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SOBRE UNA SAGA MOSCOVITA DE VASILI AKSIÓNOV Breve acercamiento a la inmensidad de una obra magna POR ÓSCAR CARREÑO No puede ser de otra manera. Cualquier obra literaria que pretenda captar con afán totalizador la realidad rusa del siglo X I X o del X X habrá de ser por fuerza ciclópea. Y lo habrá de ser porque ciclópea es la dimen- sión de su territorio, hiperbólicos sus vaivenes y rupturas históricas y gigantesco el magma de tipos humanos y pueblos agrupados en torno al dominio de Moscú o San Petersburgo; de ahí que la magnitud y maestría de la grandes novelas rusas sea directamente proporcional al peso kilogramo de sus volúmenes. Una saga moscovita (La otra orilla, 2010) de Vasili Aksiónov (Kazán 1932- Mos- 2009) pertenece a esa estirpe de novelas; obra in- mensa, inaprensible, repleta de sabiduría literaria y re- cursos estilísticos; amalgama de técnicas narrativas con las que el autor despliega ante el atónito lector un mun- do completo, redondo como el globo terráqueo, poblado por los más diversos tipos humanos sometidos a la impie- dad de esa Historia con mayúsculas que los atenaza y al poder inmisericordioso de los tiranos que los martirizan. Una saga moscovita es la crónica en 1185 páginas de los avatares de una familia, los Grádov, desde 1925 hasta 1956, es decir durante los años en que Stalin gobernó con mano de hierro y dedo señalando hacía la lejanía del gu- lag o la cercanía del cadalso. Tres generaciones que pivo- tan sobre la inquebrantable dignidad de Boris Grádov, patriarca de la familia, y célebre médico ruso, y su mujer Mary Vajtángovna Grádova. Desde ellos arrancan las generaciones de sus hijos y nietos que serán sometidos a la voluntad de hierro y sangre de Stalin. Aksiónov estruc- tura la novela en tres partes: La generación del invierno, situa- da entre 1925 y el estallido de la I I Guerra Mundial, una segunda parte que, bajo el título de Guerra y prisión, se ubica durante la contienda, y finalmente Prisióny paz, que se alarga desde el final de la I I Guerra Mundial hasta la muerte de Stalin. A medida que avanzan los capítulos y las escenas del drama, Aksiónov inserta de manera regu- lar dos grupos de entreactos: La prensa, en el cual se reco- gen noticias de diferentes diarios del mundo sobre los hechos y la época en la que se ha desarrollado la narra- ción novelesca inmediatamente acaecida y un segundo grupo de entreactos en que el autor acude a la metemp- sicosis y la reencarnación, pues las almas de ilustres per- sonajes de la historia rusa van a reencarnarse en anima- les que poblarán los mismos espacios que los personajes de la novela, cruzándose con ellos, dotando a la historia de un nuevo y singular punto de vista. Estos elementos de entreactos o intermedios adquieren una importancia capital en la estructura de la novela, pues con ellos Ak- siónov ofrece un contrapunto que bascula entre el acer- camiento al contexto histórico referencial y la intención captadora de esa realidad histórica, objetivos que consi- gue con la inserción de los fragmentos de prensa; y por otro lado, el alejamiento, mediante la distorsión esper- péntica de esos personajes históricos convertidos en ani- males, de esa misma realidad histórica, consiguiendo con ello el milagro de situarnos ante una novela que se sumer- ge en la reconstrucción fidedigna de un sistema totalita- rio, recordándonos al mismo tiempo que nos encontra- mos ante una construcción literaria que solo responde ante los principios estéticos de la literatura y que no está sujeta a los pormenores científicos de la historia. Sobre ese juego de acercamiento y alejamiento que Aksiónov establece con la historia rusa, volveré más adelante por- que me parece uno de los elementos más sugerentes de la novela. He aquí cuatro momentos que servirán como puntos de Quimera 25

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Breve acercamiento a una magna obra. Publicado en el nº 328 (marzo 2011) de la revista literaria Quimera.

