saltito 1

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Yo alguna vez fui un espermatozoide Antes de dormir prometo decirte adiós, cierro fuerte los ojos y aprieto los dientes y sin dar más vueltas me meto debajo de las colchas y allí busco un árbol adonde subirme a mirar más allá de vos. Hace mucho que sólo me quedan ojos para mirarte, en una pared, en los granitos del viento, en la cola del cine o en el agujerito de una media por donde se escapa el dedo gordo. Hoy me invade un caos pero cortito así que quiero ver si hay algo más por eso salto del árbol para escapar de esos sueños recurrentes, doblando esquinas, hablando con charquitos de agua. Nadie en la calle, alguien se olvidó una sonrisa en la puerta, probablemente esté durmiendo con malhumor. Una lamparita no se convence en mantenerse encendida, quizás por los insectos que la rodean, y pestañea constantemente para engañar. Estoy empecinado en caminar sin ninguna referencia, quizás buscando sin buscar encuentre algún ojo o dedo que no me hable de vos. Se acaban las veredas y se está un poco mejor lejos de tanto eco hueco de pasos solitarios. El pasto se come las sombras. Me adhiero al suelo contemplando los gatos revolver la basura y a las arañas caminar tranquilas sabiendo que los zapatos están debajo de las camas con resignación por que no pueden pisar nada. Las estrellas cambian de lugar por que saben que nadie las mira o casi

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poema de Fernando Nale, el poeta maldito de barrio Pueyrredón

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Page 1: Saltito 1

Yo alguna vez fui un espermatozoide

Antes de dormir prometo decirte adiós, cierro fuerte los ojos y

aprieto los dientes y sin dar más vueltas me meto debajo de las colchas

y allí busco un árbol adonde subirme a mirar más allá de vos. Hace

mucho que sólo me quedan ojos para mirarte, en una pared, en los

granitos del viento, en la cola del cine o en el agujerito de una media por

donde se escapa el dedo gordo. Hoy me invade un caos pero cortito así

que quiero ver si hay algo más por eso salto del árbol para escapar de

esos sueños recurrentes, doblando esquinas, hablando con charquitos

de agua. Nadie en la calle, alguien se olvidó una sonrisa en la puerta,

probablemente esté durmiendo con malhumor. Una lamparita no se

convence en mantenerse encendida, quizás por los insectos que la

rodean, y pestañea constantemente para engañar.

Estoy empecinado en caminar sin ninguna referencia, quizás

buscando sin buscar encuentre algún ojo o dedo que no me hable de

vos. Se acaban las veredas y se está un poco mejor lejos de tanto eco

hueco de pasos solitarios. El pasto se come las sombras. Me adhiero al

suelo contemplando los gatos revolver la basura y a las arañas caminar

tranquilas sabiendo que los zapatos están debajo de las camas con

resignación por que no pueden pisar nada. Las estrellas cambian de

lugar por que saben que nadie las mira o casi nadie, algún solitario con

insomnio, un borracho sin bar o un vigilante de una fábrica de tornillos,

ninguno de ellos tiene voz medular para contar su secreto y ser creído.

Llego a una calle de tierra y me entrego al camino viendo como la

luna me sigue y recuerdo cuando jugábamos a escondernos de ella y

corríamos y corríamos pero la luna siempre sabía hacia donde íbamos.

Entonces para hacerla sentir mal nos besábamos toda la noche y nos

reíamos de su soledad. Ahora que también estoy sólo la observo con

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vergüenza pero ella no se burla de mí, sigue más allá del cielo como

siempre sin entender que todo es diferente.

Respiro una tristeza que no distingo bien por qué parte del cuerpo

logra meterse y se eterniza bien guardadita en las rodillas. Por eso es

tan difícil caminar cuando hay escasez de voluntad, es mejor moverse

que dejar a las raíces negras crecer y nos sometan hasta el último

segundo pegados a un viejo colchón. Aun tengo tantas dudas a las que

sé que jamás le voy a poder sacar sus capuchas que es mejor dejarlas

flotando hasta que se las coma el viento. Quizás tengamos un alma y es

allí cuando todo es confuso por que se asoman tumultos ilusiones. Y sí

hay almas, debe haber un lugar para aquellas que encontraron una

ventanita en el cuerpo y salieron a explorar cosas nuevas.

La noche se estira hoy que me sobra el silencio, se intenta fugarse

de lo cotidiano, de repetir el mismo sueño que ya me cansé de contar a

mis amigos y a los perros que me mueven la cola mientras les tiro

pedacitos de pan duro en la puerta de casa. Sigo mi marcha

empecinado en encontrar algo que no sé y por momentos se me cae un

pedazo de la cara y un hombro pero me da fiaca agacharme. Después

de unos pasos me resigno y vuelvo a recoger lo que se cayó, no vaya a

ser que me tope con lo que busco y no me reconozca.