séneca. sobre la providencia

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    S N E C A

    Ediciones elaleph.com

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    Editado por

    elaleph.com

    Traduccin de: ngel J. Cappelletti

    2000 Copyright www.elaleph.comTodos los Derechos Reservados

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    A Lucilio

    Por qu les suceden ciertas desgracias a los

    hombres buenos siendo as que hay una Provi-dencia.

    I. 1- Me has preguntado, Lucilio, por qu, si elmundo es regido por la Providencia, les suceden

    muchos males a los hombres buenos. Esto podraser contestado fcilmente en el contexto de una

    obra en la cual intentramos demostrar que la Pro-videncia preside el Universo y que Dios se interesapor nosotros.1 Pero ya que te place desgajar del to-do una pequea parte y solucionar una sola contra-

    diccin, dejando a un lado la discusin del

    1 Sneca proyectaba en este momento, como dice Ren Waltz, un tratadosobre la Providencia. El presente dilogo no es quizs sino un primeresbozo de aquella obra, que no lleg a escribir o que, por lo menos, nopudo acabar.

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    conjunto,2 he de hacer algo que no es difcil: defen-

    der la causa de los dioses.

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    2- Ms que superfluoresulta demostrar en la presente ocasin que unaobra tan grande no se conserva sin guardin; que lareunin y la separacin de los astros no constituyen

    movimientos fortuitos;4 que los productos del azarcon frecuencia se descomponen y pronto chocan

    entre s;5 que esta insuperada velocidad que arrastratantas cosas en la tierra y en el mar, tantas lumina-rias clarsimas de preordenado brillo6, surge por im-

    perio de una Ley eterna;7 que este orden no espropio de la materia errante; que los cuerpos reuni-

    dos casualmente no estn con tanta sabidura sus-pendidos como para que el enorme peso de la tierrapermanezca inmvil y contemple a su alrededor la

    2 La exigencia del conocimiento sistemtico, que se hizo sentir con tantafuerza en los estoicos antiguos (en Crisipo, sobre todo), se insina tam-

    bin aqu, en el asistemtico Sneca.3 La expresin causam deorum agam(defender la causa de los dioses) per-tenece al lenguaje forense. No debe olvidarse que Sneca fue educadoante todo, segn los deseos de su padre, para el ejercicio de la oratoria,cuyo principal escenario era el foro.4 Los astros se mueven segn movimientos uniformes y propios. El sol,por ejemplo, segn la astronoma estoica, tiene un movimiento helicoi-dal.5 Quizs haya aqu una alusin a la fsica epicrea, segn la cual los to-

    mos, que forman todas las cosas, se renen al azar.6 Se refiere al movimiento circular de los astros y de a tierra, que arrastraconsigo a cuantas cosas hay sobre esos cuerpos celestes sin producirconfusin entre ellas.7 La Ley eterna se identifica con la Razn universal y con Dios.

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    huida del rpido cielo,8 como para que los mares

    infiltrados en los valles ablanden las tierras y no su-fran incremento alguno por los ros,9 como para quede semillas pequesimas nazcan enormes seres. 3-Ni siquiera aquellos fenmenos que parecen confu-

    sos e inciertos- me refiero a las lluvias y a las nu-bes,10 al estallido de los rayos que se quiebran11 y al

    fuego que se derrama de los rotos vrtices de lasmontaas, a los temblores del suelo sacudido12 y alos dems hechos originados en la agitada regin

    8 Segn la astronoma estoica en el centro del Universo (nico, finito,esfrico) se halla, inmvil, la tierra (esfrica). Ms arriba est la reginque corresponde al elemento agua (el lugar de los vapores, las exhalacio-nes, etctera). Por encima de sta, viene la regin del fuego y del ter.Dentro de la misma se hallan las esferas de la luna, del sol y de los pla-netas, que giran en torno a la tierra. En la parte ms exterior est la zonade las estrellas fijas.9

    Los antiguos- dice R. Waltz- crean en una especie de circulacinininterrumpida de las aguas en la superficie de la tierra: del mar staspasaban, por infiltracin, a los ros, y de los ros retornaban al mar. Delas aguas terrestres trata Sneca en el libro III de las Cuestiones naturales.10 Sobre las nubes, cfr. Cuestiones naturales, II. 30, 4; I. 3, 13; I. 4, 4; I. 5, 3;I. 5. 4; I. 5, 7-9; I. 5, 5, 11-14. Vase asimismo la segunda parte del libroIV.11 Sobre los rayos, cfr. Cuestiones naturales, I. 1, 6; I. 14, 4; II 31; II 52-53;II 32-51; Cartas, 107, 3; Plinio, Historia natural, II, 112-3; 135-46.12

    Sobre los terremotos, cfr. Cartas, 91, 1. El libro VI de las Cuestionesnaturales est especialmente dedicado a dichos fenmenos. Del mismotema trataba Sneca en uno de sus escritos perdidos. (Cfr. Introduccin, II)(Cfr. Chatelain, Thories antiques sur les tremblements de terre, en

    Mlanges d'Archologie et d`Histoire, 1909.)

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    que rodea la tierra13- suceden sin razn, aunque sean

    repentinos, sino que tienen tambin sus causas, nomenos que aquellos otros que, por aparecer en sitiosinslitos, son considerados milagros, como las aguascalientes que se hallan en medio de las ondas mari-

    nas y las nuevas extensiones de islas que repentina-mente surgen en medio del vasto mar.14 4- Y, en

    verdad, si se observa cmo quedan desnudas lasplayas cuando el mar se repliega sobre s mismo ycmo en breves momentos vuelven a ser cubiertas

    se podr creer que, por obra de un ciego movi-miento, las olas ora se contraen y se vuelven sobre

    s mismas, ora irrumpen y con gran rapidez retornana su sitio, siendo as que crecen conforme a medidasfijas, decrecen en la hora y el da sealado y son ms

    amplias o ms reducidas segn la intensidad conque las atrae la luna, a cuyo arbitrio est sujeto el

    desborde del Ocano?15

    Queden estas cosas reser-

    13 En el libro I de las Cuestiones naturales se ocupa Sneca de diversosfenmenos meteorolgicos. Sobre los vientos, en particular, vase tam-bin Cuestiones naturales III. 12, 4; II. 12,5; II 20, 3 y el libro V.14 Sobre la formacin de nuevas islas, cfr. Cuestionesnaturales, II. 26, 4-6;

    Plinio, Historia natural, II. 86-9.15 Posidonio, uno de los principales representantes del estoicismo medio,fue el primero en explicar las marcas por la accin conjunta del sol y dela luna, y en llamar la atencin sobre la pleamar y bajamar. (G. Sarton,Historia de la ciencia, Buenos Aires, 1965, IV, p. 317.)

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    vadas para su oportunidad,16 tanto ms cuanto que

    t no dudas de la Providencia sino que te quejas deella. 5- Te he de reconciliar con los dioses,17 que sonbuenos con los buenos. En efecto, la naturaleza ja-ms consiente que las cosas buenas perjudiquen a

    los buenos. Entre los hombres buenos y los dioseshay una amistad que establece la virtud. Amistad

    digo? Ms todava: una mutua atraccin y una se-mejanza, ya que el hombre bueno slo se diferenciadel dios por la duracin de la vida; es su discpulo,

    su imitador y su verdadera progenie, que aquel pa-dre magnfico,18 guardin nada laxo de las virtudes,

    educa, como los padres severos, con mayor dure-za.19 6- As, cuando vieres a los hombres buenos y

    16 Se refiere a la obra sistemtica que, como dijimos (cfr. nota l), se pro-pona escribir sobre la Providencia.17 La frase in gratiam te reducam cum diis(te he de reconciliar con los dioses)

    expresa el sentido de la otra frase que hallamos al comienzo (I. 1), causamdeorum agam (defender la causa de los dioses). Nos muestra al mismotiempo, que el propsito del dilogo es la teodicea.18 Todas estas expresiones por las cuales Dios aparece como amigo,maestro, modelo y padre del hombre, fueron acogidas con regocijo porel pensamiento cristiano. Se explica as cmo Lactancio (Instituciones cris-tianas, VI. 24) pudo escribir, refirindose a Sneca Qu poda haberdicho de ms verdadero quien hubiese conocido a Dios que lo que fuedicho por este hombre que ignoraba la verdadera religin? (Quid serius

    dici potuit ab eo qui Deum nosset quam dictum est ab homine veraereligionis ignaro?)19 El autor tiene aqu presentes, sin duda, los ideales y los mtodos peda-ggicos tradicionales de los romanos. (Cfr. P. Monroe, Historia de la

    pedagoga, Madrid, I, p. 24-9-50.)

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    gratos a los dioses sufrir, sudar, transitar por difci-

    les senderos, y a los malos entregarse a los goces yabandonarse a los placeres, considera que nosotrosnos complacemos en la modestia de nuestros hijos yen la desvergenza de los de nuestros esclavos, que

    a los unos los refrenamos con ms ardua disciplinay a los segundos los criamos en la licencia.20 Lo

    mismo debe pensar t de Dios: no tiene al hombrebueno en medio de deleites, lo somete a prueba, loendurece, lo prepara para s.

