secc: otros valor: 62.500,00 € area (cm2): 584,6 ocupac ...€¦ · cod: 132632275 51 nomina...
TRANSCRIPT
31/05/20El País -SemanalEspaña
Pr: Semanal (Domingo)Tirada: 221.042Dif: 165.495
Pagina: 48Secc: OTROS Valor: 62.500,00 € Area (cm2): 584,6 Ocupac: 100 % Doc: 1/10 Autor: por Guillermo Abril fotografía de Sofía Num. Lec: 732000
Cod: 132632275
4848
La sede madrileña
de la inmobiliaria
Cushman & Wakefi eld
ha sido remozada
para la era poscovid.
El País Semanal, 31.05.2020
31/05/20El País -SemanalEspaña
Pr: Semanal (Domingo)Tirada: 221.042Dif: 165.495
Pagina: 49Secc: OTROS Valor: 62.500,00 € Area (cm2): 582,8 Ocupac: 100 % Doc: 2/10 Autor: por Guillermo Abril fotografía de Sofía Num. Lec: 732000
Cod: 132632275
4949
por Guillermo Abrilfotografía de Sofía Moro
R E P O R TA J E
O5.
Y ahora, ¿dónde está la oficina?
Ver vídeo:
www.elpaissemanal.com
31/05/20El País -SemanalEspaña
Pr: Semanal (Domingo)Tirada: 221.042Dif: 165.495
Pagina: 50Secc: OTROS Valor: 62.500,00 € Area (cm2): 581,9 Ocupac: 100 % Doc: 3/10 Autor: por Guillermo Abril fotografía de Sofía Num. Lec: 732000
Cod: 132632275
50
En la Torre de Cristal, el edifi ciomás
alto de España, que albergaba antes
de la pandemia a cerca de 4.000 ofi -
cinistas, las voces y los pasos rever-
beran en el inmenso vestíbulo. No
hay nadie, salvo un trabajador de
origen latino que limpia los cristales
inmensos y la empleada de seguridad
que pide el DNI, también de origen
extranjero. Ni rastro del aluvión de
trajeados, la fuerza laboral de cuello
blanco, los habituales moradores de
este distrito fi nanciero de las Cuatro
Torres, al norte de Madrid. La multi-
nacional de auditoría y consultoría KPMG, que ocupa cer-
ca de la mitad de las 52 plantas del rascacielos, mandó en
marzo a sus 2.800 empleados a casa. Dos meses después,
están planifi cando el regreso. “El punto crítico es el ascen-
sor”, dice Montse de Osa, responsable del departamento
que se ocupa de la puesta a punto de las ofi cinas en esta
era poscoronavirus. Ya en su momento había atascos. Aho-
ra la capacidad máxima se ha reducido de 21 a 3 personas.
Es jueves 14 de mayo y esta arquitecta de 41 años, cur-
tida en obras de Dragados, ejerce de anfitriona en una
visita al edifi cio. Llevan semanas preparando lo que de-
Será un nuevo mundo de ofi cinas asépticas y distantes, con pegatinas dando órdenes, horarios comprimidos y apps inteligentes rastreando contagios. Ahora que se prepara el regreso a los puestos de trabajo, visitamos la sede de varias empresas, desde una multinacional alojada en un rascacielos hasta unos estudios de animación. Los empleados, desde sus casas, nos cuentan cómo han sobrellevado una vida en remoto.
31/05/20El País -SemanalEspaña
Pr: Semanal (Domingo)Tirada: 221.042Dif: 165.495
Pagina: 51Secc: OTROS Valor: 62.500,00 € Area (cm2): 583,8 Ocupac: 100 % Doc: 4/10 Autor: por Guillermo Abril fotografía de Sofía Num. Lec: 732000
Cod: 132632275
51
nomina “plantas limpias”, a las que podrán ir volviendo
empleados poco a poco y de forma voluntaria. Han teni-
do un centenar de solicitudes. Los primeros llegarán el
siguiente lunes. Antes recibirán en casa una bolsa con gel
hidroalcohólico, una mascarilla FFP2, guantes e instruc-
ciones de seguridad e higiene. Solo podrán acudir al ras-
cacielos en coche privado o taxi. Tendrán que haber com-
pletado durante días una encuesta sobre su salud. Se les
asignará un puesto en una de las cinco plantas “limpias”.
