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Geografía de España TEMA 1. RASGOS GENERALES DEL RELIEVE PENINSULAR. 1. EVOLUCIÓN DEL RELIEVE. La Península Ibérica se encuentra situada en el extremo suroccidental de Europa, entre los paralelos 44º y 36º y los meridianos 4º y 10º (al este y oeste de Greenwich, respectivamente), apareciendo como una vasta superficie de forma trapezoidal, sólidamente unida por el norte con el resto de las tierras europeas y apenas separada del continente africano por el Estrecho de Gibraltar. De este a oeste, los rasgos más destacables del relieve son los Pirineos, las Cordilleras Cantábrica y Central, los Montes de Toledo, las Cordilleras Béticas y las Costeras Catalanas. El resto del interior peninsular oscila entre los 500 y los 1.000 m. de altitud, siendo su media general los 660 m. Una porción muy reducida del territorio se halla por debajo de esta cifra, correspondiendo a las áreas centrales de las cuencas del Tajo, Guadiana, Guadalquivir y Ebro, junto con la franja costera del perímetro peninsular. Este contorno destaca por su aspecto rectilíneo y macizo, mostrando entrantes de amplio radio de curvatura a semejanza del litoral africano. La costa gallega es la excepción; su perfil recortado y sinuoso parece un fragmento desprendido de la Europa atlántica, con la que mantiene otras semejanzas de clima y paisaje. La Meseta es un gran bloque de casi 400.000 km 2 , levemente basculado hacia el Atlántico (un 0,5% de pendiente), y al que se adosa un cinturón montañoso, surgido durante la orogenia alpina, que acentúa sus rasgos continentales. Las convulsiones terciarias también se dejaron sentir en el interior meseteño, la Cordillera Central que separa la Meseta Norte de la Meseta Sur, y los Montes de Toledo, que dividen la cuenca del Tajo y la del Guadiana. La orla montañosa que circunda la Meseta determina sobremanera las condiciones climáticas exacerbando tanto las temperaturas invernales como veraniegas y reduciendo sustancialmente las precipitaciones. Desde la costa hacia el interior, estos mismo relieves actúan como barrera, dónde se producen copiosas precipitaciones. Entre los rebordes montañosos o cordilleras de antepaís (la Ibérica y Sierra Morena) y los plegamientos alpinos (Pirineos y Béticas) se sitúan dos amplias depresiones, el Valle del Ebro y el del Guadalquivir. Son de origen terciario, pero con características diferentes por su evolución y el origen de los materiales que las colmatan. El interior peninsular muestra los efectos de la orogenia alpina. En el centro aparecen las bóvedas de la Cordillera Central y de los Montes de Toledo. El resto del bloque meseteño se divide en dos grandes depresiones, la submeseta norte y la sur, arropadas por las Cordilleras Cantábrica (N), Ibérica (NE), Bética (ESE) y Sierra Morena (S). El oeste no opone resistencia orográfica al avance de las borrascas atlánticas. El plegamiento alpino comprime y eleva los materiales depositados en el geosinclinal 1 del Tethys durante el Secundario, lo que da origen a los Pirineos y a las Cordilleras Béticas. El aspecto actual del contorno peninsular es obra del modelado a través de diversos procesos erosivos cuaternarios. Las características generales del territorio peninsular son el resultado de una evolución geológica dilatada en el tiempo y compleja por las energías desatadas y los resultados obtenidos. Según la teoría 1 Geosinclinal. Fosa o depresión de la corteza terrestre, generalmente en una cuenca marina, cuyo fondo se hunde paulatinamente y luego acoge gran cantidad de sedimentos procedentes de la erosión de tierras próximas, que al plegarse darán lugar a una cordillera. 1

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Geografía de España

TEMA 1.

RASGOS GENERALES DEL RELIEVE PENINSULAR.

1. EVOLUCIÓN DEL RELIEVE.

La Península Ibérica se encuentra situada en el extremo suroccidental de Europa, entre los paralelos 44º y 36º y los meridianos 4º y 10º (al este y oeste de Greenwich, respectivamente), apareciendo como una vasta superficie de forma trapezoidal, sólidamente unida por el norte con el resto de las tierras europeas y apenas separada del continente africano por el Estrecho de Gibraltar.

De este a oeste, los rasgos más destacables del relieve son los Pirineos, las Cordilleras Cantábrica y Central, los Montes de Toledo, las Cordilleras Béticas y las Costeras Catalanas. El resto del interior peninsular oscila entre los 500 y los 1.000 m. de altitud, siendo su media general los 660 m. Una porción muy reducida del territorio se halla por debajo de esta cifra, correspondiendo a las áreas centrales de las cuencas del Tajo, Guadiana, Guadalquivir y Ebro, junto con la franja costera del perímetro peninsular.

Este contorno destaca por su aspecto rectilíneo y macizo, mostrando entrantes de amplio radio de curvatura a semejanza del litoral africano. La costa gallega es la excepción; su perfil recortado y sinuoso parece un fragmento desprendido de la Europa atlántica, con la que mantiene otras semejanzas de clima y paisaje.

La Meseta es un gran bloque de casi 400.000 km2, levemente basculado hacia el Atlántico (un 0,5% de pendiente), y al que se adosa un cinturón montañoso, surgido durante la orogenia alpina, que acentúa sus rasgos continentales. Las convulsiones terciarias también se dejaron sentir en el interior meseteño, la Cordillera Central que separa la Meseta Norte de la Meseta Sur, y los Montes de Toledo, que dividen la cuenca del Tajo y la del Guadiana.

La orla montañosa que circunda la Meseta determina sobremanera las condiciones climáticas exacerbando tanto las temperaturas invernales como veraniegas y reduciendo sustancialmente las precipitaciones. Desde la costa hacia el interior, estos mismo relieves actúan como barrera, dónde se producen copiosas precipitaciones.

Entre los rebordes montañosos o cordilleras de antepaís (la Ibérica y Sierra Morena) y los plegamientos alpinos (Pirineos y Béticas) se sitúan dos amplias depresiones, el Valle del Ebro y el del Guadalquivir. Son de origen terciario, pero con características diferentes por su evolución y el origen de los materiales que las colmatan.

El interior peninsular muestra los efectos de la orogenia alpina. En el centro aparecen las bóvedas de la Cordillera Central y de los Montes de Toledo. El resto del bloque meseteño se divide en dos grandes depresiones, la submeseta norte y la sur, arropadas por las Cordilleras Cantábrica (N), Ibérica (NE), Bética (ESE) y Sierra Morena (S). El oeste no opone resistencia orográfica al avance de las borrascas atlánticas.

El plegamiento alpino comprime y eleva los materiales depositados en el geosinclinal 1del Tethys durante el Secundario, lo que da origen a los Pirineos y a las Cordilleras Béticas. El aspecto actual del contorno peninsular es obra del modelado a través de diversos procesos erosivos cuaternarios.

Las características generales del territorio peninsular son el resultado de una evolución geológica dilatada en el tiempo y compleja por las energías desatadas y los resultados obtenidos. Según la teoría

1 Geosinclinal. Fosa o depresión de la corteza terrestre, generalmente en una cuenca marina, cuyo fondo se hunde paulatinamente y luego acoge gran cantidad de sedimentos procedentes de la erosión de tierras próximas, que al plegarse darán lugar a una cordillera.

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Tema 01. Rasgos generales del relieve peninsular

de la tectónica de placas, la placa ibérica ha evolucionado con cierta independencia frente a la europea y a la africana.

2. PRECÁMBRICO Y PALEOZOICO.

Los geólogos hablan de cuatro grandes periodos vinculados a sus respectivos territorios: precámbrico, paleozoico, herciniano y alpino. Son etapas compulsivas, separadas por largos periodos de calma aparente. Del precámbrico y del paleozoico peninsulares se tiene un conocimiento escaso, siendo difícil dibujar sus contornos con precisión. La zona mejor estudiada es la del macizo galaico-doriense, que permite a Solé Sabarís distinguir tres series de materiales, sobre los que se apoyaron los terrenos primarios o cámbricos; el zócalo cristalino, el llamado ollo de sapo y las pizarras del Narcea. En el precámbrico hubo al menos dos grandes convulsiones, seguidas de un largo periodo de calma durante el que fueron arrasados los relieves y cubierta gran parte de su territorio por los mares paleozoicos.

El plegamiento herciniano data de finales de la Era Primaria y alcanza su paroxismo en el Carbonífero, periodo en el que se general el carbón, entre otros muchos minerales, a partir del metamorfismo sufrido por determinadas masas orgánicas sedimentarias de origen continental. Tras el movimiento herciniano los territorios occidentales de la Península adquieren una fisonomía semejante a la actual, aun cuando sus últimos ajustes se deben al Terciario. Por el norte, este y sur se extendía el gran mar de Tethys, que se fue recudiendo al emerger nuevos territorios adosados a los ya existentes.

El movimiento orogénico fue de una gran intensidad y afectó a la zona occidental de la Península, cuyos relieves tomaron la dirección armoricana de NO-SE. El calor y las fuetes presiones originadas en el interior del geosinclinal transformaron ingentes masas de sedimentos en rocas cristalinas que dieron lugar, ya exhumadas, a diversos paisajes en función de sus características: topografía de penillanura con tonos oscuros cuando dominan las pizarras (Extremadura) y relieves salpicados de cresterías si lo hacen las cuarcitas (Sierra morena) o las calizas paleozoicas (Pirineo Axial devónico). En la superficie afectada, también conocida como zócalo paleozoico, predomina la sílice, cuya expresión más común es el cuarzo. El conjunto forma la llamada España silícea.

3. CALMA OROGÉNICA EN EL SECUNDARIO.

Hasta el nuevo estallido tectónico del Terciario se sucede un largo periodo de calma orogénica que abarca todo el Secundario. Los materiales de esta época cubren y fosilizan los relieves hercinianos, que ya habían sufrido una potente erosión en el último tercio de la era anterior. La Península está inclinada hacia el Levante y el mar avanza y se retira intermitentemente sobre sus tierras emergidas, aunque sin rebasar los 4º de longitud, al oeste de Madrid.

Los sedimentos correspondientes a la primera etapa del Secundario, el Triásico, son de origen continental y se componen de conglomerados. El más conocido es el rodeno, una arenisca roja muy común en el Levante. Durante los dos períodos siguientes, el Jurásico y el Cretácico, los sedimentos son predominantemente marinos: margas y calizas. La abundancia de estas últimas, una vez elevadas y plegadas por la convulsión alpina, han dado nombre a la España caliza oriental. La potencia de la masa sedimentaria en el este peninsular es muy diversa, pues va desde unos pocos metro de espesor en el centro meseteño a varios miles en las fosas pirenaica y bético-balear.

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4. LAS CONVULSIONES OROGÉNICAS DEL TERCIARIO.

El Secundario o Mesozoico es un periodo de calma orogénica, sin embargo el desmembramiento de las placas euroasiática y africana sigue su curso. En este contexto la Península Ibérica gira lentamente desde una posición Noratlántica hasta encajarse entre el macizo francés y el africano.

En el Terciario vuelven las convulsiones orogénicas: a finales del Eoceno (fase pirenaica) se alcanza el paroxismo alpino que da lugar a la formación pirenaica. Transcurridos 20 millones de años y durante el Mioceno, surgen de la fosa del sureste las Cordilleras Béticas y las Baleares y con un breve retraso las depresiones del Ebro y del Guadalquivir.

Como resultado de las convulsiones generales terciarias y de los desplazamientos hacia el sureste, se dan movimientos de aproximación entre el Macizo Central francés y la Meseta española, por un lado, y entre ésta y el Macizo africano, por otro.

- En el norte se forman los Pirineos tomando como materia prima los sedimentos almacenados del eje geosinclinal.

- De los hervores meridionales surgen las Cordilleras Béticas y el Archipiélago Balear.

- La Meseta queda marcada tanto al norte como al sur:

o al norte las Cordilleras Ibérica y Cantábrica y

o al sur Sierra Morena.

- En el interior de la Meseta, los materiales se abomban y dan lugar a:

o la Cordillera Central y a los Montes de Toledo.

- Fuera de los límites de la Meseta, pero dentro del cratón hercínico:

o la Cordillera Costero Catalana y

o el Macizo Central Gallego.

5. OTROS REAJUSTES EN EL TERCIARIO.

Durante el Terciario se fue componiendo el relieve peninsular y durante fase rodánica, en el Plioceno, aparecen otros aspectos importantes como:

- las depresiones terciarias

- el basculamiento de la meseta hacia el oeste,

- los fenómenos volcánicos,

- la distensión postalpina,

una serie de movimientos verticales de los bloques, frente a los horizontales de la etapa anterior, que buscan su acomodo definitivo.

5.1. Las depresiones terciarias.

Son de dos tipos: prealpinas (Valle del Ebro y Guadalquivir) e interiores, que son un abombamiento del zócalo meseteño por donde discurrían los ríos Tajo, Duero y Guadiana, rellenándolas con sus

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Tema 01. Rasgos generales del relieve peninsular

sedimentos. Todas estas vastas extensiones forman la llamada España arcillosa, compuesta por materiales margoarcillosos poco resistentes a la erosión y que dan pie a un paisaje abarrancado y con profundos galachos, quebradas y torrenteras. Son tierras pobres y con clima árido, de ahí que se les conozcan como bad lands (malas tierras). Los materiales que las recubren no siempre son de origen continental, habiendo también de tipo lacustre (Valle del Ebro) o marino (Guadalquivir).

5.2. El basculamiento de la Península hacia el oeste. Se lleva a efecto en las postrimerías del Terciario, en el Plioceno, tomando como punto de flexión la zona de contacto entre la Cordillera Ibérica y el Valle del Ebro a través de una larga falla cabalgante. El resultado fue una larga carrera de los tres grandes ríos, Duero, Tajo y Guadiana por abrirse camino hacia el Océano Atlántico desde las zonas endorreicas2 del interior. El Ebro tuvo más dificultades para llegar al Mediterráneo al tener que abrirse paso entre los Montes Obarenes y la Cordillera Cantábrica al oeste, y las Cordilleras Costero Catalanas al este.

5.3. El vulcanismo peninsular. Es de escasa amplitud y se circunscribe a la comarca de la Garrotxa en Gerona, al Campo de Calatrava en Ciudad Real y al Cabo de Gata en Almería. Los materiales volcánicos han surgido aprovechando las fracturas o fallas sufridas en los terrenos hercianos recubiertos por sedimentos terciarios. Suman algunas decenas de conos cuya altitud no rebasa los 200 m por encima del entorno.

5.4. Reajustes tectónicos. Tras las convulsiones alpinas sucede una larga etapa de reajuste tectónico. Como resultado aparecen numerosas fosas tectónicas repartidas por la Cordillera Ibérica (Calatayud-Teruel), las Cordilleras Costero Catalanas (Vallés-Penedés), Pirineos (Cerdaña) y Béticas (Baza-Antequera).

6. LITOLOGÍA Y FORMAS DE RELIEVE.

El roquedo Ibérico es silíceo, calcáreo o arcilloso. Esto, unido a la climatología, determina las formas de relieve bajo los efectos de la erosión.

2 Endorreica: zona en la que las aguas corrientes no tienen salida al mar.

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o En la España silícea la roca más abundante es el granito, cuyas formas resultantes pueden ser muy variadas en función de la presencia o no de diversos componentes y de las condiciones climáticas del medio. El granito ofrece poca resistencia a la erosión cuando tiene abundancia de biotitas, plagioclasas, granos gruesos y diaclasas, cuando presenta una gran porosidad y se encuentra en ambientes cálidos o salinos.

En circunstancias opuestas hacen del granito una roca muy resistente a la erosión. Cuando las grietas o diaclasas son paralelas a la superficie, se rompe en escamas, originando una topografía de formas suaves y onduladas. Por el contrario, si las fisuras son ortogonales (ángulo recto) y profundas acaban descomponiendo el granito en bolas, más o menos groseras, que forman pedregales al pie de los cantiles (Sierra de Guadarrama).

o La caliza es una roca muy soluble cuando posee una gran pureza, lo que no ocurre muy a menudo. Para que exista relieve cárstico es necesario que predomine la disolución frente a otros fenómenos erosivos. El agua ha de penetrar profundamente para ser eficaz, por lo que depende de las fisuras ya que la caliza a pequeña escala es impermeable, además han de darse otra serie de circunstancias:

1. Que sea una roca masiva o de gran espesor, de lo contrario habría presencia de capas impermeables de otra naturaleza que interrumpirían la filtración.

2. Que esté levemente plegada, lo que fomenta las grietas y las fisuras. Si lo está en exceso el agua se pierde rápidamente por arroyada.

3. Que, a falta de una gran pureza, sea una dolomía, roca compuesta de calcio y magnesio, lo que origina una roca muy porosa, soluble y de escasa resistencia frente al hielo.

Las formas de relieve resultantes son muy diversas y van desde el cañón al lapiaz3, pasando por las simas, las dolinas, las uvalas 4y los poljes, grutas columnadas, escarpes, profundos sumideros o superficies cortantes son otras expresiones del relieve cárstico. Buena prueba de ello son: la Ciudad Encantada en Cuenca, el Torcal de Antequera en Málaga, las Cuevas del Drac en Mallorca o el Monasterio de Piedra (Zaragoza).

3 Lapiaz: (o karren) es una de las formas del modelado cárstico por disolución de la roca, que consiste en el tallado sobre la superficie de la misma de surcos poco profundos (varios cm.), pero de bordes afilados. Pueden formar canales paralelos, sinuosos o pequeñas oquedades. 4 Uvala:. Depresión kárstica de forma ovalada , resultado de la fusión de varias torcas o dolinas.

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Tema 01. Rasgos generales del relieve peninsular

o Las arcillas son susceptibles a la hidratación, aunque son prácticamente impermeables. Si hay pendiente, el agua las arrastra con facilidad, sobre todo si están resecas, cuarteadas y no hay vegetación. En un clima como el nuestro de sequías prolongadas y lluvias torrenciales, el fenómeno habitual es el abarrancamiento, donde predomina la erosión lineal.

La potencia bruta del agua es muy superior a la energía necesaria para transportar los materiales que arrastra, por lo que profundiza su acción sobre la tierra descarnada. Se forman surcos estrechos y profundos, cárcavas separadas entre sí por aristas. El territorio, en su conjunto, adquiere una fisionomía inhóspita y queda desnudo de vegetación. Ejemplo de ello es el ámbito mediterráneo, el Valle del Ebro o las cuencas granadinas de Baza y Guadix.

7. LA ACCIÓN DE LOS HIELOS CUATERNARIOS.

La impronta de los hielos cuaternarios, y sobre todo la de la glaciación de Würm, por ser la última, ha tenido una gran incidencia en la morfología actual. Por su latitud, la Península Ibérica se vio afectada escasamente por los hielos permanentes o glaciares, que quedaron reducidos al Pirineo Central, centro-oeste de la Cordillera Cantábrica y algunos pequeños enclaves de la Ibérica, Central y Sierra Nevada. El modelado periglacial, sin embargo, se extendió por todo el resto del territorio, con excepción de el valle del Ebro, la orla mediterránea, el litoral portugués y los cursos medio y bajo del Tajo, Guadiana y Guadalquivir.

7.1. Morfología glacial. La abundancia y permanencia de la nieve estaban relacionadas con la altitud, la latitud, orientación del relieve y sentido de los vientos. Los dos primeros factores determinan que las nieves perpetuas glaciares desciendan hasta los 1.800 m en los Pirineos, 2.000 m en el Sistema Central y los 2.400 m en Sierra Nevada. En la Cordillera Cantábrica, la abundancia de precipitaciones atlánticas rebaja esta cuota a 1.400 m. El sentido de los vientos favorece la existencia de una sobrealimentación nival por acumulación.

El retoque glacial produce multitud de formas de carácter erosivo (valle de artesa, circo, horn, crestería caliza, superficie pulida, umbral, etc), o de acumulación (morrenas frontales, laterales y de fondo, drumlin, etc.).

− El Pirineo central ofrece la máxima superficie y los hielos se extendieron de oeste a este, a lo largo de 300km. Su lengua más larga alcanzó los 65 km en el Noguera-Pallaresa, descendiendo hasta los 800 m de altitud. El espesor de estos glaciares según Lautensach, estaría en torno a una franja entre 300-400 m, aunque López y otros afirman que se han detectado potencias de 600 m en el glaciar del Gállego.

− La Cordillera Cantábrica vio como los hielos descendían hasta los 300 m en su cara norte, debidos sobre todo a la abundancia de precipitaciones nivosas. En los Picos de Europa, de textura caliza, han sido esculpidas impresionantes formas cársticas, valles colgados, circos, etc. Hacia el oeste, en la Sierra Segundera-Cabrera abundan los lagos, el más famoso Sanabria, en el curso del río Tera.

− En la Cordillera Ibérica los glaciales tuvieron una débil incidencia y no se desplazaron nunca por debajo de los 1.800 m. En la Sierra de la Demanda se contabilizan varias decenas de circos y nichos de nivación de escaso desarrollo. Algo similar ocurre en las Sierras de la Cebollera y Urbión.

− La Cordillera Central sufrió escasos retoques glaciares. Las lenguas de hielo fueron pequeñas en los tres macizos, aunque presentaron mayor desarrollo en la Sierra de Gredos. En esta se han contabilizado 16 glaciares que han dado origen a numerosas lagunas, entre las que

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destacan Laguna Grande y Cinco Lagunas. En la Sierra de Guadarrama el mayor circo está ocupado por la Laguna de Peñalara y en Somosierra las huellas del retoque glacial son mínimas.

− Sierra Nevada presenta los retoques glaciares más débiles de la Península, a pesar de que cuenta con las mayores altitudes. Es debido al descenso de las precipitaciones y al aumento de las temperaturas al perder latitud. Aparecen algunos circos y valles en artesa de tamaño reducido, abundancia de derrubios en las laderas y depósitos morrénicos, bastantes desarticulados los últimos por la erosión postglaciar.

7.2. El modelo periglacial. Este modelo se define por una dinámica de hielo y deshielo en la que intervienen diversos mecanismos: la acción del hielo sobre rocas y suelo, la fusión de la nieve, las arroyadas y el viento. La acción periglacial cobra mucha mayor importancia que la glaciar, aunque sólo sea porque afecta a una gran extensión de la Península, a toda la orla circundante de las cordilleras hispanas.

a) La acción del hielo sobre las rocas se refleja en una serie de fenómenos como los siguientes:

− el pipkrake, columnas o bastoncillos de hielo que se forman bajo los granos de suelo durante una helada elevándolos.

− Cuando sube la temperatura se licúan y el grano rueda por la pendiente o sufre un desplazamiento por salto (creeping) o reptación.

− Los pequeños estratos internos o lentejones son placas de hielo que se forman a escasa profundidad aprovechando, generalmente, la discontinuidad de los horizontes del suelo.

− Las cuñas de hielo, por las que se introduce el agua aprovechando las grietas de las rocas. Al helarse aquella produce un efecto palanca y las agranda.

− El hidrocalolito es un fenómeno similar al de los estratos internos pero en altura, pues a veces se forman domos o abombamientos de hasta 10 m por acumulación de hielo bajo la superficie. Cuando se deshiela da origen a una pequeña laguna circular.

− La gelifracción o crioclastia es la fragmentación que el hielo lleva a cabo al introducirse en las fisuras de la roca. Como resultado de estos fenómenos aparecen aristas, hendiduras y dientes de sierra que permiten, por ejemplo, la escalada en paredes verticales.

− Otra consecuencia es la balma o socavón en una roca o estrato cuando éste es más poroso que los colaterales: se embebe de agua y sufre de inmediato los efectos del hielo-deshielo desmoronándose.

b) Fusión de la nieve pone en circulación el agua retenida, de la que una gran parte, dependiendo la permeabilidad del suelo, se queda embebiéndolo. Si hay una helada posterior se repiten los procesos anteriores de reptación, abombamiento, gelifracción, etc. Y si no, el suelo tiende a enfangarse y deslizarse (solifluxión) por las pendientes formando coladas de barro.

c) La arroyada tiene importancia si llueve o nieva sobre un suelo helado porque la precipitación se desliza sobre la superficie impermeabilizada. También puede ocurrir que en una colada de barro, donde el agua no se distribuye uniformemente, la capa más superficial se independice por exceso de agua arrastrando los materiales más finos.

d) El viento puede ejercer un efecto decisivo en determinadas circunstancias: si circula a gran velocidad, si el manto vegetal es mínimo o nulo y si actúa sobre rocas blandas o suelos limosos. Como sucede en los desiertos cálidos, también en los fríos puede formar dunas o depósitos de loes.

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Tema 01. Rasgos generales del relieve peninsular

7.3. Formas de modelado periglacial.

Los procesos anteriores explican formas resultantes que son diferentes si los hielos actúan en una superficie llana o sobre una vertiente.

− El modelado sobre superficies llanas origina:

o los campos de barro sobre materiales finos

o las acumulaciones de piedras angulosas y sueltas cuando el viento separa y transporta las pequeñas partículas que las cementa.

o los suelos poligonales originados por un movimiento de hielo-deshielo en el que colaboraron las diaclasas, la reptación, otros fenómenos y.

o finalmente, el thufur o césped almohadillado, que actúa como un hidrocalolito en pequeño, del tamaño de una topera sobre el suelo.

− El modelado sobre vertientes se lleva a cabo con la interacción de varios procesos: los aludes, la crioclastia y la solifluxión.

o Los aludes se originan en una pendiente muy pronunciada (más del 35%) y dan como resultado una acumulación (cono) de cantos angulosos.

o La crioclastia llamada también gelifracción , consiste en la fragmentación de la roca cuando, por las variaciones de temperatura, ...se ceba sobre los escarpes rocosos a cuyo pie se acumulan derrubios con aristas y tamaño diversos, alejándose hacia el fondo en proporción directa a su peso. La pendiente ha de oscilar entre el 30-35%, porque si es menor no se produce selección alguna entre los cantos sino que permanecen mezclados los grandes con los pequeños.

o El fenómeno más extendido es el denominado grèz lecée o superficie de derrubios ordenados verticalmente, con estratos de materiales finos y gruesos, resultado de la alternancia de hielo-deshielo y de la cooperación de la crioclastia y de la solifluxión. Aparece en todo el ámbito periglacial y el límite de su altitud varía de una cordillera a otra como sucedía con la presencia de los hielos glaciares. En la Cordillera Cantábrica descienden casi a la altura del nivel del mar, en los Pirineos se quedan por encima de los 800 m y de los 1.500 en las Béticas.

CONCEPTOS IMPORTANTES.

− Herciniano. Periodo orogénico de finales del Paleozoico, hace unos 300 millones de años aproximadamente.

− Secundario. Periodo geológico entre el Primario o Paleozoico y el Terciario o Cenozoico, que comenzó, aproximadamente, hace 225 millones de años, y cuya duración se calcula en 160 millones de años. Se subdivide en Triásico, Jurásico y Cretácico.

− Terciario. Periodo geológico que comenzó, aproximadamente, hace 65 millones de años y cuya duración es de unos 63 millones de años. Se subdivide en Paleoceno, Eoceno, Oligoceno, Mioceno y Plioceno.

− Cuaternario. Época geológica actual que comenzó, aproximadamente, hace 2 millones de años. Se divide en dos períodos: glacial o Pleistoceno y postglaciar u Holoceno. Todo el periodo tiene un carácter marcadamente sedimentario con materiales de origen continental. Durante su primera fase se sucedieron cuatro grandes glaciaciones con sus respectivos periodos interglaciares, en el último de los cuales nos hallamos. Geológicamente ha sido una etapa de calma en la cual se está produciendo un eficaz proceso morfoclimático. Sin embargo, animales y plantas han sufrido profundas transformaciones al avanzar o retroceder las inmensas placas de hielo que cubrieron gran parte del hemisferio boreal.

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Geografía de España

− Tipos de roquedo. El roquedo Ibérico es silíceo, calcáreo o arcilloso. En la España silícea la roca más abundante es el granito, cuyas formas resultantes pueden ser muy variadas en función de la presencia o no de diversos componentes y de las condiciones climáticas del medio. La caliza es una roca muy soluble cuando posee una gran pureza, lo que no ocurre muy a menudo. Las arcillas son susceptibles a la hidratación, aunque son prácticamente impermeables. Si hay pendiente, el agua las arrastra con facilidad, sobre todo si están resecas, cuarteadas y no hay vegetación.

− Formas de relieve cárstico. Se producen formas muy variadas de tipo externo (cañón, lapiaz, poljé, dolina, uvalas, superficies cortantes, escarpes.) e interno (cuevas, galerías, grutas columnadas, profundos sumideros y simas).

− Modelado periglaciar. Fenómenos que se dan por debajo de las nieves perpetuas producidos por el hielo y el deshielo. Bad-lands

− Bad-lands. Tierras pobres y con clima árido típicas de la España arcillosa. Están compuestas por materiales de tipo continental, lacustre y marino.

− Basculamiento. Inclinación del terreno producida como consecuencia de movimientos geológicos de ascenso o descenso muy lentos sostenidos (no repentinos).

− Depresiones terciarias. Surgidas durante el Terciario en la fase rodánica del Plioceno. Son de dos tipos: prealpinas (Valle del Ebro y Guadalquivir) e interiores, que son un abombamiento del zócalo meseteño por donde discurrían los ríos Tajo, Duero y Guadiana, rellenándolas con sus sedimentos. Todas estas vastas extensiones forman la llamada España arcillosa, compuesta por materiales margoarcillosos poco resistentes a la erosión y que dan pie a un paisaje abarrancado y con profundos galachos, quebradas y torrenteras.

− Diaclasas. Fractura de un roca sin desplazamiento de la misma. Es de gran importancia porque contribuye a la labor de erosión.

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TEMA 2.

DEPRESIONES Y RELIEVES EN EL INTERIOR DE LA MESETA

INTRODUCCIÓN.

Se tiende a reducir a la Meseta como una vasta llanura, de elevada altitud, rodeada por destacados relieves que llegan a encontrarse en su interior dividiéndola en dos mitades. Un análisis más detallado muestra que la Meseta no aparece como una llanura, ni posee caracteres homogéneos en sus dos mitades, norte y sur. Se prolonga hacia el noroeste, siendo el núcleo más antiguo de la Península Ibérica al que se han adosado los territorios surgido durante las convulsiones terciarias, hasta adquirir la configuración actual. Cabe distinguir en ella dos elementos esenciales: el zócalo y la cobertera sedimentaria.

El zócalo está constituido por materiales arcaicos (3.800 mill. a.) y paleozoicos (570-290 mill. a.) y sufrió varios plegamientos como el caledoniano (444 a 416 millones de años) y el herciniano (entre finales del Devónico (hace unos 380 millones de años) y mediados del Pérmico (unos 280 millones de años)), ambos dentro de la era primaria o paleozoica. La orientación general de los pliegues es del noroeste al sureste. A lo largo del Secundario fueron arrasados y toda la región convertida en una vasta penillanura cuyos ríos fluían hacia el oriente mediterráneo. Las aguas de este mar, mucho más extenso que ahora, bañaban e irrumpían los territorios del zócalo por el norte, el este y esporádicamente por el sur, donde fueron depositando una cobertera sedimentaria poco uniforme, que tras el plegamiento alpino, dio origen a los relieves que adornan la Meseta con materiales acumulados durante el Secundario.

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Tema 2. Depresiones y relieves en el interior de la meseta

Por el oeste, desde Galicia a Sierra Morena, predominan los materiales antiguos (gneis, granitos y pizarras) de tonos grises y cárdenos y de consistencia muy dura que se traduce en abundantes afloramientos graníticos. La red fluvial se ve obligada a realizar profundos tajos, evidenciando un claro predominio de la erosión vertical sobre la horizontal, mientras atraviesa la Meseta hacia el Atlántico.

Según Solé, la evolución morfológica de la Meseta ha tenido las siguientes fases:

− Una primera fase en la que se cincela la penillanura poligénica (pretriásica), desde finales del Primario y comienzos del Secundario, a expensas de los relieves aparecidos en la orogenia herciniana.

− Una segunda fase, la orogenia alpina, que reforma los contornos meseteños y abomba o fragmenta su interior.

− Una tercera fase, durante el Mioceno avanzado, en la que se desarrolla la penillanura fundamental (finimiocénica) sobre los resaltes alpinos eocenos y oligocenos

− En la cuarta fase dicha penillanura sufre los últimos reajuste isostáticos terciarios y aparece dislocada y elevada en varias partes hasta un nivel de cumbres.

− En la quinta fase se forma una nueva penillanura por arroyada, típica de los climas áridos cuyas precipitaciones esporádicas, pero intensas, originan grandes acumulaciones de sedimentos angulosos y groseros.

1. LA SUBMESETA NORTE.

También conocida como la depresión del Duero, tiene una altitud media de 850 m y aparece rodeada por los relieves portugueses de Tras-os-Montes al oeste, Montes de León y Cordillera Cantábrica al noroeste y norte, Cordillera Ibérica al este y Cordillera Central al sur y suroeste. Estos relieves llegan a rebasar los 2000 m en numerosas ocasiones por lo que la submeseta norte tiene el aspecto de una verdadera depresión de origen terciario a pesar de su elevada altitud. Estas barreras debilitan la influencia del Atlántico, traduciéndose en escasez de lluvias y fuertes contrastes térmicos.

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Geografía de España

La depresión está drenada por el río Duero, excepto la Bureba burgalesa y el Bierzo leonés, que caen bajo la influencia del Ebro y del Miño, respectivamente. Cuando la Meseta basculó hacia el este, las zonas septentrional y oriental recibieron un gran aporte de sedimentos marinos cuyo espesor siguió aumentando por subsidencia hasta alcanzar en algunos puntos más de 3000 m. La red hidrográfica aparece encajada profundamente en esta llanura, tan extensa como uniforme desde la geología, pues los terrenos son casi todos ellos de origen terciario. Los materiales finos (yesos) se localizan en el centro de la cuenca, mientras que en los bordes aparecen los más gruesos (conglomerados). En las áreas intermedias abundan las arcillas rojas cubiertas por rañas 1 al noroeste y por calizas pontienses hacia el este, mientras que en el sur han sido sustituidas por las arenas miocénicas procedentes del desmantelamiento de la Cordillera Central.

Esta uniformidad topográfica esconde realidades muy diferenciadas por su origen, como las penillanuras, las plataformas estructurales, los glacis detríticos y las terrazas fluviales. La penillanura es la última fase en el ciclo erosivo de un viejo zócalo como puede verse en Zamora y Salamanca. La plataforma estructural o páramo se establece sobre un estrato duro de conglomerados o areniscas de borde de cuenca (páramo leonés) o sobre calizas en el centro de la misma por sedimentación, como los páramos de la Nava, Peñafiel y Tudela de Duero antes de llegar a Valladolid y los de Cerrato al sureste de Palencia.

Los glacis detríticos presentan una pendiente suave y están constituidos por materiales de arroyada que han cubierto otros más blandos como las arcillas. Las terrazas fluviales, fruto de las alternancias climáticas durante el Cuaternario, están presentes en numerosos valles meseteños: Tormes al sur de Salamanca, Duero al oeste Valladolid o del Carrión.

Aparte de estas grandes unidades morfológicas en la depresión del Duero, existen otras muchas formas de modelado sobre materiales blandos (cárcavas, motas, vallonadas y mamblas) o sobre duros (taludes, bolas de granito, sierros, arribes y negrizales) que dotan de una gran variedad de detalle a la submeseta norte. Dentro de los rasgos generales de la misma, hay que señalar su clima continentalizado de inviernos rigurosos y veranos cálidos, escasez de lluvias, especialización cerealista de las campiñas, escasa presencia de masas boscosas y la baja densidad humana.

1 La raña es una formación sedimentaria compuesta de cantos de cuarcita con una matriz arcillosa que se configuran en un relieve de plataformas elevadas con suave pendiente interna. Se sitúan en los piedemontes. Se formaron durante el período Neógeno.

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Tema 2. Depresiones y relieves en el interior de la meseta

2. LA SUBMESETA SUR.

También denominada depresión del Tajo, la submeseta sur está limitada por el Sistema Central al norte, la Cordillera Ibérica al este y Sierra Morena al sur. Por el oeste se abre al Atlántico cuyas influencias ciclonales son escasas debido a la baja latitud de aquélla. Frente a la submeseta norte, que forma una unidad homogénea en muchos aspectos, la sur está subdividida en dos por los Montes de Toledo, la septentrional drenada por el Tajo y la meridional, por el Guadiana. Una porción de ésta, al sureste, ha pasado al dominio mediterráneo arrastrada por las aguas del río Júcar y su afluente el Cabriel. En menor proporción, una circunstancia similar se está dando al sureste de la depresión del Duero, cuyas tierras han empezado a tocar el curso alto del Henares en su acción remontante, beneficiándose de la menor altitud media de la submeseta sur.

Los materiales que rellenan la depresión son de origen continental, pertenecen al Terciario (Mioceno) y en su ubicación repiten el mismo esquema que en la zona norte: los más groseros en los márgenes (conglomerados, gravas, etc.) y los más finos en el centro (yesos, limos o calizas palustres). La sedimentación se prolonga hasta el Mioceno superior y es en el Plioceno cuando la Península bascula hacia occidente, pasando a convertirse toda la Meseta en una zona exorreica. También se repiten los grandes conjuntos geomorfológicos de la submeseta norte: páramos calizos como los de la Alcarria excavados por el Henares y el Tajuña, que abren amplias vallonadas en los materiales arcillosos subyacentes; rañas que descienden del Sistema Central en los interfluvios de los afluentes del Henares y del Jarama o de los Montes de Toledo, entre Gálvez y Alcaudete, en el gran arco que forma el Tajo hacia Talavera de la Reina, y terrazas sinnúmero en casi todos los ríos, complejas las del Henares y famosas por los hallazgos paleolíticos las del Manzanares. La falta de homogeneidad se traduce en una clara diferenciación entre las partes de la submeseta sur. En ella cabe distinguir varios subconjuntos: la cuenca de Madrid, la del Tajo, la llanura manchega y la cuenca del Júcar.

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2.1. La cuenca de Madrid.

Se extiende por la margen derecha del Tajo entre el Sistema Central al norte, la Sierra de Altomira al este, los Montes de Toledo al sur y Mejorada-Talavera de la Reina al oeste. Está drenada por los ríos Jarama, Guadarrama y Alberche y en ella se singularizan el páramo alcarreño partido en dos por el río Tajuña.

2.2. La cuenca del Tajo.

Continúa la de Madrid y pertenece al ámbito del río Tiétar. Se caracteriza por la torrencialidad de los ríos que descienden del Sistema Central y buena prueba de su ímpetu son los conos aluviales en Arenas de San Pedro y Candeleda. Este valle se abre hacia el campo Arañuelo cuya altitud ha descendido hasta a los 300 m por la intensa erosión sufrida.

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Tema 2. Depresiones y relieves en el interior de la meseta

2.3. La llanura manchega.

Se define por su gran plenitud, débil drenaje y abundancia de extensas zonas endorreicas2 o semiendorreicas. Ocupa la zona meridional de la Meseta, limitando por el norte con las estribaciones de los Montes de Toledo y del Campo de Criptana; por el este con el valle del Júcar y Sierra de Higueruela y por el sur y sureste con Sierra Morena y el Campo de Montiel. La zona centro es una gran llanura aluvial alimentada por el río Záncara (Campo de Criptana) donde abundan las dunas construidas por los vientos. En las áreas calizas se ha desarrollado todo un paisaje cárstico a base de dolinas3, uvalas4, etc.

2 Endorreica: zona en la que las aguas corrientes no tienen salida al mar. 3 Dolina: es una depresión circular cárstica debida a la disolución de sus materiales o al hundimiento de la capa superior. Suele tener un sumidero por donde desaparecen las aguas hacia capas más profundas. Su diámetro oscila desde algunos metros hasta varios cientos. 4 Uvala: forma de erosión cárstica resultante de la unión de varias dolinas.

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2.4. La cuenca del Júcar.

Engloba por el este la del Cabriel, que se abre entre la sierra de Rubial y la de Martés formando la plana de Utiel-Requena; por el noroeste alcanza hasta los límites provinciales con Ciudad Real; por el oeste incorpora el Campo de Montiel y por el sur limita con las estribaciones béticas. En el centro quedan los llanos de Albacete colmatados por los sedimentos del río Jardín.

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Tema 2. Depresiones y relieves en el interior de la meseta

3. LA CORDILLERA CENTRAL.

Divide la Meseta en dos partes. Se encuentra fragmentada en bloques, debido a numerosas fallas de orientación noreste-suroeste con algunas otras en sentido perpendicular. La Cordillera o Sistema Central es un fragmento de la Meseta elevado y fallado durante el plegamiento alpino. Las fallas transversales que reproducen la orientación noroeste-sureste del plegamiento herciniano permiten la comunicación norte a sur a través de puertos conocidos: Béjar, la Paramera de Ávila y Somosierra. Por las fallas longitudinales discurren algunos ríos como el Lozoya, Alberche, Tiétar, curso alto del Tormes y Jerte. Los materiales dominantes corresponden al corazón del zócalo, granitos y neis en Gredos y Guadarrama y pizarras paleozoicas en Somosierra. En general los materiales son, de oeste a este, cada vez más modernos, finalizando en un enclave de sedimentos mesozoicos que sirve de enlace entre la Sierra de Ayllón y la Cordillera Ibérica.

Ni las numerosas líneas de fractura ni los diversos enrasamientos y posteriores elevaciones explican suficientemente la morfología de la Cordillera Central. Hay que contar también con la fuerte erosión diferencial desencadenada por los ríos entre las vertientes norte y sur. Allí la red hidrográfica ha excavado valles abiertos y suaves interfluvios. Al rebasar hacia el sur la línea de cumbres, los resultados son muy distintos ya que predominan los valles estrechos y profundos, verdaderos tajos favorecidos por la tectónica y por un nivel de base algunos cientos de metros inferior al de la cuenca del Duero.

Sin llegar a tener la importancia de los glaciares alpinos, debido a una altitud menos y una latitud más meridional, también aquí los hielos cuaternarios dejaron su impronta por encima de los 1.600 m en la Estrella y de los 1.900 en Somosierra. Las lenguas glaciares nunca alcanzaron más de 7 km de longitud y las navas y hoyos, aunque numerosos, son de tamaño reducido. Fruto de esta actividad de los hielos cuaternarios son las numerosas lagunas de alta montaña repartidas por la Sierra de Gredos de este a oeste, como la Nava, las Cinco Lagunas y la Grande de Gredos. Pero más importante todavía que el modelado glaciar fue el periglacial sobre las rocas cristalinas, aún vigente en las altas cumbres.

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4. LOS MONTES DE TOLEDO.

Son fruto del abombamiento que sufrió la Meseta durante el plegamiento alpino. Comparten con la Cordillera Central algunas características: la fragmentación en bloques tectónicos elevados (Horst) y hundidos (graben), las formas redondeadas o aplanadas de sus cumbres y las mismas superficies de erosión en su historia geomorfológica. Sin embargo también existen notables diferencias como son la menor longitud y altitud de los relieves sureños, cuyas cotas oscilan entre los 1.200 y 1.400 m, el predominio de las cuarcitas y pizarras frente al granito y la inexistencia de actividades glaciares.

Hacen de divisoria de aguas entre las cuencas del Tajo y del Guadiana y en su conjunto pueden considerarse como una penillanura disecada, de orientación este-oeste, cuyos materiales están compuestos por pizarras y cuarcitas del Silúrico, excepto la extensa formación cristalina al sur de Toledo. Al este mantienen cierta prestancia topográfica que van perdiendo paulatinamente hacia occidente.

Los crestones de cuarcita que aparecen en el tramo occidental, desde las Villuercas a la Sierra de San Pedro, son un ejemplo de relieve apalachense exhumado y resaltado por la erosión diferencial. Las cimas aparecen a un mismo nivel, lo que confirma la existencia de una superficie de erosión pretriásica, que enrasó los relieves hercínicos de orientación armoricana (NO-SE). Las diferencias morfológicas vienen dadas por la distinta dureza entre cuarcitas y pizarras, propiciando estas últimas un desmantelamiento más rápido. Al pie de los relieves y en las áreas intramontanas aparecen amplias extensiones de rañas, que son depósitos detríticos suavemente inclinados, compuestos por materiales cuarcíticos angulosos y cementados con arcillas y limos. Han tenido su origen en un clima semiárido o árido.

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TEMA 3.

LOS RELIEVES ESTE, NORTE Y SUR DE LA MESETA

1. EL MACIZO GALAICO.

El Macizo Galaico ofrece unos límites muy precisos en todo su perímetro occidental, no así en el este y sur.

Desde la Geología no existe discontinuidad alguna entre el Macizo y la Meseta, pero la variedad de sus formas, la abundancia y complejidad de las fracturas, el clima oceánico, el paisaje y la misma cultura de sus gentes han dotado a esta porción del territorio hispánico de singularidad propia. La altitud media es de unos 500 m, aunque su relieve es omnipresente como desorganizado, sin unas alineaciones bien definidas. Pasa lo mismo con la red hidrográfica de la zona occidental: abundante, de recorrido corto, muy encajada y preocupándose cada río por llevar sus aguas al Atlántico al no hallarse integrado en una red más jerarquizada.

Dos tercios del macizo, en su parte occidental, están compuestos por granitos y gneis. Las cuarcitas y las pizarras constituyen el tercio oriental restante. Los sedimentos mesozoicos se hallan ausentes y los terciarios (miocénicos) son escasos. Desde finales del Paleozoico hasta el Terciario la estabilidad de que goza la Península permite la denudación de los relieves hercinianos, configurándose una extensa penillanura poligénica de la que forma parte el Macizo Gallego. La fisonomía actual de éste se debe en gran medida a la orogenia alpina y es destacable al racimo de fallas y fracturas que encuadran el conjunto dentro del estilo germánico. La tectónica junto con los resultados de la erosión diferencial son los dos agentes decisivos de la morfología gallega. Los elementos más característicos de ésta son: el Reborde Oriental, la Meseta Central, La Dorsal, La Fractura de Carballo a Tuy y la Costa.

1.1. El Reborde Oriental.

Está formado por un conjunto de Sierras orientadas de norte a sur (Lorenzana y Meira), de noreste a suroeste (Ancares, Laurel, Segundera y Montes de León) y de oeste a este (Cabrera y Culebra, adentrada ya en la meseta zamorana). Esta serranía presenta un relieve abrupto de tipo apalachense

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Los relieves Este, Norte y Sur de la Meseta

con varias cumbres por encima de los 2.000 m, cuyo aspecto aplanado nos remite a la antigua penillanura poligénica. En el interior del conjunto serrano existen varias cuencas de origen tectónico. La más famosa es la de El Bierzo, en tierras leonesas, drenada por el río Sil que atraviesa las tierras de Valedora y de Quiroga antes de desembocar en el Miño.

1.2. Meseta Central Gallega.

Al oeste del reborde oriental se extiende la penillanura de Chantada de origen miocénico, que se corresponde con la penillanura fundamental de la Meseta española. De norte a sur, y en los aledaños de los relieves orientales, se sucede una serie de fosas tectónicas cuyos fondos aparecen tapizados con materiales del Terciario tardío y del Cuaternario. Son las fosas de Puente de García Rodríguez, Lugo, Sarriá, Monforte de Lemos, Antela y Verín. La primera está drenada por el río Eume, las tres siguientes pertenecen a la cuenca del Miño, Antela está surcada por el Limia, que desemboca en la costa portuguesa y Verín cae bajo el dominio del Duero a través de su afluente el Támega. La altitud de la Meseta oscila entre los 300 y los 500 m y se ha formado sobre granitos y esquistos paleozoicos. Toda, salvo la franja cantábrica, está drenada por el Miño, que desciende hacia el sur sin apenas angostar su curso hasta que sale de la cuenca lucense.

1.3. La dorsal gallega.

Las cumbres de esta alineación montañosa se corresponden con las del Reborde Oriental formando la penillanura poligénica. La Dorsal no es sino un cordón de relieves residuales, sobre la superficie de Chantada, debido a la dureza de los granitos y cuarcitas que la integran. Se orienta de norte a sur, presenta su mayor altura en la Sierra del Faro con 1.187 m y sirve de divisoria de aguas entre la cuenca del Miño y el resto de los numerosos ríos, que sin jerarquización alguna conducen sus aguas al Atlántico.

1.4. La fractura Carballo-Tuy.

A lo largo de 170 km y con una anchura media de dos km, esta hendidura hace de límite entre la Dorsal Gallega y el Bloque Litoral desde Carballo hasta Tuy, pasando por Padrón, Pontevedra y la ría de Vigo. Su origen está en una gran falla herciniana que la erosión posterior ha ido agrandando al actuar sobre unos materiales (milonitas) triturados por la fricción. Hasta las estribaciones de la Dorsal se extiende el Escalón de Santiago, una superficie de formas suaves intensamente erosionadas y cuyas máximas altitudes no superan nunca los 500 m.

1.5. La costa.

Ascendiendo por la costa portuguesa hacia el litoral gallego sorprende el aspecto rectilíneo de aquélla frente a lo recortado de éste. Sin embargo los entrantes, conocidos como rías, no ocultan que todo formaba parte de un mismo bloque, con la salvedad de que la zona gallega sufrió un hundimiento mayor hacia el noroeste tomando como bisagra el reborde oriental. Además de la falla alpina que de noroeste a sudeste bisela la costa gallega, hubo algunas otras al oeste de la Dorsal gallega y de orientación noreste-suroeste que fueron aprovechadas por los cursos fluviales para instalarse sobre ellas. La presencia de estos dos factores, tectónica y erosión fluvial, ha originado la aparición de dos tipos de rías: altas o estructurales, cuyo origen se debe a una erosión diferencial sobre las capas más blandas (Ribadeo, Vivero, Fez y Barquero) y bajas o tectónicas, fruto de una falla o de una fosa de hundimiento entre dos fallas (Muros y Noya, Arosa, Pontevedra y Vigo). Las rías centrales del noroeste (Ferrol,

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Betanzos y La Coruña) son valles fluviales que cayeron bajo el dominio del Atlántico durante el proceso de subsistencia del Macizo Gallego.

2. LA CORDILLERA CANTÁBRICA.

Recibe la denominación de Cordillera Cantábrica el amplio conjunto montañoso que se extiende a lo largo de 370 km desde la Sierra de Rañadoiro y los Ancares, al oeste, hasta los Pirineos occidentales (Golfo de Vizcaya). Es uno de los rebordes externos de la Meseta, interponiéndose entre ésta y el mar Cantábrico y marcando los límites meridionales de la España húmeda. En ella se distinguen dos partes: el Macizo Asturiano o sector occidental y los Montes vasco-cantábricos o sector centro-oriental. Esta distinción no se percibe desde el punto de vista orográfico, pero sí desde la geología y las formas del relieve esculpidas por la erosión.

2.1. El macizo asturiano.

Este conjunto orográfico forma parte del Macizo Galaico como se comprueba por el tipo de materiales y por las formas apalachenses de su relieve, tallado sobre una alternancia de rocas duras (cuarcitas) y blandas (pizarras). Ante el mapa geológico de la zona destacan dos características: el profundo arco al oeste, denominado rodilla asturiana, vinculado con la orientación NO-SE de la orogenia herciniana en el borde de la cuenca sedimentaria y la preponderancia de los materiales carboníferos y terciarios (eoceno) entre Gijón, Oviedo y Arriondas. La abundancia de yacimientos de carbón se debe a la aparición de pequeñas, aunque numerosas, cuencas subsidentes rellanas de materiales orgánicos durante la primera fase (astúrica) del plegamiento herciniano. Las formas son fruto de la orogenia alpina que actuó sobre este macizo antiguo fracturándolo, imponiendo sobre él un estilo germánico.

La anchura media del Macizo rebasa los 80 km, pero no se presenta como una cadena, sino como un extenso territorio montañoso de bloques hundidos y elevados. Algo más de dos tercios del mismo (68%) vierte sus aguas hacia el mar Cantábrico y el resto hacia la cuenca del Duero y la fosa del Bierzo. Dentro

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Los relieves Este, Norte y Sur de la Meseta

de esta aparente uniformidad es posible distinguir cinco unidades de paisaje contrastadas: el litoral, las sierras litorales, la fosa prelitoral, los Picos de Europa y las montañas del interior.

2.2. Montes vasco-cantábricos.

Entre el Macizo Asturiano y los Pirineos se extienden, a lo largo de 250 km, los Montes vasco-cantábricos, también denominados Pirineos atlánticos o umbral vasco-cantábrico. Aunque existe alguna cumbre por encima de los 2.000 m (sierras de Peña Labra, del Cordel, etc.), el conjunto presenta un notable descenso de altitud, de ahí el nombre de umbral o depresión. Esta menor altura no les impide ejercer una doble función bioclimática: entorpeciendo la penetración de las advecciones atlánticas hacia el interior y los rigores térmicos de éste hacia las tierras costeras.

La mayor parte de los materiales son de finales del Secundario (Cretácico) y de principios del Terciario (Eoceno) y están compuestos de arcillas y calizas al oeste y areniscas, calizas y margas en la zona vasca. En la parte más oriental afloran los materiales paleozoicos, que son una prolongación de los Pirineos. Se distinguen, de oeste a este, tres sectores: el cántabro, el vasco y el vasco-navarro.

3. LA CORDILLERA IBÉRICA.

Con algo más de 400 km de longitud, una anchura media de 100 km y una orientación predominantemente de NO-SE, la Cordillera Ibérica se extiende desde La Bureba burgalesa hasta el litoral mediterráneo. Bordea la Meseta por el este y el noreste y hace de divisoria de aguas entre los grandes ríos peninsulares, Duero, Tajo, Guadiana y Ebro, además de los levantinos.

Por su estratégica situación entra en contacto, sin graves impedimentos topográficos, con la cuenca del Duero a través de La Bureba, con la del Tajo desde los Altos de Barahona y Sierra Ministra, con la del Guadiana por los Llanos de Albacete y conecta la Meseta central con el valle del Ebro siguiendo el curso transversal del río Jalón. Mayores dificultades presenta el enlace con las Cordilleras Costeras Catalanas, que resuelve a través de los Puertos de Beceite.

La Cordillera Ibérica no posee ni la continuidad ni la energía de los relieves pirenaicos. Está fragmentada en numerosos bloques cuyas cimas redondeadas apenas rebasan los 2.000 m en contadas ocasiones. Es el reborde de la Meseta fracturado, plegado y erguido por las presiones sufridas desde los núcleos pirenaico-cantábrico y bético-balear, de ahí su curvatura a partir del nudo del Maestrazgo. Los materiales que la componen son secundarios, excepto en la Demanda, en las sierras que enmarcan la depresión de Calatayud y en algunos puntos de la de Albarracín y Serranía de Cuenca, que pertenecen al Primario. También han aparecido algunos pequeños reductos de materiales arcaicos (precámbricos) en el valle del Najerilla (Anguiano) y del Jalón (Paracuellos de la Ribera).

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3.1. Evolución geológica.

Durante el Paleozoico se depositan en esta zona, cubierta por las aguas, grandes masas de sedimentos integrados por areniscas, cuarcitas y pizarras. Antes del Carbonífero se desata la orogenia herciniana que orienta los relieves de NO-SE y los fragmenta en bloques con numerosas fallas de dirección N-S, NE-SO y NO-SE, aprovechadas posteriormente por el plegamiento alpino.

Entre el Pérmico y el Triásico los relieves hercinianos son intensamente erosionados dando lugar a la penillanura poligénica (pretriásica), que afecta también al resto de los relieves peninsulares. En esta época, y hasta bien entrado el Terciario, la Meseta está inclinada hacia oriente y la actual Cordillera Ibérica es la costa que el mar de Tethys transgrede con mayor o menos intensidad. Hacia el oeste riojano la sedimentación apenas alcanza una potencia de escasos centenares de metros, que pasa a ser de varios miles al aproximarnos a la zona levantina. Sobre estos materiales actúa la orogenia alpina, de principios del Terciario, con resultados muy diferentes: si la capa que recubre los materiales paleozoicos, como sucede en la Demanda, es muy débil sufrirá los mismos lances que aquéllos, pero si es potente gozará de autonomía y a los empujes internos responderá con pliegues de gran radio de curvatura y buzamientos casi horizontales. Las presiones alpinas, fruto del movimiento lateral de las placas adyacentes, originan el Sistema Ibérico orientado de NO a SE hasta el Maestrazgo, donde gira hacia el sur y suroeste.

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Los relieves Este, Norte y Sur de la Meseta

3.2. Paleozoico y mesozoico calcáreo del centro-oeste.

Se prolonga desde La Bureba burgalesa hasta Calamocha (Teruel), mantiene en todo su recorrido la orientación NO-SE y en él destacan dos núcleos paleozoicos: la Demanda y los dos ramales que enmarcan la fosa de Calatayud. Ente estos materiales primarios, compuestos por pizarras y cuarcitas, se instala una gran superficie mesozoica en la que las calizas tienen una participación destacada. La vertiente septentrional, vista desde el Valle del Ebro, adquiere todo el aspecto de un potente farallón que supera a veces los 1.500 m de altura. No ocurre así hacia la Meseta castellana desde donde los relieves ibéricos, salvo excepción, se presentan como un simple reborde de cómodo acceso.

a) La sierra de la Demanda es un viejo macizo paleozoico rejuvenecido por la orogénesis alpina y al que la erosión posterior ha librado de la delgada cobertera secundaria que lo recubría. Sus alturas más destacadas son San Lorenzo (2.262 m) y San Millán (2.131 m). Con aspecto abovedado, ocupa el extremo noroccidental de la cordillera y su línea de cumbres nos remite a la penillanura pretriásica que las enrasó. Hacia el este y el sur se extienden los Camero (Nuevo y Viejo), compuestos por materiales secundarios de calizas y arcillas. Aunque las calizas pueden presentar con relativa frecuencia relieves escarpados en la vertiente occidental, sin embargo es la ausencia de contrastes y de relieves espectaculares lo que mejor define la serranía camerana.

b) El Moncayo ostenta la mayor altitud de toda la cordillera (2.316 m). Entre su mole solitaria, de 15 km de frente, y Camero Viejo se interpone la depresión de Ágreda. Hacia el este se une escalonadamente con el resto del Sistema Ibérico.

c) La Fosa de Calatayud, drenada por el Jiloca, se alarga durante 70 km hasta Calamocha en tierras turolenses. Tiene carácter tectónico y está colmatada por sedimentos miocenos horizontales (postorogénicos): calizas margosas y yesos en el centro y conglomerados y arcillas en los bordes. De los ramales paleozoicos que la enmarcan, el septentrional o aragonés está integrado por las sierras de la Virgen, Vicor y Cucalón y el meridional o castellano, por los montes de Ateca, sierra de Pardos y Santa Cruz.

3.3. El Mesozoico turolense.

La Ibérica turolense cae bajo el dominio de los materiales secundarios, excepto el núcleo paleozoico de la sierra de Albarracín, que se configuran como una altiplanicie entre los 1.100 y los 1.400 m de altitud. Esta monotonía paisajística, a ambos lados del curso alto de Jiloca hasta Teruel, se ve interrumpida solamente por algunos resaltes topográficos y el encajamiento de la red hidrográfica del Ebro (Jiloca, Martín, Guadalupe), del Tajo (Gallo) y del Turia (Alfambra).

Tomando como centro la ciudad de Teruel, ésta aparece rodeada hacia el suroeste y levante por tres grandes macizos: las sierras de Albarracín, Javalambre y Gúdar. La primera está formada por areniscas, cuarcitas y pizarras paleozoicas sobre las que se ha esculpido un relieve apalachense. La fuerte carstificación de las calizas mesozoicas del entorno y el encajamiento de la red fluvial han conseguido dar un aire juvenil al relieve. Algo similar ha sucedido con los cercanos Montes Universales. La sierra de Javalambre, separada de la de Albarracín por la depresión de Teruel, es una gran cúpula mesozoica que supera los 2.000 m de altitud, está orientada de norte a sur y aparece muy diseccionada por la erosión cárstica. Finalmente la Sierra de Gúdar, en el Maestrazgo, ofrece unas características muy similares, de formas maduras y aplanadas que nos remiten a una superficie de erosión finipontiense, la penillanura fundamental de finales del Mioceno.

