sade los infortunios de la virtud

101
Los infortunios de la virtud Sade

Upload: silvio-mattoni

Post on 01-Oct-2015

246 views

Category:

Documents


3 download

DESCRIPTION

literatura francesa clásica

TRANSCRIPT

Los infortunios de la virtud

Sade

El triunfo de la filosofa consistira en desbrozar la oscuridad de los caminos de los que se sirve la Providencia para llegar a los fines que se propone para el hombre, y en trazar a partir de all un plan de conducta que pudiera darle a conocer a ese desdichado individuo bpedo, perpetuamente sacudido por los caprichos del ser que, segn dicen, lo dirige tan despticamente, la manera en que es preciso que interprete los decretos de dicha Providencia sobre l, el rumbo que tiene que mantener para prevenir los caprichos estrafalarios de esa fatalidad a la que se le dan veinte nombres distintos, sin haber logrado definirla todava. Porque si al partir de nuestras convenciones sociales y sin apartarse nunca del respeto que nos inculcaron hacia ellas en la educacin, desgraciadamente llega a ocurrir que por la perversidad de los dems sin embargo no hayamos encontrado nunca ms que espinas, mientras que los malvados slo cosechan rosas, las personas dbiles y sin un fundamento de virtud suficientemente probado como para ponerse a salvo de las reflexiones inducidas por tan tristes circunstancias, no deducirn que entonces es mejor entregarse a la corriente que resistirse a ella, no dirn que la virtud, por ms bella que sea, cuando por desgracia se vuelve demasiado dbil para luchar contra el vicio, se vuelve el peor partido que pueda tomar un ser cualquiera y que en un siglo enteramente corrompido lo ms seguro es actuar como los dems? O un poco ms instruidos si se quiere, y abusando de la ilustracin que han adquirido, no dirn como el ngel Jesrad de Zadig que no hay mal de donde no surja un bien; no agregarn por s mismos que, puesto que en la constitucin imperfecta de nuestro mundo malvado una suma de males iguala a la del bien, resulta esencial para el mantenimiento del equilibrio que haya tantos buenos como malvados, y que a partir de all se torna idntico para el plan general que tal o cual sea preferentemente bueno o malo; que si la desgracia persigue a la virtud y la prosperidad acompaa casi siempre al vicio, y esto se muestra igual ante los ojos de la naturaleza, es infinitamente mejor tomar partido por los malos que prosperan antes que por los virtuosos que perecen? Por lo tanto, es importante precaverse de estos sofismas peligrosos de la filosofa, y resulta esencial mostrar que los ejemplos de la virtud desdichada que se le presentan a un alma en la cual todava quedan principios buenos pueden reconducir a dicha alma al bien tan seguramente como si se le hubiesen ofrecido en ese camino de la virtud las palmas ms brillantes y las ms gratas recompensas. Sin dudas que es cruel tener que describir un montn de desgracias que agobian al ser dulce y sensible, el que ms respeta la virtud, y por otra parte la ms brillante fortuna para quien la desprecia toda su vida; pero si no obstante surge un bien del esbozo de esos dos cuadros, tendremos que reprocharnos habrselos ofrecido al pblico? Podr invadirnos algn remordimiento por haber establecido un hecho, de donde resultar para el sabio que lea con provecho la leccin filosfica de la sumisin a los mandatos de la Providencia, una parte del desarrollo de sus ms secretos enigmas y la advertencia fatal de que a menudo es para devolvernos a nuestros deberes que su mano golpea a nuestro lado a los seres que incluso parecen haber cumplido mejor los suyos? Tales son los sentimientos que nos impulsan a tomar la pluma, y en consideracin de su rectitud es que pedimos a nuestros lectores un poco de atencin conjugada con inters por los infortunios de la triste y miserable Justine.