Y se les indicará una hora exacta de llegada. Un “slot”, lo
denomina De Osa, como los huecos para el despegue de
los aviones. De ese modo creen que podrán salvar el “pun-
to crítico”. Con ayuda de la compañía ThyssenKrupp, se
han recalculado capacidades y traslados de los elevado-
res para evitar tapones y garantizar la separación física.
Unas pegatinas en el suelo señalan el punto donde uno
ha de esperar al ascensor, con el mensaje: “Mantenga la
distancia de seguridad”. En el interior del ascensor, otras
pegatinas con forma de huellas indican dónde colocar-
se. Pero el botón sigue requiriendo la presión del dedo.
El ascensor sale disparado y sus puertas se abren en
el piso 28º, una de las plantas ya acondicionadas, donde
unos operarios retocan más pegatinas en el suelo. Llevan
días en ello. Han colocado centenares. Les quedan otras
tantas. También se han ocupado de la señalética de Renfe.
R E P O R TA J E
Ángel FernándezEn la página anterior, el ejecutivo de KPMG
experto en desarrollo digital, de 41 años, trabaja
en la habitación de su hijo. Dice que echa de
menos la ofi cina, en la planta 28ª de la Torre
de Cristal de Madrid (en la imagen de abajo).
Cristina HebreroEsta directiva de KPMG especializada en gestión del
cambio dice que muchas empresas han descubierto
que no ha caído la productividad con el teletrabajo.
En la imagen, en su casa a las afueras de Madrid.
31/05/20El País -SemanalEspaña
Pr: Semanal (Domingo)Tirada: 221.042Dif: 165.495
Pagina: 52Secc: OTROS Valor: 60.179,55 € Area (cm2): 557,9 Ocupac: 96,29 % Doc: 5/10 Autor: por Guillermo Abril fotografía de Sofía Num. Lec: 732000
Cod: 132632275
52
“No nos falta trabajo”, aportan con un toque de humor.
A la izquierda, al cruzar las puertas mecánicas, se des-
pliegan las ofi cinas. Recibe una basura, en la que soltar
guantes y mascarillas al fi nal de la jornada, y una gran
pantalla que repite en bucle un vídeo con instrucciones
para la “nueva normalidad”: “¿Sabes cuándo usar la mas-
carilla? (…) Lávate las manos con agua y jabón”. También
sugiere un cambio en el dress code. Tradicionalmente los
auditores venían en traje. Ahora se pide una vestimenta
más informal, lavable en casa, que no requiera pasar por
la tintorería. Tras la pantalla nacen hileras de puestos de
trabajo en un espacio abierto con imponentes vistas de la
zona cero de la pandemia en España. Las pertenencias de
sus anteriores usuarios se han apilado y recogido. Queda
algún pósit solitario. De cada isleta con ocho ordenado-
res, de momento solo habilitarán un sitio. En el hueco
P28S09.1, listo para el regreso, una cartulina da instruc-
ciones al recién llegado: “1. Este puesto te ha sido asigna-
do habiendo sido limpiado y desinfectado. 2. Recuerda
utilizar guantes y mascarilla de acuerdo a las instruccio-
nes recibidas. 3. Recuerda dejar el puesto totalmente re-
cogido, tal y como lo has encontrado a tu llegada”.
