taller de lectura de imaginación. antología

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Que los participantes fortalezcan sus capacidades intelectuales e incrementen su nivel cultural, para mejorar su nivel académico, mediante la lectura de obras literarias de diversos autores y géneros, el ejercicio de la escritura de la reseña literaria y la práctica de la narración oral pública. Taller de Lectura de Imaginaci ón Antología Dra. Margarita Díaz de León Ibarra

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Page 1: Taller de Lectura de Imaginación. Antología

Que los participantes fortalezcan sus capacidades intelectuales e incrementen su

nivel cultural, para mejorar su nivel académico, mediante la lectura de obras literarias de diversos autores y géneros, el

ejercicio de la escritura de la reseña literaria y la práctica de la narración oral pública.

Taller de Lectura de Imaginación

Antología

Dra. Margarita Díaz de León Ibarra

Page 2: Taller de Lectura de Imaginación. Antología

BODAS DE SANGRE1933

Federico García LorcaPoema trágico en tres actos y siete cuadros

Personajes

MadreCriadaLeonardoMozosNoviaVecinaNovioLeñadores

SuegraMuchachasPadre de la noviaMozosMujer de LeonardoLunaMuerte

Acto primeroCUADRO PRIMERO

Habitación pintada de amarillo.

Novio: (Entrando) Madre.

Madre: ¿Qué?

Novio: Me voy.

Madre: ¿Adónde?

Novio: A la viña. (Va a salir)

Madre: Espera.

Novio: ¿Quieres algo?

Madre: Hijo, el almuerzo.

Novio: Déjalo. Comeré uvas. Dame la navaja.

Page 3: Taller de Lectura de Imaginación. Antología

Madre: ¿Para qué?

Novio:(Riendo) Para cortarlas.

Madre: (Entre dientes y buscándola)La navaja, la navaja... Malditas sean todas y el bribón que las inventó.

Novio: Vamos a otro asunto.

Madre: Y las escopetas, y las pistolas, y el cuchillo más pequeño, y hasta las azadas y los bieldos de la era.

Novio: Bueno.

Madre: Todo lo que puede cortar el cuerpo de un hombre. Un hombre hermoso, con su flor en la boca, que sale a las viñas o va a sus olivos propios, porque son de él, heredados...

Novio:(Bajando la cabeza) Calle usted.

Madre: ... y ese hombre no vuelve. O si vuelve es para ponerle una palma encima o un plato de sal gorda para que no se hinche. No sé cómo te atreves a llevar una navaja en tu cuerpo, ni cómo yo dejo a la serpiente dentro del arcón.

Novio: ¿Está bueno ya?

Madre: Cien años que yo viviera no hablaría de otra cosa. Primero, tu padre, que me olía a clavel y lo disfruté tres años escasos. Luego, tu hermano. ¿Y es justo y puede ser que una cosa pequeña como una pistola o una navaja pueda acabar con un hombre, que es un toro? No callaría nunca. Pasan los meses y la desesperación me pica en los ojos y hasta en las puntas del pelo.

Novio:(Fuerte) ¿Vamos a acabar?

Madre: No. No vamos a acabar. ¿Me puede alguien traer a tu padre y a tu hermano? Y luego, el presidio. ¿Qué es el presidio? ¡Allí comen, allí fuman, allí tocan los instrumentos! Mis muertos llenos de hierba, sin hablar, hechos polvo; dos hombres que eran dos geranios... Los matadores, en presidio, frescos, viendo los montes...

Novio: ¿Es que quiere usted que los mate?

Page 4: Taller de Lectura de Imaginación. Antología

Madre: No... Si hablo, es porque... ¿Cómo no voy a hablar viéndote salir por esa puerta? Es que no me gusta que lleves navaja. Es que.... que no quisiera que salieras al campo.

Novio: (Riendo) ¡Vamos!

Madre: Que me gustaría que fueras una mujer. No te irías al arroyo ahora y bordaríamos las dos cenefas y perritos de lana.

Novio: (Coge de un brazo a la madre y ríe) Madre, ¿y si yo la llevara conmigo a las viñas?

Madre: ¿Qué hace en las viñas una vieja? ¿Me ibas a meter debajo de los pámpanos?

Novio: (Levantándola en sus brazos) Vieja, revieja, requetevieja.

Madre: Tu padre sí que me llevaba. Eso es buena casta. Sangre. Tu abuelo dejó a un hijo en cada esquina. Eso me gusta. Los hombres, hombres, el trigo, trigo.

Novio: ¿Y yo, madre?

Madre: ¿Tú, qué?

Novio: ¿Necesito decírselo otra vez?

Madre: (Seria) ¡Ah!

Novio: ¿Es que le parece mal?

Madre: No

Novio: ¿Entonces...?

Madre: No lo sé yo misma. Así, de pronto, siempre me sorprende. Yo sé que la muchacha es buena. ¿Verdad que sí? Modosa. Trabajadora. Amasa su pan y cose sus faldas, y siento, sin embargo, cuando la nombro, como si me dieran una pedrada en la frente.

Novio: Tonterías.

Madre: Más que tonterías. Es que me quedo sola. Ya no me queda más que tú, y siento que te vayas.

Novio: Pero usted vendrá con nosotros.

Page 5: Taller de Lectura de Imaginación. Antología

Madre: No. Yo no puedo dejar aquí solos a tu padre y a tu hermano. Tengo que ir todas las mañanas, y si me voy es fácil que muera uno de los Felix, uno de la familia de los matadores, y lo entierren al lado. ¡Y eso sí que no! ¡Ca! ¡Eso sí que no! Porque con las uñas los desentierro y yo sola los machaco contra la tapia.

Novio: (Fuerte) Vuelta otra vez.

Madre: Perdóname.(Pausa) ¿Cuánto tiempo llevas en relaciones?

Novio: Tres años. Ya pude comprar la viña.

Madre: Tres años. Ella tuvo un novio, ¿no?

Novio: No sé. Creo que no. Las muchachas tienen que mirar con quien se casan.

Madre: Sí. Yo no miré a nadie. Miré a tu padre, y cuando lo mataron miré a la pared de enfrente. Una mujer con un hombre, y ya está.

Novio: Usted sabe que mi novia es buena.

Madre: No lo dudo. De todos modos, siento no saber cómo fue su madre.

Novio: ¿Qué más da?

Madre: (Mirándole) Hijo.

Novio: ¿Qué quiere usted?

Madre: ¡Que es verdad! ¡Que tienes razón! ¿Cuándo quieres que la pida?

Novio: (Alegre) ¿Le parece bien el domingo?

Madre: (Seria) Le llevaré los pendientes de azófar, que son antiguos, y tú le compras...

Novio: Usted entiende más...

Madre: Le compras unas medias caladas, y para ti dos trajes... ¡Tres! ¡No te tengo más que a ti!

Novio: Me voy. Mañana iré a verla.

Page 6: Taller de Lectura de Imaginación. Antología

Madre: Sí, sí; y a ver si me alegras con seis nietos, o lo que te dé la gana, ya que tu padre no tuvo lugar de hacérmelos a mí.

Novio: El primero para usted.

Madre: Sí, pero que haya niñas. Que yo quiero bordar y hacer encaje y estar tranquila.

Novio: Estoy seguro que usted querrá a mi novia.

Madre: La querré. (Se dirige a besarlo y reacciona)Anda, ya estás muy grande para besos. Se los das a tu mujer.(Pausa. Aparte) Cuando lo sea.

Novio: Me voy.

Madre: Que caves bien la parte del molinillo, que la tienes descuidada.

Novio: ¡Lo dicho!

Madre: Anda con Dios.

(Se va el novio. La madre queda sentada de espaldas a la puerta. Aparece en la puerta una vecina vestida de color oscuro, con pañuelo a la cabeza.)

Madre: Pasa.

Vecina: ¿Cómo estás?

Madre: Ya ves.

Vecina: Yo bajé a la tienda y vine a verte. ¡Vivimos tan lejos...!

Madre: Hace veinte años que no he subido a lo alto de la calle.

Vecina: Tú estás bien.

Madre: ¿Lo crees?

Vecina: Las cosas pasan. Hace dos días trajeron al hijo de mi vecina con los dos brazos cortados por la máquina. (Se sienta.)

Page 7: Taller de Lectura de Imaginación. Antología

Madre: ¿A Rafael?

Vecina: Sí. Y allí lo tienes. Muchas veces pienso que tu hijo y el mío están mejor donde están, dormidos, descansando, que no expuestos a quedarse inútiles.

Madre: Calla. Todo eso son invenciones, pero no consuelos.

Vecina: ¡Ay!

Madre: ¡Ay! (Pausa)

Vecina: (Triste) ¿Y tu hijo?

Madre: Salió.

Vecina: ¡Al fin compró la viña!

Madre: Tuvo suerte.

Vecina: Ahora se casará.

Madre: (Como despertando y acercando su silla a la silla de la vecina.)Oye.

Vecina: (En plan confidencial) Dime.

Madre: ¿Tú conoces a la novia de mi hijo?

Vecina: ¡Buena muchacha!

Madre: Sí, pero...

Vecina: Pero quien la conozca a fondo no hay nadie. Vive sola con su padre allí, tan lejos, a diez leguas de la casa más cerca. Pero es buena. Acostumbrada a la soledad.

Madre: ¿Y su madre?

Vecina: A su madre la conocí. Hermosa. Le relucía la cara como un santo; pero a mí no me gustó nunca. No quería a su marido.

Madre: (Fuerte) Pero ¡cuántas cosas sabéis las gentes!

Page 8: Taller de Lectura de Imaginación. Antología

Vecina: Perdona. No quisiera ofender; pero es verdad. Ahora, si fue decente o no, nadie lo dijo. De esto no se ha hablado. Ella era orgullosa.

Madre: ¡Siempre igual!

Vecina: Tú me preguntaste.

Madre: Es que quisiera que ni a la viva ni a la muerte las conociera nadie. Que fueran como dos cardos, que ninguna persona los nombra y pinchan si llega el momento.

Vecina: Tienes razón. Tu hijo vale mucho.

Madre: Vale. Por eso lo cuido. A mí me habían dicho que la muchacha tuvo novio hace tiempo.

Vecina: Tendría ella quince años. Él se casó ya hace dos años con una prima de ella, por cierto. Nadie se acuerda del noviazgo.

Madre: ¿Cómo te acuerdas tú?

Vecina: ¡Me haces unas preguntas...!

Madre: A cada uno le gusta enterarse de lo que le duele. ¿Quién fue el novio?

Vecina: Leonardo.

Madre: ¿Qué Leonardo?

Vecina: Leonardo, el de los Félix.

Madre: (Levantándose)¡De los Félix!

Vecina: Mujer, ¿qué culpa tiene Leonardo de nada? Él tenía ocho años cuando las cuestiones.

Madre: Es verdad... Pero oigo eso de Félix y es lo mismo (entre dientes) Félix que llenárseme de cieno la boca (escupe), y tengo que escupir, tengo que escupir por no matar.

Vecina: Repórtate. ¿Qué sacas con eso?

Madre: Nada. Pero tú lo comprendes.

Page 9: Taller de Lectura de Imaginación. Antología

Vecina: No te opongas a la felicidad de tu hijo. No le digas nada. Tú estás vieja. Yo, también. A ti y a mí nos toca callar.

Madre: No le diré nada.

Vecina: (Besándola) Nada.

Madre: (Serena) ¡Las cosas...!

Vecina: Me voy, que pronto llegará mi gente del campo.

Madre: ¿Has visto qué día de calor?

Vecina: Iban negros los chiquillos que llevan el agua a los segadores. Adiós, mujer.

Madre: Adiós.

(Se dirige a la puerta de la izquierda. En medio del camino se detiene y lentamente se santigua.)

Telón

Acto primeroCUADRO SEGUNDO

Habitación pintada de rosa con cobres y ramos de flores populares. En el centro, una mesa con mantel. Es la mañana. Suegra de Leonardo con un niño en brazos. Lo mece. La mujer,

en la otra esquina, hace punto de media.

Suegra:Nana, niño, nanadel caballo grande que no quiso el agua.El agua era negra dentro de las ramas.Cuando llega el puente se detiene y canta.¿Quién dirá, mi niño,lo que tiene el agua con su larga cola por su verde sala?

Page 10: Taller de Lectura de Imaginación. Antología

Mujer: (Bajo)Duérmete, clavel,que el caballo no quiere beber.Suegra:Duérmete, rosal, que el caballo se pone a llorar.Las patas heridas, las crines heladas, dentro de los ojos un puñal de plata.Bajaban al río.¡Ay, cómo bajaban!La sangre corría más fuerte que el agua.Mujer:Duérmete, clavel,que el caballo no quiere beber.Suegra:Duérmete, rosal,que el caballo se pone a llorar.Mujer:No quiso tocar la orilla mojada, su belfo caliente con moscas de plata.A los montes duros solo relinchaba con el río muerto sobre la garganta. ¡Ay caballo grande que no quiso el agua!¡Ay dolor de nieve, caballo del alba!Suegra:¡No vengas! Detente,cierra la ventana con rama de sueños y sueño de ramas.Mujer:Mi niño se duerme.Suegra:

Page 11: Taller de Lectura de Imaginación. Antología

Mi niño se calla.Mujer:Caballo, mi niño tiene una almohada.Suegra:Su cuna de acero.Mujer:Su colcha de holanda.Suegra:Nana, niño, nana.Mujer:¡Ay caballo grande que no quiso el agua!Suegra:¡No vengas, no entres!Vete a la montaña.Por los valles grises donde está la jaca.Mujer: (Mirando)Mi niño se duerme.Suegra:Mi niño descansa.Mujer: (Bajito)Duérmete, clavel,que el caballo no quiere beber.Mujer: (Levantándose, y muy bajito)Duérmete, rosal.que el caballo se pone a llorar.(Entran al niño. Entra Leonardo)

Leonardo: ¿Y el niño?

Mujer: Se durmió.

Leonardo: Ayer no estuvo bien. Lloró por la noche.

Mujer: (Alegre)Hoy está como una dalia. ¿Y tú? ¿Fuiste a casa del herrador?

Leonardo: De allí vengo. ¿Querrás creer? Llevo más de dos meses poniendo herraduras nuevas al caballo y siempre se le caen. Por lo visto se las arranca con las piedras.

Page 12: Taller de Lectura de Imaginación. Antología

Mujer: ¿Y no será que lo usas mucho?

Leonardo: No. Casi no lo utilizo.

Mujer: Ayer me dijeron las vecinas que te habían visto al límite de los llanos.

Leonardo: ¿Quién lo dijo?

Mujer: Las mujeres que cogen las alcaparras. Por cierto que me sorprendió. ¿Eras tú?

Leonardo: No. ¿Qué iba a hacer yo allí en aquel secano?

Mujer: Eso dije. Pero el caballo estaba reventando de sudor.

Leonardo: ¿Lo viste tú?

Mujer: No. Mi madre.

Leonardo: ¿Está con el niño?

Mujer: Sí. ¿Quieres un refresco de limón?

Leonardo: Con el agua bien fría.

Mujer: ¡Cómo no viniste a comer!...

Leonardo: Estuve con los medidores del trigo. Siempre entretienen.

Mujer: (Haciendo el refresco y muy tierna) ¿Y lo pagan a buen precio?

Leonardo: El justo.

Mujer: Me hace falta un vestido y al niño una gorra con lazos.

Leonardo: (Levantándose)Voy a verlo.

Mujer: Ten cuidado, que está dormido.

Suegra: (Saliendo) Pero ¿quién da esas carreras al caballo? Está abajo, tendido, con los ojos desorbitados, como si llegara del fin del mundo.

Page 13: Taller de Lectura de Imaginación. Antología

Leonardo: (Agrio) Yo.

Suegra: Perdona; tuyo es.

Mujer: (Tímida) Estuvo con los medidores del trigo.

Suegra: Por mí, que reviente.(Se sienta.) (Pausa)

Mujer: El refresco. ¿Está frío?

Leonardo: Sí.

Mujer: ¿Sabes que piden a mi prima?

Leonardo: ¿Cuándo?

Mujer: Mañana. La boda será dentro de un mes. Espero que vendrán a invitarnos.

Leonardo: (Serio)No sé.

Suegra: La madre de él creo que no estaba muy satisfecha con el casamiento.

Leonardo: Y quizá tenga razón. Ella es de cuidado.

Mujer: No me gusta que penséis mal de una buena muchacha.

Suegra: Pero cuando dice eso es porque la conoce. ¿No ves que fue tres años novia suya? (Con intención.)

Leonardo: Pero la dejé. (A su mujer.) ¿Vas a llorar ahora? ¡Quita! (La aparta bruscamente las manos de la cara.) Vamos a ver al niño. (Entran abrazados.)

(Aparece la muchacha, alegre. Entra corriendo)

Muchacha: Señora.

Suegra: ¿Qué pasa?

Muchacha: Llegó el novio a la tienda y ha comprado todo lo mejor que había.

Suegra: ¿Vino solo?

Page 14: Taller de Lectura de Imaginación. Antología

Muchacha: No, con su madre. Seria, alta. (La imita) Pero ¡qué lujo!

Suegra: Ellos tienen dinero.

Muchacha: ¡Y compraron unas medias caladas!... ¡Ay, qué medias! ¡El sueño de las mujeres en medias! Mire usted: una golondrina aquí (Señala el tobillo.), un barco aquí (Señala la pantorrilla.) y aquí una rosa. (Señala el muslo.)

Suegra: ¡Niña!

Muchacha: ¡Una rosa con las semillas y el tallo! ¡Ay! ¡Todo en seda!

Suegra: Se van a juntar dos buenos capitales.

(Aparecen Leonardo y su mujer)

Muchacha: Vengo a deciros lo que están comprando.

Leonardo: (Fuerte) No nos importa.

Mujer: Déjala.

Suegra: Leonardo, no es para tanto.

Muchacha: Usted dispense. (Se va llorando.)

Suegra: ¿Qué necesidad tienes de ponerte a mal con las gentes?

Leonardo: No le he preguntado su opinión. (Se sienta)

Suegra: Está bien.

(Pausa)

Mujer: (A Leonardo)¿Qué te pasa? ¿Qué idea te bulle por dentro de cabeza? No me dejes así, sin saber nada...

Leonardo: Quita.

Mujer: No. Quiero que me mires y me lo digas.

Page 15: Taller de Lectura de Imaginación. Antología

Leonardo: Déjame. (Se levanta.)

Mujer: ¿Adónde vas, hijo?

Leonardo: (Agrio) ¿Te puedes callar?

