teoría y sociología en el debate contemporáneo

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Teoría y Sociología en el debate contemporáneo Iván Eliab Gómez Aguilar* *Profesor de asignatura del Centro de Estudios Sociológicos, FCPYS. Es quizá uno de esos consensos no explícitos dentro de la comunidad sociológica considerar que la teoría representa el instrumento heurístico más sofisticado con el que cuenta la disciplina para producir conocimiento. Es un consenso no explícito porque genera muchos problemas clarificar en qué consiste exactamente el uso de la teoría en las disciplinas sociales. Más aún, si se toma en cuenta la pluralidad de respuestas para refutar la pretensión por definir unívocamente la naturaleza de la misma, se tiene entonces que la polarización de posibilidades para enmarcar las reflexiones de las ciencias sociales dentro de las coordenadas contemporáneas del debate sobre su carácter científico, resulta antes que un problema en busca de una solución específica, una constante que se mantiene. El objetivo de este breve ensayo es zanjar algunas líneas de discusión sobre lo que considero la relevancia de la dimensión teórica en el desarrollo reflexivo de la sociología dentro del contexto postpositivista de debate sobre el conocimiento científico. Con ello mi intención es realizar algunas anotaciones sobre el papel de la teoría en la enseñanza de la sociología y de forma particular, señalar algunos problemas que en la práctica de la actividad docente suelen expresarse. La teoría en el contexto post-positivista del conocimiento científico En términos generales, la teoría cumple con dos objetivos fundamentales: por un lado permite a la disciplina pensar la sociedad desde un ángulo específico y por otro, ayuda a demarcar su trabajo como un discurso reflexivo diferenciado con respecto al conocimiento común y otros saberes, es decir, ayuda a delinear su campo de estudio a través de la clarificación de temáticas, problemas y objetos de investigación. Se puede señalar que ambos objetivos establecen una relación cíclica, simultánea y compleja que debe asumirse en todas sus consecuencias. 1

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Page 1: Teoría y sociología en el debate contemporáneo

Teoría y Sociología en el debate contemporáneo

Iván Eliab Gómez Aguilar*

*Profesor de asignatura del Centro de Estudios Sociológicos, FCPYS.

Es quizá uno de esos consensos no explícitos dentro de la comunidad sociológica

considerar que la teoría representa el instrumento heurístico más sofisticado con el que

cuenta la disciplina para producir conocimiento. Es un consenso no explícito porque

genera muchos problemas clarificar en qué consiste exactamente el uso de la teoría en las

disciplinas sociales. Más aún, si se toma en cuenta la pluralidad de respuestas para refutar

la pretensión por definir unívocamente la naturaleza de la misma, se tiene entonces que la

polarización de posibilidades para enmarcar las reflexiones de las ciencias sociales dentro

de las coordenadas contemporáneas del debate sobre su carácter científico, resulta antes

que un problema en busca de una solución específica, una constante que se mantiene. El

objetivo de este breve ensayo es zanjar algunas líneas de discusión sobre lo que considero

la relevancia de la dimensión teórica en el desarrollo reflexivo de la sociología dentro del

contexto postpositivista de debate sobre el conocimiento científico. Con ello mi intención

es realizar algunas anotaciones sobre el papel de la teoría en la enseñanza de la sociología

y de forma particular, señalar algunos problemas que en la práctica de la actividad docente

suelen expresarse.

La teoría en el contexto post-positivista del conocimiento científico

En términos generales, la teoría cumple con dos objetivos fundamentales: por un lado

permite a la disciplina pensar la sociedad desde un ángulo específico y por otro, ayuda a

demarcar su trabajo como un discurso reflexivo diferenciado con respecto al conocimiento

común y otros saberes, es decir, ayuda a delinear su campo de estudio a través de la

clarificación de temáticas, problemas y objetos de investigación. Se puede señalar que

ambos objetivos establecen una relación cíclica, simultánea y compleja que debe asumirse

en todas sus consecuencias.

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El ejemplo más claro de esta doble funcionalidad de la teoría se encuentra en el trabajo de

autores clásicos de la sociología académica como Emile Durkheim o Max Weber, quienes

al indicar su manera de entender el objeto de estudio de la disciplina, daban al mismo

tiempo lineamientos para desarrollar el método más adecuado de trabajo para estudiarlo.1

En otro nivel de reflexión, ambos autores desplegaron una serie de trazos teóricos para

describir el carácter de la sociedad en la que vivían. Estos trazos pretendían coordinar, en

tanto teoría social, los esfuerzos por discernir la complejidad de aquello que se estaban

definiendo como objeto de estudio: las dimensiones constitutivas de lo social. De esta otra

forma, sus esfuerzos descriptivos pretendían articular una serie de ideas que ejemplificaban

cómo el flujo de los procesos históricos eran susceptibles de análisis sociológico -en tanto

que representaban un conjunto de eventos de largo alcance- que condensaban el significado

de las transformaciones que alumbraron a las sociedades modernas desde las sociedades

tradicionales.2 Por ello, el propio tema de la modernidad sigue representando ese horizonte

de preguntas comunes que se mantienen abiertas no tanto porque se haya encontrado un

modelo de descripción acabado sobre su contenido, sino porque mantiene la expectativa

respecto del carácter que poseen las sociedades en las que vivimos; una expectativa tan

elemental como la pregunta ¿en qué tipo de sociedad vivimos?, la cual fomenta y resulta

un incentivo para la continuidad de la investigación sociológica.

