sobre la agresion_ el pretendid - konrad lorenz

8/9/2019 Sobre La Agresion_ El Pretendid - Konrad Lorenz

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El naturalista habla de s

especialidad, y Konrad Lorenz habldel instinto. No de los instintos e

general y no solamente de lo

nstintos de los animales, sino de unstinto que tienen en común lo

animales y el hombre, de un instinto

que hoy con buen motivo (o mejo

dicho con malo) interesa a todos: e

nstinto de la agresión. ¿Por qué

para qué luchan entre sí lo

animales de la misma especie, y poqué hacen otro tanto los hombres?

¿Hay efectivamente un oscuro

mpulso de autoaniquilamiento que



como suponía Freud con su doctrina

del instinto de muerte, obra e

contra de todos los instinto

conservadores de la vida? ¿Cuále

son las causas conducentes a la

agresión humana que estamo

viviendo y que amenaza a la

humanidad con la ruina? ¿Puede e

conocimiento de estas causa

darnos poder para dirigir su acciónA estas cuestiones puede la ciencia

que en definitiva no es sino la san

razón humana, darnos respuestarazonables. Para ello nos lleva e

nvestigador por los mismos camino

que él recorrió. Con una penetració



que sólo puede dar la propia

observación personal, nos expone

os furiosos combates territoriale

de los peces de vivos colores que

habitan los arrecifes de coral; la

nteresante vida conyugal y socia

del nicticórax, que no conoce

ndividualmente a ninguno de su

congéneres, y aun menos tiene co

ellos lazos de amistad personal, eemible «clan» de las ratas, qu

para los miembros de su propia

amilia es de una gran abnegaciópero para los de otras tribus s

convierte en un enemigo sediento de

sangre; la vida social de los ganso



silvestres, que hace muchos año

son objeto de su más intens

nvestigación, ilustra sorprendente

analogías entre animales

personas.

A la pregunta de si la naturalezpuede enseñarnos algo al respecto

responde con venturoso optimismo

reconocer humilde

conscientemente que sólo somo

una parte de la naturaleza y que

estamos sometidos a sus eterna

eyes.



Konrad Lorenz

Sobre la agresiónEl pretendido mal

ePub r1.0

TaliZorah 26.12.13



Título original: Das sogenannte Böse

Konrad Lorenz, 1963Traducción: Félix Blanco

Diseño de portada: TaliZorah

Editor digital: TaliZorahePub base r1.0



A MI MUJER



PREFACIO

Un amigo mío, que habíemprendido la tarea, verdaderamentpropia de un amigo, de leerse todo est

manuscrito con intención crítica, mescribió, cuando llevaba leída más de lmitad, que «ya iba por el segundcapítulo, que lo estaba leyendo co

mucho interés, pero al mismo tiempcon un creciente sentimiento dnseguridad, porque no veía exactament

qué relación podía tener con el todo». Ypedía que yo le facilitase la tarea.

Como su crítica estaba sin dud

plenamente justificada, hago est



prefacio con el fin de poner en clarpara el lector desde el principio hacidónde va la obra y qué relación tiencada capítulo con el fin general.

Tratase en ella de la agresión, o sedel instinto que lleva al hombre como a

animal a combatir contra los miembrode su misma especie. Me decidió escribirla la casual combinación de do

circunstancias. Había yo ido a loEstados Unidos, en primer lugar pardar algunas conferencias sobre la teorí

comparativa del comportamiento y lfisiología del comportamiento (etologíaa psiquiatras, psicoanalistas psicólogos y en segundo lugar par



comprobar mediante la observaciódirecta en los bancos de coral de lFlorida una hipótesis que se me habíocurrido, sobre la base dobservaciones en acuario, acerca decomportamiento agresivo o agonístic

de ciertos peces y el papel de scoloración en la conservación de lespecie. En las clínicas hablé po

primera vez con psicoanalistas parquienes no eran las teorías de Freudogmas inviolables sino, como e

propio de cualquier disciplincientífica, hipótesis de trabajo. Vistas deste modo me resultaban comprensiblemuchas cosas que yo antes rechazara po



demasiado audaces en las teoríafreudianas. Las discusiones sobre sueorías de la motivación revelaronesperada concordancia entre lo

resultados del psicoanálisis y lfisiología del comportamiento, cos

anto más importante por la diversidade enfoque, de métodos y, sobre todo, dbase inductiva. Yo esperaba insalvable

diferencias de opinión en relación con econcepto de instinto fanático (pulsión dmuerte), que según una teoría de Freu

consiste en un principio destructopolarmente opuesto a todos los instintode conservación del individuo. Esthipótesis, extraña a la biología, es par



el etólogo no sólo innecesaria, sinfalsa. La agresión, cuyos efectos sueleequipararse a los del instinto de muertees un instinto como cualquier otro y, econdiciones naturales igualmente aptpara la conservación de la vida y l

especie. En el hombre, que hmodificado por sí mismo y codemasiada rapidez sus propia

condiciones de vida, el impulsagresivo produce a menudo resultadodesastrosos, pero otro tanto hacen otro

nstintos, aunque de forma menompresionante. Y cuando me puse defender esta posición respecto a leoría del instinto de muerte con mi



amigos psicoanalistas me hallnesperadamente como quien intent

forzar una puerta abierta. En muchopasajes de la obra freudiana mmostraron cuán poca confianza tenía émismo en su hipótesis dualista, que l

debía resultar, como a buen monista nvestigador científico-natural d

pensamiento mecanicista

fundamentalmente extraña y repelente.Poco después, estudiand

directamente los peces del coral qu

viven en aguas calientes, y en los cualees visible la función preservadora de lagresión, me acometió el deseo describir este libro. Y es que la etologí



conoce tanto la historia natural denstinto de agresión que le es posibl

declarar las causas de buena parte dsus vicios de funcionamiento en ehombre. Ciertamente, ver las causas da enfermedad no es descubrir una buen

erapia, pero sí una de las condicionepara descubrirla.

Comprendo que la tarea que h

mpuesto a mi pluma es excesiva. Ecasi imposible decir con palabras cómfunciona un sistema en que cada part

está relacionada con las demás de modque ejerce una influencia causal sobrellas. Aunque sólo se trate de explicar emotor de gasolina resulta difíci



empezar, porque la persona que reciba información sólo puede comprende

el papel del cigüeñal si sabe lo que sobielas, pistones, válvulas, levas demás. Si no se pueden entender loelementos de un sistema en su conjunto

no se puede entender ninguno de ellosCuanto más compleja es la estructura dun sistema, mayor es la dificultad que s

halla para estudiarlo y enseñarlo; desgraciadamente, la estructura operantde las pautas de comportamiento

nstintivas o adquiridas culturalmenteque componen la vida social del hombrparece ser el sistema más complicaddel mundo. Para hacer comprensible



as escasas relaciones causales que crepoder descubrir en este enredo dacciones recíprocas es necesario, veli

nolis, partir de muy lejos.Por fortuna, los hechos observado

son todos interesantes de por sí. Esper

que los combates territoriales de lopeces del coral, las pulsiones nhibiciones cuasi morales de lo

animales que viven en sociedad, la vidsocial y conyugal desprovista de amodel esparaván o garza nocturn

Nycticorax nycticorax), las sangrientabatallas campales del turón ( Rattu

norvegicus) y otras muchas pautas dcomportamiento de los animale



captarán el interés del lector y lretendrán hasta que llegue a entender larelaciones más profundas.

Hasta ahí quisiera yo llevarledentro de lo posible, siguiendo lomismos caminos que yo recorrí, y es

por razones de principio. Las ciencianaturales inductivas empiezan siemprobservando sin ideas preconcebidas lo

distintos casos, para de ahí pasar a labstracción de la ley que a todos lorige. La mayoría de los textos toman e

otro camino por mor de la brevedad y da claridad y exponen lo «general» antede lo «particular». Con eso gana nitidea presentación pero es meno



convincente. Resulta demasiado fácidesarrollar primero una teoría y despuésustentarla y reforzarla con ejemplos, yque la naturaleza es tan variada quebuscando bien, se pueden hallaejemplos aparentemente convincente

ncluso para hipótesis totalmentabstrusas. Mi obra sólo seríverdaderamente convincente, empero, s

ograra que el lector, basado solamenten los hechos que yo le expusieralegara a las mismas conclusiones a qu

o he llegado. Mas como no quiermponerle un camino tan penosoprefiero darle aquí un resumen decontenido de los capítulos para que l



sirva de orientación.En los dos primeros capítulo

empiezo describiendo observacionemuy simples de formas típicas decomportamiento agresivo; en el tercerpaso a tratar de su función conservador

de la especie; y en el cuarto digo lsuficiente de la fisiología de lmotivación instintiva en general y de

mpulso agresivo en particular compara hacer comprender la espontaneidade sus violentas e irresistible

manifestaciones, que se repiten coregularidad rítmica. En el quintcapítulo muestro el proceso de lritualización y —hasta donde se



as premisas para el entendimiento demodo de funcionar de cuatro tipos mudiferentes de organización social. Eprimero es la multitud anónima, libre doda agresión, pero sin conciencia de l

propia personalidad y sin cohesión d

os individuos entre ellos. El segundo ea vida familiar y social del esparavá

nocturno y de otras aves que anidan e

colonias y cuya única base estructural ea defensa del territorio. El tercero es l

notable «familia grande» de las ratas

cuyos miembros no se reconocepersonalmente sino por el olor tribalque se comportan admirablemente en lsocial entre ellos, pero que atacan co



remendo odio partidista a cualquiemiembro de la especie que pertenezca otra tribu. Finalmente, el cuarto tipo dorganización social es aquel en que eazo de amor y amistad personal es e

que impide que los miembros de l

sociedad se peleen y perjudiquen. Estforma de sociedad, de configuración emuchos puntos análoga a la humana, s

lustra con precisión en el caso deganso silvestre.

Después de lo que queda dicho e

estos once capítulos, me creo ya econdiciones de explicar las causas dmuchas imperfecciones en efuncionamiento de la agresión humana



manera como podría verla un biólogo dMarte, pongamos por caso. Por fin, en ecapítulo catorce trato de plantear ladopción de algunas medidas destinadaa contrarrestar las perversiones de lfunción agresiva, cuyas causas cre

haber descubierto.



CAPÍTULO IPRÓLOGO EN EL

MAR

Im weiten Meere musst du anbeginnen!

Da fängt man erst im kIeinen an

und freut sich, Kleinste zu verschlingen;

man wächst so nach und nach heran

und bildet sich zu höherem Vollbringen[I]

GOETHE

Mi sueño infantil de volar se h

realizado: floto sin pesantez en el medinvisible y me deslizo sin esfuerzo haci

campos iluminados por el sol. Mi

movimientos no son los del beocio qu



se enorgullece de ser hombre y cuydignidad le obliga a caminar con lpanza hacia delante y la cabeza alta; mdesplazo a la secular manera de lovertebrados, con la espalda hacia ecielo y la cabeza hacia delante. S

quiero mirar de frente, la incomodidadel cuello me recuerda que en realidasoy morador de otro mundo. Per

raramente quiero hacerlo, y mi vista poo general se dirige, como es propio d

un investigador que vive en la tierra

hacia las cosas que tengo debajo.«Más abajo da miedo, y el hombrno debe tentar a los dioses y nunca debdesear mirar lo que piadosos envuelve



en tinieblas y pavor». Pero cuando no lhacen, cuando por el contrario permitea los amigos rayos del sol prestar animales y plantas los colores de sespectro, el hombre ansía —y así se laconsejo a todos avanzar a toda costa

aunque sólo sea una vez en su vidaantes de estar demasiado viejo. Parello necesita solamente una máscara d

bucear, un tubo snorkel para respirar eel agua y si acaso, ya en plan grande, upar de aletas de caucho en los pies…

si no hay un viento favorable que soplhacia el sur, un boleto para eMediterráneo o el Adriático.

Perezosa, señorialmente moviend



as aletas, me deslizo por parajeencantados. No se trata realmente dbancos de coral, con sus montes y valleanimados, rudamente rajados, sino duno de los llamados cayos o isletas dgreda coralina, como hay tantos a l

argo de la costa meridional de lFlorida y que son de proporciones mámodestas. Por todas partes, en el fond

compuesto por antiguodesmoronamientos coralinos, sadvierten los interesantes hemisferio

del coral meandrina o los más rarocorales de cuerno de ciervo ( Acropora)an ramificados, y las ondeantes mata

de coral de cuerno o gorgonas de lo



más diversos géneros, y entre todo ellouna vegetación abigarrada de algapardas, rojas y doradas que no spueden hallar en los verdaderos bancode coral, en pleno océano. A granderechos, de anchura humana y altura d

mesitas, casi semejando obra dhombres por su forma fea pero regularse hallan las esponjas loggerhea

Spheciospongia vesparia). En ningunparte se ven superficies calvas de piedrsin vida. Todos los espacios que queda

entre los organismos antes citados estáocupados por una vegetación densa danimálculos musgosos (briozoos)pólipos hibroides y esponjas d



especies violetas y anaranjadas, qucubren grandes extensiones, y entrantos colores y tuberosidades y e

cascajo del fondo, a veces no sdistinguir los animales de los vegetales.

Mi tranquilo avance me va llevand

a aguas cada vez más someras, dondos corales disminuyen, pero en cambi

aumentan las plantas. Enormes selvas d

un alga muy graciosa, de formas proporciones harto parecidas a laacacias quitasol ( Penicillium) africanas

se extienden por debajo de mí y me daa ilusión de que estoy no apenas a laltura de un hombre por encima defondo coralífero del Atlántico sino cie



veces más alto, volando sobre la sabanetiópica. Dilatados campos de fucoThalassia) y otros menores de alga

enanas ( Zostera) desaparecen podebajo de mí, y ahora que ya sólo tengunos cuantos metros de agua bajo mi

pies, una mirada al frente me revela unenorme pared irregular, larga y oscuraque se extiende a derecha e izquierd

hasta donde yo alcanzo a ver y llena pocompleto el espacio entre el claro fonddel mar y la superficie de las aguas.

Es la frontera entre mar y tierra, lcosta del cayo Lignum Vitae.El número de peces aument

bruscamente. Docenas de ellos me pasa



veloces entre los pies, y me recuerdaas aerofotografías del África en que lo

rebaños de animales salvajes huyen eodas direcciones ante la sombra de u

aeroplano. En otros puntos, sobre lapraderas densas de fucos, los orbeTetraodon), gordos y cómicos, m

recuerdan irresistiblemente las perdiceque toman el vuelo en un trigal y, tras d

un vuelo más o menos largo, vuelven aataque. Otros peces, muchos de ellos dncreíbles colores, siempre agradables

pesar de lo abigarrado, hacen lcontrario y se hunden en las algas a mpaso. Un grueso puerco-espíChilomycterus schoepfii) co



hermosos cuernecillos de diablo poencima de unos ojos de azul ultramarestá tranquilamente echado y me hacuna mueca; yo no le he hecho ningúdaño todavía, pero uno de los suyos sme lo ha hecho a mí. Hace unos día

agarré uno de ellos descuidadamente, eamericano spiny boxfish, y sin más nmás me quitó con su pico de papagayo

formado por dos dientes contrapuestos afiladísimos, una parte no desdeñabldel índice diestro. Me zambullo e

dirección del ejemplar antes vistutilizando el procedimiento, ya probad que ahorra esfuerzo, del pato qu

bucea en aguas someras, levantado l



Me vuelvo ahora hacia la pared qusepara el mar de la tierra. A primervista podría creerse que es de tobvolcánica, por lo fantásticamentdestrizado de su superficie y por lomuchos agujeros que parecen mirarm

como ojos de calavera, sombríos abismales. Y efectivamente, la roca estcompuesta de antiguos esqueletos d

coral, restos de los bancos coralígenode la época preglacial, que se secaron murieron en la glaciación del Sangamon

Por todas partes pueden verse en lpiedra las estructuras de los mismocorales que en la actualidad viven poallí, y entre ellas, las conchas d



mariscos y caracoles cuyos congénerevivos pueblan todavía aquellas aguas

os hallarnos aquí sobre dos bancos dcoral, viejo el uno y muerto hace milede años y vivo el otro sobre lodespojos del primero, porque lo

corales, como las civilizaciones, sdesarrollan sobre los esqueletos de lopredecesores.

Nado hasta la accidentada «costa» a lo largo de ella hasta hallar un salientno muy aristado donde poner la diestr

para anclarme. Divinamente ligeroagradablemente fresco, pero sin sentifrío, forastero en aquel mundo dmaravillas alejado de todas la



preocupaciones terrenales, las olas mmecen suavemente; me olvido de todmenos de ver… soy como un globcautivo animado y encantado.

En torno mío, por todas partespeces… y en las aguas menos profunda

casi sólo pececillos. Se me acercacuriosos desde lejos o desde loescondites donde se habían metido a m

legada, huyen de sopetón otra vezcomo por ejemplo cuando «carraspeoen el snorkel y hago salir el agua que s

e había introducido o se había formadpor condensación. Pero en cuantvuelvo a respirar tranquilamentedespacito, se me acercan de nuevo,



La multiplicidad de las formas qume rodean —algunas tan cercanas qumis ojos de viejo no pueden verlas bie— parece al principio abrumadora. Peral cabo de un rato, las caras se vahaciendo más familiares y mi capacida

de percibir las formas, una de las mámaravillosas facultades humanasempieza a discernir en el cúmulo d

criaturas. Y de pronto veo que no soantas especies como parecían, aunqu

sigan siendo bastantes. Inmediatament

se distinguen dos categorías de pecesos que llegan nadando en bancos, sedesde altamar, sea a lo largo de la parerocosa y los que, pasado el pánico qu



ocasiona mi presencia, vuelven asomarse cauta y lentamente desde uagujero o cualquier otro escondite… siempre solos. Estos ya los conozco y sque días o semanas más tarde todavía ses podrá encontrar en la misma morada

Durante mi estancia en Cayo Largvisité regularmente cada dos días a uhermoso Chaetodon ocellatus que viví

bajo un malecón volcado por el huracáDonna, y siempre lo hallé en su casa.

Entre los bancos de peces que van

vienen se hallan a millones los pequeño plateados Atherinidae, varias clasede sardinas que viven cerca del litoral sus terribles cazadores los Belonidae



igeros como flechas; hay también miles en torno a los desembarcaderosmuelles y arrecifes bruscos Lutjanidae

verdigrises, y entre otros muchos lobonitos Haemulon, rayados de azul amarillo y que los norteamericano

laman grunts porque emiten unespecie de gruñido cuando los sacan deagua. Particularmente abundantes

hermosos son de estos los grunts drayas azules ( Haemulon sciurus), los drayas blancas ( Haemulon plumieri)

os de rayas amarillas ( Haemulolavolineatum), nombres no mu

acertados, ya que los tres tienen azul amarillo, pero con distinto dibujo



Según mis observaciones, todos tresuelen nadar también en bancos mixtosEl nombre alemán de estos pecePurpurmiiuler ) se debe a la notabl

coloración rojo púrpura de su mucosbucal, únicamente visible cuando el pe

amenaza con la boca bien abierta a ucongénere, que le responde en el mismono. Pero ni en el mar ni en un acuari

he visto jamás que estas imponenteamenazas acabaran por un combate eserio.

Lo mejor de estos y otros vistosorunts, así como de muchos snapper

Lutjanidae) que suelen nadar con elloes la intrépida curiosidad con qu



acompañan al buceador y su snorkel . Eprobable que del mismo modo sigan grandes peces inofensivos, y aegendario manatí o vaca marina, ho

por desgracia casi extinguido, con lesperanza de apoderarse de pececillos

otras pequeñas criaturas que haysacado espantadas de sus escondrijos eanimal mayor. La primera vez que fu

nadando desde mi base, el muelle demotel Key Haven, en Tavernier haciCayo Largo, me sorprendió hondament

a enorme multitud de grunts y snapperque me rodeaba, tan apretadamente qume impedían ver, y que era igual ddensa doquiera que yo nadara. Poco



poco fui comprendiendo que siempreran los mismos, que me escoltaban… que no dejaban de ser unos millaressegún un cálculo conservador. Si nadabo paralelamente a la costa hasta e

siguiente muelle, situado a unos 70

metros, el tropel me seguía la mitad decamino, más o menos, y súbitamente svolvían y arrancaban para su casa a l

mayor velocidad que les era posibleCuando los peces que moraban bajo eotro desembarcadero observaban m

legada, sucedía algo sorprendente: das tinieblas que había bajo la pasarelsalía un monstruo de varios metros dancho y casi otro tanto de alto, así com



unas cuantas veces esa cantidad dargo, que proyectaba una negrísim

sombra sobre el fondo soleado, y sabalanzaba hacia mí. Cuando ya lo tenícerca resultó ser una multitud damistosas bocas purpúreas. La primer

vez que me sucedió esto me llevé ususto mortal. Posteriormente, lomismos peces han provocado en mí u

sentimiento opuesto: y es que mientrao acompañan a uno se puede estar bie

seguro de que no hay ninguna barracud

grande por las inmediaciones.Muy diferentes son los audacepiratuelos Belonidae llamados pez aguj lucio cornudo, que cazan en pequeña



pueblan las aguas por millones millones, tupidos como copos de nieven la cellisca y centelleantes como lamde plata. Estos enanos no me temían mí, porque los peces tan pequeños nson presa interesante para los de m

amaño. A veces nado por entre ellos se apartan tan poco sus escuadrones qucon frecuencia contengo el alient

nvoluntariamente para no aspirarlos poel tubo, como si lo que estoatravesando fuera una nube d

mosquitos. El hecho de estar respirandpor el snorkel en otro medio no inhibo más mínimo este reflejo. Pero cuand

se acerca el menor lucio cornudo, lo



pececillos de plata desaparecen al punten todas direcciones, hacia arriba, haciabajo y hasta saltan sobre la superficieen cosa de segundos quedan en el agugrandes espacios libres de lentejuelasque solamente se van llenando cuand

os peces de presa han pasado ya.Por muy diferentes que sean con su

adustas cabezotas los «gruñidores»

utjanidae de los finos y aerodinámicoucios cornudos, en una cosa se parecen es en no apartarse mucho de la ide

que generalmente evoca la palabr«pez». Pero entre los cavernícolas deugar no es así: el magnífico pomacantngelichthys iodocus, con las hermosa



bandas amarillas que adornan su traje duventud, todavía puede considerarse u

«pez normal». Pero aquello que sale duna grieta formada por dos bloques dcoral y avanza con vacilantemovimientos de tanteo, ora para acá, or

para allá, ese disco de terciopelo negrcon bandas transversales en semicírculode un amarillo vivo, y una luminos

cenefa de azul ultramar en el bordnferior, ¿es realmente un pez? ¿O

aquellas dos criaturillas, del tamaño y e

aspecto de abejorros, que corren comocas con su cuerpo de un anaranjadchillón, en cuya tercera parte, l

osterior , ostentan un redondo oj



resultan, naturalmente, unos peces comes debido, y en realidad parientebastante cercanos de mis antiguoamigos y colaboradores los cíclidos. Ecielito estrellado, o pez joya ( jewel fish

el otro, Beau Gregory, el que tien

azules la cabeza y el dorso y amarilloel vientre y la cola, son parientes mucercanos de ellos. El abejorr

anaranjado es hijo del que la gente depaís llama con razón rock beauty, «belleza de roca», y el disco negro

amarillo es un joven angelote negroPero qué colores! ¡Y en qué increíbldisposición! Casi podría creerse que eobjeto es obtener un efecto a distancia



un fuerte contraste como el de unbandera o un cartel.

Por encima de mí, un espejgigantesco y cabrilleante, por debajo«cielos estrellados», siquierminúsculos. Floto sin pesantez en u

medio transparente, rodeado dangelotes, entregado a la contemplaciónadmirando-espantado la creación y s

hermosura… Pero gracias al creadorsoy capaz de observar detalleesenciales. Y ahora veo que de lo

peces de coloración mate o pastel, comos «gruñones», siempre hay varios muchos nadando juntos, a veces inclusen filas apretadas. En cambio, de la



especies de colores nunca tuve aalcance de la vista más de un ejemplara fuera un angelote negro o un angelot

azul, un Beau Gregory o un «cielitestrellado» y si vi dos pequeña«bellezas de roca», es que la una ib

persiguiendo furiosamente a la otra.Sigo observando, aunque l

nmovilidad de esta vida de glob

cautivo me hace sentir frío, a pesar dque el agua no lo está. En este mismmomento descubro a lo lejos (cosa d

10 o 12 metros nada más, por clara questé el agua) otro Beau Gregory, siduda en busca de alimento, que sacerca gradualmente. El Beau que estab



nstalado cerca de mí tarda edescubrirlo mucho más que yo tarddesde mi puesto de observación, cuando lo ve lo tiene ya a unos 4 metrode él. Entonces se lanza el residente, cofuria sin igual, contra el extraño,

aunque este es un poco más grande qusu agresor, da media vueltnmediatamente y huye nadando cuant

puede, describiendo un loco zigzag coel fin de evitar los mortíferos topes que tira su perseguidor, y que si l

alcanzasen no dejarían de producirlgraves heridas. Uno de ellos por lmenos le atina, porque veo una escambajar brillando hacia el fondo cual hoj



seca arrastrada por el torbellinoCuando el intruso se ha esfumado en lejanía verdiazul, el vencedor vuelve e

seguida a su agujero. Tranquilamente sdesliza por en medio de un rebañapretado de jóvenes «bocas de púrpura

que buscan alimento a la entrada de scueva, y los evita con la mismndiferencia que si fueran piedras

otros obstáculos inanimados simportancia. Ni siquiera el pequeñ

angelote azul, que no deja d

parecérsele algo en forma y color, excitpara nada su acometividad.Al poco rato presencio otro pleit

semejante en todo al que acabo d



describir. Se trata de dos angelotenegros, apenas mayores que un dedopero eso no impide que el encuentro sealgo más dramático aún. El atacantparece aquí más rabioso, y el forasteren fuga más presa de pánico, pero ta

vez esto se deba tan sólo a que mi vistde humano sigue mejor los movimientode los peces ángel que los de los Bea

Gregories, mucho más rápidos, quparecen moverse como en una películcon movimiento acelerado.

Ahora me doy cuenta de que tengbastante frío; mientras subo la pared dcoral en busca del sol de oro y latmósfera tropical de la Florida



formulo mentalmente en unas cuantafrases breves lo contemplado: Los pecede colores chillones, «de cartel», tieneodos un domicilio fijo. Solamente e

ellos he observado la defensa de uerritorio. Su rabiosa agresividad s

dirige únicamente contra sus propiocongéneres[1], jamás he visto atacarsdos peces de especies diferentes, po

muy agresivos que sean.



CAPÍTULO IICONTINUACIÓN ENEL LABORATORIO

Was ihr nicht fasst, das fehlt euch gan

und gar,

was ihr nicht rechnet, glaubt ihr, sei nic

wahr.

Was ihr nicht wägt, hat für euch kei

Gewicht,was ihr nicht münzt, das glaubt ihr, gelt

nicht [II] ,

GOETHE

En el capítulo anterior me permituna licencia poética, porque no dije qu

en observaciones de acuario ya habí



visto cómo los abigarrados peces dcoral se hacían entre sí una guerrdespiadada y me había formado unopinión provisional sobre el significadbiológico de esos combates. Había ido a Florida para verificar mis hipótesis

aturalmente, estaba decidido a tirarlaodas por la borda si los hecho

probaban lo contrario, o tal vez deberí

decir a expulsarlas por el tubo desnorkel , porque no hay manera de echaalgo por la borda cuando está uno baj

el agua. Para el investigador es un bueejercicio matinal deshacerse antes dedesayuno de alguna hipótesis favoritaAsí se conserva joven.



Cuando, hace unos años, empecé estudiar en acuario los pececillos dcolores de los arrecifes, aparte deplacer estético que procura la grabelleza de estos animales me atraía eolfato que siempre he tenido para lo

problemas biológicos interesantes. Y lprimera pregunta que me hice fue: ¿Poqué tendrán estos peces unos colores ta

vivos?Al plantearse el biólogo un «¿par

qué?» de esta manera no trata de ningú

modo de sondear el significado máprofundo del universo en general ni dsu problema en particular. Lo que busces algo más modesto y en principi



accesible. Desde que Charles Darwinos enseñó la evolución histórica demundo de los seres vivos y aun algunade sus causas, la cuestión del «parqué» es para nosotros algo muconcreto. Sabemos, por ejemplo, que e

a función del órgano la que modifica sforma. Lo mejor es siempre enemigo do bueno. Si una pequeña variació

hereditaria, fortuita en sí, hace a uórgano un poco mejor y más eficaz, eportador de este carácter, y su

descendientes también, resulta ucompetidor con ventaja para todos sudemás congéneres no igualmentdotados. Y a la corta o a la larga, esto



desaparecen de la tierra. Tal fenómense da por todas partes y se denominselección natural. Esta selección es unde los grandes artífices de lransformación de las especies, y e

otro, el que le proporciona el materia

es la mutación, cuya necesidad postulDarwin con genial presciencia en unépoca en que todavía no señalaba nad

su existencia.Todas las innumerables, complejas

adecuadas estructuras de plantas

animales de mil clases deben sexistencia a la paciente labor realizaddurante millones de años por lmutación y la selección. De esto estamo



mucho más convencidos que el mismDarwin, y como pronto veremos, comuchas más razones. A no pocos puedparecer decepcionante que labundancia de formas de los serevivos, cuyas armoniosas leyes no

mponen respeto, tanto como su bellezdeleita nuestro sentido de lo estéticoenga un origen tan prosaico y, sobr

odo, se haya producido de un modo taestrictamente casual. Pero para el questudia la naturaleza en forma científic

es una razón de continua admiración ever que aquella crea sus grandes obrasin infringir jamás sus propias leyes.

Nuestro «para qué» sólo pued



hallar una respuesta lógica si los do

artífices han cooperado de la formapuntada. Es como preguntar cuál es eel caso la función conservadora de lespecie. Si a la pregunta «¿Para quiene el gato uñas curvas y afiladas?

respondemos que «Para cazar ratones»esto no implica aceptación de uneleología metafísica, sino sencillament

declara que «cazar ratones» es lfunción específica cuyo valor para lconservación de la especie ha producid

por selección en los gatos ese tipo dgarras. Pero la misma pregunta no tiensentido cuando hay mutación siselección. Por ejemplo, cuando en l



gallina doméstica y otros animales, quel hombre protege y que quedan fuera da influencia de la selección natural, ea coloración protectora aparecen lo

más variados colores y manchas, y niene caso preguntar para qué necesita

esa coloración tales animales. Es comcuando en algún poblado de Europcentral hay perros cruzados, unos con l

cola recta y otros enroscada, es inútipreguntarse el motivo de esta variacióde forma más o menos fea. Pero cuand

enemos estructuras complejas diferenciadas, muy regulares, como eun ala de pájaro o en el mecanismo duna pauta de comportamiento instintivo



podemos dar por seguro que no haaparecido por casualidad. Es entoncecuando cabe preguntarse qunecesidades de la selección naturadieron lugar a la formación de esestructura, o sea para qué está ahí. Tale

preguntas nos las planteamos con lusta esperanza de recibir respuesta

válidas, y nuestra experiencia persona

nos enseña que así suele suceder cuandel investigador persevera lo suficiente

o desmienten esto las excepciones e

que la ciencia (todavía) no ha explicadalgunas de las más importantecuestiones de la biología. Por ejemploa de la utilidad de las maravillosa



formas y colores de las conchas de lomoluscos, que la defectuosa vista desos animales no alcanzaría a ver aun nestando, como suele suceder, ocultos poos pliegues del manto y por l

oscuridad de las profundidade

submarinas.Los chillones colores de los pece

de coral piden a gritos una explicación

¿Cuál ha podido ser la funcióconservadora de la especie qudeterminó su evolución?

Adquirí los peces más vivamentcoloreados que pude hallar, y ademáspara fines de comparación, otros dcolores menos vivos, incluso algunos d



especies bastante grisáceas.Y realicé un descubrimient

nesperado: con los peces de coral dos colores más vivos, del tipo d

«cartel» o «bandera» es cabalmentmposible tener más de un individuo d

a misma especie en un acuario pequeñaSi ponía varios de la misma especiuntos, al cabo de poco tiempo sól

quedaba, después de sangrientabatallas, uno: el más fuertePosteriormente, en la Florida, tuve l

honda impresión de descubrir en altmar el mismo espectáculo que tantaveces se había repetido en mi acuarioAl cabo de luchas tremendas, sól



quedaba un ejemplar de cada especieconviviendo tranquilamente con los dotras especies, cada quien con su vivcolor, pero todos diferentes. En upequeño rompeolas que estaba cerca ddonde yo moraba vivían así en pacífic

entendimiento un Beau Gregory, u

pequeño angelote negro y un Chaetodo

ocellatus. La coexistencia pacífica d

dos individuos pertenecientes a unespecie de color vivo en acuario comen el mar sólo se halla en los peces qu

viven en estado conyugal permanentegual a aquel que se da en muchas aves

Tuve ocasión de observar tales parejaviviendo en libertad entre los angelote



azules y los Beau Gregories y en acuarien Chaetodon pardos y blancoamarillosLos cónyuges de esas parejas soverdaderamente inseparables y, cosnteresante, aún más agresivos respect

de sus congéneres que los peces n

unidos conyugalmente. ¿Por qué? Máadelante lo veremos.

En el mar se cumple sin efusión d

sangre el principio de que «uno no gustde juntarse con los suyos», porque evencido huye del territorio del vencedo

este no lo persigue. Pero en el acuariodonde no hay salida, lo más frecuente eque el vencedor acabe con el vencido. Opor lo menos toma todo el recipiente po



su territorio y martiriza tanto coataques continuos al desposeído qucada vez es mayor su prepotenciporque no lo deja desarrollarse bien, el desenlace es de todos modos fatal.

Para observar el comportamient

normal de los propietarios de territoriunos para con otros es necesario teneun recipiente suficientemente grand

para contener por lo menos doerritorios de capacidad correspondienta las normas de la especie estudiada

Construimos, pues un acuario de dometros y medio de largo, que contenímás de dos toneladas de agua y que tenísuficiente espacio para albergar a vario



peces pequeños, de los que viven cercdel litoral. En las especies de colorevivos, los jóvenes los tienen cassiempre más intensos, y al mismo tiempmuestran más apego a su territorio reacciones más fuertes que las de lo

adultos. Por eso es posible estudiar coestos pececillos los procesos que nonteresan en un espacio relativament

reducido.En dicho acuario pusimos pececillo

de 2 a 4 cm de largo de las siguiente

especies: 7 especies de mariposmarina, 2 de angelotes, 8 de «señoritasgrupo al que pertenecen el «ciel

estrellado» y el Beau Gregor



pomacéntridos]), 2 especies dballesteros o peces gatillo ( Balistidae)3 de meros o céfalos ( Labridae Coridae), 1 de pez doctor y otramuchas especies no agresivas ni dcolores vivos, como el pez cofrOstraciidae), el orbe, etcétera. Había

pues, allí unas 25 especies de peces dcolores chillones, con un promedio d

cuatro individuos por especie (a vecemás, otras uno solo), y en total pasabade 100 los individuos. Se conservaro

bien, casi sin pérdidas, se aclimataronse pusieron fuertes… y empezaron pelearse, como estaba previsto.

Entonces se presentó una magnífic



ocasión de cuantificar algo. Al hombrde ciencias «exactas» le encanta conta medir, a tal extremo que muchas vece

resulta incomprensible para quiedesconoce la materia. «¿Es sólo granda naturaleza porque os proporcion

algo que contar?», pregunta Schiller os hombres de ciencia que no s

dedican a otra cosa que contar y medir

Y debo confesar al poeta que sin lcuantificación yo no sabría muchmenos de la agresividad entre lo

miembros de la misma especie, pero mseguridad en el saber sería ciertamentmucho menor si me conformara con lconcisa frase: «Los peces de coral d



colores vivos muerden casexclusivamente a sus congéneres». Lque contamos fue en realidad el númerde mordiscos, y el resultado decómputo fue el siguiente: Para cada unde los pececillos que viven en e

recipiente con 3 congéneres, lprobabilidad de dar por casualidad couno de los 3 hermanos es de 3 contra 96

o obstante, el número de mordidaentre congéneres, comparado con enúmero de mordidas entre los miembro

de especies distintas está en proporcióde 85 a 15. Y esta misma última, mínimcifra induce a error en relación con lsituación verdadera, ya que los ataque



a que se refieren se debieron casexclusivamente a las «señoritas», questán casi todo el tiempo ocultas en sagujero y atacan furiosamente, sidistinción de especie, a cualquier peque se mete en su escondite. En el ma

ibre, ellas tampoco hacen caso de lopeces de otras especies. Y si se retireste grupo del conjunto investigado, la

cifras obtenidas son aún mámpresionantes.

Otra parte de los ataques contr

peces de distinta especie debe atribuirsa los escasos individuos que no teniendningún congénere en todo el acuario, nes quedaba más remedio que descarga



su sana cólera contra quien fuera. Pera elección del objeto tambié

confirmaba en estos casos mi hipótesiscon la misma fuerza que las cifrasHabía, por ejemplo, un magnífico pesolo, de una especie (desconocida par

nosotros) de mariposas marinas, dforma y diseño tan exactamente situadoa 'medio camino entre las mariposa

blancas y amarillas y las blancas negras, que inmediatamente lbautizamos blancoamarillonegro. Y

pareció damos la razón, porque repartípor igual sus ataques entre lorepresentantes de ambas especies. Jamáobservamos que mordiera a nadie d



otra especie. Casi más interesante era ecomportamiento de nuestro únicballestero azul, que en latín se llamOdonus niger , o sea «pez dentadnegro». El zoólogo que le puso esnombre sin duda no lo vio sino cadáve

decolorado por el formol, porque evida este pez no es negro, sino de uuminoso azul, con unos toques de colo

rosa y violeta tierno, sobre todo en lobordes de las aletas. Cuando fui comprarlo, a la casa de Andreas Werner

legaba un cargamento de estos peces, como los vi pelearse, comprendclaramente que mi enorme acuario nera lo suficientemente grande par



contener a dos de tales individuos, qumiden apenas 6 cm de largo. Por esadquirí solamente uno. Al principio, smostró bastante pacífico, ¡no tenícongéneres! Pero los raros mordiscoque tiraba los distribuía, de modo mu

significativo, entre dos especies mudistintas. En primer lugar persiguió a lolamados diablos azules ( Pomacentru

coeruleus), parientes cercanos del BeaGregory, que tenían en común con elloel magnífico color azul, y despué

persiguió a los dos ejemplares de otrespecie de Balistidae, el pez PicassRhinecanthus aculeatus). Este pez

extrañamente diseñado y violentament



coloreado, como lo indica el nombrque los aficionados le han dado, se lparece bastante en la forma, aunque naden el color. A los dos meses, el máfuerte de los Picassos había enviado aotro al paraíso de los peces, que es l

formalina, y aparecía una violentrivalidad entre el matador y eballestero, a la cual contribuyó sin dud

a agresividad del último. A todo estoos diablos azules habían dejado su traj

de juventud por el azul tórtola, má

suave, de los adultos, y así provocabamenos combates. Para no hacer el cuentargo. El ballestero acabó por matar a

Picasso. Podría citar todavía mucho



casos en que sólo quedó usuperviviente de los peces de cadespecie con que experimentamos, y unde tales casos fue el del Pomacanthu

semicirculatus. En los casos en que doalmas de pez se habían unido por e

matrimonio para no formar más que unaquedaba la pareja, como en el caso dos peces mariposa pardos y lo

blancoamarillos. Se conocen tambiémuchos otros casos en que los animaleno solamente peces), por falta d

congéneres, deben descargar sagresividad en otros objetos, quescogen entre sus parientes mácercanos o en especie de coloració



semejante.Estas observaciones de acuario y la

conclusiones a que se prestan, así commis estudios en alta mar, demuestraclaramente que los peces son mucho máagresivos contra sus propios congénere

que contra los de las demás especies.Pero, como ya dije en el prime

capítulo, en mi descripción de

comportamiento de los peces eibertad, hay muchas especies que n

son tan agresivas como los peces de

coral que sirvieron para miexperiencias. Si hacemos un examen dos intolerantes y los más o menoolerantes, se patentiza al punto l



relación entre coloración, agresividad apego al territorio. La agresividaextremada dedicada al congénereacompañada por la sedentariedad, saprecian casi exclusivamente, en lopeces que yo observé en libertad, entr

os que manifiestan ya desde lejos spertenencia a la especie con colorechillones extendidos por grande

superficies de su cuerpo. En realidaera esa extraordinariamentcaracterística coloración la que despert

mi curiosidad y me hizo sospechar lexistencia de un problema. Los peces dagua dulce también pueden tenehermosos y vivos colores, y muchos d



ellos aguantarían la comparación con lodel mar; pero el contraste no está en lbelleza.

En la mayoría de los peces dcolores de agua dulce, la estupendcoloración es pasajera, y eso e

precisamente lo que le da su mayoencanto. Los cíclidos multicolorecuyos ácidos colores les valieron e

alemán su nombre de Buntbarsch), lopeces laberinto, que muchas veces soaún de colores más vivos, el rey de lo

gasterósteos, rojo, verde y azul, y lperca arco iris de nuestras aguas, ascomo otros muchos habitantes dnuestros acuarios, solamente se ponen s



raje de gala cuando arden en amor o eentusiasmo bélico. Y en muchos de ellopuede calcularse en ese momento lntensidad de sus emociones por l

coloración, que nos dice en qué gradpredominan el instinto de agresión, l

excitación sexual o el impulso de fugaCon la misma rapidez con qudesaparece el arco iris cuando una nub

cubre el sol, se apaga este esplendocuando pasa la emoción que lo provocó sobre todo cuando la remplaza un

emoción contraria, Como el miedo, qunmediatamente cubre al pez con ucamuflaje de colores sucios, nadlamativos. Es decir: los colores son e



odos estos peces un medio d

expresión, que solamente se emplecuando es necesario. De acuerdo coesto, los jóvenes, y con frecuenciambién las hembras, tienen colore

apagados y poco conspicuos.

Muy distinto es el caso con loagresivos peces del coral. Su soberbiraje es tan constante como si se l

hubieran pintado en el cuerpo cocolores bien firmes. Y no es que no seasusceptibles de cambiar de tono, ya qu

antes de entregarse al sueño se ponen ucamisón de dormir cuya coloraciócontrasta grandemente con la del díaPero en estado de vigilia y cuando está



activos, lucen sus agresivos colores oda costa, ya sea persiguiend

vencedores a toda velocidad a uno dsus congéneres, ya sea zigzagueandvencidos en loco afán de huida. A lmanera de un buque de guerra inglés e

una novela de Forester, jamás arrían epabellón que caracteriza su especiencluso en el recipiente donde lo

ransportan, en que no se sienten muy gusto, y ni siquiera cuando estáenfermos y decaídos abandonan s

brillante coloración, que dura todavíbastante después de su muerte, hastdesaparecer por completo.

En los peces de coral típicos d



coloración viva, de cartel, no solamentos machos y las hembras so

semejantes, sino que también lopequeñuelos ostentan colores chillonesa veces muy distintos de los padres, más fuertes. Es más: hay especies en qusolamente los jóvenes llevan coloreabigarrados, como por ejemplo e«cielito estrellado», descrito en e

capítulo I; y el diablo azul de estcapítulo, que al llegar a la madurez sransforman en peces de un gris tortolill

poco llamativo, con una aleta caudal dun amarillo pálido.La distribución de los colores e

superficies relativamente grandes y mu



contrastadas, que es precisamente lo qurecuerda un cartel, no solamente edistinta del esquema de color de lmayoría de los peces de agua dulce, sinambién del de casi todos los pece

menos agresivos y menos apegados a s

erritorio. Lo que nos encanta en estos ea delicadeza del diseño, el gusto de la

entonaciones pastel y la primoros

ejecución de los detalles. De lejos, unde esos «boca de púrpura» que me soan caros parece un pez verdoso

plateado, nada extraordinario. Y cuando tiene uno bien cerca, cosa que sucedambién en pleno mar, debido a la falt

de temor de estos curiosos pececillos



uno advierte los jeroglíficos de oro azul celeste que cubren todo el cuerpdel animal con artísticos arabescos meandros que lo hacen parecer dbrocado. Sin duda, su dibujo tambiésirve para dar a conocer su especie

pero solamente a los congéneres qunaden muy cerca de ellos, porque dmás lejos no se distinguen bien. E

cambio, los «colores de cartel» de lopeces de coral, territoriales y agresivosestán destinados a ser vistos

reconocidos de muy lejos y ya sabemode sobra que el reconocimiento de spropia especie desencadena en estoanimales una rabiosa agresión.



Son muchos, aun entre quienes por ldemás dan muestras de comprender lnaturaleza, los que consideran exagerad rara esta manía del biólogo d

preguntarse ante cada mancha de colode un animal cuál es su posible funció

para la conservación de la especie y quproceso de selección natural pudhaberla producido. Muchas veces hemo

comprobado que algunos nos condenapor ello y nos califican de materialistansensibles a los valores. Pero siempr

que pueda obtenerse una respuestrazonable hay derecho de hacer lpregunta, y de ningún modo disminuyeel valor y la belleza de un fenómen



natural por averiguar el porqué esthecho así y no de otro modo. Nadpuede expresar mejor la actitud dehombre de ciencia que la fórmula, tapeculiar, de William Beebe: «Vale lpena estudiar el cómo son las cosas

pero lo que hace la vida digna dvivirse es el porqué». El arco iris no emenos bello porque hayamo

descubierto las leyes de la refraccióque lo produce. Y aún excitará mánuestra admiración la belleza y armoní

de diseño de nuestros peces y de sumovimientos el saber que tales adornodesempeñan un importante papel en lconservación de aquellas especies. E



cuanto a los soberbios colores de guerrque son la bandera de los peces dcoral, tenemos la casi total seguridad dsaber cuál es su función principaldesencadenar en sus congéneres —solamente en ellos— un furioso empeñ

en la defensa del territorio, cuando shallan en este, y una decidida voluntade combatir destinada a infundir pavo

cuando invaden otro territorio. Estas dofunciones se parecen en todo a otrfenómeno natural (el canto de lo

pájaros, la canción del ruiseñor), quecomo dice acertadamente Ringelnatz«obligó a los poetas a ponerlo everso». Del mismo modo que lo



colores de los peces de coral, la canciódel ruiseñor sirve para advertir a sucongéneres —y solamente a ellos— qual territorio ha hallado un dueñ

definitivo y dispuesto a pelear por él.Si comprobamos esta teorí

comparando el comportamientcombativo de los peces de colores dcartel y de los peces cuyos colores n

son de cartel pertenecientes al mismgrupo o género y que viven en el mismmedio veremos, por ejemplo, que el pe

lamado por los norteamericanosergeant major ( Abudefduf saxatilis)que pertenece al género de lo

omacentridae y tiene unas tira



ransversales poco llamativas, es un pepacífico, de los que nadan en bancos. Spariente el abudefduf ( A. oxyodon) ddientes agudos, pez de un hermoso negraterciopelado con rayas de azul claro ea cabeza y el tórax y una gran faja d

amarillo azufre que le atraviesa el torsoes en cambio quizá el más feroz de todoesos hoscos propietarios de territorio

que he conocido estudiando los peces dcoral. Nuestro gran acuario resultdemasiado pequeño para dos diminuto

pececillos jóvenes de esta especie, quapenas median 2.5 cm de largo. El unseñoreaba todo el recipiente y el otro svio obligado a vegetar, y por no much



iempo, en el rincón que quedaba arribaa la izquierda, oculto por las burbujadel generador de aire, que impedían lviera su esquinado hermano. Otrexcelente ejemplo nos lo proporcionaas mariposas marinas, cuya únic

especie apacible que conozco es aquellcuyo dibujo característico se disuelve emultitud de detalles que solament

pueden distinguirse de muy cerca.Lo más notable es el hecho de que s

advierte la misma correlación entr

coloración y agresividad en los peces dcoral, que durante su juventud llevacolores de cartel, mientras en lmadurez tornan una coloración má



moderada. De jóvenes son terribledefensores de su territorio y de grandeharto más tranquilos. Y muchos de ellodan la impresión de que se quitan lcoloración belicosa para facilitar eacercamiento sexual. Con toda segurida

es así con una especie de peces, rayadode blanca y negro en brillante contrastedel género de los Pomacentridae, qu

muchas veces vi poner huevos eacuario y que con tal fin deponían scontrastada vestimenta y se revestían d

un color gris uniforme y apagado, pernmediatamente después de realizado eacto volvían a izar la bandera de guerra



están perfeccionadas y se han formadan claramente obligadas por la presió

selectiva de su función conservadora da especie que sin duda tenemos l

obligación de plantear la cuestiódarwiniana.

El profano se deja impresionafácilmente por el cine y la prensaambos ávidos de sensaciones, se suel

maginar la vida de las «bestiasalvajes» en «infierno verde» de lselva, en forma de sangriento combat

de todos contra todos. No hace muchpudo verse en la pantalla, por ejemplocómo combatía un tigre de Bengalcontra una serpiente pitón,



nmediatamente después contra ucocodrilo. Yo puedo afirmar con lconciencia tranquila que en condicionenormales semejante cosa nunca ocurre¿Qué necesidad tendría uno de esoanimales de aniquilar al otro, si ningun

de ellos tiene nada que ver con lontereses vitales de los otros?

También se imaginan los que n

conocen estas cuestiones que lexpresión darwiniana de «lucha por lvida», eslogan a menudo ma

nterpretado, se refiere a la lucha entrespecies diferentes. Pero en verdad, lucha a que Darwin se refería y que hac

progresar la evolución es en prime



ugar la competencia entre parientecercanos. Lo que hace desaparecer unespecie en su forma actual o lransforma en otra es la «invención

ventajosa que favorece por casualidad uno o varios individuos en el jueg

eterno de las modificacionehereditarias. Los descendientes de esoafortunados aprovechan inmediatament

a ventaja para vencer a sus congénerescomo ya vimos en el capítulo I, hastque la especie en cuestión se compon

solamente de individuos en posesión da nueva «intervención».Cierto es que se producen tambié

encuentros belicosos entre especie



diferentes. El búho mata y aun devora dnoche aves rapaces bien armadas, pesar de su resistencia, seguramentenérgica. Y cuando esas aves encuentrade día al gran pájaro nocturno, lo atacapor su parte con gran furia. Casi tod

animal capaz de defenderse, desde emás pequeño roedor en adelante, luchdesesperadamente cuando no le qued

otra salida. Aparte de estos tres tipos duchas interespecíficas hay otros caso

menos específicos. Dos aves troglodita

de diferentes especies pueden disputarsuna cavidad para anidar, dos animalede la misma fuerza pelearse por ealimento, etc. De los tres casos arrib



citados de combate entre especiedistintas debemos dar alguna aclaraciópara señalar sus particularidades distinguirlos de la agresión dentro de lespecie, que es la que nos ocuppropiamente en este libro.

La función conservadora de lespecie es mucho más evidente en locombates entre especies diferentes qu

en la agresión intraespecífica. Lnfluencia recíproca de la evolución de

depredador y de su presa nos d

precisamente los mejores ejemplos dadaptación lograda por la presióselectiva de determinada función. Lrapidez de los ungulados, por ejemplo



promueve en los grandes felinos que ledan caza una gran fuerza para saltar patas armadas de poderosas garras. A svez, estas adquisiciones producen en supresas mayor agudez de los sentidos mayor agilidad en las patas. Otr

ejemplo impresionante de competencievolutiva entre armas ofensivas defensivas nos proporciona l

paleontología con la bien documentaddiferenciación entre los dientes de loherbívoros, que cada vez se vuelven má

duros y apropiados para triturar, y laplantas que les sirven de alimento, quevolucionan paralelamentncorporándose silicatos y tomand



otras medidas de posible protección, dresistencia a la trituración. Pero estsuerte de «combate» entre devorador devorado, entre cazador y cazado, nermina jamás con la extinción de est

último, ya que siempre se establece un

manera de equilibrio soportable parambos en tanto que especies. Sin elloos últimos leones hubieran muerto d

hambre mucho antes de matar la últimpareja de antílopes o cebras capaces dprocrear. O para expresarlo en lenguaj

comercial de los humanos, lacompañías balleneras hubieraquebrado antes de acabar con la últimballena. Lo que amenaza directamente



a existencia de una especie animal nes el enemigo que con ella se alimentasino siempre, como hemos visto, ecompetidor. En los tiempoprehistóricos llevó el hombre un perrdoméstico primitivo, el dingo,

Australia, donde volvió al listadsalvaje, y no aniquiló ninguna de laespecies que cazaba, pero sí a lo

grandes marsupiales carnívoros quconsumían los mismos animales que éEstos marsupiales aborígenes, como e

obo marsupial (Thylacinus) y el diablde Tasmania (Sarcophilus), eran muchmás fuertes que el dingo en el combatepero eran relativamente lentos y torpes



netamente inferiores a los mamíferoque podemos llamar modernos en smodo de cazar. El dingo redujo, pues, lpoblación de los marsupiales quconstituían su presa a tal punto que lométodos de esos competidores no era

«redituables», no servían. Por eso vivehoy solamente en Tasmania, donde edingo nunca llegó.

Hay también otro aspecto en qurealmente no puede considerarspropiamente combate la contienda entr

el depredador y su víctima. El zarpazque da el león para asir su presa ecomparable en su movimiento al quemplea para deshacerse de su rival e



amores, del mismo modo que ecomparable la carabina de caza a la dguerra en su funcionamiento. Pero lomotivos que determinan ecomportamiento de un cazador en snterior son fundamentalmente diferente

de los del combatiente. El búfalo que eeón derriba no ha hecho nada par

provocar la agresión de este, com

ampoco ha hecho nada para provocar lmía la hermosa oca que vi gustoso en ldespensa. En los mismos movimiento

de intención puede verse claramente ldiferencia de las motivaciones internas.El perro que se echa lleno de pasió

cinegética contra la liebre tiene l



misma expresión alegre y atenta qucuando saluda a su amo o espera algagradable. En la cara del león puedverse, como lo muestran muchas excelentes fotografías, que en emomento del salto no está enojado. En e

acto de cazar solamente gruñen agachan las orejas, o hacen otromovimientos expresivos que se le

conocen en el comportamientagonístico, los animales carniceros antuna presa que les infunde bastante temo

por su capacidad de defenderse… y auentonces se conforman con esbozar esomovimientos. Más parecido a lverdadera agresión es en cambio e



proceso opuesto: el de la interesant«contraofensiva» del animal que nquiere dejarse comer. Son sobre todos animales que viven en sociedad lo

que doquiera lo encuentren atacan aanimal de presa que los amenaza. Lo

ngleses llaman a eso mobbing , que spuede traducir por hostigamiento omejor, acosamiento. Así se agrupan la

cornejas y otras aves para acosar abúho, el gato o cualquier otro carnicernocturno cuando lo ven de día y aunqu

a algunos jóvenes cazadores lesorprenda podríamos decir que lorebaños de bovinos también samontonan para «acosar» a un perr



pachón, aunque en realidad se trata dotro proceso, como no tardaremos ever.

Es evidente el valor de conservacióde la especie que tiene esta guerrmovida al enemigo voraz. Aun cuando e

agresor sea pequeño e inerme, puedcausar muy sensibles perjuicios aanimal a quien así ataca. Los cazadore

solitarios sólo tienen perspectivas déxito si sorprenden a su víctima. La cazse le estropea al zorro acosado en e

bosque por un grajo escandaloso o ahalcón seguido por una bandada daguzanieves ( Motacilla alba) quavisan con sus gritos a todo el mundo



Hostigando de día al búho en bandadasos pájaros intentan claramente hace

que a la noche siguiente el depredadonocturno se busque otro terreno de cazaEs especialmente interesante la funciódel acosamiento en muchas ave

sociales, como las chovas y muchaespecies de gansos. En las primerasirve para que los jóvenes aprendan

conocer a su enemigo, que su instinto nes da a conocer de modo innato. Tal e

su principal valor de conservación de l

especie. Es este además un casexcepcional entre las aves dconocimiento trasmitido por tradición duna generación a otra.



gansos se aventuraban sin temor por ubosquecillo de pinos, pero en la partdescubierta, no se acercaban a menos d15 m de cualquier cubierto que hubierpodido albergar un zorro. Aparte de estacción didáctica, el mobbing conserv

naturalmente su función primitiva dhacer la vida imposible a los carniceroentre chovas y gansos. Las chovas lo

atacan activa y firmemente y los gansoparecen intimidados con sus gritos, smultitud y su intrépido avance. La

grandes ocas del Canadá siguen al zorrhasta las tierras en falange cerrada amás vi que tratara de volverse contr

ninguno de sus persecutores, sino qu



baja las orejas, les lanza una mirada dasco por encima del hombro y se vdespacito para salvar las apariencias.

Claro está que el mobbing es mámpresionante y efectivo cuando se trat

de grandes herbívoros bien armados

que cuando son muchos arremetencluso contra grandes depredadores. D

buena tinta sabemos que las cebras s

atreven incluso con el leopardo cuando agarran en una sabana que no l

ofrece mucha protección. Y nuestro

bovinos y puercos domésticos llevan tadentro de la sangre el ataque sociacontra el lobo que uno puede corregrave peligro al pasar por un pastiza



poblado por un gran rebaño ecompañía de un perrito miedoso que eugar de ladrar a los atacantes o corre

por su cuenta se acoge a las piernas dsu amo. Yo mismo tuve una vez qusaltar al lago con mi perra Stasi

escapar nadando porque un rebaño derneras se había formado e

semicírculo en torno a nosotros

avanzaba amenazador. En la primerguerra mundial, mi hermano pasó en esur de Hungría una amena tarde encim

de un sauce, con su perro de buscescocés en los brazos. Los habíaacorralado unos puercos que por allviven en estado semisalvaje, y que cad



vez estrechaban más el cerco, enseñandos colmillos de un modo que no dejabugar a dudas acerca de sus intenciones.

Mucho podría decirse todavíacerca de estos eficaces ataques contrel enemigo, real o supuesto. Alguna

aves y algunos peces tienen hoy, aservicio de este fenómeno particularcolores chillones o «aposemáticos» qu

sirven de advertencia para que el animacarnicero los vea bien y los puedasociar con la desagradable experienci

que tensa de la especie en cuestión. Loanimales venenosos, de mal sabor protegidos de algún otro modo «escogepara estas señales combinaciones mu



visibles, como rojo, blanco y negro. Yun hecho muy sorprendente es que doespecies que no tienen nada que ver coestas criaturas (aparte de su venenosagresividad), ni entre ellas tampoco, hahecho exactamente lo mismo. Se trat

del pato tadorna y el barbo de SumatraDel primero hace mucho tiempo que ssabe cuán intensamente persigue lo

animales de presa; y nada más ver splumaje chillón se siente el zorro tadisgustado que abandona su zorrera

deja anidar en ella a su hostigador. Ecuanto a los barbos de Sumatra, una veme compré unos porque me interesabsu inequívoco aspecto de venenosos. N



ardaron en satisfacer mi curiosidadporque apenas estuvieron en comunidacon otros peces en un acuario spusieron a hostigar tan diligentemente os grandes cíclidos que hube d

proteger a estos gigantes depredadore

contra el mobbing de aquelloaparentemente inofensivos enanos.

Hay una tercera categoría d

comportamiento combativo, qudenominaremos con H. Hedigereacción crítica, cuyo valor d

supervivencia es tan fácil de demostracomo en el ataque del cazador al cazado en el mobbing de los cazados acazador. Es sabido que la expresió



nglesa fighting like a cornered rat

equivalente aproximado de nuestruchar como un gato panza arriba, s

refiere a la pelea desesperada en que ecombatiente echa el resto, porque niene escapatoria ni puede espera

gracia. Esta forma de comportamientcombativo, la más violenta de todasestá motivada por el miedo, ya que e

deseo natural de huir no puedrealizarse corriendo, porque eadversario está demasiado cerca. Pued

decirse que el animal no se atreve volverle la espalda, y entonces peleacomo suele decirse, «con el valor que lpresta la desesperación». Así pued



crítica de la distancia de fuga; Hedigeo ha descrito con mucho realismo. E

miles de relatos de caza se lee qudonde más peligrosa es una fiera es eerreno cubierto, porque como l

distancia de fuga es ahí particularment

reducida, el animal se siente protegido calcula que con la espesura el hombrno lo verá aunque pase muy cerca. Per

si este sobrepasa la distancia críticarápidamente se produce un trágicaccidente de caza.

Los casos especiales de quhablábamos más arriba, en qucombaten entre sí animales de distintaespecies, tienen en común el hecho d



que cada uno de los contendientes lleva ventaja de su comportamiento, o poo menos «debe llevarla», en interés da conservación de la especie. Ahor

bien, la agresión dentro de la especieque es la agresión propiamente dicha, e

sentido estricto, realiza asimismo unfunción de conservación de la especie, en su caso también está justificad

plantearse el «para qué» darwinianoMuchos de nosotros no admitirán estfácilmente, y para quien est

acostumbrado al pensamientpsicoanalítico quizá resultsencillamente un pérfido intento dapología del principio destructor, de



Tenemos buenas razones de pensaque la agresión dentro de la especie, ea situación cultural, histórica ecnológica de la humanidad, es el má

grave de todos los peligros. Pernuestras perspectivas de hacerle frent

no mejoran si la aceptamos como algmetafísico e inevitable, y tal vez serímejor buscar el encadenamiento de su

causas naturales. Siempre que el hombrha conseguido domar los fenómenos da naturaleza ha sido gracias a

conocimiento de las causas que lodeterminan.La fisiología, ciencia de lo

procesos biológicos normales y de



cumplimiento de su misión conservadorde la especie, es la base indispensablde la patología, ciencia de surastornos. Olvidemos de momento e

hecho de que el instinto de agresión, eas condiciones de nuestra vid

civilizada, ha «descarrilado» dediquémonos a averiguar sus causanaturales sin ninguna preocupación

Como buenos darwinistas, y en vista das positivas razones ya abundantement

expuestas, empezaremos po

preguntamos como contribuyen a lconservación de la especie la luchcontra los congéneres en las condicionenaturales o, mejor dicho, preculturales,



cómo ejerce esa presión selectiva a quse debe su evolución en tantas criaturasuperiores. Porque no son sólo lopeces, de ningún modo, los que spelean entre congéneres del modo quhemos descrito. La mayoría de lo

vertebrados hace otro tanto.Sabido es que Darwin también s

había planteado el problema del valo

que tiene para la supervivencia de lespecie la agresividad, y había halladuna respuesta satisfactoria: siempre e

ventajoso para el futuro de la especique sea el más fuerte de dos rivalequien se quede con el territorio o lhembra deseadas. Como suele suceder



esta verdad de ayer no ha dejado dserlo hoy. Solamente es un casespecial, y los ecólogos demostrarohace poco otra función aún más esenciaque tiene la agresión en la conservacióde la especie. Ecología viene del griegoikos (la casa), y es la ciencia que tratde las múltiples relaciones reciprocaque hay entre el organismo y el medi

natural («su casa»), en que también haycomo es natural, otros animales plantas indígenas.

Si no hay intereses especiales de unorganización social que exijan unestrecha cohabitación, es más favorabl—por razones fáciles de ver— que lo



ndividuos de una especie animal estérepartidos lo más regularmente posiblen el espacio vital a utilizarExpresémoslo con una analogía de lvida profesional humana: si edeterminada región de un país ciert

número de médicos, comerciantes mecánicos de bicicletas desean ganarsa vida, harán bien en establecerse cad

uno lo más lejos que le sea posible dsus colegas.

El peligro de que en una parte de

biotopo disponible se instale unpoblación demasiado densa, que agotodos los recursos alimenticios

padezca hambre mientras otra part



queda sin utilizar, se elimina del modmás sencillo si los animales de unmisma especie sienten aversión unopor otros. Esta es la más importantmisión, dicha sin adornos ni rodeos, qucumple la agresión para la conservació

de la especie. Y ahora estamos ya econdiciones de ver el porqué de locolores tan exagerados que tienen lo

peces sedentarios del coral. Pocobiotopos hay en la tierra que ofrezcaanto y sobre todo tan variado aliment

como un banco de coral. En él, ladiferentes especies de peces puedeescoger cada cual «su profesión»hablando el lenguaje de la evolución



Unos peces podrán ganarse la vida dpeones, con lo que más o menos sabhacer un pez común y corriente, o sedar caza a seres más pequeños, nvenenosos ni blindados, ni armados dpúas, ni capaces de defenderse de otr

modo y que llegan en gran número deancho mar a los arrecifes, ya sedejándose llevar pasivamente por e

viento y las olas, como el plancton, ysea nadando activamente con lntención de establecerse también en la

rocas, como por ejemplo los millones millones de larvas autónomas de todoos organismos habitantes de lo

arrecifes.



Una especie de peces puedespecializarse también en comerse loanimales que tienen alguna protección viven en la misma roca, haciendneficaces de alguna manera su

defensas. Los mismos corale

proporcionan alimentación muy variada toda una serie de especies de pecesLas mariposas marinas de puntiagud

hocico se alimentan casexclusivamente, como parásitos, a costdel coral y de otros animales urticantes

Continuamente están explorando laramas de coral en busca de víctimaspequeñas presas, en los tentáculovenenosos de los pólipos. En cuant



descubren una producen un remolinagitando el agua con sus aletapectorales, dirigido de tal modo que sforma una «raya» o separación entre lopólipos, que se aplastan con todos suentáculos urticantes, y así puede el pe

coger bonitamente la presa casi sin que pique la nariz. Siempre le arde u

poco, pero entonces «estornuda»

sacude el morro; de todos modos, estparece gustarle tanto como a nosotros lpimienta o el chile. En todo caso, mi

bonitas mariposas amarillas y pardaprefieren ir a sacar un trocito dpescado de los tentáculos de un animaurticante en lugar de tomar los que pasa



banco de estos magníficos peces cuandestán pastando así, se oyen ruidos comsi estuviera funcionando una pequeñrituradora de grava. Cuando este pe

suelta el vientre se ve manar comarenilla blanca, y el observado

comprende maravillado que la arenillde coral, blanca como la nieve, qucubre todos los claros del bosque d

coral ha pasado con toda seguridad poel cuerpo de uno de estos peces.

Otros, los plectognatos, a los qu

pertenecen el orbe, el cofre y el puercoespín, tan divertidos, tienen lespecialidad de comerse los moluscoscangrejos y erizos de mar, así como lo



emperadores ( Pomacanthus imperator )se especializan en llevarse de sopetóas hermosas coronas de plumas qu

algunas terebelas asoman fuera de subo de dura calcárea, coronas que s

pueden contraer rápidamente ante e

ataque de depredadores más lentos. Peros emperadores tienen u

procedimiento que anula la velocidad d

reacción del anélido: se deslizaateralmente junto al cuerpo de s

víctima y le agarran la cabeza con u

brusco movimiento de lado de la bocaE incluso cuando en el acuario se hallacon otras presas incapaces de tan rápidretracción, los emperadores no sabe



servidor. ¿Cómo contar tantos pueblos decir tantos nombres?

Lo esencial para nuestro estudio eque todas estas oportunidades dejercicio de una u otra profesión, que sdenominan «nichos ecológicos», s

hallan juntas en el mismo metro cúbicde agua de mar. A causa de labundancia de alimento que ofrece u

banco de coral, cada individuo, secualquiera su especialidad, sólnecesita unos cuantos metros cuadrado

de superficie del fondo para smantenimiento. Por lo tanto, en espequeño trozo de territorio pueden, «quieren», convivir tantos peces com



nichos ecológicos hay. Y no faltan destos… como le consta a quienquiercontempló alguna vez la maravilla dehormiguear de la vida en un arrecifePero cada uno de estos peces tienempeño en que no se establezca all

nadie más de su especialidad. Ahorbien, los especialistas de otra«profesiones» no les perjudican en nada

como en nada perjudican, en el ejemplque antes dábamos, los negocios demédico a los del mecánico de bicicletas

En los biotopos de población menodensa, donde la misma unidad despacio solamente ofrece posibilidad dvida a tres o cuatro especies, un pez o u



pájaro sedentario pueden darse el lujde tener alejados a seres de otraespecies que en realidad no influyepara nada en su subsistencia. Pero si upez del coral quisiera hacer otro tantono tardaría en agotarse y de todos modo

no podría impedir que el territorio slenara de profesionales n

competidores. Es del interés ecológic

de todas las especies sedentarias qucada una de ellas proceda a ldistribución especial de sus individuo

sin tener en cuenta para nada las demáespecies. Los colores «de cartel» de quhablábamos en el primer capitulo y lareacciones combativas desencadenada



de modo selectivo tienen por objetprecisamente hacer que cada quien tenga raya a los competidores de su propiespecie, que consumen el mismalimento. Esta es la sencilla respuestque podemos dar en la discutid

cuestión acerca de la función que tieneos colores en los peces del coral.

Como ya dijimos, el canto qu

caracteriza a la especie en el ave canoriene una función de conservación de l

especie análoga a las señales ópticas d

os peces descritos. Es seguro qundica a otras aves que todavía nposeen territorio que en tal o cual lugahay un macho de determinada especie



nombre, que reivindica una propiedadTal vez tenga importancia, aparte desto, el hecho de que en muchaespecies indique también el cantclaramente la fuerza y aun la edad deave que lo emite, o sea que precise hast

qué punto debe temerlo el intruso que loye. Sorprende notablemente en muchaaves de las que demarcan acústicament

su territorio la gran diversidad dsonidos logrados, que difieregrandemente de un individuo a otro

Algunos observadores opinan que eesas especies sirven también de tarjetade visita, que debe tener ciertmportancia entre sus miembros: segú



especialistas de los mamíferos opinaque esas señales olfativas no tienen nadque ver con la propiedad de uerritorio, ya que se hallan lo mismo eos animales sociales, que no tiene

ningún territorio particular que defender

que en los que andan errantes comgitanos de acá para allá por vastaextensiones. Tal objeción no es válid

sino parcialmente. En primer lugar, loperros, y seguramente los demáanimales que viven en manadas

bandadas, se reconocen individualmentpor el olor de sus señales, y a lomiembros de la manada sin duda losorprendería inmediatamente la audaci



de un miembro de otra manada que iría evantar la pata en su territorio de caza

En segundo lugar está la interesantísimprobabilidad, cuya existencia hademostrado Leyhausen y Wolff, de qua repartición de los individuos de un

misma especie por el biotopo disponiblse realice no sólo en lo espacial sinambién en lo temporal . Los gato

domésticos que viven en libertad en ecampo podrían así utilizar un mismcazadero sin tener jamás motivos d

pelea, mediante un horario fijo, a lmanera de las amas de casa, de nuestrnstituto de Seewiesen que utilizan e

común la lavadora. Una seguridad má



erritorio no se determina temporalmentde este modo, y tan sólo espacialmenteno debemos representárnoslo como unpropiedad raíz delimitada por fronterageográficas claramente determinadas como quien dice inscritas en catastro. L

determina más bien la circunstancia dque la combatividad del animal emáxima en el lugar que le es má

familiar, en el centro de sus tierras. Osea que el valor liminal de los estímuloque desencadenan el combate son má

bajos allí donde el animal se sient«más seguro», o sea donde sagresividad se ve menos contrariada poa tendencia a la fuga. A mayo



alejamiento de este «cuartel general»menor disposición combativa, y mayoefecto de desconocimiento e inquietudPor lo tanto, la curva de esa disminucióno acusa por todas partes la mismpendiente. En los peces, que cas

siempre tienen el centro de su territorien el fondo del mar, la agresividadisminuye con rapidez mucho mayor e

dirección vertical, sin duda porque es darriba de donde suele venirles epeligro.

