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Hay que hacer nuestro quehacer. El perfil de éste surge al enfrentar la vocación de cada cual con la circunstancia. Nuestra vocación oprime la circunstancia, como ensayando realizarse en ésta. Pero ésta responde poniendo condiciones a la vocación. Se trata, pues, de un dinamismo y lucha permanentes entre el contorno y nuestro yo necesario. Mi vocación era el pensamiento, el' afán de claridad sobre las cosas. Acaso este fervor congénito me hizo ver muy pronto que uno de los rasgos característicos de mi circunstancia española era la deficiencia de eso mismo que yo tenia que ser por íntima necesidad. Y. desde luego, se fundieron en mi la inclinación personal hacia el ejercicio pensativo y la convicción de que era ello, además, un servicio a mi país. Por eso toda mi obra, y toda mi, vida ha sido servicio de España. Y esta es una verdad inconmovible, aunque objetivamente resultare que yo no había servido de nada” (Prólogo a una edición de sus obras, VI, p. 35-351) … “La metafísica es algo que el hombre hace y ese hacer metafísico consiste en que el hombre busca una orientación radical en su situación. Esto parece implicar que la situación del hombre es una radical desorientación, o lo que es lo mismo, que a la esencia del hombre, a su verdadero ser no pertenece como uno de los atributos constituyentes el estar orientado sino que, al revés, es propio de la esencia humana estar el hombre radicalmente desorientado” (Unas lecciones de metafísica, XII, p. 26). “La creencia dogmática y fanática en los tópicos dominantes será siempre dueña de la sociedad, y los temperamentos críticos, originales, innovadores, Habrán de sufrir ahora y dentro de mil años una temporada de lazareto, que a veces no acaba sino después de su muerte. La sociedad es el área triunfal del hombre medio y el hombre medio tiene una psicología de mecanismo tradicionalista. Sobre ella no alcanzan influjo las ideas y valoraciones hasta que no han cobrado pátina y se presentan como habituales, con un pasado tras de sí. Los credos políticos, por ejemplo, son aceptados por el hombre medio, no en virtud de un análisis y examen directo de su contenido sino merced a que se convierten en frases hechas. Y un escritos no empieza a ser “gloria

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Hay que hacer nuestro quehacer. El perfil de ste surge al enfrentar la vocacin de cada cual con la circunstancia. Nuestra vocacin oprime la circunstancia, como ensayando realizarse en sta. Pero sta responde poniendo condiciones a la vocacin. Se trata, pues, de un dinamismo y lucha permanentes entre el contorno y nuestro yo necesario. Mi vocacin era el pensamiento, el' afn de claridad sobre las cosas. Acaso este fervor congnito me hizo ver muy pronto que uno de los rasgos caractersticos de mi circunstancia espaola era la deficiencia de eso mismo que yo tenia que ser por ntima necesidad. Y. desde luego, se fundieron en mi la inclinacin personal hacia el ejercicio pensativo y la conviccin de que era ello, adems, un servicio a mi pas. Por eso toda mi obra, y toda mi, vida ha sido servicio de Espaa. Y esta es una verdad inconmovible, aunque objetivamente resultare que yo no haba servido de nada (Prlogo a una edicin de sus obras, VI, p. 35-351)

La metafsica es algo que el hombre hace y ese hacer metafsico consiste en que el hombre busca una orientacin radical en su situacin. Esto parece implicar que la situacin del hombre es una radical desorientacin, o lo que es lo mismo, que a la esencia del hombre, a su verdadero ser no pertenece como uno de los atributos constituyentes el estar orientado sino que, al revs, es propio de la esencia humana estar el hombre radicalmente desorientado (Unas lecciones de metafsica, XII, p. 26).

