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SOPAIPA ALTIRO ediciones Relatos gráficos y cultura cotidiana

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Revista ilustrada. Compendio de cuentos e ilustraciones en apología a las sopaipillas.

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Page 1: SOPAIPA

SOPAIPA

ALTIRO ediciones

Relatos gráficos y cultura cotidiana

Page 2: SOPAIPA

JuanPaula

Page 3: SOPAIPA

SOPAIPA

ALTIRO ediciones

ALTIRO ediciones© [email protected]

[email protected]

Page 4: SOPAIPA

SOPAIPILLAS1 taza de zapallo cocido

3 cucharadas de manteca derretida1 cucharadita de sal

2 tazas de harina½ taza de leche o agua caliente

aceite para freír (½ litro más o menos)

Estile y pase la taza de zapallo por cedazo. Haga una corona con la harina y vacie al centro la manteca derreti-

da junto con la leche o agua, la sal, y el zapallo. Junte bien los ingredientes formando una masa que no debe pegarse en la

tabla y ser igualmente suave y elástica.Usleree la masa dejándola de un espesor de ½ cm y corte círculos de 10 cms. con una copa o un molde redondo. Perfore en varias

partes con un tenedor o cuchillo.

Calienta el aceite en una olla a la temperatura de 190°C. Ponga 2 o 3 sopaipillas en el aceite caliente, y fría por un minuto cada lado. Las sopaipillas deben estar doradas, pero no muy oscuras.

Retírelas del aceite y colóquelas sobre un papel absorbente. Continue friendo las sopaipillas en esta manera.

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SOPAIPILLAS1 taza de zapallo cocido

3 cucharadas de manteca derretida1 cucharadita de sal

2 tazas de harina½ taza de leche o agua caliente

aceite para freír (½ litro más o menos)

Estile y pase la taza de zapallo por cedazo. Haga una corona con la harina y vacie al centro la manteca derreti-

da junto con la leche o agua, la sal, y el zapallo. Junte bien los ingredientes formando una masa que no debe pegarse en la

tabla y ser igualmente suave y elástica.Usleree la masa dejándola de un espesor de ½ cm y corte círculos de 10 cms. con una copa o un molde redondo. Perfore en varias

partes con un tenedor o cuchillo.

Calienta el aceite en una olla a la temperatura de 190°C. Ponga 2 o 3 sopaipillas en el aceite caliente, y fría por un minuto cada lado. Las sopaipillas deben estar doradas, pero no muy oscuras.

Retírelas del aceite y colóquelas sobre un papel absorbente. Continue friendo las sopaipillas en esta manera.

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La Cueva de las Sopaipillas (Chvbi)

En algún olvidado rincón de Santiago, lejos de la vorágine de lo cotidiano, existe un lugar oculto a los ojos de la gente común; es donde todas las noches pernoctan los ingenios que

dan vida a las legendarias sopaipillas de Santiago. Es aquí donde cada mañana llegan los hábiles herreros de la harina, a la que ani-man en sus improvisadas fraguas a gas, donde se preparan secretas enjundias de colores rojos y amarillos, se disponen los milenarios

aceites, se reparan y afinan los majestuosos carros portadores del anhelado manjar y es aquí donde cada noche se apilan los recuerdos de la ciudad, y donde se guardan las historias que con el pasar de los días engrosan las memorias de la cueva

de las sopaipillas.

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de la cuadra

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Sopaipilla Traicionera (Chvbi)

Caminando por la Alameda cuenta sus monedas, solo cien pesos le sobran del pasaje de la micro

-Me alcanza justo pa’ una sopaipa-. Tres cuadras lo separan de Estación Central y por una sopaipilla con pebre dichoso las camina. Al fin encuentra un carrito, que con un

improvisado letrero lo condena:“SOPAIPILLAS CIENTO VEINTE PESOS”,

-Chuuuuta, las subieron- Y derrotado se va a tomar la micro.

- Pa’ mañana será –

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came

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La Sopaipilla Rara (Chvbi)

Micro 141, semáforo en rojo llegando a Estación Mapocho.Toca el timbre, salta a la vereda, corre entre la gente y se detie-ne ante un carro. Efectúa la transacción y veloz corre de vuelta, sube por las puertas aún abiertas y agitado me pasa una de las

dos sopaipillas que lleva. Eso no es lo extraño, lo extraño es que las sopaipillas son cuadradas.