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Page 1: Sobre una saga moscovita: Óscar Carreño. Revista Quimera. Trad. de Marta Rebón

SOBRE UNA SAGA MOSCOVITA DE

VASILI AKSIÓNOV Breve acercamiento a la inmensidad de una obra magna

POR ÓSCAR CARREÑO

N o puede ser de otra manera. Cualquier obra l i te rar ia que pretenda captar con a fán total izador la real idad rusa del siglo X I X o del X X h a b r á de ser por fuerza c i c lópea . Y lo h a b r á de ser porque c i c l ó p e a es la d imen­sión de su t e r r i to r io , h i p e r b ó l i c o s sus vaivenes y rupturas h i s tó r i ca s y gigantesco el magma de tipos humanos y pueblos agrupados en to rno al domin io de M o s c ú o San Petersburgo; de a h í que la magn i tud y m a e s t r í a de la grandes novelas rusas sea directamente p roporc iona l al peso k i logramo de sus v o l ú m e n e s . Una saga moscovita (La ot ra or i l l a , 2010) de Vasil i A k s i ó n o v ( K a z á n 1932- Mos ­cú 2009) pertenece a esa estirpe de novelas; obra i n ­mensa, inaprensible, repleta de s a b i d u r í a l i terar ia y re­cursos est i l ís t icos; amalgama de t é c n i c a s narrativas con las que el autor despliega ante el a t ó n i t o lector un mun­do completo, redondo como el globo t e r r á q u e o , poblado po r los m á s diversos tipos humanos sometidos a la impie ­dad de esa His to r i a con m a y ú s c u l a s que los atenaza y al poder inmisericordioso de los tiranos que los mar t i r i zan .

Una saga moscovita es la c r ó n i c a en 1185 p á g i n a s de los avatares de una famil ia , los G r á d o v , desde 1925 hasta 1956, es decir durante los a ñ o s en que Stalin g o b e r n ó con mano de hierro y dedo s e ñ a l a n d o h a c í a la l e jan ía del gu-lag o la c e r c a n í a del cadalso. Tres generaciones que pivo-tan sobre la inquebrantable d ign idad de Boris G r á d o v , patr iarca de la famil ia , y cé l eb re m é d i c o ruso, y su mujer M a r y V a j t á n g o v n a G r á d o v a . Desde ellos arrancan las generaciones de sus hijos y nietos que s e r á n sometidos a la vo luntad de hierro y sangre de Stalin. A k s i ó n o v estruc­tura la novela en tres partes: La generación del invierno, situa­da entre 1925 y el estallido de la I I Guerra M u n d i a l , una segunda parte que, bajo el t í tu lo de Guer ra y p r i s i ón , se ubica durante la contienda, y finalmente Prisióny paz, que

se alarga desde el final de la I I Guer ra M u n d i a l hasta la muerte de Stalin. A medida que avanzan los cap í tu lo s y las escenas del drama, A k s i ó n o v inserta de manera regu­lar dos grupos de entreactos: La prensa, en el cual se reco­gen noticias de diferentes diarios del mundo sobre los hechos y la é p o c a en la que se ha desarrollado la narra­c ión novelesca inmediatamente acaecida y un segundo grupo de entreactos en que el autor acude a la metemp-sicosis y la r e e n c a r n a c i ó n , pues las almas de ilustres per­sonajes de la historia rusa van a reencarnarse en anima­les que p o b l a r á n los mismos espacios que los personajes de la novela, c r u z á n d o s e con ellos, dotando a la historia de un nuevo y singular pun to de vista. Estos elementos de entreactos o intermedios adquieren una impor tanc ia capital en la estructura de la novela, pues con ellos A k ­s iónov ofrece un contrapunto que bascula entre el acer­camiento al contexto h i s tó r i co referencial y la i n t e n c i ó n captadora de esa real idad h i s tó r i ca , objetivos que consi­gue con la i n se r c ión de los fragmentos de prensa; y por otro lado, el alejamiento, mediante la d i s to r s ión esper-p é n t i c a de esos personajes h i s tó r i cos convertidos en ani ­males, de esa misma real idad h i s tó r i ca , consiguiendo con ello el mi lagro de situarnos ante una novela que se sumer­ge en la r e c o n s t r u c c i ó n fidedigna de un sistema total i ta­r io , r e c o r d á n d o n o s al mismo t iempo que nos encontra­mos ante una c o n s t r u c c i ó n l i terar ia que solo responde ante los pr incipios es té t icos de la l i teratura y que no es tá sujeta a los pormenores científ icos de la historia. Sobre ese juego de acercamiento y alejamiento que A k s i ó n o v establece con la historia rusa, vo lveré m á s adelante por­que me parece uno de los elementos m á s sugerentes de la novela.