Por los ventanales se ve el aeropuerto de Madrid lán-
guido y sin vida. También el interior de los rascacielos
contiguos: nadie. Montse de Osa taconea entre el mo-
biliario y prosigue su explicación. Habrá siempre una
persona de limpieza en cada planta. Los baños serán de
uso individual y se limpiarán cada dos horas. La zona de
fotocopiadora solo podrá ser visitada de uno en uno. El
uso del gel será obligatorio antes y después del contacto
con la máquina de reprografía. Las salas de reuniones han
sido clausuradas. Las zonas de charlas informales ahora
lucen un cartel: “Espacio fuera de servicio”. Queda prohi-
bido comer en otro lugar que no sea el propio puesto de
trabajo, al contrario de lo que se exigía antes por decoro
y respeto. No se podrá circular libremente por el edifi cio
o sentarse en un sitio distinto al asignado, de modo que
sea posible “mapear” el recorrido y los contactos de un
empleado que diera positivo por covid-19. Si existe ese
positivo, se podría llegar a cerrar la planta entera, para
higienizarla, y se abriría otra de refuerzo.
Uno de los problemas más complejos será subir a los
pisos más altos. Como ninguno de los ascensores realiza
el trayecto completo de la planta baja a la 50ª, el piso 35º
funciona como intercambiador. En él, uno se baja del ele-
vador más rápido del país —8 metros por segundo— y se
sube a otro que lo lleva más arriba. “Ahí se arman unos
pitotes...”, recuerda un empleado que trabaja en el tercio
superior. Ahora se ha marcado un circuito en el suelo, una
“yincana”, lo llama De Osa, con fl echas y direcciones en-
tre unos ascensores y otros que hace respetar la distancia
de dos metros. Imposible no imaginarla llena de perso-
nas estresadas y con mascarilla. Por esta planta 35ª pasa
Sabina Domínguez, jefa del servicio de limpieza, con un
desinfectante en la mano y rocía cada botón que hemos
ido tocando. Al fi nal de la jornada, cuenta, repasa todo
con una mezcla de lejía y agua al 50%: “Vamos, que aquí el
bicho no está”. Antes de concluir la visita, Montse de Osa
añade que la idea es volver con un 15% de ocupación e ir
aumentando poco a poco. Aunque puede
que ya nunca se regrese del todo al mo-
delo previo. En su opinión, “la tendencia
es ir hacia espacios más colaborativos”.
“Las formas híbridas temporales”, las
llama Jesús Silva, director general de la
inmobiliaria Cushman & Wakefi eld, cuya
sede en el barrio de Salamanca ha sido ya
remozada para la nueva era. Entre sus no-
vedades se encuentran los baños con se-
R E P O R TA J E
Pepe García QuintanaEste director de servicios corporativos de Indra,
de 44 años, es responsable de los sistemas de la
información de la compañía. Forma parte del equipo
que organizó el “big bang”: mandar a casi 30.000
empleados a trabajar a casa de un día para otro.
“Este puesto te ha sido asignado habiendo
sido limpiado y desinfectado. Recuerda usar
guantes y mascarilla”, reza un cartel a la espera
de que vuelvan los primeros trabajadores
31/05/20El País -SemanalEspaña
Pr: Semanal (Domingo)Tirada: 221.042Dif: 165.495
Pagina: 53Secc: OTROS Valor: 62.500,00 € Area (cm2): 584,0 Ocupac: 100 % Doc: 6/10 Autor: por Guillermo Abril fotografía de Sofía Num. Lec: 732000
Cod: 132632275
53
Silviano AndreuA sus 58 años, dirige el
negocio de consultoría
de Minsait, fi lial de
tecnologías de la
información de Indra.
Solo ha vuelto una
vez a la ofi cina (en la
imagen de arriba, la
sede de Alcobendas,
Madrid) para coger su
vieja calculadora Casio.
Minsait ha desarrollado
una app para rastrear
contagios en el regreso a
las ofi cinas, una especie
de pasaporte sanitario.
