tareas escuela de pastoral

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La palabra iglesia viene de la palabra griega “Ekklesia” que significa “una asamblea” o “una convocatoria.” La raíz del significado de la palabra “iglesia” no es un edificio, sino la gente. Es irónico que cuando le preguntas a la gente a cuál iglesia asisten, usualmente ellos dicen, Bautista, Metodista, u otra denominación. Muchas veces ellos se refieren a una denominación o un edificio. Romanos 16:5 dice, “Saludad también a la iglesia de su casa....Pablo se refiere a la iglesia “en su casa,” - no a un edificio que alberga la iglesia, sino al cuerpo de creyentes. La iglesia universal es la iglesia formada por todos los que tienen una relación personal con Jesucristo. 1 Corintios 12:13-14 dice, “Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o libres, y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu. Además, el cuerpo no es un solo miembro, sino muchos.” Aquí vemos que cualquiera que ha depositado su fe en Jesús es parte del Cuerpo de Cristo. La iglesia de Dios verdadera no es ningún edificio de iglesia o denominación. La iglesia universal de Dios la forman todos aquellos que han recibido la salvación a través de la fe en Jesucristo. La Iglesia es en este mundo, el sacramento de salvación, el signo y el instrumento de la comunión con Dios y entre los hombres. La Iglesia es el Pueblo de Dios porque Él quiso santificar y salvar a los hombres no aisladamente, sino constituyéndolos en un solo pueblo, reunido en la unidad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. La Iglesia es cuerpo de Cristo porque, por medio del Espíritu, Cristo muerto y resucitado une consigo íntimamente a sus fieles. De este modo los creyentes en Cristo, en cuanto íntimamente unidos a Él, sobre todo en la Eucaristía, se unen entre sí en la caridad, formando un solo cuerpo, la Iglesia. Dicha unidad se realiza en la diversidad de miembros y funciones. La Iglesia es llamada templo del Espíritu Santo porque el Espíritu vive en el cuerpo que es la Iglesia: en su Cabeza y en sus miembros; Él además edifica la Iglesia en la caridad con la Palabra de Dios, los sacramentos, las virtudes y los carismas. La Iglesia es una: tiene un solo Señor; confiesa una sola fe, nace de un solo Bautismo, no forma más que un solo Cuerpo, vivificado por un solo Espíritu, orientado a una única esperanza (cf Ef 4, 3-5) a cuyo término se superan todas las divisiones. La Iglesia es santa: Dios santísimo es su autor; Cristo, su Esposo, se entregó por ella para santificarla; el Espíritu de santidad la vivifica. Aunque comprenda pecadores, ella es "ex maculatis immaculata" ("inmaculada aunque compuesta de pecadores"). En los santos brilla su santidad; en María es ya la enteramente santa. La Iglesia es católica: Anuncia la totalidad de la fe; lleva en sí y administra la plenitud de los medios de salvación; es enviada a todos los pueblos; se dirige a todos los hombres; abarca todos los tiempos; "es, por su propia naturaleza, misionera" La Iglesia es apostólica: Está edificada sobre sólidos cimientos: "los doce apóstoles del Cordero" (Ap 21, 14); es indestructible (cf Mt 16, 18); se mantiene infaliblemente en la verdad: Cristo la gobierna por medio de Pedro y los demás apóstoles, presentes en sus sucesores, el Papa y el colegio de los obispos. "La única Iglesia de Cristo, de la que confesamos en el Credo que es una, santa, católica y apostólica... subsiste en la Iglesia católica, gobernada por el sucesor de Pedro y por los

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La palabra iglesia viene de la palabra griega Ekklesia que significa una asamblea o una convocatoria. La raz del significado de la palabra iglesia no es un edificio, sino la gente. Es irnico que cuando le preguntas a la gente a cul iglesia asisten, usualmente ellos dicen, Bautista, Metodista, u otra denominacin. Muchas veces ellos se refieren a una denominacin o un edificio. Romanos 16:5 dice, Saludad tambin a la iglesia de su casa.... Pablo se refiere a la iglesia en su casa, - no a un edificio que alberga la iglesia, sino al cuerpo de creyentes. La iglesia universal es la iglesia formada por todos los que tienen una relacin personal con Jesucristo. 1 Corintios 12:13-14 dice, Porque por un solo Espritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, sean judos o griegos, sean esclavos o libres, y a todos se nos dio a beber de un mismo Espritu. Adems, el cuerpo no es un solo miembro, sino muchos. Aqu vemos que cualquiera que ha depositado su fe en Jess es parte del Cuerpo de Cristo. La iglesia de Dios verdadera no es ningn edificio de iglesia o denominacin. La iglesia universal de Dios la forman todos aquellos que han recibido la salvacin a travs de la fe en Jesucristo. La Iglesia es en este mundo, el sacramento de salvacin, el signo y el instrumento de la comunin con Dios y entre los hombres. La Iglesia es el Pueblo de Dios porque l quiso santificar y salvar a los hombres no aisladamente, sino constituyndolos en un solo pueblo, reunido en la unidad del Padre, del Hijo y del Espritu Santo. La Iglesia es cuerpo de Cristo porque, por medio del Espritu, Cristo muerto y resucitado une consigo ntimamente a sus fieles. De este modo los creyentes en Cristo, en cuanto ntimamente unidos a l, sobre todo en la Eucarista, se unen entre s en la caridad, formando un solo cuerpo, la Iglesia. Dicha unidad se realiza en la diversidad de miembros y funciones. La Iglesia es llamada templo del Espritu Santo porque el Espritu vive en el cuerpo que es la Iglesia: en su Cabeza y en sus miembros; l adems edifica la Iglesia en la caridad con la Palabra de Dios, los sacramentos, las virtudes y los carismas. La Iglesia es una: tiene un solo Seor; confiesa una sola fe, nace de un solo Bautismo, no forma ms que un solo Cuerpo, vivificado por un solo Espritu, orientado a una nica esperanza (cf Ef 4, 3-5) a cuyo trmino se superan todas las divisiones. La Iglesia es santa: Dios santsimo es su autor; Cristo, su Esposo, se entreg por ella para santificarla; el Espritu de santidad la vivifica. Aunque comprenda pecadores, ella es "ex maculatis immaculata" ("inmaculada aunque compuesta de pecadores"). En los santos brilla su santidad; en Mara es ya la enteramente santa.

La Iglesia es catlica: Anuncia la totalidad de la fe; lleva en s y administra la plenitud de los medios de salvacin; es enviada a todos los pueblos; se dirige a todos los hombres; abarca todos los tiempos; "es, por su propia naturaleza, misionera" La Iglesia es apostlica: Est edificada sobre slidos cimientos: "los doce apstoles del Cordero" (Ap 21, 14); es indestructible (cf Mt 16, 18); se mantiene infaliblemente en la verdad: Cristo la gobierna por medio de Pedro y los dems apstoles, presentes en sus sucesores, el Papa y el colegio de los obispos.

"La nica Iglesia de Cristo, de la que confesamos en el Credo que es una, santa, catlica y apostlica... subsiste en la Iglesia catlica, gobernada por el sucesor de Pedro y por los obispos en comunin con l. Sin duda, fuera de su estructura visible pueden encontrarse muchos elementos de santificacin y de verdad " (LG 8). Los fieles son aquellos que, incorporados a Cristo mediante el Bautismo, han sido constituidos miembros del Pueblo de Dios; han sido hecho partcipes, cada uno segn su propia condicin, de la funcin sacerdotal, proftica y real de Cristo, y son llamados a llevar a cabo la misin confiada por Dios a la Iglesia. Entre ellos hay una verdadera igualdad en su dignidad de hijos de Dios Cristo instituy la jerarqua eclesistica con la misin de apacentar al Pueblo de Dios en su nombre, y para ello le dio autoridad. La jerarqua est formada por los ministros sagrados: obispos, presbteros y diconos. Gracias al sacramento del Orden, los obispos y presbteros actan, en el ejercicio de su ministerio, en nombre y en la persona de Cristo cabeza; los diconos sirven al Pueblo de Dios en la diacona (servicio) de la palabra, de la liturgia y de la caridad. Los fieles laicos tienen como vocacin propia la de buscar el Reino de Dios, iluminando y ordenando las realidades temporales segn Dios. Responden as a la llamada a la santidad y al apostolado, que se dirige a todos los bautizados. Los fieles laicos tienen como vocacin propia la de buscar el Reino de Dios, iluminando y ordenando las realidades temporales segn Dios. Responden as a la llamada a la santidad y al apostolado, que se dirige a todos los bautizados. La vida consagrada es un estado de vida reconocido por la Iglesia; una respuesta libre a una llamada particular de Cristo, mediante la cual los consagrados se dedican totalmente a Dios y tienden a la perfeccin de la caridad, bajo la mocin del Espritu Santo. Esta consagracin se caracteriza por la prctica de los consejos evanglicos.

Conozco que soy introvertido, y necesito fortalecer la autoestima y seguridad en mi mismo, por lo que hice preguntas sobe el asunto, y algunas de las respuestas son: Para fortalecer la autoestima y seguridad, lo mejor es comenzar a tomar decisiones individualmente, siendo consecuente con los resultados, sean los que sean. Hay que empezar con cuestiones sin importancia y luego asumir cada vez ms responsabilidad. Paralelamente, indagar en el interior y conocer cules son mis verdaderas limitaciones y potencialidades. Poco a poco me he dado cuenta de que el miedo es una limitacin mental que no aporta nada bueno ni constructivo. Se que es muy importante tener amigos para crecer como persona, pero sin dejar de hacer las cosas que a uno le gustan. Aunque vaya en contra del pensamiento general del grupo, hay que aprender a tomar nuestras propias decisiones. La verdadera confianza no la da formar parte de algo, sino que es el resultado de ser uno mismo, aunque tenga que pasar por momentos de soledad.

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Hay que dejar de ver la botella medio vaca para verla medio llena. Los pensamientos negativos generan automticamente emociones negativas, que a su vez condicionan de forma negativa la conducta. Hay que salir de este crculo vicioso y aprender a enfrentar a la adversidad de manera positiva. Sonrer puede convertirse en el mejor aliado frente al miedo. Hay que recordar que la inseguridad es una consecuencia de la obsesin por sentirme seguro en un mundo que no lo es. La incertidumbre es inherente a la existencia. Para afrontarla, hay que hacer uso de valenta y confiar ms en mi mismo. Slo as podr confiar ms en la vida. Todo lo que me sucede es lo que necesito para aprender a vivir sin miedo. Dejar de decir "no s" cuando hablo. Debo intentar ser consciente cuando comparto lo que pienso con otras personas. Los dems podrn estar o no de acuerdo con lo que digo, pero no debo dejar que la inseguridad reste credibilidad a mis argumentos o afirmaciones. No se trata de compartir certezas, sino de intercambiar puntos de vista enriquecedores. Lo que pienso tiene el mismo valor que lo que piensan los dems. No debo sabotearme a mi mismo.