La creencia dogmtica y fantica en los tpicos dominantes ser siempre duea de la sociedad, y los temperamentos crticos, originales, innovadores, Habrn de sufrir ahora y dentro de mil aos una temporada de lazareto, que a veces no acaba sino despus de su muerte. La sociedad es el rea triunfal del hombre medio y el hombre medio tiene una psicologa de mecanismo tradicionalista. Sobre ella no alcanzan influjo las ideas y valoraciones hasta que no han cobrado ptina y se presentan como habituales, con un pasado tras de s.Los credos polticos, por ejemplo, son aceptados por el hombre medio, no en virtud de un anlisis y examen directo de su contenido sino merced a que se convierten en frases hechas. Y un escritos no empieza a ser gloria nacional hasta que no repiten que lo es las gentes incapaces de apreciar y juzgar su obra. El hombre medio piensa, cree y estima precisamente aquello que no se ve obligado a pensar, creer y estimar por s mismo en esfuerzo original. Tiene el alma hueca y su nica actividad es el eco (II, p. 83, Ideas sobre Po Baroja, 1910).

Mis opiniones consisten en repetir lo que oigo decir a otros. Pero quin es ese o esos otros a quienes encargo de ser yo? Ah! Nadie determinado; quin es el que dice lo que se dice? Quin es el sujeto responsable de ese decir social, el sujeto impersonal del se dice? Ah!, pues la gente. Y la gente no es este ni aquel la gente es siempre otro que n es precisamente este ni aquel- es el puro otro, el que no es nadie. La gente es un yo irresponsable, el yo de la sociedad o social. Y al vivir yo de lo que se dice y llenar con ello mi vida he sustituido el yo mismo que soy en mi soledad por el yo-gente me he hecho gente. En vez de ser mi autntica vida me desvivo alterndola (V, p. 74, En torno a Galileo, 1933).

El individuo, la persona, dese que nace est sometido a la coaccin lingstica que esos usos representan. Por eso es la lengua materna, tal vez, el fenmeno social ms tpico y claro. Con ello penetra la gente dentro de nosotros y se instala all haciendo de cada cual un caso de la gente. La lengua materna socializa lo ms ntimo de nuestro ser y merced a ello todo individuo pertenece, en el sentido ms fuerte del trmino, a una sociedad. Podr huir de la sociedad en que naci y fue educado, pero en su fuga la sociedad le acompaa inexorablemente, porque la lleva dentro.. Este es el verdadero sentido que puede tener la afirmacin de que el hombre es un animal social (Aristteles, para decir social, usa la palabra poltico). Es social aunque sea, como pasa con frecuencia, insociable. Su socialidad o pertenencia a una determinada sociedad no depende de su sociabilidad. La lengua materna la ha acuado para siempre. Y como cada lengua lleva en s una figura peculiar del mundo, le impone, junto a ciertas potencialidades afortunadas, toda una serie de radicales limitaciones. Aqu vemos con toda transparencia cmo lo que llamamos el hombre es una acentuada abstraccin. El ser ms ntimo de cada hombre est ya informado, modelado por una determinada sociedad (VII, p. 254, El hombre y la gente, 1950).

El descubrimiento de que estamos fatalmente adscritos a un cierto grupo y estilo de vida es una de las experiencias melanclicas que, antes o despus, todo hombre sensible llega a hacer (III, p. 441, Para la historia del amor, 1926).