El territorio de un animal parecepues, ser función de la mayor o menocombatividad local, y esta depende ddiversos factores ligados al lugar, qu



pueden inhibida. Al acercarse al centrdel territorio, la agresividad aumenta eprogresión geométrica a medida qudisminuye la distancia. El incremento eal que compensa todas las diferencia

de fuerza y tamaño entre los animale

adultos y sexualmente maduros de unespecie. Si se conoce, por ejemplo, ecentro territorial de cada uno de do

animales propietarios que empiezan querellarse, como dos gasterósteos eacuario o dos colirrojos de frente blanc

en nuestro jardín, será fácil predecir cooda seguridad cuál de ellos será evencedor, ya que Ceteris_paribus

siempre triunfará el que en ese moment



esté más cerca de su casa y cuando huyel vencido, la inercia de las reaccioneen ambos contendientes hará que sproduzca un fenómeno característico dodos los procesos de autorregulació

de desarrollo retrasado: una oscilación

Al acercarse a su residencia o cuartegeneral, al perseguido le vuelve eánimo, mientras el del perseguido

disminuye en la misma medida, porquse está adentrando en territorio enemigoAl cabo, el que estaba huyendo s

vuelve y ataca con tanta rapidez comenergía al antes vencedor, y puedpredecirse que ahora lo derrotará expulsará de sus tierras. Y todo esto s



repite una y otra vez, hasta que el vaivécesa en un punto preciso dondeestablecido el equilibrio, sconformarán uno y otro con amenazar siagredir.

Ese punto, que es la «frontera» de

erritorio, no está trazado en el suelo dningún modo sino que lo determinacomo hemos visto, el equilibrio de la

fuerzas y puede cambiar por poco que smodifique alguna circunstancia. Poejemplo, si uno de los peces ha comid

hace poco hasta hartarse y eso le d«flojera», la frontera se desplaza haciun lugar más cercano al cuartel generadel pez inhibido. Hay una comunicación



a vieja, acerca del cíclico Cichlasom

nigrofasciatum, que puede servir parlustrar esta oscilación de la fronter

entre dos territorios. Había cuatro pecede esta especie en un gran recipiente; emás fuerte de ellos, el macho A ocup

nmediatamente el rincón inferior de lzquierda, al fondo, y se puso a dar cazmplacablemente a los otros tres po

odo el acuario. Es decir, reclamabodo el territorio como suyo. Pero a

cabo de pocos días, el macho B s

apropió un lugarcito inmediatamentdebajo de la superficie, diagonalmentopuesto al del otro (arriba, a la derech delante) y allí resistió valientemente



os ataques del primero. Ocupar un lugacerca de la superficie es en cierto modun acto de desesperación para un pezque queda así expuesto a gravepeligros, pero los acepta con tal dprotegerse contra su congénere, que po

as razones arriba expuestas ataca comenos vigor en ese lugar. El propietaride una zona tan amenazada tiene en s

favor el miedo que la superficie inspira su mal vecino. En los días siguientesel espacio defendido por B aumentó

ojos vistas y se fue extendiendo haciabajo cada vez más, hasta que tuvo scuartel general abajo, y adelante, en erincón de la derecha. Era ya un territori



que valía la pena, con un cuartel generacomparable al del otro en valoposicional. Las fuerzas se habíaequilibrado, y pronto quedó el acuaridividido en dos territorioaproximadamente iguales. Era cos

digna de ver: los dos peces patrullandsin cesar a lo largo de la frontera amenazándose mutuamente. Y un

mañana hubo un nuevo enfrentamientopero totalmente a la derecha, otra vedonde B se había establecido a

principio. Ahora ya no le quedaban este más que unos centímetros cuadradode espacio. Pronto comprendí lo quhabía ocurrido. A se había buscad



pareja, y como entre todos los grandecíclidos, los cónyuges se habíarepartido la tarea de defender eerritorio, y B se encontraba ahora co

una presión doble a que resistir. Habíenido que reducir su territorio. Al dí

siguiente, los dos peces estaban otra veafrontándose en el medio del recipientepero esta vez a B lo acompañab

ambién una esposa, que habírestablecido el equilibrio con la familide A. Una semana después volví a halla

a frontera cambiada, esta vez hacia lzquierda y al fondo, en pleno territoride A, y la razón de esto era que lfamilia de este acababa de pone



huevos, y por eso sólo uno de lomiembros de la pareja se podía dedicaa defender la frontera, mientras el otrcuidaba los huevos. Poco después, lfamilia de B también tuvo huevos, volvió a restablecerse el equilibrio

Julian Huxley ilustró una vez muy bieeste comportamiento con una metáforde física, en que comparaba lo

erritorios con dos globos que en urecipiente cerrado se aplastan uncontra el otro y se agrandan o reduce

según aumenta o disminuye la presiódentro de cada uno de ellos.Este mecanismo tan sencillo de l

filosofía del comportamiento resuelv



de modo casi ideal el problema drepartir equitativamente en un territorideterminado los animales de la mismespecie, de modo que la totalidad de lespecie se beneficia. Así, el más débipodrá, siquiera en un espacio d

proporciones modestas, vivir reproducirse. Esto tiene su importanciprincipalmente en los animales que

como muchos peces y reptiles, alcanzasu madurez sexual mucho antes de llegaa adquirir su talla definitiva. Tenemo

así una consecuencia pacífica de«principio del mal».Otro tanto puede lograrse co

muchos animales sin intervención de l



agresividad. Basta en teoría que doanimales de la misma especie no pueda«ni olerse» para que se eviten. Hastcierto punto tal es el caso con lamarcas olfativas puestas por los gatocap. I), aunque detrás de ese efecto s

perfila la amenaza tácita de una agresióreal. Hay también vertebrados exentode toda agresividad intraespecífica per

que de todos modos evitasistemáticamente a sus congéneresMuchas ranas, y sobre todo la

arborícolas, son solitarias inveteradassalvo en la época de la procreación, y sadvierte claramente su distribució

regular por todo el espacio vita



disponible. Como unos investigadorenorteamericanos han descubierto pocha, ello se debe sencillamente al hechde que cada uno de estos animales huydel croar de sus congéneres. Esto nexplica cómo las hembras, que en l

mayoría de las especies no croan, estárepartidas con igual regularidad.

Podemos dar por cierto que l

función más importante de la agresióntraespecífica es la distribución regula

de los animales de la misma especie po

un territorio; (pero no es la única). YDarwin vio justamente cómo locombates entre rivales, por lo generamachos, sirven para seleccionar lo



mejores y más fuertes en favor de lselección natural. La fuerza del padrpresenta una ventaja inmediata para lprogenitura en aquellas especies en quel progenitor macho participactivamente en la defensa y el cuidad

de los hijos. Es evidente la relacióentre el cuidado de los pequeñuelos poparte del padre y las luchas entr

rivales, sobre todo entre los animales n«territoriales» en sentido estricto, sinde costumbres más o menos nómadas

como por ejemplo los grandeungulados, los monos terrícolas y otromuchos. En esos animales no desempeña agresividad intraespecífica ningú



papel esencial en el reparto del espacio spacing out de la especie de que srata. Tenemos por ejemplo los bisontesos antílopes, los caballos, etc., qu

forman grandes unidades, y como tienea su disposición cantidades inmensas d

alimento, no saben nada de delimitacióde territorios ni de celos por el espacivital. No obstante, los machos de esta

especies luchan ardiente dramáticamente entre ellos, y no cabdudar de que la selección resultante d

ese comportamiento agonístico producgrandes y firmes defensores de lafamilias y los rebaños. Pero tampocpuede dudarse de que la funció



más adelante veremos. Se trata de que lselección puramente intraespecífic

puede a las veces conducir a laparición de formas y pautas dcomportamiento que no solamente nienen ningún valor adaptivo, sino qu

pueden incluso perjudicar a lconservación de la especie. Por esdejé bien sentado en el párrafo anterio

que la defensa de la familia (una formde confrontación con el mundextraespecífico) dio origen a los duelo

entre rivales, y esto, a su vez, a lomachos belicosos. Cuando es lrivalidad sexual la única que realiza lselección, con una orientació



determinada, sin relación funcional couna función conservadora de la especidirigida hacia el mundo exterior, eciertas circunstancias pueden apareceformaciones extrañas, totalmente inútilepara la especie como tal. La cornament

del ciervo, por ejemplo, se desarrollexclusivamente en servicio de locombates entre rivales, y el individu

que no la tiene carece de la menoposibilidad de procrear descendientesPero aparte de eso, los cuernos no l

sirven de nada al ciervo, como es biesabido. Para defenderse de lodepredadores utilizan solamente locascos delanteros, y nunca l



cornamenta. Parece un cuento eso de quel reno utilice sus ensanchados mogotepara palear la nieve. Más bien lservirían para proteger los ojos edeterminada pauta de movimientoritualizada, en que el reno macho corne

vigorosamente los arbustos.La selección sexual de la hembr

puede tener exactamente el mismo efect

que las luchas entre rivales. Cada veque vemos formas extrañas, profusión dplumas multicolores, etcétera, en lo

machos podemos sospechar que no haduelos entre ellos y que la últimpalabra en la selección de pareja la dica hembra. Al varón no le queda ningú



recurso «legal» contra esa decisiónAves del paraíso, gallinetas de collaPhilomachus pugnax), pato

mandarines ( Aix galericulata) y faisáArgos son ejemplos de ello. La faisanArgos reacciona ante las grandes ala

remeras del macho, adornadas comaravillosos ocelos, cuando este ladespliega ante su vista en el cortejo

Con esas alas tan enormes el faisán casno puede volar, pero cuanto más grandemás excitan a la faisana. El número d

descendientes que puede engendrar efaisán en determinado espacio de tiempestá en proporción directa a la longitude esas grandes remeras. Pero si e



otras circunstancias esa exageradformación le es perjudicial (quizá se lcoma un carnicero antes que a un rivamenos abundantemente dotado de esnstrumento de cortejo), en cambi

dejará tantos o más descendientes qu

sus competidores. Y así se conserva lpredisposición a tener enormes plumasen contra del interés de la especie

maginémonos lo que sería si la faisanreaccionara a una pequeña mancha rojsituada en las alas del macho, manch

que desaparecería al recoger las alas que en nada estorbara su capacidad dvuelo o camuflaje. Pero la evolución deArgos se equivocó de camino y entró e



perfectamente apropiadas, y tambiécasos inapropiados, aunque no tanto qua selección se encargue de borrarlos

Pero aquí la situación es muy diferenteo se trata de que el juez severo de l

propiedad eficiente haya «cerrado u

poco los ojos» para dejar pasar unconstrucción de segunda, sino que es lmisma selección la que ha ido a parar

un callejón sin salida. Y siempre sucedasí cuando es únicamente l

competencia entre congéneres la qu

opera la selección) sin tomar en cuentel medio extraespecífico.

Solía decir en broma mi maestroOskar Heinroth, que: «Después de la



alas del faisán, el producto más idiotde la selección intraespecífica es eritmo de trabajo del hombre civilizadoccidental». La vida apresurada que noha hecho nuestra civilizacióndustrializada y comercializada e

efectivamente un buen ejemplo devolución impropia, debidexclusivamente a la competencia entr

congéneres. El hombre contemporánepadece de la enfermedad de logerentes, hipertensión arterial, atrofi

renal, úlcera de estómago y neurosiorturantes; vuelve a la barbarie porqua no tiene tiempo que dedicar

empeños culturales. Y todo ello si



necesidad, ya que nada le impidentenderse con sus congéneres parrabajar con más calma, sin dejar po

eso de ganarse la vida. Nada se lmpide en teoría, porque en la práctice es tan imposible renunciar a esa vid

como al faisán a sus plumas.Por razones fáciles de comprender

el hombre está particularmente expuest

a los nefastos efectos de la seleccióntraespecífica. Como ningún otro se

antes de él ha sabido domeñar a toda

as potencias hostiles del mediextraespecífico. Ha erradicado al lobo el oso, y ahora es él su propio enemigode acuerdo con el dicho romano: hom



en nuestros antepasados durante decenade miles de años, durante el neolíticoApenas llegó el hombre a dominar ecierto modal gracias a sus armas, suvestimentas y su organización social lopeligros externos del hambre, el frío

as fieras devoradoras, que ya no fuerofactores esenciales en la selecciónntervino sin duda una selecció

ntraespecífica perjudicial. El factoselectivo fue a partir de entonces lguerra que se hacían entre sí las horda

vecinas de gentes hostiles. Sin duda sprodujo una selección muy rigurosa dodas las llamadas «virtudes guerreras»

que por desgracia todavía son par



muchos un ideal merecedor desfuerzos. Ya volveremos a hablar desto en los últimos capítulos.

En cuanto a la acción conservadorde la especie que tienen los duelos entrrivales, declaremos que sólo realiza

una selección útil si produceuchadores no solamente aptos para l

pelea con sus congéneres, sino tambié

capaces de vérselas con enemigos dotras especies. Su función mámportante es, pues, la selección de u

campeón que defienda efectivamente as familias, y esto presupone otrfunción de la agresión intraespecífica: ldefensa de los pequeñuelos, ta



evidentemente necesaria que nnsistiremos en ella. Si cupiera algun

duda al respecto bastaría a probar sexistencia el hecho de que en muchoanimales en que sólo uno de los sexocuida la progenitura, sólo este e

virtualmente agresivo contra locongéneres, o por lo menos lo es muchmás que el otro. En el gasterósteo es e

macho, en muchos cíclidos enanos, lhembra. En las gallináceas y los patoscuyas hembras son las únicas que cuida

de la prole, son ellas mucho mántolerantes que los machos… aparte das peleas entre rivales, naturalmente

Con los hombres sucede algo parecido.



se sabe si considerar paradoja o lugacomún el hecho de que en los lazopersonales más íntimos que unen a loseres entra mucho de agresivo. Perantes de llegar a esos problemacentrales de nuestra historia natural d

a agresión tenemos muchas otras cosaque decir. No es fácil comprender, menos explicar, que el importante pape

que tiene la agresividad en ldemocrática acción recíproca de lompulsos se desarrolla dentro del tod

de un organismo.Pero lo que sí podemos decir ya eel papel que le corresponde a lagresión en ese sistema altament



primero en estudiar el fenómeno de lerarquía social en las aves de corral, o llamó pecking order (orden d

picoteo), expresión que se hconservado, sobre todo en la literaturécnica anglosajona. A mí siempre m

parece un poco cómico hablar de ordede picoteo a propósito de los grandemamíferos, que no picotean, sin

muerden o topan. La gran difusión de lerarquía social dice claramente s

enorme valor de conservación de l

especie; debemos, pues, preguntarnos equé consiste exactamente.Lo primero que se le ocurre a un

es, naturalmente, que sirve para impedi



os combates entre miembros de lsociedad, lo cual suscita de inmediato lobjeción de que tal vez fuera mejonhibir por completo la agresivida

entre dichos miembros. A esto puededarse una serie de respuestas. Com

después veremos detalladamente en ecapítulo X, en primer lugar puedsuceder que una sociedad como un

manada de lobos o una banda de monoenga urgente necesidad de agredir

otras sociedades semejantes, y que l

agresividad deba por lo tanto evitarssolamente dentro de la horda. Esegundo lugar, una sociedad puede

gracias al equilibrio de las tensione



establecido por la agresividad y por sconsecuencia, la jerarquía social, lograuna estructuración y una estabilidaventajosas en muchos aspectos. Entre lachovas, y ciertamente también entrotras muchas aves, la jerarquía socia

conduce directamente a la protección dos más débiles. Como cada individu

se afana siempre por mejorar s

posición dentro de la jerarquía, entre londividuos situados inmediatament

encima o debajo unos de otros siempr

hay bastante tensión, y aun hostilidad; ecambio la tensión se va reduciendo medida que dos animales están máalejados socialmente uno del otro. Per



as chovas de alta categoría, sobre todos machos, intervienen en cada disput

entre dos inferiores; esta gradación de lensión social logra el efecto deseado, a chova de elevada jerarquía siempr

apoya al menos potente, de acuerdo a

parecer con la divisa caballeresca d«ponerse de parte del más débil si hauno más fuerte».

Entre las chovas se advierte yaigada a la posición conquistada en lo

combates de agresión, otra forma d

autoridad: los miembros de la colonihacen más caso de los movimientoexpresivos de un individuo de elevadposición, sobre todo de un macho de y



matrona ya anciana, y libre desde muchantes de las cargas de la maternidad y ddedicarse a sus deberes sociales, quiedirige el rebaño.

Suponiendo iguales las demácondiciones, la edad de un animal est

en relación directa, por lo general, cosu posición dentro de la jerarquísocial. Por eso no es inadecuado que l

«construcción» del comportamiento sbase en esa ley y que los miembros de lcomunidad, que no pueden ver la eda

de sus líderes en el registro de bautismomidan por la posición jerárquica quocupan la confianza que puedeconcederles. Los colaboradores d



Yerkes hicieron mucho tiempo atrás lnteresante y excitante observación d

que los chimpancés, que es sabido socapaces de aprender imitando, sólmitan por principio a los congéneres d

categoría superior. De un grupo de esto

monos apartaron un miembro dposición inferior y le hicieron aprendea procurarse plátanos manejando u

mecanismo bastante complicado que coal fin habían montado. Devolviero

después el mono al grupo, junto con s

aparato, y los jerarcas trataron dquitarle los plátanos que se procurabcon su industria pero a ninguno de ellose le ocurrió observar lo que hacia e



despreciado, inferior para ver si podíaaprender algo de él. Después se hizaprender lo mismo y de la mismmanera al Jefe; al volver este a lcomunidad lo observaron llenos dnterés los demás miembros y pront

aprendieron a hacer como él.S. L. Washburn e Irven DeVor

observaron que los babuinos en liberta

no tienen un jefe solo, sino que lomanda un colegio de ancianos quconservan su autoridad sobre los demás

más jóvenes y fuertes, mediante ununión estricta que los hace juntos máfuertes que cualquier macho joven poseparado. En un caso estudiado co



particular detenimiento, uno de los tre«Senadores» era un viejo casdesdentado, y los otros dos hacia muchiempo que habían pasado de su

mocedades. Un día estuvo la horda epeligro de caer en la boca del león, e

un terreno descubierto: se detuvieroodos, y los jóvenes y fuertes formaro

una valla defensiva en torno a los má

débiles. Fue el macho de mayor edad, eque avanzó solo, para encargarse de lpeligrosa misión de averigua

exactamente dónde estaba el felino sique este lo viera. Después volvió a lhorda y la condujo, dando un gran rodepara evitar al león, hasta los árbole



donde solían dormir en seguridad. Todoe siguieron con obediencia ciega,

nadie puso en duda su autoridad.Lancemos ahora una mirada haci

atrás y examinemos todo cuanto hemoaprendido en este capítulo gracias a l

observación atenta de los animales y dcómo sirve la agresión intraespecíficpara la conservación de la especie: e

espacio vital está repartido entre locongéneres de modo tal que cada quiepuede vivir dentro de las posibilidade

existentes. Por el bien de la prole sseleccionan el mejor padre y la mejomadre. Se protege a los hijos. Y lcomunidad se organiza de modo tal qu



comportamiento agresivo pueda teneconsecuencias destructoras.

Observémonos ahora un pocnosotros mismos y tratemos, sipresunción, y sin consideramos dantemano malvados y pecadores, d

descubrir sin prejuicios lo que nogustaría hacer a nuestro prójimo cuandnos hallamos en el colmo de l

excitación agresiva. No creo hacermpasar por mejor de lo que soy al afirmaque la acción definitiva que m

calmaría, el acto consumatorio, no sería muerte del enemigo. La experiencique me ha satisfecho en tales casos es sacaso un par de bofetones, lo má



sonoros posible, o bien un silenciospuñetazo en la mandíbula, que hagcrujir bien los huesos, pero de ningúmodo matarlo a tiros ni destriparlo. Y lsituación final deseada no es tampocque el contrario quede muerto, nada d

eso: lo quiero bien aporreado, qureconozca humildemente msuperioridad física y, si es un babuino

a mental también. Y como en principio no desearía dar tal lección sino ndividuos que merecerían verse as

humillados, no puedo condenaotalmente los instintos que mmoverían. Naturalmente, debemoconfesarnos que alguna circunstanci



podría transformar fácilmente la palizen muerte, por ejemplo cuando de prontaparece un arma en la mano.

En resumen, podemos decir que lagresión interespecífica no es nadgrave ni diabólico como el principi

anático, aniquilador, ni siquiera un«parte de esa fuerza que siempre quierel mal y siempre hace el bien». A n

dudar, es parte esencial en lorganización conservadora de la vida dodos los seres. Naturalmente, com

odo lo terrenal, a veces puede funcionandebidamente y destruir alguna vidaaunque esté destinada a favorecer egran suceso de la vida orgánica



CAPÍTULO IVLA

ESPONTANEIDADDE LA AGRESIÓN

Du siehst, mit diesem Trank im Leibe

bald Helenen in jedem Weibe[IV].

GOETHE

En el capítulo anterior creo habedemostrado suficientemente que l

agresividad de muchos animalerespecto de sus propios congéneres nes nada perjudicial a la especie e

cuestión, antes bien, es un instint



de agresión heredado de suantepasados los antropoides, productaquella de su inteligencia ncontrolable este por su razón, no l

auguraría larga vida. Y si se consideresta situación como ser human

personalmente interesado, parece unpesadilla y resulta difícil creer que lagresividad sea otra cosa que un síntom

patológico de la decadencia de nuestrcultura contemporánea.

¡Y si esto fuera todo! E

conocimiento de que la tendenciagresiva es un verdadero instintodestinado primordialmente a conservaa especie, nos hace comprender l



factores que la favorecían mucho. Desta idea justa en sí, han sacado muchomaestros norteamericanos la falsconsecuencia de que bastaría evitarleodas las frustraciones o decepciones

darles gusto en todo para que los hijo

fueran menos neuróticos, mejoadaptados al medio y, sobre todo, menoagresivos. Pero un métod

norteamericano de educación basado euna de tales hipótesis sirvió únicamentpara demostrar que la pulsión agresiva

como tantos instintos, surg«espontáneamente» en el corazón dehombre. Así se formaron innumerableniños desvergonzados y cabalment



colega norteamericano muy consideradque laboraba como huésped en nuestrnstituto, quiso quedarse tres semana

más, no por razones científicas, sinsencillamente, y sin comentarios, porqusu mujer había invitado a su cuñada a l

casa, y los tres hijos de la cuñada eradel tipo «sin frustraciones».

La opinión, completamente errónea

que se enseña de que tanto ecomportamiento humano como el animason de tipo predominantemente reactiv

que aun conteniendo elementos innatopuede modificarse por el aprendizajeodavía tiene profundas raíces,

difíciles de extirpar por nuestro erróne



entendimiento de principios en sverdaderamente democráticos, a los quen cierto modo Se opone el hecho dque ya desde la cuna no somos todos taguales y que no todos tenemos po

derecho propio las mismas perspectiva

de llegar a ser ciudadanos idealesAñádase a esto que durante variodecenios fue la reacción, el «reflejo», e

único factor del comportamiento a qudedicaron su atención los psicólogodignos de ser tomados en serio, qu

abandonaban a los vitalistas, siempralgo místicos y contempladores de lnaturaleza, todo lo «espontáneo» decomportamiento animal.



En el estudio de la conducta, esentido estricto (etología), fue WallacCraig el primero en hacer objeto dnvestigación científica el fenómeno da espontaneidad. Antes de él había y

William McDougall opuesto al Anima

non agit, agitur , de Descartes (inscriten su estandarte por los psicólogonorteamericanos llamado

behavioristas), la divisa suya, muchmás acertada, de The healthy animal i

up and doing (El animal sano es activ

hace algo). Pero él mismo tomaba estespontaneidad como una consecuencide la fuerza vital mística, cosa que nadisabía exactamente lo que era. Por l



anto, no se le ocurrió observar codetenimiento la repetición rítmica de lapautas de comportamiento espontáneas menos aún medir los valores liminale

de los estímulos desencadenadores dun modo continuo, como lo hizo despué

su alumno Craig.Con series de machos de paloma

Streptopelia risoria realizó est

experiencias en que tenía la hembrseparada por períodos cada vez máargos, con el fin de averiguar qu

objetos podían todavía provocar ldanza de amor del macho. A los pocodías de desaparecer la hembra de sespecie estaba el macho dispuesto



danza amorosa— hace bajar el valo

iminal de los estímulos que l

desencadenan. Este es un hechgeneralmente conocido, y se produccon tanta regularidad que ha pasado aacervo de la sabiduría popular en e

dicho «A falta de pan, buenas soortas», o en este otro, aún más certero

«—¿Quieres a Juan por esposa? —Si n

hay otra cosa…». Otro tanto observGoethe cuando pone en boca dMefistófeles: «Con este filtro en e

cuerpo, pronto verás una Helena en cadmujer»… y si se trata de un Streptopeli

risoria, aunque sea en un trapo viejo un rincón vacío.



El descenso del umbral de loestímulos desencadenadores puede, ecasos especiales, llegar incluso al ceroen que el movimiento instintivo de quse trate se «dispara» sin estímulexterno comprobable. Tuve muchos año

un estornino, criado en cautividad, qununca había cazado moscas ni se lhabía visto hacer a ninguna otra ave

Durante toda su vida había recibido ealimento en su jaula, en una escudillque yo mismo le llenaba a diario. Y u

día lo vi encima de la cabeza de unestatua broncínea que mis padres teníaen el comedor de su departamento, eViena. Su conducta era muy extraña. Co



a cabeza inclinada, parecía examinar eblanco cielo raso que tenía encimadespués sus ojos y los movimientos dsu cabeza me parecieron denotanconfundiblemente que seguía co

atención un objeto móvil. Finalment

voló varias veces hasta el techo y sapoderó de algo que yo no podía vervolvió a su puesto de observación

realizó todos los gestos que hacen laaves cuando matan una presa y parecideglutir algo. Después se sacudió, com

hacen tantas aves en señal dranquilización y volvió a su posición ddescanso. Infinidad de veces me subí una silla o trepé por una escalera —



porque los techos eran altos en la Viende entonces— para ver las presas quagarraba mi estornino, y nunca vi quhubiera el menor insecto.

La «acumulación» o represamientde un movimiento instintivo, que s

produce al eliminar durante muchiempo los estímulos que l

desencadenan, no tiene solamente po

consecuencia el incremento de ldisposición reactiva, sino que provocademás procesos más profundos, qu

afectan al organismo entero. Eprincipio, todo verdadero movimientnstintivo al que se niega del mod

dicho la posibilidad de una abreacción



descarga tiene la propiedad de inquieta

odo el animal y hacerlo buscar lo

estímulos que la desencadenan. Estbúsqueda, que en el caso más sencillconsiste en correr, volar o nadar de acpara allá desordenadamente, pero en lo

más complicados puede comprendeodos los modos de comportamiento de

aprendizaje y el insight

discernimiento inteligente de lsituación, es lo que Wallace Craig hdenominado comportamiento d

apetencia. Fausto no esperranquilamente sentado que las mujerecorran hacia él y, como es bien sabidose arriesga a tomar el temible camino d



as Madres para conquistar a Helena.Siento tener que decir que en poca

pautas del comportamiento instintivestán tan claramente marcados edescenso liminal y el comportamiento dapetencia como precisamente en l

agresión intraespecífica. Ya en el primecapitulo vimos ejemplos del primerocomo el de la mariposa marina, que

falta de congéneres toma las especiemás cercanamente emparentadas poobjeto sustitutivo, o como el de

ballestero azul, que en la mismsituación no solamente ataca a otraespecies de Balistidae sino también peces de especies muy distintas, qu



nada más tienen en común con la suya eestímulo desencadenador del color azuEn cuanto a los cíclidos en cautividadde cuya interesantísima vida familiahemos de volver a ocuparnos con mádetalle, una «acumulación» de l

agresividad, que normalmentdescargaría en los enemigos deerritorio vecino, puede fácilmente tene

por consecuencia la muerte del cónyugeCasi todos los acuariófilos que tienepececillos de estos cometen un error qu

es casi inevitable: poner en un grarecipiente cierto número de jóvenes da misma especie para darles l

posibilidad de acoplarse en form



natural y sin inhibiciones; y lconsiguen, y llegan a tener en el acuariode por si demasiado reducido parantos peces ya adultos, una pareja d

enamorados que relucen con sus galanupciales y que se dedican afanosa

acordemente a expulsar a sus hermano hermanas del territorio. Pero como lo

desdichados no pueden irse, se pone

acobardados y con las aletas hechairas junto a la superficie, por lo

rincones, cuando no nadan como locos

oda velocidad, expulsados de sescondite. Su dueño, humanamentesiente compasión por los perseguidospero también por la pareja que acaba d



poner huevos y que se preocupa por sprogenitura. Entonces saca rápidamentos peces que están de más y deja a l

parejita propietaria exclusiva de todo eacuario. Cree haber hecho lo qudebía… y en los días no presta much

atención al recipiente ni a sus habitantesCuando, al cabo de unos días, va visitarlos ve sorprendido y horrorizad

que la hembra está muerta y flota hechpedazos en el agua; y de los huevecilloo los pequeñuelos no se ve ni rastro.

Este triste suceso, que se repite coregularidad cabalmente predecible demodo arriba dicho, sobre todo con ecíclido amarillo de las Indias Orientale



con el pez madreperla del BrasiGeophagus brasiliensis), pued

evitarse fácilmente dejando en eacuario una victima propiciatoria (o seotro pez de la misma especie), o biencosa más humana, escogiendo desde e

principio un acuario bastante grandpara dos parejas, separadas por uvidrio. Entonces cada pez pued

desahogar su cólera con el otro demismo sexo —casi siempre se varremeter hembra contra hembra

macho contra macho— y a ninguno dos esposos se le ocurre descargar coa esposa. Tal vez parezca chiste pero e

un hecho que cuando veíamos que u



macho empezaba a ponerse brusco cosu compañera era un indicio casi segurde que la separación así instalada estabcubierta por las algas o había perdido svisibilidad de algún otro modoEntonces bastaba con limpiar la divisió

entre los dos «apartamientos» para qunmediatamente se produjera un terribl

altercado, necesariamente si

consecuencias, entre los vecinos y qual mismo tiempo la calma volviesdentro de cada hogar.

Cosa semejante puede observarsentre los humanos. En el buen tiemppasado del Imperio austriaco, en quodavía había criadas, vi en casa de un



ía mía que había enviudado el siguientcomportamiento, regular y predeciblenunca le duraba una criada más de 8 10 meses. Cuando llegaba una nuevapor lo general mi tía estaba encantadacontaba a quien quería oírla la

excelencias de la «perla» que habíencontrado al fin. Al mes, su entusiasmhabía decrecido y descubría en la pobr

muchacha imperfecciones mínimasposteriormente se transformaban estaen grandes defectos, que hacia el fina

del período mencionado eran yodiosos; y finalmente, con todregularidad, acababa por despedirla coun gran escándalo y sin previo aviso



Después de lo cual estaba la ancianista para encontrar un ángel de bonda

en la nueva criada que se presentase. No tengo la menor intención d

burlarme de mi anciana tía, que ya murihace mucho y era por lo demás un

excelente persona. He tenido ocasión dobservar exactamente el mismcomportamiento en hombres muy serio

perfectamente capaces de dominarse, claro que en mí también, forzosamenteen cautividad. La llamada enfermeda

polar, cólera de las expediciones ocura del desierto suele apoderarse dpreferencia de grupos pequeños dhombres que se hallan aislados



dependen enteramente unos de otros, siposibilidad de reñir con personaextrañas a su pequeño círculo damigos, como por ejemplo entrprisioneros de guerra. Por lo dicho scomprenderá que la acumulación de l

agresividad reprimida resulta tanto mápeligrosa cuanto más íntimamente sconocen, entienden y aprecian lo

miembros del grupo unos a otros. Puedpor experiencia afirmar que, en tasituación, todos los estímulo

desencadenadores de la agresión y decomportamiento combativntraespecífico sufren una fuert

depresión de sus valores liminales



Subjetivamente se expresa esto por ehecho de que cualquier movimientexpresivo del mejor amigo, comcarraspear o sonarse la nariz, provocreacciones que serían comprensibles sun animalón tabernario le hubier

propinado una bofetada descomunal aofendido. El conocimiento de la lefisiológica a que obedece ese fenómen

an doloroso nos impide ciertamentasesinar al amigo, pero no aminornuestro sentimiento. Al que e

comprensivo no le queda otro remedique salir de la barraca, la carpa, el iglúo lo que sea donde estén concentrados dar una patada demoledora a cualquie



CAPÍTULO VCOSTUMBRE,

CEREMONIAL YMAGIA

Ist Dir kein Mann, nicht Manneswor

bekannt?[V]

GOETHE

La desviación y reorientación deataque es probablemente el medio má

genial inventado por la evolución parencarrilar la agresión por víanofensivas. Pero no el único

Raramente se limitan por lo demás lo



grandes artífices de la evolución, lmutación y la selección a un solo medioEs propio de su juego experimentarecurrir a todas las medidas posible

para obtener una doble o triplseguridad en el mismo problema. Est

es así principalmente para los diferentemecanismos fisiológicos decomportamiento, cuya función consist

en impedir que los congéneres se mateo lesionen. Para entender esto enecesario aclarar algo visto mucho má

arriba, y para empezar, hablar de ufenómeno filogenético todavía maconocido, fenómeno que crea leyeperfectamente inviolables, a las cuale



obedece el comportamiento social dmuchos animales superiores del mismmodo que las acciones de los hombrecivilizados obedecen a sus usos costumbres más sagrados.

Cuando mi maestro y amigo si

William Huxley realizaba poco antes da primera guerra mundial sus estudioverdaderamente los primeros) sobre e

comportamiento del somormujo crestadPodiceps cristatus) descubrió un hech

muy extraño: que ciertas pautas d

movimiento pierden en el curso de lfilogénesis su función propia originapara convertirse en ceremoniameramente «simbólicas». Este proces



fue lo que él llamó ritualización.Empleaba el término sin comillas,

sea que para él los procesos históricoculturales que conducen a la formacióde ritos humanos eran más o menoguales a los que producen esas notable

ceremonias en los animales. Desde upunto de vista estrictamente funcionalesta comparación es justa, aunqu

engamos presente la diferencia entre loprocesos históricos y los filogenéticosPero es mi deber poner de relieve la

sorprendentes analogías que hay entros ritos filogenéticos y los dformación historicocultural, así como lgualdad de su función.



por su propia temeridad» dé medivuelta y se acerque otra vez al cónyugeque es fuerte y capaz de protegerla. Yuna vez a su lado, vuelva a sentirse llende valor, a amenazar al vecino enemigopero esta vez sin separarse mucho de

pato que le da seguridad.Esta sucesión de pautas d

comportamiento es susceptible de varia

por la acción reciproca de las pulsionecontrapuestas que obran en el animaPuede leerse fácil y claramente en su

movimientos expresivos y sobre todo esus diferentes orientaciones en eespacio el orden en que se suceden en lemporal y predominan alternativament



de la posición de ella, la del macho y ldel enemigo a quien amenaza. Y no tienpreferencia por ninguna posicióespacial ni por ningún modo dmovimiento (figura 1).

FIG. 1

En la tadorna ferruginosa o casarcadel este de Europa y del Asia, que epariente cercana de la anterior, l



nstigación se ha ritualizado un gradmás. Una hembra de esta especiesituada junto a su pareja, pued«todavía», si acaso, ejecutar su gesto damenaza hacía delante, o bien dar vuelten torno al macho formando todos lo

ángulos imaginables entre su ejongitudinal y la dirección de s

amenaza; pero en la mayoría de lo

casos se pone para amenazar con epecho vuelto hacia el macho y apuntandcon la cabeza por encima del hombro. Y

una vez que vi a la hembra de una parejmantenida en aislamiento ejecutar lomovimientos de instigación «en evacío», o sea en ausencia de objet



desencadenador, amenazaba estirando ecuello hacia atrás por encima dehombro, como si viera al enemignexistente en esa dirección.

Con los anatinos, o ánades que salimentan en la superficie, a los cuale

pertenece también nuestro ánadsilvestre o bravo, antepasado del patcomún doméstico, la instigación haci

atrás y por encima del hombro se hconvertido en la única coordinación dmovimientos posible y obligada, y ante

de empezar a instigar, la pata acerca spechuga al macho lo más posiblecorriendo o nadando detrás de él si estse desplaza. En el movimiento de l



cabeza por encima del hombro y haciatrás siempre se producen lareacciones de orientación originales quen las especies de tadorna haprovocado un fenómeno fenotípico, sea igual en su aspecto exterior pero d

odos modos con elementos variablesEsto se aprecia principalmente cuanda pata empieza a azuzar no mu

excitada, y poco a poco se va irritandhasta «ponerse hecha una furia». Sucedentonces a veces que amenace a

enemigo de frente, cuando lo tiendelante, pero, a medida que se vexcitando, un poder incoercible parecobligarla a volver la cabeza hacia atrá



por encima del hombro. El hecho de qusigue habiendo a pesar de todo unreacción de orientación que se esfuerzen dirigir la amenaza hacia el enemigse puede ver con toda claridad en loojos de la pata, que siguen clavados e

el objeto de su cólera a pesar de que enuevo movimiento hale en otra direccióa cabeza. Si pudiera hablar

seguramente diría la pata: «Yo quieramenazar directamente a ese odioso patextranjero, pero hay algo que me tira d

a cabeza en otra dirección». Pueddemostrarse objetiva y cuantitativamenta existencia de dos tendencia

contrapuestas de movimiento



diferentes. Si el extraño amenazado estdelante de la pata, es mínima ldesviación del movimiento que lleva lcabeza hacia atrás por encima dehombro, y aumenta más y más a medidque se hace mayor el ángulo formad

por el eje longitudinal de la pata con ldirección en que se encuentra eenemigo. Y si este se halla exactament

detrás de ella, o sea si el ángulo es d180° la pata casi se toca la cola con epico al instigar (fig. 2).



FIG. 2Este comportamiento conflictivo d

a hembra de los anatinos en l

nstigación sólo puede tener unexplicación acertada, por extraña quparezca a primera vista. En el curso d

a evolución filogenética se añadió unuevo factor a los demás, fáciles ddescubrir, que contribuyeron a provocaen un principio el movimiento descrito



fuga, y el agresivo movimiento edirección del enemigo se transforma eun vaivén de gran regularidad, que sfunde en una rígida ceremonia y es capapor sí solo de aumentar el valoexpresivo del movimiento. Est

movimiento instintivo recién formado nse hace el amo de inmediato primeramente coexiste con su modelo n

ritualizado, al que sólo se superponmuy débilmente. En la tadornferruginosa, por ejemplo solamente s

ve algo de esa coordinación motriz que obliga a volver la cabeza para atrápor encima del hombro al instigacuando la ceremonia se ejecuta «en e



vacío» o sea cuando no hay enemigo; eel caso contrario, el movimiento damenaza se dirige forzosamente hacieste porque entonces predominan lomecanismos de orientación primitivos.

Lo que acabamos de decir acerc

del instigar de la pata silvestre es válidpara toda ritualización filogenéticaSiempre se trata de la aparición de u

nuevo movimiento instintivo, cuyorma imita la de una pauta d

comportamiento variable causada po

diversas pulsiones.Añadamos para quienes se interesaen la herencia y la filogénesis que eproceso arriba descrito es exactament



o contrario de la llamada fenocopia. Sdice que hay fenocopia cuandnfluencias externas que obrandividualmente producen el fenómenlamado «fenotipo», semejante a

determinado en otros casos por factore

hereditarios, y que por lo tanto lo copiaEn la ritualización, una disposición propiedad hereditaria recién formad

copia modos de comportamientcausados fenotípicamente antes por lconcurrencia de muy diversos factore

del medio externo. Bien podría hablarsaquí de genocopia, y en nuestra bromisterga del instituto, que no respeta nada

ni siquiera los tecnicismos, empleamo



mucho el término de fopocenia.El ejemplo de la instigación podrí

servir también para hacer comprender lque tiene de peculiar la formación dritos. En el pato zambullidor, lnstigación de la hembra está ritualizad

de un modo diferente y un poco mácomplicado. En la Netta ruffina, o patde mar crestado, por ejemplo, no sólo e

movimiento de amenaza hacia eenemigo sino también el de recurso acónyuge en busca de protección está

ritualizados, o sea fijados mediante umovimiento instintivo creado ad hoc. Lpata de esta especie alternrítmicamente el movimiento de la cabez



hacia atrás por encima del hombro y ede dirección hacia el esposo, y así alz baja a cada vez la mandíbula

exagerando mímicamente el movimientde fuga. La pata ojiblanca ( Aythy

nyroca) nada amenazadora un bue

recho hacia el enemigo y despuévuelve hacia su macho, alzando lmandíbula repetidas veces, en u

movimiento poco o nada diferente deque ejecuta para tomar el vuelo.

En el pato ojo de oro ( Bucephal

clangula), finalmente, la instigación da pata casi es independiente de lpresencia del congénere que sería e«enemigo». La pata nada detrás de s



macho y ejecuta con regular cadenciamplios movimientos del cuello y lcabeza, ora a la derecha, ora a lzquierda, y siempre hacia atrás, qu

apenas podrían parecer amenazadores sno se conocieran las etapas filogenética

ntermedias.Así como difiere mucho la forma d

estos movimientos del modelo n

ritualizado (del que se han apartado eel proceso de ritualización), difierambién su significado. La instigación d

a tadorna «todavía» se asemeja en toda la amenaza corriente en esa especie, su efecto sobre el macho no sdiferencia mucho del habitual ante u



extranjero en especies de patos y gansoen que la hembra no instiga: cuando eamigo se encoleriza, contagia su enojo hace a los demás emprenderla tambiécon el extraño. En la tadornferruginosa, algo más fuerte

combativa, y sobre todo en la oca deilo, el efecto, moderadamente excitant

en su origen, de la instigación s

multiplica. En estas aves merecverdaderamente el nombre dazuzamiento esa acción, porque lo

machos reaccionan como perros bravosque apenas oyen una palabra del amo sanzan encantados a desfogar su furia

En todas las especies mencionadas tien



relación la función del azuzamiento coa defensa del territorio. Heinroth pud

comprobar que los machos de tadornferruginosa se entienden perfectamenten un cercado común cuando se les haquitado todas las hembras.

En los patos zambullidores y dsuperficie, la instigación ha seguido ucamino evolutivo opuesto en s

significado. En los segundos erelativamente raro que a instigación da hembra se lance el macho contra e

«enemigo» por ella señalado, quentonces merece bien las comillas. Si srata de una pata silvestre soltera, lnstigación es sencillamente una petició



de matrimonio, y no, fíjense bien, dacoplamiento. Esta proposición es algmuy diferente, y se manifiesta mediantel comportamiento llamado d«bombeado» (sacar agua con bomba)La instigación significa que la hembr

pide al macho una unión duradera. Si emacho está dispuesto a aceptar lnvitación, alza la mandíbula, desvía u

poco la cabeza respecto de la hembra hace con mucha rapidez: «Reeb reebreeb reeb», o bien, sobre todo si está e

el agua, responde mediante otrceremonia ritualizada: «Beber y alisarsas plumas». Con ambos gestos quier

decir a la cortejante que «sí». El ree



reeb contiene todavía cierta agresividadpero el movimiento evasivo con lmandíbula alzada es un gesto típico dapaciguamiento. Si el macho está muexcitado, es posible que lance un ataqufingido contra otro macho que po

casualidad esté cerca. Pero en lsegunda ceremonia (beber y alisarse laplumas;), nunca sucede eso. Ambo

comportamientos (instigación por unparte y beber y alisarse las plumas poa otra) se desencadenan mutuamente,

a pareja podría pasar mucho tiempo asíUno y otro nacieron como gestos dndecisión en que entrab

primitivamente algo de agresividad



pero en el movimiento ritualizado quvemos en los patos de superficie, esta hdesaparecido, y la ceremonia ya no emás que un gesto de apaciguamiento.

En la Netta ruffina y otros patozambullidores, con mayor razón, jamá

he visto que el azuzamiento de la hembrncitara al macho a atacar en serio.

O sea que mientras en las ocas de

ilo y las tadornas ferruginosas lnstigación significa algo así com

«Saca de ahí ese tipo, mátalo, ándale

dale», en las ocas zarnbullidoras quierdecir más bien «te quiero». En muchaespecies intermedias, y como transicióentre los dos extremos están patos com



el doméstico (Chaulelasmus streperus

la Mareca penelope o cerceta, esignificado es «Tú eres mi amor; en tconfío». Naturalmente, la funciónformadora de estos símbolos varí

según la situación dentro de cad

especie, pero el cambio gradual dsignificación del símbolo sin duda sprodujo en el sentido indicado.

Muchos más ejemplos podríacitarse de procesos análogos, como edel movimiento natatorio corriente d

os cíclidos, transformado en un medide llamar a los pequeñuelos, y en ucaso especial, en advertencia a lomismos; o bien la llamada a comer d



as aves de corral, que en el gallo sransforma en grito de seducción

reclamo y en otras manifestacionesonoras de significado sexual biepreciso, etc., etc.

Querría hablar solamente con mayo

detalle de una serie diferenciada dnormas de comportamiento ritualizadade los insectos. Y no sólo porqu

muestra mejor aún que el ejemplanterior el paralelo que hay entre lformación filogenética de una de dicha

ceremonias y el proceso históriccultural de la formación de símbolossino porque, en este único caso, e«símbolo» no es solamente una pauta d



comportamiento, y tomando formcorpórea, se convierte, literalmente, edolo.

En muchas especies de dípterolamadas en alemán Tanzfliege

Empidae), del suborden o tribu de lorachycera parientes cercanas de la

moscas asesinas o caníbales ( Asilidae)se ha desarrollado un rito tan bonit

como práctico, en que el macho capturnmediatamente antes del acoplamient

un insecto de buena talla y se lo present

a su dama. Mientras ella está dedicada saborearlo, él puede acoplarse sipeligro de que lo devoren a él, peligrmanifiesto en las moscas caníbales



sobre todo cuando el macho es mápequeño que la hembra.

Sin duda fue ese peligro el quejerció la presión selectiva que produjese raro comportamiento por evoluciónPero esta ceremonia se ha conservad

ambién en el empido o mosca danzantseptentrional ( Hyperborean empis), eque la hembra, aparte de esta comida d

bodas, ya no consume moscas. En unespecie norteamericana, el macho tejuna bonita pelota blanca, destinada

atraer visualmente la atención de lhembra y que contiene algunos insectitoque ella consume durante eacoplamiento. Algo semejante suced



con la mosca danzante mora ( Hilar

maura), cuyo macho teje un velillflotante que casi siempre contiene algcomestible. Pero en la Hilara sartor , mosca sastre, que es la que más merecel nombre de mosca danzante y que viv

en las regiones alpinas, los machos yno cazan insectos sino que tejen uvelillo maravillosamente bello qu

levan tendido en el vuelo entre eúltimo y el penúltimo par de patas cuya vista excita a las hembras

«Cuando centenares de esos pequeñoportadores de velo —dice Heymondescribiendo la danza colectiva de amode estas moscas, en el nuevo Tierleben



de Brehm— revolotean en el aire, suminúsculos velos, de unos 2 mm dargo, brillan al sol como ópalos

constituyen un maravillosespectáculo».

Al tratar de la instigación de la

patas me esforcé en demostrar cómo enacimiento de una nueva coordinacióhereditaria tiene parte importante en l

formación de un nuevo rito y cómo deste modo aparece una serie dmovimientos autónoma y sensiblement

rígida, o sea un nuevo movimientnstintivo. El ejemplo de las moscadanzantes (cuyos movimientos de danzodavía esperan un análisis de cerca) e



al vez apropiado para mostrarnos otraspecto, no menos importante, de lritualización, o sea la reacciónovísimamente formada mediante la cuacontesta el congénere a la comunicaciósimbólica que se le envía. En aquella

especies de moscas danzantes en que lahembras sólo reciben una pelota, o uvelo puramente simbólico sin contenid

comestible, reaccionan manifiestamentante este ídolo igual y aun mejor que suabuelas ante el don puramente materia

de una presa comestible. No sólo sforma, pues, un nuevo movimientnstintivo con una misión de informació

bien determinada en uno de lo



congéneres, el actor , sino también uncomprensión innata en el otro, ereactor . Lo que a primera vista noparece una «ceremonia» muchas veceresulta estar compuesto por varioelementos de comportamiento que s

desencadenan mutuamente.El mecanismo recién formado de

comportamiento ritualizado tiene u

marcado carácter de movimientnstintivo autónomo, y de igual modo, l

situación que lo desencadena y que e

ales casos es determinada en gran partpor el comportamiento con que respondel congénere, adquiere todas lapropiedades de una situación final



aliviadora de las pulsiones, deseada posi misma. Es decir: la cadena dacciones que originalmente servía parotros fines objetivos y subjetivos sconvierte ahora en fin en sí al hacers

rito autónomo.

Sería un gran error tomar lamovimientos ritualizados de lnstigación de la pata silvestre o l

zambullidora por «expresión» de amor de solidaridad para con el macho coquien está emparejada. El movimient

nstintivo hecho autónomo no es ningúroducto secundario, ningú

«epifenómeno» del vínculo que une ambos animales, sino que es es



vínculo. La continua repetición de esaceremonias que mantienen unida a lpareja da una buena medida de la fuerzde la pulsión autónoma que ladesencadena. Si una de esas hembrapierde su pareja, pierde al mism

iempo el único objeto en que espulsión puede abreaccionar y el modque tiene de buscar el compañer

perdido tiene todas las característicadel comportamiento de apetencia, o sedel afán poderosísimo de llegar

procurarse la situación ambientadesencadenadora en que pueddescargarse un instinto represado.

Lo que quise demostrar aquí es e



hecho, inmensamente importante, de quel proceso de la ritualizaciófilogenética da origen en cada caso a u

nstinto nuevo y cabalmente autónomo

en principio tan autónomo como lpuede ser cualquiera de las llamada

«grandes» pulsiones, como la dalimentarse, la de acoplarse, la de huido la de agresión. Y como ellas, tiene vo

voto en el gran parlamento de lonstintos. A su vez, esto es dmportancia para lo que estamo

ratando, porque es precisamente a lapulsiones creadas por la ritualización quienes suele incumbir la misión doponerse en aquel parlamento a l



agresión, de desviarla por canales nperjudiciales y de frenar los daños qupudiera causar a la especie. En ecapitulo que dedicamos a los lazopersonales, entre individuos, veremocómo esta importantísima función s

debe en parte principal a los ritoformados por los movimientos agresivoreorientados.

Los otros ritos, los que se forman eel curso de la historia de las culturahumanas, no están incorporados en e

acervo hereditario sino que se trasmitepor tradición, y cada individuo debaprenderlos nuevamente. A pesar destas diferencias, los paralelos llega



óvenes, un conocimiento adquiridndividualmente por la experiencia. Per

esa verdadera tradición solamente shalla en especies animales en que a unbuena capacidad de aprender se une udesarrollo superior de la vida social. S

ha probado la existencia de tal procesen los chovas, los gansos silvestreAnser anser ) y las ratas. Lo

conocimientos trasmitidos de este modse limitan empero a cosas muy sencillascomo el reconocimiento de itinerarios

de algunas clases de alimentos o denemigos peligrosos, y en las ratas, ede algunos venenos.

El elemento indispensable que tiene



en común esas sencillas tradiciones dos animales con las tradicione

culturales más elevadas del hombre ea costumbre. Su tenaz preservación do ya logrado desempeña un pape

análogo al del patrimonio heredado e

a formación filogenética de los ritos.Una experiencia que jamás olvidar

me hizo comprender cuán parecida es

en sus efectos, la función básica de lcostumbre en el sencillo aprendizaje detinerario de un pájaro a la complej

formación de ritos en una culturhumana. Estaba yo entonces dedicadcon toda seriedad al estudio de unoven oca silvestre, Martina, que habí



o cuidado desde el huevo y que habíransferido a mi persona todas las pauta

de comportamiento que se aplicanormalmente a los padres, mediante enotable proceso que llamamoroquelado (del cual ya he hablado e

mis otros libros, así como de mi ocacon más detalle). De muy joven habíMartina adquirido una costumbre, qu

enía muy arraigada: cuando contaba unsemana de edad, más o menos, hice eexperimento de hacerla venir a m

dormitorio a pie, en lugar dransportarla yo, como hasta entoncehabía hecho. Las ocas silvestres ngustan que las toquen y les da miedo



por eso es lo mejor evitarles en lposible todo contacto. En el vestíbulo dnuestra casa de Altenberg, a la derechde la entrada, hay una escalinata quconduce al piso superior. Frente de lpuerta está una ventana muy grande. A

entrar Martina obedientemente detrás dmí, la insólita situación le dio miedo buscó la luz, como hacen siempre la

aves espantadas, quiero decir que corridirectamente desde la puerta a lventana dejándome atrás a mí, que y

enía el pie en el primer escalón. Ya ea ventana pasó un par de minutos, hastque se calmó; entonces volvió, otra vedócil, y me siguió hasta el piso superior



A la noche siguiente se repitió todo estosólo que ahora Martina abrevió el rodeque diera para llegar a la ventana, ascomo el tiempo que tardó en calmarseque fue mucho menos esta vez. En lodías siguientes la evolución continuó, l

permanencia en la ventana fue suprimidpor completo, y también desapareció lmpresión que daba Martina de tene

miedo. El encaminamiento hacia lventana tomaba cada vez más el caráctede una costumbre y era muy divertid

ver cómo Martina se dirigía con pasdecidido a la ventana y apenas llegabasin pausa ninguna, daba media vueltcon paso no menos decidido, volví



hacia la escalera y se ponía a subirla. Eobligado rodeo hasta la ventana se hacícada vez más corto, y el ángulo de 180cada vez más agudo; al cabo de un aña sólo quedaba un ángulo casi recto: eugar de subir por el lado derecho a

legar de la puerta, la oca seguía eescalón a lo largo hasta su extremsiniestro y allí se volvía para subir e

marcado ángulo recto.Por entonces sucedió que una noch

se me olvidó hacer entrar a Martina a s

hora en la casa y conducirla a mrecámara. Cuando al fin me acordé della, ya estaba bien oscuro. Corrí a lpuerta de la casa y al abrirla, la oca s



apresuró a entrar toda miedosa por lpuerta apenas entreabierta, me pasentre las piernas, y contra su costumbrecorrió delante de mí hacía las escalerasDespués hizo algo aún más contrario su costumbre. Se apartó del camin

sólito y eligió el más corto, abreviandel ángulo recto que solía describirponiendo el pie en el primer escalón po

su lado derecho y empezó a subi«cortando» la curva de la escaleraSucedió entonces algo verdaderament

emocionante. Se detuvo en el quintescalón de pronto, estiró el cuello, señade terror en una oca silvestre y tendias alas como para volar de allí, a



daba crédito a mis ojos. Pero no tengninguna duda acerca del modo comdebe interpretarse el fenómeno. Lcostumbre se había hecho necesidad; a oca no se atrevía a prescindir de

ceremonial sin llenarse de terror.

A muchos les pareceráperfectamente cómicos el lance y lexplicación que yo doy, pero tengan l

seguridad de que los especialistas eanimales superiores suelen haceobservaciones de este tipo. Estudiand

sobre el terreno los ciervos uapitis y loalces, Margaret Altmann les siguió lpista meses enteros con un caballo viej una mula aún más vieja y pudo hace



observaciones de la mayor importanciacerca de sus dos colaboradoresolípedos. Cuando habían pasado lnoche vivaqueando varias veces ealgún lugar, era completamentmposible hacerles dar un paso por all

sin ejecutar por lo meno«simbólicamente» la ceremonia ddetenerse para desempacar y volver

empacar, como montando y desmontandel campamento. Hay un relatragicómico de lo sucedido a u

predicador que compró un caballo euna pequeña población del oeste dEstados Unidos. Él no sabía que ecaballo había pertenecido durant



muchos años a un borrachíconsuetudinario. Y el rocinante obligaba su reverendo amo a detenerse en todaas cantinas que encontraba y a entrar e

ellas por lo menos un momento. Esto fuperjudicial para la reputación del pastor

que acabó por ser muy mal visto en lcomunidad, y desesperado, se dio a lbebida. Se presenta esto como u

cuento, pero en lo que toca acomportamiento del caballo por lmenos, bien podría ser cierto.

El pedagogo, el psicólogo, eetnólogo y el psiquiatra encontrarán eos comportamientos de animale

superiores que acabamos de menciona



un curioso aspecto de algo conocidoTodo aquel que tenga hijos o sea más menos tío sabe por experiencia con quobstinación se apegan los niños cualquier detalle de lo acostumbradoPor ejemplo, se desesperan much

cuando uno se aparta, por poco que seadel texto establecido al contar un cuentde hadas. Y quien es capaz d

observarse a sí mismo reconocerá quencluso en el hombre civilizado y

adulto la costumbre una vez fijada tien

gran poder, mucho mayor de lo que nogustaría confesar. Una vez me di cuentsúbitamente que manejando mi cochpor Viena tomaba para ir y para veni



dos itinerarios diferentes cuando mdirigía a determinado punto, y esto euna época en que todavía no existíavías de circulación de sentido único qume obligaran a ello. Rebelándomcontra el animal de costumbre que habí

descubierto en mí, traté de tomar ecamino de vuelta para la ida viceversa. El sorprendente resultado de

experimento fue un claro sentimiento dangustia e inquietud, tan desagradablque a la vuelta ya volví a tomar e

camino acostumbrado.Al etnólogo le recordarán mirelatos el llamado «pensamientmágico» de muchos pueblos primitivos



que en el hombre civilizado también estmuy vivo y que a la mayor parte dnosotros nos obliga a pequeñas brujeríanada dignas, como tocar madera parconjurar la mala suerte, tirar tregranitos de sal por encima del hombr

zquierdo cuando se cayó el salero, etc.Al psiquiatra y al psicoanalista

finalmente, el comportamiento animal l

recordará la compulsión a la repeticióque se observa en ciertas formas dneurosis, llamadas compulsivas y que s

observan en alguna forma atenuada emuchos niños. Recuerdo que siendnfante me había yo llegado a convence

que sucedería algo espantoso si pisab



conducir al fin deseado. Cuando no ssabe qué detalles son los que determinael éxito o la ausencia de peligro, ebueno apegarse a todos ellos cominuciosa exactitud. El principio d«uno no sabe lo que podría pasar si no

está claramente expresado en las citadasupersticiones, y uno se asusta muchcuando desdeña el conjuro.

Aun cuando el hombre sepa que tal cual costumbre bien arraigada tiene uorigen puramente casual y le conste qu

nfringirla no le acarreará ningúpeligro, una excitación innegablementangustiosa le hace apegarse a ella, comen el ejemplo de mi viaje en automóvi



por Viena; y poco a poco, ecomportamiento así «ajustado» acuñado se convierte en una «caracostumbre. En esto no parece haber gradiferencia entre hombre y animal. Pera cosa cambia, y esto es mu

mportante, cuando se trata de uncostumbre que el hombre no adquiripor sí mismo, sino que se la trasmitiero

sus padres o su civilización. En primeugar, ya no sabe qué motivos hubo par

que se produjera la regla d

comportamiento en cuestión; el judío el musulmán piadosos sienten horror poa carne de puerco sin saber que fue e

peligro de la triquinosis el que indujo a



egislador a prohibirla con gran rigor. Yen segundo lugar, la imagen exaltada deegislador como padre, con la lejaníemporal y mística, es objeto de un

apoteosis que hace parecer divinoodos sus preceptos y pecado todo l

que sea desobedecerlos.Los indios norteamericanos tienen e

su cultura una ceremonia d

apaciguamiento maravillosamente bellque excitaba mi fantasía cuando todavíugaba a los pieles rojas: es e

ceremonial de la pipa de la paz, ecalumet de la amistad. Más adelantecuando supe mejor el origen filogenéticde los ritos innatos, de sus efecto



nhibidores de la agresión y eparticular de las sorprendenteanalogías entre la formación filogenétic la cultural de los símbolos un buen dí

se presentó ante mi imaginación cocegadora claridad la escena que si

duda se desarrolló la primera vez qudos pieles rojas enemigos sconvirtieron en amigos fumando la pip

de la paz.Lobo Manchado y Águila Pinta

cabecillas de dos tribus vecinas d

Síoux, ancianos y expertos ambos en laartes de la guerra y un poco cansados dmatar, convienen en hacer un intenthasta entonces insólito: decidir e



derecho de caza en la conocida isla deriachuelo de los Castores, que separsus cazaderos respectivos, mediante unconversación y sin desenterrar el hachde la guerra. La entrevista es aprincipio embarazosa, ya que podrí

suponerse que uno está dispuesto a tratapor cobardía. Habiendo, pues, ambodejado su escolta y sus armas y llegado

el uno frente al otro, no saben quhacer . Pero ninguno de los dos quierreconocerlo ni para sí ni ante el otro,

se afrontan con orgullo, en una actitud ddesafío, se miran fijamente y se sientacon la mayor dignidad posible. Durantmucho tiempo, no pasa nada



absolutamente nada. Quienquiera jamáconvino con un campesino austriaco bávaro una compra o un cambio derrenos o un negocio semejante, sab

que lleva las de perder el que primerempieza a hablar del asunto que allí lo

reúne. Entre los indios seguramentsucede lo mismo, y quién sabe cuántiempo estarían así sentados frente

frente.Cuando uno está sentado y no s

atreve a mover un solo músculo de

rostro para no delatar la tensión interiorcuando uno querría hacer algo, y aumucho, pero se lo impiden razonefortísimas, o sea cuando hay un



situación de conflicto, es a veces un graalivio poder hacer otra tercera cosneutral, que no tenga nada que ver coos motivos en conflicto y que ademá

demuestre cierta indiferencia arespecto. El etólogo llama a est

movimiento traslocado (o desplazado)en el lenguaje corriente se le llamgestos de perplejidad. Todos lo

fumadores que conozco hacen el mismmovimiento en el caso de un conflictnterior. Echan mano al bolsillo y saca

un cigarrillo o una pipa. ¿Cómo podríapues, ser de otro modo en un pueblo qunventó el vicio de fumar y que nos l

enseñó a nosotros?



que poco a poco fuera penetrando en lmente de todo el mundo la idea de que endio que fuma está mucho má

dispuesto al entendimiento que el indique no fuma.

Tal vez pasaran siglos antes de qu

el acto de fumar juntos simbolizaraclara e inequívocamente la paz. Perocon toda seguridad, en el curso de la

generaciones se consolidó lo que habíempezado por ser un gesto de indecisióen un rito que tenía fuerza de ley par

odo indio y que hacia totalmentmposible un ataque enemigo después dhaber fumado la pipa. Y lanquebrantables inhibiciones qu



obraban en este caso eran en el fondas mismas que obligaban a los caballo

de Margaret Altmann a detenerse en eugar donde solían acampar, y a Martin

a dar el rodeo hasta la ventana.Sería empero un modo muy parcia

de ver las cosas y aun de descuidar lesencial, el poner demasiado de relievel carácter constrictivo o prohibitivo d

os ritos formados en el proceshistórico cultural. Aunque ordenado consagrado por el superyó cultura

igado a la tradición y por encima dendividuo, el rito conserva sin alteraciósu carácter de costumbre «cara», y hastes querido y sentido como necesida



con mayor fuerza que cualquier otrhábito o manía adquiridos en el curso da vida individual. Precisamente en es

está el sentido profundo de todos losolemnes movimientos y la pompexterior que rodean las ceremonia

culturales. El iconoclasta se equivoca aomar el esplendor de las ceremonia

como cosa no solamente accidental sin

ambién perjudicial para la penetracióen la esencia del simbolismo que laanima. Una de las más importante

funciones (si no la más importantecomunes al rito de origen cultural y al dorigen filogenético es que ambos obracomo impulsos autónomos y activos de



comportamiento social. Para qusintamos realmente alegría con todos lodetalles pintorescos de una antiguusanza (como adornar el árbol dnavidad y prenderle las bolitas, poejemplo) es condición necesaria que no

uste esa tradición. De la sinceridad dal sentimiento depende la fidelidad quengamos al símbolo y cuant

representa. Es la intensidad desentimiento la que da su valor a nuestracervo cultural. La vida propia de l

cultura, la creación de una comunidasupraindividual y de mayor duración quel individuo, o sea todo cuantcontribuye a hacer la esencia de l



cultura para habérselas con ciertacondiciones del medio, adquiere unfunción completamente nueva, que es lde la comunicación. La función originaal vez subsista, pero lo más frecuente e

que vaya quedando relegada y au

desaparezca totalmente, de modo que sproduzca un cambio de funciócaracterístico de la comunicació

pueden a su vez salir otras dos funcionede igual importancia, que todavía sirveen cierto grado para la comunicación. L

primera de estas dos funciones es lderivación de la agresión por canalenocuos, y la segunda, la creación de u

firme lazo que une a dos o má



congéneres. En ambos casos, la presióselectiva de la nueva función da lugar análogas modificaciones en la forma da pauta de comportamiento original n

ritualizada. Esta fusión de una largserie de comportamientos variables e

una sucesión obligada y rígida reducsin ninguna duda el riesgo dambigüedad en la comunicación. Y

persiguen el mismo fin la estrictregularización de la frecuencia amplitud de la serie de movimiento

componentes. Desmond Morris hseñalado el fenómeno, que califica d«intensidad típica» de los movimientoque sirven de señal. Los gestos qu



hacen los animales cuando cortejan amenazan proporcionan de ello muchoejemplos, y otro tanto puede decirse das ceremonias de los humanos, creada

por la cultura. Los rectores y decanopenetran en el patio de honor de s

facultad con un «paso mesurado»; ecanto del sacerdote católico durante lmisa está sometido por la liturgia

estrictas regulaciones de tono, ritmo fuerza. Contribuye también a impedir lambigüedad de lo comunicado s

frecuente repetición. Es característica dmuchos rituales, tanto de caráctenstintivo como cultural, la rítmic

repetición de un mismo movimiento



ntensifica en ambos casos el efecto dos movimientos ritualizados l

exageración de todos aquellos elementoque en el prototipo no ritualizadrasmiten al receptor señales ópticas

acústicas, así como la reducción

eliminación de los elementos quoriginalmente tienen otro efecto, de tipmecánico.

Esta «exageración mímica» puederminar en una ceremonia efectivament

parecida a un símbolo y que produce es

efecto teatral que sir Julian Huxleobservó el primero entre losomormujos crestados ( Podicep

crislatus). La riqueza de formas



colores que se habían desarrollado aservicio de esa función especiaacompaña tanto a los ritos culturalecomo a los filogenéticos. Las aletas, dcolor y forma maravillosamente bellosde un gurami siamés ( Betta splendens)

el plumaje de un ave del paraíso, la coldel pavo real, los sorprendentes coloreque tiene el mandril delante y detrás

odo nació para reforzar el efecto de udeterminado movimiento ritualizado. Yno cabe la menor duda de que el arte d

os humanos en su origen estuvo aservicio de un ritual, y que la autonomídel «arte por el arte» no se logró sino eun nuevo avance del proceso cultural.



La causa inmediata de todos esocambios que hacen tan parecidos a loritos de origen filogenético los de origecultural ha de buscarse indudablementen la presión selectiva que ejerce ereceptor, por sus limitaciones, sobre l

formación del emisor de estímulos, cuyas señales debe respondeselectivamente para que el sistem

funcione en debida forma. Ahora bienes tanto más fácil construir un receptoque reaccione selectivamente a un

señal dada cuanto más simple nconfundible esta es. Naturalmenteemisor y receptor ejercen una presióselectiva uno sobre otro, que influye e



su respectivo desarrollo, y al adaptarsel uno al otro pueden diferenciarsgrandemente. Muchos ritos instintivosmuchas ceremonias culturales y aun lapalabras de todos los lenguajes humanodeben su forma actual a este proceso d

ajuste entre emisor y receptor; amboson parte de un sistema de comunicacióque se desarrolla en el tiempo. En tale

casos suele ser imposible descubrir emodelo no ritualizado origen del rituaporque su forma ha cambiado a tal punt

que es imposible reconocerlo. Si se tratde buscar grados intermedios en la líneevolutiva de otras especies vivas u otraculturas sobrevivientes, sí puede e



cambio realizarse una investigaciócomparatista que permita reconstituir ecamino seguido por la forma estudiadpara su transformación en la actuaceremonia, extraña y complicada. Esa eprecisamente una de las tareas que hace

an interesantes los estudiocomparativos.

En la ritualización filogenética com

en la cultural, los nuevos modelos dcomportamiento adquieren unautonomía de un género muy especia

Los ritos, tanto instintivos comculturales, se convierten emotivaciones autónomas decomportamiento creando nuevos fine



objetivos, que el organismo se esfuerzen alcanzar por sí mismos. Los ritosfactores motivantes independientesrascienden su primitiva funció

comunicadora y quedan en condicionede asumir otras dos misiones no meno

mportantes: el control de la agresión a formación de un vínculo entrndividuos de la misma especie. Y

vimos antes cómo se transformaba lceremonia en lazo de unión. En ecapítulo X veremos detalladament

cómo, para controlar la agresión, unceremonia puede transformarse en factodeterminante de todo comportamient

social, comparable en sus efectos a



amor y la amistad de los humanos.Los dos pasos que en la evolució

de la ritualización cultural conduceprimero de la comunicación al controde la agresión y de aquí a la formacióde un vinculo, son con toda segurida

análogos a los que vimos en levolución de los rituales instintivoscomo lo demuestro en el capítulo X co

el grito de triunfo de las ocas. La triplfunción de impedir los conflictos entrmiembros del grupo, de consolidar l

unidad del mismo y de delimitarlperfectamente frente a otros gruposemejantes se efectúa en los ritos d

origen cultural de modo tan cabalment



análogo que nos incita a examinarlo máde cerca.

La existencia de todo grupo humandemasiado numeroso depende, para quo mantengan unido el amor y la amista

personales, de esas tres funciones de la

pautas de comportamiento que noconste no ser ritualizadas nos tamientsocial del hombre está tan impregnad

de ritualización cultural que casi no nodamos cuenta de él, porque se halla eodas partes. Para dar ejemplos d

pautas de comportamiento que noconste no ser ritualizadas nos vemoobligados a acudir a cosas que sentiende no deben hacerse en público



como bostezar, estirarse a gusto, metersel dedo en la nariz o rascarse en partedel cuerpo que no se deben mencionarTodo lo que se consideran buenomodales está estrictamente determinadpor la ritualización cultural y es po

definición lo que caracteriza a nuestrgrupo; en todo nos plegamos a suexigencias, de tal modo que par

nosotros son como una segundnaturaleza. No solemos darnos cuenta dque su función consiste en inhibir e

nstinto de agresión y formar un lazo dunión. Sin embargo, son ellos los quoperan lo que los sociólogos llama«cohesión de grupo».



La función que realizan los buenomodales, de continua conciliación entros miembros del grupo, se advierte co

claridad observando las consecuenciade su quebrantamiento. No me refiero aefecto que produce faltar groserament

en materia de buenas costumbres, sinsolamente a la ausencia de todas esamiradas y gestos de buena educació

mediante los cuales reconoce uno lpresencia de otra persona al entrar euna habitación, por ejemplo. Si alguie

que se considera ofendido por miembrode su grupo entra en la pieza donde ellose encuentran sin respetar esos ritualede cortesía y hace como si no estuviera



pequeñas unidades de la milicia, se lhostiga del modo más despiadadoCualquier profesor de universidad ques padre de familia y ha dado clase edistintas partes del país ha tenidocasión de ver con qué maravillos

rapidez aprenden sus hijos el habla locade la comarca donde está ubicada lescuela. Y es que el niño no tiene má

remedio que aprender para que sucompañeros de clase lo dejen en paz. Ecambio es sobremanera difícil logra

que ese niño emplee en su casa e«lenguaje extraño» aprendido en lescuela y hacerle recitar, por ejemploun poema. Es posible que a los niños le



parezca algo semejante a una traición epertenecer a otro grupo que no sea efamiliar.

Las normas y ritos creados por lcultura son tan característicos de logrupos humanos, grandes y chicos, com

os caracteres innatos formadofilogenéticamente que distinguen subespecies, especies, géneros

unidades taxonómicas más grandes y leson propios. La historia de su formaciópuede reconstituirse empleando método

comparativos semejantes. Sdivergencia en el curso de su desarrollhistórico levanta barreras entre launidades culturales, de modo semejant



a la evolución divergente entre laespecies. Por eso llamó, y con razónErik Erikson a ese proces«seudoespeciación».