En Amrica Latina

Argentina: Nuestra Seora de Lujn Bolivia: Nuestra Seora de Copacabana Brasil: Nuestra Seora de Aparecida Chile: Virgen del Carmen de Maip Colombia: Nuestra Seora de Chiquinquir Costa Rica: Nuestra Seora de los ngeles Cuba: Virgen de la Caridad del Cobre Ecuador: Nuestra Seora del Quinche El Salvador: Nuestra Seora de la Paz Guatemala: Nuestra Seora del Rosario Honduras: Virgen de Suyapa Mxico: Nuestra Seora de Guadalupe Nicaragua: Nuestra Seora de "El Viejo" Nicaragua: Inmaculada Concepcin de Mara

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Paraguay: Nuestra Seora de Caacup Per: Nuestra Seora de la Evangelizacin Puerto Rico: Nuestra Seora de la Divina Providencia Repblica Dominicana: Nuestra Seora de las Mercedes Uruguay: Virgen de los Treinta y tres Venezuela: Nuestra Seora de Coromoto

En Espaa

Nuestra Seora de la Franqueira Nuestra Seora de la Rogativa Nuestra Seora de las Lgrimas Nuestra Seora de las Nieves Nuestra Seora de los Desamparados Nuestra Seora de los Dolores-Murcia Nuestra Seora de los Dolores de Helln Nuestra Seora del Pilar Nuestra Seora del Rosario de Helln Santa Mara de la Arrixaca Santa Mara de la Merced Virgen de la Pea Virgen del Azahar Virgen del Carmen de Beniajan Virgen de Rosell

Advocaciones Marianas en Europa

*Virgen Desatanudos *Nuestra Seora de Beauraing .*Virgen de los Pobres *Reina de la Paz *Majka Bozja Bistricka .*Nuestra Seora de Lourde *Virgen del Pilar *Nuestra Seora de la Gracia *Nuestra Seora de Knock

*Nuestra Seora de las Nieves *Virgen de Loreto *Nuestra Seora del Buen Consejo. *Nuestra Seora de todas las Naciones *Madre de la Misericordia *Madre de Dios de Czestochowa

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*Virgen de Ftima *Virgen de Kazan

ASIA India la Virgen Mara es honrada bajo la advocacin de Nuestra Seora de la Salud de Velankany, China como Nuestra Seora de Sheshan, Japn como Nuestra Seora de Akita.

AFRICA N. Seora del Inmaculado Corazn de Mara en Angola N. Seora de Africa en Ceuta N. Seora de Camern

La constitucin sobre la Iglesia -Lumen gentium-, que fue el segundo texto conciliar, debera considerarse vinculada interiormente a la anterior: Sacrosanctum Concilium. La Iglesia se deja guiar por la oracin, por la misin de glorificar a Dios. La eclesiologa, por su naturaleza, guarda relacin con la liturgia. Y, por tanto, tambin es lgico que la tercera constitucin -Dei Verbum- hable de la palabra de Dios, que convoca a la Iglesia y la renueva en todo tiempo. La cuarta constitucin Gaudium et spes- muestra cmo se realiza la glorificacin de Dios en la vida activa, cmo se lleva al mundo la luz recibida de Dios, pues slo as se convierte plenamente en glorificacin de Dios.

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Ahora bien, por lo que atae a la eclesiologa de la Lumen gentium, han quedado ante todo en la conciencia de la gente algunas palabras clave: la idea de pueblo de Dios, la colegialidad de los obispos como revalorizacin del ministerio episcopal frente al primado del Papa, la revalorizacin de las Iglesias locales frente a la Iglesia universal, la apertura ecumnica del concepto de Iglesia y la apertura a las dems religiones; y, por ltimo, la cuestin del estado especfico de la Iglesia catlica, que se expresa en la frmula segn la cual la Iglesia una, santa, catlica y apostlica, de la que habla el Credo.

El documente alude a que la Iglesia no existe para s misma, sino que debera ser el instrumento de Dios para reunir a los hombres en torno a s, para preparar el momento en que "Dios ser todo en todos" (1 Co 15, 28). Quien quiere comprender la orientacin de la eclesiologa conciliar, no puede olvidar los captulos 4-7 de la constitucin Lumen gentium, en los que se habla de los laicos, de la vocacin universal a la santidad, de los religiosos y de la orientacin escatolgica de la Iglesia. En esos captulos se vuelve a destacar una vez ms el objetivo intrnseco de la Iglesia, lo que es ms esencial a su existencia: se trata de la santidad, de cumplir la voluntad de Dios, de que en el mundo exista espacio para Dios, de que pueda Dios habitar en l y as el mundo se convierta en su "reino". La santidad es algo ms que una cualidad moral. Es el habitar de Dios con los hombres, de los hombres con Dios, la "tienda" de Dios entre nosotros y en medio de nosotros (cf. Jn 1, 14). Se trata del nuevo nacimiento, no de carne ni de sangre, sino de Dios (cf. Jn 1, 13). La orientacin a la santidad es lo mismo que la orientacin escatolgica, y de hecho ahora esa orientacin a la santidad, a partir del mensaje de Jess, es fundamental para la Iglesia. La Iglesia existe para convertirse en morada de Dios en el mundo, siendo as "santa": por ser ms santos se debera competir en la Iglesia, y no sobre mayores o menores derechos de precedencia, ni sobre quin debe ocupar los primeros lugares. Y todo esto, una vez ms, se halla recogido y sintetizado en el ltimo captulo de la constitucin sobre la Iglesia, que trata de la Madre del Seor.

La Iglesia es virgen y madre, fue concebida sin pecado y lleva el peso de la historia, sufre y, a pesar de eso, ya est elevada a los cielos. En el curso del desarrollo sucesivo se revela muy lentamente que la Iglesia es anticipada en Mara, es personificada en Mara y que, viceversa, Mara no es un

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individuo aislado, cerrado en s mismo, sino que entraa todo el misterio de la Iglesia. La persona no est cerrada de forma individualista y la comunidad no se comprende de forma colectivista, de modo impersonal; ambas se superponen recprocamente de forma inseparable. LOS LAICOS

1. Estatuto propio de los laicos en la Iglesia (LG 31-33) Introduccin (LG 30): se habla de estado de los religiosos y el clero siguiendo una ptica histrico-jurdica clsica de la Iglesia entendida como sociedad con estados que posteriormente se calificarn, y mejor, como condiciones (LG 43). Se subraya con fuerza teolgica que los pastores no asumen ellos solos la misin de la Iglesia y que su funcin es reconocer los servicios y carismas de los fieles. La peculiaridad de los laicos (LG 31): texto central del captulo IV donde se afirma la peculiaridad de los laicos en estrecha conexin con los religiosos y los presbteros, por medio de una descripcin tipolgica, segn la misma explicacin conciliar. Por un lado, los laicos, negativamente, no son ni religiosos ni tienen el orden sagrado; por otro lado, positivamente, su identidad surge del bautismo, que les hace participar a su manera de las tres funciones mesinicas de Cristo (sacerdotal, proftica y real) y, en la medida que les pertenece, realizan la misin de la Iglesia. De ah surge la famosa expresin sobre lo que es propio y peculiar de los laicos no exclusivo, tal como el texto conciliar previo deca, que es su carcter secular (indoles secularis): es decir, los laicos son primariamente Iglesia en el mundo. Negativamente, se recuerda que los clrigos deben dedicarse principalmente a su ministerio, y que los religiosos por vocacin y opcin dan relieve a la transfiguracin y ofrenda del mundo a Dios. Por esto, positivamente, los laicos tienen la vocacin propia de buscar el reino de Dios tratando las cosas temporales y ordenndolas hacia Dios, y as privilegian su relacin de vivir en el siglo..., en las condiciones ordinarias de la vida.... El valor de la condicin laical (LG 32-33). Se afirma significativamente que en la Iglesia la dignidad de los miembros es comn (LG 32) y que, por tanto, los laicos participan propiamente de la misin salvfica de la Iglesia y no por delegacin o sustitucin. Se recuerda, adems, que los laicos pueden ser llamados de distintas maneras a una colaboracin ms directa con la jerarqua, as como ser convocados a ejercer ciertos cargos eclesisticos(munera ecclesiastica). Afirmacin que est en la

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base del desarrollo posconciliar de los llamados servicios y ministerios confiados a laicos. 2. Las tres funciones de los laicos: sacerdotal, proftica y real (LG 34-36) La participacin en la misin sacerdotal (LG 34): repite elementos de LG 10-11, y se habla de sacerdocio espiritual en sentido fuerte gracias a las cuatro referencias explcitas que se hacen al Espritu Santo; sacerdocio que se ejerce de forma prevalente con una vida santa. Todo esto hace posible consagrar el mismo mundo a Dios, frase en la que resuena la expresin tradicional de la consecratio mundi como tarea propia del laicado (M. D. Chenu). La participacin en la misin proftica (LG 35): texto con notables reflexiones teolgicas en el que se cita de nuevo el sensus fidei (LG 12), al que se une la gracia de la palabra (gratia verbi) como don para poder comunicar la propia experiencia de fe, unida al testimonio de su vida y a la fuerza de la palabra. En este contexto aparecen mencionados particularmente el matrimonio y la familia por su carcter proftico. Finalmente, se recuerda la ayuda que los laicos pueden realizar en algunos oficios sagrados (qf ficia sacra), y se invita a todos para que conozcan ms profundamente la verdad revelada, primer texto del Vaticano II en el que se habla de una teologa abierta a todos. La participacin en la misin real (LG 36): se ofrecen principios que desarrollar la Gaudium et spes. As, la libertad cristiana es calificada como real por su carcter de servicio para la promocin de los valores humanos. A su vez, se afirma la autonoma de las cosas temporales, que se fundamenta en la creacin. Finalmente, se indica que el lugar decisivode la autonoma secular del mundo es la conciencia cristiana formada a la luz del Evangelio que debe armonizar el ser miembro de la Iglesia con el ser ciudadano del mundo. Las relaciones con la jerarqua y con el mundo (LG 37-38): de forma insistente y casi enftica se trata de la relacin con el clero y se subraya el dilogo, el derecho de los laicos a manifestar su opinin, el sentido de obediencia, el trato familiar, la justa libertad..., todo en una perspectiva de comunin en clave de comunicacin interna. El nmero final (LG 38) cierra el captulo con la famosa expresin de la Carta a Diogneto: Lo que el alma es al cuerpo, as han de ser los cristianos en el mundo.

Captulo V LA VOCACIN UNIVERSAL A LA SANTIDAD

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A partir de aqu la Lumen gentium cambia de estilo y sus aportaciones deben ser vistas de forma ms global y referidas a la totalidad del captulo. De hecho, la atencin a la nota de la santidad fue una de las constantes del proyecto conciliar. Por esto el que este captulo se encuentre entre el de los laicos y el de los religiosos depende de contingencias conciliares, puesto que con toda propiedad debera integrarse en la tractacin del pueblo de Dios del captulo II. La principal novedad se encuentra en LG 41, donde se habla de la variedad de caminos de santificacin, an fuera del estado religioso, tal como ha acontecido en la etapa posconciliar. LG 39-40 introduce el tema de la vocacin a la santidad en la Iglesia, y LG 42 concluye tratando sobre los medios de santificacin, entre los cuales privilegia los consejos evanglicos que son presentados corno mltiples, y no slo los tres clsicos, entre los cuales la virginidad y el celibato tienen la primaca. Tales consejos son dirigidos a todos y la vida religiosa los atestigua de forma particular.