31/05/20El País -SemanalEspaña
Pr: Semanal (Domingo)Tirada: 221.042Dif: 165.495
Pagina: 54Secc: OTROS Valor: 62.500,00 € Area (cm2): 582,1 Ocupac: 100 % Doc: 7/10 Autor: por Guillermo Abril fotografía de Sofía Num. Lec: 732000
Cod: 132632275
54
máforo, los mantelitos de papel para colocar bajo el tecla-
do (al fi nalizar la jornada se tiran), los circuitos de fl ujos de
entrada y salida, y una señalética mareante en el suelo que
traza un perímetro de dos metros en torno a cada puesto
de trabajo, una especie de burbuja que marca la distancia
del trabajador con sus compañeros e invalida automáti-
camente tres de cada cuatro escritorios. En las ofi cinas,
que visitamos el 8 de mayo, tampoco hay nadie: el 100% ha
podido irse a casa a teletrabajar. El resto del edifi cio aco-
ge bancos de inversión y despachos de abogados, entre
otros. Estos días acuden un centenar de trabajadores de
los 1.400 que solía haber. Lo único que no han dejado de
funcionar son los servidores. ¿Quizá sea este el futuro de
los edifi cios? ¿Inmensos contenedores de procesamiento
de datos? ¿Augura una caída de la demanda de ofi cinas?
¿Un shock en el mercado? “Los edifi cios van a tener un uso
distinto”, esquiva Silva la respuesta. “Se irán adaptando a
las necesidades”, añade María José Cantón, consejera de-
legada de Vyosa, empresa propietaria del bloque, que ya
valora proponer a los inquilinos “espacios pulmón”, que
acompañen las necesidades crecientes o menguantes, se-
gún posibles rebrotes. “Esto va para largo”, dice.
Olga Núñez, secretaria de la fi nanciera Arcano, con
sede en el edifi cio, piensa de forma similar. Se encuentra
en los tornos de salida (ahora contactless) con su pantalla
de ordenador bajo el brazo. Ha venido a recogerla. En un
principio se llevó el portátil a casa. Pero dos meses des-
pués la vista comienza a pagarlo y ya nadie sabe cuánto
se prolongará esta vida en remoto.
Hasta marzo de 2020 España era un país “alérgico al
teletrabajo”, afi rma Arturo Lahera, profesor de Sociología
del Trabajo en la Universidad Complutense de Madrid.
“En nuestra cultura organizativa no estaba bien visto por-
que suponía una pérdida de control”. Solo un 4,8% de las
personas teletrabajaban en 2019, según el INE; por deba-
jo de la media europea (un 5,3%) y lejos de países como
Luxemburgo (11,6%) y Finlandia (14,1%). El confi namien-
to obligado ha hecho saltar las cifras por los aires: cerca
Joan RoigCofundador del estudio de arquitectura
Batlle i Roig, tiene 65 años y ha seguido
yendo al despacho en Esplugues de
Llobregat (Barcelona). En la página de la
derecha, una vista de sus ofi cinas vacías.
Helena SalvadóSocia del estudio Batlle i Roig, de 39 años,
estos días de teletrabajo le han hecho
darse cuenta de que quizá llevaba una vida
“muy a tope”. En la imagen, trabajando
en el salón de su casa, junto a sus hijos.
F O T O G R A F Í A D E C AT E R I N A B A R J A U
31/05/20El País -SemanalEspaña
Pr: Semanal (Domingo)Tirada: 221.042Dif: 165.495
Pagina: 55Secc: OTROS Valor: 58.900,12 € Area (cm2): 546,0 Ocupac: 94,24 % Doc: 8/10 Autor: por Guillermo Abril fotografía de Sofía Num. Lec: 732000
Cod: 132632275
55
de un 34%, un tercio de la fuerza laboral de España, ha
estado teletrabajando de media a lo largo de marzo y
abril, según el estudio El impulso del teletrabajo durante
el COVID-19, del Instituto Valenciano de Investigaciones
Económicas. “Ha sido un experimento”, dice José María
Peiró, catedrático de Psicología Social de la Universidad
de Valencia y coautor del informe. “Pero lo hemos hecho
de forma improvisada, sobrevenida y poco planifi cada”.
