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2. Los conceptos de vida y vivo en las sociedades de control En estas condiciones la monadología puede comenzar a con- vertirse en nomadología. De aquí en adelante, por neomo- nadología entenderemos siempre nomadología. Más tarde, es la demanda, el orden de lo público, lo que en una socie- dad democrática sustituye, poco a poco, y sin embargo más en apa- riencia que en realidad, a esta orden monárquica. «El público puede viajar confortablemente; pero hace frío; entonces debo llenar mis bol- sas de agua caliente», se dice el empleado de las estaciones. Todos los deberes profesionales se deducen de este modo. Gabriel Tarde Hemos dejado la época de la disciplina para entrar en la del control. Gilles Deleuze ha descrito de manera concisa pero eficaz este paso de las sociedades disciplinarias a las socie- dades de control 1 y nos ha ofrecido una reconstrucción his- tórica a partir de la dinámica de la diferencia y de la repeti- ción, suscitando nuevas interpretaciones sobre el nacimiento y desarrollo del capitalismo. Una de las innovaciones teóri- 1 Gilles Deleuze, «Post-scriptum sur les sociétés de contrôle», en Pourparlers, Éd. de Minuit, 1990 [ed. cast.: «Postdata sobre las socieda- des de control», en Christian Ferrer (comp.), El lenguaje libertario, Buenos Aires, Altamira, 1999]. 73

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2. Los conceptos de vida y vivo en lassociedades de control

En estas condiciones la monadología puede comenzar a con-vertirse en nomadología. De aquí en adelante, por neomo-nadología entenderemos siempre nomadología.

Más tarde, es la demanda, el orden de lo público, lo que en una socie-dad democrática sustituye, poco a poco, y sin embargo más en apa-

riencia que en realidad, a esta orden monárquica. «El público puedeviajar confortablemente; pero hace frío; entonces debo llenar mis bol-sas de agua caliente», se dice el empleado de las estaciones. Todos los

deberes profesionales se deducen de este modo. Gabriel Tarde

Hemos dejado la época de la disciplina para entrar en la delcontrol. Gilles Deleuze ha descrito de manera concisa peroeficaz este paso de las sociedades disciplinarias a las socie-dades de control1 y nos ha ofrecido una reconstrucción his-tórica a partir de la dinámica de la diferencia y de la repeti-ción, suscitando nuevas interpretaciones sobre el nacimientoy desarrollo del capitalismo. Una de las innovaciones teóri-

1 Gilles Deleuze, «Post-scriptum sur les sociétés de contrôle», enPourparlers, Éd. de Minuit, 1990 [ed. cast.: «Postdata sobre las socieda-des de control», en Christian Ferrer (comp.), El lenguaje libertario, BuenosAires, Altamira, 1999].

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cas más importantes concierne a la cuestión de la multiplici-dad: los individuos y las clases no son sino la captura, laintegración y la diferenciación de la multiplicidad.

Lo que nos interesa aquí no es sólo la descripción feno-menológica de esta evolución, sino el método empleado. EnDeleuze, este proceso constitutivo de las instituciones capi-talistas y de la multiplicidad no puede ser comprendidosino recurriendo a la noción de virtual y a sus modalidades deactualización y efectuación. El pasaje de las sociedades disci-plinarias a las sociedades de control no puede ser comprendi-do partiendo de las transformaciones del capitalismo, sinopartiendo de la potencia de la multiplicidad.

* * * *

Por lo general, los marxistas aceptan la descripción de lassociedades disciplinarias ofrecida por Foucault, a condiciónde no considerarla más que como un complemente al análi-sis marxiano del modo de producción capitalista. Ahorabien, si Foucault reconocía su deuda con Marx (su teoría delas disciplinas estuvo seguramente inspirada en la descrip-ción marxiana de la organización del espacio y del tiempo enla fábrica), comprendía el encierro de los obreros de acuerdoa una lógica muy diferente.

La fábrica en Foucault no es sino una de las actualizacio-nes del paradigma del encierro. La relación capital / trabajono es la relación social fundamental sobre la que se alinea elconjunto de las demás relaciones sociales. La escuela, laprisión, el hospital (y el derecho, la ciencia, el saber: todo loque Foucault define como «lo enunciable») no mantieneuna relación del tipo estructura / superestructura con res-pecto de la producción.

La teoría marxista se concentra exclusivamente en laexplotación. Las demás relaciones de poder (hombres /mujeres; médicos / enfermos; profesores / alumnos, etcé-tera) y las demás modalidades de ejercicio del poder(dominación, sometimiento, servidumbre) son negadaspor razones vinculadas con la propia ontología de la cate-goría de trabajo. Esta última contiene un poder de totali-zación dialéctica, tanto teórica como política, contra la que

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Page 3: sociedades de control · 2. Los conceptos de vida y vivo en las sociedades de control En estas condiciones la monadología puede comenzar a con-vertirse en nomadología

perfectamente se puede retomar la crítica que Tarde hacea Hegel: hay que «despolarizar» la dialéctica a través de lanoción de multiplicidad.

En el capitalismo, lo que hay que tener en cuenta no esun «drama único» —el del Espíritu (en Hegel) o el delCapital (en Marx)—, sino una «multiplicidad de dramassociales». No es a las fuerzas «inmensas, exteriores y supe-riores» de la dialéctica (capital-trabajo), sino a las fuerzas«multiplicadas infinitamente, infinitesimales e internas», alo que hay que referirse para captar su dinámica.2 La lógi-ca de la contradicción, motor del «drama único», es dema-siado pobre y reductora. Esta última afirmación, queFoucault retomará después de Tarde, apunta directamen-te a la concepción marxista del poder, siempre depen-diente de una estructura económica más profunda.

La microfísica del poder sustituye lo que hay de pirami-dal en la conceptualización marxista por una inmanenciadonde los diferentes «encierros» (fábrica, escuela, hospital,etc.) y las diferentes técnicas disciplinarias se articulan unascon otras. Deleuze destaca al respecto que la estructura eco-nómica y la fábrica presuponen los mecanismos disciplina-rios que ya actúan sobre las almas y los cuerpos, y no a lainversa. Otras fuerzas y otras dinámicas pueden entonces serconvocadas para explicar el progreso del capitalismo. Estasfuerzas y estas dinámicas implican evidentemente la rela-ción entre capital y trabajo, pero no se reducen a ella.

No se trata de negar la pertinencia del análisis marxianode la relación capital / trabajo, sino su pretensión de reducirla sociedad y la multiplicidad de las relaciones de poder quela constituyen a la única relación de mando y de obedienciaque se ejerce en la fábrica o en la relación económica. Por elcontrario, es esta última la que debe ser integrada en unmarco más amplio, el de las sociedades disciplinarias y sudoble técnica de poder: disciplinas y biopoder.

De la misma manera, la imposición de conductas y elsometimiento de los cuerpos no son explicables sólo por elapremio monetario o los imperativos económicos. Los regí-menes de signos, las máquinas de expresión, los agencia-mientos colectivos de enunciación (el derecho, los saberes, los

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2 Les Lois sociales, op.cit., p. 112.