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came

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Lluvia de Sopaipillas (Juan Paula)

La verdad es que la lluvia no me gusta, ni ahora ni menos cuando aún disfrutaba de mi niñez. El barro, el

frío, los kilos de ropa (ese dolor al doblar los brazos o la sensación de torniquete detrás de las rodillas), la nariz húmeda

y quemante. Sin embargo, tengo que admitir que la lluvia, además de significar la pérdida parcial de la movilidad significaba también

un deleite casero que comenzaba a la hora de once y que terminaba por extenderse a cualquier jornada en la que se sintiera el deseo, por muy, muy leve que fuera, de saborear esa masita entre amarillenta y

anaranjada, entre dulce, pero no mucho y salada aunque no tanto. Re-donda en teoría pero deforme al fin y al cabo; con ombligos, con ojos;

con pecas, con hoyos. Caliente y blanda en el presente y tan dura y mañosa al día después. Resbalosa, y quizá asquerosa, chapoteando

en chancaca, pero tan aromática, remojada, tierna y suave al paladar. Con mermelada para convertirla en pastel y con palta o pebre para transformarla en sándwich. Manchada con mostaza

y Ketchup, incluso privada de zapallo y sal, pero siempre deliciosa.

Ahora que he crecido y que ya la niñez está lejos, el invierno sigue sin gustarme, pero me

alegra que al menos haya sopaipillas todo el año.

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Lluvia de Sopaipillas

La verdad es que la lluvia no me gusta, ni ahora ni menos cuando aún disfrutaba de mi niñez. El barro,

el frío, los kilos de ropa (ese dolor al doblar los brazos o la sensación de torniquete detrás de las rodillas), la nariz

húmeda y quemante. Sin embargo, tengo que admitir que la lluvia, además de significar la pérdida parcial de la movilidad

significaba también un deleite casero que comenzaba a la hora de once y que terminaba por extenderse a cualquier jornada

en la que se sintiera el deseo, por muy, muy leve que fuera, de saborear esa masita entre amarillenta y anaranjada, entre dulce,

pero no mucho y salada aunque no tanto. Redonda en teoría pero deforme al fin y al cabo; con ombligos, con ojos; con pe-cas, con hoyos. Caliente y blanda en el presente y tan dura y

mañosa al día después. Resbalosa, y quizá asquerosa, cha-poteando en chancaca, pero tan aromática, remojada,

tierna y suave al paladar. Con mermelada para convertirla en pastel y con palta o pebre para

transformarla en sándwich. Manchada con mostaza y Ketchup, incluso

privada de zapallo

juanpaula

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23º

(Africa Olivares)

- Es el veintitresavo, y ¿lo archivas como si nada?- ¡Vigésimo tercero! Y sí, lo archivo. El que un periodista de

matinal haya hecho una nota no significa que sea más importan-te. El tipo es un caso interesante, pero aquí no nos encargamos

del diagnóstico. Era el número veintitrés, veintidós personas habían presentado ya los mismos síntomas, era solo un perturbado más. La misma idea de exterminio de toda una raza, por un error en la fórmula de control

de natalidad. Oscar era uno de los siquiatras que debía hacer, una vez al mes, un turno en la posta central. Y en los últimos diez meses apare-cían personajes de aquellos, claramente perturbados. Un dro-

gadicto más, uno menos, para la noche en la posta central no era tan novedoso esa situación. Pero para Oscar, las

cosas tenían demasiadas coincidencias.

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Los dos primeros sujetos fueron traídos por carabineros, quienes los habían encon-

trado vociferando incoherencias e impidiendo que peatones transitaran por la vereda. Fueron sedados pero

ambos sujetos resultaron ser alérgicos al medicamento, uno de ellos logró sobrevivir un par de días.

Se inició una investigación, el sedante utilizado era de uso común y podía presentar un riesgo, más no se encontró nada. Al

mes siguiente dos sujetos aparecieron, esta vez fueron sorprendi-dos dentro de una planta envasadora de aceites. Lo que parecía una travesura de niños, fue llevado por los abogados de la empresa como

si se tratara de un atentado terrorista. Los jóvenes tenían algunas lesiones por caer del techo de la fábrica, aún así después de unos

días murieron en sus celdas mientras esperaban el juicio oral. Oscar tuvo que entrevistar a estos dos jóvenes, su evaluación indicaba que eran chicos normales, que probablemente sus familias provenían de un estrato social alto por el nivel de

conocimientos que ellos manejaban y posiblemente ha-bían vivido en el extranjero por la manera extraña

como utilizaban algunas expresiones propias de su edad.