La seora condesa de Lorsange era una de esas sacerdotisas de Venus cuya suerte es resultado de una figura encantadora, mucha inconducta y mucha picarda, y cuyos ttulos, por ms pomposos que sean, slo se hallan en los archivos de Citerea, forjados por la impertinencia que los asume y por la tonta credulidad que los otorga. Morena, muy vivaz, hermosa cintura, ojos negros de asombrosa expresividad, ingenio y sobre todo la incredulidad de moda que condimenta ms las pasiones y hace que se busque con mucha ms ansia a la mujer en la cual se la sospecha; la seora de Lorsange haba recibido la educacin ms brillante; hija de un gran comerciante de la calle Saint-Honor, haba sido criada con una hermana un ao menor que ella en uno de los mejores conventos de Pars, donde hasta los quince aos ningn consejo, ningn maestro, ningn buen libro, ningn talento se le haban negado. En esa poca fatal para la virtud de una joven, en un solo da todo eso le falt. Una espantosa bancarrota sumi a su padre en una situacin tan cruel que todo lo que pudo hacer para escapar de la suerte ms terrible fue cruzar prontamente a Inglaterra, dejndole sus hijas a su mujer, quien muri de pena ocho das despus de la partida de su marido. A lo sumo uno o dos parientes que les quedaban deliberaron sobre lo que haran con las muchachas, y dado que su herencia ascenda a cerca de cien escudos para cada una, se tom la decisin de abrirles la puerta, darles lo que les corresponda y dejarlas dueas de sus actos. La seora de Lorsange, que entonces se llamaba Juliette y cuyo carcter y espritu estaban casi tan formados como a los treinta aos, edad en la que estaba durante la ancdota que contamos, no pareci sensible ms que al placer de ser libre, sin pensar ni un instante en los crueles reveses que rompan sus cadenas. En cuanto a Justine, su hermana, que acababa de cumplir doce aos, de carcter sombro y melanclico, dotada de una ternura y una sensibilidad sorprendentes, quien en lugar del arte y la agudeza de su hermana slo dispona de una ingenuidad, un candor, una buena fe que deban hacerla caer en muchas trampas, sinti todo el horror de su situacin. Esta joven tena una fisonoma muy diferente a la de Juliette; as como se vea tanto artificio, tanta seduccin, tanta coquetera en los rasgos de una, otro tanto se admiraba de pudor, delicadeza y franqueza en la otra. Un aspecto de virgen, con grandes ojos azules plenos de inters, una piel deslumbrante, una cintura fina y ligera, un tono de voz conmovedor, el alma ms bella y el carcter ms dulce, dientes de marfil y hermosos cabellos rubios, tal sera el esbozo de esa nia encantadora cuyas gracias ingenuas y cuyos rasgos deliciosos poseen un toque demasiado fino y demasiado delicado como para no sustraerse del pincel que quisiera ejecutarlos.Les dieron veinticuatro horas a ambas para dejar el convento, dejndoles el cuidado de arreglrselas con sus cien escudos donde mejor les pareciera. Juliette, contenta de ser duea de s misma, por un momento quiso enjugar las lgrimas de Justine, pero al ver que no lo lograra empez a retarla en vez de consolarla, le dijo que era una estpida y que con la edad y las figuras que tenan era imposible que unas muchachas muriesen de hambre; le cit el ejemplo de una de sus vecinas, que se haba escapado de la casa paterna, y ahora era lujosamente mantenida por un hacendado y andaba en carruaje por Pars. Justine se horroriz con tan pernicioso ejemplo, dije que preferira morir antes que seguirlo, y se neg concluyentemente a aceptar un alojamiento con su hermana apenas la vio decidida al modo de vida abominable que Juliette elogiaba. Las dos hermanas se separaron pues sin ninguna promesa de volver a verse, dado que sus intenciones resultaban tan diferentes. Juliette, que pretenda convertirse en una gran seora, consentira en ver de nuevo a una chica cuyas inclinaciones virtuosas y bajas iban a deshonrarla? Y Justine por su parte, querra arriesgar sus costumbres en compaa de una criatura perversa que iba a volverse vctima de la desvergenza y el desenfreno pblico? Por lo tanto, cada una de ellas busc recursos y dej el convento al da siguiente tal como se haba convenido. Justine, que de nia haba sido mimada por la costurera de su madre, imagin que esa mujer se conmovera ante su suerte, fue a buscarla, le cont su desdichada situacin, le pidi trabajo y fue duramente rechazadaOh, cielo!, dijo la pobre criaturita, es preciso que el primer paso que doy en el mundo ya slo me conduzca a penalidades...? Esa mujer que antes me quera, por qu hoy me echa?... Desgraciadamente es porque soy hurfana y pobre porque no tengo ms recursos en el mundo y no se aprecia a las personas sino en razn de las ayudas y los placeres que se imagina recibir de ellas.Viendo esto, Justine fue a buscar al cura de su parroquia, le pidi consejos, pero el caritativo eclesistico le respondi equvocamente que la parroquia estaba sobrecargada, que era imposible que ella pudiera participar de las limosnas, que sin embargo, si ella deseaba servirle, con gusto la alojara en su casa; pero como al decirlo el hombre santo le haba pasado la mano bajo el mentn y le diera un beso demasiado mundano para un hombre de Iglesia, Justine, que lo haba entendido ms que bien, se apart muy rpidamente dicindole: Seor, no le pido limosna ni un puesto de sirvienta, hace demasiado poco tiempo que dej un estado superior al que puede hacer solicitar esos dos favores como para verme ya reducida a ello; le pido los consejos que mi juventud y mi desgracia necesitan, y usted me los quiere hacer pagar con un crimenEl cura indignado por ese trmino le abre la puerta y la expulsa brutalmente, y Justine, rechazada dos veces en el primer da en que se ve condenada al aislamiento, ingresa en una casa donde hay un cartel, alquila una piecita amueblada y all al menos se entrega cmodamente al pesar que le inspiran su estado y la crueldad de los pocos individuos con los cuales su desdichada estrella ya la ha forzado a relacionarse. El lector nos habr de permitir que la abandonemos por un rato en ese reducto oscuro para que volvamos a Juliette, y dado que no es nuestra herona, para que sepamos lo ms brevemente posible de qu manera, del simple estado en que la vemos empezar, en quince aos se vuelve una mujer con ttulo, muy hermosas joyas, dos o tres casas tanto en el campo como en Pars, y por el momento el corazn, la riqueza y la confianza del seor de Corville, consejero de Estado, hombre del mximo crdito y en vsperas de ingresar al ministerio El camino fue espinoso no caben dudas de que esas damiselas se abren camino mediante el aprendizaje ms vergonzoso y ms duro, y alguna que hoy est en la cama de un prncipe quizs tenga todava en su cuerpo las marcas humillantes de la brutalidad de los libertinos depravados en cuyas manos la arrojaron sus comienzos, su juventud y su inexperiencia.Al salir del convento, Juliette simplemente fue a ver a una mujer que le haba odo nombrar a esa amiga y vecina que se haba pervertido, y cuya direccin haba recordado; llega pues descaradamente con su bolso bajo el brazo, un vestidito desarreglado, la ms linda figura del mundo y un aspecto de colegiala; le cuenta su historia a esa mujer, le suplica que la proteja tal como lo hiciera unos aos antes con su antigua amiga. Qu edad tienes, hija?, le pregunta Mme. Du Buisson. Cumplo quince en unos das, madame. - Y nunca nadie- Oh no, madame, se lo juro.- Pero alguna vez dentro de esos conventos un capelln una monja, una compaera me hacen falta pruebas seguras. - No tiene ms que procurrselas, madameY tras haberse calzado un par de anteojos, la Du Buisson verific por s misma el estado exacto de las cosas y le dijo a Juliette:Pues bien, hija, slo tienes que quedarte aqu, con mucha obediencia a mis consejos, una gran cantidad de complacencia hacia mis costumbres, limpieza, economa y buena fe para conmigo, dulzura con tus compaeras y astucia con los hombres, en pocos aos te pondr en condiciones de retirarte a una habitacin con una cmoda, una chimenea, una sirvienta, y el arte que hayas adquirido en mi casa te dar los medios para conseguir el resto.La Du Buisson se apoder del bolso de Juliette, le pregunt si no tena algo de dinero y cuando sta le confes con demasiada franqueza que tena cien escudos, la querida mam se los adue asegurndole a su joven alumna que colocara ese pequeo fondo en su beneficio, pero que no haca falta que una muchacha tuviese dinero que era un medio para obrar mal y que en un siglo tan corrupto una chica sagaz y bien nacida deba evitar cuidadosamente todo lo que pudiera hacerla caer en esas trampas. Una vez impartido el sermn, la recin llegada fue presentada a sus compaeras, se le mostr su habitacin en la casa y al da siguiente sus primicias se pusieron en venta; durante cuatro meses, la misma mercanca fue sucesivamente vendida a ochenta personas, todas la pagaron como nueva, y no fue sino al cabo de ese espinoso curso que Juliette adquiri sus credenciales como hermana conversa. Desde ese momento, fue realmente reconocida como hija de la casa y comparti sus libidinosas tareas otro noviciado; y si en uno Juliette haba servido a la naturaleza ms all de algunas desviaciones, en el segundo no se olvidaron las leyes: bsquedas criminales, placeres vergonzosos, srdidos y crapulosos desenfrenos, gustos escandalosos y estrafalarios, fantasas humillantes, y todo ello fruto por un lado del deseo de gozar sin arriesgar la salud, por el otro, de una saciedad perniciosa que hasta la imaginacin y ya no la deja satisfacerse sino mediante excesos ni aplacarse sino por disipaciones Juliette corrompi ntegramente sus costumbres en esta segunda escuela y los xitos que vio que obtena el vicio degradaron totalmente su alma; sinti que haba nacido para el crimen, pero que al menos deba hacerlo a lo grande, renunciando a languidecer en un estado humillante y subalterno que la hara cometer los mismos delitos e igualmente la rebajara sin reportarle ni de cerca el mismo beneficio. Ella le gust a un viejo seor muy desenfrenado que en principio slo la haba mandado llamar para una aventura momentnea, pero con su arte ella supo hacerse mantener magnficamente y finalmente apareci en los espectculos, en los paseos junto a la flor y nata de la orden de Citerea; se la observ, se la cit, se la dese y la bribona supo arreglrselas tan bien que en cuatro aos arruin a tres hombres, el ms pobre de los cuales posea cien mil escudos de renta. No le hizo falta ms para obtener su reputacin; la ceguera de la gente actual es tal que cuanto ms ha probado su deshonestidad una de estas desgraciadas, ms deseosos estn de ingresar en su lista, pareciera que el grado de su envilecimiento y de su corrupcin se tornase la medida de los sentimientos que se atreven a mostrar por ella. Juliette acaba de cumplir veinte aos cuando un conde de Lorsange, noble angevino de alrededor de cuarenta aos, se enamor de ella a tal punto que decidi darle su nombre, al no ser lo bastante rico como para mantenerla; le concedi doce mil libras de renta, le asegur el resto de su fortuna que llegaba a ocho si l llegaba a morir antes que ella, le dio una casa, servicio con librea y un tipo de consideracin en el mundo que en dos o tres aos logr hacer que se olvidaran sus comienzos. Fue entonces cuando la desgraciada Juliette olvid todos los sentimientos de su nacimiento honesto y de su buena educacin, pervertida por malos libros y malos consejos, urgida por gozar ella sola de tener un nombre y ninguna cadena, se anim a abrigar el pensamiento culpable de abreviar los das de su marido Lo concibi y lo ejecut desgraciadamente con suficiente secreto como para ponerse a salvo de las persecuciones, y para sepultar junto con el esposo que la molestaba todas las huellas de su abominable hazaa. De nuevo libre y ya condesa, la seora de Lorsange retom sus antiguos hbitos, pero como ahora se crea alguien en el mundo les introdujo un poco de decencia; ya no era una muchacha mantenida, sino una rica viuda que daba hermosas cenas y en cuya casa la ciudad y la corte estaban dichosas de ser recibidas, aunque sin embargo se acostaba por doscientos luises y se entregaba por quinientos al mes. Hasta los veintisis aos todava hizo brillantes conquistas, arruin a tres embajadores, cuatro hacendados, dos obispos y tres caballeros de las rdenes del rey, y como es raro detenerse luego de un primer crimen, sobre todo cuando ha terminado felizmente, Juliette, pronto diremos cmo supimos los detalles, la desgraciada y culpable Juliette se mancill con dos nuevos crmenes semejantes al primero, uno para robarle a uno de sus amantes que le haba confiado una suma considerable que toda la familia de ese hombre ignoraba y que Madame de Lorsange pudo guardarse mediante ese crimen odioso, el otro para obtener ms rpidamente un legado de cien mil francos que uno de sus adoradores haba puesto en su favor en el testamento a nombre de un tercero que deba entregarle la suma por medio de una pequea retribucin. A estos horrores, la seora de Lorsange le agreg dos o tres infanticidios; el temor de arruinar su lindo talle, el deseo de ocultar una doble intriga, le hicieron tomar la decisin de hacerse abortar varias veces, y esos crmenes, ignorados como los otros, no le impidieron a esa criatura astuta y ambiciosa encontrar a diario nuevas vctimas e incrementar su fortuna en todo momento acumulando sus crmenes. Por lo tanto, desgraciadamente es demasiado cierto que la prosperidad puede acompaar al crimen y que en el seno mismo del desorden y la corrupcin planificada todo aquello que los hombres llaman felicidad puede dorar el hilo de la vida; pero que esta cruel y fatal verdad no produzca alarma, as como tampoco la que vamos a ejemplificar enseguida, con la desgracia en cambio persiguiendo por todas partes a la virtud, debera atormentar el corazn de las personas honestas. Tal prosperidad del crimen slo es aparente; independientemente de la providencia que debe castigar esos xitos, el culpable alimenta un gusano en el fondo de su corazn, que lo roe sin cesar, y le impide gozar del resplandor de la dicha que lo rodea y en su lugar slo le deja el recuerdo desgarrador de los crmenes con los cuales la adquiri. Con respecto a la desgracia que atormenta la virtud, el infortunado perseguido por la suerte tiene como consuelo su conciencia, y los goces secretos que extrae de su pureza pronto lo compensan de la injusticia de los hombres. As era entonces el estado de los negocios de la seora de Lorsange cuando el seor de Corville, de cincuenta aos y gozando del crdito que antes hemos descripto, decidi sacrificarse enteramente por esa mujer, y que se quedara definitivamente con l. Ya sea por atencin, por su proceder, por sabidura de parte de Madame de Lorsange, lo haba logrado y haca cuatro aos que viva con ella totalmente como con una esposa legtima, cuando una propiedad soberbia que acababa de comprar junto a Montargis haba decidido a ambos para ir a pasar all unos meses del verano. Una tarde de junio cuando la bondad del clima los haba llevado a dar un paseo hasta la ciudad, demasiado cansados para poder volver al castillo de la misma manera, haban entrado al albergue donde para el coche de Lyon, con el propsito de enviar desde all a un hombre a caballo para buscarles un carruaje al castillo; descansaban en una sala baja y fresca que daba al patio, cuando el coche que mencionamos entr en la casa. Es una diversin natural ponerse a observar a los viajeros; no hay nadie que en un momento de ocio no lo llene con esa distraccin cuando se le presenta. Mme. de Lorsange se levant, su amante la sigui y vieron entrar en el albergue a todo el pasaje de viajeros. Pareca que ya no haba nadie ms en el carruaje cuando un caballero de gendarmera baj del pescante y recibi en sus brazos, de un camarada suyo tambin ubicado en el mismo asiento, a una muchacha de alrededor de veintisis a veintisiete aos, envuelta una mala mantilla de algodn estampado y atada como una criminal. Ante un grito de horror y de sorpresa que se le escap a Mme. de Lorsange, la joven se dio vuelta y dej ver unos rasgos tan suaves y delicados, un talle tan fino y tan marcado que el seor de Corville y su amante no pudieron evitar interesarse en esa miserable criatura. El seor de Corville se acerca y le pregunta a uno de los gendarmes qu hizo la infortunada.Por Dios, seor respondi el alguacil , la acusan de tres o cuatro crmenes enormes, se trata de robo, asesinato e incendio, pero le confieso que mi compaero y yo nunca hemos transportado a un criminal con tanta renuencia; es la criatura ms dulce y que pareciera la ms honesta - Ah, ah dijo el seor de Corville , no podra tratarse de una de esas equivocaciones usuales en los tribunales subalternos? Y dnde se cometi el delito?- En un albergue a tres leguas de Lyon, donde la infeliz iba a tratar de encontrar un puesto de servicio, en Lyon la juzgaron, va a Pars para la confirmacin de la sentencia y regresar a Lyon para ser ejecutada.Madame de Lorsange, que se haba acercado y que escuchaba el relato, le manifest en voz baja al seor de Corville el deseo que senta de or de boca de la chica la historia de sus desgracias, y el seor de Corville, que tambin abrigaba el mismo inters, se lo comunic a los custodios de la muchacha dndose a conocer ante ellos, que no se opusieron. Decidieron que haba que pasar la noche en Montargis, se pidi un departamento cmodo junto al cual se dispuso otro para los gendarmes; el seor de Corville respondi por la prisionera, la desataron, pas al departamento del seor de Corville y de Madame de Lorsange, los guardias comieron y se acostaron al lado, y cuando le hicieron comer algo a la desdichada, la seora de Lorsange, que no poda evitar tener el ms vivo inters en ella, y que sin dudas se deca a s misma: Esta miserable criatura, tal vez inocente, es tratada como una criminal, mientras que todo prospera a mi alrededor yo, que seguramente lo soy mucho ms que ella ; la seora de Lorsange, deca, apenas vio que la muchacha estaba algo restablecida, un tanto consolada por el buen trato que reciba y el inters que mostraban por ella, la invit a contar por qu suceso, con un aspecto tan honesto y tan decente, se encontraba en tan funesta circunstancia. Contarle la historia de mi vida, seora dijo la hermosa infortunada dirigindose a la condesa , sera ofrecerle el ejemplo ms chocante de las desgracias de la inocencia y la virtud. Sera acusar a la Providencia, lamentarse por ella, sera un tipo de crimen y no me atrevoManaron lgrimas abundantes de los ojos de la infeliz y luego de haberlas dejado correr por un momento, empez su relato en estos trminos.