Si la teoría busca cumplir con estos dos objetivos, el de pensar la sociedad desde un ángulo

específico y el de demarcar el legado de la tradición, la cuestión no puede abordarse sin

partir de en un problema mucho más amplio, a saber: el de la naturaleza del conocimiento

científico, dado que el diálogo con la tradición así como la pretensión de describir la

sociedad se realiza bajo la expectativa general de realizar reflexiones sistematizadas dentro

de un contexto de conocimiento. Para estos fines, es pertinente reconocer tal y como ha

1 DURKHEIM; Emile (1895): Las reglas del método sociológico, Varias Ediciones; WEBER, Max; (1964): Economía y Sociedad. Esbozo de una sociología comprensiva. MÉXICO, Fondo de Cultura Económica Cfr. CASTAÑEDA; Fernando; La crisis de la sociología académica, Miguel Ángel Porrúa, Facultad de Ciencias Políticas y Sociales-UNAM2 Tradicionalmente se ha considerado analizar la relación inversa, esto es, preguntándose como las sociedades tradicionales llegaron a convertirse en sociedades modernas. Me parece más fructífero, sobre todo para evitar los sesgos teleológicos, comenzar a utilizar otro tipo de direccionalidad partiendo de la pregunta cómo llegamos a ser sociedades modernas desde y no a partir de. En el ámbito de la historia, el trabajo de Xavier Guerra es altamente ilustrativo al respecto, Cfr. GUERRA, Xavier; (2003): Modernidad e Independencias. Ensayos sobre las revoluciones hispánicas; MÉXICO: Fondo de Cultura Económica-Fundación Mapfre

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señalado Jeffrey Alexander, la distinción entre dos contextos de discusión que posibilitan

establecer ciertas coordenadas de debate sobre el tema.3 La diferencia sustancial que

plantea, radica en considerar que los análisis contemporáneos sobre la ciencia en general,

ya no están en interlocución con las premisas de la filosofía positiva que a muy grandes

rasgos influyeron de manera vital, aunque nunca de manera total, en el ideal normativo de

la ciencia durante gran parte del siglo XIX y la primera del XX.4 En un nuevo contexto,

estas premisas se consideran superadas, por lo tanto, se asume la permanencia de un

contexto postpositivista.

Las razones de este abandono son extensas y propias de una reflexión más sistemática,

pero básicamente se ubican en un eje de discusión relacionado con lo que el filosofó de la

ciencia Ian Hacking denominó crisis de la racionalidad.5 En el fondo esta “crisis” tiene que

ver con una discusión añeja, al menos en la sociología, acerca de una duda bastante

fructífera para la disciplina sobre cómo y en qué sentido se ha hilvanado el

condicionamiento de los conocimientos que una sociedad produce y concibe como

rendimientos racionales, con las condiciones socio-históricas que ella misma demarca.6

Entre otros, el trabajo pionero de Karl Mannheim en Ideología y Utopía es relevante

justamente porque permite ubicar y entender cómo desde inicios del siglo XX fueron

madurando aquellas tesis que consideran al conocimiento un conjunto de producciones

cognitivas tejidas por lo social.7 Si bien esto no detonó la completa ruptura con respecto a

3 La versión original de esta postura se encuentra formulada en ALEXANDER; Jeffrey, (1982): Theorical Logic in Sociology, University of California Press; Una versión sintética se encuentra en ALEXANDER Jeffrey; (1998):“La centralidad de los clásicos”; en GIDDENS, Anthony; TURNER; La teoría social Hoy, Alianza Editorial. Para una extensa exposición de la postura de Alexander se puede encontrar en MURGUÍA; Adriana (2009): El análisis sociológico de la cultura, MÉXICO: UNAM, Coordinación de Humanidades4Para un análisis claro sobre la vertiente más conocida del positivismo realizado a través del proyecto de Unidad de la ciencia véase, PELÁEZ, Alvaro; (2010): “La enciclopedia unificada de la ciencia y la cuestión de la transdisciplina” en PELÁEZ, A. SUÁREZ, Rodolfo (Coords.) Observaciones Filosóficas en torno a la Transdisciplina, MÉXICO, Anthropos/UAM-C; También GIDDENS,Anthony; (1978): “El positivismo y sus críticos” en BOTTOMORE, T., NISBET, R.; (Comps.)(2001):Historia del análisis sociológico, Buenos Aires: Amorrortu, pp. 273-296. 5 HACKING, Ian; (2001): Representar e Intervenir, MÉXICO: Instituto de Investigaciones Filosóficas-UNAM6 Se pueden encontrar esbozos de esta preocupación en la obra de Comte, en los albores del siglo XIX, cuando éste se preguntaba en el inicio de su Discurso sobre filosofía positiva, como es que se podía entender la forma de especulación de la Humanidad a lo largo de la historia, y por tanto los condicionamientos de estas formas de especulación. COMTE, Agusto,Discurso sobre el espíritu positivo, MADRID, Alianza Editorial7 Ha sido prototípica la interpretación de que la historia de la ciencia dio pie, a través del debate desarrollado por T.S. Kuhn, a inaugurar una nueva etapa de la filosofía de la ciencia. Cfr. KUHN, Thomas, S. El camino

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la perspectiva positivista, o como diría Hacking “crisis de racionalidad”, si marco un

alejamiento crítico, lento y constante de la misma. Con ello, la formulación de otro tipo de

propuestas de entendimiento que pasaron a debatir no sólo el conocimiento en general sino

la totalidad de los rendimientos racionales de la empresa científica.8

Por todo lo anterior, el conjunto de discusiones sobre la fundamentación del conocimiento

científico ha dado un giro importante con respecto a la tradición filosófica que la alentó

durante los últimos tres siglos.9 Las confrontaciones actuales sobre la re-configuración de

la noción de ciencia y el consecuente significado del papel que la teoría puede cumplir en

ese marco se entienden mejor en este contexto. Siguiendo la marca de Alexander, la

vertiente contemporánea de la sociología utilizaría este nuevo contexto para establecer una

serie de aristas que guíen el desdoblamiento de sus reflexiones, las cuales sin negar su

condición científica tampoco desconocen la historicidad de los debates que la constituyen.