    II. 1- Por qu les suceden a los hombres bue-

    nos muchas adversidades? Nada malo puede suce-derle a un hombre bueno: los contrarios no semezclan.21 Del mismo modo que tantos ros, tan

    20 Sneca traiciona aqu sus principios fundamentalmente igualitarios.

    Hacia aquella misma poca escriba, en una de sus epstolas:Quieresconsiderar que se, al que llamas tu esclavo, ha nacido de las mismassimientes que t, goza del misino cielo, respira lo mismo, vive lo mismo,y muere lo mismo que t? (Vis tu cogitare istum quem servum tuum

    vocas, ex iisdem seminibus ortum, eodem frui caelo, aeque spirare, aequevivere, aeque mori?) (Cartas a Lucilio, 47 10.) Y, sin embargo, aqu pordebajo del noble filsofo estoico, asoma su rostro el miembro de la claseseorial, que ve en los esclavos una especie esencialmente inferior, in-frahumana, en cuanto parece incapaz de acceder a las virtudes que se

    consideran propias del hombre verdadero.21 La idea de la incompatibilidad de los contrarios, que ya est implcitaen la proposicin anterior: la naturaleza jams consiente que las cosasbuenas perjudiquen a los buenos (I. 5), proviene de la lgica aristotlicao, en todo caso, del sentido comn. Contradice evidentemente la doctri-

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    grande cantidad de lluvias cadas de lo alto, tanto

    vigor de fuentes medicinales, no cambian el sabordel mar y ni siquiera lo modifican, as el mpetu delas cosas adversas no subvierte el nimo del varnfuerte: ste permanece en su estado y todo cuanto

    sucede lo tie con su propio color, pues es ms po-deroso que todas las realidades externas.22 2- Y no

    digo que no las siente, sino que las supera. Calmo ytranquilo, enfrenta sus embates. Todas las adversi-dades son para l ejercitaciones. Qu hombre ver-

    dadero y ansioso de la virtud no desea, por otraparte, los trabajos propios del justo y no est dis-

    puesto a cumplir sus deberes exponindose al peli-gro? Para qu hombre activo no es castigo el ocio?3- Vemos que los atletas que se preocupan por su

    fuerza luchan con los ms fuertes rivales23 y exigen aquienes los preparan para el certamen que empleen

    todas sus fuerzas contra ellos; toleran que se los

    na de Herclito, a la cual tanto deben, sin embargo, lo estoicos y el mis-mo Sneca. (Cfr. Epicteto, Manual, 36.)22 He aqu, expresado en pocas palabras, el ideal estoico del sabio: steno es dominado por la realidad exterior sino que, ms poderoso que ella,permanece impasible y se le impone. (Cfr. Epicteto, Manual, l.)23

    La comparacin del hombre virtuoso con el atleta se repite ms ade-lante (II. 8; III. 4; IV. 4) y es uno de los smiles predilectos de los mora-listas estoicos y luego tambin de los primeros escritores cristianos desdeSan Pablo (Corintios, IX. 24-26, etc.). (Cfr. Marco Aurelio, III. 4; VII.61, etc.)

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    golpee y maltrate y si no encuentran contendientes

    parejos se enfrentan con varios al mismo tiempo. 4-Se marchita la virtud sin adversario. Slo se ve cuangrande es y cunto vale, cuando demuestra qu es loque puede aguantar. Sbete que esto mismo es lo

    que los hombres buenos deben hacer: no temer lascosas duras y difciles, no quejarse del destino, to-

    mar cuanto sucede como un bien y dirigirlo hacia elbien. No interesa lo que sobrellevas, sino cmo losobrellevas.24 5- No ves cun diferente es el cario

    de los padres y el de las madres? Aquellos mandandespertar temprano a los hijos para que vayan a sus

    labores, no toleran que permanezcan ociosos ni si-quiera los das feriados, les hacen brotar sudor y aveces lgrimas; las madres, en cambio, los estrechan

    contra el pecho, desean que permanezcan a la som-bra, que nunca se entristezcan, que nunca lloren,

    que nunca se cansen.25

    6- Dios tiene un nimo pa-terno hacia los hombres buenos y los ama con re-ciedumbre: Que con trabajos, dice, con dolores,24 En otras palabras: no interesa lo externo sino lo interno; no importa lamaterialidad del hecho sino la disposicin del alma. (Cfr. Marco Aurelio,

    VII. 59.)

    25 El autor nos brinda aqu un cuadro un tanto esquemtico de las rela-ciones paterno-filiales y materno-filiales dentro de la familia romana de lapoca imperial. Estas observaciones de psicosociologa domstica se

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    con desdichas sean acosados, a fin de que logren la

    verdadera fortaleza. Los animales cebados en lainactividad se debilitan, y desfallecen no slo ante eltrabajo sino tambin ante el movimiento y ante supropio peso.26 Una imperturbada felicidad no tolera

    ningn choque. Quien, por el contrario, ha sosteni-do una incesante lucha con sus desgracias, est en-

    durecido por las desdichas y no cede ante malalguno; aun cado, pelea de rodillas. 7- Te asom-bras t de que aquel dios que tanto ama a los bue-

    nos, que los quiere tan perfectos y excelentes comosea posible, les asigne un destino con el que puedan

    ejercitarse? Yo, en verdad, no me asombro de quealguna vez experimente el deseo de contemplar a losgrandes hombres luchando contra una calamidad. 8-

    Nos causa a veces placer el hecho de que un jovende espritu valiente reciba con un venablo a la fiera

    que se precipita contra l, de que enfrente intrpidoel ataque del len, y este espectculo es tanto msgrato cuanto ms ilustre es quien lo ofrece.27 Tales

    complementan con las que ha hecho un poco antes (I. 6) acerca de las

    relaciones padre-hijo y padre-hijo de esclavo.26 Sneca piensa sin duda en las aves cuyo engorde describe en otrolugar (Cartas, 122, 4), anota R. Waltz.27 Advirtase aqu, otra vez, la manifestacin del espritu de clase, esemismo espritu que, en el tratado Sobre los beneficios, IV. 30, 4, hace

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    hazaas no son capaces de atraer la atencin de los

    dioses; son cosas pueriles y pasatiempos propios dela volubilidad humana. He aqu un espectculo dig-no de que Dios, aunque est absorbido por susobras, le preste atencin; he aqu un do28 digno de

    Dios: un hombre valeroso en lucha con la malasuerte, especialmente si l mismo la ha provocado.

    9- No veo- repito- qu podra hallar Jpiter de msbello en la tierra, si a ella quisiera volver su atencin,que el espectculo de un Catn,29 que quebrantado

    decir a Sneca que un noble, sea cual fuere su conducta, se salva a lasombra de sus ilustres antepasados.28 Los romanos, aclara R. Waltz, denominaban par a dos gladiadoresque luchaban entre s.29 Marco Porcio Catn, llamado el Uticense, para diferenciarlo de suantepasado Catn el Censor, naci en el ao 95 a. C. Segn la biografaque de l nos ha dejado Plutarco, fue desde sus aos mozos fuerte decuerpo y limpio de alma. Casi naturalmente, pues, se habra inclinado alestoicismo, filosofa cuyo estudio emprendi con Atenodoro y Antipatrode Tiro, cuando era tribuno militar en Macedonia. Al volver a Roma (65

    a. C.) fue elegido cuestor, y en tal cargo sobresali pronto como uno delos ms honrados y eficientes funcionarios de la Urbe. En el ao 62 a. C.ocup, junto con Cicern, el cargo de tribuno. Al producirse la conspira-cin de Catilina se puso del lado de Cicern y logr para los conjuradosla mxima pena. Csar, a cuyas ambiciones se haba opuesto (no menosque a las de Pompeyo y Craso), quiso alejarlo de Roma y lo envi a Chi-pre, con la misin de apoderarse de los bienes del rey Tolomeo. A suretorno, en el ao 55 a. C., despus de haber entregado al tesoro pblicola gran fortuna arrebatada al soberano oriental, prosigui su lucha contra

    los triunviros. Primero sostuvo contra Pompeyo y Craso la candidaturade Domicio Enobarbo al consulado, despus se opuso a la ley Trebonia-na, que confera el gobierno de Espaa a Pompeyo y el de Siria a Craso;ms tarde sostuvo que Csar deba ser entregado a los germanos, pueslos haba derrotado violando deslealmente una tregua concertada con

