sobre la industria cultural y su relación con la música libre

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Sobre la industria musical y su relación con la música libre fragmento de la tesis Ruido Libre, la economía musical de la política por Jorge David García elinstantedesisifo.net Una de las aportaciones más significativas que la Escuela de Frankfurt hizo en materia cultural fue develar los mecanismos de control que el capitalismo ejerce sobre los individuos a través de las industrias del arte y el entretenimiento. De acuerdo con lo que Theodor Adorno y Max Horkheimer afirman en su Dialéctica de la ilustración, “la violencia de la sociedad industrial actúa en los hombres de una vez por todas. Los productos de la industria cultural pueden contar con ser consumidos alegremente incluso en estado de dispersión. Pero cada uno de ellos es un modelo de la gigantesca maquinaria económica...”. 1 Una de las principales funciones de la industria cultural es, bajo esta perspectiva, “presentarle [al individuo] todas las necesidades como susceptibles de ser satisfechas por la industria cultural, pero, de otra parte, organizar con antelación esas mismas necesidades de tal forma que en ellas se experimente a sí mismo sólo como eterno consumidor”. 2 He aquí el principio marxista de alienación cultural claramente definido: la cultura es determinada por la economía y el individuo no es más que un producto social aparentemente satisfecho, contento con el consumo de placebos que garantizan su propia explotación. Hablando específicamente de la música, es bien conocida la categórica distinción que Adorno hace entre la música ligera, destinada a constituir un mero objeto de consumo y alienación, y la música seria que, en su expresión más lograda, constituye la llamada música autónoma: aquélla en la que “uno se opone a la sociedad en su forma existente a través de un enfoque contrario a la atribución de dominio enmascarada en las formas de producción”; aquélla que, al negar la condición de ser económicamente explotable, “es al mismo tiempo la negación de la sociedad”. 3 Bajo la idea de que sólo es posible oponerse al sistema capitalista oponiéndose a la sociedad capitalista en su conjunto, nace aquí una idea de música negativa que se caracteriza por negar su incorporación a un sistema cultural que determina el comportamiento de las masas. De ahí que, aunque la “música ligera” se define más por un sistema de producción y de mercado que por ciertos atributos estéticos, en la práctica los análisis adornianos están constantemente equiparando lo ligero con lo popular, rechazando tajantemente el arte de las masas y reservando para lo “seriamente autónomo” algunas propuestas artísticas, en general eurocéntricas, individualistas y asociadas con una tradición compositiva de corte evolucionista, como es el caso repetido de la música de Arnold Schoenberg. Dicho lo anterior, volvamos al eje central de esta investigación y confrontemos la noción adorniana de música autónoma con nuestro modelo de arte libre. La primera diferencia a destacar 1 Max Horkheimer y Theodor Adorno, Dialéctica de la Ilustración. Fragmentos filosóficos, trad. Juan José Sánchez, Madrid, Ed. Trotta, 1998, pp. 171-172. 2 Idem, p.186. 3 Theodor Adorno, Disonancias, introducción a la sociología de la música, trad. Gabriel Menéndez, Madrid, Akal, 2009, pp. 402-403.

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fragmento de la tesis "ruido libre, la economía musical de la política", del musicólogo mexicano Jorge David García.

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Page 1: Sobre La Industria Cultural y su relación con la música libre

Sobre la industria musical y su relación con la música libre

fragmento de la tesis Ruido Libre, la economía musical de la política

por Jorge David García

elinstantedesisifo.net

Una de las aportaciones más significativas que la Escuela de Frankfurt hizo en materia cultural fuedevelar los mecanismos de control que el capitalismo ejerce sobre los individuos a través de lasindustrias del arte y el entretenimiento. De acuerdo con lo que Theodor Adorno y Max Horkheimerafirman en su Dialéctica de la ilustración, “la violencia de la sociedad industrial actúa en loshombres de una vez por todas. Los productos de la industria cultural pueden contar con serconsumidos alegremente incluso en estado de dispersión. Pero cada uno de ellos es un modelo de lagigantesca maquinaria económica...”.1 Una de las principales funciones de la industria cultural es,bajo esta perspectiva, “presentarle [al individuo] todas las necesidades como susceptibles de sersatisfechas por la industria cultural, pero, de otra parte, organizar con antelación esas mismasnecesidades de tal forma que en ellas se experimente a sí mismo sólo como eterno consumidor”.2

He aquí el principio marxista de alienación cultural claramente definido: la cultura es determinadapor la economía y el individuo no es más que un producto social aparentemente satisfecho,contento con el consumo de placebos que garantizan su propia explotación.