El contraste es claro si uno revisa por ejemplo una prototípica visión positivista de la

ciencia, como la expresada por el funcionalismo tardío de Robert K. Merton. Se recordará,

que en el trabajo de Merton aparecen respuestas lógicas para conciliar el quehacer

sociológico bajo el postulado general de que la ciencia avanza en una dirección

acumulativa, aún y cuando éstas deban responder al carácter cualitativo propio en el

análisis lo social10.

Como se podrá suponer, en un contexto postpositivista de debate sobre la fundamentación

de la ciencia, estos dilemas y retos a los que aspiraba Merton dar respuesta, desaparecen,

pues se generan otras condiciones de posibilidad para fundamentar la validez del

conocimiento que ellas producen. En este sentido, decir que la ciencia es tejida por lo

social significa que el peso de las interpretaciones sobre el uso de la teoría es

desde la estructura. BARCELONA: Paidós, Los retos de esta herencia se muestran en la emergencia de un campo multidisciplinar denominado Ciencia, Tecnología y Sociedad. Así mismo, la última oleada reflexiva respecto al papel de la ciencia en sociedad se ha desarrollado en la vía de la Epistemología Social analítica y política. Cfr. FULLER, Steve; Social Epistemology, BLOOMINGTON: Indiana University Press; VALERO; Miguel Angel; El giro político de la epistemología, MADRID: Nueva Visión8 En otro lugar he apuntado que la figura de un cambio intelectual sobre las concepciones del conocimiento científico resulta sugerente.Cfr. GOMEZ, Aguilar; Iván Eliab; (2011): Coordenadas disciplinares a debate. Verdad, poder y tiempo en la sociología y filosofía de la ciencia, Editorial Académica Española 9 SHAPIN, Steve; La revolución científica. Una visión alternativa., Barcelona: Paidos10 MERTON; Robert, K.; “Historia y sistemática de la teoría” y “Teorías de alcance intermedio” en MERTON, Robert. (1964): Teoría y estructuras sociales, México: Fondo de Cultura Económica, 2002.

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incuestionable. Así mismo, la carga teórica de la observación es una circunstancia que

replantea el tema de la experiencia y la evidencia, elementos cruciales en la formulación de

hipótesis, afirmaciones y comprobaciones.11 Esto confabula en favor de cuestionarse en

qué sentido se puede aseverar que la ciencia avanza.12 Si a esto se suma la revalorización

del lenguaje y los discursos en la constitución de los ámbitos de conocimiento, y el hecho

de que las expectativas de conocimiento no avanzan sin el reconocimiento de amplios

sectores de intereses sociales, queda claro que la idea de una ciencia circunscrita a las

tensiones sociales es más compleja de lo que parece.

Frente a todo este cúmulo de problemas, la propuesta de Alexander es útil no porque de

respuesta a todas las inquietudes, sino simplemente porque reconoce el contexto de

discusión e introduce en él los problemas nodales de la fundamentación sociológica. Es por

ello que el tema de la interpretación del trabajo de la sociología clásica puede darse desde

esta otra palestra de valoración,13 así también, la reconceptualización sobre la vinculación

de la teoría con el análisis empírico se moviliza con otro tipo de preguntas. En síntesis, en

ella se resalta el hecho de que la potencialidad de la teoría sociológica se puede leer desde

otros parámetros. La ciencia antes que ser acumulativa, se caracteriza por la relevancia que

adquiere el reconocimiento del ejercicio de la interpretación.14 Esto posibilita entre otras

cosas que la teoría adquiera sentido porque mantiene cierto horizonte de discusión a partir

de las temáticas de análisis, las cuales permiten un diálogo con la sociología clásica, dada

la continuidad de expectativas sobre la explicación del mundo social moderno. Pero al

mismo tiempo, también es posible el establecimiento de una serie de análisis que dan

continuidad a estás temáticas en diferentes niveles de expresión de lo social. Por ello, el

análisis empírico nunca dejará de ser pertinente. En ese sentido la sociología se hace más

11 Un excelente trabajo que profundiza en estas posturas se encuentra en BARNES, Barry; BLOOR, David; HENRY,John; (1996): Scientific Knowledge. A Sociological Analysis, University Chicago Press12 KUHN, Thomas, S. (1962) La estructura de las revoluciones científicas. Fondo de Cultura Económica Esta es la conclusión que reafirmará en la postdata agregada años más tarde...Una respuesta crítica a esta visión se encuentra en LAUDAN, Larry; 13 ALEXANDER, Jeffrey; (1998): La centralidad de los clásicos.. Op. Cit...; ALEXANDER; J.; (1992): “¿Qué es la teoría?” en Las teorías sociológicas desde la segunda guerra mundial, Barcelona, Gedisa14 No es que el tema haya pasado desapercibido. El ejercicio de interpretación que buscaba instaurar una sociología interpretativa en oposición a una sociología de carácter naturalista ha estado presente desde Max Weber. Cfr. GIDDENS, Anthony; (1978): Las nuevas reglas del método sociológico, Buenos Aires: AMORRORTU.

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compleja, no necesariamente porque acumule más preguntas sino porque formula otras

nuevas que se bifurcan entre un dialogo con la tradición y nuevas expectativas de

conocimiento. De ahí que la lectura que ofrece Alexander sobre como la sociología

conjugan estas pretensiones de conocimiento, represente una vía de expresión sintética del

contexto de discusión contemporáneo.

Un par de ejemplos ayudaran a comprender mejor este doble momento. Cuando se habla

de mantener el horizonte de discusión, a lo que se está remitiendo es a la permanencia de

cierta conexión entre el debate clásico y contemporáneo al interior de la disciplina. La

expresión de dicha conexión resulta clara y hasta prototípica en uno de los campos de

investigación que hoy goza de amplio reconocimiento como lo es la sociología del tiempo.