De Creer y pensar: Analice el lector cualquier comportamiento suyo, aun el ms sencillo en apariencia. El lector est en su casa y, por unos u otros motivos, resuelve salir a la calle. Qu es en todo este su comportamiento lo que propiamente tiene el carcter de pensado, aun entendiendo esta palabra en su ms amplio sentido, es decir, como conciencia clara y actual de algo? El lector se ha dado cuenta de sus motivos, de la resolucin adoptada, de la ejecucin de los movimientos con que ha caminado, abierto la puerta, bajado la escalera. Todo esto en el caso ms favorable. Pues bien, aun en ese caso y por mucho que busque en su conciencia, no encontrar en ella ningn pensamiento en que se haga constar que hay calle. El lector no se ha hecho cuestin ni por un momento de si la hay o no la hay. Por qu? No se negar que para resolverse a salir a la calle es de cierta importancia que la calle exista. En rigor, es lo ms importante de todo, el supuesto de todo lo dems. Sin embargo, precisamente de ese tema tan importante no se ha hecho cuestin el lector, no ha pensado en ello ni para negarlo ni para afirmarlo ni para ponerlo en duda. Quiere esto decir que la existencia o no existencia de la calle no ha intervenido en su comportamiento? Evidentemente, no. La prueba se tendra si al llegar a la puerta de su casa descubriese que la calle haba desaparecido, que la tierra conclua en el umbral de su domicilio o que ante l se haba abierto una sima. Entonces se producira en la conciencia del lector una clarsima y violenta sorpresa. De qu? De que no haba aqulla. Pero no habamos quedado en que antes no haba pensado que la hubiese, no se haba hecho cuestin de ello? Esta sorpresa pone de manifiesto hasta qu punto la existencia de la calle actuaba en su estado anterior, es decir, hasta qu punto el lector contaba con la calle aunque no pensaba en ella y precisamente porque no pensaba en ella.

Dentro de cada cual hay como dos hombres que viven en perpetua lucha: un hombre salvaje, voluntarioso, irreductible a regla y a comps, una especie de gorila, y otro hombre severo que busca pensar ideas exactas, cumplir acciones legales, sentir emociones de valor trascendente. Es aquel el hombre para el que solo existen los bravos instintos, el hombre de la natura: es este el que participa en la ciencia, en el deber, en la belleza, el hombre de la cultura.Imaginad al hombre cado al nacer en un absoluto aislamiento; cortadle toda comunicacin con el resto de los hombres; no llegar nunca a proyectarse su vida interior hacia fuera en el cristal de la palabra. Ahora bien, sin lenguaje no hay pensamiento: el pensar es un monlogo y el monlogo no es originario, sino la invitacin al dilogo, un dilogo de una sola dimensin. Con sugestivo candor Homero en lugar de decir que Hrcules piensa dice que Hrcules se habla a s mismo. La psicologa demuestra que sin el instrumento economizador del lenguaje el espritu no llega a formarse contenidos de alguna complicacin.El individuo aislado no puede ser hombre, el individuo humano, separado de la sociedad ha dicho Natorp- no existe, es una abstraccinLa materia real, concreta, es siempre un compuesto. El elemento simple de que se compone la materia, el tomo, es una abstraccin, no se puede hallar en ninguna experiencia: solo existe el tomo en unin con otros tomos. Del mismo modo, la realidad concreta humana es el individuo socializado, es decir, en comunidad con otros individuos: el individuo suelto, seero, absolutamente solitario, es el tomo social. Solo existe real y concretamente la comunidad, la muchedumbre de individuos influyndose mutuamente (I, p. 512-513, La pedagoga social como problema,, 1910).

el hombre como tal no es el individuo de la especie biolgica, sino el individuo de la comunidad. Concretamente, el individuo humano lo es solo en cuanto contribuye a la realidad social y en cuanto es condicionado por esta (I, p. 514, La pedagoga social como problema,, 1910).

El individuo, como tal, es siempre una caricatura. Por eso los griegos, que tanto saban de dignidad esttica, pusieron en sus tragedias los coros, muchedumbres simblicas encargadas de prestar resonancia humana y noble a las emociones personales de los protagonistas (I, p. 520, La pedagoga social como problema, 1910).

nuestro yo propio tiene que existir, quiera o no, encajado en un yo social, en una tradicin, en un mundo de ideas que no son suyas, con las cuales se encuentra y entre las cuales tiene que alojar las suyas propias; exactamente lo mismo que le acontece [encontrarse] con el mundo fsico.Cada poca nos parece, segn esto, como una ecuacin especfica entre razn y tradicin, entre la vida autntica de los individuos y la vida convencional, tradicional, comunista (XII, p. 89-90, Unas lecciones de metafsica, 1936).