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  • 8/12/2019 Teilhard Him No Del Univers o

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    Pierre Teilhard de Chardin

    Himno del Universo

    INDICE

    I - LA MISA SOBRE EL MUNDOLa ofrenda

    El fuego por encima del mundoEl fuego en el mundo

    ComuninOracin

    II - LA POTENCIA MATERIAL DE LA MATERIA

    III - CRISTO EN LA MATERIA(Tres historias a la manera de Benson)

    El CuadroEl OstensorioLa Custodia

    IV - LA POTENCIA ESPIRITUAL DE LA MATERIAPresencia de Dios en el mundoLa Humanidad en marcha

    Sentido del esfuerzo humanoEn el Cristo total

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    I - LA MISA SOBRE EL MUNDO

    LA OFRENDA

    Ya que, una vez ms, Seor, ahora ya no en los bosques del Aisne, sino en las estepas de Asia, no tengo ni pan, ni vino, ni altar, me elevar por encima de los smbolos hasta la pura majestad de lo Real, y te ofrecer, yo,que soy tu sacerdote, sobre el altar de la Tierra entera, el trabajo y el dolor del Mundo.

    El sol acaba de iluminar, all lejos, la franja extrema del horizonte. Una vez ms, la superficie viviente de laTierra se despierta, se estremece y vuelve a iniciar su tremenda labor bajo la capa mvil de sus fuegos. Yocolocar sobre mi patena, oh, Dios mo, la inesperada cosecha de este nuevo esfuerzo. Derramar en mi cliz lasavia de todos los frutos que sern molidos hoy.

    Mi cliz y mi patena son las profundidades de un alma ampliamente abierta a todas las fuerzas que, en uninstante, van a elevarse desde todos los puntos del Globo y a converger hacia el Espritu. Qu vengan, pues, am el recuerdo y la mstica presencia de aquellos a quienes la luz despierta para un nuevo da!Seor, voy viendo y los voy amando, uno a uno, a aquellos a quienes t me has dado como sostn y comoencanto naturales de mi existencia. Tambin uno a uno voy contando los miembros de esa otra tan queridafamilia que han ido juntando poco a poco en torno a m, a partir de los elementos ms dispares, las afinidadesdel corazn, de la investigacin cientfica y del pensamiento. Ms confusamente, pero a todos sin excepcin,evoco a aquellos cuya multitud annima constituye la masa innumerable de los vivientes; a aquellos que merodean y me soportan sin que yo los conozca; a los que viven y los que se van; a aquellos, sobre todo, que, en laverdad o a travs del error, en su despacho, en su laboratorio o en su fbrica creen en el progreso de las Cosas y persiguen apasionadamente hoy en da la luz.

    Quiero que en este momento mi ser resuene acorde con el profundo murmullo de esa multitud agitada,confusa o diferenciada, cuya inmensidad nos sobrecoge; de ese Ocano humano cuyas lentas y montonasoscilaciones introducen la turbacin en los corazones ms creyentes. Todo lo que va a aumentar en el Mundo, enel transcurso de este da, todo lo que va a disminuirtodo lo que va a morir, tambin, he aqu, Seor, lo quetrato de concentrar en m para ofrecrtelo; he aqu la materia de mi sacrificio, el nico sacrificio que a Ti tegusta.

    Antiguamente se depositaban en tu templo las primicias de las cosechas y la flor de los rebaos. La ofrendaque realmente ests esperando, aquella de que tienes misteriosamente necesidad todos los das para saciar tuhambre, para calmar tu sed, es nada menos que el acrecentamiento del Mundo arrastrado por el universaldevenir.

    Recibe, Seor, esta Hostia total que la Creacin. atrada por tus gracias, te presenta en esta nueva aurora. S perfectamente que este pan, nuestro esfuerzo, no es en s mismo ms que una desagregacin inmensa. Este vino,nuestro dolor, no es todava, ay!, ms que un brebaje disolvente. Mas T has puesto en el fondo de esta masainforme estoy seguro de ello, porque lo sientoun irresistible y santificante deseo que nos hace gritar atodos, desde el impo hasta el fiel: Seor, haz de nosotros un solo individuo!

    Porque a falta del celo espiritualy de la sublime pureza de tus Santos, T me has dado, Dios mo, unasimpata irresistible por todo lo que se mueve en la materia oscuraporque, irresistiblemente, reconozco en mms que a un hijo del Cielo a un hijo de la Tierra, subir esta maana, con mi pensamiento, a los lugares altos,cargado con las esperanzas y las miserias de mi madre, y allfuerte, con un sacerdocio que slo T has podidodarme, estoy seguroinvocar al Fuego sobre todo lo que, en la Carne humana, est pronto para nacer o para perecer bajo el sol caliente.

    EL FUEGO POR ENCIMA DEL MUNDO

    Estamos dominados por la tenaz ilusin de que el Fuego, ese principio del ser, surge de las profundidades dela Tierra, y que su llama se enciende progresivamente a lo largo de la brillante estela de la Vida. Me hasconcedido la gracia, Seor, de comprender que esta visin era falsa y que, para poder llegar hasta ti, tendra quedestruirla. Al principio exista la potencia intelectual, amante y activa. Al principio exista el Verbo soberana-mente capaz de someter y elaborar toda la Materia que pudiera nacer. Al principio no existan el fro y lastinieblas; exista el Fuego. Esta es la Verdad.

    As, pues, lejos de que de nuestra noche brote gradualmente la luz, es la luz preexistente la que, con paciencia

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    e infaliblemente, elimina nuestras sombras. Nosotros, criaturas, somos por nosotros mismos la Sombra y elVaco. T eres, Dios mo, el fondo mismo y la estabilidad del Medio eterno, sin duracin ni espacio, en el que,gradualmente, emerge y se perfecciona nuestro Universo, perdiendo los lmites que hacen nos parezca tangrande. Todo es ser, no hay ms que ser por todas partes, fuera de la fragmentacin de las criaturas y de laoposicin de sus tomos.

    Espritu abrasador, Fuego fundamental y personal, Trmino real de una unin mil veces ms hermosa y ms

    deseable que la fusin destructiva imaginada por no importa qu pantesmo, digna-te, una vez ms, descender, para infundirle un alma, sobre la dbil pelcula de materia nueva de la que va a envolverse el Mundo hoy.Lo s perfectamente. Ninguno de nosotros podra dictar, ni siquiera anticipar, el menor de tus gestos. Tuyas

    son todas las iniciativas, comenzando por la de mi oracin.Verbo resplandeciente, Potencia ardiente, T que amasas lo Mltiple para infundirle tu vida, abate sobre

    nosotros, te lo ruego, tus manos poderosas, tus manos previsoras, tus manos omnipresentes, esas manos que notocan ni aqu ni all (como hara una mano humana), sino que, mezcladas a la profundidad y a la universalidad presente y pasada de las Cosas, actan sobre nosotros simultneamente a travs de todo lo que hay de ms bastoy de ms interior en nosotros y en torno a nosotros.

    Prepara con esas manos invencibles, mediante una adaptacin suprema, para la gran obra que proyectas, elesfuerzo terrestre cuya totalidad te presento en este momento concentrada en mi corazn. Reestructura esteesfuerzo, rectifcale, refndele hasta en sus orgenes, t que sabes por qu es imposible que la criatura nazca deotra forma que no sea sostenida sobre el tallo de una interminable evolucin.

    Y ahora pronuncia, utilizando mi boca, la doble y eficaz palabra sin la cual todo se bambolea, todo queda aldescubierto en nuestra sabidura y en nuestra experiencia; con la cual todo se concentra y todo se consolidaindefinidamente en nuestras especulaciones y nuestra prctica del Universo. Repite sobre toda vida que va agerminar, a crecer, a florecer y a madurar en este da: Este es mi cuerpo. Y sobre toda muerte que se apresta aroer, a ajar, a cortar, ordena (misterio de fe por excelencia!): Esta esmisangre2

    EL FUEGO EN EL MUNDO

    Est hecho.El Fuego ha penetrado una vez ms la Tierra. No ha caldo ruidosamente sobre las cimas, como el rayo en su estallido. El Dueo fuerza las puertas para

    entrar en su casa?

    La llama lo ha iluminado todo sin sacudidas, sin trueno, desde dentro. Desde el corazn del ms pequeo delos tomos hasta la energa de las leyes ms universales ha invadido individualmente y en su conjunto, connaturalidad, a cada uno de los elementos, a cada uno de los resortes, a cada una de las conexiones de nuestroCosmos, de tal forma que podra creerse que el Cosmos se ha inflamado espontneamente.

    En la nueva Humanidad que se est engendrando hoy, el Verbo ha prolongado el acto sin fin de sunacimiento, y en virtud de su inmersin en el seno del Mundo, las grandes aguas de la Materia se han cambiadola vida sin un estremecimiento. Nada se ha estremecido, en apariencia en esta inefable transformacin. Y, sinembargo, al contacto de la Palabra sustancial, el Universo, inmensa Hostia, se ha convertido, misteriosa yrealmente, en Carne. Desde ahora, toda la materia se ha encarnado, Dios mo, en tu Encarnacin.

    Hace ya mucho tiempo que nuestros pensamientos y nuestras experiencias humanas haban reconocido lasextraas propiedades que hacen al Universo tan semejante a una Carne...

    Lo mismo que la Carne, nos atrae por el encanto que flota en el misterio de sus pliegues y la profundidad desus ojos.

    Lo mismo que la Carne, se descompone y se nos escurre tras los esfuerzos de nuestros anlisis, de nuestrosfracasos y de su propia duracin.Lo mismo que la Carne, no se comprime realmente ms que en el esfuerzo sin fin para alcanzarle siempre

    ms all de lo que se nos concede.Todos nosotros, Seor, advertimos esa mezcla turbadora de proximidad y de distancia cuando nace. Y no

    hay, en la herencia de dolor y de esperanza que se transmiten las edades, no hay nostalgia ms desolada que laque hace llorar al hombre de irritacin y de deseo en el seno de la Presencia que flota, impalpable y annima, entodas las cosas, a su alrededor: Si forte attrectent eum.

    Ahora, Seor, por medio de la Consagracin del Mundo, el resplandor y el perfume que flota en el Universoadquieren para m cuerpo y rostro en Ti. Eso que entrevea mi pensamiento indeciso, eso que reclamaba micorazn en aras de un deseo inverosmil, me lo das T magnficamente: que las criaturas sean no slo de talmodo solidarias entre s que ninguna pueda existir sin todas las dems para rodearla, sino que estn de tal formasuspendidas en un mismo centro real que una verdadera Vida, sufrida en comn, les proporcione, en definitiva,su consistencia y su unin.Haz, Dios mo, que estalle, forzada por la audacia de tu Revelacin, la timidez de un pensamiento pueril que

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    no tiene arrestos para concebir nada ms vasto ni ms vivo en el mundo que la miserable perfeccin de nuestroorganismo humano! En el camino hacia una comprensin ms atrevida del Universo, los hijos del siglo superantodos los das a los maestros de Israel. T, Seor Jess, en quien todas las cosas encuentran su subsistencia,revlate al fin a quienes te aman como el Alma superior y el Foco fsico de la Creacin. Nos va en ello la vida;no lo ves T as? Si yo no pudiera creer que tu Presencia real anima, templa, enardece la ms insignificante delas energas que me penetran o me rozan ligeramente, no resultara que, transido hasta la medula de mi ser, me

    morira de fro?Gracias, Dios mo, por haber dirigido mi mirada de mil maneras hasta hacerla descubrir la inmensa sencillezde las Cosas! Poco a poco, en virtud del desarrollo irresistible de las aspiraciones que T has depositado en mcuando era un nio, bajo la influencia de amigos excepcionales que se han cruzado en momentos determinadosen mi camino para ilustrar y fortificar mi espritu con el despertar de iniciaciones terribles y dulces cuyoscrculos T me has hecho franquear sucesivamente, he llegado a no poder ya ver nada ni respirar fuera delMedio en el que todo no es ms que Uno.