Hoy se ve claro que el Concilio Vaticano II no ha sido slo un acontecimiento eclesial decisivo, sino que adems l vive en la vida y misin de la Iglesia de estos tiempos de Nueva Evangelizacin. Los diecisis documentos del Concilio Vaticano II que produjo han venido marcando el norte para la marcha de la Iglesia de cara al siglo XXI . Durante el tiempo transcurrido hemos podido ser testigos de la impronta del Concilio en la vida de la Iglesia, y comprendemos tanto como valoramos el amplio horizonte que abre para las generaciones del presente y del maana. El Concilio no ha significado una relativizacin segn el espritu secular de todo en la Iglesia: dogmas, leyes, instituciones, tradiciones, como algunos

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pretendan entonces y otros an desdichadamente pretenden hoy. Los desvelos, palabras y ejemplos de los Sumos Pontfices Juan XXIII, Pablo VI, Juan Pablo I, Juan Pablo II y Benedicto XVI sealan claramente el horizonte por el que la gran palabra de entonces y de hoy, adquiere su autntico sentido eclesial. La Dei Verbum Se trata de una Constitucin dogmtica, al igual que la Lumen gentium. La profundizacin sobre la divina Revelacin constituye un don y una enseanza autorizada que ilumina la marcha del Pueblo de Dios. Especialmente cuando cierto relativismo y reduccionismo viene conduciendo a una crisis en la interpretacin de la Palabra de Dios escrita, las luminosas enseanzas de la Dei Verbum cobran una mayor importancia. El da 18 de noviembre de 1965, en la octava sesin del Concilio, fue promulgada por el Papa Pablo VI la Constitucin Dogmtica sobre la Divina Revelacin. Apareca as uno de los documentos ms breves y al mismo tiempo de ms rica doctrina que ha promulgado el Concilio Vaticano II. La Dei Verbum ha sido un documento de larga gestacin. Desde el primer esquema hasta su redaccin final hubo un recorrido en que el permanente afn por profundizar con fidelidad en temas tan densos se fue concretando hasta que se lleg finalmente a proponer la doctrina autntica sobre la Revelacin y su transmisin: para que todo el mundo, con el anuncio de la salvacin, oyendo crea, y creyendo espere, y esperando ame. El alcance y valoracin de ese proceso lo explica muy bien el Cardenal de Lubac: En esta Constitucin Dei Verbum se ventilan la idea de la Revelacin lo mismo que los conceptos ntimamente ligados con ella, como son los conceptos de tradicin e inspiracin. sta era la primera vez que un concilio se pona a estudiar "de una manera tan consciente y metdica las categoras ms fundamentales y primordiales del cristianismo". Cuidadosamente examinada y revisada la Constitucin vio finalmente la luz con una aprobacin de la asamblea conciliar que manifestaba una prctica unanimidad. De los 2,350 Padres conciliares presentes, 2,344 votaron placet y slo 6 votaron non placet. La promulgacin de la Dei Verbum por el Papa Pablo VI ofreca a la Iglesia un invalorable documento para guiar su camino de renovacin.

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Respecto a la doctrina de la Dei Verbum, lo primero que habra que tener en cuenta es que el nombre con el que es conocida -Dei Verbum- no se refiere, como a veces errneamente se piensa, slo a la Palabra de Dios escrita, es decir a la Biblia, sino que alcanza a toda la divina Revelacin. El tema fundamental de esta Constitucin es el de la Revelacin y su transmisin. Obviamente, dentro de esta perspectiva, la Sagrada Escritura tiene un lugar fundamental, pero no exclusivo. Esto se percibe con nitidez observando la disposicin de los temas en la Constitucin: luego de tratar en su primer captulo de la Revelacin en s misma, en el segundo abordar el tema de su transmisin a travs de la Sagrada Tradicin y de la Sagrada Escritura. Ser a partir del tercer captulo, hasta el sexto, que tratar especficamente de la Sagrada Escritura, siempre enmarcada dentro del tema de la Revelacin de Dios. Dicen que quiz uno de los ms graves problemas que se han venido dando en relacin a la Escritura, en especial desde el siglo XVI y entre nosotros ya en el siglo XXI, ha sido la actitud de aproximarse a ella de manera aislada y de ignorar o no tomar en debida cuenta su esencial relacin con la Tradicin y con el Magisterio. Precisamente por eso resulta tan significativo que el Concilio llegue a invitar a un estudio profundo de la Sagrada Escritura -incluso afirmando que quien no conoce la Escritura no conoce a Cristo, pero siempre exhortando a conocerla y estudiarla como corresponde. Es decir en el marco de la Revelacin, en unidad con la Tradicin, en dcil apertura al Espritu, inspirador de la Sagrada Escritura, y destacando la necesidad de atender al Magisterio de la Iglesia. La Dei Verbum es un gran intento de unidad y de sntesis en la aproximacin a los fundamentos de nuestra fe. Como dice el Cardenal Henri de Lubac: Uno de los principales mritos (de la Dei Verbum) es el de haber devuelto todo a la unidad. Unidad del Revelador y de lo Revelado: Jesucristo, "autor y consumador de nuestra fe"; unidad en l de los dos Testamentos, que a l rinden testimonio; unidad de la Escritura y de la Tradicin, que no pueden jams separarse; unidad, presentada en el ltimo captulo, del Verbo de Dios bajo las dos formas con las cuales l se hace presente entre nosotros: la Escritura y la Eucarista. En el proemio de la Dei Verbum se afirma que siguiendo las huellas de los Concilios Tridentino y Vaticano I, este Concilio quiere proponer la doctrina autntica sobre la Revelacin y su transmisin. As, pues, la Dei Verbum se pone explcitamente en lnea de continuidad con lo afirmado en los dos Concilios precedentes. Sin embargo, al mismo tiempo, presenta acentos propios muy significativos que constituyen una profundizacin en la percepcin de la

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Revelacin, en un proceso tpico de la vida eclesial que se ha llamado "evolucin homognea" o ms recientemente "renovacin en continuidad". A partir del proemio y, en general, de lo dicho en el captulo primero, se ve que la Revelacin es presentada desde una perspectiva personal comunicativa. El acento no est puesto en la revelacin de algo -de una serie de verdades-, sino de Alguien que se automanifiesta para entrar en comunin. l mismo, a travs de su revelacin, establece una relacin personal con los hombres: movido por amor, habla a los seres humanos como amigos para invitarlos y recibirlos en su compaa. En palabras de San Juan, es la misma vida eterna, que estaba junto al Padre y se nos manifest. El Padre envi a su Hijo, la Palabra eterna, que alumbra a todo hombre, para que habitara entre los hombres y les contara la intimidad de Dios. Aqu queda de manifiesto otro aspecto importante en la enseanza conciliar: la perspectiva trinitaria. Dios se ha manifestado a s mismo, en su unidad y trinidad. De esta manera, por Cristo, la Palabra hecha carne, y con el Espritu Santo, pueden los hombres llegar hasta el Padre y participar de la naturaleza divina. Es Dios uno y trino, comunin divina de amor, quien sale al encuentro del hombre. Adems de estos acentos tambin aparece un claro acento cristolgico. Jesucristo es el mediador y plenitud de toda la Revelacin. En l "resplandece" la verdad profunda de Dios y la salvacin del hombre. l es mediador de una manera nueva: no es slo portador de un mensaje, como lo puede ser un profeta, pues l mismo es el mensaje. Ms an, quien lo ve a l, ve al Padre. En l se une la revelacin y lo revelado. l es, adems, la plenitud de esta Revelacin. Ahora en esta etapa final (Dios) nos ha hablado por el Hijo. Ya no hay que esperar otra Revelacin pblica antes de la gloriosa manifestacin de Jesucristo, pues l, con su presencia y manifestacin, con sus palabras y obras, signos y milagros, sobre todo con su muerte y gloriosa resurreccin, con el envo del Espritu de la verdad, lleva a plenitud toda la Revelacin. Ahora bien, junto con estos acentos, aparecen tambin otros dos de no menor importancia: el aspecto salvfico y el antropolgico. Tanto en el captulo primero como en el segundo de la Constitucin, hay una clara preocupacin por destacar el aspecto salvfico de la Revelacin. Dios se revela para salvar al hombre, para hacerlo participar de su amistad y compaa. se es el sentido de la Revelacin y eso aparece desde diversas perspectivas.

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La historia no es considerada como una simple serie y sucesin de acontecimientos sino como una economa de la salvacin. Dios, afirma la Constitucin, queriendo abrir el camino de la salvacin que viene de lo alto, se revel desde el principio personalmente a nuestros primeros padres. Despus de su cada, los levant a la esperanza de la salvacin, con la promesa de la redencin. Y as fue manifestndose a los hombres, a su pueblo, preparando la Revelacin evanglica, en donde aparecer en plenitud el hecho de que Dios est con nosotros para librarnos de las tinieblas del pecado y la muerte y para hacernos resucitar a una vida eterna. Con respecto a lo antropolgico, muy relacionado con el aspecto personal, en la Constitucin aparece permanentemente una preocupacin por resaltar el destino humano de la Revelacin. Esto se ve, por ejemplo, en el objeto de la Revelacin. Qu revela Dios? La verdad profunda de Dios y de la salvacin del hombre. Dios se manifiesta al hombre plenamente en Jesucristo. En l resplandece la verdad profunda sobre Dios y sobre el hombre; en l se manifiesta el camino de la salvacin. En el captulo segundo la Dei Verbum aborda el tema de la transmisin de la Revelacin. Se suele afirmar que este captulo fue de los ms sometidos a escrutinio. De por medio estaba la cuestin tan discutida de la suficiencia material de la Escritura. Por otro lado la postura clsica de la Iglesia, sobre todo despus del Concilio de Trento, era planteada desde la perspectiva de las dos fuentes de la Revelacin. Pero haba una corriente que buscaba darle a esta doctrina catlica Por eso este captulo plantea en primer lugar la cuestin de la transmisin de la Revelacin y despus se va a detener a tratar especficamente de la Tradicin. Luego plantear las relaciones entre la Sagrada Tradicin y la Sagrada Escritura, para finalmente desarrollar la relacin entre el depsito de la Revelacin y el Magisterio de la Iglesia. Una visin en la que estn incluidos en admirable sntesis los diversos trminos del asunto. En cuanto a la suficiencia material de la Sagrada Escritura, es decir, la cuestin de "la teora de las dos fuentes" y en aquella inaceptable posicin de la "sola Scriptura". La Constitucin se pone por encima de toda polmica y se entrega a la reflexin teolgica buscando una nueva expresin, una maduracin. Deja de lado el lenguaje que alude a "dos fuentes" y resalta ms bien la unidad del depsito de la Revelacin en sus dos modalidades. Es decir, profundizando en los conceptos de la Tradicin y la Escritura expresa con sabidura que stas no son dos fuentes paralelas. Percibe ms bien su unidad, ambas estn estrechamente unidas y

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compenetradas. La Sagrada Tradicin y la Sagrada Escritura forman el nico "depsito de la Revelacin". Esto no significa, quede claro, un diluir la Tradicin tornndola innecesaria. Ms bien, la Constitucin ensea que la Iglesia no saca nicamente de la Sagrada Escritura su certeza acerca de todo lo revelado. La Tradicin es necesaria para la transmisin y certeza acerca de lo revelado y, adems, la Tradicin da a conocer a la Iglesia el canon de los libros sagrados y hace que los comprenda cada vez mejor y los mantenga siempre. Las palabras del estudioso Cardenal Jean Danilou son muy claras con respecto al alcance de esta doctrina conciliar. El texto ha querido oponerse a la concepcin de la Escritura como nica fuente de nuestra certeza acerca de la Revelacin: la Escritura no puede prescindir de la Tradicin. Y ms adelante afirma sobre este punto que la adquisicin ms importante del Concilio Vaticano II, no fue el decidir sobre el problema de esas fuentes, que no es una cuestin tan importante, sino haber dado nuevamente a la nocin de Tradicin una riqueza que tal vez haba perdido la Iglesia Catlica al reducirla a la autoridad magisterial y a darnos verdades que no se encontraran sino en ella. La Tradicin es algo extremadamente rico: es toda la vitalidad de la Iglesia bajo la influencia del Espritu Santo, que conserva el depsito, lo actualiza en el tiempo, segn cada poca. Cabe destacar tambin finalmente sobre este captulo segundo el papel del Magisterio con respecto al depsito de la Revelacin. Afirma la Constitucin que el Magisterio no est por encima de la palabra de Dios, sino a su servicio, para ensear puramente lo transmitido. Slo l tiene el oficio de interpretar autorizadamente la palabra de Dios, oral o escrita. Finalmente afirmar que la Tradicin, la Escritura y el Magisterio de la Iglesia estn unidos y ligados, de modo que ninguno puede subsistir sin los otros. De esta manera se evidencia lo errado del principio de la "sola Scriptura" al mismo tiempo que se resalta el justo lugar de la Tradicin y del Magisterio. La Dei Verbum afirma tajantemente: La Revelacin que la Sagrada Escritura contiene y ofrece ha sido puesta por escrito bajo la inspiracin del Espritu Santo. Sealando lo bsico de la inspiracin, deja de lado toda terminologa de escuela, enseando que Dios y el hombre son "autores" de la Escritura, pero no lo son de la misma manera. Dios obrando en los autores humanos y a travs de ellos garantiza que pongan por escrito todo y slo lo que Dios quera. En la segunda parte del n. 11, aborda otro tema de gran importancia. Es el tema de la verdad en la Sagrada Escritura. La Iglesia siempre ha credo y cree en la

