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1 SISTEMAS ÉTICOS ¿QUÉ ES UN SISTEMA ÉTICO O MORAL? Como vimos en el tema 1, el hombre es un ser esencialmente moral, es decir, que, puesto que ha de hacer él mismo su vida, tiene que plantearse el valor moral de sus acciones, tener en cuenta si actúa bien o mal, si su modo de comportarse es o no correcto. La Ética se ocupa de este aspecto del ser humano y reflexiona sobre él. Cuando se hace el intento de dar una visión completa y coherente sobre la dimensión moral del ser humano, se elabora un sistema ético o teoría ética. Una teoría ética es, entonces, una reflexión filosófica sobre lo que es una vida humanamente buena y los caminos más razonables para lograrla. Las teorías éticas indican, de forma directa o indirecta, una forma de vida humanamente correcta y dan razones para defenderla como la mejor para el hombre. Así pues, cualquier teoría ética tiene en su base una determinada concepción de la naturaleza humana y de lo que es más importante o esencial para los seres humanos. A lo largo de la Historia de la Filosofía, se han sucedido diversas teorías éticas, no hay una única interpretación o explicación de este campo de la vida humana. En las ciencias naturales se da un alto grado de acuerdo en las teorías y leyes que se consideran verdaderas. Esto no ocurre en el caso de las teorías éticas. Los cuerpos físicos, los compuestos químicos, los organismos no humanos, son más o menos fijos, constantes, se comportan regularmente del mismo modo, están determinados por una serie de leyes que presentan gran estabilidad. Por ello estos objetos pueden ser investigados mediante un método experimental-científico en el que los especialistas están de acuerdo. Sin embargo, la ética es un saber que se ocupa del ser humano, y este es muy distinto del resto de los seres naturales en dos sentidos: 1. Puede o no seguir determinados comportamientos, toma sus propias decisiones. Su vida no está totalmente fijada por leyes naturales, sino que la va decidiendo y construyendo con su razón y su voluntad. 2. En segundo lugar, los hombres son seres históricos: cambian sus pensamientos, su modo de vivir y valorar. Así pues, las teorías éticas no son teorías científicas, sino intentos de sistematizar lo que sería una vida humana buena. En definitiva, un sistema ético es una teoría ética que reflexiona sobre qué es “lo bueno” desde el punto de vista moral, y busca la justificación y fundamentación de las normas que establecen el modo de obrar correcto. Se suelen diferenciar dos tipos de sistemas éticos: a.- ÉTICAS DE BIENES O FINES: Se preguntan sobre cuál es de todos los bienes que puede alcanzar el hombre el que es el mejor, al que llaman EL BIEN SUPREMO. Una vez establecido cuál es este supremo fin, proponen las normas que se han de cumplir para alcanzarlo. Ejemplos de este tipo de sistemas éticos son los siguientes: ÉTICA DE ARISTÓTELES ÉTICA DE EPICURO ÉTICA ESTOICA CIRENAICOS b.- ÉTICAS DEL DEBER (Éticas formales) Estudian los deberes ineludibles del ser humano como ser racional y libre: Ejemplos de sistemas éticos del deber: KANT

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SISTEMAS ÉTICOS

¿QUÉ ES UN SISTEMA ÉTICO O MORAL?

Como vimos en el tema 1, el hombre es un ser esencialmente moral, es decir,

que, puesto que ha de hacer él mismo su vida, tiene que plantearse el valor moral de

sus acciones, tener en cuenta si actúa bien o mal, si su modo de comportarse es o no correcto.

La Ética se ocupa de este aspecto del ser humano y reflexiona sobre él. Cuando se hace el intento de dar una visión completa y coherente sobre la dimensión moral del ser humano, se elabora un sistema ético o teoría ética.

Una teoría ética es, entonces, una reflexión filosófica sobre lo que es una vida humanamente buena y los caminos más razonables para lograrla. Las teorías éticas

indican, de forma directa o indirecta, una forma de vida humanamente correcta y dan razones para defenderla como la mejor para el hombre.

Así pues, cualquier teoría ética tiene en su base una determinada concepción de

la naturaleza humana y de lo que es más importante o esencial para los seres humanos. A lo largo de la Historia de la Filosofía, se han sucedido diversas teorías

éticas, no hay una única interpretación o explicación de este campo de la vida humana.

En las ciencias naturales se da un alto grado de acuerdo en las teorías y leyes que se consideran verdaderas. Esto no ocurre en el caso de las teorías éticas.

Los cuerpos físicos, los compuestos químicos, los organismos no humanos, son

más o menos fijos, constantes, se comportan regularmente del mismo modo, están determinados por una serie de leyes que presentan gran estabilidad. Por ello estos

objetos pueden ser investigados mediante un método experimental-científico en el que los especialistas están de acuerdo. Sin embargo, la ética es un saber que se ocupa del ser humano, y este es muy distinto del resto de los seres naturales en dos

sentidos: 1. Puede o no seguir determinados comportamientos, toma sus propias

decisiones. Su vida no está totalmente fijada por leyes naturales, sino que la va decidiendo y construyendo con su razón y su voluntad.

2. En segundo lugar, los hombres son seres históricos: cambian sus

pensamientos, su modo de vivir y valorar. Así pues, las teorías éticas no son teorías científicas, sino intentos de sistematizar

lo que sería una vida humana buena. En definitiva, un sistema ético es una teoría ética que reflexiona sobre qué es “lo bueno” desde el punto de vista moral, y busca la justificación y

fundamentación de las normas que establecen el modo de obrar correcto. Se suelen diferenciar dos tipos de sistemas éticos:

a.- ÉTICAS DE BIENES O FINES: Se preguntan sobre cuál es de todos los bienes que puede alcanzar el hombre el que es el mejor, al que llaman EL BIEN SUPREMO. Una vez establecido cuál es este supremo fin, proponen las normas que se han de

cumplir para alcanzarlo. Ejemplos de este tipo de sistemas éticos son los siguientes:

ÉTICA DE ARISTÓTELES ÉTICA DE EPICURO ÉTICA ESTOICA

CIRENAICOS b.- ÉTICAS DEL DEBER (Éticas formales)

Estudian los deberes ineludibles del ser humano como ser racional y libre: Ejemplos de sistemas éticos del deber:

KANT

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SARTRE

LOS INICIOS DE LA ÉTICA: SOFISTAS Y SÓCRATES

En el siglo V a. C., en Grecia, cuna de la filosofía, la reflexión filosófica centra su interés en el ser humano. Este interés hizo nacer en el pensamiento griego las

primeras filosofías que reflexionan sobre lo bueno, la virtud y la justicia, es decir, surge la reflexión ética, de la mano de los Sofistas y Sócrates.

LOS SOFISTAS

“Sofistas” es el nombre que reciben los miembros de una escuela de pensamiento de la Grecia clásica, que alcanza sus momentos de esplendor entre los siglos V y IV a. C., especialmente en la ciudad de Atenas.

Los sofistas se dedicaban profesionalmente a enseñar retórica y oratoria a los jóvenes de las adineradas familias atenienses, que aspiraban a ocupar cargos políticos

en su ciudad y para lograrlo era fundamental ser capaz de hablar y persuadir al resto de ciudadanos que tomaban las decisiones en la asamblea.

Los sofistas eran escépticos y relativistas en lo que se refiere al conocimiento

y la verdad. Esto quiere decir que no confiaban en la posibilidad de que la razón humana pudiera alcanzar verdades absolutas e indudables.

Mantienen también un relativismo en lo referente a las normas y principios morales. (Relativismo moral): No es posible encontrar un criterio racional universal que determine lo que es moralmente correcto y pueda ser aceptado por todos los

hombres. Los valores y normas morales son relaticos, no valen para todo ser

humano en cualquier lugar o en cualquier situación. Su validez depende del contexto, de la cultura, de la comunidad en que se aceptan y son establecidos por acuerdo o consenso entre sus miembros, son convencionales.

