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SINTAXIS DE LA DECISIÓN TRÁGICA Sófocles, Ayax: una lectura semiológica Graciela Maglia Universidad Javeriana, Colombia M. del Carmen Cabrero U. Nacional del Sur, Argentina Introducción Irrecondliabilidad. Esa es la característica primordial de la viven- cia del héroe trágico: un hombre para el que se ha quebrado la identidad entre el ser y la esencia; un hombre que ha perdido para siempre la experiencia de la totalidad, de la comunión inicial del mundo consagrado, perfecto y cerrado de la épica, en donde el ser esencial habitaba el mundo y era nombrado por el epos en for- ma mimética. El héroe épico es un sujeto para el cual el ser y el de- ber ser son idénticos, dado que su programa coincide con el que marca la geografía del universo conocido. "Ser y destino, aventu- ra y consumación, vida y esencia son entonces conceptos idénti- cos". 1 En un mundo en el cual el sentido es inmanente a la vida y el tiempo no es más que un espacio en donde se verifica la consu- mación del propio destino ejemplarizado por los relatos paradig- máticos del mito, no hay lugar para el conflicto. En medio de las infatigables aventuras del héroe épico hay una pasividad esencial: el carro de Aquiles devora distancias como un abrasador incen- dio: bajo su rueda desaparecen cadáveres y escudos, pero esa ac- ción pertenece a la totalidad extensiva de la vida y no a la totali- dad intensiva de la esencia. El tiempo es un acaecer, la aventura, sólo un demorarse en alcanzar la estrella que brilla eternamente 1 Cfr. Lúkacs, G. Teoría de la novela. México. Grijalbo. 1985: 291.

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SINTAXIS DE LA DECISIÓN TRÁGICA

Sófocles, Ayax: una lectura semiológica

Graciela Maglia Universidad Javeriana, Colombia M. del Carmen Cabrero U. Nacional del Sur, Argentina

Introducción

Irrecondliabilidad. Esa es la característica primordial de la viven­cia del héroe trágico: un hombre para el que se ha quebrado la identidad entre el ser y la esencia; un hombre que ha perdido para siempre la experiencia de la totalidad, de la comunión inicial del mundo consagrado, perfecto y cerrado de la épica, en donde el ser esencial habitaba el mundo y era nombrado por el epos en for­ma mimética. El héroe épico es un sujeto para el cual el ser y el de­ber ser son idénticos, dado que su programa coincide con el que marca la geografía del universo conocido. "Ser y destino, aventu­ra y consumación, vida y esencia son entonces conceptos idénti­cos".1

En un mundo en el cual el sentido es inmanente a la vida y el tiempo no es más que un espacio en donde se verifica la consu­mación del propio destino ejemplarizado por los relatos paradig­máticos del mito, no hay lugar para el conflicto. En medio de las infatigables aventuras del héroe épico hay una pasividad esencial: el carro de Aquiles devora distancias como un abrasador incen­dio: bajo su rueda desaparecen cadáveres y escudos, pero esa ac­ción pertenece a la totalidad extensiva de la vida y no a la totali­dad intensiva de la esencia. El tiempo es un acaecer, la aventura, sólo un demorarse en alcanzar la estrella que brilla eternamente

1 Cfr. Lúkacs, G. Teoría de la novela. México. Grijalbo. 1985: 291.

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en el cielo perpetuo de la épica. Cuando el sentido penetra el mundo y los dioses conducen al hombre, el héroe recorre las aventuras como cumplimiento. Pero para el héroe trágico se ha roto definitivamente esta coincidencia.

El conflicto trágico de Ayax, en Sófocles, nacido de la incon­gruencia entre el personaje y su entorno, representa el enfrenta­miento de la antigua concepción heroica, aristocrática y gentilicia del mundo con el nuevo movimiento racionalista sofístico, que florece en Atenas y señala el fin de la época arcaica. Ayax encarna el héroe ideal, que auna en su ser la autodefinición individual y la solidaridad hacia la gens. Su figura tiene mucho de la homérica,2

sólo que ha cobrado una dimensión interior que agiganta al ante­mural de los aqueos, y lo hace más distante.

Sófocles —hijo de un siglo antropocéntrico— ha humaniza­do el mito. Ya no aparece el homérico héroe de ios combates sin­gulares sino el jefe en la relación con hombres. Aristócrata arcai­zante, respetuoso de la religiosidad tradicional, se mantuvo al margen de la nueva sabiduría sofística a la cual criticó a través de sus obras. La subversión de los valores de la polis iba resquebra­jando la base de la moralidad pública. Estos maestros cuestiona­ban acerca de la virtud, la justicia, la óúcnc, del hombre y el mundo. Sus enseñanzas sostenían que la verdad y la moral son relativas. Protágoras, su mayor exponente, afirmó que el bien y el mal ab­solutos no existen y es el hombre la medida de todas las cosas. Trasí-maco —en el libro 1 de la República de Platón— define la Justicia como el interés del más fuerte.

El mundo aristocrático aspiraba al ideal del hombre KOXÓC Kai áyaOóc, cuya superioridad estaba fundada en el concepto de arete —como excelencia humana y no humana, destreza y fuerza sobresalientes— atributo propio de la nobleza caballeresca. Una competencia agonal perpetua era necesaria para mantener la arete conquistada. La vida entera estaba dedicada a la finalidad de ser elprimus inter pares. Esta rivalidad será suplantada por el igualita­rismo de la nueva sabiduría pedagógica y la arete física del valor se espiritualiza y tiende al ideal del sabio. La arete heroica cobra su total dimensión en la estimación pública, la nuij. La fuerza moral que mueve al hombre homérico es el cd5tóc;, el respeto por la opi-

2 Nos recuerda a Aquiles; no en vano era "el mejor de los aqueos, después de Aquiles".

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nión de sus semejantes. Por eso, proyecta sobre un poder exter­no, arn, los fracasos que lo exponen al ridículo o al desprecio.

La arete heroica se perfecciona con la muerte física del héroe y se perpetúa en su fama. Este heroísmo ostenta un sentimiento de (tnXcurria y el deseo de una vida breve pero intensa antes que una existencia larga y mediocre. Esto no significa que desprecien la vida, sino que subordinan lo físico, el instinto vital, al ideal de apoderarse de la belleza, motivo de la arete helénica: se trueca la be­lleza de la vida por la belleza del ideal.

La negación del premio y del honor constituían la más gran­de tragedia para el héroe. De este modo, los valores que sostiene la paideia heroica aristocrática prefiguran la visión trágica que deter­minará la conducta de Ayax: el ejército aqueo lo ofende al otorgar las armas de Aquiles muerto a Ulises, quien las ganó con engaño. Así deshonra al Telamonio, quien, enajenado, atenta contra los aqueos. Ya no podrá, luego, recuperar la identidad heroica en un universo cuyas leyes han cambiado. Deberá hallar una prueba que restaure su honor, patrimonio también de su YÉVOC,; entonces se produce la anagnórisis de su destino y el héroe, autárquico, afirma su grandeza frente al mundo y elige la muene como salvación.

El concepto de arete evoluciona gradualmente y transforma el ideal de destreza guerrera en la aspiración por parte del hombre de virtudes espirituales y sociales, vinculadas a un estado de dere­cho. Se distiende el rígido principio aristocrático de la antigua no­bleza, de modo tal que la pertenencia a una estirpe, la ática, reem­plaza a la noción arcaica del estado familiar. Por otra parte, ¡a arete tiende a desligarse de la exclusividad de la sangre noble, pues se puede adquirir a cambio de dinero. El prejuicio que sostenía la preeminencia de la sangre es superado por la preeminencia de lo espiritual que encuentra su expresión en una arete fundada en el saber. La arete política es entendida como capaddad intelectual y oratoria, indispensable para la Atenas democrática del siglo V. Lo ético cede el lugar a lo intelectual, fluctuante y relativista.

El nuevo tipo de paideia propagada por los sofistas era indi­vidualista, naturalista, de orden práctico.3

3 "La sofística no es un movimiento científico, sino la invasión del espíritu de !a antigua física e historia de los jónicos por otros intereses de la vida y, ante todo, por problemas pedagógicos y sociales que surgieron a con­secuencia de ia transformación del estado económico y social". Jaeger, W. 1980: LII, C.3.

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Los sofistas relativizan las normas tradicionales de vida y consideran insolubles los enigmas de la religión, por lo que se los ha tachado de escépticos. El concepto de naturaleza humana reemplaza al de sangre divina. La noción de fyvmc, es trasladada del cosmos a la individualidad del hombre. La idea de modelo y ejemplo que regía lapaideia aristocrática: uíurjou;, cede el lugar a la ley: 5kr| como el elemento más alto de la educación del ciudada­no y expresión concreta de las normas vigentes. Esta cultura prác­tica y política sostiene al imperio ático en su pretensión de dome­ñar la totalidad del mundo helénico. Para la mentalidad griega del siglo V regía la convicción de que el estado era la única fuente de las normas morales y constituía la única ética para la comunidad.

En la figura de Ayax, Sófocles representa su adhesión a los ideales heroicos que ya no encuentran lugar en un mundo cuya fe se basa en la mutabilidad de las fuerzas de la naturaleza y del hombre y en la veneración del más poderoso, siendo esto inde­pendiente de su ética. El choque entre estas dos concepciones del mundo constituye un conflicto que dará origen a la visión trágica que hace patente el texto, como respuesta funcional y significati­va de la nobleza griega frente a una situación crítica.

Análisis semiótico

La semiótica4 es un procedimiento, una cierta manera de si­tuarse en relación con la enunciación que nos deja un saber acerca del texto, adquirido a través de la confrontación directa. Los mode­los semióticos que estructuran nuestro análisis procuran esclarecer las categorías semánticas configuradoras de la significación verte­bral del corpus: constituyen una clave de lectura que torna homogé­nea la superficie del texto e intenta resolver las ambigüedades.

Segmentación del corpus5

La segmentación constituye una primera tarea empírica, destinada a descomponer el corpus en unidades textuales, deno-

4 En el presente ejercicio reconocemos nuestra deuda con la metodología semiótica propiciada por AJ. Greimas. No pretendemos ni la exhaustivi-dad del método, ni una absoluta fidelidad a sus planteamientos, por otra parte, constantemente renovados.

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minadas secuencias. La autonomía de las secuencias se obtiene mediante la aplicación de disjunciones categoriales que responden a variados criterios. Para segmentar los cuatro monólogos de Ayax hemos manejado el siguiente inventario: 1. Disjunciones Temporales: antes/durante/después 2. Disjunciones Espaciales: aquí/allá 3. Disjunciones Actanciales: yo/él 4. Disjunciones Tímicas: euforia/disforia 5. Marca del Narrador: proverbios 6. Demarcadores

Este recorte en secuencias es una de las operaciones de la textualización que tiene como meta disponer en sucesión las uni­dades textuales y conducirnos a establecer la isotopía discursiva. El reconocimiento de las junciones y su integración en los pro­gramas narrativos definirá la performance del sujeto.