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Treinta días después dos mujeres fueron sorprendi-das dentro de una fábrica de semillas, lanzando bombas

lacrimógenas en las bodegas de trigo. Por la televisión se vio a una de ellas modulando algo inaudible, pronto esa imagen fue

editada por internautas en miles de versiones.- Oscar, son locos al azar, es como si quisieras conectar la vida de un

esquimal y la señora de la esquina.- Pero no te parece curioso, una pareja, cada mes, muriendo y esos

mensajes.- Muere gente todos los días y a menos que sean tus pacientes, te reco-miendo que no le des más vuelta a los locos que recibimos aquí, solo

debemos anotar su estado de ingreso y derivarlos.- Si, lo sé, pero ¿Cuántas veces llegan algunos con historias tan ela-

boradas? - ¿Elaboradas?, en qué mundo vives, las redes hacen que el

conocimiento esté a la mano de todos. ¿cuántas personas te hablan de conspiraciones a diario?

- Si, tienes razón.

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Después de ver como la mujer gesticulaba, Oscar comenzó a guardar cada detalle de estas apariciones, llevo registro de todo: Los lugares saboteados estaban relacionados con alimentos, sus muertes siempre ocurrían días u horas después de su detención,

siempre gesticulaban algo… Pero si todo es producto de las redes, debería encontrar más jóvenes usando esa palabra…..- Oscar ya

era todo un detective, entrampado con veintidós personajes. Pero el número 23, el sobreviviente como decía llamarse, le ayudo a

encajar todo.

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Como de costumbre Oscar esperaba frente al aceitoso carro de sopaipillas que estas estuvieran

listas para ser devoradas, era el ritual de todos los días mientras esperaba el Transantiago. Un hombre se abalanzó

sobre él: ¡Nooooooooooooooooooo!, escúchame…yo...yo wiên ¡escúchame!- el hombre parecía desesperado, realmente estaba fuera de si- Tienes que creerme wên, hay algo malo en esas... lo

hemos intentado veintidós veces wên... no nacerán más y... y... los pocos que lo hagan serán iguales wên… moriremos… a este lado no

habrán personas…- el hombre había tomado a Oscar de los hombros y lo sacudía mientras gritaba, pronto apareció carabineros y automáti-

camente el hombre se calmó- Oscar, escucha a quienes no usan weon. Fue la frase que susurró.

La patrulla se alejó y como un grupo de hormigas, la gente que circulaba volvió a su rutina, Oscar quiso hacer lo mismo y se

acercó una vez más al carro, pero entonces vió en la otra acera a una mujer que gesticulaba. Esta vez el mensaje

era claro: .- ¡NO LAS COMAS!

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observador

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¡Maldito carro de sopaipillas! (Come Rata)

¡Maldito carro de sopaipillas! Esta idea se estaba convir-Maldito carro de sopaipillas! Esta idea se estaba convir-tiendo en un soberano fracaso… seis horas sin vender nada

y la mercadería se pudría bajo el sol. La plaza estaba vacía y el calor era demasiado insoportable como para que alguien se

acercara siquiera a tamaño “balde” de aceite hirviendo que era mi negocio. Las palomas esperaban que me rindiera y tirara la mer-cadería a un lado. A eso de las 3 de la tarde, el sudor me nublaba los ojos y el calor me tenía mareado, fue por eso que al principio pensé

que lo que veían mis ojos era un espejismo: una belleza de otro mundo, un metro setenta, curvilínea, con una minifalda cortísima y una polerita pequeña y apretada, se acercaba al carrito conto-neando su hermosísima humanidad en cada paso. De lejos noté que venía con hambre y que mi humilde puesto de comida era

su salvación. Se detuvo frente al carro, me miró a los ojos, tomó dos sopaipas y me preguntó cuánto costaba la gracia. A esa altura ya no importaba nada y su voz

suave terminó de aturdirme.

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“Para usted son gratis” le dije, sin pensar en las deudas ni en salvar el

día con alguna moneda por lo menos. Con una sonrisa me miró sorprendida mientras daba la vuelta

al carrito para acercarse adonde estaba yo. Ese trayecto lo vi paralizado, como en cámara lenta, mientras repasa-

ba todo su cuerpo con mis sudados ojos. Llegó a mi lado y yo seguía tullido de impresión. Sin mediación me dio un beso en la

mejilla.¡¡¡woooOOOOOooowww!!! Grité de improviso entre emoción, ca-

lentura, felicidad y esquizofrenia. Me tropecé con el balón de gas y caí sobre el carro con estúpida fuerza. Se dobló una rueda. Todo se

dio vuelta. Las palomas volaron mientras caía con todo y quitasol. El carro chocó con el suelo explotando en mil partes mientras el aceite

hirviendo saltaba sanguinariamente quemando el pasto y la arena de los juegos de alrededor. Caí a un lado y las palomas volvieron volando y picoteando a comerse lo que pudieran. Con patadas,

escupos y mordiscos logré sacármelas de encima y ponerme de pie dignamente. La chica miraba atónita tamaña ca-tástrofe. Con la boca muy abierta, se le veía la mitad

de la sopaipa atascada en la garganta.