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lenguajes, la opinión pública, etcétera) actúan como ruedasdel resto de los agenciamientos, del mismo modo que losagenciamientos maquínicos (fábricas, prisiones, escuelas).

El marxismo, al concentrarse en una única dimensión dela relación de poder (la explotación), se ve llevado por ello aremitir la máquina de expresión a la ideología. Uno de losobjetivos de los trabajos de Foucault sobre las sociedadesdisciplinarias es salir del economicismo y de la cultura dia-léctica de los dualismos y mostrar la pobreza de la explica-ción de las dominaciones a través de la ideología.

La multiplicidad de las singularidades, su potencia decreación, de coproducción y las modalidades de su ser con-junto no han nacido con el postfordismo, pero atraviesantoda la historia de la modernidad. El poder de las sociedadesdisciplinarias (ya se trate de técnicas de encierro o de técni-cas llamadas biopolíticas) actúa siempre y en principio sobreuna multiplicidad. Los dualismos dialécticos deben ser pen-sados en consecuencia como una captura de la multiplici-dad. Para Foucault, las disciplinas transforman a las multi-tudes confusas, inútiles o peligrosas en clases ordenadas.

Las técnicas de encierro (las disciplinas) imponen una tareao una conducta cualquiera para la producción de efectos útiles,a condición de que la multiplicidad sea poco numerosa y elespacio bien definido y delimitado (escuela, fábrica, hospital,etcétera). Consisten en repartir la multiplicidad en el espacio(cuadricular, encerrar, poner en serie), ordenarla en el tiempo(descomponer el gesto, subdividir el tiempo, programar elacto) y componerla en el espacio-tiempo para extraer de ellaefectos útiles, aumentando las fuerzas que la constituyen.

Las técnicas biopolíticas (la salud pública, las políticas dela familia...) se ejercen como gestión de la vida de una mul-tiplicidad, cualquiera que sea. Aquí, a diferencia de las insti-tuciones disciplinarias, la multiplicidad es numerosa (lapoblación en su conjunto) y el espacio es abierto (los límitesde la población están definidos por la nación).

La interpretación deleuziana de Foucault3 (independien-temente de todo problema de fidelidad a su obra) nos serámuy útil a la hora de analizar la dinámica de la diferencia y

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3 Cfr con Gilles Deleuze, Foucault, Minuit, 1984 [ed. cast.: Foucault, Barcelona,Gedisa, 1990].

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de la repetición. Esta interpretación distingue las relacionesde poder y las instituciones. El poder es una relación de fuer-zas, mientras que las instituciones son agentes de integración,de estratificación de las propias fuerzas. Las institucionesfijan las fuerzas y sus relaciones en formas precisas al dotar-les de una función reproductora. El Estado, el Capital y lasdiferentes instituciones no son la fuente de las relaciones depoder, sino que derivan de ellas. De este modo, Foucault,interpretado por Deleuze, analiza los dispositivos de poderque se despliegan según las modalidades de la integración yde la diferenciación, y no según las modalidades que remiti-rían al paradigma del sujeto / trabajo.

Las relaciones de poder son virtuales, inestables, nolocalizables, no estratificadas, potenciales, y definen sola-mente las posibilidades, las probabilidades de interacción; sonlas relaciones diferenciales las que determinan las singula-ridades. La actualización de estas relaciones diferenciales,de estas singularidades por parte de las instituciones(Estado, Capital, etcétera) que las estabilizan que las estra-tifican, que las hacen no reversibles, es al mismo tiempouna integración (captura) y una diferenciación.

Integrar significa ligar singularidades, homogeneizarlasy hacerlas converger en tanto singularidades hacia un obje-tivo común. La integración es una operación que consiste entrazar una línea de fuerza general que pasa por las fuerzas ylas fija en formas. La integración no actúa por abstracción,por generalización, por unificación por fusión, sino por sub-sunción (para hablar en lenguaje hegeliano-marxista). Laactualización de las relaciones de poder se hace poco a poco,«piedra por piedra», tal y como lo concebía Gabriel Tarde. Esun conjunto de integraciones, primero locales y después glo-bales. Deleuze describe la integración como un procedi-miento para hacer que se mantengan juntos los networks y lospatchworks, los flujos y los agregados.

Tarde también utiliza el término «integración» para evitar lacomprensión de la constitución de las cantidades sociales y delos valores (económicos o no) como totalización o simple gene-ralización o abstracción. El tipo social o la cantidad social soncomprendidos como integraciones de pequeñas diferencias, depequeñas variaciones, sobre el modelo del cálculo integral.

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Pero la actualización de las relaciones de poder no es solamen-te integración, sino también diferenciación 4: las relaciones depoder se ejercen en la medida en que hay una diferencia entrefuerzas. En el capitalismo, esta diferenciación, en lugar de serdiferenciación de la diferencia, despliegue de la multiplicidad,es una creación y una reproducción de dualismos, de los cualeslos más importantes son los dualismos de clase (proletarios /capitalistas) y los dualismos de sexo (hombres / mujeres).

Los conjuntos binarios, como los sexos y las clases, debencapturar, codificar y regular las virtualidades, las variacionesposibles de los agenciamientos moleculares, las probabilida-des de interacción de la cooperación neomonadológica. Lasclases operan la reducción de la multiplicidad a los dualis-mos y a un todo colectivo que totaliza y unifica las singula-ridades irreductibles. El concepto de clase obrera designa untodo colectivo y no un todo distributivo.

Los dualismos de sexo funcionan también como un dispo-sitivo de captura y de codificación de las múltiples combina-ciones que ponen en juego no sólo lo masculino y lo femeni-no, sino también miles de pequeños sexos, miles de pequeñosdevenires posibles de la sexualidad. Y son estos miles de sexoslos que deben ser disciplinados y codificados para ser devuel-tos al dualismo hombres / mujeres. Las clases sociales sontalladas literalmente en la multiplicidad de las actividades ycristalizan las interacciones posibles bajo la forma de un dua-lismo. Del mismo modo, la oposición hombres / mujeres estátallada en el devenir posible de miles de sexos que cristalizanen el dualismo de la norma heterosexual.

La conversión de la multiplicidad en clases y la conver-sión de los miles de sexos en heterosexualidad funcionan ala vez como constitución de tipos y represión de la multipli-cidad, como constitución y codificación de la norma y comoneutralización de las virtualidades de otros devenires. Lasdos modalidades de ejercicio del poder (represión y consti-tución) evidentemente están lejos de ser contradictorias.5

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4 Incluso se podría decir «diferenciación» (cálculo de un diferencial) paraseguir las implicaciones del modelo matemático del cálculo infinitesimal.5 La diferencia de perspectiva entre Foucault y Deleuze sobre la accióny la eficacia de la represión se debe a la preeminencia que este últimoda, a diferencia de Foucault, a los agenciamientos de deseo sobre losagenciamientos de poder.

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Para trazar una posibilidad de salida del economicismo y delos dualismos del movimiento obrero, Foucault afirma queuna sociedad no está definida por su modo de producción,sino por los enunciados que la expresan y por las visibilidadesque la efectúan.