Aunque esta sea incomparablementmás rápida que la formación filogenétic

de especies, de todos modos requieriempo. En cualquier grupo de niño

pueden observarse sus inicios, l

formación de costumbres y ldiscriminación de los extraños, nniciados; mas para que las norma

sociales y los ritos de un grupo sconsoliden y hagan inviolables parecnecesaria por lo menos su existencicontinuada durante varias generaciones



Por ello, la más pequeña seudoespecimaginable para mi la constituyen lo

alumnos de una escuela rica eradiciones. Es sorprendente cómo u

grupo de personas conserva así a travéde los años el carácter de seudoespeci

a una escuela. El «old school tie», tan menudo ridiculizado hoy, es algo mureal. Cuando yo me encuentro con u

señor que habla con el «fino» acentnasal del antiguo Schottengymnasium dViena no puedo impedir sentirme atraíd

hacia él, y tengo tendencia a confiar eél y a tratarlo con una consideraciómucho mayor y más refinada de la quendría con cualquier extraño a aque



grupo.La importante función que tienen lo

buenos modales puede estudiarsnmejorablemente en el confrontamient

social entre diferentes grupos subgrupos de culturas humanas. Buen

parte de tales reglas de comportamienten sociedad son exageraciones dademanes de sumisión, y la mayor part

de ellos tienen sin duda sus raíces epautas de comportamientfilogenéticamente ritualizadas de igua

significación. La tradición local durbanidad en los diferentes subgrupoculturales decide la intensidad que debdarse a esos movimientos expresivos



Un buen ejemplo es la actitud dcortesana atención que consiste eestirar el cuello e inclinar un poco lcabeza de lado para dar a entender anterlocutor que uno le está «prestand

oído». Esta pauta de comportamient

expresa la disposición a escuchaatentamente y, si es necesario, obedecer. En algunas culturas asiáticas

este ademán está realzado por muchmímica. En Austria, y sobre todo entras damas de buena familia, es uno d

os gestos más comunes de cortesía. Eotros países del centro de Europa parecmenos acentuado. En algunas partes denorte de Alemania ha quedado reducid



al mínimo y aun a cero. En estos grupoculturales se considera correcto y dbuena educación escuchar con la cabezerguida y mirando a los ojos al quhabla, como se entiende que debhacerlo un soldado al recibir una orden

Cuando yo llegué a Königsberprocedente de Viena (ciudades en quson particularmente notables esta

diferencias) me fue necesario ciertiempo antes de acostumbrarme a

ademán de cortés atención de las dama

de Prusia oriental. Siempre estabesperando yo que la dama con quiehablaba bajara por lo menos un poco lbarbilla, y como esa mínima inclinació



da la impresión de una ruda hostilidad.La menor diferencia en los valore

entendidos de ese tipo puede ser la basde interpretaciones erróneas de lomovimientos expresivos culturalmentritualizados. Los alemanes

anglosajones suelen considerar a lomediterráneos «indignos de confianzaan sólo porque sus propia

convicciones les hacen esperar de logestos de amabilidad y buena voluntamayor efectividad social. Y l

mpopularidad de los alemanes del nort sobre todo de los prusianos en lopaíses meridionales europeos se debepor lo menos en parte, a un ma



entendimiento en sentido contrario. En lcorrectísima sociedad norteamericandaba yo con frecuencia la impresión dser un rústico, porque me era bastantdifícil sonreír tanto como lo exigen lobuenos modales norteamericanos.

No cabe duda de que estos pequeñoerrores de interpretación contribuyebastante a la existencia de odios entr

grupos culturales. El hombre que hnterpretado mal los gestos sociales d

miembros de otra cultura se sient

defraudado e intencionalmente heridoLa misma incapacidad de interpretadebidamente los movimientos dexpresión y los gestos de una cultur



extranjera despierta desconfianza emor, de modo tal que es fácil llegar a agresión declarada.

De las particularidades mínimas deenguaje y de las maneras que ligan

unen a los grupos más pequeños va tod

una escala interrumpida hasta las norma los ritos sociales más complicados

ejecutados a conciencia y sentidos com

símbolos que ligan las unidades socialemayores de la humanidad, comnaciones, culturas, religiones o idea

políticas. Sería cabalmente posiblestudiar por el método comparativo essistema, o sea las leyes de lseudoespeciación, estudio que sería co



oda seguridad más difícil que el de lformación de especies, ya que loconceptos propios de los diferentegrupos, como por ejemplo los de launidades religiosas o nacionales, sraslapan mucho.

Ya he declarado antes que lapreciación emocional de los valores dun poder motivante a toda norm

ritualizada de comportamiento sociaErik Erikson ha demostradrecientemente que el condicionamiento

a distinción entre bien y mal empieza ea más tierna infancia y se va perfilandmás y más durante toda la ontogénesidel ser humano. No hay ningun



diferencia de principio entre la rigidecon que nos atenemos a las reglas dhigiene que nos enseñaron y la fidelidaque mostramos a las normas y ritopolíticos o nacionales que nos troqueladespués en la vida de mayores. L

rigidez de esos ritos y la tenacidad coque nos apegamos a ellos son esencialepara su debido funcionamiento.

Pero al mismo tiempo es necesaria vigilancia de nuestra moral, raciona responsable, como en las pautas d

comportamiento sociales, instintivas fijas, de función comparable.Es perfectamente justo y legítim

considerar «buenas» las costumbres



os modales que nuestros padres noenseñaron y sagrados los ritos y normasociales que nos han legado laradiciones de nuestra cultura. Perambién debemos tener buen cuidado d

no considerar inferiores las normas

ritos sociales de otras «culturas» enecesario luchar con toda la fuerza dnuestro raciocinio contra est

propensión natural. El lado sombrío da seudoespeciación es que nos hacener por inhumanos a los miembros d

otras seudoespecies, muchas tribuprimitivas sucumben a esa tentación, en su lengua, la palabra con que caduna se designa a sí misma es sinónim



de «hombre». Visto así, ya no ecanibalismo el comerse a un guerrero duna tribu enemiga caído en su poder. Lhistoria natural de la seudoespeciaciónos enseña a tolerar las culturas de lodemás, a deponer nuestra propi

arrogancia cultural y nacional y comprender que los ritos y normasociales de otras culturas, cuyo

miembros les son fieles como nosotros os nuestros, tienen el mismo derecho d

ser considerados sacrosantos

respetados. Sin la tolerancia que estoma de conciencia fomenta serídemasiado fácil para el hombre ver lpersonificación del mal en lo que e



sagrado para su vecino. Entonces, lmisma inviolabilidad de los ritos normas sociales (lo más importante quienen), puede conducir a la má

horrible de todas las guerras la guerrde religión y tal es el peligro qu

actualmente nos amenaza.Como suele suceder cuando trato de

comportamiento humano desde el punt

de vista de las ciencias naturales, corrahora el peligro de ser mal interpretadoLo que yo he dicho es que la fidelida

del hombre a todas las usanzaradicionales reside sencillamente en lcostumbre y en el miedo animal quebrantarla. He subrayado el hecho d



que todos los rituales de los humanos shan formado de un modo natural y muanálogo al de la evolución de lonstintos sociales en los animales y e

hombre. También expliqué y puse drelieve cómo todo cuanto el hombr

venera y tiene por sagrado en lradición no representa un valor étic

absoluto, sino dentro de los límites d

una cultura determinada. Más todo estno implica nada contra el valor y lnecesidad de la resuelta lealtad con qu

el hombre bueno se apega a lacostumbres que su cultura le hrasmitido. Podría parecer que su lealta

es digna de mejor causa, pero no hay



muchas causas mejores. Si las buenacostumbres no se afirmaran e hicieraautónomas del modo descrito y si no selevaran a la sagrada categoría de fineen sí, no habría comunicación digna dcrédito, ni entendimiento que merecier

confianza, ni ley, ni cosa en que pudiercreerse. Los juramentos no obligan y locompromisos no sirven de nada si la

partes no tienen en común una base dcostumbres inquebrantables hechas rito cuyo incumplimiento les inspire e

mismo temor mágico de aniquilamientque se apoderó de mi oca Martina en equinto escalón de mi casa de Altenberg.



CAPÍTULO VIEL GRAN

PARLAMENTO DELOS INSTINTOS

Wie alles sich zum Ganzen webt,

eins in dem andern wirkt und lebt![VI]

GOETHE

Como vimos en el capítulo anteriorel proceso filogenético de l

ritualización crea un instinto nuevo autónomo que en el gran conjunto de lademás motivaciones instintivas oper

como fuerza independiente. Su funció



consiste originalmente, como sabemosen trasmitir un mensaje, uncomunicación. Puede así paliar loefectos nocivos de la agresividahaciendo que se entiendan mutuamentos congéneres. No sólo entre lo

hombres nace muchas veces la discordipor creer erróneamente uno que el otre quiere hacer daño. Y en esto ya es e

rito de enorme importancia para nuestrasunto. Pero además, como vimos en ecaso del grito de triunfo de las ocas (

odavía lo veremos más detalladamentecomo pulsión autónoma a veces alcanzanto poder en el parlamento de lonstintos que se enfrenta victoriosament



a la agresión. Para entender cómo logrcontenerla sin debilitarlverdaderamente, porque eso seriperjudicial para su funcióconservadora de la especie (comvimos en el capítulo III), es necesari

decir algo del mecanismo de lonstintos, que se parece a un parlament

en que es un sistema más o meno

completo de interacciones entre un granúmero de variables independientes además, porque sus procedimientos

verdaderamente democráticos, hasufrido una prueba histórica y socapaces de crear si no una armoní

verdadera entre los diferentes intereses



por lo menos tolerables compromisoque hacen posible la vida.

¿Qué es un instinto? Ladenominaciones que empleamos, inclusen el lenguaje corriente, para designaciertas motivaciones instintivas s

resienten de la desdichada herencia depensamiento «finalista». Es finalista eese mal sentido de la palabra aquel qu

confunde la cuestión del «porqué» coa del «para qué», y cree que al mostra

el valor de conservación de la especi

que tiene una función ha descubiertambién el problema de su causación. Efácil y tentador postular para cadfunción definida que tiene un evident



valor de conservación de la especipor ejemplo en la alimentación, l

reproducción o la huida) una pulsión un «instinto» especial. Por ejemploodos hemos oído hablar del «instinto d

reproducción». Pero no hay qu

maginarse —como han hecho podesgracia muchos que estudian lonstintos— que con esa palabra ya s

iene una explicación del proceso. Loconceptos que corresponden a esadenominaciones no valen mucho má

que el horror al vado o el flogisto, quampoco son sino denominaciones deproceso y que, como dice John Dewesin andarse por las ramas, «pretende



pasar por explicaciones del mismo»Pero como en este libro nos estamoesforzando en hallar explicacionecausales de los funcionamientos fallidode determinado instinto, el de agresióconcretamente, no nos debemos limitar

comprender «con qué fin» o para qué shace o sirve, como en el capítulercero. Antes bien, debemos tratar d

comprender las causas normales parcomprender asimismo sus trastornos ysi es posible, remediarlos.

Una función determinada y completen sí del organismo (como la de lalimentación, la reproducción o inclusa «propia conservación») nunca es



claro está, consecuencia de una solcausa ni de una pulsión nada másConceptos como «instinto dreproducción» o «instinto dconservación» tienen tan poco valoexplicativo como tendría una «Fuerz

automóvil» para explicar que mi cochea viejo, todavía funcione. Pero quie

sabe de reparaciones (y las paga),

sabe que son ellas las que prolongan lvida de su vehículo, no caerciertamente en la tentación de creer e

semejante fuerza misteriosa. Y soprecisamente las reparaciones las qunos interesan en uno y otro caso. Quieconoce las fallas patológicas de



funcionamiento de los mecanismonnatos del comportamiento de

funcionamiento de los mecanismonnatos del comportamiento qulamamos instintos sabe que es unontería creer que los animales o la

personas se rigen por factoreorientadores solamente comprensiblepor el finalismo y que no necesitan n

admiten explicación causal alguna.Una pauta de comportamient

funcionalmente uniforme, como la de l

alimentación o la reproducción, siemprse debe a un complicado juego dacciones recíprocas entre muchas causade orden fisiológico. Mutación



selección, los dos artífices de levolución, «inventaron» ese sistemaque fue sometido a pruebas muy severasLas causas fisiológicas que intervienena veces se influyen mutuamente en formequilibrada; pero otras veces, l

nfluencia de una es mayor que la dotra, que así recibe más que da; otrason relativamente independientes de

conjunto del mecanismo, e influyen en émás que él en ellas. Un buen ejemplo d«elementos constructivos relativament

ndependientes del conjunto» lconstituyen los huesos del esqueleto.En el campo del comportamiento, la

coordinaciones hereditarias, o sea lo



movimientos instintivos son elementoclaramente independientes del conjuntonmutables en su forma como las parte

más duras del esqueleto, cada uno dellos hace andar a palos a todo eorganismo. Cada uno de ellos se hac

oír enérgicamente, como ya hemos vistosi lo tienen callado demasiado tiempo, obliga al animal o al hombre a busca

activamente los estímulos que ldesencadenan, a él y a ninguna otrcoordinación hereditaria, y a que l

hagan funcionar. Es, pues, un gran errocreer que todo movimiento instintivcuya función conservadora de la especisirve, por ejemplo, para ingeri



hambrienta, así como con todos lomovimientos que contribuyen a lconservación de la especie: corrervolar, roer, picotear, cavar, limpiarseetc. Cada una de estas coordinacionehereditarias tiene su propi

espontaneidad y es causa de su propicomportamiento de apetencia. Estapequeñas pulsiones parciales, ¿so

otalmente independientes unas de otras¿O forman un mosaico cuya unidafuncional se debe únicamente a l

construcción de la evolución? Ealgunos casos extremos es posible quasí sea efectivamente y no hace muchque se tomaban estos casos especiale



por la regla general. Y es que en lépoca heroica de los primeros estudiocomparativos del comportamiento sentendía que solamente había un

ulsión, y que dominaba todo el animacada vez. Julian Huxley se servía de u

bonito ejemplo, muy expresivo, qudurante muchos años cité en mi cursoDecía que el hombre y el animal s

parecen a un barco mandado por muchocapitanes. En el hombre, todos locomandantes están al mismo tiempo e

el puente de mando y cada uno de elloda su opinión. A veces llegan a uentendimiento inteligente, que es unsolución mejor a los problemas que s



presentan en ese momento que la qupodría dar el más avisado de todoellos; pero muchas veces no puedeponerse de acuerdo, y entonces lembarcación queda privada de todgobierno razonable. En el anima

empero, los capitanes se someten a uconvenio según el cual sólo puede habeun capitán a la vez en el puente d

mando, y en cuanto uno toma el puestoos demás deben retirarse. Este sími

corresponde con precisión fascinante

o que sucede en algunos casos decomportamiento animal en situacioneconflictivas, y es comprensible que eaquellos tiempos pasáramos por alto e



hecho de que se trata solamente de casomuy especiales. Por otra parte, eprobable que la eliminación o esometimiento de una pulsión por otra ecaso de antagonismo entre ellas sea lforma más sencilla de acción recíproca

Por eso era justo y legitimo detenersprimero en el estudio de los procesomás simples y más fáciles de analizar

aun cuando no fueran los más frecuentesEn realidad, entre dos pulsionevariables independientes una de otra so

posibles todas las interaccionemaginables. La una puedunilateralmente ayudar y acelerar a lotra; dos pueden ayudarse mutuamente,



bien pueden superponerse y sumarse euna misma pauta de comportamiento siener por lo demás relación entre sí;

finalmente, pueden frenarse una a otraJunto a otras muchas accionerecíprocas cuya simple enumeración no

levaría demasiado lejos, tenemos ucaso especial, muy raro: el de que ddos impulsos, el que es más fuerte d

momento elimina al otro según la ley dodo o nada. Tan sólo este cas

corresponde a la metáfora de Huxley,

de una sola pulsión puede decirsegeneralizando, que domina a casi todaas demás: el instinto de fuga. Pero est

mismo instinto a veces encuentra quie



es más fuerte que él.Los movimientos instintivo

corrientes y abundantes, que sirven parcualquier cosa, y que en otro lugar hlamado «los pequeños servidores de l

conservación de la especie» suelen esta

a disposición de varios instinto«grandes». Se trata sobre todo de pautade movimiento aplicadas a l

ocomoción: correr, volar, nadar, etc., ambién de otras, como picotear, roer

excavar, etc., etc., que pueden servi

para la alimentación, la reproducción, lfuga, la agresión, o sea los instintos quaquí calificamos de «grandes»Sirviendo, pues, en cierto modo d



nstrumento a los diversos sistemasuperiores, y sobre todo a los «cuatrgrandes» mencionados, yo los hlamado actividades instrumentales

Pero esto de ningún modo significa quesos movimientos estén desprovistos d

espontaneidad, ya que sucede todo lcontrario. Según un principio deconomía muy propio de la naturaleza

en el perro o el lobo, por ejemplo, lproducción espontánea de los distintompulsos de olfatear, seguir huellas

correr, cazar y sacudir a muerte sajustan a la necesidad que el hambre leplantea. Pero si se elimina la motivaciódel hambre dejando siempre llena l



olla del perro con sabrosos alimentosque es el medio más sencillo, pronto sverá que el animal apenas olfatea, siguhuellas, corre y caza menos que antes, eque tales actividades le eran necesariapara satisfacer su necesidad d

alimento. Más cuando el perro tienmucha hambre, todo eso lo hace egrado mayor y mensurable. Aunque lo

nstintos instrumentales dichos tengan sespontaneidad propia, el hambre lompulsa a hacer más de lo que haría

por sí solos. En verdad, una pulsiópuede ser impulsada.En fisiología no es nada nuevo n

raro que un estímulo procedente d



cualquier otra parte impulse una funcióen sí espontánea. Una acción instintives reacción en la medida en que sproduce por instigación de un estímulexterno o de otra pulsión. Solamente eausencia de tales estímulos revela s

propia espontaneidad.Hace tiempo que se conoce u

fenómeno análogo en los centros d

estimulación del corazón. Normalmentdesencadenan las pulsaciones decorazón estímulos automáticos

rítmicos producidos por el llamadnódulo sinusal, órgano de tejidmuscular altamente especializado y quse encuentra junto a la entrada de



orrente sanguíneo, en el vestíbulo. Upoco más allá, en la dirección del flujsanguíneo y en la unión con eventrículo, está un segundo órgano deste tipo, el nódulo atrio ventricular, aque lleva desde el primero un haz d

fibras musculares que trasmiten loestímulos. Ambos nódulos produceestímulos que hacen contraerse lo

ventrículos. El nódulo sinusal trabaja siembargo más aprisa que el atriventricular. Por eso, en condicione

normales nunca está este en condicionede comportarse con espontaneidad, yque cada vez que se preparranquilamente a disparar una ráfaga d



mpulsos, su superior le propina uespolonazo que le hace disparar un pocantes de lo que él hubiera hecho por spropia iniciativa. El superior obliga asal subordinado a seguir su propio ritmde trabajo. Con el experimento clásic

de Stannius se interrumpe lcomunicación por estrangulamiento dehaz conductor de estímulos. Así s

ibera el nódulo atrio ventricular de liranía del nódulo sinusal, y entonce

hace lo que suele hacer el inferior e

ales casos: dejar de trabajar. O sea quel corazón se detiene un instante. Esto eo que se llama desde hace tiempo l

«pausa reautomática». Pero después d



un breve descanso, el nódulo atriventricular «advierte» que él eperfectamente capaz de crear estímulopor su parte y al cabo de cierto tiempquerría él también disparar algunaráfagas. Hasta entonces, jamás habí

legado hasta ese punto, porque unfracción de segundo antes siempre lhabía llegado un empujoncit

estimulante por detrás.Entre la mayoría de los movimiento

nstintivos y las fuentes superiores d

motivación suele haber una relación musemejante a la existente entre nódulatrio ventricular y nódulo sinusal. Lsituación se complica aquí por el hech



de que con mucha frecuencia, como en ecaso de las reacciones instrumentalesun servidor tiene varios amos y questos pueden ser de naturaleza mudiferente. Es posible que esos amosean, como el nódulo sinusal, órgano

que crean estímulos automática rítmicamente; pero también pueden sereceptores internos o externos qu

reciben estímulos internos y externos (os cuales pertenecen las necesidades dos tejidos, como el hambre, la sed o l

falta de oxígeno) y los trasmiten eforma de excitaciones. Finalmentepueden ser glándulas endocrinas, cuyahormonas ejercen un efecto estimulant



en procesos nerviosos determinadohormona viene del griego δςαο, muevompulso). En todos estos casos empera actividad así ordenada desde u

puesto superior no tiene carácter d«reflejo», o sea que el conjunto de l

organización de movimientos instintivono se comporta como una máquina, qusi no está funcionando está pasiva por u

iempo indeterminado, en «espera» dque alguien llegue a apretar el botón qua pone en marcha. Más se parece a u

caballo que si bien necesita bridas espolones para obedecer debidamente su amo, debe sin embargo haceejercicio todos los días para evitar l



plétora de energía, cosa muy peligrosen algunos casos, como por ejemplo eel de la agresión intraespecífica, quaquí nos ocupa principalmente.

Hemos señalado ya que la cantidaproducida de movimientos específico

determinados espontáneamente siemprcorresponde aproximadamente aconsumo previsto. A veces convien

calcularlos con parsimonia, como poejemplo en el caso de la producción destímulos por el nódulo atrio ventricular

a que si este produce más de lo que enódulo sinusal le «pide» nos hallamoante una sístole suplementariademasiado conocida por las persona



nerviosas, y que es una contraccióventricular que trastorna indiscretamentel ritmo normal de las pulsacionecardiacas. En otros casos, el hecho ddisponer continuamente de un exceso dproducción no es perjudicial, y aun

veces puede ser útil. Si un perro, poejemplo, corre más de lo necesario paratrapar una presa, o si un caballito s

encabrita sin razón aparente y tira cocepautas de movimientos de huida y d

defensa frente a los animale

carniceros), no deja de ser un bueejercicio muscular y un entrenamientexcelente para cuando llegue el caso «eserio».



confirman las observaciones sobre eerreno) a las actividades de vigilancia de acercamiento cauteloso para estar econdiciones de realizar el acto final dmatar y devorar su presa. Observandales cadenas de comportamiento s

siente uno fácilmente inclinado njustificadas comparaciones con e

comportamiento humano orientado haci

un fin. Involuntariamente supone uno quel gato realiza exclusivamente «parcomer» las pautas de movimiento d

capturar una presa. Pero es fácidemostrar experimentalmente que no easí. Leyhausen dio un ratón tras otro gatos aficionados a cazar y observó e



orden en que iban dejando de producirsuna tras otra las diferentes accioneparciales de la captura y la ingestiónPrimeramente, el gato cesaba de comermataba todavía algunos ratones pero loabandonaba en el suelo. Después se l

pasaban las ganas de aplicar emordisco mortal, pero seguía acechand capturando ratones. Más adelante

cesaron también los movimientos, perel animal objeto del experimento seguíacechando los ratones y acercándosele

cautelosamente, para lo cual, hechnteresante, escogía siempre el ratón questaba más alejado, en el otro rincón da pieza, mientras dejaba sin prestarle



atención los que se le metían entre lapatas.

En esta clase de experiencia spuede contar cuántas veces fue ejecutadcada una de las acciones parciales hastque dejaron de producirse. Las cifra

obtenidas están en visible relación coel consumo normal promedio

aturalmente, un gato debe acechar

rastrear mucho para poder acercarse su presa lo suficiente y que el intento dcaptura tenga perspectivas de éxito

Solamente al cabo de varios intentoogra tener la víctima entre las zarpas puede propinarle el mordisco mortalpero no siempre acierta a la primera,



es de prever que necesite variomordiscos para acabar con un ratón. Ecuanto a saber si una de las accioneparciales se realiza solamente popropio impulso o sumándose a otro (falta saber a cuál) en mecanismo

complejos de comportamiento de esipo depende de las condicione

exteriores, que determinan l

«necesidad» que haya de cada pauta dmovimiento. Que yo sepa, fue epsicoanalista y psiquiatra de niños Ren

Spitz el primero que dijo estclaramente. Observó que los lactantes quienes se daba la leche en un biberóque funcionaba con demasiada facilidad



hasta que estén saciados, en la orilla después se echa más grano en el aguarápidamente se ponen a buscar en efondo y a comerse realmente lo qusacan. Podría entonces decirse qu«comen para poder buscar en el fondo»

También se puede invertir la experienci hacer que los gansos se busquen tod

su alimento en el fondo del estanque co

grandes trabajos con agua hasta bastantprofundidad, pero de todos modosoportable. Si después de habers

buscado de ese modo el alimento hastdejar de hacer los movimientos se leofrece más alimento del mismo en lorilla, comen aún cantidade



considerables, y así se tiene la pruebde que antes habían «buscado en efondo para comer».

Es, pues, imposible generalizar eeste asunto y decir cuál de los dos pasoespontáneos productores d

motivaciones «predomina» o impulsa aotro.

Hasta aquí hemos hablad

únicamente de la acción recíproca entrpulsiones parciales que colaboran euna misma función, como l

alimentación del organismo. Algdiferente es la relación entre las fuentede motivación cuando cada una tiene unfunción diferente y por ende pertenece



otra organización de instintos. En estcaso no es la regla una incitación ni unayuda mutua, sino cierta rivalidad: caduno de los impulsos trata de «imponer sprimacía». Como lo mostró Erich voHolst, en el nivel de las más pequeña

contracciones musculares ya nsolamente pueden competir varioelementos productores de estímulos

sino que de su influencia mutua puednacer un entendimiento sensato. Estclase de influencia consiste, gross

modo, en que cada uno de esoestímulos endógenos tiende a imponer aotro su propia frecuencia y a fijarlo euna relación constante de fase. L



consecuencia de este proceso dnfluencia mutua es que todas la

neuronas que inervan las fibramusculares se descargan siempreconvenientemente, al mismo tiempo. Sfalla este proceso se producen en lo

músculos contracciones fibrilares comas que se observan en casos d

extremada fatiga nerviosa. En un plan

de integración algo más elevado, el demovimiento de una extremidad, compor ejemplo una aleta de pez, esto

mismos procesos provocan uconveniente juego de alternación entros músculos «antagónicos», o sea lo

que mueven el miembro alternativament



nfluencia.La guerra no es, pues, la madre d

odas las cosas, como dijo el griegopero sí podría decirse eso del conflictentre las instancias independientementcreadoras de impulsos que dentro de u

conjunto orgánico producen tensiones que hacen literalmente de tensores riostras, que dan al conjunto forma

firmeza; y esto no sólo en funciones tasimples como el movimiento de laaletas de un pez, que fue el que hiz

descubrir a van Holst las leyes de lcoordinación relativa, sino también eotras muchas fuentes de motivación quas probadas reglas parlamentaria



obligan a sumar sus voces en unarmonía al servicio del conjunto.

FIG. 3



Tomemos como ejemplo bastantsencillo de esto los movimientos de lo

músculos faciales que se observan en eperro cuando se encuentran en conflictas pulsiones de ataque y de huida. Est

mímica, que suele denominarsamenazadora, sólo se presenta cuanda tendencia a la agresión está inhibid

por lo menos por un poco de miedo. Sno tiene nada de miedo, el animamuerde sin amenazar, con la mismexpresión tranquila que se ve en e

extremo superior de la izquierda de llustración y que si acaso expresa ciert

atención, como cuando el perro mira l

olla de comida que le acaban de llevar



Si el lector entiende de perros, que tratde interpretar por si mismo, antes dseguir leyendo las expresionerepresentadas. Que trate de imaginar lsituación en que su perro se encontraríapara adoptar cada una de esa

expresiones. Y como segundo ejercicioque diga lo que haría a continuación eanimal.

Por mi parte, voy a dar yo lsolución para algunas de esas imágenesEl perro que está en el medio de la fil

superior se halla sin duda frente a urival de fuerza parecida a la suya, al qurespeta seriamente pero no teme muchoporque como él, tampoco se atreve



nteligente —¿y cómo no serlo si leyhasta aquí?— habrá comprendido ya estas alturas que las imágenes de loperros están colocadas en cierto ordeno sea que la agresividad aumenta dzquierda a derecha y el miedo aument

de arriba abajo.En los casos extremos es más fáci

nterpretar y predecir e

comportamiento, y hay toda seguridad dno equivocarse en el caso de abajo a lderecha: tanto miedo y tanta rabi

untos sólo pueden darse cuando eperro se encuentra muy cerca de uenemigo odiado pero muy temido y poalguna razón no puede huir . Solament



puedo concebir dos situaciones en qual cosa ocurra: o bien el perro est

amarrado al lugar, arrinconado o cogiden una trampa, o bien se trata de unperra que defiende su camada antcualquier enemigo que se acerque. S

acaso, podría admitirse un tercer casomuy romántico.

El de un perro particularmente fie

defendiendo a su amo, que yace herido gravemente enfermo. No es menos fácidecir lo que va a suceder

continuación: si el enemigo, popoderoso que sea, da un paso másdesencadenará el ataque desesperado reacción crítica de Hediger, de que y



hemos hablado.Lo que el lector versado en perro

acaba de hacer es exactamente lo quos etólogos como N. Tinbergen y J. vaersel llaman análisis de la

motivaciones. En principio, este análisi

se realiza en tres tiempos, que toman snformación de tres fuentes d

conocimiento. Primeramente, se trata d

apreciar lo mejor posible los estímulode diverso significado que contiene lsituación. ¿Tiene miedo mi perro de

otro, y en qué grado? ¿Lo odia, o bien lrespeta como a un amigo superior eedad o «jefe de la manada»? Y assucesivamente, planteándose la



preguntas del caso. En segundo lugar sntenta descomponer el movimient

observado en sus distintas partes. Enuestra ilustración vemos cómo lendencia a la fuga echa para atrás

hacia abajo las orejas y las comisura

de los labios, mientras que la tendencia la agresión alza el labio superior hace abrir la boca al perro, preparativo

ambos o «movimientos de intenciónconatos de movimiento) que precede

al mordisco. Estos movimiento

posiciones) son perfectamentsusceptibles de análisis cuantitativoPodría medirse su amplitud y afirmacon toda propiedad que tal perro tien



antos milímetros de miedo y tantos dcólera. En tercer lugar se calculan lapautas de comportamiento que sigue

os movimientos analizados. Si lopinión que hemos podido formamogracias a los análisis de la situación

de los movimientos es justa y el perrde arriba a la derecha apenas está sinenojado y apenas tiene miedo, e

movimiento expresivo representadendrá por consecuencia casi siempre e

ataque y casi nunca la fuga. Y si e

cierto que en el perro del medio, e), lfuria y el temor se juntan en partes más menos iguales, a ese ademán seguirá ea mitad de los casos la agresión y en l



otra mitad, la fuga. Tinbergen y sucolaboradores han realizado buenúmero de esos análisis de lamotivaciones de objetos apropiados principalmente de los movimientos damenaza de las gaviotas, y l

concordancia de sus conclusionesaunque procedentes de tres fuentes dnformación, demuestra la justeza d

esos resultados, fundados en una amplibase estadística.

Cuando se inicia a estudiante

óvenes, buenos conocedores de loanimales, en la técnica del análisis das motivaciones, con frecuenci

empiezan por sentirse decepcionados a



ortodoxos norteamericanos, que quiereexcluir de sus métodos la observaciódirecta del animal. Es una digna meritoria tarea la de abrir los ojos a estgente inteligente pero que no sabe ver demostrarles lo que hemos visto, d

forma que no les quede otro remedio qucreerlo, y que todo el mundo lo crea.

Por otra parte, el análisis estadístic

al vez nos haga reparar encongruencias que hasta ahora había

escapado a nuestra percepción (siempr

gestáltica) de las formas que, estanddestinada a descubrir leyes, siempre vas cosas algo más bellas y regulares do que en verdad son. La solución qu



nos ofrece para el problema suele teneel carácter de una hipótesis de trabajomuy «elegante» por cierto, perdemasiado simplificada. Y eprecisamente en el campo de lamotivaciones donde el análisis raciona

ogra con mucha frecuencia demostraos errores o las insuficiencias de l

percepción.

Los análisis de la motivación hastahora realizados estudian en su mayoparte las pautas de comportamiento e

cuya formación participan dos pulsionecompetidoras, y por lo general dos das «cuatro grandes»: hambre amor

huida y agresión. Dado el modest



estado actual de nuestros conocimientoses perfectamente legítimo escoger cooda intención los casos más sencillo

para el estudio del conflicto dpulsiones, del mismo modo que los hoclásicos de la etología tenían toda l

razón de ocuparse de preferencia en loanimales que estaban bajo la influencide una sola pulsión. Pero es necesari

convencerse de que incluso ecomportamiento en que sólo intervienedos pulsiones componentes es un cas

muy raro, apenas menos frecuente que edel comportamiento debido a la accióúnica, y libre de influencias, de un solnstinto.



Por eso conviene, cuando se buscun buen objeto, propio para hacer uanálisis exacto de las motivaciones que sea un excelente ejemplo, escogeun comportamiento del que se sabe cocierto grado de seguridad que sólo s

debe a dos pulsiones equivalentesMuchas veces, para alcanzar ese fisirve una treta técnica como la qu

empleó mi colaboradora Helga Fischecuando analizaba las motivaciones de lamenaza en el ganso silvestre. Resultab

mposible estudiar las interacciones dagresión y fuga en estado puro, podecirlo así, en el reducido hábitat dnuestros gansos, en el lago Ess, ya qu



en los movimientos de expresión destas aves se manifestaban también otramuchas motivaciones, sobre todsexuales. Ahora bien: observacionecasuales habían hecho ver que la voz da sexualidad se extingue casi del tod

cuando los gansos están en territoriextraño, en que más bien se conducecomo una cuadrilla que va de paso, mu

untos y temerosos, y en sus discordiasociales pueden observarse en formmucho más pura los efectos de los do

nstintos que se trataba de estudiar.Entonces mi colaboradora se dedica lograr mediante el adiestramiento poa comida que los gansos penetrara



cuando ella se lo «mandara» en uerritorio extranjero, situado fuera de la

cercas del terreno de nuestro instituto, allí comieran. Cada uno de los animalese podía reconocer individualmentmediante una combinación de colore

que llevaba en un anillo. Durante ciertiempo, Helga registraba e

comportamiento agresivo d

determinado animal, por lo general umacho, respecto de algunos de los otromiembros del grupo y tomaba nota d

odos los movimientos con quexpresaba la amenaza. Hacia años quconocía perfectamente por suobservaciones de aquella tropa cuál er



su jerarquía social, o sea la relación dfuerzas entre los distintos individuossobre todo los machos viejos de elevadcategoría; tenía, pues, una ocasiómagnífica de analizar exactamente lsituación. El análisis de lo

movimientos y el registro decomportamiento consiguiente los hacísirviéndose de la «tarjeta modelo

preparada por el artista del InstitutoHermann Kacher, según gran número dcasos de amenaza perfectament

registrados y fotografiados (fig. 4). Dacuerdo con la tarjeta, le bastaba dictarpor ejemplo: «Max le hace D a Hennesque se acercaba lentamente pastando



Hermes le contesta con E, y Max repliccon F». La amplia gama de loademanes de amenaza reproducidos ea serie de imágenes apenas hac

necesario dictar «D-E» o «K-L» pardesignar casos intermedios d

expresión.



FIG. 4

El análisis de la situación y el de lomovimientos, así como la observaciódel comportamiento subsiguientconcordaban perfectamente demostraron que los movimientodescritos en el cuadro por las líneas DF, G-I y J-L expresaban efectivamente e

nstinto agresivo y el de fuga. En las treseries, las imágenes de la izquierdrepresentan la agresión pura, mientra

que la tendencia a la fuga va aumentandde izquierda a derecha. La diferencientre las tres series se explica por e

hecho de que ambas impulsione



alcanzan su máximo de intensidad en laactitudes representadas en la serie darriba y su mínimo en la de abajo.

Incluso en estas condicionecabalmente ideales para el cultivo eestado puro de las dos clases d

motivaciones, a veces aparecíaactitudes visiblemente inexplicables poa combinación de ambas impulsione

nada más. Por los movimientoamenazantes A y B, en que el cuellapunta hacia arriba diagonalmente

sabemos que a ambos se superpone unercera motivación independiente, que ea de buscar el seguro con la cabezevantada. La diversidad de las do



series «A-C» y «D-F» en que en ambocasos está representado el temor sociaen aumento de izquierda a derecha comás o menos la misma agresividad, sdebe sin duda a las diferencias dntensidad de ambas pulsiones. E

cambio, con toda seguridad entra en laactitudes M a O otra motivación, dcarácter todavía indefinido.

De todos modos, es importante parel principio mismo del análisis de lamotivaciones que no hay otro medio d

determinar el número de variablendependientes implicadas más quratar de dar primero una explicació

con las menos variables que sea posible



e ir añadiendo otras a medida que vaysiendo necesario.

Como ya dijimos, es seguramentbuena estrategia de investigacióescoger para objeto de análisis de lamotivaciones casos en que, como e

anterior, sólo hay dos fuentes dmpulsión, pero aún en esa

circunstancias favorables debe siempr

vigilarse la posible aparición delementos motores que no se puedeexplicar por la competencia entre una

otra. Lo primero que es necesario sabeantes de pasar al análisis de lamotivaciones es el número y la especide todas las motivaciones qu



ntervienen en una pauta de movimientoAlgunos investigadores, como PWiepkema, se han dedicado últimament con éxito a resolver la cuestió

mediante la aplicación del métodexacto del análisis factorial.

Un hermoso ejemplo de análisis das motivaciones en que desde e

principio se tuvieron en cuenta tre

componentes principales es el qupresentó mi discípula Beatrice Oehleren su tesis de doctorado. Era objeto d

su estudio el comportamiento de algunocíclidos cuando se hallan en presenciuno de otro dos individuos que no sconocían. Escogió para ello especies e



que el macho y la hembra no sdistinguen prácticamente en nada en saspecto exterior y en que, por esa razóndos individuos desconocidos uno para eotro siempre dan muestras al encontrarsde un comportamiento simultáneament

motivado por las pulsiones de fugaagresión y sexualidad. Los movimientoprovocados por cada una de esas fuente

de impulsos son muy fáciles dreconocer por su diferente direccióespacial, aun con grados mínimos d

ntensidad. Todas las formas dmovimiento sexualmente motivadacavar el nido, limpiar la piedra d

freza, así como todos los movimiento



de desove y fecundación), se dirigehacia el suelo; los movimientos dhuida, siquiera poco marcados, sapartan del antagonista y en general vahacía arriba, hacia la superficie, y lomovimientos de agresión, a excepció

de algunos gestos de amenaza que ecierto modo tienen una «carga» de fugaapuntan al pez que tienen enfrente. Si s

conocen estas reglas generales, amén das motivaciones particulares de alguno

movimientos de expresión ritualizados

se pueden evaluar muy bien laproporciones en que los impulsos dichoson determinantes del comportamienten cada caso. Contribuye a facilitar l



area el que algunos de estos peceostentan diferentes colores o ediferente disposición según estén dhumor sexual, agresivo o fugitivo.

Consecuencia secundaria nesperada de este análisis de la

motivaciones fue un mecanismo d«reconocimiento» mutuo de cada sexpor el otro, que descubrió Beatric

Oehlert y que al parecer no sólo sencuentra en estos peces sino también eotros muchos vertebrados. Como en lo

cíclidos investigados no solamente sparecen hembra y macho en su aspectexterior sino también en sus pautas dmovimiento, incluso en las del act



sexual, el desove y la fecundación de lfreza, hasta en los menores detalles, erun misterio total hasta ahora el modo dcomportamiento que en estos animalempedía la unión de individuos de

mismo sexo. Ahora bien, una de la

facultades principales que se exigen aetólogo es la de observar la ausencia eeste o aquel grupo de animales de un

pauta de comportamiento muy difundidapor ejemplo el hecho de que las aves os reptiles no tienen esa coordinació

motriz que consiste en abrir la boca cuagrande es y al mismo tiempo inspiraprofundamente, que llamamos bostezarhecho taxonómicamente importante y qu



antes de Heinroth nadie habíobservado. Podrían citarse bastanteejemplos de casos semejantes.

El descubrimiento de que es lausencia de ciertas pautas dcomportamiento en el macho y la d

otras en la hembra lo que determina lformación de parejas de distinto sexo eos cíclidos denota una extraordinari

capacidad de observación. Los macho las hembras de estos peces s

distinguen por el diferente grado d

compatibilidad o miscibilidad de lares grandes fuentes de impulsiónagresión, huida y sexualidad. En emacho no se activan simultáneamente la



motivaciones de huida y de sexualidadSi el animal que tiene enfrente le inspirel menor temor, toda su sexualidad sanula. En la hembra tenemos la mismrelación entre agresión y sexualidad, cuando «respeta» a su pareja tan poc

que su agresividad no queda cabalmenteliminada, no puede reaccionasexualmente al macho; se transforma e

Brunilda y lo ataca con furia tanto mayocuanto más potencialmente estabdispuesta a las relaciones sexuales o se

más cerca se hallaba del desove por sestado ovárico y hormonal. En cambiagresión y sexualidad se llevan muy bieen el macho y es capaz de conducirs



con su novia del modo más villano perseguirla por todo el territorio sidejar por eso de ejecutar movimientosexuales y toda una gama dmovimientos mixtos. Por su parte, lhembra puede temer mucho al macho si

que eso le impida realizar las pautas dcomportamiento de motivación sexuaEs muy capaz de huir en serio de él y si

embargo ejecutar, cada vez que erústico le deja un respiro, movimientoamorosos sexualmente motivados. Esta

formas híbridas de fuga y sexualidad shan ritualizado incluso en esaceremonias tan corrientes que se suelecalificar de mojigatería o esquivez y qu



reconocimiento de los sexos o mutudentificación se halla en mucho

vertebrados, y desempeña importantpapel, incluso en el hombre. Es uejemplo impresionante de lamportantes funciones conservadoras d

a especie que puede tener la agresióen armónica acción recíproca con otramotivaciones. Son funciones de que n

podíamos hablar todavía en el capítulII, porque no sabíamos aún lo suficientde la lucha parlamentaria de lo

nstintos. Por otra parte nos da un bueejemplo de cuán diversas pueden ser larelaciones entre las «grandes

pulsiones, incluso entre machos



hembras de la misma especie. Domotivaciones que en un sexo apenas snhiben, se excluyen mutuamente en e

otro, como si las regulara una rígidreacción reversible «de vaivén».

Como ya dijimos, no siempre son lo

«cuatro grandes» los que dan lmotivación principal decomportamiento animal, y menos e

humano. Tampoco debe creerse que haysiempre entre esas «grandes» primigenias pulsiones y los instinto

filogenéticamente más recientes unrelación de dominancia en el sentido dque las primeras eliminan a losegundos. En muchas especies, so



mecanismos de comportamiento hart«modernos» sin duda los que dominan andividuo hasta el punto de que e

ciertas circunstancias se imponen odas las demás pulsiones, como po

ejemplo las pulsiones especiales qu

garantizan la duradera unidad del rebañen los animales sociales. Soproverbiales los carneros que siguen a

manso hasta el precipicio, como burrode reata, como suele decirse. El ganssilvestre que se queda sin su banda hac

odo cuanto puede por dar con ella, y empulso gregario puede inclussobreponerse a su instinto de fuga; evarias ocasiones han caído ganso



silvestres entre los nuestrodomesticados, muy cerca dhabitaciones humanas, ¡y se ha

quedado! Conociendo el espantadizhumor de los gansos silvestres se pueduno hacer una idea de cuán fuerte será e

ellos el «instinto gregario». Otro tantpuede afirmarse de muchos vertebradosuperiores, sociales, hasta de

chimpancé, de quien ha dicho con razóYerkes: «Un chimpancé no es ningúchimpancé».

Aun los movimientos instintivos qufilogenéticamente hablando «acaban dobtener» su autonomía por lritualización, tienen ya, como lo expus



en el capítulo anterior, voz y voto en egran parlamento de los instintos y ealgunas circunstancias pueden logramayoría de votos frente a todos lonstintos opuestos, como el hambre y e

amor. En los gritos de triunfo de lo

gansos descubrimos una ceremonia qudomina más que ninguna otra pulsión lvida de esas aves. Por otra parte hay

naturalmente, bastantes y aun muchomovimientos ritualizados que apenaacaban de conquistar su autonomí

respecto de su modelo no ritualizado cuya modesta influencia en ecomportamiento general se limita a qua coordinación de movimiento



«deseada» (como vimos en lnstigación del Tadorna ferruginea), e

algo preferida y con mayor frecuenciejecutada que otros movimientogualmente posibles.

Tenga el movimiento ritualizado l

voz «fuerte» o «débil» en el conciertde los instintos, de todos modos hace eextremo difícil cualquier análisis de la

motivaciones; y es que puede simular ucomportamiento debido a variapulsiones independientes. Dijimos en e

capítulo anterior que el movimientritualizado en que varios componentese funden para formar una unidareproduce o copia una serie d



movimientos no fijada por coordinacióhereditaria sino resultante del conflictde varias pulsiones, como vimos con lnstigación de la pata. Ahora bien, com

entonces decíamos, copia y originasuelen superponerse en un mism

movimiento, y entonces resulta mudifícil discernir qué se debe a lprimera y qué al segundo. Únicamente s

reconoce con claridad la entrada euego de una nueva variablndependiente cuando uno de lo

componentes primitivamentndependientes (en el ejemplo de lnstigación, la orientación hacia e

«enemigo» amenazado) se contrapone



a coordinación de movimientos fijadpor la ritualización.

La «danza en zig zag» degasterósteo macho (espinoso), en qupor cierto realizó Jan van Iersel eprimero de todos los análisis de la

motivaciones, ofrece un bonito ejemplde cómo un rito muy «débil» puede seuna tercera variable independiente

difícilmente observable, que sntroduzca en el conflicto de do

pulsiones «grandes». Vio Van Ierse

cómo esa extraña danza, que todgasterósteo macho sexualmente madur dueño de un territorio ejecuta ant

cualquier hembra que se acerca, y qu



hasta entonces se había considerado poeso sencillamente una danza «dcortejo», varía mucho de un caso a otroA veces es el «zig» en dirección de lhembra el más acentuado; a veces lo eel «zag», en sentido contrario. Cuand

este último caso está muy marcado se vclaramente que la orientación del zag ehacia el nido. En un caso extremo, e

macho que ve acercarse una hembrnada rápidamente hacia ella, frennmediatamente delante de ella, d

media vuelta (sobre todo cuando lhembra le presenta inmediatamente sgrueso vientre) y vuelve a la entrada denido, que muestra después a la hembr



mediante una ceremonia especiaacostándose de lado, para hacerle ver sflanco coloreado y su ojo brillante. Eel otro caso extremo, que se presentsobre todo cuando la hembra no estodavía lista para el desove, al prime

«zig» en dirección de ella no siguningún «zag», sino un ataque.

Estas observaciones hiciero

ustamente sacar la conclusión a Vaersel de que el «zig» hacia la hembr

era activado por la agresión y el «zag

hacia el nido por la pulsión sexual, ogró demostrar experimentalmente cuáacertado estaba en su hipótesis. Inventmétodos nuevos con cuya ayuda pud



medir exactamente la intensidad denstinto de agresión y del sexual en u

macho determinado: le presentaba usimulacro de rival, de tamaño estándar registraba la intensidad y la duració

de la reacción de combate. El impuls

sexual lo media ofreciendo al macho unhembra simulada que retirabsúbitamente al cabo de cierto tiempo. E

ales casos, el macho «descarga» spulsión sexual súbitamente bloqueadmediante una acción de cuidado de l

freza, echando agua fresca con sus aletaa los «huevos» o a los «pequeñuelosdel nido. La duración de este abanique«de desplazamiento» da una medid



bastante exacta de la motivación sexualAhora podía ya Van Iersel predecirapoyándose en tales mediciones, el carique tomaría la danza en zigzag de umacho dado. Y también podía calculapor la forma directamente observad

que tenía la danza los porcentajerelativos de participación de ambapulsiones y los resultados que daría

medidas ulteriores.Pero el que conoce las pautas d

movimiento ritualizadas y observa l

rítmica regularidad con que alternan lozig y los zag del gasterósteo, sospechque en esos movimientos debe haberademás de las dos grandes pulsione



componentes que los determinan, unercera pulsión, si bien más débi

porque una alternancia entre dompulsos opuestos que predominan cad

cual a su vez es difícil que tenga uritmo tan regular, a menos qu

ntervenga una coordinación dmovimientos producida por lritualización. Sin ella, la infinidad d

pequeños movimientos bruscos lanzadoen las diferentes direcciones del espacise siguen unos a otros en un

distribución irregular muy típica, quodos conocemos por haberla visto eos humanos en casos de irresolució

extremada. En cambio, el movimient



ritualizado siempre tiende, por larazones expuestas anteriormente a unrepetición rítmica de elementos motoreexactamente iguales para que sea mejoel efecto de las señales.

La sospecha de que podría habe

ntervención de la ritualización se haccertidumbre cuando vemos que el machdanzante, al hacer el «zag» parece

veces olvidar totalmente que estmovimiento, originado por el instintsexual, debería apuntar exactament

hacia el nido y describe en torno de lhembra una circunferencia estrelladamaravillosamente bella y regular, en quodos los zig se dirigen cabalmente a l



hembra y todos los zag se alejan de ellaAunque esta nueva coordinación dmovimientos sea visiblemente hartdébil, en su afán de hacer de los zig os zag un zigzag perfectamente ritmado

puede obrar como la lengüeta de un

balanza y hacer que alterneregularmente los efectos motores dambas motivaciones. Otro efect

mportante de la coordinación es qupuede, aunque su fuerza no sea mucha eotros aspectos, cambiar la orientació

en el espacio del movimiento básico, nritualizado, producido por otrompulsos. De esto ya vimos un ejempl

cuando tratábamos del prototipo clásic



de un rito, en la ceremonia dnstigación de la pata.



CAPÍTULO VIIPAUTAS DE

COMPORTAMIENTANÁLOGAS A LA

MORAL El quinto, no matar

En el capítulo V, al tratar de lritualización, intenté demostrar cóm

ese proceso, de causas todavía maconocidas, crea instintos totalmentnuevos, capaces de dictar al organismo que debe hacer con la mism



autoridad que cualquiera de lo«grandes», hambre, miedo, amor, cuymperio parecía exclusivo. En e

capítulo anterior, el VI, me empeñéarea aún más difícil, en exponer co

brevedad y sencillez, para que todos m

entendieran, cómo se desarrolla el juegde las acciones recíprocas entre lodiversos instintos autónomos, a qu

reglas obedece y cuáles son los métodoque, a pesar de algunas complicacionespermiten entender el mecanismo de la

pautas de comportamiento que se debea varias pulsiones en competencia.Tengo la esperanza, tal ve

nfundada, de que en ambos intento



ogré lo suficiente para poder ahora nsolamente hacer una síntesis de lo visten los dos últimos capítulos, sinaplicar los resultados a la cuestión quaquí nos ocupa, o sea la de cómo el ritconsigue lo que parecía imposible

mpedir que la agresión intraespecíficperjudique gravemente a lsupervivencia, sin por ello descarta

sus indispensables funciones por ebien de la especie. Esta condición es esí la respuesta a una pregunta que parec

natural, aunque desconozca pocompleto el carácter de la agresividad¿Por qué, en las especies en que hay unvida social ventajosa, no desaparece l



agresión? Es bastante claro que lafunciones de la agresión estudiadas en ecapítulo III no pueden ser abandonadas.

El problema que así se plantea a lodos grandes artífices de la evolución, lresuelven siempre del mismo modo. L

pulsión en general útil y aundispensable no cambia más para lo

casos especiales en que s

funcionamiento podría resultaperjudicial, hay un mecanismo dnhibición creado al efecto. Una vez má

se advierte la analogía con la evoluciócultural del hombre a lo largo de shistoria, y esta es la razón de que lo

mperativos más importantes de la le



mosaica y de todas las demás searohibiciones (Verbote) y n

mandamientos (Cebote) propiamentdichos. Más adelante veremos comayor detalle lo que aquí indicaremosolamente, a saber: que si el tab

rasmitido por la tradición y cumplidpor costumbre tiene algo que ver con lmoral razonable, en sentido kantiano

será únicamente para el inspiradegislador y no para los devoto

observadores y cumplidores. Al igua

que las inhibiciones instintivas y loritos, que impiden en los animales lamanifestaciones de comportamientasocial, el tabú crea un comportamient



que solamente en lo funcional es análogal comportamiento moral verdadero, que en todo lo demás está tan lejos de écomo el animal del hombre (o sea coma adquisición de reflejos condicionadoo está del pensamiento conceptua

racional). No obstante, el que ahondefectivamente en lo que estamos tratandno tiene más remedio que maravillars

cada vez que ve cómo esos mecanismoobligan a los animales a ucomportamiento desinteresado y cuy

único objetivo es el bien de lcomunidad… el mismo que a nosotronos impone la ley moral.

Un buen ejemplo de est



comportamiento análogo a la morahumana se advierte en los combates quse asemejan a los duelos entrestudiantes[2]. Toda la organización desos combates parece apuntar a lfunción más importante de la lucha entr

rivales, que es averiguar quién es el máfuerte, sin dejar muy menoscabado aadversario, el más débil. Como lo

orneos y el deporte tienen finesemejantes, estos combates ritualizadoo codificados entre animales dan

ncluso al profano, la impresión de alg«caballeresco» o del «juego limpiodeportivo.

Hay entre los cíclidos una especie



Cichlasoma biocellatum, que loaficionados norteamericanos habautizado por esa particularidad «JacDempsey», recordando aquel campeóde boxeo cuyo fair play fue proverbial.

Nos son bastante bien conocido

estos combates en los peces, y eespecial los procesos de ritualizacióque así transformaron los primitivos

destructores combates de esos animalesEn casi todos los teleósteos preceden acombate ademanes de amenaza que

como vimos anteriormente, siempre sdeben al conflicto entre el apremio dhuir y el de atacar. Entre ellos se hconvertido ya particularmente en un rit



especial el llamado «alarde de flanco» amenaza de costado. Primitivamentparece haber consistido en udespliegue de las aletas verticalesmotivado por el instinto de huida amismo tiempo que por el miedo, qu

produce un apartamiento del adversarioY como esos movimientos presentan este el aspecto más grande del cuerp

del pez, su exageración mímica, ascomo otras modificaciones morfológicade las aletas, produjeron es

mpresionante actitud de amenaza quofrecen de flanco los Betta splenden

siameses y otras especies bieconocidas por todos los acuariófilos.



En estrecha relación con estamenaza de flanco apareció en loeleósteos otro gesto de intimidació

muy difundido, que es el coletazo. Apartir de la actitud de flanco, el peentiesa el cuerpo y despliega la alet

caudal, y a continuación lanza edirección del adversario un vigoroscoletazo, que ciertamente no lo toc

nunca, pero sí envía a los receptorecorrespondientes que tiene en el costaduna onda de presión cuya intensidad l

nforma, sin duda con no menoexactitud que los contornos revelados ea amenaza de flanco, sobre la talla y l

fuerza del adversario.



Otra forma de amenaza se formó emuchos teleósteos y peces del génerperca a partir de una embestida de frentfrenada por el miedo. Los dos peceenfrentados se acercan lentamente el unal otro, con el cuerpo preparado e

forma de S, y enroscado como uresorte, listos para atacar. Por lo generaabren al mismo tiempo los opérculos d

as branquias o hinchan la membrana destas, lo cual corresponde al despliegude las aletas en la amenaza de flanco, y

que también hace aparecer ante aadversario una gran corpulenciaDurante la amenaza frontal, sucede veces que muchos peces tratan al mism



iempo de apresar entre sus dientes lboca que les presenta el adversario y dacuerdo con la situación conflictiva quda origen a la amenaza frontal, no satacan decidida y furiosamente, eembestida o como lanzándose a

abordaje, sino que siempre es eencuentro tímido y cohibido. Esta «luchcon la boca», se ha transformado e

algunas familias, como la de los peceaberinto, que son parientes lejanos das percas, y en los cíclidos, que son su

mejores prototipos, en pautaagonísticas ritualizadas en extremnteresantes. En ellas los rivale

«miden» literalmente sus fuerzas si



hacerse daño. Estos campeones tieneas mandíbulas protegidas por un

gruesa capa de cuero, difícil datravesar, y tiran con todas sus fuerzacada quien de las mandíbulas del otroAsí se desarrolla un forcejeo mu

parecido al Hosenwrangeln, deporte dos antiguos campesinos suizos, qu

podían durar horas enteras jalándose d

os pantalones cuando ambos justadoreeran de fuerza igual. Y entre los cíclido

equidens latifrons, de un hermos

color azul, una vez registramos uforcejeo de este tipo, entre dondividuos de fuerza bastante igual, qu

duró desde las ocho y medía de l



mañana hasta las dos y media de larde.

Este «jaloneo de boca», que ealgunas especies es más bie«estrujamiento», porque los peces sempujan en lugar de tirar uno del otro

procede, a mayor o menor distancia eel tiempo según la especie, del primitivcombate en serio. Entonces los peces s

ratan sin ninguna inhibición e intentapenetrar en el flanco no protegido deadversario y herirle lo má

profundamente que puedan. Eceremonial del duelo ritualizado, de lamenaza sin hacerse daño, seguido poel forcejeo destinado a medir las fuerza



era, pues, primitivamente el preludio acombate asesino destinado a hacer dañoPero un preludio tan minucioso tiene upapel extraordinariamente importantque desempeñar, puesto que proporcional rival poco fuerte la ocasión de deja

a palestra si ve a tiempo que no tienesperanzas de triunfar. De este modo srealiza la función (conservadora de l

especie) del encuentro entre dos rivalesque es la selección del más fuerte, sinecesidad de que haya ningún muerto, n

siquiera heridos. Solamente en el rarcaso de que los dos campeones sean dfuerza exactamente igual ha de lograrsa decisión derramando sangre.



La comparación entre las especieen que los combates rituales están máaltamente diferenciados y aquellas eque lo están menos, así como el estudide los grados de desarrollo que en lvida del individuo van del pez joven qu

ucha a como dé lugar al Dempsey duego limpio, nos da puntos d

referencia muy seguros para estudiar e

proceso evolutivo de los combaterituales. Se aprecian ante todo trecaminos independientes en es

evolución que lleva de la lucha libre sin reglas, a matar, hasta el caballerescritual del combate «limpio»; de estores caminos, solamente es uno (el má



mportante) el de la ritualización.El primer paso de este proces

evolutivo consiste, como ya apuntamosen la prolongación del tiempo quranscurre entre los ademane

amenazantes, cada vez más agresivos,

el momento de pasar a los hechodefinitivos. En las especies que luchapara hacerse daño, como por ejemplo e

cíclido de Cafsa ( Haplochromimulticolor ), las diferentes fases de lamenaza (extensión de las aletas, alard

de flanco, inflamiento de las mandíbula medir fuerzas) sólo duran unosegundos, e inmediatamente despuévienen los primeros topetazos al flanc



hasta varios minutos, antes de pasar asiguiente.

Son posibles dos explicacionefisiológicas de este estricto ordeemporal. La primera es que los valoreiminales de la excitación a qu

responden una tras otra, a medida que lfuria crece, las diferentes pautas dmovimiento, están más espaciados, d

modo que siguen en el mismo ordendependientemente de los altibajos da cólera. Pero también puede ser qu

algo detenga el aumento de la excitació que obligue a esta a seguir una curvascendente regular, menos empinadaHay razones, que nos llevarían mu



ejos si aquí las examináramos, en favode la primera de estas dos hipótesis.

Cuanto más duran los diferentemovimientos de amenaza, más sritualizan; y como ya vimoanteriormente, esto conduce

exageraciones mímicas, repeticionerítmicas y aparición de formas y coloreque acentúan ópticamente e

movimiento: aletas más grandes, ddiseño multicolor, visibles solamente aser desplegadas; llamativos ocelos e

os opérculos o la membrana de labranquias, que aparecen en la amenazfrontal; y otros efectos dramáticosemejantes. El combate ritual es uno d



os más atractivos espectáculos quofrece el estudio del comportamiento eos animales superiores. El esplendor dos colores que la excitación enciende

el tranquilo ritmo de los ademanes y lsoberbia fuerza de los dos rivales cas

harían olvidar que se trata de ucombate real y no de un espectáculpuramente artístico.

Finalmente, el tercer proceso, qucontribuye esencialmente a trasmutar epeligroso combate en serio en la nobl

emulación del combate por el honorritualizado, no tiene menos importancipara nuestro asunto que la ritualizaciónpuesto que produce mecanismo



fisiológicos particulares dcomportamiento que inhiben lo

movimientos agresivos dañinos

Veamos unos ejemplos:Cuando dos «Jack Dempsey» se ha

amenazado bastante de flanco y

coletazos, es fácil que uno de ellos estdispuesto unos segundos antes que eotro a pasar al jaloneo de mandíbulas

Entonces abandona su posición dflanco y se abalanza con la boca abiertcontra su adversario, que por su part

sigue en la fase anterior de la amenazde costado y por lo tanto ofrece sflanco descubierto a los dientes del quavanza. Pero este jamás aprovecha s



ventaja y siempre se detiene antes dque sus dientes toquen la piel del otro.

Mi amigo el difunto Horst Siewerdescribió y filmó una escena muparecida que se desarrolla entre gamosLa lucha es aquí entre cornamentas,

altamente ritualizada; los machos chocasus candiles, los enganchan y despuéos agitan de acá para allá de modo mu

particular; pero antes hay también ualarde de flanco, durante el cual ambocaminan lentamente uno junto al otro

nclinando y levantando la cabeza paragitar sus grandes cuernas. De repenteos dos se detienen como si les hubiera

dado una orden, giran uno hacia el otr



describiendo un ángulo recto y bajan lcabeza de modo que las cornamentachocan cerca del suelo y se enredanViene después una lucha inofensiva eque, exactamente igual que en los JacDempsey, gana el que aguante má

iempo. También puede suceder entre logamos que uno de los contendientequiera antes que el otro pasar a l

segunda fase del combate y que toqucon su arma el costado inerme del rivacosa que podría ser muy peligrosa dado

a amplitud y pesadez de la cornament lo agudo de los candiles. Pero aún másúbita que la parada del cíclido es la degamo, quien al levantar la cabeza v



cómo su adversario, sin darse cuenta dnada, prosigue con su solemne marcha a le ha adelantado varios metros

Entonces trota para alcanzarlo y vuelva ponerse junto a él como antesmoviendo la cabeza y siguiendo su paso

hasta el momento en que ambos a unaesta vez bien sincronizados sumovimientos, pasan al forcejeo con la

cuernas.Hay en los vertebrados superiore

nnumerables mecanismos de inhibició

semejantes, destinados a impedir que econgénere sufra daño. A vecedesempeñan un papel esencial inclusallí donde el observador de



comportamiento animal, por ser humanono podría sospechar que hubiera unagresión y que fuera necesaricontenerla mediante algún mecanismespecial. Por ejemplo, podría parecerluna paradoja a quien cree en lo

nstintos «infalibles y todopoderosos» eque sean necesarias inhibicioneespeciales para impedir que las hembra

de los animales se vuelvan agresivacontra sus propios hijos, sobre todo lomuy pequeños o apenas salidos de

cascarón.La verdad es que esos mecanismoespeciales inhibidores de la agresióson muy necesarios; porque el anima



padre o madre, cuidador de su progeniha de ser particularmente agresivcontra cualquier ser vivo cuando tienpequeñuelos. La hembra de ave qucuida su pollada debe atacar quienquiera se acerque al nido, por poc

que sea capaz de hacerle frente. Unpava debe estar siempre dispuestamientras está en el nido con sus huevos

a atacar con todas sus fuerzas cualquieratón, rata, tejón, corneja, urraca que se acerque, y aun a sus congéneres

porque el propio pavo enojón y rudo, bien otra pava en busca de nido son casan peligrosos para la prole como lo

enemigos predadores. Y ha de se



ógicamente tanto más agresiva cuantmás cerca esté la amenaza del centro dsu mundo, o sea del nido. Solamentdebe respetar a su propio polluelrecién salido del cascarón, aunque eese momento precisamente esté ella e

o más fuerte de su agresividad. Comobservaron mis colaboradores Wolfgan Margret Schleidt, esa inhibición s

desencadenan en la pava solamente pomedios acústicos. Con el fin de estudiaciertas reacciones del macho a lo

estímulos acústicos habían dejadsordos, operándolos, a unos cuantopavos. La operación sólo puedpracticarse cuando el polluelo est



recién nacido, y entonces es difícidistinguir los sexos, por eso entre losordos había también algunas hembrasComo no servían para otra cosa, lautilizaron en experimentos sobre lfunción del comportamiento drespuesta, que tiene un papel esencial eas relaciones entre madre e hijo

Sabemos, por ejemplo, de los ganso

silvestres recién nacidos que consideramadre cualquier objeto que respondcon sonoridad su «pío pío de abandono

o de «desamparo», Los Schleidquisieron dar a aquellos pavipollooportunidad de elegir entre una pava ques responderla adecuadamente y un



sorda, que lanzarla sus llamadas al azarsin reaccionar al pío pío depequeñuelo.

El experimento dio, como suelsuceder en etnología, un resultadnesperado y mucho más interesante d

o que los investigadores se proponíanLas pavas sordas incubabanormalmente, así como normal habí

sido antes su comportamiento social sexual. Pero al nacer los polluelos, ecomportamiento maternal result

perturbador de modo altamentmpresionante en aquellas pavas, que lomataron inmediatamente a picotazos simás proceso. Cuando a una pava sorda



que ha incubado debidamente huevoartificiales y que por eso deberla estadispuesta a aceptar pavipollos, se lpresenta uno de un día, no reacciona enada como una madre, ni emite sonidode la llamada maternal, y en cuanto e

pequeñuelo se le acerca, incluso varios metros de distancia, eriza suplumas en ademán de defensa, resopl

furiosa y picotea al pavipollo, cuanto liene al alcance de su pico, lo más fuert

que puede. A menos de suponer que l

pava no solamente quedó sorda por loperación sino también menoscabada eotras facultades, este comportamiento niene más que una explicación: que l



madre no tiene la menor informaciónnata acerca de cómo será su hijo en s

aspecto exterior. Ella reparte picotazoa quien se mueva cerca del nido y no sean grande como para hacer qu

predomine el instinto de huida sobre e

de agresión. Solamente el piar depolluelo puede, con su manifestaciósonora, desencadenar s

comportamiento maternal e inhibir lagresión.

Experimentos ulteriores con pava

normales, que oían, confirmaron lacertado de esta interpretación. Si sacerca a la pava incubante un pollueldisecado de aspecto perfectament



natural movido con un alambre, lpicotea igual que la pava sorda. Pero smediante un pequeño micrófonncorporado al simulacro se hace oír e

píopío de un pavipollo «que llora»grabado en cinta, el ataque ces

nmediatamente. Es evidente lntervención de una inhibición tan fuert

como la que vimos en los cíclidos o e

os gamos. Entonces, la pava se pone emitir los típicos sonidos orientadoreque equivalen en la pava al cacareo d

a gallina doméstica.Una pava sin experiencia, quncuba por primera vez ataca tod

cuanto se mueve cerca del nido ya se



de un tamaño comprendido entre el duna musaraña y el de un gato grandePero no «sabe», de nacimiento, quaspecto tienen en particular los animalede presa que debe rechazar. Y no hiercon mayor violencia que al simulacro d

pavipollo, a la comadreja o al hámstedorado que le presenten siacompañamiento sonoro; por otra part

está dispuesta a tratar a estos doanimales maternalmente si se los hacepasar como buenos pavipollos mediant

un altavoz incorporado y una cintgrabada. Es verdaderamentmpresionante ver cómo la pava qu

acaba de picotear furiosamente u



pavipollo presentado en silencio spone toda tierna y acoge maternalmentbajo sus alas, sin sospechar ecambiazo, al tejoncillo que parece piacomo es debido.

El único carácter que parec

reforzar de un modo innato la reacciócontra el enemigo del nido es uncontextura superficial peluda o lanuda

Por lo menos nuestras primeraexperiencias nos dieron la impresión dque los simulacros hechos con algun

piel eran más capaces de desencadenafuertes reacciones que los lisos. Ahorbien, el pavipollo que tiene naturalmentsu tamaño propio y se mueve cerca de



nido posee además una pelliza dplumón y no tiene más remedio quprovocar continuamente en su madrpautas de comportamiento defensor denido, que el polluelo debe contrarrestamediante un continuo piar a fin d

mpedir el infanticidio. Esto es así poo menos en las pavas primerizas, quodavía no tienen idea del aspecto qu

presentan sus hijos, porque mediante eaprendizaje individual pronto cambia ecomportamiento.

Este comportamiento «maternalextrañamente ambiguo de la pava nodebería hacer pensar. Es visible que eella no hay nada que se pueda califica



de «instinto maternal» ni de «solicitupor la progenitura»; ni siquiera u«esquema innato de reconocimiento dos hijos». El debido tratamiento d

estos en el sentido de la conservación da especie es más bien función d

multitud de pautas de movimientoreacciones e inhibiciones filogenéticasorganizados por los grandes artífices, d

modo que, supuestas las condicionenormales del medio, el sistema en sconjunto funcione «como si» el anima

de que se trate supiera lo que ha dhacer en interés de la supervivencia da especie y de sus individuos. Ta

sistema es ya lo que comúnment



lamaríamos «instinto», que en el casde nuestra pava se podría calificar dnstinto del cuidado de la prole. Per

este concepto, aun entendido del modarriba dicho, puede inducimos a erroporque no es un sistema completo

cerrado el que realiza las funciones qudeterminan el concepto, sino que en sorganización están integrados impulso

cuyas funciones son enteramentdistintas, como las de la agresión y lomecanismos receptores que l

desencadenan. El echo de que la pava senoje mucho porque el pavipollvelludito vaya y venga por el nido no eademás de ningún modo un efect



secundario indeseable, y más bien emuy útil para la defensa de lprogenitura el que la madre se ponga dhumor agresivo a la vista de sus hijos sobre todo del vello que los recubreHay la seguridad total de que a ellos n

os atacará por la inhibición que en ellprovoca su piar y entonces lo natural eque tenga tendencia a descargar s

cólera en el primer ser vivo que sacerque. La única organizacióespecífica que solamente entra e

función en este sistema dcomportamiento es esa reactividaselectiva al piar de los polluelos, qunhibe la agresión a picotazos.



El hecho, pues, de que las madres nhagan daño a sus pequeñuelos en laespecies cuidadoras de su progenie nse debe a una ley natural evidente en s en cada caso es necesaria unnhibición especial, como la qu

acabamos de ver en la pava. De ellsaben algo los guardianes de zoológic los que crían conejos o animales d

peletería y podrían decimos cómo emenor trastorno, fútil en aparienciabasta para bloquear esos mecanismo

nhibidores. Yo sé de un caso en que uavión se desvió por la niebla de srumbo normal y pasó por encima de ucriadero de zorros plateados, cosa qu



bastó para que todas las zorras scomieran a sus hijitos.

