teoría y sociología en el debate contemporáneo
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Teoría y Sociología en el debate contemporáneo
Iván Eliab Gómez Aguilar*
*Profesor de asignatura del Centro de Estudios Sociológicos, FCPYS.
Es quizá uno de esos consensos no explícitos dentro de la comunidad sociológica
considerar que la teoría representa el instrumento heurístico más sofisticado con el que
cuenta la disciplina para producir conocimiento. Es un consenso no explícito porque
genera muchos problemas clarificar en qué consiste exactamente el uso de la teoría en las
disciplinas sociales. Más aún, si se toma en cuenta la pluralidad de respuestas para refutar
la pretensión por definir unívocamente la naturaleza de la misma, se tiene entonces que la
polarización de posibilidades para enmarcar las reflexiones de las ciencias sociales dentro
de las coordenadas contemporáneas del debate sobre su carácter científico, resulta antes
que un problema en busca de una solución específica, una constante que se mantiene. El
objetivo de este breve ensayo es zanjar algunas líneas de discusión sobre lo que considero
la relevancia de la dimensión teórica en el desarrollo reflexivo de la sociología dentro del
contexto postpositivista de debate sobre el conocimiento científico. Con ello mi intención
es realizar algunas anotaciones sobre el papel de la teoría en la enseñanza de la sociología
y de forma particular, señalar algunos problemas que en la práctica de la actividad docente
suelen expresarse.
La teoría en el contexto post-positivista del conocimiento científico
En términos generales, la teoría cumple con dos objetivos fundamentales: por un lado
permite a la disciplina pensar la sociedad desde un ángulo específico y por otro, ayuda a
demarcar su trabajo como un discurso reflexivo diferenciado con respecto al conocimiento
común y otros saberes, es decir, ayuda a delinear su campo de estudio a través de la
clarificación de temáticas, problemas y objetos de investigación. Se puede señalar que
ambos objetivos establecen una relación cíclica, simultánea y compleja que debe asumirse
en todas sus consecuencias.
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El ejemplo más claro de esta doble funcionalidad de la teoría se encuentra en el trabajo de
autores clásicos de la sociología académica como Emile Durkheim o Max Weber, quienes
al indicar su manera de entender el objeto de estudio de la disciplina, daban al mismo
tiempo lineamientos para desarrollar el método más adecuado de trabajo para estudiarlo.1
En otro nivel de reflexión, ambos autores desplegaron una serie de trazos teóricos para
describir el carácter de la sociedad en la que vivían. Estos trazos pretendían coordinar, en
tanto teoría social, los esfuerzos por discernir la complejidad de aquello que se estaban
definiendo como objeto de estudio: las dimensiones constitutivas de lo social. De esta otra
forma, sus esfuerzos descriptivos pretendían articular una serie de ideas que ejemplificaban
cómo el flujo de los procesos históricos eran susceptibles de análisis sociológico -en tanto
que representaban un conjunto de eventos de largo alcance- que condensaban el significado
de las transformaciones que alumbraron a las sociedades modernas desde las sociedades
tradicionales.2 Por ello, el propio tema de la modernidad sigue representando ese horizonte
de preguntas comunes que se mantienen abiertas no tanto porque se haya encontrado un
modelo de descripción acabado sobre su contenido, sino porque mantiene la expectativa
respecto del carácter que poseen las sociedades en las que vivimos; una expectativa tan
elemental como la pregunta ¿en qué tipo de sociedad vivimos?, la cual fomenta y resulta
un incentivo para la continuidad de la investigación sociológica.
Si la teoría busca cumplir con estos dos objetivos, el de pensar la sociedad desde un ángulo
específico y el de demarcar el legado de la tradición, la cuestión no puede abordarse sin
partir de en un problema mucho más amplio, a saber: el de la naturaleza del conocimiento
científico, dado que el diálogo con la tradición así como la pretensión de describir la
sociedad se realiza bajo la expectativa general de realizar reflexiones sistematizadas dentro
de un contexto de conocimiento. Para estos fines, es pertinente reconocer tal y como ha
1 DURKHEIM; Emile (1895): Las reglas del método sociológico, Varias Ediciones; WEBER, Max; (1964): Economía y Sociedad. Esbozo de una sociología comprensiva. MÉXICO, Fondo de Cultura Económica Cfr. CASTAÑEDA; Fernando; La crisis de la sociología académica, Miguel Ángel Porrúa, Facultad de Ciencias Políticas y Sociales-UNAM2 Tradicionalmente se ha considerado analizar la relación inversa, esto es, preguntándose como las sociedades tradicionales llegaron a convertirse en sociedades modernas. Me parece más fructífero, sobre todo para evitar los sesgos teleológicos, comenzar a utilizar otro tipo de direccionalidad partiendo de la pregunta cómo llegamos a ser sociedades modernas desde y no a partir de. En el ámbito de la historia, el trabajo de Xavier Guerra es altamente ilustrativo al respecto, Cfr. GUERRA, Xavier; (2003): Modernidad e Independencias. Ensayos sobre las revoluciones hispánicas; MÉXICO: Fondo de Cultura Económica-Fundación Mapfre
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señalado Jeffrey Alexander, la distinción entre dos contextos de discusión que posibilitan
establecer ciertas coordenadas de debate sobre el tema.3 La diferencia sustancial que
plantea, radica en considerar que los análisis contemporáneos sobre la ciencia en general,
ya no están en interlocución con las premisas de la filosofía positiva que a muy grandes
rasgos influyeron de manera vital, aunque nunca de manera total, en el ideal normativo de
la ciencia durante gran parte del siglo XIX y la primera del XX.4 En un nuevo contexto,
estas premisas se consideran superadas, por lo tanto, se asume la permanencia de un
contexto postpositivista.