    En este momento en que tu Vida acaba de pasar, con un aumento de fortaleza, al Sacramento del Mundo,gustar, con una conciencia acrecentada, la fuerte y tranquila embriaguez de una visin cuya coherencia yarmonas no logro agotar.

    Lo que yo experimento, frente y dentro del Mundo asimilado por tu Carne, convertido en tu Carne, Dios mo,no es ni la absorcin del monista vido de fundirse en la unidad de las cosas, ni la emocin del pagano prosternado a los pies de una divinidad tangible, ni el abandono pasivo del quietismo que se mueve a merced de

    las energas msticas.Aprovechando algo de la fuerza de estas diversas corrientes, sin lanzarme contra ningn escollo, la actitud enque me sita tu Presencia universal es una admirable sntesis en que se mezclan, corrigindose, tres de las msformidables pasiones que puedan jams soplar sobre un corazn humano.

    Lo mismo que el monista, me sumerjo en el Universo total; mas la Unidad que me recibe es tan perfecta ques encontrar en ella, perdindome, el perfeccionamiento ltimo de mi individualidad.

    Lo mismo que el pagano, yo adoro a un Dios palpable. Llego incluso a tocar a ese Dios en toda la superficie yla profundidad del Mundo de la Materia en que me encuentro cogido. Mas para asirlo como yo quisiera (paraseguir sencillamente tocndole) necesito ir ms lejos, a travs y ms all de toda limitacin, sin poder jamsdescansar en nada, empujado en cada momento por las criaturas y superndolas en todo momento, en uncontinuo acoger y en continuo desprendimiento.

    Lo mismo que el quietista, me dejo mecer deliciosamente por la divina Fantasa. Mas, al mismo tiempo, sque la Voluntad divina no me ser revelada en cada momento ms que dentro de los lmites de mi esfuerzo. No

    palpar a Dios en la Materia, como Jacob, ms que cuando haya sido vencido por l.As, por habrseme aparecido el Objeto definitivo, total, en el que se ha insertado mi naturaleza, las potenciasde mi ser comienzan a vibrar espontneamente al unsono con una Nota nica, increblemente rica, en la que yodistingo, asociadas sin esfuerzo, las ms opuestas tendencias: la exaltacin de obrar y la alegra de padecer; lavoluptuosidad de poseer y la fiebre de superar; el orgullo de crecer y la felicidad de desaparecer en alguienmayor que uno mismo.

    Enriquecido con la savia del Mundo, subo hacia el Espritu que me sonre ms all de toda conquista,envuelto en el esplendor concreto del Universo. Y no sabra decir, perdido en el misterio de la Carne divina,cul es la ms radiante de estas dos beatitudes: haber encontrado al Verbo para dominar la Materia o poseer laMateria para llegar hasta la luz de Dios y experimentar sus efectos.

    Haz, Seor, que tu descenso bajo las Especies universales no sea para m estimado y acariciado slo como elfruto de una especulacin filosfica, sino que se convierta verdaderamente en una Presencia real. En potencia yde hecho, lo queramos o no, T te has encarnado en el Mundo y vivimos pendientes de ti. Mas de hecho esnecesario (y cunto!) que ests igualmente prximo a todos nosotros. Situados, todos juntos, en el seno de unmismo Mundo, formamos, sin embargo, cada uno de nosotros nuestro pequeo Universo, en el que laEncarnacin se opera independientemente, con una intensidad y unos matices incomunicables. Y he aqu porqu en nuestra oracin en el altar pedimos que la consagracin se haga para nosotros:Ut nobis Corpus etSanguis fiat... Si creo firmemente que todo en torno a m es el Cuerpo y la Sangre del Verbo~,entonces para m(y en cierto sentido para m slo) se produce la maravillosa Diafana que hace transparezca objetivamente enla profundidad de todo hecho y de todo elemento el calor luminoso dc una misma Vida. Si, por desgracia, mi fese debilita, inmediatamente la luz se apaga, todo se hace oscuro, todo se descompone.

    Seor, en este da que est comenzando acabas de descender. Ay! Qu infinita diversidad en los grados detu Presencia a travs de los acontecimientos que se preparan y que todos nosotros experimentaremos! T puedesestar un poco, mucho, cada vez ms, o no estar en absoluto en las mismas circunstancias que estn a punto deen volverme a m y de envolver a mis hermanos.

    Para que ningn veneno me dae hoy, para que ninguna muerte me mate, para que ningn vino meembriague, para que te descubra y te sienta en toda criatura, haz, Seor, que crea!

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    COMUNIN

    Si el Fuego ha descendido hasta el corazn del Mundo ha sido, en ltima instancia, para arrebatarme y paraabsorberme. Desde ese momento no basta con que le contemple e intensifique continuamente su ardor en torno am mediante una fe sostenida. Es necesario que, tras haber cooperado con todas mis fuerzas a la Consagracin

    que le hace brotar, yo consienta, al fin, en la Comunin, que le proporcionar, en mi persona, el alimento que, enfin de cuentas, ha venido a buscar.Me prosterno, Dios mo, ante tu Presencia en el Universo, que se ha hecho ardiente, y en los rasgos de todo lo

    que encuentre, y de todo lo que me suceda, y de todo lo que realice en el da de hoy, te deseo y te espero.Es algo terrible haber nacido, es decir, encontrarse irrevocablemente arrastrado, sin haberlo querido, por un

    torrente de energa formidable que parece querer destruir todo lo que lleva consigo.Quiero, Dios mo, que en virtud de un trastrueque de fuerzas que slo T puedes efectuar el sobresalto que se

    aduea de m ante las alteraciones sin nmero que estn realizando la renovacin de mi ser se cambie en unaalegra desbordante por yerme transformado en Ti.

    Comenzar por alargar mi mano sin titubeos hacia el pan abrasador que T me presentas. En ese pan, en elque T has encerrado el germen de todo desarrollo, reconozco el principio y el secreto del porvenir que mereservas. Aceptarlo significa entregarme, lo s perfectamente, a las potencias que me arrancarn dolorosamentea m mismo para lanzarme hacia el peligro, el trabajo, la continua renovacin de las ideas, al desprendimiento

    austero en los afectos. Comerlo significa adquirir, respecto a lo que est totalmente por encima de todo, un gustoy una afinidad que en adelante me harn imposibles las alegras que daban calor a mi vida. Seor Jess, aceptoser posedo por Ti, y conducido por la indefinible potencia de tu Cuerpo, al que me sentir ligado, hacia lassoledades a las que yo solo jams me hubiera atrevido a acercarme. Como cualquier otro Hombre, me gustarlevantar aqu abajo mi tienda sobre una montaa elegida. Como todos mis hermanos, tengo tambin miedo del porvenir, demasiado misterioso y demasiado nuevo, hacia el que me empuja la duracin. Despus me pregunto,tan ansioso como ellos, hacia dnde va la vida.- - Ojal esta Comunin del pan con Cristo revestido con las potencias que dilatan el Mundo me libere de mi timidez y de mi negligencia! Me arrojo, oh, Dios mo, fiado entu palabra, en el torbellino de las luchas y de las energas entre las que se desarrollar mi poder de percibir y deexperimentar tu Santa Presencia. A aquel que ame apasionadamente a Jess oculto en las fuerzas que hacencrecer la Tierra, la Tierra, maternalmente, la Tierra le tomar en sus brazos gigantes y ella le har contemplar elrostro de Dios.

    Si tu reino, Dios mo, fuese de este Mundo, me bastara para poseerte confiarme a las potencias que nos

    hacen sufrir y morir engrandecindonos palpablemente a nosotros o a aquello que nos es ms querido quenosotros mismos. Mas como el Trmino hacia el que se mueve la Tierra est del otro lado no slo de cada cosaindividual sino del conjunto de todas las cosas, como la labor del Mundo consiste no en engendrar en s mismouna Realidad suprema, sino en consumarse por unin en un Ser preexistente, resulta que para llegar hasta elcentro resplandeciente del Universo no le basta al Hombre vivir cada vez ms para sni tampoco en convertir suvida en una causa terrestre, por muy grande que sea. El Mundo no puede llegar hasta ti, Seor, en ltimotrmino, ms que en virtud de una especie de inversin, de vuelta atrs, de excentracin, en donde queda ocultodurante algn tiempo no slo el xito de los individuos, sino la apariencia misma de todo logro humano. Paraque mi alma quede decididamente incorporada a la tuya es preciso que muera en m no slo la mnada, sinotambin el Mundo, es decir, que pase por la fase desgarradora de una disminucin que no podr ser compensada por ninguna cosa tangible. He ah por qu, tras haber recogido en l la amargura de todas las separaciones, detodas las limitaciones, de todos os fracasos estriles, me tiendes tu cliz. Bebed todos de l.

    Cmo iba yo a rechazar este cliz, Seor, ahora que con el pan que me has hecho gustar se ha inoculado en lamedula de mi ser la inextinguible pasin de unirme a Ti, ms all de la vida, a travs de la muerte. LaConsagracin del Mundo hubiera quedado sin terminar, desde luego, si no hubieses animado con predileccin,en favor de quienes iban a creer, las fuerzas que matan despus de las fuerzas que vivifican. Mi comunin ahorasera incompleta (no sera cristiana, sencillamente) si, juntamente con los aumentos que me trae este nuevo da,no recibiese, en mi nombre y en nombre del Mundo, como la ms directa participacin contigo, el trabajo,oculto o manifiesto, de debilitamiento, de vejez y de muerte que mina continuamente el Universo para su sal-vacin o su condenacin. Me abandono irremisiblemente, oh, Dios mo, a las formidables acciones dedisolucin mediante las cuales tu Divina Presencia sustituir hoy, as quiero creerlo ciegamente, miinsignificante personalidad. A quien haya amado apasionadamente a Jess oculto en las fuerzas que hacenmadurar la Tierra, la Tierra le estrechar, cuando muera, entre sus brazos gigantes y se despertar con ella en elseno de Dios.

    ORACIN

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    Y ahora, Jess, que te has convertido verdadera y fsicamente, oculto tras las potencias del Mundo, en todo para m, en todo a mi alrededor, en todo en m, aunar en una misma aspiracin la embriaguez de lo que poseo yla sed de lo que me falta y repetir con tu servidor las palabras inflamadas en las que se reconocer cada vez conms exactitud, estoy firmemente persuadido de ello, el Cristianismo de maana:

    Seor, introdceme en lo ms profundo de las entraas de tu Corazn. Y una vez que ya me tengas ah,abrsame, purifcame, inflmame, sublmame hasta la ms completa satisfaccin de tus gustos, hasta la ms

    completa aniquilacin de m mismo.Tu autem, Domine mi, include me in imis visceribus Cordis tui. Atque ibi me detine, excoque, expurga,accende, ignifac, sublima, ad purissimum Cordis tui gustum atque placitum, ad puram annihilationem meam.

