historia de españa - oupe.es · del reino visigodo, en el norte peninsular se forma-ron varios...

12
1 Historia de España

Upload: others

Post on 16-Oct-2019

2 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

1H i s t o r i a d e E s p a ñ a

2H i s t o r i a d e E s p a ñ a

3© Oxford University Press España, S. A. H i s t o r i a d e E s p a ñ a

CASTILLA-LA MANCHA CONVOCATORIA SEPTIEMBRE 2009

S O L U C I Ó N D E L A P R U E B A D E A C C E S OAUTORA: Marta Monje Molina

� � Reconquista. Fase de la historia de España durante lacual los reinos cristianos peninsulares recuperaronlas tierras ocupadas por los musulmanes a partir delaño 711. Este proceso de expansión territorial se desa -rrolló, con algunas interrupciones, entre los siglos VIII

y XV. En él se pueden diferenciar varias fases:

� Inferioridad de los reinos cristianos (siglo VIII-mediados siglo XI). Tras la conquista musulmanadel reino visigodo, en el norte peninsular se forma-ron varios núcleos cristianos. El reino de Asturias,en la Cordillera Cantábrica, se constituyó entre 718y 722 cuando un jefe local, Pelayo, derrotó a losmusulmanes en Covadonga. El nuevo reino seextendió hacia Cantabria, Vizcaya, Álava y la costanorte gallega. Alfonso II (791-842) trasladó la cortede Cangas de Onís a Oviedo. Al este surgierondiversos estados pirenaicos: el reino de Pamplona,y los condados de Aragón, Sobrarbe y Ribagorza yBarcelona. Todos ellos sufrieron las aceifas musul-manas y se vieron obligados a someterse al poderislámico de Córdoba. Pese a ello, los reyes de Astu-rias extendieron sus dominios hasta el valle del Due-ro y trasladaron la capital a León. El reino de Pam-plona se expandió hasta el Ebro y se anexionó loscondados del Pirineo central. Uno de sus reyes,Sancho Garcés III el Mayor (1004-1035), se apoderódel condado de Castilla. Tras su muerte emergierondos nuevos reinos: Castilla y Aragón.

� Avances sobre los valles del Tajo y del Ebro (media-dos siglo XI-siglo XII). Tras la disolución del califatode Córdoba, se constituyeron los reinos de taifasque, como consecuencia de su debilidad, pagarontributos (parias) a los reinos cristianos; estos expe-rimentaron un importante crecimiento demográfi-co y económico. Surgió un nuevo reino de la uniónde Castilla y León; su rey, Alfonso VI, conquistó Tole-do (1085) y el valle del Tajo. Sus sucesores resistie-ron las invasiones almorávide (1090-1145) y almo-hade (1156-1212). El condado de Portugal seconstituyó en reino con Alfonso I como monarca (apartir de 1139) y se expandió hacia el sur (toma deLisboa, 1147). Aragón (que absorbió Navarra a fina-les el siglo XI), bajo el mando de Alfonso I el Batalla-dor controló el valle del Ebro. Más tarde, el reino deNavarra se separó y quedó reducido a un pequeñoterritorio. El reino de Aragón se unió entonces alcondado de Barcelona a través del matrimonio(1137) de Ramón Berenguer IV y Petronila, hija delos reyes aragoneses. De esta forma, se constituyóla Corona de Aragón.

� Hegemonía cristiana (siglo XIII). Tras la derrotaalmohade en las Navas de Tolosa (Jaén, 1212), lasuperioridad cristiana fue nítida. Fernando III, reyde Castilla (1217-1252) y de León (desde 1230), con-quistó Jaén (1246) y Sevilla (1248). Su hijo Alfonsotomó el reino de Murcia (1243) y, ya coronado reycomo Alfonso X (1252-1284), ocupó Cádiz, Huelvay Jerez. Portugal conquistó El Alentejo y El Algar-ve. Jaime I el Conquistador (1213-1276) incorporóa la Corona de Aragón las Islas Baleares (1229-1235) y Valencia (1238).

� Conquista del reino de Granada (1481-1492). Amediados del siglo XIII, el único territorio que per-manecía en manos de los musulmanes era el reinonazarí de Granada, que fue conquistado por losReyes Católicos en 1492.

� Nobleza. Grupo social que constituyó, junto al clero yel tercer estado, la sociedad estamental durante laEdad Media y el Antiguo Régimen. Debido a su posi-ción dominante, con el clero, la nobleza estaba sujetaa un régimen jurídico especial. Sus miembros no paga-ban impuestos, sino que los cobraban, y estaban exen-tos de producir alimentos debido a su originaria fun-ción bélica. El origen de la nobleza se sitúa en elperíodo de fraccionamiento del poder real que tuvolugar durante la Alta Edad Media (feudalización). Elrey brindaba protección y otorgaba la administraciónde un lote de tierra o tenencia a uno de sus fieles, acambio de que este le guardase fidelidad y le presta-se auxilio, fundamentalmente militar. Con el tiempoestas concesiones se hicieron hereditarias; al mismotiempo, se perpetuaron unas relaciones de depen-dencia entre este grupo, compuesto por laicos y ecle-siásticos, y los campesinos que trabajaban sus tierras.Esta dependencia era material (señorío territorial), yaque los campesinos trabajaban las posesiones de losnobles, y personal (señorío jurisdiccional), dado quelos señores podían administrar justicia y ejercer lasatribuciones propias de un Estado sobre quieneshabitaban sus dominios. A lo largo de la Baja EdadMedia, la nobleza cedió lentamente y con mucharesistencia sus prerrogativas a los monarcas, y duran-te la Edad Moderna fue perdiendo su primitiva fun-ción militar. Su posición se vio minada definitivamen-te por el ascenso de la burguesía, que presionó deforma creciente para realizar cambios políticos, socia-les y económicos. Las revoluciones liberales del sigloXIX pusieron fin a su estatus jurídico privilegiado, aun-que sus miembros mantuvieron en muchos casos unaposición social de preeminencia.

Opción A

4© Oxford University Press España, S. A. H i s t o r i a d e E s p a ñ a

CASTILLA-LA MANCHA CONVOCATORIA SEPTIEMBRE 2009

� Órdenes militares. Instituciones militares de carácterreligioso constituidas en la época de las Cruzadaspara proteger a los peregrinos cristianos que acudíana los Santos Lugares y defender estos territorios delos ataques del islam. Sus miembros eran monjes-sol-dado, hacían votos religiosos, vivían en comunidad ydependían del Papa. Las principales órdenes militaresfueron las del Temple y los Caballeros Hospitalarios.

Los reyes cristianos de la Península Ibérica comenza-ron a valerse de ellas en el siglo XI, durante la Recon-quista, como respuesta al avance almohade. En 1158el abad cisterciense de Fitero, Raimundo Serra, y elmonje y antiguo caballero Diego Velázquez constitu-yeron la Orden de Calatrava con el compromiso dedefender la villa del mismo nombre (Ciudad Real). En1170 Fernando II de León constituyó la Congregaciónde los Fratres de Cáceres, sancionada por el Papacon el nombre de Orden de Santiago. En 1177 se cons-tituyó la Orden de San Juan Pereiro, que pasó a deno-minarse de Alcántara en 1213. Existieron ademásotras órdenes: Milicia de Évora, en Portugal (llamadadespués Orden de Avis), Orden de Santa María, crea-da por Alfonso X, o de la Banda, constituida por Alfon-so XI. Tras la disolución de la Orden del Temple a prin-cipios del siglo XIV, se creó la de Montesa en Aragón.