En muchos vertebrados que ncuidan sus pequeñuelos, y en otros qusólo los cuidan por un tiempo, loóvenes son muy pronto, y a vece

mucho antes de haber logrado su tamañdefinitivo, tan diestros, casi tan fuertes —ya que de todos modos en esa

especies no es muy grande la capacidade aprender— casi tan inteligentes comos adultos. Por ello no están mu

necesitados de protección y sucongéneres de mayor edad sueleratarlos con muy pocos miramientos

Muy diferente sucede con los animale



más altamente organizados, en que eaprendizaje y la experiencia individuadesempeñan un gran papel, y la tutelparental debe en ellos durar más, porqua «escuela de la vida» lleva muchiempo a los hijos. Muchos biólogos

sociólogos han señalado ya la estrechrelación existente entre capacidad daprender y duración de los cuidado

parentales.Un perro, un lobo o un cuervo qu

ienen ya su talla definitiva (pero no s

peso), es un individuo patoso desgarbado que sería totalmente incapade defenderse lo más mínimo frente a uataque serio de un congénere mayor d



edad y aún menos de escapar huyendrápidamente. Podría pensarse que eestas especies y otras semejantes eparticularmente necesaria la capacidade huir rápidamente, ya que los jóvenese hallan indefensos no sólo frente a l

agresión intraespecífica de sucongéneres sino también frente a todaas acciones que estos, grande

carnívoros, ejecutan para procurarse lapresas. Sin embargo, el canibalismo everdaderamente muy raro entre lo

vertebrados de sangre caliente. En lomamíferos, el motivo principal es quos congéneres sin duda «no les sabe

bien» como lo vieron los exploradore



polares cuando quisieron alimentar a loperros que les quedaban con la carne dos que habían muerto o de los qu

mataron para el caso. Solamente laaves de presa propiamente dichas, principalmente los buitres, matan

veces a un congénere en cautividadpero yo no sé de ningún caso en que shaya observado algo semejante entr

animales en libertad, aunque se ignorqué inhibiciones operan en estos casos.

Mucho más peligroso que todas la

entaciones del canibalismo para loanimales grandes pero todavía torpes eas especies de aves y mamíferos de qu

estamos tratando es sin duda e



comportamiento agresivo de los adultosus mayores. Contra ese peligro hay unserie de mecanismos de inhibicióestrictamente regulados y en gran partodavía sin explorar. Con una excepción

que es el mecanismo de

comportamiento del nicticórax o garznocturna en su sociedad sin amor. Fácide analizar, le dedicaremos un capitulit

más adelante. Los jóvenes, cuando ypueden volar, tienen la posibilidad dseguir en la colonia, aunque dentro d

os límites reducidos de esta, cada ramde árbol es objeto de encarnizadcompetencia entre los habitantes deerritorio. Mientras el nícticórax jove



ndividualmente. Lo que sí eperfectamente seguro es que se conoceunos a otros los jóvenes de un mismnido. Así como el nicticórax viejo huyasustado ante el asalto de sus hijocuando no está de humor d

alimentarlos, huye de los jóveneextraños sin pensar en perjudicarlosSabemos de muchos animales que tiene

un comportamiento semejante: la actitunfantil impide la agresióntraespecífica.

Un mecanismo aún más sencillpermite al nicticórax joven, yndependiente pero todavía incapaz d

medirse en combate con el adulto



adquirir un pequeño territorio propidentro de los límites de la colonia. Eoven que lleva casi durante tres años s

plumaje juvenil rayado no desencadenuna agresividad tan viva en los adultocomo la que desencadenaría el brillant

plumaje nupcial de estos. Tal cosa tienpor consecuencia un hecho interesanteque pude observar en repetida

ocasiones en la colonia que esas aveenían en Altenberg, donde incubaban eibertad: un nícticórax joven se posa si

objetivo definido en un punto de lcolonia, que por suerte no es el centrode un territorio siempre muy defendidomás bien las inmediaciones del nid



donde tiene sus crías un adulto. De todomodos, no deja de molestar a algúvecino, que se acerca amenazante, poca poco, en la actitud característica destos animales. Al hacerlo no tiene máremedio que tocar el territorio de otr

pareja que por allí está criando, y comsu traje y apostura amenazadora suscitamás agresividad que el jovenzuelo, qu

está inmóvil y asustado, los vecinos lemprenden con él cuando pasan acontraataque, y dejan al joven en paz. E

frecuente que la pelea se desarrolle mucerca de este, y así involuntariamente lprotegen. A eso se debe que los jóveneque todavía no tienen el plumaj



definitivo se instalen siempre entr

erritorios ya ocupados por aveavecindadas y dedicadas a su cría, euna zona bien demarcada, donde locolores del adulto desencadenan eataque, pero no los del joven.

Menos fácil de aclarar es emecanismo inhibidor que impidnfaliblemente a los perros adultos d

odas las razas europeas morder en seriperrillos de siete u ocho meses de edadEntre los perros esquimales d

Groenlandia, esta inhibición es mádébil y se limita, como observTinbergen, a los perros jóvenes de spropia jauría, y no a los de las otras. E



posible que así suceda también con loobos. Lo que no es fácil de explicars

es en qué reconocen estos animales a loóvenes de su especie. En todo caso, eamaño no tiene ninguna importancia. U

foxterrier adulto, que es muy pequeñ

pero de malísimo genio, es tan amable de agresividad tan inhibida con un SaBernardo joven pero enorme, que l

molesta terriblemente con sunvitaciones al juego, como con u

perrillo igualmente joven de su mism

raza. Los caracteres esencialenhibidores están probablemente en ecomportamiento del perrillo joven, quizá también en su olor. Nos sugier



esto último el modo que tiene el jovede casi diríamos pedir al adulto uexamen olfativo: en cuanto lproximidad de un adulto le parecpeligrosa se echa de espaldas y presentsu vientre todavía sin pelos d

ovenzuelo perruno al otro, expeliendademás un par de gotas de orina, que eadulto olfatea rápidamente. Aún má

nteresantes y misteriosos que esanhibiciones que protegen a los jóveneorpes, apenas adultos, son lo

mecanismos de comportamiento qunhiben la agresión en el caso dconducta nada «caballerosa» con el sex«débil». En las moscas danzantes, cuy



comportamiento vimos anteriormente, eas mantis religiosas y en otros muchonsectos, incluso no pocas arañas, la

hembras representan, como es sabido, esexo fuerte. Y son necesarios ciertomecanismos etnológicos para impedi

que el feliz desposado sea devoradantes de tiempo. Es bien sabido, poejemplo, que la mantis religiosa sabore

con buen apetito la parte delantera demacho, mientras la parte posteriorealiza tranquilamente la gran obra de l

fecundación. No son sin embargo estos casoraros los que aquí han de ocupamossino las inhibiciones que en tantas ave



tantos mamíferos, y también entre lohumanos, dificultan y aun imposibilitael que el macho pegue a la hembra, sedoncella o matrona. Debemos decir qua máxima esa de que «no debe pegars

a una mujer ni con una flor» tiene un

validez limitada en lo que concierne ahombre. El humor berlinés, que gusta dponer pequeñas pinceladas macabras

a bondad que le sirve de base, cuentaquello de cómo la señora regaña acaballeroso defensor que le ha salid

cuando su marido le estabadministrando una buena tanda de palos«¿Y a usted qué le importa, si mmaridito me pega?». Pero entre lo



animales hay buen número de especieen que en condiciones normales, o seno patológicas, jamás ataca el machseriamente a la hembra.

Tal sucede, por ejemplo, con eperro y sin duda asimismo con el lobo

Yo no me fiaría de un perro qumordiera a las perras, y aconsejaría a sdueño la mayor vigilancia, sobre tod

eniendo niños en la casa. Sin duda esrudo animal no tiene bien lanhibiciones sociales. Una vez quis

casar a mi perra Stasi con un gran lobsiberiano, y ella se puso loca de celoporque yo jugaba con él, y lo atacó eserio. Pero el lobo, ante aquella furi



pelirroja espumajeante no hizo más qupresentar a sus mordiscos su enormhombro gris, que era menos sensiblenhibiciones tan absolutas como esta s

hallan en muchos pájaros como epinzón real y en algunos reptiles incluso

como por ejemplo el lagarto verde desur de Europa.

En los machos de estas especie

desencadena el comportamientagresivo el traje de gala del rival, sobrodo su espléndida garganta de azu

ultramar y el color verde esmeralda qucubre el resto de su cuerpo y que le dnombre a la especie. En cambio, lnhibición que impide morder a la



hembras se desencadena al parecer pocaracteres olfativos. Así lo vimos GKitler y un servidor aplicando hurtadillas con lápices de color un verdmacho a la esposa de nuestro graagarto verde. En cuanto volvió a s

recinto al aire libre, y claro estágnorando el aspecto que le habíamo

dado, corrió directamente al territori

de su marido. En cuanto la vio, este sabalanzó furioso hacia el que suponímacho intruso y abrió la boca cua

grande era para morderlo. Pero al oleel cuerpo de la dama pintada paró eseco, y tanto que perdió el equilibrio dio una voltereta por encima de s



de un modo desvergonzado y altaneroPero, cosa bastante enigmática, es todo contrario. Las grandes y agresiva

hembras del lagarto verde, que se trabaen feroces combates con sus hermanasse humillan ante el más joven y débil d

os machitos, aunque apenas pese lercera parte que ellas y su masculinida

se manifieste tan sólo por un asomo d

coloración azul en la gargantaequivalente al bozo o a los cuatro peloque asoman en la barba del colegia

Echadas, levantan las dos patadelanteras y golpean con ellas el suelcomo si quisieran tocar el piano. Es estun ademán de sumisión común a toda



as lagartas y Kramer lo denominTreteln (pateamiento, pataleo). Laperras también, sobre todo las de razaparecidas al lobo gris, demuestran a smacho una veneración casi igual a la quienen por su amo humano, aun cuand

aquel jamás las haya mordido nmaltratado de ninguna otra manera qudemuestre su superioridad. Esta

relaciones jerárquicas soparticularmente extrañas ncomprensibles en ciertos pajarillos d

a conocida familia de los carduélidos, a cual pertenecen el lugano, el jilgueroel pinzón, el verderón y otros muchosentre ellos el canario.



En el verderón (Carduelis chloris)por ejemplo, según las observaciones dR. Hinde, durante el tiempo de lreproducción la hembra es superior amacho, y en todo el resto del año le estsubordinada. Por lo menos es l

conclusión a que se llega viendo quiépicotea a quién. Pero en el pinzón reaPyrrhula pyrrhula), muy bien conocid

gracias a los estudios de J. Nicolai, slegaría (al hacer las misma

observaciones) a la conclusión de qu

en esta especie, en que las parejas viveuntas muchos años, la hembra edefinitivamente superior al macho. Lhembra del pinzón real es siempre u



poco agresiva, no es raro que dpicotazos a su marido, e incluso en lceremonia denominada «flirteo con epico», con que ella lo saluda, entrmucho de agresión, siquierestrictamente ritualizada. En cambio, e

macho nunca picotea a su esposa, y si suzgara exclusivamente de la jerarquí

conyugal por el orden de picoteo

resultaría que la hembra era claramentsuperior al macho. Pero examinada lcuestión con mayor detenimiento, result

o contrario. Cuando la hembra da upicotazo real, la actitud de este no es dsometimiento ni de miedo, sino dalarde sexual, y aun de ternura. Lo



picotazos de la hembra no le ponen econdición de inferioridad jerárquicasino todo lo contrario. Su pasividad, smodo de aguantar los golpes sin ponersagresivo y sobre todo sin perder salante sexual, tiene un efect

«impositivo» impresionante, visiblemente no sólo para el observadohumano.

De modo muy semejante scomportan los machos de perro o lobante los ataques de sus hembras, aunqu

vayan perfectamente en serio, como eel caso de Stasi. El ritual impide aperro o al lobo devolver los mordiscos debe recibirlos poniendo «car



amable», con las orejas altas hacia atrá la frente imperturbablemente lisa. Hay

que sonreír . La única defensa que hvisto en casos tales —y es significativque la mencione Jack London en snovela White Fang (Colmillo Blanco)—

consiste en despedir lateralmente coos cuartos traseros a la agresora, lo qu

puede resultar en extremo «esquivo»

sobre todo si se trata de un perro mupesado, cuando sin perder la sonrisanza a varios metros de allí a un perr

que lo ataca regañona.Seguramente no prestamos a laesposas de los perros y los pinzonesentimientos demasiado humanos s



decimos que no deja de impresionarlaa actitud de pasiva aceptación de su

agresiones por parte del cónyuge. Es uprincipio general que la impasibilidasiempre impresiona hondamente, y así lpude observar repetidas veces en lo

agartijos. Durante sus combaterituales, maravillosamente codificadoscada uno de los machos presenta al otr

en postura «imponente» la cabezafuertemente protegida, hasta que uno dos dos acaba por agarrar la testa de s

adversario, y tras breve lucha la deja espera, para que el otro pueda a su veagarrarle la suya. En los duelistas dfuerza equivalente se producen mucho



episodios semejantes hasta que uno dos dos, ileso pero agotado, abandona liza. Ahora bien, en los lagartos, com

en otros muchos animales de sangre fríaos ejemplares más pequeños s

calientan más pronto que los grandes, e

decir, que una emoción nueva crece eellos más aprisa que en sus congéneremás grandes y de mayor edad. Esto tien

por consecuencia que en los combaterituales de las lagartijas sea cassiempre el más pequeño de los do

combatientes el que primero agarre lcabeza del otro por detrás y la zarandeeCuando es mucha la diferencia damaño puede suceder que el primero e



apresar con los dientes la cabeza decontrincante no espere, después dsoltarla, que el mayor conteste con smordisco sino que inmediatamente spone a «patalear» o sea a hacer el gestde sumisión arriba descrito, y

continuación se da a la fuga. Lresistencia puramente pasiva de scontrario ha bastado, pues, par

convencerle de su superioridad.Este cómico proceso me recuerd

siempre una escena de Chaplin

olvidada hace mucho: «Charlot» sacerca por detrás, pasito a pasito, con ugran garrote en la mano a su gigantescrival y le propina un garrotazo en l



como otros muchos modos dcomportamiento aparentementdesinteresados y caballerosos dehombre y el animal, no sólo son unobligación social sino al mismo tiempun privilegio reservado al individuo d

condición superior. En el fondo, caduno de los cónyuges preferiría alimentaa ser alimentado, en virtud del principi

de que «vale más dar que recibir», o sse trata de alimento regurgitado, «valmás devolver que tomar». En caso

favorables puede observarse con todclaridad cómo es necesario un pequeñdebate sobre la precedencia preeminencia entre los cónyuges par



decidir quién dará de comer al otro, quién tendrá el papel, menos codiciadodel tierno infante que abre el pico parrecibir el alimento.

Cuando Nicolai reunió, tras largseparación, una parejita de Serinu

africanos, los leucopygius, los doesposos se reconocieron al punto volaron alegremente el uno hacia el otro

Era visible que la hembra habíolvidado la relación jerárquica que tenícon el macho anteriormente, pues d

nmediato se dispuso a regurgitaalimento para dar de comer a su parejaPero como este hacía otro tanto por sparte, hubo una pequeña discusión, qu



ganó el macho: en adelante, la hembrno intentó alimentarlo, sino que era ellquien pedía el alimento. Entre lopinzones, que duran juntos todo el añosucede a veces que el macho empiece mudar antes que la hembra, con lo cua

cae en un nivel mínimo de ambiciósexual y social, mientras su esposa estodavía en buenas condiciones en ambo

respectos. En este caso, que se da cobastante frecuencia incluso econdiciones naturales, así como en e

más raro en que el macho pierda spreeminencia por razones patológicasse invierte la entrega de alimento y es lhembra la que da de comer al espos



debilitado. Para el observador dmentalidad antropomorfa resultconmovedor que la esposa cuide así dsu pareja menoscabada, pero estnterpretación es errónea, como s

desprende de lo que llevamos dicho, y

que lo mismo lo hubiera alimentaddesde el principio si no se lo hubierampedido las relaciones jerárquicas.

La preeminencia social de la hembrentre los pinzones o los cánidos no espues, más que una apariencia y se debe

a «caballerosa» inhibición que impida los machos pegar a sus esposasComparando las costumbres humanacon los rituales animales se observa u



comportamiento formalmente análogentre los hombres de las culturaoccidentales. Incluso en los EstadoUnidos, donde la mujer es reina, ehombre verdaderamente sumiso no emuy apreciado. Lo que se pide a

hombre ideal es que, a pesar de senorme superioridad material espiritual, se someta a los caprichitos d

su mujer en virtud de las leyeritualmente reglamentadas. Pardesignar al hombre verdaderament

sumiso hay una expresión sacada decomportamiento animal: «hen-pecked»o sea picoteado por la gallina. Con lmetáfora se indica cuán anormal es l



sumisión masculina, ya que un gallo dverdad no se deja picotear por ningungallina, ni siquiera por su favorita. Poo demás, los gallos tampoco tienen lnhibición que impide pegar a l

hembra.

La inhibición más fuerte es la qumpide al hámster europeo morder a la

hembras de su especie. Es posible qu

enga una importancia especial en estoroedores porque en ellos el macho pesmucho más que la hembra, y sus largo

ncisivos pueden infligir heridas mugraves. Si durante el breve periodo deapareamiento penetra un macho en eerritorio de una hembra, es necesari



cierto tiempo, como lo ha establecidEibl-Eibesfeldt, para que los dosolitarios empedernidos se acostumbreuno al otro y la hembra soporte eacercamiento del aspirante. Durante estperíodo, y sólo entonces, se muestra l

señora hámster tímida y cohibida ante emacho. En cualquier otro momento euna furia desencadenada, que lo muerd

sin la menor vacilación. Si se quiercriar estos animales en cautividad enecesario separarlos inmediatament

después del acoplamiento; si no, emacho aparecerá cadáver.Tres hechos del comportamiento de

hámster son característicos de lo



mecanismos inhibidores de la muerte as heridas graves, y merecen que no

ocupemos más ampliamente de ellos: eprimer lugar está la relación entre lefectividad del armamento de unespecie zoológica y las inhibiciones qu

mpiden emplear esa arma contra sucongéneres. En segundo lugar, hay ritocuya finalidad es hacer funciona

precisamente esos mecanismos dnhibición en los congéneres agresivos

Y en tercer lugar, no se puede tener un

seguridad total en esas inhibiciones, qua veces fallan.En otra parte ( El anillo del rey

Salomón), he expuesto ampliament



cómo esas inhibiciones que impiden emenoscabo o la muerte de un congénerdeben ser más fuertes y seguras en laespecies de cazadores profesionalescon un armamento suficiente para matacon rapidez y eficacia presas grandes,

que además viven en grupos sociales. Eos carnívoros solitarios, como mucho

felinos y algunas martas o garduñas

basta con que la excitación sexuaprovoque una inhibición temporal de lagresividad y de la actividad cinegética

que dure lo suficiente para permitir lunión sin peligro de los sexos. Pero eas fieras carniceras que cazan animale

grandes y viven continuamente e



sociedad, como los lobos o los leonesson necesarios mecanismos dnhibición muy seguros y d

funcionamiento constantecompletamente independientes y que nvaríen según el humor de los individuos

De ahí la impresionante paradoja de quas fieras más sangrientas, y sobre tod

el lobo, que Dante llama bestia senz

ace, sean de los seres que tengan lamás seguras inhibiciones del mundcontra el asesinato. Cuando mis nieto

uegan con otros niños de la mismedad, es necesaria la vigilancia de uadulto. Pero se les puede dejar solocon la mayor tranquilidad en compañí



de nuestros grandes bastardos de chow pastor alsaciano, que son sin embargerriblemente bravos. Y no es que yo m

fíe de las inhibiciones socialeadquiridas por estos animales en ecurso de su domesticación, sino de l

herencia que sin duda tienen del lobo, lbestia senza pace.

Es claro que han de ser mu

diversos los caracteres capaces ddesencadenar las inhibiciones socialesegún las especies. Hemos visto, po

ejemplo, que la inhibición que impide aagarto verde morder a su lagarta debdepender de estímulos químicos. La qumpide al perro morder a la perra e



seguramente de la misma índolemientras que los miramientos del perrcon los cachorros los provoca sin dudel comportamiento de estos. Dado que lnhibición, como más adelante veremos

es un proceso muy activo, que se opon

a una pulsión igualmente activa y que lfrena o modifica, es perfectamente justhablar de desencadenamiento de lo

procesos inhibidores, lo mismo que shabla de desencadenamiento de umovimiento instintivo. No hay ningun

diferencia fundamental, por lo demásentre las múltiples formas de aparatoemisores de estímulos que provocarespuestas activas en todos los animale



superiores y las que hacen intervenir lanhibiciones sociales. En ambos casos

el emisor de estímulos se compone destructuras llamativas, de colores vivo de pautas de movimiento ritualizadas

con mayor frecuencia de un

combinación de las tres cosas. Uejemplo muy bonito de cómo loemisores de estímulos

desencadenadores de actividad o dnhibición obedecen a los mismo

principios constructivos nos l

proporcionan el desencadenador decombate en las grullas y edesencadenador de la inhibición quconsiste en no morder a los pequeñuelo



en muchas especies de pollas de aguaEn ambos casos se ha formado en lparte de atrás del ave una calvita onsura que bajo la piel tiene una red d

vasos muy ramificada, llamada ecuerpo cavernoso. En ambos casos s

lena este órgano de sangre y sransforma en una capsulita saliente d

un rojo rubí que el ave presenta a s

congénere al volverle la cabeza podetrás. Las funciones de estos dodesencadenadores, que se formaron e

ambos grupos de aves de modotalmente independiente, son lo mácontrarias que pueda imaginarse: en lagrullas, la señal significa motivació



agresiva, que desencadena, según lfuerza relativa del contrariocontraataque o tendencia a huir. En lpolla de agua y en algunas especies coella emparentadas, tanto el órgano coma pauta motriz son propios del polluel

sirven exclusivamente pardesencadenar en los mayores lnhibición que les hace no morder a

pequeño. A veces, los polluelos de estaespecies muestran equivocadamente scapsulita de rubí —tragicómico error—

a agresores de otra especie. Uno destos, criado por mí, se comportaba asfrente a unos patitos, que claro está, nrespondían con inhibiciones a esa seña



ratar de la ritualización vimos ya cómos comportamientos conflictivos, lo

movimientos de intención, etc., puedeproducir señales de funciócomunicativa; y también hemos visto lfuerza con que se imponen esos ritos e

el gran parlamento de los instintos. Todello era necesario para hacecomprender la naturaleza y la función d

os movimientos de apaciguamiento, dque ahora vamos a tratar.

Buen número de ademanes d

apaciguamiento de muy diversoanimales se originaron, y esto es munteresante, bajo la presión selectiv

ejercida por los mecanismos d



comportamiento desencadenadores de lagresión. Al tratar de calmar a ucongénere, el animal hace «todo cuantpuede» (para emplear un lenguajhumano) por no estimular sagresividad. Cuando un pez desencaden

a agresión de un congénere le hace vesu traje de gala, y despliega sus aletas abre cuanto puede los operetas de su

branquias con el fin de presentarle unsuperficie lo mayor posible, así como smueve haciendo ostentación de su fuerz

con grandes sacudidas. Cuando se tratde pedir gracia hace exactamente lcontrario: pierde el color se pega laaletas al cuerpo lo más posible, present



al que trata de apaciguar la parte menovoluminosa de su cuerpo y se desplazentamente, como quien camina d

puntillas, tratando de insinuarse en eánimo del otro de modo que le hagolvidar su agresividad. Un gallo recié

vencido en una pelea mete la cabeza eun rincón o debajo de cualquier cospara ocultar a la vista de su enemigo l

cresta y las barbas, cuyo color rojo estdemostrado lo incitan a la lucha. Yvimos cómo en ciertos peces del cora

os colores vivos desencadenan lagresión intraespecífica, y que esomismos animales pierden sus colorechillones cuando se quieren acerca



ranquilamente uno al otro en la épocdel apareamiento.

La desaparición de la señaprovocante no hace otra cosa que evitade momento la agresión intraespecíficapero no frena un combate ya trabado. D

odos modos es evidente que efilogenética no hay más que un paso do uno a lo otro. Buen ejemplo de ello e

el hecho de que los ademanes dapaciguamiento se deban a es«negativo» que es la seña

desencadenadora de agresión. Es naturaque haya muchos animales en quienes lamenaza consiste en poner el armacomo quien dice «en las narices de



adversario», trátese de dientes, picogarra, ala, puño o lo que sea. Y comestos bonitos ademanes son señale«comprensibles» de modo innato en laespecies distintas y desencadenarespuesta o huida en el adversario

según su fuerza, el camino está clarpara el animal que quiere evitar ecombate: apartar su arma de

adversario.Pero el arma casi nunca sirv

exclusivamente para el ataque, sin

ambién para la defensa y para parar egolpe adverso. Entonces, el ademán dapaciguamiento presenta el gravnconveniente de que el animal que l



ejecuta se desarma peligrosísimamente aun en muchos casos ofrece desnudo os golpes del contrincante, agreso

potencial, su punto más vulnerable. Nobstante, esta forma de sumisión abundenormemente, y los más diversos grupo

de vertebrados la han «inventado», cadcual por su parte. El lobo aparta lcabeza frente al adversario superior, y a

hacerlo le presenta el lado mávulnerable de su cuello, donde este sncuba. El chova macho presenta al pic

del que quiere apaciguar la bóvednerme que constituye la parte posteriode su cabeza, o sea precisamente eugar donde esa ave suele asestar su



golpes cuando sus ataques llevan lntención de matar. Es tan clara est

relación que durante mucho tiempo creesencial para la eficacia de esoademanes de sumisión el presentar epunto vulnerable. En el perro y el lob

es exactamente como si el suplicantofreciera al vencedor su yugularAunque el apartamiento del arma sea e

un principio el único factor operante, sininguna duda, en esta clase dmovimientos expresivos, de todo

modos no deja de haber algo de verdaen mi antigua opinión.Sería ciertamente un comienz

suicida ofrecer súbitamente al enemig



odavía lleno de ardor combativo uugar muy vulnerable y descubierto en l

creencia de que la eliminación de loestimulas desencadenadores de lcombatividad bastaría para evitar sataque. Sabemos demasiado bien cuá

ento es el tránsito del predominio duna pulsión al de otra y podemos afirmaque lo único que lograría la simpl

eliminación de los estimuladesencadenadores de lucha sería unenta disminución de la agresividad de

atacante. Allí donde se produce, puesuna súbita actitud de sumisión quefectivamente logra frenar un ataque yanzado por el adversario tenemo



mucha razón en suponer que se produjuna inhibición activa por estímuloespecíficos.

Tal debe ser el caso en el perro: menudo he visto al vencedor, cuando evencido tomaba súbitamente la actitu

de sumisión y le presentaba el cuello sidefensa, hacer los movimientos dzarandear a muerte «en el vacío», o se

apresar por el cuello al moralmentvencido, pero con la boca cerrada y simorder. Otro tanto sucede en la

gaviotas, como la de tres dedos, y entros córvidos, en la chova. Ecomportamiento de las gaviotas nos ebien conocido por los trabajos d



Tinbergen y sus discípulas. La gaviotde tres dedos ocupa un lugar especiadebido a una particularidad de ordeecológico, a saber, que como anida edelgadas aristas de abruptos acantiladose ha visto obligada a convertirse e

altricial. Los jóvenes que quedan en enido requieren una protección máefectiva contra las gaviotas extranjera

que los pequeñuelos de las especies quanidan en tierra, porque en caso dnecesidad estos pueden escapa

corriendo. En consecuencia, el ademáde apaciguamiento es en la gaviota dres dedos no sólo más altament

desarrollado, sino que además est



reforzado por un colorido especial en epequeñuelo. En todas las gaviotas, egesto de apartar el pico del que se hallenfrente es un ademán dapaciguamiento; pero mientras en lgaviota plateada y la arenquera, as

como en otros grandes láridos, no emuy marcado este gesto y no tiene easpecto de un rito, en cambio en l

gaviota de cabeza negra es unceremonia de danza, bien reglamentadaen que uno de los animales muestra a

otro el occipucio; y si ninguno de lodos tiene malas intenciones, ambohacen el ademán simultáneamente con umovimiento de 180° de la cabeza. Est



head flagging , como lo llaman loautores anglosajones, se subrayópticamente al desaparecer de prontocon el movimiento, el rostro negro pardo y el pico rojo oscuro de la gaviot aparecer en su lugar la nuca, de u

blanco níveo. Es lo principal en lgaviota de cabeza negra la desaparicióde los caracteres que desencadenan l

agresión (cara negra y pico rojo); ecambio, en la de tres dedos lo mámarcado es la presentación de la nuca,

entonces aparece sobre fondo blanco udiseño oscuro de contorncaracterístico, cuya acción inhibidordel comportamiento agresivo es visible



En los córvidos hay un paralelo esta formación de la señal que impide lagresión en las gaviotas. Casi todos lograndes córvidos, negros o grisesapartan deliberadamente la cabeza comgesto de apaciguamiento frente a u

congénere. En algunos, como poejemplo en el grajo y en una especiafricana (Schildrabe), la parte de l

cabeza que Se presenta para apaciguaal adversario destaca por su color claroEn la chova, que vive hacinada en un

colonia, el ademán de apaciguamientnecesita ser particularmente eficaz, y lparte que presenta no solamente sopone por la hermosa y sedos



coloración al resto del plumaje, que ede un gris casi negro, sino que en esparte las plumas son mucho más largas sus bárbulas no tienen ganchos, comas plumas decorativas de mucha

garzas. Forman así una corona suelta

brillante que llama la atención cuando eave la tiende al máximo ante el pico decongénere en gesto de apaciguamiento

unca picotea el adversario en estsituación, ni siquiera si ya había lanzadel ataque cuando la otra chova tomó l

actitud de apaciguamiento. En lmayoría de los casos reacciona el quun segundo antes era un atacantencolerizado con acciones de higien



social, rascando y puliendamistosamente el occipucio decongénere sumiso, formverdaderamente conmovedora de haceas paces.

Hay toda una serie de gestos d

apaciguamiento que proceden de pautade comportamiento infantiles, mientraotros deben inequívocamente su orige

al comportamiento sexual de la hembraPero en su función actual, esoademanes no tienen nada que ver con l

nfancia ni con la sexualidad femenina, raducidos al lenguaje de los humanosignifican exactamente: «por favor, nme hagas daño». De ahí basta un pas



para la hipótesis de que antes de quadquirieran un significado social generahubo en esos grupos zoológiconhibiciones particulares que impedía

el ataque a los jóvenes o las hembras. Yaun podría irse más lejos y especula

con la idea de que, en ellos, el grupsocial más grande se desarrolló a partide la pareja y la familia.

Los ademanes de sometimiento qunhiben la agresión, formados sobre l

base de persistentes movimiento

expresivos del animal joven, sadvierten principalmente en los perrosos lobos y otros animales de la mism

familia. Esto no es maravilla, dada l



fuerte inhibición que en esos animalempide atacar a los pequeñuelos. R

Schenkel ha demostrado que muchogestos de sumisión activa, o sea lactitud sumisa amistosa para con usuperior «respetado» y no precisament

emido, proceden directamente de lrelación entre madre e hijo. Topar con ehocico, tocar con la pata, lamer la

comisuras de los labios, como suelhacer el perro cuando quiere ser amableson según Schenkel pautas d

movimiento destinadas a obtenealimento. Así como los hombres bieeducados se saludan y hacen toda clasde ofrecimientos llenos de sumisió



cuando se encuentran, aunque erealidad no haya entre ellos relacióerárquica definida, dos perros amigo

pueden intercambiar maneras infantilede sumisión, sobre todo cuando ssaludan después de una larg

separación. Estos atentos modalepueden ir lejos, incluso en los lobos quviven en libertad, y en sus notable

observaciones sobre los que viven en emonte McKinley le fue a vecemposible a Murie decidir, por lo

movimientos expresivos del saludo, cuáera la relación jerárquica entre domachos alpinos. En la isla Real, del lagSuperior, hay un parque nacional dond



S. L. Allen y L. D. Mech pudieroobservar una función inesperada de lceremonia de salutación. Durante envierno, la manada de lobos que viv

en el parque (unos 20 animales), salimenta de alces, y como se pud

comprobar, exclusivamente de alceenfermos. Los lobos dan caza a todanimal que ven, mas no tratan de matarl

renuncian al ataque por poco que eatacado se defienda vigorosamente. Persi encuentran uno debilitado po

parásitos intestinales o las infeccioneo, cosa corriente en los animales dcierta edad, por fístulas dentales, amomento comprenden que se encuentra



ante una posible víctima. Entonces, lomiembros de la manada se juntasúbitamente y se entregan a unceremonia en que todos mueven la col todos se empujan con el hocico, o se

exactamente las mismas pautas d

movimiento que observarnos en nuestroperros cuando los sacarnos de la perrerpara pasearlos. Esta «conferenci

general de nariz con nariz» (nose-tonose conference) significa sin duda eacuerdo común de cazar en serio l

presa descubierta y esto nos recuerda ldanza de los guerreros Masai, que spreparan bailando ceremonialmente parque no les falte el valor en la caza a



eón.Los movimientos que expresan l

sumisión social y que se formaron partir de la invitación femenina aacoplamiento se hallan entre los monos en especial en los papiones. L

presentación ritual de los cuartoraseros, con frecuencia adornados co

colores increíblemente llamativos, par

el mayor realce óptico de la ceremoniaapenas tiene ya nada que ver con lsexualidad y sus motivaciones en esto

monos. Significa solamente que aqueque ejecuta el ritual reconoce lsuperior jerarquía de aquel a quien se ldedica. Los papiones muy jóvene



siguen ya esta costumbre sin que nadise las haya enseñado. Pia, hija dpapión, que fue criada por KatharinHeinroth casi desde su nacimiento, y qucreció bajo custodia humana, funtroducida una vez en una piez

desconocida y presentó el trasero odas las sillas, que era patente lnspiraban temor. Por lo general, e

papión macho se conduce con lahembras de su especie de un modo hartbrutal y dominante, pero según la

observaciones de Washburn y DeVoreno tanto en libertad como en cautividadde todos modos, están muy lejos de lsuavidad y la ceremoniosa cortesía d



os cánidos y los gansos. Por eso efácil de comprender que entre estomonos «Yo soy tu mujer» no esté muejos de significar «Yo soy tu esclava»

El origen del simbolismo de este gestextraño se expresa no solamente en l

misma forma del movimiento, sinambién en el modo de interpretarl

aquel a quien se lo destinan. Una vez v

en el zoológico de Berlín unmomentánea pelea en serio entre dorobustos cinocéfalos sagrados ( Papi

hamadryas). Al momento siguiente, unde los dos huía, y el vencedor lperseguía y al final lo arrinconaba. Nviendo otra salida, el vencido recurri



al ademán de sumisión, y el vencedor apunto se apartó y se fue de allí con lapatas bien tiesas, en apostura arroganteEntonces el vencido corrió tras él muenojado e insistiendo en mostrarle srasero, hasta que el más fuerte hub

reconocido su sumisión montándolo cocara de aburrimiento y haciendo adescuido unos cuantos movimientos d

copulación. Solamente entonces parecicalmarse el vencido, y convencerse dque su rebelión le había sido perdonada

Quédanos por hablar, entre ladiversas ceremonias de apaciguamient sus distintos orígenes, de aquellas qu

en mi opinión son las más importante



para nuestro asunto, o sea de los ritos dsumisión o salutación de que antehablábamos y que deben su origen movimientos agresivos reorientados. Sdiferencian de todas las ceremonias dapaciguamiento hasta aquí tratadas e

que no inhiben la agresión, sino que lderivan de determinados congéneres otros. Ya he dicho que esta reorientació

del comportamiento agresivo es uno dos más geniales hallazgos de l

evolución; pero aún es más que eso. E

odas partes donde se observan ritos dapaciguamiento reorientados, lceremonia está ligada a lndividualidad de los participantes. L



agresión de determinado individuo saparta de un segundo, no menodeterminado, pero descarga sin ningunnhibición sobre todos los demá

congéneres anónimos. Nace así ldiferencia entre el amigo y el extraño,

por primera vez aparece con ella evínculo personal entre dos individuoen el mundo. Y si se me objeta que lo

animales no son personas, responderque la personalidad comienzprecisamente allí donde cada uno de do

ndividuos representa en el mundo deotro un papel que nadie podría asumisin más ni más. Es decir: lpersonalidad nace allí donde aparec



por primera vez la amistad personal.Los lazos personales, por su origen

por su función original, forman parte dos mecanismos de comportamiento qu

frenan la agresión y apaciguan. Por esosu lugar indicado es el capítulo relativ

al comportamiento análogo a la moraMas como forman una basndispensable para la construcción de l

sociedad humana y son de capitamportancia para el tema de esta obraodavía los trataremos detalladamente

Vamos, no obstante, a anteponer a esestudio otros tres capítulos, ya qusolamente conociendo otras estructuragualmente posibles de la vida e



CAPITULO VIIILA MULTITUD

ANÓNIMA

Die Masse könnt ihr nur durch Mass

wingen[VII].

GOETHE

La primera de las tres formas dsociedad de donde se desprende comde un fondo sombrío y primigeni

nuestra sociedad basada en la amistapersonal y el amor es la multituanónima, forma la más frecuente y siduda la más primitiva de asociación



que se halla ya en muchos invertebradoscomo los cefalópodos y los insectospero esto no significa que no se veambién en los animales superiores,

aun en el hombre, que en ciertacondiciones, muy crueles, como po

ejemplo el pánico, puede «regresar» a lformación de multitudes anónimas.

No se entiende por «multitud

cualquier acumulación casual dndividuos de la misma especie, com

por ejemplo cuando se juntan mucha

moscas o muchos buitres en torno a uncarroña o cuando en un lugaparticularmente favorable de la zona das mareas se instalan en grandes



apretadas masas caracoles o anémonamarinos. Caracteriza la multitud el quos individuos de una misma especi

reaccionan unos sobre otros poatracción mutua y se unen en un todmediante pautas de comportamiento qu

uno o varios individuos desencadena

en otros. Es propio de la formación dmultitudes el que muchos individuos s

desplacen en densas formaciones y en lmisma dirección.

Las cuestiones de fisiología de

comportamiento que plantea la cohesióde multitudes anónimas no sólo sorelativas a la actividad de los órganosensoriales y del sistema nervioso, qu



operan una orientación, una «taxipositiva», en el sentido de que incitan andividuo a buscar la compañía de su

semejantes, sino también y de modo muparticular en cuanto a la graselectividad de esas reacciones. E

necesario explicar bien por qudeterminado animal desea a toda costestar en inmediata proximidad de u

gran número de congéneres y sólo ecaso de extrema necesidad se contentcon animales de otra especie com

sustitutos. Esto puede ser innato, compor ejemplo en muchas especies dpatos, que reaccionan selectivamente acolor de las alas de sus congéneres y lo



pero cuya función al servicio de lespecie hemos visto en el capítulo III, een cambio mucho más difícil decir parqué sirve esa acumulación de grandemasas, de multitudes gigantescas dpeces, aves y aun mamíferos. Estamo

demasiado acostumbrados aespectáculo de tales formaciones y biepodemos, como seres sociales qu

somos también, ponemos en su lugar comprender que una sardina, uestornino o un bisonte no se sentiría

muy a gusto solos. Por ello no se noocurre preguntamos para qué sirve esfenómeno. Sin embargo

comprenderemos cuán justo serí



preguntárselo en cuanto nos imaginemoas evidentes desventajas que implica l

formación de grandes masas danimales: la dificultad de alimentarlos odos, la imposibilidad de enmascaraos, cosa tan estimable en la selecció

natural, la mayor susceptibilidad a loparásitos, y así sucesivamente.

Podría creerse que un arenque qu

atravesara solo el océano, un fringilago paro carbonero que emigrara solo a llegada del otoño o un lemmin

Myodes lemnus) que al llegar ehambre tratara de ir solitario en buscde campos más ricos, tendrían máposibilidades de supervivencia que esa



multitudes de animales cuyas apretadafilas puede decirse que provocan spropio exterminio por los cazadores pescadores que tienen práctica de esoanimales. Sabemos que es un instintmperioso el que hace apelotonarse

esos animales y que la atracción quejercen los apretados pelotones sobre endividuo o sobre grupos pequeños d

ndividuos aumenta, seguramente eprogresión geométrica, con el número dsus componentes.

Para muchos animales, como efringilago, esto puede ser un mortacírculo vicioso. Cuando laconcentraciones normales de invierno d



estas aves, por influencia dcircunstancias exteriores fortuitas, comuna cosecha excepcionalmente buena dhayucos en determinada comarcasobrepasan considerablemente la cifracostumbrada, se produce un efecto d

bola de nieve muy superior a lecológicamente soportable, y las avemueren de hambre en grande

cantidades. Al pie de los árboles donddormía uno de esos gigantescos cúmulode aves, en Suiza, cerca del lago d

Thoune, donde tuve ocasión destudiarlo, hallaba todas las mañanadel invierno de 1951 montones dcadáveres. Los exámenes post mórte



practicados revelaron inequívocamentque la muerte se había debido ahambre.

Yo no creo que sea un círculvicioso sacar de las grandes desventajademostrables que entraña la vida e

grandes manadas la conclusión de qual género de vida debe ofrecer en otro

aspectos ventajas que no solament

compensen aquellas desventajas, sinque sean lo suficientemente poderosapara ejercer una presión selectiva y qu

en el curso de la filogenia produjeroos complicados mecanismos dcomportamiento que hacen la cohesióde la manada.



Cuando los animales gregarioienen algo de «armamento», por poc

que sea, como las chovas, y lorumiantes o los monos pequeños, scomprende bien que la unión hace lfuerza. No es necesario que la defens

frente al animal de presa o la ayuda a umiembro de la colectividad por eagredido sean de eficacia enorme par

que tengan un valor de conservación da especie. Aunque la reacción social d

defensa de las chovas no logre salvar a

congénere atacado por un azor, por pocque este prefiera cazar urracas y nchovas y que estas lo molestesuficientemente, la defensa del camarad



endrá un valor muy importante para lconservación de la especie. Otro tantpuede decirse de la «intimidación» quel corzo intenta persiguiendo a lodepredadores o del griterío lleno dodio con que una multitud de monito

hostigan al tigre o el leopardo parponerlos nerviosos desde la seguridaque les ofrecen las copas de los árboles

Principios semejantes fueron los qudieron origen, por una transición fácil dcomprender, a las organizacione

defensivas fuertemente armadas de lobúfalos, los cinocéfalos y otrocampeones de la paz, cuya capacidad ddefensa espanta a las fieras má



erribles.Pero ¿qué ventajas puede tener l

estrecha unión de una multitud de sereotalmente inermes, como las sardinas

demás pececillos que viven en bancos, como las enormes bandadas de avecilla

migratorias y otros muchos animales poel estilo? Sólo tengo una explicacióque proponer, y no lo hago sin vacilar

a que a mí mismo me parecdifícilmente creíble que una sola mínima debilidad en el comportamient

de los animales cazadores pueda teneconsecuencias de tanto alcance para ecomportamiento de sus presas. Ldebilidad a que aludo es que mucho



casi todos) los depredadores que cazapresas aisladas son incapaces dconcentrarse en un solo objetivo cuandienen el campo de visión lleno a

mismo tiempo de otras presas de iguavalor. Trátese de agarrar en una jaula u

solo individuo. Aunque no se quiercoger uno concretamente y la intenciósea vaciar la caja, se hará est

sorprendente experiencia: para agarrauno hay que concentrarsexclusivamente en un solo individuo

Así nos convencemos, además, de cuádifícil es mantener la atención fija en uobjetivo nada más, sin dejarse distraepor otro que parece más asequible. E



otro pájaro, el que parece más fácil dagarrar, jamás, prácticamente, cae enuestra mano porque uno no siguió sumovimientos en el par de segundoprecedentes y por eso nunca puedpredecir cuál será el que haga en e

momento siguiente. Aparte de eso, cosorprendente frecuencia echa uno lmano en dirección de la resultante entr

dos direcciones que prometían objetivogualmente tentadores.

Esto es exactamente lo que sucede

según parece, a muchos devoradorecuando se les ofrecen al mismo tiempmuchos objetivos igualmentnteresantes. Los experimento



realizados han demostrado que lopececillos rojos o dorados Carassiu

auratus a quienes se ofrecían mápulgas de agua o más dafnias (¡oparadoja!) menos cogían. Se conoce emismo comportamiento en los cohete

automáticamente guiados por radar, quvuelan sobre la resultante entre doobjetivos cuando estos están muy junto

uno del otro y situados simétricamente ambos lados de la trayectoria deproyectil. Ni el pez de presa ni el cohet

ienen la facultad de hacersntencionalmente ciegos a uno de loobjetivos para mejor dedicarse al otroEs, pues, verosímil que tal sea la razó



de que los arenques se formen ecompactos batallones, como de que loaviones de caza a reacción que vemosurcar el cielo vuelen en densaformaciones, aunque por mucha prácticque tengan los pilotos eso no deje d

presentar peligros para ellos.Tal vez diga el que no ve las cosa

de cerca que mis interpretaciones son u

poco traídas por los cabellos; perienen en su favor argumentos potísimos

Que yo sepa, no hay ninguna especi

animal cuyos individuos vivan ecohesión estrecha y que no se acerque

aún más íntimamente unos a otro

cuando les inquieta la sospecha de qu



el enemigo devorador está cerca. Esto lhacen sobre todo los animales mápequeños e inermes; e incluso en muchaespecies, tal comportamiento eexclusivo de los jóvenes, y los adultono obran del mismo modo. Hay pece

que al acercarse un peligro forman ugrupo compacto que da la impresión dser un solo gran pez; y como muchos d

os grandes peces de presa, como poejemplo la barracuda, se guardan muchde atacar presas grandes, por miedo d

ahogarse, tal comportamiento protectoparece perfectamente justificado.Otro argumento, muy fuerte, en favo

de mi interpretación, está en el hecho d



que, visiblemente, ninguno de lograndes carnívoros, cazadores dprofesión, ataca jamás el corazón de lapretada falange de sus presuntavíctimas. No son sólo los grandecarniceros como el león o el tigre lo

que, teniendo en cuenta la capacidadefensiva de la presa, lo piensen bieantes de decidirse a atacar un gra

búfalo africano en medio de su rebañosino que los cazadores menores cassiempre tratan de aislar a un individu

antes de atacarlo en serio. El alcotán el Falco peregrinus o halcón peregrinienen una pauta especial d

movimientos que sirve exclusivament



para tal fin. W. B. Beebe hizobservaciones análogas en los peces quviven en aguas libres, y vio cómo ungran caballa armada que perseguía ubanco de pequeños erizos esperabpacientemente hasta que uno de lo

animalejos abandonara sus filas parapresar por su parte una presa mínimaPor lo general, la tentativa terminab

pasando el pez chico al estómago degrande.

Los bandos de estornino

migradores aprovechan visiblemente ldificultad que tienen las aves de prespara apuntar a un objetivo y haceademás todo cuanto está en su mano par



aturalmente, esto es algo que no parecener sentido, pero de todos modos, l

aventura es sin duda muy desagradablpara el ave de presa y basta parquitarle la costumbre de cazar esoanimales, lo cual redunda en el sentid

de la conservación de la especie.Según algunos sociólogos, la famili

es la forma de cohesión social má

primitiva y de ella salieron en el cursde la filogenia todas las formas de lvida en sociedad que hallamos en lo

seres superiores. Esto puede ser cierten determinadas condiciones en lrelativo a insectos sociales, poejemplo, como las abejas, las hormiga



los termes, así como ciertomamíferos, entre ellos el hombre y loprimates; pero no conviene generalizarLa forma más antigua de la sociedad eel sentido más laxo de la palabra es lformación de multitudes anónimas, d

que nos dan el mejor ejemplo los peceen alta mar. Dentro de semejantmultitud no hay ninguna suerte d

estructura, ni mandantes y mandadossino una formidable acumulación dndividuos semejantes. Ciertamente

estos ejercen una influencia recíprocentre sí, y hay ciertas formaelementales de «comunicación» entros componentes de ese grupo. Si uno d



ellos, habiendo visto un peligro, se da a fuga, comunica su miedo a todos lo

demás que lo han visto. ¿Qudimensiones puede alcanzar el pánico eales condiciones, por ejemplo en u

banco de peces? ¿Es posible que e

banco entero se contagie y se dé a lfuga? Es esta una cuestión puramentcuantitativa, y la respuesta depende de

número de individuos que se asustaron huyeron y de la intensidad de sureacciones. La tropa entera pued

responder a los estímulos que provocaatracciones, o sea «taxias positivas»aun cuando un solo individuo sea el quas recibe. Basta con que este avanc



firmemente en determinada, direcciópara que le sigan otros peces. Y el qudetrás vaya todo el banco es a su veuna cuestión cuantitativa.

El efecto puramente cuantitativo y ecierto modo muy democrático de est

ipo de transferencia de motivació«inducción social» entre lo

sociólogos) hace que un banco de pece

sea más difícil de mover cuantos mándividuos lo componen y mayor es snstinto gregario. Un pez que por un

razón cualquiera se pone a nadar en unmisma dirección no tiene más remedique salir del banco al poco tiempohallarse en libertad en el agua, y as



quedar expuesto a todos los estímuloque tienden a hacerlo volver al bancoCuantos más son los peces que sapartan en la misma direccióobedeciendo a algún estímulo externomás son las probabilidades de que lo

siga el banco entero. Pero cuanto mayoes el banco y por ende mayor sresistencia a dejarse arrastrar, menos s

alejarán sus individuos emprendedoreantes de volver al banco como atraídopor un imán. Por eso, un gran banco d

pececillos densamente hacinadopresenta un lastimoso cuadro dndecisión. Una y otra vez se forma un

pequeña corriente de individuo



emprendedores que salen de la mascomo el seudópodo de la amiba. Cuantmás largos se hacen estos seudópodosmás se adelgazan y más fuerte se hacvisiblemente la tensión longitudinal; por lo general, el avance termina co

una fuga precipitada al corazón decúmulo. Al ver esos esfuerzos fallidouno se indigna contra la democracia

está a punto de reconocer las ventajas da política autoritaria.

Pero una experiencia de Erich vo

Holst, muy sencilla y de gramportancia sociológica, nos demuestrque estamos bastante equivocadosQuitó a un gobio ( Phoxinus laevis) l



por von Holst eso no le preocupaba lmás mínimo; y si veía alimento cualquier otra cosa atractiva, nadabcon decisión hacia el objetivo y… hahí que todo el escuadrón lo seguía

Precisamente el defecto del pez operad

o convertía en jefe.La acción de la agresió

ntraespecífica al separar y distancia

os animales de la misma especie econtraria al instinto gregario, y la fuertcohesión y la fuerte agresión se excluye

mutuamente. Pero en troquelados menoextremos, ambos mecanismos dcomportamiento pueden avenirsencluso en las especies que forma



multitudes inmensas, los individuoamás se acercan más allá de ciertímite unos a otros, y siempre qued

entre dos de ellos un espacio mínimoLos estorninos que a veces se veordenadamente posados, como cuenta

de un collar, en las líneas del telégrafoa distancias exactamente iguales unos dotros, dan un buen ejemplo de ello. L

distancia entre dos individuocorresponde exactamente a aquella qupermitiría a dos animales tocarse co

os picos. Inmediatamente después dposarse, los estorninos se hallan distancias irregulares unos de otrospero en seguida empiezan a picotears



os que están demasiado juntos, y assiguen hasta que entre todos quedestablecida la distancia individua

«prescrita» como la llamacertadamente Hediger. Puedconsiderarse que el espacio cuyo radi

determina la distancia individual es ecierto modo un pequeño territorimueble, ya que los mecanismos d

comportamiento que garantizan sntegridad son en principio los mismo

que delimitan los territorios de la form

dicha. Hay también territorioverdaderos, por ejemplo los pájarobobos Sula bassana, que anidan ecolonias, y que se reparten los puesto



exactamente del mismo modo que loestorninos. El minúsculo territorio duna pareja de estas aves es exactamentel necesario para que dos pájarovecinos posados en el medio de serritorio, o sea en su nido, apena

puedan tocarse con la punta del picalargando bien el cuello.

Hemos mencionado, para no omiti

nada, que la adhesión a la manada y lagresión intraespecífica no se excluyedel todo. En general, empero, en lo

casos típicos, los animales gregariocarecen de agresividad y en ellodesaparece por completo la distancindividual. Los peces gregarios qu



pertenecen al grupo de los arenques os del grupo de las carpas se apiña

cuando están inquietos, pero tambiépara descansar, hasta el punto de tocarsfísicamente unos a otros. Y muchopeces que en la época de la procreació

son de comportamiento territorial y muagresivo, se vuelven de lo más pacíficoel resto del tiempo, y se juntan e

grandes bancos. Tal es el caso emuchos cíclidos, gasterósteos, etc., etcEs frecuente entonces que la coloració

denote exteriormente ese humor nagresivo. En muchas especies de aves ecostumbre también que en el período ndedicado a la procreación se retiren a



anonimato de la enorme bandada, y aso hacen las cigüeñas, las garzas, la

golondrinas y muchísimas aves canorascuyas parejas no están unidas por ningúazo en otoño e invierno.

Pocas son las especies de aves e

que, incluso en los grandes bandomigratorios, sigan unidas las parejas lafamilias. Sucede esto entre los cisnes

os gansos silvestres y las grullas. Egran número de miembros y la estrechcohesión de esos inmensos tropeles d

aves, dificultan, como es de comprendera vida en común de unos cuantondividuos, a la cual por lo demás esta

aves no suelen conceder ningún valor



La forma de asociación es, puesabsolutamente anónima, y a cadndividuo le gusta tanto la compañía d

un congénere como la de otro. Aquelldea de amistad personal que expresan bien la famosa poesía aquella d

«Ich hatt’ einen Kameraden, eine

bessern find’st du nit »[3] no existesencillamente, en esos seres gregarios

Cada camarada es aquí tan bueno comotro; seguramente no puede encontrarsuno mejor, pero también sería difíci

encontrarlo peor. Por eso no tiensentido empeñarse en buscar y preferiun individuo determinado par

compañero y amigo.



El lazo que mantiene unida tal tropanónima es muy diferente de la amistapersonal que otorga a nuestra sociedasu fuerza y continuidad. Podría creerssin embargo que la amistad personal y eamor bien hubieran podido nacer en e

seno de una asociación pacífica de esipo, idea aún más lógica para nosotro

si se tiene en cuenta que la multitu

anónima se originó sin dudafilogenéticamente, antes que los lazopersonales. Para evitar los malo

entendimientos quiero, pues, advertir lque constituye el tema principal decapitulo onceno: que la formación dbandas anónimas y la amistad persona



se excluyen mutuamente, porque lsegunda —cosa extraña— siempre vestrechamente unida al comportamientagresivo. No sabemos de ningún secapaz de amistad personal y al mismiempo incapaz de agresividad. E

particularmente impresionante esto en ecomportamiento de algunos animaleque solamente son agresivos en la époc

del amor, y que en el resto del tiempcarecen de agresividad y formaropeles anónimos. Y cuando esos sere

forman lazos personales, los lazos sdisuelven al extinguirse la agresividadPor eso las parejas de cigüeñaspinzones, cíclidos y otros animales s



deshacen al formarse las grandes bandaanónimas de la migración otoñal.

Para nuestra mente humana, lamistad personal es uno de los valoremás preciados, y cualquier organizaciósocial que no esté montada sobre es

base nos inspira una glacial sensacióde inhumanidad. En los dos capítulosiguientes veremos esto con mayo

claridad. El hecho es que los sencillos al parecer inocuos mecanismos dformación de una multitud anónim

pueden ser no solamente inhumanossino algo verdaderamente terrible. En lsociedad humana, esos mecanismoestán más o menos ocultos, y en su luga



aparecen relaciones no anónimas, bieorganizadas, entre los individuos; perhay un caso en que hacen erupción coa fuerza indomeñable de un volcán

dominan por completo al hombre, dandocasión a un comportamiento que ya n

puede denominarse humano. Esthorrible recrudescencia de los antiguomecanismos del comportamient

gregario se produce en el pánico emasa. Una vez fui testigo involuntario da rápida aparición y del efecto de bol

de nieve que tiene este procesdeshumanizador, y si no me arrastró sorbellino fue gracias a mi conocimient

del comportamiento gregario. Yo habí



razonamientos.



CAPÍTULO IXLA SOCIEDAD SIN

AMOR

…kühl bis ans Herz hinan[VIII].

GOETHE

Al final del capitulo anterio

confrontábamos la multitud anónima coas relaciones personales. Pero s

decíamos que estas dos formas d

organización social se excluyen en gramedida mutuamente, eso no quiere decique no pueda haber otras. Hay tambié

entre los animales relaciones que ligan



determinados individuos durantbastante tiempo, y aun por toda la vidasin que por eso se formen lazopersonales. Así como entre las personahay asociados en los negocios, quienen relaciones de colaboración en su

areas pero a las que nunca se leocurriría la idea de hacer una excursióuntos ni reunirse fuera de las horas d

rabajo, hay entre los animales dmuchas especies relaciones individualefundadas únicamente en el interés comú

de los socios por una misma «empresa»mejor dicho, que son esa mismempresa. El amigo de los animales quodo lo antropomorfiza se sorprend



mucho (esto es bien sabido) y hasta sndigna al enterarse de que muchas avesncluso las que viven unidas e

«matrimonio» permanente, no concedeningún valor al hecho de estar juntos puede decirse que «nada les importa de

otro» mientras no tengan una función qucumplir en el nido o al servicio de lpollada.

Un caso extremo de tal género drelación individual sin reconocimientndividual de la pareja ni amor por él e

el que Heinroth llama «matrimoniocal». En el lagarto verde del sur dEuropa, por ejemplo, el macho y lhembra ocupan territorios separados



ndependientes uno de otro, y cada quiedefiende el suyo exclusivamente frente os congéneres del mismo sexo. E

macho no impide para nada que unhembra penetre en su terreno, y por ldemás no podría, ya que las inhibicione

que vimos anteriormente e impideatacar a ninguna hembra. Por su partesta no puede atacar a ningún macho

aunque sea un joven y muy inferior a ellen fuerza y tamaño, porque se lo impidun fuerte respeto innato por las insignia

de la virilidad, como vimos antesMachos y hembras del lagarto verddemarcan, pues, sus territoriondependientemente, como si se tratar



de dos especies distintas, que nnecesitaran espaciación específica entrellas. La pertenencia a la misma especise echa de ver en que machos y hembrademuestran tener el mismo «gustocuando se trata de elegir un agujero par

morada y hábitat. Y en un terrencercado de unos 40 m2, o incluso en ecampo libre, por grande y bien planead

que sea, no hay un número ilimitado dposibilidades de vivienda que seaverdaderamente tentadoras para lo

agartos, como piedras que ofrezcan uhueco, agujeros en la tierra, etc. Por esno es nada imposible que un macho

una hembra que en principio ningun



espaciación específica separa elijan emismo terreno. Y como raramentofrecen el mismo interés y valor doposibilidades de alojamiento, no ersorprendente que un día encontráramoviviendo juntos en nuestro cercado, e

un agujero bien orientado hacia el sur, emacho y la hembra más fuerte de toda lcolonia de lagartos. Morando así e

continuo contacto, resultaba natural quos dos animales se acoplaran con má

frecuencia de lo que hubieran hecho co

otros posibles compañeros aencontrarlos por casualidad en loímites del territorio, sin que pudier

por ello comprobarse una preferenci



ndividual entre los copropietarios de lvivienda. Si se alejabexperimentalmente a uno de lo«esposos locales», no pasaba muchiempo sin que se «publicara» por tod

el cercado que había un excelent

erritorio vacante para lagarto o lagartaEntonces se producían violentocombates territoriales entre lo

nteresados, y el resultado, casi siemprprevisible, era que por lo general al dísiguiente el macho o la hembra má

fuerte (después del que había salido) squedaba con la morada y la compañísexual.

Cosa que sorprenderá a muchos



preocupan mucho de sus esposas, y nsiquiera hay mucha seguridad de qufuera del nido común las reconoceríanLa pareja de cigüeñas no está unida poesa suerte de lazo elástico que en laparejas de gansos, grullas, cuervos

chovas tira más fuerte cuando máalejados están uno de otro los cónyugesCasi nunca vuelan entre las cigüeñas e

macho y la hembra a una distanciconstante y uno junto al otro como haceas parejas de las especies ante

mencionadas, y en las grandemigraciones se ponen en marcha eépocas muy distintas. El macho siemprvuelve en la primavera a la tierra dond



anida antes que su hembra, o mejodicho que la hembra que tiene el mismnido.

En la época en que Ernst Schüdirigía la estación ornitológica dRossitten hizo muy significativa

observaciones en las cigüeñas quanidaban en el techo de su casa: aqueaño, el macho volvió temprano. Al cab

de dos días pasó una hembra extranjerestando él en su nido. La saludcrotorando y ella le devolvió el salud

al mismo tiempo que se instalaba en enido, donde el macho la acogió sininguna dificultad y la trató en todcomo el macho de la cigüeña trata a s



hembra, largo tiempo esperada, cuandvuelve al hogar. El profesor Schühubiera jurado, según me dijo, que lrecién llegada era la esposa tan deseadasi no hubiera sido por el anillo del piemejor dicho por su ausencia, que fue l

que le hizo descubrir la verdad.Los dos estaban ya dedicados

rehacer el nido y a retapizarlo cuando d

repente llegó la antigua hembraEntonces empezó una lucha a muerte poel territorio entre las dos hembras, ant

os indiferentes ojos del macho, que nhizo nada por defender a la nueva contra vieja ni a esta contra la nueva

Finalmente, la intrusa voló vencida po



a «legítima». Entonces, Don Cigüeñvolvió a su tarea de restauración, qureanudó en el punto mismo donde lhabía dejado cuando le interrumpió ecombate entre las dos rivales. Nadndicaba que hubiera cambiado do

veces de mujer. ¡Contraste grande con emito del tribunal de las cigüeñas! Lmás probable es que si uno de esto

machos sorprendiera a su esposa iraganti con el vecino ni siquier

supiera reconocer que era la suya.

Más o menos sucede lo mismo coel nicticórax, pero no con todas lagarzas. Como ha demostrado OttKoenig, hay buen número de variedade



en que los cónyuges sin duda socapaces de reconocerse individualment aun lejos del nido se son fieles hast

cierto punto. Yo conozco bastante bieal nicticórax, ya que durante largos añouve en mi jardín una coloni

perfectamente libre de aves de estespecie, instalada por mí y donde podíobservar de cerca y hasta en lo

menores detalles sus actividadesacoplamiento, construcción del nidoncubación o empolladura y cría de lo

pequeñuelos. Cuando los cónyuges sencontraban en territorio neutro, o sebastante lejos de su pequeño territorinidal, por ejemplo pescando en e



estanque o buscando alimento en uprado, a unos 100 metros del árbodonde tenían el nido, nada en absolutopero lo que se dice nada, indicaba quesas dos aves se conocieran. Sexpulsaban con la misma furia el uno a

otro de un buen lugar de pesca o sdisputaban con la misma aspereza ealimento que yo les daba, como suele

hacer los nicticórax cuando no tieneninguna relación. Jamás volaba juntampoco la pareja. La formación e

bandos más o menos grandes dnicticórax, cuando al caer la noche sdirigían hacia el Danubio para pescarenía el inconfundible sello de un



sociedad anónima. No menos anónima es l

organización de una colonia de esaaves que se distingue claramente decírculo exclusivo de amigos quconstituyen las colonias de chovas. E

nicticórax que en la primavera sientganas de procrear, pone su nido cercdel de otro nicticórax, mas n

demasiado cerca. Da casi la impresióde necesitar cerca de sí un vecino hostien quien descargar su «sana cólera

cuando sea necesario, y que sin eso npodría ponerse en condiciones de criarLa extensión mínima de su criaderogual que la del criadero del pájar



bobo, o que del espacio donde estposado un estornino la determina ealcance del cuello y el pico de los dovecinos, y el espacio entre los centrode los dos nidos no es nunca menos dedoble de esa distancia. Con los largo

cuellos de estos animales, el trechresulta bastante considerable.

No podría decir con certeza si do

nicticórax vecinos se conocen, peramás tuve la impresión de que uno d

estos animales se pudiese acostumbrar

a presencia de un congénere que parlegar a su propio nido hubiera de pasacerca de él. Uno podría creer que escondenado animal, a la larga, deberí



que sin duda no piensan en conquistaerritoriales.

Uno se pregunta por qué, pues, no se ha ocurrido al nicticórax la lógic

«invención» de utilizar su facultad dreconocer a los congénere

acostumbrándose por selección a tenevecinos, con lo que se ahorraría tantexcitación y tanto gasto de energía. Per

sin duda la pregunta no es apropiada, yque en la naturaleza no sólo hay cosaque sirven para la conservación de l

especie, sino también otras que no soan opuestas a esa conservación compara poner en peligro a la especie.

Lo que el nicticórax no logra, o se



hembras a depositar sus huevos. Ecuanto los machos los han fecundadoellas los toman en la boca para desovaen otro lugar, en las aguas someras, dabundante vegetación, cercanas aitoral, donde después criarán a lo

óvenes. Cada macho poserelativamente un minúsculo territorioocupado en su casi totalidad por l

oquedad de freza, que abre barriendcon la aleta caudal y excavando con lboca. Cada vez que una hembra pasa po

delante de su agujero, el macho la invita entrar, y para ello la incita codeterminadas acciones de cortejo muritualizadas y nadando de modo que l



siga, como un reclamo. Pasa buena partdel año dedicado a estas actividades, aun es posible que esté todo el año en epunto de freza. No hay razones parsuponer que cambie frecuentemente derritorio, y así tiene ocasión de conoce

a fondo a sus vecinos, cosa que haciempo se sabe son perfectament

capaces de realizar los cíclidos. L

doctora Kirchshofer no dudó eemprender la ardua tarea de ir cogiendodos los machos de una colonia

marcándolos individualmente. Así pudcomprobar que cada uno de esos pececonoce efectivamente a los propietariode los territorios limítrofes y los toler



en paz, incluso muy cerca de él, mientraataca rabioso a cualquier forastero quse acerque, por poco que sea, a soquedad de freza.

Esta disposición pacífica ligada areconocimiento individual de lo

congéneres, que advertimos en locíclidos machos de Cafsa, no es aún, dodos modos, el lazo de amista

personal que veremos en el capítulonceno. Les falta aún a estos peces eatractivo que une por encima de

espacio a dos individuos que se conoceen lo personal y que se debe a vivisiempre cerca uno del otro… que eprecisamente la señal, objetivament



demostrable, de la amistad. Pero en ucampo de fuerzas en que es general lmutua repulsión, toda disminución desa fuerza repelente entre dos objetodeterminados tiene consecuencias nmuy distintas de las que produce l

atracción. En otro punto también, epacto de no agresión entr

aplochromis vecinos se asemeja a l

verdadera amistad: en que tanto ldisminución de la agresividad repelentcomo el efecto atractivo de la amista

depende del grado del conocimientque se tenga del individuo en cuestiónAcostumbrarse por selección a todos loestímulos que emite un congéner



comportamiento que en tal situaciósirven para rechazar a los competidoreerritoriales y los intrusos, como ocupaugares libres con abrigos y equipaje

poner los pies en los asientos, simulaun sueño repulsivo, etc., etc., se aplica

únicamente a los viajeros desconocido desaparecen como por arte de magi

por poco que resulte «conocido» e

recién llegado.



CAPÍTULO XLAS RATAS

Zuletzt, bei allen Teufelsfesten

wirkt der Parteihass doch zum beste,

bis in den allerletzten Graus[IX].

GOETHE

Hay un tipo de organización socia

que se caracteriza por una forma dagresión que hasta ahora no habíamoexaminado: la lucha colectiva de un

comunidad contra otra. Voy a tratar ddemostrar que es precisamente en estforma social de la agresió

ntraespecífica donde el ma



funcionamiento desempeña el papel d«lo malo» en el sentido propio de lpalabra. Por eso, este modo de ordesocial nos proporciona un modelo capade darnos una idea clara acerca dalgunos peligros que a nosotros mismo

nos amenazan.En lo relativo a su comportamient

para con los miembros de la propi

comunidad, los animales que vamos estudiar son verdaderos espejos dodas las virtudes sociales. Pero s

ransforman en unos salvajes en cuantienen algo que ver con otra sociedaque no sea la suya.

Las comunidades de este tipo tiene



demasiados componentes para qupuedan reconocerse individualmentodos; por eso, la pertenencia a un

misma sociedad se manifiesta mediantun olor característico, propio de todosus miembros.

Hace tiempo que se sabe de lonsectos sociales, cuyas comunidade

constan a veces de millones y millone

de individuos, que en el fondo son susociedades familias compuestas por lodescendientes de una sola hembra o bie

de una pareja, fundadores de la coloniaTambién se sabe hace tiempo que laabejas, los termes y las hormigas de unde esas superfamilias puede



el uno con el musgaño y el otro con eratón doméstico. Eibl, que trabajabentonces con Otto Koenig en la estacióbiológica de Wilhelminenberg, aplicabel sano principio de vivir en contactconstante con los animales que querí

estudiar, y así no solamente no perseguíos ratones que vivían libres en s

barraca, sino que los alimentab

regularmente y con su comportamientranquilo y ponderado los amansó a ta

punto que se dejaban observar si

obstáculos de muy cerca. Y sucedió udía que se abrió por casualidad uenorme recipiente donde tenía Eibcriando grandes ratones de laboratorio



de coloración oscura y no muy alejadode la variedad silvestre. Cuando estoanimales osaron salir de su jaula y spusieron a recorrer la pieza, loatacaron inmediatamente con gran saños ratones silvestres que en ella vivían

les costó encarnizados combatevolver a su tranquila jaula, antes prisiónque a partir de ese momento defendiero

victoriosamente frente a los ratonesilvestres que en ella querían penetrar.

Steiniger puso las ratas noruegas qu

había cazado en diferentes puntos de ugran cercado, que ofrecía a esoanimales condiciones de vidperfectamente naturales. Al principi



parecían temerse unos a otros. Nestaban agresivos. De todos modoshubo algunos mordiscos serios cuandos animales se encontraban po

casualidad uno frente a otro, sobre toduna vez que se hostigó a dos sobre u

mismo borde de la cerca, de modo quse encontraran con cierta violencia. Sólse hicieron verdaderamente agresivos

empero, cuando empezaron aclimatarse y a ocupar territorios. Amismo tiempo empezó la formación d

parejas entre ratas noruegas que antes nse conocían, ya que procedían dugares diferentes. Si se formaban varia

parejas al mismo tiempo, los combate



consiguientes podían durar bastantepero si se formaba una pareja con ciertavance, la tiranía de las fuerzas juntade ambos cónyuges ejercía tan fuertpresión sobre los desdichadocohabitantes del cercado que no le

dejaba formar otras parejas. Las ratanoruegas célibes perdían categoríentonces, y la pareja los perseguí

ncansablemente. Aunque el recinto erde 64 m2, no le hizo falta a aquellpareja más de dos o tres semanas par

acabar con todos los demás habitantesque eran 10 o 12 ratas noruegas fuertes adultas.

Tanto el macho como la hembra d



a pareja victoriosa se manifestabacrueles contra sus congéneres vencidospero era evidente que el macho preferímartirizar y morder a los machos y lhembra, a las hembras. Los vencidos nse defendían mucho, únicamente trataba

de huir, con desesperado afán, y sdirigían angustiados hacia dondraramente está la salvación para la

ratas: hacia arriba. En los lugares dondse juntaban muchos, le fue dado Steiniger ver con frecuencia rata

noruegas heridas y derrotadas sentadaal sol, sin protección, sobre matorrales arbustos, jirones sin duda de territorino ocupado. Sus heridas más frecuente



aparecían en la parte trasera de lespalda y en la cola, o sea allí donde eperseguidor alcanza al fugitivoRaramente libera la muertmisericordiosa esos animales mediantuna súbita herida profunda o una gra

pérdida de sangre. Es algo más frecuenta muerte por septicemia, debida sobrodo a lesiones en el peritoneo. Pero, e

general, la muerte se debe aagotamiento general y la sobreexcitaciónerviosa, con el consiguiente bloqueo d

as glándulas suprarrenales.Observó Steiniger un métodespecialmente eficaz y pérfido ealgunas hembras, verdadera



especialistas del asesinato: «Se acercaenta y cautelosamente a su víctima —

escribe—, para saltar de repente sobrella cuando más descuidada estácomiendo por ejemplo, y le asestan umordisco en un lado del cuello

esionando muchas veces la carótida. Eal caso, la lucha es cosa de segundos

El animal herido de muerte se desangr

por dentro, y después se hallan bajo lpiel o en las cavidades naturaleprofusas hemorragias».