    Seor. S, al fin he encontrado a alguien a quien pueda dar este nombre, de todo corazn, en virtud deldoble misterio de la Consagracin y de la Comunin universales! Mientras no he sabido o no me he atrevido aver en ti, Jess, ms que al hombre de hace dos mil aos, al Moralista sublime, al Amigo, al Hermano, mi amorha permanecido tmido y reprimido. Amigos, hermanos, sabios, es que no los tenemos a nuestros alrededormuy grandes, muy exquisitos, ms cercanos? Y, adems, puede el Hombre entregarse plenamente a unanaturaleza nicamente humana? Desde siempre, el Mundo, por encima de todo Elemento del Mundo, se habaapoderado de mi corazn, y jams me hubiera doblegado sinceramente ante nadie. Por eso, durante muchotiempo, a pesar de creer, he andado errante sin saber lo que amaba. Pero ahora que, merced a la manifestacinde los poderes suprahumanos que te ha conferido la Resurreccin, transpareces para m, Seor, a travs de todaslas potencias de la Tierra, ahora te reconozco como mi Soberano y me entrego deliciosamente a Ti.

    Extraas actividades de tu Espritu, Dios mo! Cuando hace dos siglos comenz a dejarse sentir en tu Iglesiala atraccin precisa de tu Corazn, pudo parecer que lo que seduca las almas era el descubrir en Ti un elementoms determinado, ms circunscrito que tu misma Humanidad. Mas he aqu que ahora, por un cambio sbito!,resulta evidente que, mediante la revelacin de tu Corazn, has querido, Jess, proporcionar a nuestro amor elmedio de sustraerse a lo que haba de excesivamente limitado en la imagen que nos sabamos formado de ti. Enel centro de tu pecho no descubro ms que un horno, y cuanto ms contemplo este foco ardiente ms me pareceque los contornos de tu Corazn se funden en su totalidad, que se van agrandando, ms all de toda medida,hasta el extremo de que ya no distingo en Ti otros rasgos ms que la figura de un Mundo inflamado.

    Cristo glorioso; Influencia secretamente difundida en el seno de la Materia y Centro deslumbrador en el quese centran las innumerables fibras de lo Mltiple; Potencia implacable como el Mundo y clida como la Vida;T, cuya frente es de nieve, cuyos ojos son de fuego, cuyos pies son ms centelleantes que el oro en fusin; T,cuyas manos aprisionan las estrellas; T que eres el primero y el ltimo, el vivo, el muerto y el resucitado; Tque concentras en tu unidad exuberante todos los encantos, todos los gustos, todas las fuerzas, todos los estados;

    a Ti era a quien llamaba mi ser con un ansia tan amplia como el Universo: T eres realmente mi Seor y miDios!Escndeme en Ti, Seor. Ah! Creo (y lo creo hasta el punto de que esta fe se ha convertido en uno de los

    sostenes de mi vida ntima) que las tinieblas completamente exteriores a Ti seran la pura nada. Nada puedesubsistir fuera de tu Carne, Jess, hasta el punto de que incluso aquellos que se encuentran rechazados por tuamor se benefician todava, para su desgracia, del apoyo de tu presencia. Todos nosotros nos encontramosirremediablemente en Ti, Medio universal de consistencia y de vida! Pero precisamente porque no somos algocompletamente terminado que pueda ser concebido indiferentemente como cercano o alejado de Ti; precisamente porque en nosotros el sujeto de la unin crece con la unin misma que nos entrega progresivamente a Ti; en nombre de lo que hay de ms esencial en mi ser, Seor, escucha el deseo de eso queme atrevo a llamarmialma, aun cuando cada da me doy ms cuenta de que es mayor que yo, y para apagar mised de existir, a travs de las zonas sucesivas de tu Subsistencia profunda, empjame hacia los pliegues msntimos del Centro de tu Corazn!

    Cuanto ms profundo se te encuentra, Seor, ms universal aparece tu influencia. A este respecto podrapreciar, en cada momento, cunto me he introducido en Ti. Cuando, y mientras todas las cosas conserven entorno a ml su sabor y sus contornos, las vea, sin embargo, difundidas, por un alma secreta, en un Elementonico, infinitamente cercano e infinitamente alejado; cuando, aprisionado en la intimidad celosa de un santuariodivino, me veo, sin embargo, errando libremente a travs del cielo de todas las criaturas, entonces sabr que meacerco al lugar central hacia el que converge el corazn del Mundo en la irradiacin descendente del Corazn deDios.

    En este punto de incendio universal acta sobre m, Seor, con el fuego concentrado de todas las accionesinteriores y exteriores que, experimentadas menos cerca de Ti, seran neutras, equivocas u hostiles; pero que,animadas por una Energa quae possit sibi omnia subjicere, se convierten, en las profundidades fsicas de tuCorazn, en los ngeles de tu victoriosa operacin. Por una combinacin maravillosa, juntamente con tuatractivo, del encanto de las criaturas y de su insuficiencia, de su dulzura y de su maldad, de su debilidaddecepcionante y de su formidable potencia, exalta gradualmente y hasta mi corazn:ensale la verdadera pureza, esa pureza que no es una separacin debilitante de las cosas, sino un impulso atravs de todas las bellezas; descbrele la verdadera caridad, esa caridad que no es el miedo estril a obrar el

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    mal, sino la voluntad enrgica de forzar todas las puertas de la vida; dale, finalmente, dale sobre todo, medianteuna visin cada vez mayor de tu omnipresencia, la bienaventurada pasin por descubrir, de hacer y de padecercada vez un poco ms al Mundo, con el fin de penetrar cada vez ms en Ti.

    Toda mi alegra y mis xitos, toda mi razn de ser y mi gusto por la vida, Dios mo, penden de esa visinfundamental de tu conjuncin con el Universo. Que otros anuncien, conforme a su funcin ms elevada, losesplendores de tu puro Espritu! Para m, dominado por una vocacin anclada en las ltimas fibras de mi

    naturaleza, no quiero ni puedo decir otra cosa que las innumerables prolongaciones de tu Ser encarnado a travsde la Materia; nunca sabra predicar ms que el Misterio de tu Carne, oh, Alma que transparece en todo lo quenos rodea!

    En tu Cuerpo, con todo lo que comprende, es decir, en el Mundo, convertido, por tu poder y por mi fe, en elcrisol magnfico y vivo en el que todo desaparece para renacer, por todos los recursos que ha hecho surgir en mtu atraccin creadora, por mi excesivamente limitada ciencia, por mis vinculaciones religiosas, por mi sacerdo-cio y (lo que para m tiene ms importancia) por el fondo de mi conviccin humana, me entrego para vivir y para morir en tu servicio, Jess.

    Ordos,1923.

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    II - CRISTO EN LA MATERIA

    Tres historias a la manera de Benson

    Mi amigo [el mismo Teilhard] ha muerto, aquel que beba en toda vida como en una fuente santa. Sucorazn le abrasaba por dentro. Su cuerpo ha desaparecido en la Tierra, delante de Verdn. Ahora puedo repetiralgunasde sus palabras, aquellas palabras con que una tarde me iniciaba en la visin intensa que iluminaba y pacificaba su vida.

    Quieres saber, me deca, cmo el Universo potente y mltiple ha adquirido para m la figura de Cristo? Estosucede poco a poco, y es difcil analizar con palabras intuiciones tan renovadoras como stas. Eso no obstante, puedo contarte algunas de las experiencias que all arriba han introducido la luz en mi alma, como si selevantara, por etapas, un teln...

    EL CUADRO

    ...En aquel momento, comenz, tena mi pensamiento comprometido en un problema medio filosfico,medio esttico. Suponiendo, pensaba yo, que Cristo se dignase aparecer aqu, delante de m, corporalmente,cul sera su aspecto? Cul sera su compostura? Cul sera, sobre todo, su manera de introducirsesensiblemente en la Materia, su manera de situarse entre los objetos de alrededor?... Y haba algo que me entris-teca y me disgustaba, confusamente, frente a la idea de que el cuerpo de Cristo pudiese yuxtaponerse, en elconjunto del Mundo, a la multitud de los cuerpos inferiores, sin que stos experimentasen y reconociesen, atravs de alguna alteracin perceptible, la Intensidad que les rodeaba.

    Sin embargo, mis ojos se haban detenido maquinalmente en un cuadro que representaba a Cristo, con sucorazn ofrecido a los hombres. Este cuadro estaba colgado delante de m en los muros de la iglesia donde habla

    entrado para orar. Y, siguiendo el curso de mi pensamiento, no comprenda cmo poda ser posible a un artistarepresentar la Humanidad Santa de Jess, sin atribuirle esa fijeza demasiado precisa de su Cuerpo que parecaaislarse de todos los dems hombres, sin darle esa expresin demasiado individual de su figura, de esa figuraque, suponiendo que fuese bella, lo era de una manera particular. con exclusin de todas las dems hermosuras...

    As, pues, estaba hacindome todas estas preguntas curiosas y mirando al cuadro cuando comenz la visin.(En realidad, de verdad, no podra precisar cuAndo comenz; porque ya habla alcanzado cierta intensidad

    cuando advert su existencia...)Lo que s es cierto es que, dejando mi mirada vagar por los contornos de la imagen, me di cuenta de repente

    de que se mezclaban.Se mezclaban, pero de una manera especial, difcil de explicar. Cuando trataba de ver eltrazado de la Persona de Cristo, se me apareca claramente delimitado. Y despus, en cuanto ceda el esfuerzovisual, toda

    zona de Cristo, los pliegues de sus vestidos, la irradiacin de su cabellera, la flor de su carne, pasaban, por asdecirlo (aun cuando sin desvanecerse), a todo el resto...

    Hubirase dicho que la superficie de separacin entre Cristo y el Mundo ambiente se converta en una capavibrante en la que se confundan todos los limites.Me parece que la transformacin debi afectar primero un punto, en el borde del retrato, y que, desde all,

    prosigui hasta llegar a todo el contorno. Al menos en este orden fui dndome cuenta. Por lo dems, a partir deeste momento, la metamorfosis se extendi rpidamentey alcanz a todas las cosas.

    Primero me di cuenta de que la atmsfera vibrante que aureolaba a Cristo no estaba confinada a una pequeazona en torno a l, sino que irradiaba hasta el infinito.

    De cuando en cuando surgan algo as como regueros de fosforescencia, causadores de un flujo continuo quealcanzaba hasta las esferas extremas de la Materia, dibujando una especie de plexus sanguneo o una rednerviosa que corra a travs de toda Vida.

    El Universo entero vibraba!,y, sin embargo, cuando intentaba mirar los objetos uno a uno, los encontrabacada vez claramente dibujados en su individualidad preservada.

    Todo este movimiento pareca emanar de Cristo, de su Corazn sobre todo. Mientras trataba de remontar a la

    fuente del efluvio y de percibir su ritmo, fue cuando, al volver a fijar mi atencin en el retrato, vi cmo la visinllegaba rpidamente a su paroxismo.

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    en el altar, en un ostensorio, cuando experiment una impresin muy curiosa.Sin duda alguna habis observado, no es as?, la ilusin ptica que aparentemente hace dilatarse y

    agrandarse una mancha clara sobre un fondo oscuro. Mirando a la hostia, cuya forma blanca destacaba, a pesarde estar el altar iluminado, sobre la oscuridad del coro, experiment algo semejante (al menos, para comenzar, porque despus, ya lo veris, el fenmeno adquiri una amplitud de la que no puede darnos idea ningunaanaloga fsica...).