Todas ellas compartieron un ideal místico-religiosode influencia musulmana. Desplazaron a las miliciasconcejiles en la Reconquista y desempeñaron un papelfundamental en el avance y ocupación de los territo-rios de Castilla La Mancha y Extremadura. Dirigidaspor los maestres, ocuparon grandes dominios territo-riales (maestrazgos), controlaron importantes recur-sos económicos, como fue el caso de la Mesta, e inter-vinieron en las luchas señoriales de la Baja EdadMedia. Fernando el Católico se apropió del maestraz-go de las órdenes de Calatrava, Santiago y Alcántara yestableció el Consejo de las Órdenes Militares para suadministración (1498). Sus propiedades fueron desa-mortizadas en el siglo XIX. Disueltas en la PrimeraRepública, fueron restablecidas en la Restauración. Enla actualidad, son instituciones honoríficas.

� Batalla de las Navas de Tolosa 1212

Regulación de la Mesta 1273

Inicio de los Trastámara en el trono de Castilla 1369

Inicio de las persecuciones antijudías 1391

� El documento 1 es una fuente primaria de carácter his-tórico-jurídico. En él se reproducen una serie de artícu-los de la Constitución de 1845, ley fundamental que semantuvo vigente entre ese año y 1868, es decir, durantela práctica totalidad del reinado efectivo de Isabel II tras laproclamación de su mayoría de edad en 1843. La Consti-tución de 1845 sustituyó a la de 1837, promulgada trasla rebelión de los sargentos de la Granja durante laregencia de su madre, María Cristina de Nápoles. Estabacompuesta por 79 artículos dispuestos en 13 títulos y unartículo adicional sobre el régimen jurídico de las pro-

vincias de ultramar. La Constitución de 1845 es la máxi-ma expresión del liberalismo doctrinario, una versiónrestringida, conservadora y antidemocrática del libera-lismo defendida por los moderados, que controlaron elpoder durante buena parte de este período histórico.Sus principios eran los siguientes: soberanía compartidade las Cortes y el rey, con predominio de este (art. 12),bicameralismo (art. 13), carácter oligárquico del poderpolítico (arts. 14, 17), confesionalidad católica del Estado(art. 11), centralismo (art. 4). Asimismo, se establecen unaserie de obligaciones y garantías propios de la ideologíaliberal (arts. 6, 7, 9).

En 1843 la regencia del general progresista Esparteroconcluyó abruptamente tras la victoria del general Nar-váez sobre las fuerzas gubernamentales en Torrejón deArdoz. Se abrió entonces una década de predominio en elGobierno del Partido Moderado (1844-1854). Los objeti-vos de sus dirigentes fueron normalizar las relacionescon la Santa Sede, muy dañadas tras las desamortizacio-nes de la década de 1830, atraer a la opinión católica alrégimen de Isabel II y acabar con las instituciones en lasque habían basado su poder los progresistas (MiliciaNacional, ayuntamientos). Desmanteladas las institucio-nes del Antiguo Régimen durante la minoría de edad deIsabel II, los moderados emprendieron la construccióndel Estado liberal. Tras un Gobierno de transición presi-dido por Luis González Bravo, antiguo progresista puroasociado a los moderados, accedió al poder el generalNarváez (1844), líder de los moderados y protagonistade la Década Moderada. Los principales rasgos de estaetapa son los siguientes:

� Estabilidad política. Se construyó un sistema políticoestable pero oligárquico, en el que primaba el ordensobre la libertad (liberalismo doctrinario). A menudolas Cortes fueron suspendidas y el Gobierno falseó losresultados electorales sistemáticamente. Además, seextendió la corrupción administrativa y se marginótotalmente a los progresistas. Los moderados consi-deraban que las reformas políticas y sociales en Espa-ña ya estaban concluidas y se mostraban, además,temerosos de la revolución. La clave del sistema fue laConstitución de 1845, que reforzó los elementos con-servadores presentes en la de 1837.

� Centralización. El Gobierno aumentó el control sobrela Administración provincial con la creación del cargode gobernador civil, que normalmente era el líder delos moderados en la zona. El ejecutivo nombraba a losalcaldes de las ciudades más importantes, y el gober-nador civil a los del resto de los municipios. Se supri-mió la Milicia Nacional al considerarla un nido de pro-gresismo, y en su lugar se creó la Guardia Civil (1844),un cuerpo militar encargado del orden público. Otrasreformas centralizadoras fueron la adopción de unsistema único de pesos y medidas (el métrico deci-mal), la regulación para todo el país de la educaciónpública (plan Pidal, en alusión al ministro que lo pro-movió en 1845) y la aprobación de un nuevo Código

5© Oxford University Press España, S. A. H i s t o r i a d e E s p a ñ a

CASTILLA-LA MANCHA CONVOCATORIA SEPTIEMBRE 2009

Penal (1848). El Código Civil se quedó en proyecto yno se adoptó hasta finales de siglo.

� Reforma de la Hacienda. El ministro de Hacienda, Ale-jandro Mon, y su colaborador, Ramón Santillán, lleva-ron a cabo la reforma tributaria más importante reali-zada en España hasta finales del siglo XX mediante laconocida como Ley Mon-Santillán (1845). Con esta re-forma, la Hacienda se modernizó, simplificando y racio-nalizando los impuestos existentes y adaptándolos alnuevo Estado liberal: se realizó un presupuesto esta-tal general anual y se potenciaron los impuestos indi-rectos, especialmente los llamados consumos, es decir,los que se aplicaban a los artículos básicos (comesti-bles, leña) y perjudicaban, sobre todo, a las clases popu-lares. La abolición de los consumos fue reivindicadapor los progresistas y, más tarde, por los republicanos.

� Acercamiento a la Iglesia católica. Los moderados sus-pendieron la venta de bienes nacionales, es decir, laspropiedades del clero que habían sido desamortiza-das, y se firmó un Concordato (1851), por el cual elEstado debía reservar una parte de su presupuesto(dotación del culto y clero) para hacer frente a losgastos eclesiásticos.

Mientras se llevaban a cabo estas reformas, los modera-dos hubieron de hacer frente a la Segunda Guerra Car-lista (1846-1849), también llamada guerra dels matiners(«madrugadores»). Se desarrolló en Cataluña y tuvo comopretexto inmediato el fracaso de la planeada boda entreIsabel II y el pretendiente carlista (Carlos VI). En los ini-cios de la década de 1850, el autoritarismo de los gobier-nos moderados se fue incrementando, y la suspensiónde las Cortes se hizo habitual. Por esta razón, a la oposi-ción de los carlistas y progresistas se unieron el sectorizquierdista de los moderados (puritanos), más respe-tuoso con las leyes, y el nuevo Partido Demócrata (1849),desgajado del ala izquierda del progresismo; los miem-bros de este partido reivindicaban un liberalismo demo-crático basado en el sufragio general masculino, las Cor-tes unicamerales, la libertad religiosa y de asociación, lareforma de los consumos, la instrucción primaria gratuitay la intervención del Estado en las relaciones laborales.

