tipología de partidos políticos según joseph lapalombara

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La ideologia y el pensamiento politoco de lapalombara

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Tipologa de partidos polticos segn Joseph LaPalombara Myron Weiner.

Sistemas competitivos

En muchos sistemas polticos el partido dominante o coalicin que controla el gobierno debe luchar por mantener el poder en una atmsfera competitiva. Tal atmsfera requiere que sea terica y legalmente posible, para los que estn fuera, reemplazar a los que estn en el poder sin recurrir a la violencia. Una gran cantidad de sistemas polticos se ajustan a esta categora. En Asia, incluiramos el caso de la India, Malasia, Ceiln y Filipinas; en frica, se podran incluir Nigeria, Kenia y Uganda, aunque estos ltimos dos pases muestran ciertas tendencias hacia el modelo unipartidista; algunas repblicas latinoamericanas entran en esta categora, aunque de manera un tanto imperfecta; y los ejemplos ms obvios y duraderos de tales sistemas polticos han de hallarse en las democracias angloamericanas, en Escandinavia y en Europa occidental. Algunos de estos pases son tan grandes (como la India y Nigeria, que juntos, en tamao y poblacin, constituyen una parte importante del mundo subdesarrollado) que un pluralismo partidista competitivo parece el modo ms factible de organizacin poltica. Otros se encuentran tan tnicamente fragmentados (adems de los dos pases antes mencionados, habra que contar aqu a Uganda, Kenia, Ceiln y Malasia), que la competencia entre partidos constituye esencialmente la expresin de una rivalidad tnica. Al menos hasta ahora, los factores de este tipo parecen haber tenido xito en la exclusin de las soluciones unipartidistas. No obstante, sera riesgoso predecir que el modelo de partidos competitivos es seguro en todos estos pases.

Como puede verse, hemos incluido en esta primera gran categora a todos los sistemas multipartidistas y bipartidistas. Lo hicimos as fundamentalmente con base en el supuesto de que la distincin tradicional entre los modelos multipartidista y bipartidista no ha conducido a interpretaciones lo bastante esclarecedoras. Considrese, por ejemplo, el hecho por dems desconcertante de que tenemos sistemas multipartidistas que funcionan, como los de Escandinavia, y otros que no funcionan, como ocurri con los partidos en la Tercera y la Cuarta Repblicas francesas. Tambin tenemos configuraciones bipartidistas que han permanecido esencialmente sin cambios durante un siglo (como en Estados Unidos) y otros sistemas denominados bipartidistas que han experimentado la casi desaparicin de uno de los partidos principales y el surgimiento de otro (el caso de Inglaterra). Como seala Sartori en su contribucin a este volumen, el nmero de partidos en un sistema poltico particular es en esencia irrelevante.

Nuestro inters en este volumen es contribuir a la tarea fascinante e importante de tratar de relacionar los partidos polticos con el fenmeno del desarrollo poltico. Sabemos que algunos partidos favorecen y facilitan el cambio, mientras que otros tienden a obstaculizarlo y a crear tensiones graves en el proceso. Sabemos que algunos partidos se adaptan muy fcilmente a la competencia abierta y a la transferencia pacfica del poder poltico, mientras que otros son excluyentes y parecen incapaces de reaccionar a la alternancia del poder si no es con violencia. Sabemos tambin que algunos partidos desarrollan una gran habilidad para el manejo plural de los asuntos nacionales, mientras que otros se quedan en un nivel de incompetencia en este aspecto o tienden a suprimir el pluralismo. Nos parece que, como meta a largo plazo, un sistema de clasificacin basado en dimensiones como stas puede permitirnos relacionar los partidos con los procesos de cambio poltico de manera ms iluminadora.

Para el caso de las situaciones competitivas, sugerimos una clasificacin cudruple basada, en parte, en las caractersticas internas de los partidos y en parte en la forma en que se mantiene el poder poltico. Esta ltima dimensin alude al sistema poltico y los trminos que usamos para describirla son rotativo y hegemnico. Un sistema hegemnico sera aquel en el que durante un periodo largo de tiempo el poder gubernamental est sustentado por el mismo partido o coaliciones dominadas por el mismo partido. Los sistemas hegemnicos con un partido que detenta de manera exclusiva el control de la maquinaria gubernamental incluiran el caso de Estados Unidos durante los aos del New Deal y del Fair Deal; la poltica de posguerra en Japn, dominada por los liberales; Noruega, hasta muy recientemente bajo el control continuo de los socialistas demcratas; y la poltica de la India, dominada desde la independencia por el Partido del Congreso. Estas son situaciones tpicas de lo que Sartori llamara sistemas de partido predominante.