El que haya presenciado lasangrientas tragedias que acaban pohacer de una pareja la dueña absoluta dodo el cercado no creería que lo



descendientes de estos victoriosoasesinos sean capaces de construir, muy pronto, una sociedad perfectamentranquila. La amabilidad y aun ternur

con que estas hembras tratan a sus hijoses la misma que se advierte en la

relaciones del padre y los abuelos, tíosíos abuelos, etc., etc., hasta quién sab

qué generación, con los jóvenes. Toda

as madres instalan sus pequeñuelos eun mismo nido y es difícil concebir qucada una de ellas cuide solamente lo

suyos. Jamás hay combates graves en eseno de esta gran familia, aun cuando scomponga de docenas de animales.

En una manada de lobos, cuyo



miembros tan bien educados son unocon otros, los jerarcas comen loprimeros de la presa común. Pero en uncuadrilla de ratas no hay jerarquíaTodos atacan a una las presas de buenalla, y los más fuertes son los qu

levan la parte principal del esfuerzoPara comer, como dice Steiniger, «loanimales más pequeños son los má

audaces, y los mayores toleran bastantbien que les arrebaten los trozos dalimento. En lo sexual también, lo

animales que apenas alcanzan la mitad os tres cuartos de la talla normal son eodo más vivos y se diría que superiore

a los adultos. Es visible que se le



conceden todos los derechos, y aun emás fuerte de los adultos los dejhacer».

Dentro de la cuadrilla no sproducen combates serios. Si acasopequeños encuentros que se resuelven

patadas o coces, jamás mordiendoTampoco hay distancia mínima entre londividuos; por el contrario, las rata

son más bien animales de contacto, en esentido que dice Hediger, de que legusta sentirse en contacto unos a otros

La ceremonia que indica su disposicióal contacto amistoso consiste edeslizarse uno debajo del otro. Lpractican principalmente los animale



menores, mientras que los mayoresuelen manifestar su afección por lomás jóvenes montándoseles encima. Eharto interesante que esta prueba dafecto un poco molesta suele ser lprincipal causa de disensiones, por l

demás inofensivas, dentro de la grafamilia. Cuando un animal joven se pondemasiado pesado queriendo subirs

encima o deslizarse debajo de otrmayor ocupado en devorar algo, estsuele sacudírselo propinándole un golp

con la pata delantera o una patada con lrasera. Casi nunca se deben estaacciones a los celos ni a la envidia de lque come el vecino.



Las comunicaciones en el interior da superfamilia se trasmiten rápidament

mediante transferencia de motivación dun miembro a otro; y lo más importantes que las experiencias adquiridas srasmiten y conservan por tradición

Cuando las ratas descubren un alimentnuevo, hasta entonces desconocido, es eprimer animal que lo encuentra quien

según Hediger, decide si la superfamilio comerá o no. «Cuando vario

miembros de la banda han examinado u

cebo y no lo han aceptado, es seguro quningún otro miembro se le acercará. Emás, los cebos envenenados que loprimeros no han aceptado, los marca



con orina o excremento. Aunque sebastante arduo depositar loexcrementos en lugares difícilmentaccesibles por sus condiciones localesno es extraño hallar los ceboenvenenados marcados de ese modo»

Pero lo más sorprendente es que econocimiento del peligro que ese tipo dcebo representa para ellos se l

rasmiten por tradición de ungeneración a otra y sobrevive así andividuo que tuvo la experiencia. Po

eso es difícil la desratización, ya que lrata, que es uno de los más resistenteantagonistas biológicos del hombreemplea en el fondo los mismos método



que este, de trasmisión de laexperiencias por la tradición y spropagación en el seno de una sociedamuy unida.

Solamente hay un caso en que lomiembros de una de estas grande

familias se pelean seriamente, y es ucaso interesante y significativo emuchos respectos: se da en presencia d

una rata extraña a la gran familiaporque esa presencia provoca unagresividad intraespecífica dentro de l

familia. Lo que hacen las ratas cuandun miembro de una familia extraña dratas va a dar al territorio de laprimeras (o cuando el experimentador l



pone entre ellas), es lo más horrible repugnante que puede imaginarse. Aveces el extraño se pasea durante variominutos, y aun más largo tiempo siener idea del espantoso destino que l

espera y a todo eso, los residente

siguen en sus ocupaciones como si nadaHasta que el intruso se acerca lsuficiente a uno de ellos para que l

legue el olor. Inmediatamente, unsacudida eléctrica recorre a este animaresidente, y en un abrir y cerrar de ojos

oda la colonia ha recibido, la alarmpor el proceso de transferencia de lmotivación que en la rata noruega srealiza tan sólo mediante movimiento



de expresión y en la rata doméstica coun grito ensordecedor, satánicamentagudo, que repiten a coro todos cuantomiembros de la familia lo oyenEntonces, con los ojos desorbitados poa emoción y los pelos enrizados, la

ratas se disponen a la caza de ratas. TaFuriosas están que cuando dos de ellase topan, primero se muerde

violentamente, por si acaso. «Luchan asdurante 3 a 5 segundos —informSteiniger—, después se olfatea

concienzudamente con el cuello muestirado y se separan en paz. El día de lpersecución de una rata extranjera, todaas ratas de la cuadrilla están mu



excitadas y desconfían unas de otras»Es evidente que los miembros de unfamilia de ratas no se conocepersonalmente, al igual que las chovasos gansos o los monos, sino por el olor

exactamente como las abejas y otro

nsectos sociales.Y así como en estos, puede e

experimentador cambiar en las ratas u

miembro de la tribu en un extranjerodioso y viceversa, mediantprocedimientos destinados a modifica

el olor. Eibl sacó un animal de uncolonia de ratas y lo trasladó a otrerrario ya preparado; a los pocos díao volvió a llevar a su antigua colonia



donde lo trataron como a un extrañoPero habiendo sacado la rata con upoco de tierra, partículas del nido, etcde su cercado y habiéndola tenido en uarro de vidrio limpio y vacío, de mod

que el animal siguiera en el ambiente de

olor tribal, cuando lo reintegró a lcolonia, aunque habían pasado variasemanas, lo recibieron sin más trámit

como a un miembro de la tribu.Particularmente desgarrador fue e

destino de una rata doméstica que Eib

después de tratar según el primero destos dos métodos, depositó otra vez emi presencia en el cercado familiar. Eanimal no había olvidado el olor de s



ribu, pero no sabía que el suyo habícambiado. De vuelta a su antigumorada, se hallaba pero perfectamente gusto, y los agudos mordiscos de los qufueran sus amigos le cogieron del toddesprevenido. Incluso después d

recibir varias lesiones de consideraciónseguía sin dar señales de miedo ni haceesos desesperados intentos de huida qu

se observan en las ratas verdaderamentajenas a la familia cuando las ataca umiembro residente, Tranquilizaré a lo

ectores sensibles, aunque debreconocerlo lleno de confusión ante lohombres de ciencia, que no esperamoen este caso el triste final previsto, sin



que para devolver su nacionalidad aanimal con que experimentábamos lpusimos en el cercado familiadebidamente protegido por una jaulitndividual de tela metálica.

De no haber intervenido es

reacción sentimental deexperimentador, la pobre rata, yextranjera, hubiera acabado de mod

horripilante. Lo mejor que puedsuceder en tales casos al animal es lmuerte de miedo, como la observó S. A

Barnett en algunos casos. Si no, sucongéneres lo destrozan poco a pocoRaramente es dado ver expresados dmodo tan patente en un animal l



desesperación y el miedo pánico, amismo tiempo que la seguridad nevitabilidad de una muerte espantosa

como en una rata así juzgada por otraratas; y ni siquiera se defiende. Biediferente comportamiento el suyo de

que muestra frente a una fiera carnicercuando esta la tiene arrinconada y no lofrece ninguna posibilidad de huir, com

no se la ofrecían las ratas de la familiextranjera. Porque contra el enemigdevorador se vuelve con el valor que l

presta la desesperación y emplea lmejor defensa posible, que es el ataqueAquel a quien una rata noruegarrinconada haya saltado a la car



anzando el estridente grito de guerra dsu especie sabrá lo que quiero decir.

¿Cuál es la utilidad de ese odio entras familias de ratas? ¿Qué funció

conservadora de la especie hproducido por evolución este modo d

comportarse? Y lo más terrible y parnosotros los humanos más hondamentnquietante es que esos bueno

pensamientos darwinianos sólo soaplicables cuando la selección se debe causas del medio extraespecífico

Solamente en esos casos produce lselección una adaptación. Pero alldonde es la competencia entrcongéneres la que ejerce la selecció



sexual, hay como sabemos el inmenspeligro de que los propios congénerese empujen unos a otros a los máestúpidos callejones sin salida de levolución. Anteriormente vimos ya doejemplos de tales extravíos en las ala

del faisán Argos y en el ritmo de trabajdel hombre de las civilizacioneoccidentales. Es, pues, perfectament

posible que el odio partidario, dfacción, que reina en las tribus de laratas sea realmente una «invención de

demonio», completamente inútil. Pootra parte, no debe excluirse lposibilidad de que otros factoresodavía desconocidos para nosotros, de



medio hayan intervenido y hasta esténterviniendo todavía. Pero hay algo qu

podemos afirmar con seguridad: lauchas tribales no cumplen las funcione

de conservación de la especicaracterísticas de la agresió

ntraespecífica que vimos en el capitulV, donde aprendimos lo que podíhaber de bueno, de útil, en l

aparentemente malo. Tales luchantestinas no sirven ni para l

distribución espacial de los individuo

ni para la selección de los más robustopaladines defensores de la familia…que raramente son (entre las ratas) lo

padres de la generación siguiente; y n



cumplen ninguna de las funcioneenumeradas en el capítulo III.

Fácil es comprender que el constantestado de guerra entre superfamiliavecinas ejerce necesariamente unpresión selectiva sobre las ratas en e

sentido de que cada vez se requiermayor capacidad guerrera, y que lestirpe que queda rezagada, por poc

que sea, en este aspecto va camino duna rápida extinción. Es probable que lselección natural premie a las má

grandes superfamilias, porque como lomiembros de una gran familia siemprse prestan ayuda contra los extranjeros

os pueblos poco numerosos siempr



endrán desventaja respecto de los munumerosos. En la pequeña isla d

orderoog halló Steiniger la tierrrepartida entre cierto número dfamilias de ratas, separadas unas dotras por una zona de unos 50 metros d

ancho, una tierra de nadie que es erealidad no rat’s land (tierra de ningunrata) donde las luchas son incesantes. Y

como de este modo el frente a defendees relativamente más extenso para unpoblación pequeña que para una grande

a primera está seguramente econdiciones desventajosas. Nos asalta lentación de especular y decir que e

aquel islote nórdico cada vez será



menos los pueblos de ratas, que losupervivientes serán cada vez mágrandes y más sanguinarios, pues lselección premia así el incremento deodio de facción. Al final, todas laribus pequeñas sucumbirán. Si

embargo, no puede predecirse coexactitud si dos o tres de ellos nsubsistirán en una coexistencia pacífic

equilibrada o si ganará un solo puebloPero el investigador, que mientraestudia estos hechos no puede olvida

as desgracias que acechan a lhumanidad, recuerda lo que dicAltrnayer van Siebel en la bodega dAuerbach, y piensa que le convien



perfectamente:

Das Unglück macht ihn zahm und mild,

er sieht in der geschwollnen

Ratte

sein ganz natürlich

Ebenbild [4].



CAPÍTULO XIEL VÍNCULO

Ich fürchte nichts mehr —Arm in Arm m

dir,

so fordr’ ich mein Jahrhundert in di

Schranken[X].

SCHILLER

En los tres tipos de orden sociadescritos en los capítulos anteriores sodel todo impersonales las relacione

entre individuos, ya que valen casexactamente lo mismo uno que otro y soperfectamente intercambiables comelementos de la socieda



supraindividual. Advertimos el primeasomo de relaciones personales en locíclidos machos de Gafsa, que teníacon sus vecinos un pacto de no agresió solamente eran agresivos para con lontrusos llegados de lejos. Pero se trat

de una tolerancia puramente pasivrespecto de un vecino bien conocidoTodavía no ejercen estos animales un

acción atractiva que los incite seguirse, si uno de los dos se aleja, poejemplo, o a quedarse si el otro s

queda, o menos aún a buscar lactivamente si llegara a desaparecer.Son precisamente esos modos d

comportamiento, reveladores de u



apego objetivamente comprobable, loque forman el lazo personal que noocupará en este capitulo y que eadelante llamaré simplemente evinculo. Y a la sociedad unida por esta denominaré el grupo. Así como l

multitud anónima, el grupo scaracteriza, pues, por una cohesiógeneral debida a las reacciones qu

desencadenan los miembros unos eotros, pero a diferencia de aquellasociación impersonal, las reaccione

vinculadoras están aquí estrictamentigadas a las individualidades qucomponen el grupo.

Al igual que en el pacto d



olerancia de los cíclidos mencionadosa formación de un grupo verdader

presupone que los individuos socapaces de reaccionar selectivamente a individualidad de sus vecinos

compañeros. Para los cíclidos de Cafsa

que únicamente en un lugar, el agujerde freza, reaccionan ante el vecino ddiferente modo que ante el extraño, e

este especial proceso de habituacióentran muchas circunstancias accesoriasEs dudoso que el pez tratara del mism

modo a su vecino si ambos sencontraran de repente en otro lugar quno fuera el acostumbrado. La verdaderformación de grupos en cambio s



caracteriza por realizarsndependientemente del lugar, y el pape

que desempeña cada uno de lomiembros del grupo sigue siendo emismo en un número sorprendentementgrande de situaciones ambientale

diversas. Dicho de otro modo: econdición sine qua non para lformación de un grupo la identificació

personal del compañero en todas lasituaciones posibles de la vidadentificación que se realiza, claro está

ndividualmente y que no dependúnicamente de reacciones innatas, comsuele ser el caso en la formación dmultitudes anónimas.



Examinando los modos de vidadesde los más simples hasta los mácomplejos y elevados, vemos aparecepor primera vez la formación de grupoen el sentido que acabamos de definir)

en los teleósteos superiores

concretamente en los acantopterigios, principalmente entre los cíclidos y otropeces de su familia, como el angelote, l

mariposa de mar (Chaetodon) y la«demoiselles» ( Pomacentridae). Lares familias nos son ya conocidas desd

os dos primeros capitulas de esta obradonde vimos, cosa muy importante, quse trata de seres abundantementdotados de agresividad intraespecífica.



Decíamos claramente al tratar de lformación de multitudes anónimas que epunto de partida de esta forma dasociación, que es la primera y la mácomún de todas, no era la familia, lunidad formada por padres e hijos, qu

produce las tribus guerreras de las rata quizá también de otras cuadrillas d

mamíferos. En sentido algo diferente, e

prototipo filogenético que da lugar avínculo personal y a la formación degrupo es con toda seguridad la cohesió

de la pareja que cuida en común sprogenie. Sabido es que esta cohesiósuele ser el origen de la familia, pero evínculo de que aquí vamos a tratar es d



un género muy especial. Veamos ahoresa relación en los cíclidos, esopececillos que nos proporcionan tapreciosos datos.

Cuando un observador atentoconocedor de los animales, ve lo

movimientos de expresión y loprocesos minuciosamente descritorelativos a la formación de pareja

heterosexuales en los cíclidos, eprobable que se indigne ante lmalvados que son uno para el otro lo

futuros cónyuges. Siempre estádispuestos a trabarse en una lucha grave siempre se está renovando en ellos llama del instinto agresivo, que apena



La mejor reproducción de lacondiciones de la vida en libertad en eacuario, que debe ser bastante grandeconsiste en tener varios peces jóvenemientras todavía se entienden entre sí, dejarlos crecer. La formación de pareja

se realiza entonces del siguiente modoal llegar a la madurez un pedeterminado, que por lo general es u

macho, reclama un territorio y expulsdel mismo a los demás. Después, unhembra está dispuesta al apareamiento

se acerca cautamente al propietario. Sreconoce en él superioridad, responde sus ataques, que al principio van muy eserio, mediante el comportamient



púdico o mojigato que vimos coanterioridad. Como sabemos, estcomportamiento se compone delementos que en parte proceden denstinto sexual y en parte del de fuga. S

a pesar de su acción clarament

nhibidora de la agresión el macho ndepone su actitud, la hembra se aleja dsu territorio al poco tiempo. Pero tard

o temprano vuelve. Esto se repite variaveces durante cierto lapso de tiempomás o menos largo, hasta que ambo

animales se acostumbraron a lpresencia del otro lo suficiente para quos estímulos desencadenadores de l

agresión que cada uno de ellos emit



hayan irremediablemente perdido buenparte de su efectividad. Como emuchos procesos semejantes dhabituación específica, entran en estsituación factores secundarios y fortuitoa que el animal acaba po

acostumbrarse. Ninguno de ellos deberfaltar para que se produzca el efectotal de la habituación, sobre todo a

comenzar la vida pacífica en común. Lcompañera debe aparecer siempre poel mismo lado y siguiendo el mism

camino, la iluminación debe ser siempra misma, etc., etc. De otro modo, el peve en ella un ser extraño, y por ende uprovocador. La mudanza a otro acuari



podría en este momento destruir lunidad de la pareja. Con el mayoconocimiento, la imagen del compañerse va independizando del fondo sobre ecual se presenta, proceso de abstraccióde lo esencial bien conocido por lo

sicólogos gestaltistas y por lonvestigadores de los reflejo

condicionados. Finalmente, el vincul

que liga a la pareja se independiza a tapunto de lo que la rodea que es posiblrasvasarla y aun llevarla muy lejos d

allí sin que se rompa el vínculo. A lsumo, lo que puede suceder es que eesas condiciones el proceso dacoplamiento «regrese» a una fas



anterior, y así se ven reaparececeremonias de cortejo y apaciguamientque con la habituación habíadesaparecido de la vida cotidiana de locónyuges.

Si el apareamiento discurr

plácidamente, en el macho vaapareciendo cada vez más marcadas lapautas de comportamiento sexual. E

posible que ya hubiera algo de sexual esus primeros ataques contra la hembrapero ahora esas pautas d

comportamiento se hacen más intensas frecuentes, sin que por eso desaparezcaos movimientos expresivos que

manifiestan agresividad. Lo qu



disminuye en cambio rápidamente es lendencia a la fuga y la «sumisión» de l

hembra. A medida que se consolida lpareja, los movimientos de temor huida se van disipando, y en algunocasos, tan aprisa que en mis primero

estudios de los cíclidos no los advertí durante muchos años creí que en lopeces de esta especie no había jerarquí

conyugal. Pero ya hemos visto el papeque esta desempeña en ereconocimiento de los sexos. Y sigu

atente aun cuando la dama haya dejadradicalmente de ejecutar esos gestos dsumisión delante del marido. Solamentrecurre a hacerlos en las raras ocasione



en que la pareja, ya vieja, empieza disputarse.

La hembra, tímida y humilde aprincipio, pierde al mismo tiempo que eemor las inhibiciones que le impedía

mostrarse agresiva con el marido. D

pronto, se acabó su apocamiento y splanta grosera e insolente ante él en emedio del territorio, con las aleta

extendidas y en ademán imponente, améde un colorido brillante que en nada lcede al del macho en la especie qu

estamos examinando. Naturalmente, estse enoja, ya que la situación que lpresenta su cónyuge en plan de desafícontiene todos los estímulos clave qu



hemos visto desencadenar combatecuando hacíamos el análisis de loestímulos. Entonces el macho se yergufrente a la hembra, toma asimismo lposición de amenaza de flanco; durantunas fracciones de segundo parece com

que va a arremeter contra ella… Yentonces sucede lo que me movió escribir este libro: el macho pierd

poco tiempo en amenazar solamente poalarde a su esposa, porque estdemasiado excitado para ello,

nmediatamente descarga su cólera… nen la hembra, sino en algún otrcongénere que se halle a mano, y que eas condiciones naturales suele ser e



dueño del territorio vecino.Es este un ejemplo clásico de

proceso que con Tinbergedenominamos movimiento reorientaden inglés redirected activity). S

caracteriza por el hecho de que ciert

modo de comportamientdesencadenado por un objeto que amismo tiempo emite estímulo

nhibidores, se descarga por abreaccióse denomina Abreacción a la descarg

de emociones y afectos ligados

recuerdos, generalmente dexperiencias penosas o dolorosa

nfantiles que han sido reprimidas) e

otro objeto distinto. Así, por ejemplo



da uno un puñetazo en la mesa en lugade propinárselo en el rostro a quien lenojó, precisamente porque lo retieneciertas inhibiciones, mientras que scólera, como un volcán, necesita udesfogue. La mayoría de los casos qu

se conocen de movimientos reorientadoestán relacionados con ucomportamiento agresivo provocado po

un objeto que al mismo tiempo inspiremor. Fue B. Grzimek quien descubrió

describió el principio de l

reorientación, que él llamó reacción deciclista, en relación con un casespecial. «Ciclista» es para él todpersona que encorva la espalda (ante e



que está) arriba y al mismo tiempo dcon el pie (a quien está) abajo. Emecanismo que produce escomportamiento se manifiestclaramente en el animal que desde ciertdistancia se acerca al objeto de s

cólera, pero que sólo al verlo de cerccomprende cuán temible es; y entoncesno pudiendo ya cambiar el movimient

de ataque, descarga el golpe sobrcualquier ser inofensivo que se halle su alcance.

Claro está que hay todavía otromuchos tipos de movimientreorientado, que pueden seconsecuencia de la acción de impulso



antagónicos muy diversos. El caso decíclido nos interesa especialmentporque en la vida familiar y social dmuchos animales superiores, y dehombre, tienen un papel decisivprocesos análogos. Parece como si entr

os vertebrados se hubiera efectuadmuchas veces independientemente est«invención» que consiste en no detene

a agresión desencadenada por ecompañero, sino en utilizarla contra evecino hostil.

Naturalmente, en el caso del cíclidmacho no es una ocurrencia que tenga epececillo en el momento crítico, y estno es libre de canalizar o no la agresió



noportuna, ocasionada por scompañera, en dirección del vecinoAntes bien, se trata de una ritualizacióa antigua y que forma parte de

repertorio fijo de instintos con qucuenta la especie en cuestión. Tod

cuanto aprendimos en el capítuloacerca de la ritualización nos harcomprender que el movimient

reorientado puede convertirse en rito, por ello en necesidad, en motivacióndependiente para la acción.

En tiempos pretéritos, muy remotosdebió haber una vez, allá por el cretácesuperior (un millón de años más

menos aquí no importa mucho), un



ocasión en que se produjo uacontecimiento de este tipo, algparecido a aquello de los dos pielerojas fumando la pipa de la paz quvimos en el capítulo V. Porque sin esno hubiera nacido ningún rito. Uno d

os dos grandes artífices de levolución, la selección, necesitsiempre un punto de partida, debido a l

casualidad, para su intervención, y es sciego pero activo colega, la mutaciónquien le da pie para ello.

Como muchos caracteres físicos muchos movimientos instintivos, edesarrollo individual u ontogénesis d

una ceremonia ritualizada sigue de u



modo general el camino de la filogeniaPero mirándolo más de cerca se observque la ontogenia no repite la serie de laformas ancestrales, sino, como yreconociera acertadamente Karl Ernsvon Baer, la de sus ontogenias. Per

para nuestro propósito basta la idegeneral. El rito nacido de una agresióreorientada se parece mucho más

cuando aparece por primera vez, a smodelo no ritualizado quposteriormente, estando ya bie

desarrollado. Por eso se ve bien claren el cíclido macho recién desposadque le gustaría propinar a su esposa ubuen topetazo, pero que en el moment



decisivo algún motivo se lo impide, entonces prefiere descargar su rabia eel vecino; sobre todo, si la reaccióodavía no es muy intensa. Pero en e

ceremonial ya plenamente desarrolladoel «símbolo» se ha alejado mucho de l

simbolizado y su origen está velado poa «teatralidad» de todas las actividade

del pez, así como por la circunstancia d

que ahora se echa de ver que las ejecutpor sí mismas. Entonces, su simbolism sus funciones son mucho más evidente

que su origen. Se requiere un análisimuy detenido para averiguar en cadcaso qué parte de las impulsioneoriginalmente en conflicto ha sid



conservada. Hace un cuarto de siglo, mamigo Alfred Seitz y yo noencontrábamos por primera vez ante erito en cuestión: pronto nos pusimos dacuerdo sobre la función de laceremonias del «relevo» y de l

«salutación» de los cíclidos; perardamos bastante en comprender s

origen filogenética.

Lo que nos llamó la atención desdel primer momento, en el pez joyafricano, fue la gran semejanza existent

entre los ademanes de amenaza y l«salutación». Mas pronto aprendimos distinguirlos y aun a predecir si la pautmotriz observada era preludio a u



combate o a una formación de parejaSin embargo, tuvimos el disgustodurante largo tiempo, de no podeaveriguar en qué se fundaba nuestruicio. Sólo después de analiza

cuidadosamente las tenues transicione

por las que pasa el cíclido macho desda amenaza en serio a su novia hasta l

ceremonia de apaciguamient

comprendimos la diferencia: en lamenaza, el pez frena de golpe frente aobjeto amenazado y se queda inmóvi

sobre todo si está bien excitado, y no scontenta con el alarde de flanco, sinque asesta también el coletazo lateraEn cambio, en las ceremonias d



apaciguamiento o de relevo no sdetiene el pez junto a su compañerasino que la deja atrás, exagerando lomovimientos natatorios mímicamente, sólo al pasar de largo junto a ella hacel alarde de flanco y asesta el coletazo

La dirección que tiene esta ceremonidifiere categóricamente también de lque toma para el combate. Si antes de l

ceremonia estaba tranquilamente en eagua junto a su pareja, ahora naddecidido hacia delante antes del alarde

el coletazo. Está, pues, perfectamentclaro, y es fácil de comprender, l«simbolización», ya que el esposo nendereza el ataque contra su esposa



que el objetivo está más allá, en ldirección que sigue al nadar.

Lo que se ha convenido en llamacambio de función es el medio de qusuelen servirse los dos grandes artíficede la evolución para aplicar a nuevo

fines ciertos residuos de la organizacióque con la evolución quedaron siempleo. Veamos algunas de sus audace

deas: de una grieta branquial qudejaba pasar el agua hicieron uconducto auditivo lleno de aire, qu

dejaba pasar las ondas sonoras. De dohuesecillos de la articulación de lmandíbula hicieron dos para el oído. Dun ojo parietal, una glándula endocrina



a pineal. De una pata reptil, un ala dave. Y así sucesivamente. Pero todaesas mudanzas no son nada junto a lgenial hazaña que fue transformarmediante la sencilla reorientacióritualmente fijada, una pauta d

comportamiento que no sólo en sorigen, sino también en su forma actuapor lo menos en parte, está motivada po

a agresión intraespecífica, en un acto dapaciguamiento (posteriormente damor) que crea un fuerte vínculo entr

os participantes. Esto es nada más nada menos que invertir del todo erepelente efecto de la agresión ransformarlo en su contrario. L



elegante y completo: dos animalefuriosamente agresivos y que por saspecto, coloración y comportamientdeben necesariamente ser el uno para eotro lo que dicen es la capa roja para eoro, han de ser conducidos a un espaci

reducido, el nido (o sea el punto qucada uno de ellos considera el corazóde su territorio y donde por lo tanto l

agresión intraespecífica es más intensa) a entenderse allí. La tarea no es nad

fácil. Sobre todo si se tiene en cuent

que ninguno de los dos animales ecuestión debe sufrir el menor menoscabde su agresividad intraespecífica, puea sabemos por el capítulo III que l



menor reducción de la agresividacontra los congéneres vecinos tendrípor consecuencia una disminución deerritorio y, por ende, la pérdida de un

fuente de alimentación para ldescendencia que se espera. En esta

condiciones, la especie «no puedpermitirse» el lujo de impedir las peleaconyugales recurriendo a ceremonias d

apaciguamiento que, como los ademanede sumisión o los infantiles, signifiqueuna reducción de la agresividad. L

reorientación ritualizada no sólo eviteste indeseable efecto, sino que empleademás los estímulos clavdesencadenadores del combate emitido



por uno de los cónyuges para azuzar aotro contra el dueño del territorivecino. Este mecanismo dcomportamiento me parecsencillamente genial, y además muchmás caballeroso que el inverso de

hombre, que en un caso semejante eugar de descargar su nerviosidad rritación con el vecino o el superior

prefiere aguantarse y hacérselo pagar ea noche a la pobre esposa.

En el gran árbol genealógico de lo

seres vivos, diversas ramas han logradndependientemente la mismconstructiva solución, particularmenteficaz. Los insectos, los peces, las ave



los murciélagos han hallado cadquien por su parte las alas; locefalópodos, los peces, ictiosauros y laballenas, la forma de torpedoaerodinámica (o acuodinámica). Por esno debe extrañarnos que los mecanismo

de comportamiento destinados a evitael combate y basados en la reorientacióritualizada de la agresión se hallen e

forma análoga en especies zoológicamuy diferentes.

Tenemos, por ejemplo, e

maravilloso ceremonial dapaciguamiento que recibe el nombrgeneral de «danza» de las grullas y queuna vez comprendido el simbolismo d



sus movimientos, solicita su traduccióal lenguaje de los humanos. Una de estaaves se yergue, altiva y amenazadorafrente a la otra y despliega sus potentealas, apuntándola con el pico mirándola fijamente. Hasta ahora, est

ademán de apaciguamiento se parecmucho a los preparativos para lanzarsal ataque. Pero al momento, el av

aparta de la que tiene enfrente esterrible imagen de su propio miedo

dándose media vuelta le presenta, co

as alas todavía desplegadas, su nucnerme, que como es sabido se orna ea grulla europea y en otras mucha

especies con un lindo casquetito d



color rubí. Durante varios segundosigue en esa posición el «danzante»manifestando así, mediante usimbolismo fácil de entender, que sademán amenazante no iba dirigido a lpareja, sino más allá, al malvado mund

exterior, donde ya apunta el tema de ldefensa del amigo. A renglón seguido, lgrulla se vuelve hacia el amigo y l

repite en su cara las manifestaciones dsu poder y grandeza, pernmediatamente se aparta y simula u

ataque contra cualquier objetsustitutivo, si es posible una grullcercana no amiga, o siquiera un inocentganso, y aun un palo o una piedra si n



hay otra cosa al alcance de su pico, coel que lo toma y lo lanza tres o cuatrveces al aire. Todo esto está bien claro significa a no dudar: «Yo soy fuerte errible, pero no contra ti, sino contr

este otro, contra este otro, contra est

otro».Quizá menos impresionante per

mucho más significativa es la ceremoni

de apaciguamiento de patos y gansos quOskar Heinroth llama grito de triunfo. Lmportancia que este rito tiene par

nosotros estriba en que se halla en lodiversos representantes del grupo de loanátidos, en diferentes grados delaboración y complicación, con lo cua



el de saludo, y sólo pude lograrlcuando aprendí a entender el principide la ceremonia de apaciguamientreorientada estudiando de cerca logansos y los cíclidos, donde es más fácide dilucidar. Los patos se hallan un

frente al otro, con el pico levantado upoco por encima de la horizontal emiten rapidísimamente el sonid

bisilábico de llamada que en el machse suele traducir por reebreeb, mientraen la hembra suena un poco má

gangoso, como guanguán o cuacuáAhora bien, en estos patos no solamentas inhibiciones sociales de l

agresividad, sino también el temor a



otro pato pueden desviar la amenaza dsu objetivo. Por eso, lo más frecuente eque los machos se amenacen con sreebreeb y su mandíbula alzada siapuntarse directamente con el picoporque si se apuntan, pasa

nmediatamente al ataque y se agarran das plumas del pecho. Pero cuando e

pato chacharea con su pata,

principalmente cuando responde con esceremonia a la incitación de su futurnovia, se ve claramente que «algo

aparta su pico de la pata pretendidaanto más cuanto mayor es su excitaciósexual. En el caso extremo, esto puedconducir a que mientras sigu



chachareando con la hembra le presenta nuca. Esto corresponde exactamente a ceremonia de apaciguamiento de la

gaviotas, descrita antes, que por ciertnació del modo que hemos explicado no se debió a ninguna reorientación…

para que no establezcamos homologías a ligera. Al irse ritualizando cada ve

más, el movimiento mediante el cua

aparta la cabeza el ánade se hconvertido en ese ademán, propio dmuchas especies de patos, que consist

en presentar la nuca. Este gestdesempeña un importante papel en ecortejo en ánades silvestres, cercetaspatos rabudos y otros anatinos,



ambién en el de los eideros o patos dflojel. La pareja de patos silvestreejecuta con gran devoción la ceremonide la cháchara reebreeb cuando loesposos se habían perdido y vuelven hallarse después de una larg

separación. Otro tanto sucede con eademán de apaciguamiento de locíclidos, con el gesto de «imponerse» d

flanco y coletazo en el vacío. Loprimeros observadores denominaroeste modo de comportamient

«salutación» por la frecuencia con quse presenta al reunirse parejas questaban separadas.

Si bien esta interpretación no e



nadecuada en lo relativo a algunaceremonias muy especiales de este tipoa gran frecuencia e intensidad de lo

ademanes de apaciguamiento en essituación sin duda se debió a otra cosoriginalmente. La costumbre de esta

untos los dos miembros de la parejcrea una situación estimulante, cuynterrupción anula, en parte por l

menos, la reducción de las reaccioneagresivas que se había producido. Asse observa, a veces de modo hart

mpresionante, cuando por alguna razóes necesario separar de umultitudinario conjunto de animaleagresivos, como los gallitos jóvenes



shamas (Copsychus malabaricus)cíclidos, betas, etc., aunque sea por unhora nada más, un individuo solo. Todose habían criado juntos, se habíaacostumbrado unos a otros y erarelativamente pacíficos. Pero a

devolver al tropel el que fuera scamarada, la agresividad se manifiestnstantáneamente, como hierve con poc

cosa el agua que estaba ya a fuego lentoOtros cambios minúsculos pueden

como sabemos, influir en la situació

general y acabar de golpe con lhabituación adquirida. Yo tenía en everano de 1961 una pareja de shamaCopsychus malabaricus, especie d



ordo), que toleraban la presencia de uhijo de su primer pollada en una jaulsituada en la misma pieza que spajarera, aunque ya había pasado hacímucho la época en que estas aveexpulsan del territorio a sus hijo

crecidos. Bastó que yo moviera la jaulde la mesa al librero para que lopadres se pusieran a hostilizar al hijo

al punto que se olvidaron de salir buscar alimento para los pequeñueloque habían tenido últimamente. Est

súbito derrumbe de la inhibición de lagresividad ligada a la habituación es upatente peligro, incluso para lomiembros de una pareja que s



encuentran separados, siquiera por pociempo, porque amenaza con romper eazo que los unía. Es evidente que l

vehemente ceremonia de apaciguamientque se observa a cada vez que vuelven reunirse no tiene más fin que conjura

ese peligro. Concuerda con esthipótesis el hecho de que l«salutación» es tanto más emocionada

ntensa cuanto más larga fue lseparación.

Es probable que nuestra risa human

sea también en su origen una forma dapaciguamiento o una ceremonia dsaludo. La sonrisa y la riscorresponden sin duda a diferente



grados de intensidad de un mismcomportamiento, o sea que responden ediferentes umbrales a la misma cualidade excitación a una acción específicaEn nuestros parientes más cercanos, lochimpancés y los gorilas, no hay, po

desgracia, ningún movimiento dsalutación que corresponda formal funcionalmente a la risa, pero sí s

advierte en muchos macacos algparecido: para apaciguar enseñan lodientes, se chupan los labios y vuelve

a cabeza a derecha e izquierda, con laorejas para atrás. Es notable que muchoorientales saludan sonriendo del mismmodo. Pero lo más interesante es que a



sonreír con mayor intensidad muevealgo la cabeza, de modo que no miradirectamente a aquel a quien saludansino un poco de lado. Para el estudio do funcional en este rito importa poc

saber cuál es la parte de su forma fijad

en el genoma y cuál la determinada poa tradición cultural de la cortesía.

En todo caso es grande la tentació

de interpretar la risa de salutación comun ceremonial de apaciguamiento quecomo el grito de triunfo de los gansos

se debe a la ritualización de unamenaza reorientada. Por mi parte, yo npuedo impedirme el creerlo así cuandveo cómo un japonés bien educad



descubre sus dientes y desvía la cabezal saludar.

Habla también en favor de esteoría el hecho de que dos amigos que s

saludan hondamente emocionados aencontrarse después de una larg

separación ven con sorpresa que ssonrisa se transforma en escandalosrisa que a ellos mismos les parec

mpropia de sus sentimientos y quparece surgir de las capas máprofundas de su vida vegetativa. E

etólogo objetivo que observa ecomportamiento de estos dos amigorecuerda inevitablemente el grito driunfo de los gansos.



En muchos respectos son asimismanálogas las situaciones qudesencadenan ese comportamientoCuando varias personas ingenuas, comunos muchachitos, por ejemplo, se ríede otra o varias que no pertenecen a s

grupo, la reacción contiene, como otrogestos de apaciguamiento reorientadosmucho de agresión dirigida hacia e

exterior, hacia gente que no es del grupoOtro tanto sucede con el alivio súbito duna situación conflictiva, que s

resuelve en una risa difícil dcomprender de otro modo, y que tiene sanálogo en los ademanes dapaciguamiento y salutación de mucho



animales. Perros, gansos y seguramentotros muchos animales se ponen saludar intensamente al resolverse drepente una penosa situación conflictivaY observándome a mí mismo, no puedafirmar con toda seguridad que la risa e

común no solamente desvía lagresividad, sino que produce una netsensación de solidaridad social.

Tal vez sea la primitiva función dodos los ritos que acabamos de ver,

en muchos casos la principa

sencillamente la de impedir el combateo obstante, incluso en ese niverelativamente bajo de evolución qundica el reebreeb del pato silvestre, po



ver las formas aún más ritualizadas degrito de triunfo en el pato tadorna, y aúmás en los gansos propiamente dichos; entonces dan ganas de quitarle lacomillas a «salutación».

En casi todos los anatinos, y tambié

en el tadorna, que es de todos suparientes quien más se les parece en lrelativo al grito de triunfo y a l

cháchara «reebreeb», este ceremoniaiene además una segunda función en e

caso en que es el macho el único qu

ejecuta la ceremonia de apaciguamientomientras la hembra lo instiga en la formexpuesta anteriormente. Un sutil análiside las motivaciones nos dice aquí que e



macho que hace ademanes de amenazcontra un macho vecino de su mismespecie, en el fondo de su corazóabriga cierta agresividad contra spropia hembra; mientras que en esta, esentimiento agresivo jamás va dirigid

contra su pareja, y solamente contra eextraño. Este rito, producto de lcombinación de la amenaza reorientad

del macho y la instigación de la hembraes cabalmente análogo en lo funcional agrito de triunfo con que ambos miembro

de la pareja se amenazan «de paso»ndirectamente. En la cerceta europea el tadorna, la evolución ha sidperfectamente independiente, sin duda,



ha dado por resultado un ceremoniamuy bonito. En la mareca sibilátrix sadvierte también un ceremonial mudiferenciado, semejante al grito driunfo, en que los dos miembros de l

pareja amenazan en reorientación, com

os gansos verdaderos y la mayoría das especies más grandes de tadornas

La hembra de la mareca sibilátrix llev

as plumas de gala del macho, con lcabeza de un verde tornasolado y lpechuga de un color rojizo claro, cas

único entre los patos que se alimentan eaguas someras.En el Tadorna ferruginea, el gans

del Nilo y muchos de sus parientes, l



hembra ejecuta un movimiento análogde instigación, pero el macho reaccionno tanto con una amenaza ritual «dpaso» dirigida a su cónyuge como coun ataque real y verdadero contra evecino enemigo que ella así le designa

Únicamente cuando este queda vencido el combate termina al menos por underrota no muy grave de la pareja, s

celebra el ceremonial del grito driunfo, que parece no va a acabaamás. En muchas especies, como e

ganso del Orinoco, el de los AndeChloephaga melanoptera) y otros, e

ceremonial de triunfo es un espectáculmuy cómico, no solamente por l



diversidad de voces del macho y de lhembra, que producen efectos sonoromuy interesantes, sino por la exageradmímica de sus gestos. Tengo filmada unpareja de estas aves andinas, coocasión de la importante victoria qu

ograron sobre mi caro amigo NikTinbergen, que fue un éxito de risnfalible. Primeramente, la hembra incit

al macho contra el famoso etólogmediante un breve simulacro de ataqueel macho, lento en decidirse, pasa al fi

seriamente al ataque y acaba poponerse tan furioso y por asestar golpean terribles con el codillo del ala, quiene como una callosidad, que al fina



iko huye de verdad… y queda con lapiernas y los brazos llenos de moretonepor los golpes y pellizcos que le habípropinado el ganso querienddefenderse. Una vez desaparecido eadversario humano, hubo un

nterminable ceremonia de triunfo mudivertida por la exuberancia de ssobrehumana expresividad.

Más que en otras especies del grupde los tadornas, la oca del Nilo instiga su macho contra todos los congénere

que tiene al alcance, y en su defectocontra aves de otras especies, con gradolor del director del zoológico, que sve en la obligación de dejar incapace



de volar a esas hermosas aves y daislarlas por parejas. La oca del Nilo vodos los combates de su ganso con enterés de un árbitro profesional, per

no lo ayuda nunca al contrario de lo quhacen las hembras de los cíclidos y,

veces, las ocas silvestres. En realidadestá siempre dispuesta a pasarse aenemigo si el marido flaquea en e

combate.Este comportamiento debe tener u

efecto digno de consideración en l

selección natural, ya que concede upremio a la pugnacidad y la capacidacombativa del macho. Por eso se novuelve a ocurrir una idea que y



exponíamos al final del capitulo III: eposible y aun verosímil que la locacometividad del ganso del Nilo quuno observa se deba a la seleccióntraespecífica y no tenga un valo

especial para la conservación de l

especie. Esta posibilidad no deja dnquietarnos porque, como veremos má

adelante, se podrían hacer reflexione

semejantes a propósito del impulsagresivo del hombre y su desarrollfilogenético.

Por lo demás, el ganso del Nilpertenece a las pocas especies en que egrito de triunfo puede no realizar s

función apaciguadora. Cuando do



parejas están separadas por una barrerransparente pero impenetrable, s

excitan la una a la otra y cada vez se vaponiendo más furiosas, y no es raro quecomo a una señal dada, los miembros dcada pareja se peleen entre s

despiadadamente. Es también harto fáciobtener el mismo resultado metiendo unvíctima propiciatoria de la mism

especie en el recinto de una pareja sacándola inadvertidamente, si eposible, cuando ya se armó la zacapela

La pareja se entrega entonces a lcelebración de un griterío de triunfverdaderamente extático, cada vez máalocado y menos distinto de un



amenaza no ritualizada y de repentelega el momento en que los amantísimo

esposos se agarran y se ponen una tundde veras. Por lo general, el encuentrermina con la victoria del macho, qu

es mucho mayor y más fuerte que l

hembra. Pero nunca he sabido de ucaso en que, como vimos de algunocíclidos, la ausencia permanente de u

«mal vecino» sea causa de acumulacióde la agresión no exteriorizada provoque un uxoricidio.

De todos modos, la función principadel grito de triunfo tanto en el ganso deilo como en los tadornas es la de hace

de pararrayos. Quiero decir que s



emplea sobre todo allí donde amenazuna tormenta, o sea donde la disposiciónterior de los animales así como l

situación exterior desencadenadorprovocan la agresión intraespecífica. Sbien acompañan al grito de triunfo

sobre todo en nuestro tadorna europeopautas motrices muy diferenciadas exageradas como en una danza, no est

de todos modos desligado de lapulsiones a que se debió primitivamentel conflicto en su origen, como es e

caso de la «salutación» de algunoanatinos de aguas someras, cuya formde movimiento es menos desarrolladaEn las tadornas es visible que la energí



en su mayor parte procede de lapulsiones internas de cuyo conflictnació en un tiempo el movimientreorientado. Y todavía está eceremonial ligado a la existencia de lacometividad nacida en el momento, a

mismo tiempo que de los factorecontrarios. Por lo tanto, la ceremoniiene en las especies de que estamo

ratando grandes variacioneestacionales, alcanza el máximo dntensidad en el período de procreación

desaparece por completo en el ddescanso y, como es natural, falta deodo en las aves jóvenes sexualmentnmaduras.



No sucede lo mismo con los gansosilvestres y con todos los verdaderogansos. En primer lugar, el grito driunfo ya no es en ellos asunto qu

concierna solamente a la pareja, sinque se convierte en un lazo que une n

sólo a los cónyuges sino también a toda familia, y de un modo general

grupos de individuos amigos. Así, pues

a ceremonia se ha hecho total o casotalmente independiente de la

pulsiones sexuales, se ejecuta todo e

año y aun los pequeñuelos participan eella.



FIG. 5

La sucesión de los movimientos emás larga y complicada que en todos loritos de apaciguamiento de que hast

ahora hemos hablado. En los cíclidos, con frecuencia también entre loadornas, la agresión que la ceremoni

de salutación desvía del compañero d



a pareja conduce a un ataque posteriocontra el vecino enemigo. Pero en logansos el ataque precede a la suavsalutación, en la serie ritualizada de lomovimientos. Es decir, que en eceremonial de triunfo bien caracterizad

uno de los miembros, y por lo general emás fuerte del grupo (o sea en la parejsiempre el ganso), pasa al ataque contr

un enemigo real o imaginario, combatcon él y, tras de una victoria más menos clara, vuelve con los suyo

saludando ruidosamente. Este casípico, reproducido en el esquema qudamos de Helga Fischer, es el que hdado su nombre a la ceremonia del grit



de triunfo.La serie de los movimientos d

ataque y saludo está bastante ritualizada cuando es grande la intensidad de l

excitación se manifiesta comceremonia total si no hay ocasión par

una agresión efectiva. Entonces eataque se hace simulacro a costa dalgún gansito inocente, cuando no s

ejecuta en el vacío. Acompaña a estprimera parte de la ceremonia, que srealiza con la cabeza y el cuell

apuntando oblicuamente hacia arriba adelante, un fuerte trompeteo, bieronco, denominado redoble o retumboEn circunstancias favorables pued



producirse un ataque debidexclusivamente a la motivacióautónoma del rito, y contribuyesencialmente a su extinción el que emacho esté seriamente expuesto situaciones desencadenadoras d

agresión. Como lo muestra el análisidetallado de las motivaciones, eredoble se presenta sobre todo cuand

el ave se halla en conflicto entre eataque y el miedo y las obligacionesociales. El lazo que lo une a su espos

sus hijos lo liga localmente y lmpide huir, aun cuando el contrarioaparte de la agresión, desencadene en éun fuerte impulso de huida. La situació



es para él la misma que la de la ratacorralada, y el valor aparentementheroico con que el padre de familia sanza contra un adversario superior es e

valor de la desesperación producto de lreacción crítica, que vimos antes.

La segunda fase del ceremonial driunfo, en que el ave se vuelve hacia s

pareja graznando bajito, tiene en tod

una forma de movimiento semejante aademán de amenaza, salvo en la ligerdesviación debida a la reorientació

ritualizada, que ya vimos. Pero estamenaza de paso al amigo tiene econdiciones normales poca o ningunmotivación agresiva y es activad



exclusivamente por la impulsióautónoma del rito, por un instintespecial que se puede perfectamentdenominar social.

En la ternura nada agresiva de lsalutación chachareante hay una acció

de contraste. El ánsar ha descargado eel simulacro de ataque y en el redobluna cantidad considerable de agresión

su súbito apartamiento del adversaricon vuelta hacia la amada familia vacompañado por un cambio de talant

que hace volver al péndulo en direccióopuesta a la agresión, según leyefisiológicas y psicológicas bieconocidas. Con escasa motivación de l



ceremonia, el graznido de salutación tavez contenga una menor impulsióagresiva. En condiciones muespecíficas, que más adelante veremosa ceremonia del saludo pued

sustentarse en una «regresión» o se

retrotraerse a una etapa anterior de lfilogenia, en que asimismo puede habeagresividad verdadera.

Como los ademanes de salutación amenaza son casi iguales, raramentpuede verse esta rara y nada norma

mezcla de la pulsión agresiva en lpauta motora. Como estos gestos damistad, a pesar de la fundamentadiferencia en su motivación, so



análogos a la antigua mímica damenaza, puede haber confusiones. Emenor cambio de dirección se adviertbien de frente, y el interesado puede veclaramente el movimiento expresivo a édestinado; pero de perfil no es fácil d

notar la diferencia, lo mismo para eobservador humano que para otra ave da misma especie. No se sabe si s

acerca con la intención de chacharear de atacar. En la primavera, cuando loazos familiares se aflojan poco a poc

los ansarones empiezan a cortejar, emuy posible que un hermano se halle cosu hermano en plena celebraciófamiliar del grito de triunfo y que a



mismo tiempo esté haciendo su peticióde mano a una oca extranjera, lo qurealiza no solicitando la cópula sinatacando a otras y corriendo después saludar a la elegida. Si el hermanobserva de lado este tejemaneje, por l

general cree que el cortejante intentrealmente agredir a la extranjera, como los machos que participan en u

griterío de triunfo entran de buena ganal combate unos por otros, se abalanzmpetuosamente sobre la futura de s

hermano y la trata con rudeza ya que éno siente ningún afecto por ella; es comsi en lugar de saludarla, su hermanhubiera manifestado la intención d



atacarla y cuando la hembra huyespantada, el galán se queda sin sabequé hacer. Esto no es antropomorfismoporque la indecisión o perplejidad tienpor base fisiológica objetiva el conflictentre dos impulsos contrarios, y así e

sin duda como se encuentra el joveánsar: en el ganso salvaje es muy fuertel impulso que le mueve a defender a l

hembra cortejada, pero no menopotente es la inhibición que le impidatacar al hermano, que no deja de ser s

compañero en la fraterna celebraciódel grito de triunfo. Más adelantveremos, mediante algunompresionantes ejemplos, cuá



nsuperable es esta inhibición.Como el grito de triunfo en s

primera fase (la que se acompaña de«redoble»), contiene buena dosis dagresividad contra la pareja, pero cooda seguridad ya no en la salutació

graznada, esta última ya no tiene segúHelga Fischer la función de un gesto dapaciguamiento. Ciertamente, reproduc

odavía la forma simbólica de lamenaza reorientada, pero entre los docompañeros sin duda ya no hay un

agresividad tan fuerte que necesitdesviación.Estudios comparativos realizado

con otras especies de gansos y pato



demuestran definitivamente que lsalutación con chachareo se formó poritualización, a partir de una actividareorientada. Como en los cíclidos, loademanes de amenaza se convirtieron eotros de apaciguamiento. En su form

actual, la salutación del ganso silvestra no contiene empero elementos d

agresión, y el triunfo tampoc

desempeña el papel de un ceremonial dapaciguamiento.

Solamente en una breve fas

ransitoria, muy concreta, del desarrollndividual, se pueden advertir lapulsiones primitivas que forman la basde la reorientación, así como de l



función apaciguadora, en la salutaciónPor lo demás, la evolución individual —ambién cuidadosamente estudiada po

Helga Fischer— del grito de triunfo eel ganso silvestre no es de ningún moduna recapitulación de su filogenia. Ante

de saber tenerse en pie, comer o correrel gansito recién nacido hacperfectamente el movimiento de estira

el cuello, acompañado de un finísimgraznido en falsete. Al principio, estgrito es bisilábico, exactamente como e

«reebreeb» de los patos y el sonidcorrespondiente de sus polluelos. Acabo de un par de horas ya se hransformado en un «viviví» polisílabo



cuyo ritmo corresponde al graznido dsalutación del adulto. El estirar el cuell el viviví son sin duda una etap

preparatoria de donde saldrán al crecel ganso tanto los movimientoexpresivos de la amenaza como l

esencial segunda fase del grito driunfo. Por los estudios comparativo

sabemos que la salutación apareció en e

curso de la filogenia, mediante lreorientación y la ritualización, a partide la amenaza. Pero en el desarroll

ndividual, esos ademanes formalmentguales significan ante todo lsalutación. Cuando el ansarón acaba drealizar la hazaña no exenta de peligr



de salir del cascarón y yace tristementcomo un montoncito de miseria, con eblando cuellecito estirado, sólo spuede provocar en él una reacciónmediata. Si uno se inclina sobre él

profiere un par de sonidos semejantes a

grito de los gansos, alza su cabecitvacilante, yergue la nuca y saluda. Lprimero que sabe hacer el gansit

salvaje apenas entra en el mundo esaludar a su sociedad ambiente.

Tanto en su significado d

movimiento expresivo como en relaciócon la situación desencadenadora, eestirar el cuello y el musitar se parecea la salutación del gansito salvaje y n



al ademán amenazante del adulto. Peres digno de nota que en su forma sí sparecen a este ademán, ya que en eansarón muy joven no hay lcaracterística desviación lateral decuello estirado. Solamente cuando y

ienen algunas semanas y se empiezan ver las plumas definitivas entre lpelusilla o flojel se modifica est

comportamiento. En esa época empiezaa ponerse visiblemente más agresivoos jóvenes con los de su eda

pertenecientes a otras familias: avanzacontra ellos con el cuello estirado musitando, y tratan de morderlos. Ycomo entonces todavía so



perfectamente iguales los ademanes damenaza y los de salutación es fácil dcomprender que en esos encuentros entróvenes de distintas familias, hay

equivocaciones con frecuencia y que ehermano muerda al hermano. En est

situación particular se advierte poprimera vez en la ontogenia lreorientación ritualizada del movimient

de salutación: el gansito mordido pouno de sus hermanos no contestmordiendo a quien lo mordió, sino qu

prorrumpe en intensivo musitar y estirael cuello, claramente dirigidos a un laddel otro gansito, pero en un ángulo máabierto que después, cuando e



ceremonial esté ya plenamentdesarrollado. La acción inhibidora de lagresión que tienen esos ademanes emuy clara, y el hermano o la hermanque todavía eran agresivos un momentantes cambian al punto de actitud y s

ponen por su parte a saludar netament«de paso». Esta fase del desarrollo eque el grito de triunfo tiene una acció

an notablemente apaciguante dura sólunos días. Súbitamente, hace saparición la reorientación ritualizada,

a partir de entonces —aparte de algunararas excepciones— se evita todequivocación.

Aparte de eso, al madurar l



ceremonia ritualizada cae bajo edominio de la pulsión social autónoma contiene muy poco y aun nada dagresividad contra el compañero, a tapunto que ya no es necesario ningúmecanismo especial para impedir e

ataque contra él. La función del grito driunfo es exclusivamente en adelante l

de lazo de unión entre los miembros d

a familia.La función de eliminar esa

equivocaciones, bastante raras, entre lo

pequeñuelos es todo lo que queda en lontogenia de la función apaciguadororiginal del grito de triunfo. En estadde madurez, esa pauta d



comportamiento, aunque todavía tenga easpecto exterior de una amenazreorientada, no la ocasiona lagresividad sino más bien la motivacióndependiente que es el propi

ceremonial de salutación, aparte d

ciertas circunstancias anormales qudespués veremos. Toda la agresión qupuede revelar un análisis a fondo de la

motivaciones en el ceremonial del gritde triunfo se descarga en la primerfase, la de «redoble», y se efectúa e

dirección del extranjero hostil. E«redoble» prosigue varios segundos, después el macho se aparta, victorioso no, de su contrario; cesa súbitamente a



acercarse a su compañera, y cuando sunta de nuevo la pareja, chacharea

apasionadamente juntando sus cabezasEn la figura 5 se ven las pautas motricede este comportamiento.

El observador que conoce bien e

significado del chachareo y el deredoble no puede dejar de advertir qual apasionamiento manifestado por e

chachareo de «estar juntos» se suma efenómeno de contraste que los fisiólogolaman rebound effect (efecto de rebot

o repercusión). Descargada ya lagresividad en el vecino enemigo, lernura por la pareja y los hijos s

manifiesta libremente, y viceversa: l



proximidad de los seres amadorefuerza la intensidad de la agresiócontra el extranjero intruso. La familia defender obra así en cierto modo comun territorio mueble, interesante hechen que más adelante insistiremos. Y l

presencia de extraños desencadenadorede agresión refuerza considerablementa disposición a chacharea

amablemente con la pareja en eceremonial de triunfo.

Hay un caso especial, mu

mpresionante, de esta ceremonia driunfo, en que se manifiesta con graclaridad la doble función de chachareo redoble (que se refuerzan mutuamente)



aunque las dos partes de la ceremonino estén separadas en el tiempo y sdesarrollen por decirlo así de un modsimultáneo. En otoño e invierno, cuandmuchas familias de gansos se juntan parformar grandes bandadas migratorias, n

es el ánsar solo el defensor de lfamilia, el audaz combatiente que vuelvvictorioso; todos los miembros de

grupo unidos por el ceremonial driunfo celebrado en conjunto salen a un

para avisar a cualquier otro grup

familiar. Cada individuo se halla assolicitado por dos apremios opuestos«redoblar» para el enemigo chacharear con el miembro más cercan



de la familia. Y efectivamente, se vcómo los cuellos oscilan, ora en estdirección, ora en aquella. Al fin, todoos miembros de la familia están más

menos paralelamente situados unos otros, con los amenazadores cuello

apuntados hacia el grupo enemigo y amismo tiempo tratando de juntar lacabezas como la manda el rito de

chachareo. Esto tiene por consecuencia formación de una falange cuneiforme

con los cuellos convergentes. Vista d

frente, y acompañada por el redoble y echachareo, es un espectáculo quntimida al enemigo, tanto más cuant

mayor sea el número de lo



participantes en esa «ceremonia de locuellos convergentes», como la llamé yhace ya bastantes años. En cuanto Helga Fischer, ella la llama simple gráficamente «redoble-chachareo».

La agresiva discriminación de lo

extranjeros y el lazo que une a lomiembros del grupo se refuerzamutuamente. El contraste entr

«nosotros» y «ellos» es capaz de unir deste modo a entidades por lo demás mudiferentes, frente a la China actual, lo

Estados Unidos y la Unión Soviética veces dan la impresión de sentirs«nosotros». El mismo fenómeno, quentre paréntesis tiene alguna



características de la guerra, puedestudiarse en la ceremonia de «redobl chachareo» del ganso silvestre. E

otoño e invierno llega a suceder qubandos de gansos formados por variafamilias vuelven de las colonias d

ncubación que instalamos a algunokilómetros de distancia, en los lagovecinos, cuando el número de aves qu

pueblan nuestro lago de Ess se ha hechexcesivo. Ante esos gansos totalmentextranjeros para ellas, las familias de

ago, hostiles por lo demás entre sforman una sola falange de cuelloconvergentes y tratan de expulsar a lontrusos. Y estos, a su vez forman otr



falange, y si son bastantes, resisten y squedan.

En todos estos casos, el griterío driunfo cumple una función que difier

sutilmente de aquella primitiva deceremonial de apaciguamiento de qu

procede. Aunque la forma exterior de lamenaza reorientada siga siendo lmisma en el alargamiento del cuello má

allá del compañero que chacharea, esta no suscita ninguna agresión que deb

ser reorientada o que podrí

aprovecharse para aumentar lntensidad del ataque contra el vecinocomo en el caso de la ceremonia drelevo nidal en los cíclidos. Por l



anto, se invierte el orden temporal entrel movimiento reorientado y el ataqucontra el extranjero hostil: en locíclidos, el ataque sigue al movimientreorientado, mientras en los gansos lprecede. Sin embargo, el conjunto de l

ceremonia produce un efecto semejanten el compartimiento de los individuoque en ella participan, porque los une

os hace capaces de ayudarsmutuamente en un mundo hostil. Eprincipio del vínculo formado por e

hecho de tener algo en común a defendecontra los de fuera es siempre el mismodesde los cíclidos que defienden uerritorio común o su progenie hasta lo



sabios que defienden una opinión comúo (cosa mucho más peligrosa) lofanáticos que defienden una ideologícomún. En todos esos casos es necesaria agresión para consolidar el vínculo

Lo que en este ceremonial de triunfo ha

de nuevo, y de esperanzador, es lndependencia que este vínculo tiene, e

gran parte, respecto de la agresión. Lo

gansos a los que une un triunfo en comúse sienten solidarios unos de otroengan o no territorios o nidada qu

defender, estén o no rodeados dcongéneres hostiles. Ejecutan shermoso ritual con la misma intensidacuando se reúnen después de una larg



separación que al día siguiente de ungloriosa victoria bélica.

Pero lo más maravilloso deceremonial de triunfo, y que inspirsimpatía humana al más objetivobservador, es el carácter duradero

personal del vínculo que crea entre londividuos.

El grupo unido por el grito de triunf

es notablemente exclusivo. El polluelrecién salido del cascarón tiene ponacimiento el derecho de pertenecer a

grupo y es aceptado al punto, sin máexamen, aunque no se trate de un gansverdadero sino de un cambiazexperimental con un pato almizcleño qu



se le puso de hijo adoptivo. A los pocodías se conocen ya padres e hijos, y nestán dispuestos a participar nunca máen el griterío de triunfo de otros gansos.

Si se hace el experimento, bastantcruel, de trasplantar un gansito a un

familia extraña, el pobrecillo halla tantpeor acogida en la comunidaceremonial del grito de triunfo cuant

más tiempo haya transcurrido desde quse quebrantaron sus lazos familiareoriginales. Teme a los extraños, y cuant

más miedo muestra, más los incita acometerlo.Es conmovedor el efecto de l

confianza infantil cuando el polluel



nexperto, recién salido del cascarónacoge al primer ser que se le acercmusitando su amistoso grito de triunfoporque «supone» que se trata de uno dsus progenitores.

Aparte de eso, solamente en un

situación de su vida ofrece el ganssalvaje su grito de triunfo y con el amo amistad sempiternos, a alguie

extraño, y es cuando un machito ardientse enamora (sin comillas) de undoncella extranjera. Por lo general se l

declara en los días en que los polluelodel año anterior deben dejar a supadres, que se preparan para la próximpollada. Entonces, necesariamente, lo



enteros para verse aceptado en uno desos grupos vinculados por el griteríde triunfo.

Le es más fácil al extranjerencontrar compañeros y entrar a formaparte de un grupo mayor unido por e

ceremonial del grito enamorándose fundando una familia. Pero aparte desos dos casos especiales de

enamoramiento y la fundación de unfamilia o su adopción por un grupfamiliar, el griterío de triunfo es tant

más intenso y el vínculo consiguientanto más fuerte cuanto más tiemp

ienen los animales de conocerse

Suponiendo iguales las demá



circunstancias, puede decirse que lntensidad de la vinculación por e

ceremonial de triunfo es proporcional agrado de conocimiento mutuo de locompañeros. Y exagerando un pocpodría incluso afirmarse que se produc

una vinculación por el griterío de triunfsiempre que llega a cierto punto estconocimiento y familiaridad entre dos

más gansos. Al iniciarse la primaveraas parejas viejas de gansos tienentenciones de criar otra pollada y lo

óvenes de uno o dos años piensan en eamor, pero siempre hay cierto númerde solteros de diversas edades siocupación erótica, que se quedan «par



vestir santos». Estos solteros formagrupos más o menos numerosos, qusalemos denominar no incubantesexpresión inexacta, ya que los noviorecién unidos, siquiera firmementeampoco incuban todavía. En eso

grupos de no incubantes se forman veces vinculaciones por griterío driunfo bastante sólidas pero que n

ienen nada que ver con la sexualidadPuede incluso haber una comunidad dmacho y hembra no incubantes, ya qu

os gansos solitarios buscan también lcompañía. Este mismo año sucedió esode nuestra filial del lago Ammer lleguna oca viuda y vieja y se juntó con u



viudo que vivía en Seewiesen, cuyesposa había muerto hacía poco pocausas desconocidas. Yo creía que srataba del principio de u

emparejamiento, pero Helga Fischesiempre opinó que se trataba de un cas

ípico de triunfo entre no incubantes, quigaba así un macho y una hembr

crecidos. Al contrario de lo que mucho

creen, hay verdaderas amistades entrmacho y hembra que nada tienen que vecon el amor, si bien siempre existe l

posibilidad de que tales relacioneacaben por transformarse eenamoramiento, como por ejemplo entrgansos y ocas. Los que crían ganso



silvestres hace tiempo que practican unreta cuando quieren aparear do

animales de estos que no parecegustarse: los ponen juntos en otrzoológico u otro criadero de aveacuáticas, donde ambos animales so

mal vistos y tienen que conformarse cosu mutua compañía. De este modo sogra por lo menos un «triunfo» de n

ncubantes, que con el tiempo se puedconvertir en una pareja genuina. Perambién he visto por experiencia qu

esas uniones logradas a la fuerza sdisolvían apenas volvían los animales su medio natural anterior.

No son fáciles de ver las relacione



existentes entre el grito de triunfo y lsexualidad, o sea la pulsión copulativpropiamente dicha. En todo caso soharto vagas, porque en la vida de logansos silvestres lo puramente sexuanunca desempeña sino un papel bastant

secundario. No son las relacionesexuales sino el grito de triunfo lo qumantiene unida a la pareja de ganso

durante toda su vida. La existencia duna vinculación por el grito de triunfentre dos individuos facilita y hast

cierto punto fomenta las relacionesexuales. Cuando dos de estas aves —que pueden ser macho y hembra— haestado así unidas durante mucho tiemp



por la ceremonia del grito, por lgeneral, acaban por intentar lcopulación.

En cambio, las relacionecopulativas de los gansos jóvenesodavía no aptos para la reproducción

no parecen favorecer el desarrollo de lvinculación por el grito. A menudo se va dos jóvenes hacer movimiento

copulatorio sin que eso autorice presagiar su apareamiento ulterior.

En cambio, la menor indicación d

que la proposición de un grito de triunfha sido bien acogida por la hembranuncia la posibilidad de que la unióde esa pareja sea duradera. Esas tierna



relaciones en que las relaciones dcopulación no desempeñan ningún papeparecen disolverse en medio del verano al comenzar el otoño, pero es mufrecuente que los gansos jóvenes quempiezan a cortejar seriamente en s

segunda primavera vuelvan a suprimeros amores, los del año anteriorLas relaciones harto inestables y e

cierto modo unilaterales que sadvierten en los gansos entre grito driunfo y copulación tienen profunda

analogías con las que se echan de ver eel hombre entre el enamoramiento y lareacciones físicas groseramentsexuales. El amor más «puro» lleva po



de la especie debe concernir al mismndividuo como compañero.

El concepto de normalidad es uno dos más difíciles de definir en biología

pero al mismo tiempo es tan necesaricomo su contrario, el de patológico. M

amigo Bernhard Hellmann tenía lcostumbre, cuando se topaba con algespecialmente extraño e inexplicable e

a estructuración o el comportamiento dun animal, de hacerse una preguntaparentemente ingenua «¿Así lo querrí

el artífice?». En efecto, el único modde caracterizar una estructura o unfunción «normal» es demostrar que ell solamente ella es la que bajo l



presión selectiva de la funcióconservadora de la especie tuvo quhacerse precisamente así y no de otrmodo. Más por desgracia, en estdefinición se excluye todo aquello qupuede ser puramente casual, sin por es

caer necesariamente dentro del conceptde lo anormal o patológico. Nentendemos de ningún modo por norma

a media de todos los casos particulareobservados sino el tipo creado por levolución y que, por razones fáciles d

comprender, jamás, o raramente, srealiza en forma pura. De todos modonecesitamos esta concepción meramentdeal para poder apreciar por lo meno



os trastornos de sus desviacionesingún manual de zoología puede hace

otra cosa que presentar, por ejemplouna mariposa ideal, totalmente perfectacomo representante de su especie, sbien tal mariposa no existe ni existirá e

realidad exactamente así, porque todoos ejemplares de las colecciones s

hallan malformados o deteriorados

Tampoco podemos renunciar a construiel concepto igualmente ideal d«comportamiento normal» del gans

silvestre o de cualquier otra especizoológica, aunque tal comportamiento npueda ser realidad sino en un animal nsometido a la intervención de ningú



otro factor, cosa tan imposible de hallacomo la mariposa impecablementípica. Las personas que tienen el don d

percibir las formas ven el tipo ideal duna estructura o un comportamientnmediatamente, es decir, son capace

de separarlo esencial de un tipo de todo accidental de las pequeñamperfecciones que le sirven d

rasfondo. Cuando mi maestro OskaHeinroth, en su obra ya clásica sobre loanátidos (1910) calificaba d

comportamiento «normal» la fidelidaconyugal, incondicional y hasta lmuerte, de los gansos silvestres, abstraícorrectamente el tipo ideal, si



anormalidades, aunque no lo hubierobservado plenamente en la realidadporque la vida de un ganso puede duramedio siglo y su matrimonio apenas doaños menos. Pero su afirmación es justa el tipo que él estableció e

ndispensable en la descripción y eanálisis del comportamiento, mientrasería inútil el promedio de mucho

casos individuales tomado como normaÚltimamente, poco antes de ponerme redactar este capítulo, releía yo uno tra

otro los informes de Helga Fischesobre el comportamiento de los gansos a pesar de todo cuanto acabo de deci

me sentí algo decepcionado, porque e



ellos eran relativamente raros los casode aquella fidelidad hasta la muerte qumi maestro presentara como normaEntonces Helga, indignada, dijo alggrande: «¿Qué esperabas? Al fin y acabo ¿qué son los gansos sino pobre

hombres?».Hay en los gansos silvestres —

ambién se ha comprobado en los demá

que viven en libertad— desviacionebastante grandes respecto de las normasUna de tales desviaciones e

particularmente interesante porque nperjudica a la conservación de lespecie en los gansos, aunque en muchacivilizaciones humanas esté mu



castigada: la relación entre dos machosi en su aspecto externo ni en s

comportamiento hay diferenciacualitativas de importancia entre losexos. La única ceremonia deemparejamiento realmente diferent

entre ellos, la denominada de «cuello eescuadra», presupone que los futuros nse conocen antes del apareamiento y qu

por ello se temen un poco uno al otro. Sse omite este ritual, no queda excluida lposibilidad de que el ánsar haga s

proposición de grito de triunfo a umacho y no a una hembra. Y así sucedcon bastante frecuencia, pero nexclusivamente, cuando hay mucho



gansos en cautividad en un espacireducido, y se produce un conocimientdemasiado íntimo. Mientras mi estacióde etología dependiente del InstitutMax Planck estuvo instalada en BulderoWestfalia, donde nos vimos obligados

ener nuestros gansos y ocas en uestanque relativamente pequeño, sucedicon mucha frecuencia que lo

apareamientos se efectuaran al tanteoprobando una y otra vez. Fue mucho máadelante cuando descubrimos la funció

del ceremonial de cuello en escuadra, dque aquí no trataremos mádetalladamente.

Si un ánsar joven propone s



ceremonia de triunfo a un macho y estacepta, cada uno de los dos ha halladpara ese importante rito un compañero una pareja mucho mejor de lo que seríuna hembra en lo que respecta a esciclo funcional. Como en el macho e

más fuerte la propensión a la agresióntraespecífica que en la hembra, otranto sucede con el grito de triunfo, y lo

dos amigos se estimulan mutuamente realizar grandes hazañas. Ningunpareja heterosexual es capaz de hacerle

frente, y por ello los dos machoocuparán siempre puestos de lomejores, cuando no los más elevados dodos, en la jerarquía de la colonia



Estas parejas son por lo menos tan fielecomo las otras, y duran también toda lvida unidas. Tuvimos una pareja dánsares, Max y Kopfschlitz, y lseparamos para trasterrar a Max nuestra colonia filial de ganso

silvestres en el lago de la presa dAmper, cerca de Fürstenfeldbruck; acabo de un año de duelo tomó cada un

de ellos una esposa y ambos tuvierosus polladas normalmente. Pero cuandhicimos volver a Max, sin su esposa

sus hijos —que no pudimos agarrar— aago de Ess, Kopfschlitz dejó al puntmujer e hijos y volvió con Max. Lesposa y los hijos de Kopfschlit



parecieron comprender perfectamente lsituación y trataron de deshacerse dMax mediante furiosos ataques, que nuvieron éxito. Hoy ambos macho

siguen juntos como antes y la esposabandonada de Kopfschlitz los sigu

remoloneando tristemente a prudentdistancia.