Programas narrativos

La tragedia griega es indudablemente un teatro sustentado por la declamación, más que por la comunicación. Hay una cons­tante formulación de ideas, más que un diálogo. La palabra, las confrontaciones verbales, las lamentaciones, devoran a la acción propiamente dicha. Por eso es preciso señalar que la mayoría de los aspectos considerados, en otro tipo de textos teatrales como acciones, los hallaremos aquí planteados a través de enunciados a los que Van Dijk6 denomina actos de habla, porque "aunan una in­tención y un hacer. Poseemos un plan", dice, "más o menos cons­ciente para la ejecución de estos actos de habla y obtenemos una acción de orden superior, un acto de significación o acción se­mántica que tiene un objetivo determinado: la interacción."

Las acciones del teatro griego están, pues, predeterminadas por las palabras. Los únicos movimientos significativos de la es­cena, son los de las manos y los pies vinculados con la danza, la entrada y salida de los actores y la llegada del coro que, como sa-

5 Con el fin de facilitar la lectura presentamos el texto integral de los cua­tro monólogos de Ayax, que configuran el corpus de nuestro trabajo. Nuestra traducción fue el punto de partida del análisis. Utilizamos para esta versión el texto establecido por Paul Masqueray, Sophocle. Tome I. Les Belles Lettres. París, 1960.

6 Van Dijk, T. Texto y contexto. Madrid. Cátedra. 1984:69.

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bemos, muy pocas veces se retira hasta el final de la obra. Percibi­mos sus palabras como estructuras de sucesos vinculantes, o bien, de unidades que simbolizan esos sucesos. Por lo tanto, cuando hablamos de performance nos referimos al desarrollo de la acción verbal y no a la evolución o transformación paulatina de un personaje desde la óptica psicologista.

Observamos en nuestro corpus que la performance se alcanza por medio de programas narrativos en los que el sujeto de hacer y el sujeto de estado están suscriptos, en sincretismo, en un mismo actor: Ayax. Él es el agente productor de dos "actos de habla" claves para obtener la performance: el primero, denominado decisión, en el Mo­nólogo I, concierne al compromiso cognoscitivo; el segundo, llamado ejecución, en el Monólogo IV, da lugar al compromiso pragmático. Sin embargo, este último está ya implícito en el primero, pues, como afirman A. J. Greimas y J. Courtés en su Semiótica:7 "La dimensión cognoscitiva presupone las acciones pragmáticas, pues, se define, precisamente, por tomarlas a su cargo mediante el saber".

Es decir, que el sujeto-Ayax desde los primeros versos cor-pus posee un saber-ser que implica de por sí un saber-hacer futuro. Su recorrido narrativo le permitirá adquirir la competencia para "ejecutar" su performance final. Performance que se realiza median­te una serie de desembragues cognoscitivos por los que el enun­ciador establece una separación entre su propio saber y el saber que quiere atribuir a los sujetos instalados en el discurso: esta delegación del saber se opera en beneficio de los sujetos cognos­citivos: Eurísaces-Tecmesa-Coro.

Este desembrague da lugar a la producción de los enunciados de estado que corresponden a las diferentes funciones entre suje­tos y objetos, y de los enunciados de hacer que expresan las trans­formaciones. Ambos enunciados producen los distintos actos de habla que configuran los planos isotópicos cognoscitivos.

• El acto ilocutorio veridicción de los discursos I y II ejerce un decir-verdad sobre el alocutario con la intención de lograr su adhe­sión: un creer que se desprenderá de la correcta interpretación de su propósito. En el discurso III el locutor ejerce un acto perlocu-torio que implica, para parte del alocutorio, la máxima adhesión; no hacer-hacer. Persuasión poderosa que lo obliga a no interve-

7 Greimas, A. J. y Courtés, J. Semiótica. Diccionario razonado de la teoría del lenguaje. Madrid. Gredos: 1982: 59.

Graciela Maglia ¡57

nir. En el último discurso el locutor instala su hacer pragmático bajo ei código de honor de su nuij que implica: poder-hacer/liber­tad, no poder-no hacer/obediencia.

PLANOS ISOTÓPICOS COGNOSCUIVOS

Discurso I

Informativo

Discurso II

Pedagógico

Acto ilocutorio

OBJETO;

VERIDICCIÓN

Discurso III

Retórico-Demos­trativo

Acto perlocu torio

OBJETO:

DECEPCIÓN

Discurso IV

Ritual-Catártico

Acto ilocutorio

OBJETO:

SECRETO

Las secuencias segmentadas en el corpus y el trabajo del campo semántico nos permiten interpretar los distintos progra­mas narrativos que lo constituyen. Se perfila, entonces, una nue­va unidad sintáctica, jerárquicamente superior: el recorrido na­rrativo del Sujeto de Hacer-Ayax. Se trata, pues, de una perspec­tiva dinámica que sugiere toda la problemática del hacer del suje­to, su performance, un hacer-ser que se expresa por medio de una estructura modal, constituida por un enunciado de hacer que rige un enunciado de estado.

La performance se manifiesta como una transformación que produce un nuevo estado de cosas. Situada en el nivel de las es­tructuras semióticas profundas, se define en el plano lógico-se­mántico como el paso de un término a otro en el cuadro semióti­co, por medio de las operaciones de negación y aserción. En el plano narrativo, más superficial, se presenta como una operación de disjunción o conjunción entre sujetos de estado y objetos de valor. Sin embargo, toda performance se halla sobremodalizada, es decir, condicionada, por el tipo de competencia que haya adquiri­do el sujeto performador y por la rejilla modal del deber ser desti­nada a seleccionar los valores que integrarán el nuevo estado. La performance presupone siempre a la competencia, definida como una serie programada de adquisiciones modales.

158 Sintaxis de la decisión trágica

Monólogo I: Es tado inicial

AYAX- ¡Ay, ay..! ¿Quién pudo prever alguna vez que un epó-nimo, el que me ha sido atribuido como nombre, se ajustaría de tal modo a mis desventuras? Ahora puedo gritar iay!, dos y tres veces. ¡Tales son las desgracias con que me encuentro! Mi padre regresó desde esta región de Ida, trayendo a su ho­gar inmensa gloria, tras obtener por su valor el primer rango del ejército. (435) Yo, en cambio, su hijo, que llegué a esta misma tierra de Tro­ya, con su misma fuerza, que realicé con mi mano iguales em­presas, me muero, aquí, deshonrado ante los argivos. (440) AI menos, estoy seguro de esto: si vivo Aquiles, tuviera que otorgar a alguien sus armas como distinción por su valor, ninguno se las adueñaría en mi lugar. Ahora, sin más, los Atridas las han acordado a un hombre urdidor de argucias (445), tras desdeñar la fuerza de este va­rón. Y si mi vista y mi mente extraviadas no me hubieran apartado de mi propósito, no hubieran votado jamás seme­jante sentencia en favor de otro mortal. Ahora, la hija de Zeus, la de aterradora mirada (450), la in­dómita diosa, en el instante en que levanto mi brazo sobre ellos, me extravió, infundiéndome una locura tan furiosa que ensangrentó mis manos en semejantes bestias. Ellos se burlan porque se han librado de mí, no por mi propia elec­ción: si uno de los dioses (455) se interpone, el cobarde pue­de escapar al más valiente.

Y ahora ¿qué debo hacer? Soy yo, a quien evidentemente odian los dioses, el ejército de los helenos me aborrece; me abomina toda Troya y la llanura ésta. ¿Recorreré el mar Egeo camino a casa? (460) ¿Dejaré este puerto de anclaje y solos a los Atridas? ¿Y qué imagen le ofreceré al pre­sentarme ante mi padre Telamón? ¿Tolerará algún día fijar en mí sus ojos si yo apareciera desprovisto de los heroicos trofeos de los que él mismo obtuvo una ilustre corona de gloria? (465) Esto es insoportable. ¿Acaso yendo hacia las murallas de Troya, me enfrentaría solo, cuerpo a cuerpo, a los enemigos y tras haber logrado algo digno de memoria, moriré allí por fin? ¡Cómo regocijaría de ese modo a los Atridas! Esto no es posible: debo emprender alguna hazaña (470) tal que demuestre a mi anciano padre que no me engendró con una naturaleza sin agallas. Vergonzoso es para un hombre gozar de larga vida si no procura salir de sus infortunios. ¿Pues un día junto a otro día qué placer puede dar (475) si

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acerca y al mismo tiempo lo aleja a uno de la muerte? No aprecio nada al mortal que se nutre con vanas esperanzas. ¡No! es necesario que el hombre noble permanezca vivo con hon­ra, o con honra esté muerto. Has oído todas mis razones (480).

En la sintaxis narrativa de superficie el primer sintagma nos pone en contacto con un enunciado de hacer que rige un enunciado de estado y constituye el primer programa narrativo de base (PN).

El S Ayax (sujeto de hacer) entra en conjunción con un /sa­ber/ transformándose en un S/ (sujeto de estado). Denominamos a esta F ANAGNÓRISIS: frente a la simbología negativa de su nom­bre, Ayax despierta al llamado de su destino. Lo reconoce y lo acepta, sin preguntarse por culpas ni responsabilidades. Emerge aquí de la discordancia y el caos de su locura y su dolor; su tensión psicológi­ca se transforma en conciencia de su destino. El héroe accede a la vi­sión de la legalidad cósmica y su desdicha aparece como una parte de la armonía universal:

"¡Ay, ay..! ¿Quién pudo prever alguna vez que un epónimo, el que me ha sido atribuido como nombre se ajustaría de tal modo a mis desventuras? Ahora puedo gritar iay!, dos y tres veces. Tales son las desgracias con que me encuentro".

La adquisición de este saber objeto de valor cognoscitivo es realizada reflexivamente por el sujeto. Es Ayax, quien ante la en­crucijada que le plantea su existencia, se hace cargo de su desti­no. El Sj se erige en Auto-Destinador (Dr) obligado por su cd5wc, (honor-respeto-opinión pública) y lo trasmite (->) al Destinata­rio (Drio), Sx, que es su yévog (la familia-Ios amigos-la patria). El Modelo Actancial de este primer monólogo se configura a través de los siguientes sememas:

Destinador

Oc,o $É$Éri(ii

rtáeei uáJdoc,

Adyuvante

->

->

Objeto

ávavvúpKTic

t

Aíac

Sujeto

->

<-

Destinatario

yévoc

Xuooü)5r] vóooc

Oponente

160 Sintaxis de la decisión trágica

Por nacimiento Ayax lleva en sí al áyaOóc ávijp, la sangre y el espíritu inspirador de sus hazañas. Cada una de ellas es un gajo renovado de la antigua áps-nj cuyas raíces se hunden en el sub­suelo heroico y mítico y cuyos brotes abarcan al KOIVÓV todo de la familia y el yévog. Por la sangre heredada llegó a Troya y llevó a cabo gloriosas empresas inscriptas en el código de honor que trasmite a su hijo en el segundo discurso. Ayax se convierte en víctima de la ofensa que el ejército le infiere, al otorgar las armas de Aquiles muerto a Ulises. Esta acción rompe sus vínculos con el yévoc al privarlo de esa porción de áptoreía, de la que se consi­deraba merecedor y de la que se alimentaba la idea de nur) como bien de la comunidad. Entonces surge el conflicto.