Lo que es justo o injusto lo establecen las leyes políticas y sociales y no tiene sentido querer encontrar otros principios de justicia que sean válidos por encima de

los concretos y particulares de la propia sociedad. Se aceptan por interés, por conveniencia, por su utilidad.

Según el relativismo, ninguna acción puede ser considerada "buena" o

"mala" en sí misma, sino que depende del "parecer" o de la "opinión" (dóxa) de los sujetos particulares.

El siguiente texto del sofista Protágoras (481-401 a.C.) resume ejemplarmente esta doctrina:

"Sobre lo justo y lo injusto, lo bueno y lo malo sostengo con toda firmeza que,

por naturaleza, no hay nada que lo sea esencialmente, sino que es el parecer de la colectividad el que se hace verdadero cuando se formula y durante todo el tiempo que

dura ese parecer". Así, pues, para los sofistas, la areté o virtud moral es un punto de vista

subjetivo. Son los individuos o los grupos humanos los que, según las circunstancias y su conveniencia, determinan lo que está "bien" y lo que está "mal" en cada caso. No hay ningún criterio objetivo, como decía Protágoras, "el hombre es la medida de todas

las cosas".

SÓCRATES Se opone al relativismo y escepticismo de los sofistas, pues entendía que

acababa justificando la injusticia, por no ser capaz de establecer principios morales

plenamente racionales y válidos para todo ser humano.

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Estaba convencido de que la razón, el logos, puede, si se sigue el camino

adecuado, llegar a descubrir la verdad. Mediante el diálogo, planteando las preguntas adecuadas y buscando las

respuestas reflexiva y rigurosamente, puede descubrirse la esencia de las cosas, lo que las cosas son de verdad. Este método es lo que Sócrates llamaba “MAYÉUTICA”.

El tema que más preocupa a Sócrates es el del bien y la virtud o areté. En la antigua Grecia, se llamaba areté a lo que lleva a la plenitud a una cosa, haciendo que sea tal y como debe ser, adquiriendo la perfección que les es propia.

Areté es, pues, "excelencia" o perfección. Este término, en principio, se aplicaba a las herramientas de trabajo o a los

instrumentos musicales, a los animales, a los distintos tipos de trabajadores, etc. Se hablaba, por ejemplo, de la areté de un caballo para referirse a su velocidad, su resistencia y su habilidad para salvar obstáculos, pues todo esto es propio del caballo.

Sócrates fue el primero en otorgar a areté el sentido moral que hoy tiene y que se ha traducido en nuestro idioma por “virtud”.

Sócrates, reflexiona que la areté para el ser humano, será lo que lo hace mejor ser humano y lo lleva a su perfección o su "excelencia" y, puesto que el hombre es un ser dotado de razón, la excelencia o areté del hombre consistirá en el ejercicio

de dicha capacidad, por tanto, en la adquisición del saber y el conocimiento. El hombre ha de buscar el conocimiento, la sabiduría, pues ésta es la condición

necesaria para obrar bien, ya que es necesario saber lo que es lo bueno para hacerlo. Pero Sócrates entiende que conocer el bien es también condición suficiente para hacerlo, pues si un individuo sabe lo que es bueno y lo que le conviene ¿cómo va a

hacer lo malo, que le perjudica?

A esta posición ética, que identifica la virtud con el conocimiento, se la denomina INTELECTUALISMO MORAL, que puede expresarse resumidamente como sigue: Quien conoce lo que es bueno, necesariamente lo hará, pues nadie quiere el

mal para sí mismo. Por lo tanto, nadie puede hacer el mal sabiendo que lo que hace es malo, es decir, nadie hace el mal a sabiendas. Los que obran mal es porque no

conocen lo que es el bien, luego, no son realmente malos, sino ignorantes. Por tanto, el primer deber del ser humano para llevar una vida buena es alcanzar la sabiduría, ésta le llevará a la virtud y como consecuencia, obtendrá la felicidad.

ÉTICA DE ARISTÓTELES Aristóteles, s. IV a. C. Aunque nace en Estagira, se forma en Atenas en la Academia

de Platón. En su edad adulta fundó el Liceo, centro en el que impartió sus enseñanzas. Solía dar las clases paseando junto a sus discípulos, por lo que su escuela recibe el nombre de “peripatéticos” (paseantes)

LA FELICIDAD O EUDAIMONÍA

La felicidad es el fin último de la vida humana, no se busca como medio

para otro fin sino que se busca por sí misma y todos los otros fines están subordinados a ella. Por esto hay que considerarla el mejor bien, o bien supremo, porque vale más lo que se quiere por sí mismo que lo que se busca como medio para

otro fin. Pero aunque todos los hombres estarían de acuerdo en considerar que lo mejor

que pueden lograr es una vida feliz, no todos se pondrían de acuerdo en qué sea la felicidad.

Según Aristóteles es más fácil decir lo que no es, no es el placer, pues muchas

cosas hay que elegirlas, aunque no sean placenteras o sean dolorosas, como es una operación o una actividad ingrata, si con ella esperas conseguir un bien mayor, ni

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tampoco es la felicidad el dinero y las riquezas, pues estos son un medio para

conseguir lo que se desea. La felicidad no es tampoco la fama o los honores, pues estos no dependen de uno mismo, pero la felicidad ha de estar en nuestra mano, pues

es la meta que se nos propone para orientar nuestra vida. Para averiguar en lo que consista la felicidad lo mejor será considerar al hombre

como uno más de entre los seres naturales y reflexionar sobre su función específica. Todos los seres en la naturaleza tiende a su fin propio que será su

perfección, desarrollarse perfectamente como el ser que son.

Del mismo modo el fin del ser humano es alcanzar la perfección como ser humano, desarrollar todas las capacidades que establece su esencia. ¿Cuál es la

función que como hombre habría de desarrollar y llevar a la excelencia para ser un ser humano perfecto, para realizar plenamente su humanidad? Será aquélla que sea propia del hombre y lo diferencie de todos los demás seres.

Para ello habrá que analizar las diferentes funciones de los seres vivos: o Funciones básicas, de nutrición y desarrollo. Compartidas por todos los seres

vivos, regidas por el alma vegetativa. o Funciones senso-motrices: movimiento, sensaciones, deseos etc

Compartidas por animales y hombres Regidas por el alma sensitiva.

o Funciones racionales, intelectivas: Las hay teóricas como el pensamiento, la reflexión, el lenguaje y prácticas como la deliberación, la elección etc

Propias del ser humano y son regidas por el alma racional. No son propias del hombre las funciones vitales elementales, que comparte con

todo ser vivo, regidas por el alma vegetativa, ni tampoco son exclusivas del

hombre las capacidades de desear, percibir, sentir placer o dolor y la de locomoción, gobernadas por el alma sensitiva. Las funciones específicas de la

esencia humana son las regidas por el alma racional que lleva a cabo las funciones superiores: tanto teóricas como prácticas.

En conclusión, para llegar a realizar la esencia de ser humano, es preciso

desarrollar las funciones racionales, esto es dirigir mediante su razón todas sus acciones y actividades para que estas contribuyan a la creación

de sí mismo como un humano bueno, logrado. Pero no basta con realizar las actividades propias de la razón, hay que hacerlas bien, hay que añadir a la actividad la excelencia la virtud. Así llega Aristóteles a la siguiente definición de

felicidad:

La felicidad es entendida como una actividad, no como un estado de

contento o placer. Es un quehacer, el de hacerse a sí mismo. Se trata de ir

mejorándose como humano en la medida que se va viviendo.

LA VIRTUD La virtud o areté se entiende como la perfección de una facultad gracias

a la práctica. Esto quiere decir que para ser virtuosos en cualquier aspecto, hay que realizar la función o actividad que permite una capacidad de modo que se alcance la

excelencia en su ejercicio. Puesto que el alma humana tiene distintas facultades con su función específica, a cada una le corresponderá un tipo de virtud.