Finalmente, el descontento con los gobiernos isabelinoscondujo a la Revolución de 1854, que tuvo su origen enun pronunciamiento organizado por los moderadosde izquierda y protagonizado por las tropas del gene-ral O’Donnell. La sublevación se inició en Vicálvaro(Madrid), por lo que este pronunciamiento se conocetambién como Vicalvarada. Los insurrectos se vieronobligados a huir hacia el sur peninsular; para atraerse alos progresistas, el 7 de julio proclamaron el Manifiestodel Manzanares, en la población del mismo nombre(Ciudad Real). La proclama surtió efecto y la sublevacióncomenzó a extenderse por las grandes ciudades, dondese formaron juntas.

El episodio decisivo lo protagonizaron las clases popula-res, que levantaron barricadas en Madrid (17-19 de juliode 1854) en demanda de reformas sociales que supera-

ban el liberalismo estricto. Tras estos sucesos, Isabel IIencargó al general Espartero (al frente de los progresis-tas) la formación de un nuevo Gobierno; O’Donnell, porsu parte, se mantuvo como líder del ala izquierda de losmoderados o vicalvaristas.

Dio así comienzo el Bienio Progresista (1854-1856). Elnuevo Gobierno restauró leyes e instituciones de ladécada de 1830 (Ley de Imprenta, Ley Electoral, institu-ciones de Gobierno local, Milicia Nacional) y llevó a cabola desamortización general (1855), promovida por elministro de Hacienda, Pascual Madoz. Esta desamortiza-ción afectó no solo a los bienes de la Iglesia, sino tam-bién a las tierras y bienes de los municipios y del Estado.Además, se intentó consolidar un mercado de ámbitonacional e impulsar el crecimiento económico con laaprobación de la Ley de Concesiones Ferroviarias (1855)y las leyes bancarias de 1856, que dieron lugar a la crea-ción del actual Banco de España. Ese mismo año se ela-boró una nueva Constitución, similar a la de 1837, que,sin embargo, no llegó a promulgarse.

Durante el Bienio Progresista estallaron conflictos socia-les en diversas industrias; fueron huelgas organizadaspor sociedades obreras (aún incipientes) en Barcelona ysu entorno. Todas ellas culminaron en la huelga generalde julio de 1855, la más importante producida hastaentonces. A este conflicto se unieron motines de subsis-tencia (en el verano de 1856 debido a la carestía de gra-no en Castilla) que fueron duramente reprimidos. Comoconsecuencia de las huelgas y los motines se produjouna crisis en el Gobierno; el general O’Donnell fue elencargado de acabar con la resistencia armada de laMilicia Nacional (especialmente en Madrid en julio de1856), que apoyaba los motines. Tras estos aconteci-mientos, los progresistas dejaron de ser el sector radicaldel liberalismo; en adelante, el ala izquierda sería ocupa-da por los demócratas. Era el final del Bienio Progresista.Se inició entonces la última fase del reinado de Isabel II,en la que se produjo una alternancia entre los modera-dos, dirigidos por Narváez, y la Unión Liberal de O’Do-nell (1858-1868)

� La Revolución de 1868, conocida por sus partidarioscomo la Gloriosa, dio paso al llamado Sexenio Democrá-tico (1868-1874), el primer intento de establecer enEspaña una democracia, tal y como era entendida en elsiglo XIX. La Revolución de 1868 se fraguó durante ladécada de 1860 y tuvo diferentes causas. En primerlugar, la impopularidad de la reina Isabel II, dominadapor una camarilla de cortesanos que condicionaba engran medida la acción de los gobiernos, sostenidos porlos moderados de Narváez y los unionistas de O’Don-nell. Se configuró una amplia oposición formada porquienes aspiraban a una apertura política (progresistasy demócratas), aunque de diferente grado, o quienespretendían sustituir en el trono a Isabel II (el duque deMontpensier, casado con Luisa Fernanda, hermana de lareina, y los carlistas). Se produjeron manifestaciones deprotesta (Noche de San Daniel, Madrid, 1865) y pronun-

6© Oxford University Press España, S. A. H i s t o r i a d e E s p a ñ a

CASTILLA-LA MANCHA CONVOCATORIA SEPTIEMBRE 2009

ciamientos (sublevación de los sargentos del cuartel deSan Gil, en Madrid, 1866), que fueron duramente repri-midos. El desplome de las bolsas en 1866 abrió una eta-pa de crisis económica que acentuó el descontentosocial. Ese mismo año progresistas y demócratas firma-ron el Pacto de Ostende (Bélgica) para destronar a la rei-na. Tras la muerte de O’Donnnell (1867), los unionistasse sumaron al pacto de Ostende. En 1868 murió tam-bién Narváez, que en ese momento ocupaba la presi-dencia del Gobierno; le sustituyó Luis González Bravo,quien acentuó la represión contra la prensa y los milita-res y adoptó impopulares medidas económicas paraatajar la crisis. La rebelión contra la reina se inició enseptiembre con el pronunciamiento de la flota de Cádiz,dirigida por el almirante unionista Topete. La direcciónde los sublevados la asumieron los generales Serrano yPrim, líderes respectivos de unionistas y progresistas.La insurrección recibió el apoyo popular, liderado por losdemócratas, que organizaron juntas revolucionarias.Las fuerzas leales a la reina fueron derrotadas en Alcolea(Córdoba). La victoria dejó libre la entrada a Madrid delos sublevados e Isabel II partió al exilio.

Tras el triunfo de la insurrección se formó un Gobiernoprovisional que debía promover la elección de Cortesconstituyentes. Estaba presidido por Serrano y parti-cipaban en él progresistas (Prim, Sagasta, Figuerola,Ruiz Zorrilla) y unionistas (Topete). Quedaron excluidoslos demócratas, quienes tenían una gran influencia en laspopulares juntas revolucionarias de las ciudades, desdelas que se reclamaba el sufragio general masculino, lalibertad de imprenta, culto y asociación, y la supresiónde los consumos y las quintas. Finalmente, el Gobiernoprovisional disolvió las juntas y sus grupos de volunta-rios armados. A cambio, estableció la mayor parte delprograma demócrata. Esto provocó la inmediata esci-sión del Partido Demócrata en dos facciones: cimbrios(dispuestos a cooperar con el Gobierno al margen delrégimen político, monarquía o república, siempre que serespetase la democracia) y republicanos (que creíanindispensable la implantación de una república federal).

El Gobierno provisional convocó elecciones a Cortesconstituyentes en enero de 1869 por sufragio generalmasculino. En ellas lograron la mayoría los llamadosgubernamentales (progresistas, unionistas, y cimbrios).Ocupaban el centro político y defendían una monarquíaparlamentaria y democrática, basada en la soberaníanacional y en un Gobierno elegido por las Cortes y res-ponsable ante ellas. El Partido Republicano Federal,representante de la izquierda, además del cambio derégimen, planteaba la abolición de las quintas, la supre-sión de la esclavitud en las colonias y una legislaciónfavorable a los trabajadores. Una facción del partido, losdenominados intransigentes, propugnaban la insurrec-ción armada y la instauración del federalismo desde labase, es decir, a través de acuerdos entre las diferentesregiones. En el otro extremo del espectro político, losmoderados o alfonsinos apoyaban el regreso de los Bor-bones y la Constitución de 1845. Muy debilitados, su

líder fue Antonio Cánovas del Castillo. Por último, loscarlistas constituían la extrema derecha de las Cortes.Enemigos de la democracia, aceptaron el juego parla-mentario de forma temporal; pronto provocaron la Ter-cera Guerra Carlista (1872-1876).