Las razones de este abandono son extensas y propias de una reflexión más sistemática,
pero básicamente se ubican en un eje de discusión relacionado con lo que el filosofó de la
ciencia Ian Hacking denominó crisis de la racionalidad.5 En el fondo esta “crisis” tiene que
ver con una discusión añeja, al menos en la sociología, acerca de una duda bastante
fructífera para la disciplina sobre cómo y en qué sentido se ha hilvanado el
condicionamiento de los conocimientos que una sociedad produce y concibe como
rendimientos racionales, con las condiciones socio-históricas que ella misma demarca.6
Entre otros, el trabajo pionero de Karl Mannheim en Ideología y Utopía es relevante
justamente porque permite ubicar y entender cómo desde inicios del siglo XX fueron
madurando aquellas tesis que consideran al conocimiento un conjunto de producciones
cognitivas tejidas por lo social.7 Si bien esto no detonó la completa ruptura con respecto a
3 La versión original de esta postura se encuentra formulada en ALEXANDER; Jeffrey, (1982): Theorical Logic in Sociology, University of California Press; Una versión sintética se encuentra en ALEXANDER Jeffrey; (1998):“La centralidad de los clásicos”; en GIDDENS, Anthony; TURNER; La teoría social Hoy, Alianza Editorial. Para una extensa exposición de la postura de Alexander se puede encontrar en MURGUÍA; Adriana (2009): El análisis sociológico de la cultura, MÉXICO: UNAM, Coordinación de Humanidades4Para un análisis claro sobre la vertiente más conocida del positivismo realizado a través del proyecto de Unidad de la ciencia véase, PELÁEZ, Alvaro; (2010): “La enciclopedia unificada de la ciencia y la cuestión de la transdisciplina” en PELÁEZ, A. SUÁREZ, Rodolfo (Coords.) Observaciones Filosóficas en torno a la Transdisciplina, MÉXICO, Anthropos/UAM-C; También GIDDENS,Anthony; (1978): “El positivismo y sus críticos” en BOTTOMORE, T., NISBET, R.; (Comps.)(2001):Historia del análisis sociológico, Buenos Aires: Amorrortu, pp. 273-296. 5 HACKING, Ian; (2001): Representar e Intervenir, MÉXICO: Instituto de Investigaciones Filosóficas-UNAM6 Se pueden encontrar esbozos de esta preocupación en la obra de Comte, en los albores del siglo XIX, cuando éste se preguntaba en el inicio de su Discurso sobre filosofía positiva, como es que se podía entender la forma de especulación de la Humanidad a lo largo de la historia, y por tanto los condicionamientos de estas formas de especulación. COMTE, Agusto,Discurso sobre el espíritu positivo, MADRID, Alianza Editorial7 Ha sido prototípica la interpretación de que la historia de la ciencia dio pie, a través del debate desarrollado por T.S. Kuhn, a inaugurar una nueva etapa de la filosofía de la ciencia. Cfr. KUHN, Thomas, S. El camino
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la perspectiva positivista, o como diría Hacking “crisis de racionalidad”, si marco un
alejamiento crítico, lento y constante de la misma. Con ello, la formulación de otro tipo de
propuestas de entendimiento que pasaron a debatir no sólo el conocimiento en general sino
la totalidad de los rendimientos racionales de la empresa científica.8
Por todo lo anterior, el conjunto de discusiones sobre la fundamentación del conocimiento
científico ha dado un giro importante con respecto a la tradición filosófica que la alentó
durante los últimos tres siglos.9 Las confrontaciones actuales sobre la re-configuración de
la noción de ciencia y el consecuente significado del papel que la teoría puede cumplir en
ese marco se entienden mejor en este contexto. Siguiendo la marca de Alexander, la
vertiente contemporánea de la sociología utilizaría este nuevo contexto para establecer una
serie de aristas que guíen el desdoblamiento de sus reflexiones, las cuales sin negar su
condición científica tampoco desconocen la historicidad de los debates que la constituyen.
El contraste es claro si uno revisa por ejemplo una prototípica visión positivista de la
ciencia, como la expresada por el funcionalismo tardío de Robert K. Merton. Se recordará,
que en el trabajo de Merton aparecen respuestas lógicas para conciliar el quehacer
sociológico bajo el postulado general de que la ciencia avanza en una dirección
acumulativa, aún y cuando éstas deban responder al carácter cualitativo propio en el
análisis lo social10.
Como se podrá suponer, en un contexto postpositivista de debate sobre la fundamentación
de la ciencia, estos dilemas y retos a los que aspiraba Merton dar respuesta, desaparecen,
pues se generan otras condiciones de posibilidad para fundamentar la validez del
conocimiento que ellas producen. En este sentido, decir que la ciencia es tejida por lo
social significa que el peso de las interpretaciones sobre el uso de la teoría es
desde la estructura. BARCELONA: Paidós, Los retos de esta herencia se muestran en la emergencia de un campo multidisciplinar denominado Ciencia, Tecnología y Sociedad. Así mismo, la última oleada reflexiva respecto al papel de la ciencia en sociedad se ha desarrollado en la vía de la Epistemología Social analítica y política. Cfr. FULLER, Steve; Social Epistemology, BLOOMINGTON: Indiana University Press; VALERO; Miguel Angel; El giro político de la epistemología, MADRID: Nueva Visión8 En otro lugar he apuntado que la figura de un cambio intelectual sobre las concepciones del conocimiento científico resulta sugerente.Cfr. GOMEZ, Aguilar; Iván Eliab; (2011): Coordenadas disciplinares a debate. Verdad, poder y tiempo en la sociología y filosofía de la ciencia, Editorial Académica Española 9 SHAPIN, Steve; La revolución científica. Una visión alternativa., Barcelona: Paidos10 MERTON; Robert, K.; “Historia y sistemática de la teoría” y “Teorías de alcance intermedio” en MERTON, Robert. (1964): Teoría y estructuras sociales, México: Fondo de Cultura Económica, 2002.