Permtame que oculte mi nombre y mi nacimiento, madame, que sin ser ilustre es honesto, y sin la fatalidad de mi estrella yo no hubiese estado destinada a la humillacin, de donde surgieron la mayor parte de mis desgracias. Perd a mis padres muy joven, con lo poco que me dejaron cre que poda conseguir un puesto honrado y al rechazar constantemente todos los que no lo eran, me mantuve sin darme cuenta de lo escaso que me haba tocado; cuanto ms pobre me volva, ms era despreciada; cuanto ms auxilio necesitaba, menos esperaba obtenerlo o ms ignominiosas e indignas ofertas me hacan. De todas las asperezas que experiment en esa desdichada situacin, de todas las propuestas horribles que se me plantearon, slo le citar lo que me ocurri en casa del seor Dubourg, uno de los ms ricos recaudadores de la capital. Me haban enviado a l como uno de los hombres cuyo crdito y cuya riqueza seguramente podan mitigar mejor mi suerte, pero quienes me haban dado ese consejo o bien queran engaarme, o no conocan la dureza del alma de ese hombre y la depravacin de sus costumbres. Tras haber aguardado dos horas en su antecmara, finalmente me hicieron pasar; el seor Dubourg, de unos cuarenta y cinco aos de edad, acababa de levantarse, envuelto en una bata ondulante que apenas tapaba su desorden; se aprestaban a peinarlo, hizo que se retirase su ayuda de cmara y me pregunt qu quera. Ay, seor le respond , soy una pobre hurfana que todava no cumpli catorce aos y que ya conoce todos los matices del infortunio. Entonces le detall mis reveses, la dificultad para encontrar un puesto, la tribulacin que haba pasado consumiendo lo poco que posea buscando uno, los desplantes sufridos, el esfuerzo que me costaba encontrar trabajo o en un negocio o en mi cuarto, y la esperanza que tena de que l me facilitara los medios para vivir. Tras haberme escuchado con bastante atencin, Dubourg me pregunt si siempre haba sido decente.No sera tan pobre, ni tendra tantas dificultades, seor le dije si hubiese aceptado dejar de serlo.- Hija me respondi , y por qu motivo supone que la opulencia va a ayudarla cuando usted no le sirve de nada? - Servir, seor, no pido ms que eso. - Los servicios de una chica como usted son poco tiles en una casa, no me refiero a ellos; no tienes edad ni aspecto para ubicarte como pides, no se necesitan nias en las casas, pero con un rigorismo menos ridculo podras aspirar a una suerte honesta en manos de cualquier libertino. Y slo a eso debes tender; la virtud de la que haces tanto alarde no sirve para nada el mundo, por ms que la ostentes, no conseguirs ni un vaso de agua con ella. Personas como nosotros, que gastamos en cualquier cosa antes que en limosnas, o sea algo a lo que menos nos dedicamos y que ms nos repugna, quieren ser compensadas por el dinero que sacan de sus bolsillos, y qu puede dar a cambio de esas ayudas una nia como usted, sino el abandono ms completo de todo aquello que se pretenda exigirle? - Oh, seor, no hay entonces ya benevolencia ni sentimientos honestos en el corazn de los hombres?- Muy pocos, mi nia, muy pocos, se ha extinguido la mana de obligar gratuitamente a los otros; el orgullo tal vez se envaneciera un instante con ello, pero como no hay nada tan quimrico y que se disipe tan pronto como sus goces, se quisieron otros ms reales, y se sinti que con una chica como t, por ejemplo, era infinitamente mejor sacarle a cambio de sus demandas todos los placeres que el libertinaje puede brindar antes que enorgullecerse por haberle dado limosna. La reputacin de un hombre liberal, dadivoso, generoso, no equivale para m a la ms ligera sensacin de los placeres que puedes darme, en lo que estoy de acuerdo con casi todas las personas de mis gustos y de mi edad, y habrs de considerar, mi nia, que no te ayudar sino en funcin de tu obediencia a todo lo que me plazca exigirte. - Qu dureza, seor, qu dureza! Cree usted que el Cielo no lo castigar?- Debes saber, pequea novicia, que el Cielo es lo que menos nos importa en el mundo; que lo que hagamos en la tierra le guste o no es lo que menos nos preocupa; demasiado seguros de su escaso poder sobre los hombres, lo retamos diariamente sin temblar, y nuestras pasiones no tienen un verdadero encanto sino cuando mejor transgreden sus intenciones o al menos aquello que unos tontos nos aseguran que son tales, pero que en el fondo no es ms que la cadena ilusoria cuya impostura ha querido capturar al ms fuerte. - Ah, seor, con semejantes principios es preciso entonces que el desdichado perezca.- Qu importa? Hay ms sbditos en Francia de los que hacen falta; el gobierno que ve todo en grande se ocupa muy poco de los individuos, con tal que la mquina se mantenga. - Pero, cree usted que los nios respeten a su padre cuando son maltratados? - Qu le da a un padre que tiene demasiados hijos el amor de aquellos que no le son de ninguna ayuda? - Entonces sera mejor que nos hubiesen asfixiado al nacer.- Casi, pero dejemos la poltica que no debes comprender para nada. Por qu quejarse de la suerte cuyo control slo depende de uno mismo?- Pero a qu precio, Dios mo!- Al precio de una quimera, algo que no tiene otro valor que el puesto por tu orgullo pero dejemos tambin esa tesis y ocupmonos slo de lo que nos concierne ahora a los dos. Le concedes gran importancia a esa quimera, no es as?, y yo muy poca, por lo cual te la dejo; los deberes que te impondr y por los cuales recibirs una honesta retribucin, sin que sea excesiva, sern de ndole muy distinta. Te colocar con mi gobernanta, a la que servirs y todas las maanas delante de m, unas veces esa mujer y otras veces mi ayuda de cmara te sometern a unas pruebas cuyo espectculo causa ms efecto en mis sentidos aletargados de los que puede producir la posesin de la ms voluptuosa de las mujeres en el ms enamorado de los hombres.Oh, seora, cmo transmitirle esa execrable proposicin? Demasiado humillada por escuchar que me la hacan, me aturd en el mismo momento en que se pronunciaban esas palabras demasiado avergonzada como para repetirlas, que su bondad tenga a bien suplirlas El cruel me haba nombrado a los sumos sacerdotes y yo deba servirles de vctima Es todo lo que puedo hacer por usted, hija, continu ese hombre vil levantndose con indecencia, y adems no le prometo por esa ceremonia cada vez ms larga y ms spera sino una manutencin de dos aos. Tienes catorce; a los diecisis sers libre de buscar fortuna en otra parte, y hasta entonces sers vestida, alimentada y recibirs un luis por mes. Es un trato justo, no le daba tanto a la otra que vas a reemplazar; es cierto que no tena como t esa virtud intacta que tanto estimas y que adquiero, como puedes ver, por alrededor de cincuenta escudos al ao, una suma que excede a la que corresponda a tu predecesora. Pinsalo bien entonces, piensa sobre todo en el estado de miseria en el que te tomo, imagina que en el desdichado pas en que ests es preciso que los que no tienen para vivir sufran para ganrselo, que sufrirs como ellos, lo admito, pero ganars mucho ms que la mayora.Las indignas afirmaciones de ese monstruo haban inflamado sus pasiones, me agarr bruscamente del cuello de mi vestido y me dijo que esa primera vez iba a mostrarme l mismo de lo que se trataba Pero mi desdicha me prest valor y fuerzas, logr liberarme y me abalanc hacia la puerta:Hombre odioso le dije al escaparme , ojal que el Cielo al que ofendes tan cruelmente te castigue un da como te lo mereces por tu odiosa barbarie, no eres digno ni de las riquezas que utilizas tan vilmente ni del aire mismo que respiras en un mundo que ensucian tus ferocidades.Regres tristemente a casa absorta en reflexiones abatidas y sombras que necesariamente hacen nacer la crueldad y la corrupcin de los hombres, cuando un rayo de prosperidad pareci brillar por un instante ante mis ojos. La mujer que me alojaba, y que conoca mis desgracias, me vino a decir que finalmente haba encontrado una casa donde me recibiran con gusto con tal de que me comportase bien. Oh cielos, seora le dije abrazndola con entusiasmo , es la condicin que yo misma me impondra, mire si no la aceptar con gusto. El hombre al que deba servir era un viejo usurero que se haba enriquecido, decan, no slo como prestamista, sino tambin robndole a todo el mundo cada vez que haba credo que poda hacerlo sin consecuencias. Viva en la calle Quincampoix, en un primer piso, con una vieja amante a la que llamaba su mujer y cuanto menos tan malvada como l. Sophie me dijo el avaro oh Sophie, era el nombre que haba tomado para ocultar el mo, la primera virtud que hace falta en mi casa es la probidad si alguna vez saca de aqu la dcima parte de una moneda, la har colgar, mire Sophie, pero colgar hasta que se mueva ms. Si mi mujer y yo gozamos de algunas comodidades en nuestra vejez, es el producto de nuestros inmensos trabajos y de nuestra profunda sobriedad Come usted mucho, hija?- Unas onzas de pan al da, Seor le contest , algo de agua y un poco de sopa cuando estoy lo bastante bien como para conseguirla. - Sopa, carajo, sopa mire usted, querida le dijo el viejo avaro a su mujer lamntese por los avances del lujo. Hace un ao que busca un puesto, se muere de hambre hace un ao y quiere tomar sopa. Apenas si lo hacemos nosotros, una vez todos los domingos, y trabajamos como condenados desde hace cuarenta aos. Tendr usted tres onzas de pan al da, muchacha, una media botella de agua de ro, un viejo vestido de mi mujer cada dieciocho meses para hacerse faldas y tres escudos de sueldo al cabo de un ao, si estamos contentos con sus servicios, si su economa se adecua a la nuestra y si finalmente por el orden y el arreglo usted hace prosperar la casa. Nuestro servicio es poca cosa, est usted sola, se trata de lustrar y limpiar tres veces por semana este departamento de seis piezas, hacer la cama de mi mujer y la ma, atender la puerta, empolvar mi peluca, peinar a mi mujer, cuidar al perro, al gato y al loro, controlar la cocina, limpiar los utensilios ya sea que se usen o no, ayudar a mi mujer cuando nos hace algo de comer y emplear el resto del da en confeccionar sbanas, ropa interior, cofias y otros pequeos elementos de limpieza. Ver que no es nada, Sophie, y le quedar mucho tiempo para usted, que le permitiremos emplear por su cuenta y confeccionar igualmente para su propio uso la ropa blanca y la vestimenta que pudiera necesitar.Podr imaginar fcilmente, madame, que haba que encontrarse en el estado de miseria en que estaba para aceptar un puesto semejante; no solamente haba muchsimo ms trabajo de lo que mi edad y mis fuerzas me permitiran realizar, sino que adems, podra vivir con lo que me ofrecan? Sin embargo, me abstuve de hacerme la difcil y me instal esa misma tarde. Si la cruel situacin en la que me encuentro, seora, me permitiera tratar de divertirla por un rato cuando slo debo pensar en conmover su alma en mi favor, me atrevo a creer que la alegrara contndole todos los rasgos de avaricia de los que fui testigo en esa casa, pero me esperaba una catstrofe tan terrible en el segundo ao que me resulta difcil cuando pienso en ello brindarle algunos detalles agradables antes de comentarle ese revs. Sepa usted, sin embargo, seora, que nunca usaban luz en esa casa; el departamento del patrn y la patrona, felizmente