La tarea fundamental de las Cortes fue elaborar la Cons-titución de 1869, de carácter democrático, que estable-ció una monarquía constitucional, el sufragio generalmasculino directo y reconoció una amplia serie de dere-chos individuales, naturales e inalienables.

El nuevo régimen hubo de enfrentarse además a las rei-vindicaciones populares y republicanas que exigíancambios profundos, como el reparto de tierras o unamayor justicia social (insurrecciones de 1868 y 1869 enAndalucía, Levante y Cataluña). También estallaron moti-nes de subsistencia, contra las quintas y huelgas indus-triales. A la inestabilidad social en el interior se añadió elconflicto en las colonias. En 1868 se inició una subleva-ción independentista (Grito de Yara), liderada por elhacendado Carlos Manuel Céspedes, que dio origen a laprimera Guerra de Cuba. Las hostilidades concluyeronen 1878 con la Paz de El Zanjón. En el ámbito econó-mico, el ministro de Hacienda, Laureano Figuerola,emprendió una política liberalizadora y estableció lapeseta como única moneda nacional. Además, rebajólos aranceles aduaneros en contra de los intereses pro-teccionistas (arancel Figuerola, 1869).

Una vez aprobada la Constitución, y hasta encontrar unmonarca que ocupara el trono español, fue nombradoregente el general Serrano. El general Prim, ministro dela Guerra hasta ese momento, pasó a ejercer la presiden-cia del Gobierno. Para ocupar el trono español se pensóen distintos candidatos: el duque de Montpensier, cuña-do de la reina Isabel II y favorito de los unionistas (a suelección se opuso la Francia de Napoleón III); Fernandode Coburgo, viudo de la reina de Portugal y favorecidopor quienes eran partidarios de la unión ibérica (él mis-mo rechazó la candidatura y además se opuso el ReinoUnido) y el archiduque Leopoldo Hohenzollern-Sigma-ringen, al que también se opuso Napoleón III. Las pre-siones del emperador francés para que se retirara sucandidatura fueron una de las causas de la guerrafrancoprusiana (1870-1871). Incluso se llegó a pensar enofrecer la corona al general Espartero. Finalmente, laelección recayó en Amadeo de Saboya, hijo de VíctorManuel II, rey de la recién unificada Italia.

Tras su elección por las Cortes españolas en noviembrede 1870, Amadeo I de Saboya desembarcó en España el30 de diciembre. Ese mismo día moría su principal vale-dor, el general Prim, como consecuencia de un atentadoque había tenido lugar en la calle del Turco de Madriddías antes.

El nuevo monarca fue considerado un intruso por lospartidarios de los Borbones, tanto carlistas como isabeli-nos; también sufrió el rechazo de los adeptos de laRepública. El rey encomendó a Serrano la formación deGobierno. Este convocó elecciones (1871) que dieron

7© Oxford University Press España, S. A. H i s t o r i a d e E s p a ñ a

CASTILLA-LA MANCHA CONVOCATORIA SEPTIEMBRE 2009

la mayoría a la coalición gubernamental (progresistas,unionistas, cimbrios). Poco después, esta coalicióncomenzó a desintegrarse por la rivalidad existente en elPartido Progresista entre los dos herederos políticos dePrim. Por un lado, Práxedes Mateo Sagasta, más cercanoa los unionistas, formó el Partido Constitucionalista; porotro, Manuel Ruiz Zorrilla, próximo a los demócratas,fundó el Partido Radical. La división en las filas progre-sistas provocó una gran inestabilidad política; en losmeses siguientes, Amadeo I de Saboya no consiguióestablecer un turno entre los partidos para asentar elsistema y consolidarse él mismo en el trono español.

El rey confió la formación del Gobierno a Ruiz Zorrillaquien, ante la dificultad de obtener mayorías, cerró lasCortes. Su reapertura provocó la caída de Ruiz Zorrilla(octubre de 1871) y su sustitución por el general Mal-campo, próximo a Sagasta. Se desarrolló, asimismo, eldebate sobre la Internacional de Trabajadores, que fuedeclarada ilegal por una amplia mayoría. Ese mismo año,ante las críticas de carlistas y radicales, Malcampo dimi-tió y ocupó la presidencia del Gobierno Sagasta, quienconvocó elecciones cuyo resultado fue favorable a los

constitucionalistas. Sin embargo, el escándalo provoca-do por el descubrimiento de un fondo de 2 000 000 dereales de finalidad poco clara provocó la caída de Sagas-ta y una nueva entrada en el Gobierno de Ruiz Zorrilla. Ellíder de los radicales convocó nuevas elecciones (1872)que dieron una amplia mayoría a su partido. Sin embar-go, la política del nuevo Gobierno se vio lastrada por eltemor a la revolución social y el estallido de la TerceraGuerra Carlista (1872-1876). En este período se aprobóla abolición de la esclavitud en Puerto Rico.

Finalmente, en febrero de 1873, el rey decidió abdicar. Eldetonante fue un conflicto entre el Gobierno de RuizZorrilla y el cuerpo de artilleros, que se había opuesto alnombramiento del general Hidalgo de Quintana comocapitán general de Vascongadas y, posteriormente, deCataluña. El ejecutivo presentó al rey un decreto de diso-lución del cuerpo de artilleros que le ponía en una difícilposición: si lo firmaba se indisponía con el Ejército; si nolo hacía se enfrentaba a quienes le sostenían en el trono.El 11 de febrero de 1873, Amadeo I decidió firmar eldecreto y abdicar. Ese mismo día, las dos cámaras legis-lativas reunidas proclamaron la Primera República.

Opción B

� � Isabel I. Reina de España (1452-1504). Hija de Juan IIde Castilla e Isabel de Portugal, a la muerte de su her-mano Alfonso, quien había encabezado la oposiciónnobiliaria contra su hermanastro Enrique IV, fue reco-nocida por el rey como heredera del trono de Castillatras el pacto de los Toros de Guisando (1468). Paraafianzar su posición, Isabel de Castilla contrajo matri-monio con Fernando de Aragón (1469), lo que provo-có que Enrique IV la desheredara y designara comosucesora a su supuesta hija, Juana la Beltraneja (fruto,según los enemigos del monarca, de las relaciones dela reina Juana de Portugal con el favorito Beltrán de laCueva). A la muerte de Enrique IV, Isabel I se impuso aJuana la Beltraneja, casada con Alfonso V de Portugal,en una guerra civil (1474-1479). En esta lucha resultófundamental el apoyo de su marido. La Concordia deSegovia (1475) estableció la igualdad de ambos en elejercicio del poder real, que se extendió al reino ara-gonés cuando Fernando accedió al trono en 1479.