En el sector turolense existen también varias depresiones o fosas tectónicas originadas por los movimientos distensivos de finales del Terciario. La más importante, que va desde Calamocha hasta Ademuz pasando por Teruel, es una continuación de la que arranca de Calatayud. En sus inicios se ramifica hacia el noroeste (Montalbán) y hacia el suroeste, incorporando en este tramo la laguna de Gallocanta y otras menores (Used y Cubel), un reducto ecológico de ámbito internacional.

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3.4. El sector levantino

El Maestrazgo ocupa el centro y norte de Castellón. Su máxima altitud llega a los 1.813 m (Peñagolosa) y hacia la costa desciende el relieve formando un graderío de bloques fallados entre los que se instalan algunas fosas orientadas de NE a SO (Catí, Tirig, Cuevas de Vinroma, Adzaneta, etc.). Se cree que el origen de las islas Columbretes (frente a Castellón), está relacionado con la expulsión de materiales volcánicos aprovechando alguna de las citadas fallas que fragmentaron el Maestrazgo. A partir de Vinaroz se sucede toda una cadena de piedemontes cuaternarios, separados entre sí por los relieves que llegan hasta la orilla del mar. Los piedemontes más extensos son los de Benicarló, Plana de Castellón y llano de Sagunto, asociados todos ellos a la actividad de algún río importante.

La zona central y meridional pertenece al dominio de los ríos Turia y Júcar. El primero entra en tierras valencianas tajando gargantas impresionantes en la comarca de Chelva. Desde ésta hasta el valle de Cofrentes, que muestra algunos residuos volcánicos, se extiende una amplia plataforma por encima de los 800 m de altitud y en la que también se abre paso el Júcar entre paredes verticales. En los límites con Albacete se instala la meseta terciaria de Uitiel-Requena, cuyas características de altitud, fisonomía y clima nos permitirían considerarla como una porción de la Meseta castellana.

Las zonas costeras, llanuras formadas por el Turia y el Júcar, enlazan con la serranía a través de un extenso piedemonte. Entre ambas se localiza la Albufera, cuya superficie actual (2.000 has) se ha visto reducida a una sexta parte por los intensos trabajos de desecación a finales del siglo XIX y principios del XX. Las tierras alicantinas caen bajo el dominio de las últimas estribaciones hercinianas, que alargan su relieve hasta el cabo de San Antonio y están orientadas de suroeste a noreste.

4. SIERRA MORENA.

Sierra Morena es el límite sur del macizo hespérico paleozoico, pues a continuación se extienden los dominios del Terciario. El desnivel existente, de más de 1.000 m, entre las cumbres de la serranía y el valle del Guadalquivir es consecuencia de una “flexión acentuada” o “labio erguido” a finales del Cenozoico, más que de una ruptura que habría provocado un salto de falla, aun cuando son muy numerosas las fallas de ámbito local que fragmentan el macizo serrano en numerosos bloques. Sierra Morena es un territorio oscuro por la tonalidad de los suelos y de la vegetación, ofrece un resalte poco bravío desde la Meseta y su orografía reproduce la orientación armoricana noroeste-sureste. Se distinguen tres sectores:

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Los relieves Este, Norte y Sur de la Meseta

4.1. El sector occidental.

Se extiende desde la Sierra de Andévalo hasta la del Pedroso, al norte de Sevilla. Los suelos corresponden al paleozoico superior y en ellos abundan los yacimientos minerales (piritas y manganeso) y también los afloramientos graníticos, que unido a una importante pluviosidad, permite la presencia de una vegetación variada (brezos, castaños, etc.) y de tonos más claros que en el resto de la serranía. El relieve aquí es menos acentuado y las comunicaciones entre la meseta extremeña y el Andévalo onubense no encuentran apenas obstáculos.

4.2. El sector central.

Tiene como eje el batolito granítico de los Pedroches (Córdoba), de orientación netamente herciniana o armoricana. En la zona hay yacimientos de carbón (curso alto del Guadiato) y plomo, pero es un territorio de muy baja densidad dedicado a la ganadería (dehesas) y a la caza.

4.3. El sector oriental.

Muestra un relieve más accidentado debido a sus contactos con las Béticas. Abundan las rocas calizas cristalinas, las pizarras y las cuarcitas, pero los terrenos paleozoicos, muy fallados, se orientan ahora de oeste a este, probablemente flexionados por la presión del extremo suroeste de la Cordillera Ibérica.

La red fluvial ha desempeñado un papel definitivo en la morfología de la vertiente sur al situarse el nivel de base del Guadalquivir varios cientos de metros por debajo del meseteño. En su erosión remontante, varios ríos como el Jándula y el Guadalén han penetrado en los dominios del Guadiana y han conseguido desmantelar los sedimentos secundarios y terciarios y exhumar las cuarcitas y calizas paleozoicas, configurando un relieve apalachense con presencia en toda la serranía (Alcudia, Madrona o Los Pedroches). Este relieve remoza la orografía herciniana y sirve de interfluvio para numerosos ríos, pero no configura de modo exclusivo la morfología de Sierra Morena. Existen varios niveles de erosión entre los que destaca por su importancia el de finales del Mioceno, también conocido como penillanura fundamental.

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Geografía de España

TEMA 4.

LOS CONJUNTOS EXTERIORES DE LA MESETA

1. LOS PIRINEOS.

Frente a otras cordilleras de formas alomadas y discontinuas (Ibérica) o con fracturas transversales (Costeras Catalanas), los Pirineos ofrecen una imagen ininterrumpida y compacta a lo largo de unos 430 km desde Gerona hasta el Golfo de Vizcaya, aunque no todo el conjunto es uniforme en cuanto a la altitud, anchura, materiales y formas.

Hace unos 270 millones de años tienen lugar en el Paleozoico la orogenia herciniana durante la que aflora un gran sistema orográfico cántabro-pirenaico. Tras esta convulsión sucede una larguísima calma de 230 millones de años que engloba todo el Mesozoico, etapa que la erosión aprovecha para reducir el sistema a una penillanura de carácter poligénico. Los materiales se van depositando a ambos lados en el fondo del geosinclinal y hacia finales del Eoceno (hace unos 35-40 millones de años) la orogenia alpina se cerró sobre el conjunto, quedando la superficie de erosión sepultada bajo una gran capa de materiales calizos intensamente plegados. Los 24 millones de años siguientes pertenecen a un nuevo ciclo de erosión, que desmantela las calizas que cubren el núcleo paleozoico, dando lugar a la penillanura fundamental.

Tras estos dos ciclos compulsivos, finalizados ambos con un enrasamiento general del relieve, el tercero consiste en un dilatado (un millón de años) e imperceptible movimiento ascendente de todo el conjunto (1 cm por año) que se conoce como epirogénesis1. Dicho movimiento parece estar asociado con la

1Epirogénesis. Son movimientos de ascenso o descenso muy lentos sostenidos (no repentinos) que pueden tener como consecuencia el basculamiento de una estructura como la ocurrida en la península Ibérica durante el terciario que tuvo como consecuencia el drenaje de los lagos interiores hacia el Atlántico. El basculamiento genera estructuras monoclinales (con menos de 15º buzamiento y en un solo sentido).

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Tema 4. Los conjuntos exteriores de la Mesta.

tectónica de placas. Tomando como línea de ruptura la falla de Estella a Dax (Francia), la corteza oceánica del Golfo de Vizcaya se subduce bajo la porción ibérica correspondiente al tramo pirenaico occidental y la placa ibérica del Pirineo centro-oriental realiza el mismo fenómeno bajo la corteza europea. En el primer caso, el efecto de cuña hace que los pliegues y cabalgamientos verjan hacia el norte y en el segundo hacia el sur.

1.1. Características generales del relieve pirenaico.

La altitud conseguida en el movimiento epirogénico reactivó todos los procesos de erosión que durante diez millones de años exhuman el eje paleozoico axial, rejuvenecen los relieves calizos circundantes y rellenan las depresiones intermedias con los materiales arrancados del entorno. Finalmente, el último tramo cae dentro del Cuaternario y se define por la morfología glaciar.

a) La altitud alcanza sus mayores cotas en el Pirineo central (Aneto, 3.404 m y Posets, 3.375 m) para descender tanto hacia el este como hacia el oeste. Estas máximas se hallan siempre sobre terrenos paleozoicos, excepto en Monte Perdido (3.353 m) donde el enorme espesor alcanzado por las calizas permitió a éstas resistir la prolongada y violenta erosión.

b) La anchura de la cordillera muestra una marcada disimetría, pues en el centro rebasa ampliamente el centenar de kilómetros, que se reducen a 30 en el oeste y a la docena en tierras gerundenses. La mayor parte de toda esta enorme masa corresponde a la vertiente meridional española.

c) Los materiales pertenecen a tres ámbitos bien delimitados:

I. El Paleozoico está integrado por calizas, esquistos, cuarcitas, dolomías, pizarras y granitos. Se extiende desde el extremo oriental hasta el Anie, desaparece bajo las calizas secundarias en el centro-oeste y vuelve a resurgir en pequeños islotes del Pirineo navarro.

II. El Mesozoico está formado por una cobertera sedimentaria que alcanza hasta el Eoceno, cuyos materiales son margas, calizas y flych. Forman el denominado Prepirineo, una ancha franja predominantemente caliza a ambos lados de la zona axial.

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III. El tercer conjunto pertenece al Terciario-Cuaternario, con unos materiales más modernos (arenas, yesos, conglomerados, etc.) y que mantienen una marcada horizontalidad debido a su origen postectónico.

d) Las formas estructurales son omnipresentes en los Pirineos y predominan sobre las de carácter erosivo. Sin embargo, hay que hacer la salvedad de que, al iniciarse la dinámica tectónica de este a oeste, la erosión ha dispuesto de un mayor espacio de tiempo para actuar sobre los relieves orientales. El resultado es que al este predominan las superficies de erosión, en el centro los relieves estructurales exhumados y al oeste los relieves genuinamente estructurales. A su vez todo está en función de la naturaleza de las rocas y de su estructura geológica o disposición y orden del roquedo.

En el Pirineo axial, si domina el granito, las formas son escarpadas y abruptas formando pirámides y agujas; en cambio los contornos se dulcifican cuando abundan las pizarras. En el Prepirineo calizo también se dan relieves bravíos que contrastan con las zonas deprimidas margosas de fácil desmantelamiento. Es en el somontano2, las formas esculpidas sobre los conglomerados o pudingas tienen unas características especiales. A ellas pertenecen los Mallos de Riglos en la montaña de Montserrat.

Las formas erosivas de mayor realce son fruto del modelado glaciar. De las cuatro glaciaciones del Cuaternario, la penúltima (Riss) fue la más importante, pues en los Pirineos cubrió 300 km de oeste a este con una anchura de 100 km. en la zona media. La última (Würm) finalizó hace unos 10.000 años. Algunas de las características del modelado glaciar que han dejado profundas huellas sobre los Pirineos son: canchales, que son grandes acumulaciones de bloques desgajados por el hielo formando abanicos al pie de las montañas; rocas aborregadas sobre granito, que tienen forma redondeada y simulan a distancia un rebaño de ovejas sin esquilar; circos o cubetas vaciadas por la acción del hielo acumulado en una hondonada y también valles en artesa, valles colgados o suspendidos, umbrales rocosos, morrenas terminales, lagos, etc.

Canchales rocas aborregadas circo o cubeta

La acción periglacial no obtiene resultados tan espectaculares, pero abarca una superficie mucho más extensa. Algunos de sus efectos son los campos de barro sobre materiales finos, suelos poligonales o aludes sobre vertientes. Fruto de ello son los numerosos y magníficos valles existentes de fondo plano y suelos profundos e inmejorables para la actividad agraria. En la actualidad el límite de las nieves

2 Somontano significa al pie del monte y define perfectamente el área geográfica donde se asienta esta denominación de origen, ya que se trata de una zona de transición entre el valle del río Ebro y los Pirineos, también conocida como pre-pirineo.

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Tema 4. Los conjuntos exteriores de la Mesta.

perpetuas se establece por encima de los 2.800 m, aunque esta altitud no es rígida ya que depende de numerosos factores como la exposición hacia los vientos dominantes, la acumulación de nieve por la acción de los mismos, etc. Los glaciares pirenaicos van perdiendo poco a poco extensión desde el siglo XIX, época en que finalizó la llamada Pequeña Edad del Hielo que abarcó dos siglos.

Las grandes unidades del relieve alpino son: el Pirineo Axial, las Sierras Interiores, La Depresión Media y las Sierras Exteriores, denominadas las tres últimas genéricamente como Prepirineo.

1.2. El Pirineo Axial.

Su configuración es consecuencia de la orogenia alpina y de la acción erosiva de los hielos cuaternarios. Recibe esta denominación el núcleo central donde se registran las mayores alturas. Se halla vinculado al plegamiento herciniano y está compuesto por sedimentos paleozoicos y rocas metamórficas y plutónicas.

Tras el plegamiento herciniano, el Pirineo Axial sufrió un largo y agresivo proceso de erosión (penillanura pretriásica) que enrasó incluso los macizos graníticos. Durante el Secundario quedó cubierto por una capa de sedimentos sobre la que vino a actuar la orogenia alpina en sus fases pirenaica (Eoceno superior) y sávica (finales del Oligoceno). La penillanura fundamental finimiocénica ha dejado algunos vestigios de su actividad en los Pirineos orientales, si bien ha sido la morfología glaciar cuaternaria la que ha dado los últimos retoques a las altas cumbres de la cordillera.

Pero no todas las formas del relieve son agresivas, pues en el Pirineo oriental aparece una larga fosa tectónica (Urgellet-Cerdaña) orientada de suroeste a noreste y recorrida por el río Segre. Este accidente separa el Pirineo Axial del Prepirineo a lo largo de 60 km entre la Seo de Urgel y Puigcerdá, se prolongó hacia Perpiñán y es utilizado por el curso del río Tet. La depresión está cubierta por sedimentos terciarios lacustres y es una amplia llanura entre los 700 y 1.200 m de altitud que ha servido de nexo entre Cataluña y el Rosellón francés.

Fase pirenaica Fase sávica

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1.3. Las Sierras Interiores.

Forman un imponente murallón calizo orientado longitudinalmente. Todo el conjunto es un gran relieve estructural erigido sobre materiales mesozoicos (secundario) que en la orogenia alpina (terciario) se despegaron del núcleo como mantos de corrimiento vergentes hacia el sur. Antes de llegar a la Depresión media no sólo se aminora el relieve sino que también se suavizan las formas porque entramos en el dominio del flysch eoceno (terciario) compuesto por margas, arcillas y areniscas. Los ríos, que han tenido que tajar profundos desfiladeros para hendir las calizas, abren ahora amplias depresiones transversales de norte a sur en estos materiales menos consistentes. Sin embargo, en los pliegues tumbados calizos las aguas han tallado cañones tan espectaculares como los de Ordesa y todo un muestrario de modelado cárstico de alta montaña.

1.4. La Depresión Media.

Es un gran corredor o surco longitudinal, ubicado entre las Sierras Interiores y Exteriores del Prepirineo, que se extiende de oeste (Pamplona) a este (Ainsa) a lo largo de 170 km y con una anchura media de 20 km. Esta depresión está considerada como de gran heterogeneidad morfológica porque en ella no sólo aparecen zonas planas, valles y terrazas fluviales sino también glacis cuaternarios y relieves destacados como San Juan de la Peña y Oroel (1.769 m) entre los valles del Aragón y del Guarga. Los materiales son asimismo muy diversos en composición y resistencia (margas marinas eocenas, molasas oligocenas, areniscas, conglomerados, etc.), lo que ha permitido a la erosión diferencial trabajar a placer.

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Tema 4. Los conjuntos exteriores de la Mesta.

1.5. Las Sierras Exteriores.

Denominadas así por su posición marginal con respecto al eje pirenaico, forman un destacado muro que llega a rebasar en algún punto los 2.000 m y se extiende desde la Sierra del Perdón (1.037 m), al sur de Pamplona, hasta la de Montsec leridana (1.678 m) pasando por las de Loarre (1.595 m), del Aguila, Guara (2.077 m) y Balces en la zona centro oscense. Las tierras fueron sepultadas por un espeso manto de conglomerados oligocenos que aún siguen fosilizando gran parte de su vertiente meridional. Los ríos de la zona, cuya aparición fue posterior al proceso sedimentario (sobreimposición), han abierto profundas foces tanto en los materiales calizos como en los conglomeráticos. Ejemplo de ello son los Mallos de Riglos y Agüero, torreones adosados a la serranía en franca discordancia.

2. LA DEPRESIÓN DEL EBRO.

La Depresión del Ebro tiene forma triangular y está delimitada al norte por los Pirineos, al sur por la Cordillera Ibérica y al este por las Costeras Catalanas. Es una unidad del relieve ibérico bien delimitada tanto desde el punto de vista topográfico como del climático. Su historia geológica está vinculada a los avatares de la orogenia alpina, con la particularidad de que durante ella se invirtió la situación de la zona: el macizo del Ebro, emergido e intensamente erosionado, o cubierto por materiales mesozoicos (secundario), fue hundiéndose mientras surgían en círculo los relieves alpinos que lo convertían, primero, en un mar interior (Eoceno) (terciario) y luego, en una depresión lacustre y endorreica (Oligoceno-Mioceno) hasta que el Ebro se abre paso hacia el Mediterráneo (Plioceno).

2.1. Formación y evolución

La disimetría actual del valle, por la que el curso del río está notablemente más próximo a los relieves ibéricos que a los pirenaicos, es fruto de cambios a penúltima hora, porque en el Eoceno (terciario) estaba basculado hacia el norte, como lo atestigua la mayor potencia de los sedimentos terciarios (7.000 m.) junto a las Sierras Exteriores en Navarra frente a la escasez de los mismos (1.000 m) al sur de

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Zaragoza o a su total ausencia en las cercanías de Belchite. En el Mioceno el eje emigra hacia el sur como una consecuencia más de la fase distensiva y de los últimos reajustes isostáticos, que basculan la Meseta hacia el Atlántico.

Los materiales que tapizan la Depresión son de cuatro tipos: conglomerados, areniscas, margas, yesos y calizas y se distribuyen desde el exterior de la cuenca hacia el centro de la misma en función a su tamaño, quedando los más gruesos a los pies de la serranía (conglomerados), a continuación las rocas detríticas sucesivamente más finas (areniscas y margas) y en el centro los materiales de origen químico (yesos, calizas y sales). Este es un esquema válido para cualquier depresión cerrada, lo que no impide que se presenten numerosas excepciones de ámbito local como pueden ser, por ejemplo, algunas depresiones intramontanas oligocenas con evolución autónoma.

En la mitad septentrional,

tanto en la margen izquierda como en la derecha del Ebro y adosados a los relieves pirenaicos e ibéricos, aparecen potentes espesores de conglomerados arrastrados durante un breve trecho por ríos torrenciales. Hacia el este y sur de la cuenca el desarrollo y volumen de los materiales detríticos son sustancialmente menores porque es menor la potencia sedimentaria y porque el desplazamiento del eje hacia la Ibérica redujo el espacio entre ésta y el centro de la Depresión.

La zona pasa a ser exorreica 3cuando el río Ebro atraviesa la Cordillera Prelitoral catalana, debido a un fenómeno de sobreimpresión, a finales del Mioceno o principios del Plioceno. Ello significa que pierden importancia los procesos de sedimentación y se aceleran los erosivos, responsables de las formas que definen la depresión.

Las formas de relieve de la Depresión del Ebro se gestan a partir del momento en que este río se abre paso hacia el Mediterráneo y comienza a encajarse sobre los materiales poco consistentes del Terciario. El hecho de que abunden las formas estructurales se debe a que el proceso erosivo se desarrolla entre una gran variedad litológica de resistencia contrastada y en un medio donde extensos interfluvios escapan a la acción de una red hidrográfica poco densa.

Las unidades de relieve resultantes son las siguientes: somontanos pirenaico e ibérico, las muelas del centro de la depresión y las terrazas y glacis cuaternarios.

2.2. Los somontanos.

Es un sinónimo aragonés de piedemonte y se refiere a las tierras llanas, aunque levemente inclinadas, que parten de las Sierras Exteriores pirenaicas y de los relieves ibéricos hacia el centro de la depresión.

a) El somontano pirenaico se extiende por la margen izquierda del Ebro desde los pies de las Sierras Exteriores hasta las muelas del centro de la cuenca. Se inicia a una altitud de unos 800 m y desciende hasta los 300 m. Su máximo desarrollo está en el tramo central porque tanto hacia el oeste navarro como hacia el noreste catalán desaparece el somontano, sustituido por una serie de pliegues arrumbados en dirección noroeste-sureste. Estos se originaron durante el Oligoceno sobre materiales detríticos, sales y yesos, dando lugar a diapiros, combas, sinclinales colgados y valles anticlinales (relieve invertido), etc., de los que existen numerosos ejemplos en Navarra y Cataluña.

3 Exorreica: zona cuyas aguas corrientes tienen salida al mar.

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Tema 4. Los conjuntos exteriores de la Mesta.

De norte a sur, las primeras formas de relieve que aparecen son los mallos, verdaderos torreones rocosos cincelados e individualizados por la erosión aprovechando las diaclasas verticales. Los más famosos son los de Riglos, pero los hay en todo el frente sur de las Sierras Exteriores donde los ríos acumularon potentes conos de deyección. La actividad siguiente de estos mismos ríos fue horadar los materiales blandos del somontano formando las hoyas de Ayerbe (Gállego), Huesca (Flumen) y Barbastro (Cinca). Por último, hasta alcanzar las muelas sureñas, han excavado las depresiones de las Cinco Villas, Almudébar y Sariñena.

Hacia el este la Depresión Central Catalana es una réplica del somontano pirenaico, pero con algunas variantes, porque los relieves sobre conglomerados tienen aquí un desarrollo espectacular. Se trata de las pudingas montserratinas que han originado, entre otras serranías, las de Montserrat y Sant Llorenç del Munt en la Prelitoral catalana, así como otras en el Prepirineo leridano y en el barcelonés. Las muelas calizas no existen, pero sí un arco de relieves estructurales que rodea los llanos de Lérida. Entre estos relieves y los conglomerados montserratinos se instalan varias concas o planas como la de Vic o la de Manresa.

b) El somontano ibérico tiene un desarrollo mucho menor que el pirenaico por la cercanía de la Cordillera Ibérica al eje del valle. Sus formas son más sencillas debido a la ausencia de una red fluvial que intensifique la erosión sobre los materiales terciarios. Al oeste, en territorio riojano, hay casos similares a los mallos norteños, unos sobre terrenos calizos y otros sobre silíceos. En tierras aragonesas, aparecen tres unidades con las características de somontano: la del Moncayo que cruza el río Huecha y entra en contacto directo con la Depresión; la de Cariñena-La Almunia, bien conservada por la ausencia de cursos de agua permanentes y desconectada con la depresión al interponerse La Muela, y la de Belchite-Alcañiz (Bajo Aragón) con un enlace difuso hacia el centro por la ausencia de muelas.

Somontano pirenaico Somontano ibérico

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2.3. Las muelas.

Son relieves estructurales de forma amesetada o tabular originados por la erosión diferencial. La alternancia de margas y calizas permite que éstas, más resistentes, hagan el papel de tapadera y protección de aquéllas en algunos tramos del interfluvio. Reciben también el nombre de plana. Todas ellas, entre los 600-800 m de altura, adquieren un aspecto montañoso porque tanto las depresiones septentrionales como el tramo central del Valle quedan a varios cientos de metros por debajo de ellas. Las mejor conservadas están en la zona meridional donde la red hidrográfica actúa con menor intensidad.

2.4. Terrazas y glacis cuaternarios

La terraza es una forma de acumulación fluvial, de superficie plana y con un resalte abrupto hacia el cauce del río. Su origen no se remonta más allá del Cuaternario y guarda una relación causal con la alternancia de periodos más o menos lluviosos, es decir, con variaciones de la potencia del río. Cuando ésta es escasa, porque no llueve o los hielos cuaternarios (periodo glacial) retienen las precipitaciones en estado sólido, predomina la sedimentación de los materiales sobre su arrastre. Se está formando una terraza. En la fase contraria, la crecida de las aguas por lluvia o deshielo (periodo interglacial) ahonda el cauce sobre la masa de aluviones. Los sucesivos ciclos originan otros tantos niveles de terrazas a lo largo de la historia de un río.

Las situaciones concretas de cada caso permiten multitud de variaciones sobre la norma general: que sólo haya aterrazamiento en una de las márgenes, fenómeno que se explica por un desplazamiento hacia el noroeste del cauce durante el Cuaternario; que sea mucho mayor su desarrollo en una orilla; que en algunos casos no aparezca la secuencia completa de niveles de terrazas faltando alguno de ellos, etc. El total de éstos, de tres a seis, se localiza entre los 180 y los 5 m de altura sobre la base de cauce.

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Tema 4. Los conjuntos exteriores de la Mesta.

Los glacis son superficies detríticas de escasa pendiente al pie de las estribaciones, en este caso de las Sierras Exteriores o de las muelas del interior. Frente a las terrazas muestran numerosos contrastes: cantos angulosos, homogéneos y diseminados por arroyadas superficiales espasmódicas. En cambio, los materiales que forman las terrazas han perdido sus aristas por el largo rodamiento, son muy variados debido a su origen diverso y se desplazan en el interior de un curso de agua continuo.

3. LAS CORDILLERAS COSTERAS CATALANAS.

Desde el Ampurdán hasta los Puertos de Beceite (Maestrazgo ibérico), en dirección NE-SO y a lo largo de unos 250 km, se extienden las Cordilleras Costeras Catalanas, denominadas así porque en ellas se distinguen nítidamente dos ramales paralelos a la costa y separados por una fosa tectónica o depresión prelitoral. El río Llobregat, que corta transversalmente las tres unidades de relieve, separa también la región paleozoica o herciniana nororiental de la alpina suroccidental.

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3.1. Características generales.

El conjunto paleozoico es parte del macizo meseteño y del pirenaico axial y como ellos sufrió la orogenia herciniana, de orientación NO-SE (armoricana), y el posterior enrasamiento que dio lugar a la conocida penillanura poligénica (pretriásica). Pero el verdadero origen del relieve actual se debe al plegamiento alpino de principios del Terciario, en cuya fase compresiva se elevó el viejo bloque herciniano escorándose hacia el Valle del Ebro debido a una profunda falla inversa orientada de NE a SO. En la fase distensiva posterior, una serie de fallas paralelas a la costa originó las fosas prelitoral y de Mora del Ebro y también la costa mediterránea.

Dentro del mismo proceso convulsivo numerosas fallas transversales fragmentaron todo el sistema con resultados diversos: pequeñas erupciones volcánicas en los extremos noreste y suroeste (Olot, La Selva, etc.), fuentes termales en la depresión prelitoral (Caldas de Montbui) y bloques elevados (horts) y hundidos (graben) en la mitad septentrional. La mayoría de dichas fallas han sido aprovechadas por los ríos catalanes para desembocar en el Mediterráneo. Éste ha sido también el caso del Ebro, aunque numerosos autores sugieren que el cruce de la Cordillera Prelitoral se debe a un fenómeno de sobreimposición fluvial simultáneo con otro de subsidencia de los materiales de la depresión del Ebro.

Las formas resultantes de toda esta diversidad litológica unida a la tectónica subyacente se encuadran en estos tres estilos posibles: en la zona meridional, donde los sedimentos mesozoicos alcanzan más de 2.000 m de potencia, éstos forman pliegues regulares de tipo jurásico; hacia el noroeste predomina el estilo sajónico porque la capa sedimentaria es delgada y sobre el macizo paleozoico nororiental, cuarteado por numerosas fracturas (tectónica de bloques), se impone el estilo germánico.

Para finalizar con estas características generales de las Cordilleras Catalanas, los contrastes litológicos entre un noreste pizarreño y granítico y un suroeste calizo se ven agrandados por la acusada diferencia existente de precipitaciones en favor del primero. En éste la alteración del roquedo origina buenos suelos donde crecen densos bosques de encinas, castaños y alcornoques; por el contrario, la escasez de lluvias y la pobreza de los suelos meridionales originan paisajes de vegetación rala o inexistente, como en el macizo de Garraf.

3.2. Sector nororiental.

El enlace de este sector con los Pirineos orientales se realiza a través de la Cadena Transversal, que separa la Cuenca de Vic de la Garrotxa y del Ampurdán, y está drenado por los ríos Muga, Fluviá y Ter. Hacia el este los Pirineos se van adelgazando hasta desaparecer. Su conexión con los relieves costeros catalanes se lleva acabo a través de un enlace, la Cadena Transversal Catalana que ya no mantiene el rumbo este-oeste de los Pirineos, sino que gira hacia el sureste buscando la citada conexión.

Los materiales de la Cadena pertenecen al Terciario, que entra en contacto directo con el Paleozoico axial al recubrir el Mesozoico subyacente. La depresión ampurdanesa es una fosa hundida que se abre al mar entre el Pirineo oriental y las Cordilleras Costeras. Su territorio está cubierto por los sedimentos aluviales cuaternarios expandidos por la red fluvial. Hacia el sur de la cuenca vuelven a aparecer los materiales paleozoicos del Silúrico en las primeras estribaciones de los Gavarres.

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Tema 4. Los conjuntos exteriores de la Mesta.

3.3. La Sierra Prelitoral.

Se extiende desde la margen derecha del Ter (Guilleríes) hasta el delta del Ebro. Entre sus cimas destacan el Montseny (1.712 m), que presenta amplias superficies aplanadas y numerosas formas sobre modelado granítico; Montserrat (1.232 m), constituido por conglomerados del Eoceno (pudingas4); Sierra de Montsant (1.166 m), donde aparecen de nuevo las pizarras paleozoicas, y los Puertos de Beceite (1447 m), zona de máxima potencia sedimentaria mesozoica de la Cordillera Prelitoral.

3.4. La Depresión Prelitoral.

Es una fosa tectónica formada por sendas fallas entre la cordillera anterior y la litoral. De noreste a suroeste la zona se subdivide en cuatro cuencas: La Selva, el Vallés, El Penedés y el Campo de Tarragona. Se halla por debajo de los 200 m de altitud y está cubierta por materiales miocénicos y pliocénicos (terciaria), repartidos asimétricamente, pues los mayores espesores se hallan en la zona de contacto con la Cordillera Prelitoral. La depresión debe su modelado a los abanicos aluviales cuaternarios producidos en condiciones de extrema aridez. Las fallas transversales sufridas por las cordilleras que la escoltan han permitido no sólo el paso de los ríos hacia el Mediterráneo sino también unas comunicaciones muy fluidas que vertebran el territorio catalán desde la costa hacia el interior serrano.

4 La pudinga es un conglomerado de elementos redondeados.1 Es un tipo de roca sedimentaria. Se forma cuando algunos cantos rodados, provenientes a veces del lecho de un río o de una playa, son cementados juntos por el sílice que hace de matriz de unión.

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3.5. La Cadena litoral.

No sobrepasa los 150 km de longitud desde el cabo de Begur nororiental hasta el Campo de Tarragona, ni se presenta como un relieve continuo ya que ha sido fragmentado por fallas transversales en varios bloques como los Gabarres, Nontenegre, Collserola y Garraf.

La zona norte hasta la desembocadura del Llobregat pertenece al dominio del Paleozoico y en ella se encuentran los relieves más vigorosos, aunque siempre por debajo de los 650 m de altitud.

La zona meridional es netamente mesozoica, ofrece formas tabulares y sus calizas cretáceas, muy cuarteadas, presentan un variadísimo muestrario de formas cársticas.

La costa refleja paso a paso las relaciones de la Cordillera Costera con el Mediterráneo: tormentosas y bravías al norte o en Garraf y plácidas en las zonas deprimidas y en los deltas de los ríos Ter, Llobregat y Francolí.

4. LAS CORDILLERAS BÉTICAS

4.1. Origen y características

La denominación en plural de las Cordilleras Béticas se fundamenta en que no forman un macizo compacto sino un complejo orográfico que se fragmenta en múltiples sierras, hoyas, mesetas y depresiones. A esta diversidad topográfica hay que añadir la que se deriva de la litología y de la estructura. Su génesis parte de los sedimentos mesozoicos y eocenos acumulados en el brazo sureste del geosinclinal alpino entre la Meseta y el Macizo Bético-Rifeño, ocupado actualmente por el mar de Alborán. La orogenia alpina comienza a finales del Eoceno y se prolonga hasta el Mioceno pasando por tres fases: pirenaica, sávica y estírica. La aparición de las Béticas corresponde a esta última, en la que también surgen las Baleares como una prolongación nororiental de las mismas. Las placas intervinientes son la europea por el norte y la africana por el sur, llevando como avanzadilla las subplacas ibérica y de Alborán, respectivamente.

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Tema 4. Los conjuntos exteriores de la Mesta.

Los materiales mesozoicos sobre los que actúan llegan a alcanzar espesores de hasta 5.000 m y están formados por gruesos horizontes de calizas y margas que, por su diferente consistencia y densidad, originan entre sí pliegues y mantos de corrimiento desplazados a grandes distancias desde su punto de origen. Esto explica la complejidad de formas, fenómeno que aún se agudiza más por las innumerables fallas existentes. El hecho de ser un conjunto tan reciente a escala geológica entraña cierta inestabilidad constatable en una sismología no del todo sosegada, en el predominio de las formas estructurales y en la presencia atlántica, tierra adentro, sobre la costa gaditana.

Tras la orogenia se inicia un largo proceso erosivo que va sepultando los relieves bajo un manto de derrubios tardíos (Mioceno último y Plioceno) y no muy potente. Los últimos movimientos de reajuste reavivan la erosión hasta el punto de exhumar casi por completo esa arquitectura alpina omnipresente. Estas son algunas de las diferencias entre los Pirineos y las Cordilleras Béticas, a las que cabría añadir la falta, en las segundas, de conglomerados montserratinos porque la presencia tardía del mar al pie de los macizos le permitió a éste dispersar los derrubios por todo el litoral sin que llegaran a crearse dichas formas de acumulación. De suroeste a noreste y desde el Golfo de Cádiz hasta el cabo de la Nao alicantino, las Cordilleras Béticas abarcan unos 600 km de largo por 200 km de ancho entre el Mediterráneo y las estribaciones sudoccidentales ibéricas. La división comúnmente aceptada reconoce tres grandes unidades: externa, interna y depresión intramontana, a las que añadimos el litoral.

4.2. La zona externa.

Se corresponde a la porción septentrional de la cordillera y se divide en dos subconjuntos: el prebélico y el subbético. El prebético comprende el núcleo más oriental entre Martos (Jaén) y el Cabo de la Nao haciendo de límite meridional el curso del Segura. La ausencia de materias paleozoicos es total, pues la serie va del Triásico al Mioceno, más algunos enclaves cuaternarios. Abundan las calizas, margas y areniscas. Sobre ellas se han formado pliegues autóctonos en dirección SO-NE volcados hacia el Valle

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del Guadalquivir. También están presentes otras formas originadas por fuerzas locales vinculadas a movimientos halocinéticos, lo que ha sembrado la zona de diapiros.

El subbético va desde Cádiz hasta Elche y, cómo el subconjunto anterior, está integrado sólo por materiales secundarios y terciarios entre los que también aparecen numerosos fenómenos diapíricos. Sin embargo, los pliegues tienen carácter alóctono, pues han sufrido un desplazamiento de varias decenas de kilómetros desde su lugar de origen. El resultado es una estructura compleja y contrastada debido a la diversidad de materiales (margas y calizas) y a la presencia de numerosas fracturas y fallas inversas. Resulta más peculiar el modelado cárstico con formas de todo tipo: dolinas, uvalas, cavernas, simas, poljés, lapiaces, surgencias, etc.

4.3. La zona interna.

Conocida como Penibética, va desde la Serranía de Ronda malagueña hasta el cabo de Palos murciano. En ella se registran las mayores alturas peninsulares, los mantos de corrimiento se desplazan distancias de hasta 50 km hacia el norte y en numerosos puntos aparecen las rocas paleozoicas (Serranía de Ronda), mesozoicas (predominantes), metamórficas (Sierra Nevada) y volcánicas (Cabo de Gata). Al igual que en la zona externa, en la Penibética se echa en falta un eje axial como el existente en los Pirineos, ya que domina un cierto desorden geomorfológico, y el modelado guarda una estrecha relación con la litología y la estructura.

Los fenómenos cársticos son importantes en numerosos puntos y en ellos se repite el muestrario de formas enumeradas en el punto anterior. El modelado glaciar tuvo escasa repercusión en las Cordilleras Béticas debido a su latitud. Sólo la altura de Sierra Nevada logró la presencia de varias lenguas glaciares de corto recorrido y de una treintena de circos, al amparo de la vertiente norte y siempre por encima de los 2.000 m de altura.

El modelado periglacial si extendió su presencia por amplias zonas de la serranía durante los ciclos cuaternarios con los conocidos fenómenos de solifluxión, gelifracción, suelos poligonales o derrubios ordenados (grézes litées). Actualmente la acción glaciar es nula y la periglacial actúa por encima de los 2.500 m, donde los efectos de los contrastes de temperatura se ven agrandados por la escasez o incluso ausencia de vegetación.

4.4. Las depresiones intramontanas.

Llamadas también depresión penibética y surco intrabético, separan las cordilleras interiores de las exteriores. Las características más destacables son las siguientes:

a) Aparecen a finales del Mioceno, una vez concluida la formación del relieve bético y se instalan en sinclinales o en fosas tectónicas, aunque la separación entre ellas se debe siempre a un fenómeno tectónico de falla, hundimiento o elevación de bloques, etc.

b) Al principio están cubiertas por las aguas marinas, de ahí que haya sedimentos pelágicos (calizas y margas); luego la sedimentación pasa a ser continental (conglomerados y areniscas) y lacustre (yesos de Baza o Guadix).

c) Se extienden, de oeste a este, desde Antequera a Baza, con una longitud de unos 250 km y una superficie que supera los 13.000 km2. Sin alcanzar el desarrollo de este corredor intrabético, también se suceden otras depresiones similares hacia el suroeste (Ronda) y hacia tierras murcianas y alicantinas.

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Tema 4. Los conjuntos exteriores de la Mesta.

d) De oeste a este las depresiones van ganando altitud: Antequera 400 m, Granada 600 m y Guadix-Baza 1.000 m. Debido a su reciente constitución, con algunas fallas activas en el Cuaternario reciente, es una zona propensa a los movimientos sísmicos.

e) Finalmente, la omnipresencia de los materiales blandos, la energía de los relieves periféricos que fomenta la torrencialidad, la pobreza del manto vegetal, la intensidad horaria de las precipitaciones mediterráneas y la acción antrópica sobre los suelos se han coaligado para desencadenar un proceso de erosión galopante. El abarrancamiento es el fenómenos erosivo que mejor define el paisaje intramontano (bad lands), al que se puede añadir: la formación de glacis pedregosos que enlazan las zonas más deprimidas con los relieves periféricos, la presencia de emsas calizas en los interfluvios y las numerosas terrazas en los valles de los ríos Almanzora, Andárax, Genil, Guadalorce, Guadiana Menor o Segura.

4.5. El litoral

Está afectado por las Cordilleras Béticas, va desde Gibraltar hasta el cabo de la Nao y de él cabría resaltar los siguientes aspectos:

a) A pesar de que a tan sólo varias decenas de kilómetros del litoral se yerguen las cimas de la Penibética, la costa no ofrece un aspecto demasiado abrupto porque los materiales son blandos y los cursos espasmódicos de los ríos han depositado amplios conos aluviales hasta formar una franja litoral continua.

b) Los materiales que forman las playas son finos cuando provienen de los arrastrados por los grandes ríos, pero tienen carácter anguloso y grosero si provienen de torrenteras y cursos de pequeño recorrido.

c) Entre el Campo de Gibraltar y el cabo de Gata la orientación y características de la costa son un reflejo del interior serrano. Podríamos definir el tramo como rectilíneo, destacando algunos salientes rocosos y la presencia de zonas llanas formadas con los sedimentos fluviales de los ríos.

d) Del cabo de Gata, de origen volcánico, al de Palos la línea de costa cambia violentamente de rumbo en dirección noreste debido, con toda probabilidad, al hundimiento del bloque por las numerosas fallas que han fragmentado la zona. El accidente más notable es el golfo de Mazarrón cubierto por materiales cuaternarios.

e) El tramo nororiental se extiende entre los cabos de Palos y San Antonio y su costa está vinculada a los movimientos tectónicos de ajuste cuaternarios que empalman con los orígenes del surco intrabético. Hay un conjunto de lagunas (salinas) que festonean el litoral: Mar Menor, Torrevieja, de la Mata, Santa Pola y Alicante. Todas ellas, excepto la primera, están aisladas del mar por cordones o flechas sobre los que se han instalado campos de dunas fijados con vegetación halófila y pino carrasco o alepo.

El mar Menor es destacable por ser la mayor laguna litoral de la Península, mantenida abierta artificialmente por el hombre para dar salida a los barcos recreativos y de pesca. En el interior se hallan cinco islas de origen volcánico.

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5. LA DEPRESIÓN DEL GUADALQUIVIR

Limitada al norte por Sierra Morena y al sur por la Cordillera Bética, la depresión del Guadalquivir aparece configurada como un enorme triángulo cuya base (NO-SE) mide 170 km y 330 km la altura del mismo (SO-NE). El vértice se va adelgazando hasta que los dos conjuntos serranos acaban por unirse en el noreste de Úbeda.

5.1. Origen y forma

Su aparición forma parte de la orogenia alpina que elevó los materiales acumulados en el geosinclinal. Entre éstas y el zócalo paleozoico de Sierra Morena se instala un brazo de mar cuyos sedimentos van hundiéndolo, subsidencia que aún no ha finalizado en la desembocadura del Guadalquivir. Los últimos reajustes de finales del Terciario, que elevan y basculan la Península hacia el oeste, terminan por configurar la depresión, cuyos sedimentos llegan a alcanzar una potencia de hasta 7.000 en el golfo de Cádiz.

Por el norte la serranía se yergue como un cantil a varios cientos de metros sobre el valle, cuya media apenas rebasa los 150 m de altitud. Esta realidad visual, la existencia de algunas fallas menores y los estudios de Macpherson han creado una opinión generalizada sobre la existencia de una falla gigante que hundió limpiamente el zócalo. Sin embargo, los investigadores actuales prefieren hablar de una flexión-falla del zócalo. El río Guadalquivir, ceñido a las estribaciones paleozoicas, ha originado una abierta disimetría en el valle. Su curso mantiene la orientación bética (SO-NE) hasta Alcalá del Río donde gira casi en ángulo recto para desembocar en el Atlántico por Sanlúcar de Barrameda.

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Tema 4. Los conjuntos exteriores de la Mesta.

5.2. Los materiales y su modelado.

Toda la zona meridional de la depresión está cubierta por materiales miocenos (arcillas, calizas, conglomerados y margas de origen marino), que parecen haberse derramado hacia el norte buscando el cauce del Guadalquivir. El resto del valle está tapizado con abundantes sedimentos cuaternarios (arcillas, limos y gravas continentales), excepto en el sureste de la provincia sevillana donde aflora una vasta extensión de areniscas y conglomerados triásicos. En la amplia zona de la desembocadura, correspondiente al curso bajo del gran río, los materiales son muy recientes, pues entran de lleno en la historia. El valle constituía un gran lago, el Ligustinus de la época romana, desecado en parte durante estos 2.000 años y del que Doñana es un pequeño reducto en retroceso. El modelado se caracteriza por la suavidad de las formas y de los contornos: lomas y colinas sobre materiales arcillosos y de margas. Cuando surgen los mantos de calizas miocenas la erosión diferencial dibuja mesas alargadas y alcores redondeados. El resto pertenece al dominio de la llanura y de las marismas.

5.3. Semejanzas y contrastes con la depresión del Ebro

Ambas depresiones poseen un conjunto de semejanzas y contrastes que al compararlos permiten fijar mejor sus respectivas peculiaridades. Son dos conjuntos del relieve peninsular de extraordinaria importancia por su extensión y por servir de nexo entre el núcleo paleozoico meseteño y el mundo alpino. Ambas depresiones tienen forma triangular, están enmarcadas por un sistema de reborde y por otro alpino y están cubiertas de sedimentos terciarios. Finalmente están drenadas cada una por un gran río de régimen complejo que recibe las aguas tanto de las lluvias como del deshielo primaveras de las nieves cumbreras. Las diferencias son numerosas:

a) Ambas depresiones surgen durante el plegamiento alpino, pero la meridional se retrasa hasta finales del Mioceno, lo que explica en parte algunas expresiones de inmadurez o inestabilidad como la subsidencia costera y los movimientos sísmicos.

b) El relleno de la septentrional se lleva a cabo en condiciones subaéreas, de endorreísmo, al interponerse las Cordilleras Costeras Catalanas entre el Ebro y el Mediterráneo. Consiguientemente los sedimentos tienen carácter continental y lacustre. Las tierras del Guadalquivir permanecieron sumergidas hasta el Plioceno y extensas superficies de su curso bajo aún permanecen bajo un dominio relativo del mar.

c) El abarrancamiento y las tierras malas (bad lanas) definen las fisonomía del valle del Ebro, no así la del Guadalquivir, un paisaje de suaves campiñas donde las lluvias, siempre insuficientes, son más abundantes que en la zona norteña.

5.4. Unidades de relieve

En la depresión del Guadalquivir se distinguen varias unidades de relieve:

5.4.1. Loma de Úbeda y Campiña del NE.

La Loma de Úbeda, vértice del valle, es un espectacular interfluvio mioceno (margas y molasas) erosionado al norte por las aguas del Guadalimar y por las del Guadalquivir al sur. Las campiñas altas del noreste, también sobre materiales terciarios, se presentan como elevadas mesas cuyos suelos han sido considerados entre los mejores secanos de la Península para el cultivo del olivar asociado con los cereales.

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5.4.2. Las campiñas centrales.

O bajas tienen una fisonomía topográficamente aburrida al estar moldeada sobre materiales arcillosos poco consistentes, pero muy fértiles (bujeos). De vez en cuando aparecen franjas de materiales calizos que dan lugar a los alcores o cerros testigo.

5.4.3. Las terrazas.

Se sitúan todas ellas, debido a la disimetría del valle, en la margen izquierda del Guadalquivir y adquieren un gran desarrollo en tierras cordobesas. Entre Sevilla y Palma del Río, según el investigador, se han apuntado la existencia de 17 niveles por un lado, o no más de 5, aunque de una potencia “impresionante”. Parece ser que la diferencia numérica estriba en singularizar o no las tan numerosas como delgadas cintas estratos, correspondientes cada una a una etapa distinta.

5.5. Las marismas y la costa.

Las tierras al sur de Sevilla son de una planitud casi absoluta como lo demuestra el hecho de que, desde una distancia de 100 km para llegar a la costa, sólo hay que salvar un desnivel de 9 m (9 cm por km). Es el dominio de las marismas del Guadalquivir que ocupan una superficie de 2.000 km2 y se hallan en rápido retroceso desde la época romana, colmatadas por los sedimentos fluviales. Las aguas marinas, con salinidad superior a la normal, circulan por la zona a través de conductos de entrada (esteros) y de salida (caños), creando unas condiciones biogeográficas peculiares. La costa se caracteriza por hallarse en pleno dinamismo, con unos tramos donde el mar acumula flechas litorales que favorecen la colmatación posterior y con otros donde retrocede. Ambos fenómenos se vinculan con la corriente atlántica empujada por los vientos del suroeste, que también son responsables de los cordones de dunas entre Mazagón y Matalascañas, aunque sea Doñana el conjunto dunar mejor desarrollado del continente.

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TEMA 5

LOS ARCHIPIÉLAGOS BALEAR Y CANARIO.

1. LAS ISLAS BALEARES Las Islas Baleares forman un archipiélago con 5.014 km2 de extensión y constituyen la comunidad autónoma más pequeña del Estado por un escaso margen frente a La Rioja (5.034 km2). Aunque son muchas las islas que lo integran, sólo destacan realmente cinco: Mallorca, Menorca, Ibiza, Formentera y Cabrera.

Se sitúan en el Mediterráneo occidental frente a las costas levantinas de las que geológicamente son una continuación. Todo el archipiélago, excepto Menoría, alarga hacia el noreste las estribaciones subbéticas que se detienen bruscamente en el cabo de la Nao. Ibiza se halla a la misma distancia de Mallorca que de la costa alicantina (80-90 km) con la que todo el archipiélago, como un solo bloque, permaneció unido hasta finales del Terciario (Plioceno). Al iniciarse el Cuaternario los últimos movimientos distensivos de la orogenia alpina, que afectaron a todas las cosas mediterráneas, hicieron surgir las diferentes islas a la vez que se hundía el vínculo de éstas con la Península.

El origen del archipiélago se halla en el geosinclinal de Tethys donde los sedimentos secundarios se depositan sobre los materiales paleozoicos, que luego aflorarán sólo en Menorca debido a los empujes de la orogenia alpina, por lo que los materiales más antiguos corresponden al Silúrico menorquín. En ésta y en las demás islas aparecen las series mesozoicas, terciarias y cuaternarias. La orientación general del relieve es de suroeste a noreste siguiendo las directrices béticas y el modelado más espectacular y agresivo tiene como base las calizas jurásicas. El archipiélago se puede dividir en tres unidades de relieve: Mallorca-Conejera-Cabrera, Ibiza-Formentera y Menorca.

1.1 Mallorca, Conejera y Cabrera. Mallorca es la mayor de las islas pues supone el 72% de toda la superficie balear, y en ella se distinguen tres partes: la Tramuntana, el Pla y las Sierras de Levante.

a) La Tramuntana se extiende de suroeste a noreste a lo largo de casi 90 km y en ella se registran las mayores alturas baleares (Puig Mayor, 1.445 m). Está formada por materiales secundarios (calizas y dolomías jurásicas) donde son frecuentes los pliegues de corrimiento hacia el noroeste y las fallas. La abundancia de precipitaciones y las múltiples fisuras han creado un relieve cárstico agreste y rico en formas: dolinas, lapiaces, poljés, simas, etc. La sierra de

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Tema 5. Los archipiélagos balear y canario

Tramuntana hace de barrera natural ante los vientos fríos del norte, pero también se queda con la mayor parte de las lluvias. Las comunicaciones con el interior sureño no son fáciles y se realizan principalmente por el puerto de Sóller, que enlaza la capital con la bahía del mismo nombre.

b) El Pla ocupa toda la zona central de la isla, con las bahías de Alcudia al norte y de Palma al sur. No es una zona completamente llana pues en su interior hay varias elevaciones en torno a los 300 m y toda ella bascula hacia la Alcudia como lo atestigua la orientación de la mayoría de sus torrentes.

c) El Raiguer. Entre la serranía y el Pla existe una zona de transición conocida como el Raiguer, que es un piedemonte compuestos por materiales cuaternariosy algunas manchas miocenas.

d) El Mediodía. En el suroeste del Pla aún cabe señalar La Marina o el Migjorn (Mediodia) delimitada por la costa y los relieves de la Randa, que entre Badia Blava y Cap Blanc se precipitan verticalmente (100 m) sobre el mar. Hacia el sureste las formaciones de dunas encierran varias lagunas costeras.

e) Las Sierras de Levante (Llevant), que se prolongan por las islas de Conejera y Cabrera, mantienen la orientación de suroeste a noreste. La altitud también aumenta en el mismo sentido hasta culminar en los 562 m. del Morei. Su denominación plural, las sierras, refleja una realidad tectónica y topográfica constatable: su fragmentación en bloques, que permite una comunicación fluida con la costa sur donde los riachuelos y torrentes han formado pequeñas calas entre los acantilados.

1.2. Ibiza-Formentera.

Estas islas, junto con un racimo de minúsculos islotes, forman las Pitiusas. En su relieve se repite el esquema mallorquín: Ibiza correspondería a la sierra de Tramuntana y Formentera a la depresión o el Plan, pero en pequeña escala porque aquí las más altas cotas no alcanzan los 500 m. Los pliegues ibicencos, orientados de suroeste a noreste, han sufrido un desplazamiento hacia el noreste precipitándose de manera abrupta en el mar. Tampoco la serranía es continua sino que aparece hedida para facilitar la comunicación transversal entre las ciudades de Ibiza y San Antonio de Portmany. Finalmente la omnipresencia de las calizas ha originado un modelado cárstico, entre cuyas formas destacan los numerosos poljés con fondos tapizados de terra rossa.

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1.3. Menorca Es la más oriental de las islas y por tanto la más alejada de la Península. Ni por sus materiales paleozoicos ni por la orientación ONO-ESE está vinculada con el mundo alpino, sino más bien con el macizo catalán, que se prolonga hacia Córcega y Cerdeña englobando a Menorca. Aún existe otra diferencia y es que, frente a la ubicación periférica del relieve en las demás islas, en ésta dicho relieve se localiza en el centro de la misma. Menorca ofrece dos paisajes completamente distintos, reflejo de su geomorfología: el norte paleozoico de la Tramontana (Menorca fosca, oscura) y el sur mesozoico del Migjorn (Menorca blanca). La separación se llevó a cabo con un corte tectónico o falla que va desde la Cala de Algairens (NO) a Mahón (SE). La Menorca oscura ofrece las cotas más altas, que tan sólo se elevan hasta los 350 m (El Toro), y sus formas tienen un aspecto senil y falto de vigor al haber sido erosionadas doblemente tras las orogenias herciniana y alpina. La costa norte se presenta muy fragmentada debido a los pliegues y fallas sufridos en el Terciario.

La Menorca blanca es una plataforma de materiales calizos, con una altura media inferior a los 100 m, que se inclina lentamente hacia el suroeste. Sobre estos materiales los torrentes han abierto profundos tajos y han creado un paisaje cárstico similar al mallorquín. La costa es algo agreste y en ella abundan las pequeñas calas abiertas por las aguas de los torrentes y la acción del mar.

2. LAS ISLAS CANARIAS

El archipiélago canario, compuesto por siete islas y algunos islotes, tiene una superficie de 7.273 km2 y se localiza a unos 150 km de la costa noroccidental africana. Su origen, de carácter volcánico, es relativamente moderno pues se remonta al Terciario (Mioceno) y forma parte del área denominada dorsal meridiana del Atlántico, que se caracteriza por un vulcanismo de tipo explosivo.

La base profunda del plegamiento alpino está en un movimiento de placas continentales y marinas. Las Islas Canarias son el resultado de la fricción entre dos de ellas: la del Atlántico oriental y la continental africana. Numerosas fallas cuartearon la corteza oceánica a través de cuyas fisuras ascendieron los materiales volcánicos hasta formar el archipiélago. La orientación de dichas fallas ha determinado el alineamiento insular: de NNE-SSO para Lanzarote y Fuerteventura; de NE-SO para Tenerife, LA Gomera y El Hierro y de NO-SE para La Palma, Tenerife y Gran Canaria.

Cuando se cruzan dos de estas fisuras, como ocurre en Tenerife, la potencia y cuantía de la efusión volcánica logran dar a la isla no sólo la mayor superficie del conjunto, sino también la cima más alta (Teide, 3.718 m). El sustrato de todo el archipiélago es de tipo basal, correspondiente a la corteza oceánica, y sólo aflora mínimamente en La Palma y La Gomera y en mayor cuantía en Fuerteventura. El

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Tema 5. Los archipiélagos balear y canario

resto de los materiales son terciarios postmiocénicos, excepto en El Hierro que pertenecen al Cuaternario. Numerosos indicios señalan que el archipiélago está sin consolidar todavía por algunas erupciones y las numerosas fumarolas en el Teide. Se pueden analizar tres núcleos diferenciados en el relieve canario: macizos antiguos, dorsales y el Teide-Las Cañadas.

2.1. Los macizos antiguos. No guardan ninguna relación por su edad y litología con el meseteño peninsular. Surgen en las primeras fases efusivas miocenas y constituyen el sustrato basáltico de todo el archipiélago, aunque sólo adquieren cierta importancia en Tenerife, La Gomera, Lanzarote y norte de La Palma. Si surgen a lo largo de una fisura forman un domo a dos vertientes; si en el cruce de varias, el resultado es una cúpula central con derrame circular de los materiales lábiles. Por haber estado entre 20 y 30 millones de años expuestos a la erosión han sufrido un fuerte desgaste, de ahí que predominen en ellos las formas erosivas sobre las estructurales.

2.2. Las dorsales. Son relieves más modernos (Plioceno-Cuaternario) que los macizos, por lo que se imponen las formas estructurales sobre las erosivas. Las dorsales canarias son la de Pedro Gil en Tenerife, alineada de nordeste a suroeste y que deja en sus flancos norte y sur los valles de Orotava y de Güimar, respectivamente. La segunda dorsal es la Cumbre Vieja del sur de La Palma. La tercera dorsal, o grupo de dorsales, se halla en El Hierro. Toda la isla es de origen cuaternario y la forma triangular que se muestra se debe a su formación siguiendo las líneas estructurales del archipiélago: NO-SE, NE-SO y N-S.

El Valle de la Orotava posee una personalidad geomorfológica destacable. En un principio fue considerado como un bloque hundido entre dos extremos elevados. La opinión más reciente lo identifica como una depresión erosiva en la que grandes masas de materiales, apoyadas sobre un sustrato plástico, se han deslizado hacia la costa por la ley de la gravedad.

2.3. El bloque El Teide-Las Cañadas Tiene su origen en el cruzamiento de los ejes de fractura que han levantado todo el conjunto isleño, donde abundan las formas simples (coladas, domos, lagos de lava, etc.) y las complejas (caldera, dorsal, etc.). Se distinguen tres etapas en la formación del conjunto: construcción del Edificio Cañadas, apertura de La Caldera y formación del estratovolcán Teide-Pico Viejo. El volcanismo canario es un fenómeno reciente y geológicamente vivo, sin consolidar.

2.4. Formas de modelado. En el modelado del relieve canario influyen numerosos factores como el tipo de los materiales, su grado de fisuración, desnivel, orientación o clima. Las formas más características sobre las que inciden todos estos factores son: barrancos, glacis, litoral y entorno periglacial.

a) Los barrancos son las consecuencias de un intenso y prolongado arroyamiento superficial en el que colabora activamente el clima árido, la ausencia de un manto vegetal tupido, las lluvias espaciadas y torrenciales, la antigüedad de los macizos, etc. De hecho el abarrancamiento más evolucionado se da en los macizos de Anaga y Teno (Tenerife), oeste de Gran Canaria, norte de La Palma y en La Gomera.

b) Los glacis poligénicos caracterizan el relieve de las islas orientales como Fuerteventura sobre los que se encajan los barrancos. Corresponden a épocas áridas del Pleistoceno y ocupan extensos piedemontes y laderas de valles.

c) El litoral es el elemento más dinámico y evolucionado porque sus materiales, con frecuencia poco resistentes, sufren de continuo el efecto del oleaje y la inestabilidad propia de un entorno

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todavía sin consolidar. Con la retirada del mar en los últimos movimientos eustáticos y la formación de playas bajas, los acantilados de El Golfo (El Hierro) o isla de Daute (Tenerife), se yerguen como fósiles cuaternarios. En otros rincones isleños aparecen acantilados de medio kilómetro de altura.

d) Las playas son una prolongación del continente, por tanto allí donde esté y se precipite violentamente sobre el mar no es fácil que se generen formas de acumulación. Tal es el caso de las islas occidentales, pero en las orientales sí que se han desarrollado extensas playas sobre la plataforma costera e incluso campos de dunas.

e) El modelado periglacial no es muy extenso ni variado. Se reduce al conjunto del Teide-Las Cañadas por encima de los 1.800 m. Actualmente su incidencia es mínima y siempre sobre materiales finos. Quedan algunos restos de formas de acumulación cuaternaria (canchales o coladas de bloques) desfigurados o semidesmantelados por las aguas de arroyada.

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TEMA 6

RASGOS PERMANENTES DEL CLIMA PENINSULAR.

1. LA CIRCULACIÓN GENERAL DE LA ATMÓSFERA. La Península ocupa una posición fronteriza en la zona templada, que cae bajo el dominio de los vientos del suroeste. En la zona templada los fenómenos atmosféricos no son regulares, porque en ella se dan cita dos masas de aire antagónicas, la polar y la tropical. El resultado es una zona conocida como frente polar donde a veces ganan las masas cálidas (bajas presiones o ciclones) y otras las frías (altas presiones o anticiclones).