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“Son muy secas esas sopaipillas” agregué, como si todo lo

anterior no hubiera pasado. “Te invito una bebida”. Y como en un acto reflejo, me estiró su mano para que la guiara. Nos fuimos juntos al quiosco de la esquina y durante todo el trayecto no pude

evitar que parara de reírse y burlarse de mí. El calor seguía golpeando fuerte, el carrito estaba destruido en me-dio de la plaza, la mercadería había sido devorada y lo que quedaba estaba lleno de plumas… pero al final del día yo estaba refrescán-dome junto a la sonrisa más bella del mundo. ¡Bendito carro de

sopaipillas!

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Alonsa (Valdés)

....Sueña que soñarás, despierta que despertarás....Alonsa, mujer sagaz y persuasiva, mantiene su belleza comiendo del árbol de la sopaipilla, nos cuenta que si sueñas comiendo esta redonda masa frita, despiertas dentro del sueño y podrás hacer dentro cuanto desees, invocarla es una interesante alternativa,

aún tiene nuevas cosas que enseñarnos.

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Duamier (Valdés)

... Tralará tralarí, con estas hojas te conquisto a tí...

Duamier, esta dulce jovencita sostiene que encontró la pócima del amor, unas cuántas especias mezcladas con la famosa masa frita. Lo que no sabe es que su inigualable belleza consigue su

objetivo incluso con las hierbas equivocadas.

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valdes

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Flusandrika (Valdés)

... Torta frita, chipá, cuerito, sopaipa, sopaipilla o cachanga...

Flusandrika, esta obrera incansable posee un particular don, cual es moler el trigo con sus poderosas manos para luego mezclarlo con el sudor de su piel. Solo entonces quienes prueban de este bocado al aceite pueden tener la posibilidad de ver su rostro.

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valdes

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Welter Ratbel (Valdés)

...Quién se comió mis sopaipillas....Weler Ratbel, inconfundible y ermitaño personaje, buscador de tesoros tiene más de trescientos años y aún no aprende a

compartir..

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valdes

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Nadie Sabe Para Quien Trabaja (JoZe...)

Habíamos quedado de juntarnos en la plaza como siem-pre. Estábamos juntos desde hace dos años, nos amábamos,

por lo menos así nos lo decíamos cada dos palabras.Nos dimos la vuelta correspondiente, hablamos del amor y prac-

ticamos unos apasionados besos, pero antes de los siguientes besos nos dio un hambre terrible.

El carrito de sopaipillas estaba en medio de la plaza y sin dudarlo nos acercamos con el objetivo de degustar un par con pebre. El tipo, regordete y bonachón me entregó nuestro pedido sin demora y con apuro, ¡DESASTRE! las sopaipillas se me cayeron sin control al suelo de tierra. Ella entró en un estado de histeria que jamás le había co-nocido, me alegó, basureó y botó en la misma frase y sin derecho a

réplica. Quedé pega´o, de rodillas con la sopaipas sucias en mis manos y mirándola marcharse para siempre. Esas sopaipas me demostraron que uno nunca termina de conocer a la gente.

El otro día un amigo me dijo que la vio saliendo con el dueño del carrito de sopaipas…

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OBSERVADOR

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John leyton

SOPAIPA GIRLla defensora de los hambrientos que

rumbo al cielo va en su sopaipa espacial.

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Era tan diferente a sus herma-nas, no tenía aquella perfecta aparien-

cia, tenía miedo a ser expuesta a aquel terrible mundo efímero, donde seria consumida. Sin valor alguno, ella

debía lanzarse al aceite hirviendo. La última prueba, la que sus hermanas sin

tener miedo habían enfrentado. Pero ella temía ser rechazada, ser la última

escogida.

Y entonces, antes de ser lanzada al aceite, ya había sido escogida.

Su extraña forma hizo que esperasen por ellay se atrevió a seguir adelante.

La Sopaipilla Deforme por Aeny

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ALTIRO ediciones

Según La Real Academia de la Lengua Española.

Sopaipilla: Chile. SOPAIPA.

1. f. Masa que, bien batida, frita y enmelada, forma una especie de hojuela gruesa.

2. CHILE. El manjar callejero e invernal por excelencia.

SOPAIPA se terminó de imprimir en diciembre de 2009 en July, Sargento Aldea 446, Santiago.

SOPAIPA