La recuperación de su identidad de héroe sobrepasa los lí­mites de su ser individual. Sabe que debe hallar una prueba tal que TTeípá -nc, LJITTITÉO: roíaSe ie permita transmitir npij —su único sueño— a un Destinatario más amplio que su propio ser. El bien común del YÉVOC, es su vóuoc y necesita de su sacrificio racional y consciente. Es este vóuoc; el que inspira, ya en Homero, sus aira­das palabras a Aquiles durante la embajada:

¡Cruel! En nada apreciaba la amistad de sus compañeros con la cual le honrábamos en el campamento más que a otro alguno.8

La prueba que Ayax busca debe ser tal que compendie este concepto de rJpiXauTÍa al modo griego, para que le permita sentirse digno de honor en gracia a su arete.

El objeto de este recorrido, la ávayvwpicng de su destino, es un acto de afirmación frente al mundo, de su grandeza de héroe y del derecho a su dominio. Autárquico como es, Ayax prueba tal dominio en forma de heroico desprecio por la vida. (v. 479 - 480).

Logra la ávavvwpiaic, de su destino gracias a Trá6ei páOoc, el paso al conocimiento a través del dolor, que lo reintegra en el or­den del mundo. Disfrutar de npf), de estimación pública, era para el héroe arcaico el ideal máximo. La mayor fuerza moral dentro de esta cultura de vergüenza no reside en el temor de Dios sino en el respeto por la opinión pública: odSwg.

Este Modelo Actancial responde a la denominación semióti­ca de Sintaxis Interior definida como: "...una sintaxis de sujetos que no son actores sino sujetos que pueden cohabitar en el mismo ac-

8 Homero, ¡liada. Canto IX: "Embajada a Aquileo".

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tor". La semiótica considera así la vida interior del actor llamado "persona" como un campo de ejercicios sintácticos, donde un gran número de sujetos (sintácticos) coexisten, se enfrentan, ejecutan recorridos y participan de maniobras tácticas y estratégicas.9

En Sófocles la acción trágica no implica sólo la soberanía del destino, sino la activa participación del hombre en el cumpli­miento de la justicia cósmica. Es por eso que no hay una resigna­ción inconsciente del sujeto, sino la voluntaria aceptación del Destino.

De este recorrido sólo observamos el final porque la histo­ria heroica del Actante Ayax se reconstruye a través de hitos que inciden sobre el PN de base como PN de uso (PNu), presupues­tos y necesarios para captar el valor ejemplar de lo heroico y efec­tuar posteriormente nuevos PN. Tres PN de uso instauran, por medio de una memoria paradigmática del pasado, a los arqueti­pos con los que confronta su propia figura: S2Telamón, S4 Atri­das, S3 Aquiles y S5 Ulises

Nos enfrentamos de esta manera con la situación desenca­denante de la üppic, de Ayax: las armas de Aquiles fueron atribui­das por los Atridas a Ulises y no a él.

Para "protegerlo" Atenea descarga sobre el héroe una "fu­riosa locura" que lo impulsa a ejecutar su venganza sobre los re­baños en lugar de asesinar a los Atridas como era su intención. Hay, por lo tanto, otro PN de uso que permite, mediante una nueva dimensión temporal, inserta como puntualidad en el /aho­ra/ (vs. 450), operar desde su pasado inmediato. Los sujetos son: S, Ayax, S6 Atenea y el objeto la "locura".

Cuando un héroe actúa de modo contrario al sistema de disposiciones que conoce, su acción no es propiamente suya sino que le ha sido dictada por un sujeto-agente externo.

Asumido, en el plano cognoscitivo, su estado —empoc, (sec. 3, vs 440)— busca un hacer transformador en el plano pragmáti­co que le permita operar su performance y recuperar el objeto de valor perdido: nuij. Se verifica una aceptación del contrato pro­puesto por el Ddor (cdSúi;) y lo lleva a seleccionar las posibilida­des que restan para acceder al Cruce del umbral: "y ahora ¿qué debo hacer?".

9 Latella, G. Metodología y teoría semiótica. Buenos Aires. Hachette. 1985: 38.

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Preso en un mundo que lo odia, rechaza las dos primeras opciones: a) regresar a su patria, "Esto es insoportable" (vs. 466) y, b) combate singular con los troyanos, "Esto no es posible" (v. 470). Arriba así a la tercera opción: c) la prueba calificante para cruzar el umbral: "Debo emprender una prueba tal que...demos­traré...".

La conciencia que tiene Ayax de una ley exterior (los dioses, la TÚxu, la Necesidad) deja intacta su iniciativa y vuelve significa­tivo su sufrimiento. Ayax no "elige" como tampoco elige Agame­nón ni Aquiles ni Antígona. Admite alternativas y procede según le indica lo que podemos denominar su voz interior —la concien­cia o el mito—. Es un breve intervalo de palabras con las que el héroe recorre el camino que media entre el conocimiento, la ac­ción y el compromiso. La prueba calificante no hace hincapié en ei sentido de la libertad. Ei valor deóníico dei adjetivo verbal OiTrrréa le quita todo matiz de opción voluntaria para connotar un sentimiento de entrega al deber.

El saber recientemente adquirido por el Sujeto Ayax en el PN de base, es un saber sobre una carencia: su nurj. Es por eso que si la disjunción del sujeto con su nuij, transforma a ésta en Objeto de Valor Virtual; el saber que el sujeto posee de esta dis­junción ejerce una nueva transformación del Valor Virtual en Va­lor Actualizado. Hay pues una bi-isotopía que resulta primero del doble hacer cognoscitivo (virtual/actual) y en segundo lugar del valor modal/deber-hacer/ instaurado en el discurso por primera vez con la tercera opción.

El Sujeto-Agente que hasta aquí no era sino un querer-ser, ahora, gracias a la mediación del saber adquirido se ha transfor­mado en sujeto de un nuevo querer, el querer-deber y esto cons­tituye el punto de partida de los nuevos PN desarrollados en los monólogos siguientes.

La estructura profunda del primer monólogo, moldeada por la modalidad deóntica, afecta la competencia del Sujeto. El Ddor ejerce un hacer /"deber-hacer"/ sobre el Sujeto, pero no prescribe tal o cual "hacer". El sujeto coteja opciones para hallar el deber-hacer calificativo de su condición de eúyevijc. El cuadra­do semiótico recoge la estructura elemental bajo los siguientes semas:

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CONMINATORIO

+

r,fjv KOXÜC. • * ^ ?fjv KCOCÍÜC

/deber-hacer/ /deber no hacer/ prescripción N ^ ^ — prohibición

permisión ^ ^ ^ ^ autorización /no deber no-hacer/ _y^ ^ \ ^ / n o deber hacer/

napa nc CrrrriTta •< • . roiaoe

FACULTATIVO

Monólogo II: Es tado de competenc ia

AYAX- Tráelo, tráelo hasta aquí: no se espantará ante la vis­ta de estas víctimas recién degolladas, si en verdad mi hijo es igual a su padre. Hay que domarlo cuanto antes con las rudas leyes de su padre y hacer que se le asemeje totalmente en el temple. ¡Hijo, sé más dichoso que tu padre (550), iguálalo en todo y así nunca serás cobarde! Sin embargo ahora te envidio al menos esto; que no percibas ninguno de estos males; no pensar nada, esto es lo más dulce de la existencia, hasta que llegue un día en que aprendas qué es el placer y qué el sufrimiento (555). Cuando llegues a ese día, es preciso que tú demuestres entre los enemigos de tu padre quién eres y de qué padre has nacido. Hasta tanto, críate con esas brisas inocentes, nutriendo tu tierna alma, alegría de tu madre. Yo bien lo sé, ninguno de los aqueos te ultrajará (560) con in­juriosas afrentas, aunque yo te falte. Aunque ahora se halla distante, ocupado en cazar enemigos, te dejaré en Teucro un guardián protector e infatigable para que te eduque, ¡Solda­dos míos, tropa marina (565), también les confío a ustedes este favor común! Anuncíale además este encargo: que tras conducir este niño a casa, se lo muestre a Telamón y a mi ma­dre Eribea, para que sea constante sustento de su vejez (570), hasta que lleguen a las profundidades del dios infernal. Y mis armas, no las adjudicarán a los aqueos, ningún jurado ni mucho menos el que me ha apestado. Tú, niño mío, como

164 Sintaxis de la decisión trágica

indica tu propio nombre, Eurísaces, conserva el gran escudo indestructible (575), guarnecido con siete cueros de buey y manéjalo por su bien labrado correaje: que las otras armas sean sepultadas juntamente conmigo. Toma a este niño rápi­damente y enciérrate en la tienda, no llores públicamente. ¡Qué cosa fácil de enternecer es la mujer! (580) ¡Cierra pronto! No es propio de un médico sabio murmurar conjuros ante un mal que reclama amputación (582).

A partir del segundo monólogo se engloba la noción del sen­tido de pertenencia a un determinado orden cultural, en el que se funda ese nuevo querer-deber del Sujeto planteado al final del mo­nólogo anterior, con implicación de nuevos valores virtuales.

E. R. Dodds puntualiza: "La familia fue la piedra angular de la estructura social arcaica, la primera unidad organizada, el primer ámbito de la ley. Su organización, como en todas las so­ciedades indoeuropeas, era patriarcal; su ley era la patria potes­tad".10 El marco de esta herencia cultural perduró en Atenas hasta el siglo VI, en el cual las reformas de Solón permitieron ciertos cambios.

Es este estado de cosas el que se plasma en el Modelo Actancial definiendo claramente la figura del Destinador —con­ciencia filonómica— que obliga a Ayax a admitir su inclusión en un mundo sometido al cambio que impone un nuevo orden cultural, un vóuoc; diferente al suyo. Este Ddor instituye a Ayax como suje­to Agente negador, en su rol de Padre de ese nuevo orden, a tra­vés de la Ttai5eía transmitida a su Destinatario-Eurísaces;

Destinador

conciencia filonó­mica

Objeto

preservación del linaje

t

Destinatario

Eurísaces

Teucro y marine­ros salaminios

Adyuvante

Aíac

Sujeto

'Axaioí

Oponente

10 Dodds, E.R. Los griegos y lo irracional. Revista de Occidente, Madrid, 1960.

Graciela Maglia 165

Nos interesa la naturaleza de esta naxbeía que tiene como objeto la preservación del linaje y su relación con Ayax. En pri­mer lugar debemos verla como un vóuoc; totalmente previo al Drio, pero que hará posible su existencia futura de héroe y al cual éste debe obediencia y sumisión. Respecto a su padre, el hijo re­vela tener deberes pero no derechos. Los verbos de la sec. 10 con los que se define este querer-deber así lo expresan: "Hay que do­marlo pronto con las rudas leyes de su padre y hacer que se le ase­meje totalmente en el temple" (vs. 548-549).