Deleuze y Guattari asimilan la relación foucaultianaentre «enunciable y decible» a la relación entre máquina deexpresión y agenciamientos corporales. Esta relación entrelo enunciable y lo visible, como la que existe entre losagenciamientos corporales y las máquinas de expresión,no remite ni a la relación infraestructura / superestructura(marxismo), ni a la relación significado / significante (lin-güística y estructuralismo).

La prisión es un espacio de visibilidad que hace ver yemerger una mezcla de cuerpos, un agenciamiento corporal(los detenidos). El derecho penal como máquina de expre-sión define un campo de decibilidad (los enunciados sobre ladelincuencia) que opera transformaciones incorpóreas sobreel cuerpo. Así, los veredictos de la corte transforman instan-táneamente a los acusados en condenados. El agenciamientomaquínico o corporal tiene su forma (la prisión) y su sustan-cia (los prisioneros). La máquina de expresión tiene tambiénsu forma (el derecho penal) y su sustancia (la delincuencia).

La relación entre lo visible y lo enunciable no puede serpensada ni bajo la forma de la estructura y la superestructu-ra, ni bajo la forma del significante y el significado, ya que esuna relación que remite a un afuera informal, a un virtual, aun acontecimiento.

Lo que está encerrado es el afuera

Deleuze ofrece otra importante indicación para definir lassociedades disciplinarias. Sabemos que la escuela, la fábrica,el hospital, el cuartel son dispositivos para encerrar la multi-plicidad. Pero, más profundamente, dice Deleuze, lo que «estáencerrado es el afuera». Lo que está encerrado es lo virtual, lapotencia de metamorfosis, el devenir. Las sociedades discipli-narias ejercen su poder neutralizando la diferencia y la repeti-ción y su potencia de variación (la diferencia que va difiriendo),

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subordinándola a la reproducción. El adiestramiento de loscuerpos tiene por función impedir toda bifurcación, retirarleal acto, a la conducta, al comportamiento, toda posibilidadde variación, toda imprevisibilidad. En páginas magníficas,Foucault habla de las disciplinas como de un poder que tratade «las virtualidades mismas del comportamiento» queinterviene «en el momento en que la virtualidad está convir-tiéndose en realidad».6

Las instituciones disciplinarias seguramente son produc-tivas. No se limitan a reprimir: constituyen cuerpos, enun-ciados, sexos, etcétera. Pero al mismo tiempo hay que reco-nocer, más allá de Foucault, que operan una representaciónmás profunda, no porque nieguen una naturaleza humanaque ya está ahí, sino porque las disciplinas y el biopoderseparan las fuerzas del afuera, de lo virtual, separan las fuer-zas de la dinámica de la «diferencia que va difiriendo».

Disciplinas y biopoder son modos de producción de lasubjetividad, pero únicamente cuando la infinita de mons-truosidad que virtualmente contiene el alma (el devenirmonstruo) ha sido ya sometida a la reproducción de los dua-lismos (hombre / mujer, patrón / obrero, etcétera).

Encerrar el afuera, encerrar lo virtual, significa neutrali-zar la potencia de invención y codificar la repetición paraquitarle toda potencia de variación, para reducirla a unasimple reproducción. En las sociedades disciplinarias, lasinstituciones, sean las del poder o las del movimiento obre-ro, no conocen el devenir. Por supuesto tienen un pasado(tradiciones), un presente (gestión de las relaciones de poderaquí y ahora) y un futuro (el progreso), pero les faltan deve-nires, variaciones. Las ciencias sociales que han legitimado laconstitución y la acción de esas instituciones funcionan deacuerdo al equilibrio (economía política), la integración(Durkheim), la reproducción (Bourdieu), la contradicción(marxismo), la lucha por la vida (darwinismo) o la compe-tencia, pero ignoran el devenir.

Estas ciencias organizan e imponen la temporalidad delreloj, el tiempo cronológico, pero desconocen la temporalidaddel acontecimiento, salvo cuando se trata de una excepción a

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6 Michel Foucault, Le Pouvoir psychiatrique, Gallimard / Seuil, 2003, p. 53 [Elpoder psiquiátrico, Akal, 2005].

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neutralizar, un peligro a conjurar, una ocasión siempreexcepcional a capturar (la revolución). El tiempo del aconte-cimiento, el tiempo de invención, el tiempo de la creaciónde los posibles debe ser limitado y encerrado en plazos yprocedimientos rigurosamente establecidos. Antonio Negriha mostrado cómo, para la filosofía política, el poder consti-tuyente es una anomalía, una excepción que hay que subor-dinar a los procedimientos del poder constituido. Por sulado, Tarde había mostrado por qué las ciencias económicasy sociales excluyen toda teoría de la invención y de la crea-ción y cómo se constituyen en teorías de la reproducción,como es, una vez más, el caso de la sociología de Bourdieu.

Retomemos nuestra hipótesis sobre la proliferación delos mundos posibles como ontología de nuestra actualidad.Las sociedades disciplinarias operan como el Dios deLeibniz. No dejan pasar a la realidad más que un solomundo. Desde este punto de vista, pueden ser consideradascomo productivas, porque constituyen las mónadas para elmundo de las sociedades disciplinarias y este mundo estáincluido, a través de las técnicas del encierro y del biopoder,en cada mónada. Sin embargo, impiden furiosamente queuna infinidad de otros mundos posibles pasen a la realidad.Bloquean y controlan el devenir y la diferencia.

Las teorías del equilibrio (economía política y sociología)o las teorías de la contradicción (hegelianismo y marxismo),así como las prácticas que éstas autorizan, tienen un mismohorizonte común: la idea que no hay más que un mundoposible. Reproducción del poder y toma del poder, equili-brio y contradicción, responden paradójicamente al mismoproblema, vivir juntos en un solo mundo posible.

De un modo completamente sorprendente, estas prácti-cas, que excluyen el afuera y el devenir, convergen en el sigloXX en las políticas de planificación, es decir, en la neutrali-zación y el control a escala social de la lógica del aconteci-miento, de la creación, de la producción de lo nuevo. Sepuede hablar del triunfo, tanto en el capitalismo como en elsocialismo, de la reproducción sobre la diferencia. Pero estetriunfo no puede ser sino de corta duración. La sociología yla filosofía de Tarde anuncian lo que ya ocurre a finales delsiglo XX: que esta voluntad de encerrar el afuera, de hacerpasar a la existencia un solo mundo disciplinado entre lainfinidad de los mundos posibles, ha fracasado. La «jaula de

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hierro» weberiana ha sido quebrada, las mónadas han huidodel mundo disciplinario inventando mundos incomposiblesque se actualizan en el mismo mundo.

Las series constituidas por las mónadas ya no convergenhacia el mismo mundo disciplinario, sino que aquí y ahoraestán divergiendo. El mundo se ha convertido realmente endiferencia, bifurcación de las bifurcaciones, como en loscuentos de Borges, donde todos los posibles coexisten.