orientado frente al farol de la calle, los exima de necesitar otro elemento y nunca se servan de otra iluminacin para irse a la cama. No usaban sbanas, y en las mangas de la camisa del seor, as como en las del vestido de la seora, haba un viejo par de puos cosido a continuacin de la tela que yo lavaba todos los sbados para que estuviera en condiciones el domingo; nada de toallas, ni servilletas y todo para evitar el lavado, una cosa muy costosa en una casa, aseguraba el seor Du Harpin, mi respetable patrn. En su casa nunca se tomaba vino, el agua limpia, segn Madame Du Harpin, era la bebida natural que usaron los primeros hombres y la nica que nos proporciona la naturaleza; todas las veces que se cortaba el pan, se colocaba un canasto debajo para recoger lo que cayera, se juntaban puntillosamente todas las migas que pudieran producirse en las comidas y todo junto se frea el domingo con un poco de manteca rancia para componer el plato festivo del da de descanso. Jams haba que sacudir los trajes ni los muebles, por miedo a gastarlos, sino tan slo desempolvarlos levemente con un plumero; los zapatos del seor y la seora tenan suelas de hierro y los dos esposos todava conservaban con veneracin los que haban usado el da de su casamiento; pero una prctica mucho ms extravagante era la que me haca ejecutar regularmente una vez por semana. En el departamento haba un cuarto bastante grande cuyas paredes no estaban tapizadas; yo tena que ir a raspar con un cuchillo una determinada cantidad del yeso de esas paredes, que luego pasaba por un tamiz fino, y lo que resultaba de esa operacin se converta en el polvo de tocador con el que engalanaba cada maana tanto la peluca del seor como el rodete de la seora. Ojal que esas infamias hubiesen sido las nicas a las que se dedicaran esas personas; nada ms natural que el deseo de conservar sus bienes, pero lo que no es tan as es el ansia de duplicarlo con los ajenos y no tard mucho en darme cuenta que solamente de esa manera el seor Du Harpin haba llegado a ser tan rico. Encima de nosotros viva un particular de muy buen pasar, que posea joyas bastante hermosas y cuyos efectos personales, ya sea debido a la vecindad, ya sea porque hubiesen pasado por sus manos, le resultaban muy conocidos a mi patrn. A menudo lo escuchaba aorar con su mujer cierto cofre de oro de treinta a cuarenta luises que podra haber retenido infaliblemente, segn deca, si su procurador hubiera sido un poco ms inteligente; finalmente, para consolarse de haber devuelto ese cofre, el honesto seor Du Harpin plane robarlo y fue a m a quien se encarg del negocio. Luego de haber dado un gran discurso sobre la indiferencia del robo, incluso sobre su utilidad en la sociedad dado que restableca una especie de equilibrio que alteraba totalmente la desigualdad de las riquezas, el seor Du Harpin me entreg una llave falsa, me asegur que abrira el departamento del vecino, que encontrara el cofre en un secreter que no se cerraba, que se lo traera sin peligro alguno y que por ese servicio tan esencial recibira durante dos aos un escudo ms en mi sueldo. Oh, seor exclam , es posible que un patrn se atreva a corromper as a su domstica y le mienta? Qu me impide que apunte contra usted las armas que me pone en las manos y qu tendra usted que objetarme razonablemente si yo le robo a partir de sus principios?El seor Du Harpin, muy sorprendido por mi respuesta, no se atrevi a seguir insistiendo, pero me guard un rencor secreto, me dijo que lo que haba dicho era para probarme, que deba estar satisfecha de haber resistido a esa oferta insidiosa de su parte y que si hubiera sucumbido me hubiesen colgado. Me enorgullec de mi respuesta, pero a partir de entonces percib las desgracias que me amenazaban por medio de una proposicin as y el error que haba sido contestar con tanta firmeza. Sin embargo no haba un punto medio, o bien hubiese tenido que cometer el crimen del cual me hablaban, o bien era necesario que rechazara tan duramente la propuesta; con un poco ms de experiencia habra dejado la casa en el acto, pero estaba escrito en la pgina de mi destino que cada uno de los gestos honestos a los que me impulsaba mi carcter deba ser pagado con una desgracia, por lo tanto deba sufrir mi suerte sin que me fuera posible escapar. Du Harpin dej pasar casi un mes, es decir, casi hasta la poca de la culminacin del segundo ao de mi estada en su casa, cuando una tarde, sin decir una palabra y sin mostrar el ms ligero resentimiento por el rechazo que le haba manifestado, una vez terminadas mis labores y tras haberme retirado a mi cuarto para disfrutar de unas horas de descanso, de pronto escuch que tiraban mi puerta hacia adentro y con espanto vi al seor Du Harpin, como es fcil de imaginar, conduciendo a un comisario y a cuatro soldados de la patrulla junto a mi cama.Cumpla con su deber, seor le dijo al oficial de justicia esta desgraciada me rob un diamante de mil escudos, lo encontrarn en su habitacin o lo tendr encima, el acto es innegable.- Pero cmo le voy a robar, seor dije lanzndome alterada fuera de mi cama yo, seor, ah, quin sabe mejor que usted cunto me repugna una accin semejante y lo imposible que resulta que yo la haya cometido!Pero Du Harpin haca mucho escndalo como para que mis palabras fuesen escuchadas, sigui ordenando las requisas y el aciago anillo fue encontrado en uno de mis colchones. Con pruebas de tal contundencia no haba nada que replicar, fui arrestada al instante y conducida ignominiosamente a la prisin del palacio, sin que me fuera posible hacer que oyeran una palabra de todo lo que pude decir para justificarme. El proceso de una miserable que no tiene crdito ni proteccin se realiza rpido en Francia. Se cree que la virtud es incompatible con la miseria, y el infortunio es una prueba completa contra el acusado en nuestros tribunales; una injusta prevencin induce a creer que aquel que debi cometer el crimen lo ha cometido, los sentimientos se evalan por el estado en el cual se nos encuentra y en cuanto los ttulos o la fortuna no prueban que se debe ser honesto, la imposibilidad de serlo queda demostrada de inmediato. Por ms que me defendiera, por ms que brindara los mejores medios al abogado de oficio que me otorgaron por un momento, mi patrn me acusaba, el diamante se haba encontrado en mi cuarto, estaba claro que lo haba robado. Cuando quise citar el rasgo horrible del seor Du Harpin y probar que la desgracia que me ocurra no era ms que una consecuencia de su venganza y del deseo que senta de deshacerse de una criatura que posea su secreto y se volva duea de su reputacin, se trat esos alegatos como recriminaciones, me dijeron que el seor Du Harpin era conocido desde haca cuarenta aos como un hombre ntegro e incapaz de un horror semejante, y me vi en el momento de tener que pagar con mi vida la negativa que haba mostrado para participar en un crimen, cuando sobrevino un acontecimiento inesperado que me dej libre, para sumirme en los nuevos reveses que todava me esperaban en el mundo. Una mujer de cuarenta aos a la que llamaban la Dubois, famosa por horrores de toda clase, estaba tambin en vsperas de sufrir un juicio mortal, por lo menos ms merecido que el mo, ya que sus crmenes estaban constatados y era imposible atribuirme alguno. Le haba inspirado una especie de inters a esa mujer; una noche, pocos das antes de que ambas debisemos perder la vida, me dijo que no me acostara, sino que me mantuviera con ella sin ostentacin, lo ms cerca que pudiera de las puertas de la prisin.Entre la medianoche y la una prosigui la dichosa villana se prender fuego el edificio es por orden ma, quizs haya algn quemado, no importa, lo cierto es que nosotras nos salvaremos; tres hombres, mis cmplices y amigos, se unirn a nosotras y respondo por tu libertad.La mano del Cielo que acababa de confundir la inocencia en m sirvi al crimen para mi protectora, el fuego se prendi, el incendio fue terrible, hubo diez personas quemadas, pero nosotras nos salvamos; ese mismo da llegamos a la cabaa de un cazador en el bosque de Bondy, una especie diferente de bribn, pero ntimo amigo de nuestra banda.Ya eres libre, mi querida Sophie me dijo entonces la Dubois ahora puedes elegir la clase de vida que te plazca, pero si puedo darte un consejo, es que renuncies a las prcticas virtuosas que como ves no logran nada; una delicadeza desplazada te condujo al pie del cadalso, un crimen espantoso me salv de l; mira para qu sirve el bien en el mundo y si vale la pena inmolarse por l. Eres joven y linda, me puedo encargar de tu fortuna en Bruselas; all voy, es mi patria; en dos aos te pongo en la cima, pero te advierto que no ser por medio de los estrechos senderos de la virtud que te llevar a la fortuna; a tu edad, es preciso tener ms de un oficio y servir a ms de una intriga cuando una quiere abrirse camino prontamente Entiendes, Sophie entiendes, decdete rpido entonces, porque hay que llegar al campo, slo estamos seguros aqu por pocas horas. - Oh, seora le dije a mi benefactora me siento muy agradecida con usted, me salv la vida, sin dudas que me desespera debrselo a un crimen y puede estar segura de que si hubiese tenido que participar, hubiera preferido antes perecer que efectuarlo. S bien los peligros que corr por haberme entregado a sentimientos de honestidad que siempre germinarn en mi corazn, pero sean cuales fueran las espinas de la virtud, siempre las preferir antes que los falsos fulgores de la prosperidad, peligrosos favores que acompaan el crimen por un instante. Hay en m ideas de religin que gracias al Cielo nunca me abandonarn. Si la Providencia me torna penosa la carrera de la vida, es para compensarme ms ampliamente en un mundo mejor; esa esperanza me consuela, suaviza todos mis pesares, apacigua mis lamentos, me fortalece en la adversidad y me hace afrontar todos los males que le plazca depararme. Esta alegra se apagara de inmediato en mi corazn si llegase a mancillarme con crmenes, y al temor de reveses an ms terribles en este mundo le opondr el aspecto espantoso de los castigos que la justicia celeste reserva en el otro para quienes la ultrajan. - Son sistemas absurdos que enseguida te llevarn al hospital, hija dijo la Dubois frunciendo el ceo creme, abandona la justicia celeste, tus castigos o tus recompensas por venir, todo eso slo sirve para olvidarlo cuando se sale de la escuela o para hacerte morir de hambre si se tiene la estupidez de creerlo una vez que se est afuera. La dureza de los ricos legitima la picarda de los pobres, hija ma; si su bolsa se abriera a nuestras necesidades, si la humanidad reinase en sus corazones, las virtudes podran instalarse en el nuestro, pero mientras nuestro infortunio, nuestra paciencia para soportarlo, nuestra buena fe, nuestra sumisin no sirvan ms que para duplicar nuestras cadenas, nuestros crmenes sern obra suya y seramos muy necios negarnos a cometerlos para aliviar un poco el yugo con el cual nos agobian. La naturaleza nos hizo nacer a todos iguales, Sophie; si la suerte se complace en alterar ese primer plan de las leyes generales, nos corresponde corregir sus caprichos y reparar mediante nuestra habilidad las usurpaciones de los ms fuertes Me gusta or a los ricos, los jueces, los