Suegra: (Enérgica, a su hija) ¡Cállate! (Sale Leonardo) ¡El niño! (Entra y vuelve a salir con él en brazos.) (La mujer ha permanecido de pie, inmóvil)Las patas heridas,las crines heladas,dentro de los ojos un puñal de plata.Bajaban al río.La sangre corría más fuerte que el agua.Mujer: (Volviéndose lentamente y como soñando)Duérmete, clavel,que el caballo se pone a beber.Suegra:Duérmete, rosal,que el caballo se pone a llorar.Mujer:Nana, niño, nana.Suegra: Ay, caballo grande,que no quiso el agua!Mujer: (Dramática)¡No vengas, no entres!¡Vete a la montaña!¡Ay dolor de nieve,caballo del alba!Suegra: (Llorando)Mi niño se duerme...Mujer: (Llorando y acercándose lentamente)Mi niño descansa...Suegra:Duérmete, clavel,que el caballo no quiere beber.Mujer: (Llorando y apoyándose sobre la mesa.)Duérmete, rosal,

Page 16: Taller de Lectura de Imaginación. Antología

que el caballo se pone a llorar.Telón

Acto primeroCUADRO TERCERO

Interior de la cueva donde vive la novia. Al fondo, una cruz de grandes flores rosa. Las puertas, redondas, con cortinajes de encaje y lazos rosa. Por las paredes, de material blanco

y duro, abanicos redondos, jarros azules y pequeños espejos.

Criada: Pasen... (Muy afable, llena de hipocresía humilde. Entran el novio y su madre. La madre viste de raso negro y lleva mantilla de encaje. El novio, de pana negra con gran cadena de oro.) ¿Se quieren sentar? Ahora vienen. (Sale.) (Quedan madre e hijo sentados, inmóviles como estatuas. Pausa larga.)

Madre: ¿Traes el reloj?

Novio: Sí. (Lo saca y lo mira.)

Madre: Tenemos que volver a tiempo. ¡Qué lejos vive esta gente!

Novio: Pero estas tierras son buenas.

Madre: Buenas; pero demasiado solas. Cuatro horas de camino y ni una casa ni un árbol.

Novio: Estos son los secanos.

Madre: Tu padre los hubiera cubierto de árboles.

Novio: ¿Sin agua?

Madre: Ya la hubiera buscado. Los tres años que estuvo casado conmigo, plantó diez cerezos. (Haciendo memoria.) Los tres nogales del molino, toda una viña y una planta que se llama Júpiter, que da flores encarnadas, y se secó. (Pausa.)

Novio: (Por la novia) Debe estar vistiéndose.

(Entra el padre de la novia. Es anciano, con el cabello blanco, reluciente. Lleva la cabeza inclinada. La madre y el novio se levantan y se dan las manos en silencio.)

Padre: ¿Mucho tiempo de viaje?

Page 17: Taller de Lectura de Imaginación. Antología

Madre: Cuatro horas. (Se sientan.)

Padre: Habéis venido por el camino más largo.

Madre: Yo estoy ya vieja para andar por las terreras del río.

Novio: Se marea. (Pausa)

Padre: Buena cosecha de esparto.

Novio: Buena de verdad.

Padre: En mi tiempo, ni esparto daba esta tierra. Ha sido necesario castigarla y hasta llorarla, para que nos dé algo provechoso.

Madre: Pero ahora da. No te quejes. Yo no vengo a pedirte nada.

Padre: (Sonriendo) Tú eres más rica que yo. Las viñas valen un capital. Cada pámpano una moneda de plata. Lo que siento es que las tierras.... ¿entiendes?... estén separadas. A mí me gusta todo junto. Una espina tengo en el corazón, y es la huertecilla esa metida entre mis tierras, que no me quieren vender por todo el oro del mundo.

Novio: Eso pasa siempre.

Padre: Si pudiéramos con veinte pares de bueyes traer tus viñas aquí y ponerlas en la ladera. ¡Qué alegría!...

Madre: ¿Para qué?

Padre: Lo mío es de ella y lo tuyo de él. Por eso. Para verlo todo junto, ¡que junto es una hermosura!

Novio: Y sería menos trabajo.

Madre: Cuando yo me muera, vendéis aquello y compráis aquí al lado.

Padre: Vender, ¡vender! ¡Bah!; comprar hija, comprarlo todo. Si yo hubiera tenido hijos hubiera comprado todo este monte hasta la parte del arroyo. Porque no es buena tierra; pero con brazos se la hace buena, y como no pasa gente no te roban los frutos y puedes dormir tranquilo. (Pausa.)

Page 18: Taller de Lectura de Imaginación. Antología

Madre: Tú sabes a lo que vengo.

Padre: Sí.

Madre: ¿Y qué?

Padre: Me parece bien. Ellos lo han hablado.

Madre: Mi hijo tiene y puede.

Padre: Mi hija también.

Madre: Mi hijo es hermoso. No ha conocido mujer. La honra más limpia que una sábana puesta al sol.

Padre: Qué te digo de la mía. Hace las migas a las tres, cuando el lucero. No habla nunca; suave como la lana, borda toda clase de bordados y puede cortar una maroma con los dientes.

Madre: Dios bendiga su casa.

Padre: Que Dios la bendiga.

(Aparece la criada con dos bandejas. Una con copas y la otra con dulces.)

Madre: (Al hijo) ¿Cuándo queréis la boda?

Novio: El jueves próximo.

Padre: Día en que ella cumple veintidós años justos.

Madre: ¡Veintidós años! Esa edad tendría mi hijo mayor si viviera. Que viviría caliente y macho como era, si los hombres no hubieran inventado las navajas.

Padre: En eso no hay que pensar.

Madre: Cada minuto. Métete la mano en el pecho.

Padre: Entonces el jueves. ¿No es así?

Novio: Así es.

Page 19: Taller de Lectura de Imaginación. Antología

Padre: Los novios y nosotros iremos en coche hasta la iglesia, que está muy lejos, y el acompañamiento en los carros y en las caballerías que traigan.

Madre: Conformes.

(Pasa la criada)

Padre: Dile que ya puede entrar. (A la madre.) Celebraré mucho que te guste.

(Aparece la novia. Trae las manos caídas en actitud modesta y la cabeza baja.)

Madre: Acércate. ¿Estás contenta?

Novia: Sí, señora.

Padre: No debes estar seria. Al fin y al cabo ella va a ser tu madre.

Novia: Estoy contenta. Cuando he dado el si es porque quiero darlo.

Madre: Naturalmente. (Le coge la barbilla.) Mírame.

Padre: Se parece en todo a mi mujer.

Madre: ¿Sí? ¡Qué hermoso mirar! ¿Tú sabes lo que es casarse, criatura?

Novia: (Seria) Lo sé.

Madre: Un hombre, unos hijos y una pared de dos varas de ancho para todo lo demás.

Novio: ¿Es que hace falta otra cosa?

Madre: No. Que vivan todos, ¡eso! ¡Que vivan!

Novia: Yo sabré cumplir.

Madre: Aquí tienes unos regalos.

Novia: Gracias.

Padre: ¿No tomamos algo?

Page 20: Taller de Lectura de Imaginación. Antología

Madre: Yo no quiero. (Al novio.) ¿Y tú?

Novio: Tomaré. (Toma un dulce. La novia toma otro.)

Padre: (Al novio) ¿Vino?

Madre: No lo prueba.

Padre: ¡Mejor!

(Pausa. Todos están de pie.)

Novio: (A la novia) Mañana vendré.

Novia: ¿A qué hora?

Novio: A las cinco.

Novia: Yo te espero.

Novio: Cuando me voy de tu lado siento un despego grande y así como un nudo en la garganta.

Novia: Cuando seas mi marido ya no lo tendrás.

Novio: Eso digo yo.

Madre: Vamos. El sol no espera. (Al padre.) ¿Conformes en todo?

Padre: Conformes.

Madre: (A la criada) Adiós, mujer.

Criada: Vayan ustedes con Dios.

(La madre besa a la novia y van saliendo en silencio)

Madre: (En la puerta) Adiós, hija. (La novia contesta con la mano)

Padre: Yo salgo con vosotros. (Salen)

Page 21: Taller de Lectura de Imaginación. Antología

Criada: Que reviento por ver los regalos.

Novia: (Agria) Quita.

Criada: ¡Ay, niña, enséñamelos!

Novia: No quiero.

Criada: Siquiera las medias. Dicen que todas son caladas. ¡Mujer!

Novia: ¡Ea. qué no!

Criada: Por Dios. Está bien. Parece como si no tuvieras ganas de casarte.

Novia: (Mordiéndose la mano con rabia) ¡Ay!

Criada: Niña, hija, ¿qué te pasa? ¿Sientes dejar tu vida de reina? No pienses en cosas agrias. ¿Tienes motivo? Ninguno. Vamos a ver los regalos. (Coge la caja.)

Novia: (Cogiéndola de las muñecas) Suelta.

Criada: ¡Ay, mujer!

Novia: Suelta he dicho.

Criada: Tienes más fuerza que un hombre.

Novia: ¿No he hecho yo trabajos de hombre? ¡Ojalá fuera!

Criada: ¡No hables así!

Novia: Calla he dicho. Hablemos de otro asunto.

(La luz va desapareciendo de la escena. Pausa larga)

Criada: ¿Sentiste anoche un caballo?

Novia: ¿A qué hora?

Criada: A las tres.

Page 22: Taller de Lectura de Imaginación. Antología

Novia: Sería un caballo suelto de la manada.

Criada: No. Llevaba jinete.

Novia: ¿Por qué lo sabes?

Criada: Porque lo vi. Estuvo parado en tu ventana. Me chocó mucho.

Novia: ¿No sería mi novio? Algunas veces ha pasado a esas horas.

Criada: No.

Novia: ¿Tú le viste?

Criada: Sí.

Novia: ¿Quién era?

Criada: Era Leonardo.

Novia: (Fuerte) ¡Mentira! ¡Mentira! ¿A qué viene aquí?

Criada: Vino.

Novia: ¡Cállate! ¡Maldita sea tu lengua! (Se siente el ruido de un caballo.)

Criada: (En la ventana) Mira, asómate. ¿Era?

Novia: ¡Era!

Telón rápido

Acto segundoCUADRO PRIMERO

Zaguán de casa de la novia. Portón al fondo. Es de noche. La novia sale con enaguas blancas encañonadas, llenas de encajes y puntas bordadas, y un corpiño blanco, con los

brazos al aire. La criada lo mismo

Criada: Aquí te acabaré de peinar.

Page 23: Taller de Lectura de Imaginación. Antología

Novia: No se puede estar ahí dentro, del calor.

Criada: En estas tierras no refresca ni al amanecer.

(Se sienta la novia en una silla baja y se mira en un espejito de mano. La criada la peina.)

Novia: Mi madre era de un sitio donde había muchos árboles. De tierra rica.

Criada: ¡Así era ella de alegre!

Novia: Pero se consumió aquí.

Criada: El sino.

Novia: Como nos consumimos todas. Echan fuego las paredes. ¡Ay!, no tires demasiado.

Criada: Es para arreglarte mejor esta onda. Quiero que te caiga sobre la frente. (La novia se mira en el espejo.) ¡Qué hermosa estás! ¡Ay! (La besa apasionadamente.)

Novia: (Seria) Sigue peinándome.

Criada: (Peinándola)¡Dichosa tú que vas a abrazar a un hombre, que lo vas a besar, que vas a sentir su peso!

Novia: Calla.

Criada: Y lo mejor es cuando te despiertes y lo sientas al lado y que él te roza los hombros con su aliento, como con una plumilla de ruiseñor.

Novia: (Fuerte.) ¿Te quieres callar?

Criada: ¡Pero, niña! Una boda, ¿qué es? Una boda es esto y nada más. ¿Son los dulces? ¿Son los ramos de flores? No. Es una cama relumbrante y un hombre y una mujer.

Novia: No se debe decir.

Criada: Eso es otra cosa. ¡Pero es bien alegre!

Novia: O bien amargo.

Page 24: Taller de Lectura de Imaginación. Antología

Criada: El azahar te lo voy a poner desde aquí hasta aquí, de modo que la corona luzca sobre el peinado. (Le prueba un ramo de azahar.)

Novia: (Se mira en el espejo) Trae. (Coge el azahar y lo mira y deja caer la cabeza abatida.)

Criada: ¿Qué es esto?

Novia: Déjame.

Criada: No son horas de ponerse triste. (Animosa.) Trae el azahar. (La novia tira el azahar.) ¡Niña! Qué castigo pides tirando al suelo la corona? ¡Levanta esa frente! ¿Es que no te quieres casar? Dilo. Todavía te puedes arrepentir.(Se levanta.)

Novia: Son nublos. Un mal aire en el centro, ¿quién no lo tiene?

Criada: Tú quieres a tu novio.

Novia: Lo quiero.

Criada: Sí, sí, estoy segura.

Novia: Pero este es un paso muy grande.

Criada: Hay que darlo.

Novia: Ya me he comprometido.

Criada: Te voy a poner la corona.

Novia: (Se sienta) Date prisa, que ya deben ir llegando.

Criada: Ya llevarán lo menos dos horas de camino.

Novia: ¿Cuánto hay de aquí a la iglesia?

Criada: Cinco leguas por el arroyo, que por el camino hay el doble.

(La novia se levanta y la criada se entusiasma al verla.)

Despierte la novia la mañana de la boda.

Page 25: Taller de Lectura de Imaginación. Antología

¡Que los ríos del mundo lleven tu corona!Novia: (Sonriente) Vamos.

Criada: (La besa entusiasmada y baila alrededor)Que despierte con el ramo verde del laurel florido.¡Que despierte por el tronco y la ramade los laureles!(Se oyen unos aldabonazos.)

Novia: ¡Abre! Deben ser los primeros convidados.

(Entra.) (La criada abre sorprendida.)

Criada: ¿Tú?

Leonardo: Yo. Buenos días.

Criada: ¡El primero!

Leonardo: ¿No me han convidado?

Criada: Sí.

Leonardo: Por eso vengo.

Criada: ¿Y tu mujer?

Leonardo: Yo vine a caballo. Ella se acerca por el camino.

Criada: ¿No te has encontrado a nadie?

Leonardo: Los pasé con el caballo.

Criada: Vas a matar al animal con tanta carrera.

Leonardo: ¡Cuando se muera, muerto está!

Page 26: Taller de Lectura de Imaginación. Antología

(Pausa)

Criada: Siéntate. Todavía no se ha levantado nadie.

Leonardo: ¿Y la novia?

Criada: Ahora mismo la voy a vestir.

Leonardo: ¡La novia! ¡Estará contenta!

Criada: (Variando la conversación.) ¿Y el niño?

Leonardo: ¿Cuál?

Criada: Tu hijo.

Leonardo: (Recordando como soñoliento) ¡Ah!

Criada: ¿Lo traen?

Leonardo: No.

(Pausa. Voces cantando muy lejos)

Voces:¡Despierte la novia la mañana de la boda!Leonardo:Despierte la novia la mañana de la boda.Criada: Es la gente. Vienen lejos todavía.

Leonardo: (Levantándose) La novia llevará una corona grande, ¿no? No debía ser tan grande. Un poco más pequeña le sentaría mejor. ¿Y trajo ya el novio el azahar que se tiene que poner en el pecho?

Novia: (Apareciendo todavía en enaguas y con la corona de azahar puesta) Lo trajo.

Criada: (Fuerte) No salgas así.

Novia: ¿Qué más da? (Seria.) ¿Por qué preguntas si trajeron el azahar? ¿Llevas intención?

Page 27: Taller de Lectura de Imaginación. Antología

Leonardo: Ninguna. ¿Qué intención iba a tener? (Acercándose.) Tú, que me conoces, sabes que no la llevo. Dímelo. ¿Quién he sido yo para ti? Abre y refresca tu recuerdo. Pero dos bueyes y una mala choza son casi nada. Esa es la espina.

Novia: ¿A qué vienes?

Leonardo: A ver tu casamiento.

Novia: ¡También yo vi el tuyo!

Leonardo: Amarrado por ti, hecho con tus dos manos. A mí me pueden matar, pero no me pueden escupir. Y la plata, que brilla tanto, escupe algunas veces.

Novia: ¡Mentira!

Leonardo: No quiero hablar, porque soy hombre de sangre, y no quiero que todos estos cerros oigan mis voces.

Novia: Las mías serían más fuertes.

Criada: Estas palabras no pueden seguir. Tú no tienes que hablar de lo pasado. (La criada mira a las puertas presa de inquietud.)

Novia: Tienes razón. Yo no debo hablarte siquiera. Pero se me calienta el alma de que vengas a verme y atisbar mi boda y preguntes con intención por el azahar. Vete y espera a tu mujer en la puerta.

Leonardo: ¿Es que tú y yo no podemos hablar?

Criada: (Con rabia) No; no podéis hablar.

Leonardo: Después de mi casamiento he pensado noche y día de quién era la culpa, y cada vez que pienso sale una culpa nueva que se come a la otra; pero ¡siempre hay culpa!

Novia: Un hombre con su caballo sabe mucho y puede mucho para poder estrujar a una muchacha metida en un desierto. Pero yo tengo orgullo. Por eso me caso. Y me encerraré con mi marido, a quien tengo que querer por encima de todo.

Leonardo: El orgullo no te servirá de nada. (Se acerca.)

Page 28: Taller de Lectura de Imaginación. Antología

Novia: ¡No te acerques!

Leonardo: Callar y quemarse es el castigo más grande que nos podemos echar encima. ¿De qué me sirvió a mí el orgullo y el no mirarte y el dejarte despierta noches y noches? ¡De nada! ¡Sirvió para echarme fuego encima! Porque tú crees que el tiempo cura y que las paredes tapan, y no es verdad, no es verdad. ¡Cuando las cosas llegan a los centros, no hay quien las arranque!

Novia: (Temblando) No puedo oírte. No puedo oír tu voz. Es como si me bebiera una botella de anís y me durmiera en una colcha de rosas. Y me arrastra y sé que me ahogo, pero voy detrás.

Criada: (Cogiendo a Leonardo por las solapas) ¡Debes irte ahora mismo!

Leonardo: Es la última vez que voy a hablar con ella. No temas nada.

Novia: Y sé que estoy loca y sé que tengo el pecho podrido de aguantar, y aquí estoy quieta por oírlo, por verlo menear los brazos.

Leonardo: No me quedo tranquilo si no te digo estas cosas. Yo me casé. Cásate tú ahora.

Criada: (A Leonardo) ¡Y se casa!

Voces: (Cantando más cerca)Despierte la novia la mañana de la boda.Novia: Despierte la novia!(Sale corriendo a su cuarto.)

Criada: Ya está aquí la gente. (A Leonardo) No te vuelvas a acercar a ella.

Leonardo: Descuida. (Sale por la izquierda.)

(Empieza a clarear el día.)

Muchacha 1: (Entrando)Despierte la novia la mañana de la boda;ruede la ronda y en cada balcón una corona.Voces:¡Despierte la novia!