La correspondencia entre la acción —moXoSauvsfv— y el ob­jeto de valor al que tiende, touoic, év vóuoic Ttarpóg, es una imagen perfecta del guerrero. Es una moral dura, impuesta por las duras circunstancias de una sociedad que conserva aún mucho de cicló­pea. La conciencia del Ddor es algo ásperamente reclamado por Ayax desde el comienzo: "Si en verdad es mi hijo, de la raza del padre" (vs. 547).

Enfrenta aquí a Eurísaces con la vista de la sangre "poder orgiástico que frenetiza al hombre"11 e implícitamente con la muerte de futuros enemigos, endureciendo su corazón, prepa­rándolo a sufrir.

El S Ayax representa el mundo de los mandamientos y prohibiciones, que pone obstáculos a la instintividad y a la sub­versión para expresar también el principio tradicional. IluXoSa-uveív instaura una metáfora biopsicológica de la naiSeía en la que el caballo, como símbolo de los deseos exaltados de los instintos, representa esa zona natural, inconsciente, instintiva, aún no do­mada.

El hijo rendía al padre la misma obediencia, indiscutible, que a su debido tiempo obtendría, a su vez, de sus hijos. Esto le permite al Ddor proyectarse en el Drio y usarlo como sustituto de sí mismo. Le impone el antiguo sentimiento de la solidaridad de la familia, sentimiento aristocratizante que engloba la trasmisión y conservación del linaje. Lo incluye además en una sociedad guerrera modeladora de un tipo de héroe que exhibe su valor en la defensa de su yévoc; y su okoc;: "Cuando a ese día llegues, es preciso que tú demuestres, entre los enemigos de tu padre quién eres y de qué padre has nacido" (vs. 556-57).

11 Cirlot, J.E, Diccionario de símbolos tradicionales. Miracle Editor. Barcelona: 139.

166 Sintaxis de la dedsión trágica

El sumo bien del hombre homérico no es disfrutar de una conciencia tranquila, sino disfrutar de nuij, de estimación públi­ca. El triunfo es, por lo tanto, la meta obligada de esta educación y el criterio decisivo es el valor y la capacidad de ser un apicnroc; a quien el éxito acompaña.

El PN2 deja así planteado el compromiso pedagógico de esta arcaica cultura de vergüenza. En él no entran los elementos dis-torsionadores de una sociedad en transición que están minando la conciencia filonómica del Ddor. Busca consolidar el lazo fami­liar, detener su relajamiento, ya iniciado con el reclamo, por par­te del individuo, de sus derechos y responsabilidades personales. Se manifiesta aquí también, sin duda, la oposición entre esta ;rca5dc( arcaica cuyo TÉXOC, está év vóuoir; üpoíg narpóc,, en un ser moldeado y la TtaiSeia sofística con la que el conflicto entre los de­rechos de padres e hijos se hizo consciente.

La confrontación entre la infancia y la madurez, que abarca la sec. II, refleja una serie de transformaciones psíquicas entre ambas etapas de la vida. Pone el acento en la ávaioGEcña propia de la in­fancia, es decir, en un estado de inconsciencia, de conflictos no re­conocidos, que una vez alcanzada la madurez aflorarán a través de la capacidad del ópoveiv. El recogimiento interior que implica c))póv-eaic, es una cualidad del alma, se la siente y se la vive, no se la razo­na. El Ddor asume primero el rol del pater familias homérico, el O'ÍKOIO avcci; y luego se humaniza en un rol de padre sensibilizado, envidioso de esa fíStcrrog píoc, que supone la niñez, durante la cual el ser humano aún no se culpa porque no sabe —p-áOric,— qué es el placer y qué el dolor: no reconoce los deseos de su corazón.

Se perciben extraños sentimientos de añoranza de una eta­pa de candidez e ignorancia (vs. 554), sobre todo con respecto al problema de la autoridad humana y divina. Este saber que, como adulto posee Ayax, se ve amenazado por una serie de circunstan­cias sociales que afectan la evolución de las relaciones familiares y hacen que su autoridad de padre recalque la necesidad de una sanción moral.

La misma modalidad del /deber/ había regido la prueba ca­lificativa que lo capacita para adquirir su competencia eñ el mo­nólogo primero. Se constata, pues, que/querer/y/deber/ se pre­sentan en este segundo monólogo íntimamente emparentados. Se distinguen por la forma en que organizan los programas narra-

Graciela Maglia y María del Carmen Cabrero 167

tivos: en tanto la modalidad del querer, se ejerce sobre una orga­nización reflexiva, la del deber será de tipo transitivo.

El tercer PN de base plantea la protección del vévog, me­diante la figura de Teucro, en primer lugar. Responde al deseo, característico de la educación homérica, de todo progenitor preo­cupado por iniciar a sus hijos en el aprendizaje de la vida, ponién­dolos en manos de hombres idóneos, para que, como sus tutores, los aconsejen y protejan.

El Sj Ayax —sujeto agente— en conjunción con un saber acerca de su destino (sec. 14), realiza una nueva conjunción con un saber (vs. 560) acerca de los hechos futuros que atañen al desti­no de su hijo. Este PN3 tiene subordinados PN de uso que lo com­plementan. Gracias al /hacer/ ejecutado por el S8, el S7, será con­ducido a Salamina y podrá operar la última parte del PN de base 3 que revierte la relación padre-hijo al proyectar la protección del hijo al padre-anciano. El niño como símbolo del futuro se recorta en oposición a la figura de los yéptovreg que significan el pasado, pero también la fase de la vida en que el anciano adquiere la misma simplicidad de la infancia y requiere, como ella, de ayuda y cobijo.

Este niño Drio, en quien proyecta todas sus obligaciones como héroe y como hijo de Telamón y Euribea, es el anuncio de que la metamorfosis espiritual, que hará de Ayax un sujeto Com­petente, va a producirse bajo signo favorable.

Los tres PN de base analizados hasta ahora han sido moda-lizados por el Sujeto de la enunciación dándoles el estatuto del deber-ser, propio de un sistema12 de coerciones y son asumidos como un saber-hacer, como un proceso virtual.

Finalmente, el PN de uso 3 pone al Drio en conjunción con el escudo-arma defensiva con poder autónomo, con la que su pa­dre sigue protegiéndolo del mundo de los adultos. Este don, ya implícito en la ceremonia de atribución del nombre EúpíoccKEc, —el de ancho escudo— parece decirle: "Tú no eres vulnerable".

Las otras armas, las que sirven para herir no escapan al des­tino de su dueño. El estado de conjunción preserva su status de guerrero. El último PN de uso introduce a Tecmesa como interlo-cutora y desvaloriza su presencia. El griego arcaico, dice Lasso de la Vega,13 cultiva cuidadosamente el nietzcheano pathos de la dis-

12 Cirlot, J.E. Op. Cit. 13 Lasso de la Vega, ].Ideales de laformacióngriega. Madrid. Rialp S.A. 1966.

2 68 Sintaxis de la decisión trágica

tancia: griego frente a bárbaro, hombre frente a mujer, adulto frente a niño.

El cuadrado semiótico reúne la estructura profunda de este segundo monólogo bajo la categoría modal virtualizante alética que instaura en el discurso la modalidad del /querer/.

El /querer/ pertenece al eje sujeto/objeto y por lo tanto ins­tituye al sujeto como tal, mientras que el /saber/ y el /poder/ que se plantean en los monólogos siguientes están en relación directa con el hacer.

Esta modalidad afecta, pues, la relación de estado conjun­tiva, disjuntiva o suspensiva, entre el héroe y su conciencia filo­nómica, porque ésta encierra, tanto la supeditación fáctica a su vóuoc, como el compromiso con su yévog, por el cual el héroe constituye y sostiene su cdSóx;:

ávSpetocKai . . ; , • * • KaKOC

eunixnc

/querer ser/ ^ " ^ ^ ^ ^ ^ /querer no ser/

/no querer no ser/ ^ ^ ^ _ ^ /no querer ser/

Ti¡) 7tá6ei uaSoc. •* • ((IIXOÍKTUJTOV

Monólogo III: Estado de competencia

AYAX- Todo lo invisible lo saca a la luz el largo e inconmen­surable tiempo y, una vez revelado, lo sepulta en las tinie­blas. Todo se puede esperar: tanto el terrible juramento como que las mentes más obstinadas se puedan quebrar. También yo, que me mantuve en terrible porfía por un tiem­po (650), como el acero al temple, suavicé mi filo, por mi mujer, pues me lastima abandonarla, desprotegida en medio de mis enemigos, y dejar huérfano al niño. Me voy a las praderas aledañas, al mar y a los baños para, tras purificar mis manchas (655), procurar escapar a la grave có­lera de la diosa. Me voy y, cuando encuentre un paraje inho­llado, ocultaré allí mi espada, la más odiosa de las armas, en-

Graciela Maglia y María del Carmen Cabrero 169

terrándola donde nadie la vea. ¡La noche y el mismo Infierno la protejan abajo! (660). Yo, por cierto, desde que la recibí en mi mano de las manos de Héctor, como regalo de mi mayor adversario, nada valioso pude hacer ante los ojos de los argivos. Es, pues, verdadero el proverbio de los mortales: los dones de los enemigos ni son dones ni dan provecho. (665) Así pues, en lo sucesivo sepamos ceder ante los dioses y aprendamos a venerar a los Atridas. Son los jefes, de modo que debemos obedecer; ¿por qué no? Lo más tremendo y aún lo más poderoso se somete ante los honores. Así el invierno de paso de nieve (670) da lugar al estío que se cuaja de frutos; el tenebroso ciclo de la noche se aleja ante la aurora de blancos caballos para que irradie su luz. El soplo de los terribles vientos duerme al retumbante mar; y el sueño que a todos vence (675) libera, aunque antes aprisionó, y no retiene para siempre lo que ha abrazado.