    Al clavar la mirada en la hostia tuve la impresin de que su superficie iba extendindose, como una manchade aceite, pero mucho ms rpida y ms luminosamente, por supuesto. Al principio crea ser yo el nico enadvertir este cambio, y me pareca que el progreso se realizaba sin despertar ningn deseo y sin encontrarningn obstculo.

    Pero poco a poco, a medida que la esfera blanca se agrandaba en el espacio hasta estar ya cerca de m,escuch un murmullo, un zumbido imprecisable, como cuando la subida de la marea extiende su lmina de plata por el mundo de las algas, que se dilata y se estremece ante su cercana, o como crepita el brezo cuando el fuegose extiende por el pramo...

    As, en medio de un gran suspiro, que haca pensar en un despertar y en una queja, el flujo de blancura merodeaba, me superaba, inundaba todas las cosas. Y todas las cosas, anegadas en l, conservaban su propia figura,su movimiento autnomo: porque la blancura no borraba los rasgos de nada, no alteraba ninguna naturaleza,sino que penetraba los objetos hasta lo ms Intimo, ms profundo incluso que su vida. Era como si una claridadlechosa iluminase el Universo por dentro. Todo pareca formado de una misma especie de carne translcida.

    ...Escucha: en el mismo momento en que has encendido la lmpara y que su materia oscura se ha hechoclara y fluorescente, he pensado en el Mundo tal como se me ofreci entonces. Y ha sido tambin estaasociacin de imgenes la que me ha inspirado la idea de decirte lo que te estoy contando.

    En virtud de la expansin misteriosa de la hostia, el Mundo se ha hecho, pues, incandescente; semejante, ensu totalidad, a una sola gran Hostia. Y se dira que bajo la influencia de la luz interior que le penetraba, susfibras se tensaron hasta romperse, pues sus energas estaban en una tensin extrema. Y ya crea yo que elCosmos haba conseguido su plenitud en medio de este despliegue de sus actividades, cuando advert que seestaba desarrollando en l una labor mucho ms fundamental.

    De cuando en cuando se formaban en la superficie interior de los seres unas gotas centelleantes de metal puroy caan en el horno de la luz profunda en el que se perdan, y, al mismo tiempo, se volatilizaba un poco deescoria. En el terreno del amor se estaba realizando una transformacin, dilatando, purificando, captando toda la potencia de amar contenida en el Universo.

    Yo poda darme cuenta de ello tanto ms que su virtud operaba en m tanto como en el resto:su luz blanca

    era activa! No se haba insinuado, a travs de la Materia, hasta la intimidad de los corazones; no los habadilatado hasta romperlos ms que para reabsorber en s la sustancia de sus afectos y de sus pasiones. Y ahoraque haba mordido en ellos, atraa irresistiblemente hacia su centro las capas del corazn cargadas de la ms pura miel de todos los amores.

    Efectivamente, despus de haberlo vivificado todo, de haberlo depurado todo, la Hostia inmensa, ahora,secontraa lentamente,y los tesoros que encerraba en s se agolpaban deliciosamente en su viva luz.

    Cuando desciende el oleaje, o decae la llama, sealan el rea invadida momentneamente por el mar o elincendio puntos brillantes y manchas de fuego. A medida igualmente que la Hostia se replegaba sobre s misma,como una flor cierra su cliz, algunos elementos refractarios del Universo permanecan detrs de ella en lastinieblas exteriores. Habla algo que las iluminaba an: pero era un alma de luz pervertida, corrosiva y venenosa.Estos elementos rebeldes ardan como antorchas o brillaban como brasas.

    O entonces que se cantaba el Ave Verum....La Hostia blanca estaba encerrada en el ostensorio de oro. En torno a ella se consuman unas velas

    horadando la oscuridad, y las lmparas del santuario despedan, aqu y all, su destello de prpura.

    LA CUSTODIA

    Mientras hablaba mi amigo, mi corazn estaba ardiendo todo l y mi mente se abra a una visin superior delas cosas. Confusamente distingua que la multitud de las evoluciones que nos parecen dividir el mundo es, en elfondo, el cumplimiento de un gran misterio; y ese fulgor entrevisto haca que se estremeciesen, no s por qu,las profundidades de mi alma. Pero, demasiado habituado a separar los planos y las categoras, me perda en elespectculo, todava nuevo para mi espritu novicio, de un Cosmos en que lo Divino, el Espritu y la Materiamezclaban tan ntimamente sus dimensiones.

    Viendo que esperaba ansiosamente, mi amigo continu:... La ltima historia que quiero referirte es la de una experiencia por la que he pasado recientemente. Esta

    vez, y lo vas a ver, no se trata ya, propiamente hablando, de una visin, sino de una impresin ms general porla que todo mi ser se encontr, y sigue encontrndose, afectado.

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    He aqu.En aquella poca, mi regimiento se encontraba en primera lnea en la explanada de Avocourt. Todava no

    haba terminado el perodo de los ataques alemanes contra Verdn y la lucha continuaba siendo dura por estesector del Meuse. Por eso, como lo suelen hacer muchos sacerdotes en los das de batalla, llevaba conmigo lasSagradas Especies en una pequea custodia en forma de reloj.

    Una maana en que la calma era casi completa en las trincheras, me retiraba a mi refugio; y all, en una

    especie de meditacin, mi pensamiento se concentr con toda naturalidad sobre el tesoro que llevaba separadode mi pecho apenas por una finsima cajita de plata sobredorada. Ya anteriormente me haba regocijado yalimentado con esta divina Presencia.

    Esta vez se posesion de m un sentimiento nuevo, el cual domin muy pronto toda otra preocupacin derecogimiento y de adoracin. Experiment repentinamente cunto hay de extraordinario y de engaoso entenertan cerca de sla Riqueza del Mundo y la Fuente de Vida,sin poder poseerlasinteriormente,sin llegar a penetrarlas ni a asimilarlas. Cmo poda ser que Cristo estuviese a la vez tan cerca de mi corazn y tandistante? Tan unido a mi cuerpo y tan distante de mi alma?

    Tena la impresin de que una inaccesible e infranqueable barrera me separaba de Aquel a quien, sinembargo, no poda tocar ms, puesto que le estrechaba entre mis manos... Me irritaba el tener a mi Felicidad enuna copa sellada. Me vea a m mismo como una abeja que zumba en torno a un vaso lleno de nctar, perocuidadosamente cerrado. Y apretaba nerviosamente la custodia contra m, como si este esfuerzo instintivo pudiese hacer pasar a Cristo un poco ms a m.

    Finalmente, no pudiendo resistir ms, y siendo ya la hora en que, durante el descanso, sola celebrar, abr laCustodia y me comulgu a m mismo.Mas he aqu que, en lo ms profundo de m, el pan que acababa de consumir, aun cuando se haba convertido

    en carne de mi carne,segua an fuera de m...Entonces llam en mi ayuda todo mi poder de recogimiento. Concentr sobre la divina partcula el silencio y

    el amor crecientes de mis facultades. Me hice humilde sin lmites, dcil, dctil como un nio, para no contrariaren nada los menores deseos del Husped celestial y hacer imposible diferenciarme de l, de tal forma que noconstituyera ms que una sola cosa, mediante la obediencia, con los miembros dominados por su alma.Purificar sin descanso mi corazn, con el fin de hacer mi interior ms transparente sin cesar a la Luz quealbergaba en mi.

    Vanos y dichosos esfuerzos!La Hostia estaba siempre por delante de m, ms lejos en la concentracin y la eclosin de los deseos, ms

    lejos en la permeabilidad del ser a las divinas influencias, ms lejos en la limpidez de los afectos... Mediante el

    repliegue y la continua depuracin de mi ser, yo avanzaba indefinidamente, continuamente en Ella, lo mismoque una piedra que cae en el abismo, sin llegar nunca a tocar el fondo. Por delgada que fuese la Hostia, yo me perda en Ella, sin lograr asirla ni coincidir con Ella.Su centro hua, atrayndome!

    En vista de que no poda agotar la profundidad de la Hostia, aspiraba al menos a estrecharla en toda susuperficie. No estaba muy unida y muy pequea? Trataba, pues, de coincidir con Ella por fuera, deidentificarme con Ella en todo su contorno...

    All me esperaba un nuevo infinito, el cual frustr mi esperanza.Cuando intent envolver a la Santa Partcula en mi amor, tan celosamente que me adhera a Ella sin perder el

    calibre de un tomo de su precioso contacto, me sucedi, en efecto, que se diferenci y se complicindefinidamente por efecto de mi esfuerzo. A medida que yo crea haberla aferrado, me daba cuenta de que loque yo asa no era Ella, sino alguna de las mil criaturas en cuyo seno se halla cogida nuestra vida: unsufrimiento, una alegra, un trabajo, un hermano necesitado de amor o de consuelo...

    As, pues,la Hostia se sustraaen su superficie en el fondo de mi corazn, mediante una maravillosasustitucin, y me dejaba enfrentado a todo el Universo, reconstituido a base de Ella misma, surgido de susApariencias...

    Silencio la impresin de entusiasmo que me caus esta revelacin del Universo situado entre Cristo y yocomo una magnfica presa.

    Para volver a la impresin especial de exterioridad que haba esbozado la visin, te dir nicamente queentonces comprend qu invisible barrera se extenda entre la Custodia y yo. Me encontraba separado de laHostia que yo tena entre mis dedos por todo el espesor y la superficie de los aosque me quedan por vivir y por divinizar.

    Al llegar aqu, mi amigo dud un instante. Despus prosigui:No s por qu. Tengo la impresin desde hace algn tiempo, cuando sostengo una Hostia, que ya no existe

    entre Ella y yo ms que una pelcula apenas formada...

    Yo habla tenido siempre prosigui- un alma naturalmente pantesta. Experimentaba sus invenciblesaspiraciones nativas; pero sin atreverme a utilizarlas libremente, porque no saba cmo conciliarlas con mi fe. A partir de estas experiencias diversas (y otras ms) puedo decir que he encontrado, para mi existencia, un inters

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    inagotable y una paz inalterable.Vivo en el seno de un Elemento nico, Centro y Detalle de todo, Amor personal y Potencia csmica.Para llegar hasta l y fundirme en l tengo al Universo entero delante de m, con sus nobles luchas, con sus

    apasionantes bsquedas, con sus mi-riadas de almas que perfeccionar y curar. Puedo y debo arrojarme hasta perder el aliento en pleno quehacer humano. Cuanto ms participe en ese quehacer, ms pesar en toda lasuperficie de lo Real y ms tambin llegar hasta Cristo y me estrechar contra l.

    Dios, el Ser eterno en S, est en todas partes, podra decirse, en formacin para nosotros.Y Dios es tambin el Corazn de todo. Tanto, que la vasta decoracin del Universo puede apagarse, odesecarse, o incluso ser arrebatada por la muerte sin que disminuya mi alegra. Disipado el polvo que seanimaba de un halo de energa y de gloria, la Realidad sustancial, en la que est contenida y posedaincorruptiblemente toda perfeccin, permanecera intacta. Los destellos se replegaran hacia su Fuente, y all lostendra yo an abrazados todos ellos.

    He aqu por qu la Guerra misma no me desconcierta. Dentro de unos das seremos lanzados a la reconquistade Douaumontgesto, grandioso y casi fantstico, que sealar y simbolizar un avance definitivo del Mundohacia la Liberacin de las almas. Te lo digo yo. Quiero participar en este negocio religiosamente, con toda mialma, empujado por un nico y gran impulso, en el que me siento incapaz de distinguir dnde termina la pasinhumana y dnde comienza la adoracin.