Page 29: Taller de Lectura de Imaginación. Antología

Criada: (Moviendo algazara)Que despiertecon el ramo verde del amor florido. ¡Que despierte por el tronco y la ramade los laureles!Muchacha 2: (Entrando)Que despierte con el largo pelo,camisa de nieve, botas de charol y platay jazmines en la frente.Criada:¡Ay pastora, que la luna asoma!Muchacha 1:¡Ay galán, deja tu sombrero por el olivar!Mozo 1: (Entrando con el sombrero en alto)Despierte la novia.que por los campos viene rondando la boda,con bandejas de daliasy panes de gloria.Voces:¡Despierte la novia!Muchacha 2:La novia se ha puesto su blanca corona,y el novio se la prende con lazos de oro.Criada:Por el toronjil la novia no puede dormir.Muchacha 3: (Entrando)Por el naranjel el novio le ofrece cuchara y mantel.(Entran tres convidados.)

Mozo 1:

Page 30: Taller de Lectura de Imaginación. Antología

¡Despierta. paloma!El alba despeja campanas de sombra.Convidado:La novia, la blanca novia,hoy doncella,mañana señora.Muchacha 1:Baja, morena, arrastrando tu cola de seda.Convidado:Baja, morenita.que llueve rocío la mañana fría.Mozo 1:Despertad, señora, despertad,porque viene el aire lloviendo azahar.Criada:Un árbol quiero bordarle lleno de cintas granates y en cada cinta un amor con vivas alrededor.Voces:Despierte la novia.Mozo 1:¡La mañana de la boda!Convidado:La mañana de la boda qué galana vas a estar,pareces, flor de los montes,la mujer de un capitán.Padre: (Entrando)La mujer de un capitán se lleva el novio.¡Ya viene con sus bueyes por el tesoro!Muchacha 3:El novio parece la flor del oro.Cuando camina,a sus plantas se agrupan las clavellinas.Criada:¡Ay mi niña dichosa!

Page 31: Taller de Lectura de Imaginación. Antología

Mozo 2:Que despierte la novia.Criada:¡Ay mi galana!Muchacha 1:La boda está llamando por las ventanas.Muchacha 2:Que salga la novia.Muchacha 1:¡Que salga, que salga!Criada:¡Que toquen y repiquen las campanas!Mozo 1:¡Que viene aquí! ¡Que sale ya!Criada:¡Como un toro, la bodalevantándose está!(Aparece la novia. Lleva un traje negro mil novecientos, con caderas y larga cola rodeada de gasas plisadas y encajes duros. Sobre el peinado de visera lleva la corona de azahar. Suenan las guitarras. Las Muchachas besan a la novia.)

Muchacha 3: ¿Qué esencia te echaste en el pelo?

Novia: (Riendo)Ninguna.

Muchacha 2: (Mirando el traje) La tela es de lo que no hay.

Mozo 1: ¡Aquí está el novio!

Novio: ¡Salud!

Muchacha 1: (Poniéndole una flor en la oreja)El novio parece la flor del oro.Muchacha 2:¡Aires de sosiego le manan los ojos!(El novio se dirige al lado de la novia.)

Page 32: Taller de Lectura de Imaginación. Antología

Novia: ¿Por qué te pusiste esos zapatos?

Novio: Son más alegres que los negros.

Mujer de Leonardo: (Entrando y besando a la novia)¡Salud!

(Hablan todas con algazara.)

Leonardo: (Entrando como quien cumple un deber)La mañana de casada la corona te ponemos.Mujer:¡Para que el campo se alegre con el agua de tu pelo!Madre: (Al padre) ¿También están ésos aquí?

Padre: Son familia. ¡Hoy es día de perdones!

Madre: Me aguanto, pero no perdono.

Novio: ¡Con la corona da alegría mirarte!

Novia: ¡Vámonos pronto a la iglesia!

Novio: ¿Tienes prisa?

Novia: Sí. Estoy deseando ser tu mujer y quedarme sola contigo, y no oír más voz que la tuya.

Novio: ¡Eso quiero yo!

Novia: Y no ver más que tus ojos. Y que me abrazaras tan fuerte, que aunque me llamara mi madre, que está muerta, no me pudiera despegar de ti.

Novio: Yo tengo fuerza en los brazos. Te voy a abrazar cuarenta años seguidos.

Novia: (Dramática, cogiéndole del brazo) ¡Siempre!

Padre: ¡Vamos pronto! ¡A coger las caballerías y los carros! Que ya ha salido el sol.

Madre: ¡Que llevéis cuidado! No sea que tengamos mala hora.

Page 33: Taller de Lectura de Imaginación. Antología

(Se abre el gran portón del fondo. Empiezan a salir.)

Criada: (Llorando)Al salir de tu casa, blanca doncella,acuérdate que sales como una estrella...Muchacha 1:Limpia de cuerpo y ropa al salir de tu casa para la boda.(Van saliendo.)

Muchacha 2:¡Ya sales de tu casa para la iglesia!Criada:¡El aire pone flores por las arenas!Muchacha 3:¡Ay la blanca niña!Criada:Aire oscuro el encaje de su mantilla.(Salen. Se oyen guitarras, palillos y panderetas. Quedan solos Leonardo y su mujer.)

Mujer: Vamos.

Leonardo: ¿Adónde?

Mujer: A la iglesia. Pero no vas en el caballo. Vienes conmigo.

Leonardo: ¿En el carro?

Mujer: ¿Hay otra cosa?

Leonardo: Yo no soy hombre para ir en carro.

Mujer: Y yo no soy mujer para ir sin su marido a un casamiento. ¡Que no puedo más!

Leonardo: ¡Ni yo tampoco!

Page 34: Taller de Lectura de Imaginación. Antología

Mujer: ¿Por qué me miras así? Tienes una espina en cada ojo.

Leonardo: ¡Vamos!

Mujer: No sé lo que pasa. Pero pienso y no quiero pensar. Una cosa sé. Yo ya estoy despachada. Pero tengo un hijo. Y otro que viene. Vamos andando. El mismo sino tuvo mi madre. Pero de aquí no me muevo.

(Voces fuera.)

Voces:¡Al salir de tu casa para la iglesia,acuérdate que salescomo una estrella!Mujer: (Llorando)¡Acuérdate que sales como una estrella!Así salí yo de mi casa también. Que me cabía todo el campo en la boca.

Leonardo: (Levantándose) Vamos.

Mujer: ¡Pero conmigo!

Leonardo: Sí. (Pausa.) ¡Echa a andar! (Salen.)

Voces:Al salir de tu casa para la iglesia,acuérdate que salescomo una estrella.

Telón lento

Page 35: Taller de Lectura de Imaginación. Antología

Acto segundoCUADRO SEGUNDO

Exterior de la cueva de la novia. Entonación en blancos grises y azules fríos. Grandes chumberas. Tonos sombríos y plateados. Panorama de mesetas color barquillo, todo

endurecido como paisaje de cerámica popular.

Criada: (Arreglando en una mesa copas y bandejas)

Giraba,giraba la rueda y el agua pasaba,porque llega la boda,que se aparten las ramas y la luna se adorne por su blanca baranda.Pon los manteles! (En voz alta)Cantaban. (En voz patética.)cantaban los novios y el agua pasaba,porque llega la boda,que relumbre la escarcha y se llenen de miel las almendras amargas.¡Prepara el vino! (En voz alta)Galana. (En voz patética.)galana de la tierra.mira cómo el agua pasa.Porque llega tu boda recógete las faldas y bajo el ala del novio nunca salgas de tu casa.Porque el novio es un palomocon todo el pecho de brasa y espera el campo el rumor de la sangre derramada.Giraba,giraba la rueday el agua pasaba. ¡Porque llega tu boda,deja que relumbre el agua!Madre: (Entrando) ¡Por fin!

Page 36: Taller de Lectura de Imaginación. Antología

Padre: ¿Somos los primeros?

Criada: No. Hace rato llegó Leonardo con su mujer. Corrieron como demonios. La mujer llegó muerta de miedo. Hicieron el camino como si hubieran venido a caballo.

Padre: Ese busca la desgracia. No tiene buena sangre.

Madre: ¿Qué sangre va a tener? La de toda su familia. Mana de su bisabuelo, que empezó matando, y sigue en toda la mala ralea, manejadores de cuchillos y gente de falsa sonrisa.

Padre: ¡Vamos a dejarlo!

Criada: ¿Cómo lo va a dejar?

Madre: Me duele hasta la punta de las venas. En la frente de todos ellos yo no veo más que la mano con que mataron a lo que era mío. ¿Tú me ves a mí? ¿No te parezco loca? Pues es loca de no haber gritado todo lo que mi pecho necesita. Tengo en mi pecho un grito siempre puesto de pie a quien tengo que castigar y meter entre los mantos. Pero me llevan a los muertos y hay que callar. Luego la gente critica. (Se quita el manto)

Padre: Hoy no es día de que te acuerdes de esas cosas.

Madre: Cuando sale la conversación, tengo que hablar. Y hoy más. Porque hoy me quedo sola en mi casa.

Padre: En espera de estar acompañada.

Madre: Esa es mi ilusión: los nietos. (Se sientan.)

Padre: Yo quiero que tengan muchos. Esta tierra necesita brazos que no sean pagados. Hay que sostener una batalla con las malas hierbas, con los cardos, con los pedruscos que salen no se sabe dónde. Y estos brazos tienen que ser de los dueños, que castiguen y que dominen, que hagan brotar las simientes. Se necesitan muchos hijos.

Madre: ¡Y alguna hija! ¡Los varones son del viento! Tienen por fuerza que manejar armas. Las niñas no salen jamás a la calle.

Padre: (Alegre) Yo creo que tendrán de todo.

Page 37: Taller de Lectura de Imaginación. Antología

Madre: Mi hijo la cubrirá bien. Es de buena simiente. Su padre pudo haber tenido conmigo muchos hijos.

Padre: Lo que yo quisiera es que esto fuera cosa de un día. Que en seguida tuvieran dos o tres hombres.

Madre: Pero no es así. Se tarda mucho. Por eso es tan terrible ver la sangre de una derramada por el suelo. Una fuente que corre un minuto y a nosotros nos ha costado años. Cuando yo llegué a ver a mi hijo, estaba tumbado en mitad de la calle. Me mojé las manos de sangre y me las lamí con la lengua. Porque era mía. Tú no sabes lo que es eso. En una custodia de cristal y topacios pondría yo la tierra empapada por ella.

Padre: Ahora tienes que esperar. Mi hija es ancha y tu hijo es fuerte.

Madre: Así espero. (Se levantan.)

Padre: Prepara las bandejas de trigo.

Criada: Están preparadas.

Mujer de Leonardo: (Entrando) ¡Que sea para bien!

Madre: Gracias.

Leonardo: ¿Va a haber fiesta?

Padre: Poca. La gente no puede entretenerse.

Padre: ¡Ya están aquí!

(Van entrando invitados en alegres grupos. Entran los novios cogidos del brazo. Sale Leonardo.)

Novio: En ninguna boda se vio tanta gente.

Novia: (Sombría) En ninguna.

Padre: Fue lucida.

Madre: Ramas enteras de familias han venido.

Page 38: Taller de Lectura de Imaginación. Antología

Novio: Gente que no salía de su casa.

Madre: Tu padre sembró mucho y ahora lo recoges tú.

Novio: Hubo primos míos que yo ya no conocía.

Madre: Toda la gente de la costa.

Novio: (Alegre) Se espantaban de los caballos.

(Hablan.)

Madre: (A la novia) ¿Qué piensas?

Novia: No pienso en nada.

Madre: Las bendiciones pesan mucho.

(Se oyen guitarras.)

Novia: Como el plomo.

Madre: (Fuerte.) Pero no han de pesar. Ligera como paloma debes ser.

Novia: ¿Se queda usted aquí esta noche?

Madre: No. Mi casa está sola.

Novia: ¡Debía usted quedarse!

Padre: (A la madre) Mira el baile que tienen formado. Bailes de allá de la orilla del mar.

(Sale Leonardo y se sienta. Su mujer, detrás de él en actitud rígida.)

Madre: Son los primos de mi marido. Duros como piedras para la danza.

Padre: Me alegra el verlos. ¡Qué cambio para esta casa! (Se va.)

Novio: (A la novia) ¿Te gustó el azahar?

Novia: (Mirándole fija) Sí.

Page 39: Taller de Lectura de Imaginación. Antología

Novio: Es todo de cera. Dura siempre. Me hubiera gustado que llevaras en todo el vestido.

Novia: No hace falta.

(Mutis Leonardo por la derecha.)

Muchacha 1: Vamos a quitarle los alfileres.

Novia: (Al novio) Ahora vuelvo.

Mujer: ¡Que seas feliz con mi prima!

Novio: Tengo seguridad.

Mujer: Aquí los dos; sin salir nunca y a levantar la casa. ¡Ojalá yo viviera también así de lejos!

Novio: ¿Por qué no compráis tierras? El monte es barato y los hijos se crían mejor.

Mujer: No tenemos dinero. ¡Y con el camino que llevamos!

Novio: Tu marido es un buen trabajador.

Mujer: Sí, pero le gusta volar demasiado. Ir de una cosa a otra. No es hombre tranquilo.

Criada: ¿No tomáis nada? Te voy a envolver unos roscos de vino para tu madre, que a ella le gustan mucho.

Novio: Ponle tres docenas.

Mujer: No, no. Con media tiene bastante.

Novio: Un día es un día.

Mujer: (A la criada) ¿Y Leonardo?

Criada: No lo vi.

Novio: Debe estar con la gente.

Page 40: Taller de Lectura de Imaginación. Antología

Mujer: ¡Voy a ver! (Se va.)

Criada: Aquello está hermoso.

Novio: ¿Y tú no bailas?

Criada: No hay quien me saque.

(Pasan al fondo dos muchachas, durante todo este acto, el fondo será un animado cruce de figuras.)

Novio: (Alegre) Eso se llama no entender. Las viejas frescas como tú bailan mejor que las jóvenes.

Criada: Pero ¿vas a echarme requiebros, niño? ¡Qué familia la tuya! ¡Machos entre los machos! Siendo niña vi la boda de tu abuelo. ¡Qué figura! Parecía como si se casara un monte.

Novio: Yo tengo menos estatura.

Criada: Pero el mismo brillo en los ojos. ¿Y la niña?

Novio: Quitándose la toca.

Criada: ¡Ah! Mira. Para la medianoche, como no dormiréis, os he preparado jamón y unas copas grandes de vino antiguo. En la parte baja de la alacena. Por si lo necesitáis.

Novio: (Sonriente) No como a medianoche.

Criada: (Con malicia) Si tú no, la novia. (Se va.)

Mozo 1: (Entrando) ¡Tienes que beber con nosotros!

Novio: Estoy esperando a la novia.

Mozo 2: ¡Ya la tendrás en la madrugada!

Mozo 1: ¡Que es cuando más gusta!

Mozo 2: Un momento.

Page 41: Taller de Lectura de Imaginación. Antología

Novio: Vamos.

(Salen. Se oye gran algazara. Sale la novia. Por el lado opuesto salen dos muchachas corriendo a encontrarla.)

Muchacha 1: ¿A quién diste el primer alfiler, a mí o a esta?

Novia: No me acuerdo.

Muchacha 1: A mí me lo diste aquí.

Muchacha 2: A mí delante del altar.

Novia: (Inquieta y con una gran lucha interior.) No sé nada.

Muchacha 1: Es que yo quisiera que tú...

Novia: (Interrumpiendo.) Ni me importa. Tengo mucho que pensar.

Muchacha 2: Perdona.

(Leonardo cruza el fondo.)

Novia: (Ve a Leonardo) Y estos momentos son agitados.

Muchacha 1: ¡Nosotras no sabemos nada!

Novia: Ya lo sabréis cuando os llegue la hora. Estos pasos son pasos que cuestan mucho.

Muchacha 1: ¿Te ha disgustado?

Novia: No. Perdonad vosotras.

Muchacha 2: ¿De qué? Pero los dos alfileres sirven para casarse, ¿verdad?

Novia: Los dos.

Muchacha 1: Ahora, que una se casa antes que otra.

Novia: ¿Tantas ganas tenéis?

Page 42: Taller de Lectura de Imaginación. Antología

Muchacha 2: (Vergonzosa) Sí.

Novia: ¿Para qué?

Muchacha 1: Pues... (Abrazando a la segunda.)

(Echan a correr las dos. Llega el novio y, muy despacio, abraza a la novia por detrás.)

Novia: (Con gran sobresalto) ¡Quita!

Novio: ¿Te asustas de mí?

Novia: ¡Ay! ¿Eras tú?

Novio: ¿Quién iba a ser? (Pausa.) Tu padre o yo.

Novia: ¡Es verdad!

Novio: Ahora que tu padre te hubiera abrazado más blando.

Novia: (Sombría) ¡Claro!

Novio: Porque es viejo. (La abraza fuertemente de un modo un poco brusco.)

Novia: (Seca) ¡Déjame!

Novio: ¿Por qué? (La deja.)

Novia: Pues... la gente. Pueden vernos.

(Vuelve a cruzar el fondo la criada, que no mira a los novios.)

Novio: ¿Y qué? Ya es sagrado.

Novia: Sí. pero déjame... Luego.

Novio: ¿Qué tienes? ¡Estás como asustada!

Novia: No tengo nada. No te vayas.

(Sale la mujer de Leonardo.)

Page 43: Taller de Lectura de Imaginación. Antología

Mujer: No quiero interrumpir...

Novio: Dime.

Mujer: ¿Pasó por aquí mi marido?

Novio: No.

Mujer: Es que no le encuentro y el caballo no está tampoco en el establo.

Novio: (Alegre) Debe estar dándole una carrera.

(Se va la mujer, inquieta. Sale la criada.)

Criada: ¿No andáis satisfechos de tanto saludo?

Novio: Yo estoy deseando que esto acabe. La novia está un poco cansada.

Criada: ¿Qué es eso, niña?

Novia: ¡Tengo como un golpe en las sienes!

Criada: Una novia de estos montes debe ser fuerte. (Al novio.) Tú eres el único que la puedes curar, porque tuya es. (Sale corriendo.)

Novio: (Abrazándola) Vamos un rato al baile. (La besa.)

Novia: (Angustiada) No. Quisiera echarme en la cama un poco.

Novio: Yo te haré compañía.

Novia: ¡Nunca! ¿Con toda la gente aquí? ¿Qué dirían? Déjame sosegar un momento.

Novio: ¡Lo que quieras! ¡Pero no estés así por la noche!

Novia: (En la puerta) A la noche estaré mejor.

Novio: ¡Que es lo que yo quiero!

(Aparece la madre.)

Page 44: Taller de Lectura de Imaginación. Antología

Madre: Hijo.

Novio: ¿Dónde anda usted?

Madre: En todo ese ruido. ¿Estás contento?

Novio: Sí.