magistrados, me gusta verlos predicarnos la virtud; qu difcil ser abstenerse del robo cuando se posee tres veces ms de lo que hace falta para vivir, qu difcil no pensar nunca en el asesinato cuando slo se est rodeado de aduladores o de esclavos sumisos, cunto esfuerzo les cuesta ser francos cuando a ellos nunca se les presenta ningn inters para mentir. Pero nosotros Sophie, nosotros a quienes esa Providencia brbara que tu locura ha convertido en tu dolo ha condenado a reptar por el suelo como la serpiente en el pasto, nosotros que somos vistos con desdn porque somos pobres, que somos humillados porque somos dbiles, nosotros que finalmente no encontramos en toda la superficie del planeta ms que hiel y espinas, pretendes que nos abstengamos del crimen cuando slo su mano nos abre la puerta de la vida, nos mantiene en ella, nos la conserva o nos impide perderla; quieres que perpetuamente sometidos y humillados, mientras que la clase que nos martiriza guarda para s todos los favores de la fortuna, slo tengamos penalidades, abatimiento y dolor, nada ms que escasez y llanto, la deshonra y el cadalso! No, no, Sophie, no, o esa providencia que imaginaste slo est hecha para nuestro desprecio o estas no son sus intenciones Concela mejor, Sophie, concela mejor y convncete de que en cuanto nos coloca en una situacin donde el mal se nos vuelve necesario, y al mismo tiempo nos deja la posibilidad de hacerlo, es porque ese mal sirve a sus leyes tanto como el bien y porque gana tanto con uno como con el otro. El estado en el cual nos crea es la igualdad, aquel que lo altera no es menos culpable que aquel que procura restablecerlo, ambos actan segn impulsos recibidos, ambos deben seguirlos, ponerse una venda en los ojos y gozar.Lo confieso, si alguna vez fui conmovida, fue por las seducciones de esa astuta mujer, pero una voz ms fuerte combata sus sofismas en mi corazn, la escuch y declar por ltima vez que estaba decidida a no dejarme corromper nunca. Pues bien me dijo la Dubois haz lo que quieras, te abandono a tu mala suerte, pero si alguna vez te haces arrestar, cosa de la que no puedes escapar por la fatalidad que inmola casi inevitablemente a la virtud salvando al crimen, por lo menos recuerda no hablar nunca sobre nosotros.Mientras razonbamos as, los tres compaeros de la Dubois beban con el cazador, y como el vino por lo general tiene la virtud de hacer olvidar los crmenes del malhechor y a menudo los incita a repetirlos, al borde mismo del precipicio del que acaba de escapar, nuestros depravados no me vieron decidida a salvarme de sus manos sin sentir deseos de divertirse a mis expensas. Sus principios, sus costumbres, el sombro local donde estbamos, la clase de seguridad en la que se crean, su embriaguez, mi edad, mi inocencia y mi apariencia, todo los alent. Se levantaron de la mesa, deliberaron entre ellos, consultaron a la Dubois, procederes cuyo misterio me haca temblar de miedo, y el resultado finalmente fue que yo tuviera que decidirme antes de partir a pasar por las manos de los cuatro, de buen grado o por la fuerza; que si lo haca de buen grado, cada uno me dara un escudo para llevarme adonde quisiera, dado que me negaba a acompaarlos; que si les era preciso usar la fuerza para obligarme, de todos modos se realizara el hecho, pero para que se guardara el secreto el ltimo de los cuatro que gozara de m me hundira un cuchillo en el seno y luego me enterraran al pie de un rbol. La dejo que piense, madame, el efecto que me produjo esa execrable proposicin; me arroj a los pies de la Dubois, la conjur para que fuese mi protectora por segunda vez, pero la desalmada no hizo ms que rerse de una situacin espantosa para m, y que slo le pareca una miseria. Oh, caramba dijo , s que eres una infeliz, obligada a servir as a cuatro muchachos fuertes y bien proporcionados! Hay mil quinientas mujeres en Pars, querida, que daran sus buenos escudos para estar ahora en tu lugar Escucha agreg sin embargo al cabo de un momento de reflexin tengo bastante influencia sobre estos tipos como obtener tu perdn si quieres ser digna de l.- Ay, madame, qu hay que hacer? exclam llorando ordneme, estoy lista. - Seguirnos, unirte a nosotros y cometer los mismos actos sin la ms mnima repugnancia, a ese precio te garantizo lo dems.No cre tener que dudar; aceptando corra nuevos peligros, lo admito, pero menos urgentes que los presentes, poda evitarlos y nada poda hacerme escapar de los que me amenazaban.Ir cualquier parte, madame le dije a la Dubois ir a cualquier parte, se lo juro, slveme del furor de estos hombres y nunca la dejar.- Chicos les dijo la Dubois a los cuatro bandidos esta muchacha pertenece a la banda, la recibo y la incorporo; les prohbo que ejerzan violencia contra ella, no la asqueemos del oficio desde el primer da; piensen que su edad y su figura nos pueden ser tiles, sirvmonos de ella para nuestros intereses y no la sacrifiquemos a nuestros placeresPero las pasiones tienen en el hombre un grado donde ninguna voz puede detenerlas; las personas a las que deba enfrentarme no estaban en condiciones de escuchar nada; los cuatro a la vez se presentaron ante m en el estado menos apto para que pudiese valerme de mi indulto, y le declararon unnimemente a la Dubois que cuando el cadalso estuviese listo era preciso que yo fuera presa de ellos.Primero ma dijo uno agarrndome por la cintura. - Y con qu derecho vas a empezar? dijo un segundo empujando a su camarada y arrancndome brutalmente de sus manos. - Mierda, ser despus de m dijo un tercero. Y la disputa se enardeci, nuestros cuatro campeones se agarran de los pelos, si tiran al suelo, se golpean y yo, feliz de verlos en una situacin que me da tiempo para escaparme, mientras la Dubois se ocupa de separarlos, salgo corriendo, llego al bosque y un instante pierdo de vista la casa. Ser supremo - dije ponindome de rodillas apenas me cre a salvo - Ser supremo, mi verdadero protector y mi gua, dgnate apiadarte de mi miseria; sabes con qu confianza pongo en ti mi esperanza; dgnate librarme de los peligros que me persiguen, o con una muerte menos ignominiosa que aquella de la cual acabo de escapar, dgnate al menos llamarme prontamente hacia ti.La plegaria es el ms dulce consuelo del desdichado, que se vuelve ms fuerte cuando ha rezado; me levant llena de coraje y como empezaba a oscurecer, me met entre unos arbustos para pasar la noche con menos riesgo; la seguridad que senta, el abatimiento en el que me hallaba, la poca alegra que haba disfrutado, todo contribuy a hacerme pasar una buena noche, y el sol ya estaba alto cuando mis ojos volvieron a abrirse a la luz. El instante del despertar es el ms fatal para los desafortunados; el reposo de los sentidos, la calma de las ideas, el olvido instantneo de sus males, todo les recuerda con ms fuerza la desgracia, todo les hace entonces ms onerosa su carga. Pues bien me dije es verdad entonces que existen criaturas humanas que la naturaleza destina a la misma condicin que los animales feroces, ocultos en su guarida, huyendo de los hombres, qu diferencia hay ahora entre ellos y yo? Acaso vale la pena nacer para tener un suerte tan lamentable? Y mis lgrimas corrieron con abundancia mientras haca estas tristes reflexiones. Apenas las haba terminado cuando escuch ruidos a mi alrededor; por un momento cre que era un animal, y poco a poco distingu las voces de dos hombres. Ven, amigo mo, ven dijo uno de ellos estaremos de maravilla aqu; la cruel y fatal presencia de mi madre no me impedir disfrutar al menos un momento contigo de los placeres que ms me gustanSe acercan, se ubican de tal modo enfrente de m que ninguna de sus frases ninguno de sus movimientos se me pueden escapar, y veoPor el Cielo, seora dijo Sophie interrumpindose - es posible que la suerte me haya colocado en situaciones tan crticas que para el pudor se torne igual de difcil escucharlas y describirlas?... Ese crimen horrible que ultraja tanto a la naturaleza como a las leyes, ese hecho espantoso sobre el cual la mano de Dios ha cado tantas veces, en una palabra, esa infamia tan nueva para m que apenas me la imaginaba, la vi consumarse ante mis ojos con todas los refinamientos impuros, con todos los episodios terribles que poda introducir la depravacin ms planificada.Uno de esos hombres, el que dominaba al otro, de unos veinticuatro aos, tena un sobretodo verde y bastante bien arreglado como para hacer creer que su condicin deba ser honesta; el otro pareca un joven sirviente de su casa, de alrededor de diecisiete o dieciocho aos y apuesto, de una muy linda figura. La escena fue tan larga como escandalosa, y ese tiempo me pareci tanto ms cruel en la medida en que no me atrev a moverme por miedo a ser vista. Finalmente, los criminales actores que la componan, sin dudas ya saciados, se levantaron para volver al camino que deba llevarlos a su casa, cuando el amo se acerc al arbusto que me ocultaba para satisfacer una necesidad. Mi sombrero elevado me traiciona y l lo divisa:Jasmin le dice a su joven Adonis fuimos descubiertos, querido una muchacha, una profana ha visto nuestros misterios; acrcate, saquemos a la pcara de all y veamos lo que puede hacer.No les caus la molestia de ayudarme a salir de mi refugio; surg enseguida por m misma y ca a sus pies:Oh seores exclam tendiendo los brazos hacia ellos dgnense tener piedad de una desdichada cuya suerte es ms lamentable de lo que piensan; existen pocos reveses que puedan igualar a los mos; que la situacin en la que me encontraron no les haga abrigar ninguna sospecha sobre m, es producto de mi miseria antes que de mis errores; lejos de aumentar la suma de los males que me agobian, tengan a bien disminuirla en cambio facilitndome los medios para escapar del rigor que me persigue.El seor de Bressac, que era el nombre del joven en cuyas manos me hiciera caer mi estrella, con un gran fondo de libertinaje en su espritu, no estaba provisto de una dosis muy abundante de sensibilidad en el corazn. Por desgracia, es demasiado comn ver que el desenfreno de los sentidos extingue absolutamente la piedad en el hombre; su efecto habitual es endurecer; ya sea que la mayor parte de sus desviaciones requiera una especie de apata en el alma, ya sea que la violenta sacudida que imprime a la masa de los nervios disminuya la sensibilidad de su accin, lo cierto es que un desenfrenado profesional rara vez es un hombre piadoso. Pero a la crueldad natural en la clase de gente cuyo carcter describo, en el seor de Bressac se le aada un asco tan marcado hacia nuestro sexo, un odio tan inveterado hacia todo aquello que lo caracterizaba, que resultaba difcil que yo lograse introducir en su alma los sentimientos con los que quera conmoverlo. Qu haces ah, trtola del bosque? me dijo bastante duramente por toda respuesta ese hombre al que yo quera enternecer - di la verdad, visto todo lo que pas entre este joven y yo, no es as?