He a q u í cuatro momentos que se rv i r án como puntos de

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bi r la famosa O d a a Stalin, cuyo logro desesperado radica según Cotzee en "haber alcanzado por medio de lo que yo l lamo " a l i e n a c i ó n " y su mujer l lamaba "locura": idear el cuerpo de una oda sin habitar realmente en é l " 3 .

Por las p á g i n a s de Una saga moscovita desfilan Mandels tam, pero t a m b i é n Pasternak o Bulgákov, todos ca ídos en des­gracia y poseedores de una vida y una obra que sirven a Aks iónov para mostrarnos la ferocidad con la Stalin se e n t r e g ó a la p e r s e c u c i ó n de los literatos. Así, una repre­s e n t a c i ó n de El mandato del dramaturgo Niko la i Erdman , d i r ig ido por Meyerho ld , otro condenado por desviacionis-mo po l í t i co camuflado de vanguardia l i teraria, se convier­te en una muestra e s p o n t á n e a de protesta y rechazo a Stalin (págs. 105- 107). Aks iónov muestra con bri l lante clar idad como la l i teratura, la poes í a y el teatro, herra­mientas de r e p r e s e n t a c i ó n y c o n f r o n t a c i ó n con esa reali­dad oficial, unidimensional , impuesta a sangre y fuego por el estalinismo, se convi r t ió en un poderoso enemigo al que el r é g i m e n pe r s igu ió con violenta ene rg í a . L a l i teratura se confiere pues, como un elemento importante de carnava-l izac ión , no puede obviarse que el concepto a c u ñ a d o por M i j a i l Baj t in en re l ac ión a Rabelais y la Edad M e d i a fun­ciona m e t a f ó r i c a m e n t e como un reflejo de la U n i ó n So­vié t ica , poniendo en entredicho la tradicionalmente acep­tada postura apo l í t i ca del gran t eó r i co ruso. Siguiendo con Baj t in , la risa, la i r on í a , la broma, son elementos cla­ves de esa c a r n a v a l i z a c i ó n , y definen el c a r á c t e r ambiva­lente de la misma, su poder para poner en entredicho lo aceptado por la fuerza del orden y el dominio .

"Ytodo eso que ella se toma en serio, a ti te da risa. Pero camaradas, dije, si y a ni me acuerdo de cuándo lo escribí, lo escribí de repente, un par de frases en broma, ni siquiera pensaba en lo que estaba escribiendo, ¡si hubiera tenido mala intención no lo iba a mandarlo a un cursillo del par­tidor* se justifica Ludvik, narrador de La broma de Mi l án Kundera, ante los esbirros del partido que lo acusan de con­trarrevolucionario por un escrito privado de tono i rónico so­bre el optimismo del r ég imen comunista de Checoslovaquia; escrito que a c a b a r á aca r r eándo le la desgracia. Asimismo, Antonio José Ponte subraya el tesón con el que el Castrismo persiguió toda manifestación de fiesta y alegría en la Cuba revolucionaria; antes Cromwell ya hab ía cerrado las tabernas y teatros durante su Repúbl ica puritana.