Madre: ¿Y tu mujer?

Novio: Descansa un poco. ¡Mal día para las novias!

Madre: ¿Mal día? El único bueno. Para mí fue como una herencia. (Entra la criada y se dirige al cuarto de la novia.) Es la roturación de las tierras, la plantación de árboles nuevos.

Novio: ¿Usted se va a ir?

Madre: Sí. Yo tengo que estar en mi casa.

Novio: Sola.

Madre: Sola, no. Que tengo la cabeza llena de cosas y de hombres y de luchas.

Novio: Pero luchas que ya no son luchas.

(Sale la criada rápidamente; desaparece corriendo por el fondo.)

Madre: Mientras una vive, lucha.

Novio: ¡Siempre la obedezco!

Madre: Con tu mujer procura estar cariñoso, y si la notas infautada o arisca, hazle una caricia que le produzca un poco de daño, un abrazo fuerte, un mordisco y luego un beso suave. Que ella no pueda disgustarse, pero que sienta que tú eres el macho, el amo, el que mandas. Así aprendí de tu padre. Y como no lo tienes, tengo que ser yo la que te enseñe estas fortalezas.

Novio: Yo siempre haré lo que usted mande.

Padre: (Entrando) ¿Y mi hija?

Page 45: Taller de Lectura de Imaginación. Antología

Novio: Está dentro.

Muchacha 1: ¡Vengan los novios, que vamos a bailar la rueda!

Mozo 1: (Al novio) Tú la vas a dirigir

Padre: (Saliendo) ¡Aquí no está!

Novio: ¿No?

Padre: Debe haber subido a la baranda.

Novio: ¡Voy a ver! (Entra.)

(Se oye algazara y guitarras.)

Muchacha 1: ¡Ya ha empezado! (Sale.)

Novio: (Saliendo) No está.

Madre: (Inquieta) ¿No?

Padre: ¿Y a dónde puede haber ido?

Criada: (Entrando) Y la niña. ¿dónde está?

Madre: (Seria) No lo sabemos.

(Sale el novio. Entran tres invitados.)

Padre: (Dramático) Pero ¿no está en el baile?

Criada: En el baile no está.

Padre: (Con arranque) Hay mucha gente. ¡Mirad!

Criada: ¡Ya he mirado!

Padre: (Trágico) ¿Pues dónde está?

Page 46: Taller de Lectura de Imaginación. Antología

Novio: (Entrando) Nada. En ningún sitio.

Madre: (Al padre) ¿Qué es esto? ¿Dónde está tu hija?

(Entra la mujer de Leonardo.)

Mujer: ¡Han huido! ¡Han huido! Ella y Leonardo. En el caballo. Van abrazados, como una exhalación.

Padre: ¡No es verdad! ¡Mi hija. no!

Madre: ¡Tu hija, sí! Planta de mala madre, y él, él también, él. Pero ¡ya es la mujer de mi hijo!

Novio: (Entrando) ¡Vamos detrás! ¿Quién tiene un caballo?

Madre: ¿Quién tiene un caballo ahora mismo, quién tiene un caballo? Que le daré todo lo que tengo, mis ojos y hasta mi lengua...

Voz: Aquí hay uno.

Madre: (Al hijo) ¡Anda! ¡Detrás! (Salen con dos mozos.) No. No vayas. Esa gente mata pronto y bien...; pero sí, corre, y yo detrás!

Padre: No será ella. Quizá se haya tirado al aljibe.

Madre: Al agua se tiran las honradas, las limpias; ¡esa, no! Pero ya es mujer de mi hijo. Dos bandos. Aquí hay ya dos bandos. (Entran todos.) Mi familia y la tuya. Salid todos de aquí. Limpiarse el polvo de los zapatos. Vamos a ayudar a mi hijo. (La gente se separa en dos grupos.) Porque tiene gente; que son: sus primos del mar y todos los que llegan de tierra adentro. ¡Fuera de aquí! Por todos los caminos. Ha llegado otra vez la hora de la sangre. Dos bandos. Tú con el tuyo y yo con el mío. ¡Atrás! ¡Atrás!Telón

Acto terceroCUADRO PRIMERO

Bosque. Es de noche. Grandes troncos húmedos. Ambiente oscuro. Se oyen dos violines. Salen tres leñadores.

Leñador 1: ¿Y los han encontrado?

Page 47: Taller de Lectura de Imaginación. Antología

Leñador 2: No. Pero los buscan por todas partes.

Leñador 3: Ya darán con ellos.

Leñador 2: ¡Chisss!

Leñador 3: ¿Qué?

Leñador 2: Parece que se acercan por todos los caminos a la vez.

Leñador 1: Cuando salga la luna los verán.

Leñador 2: Debían dejarlos.

Leñador 1: El mundo es grande. Todos pueden vivir de él.

Leñador 3: Pero los matarán.

Leñador 2: Hay que seguir la inclinación: han hecho bien en huir.

Leñador 1: Se estaban engañando uno a otro y al fin la sangre pudo más.

Leñador 3: ¡La sangre!

Leñador 1: Hay que seguir el camino de la sangre.

Leñador 2: Pero sangre que ve la luz se la bebe la tierra.

Leñador 1: ¿Y qué? Vale más ser muerto desangrado que vivo con ella podrida.

Leñador 3: Callar.

Leñador 1: ¿Qué? ¿Oyes algo?

Leñador 3: Oigo los grillos, las ranas, el acecho de la noche.

Leñador 1: Pero el caballo no se siente.

Leñador 3: No

Leñador 1: Ahora la estará queriendo.

Page 48: Taller de Lectura de Imaginación. Antología

Leñador 2: El cuerpo de ella era para él y el cuerpo de él para ella.

Leñador 3: Los buscan y los matarán.

Leñador 1: Pero ya habrán mezclado sus sangres y serán como dos cántaros vacíos, como dos arroyos secos.

Leñador 2: Hay muchas nubes y será fácil que la luna no salga.

Leñador 3: El novio los encontrará con luna o sin luna. Yo lo vi salir. Como una estrella furiosa. La cara color ceniza. Expresaba el sino de su casta.

Leñador 1: Su casta de muertos en mitad de la calle.

Leñador 2: ¡Eso es!

Leñador 3: ¿Crees que ellos lograrán romper el cerco?

Leñador 2: Es difícil. Hay cuchillos y escopetas a diez leguas a la redonda.

Leñador 3: Él lleva buen caballo.

Leñador 2: Pero lleva una mujer.

Leñador 1: Ya estamos cerca.

Leñador 2: Un árbol de cuarenta ramas. Lo cortaremos pronto.

Leñador 3: Ahora sale la luna. Vamos a darnos prisa.

(Por la izquierda surge una claridad)

Leñador 1:

¡Ay luna que sales!Luna de las hojas grandes.Leñador 2:¡Llena de jazmines de sangre!Leñador 1:¡Ay luna sola!

Page 49: Taller de Lectura de Imaginación. Antología

¡Luna de las verdes hojas!Leñador 2:Plata en la cara de la novia.Leñador 3:¡Ay luna mala!Deja para el amor la oscura rama.Leñador 1:¡Ay triste luna!¡Deja para el amor la rama oscura!(Salen. Por la claridad de la izquierda aparece la Luna. La Luna es un leñador joven, con la cara blanca. La escena adquiere un vivo resplandor azul.)

Luna:Cisne redondo en el río,ojo de las catedrales,alba fingida en las hojas soy; ¡no podrán escaparse!¿Quién se oculta? ¿Quién sollozapor la maleza del valle?La luna deja un cuchillo abandonado en el aire,que siendo acecho de plomoquiere ser dolor de sangre.¡Dejadme entrar! ¡Vengo heladapor paredes y cristales!¡Abrid tejados y pechos donde pueda calentarme! ¡Tengo frío! Mis cenizas de soñolientos metales buscan la cresta del fuego por los montes y las calles.Pero me lleva la nieve sobre su espalda de jaspe,y me anega, dura y fría, el agua de los estanques.Pues esta noche tendrán mis mejillas roja sangre,y los juncos agrupados en los anchos pies del aire.¡No haya sombra ni emboscada.que no puedan escaparse!

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¡Que quiero entrar en un pecho para poder calentarme!¡Un corazón para mí!¡Caliente!, que se derramepor los montes de mi pecho;dejadme entrar, ¡ay, dejadme! (A las ramas.)No quiero sombras. Mis rayos han de entrar en todas partes,y haya en los troncos oscuros un rumor de claridades,para que esta noche tenganmis mejillas dulce sangre,y los juncos agrupados en los anchos pies del aire.¿Quién se oculta? ¡Afuera digo!¡No! ¡No podrán escaparse!Yo haré lucir al caballo una fiebre de diamante.(Desaparece entre los troncos y vuelve la escena a su luz oscura. Sale una anciana totalmente cubierta por tenues paños verdeoscuros. Lleva los pies descalzos. Apenas si se le verá el rostro entre los pliegues. Este personaje no figura en el reparto.)

Mendiga:Esa luna se va, y ellos se acercan. De aquí no pasan. El rumor del río apagará con el rumor de troncos el desgarrado vuelo de los gritos.Aquí ha de ser, y pronto. Estoy cansada.Abren los cofres, y los blancos hilos aguardan por el suelo de la alcoba cuerpos pesados con el cuello herido.No se despierte un pájaro y la brisa,recogiendo en su falda los gemidos,huya con ellos por las negras copas o los entierre por el blanco limo.¡Esa luna, esa luna! (Impaciente.) ¡Esa luna, esa luna!(Aparece la luna. Vuelve la luz intensa.)

Luna:Ya se acercan.

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Unos por la cañada y otros por el río.Voy a alumbrar las piedras. ¿Qué necesitas?Mendiga:Nada.Luna:El aire va llegando duro, con doble filo.Mendiga:Ilumina el chaleco y aparta los botones, que después las navajas ya saben el camino.Luna:Pero que tarden mucho en morir. Que la sangre me ponga entre los dedos su delicado silbo.¡Mira que ya mis valles de ceniza despiertan en ansia de esta fuente de chorro estremecido!Mendiga: No dejemos que pasen el arroyo. ¡Silencio!

Luna: ¡Allí vienen!

(Se va. Queda la escena a oscuras.)

Mendiga:¡De prisa! Mucha luz. ¿Me has oído?¡No pueden escaparse!(Entran el novio y mozo 1. La mendiga se sienta y se tapa con el manto.)

Novio: Por aquí.

Mozo 1: No los encontrarás.

Novio: (Enérgico) ¡Sí los encontraré!

Mozo 1: Creo que se han ido por otra vereda.

Novio: No. Yo sentí hace un momento el galope.

Mozo 1: Sería otro caballo.

Novio: (Dramático) Oye. No hay más que un caballo en el mundo, y es este. ¿Te has enterado? Si me sigues, sígueme sin hablar.

Mozo 1: Es que yo quisiera...

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Novio: Calla. Estoy seguro de encontrármelos aquí. ¿Ves este brazo? Pues no es mi brazo. Es el brazo de mi hermano y el de mi padre y el de toda mi familia que está muerta. Y tiene tanto poderío, que puede arrancar este árbol de raíz si quiere. Y vamos pronto, que siento los dientes de todos los míos clavados aquí de una manera que se me hace imposible respirar tranquilo.

Mendiga: (Quejándose) ¡Ay!

Mozo 1: ¿Has oído?

Novio: Vete por ahí y da la vuelta.

Mozo 1: Esto es una caza.

Novio: Una caza. La más grande que se puede hacer.

(Se va el mozo. El novio se dirige rápidamente hacia la izquierda y tropieza con la mendiga, la Muerte)

Mendiga: ¡Ay!

Novio: ¿Qué quieres?

Mendiga: Tengo frío.

Novio: ¿Adónde te diriges?

Mendiga: (Siempre quejándose como una mendiga) Allá lejos...

Novio: ¿De dónde vienes?

Mendiga: De allí.... de muy lejos.

Novio: ¿Viste un hombre y una mujer que corrían montados en un caballo?

Mendiga: (Despertándose) Espera... (Lo mira.) Hermoso galán. (Se levanta.) Pero mucho más hermoso si estuviera dormido.

Novio: Dime, contesta, ¿los viste?

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Mendiga: Espera... ¡Qué espaldas más anchas! ¿Cómo no te gusta estar tendido sobre ellas y no andar sobre las plantas de los pies, que son tan chicas?

Novio: (Zamarreándola) ¡Te digo si los viste! ¿Han pasado por aquí?

Mendiga: (Enérgica) No han pasado; pero están saliendo de la colina. ¿No los oyes?

Novio: No.

Mendiga: ¿Tú no conoces el camino?

Novio: ¡Iré, sea como sea!

Mendiga: Te acompañaré. Conozco esta tierra.

Novio: (Impaciente) ¡Pero vamos! ¿Por dónde?

Mendiga: (Dramática) ¡Por allí!

(Salen rápidos. Se oyen lejanos dos violines que expresan el bosque. Vuelven los leñadores. Llevan las hachas al hombro. Pasan lentos entre los troncos.)

Leñador 1:¡Ay muerte que sales!Muerte de las hojas grandes.Leñador 2:¡No abras el chorro de la sangre!Leñador 1:¡Ay muerte sola!Muerte de las secas hojas.Leñador 3:¡No cubras de flores la boda!Leñador 2:¡Ay triste muerte!Deja para el amor la rama verde.Leñador 1:¡Ay muerte mala!¡Deja para el amor la verde rama!(Van saliendo mientras hablan. Aparecen Leonardo y la novia.)

Leonardo: ¡Calla!

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Novia:Desde aquí yo me iré sola.¡Vete! ¡Quiero que te vuelvas!Leonardo:¡Calla, digo!Novia:Con los dientes,con las manos, como puedas.quita de mi cuello honrado el metal de esta cadena, dejándome arrinconada allá en mi casa de tierra.Y si no quieres matarme como a víbora pequeña, pon en mis manos de novia el cañón de la escopeta.¡Ay, qué lamento, qué fuego me sube por la cabeza!¡Qué vidrios se me clavan en la lengua!Leonardo:Ya dimos el paso; ¡calla! porque nos persiguen cerca y te he de llevar conmigo.Novia:¡Pero ha de ser a la fuerza!Leonardo:¿A la fuerza? ¿Quién bajó primero las escaleras?Novia:Yo las bajé.Leonardo:¿Quién le pusoal caballo bridas nuevas?Novia:Yo misma. Verdad.Leonardo:¿Y qué manos me calzaron las espuelas?Novia:Estas manos que son tuyas,

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pero que al verte quisieranquebrar las ramas azules y el murmullo de tus venas.¡Te quiero! ¡Te quiero! ¡Aparta!Que si matarte pudiera, te pondría una mortaja con los filos de violetas.¡Ay, qué lamento, qué fuego me sube por la cabeza!Leonardo:¡Qué vidrios se me clavan en la lengua!Porque yo quise olvidar y puse un muro de piedra entre tu casa y la mía.Es verdad. ¿No lo recuerdas?Y cuando te vi de lejos me eché en los ojos arena.Pero montaba a caballo y el caballo iba a tu puerta.Con alfileres de plata mi sangre se puso negra, y el sueño me fue llenando las carnes de mala hierba. Que yo no tengo la culpa, que la culpa es de la tierra y de ese olor que te sale de los pechos y las trenzas.Novia:¡Ay que sinrazón! No quiero contigo cama ni cena, y no hay minuto del día que estar contigo no quiera,porque me arrastras y voy,y me dices que me vuelvay te sigo por el aire como una brizna de hierba.He dejado a un hombre duro y a toda su descendencia en la mitad de la boda y con la corona puesta.Para ti será el castigo

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y no quiero que lo sea. ¡Déjame sola! ¡Huye tú! No hay nadie que te defienda.Leonardo:Pájaros de la mañana por los árboles se quiebran.La noche se está muriendo en el filo de la piedra. Vamos al rincón oscuro, donde yo siempre te quiera, que no me importa la gente, ni el veneno que nos echa.(La abraza fuertemente.)

Novia:Y yo dormiré a tus pies para guardar lo que sueñas.Desnuda, mirando al campo, como si fuera una perra, (Dramática.)¡porque eso soy! Que te miro y tu hermosura me quema.Leonardo:Se abrasa lumbre con lumbre.La misma llama pequeña mata dos espigas juntas.¡Vamos!(La arrastra.)

Novia:¿Adónde me llevas?Leonardo:A donde no puedan ir estos hombres que nos cercan.¡Donde yo pueda mirarte!Novia: (Sarcástica)Llévame de feria en feria,dolor de mujer honrada,a que las gentes me vean con las sábanas de boda al aire como banderas.Leonardo:

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También yo quiero dejarte si pienso como se piensa.Pero voy donde tú vas.Tú también. Da un paso. Prueba.Clavos de luna nos funden mi cintura y tus caderas.(Toda esta escena es violenta, llena de gran sensualidad.)

Novia: ¿Oyes?

Leonardo: Viene gente.

Novia:¡Huye!Es justo que yo aquí muera con los pies dentro del agua,espinas en la cabeza.Y que me lloren las hojas.mujer perdida y doncella.Leonardo: Cállate. Ya suben.

Novia: ¡Vete!

Leonardo:Silencio. Que no nos sientan.Tú delante. ¡Vamos, digo!(Vacila la novia)

Novia: ¡Los dos juntos!

Leonardo: (Abrazándola)¡Como quieras!Si nos separan, será porque esté muerto.Novia:Y yo muerta.(Salen abrazados. Aparece la luna muy despacio. La escena adquiere una fuerte luz azul. Se oyen los dos violines. Bruscamente se oyen dos largos gritos desgarrados y se corta la música de los violines. Al segundo grito aparece la mendiga y queda de espaldas. Abre el manto y queda en el centro, como un gran pájaro de alas inmensas. La luna se detiene. El telón baja en medio de un silencio absoluto.)

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Telón

Acto terceroCUADRO SEGUNDO

Habitación blanca con arcos y gruesos muros. A la derecha y a la izquierda, escaleras blancas. Gran arco al fondo y pared del mismo color. El suelo será también de un blanco

reluciente. Esta habitación simple tendrá un sentido monumental de iglesia. No habrá ni un gris, ni una sombra, ni siquiera lo preciso para la perspectiva. Dos muchachas vestidas de

azul oscuro están devanando una madeja roja.

Muchacha 1:

Madeja, madeja, ¿qué quieres hacer?Muchacha 2:Jazmín de vestido,cristal de papel.Nacer a las cuatro, morir a las diez.Ser hilo de lana, cadena a tus pies y nudo que apriete amargo laurel.Niña: (Cantando)¿Fuiste a la boda?Muchacha 1:No.Niña:¡Tampoco fui yo!¿Qué pasaría por los tallos de la viña?¿Qué pasaría por el ramo de la oliva?¿Qué pasó que nadie volvió?¿Fuiste a la boda?Muchacha 2:Hemos dicho que no.Niña: (Yéndose)¡Tampoco fui yo!Muchacha 2:

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Madeja, madeja ¿qué quieres cantar?Muchacha 1:Heridas de cera,dolor de arrayán. Dormir la mañana,de noche velar.Niña: (En la puerta)El hilo tropieza con el pedernal.Los montes azules lo dejan pasar. Corre, corre, corre.y al fin llegará a poner cuchillo y a quitar el pan.(Se va.)