Por regla general se suele relaciona

con la palabra homosexualidad una idedemasiado lata y muy indefinida. Lmismo se designa por homosexual a

hamponcete pintado y travestido que shalla en una cantina que a un héroe de lmitología griega. Sin embargo, ecomportamiento del primero e



semejante al del otro sexo mientras quel segundo es en sus acciones uverdadero superhombre y sólo en lelección del objeto de sus actividadesexuales se aparta de lo normal. Es eesta segunda categoría donde entra

nuestros ánsares «homosexuales». Y suerros son más disculpables que los d

Aquiles y Patroclo porque los gansos

as ocas se diferencian menos que lohombres y las mujeres. Por otra parte, scomportamiento es mucho meno

«animal» que el de la mayoría de lohomosexuales humanos, ya que jamás solamente en casos excepcionales llegaa realizar un acto sexual o algun



actividad que lo remplace. En primaverse les ve ciertamente celebrar lceremonia introductoria a la copulaciónzambullendo la cabeza en el agua con uhermoso movimiento lleno de graciaque el poeta Hölderlin vio en los cisne

glorificó en un poema. Después derito quieren pasar a la copulación ysegún su naturaleza, tratan de montar a

otro, pero ninguno de ellos tiene la idede echarse en el agua sobre el vientrcomo las hembras. Y cuand

comprenden que «así no sale bien» senojan un poco con su compañero, perrenuncian a su idea sin mostrarsparticularmente irritados n



decepcionados. Cada quien toma al otrpor hembra, y el hecho de que sea upoco frígida y no se deje pisar no reducen nada su gran amor. Al avanzar lprimavera, van comprendiendo poco poco que no pueden copularse

renuncian a hacerlo. Pero en el invierno olvidan, hecho digno de mención, y a primavera siguiente vuelven a su

ntentos con renovadas esperanzas.Con frecuencia, pero no siempre, lo

ánsares ligados por el ceremonial d

riunfo hallan otro modo de satisfacer snstinto sexual. La superioridad sociaque les dan sus fuerzas agonistareunidas produce enorme interés en la



hembras sin pareja, y a la corta o a larga no falta una oca que sig

recatadamente a cierta distancia nuestros dos héroes y, como lo harevelado observaciones acuciosas ascomo el desarrollo de los hechos, a

final resulta que está enamorada de unde los dos. Esta pobre muchacha andsolitaria como una solterona junto

ellos, que siguen con sus infructuosontentos de acoplarse. Pero despué

aprende a deslizarse astutamente e

posición apropiada entre los dos en emomento preciso en que el favorito dsu corazón trata de montar al otro. Ysiempre se ofrece así al mismo. E



general, este la monta, pero inmediata regularmente se vuelve a su amigo ejecuta con él la ceremonia que sirve dremate a la copulación: «Realmentepensaba en ti». Por lo general, el otrmacho se asocia a esa ceremonia. En u

caso de que hay constancia, la oca nseguía a los dos machos a todas partessino que esperaba la hora de mediodía

a preferida por los anseriformes parcopular, en determinado rincón deestanque. Allí acudía nadando su amado

a montaba apresuradamente y volaba apunto por encima del estanque parvolver junto a su amigo y ejecutar eepílogo, cosa que desplacía sin duda



a dama, aunque nunca se mostr«ofendida».

Para el ganso, este modo de relaciópuede irse convirtiendo en una «carcostumbre». Y para la oca, siemprhabrá una disposición latente

participar en el grito de triunfo. Amedida que va conociendo mejor a lpareja, va disminuyendo la distancia

que se mantiene de ellos. Y el otro gans—el que no la pisa— se vacostumbrando gradualmente a ella

Poco a poco, al principio tímidamente después cada vez con mayor aplomoempieza la oca a participar en el gritde triunfo de los dos amigos, que cad



vez están más acostumbrados a su eternpresencia. Y así la hembraprimeramente accesorio no buscado duno de los dos machos, con la maña deargo conocimiento, acaba po

convertirse, después de mucho tiempo

en miembro más o menos con todos loderechos de la comunidad del grito driunfo.

En determinadas circunstancias, estargo proceso puede acortarse. Po

ejemplo, cuando esa oca que no tien

ayuda de nadie para defender uerritorio, logra conquistarse un lugar anidar en él. Puede suceder entonces quos dos ánsares la descubra



empollando o al nacer sus pequeñuelos que la adopten. Es decir: adoptan lo

polluelos, y aceptan que estos tengan unmadre y que esta se una al coro deceremonial de triunfo de los dos machocon sus hijos adoptivos, que en realida

son hijos de uno de ellos. Como dijHeinroth, velar junto al nido y pasear os pequeños o educarlos son los punto

culminantes de la vida de un ánsar, mácargados de afecto y sentimiento que epreludio al acto sexual y aun que est

mismo. Son actividades que contribuyemás que ninguna otra, incluso la sexuaal mejor conocimiento mutuo de londividuos y a la formación de u



ceremonial del grito de triunfo ecomún. Sea como quiera, ello es que acabo de unos años se ha formado uverdadero matrimonio triangular, a tapunto que el segundo macho empiezambién a pisar a la oca y las tres ave

se unen para ejecutar las actividades pr poscopulatorias, Lo más notable d

estos triángulos conyugales es su éxit

biológico, como tuvimos ocasión dverlo en muchos casos, en que siemprocupaban el puesto jerárquico má

elevado de la colonia, jamás loexpulsaban de su territorio y año traaño criaban un número considerable dhijos. Así, pues, no es posibl



a costumbre de ver a un individupuede a la larga hacerlo aceptar comun nuevo miembro en el círculexclusivo de la comunidad basada en egrito de triunfo. Me falta ahora decicómo ese vínculo se forma de golpe

casi podríamos decir explosivamente, en un abrir y cerrar de ojos dondividuos quedan unidos para siempre

Decimos (y sin comillas) que esos dondividuos se han enamorad

repentinamente el uno del otro. Tanto l

expresión inglesa falling in love coma alemana sich verknallen, que no mgusta por lo vulgar, expresagráficamente la impetuosidad de



flechazo.En las hembras y los machos mu

óvenes no es muy visible el súbitcambio de comportamiento, debido cierta «púdica moderación» de que damuestras. Pero no por eso es meno

profundo ni menos preñado dconsecuencias que en los machoadultos. Más bien es todo lo contrario

Los machos bien desarrollados pregonasu nuevo amor por todas partes, y encreíble la capacidad que tienen esto

animales de cambiar su aspecto exteriono teniendo a su disposición los vivocolores del teleósteo, que se inflaman ea época de los amores, ni el hermos



plumaje que aparece en el pavo real otras muchas aves cuando cortejan a lhembra. Más de una vez y más de dome sucedió no reconocer de la noche a mañana, así como suena, un ánsar qu

me era muy conocido, que «se habí

enamorado». Se eleva el tono muscularo cual produce una actitud má

gallarda, cambia la estampa del anima

por completo, los movimientos soejecutados con extremada energía, y evuelo, que antes requería tomar un

grave «decisión», en el enamorado sproduce con la misma facilidad que eun colibrí. Pequeñas distancias qucualquier ganso juicioso recorrería



pie, las cubre volando ruidosamentpara presentarse con su grito de triunfante la amada. Goza con las arrancada los renazos, tanto como un «rebeldón

con los de su moto, y también se lparece, como ya vimos antes, en s

manera de buscar camorra.Una hembra joven enamorada jamá

mpone su presencia al amado, ni corr

ras de él; si acaso, trata de hallars«por casualidad» en los lugares que éfrecuenta. Solamente con los ojos hac

saber al macho que está dispuesta acoger favorablemente suproposiciones. Jamás observdirectamente sus ademanes imponentes



hace como que mira a otro lado; pero ve sin mover la cabeza, de reojo…

exactamente como hacen las muchachade los hombres.

Pero como suele suceder, podesgracia, entre los humanos también, e

flechazo de Cupido muchas veces hieran sólo a un individuo. Según nuestro

registros, esto sucede con mayo

frecuencia al muchacho que a lmuchacha, pero tal vez sea un error dapreciación, debido a que en las oca

ambién, las tiernas manifestaciones deenamoramiento son menos visibles quas exageraciones del macho. Cuand

este corteja suele tener éxito, aun cuand



el objeto de su amor no responde dnmediato, porque el ánsar es libre d

correr cuanto quiera tras de su ídolo, dpegar a los demás pretendientes que ellenga, y de irla acostumbrando a é

gracias a su eterna presencia y a s

enacidad, hasta el punto de que se una su grito de triunfo. El único amor siesperanza ni éxito es el que se dedica

un objeto que ya está firme duraderamente comprometido en otrparte. Y en todos los casos de est

género que hemos podido observahemos visto que pronto renuncia el ánsaa su cortejo. Por lo menos yo no tengnoticia de ningún ganso que persiguier



durante años con sus asiduidades a unoca bien casada. En cambio tengo en minotas el caso de una oca joven que yhabía criado por mí mano y cuyo amopor un ganso feliz con su matrimoniduró más de cuatro años. Siempre s

hallaba «como por casualidadmodestamente a unos cuantos metros ddistancia de su familia y como prueba d

su fidelidad, y al mismo tiempo de lfidelidad conyugal de su amado, todoos años ponía ella un montón de huevo

sin fecundar.La fidelidad en relación con el gritde triunfo y la fidelidad en relación coa copulación tienen una correlació



extraña, algo diferente por lo demás ea hembra que en el macho. En el cas

normal ideal, en que todo va bien y nhay perturbaciones, o sea cuando dos destas aves, jóvenes, sanas y buenas senamoran impetuosamente en su primer

primavera, y ninguna de las dos spierde, ni se la come el zorro, ni se llende parásitos intestinales ni el viento l

leva a los hilos del telégrafo, lo máprobable es que los dos cónyuges ssean fieles toda la vida, tanto en l

relativo al grito de triunfo como aacoplamiento. Pero si el destino rompese primer vínculo amoroso, sucedalgo notable: ambos animales queda



ibres, naturalmente, de ligarse con otrcompañero mediante un nuevceremonial de triunfo, y así lo hacencon tanto mayor facilidad cuanto mápronto se rompió el vínculo anterior…pero la monogamia desaparece de su

relaciones, y por cierto que en el machmás que en la hembra. Un ganso de estipo cumplirá normalmente con s

esposa la ceremonia del grito deriunfo, montará debidamente la guardiunto al nido y defenderá su familia ta

bravamente como cualquier otro, o seque se portará en todo como un padre dfamilia ejemplar… salvo que de vez ecuando montará otras hembras. E



propenso a tales deslices sobre todcuando esta lejos de su esposa, o denido donde esta incuba. Si la hembrextraña se acerca a la familia o acorazón del criadero, es frecuente que eganso la ataque violentamente y l

expulse. Entonces, los observadoreantropomorfizantes acusan al macho ddisimulo consciente de su «lío». Per

esto es sobrestimar grandemente sufacultades intelectuales, como puedsuponerse. La verdad es que cerca de l

familia o del nido reacciona ante lextraña como ante cualquier otro gansooca no perteneciente al grupoexpulsándola. Pero en un terreno neutra



no hay reacciones de defensa de lfamilia que le impidan ver en ella lhembra. Esta no desempeña otro papeque el de compañera en el acto sexual, el ganso no da la menor muestra dquerer estar con ella, de pasear con ell

ni de defender el nido de ella. Y si tienuna pollada, la deja que críe sola suhijos ilegítimos. En realidad, no la ama.

Por su parte, la extranjera tratdiscretamente de hallarse siempre «pocasualidad» cerca de su amado. Ella s

o ama, y estaría dispuesta a aceptar sél le propusiera una ceremonia driunfo. En la oca silvestre más que en e

ganso está más ligado el amor a l



copulación. Es decir que al igual que eos humanos, en estas aves también e

más marcada y frecuente en los machoque en las hembras la famosdisociación entre el vínculo amoroso el instinto sexual. La oca también tien

más dificultades para iniciar una nuevrelación después de rota la antiguaSobre todo después de su primer

viudez. Cuanto más frecuentementqueda viuda o abandonada, más fácil les encontrar nueva compañía, pero má

difícil es que le dure. Una oca variaveces enviudada o divorciada tiene ucomportamiento muy diferente deípico. Sexualmente más activa y meno



cohibida, sin el «pudor» de la jovensiempre está dispuesta a iniciar unnueva relación, sexual o ceremonial (driunfo), y se convierte en una verdader

«mujer fatal», que provoca el cortejo eserio de los jóvenes ánsares, dispuesto

a vincularse a ella para toda la vida, que al cabo de un breve matrimonihace infeliz al esposo al abandonarl

por otro. La historia de la vida conyugade nuestra mayor oca silvestre, Ada, eun estupendo ejemplo de lo qu

acabamos de decir, pero al final —acaso harto raro sin duda— remató couna gran pasión tardía y un matrimonifeliz. La vida de Ada, consignada e



nuestros documentos, es como unnovela llena de interés… pero de esthablaremos en otro libro.

Cuanto más tiempo lleva casada unpareja y más se acerca su matrimonio acaso ideal arriba mencionado, má

difícil le es en general al que sobrevivparticipar en una nueva unión coceremonial de triunfo; y como y

dijimos a la hembra le resulta mádifícil que al macho. Heinroth comuniccasos de ocas que viven solitarias en s

viudez y sexualmente inactivas durantodo el resto de su vida. Pero en lomachos jamás hemos observado otranto, y los que enviudan ya grandes a l



sumo llevan el luto un año; despuéienen diversas relaciones sexuales y a

final, a veces de un modo indirectocomo vimos acaban por vincularsdebidamente con el grito de triunfo. Perhay muchas excepciones a estas reglas

Conocimos a una oca casada y siproblemas durante mucho tiempo, que ecuanto perdió el marido pasó a forma

un nuevo matrimonio, completo en todoOpinamos que en su primer matrimonidebió haber algo que no funcionab

debidamente, pero esto no deja dparecer una petición de principio.Tales excepciones so

extraordinariamente raras, tanto, qu



mejor hubiera hecho en callarlas, pardar al lector la impresión acertada dfirmeza y durabilidad que caracterizaa unión por el grito de triunfo, no va e

él, caso ideal solamente, sino también eel promedio estadístico de todos lo

casos observados. Podríamos decirugando un poco con los vocablos, qu

el grito de triunfo es de todas la

motivaciones el Leitmotiv, o motivprincipal, que determina la vidcotidiana de los gansos y oca

silvestres. Como un fondo sonoro, esteitmotiv acompaña suavemente eacostumbrado chachareo destinado a nperder el contacto y que Selma Lagerlö



raduce, acertadamente por: «Aquí estoo. ¿Dónde estás tú?». Si dos familias s

enfrentan con cierta hostilidad en scamino se intensifica un poco. Cuandas aves pastan tranquilamente baja dono; hasta extinguirse por completo e

caso de alarma, de huida en común y dvuelo en una gran banda cubriendgrandes distancias. Pero en cuanto l

excitación que pasajeramente sofocabel grito de triunfo ha pasado, reaparecen cierto modo por contraste

bruscamente el chachareo de salutaciónque como sabemos es el grado menor dntensidad del grito de triunfo. Lo

miembros de un grupo unido por es



vínculo se dan seguridades por decirlasí todo el día, a cada nueva ocasión«Estamos unidos y nos oponemos juntoa todos los de fuera».

En realidad, la relación de causa efecto es al contrario. El grito de triunf

no es la consecuencia del amor y lamistad entre ciertos individuos ni l«manifestación» de esos sentimientos

es la ceremonia misma la que vincula os miembros del grupo.

Ya hemos visto en otras accione

nstintivas la maravillosa espontaneida la producción endógena de energía quposeen, destinadas específicamente determinada pauta motora, en un



cantidad regulada exactamente según e«consumo» previsto para el movimientde que se trate, consumo tanto máconsiderable cuanto más frecuente sea lnecesidad que de hacer dichomovimientos tenga el animal. Lo

ratones tienen que roer, las gallinas qupicotear y las ardillitas que saltar de acpara allá. En condiciones normales, ha

de hacerlo para poder subsistir. Si estnecesidad desaparece en lacondiciones de cautividad experimenta

del laboratorio, de todos modos lsiguen haciendo, y eso se debe a que lomovimientos instintivos proceden de unproducción interna de estímulos y s



desencadenamiento solamente edirigido por estímulos externos ecuanto a la determinación del lugar y emomento de la ejecución. Por eso eganso silvestre lanza su grito de triunfo cuando no tiene ocasión de satisface

esa necesidad, se convierte en uncaricatura patológica de su propio ser

i siquiera le queda la posibilidad d

abreaccionar la pulsión reprimida ecualquier objeto sustitutivo. El ratón rocualquier cosa, aunque sea a alg

mposible de roer. La gallina picoteasiquiera sean las plumas de sucompañeras de cautividad. La ardilla esu angosta jaulita sigue dando saltos



cabriolas estereotipados para liberar smpulsión motriz. Pero el ganso o la oc

sin compañero no tienen con quiecompartir el grito de triunfo y andan dacá para allá, tristes y deprimidos. Dijuna vez Yerkes certeramente que u

chimpancé solo no era ningúchimpancé. Otro tanto podría decirse, con más razón todavía, del gans

silvestre. Incluso en una colonidensamente poblada, el solitario que niene con quién celebrar la ceremoni

del grito sufre mucho. Si se crentencionalmente esta situación parexperimentar y se cría un gansito

otalmente sólo un «Kaspar Hauser»

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ejos de sus congéneres, el desdichadpresenta una serie de trastornocomportamentales característicos erelación con las cosas y sobre todo coos seres que lo rodean. Estos trastorno

son, semejantes, cosa altament

significativa, a los que apreció RenSpítz en los niños de los humanohospitalizados y privados de contacto

sociales. No solamente pierde un ser asa facultad de reaccionar activamente as situaciones estimulantes del mund

que lo rodea sino que trata hasta donde sea posible de huir de todo estímulexterior. Es patognómico de ese estado basta para el diagnóstico, el yace



sobre el vientre y con la cara vuelthacia la pared. Aun no muy gravementenfermos, estos niños evitan todcontacto social y jamás miran a los ojoa los niños como ellos y menos a lapersonas mayores. Teníamos do

gansitos que habíamos mutiladpsíquicamente de este modo loencerramos juntos en una pieza, y s

pusieron en dos ángulos opuestos, con epico vuelto a la pared. René Spítz, quien mostramos el experimento, s

manifestó muy conmovido por la patentanalogía comportamental que advirtientre nuestros animales de laboratorio os huerfanitos por él estudiados. Per



el gansito, al contrario de los niñospuede curarse bastante bien, aun ququizá no del todo. Por lo menognoramos hasta qué punto, ya que l

recuperación requiere años. De todomodos, hasta ahora ninguno de nuestro

animalitos experimentales se hapareado.

Aún más dramáticos efectos que est

oposición a la formación de un vínculpor el grito de triunfo produce la rupturforzosa de dicho vínculo, que po

desgracia es cosa frecuente en lacondiciones naturales. La primerreacción de la oca silvestre ante ldesaparición de su compañero e



ponerse a buscarlo con todas sufuerzas. Día y noche, literalmente, lanza distancia su llamado, trisilábico, recorre por todas partes, presurosa excitada, el territorio familiar y lougares donde solía estar con él; despué

va ampliando el campo de sunvestigaciones y vuela cada vez máejos, sin dejar de llamarlo. Al perder e

compañero se extingue en ellsúbitamente toda combatividad. Esta ocdesamparada ya no se defiende de lo

ataques de sus congéneres, huye de lomás jóvenes y débiles y, como en lcolonia pronto se sabe todonmediatamente cae a los escalones má



bajos de la jerarquía. El umbral dodos los estímulos que desencadenan l

fuga baja considerablemente. Ya no sólse porta cobardemente con sucongéneres, sino que todos los estímuloprocedentes del mundo exterior l

espantan más que antes. Para con ehombre, una oca antes mansa se puedvolver completamente arisca y aun n

querer acercarse a él ni para buscar salimento. También aumenta en ella lendencia al pánico y, por ende, l

propensión a los accidentes.Pero en el caso de ocas criadas poel hombre puede suceder lo contrario, es posible que una oca que, mientra



estuvo felizmente vinculada a los demásno mostraba ningún apego por el que lhabía criado, al quedarse solmanifieste gran simpatía por el mismoTal fue el caso, por ejemplo, del ánsaKopfschlitz, mencionado antes, cuand

rasterramos a su amigo Max ciertogansos silvestres criados normalmentpor sus padres pueden volver con ello

o con sus hermanos al quedarse soloaunque no tuvieran relacioneperceptibles desde mucho antes. Per

estas observaciones demuestraprecisamente que todavía tenían uapego latente por ellos. Al mismo ciclde fenómenos pertenece sin duda l



observación de que los gansos quhabíamos trasplantado ya adultos a lafiliales de nuestras colonias del lago dAmmer o del lago artificial de la presde Amper, en Fürstenfeldbruck, volvíaa su antigua colonia del lago de Ess a

perder a su compañero de ceremonial su pareja.

Todos los síntomas descritos qu

afectan al sistema nervioso vegetativo al comportamiento se advierten de modmuy parecido en los hombres que tiene

algún pesar. En su estudio de las penanfantiles describe John Bowlby estofenómenos de un modo muy sugestivo conmovedor. Es apenas creíble hast



qué punto concuerdan las analogías entrhombre y ave en estos aspectos. Ascomo en el rostro humano, sobre todo eos ojos, quedan marcados los estado

depresivos prolongados por trazomisteriosos, o «estigma del destino», as

sucede en los gansos. Tanto en ehombre como en estas aves, son sobrodo los contornos inferiores de los ojo

os que sufren por el tonconstantemente bajo del gran simpáticesa modificación característica de

dolor, de la aflicción profunda conociddesde las máscaras de la Tragedigriega. De lejos reconozco yo a mi carvieja Ada por la expresión de sus ojos



que llevan la marca de la aflicción. Yesto no es de ningún modo imaginaciómía, como me lo demostró de forma mumpresionante un gran ornitólogo, mu

conocedor de los animales y erudito egrado sumo, quien sin saber nada de l

historia de Ada me la señaló de repent me dijo: «Esa oca ha debido sufri

mucho en su vida».

Por razones de principio y de leoría del conocimiento tenemos po

científicamente ilegítimas todas la

afirmaciones sobre vivencias subjetivade los animales, excepto una: que tienealgún tipo de vivencia subjetiva. Esistema nervioso de los animales e



distinto del nuestro, y lo mismo lofenómenos fisiológicos que en él sdesarrollan; debemos tener por segurque las vivencias correspondientes soasimismo cualitativamente diferentes das nuestras. Naturalmente, est

posición, impecable según la teoría deconocimiento, acerca de la vidsubjetiva de los animales no significa d

ningún modo que se niegue su existencia mi maestro Heinroth solía responde

sonriente cuando le reprochaban el ve

en el animal una máquina sin alma: «mual contrario, tengo a los animales pogente de sentimiento con poquísimentendimiento». No sabemos ni podemo



saber lo que siente un ganso qupresenta todos los síntomas objetivos da aflicción humana, pero no podemompedirnos el sentir que su dolor s

parece al nuestro como un hermano otro hermano.

Viéndolos de un modo puramentobjetivo, todos los fenómenos qupueden apreciarse en un ganso silvestr

privado de su relación ceremonial degrito presentan la mayor semejanzmaginable con los que se observan e

un animal muy apegado a su territoriheimattreu = fiel al hogar), cuando lsacan del terruño habitual para llevarla regiones para él extrañas. Se v



entonces la misma búsqueddesesperada y la misma pérdida de todacometividad mientras el animal no hhallado de nuevo su antiguo territorioPara el observador experto es una buen expresiva descripción de la

relaciones de la oca silvestre con scompañero de grito decir que sconduce en todo como un anima

ípicamente territorial respecto decentro de su territorio, al cual está máapegada cuanto más familiar le es. Mu

cerca de este centro alcanzan su mayontensidad no sólo la agresióntraespecífica sino también otra

muchas actividades vitales autónoma



de la especie de que se trate. MonikMeyer Holzapfel llama al compañerque es un amigo personal «el animal covalencia de hogar»; y con ese términoque evita felizmente toda subjetivizacióantropomórfica del comportamient

animal, se abarca la gama completa dos valores afectivos que cuadran a

verdadero amigo.

Poetas y psicoanalistas saben desdhace mucho tiempo que el amor y eodio están muy cerca uno del otro y qu

ambién para nosotros los humanos eobjeto de amor es casi siempre al mismiempo, de modo «ambivalente», objet

de agresión. El grito de triunfo de lo



gansos, nunca se insistirá bastante eello, no es en el mejor de los casos sinun modelo muy simplificado, parecidal amor y la amistad de los humanospero muestra de modo significativcómo se puede producir es

ambivalencia. En la oca silvestre casno queda nada de agresión en el segundacto de la ceremonia, en que salud

amistosamente a su compañero; pero dodos modos, en la primera parte, la qu

va acompañada del «redoble», entr

bastante de agresión autóctona que, sbien latente, está dirigida contra ecompañero y amigo. Y sabemos que easí no solamente por la



consideraciones de orden filogenéticexpuestas en el capítulo anterior sinambién por la observación de caso

excepcionales que explican bastante lnteracción de la agresividad primitiva a motivación del grito de triunfo, ahor

autónoma. Nuestro más viejo ganso de la

nieves ( Anser caerulescens atlanticus)

Paulchen, se apareó en su segundo añde vida con una oca de las nieves dgual edad, pero al mismo tiempo estab

igado por el ceremonial de triunfo cootro ganso de su especie, Schneerot, quno era hermano suyo pero vivía con écomo si lo fuera. Ahora bien, los ganso



de esta especie tienen la costumbre, mucomún entre los anatinos zambullidores, pero no usual entre logansos, de violar a las hembras de lodemás, sobre todo cuando estáncubando en su nido. Al año siguiente

a esposa de Paulchen hizo un nido, pushuevos y los empollaba cuando spresentó una situación tan interesant

como terrible: Schneerot forzaba a lesposa de Paulchen continuamente y cogran brutalidad, y el marido no podí

hacer nada por impedirlo. Cada vez quSchneerot se acercaba al nido agarraba a la oca, Paulchen se ponífurioso y se abalanzaba contra e



calavera, pero llegando a él se desviab atacaba cualquier objeto inocu

sustitutivo que estuviera cerca, compor ejemplo nuestro fotógrafo, que allse hallaba filmando la escena. Nunchabía tenido ante la vista, de modo ta

convincente, la fuerza de lreorientación fijada por el ritualPaulchen quería atacar a Schneero

Estaba claro que era este quieprovocaba su cólera. Pero no podíacercársele, porque la trayectoria fij

del movimiento ritualizado lo desviabdel objeto de su cólera con la mismprecisión y firmeza con que un sistemde agujas conduce una locomotora a un



vía de apartadero.El comportamiento de este gans

demuestra claramente que los estímulodesencadenadores de la agresión sólprovocan gritos de triunfo, y no ataquescuando proceden del compañero. En e

ganso de las nieves, la ceremonia nestá tan patentemente dividida en dopartes, la primera con mucha má

agresividad y orientada hacia el exterio la segunda dirigida hacia e

compañero y de motivación cas

exclusivamente social. Al parecer, eganso de las nieves, y principalmente eo tocante a su grito de triunfo, está má

cargado de agresividad que nuestr



amable ganso silvestre. En relación coesto, la ceremonia del triunfo del gansde las nieves es más primitiva que la dsu pariente. En el anormal caso quacabamos de describir podía conducir un comportamiento cuyo mecanism

mpulsivo corresponde en todo al ataqureorientado original que va más allá o aado del compañero, como vimos co

anterioridad en los cíclidos. Aquí estplenamente justificado el empleo de lexpresión Freudiana regresión.

Una regresión de tipo algo diferentpuede también modificar el ceremoniade triunfo del ganso silvestre, concretamente en su fase meno



agresiva, la segunda. En ese procesomuy dramático, se advierte claramenta participación original de la pulsió

agresiva. Solamente se presenta cuanddos ánsares poderosos están unidos poun ceremonial de triunfo, como el qu

describimos antes. Dado que la hembrmás combativa jamás podrá vencer amacho más débil, ninguna pareja norma

heterosexual, podrá jamás hacer frente una pareja de amigos de este tipo, yque por lo general estas parejas ocupa

os puestos más altos de la jerarquísocial en la colonia. Ahora bien, con ledad y la larga ocupación de un puesterárquico elevado aumenta la confianz



en si mismo o sea la seguridad driunfar, y con ello se intensifica l

agresividad. Al mismo tiempo aumentambién la intensidad del grito driunfo, como vimos, con el mayo

conocimiento, o sea con la duración de

vínculo que los une. En estacondiciones, es evidente que eceremonial que liga a esa pareja d

ánsares alcanza niveles de intensidad que jamás llegan las parejaheterosexuales. Los gansos Max

Kopfschlitz, ya varias vecemencionados, llevan 9 años d«casados», y yo los reconozco de lejopor el loco entusiasmo de su grito d



riunfo.Pues bien: puede suceder que e

grito de triunfo de estos ánsares pase loímites y se convierta en verdader

éxtasis, y entonces sucede algo notable siniestro. Los sonidos se hacen cada ve

más fuertes, rápidos y concentrados, locuellos cada vez se ponen máhorizontales perdiendo así la postur

erguida que caracteriza la ceremonia el ángulo de desviación que aparta emovimiento reorientado del compañer

se va cerrando. Es decir: al subir amáximo de intensidad, la ceremoniritualizada va perdiendo lacaracterísticas motoras que distingue



ese movimiento de su prototipo nritualizado. A la manera de unverdadera regresión en sentidfreudiano, regresa, pues, a un estado máprimitivo de la filogenia. Fue J. Nicolael primero en descubrir es

«desritualización» en el pinzón reaComo en el caso del grito de triunfo dos gansos, en esos animales l

ceremonia de salutación de la hembrnació por ritualización a partir de loademanes de amenaza originales. Si s

ncrementan los impulsos sexuales de lhembra del pinzón secuestrándoldurante cierto tiempo y a continuación se pone un macho en su encierro, l



persigue con salutaciones que tendráanto más claro el carácter de agresió

cuanto más tiempo hayan sidreprimidas sus pulsiones sexuales.

La tensión de este éxtasis de amor odio en una pareja de gansos pued

ceder en cualquier momento o niveentonces se desarrolla una nuevceremonia de triunfo todavía mu

agitada, pero a la que sigue como enormal un suave y tierno chachareo, aucuando los ademanes todaví

manifiesten una furiosa agresividad. Eque contempla esto por primera vez niene más remedio que sentir ciert

malestar ante una pasión que s



manifiesta de modo tan ardientenvoluntariamente hace pensar en dicho

como «Te quiero tanto que te comeríviva». Y recuerda aquello que tantaveces recalcó Freud, de que nuestrenguaje corriente con frecuencia revel

con sabiduría antigua la certera intuicióde algunas hondas relaciones psíquicas.

Pero en casos particulares, de lo

cuales tenemos registrados tres en lodiez años que pasamos observandgansos, la desritualización del grito d

riunfo que se produce en el colmo deéxtasis no cede. Entonces ocurre algrreversible, de gravísima

consecuencias para el porvenir de lo



dos animales en cuestión: los ademanede amenaza y combate de ambos ánsarecada vez son más netos, la excitaciósube de punto y, de pronto, los que hastentonces eran amigos se acometen y slenan de ruidosos golpes con lo

codillos de las alas, armados dcallosidades. El estruendo del mortíferduelo se oye a kilómetros de allí. U

combate normal entre dos ánsares por lposesión de una hembra o de un lugadonde anidar raramente dura más d

unos segundos, y nunca más de uminuto, pero en uno de los tres combateparticulares de que hablamos contamoun cuarto de hora entero, cronómetro e



mano, y eso después de que acudimoalarmados desde lejos por el fragor decombate. La tremenda, encarnizada furide este tipo de encuentro no se explicsino parcialmente por el hecho de quconociéndose bien los adversarios, s

emen menos que si fueran extraños euno para el otro. No se debe sólo a esel indescriptible horror de las pelea

conyugales; yo creo más bien que eodo amor verdadero entra una buen

cantidad de agresividad disimulada po

el vínculo y que al romperse este srevela en ese espantoso fenómeno qulamamos odio. No hay amor si

agresividad, pero tampoco hay odio si



amor.El vencedor jamás persigue a

vencido, y nunca hemos visto que sproduzca un nuevo encuentro entre ellosAl contrario, en adelante los dos machose evitan cuidadosamente, y en l

multitud de las aves que pacen en lapantanosas praderas, nuestros dogansos se hallan siempre en punto

periféricos opuestos. Si por casualidase encuentran juntos alguna vez, por nhaberlo advertido a tiempo, o gracias

una intervención experimental nuestraienen un comportamiento de lo máextraño que jamás vi en animales, y quapenas me atrevo a exponer, por mied



de que me acusen de antropomorfismexagerado. Porque los dos ánsares ssienten perplejos. No se atreven mirarse. Sus miradas vacilan de acpara allá; el objeto de su amor y su odios atrae irresistiblemente, pero s

hacen para atrás como el dedo se separnstantáneamente del metal ardiente. Y

sobre todo, ambos ejecuta

continuamente movimientos traslocadoo desplazados: se alisan las plumassacuden del pico cosas que no hay, etc

Y tampoco pueden irse sin más ni másporque el antiquísimo movimiento d«guardar la cara» les obliga a no volveas espaldas. Imposible no sentir lástim



de ambos y no reconocer que ssituación es de las más difíciles.

El investigador que se dedica estudiar los problemas de la agresióntraespecífica daría mucho por pode

determinar mediante un análisis precis

cuantitativo de las motivaciones laproporciones en que están mezcladas lagresividad original y la pulsió

autónoma del grito de triunfo en lodistintos casos del ceremonial. Creemoque nos vamos acercando a la solució

de este problema, pero la exposición do que llevamos realizado nos apartarímucho de nuestro objetivo.

Vamos en cambio a recorda



brevemente lo que hemos visto relativa la agresión y los mecanismoespeciales de inhibición que nsolamente impiden todo combate entrciertos individuos por siempre jamásolidarios, sino que además crean entr

ellos un vínculo del tipo que conocemobien por el ceremonial del grito de logansos. También estudiaremos la

relaciones existentes entre esta suerte dvínculo y los demás mecanismos de lvida social, descritos en los capitula

precedentes. Al releer una vez más esocapítulos me siento empero mudesalentado ante mi incapacidad parcomunicar debidamente la grandeza y l



mportancia del fenómeno de levolución. Sin embargo, creo habeentendido bien su desarrollo y por esme he propuesto explicarlo. Parecposible que un hombre instruido y más menos conocedor de su lengua, dedicad

oda su vida a un mismo temacomunique a sus lectores no solamento que sabe sino también lo que siente a

respecto. Espero, pues, que los lectoreengan con la sucinta recapitulación dos hechos que he puesto al final de est

capitulo una idea más o menoaproximada de lo que quiero decir.Como vimos en el capítulo VIII, ha

animales que ignoran por completo l



que es agresión intraespecífica y durantoda su vida están unidos en compacta

muchedumbres. Parece que estos seredeberían estar predestinados a la sólidamistad y la leal confraternidad, perprecisamente en esos pacíficos animale

gregarios jamás se advierte tal cosa, su unión es siempre completamentanónima. El vínculo personal, la amista

entre individuos sólo aparecen en loanimales de agresividad intraespecíficmuy desarrollada. Y el vínculo e

ncluso más firme cuanto más agresives la especie. Casi no hay peces máagresivos que los cíclidos ni aves máagresivas que los gansos. Y el mamífer



de agresividad proverbial, la bestisenza pace del Dante, o sea el lobo, eel más fiel de los amigos. Y entre loanimales que son alternativamenterritoriales y agresivos o sociales y n

agresivos, según las estaciones, lo

vínculos personales se limitan a loperiodos de agresividad.

Sin duda alguna, el vinculo persona

nació en un momento de la evolución eque se necesitaba la cooperación de doo más individuos para algún fin d

conservación de la especie, y por lgeneral el cuidado de la prole. Esvínculo de amor se debió sin duda emuchos casos a la agresió



ntraespecífica, y en algunos casoconocidos se produjo por ritualizacióde un ataque o una amenazreorientados. Como los ritos asconfigurados están ligados a la persondel compañero y después se hace

necesidad como acciones instintivandependientes, la presencia de

compañero resulta imprescindible

convierte a este en «animal con valencide hogar», equivalente al terruño en eamor que provoca.

La agresión intraespecífica emillones de años más antigua que lamistad y el amor personales. Durantargas épocas de la historia de la tierr



ha habido animales que sin duda seríamuy agresivos y peligrosos. Casi todoos reptiles que hoy conocemos lo soodavía, y no hay razones para supone

que en la prehistoria lo serían menosPero sólo conocemos la existencia d

vínculos personales entre los teleósteosas aves y los mamíferos, o sea grupo

zoológicos que no aparecen antes de lo

últimos tiempos del mesozoico. Haypues, agresión intraespecífica sin santítesis, que es el amor. Pero en cambi

no hay amor sin agresión.Un mecanismo comportamental distinguir netamente de la agresióntraespecífica es el odio, feo herman



menor del amor entrañable. Al contrarique la agresión habitual, el odio vdirigido hacia un individuo determinadoexactamente igual que el amor, y es lmás probable que presuponga lexistencia de este: sólo se puede odia

verdaderamente cuando primero se hamado y, aun cuando se niegue, se siguamando.

Es totalmente innecesario señalar laanalogías que subsisten entre ecomportamiento social de alguno

animales, y principalmente de los gansosilvestres, y el del hombre. Todos loópicos y las rancias sentencias de

refranero parecen aplicarse a estas ave



anto como a los humanos. El buedarwinista experto en el evolucionismpuede y debe sacar de este hechconclusiones importantes.

Primeramente, sabemos que loantepasados comunes más recientes d

as aves y los mamíferos son loremotos reptiles del devónico superior el carbonífero inferior, que con tod

seguridad no tenían vida de sociedamuy desarrollada y tampoco seríamucho más inteligentes que las ranas. E

decir, que las semejanzas decomportamiento social entre el hombre el ganso silvestre no se deben a uantepasado común, no son «homólogas»



sino que seguramente se formaromediante lo que se llama adaptacióconvergente. Su existencia no eproducto de la casualidad, porque estaaunque pueda calcularse, sería unmprobabilidad, expresable solament

por cifras astronómicas. En el ganssilvestre y en el hombre hay normas dcomportamiento muy complejas, como e

deseo amoroso, la amistad, la aspiracióa ascender en la jerarquía, los celos, laflicción, etc., no solamente semejante

sino iguales hasta en detalles de lo máabsurdo. Esto nos demuestra con todseguridad que cada uno de esos instintoiene una determinada misión qu



cumplir al servicio de la conservacióde la especie, y para cada caso debe sea misma o casi la misma en el ganso

en el hombre. Sólo así se explica ldentidad de comportamiento en uno

otro.

Como buenos investigadorecientíficos que no creen en «instintonfalibles» ni maravillas, suponemos

claro está, que cada una de esas pautade comportamiento es función de unorganización corporal correspondient

del sistema nervioso, de los órganos dos sentidos, etc., o sea una estructurque ha creado en el organismo lpresión selectiva. Imaginémonos ahor



cuán complicado debería ser un aparatfisiológico que a la manera de ucerebro electrónico hubiera de produciuna pauta de comportamiento sociacomo por ejemplo la del grito de triunf comprenderemos que en comparació

con semejante aparato, órganos tamaravillosos como el de la vista o el deoído parecerían algo en extrem

sencillo. Ahora bien, cuanto mácomplejos y diferenciados son doórganos de construcción análoga

destinados a cumplir la misma funciónmás derecho nos asiste para agruparloen la misma concepción funcional designarlos con el mismo nombre, po



muy diferente que sea su origefilogenético. Cuando los cefalópodocomo el pulpo o el calamar por unparte y los vertebrados por otra ha«inventado» ojos, independientementos unos de los otros, construidos segú

el mismo principio de la cámarfotográfica, compuestos en ambos casopor elementos semejantes, como la lente

el iris, el humor vítreo y la retina, no econtrario a la razón el que tanto en locefalópodos como en los vertebrados s

denomine ese órgano ojo, sin comillas.Con el mismo derecho omitimoestas al hablar del comportamientsocial de los animales superiores, qu



por lo menos tiene otros tantos puntos ecomún con el del hombre.

Todo cuanto acabo de exponer eeste capitulo debería servir de seriadvertencia contra el tonto orgullmental de muchos de nosotros. Porqu

es en un animal que ni siquierpertenece a la privilegiada clase de lomamíferos donde la investigació

científica descubre un mecanismcomportamental que une para toda lvida a determinados individuos, que s

ha convertido en la más fuertmotivación, dominadora de todactividad, capaz de sobreponerse odas las pulsiones «animales», como e



hambre, la sexualidad, la agresión y emiedo y que configura el orden social dmodo característico en la especie. Estvínculo es análogo en todo a aquellafunciones que entre nosotros lohumanos van unidas a los sentimiento

de amor y amistad en su forma mánoble y pura.



CAPÍTULO XIIPREDICANDO LA

HUMILDAD

Das ist der Ast in deinem Holz

an dem der Hobel hängt und hängt:

Das ist dein Stolz,

der immer wieder dich

in seinen steifen Stiefel zwängt [XI].

CHRISTIAN MORGENSTERN

Los once capítulos que antecede

pueden considerarse ciencia natural. Lohechos que en ellos se exponen son máo menos seguros, en lo que cabe dentr

de un campo de investigación ta



recientemente abierto como la etologícomparada. Pero ahora vamos a dejar ldescripción del comportamientagresivo de los animales, tal y como noo revelan la observación y lo

experimentos, y vamos a preguntarnos s

de todo eso no podría sacarse algaplicable al hombre y a la evitación dos peligros que sus propias pulsione

agresivas le crean.Habrá personas que en el mer

hecho del planteamiento de esta cuestió

verán un menoscabo de la dignidahumana. El hombre se complace econsiderarse el centro del universodistinto de todo lo demás que hay en l



naturaleza, algo esencial y superiorPara muchos humanos es una necesidapersistir en ese error, y así desoyen emás sabio consejo que jamás un sabidiera, el famoso «Conócete a ti mismoΓνώϑι σαυτόν) que dijo Quilón pero s

atribuye a Sócrates. ¿Qué impide ahombre seguirlo? Tres obstáculos, todocon grave carga emotiva. El primer

puede eliminarlo fácilmente cualquiepersona inteligente y sensata. Esegundo, a pesar de sus nocivos efectos

siempre es honroso. Y el tercero, sexplica por la evolución de la cultura es por ello perdonable, pero es tambiéel más difícil de eliminar. Los tres está



ntimamente ligados y entretejidos couna propiedad humana nada buena, eorgullo, de que dice el sabio quprecede a la caída. Vamos a examinauno por uno estos tres obstáculos con efin de descubrir en qué son dañinos. A

continuación, veremos el modo dcontribuir lo mejor posible a seliminación.

El primer obstáculo es el máprimitivo. Impide que el hombre sconozca a sí mismo, porque no le dej

ver que es el resultado de una evolucióhistórica. El gran parecido del hombrcon sus parientes más próximos esparadójicamente, el que da a est



obstáculo su tenacidad y su cargafectiva. Si el hombre no conociera achimpancé le costaría menoconvencerse de su origen. Algunas leyenexorables de la percepción de la

formas nos impiden ver en el mono,

particularmente en el chimpancé, uanimal como los demás y nos obligan ver en su cara un rostro humano. Medid

de este modo con la varantropomórfica, el chimpancé resultbastante feo, como es fácil d

comprender, y parece una caricaturdiabólica de nuestro propio ser. Egorila, algo más alejado de nosotros, más el orangután, presentan ya meno



dificultades. Tomando las caras de lomachos viejos por extrañas máscaras ddemonios podemos considerarlas coseriedad y aun hallarlas bellas. Con echimpancé esto resulta imposible. Es tadefinitivamente ridículo, tan vulgar

repugnante que sólo parece un hombrdegenerado. Esta subjetiva opinión no ean injusta como parece y hay razone

para suponer que el antepasado comúdel hombre y el chimpancé no estabmenos evolucionado que este último

sino todo lo contrario. Por risible qusea en sí la reacción defensiva dehombre frente al chimpancé, su fuertcontenido emocional ha inducido



muchos pensadores a construir teoríaotalmente indefendibles acerca de

origen del hombre. En ellas no se niega procedencia animal, pero s

escamotea su cercano parentesco con erepulsivo chimpancé mediant

acrobacias de lógica o se disimula coembrollos de sofista.

Pero el chimpancé e

rresistiblemente cómico precisamentporque se nos parece. Es más: en laestrecheces de un zoológico, lo

chimpancés adultos degeneran de umodo bastante parecido al de lohumanos en circunstancias análogas dan la impresión de estar totalment



depravados y pervertidos. Y echimpancé perfectamente normal y sanomás parece un ser humano degradadque un animal superior.

El segundo obstáculo que se oponal conocimiento de nosotros mismos e

a emocional aversión a reconocer qunuestras obras están sometidas a leyenaturales. Bernhard Hassenstein h

denominado a esto «juicio axiológicanticausal». El confuso sentimiento dfrustración, que recuerda l

claustrofobia en muchos individuos, antel espectáculo de la universadeterminación causal de todos lofenómenos naturales se debe sin duda



a necesidad, perfectamente justificadade poder querer libremente y el deseno menos justo de que nuestras accioneno obedezcan a causas accidentalessino a fines superiores.

El tercero y magno obstáculo a

conocimiento de sí mismo es —por lmenos en nuestras culturas occidentale— la herencia de la filosofía idealista

Procede de la división del mundo edos: el mundo externo de las cosas, poprincipio desprovisto de valor para e

pensamiento idealista, y el mundnteligible, del pensamiento y la razóhumanos, que es el único al cual satribuyen valores.



Esta dicotomía place aegocentrismo del hombre y satisface maravilla su deseo de no sentirsprisionero de las leyes de la naturalezaPor eso no es de extrañar que haypenetrado tan profundamente en nuestro

acostumbrados modos de pensar, comse echa de ver en el cambio dsignificación que han sufrido la

palabras «idealista» y «realista», quprimeramente designaban dos actitudefilosóficas y hoy implican juicios d

valor morales. En muchas partes demundo occidental, lo que e«científicamente explorable» carecautomáticamente de valores superiores



Como quien dice, explicar es devaluar.Tengo que precaverme aquí contra e

posible reproche de que predico contros tres obstáculos que se opone

orgullosamente al conocimiento de smismo tan sólo porque se oponen a mi

propias opiniones científicas filosóficas. Pero yo no soy un darwinistempedernido que protesta contra l

repulsa a la teoría de la evolución, ni uprofesional dedicado a estudiar lacausas y que por eso lucha contra la ide

de que los verdaderos valores sonecesariamente anticausales, ni urealista hipotético que sus conviccioneenfrentan al idealismo. Tengo otra



de comportamiento humano, a que sdebe atribuir la culpa de esncapacidad, es consecuencia inmediat

de los tres pecados de orgullo que soponen al conocimiento de sí mismo.

Se oponen a la investigación d

procesos de la vida humana a los quatribuimos un gran valor y de los cualenos sentimos orgullosos. Nunca se dir

bastante: las funciones de nuestraparato digestivo están hoperfectamente conocidas, y est

conocimiento permite a la medicina, en particular a la cirugía intestinasalvar año con año miles de vidahumanas, pero ello se deb



exclusivamente a la favorablcircunstancia de que las funciones de loórganos que forman dicho aparato nnspiran respeto ni estimación particular

Y si, por otra parte, la humanidad npuede hacer nada contra la patológic

disolución de su estructura social y scon las atómicas en la mano, no sabcomportarse con más inteligencia, e

materia social, que cualquier especizoológica, se debe en buena parte ahecho de la orgullosa sobrestimación d

su propio comportamiento y a su desede considerar que ese comportamientno está sometido a las leyes que rigeos fenómenos naturales y por lo tanto n



es investigable.Ciertamente, los sabio

nvestigadores no tienen la culpa de quos hombres en general no sean capace

de conocerse a sí mismos. Quemaron Giordano Bruno porque decía que l

humanidad entera en unión de su planetno era más que una mota de polvo en unnube numerosísima de otras mota

guales. Y cuando Charles Darwidescubrió que el hombre tenía el mismorigen que los animales, con gusto l

hubieran matado también, y no faltaroos intentos de reducirlo al silencio poo menos y a Sigmund Freud, qu

estudiaba los motivos de



comportamiento social de los humanos lo analizaba y trataba de hace

comprensibles sus causas (ciertamentpor el lado de lo subjetivo psicológico, pero con método planteamiento de los problema

auténticamente científicos) se le acusde falta de respeto, de materialismciego a los valores y aun de tendencia

pornográficas. La humanidad se hatrincherado en la estima de si misma a defiende con todos los medios a s

alcance. Es hora, pues, ya de predicar lhumildad y de tratar en serio de volaesos obstáculos que el orgullo opone aconocimiento de sí mismo.



Empezaré combatiendo lresistencia a los descubrimientos dDarwin y considerando signo alentadodel adelanto de la cultura científica ehecho de no tener que ocuparme en lresistencia que hallaron lo

descubrimientos de Giordano BrunoCreo conocer un medio sencillo parhacer que el hombre se avenga a acepta

el hecho de que forma parte de lnaturaleza y que ha evolucionado por uproceso, natural, sin infringir las leyes

Bastaría con enseñarle cuan grande bello es el universo y cuán respetableson las leyes que lo rigen. Sobre todocreo firmemente que nadie que conozc



suficientemente la evolución filogenéticdel mundo de los organismos vivodebería abrigar resistencias internacontra la idea de que él también debe sexistencia al más estupendo de todos lofenómenos naturales. No voy a discuti

aquí acerca de la plausibilidad, mejodicho de la certidumbre que es la teoríde la evolución, mil veces mayor que l

certidumbre que tenemos de nuestrpasado histórico entero. Todo cuantsabemos concuerda a maravilla y si

violencia. Nada habla en su contra contiene todos los valores propios duna teoría de la creación: fuerzexplicativa, belleza poética y grandez



mponente.El que ha captado bien esto no pued

sentir aversión por el descubrimientdarwiniano de que tenemos el mismorigen que los animales ni por efreudiano de que nos mueven los mismo

nstintos que a nuestros antecesoreprehumanos. Al contrario, el conocedode esos hechos habrá de sentir u

respeto de otro género por lacreaciones de la razón y de la moraresponsable que aparecen en el mund

con el hombre, y que bien puedeotorgarle el poder de dominarlo, con taque en su ciego orgullo no niegue sherencia animal.



Otra causa de rechazo de levolución suele ser la estimación quos hombres sentimos por nuestro

antepasados. «Descender» significbajar o venir de lo alto (descendere), a en el derecho romano era costumbr

que el antepasado figurara en lo alto decuadro genealógico, que formaba así uárbol con las ramas para abajo. En u

cuadro genealógico no se especifica sun hombre sólo tuvo dos progenitores bien doscientos cincuenta y sei

ataratataratatarabuelos, aunque abarqumuchas generaciones. Y no se usporque sería difícil hallar, en un granúmero de antepasados, muchos de qu



poderse enorgullecer. Según algunoautores, la palabra descendencia tal veesté relacionada también con el hechde que en los tiempos antiguos la gentgustaba de atribuirse un origen divinoHasta los tiempos de Darwin nadie s

había percatado de que el árbogenealógico de la vida no crece haciabajo, sino hacia arriba y de que l

palabra descendencia en realidasignifica lo contrario de lo que pretendsignificar. Y si quisiéremos aquilatar

diríamos que nuestros antepasadohabían descendido de los árboles, comen realidad lo hicieron (hoy nos consta… pero antes de ser hombres.



No son mucho más adecuadas lapalabras desarrollo y evoluciónTambién vienen de una época en que sgnoraba totalmente el proceso creado

de la filogenia y sólo se sabía que endividuo procedía de la simiente o de

huevo. Y efectivamente, el pollo sdesarrolla a partir del huevo y el girasode la semilla, de modo que nada sale de

germen que no estuviera ya preformade incluido en él.

En cuanto al crecimiento del gra

árbol genealógico de la vida, la cosa emuy distinta. La forma ancestral epremisa indispensable para la aparicióde sus descendientes má



evolucionados, pero esto no significque estos se deriven de aquellos, ni qusus propiedades puedan predecirse poas que caracterizaron al antecesor. E

hecho de que los dinosaurios se hayaransformado en aves o los monos e

hombres es un resultado único en lhistoria de los logros filogenéticosOrientan ese resultado, en un sentid

general, hacia realizaciones más altaunas leyes que dominan todo lo que evida. Pero en los detalles, interviene l

que llaman casualidad, o sea una serinterminable de causas secundarias qupor principio son difíciles daprehender del todo. A una «casualidad



de estas se debe que de primitivoantecesores hayan salido eucaliptos canguros en Australia, encinas hombres en Europa y Asia.

La nueva conquista es en la inmensmayoría de los casos algo superior a l

forma anterior que le dio origen, y npuede deducirse de ella. El ingenuuicio axiológico que se expresa e

nuestro antiguo y caro Tierleben, dBrehm, con letras doradas, en el primeomo: Animales inferiores, es un

necesidad ineludible de pensamiento sentimiento para toda persona nprevenida. El científico que quiera sesolamente «objetivo» a toda costa



escapar a la imposición de l«puramente» subjetivo, que intentsiquiera por una vez —experimentmental e imaginario, claro está— hacepasar de la vida a la muertsucesivamente a una lechuga, una mosca

una rana, un perro y finalmente uchimpancé; y verá que esos asesinatosgraduados según los distintos niveles d

organización, le resultan cada vez mádifíciles. Las inhibiciones que se oponea cada una de estas muertes le darán l

medida exacta de los valores, mudistintos, que atribuimos, queramos no, a esas formas de vida, de nivel máo menos elevado. A quienquiera sinties



o pensase igualmente fácil cortar epedazos un perro vivo o una lechugviva yo le recomendaría el suicidio a lmayor brevedad posible.

El precepto de que la ciencia debser indiferente a los valores no deb

nducimos a creer que la evolución das formas, la más estupenda cadena d

procesos explicables por las causa

naturales, no pueda crear nuevovalores. Es una verdad tan innegablcomo nuestra propia existencia el que e

nacimiento de una forma superior dvida a partir de un antepasado másimple significa para nosotros uncremento de valor.



Ninguna de nuestras lenguaoccidentales tiene un verbo intransitivcapaz de expresar debidamente eaumento de valor que se produce con levolución filogenética. Es imposibllamar desarrollo a algo nuevo

superior que se produce a partir de unfase anterior en que precisamente nestá contenido y de donde no se puede

deducir las propiedades que hacen denuevo ser algo inédito y superior. Estse aplica fundamentalmente a todo pas

mportante de la génesis en el mundo dos organismos, entre ellos el primeroel del origen de la vida, y el último (poel momento), el de la hominización de



antropoide.A pesar de todos los éxitos

verdaderamente extraordinarios mpresionantes de la bioquímica y de

estudio de los virus, el origen de la vidsigue siendo —de momento— el má

misterioso de todos los fenómenos. Ldiferencia entre los procesos orgánico los inorgánicos sólo puede definirs

«preceptivamente», como dice BernharHassenstein, o sea que es necesarienumerar los diversos caractere

constitutivos que, solamente en sconjunto y su interacción, representan lesencia de la vida. Para cada uno dellos (metabolismo, crecimiento



asimilación, etc.) hay también ejemplonorgánicos. Sin duda tenemos e

derecho de decir que los procesovitales son procesos físicos y químicosexplicables, pues, por causas naturalesen principio. No es necesario recurrir

os milagros para hacer comprender supeculiaridades, pues para ello bastaampliamente la complejidad de su

estructuras, moleculares o de otro tipo.En cambio es errónea la afirmación

muy común, de que los procesos vitale

no son realmente otra cosa que procesofísicos y químicos. En ella se ocultambién un falso y muy discutido juici

axiológico que depende del modo d



ver. Porque precisamente lo propio constitutivo de la vida es escombinación de caracteres quconstituye su «definición preceptiva» «injuntiva» y que hace que los procesovitales sean algo muy distinto de lo qu

suele entenderse por procesos físicos químicos. Los procesos vitales, evirtud de la estructura molecular de l

materia viva en que se desarrollanrealizan un gran número de funcioneespeciales, como la autorregulación, l

autoconservación, la recopilación acumulación de datos y sobre todo lreproducción de las estructuraesenciales para realizar tales funciones



En principio, estas funciones sosusceptibles de explicación causal, perno pueden darse en una materia diferento estructurada de modo menos complejo

Fundamentalmente en la mismforma que los procesos y las estructura

de la vida están relacionados con los da materia no viva lo está dentro de

mundo de los organismos vivos cad

forma superior de vida con la que le enferior, y de que proviene. Del mism

modo que no puede decirse que el al

del águila, que para nosotros se hconvertido en símbolo del esfuerzhacia lo alto, «no es más que» umiembro anterior de reptil, tampoc



puede decirse que el hombre «no semás que» un mono.

Porque es mucho más, esencialmentmás.

Un misántropo sentimental acuñesta frase, que muchos repite

mecánicamente: «Desde que conozco os hombres amo a los animales». Y

sostengo lo contrario: que quien conoc

bien a los animales, sobre todo a losuperiores, y los que más cercanoparientes nuestros son, y tiene ademá

una idea de la filogenia es el único questá en condiciones de comprender lndole única del hombre. Somos lo má

grande que los artífices de la evolució



han hecho hasta ahora en la tierraSomos su «último grito» de momentopero eso no significa que hayan dicho súltima palabra. Nada debe tener ecientífico por absoluto —ni siquiera eel campo de la epistemología— y deb

considerar que eso sería pecar contra eespíritu divino del πάντα ςέι, el gradescubrimiento de Heráclito, de qu

nada es, sino que todo está cambiando fluyendo continuamente, en perpetudevenir. Para el sabio, tomar por alg

absoluto al hombre actual, que se hallen una etapa, esperamos quparticularmente breve, de su marcha ravés del tiempo, y declararlo el no



lus ultra de la creación, es el máarrogante y peligroso de todos lodogmas indefendibles. Si yo creyera quel hombre era la imagen definitiva dDios, no tendría mucha confianza eeste. Mas si considero, por el contrario

que nuestros antepasados estabaodavía, en una época geológicament

reciente, muy cerca de unos monos qu

eran parientes cercanos del chimpancéme queda una ligera esperanza. No snecesita un gran optimismo para acepta

que de nosotros, los humanos, puedsalir algo superior y mejor. Muy lejos dver en el hombre la imagen irrevocable insuperable de Dios, yo afirm



humildemente (y creo que con márespeto por la creación y sus inagotableposibilidades) que el eslabón por tantiempo buscado entre el animal y e

hombre verdaderamente humano…somos nosotros.

El primer gran obstáculo que sopone al conocimiento del hombre poel hombre, o sea la repugnancia

aceptar nuestro origen animal, es comcreo haber mostrado en esta obra, ehecho de nuestro desconocimiento

nuestro mal entendimiento de la esencide los seres vivos. Pero esto puedeliminarse, por lo menos en principiogracias al estudio y la enseñanza. Otr



anto puede decirse del segundobstáculo, que es la aversión a ldeterminación causal de los fenómenodel mundo. Sólo que en este caso es mádifícil evitar el mal entendimiento.

Radica en el error básico de cree

que un proceso causalmente determinadno puede al mismo tiempo estaorientado hacia un fin. Hay en e

universo innumerables procesos que nienen objetivo y en su caso, la pregunt

«¿para qué?» no tiene respuesta;

menos que se quiera a toda costasobrestimando la importancia dehombre, hallar una diciendo, poejemplo, que la salida de la luna tien



por fin prender la iluminación nocturnpara beneficio del hombre. Pero no haningún proceso al cual no puedaplicarse la pregunta relativa a lacausas.

Como quedó dicho en el capítulo II

a pregunta «¿para qué?» solamentiene sentido allí donde laboraron lo

grandes artífices —o un artífice viv

hecho por ellos—. Solamente allí dondas partes componentes de un sistema s

han especializado y repartido las tarea

para realizar funciones diferentes complementarias puede unrazonablemente preguntarse para qué l

hicieron; esto es válido tanto de lo



procesos vitales como de las estructura funciones inanimadas que la vid

utiliza para sus fines, como por ejemplcuando el hombre utiliza las máquinapor él creadas. En estos casos, lpregunta «¿para qué?» no solament

iene sentido, sino que es absolutamentnecesaria. No se podrían comprendeas causas que hicieron que el gato teng

uñas afiladas sin averiguar primero qua función particular que deben realiza

es cazar ratones, o sea que están hecha

para eso.Al comenzar el capítulo VI, dedicadal gran parlamento de los instintos

decíamos ya que el responder a l



pregunta «¿con qué fin?» no vuelvnnecesaria la cuestión relativa a la

causas. Veamos ahora mediante unsencilla analogía cuán poco se excluyemutuamente estas dos cuestiones. Vopor la carretera en mi viejo auto par

dar una conferencia en una ciudaejana; tal es el objetivo de mi viaje. E

el camino me pregunto si mi vehícul

será propio para tal fin. O sea mplanteo la cuestión de la «finalidad» dmi coche y de su construcción, y m

regocijo pensando que es muy apropiadpara los fines de mi viaje. De pronto, emotor tose un par de veces y se para. Eeste momento comprendo tristement



que el objetivo de mi viaje no hacavanzar el vehículo. Su indudablfinalidad no hace que uno lo puedutilizar a voluntad, y así aprendo a micostillas que un objetivo no es igual quuna causa. Haré, pues, bien e

concentrarme exclusivamente en lacausas naturales de su funcionamiento averiguar en qué lugar se h

nterrumpido tan desagradablemente eencadenamiento causal.

La medicina, «reina de las ciencia

aplicadas», nos da un ejemplo mejor dcuán errada es la opinión de qucausalidad y finalidad se excluyemutuamente. No hay «sentido de l



vida», ni «factor totalizante» nobligación de seguir viviendo, pomperativa que sea, que ayuden al pobr

enfermo en cuyo apéndice se hproducido una inflamación. En cambioel interno menos avezado de la clínica s

puede ayudarle, a condición de habediagnosticado bien la causa de lenfermedad. Así, pues, el enfoque causa

el final de un proceso vital no sexcluyen uno al otro, sino que tienesentido el uno por el otro. Si para e

hombre no hubiera objetivos en quempeñarse, no tendría sentido qubuscara las causas; y si no comprendieras relaciones causales, no podrí



dirigir los efectos hacia determinadofines, por muy bien que hubierentendido estos.

Esta relación entre los aspectofinales y causales de los procesovitales me parece evidente, pero segú

parece, la ilusión de su incompatibilidasugestiona a muchas personas. Uejemplo clásico de hasta qué punt

puede una mente, incluso privilegiadasucumbir a esa ilusión nos lproporciona en sus obras W

McDougall, fundador de la purposivsychology, o sea la psicología de lo

objetivos. En Outline of Psychology

rechaza toda explicación fisiológic



causal del comportamiento animal, couna sola excepción: el funcionamientfallo de la orientación respecto de luz, o del compás lumínico, que hac

volar a los insectos hacia las llamas que él explica por los tropismos, o se

mecanismos de orientación causalmentanalizados.

Es probable que si muchas persona

emen tanto el enfoque causal se deba que les angustia el tonto temor de que sse ahonda en las causas de lo

fenómenos naturales resulte que el librarbitrio del hombre es una ilusión. Erealidad, el hecho de que yo tengo unvoluntad es tan innegable como el hech



de mi existencia y el comprender mejoel encadenamiento de las causafisiológicas no puede modificar en nadel hecho de que yo quiera algo, aunqupueda cambiar lo querido por mí.

Solamente con un examen superficia

puede parecer que la libertad dvolición consiste en que uno «tengibertad de querer lo que se le antoje»

sin sometimiento a ninguna ley. Todaquel que huye como un claustrófobante la causalidad desearía sin duda un

ibertad así. Recuérdese cómo la teorídel indeterminismo de los fenómenomicrofísicos, de los saltos cuántico«acusables», fue acogida con verdader



voluntad. Supongamos un (utópico) éxitdefinitivo en el análisis de las causas

aturalmente, y por razones dprincipio, ningún hombre lo lograríaPero supongamos que alguien lo lograr que comprendiera perfectamente e

encadenamiento causal de los fenómenodel universo, incluso los que sdesarrollan dentro de su propi

organismo: pues de todos modos ndejaría de tener una voluntad, que shallaría enteramente de acuerdo con la

ncontrovertibles leyes de lWeltvernunft (razón cósmica) del logosEsta idea, bastante alejada de nuestrpensamiento occidental contemporáneo



era muy común en la filosofía de la Indiantigua y la mística de la Edad Media.

Llegamos ahora al tercer graobstáculo que se opone al conocimientdel hombre, que es la idea, muarraigada en nuestras cultura

occidentales, de que lo que esusceptible de explicación natural niene valor. Esta opinión halla su orige

en una exageración de la filosofíkantiana de los valores, que es por sparte consecuencia de la dicotomí

dealista del mundo. Como ya dijimosel temor a la causalidad es una de larazones motivantes de orden afectivque hacen valorar tan altamente l



nsondable; pero también entran en juegotros factores inconscientes. Es difícide predecir el comportamiento degobernante, figura paternal, porque esus rasgos esenciales entra algo darbitrariedad y de injusticia. Lo

designios de Dios son inescrutables. Lexplicable por causas naturales pueddominarse y con su oscuridad pierde un

parte del espanto que inspira. BenjamíFranklin hizo del rayo que Júpiteanzaba arbitrariamente una chisp

eléctrica, contra la cual protege nuestracasas el pararrayos. La infundadpreocupación de que la naturalezpierda su carácter divino por e



conocimiento de las causas es esegundo motivo, por orden dmportancia, del miedo a la causalidad

De ahí resulta una nueva traba a lnvestigación, tanto más fuerte cuant

mayor es en el hombre el sentido de l

belleza estética y la magnificencia deuniverso y cuanto más bello y estupende parece el fenómeno en que se ocupa.

El obstáculo que estas desdichadaasociaciones constituyen para lnvestigación es tanto más grave porqu

amás supera el umbral de la concienciaSi se les interrogara, las personas quasí piensan dirían con la concienciranquila que son amigas de l



nvestigación científica. Es más: dentrde los límites de determinado campo dnvestigación pueden incluso ser grande

científicos. Pero inconscientementestán bien decididas a jamás traspasaren su intento de explicación natural, lo

ímites de lo que les parece merecedode respeto. El error no está en suponeque hay algo inaccesible a l

nvestigación, puesto que nadie mejoque el hombre de ciencia sabe que econocimiento humano tiene sus límite

pero en cambio sabe perfectamente qugnoramos dónde están esos límitesDice Kant que «la observación y eanálisis de los fenómenos nos hace



penetrar en la naturaleza. Y nadie sabhasta dónde nos puede llevar eso con eiempo». El obstáculo así levantad

contra la investigación es una fronterabsolutamente arbitraria, trazada entro que se puede averiguar y lo que no s

puede averiguar. Muchos agudoobservadores de la naturaleza sienteanto respeto por la vida, con su

peculiaridades, que colocan estfrontera en sus orígenes. Postulan unfuerza vital especial, un facto

otalizante y orientador que, según ellosno necesita ni admite explicaciónatural. Otros trazan la frontera alldonde les parece que su dignida



humana les veda proseguir los intentode explicación.

En mi juventud comprendclaramente de un modo inolvidable lactitud que el hombre de cienciverdadero toma o debe tomar e

relación con los límites reales deconocimiento humano. Había AlfreKühn dictado una conferencia ante l

Academia Austriaca de Ciencias erminó citando a Goethe: «La mayo

dicha del hombre que piensa es habe

explorado lo explorable y habereverenciado tranquilamente lnexplotable». Pero apenas habí

pronunciado la última palabra dudó u



nstante, alzó la mano como parmanifestar repulsa y dominando cofuerte tono de voz los aplausos que yempezaban a sonar: «No, señoresTranquilamente no. Nuncranquilamente». Podría inclus

definirse el verdadero científico por scapacidad de seguir venerando, sininguna disminución, lo explorable po

él explorado; esa misma facultad lpermitiría querer explorar lo que parecnexplotable, ya que no temerla despoja

su carácter divino a la naturaleza por laveriguación de sus causas. Porqununca ha sucedido que la naturalezadespués de la explicación natural de un



de sus maravillosos fenómenos, hayquedado como un charlatádesenmascarado que hubiera perdido sfama de mago. Las relaciones causalenaturales siempre resultaron mágrandiosas y respetables que la má

hermosa interpretación mística. El sabiconocedor de la naturaleza no necesito inexplotable ni lo sobrenatural par

sentirse penetrado de respeto. Para ésólo hay un milagro, y es que todcuanto existe en el universo, hasta la flo

nata de los seres vivos, se hproducido sin necesidad de milagro eel sentido tradicional.

Antes bien, perdería para él s



carácter maravilloso y noble el mundo sse viera obligado a reconocer que algúfenómeno o suceso, siquiera ecomportamiento de un noble ser humanguiado por la razón y la morasolamente había podido producirs

gracias a una transgresión a las leyeodopoderosas y ubicuas del únic

universo existente.

Nada expresa mejor lo que siente envestigador ante la gran unidad de laeyes naturales que estas palabras: «Do

cosas llenan el alma de una admiraciócada vez nueva y creciente: el cielestrellado que tengo encima y la lemoral que llevo dentro», Pero l



admiración y el respeto jamámpidieron al gran filósofo que fummanuel Kant hallar una explicació

natural de las leyes que rigen el cielestrellado, y una en particular quprocede de su devenir. ¿Acaso s

hubiera espantado él, que todavía nconocía la evolución del mundo de loseres vivos, de ver que considerábamo

a ley moral que llevamos dentro ncomo algo dado a priori, sino como uefecto de la evolución natural, como l

eran para él las leyes del universo?



CAPÍTULO XIII[6]

ECCE HOMO

Ich darauf, mir meine schwarzen

Stiefel van den Zehen z iehend,

sprach: “Dies, Dämon, ist des Menschen

schauerlich Symbol; ein Fuss aus

grobem Leder, nicht Natur mehr,

doch auch noch nicht Geist geworden;

eine Wanderform vom Tierfuss

zu Merkurs geflügelter Sohle.”[XII]

CHRISTIAN MORGENSTERN

Supongamos que un observadoobjetivo de otro planeta, Marte poejemplo, estudiara el comportamientsocial del hombre con ayuda de u



elescopio cuyo aumento fuernsuficiente para alcanzar a reconoceos individuos y seguir s

comportamiento individual pero que se permitiera ver grande

acontecimientos, como migraciones d

pueblos, batallas, etc. Pues bien: nuncse le ocurra pensar que ecomportamiento humano estaba regid

por la razón, ni siquiera por una moraresponsable.

Suponiendo que nuestro observado

extraterrestre fuera un ser puramentrazonable, que no supiera nada defuncionamiento de los instintos egeneral y el de agresión en particular, n



de cómo su funcionamiento puede seerróneo, se vería bien apurado parhallar una explicación a nuestra historia

o puede, en efecto, decirse que lofenómenos históricos, que siempre srepiten, sean explicables por la razón n

el entendimiento humano. Es un lugacomún atribuirlos a lo que suellamarse «la naturaleza humana». L

lógica e insensata naturaleza humanhace que dos naciones compitan y lucheaun cuando no les obligue a ello ningun

razón de índole económica; y que dopartidos políticos o dos religiones cuyoprogramas son sorprendentementparecidos se combatan con terribl



encarnizamiento; y que un Alejandro un Napoleón sacrifiquen a millones dsus súbditos en el intento de unir a todel mundo bajo su cetro. Es curioso quen la escuela nos enseñen a respetar algunos personajes de esos que ha

cometido tamaños absurdos y honrarlos como a «grandes» hombresEstamos acostumbrados a someternos

o que llaman la sabiduría política dquienes llevan la dirección del Estado, odos los fenómenos de que aqu

estamos tratando nos parecen tahabituales que la mayoría de nosotros nnos damos cuenta de hasta qué punto eestúpido y perjudicial para l



humanidad el comportamiento históricde los pueblos.