Sin embargo, creemos que tambin es posible hablar de sistemas hegemnicos en algunos casos donde la situacin que sustenta el poder implica una coalicin. Los dos principales ejemplos de esta configuracin seran el de la Alemania Occidental y el de Italia a partir de la Segunda Guerra Mundial, donde los gobiernos de coalicin claramente han sido dominados por los partidos demcrata cristianos. Desde luego, una coalicin implica que el partido dominante de algn modo se ver ms limitado de lo que estara si fuese capaz de gobernar solo. No obstante, los ejemplos citados sugieren claramente que, cuando el partido principal de una coalicin logra una mayora absoluta del voto popular y consigue durante un largo periodo establecer coaliciones que en buena medida controla, deberamos incluir estas formas de sistema de partido en la categora de hegemnicos ms que en la de rotativos. En situaciones en que los componentes de una coalicin cambian con relativa frecuencia y donde no se puede hablar con seguridad de un partido dominante en la coalicin, tendramos sistemas rotativos y no hegemnicos. Este fue el caso en las cambiantes coaliciones de la Cuarta Repblica francesa, aun cuando los cambios tuvieron lugar dentro de los lmites de un amplio centro ms que del centro a la extrema derecha o la extrema izquierda.

La situaciones de rotacin, pues, seran aquellas en las que, aun cuando pueda haber habido periodos hegemnicos, existe un cambio relativamente frecuente en el partido que gobierna o en el partido que domina una coalicin. Canad, por ejemplo, constituira un sistema rotativo, aun cuando los liberales han estado en el poder por largos periodos durante el siglo XX. La Cuarta Repblica, como se dijo, tambin entrara en esta categora, as como puede hacerlo la Repblica italiana ahora que los demcratas cristianos se han visto forzados a alejarse de la coalicin de centro que caracteriz a la poltica italiana durante la mayor parte de los aos de posguerra. Huelga decir que Inglaterra es, quiz, el ejemplo ms notable de un gran poder con un modelo firmemente establecido de rotacin.

Una segunda dimensin con base en la que clasificamos los sistemas competitivos es la ideolgica-pragmtica. Estas caractersticas aluden a los partidos mismos, y consideramos de vital importancia poder juzgar a los partidos en trminos de dnde se ubican dentro de este continuo. Obviamente, en los sistemas multipardistas puede haber una gran variacin entre los partidos a este respecto. Sin embargo, a pesar de tales diferencias debe ser posible identificar, en el caso de cualquier Estado-nacin, cules son las tendencias centrales de los partidos.

Considerando la tendencia central, pues, podemos concebir las siguientes cuatro subcategoras: 1) hegemnico-ideolgico; 2) hegemnico-ragmtico; 3) rotativo-ideolgico y 4) rotativo-pragmtico. Cuando la tendencia central de los partidos es ideolgica y hay una rotacin frecuente, podemos esperar una gran cantidad de disturbios. Tales situaciones sugieren que la sociedad se encuentra dividida de manera tan pareja entre dos o ms dimensiones ideolgicas, que la rotacin frecuente, por un lado, hace imposible para cualquier grupo la implementacin de las implicaciones en cuanto a polticas de su orientacin ideolgica y, por otro lado, asegura que los grupos que sucedan a otros en el poder buscarn echar por tierra cuanto pueda haberse hecho antes.

Sin embargo, no debe pensarse que pueden tener lugar grandes cambios cuando la combinacin es ideolgico-hegemnica. En tal situacin, mucho depender del contenido especfico de la ideologa. Para aquellos partidos ideolgicos comprometidos con el cambio social, econmico y poltico, la dimensin hegemnica parecera esencial. Para ilustrar esto, podramos sealar que una Italia dominada por un partido demcrata cristiano conservador no intent alejarse mucho del status quo. No obstante, puede esperarse que el mismo partido, en manos de alguien como Fanfani o incluso alguien como Moro, lleve a cambios ms rpidamente, aunque slo si se mantiene el carcter esencialmente hegemnico del partido. De manera similar, podra sealarse que la clase de compromisos con la transformacin socioeconmica, manifestados por el Partido del Congreso de la India, en cierto sentido requieren que la naturaleza hegemnica del partido persista durante un tiempo considerable.