¿Cómo nosotros no hemos de aprender a ser prudentes? Yo acabo de aprender que al enemigo hay que odiarlo a tal punto que no impida que mañana se trueque en amigo, y que hay que amar al amigo (680) y socorrerlo como a quien no permanecerá siempre fiel. ¡Para la inmensa mayoría de los mortales resulta desleal el puerto de la amistad! Pero en lo que me concierne ya está bien. Tú, mujer, entra ahora y haz súplicas a los dioses (685) para que alcance mi corazón lo que con ansia desea. Y ustedes, compañeros, respétenme esto del mismo modo que ella, y a Teucro —cuando venga— díganle que cuide de nosotros y que se muestre benévolo con ustedes. Yo, pues, me voy allá donde debo ir (690). Ustedes hagan lo que les advierto y pronto, quizás, me entenderán: aunque ahora soy desdichado, estoy ya a salvo.

El tercer monólogo de Ayax despliega un nuevo plano iso­tópico en el que continúa la adquisición de su competencia mo­dal. Una primera segmentación revela cuatro macrosecuencias de ritmo binario:

-*• Tema/Mutabilidad vs. 646 - 653

• Tema/Purificación vs. 654 - 665

•*• Aspecto Pedagógico vs. 666 - 683

> Compromiso del vévoc, vs. 684 -692

170 Sintaxis de la decisión trágica

Esta estructura toma la forma sintáctica de una serie de programas narrativos que ejercen dos organizaciones modales.

Ambas revelan la presencia de un sujeto modalizador dife­rente del sujeto cuyo predicado es modalizado. Se llaman, pues, modalidades traslativas, ya que, en oposición a la relación transi­tiva que define la acción del hombre sobre las cosas, se trata aquí de la acción del hombre sobre el hombre o manipulación.

Ayax ejerce un /hacer-hacer/ que apoyado en un determi­nado esquema de veredicción establece de antemano el recorrido narrativo de los sujetos modalizados y, sobre todo, su competen­cia. Debemos señalar, por lo tanto, que el hacer de Ayax como su­jeto manipulador es producto de una nueva performance de orden estrictamente cognoscitivo. Se plantea así el problema de su pro­pia competencia cognoscitiva —como sujeto modalizador mis­mo— pues aquí se trata de un saber acerca de las virtualidades de la competencia de los sujetos a modalizar y en ello radica, enten­demos, la complejidad que suscita la interpretación de este mo­nólogo.

Proponemos desentrañar el juego de la verdad que maneja el corpus, planteando dos Modelos Actanciales. Aplicamos para ello la modalidad veredictoria. El predicado modal /el ser del ser/ es definido como una categoría que se descompone en /ser/ ver­sus /parecer/ y origina un cuadro semiótico:

Verdad

r N ser parecer

Secreto Mentira

no parecer no ser

V / Falsedad

Aquí el nivel de parecer/no parecer constituye el plano de la manifestación y el de ser/no ser es denominado inmanencia. El monólogo III nos lleva, entonces, a un análisis en dos niveles:

Graciela Maglia y María del Carmen Cabrero 171

Nivel del parecer: manifestación

Destinador

ética sofística

¿6r|Xi3venv <rró(ia

Adyuvante

Objeto

oio((ipo(TÚvn

t

Aíotc

Sujeto

->

<-

Destinatario

Tecmesa. Coro. Teucro

ética heroica

Oponente

Nivel del ser: inmanencia

Destinador

ética heroica

ilusión aneen]

Adyuvante

Objeto

búsqueda de purificación

t

Aíac

Sujeto

Destinatario

oEaco(j|jevov

protección del vévoc

Oponente

La isotopía que pone en correlación los dos esquemas tiene su clave en el eje Sujeto-Objeto. El sujeto-Ayax —común a los dos modelos— urde desde el comienzo del monólogo un plan que ins­cribe su acción en el ámbito de la intriga, ya que lo que le interesa es operar una manipulación cognoscitiva del yévog, manipulación efectuada por medio del estatuto del saber de la ética sofística.

La apertura del discurso, con una reflexión cosmológica en la que afloran ecos de la doctrina heradítea, da lugar a una refle­xión personal: É6nXúver|v crróua —ablandé mi filo—, la situación trágica del héroe, sustentada por la ostentación permanente de su propio yo, por el alto concepto de sí mismo. Su üf3pic, cede lugar a esta confesión ambigua, inspirada por la retórica sofística que a

172 Sintaxis de la decisión trágica

la vez que enseñaba a jugar con las palabras, enseñaba, también, la mutabilidad del poder en el mundo físico y humano y la necesi­dad de adaptación. En todos los niveles el hombre se siente peno­samente limitado hasta el punto de aprender el salto que va de la ostentación a la devaluación del yo.

Los dos niveles afloran, por primera vez, en la misma se­cuencia:

, , , . , , doblego mi identidad doblego mis palabras vs. , , ,

/el ser/ vs. /el parecer/

El estatuto de verdad de este PN se halla en la deixis de la Mentira y por eso los destinatarios, —Tecmesa-Coro—, reciben un saber-falso y no el saber-verdadero, pues éste, al tener el esta­tuto del secreto, sólo es conocido por el Sujeto del ser.

Ayax plantea su necesidad de entrar en conjunción con un /hacer-purificador/ que le permita lavar su deuda y reconciliar el equilibrio del cosmos, roto por su ate. Un hacer que lo libere defi­nitivamente de la terrible cólera de Atenea.

Tal programa narrativo debe inscribirse en la isotopía reli­giosa y necesita un lugar inhollado, que entre en conjunción con su hacer y se transforme en sagrado. Vemos proyectarse en esta se­cuencia el simbolismo del centro y sus implicaciones cosmológi­cas. "La noción de espacio sagrado —afirma Mircea Eliade—u

implica la idea de repetición de la hierofanía primordial que con­sagró aquel espacio, transfigurándolo, singularizándolo; en una palabra: aislándolo del espacio profano circundante". Por ser el lugar por donde pasa el axis mundi, canal de unión entre el cielo, la tierra y el Hades, la dialéctica del espacio sagrado es paradójica y ambivalente. Esta ambivalencia juega un papel fundamental en la construcción del siguiente programa narrativo.

Este PN6 que le permitirá aislarse, escapar a la mirada y al hacer vigilante del yévoc. para entrar en conjunción con el espacio sagrado, rige el programa narrativo de uso que opera el desplaza­miento desde el Espacio Paratópico (EP)/Tiendas de Ayax, hacia el Espacio Utópico (EU)/Lugar inhollado.

14 Eliade, M. Tratado de historia de las religiones. Madrid. Cristiandad. 1981.

Graciela Maglia y María del Carmen Cabrero 173

El análisis de la organización espacial del corpus corrobora la relación que establece el sujeto-manipulador con el espacio ri­tual, en donde llevará a cabo su performance, gracias a la soledad que obtiene como fruto de su manipulación. La conjunción del héroe con el Espacio Utópico implica un Hacer-Purificador:

HACER PURIFICADOR

V E R D A D

ser parecer

o H héroe n agua (s. 23) w héroe O. espada * héroe n espada (s. 25)

héroe O. tierra « (s. 25)

HACER MORTAL -> MONÓLOGO IV

no parecer

Este Hacer-Purificador se inscribe claramente en la Deixis del Secreto, sobre la cual recae la conjunción del héroe con su espada, dilatándose y culminando con el Monólogo IV como Hacer Mortal.

El agua y la espada tienen un rico simbolismo como ins­trumentos de purificación. La descripción no recae sobre las acciones rituales propiamente dichas, pero la mención de es­tos dos símbolos a través de los lexemas Xourpá y eyxog alude concretamente al rito: TÓ Xourpóv era el lugar donde se efec­tuaba la inmersión en las aguas que liberaban al sujeto de im­purezas físicas y espirituales. El campo semántico se comple­ta con el lexema XvJua6a, de TÓ Xüpct, el agua usada en una puri­ficación y cryvíaac,, de áyvígtü, llevar a cabo los ritos que purifican por el agua, TÓ zvypc, alude a cualquier tipo de arma, también se­ñala la espada.

Ayax se desprende de este don que procede de su peor ene­migo y que, como tal, se inscribe como un don negativo: "Los do­nes de los enemigos ni son dones si dan provecho" vs. 665. Este proverbio alude al canto VII de Ilíada, donde Homero relata el combate singular de Héctor y Ayax. Ambos salieron victoriosos y por intervención de los heraldos se suspendió la lucha, intercam-

1 74 Sintaxis de la decisión trágica

biándose magníficos dones: Ayax a Héctor: tahalí púrpura; Héc­tor a Ayax: espada de argénteos clavos.15

Reiteradamente hallamos en el teatro de Sófocles la idea de que los muertos matan a los vivos. Ayax y Héctor, tradicionales enemigos, intercambian presentes que luego les resultarían leta­les. Así lo señala Teucro, en esta tragedia, cuando encuentra muerto a Ayax con la espada que recibiera de Héctor. El don de Héctor recorre todo el corpus protagonizando diferentes progra­mas narrativos, en los que Ayax juega con su doble poder: crea­dor y destructor. Su poder destructor la configura, al comienzo de la obra, como el instrumento de exterminio con el que Ayax, en su ceguera, ha dado muerte al ganado. Ahora, sepultándola en la tierra sagrada, Ayax reúne dos símbolos del eje del mundo que confluyen y provocan la inversión de ese poder negativo:

TEUCRO: Debías haber pensado que con el tiempo, muerto Héctor te debía matar... Héctor, con el cinturón que de éste recibió como regalo, atado al carro (de Aquiles), fue destro­zado poco a poco hasta que perdió la vida; y éste con esta es­pada que en cambio recibió de aquél, se suicidó con golpe mortal (vs. 1027 y s.s.).

Espada n espacio sagrado: de esta conjunción surge un nuevo efecto del hacer-manipulador. En efecto, en el nivel del ser sabemos que es el puño lo que está clavado en tierra; en el nivel del parecer el mitema del ocultamiento alude a sepultura (xpúipto), a desaparición total (uf| TÍCJ otperai). Su poder creador nace de esta manipulación de la verdad que mantiene su empleo como instrumento de purifica­ción psíquica en la deixis del secreto. Para efectuar las funciones que operan el hacer purificador, el sujeto-Ayax elabora una serie de sub­programas narrativos regidos por la modalidad factitiva. Su hacer persuasivo está destinado a provocar en sus destinatarios (Tecme-sa-Coro) un hacer interpretativo que responda a la modalidad volitiva de /querer estar/ en disjunción con el héroe. La manipulación se presenta en el cuadro semiótico en el eje del parecer:

15 Homero. Ilíada. C.VII: v.300 y ss. "Hagámonos magníficos regalos para que digan Aqueos y Teucros; Combatieron con roedor encono y se sepa­raron unidos por la amistad —cuando hubo dicho esto, entregó a Ayante una espada guarnecida con argénteos clavos, ofreciéndosela con la vaina y el bien cortado ceñidor; y Ayante regaló a Héctor un vistoso tahali teñi­do de púrpura. Separáronse luego, volviendo el uno a las tropas aqueas y el otro al ejército de ios teucros".