- Yo, no seor exclam de inmediato, creyendo que no haca ningn dao en ocultar esa verdad puede estar seguro que slo he visto cosas muy simples; los vi al seor y a usted sentados los dos sobre el pasto, cre advertir que conversaron un momento, puede estar seguro que eso es todo. - Quiero creerlo respondi el seor de Bressac y esto por tu tranquilidad, porque si imaginara que hubieses visto otra cosa, nunca saldra de esos matorrales Vamos, Jasmin, es temprano, tenemos tiempo de or las aventuras de esta puta; que nos las cuente en el acto, despus la ataremos a ese grueso roble y probaremos nuestros cuchillos de caza en su cuerpo.Nuestros jvenes se sentaron, me ordenaron que me ubicara cerca de ellos y entonces les cont ingenuamente todo lo que me haba sucedido desde que sal al mundo. Vamos, Jasmin dijo el seor de Bressac levantndose apenas hube terminado seamos justos por una vez en la vida, querido; la equitativa Themis ha condenado a esta pcara, no toleremos que las intenciones de la diosa sean tan cruelmente frustradas y hagamos sufrir a la criminal el castigo al que iba a exponerse; no es un crimen lo que vamos a cometer, es una virtud, amigo mo, es un restablecimiento del orden moral de las cosas, y dado que tenemos la desgracia de perturbarlo a veces, restablezcmoslo valientemente al menos cuando la ocasin se presenta.Y los crueles me arrancaron de mi sitio y ya me arrastraban hacia el rbol sealado, sin que los afectaran mis gemidos ni mi llanto. Atmosla en este sentido le dijo Bressac a su valet apoyndome el vientre contra el rbol.Sus cinturones, sus pauelos, todo sirvi y en un minuto me encontr tan cruelmente amarrada que se me hizo imposible hacer uso de ninguno de mis miembros; una vez realizada esta accin, los depravados me arrancaron las faldas, levantaron mi camisa sobre los hombros y empuaron sus cuchillos de caza; cre que iban a perforar todas las partes posteriores que su brutalidad haba dejado al descubierto. Ya es suficiente dijo Bressac sin que todava yo hubiese recibido ni un golpe ya es suficiente para que nos conozca, para que vea lo que podemos hacerle y tenerla bajo nuestra dependencia. Sophie prosigui deshaciendo mis ataduras vstete de nuevo, s discreta y sguenos; si te mantienes fiel a m, no tendrs motivos para arrepentirte, querida, le hace falta una segunda sirvienta a mi madre, te voy a presentar ante ella confiando en tu relato voy a responder por tu conducta, pero si abusas de mi bondad o traicionas mi confianza, observa bien este rbol que iba a servirte de lecho fnebre, recuerda que slo est a una legua del castillo adonde te llevo y que ante la ms leve falta sers trada aqu en el actoYa vestida, apenas encontraba expresiones para agradecer a mi benefactor, me arroj a sus pies abrac sus rodillas, le hice todos los juramentos posibles de buena conducta, pero l era tan insensible a mi dicha como a mi dolor:Vamos dijo el seor de Bressac tu conducta hablar por ti y slo ella dictar tu destino.Caminamos, Jasmin y su amo conversaban juntos, y yo los segua humildemente sin decir una palabra; en menos de una hora llegamos al castillo de la seora condesa de Bressac y la magnificencia de los alrededores me hizo ver que cualquiera fuese el puesto que debiera ocupar en esa casa seguramente sera ms lucrativo para m que el de gobernanta en jefe de los seores Du Harpin. Me hicieron aguardar en un despacho donde Jasmin mi hizo almorzar muy bien; durante ese tiempo, Bressac subi a ver a su madre, le avis y media hora despus l mismo vino a buscarme para presentarme con ella. Madame de Bressac era una mujer de cuarenta y cinco aos, todava muy hermosa y que me pareci honesta y principalmente muy humana, aunque introduca un poco de severidad en sus principios y en sus declaraciones; viuda desde haca dos aos de un hombre de una casa muy importante pero que la haba desposado sin otra fortuna que el bello nombre que le daba, todos los bienes que poda esperar el joven marqus de Bressac dependan pues de esa madre, y lo que haba recibido de su padre apenas le alcanzaba para mantenerse. Madame de Bressac le aada una pensin considerable, pero distaba mucho de ser suficiente para los gastos tan considerables como irregulares de su hijo; haba al menos sesenta mil libras de renta en esa casa, y el seor de Bressac no tena hermanos; nunca haban podido decidirlo a ingresar como oficial; todo aquello que lo apartaba de sus placeres preferidos le resultaba tan insoportable que era imposible hacerle aceptar ninguna obligacin. La seora condesa y su hijo pasaban tres meses del ao en esa propiedad y el resto del tiempo en Pars, y esos tres meses que le exiga a su hijo que pasara con ella eran ya una gran molestia para un hombre que no abandonaba nunca el centro de sus placeres sin caer en la desesperacin. El marqus de Bressac me orden que le contara a su madre lo mismo que yo le haba dicho, y una vez que hube terminado mi relato:Su candor y su ingenuidad me dijo Madame de Bressac no me permiten dudar de su inocencia. No pedir otra informacin sobre usted excepto saber si es realmente como usted me dice la hija del nombre que mencion; si es as, conoc a su padre, y eso me dar una razn para interesarme ms en usted. En cuanto a su asunto en casa de Du Harpin, me encargar de arreglar eso con dos visitas a lo del canciller, mi amigo desde hace siglos; es el hombre ms ntegro que hay en Francia; slo se trata de probarle su inocencia para anular todo lo que se hizo en contra suya y para que pueda usted reaparecer en Pars sin ningn temor pero pinselo bien, Sophie, porque todo lo que le estoy prometiendo slo es al precio de una conducta intachable; de modo que puede ver que los reconocimientos que le exijo redundarn siempre en su beneficio.Me arroj a los pies de la seora de Bressac, le asegur que nunca tendra motivos para estar descontenta de m y desde ese momento fui instalada en su casa a nivel de su segunda doncella de servicio. Al cabo de tres das, las averiguaciones que haba efectuado Madame de Bressac en Pars llegaron tal cual yo poda desearlas, y todas las ideas de desdicha se desvanecieron al fin de mi mente para ser reemplazadas slo por las expectativas de los ms dulces consuelos que debiera serme permitido esperar; pero no estaba escrito en el cielo que la pobre Sophie alguna vez debiera ser feliz, y si acaso surgan algunos momentos de calma para ella, slo era para volverle ms amargos los horrorosos que iban a seguirles.Apenas fuimos a Pars Madame de Bressac se apresur a trabajar en mi favor. El primer presidente quiso verme, escuch mis desgracias con inters, la bribonera de Du Harpin se investig y fue reconocida, se convencieron de que si bien haba aprovechado el incendio de las prisiones del palacio, por lo menos no haba participado en ello para nada y todo mi proceso se anul (me aseguraron) sin que los magistrados que tuvieron injerencia creyeran que deban realizar otras formalidades.Es fcil imaginar de qu manera me ligaron con Madame de Bressac tales procederes; acaso no haba mostrado para conmigo toda clase de bondades?; cmo gestos semejantes no me habran unido para siempre a una protectora tan apreciable? Sin embargo, la intencin del joven marqus distaba mucho de querer vincularme tan ntimamente con su madre; independientemente de los desrdenes espantosos como el que le describ, en lo cual se suma ciegamente ese joven mucho ms en Pars que en el campo, no tard mucho en darme cuenta de que detestaba soberanamente a su madre. Es cierto que ella haca todo lo posible para detener sus excesos o para obstaculizarlos, pero dado que tal vez ella aplicaba cierto exceso de rigor, el marqus, ms excitado por los mismos efectos de tal severidad, se entregaba a ello con mayor fervor, y la pobre condesa slo sacaba de sus persecuciones el hacerse odiar por completo. No te imagines me deca muy a menudo el marqus que mi madre acta por s misma en pos de tus intereses; creme, Sophie, que si yo no la hostigara en todo momento, apenas recordara las cosas que te prometi; ella pone de relieve todos sus pasos, cuando en realidad han sido dados por m. Me animo a decir que slo a m me debes un reconocimiento, y lo que exijo de ti debe parecerte tanto ms desinteresado en la medida en que sabes lo suficiente como para estar segura, por ms linda que puedas ser, que no pretendo tus favores No, Sophie, no, los servicios que espero de ti son de una ndole muy distinta, y cuando ests convencida de todo lo que hice por ti, espero encontrar en tu alma todo lo que tengo derecho a esperarEsos discursos me parecan tan oscuros que no saba cmo responder; sin embargo lo haca por si acaso y tal vez con demasiada facilidad. Ha llegado el momento de hacerle saber, madame, el nico error verdadero que tuve que reprocharme en mi vida qu digo error, una extravagancia como nunca hubo otra igual pero por lo menos no es un crimen, es una simple equivocacin que slo me perjudic a m y de la cual no me parece que la mano equitativa del Cielo haya tenido que servirse para arrastrarme al abismo que se abra imperceptiblemente bajo mis pies. Me haba resultado imposible ver al marqus de Bressac sin sentirme atrada hacia l por un impulso de ternura que nada haba podido dominar en m. Las reflexiones que hice sobre su alejamiento de las mujeres, sobre la depravacin de sus gustos, sobre las distancias morales que nos separaban, nada, nada en el mundo poda apagar esa pasin naciente y si el marqus me hubiese pedido mi vida, se la habra sacrificado mil veces, incluso creyendo que eso no era nada. l estaba lejos de sospechar los sentimientos que yo haba encerrado cuidadosamente dentro de mi corazn estaba lejos, el ingrato, de descifrar la causa de las lgrimas que verta diariamente la desdichada Sophie sobre los vergonzosos desrdenes que lo perdan, pero sin embargo era imposible que no imaginara el deseo que yo tena de correr en busca de todo aquello que poda complacerle, era imposible que no advirtiera mis atenciones y mi diligencia Demasiado ciegas sin dudas, llegaban hasta el punto ayudar incluso a sus errores al menos en la medida en que la decencia me lo poda permitir y ocultrselos siempre a su madre. Esa manera de comportarme de alguna manera me haba valido su confianza, y todo lo que provena de l me pareca tan adorable, me cegaba tanto con lo poco que me ofreca su corazn, que a veces tuve el orgullo de creer que yo no le resultaba indiferente, pero cun rpidamente me desilusionaba el exceso de sus desrdenes! Eran de tal magnitud que no slo la casa estaba repleta de sirvientes de ese execrable tipo a mi alrededor, sino que adems les pagaba a un montn de malos sujetos de afuera, o iba a sus casas, o venan diariamente a verlo, y como ese gusto, aunque sea odioso, no es uno de los ms baratos, el marqus se sobrepasaba peligrosamente. A veces me tom la libertad de manifestarlo todos los inconvenientes de su conducta; me escuchaba sin reticencias, pero luego terminaba dicindome que no era posible corregirse de la clase de vicio que lo dominaba, que se reproduca de mil formas distintas y tena diferentes ramas para cada edad, y que brindando sensaciones siempre nuevas cada diez aos lo hacan aferrar hasta la tumba a los que tenan la desgracia de adorarlo Pero si intentaba hablarle de su madre y de las penas que le causaba, no vea ms que despecho, mal humor, irritacin e impaciencia por ver tanto tiempo en tales manos un bien que ya debera pertenecerle, as como el odio ms inveterado contra esa madre respetable y la rebelda ms probada contra los sentimientos de la naturaleza. Ser acaso cierto que cuando