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incuestionable. Así mismo, la carga teórica de la observación es una circunstancia que
replantea el tema de la experiencia y la evidencia, elementos cruciales en la formulación de
hipótesis, afirmaciones y comprobaciones.11 Esto confabula en favor de cuestionarse en
qué sentido se puede aseverar que la ciencia avanza.12 Si a esto se suma la revalorización
del lenguaje y los discursos en la constitución de los ámbitos de conocimiento, y el hecho
de que las expectativas de conocimiento no avanzan sin el reconocimiento de amplios
sectores de intereses sociales, queda claro que la idea de una ciencia circunscrita a las
tensiones sociales es más compleja de lo que parece.
Frente a todo este cúmulo de problemas, la propuesta de Alexander es útil no porque de
respuesta a todas las inquietudes, sino simplemente porque reconoce el contexto de
discusión e introduce en él los problemas nodales de la fundamentación sociológica. Es por
ello que el tema de la interpretación del trabajo de la sociología clásica puede darse desde
esta otra palestra de valoración,13 así también, la reconceptualización sobre la vinculación
de la teoría con el análisis empírico se moviliza con otro tipo de preguntas. En síntesis, en
ella se resalta el hecho de que la potencialidad de la teoría sociológica se puede leer desde
otros parámetros. La ciencia antes que ser acumulativa, se caracteriza por la relevancia que
adquiere el reconocimiento del ejercicio de la interpretación.14 Esto posibilita entre otras
cosas que la teoría adquiera sentido porque mantiene cierto horizonte de discusión a partir
de las temáticas de análisis, las cuales permiten un diálogo con la sociología clásica, dada
la continuidad de expectativas sobre la explicación del mundo social moderno. Pero al
mismo tiempo, también es posible el establecimiento de una serie de análisis que dan
continuidad a estás temáticas en diferentes niveles de expresión de lo social. Por ello, el
análisis empírico nunca dejará de ser pertinente. En ese sentido la sociología se hace más
11 Un excelente trabajo que profundiza en estas posturas se encuentra en BARNES, Barry; BLOOR, David; HENRY,John; (1996): Scientific Knowledge. A Sociological Analysis, University Chicago Press12 KUHN, Thomas, S. (1962) La estructura de las revoluciones científicas. Fondo de Cultura Económica Esta es la conclusión que reafirmará en la postdata agregada años más tarde...Una respuesta crítica a esta visión se encuentra en LAUDAN, Larry; 13 ALEXANDER, Jeffrey; (1998): La centralidad de los clásicos.. Op. Cit...; ALEXANDER; J.; (1992): “¿Qué es la teoría?” en Las teorías sociológicas desde la segunda guerra mundial, Barcelona, Gedisa14 No es que el tema haya pasado desapercibido. El ejercicio de interpretación que buscaba instaurar una sociología interpretativa en oposición a una sociología de carácter naturalista ha estado presente desde Max Weber. Cfr. GIDDENS, Anthony; (1978): Las nuevas reglas del método sociológico, Buenos Aires: AMORRORTU.
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compleja, no necesariamente porque acumule más preguntas sino porque formula otras
nuevas que se bifurcan entre un dialogo con la tradición y nuevas expectativas de
conocimiento. De ahí que la lectura que ofrece Alexander sobre como la sociología
conjugan estas pretensiones de conocimiento, represente una vía de expresión sintética del
contexto de discusión contemporáneo.
Un par de ejemplos ayudaran a comprender mejor este doble momento. Cuando se habla
de mantener el horizonte de discusión, a lo que se está remitiendo es a la permanencia de
cierta conexión entre el debate clásico y contemporáneo al interior de la disciplina. La
expresión de dicha conexión resulta clara y hasta prototípica en uno de los campos de
investigación que hoy goza de amplio reconocimiento como lo es la sociología del tiempo.
Casi ningún sociólogo contemporáneo que desee introducirse en este campo, pasaría por
alto no remitirse, formarse, y debatir con los trazos teóricos de la obra tardía de Durkheim,
a propósito de la defensa de estilo neokantiano expresada en el prefacio de Las formas
elementales de la vida religiosa. 15 Como se recordará, en esta obra Durkheim afirmaba que
la distancia entre la estructuración del tiempo con respecto a las pautas del ritmo temporal
que rigen el conjunto de actividades que acontecen en comunidad, era sumamente estrecha.