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verdad de la Escritura. Ahora bien, en qu sentido? La respuesta a esta pregunta desde finales del siglo pasado ha venido causando algunas tensiones. Por un lado, por parte de quienes afirmaban que la Escritura se equivoca, por ejemplo, en afirmaciones cientficas, y, por otro, por aquellos que buscaban dar una respuesta pero desde presupuestos inadecuados para hacer frente a la dificultad. La tesis concordista del siglo XIX perciba la verdad y la inerrancia desde un enfoque de buenas intenciones pero en exceso simplista. Desde ste se planteaba la ausencia de error sobre la totalidad de lo afirmado literalmente por los autores bblicos. Una vez ms el Concilio profundiz teolgicamente. As ha esclarecido el alcance de lo que se entiende por la verdad bblica. Desde la perspectiva de la Revelacin y desde su finalidad salvfica se ilumina la nocin de verdad en los libros de la Biblia. Se trata de aquella verdad que Dios hizo consignar en dichos libros para salvacin nuestra Otro tema central en la Dei Verbum es la autntica interpretacin catlica de la Escritura. El racionalismo presentaba temas urgentes que requeran de respuesta. Los mtodos nacidos de una aproximacin unilateral histrico-crtica ya venan constituyendo un desafo bastante grave, y el panorama apareca an ms oscuro, como se ha venido verificando en los ltimos aos. Presentando una visin coherente de la Revelacin en sus diversos alcances, la Dei Verbum tratar de la interpretacin de la Biblia. Si la Escritura es un texto divino-humano que contiene sin yerro la verdad para nuestra salvacin, el intrprete, para conocer esa verdad, debe aproximarse de manera correspondiente a la singular naturaleza del escrito portador de la misma y con mtodos proporcionales a dicha naturaleza nica. Dios habla en la Escritura por medio de hombres y en lenguaje humano; por lo tanto, el intrprete de la Escritura, para conocer lo que Dios quiso comunicarnos, debe estudiar con atencin lo que los autores queran decir y Dios quera dar a conocer con dichas palabras. El Concilio plantea de esta manera un doble trabajo para el exegeta, o ms bien, como dice el antiguo profesor del Pontificio Instituto Bblico, el padre Ignace de la Potterie, se exige un doble esfuerzo de comprensin: el que se impone para cualquier texto de literatura o de historia, y adems el de intentar comprender la Escritura en cuanto que transmite la Palabra de Dios, la Revelacin. No se trata de dos trabajos separados que busquen sentidos de la Escritura sustancialmente

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distintos. Usando una figura podramos hablar de crculos concntricos: el esfuerzo por comprender la intencin del autor -sentido literal-histrico- est dentro de un crculo mayor: el verdadero sentido del texto sagrado -sentido espiritual-. Con respecto al trabajo por descubrir la intencin del autor, el Concilio va a dar una serie de recomendaciones en la lnea de lo ya planteado por Po XII en la Divino afflante Spiritu: es decir, perspectivas usadas por la hermenutica histrica o literal. Es una exigencia propia del aspecto de la "humanidad" del texto. Por eso el Concilio pide no obviar este esfuerzo por encontrar el sentido literal, bajo el riesgo de no conocer lo que Dios quiso comunicarnos. De esta manera la Constitucin afirma que se deben tener en cuenta entre otras cosas los gneros literarios, las condiciones del tiempo y cultura del autor, los modos de pensar y de expresar usados en esa poca, etc. Pero, la Dei Verbum da seguidamente un principio fundamental, y complementario del anterior, para descubrir el verdadero sentido del texto sagrado: La Escritura se ha de leer e interpretar con el mismo Espritu con que fue escrita. Ya no se refiere al sentido literal. Ahora est hablando del sentido espiritual, es decir, el sentido que le da el Espritu, con mayscula. se es el verdadero sentido del texto sagrado, segn palabras de la Constitucin. La interpretacin en el Espritu significa, ante todo, apertura al Espritu, y por lo tanto vida de fe por parte del intrprete. Y, en segundo lugar, buscar el Espritu en la letra, es decir, ir al mensaje del texto, no en contra del texto, sino profundizando en l. La bsqueda del sentido literal permite conocer el significado histrico del texto; la bsqueda del sentido espiritual nos conduce a la bsqueda de la verdad que Dios hizo consignar en dichos libros para salvacin nuestra. La verdad para nuestra salvacin no est en el significado filolgico o tcnico de un texto. Buscar este significado es paso necesario, pero de ninguna manera se puede asumir en forma excluyente ni con criterio reductivo. Ya deca Schlier: Quien equipado con todas las tcnicas del saber filolgico e histrico se acerca a interpretar la Sagrada Escritura y no se preocupa de aadir la experiencia fundamental, de la que nos habla el mismo Nuevo Testamento, es decir, la fe, ese tal jams llegar a conocer la realidad que nos comunica en su mensaje el Nuevo Testamento. Cmo ponerse en esa perspectiva complementaria y fundamental? Cmo realizar la labor de interpretar la Escritura con el mismo Espritu con que fue escrita? La Dei Verbum da tres criterios.

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En primer lugar, tener muy en cuenta el contenido y la unidad de toda la Escritura. Es decir, frente a la tendencia positivista de descomponer la Escritura en partes, el Catecismo de la Iglesia Catlica, en la lnea de la Dei Verbum, explicita que por muy diferentes que sean los libros que la componen, la Escritura es una en razn de la unidad del designio de Dios, del que Cristo Jess es el centro y el corazn, abierto desde su Pascua. En segundo lugar, la Constitucin indica que hay que leer la Sagrada Escritura en la Tradicin viva de toda la Iglesia. Este principio est vinculado con lo ya dicho acerca de las relaciones entre la Escritura, la Tradicin y el Magisterio. En este caso, la Escritura no puede subsistir sin la Tradicin y el Magisterio. Como dice el Catecismo, la Iglesia encierra en su Tradicin la memoria viva de la Palabra de Dios, y el Espritu Santo le da la interpretacin espiritual de la Escritura. Y finalmente, en tercer lugar, se invita a estar siempre atento a la analoga de la fe. Por "analoga de la fe" entendemos la cohesin de las verdades de la fe entre s y en el proyecto total de la Revelacin. Es decir, la interrelacin de las enseanzas de la fe de la Iglesia. En resumen, al leer e interpretar un texto de la Sagrada Escritura es indispensable que siempre se le considere en relacin a la unidad de la Escritura entera, en la Tradicin y en la cohesin de las verdades de la fe, y en atencin al Magisterio. Esta perspectiva integral es esencial para una recta aproximacin a la Biblia. Como se ve, la Constitucin sale al frente de diversas corrientes que aplican de manera unilateral mtodos como el histrico-crtico. Resulta fundamental el lcido anlisis hecho por el Cardenal Ratzinger sobre los problemas de la exgesis de hoy. Afirma l que la orientacin metodolgica de fondo de la exgesis moderna est absolutamente en contraste con este principio teolgico (el que de acaba de considerar). Es precisamente este principio lo que dicha tendencia se empea en eliminar a toda costa. Segn esta exgesis se podra afirmar que, o bien la interpretacin es crtica, o bien se remite a la autoridad; pero ambas no son posibles a la vez. Interpretar "crticamente" la Biblia significa dejar atrs en la interpretacin todo recurso a la autoridad. La "tradicin" no debe ser totalmente excluida como medio de comprensin, pero cuenta slo en la medida en que sus "fundamentos" se sostienen ante los mtodos "crticos". En ningn caso la "tradicin" puede ser criterio de interpretacin. Tomada en su conjunto, la interpretacin tradicional es considerada como precientfica e ingenua; slo la interpretacin histrico-crtica parece capaz de acceder verdaderamente al texto.

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Por esta razn tambin la unidad de la Biblia se convierte en un postulado superado. Segn lo que plantean estas tendencias errneas, la tarea encomendada por el Concilio a la exgesis resultara contradictoria. No podra haber una exgesis al mismo tiempo crtica y teolgica, literal y espiritual. Sin embargo, frente a esto, dir el mismo Cardenal Ratzinger: Personalmente estoy convencido de que una lectura atenta del texto entero de la Dei Verbum permite hallar los elementos esenciales para una sntesis entre el mtodo histrico y la "hermenutica" teolgica. Una obra creativa que supere falsas antinomias se abre como una tarea que debe asumir la exgesis de nuestro tiempo, superando los lastres que pudieren provenir de posturas ideolgicas subyacentes a los mtodos y que en realidad constituyen el obstculo fundamental para su empleo adecuado al sentido singular de la Biblia. En los captulos cuarto y quinto la Dei Verbum se ocupa del Antiguo y del Nuevo Testamento respectivamente. Con respecto al Antiguo Testamento, va a tratar sobre la presencia de la historia de la salvacin en dichos libros, la importancia que tiene la economa antigua con respecto a la venida de Cristo y, finalmente, la relacin que hay entre el Antiguo y el Nuevo Testamento. Es significativo el hecho de que la Constitucin retome y exponga el principio tradicional de la unidad de ambos Testamentos. Fundamenta esta unidad, en primer lugar, en la unidad del autor: Dios que inspira ambos Testamentos. Queda as excluida la postura de cierta exgesis crtica que plantea en trminos de discontinuidad absoluta la relacin entre ambos Testamentos, incluso extendiendo esta perspectiva de "no unidad" al interior de cada uno. Sin embargo, queda claro tambin que dicha unidad no es rgida, uniforme, admite una flexibilidad que da lugar a lo nuevo. As, mientras que los libros del Antiguo Testamento, por contener la historia de la salvacin, conservan para siempre su valor, es evidente que en s mismos no tienen su plenitud. Su valor e importancia principal est en su preparacin con respecto a Cristo, en que apuntan a l. Por eso alcanzan y muestran su plenitud de sentido en el Nuevo Testamento, es decir, en Cristo. De esta manera, como dice el Catecismo, los cristianos... leen el Antiguo Testamento a la luz de Cristo muerto y resucitado. Hay pues una innegable novedad que aparece en el Nuevo Testamento. Pero existe todava una

