tarea 1 unitatis redintegratio
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Ecumenismo y Diálogo Interreligioso Titulación Máster Universitario en Teología Profesor Bernardo Pérez Andreo [email protected] Curso 2015-2016 Cuatrimestre segundo ECTS: 3=75 horas
PRESENTACIÓN DE PRÁCTICAS Calificaciones del texto
Alumno/a HERNÁNDEZ HERNÁNDEZ, WALDEMAR CLARIDAD EXPOSITIVA
2o%
COHERENCIA TEXTUAL 20%
COMPRENSIÓN DE IDEAS 30%
VALORACIÓN CRÍTICA 30%
Calific. De la práctica
Texto TAREA 1
Fecha 15/02/2016
Nuestro documento es el más breve del Concilio Vaticano II, pero no por ello el menos relevante. Se
pensó primero como texto que se ocupara sobre los judíos, pero después se extendió a tocar las demás
religiones y el diálogo que la Iglesia debe mantener con todas y cada una de ellas.
La Declaración marcó un giro en las relaciones de la Iglesia con las religiones no cristianas, fijando unas
premisas nuevas en el acercamiento a otros creyentes.
El documento intenta mostrar lo que tienen en común las religiones y los creyentes y, de esta manera,
promover el diálogo y la colaboración entre ellos. Nunca antes un documento eclesial había reconocido este
fondo común que tienen todas las religiones, a saber, tratar de responder a los interrogantes del hombre en su
condición humana al reconocer a un ser Superior como Padre o Creador de todo lo que existe. Por esta razón,
el Concilio invita a los cristianos a promover y conservar todo lo que en las otras religiones hay de bueno y
justo, de verdadero y santo. Por eso la Iglesia “exhorta a sus hijos a que, con prudencia y caridad, mediante
el diálogo y colaboración con los adeptos de otras religiones, dando testimonio de fe y vida cristiana,
reconozcan, guarden y promuevan aquellos bienes espirituales y morales, así como los valores socio-
culturales que en ellos existen” (NA 2).
Después de considerar a todas las otras religiones en su conjunto, la Declaración se detiene en las dos
grandes religiones que, junto al cristianismo, profesan su fe en un único Dios, Creador de todo, y en
Abraham como padre de la fe monoteísta. Primero se ocupa del Islam en el punto 3. Del Islam señala los
puntos comunes con el cristianismo, pues creen en un único Dios que es todopoderoso, misericordioso,
clemente, compasivo, viviente y subsistente, creador del cielo y de la tierra, y que habló a los hombres por
medio de los profetas, enviados Suyos. Resalta la veneración que los musulmanes tienen hacia Abraham,
Moisés y otros patriarcas. Luego habla de la veneración que tienen hacia Jesús como uno de los más grandes
profetas (aunque no lo reconocen como Dios), y también la veneración hacia la Virgen María, madre virginal
de Jesús. Los musulmanes también esperan la venida de Jesús al fin de los tiempos y el juicio, cuando Dios
retribuirá a todos los hombres resucitados según su sumisión a la voluntad divina. La Declaración señala
también el aprecio de los musulmanes por la vida moral, por la oración, el ayuno y la limosna. Ante todas
estas similitudes, y teniendo en cuenta las divergencias doctrinales y las desavenencias históricas, el Concilio
exhorta a olvidarnos del pasado y promover juntos la justicia social, la moral, la paz y la libertad.
En el punto 4 se ocupa el documento de los judíos. Es la religión más cercana al cristianismo al tener
éste la misma raíz espiritual en la fe de Abrahán y en el Antiguo Testamento como Escritura Sagrada. La
Iglesia no se olvida de los vínculos que tiene con el Pueblo elegido en quien ella misma se ve prefigurada.
Por este gran patrimonio espiritual común entre cristianos y judíos el Concilio exhorta a fomentar el mutuo
reconocimiento y aprecio entre ambos grupos por medio de los estudios bíblico y teológico y del diálogo
fraterno. El Concilio aprovecha para reprobar cualquier tipo de persecución hacia los hombres, los odios y
las manifestaciones de antisemitismo de cualquier tipo y persona contra los judíos, y propone o anuncia la
cruz de Cristo como signo del amor universal de Dios y como fuente de toda gracia.
Termina la Declaración haciendo un llamamiento a excluir todo tipo de discriminación entre los hombres
y los pueblos por motivos de raza, color, condición o religión. Hace un llamamiento a la paz y a la
fraternidad universal basada en la verdad de que todos somos hijos de un mismo Padre y, por lo mismo,
hermanos unos de otros. El fundamento para la Iglesia es Cristo, Hijo Unigénito del Padre, en quien todo ha
sido reconciliado y recreado por Amor con la fuerza y la acción del Espíritu Santo.
Es sumamente relevante este giro que la Iglesia ha dado a su discurso sobre las demás religiones. No
podemos olvidarnos de que unos años antes, en el Pontificado de Pío XI, el diálogo interreligioso parecía
imposible.