Muchacha 2:Madeja. madeja, ¿qué quieres decir?Muchacha 1:Amante sin habla.Novio carmesí.Por la orilla muda tendidos los vi.(Se detiene mirando la madeja.)

Niña: (Asomándose a la puerta)Corre, corre, corre el hilo hasta aquí. Cubiertos de barro los siento venir.¡Cuerpos estirados,paños de marfil!(Se va. Aparece la mujer y la suegra de Leonardo. Llegan angustiadas.)

Muchacha 1:¿Vienen ya?Suegra: (Agria)No sabemos.

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Muchacha 2:Qué contáis de la boda?Muchacha 1:Dime.Suegra: (Seca)Nada.Mujer:Quiero volver para saberlo todo.Suegra: (Enérgica)Tú, a tu casa.Valiente y sola en tu casa.A envejecer y a llorar.Pero la puerta cerrada.Nunca. Ni muerto ni vivo.Clavaremos las ventanas. Y vengan lluvias y noches sobre las hierbas amargas.Mujer:¿Qué habrá pasado?Suegra:No importa.Échate un velo en la cara.Tus hijos son hijos tuyos nada más. Sobre la cama pon una cruz de ceniza donde estuvo su almohada.(Salen.)

Mendiga: (A la puerta)Un pedazo de pan, muchachas.Niña:¡Vete!(Las muchachas se agrupan.)

Mendiga:¿Por qué?Niña:Porque tú gimes: vete.Muchacha 1:¡Niña!Mendiga:

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¡Pude pedir tus ojos! Una nube de pájaros me sigue: ¿quieres uno?Niña:¡Yo me quiero marchar!Muchacha 2: (A la mendiga)¡No le hagas caso!Muchacha 1:¿Vienes por el camino del arroyo?Mendiga:Por allí vine.Muchacha 1: (Tímida)¿Puedo preguntarte?Mendiga:Yo los vi; pronto llegan: dos torrentes quietos al fin entre las piedras grandes,dos hombres en las patas del caballo.Muertos en la hermosura de la noche. (Con delectación.) Muertos sí, muertos.Muchacha 1:¡Calla, vieja, calla!Mendiga:Flores rotas los ojos, y sus dientes dos puñados de nieve endurecida.Los dos cayeron, y la novia vuelve teñida en sangre falda y cabellera.Cubiertos con dos mantas ellos vienen sobre los hombros de los mozos altos.Así fue; nada más. Era lo justo.Sobre la flor del oro, sucia arena.(Se va. Las muchachas inclinan la cabeza y rítmicamente van saliendo.)

Muchacha 1:Sucia arena.Muchacha 2:Sobre la flor del oro.Niña:Sobre la flor del oro traen a los novios del arroyo. Morenito el uno,morenito el otro.¡Qué ruiseñor de sombra vuela y gime

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sobre la flor del oro!(Se va. Queda la escena sola. Aparece la madre con una vecina. La vecina viene llorando.)

Madre: Calla.

Vecina: No puedo.

Madre: Calla, he dicho. (En la puerta.) ¿No hay nadie aquí? (Se lleva las manos a la frente.) Debía contestarme mi hijo. Pero mi hijo es ya un brazado de flores secas. Mi hijo es ya una voz oscura detrás de los montes. (Con rabia, a la vecina.) ¿Te quieres callar? No quiero llantos en esta casa. Vuestras lágrimas son lágrimas de los ojos nada más, y las mías vendrán cuando yo esté sola, de las plantas de los pies, de mis raíces, y serán más ardientes que la sangre.

Vecina: Vente a mi casa; no te quedes aquí.

Madre: Aquí. Aquí quiero estar. Y tranquila. Ya todos están muertos. A medianoche dormiré, dormiré sin que ya me aterren la escopeta o el cuchillo. Otras madres se asomarán a las ventanas, azotadas por la lluvia, para ver el rostro de sus hijos. Yo, no. Yo haré con mi sueño una fría paloma de marfil que lleve camelias de escarcha sobre el camposanto. Pero no; camposanto, no, camposanto, no; lecho de tierra, cama que los cobija y que los mece por el cielo. (Entra una mujer de negro que se dirige a la derecha y allí se arrodilla. A la vecina.) Quítate las manos de la cara. Hemos de pasar días terribles. No quiero ver a nadie. La tierra y yo. Mi llanto y yo. Y estas cuatro paredes. ¡Ay! ¡Ay! (Se sienta transida.)

Vecina: Ten caridad de tí misma.

Madre: (Echándose el pelo hacia atrás) He de estar serena. (Se sienta.) Porque vendrán las vecinas y no quiero que me vean tan pobre. ¡Tan pobre! Una mujer que no tiene un hijo siquiera que poderse llevar a los labios.

(Aparece la novia. Viene sin azahar y con un manto negro.)

Vecina: (Viendo a la novia, con rabia) ¿Dónde vas?

Novia: Aquí vengo.

Madre: (A la vecina) ¿Quién es?

Vecina: ¿No la reconoces?

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Madre: Por eso pregunto quién es. Porque tengo que no reconocerla, para no clavarla mis dientes en el cuello. ¡Víbora! (Se dirige hacia la novia con ademán fulminante; se detiene. A la vecina.) ¿La ves? Está ahí, y está llorando, y yo quieta, sin arrancarle los ojos. No me entiendo. ¿Será que yo no quería a mi hijo? Pero, ¿y su honra? ¿Dónde está su honra? (Golpea a la novia. Ésta cae al suelo.)

Vecina: ¡Por Dios! (Trata de separarlas.)

Novia: (A la vecina) Déjala; he venido para que me mate y que me lleven con ellos. (A la madre.) Pero no con las manos; con garfios de alambre, con una hoz, y con fuerza, hasta que se rompa en mis huesos. ¡Déjala! Que quiero que sepa que yo soy limpia, que estaré loca, pero que me puedan enterrar sin que ningún hombre se haya mirado en la blancura de mis pechos.

Madre: Calla, calla; ¿qué me importa eso a mí?

Novia: ¡Porque yo me fui con el otro, me fui! (Con angustia) Tú también te hubieras ido. Yo era una mujer quemada, llena de llagas por dentro y por fuera, y tu hijo era un poquito de agua de la que yo esperaba hijos, tierra, salud; pero el otro era un río oscuro, lleno de ramas, que acercaba a mí el rumor de sus juncos y su cantar entre dientes. Y yo corría con tu hijo que era como un niñito de agua, frío, y el otro me mandaba cientos de pájaros que me impedían el andar y que dejaban escarcha sobre mis heridas de pobre mujer marchita, de muchacha acariciada por el fuego. Yo no quería, ¡óyelo bien!; yo no quería, ¡óyelo bien!. Yo no quería. ¡Tu hijo era mi fin y yo no lo he engañado, pero el brazo del otro me arrastró como un golpe de mar, como la cabezada de un mulo, y me hubiera arrastrado siempre, siempre, siempre, siempre, aunque hubiera sido vieja y todos los hijos de tu hijo me hubiesen agarrado de los cabellos!

(Entra una vecina.)

Madre: Ella no tiene culpa, ¡ni yo! (Sarcástica.) ¿Quién la tiene, pues? ¡Floja. delicada, mujer de mal dormir es quien tira una corona de azahar para buscar un pedazo de cama calentado por otra mujer¡

Novia: ¡Calla, calla! Véngate de mí; ¡aquí estoy! Mira que mi cuello es blando; te costará menos trabajo que segar una dalia de tu huerto. Pero ¡eso no! Honrada, honrada como una niña recién nacida. Y fuerte para demostrártelo. Enciende la lumbre. Vamos a meter las manos; tú por tu hijo; yo, por mi cuerpo. La retirarás antes tú.

(Entra otra vecina.)

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Madre: Pero ¿qué me importa a mí tu honradez? ¿Qué me importa tu muerte? ¿Qué me importa a mí nada de nada? Benditos sean los trigos, porque mis hijos están debajo de ellos; bendita sea la lluvia, porque moja la cara de los muertos. Bendito sea Dios, que nos tiende juntos para descansar.

(Entra otra vecina.)

Novia: Déjame llorar contigo.

Madre: Llora, pero en la puerta.

(Entra la niña. La novia queda en la puerta. La madre en el centro de la escena.)

Mujer: (Entrando y dirigiéndose a la izquierda)Era hermoso jinete,y ahora montón de nieve.Corría ferias y montesy brazos de mujeres.Ahora, musgo de nochele corona la frente.Madre:Girasol de tu madre,espejo de la tierra.Que te pongan al pechocruz de amargas adelfas;sábana que te cubrade reluciente seda,y el agua forme un llantoentre tus manos quietas.Mujer:¡Ay, qué cuatro muchachosllegan con hombros cansados!Novia:¡Ay, qué cuatro galanes traen a la muerte por el aire!Madre:Vecinas.Niña: (En la puerta)Ya los traen.Madre:Es lo mismo.

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La cruz, la cruz.Mujeres:Dulces clavos,dulce cruz,dulce nombre de Jesús.Novia:Que la cruz ampare a muertos y vivos.Madre:Vecinas: con un cuchillo,con un cuchillito,en un día señalado, entre las dos y las tres,se mataron los dos hombres del amor.Con un cuchillo.con un cuchillito que apenas cabe en la mano,pero que penetra fino por las carnes asombradasy que se para en el sitio donde tiembla enmarañada la oscura raíz del grito.Novia:Y esto es un cuchillo,un cuchillito que apenas cabe en la mano;pez sin escamas ni río,para que un día señalado, entre las dos y las tres,con este cuchillo se queden dos hombres duros con los labios amarillos.Madre:Y apenas cabe en la mano.pero que penetra frío por las carnes asombradasy allí se para, en el sitio donde tiembla enmarañada la oscura raíz del grito.(Las vecinas, arrodilladas en el suelo, lloran.)TELÓN.

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Romancero Gitano(1924-1927)

Federico García Lorca(1898-1936)

1Romance de la luna, lunaA Conchita García Lorca

La luna vino a la fraguacon su polisón de nardos.El niño la mira, mira.El niño la está mirando.En el aire conmovidomueve la luna sus brazosy enseña, lúbrica y pura,sus senos de duro estaño.-Huye luna, luna, luna.Si vinieran los gitanos,harían con tu corazóncollares y anillos blancos.-Niño, déjame que baile.Cuando vengan los gitanos,te encontrarán sobre el yunquecon los ojillos cerrados.-Huye luna, luna, luna,que ya siento sus caballos.-Niño, déjame, no pisesmi blancor almidonado.El jinete se acercabatocando el tambor del llano.Dentro de la fragua el niñotiene los ojos cerrados.*Por el olivar venían,bronce y sueño, los gitanos.Las cabezas levantadasy los ojos entornados.Cómo canta la zumaya,¡ay, cómo canta en el árbol!

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Por el cielo va la lunacon un niño de la mano.Dentro de la fragua llorandando gritos, los gitanos.El aire la vela, vela.El aire la está velando.

2Preciosa y el aireA Dámaso Alonso

Su luna de pergaminoPreciosa tocando vienepor un anfibio senderode cristales y laureles.El silencio sin estrellas,huyendo del sonsonete,cae donde el mar bate y cantasu noche llena de peces.En los picos de la sierralos carabineros duermenguardando las blancas torresdonde viven los ingleses.Y los gitanos del agualevantan por distraerseglorietas de caracolasy ramas de pino verde.*Su luna de pergaminoPreciosa tocando viene.Al verla se ha levantadoel viento que nunca duerme.San Cristobalón desnudo,lleno de lenguas celestes,mira a la niña tocandouna dulce gaita ausente.- Niña, deja que levantetu vestido para verte.Abre en mis dedos antiguosla rosa azul de tu vientre.Preciosa tira el panderoy corre sin detenerse.

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El viento-hombrón la persiguecon una espada caliente.Frunce su rumor el mar.Los olivos palidecen.Cantan las flautas de umbríay el liso gong de la nieve.¡Preciosa, corre, Preciosa,que te coge el viento verde!¡Preciosa, corre, Preciosa!¡Míralo por dónde viene!Sátiro de estrellas bajascon sus lenguas relucientes.*Preciosa, llena de miedo,entra en la casa que tiene,más arriba de los pinos,el cónsul de los inglés.Asustados por los gritostres carabineros vienen,sus negras capas ceñidasy los gorros en las sienes.El inglés da a la gitanaun vaso de tibia leche,y una copa de ginebraque Preciosa no se bebe.Y mientras cuenta, llorando,su aventura a aquella gente,en las tejas de pizarrael viento, furioso, muerde.

3Reyerta

A Rafael MéndezEn la mitad del barrancolas navajas de Albacete,bellas de sangre contraria,relucen como los peces.Una dura luz de naiperecorta en el agrio verdecaballos enfurecidosy perfiles de jinetes.

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En la copa de un olivolloran dos viejas mujeres.El toro de la reyertase sube por las paredes.Angeles negros traíanpañuelos de agua y de nieve.Angeles con grandes alasde navajas de Albacete.Juan Antonio el de Montillarueda muerto la pendiente,su cuerpo lleno de liriosy una granada en las sienes.Ahora monta cruz de fuego,carretera de la muerte.El juez, con guardia civil,por los olivares viene.Sangre resbalada gimemuda canción de serpiente.-Señores guardias civiles:aquí paso lo de siempre.Han muerto cuatro romanosy cinco cartagineses.*La tarde loca de higuerasy de rumores calientescae desmayada en los muslosheridos de los jinetes.Y ángeles negros volabanpor el aire de poniente.Angeles de largas trenzasy corazones de aceite.

4Romance sonámbulo

A Gloria GinerY a Fernando de los Ríos

Verde que te quiero verde.verde viento. Verdes ramas.El barco sobre el mary el caballo en la montaña.Con la sombra en la cintura

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ella sueña en su baranda,verde carne, pelo verde,con ojos de fría plata.Verde que te quiero verde.Bajo la luna gitana,las cosas la están mirandoy ella no puede mirarlas.*Verde que te quiero verde.Grandes estrellas de escarchavienen con el pez de sombraque abre e camino del alba.La higiene frota su vientocon lija de sus ramas,y el monte, el gato garduño,eriza sus pitas agrias.Pero ¿quién vendrá? ¿Y por donde...?Ella sigue en su baranda,verde carne, pelo verde,soñando en la mar amarga.*-Compadre, quiero cambiarmi caballo por su casa,mi montura por su espejo,mi cuchillo por su manta.Compadre, vengo sangrando,desde los puertos de Cabra.-Si yo pudiera, mocito,este trato se cerraba.Pero yo ya no soy yo.ni mi casa es ya mi casa.-Compadre, quiero morirdecentemente en mi cama.De acero, si puede ser,con las sábanas de holanda.¿No ves la herida que tengodesde el pecho a la garganta-Trescientas rosas morenaslleva tu pechera blanca.Tu sangre rezuma y huelealrededor de tu faja.

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Pero yo ya no soy yo,ni mi casa es ya mi casa.-Dejadme subir al menoshasta las altas barandas;¡dejadme subir!, dejadme,hasta las verdes barandas.Barandales de la lunapor donde retumba el agua.*Ya suben los dos compadreshacia las altas barandas.Dejando un rastro de sangre.Dejando un rastro de lágrimas.Temblando en los tejadosfarolillos de hojalata.Mil panderos de cristalherían la madrugada.*Verde que te quiero verde,verde viento verde ramas.Los dos compadres subieron.El largo viento dejabaen la boca de un raro gustode hiel, y de menta y de albahaca.¡Compadre! ¿Dónde está, dime,dónde está tu niña amarga?¡Cuántas veces te esperó!¿Cuántas veces te esperara,cara fresca, negro pelo,en esta verde baranda!*Sobre el rostro del aljibese mecía la gitana.Verde carne, pelo verde,con los ojos de fría plata.Un carámbalo de lunala sostiene sobre el agua.La noche se puso íntimacomo una pequeña plaza.Guardias civiles, borrachosen la puerta golpeaban.

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Verde que te quiero verde.Verde viento, verdes ramas.El barco sobre el mar.Y el caballo en la montaña.

5La monja gitana

A José Moreno VillaSilencio de cal y mirto.Malvas en las hierbas finas.La monja borda alhelíessobre una tela pajiza.Vuelan en la araña grissiete pájaros del prisma.La iglesia gruñe a lo lejoscomo un oso panza arriba.¡Qué bien borda! ¡Con qué gracia!Sobre la tela pajizaella quisiera bordarflores de su fantasía.¡Qué girasol! ¡Qué magnoliade lentejuelas y cintas!¡Qué azafranes y qué lunas,en el mantel de la misa!Cinco toronjas se endulzanen la cercana cocina.Las cinco llagas de Cristocortadas en Almería.Por los ojos de la monjagalopan dos caballistas.Un rumor último y sordole despega la camisa,y, al mirar nubes y montesen las yertas lejanías,se quiebra su corazónde azúcar y yerbaluisa.¡Oh, qué llanura empinadacon veinte soles arriba!¡Qué ríos puestos de pievislumbra su fantasía!Pero sigue con sus flores,

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mientras que de pie, en la brisa,la luz juega el ajedrezalto de la celosía.

6La casada infiel

A Lydia CabreraY a su negrita

Y que yo me la llevé al ríocreyendo que era mozuela,pero tenía marido.Fue la noche de Santiagoy casi por compromiso.Se apagaron los farolesy se encendieron los grillos.En las últimas esquinastoqué sus pechos dormidos,y se me abrieron de prontocomo ramos de jacintos.El almidón de su enaguame sonaba en el oídocomo una pieza de sedarasgada por diez cuchillos.Sin luz de plata en sus cepaslos árboles han crecido,y un horizonte de perrosladra muy lejos del río.*Pasadas las zarzamoras,los juncos y los espinos,bajo su mata de pelohice un hoyo sobre el limo.Yo me quite la corbata.Ella se quitó el vestido.Yo el cinturón con revólver.Ella sus cuatro corpiños.Ni nardos ni caracolastienen el cutis tan fino,ni los cristales con lunarelumbran con ese brillo.Sus muslos se me escapan

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como peces sorprendidos,la mitad llenos de lumbre,la mitad llenos de frío.Aquella noche corríel mejor de los caminos,montando en potra de nácarsin bridas y sin estribos.No quiero decir, por hombre,las cosas que ella me dijo.La luz del entendimientome hace ser muy comedido.Sucia de besos y arena,yo me la levé al río.Con el aire se batíanlas espaldas de los lirios.Me porté como quien soy.Como un gitano legítimo.Le regalé un costuterogrande, de raso pajizo,y no quise enamorarmeporque teniendo maridome dijo que era mozuelacuando la levaba al río.