Pero una vez reconocido el hechono nos queda más remedio quplantearnos la cuestión de por qué unoseres en apariencia razonables han d

conducirse de modo tan insensato. Eevidente que debe haber factorepotísimos capaces de quitar el timón a l

razón humana y de hacernos totalmentncapaces de aprender por l

experiencia. Como dice Hegel, l

historia nos enseña que los hombres os gobiernos jamás aprenden nada de lhistoria ni sacan consecuencias de ella.

Todas estas sorprendente



contradicciones tienen una explicaciónada difícil y pueden ordenarse organizarse correctamente en cuanto slega al conocimiento de que e

comportamiento social del hombre, lejode estar dietado únicamente por la razó

las tradiciones de su cultura, ha dsometerse a todas las leyes que rigen ecomportamiento instintivo de orige

filogenético; y esas leyes las conocemomuy bien por el estudio decomportamiento animal.

Pero supongamos ahora que nuestrobservador extraterrestre fuera uetólogo consumado y que supiera fondo todo cuanto hemos expuest



brevemente en los capítulos quanteceden. Inevitablemente, llegaría a lconclusión de que la sociedad humanestá constituida de modo muy semejanta la de las ratas, porque de igual modson sus componentes sociables

apacibles dentro de su propia tribu perse conducen como unos verdaderodemonios con los congéneres que n

pertenecen a su bando. Si además de esnuestro marciano advirtiera el explosivaumento de la población, la crecient

peligrosidad de las armas y la divisióde los humanos en unos pocos campopolíticos… no auguraría a la humanidaun futuro mejor que el previsible par



unas cuantas sociedades de ratas en ubarco donde casi no quedara nada podevorar. Y aún sería optimista epronóstico, porque de las ratas se sabque la reproducción se detienautomáticamente cuando el apiñamient

de la población alcanza cierto gradomientras que en el hombre hasta ahorno hay un sistema eficaz que impida l

lamada explosión demográfica. Por otrparte, es probable que después de lmatanza quedaran todavía suficiente

ratas para conservar la especie, mientraque del hombre sería difícil predeciotro tanto para después de emplearse lbomba de hidrógeno.



Hay una gran verdad en el símbolrelativo a los frutos del árbol de lciencia del bien y del mal. Econocimiento debido al pensamientconceptual expulsó al hombre deParaíso, donde podía abandonars

ranquilamente a sus instintos y hacer lque quería cuando se le antojaba. Pera parábola del árbol del conocimient

sería más certera si le añadiéramos algque la haría coincidir con mi idea dAdán: la manzana que le dieron n

estaba madura. El conocimiento naciddel pensamiento conceptual le quitó ahombre la seguridad que sus bieadaptados instintos le proporcionaban



mucho antes de procurarle otradaptación que le garantizara la mismseguridad. Como dice Arnold Gehlen, ehombre es por naturaleza una criatura epeligro.

El pensamiento conceptual y l

palabra modificaron toda la evoluciódel hombre al lograr algo que eequivalente a la herencia de lo

caracteres adquiridos. Hemos olvidadun poco que el verbo «heredar», muchantes de su significado biológico, tení

uno jurídico. Cuando un hombre inventas flechas, por ejemplo, y el arco, nsólo su progenie, sino toda la comunidahereda el conocimiento y el empleo d



esas armas, y dominan su empleo comsi se tratara de un órgano de su cuerpoSu pérdida es en todo como la regresióde un órgano con el mismo valor dsupervivencia. Así puede efectuarse eel curso de una o dos generaciones u

proceso de adaptación ecológica que ea evolución normal, sin el concurso de

pensamiento conceptual, hubier

requerido un período de tiempo descala muy diferente y mucho mayor

ada tiene, pues, de sorprendente que l

evolución de los instintos sociales ycosa aún más importante, lanhibiciones sociales, no hayan podid

avanzar a la par del rápido desarroll



que el acrecentamiento de la culturrasmitida por tradición,

principalmente del adelanto material, hmpuesto a la sociedad humana.

Los mecanismos del comportamientnstintivo sin duda no estaban e

condiciones de afrontar las nuevacondiciones creadas inevitablemente poa cultura desde sus albores. Se h

podido demostrar que los primeronventores de instrumentos líticos, lo

australopitecos africanos, utilizaron la

armas recién inventadas no sólo parcazar animales, sino también para mataa sus congéneres.

La experimentación y el diálogo co



el medio ambiente debidos apensamiento conceptual le procurarosus primeros instrumentos o medios: ehacha de piedra y el fuego. Pero nardó en aplicarlos a asesinar a su

hermanos y a asarlos, como l

demuestran los hallazgos efectuados eos enterramientos del hombre de Pekínunto a las primeras huellas del uso de

fuego yacen huesos humanos mutilados visiblemente tostados. El Prometepekinés que aprendió a conservar e

fuego, lo utilizó, entre otras cosas, parasar a sus hermanos. El pensamientconceptual dio al hombre el dominio demedio extraespecífico y le dejó suelta



as riendas de la seleccióntraespecífica, con las mala

consecuencias que ya sabemos; seguramente habrá que cargarle tambiéen el debe la exagerada agresividad quodavía padecemos. El pensamient

conceptual dio al hombre la palabra ycon ella, la posibilidad de trasmitir econocimiento por él adquirido a otro

hombres y de hacer adelantar la culturapero todo esto produjo en sucondiciones de vida cambios tan rápido

radicales que le falló la capacidad dacomodación de sus instintos.Casi, casi creería uno que cada do

que el pensamiento conceptual hace a



hombre se paga con un mal que es speligrosa e inevitable consecuenciaPero, afortunadamente para nosotros, nes así, porque aparte del pensamientconceptual tiene el hombre otra facultacaracterística que le ayuda a conoce

mejor su medio ambiente, y esta es lcuriosidad, la curiosidad insaciablebase de toda exploración

experimentación, actividades que aun esu forma más primitiva implican unfunción semejante a la de plantears

cuestiones. La experimentacióexploratoria es como un diálogo con lnaturaleza ambiente. Plantearse uncuestión y tomar nota de la respuest



conducen a anticiparse a la naturaleza a ligar, gracias al pensamientconceptual, las causas con los efectosDe ahí a prever conscientemente laconsecuencias de sus actos no hay máque un paso. Las mismas facultades

pues, que proporcionaban al hombrnstrumentos y un poder peligroso en se daban el medio de impedir su mal

aplicación: la responsabilidarazonable.

Voy a proceder ahora a examinar un

ras otro los diferentes peligros qucorre la humanidad al elevarse, graciaa sus grandes dotes particulares, sobros demás animales. A continuació



rataré de mostrar cómo procede emayor de todos esos dones, que es lmoral razonable y responsable, parconjurar todos esos peligros. Y despuésme dedicaré a la más importante dodas estas tareas, que es la de expone

os límites de funcionamiento de lmoral.

En el capítulo dedicado a

comportamiento análogo a la moravimos las inhibiciones que controlan lagresión en los animales sociales

mpiden la muerte o el menoscabo de locongéneres. Decíamos allí que esanhibiciones son de la mayomportancia, y por ende mu



perfeccionadas o diferenciadas en loanimales capaces de matar seres vivomás o menos de su tamaño. Un cuervpuede sacarle un ojo a otro cuervo de upicotazo, y un lobo puede abrirle lugular a otro de un solo mordisco

Hace tiempo que habrían desaparecidos lobos y los cuervos si no hubiernhibiciones bien firmes para impedirlo

La paloma, la liebre y aun el chimpancno pueden matar a uno de sus congénerede un solo golpe o mordisco. Además

os animales que no tienen armas mufuertes pueden confiar en su gracapacidad de huida, que les permitescapar incluso a los depredadore



«profesionales», mucho más eficienteen la persecución, la captura y edegüello que cualquiera de sucongéneres, por fuerte que sea. En lvida libre en la naturaleza es, puesraramente posible que uno de eso

animales cause graves daños a otro dsu misma especie. Por eso no hapresión selectiva que produzc

nhibiciones para impedir que se mate os congéneres. Así lo comprende —

costa suya y de los animales que cría—

el zoocultor cuando no toma en serio locombates intraespecíficos entranimales completamente «inofensivos»En las condiciones antinaturales de l



cautividad, en que el vencido no puedhuir rápidamente del vencedor, estsiempre acaba por matar a aquel lentapenosa y cruelmente. En el capítuldedicado a la moral y las armas de E

anillo del rey Salomón he descrito cóm

a paloma, símbolo de todo lo que epacífico, es capaz de torturar a suhermanas hasta matarlas sin que se l

mpida ninguna inhibición.Uno puede imaginarse como si l

estuviera viendo lo que sucedería si, po

un fenómeno natural que nunca se hdado, la paloma adquiriera de repente epico de un cuervo. Parecida es lsituación del hombre al descubrir qu



una piedra afilada puede servirle darma cortante o contundente. Nos llende horror pensar en una criatura taexcitable y colérica como el chimpanccon un hacha de piedra en la mano.

La opinión general y aun la d

muchos expertos en las ciencias deespíritu es que todas las pautas dcomportamiento humanas que sirven a

bien de la comunidad y no del individuestán dictadas por la responsabilidarazonable. Esta opinión es errónea

como está comprobado y comdemostraremos una vez más coejemplos concretos al final de estcapítulo. El antepasado que tenemos e



común con el chimpancé era coseguridad, para sus amigos, por lmenos tan leal como una chova, ucinocéfalo y aun un lobo con los suyoscon toda seguridad saldría en defensa dsu sociedad con el mismo arrojo

desprecio de la muerte; y sería tan tiern cuidadoso como todos esos animale

para con los pequeñuelos de su especie

cuya muerte le prohibirían las mismanhibiciones. Por dicha nuestra, nosotroambién tenemos enteros lo

correspondientes instintos «animales».Los antropólogos que estudian loaustralopitecos, precursores animaledel hombre y cazadores de grande



animales salvajes, afirman que nodejaron la peligrosa herencia de un«mentalidad de carnívoro». Hay aquuna peligrosa confusión entre econcepto de carnívoro y el de caníbaque se excluyen mutuamente. E

canibalismo es una excepción en loanimales carniceros o depredadores. Erealidad, debernos deplorar, más qu

otra cosa, que el hombre ya no tenga es«mentalidad de carnívoro». Buena partde los peligros que le amenazan vien

del hecho de que el hombre es ponaturaleza un omnívoro relativamentnofensivo, cuyo cuerpo no posee arma

naturales para matar grandes animales



que por ello no tiene tampoco aquellomecanismos de seguridad creados por lfilogénesis que impiden a todos locarnívoros «profesionales» aplicandebidamente su poder para matar a lo

grandes animales de su propia especie

Sucede a veces que un león o un lobmate a algún congénere extranjero quepenetra en el territorio de su manada,

que incluso, en un arrebato de cóleraquite a algún compañero la vida de uzarpazo o un mal mordisco. E

cautividad esto se da con hartfrecuencia. Pero tales excepciones ndeben hacernos olvidar que, como ydijimos en el capitulo dedicado a la



pautas de comportamiento análogas a lmoral, en todos los carnívorofuertemente armados hay mecanismos dnhibición superdesarrollados

destinados a asegurar la conservacióde la especie y a impedir que s

destruya a sí misma.En la prehistoria, el hombre n

necesitaba mecanismos mu

desarrollados que le impidieran aplicasúbitamente golpes mortales, que dodos modos no estaban en su poder

Sólo podía utilizar para ello las uñasos dientes o las manos, para ahogarmorder o rasguñar. Pero la presuntvíctima tenía tiempo suficiente d



aplacar al atacante con ademanes dhumildad y gritos de miedo. Siendo ehombre un animal débilmente armadono había presión selectiva qufuncionara y creara las fuertes y seguranhibiciones que impiden el empleo d

as pesadas armas de algunos animales aseguran la supervivencia de su especiePero la invención de armas artificiale

abrió nuevas posibilidades de matar dun golpe y trastornó gravemente eequilibrio existente entre una

nhibiciones relativamente débiles y lcapacidad de matar a sus congéneres. Ehombre se hallaba entonces en lsituación de la paloma que por un crue



uego de lo naturaleza se viera dotada dun pico de cuervo.

Es como para llenarse de espanto ldea de que un ser tan irascible como l

son todos los primates prehumanopudiera presentarse esgrimiendo u

hacha de piedra bien afilada. Lhumanidad se hubiera efectivamentdestruido a sí misma con sus primero

grandes inventos a no haber sido por ehecho estupendo de que la capacidad dnventar y el don de la responsabilida

son consecuencia una y otro de unmisma facultad, específicamenthumana: la de hacerse preguntas. Y si ehombre, por lo menos hasta ahora, no s



ha suicidado con sus inventos, lo debe esa facultad que tiene de preguntarse dantemano cuáles serán las consecuenciade su acción, y de contestar a spregunta. No es que nuestro antepasadhumano fuera, aun en un estad

desprovisto de responsabilidad morauna encarnación del mal. No tenía menonhibiciones e instintos sociales que u

chimpancé, que no deja de ser —a pesade su irascibilidad— un ser social amable. Pero cualesquiera que fuera

sus normas innatas de comportamientsocial, nuestro antepasado humano hubde presenciar su quebrantamiento con lnvención de las armas. Si la humanida



ha sobrevivido, nunca ha logradprecaverse contra el peligro de sautodestrucción. La responsabilidamoral y la repugnancia por el acto dmatar que de ella se deriva haaumentado ciertamente desde l

nvención del hacha de piedra, pero podesgracia, también ha aumentado, y en lmisma medida, la facilidad de matar,

sobre todo la impunidad emocional, yque el perfeccionamiento en la técnicdel acto de matar ha hecho que el agent

no sienta directamente en el corazón laconsecuencias de lo que hace. Ldistancia a que son eficaces todas laarmas de fuego protege al matador d



as situaciones estimulantes que sin ese harían sentir físicamente el horror das consecuencias. Las profundas capa

emocionales de nuestro sersencillamente, ya no registran el hechde que apretar el gatillo signific

destrozar con el tiro las entrañas de otrndividuo. Ningún hombre mentalment

normal iría jamás a cazar conejos s

hubiera de matarlos con los dientes y lauñas, o sea sintiendo plenamenteemocionalmente, lo que hacía.

El mismo principio se aplica, emedida aún mayor, al empleo de laarmas modernas a control remoto. Eque pulsa el botón está perfectament



protegido contra las consecuencias de sacto, y no puede verlas ni oírlas por mámaginación que tenga. Por eso es capa

de cometerlo impunemente. Sólo aspuede explicarse que hombrecabalmente buenos e incapaces apena

de dar una bofetada a un chiquillmalcriado que se la merece, hayan sidcapaces de pulsar el botón que lanzab

bombas volantes sobre ciudades dondcentenares de amables niños iban recibir una horrible muerte entre llamas

El hecho de que fueran buenos normales padres de familia quienes tahicieron es tan atrozmente inexplicablcomo cualquier otra barbaridad bélica



Es notorio que los demagogos tienen uexcelente conocimiento, siquiera sólpráctico, del comportamiento instintivdel hombre y aprovechaconscientemente, como un instrumentútil en extremo, la protección de la part

a enardecer contra situacioneestimulantes inhibidoras de la agresión.

Consecuencia indirecta de l

nvención de las armas fue epredominio de una seleccióntraespecífica muy poco deseable, y d

odas sus fatales consecuencias. En eercer capítulo, en que trato del papel da agresión en la supervivencia, as

como en el décimo, donde trato de l



organización social de las ratas, expusa con bastante detenimiento que l

competencia entre congéneres puedconducir a curiosísimos resultados siningún fin biológico, no adaptivos, aejercer una presión electiva sin relació

con el medio ambiente extraespecíficoLas alas del faisán Argos y el ritmo drabajo de la civilización occidenta

eran ejemplos que citaba mi maestrHeinroth para ilustrar esos indeseableefectos. También he dicho ya cómo cre

o que la hipertrofia del instinto dagresión en el hombre se debe a lmisma causa. Después de haber lhumanidad, gracias a sus armas y su



nstrumentos, sus prendas de vestir y sfuego, dominado más o menos lafuerzas hostiles de su ambientextraespecífico, se produjo sin duda uestado de cosas en que lacontrapresiones de las hordas enemiga

vecinas fueron el principal factoselectivo, que determinó los siguientepasos de la evolución humana. Nad

iene de sorprendente el que ese factoprodujera un peligroso exceso de lo quse dio en llamar «virtudes guerreras

del hombre.En 1955 escribí un articulo: «Ube

der töten van Artgenossen» (De loccisión de los congéneres). Decía en é



que «yo creo —y toca estudiar esto a lopsicólogos, y principalmente a lodedicados a la psicología profunda y epsicoanálisis— que el hombrcivilizado actual padece unncapacidad de abreacción en su

mpulsos agresivos. Es más quprobable que los efectos nocivos de lompulsos de agresión del hombre, qu

Freud explicaba postulando un impulsanático especial, se deba

sencillamente a que la selecció

ntraespecífica hizo aparecer poevolución en el hombre en épocaprimigenias cierta cantidad de pulsioneagresivas para las cuales no hay válvul



de seguridad en la sociedad tal y comhoy está organizada». Si estas palabracontienen algo de reproche, quierrepetirlas aquí, porque en la época eque las escribí había ya algunopsicoanalistas que no creían en e

mpulso de muerte y explicabaustamente los autodestructores efecto

de la agresión como perversiones de u

nstinto normalmente conservador de lvida. Después conocí a un psiquiatra psicoanalista que ya entonces s

ocupaba en el problema de la hipertrofide la agresividad debida ala seleccióntraespecífica.

Sydney Margolin, de Denver



Colorado, ha realizado estudios muprecisos de psicoanálisis y psicologísocial entre los indios de la Praderasobre todo los utos, y demostrado quesos hombres sufren de un grave excesde pulsiones agresivas que no so

susceptibles de abreacción en lacondiciones de vida que privan en lareservas de indios de los Estado

Unidos. Cree Margolin que en losiglos, relativamente pocos, en que esondios podían vivir salvajement

dedicados casi nada más a la guerra y lrapiña, se produjo una presión selectivmuy fuerte, cuya consecuencia fue unextremada agresividad. Es bien posibl



que en tiempo tan relativamente breve shaya modificado el tipo hereditario; dgual modo y con la misma rapidez s

modifican las razas de animaledomésticos mediante una seleccióntensiva. Además apoya la hipótesis d

Margolin el hecho de que los utos, quahora se crían con influenciaeducativas completamente diferentes

sufren exactamente lo mismo que loancianos de la tribu, educados según esistema de su propia cultura. Añádase

esto que los síntomas patológicos de quhablamos, solamente se aprecian en londios cuyas tribus fueron sometidas

ese proceso selectivo.



Los utos padecen de neurosis comayor frecuencia que ningún otro gruphumano jamás padeció, y Margolin hpodido comprobar que la causa comúde ese padecimiento era siempre unagresividad sin descargar. Muchos d

esos indios se sienten enfermos y así ldeclaran, mas cuando se les preguntdónde sienten la enfermedad, responde

an solo: «Es que soy un uto». Lviolencia y el asesinato de personaajenas a la tribu son cosa de todos lo

días, pero no sucede otro tanto con lomiembros de la propia tribu, porqunormalmente se lo impiden unos fuerteabúes, cuyo despiadado rigor tambié



es fácil de comprender teniendo ecuenta los antecedentes de ese puebloa tribu se hallaba siempre envuelta euchas contra los indios vecinos y coos blancos y debía evitar a toda costas disensiones entre los suyos. El qu

mataba a un contribeño estaba obligadpor el rigor de la tradición a suicidarseHubo un uto que era policía y mató e

defensa propia a un miembro de su tribcuando iba a arrestarlo; pues bien, hubde obedecer al mandamiento. E

delincuente se había emborrachado había asestado a su propio padre uncuchillada que le había abierto la arterifemoral y le había hecho desangrarse. E



policía recibió la orden de detener aparricida —y es evidente que no srataba de matarlo— pero se quejó a s

superior blanco. Según él, el delincuentdesearía morir, puesto que tenía lobligación de suicidarse, y lo má

probable era que hiciera frente aarresto para obligar a matarlo al policíaY a su vez, este tendría que suicidarse

Sin duda, el sargento era de muy pocoalcances, y mantuvo su orden. Entoncesa tragedia se desarrolló del mod

predicho. Este y otros documentos dMargolin se leen como si fueraragedias griegas, en que el destinnexorable obliga al hombre a comete



una falta y a expiar voluntariamente edelito involuntario.

Es objetivamente convincente y auprobatorio de la justeza de lnterpretación que Margolin da de es

comportamiento el hecho de que los uto

son muy propensos a los accidentes. Sha demostrado que esa tendencia predisposición a los accidente

accident-proneness) es consecuencide la agresión no descargada y que, eos utos, la frecuencia de los accidente

automovilísticos es muy superior a la dcualquier otro grupo humano que utilicvehículos automóviles. Todo aquel quhaya manejado alguna vez lleno d



cólera un coche rápido sabe —si sestado le permitía observarse— que eesa situación se siente uno munclinado a un comportamient

autodestructor. Precisamente a estocasos particulares podría aplicarse l

expresión «impulso de muerte»aturalmente, la selecció

ntraespecífica opera todavía, y en u

sentido nada deseable, pero el estudide todos estos fenómenos nos alejaríbastante del tema de la agresión. L

selección premia fuertemente las basenstintivas que conducen a lacumulación de propiedad, lafirmación de la propia personalidad



etc., en la misma medida que cascastiga la sencilla honestidad decencia. La competencia comerciapor ejemplo, es muy capaz de producihipertrofias tan espantosas de lapulsiones mencionadas como las qu

produjo y fijó evolutivamente antes lcompetencia bélica entre las tribus depaleolítico. Tenemos suerte de que l

adquisición de riquezas y poderío naumente el número de hijos (más bien lcontrario) porque si no fuera así, aú

estaría la humanidad en peorecondiciones. El vertiginoso ritmo dedesarrollo es la tercera fuente de maleque el hombre se ve obligado a acepta



unto con los dones que le procura spensamiento conceptual. De este y dodo cuanto le acompaña,

principalmente de la simbología deenguaje, recibe el hombre una faculta

que ningún otro ser vivo tiene. Cuand

el biólogo habla de herencia dpropiedades adquiridas pienssolamente en las modificacione

adquiridas por la masa hereditaria genoma. Ya no tiene presente qumuchos siglos antes de Mendel, l

«herencia» tenía un significado jurídic que se empleó para los fenómenobiológicos casi metafóricamente. Estsegunda acepción se ha hecho ta



corriente que sin duda me habríaentendido mal si hubiera escritsencillamente: sólo el hombre tiene lfacultad de heredar las propiedadeadquiridas. Quería decir con ello qucuando un hombre inventa el arco y la

flechas o las toma de un pueblculturalmente más adelantado, no sólo sdescendencia sino toda la sociedad d

que forma parte poseerá tan firmementeesos instrumentos como si se tratase dórganos que le hubieran crecido en e

cuerpo por mutación y selección. Y emodo de usarlos no se olvidará ya, demismo modo que no puede volversrudimentario un órgano de importanci



vital.Incluso cuando es un solo individu

el que adquiere esa propiedad o facultamportante para la conservación de l

vida, esta es un bien común de toda lpoblación, y eso también produce l

mencionada aceleración de la evolucióhistórica que aparece en el mundo con epensamiento conceptual del hombre. Lo

fenómenos de adaptación que hastentonces requerían épocas geológicapueden ahora efectuarse en un brev

período de tiempo y en unas cuantageneraciones. Por encima de la lenta yen comparación con el nuevo procesocasi imperceptible filogénesis s



superpone a partir de ese momento lhistoria, y sobre el acervo del genomformado filogenéticamente se injerta lcultura, adquirida históricamente rasmitida por la tradición.

Así como el uso de las armas y la

herramientas y el dominio del mundque al hombre procuran, el tercero hermosísimo don del pensamient

conceptual acarrea peligros. Todas laconquistas culturales del hombre tieneun defecto mayúsculo, y es qu

solamente se refieren a propiedades funciones modificables individualmentepor el aprendizaje. Ahora bien: muchapautas innatas propias de nuestr



especie no son de ese tipo; el ritmo dsu mutabilidad en la evolucióespecífica sigue siendo el mismo que ede cualquier otro carácter corporal, emismo de todo devenir antes de quhiciera su aparición el pensamient

conceptual.El comportamiento agresivo y l

nhibición que impide matar n

representan más que un caso particulaentre tantos otros en que la rápidransformación de la ecología y l

sociología humanas por el desarrollcultural desequilibran mecanismos dcomportamiento otrorfilogenéticamente adaptados. Par



explicar la función de la moral, quconsiste en restablecer un equilibriaceptable entre los instintos del hombr las necesidades de un orden social qua cultura hizo evolucionar digamo

primero unas palabras de los instinto

sociales en general. Es opinión mucomún, y la comparten algunos filósofocontemporáneos que todas las formas d

comportamiento humano que sirven parel beneficio de la comunidad y no parel individual, están dictadas por u

pensamiento racional, específicamenthumano. Y no solamente esta opinión efalsa, sino que sucede exactamente lcontrario. Si el hombre no tuviera ta



abundante dotación de instintos socialesamás hubiera podido elevarse po

encima del mundo animal. Todas lafacultades específicamente humanascomo el don del habla, la tradición, lresponsabilidad moral, no han podid

desarrollarse sino en un ser vivo y esociedades bien organizadas, antes dos albores del pensamiento conceptua

uestro antepasado prehumano erciertamente para su amigo tan leal comun chimpancé y aun un perro lo son par

os suyos, era tierno con lopequeñuelos y les prodigaba cuidadosdefendía su comunidad con peligro de svida. Todo esto millones de años ante



de que tuviera un pensamientconceptual y pudiera darse cuenta de lque hacia.

Según nos enseña Kant a propósitde la moral, es la razón humanVernunft ) la única que tiene e

mperativo categórico («debes hacer»como respuesta a la pregunta que el serazonable se plantea a sí mismo

propósito de las posibles consecuenciade tal o cual acción. Pero es dudoso qusea «razón» la traducción acertada de

Vernunft usado por Kant, porque espalabra también tiene la acepción dsentido común y de capacidad dentender y apreciar a otro se



«razonable». Para Kant es evidente quun ser razonable no puede desear udaño a otro, ser razonable. Estaceptación inconsciente de lo que econsidera sin duda axiomático es epunto flaco de la brillante armadura d

pura racionalidad de este gran filósofoPor esa fisura se cuela en suconsideraciones la afectividad

emoción, que siempre implica unnecesidad instintiva, y las hace máaceptables de lo que de otro mod

serian para una mente orientada hacia lbiología. Parece difícil de creer que uhombre se abstendría de realizar tal cual acción a que una inclinación natura



e empuja tan sólo porque se diercuenta de que su realización implicaríuna contradicción lógica. Para ellhabría que ser un profesor alemán mánefable y más celoso amigo de la razó

que el mismísimo Kant.

En realidad, la comprensión racionacompleta de las consecuencias de uacto y de la firmeza lógica de su

premisas jamás tendría por resultado umperativo ni una prohibición si no l

proporcionara motivación alguna fuent

de energía emocional o sea instintivaComo la dirección de un vehículmoderno, la moral responsable recibe lenergía que necesita para controlar e



comportamiento de las mismas fuerzaprimarias que debe regular. Si el hombrfuera un ser puramente racional y nuviera su herencia animal de instintos

sin duda no sería un ángel, sino todo lcontrario.

Postulemos un ser totalmentndiferente a los valores incapaz d

considerar nada digno de conservarse e

a humanidad, en la cultura humana o ea vida misma y supongamos que est

estudiando el principio de la acción qu

consiste en pulsar el botón que soltará lbomba de hidrógeno y acabará con todcuanto es vida en nuestro planeta. Puebien, en ese monstruo, aunqu



comprendiese perfectamente todas laconsecuencias de su gesto, jamáaparecería un imperativo que se lprohibiera, sino una reacción quvendría siendo algo así como: «¿Yqué?». Ni siquiera es necesario supone

que tal creatura sería activamentmalvada y compartiría el punto de vistdel Mefisto de Goethe de que todo l

creado merece la destrucción, porque lmera ausencia de apreciación axiológicafectiva le haría reaccionar del mod

dicho.Siempre y en todo, la apreciacióemocional e irrazonable de los valorepone un signo de más o de menos a l



respuesta que se da a lautointerrogación categórica de Kant hace de ella en definitiva un imperativo un veto. Por sí sola, la razón puede o sumo inventar medios para realiza

objetivos determinados de otro modo,

no puede darnos fines ni órdenesAbandonada a si misma, la razón serícomo una computadora a la que no s

hubiera dado ninguna informaciórelevante para obtener una respuestmportante. Aunque todas su

operaciones fueran lógicamente válidasno tendríamos más que un maravillossistema de rodajes y rodajes, sin motoque lo hiciera funcionar. La fuerz



motriz que lo pondría en marchprocede de mecanismos dcomportamiento instintivo mucho máantiguos que la razón y no directamentaccesibles a la autoobservacióracional. Son ellos la fuente del amor

de la amistad, de todo calor afectivo, da apreciación de lo bello, de l

urgencia de creación artística y de l

nsaciable curiosidad que ansía econocimiento científico. En su dinámicaestos estratos del fondo de l

personalidad humana no difiereesencialmente de los instintos de loanimales; pero sobre esa base hedificado la cultura humana la ingent



superestructura de las normas y los ritosociales cuya función es tan análoga a lde la ritualización filogenética. Lanormas de comportamiento, ya seaproducto de la evolución filogenética de la cultura, representan para cada se

humano normal motivaciones que sientcomo valores. Unas y otras estáentretejidas en un sistema universa

nmensamente complicado de accionerecíprocas, cuyo análisis es tanto mádifícil cuanto que la mayoría de su

procesos se efectúan en el subconscient no son de ningún modo accesibles a lauto observación. Sin embargo, emperativo que comprendamos l



dinámica de ese sistema, porque sólo econocimiento de la índole de los valorenos permite esperar que algún díaparezcan los nuevos valores y lodeales que tan necesarios son en nuestr

actual situación.

¿Qué pudo suceder cuando poprimera vez se halló el hombre con uhacha de piedra en la mano? Es mu

probable que fuera algo semejante a lque se observa en niños de dos y aun dres y más años, a los que ningun

nhibición moral ni instintiva impidirar fuertemente a la cabeza de otro uobjeto pesado que apenas puedeevantar. Es muy probable que e



nventor de la primera hacha de piedrdudara tan poco como estos niños eherir con ella a un semejante quprovocaba su enojo. Afectivamente, éno sabía nada del terrible efecto quproduciría su invención, porque la

nhibiciones contra el acto de mataentonces como hoy se limitaban aarmamento natural. ¿Quedó confuso a

ver al hermano de tribu muertoSeguramente así sería. La primerfunción compensadora de la mora

responsable, que impidió a loaustralopitecos destruirse a sí mismocon sus primeros instrumentos de piedrano hubiera sido posible sin l



apreciación instintiva de la vida y lmuerte.

Los animales sociales superioresuelen reaccionar de modo mudramático a la muerte súbita de ucongénere. Los gansos silvestres s

quedan con las alas extendidas silbando en actitud claramente defensivunto al amigo muerto o moribundo, y as

o observó Heinroth una vez que mató dun tiro a un ganso en presencia de sfamilia. Yo también presencié el mism

comportamiento en ocasión de habepropinado una oca del Nilo a un ansarósilvestre un golpe en la cabeza: eanimalito corrió tambaleándose haci



sus padres y a poco murió dhemorragia cerebral; y aunque lopadres no habían podido ver el golpmortal, reaccionaron del modo qudescribe Heinroth ante el desplome y lmuerte de su hijo. Hace unos años, u

elefante particularmente amable dezoológico de Munich, que se llamabWasrl, hirió gravemente, jugando y sin l

menor intención ofensiva, a su guardiánAl comprender lo que había hecho, semocionó mucho y se puso a proteger a

herido con la mejor intención posiblepero con el peor resultado, porqumpidió que le auxiliaran a tiempo. E

profesor Bernhard Grzimek me cont



una vez que un macho adulto dchimpancé, que le había mordido causado una herida profunda en uacceso de cólera, al pasársele esta quiscomprimir los bordes de la herida. Y entrépido científico le dejó hacer.

Es casi seguro que el primer Caíreconoció enseguida cuán espantoso ero que había hecho. Sin duda golpeó si

mucha malicia, como el niño de doaños que da un palo a otro sin prever eefecto que producirá. Y le sorprenderí

desagradablemente el hecho de que samigo no pudiera levantarse, e intentaríncluso ayudarle, como el elefante hizo

Al punto comprendería, sin necesidad d



esperar a que el caso se fuera dando conocer poco a poco entre los miembrode la horda, que si morían así muchos dsus compañeros, el potencial bélicbajaría gravemente. Pero cualquiera qufuera la pena aplicada para quitarles l

costumbre e impedir el uso incontroladde la nueva arma, ello es que se creuna forma, siquiera primitiva, d

responsabilidad que ya en aquella épocmpidió que la humanidad se aut

aniquilara.

La primera función que realizó lmoral responsable en la historia de lhumanidad consistió, pues, erestablecer el equilibrio perdido entre e



armamento y la inhibición innata contrel acto de matar. En todo lo demás eraodavía muy sencillas y fáciles d

cumplir por los primeros hombres laobligaciones morales que se imponían a responsabilidad razonable de

ndividuo.Sin duda no es una auda

especulación suponer que los primero

hombres verdaderamente dignos de esnombre que aparecen en la prehistoriacomo por ejemplo los de Cromagnon

uvieran aproximadamente los mismonstintos y las mismas inclinacionenaturales que nosotros e incluso que lestructuración de sus sociedades y la



disensiones que entre ellas surgían sdiferenciaban muy poco de las dalgunos pueblos todavía vivos, compor ejemplo los papúes del interior d

ueva Guinea, cada uno de cuyominúsculos poblamientos está e

continua guerra con los vecinos. DicMargaret Mead que las relaciones entrellos son de «leve» y recíproca caza d

cabezas. Y dice «leve» para dar entender que no se trata de incursioneorganizadas con el fin de capturar la

codiciadas testas de varón, sino que allde vez en cuando se agarra una cabezde anciana o de algún niño con que sopan por casualidad en los bosque



imítrofes de su territorio.Supongamos ahora que nuestr

hipótesis sea correcta y que aquellohombres vivieran en grupos de hastdiez o quince amigos con sus mujeres hijos en una sociedad de ese tipo. Uno

cuantos hombres tenían necesariamentque formar una sólida comunidad, unidos por juramento, eran amigos en e

sentido verdadero de la palabra. Caduno había salvado al otro la vida variaveces y si entre ellos surgía, más

menos como entre escolares, algunrivalidad por cuestiones dpreeminencia o por alguna muchachaciertamente pasaba al segundo plan



ante consideraciones más apremiantescomo la continua necesidad de estaunidos contra los vecinos hostilesTantas veces era necesario combatir poa existencia de la propia comunida

que todas las pulsiones de agresió

ntraespecífica hallaban ampliamentocasión de satisfacerse en los de fueraLa situación social sería en tod

comparable a la de una pequeña unidade combatientes que se hallara en ufortín aislado y particularment

expuesto. Sabemos a qué altura puedelegar en circunstancias parecidas eheroísmo y la abnegación de hombrecomunes y corrientes, por lo demás nad



románticos. Es por cierto típico dehombre el revelar sus más nobles admirables cualidades en las situacioneen que se trata de matar a otros hombreno menos nobles y admirables.

Creo que en las circunstancia

expuestas en esa sociedad de quincvarones cada uno de nosotros por spropia inclinación natural obedecerí

os diez mandamientos de la lemosaica, salvo quizá el tercero; que nmataría ni robaría las provisiones ni la

armas, ni la mujer, a quien le hubiersalvado la vida; y honraría no solamentpadre y madre sino también a loancianos y sabios o experimentados



prójimo como a sí mismo y arriesgar lvida propia por salvar la de él es cosnatural si se trata de nuestro mejoamigo y nos ha salvado la nuestrmuchas veces. Uno lo hace sin pensarPero cuando el hombre por el cua

debemos sacrificar nuestra vida u otracosas es un contemporáneo anónimo quamás vimos cara a cara, ni de lejos, l

situación cambia. No es el amor ponuestro semejante el que activa, si se del caso, nuestro comportamient

abnegado, sino el amor por una normradicional de comportamiento sociaque ha evolucionado por la cultura. Eamor por esto o aquello es en mucho



casos la motivación que sustenta epoder del imperativo categórico… tesique sin ninguna duda Kant hubierrechazado.

Nuestro guerrero de Cromagnoenía muchos vecinos hostiles par

descargar sus pulsiones agresivas y enúmero estrictamente suficiente damigos a quienes amar. S

responsabilidad moral no estaba assometida a una carga excesiva por eejercicio de una función que le impedí

herir en un acceso de cólera a sucompañeros con un hacha de buen filo.Al aumentar el número de lo

ndividuos que pertenecen a un



sociedad se producen dos efectos qurastornan el equilibrio entre los mámportantes instintos de la atracción

repulsión mutuas, o sea entre el vínculpersonal y la agresión intraespecíficaEs perjudicial para las relaciones d

amistad el tener muchos amigos. Dice uproverbio que sólo pueden tenerse unocuantos amigos verdaderos. El tene

muchos «conocidos», como sucede eas comunidades grandes

necesariamente reduce la firmeza de la

relaciones. La acumulación dndividuos en un espacio provoca lfatiga de todas las reacciones socialesLos habitantes de las grande



poblaciones están recargados drelaciones y obligaciones sociales conocen la penosa sensación de recibia visita de un amigo y no sentir con ell

el debido gusto, aunque el amigo semuy querido y haga tiempo que no l

veían. También hay cierta inclinación rezongar cuando el teléfono suendespués de cenar. Hace tiempo que lo

sociólogos expertos saben que ehacinamiento aumenta la tendencia a lagresión.

A estas indeseables consecuenciadel crecimiento de nuestra sociedad ssuman las de la imposibilidad ddescargar las pulsiones agresivas en l



medida «prevista» para la especie. Nhay salida legítima al comportamientagresivo en una comunidad moderna. Lpaz es la primera obligación deciudadano, y el poblado enemigvecino, que antes ofrecía un objeto

propósito para satisfacer la agresióntraespecífica, está ahora muy lejos l

más posible, a veces incluso aislado po

una cortina de hierro.Con el superior desarrollo de l

civilización, todas las premisas para e

debido funcionamiento de nuestranclinaciones naturales acomportamiento social cada vez somenos favorables; al mismo tiempo



cada vez son mayores las exigencias eese sentido. Debemos tratar a«prójimo» como si fuera nuestro mejoamigo, aunque nunca lo hayamos visto; con el auxilio de nuestra razón podemocomprender claramente que tenemos l

obligación de amar incluso a nuestroenemigos, cosa que no se nos habríocurrido jamás por inclinación natura

Entre los diversos comportamientosociales del hombre debidos a lfilogénesis, prácticamente ninguno ha

que no tenga necesidad de secontrolado y domeñado por una moraresponsable. Todos los sermoneascéticos que nos previenen contra lo



mpulsos instintivos y la doctrina depecado original, que nos dice que ehombre es malo desde niño, tienen emismo contenido cierto: la idea de quel hombre no puede seguir ciegamentas inclinaciones heredadas y que deb

aprender a dominarlas y a comprobar dantemano sus efectos mediante la autntegración responsable.

La mayoría de los vicios y de lopecados mortales hoy condenadocorresponden a inclinaciones que en e

hombre primitivo eran simplementadaptivas o por lo menos no presentabaningún peligro. Los hombres depaleolítico en general tenían poco qu



comer; y cuando por casualidaograban cazar un mamut, er

biológicamente acertado y moral qucada miembro de la horda comiera hasthartarse. La glotonería no era un vicioUna vez harto, el primitivo descansab

de su agotadora vida y se entregaba a lpereza el mayor tiempo posible. En espereza no había nada reprensible. Er

an dura su vida que la sana sensualidano podía degenerar en desenfreno. Cadquien tenía la imperiosa necesidad d

conservar sus escasos bienes, quconsistían en unas cuantas armas herramientas y en algunas nueces para lcomida del día siguiente. Con tan poca



pertenencias no había peligro de que svolvieran avaros. El alcohol erdesconocido, y no hay ningún indicio dque se hubieran descubierto lapropiedades reconfortantes de loalcaloides; son estos los únicos vicio

que se les conocen a las tribuprimitivas de la actualidad. O sea que enúmero de tipos de comportamient

filogenéticamente adaptadcorrespondía bastante bien a lorequisitos, y la tarea de la mora

responsable era relativamente fácil. Eúnico mandamiento que había entonceera: no hieras a tu prójimo con el hachaaunque te irrite.



Es de esperar que la civilización —sin dejar atrás la cultura, esperemos—siga desarrollándose a un ritmcontinuamente acelerado. La tarea quoca a la moral responsable aumentará a

mismo tiempo y se hará más difícil. L

discrepancia entre lo que el hombre estdispuesto por inclinación natural a hacepor los demás y lo que de él se requier

será cada vez mayor y lresponsabilidad tendrá cada vez mádificultad en remediarla. Esto es mu

nquietante porque con la mejor voluntadel mundo es imposible ver la acción dventajas selectivas que pueden naceactualmente del sentido d



responsabilidad del hombre o de lbondad especial de sus tendencianaturales. Más bien debe temersseriamente que la actual sociedacomercial, bajo la influenciverdaderamente diabólica de l

competencia entre personas ejerza unselección en dirección exactamentopuesta. La responsabilidad recibe as

en esa dirección tareas cada vez máserias. O sea que la tarea compensadorque incumbe a la moral responsable s

hace más grande a medida que lacondiciones ecológicas y sociológicase apartan de aquellas a las que lfilogénesis adaptó el comportamient



nstintivo del hombre. Y tal desviacióaumenta sin cesar; aumenta incluso a uritmo que la hace verdaderamentemible.

La suerte de la humanidad dependde saber si la moral responsable podrá

no con esa carga, que cada vez se hacmás pesada. Y no le facilitaremos eproblema sobrestimando su poder. Má

probabilidades hay de ayudarlreconociendo humildemente que es «tasólo» un mecanismo de compensació

de eficacia muy limitada; y que su fuerzprocede, como ya expliqué, de fuentede motivación de la misma índole quaquellas que está llamada a controlar. L



dinámica de las pulsiones, de las pautade comportamiento filética culturalmente ritualizadas, y lcapacidad de control de la moraresponsable forman un todo organizadmuy complejo y no muy fácil de analizar

El haber comprendido lnterdependencia funcional de sus parte

nos ayuda empero, aun dado e

ncompleto estado de nuestroconocimientos a entender ciertofenómenos que sin ello seguirían siend

ncomprensibles.Todos padecemos de la necesidade dominar nuestros instintos, unos má otros menos, según la mayor o meno



abundancia de inclinaciones socialesLos que tienen muchas inclinacionesociales casi no sufren; pero otrosmenos afortunados, necesitan recurrir oda la fuerza de su sentido d

responsabilidad para no tener problema

con las estrictas exigencias de lsociedad moderna. Según una antigudefinición de psiquiatría, el psicópat

es aquel que o bien sufre por lo que lexige la sociedad, o hace sufrir a lsociedad. En cierto modo, todos somos

pues, psicópatas, ya que cada uno dnosotros padece por la necesidad que ebien común le impone de domeñar supulsiones. Pero la definició



mencionada se refiere en especial aquellos que no pueden aguantar y svuelven neuróticos, enfermos delincuentes. Según esta definición, ldistinción más estricta, que se establecentre «normal» y psicópata, entre bue

ciudadano y criminal, es menos precisque entre sano y enfermo. Estdiferencia es más bien semejante a l

que existe entre el que tiene undeficiencia valvular compensada y eque tiene una enfermedad cardiaca n

compensada, o sea que su corazón ya nestá en condiciones, como el primerode compensar el defecto mecánico duna válvula mediante un mayor trabaj



de los músculos cardiacos. Cuando emúsculo se debilita por el exceso densión, el corazón qued

«descompensado». Esta analogía nomuestra también que la funciócompensadora cuesta energía.

Nuestra interpretación de la funcióesencial de la moral responsable puedresolver una contradicción de l

doctrina moral kantiana, contradiccióque ya había observado FriedricSchiller, a quien llama Herder «el má

nspirado de todos los kantianos»Schiller se oponía a la desvalorizacióde todas las tendencias naturales por ldoctrina moral de Kant y se burló d



ella en magnífica sátira: Gerne dien’ ic

dem Freund, doch leider tu’ ich’s au

eigung, darum wurmt es mich of

dass ich nicht tugendhaft bin! (Ayudcon gusto al amigo, perdesgraciadamente lo hago po

nclinación natural. Por eso temo veces no ser virtuoso).

Pero no solamente servimos a

amigo por inclinación natural. Tambiéo juzgamos por el mismo rasero y no

preguntamos si sus acciones amistosa

se debían a una cordial inclinaciónatural que les movía a ello. Si fuéramokantianos lógicos hasta laconsecuencias extremas, deberíamo



hacer lo contrario, y apreciaríamosobre todo a aquel que por su naturalezno pudiera soportarnos, pero que por lauto interrogación responsable se vierobligado a obrar contra su corazón y ratarnos debidamente. En la realidad

frente a semejante benefactor sentimos sacaso un tibio respeto, muy distinto decaluroso afecto que nos inspira el qu

así obra por amistad hacia nosotrosporque le da gusto, y que no piensa estamereciendo nuestro agradecimiento.

Cuando mi inolvidable maestrFerdinand von Hochstetter tenía setent un años pronunció su discurso d

despedida a la Universidad de Viena,



el rector le agradeció calurosamente sarga y excelente labor. Hochstette

respondió concentrándose en lparadoja del valor y el no valor de lanclinaciones naturales, y dijo: «Me d

usted las gracias por algo que en mí n

as merece. Delas más bien a mipadres, a mis antepasados, que mrasmitieron esas inclinaciones y n

otras. Pues si me pregunta qué he hechdurante toda mi vida en el campo de lnvestigación y la enseñanza le dir

sinceramente que en realidad hicsiempre lo que más gusto me daba».¡Qué notable contradicción! Est

gran científico, que me consta jamá



eyó a Kant, toma aquí exactamente lposición del gran filósofo, que natribula ningún valor a la inclinaciónatural. Pero al mismo tiempo, eelevado valor de su vida y su actividareduce al absurdo la teoría kantiana d

os valores con mayor eficacia que loversos de Schiller. No obstante, estaparente contradicción se resuelv

fácilmente si consideramos que la moraresponsable hace de mecanismcompensador en un sistema del que l

nclinación natural —no necesariamentdesprovista de valor— es partndispensable.

Si se trata de juzgar las acciones d



determinada persona —por ejemplo lanuestras— claro está que estimaremomás cada una de ellas cuanto menohaya obedecido a una tendencia naturaPor otra parte, si se trata de calibrar una persona a la que pensamo

conceder nuestra amistad preferiremosin duda su comportamiento amistoso sno se debe a consideraciones racionales

aunque sean morales, sino tan sólo acaluroso sentimiento de simpatía natura

o es ninguna paradoja, sólo cosa d

sentido común, tener dos escalas dvalores, una para juzgar las personas otra para las acciones.

Quien por inclinación natural s



comporta socialmente no suele necesitaen circunstancias normales emecanismo de compensación de sresponsabilidad, y cuando llega emomento, tiene grandes reservas denergía moral. Mas quie

cotidianamente ha de recurrir a la fuerzmoderadora de la responsabilidad morapara responder a las exigencias de l

sociedad cultural, es lógico que sderrumbe antes en caso de aumentar laexigencias desacostumbradamente. E

aspecto energético de nuestrcomparación con las compensaciones descompensaciones cardiacas se aplicmuy bien aquí. La insólita presión qu



«descompensa» el comportamientsocial del hombre puede ser dnaturaleza varia, si bien siemprconsume «fuerzas». No es la graentación única y súbita la que hac

fallar más fácilmente la moral humana

es la acción prolongada, que a la largacaba por fatigar los nervios. Lapreocupaciones, las necesidades, e

hambre, el miedo, el exceso de trabajoa desesperanza, etc., todo produce e

mismo efecto. El que haya tenid

ocasión de observar a mucha gente en lguerra o en cautividad sabe cuán súbite inesperadamente se produce ldescomposición moral en situaciones d



ese tipo. Personas que parecían fuertecomo castillos se derrumban de golpemientras otras que no aparentaban gracosa, resultaban fuente de inagotablenergía y con su solo ejemplo ayudan muchos a recuperar la voluntad mora

El que ha vivido esas cosas sabambién que la intensidad y la duració

de la buena voluntad son dos variable

ndependientes. Después de comprendeesto es fácil dejar de sentirse superior aque cede un poco antes que nosotros lo

mayores y mejores llegan también amomento en que no pueden más: Eli, Eli

ama asabthani?

Según la doctrina moral de Kant, e



a ley interior de la razón humana por ssola la que da como respuesta a la autnterrogación responsable el imperativ

categórico. El concepto de razón y el dentendimiento no son idénticos en KantPara él es evidente que un ser dotado d

razón no puede querer hacer daño a otrser de la misma especie. En la palabrrazón (Vernunft ) está y

etimológicamente la facultad dentenderse con su semejante, o sea lexistencia de relaciones sociales, a la

que se concede un gran valor afectivoentre todos los seres de razón. Para Kanresulta así evidente e incontrovertible lque para el etólogo necesita explicación



o sea el hecho de que una persona npueda hacer daño a otra. El que el grafilósofo tome aquí por axiomático lo qunecesita aclaración no es por cierto unpequeña inconsecuencia en emajestuoso desenvolvimiento de su

deas, pero así su doctrina resulta máaceptable para el que piensa combiólogo. Es una pequeña fisura por l

cual se infiltra el sentimiento, o sea lmotivación instintiva, en laconclusiones por lo demás purament

racionales de su maravillosa estructurconceptual. El mismo Kant no cree quuna persona se abstendría de hacer alga que su naturaleza le impulsara por e



solo hecho de advertir con su pura razóuna contradicción lógica en la norma que se ajusta su acción. Naturalmente, enecesario un factor afectivo parransformar un conocimiento purament

racional en un imperativo o un

prohibición. Si rechazamos de nuestrexperiencia los valores afectivos, comos de algunas etapas de la evolución,

si para nosotros no tienen ningún valoel hombre, la vida del hombre ni lhumano en general, el aparato de nuestr

razón, por lo demás perfectamentcongruente en sí, sería como una seride engranajes sin motor que funcionaren el vacío. Por sí solo nada más pued



proporcionarnos medios para lograalgún fin determinado, pero no pueddeterminar los fines ni damos órdenesSi fuéramos nihilistas como Mefistófele opináramos que «valdría más que nad

naciera», nada habría en el principio d

nuestra acción que contuviera uncontradicción lógica si apretábamos ebotón para lanzar la bomba d

hidrógeno.Es sólo la apreciación de lo

valores, sólo el sentimiento, lo qu

puede dar la respuesta a la autnterrogación categórica y ponerle esigno positivo o negativo, o seconvertir esa respuesta en imperativo



prohibición. Y eso no nace de la razónsino del oscuro impulso procedente do desconocido, a donde no baja nuestr

conciencia. En la conciencia, o sea lacapas intermedias indirectamentaccesibles a la razón humana, l

nstintivo y lo aprendido forman unorganización muy compleja, no sólsemejante como un hermano a otro, a l

de los animales superiores, sino en graparte idéntica. Sólo se diferencia daquellos fundamentalmente en que, en e

hombre, la tradición cultural estncorporada en lo aprendido. Desistema de estas acciones recíprocas quse desarrollan casi exclusivamente en e



subconsciente surge el impulso parodas nuestras acciones, aun aquel1a

que están más fuertemente sometidas a ldirección de nuestra razón autnterrogante. De ese sistema nacen e

amor y la amistad, los sentimiento

cordiales, el sentido de lo bello, lapremiante necesidad de creacióartística y de conocimiento científico. E

hombre despojado de todo lo qulamamos animal, privado de lompulsos misteriosos y convertido en se

puramente de razón, no sería ningúángel, sino todo lo contrario.

No es difícil imaginar cómo pudmponerse la opinión de que todo l



bueno, y solamente lo bueno, lo útil para comunidad humana, se debía a l

moral y que todo lo «egoísta», lamotivaciones humanas incompatiblecon las necesidades de la sociedadprocedían de instintos «animales». S

uno se pregunta con Kant si la norma dsus acciones puede elevarse a lenatural o si en ese intento se producirí

algo contrario a la razón todas las pautade comportamiento, incluso puramentnstintivas, resultan perfectament

razonables, dando por supuesto qurealizan la función conservadora de lespecie que les asignaron los grandeartífices de la evolución de las especies



Solamente se produce algo contrario

a razón cuando un instinto funcion

defectuosatnente, cuando hay unperversión en su funcionamiento. Eobligación de la interrogaciócategórica descubrir esa perversión,

del imperativo categórico compensarlaLos instintos que funcionan debidament«como lo quisieron los grande

artífices» no pueden distinguirse de lrazonable por la auto interrogación. Eun caso así recibe uno una respuest

afirmativa si se pregunta: «¿Puedelevar la norma de mis acciones a lenatural?». Y es que, efectivamente, ases.



Cae un niño al agua, se tira uhombre a salvarlo, lo saca, examina eprincipio de su acción, y resulta quelevándolo a ley natural daría algo asícuando un macho de Homo sapiens L. ven peligro de muerte a un pequeñuelo d

su especie, y está en condiciones dsalvarlo, lo hace. ¿Contiene estabstracción contradicciones racionales

Claro que no! Entonces, el salvador ssiente orgulloso de haber obrado tamoral y racionalmente. Pero si antes d

irarse al agua se hubiera hecho lpregunta, el niño hubiera tenido tiempde ahogarse. No obstante, esa personoye, por lo menos en el ámbito d



nuestra cultura occidental, que obró pur simplemente por instinto y qu

cualquier mono en situación semejanthubiera hecho otro tanto, con todseguridad.

La antigua sabiduría china, que pon

odo lo animal en el hombre pero nodo lo humano en el animal, no dice d

ningún modo que ese «animal en e

hombre» sea a priori malodespreciable y dentro de lo posibleextirpable. Hay una reacción human

que más que ninguna otra nos pueddemostrar cuán imprescindible puedser una pauta de comportamientnequívocamente «animal», heredada d



nuestros antepasados los antropoidesprecisamente para acciones que nsolamente se consideraespecíficamente humanas y muy moralessino que efectivamente lo son. Es lreacción llamada entusiasmo

nspiración. Esta palabra ya por sexpresa el alto origen, específicamenthumano, que tiene: el espíritu, qu

domina al hombre. En cuanto «entusiasmo», que procede del griegondica que un dios se ha posesionado de

hombre. Pero en realidad es nuestrantigua amiga y novísima enemiga, lagresión intraespecífica, quien dominal inspirado, y en la forma de un



primigenia y nada sublimada reaccióde defensa social.

Esta reacción se desencadena, puesen forma refleja perfectamentpredecible, por situaciones externas quexigen combatir por algo de interé

social, en especial si la tradiciócultural lo ha consagrado. Puede estarepresentado esto por la familia, l

nación, la universidad o el clubdeportivo, o bien por conceptoabstractos, como los buenos tiempos d

estudiante, la probidad de la creacióartística o la ética de la investigaciónductiva. Menciono así a vuelaplum

cosas que a mí me parecen valores



otras que lo son para algunos, con edesignio de ilustrar la ausencia dselectividad que hace a veces tapeligroso el entusiasmo.

Como ya dijimos, las normas decomportamiento social creadas por l

ritualización cultural desempeñan en lsociedad humana un papel tamportante como la motivación instintiv

el control que ejerce la moraresponsable. Cuando alboreaba lcultura y la invención de la

herramientas o útiles empezaba apenas rastornar el equilibrio de locomportamientos socialefilogenéticamente evolucionados, l



habilidad de los primeros pintores escultores cuyas obras contemplamonos hace pensar que, incluso en aquellsu remota época, el arte tenía ya unarga historia detrás de sí. En vista dodo esto podemos considerar posibl

que la tradición cultural de las normade comportamiento naciera antes deempleo de los primeros instrumentos,

aun mucho antes. El comienzo de ambose ha hallado en el chimpancé.

Gracias a los procesos descritos e

el capítulo V, las costumbres y loabúes pueden llegar a ser lsuficientemente poderosos como par

motivar el comportamiento de un mod



comparable al de los instintoautónomos. Después de cierto númerde generaciones, no solamente los rito las ceremonias altament

desarrollados, sino también las normamás sencillas y menos llamativas d

comportamiento social pueden adquiriel carácter de costumbres sagradasamadas y consideradas como valores

cuya trasgresión es severamentcondenada por la opinión públicaDecíamos en el capítulo V que l

costumbre sagrada debe su podemotivante a tipos de comportamiento dorigen filogenético, dos de los cuale

revisten particular importancia. E



ratando puede fallar. Una clase descolares o una compañía de soldadoambas pueden considerarse modelos d

estructura grupal primitiva) soperfectamente capaces de crueldacolectiva contra alguien extraño a

grupo. Las reacciones puramentnstintivas ante un individuo físicament

anormal —por ejemplo, la burla ante e

muchacho obeso— son totalmentdénticas, cuando el comportamiento e

abierto, a la discriminación contra un

persona cuyas normas sociales de origecultural difieren de las del grupo. Poejemplo, en el caso de un niño que hablun dialecto diferente.



La presión colectiva contra undividuo que se aparta de las norma

sociales propias del grupo y lentusiasta disposición de este a defendesus normas y ritos sociales, son buenoejemplos del modo en que desencadena

as situaciones estimulantes de origen determinación cultural actividadeesencialmente instintivas. Son tambié

ejemplos de complejos típicos dcomportamiento cuyo primordial valode supervivencia para la especie es ta

claro como el peligro de que en lacondiciones del orden social modernno acierten en el blanco. Más adelantvolveremos a insistir en los diferente



modos en que la función del entusiasmmilitante puede sufrir una perversión en los posibles medios de impedir eseventualidad. Antes de ahondar en estema debo empero decir algo acerca da función de las normas y los rito

sociales en general. Recordemoprimeramente el hecho hartsorprendente, ya mencionado en e

capítulo V, de que no tenemoconocimiento inmediato de la función del valor de supervivencia (o de ambos

en el caso de la mayoría de nuestrapropias costumbres bien establecidas, pesar de nuestra convicción emociona

de que constituyen realmente valore



elevados. Este paradójico estado dcosas se explica sencillamente por ehecho de que tales costumbres no hasido hechas por el hombre en el mismsentido que invenciones como el hachde piedra o el avión de propulsión

chorro.Puede haber casos excepcionales e

que la profunda comprensión de la

causas hace que un gran legislador creuna norma social. Se dice que Moisésabía que el puerco puede ocasionar l

riquinosis. Aunque así fuera, prefiriconfiar en la devota observancireligiosa de su pueblo y no en snteligencia, y afirmó que era e



mismísimo Jehová quien habídeclarado que el cerdo era un animampuro. Pero en general es seguro qu

casi nunca fue la comprensión de unfunción válida la que dio origen a lanormas y los ritos tradicionales, sin

que fue el proceso secular de lselección natural. Los historiadorehabrán de hacerse a la idea de que l

selección natural determina la evolucióde las culturas lo mismo que la de laespecies.

En ambos casos, los grandeartífices obtuvieron resultados que quizno constituyan la mejor de todas lasoluciones posibles pero que por e



mero hecho de su existencia demuestraser por lo menos viables. El biólogo quconoce el funcionamiento de lselección y que tampoco ignora suímites, no se sorprende al hallar en esa

construcciones ciertos detalle

superfluos y aun nocivos para lsupervivencia de las especies. Cofrecuencia, la mente humana dotada d

facultad deductiva puede hallar solucióa problemas que la selección natural nha conseguido resolver. Aun sirviéndos

de los materiales proporcionados por lmutación y disponiendo de enormeperíodos de tiempo, sucede a veces, qua selección produzca adaptacione



ncompletas. Más probabilidades aún deste tipo de error hay cuando debdeterminar en un espacio de tiempmucho menor cuál de las costumbrenacidas por casualidad en una culturhace más apta a esta para l

supervivencia. Nada tiene entonces dsorprendente hallar en toda cultura ugran número de normas y ritos sociale

nnecesarios y aun patentementnconvenientes, que de todos modos l

selección no ha logrado eliminar

Muchas supersticiones comparables a ldel rodeo que daba mi oca silvestre edirección de la ventana puedenstitucionalizarse y conservarse durant



generaciones enteras. La seleccióntraespecífica desempeña co

frecuencia un papel peligroso, tanto para ritualización cultural como para l

filogénesis. El proceso que se llamabrarse una posición produce, po

ejemplo, los extraños fenómenos dnormas y ritos tan característicos de lselección intraespecífica.

No obstante, aunque algunos ritos normas sociales sean evidentemente maadaptativos, eso no significa que deba

ser eliminados sin más forma dproceso. La organización social de todcultura es un sistema complicado dnteracción universal entre un gra



número de normas tradicionales dcomportamiento divergentes. Sin uanálisis profundo es imposible predecique repercusiones tendrá el simplhecho de quitarles una piececilla en efuncionamiento del conjunto. Todo e

mundo comprende fácilmente, poejemplo, que la costumbre de cazacabezas, muy común entre las tribu

ropicales, no deja de tener un aspectdesagradable y que los pueblos quodavía la practican se encontraría

mejor sin ella. El psicoanalista DereFreeman hace ver sin embargo en surabajos que esa costumbre está ta

entretejida en todo el sistema social d



ciertas tribus de Borneo que la abolicióde esa costumbre podría desintegraotalmente su cultura y poner en grav

peligro la supervivencia de aquepueblo.

La interacción equilibrada entr

odas las normas particulares dcomportamiento social que caracterizaa un pueblo explica por qué en genera

resulta muy peligroso mezclar culturadiferentes, para matar una cultura basta veces ponerla en contacto con otra

sobre todo si esta está más adelantada, por lo menos así se considera, como eel caso cuando se trata de la cultura dun país conquistador. El puebl



sometido tiene entonces tendencia considerar con desdén todo cuanto antee parecía sagrado y a imitar la

costumbres que cree superiores. Y comel sistema de normas y ritos socialepropios de una cultura está siempr

adaptado en muchos respectos a lacondiciones particulares del medio, laceptación incondicional de costumbre

extranjeras casi siempre acarrea unmala adaptación. La historia coloniaofrece muchos ejemplos de que ello n

solamente destruye las culturas, sinambién los pueblos y las razas. Aun eel caso menos trágico en que se mezclaculturas de parentesco cercano y más



menos equivocadamente, suele habealgunos resultados indeseables, porques más fácil imitar las costumbres menovaliosas de la otra. Los primeroejemplos de cultura norteamericana qumitaron los jóvenes alemane

nmediatamente después de la últimguerra mundial fueron la Cocacola, echicle, el pelo cortado en forma d

cepillo y las tiras cómicas o historietasLas normas sociales de mayor valocaracterísticas de la cultur

norteamericana sin duda eran menofáciles de imitar.Aparte del peligro que corre un

cultura en contacto con otra, todos lo



sistemas de normas y ritos sociales sovulnerables, del mismo modo que losistemas de normas de comportamientsocial producidas por la evoluciófilogenética. Como no están hechos poel hombre sino por la selección natura

su función es una incógnita para aquel sno la hace objeto de una investigaciócientífica especial; por eso es s

equilibrio tan fácil de trastornar por loefectos del pensamiento conceptuacomo el de cualquier sistema d

comportamiento instintivo. Como eeste, puede frustrarse por cualquiecambio ambiental no previsto en s

rogramación. Pero a diferencia de lo



nstintos, que perduran contra viento marea, los sistemas tradicionales dcomportamiento social puededesaparecer por completo en el curso duna generación, porque al igual que eestado de continuidad, que es la vida d

un organismo, lo que constituye uncultura no soporta interrupciones de scontinuidad.

En la actualidad, son varios lofactores que coinciden para amenazar lcontinuidad de nuestra cultur

occidental. Se ha producido unalarmante ruptura de la continuidaradicional entre la generación nacid

allá por 1900, más o menos, y l



siguiente. El hecho es innegable, persus causas todavía son muy discutidasSon factores importantes sin duda lmenor cohesión de los grupos familiare la disminución de los contacto

personales entre maestros y alumnos

Muy pocas son las personas de lgeneración actual que han visto jamás sus padres en acción; y muy pocos so

os alumnos que aprenden de sumaestros colaborando con ellos, comse hacía antes por lo general entr

campesinos, artesanos y aun hombres dciencia, sobre todo si enseñaban euniversidades pequeñas. Lndustrialización que prevalece en todo



os sectores de la vida actual separa lageneraciones por una distancia que naminoran ni la mayor familiaridad, ni lolerancia más democrática ni licencia de que, hoy nos enorgullecemoanto. Los jóvenes parecen incapaces d

aceptar los valores que reverenciaba lgeneración de sus padres cuando nestán en contacto por lo menos con un

de sus representantes, que les merezcrespeto y amor irrestrictos.

Otro factor, probablement

mportante, que contribuye al mismefecto es el hecho de que buen númerde normas y ritos sociales aún muapreciados por la generación anterio



están decididamente anticuados. Lacondiciones ecológicas y socialecambian con la misma rapidez que lecnología, y así muchas costumbre

resultan mal adaptadas en el transcursde una generación tan sólo. L

veneración romántica de los valoreracionales que comunican de tampresionante y patético modo las obra

de Rudyard Kipling o de C. S. Foresteson un anacronismo patente que ya npuede hacer sino daño en nuestros días.

El predominio del pensamientcientífico y la inexorable exigencia dexplicaciones causales —uno y otra lavirtudes más características, si no la



únicas, de nuestra época— acentúan esespíritu crítico. Pero la ilustraciócientífica tiende a hacer dudar del valode las creencias tradicionales muchantes de proporcionar un entendimientde las causas que permita decidir si tal

cual costumbre aceptada es unsuperstición del pasado o un elementodavía indispensable en un sistema d

normas sociales. En esto también, efruto verde del árbol de la ciencia (debien y del mal) resulta peligroso. Y

sospecho incluso que toda esa leyendpública estaba destinada a defender laradiciones sagradas frente a lancursiones prematuras de un



racionalización incompleta.En la actualidad todavía no sabemo

o suficiente acerca de la función de tao cual sistema de normas dcomportamiento ritualizadas por lcultura para dar una respuesta racional

a pregunta, perfectamente racional, d«para qué sirve» determinadcostumbre, o sea cuál es su valor d

supervivencia. Cuando un innovador srebela contra las normas establecidadel comportamiento social y pregunt

por qué hay que someterse a ellas, poo general no sabemos qué responderSolamente a veces, y en casos muraros, como en el ejemplo que di de l



ey de Moisés que prohíbe el consumde carne de puerco, podemos dar aaspirante a reformador una respuesta taconcisa como esta: «Si uno no obedeceagarra una triquinosis». Lo máfrecuente es que el defensor de l

radición se vea obligado a recurrir respuestas harto torpes, como diciendpor ejemplo que algunas cosas «no s

hacen», o que no son decentes, o que soantipatrióticas, o pecaminosas, o bien apelar a la autoridad de algun

venerable figura paternal que tambiéconsideraba inquebrantable la norma dque se trate.

Para la persona que todavía ve e



esa norma el valor emotivo de un ritsagrado, tal respuesta será justa satisfactoria; mas para quien ya no creen ella, la misma respuesta resultarvana y pacata. Aunque no se puedperdonar totalmente, se comprende qu

esta persona tenga tendencia a creer quesa norma no es más que superstición, al vez llegue a considerar a su defenso

un tipo falso. Digamos de paso que estes el principal punto en que disienten lapersonas de generaciones diferentes.

Para apreciar debidamente cuándispensables son en realidad los ritoculturales y las normas socialedebemos recordar que el hombres po



naturaleza, como dijo Arnold Gehlen, user de cultura. Es decir, que todo ssistema de actividades y reaccionennatas fue construido filogenéticament «calculado» de tal modo por l

evolución que necesitara e

complemento de la tradición culturaPor ejemplo: todo el enorme aparatneurosensorial del lenguaje humano s

debe a una evolución filogenética, perestá hecho de modo que sfuncionamiento tiene por premisa l

existencia de un idioma desarrolladculturalmente y que el niño ha daprender. La mayor parte de todas lanormas de comportamiento socia



debidas a la filogénesis estánterrelacionadas con la tradició

cultural de un modo análogo. Lmperiosa necesidad que uno siente d

pertenecer a un grupo, por ejemplo, fusin duda programada en la filogénesi

prehumana, pero las propiedades qudistinguen al grupo y lo hacen coherent exclusivo son normas d

comportamiento ritualizadas en el cursde la evolución cultural.

Como vimos en el capítulo V, si

ritos ni costumbres tradicionales qurepresenten un acervo común estimado defendido por todos los miembros de

grupo, los seres humano, sería



otalmente incapaces de formar unidadesociales mayores que el grupo familiaprimitivo, consolidado por el vinculnstintivo de la amistad persona

examinado en el capítulo XI.El bagaje del hombre en normas d

comportamiento filogenéticamentprogramadas depende tanto de lradición cultural y la responsabilida

racional como la función de estas dodepende de la motivación instintiva. Sfuera posible criar un ser humano, d

constitución genética normal, econdiciones en que quedara privado doda tradición cultural —cosa imposibl

no sólo por razones éticas sino tambié



biológicas— el objeto de escrudelísima experiencia estaría muejos de corresponder a l

reconstrucción de un antepasadprehumano todavía sin cultura. Sería upobre inválido con una deficiencia d

as funciones superiores, comparable algunos idiotas en los que una encefalitisufrida durante la infancia o la vid

ntrauterina suprime las funcionesuperiores del córtex cerebral. Ningúser humano, ni el mayor de los genios

podrían inventar por sí solo todo usistema de normas y ritos socialecapaces de remplazar la tradiciócultural.



Nuestra época ofrece muchas desagradables ocasiones de observar laconsecuencias que para ecomportamiento social tiene la ausenciasiquiera parcial, de tradición culturaLos seres humanos así afectados forma

una juventud que pide la aboliciónecesaria, aunque peligrosa, dcostumbres ya arcaicas, o bien forma

grupos de «jóvenes encolerizados» pandillas de rebeldes, o bienfinalmente, un cierto tipo de delincuent

uvenil bien definido que es el mismo eodas partes del mundo. Ciegos a todvalor, estos desdichados son víctimas dun tedio infinito.



Unas leyes biológicas aplicables eamplísima escala nos proporcionan siembargo los medios de hallar el terrende entendimiento entre la rigidez de lanormas sociales y la necesidad dciertos cambios adaptivos. Ningú

sistema orgánico puede alcanzar ugrado más alto de diferenciación si

estar sustentado y consolidado po

estructuras firmes y coherentes. Estaestructuras de apoyo no pueden, eprincipio, obtenerse sino mediante e

sacrificio de ciertos grados de libertahasta entonces existentes. Un gusanpuede retorcerse como se le antoje, y loartrópodos tan sólo según tienen hecha



as articulaciones de su esqueletcutáneo. Las modificaciones del mediexterno o interno pueden exigir gradode libertad que la estructura existente nadmite; y así será necesaria sdesintegración parcial y temporal, de

mismo modo que el crecimiento requierel cambio periódico de caparazón en locrustáceos y otros artrópodos. A est

destrucción de estructuracuidadosamente formadaindispensables para que surjan otra

mejor adaptadas) sigue siempre uperíodo de peligrosa vulnerabilidad. Eun impresionante ejemplo de ello lndefensa situación del cangrejo qu



acaba de mudar de caparazón y todavío tiene blando.