Hablando específicamente de la música, es bien conocida la categórica distinción que Adornohace entre la música ligera, destinada a constituir un mero objeto de consumo y alienación, y lamúsica seria que, en su expresión más lograda, constituye la llamada música autónoma: aquélla enla que “uno se opone a la sociedad en su forma existente a través de un enfoque contrario a laatribución de dominio enmascarada en las formas de producción”; aquélla que, al negar lacondición de ser económicamente explotable, “es al mismo tiempo la negación de la sociedad”.3

Bajo la idea de que sólo es posible oponerse al sistema capitalista oponiéndose a la sociedadcapitalista en su conjunto, nace aquí una idea de música negativa que se caracteriza por negar suincorporación a un sistema cultural que determina el comportamiento de las masas. De ahí que,aunque la “música ligera” se define más por un sistema de producción y de mercado que porciertos atributos estéticos, en la práctica los análisis adornianos están constantemente equiparandolo ligero con lo popular, rechazando tajantemente el arte de las masas y reservando para lo“seriamente autónomo” algunas propuestas artísticas, en general eurocéntricas, individualistas yasociadas con una tradición compositiva de corte evolucionista, como es el caso repetido de lamúsica de Arnold Schoenberg.

Dicho lo anterior, volvamos al eje central de esta investigación y confrontemos la nociónadorniana de música autónoma con nuestro modelo de arte libre. La primera diferencia a destacar

1 Max Horkheimer y Theodor Adorno, Dialéctica de la Ilustración. Fragmentos filosóficos, trad. Juan José Sánchez, Madrid, Ed. Trotta, 1998, pp. 171-172.

2 Idem, p.186. 3 Theodor Adorno, Disonancias, introducción a la sociología de la música, trad. Gabriel Menéndez, Madrid, Akal, 2009,

pp. 402-403.

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entre el principio de oposición social característico del primer caso y los principios estéticos,económicos y sociales del segundo, es que estos últimos pretenden transformar las condiciones delarte no mediante la negación del mercado y los sistemas de producción cultural, sino a través de laafirmación de nuevas formas de creación y de intercambio que, antes de repudiar la culturapopular, buscan cambiar sus fundamentos productivos. Hemos visto ya cómo es que estemovimiento se distingue del paradigma capitalista en aspectos esenciales, como en el hecho decolocar el bien común por encima de la propiedad privada; asimismo, hemos explicado ya laimportancia que la valorización de la producción inmaterial tiene para la consolidación del trabajobiopolítico, así como el rol que el Internet y las tecnologías digitales tienen en este contexto. Loque nos falta decir es que la música juega un papel determinante dentro del giro cultural que hatenido lugar en las últimas décadas, y no precisamente por las razones en que se sustentaban lasnociones marxistas y adornianas de libertad musical.

Quienes vivimos la transición del siglo XX al XXI, fuimos testigos de la importancia que lamúsica tuvo para la expansión del Internet y la propagación masiva de un imaginario decompartición entre personas iguales. De manera muy específica, el surgimiento de Napster, laprimera plataforma multitudinaria para descargar y compartir archivos musicales en formato MP3,marcó en 1999 un parteaguas para la entonces incipiente tecnología de la web. En palabras deLawrence Lessig, “el atractivo de compartir archivos musicales fue el crack del crecimiento deInternet. Impulsó la demanda para accesos más poderosos a Internet mucho más que cualquier otraaplicación”; sin embargo, el mismo Lessig señala que “también puede que [la compartición demúsica] sea la aplicación que impulse la demanda de regulaciones que, al final, acaben matando lainnovación en la Red”.4 Con esta advertencia, el abogado se remite a las batallas por la propiedadintelectual que estallaron a partir de la llamada “napsterización de la cultura”, las cuales terminaronprovocando la clausura de Napster apenas dos años después de que éste apareciera.