Casi ningún sociólogo contemporáneo que desee introducirse en este campo, pasaría por

alto no remitirse, formarse, y debatir con los trazos teóricos de la obra tardía de Durkheim,

a propósito de la defensa de estilo neokantiano expresada en el prefacio de Las formas

elementales de la vida religiosa. 15 Como se recordará, en esta obra Durkheim afirmaba que

la distancia entre la estructuración del tiempo con respecto a las pautas del ritmo temporal

que rigen el conjunto de actividades que acontecen en comunidad, era sumamente estrecha.

Con ello Durkheim postulaba el carácter social en la naturaleza de las coordenadas espacio

temporales al mismo tiempo que estaba zanjando la fecundidad de una pregunta

sociológica que en la actualidad sin duda se ha revitalizado. Ahora bien, en tanto discusión

teórica, aún y cuando su postura ha sido constantemente debatida, también ha sido

fructífera en el sentido de que ha marcado la guía de una tradición. Lo relevante aquí no es

revisar que tanto se ha afirmado o rechazado lo señalado por Durkheim en esa obra, sino

resaltar la interlocución que diversos autores de diferentes generaciones han tenido con sus

tesis, es decir, cómo de esta afirmación se han desprendido varias preguntas que atañen a la

relación de las formas sociales del tiempo.16 Por otra parte, la reflexión sociológica de

carácter teórico sobre el tiempo, ha influido, aunque no de manera mecánica, en la

15 BERAIN, Joxesto; “Las formas complejas del tiempo en la modernidad” en ACTA SOCIOLÓGICA, No. 49, 2009, Centro de Estudios Sociológicos, FCPyS-UNAM16 En la sociología de habla hispana, hay una tradición que ha madurado rápidamente en esta dirección con obras que discuten teóricamente el contenido de la sociologización del tiempo y temporalización de la sociología. Cfr. RAMOS, Ramón, (Comp.) (2002): Tiempo y sociedad , MADRID, Centro de Investigaciones Sociológicas-SigloXXI,Ed., VALENCIA, Guadalupe; (2007): Entre cronos y kairós. Las formas del tiempo sociohistórico, BARCELONA: Anthropos-CEIICH-UNAM

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multiplicación de los análisis sobre el mismo. Esto es, el estudio sobre el tiempo también

se ha conducido por vías de carácter más empírico: el análisis de los usos sociales del

tiempo, la marca de los códigos simbólicos que imperan en la nociones temporales dentro

de las sociedades contemporáneas, el ritmo de los cambios conceptuales en las ciencias

sociales y humanidades, son por mencionar algunos, vetas de investigación que multiplican

las unidades de análisis sobre el estudio sociológico del tiempo. 17

Hay un ejemplo más que podría ser ilustrativo no sólo de las veredas por las cuales puede

transitar la discusión teórica de la sociología en diálogo con la tradición clásica a partir de

las temáticas de investigación, sino que además, permite aclarar la interlocución que el

debate teórico puede mantener con otras tantas disciplinas sociales. Me refiero a la

reflexión sobre el poder.

Respecto de este tema toda intento de análisis tiene a su disposición un conjunto extenso

de autores con los cuáles iniciar un proceso de reflexión. Es muy difícil negar que desde el

siglo XIX el tema ha sido central para la discusión sobre la naturaleza de la sociedad

moderna.18 De hecho el tránsito que hay entre los pensadores del contrato social a los

teóricos de la sociedad ejemplifica la persistencia de la reflexión sobre la naturaleza del

poder. Pero ¿qué aportes realizó la sociología clásica sobre esta discusión para que

consideremos el nacimiento de una nueva perspectiva de análisis del poder? En estricto

sentido, el debate teórico que autores como Karl Marx o Max Weber comenzaron a

perfilar, muestran un análisis que marcan una diferencia cualitativa frente a las

concepciones que habían predominado sobre la autoridad, su génesis y su mantenimiento.

Si se revisa el contenido de la obra de Marx, el ejercicio del poder a través de diversos

procesos de constitución de la autoridad es ya un fenómeno complejo. Los trazos generales

de esta perspectiva se muestran en toda la exposición de la teoría de la sociedad que realiza

a lo largo de su obra. En primera instancia, el ejercicio de poder podría entenderse como un

17 A su vez, estas vetas reensamblan en su trabajo con el debate clásico, duplican la interpretación sobre la valoración de la discusión clásica y su pertinencia con los análisis contemporáneos. Un ejemplo de estás formas de reactualización se encuentran en los estudios sobre el cambio conceptual en la sociología. Cfr. ZABLUDOVSKY, Gina (coord.)(2007): Sociología y cambio conceptual. De la burocracia y las normas al cuerpo y la intimidad, MÉXICO: Siglo XXI Eds. 18 En su estudio clásico sobre las ideas que dieron pie a la formación del pensamiento sociológico, R. Nisbet apuntaba como una “idea-elemento” a la dicotomía autoridad-poder. NISBET, Robert; La formación del pensamiento sociológico; Buenos Aires: Amorrortu

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condicionamiento histórico que se manifiesta por vía doble: por un lado a través de las

instituciones que responden a la lógica que se constituye a través de un conglomerado que

denomina infraestructura. Esto explica por qué no solo el derecho, ni el Estado, pueden

verse como los límites del marco normativo que restringe la actividad de los sujetos, sino

también la ideología, la educación, el arte y todas aquellas instituciones sociales ejercen un

poder de hacer posible horizontes de acción e imaginación de las condiciones históricas de

los sujetos. Lo relevante es que la complejidad del ejercicio del poder no se limita a este

conjunto de instituciones infraestructurales, pues el problema del poder se amplia cuando

se postula la conexión que hay entre este conglomerado infraestructural con respecto de la

condiciones superestructurales que constituyen el núcleo del modo de producción

dominante. En este sentido, superestructura e infraestructura multiplican los hilos por los

cuales el poder se ejerce, estableciendo una matriz que comienza con la confección de los

modos de producción y que se extiende por todo el conglomerado social que responde a la

lógica de un modo de producción determinado.