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    ya ms de una vez su partido, se mantiene sin em-

    bargo, erecto en medio de las ruinas de la repblica:10- Aunque todas las cosas- dice- hayan cado almismo tiempo bajo el dominio de un solo indivi-duo,30 aunque la tierra est vigilada por sus legiones

    y los mares por sus flotas, aunque los soldados deCsar sitien nuestras puertas,31 Catn tiene por

    donde salir; con una sola mano se abrir ancho ca-mino hacia la libertad. Este hierro, puro e inocenteaun en la guerra civil, producir por fin obras bue-

    nas y nobles: la libertad que no pudo darle a la pa-tria, se la dar a Catn. Emprende, alma ma, la

    ellos. En el ao 54 fue elegido pretor y entre otras medidas administrati-

    vas ejemplares hizo que fueran devueltos los bienes fraudulentamenteconseguidos por los partidarios de Sila. Aunque en el fondo estaba con-tra la guerra civil, cuando sta estall se puso del lado de Pompeyo.Mientras Csar avanzaba hacia Roma, Catn se uni a Pompeyo enSicilia. De all fue enviado a Asia. Al producirse la batalla de Farsalia,

    estaba al mando de las tropas de Durazzo. Despus de la muerte dePompeyo march con sus soldados a Cirene, a fin de unirse a Escipin.Cuando ste fue derrotado por Csar en Tapso (16 de abril del 46 a.C.),decidi resistir en tica. Finalmente, comprendiendo la inutilidad de estaheroica oposicin, se suicid, no sin antes haber facilitado la huida de sussecuaces. (Cfr. Gerlach, M. Porcus Cato der Jngere, Basilea, 1866; G.Boissier, Ciceron et ses amis, Pars, 1923,p. 293 ss.; Ed. Meyer, Caesars

    Monarchie und das Principat des Pompeius, Stuttgart, 1919, p. 218-21; E.Ciaceri, Cicerone e i suoi tempi, Miln, 1926-30).30

    Esto es, aunque, ya superado el momento del triunvirato, Julio Csarsea el nico gobernante de Roma y de Occidente.31 Se refiere sin duda a las puertas de tica, ciudad en la que Catn sehaba encerrado para resistir a los triunfantes ejrcitos de Csar (cfr. nota29).

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    obra largamente meditada; arrncate de los asuntos

    humanos!

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    Ya Petreyo y Yuba se lanzaron el unocontra el otro: valiente e ilustre pacto fatal que nosienta bien, sin embargo, a nuestra grandeza.33 Tanvergonzoso es para Catn pedir la muerte como

    pedir la vida. 11- Evidente resulta para m que losdioses contemplaron con gozo cmo aquel hombre,

    acrrimo vengador de s mismo,34 se preocupabapor la salvacin de los dems y preparaba la fuga delos que se batan en retirada,35 cmo se dedicaba al

    estudio, aun durante la ltima noche36, cmo se cla-vaba la espada en el santo pecho, cmo esparca sus

    vsceras y haca salir fuera, con su propia mano, aaquella alma santsima, que no haba merecido sercontaminada por el hierro.37 12- Creo que por ese

    32 12 Vase el elogio del suicidio, al final de la obra (VI. 7-9).33 Segn una versin ms verosmil- dice R. Waltz-, Petreyo fue muerto

    por Yuba y ste se hizo matar despus por un esclavo.34 Acrrimo vengador de s mismo (acerrimus sui vindex) se refiere a lamuerte que Catn se ha de dar por propia mano, a fin de no caer enpoder de sus enemigos (cfr. nota 37).35 Catn, antes de suicidarse, procur que sus secuaces, sitiados con l entica, pudieran huir (cfr. nota 29).36 La noche que precedi al da de su suicidio Catn se encerr en suaposento y se dedic a leer el Fednde Platn, donde se trata de la in-mortalidad del alma.37

    Catn, segn dijimos (nota 29), se clav una espada con la intencinde darse muerte. Sin embargo, como acudieran luego algunos amigos y lehicieran vendar la herida por un mdico, l desgarr las vendas y aun laherida. Un cuadro de Ribera, el Spagnoletto, que pertenece a la GaleraSan Telmo de Sevilla, representa este episodio.

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    motivo la herida fue poco certera y eficaz: no les

    bast a los dioses inmortales contemplar una solavez a Catn; su virtud fue retenida y de nuevo evo-cada para que se manifestara en un papel ms difcil,pues es ms fcil ir a la muerte con firme nimo que

    volver a buscarla. Por qu no haban de contem-plar con gusto a un alumno suyo que se marchaba

    con tan ilustre y memorable salida? La muerte con-sagra a aquellos cuya salida alaban hasta los mismosque la temen.

    III. 1- Pero, en el texto que a continuacin vie-

    ne, he de mostrar hasta qu punto estos que pare-cen males no lo son en realidad. Ahora afirmo losiguiente: las cosas que t llamas crueles, odiosas y

    abominables, aprovechan primero a los mismos aquienes les suceden, despus al Universo, del cual se

    preocupan los dioses ms que de los individuos.Adems, aquellos a quienes les suceden las aceptan,y dignos de verdadero mal seran si as no lo hicie-sen. A esto aadir que tales cosas, conforme al

    Destino, les suceden a los buenos por la misma ra-

    zn por la cual ellos son buenos. Te convencerluego de que nunca debes compadecer al hombrebueno: l, en efecto, puede ser tenido por desdicha-

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    do, pero no puede serlo.38 2- De todas las proposi-

    ciones que he presentado la ms difcil de aceptar esla que expuse primero: que las cosas que nos aterro-rizan y hacen temblar redundan en provecho de losmismos a quienes les suceden. Redunda en su

    provecho-dirs t- el ser desterrados, el ser reduci-dos a la pobreza, el ser privados de hijos y esposa, el

    ser infamados y debilitados? Si te asombras de queestas cosas puedan redundar en provecho de al-guien, te asombrars de que algunos sean curados

    con hierro y fuego,39 no menos que con hambre ysed. Pero si pudieras advertir que a algunos, para

    darles salud, se les roen los huesos, se les enrollan yextraen las venas, se les amputan los miembros queno pueden permanecer adheridos al cuerpo sin que

    se produzca la perdicin del todo, tambin estarasde acuerdo en que ciertas desgracias redundan en

    bien de quienes las padecen, tanto como por Hr-cules! ciertos goces, que son alabados y apetecidos,resultan perjudiciales para quienes con ellos se de-leitan, a semejanza de las indigestiones, las borra-

    38

    El plan aqu trazado no es seguido con mucho rigor, como lo hacenotar Waltz. (Cfr. Introduccin III.)39 Cfr. Herclito, Fragmento 58, Diels; Esquilo,Agamenn849 ss.; Hip-crates, Sobre el rgimen, I. 15 (Littr, VI. 490); Jenofonte, Memorables, I. 2,54; Platn, Gorgias, 521 e;Marco Aurelio, V. 8.

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    cheras y los dems abusos que matan a travs del

    placer. 3- Entre muchas magnficas palabras denuestro Demetrio40 cuntase sta, de la que tengouna impresin reciente, pues suena y vibra todavaen mis odos: Nada me parece ms desgraciado-

    dijo- que aquel a quien nunca le ha sucedido unadesgracia. ste, en efecto, no ha podido ponerse a

    prueba a s mismo. Aunque todas las cosas se reali-cen segn su deseo, y aun antes de su deseo, sinembargo, los dioses tienen un mal concepto de l:

    no se lo ha juzgado digno de vencer alguna vez a lafortuna, la cual rehuye a los ms cobardes, como si

    dijera: Por qu he de enfrentarme a semejanteadversario? En seguida depondr las armas. Contral no es necesario todo mi poder, con una ligera

    amenaza ser rechazado, no es capaz de resistir mi

    40

    Demetrio fue un filsofo cnico, amigo y maestro de Sneca, el cual lomenciona con admiracin en varios pasajes de sus obras. Consecuentecon la filosofa social y poltica del cinismo, que Goettling ha llamado lafilosofa del proletariado griego, se mostr contrario a la monarquaabsoluta, por lo cual el emperador Vespasiano lo confin en una isla.Sneca se refiere a l no sin motivo en este lugar, ya que los dos ele-mentos ms caractersticos del pensamiento de Demetrio son: 1) la ideade la virtud concebida como esfuerzo (ponos), al modo de Antstenes,lo cual supone una valorizacin del dolor y de la adversidad como obst-

    culos necesarios a vencer 2) la idea- en verdad ms estoica que propia-mente cnica- de un orden universal, establecido por la Providencia. queel sabio debe acatar plenamente. (Sobre Demetrio vase H. von Arnim,en Pauly-Wissowa, Real Encyclopdie der klassischen Alter-turwwissenschaft. Stuttgart, 1893, IV, col. 2843-4.)

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    mirada. Bsquese otro con el cual podamos medir

    fuerzas. Me avergenza pelear con un hombre dis-puesto a ser vencido. 4- El Gladiador consideradeshonroso que se lo enfrente a uno ms dbil ysabe que vence sin gloria quien vence sin peligro.