    Y si no he de volver, quisiera que mi cuerpo quedase amasado en la arcilla de los fuertes, como un cementovivo arrojado por Dios entre las piedras de la Ciudad Nueva.

    As me habl, en un atardecer de octubre, mi amigo muy amado, aquel cuya alma comunicabainstintivamente con la Vida nica de las cosas y cuyo cuerpo descansa ahora, tal como deseaba, en algn lugaren los alrededores de Thiaumont, en tierra salvaje.

    Escrito antes de la operacin de Douaumont (Nant-le-Grand, 14 de octubre de 1916).

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    III - LA POTENCIA ESPIRITUAL DE LA MATERIAY cuando avanzaban juntos, he aqu que un carro

    y unos caballos de fuego les separaron; y, arrebatado por un torbellino,

    Elas se encontr repentinamentetransportado a los cielos.

    LIBRO DE LOS REYES.

    El Hombre, seguido de su compaero, caminaba por el desierto cuando la Cosa se ech encima de l.Desde lejos se le haba aparecido, muy pequea, deslizndose sobre la arena, no mayor que la palma de un

    nio, una sombra amarilla y huidiza, semejante al vuelo indeciso de las codornices, al amanecer sobre el marazul, o a una nube de mosquitos danzando al atardecer en el sol, a un torbellino de polvo cabalgando almedioda sobre la llanura.

    La Cosa no pareca preocuparse de los dos viajeros. Vagabundeaba caprichosamente en la soledad. Perorepentinamente, regularizando su carrera, se vino derecho a ellos, como una flecha.

    Y entonces el Hombre vio que el pequeo vapor amarillo no era ms que el centro de una Realidadinfinitamente mayor que avanzaba incircunscrita, sin formas y sin lmites. Hasta donde alcanzaba su vista, laCosa se desarrollaba con una rapidez prodigiosa a medida que se iba acercando, invadiendo todo el espacio.Mientras sus pies rozaban la hierba espinosa del torrente, su frente suba el cielo como una bruma dorada, tras lacual se tea de tintes rojos el sol. Y en torno, el ter, cobrando vida, vibraba palpablemente bajo la sustancia burda de las rocas y de las plantas, lo mismo que tiembla en verano el paisaje tras un sol abrasador.

    Lo que vena erael corazn moviente de una inmensa sutilidad.El Hombre cay, con la faz pegada a la tierra, puso las manos sobre su rostro y esper.En torno a l se hizo un gran silencio.Y despus, bruscamente, un soplo ardiente roz su frente, forz la barrera de sus pupilas cerradas y penetr

    hasta su alma.El Hombre tuvo la impresin de que dejaba de ser nicamente l mismo. Una irresistible embriaguez se

    apoder de l como si toda la savia de toda su vida, afluyendo de golpe a su corazn excesivamente reducido,recrease enrgicamente las fibras debilitadas de su ser.

    Y al mismo tiempo le oprimi la angustia de un peligro sobrehumano el sentimiento confuso de que laFuerza que haba cado sobre l era ambigua e imprecisa, esencia combinada de todo el Mal con todo el Bien.

    El huracn se haba introducido en l.Y he aqu que, en el fondo del ser que ella haba invadido, la Tempestad de vida, infinitamente dulce y brutal,

    murmuraba en el nico punto secreto del alma que no haba sacudido enteramente:Me has llamado; heme aqu. Arrojado por el Espritu fuera de los caminos seguidos por la caravana humana,

    has tenido el valor de la soledad virgen. Cansado de las abstracciones, de las atenuaciones, del verbalismo de lavida social, has querido medirte con la Realidad entera y salvaje.

    Tenas necesidad de m para crecer, y yo te esperaba para que me santificases.Desde siempre me deseabas sin saberlo, y yo te atraa.Ahora estoy sobre ti para la vida o para la muerte. Ya te es imposible volver atrs; volver a las satisfacciones

    comunes y a la adoracin tranquila. Quien me ha visto una vez no puede olvidarme: se condena conmigo o mesalva consigo.

    Vienes?Oh, divino y potente, cul es tu nombre? Habla.Soy el fuego que quema y el agua que derriba; el amor que inicia y la verdad que pasa. Todo lo que se

    impone y lo que renueva, todo lo que desencadena y todo lo que une: Fuerza, Experiencia, Progreso. Yo soy laMateria.

    Porque, en mi violencia, me sucede que mato a mis amantes, porque quien me toca no Sabe nunca qu potencia va a desencadenar, los sabios me temen y me maldicen. Me desprecian con palabras como a unamendiga, a una bruja o a una prostituta. Pero sus palabras estn en contradiccin con la vida, y los fariseos queme condenan languidecen en el espritu en que se confinan. Mueren de inanicin, y sus discpulos les aban-donan, porque yo soy la esencia de todo lo que se toca, y porque los hombres no pueden pasarse sin m.

    T, que has comprendido que el Mundo el Mundo amado de Dios tiene un alma que rescatar, mstodava que los individuos, abre ampliamente tu ser a mi inspiracin; recibe el Espritu de la Tierra que hay quesalvar.

    La Palabra suprema del enigma, la palabra deslumbradora inscrita sobre mi frente y que en adelante te

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    abrasar los ojos, aunque los cierres, helas aqu:No hay nada que sea precioso, sino lo que eres t en losdems y los dems en ti.Arriba todo no es ms que una sola cosa. Arriba todo no es ms que una sola cosa!

    Vamos, no sientes mi soplo que te desarraiga y te arrebata?... Arriba, Hombre de Dios, y date prisa. Deacuerdo con la forma en que uno se entrega, el torbellino arrastra hasta las profundidades sombras o eleva hastael azul de los cielos. Tu salvacin y la ma dependen de este primer instante.

    Oh, Materia, ya lo ves, mi corazn tiembla. Puesto que eres t, di, qu quieres que haga?

    Arma tu brazo, Israel, y lucha denodadamente contra m!El Soplo, insinundose como un filtro, se haba hecho provocador y hostil.En sus pliegues albergaba un acre sabor de batalla... Olor a fiera de los bosques, febril atmsfera de las ciudades, siniestro y embriagador perfume que sube de los

    pueblos en guerra.Todo esto giraba en sus capas, humareda concentrada en los cuatro ngulos de la tierra.El Hombre, todava postrado, tuvo un sobresalto, como si hubiese sentido un espolonazo. De un salto, se

    levant, enfrentndose a la tempestad.Toda el alma de su raza acababa de estremecerse, oscuro recuerdo del primer despertar entre las bestias ms

    fuertes y mejor armadas, eco doloroso de los grandes esfuerzos por cultivar el trigo y apoderarse del fuego,miedo y rencor frente a la Fuerza malhechora, ansiedad de sabery de poseer...

    De repente, en la dulzura del primer contacto, hubiese deseado instintivamente perderse en el clido alientoque le envolva.

    He aqu que la onda de beatitud casi disolvente se habla cambiado en spera voluntad de ms ser.El Hombre haba olfateado al enemigo y a la presa hereditaria.Asegur sus pies en el suelo y comenz a luchar.Primero luch para no ser dominado, y despus luch por la alegra de luchar, para experimentar que era

    fuerte. Y cuanto ms luchaba ms experimentaba que un aumento de fuerza surga de l para equilibrar latempestad, y de sta, en correspondencia, emanaba un efluvio nuevo que pasaba, abrasador, a sus venas.

    Lo mismo que el mar, algunas noches, se ilumina en tomo al nadador, y destella tanto ms cuanto con msvigor lo bracean los miembros robustos, de ese mismo modo la potencia oscura que combata al hombre seirradiaba con mil fuegos en torno a su esfuerzo.

    En virtud de un mutuo despertar de sus potencias opuestas, l exaltaba su fuerza para dominarla, y ellarevelaba sus tesoros para entregrselos.

    Emppate de la Materia, Hijo de la Tierra, bate en sus capas ardientes, porque ella es la fuente y la juventud de tu vida.

    Ah! T creas poder prescindir de ella porque se ha encendido en ti el pensamiento! Esperabas estar tantoms prximo al Espritu cuanto ms cuidadosamente rechazases lo que se palpa; ms divino si vivieses en laidea pura; ms evanglico, al menos, si huyeses de los cuerpos.

    Pues bien! Te has visto morir de hambre! Necesitas aceite para tus miembros, sangre para tus venas, agua para tu alma, de lo Real para tu inteligencia; todo eso lo necesitas en virtud de la misma ley de tu naturaleza, locomprendes bien?...

    Nunca, nunca, podrs decir a la Materia, si quieres vivir y crecer: Ya te he visto lo suficiente, he penetradotodos tus misterios, he extrado de ti con qu alimentar siempre mi pensamiento.. Escucha: cuando, a la maneradel Sabio de los Sabios, lleves en tu memoria la imagen de todo lo que puebla la Tierra o flota sobre las aguas,esa Ciencia ser como nada para tu alma, porque todo Conocimiento abstracto se refiere al ser marchito; porqueno basta saber para comprender el Mundo: hay que ver, tocar, vivir en la presencia, beber la clida existencia enel seno mismo de la Realidad.

    No digas nunca, como hacen algunos: La Materia est gastada, la Materia est muerta! Hasta el ltimoinstante de los Siglos, la Materia ser joven y exuberante, resplandeciente y nueva para quien quiera. No repitas tampoco: La Materia est condenada, la Materia est muerta!. Vino alguien que dijo: Beberisveneno y no os causar dao. Y tambin: La vida saldr de la muerte, y, finalmente, pronunciando la palabradefinitiva de mi liberacin: Este es mi Cuerpo.

    No, la pureza no consiste en la separacin, sino en una penetracin ms profunda del Universo. Consiste en elamor de la nica Esencia, incircunscrita, que penetra y acta en todas las cosas por dentro, ms all de la zonamortal en que se agitan las personas y los nmeros. Radica en un casto contacto con aquel que es el mismo entodos.

    Qu hermoso es el Espritu cuando se eleva adornado con las riquezas de la Tierra!Bate en la Materia, hijo del Hombre! Sumrgete en ella, all donde es ms impetuosa y ms profunda!

    Lucha en su corriente y bebe sus olas! Ella es quien ha mecido en otro tiempo tu inconsciencia; ella te llevarhasta Dios!

    En medio del huracn, el Hombre volvi la cabeza por ver si encontraba a su compaero.Y en ese momento se dio cuenta de que detrs de l, en virtud de una extraa metamorfosis, la Tierra hua y

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    se agrandaba.La Tierra hua, porque aqu, precisamente por encima de l, los insignificantes detalles del suelo se

    empequeecan y se esfumaban; ahora bien, eso no obstante, se agrandaba, por all a lo lejos, el crculo delhorizonte ascenda, ascenda continuamente...

    El Hombre se vio en el centro de una copa inmensa, cuyos bordes se cerraban en torno a l.Entonces la fiebre da la lucha sustituy en su corazn a una irresistible pasin desufrir, y descubri, en un

    destello, siempre presente en torno a l,al nico Necesario.Comprendi, para siempre, que el Hombre, lo mismo que el tomo, no tiene valor ms que en la parte de smismo que pasa al Universo.

    Vive, con una evidencia absoluta, la vaca fragilidad de las ms hermosas teoras comparadas con la plenituddefinitiva del menor fiat,tomado en su realidad concreta y total.

