el autor: La escama parsita del bul- bo de percusin (escama de bulbo, ya citada anterior- mente) o las grietas bulbares, se hunden en el espe- sor de la lmina extendindose lateralmente. Luego sigue un desplazamiento paralelo al plano de la lmi- na y ms tarde emergen ms lejos separando la que llama navecilla ("nacelle" equivale a lo que llamamos en Euskadi, "ala", "chinchorro" o pequea gabarra, es decir, embarcacin de fondo plano, corta y ancha, para uso fluvial o en aguas poco movidas). ELOY, des- cubre algunas en Corbiac, recordando haber exami- nado lminas que mostraban en su superficie ventral una profunda concavidad, brusca, situada un poco por encima del bulbo de percusin. Posteriormente ha recogido varios ejemplares ms, de formas inter- medias entre la que seala BORDES y la aparicin de grietas que prolongan la escama de bulbo, por lo que reconoce como exacta la suposicin de BORDES so- bre su mecanismo de produccin, que desde luego es fortuito. BORDES insiste en que este accidente es bastante ms frecuente durante la talla de lminas sobre ncleos de obsidiana y recuerda que DON CRABTREE obtiene lminas en navecilla habitualmente en sus experimentos de talla (Fig. 2). Nosotros he- mos logrado un ejemplar entre los materiales de talla de Aitzbitarte.

    El mismo BORDES seala tambin, con el apelati- vo de "piezas con lengeta", a un tipo especial de fragmentos de lmina que indica le intrigaron bastan- te, hasta que un accidente en el curso de la fabrica- cin experimental de lminas por percusin indirecta le mostr la clave de su morfologa, aunque indica que no de su mecanismo de produccin. Se trata,

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    Fig. 3. 1: Pieza con lengeta (de BORDES). 2: Negativo doble de pie- za con lengeta (id.).

    segn el autor, de "talones (extremidades proxima- les, en propiedad) de lminas rotas segn una curio- sa fractura ... ms o menos larga. Estas lengetas lle- van ondulaciones que generalmente van desde la parte proximal hacia el extremo de la lengeta, aun- que en algn caso fuese a la inversa". En un princi- pio pens se tratase de fracturas voluntarias por cho- que sobre una arista dorsal (en una de sus piezas aparece en ella un cono muy claro, pero "todas las experiencias que hicimos fueron negativas". Como hemos dicho antes, un accidente en el curso de ex- traccin laminar produjo una pieza semejante sin po- der saber su porqu. Indica que todo hace pensar que la "onda de choque caminase un momento por la superficie dorsal de la pieza y que despus pene- trase bruscamente para salir oblicua". Seala varias del yacimiento de Corbiac que explica por la gran cantidad de lminas que aparecen en el mismo (unas 50.000). En algn caso este tipo de lengeta puede aparecer en el fragmento medial de una lmina y una vez lo ha visto en forma doble (negativo de dos len- getas en la parte medial de una lmina) (Fig. 3).

    Criterios de estudio por dimensiones

    Es innegable que las dimensiones del instrumen- tal dependen de una serie de factores. Unos, subjeti- vos, que se deben a la voluntad del constructor del til y que estn en funcin de una mayor eficacia del

    instrumento, o su mejor transporte, etc. Otros, obje- tivos, que dependen de las exigencias del material bruto disponible, pero no parece que actuasen con gran fuerza sobre los artesanos prehistricos que sa- ban conseguir buenos materiales aun trayndolos de lejanos lugares. Los tiplogos actuales intentan, no obstante, una clasificacin de sus materiales con re- lacin a diversos mdulos personales.

    TIXIER, consciente del coeficiente de subjetividad que conlleva toda discriminacin de los tiles por sus dimensiones, propuso una investigacin que aporta- se soluciones razonables. Seleccion una coleccin de ms de un centenar de piezas sin retocar, recogi- das por VAUFREY en un yacimiento de Tnez que en- cerraba piezas grandes, medianas y pequeas, pero siempre enteras, eliminando trozos o piezas fractura- das. Propuso seguidamente a un grupo de tiplogos experimentados que las clasificaran en tres grupos: lminas, laminillas y piezas de dudosa clasificacin, sin intentar naturalmente el empleo de instrumental de medicin. Previamente haba realizado una selec- cin segn longitud y anchura de las piezas y realiza- do una grfica de su reparto segn dichas medidas. Los resultados fueron casi unnimes. Con esta en- cuesta realiz otra grfica de la que deduce las si- guientes conclusiones:

    Las lminas tienen longitud doble de su anchura y siempre son de longitud superior a cinco centme- tros y ms anchas de doce milmetros.