Bajo el argumento de que la libre compartición musical era una violación a la ley y una amenazaa la seguridad y la estabilidad financiera, tanto de los músicos en sí como del aparato industrial quepermitía la producción y distribución de su obra, la Recording Industry Association of America(RIAA), en representación de una larga serie de artistas renombrados y empresas discográficas,ganó en 2001 una polémica demanda que exigía el cierre de Napster y una indemnizaciónmultimillonaria a las instancias agraviadas. No obstante, tal como fue previsto en su momento porlos defensores de dicha plataforma, la batalla legal que llevó a su derrumbe sirvió más paraviralizar los sistemas de compartición musical que para sofocarlos, siendo así que el escándalomediático que se generó a raíz de demandas de grupos de fama internacional, como Metallica,provocó no sólo el incremento acelerado de los usuarios de Napster sino también la aparición denuevos servicios de compartición de archivos como Gnutella, eDonkey2000 y Kazaa.Paralelamente, algunos grupos de fama internacional, como Radiohead, comenzaron a explorar elpotencial comercial de este nuevo tipo de herramientas, convirtiendo al “enemigo” en un aliadopoderoso para difundir masivamente la música incluso antes de que ésta fuera publicada. Aunado alo anterior, el fenómeno Napster trajo consigo una tercera consecuencia que es particularmenteimportante para nosotros, que es el hecho de que el debate surgido alrededor de su clausura fue un

4 Lessig, Cultura Libre, op. cit., p.329.

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importante precursor y detonante del movimiento de cultura libre. Como el propio Lessig reconocehacia el final del libro que da nombre a dicho movimiento, “la batalla que comenzó toda estaguerra era en torno a la música (...). No hay ninguna otra cuestión de normativas que nos enseñemejor la lección de este libro que las batallas en torno al fenómeno de compartir música”.5

Ahora bien, aunque la distribución musical juega, evidentemente, un rol determinante en nuestrahistoria, es importante recordar que el impacto que la tecnología digital ha tenido sobre el arte –ypor ende sobre la música– trasciende por mucho el ámbito meramente distributivo, teniendo, comosabemos, una serie de implicaciones estéticas, económicas y sociales que favorecen lahorizontalidad, la cooperación y la autonomía de las prácticas artísticas. A este respecto, esinteresante observar que años antes de la efervescencia provocada por Napster existían yainiciativas que señalaban la necesidad de modificar el sistema de producción musical en suconjunto, con base en una serie de principios éticos que nos remiten a los que años después seríanmundialmente difundidos en los libros de Lessig. Quizás la más conocida de estas iniciativas es elllamado Movimiento de Música Libre, ideado y promovido por el músico-científico estadounidenseRam Samudrala, quien en una fecha tan temprana como 1993 (el mismo año en que secomercializó el Internet) publicó un primer manifiesto titulado Filosofía de la Música Libre, en elque se definía a la música libre, partiendo de las características del software libre, como aquélla enla que “cualquier individuo tiene la libertad de copiar, distribuir y modificar música para finespersonales y no comerciales”.6 Si consideramos el hecho de que esta publicación tuvo lugar onceaños antes del libro Cultura Libre, siete antes de la Licencia de Arte Libre y ocho antes deWikipedia y de la organzación Creative Commons, tenemos en la música un precursor de algunasde las manifestaciones más representativas del fenómeno cultural que estamos estudiando.