7Romance de la pena negra

A José Navarro PardoLas piquetas de los galloscavan buscando la aurora,cuando por el monte oscurobaja Soledad Montoya.Cobre amarillo, su carnehuele a caballo y a sombra.Yunques ahumados sus pechos,gimen canciones redondas.-Soledad, ¿Por quien preguntassin compañía y a estas horas?-Pregunte por quien pregunte,dime: ¿a ti quése te importa?Vengo a buscar lo que busco,mi alegría y mi persona.

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-Soledad de mis pesares,caballo que se desbocaal fin encuentra la mary se lo tragan las olas.-No me recuerdes el marque la pena negra brotaen las tierras de la aceitunabajo el rumor de las hojas.-¡Soledad, qué pena tienes!¡Qué pena tan lastimosa!Lloras zumo de limónagrio de espera y de boca.-¡Qué pena tan grande! Corromi casa como una loca,mis dos trenzas por el suelo,de la cocina a la alcoba.¡Qué pena! Me estoy poniendode azabache carne y roja.¡Ay, mis camisas de hilo!¡Ay, mis muslos de amapola!-Soledad, lava tu cuerpocon agua de alondras,y deja tu corazónen paz, Soledad Montoya.*Por abajo canta el río:volante de cielo y hojas.Con flores de calabazala nueva luz se corona.¡Oh pena de los gitanos!Pena limpia y siempre sola.¡Oh pena de cauce ocultoy madrugada remota!

8Sanmiguel(Granada)

A Diego Buigas de DalmáuSe ven desde las barandas,por el monte, monte, monte,mulos y sombras de mulos

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cargados de girasoles.Sus ojos en las umbríasse empañan de inmensa noche.En los recodos del aire,cruje la aurora salobre.Un cielo de mulos blancoscierra sus ojos de azoguedando a la quieta penumbraun final de corazones.Y el agua se pone fríapara que nadie la toque.Agua loca y descubiertapor el monte, monte, monte.*San Miguel lleno de encajesen la alcoba de su torre,enseña sus bellos muslosceñidos por los faroles.Arcángel domesticadoen el gesto de las doce,finge una cólera dulcede plumas y ruiseñores.San Miguel canta en los vidrios;efebo de tres mil noches,fragante de agua coloniay lejano de las flores.*El mar baila por la playa,un poema de balcones.Las orillas de la lunapierden juncos, ganan voces.Vienen manolas comiendosemillas de girasoles,los culos grandes y ocultoscomo planetas de cobre.Vienen altos caballerosy damas de triste porte,morenas por la nostalgiade un ayer de ruiseñores.Y el obispo de Manila,ciego de azafrán y pobre,

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dice misa con dos filospara mujeres y hombres.*San Miguel se estaba quietoen la alcoba de su torre,con las enaguas cuajadasde espejitos y entredoses.San Miguel, rey de los globosy de los números nones,en el primor berberiscode gritos y miradores.

9San Rafael(Córdoba)

A Juan Izquierdo CrosellesICoches cerrados llegabana las villas de juncosdonde las ondas alisanromano torso desnudo.Coches, que el Guadalquivirtiende en su cristal maduro,entre láminas de floresy resonancia de nublos.Los niños tejen y cantanel desengaño del mundo,cerca de los viejos cochesperdidos en el nocturno.Pero Córdoba no tiemblabajo el misterio confuso,pues si la sombra levantala arquitectura del humo,un pie de mármol afirmasu casto fulgor enjuto.Pétalos de lata débilrecaman los grises purosde la brisa, desplegadasobre los arcos de triunfo.Y mientras el puente sopladiez rumores de Neptuno,

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vendedores de tabaco huyenpor el roto muro.

IIUn solo pez en el aguaque a las dos Córdobas junta:Blanca Córdoba de juncos.Córdoba de arquitectura.Niños de cara impasibleen la villa se desnudan,aprendices de Tobíasy Merlines de cintura,para fastidiar al pezen irónica preguntasi quiere flores de vinoo saltos de media luna.Pero el pez, que dora el aguay los mármoles enluta,les da lección y equilibriode solitaria columna.El Arcángel aljamiadode lentejuelas oscuras,en el mitin de las ondasbuscaba rumor y cuna.*Un solo pez en el agua.Dos Córdobas de hermosura.Córdoba quebrada en chorros.Celeste Córdoba enjuta.

10San Gabriel

(Sevilla)IUn bello niño de junco,anchos hombros, fino tallepiel de nocturna manzana,boca triste y ojos grandes,nervio de plata caliente,ronda la desierta calle.Sus zapatos de charol

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rompen las dalias del aire,con los dos ritmos que cantanbreves lutos celestiales.En la ribera del marno hay palma que se le iguale,Ni emperador coronadoni lucero caminante.Cuando la cabeza inclinasobre su pecho de jaspe,la noche busca llanurasporque quiere arrodillarse.Las guitarras suenan solaspara San Gabriel Arcángel,domador de palomillasy enemigo de los sauces.San Gabriel: El niño lloraen el vientre de su madre.No olvides que los gitanoste regalaron el traje.IIAnunciación de los Reyes,bien lunada y mal vestida,abre la puerta al luceroque por la calle venía.El Arcángel San Gabriel,entre azucena y sonrisa,bisnieto de la Giralda,se acercaba de visita.En su chaleco bordadogrillos ocultos palpitan.Las estrellas de la nochese volvieron campanillas.San Gabriel: Aquí me tienescon tres clavos de alegría.Tu fulgor abre jazminessobre mi cara encendida.Dios te salve, Anunciación.Morena de maravilla..Tendrás un niño más belloque los tallos de la brisa.¡Ay San Gabriel de mis ojos!¡Gabrielillo de mi vida!

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Para sentarte yo sueñoun sillón de clavelinas.*Dios te salve, Anunciación,bien lunada y mal vestida.Tu niño tendrá en el pechoun lunar y tres heridas.¡Ay San Gabriel que reluces!¡Gabrielillo de mi vida!En el fondo de mis pechosya nace la leche tibia.Dios te salve, Anunciación.Madre de cien dinastías.Áridos lucen tus ojos,paisajes de caballista.*El niño canta en el senode Anunciación sorprendida.Tres balas de almendra verdetiemblan en su vocecita.Ya San Gabriel en el airepor una escala subía.Las estrellas de la nochese volvieron siemprevivas.

11Prendimiento de

Antoñito El Camborioen el camino de Sevilla

A Margarita XirguAntonio Torres Heredia,hijo y nieto de Camborios,con una vara de mimbreva a Sevilla a ver los toros.Moreno de verde lunaanda despacio y garboso.Sus empavonados buclesle brillan entre los ojos.A la mitad del caminocortó limones redondos,y los fue tirando al agua

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hasta que la puso de oro.Y a la mitad del camino,bajo las ramas de un olmo,guardia civil camineralo llevó codo con codo.*El día se va despacio,la tarde colgada a un hombro,dando una larga torerasobre el mar y los arroyos.Las aceitunas aguardanla noche de Capricornio,y una corta brisa, ecuestre,salta los montes de plomo.Antonio Torres Heredia,hijo y nieto de Camborios,viene sin vara de mimbreentre los cinco tricornios.Antonio, ¿quién eres tú?Si te llamaras Camborio,hubieras hecho una fuentede sangre con cinco chorros.Ni tú eres hijo de nadie,ni legítimo Camborio.¡Se acabaron los gitanosque iban por el monte solos!Están los viejos cuchillostiritando bajo el polvo.A las nueve de la nochelo llevan al calabozo,mientras los guardias civilesbeben limonada todos.Y a las nueve de la nochele cierran el calabozo,mientras el cielo relucecomo la grupa de un potro.

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12Muerte de Antoñito El CamborioA José Antonio Rubio Sacristán

Voces de muerte sonaroncerca del Guadalquivir.Voces antiguas que cercanvoz de clavel varonil.Les clavó sobre las botasmordiscos de jabalí.En la lucha daba saltosjabonados de delfín.Bañó con sangre enemigasu corbata carmesí,pero eran cuatro puñalesy tuvo que sucumbir.Cuando las estrellas clavanrejones al agua gris,cuando los erales suenanverónicas de alhelí,voces de muerte sonaroncerca del Guadalquivir.*Antonio Torres Heredia,Camborio de dura crin,moreno de verde luna,voz de clavel varonil:¿Quién te ha quitado la vidacerca del Guadalquivir?Mis cuatro primos Herediashijos de Benamejí.Lo que en otros no envidiaban,ya lo envidiaban en mí.Zapatos color corinto,medallones de marfil,y este cutis amasadocon aceituna y jazmín.¡Ay Antoñito el Camborio,digno de una Emperatriz!Acuérdate de la Virgenporque te vas a morir.¡Ay Federico García,

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llama a la Guardia Civil!Ya mi talle se ha quebradocomo caña de maíz.Tres golpes de sangre tuvoy se murió de perfil.Viva moneda que nuncase volverá a repetir.Un ángel marchoso ponesu cabeza en un cojín.Otros de rubor cansado,encendieron un candil.Y cuando los cuatro primosllegan a Benamejí,voces de muerte cesaroncerca del Guadalquivir.

13Muerto de amor

A Margarita Manso¿Qué es aquello que relucepor los altos corredores?Cierra la puerta, hijo mío,acaban de dar las once.En mis ojos, sin querer,relumbran cuatro faroles.Será que la gente aquellaestará fregando el cobre.*Ajo de agónica platala luna menguante, ponecabelleras amarillasa las amarillas torres.La noche llama temblandoal cristal de los balcones,perseguida por los milperros que no la conocen,y un olor de vino y ámbarviene de los corredores.*Brisas de caña mojaday rumor de viejas voces,

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resonaban por el arcoroto de la media noche.Bueyes y rosas dormían.Sólo por los corredoreslas cuatro luces clamabancon el furor de San Jorge.Tristes mujeres del vallebajaban su sangre de hombre,tranquila de flor cortaday amarga de muslo joven.Viejas mujeres del ríolloraban al pie del monte,un minuto intransitablede cabelleras y nombres.Fachadas de cal, poníancuadrada y blanca la noche.Serafines y gitanostocaban acordeones.Madre, cuando yo me muera,que se enteren los señores.Pon telegramas azulesque vayan del Sur al Norte.Siete gritos, siete sangres,siete adormideras dobles,quebraron opacas lunasen los oscuros salones.Lleno de manos cortadasy coronitas de flores,el mar de los juramentosresonaba, no sé donde.Y el cielo daba portazosal brusco rumor del bosque,mientras clamaban las lucesen los altos corredores.

14Romance del emplazado

Para Emilio Aladrén¡Mi soledad sin descanso!Ojos chicos de mi cuerpoy grandes de mi caballo,

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no se cierran por la nocheni miran al otro ladodonde se aleja tranquiloun sueño de trece barcos.Sino que limpios y durosescuderos desvelados,mis ojos miran un nortede metales y peñascosdonde mi cuerpo sin venasconsulta naipes helados.*Los densos bueyes del aguaembisten a los muchachosque se bañan en las lunasde sus cuernos ondulados.Y los martillos cantabansobre los yunques sonámbulos,el insomnio del jinetey el insomnio del caballo.*El veinticinco de juniole dijeron a el Amargo:Ya puedes cortar si gustaslas adelfas de tu patio.Pinta una cruz en la puertay pon tu nombre debajo,porque cicutas y ortigasnacerán en tu costado,y agujas de cal mojadate morderán los zapatos.Será de noche, en lo oscuro,por los montes imantados,donde los bueyes del aguabeben los juncos soñando.Pide luces y campanas.Aprende a cruzar las manos,y gusta los aires fríosde metales y peñascos.Porque dentro de dos mesesyacerás amortajado.*

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Espadón de nebulosamueve en el aire Santiago.Grave silencio, de espalda,manaba el cielo combado.*El veinticinco de junioabrió sus ojos Amargo,y el veinticinco de agostose tendió para cerrarlos.Hombres bajaban la callepara ver al emplazado,que fijaba sobre el murosu soledad con descanso.Y la sábana impecable,de duro acento romano,daba equilibrio a la muertecon las rectas de sus paños.

15Romance de la guardia civil española

A Juan GuerreroCónsul General de la Poesía

Los caballos negros son.Las herraduras son negras.Sobre las capes relucenmanchas de tinta y de cera.Tienen, por eso no lloran,de plomo las calaveras.Con el alma de charolvienen por la carretera.Jorobados y nocturnos,por donde animan ordenansilencios de goma oscuray miedos de fina arena.Pasan, si quieren pasar,y ocultan en la cabezauna vaga astronomíade pistolas inconcretas.*¡Oh ciudad de los gitanos!En las esquinas banderas.

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La luna y la calabazacon las guindas en conserva.¡Oh ciudad de los gitanos!¿Quién te vio y no te recuerda?Ciudad de dolor y almizcle,con las torres de canela.Cuando llegaba la noche,noche que noche nochera,los gitanos en sus fraguasforjaban soles y flechas.Un caballo malherido,llamaba a todas las puertas.Gallos de vidrio cantabanpor Jerez de la Frontera.El viento, vuelve desnudola esquina de la sorpresa,en la noche platinochenoche, que noche nochera.*La Virgen y San José,perdieron sus castañuelas,y buscan a los gitanospara ver si las encuentran.La Virgen viene vestidacon un traje de alcaldesade papel de chocolatecon los collares de almendras.San José mueve los brazosbajo una capa de seda.Detrás va Pedro Domecqcon tres sultanes de Persia.La media luna, soñabaun éxtasis de cigüeña.Estandartes y farolesinvaden las azoteas.Por los espejos sollozanbailarinas sin caderas.Agua y sombra, sombra y aguapor Jerez de la Frontera.*¡Oh ciudad de los gitanos!

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En las esquinas banderas.Apaga tus verdes lucesque viene la benemérita.¡Oh ciudad de los gitanos!¿Quién te vio y no te recuerda?Dejadla lejos del mar, sinpeines para sus crenchas.*Avanzan de dos en fondoa la ciudad de la fiesta.Un rumor de siemprevivasinvade las cartucheras.Avanzan de dos en fondo.Doble nocturno de tela.El cielo, se les antoja,una vitrina de espuelas.*La ciudad libre de miedo,multiplicaba sus puertas.Cuarenta guardias civilesentran a saco por ellas.Los relojes se pararon,y el coñac de las botellasse disfrazó de noviembrepara no infundir sospechas.Un vuelo de gritos largosse levantó en las veletas.Los sables cortan las brisasque los cascos atropellan.Por las calles de penumbrahuyen las gitanas viejascon los caballos dormidosy las orzas de monedas.Por las calles empinadassuben las capas siniestras,dejando atrás fugacesremolinos de tijeras.En el portal de Belénlos gitanos se congregan.San José, lleno de heridas,amortaja a una doncella.

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Tercos fusiles agudospor toda la noche suenan.La Virgen cura a los niñoscon salivilla de estrella.Pero la Guardia Civilavanza sembrando hogueras,donde joven y desnudala imaginación se quema.Rosa la de los Camborios,gime sentada en su puertacon sus dos pechos cortadospuestos en una bandeja.Y otras muchachas corríanperseguidas por sus trenzas,en un aire donde estallanrosas de pólvora negra.Cuando todos los tejadoseran surcos en la sierra,el alba meció sus hombrosen largo perfil de piedra.*¡Oh ciudad de los gitanos!La Guardia Civil se alejapor un túnel de silenciomientras las llamas te cercan.¡Oh ciudad de los gitanos!¿Quién te vio y no te recuerda?Que te busquen en mi frente.Juego de luna y arena.

Tres romances históricos16

Martirio de Santa OlallaA Rafael Martínez Nadal

I Panorama de MéridaPor la calle brinca y correcaballo de larga cola,mientras juegan o dormitanviejos soldados de Roma.Medio monte de Minervas

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abre sus brazos sin hojas.Agua en vilo redorabalas aristas de las rocas.Noche de torsos yacentesy estrellas de nariz rota,aguarda grietas del albapara derrumbarse toda.De cuando en cuando sonabanblasfemias de cresta roja.Al gemir, la santa niñaquiebra el cristal de las copas.La rueda afila cuchillosy garfios de aguda comba:Brama el toro de los yunques,y Mérida se coronade nardos casi despiertosy tallos de zarzamora.II El martirioFlora desnuda se subepor escalerillas de agua.El Cónsul pide bandejapara los senos de Olalla.Un chorro de venas verdesle brota de la garganta.Su sexo tiembla enredadocomo un pájaro en las zarzas.Por el suelo, ya sin norma,brincan sus manos cortadasque aun pueden cruzarse en tenueoración decapitada.Por los rojos agujerosdonde sus pechos estabanse ven cielos diminutosy arroyos de leche blanca.Mil arbolillos de sangrele cubren toda la espalday oponen húmedos troncosal bisturí de las llamas.Centuriones amarillosde carne gris, desvelada,

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llegan al cielo sonandosus armaduras de plata.Y mientras vibra confusapasión de crines y espadas,el Cónsul porta en bandejasenos ahumados de Olalla.III Infierno y gloriaNieve ondulada reposa.Olalla pende del árbol.Su desnudo de carbóntizna los aires helados.Noche tirante reluce.Olalla muerta en el árbol.Tinteros de las ciudadesvuelcan la tinta despacio.Negros maniquíes de sastrecubren la nieve del campo,en largas filas que gimensu silencio mutilado.Nieve partida comienza.Olalla blanca en el árbol.Escuadras de níquel juntanlos picos en su costado.*Una Custodia relucesobre los cielos quemados,entre gargantas de arroyoy ruiseñores en ramos.¡Saltan vidrios de colores!Olalla blanca en lo blanco.Ángeles y serafines dicen:Santo, Santo, Santo.

17Burla de Don Pedro a caballo

Romance con lagunasA Jean Cassou

Romance de Don Pedro a caballoPor una vereda

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venía Don Pedro.¡Ay cómo llorabael caballero!Montado en un ágilcaballo sin freno,venía en la buscadel pan y del beso.Todas las ventanaspreguntan al viento,por el llanto oscurodel caballero.

Primera lagunaBajo el agua.siguen las palabras.Sobre el aguauna luna redondase baña,dando envidia a la otra¡tan alta!En la orilla,un niño,ve las lunas y dice:-¡Noche; toca los platillos!

SigueA una ciudad lejanaha llegado Don Pedro.Una ciudad de oroentre un bosque de cedros.¿Es Belén? Por el aireyerbaluisa y romero.Brillan las azoteasy las nubes. Don Pedropasa por arcos rotos.Dos mujeres y un viejocon velones de platale salen al encuentro.Los chopos dicen: No.Y el ruiseñor: Veremos.