Los partidos pragmticos tendern a moverse ms lentamente cuando son hegemnicos y ms rpido cuando estn expuestos a una rotacin frecuente. El control hegemnico sobre la poltica estadounidense que mantuvieron los republicanos de 1896 a 1932 evit las demandas radicales de los movimientos populistas del Oeste y del Sur. Fue precisa una rotacin electoral de proporciones sin precedentes, as como el desarrollo de una enorme cantidad de contenido ideolgico en uno de los partidos, para que se llevara a cabo la revolucin socioeconmica que tuvo lugar con el New Deal.

Si bien es probable que la combinacin particular de hegemona o rotacin, e ideologa o pragmatismo, que manifiesta un modelo de partido, pueda decirnos algo sobre cmo se relacionan los partidos con el desarrollo social, econmico y poltico, estas dimensiones no se encuentran causalmente relacionadas entre s. En una situacin de competencia entre partidos con un alto contenido ideolgico puede manifestarse un sistema hegemnico o uno con una rotacin frecuente; lo mismo es cierto de un sistema poltico cuyo partido central es de tendencia pragmtica. Parece un hecho, sin embargo, que, en tanto la lucha por el control hegemnico se encuentre endmicamente presente, es probable que sea ms fuerte en aquellos partidos que muestran un alto contenido ideolgico. Si esto es cierto, parecera haber importantes implicaciones en cuanto a las lneas probables del desarrollo poltico en las naciones recin surgidas en zonas como frica. Es decir, donde algunos de los partidos africanos tienden a ser ideolgicamente monolticos, puede esperarse que haya grandes presiones en favor de una u otra forma del modelo unipartidista. Es importante sealar los tres subtipos de modelos en los que pueden aparecer las situaciones unipartidistas.

Sistemas no competitivos

Un modelo unipartidista es por definicin hegemnico y no rotativo. Desde luego, es posible que situaciones unipartidistas puedan con el tiempo volverse sistemas competitivos. Con el logro de la integracin nacional, el desarrollo de un sistema econmico relativamente moderno y la solucin de otros problemas y demandas apremiantes, las fuerzas naturales de la modernizacin poltica pueden acarrear la sustitucin de situaciones de unipartidismo por otras de partidos en competencia. Aunque esta posibilidad no debe excluirse, la probabilidad de que el desarrollo poltico siga esta direccin particular depende en gran medida del tipo de situacin unipartidista que se desarrolle. Hablando empricamente, hay tres situaciones unipartidistas posibles.

Unipartidismo autoritario. Se trata de sistemas polticos autoritarios dominados por un solo partido monoltico, el cual presenta una orientacin ideolgica pero no es totalitario. El ejemplo clsico sera el de Espaa bajo el gobierno de Franco y la Falange; otros son Mali, Ghana y Guinea. En Asia, un buen ejemplo sera Vietnam del Sur, donde, mientras an viva y gobernaba Diem, el partido dominante trat de crear una ideologa del personalismo centrada en el presidente. De manera similar, aqu incluiramos la Cuba de Castro, aunque parece que la intencin de la lite comunista ah es transformar el sistema en uno de tipo totalitario unipartidista.

Es tpico de este modelo que los miembros de la oposicin sean definidos como traidores a la causa revolucionaria o nacionalista y como una amenaza para la seguridad. Las aspiraciones de desarrollo y la misin de la nacin, si las hay, se identifican con un solo partido. Muy a menudo el partido y la nacin son conducidos por una sola figura dominante (por ejemplo, Nkrumah, Diem, Franco, Castro), quien se supone que personifica las metas de la nacin.