Los diversos cinturones de la circulación atmosférica no permanecen entre unos márgenes estáticos sino que realizan un vaivén o contoneo hacia el norte y hacia el sur según el ritmo que marcan las estaciones astronómicas. Es particularmente visible entre los paralelos 30º-40º, una franja que vive a lo largo del año dos situaciones climáticas contrastadas, verano e invierno, con sus respectivos equinoccios de transición.

2. POSICIÓN DE LA PENÍNSULA. La mayor parte del territorio peninsular, excepto la franja norte desde Galicia a Euskadi, cae bajo los dominios del clima mediterráneo en el que los contrastes son permanentes. El vaivén comentado no explica todas las grandes anomalías que se suceden en las bandas climáticas porque éstas se rompen o modifican sus rasgos según sea la distribución de las masas oceánicas y continentales y, dentro de estas últimas, las peculiaridades de su territorio.

La influencia del Atlántico y del Mediterráneo es importante en toda la orla costera, pero se va debilitando hacia el interior por la barrera montañosa que lo circunda. Las aguas del Atlántico son más templadas de lo que les corresponde por latitud debido a la corriente del Golfo que llega hasta Galicia, donde un ramal toma la ruta sur hacia las Canarias convirtiéndose en corriente fría. En principio estas circunstancias oceánicas son positivas para la Península porque se suavizan las temperaturas invernales y aumenta la nubosidad.

La eficacia climática del Mediterráneo es menor por sus dimensiones más pequeñas, porque es un mar cerrado y porque se interpone una barrera montañosa de norte a sur entre él y las tierras interiores. Durante el invierno las diferencias de temperatura entre ambos son nulas, no así en verano, época en que las aguas oceánicas son unos cinco grados más frías que las mediterráneas (20º-25º). La distribución de las masas continentales es de particular importancia para la Península ya que en invierno se ve invadida por los vientos fríos procedentes del anticiclón instalado en el centro de Europa. En verano sucede otro fenómeno similar aunque de signo contrario: la advección de aire cálido desde el continente africano.

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TEMA 6. RASGOS PERMANENTES DEL CLIMA PENINSULAR

3. LAS CARACTERÍSTICAS DEL TERRITORIO. En este movimiento descendente de lo general a lo particular buscando los rasgos que dibujan nuestro clima está el relieve y su distribución. El relieve es en sí mismo un agente distorsionador de las condiciones generales de tipo latitudinal. Algunas de estas anomalías son:

a) La continentalidad es una característica de las tierras del interior, que agudiza sus rasgos cuando se interpone una barrera montañosa. Tal es el caso de la Cordillera Cantábrica con respecto a la Meseta Norte.

b) Las lluvias orográficas se producen por condensación debido a la altura, ya que por cada 100 m de ascenso la masa de aire se enfría 0,5º. Esto sucede en la fachada de barlovento porque en la de sotavento la situación se invierte: los vientos descendentes, tras rebasar la cumbre, se calientan al ritmo de 1º por cada 100 m. es el llamado fenómeno föhen.

c) El efecto barrera es una consecuencia de la orientación del relieve frente a los flujos dominantes. La Cordillera Cantábrica, los Pirineos, el Sistema Central, los Montes de Toledo, Sierra Morena y la Cordillera Penibética, orientados todos ellos más o menos longitudinalmente, son un impedimento para la libre circulación de las masas en sentido meridiano (norte-sur). Las cordilleras Ibéricas, Costeras Catalanas y Subbéticas sirven igualmente de impedimento cuando los flujos son azonales (este-oeste).

4. LOS FACTORES TERMODINÁMICOS. Los tres rasgos precedentes –circulación general de la atmósfera, posición de la Península en un marco geográfico más amplio y características de su territorio- aunque originan una serie de contrastes tienen en sí mismos, particularmente el segundo y el tercero, un carácter inamovible a escala histórica. No ocurre así con los factores termodinámicos, que parecen estar gobernados por la imprevisión y el capricho.

Los componentes más genuinos de los climas son: la corriente en chorro, los centros de acción, las masas de aire, los tipos de tiempo, las situaciones atmosféricas y los frentes.

4.1. La corriente en chorro. Es también conocida como Jet Stream o vórtice circumpolar. Se presenta como un flujo de aire en altura que rige los destinos del tiempo en las latitudes templadas. Lo más interesante de su conducta está en lo que se puede considerar las anomalías o salidas del cauce habitual formando profundas ondulaciones. Si normalmente se mueve en torno a los 50º de latitud y a una velocidad de 150 km/h, cuando llega el verano reduce su marcha y se sitúa por encima de dicha latitud dejando la Península a merced de los anticiclones subtropicales.

En invierno desciende entre los 30º-45º de latitud, aumenta la velocidad de giro y se ondula llegando a englobar el norte de África. El frente polar se ha adueñado de la Península con toda su carga de inestabilidad, lluvias, nieve, etc., en una circulación que ha pasado de ser zonal a meridiana (Figura 2).

4.2. Los centros de acción. Son núcleos anticiclónicos y también ciclónicos que están vinculados a una determinada zona geográfica, dependen estrechamente de la corriente en chorro y dirigen las masas de aire en sus desplazamientos. Los anticiclones de mayor incidencia sobre la Península son los siguientes:

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Figura 1. Situación de la corriente en chorro (Jet Stream) durante el verano.

a) El anticiclón de las Azores, de carácter dinámico y semipermanente, tiene su origen en las altas presiones subtropicales y a lo largo del año se desplaza tanto hacia el norte como hacia el sur. Su vaivén determina en gran parte las condiciones climáticas peninsulares porque en verano invade el territorio con sus vientos subsidentes y secos y en invierno proporciona el componente cálido de la mayoría de las borrascas que llegan a la Península por el oeste.

Figura 2. Situación de la corriente en chorro (Jet Stream) durante el invierno. Comentario [LVJ1]: Subsidenccia, aire que asciende por calentamiento superficial o por empuje de aire frío. En los anticiclones predomina la subsidencia, es decir, el aire que desciende. Esta situación provoca un calentamiento y como consecuencia favorece la formación de una inversión térmica conocida como “la inversión de subsidencia”

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TEMA 6. RASGOS PERMANENTES DEL CLIMA PENINSULAR

b) Los anticiclones polares atlánticos adoptan una posición meridiana que deja a la Península en

situación de bloqueo frente a la posible llegada de las depresiones atlánticas. De hecho se comportan como una prolongación septentrional del anticiclón de las Azores y su fuente de alimentación radica en los vientos fríos del norte o en los que, por subsidencia, escapan de la circulación en chorro.

c) Los anticiclones continentales europeos son de carácter térmico y se originan en el continente europeo durante los meses invernales debido a las bajísimas temperaturas que soporta. Emiten vientos fríos y secos hacia la Península, lo que es causa de frecuentes heladas. A veces llegan a enlazar, en su prolongación hacia el oeste (zonalmente), con el anticiclón de las Azores a través de las altas presiones peninsulares que hacen de puente. En tal caso se crea una situación de bloqueo invernal que impide la entrada de las borrascas noratlánticas.

d) La depresión de Islandia es de origen dinámico y se localiza en el Atlántico norte entre el anticiclón polar y el de las Azores. Por su desarrollo meridiano envía hacia la Península los vientos marítimos fríos de los anticiclones ártico y polar y su extremo meridional conduce hacia la Península las perturbaciones del frente polar. Alcanza su mayor expansión durante el invierno, época en que la corriente del Golfo del México (deriva noratlántica) refuerza las características de la depresión de Islandia.

e) Las depresiones peninsulares en el interior de la Península y durante el verano son de origen térmico. Su gestación procede de las elevadas temperaturas que alcanza la Meseta sin que pueda llegar al interior la influencia del océano por los relieves circundantes, pero sobre todo porque el Atlántico se encuentra, a su vez, ocupado por el anticiclón de las Azores, que emite vientos subsidentes cálidos. El resultado es una situación de pantano barométrico sobre la Península donde pueden darse tormentas locales por convección.

Figura 3. Centros de acción de altas presiones (anticiclones).

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Geografía de España

f) Font (1983) describe dos depresiones frías peninsulares, una invernal y otra veraniega. La invernal es un desprendimiento o abandono de una depresión por parte de la corriente en chorro que se ha desplazado a latitudes norteñas inhabitables para esta época. Se origina una gran inestabilidad con su presencia, que suele resolverse con lluvias abundantes y generalizadas. La depresión veraniega aparece vinculada con una gota fría en altura. El fuerte calor que emite el suelo caldea las capas bajas de la atmósfera. Al ascender éstas se enfrían por un doble motivo: por el propio movimiento vertical y por entrar en colisión con la citada gota fría, lo que da pie a tormentas ruidosas y acompañadas a veces de pedrisco.

g) La depresión del golfo de Génova, aunque puede darse en invierno y primavera, es propia del otoño cuando el área mediterránea se mantienen aún cálida por los excesos estivales. La zona continental europea ha empezado a enfriarse por radiación y emite vientos fríos hacia el suroeste, que penetran a baja altura embistiendo y volteando las masas cálidas meridionales. La inestabilidad, de por sí generalizada, adquiere comportamientos imprevisibles cuando en altura hace acto de presencia una gota fría. En el este peninsular predomina, como es lógico, la masa polar continental, pero en el oeste es de origen marítimo y trae precipitaciones a la cornisa cantábrica. En el noreste y Baleares suelen caer lluvias importantes, no así en el resto peninsular, que permanecerás bajo un tiempo frío y seco.

h) La depresión de las Azores tiene un proceso muy similar al de la depresión genovesa, aunque los vientos no sean de origen continental sino provenientes de la zona polar atlántica y, por tanto, marítimos. El contacto entre estas dos masas de aire es brusco y fructífero en cuanto a la generación de numerosos ciclones, que suelen entrar por el Golfo de Cádiz desde el suroeste. También aquí es posible la presencia en altura de una gota fría con los resultados conocidos. Las lluvias serán abundantes en la mitad sur, debilitándose progresivamente hacia el noreste.

i) La depresión sahariana en superficie, que tiene como respuesta un anticiclón térmico en altura, se inicia en mayo y dura hasta octubre. Envía olas de calor hacia el sureste peninsular, que suelen enlazar con las masas autóctonas meseteñas de origen térmico. Si hay una masa de aire frío importante en los niveles altos, puede crearse una fuerte inestabilidad que deriva hacia las conocidas tormentas veraniegas, vespertinas y muy localizadas.

Figura 4. Centros de acción de bajas presiones (ciclones).

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TEMA 6. RASGOS PERMANENTES DEL CLIMA PENINSULAR

4.3. Las masas de aire.

Son porciones individualizadas de aire con características propias de humedad, temperatura y presión. Proceden de un área concreta e imponen a lo largo del recorrido sus señas de identidad, aunque también se ve afectada su base por las propiedades de las zonas que atraviesan. Sólo áreas muy extensas consiguen engendrar masas específicas, de ahí que la Península, debido a su tamaño, no posea ninguna en propiedad. Sin embargo es influida por un buen número de ellas que, por su naturaleza, se dividen en frías –polares (P) y árticas (A)- y cálidas tropicales (T). Ambas pueden ser también continentales (c) o marítimas (m). La conjunción de estas características permite la existencia de las masas: Ártica marítima (Am) y continental (Ac), Polar marítima (Pm) y continental (Pc) y Tropical marítima (Tm) y continental (Tc).

a) La masa Ártica marítima (Am), que aparece en raras ocasiones por la Península, trae temperaturas muy bajas, nevadas en el norte y tiempo seco en el interior. Procede de la cubeta ártica y se desplaza rápidamente hacia el sur en sentido meridiano. En origen es una masa muy fría y seca, pero su capa más baja absorbe cierta humedad al cruzar el Atlántico, que luego descarga en el norte peninsular de la forma descrita.

b) La masa Ártica continental (Ac) se genera más al este que la anterior, entre la Europa nororiental y la Siberia occidental. Muy fría y seca en su origen, mantiene estos caracteres en todo su recorrido porque cruza en invierno su continente helado. Al llegar a la Península produce heladas y cielos claros.

c) La masa Polar marítima (Pm), por desarrollarse en una amplia extensión del Atlántico norte, puede subdividirse en dos: la propiamente tal más norteña y fría y una segunda, que se forma por debajo del paralelo 50º y es alimentada por los vientos de la zona norte del anticiclón de las Azores. La primera es siempre invernal y, aunque mantiene los rasgos de origen, se calienta y humedece en su largo recorrido hasta el extremo de ser una masa inestable cuando llega a la Península, donde descarga fuertes chubascos desde nubes de gran desarrollo vertical (cúmulonimbos). La segunda, más cálida y de finales de invierno y comienzos de la primavera, desciende por la fachada atlántica peninsular y al percatarse de que el anticiclón continental se halla algo debilitado penetra por el golfo de Cádiz. Las consecuencias que origina no son importantes, pues se reducen a ciclos nubosos y precipitaciones escasas en las estribaciones béticas.

Figura 5. Masas de aire que afectan a la Península.

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d) La masa Polar continental (Pc) es la madre de las olas de frío sobre la Península. Procede del aire ártico marítimo, pero el anticiclón térmico siberiano la despoja de su escasa humedad y recrudece su temperatura. No siempre dominan el frío seco e intenso y los cielos claros porque, si la masa llega al Mediterráneo algo debilitada, la humedad que éste le proporciona se traduce luego en copiosas nevadas hacia el interior meseteño.

e) La masa Tropical marítima (Tm) se forma en el Atlántico medio en torno a las Azores. Será una masa cálida y húmeda que adquiere una gran estabilidad por los vientos subsidentes del anticiclón que la alimenta y porque al ascender en latitud se enfría por la base. Pero las circunstancias varían a los largo del año hasta el extremo de que se pueden distinguir dos variantes: la tropical del suroeste y la del oeste. La primera penetra en la Península por el golfo de Cádiz durante el invierno, cuando el anticiclón de las Azores ha descendido en latitud, y va dejando en su recorrido lluvias apreciables. La segunda tiene a su vez dos modalidades, la veraniega y la del resto del año. La primera está absolutamente asociada al anticiclón de las Azores, es decir, al tiempo seco y estable. La segunda se activa cuando el citado anticiclón ha perdido latitud, una vez pasado el estío, y la franja occidental queda a merced de los vientos del oeste, siempre más inestables y dispuestos para la borrasca.

f) La masa Tropical continental (Tc) se cuece sobre la zona sahariana del norte de África. Es tórrida y seca y si en el estío consigue traspasar el Atlas y llegar a la Península, la cubre con un calor sofocante acompañado por la calima y un cielo sin nubes. Durante el resto del año puede llegar a ser una masa de componente sur, pero sus caracteres descritos aparecen ya muy modificados.

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Geografía de España

TEMA 7.

CLASIFICACIÓN DE LOS CLIMAS PENINSULARES Y CANARIOS

1. CLIMAS DE INFLUENCIA ATLÁNTICA.

Bajo esta denominación genérica se engloban tanto los climas del norte y noroeste peninsular como la costa suroeste y sur de Andalucía. Tienen en común el hallarse bajo los efectos del mismo océano, pero la diferente latitud y la presencia del relieve en las inmediaciones de la costa originan contrastes térmicos y pluviométricos notables.

1.1 Clima oceánico templado húmedo (Cfb).

Se extiende por la cornisa cantábrica y la costa gallega, con una penetración hacia el interior que apenas supera los 100 km. Entre los climas peninsulares ofrece el régimen menos contrastado. Mes a mes se mantiene un ritmo constante en las precipitaciones, humedad, temperaturas, insolación, etc.

a) Las precipitaciones son muy abundantes y se sitúan casi siempre por encima de los 1.000 mm. Además de copiosas, las lluvias están muy bien repartidas a lo largo del año, con un máximo en otoño-invierno y un mínimo estival, aunque ningún mes recibe menos de 30 mm. Los 150-160 días de precipitación anual suponen casi alternar los días de lluvia. La intensidad de su caída es baja y recibe los nombres de xirimiri, orbillo y calabobos. La humedad relativa es alta (80%) durante todo el año.

b) Las temperaturas medias son suaves pues oscilan entre los 12º de Lugo y los 15º de Vigo, pasando por los 13º de San Sebastián y los 14,1º de Gijón. La media de enero no baja de los 6º y la de julio no supera los 20º, lo que da una amplitud térmica entre 9-11º, la más baja de la Península.

c) Las heladas son poco frecuentes en esta franja costera (menos de 10 días al año). Galicia es la principal región peninsular de días de granizo (15), que tienen lugar durante el invierno como fruto de tormentas de origen frontal. Los granos de hielo son de tamaño reducido (5 mm) y sus efectos destructivos están muy lejos de los originados por las pedregadas de La Mancha o del valle del Ebro.

d) Existe una clara diferencia entre la cornisa cantábrica y el noroeste gallego. La primera, abierta tanto a las advecciones del norte como a las del noroeste, es algo más fresca que la segunda y su cielo aparece cubierto de nubes con mayor frecuencia. Sin embargo, la llegada de los vientos húmedos del sur, tras cruzar la Cordillera Cantábrica, eleva las temperaturas de finales del invierno y comienzos de la primavera debido al efecto föhen. Esto explica las máximas absolutas en la costa durante los meses de febrero (Gijón 28,8º y Bilbao 26,6º) y marzo (Gijón 31º y Santander 30º).

La costa gallega ofrece un régimen más lluvioso, con alguna excepción como La Coruña, y con menores contrastes térmicos que la zona cantábrica por hallarse bajo los efectos de las masas más cálidas y húmedas, arrastradas por los vientos del oeste y suroeste.

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Tema 7. Clasificación de los climas Peninsulares y Canarios

1.2. Clima atlántico subtropical (Csa)

Tiene muchas semejanzas con el clima anterior y se reducen a que también la presencia del mar es determinante, por lo que se le denomina atlántico. Sin embargo las influencias mediterráneas se hacen notar con un verano seco, por lo que también se podría clasificar como mediterráneo subtropical. Se extienden por la costa andaluza desde la desembocadura del Guadiana hasta los llanos de Almería, penetrando unas decenas de km hacia el interior.

a) Las precipitaciones se mueven entre los 462 mm de Huelva y los 685 mm de Tarifa, tienen carácter invernal (noviembre-marzo) y son traídas por los vientos del oeste y suroeste. Disminuyen paulatinamente hacia el noreste y el factor orográfico es determinante, pues logra acaparar grandes volúmenes en las primeras estribaciones de las Cordilleras Béticas. Los días de lluvia oscilan entre los 40 del Golfo de Cádiz y los 80 de Tarifa y la intensidad horaria ha llegado a rebasar los 300 mm/día en la costa del Sol. Este aspecto sí que marca una diferencia con respecto al norte, al igual que los días de granizo, que en el sur no pasan de tres.

b) Las temperaturas medias anuales son de 18º. El mes de enero está en torno a los 11º y no presenta una diferencia marcada con el norte (10,2º en Vigo y 9,8º en Santander). No ocurre lo mismo en el mes de julio, pues las temperaturas en el sur son calurosas (25º), donde la amplitud térmica (14º) es todavía muy moderada.

c) Semejanzas y contrastes. Entre ambos climas de influencia oceánica destaca especialmente las diferencias veraniegas. Mientras el norte queda bajo la influencia del frente polar, pródigo en lluvias, el sur pertenece a las bajas presiones subtropicales, lo que se traduce en olas de calor y sequía casi absoluta, entre los 10 y los 14 mm a repartir entre los meses de junio, julio y agosto, según la zona.

1.3. Clima oceánico de transición (Cfb)

Este clima, de invierno frío o semimarítimo dependiendo del autor, posee características tanto del dominio oceánico como del continental. La influencia oceánica se traduce en unas precipitaciones todavía abundantes, por encima de los 800 mm, y de carácter invernal. El influjo del continente se hace sentir en los fríos invernales, con varios meses por debajo de los 6º de media. Cuando se traspasan las cumbres cantábricas hacia la vertiente sur (sotavento), las lluvias descienden por debajo de los 600 mm, se eleva algún grado la temperatura media del mes más cálido y aumenta la amplitud térmica con respecto a la costa. El clima oceánico de transición, que también equivale a un continental suavizado, se extiende hacia el interior como una franja paralela del oceánico húmedo y del subtropical. Por tanto hay que distinguir en él dos ámbitos, el septentrional y el meridional.

a) El septentrional va desde el interior gallego hasta los Pirineos occidentales y ocupa la provincia de Orense, el sur de Lugo, Asturias, Cantabria, Vizcaya y Guipúzcoa y el norte de León, Palencia, Burgos, Álava, Navarra y Huesca. El relieve es un factor determinante: las características descritas se refieren a las tierras que no superan los 600-700 m de altitud, porque las zonas más elevadas van adquiriendo rasgos de un clima de montaña. También marcan notables diferencias la orientación de las laderas y la ubicación de algunos valles abiertos a la advecciones atlánticas o a las influencias del interior continental. En el primer caso la media de enero está por encima de los 7º, en el segundo no alcanza los 3º.

b) El meridional abarca el sur de la provincia de Badajoz, es decir, las tierras altas de la margen izquierda del Guadiana y una pequeña porción de la orilla derecha al norte de la capital. La penetración de los vientos atlánticos se realiza sin dificultad alguna, lo que conlleva unas precipitaciones en torno a los 700 mm y de carácter invernal, característica que lo asemeja con el anterior. Las diferencias estriban en que el ámbito sureño es de 2-3º de media anual más cálido y sufre cuatro meses de sequía frente a uno, y no siempre, en la zona norte.

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Geografía de España

2. CLIMAS MEDITERRÁNEOS

Todo el territorio peninsular, excepto la zona catalogada como de influencia atlántica, pertenece al ámbito mediterráneo, aunque se aplicará esta denominación sólo a la estrecha franja que va desde el noreste gerundense hasta Punta Sabinar en el golfo de Almería. Los contrastes existentes bajo esta denominación son grandes, pero hay algunas características que permiten homogeneizar la zona. Algunas de ellas son:

a) Las lluvias son siempre escasas y de carácter intensivo y llegan durante los equinoccios, con un claro predominio otoñal. Éste es el único clima existente en el que las precipitaciones no van asociadas al periodo de más calor, de ahí la gran importancia que adquiere la sequía estival en toda la orla mediterránea.

b) Las temperaturas medias anuales son elevadas y oscilan entre los 15,1º de Gerona y los 18º de Almería. Los inviernos son suaves (10-12) y los veranos superan los 22º. Con respecto a la fachada atlántica, ésta ofrece unos rasgos menos acusados en los dos solsticios, es decir, que ni los inviernos son tan suaves como los mediterráneos ni los veranos tan calurosos. Los contrastes mencionados permiten distinguir tres zonas: mediterráneo suavizado, seco y árido.

2.1. El mediterráneo suavizado o catalán (Cfa).

Se extiende desde el cabo de Creus hasta las costas de Garraf. Es el más húmedo de los mediterráneos con precipitaciones que superan siempre los 600 mm. La sequía no hace acto de presencia en ningún mes y el máximo pluviométrico tiene lugar en otoño con un secundario en primavera. Aun siendo las temperaturas más suaves que las del resto de la franja costera, el mes de agosto rebasa los 22º, de ahí la letra a en la clasificación de Köppen.

La reducida extensión de la zona no impide la existencia de fuertes contrastes entre la costa y el interior o entre el extremo nororiental y la desembocadura del Lllobregat. Las causas hay que buscarlas tanto en el relieve, en el sentido zonal, como en la penetración norte-sur de las advecciones atlánticas que atraviesan Francia en sentido oeste-este y ceñidas a las tierras bajas de la vertiente norte pirenaica. La más beneficiada por aquéllas es la comarca ampurdanesa, cuyas masas boscosas en nada tienen que envidiar a las atlánticas del oeste.

Los días de lluvia oscilan entre los 60 y los 80 y las heladas, casi desconocidas en la costa (4 días al año), se multiplican por 10 y aun por 15 hacia la Cordillera Transversal o el Montseny. Finalmente es famosa la tramontana, un viento invernal frío y seco que sopla del norte o del noreste, y el levante, que llega desde el este y noreste acompañado por fuertes lluvias y un mar encrestado y violento.

2.2. Mediterráneo seco o levantino-balear (Csa).

Abarca desde las costas de Garraf hasta el cabo de la Nao alicantino. Respecto al anterior clima, las precipitaciones van disminuyendo ostensiblemente de norte a sur hasta situarse por debajo de los 500 mm. Sin embargo existen fuertes contrastes debido al relieve, pues las montañas del interior rebasan ampliamente dicha cantidad, convirtiéndose en un aljibe indispensable para los regadíos costeros. El máximo pluviométrico se sitúa en otoño y el secundario en primavera. Ningún mes sufre sequía total como ocurre más al sur, pero sí hay un descenso notable en los meses de verano. Las advecciones atlánticas del oeste o no llegan o lo hacen muy debilitadas tras cruzar la Península y rebasar el murallón de la Cordillera Ibérica. Toda la zona sufre un gigantesco y continuado efecto föhen.

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Tema 7. Clasificación de los climas Peninsulares y Canarios

a) Las precipitaciones. Pocas, intensas y mal repartidas. Su escasez se deja sentir durante todo el año y especialmente en el estío. La intensidad con que suelen llegar las lluvias rebasa todos los límites.

b) Las temperaturas. Las temperaturas, al contrario que las precipitaciones, aumentan de norte a sur. La media anual está en torno a los 16-17º, la del mes de enero es de 11º y la de agosto 26º. La amplitud térmica resulta moderada, 15º. El calor veraniego alcanza su vértice en agosto, mes en el que el cielo llega al mínimo de nubosidad. El invierno no es propiamente una estación fría; puede ser incluso de las más agradables por sus días soleados y frescos, siempre y cuando no sople el cierzo del noroeste que baja por el valle del Ebro. En la franja costera los días de helada son alrededor de 5, incrementándose rápidamente su número hacia los relieves interiores. Pero con ser tan escasos resultan catastróficos para los hortales y plantaciones de naranjos y limoneros.

Las islas Baleares, cuyo clima coincide a grandes rasgos con el descrito, presentan algunas peculiaridades por su carácter insular, escasa extensión y ausencia de relieves, excepto la zona norte de Mallorca. La insularidad supone una humedad relativa más elevada que en el continente y un número de días nubosos más abundante, aunque los totalmente cubiertos sean pocos. Su superficie no da de sí para muchos contrastes climáticos, que sin embargo aparecen donde el relieve se eleva unos cientos de metros. Tal es el caso de la Tramontana, que acapara más de 1.000 mm mientras las tierras meridionales no alcanzan los 400 mm. La norma genera es que las precipitaciones descienden progresivamente de norte a sur.

Las precipitaciones del clima mediterráneo seco se caracterizan por tener el máximo primario en otoño y el secundario en invierno y no en primavera como sucede en el Levante. El número de días con precipitación se alarga hasta los 75 y aun los 100, lo que supone un reparto más equitativo de la misma a lo largo del año. La intensidad sigue siendo alta, por lo que son frecuentes las lluvias torrenciales. Las temperaturas medias anuales y de enero no presentan diferencia alguna con las levantinas. Son ligeramente más suaves las de agosto y también aumentan al descender en latitud.

2.3. Mediterráneo árido o subdesértico (Bsh)

Es el tercero de los climas mediterráneos y se alarga desde el cabo de la Nao hasta Punta Sabinar al sur de Almería. Corresponde a la zona más árida de la Península y de todo el continente europeo y la precipitación del cabo de Gata está por debajo de al media del Sahara en su conjunto. Según la fórmula de Köppen/Patton, esta zona es catalogada como un clima de estepa con verano cálido (Bsh), excepto dos enclaves, uno en Torrevieja (Alicante) y otro desde el sur de Cartagena hasta el cabo de Gata, que presentan caracteres desérticos (Bw).

Las precipitaciones de la zona quedan por debajo de los 400 mm o incluso de los 200 mm en los enclaves más áridos. Tienen carácter equinoccional, con predominio de las otoñales. Las de primavera se van debilitando en favor de las invernales según avanzamos hacia el suroeste, hacia la influencia del Atlántico. Si se considera genéricamente como mes seco el que recibe una precipitación inferior a los 30 mm, Alicante tiene 7 meses deficitarios, Murcia 8, Cartagena 9, Almería 10, Águilas 11 y Cabo Tiñoso los 12.

La lluvia, después de largos meses de ausencia y traída por los vientos mediterráneos del este o del sureste, suele caer de forma torrencial descarnando las laderas agrietadas y desnudas de vegetación. Los vientos atlánticos del oeste y suroeste también arrastran lluvias, pero las dejan en la vertiente norte de las Béticas para alimentar los cursos altos de los ríos Sangonera, Segura y otros. El relieve es determinante para la pluviosidad de la zona y también para alimentar de derrubios las llanuras costeras, donde ríos y barrancos han formado huertas de suelos profundos y fértiles.

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3. CLIMAS INTERIORES

Estos climas se caracterizan por hallarse más o menos alejados de la influencia atlántica. En el primer caso estaremos ante un clima continental acusado o extremo y en el segundo ante otro suave o atenuado. El grado de aislamiento y la altitud son los dos factores más decisivos para delimitar dichos climas en un sentido o en otro. Durante el verano las diferencias son escasamente perceptibles porque todo el ámbito interior cae bajo el dominio del anticiclón de las Azores. Es en el invierno cuando los contrastes resultan acusados tanto térmica como pluviométricamente.

La escasa penetración de las advecciones atlánticas, debido a las barreras orográficas o a las climáticas (presencia anticiclónica y alejamiento del frente polar), permite que el régimen continental abarque la mayor parte de la Península: ambas mesetas y los valles del Ebro y del Guadalquivir.

3.1. Clima continental acusado (Cs)

Es el dominio climático más extenso. Abarca la Meseta norte, el centro y este de la sur y el valle del Ebro. Por su aislamiento todo este gran territorio sufre una amplitud térmica muy acusada (18-20º) y sus precipitaciones oscilan entre los 300-500 mm. La altitud general y el relieve periférico imponen unas condiciones particulares que se traducen en una cierta autonomía climática empobrecedora: en verano, y teniendo al oeste al anticiclón de las Azores, se impone una situación de pantano barométrico y en invierno se imponen los núcleos anticiclónicos de carácter autóctono.

Las lluvias son equinocciales, predominando ligeramente las de primavera sobre las de otoño. Los solsticios presentan una notable sequía en invierno por la presencia del anticiclón frío y en verano por la subsidencia de los vientos del anticiclón cálido (Azores). En ambas situaciones se dificultan, e incluso se impiden, los movimientos ascensionales del aire. Sólo aparecen las lluvias invernales cuando las advecciones atlánticas rompen la barrera anticiclónica y las veraniegas, si la inestabilidad y turbulencias locales abren una brecha entre los vientos subsidentes. Las fuertes amplitudes térmicas, el aislamiento, la escasez de lluvias y las temperaturas extremas son características generales que homogeneizan la región, pero sus dimensiones nos permiten diferenciar tres áreas: la Meseta norte, la sur y el valle del Ebro.

3.1.1 La Submeseta norte (Csb). Aparece rodeada por las cordilleras Cantábrica, Ibérica, Central y relieves occidentales hispano-portugueses. En resumen, son las tierras bajas drenadas por el Duero, a las que hay que añadir La Bureba burgalesa que cae bajo el dominio del Ebro.

Las temperaturas invernales son rigurosas ya que tres meses están por debajo de los 6º, la media del mes de enero es de 2º y las mínimas absolutas han bajado hasta los -20,4º en Ávila y -18º en Burgos. Las heladas hacen acto de presencia desde septiembre a mayo con una media anual de 90-100 días y las nevadas pueden alcanzar los 15 hacia el interior abulense, burgalés o soriano. Las temperaturas estivales no llegan a ser calurosas al quedarse el mes de julio por debajo de los 22º (b) y las máximas absolutas no alcanzan los 40º. Eso significa que los atardeceres son frescos y en el mes de agosto es aconsejable la manga larga cuando se pone el sol.

Las precipitaciones, de ligero predominio invernal en el oeste debido a la influencia atlántica, se tornan claramente primaveral hacia el este. Quedan siempre por debajo de los 600 mm, hecho que define la zona como parte de la Iberia seca. Al este de Zamora se extiende una pequeña superficie que recibe poco más de 300 mm lo que la clasifica, de acuerdo con la fórmula de Köppen/Patton, como un clima estepario de invierno frío (BSk).

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Tema 7. Clasificación de los climas Peninsulares y Canarios

3.1.2. La Submeseta sur (Csa y Bsk) Ofrece algunas diferencias con respecto a la anterior: tiene una altitud media (600 m) de un centenar de metros más baja, está más abierta a las influencias atlánticas, su extensión es mucho mayor y carece de la homogeneidad climática de la septentrional por la presencia de los Montes de Toledo y Sierra Morena en su interior. Sus límites climáticos van desde la Cordillera Central hasta Jaén, Córdoba y las tierras bajas interiores de Granada, de norte a sur, y de oeste a este desde la Extremadura central hasta Albacete y zonas interiores de la Comunidad Valenciana.

Tanto las temperaturas invernales como las veraniegas son más elevadas que las de la Meseta norte debido a las diferencias de altitud y latitud. La media de enero se sitúa sobre los 4-5º y la de julio rebasa los 22º. La amplitud térmica, debido a tan fuertes contrastes, es la mayor de la Península.

Las precipitaciones están en torno a los 400 mm y tienen carácter primaveral, con un máximo secundario en otoño. Debido a los fuertes calores estivales la sequía llega a ser profunda en los meses veraniegos. Según la fórmula Köppen/Patton, amplias zonas de Toledo, Ciudad Real, Albacete y Guadalajara pertenecen al ámbito estepario frío (BSk). Su paisaje es inhóspito, pues la vegetación natural no llega a cubrir nunca la tierra, y la necesidad de agua supera la precipitación caída a lo largo del año.

3.1.3. El Valle del Ebro (Csa y Bsk). Desde el punto de vista climático no todo el valle pertenece al clima continental acusado, pues quedan fuera de éste tanto la costa oriental (clima mediterráneo seco) como la montaña pirenaica y el curso alto del Ebro (ambos bajo la influencia atlántica). El triángulo que forma el valle, al esta cerrado por sus tres lados, adquiere unas características peculiares que se traducen en unos inviernos muy fríos por el estancamiento del aire (con fuertes inversiones térmicas) y en unos veranos verdaderamente calurosos. La amplitud térmica (20º en Lérida) alcanza valores muy similares a los de la Meseta sur. Los efectos del frío invernal se ven acentuados por la presencia obsesiva del cierzo, viento del noroeste que aparece con las depresiones mediterráneas.

Las precipitaciones de la zona están entre los 300 y los 400 mm, más cerca de la primera que de la segunda cifra en el centro de la depresión, de ahí que pueda ser clasificada como un clima estepario con invierno frío (BSk). Las más cuantiosas llegan en la primavera, con un máximo secundario estival, y el mínimo pluviométrico se desplaza al invierno por el aislamiento orográfico y la presencia continuada del aire frío.

Las tormentas son muy frecuentes en ambas estaciones, primavera y verano, debido al recalentamiento local del aire, que al ascender se inestabiliza y es fácil que se encuentre con una depresión fría. El resultado suele tener efectos catastróficos para la agricultura.

3.1.4. El Valle del Guadalquivir (Csa). La parte más meridional del clima continental acusado se extiende por el curso alto del valle, aguas arriba de Córdoba hasta empalmar con la Meseta sur, y por las tierras altas cordobesas almerienses y malagueñas. Las temperaturas invernales son bajas: en la mayor parte de la zona el mes de enero no alcanza los 6º y la media anual oscila entre los 13 y los 15º. Como el verano es caluroso (24,9º en Guadix y 25,5 en Granada) la amplitud térmica obtiene valores similares a los de la Meseta sur.

Las precipitaciones oscilan entre los 400 y los 600 mm y tienen carácter invernal, ya que llegan traídas por las advecciones atlánticas que penetran por el suroeste. El máximo secundario es en la primavera y en el verano la sequía es muy pronunciada, como en el resto del valle. Si comparamos el valle del Guadalquivir con el del Ebro, sus inviernos son más crudos y las lluvias más escasas. En cambio, el valle meridional se ve favorecido por su apertura al océano, por una mejor distribución de las precipitaciones a lo largo del año (60-80 días frente a 40-60) y por un menor riesgo de tormentas catastróficas durante el verano.

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3.2. Clima continental atenuado (Csa)

Ocupa la franja limitada por el oceánico de transición y subtropical, al oeste, y por el continental acusado, al este. Desde el somontano oscense avanza por la vertiente sur de la cordillera Cantábrica hacia tierras leonesas, desciende por la Extremadura occidental y finaliza su influencia en el valle medio del Guadalquivir. Su misma ubicación, entre las influencias atlánticas del oeste y las continentales del interior, nos define el papel alternativo que vive la zona según predominen las de uno u otro signo. Del atlántico recibe las precipitaciones invernales que, sin ser muy elevadas, se aproximan a los 600 mm de media y del interior sufre tanto los rigores invernales como los calores veraniegos en un ambiente de acusada sequía. Existen marcadas diferencias entre la zona norte y la sur.

3.2.1. La zona norte. Forma un arco desde la cuenca del Noguera-Ribagorzana hasta el norte de la provincia de Cáceres. Los inviernos son rigurosos con temperaturas en enero por debajo de los 6º, que se van suavizando al descender en latitud por el oeste. Los veranos son calurosos pues, salvo algunos enclaves del norte de las provincias de Burgos, León y sureste orensano, la temperatura del mes más cálido (julio) supera los 22º.

3.2.2. La zona sur. Desde Cáceres al interior de Málaga, presente unos inviernos suaves: las temperaturas del mes de enero oscilan entre los 8º y los 10º. Los veranos son muy calurosos al situarse la media de julio por encima de los 26º en el valle medio del Guadalquivir. Las precipitaciones oscilan entre los 500-700 mm, favorecidas por los relieves orientados hacia las advecciones atlánticas del oeste y suroeste. El máximo pluviométrico se sitúa entre noviembre y febrero en las áreas más occidentales. Hacia el este (Jaén) van adquiriendo cada vez más importancia las lluvias primaverales en detrimento de las otoñales.

4. CLIMAS DE MONTAÑA.

El relieve entraña discontinuidad y contraste. La simplicidad de este aserto es engañosa porque al desentrañarlo aparece tal cantidad de matices que se habla de climas de montaña. Los factores más importantes que intervienen o pueden intervenir en la definición de un clima de montaña son: altitud, latitud, orientación, macicez y continentalidad.

a) Por cada 100 m de altitud la temperatura desciende 0,5º. Sin entrar en matices, esto significa mayores posibilidades pluviométricas (parte de ellas en forma de nieve), incremento de las heladas y merma del periodo vegetativo. También varía a la baja la presión atmosférica, pero se incrementa la insolación y la radiación. El resultado se traduce en unos fuertes contrastes térmicos al ser la atmósfera más débil y permeable por la altura.

b) Aunque la altura es por sí misma un elemento singular, la latitud en que se ubique un relieve modifica en un sentido o en otro las características de aquélla. Eso permite distinguir en la Península entre climas de montaña con influencia marítima, interior y subtropical.

c) La orientación o disposición del relieve establece agudos contrastes entre la solana y la umbría y entre las laderas lluviosas a barlovento y las secas por el efecto föhen a sotavento.

d) Conviene tener en cuenta que la macicez o robustez de un conjunto orográfico debilita los efectos benéficos (exposición a los vientos húmeros, lluvias orográficas, temperaturas, etc.) que puedan llegarle del exterior. De hecho una mayor altitud en la zona central montañosa no

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Tema 7. Clasificación de los climas Peninsulares y Canarios

siempre acapara más precipitaciones, ya que éstas se fueron delimitando poco a poco en su trayectoria.

e) Distancia del mar. Finalmente, la incidencia de la continentalidad en las características de un clima montañoso guarda relación con la macicez antedicha y con la distancia del mar.

Unos pocos cientos de metros llegan a desencadenar una serie de contrastes, pero se establecerá los climas de montaña a partir de los 1.000 m y en ellos se distinguen tres pisos o niveles: subalpino (1.000-1.500 m), alpino (1.500-2.500 m) y nival (>2.500 m).

4.1. Climas de montaña marina (Cfb y Dfb)

Se localizan en los relieves alpinos terciarios septentrionales, desde el macizo sureste gallego hasta las Costeras Catalanas, aunque éstas y el tramo oriental de los Pirineos quedan preferentemente bajo la influencia mediterránea más que bajo la atlántica. Tampoco aparecen los tres niveles señalados en toda la franja, pues la altitud necesaria sólo se da en los Pirineos centrales.

El piso subalpino forma una banda continua desde la sierra orensana de San Mamed hasta el Montseny catalán. Las temperaturas medias anuales son de unos 10º, la del mes de enero está en torno a 0º y la de julio por debajo de los 22º. Las precipitaciones rebasan los 1.100 mm y el máximo pluviométrico se va desplazando desde el invierno (oeste) hacia el otoño (este). Este piso pertenece al dominio de las coníferas (Pirineos) y del bosque caducifolio (Cantábrica).

El piso alpino (1.500-2,500 m) pierde la continuidad del anterior y aparece en núcleos aislados del oeste y en los Pirineos, donde alcanza su máximo desarrollo. Las temperaturas son mucho más rigurosas que las del piso subalpino: las medias anuales están por debajo de los 6º, las de enero entre los 0º y los -3º y los veranos resultan frescos y de una duración inferior a los dos meses. Las precipitaciones superan los 1.200 mm y se incrementan hacia el oeste. Sin embargo estas características generales encubren anomalías pronunciadas debidas a la orientación del relieve (solana/umbría) o a la influencia contrastada del Atlántico y de Mediterráneo. En el primer caso, las zonas en sombra mantienen el suelo cubierto por la nieve unos 7 meses, dos más que en las solanas, y en el segundo la influencia atlántica, frente a la mediterránea, puede llegar a duplicar las precipitaciones (2.500 mm), repartirlas mejor a lo largo del año y elevar las temperaturas medias 2-4º. Continúa la presencia del bosque y en las zonas más elevadas, a partir de los 2.000 m, éste va desapareciendo sustituido por plantas de menor porte y praderas climácicas.

El piso nival, por encima de los 2.500 m, se reduce al Pirineo centro. Las temperaturas medias anuales están por debajo de los 0º, las estaciones se diluyen ante un invierno que dura más de 10 meses y el verano es un cálido y corto paréntesis. Durante el día pueden superarse los 22º, pero al caer la noche la temperatura desciende brutalmente, incluso con valores negativos, debido a las condiciones atmosféricas propias de la altura. Las precipitaciones pueden alcanzar los 3.000 mm, la mayor parte en forma de nieve, que no se deshiela hasta bien entrada la primavera. En lugares resguardados, puntos de acumulación eólica o umbrías se torna permanente, lo que da origen a los pocos glaciares que aún existen en la zona. En estas altitudes desaparece la vegetación por la presencia continuada de la nieve o la falta de suelo. Pero donde surge la más mínima oportunidad edáfica, es aprovechada de inmediato por musgos, líquenes u otras plantas rupícolas.

4.2. Climas de montaña continental o interior (Cfb)

Por su altitud, los relieves interiores se encuadran dentro del piso subalpino, ya que las alturas superiores son puntos aislados y poco extensos. Nos referimos a la Cordillera Ibérica, Sistema Central, Montes de Toledo y Sierra Morena. A pesar de la altura, que en algunos casos supera los 2.000 m, los contrastes con las tierras bajas no son tan espectaculares como ocurre entre los Pirineos y el valle del

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Geografía de España

Ebro o entre la Cordillera Cantábrica y la costa. Las tierras meseteñas son elevadas y sufren los rigores continentales, por lo que las diferencias son más de carácter pluviométrico que térmico.

Las temperaturas medias anuales oscilan entre los 6º y los 10º. Los inviernos (0º-2º) son largos y fríos y los veranos, cálidos aunque estén siempre por debajo de los 22º y se den contrastes diarios muy fuertes. Las precipitaciones, en cambio, sí que destacan extraordinariamente con respecto a las de las tierras circundantes, ya que llegan a triplicarlas superando los 1.200 mm en algunas zonas. Están bien repartidas y en el verano sufren un considerable descenso.

La orientación de los relieves meseteños es zonal, lo que entraña una destacada disimetría entre las vertientes norte y sur. La primera es más fría y nubosa que la segunda, y sin embargo ésta recibe un volumen mayor de precipitaciones porque los vientos del suroeste son más húmedos que los del noroeste.

4.3. Clima de montaña subtropical (Csb)

Este tipo de clima es propio de las cordilleras béticas que, por su baja latitud, se ven constantemente sometidas a los influjos de la circulación subtropical. Las características más destacables apuntan hacia unas temperaturas invernales menos rigurosas que las de los climas anteriores y siempre por encima de los 0º. Las veraniegas también son elevadas, aunque ningún mes alcanza los 22º, ampliamente superados en las tierras bajas circundantes.

Las precipitaciones medias oscilan entre los 800 y los 1.000 mm, pero esta cantidad sufre profundas oscilaciones en función de la altitud y especialmente de la cercanía al mar y exposición a los vientos del suroeste. El máximo pluviométrico corresponde al invierno, seguido por el otoño y la primavera. En verano la montaña subtropical sufre una profunda sequía, como el resto del territorio del sureste peninsular. La nieve cae con frecuencia, pero dura poco tiempo, excepto en pequeños neveros, umbrías, etc., muy resguardados.

Los niveles climáticos tienen un desarrollo muy desigual: las características del nivel subalpino se elevan hasta bien entrado el alpino y el nival se reduce a las más altas cotas, donde las diferencias con los climas montañosos del centro y del norte no están tanto en los duros inviernos como en los cálidos y secos veranos subtropicales.

5. CLIMAS DE CANARIAS

Los factores climáticos que influyen en el archipiélago canario son: posición que ocupa el territorio, características del mismo, cercanía o no del mar y componentes termodinámicos. A ellos habría que añadir, en este caso concreto, la influencia de la corriente fría de Canarias y la del desierto del Sahara.

5.1. Posición del territorio. Éste ocupa en el Atlántico un espacio fronterizo entre las influencias templadas más meridionales y las tropicales más norteñas. Las primeras son propias del invierno, época en que el archipiélago se halla en el límite norte de los alisios del noreste, lo que permite la aproximación de masas de aire procedentes de latitudes polares. De ahí que sea la estación de máxima pluviosidad. Las segundas, las tropicales, se desplazan hacia el norte apenas se inician los primeros calores y dejan toda la zona bajo el dominio absoluto de los alisios del noreste. Las temperaturas son muy agradables, pero la sequía se impone casi de forma permanente.

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Tema 7. Clasificación de los climas Peninsulares y Canarios

5.2. Las características del territorio canario.

Difieren de unas islas a otras bien por su posición con respecto a los vientos dominantes, bien por la importancia del relieve. Éste adquiere un papel definitivo para determinar las características climáticas: fenómenos como la inversión de temperaturas, mar de nubes o las lluvias invisibles están íntimamente asociados a la latitud. La capa de aire del alisio tiene un espesor de unos 1.200 m en verano y de unos 1.700 m en invierno, es húmedo y sopla desde el noreste. Por encima fluye otra capa, más seca y cálida, alimentada por los vientos del noroeste. Esto permite distinguir tres niveles, que dan origen a tres tipos de climas contrastados.

El nivel más bajo tiene una temperatura fresca y una humedad escasa; el siguiente, denominado de inversión, mantiene la misma temperatura pero multiplica la humedad formándose un mar de nubles, y en el tercero se eleva la temperatura, con respecto al anterior, hasta 10º, desparecen las nubes y la humedad se reduce drásticamente. Tales efectos son sólo posibles en Gran Canaria y Tenerife donde el relieve alcanza el desarrollo necesario.

5.3. La influencia marina.

Que da el grado de continentalidad de un territorio, aquí es máxima debido al carácter isleño del mismo. En el caso canario es original la presencia de la corriente fría homónima, que lleva la misma dirección que los alisios. La menor temperatura del flujo marino se debe a que arranca de latitudes más septentrionales, pero sobre todo a que sus aguas ascienden a la superficie desde capas más profundas para compensar las que partieron hacia el oeste alimentando la corriente norecuatorial.

El alisio, al entrar en contacto con dicha superficie, se enfría y la masa de aire adquiere por la base una mayor estabilidad, lo que repercute en la ausencia de precipitaciones. El viento que llega al archipiélago, algo más fresco que lo que le correspondería latitudinalmente, refresca las temperaturas, da lugar a un ambiente primaveral y aporta una larga procesión de nieblas advectivas.

5.4. La cercanía del Sahara.

Se deja notar de forma contundente e inoportunamente: cuando llega el calor, que coincide con el desplazamiento hacia el norte del anticiclón de las Azores y los flujos del alisio del noreste se debilitan. La diferencia térmica entre las dos masas de aire, la del alisio y la sahariana, viene a ser de 15º, de ahí los trastornos de todo tipo que acarrea la presencia del viento continental, llamado del sur por los canarios aunque tenga componentes del este, para distinguirlo del viento norte tan habitual. La presencia de la corriente fría atlántica, sobre la que debe desplazarse en su recorrido hacia el archipiélago, impide a este viento sofocante causar estragos en las islas orientales. Por su cercanía al continente y la carencia de relieves destacados, no dan lugar a que el citado viento imponga sus tórridas condiciones. No es el caso de las islas occidentales donde, entre los 500 y los 1.500 m, se dejan sentir sus efectos devastadores sobre los cultivos primaverales o del otoño.

5.5. Las temperaturas.

Medias anuales de las tierras bajas no alcanzan los 21º. Sin embargo, con la altitud estos valores disminuyen aunque no ostensiblemente.

La amplitud térmica es de 6-7º en las zonas bajas, valor que se llega a duplicar en los observatorios de alta montaña. Pero lo más destacable es la diferencia, a una misma altitud, entre las vertientes de

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barlovento (norte) y de sotavento (sur). Estas últimas son 1,5º más cálidas en invierno y 3º en verano por influencia del alisio.

5.6. Las precipitaciones.

Ofrecen un profundo contraste entre los 100 mm de las zonas más secas y los 800 mm de las más húmedas, que pueden superar los 1.000 mm si añadimos las precipitaciones invisibles. Como normal general disminuyen de norte a sur y de oeste a este, pero son la altitud y la orientación del relieve las que marcan las diferencias pluviométricas.

La mitad o más de las precipitaciones se registran en invierno. De los equinoccios destaca el otoño, en la primavera son escasas y en el verano, prácticamente nulas. El contraste reseñado al comienzo no es sólo entre las diversas zonas sino también a lo largo del año y entre un año y otro, pues es frecuente que las precipitaciones anuales sean el doble o la mitad de la cuantía considerada tipo. Por último, dentro de la irregularidad, son frecuentes los chubascos tormentosos y tan intensos que en 24 horas la precipitación (hasta 300 mm) puede igualar el volumen anual que recibe la zona.

La llamada lluvia invisible u horizontal consiste en la condensación llevada a cabo por las hojas de los árboles del bosque de lauráceas. Según diversos estudios el volumen así captado triplica el medido por el pluviómetro normal. Son tres los elementos que intervienen en el proceso: la estructura y condiciones físicas de la masa nubosa; las características de la vegetación y la dirección del viento. Donde se den las condiciones adecuadas, no existe mejor obra hidráulica para paliar la sequía que la repoblación forestal. Con ella, además de proteger los suelos de las lluvias torrenciales, se alimentan los acuíferos de forma permanente.

5.7. Los climas de Canarias según Köppen.

Los diversos climas del archipiélago se pueden clasificar siguiendo las pautas de Köppen:

5.7.1. El clima desértico (BW). Abarca las islas de Lanzarote y Fuerteventura y las tierras bajas de Gran Canaria. En todo este territorio la necesidad de agua duplica la cuantía total caída durante el año. La falta de lluvias se debe a su posición oriental y a la falta de relieves importantes.

5.7.2. El clima subdesértico o estepario (Bsh). Se extiende por las tierras bajas de las islas occidentales (La Palma, El Hierro y La Gomera), incluida Tenerife, y una franja de Gran Canaria entre las primeras estribaciones y el desierto costero.

5.7.3. El clima templado con estación seca y verano caluroso (Csa). Es el que ocupa las altitudes medias de las grandes islas y de las más occidentales. Las precipitaciones están en función de la altura, pero también de la posición occidental.

5.7.4. El clima templado con verano cálido (Csb) Por debajo de los 22º, se refugia en núcleos de gran altura o en otros de altitud más baja, pero situados al norte, en la primera línea ante la llegada de los alisios del noreste.

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Tema 7. Clasificación de los climas Peninsulares y Canarios

6. EL CLIMA URBANO

Por el tamaño de la superficie afectada está considerado como un microclima, no así por sus repercusiones, que en muchos casos atañen a la mayoría de los habitantes de una región concentrados en uno o varios municipios.

El medio ambiente de las grandes ciudades se está deteriorando y es motivo de inquietud general, aunque esto se ha de ser más bien una advertencia sobre el descenso del nivel de vida. Los malos olores, el ruido, las enfermedades y la peste han sido las consecuencias inevitables del desarrollo urbano desde sus orígenes.

Las referencias a la insalubridad de las ciudades aparecen en los textos clásicos, pero sólo a partir del siglo XIX se establecen criterios científicos para evaluar los efectos de la contaminación sobre el clima urbano.

Desde sus orígenes la ciudad siempre ha tenido unas condiciones físicas de vida distintas, un clima diferenciado del entorno rural. Pero es a partir de la industrialización cuando los contrastes se han agudizado hasta el punto de ser perfectamente mensurables en los siguientes aspectos: niebla, humedad, vientos, precipitaciones y temperaturas.

6.1. La niebla urbana.

No es sólo un horizonte de gotitas de agua en suspensión que reduce la visibilidad sino que en ella son parte decisiva otros contaminantes como el humo, hollines, aerosoles nocivos, gases varios, etc. Puede haber niebla sin humedad llamada smog (humo y niebla), palabra admitida como sinónimo de atmósfera espesa y muy contaminada. Es frecuente en las grandes ciudades durante el invierno, con el viento en calma y bajo el dominio del anticiclón. Los efectos sobre quienes padecen dolencias respiratorias pueden ser letales. Para evitarlo se han tomado medidas rigurosas en la emisión de contaminantes a la atmósfera: alejando del casco urbano numerosas industrias, reduciendo por decreto el horario de las calefacciones o regulando la circulación de los automóviles por matriculares pares e impares. La expansión de las áreas peatonales en los cascos históricos es una muestra más de esta preocupación ambiental.

Madrid y Barajas son un buen ejemplo de la influencia del casco urbano en la formación de nieblas: la ciudad registra 38 días por año y el aeropuerto 37. Con respecto al medio rural, el urbano sufre un 100% más de niebla en invierno y un 30% en verano.

6.2. La humedad.

No hay estudios concluyentes sobre los valores de la humedad relativa en la ciudad y su entorno. Sería de un 2% más húmedo en invierno y un 8-10% en verano. Las causas hay que buscarlas en la ausencia dentro del perímetro urbano de extensas masas de agua y de vegetación, a pesar de los grandes volúmenes de vapor aportados por las calefacciones y la combustión por tráfico, pues el agua es un subproducto de los hidrocarburos.

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6.3. La velocidad del viento

En la ciudad es entre un 10-20% más débil que en el campo debido a la fricción constante con los edificios y a la interposición en su recorrido de calles perpendiculares. También es cierto que, en algunas ocasiones, el viento puede adquirir mayor velocidad si se enfila por una vía larga y estrecha. Como norma general, los vientos fuertes son más rápidos en la campiña y los débiles (3-5 m/seg) ganan velocidad dentro del casco urbano. En éste se da un fenómeno que, a pequeña escala, recuerda a la chimenea ecuatorial: desde el centro asciende una corriente convectiva que, al enfriarse, desciende por ambos extrarradios.

También se establece con el campo un intercambio eólico semejante al que existe entre el mar y la costa: durante el día fluye la brisa desde la ciudad hacia el exterior, más caldeado por la mayor cantidad de radiación recibida, y durante la noche el fenómeno se invierte al enfriarse el campo más rápidamente que la ciudad.

6.4. Las precipitaciones urbanas.

Son más cuantiosas que las rurales en un 5-10%, llegando en algunos casos hasta el 30%. Es posible que la mayor turbulencia térmica y mecánica sea más efectiva que la contaminación a la hora de atraer las precipitaciones sobre el centro urbano. Entre las causas que explican este fenómeno están:

a) las corrientes convectivas ascendentes originadas en la isla de calor.

b) la presencia de numerosos núcleos de condensación que alimentan la formación de nieblas y nubes.

c) la aportación de abundante vapor de agua por las calefacciones y usos industriales.

Se ha comprobado aquí y en otros países que las grandes ciudades reciben más precipitaciones que su entorno, que disfrutan de más días de lluvia, que las tormentas veraniegas (algunas acompañadas de granizo) son algo más frecuentes y que, por el contrario, la nieve hace menos acto de presencia debido al calor que envuelve a la ciudad como un hongo nocivamente protector.

6.5. La temperatura anual.

De la ciudad es algo más elevada (1-3º) que a extramuros, pero este valor no es relevante. Las diferencias verdaderas se establecen durante la noche: 4-6º son habituales y se han registrado hasta 11º. El centro ha recibido el nombre de isla de calor porque como tal se comporta. Numerosos factores colaboran en el desarrollo de este fenómeno:

a) La ciudad, por el enrarecimiento de su atmósfera, recibe una menos radiación que el campo, pero esta misma capa contaminada se comporta como una boina protectora e impide durante la noche que el calor escape.

b) A lo largo del día los edificios y calles van atesorando calor que irradian durante la noche, fenómeno inexistente en el campo.

c) Cuando llueve, el agua permanece muy poco tiempo sobre las superficies urbanas por ser impermeables en su mayoría. Al desaparecer rápidamente por los sumideros, una parte muy pequeña del líquido es susceptible de evaporación, proceso en el que la atmósfera consume 600 calorías por gramo, lo que conllevaría un importante enfriamiento del ambiente.

La isla de calor adquiere su máximo desarrollo con tiempo anticiclónico y viento en calma. Si éste sopla o llega el ciclón cargado de lluvia, ambos borran los contornos de aquélla. Finalmente, la presencia de

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Tema 7. Clasificación de los climas Peninsulares y Canarios

un relieve destacado o de un ancho río rompen la continuidad de la isla de calor a la baja, del mismo modo que los grandes edificios aumentan positivamente su curvatura, de ahí que el cénit térmico se identifique con el núcleo más denso y se adelgace hacia la periferia.

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Geografía de España

TEMA 8.

LAS AGUAS: RÍOS, LAGOS Y HUMEDALES.

1. EL CICLO DEL AGUA. En el estudio del clima el agua ocupa un lugar destacado pero no es tan determinante el volumen de precipitación como su frecuencia e intensidad. Al final importa la disponibilidad real que de la misma tienen las plantas, los animales y el hombre porque la mayor parte del agua que cae sobre la tierra no está disponible y finaliza su ciclo sin un uso rentable.

El agua puede hallarse fluyendo (ríos) o en reposo (lagos y humedades) sobre la superficie de la Tierra, pero una parte significativa circula hacia el interior por infiltración o por saturación. Anualmente el volumen total de agua evaporada que asciende a la atmósfera es de unos 400.000 km3, de los que el 83,7% (335.000 km3) procede de los océanos y el 16,3% restante (65.000 km3) de los continentes. Sin embargo éstos reciben una precipitación de 100.000 km3, cuya diferencia devuelven al mar a través de la escorrentía1.

El ciclo hidrológico contempla no sólo el cambio de estado del agua (sólido, líquido y gaseoso), sino también el de ubicación viajando por tierra, mar y aire. Una parte de la climatología se ocupa del estado gaseoso del agua (vapor), de su desplazamiento a través de los continentes (masas de aire) y de su precipitación en las diversas modalidades de lluvia, nieve, granizo, etc. El ciclo hidrológico también comprende la evaporación directa desde el suelo a través de las plantas, la infiltración a escasa profundidad para evaporarse en un corto periodo de tiempo por diversas vías y la saturación, fase en la que todos los poros e intersticios de las capas superficiales se llenan de agua, que por gravedad desciende hasta una zona impermeable formando los acuíferos.