Con ello Durkheim postulaba el carácter social en la naturaleza de las coordenadas espacio
temporales al mismo tiempo que estaba zanjando la fecundidad de una pregunta
sociológica que en la actualidad sin duda se ha revitalizado. Ahora bien, en tanto discusión
teórica, aún y cuando su postura ha sido constantemente debatida, también ha sido
fructífera en el sentido de que ha marcado la guía de una tradición. Lo relevante aquí no es
revisar que tanto se ha afirmado o rechazado lo señalado por Durkheim en esa obra, sino
resaltar la interlocución que diversos autores de diferentes generaciones han tenido con sus
tesis, es decir, cómo de esta afirmación se han desprendido varias preguntas que atañen a la
relación de las formas sociales del tiempo.16 Por otra parte, la reflexión sociológica de
carácter teórico sobre el tiempo, ha influido, aunque no de manera mecánica, en la
15 BERAIN, Joxesto; “Las formas complejas del tiempo en la modernidad” en ACTA SOCIOLÓGICA, No. 49, 2009, Centro de Estudios Sociológicos, FCPyS-UNAM16 En la sociología de habla hispana, hay una tradición que ha madurado rápidamente en esta dirección con obras que discuten teóricamente el contenido de la sociologización del tiempo y temporalización de la sociología. Cfr. RAMOS, Ramón, (Comp.) (2002): Tiempo y sociedad , MADRID, Centro de Investigaciones Sociológicas-SigloXXI,Ed., VALENCIA, Guadalupe; (2007): Entre cronos y kairós. Las formas del tiempo sociohistórico, BARCELONA: Anthropos-CEIICH-UNAM
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multiplicación de los análisis sobre el mismo. Esto es, el estudio sobre el tiempo también
se ha conducido por vías de carácter más empírico: el análisis de los usos sociales del
tiempo, la marca de los códigos simbólicos que imperan en la nociones temporales dentro
de las sociedades contemporáneas, el ritmo de los cambios conceptuales en las ciencias
sociales y humanidades, son por mencionar algunos, vetas de investigación que multiplican
las unidades de análisis sobre el estudio sociológico del tiempo. 17
Hay un ejemplo más que podría ser ilustrativo no sólo de las veredas por las cuales puede
transitar la discusión teórica de la sociología en diálogo con la tradición clásica a partir de
las temáticas de investigación, sino que además, permite aclarar la interlocución que el
debate teórico puede mantener con otras tantas disciplinas sociales. Me refiero a la
reflexión sobre el poder.
Respecto de este tema toda intento de análisis tiene a su disposición un conjunto extenso
de autores con los cuáles iniciar un proceso de reflexión. Es muy difícil negar que desde el
siglo XIX el tema ha sido central para la discusión sobre la naturaleza de la sociedad
moderna.18 De hecho el tránsito que hay entre los pensadores del contrato social a los
teóricos de la sociedad ejemplifica la persistencia de la reflexión sobre la naturaleza del
poder. Pero ¿qué aportes realizó la sociología clásica sobre esta discusión para que
consideremos el nacimiento de una nueva perspectiva de análisis del poder? En estricto
sentido, el debate teórico que autores como Karl Marx o Max Weber comenzaron a
perfilar, muestran un análisis que marcan una diferencia cualitativa frente a las
concepciones que habían predominado sobre la autoridad, su génesis y su mantenimiento.
Si se revisa el contenido de la obra de Marx, el ejercicio del poder a través de diversos
procesos de constitución de la autoridad es ya un fenómeno complejo. Los trazos generales
de esta perspectiva se muestran en toda la exposición de la teoría de la sociedad que realiza
a lo largo de su obra. En primera instancia, el ejercicio de poder podría entenderse como un
17 A su vez, estas vetas reensamblan en su trabajo con el debate clásico, duplican la interpretación sobre la valoración de la discusión clásica y su pertinencia con los análisis contemporáneos. Un ejemplo de estás formas de reactualización se encuentran en los estudios sobre el cambio conceptual en la sociología. Cfr. ZABLUDOVSKY, Gina (coord.)(2007): Sociología y cambio conceptual. De la burocracia y las normas al cuerpo y la intimidad, MÉXICO: Siglo XXI Eds. 18 En su estudio clásico sobre las ideas que dieron pie a la formación del pensamiento sociológico, R. Nisbet apuntaba como una “idea-elemento” a la dicotomía autoridad-poder. NISBET, Robert; La formación del pensamiento sociológico; Buenos Aires: Amorrortu
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condicionamiento histórico que se manifiesta por vía doble: por un lado a través de las
instituciones que responden a la lógica que se constituye a través de un conglomerado que
denomina infraestructura. Esto explica por qué no solo el derecho, ni el Estado, pueden
verse como los límites del marco normativo que restringe la actividad de los sujetos, sino
también la ideología, la educación, el arte y todas aquellas instituciones sociales ejercen un
poder de hacer posible horizontes de acción e imaginación de las condiciones históricas de
los sujetos. Lo relevante es que la complejidad del ejercicio del poder no se limita a este
conjunto de instituciones infraestructurales, pues el problema del poder se amplia cuando
se postula la conexión que hay entre este conglomerado infraestructural con respecto de la
condiciones superestructurales que constituyen el núcleo del modo de producción
dominante. En este sentido, superestructura e infraestructura multiplican los hilos por los
cuales el poder se ejerce, estableciendo una matriz que comienza con la confección de los
modos de producción y que se extiende por todo el conglomerado social que responde a la
lógica de un modo de producción determinado.
En una interpretación diferente, Max Weber ofrecía en su sociología del poder una visión
que tenía por intención problematizar la noción de legitimidad respecto de constitución de
la autoridad. Esto le permite distinguir las nociones de poder y autoridad, cuestión crucial
para observar la complejidad de las formas de expresión de la dominación a través de tres
formas: legal, tradicional y carismática. ¿Qué logra Max Weber con estos postulados?
Asienta los horizontes de cuestionamiento sobre cómo se configuran los regímenes de
autoridad en las sociedades modernas y el tránsito que éstas realizaron para
institucionalizar una forma de autoridad basada tanto en la legitimidad como también en
los métodos procedimentales del derecho y la política. Es por ello que en este largo
apartado perteneciente a Economía y Sociedad, Weber se ve en la necesidad de culminar
reflexionando sobre los partidos políticos, en un intento por identificar las aristas que
modelan este forma de ejercicio de la autoridad.