T a m b i é n en Los hijos del Arbat de Ana to l i Ribakov, refe­rente ineludible de Aks iónov a la hora de escribir Una saga moscovita, una b roma inofensiva sobre el r é g i m e n , condena a Sasha, protagonista de la novela, a tres a ñ o s de destie­rro. Aks iónov uti l iza, pues, la l i teratura y la escena con el p r o p ó s i t o de profundizar en una segunda l ínea represiva que c a r a c t e r i z ó el terror estalinista, la a n i q u i l a c i ó n siste­m á t i c a de aqué l los que con la poes ía , el teatro o la novela p o n í a n en duda la realidad p é t r e a y oficial impuesta por el

t i rano; carnavalizaban la realidad d o t á n d o l a de varieda­des significativas.

El poder de la l i teratura para desnudar la conciencia de los oprimidos, para desvelar la suciedad que se esconde tras la fachada de opt imismo y la magnificencia hacia el pueblo que enarbola el Estalinismo, se percibe en el mag­nífico juego metali terario que Aks iónov ut i l iza para mos­trarnos la p r imera señal de duda que a tormenta al pa­triarca G r á d o v . G r á d o v es testigo, en su c o n d i c i ó n de pres­tigioso m é d i c o ruso, del asesinato del camarada Frunze, h é r o e del e jérci to ruso que muere en un q u i r ó f a n o duran­te una i n t e r v e n c i ó n q u i r ú r g i c a . Las dudas sobre el papel pasivo, sobre la inercia y la compl ic idad por o m i s i ó n de G r á d o v en el c r imen de Frunze relucen en la mente del doctor cuando su hija le menciona el entusiasmo que le ha ocasionado la lectura del relato de Pilniak El cuento de la luna perpetua (p. 82), relato en el que su autor pone en duda la vers ión oficial de la muerte de Frunze y despliega la sos­pecha de la i n t e r v e n c i ó n de Stalin en la misma. La inc lu ­sión del relato de Pilniak otorga a la muerte de Frunze una visión ca lc idoscóp ica ; una esfera interpretat iva que recu­rre a la historia y a la l i teratura, y a la vez se confiere co­mo muestra palpable del poder de la l i teratura para remo­ver mentes y consciencias.

U N PERIODISTA AMERICANO EN MOSCÚ

"En realidad, Iósif solo tenía un igual en el mundo: Adolf. El siglo XXflorecía con dos formas de socialismo: el de clase y el de raza." (p. 350)

John Reed, el periodista norteamericano que vivió i n situ los primeros días de la Revo luc ión de octubre, reconoce que "durante la lucha, mis s impat ías no eran neutrales. Pero, al trazar la historia de las grandes jornadas, he pro­curado estudiar los acontecimientos como un cronista con­cienzudo que se esfuerza por reflejar la verdad" 3 , esa falta de neutralidad se concreta en una fasc inación febril por la figura de Len in y por la Revo luc ión Bolchevique. Igual falta de neutralidad, pero en el sentido contrario, un repu­dio visceral ante todo lo que significa la Revo luc ión de octubre y sus secuelas posteriores caracteriza a Townsend Reston, el periodista norteamericano que, p luma en mano, surca las p á g i n a s de U n a saga moscovita para relatar a los lectores del Chicago Tribune todo lo que acontece en la U n i ó n Soviét ica. Aks iónov pone en boca de Reston la sen­tencia del epígrafe que abre este pá r r a fo ; sentencia que hermana a Stalin y Hi t l e r en su desmedida crueldad, que hermana los dos r e g í m e n e s que impulsaron, caracterizados por elevar a ca tegor ía de ley el castigo a la disidencia, la pena de muerte s i s temát ica y los campos de c o n c e n t r a c i ó n y exterminio. Esa ana log í a entre tiranos, espeluznaba a la

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acercamiento a algunos de los temas, referentes y reflexio­nes que j a lonan el t i t án ico esfuerzo con el que Aks iónov c o n s t r u y ó una a u t é n t i c a obra magna. O b r a que ha de per­durar porque los G r á d o v han llegado para quedarse en el recuerdo del lector.