Isabel I y Fernando V, Reyes Católicos desde la tomade Granada, implantaron en Castilla un gobierno cen-tralizado (consejos, secretarios, virreyes), dominaron ala nobleza y a las Cortes y reforzaron el orden interno(Santa Hermandad, 1476), así como la administraciónde justicia (regidores, chancillerías, audiencias). Persi-guieron además la unidad peninsular (conquista deGranada, 1492) y la uniformidad religiosa (creación de la Inquisición, 1478; expulsión de los judíos y losmudéjares en 1492 y 1502-1526 respectivamente). Enel ámbito de la política exterior afianzaron su posi-

ción en Italia frente a Francia, para lo recurrieron a laguerra y a una política de alianzas matrimoniales conInglaterra, el Imperio alemán y Portugal. Completaronsu política mediterránea mediante la ocupación deuna serie de plazas fuertes en el norte de África paradefenderse de los piratas berberiscos y del Imperioturco. En el Atlántico, se produjo la conquista de lasIslas Canarias. Ante la imposibilidad de establecer unaruta de enlace con las Indias por el sur, dominada porlos portugueses, apoyaron la expedición de CristóbalColón hacia el oeste, que dio lugar al descubrimientode América (1492), acontecimiento que transformóen beneficio de Castilla el ámbito geográfico y lasrelaciones de poder de la Europa medieval.

� Hernán Cortés. Conquistador español (1485-1547).Natural de Medellín (Badajoz), estudió dos años en laUniversidad de Salamanca y en 1504 viajó a La Espa-ñola. Participó en la conquista de Cuba (1511) y, trasel fracaso de la expedición a México de Juan de Grijal-ba, el gobernador de Cuba, Diego Velázquez, le enco-mendó la exploración de la península del Yucatán.Pese a que poco después Velázquez revocó la orden,Cortés partió hacia México el 10 de febrero de 1519con una flota de 11 naves. Tras desembarcar en la islade Cozumel, navegó hasta San Juan de Ulúa y fundóla Villa Rica de la Veracruz (Veracruz). Allí tuvo noticiasdel Imperio azteca. Se alió a los tlaxcaltecas, enemi-gos de los aztecas, e inició el avance hacia el interiordel continente. Tras entrar en Cholula, donde realizóuna terrible matanza, prosiguió su marcha hasta alcan-

8© Oxford University Press España, S. A. H i s t o r i a d e E s p a ñ a

CASTILLA-LA MANCHA CONVOCATORIA SEPTIEMBRE 2009

zar la capital azteca, Tenochtitlán (8 de noviembre de1519). Allí, pese a ser bien recibido por el emperadorMoctezuma, lo hizo prisionero. En los meses siguien-tes fue creciendo la animosidad de los habitantes deTenochtitlán hacia los españoles debido a la actitudde estos ante sus ritos religiosos. Finalmente estallóuna rebelión en junio de 1520 (Noche Triste) en laque murió Moctezuma y los españoles fueron expul-sados de la ciudad. Poco después, Cortés derrotó a losaztecas en Otumba y sitió Tenochtitlán, que finalmen-te tomó a mediados de 1521.

En años posteriores, Cortés envió expediciones aHonduras y Guatemala, recibió el título de goberna-dor y capitán general de la Nueva España y dio inicioa la organización y administración de los nuevos terri-torios. La brutalidad con que se empleó con la pobla-ción indígena y los desacuerdos con los emisariosenviados por la Corona provocaron que fuese desti-tuido y obligado a regresar a España (1528). El empe-rador Carlos V le otorgó el marquesado de Oaxacapero Cortés no recuperó sus poderes. A su regreso aMéxico (1530-1540), organizó varias expediciones; enuna de ellas se descubrió la Baja California. Tras insta-larse definitivamente en España, participó en unaexpedición contra Argel (1541). Escribió cinco Cartasde Relación, que envió a la Corona; en ellas describelos hechos de sus conquistas y justifica los aspectosmás controvertidos de su actuación.

� Comuneros. Nombre con el que fueron conocidos losparticipantes en una revuelta contra el rey Carlos Iprotagonizada por varias ciudades del interior deCastilla (Toledo, Segovia, Salamanca, Zamora, Ávila,Cuenca y Madrid) entre 1520 y 1522. Estas ciudadesse autoproclamaron una comunidad, por lo que suspartidarios recibieron el nombre de comuneros. Larebelión tuvo un carácter político, ya que con ella sepretendía imponer varias condiciones al monarca:que prescindiera de los consejeros extranjeros y queacatara la voluntad del reino, es decir, la de los procu-radores de las ciudades representados en las Cortes.Entre las peticiones de los comuneros se encontra-ban, además, la limitación del poder real, la reducciónde impuestos, la protección de la industria textil y lasreformas municipales a favor de los plebeyos y contrala nobleza. En la batalla de Villalar (1521), los comune-ros fueron derrotados, y sus tres líderes principales,Juan Bravo (de Segovia), Juan de Padilla (de Toledo) yFrancisco Maldonado (de Salamanca), ejecutados. Lasciudades de Toledo y Segovia sufrieron una durísimarepresión.

� Isabel I, reina de Castilla 1474

Cortes de Toro 1505

Levantamiento de Toledo por Juan de Padilla 1520

Fundación del virreinato de Perú 1543

� Alfonso XIII (1886-1941), declarado mayor de edad a losdieciséis años, trató de superar durante los primerosdiez años de su reinado la profunda crisis en la que se

vio inmersa España tras la humillante derrota sufrida enla guerra de 1898 con Estados Unidos, que supuso la pér-dida de los últimos restos del imperio colonial (Cuba,Puerto Rico, Filipinas). El llamado desastre del 98 sesumó al profundo descontento existente en ampliossectores de la sociedad española con el sistema políticode la Restauración, viciado por las prácticas corruptas delcaciquismo y cerrado a buena parte de la oposiciónpolítica (movimiento obrero, nacionalismos periféricos,republicanismo).

Surgió entonces el regeneracionismo, un movimientointelectual y social crítico con el sistema y sus prácticaspolíticas, que recibió el apoyo de las clases medias. Lospostulados regeneracionistas —supresión del caciquis-mo, necesidad de una reforma social, proteccionismoeconómico, fomento de las obras públicas, recuperaciónde la grandeza de España— fueron asumidos por lospartidos dinásticos. Entre los conservadores el primeroen hacerlo fue Francisco Silvela, quien presidió dosgobiernos con escaso éxito (1899-1900 y 1902-1903),aunque su máximo representante fue Antonio Maura.Los políticos de la izquierda liberal también adoptaronel espíritu del regeneracionismo: Santiago Alba (quecolaboró con Joaquín Costa) y José Canalejas se acerca-ron o se integraron en el ala izquierda del Partido Libe-ral. Será Canalejas quien, tras la experiencia conservado-ra de la primera década del siglo XX, ensaye fórmulas demodernización del país desde la izquierda del régimencon el apoyo de muchos intelectuales liberales.

En la primera década del siglo XX, Antonio Maura perso-nificó la renovación del Partido Conservador. En 1902fue nombrado ministro de Gobernación y, posterior-mente, presidió el Gobierno en dos ocasiones, conoci-das, respectivamente, como el Gobierno Corto (1903-1904) y el Gobierno Largo (1907-1909). Su programapolítico, denominado maurismo, se puede resumir enlos siguientes puntos:

� Conservadurismo católico de masas. La sociedad espa-ñola, mayoritariamente católica y conservadora, debíamovilizarse para expresar su opinión frente a las pre-tensiones de la izquierda de crear un Estado laico.

� Conexión de la monarquía con la realidad social. Erapreciso implantar un corporativismo social de carác-ter católico, es decir, un sistema político en el queestuvieran representados los ciudadanos por corpo-raciones. Para ello, había que acabar con el caciquis-mo, que controlaba las elecciones; este sistema devoto no representaba a la sociedad española. En esalínea, Maura promovió una reforma de la Administra-ción local, que no se llevó a cabo, y de la Ley Electoral,que tuvo escasos efectos.