El tema es tan amplio que es imposible identificar aquí si en verdad Weber es en realidad
punto de partida de esta forma de problematizar el tema del análisis sociológico del poder,
así como de observar todas las reminiscencias que dichas tesis han tenido no sólo en la
sociología sino en la ciencia política, antropología e incluso en la filosofía que estudia el
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fenómeno de lo político. Y sin embargo es importante reconocer que la reflexión de Weber
al respecto de la naturaleza de la autoridad, tiene la cualidad de consolidar una perspectiva
teórica que por un lado fomenta el incremento de preguntas, no en el sentido de elementos
trascendentales del poder, sino de interés por los hechos fácticos que se articulan en una
aparato de autoridad y se entrelazan con los mecanismos que ese aparato construye para
asentar su ejercicio. Este postulado teórico se ha actualizado en las discusiones
contemporáneas y aún en las consideradas clásicas, como el caso de la crítica de Gramsci
al postulado marxista de la dirección unívoca de la infraestructura y superestructura antes
descrito; crítica que hizo posible que el concepto de Hegemonía fuera revalorizado,
teniendo hoy un amplio seguimiento en toda la tradición contemporánea de los estudios de
la subalternidad.
Por otro lado, la extensa recuperación de la obra de Foucault, sin exagerar la deuda que
tiene con Weber, desde luego si estableció un precedente. Sobre todo si se piensa que la
sobrecarga de expectativas en la interpretación actual de la obra Foucault, una
consecuencia ha sido ignorar los potenciales diálogos que podrían mantenerse entre las dos
perspectivas. Por ejemplo, en las célebres conferencias dictadas en Brasil sobre la Verdad y
las formas jurídicas, ¿qué tanto se está postulando una versión diferente a la relación
infraestructura y estructura del pensamiento marxista o bien que tanto se está obviando la
relación de complejidad de la que hablaba Weber en el tipo de dominación institucional?
Desde luego, este es un debate teórico que es digno de mantener constante.
Un tema aparte, es la posición que han ocupado todos los estudios empíricos sobre el poder
que han provenido más de la ciencia política y el estudio de las fuerzas que se
correlacionan en sistemas democráticos. Lo que queda claro es que uno siempre podrá
mirar estos estudios a partir de una matriz teórica con la cuál dar relevancia a los hallazgos
revelados.19
A la luz de estos ejemplos de la sociología del tiempo y el análisis sociológico del poder,
podemos comprender de forma más adecuada el alcance de la propuesta de Alexander. En
ella, se concibe a la teoría como parte de un continuum del trabajo científico. Es decir,
cuando lo que se produce es una pretensión por conocer el mundo social desde una palestra
19 LUKES, Steve, (2005): Power. A radical View, Palgrave Macmillan, 2nd Edition
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científica, lo que hay es el ensamblaje de un posicionamiento teórico con respecto a uno de
carácter ontológico que implica a su vez adoptar características metafísicas sobre el
mundo. Esto es claro en los debates que retoma Max Weber para afirmar la posibilidad de
estudiar la realidad social y en la continuidad que da al ideal kantiano en términos de
expectativa moral, pues es evidente su interés por privilegiar la descripción de los hechos
fácticos por encima de dicha expectativa.20También es claro como en la sociología del
tiempo, retornar a Durkheim implica ya, considerar la concepción de mundo que tenía en
mente el sociólogo francés. Así mismo, el debate teórico puede hacer posible un diálogo
con unidades de análisis empírico, metodologías e instrumentos de investigación.
Siguiendo el mismo caso de Max Weber, éste postulaba la fecunda idea de los conceptos
metodológicos en el entendido de abonar reflexiones sobre instrumentos para el desarrollo
del análisis empírico.21 Y de hecho, sigue siendo ejemplo de cómo pensar la teoría en
función de la flexibilidad de las expresiones de la realidad social.
Ambos ejemplos también permiten entender que la propuesta de Alexander no está
descubriendo un hilo negro, y sin embargo es, a propósito de estos debates, muy claro
respecto del tipo de niveles de segmentación del conocimiento que puede desarrollar la
sociología. Por otro lado, esta misma concepción es muy sugerente en el sentido de que
reduce ciertos problemas imputados comúnmente a la teoría. Por ejemplo, en el sentido de
discutir el antiguo dilema de la relación teoría/praxis22 o aquel en donde se cuestiona cómo
la teoría resulta susceptible de ser instrumento de investigación para describir punto por
punto la realidad.