El alma racional posee diferentes facultades o capacidades, que se ejercen con diferentes actividades y al perfeccionarse se logran las virtudes dianoéticas, y al

DEFINICIÓN DE FELICIDAD “actividad racional del alma de acuerdo con la virtud y si las virtudes son varias de acuerdo con la más perfecta y en una vida

entera – pues una golondrina no hace verano, así tampoco ni un solo acto ni un solo día hacen al hombre venturoso y feliz” (Ética a Nicómaco.)

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moderar la razón la facultad de desear y ordenar nuestras pasiones, surgen las

virtudes éticas.

Alma Facultades o capacidades Virtudes

ALMA RACIONAL

Facultades teóricas cuya finalidad es el conocimiento de la realidad.

Facultades prácticas, que orientan la actividad humana

hacia sus fines, es decir, la razón nos sirve para guiar

nuestra vida y nuestras acciones

Al perfeccionar la parte racional del

alma se logran las virtudes dianoéticas

Ciencia, Sabiduría

Arte, Técnica, PRUDENCIA

ALMA

SENSITIVA

Facultad de desear y sentir

emociones (pasiones)

Al poner orden y medida en nuestros

deseos y apetitos, gracias a nuestra razón práctica -a la prudencia-, se

logran las virtudes éticas, QUE SON EL HÁBIDO DE ACTUAR EN EL TÉRMINO MEDIO ENTRE EXCESO Y

DEFECTO.

LAS VIRTUDES DIANOÉTICAS

Son las que llevan a la excelencia la capacidad racional humana y son la sabiduría, la ciencia, la técnica, el arte y la prudencia o sabiduría práctica.

LA PRUDENCIA es la capacidad humana de pensar antes de actuar, de saber elegir

los medios adecuados para los mejores fines, que son aquellos que nos conducen a perfeccionarnos como seres humanos y, por tanto, a nuestra felicidad.

LAS VIRTUDES ÉTICAS

Las virtudes éticas son las virtudes del carácter. El carácter se forma a partir de

la parte irracional del alma, en concreto a partir de las emociones, pasiones y deseos. Todos los animales tienen apetitos y su conducta se regula por la satisfacción de

éstos. Pero el ser humano tiene razón. Su vida, si ha de ser buena y feliz, no puede consistir sin más en conducirse por sus pasiones y apetencias, es preciso dirigir éstos por medio de la razón, poner en ellos orden y medida y dirigirlos adecuadamente a la

consecución de la felicidad. Esta es la función práctica de la razón. Gracias a la prudencia se han de moderar los apetitos y buscar el término

medio entre el exceso y el defecto (mesotés). En esto consisten las virtudes éticas. La virtud ética se adquiere por hábito (no nos viene dada por naturaleza, ni se

puede adquirir por enseñanza teórica). La virtud ética es el hábito de actuar en el

término medio entre dos extremos viciosos, uno por exceso y otro por defecto. Por ejemplo, la valentía sería el término medio entre la temeridad y la

cobardía; la templanza el medio entre la indolencia y la intemperancia o inmoderación; la magnanimidad entre la ruindad y la excesiva vanidad.

Los hábitos forman las disposiciones del carácter: Se llega a ser sincero

haciendo actos de sinceridad y se realiza un acto de sinceridad porque se ha logrado, gracias a la práctica, ser sincero. El carácter es, en este sentido, como una segunda

una naturaleza, uno se acostumbra a actuar de una forma que acaba siendo su forma

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propia de actuar y, por tanto, de ser. Por esto se asemeja el carácter a una obra de

arte, donde cada acción contribuye a moldearlo. Nuestro carácter es nuestra obra.

LA ÉTICA DE EPICURO: EL HEDONISMO Epicuro nació en el año 341 a. J.C. en la isla griega de Samos, y falleció en 271

a. J.C., debido a un fallo renal, después de dos semanas de un dolor muy intenso que soportó de manera ejemplar y con la serenidad que lo había caracterizado toda su vida. Fue un gran maestro y amigo, poseedor de un especial espíritu crítico y una

fuerte disposición a buscar la felicidad del hombre y a eliminar el sufrimiento inútil. No le faltaron enemigos que lo odiaron e incluso lo difamaron, pero lo que definió su vida

no fue lo disoluto y lo obsceno, sino la moderación, la frugalidad y la prudencia. Epicuro compró una casa en las afueras de Atenas que tenía un pequeño huerto

al que luego se llamó «el Jardín». Allí, los miembros de su escuela cultivaban la

generosidad, la amistad y la discusión de temas filosóficos que se reflejaban en un estilo de vida concreto. El Jardín era el lugar donde las enseñanzas tomaban un tinte,

si se quiere, monástico, donde todos tenían acceso al grupo, incluso las mujeres y los esclavos —contraviniendo la costumbre de la época—.En la puerta del Jardín podía leerse al entrar: «Aquí reina el placer».

Epicuro enseñaba a filosofar con la fuerza y la pasión necesarias para lograr un cambio real y duradero en la vida.

Y la Filosofía la entendía Epicuro como un saber para la vida, con una finalidad práctica. La comparaba con la medicina y decía que así como la medicina sirve para curar el cuerpo la Filosofía ha de servir para sanar el alma.

PENSAR COMO CIENTÍFICO PARA ELIMINAR MIEDOS Y DOLOR

Pensar como científico es, ante todo, someter a prueba nuestras creencias y contrastarlas con los hechos. Normalmente aceptamos las ideas sin cuestionárnoslas

porque es cómodo, y ponerlas en cuestión es costoso y produce inseguridad. Para atacar los mitos, las supersticiones, los prejuicios, hay que ser valiente,

porque quitarse la venda y ver las cosas tal como son trae como consecuencia perder

los puntos de referencia a los que nos hemos aferrado a lo largo de la vida. No es de extrañar, entonces, que ante un posible cambio nos resistamos y prefiramos

acomodarnos en la seguridad de lo establecido. Epicuro insistía: «Cuando se acepta una explicación infundada y se rehúsa otra

que está de acuerdo con la experiencia, es evidente que hemos abandonado los

límites de la ciencia y hemos caído en la mitología»." Por eso, antes de la Ética, Epicuro hace Física, reflexiona sobre la

Naturaleza, con el fin de eliminar algunos miedos que atenazan al hombre y no le permiten ser feliz… Entre éstos los principales son el miedo a los dioses y el miedo a la muerte.

EL TEMOR A LOS DIOSES

El temor a los dioses se traduce, fundamentalmente, en el temor a su juicio y castigo… tanto en esta vida, como después de la muerte. Este miedo se basa en una creencia falsa, según Epicuro, el considerar que los dioses se ocupan de nosotros.

Sin embargo, las divinidades pertenecen a un mundo con el cual no tenemos conexión, por lo tanto, permanecen ocupadas en su propia dicha y su propia virtud y

no son como la mayoría de las personas cree. Los dioses están permanentemente «entregados a sus propias virtudes y consideran extraño todo lo que les es diferente».

¿Qué hacer, entonces, ante dioses desconectados y lejanos, no por maldad sino

porque sencillamente son de una naturaleza distinta a la nuestra? La respuesta de Epicuro es la siguiente: venerarlos sin intentar obtener beneficios o algún tipo de

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seguridad para el más allá. Regocijarse por la serena y eterna felicidad en la que se

encuentran y tenerlos como modelos del verdadero goce, sin necesidad de sacrificios ni actitudes mercantilistas.

A este propósito Epicuro dice: «Resulta absurdo pedir a los dioses aquello que uno mismo es capaz de

procurarse». Y también: «El ser divino, bienaventurado e incorruptible, no tiene problemas ni

se los crea a otros. Así, no se deja coaccionar ni por furias ni por favores, pues solo

un ser débil está a merced de tales coacciones»

EL TEMOR A LA MUERTE

Epicuro afirmaba:”El sabio ni desea la vida ni rehúye el dejarla, porque para él

vivir no es un mal pero tampoco considera que lo sea la muerte. Y así como entre los alimentos –el sabio- no escoge los más abundantes sino los más agradables, del

mismo modo disfruta no del tiempo más largo, sino del más placentero” ¿Por qué se teme a la muerte? Porque se teme sufrir en la propia muerte o después, en una vida futura.