El agua que no se evapora (nubes) ni se almacena superficialmente (lagos y humedades) o en el interior de la tierra (acuíferos), discurre hacia el mar formando cursos de agua permanentes llamados ríos. El hombre, cuando construye embalses y deriva grandes volúmenes hacia el regadío, los procesos industriales o el consumo humano, incide de forma decisiva y a veces traumática sobre el proceso natural del ciclo hidrológico, especialmente si lo contamina y convierte en un flujo letal.

2. LA CULTURA DEL AGUA EN ESPAÑA. Bajo el Imperio Romano hubo un gran desarrollo de la ingeniería hidráulica. Abundan los canales para riego y navegación, presas, estanques y acueductos tanto en las tierras costeras como en el interior.

Los árabes alcanzaron cotas de refinamiento en los usos y sistemas de distribución de las aguas. Aprovecharon la infraestructura romana donde la había y la ampliaron sobremanera en todos sus dominios. Inventaron artilugios como el azud2, construyeron innumerables acequias y organizaron las tierras de regadío con racionalidad y eficacia, de lo que es buena prueba el Tribunal de Aguas de Valencia, nacido a mediados del siglo X y en plena actividad hoy día.

La economía de los reinos cristianos, preferentemente ganadera, tardó tiempo en asumir y continuar las pautas agrícolas de los vencidos. Con el descubrimiento de América la economía tomó nuevos rumbos, como lo prueba el hundimiento de la Andalucía oriental, agrícola, culta y artesana, en beneficio de la occidental volcada hacia el comercio con las nuevas colonias.

1 Escorrentía: agua que circula superficialmente en los interfluvios una vez que el suelo está saturado durante la lluvia o inmediatamente después de la misma. 2 Azud: de origen árabe, es una presa de río para derivar agua hacia las acequias de riego. También se denomina así al artilugio o rueda hidráulica para elevar el agua.

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Tema 8. Las Aguas: ríos, lagos y humedales

− El Canal Imperial de Aragón se inicia con Carlos I (1529) en las proximidades de Tudela bajo la denominación de Acequia Imperial y sus aguas no llegan a Zaragoza hasta 1784.

− El de Castilla, iniciado dos décadas más tardes, entra en uso tres siglos después (1849). Ambos pretenden y consiguen convertir en regadío extensas superficies poco productivas, pero fracasan en el momento de ser vías de transporte masivo y rentable. A partir de la segunda mitad del siglo XIX la revolución de los transportes elimina por completo dicha actividad que renace en tierras aragonesas durante la autarquía (1940-1953) para transportar, en combinación con el ferrocarril, el trigo de las Cinco Villas hasta Zaragoza.

− Un tercer canal, el de Isabel II (1858), trae hasta Madrid las aguas del Lozoya y sustituye rápidamente el abastecimiento tradicional. Se trata de un sistema ingenioso y de relevancia histórica en el uso de aguas subterráneas consistente en la construcción de galerías hasta el nivel de saturación desde donde llevar el agua (viajes) hasta los lugares elegidos y de pozos con elevación por medio de norias (surtideros).

En la actualidad, la infraestructura hidráulica cuenta con más de 1.000 embalses, cuya capacidad aproximada es de 50.000 hm3, y medio millón de pozos que proporcionan un caudal de 5.500 hm3, de los que el 80% lo consume el regadío. Hay que añadir la red principal de distribución (5.000 km) con una capacidad superior a los 500 m3/seg. los muros de contención contra avenidas (620 km), la regulación de cauces (919 km) y los trasvases, que alcanzan la docena.

3. RASGOS DE LA HIDROLOGÍA PENINSULAR. Globalmente España no es un país deficitario de agua. La precipitación anual media es de 672 mm/m2 que, multiplicados por los 505.956 km2 de superficie, alcanza un total de 340 km2. El problema está en los profundos desequilibrios espaciales y temporales, al no llover dónde y cuando se necesita. Para solucionarlos o mitigarlos deben entrar en funcionamiento una técnica, una economía y unos hábitos diferentes sobre el agua.

Los 340 km3 de precipitación anual se reparten de la siguiente manera:

− 224 km3 se evaporan directamente. − 70 km3 se escapan a nuestro control (infiltración, saturación, escorrentía, etc.). − y los 46 km3 restantes pasan al consumo agrícola (24 km3), al industrial (15 km3) y al humano

(7 km3).

Desde hace un lustro los desequilibrios espacio-temporales de las precipitaciones se han agudizado; en determinadas zonas llueve menos o lo hace con una intensidad horaria tal que convierte la lluvia en un fenómeno inútil o catastrófico. Las soluciones a esta situación pasan por el llamado Plan Hidrológico Nacional. Numerosos aspectos del mismo tienen un tratamiento técnico:

− construcción de embalses y muros de protección contra inundaciones − calidad del agua o modernización de instalaciones.

Otros, quizá más eficaces a largo plazo, han de resolverse desde una cultura diferente sobre el agua. Estos aspectos incluyen el convencimiento de que es un bien escaso, medidas cotidianas de ahorro, rechazo a cualquier contaminación evitable, conservación y aumento del patrimonio hidráulico, la investigación y desarrollo en tal sentido, etc.

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Geografía de España

El inmenso desperdicio de agua detectado es fruto de la desidia general, se calcula que el 50% de los 46 km3 utilizables se pierde a lo largo de su transporte debido al pésimo estado de todo tipo de conducciones. Invertir en el mantenimiento de la red de distribución y en el uso de nuevos sistemas de regadío nos convertiría en excedentarios de agua.

En 1985 se promulgó una Ley de Aguas, desarrollada por los Reales Decretos de 1986 y 1989. Los principios básicos que la sustentan son tres:

1) Unidad de gestión, economía y tratamiento integral de los recursos hídricos.

2) Respeto al ciclo de agua, a los sistemas hidráulicos y a la unidad de la cuenca.

3) Compatibilidad entre la gestión pública de los recursos hídricos y la protección del medio ambiente.

La mayor innovación de la ley está en la toma de medidas para una correcta planificación hidrológica.

En la España insular, las circunstancias varían notablemente, estableciéndose marcadas diferencias entre los dos archipiélagos.

− El balear recibe una media de 590 mm anuales, lo que supone un total de 2.960 hm3. De toda esta cantidad queda un volumen aprovechable de 660 hm3, repartidos entre aguas superficiales (180 hm3) y subterráneas (480 hm3).

− El archipiélago canario dispone de poco más de la mitad por m2 (362 mm), equivalente a un total de 2.630 hm3. Pero la distribución estadística oculta profundos contrastes pluviométricos entre las diversas islas: La Palma disfruta de 660 mm anuales por m2, Lanzarote y Fuerteventura sufren los rigores del desierto con 140 mm. Restada la evaporación y otras pérdidas, la cantidad anual disponible es de 420 hm3, de los que el 95% (400 hm3) pasa a los acuíferos y el 5% restante circula como agua superficial.

4. ELEMENTOS DEL RÉGIMEN FLUVIAL. Son las formas que adopta o las circunstancias espaciotemporales por las que atraviesa un río. Todos estos datos referidos a aspectos como la caudalosidad, variaciones estacionales, crecidas y estiajes, se recogen en las 750 estaciones de aforo existentes.

4.1. El caudal, denominado descarga. Es la cantidad de agua en metros cúbicos que pasa por un punto concreto o sección transversal del río durante un segundo. Esta información diaria permite sacar un buen número de conclusiones como el caudal modular, el absoluto, variabilidad del mismo respeto a la media interanual, máximos y mínimos medios, la clasificación de años húmedos o secos, si rebasan o no la citada media, etc.

4.2. El módulo o caudal modular Es el valor medio de las medias, registradas durante bastantes años para que haya cierta fiabilidad. Refleja el volumen anual en hm3, cantidad resultante de multiplicar los m3/seg. por los segundos del año.

4.3. El Módulo específico (M.e) o caudal relativo Es el resultado de dividir los litros/seg. por los km2 de cuenca, aguas arriba a partir del punto de la medición. Con ello se pretende conocer los recursos hídricos que proporciona y establecer comparaciones con otras cuencas.

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Tema 8. Las Aguas: ríos, lagos y humedales

a) El volumen total es la media de la medición obtenida (m3/seg) en un aforo determinado durante muchos años. El módulo específico guarda una estrecha relación con la extensión de la cuenca, pues si ésta es muy grande el caudal relativo desciende, pero si es pequeña y bien regada, sube ostensiblemente.

b) La aportación específica equivale a una película de agua repartida por toda la extensión de la cuenca, a los l/m2 recibido en la precipitación anual.

c) El cociente entre la aportación específica multiplicada por 100 y la pluviosidad nos proporciona el coeficiente de escorrentía que, si es bajo, expresa las pérdidas.

4.4. La Aportación específica (A.e) Es una relación entre el volumen total anual y la superficie de la cuenca, expresada en l/m2.

4.5. El Coeficiente de escorrentía (C.e) Resalta las diferencias entre la aportación específica (A.e) y las precipitaciones anuales (P.a), es decir entre las entradas y salidas habidas por evaporación, infiltración y saturación.

5. EL REFLEJO DE LAS ESTACIONES. Los contrastes estacionales caracterizan las latitudes medias y ello se refleja en innumerables fenómenos como el comportamiento de los ríos. Para llevar un seguimiento estricto sobre la conducta de un río determinado se compara su caudal medio mensual con el del año, tomado como unidad, y los altibajos que se produzcan serán la expresión gráfica de su actuación mes tras mes.

Un río pequeño y de régimen simple traslada inmediatamente a la gráfica las vicisitudes pluviométricas de su cuenca. Si el régimen se complica porque intervienen varios ríos secundarios que se alimentan de forma diferente (agua, nieve, resurgencias cársticas, etc.), aparecerán agudos contrastes espacio-temporales entre las precipitaciones y las crecidas. Esta situación es propia de ríos largos que drenan extensos territorios sometidos a climas diferentes, como sucede con el Ebro.

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Geografía de España

Un caso distinto es el de los ríos de montaña, cuya precipitación invernal en forma de nieve es retenida hasta la primavera. Las consecuencias son un mínimo en el solsticio de invierno y un máximo en el equinoccio de primavera por el deshielo, que puede venir o no por las lluvias. Además de las calizas y las nieves, también la acción del hombre puede variar el comportamiento de un río con grandes obras de ingeniería. Los embalses hacen, en muchos casos, el papel de las calizas: retienen las aguas durante el periodo de abundancia para devolverlas con regularidad al cauce. Los ejemplos son muy numerosos en la España mediterránea donde muchos ríos quedarían secos en el estío sin esta regulación artificial.

6. REGULARIDAD E IRREGULARIDAD FLUVIALES. Son conceptos que hacen referencia a las variaciones del caudal medio anual con respecto a la media ponderada de una serie no inferior a los 30 años.

El coeficiente de irregularidad es el resultado de dividir el máximo medio por el mínimo medio anuales. Si el cociente es igual o inferior a 3, el río se considera regular, entre 3 y 7 semirregular o transicional y por encima de 7, irregular.

Como norma los ríos atlánticos gozan de una gran regularidad debido al clima y también las cabeceras de los grandes colectores antes de recibir las aportaciones de sus afluentes. Según esto son ríos regulares el Ebro en su curso alto y el Nalón al llegar al Cantábrico. En cambio son muy irregulares los que pertenecen al ámbito mediterráneo, sometidos a espaciadas pero intensas precipitaciones sobre un suelo desprovisto casi de vegetación.

7. DESBORDAMIENTOS Y ESTIAJES. Ambos conceptos van unidos, respectivamente, a caudales máximos y mínimos reales. Los desbordamientos o avenidas suelen ir acompañados de consecuencias catastróficas para el hombre, aunque son fenómenos normales en un río. La irregularidad de los mismos y su espaciamiento confían a los grupos humanos que colonizan el entorno e invaden su zona de influencia. Los estiajes son menos traumáticos y se pueden paliar sus efectos con obras de ingeniería, excepto si son muy continuados o no alcanzan las previsiones.

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Tema 8. Las Aguas: ríos, lagos y humedales

El tamaño de una cuenca guarda una estrecha dependencia con sus comportamientos extremos, en el sentido de que existe una relación inversa entre ambos: a menor tamaño mayores son los desbordamientos y más profundos sus estiajes. En una pequeña, la reacción ante una precipitación copiosa es instantánea, pero en un de gran tamaño se retrasa o diluye. Lo mismo sucede con el estiaje, pues las reservas hídricas de la primera se agotan rápidamente por la reducida capacidad de almacenamiento y la escasa variedad de sus fuentes.

Si nos atenemos a planteamientos de tipo general, los ríos de la vertiente norte y noroeste no ofrecen caracteres extremos ni en un sentido ni en otro por hallarse dentro de un clima habitualmente lluvioso. Las crecidas son invernales, época de máxima precipitación.

Los grandes ríos como el Tajo, el Guadiana, el Guadalquivir y el Ebro no registran avenidas muy abultadas debido a la extensión de su cuenca. Cuando ésta se reduce y localiza en la orla mediterránea, los desbordamientos pueden multiplicar el caudal medio por varios miles de veces. Sin llegar a tales extremos, toda la franja mediterránea está sujeta a dichos fenómenos durante el otoño, después de un verano muy seco que ha dejado numerosos cauces sin agua (ramblas) y las laderas sin apenas vegetación.

8. EL ACARREO DE SÓLIDOS Es una de las consecuencias inmediatas de los desbordamientos y aunque son de difícil cuantificación sus efectos resultan evidentes. Entre los más llamativos están:

− la colmatación de llanuras aluviales − reducción de las marismas − crecimiento de los deltas o − aterramiento de embalses.

La capacidad de arrastre y transporte de las aguas está en función de su:

− dinámica (cuantía e intensidad) − grado de las pendientes (relieve) − tipo de suelos (permeables o no) y − existencia o falta de manto vegetal.

Donde se deja sentir un mayor impacto desde el punto de vista económico es en el relleno de los embalses, que en pocos años pierden una parte importante de su capacidad debido a las condiciones del medio, pero sobre todo a la falta de estudios sobre las características y tratamiento de las vertientes.

9. LOS REGÍMENES FLUVIALES: SIMPLES Y COMPLEJOS. La procedencia de las aguas, las variaciones estacionales, las crecidas y estiajes y el grado de regularidad fluvial son algunos de los aspectos más señalados del régimen de un río. Es pues la consecuencia de una larga y compleja información acumulada durante muchos años sobre su comportamiento, lo que no impide romper, en un momento dado, con todas las previsiones si el río en cuestión discurre por la vertiente mediterránea. La simplicidad o complejidad de un régimen depende de los valores que lo integran y, más concretamente, de si participan en la formación del caudal aguas procedentes de uno o varios climas. Según esto, un río con régimen simple desarrollará todo su devenir dentro de un clima homogéneo.

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9.1. Regímenes simples. a) Régimen nival: el río es alimentado mayoritariamente por precipitaciones nivosas, lo que

supone una fuerte reducción de caudal en invierno y aguas altas en primavera o comienzos del verano por el deshielo. Esta situación es propia de los ríos de alta montaña como los del Pirineo central. El Segre en Seo de Urgel es un ejemplo de nival puro: durante el invierno tiene un estiaje profundo, que se convierte en una torrentera desde abril a junio. En julio comienza su verdadero estiaje.

b) Régimen nivo-pluvial. El predominio de la nieve no es aquí tan patente como en el caso anterior. Con el otoño hacen acto de presencia las lluvias, que elevan el caudal hasta rozar el módulo medio. Descienden las aguas durante el invierno y en primavera alcanza su máximo por el deshielo. El estiaje veraniego no es muy profundo, debido a las precipitaciones de verano.

c) Régimen fluvio-nival. Con este régimen son las lluvias las que tienen hegemonía sobre las nieves. Sucede cuando hay un descenso actitudinal o una aproximación a la costa. Es el caso de los ríos de la Cordillera Central, del Sistema Ibérico y de la Cordillera Cantábrica. El máximo caudal aparece a finales del invierno y principios de la primavera y el estiaje veraniego se alarga hasta entrado el otoño. Se dan notables diferencias entre sí, pues los que descienden del Sistema Ibérico y del Central sufren una irregularidad muy superior a la de los cantábricos.

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Tema 8. Las Aguas: ríos, lagos y humedales

d) Régimen pluvial-oceánico. Se caracteriza por tener un caudal regular y abundante, fruto del

clima que lo alimenta. El máximo se concentra en el invierno y adquiere caracteres estables ya que no rebasa el módulo dos, como en el caso del Miño en Orense. Durante el verano el estiaje es notorio, pero está muy lejos de los extremos mediterráneos, donde los cauces pueden llegar a la sequía total. El módulo o unidad es un concepto relativo, que en este caso supone 243,9 m3/seg. y en el del río Foix 0,43 m3/seg.

e) Régimen pluvial mediterráneo. Las características generales de este régimen son las siguientes:

todos los ríos tienden a presentar tres picos, correspondientes al final del invierno o inicio de la primavera (febrero-marzo), al término de la misma (mayo-junio) y al otoño (noviembre-diciembre). Este último es el más acusado. En medio se dan otras tres depresiones (enero, abril y julio), destacando especialmente la veraniega.

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f) Régimen pluvial mediterráneo continental. Corresponde al interior de la Península y en él se reflejan, paso a paso, las vicisitudes del clima. Los tres picos característicos del pluvial mediterráneo en éste se reducen a dos: el principal en primavera (abril-mayo) y el secundario en otoño (noviembre-diciembre). El estiaje veraniego se prolonga de julio a octubre y en invierno el módulo queda por encima de la unidad.

g) Régimen pluvial mediterráneo subtropical. Reducimos el ámbito general geográfico a los

cursos meridionales que desembocan en el Mediterráneo. El máximo principal se produce en febrero-marzo, precedido por un descenso en enero tras el máximo secundario de diciembre. Durante el verano el estiaje es profundo y continuado, con siete meses (mayo-noviembre) por debajo de la unidad. Las aguas altas van asociadas a las lluvias invernales (excepto en enero debido al anticiclón peninsular) propias de la zona.

9.2. Regímenes complejos. Un régimen complejo siempre hace referencia a un gran colector que recibe los aportes de numerosos ríos, cuyas aguas tienen su origen en climas diversos. Se considera al Ebro como el río peninsular de régimen más complejo. Su complejidad estriba en nutrirse de afluentes cantábricos, pirenaicos e ibéricos o, lo que es lo mismo, alimentarse de la concurrencia de climas tan contrastados como el oceánico, el de alta montaña, el mediterráneo continental y el mediterráneo puro.

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TEMA 9.

LAS CUENCAS HIDROGRÁFICAS

1. LAS TRES VERTIENTES HIDROGRÁFICAS.

La topografía y el clima se conjugan para delimitar las tres grandes vertientes hidrográficas, cantábrica, atlántica y mediterránea, aunque algunos autores las reducen a estas dos últimas.

1.1. La vertiente cantábrica o del norte y noroeste. Ocupa el 10,9% del territorio peninsular, por ella circula el 40,8% del caudal que drenan todos nuestros ríos. La regularidad y abundancia de las precipitaciones (1.350 mm/m2/año de media) y temperaturas poco contrastadas son las características del clima oceánico, con ríos muy caudalosos y regulares. Una tercera característica es la torrencialidad debido al fuerte desnivel (2.000 m) que han de salvar hasta la costa en su breve recorrido (100 km). Su capacidad erosiva se traduce en valles profundos que favorecen los desagües rápidos y la construcción de embalses para el aprovechamiento de su energía hidráulica.

1.2. La vertiente atlántica Engloba los grandes ríos de la Meseta (Duero, Tajo y Guadiana) y el Guadalquivir. La superficie es de 256.699 km2 (52,1% del territorio peninsular), recibe una precipitación media de 596,5 mm/m2 y por sus cuencas fluye el 33 % de las aguas. Cae bajo un clima de dominio atlántico por el origen de sus precipitaciones, aunque los contrastes térmicos y la sequía estival muestran una profunda influencia mediterránea con caracteres continentalizados.

Los caudales relativos son bajos, no así los absolutos por los grandes aportes que reciben los ríos principales de sus numerosos afluentes. Esta vertiente tiene dos ámbitos claramente diferenciados: el paleozoico o meseteño y el terciario. El primero se reparte entre la Meseta norte que está regida por un solo río (el Duero) y la sur, cuyos dominios se disputan el Tajo y el Guadiana, separados por los Montes de Toledo. Entre ambas submesetas la Cordillera Central se yergue como una divisoria de aguas contundente, pues muchas de sus cimas están 1.000 m por encima de las meridionales.

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Tema 9. Las cuencas hidrográficas

El ámbito terciario corresponde al Guadalquivir. Las lluvias que recibe son de procedencia atlántica e invernales y el río se alimenta principalmente de los afluentes béticos que le llegan por la margen izquierda. Los de la derecha son cortos y de caudal escaso, pues descienden de Sierra Morena.

1.3. La vertiente mediterránea. Con 182.140 km2 (37%), recibe sólo el 26,2% de los recursos hídricos. Las cuencas que la constituyen presentan agudos contrastes tanto por el tamaño como por las condiciones climáticas, tipos de régimen fluvial, etc. Por ejemplo, la extensión de la cuenca del Segura es de 18.254 km2 y de 86.098 km2 la del Ebro. Ésta aparece perfectamente organizada con un solo cauce principal, sin embargo la cuenca del sur está integrada por ríos cortos y espasmódicos, gobernados por una climatología caprichosa y con frecuencia devastadora. Además de las tres reseñadas, pertenecen a la vertiente mediterránea las cuencas del Pirineo oriental y la del Júcar.

El volumen de las precipitaciones también marca notables diferencias: la del Segura recibe una media de 380 mm/m2, sin embargo el noreste catalán casi alcanza los 750 mm. Algunos rasgos en común: todas vierten sus aguas al Mediterráneo, disfrutan de un clima benigno, excepto el interior del valle del Ebro y zonas de montaña, y tienen cursos de agua cortos, poco caudalosos y dominados por la torrencialidad, fruto de las vigorosas pendientes y de las intensas lluvias.

2. CARACTERÍSTICAS DE LAS GRANDES CUENCAS

Las grandes cuencas hidrográficas peninsulares se distinguen entre las meseteñas (Duero, Tajo y Guadiana) y las extrameseteñas o vinculadas a las deformaciones alpinas (Ebro y Guadalquivir). Las primeras son fruto de una deformación tectónica del zócalo a finales del Mesozoico y permanecen como áreas endorreicas hasta el basculamiento de la Meseta hacia poniente en los últimos reajustes alpinos. Las segundas tienen su origen en sendas depresiones subalpinas.

La forma de las cuencas guarda una estrecha relación con la estructura tectónica o sedimentaria de las mismas. Cuando predominan los accidentes tectónicos se originan cuencas oblongas y recortadas (Tajo, Guadiana y Guadalquivir), pero bajo el dominio sedimentario adquieren forma de pera (Duero y Ebro).

La importancia de la forma está en función inversa al tamaño de la cuenca, siendo la forma la que gobierna cada vez más férreamente los fenómenos que ocurren en el interior de la cuenca según disminuye la superficie de la misma (crecidas, estiajes, etc.). Para calcular el índice de alargamiento o de redondez en la forma de la cuenca existe la fórmula: F =A/L2 (F = forma, A = área, L = longitud).

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3. LA CUENCA DEL EBRO

Tiene una extensión aproximada de 86.000 km2, el 57% corresponde a su vertiente pirenaico-cantábrica y el 43% a la ibérica. El cauce circula más próximo a los relieves de esta última, por lo que sus ríos están menos jerarquizados que los de la orilla izquierda septentrional, cuya aportación de caudales supone 4/5 de un total de 18.000 hm3 por año. Esta marcada diferencia entre las dos vertientes es el resultado de varios tipos de clima: oceánico (cabecera y curso alto), de alta montaña (Pirineos), montaña interior con rasgos mediterráneos (Ibérica), continental acusado (centro del valle), etc.

3.1. El régimen fluvial El régimen es el más complejo. El curso alto, hasta Miranda, presenta un régimen pluvio-nival oceánico, con un máximo entre enero y marzo debido a las lluvias atlánticas (enero-febrero) y al deshielo de las nieves invernales (marzo). Desde mayo hasta noviembre el módulo queda por debajo de la unidad y el descenso veraniego, aunque pronunciado, no alcanza los mínimos del centro de la depresión.

En Miranda el Ebro ha recibido aproximadamente el 11% de su caudal. Desde Miranda hasta Zaragoza pasa por diversas vicisitudes. Atraviesa los Montes Obarenes, en Logroño su caudal asciende a 3.500 hm3. A lo largo de todo este recorrido ha recibido la aportación de varios ríos (Nela, Oca, Tirón, Najarilla, Leza, Cidacos y Alhama). El Canal Imperial de Aragón detrae al Ebro unos 500 hm3 anuales.

Desde Miranda, donde los rasgos nivales están muy diluidos, el régimen del Ebro se torna exclusivamente pluvial mediterráneo por la influencia de los aportes ibéricos.

Desde la desembocadura del Aragón y hasta su final en Tortosa, el Ebro vuelve al régimen pluvionival debido a la influencia decisiva de los afluentes pirenaicos.

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Tema 9. Las cuencas hidrográficas

3.2. Características de la cuenca La aportación de los ríos ibéricos (Jalón, Guadalupe y Matarraña) es bastante escasa. Sin embargo los de la margen izquierda representan el 80% de su caudal. Son, por un lado, el trío Ega, Arga y Aragón que duplican el volumen de sus agentes (7.800 hm3 en Castejón) y, por otro, los que descienden del Pirineo central, el Gállego y el Segre. Este último, junto con el Cinca, drena una superficie de 22.600 km2 y multiplica por dos las aguas del Ebro (15.100 hm3).

Las obras de ingeniería son tan importantes que han convertido el valle del Ebro en la zona de regadío más extensa de la Península, con numerosos pantanos pirenaicos, varios canales y la gigantesca presa de Mequinenza, que contiene 1.550 hm3.

En una visión de conjunto sobre el caudal del Ebro por estaciones y teniendo en cuenta los grandes dominios pluviométricos peninsulares, las conclusiones son las siguientes:

a) En invierno las lluvias son escasas si exceptuamos el curso alto de la misma que cae bajo el dominio atlántico. A pesar de ello, el volumen está próximo a la unidad porque no se registran pérdidas por evaporación ni por usos agrícolas.

b) En primavera confluyen las lluvias sobre la Cordillera Ibérica y el deshielo de los ríos pirenaicos. El resultado se traduce en el máximo anual, aunque la irregularidad de un año con otro puede ser muy pronunciada (del 1 al 10).

c) En verano el estiaje es pronunciado pues el módulo desciende a un 0,35. La causa está en la escasez de precipitaciones en toda el área y el deshielo de las últimas nieves del Pirineo tiene una mínima repercusión.

d) En otoño se alcanza el máximo secundario por las precipitaciones generalizadas en la zona y preferentemente en las estribaciones ibéricas noroccidentales. Debido a la irregularidad interanual del área, no es infrecuente que en esta época se supere el volumen arrastrado por el río durante la primavera.

La complejidad del régimen del río Ebro contribuye a dotarlo de una notable regularidad a lo largo del año, sólo rota durante los meses centrales veraniegos (julio-agosto) que aparecen netamente deficitarios.

4. LA CUENCA DEL DUERO

Ocupa la totalidad de la Meseta norte. Entre los Picos de Urbión y su desembocadura en Oporto, recorre 937 km, drena unos 100.000 km2 de cuenca (79.000 km2 españoles) y aporta 675 m3/s. Es el río más caudaloso de la Península con 20.500 hm3. Ateniéndose al territorio español, el Duero al cruzar la frontera sólo transporta unos 12.000 hm3 a lo largo del año.

4.1. El régimen fluvial. De escasa complejidad. Su cabecera está condicionada por los afluentes que proceden de los tres conjuntos montañosos que la circundan: la Cordillera Cantábrica, el Sistema Ibérico y la Cordillera Central. Todos estos ríos tienen en común régimen pluvio-nival, con el máximo en primavera, época en la que confluyen las mayores precipitaciones y el deshielo de las nieves invernales. Por el centro de la Meseta, se torna pluvial mediterráneo

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Geografía de España

interior, los citados afluentes sufren un elevado estiaje veraniego, compensado en parte por los numerosos pantanos que regulan sus aguas. Gran cantidad del agua desaparecida de los ríos que descienden de la Cordillera Cantábrica pasa a alimentar los acuíferos, de los que se realizan importantes extracciones desde antaño.

Desde que sale de la Meseta y en territorio portugués, el Duero mantiene el régimen pluvial, pero de carácter oceánico, lo que se refleja en los siguientes aspectos: aumento del volumen de sus aguas, reducción del estiaje veraniego y adelanto del máximo al mes de febrero (marzo-abril en la cabecera) debido a las lluvias oceánicas invernales.

4.2. Características de la cuenca Nace en la vertiente sur de los Picos de Urbión (Sierra de Mojón alto) en el límite entre las provincias de Burgos, La Rioja y Soria. Se dirige hacia la capital de esta última encajado en los terrenos secundarios de la Cordillera Ibérica. Antes de llegar a ella captura al Tera y gira en ángulo recto tomando la dirección meridiana hasta Almazán, donde coge rumbo definitivo hacia el oeste. Desde Soria entra en los terrenos oligocenos y miocenos terciarios, depósitos arcillosos fácilmente erosionables.

En su curso medio, que finaliza tras atravesar Zamora, el Duero discurre lento, con suave pendiente (0,77 m/km) y describiendo grandes meandros. Hasta las proximidades de Valladolid los afluentes septentrionales (derecha) aportan al Duero doble volumen de agua que los meridionales. Pero desde la incorporación del Pisuerga, más caudalosos que el río principal hasta ese momento, las diferencias se disparan.

El Pisuerga, de régimen pluvio-nival, es el segundo afluente más importante, detrás del Esla, y drena 15.800 km2 del noreste de la cuenca y aporta 2.250 hm3 al año. Entre sus afluentes más conocidos destacan el Arlanzón y el Carrión. Es reseñable el Canal de Castilla, obra magna de ingeniería que tiene un papel importante para el regadío y el consumo humano.

Por el noreste, los límites entre León y Palencia marcan la divisoria de aguas entre el Pisuerga y el Esla. Éste recoge las abundantes lluvias de la vertiente sur de la Cordillera Cantábrica occidental y Montes de León. El Esla duplica las aguas que trae el Duero hasta su confluencia, aportando unos 180 m3/seg., que suponen casi 5.700 hm3. Forma parte del curso bajo del Duero, que ha tenido que abandonar los depósitos terciarios de la submeseta norte y encajarse en el zócalo paleozoico, angosturas que van a acompañarle hasta la costa portuguesa.

Por la izquierda, y un poco más delante de la desembocadura del Pisuerga, el Adaja y su afluente el Eresma vierten en el Duero una pequeña aportación (360 hm3 anuales) tras bañar Ávila y Segovia, respectivamente. El Tormes nace en la Sierra de Gredos y toma la dirección oeste hasta Barco de Ávila aprovechando un hundimiento tectónico. Aquí gira 90º hacia Salamanca, que atraviesa tomando un nuevo rumbo hacia el noroeste. Desemboca en el curso bajo del Duero pasando por un gigantesco embalse (2.600 hm3) para usos hidroeléctricos.

El contraste entre ambas márgenes del Duero es muy similar al del Ebro. En ambos casos la septentrional es la más favorecida, si bien en el Duero corresponde con la derecha, aguas abajo.

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Tema 9. Las cuencas hidrográficas

5. LA CUENCA DEL TAJO

Desde la Cordillera Ibérica hasta su llegada al Atlántico, el río va escoltado por el Sistema Central y los Montes de Toledo, pero su mayor cercanía a éstos establece una notable disimetría en la cuenca. Los contrastes entre las vertientes septentrional (derecha) y meridional (izquierda) son de tamaño, altitud y volumen pluviométrico: la primera limita con relieves que rebasan los 2.500 m y la segunda ofrece alturas por debajo de los 1.500 m; las precipitaciones, la vertiente norte tiene núcleos serranos (Guadarrama) que reciben más de 2.000 mm/año frente a los 1.000 mm escasos de la sur. Pero existe un rasgo común entre ambas, que las lluvias aumentan progresivamente hacia el Atlántico.

5.1. Régimen fluvial El nacimiento en la Sierra de Albarracín y su curso alto, que recibe los aportes de la Cordillera Central, presentan un régimen fluvio-nival con aguas altas en abril, acrecentadas por el deshielo, y un segundo pico a finales del otoño. El estiaje veraniego no es muy profundo.

Hacia el centro de la cuenca, el Tajo va adquiriendo los caracteres del régimen pluvial mediterráneo interior o continental, caracterizado por llevar aguas crecidas equinocciales y un estiaje veraniego no inferior a cuatro meses.

En el curso bajo el régimen es netamente pluvial, dependiendo sólo de las precipitaciones vinculadas al solsticio de invierno. Muestra un único pico que va aumentando desde finales del otoño hasta culminar en febrero alcanzando casi el módulo tres. El estiaje es muy profundo y duradero, pues va de mayo a octubre.

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5.2. Características de la cuenca. Existe un fuerte contraste entre los aportes de ambas márgenes. Por la derecha, y apenas nacido el Tajo, el río Gallo aporta las primeras aguas importantes drenando las Parameras de Molina (Guadalajara). Continúa encajado a través de las calizas alcarreñas, donde deja extensos páramos disecados, aunque la arquitectura fluvial más importante corresponde al Tajuña con sus afluentes.

Pasado el embalse de Entrepeñas, desemboca por la margen izquierda el Guadiela, que triplica el caudal del Tajo con las aguas que recoge en la zona noroccidental de la Serranía de Cuenca y represa en el embalse de Buendía. Este núcleo hidráulico alimenta, a partir del embalse de Bolarque, el trasvase del Tajo al Segura.

Hasta su encuentro con el Jarama, pasado Aranjuez, el Tajo va distribuyendo una buena parte de sus aguas a través de varios canales (Entremera, Tajo y Cola Alta) por su margen derecha. La aportación del Jarama, que asciende a unos 1.700 hm3 al año, devuelve a la margen derecha su preeminencia en la alimentación del Tajo hasta su desembocadura. El Jarama y sus afluentes (Tajuña, Henares y Manzanares) drenan, de este a oeste, La Alcarria y la cuenca de Madrid, abasteciendo la capital con las numerosas presas construidas en sus cauces.

Hasta Toledo el río desciende a través de los sedimentos terciarios de la comarca de la Sagra, regada por el canal del Jarama, que se inicia al sureste de Madrid en el embalse del Rey. Al llegar a Toledo el Tajo se abre camino formando una herradura en los materiales graníticos sobre los que se yergue la ciudad. Entre ésta y Talavera de la Reina desembocan por la orilla derecha el Guadarrama y el Alberche.

Al abandonar Toledo el Tajo vuelve a encajarse, lo que se ha aprovechado para construir varios embalses. Más abajo desemboca el río Tiétar con un caudal absoluto semejante al del Jarama, aunque el específico es el más elevado de todos los afluentes debido a la abundancia de precipitaciones que recibe de la vertiente sur de la Sierra de Gredos. El valle del Tiétar, protegido de los vientos del norte por el murallón serrano, disfruta de unas condiciones climáticas que permiten el cultivo de productos agrícolas como los cítricos.

Entre el Tiétar y el Alagón se extiende el mayor complejo embalsado de la Península formando por el Alcántara I y el II. A éste llegan, por la margen izquierda, las aguas del río Almonte desde la sierra de Guadalupe cacereña y en el Alcántara I desemboca el Alagón, uno de cuyos afluentes, el Jerte, riega el valle de Plasencia. Cuando atraviesa la línea fronteriza, el Tajo lleva drenados unos 54.000 km2 y transporta un caudal de 293 m3/s, que arrojan un total de 9.200 hm3 anuales.

6. LA CUENCA DEL GUADIANA.

El Guadiana es el río que ofrece los caudales medios absolutos más reducidos, por debajo incluso de ríos tan cortos como el Nalón (129 km). Tiene una longitud de 818 km y drena una superficie de casi 70.000 km2. Su caudal específico está en torno al litro por segundo y kilómetro cuadrado de cuenca, muy bajo con respecto al de los demás grandes ríos. El hecho se debe a las escasas lluvias que recibe la cuenca, hasta el punto de que en algunos años ha conocido un estiaje total en alguno de sus tramos. En la actualidad su curso medio ha sido regulado con una serie de embalses, entre los que destaca el de la Serena, por ser el mayor de la Península.

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Tema 9. Las cuencas hidrográficas

6.1. El régimen fluvial Es de gran simplicidad pues está subordinado al ritmo exclusivo de las lluvias, si se exceptúa su primer tramo donde se detecta una cierta regularidad o control por influencia cárstica. No hay precipitaciones en forma de nieve ni siquiera en la cabecera del río, por lo que no existe régimen complejo como el Ebro. Se si añade que discurre por un territorio con una pluviosidad escasa y arbitraria, la irregularidad es una de las características que definen su curso.

En el embalse de Cíjara, donde finaliza el curso alto del Guadiana, se produce la influencia de las lluvias invernales de carácter oceánico con un máximo destacado en febrero próximo al módulo 3 y un secundario a finales de otoño. Los valores por debajo de la unidad se inician en mayo y duran casi hasta noviembre. El mes de agosto presenta un estiaje próximo al cero y durante el mes de enero sufre un descenso secundario por influencia del anticiclón peninsular que lo convierte en un mes de escasas precipitaciones.

6.2. Características de la cuenca. La submeseta sur se reparte entre dos ríos, el Tajo y el Guadiana, con numerosos contrastes. El Tajo circula entre el Sistema Central y los Montes de Toledo por una fosa tectónica cuyos materiales terciarios han hendido y disecado hasta cincelar los páramos alcarreños. El Guadiana no se ha tomado tanto esfuerzo y circula sobre las citadas calizas sin tajarlas formando la llanura manchega, que pierde lentamente altura hacia el sur. Ha dejado intacta la costra caliza por dos causas importantes: geomorfológica y climática. Su cuenca no ha sufrido, como la del Tajo, ningún desgarro tectónico y recibe una cuantía de precipitaciones irrisoria para embarcarse en una erosión fluvial agresiva. Esto ha permitido al Cabriel y al Júcar invadir el sector oriental meseteño y llevarse parte de las aguas ibéricas hacia el Mediterráneo.

Los Montes de Toledo por el norte y Sierra Morena por el sur delimitan la cuenca del Guadiana, cuyo nacimiento procede de cuatro ríos que llegan hasta la llanura procedentes de la Serranía de Cuenca (Záncara y Cigüela) y el Campo de Montiel (Alto Guadiana y Asier), cuyas aguas desaparecen entre las fisuras calizas formando un acuífero, que alumbrarán el Guadiana.

Hasta las Tablas de Daimiel, zona pantanosa y Parque Nacional, el Guadiana es un río nonato. El Záncara y el Cigüela descienden de los Altos de Cabrejas, en las cercanías de Cuenca, cruzan los terrenos calizos mesozoicos de Altomira y penetran en el terciario manchego donde se forma un único cauce con el alto Guadiana al suroeste de Alcázar de San Juan. Los dos primeros dejan atrás, debido a la planitud del terreno, un gran número de zonas endorreicas, pequeñas y grandes lagunas, más o menos duraderas y de aguas salobres en algún caso.

El Alto Guadiana aparece vinculado a una serie de lagunas. El Asier es el menos caudaloso de los cuatros río que llevan sus aguas hasta los Ojos del Guadiana. Nace en una zona pluviométricamente pobre, los Campos de Montiel, y atraviesa un territorio cuyo subsuelo poroso succiona parte de su caudal, de ahí que su aportación anual apenas alcanza los 20 hm3.

Todo este conjunto ofrece una imagen y unos resultados fluviales muy pobres, que podemos resumir en un caudal específico inferior, incluso al litro por segundo y km2 de cuenca. Esto se debe a la falta de lluvias, la infiltración cárstica, el endorreísmo propio de la región y el alto consumo humano para las actividades agropecuarias.

En el Campo de Calatrava el río se ciñe a las estribaciones meridionales de los Montes de Toledo, a cuyo contorno urbano calca con curvas y contracurvas. Seguidamente toma rumbo noroeste y se dirige hacia el embalse de Cíjara, donde da un giro brusco de 90º en dirección suroeste tras recibir las aguas del Estena. En el tramo anterior, y por su margen izquierda, ha recibido los caudales del Dabalón y Tirteafuera. Tras dejar el Cíjara aparecen tres nuevos

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Geografía de España

embalses, el de García de Sola, el de Orellana y el de la Serena, de los que salen varios canales que riegan el amplio valle hacia tierras cacereñas, de Mérida y Badajoz.

En el curso medio el Guadiana recibe por ambas orillas numerosos afluentes, pero su aportación es muy exigua debido a la escasez de lluvias, a las pérdidas naturales (evaporación e infiltraciones) y al consumo para regadíos. A pocos kilómetros de Badajoz el río gira hacia el suroeste y se convierte en línea fronteriza a lo largo de 70 km. En territorio español ha drenado una cuenca de 50.000 km2 y su aportación anual está en torno de los 3.000 hm3, pero su irregularidad es tal que algunos años esa cifra se multiplica por tres y otros puede rebajarse hasta los 200 hm3 escasos.

7. LA CUENCA DEL GUADALQUIVIR-

Las características más destacadas de esta cuenca son las siguientes:

a) Entre Sierra Morena y las Béticas, la cuenca del Guadalquivir es un enorme triángulo isósceles de casi 57.500 km2 que se abre al mar con un frente de unos 170 km. Los otros 160 km del frente atlántico pertenecen a la cuenca del Guadiana.

b) Surge en la última fase de la orogenia alpina y permanece un largo periodo bajo las aguas marinas, de las que aún no se ha liberado totalmente en amplias zonas de su curso bajo.

c) Presenta una gran disimetría al circular el río pegado a los relieves paleozoicos de Sierra Morena durante dos tercios de su recorrido. En Alcalá del Río abandona la dirección noreste-suroeste, gira 90º y se dirige hacia el Atlántico donde desemboca por Sanlúcar de Barrameda.

d) Una pequeña porción de la cuenca se encuentra fuera del ámbito andaluz, remontando hacia las tierras circunvecinas a través del curso alto de sus afluentes. Es el caso de los ríos Guadalimar y Jándula hacia Castilla-La Mancha o del Viar hacia Extremadura. Alguna otra cuenca, como la del Segura, invade el territorio andaluz.

e) La aportación anual del Guadalquivir es de unos 8.000 hm3, lo que supone un caudal específico de 4,5 l/s/km2, cuatro veces superior al del Guadiana.

7.1. El régimen fluvial Es de carácter complejo, aunque sin llegar a los niveles del Ebro. Tanto la cabecera del río como los afluentes de la derecha tienen un régimen pluvial mediterráneo interior o continental. La incorporación del Guadiana Menor y del Genil, cada uno en su momento y separados por 300 km, hace sentir la influencia nivo-pluvial de sus cabeceras sobre el Guadalquivir.

A su paso por Marmolejo, y tras haber recibido las aguas del Guadiana Menor, el Guadalquivir presenta un máximo principal en marzo, mes en que confluyen las lluvias de finales del invierno y las aguas recrecidas por el deshielo de las nieves de Sierra Nevada. El máximo secundario de diciembre hay que atribuirlo en exclusiva a las precipitaciones pluviales atlánticas. Entre junio y noviembre la curva desciende por debajo de la unidad, con los tres meses veraniegos en profundo estiaje. El descenso de enero es atribuible a la escasez de lluvias por la presencia del anticiclón invernal y a la retención de las que caen en la cabecera de los afluentes béticos en forma de nieve. Una vez suavizado el efecto pluvio-nival del Genil y hasta su desembocadura, el Guadalquivir mantiene un régimen pluvial.

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Tema 9. Las cuencas hidrográficas

7.2. Características de la cuenca. Nace entre las sierras de Cazorla y del Pozo y recorre 650 km hasta el Atlántico. Escoltado por dichos relieves mantiene la dirección sur-norte hasta abandonar el embalse de Tranco de Beas. Dibuja una amplia herradura sobre la ladera norte de la serranía cazorlense, toma la dirección este-oeste hacia Montoro y desde aquí cambia levemente el rumbo hacia el suroeste hasta Alcalá del Río.

En su curso alto, que llega hasta Mengibar, el Guadalquivir se abre paso entre las calizas jurásicas y en Mogón se ensancha sobre el oligoceno terciario a los pies de la loma de Úbeda, acompañado por extensos olivares. La cuenca del Guadalquivir presenta un notable equilibrio entre ambas márgenes, roto levemente a favor de la meridional a partir de la desembocadura del Genil.

Por la izquierda el Guadiana Menor, con 7.200 km2 y un caudal de 500 hm3/año, duplica el del Guadalquivir. Previamente ha represado sus aguas en el embalse de Negratín y Bolera. Atraviesa amplias extensiones deforestadas, con una precipitación por debajo de los 450 mm, lo que ha propiciado un paisaje de bad lands.

Por la derecha el Guadalimar drena 5.300 km2 de Sierra Morena oriental, introduciéndose en tierra albaceteñas, una zona abundante en lluvias, que lo convierten en el segundo afluente más caudaloso detrás del Genil. Un subafluente, el Despeñaperros, ha abierto camino al puerto del mismo nombre que une la Meseta y el valle. El Rumblar se adentra ligeramente en Ciudad Real y ve frenado su descenso impetuoso por el embalse que regula sus aguas y permite el riego de unas 6.000 has hacia Andújar.

El Jándula se adentra profundamente en la submeseta sur (campo de Calatrava) y disputa al Guadiana sus dominios. Es un ejemplo de erosión remontante, de aguas capturadas a éste por la acción más agresiva del Guadalquivir. En el extremo oriental del batolito granítico de los Pedroches, el embalse del Jándula regula sus aguas.

El Genil es el afluente más importante por la superficie que drena (8.300 km2) y el caudal que aporta (1.300 hm3). Nace en las altas cumbres de Sierra Nevada y antes de llegar a la capital tanto él como sus caudalosos afluentes son regulados por varios embalses. Fertiliza la Vega de Granada, una depresión intramontana de materiales miocénicos donde el Genil y sus afluentes riegan más de 30.000 has. A continuación el río se adentra en la Cordillera Subbética, cuyas angosturas son aprovechadas para la construcción del embalse de Iznájar. Cuando abandona la serranía toma la dirección noroeste hacia el Guadalquivir pasando por Puente Genil, Écija y Palma del Río.

En la zona se han construido varios canales (del Genil y Guadalquivir izquierda y del Bembézar y Viar en la derecha) para el riego. En su último tramo, desde el embalse de Peñaflor, el Guadalquivir está aún a 200 km del océano y ha de salvar un desnivel de 52 m, lo que equivale a un descenso de 2,5 cm cada 100 m. En estas condiciones el río divaga, forma meandros y discurre errático sin rumbo fijo.

En la margen derecha el río domina una superficie de 2.000 km2, aunque no toda esté bajo las aguas. Son las Marismas del Guadalquivir, cada vez más reducidas por los sedimentos fluviales y la acción humana. En su interior se ubica el Parque Nacional de Doñana.

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Geografía de España

TEMA 10.

LOS LAGOS Y LOS HUMEDALES.

INTRODUCCIÓN.

La Península no es un territorio privilegiado por la extensión de sus aguas interiores, conocidas genéricamente como lagos y humedades. Sin embargo, el papel que desempeñan trasciende los límites de su entorno repercutiendo sobre procesos mucho más amplios.

Para que abunden los lagos y humedales han de ponerse de acuerdo el clima y la geomorfología. Son tan necesarias las precipitaciones abundantes como la disposición de la topografía para retenerlas. En la España húmeda del norte y noroeste sobran las primeras, pero el relieve accidentado favorece una escorrentía rápida y completa y en el interior meseteño sucede a la inversa.

La diferencia entre lagos y humedales, entre aguas lacustres y palustres, está en la profundidad y permanencia de las mismas.

− Los lagos son extensiones de agua permanente que alcanzan cierta profundidad, hasta el punto de que ésta restringe el desarrollo de la vida acuática en todos sus niveles.

− Los humedales presentan aguas someras y su extensión está sujeta a fuertes vaivenes de acuerdo con el ritmo de las precipitaciones. También varía, consecuentemente, el grado de salinidad y en sus márgenes dicha alternancia, humedad/sequía, favorece la presencia de ecosistemas acuáticos y terrestres.

Los lagos se catalogan en: endógenos, exógenos y mixtos.

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Tema 10. Los lagos y los humedales

1. LAGOS ENDÓGENOS.

Deben su origen a pulsaciones internas de la corteza terrestre como fallas, hundimientos de bloques, volcanes, etc. Este tipo de lagos no es abundante en número ni extensión. El de la Janda (Cádiz), que siempre se ponía como modelo, ha sido recientemente desecado. La laguna de Gallocanta (Zaragoza), en el interior del Sistema Ibérico, se forma a raíz de una falla seguida de hundimiento tectónico. Es la laguna natural más grande de España, colgada a 1.000 m de altitud en el interior de la serranía.

Tampoco abundan los de origen volcánico, instalados en el vaso de un cráter o represados por corrientes de lava en las laderas de antiguos volcanes ya inactivos.

2. LAGOS EXÓGENOS Y MIXTOS

Pueden ser de origen glaciar, cárstico, arreico1, eólico y litoral.

− Los de origen glaciar son muy numerosos, se ubican en zonas montañosas y surgen debido a la acción de los hielos cuaternarios bien por la excavación de circos (lagos de circo) bien por la ocupación de un valle glaciar taponado por la morrena frontal (lagos de morrena). Abundan (unos 400) en la cabecera de los ríos Gállego, Cinca, Esera y Noguera. En Aragón se les conoce como ibones y en Cataluña como estanys. También son numerosos en la Cordillera Cantábrica, Montes de León, Cordillera Central y Sistema Ibérico.

− Los de origen cárstico son fruto de la disolución de rocas calcáreas o yesos y se extienden por la parte oriental de la Península, que es la zona donde predominan las calizas.

− Los lagos arreicos se instalan en zonas áridas alejadas de la influencia fluvial, como ocurre en algunas áreas deprimidas del valle del Ebro y del Guadiana.

− Los eólicos son hechura del viento por un proceso denominado deflacción, que consiste en remover la arena, el limo y la arcilla en zonas áridas o costeras y trasladarlos a largas distancias. Es el caso de las closes ampurdanesas (Gerona).

− Los lagos mixtos son el resultado de la conjunción de varios de los factores precedentes. El ejemplo más famoso lo constituye el de Bañolas (Banyotes) en Gerona por su doble origen tectónica (falla) y cárstico. Es alimentado, además de por las aguas de escorrentía, por aportes subterráneos (cársticos) del río Fluvía.

1 1) Exorreico: sus aguas llegan al océano o mar abierto 2) Endorreico: vuelcan sus aguas en mares cerrados 3) Arreico: sus aguas se pierden por evaporación o infiltración

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Geografía de España

3. HUMEDALES: ALBUFERAS Y MARISMAS.

Los humedales son zonas cubiertas de forma permanente o temporal por aguas poco profundas (palustres), superficies que realizan un papel de transición entre el agua y la tierra y que comprenden áreas pantanosas, ya sean artificiales o naturales, dulces o saladas.

Realizan un papel biológico excepcional, ya que su escasa profundidad permite una fotosíntesis intensa y su contacto con la tierra favorece el aporte continuo y de ricos y variados nutrientes.

Durante siglos fueron considerados zonas económicamente inútiles y nocivas para la salud por culpa del paludismo. Esta enfermedad ha estado vinculada con la presencia de aguas estancadas en un ambiente cálido como el mediterráneo. De ahí el profundo rechazo que sentían hacia ellas los habitantes de su entorno, hasta el punto de cambiar el emplazamiento del municipio para alejarse de ellas.

En España el paludismo ha sido una enfermedad endémica, no erradicada totalmente hasta la década de los 60. A principios del siglo XX afectaba a unas 800.000 personas, de las que 4.000 morían anualmente.

Los rasgos más característicos de los humedales frente a las aguas corrientes son que presentan un carácter superficial, tranquilo y la fluctuación estacional. Desde el punto de vista biológico pueden pasar por tres estadios:

− Oligotrófico escaso en nutrientes en función de la temperatura y profundidad de las aguas, aportes terrígenos, etc.

− Eutrófico donde el humedal alcanza su máxima rentabilidad vegetal y animal. − Distrófico en el que las aguas van hacia la formación de turberas.

La mayoría de nuestros humedales se hallan en el segundo nivel (eutrófico), no así los lagos, que todavía se encuentra en la etapa oligotrófica debido a la profundidad y frialdad de sus aguas, en muchos casos heladas durante meses.

La importancia de las zonas húmedas, una vez superado el paludismo, parece incuestionable ya que:

− controlan las avenidas y retienen los sedimentos. − alivian o rellenan los acuíferos. − y regulan la capa freática.

Desde la economía estos espacios, que sólo ocupan el 2% de la superficie de la Tierra, alcanzan el 10% de la producción.

Forman parte de los humedales las lagunas, charcas, navajos, aguazales, ciénagos, tremedales, etc., las turberas, las marismas y albuferas.

Las lagunas, englobando en ellas todos los pequeños espacios húmedos de la vida discontinua, tienen carácter temporal, hondura en torno al metro, aguas más o menos salobres según la época del año y fluctuaciones que llegan frecuentemente a su desaparición durante los meses del estío. Esta variedad de comportamiento las dota de un dinamismo biológico excepcional, que se traduce en la presencia de multitud de especies adaptadas a tales cambios.

Las turberas son zonas encharcadas y muy eutrofizadas2. La abundante vegetación se va incorporando al suelo donde, por falta de oxígeno, se carboniza lentamente a la vez que se desprende dióxido de carbono, metano y agua. Así se forma la turba, de color oscuro, textura fibrosa y baja densidad.

Los lagos litorales se hallan vinculados a la dinámica marina, ayudada por la fluvial. Se trata de las marismas y albuferas, zonas poco profundas cuyo origen lejano arranca de un hundimiento costero donde se formó un golfo. Éste se ha ido poco a poco colmatando con los aportes de las corrientes marinas paralelas a la costa y de las aguas continentales. La función primordial de aquéllas ha consistido en construir una barrera hasta dejarlo casi incomunicado con el mar, excepto por

2Eutrofizadas. Incremento de sustancias nutritivas en aguas dulces de lagos y embalses, que provoca un exceso de fitoplancton.

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Tema 10. Los lagos y los humedales

algún paso o escalón (grao) que suele cerrarse temporalmente. Dos ejemplos son el Mar Menor (Murcia) o la Albufera valenciana.

Las marismas son una superficie muy joven, como recién salida de las aguas del mar con el que todavía no ha roto definitivamente sus vínculos de dependencia. De hecho confluyen en ellas tanto los aportes de agua marina como fluvial e incluso subterránea, lo que propicia gradientes de salinidad, un medio idóneo para la diversidad y riqueza de los ecosistemas. La ausencia de relieve es total, pero cabe distinguir dentro de la superficie marismeña las vetas o franjas de terreno, que sólo en las grandes inundaciones quedan bajo las aguas; los lucios o zonas más deprimidas hacia donde fluyen el agua de la lluvia y los caños o vías naturales del agua en el interior de la marisma.

4. LA REDUCCIÓN DE LOS HUMEDALES.

En 1985 se derogó la Ley Cambó (1918) que fomentaba la desecación de humedales para luchar contra el paludismo y rentabilizar agrícolamente los espacios saneados. Los efectos de esta ley fueron devastadores ya que han desaparecido varios cientos de pequeñas zonas húmedas. Aunque dicha derogación supuso cortar en seco cualquier agresión directa contra las zonas húmedas, en la práctica ha sido ineficaz. De las 109 catalogadas en 1948 sólo quedaban 9 a finales de los 80.

Se sigue incidiendo negativamente sobre humedales:

a) Al detraer un volumen de agua considerable para regadíos.

b) Cuando se modifican en profundad las características de sus fuentes de alimentación (drenajes, canalizaciones, etc.)

c) Al incidir sobre las vertientes (deforestación), crear embalses u otras obras importantes de ingeniería.

Las zonas húmedas más famosas desaparecidas son:

a) La Janda (Cádiz), famosa por haberse desarrollado en sus inmediaciones la batalla que abrió las puertas a la dominación árabe en España (año 711).

b) La de Antela (Orense). Según los naturales del país en la noche de San Juan se oían las campanas de la ciudad de Antioquía sepultada bajo sus aguas.

c) La Nava (Palencia), que servía de refugio invernal a miles de ánsares y grullas. Sus 4.000 has desecadas a finales de los 60 han tenido un rendimiento agrícola muy pobre.

d) La de Ruiz Sánchez y la de Calderón (Sevilla) servían de descanso y alimento para las grullas durante el invierno.

e) Las Tablas de Daimiel (Ciudad Real), cuyo origen está en el desbordamiento del Guadiana y del Cigüela, estuvieron a punto de desaparecer por las obras de canalización fluvial y sobreexplotación de los acuíferos. En 1988 se empezó a bombear de nuevo agua al parque, pero su regeneración está en entredicho.

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Geografía de España

TEMA 11.

LA POBLACIÓN.

1. EVOLUCIÓN HISTÓRICA.

1.1. El ciclo demográfico antiguo.

No existen datos fidedignos sobre el volumen de la población española en la Edad Antigua, pero a través de extrapolaciones y conjeturas realizadas a partir de referencias locales contrastadas, cotejadas con otras fuentes, los estudiosos han concluido que durante los siglos I y II los efectivos humanos alcanzarían la cifra de seis millones de personas, lo que equivale a una densidad de 10 habitantes por km2.

El reparto de la población era muy desigual porque en las fachadas levantina y andaluza la densidad duplicaba y aun triplicaba la media, rebasándose los 30 habitantes por km2 en la parte central de la depresión del Guadalquivir en plena Bética. Es una cifra muy destacada para la época, superior a Francia e Inglaterra juntas y similar a la de Italia o Egipto. La caída del Imperio Romano, el hundimiento de las ciudades y la ruralización de la economía redujeron la población a unos cuatro millones a comienzos del siglo IX.

La recesión demográfica, como consecuencia de las razones anteriores, así como las hostilidades entre cristianos y musulmanes, fue tan profunda que no se alcanzan de nuevo las cifras imperiales hasta el siglo XIII. La centuria siguiente es un cúmulo de desdichas climáticas, económicas así como con la presencia de la Peste Negra (1348) que afectan a la población.

La plaga procedente del Extremo Oriente, afectó de manera muy dispar a los reinos peninsulares. No hay datos para el conjunto del país, pero en algunas comarcas navarras falleció el 60% de la población y el 40% de la población urbana catalana. A lo largo de cien años persistieron retazos de la peste, pero sin alcanzar los efectos catastróficos del comienzo de la misma. En la Alta Edad Media la población muestra evidentes signos de recuperación, pero cuando finaliza el siglo XV desciende de nuevo por debajo de los cinco millones de personas.

Para los siglos posteriores, y según los datos del INE (1996), el incremento medio anual por debajo del 1‰ desde finales del siglo XVI hasta mediados del XVIII (1594-1768) confirmando un desarrollo poblacional muy precario. En el periodo que va desde 1768-1787 el incremento anual es del 6,29‰, achacable al conjunto de mejoras administrativas de Carlos III, empeñado en la modernización de la sociedad y en una distribución más equilibrada de los recursos económicos. La década siguiente (1787-1797) cae bajo el desgobierno de Carlos IV, contrapunto de su padre. La población aumenta en 13.134 individuos por año, lo que representa sólo un 1,26‰. Las causas de este estancamiento son múltiples: fiebres, inflación, guerras con Francia e Inglaterra, epidemias de paludismo, hambrunas y desconfianza en el futuro.

Hasta mediados del siglo XIX (1797-1857) el incremento anual medio es del 7,7‰, con dos periodos: en el primero (1797-1834) los logros demográfico mejoran levemente (3,6‰), mientras que en el segundo (1834-1857) se disparan hasta alcanzar el 11,8‰ porque el país se organiza, redistribuye la propiedad agraria y da los primeros pasos hacia la industrialización. Sin embargo, su impulso demográfico está muy por debajo del europeo occidental que ya se ha adentrado en la segunda fase, conocida como transición demográfica.

Varios son los factores socioeconómicos que explican nuestro desajuste con el resto de Europa: falta de capitales propios y dependencia de los ajenos, pobre infraestructura viaria que grava en exceso el transporte por tierra de las mercancías, carencia de espíritu emprendedor para los nuevos negocios capitalistas, elevados índices de analfabetismo (80%) y escasez de fuentes energéticas, ya que el carbón asturiano es de mala calidad y su extracción muy penosa.