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importante precisin final: en virtud de la especial unidad de ambos, el Nuevo Testamento tambin se "beneficia" del Antiguo, pues ste lo ilumina y lo explica. Pasando al Nuevo Testamento, vemos que son cuatro profundos y magnficos prrafos, muy ricos en doctrina, los que le dedica la Dei Verbum. En primer lugar la Constitucin resalta la excelencia de todo el Nuevo Testamento, en donde la palabra de Dios... se encuentra y despliega su fuerza de modo privilegiado. Luego se detiene a considerar cmo dentro del Nuevo Testamento sobresalen singularmente los Evangelios, por ser el testimonio principal de la vida y doctrina del Verbo Eterno hecho hombre. Y, con la tradicin de siempre, seala que el Evangelio cudruple es de origen apostlico. Seguidamente ingresa a tratar profticamente un tema que ha causado no pocas desviaciones desde principios de siglo: la cuestin de la historicidad de los Evangelios. Son conocidas ciertas posturas de la escuela de la "historia de las formas", cuyos mximos exponentes -Bultmann y Dibelius- las han propagado a travs de sus escritos y enseanzas. Problema que poco a poco durante el siglo XX fue introducindose dentro de la Iglesia llevando a algunos a establecer una inaceptable distincin entre el Jess histrico y el Cristo de la fe. Las palabras del Concilio causan una honda impresin. Muestran significativa energa y determinacin frente a un grave problema: La santa madre Iglesia ha defendido siempre y en todas partes, con firmeza y mxima constancia, que los cuatro Evangelios mencionados, cuya historicidad afirma sin dudar, narran fielmente lo que Jess, el Hijo de Dios, viviendo entre los hombres, hizo y ense realmente para la eterna salvacin de los mismos hasta el da de la ascensin. Contrario a las conclusiones de las escuelas racionalistas, el Concilio afirma con toda consistencia la historicidad de los Evangelios. No vacila en enfatizar que los Evangelios narran fielmente la presencia y obra de Jesucristo. El claro nfasis del Concilio resulta realmente proftico, pues su enseanza sobre la historicidad de los Evangelios tiene plena vigencia ante rebrotes racionalistas y sus ecos llegados a nuestras tierras latinoamericanas, especialmente en los ltimos aos. En la lnea del Concilio se debe decir que es absolutamente inaceptable pretender que Jess de Nazaret, Nuestro Seor, es una persona distinta de la que confesamos en el Credo y anunciamos en la Iglesia, desde los orgenes. sta es una brjula muy clara para discernir entre aproximaciones

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exegticas que hoy se difunden, muchas de ellas irreconciliables con la fe de la Iglesia. El ltimo captulo de la Constitucin trata acerca de la Sagrada Escritura en la vida de la Iglesia. Empieza mencionando la veneracin que siempre ha tenido la Iglesia por la Sagrada Escritura. La Iglesia ha considerado siempre como suprema norma de su fe la Escritura unida a la Tradicin, ya que, inspirada por Dios y escrita de una vez para siempre, nos transmite inmutablemente la palabra del mismo Dios. Seguidamente, luego de hablar de la importancia de las traducciones bien cuidadas para el uso de los fieles, va a detenerse en los deberes de los exegetas y de los telogos. Parte de un punto fundamental: su propio ministerio. Es decir, lejos de una mera actitud de erudicin histrica, la Iglesia procura comprender cada vez ms profundamente la Escritura para alimentar constantemente a sus hijos con la palabra de Dios. Por eso, dentro de la lnea antes expuesta sobre la unidad entre Escritura, Tradicin y Magisterio, fomenta el estudio de los Padres de la Iglesia y el estudio de la liturgia, haciendo hincapi en el esfuerzo exegtico bajo la vigilancia del Magisterio y segn el sentir de la Iglesia. Ms adelante trata de las relaciones entre la Escritura y la teologa, precisando que la Escritura debe ser como el alma de la teologa. Esto una vez ms dentro de la visin integral que ha venido presentando: La teologa se apoya, como en cimiento perdurable, en la Sagrada Escritura unida a la Tradicin. Finalmente exhorta a una lectura asidua de la Escritura, teniendo en cuenta que desconocer la Escritura es desconocer a Cristo. La Dei Verbum ha marcado un rumbo claro con respecto a la Revelacin y a su transmisin. Al mismo tiempo ha salido al paso de problemas derivados de una incorrecta aproximacin a la Sagrada Escritura, que contiene y transmite la Revelacin. Ante todo cabe sealar los muchos beneficios que a travs de la aplicacin de esta Constitucin conciliar han llegado al Pueblo de Dios. Entre ellos, por ejemplo, una mayor cercana a la Sagrada Escritura por parte de los fieles laicos; una ms atenta consideracin de las lecturas dominicales; una ms intensa conciencia en todos de la unidad de Tradicin, Escritura y Magisterio; una mayor vinculacin de la labor teolgica y la Escritura.

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Sin embargo, no todo es positivo. No son pocos los que descubren una incompleta recepcin del texto conciliar. En tal sentido, por ejemplo, el Cardenal Ratzinger (Papa Benedicto XVI), tratando de la doctrina sobre la interpretacin de la Sagrada Escritura de la Dei Verbum, que ha de ser al mismo tiempo crtica y teolgica, sostiene que la recepcin post-conciliar de la Constitucin ha dejado prcticamente de lado la parte teolgica de la Dei Verbum como si fuese una concesin al pasado, asumiendo el texto nicamente como una aprobacin oficial e incondicionada del mtodo histrico-crtico. El hecho de que, despus del Concilio, hayan prcticamente desaparecido las diferencias confesionales entre la exgesis catlica y la protestante, se puede atribuir a esta recepcin unilateral del Concilio. El campo de las traducciones al castellano de la Sagrada Escritura muestra tambin estar esperando una corriente que supere la tendencia predominante y la trascienda en una orientacin que, aplicando los grandes principios expuestos en la Dei Verbum, ponga masivamente a disposicin del Pueblo de Dios ediciones de los libros de la Biblia que permitan una lectura al mismo tiempo cientficamente actualizada y correspondiente al sentido de las lenguas originales, as como acompaada con notas que hagan patente el recurso a la Tradicin viva de la Iglesia, recurriendo profusamente a los Santos Padres y al Magisterio. Tambin en Amrica Latina se puede constatar una inadecuada recepcin de la Dei Verbum. Adems de los problemas del racionalismo, cabe destacar la presencia de un reduccionismo temporalista e ideolgico en no pocos textos y tambin en la prdica de algunos. Esta situacin no ha manifestado mayores mejoras a pesar de la notable difusin del Catecismo de la Iglesia Catlica y del eco que l brinda a la doctrina conciliar de la Dei Verbum, sobre todo en aquellos aspectos que han venido teniendo pobre recepcin en no pocos exegetas, como el sentido teolgico de la interpretacin. Cabe sealar que la difusin del Catecismo de la Iglesia Catlica es un nuevo motivo de esperanza de que una renovacin llegar a nuestras tierras. Al tocar el tema de la Revelacin y su transmisin, el Catecismo sigue en lo sustancial la doctrina de la Dei Verbum. Pero profundiza en ella, como se puede constatar, por ejemplo, en que al hablar de la interpretacin de la Escritura, adems del desarrollo doctrinal de la Dei Verbum, aada cinco nmeros ms sobre la interpretacin en el Espritu. Esto manifiesta el rumbo que ha fijado la enseanza conciliar y la importancia que se le da en este Catecismo que recoge la enseanza del Concilio de cara al Tercer Milenio.

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Vemos cmo esta Constitucin dogmtica del Concilio Vaticano II, de rica doctrina y grandes proyecciones, sigue plenamente vigente en su llamado a aproximarse a la Biblia desde la unidad de la Revelacin y desde un plano ms teolgico. Hay an camino por recorrer. Debemos acercarnos a la Sagrada Escritura desde la perspectiva de la Revelacin de Dios, unida ntimamente a la Tradicin, teniendo en cuenta que en ella el Padre, que est en el cielo, sale amorosamente al encuentro de sus hijos para conversar con ellos. Hacindolo as, respondiendo con fidelidad a las orientaciones conciliares, sin duda florecer una mayor cercana y devocin a la Palabra de Dios entre nosotros, y la Nueva Evangelizacin se nutrir por el impulso y el ardor que la lectura y estudio de la Biblia en unin de la Tradicin y las orientaciones del Magisterio despertarn en estas tierras selladas por la primera evangelizacin.

BIBLIOGRAFA Concilio Vaticano II Documentos. Ediciones Dabar. Mxico, 2008. REFERENCIAS ELECTRNICAS www.multimedias.org/docs/d000121/

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Introduccin Ante todo deseo saludar a los asistentes y expresar mis felicitaciones a los organizadores de este importante ciclo de conferencias sobre el Concilio Vaticano II, que se desarrolla a poco de haberse conmemorado el trigsimo aniversario de la culminacin de sus labores. La fundamental importancia del Concilio para la vida del Pueblo de Dios es inocultable. La Iglesia vive hoy desde la perspectiva conciliar, desde aquel recogimiento del que hablaba Pablo VI, para, viviendo en s misma y por medio del Espritu Santo, comprender mejor la Palabra eficaz de Cristo, para escrutar ms profundamente el misterio, es decir, la presencia y el plan de Dios junto a s y en su interior, y para alimentar cada vez ms en s el fuego de la fe, que es la fuerza misteriosa en la que se apoya su firmeza y su sabidura, y el fuego del amor, que le impulsa a cantar las alabanzas de Dios sin interrupcin 1 . Hoy se ve claro que el Concilio no ha sido slo un acontecimiento eclesial decisivo, sino que adems l vive en la vida y misin de la Iglesia de estos tiempos de Nueva Evangelizacin. Desde que el 8 de diciembre de 1965 llegaba a su fin la ltima sesin del Concilio Ecumnico Vaticano II, los diecisis documentos que produjo han venido marcando el norte para la marcha de la Iglesia de cara al milenio adveniente. Durante el tiempo transcurrido hemos podido ser testigos de la impronta del Concilio en la vida de la Iglesia, y comprendemos tanto como valoramos el amplio horizonte que abre para las generaciones del presente y del maana. A distancia de treinta aos se ve claro cmo el Concilio no ha significado una relativizacin segn el espritu secular de todo en la Iglesia: dogmas, leyes, instituciones, tradiciones 2 , como algunos pretendan entonces y otros an desdichadamente pretenden hoy. Los desvelos, palabras y ejemplos de los Sumos Pontfices Juan XXIII, Pablo VI, Juan Pablo I y Juan Pablo II, sealan claramente el horizonte por el que la gran palabra de entonces y de hoy, el "aggiornamento", adquiere su autntico sentido eclesial: comprensin del pensamiento del Concilio que hemos celebrado y aplicacin fiel de sus normas, feliz y santamente promulgadas 3 . 2. La Dei Verbum Se me ha pedido tratar, en esta conferencia inaugural, sobre una de las cuatro constituciones que elabor el Concilio, la Constitutio Dogmatica de Divina

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Revelatione, ms conocida como Dei Verbum. Como es evidente, cada una de las constituciones, as como cada uno de los dems documentos conciliares, tiene una innegable importancia. Me toca en esta ocasin destacar la gran trascendencia de la Dei Verbum, tanto en s misma como para la marcha de la Iglesia de estos tiempos. Ante todo se trata de una Constitucin dogmtica, al igual que la Lumen gentium. Esto ya tiene su importancia particular 4 . La profundizacin sobre la divina Revelacin constituye un don y una enseanza autorizada que ilumina la marcha del Pueblo de Dios. Especialmente cuando cierto relativismo y reduccionismo viene conduciendo a una crisis en la interpretacin de la Palabra de Dios escrita, las luminosas enseanzas de la Dei Verbum cobran una mayor importancia. 3. Historia Empecemos por recordar algo de la historia de la notable Constitucin. El da 18 de noviembre de 1965, en la octava sesin del Concilio, fue promulgada por el Papa Pablo VI la Constitucin Dogmtica sobre la Divina Revelacin. Apareca as uno de los documentos ms breves y al mismo tiempo de ms rica doctrina que ha promulgado el Concilio Vaticano II. La Dei Verbum ha sido un documento de larga gestacin. Desde el primer esquema hasta su redaccin final hubo un recorrido en que el permanente afn por profundizar con fidelidad en temas tan densos se fue concretando hasta que se lleg finalmente a proponer la doctrina autntica sobre la Revelacin y su transmisin: para que todo el mundo, con el anuncio de la salvacin, oyendo crea, y creyendo espere, y esperando ame 5 . El alcance y valoracin de ese proceso lo explica muy bien el Cardenal de Lubac: En esta Constitucin Dei Verbum se ventilan la idea de la Revelacin lo mismo que los conceptos ntimamente ligados con ella, como son los conceptos de tradicin e inspiracin. sta era la primera vez que un concilio se pona a estudiar "de una manera tan consciente y metdica las categoras ms fundamentales y primordiales del cristianismo" 6 . Cuidadosamente examinada y revisada la Constitucin vio finalmente la luz con una aprobacin de la asamblea conciliar que manifestaba una prctica unanimidad. De los 2,350 Padres conciliares presentes, 2,344 votaron placet y