    Lo mismo hace la fortuna: busca a los ms fuertescomo contrincantes.41 A algunos los pasa por alto

    con desdn; ataca al ms duro y justo, contra el quepuede desplegar su fuerza: con Mucio utiliza el fue-go42 con Fabricio la pobreza,43 con Rutilio el destie-

    41 Cfr. II. 3 y nota 23.42 Cayo Mucio Escvola se hizo clebre en la historia romana por unepisodio acaecido durante el sitio de Roma por los etruscos (507 a. C.).Con el propsito de dar muerte al rey Porsena se dirigi al campamentoenemigo, pero por error mat a uno de sus secretarios. Capturado yllevado a presencia del soberano, coloc su mano derecha sobre unbracero encendido, queriendo as castigar el error de la misma. Informluego a Porsena que en Roma haba otros trescientos mozos decididos arepetir su intento. El rey, admirando su audacia y temiendo a un tiemposu amenaza, lo dej en libertad y levant el sitio. El Senado de Roma

    premi luego el gesto de Mucio, otorgndole un predio a orillas del roTber. Desde entonces se lo conoci con el apelativo de Escvola, quequiere decir zurdito. Constituye en la historia romana un smbolo del

    valor heroico. (Cfr. G. de Sanctis, Storia dei romani, I, Turn, 1907, p. 4.49SS.)43 Cayo Fabricio Luscino, militar romano, fue elegido cnsul en el 282a.C. Luch victoriosamente contra varios pueblos itlicos (samnitas,lucanos, brucios, etc.). Enviado como embajador ante el rey Pirro, des-pus de la batalla de Heraclea, ste pretendi corromperlo con dinero,

    para que le negociara una paz favorable. Fabricio, a pesar de ser hombremuy pobre, se neg a ello. Tampoco logr amedrentarlo Pirro, al en-frentarlo con un amenazador elefante. En el ao 278, fue cnsul porsegunda vez. En 279 se lo eligi censor y como tal emprendi una severacampaa contra el lujo y la molicie. Se lo considera como un arquetipo

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    rro44 con Rgulo los tormentos,45 con Scrates el

    veneno,

    46

    con Catn la muerte.

    47

    Un gran ejemplono lo encuentra sino la mala fortuna. 5- Es desdi-chado Mucio porque apoya su mano derecha sobreel fuego del enemigo y l mismo se impone un cas-

    tigo por su error, porque con la mano quemada ha-ce huir a un rey a quien no pudo hacer retroceder

    con la mano armada? Pues qu? Ms feliz sera sicalentara la mano en el seno de su amante? 6- Es

    histrico de la probidad y la austeridad romana. (Cfr. K.Beloch, RmischeGeschichte, Berln, 1926, p. 485).44 Rufo Rutilio, estadista romano del siglo II a.C., tuvo un largo y bri-llante cursus honorum. Primero fue tribuno en el ejrcito de Escipin; lue-go, pretor (III a.C.); ms tarde, cnsul (106 a.C.), legado y, por fin,procnsul en Asia. En el ejercicio de este ltimo cargo, su honestidad lollev a reprimir las exacciones de los recaudadores de impuestos y otrosfuncionarios. stos, acusndolo de graves irregularidades administrativas,lograron que se lo desterrase.

    Vivi sus ltimos das en Mitilene y jams quiso retornar a Roma. (Cfr.E. Pas, Delle guerre puniche a Cesare Augusto, Roma, 1918, p. 35 ss.)45 Marco Atilio Rgulo fue cnsul en el ao 256 a.C. y actu como gene-

    ral durante la primera guerra pnica. Habiendo vencido a los cartaginesesen la batalla naval de Ecnomo, fue luego derrotado y hecho prisioneropor aquellos, quienes lo enviaron a Roma, a negociar la paz, no sin anteshaberle hecho prometer que volvera. Pero l, seguro de que la paz era enaquel momento contraria a los intereses de Roma, aconsej a sus con-ciudadanos que continuaran la guerra. Al volver a Cartago, fue sometidopor eso a crueles tormentos. (Cfr. E. Pas, Ricerche sulla storia e il diritto

    publico di Roma, Roma, 1921, Iv, p. 411).46 Bien sabido es que Scrates, acusado de impiedad (asebeie), de intro-

    ducir nuevos dioses y de corromper la juventud, fue condenado por eltribunal de los Quinientos a beber la cicuta. (Cfr. Platn, Apologa deScrates; Critn; Digenes Laercio, Vida de los filsofos, II.)47 Para la vida y la muerte de Catn de tica una de las fuentes principa-les es la obra de Plutarco titulada Catn el menor (Cato minor.)

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    desdichado Fabricio porque trabaja su campo en

    cuanto queda libre de los negocios pblicos, porqueemprende la guerra tanto contra Pirro como contralas riquezas, porque come junto al fuego las races yhierbas que l mismo, anciano honrado por el triun-

    fo, arranc al limpiar el terreno? Pues qu? Serams feliz si acumulara en su vientre peces de lejanas

    costas y extraas aves, si levantase la pereza de suestmago afectado por la nusea con mariscos delos mares Superior e Inferior,48 si circundase, con

    enorme cmulo de frutas, extraordinarias piezassalvajes, cobradas con gran estrago de cazadores?49

    7- Es desdichado Rutilio porque quienes los con-denaron sern acusados durante todos los siglos;porque prefiri que se lo privara de la patria antes

    que del exilio, porque fue el nico que le neg algoal dictador Sila y porque no slo, retrocedi sino

    que huy ms lejos cuando se lo volvi a llamar?Ay de aquellos- dijo- a quienes sorprendi en Romatu felicidad!50 Observen la abundante sangre derra-

    48 Se refiere, como aclara Waltz, al mar Adritico y al mar Tirreno, res-pectivamente.49

    Cfr. Cartas, 122, 18; 95, 41; 47, 2; Cuestiones naturales, IV. 13,7, Sobre losbeneficios, VII. 26,4; Consolacin a Helvia, X. 5; X. 10; Sobre la tranquilidaddel alma, I. 8, etctera.50 Los grandes xitos polticos del dictador Lucio Cornelio Sila y su inau-dita fortuna como hombre pblico le valieron el sobrenombre de felix

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    mada en el Foro, las cabezas de los senadores sobre

    la fuente de Servilio (ste es, en efecto, el depsitomortuorio de la proscripcin silana51), las bandas desicarios que vagan en todas partes por la ciudad ylos muchos millares de ciudadanos romanos asesi-

    nados en el mismo sitio a pesar de la palabra empe-ada, ms an, en nombre de esta misma palabra.

    Observen estos hechos los que no son capaces deexiliarse. 8- Pues qu? Es feliz L. Sila, porque albajar al Foro se le abre paso con la espada, porque

    tolera que se le muestren las cabezas de los varonesconsulares, porque para el precio del asesinato por

    medio del cuestor y a expensas del tesoro pblico52?Y todo lo hace aquel que promovi la ley Cornelia.53

    (feliz). Esta felicitas (felicidad) estuvo a punto de resucitar la monarquaen Roma. (Cfr. J. Carcopino, SyIla ou la monarchie manque, Pars,1931.).51

    El lacus Servilianuses, como dice Waltz, una de las fuentes que proveena Roma de agua corriente. Los restos de muchas de las innumerablesvctimas de Sila eran depositados en torno a esa fuente.52 Sobre la sangrienta dictadura de Sila, vase H. Last y R. Gardner, Cam-bridge Ancient History, 1932, IX, p. 261 ss.; M. A. Levi, Silla, Miln, 1924.53 Varias de las leyes de Sila se denominaron ley Cornelia (lex Corne-lia). As, llevaba este nombre una ley agraria por la que se otorgabantierras a los veteranos del ejrcito del mismo Sila; otra denominada leyCornelia sobre las falsificaciones (lex Cornelia de falsis) que castigaba

    tanto la falsificacin de testamentos como el soborno; otra, llamada leyCornelia judicial (lex Cornelia iudiciaria), que fijaba el nmero de lasrecusaciones de jurados que se podan hacer, etctera. Aqu Sneca serefiere, sin duda, a la ley Cornelia sobre los asesinos y los envenenado-res (lex Cornelia de sicariis et veneficis), por la cual se condenaba a la

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    9- Pasemos a Rgulo. En qu lo perjudic la fortu-

    na al hacerlo modelo de fidelidad, modelo de resis-tencia? Los clavos se hunden en su piel ydondequiera que apoya su fatigado cuerpo recibeuna herida, sus ojos permanecen abiertos en una

    perpetua vigilia: cuanto mayor sea el tormento tantoms grande ser la gloria. Quieres saber cun poco

    se arrepinti de haber estimado en tanto su virtud?Haz que se restablezca y envalo al Senado: ha desostener la misma opinin. 10- Consideras, pues,

    ms feliz a Mecenas,54 que angustiado por sus amo-res y lamentndose de los diarios rechazos de una

    mujer malhumorada, busca el sueo en armnicossonidos que se escuchan levemente a lo lejos?55

    Aunque se adormezca con vino, aunque distraiga su

    mente angustiada con el susurro de las aguas y la

    deportacin (y luego a la pena capital) a los asesinos y a los envenenado-res, como as tambin a quienes traficaban en venenos.54 Mecenas era miembro de una vieja y noble familia etrusca. Durante labatalla de Filipos trab amistad con Octaviano, quien lo considerpronto como su primer consejero. Cuando ste ascendi al trono impe-rial, abandon toda actividad poltica y diplomtica. Se rode entoncesde los mejores ingenios literarios de la poca (Virgilio, Horacio, Proper-cio, etctera), protegi su labor y estimul su produccin. Por antono-masia su nombre se vincula as al estmulo de las artes y las letras. (Cfr.