La segunda mitad del siglo XIX presenta otras graves anomalías como son el elevado número de defunciones, las pestes y otras formas de mortalidad catastrófica. El volumen de fallecimientos es anómalo ya que alcanza un 29‰ al iniciarse el siglo XX frente aun 18‰ de media en Europa. A punto de finalizar el siglo se sufre el último azote de la viruela (1885), que venía diezmando a la población intermitentemente desde 1833.

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Tema 11. La Población

En cuanto a la mortalidad catastrófica por otras causas, hay que enumerar la persistencia de algunas enfermedades vinculadas a la falta de higiene, la inexistencia de redes de alcantarillado y agua corriente en la mayoría de los núcleos de población, la tuberculosis o la alimentación inapropiada.

En el año 1900 la tasa de mortalidad es del 28,8‰, compensada por una natalidad del 34‰. Ambas tasas nos sitúan en un ciclo demográfico antiguo, aunque en este caso se puede hablar de un incremento anual del 5‰, favorecido por la drástica reducción de emigrantes tras la pérdida de las últimas colonias americanas, el descenso de las vocaciones religiosas y el relajamiento de las costumbres, lo que fomenta la uniones con sus secuelas natalistas.

El ciclo demográfico antiguo ha perdurado en España 150 años más que en el resto de los países de la Europa Occidental al alargarse hasta los albores del siglo XX. Se caracteriza por ser un larguísimo periodo de equilibrio precario en el que el crecimiento poblacional, cuando lo hay, es muy reducido. Durante el mismo la tasa de natalidad se sitúa entre el 35 y 38‰ y la mortalidad no desciende por debajo del 30‰, por lo que el crecimiento vegetativo es siempre muy débil

En esta fase los pueblos malviven por el hambre, la peste, la guerra, los impuestos y la emigración. Las consecuencias de este drama originan un desarrollo poblacional lento, con largos periodos de balance negativos en los que la gente aparece sojuzgada por la fatalidad y todo tipo de supersticiones.

La gente malvive y su esperanza de vida está en torno a los 35 años. El control de la natalidad es mínimo y se procrean muchos hijos para que algunos lleguen a la edad adulta. A principios del siglo XX morían 180 niños menores de un año por cada mil nacimientos, frente a sólo cuatro al acabar la centuria. La sociedad es profundamente rural, pues el 70% de la mano de obra trabaja en el sector primario.

Durante la etapa siguiente, la transición demográfica, aún persiste la pobreza en amplias capas sociales y de vez en cuando las catástrofes bélicas o los aludes migratorios inundan este curso medio de la población, pero el desarrollo demográfico y las condiciones de vida van a cambiar radicalmente.

1.2. La transición demográfica.

Esta fase transcurre entre el ciclo demográfico antiguo, cuya fuerte tasa de natalidad se ve controlada por otra de mortalidad igualmente elevada, y el ciclo demográfico moderno en el que ambas tasas son mínimas, por lo que el incremento es igualmente exiguo.

La transición demográfica es una evolución más o menos larga y sinuosa, según los países, cuyos resultado finales son una subida espectacular de la población porque la natalidad se mantiene elevada y la mortalidad cae vertiginosamente. Las causas de este doble fenómeno son tanto de carácter económico como sanitario y cultural.

Los factores económicos están vinculados al desarrollo agrícola y a la pronta distribución de sus productos a través del ferrocarril y barcos a vapor. Las medidas sanitarias e higiénicas logran prever numerosas dolencias y erradicar enfermedades endémicas por medio de la vacunación. Esto supone que la mortalidad descienda por debajo del 20‰ mientras la natalidad sigue por encima del 30‰.

Las razones de esta persistencia natalista son una causa cultural, formando parte de la fatalidad y de las creencias religiosas del ciclo demográfico anterior. La muerte durante siglos de 300 o 400 niños menores de un año o la necesidad de mano de obra para trabajar la tierra y poder subsistir, crearon en las conciencias un sedimento profundo que la religión se encarga de mantener.

Entre los países más avanzados la transición demográfica se inicia hacia mediados del siglo XVIII para concluir a finales del siglo XIX tras una duración de 150 años y un incremento anual medio de la población por debajo del 10‰. En los pueblos menos desarrollados dicho proceso brota después de la Segunda Guerra Mundial, y en él continúan todavía, con incrementos anuales entre el 20 y el 30‰. La transición en España ocupa una posición intermedia tanto por la fecha de su inicio (1900) y la duración (76 años) como por el aumento poblacional medio por año (entre el 7 y el 13‰)

En el año 1900 se produce un incremento espectacular del censo (9,4‰) frente al anterior de 1897 (3,2‰). El fuerte retroceso de la segunda década (1920) hay que achacarlo a la virulenta gripe de 1918 que en este año arrojó un saldo negativo. Entre 1920 y 1930 el país vive un impulso demográfico destacable: a partir del año 1924 las tasas de natalidad y de mortalidad se sitúan definitivamente por debajo del 30 y del 20‰, respectivamente.

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Geografía de España

A pesar de la guerra, el saldo demográfico de la década (1930) es superior (9,87‰) al de las dos siguientes (8,08 y 8,77) porque los seis primeros años de aquélla conocen un desarrollo social y económico importante, que no vuelve a repetirse hasta los años cincuenta. La última etapa de la transición demográfica es la más dinámica y en ella podemos destacar los siguientes aspectos:

- La natalidad se mantiene por encima del 20‰ hasta 1968 y la mortalidad alcanza niveles muy bajos desde comienzo de los años 50 (9,6‰ en 1952).

- El cenit del crecimiento natural se sitúa en 1964 con 668.708 nacimientos frente a 267.045 defunciones, lo que representa una tasa del 13,46‰, la más alta de nuestra historia demográfica.

- El famoso “baby boom” español habría que situarlo entre los años 50 y los primeros 70, periodo en el que el saldo vegetativo anual absoluto y el relativo se sitúan por encima de las 300.000 personas y del 10‰, respectivamente.

1.3. El ciclo demográfico moderno.

Supone el fin de una fase y el inicio de otra nueva donde se consolidan las últimas tendencias apuntadas en la anterior. Se define como un ciclo tranquilo tanto en su capacidad de natalidad como en la de mortalidad. Es una forma de volver al mínimo desarrollo poblacional de la primera fase, si bien por otros caminos.

Este descenso vegetativo se sitúa en 1977 porque en tal fecha la tasa se encuentra por debajo del 10‰, porcentaje en continua caída hasta alcanzar el inapreciable 0,12‰ del año 1998, con la excepción de 1992, con un repunte de 758 nacimientos.

Nos hallamos a punto de cruzar la línea del crecimiento cero, lo que significaría un descenso absoluto de la población anualmente por causas naturales, no catastróficas. En esta fecha se toca fondo en el crecimiento vegetativo, pero se comprueba cómo se inicia un leve repunte que se consolida en los siguientes años. Los sociólogos señalan un cambio en la mentalidad de las parejas españolas, aunque la mayor incidencia natalista proviene de la población inmigrante.

Las causas que han provocado esta situación son numerosas y complejas. Es un fenómeno común en los países desarrollados donde la evolución socioeconómica ha favorecido el descenso de natalidad.

La mortalidad aumenta en líneas generales aunque dibuja subidas y bajadas achacables a la misma fatalidad del fenómeno. También en 1992 hubo una ruptura de pendiente en las defunciones. Los aspectos más destacables de este tercer ciclo demográfico son:

a) El crecimiento de la población española es menor año tras año por el descenso constante de las tasas de natalidad, que pasa del 18,05‰ en 1977 al 10,03‰ en 2001.

b) La mortalidad alcanza su nivel más bajo (7,77‰) en el bienio 1980-81, se mantiene en torno al 8‰ hasta 1988, año en que inicia un leve incremento continuado, y todo indica que va a seguir aumentando porque se nutre de una población cada vez más envejecida.

c) Un crecimiento vegetativo tan escaso significa que el nivel de fecundidad no alcanza como para disponer de generaciones futuras suficientes. Si el umbral de reemplazo es de 2,1 hijos por mujer en edad fértil, el nuestro se sitúa en 1,07 (1999), cifra cercana al crecimiento cero y a un paso de retroceder en el proceso demográfico, si no lo remedia la inmigración, como lo ha hecho en los últimos años.

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Tema 11. La Población

2. NATALIDAD, FECUNDIDAD Y NUPCIALIDAD.

2.1. La natalidad.

Hace referencia a los nacidos vivos totales en una población durante un año y que se expresa en tanto por mil. Se le denomina tasa bruta de natalidad y como tal conlleva un elevado nivel de imprecisión porque no distingue entre porcentaje de población en edad fértil, nivel de nupcialidad y grado de fecundidad, que son los tres factores demográficos que entraña la natalidad. Aunque da las pautas sobre el comportamiento general de nuestra población en los últimos siglos.

Durante el ciclo demográfico antiguo el crecimiento vegetativo ha sido muy escaso a pesar de que la tasa de natalidad ha podido rebasar en algún momento de finales del siglo XVIII el 40‰. Sin embargo la mortalidad ha estado siempre cerca, sin diferenciarse no más de un 5‰ como término medio.

Entre 1594 y 1900 se produjo un incremento anual de 34.023 personas, que representan el 3,1‰. No es el saldo entre nacimientos y defunciones porque hay que añadir el saldo migratorio.

La natalidad se mantiene por encima del 33‰ hasta 1900, pero la mortalidad se mantiene en un 28,8‰. A partir de esta fecha el equilibro se rompe a favor de la natalidad, que resiste por encima del 25‰ hasta 1935 mientras la mortalidad desciende en varias ocasiones situándose en el 15,6‰ en esta fecha.0

Desde 1952 hasta 1976 el crecimiento vegetativo nunca baja del 10‰, llegando a rebasar el 13‰ en varias ocasiones, debido a un equilibrio dinámico en el que desciende por igual ambas magnitudes hasta situarse en el 18,8‰ y 8,3‰ respectivamente (1976). A partir de este año, en que comienza un nuevo ciclo demográfico, la natalidad se precipita, hasta un mínimo del 9,23‰ en 1996. Se da un leve repunte en los años siguientes, aunque también lo hace la mortalidad por lo que el crecimiento vegetativo se reduce a la inapreciable cifra de unos pocos miles de individuos al año.

En dos décadas se ha producido un vuelco demográfico espectacular: en 1977 España estaba a la cabeza de los países natalistas de la UE junto con Irlanda. Veinte años más tarde se ostenta el récord mundial por la baja natalidad, al igual que Italia. El declive viene desde comienzos de siglo, con algunos altibajos, que confirman la tendencia general.

El régimen franquista intenta por todos los medios promover el índice de natalidad, pero no lo consigue, si bien el país vive el desarrollo demográfico más importante de su historia debido al continuo descenso de la mortalidad.

Este optimismo poblacional forma parte de otro más amplio que embarga a Europa tras el fin de la II Guerra Mundial, aunque España lo viva más intensamente. Para Europa es un estallido demográfico puntual (baby boom), pero para España es diferente porque está inmersa en plena transición demográfica, etapa que ya vivieron los países occidentales entre mediados del siglo XVIII y finales del XIX.

2.2. La fecundidad.

La fecundidad relaciona el número de de nacimientos con el de mujeres en años de procrear (15-49), aunque también puede estudiarse con relación al número de hombres y por parejas.

Los tipos de análisis pueden ser de dos clases: transversales (sincrónicos) y longitudinales (diacrónicos). En los primeros se establece una relación entre los nacimientos habidos en un año y todas las mujeres censadas sea cual sea su edad fértil. En los segundos se analiza el historial reproductivo de una generación (cohorte) de mujeres a lo largo del tiempo.

Los análisis transversales, de uso más frecuente, están influidos por la coyuntura demográfica del momento, de ahí que dibujen con bastante exactitud sus oscilaciones. Los longitudinales muestran las tendencias de fondo y hacen un seguimiento, de comienzo a fin, de la fecundidad de las mujeres pertenecientes a una misma generación. En contra de éstos juega el tiempo que hay que esperar para conocer los resultados finales de dicha generación, es decir, hasta que las mujeres objeto del estudio han cumplido 49 años.

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Geografía de España

2.2.1. Tasa General de Fecundidad (TGF).

Establece una relación entre los nacimientos y el número de mujeres en edad de procrear, desde los 15 a los 49 años. Se dan algunos partos antes o después de estas edades, pero su incidencia es mínima en el conjunto. El índice puede hallarse para un año de edad (mujeres de 15 años), para un grupo (de 15 a 19) o para todo el conjunto de mujeres fértiles (15 a 49).

La fórmula es: TGF=Nx1000/PF donde N es el número total de nacimientos y PF, la población femenina o el total de mujeres entre los 15 y los 49 años. En 1998 la TGF fue de 35,16 niños por cada mil mujeres fértiles, muy por debajo si se compara con los 134 del año 1900 o los 63 de 1980. En 1999 la tasa se eleva a 37,39.

2.2.2. Tasa Específica de Fecundidad (TEF).

Es un índice más preciso que el anterior y consiste en relacionar los nacimientos habidos en cada grupo de edad con el total de las mujeres que componen el mismo grupo. La fórmula sería TEFx=Nx/PFx donde NX representa los nacimientos por grupo de edad y PFx, el número de mujeres correspondiente. El grupo de mujeres de 30-34 años es el más fecundo desde finales del siglo XX sustituyendo al tradicional 25-29, y en 1998 nacieron algo más de 88 niños, tasa que asciende a 93,82 un año después.

Para hallar la tasa de descendencia final (TDF), o número de hijos por cada mil mujeres a lo largo de su vida, se multiplica por 5 (años del intervalo) la tasa específica de fecundidad. En 1998 el resultado fue de 1.152,8 hijos, equivalente a 1,15 hijos por mujer, por lo que la situación era muy deficitaria, si bien se ha paliado por la inmigración. En 2001 el promedio subió a 1,24 hijos por mujer, lo que nos coloca junto a Italia en el último lugar de la UE.

Entre 1970 y 1998 el descenso de fecundidad es generalizado en todos los grupos, con la excepción de las menores de 20 años en el censo de 1981, cuyo incremento es fruto de la liberalización de las costumbres durante la segunda mitad de los años setenta.

Desde 1970 la TEF ha caído en picado. Adquiere protagonismo el grupo de los 30-34 años porque las jóvenes han alargado su periodo de formación y encuentran serias dificultades para acceder a un trabajo estable y a una vivienda asequible. Si en 1978 la media de edad de la mujer cuando tiene su primer hijo es de 24,8 años, en 1991 se eleva a 27,2 y al finalizar el siglo alcanza los 30,73.

2.2.3. Índice Sintético de Fecundidad (ISF).

Muestra el número medio de hijos por mujer a lo largo de su vida fértil. Se puede calcular de dos maneras: ISF=?TEFx5/1000, donde ? es la suma de las tasas específicas de fecundidad por grupo. En 1998 asciende a 230,56, siendo el número de hijos por mujer de 1,15.

La segunda fórmula es ISF=TEFx35/1000 multiplicamos la TEF por 35, que es la duración media del periodo fértil de la mujer entre los 15 y los 49 años. En 1998 el resultado es de 1.230,6‰ o 1,23 hijos por mujer.

A principios de siglo el ISF es de casi cinco hijos por mujer, duplicando a los países occidentales que habían finalizado su transición demográfica. Desciende a 2,5 en 1950, tiene un leve repunte en los años 70 (2,81) y vuelve a caer en 1981 (2,04), acelerando su caída en los tramos siguientes (1,33 y 1,16), aunque varios síntomas apuntan hacia un cambio de tendencia como son el repunte de la natalidad y la preocupación social por la baja natalidad. Los diversos apoyos y fiscales por parte de la Administración a la natalidad se explican desde esta nueva inquietud generalizada.

2.2.4. Causas del descenso de la Fecundidad

Las causas que en mayor o menor medida inciden en el descenso de la fecundidad se pueden agrupar en cuatro: biológicas, sociales, culturales y económicas.

a) Las biológicas más frecuentes son el retraso en la llegada del primer hijo, la esterilidad, las enfermedades, los tiempos de descanso durante la lactancia, las defunciones y los abortos. Desde finales de los años ochenta no

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Tema 11. La Población

sólo llega más tarde el primer hijo (madre ya treintañera) sino también se amplían los dos intervalos: el protogenésico (distancia entre la fecha del matrimonio y primer nacimiento) y el genésico (tiempo que media entre dos nacimientos consecutivos).

b) Las sociales enlazan con los comportamientos, actitudes o normas exigidas por la sociedad acerca del uso de anticonceptivos o de la regulación del aborto. Importan sobremanera las creencias religiosas y la distribución de funciones de la pareja, es decir, si la mujer se dedica sólo a la familia o desarrolla además un trabajo fuera del hogar.

c) Las motivaciones culturales están vinculadas al nivel de formación de la pareja o de la mujer en concreto. Cuando dicho nivel se eleva y la racionalidad gobierna el proyecto natalista, se toman las medidas pertinentes para decidir el número de hijos y su espaciamiento. Esto es posible en una sociedad sin tabúes que garantice cultural y legalmente la toma de decisiones con autonomía. La fecundidad desciende y se mantiene baja y estable siempre que el nivel de renta acompañe al cultural. Además, es importante valorar el horizonte cultural que se abre ante la mujer: uso de anticonceptivos, ampliación del periodo de estudios, acceso al mercado laboral, etc. El resultado es una correlación entre su calendario formativo y el periodo de fecundidad, pues en la medida en que amplía aquél se contrae éste.

d) La importancia de los factores económicos está vinculada estrechamente a los culturales, de ahí que a veces se confundan e interrelacionen. Sobre la incidencia de la economía en la fecundidad, partiendo de un control eficaz de ésta, el nivel de ingresos condiciona el número de hijos, considerados como bienes de consumo superior. Este matiz es determinante porque con el progreso económico no aumenta el número de hijos sino el volumen de gastos en su formación. Es válido el principio de que un mayor nivel cultural y económico reducen la fecundidad, a la par que se incrementan los gastos en torno a la misma.

En las sociedades rurales la abundancia de varones, mejor que de mujeres, suponía una buena rentabilidad a corto y largo plazo. Eran una ayuda y un relevo que se incorporaban pronto a las tareas agrarias y resultaban de inmediato rentables sin apenas gastos de formación. En este contexto las hijas debían casarse cuanto antes mejor y si no el entorno cultural se tornaba hostil hacia ellas.

Por el contrario en las sociedades urbano-industriales la situación ha dado un vuelco: los hijos no se plantean como una inversión económica sino afectiva y social. No son una inversión económica por su ausencia de rentabilidad: se alarga el periodo de formación, se incorporan tarde al mercado de trabajo y las rentas del mismo, cuando las hay, no cotizan a la hacienda familiar de la que reciben más bien beneficios.

2.3. La nupcialidad.

Definimos este concepto como la proporción de matrimonios contraídos en un territorio durante un año. Este hecho nos da numerosas pautas sobre el comportamiento de una población referente a las tasas de nupcialidad, edad media de la mujer en primeras nupcias, nivel de fecundidad, etc.

La nupcialidad en España forma parte de un modelo general europeo caracterizado, desde principios del siglo XVIII, por la elevada edad media de la pareja, sobre todo de la mujer en contraste con el modelo oriental, y también por la abundancia de la soltería. Estos dos aspectos actúan como dique de la fecundidad, y desde mediados del siglo XX han sido sustituidos por diversos métodos anticonceptivos.

Nupcialidad y soltería caminan en sentido contrario: cuando aumenta la una disminuye la otra y viceversa. A través de la tasa bruta de nupcialidad, se comprueba que ha seguido una línea descendente desde comienzos del siglo XX, con algunas rupturas de pendiente por causas bélicas (1936-1939) o con ligeras elevaciones explicaciones desde la coyuntura económica (1960 y 1991).

La nupcialidad mantiene una estrecha relación con la fecundidad porque la inmensa mayoría de los nacimientos se producen en el matrimonio. En las primeras nupcias es ligeramente superior el número de mujeres solteras que el de hombres debido a que éstos son más proclives a un segundo matrimonio, generalmente porque soportan peor la soledad y otras carencias.

La edad de la mujer al contraer matrimonio tiene una gran repercusión en la fecundidad. Si aquella se retrasa, como ocurre en el modelo europeo, se acorta el periodo fértil de la mujer y en consecuencia también el número de hijos posibles. Se refieren a las primeras nupcias que son las que más repercuten en el fenómeno reproductivo.

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Geografía de España

Entre 1970 y 2000 la edad media de la mujer al casarse pasa de los 24,57 a los 28,70 años, con un incremento algo menor en el caso de los hombres (27,18 y 30,94, respectivamente), quienes por norma superan en edad a sus compañeras. En este retraso intervienen los consabidos factores socioeconómicos: paro juvenil, empleo precario, precio de la vivienda o especialización necesaria tras la salida de la universidad.

Tradicionalmente el nivel de fecundidad ha estado unido a la nupcialidad y los nacimientos fuera del matrimonio han representado un porcentaje mínimo que la moralidad dominante ha estigmatizado de múltiples formas.

Al igual que ocurre en otros países europeos, también en España aumentan cada año los hijos de madres solteras, que han pasado de un 2,1% en 1975 a 21,6% en el 2000.

3. LA MORTALIDAD.

La mortalidad es uno de los factores que determinan la estructura y el crecimiento de una población junto con la fecundidad y los movimientos migratorios. La muerte da fin a la biografía de los individuos con carácter inevitable, lo que no sucede con otros fenómenos demográficos. De ahí que la tasa bruta de mortalidad por generación o grupo de edad siempre desemboca en el mil por mil.

España presenta una tasa de mortalidad (8,9‰ en 2001) entre las más bajas del mundo civilizado debido a que la estructura por edades de su población es comparativamente joven todavía, tiene una esperanza de vida muy alta (78,95 años en 1999) y la mortalidad infantil (4,37‰ en 2000) ha alcanzado mínimos históricos. Sin embargo todos estos logros son recientes, fruto de una transición demográfica iniciada entre nosotros con un siglo y medio de retraso.

3.1. La mortalidad durante la transición demográfica.

Durante el ciclo demográfico antiguo, que llega hasta el siglo XVIII, los grupos humanos han tenido una elevada mortalidad (30-35‰), levemente superada por una natalidad próxima al 40‰. En la fase siguiente, de transición demográfica, en las poblaciones del Occidente europeo la mortalidad cae bruscamente mientras la natalidad se mantiene debido a causas socioculturales.

Existen varias teorías que explican este descenso de la mortalidad desde mediados del siglo XVIII.

− Según McKeown (1978), (teoría alimentaria), la fuerte mortalidad está secularmente vinculada a enfermedades infecciosas que debilitan organismos mal alimentados. El desarrollo socioeconómico, vinculado a la revolución industrial, consigue que los alimentos abunden y se distribuyan entre amplias capas de la población. Por lo tanto el crecimiento poblacional es consecuencia de una mejor alimentación que reduce la mortalidad.

− Livi Bacci (1987) sugiere que la mejora alimentaria no es tan importante porque la gente consigue adaptarse a la escasez de forma biológica reduciendo peso, estatura y metabolismo basal o tomando decisiones de tipo demográfico rebajando los índices de nupcialidad y, en consecuencia, los de fecundidad. Equilibran la demanda con la oferta de recursos.

Esta teoría tiene un carácter menos específico y restrictivo que la anterior y explica el descenso de la mortalidad por un acopio de procesos que logran la modernización de la sociedad en su conjunto. No basta con estar mejor alimentado sino que hay que alcanzar un nivel de vida más elevado que conlleva una serie de logros higiénicos, sanitarios y culturales. Las causas del descenso de mortalidad no habrían sido las mismas en todos los países. En los occidentales estarían vinculadas a un progreso económico firme y dilatado en el tiempo. En otros casos, como en el nuestro o el de países menos desarrollados, merecen especial hincapié los logros sanitarios propios o importados del exterior.

− Gil Alonso y Cabré (1997) propone una tercera teoría, la transición sanitaria, los logros para la salud de la población son resultado de la concurrencia de otros factores sociales, económicos, culturales y del medio ambiente. La mortalidad presenta dos cambios definitivos: deja de ser catastrófica, al no continuar afectando especialmente al grupo infantil, para volverse ordinaria afectando a los grupos de edad avanzada. Cada

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Tema 11. La Población

sociedad vive una transición sanitaria específica ya que corre sus propios riesgos por las decisiones que toma en sanidad pública, hábitos alimentarios, tipos de vivienda y nivel higiénico.

España inicia la transición demográfica a principios del siglo XX, con 150 años de retraso con respecto a otros países europeos. La inicia con un desarrollo económico e industrial ya consolidado, con avances sanitarios e higiénicos extendidos entre la población y a un ritmo muy superior al de otros países del norte.

3.2. Evolución de la mortalidad y esperanza de vida.

La tasa de mortalidad en España se mantiene muy elevada hasta principios del siglo XX (27,82‰), durante el ciclo demográfico antiguo. En la fase siguiente de la transición, la mortalidad disminuye con rapidez, aunque tiene un fuerte repunte del 33,2‰ en 1918 a causa de la gripe española.

En 1930 la tasa ha descendido al 16,8‰ aunque la guerra civil y sus secuelas la elevan hasta el 19,2‰, en 1950 se equipara con la del resto de Europa (10,8‰), alcanzando los niveles más bajos del siglo y de su historia en 1980 (7,7‰), para empezar a elevarse lentamente debido al envejecimiento de la población. Los mayores de 65 años adquieren año tras año más importancia relativa porque cada vez es mayor su número, pero sobre todo por el fuerte descenso de la fecundidad. Esto ha provocado que en 2001 la tasa de mortalidad se sitúe en el 8,91‰, después de llevar tres lustros en torno al 8‰.

La esperanza de vida es el cálculo de los años que puede vivir como media una persona cuando nace o cuando ya tiene una determinada edad. El sistema empleado consiste en sumar todos los años vividos por una generación y repartirlos equitativamente entre todos sus miembros, de ahí la mayor incidencia que tiene en el incremento de la esperanza de vida la fuerte caída de la mortalidad infantil, ya que una defunción temprana apenas aporta años al colectivo.

España se sitúa a la cola de la natalidad a la vez que entre los países más longevos. En la esperanza de vida se ha originado una profunda revolución durante el siglo XX: de los 42,05 años de expectativa para las mujeres en 1920 se ha pasado a los 82,39 en 1999, y de los 40,26 a los 75,51 para los hombres. El avance es más pausado porque la natalidad ha descendido considerablemente y el hecho de retrasar unos años las defunciones entre los más viejos cuenta poco en el cómputo total.

La esperanza de vida de la mujer no sólo ha estado por encima de la del hombre, sino que se va incrementando hasta 1990. Esto es debido a que los logros alcanzados en la esperanza de vida han beneficiado en mayor medida a la mujer que al hombre. Existe una opinión generalizada en atribuirlo a causas socioculturales más que biológicas.

El patriarcado o machismo imperante en nuestra sociedad, en retroceso, conlleva unos riesgos superiores de muerte violenta entre los chicos que entre las chicas, que inciden en un 14% sobre el total. La mayor sobremortalidad masculina se establece a partir de los 50 debido a tumores pulmonares e infartos. El resto hay que asignarlo a la mayor resistencia femenina demostrada una vez cumplidos los 75 años.

3.3. La mortalidad infantil.

Es un buen indicador del nivel de desarrollo socioeconómico alcanzado por un país porque permite una valoración fidedigna de aspectos fundamentales como la sanidad pública, las condiciones higiénicas, la idoneidad de la alimentación o el grado cultural de los padres. Comprende a los nacidos vivos menores de un año, situación sólo aclarada desde 1975 porque con anterioridad eran considerados como abortos los que morían dentro de las 24 primeras horas de vida.

Su retroceso es uno de los logros más importantes en la lucha contra la muerte. En 1900 morían en España 186 niños por cada mil nacimientos. El descenso de la mortalidad es vertiginoso: en el primer tercio del siglo la cifra baja a 109 y aunque se da un brusco repunte (143) en 1941, la caída es imparable en cada década. En 1950 muere 64,1 por cada mil nacidos vivos, 20,8 en 1970, 7,6 en 1990 y 4,37‰ en 2000.

La mayoría de estas muertes (66%) se debe a causas endógenas durante las cuatro primeras semanas de vida (periodo neonatal), frente a una menor incidencia de las causas exógenas sobrevenidas con posterioridad (periodo posneonatal). Sin embargo los rápidos avances de la obstetricia, que atiende a la embarazada durante las etapas

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Geografía de España

prenatal, del parto y del puerperio están consiguiendo salvar numerosas vidas y seguir rebajando las tasas de mortalidad infantil.

4. ASPECTOS ECONÓMICOS DE LA POBLACIÓN

La situación actual se caracteriza por la incorporación masiva de la mujer al trabajo fuera del hogar, el retraso de los jóvenes en su entrada al mismo, el adelanto de la jubilación, la absoluta preeminencia del sector servicios frente a la agricultura e industria, el incremento de los funcionarios y la aparición de una extensa masa de parados desde los años setenta junto con una gran precariedad y desregulación en el empleo.

4.1. Población activa, ocupada y en paro.

La población activa incluye a las personas de 16 o más años que están disponibles para ocupar un puesto de trabajo. La ocupada es la que tiene un empleo, y la parada la integran los que lo buscan y no lo encuentran. A finales de 2003 la población activa alcanza casi los diecinueve millones de personas, cifra que representa el 46% del total de la población o la llamada tasa de actividad. Hay el uso de otras dos tasas: una relaciona los activos con la población entre 16 y 64 años, y otra con todos los que superan los 16 sin límite de edad.

Dentro de la UE España ocupa una posición intermedia pues en 2001 nuestra tasa asciende al 44,2%, la alemana es del 48,5%, la francesa del 43,9, la inglesa del 49,7 y la italiana del 41,3, mientras Portugal sube hasta el 52%.

Entre 1900 y 1991 la población activa ha crecido un 204%, por debajo del incremento demográfico que alcanza un 220,2%, que ha supuesto el paso de 18,6 millones a 39,4. El desarrollo ha cambiado de signo en la último década al incorporarse al trabajo, o demandar empelo, más de tres millones y medio de personas, en gran mayoría mujeres, que han pasado de una presencia laboral del 18,3% en 1900 a otra del 40,5% un siglo después.

El crecimiento laboral de las últimas décadas se explican por la convergencia de dos impulsos: el económico y el poblacional. El primero se debe al vertiginoso desarrollo en que entra el país desde el abandono de la autarquía y el segundo, al estallido demográfico durante las décadas de los años sesenta y setenta que, dieciséis años más tarde, se convierte en una oleada de jóvenes en demanda de su primer empleo. La mayoría pasa a engrosar directamente el paro o entra en una crónica precariedad laboral.

A comienzos de la década de los setenta la tasa de paro estaba en torno al 2%, lo que suponía la identidad entre población activa y ocupada. La crisis industrial de finales de los setenta y principio de los ochenta deja en paro a más de un 20% de la población activa, porcentaje que desciende durante los años posteriores hasta situarse en el 16,2 en 1990. El desempleo vuelve a superar aquella tasa en los años 1993-1997, para entrar en una caída que a finales de 2003 representa el 11,2%, lo que significa 2.114.600 personas en situación de desempleo.

Por grupos de edad el paro incide especialmente entre los jóvenes de 16 a 24 años, que suponen el 12,2% de la población activa. Los desempleados ascienden justamente al doble, un 24,4%. No se trata de estudiantes, los cuales se incluyen entre los inactivos, sino personas que tienen una cierta formación y están en condiciones de trabajar, ya sea para independizarse o hacerse un hueco en la sociedad.

4.2. Población activa por sectores económicos.

− Caída acelerada del sector agrario entre 1950 y 1970 al pasar de 5,3 millones de activos a 2,9. La etapa coincide con una emigración masiva desde el campo hacia la industria ubicada en las grandes ciudades y sus aledaños. En 2003 la mano de obra activa en dicho sector es de tan sólo 1,1 millón de trabajadores, un 5,8% de los 18,9 millones de activos registrados en esta fecha. El retroceso a partir de 1981 ha cambiado de signo, ya que no se debe a movimientos migratorios sino a la jubilación o fallecimiento de la mano de obra de edad muy avanzada.

− El trasvase de la agricultura a la industria se refleja en el salto del 25,1 al 37,3%, que equivale al paso de 2,7 a 4,4 millones de trabajadores. A partir de 1970 el incremento de los efectivos industriales ha sido pausado e

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Tema 11. La Población

incluso con fuertes pérdidas de los mismos durante la reconversión industrial de los años ochenta, pues desciende la mano de obra a 4,2 millones en 1987. La recuperación posterior se debe más al impulso de la construcción que al de las ramas industriales.

− El crecimiento del sector terciario ha sido espectacular a lo largo del siglo XX, cuya mano de obra pasa de 1,1 millón de personas a 11,6 millones en 2003. El desarrollo de los servicios, a pesar de su importancia entre los años 1950 y 1970, comienza a ser protagonista a partir de 1970 porque la crisis industrial acelera la terciarización de la economía.

− La cualificación de la mano de obra ha sufrido un cambio sustancial debido principalmente a la ampliación del periodo de aprendizaje y a la especificidad de las enseñanzas.

− Las nuevas generaciones llegan mejor preparadas y han de seguir formándose porque el progreso tecnológico avanza a tal ritmo que el reciclaje es una condición necesaria y reiterativa en la vida laboral.

− La inestabilidad y precariedad en el empleo es un hecho socialmente admitido, cuyas repercusiones se dejan sentir en el retraso de la edad de los matrimonios, descenso de la natalidad, emancipación tardía de los hijos, crecimiento del mercado hipotecario, etc. A finales de 2003 de los 13,7 millones de asalariados casi un tercio está con contrato temporal, tres veces más que la media europea.

− La discrepancia entre las cifras de paro registrado y declarado es grande, siendo mayor el volumen de este último porque se basa en encuestas. Los registros, por el contrario, son personales y se realizan en los organismos correspondientes.

− Si entre los sectores han existido cuantiosos trasvases, aquéllos esconden a su vez diferencias internas muy contrastadas como el desembarco en la agricultura de numerosos jóvenes que la han profesionalizado con sistemas de gestión netamente industrial, la pérdida masiva de empleo en las ramas tradicionales de la industria (textil, madera o siderurgia), el aumento vertiginoso de los puestos de trabajo en algunas actividades terciarias (sanidad, turismo o atención a las empresas) y su hundimiento en otras como la milicia o el clero.

− La reducción de la jornada laboral por debajo de las cuarenta horas semanales es un logro para más de un 30% de los trabajadores, sin que por ello disminuya la productividad debido a una mayor mecanización del sistema. Así mismo son numerosas las empresas que han introducido cierta flexibilidad en el horario de entradas y salidas.

− El número de trabajadores autónomos aumenta año tras año no tanto por el aumento de la iniciativa empresarial como por una treta que fluye espontánea de la desregulación del mercado: hay empresarios que subcontratan labores dentro de las propias instalaciones para rehuir los gastos de la Seguridad Social.

− Hay un volumen importante de trabajadores dentro de la economía sumergida. Ésta rehúye el pago de impuestos y las inspecciones de trabajo. El Instituto de Estudios Fiscales la evalúa en el 21% del PIB. Los principales sectores donde se desarrolla son en agricultura y la construcción, donde se utiliza masivamente mano de obra inmigrante sin papeles. Otras actividades donde se desarrolla son la confección y calzado, la audiovisual personificada en los top manta callejeros, los trabajadores por cuenta propia y el mercado inmobiliario.

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Geografía de España

TEMA 12.

MOVIMIENTOS MIGRATORIOS EN LA ESPAÑA DEL SIGLO XX

INTRODUCCIÓN.

Los movimientos migratorios son los desplazamientos que los individuos llevan a cabo para establecerse fuera del lugar de origen con carácter permanente o semipermanente. El análisis de este fenómeno puede realizarse desde tres puntos de vista:

− las fuentes de que se disponen para su estudio. − la importancia que tiene para un grupo determinado medida a través de diversos índices. − y las modalidades o características que presenta.

Respecto a las fuentes, son numerosos los países que llevan a cabo un registro minucioso de todas las entradas y salidas por sus fronteras, pero no significa que los resultados sean fiables porque muchas personas escapan a dicho control o se registran por conceptos diferentes a los reales. Por ello es frecuente el uso alternativo de la encuesta como método de aproximación a las dimensiones reales del fenómeno.

Para calibrar la importancia que tiene la migración sobre un determinado grupo se utiliza el saldo migratorio (E-I), o migración neta, por el que hallamos la diferencia entre las entradas y salidas. Dicho saldo, junto con el crecimiento natural, son los dos elementos que explican el desarrollo demográfico, positivo o negativo, de un país. Si no se dispone de los datos sobre los movimientos migratorios, se puede calcular el volumen de los mismos hallando la diferencia entre la población censada al principio y al final de un determinado periodo (P2-P1), restándole a esa cantidad el balance habido entre nacimiento y defunciones (N-D). La fórmula sería:

E-I= (P2-P1)-(N-D).

Los movimientos migratorios pueden clasificarse desde distintos criterios:

- La distancia. Pueden ser en internacionales o nacionales, y dentro de éstas, en interregionales o intrarregionales, del campo a la ciudad o de un distrito a otro dentro de la misma.

- La duración. Pueden ser definitivas o temporales, pudiendo tener las segundas

carácter diario, semanal, o estacional.

- El grado de libertad. Voluntarias o forzosas.

- El nivel de organización. Espontáneas y sin controles o dirigidas.

- Las causas que los originan. Económicas, políticas, religiosas, etc.

Si se tienen que simplificar las diversas modalidades de migración se agruparían en dos grandes categorías:

La Distancia

Internacionales

Nacionales Interregionales

Intrarregionales

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Tema 12. Movimientos migratorios en la España del siglo XX

1. Movimientos de media y larga duración, que conllevan cambios estructurales tanto en los lugares de origen y de acogida como entre las personas que se desplazan.

2. Movimientos habituales de corta duración, que forman parte del ritmo y del equilibrio existente entre las diversas áreas y personas afectadas.

El fenómeno migratorio produce una ruptura del equilibrio anterior que se resuelve con el avance sobre el territorio de una masa de personas que ocupa un espacio físico, pero también económico, cultural o religioso. El problema se produce cuando no se establecen unas reglas de juego o no se respetan las existentes.

1. CAUSAS Y CONSECUENCIAS DE LA MIGRACIÓN.

Las motivaciones que causan la migración son muy variadas y no pueden unificarse en una sola teoría. A finales del siglo XIX Ravenstein echa mano de los elementos socioeconómicos, del análisis espacial y de la teoría del comportamiento para formular lo que denominó Leyes de la migración, cuya vigencia sigue siendo válida en parte.

a) Existen una relación inversa entre el volumen migratorio y la distancia recorrida, de modo que cuanto mayor es la distancia, menor es el número de los desplazados. Los emigrantes que realizan largos recorridos suelen instalarse en grandes centros industriales y comerciales.

b) La emigración se lleva a cabo por etapas: las primeras absorciones las realizan los centros inmediatos, que a su vez sirven de trampolín para los siguientes de mayor rango.

c) Toda corriente migratoria origina un movimiento de compensación o contracorriente de desplazados.

d) Los individuos de origen urbano muestran una menor tendencia a la emigración que los nacidos en el campo.

e) De fronteras hacia adentro las mujeres emigran más que los hombres, hacia el exterior el predominio es netamente masculino. Las mujeres prefieren las distancias cortas.

f) El crecimiento de las grandes ciudades debe más a la emigración que al saldo vegetativo, habiéndose beneficiado sobre todo con el desarrollo de la industria, el comercio y los medios de transporte.

g) Muchos son los factores que han inducido y lo siguen haciendo a la emigración, pero el principal es la mejora del nivel económico.

A primera vista las migraciones se presentan como movimientos voluntarios, sujetos a decisiones individuales. Sin embargo este modelo no basta para explicar otros fenómenos como que no sean los más pobres quienes más emigren o que se elija un destino en lugar de otro. Las migraciones no son hechos individuales sino sociales y en el fondo carentes de libertad, ya que ésta disminuye con el desarraigo y la falta de un nivel de vida satisfactorio.

Existe una relación entre movilidad e incremento de dependencia de la población activa, o a mayor concentración del capital y de la toma de decisiones a alto nivel, los trabajadores se ven obligados a desplazarse hacia los lugares donde se concentra la oferta laboral. En estas circunstancias todo asalariado es un emigrante en potencia porque el capital y su rentabilidad toman las últimas decisiones en cuanto a su localización en el espacio.

En consecuencia, la voluntariedad de los movimientos migratorios está en entredicho porque la mayoría de las decisiones que se toman en este sentido están mediatizadas, cuando no surgidas por la necesidad, y orquestadas por las condiciones del mercado de trabajo.

Según la teoría del mercado dual liderada por Piore, los mercados nacionales presentan dos planos distintos: el superior, ocupado por los trabajadores nativos, y el inferior, por los de fuera, cuyos desplazamientos están determinados por las necesidades laborales de las economías desarrolladas. La

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Geografía de España

mano de obra cualificada, estable y con mejores remuneraciones acapara el estrato superior quedando el inferior para la menos cualificada, inestable y con sueldos bajos. Esta última procede de las regiones del mundo donde conseguir un puesto de trabajo en una sociedad avanzada conlleva obtener unos ingresos atractivos y la adquisición de cierto prestigio social entre los paisanos.

Las condiciones de necesidad y la motivación social que mueven a los emigrantes no serían suficientes sin las circunstancias generadas en los lugares de destino donde escasea la mano de obra poco cualificada, que tradicionalmente era ocupada por mujeres y jóvenes. Las mujeres han alcanzado una mejor competencia y estima social y los jóvenes han reducido considerablemente su volumen por el descenso de la natalidad o porque han ampliado su etapa de formación.

Se deduce que el desarrollo económico de las sociedades avanzadas genera los movimientos migratorios y que éstos no contribuyen a suavizar los desequilibrios de la economía mundial, sino a perpetuarlos. Nuestro sistema económico es el primer interesado en mantener la dualidad en el mercado de trabajo por los beneficios que le reporta. Las migraciones pueden calmar momentáneamente las tensiones regionales, pero a la larga consolidan o aumentan los desequilibrios porque la solución viene a través de un desarrollo endógeno (por causas internas).

Las consecuencias de la migración son múltiples sobre el territorio, tanto en las zonas emisoras como en las receptoras, y sobre los hábitos de trabajo, formas de consumo y diversión, tipo de vivienda, costumbres y creencias. Una de las consecuencias más positivas de las migraciones es la diversidad, que enriquece a la sociedad en su conjunto, pero también conlleva otros fenómenos negativos, como la estandarización y el desarraigo, sin olvidar las tensiones que suelen producirse en todo tipo de convivencia.

− Se homogeneizan las habilidades, los ritmos de trabajo y las ocupaciones, pero la estandarización se muestra sobre todo en las actitudes y los comportamientos.

− La segunda consecuencia es el desarraigo ya que el migrante, aunque encuentre acomodo en otra parte, deja atrás las viejas amistades, los lugares conocidos, costumbres y ocupaciones cotidianas. Hay un componente traumático ineludible en todo proceso migratorio, que se suaviza o aumenta según las condiciones impuestas en los lugares de acogida desde otros ámbitos económicos y políticos.

2. LOS SUJETOS DE LA MIGRACIÓN.

El migrador puede pertenecer a cualquier grupo social y tener como origen o destino el ámbito rural o el urbano. Pero la mayoría suele acudir hacia las ciudades, procedentes del mundo agrario. En España es lo que sucedió hasta mediados del siglo XX, aunque aún no se puede hablar de éxodo rural profundo porque no existe un cambio ni en las estructuras agrarias ni en las industriales, cosa que sí sucederá en la década siguiente. Durante la primera mitad del siglo emigran quienes no tienen un lugar en la agricultura dentro de una sociedad tradicional y con un fuerte crecimiento vegetativo. El porcentaje de población activa agraria sigue por encima del 50% en esas fechas.

Existen movimientos pero no cambios estructurales. Éstos explotan a partir del Plan de Estabilización (1959) trastocando las bases productivas, que no pueden absorber todo el caudal de mano de obra movilizado, por lo que una gran parte se dirige hacia el exterior. Los técnicos y administrativos se dirigen hacia América del Sur, junto con toda su familia y el resto de los trabajadores, menos cualificado, recalan en las industrias y servicios de la Europa occidental, desplazándose solos pues están más cerca del hogar y ya que su emigración no es definitiva.

La concentración espacial de la población y el crecimiento de las ciudades se debe más a los movimientos migratorios que a los saldos vegetativos. Ambos fenómenos van estrechamente unidos, aunque las condiciones de estos movimientos están determinados por el excedente de capital.

Dicho excedente puede ubicarse cerca o lejos de las fuentes de mano de obra potencial, elegir un sector económico u otro y establecer sus preferencias por el origen del colectivo de trabajadores

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Tema 12. Movimientos migratorios en la España del siglo XX

demandado. Esto explica en parte los desequilibrios regionales, el auge de unos sectores de la economía sobre otros y las facilidades o el rechazo de colectivos laborales en función de su origen, cultura e idioma.

Existen algunas zonas que expulsan a profesionales cualificados y otras a las que acuden en masa trabajadores sin cualificar; en una misma área se dan a un tiempo, corrientes y contracorrientes migratorias, aunque suelen predominar las de un mismo signo. Las claves actuales no sólo de localización de los habitantes sino también del desarrollo regional en España están en los movimientos migratorios habidos a lo largo del siglo XX tanto, exteriores como interiores.

3. LAS MIGRACIONES EXTERIORES.

Con la llegada de la transición demográfica se produce un saldo vegetativo muy favorable. Gracias a la industrialización, el desarrollo económico permitió en algunas regiones absorber los excedentes laborales agrícolas, pero otras tuvieron que recurrir a la emigración hacia Latinoamérica y Europa.

3.1. La emigración latinoamericana.

Por una larga serie de afinidades históricas y culturales, la mayor parte de las salidas durante la primera mitad del siglo XX se dirige hacia tierras sudamericanas. La media anual de las dos primeras décadas es de 110.000 y 95.000 personas, respectivamente, reduciéndose a la mitad entre 1926 y 1930 y a poco más de 12.000 entre 1931 y 1935.

A partir de la Segunda Guerra mundial la entrada en los países sudamericanos deja de ser libre y se convierte en organizada a través de tratados bilaterales en los que se establecen unas marcadas preferencias por los técnicos y los trabajadores agrícolas.

La avalancha de principios de siglo hacia Sudamérica no vuelve a repetirse debido a las citadas restricciones y porque a partir de 1950 empieza a mejorar sustancialmente la economía de algunas regiones españolas. Esto conlleva que donde la presión demográfica se hace insostenible, sirvan de desahogo sin tener que recurrir a la emigración transoceánica. Con todo la media de salidas anuales entre 1950 y 1960 es de 50.000 personas, aunque también se incrementa cada vez más el número de los que regresan.

De hecho entre 1961 y 1963 emigran 98.528 y vuelven 68.840, lo que supone un saldo desfavorable neto de 29.688 personas. Hay una diferencia entre los emigrantes del primer tercio del siglo XX y los que marchan a tierras americanas a partir de 1946. El retorno de los primeros es muy intenso pues afecta al 81% del total, lo que no ocurre con los de la segunda etapa, ya que se quedan el 64,5%.

Las migraciones hacia los países sudamericanos entre 1900 y 1960 movilizaron a 3.351.409 personas. En ese mismo periodo regresaron 2.098.181 con lo que el saldo neto de emigrantes fue de 1.253.228 (37,4%). A partir de 1959 Latinoamérica deja de ser la única referencia para el emigrante español, que se dirige a Europa (Alemania, Suiza y Bélgica) para los trabajos agrícolas de temporada (vendimia francesa), los industriales, los mineros y los terciarios de baja cualificación.

3.1.1. Causas de la emigración americana.

Las razones que empujan a la emigración pueden ser muchas a escala particular, pero desde criterios estructurales más amplios hay que hablar de la fuerte presión demográfica que sufre el país por el vertiginoso descenso de la mortalidad. El exceso de población, acumulado durante décadas, no

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Geografía de España

encuentra una vía de escape hacia el escaso desarrollo industrial propio. De ahí que el campo, con cerca del 60% de la población activa en condiciones precarias, sea un hervidero a punto de estallar.

A estas causas de tipo demográfico y económico se añade el rechazo que sienten los jóvenes por alistarse en el ejército, el cual está actuando en Marruecos. La mayoría carece de recursos para comprar su exención y prefieren emigrar al otro lado del Atlántico. La emigración española encuentra sitio entre los países sudamericanos, que están en plena expansión económica roturando nuevas tierras, abriendo minas, construyendo líneas férreas e industrializándose con la ayuda de una gran cantidad de capitales llegados de Alemania, Inglaterra y Norteamérica.

3.1.2. Regiones de origen y países de destino.

La participación de las distintas regiones españolas en los movimientos migratorios hacia Latinoamérica es muy dispar. El desarrollo de los transportes y la facilidad de acceso a los puertos son factores determinantes para la emigración, de ahí la concurrencia masiva de gallegos, que totalizan el 38% con más de 850.000 personas. Les siguen a gran distancia Castilla y León y Canarias con un 10% cada una. Asturias, Cataluña y Andalucía aportan algo más del 21%. La Comunidad Valenciana un 5% y el País Vasco un 2,2%.

El volumen de acogida en los países sudamericanos también es muy dispar. Hasta 1904 Cuba es objeto de las preferencias de los emigrantes, siendo a partir de entonces Argentina. Entre ambas concentran más del 80% de las llegadas durante el primer tercio del siglo XX seguidas a gran distancia por Brasil y Uruguay. Desde mediados del siglo XX Venezuela sustituye a Argentina como punto de destino de los españoles, que reducen drásticamente sus viajes a Latinoamérica optando por Europa. En el último decenio, entre 1991 y 1999, los desplazamientos suman tan sólo 4.129 personas de las que el 48,1% aterrizan en Argentina, que vuelve a surgir como destino preferente. El resto se reparte en pequeños porcentajes entre México, Panamá, Ecuador, Brasil, etc.

3.2. La emigración hacia Europa.

A partir de 1960 la emigración española hacia Europa (40.838) supera a la americana (34.328), aumentando la diferencia cada año. Durante la primera mitad del siglo XX hay un flujo constante a Francia donde residen 302.000 españoles en 1946. Son movimientos sujetos a las coyunturas económicas y sociales por las que atraviesan ambos países: fuerte demanda francesa de mano de obra después de la Primera Guerra mundial, y oleada migratoria desde España debido a la Guerra Civil, que lleva a sobrepasar las 600.000 personas.

Las corrientes migratorias se originan en el mundo rural cuya mecanización multiplica el paro, y que el sector industrial en desarrollo no puede absolver. La meta europea es atractiva porque se parte de un estado de necesidad y se alcanza un empleo poco cualificado, pero con un sueldo impensable dentro del país. En pocos años, a base de ahorro y privaciones, se puede reunir un pequeño capital que se invertirá en la adquisición de una vivienda o en la apertura de un modesto negocio, casi siempre en el sector servicios.

El tipo de emigrante es un adulto, varón, de origen rural, que viaja solo y que deja la familia en el lugar de origen porque espera volver definitivamente después de algunos años. Para el país la emigración supuso un gran alivio social porque de otra forma hubiera crecido el paro hasta límites insostenibles. Desde el punto de vista económico, el cuantioso volumen de divisas generado enjugó el déficit comercial y permitió mantener el ritmo de desarrollo en que había entrado España.

En lo negativo, el emigrante vive en unas condiciones duras de explotación y de precariedad generalizada por problemas de alojamiento, idioma o asistencia social y afectiva. Por otro lado, se despueblan amplias zonas rurales en el interior del país y, cuando se produce el regreso, la mayoría ya no vuelve al pueblo de donde partió sino que se suma al nuevo fenómeno de la concentración urbana.

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Tema 12. Movimientos migratorios en la España del siglo XX

3.2.1. Causas de la emigración continental.

Las causas por esta preferencia por Europa tienen un doble motivo.

− Por un lado, los países sudamericanos de tradicional acogida ofrecen un escaso interés tras las nuevas normas impuestas sobre inmigración.

− Por otro, Europa occidental presenta una población escasa y con elevado nivel de vida que deja vacantes en numerosos puestos de trabajo de baja cualificación tanto en la agricultura como en la industria y en los servicios.

España y algunos países del continente europeo son zonas complementarias entre las que se establece una migración intensa y fluida.

La emigración americana debe de pasar por los filtros impuestos por la distancia los puntos de embarque y la carencia de recursos con que pagarse un billete, cuyo precio no siempre está al alcance de todos. Son condicionantes que desaparecen en las salidas hacia Europa porque los transportes han mejorado, la distancia es pequeña y el coste del viaje resulta asequible para cualquier economía.

Aunque las estadísticas no son muy fiables, las cifras de emigración permanente (más de un año), en la que se que incluye la temporal (entre tres y doce meses) hacia Europa entre 1961 y 1999, durante los tres quinquenios de máximo apogeo (1961-1975) rebasan el millón de personas. Pero si se suma la emigración clandestina, la estimación alcanza los dos millones durante ese mismo periodo. La crisis económica de los años setenta y la recuperación posterior del país reducen drásticamente las cifras a partir de 1976. La emigración de temporada (inferior a tres meses de estancia) mantiene cierta intensidad hasta 1990, para desplomarse en los años siguientes.

3.2.2. Regiones de origen y países de destino.

Frente a la procedencia atlántica de la emigración americana, con un claro predominio postbélico de Galicia (43,3%) y Canarias (13,3%), los movimientos hacia Europa traspasan su hegemonía al arco mediterráneo (39%), aunque también es destacable la aportación gallega (24%) y del interior meseteño (20%) durante los años de mayor flujo migratorio. En la última etapa (1991-1999), cuando las migraciones se han reducido notablemente y los regresos predominan frente a las salidas, éstas tienen un foco principal en Andalucía (66,2%), seguida de lejos por Galicia (14,9%), Comunidad Valenciana (6,9%), Castilla-La Mancha (4,4%) y Murcia (3,1%). El resto de las regiones apenas participa con un 5,5%.

Si se comprueban los datos de las migraciones continentales por Comunidades Autónomas entre 1991-2001, las migraciones permanentes son testimoniales pues se reducen a 511 personas; las temporales ascienden a 21.971, con una clara preponderancia de Galicia (68,8%) sobre el resto, y las de temporada suman 86.057, que está acaparada por Andalucía.

Tradicionalmente la emigración española asistida entre 1960 y 1980 se ha concentrado en Francia (39%), Alemania (38%) y Suiza (11%), país este último hacia el que derivó el 80% de las salidas en el último quinquenio de este periodo. Si se suma la controlada por los lugares de destino, el volumen total supera los dos millones de personas, sin contar la ingente masa de temporeros (unos 100.000 anuales) que cosechan la uva, remolacha y el arroz franceses. A partir de la crisis industrial las cifras de emigrantes descienden bruscamente y se intensifica el número de retornados, que en el caso de Alemania y Suiza alcanza el 80% a finales de los ochenta.

Con la recuperación económica y el ingreso de España en la CEE, las migraciones dejan de ser masivas y permanentes para mantenerse sólo las de temporada. Entre 1991 y 1999 la escasa emigración permanente se distribuye entre Francia (33,9%) y Suiza (50,1%), la temporal se concentra en Suiza (87,2%) y la de temporada tiene casi como único destino Francia (98,6%), apareciendo muy distante Bélgica con sólo 825 trabajadores.

Francia se ha consolidado como destino de una emigración ocupada en tareas agrícolas y con una estancia inferior a tres meses y Suiza interesa para los trabajos con una duración de tres meses a un año. Las industrias alemanas han perdido todo su interés al igual que con las estancias en el Reino Unido de nuestras jóvenes, quienes tareas ya no acuden a realizar domésticas sino que su fin principal es el aprendizaje de la lengua inglesa.

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Geografía de España

3.2.3. El retorno de la emigración europea.

Las causas del regreso del emigrante europeo pueden ser múltiples:

− el desánimo al fracasar sus proyectos − la jubilación tras un largo periodo de estancia − el logro de los objetivos económicos − la pérdida del empleo tras la crisis de 1973, etc.

El retorno puede verse empañado cuando se comprueba que el lugar de origen ha evolucionado, como también lo ha hecho el emigrante en un medio diferente, incluso hostil, donde ha vivido una parte de su vida. De ahí que la mayoría no se adapte a los lugares y modos de vida anteriores y entre en la rueda de las migraciones interiores hacia la capital de provincia o hacia los grandes centros industriales y de servicios.

La emigración continental de los años sesenta trajo una serie de ventajas sociales y económicas para España, pero las divisas que llegaron a nuestro país no ayudaron a crear empleo para los que volvían expulsados por la crisis a sus lugares de origen. Esa gran masa de capital, que algunos años superó los ingresos por turismo, fue a parar a proyectos de infraestructura en beneficio de los grandes centros económicos del país.

No es fácil cuantificar el volumen de retornados o el de las salidas por la disparidad de los datos recogidos en las distintas fuentes estadísticas.

Para el periodo entre 1974 y 1999, en 1974 se inicia un periodo de saldos negativos que dura hasta 1980, ya que en siete años salen 133.853 personas y regresan 443.742. Durante los ochos años siguientes (1981-1988), con un número de emigrantes muy parecido, los retornos son levemente más bajos. En el último tramo, hasta 1999, vuelven a ser mayoría los que regresan frente a los que salen hacia Europa. El último cuarto de siglo se caracteriza por una hegemonía absoluta de los movimientos de retorno, que coincide con nuestro desarrollo económico, la incorporación a la UE y la consolidación de las libertades políticas.

4. LAS MIGRACIONES INTERIORES.

A lo largo del siglo XX España ha experimentado las mayores transformaciones demográficas de su historia: la transición desde el ciclo antiguo al moderno y los movimientos migratorios interiores. Ambos fenómenos han dado una nueva configuración al país. Varias regiones (Cataluña, Madrid y el País Vasco) aprovecharon su pronta industrialización para convertirse en los grandes focos de acogida de una mano de obra rural expulsada por la incipiente industrialización del campo, a la vez que buscaba mejorar sus condiciones de vida en las grandes ciudades. A partir de los años ochenta la movilidad sigue siendo intensa, pero adquiere un signo interurbano, no rural, centrándose en el sector servicios, no del secundario, y las regiones de acogida se localizan en la orla mediterránea y en ambos archipiélagos, cambiando de signo migratorio el País Vasco.

4.1. Fuentes para su análisis.

Las fuentes para el análisis de los movimientos migratorios interiores son cada vez más numerosas y presentan un mayor rigor. Las fuentes escritas a las que recurrir son los Censos de Población, los estudios estadísticos, los Padrones Municipales y la Encuesta Sociodemográfica.

Hasta fechas recientes los estudios se han fijado más en la descripción y cuantificación de los movimientos migratorios. Sin embargo cobran cada vez mayor importancia el análisis de las causas que los originan, las características internas de los grupos que se desplazan y las consecuencias tanto en los lugares de abandono como en los de acogida.

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Tema 12. Movimientos migratorios en la España del siglo XX

4.2. Importancia de las migraciones interiores.

Hasta la Revolución Industrial las sociedades rurales consiguen un equilibrio precario que se sustenta en una fuerte natalidad y en una mortalidad levemente inferior. La ruptura de este equilibrio por el fuerte descenso de la mortalidad, origina una intensa corriente migratoria desde el campo hacia los nuevos centros fabriles radicados en las ciudades, fenómeno que en España se retrasa algo más de un siglo con respecto a la Europa occidental.

Hasta el siglo XVI la mayor concentración poblacional estaba en el interior meseteño, época en que se inicia un vasto movimiento hacia la periferia. Las causas que explican este trasvase son:

− el mayor dinamismo económico de las regiones costeras − las mejores condiciones de accesibilidad con el exterior − y las bondades del clima.

La incidencia de estos movimientos interiores sobre el conjunto de las migraciones es escasa hasta el siglo XX debido a la preponderancia absoluta (90%) de las salidas al exterior.