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slo 6 votaron non placet. La promulgacin de la Dei Verbum por el Papa Pablo VI ofreca a la Iglesia un invalorable documento para guiar su camino de renovacin. 4. Doctrina Respecto a la doctrina de la Dei Verbum, lo primero que habra que tener en cuenta es que el nombre con el que es conocida -Dei Verbum- no se refiere, como a veces errneamente se piensa, slo a la Palabra de Dios escrita, es decir a la Biblia, sino que alcanza a toda la divina Revelacin. Precisamente, como hemos recordado hace unos momentos, se es su ttulo: Constitucin Dogmtica sobre la Divina Revelacin. El tema fundamental de esta Constitucin es el de la Revelacin y su transmisin. Obviamente, dentro de esta perspectiva, la Sagrada Escritura tiene un lugar fundamental, pero no exclusivo. Esto se percibe con nitidez observando la disposicin de los temas en la Constitucin: luego de tratar en su primer captulo de la Revelacin en s misma, en el segundo abordar el tema de su transmisin a travs de la Sagrada Tradicin y de la Sagrada Escritura. Ser a partir del tercer captulo, hasta el sexto, que tratar especficamente de la Sagrada Escritura, siempre enmarcada dentro del tema de la Revelacin de Dios. Quiz uno de los ms graves problemas que se han venido dando en relacin a la Escritura, en especial desde el siglo XVI y entre nosotros avanzado el siglo XX, ha sido la actitud de aproximarse a ella de manera aislada y de ignorar o no tomar en debida cuenta su esencial relacin con la Tradicin y con el Magisterio. Precisamente por eso resulta tan significativo que el Concilio llegue a invitar a un estudio profundo de la Sagrada Escritura -incluso afirmando que quien no conoce la Escritura no conoce a Cristo 7 -, pero siempre exhortando a conocerla y estudiarla como corresponde. Es decir en el marco de la Revelacin, en unidad con la Tradicin, en dcil apertura al Espritu, inspirador de la Sagrada Escritura, y destacando la necesidad de atender al Magisterio de la Iglesia 8 . La Dei Verbum es un gran intento de unidad y de sntesis en la aproximacin a los fundamentos de nuestra fe. Como dice el Cardenal Henri de Lubac: Uno de los principales mritos (de la Dei Verbum) es el de haber devuelto todo a la unidad. Unidad del Revelador y de lo Revelado: Jesucristo, "autor y consumador de nuestra fe"; unidad en l de los dos Testamentos, que a l rinden testimonio; unidad de la Escritura y de la Tradicin, que no pueden jams separarse; unidad, presentada en el ltimo captulo, del Verbo de Dios bajo las dos formas con las cuales l se hace presente entre nosotros: la Escritura y la Eucarista 9 .

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5. Naturaleza de la Revelacin En el proemio de la Dei Verbum se afirma que siguiendo las huellas de los Concilios Tridentino y Vaticano I, este Concilio quiere proponer la doctrina autntica sobre la Revelacin y su transmisin 10 . As, pues, la Dei Verbum se pone explcitamente en lnea de continuidad con lo afirmado en los dos Concilios precedentes. Sin embargo, al mismo tiempo, presenta acentos propios muy significativos que constituyen una profundizacin en la percepcin de la Revelacin, en un proceso tpico de la vida eclesial que se ha llamado "evolucin homognea" o ms recientemente "renovacin en continuidad". Ya desde el mismo proemio aparece una especie de sntesis del planteamiento y de los acentos fundamentales. Acudiendo a las palabras inspiradas de San Juan en su primera carta 11 , la Revelacin es presentada como la misma vida de Dios que se nos ha manifestado en Jesucristo para invitarnos a vivir la comunin 12 . A partir del proemio y, en general, de lo dicho en el captulo primero, se ve que la Revelacin es presentada desde una perspectiva personal comunicativa. El acento no est puesto en la revelacin de algo -de una serie de verdades-, sino de Alguien que se automanifiesta para entrar en comunin. l mismo, a travs de su revelacin, establece una relacin personal con los hombres: movido por amor, habla a los seres humanos como amigos para invitarlos y recibirlos en su compaa. En palabras de San Juan, es la misma vida eterna, que estaba junto al Padre y se nos manifest 13 . El Padre envi a su Hijo, la Palabra eterna, que alumbra a todo hombre, para que habitara entre los hombres y les contara la intimidad de Dios 14 . Aqu queda de manifiesto otro aspecto importante en la enseanza conciliar: la perspectiva trinitaria. Dios se ha manifestado a s mismo, en su unidad y trinidad. De esta manera, por Cristo, la Palabra hecha carne, y con el Espritu Santo, pueden los hombres llegar hasta el Padre y participar de la naturaleza divina 15 . Es Dios uno y trino, comunin divina de amor, quien sale al encuentro del hombre. Adems de estos acentos que hemos visto tambin aparece un claro acento cristolgico. Jesucristo es el mediador y plenitud de toda la Revelacin 16 . En l "resplandece" la verdad profunda de Dios y la salvacin del hombre. l es mediador de una manera nueva: no es slo portador de un mensaje, como lo puede ser un profeta, pues l mismo es el mensaje. Ms an, quien lo ve a l, ve al Padre. En l se une la revelacin y lo revelado. l es, adems, la plenitud de esta Revelacin. Ahora en esta etapa final (Dios) nos ha hablado por el Hijo 17 .

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Ya no hay que esperar otra Revelacin pblica antes de la gloriosa manifestacin de Jesucristo, pues l, con su presencia y manifestacin, con sus palabras y obras, signos y milagros, sobre todo con su muerte y gloriosa resurreccin, con el envo del Espritu de la verdad, lleva a plenitud toda la Revelacin 18 . Ahora bien, junto con estos acentos, aparecen tambin otros dos de no menor importancia: el aspecto salvfico y el antropolgico. Con el padre Lyonnet podemos decir que tanto en el captulo primero como en el segundo de la Constitucin, hay una clara preocupacin por destacar el aspecto salvfico de la Revelacin 19 . Dios se revela para salvar al hombre, para hacerlo participar de su amistad y compaa. se es el sentido de la Revelacin y eso aparece desde diversas perspectivas. La historia no es considerada como una simple serie y sucesin de acontecimientos sino como una economa de la salvacin. Dios, afirma la Constitucin, queriendo abrir el camino de la salvacin que viene de lo alto, se revel desde el principio personalmente a nuestros primeros padres. Despus de su cada, los levant a la esperanza de la salvacin, con la promesa de la redencin 20 . Y as fue manifestndose a los hombres, a su pueblo, preparando la Revelacin evanglica, en donde aparecer en plenitud el hecho de que Dios est con nosotros para librarnos de las tinieblas del pecado y la muerte y para hacernos resucitar a una vida eterna 21 . Con respecto a lo antropolgico, muy relacionado con el aspecto personal, podemos decir que en la Constitucin aparece permanentemente una preocupacin por resaltar el destino humano de la Revelacin. Esto se ve, por ejemplo, en el objeto de la Revelacin. Qu revela Dios? La verdad profunda de Dios y de la salvacin del hombre. Dios se manifiesta al hombre plenamente en Jesucristo. En l resplandece la verdad profunda sobre Dios y sobre el hombre; en l se manifiesta el camino de la salvacin. 6. La transmisin de la Revelacin En el captulo segundo la Dei Verbum aborda el tema de la transmisin de la Revelacin. Se suele afirmar que este captulo fue de los ms sometidos a escrutinio. De por medio estaba la cuestin tan discutida de la suficiencia material de la Escritura. Por otro lado la postura clsica de la Iglesia, sobre todo despus del Concilio de Trento, era planteada desde la perspectiva de las dos fuentes de la Revelacin. Pero haba una corriente que buscaba darle a esta doctrina catlica una expresin ms comprehensiva, para lo que daban razones.

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Por eso este captulo plantea en primer lugar la cuestin de la transmisin de la Revelacin y despus se va a detener a tratar especficamente de la Tradicin. Luego plantear las relaciones entre la Sagrada Tradicin y la Sagrada Escritura, para finalmente desarrollar la relacin entre el depsito de la Revelacin y el Magisterio de la Iglesia. Una visin en la que estn incluidos en admirable sntesis los diversos trminos del asunto. Detengmonos un poco en el problema de la suficiencia material de la Sagrada Escritura, es decir, la cuestin de "la teora de las dos fuentes" y en aquella inaceptable posicin de la "sola Scriptura". La Constitucin se pone por encima de toda polmica y se entrega a la reflexin teolgica buscando una nueva expresin, una maduracin. Deja de lado el lenguaje que alude a "dos fuentes" y resalta ms bien la unidad del depsito de la Revelacin en sus dos modalidades 22 . Es decir, profundizando en los conceptos de la Tradicin y la Escritura expresa con sabidura que stas no son dos fuentes paralelas. Percibe ms bien su unidad, ambas estn estrechamente unidas y compenetradas 23 . La Sagrada Tradicin y la Sagrada Escritura forman el nico "depsito de la Revelacin" 24 . Esto no significa, quede claro, un diluir la Tradicin tornndola innecesaria. Ms bien, la Constitucin ensea que la Iglesia no saca nicamente de la Sagrada Escritura su certeza acerca de todo lo revelado 25 . La Tradicin es necesaria para la transmisin y certeza acerca de lo revelado y, adems, la Tradicin da a conocer a la Iglesia el canon de los libros sagrados y hace que los comprenda cada vez mejor y los mantenga siempre. Las palabras del estudioso Cardenal Jean Danilou son muy claras con respecto al alcance de esta doctrina conciliar. El texto ha querido oponerse a la concepcin de la Escritura como nica fuente de nuestra certeza acerca de la Revelacin: la Escritura no puede prescindir de la Tradicin. Y ms adelante afirma sobre este punto que la adquisicin ms importante del Concilio Vaticano II, no fue el decidir sobre el problema de esas fuentes, que no es una cuestin tan importante, sino haber dado nuevamente a la nocin de Tradicin una riqueza que tal vez haba perdido la Iglesia Catlica al reducirla a la autoridad magisterial y a darnos verdades que no se encontraran sino en ella. La Tradicin es algo extremadamente rico: es toda la vitalidad de la Iglesia bajo la influencia del Espritu Santo, que conserva el depsito, lo actualiza en el tiempo, segn cada poca 26 . Cabe destacar tambin finalmente sobre este captulo segundo el papel del Magisterio con respecto al depsito de la Revelacin 27 . Afirma la Constitucin