Se verá que dentro de lo ya expuesto, en un contexto postpositivista, la noción de teoría no
tiene porque pretender calcar un mapa de la realidad de las mismas dimensiones. Esto nos
llevaría a la paradoja borgiana de los cartógrafos en la que se preguntan sobre la escala
20 ALBROW, Martin; La sociedad como hechos construidos: el enfoque de Weber de la realidad social, Estudios Sociológicos, COLMEX, IX, 26 1991 21“Su interés por los métodos de investigación, el uso que les dio y su inclinación por los modelos de acción económica racional son prueba de su compromiso con una ciencia de la realidad y no con la filosofía.” ALBROW, Martin; ibíd. p. 340 22“Es por esto por lo que los términos “compromiso” y “distanciamiento” son completamente inútiles como herramientas del pensamiento cuando en ellos se quiere ver dos tendencias independientes del ser humano. Estos términos no remiten a dos grupos separados de hechos psíquicos; utilizados en un sentido absoluto son en el mejor de los casos, conceptos limítrofes...” ELIAS, Norbert; (1983):Compromiso y distanciamiento, BARCELONA: Ediciones Península
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considerada idónea para alcanzar la mayor exactitud. En cierta manera, la teoría centra sus
objetivos en algo quizá más modesto, pues en un sentido muy elemental ésta representa un
juego mental que permite reconstruir, en diferentes niveles, aspectos constitutivos de la
realidad social.23 Es también una construcción autónoma, con la salvedad de que esta
característica no significa que niegue el diálogo con los niveles ya señalados, sino
simplemente que implica su propia complejidad y como tal hay que trabajarla. Todo esto es
una ganancia comprensiva que se permite dentro de la concepción postpositivista.24
Ahora bien, si la teoría es un juego mental que puede desdoblarse en ciertos niveles de la
realidad para entender algunos procesos de constitución social, (i.e. sistemas, estructuras,
valores, normas, motivos, patrones de institucionalización, patrones de comportamiento,
corporalidades), la pregunta que surge es ¿cómo hacer compatible esta concepción de la
teoría con la pretensión de justificar el carácter empírico de la sociología? ¿Existe o puede
existir una conexión casi mecánica de las formas de teorización de la realidad y la
investigación empírica? Porque lo que ha postulado Jeffrey Alexander como una lectura
del contexto postpositivista, lo mismo ha sido reinterpretado por distintos autores en otros
lugares, desde la formulación de Las nuevas reglas del método sociológico de Anthony
Giddens25 hasta la crítica a la interpretación “Habermasiana” del pragmatismo realizada
por Hans Joas26; o bien desde una tradición específica y aparentemente alejada de estas
expectativas, como se esperaría del mismo Niklas Luhmann.27
Todos ellos coinciden en que la relevancia de la teorización en sociología no implica un
23 Ya Kuhn había alertado sobre la relevancia de los juegos mentales en la ciencia. Cfr.,(1977):“La función de los experimentos imaginarios” en (1996): La tensión esencial. Estudios selectos sobre la tradición y el cambio de la ciencia, MÉXICO: Fondo de Cultura Económica.24 Es innegable que hay un conjunto de debates en torno a la utilidad de la metáfora, los condicionantes del Imaginario social en los procesos cognitivos de reflexión, la actitud lúdica en torno a la creación del conocimiento los cuales desde luego están conectados con la idea de “juego mental”, aunque dicho debate se extiende a las pretensiones de este trabajo. Para una introducción interesante aunque no exenta de polémicas véase: LAZCANO, Emannuel; (2009): Las metáforas que nos piensan. Sobre ciencia, democracia y otras poderosas ficciones, Buenos Aires: Ediciones Bajo Cero. Un estudio clásico al respecto lo trazó Mills en su multicitado libro: MILLS, Wright; Charles; La imaginación sociológica, MÉXICO: Fondo de Cultura Económica25 La doble hermenéutica de la que hablaba Giddens en Las nuevas reglas del método sociológico.26 JOAS; Hans, (1988): El Pragmatismo y la teoría de la sociedad , MADRID, SigloXXI/Centro de Estudios Sociológicos27LUHMANN; Niklas, (1998): Sistemas Sociales. Lineamientos para una teoría general , MÉXICO: Anthropos, Universidad Iberoamericana, Pontificia UniversidadJaveriana
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desconocimiento respecto de la importancia del análisis empírico. Ninguno de estos
autores rehuiría en afirmar que una de las fortalezas de la disciplina sociológica está en su
conformación como análisis empírico. En otro sentido, no se puede obviar que éste ha sido
un llamado persistente dentro de la tradición sociológica; el constituirse a partir de una
noción si se quiere bastante básica de referencia al mundo empírico ha sido una constante.
LA ENSEÑANZA DE LA TEORÍA
Hay que considerar que la reflexión sobre la naturaleza de la teoría también tiene que
tomar en cuenta como un nivel inherente a su propia constitución el proceso de su
enseñanza dentro de la misma comunidad, cuestión que en términos de la sociología
pública de la que hablaba Buroway hace unos años, implicaría la reproducción del
segmento que representa la sociología de pares.28 Clarificar este problema lleva a distinguir
otro tipo de cuestiones fundamentales sobre la teoría. Una pregunta básica es pertinente
para introducir la cuestión: ¿Cuál es la diferencia entre reflexionar sobre las teorías y hacer
teoría en sociología? La pregunta desde luego no busca mantener una separación tajante
entre ambos polos señalados, lo que busca en realidad es distinguir dos momentos dentro
del ejercicio de teorización. Hacer teoría en sociología no es formular un conjunto de
axiomas generales basados en corroboraciones empíricas. Hacer teoría en realidad se ha
convertido en un ejercicio de diálogo con las temáticas de problematización que se marca
en dos momentos, por un lado como ejercicio de interpretación del contexto de discusión y
por otro, como la formulación de inquietudes y observaciones a resolver en las líneas
argumentativas de esas discusiones revisadas. Lo primero es reflexionar sobre la teoría, lo
segundo es hacer teoría. No sobra decir que el primer momento va ligado al segundo, lo
que no significa que siempre se tenga que derivar en él. Si continuamos con la metáfora del