    Contempl, con una claridad despiadada, la despreciable pretensin de los Humanos por arreglar el Mundo, por imponerle sus dogmas, sus medidas y sus convenciones.

    Sabore, hasta la nusea, la banalidad de sus goces y de sus penas, el mezquino egosmo de sus preocupaciones, la insipidez de sus pasiones, la disminucin de su poder de sentir.

    Tuvo compasin de quienes se azaran ante un siglo, o que no saben amar nada fuera de su pas.Tantas cosas que le haban turbado o rebelado en otras ocasiones, los discursos y los juicios de los doctores,

    sus afirmaciones y sus prohibiciones prohibir al Universo que se mueva...Todo eso le pareci ridculo, inexistente, comparado con la Realidad majestuosa, desbordante de Energa

    que se revelaba ante l, universal en su presencia, inmutable en su verdad, implacable en su desarrollo,inalterable en su serenidad, maternal y segura en su proteccin.Haba, pues, encontrado, al fin!,un punto de apoyoy un recurso fuerade la sociedad!Un pesado manto cay de sus hombros y resbal por detrs de l: el peso de lo que hay de falso, de estrecho,

    de tirnico, deartificial,de humanoen la Humanidad.Una oleada de triunfo liber su alma.Y sinti que ya nada en el Mundo podra apartar su corazn de la Realidad superior que se le presentaba,

    nada; ni los Hombres, en lo que tienen de intrusivo y de individual (porque les despreciaba as), ni el Cielo y laTierra, en su altura, su anchura, su profundidad, su potencia (ya que precisamente a ellas se entregaba parasiempre).

    Acababa de operarse en l una profunda renovacin. de tal forma que ya no le era posible, ahora, ser Hombremsque en otro plano.

    Si ahora volviese abajar a la Tierra comn aunque fuese cerca del compaero fiel que ha quedado

    prosternado, all abajo, sobre la arena desierta, sera yaun extranjero.S, tena conciencia de ello: incluso para sus hermanos en Dios, mejores que l, hablara inevitablemente unalengua incomprensible; l, a quien el Seor haba decidido a emprender el camino del Fuego. Incluso paraaquellos a quienes ms amaba, su afecto sera una carga, porque le veran buscando inevitablementealgo detrsde ellos.

    Desde el momento en que la Materia, despojndose de su velo de agitacin y de multitud, le descubri sugloriosa unidad, entre los dems y l exista ya un caos. Desde el momento en que haba para siempre desligadosu corazn de todo lo que es local,individual,fragmentario, slo ella, en su totalidad, sera en adelante su padre,su madre, su familia, su raza, su nica y ardiente pasin.

    Y nadie en el mundo podra nada contra l.Apartando resueltamente los ojos de lo que hua, se abandon, con una fe desbordante, al soplo que

    arrebataba el Universo.Ahora bien, he aqu que en el seno del torbellino una luz creciente que tena la dulzura y la movilidad de una

    mirada... Se difunda un calor que no era ya la dura irradiacin de un hogar, sino la rica emanacin de unacarne... La inmensidad ciega y salvaje se hacia expresiva, personal. Sus capas amorfas se plegaban siguiendo losrasgos de un rostro inefable.

    Por todas partes se dibujaba un Ser, seductor como un alma, palpable como un cuerpo, vasto como el cielo,un Ser entremezclado con las cosas aun cuando distinto de ellas, superior a la sustancia de las cosas, con la queestaba revestido, y, sin embargo, adoptando una figura en ellas...

    El Oriente naca en el corazn del Mundo.Dios irradiaba en la cspide de la Materia, cuyas oleadas le traan el Espritu.El Hombre cay de rodillas en el carro de fuego que le arrebataba.Y dijo esto:

    HIMNO A LA MATERIA

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    Bendita seas t, spera Materia, gleba estril, dura roca, t que no cedes ms que a la violencia y nos obligas atrabajar si queremos comer.

    Bendita seas, peligrosa Materia, mar violenta, indomable pasin, t que nos devoras si no te encadenamos.Bendita seas, poderosa Materia, evolucin irresistible, realidad siempre naciente, t que haces estallar en cada

    momento nuestros esquemas y nos obligas a buscar cada vez ms lejos la verdad.Bendita seas, universal Materia, duracin sin lmites, ter sin orillas, triple abismo de las estrellas, de los tomos

    y de las generaciones, t que desbordas y disuelves nuestras estrechas medidas y nos revelas lasdimensiones de Dios.Bendita seas, Materia mortal, t que, disocindote un da en nosotros, nos introducirs, por fuerza, en el corazn

    mismo de lo que es.Sin ti, Materia, sin tus ataques, sin tus arranques, viviramos inertes, estancados, pueriles, ignorantes de nosotros

    mismo y de Dios. T que castigas y que curas, t que resistes y que cedes, t que trastruecas y queconstruyes, t que encadenas y que liberas, savia de nuestras almas, mano de Dios, carne de Cristo,Materia, yo te bendigo.

    Yo te bendigo, Materia, y te saludo, no como te describen, reducida o desfigurada, los pontfices de la ciencia ylos predicadores de la virtud, un amasijo, dicen de fuerzas brutales o de bajos apetitos, sino como te meapareces hoy,en tu totalidad y tu verdad.

    Te saludo, inagotable capacidad de ser y de transformacin en donde germina y crece la sustancia elegida.Te saludo, potencia universal de acercamiento y de unin mediante la cual se entrelaza la muchedumbre de las

    mnadas y en la que todas convergen en el camino del Espritu.Te saludo, fuente armoniosa de las almas, cristal lmpido de donde ha surgido la nueva Jerusaln.Te saludo, medio divino, cargado de poder creador, ocano agitado por el Espritu, arcilla amasada y animada

    por el Verbo encarnado.Creyendo obedecer a tu irresistible llamada, los hombres se precipitan con frecuencia por amor hacia ti en el

    abismo exterior de los goces egostas.Les engaa un reflejo o un eco.Lo veo ahora.Para llegar hasta ti, Materia, es necesario que, partiendo de un contacto universal con todo lo que se mueve aqu

    abajo, sintamos poco a poco cmo se desvanecen entre nuestras manos las formas particulares de todo loque cae a nuestro alcance, hasta que nos encontremos frente ala nica esencia de todas las consistencias yde todas las uniones.

    Si queremos conservarte, hemos de sublimarte en el dolor despus de haberte estrechado voluptuosamente entre

    nuestros brazos.T, Materia, reinas en las serenas alturas en las que los santos se imaginan haberte dejado a un lado; carne tantransparente y tan mvil que ya no te distinguimos de un espritu.

    Arrebtanos, oh, Materia, all arriba, mediante el esfuerzo, la separacin y la muerte; arrebtame all en dondeal fin sea posible abrazar castamente al Universo.

    Abajo, en el desierto, que ha vuelto a conocer la calma, alguien lloraba: Padre mo, Padre mo! Un vientoalocado se lo ha llevado!Y en el suelo yaca un manto.

    Jersey, 8 de agosto 1919 (*)

    (*) Fuente: Himno del Universo, de Pierre Teilhard de Chardin (Ed. Trotta). Tambin recomendamos lalectura de las otras obras fundamentales de Teilhard de Chardin:El Fenmeno humano, El medio divino,Gnesis de un pensamiento o el porvenir del hombre.

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    IV - PENSAMIENTOS ESCOGIDOSPor Fernande Tardivel

    IV.1 - PRESENCIA DE DIOS EN EL MUNDO

    I

    Oremos.OH, CRISTO JESS!, en tu benignidad y en tu Humanidad sustentas verdaderamente toda la implacable

    grandeza del Mundo. Y en virtud de todo eso, en virtud de esa inefable sntesis, realizada en Ti, de todo lo quenuestra experiencia y nuestro pensamiento no se hubiesen atrevido jams a reunir para adorarlo: el Elemento yla Totalidad, la Unidad y la Multitud, el Espritu y la Materia. lo Infinito y lo Personal, en virtud de los contor-nos indefinibles que esa complejidad confiere a tu Figura y a tu Accin, mi corazn, enamorado de lasrealidades csmicas, se entrega apasionadamente a Ti.

    Te amo, Jess, por la Multitud que se refugia en Ti y a la que se oye bullir, orar, llorar juntamente con todoslos dems seres..., cuando uno se aprieta contra Ti.

    Te amo por la trascendente e inexorable fijeza de tus designios, en virtud de la cual tu dulce amistad sematiza de inflexible determinismo y nos envuelve sin remisin entre los pliegues de su voluntad.

    Te amo como la Fuente, el Medio activo y vivificante, el Trmino y la Solucin del Mundo, incluso natural, yde su Porvenir.

    Centro en donde todo se concentra y que se extiende a todas las cosas para atraerlas hacia s, te amo por las prolongaciones de tu Cuerpo de tu Alma en toda la Creacin, por medio de la Gracia, de la Vida, de la Materia.

    Jess, dulce como un Corazn, ardiente cuino una Fuerza, ntimo como una Vida; Jess, en quien puedofundirme, con quien debo dominar y liberarme, te amo como un Mundo, como el Mundo que me ha seducido, yeres T, ahora me doy cuenta de ello, a quien los hombres, mis hermanos, incluso los que no creen, sienten y persiguen a travs de la magia del gran Cosmos.

    Jess, centro hacia el que todo se mueve, dgnate disponernos, a todos, si es posible, unlugar entre lasmnadas elegidas y santas que, desprendidas una a una del caos actual con tu gran solicitud, se sumanlentamente a Ti en la unidad de la Tierra nueva.

    II

    LAS PRODIGIOSAS DURACIONES que preceden a la primera Navidad no estn vacas de Cristo, sino penetradas de su influjo poderoso. El bullir de su concepcin es el que remueve las masas csmicas y dirige las primeras corrientes de la biosfera. La preparacin de su alumbramiento es la que acelera los progresos delinstinto y la eclosin del pensamiento sobre la Tierra. No nos escandalicemos tontamente de las esperasinterminables que nos ha impuesto el Mesas. Eran necesarios nada menos que los trabajos tremendos y anni-mos del Hombre primitivo, y la larga hermosura egipcia, y la espera inquieta de Israel, y el perfume lentamentedestilado de las msticas orientales, y la sabidura cien veces refinada de los griegos para que sobre el rbol deJos y de la Humanidad pudiese brotar la Flor. Todas estas preparaciones eran csmicamente, biolgicamente,necesarias para que Cristo hiciera su entrada en la escena humana.Y todo este trabajo estaba maduro para eldespertar activo y creador de su alma en cuanto este alma humana haba sido elegida para animar al Universo.Cuando Cristo apareci entre los brazos de Mara, acababa de revolucionar el Mundo.

    III

    SEMEJANTE A UN RO que se empobrece gradualmente y luego desaparece en un cenegal, cuando llega asu origen, el ser se atena, luego se desvanece, mientras intentamos dividirlo cada vez ms minuciosamente enel espacio o, lo que es lo mismo, hundirlo cada vez ms en el tiempo. La magnitud del ro se comprende en suestuario, no en su hontanar. El secreto del hombre, anlogamente, no se halla en los estadios ya superados de suvida embrionaria (ontognica o filognica); est en la naturaleza espiritual del alma. Ahora bien, este alma, toda

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    sntesis en su actividad, escapa a la Ciencia, que tiene por esencia analizar las cosas en sus elementos y en susantecedentes materiales. Slo pueden descubrirla los sentidos ntimos y la reflexin filosfica.