Ha ayudado a mantener el empleo, cierto. Y ha evitado
contagios y facilitado el cuidado de los hijos sin colegio en
una situación extraordinaria. Pero se ha dado el paso sin
las herramientas, ni la formación, ni los espacios adecua-
dos. La situación genera estrés, desestructura el tiempo;
quedan poco claras las funciones, las horas, los objetivos,
el límite del trabajo y el comienzo de la vida privada; abre
brechas entre quienes tienen o no hijos o mayores a car-
go, empleados del hogar, una buena silla, mejor conexión
a Internet, una pantalla grande o simplemente una habi-
tación con vistas y bien ventilada. “El paso siguiente”, con-
cluye, “será ver qué podemos aprender de esta situación”.
Helena Salvadó, una arquitecta de 39 años, socia del
estudio Batlle i Roig, dice que estos días de reclusión for-
zosa le han hecho ver que llevaba una vida “muy a tope”.
“Mis hijos nunca habían pasado tanto tiempo con sus
dos padres a la vez”, cuenta desde el despacho que ha
improvisado en el cuarto de estudio del mayor de ellos.
También cree que las ofi cinas, como los vuelos low cost, se
estaban yendo a “densidades” demasiado elevadas en esa
búsqueda de rentabilidad. “De una persona por cada 10
metros cuadrados se había pasado a una por cada 6”. Cree
que la “nueva normalidad” no será telemática ni presen-
cial, sino una mezcla de ambas. Y que de
algún modo el bagaje de estos días brin-
dará sabiduría para paliar la “emergencia
climática”. Aunque el contacto, opina, es
insustituible: “La gracia de ir a la oficina es
hablar con el equipo y compartir cosas”.
Ella regresó a mediados de mayo por
primera vez a su lugar de trabajo. Coinci-
dió con un puñado de compañeros a los
que llevaba dos meses sin ver en perso-
na. Pero, debido a las videoconferencias,
la sensación fue paradójica: “Era como
si nos hubiéramos visto ayer”. El estudio
Batlle i Roig, en el que trabajan 115 perso-
nas, tiene su sede en un elegante edifi cio
de hormigón proyectado por ellos mis-
mos en la falda de la sierra de Collserola
(Barcelona). Durante este tiempo solo han
estado acudiendo tres personas a la sede,
entre ellas Joan Roig, uno de los fundado-
res, de 65 años, que vive solo, cerca, y ha
aliviado así el peso del confi namiento. “Es mejor que estar
en casa”, dice. Acostumbrado a pasearse entre el equipo
en la era previa, estos días con el estudio en solitario Roig
seguía el baile de las pantallas, guiadas por los empleados
en remoto: “Es mágico. Un despacho en movimiento pero
sin nadie. Me recordaba a las pianolas”.
En el estudio, que ha diseñado sedes de compañías
como Inditex, ya le están dando vueltas al regreso. Será
por turnos, en equipos de unas 30 personas, muy separa-
das entre sí, y con horarios más apretados, hasta la comi-
da. Ya no almorzarán allí, para evitar un foco de contagio.
Tendrán que valorar quién formará los equipos: si uno
de ellos enferma, quizá haya que mandar al resto a casa.
Enric Batlle, el otro socio fundador, explica que el re-
greso será “voluntario” y tendrá en cuenta la situación
personal: si uno tiene aprensión o mayores a cargo, pon-
gamos. Batlle, de 63 años, es un superviviente del coro-
navirus. Pasó por el hospital, UCI incluida, y dice que la
enfermedad le ha dado “otra perspectiva”. Cree que ire-
mos hacia un mundo con menos viajes para citas de dos
horas en otra ciudad, otro país, otro continente. Pero sí
valora que el talento se junte bajo un mismo techo. “Igual
somos antiguos, pero creo que el contacto es importante”.