En una interpretación diferente, Max Weber ofrecía en su sociología del poder una visión

que tenía por intención problematizar la noción de legitimidad respecto de constitución de

la autoridad. Esto le permite distinguir las nociones de poder y autoridad, cuestión crucial

para observar la complejidad de las formas de expresión de la dominación a través de tres

formas: legal, tradicional y carismática. ¿Qué logra Max Weber con estos postulados?

Asienta los horizontes de cuestionamiento sobre cómo se configuran los regímenes de

autoridad en las sociedades modernas y el tránsito que éstas realizaron para

institucionalizar una forma de autoridad basada tanto en la legitimidad como también en

los métodos procedimentales del derecho y la política. Es por ello que en este largo

apartado perteneciente a Economía y Sociedad, Weber se ve en la necesidad de culminar

reflexionando sobre los partidos políticos, en un intento por identificar las aristas que

modelan este forma de ejercicio de la autoridad.

El tema es tan amplio que es imposible identificar aquí si en verdad Weber es en realidad

punto de partida de esta forma de problematizar el tema del análisis sociológico del poder,

así como de observar todas las reminiscencias que dichas tesis han tenido no sólo en la

sociología sino en la ciencia política, antropología e incluso en la filosofía que estudia el

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fenómeno de lo político. Y sin embargo es importante reconocer que la reflexión de Weber

al respecto de la naturaleza de la autoridad, tiene la cualidad de consolidar una perspectiva

teórica que por un lado fomenta el incremento de preguntas, no en el sentido de elementos

trascendentales del poder, sino de interés por los hechos fácticos que se articulan en una

aparato de autoridad y se entrelazan con los mecanismos que ese aparato construye para

asentar su ejercicio. Este postulado teórico se ha actualizado en las discusiones

contemporáneas y aún en las consideradas clásicas, como el caso de la crítica de Gramsci

al postulado marxista de la dirección unívoca de la infraestructura y superestructura antes

descrito; crítica que hizo posible que el concepto de Hegemonía fuera revalorizado,

teniendo hoy un amplio seguimiento en toda la tradición contemporánea de los estudios de

la subalternidad.

Por otro lado, la extensa recuperación de la obra de Foucault, sin exagerar la deuda que

tiene con Weber, desde luego si estableció un precedente. Sobre todo si se piensa que la

sobrecarga de expectativas en la interpretación actual de la obra Foucault, una

consecuencia ha sido ignorar los potenciales diálogos que podrían mantenerse entre las dos

perspectivas. Por ejemplo, en las célebres conferencias dictadas en Brasil sobre la Verdad y

las formas jurídicas, ¿qué tanto se está postulando una versión diferente a la relación

infraestructura y estructura del pensamiento marxista o bien que tanto se está obviando la

relación de complejidad de la que hablaba Weber en el tipo de dominación institucional?

Desde luego, este es un debate teórico que es digno de mantener constante.

Un tema aparte, es la posición que han ocupado todos los estudios empíricos sobre el poder

que han provenido más de la ciencia política y el estudio de las fuerzas que se

correlacionan en sistemas democráticos. Lo que queda claro es que uno siempre podrá

mirar estos estudios a partir de una matriz teórica con la cuál dar relevancia a los hallazgos

revelados.19

A la luz de estos ejemplos de la sociología del tiempo y el análisis sociológico del poder,

podemos comprender de forma más adecuada el alcance de la propuesta de Alexander. En

ella, se concibe a la teoría como parte de un continuum del trabajo científico. Es decir,

cuando lo que se produce es una pretensión por conocer el mundo social desde una palestra

19 LUKES, Steve, (2005): Power. A radical View, Palgrave Macmillan, 2nd Edition

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científica, lo que hay es el ensamblaje de un posicionamiento teórico con respecto a uno de

carácter ontológico que implica a su vez adoptar características metafísicas sobre el

mundo. Esto es claro en los debates que retoma Max Weber para afirmar la posibilidad de

estudiar la realidad social y en la continuidad que da al ideal kantiano en términos de

expectativa moral, pues es evidente su interés por privilegiar la descripción de los hechos

fácticos por encima de dicha expectativa.20También es claro como en la sociología del

tiempo, retornar a Durkheim implica ya, considerar la concepción de mundo que tenía en

mente el sociólogo francés. Así mismo, el debate teórico puede hacer posible un diálogo

con unidades de análisis empírico, metodologías e instrumentos de investigación.

Siguiendo el mismo caso de Max Weber, éste postulaba la fecunda idea de los conceptos

metodológicos en el entendido de abonar reflexiones sobre instrumentos para el desarrollo

del análisis empírico.21 Y de hecho, sigue siendo ejemplo de cómo pensar la teoría en

función de la flexibilidad de las expresiones de la realidad social.

Ambos ejemplos también permiten entender que la propuesta de Alexander no está

descubriendo un hilo negro, y sin embargo es, a propósito de estos debates, muy claro

respecto del tipo de niveles de segmentación del conocimiento que puede desarrollar la

sociología. Por otro lado, esta misma concepción es muy sugerente en el sentido de que

reduce ciertos problemas imputados comúnmente a la teoría. Por ejemplo, en el sentido de

discutir el antiguo dilema de la relación teoría/praxis22 o aquel en donde se cuestiona cómo

la teoría resulta susceptible de ser instrumento de investigación para describir punto por

punto la realidad.