UNA DACHA EN EL BOSQUE DE PLATA O LA DESCOMPOSI­CIÓN DE UN DAGUERROTIPO

"Al franquear el umbral de aquella casa, cualquiera hubiera pensa­do: he aquí un oasis de sentido común, de honestidad, un baluarte auténtico de las fuerzas más puras de la intelligentsia rusa." (P- 35)

U m b r a l de la casa y umbra l de la novela. De inic io Aksió­nov nos s i túa ante u n retrato de familia, un viejo dague­rrot ipo en blanco y negro con la imagen de una r e u n i ó n famil iar que impone la c e l e b r a c i ó n de u n c u m p l e a ñ o s . A par t i r de ah í Una saga moscovita narra el proceso de deser-t i zac ión de ese daguerrotipo; la foto no vo lve rá a ser igual , no h a b r á manera de volver a reconstruir esa imagen y de los futuros daguerrotipos que Aks iónov nos m o s t r a r á , con la dacha del Bosque de plata como escenario, se i r á n cayendo los diferentes pobladores de la imagen pr imera .

Aks iónov sab ía que no hay dolor m á s grande que el arbi t r io total i tar io que separa a los n iños de sus padres y sus madres; no en balde p e r d i ó a la suya durante los 18 a ñ o s en que fue recluida en K o l y m á . Eugenia Ginzburg. narra el vé r t igo producido por una l lamada nocturna, la i r r u p c i ó n en su casa de unos desconocidos que la apre­mian para que recoja lo imprescindible y los sollozos de un n i ñ o (el p e q u e ñ o Vasia que, con el t iempo, será escri­tor y autor de Una saga moscovita) que, impotente, sufre ante la imposibi l idad de cambiar el desenlace de la escena1. De ese doloroso recuerdo nace el cap í tu lo de la captura en la dacha del Bosque de la plata de V e r ó n i c a , la bella nuera de Boris Grádov , ante la mirada i m p á v i d a y sollozante de sus hijos y de ese recuerdo surge la imagen reiterativa del terror producido por la l lamada nocturna de u n te léfono o el repicar intempestivo de un p u ñ o contra una puerta.

Los G r á d o v tienen marcada la desdicha en su destino. Así, de esa foto pr imigenia se c a e r á n N i k i t a Grádov , hi jo mayor del patriarca, que arrastra el t rauma de la repre­sión de la revuelta de Kronstadt , que es confinado al des­tierro por conspirar contra el r é g i m e n , amnistiado poste­r iormente y recuperado para luchar contra los alemanes en la I I Guer ra M u n d i a l ; guerra en la que es reconocido con los m á s altos honores militares de la U n i ó n Sovié t ica para posteriormente volver a caer en desgracia. De esa foto genés i ca cae K i r i l , el hi jo mediano del patriarca Grádov , licenciado en His tor ia marxista y al que poco le servi rá ser m á s Estalinista que Stalin; y de la foto caen