Segunda laguna

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Bajo el aguasiguen las palabras.Sobre el peinado del aguaun círculo de pájaros y llamas.Y por los cañaverales,testigos que conocen lo que falta.Sueño concreto y sin nortede madera de guitarra.

SiguePor el camino llanodos mujeres y un viejocon velones de platavan al cementerio.Entre los azafraneshan encontrado muertoel sombrío caballode Don Pedro.Voz secreta de tardebalaba por el cielo.Unicornio de ausenciarompe en cristal su cuerno.La gran ciudad lejanaestá ardiendoy un hombre va llorandotierras adentro.Al Norte hay una estrella.Al Sur un marinero.

Última lagunaBajo el aguaestán las palabras.Limo de voces perdidas..Sobre la flor enfriada,está Don Pedro olvidado,¡ay!, jugando con las ranas.

18Thamár y Amnón

Para Alfonso García-ValdecasasLa luna gira en el cielo

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sobre las sierras sin aguamientras el verano siembrarumores de tigre y llama.Por encima de los techosnervios de metal sonaban.Aire rizado veníacon los balidos de lana.La sierra se ofrece llenade heridas cicatrizadas,o estremecida de agudoscauterios de luces blancas.*Thamár estaba soñandopájaros en su gargantaal son de panderos fríosy cítaras enlunadas.Su desnudo en el alero,agudo norte de palma,pide copos a su vientrey granizo a sus espaldas.Thamár estaba cantandodesnuda por la terraza.Alrededor de sus pies,cinco palomas heladas.Amnón, delgado y concreto,en la torre la miraba,llenas las ingles de espumay oscilaciones la barba.Su desnudo iluminadose tendía en la terraza,con un rumor entre dientesde flecha recién clavada.Amnón estaba mirandola luna redonda y baja,y vio en la luna los pechosdurísimos de su hermana.*Amnón a las tres y mediase tendió sobre la cama.Toda la alcoba sufríacon sus ojos llenos de alas.

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La luz, maciza, sepultapueblos en la arena parda,o descubre transitoriocoral de rosas y dalias.Linfa de pozo oprimidabrota silencio en las jarras.En el musgo de los troncosla cobra tendida canta.Amnón gime por la telafresquísima de la cama.Yedra del escalofríocubre su carne quemada.Thamár entró silenciosaen la alcoba silenciada,color de vena y Danubio,turbia de huellas lejanas.Thamár, bórrame los ojoscon tu fija madrugada.Mis hilos de sangre tejenvolantes sobre tu falda.Déjame tranquila, hermano.Son tus besos en mi espaldaavispas y vientecillosen doble enjambre de flautas.Thamár, en tus pechos altoshay dos peces que me llaman,y en las yemas de tus dedosrumor de rosa encerrada.*Los cien caballos del reyen el patio relinchaban.Sol en cubos resistíala delgadez de la parra.Ya la coge del cabello,ya la camisa le rasga.Corales tibios dibujanarroyos en rubio mapa.*¡Oh, qué gritos se sentíanpor encima de las casas!Qué espesura de puñales

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y túnicas desgarradas.Por las escaleras tristesesclavos suben y bajan.Émbolos y muslos jueganbajo las nubes paradas.Alrededor de Thamárgritan vírgenes gitanasy otras recogen las gotasde su flor martirizada.Paños blancos enrojecenen las alcobas cerradas.Rumores de tibia aurorapámpanos y peces cambian.*Violador enfurecido,Amnón huye con su jaca.Negros le dirigen flechasen los muros y atalayas.Y cuando los cuatro cascoseran cuatro resonancias,David con unas tijeras cortólas cuerdas del arpa.

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Horal (1950)Jaime Sabines

Lento, amargo animal...Lento, amargo animalque soy, que he sido,amargo desde el nudo de polvo y agua y vientoque en la primera generación del hombre pedía a Dios.

Amargo como esos minerales amargosque en las noches de exacta soledad--maldita y arruinada soledadsin uno mismo--trepan a la gargantay, costras de silencio,asfixian, matan, resucitan.

Amargo como esa voz amargaprenatal, presubstancial, que dijonuestra palabra, que anduvo nuestro camino,que murió nuestra muerte,y que en todo momento descubrimos.

Amargo desde dentro,desde lo que no soy,--mi piel como mi lengua--desde el primer viviente,anuncio y profecía.

Lento desde hace siglos,remoto --nada hay detrás--,lejano, lejos, desconocido.Lento, amargo animalque soy, que he sido.

Yo no lo sé de cierto...Yo no lo sé de cierto, pero supongoque una mujer y un hombre algún día se quieren,se van quedando solos poco a poco,algo en su corazón les dice que están solos,

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solos sobre la tierra se penetran,se van matando el uno al otro.

Todo se hace en silencio. Comose hace la luz dentro del ojo.El amor une cuerpos.En silencio se van llenando el uno al otro.

Cualquier día despiertan, sobre brazos;piensan entonces que lo saben todo.Se ven desnudos y lo saben todo.

(Yo no lo sé de cierto. Lo supongo).

Los amorososLos amorosos callan.El amor es el silencio más fino,el más tembloroso, el más insoportable.Los amorosos buscan,los amorosos son los que abandonan,son los que cambian, los que olvidan.Su corazón les dice que nunca han de encontrar,no encuentran, buscan.

Los amorosos andan como locosporque están solos, solos, solos,entregándose, dándose a cada rato,llorando porque no salvan al amor.Les preocupa el amor. Los amorososviven al día, no pueden hacer más, no saben.Siempre se están yendo,siempre, hacia alguna parte.Esperan,no esperan nada, pero esperan.Saben que nunca han de encontrar.El amor es la prórroga perpetua,siempre el paso siguiente, el otro, el otro.Los amorosos son los insaciables.Los que siempre -¡qué bueno!- han de estar solos.

Los amorosos son la hidra del cuento.

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Tienen serpientes en lugar de brazos.las venas del cuello se les hinchantambién como serpientes para asfixiarlos.Los amorosos no pueden dormirporque si se duermen se los comen los gusanos.

En la obscuridad abren los ojosy les cae en ellos el espanto.

Encuentran alacranes bajo la sábanay su cama flota corno sobre un lago.

Los amorosos son locos, sólo locos,sin Dios y sin diablo.

Los amorosos salen de sus cuevastemblorosos, hambrientos,a cazar fantasmas.

Se ríen de las gentes que lo saben todo,de las que aman a perpetuidad, verídicamente,de las que creen en el amor como en una lámpara de inagotable aceite.

Los amorosos juegan a coger el agua,a tatuar el humo, a no irse.Juegan el largo, el triste juego del amor.Nadie ha de resignarse.Dicen que nadie ha de resignarse.Los amorosos se avergüenzan de toda conformación.

Vacíos, pero vacíos de una a otra costilla,la muerte les fermenta detrás de los ojos,y ellos caminan, lloran hasta la madrugadaen que trenes y gallos se despiden dolorosamente.

Les llega a veces un olor a tierra recién nacida,a mujeres que duermen con la mano en el sexo,complacidas, a arroyos de agua tierna y a cocinas.Los amorosos se ponen a cantar entre labiosuna canción no aprendida.Y se van llorando, llorando

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la hermosa vida.

EntresueloUn ropero, un espejo, una silla,ninguna estrella, mi cuarto, una ventana,la noche como siempre, y yo sin hambre,con un chicle y un sueño, una esperanza.Hay muchos hombres fuera, en todas partes,y más allá la niebla, la mañana.Hay árboles helados, tierra seca,peces fijos idénticos al agua,nidos durmiendo bajo tibias palomas.

Aquí, no hay mujer. Me falta.Mi corazón desde hace días quiere hincarsebajo alguna caricia, una palabra.Es áspera la noche. Contra muros, la sombralenta como los muertos, se arrastra.Esa mujer y yo estuvimos pegados con agua.Su piel sobre mis huesosy mis ojos dentro de su mirada.Nos hemos muerto muchas vecesal pie del alba.Recuerdo que recuerdo su nombre,sus labios, su transparente falda.Tiene los pechos dulces, y de un lugara otro de su cuerpo hay una gran distancia:de pezón a pezón cien labios y una hora,de pupila a pupila un corazón, dos lágrimas.Yo la quiero hasta el fondo de todos los abismos,hasta el último vuelo de la última ala,cuando la carne toda no sea carne, ni el almasea alma.Es precioso querer. Yo ya lo sé. La quiero.¡Es tan dura, tan tibia, tan clara!Esta noche me falta.Sube un violín desde la calle hasta mi cama.Ayer miré dos niños que ante un escaparatede maniquíes desnudos se peinaban.El silbato del tren me preocupó tres años,hoy se que es una máquina.

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Ningún adiós mejor que el de todos los díasa cada cosa, en cada instante, altala sangre iluminada.

Desamparada sangre, noche blanda,tabaco del insomnio, triste cama.

Yo me voy a otra parte.Y me llevo mi mano, que tanto escribe y habla.

HoralEl mar se mide por olas, el cielo por alas,nosotros por lágrimas.El aire descansa en las hojas,el agua en los ojos,nosotros en nada.Parece que sales y soles,nosotros y nada...

Uno es el hombreUno es el hombre.Uno no sabe nada de esas cosasque los poetas, los ciegos, las rameras,llaman "misterio", temen y lamentan.Uno nació desnudo, sucio,en la humedad directa,y no bebió metáforas de leche,y no vivió sino en la tierra(la tierra que es la tierra y es el cielocomo la rosa rosa pero piedra).

Uno apenas es una cosa ciertaque se deja vivir, morir apenas,y olvida cada instante, de tal modoque cada instante, nuevo, lo sorprenda.

Uno es algo que vivealgo que busca pero encuentra,algo como hombre o como Dios o yerbaque en el duro saber lo de este mundo

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halla el milagro en actitud primera.

Fácil el tiempo ya, fácil la muerte,fácil y rigurosa y verdaderatoda intención que nos habitay toda soledad que nos perpetra.Aquí está todo, aquí. Y el corazón aprende-alegría y dolor- toda presencia;el corazón constante, equilibrado y bueno,se vacía y se llena.

Uno es el hombre que anda por la tierray descubre la luz y dice: es buena,la realiza en los ojos y la entregaa la rama del árbol, al río, a la ciudadal sueño, a la esperanza y a la espera.

Uno es el destino que penetrala piel de Dios a veces,y se confunde en todo y se dispersa.

Uno es el agua de la sed que tiene,el silencio que calla nuestra lengua,el pan, la sal, y la amorosa urgenciade aire movido en cada célula.

Uno es el hombre -lo han llamado hombre quelo ve todo abierto, y calla, y entra.

Me gustó que llorarasMe gustó que lloraras,¡Qué blandos ojos sobre tu falda!

No sé, pero teníasde todas partes, largasmujeres, negras aguas.

Quise decirte: hermana.Para incestar contigorosas y lágrimas.

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Duele bastante, es cierto,todo lo que se alcanza.Es cierto, dueleno tener nada.

¡Qué linda estás, tristeza,cuando así callas!¡Sácale con un besotodas las lágrimas!

¡Que el tiempo, ah,te hiciera estatua!

Es la sombra del agua...Es la sombra del aguay el eco de un suspiro,rastro de una mirada,memoria de una ausencia,desnudo de mujer detrás de un vidrio.

Está encerrada, muerta —dedodel corazón, ella es tu anillo—,distante del misterio,fácil como un niño.

Gotas de luz llenaronojos vacíos,y un cuerpo de hojas y alasse fue al rocío.

Tómala con los ojos,llénala ahora, amor mío.Es tuya como de nadie,tuya como el suicidio.

Piedras que hundí en el aire,maderas que ahogué en el río,ved mi corazón flotandosobre su cuerpo sencillo.

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Mi corazón emprende...Mi corazón emprende de mi cuerpo a tu cuerpoúltimo viaje.Retoño de la luz,agua de las edades que en ti, perdida, nace.Ven a mi sed. ahora.Después de todo. Antes.Ven a mi larga sed entretenidaen bocas, escasos manantiales.Quiero esa arpa honda que en tu vientrearrulla niños salvajes,Quiero esa tensa humedad que te palpita,esa humedad de agua que te arde.Mujer, músculo suave.La piel de un beso entre tus senosde oscurecido oleajeme navega en la bocay mide sangre.Tú también. Y no es tarde.Aún podemos morirnos uno en otro:es tuyo y mío ese lugar de nadie.Mujer, ternura de odio, antigua madre,quiero entrar, penetrarte,veneno, llama, ausencia,mar amargo y amargo, atravesarte.Cada célula es hembra, tierra abierta,agua abierta, cosa que se abre.Yo nací para entrarte.Soy la flecha en el lomo de la gacela agonizante.Por conocerte estoy,grano de angustia en corazón de ave.Yo estaré sobre ti, y todas las mujerestendrán un hombre encima en todas partes.

Miss XMiss X, sí, la menuda Miss Equis,llegó, por fin, a mi esperanza:alrededor de sus ojos,breve, infinita, sin saber nada.Es ágil y limpia como el vientotierno de la madrugada,

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alegre y suave y hondacomo la yerba bajo el agua.Se pone triste a vecescon esa tristeza mural que en su carahace ídolos rápidosy dibuja preocupados fantasmas.Yo creo que es como una niñapreguntándole cosas a una anciana,como un burrito atolondradoentrando a una ciudad, lleno de paja.Tiene también una mujer maduraque le asusta de pronto la miraday se le mueve dentro y le deshacea mordidas de llanto las entrañas.Miss X, sí, la que me ríey no quiere decir cómo se llama,me ha dicho ahora, de pie sobre su sombra,que me ama pero que no me ama.Yo la dejo que mueva la cabezadiciendo no y no, que así se cansa,y mi beso en su mano le germinabajo la piel en paz semilla de alas.Ayer la luz estuvotodo el día mojada,y Miss X salió con una capasobre sus hombros, leve, enamorada.Nunca ha sido tan niña, nuncaamante en el tiempo tan amada.El pelo le cayó sobre la frente,sobre sus ojos, mi alma.

La tomé de la mano, y anduvimostoda la tarde de agua.

¡Ah, Miss X, Miss X, escondidaflor del alba!

Usted no la amará, señor, no sabe.Yo la veré mañana.

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LA BIBLIOTECA DE BABELJorge Luis Borges

El universo (que otros llaman la Biblioteca) se compone de un número indefinido, y tal vez infinito, de galerías hexagonales, con vastos pozos de ventilación en el medio, cercados por barandas bajísimas. Desde cualquier hexágono se ven los pisos inferiores y superiores: interminablemente. La distribución de las galerías es invariable. Veinte anaqueles, a cinco largos anaqueles por lado, cubren todos los lados menos dos; su altura, que es la de los pisos, excede apenas la de un bibliotecario normal. Una de las caras libres da a un angosto zaguán, que desemboca en otra galería, idéntica a la primera y a todas. A izquierda y a derecha del zaguán hay dos gabinetes minúsculos. Uno permite dormir de pie; otro, satisfacer las necesidades finales. Por ahí pasa la escalera espiral, que se abisma y se eleva hacia lo remoto. En el zaguán hay un espejo, que fielmente duplica las apariencias. Los hombres suelen inferir de ese espejo que la Biblioteca no es infinita (si lo fuera realmente ¿a qué esa duplicación ilusoria?); yo prefiero soñar que las superficies bruñidas figuran y prometen el infinito... La luz procede de unas frutas esféricas que llevan el nombre de lámparas. Hay dos en cada hexágono: transversales. La luz que emiten es insuficiente, incesante.Como todos los hombres de la Biblioteca, he viajado en mi juventud; he peregrinado en busca de un libro, acaso del catálogo de catálogos; ahora que mis ojos casi no pueden descifrar lo que escribo, me preparo a morir a unas pocas leguas del hexágono en que nací. Muerto, no faltarán manos piadosas que me tiren por la baranda; mi sepultura será el aire insondable; mi cuerpo se hundirá largamente y se corromperá y disolverá en el viento engendrado por la caída, que es infinita. Yo afirmo que la Biblioteca es interminable. Los idealistas arguyen que las salas hexagonales son una forma necesaria del espacio absoluto o, por lo menos, de nuestra intuición del espacio. Razonan que es inconcebible una sala triangular o pentagonal. (Los místicos pretenden que el éxtasis les revela una cámara circular con un gran libro circular de lomo continuo, que da toda la vuelta de las paredes; pero su testimonio es sospechoso; sus palabras, oscuras. Ese libro cíclico es Dios.) Básteme, por ahora, repetir el dictamen clásico: La Biblioteca es una esfera cuyo centro cabal es cualquier hexágono, cuya circunferencia es inaccesible.A cada uno de los muros de cada hexágono corresponden cinco anaqueles; cada anaquel encierra treinta y dos libros de formato uniforme; cada libro es de cuatrocientas diez páginas; cada página, de cuarenta renglones; cada renglón, de unas ochenta letras de color negro. También hay letras en el dorso de cada libro; esas letras no indican o prefiguran lo que dirán las páginas. Sé que esa inconexión, alguna vez, pareció misteriosa. Antes de resumir la solución (cuyo descubrimiento, a pesar de sus trágicas proyecciones, es quizá el hecho capital de la historia) quiero rememorar algunos axiomas.El primero: La Biblioteca existe ab aeterno. De esa verdad cuyo colorario inmediato es la eternidad futura del mundo, ninguna mente razonable puede dudar. El hombre, el imperfecto bibliotecario, puede ser obra del azar o de los demiurgos malévolos; el universo, con su elegante dotación de anaqueles, de tomos enigmáticos, de infatigables escaleras para