Graciela Maglia y María del Carmen Cabrero 175

ser

/hacer-hacer/ <

parecer

• hacer no hacer

no parecer

no hacer no hacer

no ser

no hacer hacer

Los subprogramas que ejercen este /hacer no hacer/ produ­cen la ártá-rn, el engaño, la ilusión, característica del teatro sofo­cleo. Con ella el sujeto manipulador logra, en este caso, que el yévoc, no intervenga; lo excluye de su performance.

Los dos tipos de hacer cognoscitivo —persuasivo e inter­pretativo— se corresponden con las dos posiciones actanciales: la del Destinador, que busca la aceptación de su saber por parte del Destinatario, y la del Destinatario que tiende a descifrar ese saber según su propio código modal.

El conectivo Toryáp vincula directamente con los proverbios del comienzo del monólogo. La libertad, que Ayax niega primero a la naturaleza, sometida a una ley inflexible, se la niega también, ahora, al hombre. Deja así de ser un ser libre y polémico. Aprende: eiaóiisaQa pa6qaópga6a, una política de obediencia y sometimien­to que da lugar a un Hacer-Político:

héroe

no parecer

HACER POLÍTICO

V E R D A D

vs

n

parecer

oÉ(3tiv

obediencia

no ser

El hacer Político se proyecta sobre la Deixis de la Mentira mostrando que la conjunción del Héroe con una política de obe­diencia y sometimiento a los que detentan el poder es totalmente ajena al plano del ser. El cruce de verbos que se efectúa en el nivel del parecer indica ese mundo cambiado que Ayax observa a su al-

176 Sintaxis de la decisión trágica

rededor, donde la disposición interior del hombre frente a lo sa­grado se ha roto y los dos mundos, el cósmico y el político, con­fluyen inarmónicamente.

Arabos verbos, EI'KEIV y oÉfieiv, significan básicamente retroce­der y por ende ceder ante algún tipo de poder. La acción verbal que corresponde al plano divino es la que indica el lexema /OÉ^EIV/

atribuido como predicado a 'ArpeíSac. La del lexema /EI'KEIV/

alude a un hacer que se ejerce en el plano humano e integra fre­cuentemente el vocabulario militar (retroceder, recular ante el enemigo); aquí lo hallamos atribuido como predicado a GEOTC,.

El hacer interpretativo del destinatario ve en esta secuencia la resignada aceptación del héroe hacia los cambios de TÚXM que otorga el poder y exige obediencia a quienes lo detentan: "Son los jefes, de modo que debemos obedecer" vs. 668.

Un acto persuasivo compromete doblemente a los destina­tarios con el desafío retórico de la EÜoépEicc, esa piedad hacia los dio­ses que se enmascara aquí bajo una política de adaptación y ejerce un /saber someterse/ a los decretos de xúxq, complemento ideal de la falta de libertad y de la debilidad del hombre.

A continuación, se inicia la metáfora física portadora de un nuevo /hacer/, el Hacer-Cósmico. El conflicto ya planteado polí­ticamente en los versos anteriores, continúa su desarrollo en una vertiente diferente. La concepción dinámica del cosmos como un todo animado por las Leyes, impulsos y ritmos binarios se organi­za en dos deixis de valoración contrapuesta afectadas por la cate­goría tímica euforia/di sforia:

HACER CÓSMICO

Disforia (-)

Invierno

Noche

Viento

Sueño

Esterilidad

Euforia (+)

Verano

Día

Mar

Vigilia

Fecundidad

Los sememas de la deixis eufórica connotan la noción, de fe­cundidad: el verano, cargado de frutos; el día, que irradia luz; el

Graciela Maglia y María del Carmen Cabrero 177

mar, origen de la vida; la vigilia, tiempo del hombre consciente de sí mismo y dueño de su hacer-creador.

La deixis disfórica está integrada por una categoría semémica opuesta, que comporta valores negativos para la concepción vita-lista griega y produce el efecto de sentido esterilidad: el invierno de paso de nieve; la noche angustiante que en medio de las tinie­blas promete el día; el viento, poseído de cierto aspecto malévolo; el sueño, como ausencia de consciencia, especie de poder supe­rior, externo, que domina transitoriamente al hombre.

Este hacer-cósmico configura un universo axiológico que contribuye a esclarecer el sentido del monólogo persuadiendo de que nunca deja de cumplirse la legalidad cósmica (EÍuapuÉvn): lo infértil da paso a lo fecundo y le cede el poder.

Esta ley que preside con perpetua regularidad el movimien­to del cosmos es la clara conciencia de una legalidad inmanente de las cosas. No se trata de leyes que están sobre la naturaleza de las cosas: las cosas mismas, en su mutuo movimiento, son las que producen la justicia cósmica.16

A continuación, se plantea como pregunta retórica que ma­nipula el hacer-interpretativo del destinatario: "¿Cómo entonces no hemos de aprender a ser prudentes?" (vs 677).

La Ética Sofística —Ddor en el nivel del Parecer— identifica a la justicia con el movimiento político de la ciudad, regido por la TÚxn- Es una concepción fatalista que condiciona al héroe a una actitud de pasividad extraña a su temple. Estas determinaciones apuntan a configurar en los Destinatarios (Tecmesa-Coro), una dimensión cognoscitiva engañosa.

La Ética Heroica —Destinador en el nivel del ser— identifi­ca la justicia con la idea de la legalidad cósmica, EÍuapuévr), que implica, además, la responsabilidad del hombre como uno de sus componentes activos. Es una idea de justicia que no deja de ser contradictoria, pero en ella se halla el germen de lo heroico que dará origen al conflicto trágico de Ayax.

El Destinatario de esta ética es, pues, la salvación del héroe, —oEotoouÉvov— y ella implica morir OavEív. La noción de justicia, identificada con el orden cósmico, con el movimiento natural del ser y con el movimiento político de la comunidad fue claramente expre-

16 Cfr. Jaeger, W. Paideia. México. F.C.E. 1980.

178 Sintaxis de la decisión trágica

sada por Amaximandro.17 Esta visión de la justicia como un cos­mos, englobada en el Demarcador tiene el estatuto del Secreto.

Se produce un nuevo salto hacia el tema de la mutabilidad. Ahora el centro de la reflexión son las relaciones humanas: la fluctuación de la vida social que transforma en enemigos a los que hoy son nuestros amigos y a la inversa: "Para la inmensa ma­yoría de los mortales resulta desleal el puerto de la amistad" (vs. 682-683).

La sentencia de Anaximandro, fluyendo desde la /ética he­roica/, en el nivel del ser, como señalamos, ya encierra la visión polémica del mundo que nos dará Herádito, presente en la /ética sofística/ del nivel del parecer. El hacer político, el hacer social, el hacer individual, revelan que: el mundo cambiando, reposa.

Ayax ha entrado en conjunción con este saber y lo usa para manipular a su vévoc pero no le sirve para cumplir su performance porque se siente ajeno a él. Discursivamente, estos contenidos que dieron lugar al PN5 y al PN6 se despliegan en dos programas narrativos de uso: pn : y pn2. Ambos tienen un recorrido paralelo en el nivel del parecer: p n / y pn2'.

Demarcador 6 vs. Demarcador 5

. . . de modo que debemos aprendamos sofrosxne , . . ,

obedecer; ícomo no?

Monólogo IV

AYAX- Ya el acero homicida está erguido de tal modo que resulte el más cortante ¡como si alguien tuviera paz para considerarlo! Fue regalo de Héctor, el hombre más aborreci­do por mí entre todos los extranjeros y el más odioso de ver. Está clavado en la enemiga tierra troyana recién afilado con la piedra que corroe el hierro (820). Lo he hundido bien, yo mismo, tras prepararlo con esmero, lo más benévolo conmi­go, para morir de una vez. Así estamos dispuestos. Fuera de esto, tú mismo, el primero

17 Cfr. Kirk- G.S. y Raven, J.E. Los filósofos presocráticos. Madrid. Gredos. 1981. "Las cosas tienen que cumplir la pena y sufrir la expiación que se deben recíprocamente por su injusticia según los decretos del tiempo". (Frag. 103 A).

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—¡oh Zeus!— como es natural, ayúdame. No te pediré al­canzar larga vejez (825); envía en mi nombre algún mensaje­ro que lleve la triste noticia a Teucro, para que sea él el pri­mero que me levante cuando me halle traspasado por esta espada recién bañada en sangre. No sea que mis enemigos me sorprendan antes y sea arrojado para presa de perros y buitres. (830) Esto te imploro, ¡oh Zeus! Invoco, además, al Hermes que conduce a los infiernos: que me aletargue dulcemente, sin espasmos, con certero salto, cuando desgarre mi pecho con esta espada. Suplico a las vírgenes perennes, protectoras, (835) que per­manentemente vigilan todos los padecimientos humanos, a las venerables Erinias, de ágiles pies, para que sepan cómo, desdichado, perezco a causa de los Atridas.

Y ojalá, a éstos, cobardes e infames los precipiten a la más funesta ruina. Así, como me ven a mí (840) sucumbir, heri­do por mi propia mano, así, sucumban ellos a manos de los seres que más aman. ¡Vuelen, veloces y vengadoras Erinias; ceben vuestra ira en todo el ejército y no perdonen a nadie. Y tú, Sol, que recorres el inaccesible cielo con tu carro alado (845), cuando veas la tierra de mis padres, retén la dorada rienda y anuncia mi ceguera y mi infortunio a mi anciano pa­dre y a mi desventurada madre. ¡Ah, desdichada! cuando oiga esta noticia (850) proferirá profundos gemidos por toda la ciudad. Pero es inútil detenerse en estos vanos lamentos. ¡Vamos, hay que comenzar pronto la tarea! i Oh muerte, muerte, ya es hora de que pongas tus ojos en mí! aunque pronto hablaré contigo de igual a igual ( 855). ¡A ti, oh esplendor resplandeciente día y al sol que conduce el carro, me dirijo, por última vez y ya nunca más! ¡Oh luz, oh suelo sagrado de mi tierra patria, Salamina; oh sede del fuego del hogar paterno (860); oh Atenas gloriosa y progenie con la que me crié y fuentes y ríos de aquí y plani­cies troyanas los saludo: ¡adiós, oh sustentos míos! Ayax les hace oír esta última palabra, pues en lo sucesivo en la man­sión de Hades, hablaré con los de allí abajo (865).

Performance principal

Asumido su estado de competencia el Sujeto-Ayax busca en el plano pragmático un hacer transformador que le permita con­juntarse con su objeto de Valor: Muerte. Este hacer es concebido

180 Sintaxis de la decisión trágica

como una actualización reflexiva del Sujeto que implica renun­ciación a la vida y resulta de una Performance Modal que le permi­tirá ejecutar la Prueba Glorificante.