Entre 1900 y 1960 los desplazamientos interiores han afectado a unos diez millones de personas. El proceso se consolida a partir de la I Guerra Mundial, hecho que incrementa la demanda de productos industriales por parte de los contendientes a la vez que desencadena un flujo de mano de obra campesina abundante, barata y ansiosa por mejorar sus condiciones de vida. Esta mano de obra campesina es a la vez expulsada del campo por el avance de la filoxera y la incipiente mecanización del terrazgo cerealista. Coinciden en el tiempo ambos procesos, el de la atracción y el de la expulsión. Los puntos de destino son: País Vasco, Cataluña y Madrid, y las regiones de origen: Galicia, Andalucía oriental y la meseta norte.

Durante la Guerra Civil y los años posteriores los movimientos se reducen al mínimo. A partir de 1950 se recupera una cierta movilidad achacable a los permanentes desequilibrios económicos entre las zonas agrícolas y las industriales. Cuando acaba la autarquía y el país entra en la industrialización acelerada, el abandono de los campos pone en movimiento a millones de personas dentro de sus propias provincias (migraciones intraprovinciales) o hacia el resto (interprovinciales).

En la década de los años sesenta (1961-1970) abandonan sus lugares de origen casi cuatro millones de personas, cifra inferior a la real porque muchos emigrantes no se dan de alta en los lugares de destino o lo hacen tarde. A partir de 1987 la recogida de datos es más fiable, de ahí el incremento registrado a partir de esa fecha.

4.3. El éxodo rural desde 1960 hasta 1970.

A partir de 1960 el éxodo rural se intensifica hacia las grandes ciudades atraído por el desarrollo económico del país, concentrándose en los nuevos Polos de Desarrollo industrial como Álava, A Coruña, Sevilla, Valladolid, Vigo o Zaragoza. En este periodo cambian de residencia 3,7 millones de personas, lo que representa una media anual de 371.972, cifra que habría que incrementar en un 10% correspondiente a los menores de 10 años, no contabilizados por las estadísticas padronales. Los focos de mayor atracción son Cataluña, Madrid, Comunidad Valenciana y País Vasco. La mayor parte de la emigración (60%) tiene un carácter interprovincial o de largo recorrido, frente a un 40% de los movimientos en el interior de las propias provincias.

Como resultado de este intenso trasiego el número de alóctonos, residentes nacidos en otro municipio, crece vertiginosamente llegando en algunos casos a ser mayoría como sucede en Barcelona (61%) y Madrid (57%) en 1970. Al finalizar este periodo e iniciarse el siguiente, el crecimiento desborda los municipios capitalinos y se extiende por sus áreas periurbanas cuya cercanía, buenos transportes y precios de la vivienda las hace más atractivas. El modelo tradicional de éxodo masivo acaba, alimentado en origen por municipios menores de 10.000 habitantes, que participan con un 64,5% y empieza otro nuevo en que las circunstancias varían considerablemente.

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4.4. La emigración entre 1971 y 2000.

Durante las casi tres décadas que van desde 1971 a 2000 se desplazan 15,5 millones de personas, una cifra anual por encima de las quinientas mil. Las circunstancias han cambiado y ya no es el campo el que expulse a su gente, sino las pequeñas y medianas ciudades y la crisis económica que afecta especialmente a las actividades industriales, obliga a buscar refugio entre las actividades terciarias.

4.4.1. Periodo 1971-1975: continúa la emigración rural.

En estos años aún se trata de movimientos masivos desde las áreas rurales hacia las urbanas donde se concentran las ofertas industriales. Las regiones que acaparan estos flujos positivos forma una “Y” griega, cuyos dos ejes, el mediterráneo (Cataluña y Comunidad Valenciana) y el transversal del Ebro (País Vasco, Navarra, La Rioja y la provincia de Zaragoza) se completan con Madrid y los dos archipiélagos. Los saldos, tanto positivos como negativos, son aún voluminosos, pues rebasan los 200.000 inmigrantes en Cataluña, y estos alcanzan los 180.000 en Andalucía. Estas cifras no vuelven a repetirse en los periodos siguientes pues tanto unos como otros quedan por debajo de las 60.000 personas.

4.4.2. Periodo 1976-1980: apunta la crisis industrial.

A grandes rasgos continúa la etapa anterior pero con algunos matices: Cantabria presenta un leve saldo positivo (13 personas), el País Vasco inicia una pérdida constante de población que dura hasta nuestros días, Aragón ofrece saldos globales positivos y lo mismo sucede con Murcia.

El paro comienza a dejarse notar en todas las zonas industriales, lo que sirve de contención para los movimientos migratorios de ambos signos: el superávit inmigrante catalán del periodo anterior se ve reducido a 31.639 personas y las pérdidas andaluzas descienden a 39.668. En Baleares, Canarias y Murcia se van consolidando las actividades turísticas y Navarra y La Rioja sacan provecho de la crisis vasca y de su situación en el Valle de Ebro, cuyos flujos económicos se orientan hacia el Mediterráneo.

4.4.3. Periodo 1981-1985: la crisis contiene la emigración interior.

Durante estos primeros años de la década de los ochenta se producen numerosos cambios en los movimientos migratorios interiores: el volumen desciende de los 1,8 millones a los 1,6 millones de personas, se consolidan como foco de atracción las actividades turísticas frente a las industriales y varias regiones tradicionalmente emigrantes como Andalucía, Castilla-La Mancha, Extremadura y Galicia cambian de signo.

Cataluña sufre por primera vez un salgo negativo de más de 55.000 personas, pérdidas que se concentran en Barcelona y Lérida, mientras Gerona y Tarragona ofrecen saldos positivos. A este retroceso se suma el vasco debido a la crisis que padecen varios sectores industriales obsoletos que precisan de una reconversión profunda para competir con garantías ante el inmediato ingreso en la UE. Finalmente se intensifican los movimientos de retorno de muchos emigrantes a sus zonas de origen por problemas laborales, mejora de las condiciones en los lugares de origen al consolidarse sus Comunidades Autónomas o simplemente por jubilación.

4.4.4. Periodo 1986-1990: bonanza económica y flujo de migrantes.

Superada la crisis económica algunas regiones emigrantes presentan otra vez balances negativos. Se trata de Andalucía, Asturias, Cantabria, Castilla y León, Castilla-La Mancha, Cataluña, Extremadura, Galicia y País Vasco. En el periodo anterior fueron cinco las CC.AA. con saldos negativos, pero ahora se elevan a nueve. Emigran 2,6 millones de personas hacia las actividades terciarias y cuaternarias, que han desplazado a las industriales de etapas precedentes. Los saldos positivos más abultados se dan en Madrid, los dos archipiélagos y la Comunidad Valenciana. El País Vasco con Guipúzcoa y Vizcaya, exceptuando Álava cuyo balance es positivo, encabeza las regiones con mayores pérdidas de población, circunstancia determinada por la situación política que padece.

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Tema 12. Movimientos migratorios en la España del siglo XX

4.4.5. Periodo 1991-1995: nueva crisis y su consecuente incidencia en la migración.

Finaliza la recuperación anterior y el país se encuentra con un nuevo ciclo recesivo que incrementa el paro. Al igual que ocurrió en el periodo 1981-1985, algunas zonas tradicionalmente emigrantes vuelven a obtener saldos positivos debido a los regresos. Es el caso de Andalucía, Castilla-La Mancha, Extremadura y Galicia. El País Vasco mantiene sus fuertes pérdidas, que también crecen en Cataluña. Por primera vez Madrid forma parte de las regiones con saldo negativo, que se explican con la mejora de las comunicaciones, que permite trasladar la residencia hacia las provincias limítrofes: Guadalajara y Toledo tienen un saldo positivo superior incluso al de varias provincias mediterráneas. El volumen de desplazados alcanza los 3,3 millones de personas, la cifra más alta de todos los periodos analizados hasta la fecha con una media anual de 639.263.

4.4.6. Periodo 1996-2000: recuperación económica y movilidad migratoria.

De nuevo el país entra en una fase de expansión económica, lo que produce una movilidad que provoca el aumento del número de regiones con saldos negativos. Los más voluminosos corresponden a Madrid (-49.200), Andalucía (-32.866), Castilla y León (-31.980) y el País Vasco (-27.150). Los saldos positivos se consolidan cada lustro en ambos archipiélagos y en el Levante. Castilla-La Mancha (Guadalajara y Toledo) se sigue beneficiando de la proximidad de Madrid, al igual que las provincias limítrofes acogen a los emigrantes del País Vasco. La media anual del periodo anterior se ve ampliamente superada en estos últimos años (867.986 emigrantes anuales), lo que evidencia la fuerte movilidad interior de signo urbano.

4.5. Migraciones interregionales e intrarregionales.

Durante las etapas del mayor éxodo rural entre 1960 y 1975 predominan los movimientos interregionales o de largo alcance (60%) sobre los intrarregionales (40%). Con el paso del tiempo esta tendencia va cambiando de signo. En 1981 las migraciones dentro de la propia región representan el 48,77%, el 63,83% diez años más tarde y el 66,08% en 2001.

Este cambio hacia el predominio de los movimientos de corta distancia afecta, por un lado, a las zonas donde las llegadas desde el exterior son escasas, adquiriendo mayor importante los desplazamientos propios y, por otro, a aquellas otras en cuyo interior existen acusados desequilibrios que incitan a las migraciones intermunicipales.

4.6. Otras características de las migraciones actuales

Desde mediados de los setenta del siglo XX las migraciones no se alimentan del éxodo rural ni tienen como destino las zonas industrializadas. Ahora los mayores flujos parte de las grandes urbes y capitales de provincia para establecerse en ciudades medias por debajo de los 100.000 habitantes ofreciendo saldos positivos incluso los municipios menores de 10.000 habitantes.

El vaciamiento interior de las grandes ciudades como Madrid y Barcelona a favor de su periferia produce el envejecimiento de las mismas porque su abandono está protagonizado mayoritariamente por jóvenes adultos en edad de procrear. Son los conocidos desplazamientos residenciales que buscan un alojamiento acorde con sus ingresos o con sus convicciones medioambientales.

El flujo de retornados adquiere cierta importancia en aquellas regiones de las que salieron importantes remesas hace varias décadas. Ya jubilados, vuelven atraídos por la nostalgia y el recuerdo. Los ahorros amasados y la reducida paga de la jubilación permiten un mejor nivel de vida en sus lugares de origen.

Otros núcleos que adquieren una gran demanda son los que ofrecen condiciones atractivas, permanentes o estacionales, para los jubilados, ya sea en zonas costeras o de montaña. Cada vez son más numerosas las migraciones en este sentido, principalmente en la zona levantina, balear y canaria,

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Geografía de España

donde la presencia de grupos mayores de 65 años es cada año más importante, según muestran las pirámides de edad recientes.

Por último existen otros tipos de emigración que no se reflejan en los padrones municipales, pero que dejan una huella profunda sobre la economía local o regional. Se trata de los movimientos diarios registrados entre el centro y la periferia de las grandes ciudades. Es un flujo y reflujo que moviliza a millones de individuos, cuyas repercusiones inciden sobre las infraestructuras, medios de transporte y organización social del espacio.

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TEMA 13.

EVOLUCIÓN Y ESTRUCTURA DE LA CIUDAD.

INTRODUCCIÓN.

En la definición de la ciudad unos hacen hincapié en sus aspectos cualitativos y otros en los cuantitativos. Los primeros hablan de núcleo densamente poblado donde la mayoría de las personas ejerce funciones no agrarias. Los segundos prefieren utilizar el tamaño de la población, pero también los contrastes se disparan: en Suecia y Dinamarca un núcleo adquiere la condición de ciudad a partir de los 200 habitantes, en Japón a partir de 30.000. En España a partir de los 10.000.

La ciudad es el ecosistema humanizado por excelencia donde se han conseguido los mayores logros de bienestar y cultura, pero también las más altas cotas de individualismo, alienación y estrés. Su historia no supera los 10.000 años y su origen enlaza con la existencia de unos excedentes agrícolas que permiten diversificar las funciones del grupo y la aparición de artesanos, comerciantes, funcionarios, militares, políticos y sacerdotes. El resultado es una sociedad organizada piramidalmente, que perdura hoy en día pero suavizada.

Cada urbanita tiene una concepción distinta de la ciudad. El resultado es un amplio espectro que va desde quienes se sienten a gusto y satisfechos por su ritmo y las diferentes ofertas que reciben de la misma, hasta los que la aborrecen por las prisas, ruidos y contaminación ambiental que genera.

Cada uno de nosotros se ha construido un mapa mental de la ciudad que conoce valiéndose de sendas, nodos, hitos, bordes y barrios. Pero estos mapas tan subjetivos como imprescindibles para moverse por la ciudad, poseen elementos comunes que se objetivan en imágenes colectivas de enorme interés geográfico.

1. LA CIUDAD PREINDUSTRIAL HASTA EL SIGLO XIX.

El origen de muchas ciudades españolas se remonta a tiempo prerromanos, pero Roma ha dejado la huella más profunda y duradera al rectificar estructuras anteriores o crear ciudades nuevas, siguiendo un modelo estándar sobre dos ejes: el cardo y el decumano, unidas por una extensa red de calzadas. A partir del siglo III de nuestra era las condiciones de inseguridad obligan al amurallamiento de las ciudades. Durante la Edad Media se origina sobre el territorio un doble proceso urbanístico determinado por el dominio musulmán o el cristiano.

1.1. La ciudad musulmana.

Hay dos espacios: la parte noble, donde se halla la mezquita, el comercio de lujo y la zona de baños, y los arrabales, con calles estrechas y sinuosas, a veces sin salida, donde es frecuente que las casas se comuniquen entre sí con pasadizos aéreos. No existen plazas abiertas y cuando los cruces de calles ofrecen un ensanche ahí se instala de inmediato un zoco variopinto. Restos de la ciudad musulmana se encuentran en Córdoba, Écija, Granada, Sevilla o Toledo.

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Tema 13. Evolución y estructura de la ciudad

1.2. La ciudad cristiana.

Organiza su espacio de forma muy distinta, manteniendo durante un tiempo las murallas romanas como perímetro exterior. El comercio trae consigo la aparición a extramuros de barrios (burgos) y conventos a extramuros, que son núcleos especializados en actividades diversas. Alfares, herrerías, hilaturas, molinos harineros, tenerías, etc. Los segundos se dedican a la oración, al estudio y a la caridad. Cuando la inseguridad obliga, se engloba en las murallas acogiendo en su interior todo ese crecimiento urbano junto con sus huertos y otros espacios vacíos, permitiendo el desarrollo de la urbe durante los siglos posteriores sin tener que abandonar la protección de sus muros.

La adición de estos elementos al núcleo originario da a la ciudad cristiana un aspecto polinuclear y heterogéneo, de formas circulares o alargadas en alguna ruta muy transitada como el Camino de Santiago. Pero lo que singulariza este modelo urbano es la aparición de la plaza, porticada, en cuyo entorno se levantan los edificios más nobles que pautan las relaciones sociales, políticas y religiosas.

1.3. La ciudad moderna.

El atractivo de las ciudades en la Edad Media es muy escaso, la mayor parte de la población vive en pequeños pueblos y aldeas ocupadas en la agricultura de subsistencia y el autoconsumo. Hacia 1600 solo Sevilla, puerta del comercio americano, y Madrid, capital de los Austrias, superan apenas los 100.000 habitantes. En 50.000 están Barcelona, Granada, Toledo y Valencia. Entre esta cifra y los 25.000 se sitúan Córdoba, Málaga, Valladolid y Zaragoza, apareciendo por debajo Ávila, Badajoz, Burgos, Jaén, Lérida, Murcia, Pamplona, Salamanca y Segovia. Bilbao tiene menos de 10.000 habitantes y no llegan a los 5.000 La Coruña, Pontevedra y Santander.

La crisis del siglo XVII ruraliza aún más el país, por lo que muchas de estas ciudades pierden una parte de su población que solo recuperaran en el ultimo tercio de la centuria. En su interior aumentan los espacios conventuales, que tanto juego darán posteriormente al desarrollo urbano por la vía de las desamortizaciones. La Ilustración personificada en Carlos III, supone una nueva concepción del espacio urbano desde criterios higienistas y de convivencia ciudadana en la segunda mitad del siglo XVIII. Fruto de sus decisiones es el trazado en Madrid de amplias avenidas y la construcción de monumentos y edificios grandiosos.

A pesar de los imponentes edificios, las condiciones de vida siguen siendo malas en la capital, y peor en el resto de ciudades españolas. Con calles empinadas y malolientes por falta de alcantarillado, y de vías públicas convertidas en estercoleros que solo se limpian cuando llueve intensamente y el agua arrastra la suciedad. No hay alumbrado público. Las jaurías de perros sin amo son una plaga, y las piaras de cerdos del convento de san Antonio Abad retozan libremente, amparados por real privilegio.

Las viviendas desde mediados del siglo XVIII van apareciendo de tres plantas debido a la escasez de suelo en el interior de las murallas. La distribución más habitual de una casa es: la planta baja donde se instalan el comercio y los talleres, en la primera los ricos hombres y la burguesía adinerada, la clase media en la segunda y la servidumbre, junto con la gente de pocos recursos, en la tercera abuhardillada. Entre otras medidas de higiene pública se construyen pozos negros para los desagües, aparece el alumbrado público y se prohíben los enterramientos en las iglesias.

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2. LA CIUDAD INDUSTRIAL EN EL SIGLO XIX Y PRINCIPIOS DEL XX.

La primera etapa de la revolución industrial conlleva frecuentemente un empeoramiento de las condiciones de vida, aumenta el hacinamiento urbano con la edificación en altura y se achican o desaparecen los espacios libres y de cultivo hortícola dentro del recinto amurallado. La oferta de alojamientos es muy inferior a la demanda de los mismos, lo que dispara los precios tanto de venta como de alquiler.

Hacia mediados del siglo XIX la densidad de Madrid es de 384 habitantes por hectárea y de 860 en Barcelona. En sus calles rara vez penetra el sol formándose charcos permanentes donde se descomponen las materias orgánicas arrojadas por el vecindario, a lo que hay que añadir los humos de las pequeñas industrias y las fugas del alumbrado. Esto convierte las calles en un pudridero maloliente, difícil de respirar en verano y siempre foco de enfermedades.

En tales condiciones se eleva la mortalidad al 50 por mil, sin embargo en los distritos del ensanche, espaciosos y bien ventilados, ésta desciende por debajo del 13. Con el paso de los años las transformaciones urbanas son más profundas favorecidas por el derribo de las murallas, la abundancia de solares, que las sucesivas desamortizaciones ponen en circulación, y las mejoras de habitabilidad impulsadas por la burguesía no desde el altruismo sino desde el temor a contagios y epidemias de todo tipo.

La corriente migratoria campesina hacia las ciudades no agota el espacio interior disponible a lo largo del siglo XIX. De los tres estratos que constituyen la sociedad el más numeroso corresponde a la clase baja integrada por los agricultores, que proporcionan los alimentos de primera necesidad cultivando los huertos y granjas del entorno, y por la mano de obra ocupada en las incipientes industrias y servicios. La clase media es mucho más reducida y la forman pequeños funcionarios y comerciantes. El tercer estrato está constituido por la burguesía capitalista, que maneja los medios de producción y de información además de dirigir la ideología dominante: se trata de la clase política, mandos del ejército y clero.

En la segunda mitad del siglo XIX la evolución de los transportes, los logros en la sanidad y la aceptación generalizada de nuevas ideas sobre la calidad de vida introducen profundas transformaciones en la distribución y uso del espacio urbano. El desarrollo de los transportes se ve impulsado por la demanda masiva de la clase trabajadora que ocupa las viviendas más distantes del centro urbano.

Las infraestructuras sanitarias se imponen, aunque lentamente, por el aumento de la mortalidad por la falta de alcantarillado, la contaminación de las aguas y la presencia de basura en las calles. Aún así, son muchas las ciudades españolas que entran en el siglo XX sin tener resueltos los problemas de salud pública, algo que en muchos pueblos se ha retrasado hasta la década de los años setenta y más.

Los ensanches, la ciudad jardín y una variante de ésta, la ciudad lineal, son los resultados más destacados de la ideología liberal aplicada al urbanismo. Antes de los ensanches se busca la reforma de los espacios centrales abriendo grandes vías, pero tales reformas ni son suficientes ni permiten eludir el cinturón de insalubridad que las rodea.

2.1. El ensanche.

Se encuentra a extramuros, producto de una burguesía obsesionada por la uniformidad y el orden, y una respuesta inteligente a los nuevos retos urbanos cuando el crecimiento interno alcanza su techo a expensas del suelo desamortizado. El ensanche barcelonés es el primero (1859), seguido por el de Madrid un año más tarde. Un lustro después se generaliza entre las ciudades españolas al ser considerado de utilidad pública.

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Tema 13. Evolución y estructura de la ciudad

Es un damero de calles ortogonales con espacios abiertos y ajardinados, lo que proporciona mayor luminosidad a las viviendas y una circulación más fluida. Está para la burguesía pudiente y poco numerosa, lo que reduce el volumen de la demanda y motiva que la finalización del proyecto se alargue hasta bien entrado el siglo XX. Surge una ciudad nueva de trazado geométrico y con numerosas manzanas regulares formando calles de 20 metros de ancho, o de 50 para las grandes avenidas.

Los elevados precios de las viviendas propician la aparición de barriadas en la periferia, levantadas sin control por quienes acuden al reclamo de las actividades industriales desde una agricultura de hambre y pobreza. Surgen en suelo rústico sobre parcelas de unos 100m2 utilizando frecuentemente sistemas de autoconstrucción, tienen una sola planta y carecen de los servicios más elementales como pavimento, agua corriente y alcantarillado. Esta ciudad dual es la consecuencia inevitable de una ideología basada en la especulación y de un planteamiento urbano concebido desde la desigualdad, aunque recubierto de filantropía e higienismo.

2.2. La ciudad jardín.

E. Howard (1850-1928) es el creador de la ciudad jardín donde cristalizan los planteamientos utópicos de los grandes patronos decimonónicos que buscan crear comunidades residenciales para sus obreros. Es un asentamiento planificado, de construcción abierta y en el que predomina la calidad ambiental. Está pensado para un máximo de 32.000 habitantes sobre una superficie de 2.500 hectáreas, planificadas para un modelo concéntrico de usos del suelo. El espacio es del común de los ciudadanos y se distribuye entre cuatro cinturones: comercial (que ocupa el centro urbano), residencial, industrial y deportivo. Este último forma parte del cinturón verde externo que marca los límites de la ciudad con el suelo rústico.

La ciudad jardín aparece como un modelo casi autosuficiente que da respuesta a las necesidades de alojamiento, trabajo, servicios y relaciones sociales. Letchworth, la primera ciudad jardín del mundo construida a principios del siglo XX, resulta ser un relativo fracaso porque las industrias se niegan a ocupar los polígonos asignados, pero sirve de modelo para las new towns que van a surgir después de la Segunda Guerra Mundial.

Este modelo de urbanismo se incorpora a nuestro ordenamiento jurídico a través de las Leyes de Casas Baratas durante la dictadura de Primo de Rivera en los años veinte. En la periferia de las ciudades, sobre suelo barato, tanto la iniciativa privada como los ayuntamientos construyen viviendas unifamiliares de bajo costo, pero elevada calidad ambiental por estar rodeadas de numerosos espacios verdes. Con el paso de los años la mayoría ha sido tragada por el crecimiento urbano, pero otras mantienen sus estructuras originales, si bien han ido incorporando todas las comodidades últimas descubiertas para el hogar.

2.3. La Ciudad Lineal.

Ideada por Arturo Soria (1894) para unir dos ciudades ya existentes. Según éste la ciudad perfecta podría extenderse desde Cádiz a San Petersburgo y desde Bruselas a Pekín formando un interminable río urbano de no más de 500 m de anchura, con una vía principal de 40 m y sendas calles transversales en torno a los 200 m de largo por 20 m de ancho. Los servicios comunitarios se ubicarían espaciadamente a lo largo de la citada vía y las viviendas unifamiliares, de 80 m2, formarían un damero regular sobre parcelas de 400 m2 con huerto y jardín propios.

En los planteamientos de Soria no cabe la especulación ni los abusos ante la inexistencia de un centro urbano que siempre acaba por succionar los flujos del comercio, la diversión o la cultura. Todos los espacios transversales están a la misma distancia del eje longitudinal, lo que favorece el control de los precios y la convivencia entre pobres y ricos.

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Su proyecto pretende unir el este madrileño (Canillas) con Pozuelo de Alarcón formando un inmenso arco hacia el noroeste a través del monte del Pardo. Las dificultades surgidas para la obtención del suelo son tan grandes que sólo se consigue ejecutar una cuarta parte de dicho proyecto. Actualmente se mantiene en pie una pequeña porción de la Ciudad Lineal, cuyas viviendas unifamiliares han sido sustituidas por centros comerciales y bloques de oficinas o de viviendas.

3. EL URBANISMO ENTRE 1940 Y 1975.

La evolución de la ciudad en los años cuarenta y cincuenta se debe a la tarea de su reconstrucción y, en las dos décadas siguientes, por las fuertes corrientes migratorias llegadas desde el campo. Predomina la infravivienda formando polígonos con criterios ordenancistas y de segregación social a tenor con la ideología de la dictadura. Proliferan los poblados, barriadas o colonias de casas económicas para la gente de menor poder adquisitivo.

Es un tipo de construcción uniforme tutelada por el Estado y no exenta de cierta preocupación higienista que enlaza con etapas anteriores. Fruto de estas inquietudes es la amplia legislación sobre la vivienda que surge en ese tiempo. La fase siguiente lleva a los bloques agrupados de baja calidad, al llamado chabolismo vertical cuyas torres parecen cajas de cerillas alineadas. El Estado echa mano de la concurrencia privada para la construcción de estas viviendas sociales, que eran sinónimo de clase inferior.

3.1. Viviendas para la emigración y el desarrollo industrial.

La calidad del tipo alojamiento empeora en los suburbios del extrarradio, por la precariedad de medios del inmigrante, del sistema de autoconstrucción utilizado y del relajamiento de los controles oficiales. Se forman núcleos de chabolas que carecen de servicios, pero donde sobreabunda la mano de obra poco cualificada y barata, que alimentó el proceso industrial del Plan de Estabilización de 1959.

Durante los años sesenta y setenta se rompen el ritmo y el modelo de construcción precedentes debido a la avalancha migratoria, al desarrollo industrial, a la llegada masiva del automóvil, a la obsesión por la vivienda propia y al incremento de los servicios. La coincidencia de tales procesos origina una incontrolable explosión urbana en torno a proyectos megalómanos, que luego apenas prosperan.

Surge un modelo de ciudad a imagen y semejanza de la clase media emergente, con manzanas abiertas cuyos bloques de ladrillos se alinean formando calles estrechas. La densidad es grande y el espacio urbanizado se extiende desordenado hacia la periferia, donde enlaza con zonas residenciales de etapas anteriores. La ciudad muestra una fuerte especialización funcional de sus distritos: las actividades terciarias se localizan en el centro, las industriales el extrarradio formando polígonos y las comerciales eligen las zonas históricas de gran tradición mercantil u otras nuevas, pero atractivas para la demanda.

3.2. El deterioro de los centros históricos.

En numerosas ciudades es un portón abierto para los intereses especulativos del suelo, incluidas las propias Administraciones locales. El desdén por el pasado y la búsqueda de la rentabilidad más inmediata llevan a la

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Tema 13. Evolución y estructura de la ciudad

demolición de manzanas enteras, donde se construyen bloques cuyos materiales, formas y colores desentonan. La mayoría de ellos alberga bancos, cafeterías y bares a pie de calle y oficinas de todo tipo en las plantas superiores.

En estos años la ciudad sufre una profunda reforma interior como ocurrió a finales del siglo XIX, pero sin mostrar las inquietudes medioambientales de entonces. Muchas de las construcciones de época son derribadas, argumentando que rompen con la armonía del entorno y el índice de ocupación del suelo es una ofensa ante las necesidades de la demanda. Finalmente todos los Planes de Urbanismo parecen subordinar el desarrollo de las infraestructuras a las exigencias del automóvil.

4. LA CIUDAD ACTUAL (1975-2000).

En la segunda mitad de los años setenta el crecimiento urbano se retrae y se desarrolla entre las clases medias una gran inquietud por las condiciones medioambientales de la ciudad, cuyas competencias pasan al dominio de las Administraciones locales a partir de 1979.

En la desaceleración del crecimiento de las grandes ciudades intervienen varias causas como la caída de la natalidad, el descenso de los movimientos migratorios y la crisis industrial. Ésta origina un fuerte desempleo sobre todo en el siderúrgico, el naval o el textil, con el cierre de los pequeños talleres que no soportan su acometida, liberando espacio en el interior del casco urbano. Los que se mantienen comienzan un proceso de reconversión y de concentración industrial para ubicarse en los polígonos organizados de la periferia.

En esta fase de crisis generalizada se benefician las ciudades medianas y pequeñas frente a las grandes metrópolis porque se impone un modelo de desarrollo distinto, el de la industrialización difusa. Los movimientos migratorios existentes, aunque más débiles, cambian de rumbo para dirigirse hacia los nuevos asentamientos industriales.

4.1. Elementos de la estructura interna de la ciudad actual.

A finales de los años setenta comienza a cambiar la idea que se tiene del urbanismo desde el punto de vista social. La gente no se resigna ante los desmanes precedentes contra la calidad de las viviendas, la insuficiencia de espacios públicos y las agresiones al medio ambiente. Los planes de urbanismo salen a información pública, y con las diferentes enmiendas, se van ajustando a las exigencias de las asociaciones de vecinos, concienciadas y luchadoras. La mejora del transporte y del alumbrado público en los barrios, la creación de centros de salud o la escolarización generalizada son logros patentes de estas reivindicaciones colectivas.

En la década de los ochenta, esta inquietud por la calidad se traduce en la repoblación arbolada de avenidas, reconquista de espacios ajardinados y parques y peatonalización de cascos históricos. Éstas son recuperadas para el comercio minorista a la vez que se convierten en lugares de encuentro y deambular relajado. Se rehabilitan los edificios más señeros manteniendo sus funciones seculares o dándoles otra nueva como sedes de instituciones autonómicas u oficinas de grandes empresas.

En la ciudad se distinguen varios elementos, áreas o paisajes urbanos diferentes entre sí tanto por la función que desempeñan como por la forma de sus edificios o la clase social de sus moradores. Se trata del núcleo central, zonas residenciales, áreas comerciales, espacios industriales y franjas rururbanas, ya en la periferia.

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4.1.1. El núcleo central.

Tiene rasgos muy precisos dibujados por un patrimonio monumental de antigüedad milenaria y por unas funciones terciarias de origen reciente. Es el espacio urbano que mejor conocen sus habitantes y al que ven como símbolo de su identidad. Hacía él converge todo tipo de transportes, gozando de una gran accesibilidad, con una gran congestión durante los horarios comerciales. El núcleo aparece dividido en dos partes contrastadas: el centro histórico y el centro de negocios, conocido éste internacionalmente como CBD (Central Business District). En la mayoría de las ciudades españolas el casco antiguo mantiene su identidad, siendo un punto de encuentro para la cultura, el comercio minorista y el ocio, con calles peatonales y toda una serie de restricciones para el uso del automóvil. El CBD se caracteriza por la densidad comercial y de otros servicios, los elevados precios del suelo, las buenas comunicaciones y una escasa o nula presencia industrial. A pie de calle se instalan los comercios especializados y sucursales bancarias, quedando las plantas superiores para oficinas y despachos profesionales.

Desde un punto de vista residencial ambas zonas mantienen una población cada vez más envejecida, aunque de extracción social diferente. En el centro histórico vive una clase humilde porque la antigüedad y el deterioro de los edificios permiten que los precios de compraventa, gastos generales y alquiler de la vivienda sean asequibles.

En el centro de negocios, cuyos edificios más nobles arrancan de los ensanches de finales del XIX y principios del XX, el elevadísimo precio del suelo atrae a una clase acomodada. Su éxito como centro de comercio y de ocio está originando al CBD graves problemas de circulación y aparcamiento, sobre todo en algunas fechas y determinadas horas, que ni el transporte colectivo es capaz de resolver. Sin embargo, adquiere rasgos de desierto demográfico cuando las actividades terciarias cesan al atardecer.

El núcleo central es una zona dual donde se yuxtaponen, sin mezclarse, dos grupos sociales, dos economías y dos ritmos de la vida urbana. Hacia el exterior se abre una zona de transición con negocios y comercios que poseen un menor atractivo al igual que las viviendas, ocupadas por una población que vive de los numerosos servicios que fluyen del CBD.

4.1.2. Las zonas residenciales.

Acaparan la mayor parte del espacio urbano de forma cada vez más exclusiva. Aunque hasta bien entrado el siglo XX lo compartieron con terrenos e instalaciones agrícolas y ganaderas primero, y luego con establecimientos industriales de todo tipo. Con el tiempo el paisaje residencial urbano se homogeneiza al liberarse de otros usos del suelo, pero mantiene unas profundas diferencias internas, que no son más que un reflejo de los contrastes sociales existentes. En ciudades pequeñas y medianas cada una de las zonas suele ocupar un espacio continuo sobre el tejido urbano, no así en las grandes urbes donde un mismo nivel residencial suele fragmentarse en nódulos separados, que responden a diferentes etapas de su crecimiento.

El nivel económico delimita los contornos residenciales, puesto que los costes de la vivienda crean barreras invisibles tanto para quienes no alcanzan como para los que superan ampliamente los precios establecidos. Se distinguen peculiaridades internas pues las parejas con niños pequeños buscan espacios amplios y de mejor calidad medioambiental en la periferia, mientras que los menos jóvenes o jubilados prefieren el centro de la ciudad. La cercanía del lugar de trabajo ha perdido su importancia debido a la inestabilidad generalizada en el empleo y a la mejora de los transportes.

En el centro de las ciudades, la función residencial ha ido perdiendo espacios en beneficio de las actividades terciarias, por lo que aquélla ha crecido hacia la periferia. Pero lo ha hecho formando núcleos que dejan entre sí amplios espacios sin edificar y que se benefician de una excelente infraestructura viaria. La ciudad es un organismo en continua evolución, por lo que las áreas residenciales aumentan, disminuyen o cambian de composición social.

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Tema 13. Evolución y estructura de la ciudad

4.1.3. Las áreas comerciales.

El comercio está en los orígenes de la ciudad, elige los lugares mejor comunicados y de mayor tránsito peatonal para su instalación. Está presente en todo el tejido urbano, aunque hay una tendencia hacia la especialización por áreas, como se constata en las ciudades históricas. La importancia adquirida por el núcleo central hace de éste un foco de máximo interés para el comercio especializado, que se beneficia tanto de su buena accesibilidad como de una cierta economía de aglomeración, la cual aviva la demanda.

La omnipresencia comercial se reduce a unos cuantos productos de primera y cotidiana necesidad, como algunos alimentos, prensa diaria, tabaco, farmacia y poco más. Esto se da especialmente en las áreas residenciales del extrarradio, cuya función dormitorio las ha convertido en zonas de baja densidad urbana durante la mayor parte del día. Sus exigencias comerciales son satisfechas en las grandes superficies de la periferia. Los horarios partidos, la incorporación laboral de la mujer, los avances en la conservación de los alimentos y el uso generalizado del automóvil han hallado una cómoda respuesta comercial en este tipo de establecimientos, donde se realiza la compra una vez por semana.

4.1.4. Los espacios industriales.

Han estado siempre inmersos en la estructura urbana, primero como una actividad industrial larvada en su fase de artesanía y luego desplegándose con todo su esplendor a partir de la Revolución Industrial del siglo XVIII, que en España se retrasa hasta bien entrado el XIX. La presencia de la industria en el interior urbano ha sido masiva hasta bien rebasada la mitad del siglo XX en forma de pequeños establecimientos y de grandes instalaciones.

A partir de la crisis de los setenta la industria tradicional ha ido clausurando numerosos establecimientos distribuidos por toda la ciudad. Estos viejos locales conocieron una fuerte revalorización ante el crecimiento de las actividades terciarias más diversas. El carácter preponderantemente urbano de la industria desde sus orígenes se explica por diversos factores:

- Abundancia de mano de obra poco cualificada y barata. Una mayor especialización de la misma, sólo la proporcionan los centros formativos y de investigación urbanos.

- Cercanía de un extenso mercado de consumidores. La venta en el entorno abarata su precio y facilita la competencia.

- Disponibilidad de una red de transportes que favorece los intercambios con el exterior urbano en ambas direcciones.

- Presencia de otras muchas industrias, lo que se conoce como una economía de aglomeración, reduciendo costos e incrementando los servicios comunes.

- Ubicación de los centros de poder tanto político como financiero, cuyas decisiones inciden constantemente en la reorganización del espacio industrial, con el olvido en ocasiones del sentido y del bien común.

A estas razones genéricas y de carácter objetivo hay que añadir otras muchas más imprecisas y coyunturales como el precio del suelo, la demanda residencial, la oferta de espacios industriales baratos en la periferia, etc. El resultado ha sido una industria polinuclear, distribuida por todo el tejido urbano pero intensificando su presencia allí donde predominaba alguno de estos factores.

En los años setenta se originó un amplio movimiento de limpieza industrial en el interior de las ciudades con el cierre durante la crisis de muchos establecimientos o la reubicación del resto en los polígonos del extrarradio. La fuerte demanda residencial, motivada por los intensos movimientos migratorios en la década precedente y por el bautizado como milagro económico español, paliaron en parte estos cierres y generaron cuantiosos beneficios a los oportunistas inmobiliarios.

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En la actualidad no existen en el interior urbano industrias contaminantes propias del desarrollismo como la producción y primera transformación de los metales, fabricación de materiales para la construcción, algunos subsectores químicos, máquinas herramientas e industrias de la alimentación, madera o textil. Permanecen, en parte, aquellas que no necesitan amplios espacios y utilizan una tecnología respetuosa con el medio ambiente, como los talleres de confección, artes gráficas, joyería y bisutería, laboratorios y construcción de inmuebles, aunque esta última actividad tiene rango propio por su importancia en el sector secundario.

4.2. Núcleos de la periferia urbana.

Durante el último cuarto de siglo están siendo numerosas las transformaciones de la periferia urbana en forma de polígonos residenciales, viviendas unifamiliares, ciudades dormitorio, grandes superficies comerciales, parques tecnológicos y otro tipo de instalaciones diversas.

4.2.1. Los polígonos residenciales.

Son de promoción privada, forman un conjunto de bloques aislados, de más de cuatro alturas y entre los que no existen calles sino diferentes accesos para los automóviles. Tienen abundantes espacios ajardinados y disponen de una dotación mínima de servicios como bares, comercios al por menor, tiendas de ultramarinos, farmacia, tintorería y otros. El aislamiento y la uniformidad externa que presentan estos bloques son una representación de la falta de relaciones personales entre los vecinos y de la pertenencia común a una clase media acomodada, características que difieren de las del conjunto urbano, donde priva la diversidad en todos los órdenes.

4.2.2. Las viviendas unifamiliares.

Para las clases medias son una variante más moderna de alojamiento, situada entre los polígonos residenciales y las ciudades dormitorio. Su origen remoto se inspira en la ciudad jardín del siglo XIX y el más cercano está, a semejanza de los modelos europeos, en el aumento de nivel de vida de funcionarios, profesionales y obreros cualificados que buscan la calidad de vida a través de una mayor privacidad en la vivienda, organizada en pares de bloques (pareados) en cuya parte trasera se encuentra un jardín en miniatura. Se trata de barrios cuyo aspecto desde el exterior semeja una muralla escalonada, cerrados sobre sí mismos, y sin estar pensados para las relaciones interpersonales por la ausencia de plazas y lugares de encuentro y por el estilo de vida que llevan sus moradores.

4.2.3. Las ciudades dormitorio.

Han surgido alrededor de un núcleo antiguo pequeño y cercano a una gran ciudad, del que se han convertido en un apéndice desmesurado que lleva su propio ritmo al margen de las costumbres, modos de vida y tipo de construcción de aquél. Estas aglomeraciones adolecen de una verdadera función urbana puesto que se limitan a servir de dormitorio y descanso a una población activa que se desplaza diariamente a la metrópoli. Carecen de comercios y servicios importantes, pero sobre todo de una oferta de empleo suficiente como para evitar ese trasvase diario.

En su origen estos megadormitorios acogían a una mano de obra industrial y de bajo nivel adquisitivo. Pero últimamente ha ido surgiendo para los trabajadores de elevados ingresos otro tipo de aglomeración más acorde con su nivel económico. Eligen la periferia porque tienen cierto rechazo hacia el interior de la gran urbe donde las prisas, el ruido y la contaminación les reducen notablemente la calidad de vida.

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Tema 13. Evolución y estructura de la ciudad

4.2.4. Las grandes superficies comerciales.

En esta denominación entran los centros comerciales, grandes almacenes, hipermercados y supermercados. Son puntos de venta al por menor que cubren una superficie por encima de los 2.500 m2, incluidos sus amplios aparcamientos. Debido a los flujos que generan se sitúan sobre lugares bien comunicados y sus instalaciones precisan regulación y permisos especiales de los municipios por los recelos que levantan entre los pequeños y medianos comerciantes. Con los años su proliferación ha aumentado y no hay ciudad que no cuente con varios de tales centros en sus inmediaciones.

4.2.5. Los parques tecnológicos.

Son concentraciones de empresas de alta tecnología o tecnología punta, que aprovechan unas atractivas ventajas fiscales y de otros muchos servicios como suelo barato, excelentes infraestructuras viarias, centros de investigación próximos, así como instalaciones deportivas y de ocio satisfactorias. Tienen características comunes con los complejos y parques industriales como el hecho de beneficiarse de las ventajas de las economías de aglomeración, pero su especificidad consiste en dedicarse a tecnologías punta.

4.2.6. Las instalaciones diversas.

Engloban bloques de oficinas, restaurantes y áreas de turismo y ocio que jalonan las salidas de las grandes urbes. Atienden a las necesidades del sector terciario, propias de una sociedad volcada hacia los servicios, como son el transporte, comunicaciones, seguros, banca, sanidad o educación, y también las del denominado sector cuaternario, que buscan satisfacer las demandas cada vez más crecientes de ocio, gastronomía, turismo e información. La terciarización urbana es uno de los rasgos que definen la ciudad del presente, cuya apuesta de futuro estará en su propia promoción, en los monumentos y peculiaridades que atesore y en los eventos que organice en torno al nuevo motor de la economía, el turismo, que de una forma u otra incide sobre todas las actividades socioeconómicas.

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TEMA 14.

LAS ACTIVIDADES AGRARIAS

1. EL PASO DE UNA AGRICULTURA TRADICIONAL A OTRA DE MERCADO.

España ha estado inmersa en una agricultura tradicional hasta mediados del siglo XX, caracterizada por su baja rentabilidad, población activa superior al 60%, débil mecanización y elevado autoconsumo. A partir del Plan de Estabilización de 1959 la agricultura, en un contexto de profundo cambio de la economía, vive una serie de transformaciones radicales entre las que destacan:

1. El éxodo masivo desde el campo hacia las ciudades y el extranjero de más de dos millones de agricultores, lo que supone un descenso de la población activa al 28% en 1971. A comienzos de 2002 se sitúa en el 6,5%.

2. El abandono de casi medio millón de pequeñas explotaciones entre 1962 y 1972 con sus secuelas de pueblos abandonados, avance de la erosión y otros daños sobre el medio ambiente.

3. El fuerte déficit en la balanza de pagos por la importación de productos mucho más competitivos que los propios como maquinaria, fertilizantes, fitosanitarios, piensos compuestos y material genético ganadero.

4. La rápida y excesiva industrialización de las actividades agrícolas hasta superar incluso los límites rentables. La mayoría de los medianos y pequeños agricultores adquiere su propio tractor y demás aperos a costa de un elevado nivel de endeudamiento que mantiene el campo en su secular postración.

Hasta la llegada de la crisis en los años setenta se extiende una década de grandes logros para la agricultura, que se beneficia de una variada oferta tecnológica, energía barata y fuerte demanda de sus productos desde una sociedad urbana en constante desarrollo. El mismo éxodo, que a la larga originó un envejecimiento del campo, dio salida a una presión que se hacia angustiosa por momentos mientras la industria y los servicios pedían con insistencia mano de obra abundante, barata y de escasa cualificación.

Actualmente se dispone de un sector agrícola moderno e integrado en los mercados internacionales, pero que no ha resuelto alguna de sus antiguas malformaciones como la pervivencia del minifundio junto a una pésima distribución de la propiedad, y que comete graves errores desperdiciando el agua y empobreciendo los suelos con el abuso de fertilizantes y pesticidas.

2. DISTRIBUCIÓN DE LA TIERRA POR APROVECHAMIENTOS.

2.1. El número de explotaciones.

Se va reduciendo significativamente pues en la década transcurrida entre 1989 y 1999 han descendido de 2,2 a 1,7 millones. Esto significa que han variado los regímenes de tenencia y que ha crecido el tamaño medio de la explotación pasando de 18,8 ha en 1989 a 23,6 ha diez años más tarde. La situación continúa siendo manifiestamente mejorable si se recuerda que en 1968 el Plan Mansholt afirmaba que un agricultor, con los medios técnicos de entonces, estaba en condiciones de cultivar unas 40 ha. Años

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Tema 14. Las actividades agrarias

después Tamales consideraba que en las zonas de secano mecanizable de la meseta norte la superficie mínima por explotación debería situarse en torno a las 200 ha.

2.2. La estructura agraria.

Repetidamente antieconómica, ha empeorado en la última década al aumentar las parcelas por explotación de 8,1 a 10,1. Aunque la concentración parcelaria de mediados del siglo XX tuvo un efecto positivo sobre los terrazgos cerealistas castellanos y aragoneses, y que la oleada migratoria inmediata consolidó dicho proceso, pero fue insuficiente por carecer de continuidad. Su incidencia en el regadío y en los dominios del olivar y del viñedo ha resultado muy escasa por falta de voluntad política y porque cualquier permuta despierta los recelos del agricultor.

Hay que racionalizar la situación dado en número de parcelas que hay diseminadas por explotación. El 26% de las explotaciones españolas tiene más de diez parcelas y el 7,4%, más de treinta. Galicia es el caso más llamativo, ya que en el primer caso el porcentaje se eleva hasta el 64,8% y en el segundo al 17,1%. En Murcia estos valores descienden al 4,1 y al 0,3% respectivamente.

2.3. Los regímenes de tenencia.

Los regímenes de tenencia en propiedad, aparcería y otras modalidades (cesión gratuita, en fideicomiso, en censo, etc.) han perdido durante el período intercensal 2,3 millones de ha, que han pasado el control del arrendamiento. Este sistema, por el que el arrendatario paga una cantidad de dinero al propietario, crece porque es el que mejor se adapta a las exigencias de ambos y es previsible que siga aumentando en el futuro. Entre los regímenes de tenencia el de la propiedad, a pesar de su retroceso, mantiene bajo su control el cultivo de casi las tres cuartas partes de la superficie total.

El éxodo de los agricultores debería haber propiciado un gran desarrollo del tamaño de las explotaciones y del sistema de arrendamiento. Pero no ocurrió porque el emigrante tomó precauciones por si debía volver, a la vez que en muchos casos seguía controlando directamente el cultivo de la explotación o parte de ella para complementar los ingresos de su bajo sueldo en la industria.

2.4. Superficie total y otras superficies cultivadas.

La superficie total, que bajo alguna de las modalidades de aprovechamiento pertenece al ámbito agrario, asciende a 42,2 millones de hectáreas en 1999, un 83,5% de los 50,5 millones que tiene España. Comprende dos grandes conjuntos: la superficie agrícola utilizada (SAU) con 26,3 millones de ha (62,4%) y otras tierras con 15,9 millones (37,6%). La SAU se distribuye entre las tierras labradas, donde se cultivan plantas herbáceas y leñosas, y los pastos permanentes. Las otras tierras corresponden a eriales, bosques y otras superficies como cuadras, eras, baldíos o canteras.

Aun cuando la superficie total ha disminuido desde el censo de 1989 en más de 750.000 ha, la SAU en su conjunto ha ganado 1,7 millones de ha, destinadas a la ampliación del olivar, herbáceos y pastos permanentes, si bien ha retrocedido en el resto de los cultivos leñosos. Los cambios más abultados se registran en el grupo de otras tierras, donde los eriales y el matorral se expanden un 40,5% mientras se reduce la masa boscosa un 14,9% y un 66,4% las otras superficies.

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3. SECANO Y REGADÍO.

Como consecuencia del clima mediterráneo, que afecta a la mayor parte de la Península, el secano es la condición natural de los cultivos españolas. Estas mismas circunstancias climáticas convierten las tierras en abundantes vergeles cuando se hace posible el regadío. En el 18,7% de la superficie labrada regable, frente al 81,7% que abarca el secano, se produce más de la mitad del valor de la producción agrícola total.

3.1. Características y distribución del secano.

El secano cubre una superficie de 10,3 millones de ha y por el tipo de aprovechamiento, tres cuartas partes del mismo se dedican al cultivo de herbáceos, entre los que destacan los cereales con seis millones de ha. El olivar se aproxima a 1,9 millones, el viñedo rebasa las ochocientas mil y los frutales las seiscientos mil, con el almendro a la cabeza.

Los cultivos de secano dibujan el paisaje de la España interior puesto cuatro de sus regiones acaparan el 63,6% del total: Castilla-La Mancha (24%), Castilla y León (23%), Aragón (9,8%) y Extremadura (6,8%), porcentaje que supera el 72% si se suma el millón de ha que reúnen las provincias andaluzas de Córdoba y Jaén, también interiores. En todo el norte atlántico la presencia de secano se reduce a un 2,5% sobre el total, adquiere cierta relevancia en las provincias mediterráneas (20,6%), incluidas Baleares, y casi desaparece en Canarias.

3.2. Características y distribución del regadío.

Es una técnica agrícola milenaria que tiene como fin compensar la escasez o la falta de lluvia para el desarrollo de las plantas. Su importancia no está tanto en la cuantía de agua disponible como en la de horas de sol y en la ausencia de heladas, de manera que se aproveche al máximo las condiciones térmicas favorables de nuestro entorno mediterráneo.

Los sistemas de riego han evolucionado desde los tradicionales por inundación a manta y filtración guiada por surcos a los más modernos por aspersión y goteo, utilizándose en las plantaciones más avanzadas la informática para la distribución del agua, fertilizantes y fitosanitarios. A pesar de dichos avances, aún se riega por gravedad el 43,6% de las tierras, el 27,6% por sistema localizado (goteo, microaspersión, exudación, etc.), el 27,3% por aspersión y por otros métodos, el 1,5% restante.

A lo largo del siglo XX los 1,2 millones de ha regables en 1900 casi se han triplicado debido a la construcción de las más de mil presas existentes y a la elevación de agua subterránea, cuyos caudales riegan el 68% y el 29% de la superficie, respectivamente. Pero no toda la superficie se rentabiliza con la misma intensidad, de ahí que distingamos entre regadío extensivo e intensivo.

3.2.2. El regadío extensivo.

Trata de compensar mediante riego la falta de lluvia en la época decisiva para la fructificación de las plantas, normalmente durante la primavera o comienzos del verano, y estuvo hasta los años setenta más vinculado con la agricultura tradicional que con la moderna tecnificada. Se dedicaba al cultivo de cereales (trigo y maíz sobre todo) y, en una segunda fase de mayor intensidad, al de la patata y remolacha como productos más valorados, introduciendo en la rotación los cereales y la alfalfa para descanso de la tierra. Este sistema, propio de la España interior, utilizaba el riego a manta o por gravedad cuya eficacia se ha calculado, en las mejores circunstancias, que es del 60% debido a pérdidas de agua por canalizaciones defectuosas, irrigación excesiva, abundancia de malas hierbas y evaporación superficial.

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Tema 14. Las actividades agrarias

Actualmente el regadío extensivo está plenamente tecnificado y, siguiendo las directrices de la PAC, ha reducido la producción remolacha azucarera a favor del maíz al que se dedica una superficie en torno a las 400.000 ha. En el regadío intensivo se consiguen tres o más cosechas anuales a lo largo de varias estaciones aprovechando las óptimas posibilidades que ofrece la orla mediterránea, las cuencas de los grandes ríos (menos la del Duero) y el archipiélago canario.

Las nuevas plantaciones y técnicas incorporadas al terrazgo mediterráneo han modificado sustancialmente no sólo el paisaje sino también la estructura de la explotación y del poblamiento tradicionales. Las transformaciones del paisaje han sido profundas porque la expansión de cítricos, hortalizas, frutales de hueso de clima templado y frutales tropicales ha reducido la presencia cerealista al 7% de la SAU en la Comunidad Valenciana, cuando la media española está en un 26,6%, y porque los invernaderos cubren miles de hectáreas, cuya rentabilidad es muy discutible.

En cuanto a la estructura de la explotación, son frecuentes las explotaciones más modernas de 100 y hasta 200 ha, considerándose como algo a desaparecer las pequeñas huertas tradicionales y de cultivo artesanal. La expansión urbana ha ido succionando las vegas (llanuras aluviales) del extrarradio a la vez que se ampliaba la superficie regable con la roturación de amplias y soleadas laderas. La espesa red de infraestructuras de todo tipo (electricidad, carreteras, agua potable y alcantarillado) ha favorecido la proliferación de un doblamiento disperso huertano.

Los 3,2 millones de ha de regadío, que ascienden a varios cientos de miles más si se incluyen los pastizales de montaña regados en el estío y las fincas no declaradas, se distribuyen entre Andalucía (26,1%), Castilla-La Mancha (14,7%), Castilla y León (12,5%), Aragón (11,8%), Comunidad Valenciana (8,9%), Cataluña (7,2%), Extremadura (6,8%) y Murcia (5,2%).

De estas ocho regiones, que concentran el 93,2% de la superficie, las más importantes son las mediterráneas dedicadas al regadío intensivo, cuyas condiciones térmicas les permiten conseguir tres o más cosechas en productos hortícolas.

Todas esta fertilidad se nutre de las horas de insolación anual, por encima de las 2.800, y de la existencia de agua suficiente en forma de riego, pero no de lluvia porque suele traer con frecuencia catástrofes por la intensidad y el momento inoportuno de su caída, y por otros fenómenos atmosféricos que la acompañan (fuerte viento, granizo). Junto con el sol y el agua, el hombre es el tercer elemento determinante que ha sabido aplicar técnicas refinadas, conseguir en el laboratorio variedades de producción ininterrumpida, obtener productos de calidad y tamaño nuevos y organizarse para imponer su presencia en los mercados mundiales.

3.2.3. El regadío intensivo.

Ocupa algo más del millón de ha, de las que el 82% se extiende entre Tarragona y Cádiz, destacando la Comunidad Valenciana (31%), seguida por Andalucía (29%) y Murcia (13%). Los productos que cubren la mayor parte de esta superficie son los cítricos, cultivos hortícolas, frutales, uvas de mesa y flores, entre otros. Fuera del ámbito mediterráneo aparecen los regadíos del Maresme barcelonés y de las cuencas del Jalón, Cinca, Segre, Tajo y Guadiana.

Desde el punto de vista social, el regadío siempre ha originado una mayor densidad demográfica que el secano cerealista, debido a una productividad más elevada y a la variedad y dispersión en el tiempo de sus cosechas. Aunque la mecanización de gran parte de las tareas agrícolas ha reducido drásticamente la mano de obra en los regadíos del interior, aún persisten otras no mecanizadas, como la recolección de fruta. Son las industrias que manipulan y conservan los productos agrarios las que más han colaborado en la fijación e incluso en el leve incremento de estas poblaciones del interior.

Las tierras de regadío intensivo ofrecen un paisaje mucho más humanizado que las del extensivo. Desde los años noventa se han convertido en importante focos de inmigración que han repercutido en la estructura poblacional, desarrollo de las infraestructuras y servicios y enriquecimiento generalizado

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de las zonas. También han originado las tensiones sociales propias de la convivencia entre culturas diferentes, que no debe de empañar los beneficios que conlleva el mestizaje.

4. CULTIVOS HERBÁCEOS.

Los cultivos herbáceos son los cultivos más extensos dentro de las tierras labradas, pues cubren una superficie de 12,4 millones de ha, que representan el 73,3% de las tierras labradas. Se caracterizan por ser de tallo tierno y duración anual, y forman parte de los mismos los cereales, leguminosas para grano, patata, cultivos industriales y forrajeros, hortalizas, flores y plantas ornamentales, semillas y plántulas destinadas a la venta, barbechos, otros cultivos herbáceos y huertos familiares.

4.1. Los cereales para grano.

Su recolección ha de hacerse en seco porque si es en verde para consumo de animales entran en la categoría de forrajes, pertenecen numerosas especies, aunque las más conocidas se reducen a siete: trigo, cebada, avena, centeno (cereales de invierno), arroz, maíz y sorgo (cereales de primavera). La producción conjunta es de unos 22,5 millones de toneladas, cantidad insuficiente para cubrir la demanda interior ganadera por lo que las importaciones netas ascienden a 2,5 millones de toneladas de maíz. Los siete millones de ha de cultivo representan más de la mitad de los herbáceos (56,4%) y se concentran en Castilla y León (33,5%), Castilla-La Mancha (21,7%), Andalucía (12,2%) y Aragón (11,8%).

El trigo ha dominado las tierras cerealistas hasta los años setenta del siglo XX, cuando perdió su dominio ante la cebada. Los 2,5 millones de ha se distribuyen entre el trigo blando (63,2%) y el duro (36,8%), diferenciados por el destino que se da a sus harinas: para panificación las del primero y para sémolas y pastas las del segundo. La producción está en torno a los 5,5 millones de toneladas anuales. La preeminencia de la cebada (3,2 millones de ha) se debe a la demanda que sobre ella ejerce la industria cervecera, que convierte en bebida la mayor parte de los once millones de toneladas anuales producidas.

La avena y el centeno siempre han sido los cereales pobres relegados a las tierras marginales, de ahí que su rendimiento por ha en secano sea de 1.700 kg/ha frente a los 3.000 de la cebada o los 2.700 del trigo. Ocupan algo más de setecientas mil ha, repartidas en su mayor parte entre las dos Castillas y Extremadura.

El maíz, de origen americano, tiene suficiente con un ciclo de 4-5 meses desde la siembra hasta su recolección si está en un ambiente soleado y no carece de agua en el suelo. Estas características se dan parcialmente en el medio atlántico (Galicia), y no en el resto salvo que se recurra al riego durante el periodo de sequía. Ocupa unas 400.000 ha distribuidas por Castilla y León (27,6%), Aragón (15,2%), Extremadura (13,5%) y Castilla-La Mancha (11,8%). Los cuatro millones de toneladas anuales recolectados apenas cubren dos tercios de la demanda, que ha de completarse con importaciones desde la UE preferentemente.

4.2. Las leguminosas para grano.

Se consideran tales cuando el grano, formado y seco, se dedica al consumo humano o animal. Si se recolectan en verde entran en el grupo de las hortalizas o de los forrajes según sea su destino. Las más conocidas son los garbanzos, lentejas, judías secas, guisantes, habas, yeros y algarrobas. Su cultivo, nitrificante para los suelos, ha rotado tradicionalmente con los cereales y ha llegado a ocupar un millón doscientas mil ha a principios del siglo XX por su elevado consumo. En 1999 la superficie se redujo a 366.000 ha, localizadas en Castilla-La Mancha (47,8%), Castilla y León (16,5%), Andalucía (13,4%) y

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Tema 14. Las actividades agrarias

Aragón (8,8%). La producción en 1998 fue de 388.500 toneladas, debiendo importarse más de medio millón para cubrir la demanda en pienso de la cabaña ganadera.

4.3. La patata.

Es el tubérculo de mayor consumo humano, muy por encima de otros como la batata, el boniato o la chufa. Fue traída desde América y su cultivo no se extendió hasta finales del siglo XVIII como alimento básico entre las clases humildes. Hasta mediados los años ochenta del siglo XX la superficie cultivada ha venido sobrepasando las 300.000 ha, que en 1999 se reducen a 85.000. De éstas el 31% se ubica en tierras atlánticas, donde son suficientes las precipitaciones para su cultivo, y el resto se extiende por las zonas regables del interior y del archipiélago canario, especializado junto con Andalucía en la patata temprana. Los 3,2 millones de toneladas producidos son insuficientes para el consumo interno, que cubre la importación con medio millón de toneladas. La mala organización de los agricultores y el abuso de los intermediarios provoca que un producto barato multiplique por 25 su precio en la venta.