Pero este miedo deriva de nuestra ignorancia. Para pensar adecuadamente sobre este importante asunto, hay que preguntarse sobre la Naturaleza- por esto es

necesaria la Física. Epicuro adopta la Física atomista de Leucipo y, como él, mantiene que todos los

objetos de la Naturaleza se componen de átomos. Los átomos están moviéndose

continuamente en el vacío, y al chocar unos con otros forman las cosas. Cuando los átomos se separan, ese objeto deja de existir.

Nosotros, los seres humanos, somos objetos naturales y tal y como los demás, también estamos formados por átomos; lo que nos diferencia de ellos es que sentimos y pensamos. Cuando morimos, nuestros átomos se disgregan, por lo que

ya no hay sensibilidad ni conciencia, en consecuencia no hay dolor, ni tampoco conciencia para sentirlo. Así que mientras nosotros estamos, la muerte no

está y cuando la muerte llega, nosotros ya no estamos. Epicuro decía: «El peor de los males, la muerte, no es nada para nosotros,

porque mientras vivimos no existe, y cuando está presente, nosotros no existimos. Así

pues, la muerte no es real ni para los que vivimos ni para los muertos, ya que está lejos de los primeros, y cuando se acerca a los segundos, estos han desaparecido ya».

Desencuentro fundamental y maravilloso, simple y definitivo: “Si nunca he de encontrarte ¿cómo he de temerte?”

El Psicólogo Walter Riso, al hablar de Epicuro, presenta este método de

meditación, que tiene como base el sentir que somos uno con la Naturaleza “Cierta vez, un anciano de origen indio me enseñó una meditación que desde el

punto de vista de la filosofía antigua podría encuadrarse en lo que se denomina «la física como un ejercicio espiritual». Yo lo llamo el juego de la disolución del «yo», y lo encuentro totalmente compatible con las enseñanzas de Epicuro. Consiste en un viaje

imaginario hasta la estructura más elemental de la materia, donde el «sí mismo» va perdiendo sus puntos de referencia tradicionales para descubrir otros.

• Primero trato de mirarme a mí mismo, no como un cuerpo compacto, sino como un conjunto de órganos interrelacionados: «Soy corazón, huesos, hígado, pulmones...». Repaso cada una de las partes que los constituyen y me quedo allí

unos instantes, concentrado, sintiendo que soy esto o aquello, • Luego bajo un estadio y concentro la atención en los elementos que

conforman cada uno dedos órganos mencionados: las venas, la sangre que fluye por ellas, los tejidos, los músculos. Trato de asimilarlos y conectarme con ellos. Y me digo: «Esto soy yo».

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• En el paso siguiente imagino la bioquímica de estos compuestos, cómo se entremezclan entre sí y establecen relaciones y reacciones de todo tipo. Y me

digo: «Esto soy yo». • Después avanzo más profundamente y llego al mundo de las

moléculas. Imagino cómo se enlazan entre sí, cómo se buscan unas a otras, cómo fluyen, y me 'detengo en su contenido: los átomos. Los observo a través de las capas transparentes que cubren las moléculas, y me digo: «Esto soy yo».

En el nivel siguiente veo cómo las moléculas se rompen y de ellas salen cascadas de átomos que, a su vez explotan y dan paso a otros elementos aún más

pequeños, casi imperceptibles (quarks, protones, neutrones, mesones). Todos se desplazan, saltan, se divierten. Es un estallido maravilloso de colores y luces. Suena la música. Y me pregunto: « ¿Dónde estoy yo?».

• Y entonces tomo conciencia de que mi cuerpo como tal ya no existe. Me confundo con lo que me rodea y me desplazo a voluntad; En la realidad que veo y

palpo, la mesa donde escribo en este momento y mi persona somos entes separados, pero en lo más profundo de la naturaleza nos entremezclamos, somos una sola cosa, un estado indiferenciado de energía cambiante y en ebullición. Y concluyo: «En lo

más profundo de mí, soy el mundo».

LA FELICIDAD ES EL PLACER Según Epicuro el bien mayor al que se ha de dirigir nuestra vida es la felicidad y

la felicidad es el placer.

Como prueba de que el placer es el fin natural que persigue la vida, Epicuro afirmaba que los animales y los niños, apenas nacen, buscan lo placentero y rechazan

el dolor de manera espontánea y sin que nadie se lo haya enseñado. En palabras de Epicuro: «Por este motivo afirmamos que el placer es el principio y el fin de la vida feliz, porque lo hemos reconocido como un bien primero y congénito a partir del cual

iniciamos cualquier elección o aversión, y a él nos referimos al juzgar los bienes...»."

¿Cómo entiende Epicuro el placer? No es para él el goce corporal o las sensaciones positivas. El placer es LA AUSENCIA DE DOLOR… Y ¿Qué es el dolor? El dolor es cualquier deseo o necesidad insatisfecha, es decir, estamos en un

estado de dolor cuando sentimos alguna carencia, si notamos que algo nos falta. El placer lo tendremos cuando consideremos que no nos falta nada, sería

carecer de carencias, sentir que tenemos aquello que necesitamos. A este estado es al que hay que tender, pues si siento que no me falte

nada, que tengo todo lo que anhelo, seré feliz, nada me intranquilizará. Este placer del que habla Epicuro produce calma más que excitación, y es como una aspiración a “la dicha de los dioses”…

¿Cómo podemos lograr esta vida de placer? Si se trata de no tener necesidades o deseos insatisfechos podemos optar entre dos posibilidades: intentar satisfacer

todos los deseos que nos surjan o bien reducir nuestros deseos y necesidades todo lo que podamos, conformarnos con lo necesario y apreciar lo que poseemos. Este segundo camino es el que propone Epicuro, porque es el más fácil y porque es el que

lleva a los placeres mejores. Epicuro afirmaba lo siguiente: «Cuando decimos que el placer es la única

finalidad, no nos referimos a los placeres de los disolutos, como afirman algunos que desconocen nuestra doctrina y no están de acuerdo con ella o la interpretan mal, sino al hecho de no sentir dolor en el cuerpo ni turbación en el alma».

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TIPOS DE DESEOS. ¿QUÉ DESEOS SE HAN DE SATISFACER?

Lo que propone Epicuro como la vida feliz es la vida en la que no hay dolor y,

por tanto, no hay deseos insatisfechos. Pero los seres humanos tenemos continuamente deseos y necesidades, no podemos anular todos los deseos… Por eso

hay que hacer una clasificación de los deseos y ver cuáles se han de satisfacer y cuáles se han de anular. De los deseos unos son naturales y otros vanos:

Naturales: aquellos que vienen dados por naturaleza y son saciables y dentro de éstos están los necesarios, que son los que si no son satisfechos no cesa el dolor,

siempre se sienten como una necesidad hasta ser saciados. Pero también hay deseos naturales no necesarios, que son simplemente un matiz de los necesarios. Por ejemplo el deseo de comer patatas fritas en lugar de lentejas o pan.

Dentro de los deseos naturales necesarios se encuentran: Los necesarios para la vida orgánica, que son las necesidades vitales

básicas, como comer, beber, descansar etc. Los necesarios para el bienestar del cuerpo, como protegerse del frío o

de la lluvia...

Los necesarios para la felicidad del alma o de la mente, como la amistad o el conocimiento...

Frente a los deseos naturales se hallan los deseos vanos, que los adquirimos social y culturalmente, que son insaciables y, por tanto, conducen a un continuo dolor, pues cuando se ha satisfecho uno surge inmediatamente otro.

Para alcanzar la verdadera felicidad hay que satisfacer los deseos naturales

y necesarios, y también los no necesarios siempre que no entorpezcan a los necesarios, y anular los deseos vanos. Esto es lo que haría un hombre sabio, un hombre que sabe lo que merece la pena hacer en esta vida.