Alejados de la escena los otros personajes, incluso el coro, como fruto de la competencia operada con el hacer-persuasivo del Monólogo III, la soledad en la que se encuentra el Sujeto le permitirá operar la inversión de la situación anterior. En efecto, tiene lugar aquí el resurgimiento del Sujeto del Ser sin alternar más con el del Parecer. La acción se despliega, de ahí en más, so­bre la Isotopía de la Verdad. Dos hechos claves van configurando su performance: la adquisición del saber sobre el valor de la Muerte y la adquisición del saber sobre el poder dominador de Aden. So­bre esta base se perfila el siguiente modelo actancial:

Destinador

Aíioi

plano divino

Adyuvante

->

->

Objeto

6óevaToc

t

Aíac

Sujeto

->

<-

Destinatario

salud cósmica

vida

Oponente

La conjunción del Sujeto con el Objeto Oávaroi; es el último tramo de su peregrinaje, aceptado como instrumento y término de su áscesis purificadera. Tiene como Destinatario la /salud del cosmos/ pero conlleva la propia salud, ya que todas las modaliza-ciones del Sujeto han estado regidas por el vóuoc, que encarna en este modelo el Destinador: Aíicn. El Sujeto se comportaría como un esclavo si prefiriera la /vida/ a la /salvación/, aunque esta im­plique /eávarocy.

aceptación -> /no vida/ -> salvación

rechazo -> /vida/ -> esclavitud

La búsqueda de eávaroc. está basada en un programa narra­tivo centrado en el /poder-hacer/ del Sujeto. Al ser proyectado en el Cuadro Semiótico produce el correspondiente Modelo Consti­tucional:

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Poder-hacer (libertad)

(obediencia) /ctrac yópoc/

no poder- no hacer

Poder-no hacer /aüro(|)aYf|c/

(independencia)

(impotencia) /Cflv/

no poder-hacer

Remarcamos el término S —libertad— y lo confrontamos con su término complementario P —necesidad— en el modelo del /poder-ser/. Se pone así de relieve esta ardua libertad que Ayax asume, que tiene el rostro de la necesidad: la necesidad de suicidarse es su libertad ya que S presupone P:

S: poder-hacer = libertad P: no poder-no ser = necesidad Ayax no puede negar su libertad, como no puede descono­

cer su destino porque su libertad no es suya, como sus riquezas o su vida. La propia vida puede negarla exponiéndola en el campo de batalla. Lo que no puede es traicionar, negar, el vópog en el cual se dan ser y libertad.

En Sófocles las acciones humanas no se hallan controladas por los dioses pero, puesto que Aúm trabaja a través del curso na­tural de los acontecimientos, Ayax no es un Sujeto independiente (P) para /poder-no hacer/. Ese principio de orden, que prevalece en el universo físico y humano, manteniendo el equilibrio de fuerzas, nos garantiza como Destinador que los hechos no ocu­rren por azar. Están destinados a ocurrir así, pues los asuntos hu­manos obedecen a una ley. Queda así en evidencia el plano peda­gógico de la enunciación en la tragedia sofódea. La performance se opera a través de tres programas narrativos de base: Hacer Mor­tal, Hacer Ritual y Despedida.

El Hacer Mortal tiene como protagonista a la espada. Arma de doble filo, dual, también, en cuanto a sus poderes, instrumen­to de ataque de los enemigos, ofensiva y por ende ajena a la idio-

182 Sintaxis de la decisión trágica

sincrasia de Ayax, cuyo armamento esencial está dado por su es­cudo y la lanza no arrojadiza.

El hacer manipulador de Ayax, en el Monólogo III, transfor­ma la espada, hasta ahora tan sólo un instrumento de muerte, en un instrumento de purificación. Este nuevo poder del arma es creador en tanto que, al quitarle la vida, le permite acceder a un nuevo estado, regenerador de la vida, que lo conjunta con su nuij. Este primer programa narrativo opera a través de un PN de uso en el que la espada se convierte en Sujeto Operador del Hacer Mortal.

Mediante un desembrague actancial asoma, una vez más, el odio que Ayax profesa a Héctor. Además del combate singular,18

Héctor y Ayax se enfrentan en numerosas ocasiones.19 Transfiere los valores negativos que encierra su espada a la figura del héroe troyano, paradigma de todo lo que Ayax no pudo ser: hijo ejem­plar, arquetipo social, familiar y guerrero.

La rivalidad entre Ayax y Héctor es tradicional y aparece en la Ilíada ilustrada en diversas situaciones —Ayax era el mejor de los aqueos después de Aquiles— máximo enemigo de Héctor, y encabe­zaba la armada griega contra Troya en ausencia del Pelida. Las tiendas de Ayax ocupaban el extremo izquierdo, opuesto a Aqui­les, pues ambos eran el sostén de los aqueos.20

Por medio del Hacer Ritual, el Sujeto opera la conjunción con los dioses celestiales e infernales, reclamando así que su competencia implica también una áscesis en la que la piedad no está ausente. Su voz se alza por última vez para modular una ple­garia, que es de por sí la más primitiva manifestación de religiosi­dad, ya que el consuelo producido en la adversidad por la oración tampoco les era desconocido a los héroes homéricos. Lo hace en un tono persuasivo, que presupone, por su parte, una fe firme en el orden de las cosas y en la benevolencia divina. No hay coacción sobre la voluntad de los dioses, sino exhortación y ruego: otpxE-aov, ayúdame; anfjaouai, te pido; TtpoorpÉTrw, te imploro; KOCX.W,

suplico; uoXwv £mcn<£<t)at, ven a socorrerme.

18 {Ilíada, VII 183 y ss) 19 {Ilíada XI, 558; XIII, 810; XIV, 402; XV, 415; XVI, 358; XVII, 282; XVIII,

148) 20 {Ilíada, VHI, 212).

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Los semas verbales encierran, por cierto, el reconocimiento tácito de que los dioses aprobarán su derecho a defender su ho­nor con el suicidio. Aunque el derecho no pueda ser afirmado, existe. Pero en última instancia el hombre depende de los dioses y sólo con su ayuda puede obtener éxito.

Este Hacer Ritual tiene el carácter formulario característico de las plegarias de los héroes homéricos, respetando sus dos mo­mentos esenciales: en primer lugar hay una invocación a la Divi­nidad en la cual se especifican sus títulos y atributos: EmKXr|cn<;. Luego, se expresa la súplica concreta que se presenta casi como la reclamación de un derecho: EÜxfj. Falta la alusión a los mereci­mientos personales que confieren derechos al suplicante.

Ayax se dirige a las divinidades celestiales, a través de las fi­guras de Zeus y Helios, y a las crónicas, representadas por Her­mes y las Erinnias. Dentro de nuestro corpus, los dioses son lla­mados directamente por su nombre pues esta circunstancia espe­cial implica una interpelación directa a la divinidad. El dios apa­rece, entonces, enmarcado en la estricta esfera de la actividad a la que se apela.

Zeus, en cuanto supremo entre los dioses y representante del cuerpo divino, es invocado primero. Su autoridad relevante y su soberanía se recortan en forma muy escueta pero tajante: "Tú el primero, oh Zeus, como es natural, asísteme" (vs. 623).

Al supremo dios celestial le pide que sea Teucro quien des­cubra primero el cadáver con el fin de no ser vituperado por el enemigo. En cierto modo, Sófocles preanuncia el tema del entie­rro, que ocupará la segunda parte de la tragedia. Allí reelabora lo que dice el mito en cuanto a la privación de los ritos funerarios correspondientes al cadáver de un héroe y reemplaza cremación versus inhumación versus no entierro.

La plegaria dirige luego su voz hacia Hermes, acentuando su misión de acompañar al Hades las almas de los difuntos. Se trata de Hermes Infernal —Psicopompo—, guía de ultratumba.

De este modo las dos comunidades divinas, la urania y la ctónica, están presentes en la oración. El dios invocado en cada ocasión se perfila como único o como el más poderoso y repre­senta a toda la comunidad divina.

En la plegaria a las Erinias hay una minuciosa y reiterada alusión a sus epítetos, que refuerzan las circunstancias en que se

184 Sintaxis de la decisión trágica

efectúa su interpelación. Ayax las invoca largamente preparando así la maldición: "Invoco también a las vírgenes perennes, protec­toras, que vigilan indormibles todos los padecimientos huma­nos, a las veneradas Erinias de veloz andar... Ea, vengadoras y perseguidoras Erinias..." (vs. 835-843). Las vengadoras, las Eri­nias, se encargan de velar por el cumplimiento de la maldición que castiga la violación de los juramentos.

La última invocación se dirige nuevamente a un dios celes­tial: Helios 5i(|)pr|XaT¿5v. Con este epíteto alude ya a la súplica que le va a encomendar.21

El Hacer Ritual del Monólogo IV se presenta como una ac­ción ejecutada por el Sujeto mismo para entrar en conjunción con diferentes objetos concretos. En la invocación a Zeus: anunciar su muerte a Teucro y comprometerlo en la tarea que será clave en ei resto de ia tragedia. Por io tanto, ei cumplimiento de este pro­grama narrativo es la llave que abre los nuevos programas del drama:

En la EÜXN a las Erinias: les implora el castigo y la destruc­ción de quienes son ahora sus enemigos —los Atridas y todo el ejército— por perjurio, al negarle las armas de Aquiles. El jura­mento, sagrado en su esencia, era uno de los imperativos del có­digo del honor heroico. En su eúxrj a Helios, Ayax le pide anunciar su infortunio y su destino a sus padres. Entre este Hacer Ritual y la Despedida se inserta un verso netamente pragmático, que constituye otra arista de la deixis de la persuasión. Hay un que­rer-poder hacer y el sujeto de la enunciación se halla inmerso como Destinatario de este acto de habla: "Pero es inútil detener­se en estos vanos lamentos; ¡ea comencemos rápidamente!" vs. 853-53.

El programa narrativo de base del Hacer Mortal se halla casi al final del corpus (en los versos 854/55). Revela con plenitud que el Sujeto-Ayax se siente ya muy cerca del Objeto de su bús­queda y anhela entrar en conjunción.

La Performance Principal ha operado la transformación del Sujeto (héroe) que, de un Estado Inicial (1) sin junción con su Objeto de Valor (rtuij) modalizado por las categorías del deber

21 La acción de suplicar había sido encomendada por Ayax a Tecmesa y al Coro en el Monólogo III, vs. 686: "Haz súplicas a los dioses para que al­cance mi corazón lo que con ansia desea".

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(Monólogo I), el querer (Monólogo II) y el saber (Monólogo III), se ha convertido en un Sujeto Operador apto para pasar del Esta­do I al Estado II: S-Ayax fl Oávarog.