juego mental, lo que resta es asumir que la diversidad de teorías sociológicas se mueven en
un marco de referencia de expectativas de entendimiento. La existencia de diversos juegos
mentales demanda entonces adentrarse en cada uno de ellos para entender las reglas del
28 BUROWAY, Michel; “Hacia una sociología pública” en Política y Sociedad, 2005, Vol. 42, No. pp. 197-225
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juego, comprender la particularidad de cada uno.29
No obstante, a pesar de la diversidad de posturas teóricas, ellas no se mueve sino sobre una
serie de coordenadas que delimitan el campo de acción: todas refieren en algún grado
procesos de constitución de lo social, aún y cuando todas recurran a reglas específicas
aparentemente incomunicables las unas con las otras, en realidad la incomunicación nunca
acontece, pues la interlocución entre una serie de teorías se alcanza gracias a que las
temáticas representan los vasos comunicantes entre esta diversidad de teorías para
mantener así, un diálogo lleno de polémicas, contradicciones, y paradojas. Por ejemplo, yo
puedo comprender perfectamente que la temática de la acción social tiene una expresión
conceptual en la perspectiva teórica de Weber y aún así distinguir que los hechos sociales a
los que apela Durkheim como objetos de estudio de la sociología, se observan a partir de la
misma inquietud del sociólogo alemán, a saber: entender qué aspectos de la realidad tienen
una cualidad social y cómo es que es posible estudiarla. Un ejemplo reciente se encuentra
en el tratamiento del tema de las emociones desde la sociología. Éste se ha convertido en
una cuestión relevante para el debate contemporáneo de la disciplina aunque ello no
implica que todos los autores que reflexionan por ejemplo acerca del amor, conviertan al
objeto en una cuestión a descifran en un sólo plano. No es lo mismo lo que escribió
Luhmann hace casi treinta años acerca de las funciones del amor como un código
simbólicamente generalizado que hace posible la comunicación,30 que la interpretación
negativa realizada por Baumann utilizando la extrapolación de una metáfora de raigambre
marxista a propósito de que todo lo sólido se desvanece.31La riqueza de la diversidad no
radica en que mejoramos el esquema de reconstrucción de la realidad, sino que podemos
reformular el contenido de la realidad de varias maneras. He ahí la complejidad de
reflexionar teóricamente desde la sociología.
Es interesante apuntar que hay un conjunto de temáticas que han tenido más incidencia en
la reconfiguración de los modelos que guían la teoría sociológica contemporánea. Si hasta
ahora se ha seguido la discusión, parece que el tema del conocimiento científico es una
29
30 LUHMANN, Niklas; (1982): El amor como pasión. BARCELONA: Ediciones península, 200831 BAUMANN, Zygmun (2005): Amor líquido. Acerca de la fragilidad de los vínculos humanos, MÉXICO: Fondo de Cultura Económica
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constante, a propósito del papel que puedan tener estos debates como referencia para la
fundamentación de la reflexión sociológica.32
Pero de forma similar, dos de las temáticas que más han incidido en la reformulación de la
teoría sociológica contemporánea para repensar el problema del orden social se ubican en
el problema de la Cultura (ya sea en sus programas fuertes o débiles) así como en la
revalorización de los usos del lenguaje. Algunas anotaciones al respecto identificarían por
ejemplo cómo recién pasada la segunda mitad del siglo XX la cuestión del lenguaje
comenzó a ser utilizada como un problema central para entender el mantenimiento de
estructuras colectivas que los agentes mediaban en función de su capacidad de
interpretación de las normas y reglas. Antonhy Giddens fue uno de los primeros aunque no
el único en sintetizar este cambio en el entendimiento de los problemas centrales de la
teoría.33 Con respecto al tema de la cultura, no está demás decir que éste ha sido una
preocupación añeja dentro de la tradición disciplinar, sin embargo lo que ha sucedido es
que la actualización de estas preocupaciones han hecho de la pregunta sobre el papel de la
dimensión cultural una cuestión central para el desempeño del estudio de lo social. Desde
luego estas visiones no están exentas de críticas y ambigüedades por considerar en algunas
versiones a la cultura como un sustituto de lo social,34 pero eso ya es nuevamente, un
debate sobre las teorías, sobre los juegos mentales y sus reglas para el entendimiento o no,
de un fenómeno social. Lo que se puede señalar es que lenguaje y cultura al igual que el
tema del conocimiento científico, son cruciales para la teoría sociológica contemporánea
porque se han constituido como temáticas generales en torno a las cuales se han
establecido los linderos del debate sobre la producción de lo social.
Ahora bien ¿cómo realizar la enseñanza de todas estas cuestiones fundamentales de la
teoría sociológica hasta aquí abordadas? Por un lado, la enseñanza de la teoría sociológica
vista como un proceso de transmisión y reflexión de conocimiento, enfrenta algunos retos
de recepción e interpretación del público al que está dirigido. Señalemos algunos de ellos.
En el proceso de formación de cualquier generación de sociólogos, no en pocas ocasiones
32LITLLE, Daniel; (2009): “The Heterogeneus Social: New Thinking About Foundations of Social Sciences” en MANTZAVINOS (Ed.) Philosophy of the Social Sciences, Cambridge University Press. 33 ORGIEN, Albert; (2007): Las formas sociales del pensamiento. La sociología después de Wittgenstein, Buenos Aires: Nueva Visión.34 Cfr. MURGUÍA; Adriana (2009): El análisis sociológico de la cultura...Op. Cit.
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se expresa un fenómeno interesante: la compaginación de expectativas de los estudiantes
respecto de las teorías sociológicas (sean de carácter micro-macro) resulta un reto dentro
de cualquier aula debido principalmente a que conforme avanzan los cursos, los
estudiantes se encuentran más interesados en campos de estudio específicos que
difícilmente hayan enlace con las problematizaciones dadas en asignaturas en las que el
tema central es la Teoría social ofrecida desde la sociológica.