Retomemos los ejemplos citados anteriormente: las cla-ses ya no logran contener la multiplicidad, de la mismamanera que la heterosexualidad ya no regula a los miles desexos. El monstruo se despliega, aquí y ahora, como moda-lidad de subjetivación. Es así como se produce un cambioradical de las formas de organización del poder y de susmodalidades de ejercicio.

Para el poder, el problema ya no es encerrar el afuera ydisciplinar las subjetividades cualesquiera (después dehaberlas separado de lo virtual, de la creación). Dado que elafuera y la potencia de proliferación de la diferencia han rotoel régimen del encierro, no hay otro modo de actuar sobreestas subjetividades que no sea modulándolas. Ya no hayque disciplinarlas en un espacio cerrado, sino modularlas enun espacio abierto. El control se superpone a la disciplina.

El tiempo del acontecimiento, de la invención, de la creaciónde posibles, ya no puede ser considerado como una excepción,sino como lo que hay que regular y capturar cotidianamente. Elagenciamiento de la diferencia y de la repetición ya no puede serneutralizado, sino que debe ser controlado como tal.

Esta nueva realidad se ha desplegado alrededor de losacontecimientos de 1968, incluso cuando había estado allídesde hacia tiempo y se había manifestado durante todo elsiglo de maneras muy diversas (tanto en el arte como en losmovimientos políticos y culturales).

Pero ¿qué es la modulación como modalidad de ejerciciodel poder? ¿Cuáles son las fuerzas que la modulación con-trola y captura?

El concepto deleuziano de «modulación»7 nos parece llenode posibilidades heurísticas que querríamos interrogar. Adiferencia de lo que existe en las sociedades disciplinarias,

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7 Presentado en el «Post-scriptum sur les sociétés de contrôle», art. cit.

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donde se pasa de manera lineal y progresiva de un «encierro»a otro (de la escuela al ejército, del ejército a la fábrica),Deleuze muestra que en las sociedades de control nunca setermina nada. Se pasa de la escuela a la empresa y de laempresa se vuelve a la escuela, etcétera.

Querríamos prolongar esta reflexión sociológica sobre lamodulación como diagrama de la flexibilidad de la produc-ción y de la subjetividad captando el nuevo concepto de viday de vivo que implica esta modalidad de acción del poder.En principio, tenemos entonces que pasar por el poder quese ejerce sobre la vida (biopoder), a través del cual Foucaultdefine las sociedades disciplinarias.

De las sociedades disciplinarias a las sociedades de control

Las sociedades disciplinarias están caracterizadas por elagenciamiento del poder disciplinario y del poder biopolíti-co. Sobre este punto, Foucault es absolutamente formal: lastécnicas disciplinarias nacen a finales del siglo XVII y las téc-nicas biopolíticas cincuenta años más tarde, en la segundamitad del siglo XVIII.

Pero, ¿qué es lo que Foucault entiende por biopoder? Esuna modalidad de acción que, como las disciplinas, se diri-gen a una multiplicidad cualquiera. Las técnicas disciplina-rias transforman los cuerpos, mientras que las tecnologíasbiopolíticas se dirigen a una multiplicidad en tanto queconstituye una masa global, investida de procesos de con-junto que son específicos de la vida, como el nacimiento, lamuerte, la producción, la enfermedad. Las técnicas discipli-narias sólo conocían el cuerpo y el individuo, mientras queel biopoder apunta a la población, al hombre en tanto espe-cie y, finalmente, dice Foucault en uno de sus cursos, al hom-bre en tanto espíritu. La biopolítica «instala los cuerpos en elinterior de los procesos biológicos de conjunto».

Si seguimos las descripciones de Foucault, podemosidentificar fácilmente estas tecnologías con las políticas delEstado de Bienestar (Welfare State). El biopoder tiene comoobjeto la fecundidad de la especie (política de la familia, con-trol de los nacimientos, etcétera) pero también la extensión,

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la duración y la intensidad de las enfermedades dominantesdentro de una población (política de la salud). Con el desarro-llo de la industrialización, aparecen nuevos terrenos deintervención: los accidentes de trabajo, los riesgos vincula-dos a la pérdida de un empleo (desempleo), a la vejez (jubi-lación), etcétera. Un último dominio de intervención citadopor Foucault es el del ordenamiento del territorio: los efectosgeográficos, climáticos, de gestión del agua, etcétera.

Según Foucault, el problema no fue inventar las institu-ciones de asistencia que en la mayor parte de los casos yaexistían, sino instalar dispositivos diferentes y más eficacesque los garantizados fundamentalmente por la Iglesia hastamediados del siglo XVII: seguros, ahorro individual y colec-tivo, seguridad social.

El biopoder tiene como objetivo la gestión de la vida,pero en el sentido en que busca reproducir las condicionesde existencia de una población.

Tanto las técnicas disciplinarias como las técnicas biopolíti-cas conocen su mayor desarrollo después de la Segunda GuerraMundial, con el taylorismo y el Estado de Bienestar. Este apo-geo corresponde a un reajuste de los dispositivos de encierro yde gestión de la vida, bajo el impulso de nuevas fuerzas y nue-vas relaciones de poder. Ahora bien, desde fines del siglo XIX,se gestan nuevas tecnologías de poder que no se parecen ni alas disciplinas ni al biopoder. ¿Cómo definir la singularidad deestas relaciones que Deleuze llama relaciones de control?

Tarde podría ubicarnos en la senda correcta. A fines delsiglo XIX, en el momento en el que las sociedades de controlcomienzan a elaborar sus propias técnicas y sus propios dis-positivos, Tarde explica que el «grupo social del futuro» noes ni la masa, ni la clase, ni la población, sino el «público» (omás bien los públicos). Por público, él entiende el público delos medios, el público de un diario: «El público es una masadispersa donde la influencia de los espíritus de unos sobreotros se convierte en una acción a distancia».8

A finales del siglo XIX entramos en la era de los públicos,es decir, en una época donde el problema fundamental es elde mantener unidas a las subjetividades cualesquiera que

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8 Gabriel Tarde, L’Opinion et la foule, PUF, 1989, p. 17.

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actúan a distancia unas sobre otras en un espacio abierto. Lasubordinación del espacio al tiempo define un bloque espa-cio-temporal que se encarna, según Tarde, en las tecnologíasde la velocidad, de la transmisión, del contagio y de la pro-pagación a distancia. Mientras las técnicas disciplinarias seestructuran fundamentalmente en el espacio, las técnicas decontrol y de constitución de los públicos ponen en primerplano el tiempo y sus virtualidades. El público se constituyea través de su presencia en el tiempo.

Tarde capta en su nacimiento tres fenómenos que van acaracterizar a las sociedades de control y su desplieguemasivo a partir de la segunda mitad del siglo XX: 1) la emer-gencia de la cooperación entre cerebros y su funcionamientopor flujos y por redes, network y patchwork; 2) el desarrollo delos dispositivos tecnológicos de acción a distancia de lasmónadas: telégrafo, teléfono, cine, televisión, net; 3) los pro-cesos de subjetivación y de sometimiento correspondientes:la formación de los públicos, es decir, la constitución del serconjunto que tiene lugar en el tiempo.