Se verá que dentro de lo ya expuesto, en un contexto postpositivista, la noción de teoría no

tiene porque pretender calcar un mapa de la realidad de las mismas dimensiones. Esto nos

llevaría a la paradoja borgiana de los cartógrafos en la que se preguntan sobre la escala

20 ALBROW, Martin; La sociedad como hechos construidos: el enfoque de Weber de la realidad social, Estudios Sociológicos, COLMEX, IX, 26 1991 21“Su interés por los métodos de investigación, el uso que les dio y su inclinación por los modelos de acción económica racional son prueba de su compromiso con una ciencia de la realidad y no con la filosofía.” ALBROW, Martin; ibíd. p. 340 22“Es por esto por lo que los términos “compromiso” y “distanciamiento” son completamente inútiles como herramientas del pensamiento cuando en ellos se quiere ver dos tendencias independientes del ser humano. Estos términos no remiten a dos grupos separados de hechos psíquicos; utilizados en un sentido absoluto son en el mejor de los casos, conceptos limítrofes...” ELIAS, Norbert; (1983):Compromiso y distanciamiento, BARCELONA: Ediciones Península

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considerada idónea para alcanzar la mayor exactitud. En cierta manera, la teoría centra sus

objetivos en algo quizá más modesto, pues en un sentido muy elemental ésta representa un

juego mental que permite reconstruir, en diferentes niveles, aspectos constitutivos de la

realidad social.23 Es también una construcción autónoma, con la salvedad de que esta

característica no significa que niegue el diálogo con los niveles ya señalados, sino

simplemente que implica su propia complejidad y como tal hay que trabajarla. Todo esto es

una ganancia comprensiva que se permite dentro de la concepción postpositivista.24

Ahora bien, si la teoría es un juego mental que puede desdoblarse en ciertos niveles de la

realidad para entender algunos procesos de constitución social, (i.e. sistemas, estructuras,

valores, normas, motivos, patrones de institucionalización, patrones de comportamiento,

corporalidades), la pregunta que surge es ¿cómo hacer compatible esta concepción de la

teoría con la pretensión de justificar el carácter empírico de la sociología? ¿Existe o puede

existir una conexión casi mecánica de las formas de teorización de la realidad y la

investigación empírica? Porque lo que ha postulado Jeffrey Alexander como una lectura

del contexto postpositivista, lo mismo ha sido reinterpretado por distintos autores en otros

lugares, desde la formulación de Las nuevas reglas del método sociológico de Anthony

Giddens25 hasta la crítica a la interpretación “Habermasiana” del pragmatismo realizada

por Hans Joas26; o bien desde una tradición específica y aparentemente alejada de estas

expectativas, como se esperaría del mismo Niklas Luhmann.27

Todos ellos coinciden en que la relevancia de la teorización en sociología no implica un

23 Ya Kuhn había alertado sobre la relevancia de los juegos mentales en la ciencia. Cfr.,(1977):“La función de los experimentos imaginarios” en (1996): La tensión esencial. Estudios selectos sobre la tradición y el cambio de la ciencia, MÉXICO: Fondo de Cultura Económica.24 Es innegable que hay un conjunto de debates en torno a la utilidad de la metáfora, los condicionantes del Imaginario social en los procesos cognitivos de reflexión, la actitud lúdica en torno a la creación del conocimiento los cuales desde luego están conectados con la idea de “juego mental”, aunque dicho debate se extiende a las pretensiones de este trabajo. Para una introducción interesante aunque no exenta de polémicas véase: LAZCANO, Emannuel; (2009): Las metáforas que nos piensan. Sobre ciencia, democracia y otras poderosas ficciones, Buenos Aires: Ediciones Bajo Cero. Un estudio clásico al respecto lo trazó Mills en su multicitado libro: MILLS, Wright; Charles; La imaginación sociológica, MÉXICO: Fondo de Cultura Económica25 La doble hermenéutica de la que hablaba Giddens en Las nuevas reglas del método sociológico.26 JOAS; Hans, (1988): El Pragmatismo y la teoría de la sociedad , MADRID, SigloXXI/Centro de Estudios Sociológicos27LUHMANN; Niklas, (1998): Sistemas Sociales. Lineamientos para una teoría general , MÉXICO: Anthropos, Universidad Iberoamericana, Pontificia UniversidadJaveriana

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desconocimiento respecto de la importancia del análisis empírico. Ninguno de estos

autores rehuiría en afirmar que una de las fortalezas de la disciplina sociológica está en su

conformación como análisis empírico. En otro sentido, no se puede obviar que éste ha sido

un llamado persistente dentro de la tradición sociológica; el constituirse a partir de una

noción si se quiere bastante básica de referencia al mundo empírico ha sido una constante.

LA ENSEÑANZA DE LA TEORÍA

Hay que considerar que la reflexión sobre la naturaleza de la teoría también tiene que

tomar en cuenta como un nivel inherente a su propia constitución el proceso de su

enseñanza dentro de la misma comunidad, cuestión que en términos de la sociología

pública de la que hablaba Buroway hace unos años, implicaría la reproducción del

segmento que representa la sociología de pares.28 Clarificar este problema lleva a distinguir

otro tipo de cuestiones fundamentales sobre la teoría. Una pregunta básica es pertinente

para introducir la cuestión: ¿Cuál es la diferencia entre reflexionar sobre las teorías y hacer

teoría en sociología? La pregunta desde luego no busca mantener una separación tajante

entre ambos polos señalados, lo que busca en realidad es distinguir dos momentos dentro

del ejercicio de teorización. Hacer teoría en sociología no es formular un conjunto de

axiomas generales basados en corroboraciones empíricas. Hacer teoría en realidad se ha

convertido en un ejercicio de diálogo con las temáticas de problematización que se marca

en dos momentos, por un lado como ejercicio de interpretación del contexto de discusión y

por otro, como la formulación de inquietudes y observaciones a resolver en las líneas

argumentativas de esas discusiones revisadas. Lo primero es reflexionar sobre la teoría, lo

segundo es hacer teoría. No sobra decir que el primer momento va ligado al segundo, lo

que no significa que siempre se tenga que derivar en él. Si continuamos con la metáfora del

juego mental, lo que resta es asumir que la diversidad de teorías sociológicas se mueven en

un marco de referencia de expectativas de entendimiento. La existencia de diversos juegos

mentales demanda entonces adentrarse en cada uno de ellos para entender las reglas del