Desde luego este no es un problema del carácter de ese tipo de teoría, pues sus funciones
son como ya se ha señalado, otras. En realidad es un problema doble que atañe tanto de
disponibilidad de recepción, reflexión e interpretación de ese conocimiento de parte del
público, así como de la pertinencia para ubicar el espacio curricular en donde se deba
compaginar el debate sobre el conocimiento teórico de parte de los pares que realizan y
diseñan la función docente.
Un segundo problema es una cuestión que tiene que ver con la naturaleza de la discusión
contemporánea sobre la teoría. Considerando que la complejidad del campo de la teoría
social de raigambre sociológica ha hecho que este pase a ser un ámbito propio de
especialistas, entonces, la problemática sobre la teoría tiene una legitimidad que no parece
necesario reivindicar. El problema radica en cómo socializar esa legitimidad en el amplio y
diverso campo de la comunidad estudiantil sociológica.35Cómo despertar y mantener
interés respecto a la temática teórica y a las dimensiones teóricas de las temáticas de
investigación. Cómo hacer confluir las expectativas cada vez más especializadas de los
alumnos con el diálogo teórico clásico y contemporáneo. En síntesis, me parece que estás
preguntas las cuales obedecen a la confusión de procesos de la propia teoría, representan
parte de los problemas que actualmente está enfrentando la enseñanza de la teoría
sociológica.
Si el reto está en hacer reflexionar a los alumnos sobre el hecho de que la teoría se
convierte en un objeto de estudio, al mismo tiempo de que la vinculación entre las teorías
con respecto a la investigación es crucial en el sentido de que alimentan los esquemas de
problematización de las temáticas que guían el trabajo sociológico así como la potencial
35 A este respecto es útil la tipología que ofrece BURROWAY sobre las diferentes formas de expresión de las sociología: profesional, crítica, práctica y publica.
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formulación de nuevas, entonces el énfasis bien podría comenzar con la distinción de dos
operaciones: el debate sobre teoría y la observación metateórica de concepciones teóricas
que se compaginan, confrontan, debaten, o bien resultan en casos constantes
inconmensurables. 36 Como señalaba más arriba, hay una diferencia entre reflexionar sobre
la teoría y hacer teoría.
Esto nos remite a un tercer problema en la enseñanza: ¿cómo socializar la imagen de que la
relación entre teoría-mundo empírico, es más una tensión que genera diálogo y conflicto?
Esto es, ¿por qué esperar que exista un diálogo abierto, consensuado entre quienes hacen
teoría y quienes hacen investigación empírica? Es bastante difícil tratar de decir, sobre todo
en el nivel de la teoría sociológica, que no se trata de una descripción punto por punto de la
realidad, sino que esas reflexiones son sólo puertas de entrada para reflexionar sobre los
problemas.
En este sentido, la realidad empírica siempre se “sobrepondrá” a los descrito teóricamente,
pues como se recordará, la teoría no es una transcripción exacta de la realidad. Pero de
hecho, el tratar de confrontar teoría-empiria supone conceder la existencia de parámetros
unitarios para evaluar dos ámbitos que en la práctica se rigen por lógicas diferentes de
ordenamiento. Por esta razón, la reflexión sobre la teoría entendida como ejercicios que
busca registrar la consistencia interna de cada proyecto, es crucial ya que al convertirse en
un ámbito especializado establece su propia legitimidad como formulación de preguntas,
como “ejercicios de rutina”, en palabras de Nafarrate, sobre una forma peculiar de
reconstruir el mundo social sin la necesidad de arriesgar toda su validez, en la
corroboración empírica de sus afirmaciones.
Algunas disposiciones para leer teoría
Para finalizar me gustaría apuntar algunas cuestiones que considero ayudan y facilitan el
ejercicio de reflexión teórica. Son por ello disposiciones para leer y reflexionar sobre el
trabajo teórico de la disciplina, pues en el fondo generan incentivos para dar un mejor
entorno a este tipo de trabajo.
36 LITLLE, Daniel; (2009): The Heterogeneus Social... Op. Cit.
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a) Convergencia entre teoría social y e historia social. Si se concede que en última
instancia el esquema bajo el cual la teoría sociológica se remite dentro de sus reflexiones
es la lógica de transformaciones que conllevaron a la estructuración de las sociedades
modernas, entonces lo que facilitaría comprender su “aplicación” sería un alto contenido
de información referente a la historia social. Esto es, el conocimiento no sólo monográfico
de los procesos que en los últimos tres siglos han sido torales en la emancipación de la
racioanalidad occidental.
b) Vinculación de las expectativas de los alumnos entre la teoría y sus proyectos de
investigación. En tanto que la teoría no es una descripción punto por punto de la realidad,
sino una dimensión que problematiza y permite la construcción de preguntas de
investigación, la oferta curricular de cursos que se adapten a las expectativas de
investigación de los alumnos es importante, pues de esa forma, al mismo tiempo que se
generaría un acompañamiento de la construcción de la investigación, el alumno encontraría
mayor eco y coherencia con respecto a sus intereses académicos prácticos. Por ello me
parece que el incremento en la oferta de asignaturas de temas selectos de teoría ayudaría a
mitigar este problema.
c) Compromiso para el debate teórico. Finalmente, pensar sociológicamente requiere sin
lugar a dudas de un compromiso con respecto al análisis teórico, el cual sólo puede
alcanzarse con rutina, compromiso e imaginación. Para ello, la rigurosidad conceptual, así
como la comprensión de las dinámicas de debate y la articulación de las perspectivas
temáticas diferenciadas sólo son alcanzables si se parte de un compromiso con la
convicción de que el de trabajo sociológico tiene más pertinencia que nunca en el mundo
social moderno: ser objeto y a la vez sujeto de conocimiento, una circunstancia insalvable
desde la perspectiva sociológica.
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