Durante los más de veinte años que han seguido después del Manifiesto de Música Libre, lasformas de producción musical basadas en la cultura libre han proliferado. Es verdad que laindustria musical ha hecho lo propio para estar a la vanguardia en el uso de las tecnologíasdigitales, y al mismo tiempo para presionar a los gobiernos a fortalecer las leyes de derechosautorales y criminalizar la “copia ilegal” de música, pero también es cierto que, a pesar de losesfuerzos que se hacen en dicho sentido, cada vez son más los músicos que optan por modelos deproducción alternativos. Esto ha dado lugar a que hoy en día existan diversos repositorios y sitiosde compartición de música libre como Jamendo,7 Free Music Archive8 y CcMixter,9 entre otros, loscuales permiten subir y descargar obras publicadas con licencias permisivas, promoviendo así la“copia legal”, la creación de obras derivadas y la remezcla; existen hoy, además, muchosprogramas de software libre para producir, editar y difundir música; hay cada vez más músicos ycolectivos que trabajan bajo modelos afines al que propusimos al hablar del movimiento de artelibre, lo que se hace evidente en el creciente número de proyectos que se financian a través deplataformas de crowdfounding; y por si fuera poco, en los últimos años han surgido foros yfestivales que en diversas regiones del mundo se dedican a promover y reflexionar sobre la

5 Idem, p.328. 6 Ram Samudrala, Free Music Philosophy, s/p., disponible: http://www.ram.org/ramblings/philosophy/fmp.html 7 Ver: https://www.jamendo.com 8 Ver: http://freemusicarchive.org/ 9 Ver: http://ccmixter.org/

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problemática particular de la música libre, por ejemplo la Semana de la Música Libre de Uruguay,que hasta ahora ha tenido dos ediciones (2013, 2014),10 y el IV Festival de Radiopolis - MúsicaLibre, que se realizó en Sevilla en Mayo de 2014.11 Con estas iniciativas, que buscan transformarno sólo las formas de creación y producción de los músicos sino también la manera en la que lospúblicos se relacionan con lo que escuchan, la música libre sigue abriendo canales de exploraciónde formas más democráticas y colaborativas de creación y circulación cultural.

Pero, ¿por qué la música en particular presenta este papel de vanguardia en los cambiosculturales?; ¿será a caso verdad la famosa idea de Jacques Attali de que la música es una profecíade los cambios económicos y políticos que están por venir, una suerte de práctica adelantada a lascondiciones socioeconómicas de su tiempo?

Retomando el Ensayo sobre la economía política de la música que citamos en el capítuloanterior, en este estudio Attali nos plantea que la música “va por delante del resto de la sociedadporque ella explora, dentro de un código dado, todo el campo de lo posible, más rápidamente delque la realidad material es capaz de hacerlo”.12 Siendo la música una actividad históricamenteasociada con el poder, con la consolidación de las comunidades humanas, con la administración dela violencia y en general con la constitución del orden dominante, es al mismo tiempo un espacioen el que dicho orden es superado, dando lugar a mutaciones que anuncian los cambios culturalesdel porvenir. De acuerdo con lo planteado por Attali, la música comenzó, a mediados del siglo XX,a explorar un nuevo sistema de producción que ya no respondía a la lógica de repetición en serieque caracteriza la industria cultural de inicios del mismo siglo, sobre la cual se basan las críticas deHorkheimer y de Adorno. Un aspecto de la propuesta attaliana, uno que es particularmenterelevante para nuestro análisis, es que retoma la concepción marxista de una música libre queescapa a la subsunción económica capitalista, aunque por un camino que se distingue del deAdorno en rasgos fundamentales, como el de tomar la música popular (particularmente el jazz)como modelo del cambio que estaría por llegar, así como el de centrar su discurso en los sistemasde producción y no en la resistencia que la música presenta desde el nivel de sus contenidosformales. Cuando Attali se refiere a los compositores como “una categoría de trabajadores [que] halogrado conservar la propiedad de su trabajo, evitando la condición de asalariado y siendoremunerado como rentista”,13 deja entrever un sistema de generación de valor que difiere delmodelo industrial capitalista y que encuentra precisamente en dicha diferencia su potencialsubversivo, más allá de las cualidades estéticas de un determinado género de música. De maneraque para el economista francés la distinción determinante no se encuentra, como ocurre en la teoríade Adorno, entre la música ligera y la seria, sino entre aquélla que se produce bajo los lineamientosde la industria de la repetición capitalista y aquélla que lo hace de manera independiente, autónomarespecto a la cadena productiva del capital, pero integrada a la sociedad y siendo, de hecho, unimportante motor de su transformación en términos generales.