� Incorporación de otras fuerzas políticas al sistema, enconcreto, el catalanismo conservador, cuyo máximorepresentante era la Lliga Regionalista. Fundada en1901 y liderada por Enric Prat de la Riba y FrancescCambó, su objetivo era lograr cierto grado de autono-mía administrativa. Para ello, Maura proyectó una Ley

9© Oxford University Press España, S. A. H i s t o r i a d e E s p a ñ a

CASTILLA-LA MANCHA CONVOCATORIA SEPTIEMBRE 2009

de Administración Local que permitía la formación demancomunidades; sin embargo, no se llegó a aprobar.Además, los conflictos con el Gobierno (asalto a larevista Cu-Cut, Ley de Jurisdicciones de 1906) alejaronlas posibilidades de acuerdo.

� Desarrollo de una política exterior expansionista enMarruecos para olvidar la derrota de 1898 y ofrecerun nuevo objetivo a los militares, que se habían con-vertido en un poderoso grupo de presión. Durante elgobierno de Maura se aprobó la construcción de unaescuadra naval y comenzaron las operaciones bélicasen el norte de África (1909); ambas medidas incre-mentaron los gastos estatales y el déficit.

Mientras se sucedían los intentos regeneracionistas delPartido Conservador durante la primera década del sigloXX, creció el malestar social y se registró un avance de lasfuerzas políticas que se encontraban fuera del sistema:nacionalistas, republicanos y movimiento obrero. La ten-sión con el Gobierno del liberal Moret, que había pro-mulgado en 1906 la Ley de Jurisdicciones, por la que losdelitos contra la patria y el Ejército serían juzgados portribunales militares, condujo a la constitución de Solida-ritat Catalana, una coalición de partidos antidinásticos,que aglutinó desde republicanos federales hasta carlis-tas y obtuvo unos resultados espectaculares en las elec-ciones de 1907. También hubo protestas obreras (huel-ga general de 1902 en Barcelona) y los anarquistaspersistieron en su campaña de atentados, como el quese llevó a cabo durante la boda de Alfonso XIII y VictoriaEugenia de Battenberg en 1906. La implicación españolaen Marruecos agudizó este clima de descontento social,que cristalizó en julio de 1909 con el estallido en Barce-lona de la Semana Trágica. La represión del Gobierno yla campaña contra las cinco ejecuciones dictadas provo-caron la dimisión de Maura en octubre de 1909. Mesesdespués, el rey encargó la formación de Gobierno a JoséCanalejas, líder del Partido Liberal, quien trató de impul-sar su propio programa de reformas.

Canalejas fue presidente del Gobierno entre 1910 y1912. Durante su mandato renovó el programa liberal,admitiendo el intervencionismo del Estado en la econo-mía y la sociedad, la reforma social, la separación de laIglesia y el Estado y la democratización del régimen.Entre sus logros cabe mencionar la Ley de Mancomuni-dades (aprobada en 1913 tras su muerte), que permitióel nacimiento de la Mancomunidad de Cataluña (1914).Se abordó también la cuestión religiosa, expresada en lavoluntad de Canalejas de separar Iglesia y Estado,mediante la «ley del candado» de 1910 (que prohibía laentrada en España de nuevas órdenes religiosas extran-jeras) y la tolerancia con las manifestaciones públicas dereligiones no católicas. El dirigente liberal reprimió conrigor la nueva oleada de huelgas (1911-1912), emplean-do para ello al Ejército. En noviembre de 1912 Canalejasfue asesinado en Madrid por un anarquista.

Los proyectos de renovación «desde arriba» de Maura yCanalejas fracasaron en buena medida. A pesar de que

ambos políticos lograron implantar algunas reformas,no pudieron integrar en el sistema a las fuerzas políticasde la oposición. Tampoco fueron capaces de atajar ladivisión de los partidos dinásticos. Aunque entre 1907 y1912 hubo cierta continuidad en los gobiernos, quecontrastaba con la inestabilidad del período anterior(once cambios de gabinete entre 1902 y 1907), la divi-sión interna en los partidos Conservador y Liberal resur-gió con fuerza en la década siguiente.

� El documento 1 es un fragmento del manifiesto hechopúblico por el general Primo de Rivera el 13 de septiem-bre de 1923, al iniciar el golpe de Estado que dio paso ala dictadura militar (1923-1930) que lleva su nombre. Setrata, por tanto, de una fuente primaria de carácter his-tórico-político. El título del manifiesto era Al país y alejército españoles. Utilizando un tono regeneracionista,el general prometía acabar con el terrorismo, la agita-ción separatista, el desorden y la utilización política de laguerra de Marruecos. En el fragmento reproducido seanuncia la ruptura de la legalidad y la constitución de un«directorio inspector militar» que se hará cargo delGobierno y los organismos del Estado; se pospone laincorporación al mismo de la sociedad civil a un futurono determinado. La ruptura de la legalidad vigente sejustifica por la salvación de España y se ejecuta en nom-bre de quienes «aman la Patria» y no ven otra salida quelibrarla de «los profesionales de la política». El manifiestorenuncia al análisis de los problemas que se denuncianen él («[…] por una u otra razón […]»), cuyos orígenes sesitúan en el año 98. Primo de Rivera realiza una descrip-ción maniquea de la política española, que refleja el can-sancio de un sector de la sociedad ante la guerra socialy la permanente situación de crisis política que pade-cía el país, agudizada en 1921 por el desastre de Annual.Por un lado, se alude en términos descalificatorios a laactuación de todos los gobiernos del rey («cuadro dedesdichas e inmoralidades que empezaron en el 98») y el sistema político vigente, «red política de concupis-cencias» tejida por los políticos profesionales, que hansecuestrado la voluntad del monarca. Frente a todo ello seerige la disciplina «recia y viril» representada por losmilitares («nosotros») y los civiles que están de acuerdocon ellos.

Este lenguaje es característico de la mentalidad castren-se de la época y se basaba en el convencimiento de Pri-mo de Rivera de que era suficiente la actuación expedi-tiva de unos cuantos hombres honrados para regenerarel país. Asimismo, la palabra «nosotros», además de con-traponer el estamento militar frente a la sociedad civil,muy crítica con sus actuaciones en esos años, refleja unafalsa sensación de unidad en el Ejército, cuando lo ciertoes que este se encontraba profundamente divididoentre los llamados junteros y los africanistas como con-secuencia de la guerra de Marruecos. El propio Primo deRivera había defendido posiciones abandonistas, aun-que sus compañeros de conspiración, partidarios dereforzar la intervención militar en África, consiguieronacercarlo a sus tesis.

10© Oxford University Press España, S. A. H i s t o r i a d e E s p a ñ a

CASTILLA-LA MANCHA CONVOCATORIA SEPTIEMBRE 2009

Miguel Primo de Rivera era capitán general de Cataluñacuando encabezó el golpe de Estado de 1923. Miembrode una familia de larga tradición castrense, en los inicios desu carrera sirvió en las guerras de Cuba y Filpinas. Des-tinado posteriormente a Marruecos, fue capitán gene-ral de Valencia y Madrid antes de serle asignada la capi-tanía general de Cataluña (1922). Su inclinación alpopulismo y al voluntarismo político le dio una reputa-ción, para amplios sectores de la sociedad española, dehombre honrado y expeditivo (el «cirujano de hierro»costista) que la situación requería. En el inicio de su dic-tadura gozó de gran popularidad; esta alcanzó su puntomáximo durante la ofensiva militar en el protectoradode Marruecos iniciada con el desembarco de Alhuce-mas. Posteriormente, su estrella decayó. Tras su dimisiónse exilió en París, donde murió a los pocos meses. Suhijo, José Antonio Primo de Rivera, fue el fundador deFalange Española.