    Las laminillas son tambin de doble longitud que anchura y siempre menos anchas de doce milme- tros, pero no se considera criterio definitivo la longi- tud de la pieza, pues aunque fuese superior a cinco centmetros si su anchura es inferior a doce milme- tros fue unnime el acuerdo en considerarlas como laminillas, adems de que es excepcional encontrar con esta anchura longitudes superiores a setenta mi- lmetros.

    LAPLACE utiliza un criterio numrico convencional y emprico. Los lmites entre grandes lascas, lascas, lasquitas y microlascas seran fijadas en seis, tres centmetros y quince milmetros (para mayor facili- dad podemos fijar los lmites por las longitudes del dedo pulgar, su falange terminal y la ua del mismo dedo).

    Entre las grandes lminas, lminas, laminillas y microlaminillas, diez a doce centmetros, seis a cin- co, treinta a veinticinco milmetros (o sea aproxima- damente la longitud del dedo ndice, las dos ltimas falanges y la tercera sola).

    Ninguno de estos autores cuenta con el dato del espesor de las lminas y su relacin con su anchura, muy interesante en el sentido de comparaciones tc- nicas. Luego veremos que DELPORTE lo hace y crea ndices de leptolitismo fundados en esta relacin,

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    que indicar el grado de leptolitizacin alcanzado por una industria, noticia de gran inters en el estudio de las industrias intermedias entre el Paleoltico Medio y el Superior.

    El criterio de TIXIER es fcilmente utilizable en materiales de origen laminar pero es inaplicable en el estudio de tiles procedentes de lascas. El de LAPLACE es ms amplio en su utilizacin, pero por el momento estimo que es necesaria una convencin relativa para cada tipo de piezas, es decir, crear ndi- ces especiales de dimensiones para bifaces, raede- ras, buriles, etc., y una vez aplicados por va de ensa- yo en gran nmero de yacimientos examinar el valor prctico que pudieran tener.

    Estudio de los residuos de talla

    Las operaciones tcnicas de preparacin de la materia prima liberan restos diversos de lascado, al- gunos de ellos aprovechados despus, pero otros muchos abandonados en los talleres. Fueron muy bien estudiados por LEROI-GOURHAN partiendo del tra- bajo sobre guijarros, riones de slex y bloques o cantos. Recordemos que los guijarros son masas que provienen de la rotura de rocas o bien de riones que sufren un posterior desgaste por rodado fluvial o marino (este ltimo produce masas ms redondea- das, mientras aquel ms alargadas y aplanadas) que les procura una forma ms o menos elipsoidal y lisa, con un crtex ms o menos grueso segn su edad de nacimiento en la roca madre y los insultos meteo- rolgicos que sufrieron. Los riones suelen ser tam- bin redondeados, pero ms irregulares, a veces con excrecencias tambin redondeadas y en ocasiones con cavidades gedicas internas que los hacen mala- mente aprovechables. Los bloques son masas desta- cadas de la roca madre, no redondeadas, angulosas, irregulares, con planos de fractura ms o menos des- gastados y pulidos por lo agentes atmosfricos, pu- diendo mostrar crtex en alguna de sus superficies, que generalmente es la que estuvo expuesta ms tiempo al sol o al aire. En este caso, el crtex es ms irregular de espesor que el de los guijarros.

    Para trabajar estos materiales, en el caso de los riones, debe comenzarse por eliminar las excrecen- cias e irregularidades, lo que se hace por percusin, producindose lascas semejantes a las que luego de- nominaremos de decalotado, pero generalmente ms convexas y salientes, que muestran un plano de fractura o lascado plano y generalmente circular o subcircular.

    En el caso de los guijarros el trabajo comienza por la preparacin de un plano de percusin median- te la eliminacin de una primer