El error que cometen las personas que se enganchan con aquellos deseos vanos es que dirigen su atención más a lo que podrían obtener y no a lo que ya

tienen. La máxima epicúrea es como sigue: «Ningún insensato se conforma con lo que tiene, sino que se atormenta más con lo que no posee. Pues así como los que tienen fiebre están sedientos a causa de su enfermedad y desean las cosas más

perjudiciales, también los que tienen el alma en mal estado sienten siempre que todo les falta y se precipitan con avidez en busca de los más variados deseos».

TIPOS DE PLACERES.

Los placeres pueden ser de diferentes tipos: Según cambien o no:

Dinámicos o Cinéticos, que son los que cambian, los que pueden ser más intensos o menos, aumentar o disminuir…

Estáticos o Catastemáticos, que no aumentan ni disminuyen… son permanentes Según el tipo de satisfacción:

Del cuerpo

Del alma o de la mente ¿Cuáles son los placeres que podemos lograr?

Catastemáticos o estáticos: o Del cuerpo: Aponía: no tener dolor físico o De la mente: Ataraxia: no tener perturbación en el alma, tener

tranquilidad, imperturbabilidad, paz interior. Cinéticos o dinámicos:

o Del cuerpo: el gozo físico o De la mente: la alegría y satisfacciones intelectuales.

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¿CUÁLES HAY QUE BUSCAR COMO LA AUTÉNTICA FELICIDAD?

Para escoger adecuadamente los placeres es necesario un arte de calcular. Al

elegir los placeres y dolores "conviene juzgar todas estas cosas con el cálculo y la consideración de lo útil y lo conveniente, porque en algunas circunstancias nos

servimos del bien como de un mal y, viceversa, del mal como de un bien”.

Hay que elegir el placer y huir del dolor, no hay que aceptar el sufrimiento a no

ser que sea requisito para un placer más saludable y placentero. Pero a veces hay que aceptar el dolor, si con él logramos un placer mejor y en

otras ocasiones no hay que entregarse a un placer cuyo coste suponga un padecimiento innecesario.

Aprender a gozar implica separar los placeres dañinos de los

benignos: pensar y elegir antes de sentir. Una especie de preselección y cálculo donde podamos hacer un balance coste / beneficio de los placeres que

deseamos y discernir cuáles son recomendables para una vida mejor y cuáles no. Sopesar y si el sufrimiento posterior tiene más implicaciones negativas para mí que el placer inmediato, saber renunciar. Lo inverso también puede darse.

Epicuro recomendaba: Según los beneficios y los perjuicios, hay que juzgar sobre el placer y el dolor, porque algunas veces el bien se torna en mal y otras

veces el mal en un bien. El placer que genera perturbación es un mal, porque donde hay descontrol, la

razón deja de funcionar.

La virtud de la prudencia, la virtud más alta de todas, nos permite sopesar la felicidad e infelicidad presente o futura, y elegir adecuadamente. Cuando un hombre

es prudente, es virtuoso, pues la vida virtuosa no consiste tanto en disfrutar incesantemente de placeres, sino en saber cómo conducirse en la búsqueda del placer.

Y ese arte de calcular guiado por la prudencia nos hace preferir los siguientes

placeres: ● Los placeres estáticos o catastemáticos - la aponía o ausencia de dolor y la ataraxia o ausencia de perturbación- frente a los placeres dinámicos o cinéticos.

● Los placeres intelectuales frente a los corporales a causa de su mayor duración y estabilidad.

Así, pues, cuando Epicuro habla de elegir entre los diversos placeres, lo que busca es la permanencia del placer o ausencia del dolor. Por consiguiente, en la

práctica debemos esforzarnos por conseguir el máximo placer duradero, que consiste, según Epicuro, en la salud del cuerpo y la tranquilidad del alma: APONÍA Y ATARAXIA. De ahí que la ética epicúrea lleve a un ascetismo moderado,

al autocontrol y a la independencia. Esto es así porque Epicuro busca un refugio psicológico para el sabio ante las adversas circunstancias que puede traer la vida.

EL ESTOICISMO

El estoicismo, que surgió en Atenas encabezado por Crisipo hacia el 500 a. C. se extendió luego al Imperio romano y tuvo allí importantes representantes, entre quienes se destacaron Séneca (3-65 d.C.), consejero de Nerón, que debió acabar con

su vida abriéndose las venas por imposición de este emperador; Epicteto (50-138 d.C.), esclavo romano y luego liberto; y también Marco Aurelio (121-180 d.C.), el

emperador-filósofo.

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Para los integrantes del estoicismo, quienes originariamente se reunían

alrededor de un conocido pórtico de la ciudad de Atenas (“Stoa” en griego significa “pórtico”, de ahí el término “estoico”), la parte central de la Filosofía es la Ética, y el

objetivo de ésta es mostrar al hombre el camino para lograr la felicidad. La felicidad es la ATARAXIA, la paz interior, la imperturbabilidad del alma, que se logra

con una vida virtuosa, entendiendo por virtud la vida conforme a la naturaleza, como la naturaleza del hombre es la razón, vivir conforme a la Naturaleza para él es vivir según la razón.

CONCEPFIÓN DEL UNIVERSO El Universo es entendido como un cosmos, es decir, como un todo ordenado y

armonioso (“cosmos” en griego significa “orden”), en el cual los sucesos se

producen cumpliendo la ley natural, que es racional, y a la cual ellos identificaban con Dios. De este modo proponían un sistema panteísta, donde Dios no es un ser

que, desde afuera, rige el curso de los acontecimientos marcándoles su ley, sino que Dios es esa ley natural, racional y perfecta, que gobierna todo lo que hay. Por tanto, ley natural, Dios y Razón son tres nombres de una misma realidad. La Ley

natural gobierna todo lo que existe, nada puede sustraerse a ella, todo lo determina. Esta posición es el DETERMINISMO UNIVERSAL, que se expresa así:

Todo lo que ocurre está determinado, es el resultado de unas condiciones previas ya fijadas, pues cualquier acontecimiento sucede gobernado por la ley universal que es inexorable.

EL HOMBRE DENTRO DEL COSMOS

¿Qué puesto ocupa el hombre en este cosmos? El hombre es un momento en el desenvolvimiento de la naturaleza y, por lo tanto, su vida y su destino estarán regidos por esta ley natural. que le ocurre al ser humano está pre-determinado,

ya que también las acciones humanas están sometidas al determinismo universal. Pero los estoicos admiten la LIBERTAD HUMANA, esta consiste en comprender

racionalmente la existencia de esta Ley universal o Logos, y someterse a ella, es decir, al destino, con entereza y dignidad.

La felicidad para el hombre es posible aun encontrándose en las circunstancias

más adversas. Requiere, eso sí, un esfuerzo. Para lograrlo, el hombre debe aceptar su destino con imperturbabilidad y dignidad. Cada hombre tiene un destino

inexorable, y sólo será feliz cuando desista de todo intento de modificarlo y finalmente lo acepte.

¿DE QUÉ SOMOS DUEÑOS, QUÉ CAMPO ABARCA NUESTRA LIBERTAD, DENTRO DEL DETERMINISMO UNIVERSAL? No somos dueños de lo que nos pasa, de lo que nos ocurre, sólo somos dueños

de nuestros pensamientos, de nuestras interpretaciones sobre lo que nos pasa, de nuestras opiniones sobre los acontecimientos y, como consecuencia, de las emociones

que estos nos producen, porque no son las cosas ni los sucesos los que nos producen dolor o placer o cualquier otra emoción, como tristeza, alegría, rabia… sino lo que pensamos sobre las cosas, esto es lo que causa en nosotros ciertas respuestas

emocionales y nos llevan a realizar determinadas acciones.