allegados y otros no tan p r ó x i m o s , y verdugos que parecen amigos t a m b i é n caen, y caen porque la locura del podero­so no tiene fin, porque en la novela todos son culpables hasta que no se demuestre lo contrar io y las pruebas que demuestran inocencias no pueden existir pues falsas son las acusaciones. V e r ó n i c a G r á d o v a , mujer de N ik i t a , cuya d e t e n c i ó n ya hemos explicado que encuentra su referente en el recuerdo infant i l del autor, a c a b a r á t a m b i é n en K o l y m á , acaso compart iendo con S h a l á m o v los "finales de marzo y abr i l , cuando a ú n la pr imavera n i siquiera se ol ía y el aire seguía tan cortante y seco como en el invier­no, por todas partes se levantada el s t lánik s a c u d i é n d o s e la nieve de su verdoso y algo anaranjado ropaje. Y al cabo de un d ía o dos el viento cambiaba y los chorros cá l idos de aire t r a í a n la pr imavera" 2 . La d e s m e m b r a c i ó n paulat ina de la famil ia G r á d o v , la imposibi l idad de repetir ese daguerrotipo in ic ia l , de reunir de nuevo a todos los miem­bros de la familia, los intentos inút i les del patriarca por rescatar a los suyos, la esquizofrenia de un r é g i m e n capaz de condenar para d e s p u é s recuperar y hacer h é r o e de la patria a N i k i t a Grádov , y volverlo a condenar en el cén i t de su prestigio, ilustra el delir io de un r é g i m e n instaurado en la paranoia de la c o n s p i r a c i ó n y de un l íder que como u n vampiro solo puede v iv i r a l i m e n t á n d o s e de la sangre de aqué l los que lo rodean. La experiencia vi ta l de u n Aksiónov, apartado de su famil ia en la n i ñ e z y apartado de su pa í s durante sus a ñ o s adultos, resulta imprescindible para significar la denuncia de una r e p r e s i ó n atroz.

CON MANDELSTAM EN TIFLIS

"Incluso los festines georgianos llega un momento en que se acaban, y de madrugada, Mandelstam y Nina se encontraron solos en el cen­tro de la ciudad. La luna brillaba todavía en el cielo, iluminando los numerosos retratos de Stalin y los eslóganes del primer plan quin­quenal. Caminaban a lo largo de una serie de escaparates miserables que en otro tiempo habían sido tiendas lujosas." (p. 184)

N i n a G r á d o v a , hi ja de Boris Grádov , poeta y femme fata-le, conoce en Tif l i s a Osip Mandels tam. Belleza y talento se encuentran en una noche georgiana poblada por pro­mesas de simbiosis espirituales y carnales. U n t iempo des­p u é s (p. 349) N i n a e s c u c h a r á recitar estos versos:

Vivimos sin percibir el país bajo nuestros pies Nuestras palabras a diez pasos no se oyen, Y basta con una breve charla a media voz, Montañés del Kremlin

Son los primeros del Epígrafe a Stalin (1933); versos que c o s t a r í a n a Mandels tam caer en la m a l d i c i ó n del t i rano; m a l d i c i ó n de la que no se l ib ra r í a n i aun d e s p u é s de escri-

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intelligentsia occidental de izquierdas, no diga­mos ya, los paralelismos que p o d í a n establecer­se entre los r e g í m e n e s que comandaron ambos. En 1991, c a í d o el M u r o de Ber l ín y en plena d e s m e m b r a c i ó n del Imper io Sovié t ico aparece el l ibro Hitler and Stalin: parallel Uves, del historia­dor b r i t á n i c o A l i a n Bullock. E l l ibro , encomia-ble ensayo que maneja mu l t i t ud de fuentes, pasa por el cedazo de la ciencia h i s tó r ica ese paralel ismo, enfaliza las semejanzas entre ambos personajes y abre una senda h i s to r iog rá -fica que anima al ejercicio de cotejar a la luz de la imparc ia l idad h is tór ica la funesta aura c r i m i ­nal con la que H i t l e r y Stalin erigieron su po­der. R icha rd O v e r y acaso sea el que mejor ha transitado el camino abierto por Bullock. Valga esta referencia h i s to r iográf ica para situar en el contexto de la novela de Aks iónov al personaje de Renton. Renton aparece en diferentes mo­mentos de la novela, de hecho es el que inicia el relato con sus primeras impresiones del M o s c ú de 1925, vuelve a aparecer durante los b o m ­bardeos de 1940, c r u z á n d o s e en un refugio con N i n a G r á d o v a y en la plaza del K r e m l i n con Boris Grádov , con el que no logra conversar porque G r á d o v huye ante el atrevimiento de las preguntas del periodista americano; aparece en la embajada de los EE. U U . en M o s c ú durante esos mismos bombardeos j u n t o con otro perso­naje que a c a b a r á siendo clave en la historia, el agregado mi l i t a r K e v i n Tagliafero; atraviesa las sombras nocturnas de M o s c ú , desafiando el to­que de queda, mientras las bombas alemanas caen sobre la ciudad. Aks iónov utiliza con maes­tr ía a Renton, en tanto en cuanto este personaje le permite alejarse de los hechos narrados obser­vándo los desde la mirada del extranjero. T a m ­b i é n el personaje de Tagliafero, que a c a b a r á por llevarse a Ve rón i ca a los EE. U U . , para agra­var la crisis identitaria del joven Boris IV, hijo de és ta y nieto del patriarca Grádov , responde a esa misma i n t e n c i ó n . E l acercamiento a las des­dichas y la desgracia de unos personajes atena­zados por el miedo a la de l ac ión y el terror a ser castigados por falsas acusaciones, se hace m á s punzante cuando esos personajes son ob -servados por elementos ex t r ad iegé t i cos que ob -servan, piensan y explican lo que sucede desde la le jan ía de su c o n d i c i ó n de extranjeros, sa -b i é n d o s e a salvo del mecanismo de d e s t r u c c i ó n que sujeta a los nativos. C o n estos personajes Aks iónov crea un efecto de yo-yo con los que