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el viajero y de letrinas para el bibliotecario sentado, sólo puede ser obra de un dios. Para percibir la distancia que hay entre lo divino y lo humano, basta compararestos rudos símbolos trémulos que mi falible mano garabatea en la tapa de un libro, con las letras orgánicas del interior: puntuales, delicadas, negrísimas, inimitablemente simétricas.El segundo: El número de símbolos ortográficos es veinticinco. Esa comprobación permitió, hace trescientos años, formular una teoría general de la Biblioteca y resolver satisfactoriamente el problema que ninguna conjetura había descifrado: la naturaleza informe y caótica de casi todos los libros. Uno, que mi padre vio en un hexágono del circuito quince noventa y cuatro, constaba de las letras MCV perversamente repetidas desde el renglón primero hasta el último. Otro (muy consultado en esta zona) es un mero laberinto de letras, pero la página penúltima dice «Oh tiempo tus pirámides». Ya se sabe: por una línea razonable o una recta noticia hay leguas de insensatas cacofonías, de fárragos verbales y de incoherencias. (Yo sé de una región cerril cuyos bibliotecarios repudian la supersticiosa y vana costumbre de buscar sentido en los libros y la equiparan a la de buscarlo en los sueños o en las líneas caóticas de la mano... Admiten que los inventores de la escritura imitaron los veinticinco símbolos naturales, pero sostienen que esa aplicación es casual y que los libros nada significan en sí. Ese dictamen, ya veremos no es del todo falaz.)Durante mucho tiempo se creyó que esos libros impenetrables correspondían a lenguas pretéritas o remotas. Es verdad que los hombres más antiguos, los primeros bibliotecarios, usaban un lenguaje asaz diferente del que hablamos ahora; es verdad que unas millas a la derecha la lengua es dialectal y que noventa pisos más arriba, es incomprensible. Todo eso, lo repito, es verdad, pero cuatrocientas diez páginas de inalterables MCV no pueden corresponder a ningún idioma, por dialectal o rudimentario que sea. Algunos insinuaron que cada letra podía influir en la subsiguiente y que el valor de MCV en la tercera línea de la página 71 no era el que puede tener la misma serie en otra posición de otra página, pero esa vaga tesis no prosperó. Otros pensaron en criptografías; universalmente esa conjetura ha sido aceptada, aunque no en el sentido en que la formularon sus inventores.Hace quinientos años, el jefe de un hexágono superior dio con un libro tan confuso como los otros, pero que tenía casi dos hojas de líneas homogéneas. Mostró su hallazgo a un descifrador ambulante, que le dijo que estaban redactadas en portugués; otros le dijeron que en yiddish. Antes de un siglo pudo establecerse el idioma: un dialecto samoyedo-lituano del guaraní, con inflexiones de árabe clásico. También se descifró el contenido: nociones de análisis combinatorio, ilustradas por ejemplos de variaciones con repetición ilimitada. Esos ejemplos permitieron que un bibliotecario de genio descubriera la ley fundamental de la Biblioteca. Este pensador observó que todos los libros, por diversos que sean, constan de elementos iguales: el espacio, el punto, la coma, las veintidós letras del alfabeto. También alegó un hecho que todos los viajeros han confirmado: No hay en la vasta Biblioteca, dos libros idénticos. De esas premisas incontrovertibles dedujo que la Biblioteca es total y que sus anaqueles registran todas las posibles combinaciones de los veintitantos símbolos ortográficos (número, aunque vastísimo, no infinito) o sea todo lo que es dable expresar: en

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todos los idiomas. Todo: la historia minuciosa del porvenir, las autobiografías de los arcángeles, el catálogo fiel de la Biblioteca, miles y miles de catálogos falsos, la demostración de la falacia de esos catálogos, la demostración de la falacia del catálogo verdadero, el evangelio gnóstico de Basilides, el comentario de ese evangelio, el comentario del comentario de ese evangelio,la relación verídica de tu muerte, la versión de cada libro a todas las lenguas, las interpolaciones de cada libro en todos los libros, el tratado que Beda pudo escribir (y no escribió) sobre la mitología de los sajones, los libros perdidos de Tácito.Cuando se proclamó que la Biblioteca abarcaba todos los libros, la primera impresión fue de extravagante felicidad. Todos los hombres se sintieron señores de un tesoro intacto y secreto. No había problema personal o mundial cuya elocuente solución no existiera: en algún hexágono. El universo estaba justificado, el universo bruscamente usurpó las dimensiones ilimitadas de la esperanza. En aquel tiempo se habló mucho de las Vindicaciones: libros de apología y de profecía, que para siempre vindicaban los actos de cada hombre del universo y guardaban arcanos prodigiosos para su porvenir. Miles de codiciosos abandonaron el dulce hexágono natal y se lanzaron escaleras arriba, urgidos por el vano propósito de encontrar su Vindicación. Esos peregrinos disputaban en los corredores estrechos, proferían oscuras maldiciones, se estrangulaban en las escaleras divinas, arrojaban los libros engañosos al fondo de los túneles, morían despeñados por los hombres de regiones remotas. Otros se enloquecieron... Las Vindicaciones existen (yo he visto dos que se refieren a personas del porvenir, a personas acaso no imaginarias) pero los buscadores no recordaban que la posibilidad de que un hombre encuentre la suya, o alguna pérfida variación de la suya, es computable en cero.También se esperó entonces la aclaración de los misterios básicos de la humanidad: el origen de la Biblioteca y del tiempo. Es verosímil que esos graves misterios puedan explicarse en palabras: si no basta el lenguaje de los filósofos, la multiforme Biblioteca habrá producido el idioma inaudito que se requiere y los vocabularios y gramáticas de ese idioma. Hace ya cuatro siglos que los hombres fatigan los hexágonos... Hay buscadores oficiales, inquisidores. Yo los he visto en el desempeño de su función: llegan siempre rendidos; hablan de una escalera sin peldaños que casi los mató; hablan de galerías y de escaleras con el bibliotecario; alguna vez, toman el libro más cercano y lo hojean, en busca de palabras infames. Visiblemente, nadie espera descubrir nada.A la desaforada esperanza, sucedió, como es natural, una depresión excesiva. La certidumbre de que algún anaquel en algún hexágono encerraba libros preciosos y de que esos libros preciosos eran inaccesibles, pareció casi intolerable. Una secta blasfema sugirió que cesaran las buscas y que todos los hombres barajaran letras y símbolos, hasta construir, mediante un improbable don del azar, esos libros canónicos. Las autoridades se vieron obligadas a promulgar órdenes severas. La secta desapareció, pero en mi niñez he visto hombres viejos que largamente se ocultaban en las letrinas, con unos discos de metal en un cubilete prohibido, y débilmente remedaban el divino desorden.

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Otros, inversamente, creyeron que lo primordial era eliminar las obras inútiles. Invadían los hexágonos, exhibían credenciales no siempre falsas, hojeaban con fastidio un volumen y condenaban anaqueles enteros: a su furor higiénico, ascético, se debe la insensata perdición de millones de libros. Su nombre es execrado, pero quienes deploran los «tesoros» que su frenesí destruyó, negligen dos hechos notorios. Uno: la Biblioteca es tan enorme que toda reducción de origen humano resulta infinitesimal. Otro: cada ejemplar es único, irreemplazable, pero (como la Biblioteca es total) hay siempre varios centenares de miles de facsímiles imperfectos: de obras que no difieren sino por una letra o por una coma. Contra la opinión general, me atrevo a suponer que las consecuencias de las depredaciones cometidas por los Purificadores, han sido exageradas por el horror queesos fanáticos provocaron. Los urgía el delirio de conquistar los libros del Hexágono Carmesí: libros de formato menor que los naturales; omnipotentes, ilustrados y mágicos.También sabemos de otra superstición de aquel tiempo: la del Hombre del Libro. En algún anaquel de algún hexágono (razonaron los hombres) debe existir un libro que sea la cifra y el compendio perfecto de todos los demás: algún bibliotecario lo ha recorrido y es análogo a un dios. En el lenguaje de esta zona persisten aún vestigios del culto de ese funcionario remoto. Muchos peregrinaron en busca de Él. Durante un siglo fatigaron en vano los más diversos rumbos. ¿Cómo localizar el venerado hexágono secreto que lo hospedaba? Alguien propuso un método regresivo: Para localizar el libro A, consultar previamente un libro B que indique el sitio de A; para localizar el libro B, consultar previamente un libro C, y así hasta lo infinito... En aventuras de ésas, he prodigado y consumido mis años. No me parece inverosímil que en algún anaquel del universo haya un libro total; ruego a los dioses ignorados que un hombre - ¡uno solo, aunque sea, hace miles de años! - lo haya examinado y leído. Si el honor y la sabiduría y la felicidad no son para mí, que sean para otros. Que el cielo exista, aunque mi lugar sea el infierno. Que yo sea ultrajado y aniquilado, pero que en un instante, en un ser, Tu enorme Biblioteca se justifique.Afirman los impíos que el disparate es normal en la Biblioteca y que lo razonable (y aun la humilde y pura coherencia) es una casi milagrosa excepción. Hablan (lo sé) de «la Biblioteca febril, cuyos azarosos volúmenes corren el incesante albur de cambiarse en otros y que todo lo afirman, lo niegan y lo confunden como una divinidad que delira». Esas palabras que no sólo denuncian el desorden sino que lo ejemplifican también, notoriamente prueban su gusto pésimo y su desesperada ignorancia. En efecto, la Biblioteca incluye todas las estructuras verbales, todas las variaciones que permiten los veinticinco símbolos ortográficos, pero no un solo disparate absoluto. Inútil observar que el mejor volumen de los muchos hexágonos que administro se titula «Trueno peinado», y otro «El calambre de yeso» y otro «Axaxaxas mlo». Esas proposiciones, a primera vista incoherentes, sin duda son capaces de una justificación criptográfica o alegórica; esa justificación es verbal y, ex hypothesi, ya figura en la Biblioteca. No puedo combinar unos caracteres dhcmrlchtdj que la divina Biblioteca no haya previsto y que en alguna de sus lenguas secretas no encierren un terrible sentido. Nadie puede articular una sílaba que no esté llena de ternuras y de temores; que no sea en alguno de esos lenguajes el nombre poderoso de un dios. Hablar es

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incurrir en tautologías. Esta epístola inútil y palabrera ya existe en uno de los treinta volúmenes de los cinco anaqueles de uno de los incontables hexágonos, y también su refutación. (Un número n de lenguajes posibles usa el mismo vocabulario; en algunos, el símbolo biblioteca admite la correcta definición ubicuo y perdurable sistema de galerías hexagonales, pero biblioteca es pan o pirámide o cualquier otra cosa, y las siete palabras que la definen tienen otro valor. Tú, que me lees, ¿estás seguro de entender mi lenguaje?).La escritura metódica me distrae de la presente condición de los hombres. La certidumbre de que todo está escrito nos anula o nos afantasma. Yo conozco distritos en que los jóvenes se prosternan ante los libros y besan con barbarie las páginas, pero no saben descifrar una sola letra. Las epidemias, las discordias heréticas, las peregrinaciones que inevitablemente degeneran en bandolerismo, han diezmado la población. Creo haber mencionado los suicidios, cada año más frecuentes. Quizá me engañen la vejez y el temor, pero sospecho que la especie humana - la única - está por extinguirse y que laBiblioteca perdurará: iluminada, solitaria, infinita, perfectamente inmóvil, armada de volúmenes preciosos, inútil, incorruptible, secreta.Acabo de escribir infinita. No he interpolado ese adjetivo por una costumbre retórica; digo que no es ilógico pensar que el mundo es infinito. Quienes lo juzgan limitado, postulan que en lugares remotos los corredores y escaleras y hexágonos pueden inconcebiblemente cesar, lo cual es absurdo. Quienes la imaginan sin límites, olvidan que los tiene el número posible de libros. Yo me atrevo a insinuar esta solución del antiguo problema: La biblioteca es ilimitada y periódica. Si un eterno viajero la atravesara en cualquier dirección, comprobaría al cabo de los siglos que los mismos volúmenes se repiten en el mismo desorden (que, repetido, sería un orden: el Orden). Mi soledad se alegra con esa elegante esperanza.FIN

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Casa tomada[Cuento. Texto completo]

Julio CortázarEl comedor, una sala con gobelinos, la biblioteca y tres dormitorios grandes quedaban en la parte más retirada, la que mira hacia Rodríguez Peña. Solamente un pasillo con su maciza puerta de roble aislaba esa parte del ala delantera donde había un baño, la cocina, nuestros dormitorios y el living central, al cual comunicaban los dormitorios y el pasillo. Se entraba a la casa por un zaguán con mayólica, y la puerta cancel daba al living. De manera que uno entraba por el zaguán, abría la cancel y pasaba al living; tenía a los lados las puertas de nuestros dormitorios, y al frente el pasillo que conducía a la parte más retirada; avanzando por el pasillo se franqueaba la puerta de roble y mas allá empezaba el otro lado de la casa, o bien se podía girar a la izquierda justamente antes de la puerta y seguir por un pasillo más estrecho que llevaba a la cocina y el baño. Cuando la puerta estaba abierta advertía uno que la casa era muy grande; si no, daba la impresión de un departamento de los que se edifican ahora, apenas para moverse; Irene y yo vivíamos siempre en esta parte de la casa, casi nunca íbamos más allá de la puerta de roble, salvo para hacer la limpieza, pues es increíble cómo se junta tierra en los muebles. Buenos Aires será una ciudad limpia, pero eso lo debe a sus habitantes y no a otra cosa. Hay demasiada tierra en el aire, apenas sopla una ráfaga se palpa el polvo en los mármoles de las consolas y entre los rombos de las carpetas de macramé; da trabajo sacarlo bien con plumero, vuela y se suspende en el aire, un momento después se deposita de nuevo en los muebles y los pianos.Lo recordaré siempre con claridad porque fue simple y sin circunstancias inútiles. Irene estaba tejiendo en su dormitorio, eran las ocho de la noche y de repente se me ocurrió poner al fuego la pavita del mate. Fui por el pasillo hasta enfrentar la entornada puerta de roble, y daba la vuelta al codo que llevaba a la cocina cuando escuché algo en el comedor o en la biblioteca. El sonido venía impreciso y sordo, como un volcarse de silla sobre la alfombra o un ahogado susurro de conversación. También lo oí, al mismo tiempo o un segundo después, en el fondo del pasillo que traía desde aquellas piezas hasta la puerta. Me tiré contra la pared antes de que fuera demasiado tarde, la cerré de golpe apoyando el cuerpo; felizmente la llave estaba puesta de nuestro lado y además corrí el gran cerrojo para más seguridad.Fui a la cocina, calenté la pavita, y cuando estuve de vuelta con la bandeja del mate le dije a Irene:-Tuve que cerrar la puerta del pasillo. Han tomado parte del fondo.Dejó caer el tejido y me miró con sus graves ojos cansados.-¿Estás seguro?Asentí.-Entonces -dijo recogiendo las agujas- tendremos que vivir en este lado.Yo cebaba el mate con mucho cuidado, pero ella tardó un rato en reanudar su labor. Me acuerdo que me tejía un chaleco gris; a mí me gustaba ese chaleco.

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Los primeros días nos pareció penoso porque ambos habíamos dejado en la parte tomada muchas cosas que queríamos. Mis libros de literatura francesa, por ejemplo, estaban todos en la biblioteca. Irene pensó en una botella de Hesperidina de muchos años. Con frecuencia (pero esto solamente sucedió los primeros días) cerrábamos algún cajón de las cómodas y nos mirábamos con tristeza.-No está aquí.

Y era una cosa más de todo lo que habíamos perdido al otro lado de la casa.Pero también tuvimos ventajas. La limpieza se simplificó tanto que aun levantándose tardísimo, a las nueve y media por ejemplo, no daban las once y ya estábamos de brazos cruzados. Irene se acostumbró a ir conmigo a la cocina y ayudarme a preparar el almuerzo. Lo pensamos bien, y se decidió esto: mientras yo preparaba el almuerzo, Irene cocinaría platos para comer fríos de noche. Nos alegramos porque siempre resultaba molesto tener que abandonar los dormitorios al atardecer y ponerse a cocinar. Ahora nos bastaba con la mesa en el dormitorio de Irene y las fuentes de comida fiambre.Irene estaba contenta porque le quedaba más tiempo para tejer. Yo andaba un poco perdido a causa de los libros, pero por no afligir a mi hermana me puse a revisar la colección de estampillas de papá, y eso me sirvió para matar el tiempo. Nos divertíamos mucho, cada uno en sus cosas, casi siempre reunidos en el dormitorio de Irene que era más cómodo. A veces Irene decía:-Fijate este punto que se me ha ocurrido. ¿No da un dibujo de trébol?

Un rato después era yo el que le ponía ante los ojos un cuadradito de papel para que viese el mérito de algún sello de Eupen y Malmédy. Estábamos bien, y poco a poco empezábamos a no pensar. Se puede vivir sin pensar.(Cuando Irene soñaba en alta voz yo me desvelaba en seguida. Nunca pude habituarme a esa voz de estatua o papagayo, voz que viene de los sueños y no de la garganta. Irene decía que mis sueños consistían en grandes sacudones que a veces hacían caer el cobertor. Nuestros dormitorios tenían el living de por medio, pero de noche se escuchaba cualquier cosa en la casa. Nos oíamos respirar, toser, presentíamos el ademán que conduce a la llave del velador, los mutuos y frecuentes insomnios.Aparte de eso todo estaba callado en la casa. De día eran los rumores domésticos, el roce metálico de las agujas de tejer, un crujido al pasar las hojas del álbum filatélico. La puerta de roble, creo haberlo dicho, era maciza. En la cocina y el baño, que quedaban tocando la parte tomada, nos poníamos a hablar en vos más alta o Irene cantaba canciones de cuna. En una cocina hay demasiados ruidos de loza y vidrios para que otros sonidos irrumpan en ella. Muy pocas veces permitíamos allí el silencio, pero cuando tornábamos a los dormitorios y al living, entonces la casa se ponía callada y a media luz, hasta pisábamos despacio para no molestarnos. Yo creo que era por eso que de noche, cuando Irene empezaba a soñar en alta voz, me desvelaba en seguida.)

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Es casi repetir lo mismo salvo las consecuencias. De noche siento sed, y antes de acostarnos le dije a Irene que iba hasta la cocina a servirme un vaso de agua. Desde la puerta del dormitorio (ella tejía) oí ruido en la cocina; tal vez en la cocina o tal vez en el baño porque el codo del pasillo apagaba el sonido. A Irene le llamó la atención mi brusca manera de detenerme, y vino a mi lado sin decir palabra. Nos quedamos escuchando los ruidos, notando claramente que eran de este lado de la puerta de roble, en la cocina y el baño, o en el pasillo mismo donde empezaba el codo casi al lado nuestro.No nos miramos siquiera. Apreté el brazo de Irene y la hice correr conmigo hasta la puerta cancel, sin volvernos hacia atrás. Los ruidos se oían más fuerte pero siempre sordos, a espaldas nuestras. Cerré de un golpe la cancel y nos quedamos en el zaguán. Ahora no se oía nada.

-Han tomado esta parte -dijo Irene. El tejido le colgaba de las manos y las hebras iban hasta la cancel y se perdían debajo. Cuando vio que los ovillos habían quedado del otro lado, soltó el tejido sin mirarlo.-¿Tuviste tiempo de traer alguna cosa? -le pregunté inútilmente.-No, nada.Estábamos con lo puesto. Me acordé de los quince mil pesos en el armario de mi dormitorio. Ya era tarde ahora. Como me quedaba el reloj pulsera, vi que eran las once de la noche. Rodeé con mi brazo la cintura de Irene (yo creo que ella estaba llorando) y salimos así a la calle. Antes de alejarnos tuve lástima, cerré bien la puerta de entrada y tiré la llave a la alcantarilla. No fuese que a algún pobre diablo se le ocurriera robar y se metiera en la casa, a esa hora y con la casa tomada.

FIN