IDEAL DEL SABIO Para alcanzar la felicidad y saber actuar conforme a nuestra razón, que es lo

mismo que actuar según la Naturaleza, hemos de educar nuestras emociones a través de la educación de nuestra razón, para llegar a saber aceptar el destino racionalmente

y con dignidad, lo cual significa aprender el autocontrol. Hemos de esforzarnos en alcanzar las siguientes virtudes, que serían las que poseería un sabio, un hombre que

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ha sabido desarrollar su razón y comprender qué ha de hacer con su vida para

alcanzar la felicidad: AQUIESCENCIA: Aceptar con entereza el destino: “Abstine et substine” (abstente y

soporta) APATÍA: No dejarse arrastrar por las pasiones, dominio de sí mismo. Someter las

pasiones a la razón. AUTARQUÍA: Autogobierno, ser autosuficiente, no estar a merced de las

circunstancias, de la fortuna, de lo que piensen de nosotros los demás…

IMPERTURBABLILIDAD: Lograr que nada nos perturbe, mostrarnos en la desgracia con la misma actitud que en la bonanza, con ánimo sereno, lo que requiere firmeza

de carácter. SOBRIEDAD: No desear sino lo necesario, desprenderse de todo lo vano, para no

estar sometido a nuestros caprichos y al dominio que sobre nosotros pueden

ejercer los bienes materiales o sociales. AUTOCONTROL, AUTONOMÍA: Ser dueños de nosotros mismos, esto es, no ser

gobernados desde fuera, sino ejercer de señores sobre nosotros y no de esclavos de cualquier tirano: las pasiones, las cosas, los demás….

NO TEMER A LA MUERTE: sólo el que se libera del temor a la muerte es realmente

libre para elegir la vida.

AUTORES Y TEXTOS

Nunca pretendas que suceda todo A tu gusto y tu modo Antes confórmate, si se ofrecieren,

Tu gusto a cuantas cosas sucedieren;

Y esta advertencia bien ejecutada Hará que vivas vida sosegada (Epicteto)

Lo que turba a los hombres no son los sucesos, sino las opiniones acerca de los sucesos. Por ejemplo, la muerte no es nada

terrible, pues, de serlo, también se lo habría parecido a Sócrates, y no se lo pareció, sino la

opinión de que la muerte es terrible. ¡Eso es lo terrible! Cuando, pues nos hallemos incómodos o nos turbemos o aflijamos, nunca

echemos a otro la culpa., sino a nosotros mismos, esto es a nuestras propias opiniones.

(Epicteto)

Epicteto habla de este modo del destino del hombre dentro del determinismo universal: “No olvides, simple actor, que representas una pieza como el autor de la comedia

quiere que sea representada. Si tu papel es corto, lo representarás corto; si es largo, lo representarás largo. Si el autor quiere que tú representes el personaje de un pobre,

interpreta ese papel con naturalidad; si es necesario que seas en la pieza un rengo, un príncipe, un hombre vulgar, no te preocupes; interprétalo lo mejor posible, pues tu deber es el de representar bien tu personaje; en cuanto al papel que debes

desempeñar, no está en ti el escogerlo.” (Epicteto)

Lo que depende de nosotros y lo que no: “Nosotros somos los dueños de nuestras opiniones, de nuestros deseos, de nuestras aversiones, en una palabra, de todas nuestras obras; mas no dependen de nosotros

nuestro cuerpo, ni las riquezas, ni la reputación, ni las dignidades, en una palabra, nada de lo que no sea una de nuestras obras personales.

Las cosas que dependen exclusivamente de nosotros son libres por su naturaleza; no hay traba ni obstáculo alguno que se lo impida; por lo contrario, aquello que no

depende de nosotros es débil, está sujeto a la esclavitud y a la dificultad, muchas veces expuesto a los caprichos de otro.”(Epicteto, op. cit., en Obiols, op. cit., pág. 74)

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Frente a aquellas cosas que no dependen de nosotros, debemos mantenernos

imperturbables. Nada debe alterar nuestra tranquilidad de ánimo. Leamos ahora a Séneca:

“Tal como tantos ríos, tanta lluvia que se precipita (…) no cambian ni atenúan la salinidad del mar, de la misma manera el ímpetu de las adversidades no pliega el

ánimo del fuerte (…) No digo que sea insensible a ellas, sino que las vence. No es invulnerable aquél que no es herido, sino aquél que no puede ser ofendido; por este signo reconoceré al sabio.” (Séneca, De la providencia)

Para no sufrir por no obtener aquellas cosas que no dependen de nosotros,

debemos abstenernos de desearlas, debemos evitar aferrarnos, con nuestros afectos, a las cosas materiales de este mundo, debemos saber que ellas están sujetas al destino, y éste puede arrebatárnoslas en cualquier momento.

“En todas las cosas, bien se trate de lo agradable o de lo útil, o de un objeto de afección, no dejes de preguntarte qué es en sí, empezando por las cualidades menos

importantes. Si tienes un vaso de arcilla, dite: ‘Es un vaso frágil lo que aprecio’, y si se rompe no por eso te enfadarás. Si abrazas con cariño a tu hijo o a tu mujer, piensa que es una criatura humana lo que tienes en tus brazos; y si la muerte te lo arrebata,

no experimentarás por eso trastorno alguno” (Epicteto )

“Puedes ser invencible, con la condición de no aceptar ningún combate en el cual no dependa de ti el obtener la victoria. Cuando ves un hombre lleno de honores, elevado a lo más alto del poder o gozando de gran popularidad, no le creas por eso

completamente dichoso, ni te dejes conquistar por tales apariencias. Si es verdad que la dicha perfecta está unida a las cosas que dependen únicamente de nosotros, los

bienes extraños nunca deben causarnos envidia ni celos. Por tu parte no tendrás la ambición de llegar a pretor, senador o cónsul, sino que preferirás ser libre. Luego, no hay sino una manera de serlo, que es la de despreciar todo aquello que no depende

de nosotros.”(Epicteto)

¿Y cómo actuar frente a las ofensas de quienes nos rodean? “Cuando estés a punto de emprender alguna cosa, recuerda con exactitud lo que es la cosa de la cual se trata. Supongamos que sales a tomar un baño; represéntate lo que

pasa de ordinario en los baños públicos: hay personas que salpican el agua, que empujan, que insultan, que roban. Así tú sabrás guardarte mejor contra todo aquello

que te pueda acontecer que te sea desagradable, y más aún si para ti mismo dices por ejemplo: ‘Voy a ir a bañarme, y allí he de conducirme con arreglo a mis principios

y sin apartarme de mi carácter’. Al comenzar cualquier asunto, procura hacerte el mismo razonamiento. Si te sucede en el baño algún incidente, te harás esta reflexión al momento: ‘Yo no voy solamente con la intención de tomar un baño, sino también

con la de conducirme conforme a mis principios y conservar mi carácter: luego, no lo conservaré si me indigno de lo que pasa allí’.” (Epicteto)

El tema de la muerte. ¿Cómo debe obrar el hombre frente a su propio fin? “En un viaje por mar, cuando el barco se detiene en un puerto, si tú saltas a tierra

para hacer provisión de agua, podrías recoger de paso, ya sea una conchilla, o bien una cebolla, pero siempre deberás mirar hacia el barco, y tener cuidado cuando el

piloto te llame, y si te llama abandónalo todo, no sea que te trabe y te arroje al navío como vil cordero. Lo mismo sucede en la vida; que en vez de una cebolla o una conchilla tengas una esposa o un hijo, nadie te impedirá que les rodees de cuidados;

mas si el piloto soberano te llama, corre pronto al barco y abandona todo cuanto poseas sin volver la vista hacia atrás; y si eres viejo no te separes mucho del navío,

por miedo a que te tome desprevenido cuando venga tu llamamiento.” (Epicteto)

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“Para no temer nunca a la muerte, piensa siempre en ella (…) En este mar tan

proceloso y expuesto a todas las tempestades, no hay ningún puerto para los navegantes, sino la muerte (…) Por consiguiente ¿qué lloras? ¿Qué deseas? Pierdes el

tiempo… Has nacido sometido a esa ley… ¿No creías que alguna vez habías de llegar a la meta hacia la cual marchabas constantemente? (…) Es menester tener siempre

pronta el alma: insidias, o enfermedades, o espada enemiga, o fragor de cosas derrumbadas, o destrucción de la tierra (…). La última hora, en la cual cesamos de ser, no realiza por sí misma la muerte, sino que la cumple: llegamos entonces a ella,

pero desde mucho tiempo atrás nos encaminábamos a ella.” (Séneca)

ÉTICA DE KANT Kant pretende fundamentar una ética universal, válida para todo ser racional.