10 Ver: http://musicalibre.uy/ 11 Ver: http://festivalradiopolismusicalibre.wordpress.com/ 12 Attali, Ruidos: Ensayo sobre la economía política de la música, op. cit., p.22.13 Idem, p.63.

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Por obvio que parezca, es importante aclarar que con lo anterior no estamos sugiriendo que lascríticas de Horkheimer y Adorno sobre la industria cultural hayan perdido vigencia frente a loscambios previstos por Attali, ni tampoco frente a la revolución tecnológica que este último autor nopudo prever en 1977, año en el que escribió su conocido ensayo antes referido. Antes bien,podemos decir que el Internet y las tecnologías digitales han abierto las puertas a un nuevo sistemade mercado en el que el consumismo y la alienación cultural se ven francamente agudizados, sobretodo en la medida en que la economía biopolítica tiende difuminar las barreras entre el tiempo librey el trabajo, convirtiendo a ambos en espacios propicios para el consumo y la generación de valor através de los nuevos recursos intelectuales. Cabe decir, además, que tampoco estamos insinuandoque la crítica adorniana hacia la función alienante de la música sea hoy un asunto superado. Lo queestamos proponiendo es que, a la par de la agudizada mercantilización del arte y la cultura, elInternet y las tecnologías digitales han dado lugar a un nuevo panorama sociopolítico que privilegiala compartición y que permite a los consumidores ser al mismo tiempo productores de aquello quedesean, bajo formas de organización que tienden a la descentralización y el intercambio entrepersonas iguales. Aunque la industria musical sigue buscando estrategias de adaptación a lasnuevas realidades, y aunque la ley sigue protegiendo de manera privilegiada a quienes ocupan elpoder económico, cada vez es más insostenible la idea adorniana de que la “música deentretenimiento” es “un complemento del enmudecimiento de los seres humanos, del fenecer dellenguaje como expresión, de la mera incapacidad de comunicarse”;14 cuando las personas tienen laposibilidad de elegir la música que escuchan de entre millones de opciones en la red, de producir ypublicar su propia música sin necesidad de grandes cantidades de dinero y de manipular, inclusocomo una nueva forma de consumo, la música que escuchan, es difícil mantener el argumento deque “también en la escucha existe un mecanismo neurótico de la estupidez: el rechazo arrogante detodo lo desacostumbrado”, en el que “los oyentes regresivos se comportan como niños” y “exigenuna y otra vez, con obstinada insidia, la misma comida que se les puso delante anteriormente”.15

La situación actual de la industria musical es compleja, y sería errado idealizar las condicionesde aparente libertad que existen hoy en día para la música. Pero resulta innegable que lascircunstancias de recepción y producción musicales han cambiado respecto a las que había amediados del siglo XX, y eso tiene, entre muchas otras, dos consecuencias fundamentales: enprimer lugar, se abre la necesidad de generar nuevos marcos teóricos que respondan a lasparticularidades culturales de una nueva realidad que ya no puede reducirse a la antigua; y ensegundo lugar, se genera, como en todo cambio cultural, un nivel de incertidumbre en el que lasluchas social e intelectual se vuelven especialmente necesarias. Es aquí donde la música libre tieneun papel determinante como impulsora de un discurso crítico sobre los riesgos y las posibilidadesque al respecto de la cultura se juegan en el presente. Sin embargo, este necesario ejercicio crítico,de querer comprender de fondo el fenómeno que tenemos enfrente, no puede limitarse a losaspectos meramente económicos del campo de la música, sino que requiere observar también otrasdimensiones de lo que el espacio musical implica dentro del cambio histórico que estamosatestiguando.

14 Adorno, Disonancias, introducción a la sociología de la música, op. cit., p.16. 15 Idem, p.39.