Como puede evidenciar el ejemplo de Espaa, tales sistemas polticos no necesitan comprometerse necesariamente con un cambio social y econmico. De hecho, la ideologa del partido dominante puede ser en realidad la defensa del status quo e impedir los cambios inconsistentes con su persistencia. Por otra parte, la respuesta que en general dan los partidos dominantes a las demandas es reprimirlas, creando as la clase de tensiones en el sistema que llevan a los partidos dominantes a formas de control ms y ms totalitarias. Una preocupacin prioritaria por el tema de la seguridad lleva a un nfasis enorme en los mtodos policiacos y tiende a hacer de la preservacin del poder por parte de la lite en l enquistada una preocupacin fundamental.

En trminos generales, los sistemas como stos no cuentan con lo necesario para manejar el proceso de modernizacin econmica o poltica. Carecen de las ventajas del control planificado caracterstico de los sistemas totalitarios, as como de las ventajas de innovacin y experimentacin que hacen posibles los sistemas plurales. Si volvemos la vista a Espaa y a algunos Estados de Amrica en busca de ejemplos, es posible decir que la persistencia de un autoritarismo unipartidista a largo plazo tiende a llevar a un estancamiento relativo ms que al desarrollo. Por otra parte, el impulso obligado hacia el desarrollo requerir casi con toda certeza que tales sistemas cambien a un sistema pluralista competitivo, o bien al totalitarismo.

Unipartidismo pluralista. Se trata de sistemas cuasi autoritarios dominados por un solo partido que tiene una organizacin pluralista, con una visin pragmtica ms que rgidamente ideolgica, y de incorporacin ms que de destruccin implacable en sus relaciones con otros grupos. Un ejemplo importante sera el del Partido Revolucionario Institucional de Mxico (PRI) durante la mayor parte de los aos que siguieron a la Revolucin Mexicana. Un nmero considerable de los nuevos Estados africanos tambin entra en esta categora, incluyendo a Senegal, Costa de Marfil, Sierra Leona y Camern.

Con el propsito de distinguir entre sta y nuestra categora previa de sistemas unipartidistas autoritarios en frica, James Coleman y Carl Rosberg ofrecen la siguiente explicacin:

Los partidos dominantes en los Estados africanos representativos de la tendencia revolucionaria centralizadora tienen una preocupacin fundamental y compulsiva por la ideologa, el contenido de la cual es programtico y transformador con respecto a la modernizacin de la sociedad africana contempornea, con una poltica de neutralidad en las luchas, panafricanista y nacionalista con respecto a las relaciones con otros Estados africanos y con el exterior. Tambin tienden a ser ultrapopulistas e igualitaristas, con un enorme nfasis en el compromiso directo con (y la participacin en) el partido y el Estado. En trminos de organizacin, los partidos tienden a ser monolticos y con un fuerte centralismo, logrando as un monopolio sobre y de hecho frecuentemente una fusin total con todas las dems asociaciones, as como una asimilacin de la estructura del partido y la gubernamental en toda la sociedad. En contraste, los lderes de los partidos dominantes del tipo pluralista pragmtico ponen mucho menos nfasis en la ideologa; estn mucho menos preocupados por la persistencia de las lites y estructuras tradicionales en sus sociedades y por el hecho de que siga la dependencia respecto del poder colonial anterior. El grado de movilizacin y el compromiso populares es sustancialmente menor que en los Estados revolucionarios centralizados, y aunque unitarios y con jerarquas, los Estados pluralistas-pragmticos permiten una relacin ms libre entre el partido y otras asociaciones, en una atmsfera de pluralismo tolerado pero controlado. En todos los Estados africanos unipartidistas o con un partido dominante est presente una u otra de las dos tendencias antes referidas.

La diferencia ms importante entre los dos tipos de partidos radica en el grado en que se tiene un enfoque pragmtico en lugar de ideolgico. Como hemos repetido varias veces, un fuerte compromiso con la ideologa conducir casi con toda certeza a una forma de estado unipartidista o bien autoritario o bien totalitario. La situacin pluralista unipartidista parece ser aquella en la que un desarrollo rpido y controlado no constituye una consideracin fundamental. Fomentar el pluralismo, incluso dentro de un contexto unipartidista, no significa que el cambio sea imposible. De hecho, puede ser que, en la bsqueda de una conciliacin de los intereses en conflicto que existen en una sociedad, un sistema unipartidista pluralista demuestre una capacidad superior de producir un desarrollo econmico efectivo y quizs tambin poltico. Los Estados de este tipo pueden servir muy bien para destruir el extendido mito de que los sistemas totalitarios son el medio ms eficiente para lograr un cambio econmico rpido.