Critica las éticas anteriores a la suya por ser éticas materiales. Una ética material es la que se basa en su contenido: proponer a la voluntad algo como bueno, que ha

de perseguirse y para alcanzarlo establece unas normas concretas. La mayoría consideran la felicidad o el placer como lo que es bueno, lo mejor, y la voluntad ha de dirigirse hacia ese fin; para lograrlo se han de cumplir una serie de normas, por

ejemplo actuar en el término medio, o renunciar a los placeres cambiantes y excesivos.

Pero Kant entiende que la búsqueda de la felicidad y la vida ética son dos caminos independientes. La felicidad, dice Kant, está relacionada con nuestros deseos e inclinaciones, mientras que la ética tiene que ver con hacer lo correcto, y se basa en

la razón, y sólo basándose en la razón puede fundarse una ética universal. Por eso, frente a las éticas materiales o de contenido, la ética kantiana es una ética

formal, no establece qué acciones concretas hemos de realizar, sino cómo debemos obrar siempre, y debemos obrar por deber. Existen tres tipos de acciones en relación al deber, es decir, se puede obrar:

En contra del deber Acciones contrarias al deber Moralmente malas Son las que infringen una norma, como aquel que roba, miente o mata

Conforme al deber pero NO por deber Acciones conformes al deber Legales Son aquellas que se ajustan a la norma (por ejemplo, no robar), pero lo hacen por

razones que no tienen nada que ver con la moral, sino con las consecuencias, son acciones que se realizan interesadamente para conseguir un fin o evitar un mal, como aquel que cumple las normas por temor al castigo o porque la autoridad lo

ordena Por deber Acciones hechas POR DEBER Moralmente buenas

Aquellas en las cuales se cumple la norma por el deber de cumplirla, por puro respeto al deber, desinteresadamente, como el caso del alumno que pudiendo

copiar en un examen no copia, porque su deber le indica que no debe copiar. Solamente estas últimas tienen valor moral.

Kant distingue así entre obrar "por deber" y obrar "conforme al deber": puede ocurrir

que el sujeto actúe por algún interés, o buscando unas consecuencias y esa actuación coincida con la ley moral, en tal caso está actuando "conforme al deber", pero no por

deber. El ámbito de las acciones realizadas por respeto al deber pertenece al ámbito de la moralidad y el conjunto de acciones que se realizan conforme al deber

pertenecen al ámbito de la legalidad Si una persona realiza una acción de acuerdo con el deber y tiene, en cambio,

como móvil de su acción o como fundamento que determina su voluntad, algún interés o inclinación, aunque actúe legalmente y conforme al deber, no lo hace por

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deber y su acción no es moral.

La acción buena consiste en hacer lo que se debe, porque se debe: hacer lo correcto, por el motivo correcto. Y el motivo correcto es el deber.

En definitiva, ¿Qué es obrar por deber?

Obrar por deber es obrar cumpliendo la ley, por respeto a la ley. Es decir, es cumplir la ley moral por respeto a la misma. Hay que someterse a la ley no por la utilidad o satisfacción que su cumplimiento pueda proporcionar, sino porque tal ley

existe y ha de ser respetada. El valor moral de una acción realizada por deber reside, no en los fines que

nos proponemos con ella, ni en los efectos o consecuencias que de ella se derivan, sino en la intención de la voluntad. La intención NO ha de estar basada en inclinaciones, intereses, temor, deseos, etc. sino «en la máxima por la cual ha

sido resuelta» Se llama máxima a la norma concreta según la cual se ha comportado

un sujeto en una situación concreta. Mientras que se denominan leyes, aquéllas que son válidas para todo

ser racional.

Obrar por deber es obrar según máximas que respeten las leyes morales y

el fundamento de nuestra acción ha de ser el respeto a la ley y no las consecuencias que dicha acción puede tener.

LA LEY MORAL La ley práctica, el principio que debe servir de fundamento a la voluntad,

propone que yo debo obrar siempre de tal manera, que pueda querer que mi máxima se convierta en ley universal.

Es un principio formal, pues no dice qué máximas o normas concretas

hay que cumplir, sino la forma que éstas han de tener: tienen que poder ser universales, valer para todos ser racional

Y este principio general se formula como un mandato o imperativo categórico y no hipotético. Los imperativos hipotéticos mandan de manera condicionada.

Pero esta ley manda de manera absoluta y para todo ser racional, por eso es un imperativo categórico.

FORMULACIONES DEL IMPERATIVO CATEGÓRICO

Kant ha ofrecido diversas formulaciones del imperativo categórico. la primera es la siguiente: "obra sólo según una máxima tal que puedas querer al

mismo tiempo que se torne en ley universal". Cuando elegimos una máxima o norma concreta para regir nuestra acción, sólo

será buena si podemos aceptarla como ley universal, es decir, lo que vale para mí ha de valer universalmente, de otro modo, no es válido para nadie, tampoco para mí.

Es buena nuestra acción si la norma que vale para nosotros, podemos querer que sea la norma válida para todo ser racional.

Por tanto, cuando asumo una máxima para guiar mi conducta, he de querer a la vez dos cosas:

o Que sea la norma que rija mi acción

o Que sea la norma que rija la acción de cualquier ser racional Otra formulación del imperativo categórico es la siguiente: "Obra de tal modo que

uses la humanidad, tanto en tu persona, como en la persona de cualquier otro, siempre como un fin al mismo tiempo y nunca sólo como un medio".

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Lo único que es fin en sí mismo es el hombre, en tanto que ser racional. Su valor

es la dignidad y pertenece al reino de los seres racionales y no sólo al de la Naturaleza. No ha de ser utilizado nunca, por tanto, meramente como un medio,

sino que se ha de respetar en él su racionalidad y libertad, que lo hacen un ser moral.

Puesto que la razón se da a sí misma la ley por la cual se rige la voluntad, actuar respetando esta ley es AUTONOMÍA. Si actuamos por cualquier otro motivo: deseo, inclinación, buscando cualquier fin o consecuencia, nuestro móvil es externo a la

razón, y por tanto actuamos heterónomamente (HETERONOMÍA)

EL EXISTENCIALISMO: SARTRE Sartre es un filósofo francés del siglo XX. Pertenece a la corriente filosófica llamada

Existencialismo. Parte de una posición atea y niega toda realidad más allá de la material. Por tanto, no

hay nada fijo ni absoluto. La vida del hombre no está escrita, ha de hacerla él mismo. Sus tesis son las siguientes: DIOS NO EXISTE.

No hay un ser que pueda ser principio, creador y legislador del mundo. La moral es asunto de humanos.

NO EXISTEN VALORES OBJETIVOS o naturaleza de las cosas o esencia de las cosas que pudiera indicarnos qué hacer o de qué modo obrar. EL SER HUMANO CARECE TAMBIÉN DE ESENCIA O NATURALEZA que pueda

definir de antemano lo que es bueno y realizable en consonancia con esa esencia o naturaleza. El hombre primero empieza por existir y desde su existencia elige el

hombre que va a ser, se elige a sí mismo, construye su propia realidad. No nace con una esencia fija sino que ha de crearla, de inventar su propio ser. Para ello tiene que elegir entre las distintas posibilidades que se le plantean en cada momento, por eso

podemos decir que la esencia del hombre es su libertad, es radicalmente proyecto.