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acercarse y alejarse de la superficie h i s tór ica del relato.

LOS RETORTIJONES DE STALIN

"La lavativa también hizo su trabajo: al cabo de unos minutos, se produjo la ruptura de la líneas de defensa, los muros de Babilonia se desmoronaron, llámenlo como quieran, pero no la evacuación de la mierda de Stalin." (p. 360) Tres son los referentes esenciales de Una saga moscovita: el pr imero , sin duda, Guerra y paz de Tolstoi; obra que el narrador cita a lo largo de la novela. De Tolstoi encontra­mos la c o m b i n a c i ó n de personajes de ficción e his tór icos , el equil ibrio extraordinario entre vida privada y esfera p ú b l i c a y el determinismo his tór ico que atenaza al i nd iv i ­duo, así como el modelo de los Volkonsky a la hora de crear a los Grádov . U n segundo referente es el Pasternak de El doctor ̂ hivago en la confluencia de Lara y N i n a G r á ­dova, y el tratamiento del amor como punto de anclaje en una Rusia sometida a la guerra, la r ep res ión y la muerte. Por ú l t i m o Los hijos del Arbat de Ana to l i Ribakov, está muy presente en Una saga moscovita en su cons t rucc ión de una a tmós fe ra de terror provocada por la paranoia de una cul­pabi l idad invisible que acaba condenando a todo el mun­do; en la i n t e n c i ó n global de describir esa r ep res ión , que motiva que Ribakov describa por igual la muerte de gran­des jerarcas del r é g i m e n (Kirov) y la de personajes de fic­c ión, tal y como t a m b i é n hace Aksiónov; y sobre todo en la cons t rucc ión l i teraria de un Stalin que se erige como pro­tagonista directo de la novela. De esta t r ad i c ión bebe A k ­siónov y al mismo t iempo en esa misma t r ad ic ión debe situarse Una saga moscovita, pues igual que las otras tres obras resulta imprescindible para explicarse la historia de la Rusia de los siglos X I X y X X .

Pero si a l g ú n elemento diferencia y singulariza la nove­la de Aks iónov es el sentido del humor. Aks iónov alterna el esperpento, el humor negro, el esca to lógico o el surrea­lismo, para conferir a la obra momentos perfectamente medidos de tragicomedia, que ayudan al lector a escapar por u n instante de la angustia que le provoca el devenir de los personajes. E l ep ígrafe de este ú l t i m o apartado es una prueba evidente de ese humor : el d u e ñ o del mundo está atenazado por unos problemas intestinales que le imp iden evacuar y amenazan su vida por la a n e g a c i ó n de su pro­pia mierda. Stalin exige para su tratamiento la presencia del eminente m é d i c o Grádov , padre de dos disidentes a los que ha enviado a Siberia. G r á d o v le aplica una lavativa que hace que el A m o de los rusos evacúe con febri l inten­sidad toda la mierda que h a b í a ido almacenando su cuer­po durante días . L a u t i l i zac ión eventual de lo grotesco humaniza en determinados momentos a Stalin y al tiem­po aumenta la d e s h u m a n i z a c i ó n del t i rano cuando lo vemos firmar sin atisbo de duda penas de muerte e inter-