4.4. Los cultivos industriales.

Son cultivos herbáceos que precisan una manipulación industrial previa a su consumo. Engloban a:

− Plantas azucareras. Caña de azúcar y remolacha azucarera.

− Textiles. Algodón, lino y cáñamo.

− Oleaginosas. Cacahuete, colza, girasol, soja y otras

− Condimentos. Pimiento para pimentón, azafrán, anís y menta en verde

− Otras plantas industriales. Tabaco, lúpulo, lavanda, manzanilla, regaliz, etc.

Cubren una superficie de casi 1,3 millones de ha, destacando el girasol con el 63,7% de la misma y que tuvo a mitad de la década de los noventa del siglo XX una gran expansión hasta alcanzar los dos millones de ha debido al impulso recibido por la PAC. El descenso de las subvenciones ha reducido la superficie a menos de la mitad en los últimos años (812.000 ha), concentrándose más de las tres cuartas partes de su cultivo en las tierras de secano de Andalucía (38,4%), Castilla-La Mancha (27,2%) y Castilla y León (18,1%). Su producción supera ligeramente el millón de toneladas anuales.

4.5. La remolacha azucarera.

Es el segundo cultivo industrial ya que ocupa 132.000 ha, en su mayoría de regadío, que se distribuyen sobre todo entre Castilla y León (50,2%) y Andalucía (37,2%). Su cultivo se generaliza en la Europa del XIX sustituyendo a la caña de azúcar. Las zonas productivas han variado con el tiempo al pasar de la vega de Granada, en los inicios, al valle del Ebro hasta los años cincuenta, para concentrarse actualmente en Castilla. Se siembra en primavera y se recoge en otoño, por lo que precisa del riego durante el verano. La producción total asciende a nueve millones de toneladas, que se transforman en 1,3 millones de azúcar, 400.000 de melaza y 500.000 de bagazo o pulpa seca. La amplia repercusión social que tenía su cultivo por la abundancia de mano de obra empleada ha desaparecido a causa del gran nivel de mecanización alcanzado.

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4.6. Los cultivos forrajeros.

Tiene como fin el consumo animal en verde o para heno, ensilado y deshidratación con técnicas industriales. Se distinguen varios grupos: gramíneas, leguminosas, raíces y tubérculos, praderas polifitas y forrajeras varias. La superficie de cultivo casi alcanza las 800.000 ha, distribuidas entre las tierras atlánticas de secano y las de regadío del interior. La producción en 1998, sobre una superficie sensiblemente superior a la de 1999, es de 36,9 millones de toneladas cuyo consumo en verde (33%) predomina sobre el resto de las modalidades.

4.7. Las hortalizas.

Ocupan tan sólo el 2,3% de los cultivos herbáceos con 289.000 ha, pero desempeñan un papel insustituible en el consumo humano. La FAO las clasifica en seis grupos:

− Hoja o tallo. Col, berza, espárrago, apio, lechuga, escarola, espinaca, acelga, cardo, achicoria verde, endivia y borraja

− De fruto. Sandía, melón, calabaza, calabacín, pepino, pepinillo, berenjena, tomate, pimiento, guindilla, fresa y fresón.

− De flor. Alcachofa y coliflor.

− Raíces y bulbos. Ajo, cebolla, cebolleta, puerro, remolacha de mesa, zanahoria, rábano y nabo.

− Leguminosas. Judías, guisantes y habas, en verde.

− Hortalizas varias. Champiñón, setas y otras.

Son frutos muy perecederos y de ciclo corto o de temporada, por lo que resultan especialmente sensibles a las fluctuaciones del mercado, sin contar con los riesgos climatológicos tan frecuentes en el ámbito mediterráneo como la lluvia intensa, los vendavales o el pedrisco. El secano no atlántico hace casi inviables estos productos, excepto el espárrago, el melón, la sandía o el ajo en algunas zonas muy concretas del interior, de ahí que el 92,5% de la superficie hortícola sea de regadío en una de estas tres modalidades:

− Al aire libre, que excluye cualquier tipo de cobertura, ya sea temporal o permanente.

− Abrigo bajo, que conlleva la utilización de una o varias de las siguientes medidas: cortavientos naturales (setos) o artificiales (cañizos), acolchado, túnel, semillero y enarenado.

− Abrigo alto, conocida también como invernadero, está construida con estructuras móviles o fijas, visitables y cerradas total o parcialmente, llegando a utilizarse elementos de climatización en su interior

La cosecha anual asciende a más de doce millones de toneladas distribuidas principalmente entre el tomate (29,3%), melón (8,3%), lechuga (8,3%), cebolla (7,9%), pimiento (7,3%) y sandía (6,2%).

Los excelentes resultados conseguidos son una conjunción de los esfuerzos de agricultores, tecnología, laboratorios, capital y mano de obra inmigrante. Todo ello dibuja un entramado económico social y conflictivo en las zonas de mayor concentración de la actividad, como son Andalucía (26,6% de superficie hortícola) y Murcia (17,7%).

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Tema 14. Las actividades agrarias

4.8. El barbecho.

Es una práctica milenaria, propia de las zonas áridas y secas, que consiste en dejar que la tierra descanse durante uno o más años con el fin de que el suelo recupere los nutrientes necesarios, para lo que se continúa su laboreo. Se trata de un descanso activo. Hacia mediados del siglo XX se redujo a un tercio la barbechera con el uso generalizado de los abonos químicos y del tractor. Actualmente ocupa 2,5 millones de ha debido a las exigencias de la PAC para el control de excedentes.

La mayor parte de la superficie en barbecho (81,6%) se distribuye entre ambas Castillas, Aragón y Andalucía, pero si se establece una relación entre la superficie dedicada a los herbáceos, la única susceptible de barbecho, y éste, el mayor índice lo disfrutan las tierras murcianas (33,7%), seguidas por las madrileñas (32,2%), aragonesas (29,9%) y valencianas (28,5%). Esto significa que cada tres años descansan uno debido a los profundos cambios vividos por el agro español, cuando hasta la primera mitad del siglo pasado la situación era a la inversa.

5. CULTIVOS LEÑOSOS.

Las plantas leñosas poseen la dureza y consistencia de la madera y su ciclo vital dura años e incluso siglos. Ocupan 4,5 millones de ha, que representan el 26,7% de las tierras labradas aun cuando el valor de sus productos se aproxima a la mitad del total agrícola, y se dividen en cuatro grupos: frutales, olivar, viñedo y otros cultivos leñosos. A pesar de la ininterrumpida expansión de los frutales, nos encontramos en un país mediterráneo donde la trilogía cereal, olivo y vid, se hace omnipresente ocupando el 60,9% de las tierras labradas. El 39,1% restante de las mismas se distribuye entre los demás cultivos herbáceos (31,9%) y las plantaciones de frutales. En una breve visión de conjunto:

1. Los frutales cubren casi 1,2 millones de ha, representan el 25,5% de la superficie leñosa, y forman una larga cinta costera desde Tarragona hasta Huelva, con embolsamientos importantes en el interior leridano, aragonés, albaceteño, balear y extremeño.

2. La mitad del espacio arbóreo y arbustivo cae bajo el dominio del olivar, cuya presencia en varias zonas andaluzas adquiere el rango de monocultivo.

3. El 50% del millón de hectáreas de viñedo se concentra en las llanuras castellanomanchegas, distribuyéndose la otra mitad por todas las demás regiones en mayor o menor cuantía.

4. El grupo de otros cultivos leñosos, con unas 60.000 ha, engloba todo tipo de viveros al aire libre y en invernadero, junto con diversas plantaciones permanentes de pitas, moreras, algarrobos, etc.

5.1. Los frutales.

Se subdividen en cuatro grupos: cítricos, frutales y bayas originarios de clima templado, frutales y bayas originarios de clima subtropical y frutales de fruto seco.

5.1.1. Los cítricos.

Son plantas cuyo fruto tiene sabor agrio o agridulce. Provienen del trópico, se han adaptado con éxito al clima mediterráneo y la maduración de sus frutos abarca un amplio espectro temporal que va desde el otoño hasta la primavera. Cubren una superficie de 276.000 ha, que se distribuyen entre el naranjo (56,3%), mandarino (29,8%), limonero (13,3%) y otros cítricos como el pomelo y la lima (0,6%). La producción anual asciende a unos cinco millones de toneladas, de las que algo más de la mitad se destinan a la exportación. La Comunidad Valenciana concentra el 65,1% de la superficie, seguida por

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Andalucía (17,9%), Murcia (12,5%) y Cataluña (3%). La primera muestra una rotunda especialización en la corta de naranjas y mandarinas, en cambio se ve superada ampliamente por Murcia en la del limón.

5.1.2. Los frutales originarios de clima templado.

También denominados frutales no cítricos, se subdividen en frutales de pepita (manzano, peral, membrillo y níspero, entre otros), de hueso (melocotonero, ciruelo, albaricoquero y cerezo) y de fruto carnoso (higuera). En conjunto suman una superficie algo inferior a la de los cítricos (235.000 ha). Hacen acto de presencia en todas las regiones, aunque destacan en Cataluña (20,6%), Aragón (17,7%), Murcia (13,8%), Comunidad Valenciana (12,5%) y Extremadura (12,1%).

Tres cuartas partes de la superficie frutícola son de regadío, por lo que éste es el sistema preponderante en todas las especies excepto el cerezo, cuyos dos tercios se extienden por los secanos extremeños, aragoneses y mediterráneos. Por su importancia sobresale el melocotonero con 63.000 ha, seguido a gran distancia por el manzano y el peral, en torno a las 40.000 cada uno. La producción en 1998 fue de 2,9 millones de toneladas de las que casi una cuarta parte salió hacia los mercados europeos. El resto se destinó al consumo en fresco y a la elaboración de zumos y mermeladas.

5.1.3. Los frutales originarios de clima subtropical.

Son la platanera, aguacate, chirimoyo, kiwi y otros como la chumbera, palmera datilera y el mango. Por exigencias climáticas las 22.000 ha cultivadas se concentran en el sureste andaluz (49,2%) y Canarias (43,5%), contando con algunos cientos de ha Alicante y Pontevedra (kiwi). La producción alcanza las 505.000 toneladas, cuyo valor se acerca a los doscientos millones de euros.

La platanera, que ocupa 8.400 ha, es una falsa leñosa cuyo tronco está formado por capas herbáceas superpuestas. Exige agua y fertilizantes en abundancia y una temperatura constante por encima de los 18ºC, de ahí su concentración en Canarias. Exige muchos cuidados pero ofrece como contrapartida una cosecha abundante y distribuida a lo largo del año. El cultivo se introdujo en las postrimerías del siglo XIX procedente de Vietnam y la mayor parte de los 438,5 miles de toneladas producidos se consume en la Península.

El aguacate es el segundo fruto subtropical, ocupa una superficie de 7.666 ha y su producción asciende a 54.000 toneladas, destinadas a la exportación. La mayor parte de su cultivo se concentra en las provincias de Málaga (69,5%) y Granada (21%); las islas de Tenerife y Gran Canaria cuentan con 550 ha y la Comunidad Valenciana con algunas decenas en Alicante.

5.1.4. Frutales de fruto seco.

El almendro, avellano, nogal y otros como el castaño y el pistacho. En 1999 ocupaban 619.248 ha, que suponen el 53,8% de la superficie de frutales. La producción, que fluctúa en más de un tercio anualmente debido a los vaivenes climáticos, ascendió a 315.000 toneladas en esa fecha, de las que casi un 90% fueron de almendra.

Las plantaciones de almendro han ido sustituyendo las tierras abandonadas por el cereal en los secanos mediterráneos. Su cultivo es poco exigente en abonado, laboreo y mano de obra, y cuenta con varias ventajas añadidas: el fruto se guarda con escasas pérdidas a la espera de mejores precios y percibe estimulantes subvenciones desde la UE. El almendro, que ocupa 565.000 ha, prefiere el ámbito mediterráneo desde Cataluña (9,6%) hasta Andalucía (25,1%) pasando por la Comunidad Valenciana (17,4%) y Murcia (17,5%). Si se adentra por tierras aragonesas y manchegas, busca las zonas más abrigadas porque los fríos primaverales hielan con frecuencia su temprana floración.

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5.2. El olivar.

Es el cultivo más extenso entre las plantas leñosas pues ocupa 2,3 millones de ha, que representan el 50,3% de la superficie total de las mismas y el 13,4% del conjunto de las tierras labradas. La producción ascendió en 1998 a 4,3 millones de toneladas de las que el 94% fue de aceituna de aceite y el resto, de mesa. Es un árbol de origen asiático, que llegó a la Península en los barcos fenicios y griegos y ha alcanzado un grado de éxito tan alto en España, que la producción española representa el 30% de la mundial.

Aunque se adapta a casi cualquier tipo de suelo y de clima peninsulares, aunque rechaza el medio atlántico y las tierras frías del interior, siendo abundante en Andalucía donde ocupa casi 1,5 millones de ha. Posee carácter de monocultivo en las campiñas jienenses (572.000 ha) y cordobesas (322.000 ha), extendiéndose también por tierras manchegas (313.000 ha) y extremeñas (223.000 ha), descendiendo en el interior aragonés (51.5000 ha) y volviendo a aumentar en el medio catalán (103.000 ha).

Al valor económico de la producción olivarera hay que añadir el social por la abundancia de mano empleada en la recogida del fruto, que alivia en parte el paro agrícola andaluz. El consumo de aceite de oliva, una vez superadas algunas reticencias dietéticas que beneficiaban al aceite de semillas importado, se está generalizando por su calidad y múltiples beneficios para la salud.

5.3. El viñedo.

Ocupa el tercer lugar en la trilogía mediterránea tanto por la cuantía de tierras ocupadas, un millón de ha, como por la calidad de las mismas. Debido a su capacidad de adaptación, la vid se ha instalado tradicionalmente en los suelos de secano que no usaban el cereal y el olivo, que cambió tras la crisis de los años sesenta y setenta del siglo XX. En la década siguiente el viñedo español cambió debido al ingreso en la UE y la llegada de ayudas para el descepe de plantaciones viejas y reposición por otras nuevas de calidad, modernización de las técnicas de cultivo y de la gestión empresarial, incremento de la demanda y de los precios por la subida del nivel de vida de la población española, y multiplicación de las Denominaciones de Origen (DO), con las garantías de calidad y las repercusiones comerciales que esto conlleva.

España es el país que más superficie dedica al viñedo, superando a Italia y Francia en unas doscientas mil ha, sin embargo, la producción italiana (9,3 millones de toneladas) y la francesa (7 millones) superaron ampliamente la producción española en 1998 (5,1 millones). La vid se asienta especialmente en las campiñas del interior meridional (76%, porque las zonas más orientales (20,7%) se han especializado en otros cultivos leñosos, y las cantábricas (3,3%) son demasiado húmedas.

Castilla-La Mancha concentra el 50,7% de la superficie vitícola y el 47,4% de la producción de uva, seguida a gran distancia por la Comunidad Valenciana (7,7 y 11,1 respectivamente), Extremadura (7,5 y 5,7) Cataluña (5,8 y 8,2), Castilla y León (5,4 y 2,9), Andalucía (4 y 5,5), Murcia (3,9 y 3,4), Aragón (3,8 y 2,4) y La Rioja (3,8 y 5,1). El desequilibrio entre superficie y producción hay que achacarlo sobre todo a la diferencia en el porcentaje de plantaciones regadas.

Las Denominaciones de Origen son 59 y se distribuyen por quince de las diecisiete CC.AA, apoyándose en una tupida red de más de 3.500 bodegas. Entre las zonas vinícolas más afamadas están La Rioja, Ribera del Duero, Rueda, Penedés, Priorato, Cariñena, Utiel-Requena, Ribera del Guadiana, Valdepeñas, Ribeiro, Montilla-Moriles y Jerez. El consumo de vino, 35,7l/hab/año, mantiene la tendencia regresiva de los últimos tiempos debido a la competencia de refrescos y la cerveza.

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Geografía de España

6. GANADERÍA

6.1. De la ganadería tradicional a la cabaña industrial

Durante milenios la ganadería ha tenido un papel complementario de la agricultura utilizando sus excedentes y desechos. A partir del siglo XIII la Mesta adquiere entidad propia frente a la agricultura hasta conseguir una situación de verdadero privilegio con los Reyes Católicos, quienes la consideran el principal sustento de sus reinos. La razón es porque es más fácil el control fiscal de una sola entidad como la Mesta que el de gran fragmentación de las actividades agrícolas. Su hegemonía abarca toda la etapa moderna debilitándose tras el hundimiento de los mercados coloniales, debido a la competencia internacional de los textiles ingleses y al rencor de los agricultores.

Tras una profunda decadencia durante la segunda mitad del XIX entra en una fase de expansión con la llegada del nuevo siglo, lo que se traduce en una ampliación de los pastizales, en la consolidación paulatina de una ganadería intensiva y en el fuerte incremento del consumo urbano de carne, leche y huevos. Pero esta tendencia cambia de signo con la Guerra Civil: aumenta la superficie triguera a costa de los cereales para pienso y también el cultivo de la remolacha, tabaco y fibras vegetales en detrimento de los forrajes; se impone una política agresiva de repoblación forestal que resta espacios a los pastizales y se eliminan las importaciones de piensos con el agravante de que la producción propia es insuficiente.

La cabaña se moderniza a partir de 1960 adquiriendo como rasgos más destacados:

1. Especialización ganadera conseguida a través de la sustitución de razas propias por foráneas en algunos casos y por la mezcla de ambas, en otro.

2. Importación de tecnología genética, sobre todo en avicultura.

3. Integración del proceso productivo en las industrias suministradoras de piensos compuestos, distribuyendo a la par riesgos y beneficios.

4. Dependencia exterior en el suministro de piensos, lo que conlleva una balanza de pagos deficitaria.

5. Desequilibrio regional en la distribución de la cabaña diferenciándose dos núcleos, el propiamente ganadero constituido por Galicia, la Cornisa Cantábrica, Extremadura, Andalucía y cuenca del Duero, y el productor de carne integrado por Madrid, Cataluña y Levante.

6. Aparición de una ganadería desvinculada del medio geográfico (pastizales) y regida por planteamientos industriales netamente productivos.

6.2. Estructura de la cabaña ganadera

Durante la década transcurrida entre 1989 y 1999 la estructura de la cabaña ganadera ha sufrido una gran transformación. El número de cabezas totales ha pasado de 155,3 millones a 234,6 lo que representa un incremento del 51%. El proceso de estructuración ha reducido el número de explotaciones en un 37,6% ganando en tamaño y competitividad multiplicándose por 2,4 el número de animales cuidados en cada explotación.

Si se pasa a los datos parciales, la especie más dinámica es la porcina con un incremento del 87,4% al pasar del 11,9 millones de cabezas a 22,1 durante el periodo intercensal aludido, seguida por las aves (54%) y los bovinos (32,5%). Los ovinos se han recuperado lentamente después de la crisis que supuso la falta de pastores por el éxodo rural de los años sesenta del pasado siglo y los caprinos, aunque siguen en alza, está muy lejos de alcanzar las cifras de 1940 cuando llegaron a los 6,2 millones de cabezas.

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Tema 14. Las actividades agrarias

6.3. Distribución de la cabaña ganadera por especies y regiones

Existen dos sistemas ganaderos bien diferenciados, que a menudo coinciden sobre un mismo territorio:

− Extensivo, de carácter tradicional, que ocupa grandes espacios y mantiene una estrecha relación con las actividades agrícolas. Su permanencia durante siglos sobre una determinada región confirma unas relaciones estables y de equilibrio ecológico con el medio, en el que deja una profunda huella reordenando su espacio, algo que se traduce en los sistemas de cultivo, tipos de construcciones y modos de vida de la población rural.

− Intensivo, más moderno y de rasgos netamente industriales. No incide sobre el territorio como el anterior, sino que sus instalaciones, ritmos de producción y formas de venta aparecen plenamente integrados en los modelos industriales, cuyas exigencias están regidas por los factores de localización de los establecimientos ganaderos y no por las características del medio agrícola.

6.3.1. La ganadería bovina

Asciende a 6,3 millones de cabezas, cifra en constante incremento desde hace más de un siglo. Existen tres grandes núcleos geográficos:

− El atlántico, que concentra algo más del tercio de la cabaña, donde destaca Lugo como la provincia española que mayor número de cabezas crías (487.000). Junto a razas de importación, coexisten otras autóctonas orientadas al trabajo y a la producción cárnica y láctea, si bien es esta última especialización la que define los rasgos ganaderos de la zona.

− El salmantino-manchego-extremeño, suma otro tercio sobre los extensos pastizales adehesados del oeste. También se han importado nuevas razas, pero aquí la especialización es la de crianza de animales para carne, que exportan directamente hacia los mataderos industriales o hacia otras regiones, como Cataluña, donde los alimentan hasta su sacrificio en granjas especializadas.

− El catalán es el tercer núcleo bovino y en él predominan los rasgos industriales pues está orientado a la recría y engorde de recentales (cordero o ternero que aún se alimenta de leche) para su posterior utilización en la industria cárnica. Representa el 11% de la cabaña con 700.000 cabezas.

6.3.2. La ganadería ovina

Alcanza su máxima expansión histórica con 24 millones de cabezas a principio de los años noventa del siglo XX. Una década más tarde la cabaña se reduce a 21 millones por el incremento de la demanda de porcinos y aves. Aunque se han refinado sus técnicas, sigue en plena vigencia el sistema tradicional del pastoreo por tierras de Castilla y León (22,1%), Extremadura (17%), Castilla-La Mancha (14,9%), Aragón (13,7%) y Andalucía (12,2%), donde se concentran los mayores porcentajes de esta cabaña. Se reduce drásticamente su presencia en la zona norteña de influencia atlántica y en Canarias.

La explotación de la ganadería ovina se realiza bajo tres modalidades:

− Estante, donde el ganado aparece como complemento de la explotación agrícola pastoreando sus rastrojeras y barbechos, excepto en invierno o días de lluvia en los que se recurre al pienso compuesto o a los cereales para completar su dieta.

− Estabulada, forma parte de los métodos industriales de carácter intensivo, pero no se aplica a todo el ganado sino a los corderos en su fase de engorde para carne. Debido a sus condiciones fisiológicas no es conveniente mantener estabulado durante muchos días al ganado ovino, algo que soportan mejor los cerdos y las aves.

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Geografía de España

− Trashumante, ha perdido su vigencia después de siete siglos de predominio absoluto sobre las tierras del interior. Hoy es un fenómeno residual y folclórico.

Entre las 17 razas ovinas que pastan por nuestros campos, las más abundantes y famosas son las churras y las merinas.

− Las churras tienen lana basta y larga, patas y cabeza pobladas de pelo grueso, corto y rígido. Su gran aceptación se debe a la abundancia de carne y leche que producen.

− Las merinas tienen el hocico grueso y ancho, la nariz con arrugas transversales y la cabeza y las extremidades cubiertas, como todo el cuerpo, de lana muy fina, corta y rizada, motivo de preeminencia en siglos pasados.

6.3.3. La ganadería porcina

Se ha duplicado en el periodo intercensal 1989-1999, sumando un total de 22 millones de cabezas. Su cría al aire libre ha estado ligada a las tierras adehesadas del oeste peninsular, por un lado, y por otro al engorde casero como complemento insustituible de la economía familiar. Además de los cuantitativos, la ganadería porcina ha sufrido cambios profundos de diversa índole como la sustitución de la pocilga casera por la granja industrial, el uso masivo de los piensos compuestos frente a los desechos agrícolas y caseros, la ampliación de la oferta de productos frescos a todo el año y la vigilancia sanitaria permanente hasta la erradicación de la peste porcina. Se han importado razas por su mayor rentabilidad en detrimento de las autóctonas, excepto la ibérica, dueña de las dehesas del oeste cuyo calor veraniego soportan con dificultad las foráneas.

Cataluña concentra el 27,3% de la cabaña con 6 millones de cabezas, de los que tres se localizan en modernas granjas leridanas. Le siguen en importancia Aragón (16,6%), Castilla y León (13,7%), Andalucía (8,8%) y Murcia (7,1%). Extremadura, refugio del cerdo ibérico, apuesta por la calidad con tan sólo 1,2 millones de ejemplares, aunque existe la impresión generalizada de que la cabaña es enorme debido a la cuantiosa oferta de productos ibéricos dentro y fuera del país. Hasta fechas recientes la mayor parte del consumo porcino era en fresco, pero en la actualidad casi el 60% del mismo se realiza a través de derivados industriales, actividad liderada por Cataluña.

6.3.4. Las aves.

Ascienden a 182,5 millones en 1999 y han tenido un incremento del 54% en relación con el censo precedente, sólo superado por la ganadería porcina. Este desarrollo se debe a la explosión de la demanda de carne a partir de los años sesenta del siglo XX. La mayoría de las aves se ubica en granjas industriales para la explotación intensiva de huevos y carne. Esta localización es independiente de las condiciones del medio, algo que no ocurre con el resto de las cabañas porque éstas pastorean con mayor o menor intensidad. Tampoco cabe diferenciar entre regiones de cría y engorde ya que los plazos de tiempo que van desde la incubación hasta el sacrificio son muy cortos.

El nivel de integración con las fábricas de piensos es muy grande y las técnicas de producción utilizadas son refinadamente intensivas hasta el extremo de tener a los animales con luz artificial permanente para estimularles el apetito y de reducirles la movilidad, en función todo esto de un engorde tan rápido como anómalo.

La máxima concentración de aves se da en Cataluña con el 28,1% del total, seguida por Andalucía, Aragón y Galicia en torno al 11% y por ambas Castillas con el 9%. La medida por explotación es de 555 picos, pero existen notables diferencias regionales con una fuerte densidad en el ámbito mediterráneo (Cataluña, 5.900 ejemplares, Comunidad Valenciana y Murcia en torno a los 2.300) frente al tamaño casi familiar de la zona cantábrica (Asturias 28, Cantabria 67, Galicia 123 y País Vasco 148 picos por explotación). En Galicia y en ambas Castillas existe una poderosa industria avícola acompañada por un gran número de pequeños reductos vinculados al medio rural. No ocurre así en el paisaje mediterráneo, cuyos pueblos han prescindido de los animales de corral para su autoconsumo.

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Tema 14. Las actividades agrarias

6.3.5. La ganadería caprina.

Ha tenido un leve repunte en los años noventa (7,4%) que la sitúa en 2,7 millones de ejemplares. Parece estar saliendo del profundo declive sufrido en la década de los setenta a consecuencia de la emigración rural, falta de pastores y del avance del regadío y de la reforestación. La cabra ha sido vista con recelo por su gran voracidad, sin embargo se ha llegado a la conclusión de que es mejor que sea ella y no el fuego quien controle la maleza y el sotobosque, aparte de reportar otros muchos beneficios con su carne y con su leche, pues el volumen de esta última es un 30% superior al producido por la cabaña ovina.

Casi el 90% de los 400 millones de litros es utilizado por la industria para la producción de quesos y derivados. El resto se consume en la propia explotación. Entre las razas existentes, la malagueña y la murciana son las más abundantes con el 30 y el 17%, respectivamente. Aunque la cabaña caprina hace acto de presencia en todo el territorio, destaca la concentración andaluza (37,3%), seguida a gran distancia por la de Castilla-La Mancha (14,2), Extremadura (11,1), Canarias (8,7) y Castilla y León (7,7%).

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Geografía de España

TEMA 15

INDUSTRIA Y ENERGIA.

INTRODUCCIÓN

Dentro de la economía la industria ocupa el segundo de los sectores básicos. Nuestro primer contacto con la industria es ya avanzado el siglo XIX y finaliza con la sensación generalizada de que no se supo sacar partido a la neutralidad del país durante la Primera Guerra Mundial. La segunda Revolución industrial finaliza en los años setenta con resultados globalmente positivos. Superada la crisis de la época, entramos en la tercera Revolución y hay un cambio brusco de los planteamientos. Se tiende a producir bajo pedido, varían los sistemas de producción de la mano de la informática y de la robótica y se potencia el uso del transporte. Las megaindustrias se reservan para algunas fases productivas y el finalizado del producto lo realizan numerosas subcontratas a pequeñas y medianas industrias, que cobran un nuevo auge al ser más ágiles para adaptarse a los cambios.

1. RASGOS DE LA ESPAÑA PREINDUSTRIAL.

A partir del último tercio del siglo XVIII la actividad industrial se convierte en el motor socioeconómico de las naciones. Pero cada país lo pone en marcha y desarrolla de una manera peculiar en función de diversas situaciones.

España se incorpora al proceso tarde. Los problemas sociopolíticos y la situación de la economía provocan una demanda muy débil. Faltan iniciativas empresariales y el país proporciona materias primas baratas a los focos donde hierve el proceso industrial a cambio de manufacturas, tecnología y capitales mucho más caros.

El comienzo de la industrialización española se demora hasta la década de 1830. La industria textil catalana, la siderometalúrgica vasco asturiana y la agroindustria castellanoandaluza son las locomotoras que ponen en marcha el proceso. En el resto de zonas las manifestaciones industriales poseen una estructura artesanal que atiende la demanda del entorno más cercano.

En el siglo XIX España sigue en el ciclo demográfico antiguo. Se trata de una sociedad sin energía biológica dominada por un territorio hostil al que no puede hacer frente con su técnica. Cuando el proceso industrial llega a España el país se encuentra inmerso en guerras fratricidas y lleno de prejuicios hacia todo lo exterior.

La respuesta de las regiones es muy dispar, algo que acelera los desequilibrios existentes. El proceso perjudica a las zonas del interior acelerándose el trasvase poblacional hacia la periferia.

2. LA PRIMERA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL.

España empieza a industrializarse con retraso y sin una planificación adecuada. Hasta 1831 no se introduce la primera máquina de vapor textil en Barcelona. Para entonces ya se había hundido la mayor parte de los talleres textiles del país por la competencia exterior.

Los rumbos que toman la siderurgia y la exportación de mineral de hierro son determinantes para entender los inicios de nuestra industrialización. La primera es una industria básica para el desarrollo de un país. Su ausencia pone a éste en grave riesgo incluso para su seguridad interna.

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Tema 15: Industria y Energía

Cuando se inicia el segundo tercio del siglo XIX grupos económicos exigen un utillaje variado y abundante para diversos subsectores. La necesidad del desarrollo de una industria transformadora de los metales es cada vez más urgente.

Con la desamortización de Mendizábal se demandan aperos agrícolas por todo el territorio. La industria textil populariza el telar mecánico automatizado de hierro. La construcción de la red ferroviaria, junto con la renovación de la flota ofrecen a la industria metalúrgica la ocasión del siglo que se malogra.

Se importan las embarcaciones y compañías extranjeras obtienen las concesiones para la construcción y explotación del ferrocarril durante décadas.

Cuando finaliza el siglo la siderurgia presenta una tecnología obsoleta y una ubicación inadecuada porque debió erigirse junto al mineral de carbón (Asturias) y no al del hierro (Vizcaya) por los costes del transporte.

España pasa al siglo XX siendo un país importador de productos elaborados y abastecedor de materias primas. Sólo destacan algunos enclaves dispersos: textil en Cataluña, siderometalúrgico en Vizcaya, financiero, artes gráficas y transporte en Madrid, metalúrgico en Asturias, mueble de madera Valencia y alimentación de las dos Castillas, Aragón y Andalucía.

Es un país inmerso en las tareas agrarias y con un sector industrial que ocupa teóricamente el 16% de su población activa al incluir muchas actividades artesanas. El 18% del sector servicios lo integran miles de funcionarios deprimidos y desanimados por la escasez de horizontes y medios.

La filoxera francesa hace que los franceses traigan capitales y sabiduría vitivinícola pues saben enseñar e invertir, así nace el rioja. Pero es la I Guerra Mundial en la que los contendientes necesitan todo tipo de materias primas, la que provoca que haya un gran tirón industrial que convulsiona los demás sectores económicos, aunque no en la medida deseada. El mundo rural continúa de espaldas a la tecnología y a los nuevos modos agrícolas.

Al cerrarse el siglo XIX se clausura en nuestro país la primera Revolución Industrial con un balance negativo, sólo existen dos núcleos desarrollados: el siderúrgico vasco que se nutre de los beneficios de la venta masiva de hierro a Europa y el textil catalán que se sustenta con las ganancias que aportan el comercio textil interior y el antillano. El resto de regiones presenta algunos logros dispersos, casi siempre relacionados con las materias primas agrarias. En el contexto internacional nuestra industria apenas cuenta y ocupa una posición periférica y dependiente.

3. SEGUNDA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL.

El despegue de nuestra industria, que le permite iniciar su segunda fase, recibe un fuerte impulso de la Primera Guerra Mundial. En la segunda década del siglo XX se multiplica la demanda de materias primas y de productos manufacturados, se intensifican los movimientos de la población rural hacia los centros urbanos y abundan los capitales. La población activa industrial se eleva, crecen a buen ritmo las infraestructuras y aumenta el consumo interno per cápita. La crisis de 1929 enfría esta efervescencia y la guerra civil hunde la economía hasta el extremo que han de pasar dos décadas por alcanzar los mismos niveles productivos anteriores a la contienda.

Hasta el Plan de Estabilización (1959) el país vive en una situación insostenible. La inflación y el proteccionismo además del caudillaje político llevaron al país hacia la autarquía y la dictadura, situación agravada por el aislamiento al que lo sometieron las potencias vencedoras de la II Gran Guerra. Todo esto da una industria manufacturera que padece graves deficiencias estructurales.

En el día a día dos fenómenos colorean la vida del país: el mercado negro (estraperlo) y las prácticas monopolistas a favor de los grupos bien situados en las proximidades del poder. Los acuerdos firmados con EEUU en 1953 y la aceptación de España en algunos organismos internacionales propician el Plan de Estabilización.

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Geografía de España

Los tres puntos en los que se basa el Plan de Estabilización son: estabilidad monetaria, liberación interior de la economía y aceptación de las reglas del mercado internacional. Resumiendo, los rasgos que dibujan el proceso industrial de 1900 a 1959 son:

- Desarrollo sostenido hasta la depresión de 1929 - Proteccionismo y autarquía postbélica. - Predominio de la pequeña empresa familiar de tecnología simple. - Abundancia de una industria ligera, con producción comarcal o regional y sobrecargada de mano de obra. - Dependencia tecnológica y financiera del exterior. - Polarización industrial en tres grandes focos: Cataluña, Madrid y País Vasco. - Creación del INI en 1941 para promocionar y controlar los sectores estratégicos de la industria pesada:

química básica, construcción naval, siderurgia, electricidad, etc.

4. DEL PLAN DE ESTABILIZACIÓN DE 1959 A LA CRISIS DE 1973.

Varias son las circunstancias para que el desarrollo económico de los 60 se catalogue de milagroso: materias primas y energía baratas, acceso a la tecnología exterior y bajo coste de mano de obra; inversiones extranjeras y remesas de emigrantes además de la emigración.

Todo encuadrado en un contexto europeo dinámico que obtiene resultados semejantes. Esto es decisivo pero más interés tiene las transformaciones que se ponen en marcha y que llegan a buen puerto.

El sector industrial modifica profundamente su estructura interna perdiendo relevancia los sectores tradicionales en favor de los de bienes de equipo, metalurgia y química. También se logra una mayor especialización productiva y se eleva la rentabilidad por trabajador. Pero se produce un endeudamiento general de las empresas y una dependencia energética y tecnológica del exterior y pervive un sector público de dudosa eficacia junto a rigideces laborales no compatibles con los principios del mercado libre.

En la época del desarrollismo, 1959-1973 conviene tener en cuenta el ambiente sociopolítico del país y el contexto de la economía occidental. El Decreto-Ley de Nueva Ordenación Económica abre las puertas al comercio internacional, que oxigena la autarquía. Pero las riendas políticas no se aflojan y no se reconoce el derecho de huelga ni la negociación colectiva ni la libertad sindical.

El control del mundo del trabajo significa el afianzamiento y rentabilidad de las estructuras económicas en beneficio de grupos minoritarios. Estos 15 años pasarán a la historia como los del desarrollismo y los del milagro económico, aunque inmersos en un clima de tensiones y de profunda contradicción política y social.

Desde el interior del país, la ausencia de paro, la estabilidad en el puesto de trabajo y la protección de la seguridad social explican la pervivencia del franquismo, que desde el exterior es visto como un bastión anticomunista en el contexto de la guerra fría.

Las causas del cambio económico en España son:

a) Deseo generalizado por alcanzar el desarrollo con dos decisiones importantes: liberalización de las importaciones y retirada de obstáculos legales para el desarrollo de la competencia industrial. Plan de Estabilización 1959 y Planes de Desarrollo 1964.

b) Una fuerte demanda de todo tipo de bienes de consumo duradero, químicos, de ocio, de vivienda en ciudades industrializadas, sanitarios, educativos, etc. Importante las inversiones del sector privado encaminadas hacia la apertura y mercado de exportación

c) El acceso a una tecnología avanzada, solo tiene que liberalizar su economía e incorporarse al proceso tecnológico. La adopción de esta tecnología es una de las causas decisivas de nuestro desarrollo en este periodo.

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Tema 15: Industria y Energía

d) Una oferta de mano de obra abundante para la industria y servicios desde el mundo rural y el femenino. El éxodo tiene razones económicas y sociológicas. No menos importante es la incidencia femenina en este proceso, en los 60 un millón de mujeres se incorporan al mercado laboral.

e) La marcha favorable de los precios de las materias primas, de la energía y la alimentación. Bajo coste del petróleo. El país disfruta de una cuenta de resultados positiva, engordada por las remesas de los emigrantes y el turismo. La renta familiar aviva el consumo, lo que mantiene los precios al alza.

Los factores que explican el desarrollo económico y el industrial concretamente entre 1959-1973 son el político, finalización de la autarquía, apertura de los mercados exteriores y levantamiento del bloqueo internacional. El social, por la abundancia y bajo coste de mano de obra campesina. Económico, llegada masiva de capitales, inversiones directas, remesas de emigrantes y divisas del turismo. Y el tecnológico, importación de tecnología avanzada y energía a bajo coste.

Pero cabe destacar las consecuencias de este acelerado proceso:

1) El despoblamiento de extensas áreas rurales y concentración urbana debido a una intensa emigración rural.

2) La sustitución en poco tiempo de una economía agraria por otra industrial de mercado.

3) El incremento de los desequilibrios regionales al concentrarse la inversión y producción en Barcelona, Bilbao y Madrid, sin que los Polos de Desarrollo consigan suavizarlos.

4) El cambio paulatino de la moral y costumbres bajo la influencia del turismo.

5) El intenso deterioro del medio ambiente en las áreas de intensa concentración industrial.

6) La continuidad de España como país periférico y subordinado a las directrices de los regidores de la economía mundial.

5. CARACTERÍSTICAS DE LA CRISIS DE LOS AÑOS 70.

Hay que enmarcarla dentro de la convulsión generalizada de los años 70, que podría definirse como la crisis de la oferta y de los beneficios industriales o crisis de la inflación, distinta de la de 1929. En 1970 las expectativas inflacionistas crecen sin interrupción, lo mismo que los salarios, las materias primas y los dólares americanos.

Su origen está en la subida de los precios de la energía, de las materias primas y de los alimentos. El desencadenante es la crisis del petróleo a raíz de la guerra árabe-israelí, pero se había ido gestando con antelación al romperse la dinámica del desarrollo.

Es un proceso donde la renta, el consumo y la inversión ascienden en un vórtice ciclonal. El desarrollo hace aguas cuando uno de estos tres elementos se enfría, con caída de las inversiones, retracción de la demanda y aumento del paro. En España adquiere rasgos particulares porque su desarrollo ha tenido rupturas de pendiente.

Entre estas peculiaridades hay que destacar:

1) La fuerte inflación

2) El déficit de la balanza comercial agudizado por la caída del turismo y el descenso de las remesas de los emigrantes y los costes del petróleo no repercutidos en los consumidores.

3) El descenso de los beneficios empresariales.

4) El retraso de las autoridades en la toma de medidas de ajuste.

5) El vertiginoso incremento del paro que se agudiza con el regreso de emigrantes.

A todo esto se podría añadir la dependencia tecnológica, la escasa dimensión de las empresas y su débil sistema organizativo, la baja productividad. Como balance global de la crisis, los sectores básicos exigen una fuerte reconversión, las inversiones industriales caen en picado y las empresas se ven impelidas a concentrarse.

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Geografía de España

6. DINAMISMO DE LOS AÑOS 80 Y 90.

A partir de 1982 se pone en marcha la reconversión industrial en algunos sectores básicos con medidas rigurosas. En 1985 la situación internacional parece entrar en un nuevo despegue que repercute de inmediato en nuestra economía. Aumenta la demanda, la inversión, la productividad y algo el empleo, aunque la balanza de pagos sigue desequilibrada por el exceso de importaciones.

Durante los últimos años de la década de los 80 España vive una intensa renovación tecnológica y una más auténtica reconversión industrial constituyendo una trascendental transformación de la industria española.

En estos años el dinero circula con fluidez y se alienta el beneficio rápido desaprovechándose la ocasión de consolidar el entramado industrial.

Durante el quinquenio 1990-1995 pasada la euforia monetarista vuelven las dolencias: el desmantelamiento, venta o crisis de numerosos sectores industriales, aumento de la inflación y crecimiento del paro y lo peor, el desaliento generalizado en las posibilidades del país para superar la crisis.

A partir de 1996 se abre un nuevo ciclo expansivo de la economía, en el que España ocupa un lugar destacado dentro de la UE. El empleo industrial comienza a ser de signo positivo. El salto cuantitativo del PIB es importante y se produce un fuerte nivel de mecanización e incorporación de las actividades industriales a las nuevas tecnologías.

En el último bienio se duplica con creces el empleo industrial recogiendo los frutos de una destacable etapa expansiva.

7. ESTRUCTURA Y LOCALIZACIÓN DE LAS ACTIVIDADES INDUSTRIALES.

Uno de los males de nuestra industria ha sido la debilidad estructural o su tamaño reducido por el número de trabajadores por empresa. Con la crisis de los 70 se pretendió alcanzar tres objetivos: desembarazarse de la miríada de empresas que habían surgido con la bonanza anterior; conseguir una dimensión de las industrias más razonable y reconvertir o abandonar las actividades menos rentables a la vez que promocionar las de mayor futuro.

Los resultados no han sido alentadores. Estructuralmente la industria española en su conjunto es un mosaico de pequeñas empresas, más cercanas al nivel inferior de las microempresas que al de las medianas.

Las miniindustrias con menos de nueve asalariados está en torno al 82% y las empresas sin asalariados cubren casi un tercio del ámbito industrial, lo que pregona el volumen de autónomos y microindustriales.

La metalurgia, seguida por la textil y la alimentación son las ramas industriales que destacan porcentualmente en función a sus tramos de empleo. En el extremo contrario se hallan las Extractivas y Energía y Agua.

En el total nacional las microempresas, por debajo de 10 asalariados o sin ellos, representan el 81.8%. Si le sumamos el porcentaje de la pequeña industria, ésta asciende hasta un 96.9%. Su hegemonía en el entramado industrial es tan amplia como la debilidad que conlleva una estructura así de precaria frente a la competencia. La mediana industria supone un 2.4% o alguna décima más si se amplía el tramo hasta los 250 asalariados. Ambas forman las llamadas PYME, cuyo 99.4% define al país como un territorio dominado por las mismas.

Importante desde el punto de vista geográfico es su localización y distribución por el territorio. Esta distribución general señala que la “y” griega, cuyo trazo más largo se extiende desde Girona hasta Huelva, incluida Baleares y el corto enlaza el País Vasco con el Mediterráneo a través del Valle del Ebro, concentra el 65.4% de las industrias, el 67.7 del empleo y el 66.1 de la cifra de negocios en 2001. El impulso industrial en la referida zona se ha mantenido durante el último lustro.

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Tema 15: Industria y Energía

7.1. Alimentación, bebidas y tabaco.

Los objetivos de la industria alimentaria consisten en manipular los alimentos creando derivados de los mismos intentando vencer la estacionalidad y el consumo inmediato.

Esta rama encabeza el volumen de empleo y el valor de producción pero queda por detrás de la fabricación de productos metálicos y la industria textil. Ocupa el tercer lugar por el número de empresas y supera ligeramente la media española de trabajadores por firma. La entrada en el Mercado Único ha supuesto una importante reestructuración potenciándose las denominaciones de origen a través de los Consejos Reguladores.

La rama de alimentación propiamente dicha engloba ocho grandes grupos que van desde la industria cárnica a la fabricación de productos para la alimentación animal, pasando por pescados, frutas y hortalizas, grasas y aceites.... A estas actividades hay que añadir la elaboración de bebidas y la fabricación de tabacos. El grupo de productos varios es el más importante con 34,5% de industrias y la mitad del empleo, seguido por la industria cárnica, la conservera y la de bebidas. Por sus características las conservas:

- Aparecen a principios del XIX con el baño María como método de conservación.

- En 1848 se construye en La Rioja la primera fábrica de conservas de melocotón (Trevijano)

- El desarrollo posterior ha sido espectacular debido a la conjunción de fenómenos sociales y tecnológicos

- Estas industrias han permitido que productos estacionales formen parte de la dieta habitual en cualquier época del año.

- Es una modalidad de producción que no precisa de grandes inversiones, fomenta el desarrollo de las zonas rurales y utiliza mucha mano de obra sin cualificar y con carácter estacional.

Las características de la industria vinícola son:

- El vino traspasa las páginas de la Historia y se refugia en las de la Leyenda.

- En el ámbito mediterráneo la vid, con el cereal y el olivo, halla su medio climático más propicio. La técnica nos llegó de Francia cuando colonizaron nuestros campos debido a la filoxera que había arruinado los suyos.

- Actualmente se ha logrado un nivel de calidad altamente competitivo y diversificado.

- Las industrias de bebidas alcohólicas suponen casi el 10,8% de las empresas y el 9,4 del empleo de la rama alimentaria.

Esta rama no muestra un grado importante de concentración territorial. La dispersión entra dentro de sus características esenciales porque el 50.3% de las firmas se dedican a la fabricación de pan, galletas y otros productos alimenticios a las que la demanda exige una radicación casi de vecindad. Los mayores índices porcentuales se hallan en Andalucía, seguida por Cataluña y Castilla y León.

La Rioja destaca por su grado de especialización seguida a distancia por Castilla-La Mancha, Extremadura, Castilla y León y Navarra, quedan por debajo, de forma destacada,0020 Madrid, Comunidad Valenciana y Cataluña.

7.2. Textil, confección, cuero y calzado.

Las actividades textiles acompañan a la humanidad desde sus orígenes para salir al paso de unas condiciones climatológicas adversas. Estas actividades han mantenido durante milenios un carácter familiar y disperso con predominio femenino. Es la única actividad industrial donde la mujer ostenta un claro predominio porque en el conjunto del sector manufacturero su presencia se reduce a un 25%.

Después de la metalurgia es la rama que suma mayor número de empresas. Su estructura ha sido siempre muy reducida y las pequeñas industrias suponen el 97.7%. Sus principales características son:

1) Ha empleado siempre un gran volumen de mano de obra al precisar una inversión muy baja por puesto de trabajo. Pero también genera un fuerte desempleo cuando alcanza la madurez e incorpora un sofisticado automatismo en el proceso productivo.

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Geografía de España

2) Es muy bajo el consumo energético, lo que facilita la atomización productiva en la que varias fases del proceso se realizan en domicilios familiares.

3) Su aportación al conjunto de la economía ha sido destacada, aunque ha ido disminuyendo.

4) La mayor parte de la producción es para consumo interno, aunque hay un importante comercio con el exterior. Sobre todo la industria del calzado con un espacio en los comercios más prestigiosos del mundo.

Se concentran en Cataluña, Comunidad Valenciana, Andalucía, Madrid y Castilla-L a Mancha. Por su grado de especialización aparece La Rioja y a escasa distancia la Comunidad Valenciana, ambas debido al gran desarrollo de la industria del calzado, seguidas de Cataluña debido al empuje de su actividad textil.

7.3. Madera, corcho y muebles de madera.

El uso de la madera ha sido siempre imprescindible en nuestro entorno diario, aunque se ha visto desplazada por el plástico y el metal. La utilización más conocida del corcho es el tapón para el embotellado del vino, champán, etc. pero también para la fabricación de diversos productos.

La sobreabundancia de microempresas implica una estructura artesanal y familiar donde la ausencia de asalariados alcanza el tercio de los establecimientos, cuya media de trabajadores es la más baja del sector industrial. Coexisten grandes industrias y pequeños talleres.

La estructura de la actividad ha variado intensamente desde los años sesenta. La crisis industrial y la incorporación de tecnología avanzada han reducido la mano de obra. En cuanto al valor de la producción ha ocurrido algo semejante.

La dificultad de los transportes y abundancia de materia prima hicieron que sus productos tuvieran un elevado nivel de autoconsumo. No ocurre así ahora. La mayor parte de la producción se dedica al consumo interno, aunque la industria de la madera tiene una gran dependencia del exterior donde adquiere materias primas y productos.

El mueble es un bien no perecedero pues se le calcula una duración media de diez a quince años. Además nuestra sociedad no suele cambiar de domicilio por lo que no es proclive a la renovación frecuente del mobiliario.

Madera, corcho y muebles de madera es una actividad muy bien repartida por el territorio. La máxima concentración se halla en Cataluña, Comunidad Valenciana, Andalucía y Galicia. Los índices más altos de empresas por población corresponden a Baleares, Galicia, Navarra, Castilla-La Mancha y la Comunidad Valenciana.

7.4. Papel, artes gráficas y edición.

En realidad son tres actividades diferentes bajo un mismo epígrafe. La pasta de papel es una masa resultante de la maceración de varios productos. La ubicación de la industria del papel entraña una fuerte contaminación del medio, en la que destaca su permanente pestilencia. La calidad del papel fue muy mala hasta la utilización de la madera como materia prima en el XIX.

La dispersión y especificidad de la demanda, el hecho de ser un negocio en muchas ocasiones heredado y la suficiencia de locales reducidos para desarrollar la actividad ha dibujado una estructura de la actividad repleta de autónomos.

Sin embargo ha tenido una evolución diferente a la rama anterior, el empleo ha subido desde 1973 y el valor de la producción se ha incrementado en un punto. Aun cuando la exportación de productos editoriales de prensa u otras industrias gráficas es altamente positiva, nuestra balanza exterior es globalmente deficitaria debido al déficit de pastas y manufacturas de pasta de celulosa.

Esta actividad ha sufrido un fuerte intrusismo antes desde la Administración y las instituciones religiosas y ahora a través de las fotocopiadoras cuyos efectos son demoledores para la industria editorial. Los libros son caros y sus tiradas cortas y el autor siempre es el peor pagado.

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Tema 15: Industria y Energía

7.5. Industria química.

La química posee un carácter transversal pues interviene en los procesos de otras muchas industrias, papelera, siderúrgica o conservera. La mayor parte de su producción engrosa otras cadenas productivas. Su desarrollo está condicionado por las materias primas, la demanda industrial y el nivel científico y técnico alcanzado.

Las materias primas utilizadas son muy numerosas, pero el aire y el agua se hallan siempre en la base de cualquier proceso. Se han considerado bienes de acceso libre, pero la situación ha variado en las últimas décadas por la escasez y contaminación de la segunda. La atmósfera también se ha convertido en una cloaca donde se arrojan toneladas de residuos alimentando el efecto invernadero.

La demanda industrial de productos químicos está estrechamente relacionada con el nivel de desarrollo alcanzado por el resto de la actividad industrial y la agricultura, que ha sido escaso hasta la mitad del siglo XX. A partir de entonces el incremento de la demanda ha sido exponencial, sin que haya podido ser atendida al completo desde el interior.

Tenemos escasa preocupación por la ciencia y la tecnología como se constata al comparar nuestras inversiones en I+D con las de los países más avanzados. No investigar en química conlleva un grado de dependencia siempre.

Por sus especiales exigencias de espacio, inversiones en materias primas y su tratamiento, maquinaria, etc. la estructura empresarial difiere de la del conjunto. Las microempresas ocupan el nivel más bajo del sector secundario y las medianas y las grandes el más elevado. La media de mano de obra por industria triplica la española y el valor de producción alcanza el 12.6%, solamente superado por alimentación y el transporte.

7.6. Productos minerales no metálicos.

Llamada también cerámica, vidrio y cemento. La mayor parte de los productos están vinculados con la construcción, si bien, la cerámica tiene un claro uso doméstico u ornamental.

La cerámica, bajo esta denominación están los objetos de barro, loza y porcelana, y en algunos casos es sinónimo de pieza decorativa. Hacia el quinto milenio los egipcios inventan el horno alfarero y los chinos logran en uno cerrado los mil grados de temperatura. Los objetos alcanzan entonces una gran belleza y su decoración transmite los gustos y costumbres de un colectivo.

Los sirios inventan en el siglo I a. de C. el sistema de soplado del vidrio, consiguiendo una factura perfecta de los objetos. Hay que distinguir entre vidrio plano para todo tipo de superficies acristaladas y hueco para la fabricación de objetos de los que los más comunes son los recipientes.

Los cementos, cales y yesos forman con los anteriores el trío de los productos minerales no metálicos. La roca utilizada como materia prima carece de valor, pero el elevado coste de su traslado determina la ubicación de las industrias en las inmediaciones de las canteras. Los cementos más antiguos se remontan a los romanos. A principios del siglo XIX se inventa el cemento artificial que se mezcla con agua. Se conoce en todo el mundo como cemento Pórtland.

La industria de la piedra tiene su importancia pues más de un tercio de las empresas se ocupa del corte, tallado y acabado de la piedra para la construcción y ornamento. Se usa masivamente la maquinaria.

El número de empresas supone el 5.1% del sector, mientras que el empleo y el valor añadido ganan algo más de un entero. Estructuralmente presenta unas dimensiones por encima de la media, pues las microempresas descienden y crece el porcentaje de las medianas y grandes.

Las exportaciones duplican ampliamente las importaciones, destacándose los productos cerámicos y el vidrio, no así las de piedra y yeso.

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Geografía de España

7.7. Metalurgia y fabricación de productos metálicos.

Es la rama más importante por el número de industrias que representa el 18.3% del sector secundario con una media muy baja de empleo por industria debido a la proliferación de pequeños talleres. Se compone de dos grandes grupos de actividad: la metalúrgica, transformación del hierro y del acero y de otros metales no férreos y a la fundición de metales, y la fabricación de productos metálicos.

La industria metalúrgica permanece dentro de la artesanía hasta la primera revolución industrial. Gracias al proteccionismo arancelario de finales del XIX y a la demanda de los contendientes de la primera Gran Guerra se inicia y consolidad esta actividad.

Pero la autarquía crea el ambiente más propicio para las industrias metálicas al tener cerrado el país las puertas al mercado exterior. Los beneficios son abundantes porque se vende todo lo que se produce.

Actualmente, las pequeñas industrias representan el 97%. El resultado es una estructura débil por el exceso de miniempresas, en cambio son pocas las industrias grandes con más de 200 trabajadores.

El comercio exterior de los productos metálicos es deficitario, las exportaciones cubres el 72% de las importaciones teniendo todos los subgrupos saldos negativos.

7.8. Material de transporte.

Esta rama incluye la fabricación de vehículos de motor y sus accesorios, construcción y reparación de barcos, material ferroviario y aeronáutico y fabricación de motocicletas y bicicletas. Son menos de 5000 industrias con una media de empleo muy elevada. Es lógico que así sea porque es una actividad que precisa de grandes espacios, infraestructuras complejas, ingentes volúmenes de capital y mano de obra abundante y cada vez más cualificada.

La construcción naval conoce un gran desarrollo entre 1960-1975 situándose entre los primeros del mundo. A partir de la crisis industrial decae. La madera era el único material utilizado para la construcción de buques. Hoy dicho material ha sido sustituido por el acero , que permite construir buques mucho más grandes y robustos además de más esbeltos.

La fabricación de automóviles es una industria tardía de mediados del siglo XX. En España el nacimiento del automóvil es sinónimo de Seat, símbolo del desarrollo económico.

Son diez las empresas fabricantes en España empleando directamente a 73.000 personas y 11.000 indirectamente. La media de empleo por industria es de 7.300 personas, cifra que nos proporciona una idea clara acerca de la magnitud de todos los órdenes de esta actividad.

A pesar del claro balance positivo de la industria naval y de que la industria del automóvil exporta más de las tres cuartas partes de su producción, el superávit comercial de la rama de transportes es sólo de un 4.3% porque se da un déficit en la adquisición de vehículos y material para el ferrocarril y para la navegación aérea.

La concentración más destacada está en Cataluña, seguida a considerable distancia por Andalucía, Madrid, Comunidad Valenciana y País Vasco. Por ramas de actividad, se ubica en Cataluña, Andalucía y País Vasco. En la construcción de maquinaria y equipo mecánico se añade Madrid al grupo anterior. En todos los casos Cataluña muestra su hegemonía.

La fabricación de material de transporte aparece más repartida por el territorio ya que el clan ha de acoger a Baleares y Galicia. Por subsectores, la fabricación de vehículos de motor y accesorios tiene acento catalán, la construcción y reparación navales prefieren Baleares, Galicia y Andalucía, y la fabricación de material ferroviario y aeronáutico, Madrid.

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Tema 15: Industria y Energía

7.9. Energía y agua.

En los albores de la industrialización las fábricas se veían obligadas a localizarse en el entorno próximo a las fuentes de energía. La irrupción de otras modalidades de energías y transporte más cómodo y barato ha divorciado espacialmente la producción y el consumo de las mismas.

La sensibilidad por el medio ambiente los observa con reparo poniendo en entredicho la rentabilidad de alguna de dichas fuentes.

La demanda de energía crece año a año sin nuestro país disponga de recursos propios suficientes y aumentando nuestra dependencia energética. La naturaleza es pródiga en fuentes de energía pero su uso se reduce porque el nivel de desarrollo a veces no da para más. Los flujos de energía proceden del carbón, petróleo, gas, hidráulica, nuclear y otros.

El mayor consumo energético se centra en el petróleo. Importamos una carta parte de Oriente Medio, el 42% de África, de Europa el 14% y Sudamérica el 18. Nuestros máximos proveedores son Nigeria, México, Libia y Rusia.

La mayor parte del carbón viene de Sudáfrica, Indonesia, Australia y Estados Unidos. El gas natural de Argelia.

El segundo grupo de la actividad dentro de la rama se ocupa de la captación, depuración y distribución de agua cuyo destino se dedica preferentemente a usos agrícolas. Según la legislación de aguas el destino prioritario es el abastecimiento de la población y las actividades económicas conectadas con la red urbana.

El verdadero desarrollo de esta actividad se produce a partir de mediados del siglo XX debido a la migración del campo a la ciudad, y al cambio de los hábitos higiénicos de la población. El consumo por habitante y día, cercano a los 300 litros, se dispara en las zonas turísticas. Se está saliendo al paso con la construcción de embalses, plantas potabilizadoras, trasvases entre cuencas o captación de aguas subálveas

El consumo para usos industriales tiene una incidencia escasa, no así el nivel de contaminación que conlleva al que añadir los elevados costes para su depuración. Merecen referencia especial los recursos subterráneos obtenidos. La sobreexplotación de los acuíferos ha reducido la superficie de los humedales sobre todo la cuenca manchega del Guadiana y elevado el nivel de salinidad en el litoral levantino y los archipiélagos balear y canario. La respuesta pasa por la instalación de grandes plantas desaladoras.

La rama se divide en producción y distribución de energía eléctrica, gas, vapor y agua caliente que se localiza en Cataluña, Andalucía, Madrid, Navarra, Galicia y Castilla y León. Y captación, depuración y distribución de agua que presenta un sesgo marcadamente costero e insular con la Comunidad Valenciana a la cabeza, seguida de Canarias, Cataluña, Baleares y Andalucía.

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Geografía de España

TEMA 16.

LOS SERVICIOS Y EL TRANSPORTE.

INTRODUCCIÓN. Los servicios, también denominados sector terciario de la economía, agrupan un conjunto de actividades orientadas a satisfacer las necesidades más diversas. Prestan cuidados, asistencia e información a dos tipos de demandas, una directa como la sanidad, enseñanza, hostelería y comercio al por menor, y otra de carácter intermedio relacionadas con la producción y distribución, como son los transportes, comercio al por mayor, bancos, inmobiliarias, etc.