La pandemia, añade, acelerará tendencias que ya existían,
como el free sitting (asiento libre, en inglés) y los espacios
“saludables” con ventilación y mobiliario naturales.
Una ofi cina vacía produce una extraña sensación de
tiempo suspendido. En la sede de Indra, en Alcobendas
(Madrid), paseando entre modernas mesas blancas, des-
cubrimos un calendario con los días tachados hasta el 8
de marzo, una bolsa de perlitas de chocolate a medias,
R E P O R TA J E
“Igual somos antiguos, pero creo que el
contacto es importante”, dice el arquitecto
Enric Batlle. Opina que la pandemia acelerará
tendencias como las oficinas “saludables”
31/05/20El País -SemanalEspaña
Pr: Semanal (Domingo)Tirada: 221.042Dif: 165.495
Pagina: 56Secc: OTROS Valor: 59.058,70 € Area (cm2): 547,5 Ocupac: 94,49 % Doc: 9/10 Autor: por Guillermo Abril fotografía de Sofía Num. Lec: 732000
Cod: 132632275
56
una anotación en una agenda: “Gastos Map Barna”, un bi-
llete de avión a Bilbao para el 10 de marzo que quizá na-
die tomó. Pero alguien ha estado girando las hojas de los
calendarios de página que hay sobre algunos escritorios.
La fecha está actualizada. Un misterio. En el pasillo, re-
cortada al contraluz, pasa la mopa María del Amo, la res-
ponsable del equipo de limpieza. “Fue cosecha mía”, dice.
“Era por actualizarlo, que parece que está esto desolado”.
El 11 de marzo, con el estado de alarma a las puertas, la
multinacional española de tecnología y seguridad comen-
zó a mandar empleados a casa. En 48 horas, el 90% de los
30.000 asalariados en el país estaban teletrabajando. El
“big bang”, lo denomina Pepe García Quintana, ingeniero
de 44 años, responsable de los sistemas de la información
de Indra. “Hubo momentos complicados”, dice en una
videoconferencia desde su domicilio, a la que se conecta
con los auriculares de la PlayStation. “Pero no hemos te-
nido ninguna incidencia crítica. Ha sido un éxito”. Repar-
tieron unos 6.000 portátiles a quienes aún no tenían. Y el
cambió fue perceptible enseguida. Las llamadas de fi jo a
fi jo cayeron más de un 50% a nivel mundial entre enero
y marzo. Las videollamadas crecieron un 100%. Parte del
secreto para que el sistema haya aguantado se encuentra
en lo que García Quintana denomina el “gran bicho”: un
centro de procesamiento de datos que ocupa 1.600 me-
tros cuadrados de suelo técnico, cuenta con una capaci-
dad de almacenamiento de unos 20 petabytes y sostiene
hasta 192 millones de sesiones simultáneas.
El regreso, dice el ingeniero, “será un desescalado pro-
gresivo”. Pondrán en marcha una aplicación propia, una
especie de pasaporte sanitario cuyo algoritmo tendrá en
cuenta variables de salud y contactos con humanos, es-
pacios y objetos para prevenir contagios. También te dirá
dónde sentarte al acudir a la ofi cina. De momento, en la
sede de Alcobendas, la recepcionista recibe a los escasos
visitantes tras un bote de gel hidroalcohólico y extiende al
recién llegado un cuestionario con preguntas sobre su sa-
lud en los últimos 14 días: ¿fi ebre?, ¿tos?, ¿dolor muscular?
Nico Matji, productor de cine de 45 años y cofundador
del estudio de animación Lightbox, del que han salido las
películas de Tadeo Jones, dice que echa “muchísimo de
menos la espontaneidad”, cuando de pronto alguien grita-
ba “¡Qué bueno esto!” y se formaba un corrillo alrededor.