Las sociedades de control engendran sus tecnologías ysus procesos de subjetivación, que son sensiblemente dife-rentes de las tecnologías y los procesos de subjetivación delas sociedades disciplinarias. No sólo la máquina de expre-sión (social y tecnológica) no puede ser remitida a la ideolo-gía, como querrían el marxismo y la economía política, sinoque se convierte cada vez más en un lugar estratégico para elcontrol del proceso de constitución del mundo social. Es enella y por ella por lo que se efectúa la actualización del acon-tecimiento en las almas y su efectuación en el cuerpo.

La integración y la diferenciación de las nuevas fuerzas,de las nuevas relaciones de poder, se hacen gracias a nue-vas instituciones (la opinión pública, la percepción colecti-va y la inteligencia colectiva) y nuevas técnicas (de acción adistancia). En las sociedades de control, las relaciones depoder se expresan por la acción a distancia de un espíritusobre otro espíritu, por la capacidad de los cerebros deafectar y de ser afectados, mediatizada y enriquecida por latecnología: «Ocurre que los medios mecánicos destinados allevar fuerte y lejos la acción sugestiva del portador (pala-bra, escritura, imprenta) no han cesado de progresar».9

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9 Les Transformations du pouvoir, op.cit., p. 58.

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De este modo, las instituciones de las sociedades de control estáncaracterizadas por el empleo de las tecnologías de la acción a dis-tancia, más que de las tecnologías mecánicas (sociedades desoberanía) o termodinámicas (sociedades disciplinarias).

Masas, clases y públicos

Si la cooperación entre cerebros se expresa en primer lugarbajo la forma de la opinión pública, es decir, como puesta encomún de los juicios, después se desarrolla como creación ypuesta en común de preceptos y de conceptos (percepcióncolectiva e inteligencia colectiva) gracias a las tecnologías dela televisión y de la net. La net, como veremos, integra y dife-rencia las diferentes metamorfosis de la opinión pública, lapercepción y la inteligencia colectiva.

Pero consideremos un momento a los públicos y a lo queintroducen de nuevo en la acción y el ser conjunto. El públi-co es la forma de subjetivación que mejor expresa la plastici-dad y la indiferencia funcional de la subjetividad cualquiera(mónada). Los individuos y los públicos no mantienen entreellos una relación de pertenencia exclusiva y de identidad: siun individuo no puede pertenecer más que a una clase o auna masa a la vez, por el contrario puede pertenecer, y almismo tiempo, a diferentes públicos (la multipertenencia enun lenguaje sociológico contemporáneo). El individuo deTarde, que se encuentra a caballo entre diferentes mundosposibles, es como el artista que Platón quería excluir de suRepública. Es un hombre múltiple y mimético, pero dentrode la dinámica constitutiva y evolutiva de los públicos.

Los públicos son la expresión de subjetividades nuevas yde formas de socialización que eran ignoradas en las socie-dades disciplinarias. En efecto, «la formación de un públicosupone una evolución mental y social mucho más avanzadaque la formación de una masa o de una clase».10

Con los públicos, la sociedad se emparenta aún más conla metáfora privilegiada de Tarde: la del cerebro. En el públi-co, la invención y la imitación se difunden de manera «casi

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10 L’Opinion et la foule, op.cit., pp. 38-39

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instantánea, como la propagación de una onda en un medioperfectamente elástico» gracias a las tecnologías que hacenposible la acción a distancia de un espíritu sobre otro (repro-ducción casi fotográfica de un molde cerebral a través de laplaca sensible de otro cerebro). Con el público «nos dirigi-mos hacia este extraño ideal» de sociabilidad donde los cere-bros «se tocan en cada instante por múltiples comunicacio-nes»,11 como es el caso hoy de la net.

La división de las sociedades en públicos se «superponecada vez más, visible y eficazmente, a su división religiosa,económica, estética, política». No las reemplaza. En el «medioelástico» de la cooperación entre cerebros y de las relacionesintercerebrales, los públicos dibujan las fluctuaciones y lasbifurcaciones, que desestructuran las segmentaciones rígidasy unívocas representadas por las clases y los grupos sociales:«Sustituyéndose o superponiéndose a los agrupamientos másviejos, los agrupamientos nuevos que llamamos públicos,siempre más extendidos y masivos, no sólo hacen que el reinode la moda reemplace al de la costumbre, o la innovación a latradición; también reemplazan las divisiones netas y persis-tentes entre las múltiples variedades de asociaciones humanascon sus conflictos sin fin, por una segmentación completa yvariable, de límites indistintos, en vía de perpetua renovacióny de mutua penetración».12

De este modo, los procesos de segmentación social sehacen flexibles, se desterritorializan, como dice Deleuze. Ladificultad para imaginar y aprehender estos nuevos proce-sos de subjetivación tras el estallido de las clases sociales estáligada seguramente, por un lado, a la dificultad que se tienepara captar las leyes de constitución y de variación de estassegmentaciones móviles y cambiantes que parecen no tenerningún fundamento objetivo y, por el otro, a la tradición teó-rica marxista que remite las modalidades de asociación delos públicos a la ideología.

En un relato de ciencia ficción concebido en 1879, termina-do en 1884 y publicado por primera vez en 1896, Tarde nos dauna síntesis eficaz del pasaje de las sociedades disciplinarias a

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11 Ibídem, p. 399.12 Ibídem, p. 70.

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las sociedades de control: «Al régimen anárquico de codi-cias le ha sucedido el gobierno autocrático de la opinión,convertida en omnipotente».13 Las funciones políticas yeconómicas de la opinión no pueden ser reconducidas alos mecanismos de explotación y de sometimiento especí-ficos de las sociedades disciplinarias y del mercado (régi-men anárquico de codicias).

El control de la opinión, del lenguaje, de los regímenes designos, de la circulación de los saberes, del consumo, etcéte-ra, remite a técnicas de poder inéditas que serán descritas,después de Tarde, por el trabajo de Bajtin en la Rusia sovié-tica de la década de 1920 y por la filosofía de Deleuze yGuattari alrededor de 1968.

Bajtin nos muestra de qué modo la multiplicidad de loslenguajes, de las formas de enunciación, de las semióticas, enel seno del mundo precapitalista (plurilingüismo) es repri-mida y subordinada a una lengua que, al imponerse comomayoritaria, se convierte en la codificación normativa de laexpresión (monolingüismo).14 Deleuze y Guattari describenlas técnicas de constitución de la multiplicidad en «mayoría»que, al nivelar las diferencias, producen un modelo que sirvede patrón, cuyo prototipo en acción se puede ver en la cons-trucción y con la medida de la audiencia televisiva o de laopinión a través de las encuestas.

El concepto de explotación, construido sobre la relacióndialéctica capital / trabajo, es absolutamente inadecuadopara captar estas técnicas de control semiótico de la expre-sión de la multiplicidad que han acompañado, y con fre-cuencia han anticipado, al advenimiento del capitalismo.