    G. Boissier,Nouvelles promenades archologiques, Pars, s/f., p. 6-16.)55 Mecenas, fallecido en el ao 8 a.C., padeci durante sus ltimos aosuna serie de trastornos neurticos y particularmente un prolongadoinsomnio, que procuraba aliviar con toda clase de sedantes. (Cfr. Cartas,19,9; 92,35; 114,4; 120,19.)

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    engae con mil placeres, estar tan insomne en su

    lecho de plumas como aquel en la cruz. Pero aqueltiene el consuelo de soportar el tormento por lajusticia y quita los ojos del padecimiento para fijar-los en la causa del mismo; a ste, podrido por los

    placeres y agobiado por una excesiva felicidad, loatormenta, ms que lo que padece, la causa de tal

    padecimiento.

    11- Los vicios no han llegado a posesionarse de

    la humanidad hasta el punto de que podamos poneren duda que, si a la mayora de los hombres les fue-

    ra dado elegir su destino, preferiran nacer Rgulosantes que Mecenas, o que, si alguno se atreviera adecir que hubiese preferido nacer Mecenas antes

    que Rgulo, se mismo, aunque no lo dijera, preferi-ra haber nacido Terencia.56 12- Consideras que

    Scrates fue tratado porque bebi, no de otro modoque si fuera un brebaje de inmortalidad, la pocinque le haba sido preparada por los poderes pbli-cos y porque discurri sobre la muerte hasta que

    56 Terencia fue la mujer de Mecenas. Su infidelidad amarg la vida deste y lleg inclusive a provocar el enojo de Augusto, empeado en res-taurar la santidad del hogar romano. (Cfr. Cartas, 114,6.)

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    sta lleg.57Se le infiri un mal porque la sangre se

    le hel e invadido poco a poco por el fro la fuerzavital ces en sus venas? 13-Cunto ms digno deenvidia es ste que aquellos a quienes se les sirve debeber en una piedra preciosa, a quienes un libertino

    acostumbrado a tolerarlo todo, de cercenada o du-dosa virilidad, les desle la suave nieve en vaso de

    oro! stos han de vomitar cuanto bebieron, abati-dos y gustando repetidas veces el sabor de su propiabilis; aquel, en cambio, alegre y gustoso, apurar el

    veneno. 14- Por lo que toca a Catn ya se ha dichobastante,58 y el consenso humano confesara que le

    toc en suerte la ms alta felicidad a ste, a quien lanaturaleza design para enfrentarse con las cosasms temibles: Es peligrosa la enemistad de los

    poderosos? Opngase al mismo tiempo a Pompeyo,a Csar y a Craso.59 Es duro ser pospuesto a los

    hombres peores? Sea estimado en menos que Vati-nio.60 Es doloroso verse mezclado en guerras civi-

    57 Sobre los ltimos momentos de Scrates y sobre las plticas quemantuvo con sus discpulos acerca de la inmortalidad, vase el CritndePlatn.58 Cfr. 11. 9-12.59

    Catn se opuso a los tres hombres ms poderosos de Roma, Pompe-yo, Csar y Craso, aunque finalmente en la guerra civil se decidi por elprimero. (Cfr. nota 29.)60 Cuando Catn, despus de haber fracasado en su intento de hacerelegir cnsul a Domicio Enobarbo, quiso a su vez ser elegido pretor, a

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    les? Luche a travs de todo el orbe por la causa justa

    con tanta mala suerte como constancia. Es penososuicidarse? Hgalo. Qu he de conseguir con esto?Que todos sepan que no son males estos de loscuales he considerado digno a Catn.61

    IV. 1- La prosperidad llega tambin a la plebe y

    a los temperamentos vulgares, pero someter al yugolas calamidades y terrores de los mortales es propiode un hombre grande. En cambio, ser siempre feliz

    y pasar por la vida sin ninguna punzada en el alma,equivale a ignorar la mitad de la naturaleza. 2- Eres

    hombre valiente? Pues cmo lo s yo, si la suerteno te da oportunidad de demostrar tu virtud? Hasbajado a los campos olmpicos, pero nadie estuvo

    contigo: tienes una corona, pero no una victoria.No te felicito como a hombre fuerte sino como a

    quien ha conseguido el consulado o la pretura: se teha honrado. 3- Lo mismo puedo decirle tambin alhombre bueno, si ninguna circunstancia un tantodifcil le concedi ocasin de mostrar la fuerza de su

    fin de contrarrestar la accin de los cnsules Pompeyo y Craso, se vio

    vencido por Vatinio, hombre despreciable y vil.61 Este prrafo es una prosopopeya de la Naturaleza.

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    espritu: Te considero infeliz62 porque nunca fuiste

    infeliz. Atravesaste la vida sin adversario; nadie sa-br de qu fuiste capaz, ni siquiera t mismo. Enefecto, para conocerse a s mismo se hace necesariauna prueba: nadie llega a saber si es capaz de algo

    mientras no intenta. Por eso algunos se ofrecieron as mismos a las desgracias, que tardaban en venir, y

    buscaron una ocasin de hacer brillar su virtud, queestaba por esconderse en la oscuridad. 4- Se alegrana veces- digo- los hombres valientes con la adversi-

    dad, del mismo modo que los bravos soldados conla guerra. Yo he odo al gladiador63 Triunfo, en

    tiempos de Tiberio Csar, quejarse por la escasez delos juegos pblicos: Qu precioso tiempo se pier-de!, exclamaba. La virtud se muestra vida de peli-

    gros y piensa en la meta a la cual tiende, no en loque ha de padecer, ya que aun lo que ha de padecer

    62 Sneca es uno de los maestros de la anttesis, que aprendi con grandestreza de su padre, dice Paul Barth. Parece como si siempre quisieradar forma intuitiva a la eterna lucha y oposicin de las cosas que cre yconserva la vida, segn el espritu de Epicuro. Aquello que no se expresade modo antittico se le antoja romo y plido. Por el contrario, se su-merge en lo que puede considerarse en forma antittica, aun cuando enel fondo sea de poca importancia... Es ms, llega a considerar la anttesis

    como contradiccin lgica, para hacerla an ms importante. Te conside-ro infeliz- dice- porque nunca fuiste infeliz (op. cit., p. 30-31.)63 En realidad, no dice gladiador, en general, sino murmillo, nombreque designa, en especial, al gladiador cuyo casco, como hace notar

    Waltz, estaba adornado con un pez (mormilos).

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    es parte de su gloria. Los militares se gloran de sus

    heridas; alegres muestran la sangre que fluye de lacoraza, y aunque quienes retornan sanos y salvos dela batalla hayan hecho lo mismo, ms se considera alque vuelve lesionado. 5- Dios- vuelvo a decir- favo-

    rece a quienes desea que sean lo ms virtuosos po-sible siempre que les brinda ocasin de hacer algo

    con valor y firmeza, para lo cual es preciso que sed alguna circunstancia difcil: podrs juzgar al pi-loto en la tempestad y al soldado en la batalla. C-

    mo puedo saber en qu medida eres capaz de lucharcontra la pobreza si nadas en la abundancia? Cmo

    puedo saber cunta presencia de nimo tienes parahacer frente a la maledicencia y el odio del pueblo,si envejeces en medio de aplausos, si un favor inex-

    pugnable, preparado por cierta inclinacin de losnimos hacia ti, te sigue? Cmo puedo saber con

    qu entereza has de soportar la prdida de tus hijos,si ves a todos los que has criado? Te he odo con-solar a otros; recin te hubiera podido conocer alver cmo te consolabas a ti mismo, cmo te veda-

    bas a ti mismo el dolor.64 6- No os aterroricis, os

    ruego, por estas desgracias con que los dioses in-64 Es fcil para todos, mientras estamos sanos, dar buenos consejos alos enfermos (Facile omnes, cum valemus, rectta consilia aegrotis damus), dice

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    mortales acicatean los espritus: la calamidad es oca-

    sin de la virtud. Con razn se podra llamar desdi-chados a quienes se ven entorpecidos por unaexcesiva felicidad, a quienes una inerte calma inmo-viliza, como en un mar tranquilo. Todo cuanto les

    sucediere ser nuevo para ellos: las desgraciasaprietan ms a quienes nunca las ha experimentado.