se ha llegado a transgredir tambin en la forma de sus gustos las leyes de ese rgano sagrado la consecuencia necesaria de ese primer crimen es una terrible facilidad para cometer impunemente los otros?A veces probaba con los medios de la religin; casi siempre consolada por ella, intentaba hacer que sus dulzores pasaran al alma de ese perverso, casi segura de cautivarlo mediante esos lazos si lograba hacerle compartir sus encantos. Pero el marqus no me dej que usara mucho tiempo semejantes medios con l; enemigo declarado de nuestros santos misterios, contestatario pertinaz de la pureza de nuestros dogmas, antagonista extremo de la existencia de un ser supremo, el seor de Bressac ms bien trat de corromperme en lugar de dejarse convertir por m. Todas las religiones parten de un principio falso, Sophie me deca todas suponen como necesario el culto a un ser creador; pero si ese mundo eterno, como todos aquellos en medio de los cuales flota en las planicies infinitas del espacio, nunca tuvo comienzo y nunca debe tener fin, si todas las producciones de la naturaleza son efectos resultantes de las leyes que a su vez la encadenan, si su accin y reaccin perpetuas suponen el movimiento esencial a su esencia, en qu se convierte el motor que le adjudicas gratuitamente? Dgnate a creerlo, Sophie, el dios que aceptas no es ms que el fruto de la ignorancia por un lado y de la tirana por el otro; cuando el ms fuerte quiso encadenar al ms dbil, lo convenci de que un dios santificaba los hierros con que lo someta, y ste, embrutecido por su miseria, crey todo lo que el otro quiso. Todas las religiones, consecuencias fatales de esa primera fbula, deben por ende ser destinadas al desprecio al igual que ella, no hay una que no tenga el emblema de la impostura y de la estupidez; en todos los misterios que hacen temblar la razn, veo dogmas que ultrajan la naturaleza y ceremonias grotescas que slo despiertan risa. Apenas abr los ojos, Sophie, ya detest esos horrores, mi dict como ley pisotearlos y me jur no volver a ellos mientras viviera; imtame si quieres ser razonable. - Oh seor le respond al marqus privara usted a una desdichada de su ms dulce esperanza si le quitara la religin que la consuela; firmemente apegado a lo que ella ensea, absolutamente convencida de que todos los golpes que le asestan no son ms que el efecto del libertinaje y de las pasiones, habr de sacrificar a sofismas que me hacen temblar la idea ms dulce de mi vida?A lo cual aada otros mil razonamientos dictados por mi razn, vertidos por mi corazn, pero el marqus no haca ms que rerse, y sus principios capciosos, nutridos por una elocuencia ms viril, sostenidos por lecturas que felizmente yo no haba hecho, derrotaban siempre a los mos. Madame de Bressac, plena de virtud y de piedad, no ignoraba que su hijo sostena sus desviaciones mediante todas las paradojas de la incredulidad; a menudo se lamentaba conmigo por ello, y como se dignaba atribuirme un poco ms de buen sentido que a las otras mujeres que la rodeaban, le gustaba confiarme sus penas. No obstante, los malos procederes de su hijo se redoblaban con ella; ya estaba a punto de no ocultarse ms, no solamente haba rodeado a su madre con toda la canalla peligrosa que serva para sus placeres, sino que haba llevado la insolencia hasta declararle enfrente de m que si pensaba seguir contrariando sus gustos, la convencera del encanto que posean entregndose a ellos ante sus propios ojos. Yo deploraba esas declaraciones y esa conducta, intentaba extraer del fondo de m motivos para sofocar dentro de mi alma la desgraciada pasin que la devoraba pero, acaso el amor es una enfermedad que se pueda curar? Todo lo que procuraba oponerle slo atizaba ms intensamente su llama, y el prfido Bressac nunca me pareca ms amable que cuando yo haba reunido ante m todo aquello que deba inducirme a odiarlo. Haca cuatro aos que estaba en esa casa, siempre perseguida por las mismas tribulaciones, siempre consolada por los mismos dulzores, cuando el terrible motivo de las seducciones del marqus finalmente se me present con todo su horror. Estbamos entonces en el campo, yo estaba sola junto a la condesa; a su primera doncella le haban permitido quedarse en Pars por el verano para atender un asunto de su marido. Una noche, algunos momentos despus de que me retirase de la habitacin de mi patrona, sal a respirar al balcn de mi cuarto, pues no poda decidirme a acostarme a causa del calor extremo, cuando de pronto el marqus golpea mi puerta y me ruega que lo deje conversar conmigo parte de la noche Ay, todos los instantes que me conceda ese cruel autor de mis males me parecan demasiado preciosos como para que me atreviese a rechazar ninguno; l entra, cierra la puerta con cuidado y se echa en un silln junto a m: Escchame, Sophie me dijo con un poco de esfuerzo tengo que confiarte cosas de la mayor importancia, comienza jurndome que nunca revelars nada de lo que voy a decirte. - Oh, seor, puede creerme capaz de abusar de su confianza?- No sabes todo lo que arriesgaras si llegases a mostrarme que me equivoqu al concedrtela. - El mayor de mis pesares sera haberla perdido, no son necesarias mayores amenazas. - Pues bien, Sophie he estado conspirando contra la vida de mi madre y he elegido tu mano para servirme. - Yo, seor exclam retrocediendo de horror oh Cielo, cmo se le han podido ocurrir dos proyectos semejantes? Tome mi vida, seor, es suya, disponga de ella, se la doy, pero no imagine nunca que pueda conseguir que me preste a un crimen cuya mera idea es insostenible para mi corazn. - Escucha, Sophie me dijo el seor de Bressac volvindome a traer con tranquilidad ya me imaginaba tu repugnancia, pero como tienes ingenio, me vanaglorio de poder vencerla hacindote ver que ese crimen que consideras tan tremendo en fondo slo es algo muy simple. Dos acciones se te ofrecen en este caso ante tus ojos poco filosficos, la destruccin de un semejante y el mal con que se agrava esa destruccin cuando dicho semejante es nuestra madre. En cuanto a la destruccin de un semejante, puedes estar segura, Sophie, de que es puramente quimrica, el poder de destruir no le est concedido al hombre, a lo sumo puede variar las formas, pero no aniquilarlas; y como toda forma es igual para la naturaleza, nada se pierde en el crisol inmenso donde se realizan sus variaciones, todas las porciones de materia que all se arrojan se renueven incesantemente bajo otras figuras y cualesquiera sean nuestras acciones al respecto, ninguna la ofende directamente, ninguna la ultraja, nuestras destrucciones reaniman su poder, mantienen su energa pero ninguna la atena. Eh, qu le importa a la naturaleza siempre creadora que esa masa de carne que hoy constituye una mujer se reproduzca maana en forma de mil insectos diferentes? Te animaras a decir que la construccin de un individuo como nosotros le cuesta ms a la naturaleza que la de un gusanito y que por consiguiente le debe poner un mayor inters? Pero si el grado de vinculacin o ms bien de indiferencia es el mismo, qu puede hacerle que mediante lo que llamamos el crimen de un hombre algn otro sea convertido en mosca o en lechuga? Cuando me hayan probado la sublimidad de nuestra especie, cuando me hayan demostrado que es tan importante en la naturaleza que necesariamente sus leyes se ofenden con su destruccin, entonces podr creer que esa destruccin es un crimen; pero mientras el estudio ms profundo de la naturaleza me compruebe que todo lo que vegeta en el planeta, lo ms imperfecta de sus obras, tiene para ella un valor igual, nunca supondr que la conversin de uno de dichos seres en otros mil pueda erosionar alguna vez sus leyes; me dir: todos los hombres, todas las plantas, todos los animales, que crecen, vegetan, se destruyen por los mismos medios, que nunca reciben una muerte real, sino una simple variacin en aquello que los modifica, todos, deca, empujndose, destruyndose, procrendose indiferentemente, aparecen un instante en una forma, y al instante siguiente en otra, y a voluntad del ser que quiere o que puede moverlos, pueden cambiar una y mil veces en un da, sin que una sola ley de la naturaleza pueda verse afectada en ningn momento. Pero el ser al que ataco es mi madre, es el ser que me ha llevado en su seno. Y qu? Acaso esa vana consideracin me detendr y qu razn tendra para conseguirlo? Pensaba en m esa madre cuando su lubricidad la hizo concebir el feto del cual result? Acaso le debo reconocimiento por haberse ocupado de su propio placer? Por otra parte, no es la sangre de la madre la que forma al nio, sino slo la del padre; el seno de la hembra fructifica, conserva, elabora, pero no suministra nada, y sa es la reflexin que nunca me hubiese hecho atentar contra la vida de mi padre, mientras que considero algo muy simple cortar el hilo de los das de mi madre. Si es posible entonces que el corazn del hijo pueda conmoverse con justicia por algunos sentimientos de gratitud hacia una madre, slo puede suceder en virtud de sus acciones para con nosotros desde que estamos en edad de gozar de ellas. Si ha realizado buenas acciones, podemos amarla, quizs incluso debamos hacerlo; si slo ha efectuado malas, no motivadas por ninguna ley natural, no solamente no le debemos nada, sino que todo nos dicta que nos deshagamos de ella por la fuerza poderosa del egosmo que impulsa natural e invenciblemente al hombre a desembarazarse de todo aquello que lo perjudica. - Oh, seor le respond espantada al marqus la indiferencia que usted le supone a la naturaleza en este caso no es ms que producto de sus pasiones; dgnese por un instante escuchar a su corazn antes que a ellas, y ver cmo condenar los razonamientos imperiosos de su libertinaje. Ese corazn a cuyo tribunal lo remito, no es acaso el santuario donde la naturaleza que usted ofende quiere que se la escuche y se la respete? Si hace pesar el ms grave horror por ese crimen que usted planea, no convendr en que es condenable? Me dir usted que el fuego de las pasiones destruye en un instante ese horror, pero antes de que eso lo deje satisfecho va a resurgir y se har escuchar mediante el rgano imperioso de los remordimientos. Cuanto mayor sea su sensibilidad, ms desgarrador ser su influjo sobre usted cada da, a cada instante, ver ante sus ojos a la tierna madre que su mano brbara habr sumido en la tumba, oir su voz plaidera pronunciando an el dulce nombre que llenaba de encanto su infancia ella se le aparecer en sus vigilias, lo atormentar en sus sueos, abrir con sus manos sangrientas las heridas que usted le habr abierto; a partir de entonces ni un momento feliz brillar para usted sobre la tierra, todos sus placeres sern envenenados, todas sus ideas se confundirn, una mano celeste cuyo poder usted desconoce vengar la vida que usted habr destruido envenenando por completo la suya, y sin haber podido gozar de sus actos perecer usted por el arrepentimiento mortal de haberse atrevido a realizarlos.Yo estaba llorando al pronunciar estas ltimas palabras, me precipit a las rodillas del marqus, lo conjur por todo lo que poda serle ms querido para que olvidara un extravo infame que le jur que ocultara toda mi vida, pero no conoca el corazn que trataba de enternecer. Por ms que todava pudiera tener