    Se engaan por completo quienes imaginan materializar al Hombre al hallarle races cada vez ms numerosasy profundas hundidas en la Tierra. Lejos de suprimir el espritu, lo mezclan al mundo como un fermento. Nohagamos el juego a estas gentes creyendo, como ellos, que para que un ser venga del cielo es necesario queignoremos las condiciones temporales de su origen.

    IV

    CUANDO TU PRESENCIA, Seor, me hubo inundado de su luz, quise encontrar en Ella la Realidad tan-gible por excelencia.

    Ahora que ya te poseo, Consistencia suprema, y que me siento llevado por Ti, me doy cuenta de que el fondosecreto de mis deseos no era abrazar, sino ser posedo.

    No ha sido como un rayo ni como una sutil materia, sino como Fuego, como yo te deseo, y como te headivinado, en la intuicin del primer encuentro. No encontrar reposo, me doy perfecta cuenta de ello, ms quesi una influencia activa procedente de Ti cae sobre m para transformarme...

    He aqu el Universo ardiente!Que las profundidades astrales se dilaten, pues, en un receptculo cada vez ms prodigioso de soles reunidos.

    Que las radiaciones prolonguen sin trmino, por ambas partes del espectro, la gama de sus matices y de su penetracin.Que la vida extraiga a mayor profundidad toda-va la savia que circula por sus innumerables ramas...Que nuestra percepcin se acreciente sin fin con las potencias secretas que duermen, y con las infinitamente

    pequeas que bullen, y con las inmensidades que se nos escapan porque no vemos ms que un punto de ellas.El mstico saca una alegra sin mezcla de todos estos descubrimientos, cada uno de los cuales le sumerge un

    poco ms en el Ocano de Energa. Porque jams se sentir lo suficientemente dominado por las Potencias de laTierra y de los Aires para verse subyugado por Dios en la medida de sus deseos.

    Dios, slo Dios, en efecto, agita con su Espritu la masa del Universo en fermentacin.

    V

    UN SONIDO PURSIMO se ha elevado a travs del silencio; una franja de color lmpido se ha dibujadosobre el cristal; una luz se ha fijado en el fondo de los ojos que yo amo...Eran tres cosas pequeas y breves: un cntico, un rayo, una mirada...He credo tambin al principio que penetraban en m para quedarse y para perderse en m.Pero en lugar de eso, han sido ellas las que me han posedo y dominado...Porque el lamento del aire, el matiz del ter, la expresin del alma no eran tan sostenidas y tan rpidas ms

    que para introducirse cada vez ms profundamente en mi ser, all donde las facultades del hombre estn tanestrechamente agrupadas que no constituyen ms que un punto. Mediante la punta afilada de las tres flechas conque me ha asaeteado, el Mundo mismo ha hecho irrupcin en m y me ha secuestrado...

    Nos imaginamos que por medio de la sensacin el Exterior viene humildemente hacia nosotros paraconstituirnos y servirnos. Ahora bien, esto no es ms que la superficie del misterio del Conocimiento. Cuando elMundo se nos manifiesta, es l en realidad el que nos acoge en s y nos hace fluir hacia Algo de s mismo, queest por todas partes en l y que es ms perfecto que l.

    El hombre, absorbido por las exigencias de la vida prctica, el hombre exclusivamente positivo, rara vez, oapenas, percibe esta segunda fase de nuestras perfecciones, esa fase en que el Mundo, que ha penetrado, se retirade nosotros arrebatndonos. Es medianamente sensible a la aureola emotiva, invasora, mediante la cual se nosdescubre, entodocontacto, lo nico Esencial del Universo.

    VI

    COMO EL BILOGO materialista que quiere suprimir el alma al demostrar los mecanismos fsico-qumicosde la clula viviente, los zologos han credo que inutilizaban a la Causa primera al descubrir un poco mejor laestructura de su obra. Es hora de dejar un poco de lado un planteamiento del problema tan absurdo. No; eltransformismo cientfico, estrictamente hablando, no prueba nada en favor o en contra de Dios. No hace sinorecoger el hecho de un encadenamiento en lo real. Nos presenta una anatoma, y en modo alguno una raznltima de la vida. Afirma: Algo se ha organizado, algo ha crecido. Pero es incapaz de discernir las condicionesltimas de este crecimiento. Decidir si el movimiento evolutivo es inteligente en s o si exige, por parte de un

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    motor primero, una creacin progresiva y continua, es un problema que atae a la Metafsica.El Transformismo, es fuerza repetirlo sin tregua, no impone filosofa alguna. Quiere esto decir que no

    insina ninguna por su parte? No, ciertamente. Pero aqu resulta curioso observar que los sistemas de pensamiento que mejor se acomodan con l son precisamente, acaso, aquellos que se crea eran los msamenazados. El Cristianismo, por ejemplo, se halla fundado esencialmente sobre la doble creencia de que elhombre es un objeto especialmente continuado por el poder divino a travs de la creacin,y que Cristo es el

    trmino sobrenatural, pero, fsicamente, asignado a la consumacin de la Humanidad. Puede pedirse una visinexperimental de las cosas ms en consonancia con estos dogmas de unidad que aquella en. que descubrimosseres vivientes no artificialmente yuxtapuestos los unos a los otros para un discutible fin de utilidad o de placer,sino ligados, a ttulo de condiciones fsicas, los unos a los otros en la realidad de un mismo esfuerzo hacia msser?...

    VII

    ALL DONDE LA PRIMERA MIRADA de nuestros ojos no percibe ms que una distribucin incoherentede altitudes, de tierras y de aguas, hemos llegado a unir una red slida de autnticas relaciones. Hemos animadola tierra al comunicarle algo de nuestra unidad.

    Ahora bien, he aqu que, por un rebrote fecundo, esta vida, que nuestra inteligencia ha infundido a la mayor

    masa material que nos haya sido dado tocar, tiende a resurgir en nosotros bajo una forma nueva. Tras haberdado, en nuestra visin, su personalidad a la tierra de piedra y de hierro, sentimos un deseo contagioso deconstruir en nosotros mismos, a nuestra vez, con la suma de nuestras almas, un edificio espiritual tan vastocomo el que contemplamos salido del trabajo de las causas geolgicas. En torno a la esfera rocosa cuyasvicisitudes haba descrito tan magistralmente Suessrecordado ya al comienzo de estas lneas, seala que seextiende una capa autntica de materia animada, la capa de los vivientes y de los humanos, la biosfera. El granvalor educativo de la geologa es que al descubrirnos una tierra autnticamenteuna, una tierra que no forma sinoun solo cuerpo, puesto que slo tiene un rostro, nos recuerda las posibilidades de organizacin cada vez mayoresque hay en la zona de pensamiento que envuelve al mundo. En verdad, no es posible fijar habitualmente lamirada sobre los grandes horizontes descubiertos por la ciencia sin que un deseo oscuro surja entre los hombres:el anhelo de ligarse entre s por una simpata y un conocimiento mutuo crecientes, hasta que, bajo efectos dealguna atraccin divina, no existan ms que un solo corazn y un alma sola sobre la faz de la tierra.

    VIII

    OBSERVADO DE UNA MANERA CORRECTA, aunque no fuera ms que en un solo punto, un fenmenotiene necesariamente, en virtud de la unidad fundamental del Mundo, un valor y unas races ubicuistas. Haciadnde nos conduce esta regla si la aplicamos al caso del self-conocimiento humano?

    "La conciencia no aparece con evidencia total ms que en el Hombrenos sentamos tentados a exclamar,y, por tanto, se trata de un caso aislado, que no interesa a la Ciencia.

    "La conciencia aparece con evidencia en el Hombre debemos afirmar, corrigindonos, y, por tanto,entrevista en este nico relmpago, tiene una extensin csmica y, como tal, se aureola de prolongacionesespaciales y temporales indefinidas.

    Esta conclusin resulta grvida en consecuencias. Y, sin embargo, me siento incapaz de ver cmo, en buenaanaloga con todo el resto de la Ciencia, podramos sustraernos a ella.

    En el fondo de nosotros mismos, sin discusin posible, se nos presenta, a travs de una especie de desgarro,un interior en el corazn mismo de los seres. Ello es suficiente para que, en uno u otro grado, este interior" senos imponga como existente en todas partes y desde siempre en la Naturaleza. Dado que en un puntodeterminado de ella misma la trama del Universo posee una cara interna, resulta indiscutible que es bifaz porestructura, es decir, en toda regin del espacio y del tiempo, de la misma manera que es, por ejemplo, granular:coextensivo a su Exterior, existe un Interior de las Cosas.

    IX

    EJERCITMONOS hasta la saciedad sobre esta verdad fundamentalsima hasta que nos sea tan familiarcomo la percepcin del relieve o la lectura de las palabras. Dios, en lo que tiene de ms vivientey de msencarnado, no se halla lejos de nosotros, fuera de la esfera tangible, sino que nos espera a cada instante en laaccin, en la obra del momento. En cierto modo, se halla en la punta de mi pluma, de mi pico, de mi pincel, demi aguja, de mi corazn y de mi pensamiento. Llevando hasta su ltima terminacin el rasgo, el golpe, el punto

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    en que me ocupo, aprehender el Fin ltimo a que tiende mi profunda voluntad. Como estas temibles energasfsicas que el Hombre llega a disciplinar hasta lograr que realicen prodigios de delicadeza, el enorme poder delatractivo divino se aplica a nuestros frgiles deseos, a nuestros microscpicos objetos, sin romper su punta. Esexultante; por tanto, introduce en nuestra vida espiritual un principio superior de unidad, cuyo efecto especficoes, con arreglo al punto de vista que se adopte, santificar el esfuerzo humano o humanizar la vida cristiana.

    X

    S, DIOS MO, lo creo, y lo creo tanto ms gustosamente cuanto que en ello no se juega slo mi tranquilidad,sino mi realizacin; eres T quien est en el origen del impulso y en el trmino de esa atraccin, a la cual,durante toda mi vida, no hago en todo caso sino favorecer en su impulso primero y en sus desarrollos. Y eres Ttambin quien vivifica para m, con tu omnipresencia (mucho mejor que lo hace mi espritu por la Materia queanima), las miradas de influencias de que en todo instante soy objeto. En la Vida que brota en m, en estamateria que me sostiene, hallo algo todava mejor que tus dones: te hallo a Ti mismo; a Ti, que me haces participar de tu Ser y que me moldeas. En verdad, en la regulacin y modulacin iniciales de mi fuerza vital, enel juego favorablemente continuo de las causas segundas, toco en lo ms cerca posible las dos fases de tu accincreadora; me encuentro con tus dos maravillosas manos y las beso: la mano que aprehende tan profundamenteque llega a confundirse en nosotros con las fuentes de la Vida y la mano que abraza tan ampliamente que, a su

    menor presin, los resortes todos del Universo se pliegan armoniosamente a un tiempo. Por su misma naturale-za, estas felices pasividades, que son para m la voluntad de ser, el gusto por ser esto o aquello y la oportunidadde realizarme a mi gusto, se hallan cargadas de tu influencia, una influencia que pronto se me aparecer msdistintamente como la energa organizadora del Cuerpo mstico. Para comulgar contigo en estas pasividades,con una comunin bsica fontanal (la Comunin en las fuentes de la Vida), slo he de reconocerte en ellas y que permanezcas en ellas ms y ms.