Las técnicas de sometimiento de las sociedades de con-trol no han reemplazado a las de las sociedades disciplina-rias, sino que se superponen a ellas y se hacen cada vez másinvasivas, hasta constituir hoy, como veremos en los próxi-mos capítulos, un presupuesto indispensable de la acumu-lación capitalista.

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13 Gabriel Tarde, Fragment d’histoire future, Séguier, 2000 [ed. cast.: Fragmentode historia futura, Abraxas, 2001].14 Analizaremos de manera más amplia el trabajo de Bajtin en el capítulo 4de este libro.

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Tanto la explotación como la acumulación del capital sonsimplemente imposibles sin la transformación de la multi-plicidad lingüística en modelo mayoritario (monolingüis-mo), sin la imposición de un régimen de expresión monolin-güe, sin la constitución de un poder semiótico del capital.

La vida y lo vivo

Si las tecnologías de acción a distancia, si las máquinas deexpresión se convierten en los medios fundamentales de cap-tura de la multiplicidad en un espacio abierto y si la opiniónpública es su primera y nueva institución, ¿cuáles son las nue-vas fuerzas que se manifiestan en estas relaciones de poder?

Únicamente después de haber definido estas fuerzaspodremos volver a la noción de modulación. Para compren-der todas las implicaciones contenidas en esta noción, debe-mos interrogar al concepto de vida y de vivo, porque son lavida y lo vivo los que, en última instancia, son los objetos dela modulación.

Las técnicas biopolíticas se dirigen a la vida, están dirigi-das al ser vivo en tanto que pertenece a la especie humana.Apuntan a regular la vida alcanzada por la enfermedad,por el desempleo, la vejez, la muerte: la vida a la que remitenes la reproducción de una población. Las técnicas de con-trol se dirigen también a la vida, pero en un sentido sensi-blemente diferente. Hay que poner en juego otro conceptode vida (y de lo vivo) para comprender la potencia queintentan modular estas técnicas.

Para captarlo, debemos volver a Nietzsche, el verdaderoinspirador de la teoría del poder de Foucault. TantoNietzsche como Tarde utilizan, con frecuencia a partir de lasmismas lecturas, los resultados de la biología y de la fisiolo-gía de su época para criticar las teorías del sujeto. La biolo-gía molecular permite, al hablar de un cuerpo vivo y de sufisiología, poner en discusión la autonomía, la independen-cia y la unidad del yo de los filósofos. Nietzsche, comoTarde, descubre en la biología «molecular», en la multiplici-dad de los seres infinitesimales que constituyen los cuerpos(todos queriendo, sintiendo y pensando), en sus relaciones y

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en sus formas de organización política, un concepto de lasubjetividad que se distingue del «yo» kantiano y de susmodalidades de actuar y de padecer.

Y es siempre a partir de la biología por la que Nietzschepuede afirmar que «lo vivo es el ser» y que «no hay otrosseres». Pero, ¿qué definición más general de lo vivo se puedeextraer de los estudios de biología molecular de la segundamitad del siglo XIX? La memoria (potencia de actualización delo virtual) es la propiedad irreductible que Nietzsche y Tarde,de manera diferente, colocan en el fundamento de su defini-ción de lo vivo. Tanto Tarde como Nietzsche encuentran estadefinición de lo vivo en los trabajos científicos de la época, yparticularmente, en el Essai de psychologie cellulaire de Haeckel.

Para el biólogo alemán, todos los elementos infinitesima-les de un cuerpo, todas las mónadas orgánicas tienen unamemoria, en tanto que lo no-vivo carece de esta propiedad(o aptitud). Tarde interpreta su biología molecular a la luz dela teoría de la multiplicidad. Según él, Haeckel da «a la doc-trina de la evolución una interpretación monadológica, leib-niziana, que está entre las más notables».

Esta definición de lo vivo como memoria es una constan-te de la biología y de la fisiología. Lo vivo de la biologíamolecular contemporánea no se distingue en nada de la deHaeckel: «La esencia de lo vivo es una memoria, la preser-vación física del pasado en el presente. Al reproducirse, lasformas de vida vinculan el pasado al presente y graban losmensajes para el futuro».15

Según Tarde, sin memoria, sin esta fuerza —una dura-ción que conserva—, sin esta fecunda sucesión que contrae elantes en el después, no habría sensible, vida, tiempo, acu-mulación y por lo tanto no habría crecimiento. Para Bergson,primer «discípulo» de Tarde, sin esta duración el mundoestaría forzado a recomenzar de nuevo a cada instante. Elmundo sería un presente que se repite indefinidamente,siempre igual a sí mismo. La propia materia no sería posiblesin esta duración. La creación y la realización de lo sensiblepresuponen la actividad de la memoria y de la atención y supotencia de actualización y de repetición.

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15 Lynn Margulis y Dorion Sagan, L’Univers bactériel, Seuil, 2002, p. 64[ed. cast.: Microcosmos, Barcelona, Tusquets, 1995]

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Toda sensación, al desarrollarse en el tiempo, requiere unafuerza que conserva lo que ya no está en lo que es; una dura-ción que conserva la muerte en lo vivo. Sin ella, todas las sen-saciones se reducirían a una simple excitación. Las fuerzasmovilizadas por la cooperación de los cerebros y capturadaspor las nuevas instituciones (la opinión pública, etcétera) sonentonces las de la memoria y de la atención. Esta última esdefinida como «esfuerzo intelectual» por Bergson y como«conatus del cerebro» por Tarde.

La filosofía de la diferencia es la primera en confrontarsecon la nueva biología molecular y con los estudios sobre elcerebro. El trabajo de Bergson concierne a lo vivo no sóloporque se confronta directamente con la biología y la teoríade la evolución, sino también y sobre todo por sus trabajossobre la memoria, el tiempo y sus modalidades de acción: lovirtual y lo actual.

La memoria, según Bergson, es la coexistencia de todos losrecuerdos virtuales (el célebre cono invertido de Matière etmémoire está constituido por una infinidad de círculos que seabren al infinito hacia lo alto —lo virtual— y se cierran hacialo bajo —lo actual). Rememorar algo no consiste en ir a buscarun recuerdo en la memoria como si se tratara de un cajón.Recordar algo —y toda la actividad del espíritu en general—es actualizar un virtual, y esta actualización es una creación,una individuación y no una simple reproducción. Este procesoes descrito por Bergson como «trabajo intelectual» y compro-mete primero, como en Tarde, la memoria y la atención.

Así, sin atención, nada de sensación... Ahora bien, ¿qué es la aten-ción? Se puede responder que es un esfuerzo con vistas a preci-sar una sensación naciente. Pero hay que tomar en cuenta que elesfuerzo, bajo su aspecto psicológico puro y haciendo abstracciónde toda acción muscular concomitante, es un deseo.16

La memoria, la atención y las relaciones por las cuales se actua-lizan se convierten en fuerzas sociales y económicas que hacefalta capturar para controlar y explotar el agenciamiento de la

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16 Gabriel Tarde, Essai et mélanges sociologiques, A. Storck éd., 1895, p. 337.