28 BUROWAY, Michel; “Hacia una sociología pública” en Política y Sociedad, 2005, Vol. 42, No. pp. 197-225

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Page 13: Teoría y sociología en el debate contemporáneo

juego, comprender la particularidad de cada uno.29

No obstante, a pesar de la diversidad de posturas teóricas, ellas no se mueve sino sobre una

serie de coordenadas que delimitan el campo de acción: todas refieren en algún grado

procesos de constitución de lo social, aún y cuando todas recurran a reglas específicas

aparentemente incomunicables las unas con las otras, en realidad la incomunicación nunca

acontece, pues la interlocución entre una serie de teorías se alcanza gracias a que las

temáticas representan los vasos comunicantes entre esta diversidad de teorías para

mantener así, un diálogo lleno de polémicas, contradicciones, y paradojas. Por ejemplo, yo

puedo comprender perfectamente que la temática de la acción social tiene una expresión

conceptual en la perspectiva teórica de Weber y aún así distinguir que los hechos sociales a

los que apela Durkheim como objetos de estudio de la sociología, se observan a partir de la

misma inquietud del sociólogo alemán, a saber: entender qué aspectos de la realidad tienen

una cualidad social y cómo es que es posible estudiarla. Un ejemplo reciente se encuentra

en el tratamiento del tema de las emociones desde la sociología. Éste se ha convertido en

una cuestión relevante para el debate contemporáneo de la disciplina aunque ello no

implica que todos los autores que reflexionan por ejemplo acerca del amor, conviertan al

objeto en una cuestión a descifran en un sólo plano. No es lo mismo lo que escribió

Luhmann hace casi treinta años acerca de las funciones del amor como un código

simbólicamente generalizado que hace posible la comunicación,30 que la interpretación

negativa realizada por Baumann utilizando la extrapolación de una metáfora de raigambre

marxista a propósito de que todo lo sólido se desvanece.31La riqueza de la diversidad no

radica en que mejoramos el esquema de reconstrucción de la realidad, sino que podemos

reformular el contenido de la realidad de varias maneras. He ahí la complejidad de

reflexionar teóricamente desde la sociología.

Es interesante apuntar que hay un conjunto de temáticas que han tenido más incidencia en

la reconfiguración de los modelos que guían la teoría sociológica contemporánea. Si hasta

ahora se ha seguido la discusión, parece que el tema del conocimiento científico es una

29

30 LUHMANN, Niklas; (1982): El amor como pasión. BARCELONA: Ediciones península, 200831 BAUMANN, Zygmun (2005): Amor líquido. Acerca de la fragilidad de los vínculos humanos, MÉXICO: Fondo de Cultura Económica

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Page 14: Teoría y sociología en el debate contemporáneo

constante, a propósito del papel que puedan tener estos debates como referencia para la

fundamentación de la reflexión sociológica.32

Pero de forma similar, dos de las temáticas que más han incidido en la reformulación de la

teoría sociológica contemporánea para repensar el problema del orden social se ubican en

el problema de la Cultura (ya sea en sus programas fuertes o débiles) así como en la

revalorización de los usos del lenguaje. Algunas anotaciones al respecto identificarían por

ejemplo cómo recién pasada la segunda mitad del siglo XX la cuestión del lenguaje

comenzó a ser utilizada como un problema central para entender el mantenimiento de

estructuras colectivas que los agentes mediaban en función de su capacidad de

interpretación de las normas y reglas. Antonhy Giddens fue uno de los primeros aunque no

el único en sintetizar este cambio en el entendimiento de los problemas centrales de la

teoría.33 Con respecto al tema de la cultura, no está demás decir que éste ha sido una

preocupación añeja dentro de la tradición disciplinar, sin embargo lo que ha sucedido es

que la actualización de estas preocupaciones han hecho de la pregunta sobre el papel de la

dimensión cultural una cuestión central para el desempeño del estudio de lo social. Desde

luego estas visiones no están exentas de críticas y ambigüedades por considerar en algunas

versiones a la cultura como un sustituto de lo social,34 pero eso ya es nuevamente, un

debate sobre las teorías, sobre los juegos mentales y sus reglas para el entendimiento o no,

de un fenómeno social. Lo que se puede señalar es que lenguaje y cultura al igual que el

tema del conocimiento científico, son cruciales para la teoría sociológica contemporánea

porque se han constituido como temáticas generales en torno a las cuales se han

establecido los linderos del debate sobre la producción de lo social.

Ahora bien ¿cómo realizar la enseñanza de todas estas cuestiones fundamentales de la

teoría sociológica hasta aquí abordadas? Por un lado, la enseñanza de la teoría sociológica

vista como un proceso de transmisión y reflexión de conocimiento, enfrenta algunos retos

de recepción e interpretación del público al que está dirigido. Señalemos algunos de ellos.

En el proceso de formación de cualquier generación de sociólogos, no en pocas ocasiones

32LITLLE, Daniel; (2009): “The Heterogeneus Social: New Thinking About Foundations of Social Sciences” en MANTZAVINOS (Ed.) Philosophy of the Social Sciences, Cambridge University Press. 33 ORGIEN, Albert; (2007): Las formas sociales del pensamiento. La sociología después de Wittgenstein, Buenos Aires: Nueva Visión.34 Cfr. MURGUÍA; Adriana (2009): El análisis sociológico de la cultura...Op. Cit.

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se expresa un fenómeno interesante: la compaginación de expectativas de los estudiantes

respecto de las teorías sociológicas (sean de carácter micro-macro) resulta un reto dentro

de cualquier aula debido principalmente a que conforme avanzan los cursos, los

estudiantes se encuentran más interesados en campos de estudio específicos que

difícilmente hayan enlace con las problematizaciones dadas en asignaturas en las que el

tema central es la Teoría social ofrecida desde la sociológica.