La crisis de 1917, durante la cual se sucedieron los con-flictos con las juntas militares de defensa, la llamadaasamblea de parlamentarios y la huelga general de agos-to convocada por las fuerzas obreras, mostró la ampli-tud e intensidad del descontento que suscitaban losgobiernos de Alfonso XIII. Los partidos dinásticos, pese asortear la crisis, no salieron fortalecidos. Desde entonceshasta el golpe de Primo de Rivera en 1923, se vivió unasituación de continua inestabilidad, caracterizada por elbloqueo parlamentario y la casi permanente suspensiónde las Cortes. Además, el ejemplo de la Revolución deoctubre influyó en el movimiento obrero, y la desapari-ción de los grandes imperios (otomano, austro-húngaro)tras la Gran Guerra espoleó las reivindicaciones naciona-listas. Estos acontecimientos fueron recibidos con temor por los terratenientes, la burguesía y parte de la clasemedia.

En 1918 Maura encabezó un Gobierno de «concentra-ción nacional», integrado por conservadores, liberales ycatalanistas. Su objetivo era superar la crisis del añoanterior, pero la heterogeneidad de sus miembros pro-vocó su rápida disolución. Posteriormente, Maura presi-dió otro gobierno (1918-1919) que se vio lastrado por elinicio de una grave crisis social y el desacuerdo sobre laconcesión de un Estatuto de Autonomía a Cataluña. Aestos mismos problemas se enfrentaron el líder conser-vador Eduardo Dato (1920-1921), asesinado por los anar-quistas, y los políticos liberales. La impotencia de lospartidos dinásticos fue directamente proporcional alnúmero de gobiernos en el período: catorce entre 1917y 1923.

Paralelamente, se dio una radicalización del movimientoobrero. El socialismo español se alejó de la izquierdarepublicana tras el fracaso de la huelga de 1917, y porinfluencia de la Revolución bolchevique y la formaciónde la Tercera Internacional (1919). Sin embargo, el PSOEno ingresó en la nueva organización internacional, loque provocó una escisión de la que surgiría el PartidoComunista de España (PCE, 1922). Pese a ello, la influen-

cia política del partido siguió creciendo. La UGT, queparticipó en una nueva oleada huelguística (1919-1920),alcanzó su récord de afiliados. La CNT también tuvo uncrecimiento espectacular. En 1919 este sindicato organi-zó la huelga de La Canadiense, que desembocó en unahuelga general. Se desencadenó entonces una guerrasocial que succionó varios gobiernos y dio protagonis-mo a los militares (Milans del Bosch, Martínez Anido),quienes recibieron el apoyo de la patronal y la Lliga; seprodujeron cierres de empresas (lock-outs), se contrata-ron pistoleros, etc. Los líderes sindicales fueron deteni-dos, y las autoridades apoyaron a sindicatos de extremaderecha (llamados libres) o aplicaron la llamada «ley defugas». El flujo revolucionario llegó también a la Andalu-cía rural. Entre 1918 y 1920, en Sevilla y Córdoba tuvolugar el llamado Trienio Bolchevique, un movimientohuelguístico que reivindicaba mejoras laborales (jornalfijo, abolición del destajo, aplicación de la jornada deocho horas) y se vio acompañado de coacciones, ocupa-ción de tierras y choques violentos con la Guardia Civil.La situación causó gran inquietud entre los terratenien-tes y el Gobierno desplegó el Ejército. La violencia socialalcanzó cotas extraordinarias y arrojó un saldo de cercade trescientos muertos entre 1918 y 1923.

En este clima de tensión social y debilidad gubernamen-tal se produjo el llamado desastre de Annual (julio-agos-to de 1921). En los dos años anteriores, el comandantemilitar de Melilla, Manuel Fernández Silvestre, habíaampliado considerablemente el área controlada por lastropas españolas en la zona oriental del Protectorado deMarruecos, en contra de la opinión del alto comisario, elgeneral Berenguer. Su intención era alcanzar la bahía deAlhucemas y enlazar con la parte occidental del Protec-torado. Como consecuencia, Fernández Silvestre se alejóen exceso de Melilla, su base militar. En julio de 1921, losrifeños dirigidos por Abd el-Krim cercaron la posición deIgueriben. Silvestre encabezó una columna de rescate y,al no poder alcanzar su objetivo, ordenó el replieguesobre Annual. Los españoles también fueron cercadosen esa posición e iniciaron una desbandada hacia Meli-lla. El general y otros 10 000 españoles murieron. Las posi-ciones españolas se perdieron en pocos días y Melilla sevio amenazada. Ramón J. Sender retrató en la novelaImán el clima que se respiraba en el Ejército en aquellosdías y el trasfondo social de la Guerra de Marruecos.

La derrota no tenía precedentes y provocó una profun-da crisis política que se prolongó durante los dos añossiguientes. Inmediatamente, se formó una comisión deinvestigación presidida por el general Juan Picasso paraestablecer las causas del desastre y depurar responsabi-lidades. Poco después se inició la recuperación de losterritorios perdidos; el descubrimiento de numerosossoldados españoles mutilados e insepultos enconó eldebate político en la prensa. Además, los rifeños teníanen su poder un importante número de prisioneros porcuya liberación pedían un elevado rescate. El desacuer-do entre los partidarios de la negociación y del uso de lafuerza radicalizó aún más las posturas. Cuando las Cor-

11© Oxford University Press España, S. A. H i s t o r i a d e E s p a ñ a

CASTILLA-LA MANCHA CONVOCATORIA SEPTIEMBRE 2009

tes se abrieron en octubre, arreciaron las críticas contrael Gobierno, no solo por parte de la izquierda sino denumerosos políticos monárquicos, que considerabaninsostenible el gasto militar en Marruecos. En el curso delos debates, el socialista Indalecio Prieto realizó las prime-ras manifestaciones sobre la implicación de Alfonso XIIIen el desastre. Al mismo tiempo, los miembros de lasjuntas de defensa, a través de su órgano periodístico, LaCorrespondencia Militar, lanzaron numerosas críticas con-tra los militares africanistas. En ese contexto, MiguelPrimo de Rivera, capitán general de Madrid, se pronun-ció en contra de la presencia española en África, lo quesupuso su destitución.