Pertenecen al sector terciario las actividades relacionadas con el transporte, comercio, turismo, tecnologías de la información, inmobiliarias y servicios empresas.

El transporte, en sus diversas modalidades, es uno de los elementos que definen la estructura espacial y socioeconómica de un territorio, el nivel de desarrollo alcanzado y las tendencias de futuro. Un sistema de transportes avanzado es siempre fruto de un dilatado proceso en el que unos espacios se ven más favorecidos que otros.

A partir de los años sesenta del siglo pasado los flujos cambian radicalmente a favor del transporte por carretera. En 2002 el porcentaje de viajeros que elige esta modalidad representa el 65.5% del total. En cuanto al transporte de mercancías el predominio de la carretera es absoluto con un 74.3% seguido por el marítimo el ferrocarril y avión.

Esta situación obedece a toda una serie de medidas adoptadas desde los poderes públicos dentro de un contexto internacional más amplio. La preeminencia de la carretera se ha visto fomentada por inversiones muy superiores a las del resto de las infraestructuras. Pero algo está cambiando a favor del tren con la puesta en funcionamiento de nuevos tramos del AVE.

1. LOS SERVICIOS EN EL ÚLTIMO TERCIO DEL SIGLO XX.

Antes el desarrollo se identificaba con la existencia de una industria poderosa. Ahora una sociedad avanzada se define por la abundancia y calidad de sus servicios.

Uno de los rasgos que definen la economía española en el último tercio del siglo XX es la explosión de los servicios a partir de la crisis industrial al principio de los años setenta, algo que ya se había consolidado en la Europa desarrollada tras la II Guerra Mundial.

El hecho de que este desarrollo acelerado se produjera en un contexto de crisis ha originado hondas repercusiones en la distribución de la población activa, del PIB y en la organización del territorio. Algunos piensan que los servicios tienen un crecimiento desmesurado y otros creen que el país aprovecha la fiebre para dar el típico estirón de adolescente.

1.1. Cambios estructurales en la población activa y el PIB.

El desarrollo normal de un grupo entraña el desplazamiento del empleo y la producción desde las actividades agrícolas hacia las industriales y de servicios. Primero se atienden las necesidades básicas.

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Tema 16: Los servicios y el transporte

Seguidamente la acumulación de rentas dirige una parte de la energía económica a las actividades manufactureras y por último los consumidores demandan productos intangibles denominados servicios.

Su desarrollo entre las sociedades avanzadas se debe a la demanda de consumo final directa y también a la oferta intermedia dirigida a todo tipo de empresas. Los servicios se han incrustado en la producción de muchos bienes industriales entre los que destacan la comunicación y la información.

La economía española vive desde 1960 unos cambios estructurales profundos tanto en la distribución sectorial del empleo como en la del PIB. La agricultura es las más afectada negativamente ya que pierde hasta 1973 el 16,4% de sus efectivos. La expansión económica de los primeros años tiene un sesgo industrial, pero ya antes de la crisis los servicios se ponen por delante. En 1986 la población activa terciaria asciende al 52.3% y en 2001 los servicios ocupan el 64% del empleo, un índice que convierte al país en una sociedad plenamente terciaria.

Hasta 1973, desde la producción, se caracteriza por vivir la economía unos cambios decisivos como son la caída de la agricultura en el PIB, el crecimiento anual del sector secundario y un notable despegue de los servicios. Entre 1973 y 1986 el sector terciario muestra su carácter dinámico y de refugio ante las diversas convulsiones económicas y reajustes sociales.

Durante los últimos quince años las actividades agrarias han continuado su caída hasta situarse en el 3,3% del PIB. La industria ha interconectado algunas de sus actividades con una serie de servicios que ya forman parte del proceso de producción. El país ha entrado en la fase postindustrial en la que los servicios son determinantes tanto en el empleo como en la distribución del PIB.

1.2. Principales ramas de la actividad terciaria.

Quedan fuera de estudio los servicios no destinados a la venta como son los impartidos por las Administraciones Públicas y los realizados por instituciones privadas sin ánimo de lucro. En conjunto representan en torno al 14% del PIB y del empleo.

Las empresas de servicios representan el 80% del entramado empresarial del país. El grupo más numeroso es el dedicado al comercio, seguido por el de servicios a las empresas, el turismo y transportes. Las pequeñas y medianas empresas son mayoría en el conjunto suponiendo el 99% del total.

El comercio alcanza el 64.6% del volumen de negocio seguido con un 8% por los servicios a empresas y los transportes. En comercio destaca la venta al por mayor e intermediarios, en turismo la restauración, en transporte se da una hegemonía compartida entre actividades anexas y mercancías; telecomunicaciones se imponen en tecnologías de la información y sobresalen la publicidad, la asesoría jurídica y económica y los servicios técnicos.

1.3. Distribución de los servicios por el territorio.

La distribución de los servicios en su conjunto tomando como base el índice de mano de obra empleada en 2003 por Comunidad Autónoma sobresalen Cataluña y Madrid acaparando además el volumen de negocio del sector terciario. Muestran una situación levemente positiva Andalucía, Baleares, Canarias y Comunidad Valenciana. El resto tiene un nivel de empleo negativo.

En la rama de transporte y en la de comercio el esquema general se repite. El índice por empleo es negativo en doce CC.AA. El comercio siempre ha sido un buen acomodo para el empleo, siete regiones muestran índices positivos.

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Geografía de España

El empleo por turismo da un salto de varios enteros en favor de ambos archipiélagos. Los servicios de tecnologías de la información concentran casi los dos tercios de sus recursos humanos en Madrid y Cataluña, apareciendo como deficitarios en las demás regiones. Andalucía se incorpora con éxito a la actividad inmobiliaria y alquileres y también aunque con menor medida los dos archipiélagos.

Los servicios a empresas incluyen investigación y desarrollo, asesoría, estudios de mercado, publicidad, selección de personal, etc. En todos estos campos todas las CC.AA. muestran un déficit de empleo comparadas con el PIB, también con el volumen de negocio porque Madrid y Cataluña arrasan.

2. LA RED DE CARRETERAS.

Articula todo el territorio nacional al conectar entre sí los diferentes núcleos de población. Se puede analizar desde la titularidad de la red, categoría o nivel de importancia y densidad e intensidad de uso.

2.1. La titularidad de la red.

Queda bajo cinco competencias distribuidas entre la Administración Central, Comunidades Autónomas, Diputaciones y Cabildos, Ayuntamientos y otros organismos. El Estado mantiene la titularidad sobre el 3,7% que conforman el elemento básico de la red. Por ellos discurren los flujos interregionales e internacionales a la par que conectan con los aeropuertos y puertos más transitados. Es una red pública de interés general y vertebradora del territorio.

Las CC.AA. controlan el 10,6% de los Km. con los que proporcionan comunicaciones fluidas dentro de su propio territorio y las pertinentes conexiones con la red estatal. Las Diputaciones y los Cabildos disponen de una red de un tamaño similar a la autonómica, a través de la que dan servicio a las comarcas logrando que ningún núcleo de población quede aislado. Los Ayuntamientos controlan el 73,7% del total de la red de la que forman parte la infraestructura urbana y la rural que llega hasta las pequeñas aldeas y las casas aisladas entre cultivos de secano o regadío.

2.2. Tipos de red.

El nivel de importancia de las carreteras permite distinguir entre una red principal y otra secundaria. La primera se divide en vías de gran capacidad y carreteras de vía única. Las de gran capacidad están integradas por las autopistas de peaje, las autopistas y autovías libres del mismo y las carreteras de doble calzada. Presentan una estructura predominantemente radial, aunque con una decidida tendencia hacia la transversalidad con el desarrollo de varios grandes ejes.

Las vías de gran capacidad han ido ampliando su extensión. En tres décadas se ha pasado de los 203 Km. de 1970 a los más de once mil de 2001, la mayor parte de ellos bajo la modalidad de autovía. El proyecto inicial de autopista fue desechado y la solución consistió en una serie de autovías aprovechando la antigua carretera para una de las dos direcciones.

Los nuevos planes del Ministerio de Fomento prevén una red de vías de gran capacidad que dispondrá de 16841 Km., un incremento del 51% sobre la red de 2001, e intercomunicará a todas las capitales de provincia y a éstas con sus principales núcleos.

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Tema 16: Los servicios y el transporte

Las carreteras de vía única soportan una sobrecarga excesiva debido a la infrautilización de las autopistas de peaje por el elevado coste del mismo. Esta calzada tiene menos de 5 metros de ancho en casi una cuarta parte de su recorrido, porcentaje que confirma las deficiencias de la red viaria principal.

2.3. La densidad e intensidad.

De uso de la red principal son valores relativos para medir la distribución y uso de la misma en diferentes regiones. Las mayores densidades aparecen en Canarias, El País Vasco y Galicia y las más bajas en Aragón, Extremadura y Andalucía, regiones donde predomina el poblamiento concentrado frente al disperso en las tres primeras.

Posee un mayor interés la intensidad de uso, relación entre kilómetros recorridos y longitud de la red y la intensidad media diaria. En el primer caso destacan los núcleos industrializados, las zonas altamente urbanizadas y las de mayor demanda turística. La red estatal muestra un uso más intenso y homogéneo por su condición de red básica. La red comunitaria se ciñe más al perfil de la demanda real, la densidad demográfica o la estructura de la red urbana.

La intensidad media diaria muestra el alcance de determinados flujos en función del dinamismo económico y la distribución espacial de la población. Con más de 20.000 vehículos diarios están Madrid, Barcelona, Valencia y su entorno más varios ejes entre La Coruña-Tuy, Valladolid-Palencia, Burgos-País Vasco, corredor del Ebro hacia el este a partir de Zaragoza, costa mediterránea desde Girona hasta Puerto Lumbreras y Málaga- Algeciras.

El segundo nivel, de 10.000 a 20.000 vehículos diarios, es mucho más extenso y posee un aspecto radial partiendo del núcleo madrileño. Sin embargo, destacan varios recorridos transversales, el que discurre entre Vitoria y Zaragoza y el que une Sevilla con varias capitales andaluzas. El tercer nivel, menos de 10.000 vehículos diarios, se extiende por las zonas de desarrollo más débil.

3. LA RED FERROVIARIA

3.1. Breve introducción histórica.

En 2001 la longitud de la red asciende a 14.347 Km. de los que el 85,8% pertenecen a RENFE, el 8,3% a Ferrocarriles de Vía Estrecha (FEVE) y el 5,9% restante a algunas Comunidades Autónomas y particulares. El tren ha perdido protagonismo ante el auge de otros medios de transporte.

El novedoso medio de transporte inaugurado en Inglaterra en 1803, pieza clave de la revolución industrial, no circularía por España hasta 1848 en que se inauguraría el primer tramo entre Barcelona y Mataró. El ancho de vía es ligeramente superior al europeo debido a las dificultades orográficas del país. Esta tardanza se debe al atraso económico y tecnológico generalizado y a la falta de capitales.

Hasta 1851 no se abre el segundo recorrido, que une Madrid y Aranjuez y a partir de entonces empieza el desarrollo ferroviario, creándose varias compañías con capital mayoritario francés, que en pocos lustros completan la red básica. A comienzos del siglo XX hay 15.000 km de red. La guerra civil provoca la ruina de todas las compañías y el Estado nacionaliza la red de vía ancha, cuya gestión pone en manos de RENFE en 1941.

El Plan de Modernización de los años sesenta es voluntarioso, pero el tren va perdiendo la batalla ante el coche y el avión, viéndose obligado a cerrar numerosos tramos de la red en las décadas siguientes. En los

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Geografía de España

años ochenta el ferrocarril recibe un nuevo impulso con la aprobación del Plan de Transporte Ferroviario, acompañado con grandes inversiones para mejorar los servicios de cercanías y poner en marcha las obras de la línea del AVE Madrid- Sevilla inaugurada en 1992. El Plan de infraestructuras de Transporte 2000- 2007 prevé la construcción de 7.200 Km. de Alta Velocidad.

3.2. Características de la red ferroviaria.

Tres cuartas partes de la red son de vía única lo que incide en la calidad del servicio y el 45.7% de la red se hayan todavía sin electrificar. El esfuerzo en este sentido ha sido importante a lo largo del último tercio del siglo XX llegando al 54,3% en 2001de red electrificada. Se pueden distinguir tres modelos de trayecto:

a) Trayecto del AVE Madrid-Sevilla cuya rapidez y puntualidad han atraído al 60% de antiguos usuarios.

b) Trayecto electrificado, que comprende las líneas más importantes de doble vía en algo más de la mitad de su recorrido.

c) Trayecto no electrificado que discurre en su mayor parte por vía única sobre zonas con débil demanda.

3.3. Plan de Infraestructuras de Transporte (PIT 2000-2007).

La inversión prevista tiene como horizonte los siguientes objetivos:

a) Disminuir a la mitad el tiempo actual de distancia entre las grandes ciudades, para que todas se sitúen a menos de cuatro horas y media de Madrid y de seis y media de Barcelona.

b) Captar hasta un 30% del tráfico interior. Se trata de duplicar el número de clientes en menos de una década.

c) Convertir el déficit en un superávit en el 2010.

Y por último, construir el Corredor de Andalucía, el del Noreste, el del Levante y Eje Mediterráneo, el del Norte-Noroeste y el del Oeste.

El fin último es conseguir una malla coherente y funcional que conecte las CC.AA. entre sí y éstas con la red europea y se encuadra dentro de la Directiva Comunitaria que contiene los requisitos de obligada aplicación al sistema ferroviario transeuropeo de Alta Velocidad.

La estructura ferroviaria existente es heredada del siglo XIX, pero las circunstancias actuales son muy distintas con grandes espacios vacíos y otros con gran densidad urbana. Y en estos servicios interurbanos es donde el tren puede competir con éxito frente al avión y el coche en trayecto de 600 km de límite y en cercanías. Los nuevos corredores han adaptado el ancho europeo careciendo de conexión con la red tradicional hasta que se generalice la tecnología del Talgo.

4. EL TRANSPORTE AÉREO.

4.1. Evolución reciente del transporte aéreo.

Las ventajas que ofrece para las distancias medias y largas lo han convertido en un sistema imprescindible y de uso masivo en el desplazamiento de viajeros no así de mercancías, cuyo sobreprecio impide la

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Tema 16: Los servicios y el transporte

competencia con otras modalidades. Para explicar su desarrollo en España hay que tener en cuenta también la apertura del país al espacio económico europeo y su transformación en un destino turístico.

Herencia de la autarquía es la abundancia de aeropuertos. Hubiera sido preferible una red de aeropuertos regionales conectados con su entorno por carretera y ferrocarril. Los aeropuertos están regidos por un organismo independiente, Aeropuertos Españoles y Navegación Aérea (AENA). Suman un total de 41 y la mayoría se encuentran en la periferia y en los dos archipiélagos.

− Entre 1975 y 2001 han pasado de 37,7 a 142,7 millones los pasajeros que han utilizado del avión para llegar a España.

− Los viajeros internacionales son más debido a que el país se ha convertido en un foco turístico de primer orden.

− -La recesión interna de mediados de los ochenta supone la caída de los pasajeros nacionales, no así los visitantes que se incrementan en diez millones.

− El predominio de los viajeros europeos es absoluto, seguidos por los latinoamericanos, los de América del Norte, África y resto del mundo.

En cuanto al transporte aéreo de mercancías no llega al 0.1% del total circulante. El avión no puede competir con los demás medios de transporte, salvo en productos de urgencia, escaso volumen y peso.

El movimiento internacional es más dinámico y al igual que ocurría con los pasajeros, tiene un origen y un destino europeo mayoritario, aunque con una distribución más equilibrada, seguida por América del Norte, Latinoamérica, África y resto del mundo.

4.2. La red aeroportuaria.

La integran 41 aeropuertos, aunque varios son más bien aeródromos porque su tamaño es más reducido y tuvieron carácter militar en origen. Cabe agruparlos en centrales, regionales y locales. Los centrales actúan como órganos rectores del sistema aeroportuario ejerciendo como ejes de conexión entre líneas nacionales e internacionales (Hubs). Madrid y Barcelona pertenecen a dicha categoría.

Los regionales atienden las necesidades de su entorno dándoles salida hacia otros núcleos y carecen de función conectiva. Tal es el caso de Bilbao, Las Palmas, Málaga, Palma de Mallorca, Santiago de Compostela, Sevilla o Valencia. Los aeropuertos locales circunscriben sus movimientos al espacio peninsular. A este tercer nivel pertenece la inmensa mayoría.

Madrid destaca con el 23,7% del conjunto de los viajeros. Le siguen Barcelona y Palma de Mallorca. Los tres lugares siguientes están ocupados por Málaga, Gran Canaria y Tenerife Sur. Las actividades turísticas tienen una clara trascendencia en el desarrollo del transporte aéreo.

El archipiélago balear encabeza el tráfico aéreo internacional, seguido por el canario y Madrid. Esto se debe a la trascendencia que tienen las actividades turísticas en el país.

En cuanto a mercancías representan un volumen muy exiguo del total movilizado. Predomina el transporte exterior sobre el interior. Más de la mitad de las mercancías entran o salen por Madrid-Barajas, seguida a distancia por Barcelona, Gran Canaria y Vitoria donde se encuentran varias empresas de transporte urgente.

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Geografía de España

4.3. La modernización de la red aeroportuaria.

A finales de siglo el transporte aéreo se ha duplicado sin que el desarrollo de las infraestructuras haya logrado mantener su ritmo. Entre las medidas de urgencia adoptadas para desarrollar las infraestructuras estaba la construcción de la tercera pista de Barajas y la ampliación de las infraestructuras de los aeropuertos de Barcelona, Málaga, Alicante y de ambos archipiélagos, todo ello ya en activo. Se han incorporado a la red los de Burgos, Huesca y Albacete. Se ha previsto una inversión de 9.000 millones de euros de los que el 60% irán destinados a los dos primeros aeropuertos. En 2007 la cifra de pasajeros será de 234 millones.

5. EL TRANSPORTE MARÍTIMO.

El transporte de personas, animales y mercancías a través de los mares ha sido el medio más utilizado durante milenios y aún controla el comercio a nivel mundial sobre las grandes distancias. Vinculado a una ciudad portuaria que recibe un abanico de flujos e innovaciones altamente positivos para sus moradores. Vive la mayor revolución en el siglo XIX cuando se introducen la hélice y el vapor, entrando en la fase moderna donde los avances tecnológicos son permanentes.

5.1. Características del transporte marítimo.

Nuestras costas suman 8.653 km. Los puertos catalogados como de interés general del Estado ascienden a 28, por donde se canaliza la mayor parte de nuestras importaciones y exportaciones. A los citados hay que añadir un sinnúmero de pequeños enclaves costeros que facilitan el cabotaje.

Esta atomización perjudica el tráfico exterior a gran escala. Cada vez se hace más necesario constar con una infraestructura adecuada que concentre instalaciones y medios ya que los barcos evolucionan con rapidez. También es determinante contar con buenas infraestructuras hacia el interior del país que agilicen los flujos en ambas direcciones.

A comienzos de 2002 la flota mercante española está compuesta por petroleros, portacontenedores, de carga seca polivalente, gaseros, granaleros, de pasaje, etc. De antigüedad elevada, el 53,5% tiene más de 25 años.

La mayor parte de los desplazamientos se realiza entre la península y el Norte de África y un tercio viaja hacia las Baleares y pocos son los que eligen el barco para conocer las Canarias. Sin embargo, la cantidad global se multiplica por cinco si sumamos también los movimientos de entradas y salidas al margen del tráfico regular.

El peso de las mercancías transportadas por las líneas regulares se distribuye de forma muy distinta a la de los pasajeros. El grueso de la actividad se dirige hacia Baleares y Canarias, con una pequeña porción hacia el otro lado del Estrecho. Finalmente el transporte de cabotaje, o tráfico entre puertos sin alejarse de la costa, representa el 6,6% del movimiento interior de mercancías.

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Tema 16: Los servicios y el transporte

5.2. El tráfico internacional de mercancías.

Por los puertos de interés general del Estado pasan el 52% de los intercambios con la UE y el 96% de los realizados con terceros países. Más de las tres cuartas partes de las importaciones y la mitad de lo que exportamos nos llegan a través del mar. Se trata de un comercio en plena expansión.

Los puertos se han especializado en el tratamiento de un tipo u otro de mercancías. Los sólidos prefieren Almería, Bilbao, El Ferrol-San Ciprián, Gijón y Huelva. Los líquidos se trasiegan en Algeciras, Bilbao, Cartagena, Huelva, La Coruña, Santa Cruz de Tenerife y Tarragona. Finalmente, la mayor parte de la carga y descarga de contenedores se lleva a cabo en Algeciras, Barcelona, Bilbao y Valencia.

Se pueden distinguir tres grandes áreas geográficas:

1) El arco mediterráneo, cuyos doce puertos jalonan el litoral desde Barcelona hasta Algeciras, incluidas las Baleares, Ceuta y Melilla, ha ido incrementando su participación en el transporte de mercancías. Algeciras encabeza el transporte nacional de mercancías, aunque repercute de manera insuficiente en el país debido a unas infraestructuras inadecuadas. A notable distancia, Barcelona y Valencia ocupan el segundo y tercer lugar. En esta dinámica de desarrollo están los puertos de Baleares, Cádiz y Huelva.

2) En la cornisa cantábrica son diez puertos de interés general del Estado. Su papel está perdiendo importancia en el conjunto. Bilbao registra el mayor descenso porcentual. Gijón, La Coruña, Santander y Vigo están con el índice a la baja. Tan solo Marín-Pontevedra y Ferrol-San Ciprián presentan una evolución positiva.

3) la zona suratlántica participa en el transporte con cinco puertos, tres andaluces y dos canarios. En conjunto ha tenido una evolución positiva, con un crecimiento porcentual de Cádiz, Huelva y Las Palmas y retrocede Sevilla y Santa Cruz de Tenerife. Las Palmas está logrando rentabilizar su óptima localización como nodo de las rutas internacional suratlánticas.

5.3. Programa de modernización portuaria.

La modernización de los puertos del Estado forma parte del Programa de Infraestructuras 2000-2007. Está prevista la construcción de diques de abrigo, explanadas protegidas, dragados de primer establecimiento, etc. Se pretende dar cobertura al incremento del cabotaje europeo como alternativa al tráfico terrestre, proveer a los puertos de unos servicios más seguros y convertir sus instalaciones en intercambiadores con la red viaria y ferroviaria en condiciones.

En el periodo 2000-2007 estaban previstos 7.500 millones de euros entre inversión pública y privada. La pública se reserva la aportación del suelo y la construcción de áreas abrigadas, accesos marinos, enlaces terrestres y todo tipo de servicios. El capital privado se ocupa de las actividades de segundo y tercer nivel (terminales especializados, almacenes, depósitos, frigoríficos y silos. También corre con la instalación del equipo técnico, transporte de mercancías y prestación de los servicios portuarios.

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Geografía de España

TEMA 17.

EL COMERCIO.

INTRODUCCIÓN.

El origen del comercio está en el intercambio de objetos y productos y alcanza su madurez con la aparición del dinero. Se divide en dos grandes bloques, comercio interior y comercio exterior, pero en ambos casos es preciso que exista la libre competencia basada en la libertad para producir y marcar precios, informar e informarse sin restricciones y desplazarse por el territorio.

Las actividades comerciales en España están integradas por diecinueve subsectores con0 un claro predominio de la mano de obra masculina. La venta al por menos de artículos nuevos en establecimientos especializados es el más importante por el volumen de empleo que genera y por el número de locales en activo. Más del 80% de las empresas cuentan con menos de seis trabajadores.

Tomando como referencia la densidad demográfica por regiones aparecen con neta vocación comercial Cataluña, Comunidad Valenciana y Madrid. Sobreabundan los locales de comercio minorista con uno por 59 habitantes cuya dimensión gira en torno a los 60 m².

El autoservicio es una de las novedades adoptadas masivamente por las grandes superficies, beneficiando a cliente y vendedor. Pero esto beneficia aún más al vendedor, pues el deambular sin trabas alienta el consumismo del cliente.

1. DEFINICIÓN Y TIPOS DE COMERCIO.

El comercio es una actividad que precisa de un vendedor y un comprador de una mercancía que puede ser inmaterial como un servicio. Punto de encuentro entre la oferta y la demanda, el comercio es el lugar económico del intercambio.

Los primeros grupos humanos, incomunicados entre sí, desconocen el comercio y tienden a la autosuficiencia (economía autárquica). El intercambio o trueque es el primer eslabón de las relaciones comerciales, que alcanzan su madurez con la aparición de la moneda. Comerciar era visto con desdén, aunque no tardó en ser aceptado como fuente de riqueza.

El comercio interior abarca las relaciones que se llevan a efecto entre las regiones de un país y se basa en un sistema de precios convenidos que organizan la producción, distribuyen los recursos y reparten la renta. Tales precios son libres cuando fluyen entre la oferta y la demanda o controlados, ya intervenga el Gobierno por interés público ya lo haga un grupo particular desde un monopolio. La libre competencia sólo se da cuando el tamaño de las unidades de producción es tan pequeño que ninguna de ellas puede determinar el precio o la producción del resto, si existe un conocimiento suficiente del mercado por productores y consumidores y si no hay trabas en el desplazamiento geográfico e intersectorial de los recursos y empresas.

El comercio exterior también se basa en la libre competencia, pero suele ser más intervenido estatalmente a través de aranceles, cupos de importación o devaluaciones de moneda. La estabilidad de la balanza de pagos se consigue con el equilibrio entre las exportaciones e importaciones. El comercio internacional circula por tres grandes rutas: una entre países de diferente ámbito climático por la que fluyen los productos tropicales hacia la zona templada y viceversa. Una segunda obligada entre los países productores de materias primas y los países industrializados, y una tercera entre estos últimos porque cada uno de ellos se ha especializado en distintas áreas de producción. Existen numerosas formas de organización comercial, entre ellas:

a) Al por menor o al detalle, sistema cuyos métodos de presentación, organización y venta están en permanente cambio.

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Tema 17. El comercio

b) Comercio ambulante, cuando se realiza sin sede fija, desplazándose por calles y ciudades (ferias y mercadillos de fines de semana).

c) El comercio especializado cuyas transacciones giran sobre un mismo producto o varios afines. d) Los hipermercados, de grandes dimensiones ofrecen al cliente una extensa gama de productos y

servicios, ubicados en la periferia de las ciudades. e) El comercio por Internet es una modalidad en plena expansión. Se caracteriza por estar disponible las

veinticuatro horas y por ser indiferente la localización del comprador y el vendedor, su relación es impersonal.

2. COMPOSICIÓN Y ESTRUCTURA DE LAS ACTIVIDADES COMERCIALES.

Las actividades comerciales se dividen en 19 grandes subsectores que van desde la venta de vehículos a motor hasta la reparación de efectos personales y enseres domésticos, pasando por el comercio al por mayor o menor de los productos más diversos, en establecimientos especializados o no. De los datos facilitados por el INE de las actividades comerciales en el año 2000 se pueden obtener las siguientes conclusiones:

2.1. Predominio de la mano de obra masculina. Que ocupan el 59.4% de los puestos de trabajo, siendo mayoritarios en 15 de los 19 grandes subsectores. Las mujeres predominan en el comercio al por menor de alimentación, bebidas, tabaco, productos farmacéuticos, belleza e higiene.

2.2. Concentración de empleo. El total de mano de obra ocupada se concentra en cuatro subsectores, de los que tres que comercializan productos alimenticios concentran casi el 58% del empleo total, ya sean al por menor o al por mayor.

2.3. Concentración de la actividad empresarial. La mayoría de empresas desarrolla su actividad en un solo establecimiento, acaparando el subsector de otro comercio al por menor de artículos nuevos en establecimientos especializados casi un tercio de las empresas.

2.4. Minifundismo empresarial. La estructura de las actividades comerciales, según el índice de empleo, ocupa una media de 3,5 trabajadores por empresa. Destaca el subsector que comercializa alimentación, bebida y tacaco con 9,2 empleos, seguido por las gasolineras, venta de vehículos de motor y venta al por mayor de maquinaria y equipo.

Resumiendo, las actividades comerciales ocupan a casi 2,8 millones de personas, aventaja la mano de obra masculina a la femenina en un 19%, la mayoría de establecimientos distribuye al por menor productos relacionados con la alimentación, calzado, vestido y artículos para el hogar, y las empresas poseen en su conjunto una dimensión familiar o artesanal con una media de 3,5 personas, que se reduce a 3,1 por local de trabajo. Por tamaño se distribuyen: con menos de dos trabajadores está el 55,6%, entre 2 y 9 el 39,9% y con más de 10 el 4,5% restante.

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Geografía de España

3. DESEQUILIBRIOS REGIONALES EN LA DISTRIBUCIÓN DEL COMERCIO.

El volumen de población, el tamaño y rango de los municipios, el nivel de renta y su especialización funcional influye en la distribución comercial. Sus características son:

3.1. Los desequilibrios regionales Quedan patentes, pues varias regiones como Cataluña, Comunidad Valenciana y el País Vasco muestran una clara vocación comercial. En el polo opuesto se sitúan los dos archipiélagos y Madrid; otras regiones muestran un equilibro total entre locales comerciales y población.

3.2. Distribución del empleo. Están por encima del índice de población de forma destacada Cataluña, Madrid y Comunidad Valenciana. Con un índice similar Aragón, Asturias, Canarias Navarra y el País Vasco. Especialmente aparecen como deficitarias Andalucía, Castilla-La Mancha y Galicia.

3.3. Empleados/empresa. Con una media de 3,1 personas por establecimiento se puede hablar de dimensión artesanal en estos núcleos. El 81.1% de los establecimientos tiene menos de seis trabajadores. Las diferencias regionales son escasas.

4. COMERCIO AL POR MENOR.

Adquiere los productos para su venta al consumidor final del fabricante o de un mayorista. Tanto sobre el espacio como en el tiempo, el subsector tiene gran movilidad porque exige pocas inversiones. Esta flexibilidad lo convierte en un campo de contrastes donde conviven las formas tradicionales con las más avanzadas.

El número de comercios minoristas se acerca a los 700.000 con una densidad media de 59 habitantes por establecimiento. Los establecimientos que atienden necesidades básicas hacen acto de presencia en todas las poblaciones grandes y medianas. No así en los pequeños núcleos, donde los ultramarinos se compran en alguna población cercana de mayor rango.

Una alternativa para el comercio minorista ha sido asociarse con las grandes superficies ubicadas en las periferias urbanas. Al amparo de marcas de gran tirón comercial ha surgido una constelación de pequeños comercios que se benefician del atractivo que ejercen estas, además de las ventajas que aportan.

Tradicionalmente se ha caracterizado este comercio por ser pobre en equipamiento y con escasa formación profesional del propietario y único trabajador. Sin embargo, han aparecido numerosos factores sociales y económicos, como la incorporación de la mujer al trabajo fuera de casa, el uso generalizado del congelador, el incremento de la renta familiar, la abundancia de los productos y la generalización del autoservicio que han influido decisivamente en el desarrollo de nuevas formas comerciales. A lo que habría que añadir la incorporación de nuevas técnicas comerciales, uso de lectores ópticos, tarjetas de crédito y control automático de mercancía en almacén.

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Tema 17. El comercio

5. COMERCIO AL POR MAYOR.

El comercio mayorista compra los productos al fabricante o a otro mayorista para su venta posterior a los detallistas, nunca a los consumidores finales. La media de empleo es ligeramente superior a la del comercio minorista. En los subgrupos mayoristas el empleo medio va desde las 1,3 personas a las 7,5.

Existe un comercio al por mayor por cada 196 habitantes. Al igual que en los países más avanzados de la UE el número de mayoristas está a la baja al desempeñar su función los mismos fabricantes o minoristas grandes que no renuncian a la venta en directo al consumidor.

Los mayoristas poseen el 23,2% de los locales y ocupan el 33,7% de la mano de obra comercial. La diferencia de diez enteros a favor del empleo es lógica ya no sólo por la mayor superficie de sus establecimientos sino también por el volumen de productos circulante a través de ellos. En todas las Comunidades Autónomas es mayor la concentración del empleo que la de los locales, pero las diferencias intrarregionales son notorias. En los polos opuestos se sitúan Cantabria y Murcia. En la primera se da un equilibrio entre ambos valores y en la segunda el empleo duplica la tasa de locales.

6. NUEVAS MODALIDADES DE COMERCIO.

Los profundos cambios económicos y sociales a partir del Plan de Estabilización (1959) han generado también nuevas formas de comercio, impulsadas tanto por una dinámica interna de producción y consumo como por apoyos externos llegados desde la tecnología, la propaganda y los sistemas de distribución. Cambios cualitativos y cuantitativos siendo la base de ellos el crecimiento de la renta al impulsar una serie de innovaciones.

El grado de desarrollo de una sociedad se mide por el volumen de bienes superfluos, entendidos como algo inútil. Nuestro comercio ha conseguido un alto nivel de superfluidad que exige nuevos modos y espacios para su venta. Esto ha supuesto una revolución en la forma de presentar los productos, técnicas de venta, precios a la baja, desaparición de parte del comercio tradicional. Se trata de autoservicios y grandes superficies.

6.1. El autoservicio. Por un lado se trata de un sistema de venta en el que el cliente toma por si mismo del expositor un producto. Por otro, es también el establecimiento minorista donde se lleva a cabo dicha modalidad de comercio, generalmente de alimentación o droguería.

El sistema se ha generalizado de tal manera que sólo algunas tiendas especializadas lo eluden. El comprador ahorra tiempo, se mueve con libertad y compara precios y marcas. El vendedor transforma el espacio de almacenaje en espacio de venta incrementando su rentabilidad y sobre todo ahorra en mano de obra.

6.2. Las grandes superficies. Son una denominación genérica para centros comerciales por encima de los 2500 m² y en régimen de venta al por menor. Se trata de los grandes almacenes, centros comerciales e hipermercados.

a) Los grandes almacenes fueron los primeros en aparecer a principios del siglo XX. Se ubican en zonas de elevada densidad urbana y ofrecen una extensa gama de productos de consumo y servicios.

Ocupan varias plantas. Simultanean el autoservicio con una cuidad atención al cliente. Emiten tarjetas de crédito propias y están integrados en grandes cadenas de ámbito internacional. La selección del surtido, la atención personalizada y el asesoramiento son los rasgos que distinguen los grandes almacenes de los hipermercados.

b) Los centros comerciales con superficie entre 2.500 y 250.000m2 están integrados por tiendas especializadas, supermercados, hipermercados, grandes almacenes, galerías de tiendas, restaurantes y

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Geografía de España

zonas de esparcimiento y ocio. Se ubican en la periferia de las grandes ciudades con cientos de plazas de aparcamiento.

c) Los hipermercados, dentro de las grandes superficies, son establecimientos de venta al detalle, en régimen de autoservicio y en los que se ofrece una gama más amplia de productos que en un supermercado. Incluyen alimentación, limpieza y artículos del hogar, ferretería, jardinería, papelería, etc. Se localizan en la periferia urbana con restaurantes y guarderías. Con extensas zonas de aparcamiento.

7. COMERCIO EXTERIOR.

En la segunda mitad del siglo pasado el comercio exterior vive dos fechas señaladas: el abandono de la autarquía (1959) y su incorporación a la CEE (1986). La primera fue determinante ya que supuso un ahorro incalculable de energías para el país. Por aquel entonces los intercambios comerciales representaban solo el uno por ciento del PIB y ahora ascienden al 46.1%.

7.1. Bienes importados y exportados. El valor de las importaciones ha tenido un crecimiento de vértigo desde el abandono de la autarquía alcanzándose la cifra de 171.691 millones de euros en 2001. Los bienes de equipo acaparan el mayor volumen de nuestras compras, seguidos por los productos semifacturados metálicos y químicos, el sector del automóvil y los productos energéticos.

Una economía poco especializada como la nuestra tenía todas las de perder en el comercio internacional. Quince años después del Plan de Estabilización las exportaciones sólo cubrían el 47,3% del valor de las importaciones y en 2001 apenas alcanzan las tres cuartas partes de las mismas. Este déficit se ha ido subsanando con las aportaciones del turismo, que año tras años viene equilibrando la balanza comercial.

Los productos semifacturados, el sector del automóvil y los bienes de equipo acaparan cada uno de ellos algo más de un quinto de las exportaciones. Las materias primas sólo representan un 1,9% de las exportaciones, lo que evidencia el profundo cambio vivido por las estructuras productivas del país. En todas las clases de productos el valor de las exportaciones es inferior a las importaciones, excepto en alimentación (frutas y hortalizas), algunos subsectores de bienes de equipos, sector del automóvil y en otras mercancías.

7.2. Compras y ventas: origen y destino. A excepción de los productos energéticos, de procedencia extracomunitaria, la mayoría de las importaciones nos llega de la UE, con Francia y Alemania destacadas en cabeza. Las compras en Asia representan el segundo núcleo en importancia, apareciendo China como el más importante proveedor. El gas argelino y el petróleo Libio sitúan al continente africano en tercera posición, superando a la Europa no comunitaria y América del Norte.

Más de dos tercios de nuestros productos tienen como destino la UE, donde Francia y Alemania vuelven a ocupar los primeros lugares como ocurría en las importaciones, sin bien la primera casi duplica el volumen de compras de la segunda. A enorme distancia se sitúan el resto de Europa, América Latina y Asia.

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Geografía de España

TEMA 18.

EL TURISMO.

INTRODUCCIÓN.

El Ocio y el tiempo libre son las condiciones de partida para el desarrollo del turismo, que se convierte en un fenómeno de masas cuando mejoran y se abaratan los transportes, se generalizan las vacaciones pagadas y se rebajan las tensiones internacionales a mediados del siglo XX. Cuando España normaliza sus relaciones internacionales a partir de 1960 la actividad se convierte enseguida en un subsector estratégico.

Desde los inicios la política turística está orientada a la captación de un turismo concentrado en los meses veraniegos y circunscrito a la costa mediterránea. A partir de los años ochenta desciende la estacionalidad, se incrementa el número de viajeros y se incorporan las técnicas más modernas.

La oferta comprende todo el conjunto de recursos y servicios puestos a disposición del viajero y engloba los diferentes tipos de alojamiento, las empresas de restauración, las agencias de viajes y todo el personal que atiende tales servicios. Pero la actividad turística rebasa este ámbito y participa en el desarrollo de otros muchos campos de la economía hasta el punto que interviene en la formación del PIB con más del 12% del total.

La demanda proviene de tres modalidades de turismo, el receptor integrado por extranjeros y no residentes que llegan de fuera, el interno constituido por los desplazamientos entre las diferentes regiones, y el emisor compuesto por los españoles que viajan al extranjero.

1. OCIO Y TIEMPO LIBRE.

El ocio moderno es una conquista de la Revolución Industrial al conseguir la regulación de la jornada de trabajo y las vacaciones pagadas. Las condiciones laborales anteriores apenas permitían el descanso necesario para reparar fuerzas, sin que el individuo dispusiera de libertad y tiempo para desplazarse a su antojo.

Una consecuencia del ocio es el turismo cuando, además de tiempo libre, se dispone de unos medios de transporte fluidos con que desplazarse sobre el espacio. La modalidad más genuina de ocio son las vacaciones. Pero vacación no es sinónimo de turismo ya que este entraña obligatoriamente el alejamiento del lugar de residencia por un tiempo no inferior a veinticuatro horas. En la fase preturística las clases altas veraneaban, aunque no hacían turismo; estaban pero no se iban de vacaciones.

2. ORIGEN, MOTIVACIONES Y DEFINICIÓN DEL TURISMO.

El turismo, como fenómeno de masas, nace a mediados del siglo XIX cuando el británico Thomas Cook organiza viajes de ocio programados. A partir de los años sesenta del siglo XX el turismo alcanza su madurez al coincidir varios elementos:

a) La rotunda mejora del nivel de vida de las clases medias en los países industrializados. b) La abundancia de tiempo libre a través de las vacaciones pagadas, reducción de la jornada laboral y

alargamiento de la esperanza de vida. c) Adelanto de la edad de jubilación, lo que abre el mercado del ocio a un extenso grupo.

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Tema 18. El Turismo

d) Desarrollo, densidad y abaratamiento de los transportes; auge de los medios de comunicación. e) Demanda de una vacaciones más dinámicas y deportivas. f) Incorporación masiva de la mujer al mercado laboral, prolongación de la soltería y de los estudios y

reducción de la familia tradicional. g) Tendencia generalizada hacia el hedonismo y cuidado corporal demandando balnearios, clínicas de

adelgazamiento, talasoterapia, etc. h) Distensión internacional por el fin de la guerra fría y globalización de los flujos económicos que mueven

diariamente a millones de personas.

Dada la complejidad del fenómeno y de los matices que encierra, no existe una definición de turismo universalmente aceptada. Para la Organización Mundial de Turismo abarca el conjunto de actividades que realiza una persona durante su viaje y estancia fuera del entorno habitual, por un periodo de tiempo inferior a un año y que tienen como fin, además el viaje en sí mismo, el ocio, el negocio u otros motivos sin contraprestaciones económicas.

Sacamos varias conclusiones: que para hacer turismo hay que salir del entorno cotidiano; que una estancia superior al año se convierte en residencia y el viajero, en emigrante; y que los motivos pueden ser de lo más diverso siempre que no conlleven una remuneración in situ.

El turista es un viajero de ida y vuelta, no un emigrante ni un exiliado político, que se desplaza por curiosidad, placer, salud o negocios. Las dificultades para el encuadre del fenómeno ha llevado a definir la actividad en el mundo anglosajón con la fórmula travel and tourism industry.

Para el español de los sesenta el turista era un extranjero adinerado, de costumbres desenfadadas que llegaba de la rica Europa adonde regresaba tras su corto periodo vacacional. Era una imagen estereotipada de entonces.

3. ETAPAS DEL DESARROLLO TURÍSTICO ESPAÑOL.

La explosión del desarrollo turístico español se debe a los condicionamientos geográficos de sol y playa, a los cambios adoptados en el Plan de Estabilización (1959) y al clima internacional favorable. Durante la primera década del siglo XX se crea una Comisión Nacional, varias asociaciones para el fomento del turismo, se organiza un Congreso Internacional y se abre la primera agencia de viajes (Marsans).

A lo largo de las dos décadas siguientes se abren varias oficinas de turismo en Gran Bretaña y Estados Unidos y se realiza una política de restauración de inmuebles que sentará las bases de la futura Red Nacional de Paradores. Entre 1928 y 1936 se abre una etapa muy fructífera para el turismo.

Entre 1936-1950 hay un reverso en la situación anterior, abarcan la lóbrega posguerra. Pero el Régimen se da cuenta de que el turismo es la única vía de escape para la precaria economía. Un logro de esta época es el eslogan utilizado: Spain is beautiful and different estandarte del Ministerio de Información y Turismo.

3.1. Turismo de acampada en los años cincuenta.

El levantamiento de las sanciones por parte de la ONU, el restablecimiento de las relaciones diplomáticas plenas con EE.UU. y de la incorporación a organismos internacionales abre el país al turismo de masas. Los primeros turistas con escaso poder adquisitivo practican la acampada. A finales de la década ya superan los cuatro millones y la mayor parte de la iniciativa la ha llevado el sector privado.

3.2. El “boom” turístico de los años sesenta.

El Plan de Estabilización adopta algunas medidas como la devaluación de la peseta, apertura al mercado exterior y estabilización de los precios. Pronto se deja notar su incidencia sobre el turismo multiplicando por cinco el número

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Geografía de España

de visitantes al final de la década. La demanda turística adquiere un carácter estructural pasando a convertirse en un subsector estratégico para la balanza de pagos.

El Ministerio de Información y Turismo sienta las bases de su posterior desarrollo. Se crean numerosos organismos, se regulan las agencias de viaje y el seguro obligatorio de viajeros, se implanta el menú del día y se promocionan las inversiones.

Pero hay un lado oscuro porque los beneficios revierten en empresarios privados, a veces extranjeros, quedando para el sector público la tarea de proporcionar la infraestructura necesaria: aeropuertos, carreteras, alcantarillado, etc.

En esta etapa se consolidan los males endémicos del subsector, tales como el ser un destino de baja calidad, sufrir una aguda estacionalidad y padecer un exceso de polarización geográfica que trae consigo un deterioro de la costa y la tarea para el sector público de proporcionar una infraestructura sobredimensionada.

3.3. Repercusiones de la crisis entre 1972-1982.

En esta década se produce una profunda crisis económica y social originada por la subida de los precios del petróleo y los conflictos propios de la transición democrática, a pesar de ello, se cierra la década con un saldo favorable para el subsector turístico.

Acontecimientos positivos como la devaluación de la peseta frente al dólar, la terciarización de la economía, etc. permiten una consolidación de la actividad hasta convertirla en la más dinámica del panorama económico. También se consolida la demanda de la zona levantina y se incrementa la Costa Brava y Canarias alcanzando los 42 millones de turistas.

3.4. Transformaciones del turismo a partir de 1982.

En las dos últimas décadas, la actividad turística ha conocido numerosas transformaciones, algunas de ellas de gran repercusión. Buscando fórmulas para el descenso de la estacionalidad, se ha beneficiado con la incorporación de las técnicas más avanzadas y consolidado un nuevo modelo de desarrollo sostenible.

3.4.1. Descenso de la estacionalidad.

En los ochenta hay una fuerte estacionalidad. Entre las diversas fórmulas para atemperarla están los convenios con el Instituto Nacional de Servicios Sociales (INSERSO), a través de los que se subvencionan las vacaciones de las clases pasivas a la par que se mantienen en funcionamiento los hoteles en temporada baja generándose puestos de trabajo y aumentando los ingresos de Hacienda.

3.4.2. Crecimiento sostenido de la actividad turística.

Que se refleja en la llegada de los 75,7 millones de visitantes durante el 2001, en el aumento de plazas hoteleras y en los ingresos generados que superan el 12% del total del PIB.

3.4.3. Incremento de la competitividad del subsector.

Tras producirse algunos cambios en la cultura tradicional del empresariado. Mejora de la relación calidad precio, repercusión mundial de los Juegos Olímpicos de Barcelona y la Exposición Mundial de Sevilla, estabilidad política y fuerte desarrollo de los transportes, sanidad y comunicaciones. Además de la inseguridad que existe en países directamente competidores, escaso atractivo de la Europa del Este y la distancia de la zona caribeña.

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Tema 18. El Turismo

3.4.4. Incorporación de las técnicas más modernas.

En la protección y comodidad del cliente y en la prestación de los servicios más diversos.

3.4.5. Defensa de un nuevo modelo de desarrollo turístico sostenible.

Que es un rechazo del sistema tradicional y que conlleva el descubrimiento de nuevas fórmulas de ocio basadas en el disfrute del traspaís. El turismo sostenible busca la armonía entre el disfrute de los recursos y la conservación de los mismos para las generaciones futuras.

Los nuevos tiempos exigen al empresario turístico alianzas en todas direcciones superando las fronteras entre países. El resultado ha sido la desregularización de todos los sectores tradicionales, lo que ha supuesto privatizar las empresas públicas e introducir mayor flexibilidad en el sistema económico.

Los entendidos aseguran que con esta liberalización se creará abundante empleo al dinamizarse los diversos sectores y el descenso generalizado de los precios.

4. LA OFERTA TURÍSTICA.

Abarca todo el conjunto de recursos y servicios que España pone a disposición del visitante. Pueden ser naturales o culturales en sentido amplio. Los servicios de alojamiento son los más directamente implicados en la actividad.

4.1. Clima y paisaje, recurso naturales básicos.

El clima acostumbra a ser determinante en el turismo de masas. La búsqueda de un clima soleado a orillas del mar sigue encabezando el espectro de las preferencias turísticas occidentales adquiriendo así la condición de un recurso natural bastante fiable y sólido tanto desde la oferta como desde la demanda, lo que se traduce en un índice de retorno elevado.

El tipo de tiempo, en cambio, es ese conjunto de previsiones sobre el estado de la atmósfera en horas o días próximos. Incide sobre un turismo de desplazamientos cortos. El clima se caracteriza por ser un recurso permanente dentro de su contingencia, estar mal repartido y no permitir su almacenamiento. El clima no es un producto sujeto al almacenaje, por lo que el usuario tiene que convertirse en turista para disfrutarlo. No existe un óptimo climático absoluto para el turismo pues cada actividad tiene su propia escala de dependencia climática.

El paisaje también es un recurso inagotable, aunque algunos de sus componentes estén sujetos al cambio. Existen tantos paisajes como observadores y son imprescindibles tres elementos: percepción del sujeto, armonía de los componentes y delimitación del espacio. El paisaje es el fruto de las relaciones habidas entre la naturaleza y el hombre sobre un determinado lugar. Es una construcción transversal en el tiempo sobre la que han ido sedimentando los objetos y acciones humanas.

El turismo convierte el medio natural en un recurso propio, el paisaje es en sí mismo una de las finalidades de la actividad turística, por lo que adquiere una doble función: ser objeto de consumo y generar la producción de turismo.

4.2. Volumen y estructura de la industria turística.

Las industrias más directamente relacionadas con la actividad turística son las del alojamiento, restauración y agencias de viajes. También están vinculados con el turismo el transporte, el alquiler de automóviles y las actividades recreativas culturales y deportivas.

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Geografía de España

La mayoría de las actividades más directas pertenecen a la pequeña empresa. Este hecho condiciona las escasas inversiones en innovación tecnológica, los cierres y aperturas de negocios y la poca cualificación de la mano de obra. Debido al carácter estacional las repercusiones para el empleo son desalentadoras pues al ingente volumen de contratos temporales se añade que muchos son a tiempo parcial y en temporada baja se producen muchos despidos.

Los establecimientos hoteleros se distribuyen entre hoteles y hostales, catalogados de una a cinco estrellas los primeros y de una a tres los segundos. En su conjunto ofrecen un total de más de 1.3 millones de plazas. La oferta privada es más voluminosa con ocho millones de plazas entre segundas residencias y otros establecimientos como las casas rurales.

La mayor concentración de la oferta viene de las Baleares, seguidas por Cataluña, Andalucía, Canarias y Comunidad Valenciana, confirmando el predominio costero y mediterráneo de nuestra oferta turística.

La media de plazas por establecimiento hotelero es de 81.7 cifra rebasada ampliamente por ambos archipiélagos y en menor cuantía por la Comunidad Valenciana y Cataluña. Se aproximan a la media Andalucía y Murcia, en cambio en el Cantábrico e interior están por debajo de la mitad.

5. LA DEMANDA TURÍSTICA.

La demanda es un valor global que recoge la intención y la capacidad de compra de un colectivo y que está en función de los precios de la oferta y del nivel de renta de los clientes. Se habla de demanda de bienes y servicios aunque en el turismo su principal objetivo son los servicios. Conforman la demanda el turismo receptor, interno y emisor.

El turismo receptor está constituido por los extranjeros y no residentes que eligen España para hacer turismo. En el año 2001 llegó un total de 75.712.160 visitantes. El interno es el segundo componente de la demanda turística y abarca los desplazamientos de los españoles dentro de las propias fronteras.

Se han contabilizado 127.9 millones de desplazamientos de los españoles de los cuales 42,5 millones son internos, casi 4 millones son salidas al exterior y 81,4 viajes de corta duración. La tercera modalidad, el emisor, engloba a los españoles residentes que viajan al exterior.

5.1. Medios de transporte utilizados.

El turismo receptor utiliza masivamente el transporte aéreo, incrementándose año tras año, seguido a gran distancia por el de ruta. Destacan los aeropuertos de Palma de Mallorca, Madrid, Tenerife Sur, Barcelona, Málaga y Gran Canaria.

El turismo interno cabe definirlo como de carretera, acaparando el coche y el autobús más del 86% de los viajes. El turismo emisor prefiere ligeramente la carretera lo que indica que realiza viajes de distancias cortas o medias.

5.2. Motivos del viaje.

Los que mayor interés despiertan entre las tres modalidades de turismo son el ocio, recreo y vacaciones. El turismo interno muestra además un destacado afecto por los familiares y amigos. El trabajo y los negocios representan un 5,8% y los estudios un 3,6%. Sobre el turismo emisor es reseñable un 10,9% originado por motivos profesionales.

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Tema 18. El Turismo

5.3. Tipos de alojamiento.

El hotelero y similares es el más utilizado por el receptor y el emisor. El interno se aprovecha en gran medida, 41,2%, de la vivienda gratis de familiares y amigos. Presencia de extranjeros en campings y complejos turísticos y posesión de viviendas en la costa mediterránea y archipiélagos. La demanda de casa rural está en pleno auge.

5.4. Distribución mensual de los turistas.

La estación de verano concentra el 36,7% del turismo receptor, seguido por la primaveral y la del otoño, entre las que existe un destacado equilibrio al alza. El turismo nacional muestra dos picos pequeños, reflejo de las vacaciones de Navidad y Semana Santa, y un tercero que dibuja el impacto de las veraniegas. Sólo el mes de agosto absorbe el 24,1% de los desplazamientos que se va suavizando a favor de julio y setiembre.

5.5. Duración de la estancia.

Se mide por el número de pernoctaciones y puede ser corta, de una a tres noches, o larga, más de tres. En 2001 el turismo receptor realiza una media de 8.4 por turista. En el turismo interno las pernoctaciones representan una estancia media de 9.5 noches. Finalmente la duración de la estancia media en el turismo emisor es de 10.3 noches.

5.6. Procedencia y destino del turismo.

Destaca el Reino Unido con el 28,4%, seguido por Alemania 21,3% y Francia 13.5%. El mercado europeo es absolutamente determinante para España con el 93,9% de todas las entradas. La distribución por el territorio está muy polarizada pero destacan Canarias, Baleares y Cataluña como destinos. Las regiones menos visitadas son La Rioja, Castilla-La Mancha y Extremadura.

Con respecto a los movimientos internos podemos catalogar:

a) Las regiones generadoras de viajes turísticos Madrid, Cataluña, Andalucía y Comunidad Valenciana. b) Las regiones receptoras son las precedentes, excepto Madrid, con Andalucía a la cabeza. c) Las regiones que presentan un amplio superávit como las zonas del interior de ambas Castillas. d) Las regiones deficitarias como Madrid, Cataluña y el País Vasco.

En una visión de conjunto, el mayor atractivo sigue estando en la costa mediterránea, pero poco a poco se consolida una corriente hacia las tierras interiores, caracterizada por sus preferencias hacia la cultura, el arte, el costumbrismo, la gastronomía y el medio ambiente.

En cuanto al turismo emisor, destaca sobremanera Cataluña con casi un tercio de todos los viajes, seguida a gran distancia Madrid y Comunidad Valenciana.

5.7. Organización del viaje.

El paquete turístico es la forma de organización más generalizada ya que el 60% de los turistas extranjeros recurre a este sistema. Se observa un comportamiento distinto entre los que llegan en avión con un 73% que utiliza dicho paquete o por carretera que desciende al 20% que en su mayoría viaja sin ninguna reserva organizada.

El turismo interno se caracteriza por viajar sin reserva alguna el 66.6% de los españoles atribuible en gran medida al uso del automóvil como medio de transporte y por el disfrute de la casa de familiares o amigos.

En las salidas al extranjero la postura varia radicalmente, las reservas ascienden al 70% acogiéndose al paquete turístico el 43,8%.

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Geografía de España

5.8. Grado de satisfacción y voluntad de retorno.

Según las encuestas el 95.5% de los turistas extranjeros muestra un alto grado de satisfacción destacando la hospitalidad y el buen trato recibidos, la calidad del alojamiento, la gastronomía y las posibilidades de diversión. Aunque hay cada vez más reiteradas quejas acerca de la seguridad y limpieza de las ciudades, subida de precios y exceso de contaminación acústica, el balance general es positivo como lo demuestra el hecho de que tres cuartas partes de los turistas habían estado antes. Más del 60% está dispuesto a volver el próximo año.

5.9. Impacto económico del turismo.

El turismo es una actividad determinante para la economía española. No es fácil cuantificar su aportación a la economía pues numerosas empresas prestan un servicio turístico a la vez que producen otros bienes y servicios ajenos al sector. Según el INE en 1999 contribuyó con un 12% al PIB.

Los ingresos del turismo receptor en 2001 menos los gastos del emisor arroja un saldo positivo que cubre el 85.1% del déficit comercial de nuestra Balanza de Pagos. A los efectos directos sobre la economía hay que añadir los millones de euros que pone en circulación el turismo interno.

6. ÚLTIMAS TENDENCIAS Y ALGUNAS INICIATIVAS PARA EL FUTURO TURÍSTICO.

La fuerte competencia desde otras áreas turísticas alejadas y el despertar de una nueva atracción por el medio ambiente obliga a la adopción de nuevas medidas para elevar y diversificar la oferta turística. Ya no basta con el modelo sol y playa, porque cuentan cada vez más el paisaje, las costumbres y la gastronomía del traspaís.

En definitiva, la demanda ha entrado con pie firme por los nuevos derroteros de la calidad de los servicios, del disfrute de la oferta cultural y del respeto por el medio ambiente.

6.1. Propuestas para la mejora de la calidad.

La mejora de la calidad debe conllevar el cumplimiento riguroso de las expectativas despertadas a través de la propaganda. La calidad desciende cuando no se cumplen los compromisos. Además hacer las cosas bien comporta un servicio de calidad que es la respuesta más inteligente y un ahorro de energía porque equilibra la oferta con la demanda. El bienestar que genera se invierte en voluntad de retorno del cliente. Otras medidas para mejorarla son:

a) La renovación de los productos tradicionales promocionando el turismo cultural, los programas de rutas urbanas y de agroturismo, etc.

b) La incorporación de zonas olvidadas o emergentes ya que también poseen su peculiaridad. c) La adopción de estrategias comunes desde los diferentes niveles implicados en el desarrollo del turismo. d) El desarrollo de un nuevo modelo empresarial que suavice el exceso de minifundismo existente, asuma

controles de calidad y establezca garantías rigurosas. e) La formación permanente de todos los trabajadores, ya sean camareros, guías turísticos o agentes de viajes. f) El uso generalizado de las nuevas tecnologías en la gestión empresarial.

6.2. Relaciones entre turismo y cultura.

Cultura se contrapone a naturaleza, de ahí que dividamos los recursos turísticos en dos grupos: los naturales y los culturales.

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Tema 18. El Turismo

El turismo cultural es un modelo más abierto, participativo y exigente que el playero. Su desarrollo hay que buscarlo en la flexibilización del periodo vacacional, el mayor nivel económico, el incremento de la edad de los viajeros y en el deseo por renovar fórmulas de ocio tradicionales.

El turismo cultural se desplaza por el territorio, participa en actos festivos, visita monumentos y se preocupa por conocer y valorar otros modos de vida. Aunque el impacto sobre una pequeña comunidad puede ser negativo cuando sobreabunda el número de visitantes desequilibrando la economía local, las costumbres y el medio ambiente.

El turismo cultural se mueve entre productos frágiles cuya recuperación es difícil por no decir imposible cuando se degradan. Una playa sucia basta con limpiarla, no ocurre así cuando la contaminación corroe un monumento.

La fragilidad del producto cultural se debe al hecho de ser un bien heredado, por lo general, de propiedad pública, lo que dificulta la toma de decisiones para su conservación desde la profesionalidad y el interés.

6.3. Turismo y medio ambiente.

En la base del fenómeno turístico ha habido siempre un planteamiento hedonista que daba prioridad al consumo y disfrute de los recursos naturales sin preocuparse por la recuperación de los mismos.

La preocupación por el medio ambiente se ha generalizado al entenderse que están en serio peligro numerosos recursos tangibles e intangibles. La fórmula de la OCDE, quien contamina paga, se ha mostrado insuficiente y convertido en una autorización encubierta, si puedes pagar contamina, debido a las multas irrisorias impuestas por la Administración

Se han cometido numerosas tropelías (edificios a pie de playa, chalets colgados sobre riscos, basuras, aguas contaminadas, etc.) causadas por el impacto del turismo tradicional. Parece que no queda más alternativa que establecer un nuevo modelo cuyas actividades armonicen con el medio ambiente físico y cultural y no comprometan la conservación de los recursos de todo tipo. Se trata, en definitiva, de caminar por la senda del ecoturismo, también llamado turismo sostenible.

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