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diferencia y de la repetición. Al mantenerse fiel a esta tradi-ción, Deleuze puede afirmar que en «una vida no hay másque virtuales».17

Se puede ahora volver al concepto de modulación. La cap-tura, el control y la regulación de la acción a distancia de espí-ritu a espíritu se hace a través de la modulación de los flujos dedeseos y de las creencias y de las fuerzas (la memoria y la aten-ción) que los hacen circular en la cooperación entre cerebros.

La modulación, como modalidad de ejercicio del poder,siempre es una cuestión de los cuerpos, pero de ahora enadelante lo que está en juego es más bien su dimensión cor-poral. Las sociedades de control invisten la memoria espiri-tual, más que la memoria corporal (a la inversa de las socie-dades disciplinarias). El hombre-espíritu, quien segúnFoucault no era objeto del biopoder sino en última instancia,pasa ahora a un primer plano.

La sociedad de control ejerce su poder gracias a las tec-nologías de acción a distancia de la imagen, del sonido yde los datos, que funcionan como máquinas de modular, decristalizar las ondas,18 las vibraciones electromagnéticas(radio, televisión) o de modular y cristalizar los paquetes debits (los ordenadores y las redes digitales). Estas ondas inor-gánicas redoblan las ondas gracias a las cuales las mónadasactúan unas sobre otras.

Ya a finales del siglo XIX encontramos indicaciones en estesentido. Para Tarde, en efecto, en la acción a distancia la impre-sión de un espíritu sobre otro espíritu se conserva de dos mane-ras. Primero, toda impresión se conserva, se repite en la memo-ria. En segundo lugar, toda impresión expresada, «toda ondade alma, por así decirlo, se prolonga en ondulaciones infinitas,que evolucionan indefinidamente». Estas ondulaciones semanifiestan según ciertas regularidades y los dispositivos tec-nológicos actúan interviniendo sobre estas regularidades.

Si la memoria y la atención son motores vivos que funcio-nan con energía a-orgánica, es decir con lo virtual, las tecnolo-gías de acción a distancia son motores artificiales, memoriasartificiales que se agencian con los primeros interfiriendo en elfuncionamiento de la memoria.

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17 Deleuze, «Immanence: une vie...», Philosophie, num. 47, Minuit, 1995.18 Mauricio Lazzarato, Videofilosofia, Manifesto Libri, Roma, 1998.

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Las máquinas de cristalizar o modular el tiempo son dispo-sitivos capaces de intervenir en el acontecimiento, en la coo-peración de los cerebros a través de la modulación de fuerzasque están comprometidas ahí y se convierten así en condi-ciones de todo proceso de constitución de la subjetividadcualquiera. Así, este proceso se emparenta con una armoni-zación de las ondas, con una polifonía (para retomar laexpresión de Bajtin).

Hay que distinguir entonces la vida —en tanto quememoria— de la vida en tanto que características biológicasde la especie humana (muerte, nacimiento, enfermedad,etcétera), es decir, distinguir el bio contenido en la categoríade biopoder del bio contenido en la memoria. Para no deno-minar cosas tan diferentes con la misma palabra, se podríadefinir, a falta de algo mejor, a las nuevas relaciones depoder que toman como objeto la memoria y su conatus (laatención) como noo-política.19 La noo-política (el conjunto delas técnicas de control) se ejerce sobre el cerebro, implicandoen principio la atención, para controlar la memoria y supotencia virtual. La modulación de la memoria sería enton-ces la función más importante de la noo-política.

Si las disciplinas moldeaban los cuerpos constituyendohábitos principalmente en la memoria corporal, las socieda-des de control modulan los cerebros y constituyen hábitosprincipalmente en la memoria espiritual.

Existe entonces un moldeado de los cuerpos, aseguradopor las disciplinas (prisiones, escuela, fábrica, etcétera), lagestión de la vida organizada por el biopoder (Estado deBienestar, políticas de la salud, etcétera), y la modulación de lamemoria y de sus potencias virtuales regulada por la noo-política (redes hertzianas, audiovisuales, telemáticas y cons-titución de la opinión pública, de la percepción y de la inte-ligencia colectivas). Sociológicamente tendríamos estasecuencia: la clase obrera (como una de las modalidades delencierro), la población, los públicos.

El conjunto de estos dispositivos, y no sólo el último,constituye la sociedad de control.

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19 Para captar este neologismo, no sólo hay que saber que noos (o noûs)designa en Aristóteles la parte más alta del alma, el intelecto, sino tambiénque es el nombre de un proveedor de acceso a Internet.

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Estos tres dispositivos diferentes de poder, nacidos en épo-cas diferentes y con finalidades heterogéneas, no se sustitu-yen entre sí, sino que se agencian unos con otros. EstadosUnidos representa hoy el modelo más logrado de una socie-dad de control que integra los tres dispositivos de poder. Losdispositivos disciplinarios de encierro han conocido allí unprogreso extraordinario, particularmente en las prisiones.Los dos millones de prisioneros que pueblan las prisionesnorteamericanas representan un porcentaje de la poblaciónglobal que ninguna sociedad disciplinaria ha podido alcan-zar jamás. Los dispositivos biopolíticos de gestión de la vidano desaparecen, sino que, por el contrario, se extienden,transformándose profundamente: del welfare al workfare, delseguro contra los riesgos sociales (desempleo, jubilación,enfermedad) a la intervención en la vida de los individuospara forzarlos al empleo, al sometimiento del trabajo subor-dinado. Los nuevos dispositivos de la noo-política (los pri-meros datan de la segunda mitad del siglo XIX) han conoci-do un desarrollo sin precedentes gracias a la informática y ala telemática. La diferencia entre estos dispositivos reside enel grado de «desterritorialización», para hablar comoDeleuze. Se puede afirmar que la noo-política dirige y orga-niza las demás relaciones de poder, porque actúa en el nivelmás desterritorializado (la virtualidad de la acción entre cere-bros). Sin embargo, a nivel mundial, asistimos a un desarrollode las instituciones disciplinarias. La fábrica, por ejemplo, y eltrabajo, tal y como lo han entendido Marx y los economistas,no están en retroceso, sino que están, por el contrario, enpleno desarrollo. La Organización Internacional de Trabajo(OIT) ha recordado que hay 246 millones de niños entre 5 y 17años trabajando. Del mismo modo, en los países occidentales,el trabajo asalariado está en expansión en relación con laépoca del fordismo. Pero esto no impide que haya cambiadoradicalmente el plano sobre el que se inscriben estos fenó-menos. Al partir del paradigma del sujeto-trabajo, la impo-tencia para captar este cambio es todavía más manifiesta enel plano político que en el plano teórico.

El trabajo industrial ya no es el centro de la valorizacióncapitalista, ni un modelo de subjetivación política y social váli-do para el conjunto de las fuerzas sociales, ni la fuerza exclu-siva capaz de producir instituciones y politización en lassociedades de control. En los países occidentales, el trabajo

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asalariado sigue siendo la forma dominante bajo la que elcapitalismo explota la cooperación y el poder de invenciónde las subjetividades cualesquiera, pero ha estallado en unamultiplicidad de actividades y de estatutos que se expresanpor medio de subjetividades y expectativas que no puedenser devueltas al concepto tradicional de clase.