“El existencialismo ateo que yo represento…Declara que si Dios no existe, hay por lo menos un ser en el que la existencia precede a la esencia, un ser que existe antes de poder ser definido por ningún concepto, y que este ser es el hombre, o como dice Heidegger, la realidad humana. ¿Qué significa aquí que la existencia precede a la esencia? Significa que el hombre empieza por existir, se encuentra, surge en el mundo, y que después se define. El hombre, tal como lo concibe el existencialista, si no es definible, es porque empieza por no ser nada. Sólo será después, y será tal como se haya hecho.

Así, pues, no hay naturaleza humana, porque no hay Dios para concebirla. El hombre es el único ser que no sólo es tal como él se concibe, sino tal como él se quiere, y como se concibe después de la existencia, como se quiere después de este impulso hacia la existencia; el hombre no es otra cosa que lo que él se hace. …Este es el primer principio del existencialismo. Es también lo que se llama la subjetividad, que se nos echa en cara bajo ese nombre. Pero ¿qué queremos decir con esto sino que el hombre tiene una dignidad mayor que la piedra o la mesa? Pues queremos decir que el hombre empieza por existir, es decir, que empieza por ser algo que se lanza hacia un porvenir, y que es consciente de proyectarse hacia el porvenir. El hombre es ante todo un proyecto que se vive subjetivamente, en lugar de ser un musgo, una podredumbre o una coliflor; nada existe previamente a este proyecto; nada hay en el cielo inteligible, y el hombre será, ante todo, lo que habrá proyectado ser”.(El existencialismo es un Humanismo)

EL HOMBRE ES LIBERTAD, le toca elegir en cada momento qué hacer, tiene que

elegirse a sí mismo y elegirse desde su propia responsabilidad, no hay nada que deba ser elegido y a lo que esté obligado. Tiene que elegirse desde su propio criterio, desde

sí mismo, no hay nada donde agarrarse: no existe Dios, ni normas y valores absolutos que sean deseables por sí mismos y que la voluntad pueda o deba querer, ni ninguna

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justificación externa: la sociedad, la herencia biológica, la educación... Uno elige solo,

sin excusas.

"ESTAMOS CONDENADOS IRREMISIBLEMENTE A LA LIBERTAD": Y aunque en ocasiones puede resultar duro tener que decidir qué posibilidad realizar de entre las

que la situación brinda, de hecho estamos forzados a tomar una decisión, no podemos no elegir, la libertad es nuestro destino y de él no podemos escapar... Quizá podemos decidir no elegir en una determinada situación, o pedir que otro elija por nosotros,

pero en cualquier caso estamos eligiendo: elegimos no elegir...pero elegimos sin remedio. La libertad es nuestro modo de ser... y nuestra condena.

LA LIBERTAD IMPLICA LA RESPONSABILIDAD: Puesto que tengo que crearme a mí mismo, elegir mi ser desde mi libertad, soy responsable de mi propio proyecto, de

mí mismo. Pero al mismo tiempo que me creo a mí mismo, que me defino como ser individual, estoy definiendo lo que puede ser un hombre, estoy creando un modelo

posible de ser humano, por lo que no sólo soy responsable de mi ser, sino que a la vez soy responsable ante todos los hombres. Así, el primer paso del existencialismo es poner a todo hombre en posesión de lo que

es, y asentar sobre él la responsabilidad total de su existencia. Y cuando decimos que el hombre es responsable de sí mismo, no queremos decir que el hombre es

responsable de su estricta individualidad, sino que es responsable de todos los hombres.

“(…)Cuando decimos que el hombre se elige, entendemos que cada uno de nosotros se elige, pero también queremos decir con esto que, al elegirse, elige a todos los hombres. Así, el primer paso del existencialismo es poner a todo hombre en posesión de lo que es, y asentar sobre él la responsabilidad total de su existencia. Y cuando decimos que el hombre es responsable de sí mismo, no queremos decir que el hombre es responsable de su estricta individualidad, sino que es responsable de todos los hombres. … Cuando decimos que el hombre se elige, entendemos que cada uno de nosotros se elige, pero también queremos decir con esto que, al elegirse, elige a todos los hombres” (El existencialismo es un Humanismo)

EL FUNDAMENTO DE LA ÉTICA El fundamento de la ética es el hombre y su propio proyecto elegido desde

su libertad. Por tanto, la libertad es el verdadero fundamento de la moral. No hay regla, ni norma, ni contenido alguno que pueda ser seguido. Ninguna moral

general puede indicar lo que hay que hacer. “No hay signos en el mundo” dirá Sartre. Cada uno en su situación concreta e intransferible, y desde su sola y absoluta libertad, debe elegir, esto es inventar lo que tiene que hacer. Creación e invención, la ética

existencialista es creadora.

Una acción determinada será o no moral si está realizada o no desde la libertad, sin coacciones y sin eludir la responsabilidad que cada uno debe asumir. Lo importante no es la acción en sí misma sino si se realiza de manera auténtica desde la libertad y

asumiendo la responsabilidad que la elección entraña. LA ANGUSTIA

Esta forma de ser le conduce al hombre a la angustia. Angustia ¿ante qué? Ante la muerte Ante la propia libertad, la elección en el vacío, sin excusas y la posibilidad de

equivocamos al elegir Ante el hecho de que en cada abanico de posibilidades sólo podemos realizar una y

rechazar todas las demás, por lo que nos apropiamos de una vida pero dejamos de vivir miles de vidas posibles, que, quizá podrían haber sido mejores, o que en cualquier caso, nosotros habríamos sido otros. (Realización de un proyecto)

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Y, sobre todo, ante el hecho de nuestra total responsabilidad, tanto al elegir

nuestro ser como al reconocernos como legisladores de la Humanidad, es decir, que al elegir nuestra acción elegimos, al mismo tiempo, cómo debería actuar todo

el mundo en esa situación. “Ante todo, ¿qué se entiende por angustia? El existencialista suele declarar que el hombre es angustia. Esto significa que el hombre que se compromete y que se da cuenta de que es no sólo el que elige ser, sino también un legislador, que elige al mismo tiempo que a sí mismo a la humanidad entera, no puede escapar al sentimiento de su total y profunda responsabilidad. Ciertamente hay muchos que no están angustiados; pero nosotros pretendemos que se enmascaran su propia angustia, que la huyen; en verdad, muchos creen al obrar que sólo se comprometen a sí mismos, y cuando se les dice: pero ¿si todo el mundo procediera así? se encogen de hombros y contestan: no todo el mundo procede así. Pero en verdad hay que preguntarse siempre: ¿qué sucedería si todo el mundo hiciera lo mismo? Y no se escapa uno de este pensamiento inquietante sino por una especie de mala fe”. (El existencialismo es un Humanismo)

LA MALA FE Y LA AUTENTICIDAD Quien no asume su responsabilidad y se excusa con falsos pretextos actúa con

mala fe. El hombre ha de asumir su proyecto y responsabilizarse del mismo. La mala

fe no es mentir a nadie, sino mentirse a sí mismo, buscar excusas en nuestras acciones para no aceptar la total responsabilidad de las mismas. Ésta es la conducta

verdaderamente inmoral que Sartre llamará inautenticidad. En verdad, es elegir no ser uno mismo, enmascarar la verdadera intención de la acción.

La autenticidad es lo contrario, asumir la propia libertad, asumir que uno es

responsable de su propio ser. Así pues, no importa tanto lo que se decide y se hace, cuanto la actitud de

plena libertad y autonomía con que se elige y hace. La autenticidad en la acción. “La única cosa que tiene importancia es saber si la invención que se hace, se hace en nombre de la libertad”.

LA MORAL DE SITUACIÓN

La libertad humana, sin embargo, no es absoluta, tiene unos límites. Para empezar uno no ha elegido nacer, existir, se encuentra consigo mismo cuando ya es...tampoco elige que antes o después va a morir... Y tampoco es libre

completamente para elegir su situación... La situación de cada hombre impone unos límites a su libertad... Lo que cada uno ha de hacer es elegir asumiendo su libertad

dentro de las posibilidades reales que le proporciona la situación concreta en la que se halla.