Para tratar de superar la crisis, Antonio Maura constituyóuna vez más un Gobierno de concentración (1921-1922).Trató de someter a las juntas militares, convirtiéndolasen comisiones informativas e integrándolas en el Minis-terio de la Guerra, para lo que hubo de vencer la resis-tencia del Alfonso XIII haciendo del asunto una cuestiónde confianza. El Gobierno, partidario de limitar la pre-sencia española en el norte de África, se enfrentó a la oposición de los militares que exigían la ocupacióntotal del protectorado. Finalmente, Maura cedió y dimi-tió como consecuencia de las críticas que provocó sucambio de postura. Le sustituyó el político conservadorJosé Sánchez Guerra, quien logró una reducción de losefectivos destinados en África, suprimió las juntas milita-res, restableció las garantías constitucionales en Barce-lona, cesó a Martínez Anido como gobernador civil deBarcelona y nombró a Miguel Primo de Rivera capitángeneral de Cataluña. En los meses siguientes, el generalestableció contactos con las clases conservadoras cata-lanas y se mostró de acuerdo en ampliar el grado deautonomía de Cataluña. Durante el mandato de SánchezGuerra, el general Picasso hizo públicas las conclusionesde su informe. Obvió los aspectos políticos y se concen-tró en las deficiencias del planteamiento estratégico deFernández Silvestre. Pidió el procesamiento de 39 milita-res, incluyendo el del alto comisario, Berenguer. La opo-sición exigió una ampliación de las investigaciones a lasactuaciones del Gobierno y la implicación del rey. Faltode apoyo parlamentario, el Gobierno conservador cayó afinales de 1922 y fue sustituido por un gabinete de con-centración liberal presidido por Manuel García Prieto.

El nuevo Gobierno estableció una nueva comisión deresponsabilidades y acordó con Abd el-Krim el pagode un rescate por los prisioneros españoles, lo que pro-vocó las críticas de los africanistas, opuestos a cualquiernegociación. Asimismo, nombró un comisario civil enMarruecos, Luis Silvela, que inició una política de conce-siones a la que se opuso el ministro de la Guerra, NicetoAlcalá-Zamora. La situación de crisis permanente y ladivisión en el Gobierno acentuó entre los militares unsentimiento de desprecio hacia la clase política y el con-vencimiento de que solo ellos, y no los civiles, podríanresolver los problemas que aquejaban al país. Se exten-dió la idea de que era necesaria una solución autoritaria,que se vio reforzada por el ejemplo de la Marcha sobre

Roma de Mussolini. Mientras se apuntaba a la posibili-dad de un Gobierno de ese tipo presidido por FranciscoAguilera, presidente del Consejo Supremo de JusticiaMilitar, un grupo de militares comenzó a organizar unaconspiración. Los objetivos de sus dirigentes — los gene-rales Cavalcanti, Berenguer, Saro y Dabán, que recibieronla denominación colectiva de «el cuadrilátero»—, eranresolver el problema de Marrruecos mediante la ocupa-ción total del protectorado, acabar con el terrorismo ydar paso a un Gobierno civil. En los meses siguientes,tantearon a sus compañeros de armas, que mostraronescaso entusiasmo. Llegaron a la conclusión de que eranecesaria una figura de prestigio y propusieron a Primode Rivera encabezar el golpe, pese a que este había rea-lizado manifestaciones contrarias al esfuerzo de guerraen Marruecos y sostenía posiciones favorables a la auto-nomía. El general aceptó.

En la noche del 12 al 13 de septiembre de 1923, pocoantes de la fecha prevista para la reapertura de las Cor-tes y de que se hicieran públicas las conclusiones de lasegunda comisión de responsabilidades sobre el desastrede Annual, el general Miguel Primo de Rivera declaró elestado de guerra e hizo público el manifiesto titulado Alpaís y al ejército españoles. El rey, de vacaciones en SanSebastián, accedió al golpe y nombró a Primo de Riverapresidente de un Gobierno militar o Directorio. El golpemilitar fue pacífico, ya que la oposición política y socialfue muy escasa, empezando por la del Gobierno de Gar-cía Prieto. Aunque hubo un intento de huelga general, laprotesta sindical fue también débil. La opinión públicaacogió con agrado o indiferencia al nuevo Gobierno,que parecía hacerse eco de un clamor general contra lavieja política caciquil y las vacuas discusiones parlamen-tarias de la clase política.

Primo de Rivera presentó el Directorio militar como unasolución temporal tras la cual, transcurridos pocos meses,los militares devolverían el gobierno a los civiles. Inicial-mente estuvo compuesto por sus compañeros de cons-piración y días después se amplió a diez militares, todosde rango inferior al del dictador, quien ejercía como«ministro único» mientras que el resto eran vocales. Sedeclaró el estado de guerra (que se mantuvo hasta1925). Aunque la Constitución no fue derogada, fueronsuspendidas ciertas garantías constitucionales: se disol-vieron, asimismo, las Cortes. Los militares iniciaron unaactividad frenética (calificada de «política quirúrgica») ypromulgaron un gran número de decretos para cubrirsus objetivos, que fueron los siguientes: restaurar elorden, implantar una administración honesta, establecerun nuevo marco social, atacar el problema regionalista yacabar por la vía militar con la guerra de África.

En lo que respecta a los dos primeros aspectos, losgobernadores civiles fueron sustituidos por militares; senombraron delegados gubernativos (también militares)en los ayuntamientos, y los concejales electos fueronreemplazados por «vocales asociados», designados porsorteo entre contribuyentes de distintas categorías. De

12© Oxford University Press España, S. A. H i s t o r i a d e E s p a ñ a

CASTILLA-LA MANCHA CONVOCATORIA SEPTIEMBRE 2009

esta manera, se relegó a todos los políticos liberales y seimplantó un tutelaje militar de la Administración. En1923 se constituyó el Somatén Nacional. Se trataba deuna milicia cívica, constituida originalmente en Barcelo-na por propietarios y promovida desde hacía años por laderecha y la patronal para combatir el sindicalismo. Eldictador la hizo extensiva a toda España como una insti-tución supeditada al Ejército para controlar el ordenpúblico. A partir de 1924, los cargos comenzaron a serocupados por civiles, la mayoría funcionarios, y algunospolíticos de la derecha católica y el maurismo. Ese mis-mo año se creó la Unión Patriótica, el movimiento políti-co oficial de apoyo a la Dictadura. En la práctica consti-tuyó un partido único, aunque el resto de los existentesno fueron ilegalizados. Sus miembros pertenecían, engeneral, al catolicismo político y social castellano. En rea-lidad fue un grupo circunstancial y oportunista creadodesde el poder y nunca tuvo vida propia.

En lo que respecta al problema social, las actuaciones dePrimo de Rivera respondieron a la necesidad de implan-tar un nuevo marco de relaciones laborales después deaños de una grave conflictividad. Sin embargo, hasta la

época del Directorio civil no se aplicó una política con-creta, basada en el corporativismo y los comités parita-rios. Asimismo, Primo de Rivera había prometido a lossectores moderados del catalanismo considerar el pro-blema del autonomismo, pero se impuso la opinión delos militares enemigos de realizar cualquier concesiónque hiciese peligrar la unidad de España. En esa línea, sedisolvieron las asambleas provinciales y un decreto con-tra el separatismo prohibió la exhibición de banderasdistintas a la española, prescribiendo que quien lo hicie-se sería juzgado por tribunales militares.

El dictador también rectificó sus posiciones abandonis-tas en Marruecos cediendo a la opinión de quienes eranpartidarios de la ocupación efectiva del protectorado. Laofensiva militar se inició en 1925 con una operaciónanfibia franco-española, el desembarco de Alhucemas,que permitió atacar por la retaguardia a Abd el-Krim. Elcaudillo rifeño se entregó a los franceses un año des-pués. Tras el éxito del desembarco y restaurado el honordel Ejército, Primo de Rivera alcanzó su máxima popula-ridad. Trató entonces de institucionalizar su régimenconstituyendo un directorio civil en diciembre de 1925.