    Pesado es el yugo para los cuellos tiernos; el novatopalidece ante la posibilidad de una herida, el vetera-no contempla con serenidad su propia sangre, pues

    sabe que con frecuencia ha vencido despus de ha-berla derramado.65 7- De ese modo Dios endurece,

    somete a prueba y ejercita a los que aprecia y ama;en cambio, a los que parece consentir y perdonarlos conserva, indefensos, para las desgracias que les

    han de venir. Os equivocis, en efecto, si creis quealguien est exceptuado: a aquel que durante largo

    tiempo fue feliz le tocar su parte; cuantos parecenexentos son dejados para ms tarde. 8- Por quaflige Dios a los mejores con mala salud, con llantoo con otras desgracias? Porque tambin en los cam-

    Terencio (La Andriana, 309.)65

    As como antes sealamos (nota 23) la frecuencia con que se repite eneste dilogo, y en general en la literatura estoica, la comparacin delhombre virtuoso con el atleta, aqu cabe hacer notar lo mismo acerca delsmil con el soldado. (Cfr. VI. 1, VI. 4, etc.) Vase tambin del mismoSneca, Cartas, 96,5. Asimismo, Epicteto, III, 24,34.

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    pamentos militares se confan las tareas peligrosas a

    los ms valientes: el jefe enva las tropas ms esco-gidas para tender al enemigo una emboscada noc-turna, para explorar el camino o para asaltar unaposicin estratgica. Ninguno de los que parten pa-

    ra tales misiones dice: El general no me aprecia,sino: Me tiene en buen concepto. Digan lo mismo

    todos aquellos a quienes se ordena sufrir lo que ha-ce llorar a flojos y cobardes: Hemos sido juzgadospor Dios dignos de probar cunto puede soportar la

    naturaleza humana. 9- Huid de los placeres66, huidde la muelle felicidad con la cual se debilitan los es-

    pritus, como adormecidos en una perpetua ebrie-dad, a no ser que sobrevenga algo que les hagarecordar el destino del hombre. A aquel a quien los

    vidrios protegieron siempre del viento,67 a aquelcuyos pies permanecieron calientes en medio de

    fomentos cambiados con frecuencia,68

    a aquel cuyos

    66 Cfr.. Cartas, 90,16; 119,15; 55,1; Epicteto, Manual, 34.67 Los romanos de la poca imperial utilizaban el vidrio para diversosfines. En arquitectura lo usaban para decorar muros. Parece, sin embar-go, que no eran capaces de lograr grandes planchas uniformes y as mu-chas veces lo suplantaban por la piedra specularia, trada de Capadocia,

    que deja pasar una luz lechosa y suave. (Cfr. R. Peyre, LEmpire Romain,Pars, 1894, p. 277.)68 Estos fomentos eran, sin duda, equivalentes a las estufillas o a lasbotellas de agua caliente que an hoy suelen usarse durante el invierno,para calentar la parte inferior de las piernas y los pies.

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    comedores atemper el calor dispuesto por debajo y

    esparcido en las paredes

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    un ligero vientecillo no lotocar sin peligro. 10- Siendo as que todos los ex-cesos son peligrosos, el exceso de felicidad es el mspeligroso de todos, conmueve el cerebro, llama la

    mente a vanas imgenes, extiende una amplia capade tinieblas entre lo verdadero y lo falso.70Por qu

    no ha de ser preferible soportar, con ayuda de lavirtud una continua desdicha, que ser quebrantadopor infinitos y desmesurados goces? Suave es la

    muerte por inanicin,71 de indigestin se revienta.11- Los dioses siguen con los hombres buenos la

    misma regla que los preceptores con sus discpulos,pues exigen un esfuerzo ms grande a aquellos enquienes depositan una ms firme esperanza. Crees

    acaso que los lacedemonios detestan a sus hijosporque ponen a prueba su carcter hacindolos

    azotar pblicamente?72

    Los mismos padres los69 La arquitectura romana de la poca imperial haba logrado sistemasbastante satisfactorios de calefaccin.70 Antes quisiera volverme loco que caer bajo el dominio del placer,deca Antstenes, segn refiere Digenes Laercio. (Vida de los filsofos,

    VI, 1,3)71 Cfr. Cartas, 70,9; 77,9. Segn una tradicin antigua, que deriva de

    Hermipo (Digenes Laerco, op. cit., IX, 43), Demcrito se habra deja-do morir por inanicin. (Cfr. Locrecio, Sobre la naturaleza, 111, 1039;Ateneo, Eptome, 11, p. +6, etc.)72 Esta prueba se llevaba a cabo ante el altar de Artemis Ortia, todos losaos, y con frecuencia acababa con la muerte de los flagelados, dice R.

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    exhortan a que aguanten con valor los latigazos y

    cuando estn ya hechos pedazos y medio muertosles ruegan que perseveren, brindando sus heridas anuevas heridas. 12- Qu tiene de extrao que Diosponga duramente a prueba a los espritus genero-

    sos? La demostracin de la virtud nunca es fcil. Lafortuna nos azota y despedaza? Soportmosla: no es

    crueldad; se trata de un certamen y cuanto ms fre-cuentemente participemos en l ms fuertes sere-mos. La parte ms firme del cuerpo es aquella que

    un continuo uso pone en movimiento. Debemosbrindarnos a la fortuna para que ella contra ella

    misma nos endurezca: poco a poco nos volveriguales a ella y la familiaridad con el peligro har quepodamos despreciarlo. 13- As, los marineros tienen

    cuerpos duros para enfrentarse al mar, las manos delos agricultores estn curtidas. Por medio del pade-

    cimiento llega el alma a despreciar el padecimientode los males. Podrs darte cuenta de lo que stepuede hacer en nosotros, si consideras cunto sueleayudar el esfuerzo a naciones indigentes y endureci-

    das por la pobreza. 14- Mira todos esos pueblos que

    Waltz. (Sobre Artems Ortia vase M. P. Nfisson, Geschichte derGriechischen Religion, Munich, 1955, p. 487 ss.

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    lindan con la paz romana,73 quiero decir, los germa-

    nos y las tribus nmadas que nos salen al paso juntoal Ister74: un perpetuo invierno y un triste cielo losoprimen, un suelo estril malamente los sustenta; sedefienden de la lluvia con una techumbre de paja o

    de hojas de rboles, brincan sobre lagunas endure-cidas por el hielo y cazan fieras para alimentarse. 15-

    Te parecen desdichados? Nada hay de desdichadoen lo que la costumbre ha hecho natural, pues pocoa poco llega a producir placer aquello que se co-

    menz por necesidad. No tienen habitacin ni casaalguna, fuera de aquella en la que los ubic un da la

    fatiga; su comida es grosera y han de procurrselacon las manos; horrenda es la dureza de su clima;

    73

    Esto es, con el Imperio Romano, en cuyo territorio reinaba la paz, poroposicin a los pases brbaros, donde los pueblos guerreaban conti-nuamente entre s.74 El Danubio fue conocido por los griegos ya desde la poca ms anti-gua, con el nombre de Ister (Istros). Sin embargo, aquellos slo conocande l la parte cercana a la desembocadura y tenan ideas muy errneasrespecto a su curso, que slo fue enteramente conocido en pocas delImperio Romano. Los latinos, especialmente los poetas, adoptan a vecesel nombre griego (Istrus, Hister), pero ms tarde usan indiscriminada-

    mente ambos nombres, Ister o Danubious. (Cfr. W. Smith, Dictionary ofGreek and Roman Geography, Londres, 1854, p. 750.) (Cfr. Cuestionesnaturales, 1, Praef. g.) En la Corografia de Agripa- hace notar P. Oltra-mare-, eran sobre todo en el curso inferior y las bocas del Danubio losque llevaban el nombre de Ister (Hister).

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    sus cuerpos permanecen desnudos;75 esto que a ti te

    parece una calamidad es la vida de tantos pueblos.16- Te asombras de que, para hacerlos ms firmes,se vapulee a los hombres buenos? No hay rbol s-lido y fuerte fuera de aquel contra el que choca un

    viento continuo, pues gracias a la misma violentasacudida se afirma y echa ms hondas races; frgiles

    son los que en un abrigado valle crecieron. Les con-viene, pues, a los mismos hombres buenos, parapoder superar el miedo, vivir mucho tiempo rodea-

    dos de cosas que infunden temor y sobrellevar connimo sereno aquellos males que en realidad no lo

    son sino para quien mal los soporta.

    V. 1- Aade ahora que a todos conviene que el

    mejor, por as decirlo, milite y preste servicio. Espropsito de Dios, lo mismo que del hombre sabio,

    mostrar que las cosas que el vulgo desea y las queteme no son ni buenas ni malas. Resultara claro, enefecto, que son buenas, si slo las concediera a loshombres buenos, y que son malas, si nicamente las

    otorgara a los malos. 2- Detestable sera la ceguera

    si nadie hubiera perdido los ojos sino aquel a quien75 En la Germania, 2, Tcito reconoce que, aun cuando la tierra de losgermanos sea desolada, spera y triste, sus habitantes la aman y la aoran.