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que el Magisterio no est por encima de la palabra de Dios, sino a su servicio, para ensear puramente lo transmitido. Slo l tiene el oficio de interpretar autorizadamente la palabra de Dios, oral o escrita. Finalmente afirmar que la Tradicin, la Escritura y el Magisterio de la Iglesia... estn unidos y ligados, de modo que ninguno puede subsistir sin los otros 28 . De esta manera se evidencia lo errado del principio de la "sola Scriptura" al mismo tiempo que se resalta el justo lugar de la Tradicin y del Magisterio. 7. La inspiracin divina y la verdad de la Sagrada Escritura La Dei Verbum afirma tajantemente: La Revelacin que la Sagrada Escritura contiene y ofrece ha sido puesta por escrito bajo la inspiracin del Espritu Santo 29 . Sealando lo bsico de la inspiracin, deja de lado toda terminologa de escuela, enseando que Dios y el hombre son "autores" de la Escritura, pero no lo son de la misma manera. Dios obrando en los autores humanos y a travs de ellos garantiza que pongan por escrito todo y slo lo que Dios quera 30 . En la segunda parte del n. 11, aborda otro tema de gran importancia. Es el tema de la verdad en la Sagrada Escritura. La Iglesia siempre ha credo y cree en la verdad de la Escritura. Ahora bien, en qu sentido? La respuesta a esta pregunta desde finales del siglo pasado ha venido causando algunas tensiones. Por un lado, por parte de quienes afirmaban que la Escritura se equivoca, por ejemplo, en afirmaciones cientficas, y, por otro, por aquellos que buscaban dar una respuesta pero desde presupuestos inadecuados para hacer frente a la dificultad. La tesis concordista del siglo XIX perciba la verdad y la inerrancia desde un enfoque de buenas intenciones pero en exceso simplista. Desde ste se planteaba la ausencia de error sobre la totalidad de lo afirmado literalmente por los autores bblicos. Una vez ms el Concilio profundiz teolgicamente. As ha esclarecido el alcance de lo que se entiende por la verdad bblica. Desde la perspectiva de la Revelacin y desde su finalidad salvfica se ilumina la nocin de verdad en los libros de la Biblia. Se trata de aquella verdad que Dios hizo consignar en dichos libros para salvacin nuestra 31 . 8. La interpretacin de la Sagrada Escritura Otro tema central en la Dei Verbum es la autntica interpretacin catlica de la Escritura. El racionalismo presentaba temas urgentes que requeran de respuesta. Los mtodos nacidos de una aproximacin unilateral histrico-crtica ya venan

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constituyendo un desafo bastante grave, y el panorama apareca an ms oscuro, como se ha venido verificando en los ltimos aos. Presentando una visin coherente de la Revelacin en sus diversos alcances, la Dei Verbum tratar de la interpretacin de la Biblia. Si la Escritura es un texto divino-humano que contiene sin yerro la verdad para nuestra salvacin, el intrprete, para conocer esa verdad, debe aproximarse de manera correspondiente a la singular naturaleza del escrito portador de la misma y con mtodos proporcionales a dicha naturaleza nica. Dios habla en la Escritura por medio de hombres y en lenguaje humano; por lo tanto, el intrprete de la Escritura, para conocer lo que Dios quiso comunicarnos, debe estudiar con atencin lo que los autores queran decir y Dios quera dar a conocer con dichas palabras 32 . El Concilio plantea de esta manera un doble trabajo para el exegeta, o ms bien, como dice el antiguo profesor del Pontificio Instituto Bblico, el padre Ignace de la Potterie, se exige un doble esfuerzo de comprensin: el que se impone para cualquier texto de literatura o de historia, y adems el de intentar comprender la Escritura en cuanto que transmite la Palabra de Dios, la Revelacin 33 . No se trata de dos trabajos separados que busquen sentidos de la Escritura sustancialmente distintos. Usando una figura podramos hablar de crculos concntricos: el esfuerzo por comprender la intencin del autor -sentido literalhistrico- est dentro de un crculo mayor: el verdadero sentido del texto sagrado -sentido espiritual-. Con respecto al trabajo por descubrir la intencin del autor, el Concilio va a dar una serie de recomendaciones en la lnea de lo ya planteado por Po XII en la Divino afflante Spiritu: es decir, perspectivas usadas por la hermenutica histrica o literal. Es una exigencia propia del aspecto de la "humanidad" del texto. Por eso el Concilio pide no obviar este esfuerzo por encontrar el sentido literal, bajo el riesgo de no conocer lo que Dios quiso comunicarnos 34 . De esta manera la Constitucin afirma que se deben tener en cuenta entre otras cosas los gneros literarios, las condiciones del tiempo y cultura del autor, los modos de pensar y de expresar usados en esa poca, etc. Pero, como hemos dicho, la Dei Verbum da seguidamente un principio fundamental, y complementario del anterior, para descubrir el verdadero sentido del texto sagrado 35 : La Escritura se ha de leer e interpretar con el mismo Espritu con que fue escrita 36 . Ya no se refiere al sentido literal. Ahora est

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hablando del sentido espiritual, es decir, el sentido que le da el Espritu, con mayscula. se es el verdadero sentido del texto sagrado, segn palabras de la Constitucin. La interpretacin en el Espritu significa, ante todo, apertura al Espritu, y por lo tanto vida de fe por parte del intrprete. Y, en segundo lugar, buscar el Espritu en la letra, es decir, ir al mensaje del texto, no en contra del texto, sino profundizando en l. La bsqueda del sentido literal permite conocer el significado histrico del texto; la bsqueda del sentido espiritual nos conduce a la bsqueda de la verdad que Dios hizo consignar en dichos libros para salvacin nuestra 37 . La verdad para nuestra salvacin no est en el significado filolgico o tcnico de un texto. Buscar este significado es paso necesario, pero de ninguna manera se puede asumir en forma excluyente ni con criterio reductivo. Ya deca Schlier: Quien equipado con todas las tcnicas del saber filolgico e histrico se acerca a interpretar la Sagrada Escritura y no se preocupa de aadir la experiencia fundamental, de la que nos habla el mismo Nuevo Testamento, es decir, la fe, ese tal jams llegar a conocer la realidad que nos comunica en su mensaje el Nuevo Testamento 38 . Cmo ponerse en esa perspectiva complementaria y fundamental? Cmo realizar la labor de interpretar la Escritura con el mismo Espritu con que fue escrita? La Dei Verbum da tres criterios. En primer lugar, tener muy en cuenta el contenido y la unidad de toda la Escritura. Es decir, frente a la tendencia positivista de descomponer la Escritura en partes, el Catecismo de la Iglesia Catlica, en la lnea de la Dei Verbum, explicita que por muy diferentes que sean los libros que la componen, la Escritura es una en razn de la unidad del designio de Dios, del que Cristo Jess es el centro y el corazn, abierto desde su Pascua 39 . En segundo lugar, la Constitucin indica que hay que leer la Sagrada Escritura en la Tradicin viva de toda la Iglesia 40 . Este principio est vinculado con lo ya dicho acerca de las relaciones entre la Escritura, la Tradicin y el Magisterio. En este caso, la Escritura no puede subsistir sin la Tradicin y el Magisterio. Como dice el Catecismo, la Iglesia encierra en su Tradicin la memoria viva de la Palabra de Dios, y el Espritu Santo le da la interpretacin espiritual de la Escritura 41 . Y finalmente, en tercer lugar, se invita a estar siempre atento a la analoga de la fe. Por "analoga de la fe" entendemos la cohesin de las verdades de la fe entre s y en el proyecto total de la Revelacin 42 . Es decir, la interrelacin de las enseanzas de la fe de la Iglesia.

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En resumen, al leer e interpretar un texto de la Sagrada Escritura es indispensable que siempre se le considere en relacin a la unidad de la Escritura entera, en la Tradicin y en la cohesin de las verdades de la fe, y en atencin al Magisterio. Esta perspectiva integral es esencial para una recta aproximacin a la Biblia. Como se ve, la Constitucin sale al frente de diversas corrientes que aplican de manera unilateral mtodos como el histrico-crtico. Resulta fundamental el lcido anlisis hecho por el Cardenal Ratzinger sobre los problemas de la exgesis de hoy. Afirma l que la orientacin metodolgica de fondo de la exgesis moderna est absolutamente en contraste con este principio teolgico (el que acabamos de considerar). Es precisamente este principio lo que dicha tendencia se empea en eliminar a toda costa. Segn esta exgesis se podra afirmar que, o bien la interpretacin es crtica, o bien se remite a la autoridad; pero ambas no son posibles a la vez. Interpretar "crticamente" la Biblia significa dejar atrs en la interpretacin todo recurso a la autoridad. La "tradicin" no debe ser totalmente excluida como medio de comprensin, pero cuenta slo en la medida en que sus "fundamentos" se sostienen ante los mtodos "crticos". En ningn caso la "tradicin" puede ser criterio de interpretacin. Tomada en su conjunto, la interpretacin tradicional es considerada como precientfica e ingenua; slo la interpretacin histrico-crtica parece capaz de acceder verdaderamente al texto. Por esta razn tambin la unidad de la Biblia se convierte en un postulado superado 43 . Segn lo que plantean estas tendencias errneas, la tarea encomendada por el Concilio a la exgesis resultara contradictoria. No podra haber una exgesis al mismo tiempo crtica y teolgica, literal y espiritual. Sin embargo, frente a esto, dir el mismo Cardenal Ratzinger: Personalmente estoy convencido de que una lectura atenta del texto entero de la Dei Verbum permite hallar los elementos esenciales para una sntesis entre el mtodo histrico y la "hermenutica" teolgica 44 . Una obra creativa que supere falsas antinomias se abre como una tarea que debe asumir la exgesis de nuestro tiempo, superando los lastres que pudieren provenir de posturas ideolgicas subyacentes a los mtodos y que en realidad constituyen el obstculo fundamental para su empleo adecuado al sentido singular de la Biblia. 9. El Antiguo Testamento En los captulos cuarto y quinto la Dei Verbum se ocupa del Antiguo y del Nuevo Testamento respectivamente.

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Con respecto al Antiguo Testamento, va a tratar sobre la presencia de la historia de la salvacin en dichos libros, la importancia que tiene la economa antigua con respecto a la venida de Cristo y, finalmente, la relacin que hay entre el Antiguo y el Nuevo Testamento. Es significativo el hecho de que la Constitucin retome y exponga el principio tradicional de la unidad de ambos Testamentos. Fundamenta esta unidad, en primer lugar, en la unidad del autor: Dios que inspira ambos Testamentos. Queda as excluida la postura de cierta exgesis crtica que plantea en trminos de discontinuidad absoluta la relacin entre ambos Testamentos, incluso extendiendo esta perspectiva de "no unidad" al interior de cada uno. Sin embargo, queda claro tambin que dicha unidad no es rgida, uniforme, admite una flexibilidad que da lugar a lo nuevo. As, mientras que los libros del Antiguo Testamento, por contener la historia de la salvacin, conservan para siempre su valor 45 , es evidente que en s mismos no tienen su plenitud. Su valor e importancia principal est en su preparacin con respecto a Cristo, en que apuntan a l. Por eso alcanzan y muestran su plenitud de sentido en el Nuevo Testamento 46 , es decir, en Cristo. De esta manera, como dice el Catecismo, los cristianos... leen el Antiguo Testamento a la luz de Cristo muerto y resucitado 47 . Hay pues una innegable novedad que aparece en el Nuevo Testamento. Pero existe todava una importante precisin final: en virtud de la especial unidad de ambos, el Nuevo Testamento tambin se "beneficia" del Antiguo, pues ste lo ilumina y lo explica 48 . 10. El Nuevo Testamento Pasando al Nuevo Testamento, vemos que son cuatro profundos y magnficos prrafos, muy ricos en doctrina, los que le dedica la Dei Verbum. En primer lugar la Constitucin resalta la excelencia de todo el Nuevo Testamento, en donde la palabra de Dios... se encuentra y despliega su fuerza de modo privilegiado 49 . Luego se detiene a considerar cmo dentro del Nuevo Testamento sobresalen singularmente los Evangelios, por ser el testimonio principal de la vida y doctrina 50 del Verbo Eterno hecho hombre. Y, con la tradicin de siempre, seala que el Evangelio cudruple es de origen apostlico. Seguidamente ingresa a tratar profticamente un tema que ha causado no pocas desviaciones desde principios de siglo: la cuestin de la historicidad de los Evangelios.