Pero el problema es aún más radical. No se trata sólo de decirque el trabajo industrial ya no es el centro de la valorización capi-talista. Una vez que hemos enumerado todas las formas nuevasde actividad, una vez que hemos afirmado que son los len-guajes, los afectos, los saberes y la vida los que se convierten enproductivos, agenciados por el trabajo reproductivo, todavía nose comprende la dinámica que hace posible esta creación y suexplotación: la dinámica de la diferencia y de la repetición. Loque nos impide verla es el paradigma del sujeto-trabajo.

El movimiento obrero y las sociedades disciplinarias

Para completar las investigaciones de Foucault sobre lassociedades disciplinarias, habría que llevar a cabo estudiossobre la relación que éstas han mantenido con las institucio-nes del movimiento obrero. Nacidas y desarrolladas a princi-pios del siglo XIX contra la lógica de las disciplinas, en el sigloXX se han convertido en mecanismos fundamentales de lasprácticas de encierro. El siglo XX ha sido el teatro de una con-vergencia entre capitalismo y socialismo, en particular conlas políticas de planificación, que representan el apogeo de lassociedades disciplinarias y el resultado de la lógica de lareproducción. La imprevisibilidad, la incertidumbre, la posi-bilidad de variación que supone el agenciamiento de ladiferencia con la repetición, la subjetivación monstruosaque implica, fueron estrictamente codificadas y neutraliza-das en los niveles económico y social. La «armonía prees-tablecida» se encarna durante la Guerra Fría en las políti-cas socialistas y las políticas capitalistas de planificaciónsin ninguna diferencia fundamental entre ellas.

Es inútil recordar que esta última es una idea socialista yleninista, retomada por Rathenau durante la República deWeimar, y que se convirtió en manía de todos los altos funcio-narios de Estado después de la Segunda Guerra Mundial.

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Si la planificación tiene una especificidad en relación con lassociedades disciplinarias de los siglos XVIII y XIX, es dentrodel papel y la función que ha cumplido el trabajo: a la vez sus-tancia y medida de la planificación. El trabajo se ha reveladocomo el medio más eficaz de regulación del conjunto de lasociedad. En las fábricas, se disciplina a la nueva clase obrera(los obreros sociales), impidiendo que se manifieste como mul-tiplicidad y como crítica del trabajo asalariado. Las institucio-nes sindicales y políticas del movimiento obrero lucharon,hasta la década de 1970 y hasta la de 1980 en Francia, contra laemergencia de los obreros sociales como nuevo sujeto político(que ya no se correspondía con la clase obrera tal y como laentendía Marx) y contra su rechazo del trabajo reproductivo.

En la sociedad planificada, el acceso de las mujeres, delos niños y de los viejos a los derechos sociales (welfare) pasa-ba por el salario del obrero: incluso la producción y la repro-ducción de la norma de la heterosexualidad pasaban por eltrabajo. Las instituciones de planificación están completa-mente atravesadas y configuradas por la idea del trabajo queagencia de forma conjunta disciplina y biopoder, encierro ygestión de la vida, y realiza así los límites de la sociedadcomo «jaula de hierro», según la fórmula de Weber. El traba-jo se convierte de este modo en la potencia constitucional delas nuevas repúblicas nacidas del derrumbe del fascismo (laRepública italiana, por ejemplo, está fundada sobre el traba-jo, tal y como dice su constitución).

Entonces, ¿estaba equivocado Foucault y los marxistastenían razón? ¿Es el trabajo el fundamento de todas las rela-ciones sociales y de todas las relaciones de poder? Para res-ponder a estas preguntas, hay que señalar una diferenciafundamental entre las sociedades planificadas y las socieda-des disciplinarias previas a la Primera Guerra Mundial. Conel advenimiento de la planificación y del fordismo, el traba-jo ya no es la potencia ontológica «espontánea» de constitu-ción del mundo de la que habla Marx. En el fordismo, lapotencia del trabajo y su capacidad de regulación se sostie-nen en la lógica política que lo ha instituido como sustanciay medida de la sociedad. Si el trabajo aparece entonces comoel suelo sobre el cual se edifican las relaciones sociales, no esporque constituya el mundo social, sino porque el compro-miso social y político entre sindicatos, patrones y Estado seha constituido alrededor de la idea de trabajo. La división

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geopolítica del mundo se apoyó entonces en las dinámicaslaborales que apuntaban a la reproducción, al control y la neu-tralización de todo agenciamiento de la diferencia y de larepetición, integrando las instituciones del movimiento obre-ro en la lógica de la reproducción del poder. Reproduccióneconómica y reproducción política coincidieron así pormediación del trabajo. Se puede considerar al siglo XX comoel teatro de la larga e irreversible crisis del trabajo y del sujetoen tanto potencias constitutivas de sí mismos y del mundo. Siel paradigma del sujeto / trabajo ha funcionado bien como sis-tema de regulación después de la Segunda Guerra Mundial,no ha sido sino a través de una sobredeterminación que eracompletamente política.

La aprehensión del proceso de constitución del mundo através del concepto de praxis ha jugado, en la segunda mitaddel siglo XX, un papel conservador o, en el mejor de los casos,un papel de regulador de las relaciones de poder. Si la teoríade Marx tuvo efectos revolucionarios en el ciclo de luchas quefue de las jornadas de 1848 a la Comuna de París, un siglo mástarde ha funcionado como un potente medio de integración.

Hoy muchos han olvidado este fragmento de historia tanpoco glorioso del movimiento obrero. Exaltan a posteriori elfordismo y sus certezas, lo que constituye una mistificación,una ignorancia de la historia.

Los movimientos del ’68 no se equivocaron al considerarcomo sus adversarios a todos los partidarios (socialistas ocapitalistas) de la neutralización del agenciamiento de la dife-rencia y de la repetición. Los burócratas (socialistas o capita-listas) de la sociedad planificada fueron identificados comolos guardianes de la jaula de hierro y de la imposición de losdualismos. Para seguir con los ejemplos que desarrollamosmás arriba, 1968 ha sido el punto de ruptura y de fuga en rela-ción con la lógica de clase y con la norma heterosexual.

Las instituciones del movimiento obrero han continua-do viviendo en la lógica del compromiso político en la queel trabajo constituye una potencia reguladora, muchotiempo después de que los capitalistas y el Estado lo hayanabandonado como medio de disciplinar la sociedad. Elproblema es que el movimiento obrero no tiene nada queponer en el lugar de la praxis. No ha llegado a imaginar unproceso de constitución del mundo y de sí mismo que noesté centrado en el trabajo.

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La única alternativa que ha sabido imaginar es la del empleo.El paso del trabajo al empleo es otro triste capítulo de ladecadencia del movimiento obrero. Si el trabajo se habíaconvertido en la pieza maestra de las sociedades disciplina-rias en la época de su agotamiento (fordismo), el empleoconstituye una de las principales formas de regulación de lassociedades de control.