Desde luego este no es un problema del carácter de ese tipo de teoría, pues sus funciones

son como ya se ha señalado, otras. En realidad es un problema doble que atañe tanto de

disponibilidad de recepción, reflexión e interpretación de ese conocimiento de parte del

público, así como de la pertinencia para ubicar el espacio curricular en donde se deba

compaginar el debate sobre el conocimiento teórico de parte de los pares que realizan y

diseñan la función docente.

Un segundo problema es una cuestión que tiene que ver con la naturaleza de la discusión

contemporánea sobre la teoría. Considerando que la complejidad del campo de la teoría

social de raigambre sociológica ha hecho que este pase a ser un ámbito propio de

especialistas, entonces, la problemática sobre la teoría tiene una legitimidad que no parece

necesario reivindicar. El problema radica en cómo socializar esa legitimidad en el amplio y

diverso campo de la comunidad estudiantil sociológica.35Cómo despertar y mantener

interés respecto a la temática teórica y a las dimensiones teóricas de las temáticas de

investigación. Cómo hacer confluir las expectativas cada vez más especializadas de los

alumnos con el diálogo teórico clásico y contemporáneo. En síntesis, me parece que estás

preguntas las cuales obedecen a la confusión de procesos de la propia teoría, representan

parte de los problemas que actualmente está enfrentando la enseñanza de la teoría

sociológica.

Si el reto está en hacer reflexionar a los alumnos sobre el hecho de que la teoría se

convierte en un objeto de estudio, al mismo tiempo de que la vinculación entre las teorías

con respecto a la investigación es crucial en el sentido de que alimentan los esquemas de

problematización de las temáticas que guían el trabajo sociológico así como la potencial

35 A este respecto es útil la tipología que ofrece BURROWAY sobre las diferentes formas de expresión de las sociología: profesional, crítica, práctica y publica.

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Page 16: Teoría y sociología en el debate contemporáneo

formulación de nuevas, entonces el énfasis bien podría comenzar con la distinción de dos

operaciones: el debate sobre teoría y la observación metateórica de concepciones teóricas

que se compaginan, confrontan, debaten, o bien resultan en casos constantes

inconmensurables. 36 Como señalaba más arriba, hay una diferencia entre reflexionar sobre

la teoría y hacer teoría.

Esto nos remite a un tercer problema en la enseñanza: ¿cómo socializar la imagen de que la

relación entre teoría-mundo empírico, es más una tensión que genera diálogo y conflicto?

Esto es, ¿por qué esperar que exista un diálogo abierto, consensuado entre quienes hacen

teoría y quienes hacen investigación empírica? Es bastante difícil tratar de decir, sobre todo

en el nivel de la teoría sociológica, que no se trata de una descripción punto por punto de la

realidad, sino que esas reflexiones son sólo puertas de entrada para reflexionar sobre los

problemas.

En este sentido, la realidad empírica siempre se “sobrepondrá” a los descrito teóricamente,

pues como se recordará, la teoría no es una transcripción exacta de la realidad. Pero de

hecho, el tratar de confrontar teoría-empiria supone conceder la existencia de parámetros

unitarios para evaluar dos ámbitos que en la práctica se rigen por lógicas diferentes de

ordenamiento. Por esta razón, la reflexión sobre la teoría entendida como ejercicios que

busca registrar la consistencia interna de cada proyecto, es crucial ya que al convertirse en

un ámbito especializado establece su propia legitimidad como formulación de preguntas,

como “ejercicios de rutina”, en palabras de Nafarrate, sobre una forma peculiar de

reconstruir el mundo social sin la necesidad de arriesgar toda su validez, en la

corroboración empírica de sus afirmaciones.

Algunas disposiciones para leer teoría

Para finalizar me gustaría apuntar algunas cuestiones que considero ayudan y facilitan el

ejercicio de reflexión teórica. Son por ello disposiciones para leer y reflexionar sobre el

trabajo teórico de la disciplina, pues en el fondo generan incentivos para dar un mejor

entorno a este tipo de trabajo.

36 LITLLE, Daniel; (2009): The Heterogeneus Social... Op. Cit.

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a) Convergencia entre teoría social y e historia social. Si se concede que en última

instancia el esquema bajo el cual la teoría sociológica se remite dentro de sus reflexiones

es la lógica de transformaciones que conllevaron a la estructuración de las sociedades

modernas, entonces lo que facilitaría comprender su “aplicación” sería un alto contenido

de información referente a la historia social. Esto es, el conocimiento no sólo monográfico

de los procesos que en los últimos tres siglos han sido torales en la emancipación de la

racioanalidad occidental.

b) Vinculación de las expectativas de los alumnos entre la teoría y sus proyectos de

investigación. En tanto que la teoría no es una descripción punto por punto de la realidad,

sino una dimensión que problematiza y permite la construcción de preguntas de

investigación, la oferta curricular de cursos que se adapten a las expectativas de

investigación de los alumnos es importante, pues de esa forma, al mismo tiempo que se

generaría un acompañamiento de la construcción de la investigación, el alumno encontraría

mayor eco y coherencia con respecto a sus intereses académicos prácticos. Por ello me

parece que el incremento en la oferta de asignaturas de temas selectos de teoría ayudaría a

mitigar este problema.

c) Compromiso para el debate teórico. Finalmente, pensar sociológicamente requiere sin

lugar a dudas de un compromiso con respecto al análisis teórico, el cual sólo puede

alcanzarse con rutina, compromiso e imaginación. Para ello, la rigurosidad conceptual, así

como la comprensión de las dinámicas de debate y la articulación de las perspectivas

temáticas diferenciadas sólo son alcanzables si se parte de un compromiso con la

convicción de que el de trabajo sociológico tiene más pertinencia que nunca en el mundo

social moderno: ser objeto y a la vez sujeto de conocimiento, una circunstancia insalvable

desde la perspectiva sociológica.

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