    XI

    SLO GRADUALMENTE VA ADQUIRIENDO EL MSTICO CONCIENCIA de la facultad que harecibido para distinguir la franja indefinida y comn de las cosas con ms intensidad que su ncleo individual y preciso.

    Durante mucho tiempo, creyndose semejante a los dems hombres, trata de ver como ellos, de hablar sulenguaje, de sacarle gusto a las alegras que les satisfacen.Durante mucho tiempo, con el fin de aquietar la misteriosa necesidad de una plenitud cuyo influjo le asedia,

    trata de derivarla hacia algn objeto particularmente estable o precioso, al que, en medio de los gocesaccesorios, se aferran la sustancia y la plenitud de su delectacin.

    Durante mucho tiempo pide a las maravillas del arte la exaltacin que da acceso a la zona, su zona propia, delo extrapersonal y de lo suprasensible, y trata de hacer palpitar, en el Verbo Desconocido de la Naturaleza, laRealidad superior que le llama por su nombre...

    Feliz quien no haya logrado sofocar su visin... Feliz quien no sienta temor a interrogar apasionadamentesobre su Dios, y sobre las Musas, y sobre Cibeles...

    Pero feliz, sobre todo, quien, superando el diletantismo del arte y el materialismo de las capas inferiores de laVida, haya odo que los seres le responden, uno a uno y todos en conjunto: Lo que t has visto pasar, como unMundo, detrs del cntico, detrs del color, detrs de los ojos, no est aqu o all: es una Presencia extendida portodas partes. Presencia vaga todava para tu vista dbil, pero progresiva y profunda, en la que aspiran a fundirsetoda diversidad y toda impureza.

    XII

    PARA EL HUMANISMO CRISTIANO fiel en esto a la ms segura teologa de la Encarnacin no existeindependencia actual ni discordancia, sino subordinacin coherente entre la gnesis de la Humanidad en elMundo y la gnesis de Cristo, mediante su Iglesia, en la Humanidad. Inevitablemente, por razn de suestructura, los dos procesos se hallan ligados entre s, uno (el segundo) requiere el otro como materia sobre lacual se posa para reanimarla. Desde este punto de vista se respeta totalmente la concentracin progresiva,experimental, del pensamiento humano en una conciencia cada vez ms consciente de sus destinos unitarios.Pero en lugar del vago hogar de convergencia que requiere como trmino a esta evolucin, aparece y se instalala realidad personal y definitiva del Verbo encarnado, en quien todo adquiere consistencia.La Vida para el Hombre. El Hombre para Cristo. Cristo para Dios.

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    Y para asegurar la continuidad fsica, en todas sus fases, a este vasto desarrollo extendido a miriadas deelementos diseminados en la inmensidad de los tiempos, un solo mecanismo: la educacin.

    Todas las lneas se unen y se completan y se engarzan. Todo constituye una sola cosa.

    XIII

    ENERGA MATERIAL Y ENERGA ESPIRITUAL, sin duda alguna, se sostienen y se prolongan una a otra por medio de algo. En el fondo, de alguna manera, no debe haber actuando en el Mundo ms que una Energanica. Y la primera idea que nos viene a la mente es la de representarnos el alma como un foco detransmutacin, hacia el cual, a travs de todas las avenidas de la Naturaleza, la fuerza convergera parainteriorizarse y sublimarse en belleza y en verdad.

    Ahora bien, esta idea, tan seductora, de una transformacin directa de una a otra de las dos Energas, debeabandonarse ya, apenas entrevista. Y ello porque, tan claramente como su ligazn, se manifiesta su mutuaindependencia en cuanto se intenta acoplarlas.

    Para pensar hay que comer, insisto. Pero, como contrapartida, cuntos pensamientos distintos nacidos delmismo trozo de pan! Como las letras de un alfabeto, del cual pueden salir tanto la mayor incoherencia como elms bello poema nunca odo, las mismas caloras parecen tan indiferentes como necesarias a los valores espiri-tuales que alimentan.

    XIV

    PERO QU SERA DE NUESTROS ESPRITUS, DIOS MO, si no tuvieran por alimento el pan de losobjetos terrestres, el vino de las bellezas creadas para embriagarlos, el ejercicio de las luchas humanas porfortificarlos? Qu menguadas energas, qu corazones exanges ofreceran las criaturas, si llegaran a separarse prematuramente del seno providencial en que las has situado! Seor, explcanos cmo, sin dejarnos seducir, podemos mirar a la Esfinge. Sin sutilezas de doctrina humana, sino en el simple gesto concreto de tu inmersinredentora, djanos entender el misterio oculto, tambin aqu, en las entraas de la muerte. Por la virtud de tudolorosa Encarnacin, Seor, descbrete, y ensanos luego a captar celosamente, a travs de Ti, la fuerzaespiritual de la materia.

    XV

    COMO ESAS MATERIAS TRASLCIDAS que un rayo encerrado en ellas puede iluminar en bloque, parael mstico cristiano el Mundo aparece baado por una luz interna que intensifica su relieve, su estructura y sus profundidades. Esta luz no es el matiz superficial que puede captar un goce grosero. Tampoco es el brillo brutalque destruye los objetos y ciega la mirada. Es el destello fuerte engendrado por la sntesis en Jess de todos loselementos del Mundo. Cuanto ms acabados sean, con arreglo a su propia naturaleza, los objetos sobre que luce,ms prxima y sensible se hace esta irradiacin, y cuanto ms sensible se hace tanto ms los objetos que baaresultan claros en sus contornos y lejanos en su fondo.

    XVI

    AHORA BIEN, POR POCO QUE SE REFLEXIONE a condicin de qu puede emerger en el corazn hu-mano este nuevo amor universal, tantas veces soado en vano, pero que esta vez deja las zonas de la utopa panafirmarse, al fin, como posible y necesario, se percibe que: para que los hombres, sobre la Tierra, sobre toda laTierra, puedan llegar a amarse no basta con que los unos y los otros se reconozcan como siendo elementos de unmismoalgo; hace falta que alplanetizarse tengan conciencia de que, sin confundirse, se hacen un mismoalguien.Porque (y esto se halla ya en todas las letras del Evangelio) no hay amor total ms que de y en lo personal.

    Esto no es sino decir que, en fin de cuentas, la planetizacin de la Humanidad supone, para realizarsecorrectamente, adems de la Tierra que se aprieta, adems del pensamiento humano que se organiza y secondensa, todava untercer factor: me refiero a la ascensin en nuestro horizonte interior de un centro csmico psquico,de algn polo de conciencia suprema, hacia el que convergen todas las conciencias elementales delmundo y en el que puedan amarse:la ascensin de un Dios.

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    XVII

    EN TODO INSTANTE, por todos los resquicios, hace irrupcin en ella la gran Cosa horrible, sta que nosesforzamos por olvidar, por no pensar que est siempre ah, del otro lado del tabique: fuego, peste, tempestad,terremoto, desencadenamiento de oscuras fuerzas morales, se llevan en un instante, y sin consideraciones, lo quehabamos construido y ornado penosamente con toda nuestra inteligencia y nuestro corazn.

    Dios mo, ya que por mi dignidad humana me est vedado cerrar los ojos sobre esto, como una bestia o comoun niopara que no sucumba a la tentacin de maldecir al Universo y a quien lo hizo,haz que lo adorevindote escondido en l.Seor, repteme la gran palabra liberadora, la palabra que a un mismo tiempo revela yopera. Seor, Hoc est Corpus meum. En verdad, la Cosa enorme y sombra, el fantasma, la tempestad, siqueremos, eres T. Ego sum, nolite timere. Todo cuanto en nuestras vidas nos espanta, lo que a Ti mismo teconstern en el Huerto, Seor, en el fondo no son ms que Especies o apariencias, materia de un mismoSacramento.

    Creamos y basta. Creamos con mayor fuerza y ms desesperadamente cuanto que la Realidad parece msamenazadora y ms irreductible. Y, entonces, poco a poco, veremos al Horror universal distenderse parasonrernos primero y tomarnos en sus brazos ms que humanos, luego.

    No, no son los rgidos determinismos de la Materia y de los grandes nmeros los que confieren al Universo suconsistencia: son las suaves combinaciones del Espritu. El azar inmenso y la inmensa ceguera del Mundo sloson una ilusin para el que cree. Fides, substantia rerum.

    XVIII

    SEOR, T ERES quien ha penetrado en mi corazn, mediante el aguijn imperceptible de un encantosensible, para hacer que fluya su vida hacia Ti. T has descendido a m a favor de una parcela pequea de lasCosas, y despus, repentinamente, te has desplegado ante mis ojos como la Existencia Universal...

    La intuicin mstica fundamental acaba de lograr el descubrimiento de una Unidad suprarreal, difusa en lainmensidad del Mundo.

    En el medio, a la vez divino y csmico, en el que al principio no haba visto ms que una simplificacin ycomo una espiritualizacin del Espacio, el Vidente, fiel a su Luz, ve cmo se dibuja progresivamente la Forma ylos atributos de unElementoltimo en el que cada cosa encuentra su Consistencia definitiva.

    Y entonces comienza a medir con mayor exactitud las alegras y la urgencia de la misteriosa Presencia a la

    que se ha abandonado.

    XIX

    DIOS MO, HAZ QUE PARA M brille tu Rostro en la vida del Otro. Esta luz irresistible de tus ojos,encendida en el fondo de las cosas, me ha lanzado ya sobre todo trabajo factible, sobre todo dolor aexperimentar. Dame, sobre todo, que pueda descubrirte en lo ms ntimo, en lo ms perfecto, en lo ms profundo del alma de mis hermanos.

    El don que me reclamas para estos hermanos el nico don de que mi corazn es capaz no es la ternuracolmada de estos afectos privilegiados que dispones en nuestras vidas como el factor creado ms recio denuestro crecimiento interior, es algo menos dulce, pero tan real y an ms fuerte. Entre los Hombres y yoquieres que, con ayuda de tu Eucarista, aparezca la atraccin fundamental (ya oscuramente presentida por todoamor, en cuanto es fuerte) que misteriosamente convierte la mirada de las criaturas razonables en una especiede mnada nica en Ti, Jesucristo.

    IV 2 - LA HUMANIDAD EN MARCHA

    XX

    EL MUNDO SE CONSTRUYE. He aqu la verdad fundamental que es preciso comprender en primer lugar, ycomprender tambin que se convierte en una fuerza habitual y como natural de nuestros pensamientos. A

    primera vista, corremos el riesgo de que los seres y sus destinos se nos aparezcan como distribuidos al azar, o, almenos, de una manera arbitraria, sobre la superficie de la Tierra. Por un momento podramos pensar que cadauno de nosotros hubiera podido nacerindiferentementems pronto o ms tarde, aqu o all, ms felices o menos

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    afortunados: como si el Universo formase, desde el comienzo hasta el final de su historia, en el Tiempo y en elEspacio, una especie de vasto jardn en el que las flores son intercambiables a voluntad del jardinero. Esta ideano parece justa. Cuanto ms se reflexiona, sirvindose de todo lo que nos ensean, cada una en su lnea, laciencia, la filosofa y la religin, ms se convence uno de que el Mundo debe compararse, no a un haz deelementos artificialmente yuxtapuestos, sino ms bien a algo as como un sistema organizado, animado de unamplio movimiento de crecimiento que es peculiar suyo. Hay un plan de conjunto que parece estar realizndose

    a nuestro alrededor en el curso de los siglos. Hay un plan en marcha en el Universo, un resultado en juego, queno a