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    se le deben arrancar: estn, pues, privados de la vista

    Apio

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    y Metelo

    77

    . Las riquezas no son un bien: po-salas, pues, hasta Elio, el rufin,78 para que loshombres vean tambin en el prostbulo el dineroque consagraron en los templos.79 De ningn modo

    puede Dios distribuir mejor las cosas ardientementedeseadas que concedindolas a los ms desvergon-

    zados y quitndolas a los ms virtuosos. 3- Pero esinicuo que un hombre bueno sea mutilado, traspa-sado, atado, mientras los malos, con sus cuerpos

    intactos, andan libres y tranquilos. Pues qu? Noes inicuo que los hombres valientes tomen las ar-

    mas, pasen la noche en los campamentos y estn depie delante de una empalizada, con las heridas ven-dadas, mientras en la ciudad permanecen seguros

    (Cfr. E. Paratore, Tcito, Miln, 1951, p. 289.)76 Apio Claudio el Ciego fue censor y luego cnsul. Construy el primer

    acueducto y la primera ruta militar. Reform en sentido popular las leyeselectorales. Se lo considera, adems, como el primer cultor de la prosalatina. (Cfr. J. Beloch, Romische Geschichie, Berln, 1926, p. 481 ss.)77 Lucio Cecilio Metelo fue cnsul en 251 a.C.; venci a Asdrbal enPanormo, arrebatndole algunos elefantes que llev despus a Roma. Enel ao 241 logr salvar el Palladium durante un incendio que devor eltemplo de Vesta, ocasin en la cual- se dice- perdi la vista. Desde el ao243 fue pontifex maximus. (Cfr. G. de Sanctis, Storia dei Romani, Turn1917, III, p. 262 ss.)78

    Personaje del cual nada sabemos, pero que, por lo que puede inferirsedel texto, se dedicaba, sin duda, a comprar esclavas para dedicarlas a laprostitucin.79 Hay aqu, como seala Waltz, una alusin al culto que los romanostributaban a la diosa Pecunia.

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    los degenerados y los que hacen de su desvergenza

    una profesin? Pues qu? No es inicuo que lasms nobles vrgenes deban despertar durante la no-che para cumplir sus funciones sagradas, mientraslas impuras gozan de un profundsimo sueo?80 4-

    El esfuerzo llama a los mejores. El Senado sesionamuchas veces durante todo el da. Y, mientras tanto,

    el individuo ms despreciable distrae su ocio en elCampo,81 se esconde en una taberna o gasta sutiempo en algn crculo social.82 Lo mismo sucede

    en esta gran repblica: los hombres buenos se es-fuerzan, gastan y son gastados, y lo hacen con gus-

    to. No son arrastrados por la fortuna, la siguen eigualan su marcha. Si pudieran conocer sus desig-nios se le adelantaran. 5- Recuerdo tambin haber

    odo estas esforzadas palabras a aquel valerossimo

    80 Alude a las vrgenes Vestales, encargadas de mantener encendido per-petuamente, en el templo de Vesta, el fuego sagrado, que custodiabanpor eso da y noche. (Cfr. G. Wissowa. Religion und Kultus der Rnwr,Munich, 1912, p. 504.)81 El Campo de Marte era el lugar donde solan pasear y conversar, dis-trayendo sus ocios, los ciudadanos de Roma. Despus que Augustodividi la ciudad en catorce regiones, el nombre de Campo de Marte se

    aplic a la parte de la novena regin (circus Flaminius) que estaba al estede la Via Lata. (S. Ball Platner, The Topography and Monuments ofAncient Rome, Boston, 1904, p. 321.)82 Crculo equivale aqu a reunin social, tertulia, etc. Cfr. Sobre losbeneficios, VII, 22,2.

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    varn Demetrio:83 Una sola queja- deca- tengo

    contra vosotros, dioses inmortales: que no me hi-cisteis conocer antes vuestra voluntad, pues en talcaso me hubiera adelantado a estas tribulacionespara las que ahora comparezco, llamado por voso-

    tros. Queris tomar mis hijos? A vosotros los heofrecido. Queris alguna parte de mi cuerpo? To-

    madla. No es gran cosa lo que os adelanto: prontohe de abandonarlo entero. Queris mi espritu?Por qu he de demorar en entregaros lo que me

    habis dado? Con gusto pondr en vuestras manoscuanto pidiereis.84 6- Qu sucede, pues? Hubiera

    preferido ofreceros esas cosas a tener que devolv-roslas. Qu necesidad tenais de quitrmelas? Po-dais haberlas recibido. Pero, a decir verdad,

    tampoco ahora me las quitis, pues nada se arrebatasino a quien algo retiene. A nada se me obliga, na-

    da soporto contra mi voluntad, no sirvo a Dios sinoque me identifico con su querer, tanto ms cuantos que todas las cosas suceden conforme a una leysegura, establecida desde la eternidad. 7- Los desti-

    nos nos guan y al tiempo que a cada uno le queda

    83 Cfr. nota 40.84 Cfr. Epiceto, 1. 29, 10.

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    lo determin ya su hora primera.85 Una causa de-

    pende de otra; una interminable serie

    86

    arrastra loshechos privados y pblicos. Por tanto, hay que tole-rarlo todo con valor, porque nada nos cae encimapor casualidad, como creemos, sino que nos viene

    necesariamente. Hace mucho que est determinadocules sern tus alegras y cules tus llantos, y aun-

    que las vidas de los individuos parezcan diferenciar-se mucho entre s, en conjunto todas se reducen auna sola cosa: recibimos dones perecederos porque

    somos perecederos. 8- Por qu, pues, nos indig-namos? Por qu nos quejamos? Para eso hemos

    sido engendrados. Que la naturaleza use los cuerposque le pertenecen como ella quiera; nosotros, con-tentos con todo lo que sucede y valerosos, pense-

    mos que nada de lo nuestro perece. Qu debehacer el hombre bueno? Brindarse al Destino. Gran

    consuelo es ser arrastrado junto con el Universo:sea lo que fuere lo que nos ordena vivir y morir deesta manera, con la misma necesidad obliga tambina los dioses; un irrevocable curso conduce al mismo

    tiempo las cosas humanas y las divinas. El mismo

    85 Cfr. Sobre los beneficios, VI. 23.86 Se refiere aqu a la serie o cadena de las causas sobre la cual trataespecialmente Cicern en su obra Sobre el destino (De fato). (Cfr. Marco

    Aurelio, 11. 3,1.)

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    creador y rector de todas las cosas traz sin duda

    los destinos, pero los acata; obedece siempre, man-d una vez sola.87 9- Pero por qu fue Dios taninjusto, al repartir los destinos, como para asignar alos hombres buenos la pobreza, las heridas y la

    muerte prematura? El artfice no puede cambiar lamateria.88 Es un principio establecido: algunas cosas

    no pueden ser separadas de otras, estn unidas, soninescindibles.89 Los temperamentos lnguidos ypropensos al sueo o a una vigilia muy parecida al

    sueo estn entretejidos con elementos inertes; paraque se produzca un varn digno de tal nombre, es

    necesario un tejido ms fuerte. El camino no serpara l llano: ser preciso que ande hacia arriba yhacia abajo, que sea sacudido por las olas y que go-

    bierne su nave en medio de la tormenta; debermantener su curso contra la fortuna. Le sucedern

    87 A propsito de esta proposicin, dice P. Barth (op. cit., p. 5-2) que elfuego creador que se identifica con la Razn y con la Divinidad dominatodo cuanto acontece, tanto en el mundo vivo como en el inanimado, desuerte que resulta tambin idntico a aquello que la creencia popularllama destino, esto es, la fuerza poderosa a que estn subordinados losmismos dioses, segn dice Homero.88 Cfr. Marco Aurelio, VI. 1; VI. 36; VII. 75. Sneca alude aqu al mismo

    tiempo a la materia prima de la obra artesanal y a la materia eterna delUniverso, que el principio activo plasma, pero cuya esencia no puedecambiar.89 Alusin a la doctrina estoica de los hechos codestinados, que apare-ce ya con Crisipo. (Cfr. Cicern, Sobre el destino, XIII. 30.)

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    muchas cosas duras y escabrosas, pero l las suavi-

    zar y las nivelar. 10- El fuego prueba al oro, ladesdicha a los hombres fuertes. Considera cuan altodebe ascender la virtud, advertirs que no se puedesubir all por sendas seguras.

    Viene primero un trecho difcil, que los aun

    [descansados caballosse esfuerzan con fatiga por subir a la maana.La parte ms alta est en medio del cielo, desde

    [dondeyo mismo temo muchas veces mirar el mar y

    [la tierray el pecho me tiembla con sobrecogido espanto.Al final hay un trecho descendente, que exige

    una firme conduccin. Hasta la profundaTetis, que sobre las sumisas olas, me recibe,

    suele temer que al principio caiga.90

    11- Odo esto [Faetn] el animoso adolescente, di-ce: El camino me agrada. Subo: tanto me importa

    ir all, aun cuando haya de caer. No desiste [Febo]

    de atemorizar a aquel espritu osado:

    90 Ovidio,Metamorfosis, II. 63-69

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    Aunque conserves el camino y ningn extravo

    [te traicione,tendrs que andar por entre los cuernos del To-ro

    [enemigo,

    por entre los arcos de Hemonia y las fauces[del violento Len.91

    A lo cual aquel responde: Unce los carros que mehas dado! Las palabras con que crees aterrorizarme

    me empujan adelante. Deseo pararme, firme, alldonde el mismo Sol tiembla. Es propio de un ser

    vil y cobarde marchar por lugares seguros: La virtudanda por las cumbres.