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Son conocidas ciertas posturas de la escuela de la "historia de las formas", cuyos mximos exponentes -Bultmann y Dibelius- las han propagado a travs de sus escritos y enseanzas. Problema que poco a poco durante el siglo XX fue introducindose dentro de la Iglesia llevando a algunos a establecer una inaceptable distincin entre el Jess histrico y el Cristo de la fe. Las palabras del Concilio causan una honda impresin. Muestran significativa energa y determinacin frente a un grave problema: La santa madre Iglesia ha defendido siempre y en todas partes, con firmeza y mxima constancia, que los cuatro Evangelios mencionados, cuya historicidad afirma sin dudar, narran fielmente lo que Jess, el Hijo de Dios, viviendo entre los hombres, hizo y ense realmente para la eterna salvacin de los mismos hasta el da de la ascensin 51 . Contrario a las conclusiones de las escuelas racionalistas, el Concilio afirma con toda consistencia la historicidad de los Evangelios. No vacila en enfatizar que los Evangelios narran fielmente la presencia y obra de Jesucristo. El claro nfasis del Concilio resulta realmente proftico, pues su enseanza sobre la historicidad de los Evangelios tiene plena vigencia ante rebrotes racionalistas y sus ecos llegados a nuestras tierras latinoamericanas, especialmente en los ltimos aos. En la lnea del Concilio se debe decir que es absolutamente inaceptable pretender que Jess de Nazaret, Nuestro Seor, es una persona distinta de la que confesamos en el Credo y anunciamos en la Iglesia, desde los orgenes. sta es una brjula muy clara para discernir entre aproximaciones exegticas que hoy se difunden, muchas de ellas irreconciliables con la fe de la Iglesia. 11. La Sagrada Escritura en la vida de la Iglesia El ltimo captulo de la Constitucin trata acerca de la Sagrada Escritura en la vida de la Iglesia. Empieza mencionando la veneracin que siempre ha tenido la Iglesia por la Sagrada Escritura. La Iglesia ha considerado siempre como suprema norma de su fe la Escritura unida a la Tradicin, ya que, inspirada por Dios y escrita de una vez para siempre, nos transmite inmutablemente la palabra del mismo Dios 52 . Seguidamente, luego de hablar de la importancia de las traducciones bien cuidadas para el uso de los fieles, va a detenerse en los deberes de los exegetas y de los telogos. Parte de un punto fundamental: su propio ministerio. Es decir, lejos de una mera actitud de erudicin histrica, la Iglesia procura comprender cada vez ms profundamente la Escritura para alimentar constantemente a sus

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hijos con la palabra de Dios 53 . Por eso, dentro de la lnea antes expuesta sobre la unidad entre Escritura, Tradicin y Magisterio, fomenta el estudio de los Padres de la Iglesia y el estudio de la liturgia, haciendo hincapi en el esfuerzo exegtico bajo la vigilancia del Magisterio y segn el sentir de la Iglesia 54 . Ms adelante trata de las relaciones entre la Escritura y la teologa, precisando que la Escritura debe ser como el alma de la teologa. Esto una vez ms dentro de la visin integral que ha venido presentando: La teologa se apoya, como en cimiento perdurable, en la Sagrada Escritura unida a la Tradicin 55 . Finalmente exhorta a una lectura asidua de la Escritura, teniendo en cuenta que desconocer la Escritura es desconocer a Cristo 56 . 12. Perspectivas para el tiempo adveniente La Dei Verbum ha marcado un rumbo claro con respecto a la Revelacin y a su transmisin. Al mismo tiempo ha salido al paso de problemas derivados de una incorrecta aproximacin a la Sagrada Escritura, que contiene y transmite la Revelacin. Ante todo cabe sealar los muchos beneficios que a travs de la aplicacin de esta Constitucin conciliar han llegado al Pueblo de Dios. Entre ellos, por ejemplo, una mayor cercana a la Sagrada Escritura por parte de los fieles laicos; una ms atenta consideracin de las lecturas dominicales; una ms intensa conciencia en todos de la unidad de Tradicin, Escritura y Magisterio; una mayor vinculacin de la labor teolgica y la Escritura. Sin embargo, no todo es positivo. No son pocos los que descubren una incompleta recepcin del texto conciliar. En tal sentido, por ejemplo, el Cardenal Ratzinger, tratando de la doctrina sobre la interpretacin de la Sagrada Escritura de la Dei Verbum, que ha de ser al mismo tiempo crtica y teolgica, sostiene que la recepcin post-conciliar de la Constitucin ha dejado prcticamente de lado la parte teolgica de la Dei Verbum como si fuese una concesin al pasado, asumiendo el texto nicamente como una aprobacin oficial e incondicionada del mtodo histrico-crtico. El hecho de que, despus del Concilio, hayan prcticamente desaparecido las diferencias confesionales entre la exgesis catlica y la protestante, se puede atribuir a esta recepcin unilateral del Concilio 57 . El campo de las traducciones al castellano de la Sagrada Escritura muestra tambin estar esperando una corriente que supere la tendencia predominante y la

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trascienda en una orientacin que, aplicando los grandes principios expuestos en la Dei Verbum, ponga masivamente a disposicin del Pueblo de Dios ediciones de los libros de la Biblia que permitan una lectura al mismo tiempo cientficamente actualizada y correspondiente al sentido de las lenguas originales, as como acompaada con notas que hagan patente el recurso a la Tradicin viva de la Iglesia, recurriendo profusamente a los Santos Padres y al Magisterio. Tambin en Amrica Latina se puede constatar una inadecuada recepcin de la Dei Verbum. Adems de los problemas del racionalismo, cabe destacar la presencia de un reduccionismo temporalista e ideolgico en no pocos textos y tambin en la prdica de algunos. Esta situacin no ha manifestado mayores mejoras a pesar de la notable difusin del Catecismo de la Iglesia Catlica y del eco que l brinda a la doctrina conciliar de la Dei Verbum, sobre todo en aquellos aspectos que han venido teniendo pobre recepcin en no pocos exegetas, como el sentido teolgico de la interpretacin. Cabe sealar que la difusin del Catecismo de la Iglesia Catlica es un nuevo motivo de esperanza de que una renovacin llegar a nuestras tierras. Al tocar el tema de la Revelacin y su transmisin, el Catecismo sigue en lo sustancial la doctrina de la Dei Verbum. Pero profundiza en ella, como se puede constatar, por ejemplo, en que al hablar de la interpretacin de la Escritura, adems del desarrollo doctrinal de la Dei Verbum, aada cinco nmeros ms sobre la interpretacin en el Espritu. Esto manifiesta el rumbo que ha fijado la enseanza conciliar y la importancia que se le da en este Catecismo que recoge la enseanza del Concilio de cara al Tercer Milenio. Vemos cmo esta Constitucin dogmtica del Concilio Vaticano II, de rica doctrina y grandes proyecciones, sigue plenamente vigente en su llamado a aproximarse a la Biblia desde la unidad de la Revelacin y desde un plano ms teolgico. Hay an camino por recorrer. Debemos acercarnos a la Sagrada Escritura desde la perspectiva de la Revelacin de Dios, unida ntimamente a la Tradicin, teniendo en cuenta que en ella el Padre, que est en el cielo, sale amorosamente al encuentro de sus hijos para conversar con ellos 58 . Hacindolo as, respondiendo con fidelidad a las orientaciones conciliares, sin duda florecer una mayor cercana y devocin a la Palabra de Dios entre nosotros, y la Nueva Evangelizacin se nutrir por el impulso y el ardor que la lectura y estudio de la Biblia en unin de la Tradicin y las orientaciones del Magisterio despertarn en estas tierras selladas por la primera evangelizacin.

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Concepto y clases de RevelacinConcepto Etimolgicamente, revelacin significa manifestar algo oculto. Proviene del verbo latino re-velare, quitar el velo que oculta algo, descubrir. Revelacin, en sentido estricto, es la manifestacin de alguna verdad hecha por Dios al hombre, descubrindole su propio Ser o su Nombre y sus designios de salvacin. Clases * Se llama revelacin natural a la manifestacin de Dios por la obra de la creacin. A travs de las criaturas se llega a un conocimiento real y verdadero de Dios, aunque no exhaustivo ni perfecto. * Se llama revelacin sobrenatural a la manifestacin que libremente hace Dios de s mismo a la criatura racional y para su salvacin.

La Revelacin sobrenatural 1. La religin cristiana se funda en la Revelacin sobrenatural histrica El cristianismo, junto con el judasmo, justifica su existencia acudiendo a su origen revelado por Dios. 2. Los elementos constitutivos de la Revelacin sobrenatural En la Revelacin intervienen varios elementos que la constituyen como tal. a) Dios que se revela libremente, porque quiere y sin ninguna clase de necesidad. b) El hombre que recibe la Revelacin. El hombre es el sujeto pasivo de la Revelacin. Slo el hombre, ser espiritual-racional, es capaz de recibir la Revelacin divina, porque para entender a otro - en este caso a Dioses necesario tener una cierta semejanza con el que habla; semejanza que viene dada por la razn humana. Pero el hombre es, adems, sujeto dinmico y existencial de la Revelacin; porque, por ella, Dios le invita a aceptar y a vivir de acuerdo con el mensaje revelado. Dios pide al hombre una actitud de fe, sin la cual la Revelacin queda sin producir su efecto salvador.

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c) Los contenidos intelectuales y objetivos de la Revelacin. Cuando Dios habla o se manifiesta siempre comunica algo, una verdad, una promesa, un mensaje. Ahora bien, los contenidos o el objeto de la verdad revelada son dobles: - Dios revela verdades naturales, es decir, verdades que el hombre puede conocer por s mismo, con la luz natural de la razn y sin la ayuda de Dios. Por ejemplo: su existencia, su sabidura, su providencia, etc. - Dios revela verdades sobrenaturales que superan la comprensin humana. Verdades sobrenaturales o misterios, es decir, verdades que pertenecen al propio ser y obrar de Dios, y que, an despus de reveladas, no alcanzamos a comprender su razn ntima de ser. 3. Posibilidad de la Revelacin La imposibilidad o dificultad de la existencia de la Revelacin slo puede originarse en Dios que revela, en el hombre que recibe la Revelacin o por los contenidos del mensaje revelado. a) Por parte de Dios no parece que pueda haber ninguna imposibilidad, si tenemos un recto concepto de Dios. Si entendemos que Dios es el Ser Supremo omnipotente, que puede hacer todo, lgicamente concluiremos que tambin puede revelar . Ahora bien, si negamos su existencia (atesmo), o su cognoscibilidad (agnosticismo) o su relacin con el mundo (desmo) no hay posibilidad de admitir la Revelacin sobrenatural. b) Por parte del hombre que recibe la Revelacin, tampoco aparece ninguna dificultad, puesto que el hombre es capaz de conocer la verdad y, como la Revelacin es manifestacin de verdades divinas, expresadas en forma de conceptos humanos, el hombre puede conocerlas y entenderlas. Una falsa concepcin antropolgica, pesimismo luterano, autonoma radical del liberalismo, etc., llevan a rechazar la posibilidad de la Revelacin sobrenatural por innecesaria o porque atenta a la autonoma ilimitada de la razn. c) Por parte de los contenidos u objeto de la Revelacin. Cabe distinguir entre: - Las verdades naturales, en las que no se encuentra ninguna razn para que no puedan ser reafirmadas tambin por la Revelacin sobrenatural.

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- Las verdades sobrenaturales o misterios, que presentan inicialmente cierta dificultad. Vamos a exponerlo: Los misterios son distintos a los problemas. El problema, una vez comprendido sus trminos, se resuelve. El misterio no es as. Es una verdad, que se presenta al entendimiento humano de tal forma, que slo puede ser entendido parcial y progresivamente. As, por ejemplo, la Iglesia es un misterio de salvacin; y, de ella podemos decir que es jerrquica, o que es carismtica, o que es el pueblo de Dios o que es el reino de Dios en su fase terrestre, etc. Todo es verdad y cada una de estas verdades no se op