“Esa ilusión, esa energía se nota en una película”, añade en
la penumbra del estudio, una planta de 800 metros cuadra-
dos llena de ordenadores. Lo primero que ha preguntado
al llegar ha sido: “¿Cómo vamos de polvo?”. En la estancia
solo se encuentra el informático, que se ha dejado caer
para reponer discos duros y mejorar la velocidad de trans-
ferencia de datos. En una cinta de animación, que avanza
a cinco segundos de metraje por semana, cada milésima
cuenta. Se escucha el sonido acolchado de los ventilado-
res enfriando la granja de render. El estado de alarma les
pilló con la preproducción de Tadeo Jones 3. La maldición
de la momia. Son de los pocos supervivientes de la indus-
tria cultural. “En el sector de la animación”, dice Matji, “lo
podemos capear mejor que nadie”.
Enrique Gato, el creador de Tadeo,
madrileño de 43 años, dirige estos días la
película desde lo que su mujer llama “el
zulo”, un sótano de su chalé en Alcalá de
Henares (Madrid), donde entra su mesa y
su ordenador con doble monitor, sus ins-
trumentos de música, una pantalla para
proyectar películas (y jugar a la videocon-
sola con su hijo), dos premios Goya, otra
Enrique GatoCineasta de 43 años, ha pasado de dirigir la película
Tadeo Jones 3 desde los estudios de animación a hacerlo
desde el sótano de su casa (en la imagen). “Hemos
logrado que funcione”, dice, “pero no es lo mismo”.
Marta SegurolaEs la directora de animación de Tadeo Jones 3. Tiene
43 años, trabaja desde el salón y acuesta tarde a
los niños para aprovechar las mañanas. Abajo, en la
videollamada semanal de supervisores de la película.
“Echo muchísimo de menos la espontaneidad”,
dice Nico Matji, productor de la cinta de
animación Tadeo Jones 3. “Esa ilusión, esa
energía son necesarias en una película”
R E P O R TA J E
31/05/20El País -SemanalEspaña
Pr: Semanal (Domingo)Tirada: 221.042Dif: 165.495
Pagina: 57Secc: OTROS Valor: 61.456,82 € Area (cm2): 569,7 Ocupac: 98,33 % Doc: 10/10 Autor: por Guillermo Abril fotografía de Sofía Num. Lec: 732000
Cod: 132632275
57
buena cantidad de galardones y un sinfín de muñequitos.
“Mi vida hoy es hacer reuniones en Hangouts”, dice Gato.
Los lunes se reúne con los supervisores de cada departa-
mento. Y casi el resto de la semana lo pasa con citas indi-
viduales. “Hemos conseguido hacerlo funcionar”, explica.
“Pero verse a través de una pantalla no es lo mismo que
estar bajo el mismo techo con un equipo artístico”.
Una mañana se nos permite asistir a una de sus reu-
niones virtuales. Más de 10 caritas aparecen en la pan-
talla. Gato va dando la palabra a cada participante. Ha-
blan en un lenguaje incomprensible de “tools”, “nodos”,
“props” y “rigs”. Una dice: “Necesito texturas para los fa-
ciales”. A otro le aparece el hijo por la espalda. Discuten
sobre el sombrero de Tadeo y fi nalmente alguien pregun-
ta: “¿Se sabe cuándo vamos a volver a la ofi cina?”. Matji,
el productor, contesta: “Como mínimo debería vencer el
estado de alarma, ya habéis visto las recomendaciones de
seguir confi nados. Creo que a fi nales de junio podemos
ir pensando en cómo vamos volviendo”. Matji cree que
la mejor fecha para regresar será septiembre. Aunque,
medio en broma, añade: “Igual tenemos que acabar la pe-
lícula en remoto”. Un compañero confi esa entonces: “Yo
estoy sospechosamente bien en casa”. Gato, el director,
zanja la videoconferencia: “Seguimos dándole caña”. —EPS