    VI. 1- Con todo por qu tolera Dios que lessuceda algo malo a los hombres buenos? A decir

    verdad l no lo tolera: los libera de todos los males,de los crmenes y las acciones deshonrosas, de losmalos pensamientos y los vidos designios, del cie-go deseo y la codicia de los bienes ajenos. Los pro-

    tege y los defiende. O acaso se pretende que Dios

    vigile tambin el equipaje de los hombres buenos?Ellos mismos lo eximen de tal cuidado: desprecian91 Ovidio, Metamorfosis, IL 79-81.

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    las cosas exteriores. 2- Demcrito arroj lejos de s

    las riquezas

    92

    considerndolas una carga para el almajusta.93 Por qu te asombras, pues, si Dios toleraque le suceda al hombre bueno lo mismo que a ve-ces el hombre bueno quiere que le suceda? Los

    hombres buenos pierden a sus hijos: por qu no,cuando a veces tambin ellos mismos les dan

    muerte.94 Se los destierra: por qu no, cuando aveces ellos mismos dejan la patria para no volver?Se los mata: por qu no, cuando a veces ellos

    atentan contra su propia vida? 3- Por qu padecenciertas cosas crueles? Para ensear a los otros a pa-

    decer: nacieron para ser ejemplo. Imagina, pues, queDios, les dice: Qu queja podis tener contra m,vosotros, que os complacis en la justicia? A los

    92 Digenes Laercio (Vida de los filsofos, IX, 35) dice que Demcritoera el menor entre tres hermanos y cuando se trat de dividir la heren-

    cia paterna, cuentan los ms que quiso para s la parte ms pequea, queconsista en dinero contante y sonante, pues lo necesitaba para sus viajes,como sagazmente haban supuesto sus hermanos. (Cfr. Eliano, Diversashistorias, IV. 20.) En cambio Filn, Sobre la Pro-videncia, 11. 13, p. 52.

    Aucher, Sobre la vida contemplaliva p. 473 M. trae una versin muysemejante a la de Sneca. Cfr. Horacio, Epstolas, 1. 12, 12.) Tal vezSneca y Filn, contemporneos, hayan tomado este dato de una mismay desconocida fuente estoica.93 En el dilogo Sobre la vida feliz, XXI, Sneca afirma que el sabio no

    siente amor por las riquezas, aunque las prefiera a la pobreza. En la Carta115, 11, dice que el avergonzarse de la pobreza es seal de la ms bajadegeneracin moral. (Cfr. P. Barth, op. cit., p. 208-9).94 Pedro Fernndez Navarrete, en su traduccin, anota: [El autor]habl como gentil, que no es lcito por la patria potestad matar los hijos.

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    otros los he rodeado de falsos bienes y entretuve

    sus vacos espritus con un largo y engaoso sueo:los adorn con oro, plata y marfil; adentro nadabueno tienen. 4- Esos a quienes crees felices, si losconsideras no en lo que salta a la vista sino en lo

    que est oculto, son desdichados, sucios e indecen-tes; a semejanza de las paredes de sus casas, estn

    cuidados slo por fuera. sta no es felicidad slida ysincera: es slo revestimiento externo, y muy ligeropor cierto. As, mientras les es posible mantenerse

    en pie y mostrarse a su gusto, brillan y engaan, pe-ro cuando sucede algo que los perturba y los pone

    de manifiesto, se hace patente cuan vasta y real feal-dad esconda ese impropio esplendor.95 5- Os hedado bienes seguros, permanentes, que cuanto ms

    uno los examina y por diversos lados los mira, me-jores y ms grandes parecen:96 os he permitido des-

    preciar lo que se suele temer y mirar con desdn laspasiones. No brillis por fuera, vuestros bienes es-tn vueltos hacia adentro: de tal manera el Universodesprecia lo que es exterior a l, contento con mi-

    rarse a s mismo. Dentro de vosotros he colocado

    todo vuestro bien; vuestra felicidad consiste en no95 Cfr. Sobre los remedios para lo imprevisto, X. 3.

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    necesitar la felicidad. 6- Pero sobrevienen muchas

    cosas tristes, horribles, duras de tolerar. Como nopoda sustraeros a ellas, he armado contra todasellas vuestros espritus. Soportadlas con valenta. Enesto podis superar a Dios: l est ms all de los

    males, vosotros estis por encima de ellos. Despre-ciad la pobreza: nadie vive tan pobre como ha naci-

    do. Despreciad el dolor: o l ser destruido o loseris vosotros. Despreciad la muerte: ella sealavuestro fin u os transfiere a otra vida.97 Despreciad

    la fortuna: no le he dado ningn dardo capaz deherir el alma.98 7- Ante todo he procurado que nadie

    os retenga contra vuestra voluntad: abierta est lasalida. Si no queris pelear, os es lcito huir. Por eso,de todas las cosas que he querido que os sean nece-

    sarias no hice ninguna ms fcil que el morir. Hecolocado la vida en una pendiente: es arrastrada.

    Prestad un poco de atencin y veris cun corto yexpedito es el camino que conduce a la libertad.99

    96 En el tratado Sobre los beneficios, IV. 1, escribe Sneca: La virtudtiene su precio en s misma (Virtus sui ipsius pretium).97 Cfr. Marco Aurelio, IV. 47; IV. 50; VI. 24; VII. 32; III. 3, etc.98 Ningn smil que eleve al sabio por encima de la humanidad lo en-

    cuentra [Sneca] demasiado atrevido, dice, comentando esta frase, P.Barth (op. cit., p. 215).99 Sobre el suicidio, cfr. Cartas, 12 y 70; Sobre la ira, III. 15. Sneca con-dena el temor a la muerte (Cartas, 101, 10; Cuestiones naturales, VI. 32)y, como todos los estoicos, considera el suicidio no slo lcito sino tam-

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    No os he puesto para la salida dificultades tan gran-

    des como para la entrada; la fortuna hubiera tenidosobre vosotros un gran poder si el hombre tardaraen morir tanto como en nacer. 8- Que todo tiempoy todo lugar os ensee cun fcil es renunciar a la

    naturaleza y devolverle con desprecio su don juntoa los mismos altares y a los solemnes ritos sacrifi-

    ciales; mientras se implora la vida, aprended a cono-cer la muerte: los poderosos cuerpos de los toroscaen con un pequeo tajo y un golpe de la mano del

    hombre echa por tierra a bestias de considerablevigor.100 Con un delgado hierro se rompe la comisu-

    ra de la cerviz y una vez cortada la articulacin queune la cabeza con el cuello, la enorme mole se pre-cipita por tierra. 9- El espritu no se oculta en las

    profundidades y para sacarlo afuera no se necesita elhierro.101 No es preciso explorar las entraas con

    bin obligatorio cuando la vida llega a ser un obstculo para la prcticade la virtud. En cambio, no lo admite cuando responde a un simpledeseo de acabar con la existencia. Marco Aurelio opone (XI. 3) la dispo-sicin racional a dejar la vida (propia del sabio) y el deseo irracional de lamuerte, buscada por pura emulacin (por los cristianos).100 Ntese que el autor relaciona aqu, aunque quizs no del todo cons-cientemente, el suicidio del justo con el sacrificio cruento que se ofreca a

    los dioses. Marco Aurelio, por su parte (III. 4), afirma que el hombre quese esfuerza por ser justo puede ser considerado como sacerdote de losdioses.101 Hay aqu, al parecer, un indicio de que Sneca, pese a ciertas expre-siones que suenan a espiritualismo dualista, sigue manteniendo en el

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    una herida que penetre hasta lo ms hondo: la

    muerte est all no ms. No he establecido un lugarfijo para los golpes fatales: cualquier camino es tran-sitable. Eso mismo que se llama morir, el hecho deque el alma se separe del cuerpo, es ms breve de lo

    que se necesita para captar tanta rapidez. Ya sea queun nudo os apriete la garganta, ya sea que el agua os

    impida respirar, ya sea que al caer os rompis la ca-beza contra el duro suelo, ya sea que el fuego alapagarse corte por la mitad la carrera del alma que

    sirve de vuelta,102 sea lo que fuere, pronto sucede.No os avergonzis? Largo tiempo temis lo que tan

    rpido pasa.103

    fondo la concepcin psicolgica de los antiguos estoicos, que considera-ban al alma humana como un fragmento del fuego (o del ter) divino, noesencialmente diferente, sin embargo, del cuerpo.102 Segn la opinin de R. Waltz, Sneca se refiere aqu a la asfixia por

    carbn. Pero otros, como l mismo aclara, ven en estas palabras unaalusin al suicidio de Porcia, que se haba dado muerte tragando carbo-did