Todo esto se aplica sin restriccionea los sistemas «solidificados» o senstitucionalizados, de normas y rito

sociales que en las culturas humana

hacen un papel muy parecido al de uesqueleto sustentador. En el crecimientde las culturas humanas como en el d

os artrópodos, hay un mecanismntegrado para los cambios graduale

necesarios. Los seres humanos, durant

a pubertad e inmediatamente despuésienen una indudable tendencia desprenderse de su fidelidad a todos loritos y normas sociales de su cultura,



permitir que el pensamiento conceptuaos ponga en duda y a buscar ideale

nuevos y tal vez mejores. En esa épocde la vida hay probablemente un períodsensible determinado para elegir unuevo objeto de fijación, como (más

menos) en el caso de la fijación llamadroquelado que se halla en los animales

Si en ese momento crítico de la vid

resultan caducos los ideales sometidos examen crítico y no aparecen otronuevos, la consecuencia es esa ausenci

otal de objetivos y ese profundaburrimiento que caracterizan adelincuente joven. Si, por otra parte, uhábil demagogo, experto en el art



peligroso de crear situacioneanormalmente estimulantes, logra influien los jóvenes en esa edad sensible, ne será difícil guiar la elección de s

fijación a un objeto (mediante algsemejante a un troquelado) en un

dirección que sirva a sus fines políticosEn la post pubertad, algunos serehumanos parecen impulsados por un

fuerza irresistible a abrazar una causa, si no hallan ninguna que les parezcdigna, puede fijarse en causa

sustitutivas notoriamente inferiores. Lnecesidad instintiva de ser miembro dun grupo bien unido y que luche podeales comunes es tan fuerte que tien



mportancia secundaria saber cuálesean esos ideales y cuál su valontrínseco. Esto explica, creo yo, l

formación de pandillas juveniles cuyestructura social es, con todprobabilidad, una reconstitució

bastante semejante de las que se dan eas sociedades primitivas.

Según parece, ese proceso d

fijación (por cuasitroquelado) sólpuede efectuarse debidamente una veen la vida del individuo. Ya bie

establecida la valorización de ciertanormas sociales o la lealtad a una causano puede borrarse, por lo menos lbastante para dejar lugar a un



valorización de igual fuerza. Pasado estperíodo sensible, la capacidad dabrazar nuevos ideales parece mureducida en el hombre. Todo esto noayuda a comprender la verdad nadnueva de que los seres humano

atraviesan por un período bastantpeligroso durante la pubertad nmediatamente después. La trágic

paradoja es que el peligro resulta mayopara quienes son por naturaleza mácapaces de servir a la noble causa de l

humanidad.El proceso de fijación a un objetpor cuasitroquelado) tien

consecuencias cuya importancia serí



difícil exagerar. Determina nada menoque aquello por lo que un hombre viviráuchará; y, en ciertos casos, guerrear

ciegamente, así como la situacióestimulante condicionada qudesencadena ese comportamiento d

evolución filogenética que he propuestdenominar entusiasmo militante.

Para el que busca modestamente l

verdad biológica, no puede habeninguna duda de que el entusiasmmilitante del hombre evolucionó a parti

de una reacción colectiva de defensa dnuestros antepasados prehumanos. Esreacción irreflexiva hacia un solo fidebe haber tenido un gran valor d



supervivencia incluso en una tribu dhumanos ya plenamente caracterizadosEra necesario que el macho olvidara suotros compromisos para podeconsagrarse en cuerpo y alma a la causde la batalla común. Was schert mic

Weib, was schert mich Kind (Qué mmporta la mujer; qué me importa e

hijo), dice el granadero de Napoleón e

un célebre poema de Heinrich Heine. Yel dicho es perfectamente característicde la reacción del poeta, que siendo po

o general un cáustico escarnecedor deromanticismo y lo sentimental se dejaquí llevar sin reservas por eentusiasmo que en él despierta el «gran



conquistador, y halla así esta magnificexpresión.

El objeto que el entusiasmo militantestá dispuesto a defender ha cambiadcon el adelanto cultural. Primitivamentse trataba sin duda de defender l

comunidad concreta de los miembroconocidos individualmente, unidos poel vínculo de la amistad y el amo

personales. Al ir aumentando la unidasocial, los ritos y las normas socialeobservados en común por todos lo

miembros se convierten en el factoprincipal de cohesión y automáticamentse transformaron en símbolo de lunidad. Mediante un proceso d



auténtico condicionamiento pavloviano además cierta cantidad de troqueladrreversible, estos valores hart

abstractos han ocupado en todas laculturas humanas el lugar del objetconcreto, primario, de la reacció

defensiva común.Este cambio de objeto, determinad

por la cultura, tiene consecuencia

mportantes para la función deentusiasmo militante. Por una parte, ecarácter abstracto de su objeto pued

darle un aspecto claramente inhumano hacerlo francamente peligroso (Qué mmporta la mujer; qué me importa e

hijo). Por otra parte, eso facilita e



reclutamiento de voluntades entusiastaal servicio de valores realmente éticosSin la abnegada consagración deentusiasmo militante no habría arte, nciencia, ni ninguna de las demás grandeempresas de la humanidad. El que e

entusiasmo sirva para estos altoempeños o que el instinto motivador mápoderoso del hombre le haga ir a l

guerra por cualquier causa estúpida abyecta depende casi por completo decondicionamiento o del troquelado (

ambos) sufrido en ciertos periodosensibles de su vida. Hay una esperanzrazonable de que nuestrresponsabilidad moral llegue a domina



a pulsión primitiva, pero para ello enecesario reconocer humildemente ehecho de que el entusiasmo militante euna reacción instintiva, con umecanismo de desencadenamientdeterminado filogenéticamente, y que e

único punto donde puede ejercer scontrol la vigilancia inteligente responsable es en el condicionamient

de dicha reacción a un objeto cuygenuino valor haya revelado lnterrogación categórica.

La primera condición para el controracional de un tipo de comportamientes conocer la situación estimulante quo desencadena. Se puede provocar e



entusiasmo militante con la predeciblseguridad de un reflejo en cuantaparecen en un medio ambiental lasituaciones siguientes: Primeramente, lunidad social con la que se identifica esujeto ha de aparecer amenazada po

algún peligro externo. La unidaamenazada puede ser un grupo concretde personas como la familia o un

pequeña comunidad de amigos íntimospero también puede ser un grupo mayorvinculado y simbolizado por sus propio

ritos y normas específicos. Y como estoasumen el carácter de valoreautónomos, según vimos en el capítulV, pueden representar por sí mismos e



objeto en cuya defensa se moviliza eentusiasmo militante. De todo esto sdeduce que tal reacción puede ponersal servicio de objetos muy distintosdesde el club deportivo hasta la nacióndesde las particularidades y la

ceremonias más anticuadas, hasta edeal de la verdad científica o lncorruptibilidad de la justicia. Lo

demagogos pueden y saben muy biecrear simulacros de situacioneamenazantes para el grupo socia

fabricando enemigos o exagerando sdisposición inamistosa y su peligro. Esegundo lugar pertenece a la situacióestimulante de que hablamos la figura, l



más arrebatadora posible, de un jefefigura a la que ni los más demagogoantifascistas pueden renunciar. Tambiéos métodos son igualesndependientemente de la tendenci

política que los emplee y a la qu

responda la reacción de entusiasmo, dnaturaleza instintiva, que el líder demagogo utilice para sus fines. La

fotos gigantescas que todos los partidopolíticos ostentan gustosamente de suefes lo demuestran suficientemente

Aquí también el carácter no selectivo da reacción programada por lfilogénesis permite el condicionamienta figuras de jefe de muy distintos tipos



Por ejemplo, Napoleón, que inspiranto entusiasmo a un crítico tan agud

como Heine y que a mí no me inspirnada. En cambio sí me inspira CharleDarwin. Una cuarta condición necesaripara que el entusiasmo militante s

desencadene plenamente y tal vez la mámportante de todas, es la presencia d

muchos individuos afectados por l

misma emoción. Su número absolutiene una influencia segura en l

cualidad de la reacción. Las minoría

relativamente pequeñas, enfrentadas una gran mayoría, tienen tendencia empeñarse en una actitud defensiva, a lque dan el valor emocional de un



«resistencia a ultranza». En cambio, lagrandes multitudes que inspira un mismentusiasmo, sienten la imperiosnecesidad de conquistar el mundo enterpara su sagrada causa. Las leyes qurigen el entusiasmo son, en esto, la

mismas que vimos en el capítulo VII

cuando tratábamos de la formación dmanadas anónimas, donde el efecto d

comunicación del entusiasmo aumentasimismo en progresión geométricaprobablemente, con el número d

ndividuos.Cualquier persona capaz de sentiemociones más o menos fuertes conoc

por experiencia la reacción de qu



estamos tratando. En primer lugar sproduce esa cualidad emocional qulamamos entusiasmo: u

estremecimiento «sagrado» recorre lespalda y, como se ha comprobadmediante observaciones precisas, l

parte externa de los brazos. Uno ssiente por encima de todas laobligaciones cotidianas y está dispuest

a dejarlo todo para acudir al llamaddel sagrado deber. Todos los obstáculoque se atraviesen en el camino de s

cumplimiento carecen de importancia sentido, y las inhibiciones instintivaque impedían dañar y matar a susemejantes pierden desgraciadament



buena parte de su fuerza. Laconsideraciones de índole racional, esentido crítico y las razones que hablaen contra del comportamiento dictadpor el entusiasmo colectivo han dcallar, porque una notable inversión d

valores las hace aparecer no solamentndefendibles sino totalment

despreciables y deshonrosas. Total

como dice un proverbio ucraniano«Cuando ondea la bandera, la razón esten la trompeta».

Esta vivencia está en correlaciócon el siguiente comportamientoobjetivamente observable: el tono dodos los músculos estriados se eleva, e



cuerpo se pone tenso, los brazos sapartan un poco del cuerpoateralmente, y giran algo hacia enterior, de modo que los codos apunta

hacia fuera. La cabeza se alzorgullosamente, la barbilla haci

delante, y los músculos faciales efectúaa mímica de poner «cara de héroe», es

cara que todos conocemos por el cine

En la espalda y la parte exterior de lobrazos se erizan los vellos; y esto encluso lo que objetivamente se pued

observar del «estremecimientsagrado».En cuanto al carácter sagrado de es

estremecimiento y lo espiritual de es



entusiasmo, cualquiera que haya visto lpauta de comportamientcorrespondiente en el chimpancé machcuando se lanza con bizarría sin igual defender su horda o su familia lo pondren duda. Porque el chimpancé tambié

adelanta la barbilla, tensa el cuerpo alza los codos; también a él se le erizaos pelos del cuerpo, cosa que hac

parecer más grande este visto podelante, con un imponente efecto dntimidación. La rotación hacia dentr

de los brazos está visiblementdestinada a volver hacia el exterior lparte más peluda, para contribuir a esefecto. Toda esta combinación de actitu



del cuerpo y erizamiento de los pelos escomo el enarcamiento del lomo en egato, un «bluff» para que el animaparezca más grande y peligroso de lque en realidad es. En cuanto a nuestr«estremecimiento sagrado», no es otr

cosa que el erizarse de la piel naturaque ya sólo nos queda en forma dvellosidad.

No sabemos qué sentirá el mono esu reacción social de defensa, pero noconsta que es tan abnegado y heroic

como el hombre inflamado por un ardoque lo llena de entusiasmo, y lo mismse juega la vida. No cabe dudar de lhomología puramente filogenética en l



reacción de defensa de la horda en echimpancé y en el entusiasmo humano. Yaun es posible imaginarse cómo naceríel uno de la otra. También para nosotroson primariamente los valores, qudefendemos con tan entusiasta ahínco, d

naturaleza social. Si recordamos lo quvimos al tratar del hábito, el ceremonia la magia, nos parecerá cas

absolutamente necesario que unreacción que en su origen servía para ldefensa de los miembros de un

sociedad individual y concretamentconocidos pasara al servicio de lovalores culturales, trasmitidos poradición y más duraderos que lo



grupos formados por unos cuantondividuos.

A mí no me parece decepcionantesino una seria advertencia para que noconozcamos a nosotros mismos, el qunuestra valiente defensa de lo qu

creemos supremo corra por víanerviosas homólogas a las que trasmiteas reacciones sociales de defensa d

nuestros antecesores los antropoidesUna persona que no tenga esareacciones es para mí un lisiado e

materia de instintos, y no lo quisiera poamigo. Pero uno que se deje llevaciegamente por sus reflejos es un peligrpara la humanidad y una víctima fáci



para cualquier demagogo de esos qusaben desencadenar situacioneestimulantes en los hombres, parhacerlos combatir a su antojo, con lmisma seguridad con que nosotros loetólogos lo hacemos en los animales co

que experimentamos. Cuando al oíviejas canciones o música militar sientque un estremecimiento sagrado m

recorre la espina dorsal, me defienddel halago diciéndome que también lochimpancés, cuando quieren incitarse a

combate social, emiten sonidos rítmicosY en este caso, cantar a coro significprestar oído al diablo.

He tratado de describir, con l



menor deformación emocional posiblea reacción entusiasta de los humanos, s

origen filogenético, sus componentes premisas, instintivos y trasmitidos por lradición. Espero haber logrado que eector comprenda por sí solo, si

decírselo yo explícitamente, el enredque es nuestra filosofía de los valores¿Qué es cultura? Un sistema de ritos

normas sociales de formación históric trasmitidos de generación e

generación porque emocionalment

vemos en ellos valores. ¿Y qué evalor? Es evidente que las personasanas y normales pueden sentir que algiene un valor tan grande que merece s



viva, y si es necesario se muera, poello, sin haber otra razón que lritualización cultural que lo produjo y srasmisión por un antiguo y venerad

personaje. ¿Se define entonces el valosolamente como el objeto en que est

fijada nuestra necesidad instintiva dpreservar y defender unas normasociales tradicionales? Tal fue sin dud

el caso en los orígenes y en las primeraetapas del desarrollo cultural. Laevidentes ventajas de una adhesión fiel

a tradición deben haber ejercido unpresión selectiva considerable. Siembargo, ni siquiera la mayor lealtad obediencia a las normas d



comportamiento ritualizadas por lcultura puede confundirse con lresponsabilidad moral. En el mejor dos casos, sólo funcionalmente so

análogos al comportamiento controladpor la responsabilidad racional. En est

respecto, no hay ninguna diferencia entresas normas sociales y las formanstintivas de comportamiento social d

que hablamos en el capitulo VII. Y, comestas últimas, las normas y los ritoculturales corren peligro de fracasar e

circunstancias para las cuales no fuero«programadas» por el gran artífice de lselección natural.

Quiere decirse que es necesari



controlar con una prudentresponsabilidad moral todos nuestrocompromisos sentimentales en materide valores culturales, tanto o más quos demás instintos. Ninguno de esto

podrá jamás producir efectos ta

devastadores como el entusiasmmilitante a rienda suelta cuando hcontaminado a masas enormes

atropella las demás consideraciones cosu monomaniaca concentración en undea y su supuesta nobleza. Porque no e

el entusiasmo en sí lo que es noble, sinos grandes objetivos de la humanidadpara cuya defensa podrían solicitarlo.

El entusiasmo es un verdader



nstinto autónomo, como el grito driunfo lo es del ganso silvestre, en e

hombre por ejemplo. Tiene su propicomportamiento apetitivo, sus propiomecanismos desencadenadores y, comodo el mundo sabe por experienci

propia, es una vivencia tan intensamentsatisfactoria que resulta casi imposiblresistir a sus seductores efectos. As

como el grito de triunfo influyhondamente en la estructura social dos gansos silvestres, y aun la domina

así también la pulsión que incita combatir con entusiasmo militante ejercuna acción determinante en la sociedad a política de los hombres. L



humanidad no es belicosa y agresiva poestar dividida en grupitos, políticos o dotra índole, enemigos unos de otros, sinque está dividida de ese modo porqu

así halla preparada la situació

estimulante necesaria para l

abreacción de la agresividad social y e

entusiasmo militante. «Si una velegara a haber una sola doctrin

salvadora para toda la tierra —escribErich von Holst—, al momento supartidarios se dividirían por lo meno

en dos interpretaciones fuertementantagónicas (una, la verdadera, otra, lherética), y el odio y la guerrprosperarían como antes… porque po



desgracia, el hombre es como es».Tal es el Jano bifronte de l

humanidad. El hombre es el único secapaz de consagrarse lleno dentusiasmo al servicio de los valoresupremos. Pero para ello necesita un

organización fisiológica comportamentacuyas propiedades animales llevan en sel peligro de muerte para los hermanos

Y el hombre comete el fratricidiconvencido de haberse visto obligado hacerlo en servicio de esos mismo

valores supremos. ¡Ecce homo!



CAPÍTULO XIVCONFESIÓN DE

ESPERANZA

Bilde mir nicht ein, ich könnte was lehren

die M enschen zu bessern und z

bekehren[XIII].

GOETHE

Al contrario de Fausto, yo si mhago la ilusión de poder enseñar a lohumanos a mejorarse algo y dconvertidos. Esta idea no me parecpresuntuosa; por lo menos, no lo es tantcomo la contraria, que no procede de



convencimiento de la propincapacidad para enseñar sino de l

suposición de que «los hombres» nestán en condiciones de aprender lnueva doctrina. Y esto no es así sino eel caso especial de un intelect

poderosísimo que se adelanta siglos a sépoca. Entonces no lo comprenden y écorre peligro de muerte. De muert

física en el potro del tormento o dmuerte social, por el silencio que shace en torno suyo. Cuando lo

contemporáneos escuchan a alguien een sus libros, se puede postular cooda seguridad que no se trata de untelecto titánico. En el mejor de lo



casos podrá alabarse de haber tenidque decir algo en el preciso momentoen que «era necesario» decirloEntonces se produce más efectoesperando a que el auditorio haylegado casi a las ideas que el maestr

es expone, que estaban por decirlo asen el aire. Algunos sienten que leganaron por la mano y exclaman, com

Thomas Huxley, según dicen, cuandeyó el Origen de las especies, d

Darwin: «En realidad, a mí tambié

podía habérseme ocurrido». No es, pues, en mí una presuncióexagerada creer honradamente que en ufuturo cercano muchas personas, y ta



vez la mayoría, tengan por verdadeaxiomáticas y cosas de cajón lo que eeste libro se dice de la agresióntraespecífica y de los peligros qu

corre la humanidad cuando aquellfunciona indebidamente.

Si saco aquí las conclusiones que smponen de cuanto llevo dicho y, a l

manera de los sabios griegos, formul

unas cuantas reglas prácticas dconducta a modo de medidapreventivas, más temo que se me motej

de banal o adocenado, y no que se mrefute. Después de lo que escribí en eúltimo capítulo acerca de la actuasituación de la humanidad, parecerá



mis proposiciones de medidas a tomacontra los peligros que se ciernen sobrnosotros algo más bien insuficientePero ciertamente, esto no quiere decinada contra lo acertado de laconclusiones. En medicina tambié

parecen todas las medidas terapéuticadébiles e insignificantes en comparaciócon la enorme cantidad d

conocimientos de fisiología y patologíque fue necesario adquirir antes dpoder formular siquiera una terapi

razonable. La investigación raramentprovoca cambios de importancia en ecurso de la historia, como no sea pardestruir, porque es fácil emplea



ndebidamente la fuerza. Más paremplear de un modo positivo y benéficos resultados de la investigación s

necesita no menos perspicacia aplicación a los detalles que parobtenerlos.

Mi primera recomendación, la máobvia, está ya expresada en el Γνώϑσαυτόν, se trata de ahondar en e

conocimiento de las concatenacionecausales que determinan nuestro propicomportamiento. Ya empiezan a apunta

varias líneas de orientación según lacuales podría desarrollarse una cienciaplicada del comportamiento humanoUna de ellas es el estudio fisiológic



objetivo de las posibilidades dabreacción de la agresividad en sforma original sobre objetosustitutivos, y ya sabemos que hamétodos mejores que las patadas a latavacías. La segunda es el estudio

mediante el psicoanálisis, de lo que slama sublimación. Es de esperar qu

esta forma específicamente humana d

catarsis contribuya mucho a calmar lensión producida por la inhibición das pulsiones agresivas. Debemo

ambién mencionar, por más que seevidente, que el tercer medio de evitaa agresión es fomentar el conocimient

personal y, si es posible, la amista



entre individuos miembros de familias grupos de ideología diferentes. Pero lcuarta y más importante medida, qudebe ser tomada inmediatamente, ecanalizar el entusiasmo militante de umodo inteligente y responsable, o se

ayudar a las generaciones más reciente—que por una parte son de tendenciamuy críticas y aun suspicaces y por otr

parte están ansiosas de emociones— hallar en nuestro mundo moderno causaverdaderamente dignas de ser servida

con entusiasmo. Veremos estopreceptos en detalle uno tras otro.Aun en su modesto estado actual n

deja de ser aplicable algo de nuestr



conocimiento acerca de la naturaleza da agresión. El hecho de poder decir co

seguridad qué es lo que ya no sirve ede por sí apreciable.

Dos procedimientos que dnmediato parecen ofrecerse par

controlar la agresión están condenadoal fracaso, como puede verse tenienden cuenta lo que dijimos sobre lo

nstintos en general y la agresión eparticular. Únicamente quien ignore lespontaneidad esencial de las pulsione

nstintivas y esté acostumbrado representarse el comportamiento tasólo en términos de respuestacondicionadas o incondicionadas podrí



abrigar la esperanza de disminuir y aueliminar la agresión poniendo al hombrejos de toda situación estimulante capa

de desencadenar un comportamientagresivo. En el capitulo IV vimos ya loresultados probables de tal empresa. E

otro intento que también fracasaría cooda seguridad sería el de controlar l

agresión oponiéndole un veto moral. L

aplicación de uno u otro de estos dométodos sería tan acertada como querereducir la creciente presión de un

caldera apretando con más fuerza lválvula de seguridad.Otra medida, que consider

eóricamente posible pero muy poc



aconsejable, sería el intento de eliminapor selección eugenética las pulsioneagresivas. Por el capítulo anteriosabemos que en el entusiasmo humanhay agresión intraespecífica que, si biees peligrosa, parece sin embarg

ndispensable para lograr los fines máaltos de la humanidad. Por el capítuldedicado a la vinculación sabemos qu

en muchos animales y seguramentambién en el hombre es el víncul

componente indispensable de la amista

personal. Finalmente, en el capitulo qurata del gran parlamento de los instintose expone detalladamente cuán complejes la interacción de las diferente



pulsiones. Las consecuencias seríamprevisibles si una de ellas,

precisamente la más fuerte, faltara pocompleto. No sabemos en cuántos hasta qué punto importantes modos dcomportamiento humanos entra l

agresión como factor motivante, peropino que deben ser muchos. El aggred

en su sentido original y lato (el afronta

as situaciones o abordar los problemasel amor propio o el respeto por smismo, sin el cual no se haría casi nada

desde la rasurada diaria hasta las másublimes creaciones científicas artísticas), y es probable que todcuanto está relacionado con la ambición



el afán de escalar puestos o subir dcategoría y otras muchas actividadendispensables, desaparecerían de l

vida humana si se suprimieran lapulsiones agresivas. Del mismo moddesaparecería también con tod

seguridad algo importante que es propi exclusivo del hombre: la risa.

A mi enumeración de lo que con tod

seguridad está funcionandndebidamente sólo puedo oponer, po

desgracia, algunas medidas cuyo éxit

me parece probable y las máprometedoras parecen ser las que yhicieron sus pruebas ampliamente en ecurso de la filogenia y la evolució



cultural.Debe esperarse el éxit

principalmente de aquella catarsis quobra por abreacción de la agresiósobre el objeto sustitutivo. Como yvimos en el capítulo dedicado avínculo, también los dos grandeartífices tomaron ese camino cuando srataba de impedir los combates entr

determinados individuos. Hay ademárazones para ser optimistas en el hechde que el hombre es capaz, por poco qu

se observe a sí mismo, de reorientavoluntariamente la agresión que surgcontra cualquier objeto sustitutivapropiado. La elección de los objeto



sustitutivos suele efectuarse de acuerdcon consideraciones de índole racionaaun cuando no siempre tengamos sentidexacto de lo que serían los efectoposibles de las pulsiones contenidasSiempre he visto que personas inclus

muy irascibles, de aquellas quencolerizadas pierden al parecer todcontrol de sus actos, se abstienen e

realidad de romper objetos valiosos, prefieren emprenderla con lachucherías. Pero sería un error profund

creer que, intentándolo empeñosamentepodrían abstenerse de romper nadaCierto es que el hecho de comprender fondo la fisiología de las pulsione



contenidas ayuda bastante a dominar lagresión. Aquella vez que cuento en ecapitulo dedicado a la espontaneidad da agresión, en que a pesar del ataque d

enfermedad de los campos dconcentración yo no pegué a mi amigsino propiné un puntapié a una lata dpetróleo vacía, sin duda se debió a m

conocimiento de los síntomas de l

acumulación de energía instintiva. Ycuando aquella tía de que hablo en emismo capítulo estaba tan convencida d

a infernal maldad de sus sirvientas, serror era debido a su ignorancia de loprocesos fisiológicos en cuestión.

Y ciertamente, no me era inferior m



estaban familiarizados con el conceptde catarsis, o descarga purificante, y lopsicoanalistas saben muy bien cuántaacciones perfectamente loables derivasu impulsión y su adicional utilidad da agresión «sublimada» y aminorada

Pero naturalmente, no debe confundirsa sublimación con una sencill

reorientación. Hay considerabl

diferencia entre el hombre que golpea lmesa con el puño en lugar de golpear erostro del adversario en la conversació

aquel que irritado por una cólera sisalida ni desahogo escribe un ardientpanfleto contra sus superiores, animadpor nobles ideales que nada tienen qu



ver con la causa de su cólera.Uno de los muchos casos en que l

ritualización filogenética y la culturahan dado con soluciones muy parecidadel mismo problema es el método coque ambas han realizado la difíci

misión de evitar la muerte deantagonista sin acabar al mismo tiempcon la combatividad, tan importante par

a conservación de la especie. Todas lanormas de «lucha limpia» de origecultural, desde la caballería andant

hasta los acuerdos de Ginebra, haenido una función análoga a la de locombates filogenéticamente ritualizadode los animales.



Es el deporte una forma de luchritualizada especial, producto de la vidcultural humana. Procede de luchaserias, pero fuertemente ritualizadas. Aa manera de los combates codificados

de los «duelos por el honor», de orige

filogenético, impide los efectos de lagresión perjudiciales para la socieda al mismo tiempo mantiene incólume

as funciones conservadoras de lespecie. Pero además, esta formculturalmente ritualizada de combat

cumple la tarea incomparablementmportante de enseñar al hombre dominar de modo consciente responsable sus reacciones instintiva



en el combate. La caballerosidad «limpieza» del juego deportivo, que sha de conservar en los momentos máexcitantes y desencadenadores dagresión, es una importante conquistcultural de la humanidad. Además, e

deporte tiene un efecto benéfico porquhace posible la competenciverdaderamente entusiasta entre do

comunidades supraindividuales. Nsolamente abre una oportuna válvula dseguridad a la agresión acumulada en l

forma de sus pautas de comportamientmás toscas, individuales y egoístas, sinque permite el desahogo cumplido de sforma especial colectiva más altament



diferenciada. La lucha por la jerarquísuperior dentro del grupo, la rudacometida común por un objetivapasionante, el arrostrar animosamentgrandes peligros, el socorro mutuo coolvido de la vida propia, etc., etc., so

pautas de comportamiento que en lprehistoria de la humanidad tenían ugran valor selectivo. Por la acción y

señalada de la selección intraespecíficase fue elevando y perfeccionando yhasta los últimos tiempos, todas esta

cualidades juntas eran peligrosamentapropiadas para presentar a los hombrelenos de virilidad e ingenuidad l

guerra como algo de ningún mod



aborrecible por completo. Por eso euna verdadera suerte que se puedacultivar esas virtudes en las formas máduras del deporte, como el alpinismo, ebuceo o las expediciones. Cree Ericvon Holst que la búsqueda de nueva

competencias internacionales, y bastantpeligrosas, es el motivo más importantde los vuelos espaciales, qu

precisamente por eso despiertan tantnterés en el público. La gent

comprende que ayudan a conservar l

paz. ¡Ojalá sea cierto todavía por muchiempo!Las competencias entre naciones n

solamente son benéficas porque facilita



a abreacción del entusiasmo nacionasino también porque producen otros doefectos contrarios a la guerra: en primeugar procuran un conocimient

ersonal a hombres y mujeres ddiferentes naciones y partidos y e

segundo lugar hacen que se unan paruna causa común personas que de otrmodo pocas cosas podrían unir. Son do

fuerzas poderosas opuestas a lagresión, y debemos examinabrevemente de qué modo puede

desplegar su benéfica acción y qué otromedios podrían emplearse paraplicarlas a nuestro objetivo.

En el capítulo dedicado al víncul



vimos que el conocimiento personal nsolamente es condición indispensablpara la formación de mecanismos mácomplejos inhibidores de la agresiónsino que contribuye a embotar la pulsióagresiva. La anonimidad contribuy

mucho al desencadenamiento decomportamiento agresivo. El ingenusiente verdaderamente cólera y rabi

contra los «judas», los «gabachos», lo«macaroni» y los «cochinoextranjeros» en general. Es probable qu

eche rayos y centellas contra ellos en lmesa del café, pero nunca se le ocurriría menor descortesía si se reuniera co

uno de los nacionales del país odiad



cara a cara. El demagogo conoce bien lacción inhibidora de la agresión quproduce el contacto personal y, como enatural, trata de impedir que sencuentren en sociedad aquellos quienes quiere mantener enemigos. E

estratega también sabe cómo pueddisminuir la agresividad de los soldadoatrincherados si los deja «fraternizar

con los que están enfrente.Ya he dicho cuánto aprecio e

conocimiento práctico que de

comportamiento instintivo de los serehumanos tienen los demagogos, y nsabría recomendar nada mejor que laplicación al logro de nuestros fine



pacificadores de los métodos que a elloes dan tan buenos resultados. Si l

amistad entre individuos de nacioneenemigas es tan contraria al odinacional como los demagogos supone—al parecer con mucha razón—

debemos hacer todo cuanto podamopara favorecer las amistadendividuales internacionales. No ha

persona capaz de odiar a un pueblo en eque tenga varios amigos. Unas cuanta«pruebas» de ese tipo bastan par

despertar una sana desconfianzrespecto de todas esas abstracciones quatribuyen a «los» alemanes, «los» rusoo «los» ingleses propiedades



cualidades nacionales típicas… por lgeneral desfavorables, claro está. Quo sepa, fue mi amigo Walter Rober

Corti el primero que realizó un intentserio de oponerse a la agresión entrnaciones fomentando las amistade

nternacionales. En su célebre aldepara niños de Trogen, Suiza, viveuntos muchachos de todas la

nacionalidades posibles, en amistosconvivencia. ¡Ojalá este intento hallmitadores en gran escala!

Lo que se necesita es movilizar eentusiasmo por causas generalmentreconocidas por todos los serehumanos como valores de orde



supremo, independientemente de todealtad nacional, cultural o política. Ylamé la atención hacia el peligro d

definir un valor mediante una peticióde principio. Un valor no es de ningúmodo cualquier objeto al cual pued

adherirse por troquelado condicionamiento precoz la reacciónstintiva del entusiasmo militante. E

nversamente, el entusiasmo militantpuede adherirse a prácticamentcualquier rito o norma socia

nstitucionalizada y hacerlos parecevalores. La lealtad sentimental a unnorma institucionalizada no la convierten valor, porque, si así fuera, aun l



guerra técnica moderna sería un valorRecientemente, J. Marmor ha subrayadel hecho de que, incluso en lactualidad, «los libros de historia dodas las naciones justifican sus guerra

por valientes, justas y honrosas». Est

glorificación lleva dejos de patriotism de amor a la patria. Las virtudes com

el heroísmo y el valor militar s

consideran «viriles» y se asociaradicionalmente a las accione

guerreras. En cambio, la evitación de l

guerra y la búsqueda de la paz sueleconsiderarse acciones propias dafeminados, cobardes y débilesdeshonrosas y subversivas. Se glorifica



disimulan las realidades brutales de lguerra mediante innumerables relatos dheroísmo y gloria y nadie toma en cuentas raras advertencias de algún genera

como Sherman: «Le guerra es u

nfierno y su gloria, tonterías.» Esto

enteramente de acuerdo con el doctoMarmor cuando habla de los obstáculopsíquicos que se oponen a l

eliminación de la guerra en tanto qunstitución social y cuenta entre ellos ensidioso efecto de los juguetes y lo

uegos guerreros, que preparan todos eerreno para la aceptación psicológicde la guerra y la violencia. Creo comél que la guerra moderna se h



convertido en institución y comparto soptimismo en creer que, siendo unnstitución, la guerra puede ser abolida.

No obstante, pienso que debemoomar en cuenta el hecho de que e

entusiasmo militante tuvo su origen en u

nstinto defensivo que hizo a nuestrancestro prehumano sacar la mandíbulal mismo tiempo que se le erizaban lo

pelos, y que las situaciones clavestimulantes que todavía ldesencadenan llevan la marca de s

origen. Una de las más eficaces de esasituaciones es la existencia de uenemigo contra el cual se hayan ddefender los valores culturales. E



entusiasmo militante se parecpeligrosamente en un aspecto al grito driunfo de los gansos y a normas d

comportamiento instintivo análogas eotros animales. El lazo social que une egrupo está en relación estrecha con l

agresión dirigida contra los extremosEn los humanos también, el sentimientde ser todos uno (tan importante par

servir una causa común) se refuerzconsiderablemente en presencia de uenemigo determinado y amenazador qu

es posible odiar. También es mucho máfácil lograr que la gente se identifiqucon una causa común, sencilla concreta, que con una idea abstracta. Po



odas estas razones, la tarea de los jefeque convencen a los jóvenes y loransforman en militantes e

envidiablemente fácil. Debemos aceptael hecho de que en la URSS como eChina, la joven generación sabe mu

bien por qué lucha, mientras que enuestra cultura se buscan en vano causadignas de entusiasmo. El que mucho

óvenes norteamericanos se hayadentificado recientemente con lo

derechos de los negros norteamericano

es una excepción digna de nota, aunquel fervor con que lo hicieron tiende acentuar la habitual falta de entusiasmpor otras causas, no menos justas



mportantes, como la prevención de lguerra en general. Los factores de guerrienen hoy las mejores probabilidade

de provocar el entusiasmo militante poa posibilidad que se les ofrece d

modelar el señuelo a su antojo.

Véase como se vea, el defensor de lpaz lleva la peor parte: Todo aquellpor lo que vive y labora, todos lo

objetivos superiores que persigue, son deberían ser determinados por sresponsabilidad moral, y eso presupon

una gran cantidad de conocimientos, dcomprensión verdadera. Nadie puedepues, sentir entusiasmo por ellos si nposee cierta cultura. El único valor qu



no puede ponerse en duda y que puedser apreciado independientemente doda moral racional o toda educación e

el vínculo de amor y amistad humanosfuente de toda bondad y caridad y qurepresenta la gran antítesis de l

agresión, verdaderamente, el amor y lamistad caracterizan mucho mejor todo que es bondad que la agresión todo l

que es maldad, ya que sólo por error sa considera una pulsión destructora

mortífera.

La tercera medida que puede y debomarse inmediatamente para evitar lodestructores efectos de uno de los mánobles instintos del hombre consiste e



el dominio inteligente y con sentidcritico de la reacción tratada en ecapítulo anterior con el nombre d«entusiasmo militante». Tampoco en estdebemos avergonzamos de aprovechaas experiencias de la demagogi

habitual y aplicar al bien y a la paz lque a ellos les sirve para menar a lguerra. Como sabemos, a la situació

estimulante que desencadena eentusiasmo pertenecen tres condicionesvariables independientemente unas d

otras. La primera es tener algo qudefender, que para el hombre sea uvalor; en segundo lugar, un enemigo quponga en peligro ese valor; y en terce



ugar, compañeros sociales que piensegual que uno y que también esté

dispuestos a defender el valoamenazado. Un factor menos necesaripuede ser también el jefe o caudillo qulame a la lid «sagrada». Ya dijimo

ambién cómo esos papeles del drampueden ser representados por figuramuy diversas, concretas o abstractas

animadas o inanimadas. El deentusiasmo, como el desencadenamientde muchas reacciones instintivas

obedece a la regla llamada de la sumde estímulos, según la cual los diversoestímulos desencadenadores se suman esu efecto, de modo que la debilidad



ncluso la ausencia de uno puede secompensada por la mayor efectividad dotro. Por eso es posible provocar eentusiasmo verdadero por algo valiossin despertar necesariamente lenemistad contra un antagonista, real

fingido.La función del entusiasmo s

asemeja en vanos respectos a la de

grito de triunfo en los gansos silvestres a comportamientos instintivos análogode otros animales, que se componen d

a fuerte acción del vínculo social entros vinculados o coligados y de agresiócontra el enemigo. En el capítulo I

expliqué cómo mientras e



ndispensable la figura hostil con lmenor diferenciación de aquellaacciones instintivas, como en locíclidos y los patos tadornas, en estadode mayor evolución, como en los gansosilvestres, ya no es necesaria aquell

figura para mantener la cohesión degrupo y su acción conjunta. Yo quisiercreer y esperar que la reacción d

entusiasmo de los hombres hubieralcanzado la misma independencirespecto de la agresión primitiva, o qu

estuviera a punto de alcanzarla.De todos modos el simulacro denemigo, el espantajo, es todavía umedio muy eficaz empleado por lo



demagogos para fomentar la unidad y esentimiento entusiasta de cohesión, y lareligiones militantes han sido siempras que más éxitos políticos han tenidoo es, pues, nada fácil fomentar e

entusiasmo de muchas personas por lo

deales de paz sin servirse de usimulacro de enemigo con no menoeficacia que los factores de guerra.

El pensamiento que primero podíocurrírsele a uno, que es el de utilizar adiablo como espantajo y azuzar a lo

hombres contra el «Malo», fuconsiderado de plano peligroso incluspor hombres de mente muy elevadaMalo es por definición todo aquello qu



pone en peligro lo bueno, o sea lo qusentimos como valor. Y como para ecientífico los valores supremos son lodescubrimientos, el peor no valor epara él todo cuanto se oponga aconocimiento y a su difusión. Yo mism

al vez me dejaría inducir por lapeligrosas insinuaciones de magresividad al ver la personificación de

mal en ciertos filósofos que despreciaas ciencias naturales, y en particular os que niegan la evolución. Si n

supiera nada de la fisiología de lreacción entusiasta y del automatismde índole semejante a la de lo

reflejos) de sus manifestaciones, quiz



estaría en peligro de dejarme arrastrar una guerra de religión contra locientíficos que opinan de modcontrario al mío. Para eso, más valdrírenunciar a toda personificación demal. Pero aun sin eso, la acció

unificadora del entusiasmo podríconducir a la enemistad entre dos grupocuando cada uno de ellos es partidari

declarado de un ideal bien definido circunscrito y solamente con él s«identificaba», y empleo aquí la palabr

en su sentido tradicional, no en epsicoanalítico. Con razón ha dicho JHollo que en nuestros tiempos sopeligrosas las identificacione



nacionales, porque sus fronteras estádemasiado marcadas y hacen sentifrente a «los rusos» de un mod«enteramente norteamericano», viceversa. Si uno conoce mucho

valores y en virtud de su entusiasmo po

ellos se siente de acuerdo con todos lohombres que al igual que él aman lmúsica, la poesía, las bellezas de l

naturaleza, la ciencia, etc., etc., sólpuede dirigirse con reaccionecombativas sin inhibiciones a la

personas que no entran en ninguno desos grupos. Es necesario, puesaumentar el número de taledentificaciones, y eso solamente pued



hacerse mejorando la cultura general da juventud. El amor por los valore

humanos se aprende en la escuela y en ehogar. Sólo esos valores hacen uhombre del hombre y no sin razón slama humanidades o estudio

humanísticos a cierto género dformación. Y así, los valores quparecen a millones de años luz de l

ucha por la vida y de la política puedeser salvadores. Para ello no enecesario, ni siquiera deseable tal vez

que las personas de las diversasociedades, naciones y partidos seaeducadas para aspirar a los mismodeales. El modesto traslape de lo



modos de ver los valores exaltantes que merecen ser defendidos puedaminorar los odios entre pueblos bandos y fomentar la paz y la felicidad.

Estos valores pueden, según locasos, ser de índole muy especial. Y

estoy convencido, por ejemplo, de quos hombres que desde cada lado de l

gran cortina se juegan la vida por la gra

aventura de la conquista del espacicósmico se respetan mucho unos a otrosCon toda seguridad se conceden qu

cada quien lucha por valores reales. Ycon toda seguridad, los vueloespaciales son muy benéficos en estsentido.



Hay sin embargo dos empresas máaltas y colectivas de la humanidad en esentido más verdadero de la palabra, as que toca dentro de un marco má

amplio la tarea de poner de acuerdo partidos o naciones sin relaciones uno

con otros, y aun enemigos en lo tocante os mismos valores, y unificarlos en u

mismo entusiasmo. Se trata del arte y d

a ciencia. El valor de uno y otra eaceptado por todos, y ni siquiera a lodemagogos más audaces se les h

ocurrido hasta ahora calificar ddespreciable o «degenerado» todo earte de un partido o de una culturatacados por ellos. La música y las arte



plásticas obran además libres de labarreras lingüísticas y eso les permitdecir a las personas que se hallan a uado del telón que al otro lado haambién gente que ama el bien y l

belleza. Mas para eso el arte deb

seguir siendo apolítico. Bien sabidason las terribles consecuencias que tienel arte dirigido por una tendenci

política.La apreciación general de la músic

negra es quizás un paso importante haci

una solución de los candentes problemaraciales de los Estados UnidosDesposeídos estos de su libertad consumada la destrucción de su



radiciones culturales propias, el orgull los prejuicios raciales han hecho todo posible para no permitirles el acces

a las culturas occidentales ni a lanormas sociales fundamentales. El únicvalor cultural de que no fue posibl

despojarlos por entero fue la música. Lncontestable capacidad creadora de lo

músicos y compositores negros pon

fuertemente en duda —por no decir otrcosa— la falta de capacidad creadorque algunos atribuyen a esa raza.

El arte está llamado a crear valoresupranacionales y suprapolíticos quningún grupo mezquinamente nacional político pueda negar y si se deja uncir



un objetivo político cualquiera incumplsu misión. Para cualquier clase de artesea esta poesía o pintura u otra, ponersal servicio de una propaganda significun grave error y en definitiva, eautoaniquilamiento. Por fortuna l

música, que, si bien es perfectamentcapaz de excitar el entusiasmo militar npuede especificar la tarea merecedor

de apasionamiento, escapa a ese sino. Yel más chapado a la antigua de todos lofeudales aristócratas puede apreciar l

arrebatadora belleza de la Marsellespor más que la letra de ese himno pidque se emplee la sangre de los noblecomo fertilizantes de los campo



franceses (qu’un sang impur abreuv

nos sillons).La ciencia tiene en común con el art

el crear un valor indiscutido, que tiensu fundamento en sí mismo intrínsecondependiente de la militancia o de la

deas personales. Al contrario que earte, no es directamente comprensible por eso casi sólo puede tender un puent

entre unos cuantos individuos que tieneun entusiasmo común, pero que asresulta tanto más firme. Sobre el valo

relativo de las obras de arte se puedeener distintas opiniones, aunquambién se puedan distinguir en ellas l

verdadero y lo falso. Pero en la ciencia



estas palabras tienen un sentido máestricto. No son las opiniones de lapersonas, sino los resultados dposteriores investigaciones los qudicen si una afirmación corresponde no a la realidad.

A primera vista parece imposiblentusiasmar a mucha gente en lactualidad por los valores abstractos d

a verdad científica, que parece uconcepto demasiado ajeno a las cosade este mundo, mezquino y poc

práctico, para competir con los señueloque, como la ficción de la amenaza nuestra sociedad y del enemigamenazante, en manos de experto



demagogos hasta ahora siempre fueronfalibles para provocar el entusiasm

colectivo. Pero un examen más acucioshará dudar de este modo de ver tapesimista. La verdad no es ficción, acontrario que los señuelos mencionados

La ciencia no es otra cosa que laplicación del entendimiento humannormal, y para todo lo demás pued

considerarse ajena a las cosas de estmundo. Es mucho más fácil decir lverdad que tejer una serie de mentira

que no se delaten por contradiccionenternas. «La razón y el buen sentido nnecesitan mucho arte».

Más que ningún otro bien cultural, l



verdad científica es propiedad colectiv

de toda la humanidad. Y lo es porque na hace la mente humana, como el arte a filosofía (porque esta también eoesía, en el sentido más alto y nobl

del vocablo griego hacer, crear). L

verdad científica es algo no creado poel cerebro humano y conquistadoarrancado por la fuerza, a la realida

externa, ajena a lo subjetivo. Como estrealidad es la misma para todas lapersonas, los resultados de l

nvestigación científica siemprconcuerdan, cuando son correctos, a uado y otro de la cortina de hierro o d

otras cortinas. Cuando un científico (



veces inconscientemente y de buena fefalsea por poco que sea los resultadode la investigación para hacerloconcordar con sus ideas políticas, lrealidad le opone un no rotundo, porquos resultados fallarán a la hora d

aplicarlos en la práctica. Hubo poejemplo en el Este hace unos años unescuela de genetistas que por motivo

visiblemente políticos, esperamos qunconscientes, afirmaba habe

demostrado la trasmisión por herenci

de los caracteres adquiridos. Para todoos que creen en la unidad de la verdacientífica esto era profundamentnquietante. Hoy ya todos los genetista



del mundo son de la misma opinión aquella teoría está olvidada. Solamentes esta una victoria parcial, sin dudapero es una victoria de la verdad y quautoriza un mayor entusiasmo. Ennecesario hablar del valor de l

medicina y de su estimación general. Lnviolabilidad de la Cruz Roja es quizáa única ley más o menos respetada po

odas las naciones.La educación en el sentido de un

simple trasmisión de conocimientos n

es sino una de las condicionenecesarias para la apreciación real desos y otros valores éticos. Otrcondición no menos importante es qu



ese conocimiento, con sus consecuenciaéticas, se trasmita a la joven generacióde modo que esta pueda identificarscon tales valores. Ya he mencionadlos psicoanalistas lo saben desde hac

mucho tiempo) que, para hacer posibl

a trasmisión de los valores, debe haberelaciones de confianza y respeto entras generaciones. He dicho asimism

que la cultura occidental, aun sin epeligro de la guerra atómica, está mánmediatamente amenazada por e

peligro de la descomposición, porque nconsigue trasmitir a los jóvenes suvalores culturales, ni siquiera los éticosA muchas personas —y probablemente



odas las que se dedican a la política—mi esperanza de aumentar laprobabilidades de paz eterna suscitanden los jóvenes un entusiasmo militantpor los ideales de la ciencia, el arte, lmedicina, etc., les parecerá muy poc

realista y aun ilusoria. Ellos dirán quos jóvenes son hoy muy materialistas

están llenos de escepticismo por todo

os ideales en general y por los quprovocaron el entusiasmo de sumayores en particular. Y yo responder

a esto que efectivamente así es, pero quos jóvenes tienen muy buenas razonepara tomar tal actitud, porque las ideaculturales y políticas caducan hoy co



pasmosa rapidez, y a ambos lados de lcortina separatoria pocas son las quodavía se mantienen vigentes. Para u

observador extraterrestre, la cuestión dsaber si será el capitalismo o ecomunismo quien venza en la tierr

resultaría secundaria. De cualquiemodo, las diferencias entre estas dodeologías están desapareciendo a gra

velocidad. Para semejante observadoro que importaría más que nada a l

humanidad seria impedir que su planet

se hiciera demasiado radioactiva paros seres vivos, y a continuación, evitaque la «explosión» demográfica resultaún más perjudicial que la explosión d



«la Bomba». Aparte del evidentarcaísmo de la mayor parte de lo que siene por ideales, hay otras causas quustifican la negativa de la juventud

aceptar las costumbres y normasociales que se les entregan. Esto

perfectamente convencido de que lo«jóvenes coléricos» de nuestrcivilización occidental tienen el derech

de enojarse con la generación anterior, no me extraña que sean escépticos hastel punto de volverse nihilistas.

Nos quejamos del prosaísmo y lmaterialidad de nuestra época y dehondo escepticismo de nuestra juventudYo creo y espero que uno y otro s



deben a la sana defensa contra lodeales fabricados, contra lo

simulacros para desencadenar eentusiasmo, en cuya trampa tantapersonas, y sobre todo jóvenes, cayeroúltimamente. Yo creo que deberí

utilizarse precisamente este prosaísmpara predicar las verdades que spueden demostrar con cifras, aunqu

ropiecen con un duro escepticismoporque ante ellas todo el mundo estobligado a ceder. La ciencia no e

ningún misterio ni ninguna magia negrasino que se puede aprender con métodosimples. Yo creo que son precisamentos prosaicos y escépticos lo



susceptibles de entusiasmarse por lverdad demostrable y todo lo quentraña.

Yo no estoy, ciertamenteproponiendo que toda la población de lierra se dedique a los estudio

científicos. Pero la educación científicbien podría generalizarse lo suficientpara que ejerciera una influenci

decisiva en las normas socialeaprobadas por la opinión pública. Nhablo aquí de la influencia que podrí

ejercer el mejor conocimiento de laeyes biológicas que rigen nuestrpropio comportamiento —no tardaré ehablar de ello— sino solamente de



benéfico efecto que tendría en generauna educación científica. Es raro que ldisciplina propia del pensamientcientífico no infunda al hombre buenoaparte de su inveterada costumbre dhonestidad, la estimación por el valo

que la verdad científica tiene en sí. Lverdad científica es una de las mejorecausas a defender. Y aunque po

fundarse en hechos irrebatibles puedparecer menos exaltante que la bellezartística o que tantos otros ideale

antiguos rodeados por el prestigio de lmítico y romántico, no deja de sesuperior a todos los demás por sncuestionabilidad y su absolut



ndependencia respecto de todcompromiso cultural, nacional político.

Si un valor es ético en el sentido dque su contenido puede pasar la pruebde la interrogación categórica de Kant

a identificación entusiasta con ese valohará de antídoto contra la agresión dndole nacional o política.

Pero prosigamos con las ideas qususcita el doctor Hollo. Supongamos quun hombre, sean cualesquiera su

obligaciones o compromisos nacionaleo políticos, se identifique además cootros ideales que no sean nacionales npolíticos. Aunque patriota (como l



soy), y aun sintiendo una rotundhostilidad contra otro país (que no es mcaso), de todos modos no podría deseade todo corazón la destrucción de tapaís si comprendiera que vivían en épersonas que como yo laboraban co

entusiasmo en el campo de las ciencianductivas, veneradores de Charle

Darwin y celosos propagandistas de l

verdad de sus descubrimientos; y quambién había allí gente que compartí

mi admiración por Miguel Ángel, por e

austo de Goethe, o por la belleza dos bancos de coral, o por la proteccióde los animales silvestres, y assucesivamente, por toda una serie d



entusiasmos secundarios. Me resultarímposible odiar sin reservas a u

enemigo que compartiera siquiera unde mis identificaciones con valoreculturales y éticos.

El número de ideales culturales

éticos con los cuales se puede sentidentificada la gente a pesar de s

pertenencia a una nación o un partid

está naturalmente en proporción directcon su repugnancia a obedecer alamado de cualquier mezquin

entusiasmo nacional o políticoÚnicamente la educación de toda lhumanidad podría aumentar el númerde los ideales con los cuales pued



dentificarse el individuo. La educaciósería así más «humanista», dando a estpalabra un sentido nuevo y más amplio.

Es preciso que los idealehumanistas de este tipo sean cada vemás reales y vivos para poder rivaliza

en la estima de los jóvenes con todas lasituaciones estimulantes románticas prestigiosas que son primordialment

más eficaces en el desencadenamientde la antigua reacción del entusiasmmilitante que hace alzar la mandíbula

erizarse el vello. Mucha inteligencia mucha comprensión serán necesariasanto por parte del educador como de

educando, antes de que se logre ese fin



Claro está que algo de la arideacadémica inevitablemente inherente os ideales humanistas podría impedi

para siempre que el común de lomortales reconociera su valor, si nfuera por un aliado nada árido que e

cielo ha dado al hombre: el humorfacultad tan específicamente humancomo el lenguaje o la responsabilida

moral y que en su forma máevolucionada parece hecha a propósitpara permitimos discernir lo verdader

de lo falso.Ciertamente, uno puedentusiasmarse por la verdad abstractaaunque no deje de ser un ideal arduo



nada ameno a veces y es bueno apelapara su defensa a otro modo más amende comportamiento humano: la risa. Lrisa se asemeja en muchos aspectos aentusiasmo, en su carácter dcomportamiento instintivo, así como e

su procedencia filogenética de lagresión y, sobre todo en su funciósocial. Así como el entusiasm

compartido por un mismo valor, la risen común a propósito de cualquier coscrea un sentimiento de compañerism

fraternal. La risa franca en compañía epremisa a veces de verdadera amistad aun un primer paso hacia ella.

La risa no es solamente una franc



expresión de humor, sino que con todprobabilidad proporciona también lbase filogenética sobre la cual hevolucionado este. En tres cosas sparecen, pues, la risa, el entusiasmmilitante y el ceremonial del grito d

riunfo de los gansos: los tres son pautadel comportamiento instintivo, los trederivan del comportamiento agresivo

contienen todavía algo de su primitivmotivación y los tres cumplen unfunción social semejante. Com

decíamos en el capítulo V dedicado a lcostumbre, la ceremonia y la magia, lrisa nació probablemente po

ritualización de un ademán de amenaz



reorientado, al igual que el grito driunfo de los gansos. Como este y com

el entusiasmo, la risa crea, además de lunidad entre los participantes, un pocde agresividad contra los excluidos. Suno no puede reír con los que ríen, s

siente extraño, fuera del grupo, aunqua risa no vaya dirigida contra él y au

contra nada en particular. Pero cuand

no es así y la risa va contra uno cuandse ríen de él, el elemento agresivo y amismo tiempo la analogía con cierta

formas del ceremonial del grito driunfo aún resultan más claros.Pero en un sentido más elevado, l

risa es más específicamente humana qu



el entusiasmo. Formal y funcionalmentha llegado en su evolución más alto quel ademán de amenaza, que todavía estcontenido en ambos modos dcomportamiento. Pero al contrario deentusiasmo, en los grados más intenso

de la risa no hay el peligro de quaparezca la agresión original y que sconvierta en ataque efectivo. Los perro

que ladran a veces también muerdenpero los hombres que ríen nunc

disparan. Y si las coordinacione

motrices son más espontáneas nstintivas que las del entusiasmo, pootra parte sus mecanismodesencadenadores son más selectivos



controlables por la razón humana. Lrisa jamás quita el sentido crítico; ecambio, el entusiasmo hace perder ahombre el dominio de si mismo.

Mas la risa puede transformarse eun arma crudelísima y muy dañin

cuando hiere injustamente a un sehumano indefenso: reírse de un niño ecriminal. El dominio infalible que l

razón tiene sobre la risa nos permitaplicarla de un modo que haría eentusiasmo muy peligroso, dadas s

ausencia de sentido crítico y su seriedaanimal: azuzarla a conciencia y con todntención contra un enemigo. La risa y e

entusiasmo son como los perros bravos



que uno puede lanzar contra quien se lantoje. Pero mientras la risa siemprestá sometida a la razón, por bárbara dolorosa que sea, el entusiasmo siempramenaza con soltarse y volverse contrsu amo.

El enemigo contra el cual convienazuzar a la risa es una forma concreta dmentira. Pocas cosas hay en el mund

que tanto merezcan ser consideradadecididamente malas y merecedoras deaniquilamiento como la invención de un

causa, artificialmente fabricada, parprovocar el entusiasmo militante y ladoración, y pocas cosas hay en emundo tan endemoniadamente cómica



como su desenmascaramiento súbitoCuando el patetismo fingido da uropezón y pierde los coturnos, y cuand

el hinchado pretencioso revientestruendosamente, como un globpinchado por un espíritu festivo

debemos soltar libremente la carcajadque tan a maravilla desencadena estgénero de súbita baja de tensión; Es un

de las pocas acciones instintivas dehombre que la auto interrogaciócategórica aprueba por completo.

El filósofo y escritor católico G. KChesterton formuló una vez lsorprendente opinión de que la religiódel porvenir se basará en buena part



sobre una forma superior y más sutil dhumorismo. Tal vez esto sea un poquitexcesivo, pero para no ser menoparadójicos podemos decir nosotros quen la actualidad no se toma el humosuficientemente en serio. Yo creo que e

una potencia benéfica que en los tiempoactuales está de parte de la moraresponsable, tan recargada de trabajo. Y

creo que esta potencia no sólo está eevolución cultural, sino también edesarrollo filogenético.

La responsabilidad no solamentaprueba los efectos del humor, sino quhalla en él un firme apoyo. Según ldefinición del Concise Oxfor



hipócritas porque esperamos qucualquier humano inteligente tengsentido del humor y de ser él mismridículo en algunas cosas. Un hombrque se toma absolutamente en serio nnos parece cabalmente humano, y est

sentimiento tiene un fondo muy sano. Lque los alemanes llaman taacertadamente tierischer Erns

seriedad animal) es siempre un síntomde megalomanía, y aun sospecho que unde sus causas. La mejor definición de

hombre es que es el único ser capaz dreflexionar, o sea capaz de verse dentrdel marco del universo que lo rodea. Eorgullo es uno de los principale



obstáculos que nos impiden vemos tale como somos en realidad, y el fie

servidor del orgullo es la falsa idea quuno se hace de sí mismo, o sea el nverse uno como es. Estoy convencido dque un hombre con suficiente sentido de

humor no corre peligro de sucumbir lusiones demasiado halagadoras acerc

de sí mismo. Es imposible que no ve

cuán necio y vanidoso sería si lhiciera. Creo que una percepciórealmente sutil y aguda de los aspecto

risibles de nuestra propia persona es emejor aliciente del mundo para quseamos sinceros con nosotros mismos, este es uno de los primeros postulado



de la moral razonante. Hay entre ehumor y la interrogación categórica uasombroso paralelismo, ya que amboropiezan con incompatibilidades ncongruencias lógicas. Obrar contra l

razón no sólo es inmoral sino a vece

ambién divertido… y esto es bastantdivertido. El primero de todos lomandamientos debería ser «N

engañarse a sí mismo». Y la capacidade obedecerle está en proporciódirecta de la capacidad de ser sincero

eal con los demás.… Importa poco saber si esta mayoeficacia del humor se debe a que lradición cultural lo haga respetar cad



vez más o a que, gracias a la filogénesisa pulsión instintiva de la risa teng

pujanza. Es probable que amboprocesos operen al mismo tiempo. Dodos modos, no cabe dudar de que e

humor se está haciendo rápidamente má

eficaz, más penetrante y más sutil en edesenmascaramiento del engaño y lnsinceridad. Tal es por lo menos m

opinión. Para mí, el humor antiguo ermenos eficaz, menos penetrante y menosutil. Charles Dickens es el escrito

satírico más antiguo cuya pintura de lnaturaleza humana me haga todavía reíde verdad. Yo entiendo perfectamentcontra qué «vicios y locuras reinantes



van dirigidas las sátiras de los romanode la Antigüedad o de Abraham a SantClara, pero no me hacen reír. Sería eextremo revelador un estudio históricsistemático de las situacioneestimulantes que hicieron reír a la gent

en las distintas épocas.Creo que el humor ejerce en e

comportamiento social del hombre un

nfluencia en cierto modo análoga a lde la responsabilidad moral, porquiende a hacer de nuestro mundo un luga

más sincero, y por lo tanto mejor. Creque esta influencia aumenta rápidament que, entrando cada vez más sutilment

en nuestros razonamientos, se mezcl



más íntimamente a ellos, y con efectoodavía más cercanos de los de la moralEn este sentido, estoy absolutamente dacuerdo con la sorprendente declaracióde Chesterton.

De la exposición de lo que sabía h

do pasando gradualmente a ldescripción de lo que me parece muverosímil y, finalmente, en las última

páginas, a la confesión de lo que creoEsto también le está permitido al questudia la naturaleza con ánim

científico.Yo creo, para decirlo de una vez, e

a victoria final de la verdad . Estseguramente parecerá un poc



pretencioso, pero pienso de verdad questa victoria es muy probable. Y diríque es inevitable, a menos que lhumanidad se suicide en un futurpróximo, cosa que también es posibleMás de no ser así, bien pued

predecirse que las verdades sencillarelativas a la biología humana y laeyes que rigen su comportamiento s

convertirán a la corta o a la larga ebien común, aceptado por todos como lfueron en otro tiempo las verdade

científicas más antiguas de quhablamos en el capítulo XII. Aprincipio, también ellas parecía

naceptables a una humanidad que estab



demasiado pagada de sí misma y cuyexagerado orgullo herían. ¿Es muchesperar que el temor de una inminentautodestrucción pueda producir uefecto moderador y enseñarnos conocemos mejor?

No me parece de ninguna manerutópica la posibilidad de proporcionar odo ser humano sensato u

conocimiento suficiente de los hechoesenciales de la biología, que soefectivamente mucho más fáciles d

comprender que el cálculo integral, poejemplo, o el cálculo del interécompuesto. Además, la biología es unciencia fascinante, con tal de enseñarl



de un modo inteligente, a fin de que ealumno no se dé cuenta de que siendo émismo un ser vivo, lo que le dicen lconcierne directamente. Tua res agitur

La enseñanza hábil de la biología es lúnica base sobre la cual se puede

edificar opiniones sanas sobre lhumanidad y sus relaciones con euniverso. Porque hay una antropologí

filosófica que descuida los hechobiológicos y que ha hecho mucho dañnculcando a la humanidad ese orgull

que no sólo precede a la caída sino ques su causa. Lo que debe considerarse lverdadera «big science» es la simplbiología del Homo sapiens.



El conocimiento suficiente dehombre y de su posición dentro deuniverso determinaría, como ya hdicho, automáticamente los ideales qudebemos empeñamos en implantar. Undosis suficiente de humor inmunizaría a

hombre contra los ideales fingidos fraudulentos. El humor y econocimiento son las dos grande

esperanzas de la civilización.Creo que el mayor saber dará a

hombre ideales puros y buenos y que e

poderío igualmente creciente del humoe ayudará a burlarse de lo falso. Creque ambos juntos bastan para dar a lselección un sentido más deseable



Muchas propiedades del hombre qudesde el paleolítico hasta un pasadreciente eran consideradas virtudesupremas, así como muchos dicho«right or wrong, my country», con razó

o sin ella, mi país es lo primero) qu

odavía hoy son capaces de provocar eentusiasmo militante, parecen ya, al qupiensa, un poco peligrosos, y al qu

iene vis cómica, para morirse de risaEl efecto habrá de ser favorable. Si eos utos, el más desdichado de lo

pueblos, la selección pudo en unocuantos siglos provocar una nefasthipertrofia del instinto de agresión, biepuede esperarse, sin pecar de optimism



exagerado, que un nuevo género dselección produzca en los pueblocivilizados su reducción a un gradconsiderable.

Yo no creo que los grandes artíficede la evolución vayan a resolver est

problema de la humanidad acabando de

odo con la agresión intraespecíficaEsto no correspondería a los método

que tienen ya probados. Cuando unpulsión comienza a hacerse peligrosa euna situación biológica nueva y a causa

daños, no por ello es eliminadotalmente, porque eso significarírenunciar a sus indispensablefunciones. Lo que suele suceder es qu



se crea un mecanismo inhibidor especiaacomodado a la nueva situación parmpedir los efectos nocivos de l

pulsión. En la filogénesis de muchoseres, la agresión fue inhibida parhacer posible la cooperación pacífica d

dos o más individuos, y así surgió evínculo del amor y la amistapersonales, sobre el cual está edificad

ambién nuestra organización social. Lnueva situación biológica de lhumanidad hace indiscutiblement

necesario un mecanismo inhibitorio qumpida la agresión efectiva no sólcontra nuestros amigos personales sinambién contra todos los humanos, d



odos los países e ideologías.De ahí se deduce la obligació

ncontrovertible, que es un secretdescubierto observando a la naturalezade amar a todos nuestros hermanohumanos, sin distinción de persona. Est

mandamiento no es nuevo, nuestra razócomprende bien cuán necesario es nuestra sensibilidad nos hace aprecia

debidamente su hermosura. Pero tal como estamos hechos, no podemoobedecerlo. Sólo podemos sentir l

plena y cálida emoción del amor y lamistad por algunos individuos, y con lmejor voluntad del mundo, y la máfuerte, nos es imposible hacer otra cosa



Pero los grandes artífices si pueden. Yo creo que lo harán, como creo en e

poder de la razón humana, y en el de lselección, Y creo que la razón empujara la selección por un camino razonableCreo asimismo que dará a nuestro

descendientes en un futuro no demasiadejano la facultad de obedecer al má

grande y bello de todos lo

mandamientos verdaderamente humanos



KONRAD ZACHARIAS LORENZació en la localidad vienesa d

Altenberg el 07 de noviembre de 1903

murió en la localidad que le vio nacer e27 de febrero de 1989. Zoólogaustríaco galardonado con el premi

obel de Fisiología o Medicina y padr



fundador de la etología.En 1914 ingresa en e

Schottengymnasium, escuela superiode Viena. Tras culminar sus estudios sraslada a Estados Unidos e ingresa ea Universidad de Columbia (Nuev

York), tras lo cual, en 1922 regresa Viena donde prosigue sus estudios dmedicina. En 1927 publica su prime

rabajo científico Beobachfungen aohlen, sobre sus observaciones de la

vidas de las gallinas. En 1928 s

icencia en medicina e inicia su trabajcomo ayudante de Ferdinand voHochstetter en la facultad de zoología dViena. Un año antes de doctorarse e



Zoología, 1932, publica Journal Fü

Ornitologie, basado en los impulsoespecíficos de las aves, e instalado en lresidencia familiar de Altenbercomienza sus estudios sobre los gansos.

En 1935, al estudiar las pautas d

aprendizaje de las crías de ganso y dpato, descubrió una etapa crítica en lque aprendían a reconocer y a seguir

os padres, incluso si estos eraadoptados, siempre que en elloestuviesen presentes estímulos qu

provocarían la reacción de las críasLlegó a ser muy conocido por suesfuerzos para identificar las llamadapautas de acción fija, que bajo su punt



de vista estaban genéticamentdeterminadas y se manifestaban a travéde la influencia del medio ambientparticular sobre una especie animadeterminada. Sugería que dichopatrones eran tan importantes para l

supervivencia del animal como sucaracterísticas fisiológicas, y que ambofactores tenían un desarrollo evolutiv

similar. Descubrió que los estímuloauditivos y visuales de los progenitorede un animal son necesarios para induci

a este a seguirles, incluido un sehumano, podía inducir la mismrespuesta empleando los mismoestímulos. Llamó a este fenómen



«impronta».En 1937, Konrad Lorenz ocupa l

cátedra de anatomía comparada psicología animal de la universidad dViena, donde publica Foli

iotheoretica, sobre la conduct

nstintiva de los animales. En 193funda con Nikolaas Tinbergen la escueletológica del comportamiento anima

que mantuvo fuertes discrepancias coa élite científica oficial. Lo

estadounidenses estudiaban los animale

en el laboratorio y los europeopreferían observarlos en su hábitanatural. En 1940 pasa a ocupar lcátedra de psicología humana en l



universidad Albeertus de Königsberg, ePrusia Oriental. Pero un año más tardeal estallar la segunda gran guerra, elamado a filas y destinado primero a

hospital militar de Poznan (Polonia) más tarde enviado a Vítebs

bielorrusia) como cirujano militar. Ahundirse el frente soviético es capturade internado en el campo d

concentración comunista de ErevánArmenia), del que es liberado en 1948

En 1949, recuperado de las tortura

comunistas, reanuda su actividacientífica y es nombrado director denstituto de Etología comparadanstalado en su ciudad natal, dond



publica su primer libro Hablaba con la

bestias, los peces y los pájaros

colección de breves estudios dpsicología animal cuya ediciódefinitiva, publicada en 1952 aparecerícon el titulo de El anillo del rey

Salomón. Un año más tarde, en 1950, sencarga de crear y dirigir el InstitutMax Planck de fisiología de

comportamiento en WestfaliAlemania). Tras poner en marcha e

ambicioso proyecto, en 1950 public

Cuando el hombre encontró al perro, en 1966 publica Sobre la agresión: e

retendido mal , donde expone sueorías sobre los aspectos positivos d



a agresividad humana.En 1964, Lorenz es nombrad

miembro de la Royal Society dLondres, publicando ese mismo año E

comportamiento animal y humano, eel cual recoge una serie de estudio

publicados entre 1931 y 1942.En 1973 es galardonado con e

premio Nobel de Fisiología o Medicina

que comparte con los etólogos Karl voFrisch y Nikolaas Tinbergen. Ese mismaño publica La otra cara del espejo

análisis de la naturaleza de la mente y esaber humanos, y su famosa obra Lo

ocho pecados mortales de l

humanidad civilizada, una crítica lúcid



responsable sobre los fenómenos quamenazan a la civilización occidentaEse mismo año se jubila como directodel Instituto Max Planck y pasa a dirigiel departamento de sociología animadel Instituto de etología comparada de l

Academia de ciencias de Austria.En 1978 publica Fundamentos de l

etología; en 1982 es nombrado directo

del instituto Konrad Lorenz, creado poa Academia de Ciencias de Austria,

en 1988 ve la luz su última obra Estoy

aquí… ¿Dónde estás tú? en la cuareúne sus observaciones de más dmedio siglo de investigaciones.

Murió en 1989 en Altenberg.



Notas



1] Traducimos por «congéneres», po

ser el vocablo más castizo, lo questrictamente hablando deberíamoraducir por «conespecíficos», o sea, londividuos pertenecientes a la mism

especie zoológica. (N. del T.) <<



2] Costumbre alemana. (N. del T.) <<



3] Yo tenía un camarada, entre todos e

mejor. (N. del T.) <<



4] La desdicha le hace manso

razonable, | y en esa rata ahogada | vexactamente su propia imagen. (N. deT.) <<



5] Individuo que apareció en Nurember

como de 17 años, apenas capaz dcaminar, que sólo soportaba pan y agu que, una vez que aprendió a hablar

afirmó haber vivido siempre en uncelda oscura, encontrando pan y agua su disposición. (N. del T.) <<



6] En este y el siguiente capítulo e

ector encontrará algunas repeticionesLa razón es que, basándose estos docapítulos en la edición inglesa, hemoenido en cuenta constantemente, si

embargo, el original alemán, en el quse encuentran matices, precisiones ncluso ideas que han desaparecido o s

han diluido en la versión inglesa. Hemodecidido, pues, conservar en estedición española esas precisiones

matices de la edición alemana, lo que hmpuesto algunos ligeros cambios en l

ordenación del material. (N. del T.) <<



NOTAS DE LOSEPÍGRAFES



I] ¡Debes empezar por el ancho mar!

Allí está el origen, en lo pequeño | alliene uno el gusto de comerse a los mápequeños; | allí es donde se va unhaciendo grande | y preparando grandes hechos. <<



II] Lo que no agarráis, se os escap

otalmente, | lo que no contáis, creéique no es cierto. | Lo que no pesáis, niene peso para vosotros; | lo que n

amonedáis, creéis que no es dinero. <<



III] Parte de aquella fuerza | que quier

siempre el mal y crea siempre el bien<<



IV] Con este filtro en el cuerpo | pront

verás una Helena en cada mujer. <<



V] ¿No conoces a ningún hombre, ni l

palabra del hombre? <<



VI] ¡Cómo las cosas forman un todo |

obran y viven unas en otras! <<



VII] Sólo la masa vencer puede a l

masa. <<



VIII] …frío hasta en el fondo de

corazón. <<



IX] En los aquelarres todos | el odio d

facciones se muestra | con su mejocrueldad. <<



X] Ya no temo nada, y contigo del braz

me siento capaz de desafiar al siglo. <<

sobre la agresion_ el pretendid - konrad lorenz

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