El modelo unipartidista pluralista tambin puede sugerir una manera fructfera de tratar la persistencia de los valores tradicionales y el problema de las lites tradicionales en muchas de las naciones emergentes. Hoy en da existe bastante evidencia de que, pese a las medidas represivas, las estructuras tradicionales tienen una capacidad impresionante de preservarse. La alternativa unipartidista pluralista puede sugerir las formas y los medios mediante los cuales estas estructuras pueden manejarse y utilizarse pacficamente en pro de las tareas del desarrollo econmico y en el proceso contribuir al establecimiento de alguna forma novedosa pero fuerte de pluralismo democrtico.

Unipartidismo totalitario. En estos sistemas polticos el Estado mismo es un instrumento de un partido monoltico que tiene como meta ideolgica el uso total del poder para la reestructuracin del sistema econmico y social. Los candidatos obvios para su inclusin en esta categora son la China Comunista, la Unin Sovitica, Vietnam del Norte, Corea del Norte y varios Estados europeos del Este. Los partidos dominantes en estos pases son en verdad partidos de la integracin total; su intencin es no dejar fuera de su control absolutamente ninguna faceta de la existencia individual. El arsenal de instrumentos para el control poltico incluye todo: desde la persuasin amigable hasta el terror organizado. Alemania bajo el gobierno de Hitler y, en medida un tanto menor, Italia con Mussolini proporcionan ejemplos histricos de este modelo de partido.

Obviamente, los sistemas de este tipo tienen mucho en comn con la categora de Estados africanos que Coleman y Rosberg identifican como ideolgicos-monolticos y que nosotros denominamos unipartidistas autoritarios. Por tanto, es posible que algunos piensen que habra que incluir en esta categora a Ghana, Mali y Guinea. Sin embargo, es cierto que ninguno de estos pases ha conseguido an el grado de control totalitario que es indudable en el caso de los otros pases que incluimos nosotros en este subtipo. Adems, aparte del grado real de control y de otras diferencias en cuanto a la ideologa de partido, podemos sealar otras dos diferencias importantes: primero, que los partidos comunista, fascista y nazi manifiestan un compromiso ideolgico para el uso del poder total del aparato del Estado con miras al logro de sus diversas metas; segundo, que, a diferencia de los Estados africanos, los comunistas (y en cierta medida los fascistas italianos y los alemanes nazis) incluyeron en sus ideologas prescripciones respecto a las etapas especficas del proceso de desarrollo. As pues, en los partidos totalitarios hay una rigidez ideolgica que, en la comparacin, hace parecer al tipo ideolgico-monoltico relativamente flexible. Por otra parte, como sealamos antes, la creacin de un sistema verdaderamente totalitario puede requerir un grado de modernizacin econmica y tecnolgica que an no han alcanzado estos Estados africanos.

Donde se desarrolla este tipo de partido es menos probable que pueda surgir un modelo de partidos competitivos pluralista, si no es luego de un cambio drstico, como una guerra o una revolucin. Es bastante fcil decir que el sistema nazi o el fascista fueron construidos sobre bases endebles, pero no es tan sencillo sugerir cmo podran haber sido transformados si no es con la intervencin armada. No obstante, los acontecimientos en la Unin Sovitica y en Europa del Este luego de la muerte de Stalin sugieren que los Estados totalitarios son capaces de cambiar. La experiencia polaca parece confirmar nuestra hiptesis de que un pluralismo que en otra poca fue muy vigoroso no puede ser suprimido de manera permanente. Las experiencias de la Unin Sovitica tambin pueden sugerir que en ciertas etapas del desarrollo econmico, tecnolgico y cultural, las presiones en contra de la continuacin del control totalitario pueden alcanzar magnitudes considerables. La oposicin misma suele volver a emerger, no importa cun ubicuas sean las medidas represivas, y es este hecho, entre otros, lo que nos obliga a considerar muy seriamente si alguna de las formas del pluralismo no ser slo la configuracin polticamente ms deseable, sino tambin la ms eficaz desde el punto de vista de un cambio econmico ordenado y saludable.