A la aparición de eávcrroc, —que implica conjunción con la noche y la oscuridad— le sigue el micro-relato de Despedida de la vida:

S U O / vida S n O / muerte

Disjunción cognoscitiva Conjunción pragmática con los valores de la vida con los valores de la muerte

La despedida está estructurada en una gradación diacróni-ca-diatópica que refleja el recorrido de la propia existencia de Ayax. Comienza por el día, la luz, como diametralmente opues­tos a la noche de la muerte. Sigue por Salamina, su tierra patria; Atenas y parientes de su vévoc, y concluye en Troya, lugar en el cual culmina su historia. Ayax saluda al mundo físico a través de los cuatro elementos. Es curioso que su último adiós a la natura­leza ocupe un lugar prioritario y no haya más que una vaga alu­sión a las relaciones afectivas que ha entablado en su vida.

El paso de la vida a la muerte implica:

dolor cognoscitivo <-> alegría somática

i i

SOL MUERTE

/luz-día/ /noche-oscuridad/ Salamina- Hades

sede del hogar-Atenas

Glosario de términos semióticas21

Competencia: capacidad del S. Operador para realizar la transformación. Debe poseer cuatro condiciones o modalidades,

/querer hacer/; /poder hacer/; /saber hacer/; /deber hacer/.

22 Las definiciones del Glosario de términos semióticos han sido extracta­das de: Greimas AJ. y Courtés, J. Semiótica. Diccionario razonado de la teo­ría del lenguaje. Gredos. Madrid. 1982.

186 Sintaxis de la decisión trágica

Cuadro semiótico: es la representación visual de la articula­ción lógica de una categoría semántica cualquiera. Estructura elemental de la significación definida como relación entre, al me­nos, dos términos. Sólo descansa en una distinción de oposición que caracteriza al eje paradigmático del lenguaje. Es suficiente, por lo tanto, para constituir un paradigma compuesto de n térmi­nos. Su representación gráfica es la siguiente.

51 i • S2

52 SI donde: relación de contradicción i • relación de contrariedad S relación de complementariedad 51 - S2: eje de los contrarios 52 - SI: eje de los subcontrarios 51 - SI: esquema positivo 52 - S2: esquema negativo 51 - S2: deixis positiva 52 - SI: deixis negativa Deónticas (modalidades): la estructura modal deóntica apare­

ce cuando el enunciado modal, teniendo como predicado el de­ber, determina el enunciado de hacer. La proyección binaria en el cuadro semiótico de esta estructura permite la formulación de la categoría modal deóntica:

deber hacer deber no hacer

no deber no hacer no deber hacer

Desembrague: expulsión, fuera de la instancia de la enuncia­ción, de los términos categóricos que sirven de soporte al enun­ciado. Si se concibe la instancia de la enunciación como un sin­cretismo de "yo-aquí-ahora", el desembrague consistirá en inau­gurar el enunciado y articular la instancia de la enunciación mis­ma.

El desembrague actancial consistirá en disyuntar el sujeto de la enunciación, un no-yo, y proyectarlo en el enunciado. El de­sembrague temporal postula un no-ahora distinto del tiempo de

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la enunciación y el desembrague espacial opone al lugar de la enunciación un no-aquí.

Disjunción: se utiliza en los procedimientos de segmenta­ción para denominar los criterios que permiten introducir lo dis­continuo en la continuidad sintagmática del discurso.

Embrague: designa el efecto de retorno de la enunciación, exigido por la suspensión de la oposición entre ciertos términos de las categorías de persona y/o espacio y/o tiempo, así como por la denegación de la instancia del enunciado. Todo embrague pre­supone una operación de desembrague anterior.

Encajadura: la encajadura es un procedimiento complemen­tario de la localización espacial o temporal que depende de la subarticulación de la categoría de concomitancia. E. Temporal: un período está incluido dentro de otro período y el programa na­rrativo se encuentra entonces doblemente localizado.

Enunciado: en sentido general, enunciado es toda magnitud provista de sentido, dependiente de la cadena hablada o del texto escrito, previa a cualquier análisis lingüístico o lógico.

Enunciación de estado: representados como: "F junción (S; O)". Dado que la junción se articula en dos términos contradicto­rios (conjunción-disjunción) se hacen posibles dos tipos de enunciados de estado: conjuntivos (SnO)y disjuntivos (S UO).

Enunciación de hacer: representados como: "F transformación (S; O)" explican el paso de un estado a otro.

Estado: relaciones de conjunción (D) o disjunción (U) entre sujeto de Estado (S) y un objeto (O). Expresado por verbos de ser o tener.

Estructura profunda: opuestas en semiótica a las estructuras superficiales. Estas dependen del dominio de lo observable. Las otras son subyacentes al enunciado. La profundidad está ligada a la semántica (y sugiere cierta "calidad" de significación) y/o la di­ficultad de su desciframiento.

Ambos tipos de estructura sirven para designar, una, la po­sición de partida, y la otra, el punto de llegada de una cadena de transformaciones que se presenta como un proceso de genera­ción, como un recorrido generativo de conjunto, dentro del que cabe distinguir tantas etapas e hitos como sea necesario para la claridad de la explicación.

188 Sintaxis de la decisión trágica

Función (semiótica): es la relación que existe entre la forma de la expresión y la del contenido. Definida como presuposición recíproca, esta relación es constituyente de los signos y —por este hecho— creadora de efectos de sentido. El acto de lenguaje consiste sobre todo en establecer la función semiótica.

Isotopía: Inicialmente iteratividad a lo largo de una cadena sintagmática de dasemas que aseguran al discurso enunciado su homogeneidad. Posteriormente, el concepto se extendió y desig­nó la recurrencia de categorías sémicas tanto temáticas (abstrac­tas) o figurativas.

Lexema: constituido por un conjunto de sememas (que —eventualmente— puede ser monosémico) reunidos por un nú­cleo sémico común. El lexema es —en cuanto reunión de seme­mas— el resultado del desarrollo histórico de una lengua natural.

Objeto de valor: en ei marco de ia reflexión epistemológica, objeto es lo pensado o percibido, en tanto que distinto del acto de pensar o percibir y del sujeto que lo piensa o lo percibe, sólo la re­lación entre el sujeto cognoscente y el objeto de conocimiento los constituye a éstos como existentes y entre sí distintos. Resultado de la construcción efectuada por el sujeto cognoscente, el objeto semiótico se reduce a puntos de intersección entre el conjunto de sus relaciones. El objeto de valor se define como el lugar del sen­timiento de los valores o de las determinaciones con los que el sujeto está conjunto o disjunto.

Parecer: es el término positivo del esquema de la manifesta­ción que depende del cuadro semiótico sobre el que se encuentra proyectada la categoría modal de la veridicción. El término pare­cer estar en relación de contrariedad con el de ser (entendido, en este sentido, como término positivo del esquema de la inmanen­cia) . La doble operación que tiene por efecto la aserción de los términos parecer y ser, produce el término veridictorio complejo llamado verdad (que caracteriza un estado del cual se dice que "parece" y "es" al mismo tiempo). La categoría de la veridicción está constituida por la puesta en correlación de dos esquemas; el esquema parecer/no parecer es llamado manifestación, y el de ser/no ser, inmanencia. Entre estas dos dimensiones de la exis­tencia se cumple el "juego de la verdad".

Performance: trátese de un PN simple o complejo, el conjun­to sintagmático así reconocido corresponde a la "performance del

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sujeto", a condición de que los sujetos de hacer y de estado estén en sincretismo en un actor determinado. El PN llamado perfor­mance presupone el PN de la competencia. El resultado del enca­denamiento lógico entre ambas es denominado recorrido narrati­vo, nueva unidad sintáctica jerárquicamente superior.

Perlocutorio (acto): la enunciación sirve a fines más lejanos que el interlocutor puede no comprender. Así, al interrogar a al­guien podemos tener la intención de ayudarlo, de perturbarlo, de hacerle creer que apreciamos su opinión, etc. Este acto de habla implica que el oyente también realiza una acción: la de ser per­suadido. Acto locutorio, en cambio, es un hecho de habla que transmite una información sin intención de modificar la concien­cia del oyente.

Plano cognitivo: plano del reconocimiento en donde se da un "saber" acerca del "hacer" y del "ser" de los actores.

Plano pragmático: en él se operan las transformaciones en las que se intercambian objetos breves.

Programa narrativo: (PN) relato que alinea dos estados entre los cuales ocurre una transformación. Es un sintagma elemental de la sintaxis narrativa de superficie, constituido por un enuncia­do de estado.

Programa Narrativo de uso: un PN simple se transforma en un PN complejo cuando exige previamente la realización de otro PN. El PN general será llamado PN de base. Los PN presupuestos y necesarios serán llamados PN de uso. Estos son de número in­definido según la complejidad de la tarea a cumplir. Se indican: PN 1, 2, etc. El PN de uso puede realizarse ya sea por el sujeto mismo, ya por otro sujeto delegado del primero.

Relación fiduciaria: es la que se establece entre dos planos del ser y del parecer, cuando, por el hacer interpretativo, se pasa del uno al otro acertando, sucesivamente, uno y otro.

Roles actanciales: el sujeto (actante) tendrá distintos roles se­gún sea su posición en el encadenamiento narrativo (S. reconoci­do, etc.) según la modalidad que le sea atribuida (S. Según el po­der, S. Instaurado por el querer, etc.); según el lugar en el orden cognitivo (S. Secreto, verdadero, falso o engañoso).

Sema: comunmente designa la unidad mínima de la signifi­cación situado en el plano del contenido. La naturaleza de los se-

190 Sintaxis de la decisión trágica

mas es relacional y no sustancial. Se define como término resul­tado de la relación con otro término de la misma red relacional.

Semema: corresponde a lo que en lenguaje ordinario se com­prende por "acepción" "sentido particular" de una palabra. Es un hecho estructural, una unidad del plano del contenido. El seme­ma no es una unidad de significación delimitada por las dimen­siones del signo mínimo. Es una figura sémica. Sólo en el mo­mento de manifestarse en el discurso se reúne con su base clase-mática constituida por semas contextúales.

Semiosis: es la operación productora de signos mediante la instauración de una presuposición recíproca entre la forma de la expresión y la del contenido o entre el significante y el significa­do. En este sentido, todo acto de lenguaje implica una semiosis. Es un término sinónimo de función semiótica. También se en­tiende por semiosis la categoría sémica cuyos términos constitu­tivos son la forma de la expresión y la del contenido (significante y significado).

Ser: la categoría de la veridicción está constituida por la puesta en correlación de los esquemas: el esquema parecer/no pa­recer, llamado manifestación, y del ser-no ser, inmanencia. Entre estas dos dimensiones de la existencia se cumple el "juego de la verdad".

Sujeto: en el marco del enunciado elemental, el sujeto apare­ce como un actante cuya naturaleza depende de la función en la que se inscribe. A ambos tipos de enunciados elementales —enunciados de estado y de hacer— les corresponde dos tipos de sujetos: los sujetos de estado —caracterizados por la relación de yunción con los objetos de valor— y los sujetos de hacer, definidos por la relación de transformación.