namiento. E l mismo procedimiento es ut i l izado para la c o n s t r u c c i ó n l i teraria de Beria, el sangriento lugartenien­te de Stalin.

P a r a d i g m á t i c o t a m b i é n resulta la u t i l i z ac ión de la metempsicosis, para situar en el presente h i s tó r ico de la n a r r a c i ó n viejas glorias de la historia rusa, ahora reencar­nadas en animales que observan y reflexionan sobre esa Rusia, sin poder mediar en sus conflictos. Este elemento fantás t ico otorga al discurso narrat ivo u n contrapunto h u m o r í s t i c o y surrealista que lejos de alterar el tono del relato, logra dimensionar los significados de la n a r r a c i ó n , poniendo en juego un d iá logo h i s tó r ico entre diferentes actores de la historia de Rusia.

L a r e p r e s i ó n en sus múl t ip les facetas y la u t i l i zac ión del recuerdo personal y la l i teratura para construir u n discur­so narrat ivo que someta al lector a la crueldad desmedida del a rbi t r io de u n poder total i tar io; la u t i l i zac ión de ele­mentos cen t r í pe to s , las figuras de Reston y Tagliafero que funcionan como recursos narrativos que pe rmi ten alejarse de los hechos que se narran , y al mismo t iempo enfatizar el sentimiento de clausura y encierro en ese laberinto sin salida que era la Rusia de Stalin, y la u t i l i zac ión del hu­m o r para singularizar la novela son cuatro aspectos me­diante los cuales acercarse a la inmensidad de esa obra magna que es Una saga moscovita. E n definit iva, lejos de acercamientos m á s o menos rigurosos a la enormidad de esta novela y el elogio, incomprensiblemente postergado hasta la a n t e p e n ú l t i m a l ínea , del t i t án i co trabajo de M a r t a R e b ó n en su t r a d u c c i ó n , valga u n ú n i c o requerimiento sobre Una saga moscovita: l éan la . Por favor.

NOTAS

1. Eugenia Ginzburg El Vértigo, Galaxia Gutenberg Barcelona, 2005, pp. 68s.

2. Varlam Shalámov, Relatos de Kolymá, Mondadori, Barcelona, 1997, p. 43.

3. J.M.Coetzee, Contra la censura, Debate, Madrid, 2007, p. 146.

4. Milán Kundera, La broma, Seix Banal, Barcelona, 1994, pp. 44s.

5. John Reed, Diez días que estremecieron al mundo, Orbis, Barcelona,

1985, p. 15.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

-Mijail Bajtin, La cultura popular en la Edad Media y el Renacimiento,

Alianza, Madrid, 1998.

-Alian Bullock, Hitler y Stalin, trad. Pedro Gábez, Plaza & Janes, Barcelona,

1994.

-Richard Overy, Dictadores: la Alemania de HiÜer y la Unión Soviética

de Stalin, trad. Jordi Beltran Ferrer, Tusquets, 2006.

-Boris Pasternak, El doctor Zhivago, trad. Marta Rebón, Galaxia Gutenberg,

Barcelona, 2010.

-Antonio José Ponte, La fiesta vigilada, Anagrama, Barcelona, 2007.

-Anatoli Ribakov, Los hijos del Arbat, trad. Isabel Vicente, Planeta, Barcelona,

1988.

-León Tolstoi, Guerra y paz, trad. Lydia Kúper, El Aleph, Barcelona, 2010.

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Page 7: Sobre una saga moscovita: Óscar Carreño. Revista Quimera. Trad. de Marta Rebón