algn vigor, el crimen haba roto sus impulsos y las pasiones en tropel no hacan reinar en l ms que el crimen. El marqu se levant framente. Veo bien que me haba equivocado, Sophie me dijo y tal vez yo est tan molesto por ello conmigo como con usted; no importa, encontrar otros medios, y usted habr perdido mucho para m, sin que su patrona haya ganado nada.Esa amenaza modific en el acto todas mis ideas; al no aceptar el crimen que me proponan, arriesgaba mucho por mi cuenta, y mi patrona pereca irremediablemente; al consentir en la complicidad, me pona a salvo de la furia de mi joven amo, y necesariamente salvaba a su madre. Esta reflexin, que en m fue producto de un instante, me hizo cambiar de papel en el acto, pero como una transformacin tan rpida hubiese podido parecer sospechosa, manej por un buen rato mi derrota, le brind al marqus la oportunidad de repetirme a menudo sus sofismas, poco a poco asum el aspecto de no saber qu responder, el marqus me crey vencida, yo legitim mi debilidad por la potencia de su arte, al final simul aceptar todo, el marqus me salt al cuello Cmo me hubiese colmado de alegra ese gesto si sus brbaros planes no hubiesen aniquilado todos los sentimientos que mi dbil corazn se haba atrevido a abrigar hacia l si hubiera sido posible que yo an lo amaseEres la primera mujer a la que abrazo me dijo el marqus y en verdad lo hago con toda mi alma eres adorable, mi nia; un rayo de filosofa ha penetrado entonces en tu mente; era posible que esa cabeza encantadora permaneciera tanto tiempo en las tinieblas?Y al mismo tiempo convinimos en nuestros actos: para que el marqus tragara ms el anzuelo, yo segua mostrando cierto aire de repugnancia cada vez que el desarrollaba mejor su plan o cuando me explicaba sus medios, y fue esa simulacin tan permisible en mi desgraciada posicin lo que logr engaarlo antes que nada. Acordamos que en dos o tres das ms o menos, segn las facilidades que yo tuviese, tirara hbilmente una pequea dosis de veneno que me entreg el marqus dentro de una taza de chocolate que la condesa tena la costumbre de tomar todas las maanas; el marqus me asegur que no habra consecuencias y me prometi dos mil escudos de renta para mantenerme o estar junto a l, o en el lugar que mejor me pareciera por el resto de mi vida; me firm esa promesa sin definir lo que deba hacerme gozar de dicho favor, y nos separamos. Entre tanto, sucedi algo demasiado singular, demasiado idneo para hacerle ver el carcter del hombre atroz al que me enfrentaba como para no interrumpir el relato, que sin dudas usted est aguardando, del final de la cruel aventura en la que me haba metido. A los dos das de nuestra entrevista, el marqus recibi la noticia de que un to, con cuya herencia no contaba para nada, acababa de dejarle ochenta mil libras de rentas al morir. Oh Cielo me dije al enterarme , acaso es as como la justicia celeste castiga el complot de los delitos? Pens en perder la vida por haber rechazado un bien inferior a ste, y resulta que ese hombre se encuentra en la cumbre por haber concebido uno espantoso. Pero arrepintindome enseguida de esa blasfemia respecto de la Providencia, me puse de rodillas, le ped perdn a Dios y me regocij porque esa herencia inesperada al menos iba a modificar los planes del marqus Qu grande era mi error, por Dios!Oh mi querida Sophie me dijo el seor de Bressac al acudir a mi cuarto esa misma noche - cmo me llueven las prosperidades! Te lo dije veinte veces, nada mejor que imaginar un crimen para hacer que llegue la felicidad, pareciera que slo a los malhechores se les abre el camino fcilmente. Ochenta y sesenta, mi nia, son ciento cuarenta mil libras de renta que van a servir para mis placeres. - Cmo, seor respond con moderada sorpresa debido a las circunstancias que me tenan maniatada acaso esta fortuna inesperada no lo decide a esperar pacientemente esa muerte que pretende apresurar? - Esperar, no esperara dos minutos, mi nia: no ves que tengo veintiocho aos y que es muy duro esperar a mi edad? Que esto no cambie nada en nuestros planes, te lo ruego, y que tengamos el consuelo de terminar con todo antes de la poca de nuestro regreso a Pars Trata de que sea maana, pasado maana a ms tardar, no veo la hora de darte un cuarto de tu pensin y ponerte en posesin del total.Hice lo mejor que pude para esconder el espanto que me suscitaba ese encarnizamiento en el crimen, retom mi papel de la vspera, pero todos mis sentimientos terminaron de apagarse, ya no cre deberle otra cosa que horror a un depravado tan insensibilizado. Nada ms embarazoso que mi posicin; si yo no cumpla, el marqus pronto se dara cuenta de que lo engaaba; si le adverta a Madame de Bressac, cualquiera fuese la decisin que le hiciera tomar la revelacin del crimen, el joven igualmente se vera engaado y tal vez se decidiera a tomar medidas ms seguras que tambin hiciesen perecer a la madre y que me expondran a toda la venganza del hijo. Me quedaba la va de la justicia, pero por nada del mundo hubiese consentido en tomarla; me decid entonces, pasara lo que pasara, a prevenir a la condesa; de todas las decisiones posibles, me pareci la mejor y opt por ella. Madame le dije al da siguiente de mi ltima entrevista con el marqus tengo que revelarle algo de la mayor importancia, pero en la medida en que es algo que la afecta me decid a guardar silencio, si antes no me da su palabra de honor de no mostrarle a su seor hijo ningn resentimiento por lo que tiene la audacia de planear; acte usted, Madame, tome la mejor decisin, pero no diga una palabra, dgnese prometrmelo o me callo.La seora de Bressac, quien crey que slo se trataba de algunas extravagancias habituales de su hijo, se comprometi con el juramento que le exiga, y entonces le revel todo. La desdichada madre rompi a llorar al enterarse de esa infamia. El desalmado exclam ella qu hice alguna vez que no fuera por su bien? Si quise prevenir sus vicios o corregirlo, qu otros motivos podan inducirme a ese rigor sino su felicidad y su tranquilidad? A quin le debe esa herencia que acaba de tocarle sino a mis desvelos? Si se lo ocult, fue por delicadeza. Qu monstruo, oh Sophie! Prubame bien lo turbio de sus planes, ponme en la situacin de no poder dudar ms, necesito todo lo que pueda terminar de apagar en mi corazn los sentimientos de la naturalezaY entonces le mostr a la condesa el paquete de veneno que llevaba conmigo; le hicimos tragar una pequea dosis a un perro que encerramos cuidadosamente y que muri al cabo de dos horas entre espantosas convulsiones. La condesa ya no poda dudar y decidi en el acto lo que deba hacer, me orden que le diera el resto del veneno y en el momento le mand un mensajero a su pariente el duque de Sonzeval, para que se dirigiera en secreto al ministerio, que explicara all la perfidia de la que estaba a punto de ser vctima, que se proveyera de una orden de detencin para su hijo, que acudiera a su propiedad con esa orden y un oficial y que la liberase lo ms pronto posible del monstruo que conspiraba contra su vida Pero estaba escrito en el cielo que ese abominable crimen se ejecutara y que la virtud humillada cedera ante la fuerza de la maldad.El desdichado perro con el cual habamos hecho nuestra prueba le descubri todo al marqus. Lo escuch aullar; sabiendo que su madre lo quera, pregunt con urgencia qu le pasaba al perro y dnde estaba. Aquellos a quienes se dirigi, que ignoraban todo, no le respondieron. Desde ese momento sin dudas que entr en sospechas; no dijo una palabra, pero lo vi inquieto, agitado y al acecho a lo largo de todo el da. Se lo comuniqu a la condesa, pero no haba que dudar, todo lo que se poda hacer era apurar al mensajero y ocultar el objeto de su misin. La condesa le dijo a su hijo que enviaba con mucho apuro a Pars a rogarle al duque de Sonzeval que se pusiera en el acto a la cabeza de la sucesin del to que acababa de heredar, porque si no apareca alguien en ese momento poda iniciarse un juicio; agreg que le solicitaba al duque que viniese a rendirle cuentas de todo para que ella misma decidiera partir con su hijo si el asunto lo requera. El marqus, demasiado buen fisonomista como para no ver la contrariedad en el rostro de su madre, como para no observar algo de confusin en el mo, se dio cuenta de todo y es ms que seguro que se puso en guardia. Con el pretexto de una salida a pasear con sus chicos, se aleja del castillo, espera al correo en un sitio por donde deba pasar inevitablemente. Este hombre, ms fiel a l que a su madre, no tuvo ninguna dificultad en entregarle sus mensajes y el marqus, convencido de lo que sin dudas llamaba mi traicin, le da cien luises al correo con la orden de no reaparecer nunca en la casa y regresa furioso. No obstante, contenindose como poda, me encuentra, me halaga como de costumbre, me pregunta si sera para maana, me hace notar que lo esencial era que fuese antes de que llegara el duque, y se va a acostar tranquilamente y sin mostrar nada. Si el desdichado crimen se consum, como el marqus pronto me lo inform, slo pudo ser de la manera que voy a contar Madame tom su chocolate al da siguiente como acostumbraba, y dado que slo haba pasado por mis manos, estoy muy segura de que no estaba contaminado; pero el marqus entr a las diez de la maana en la cocina, donde slo encontr al chef en ese momento y le orden que fuese en el acto a buscarle duraznos al jardn. El cocinero aleg su imposibilidad de abandonar sus preparaciones, el marqus insisti con sus deseos urgentes de comer duraznos y dijo que vigilara las hornallas. El chef sale, el marqus examina todos los platos de la comida y probablemente tira en las acelgas que a la seora le gustaban mucho la fatal droga que deba ponerle fin a sus das. Comemos, la condesa sin dudas ingiere ese plato funesto y el crimen se concreta. Slo le relato esto a partir de sospechas; el seor de Bressac me asegur, en la infeliz continuacin de esa aventura, que su golpe se haba dado y mis suposiciones no me indicaron otro medio por el cual le haya sido posible lograrlo. Pero dejemos esas horribles conjeturas y volvamos a la manera cruel en la que fui castigada por no haber querido participar en ese horror y haberlo revelado Apenas nos levantamos de la mesa, el marqus me aborda:Escucha, Sophie me dijo con la flema aparente de la tranquilidad encontr un medio ms seguro que el que te haba propuesto para llevar a cabo mis planes, pero requiere entrar en detalles; no me animo a ir tanto a tu cuarto, temo las miradas de todos; nos encontremos a las cinco en punto en la esquina del parque e iremos juntos a dar un largo paseo durante el cual te lo explicar todo.Confieso que, ya sea por la venia de la Providencia, ya fuera por exceso de candor o fuera por ceguera, nada me anunciaba la terrible desgracia que me aguardaba; me crea tan segura del secreto y de las disposiciones de la condesa que nunca imagin que el marqus hubiese podido descubrirlos. Sin embargo, haba cierta contrariedad en m:

El perjurio es virtud cuando se promete el crimen[footnoteRef:1], [1: Segn Michel Delon, editor de las Obras en La Pliade, el alejandrino no parece una verdadera cita, aunque podra tener una reminiscencia de algunos versos de Corneille [T.].]

dijo uno de nuestros poetas trgicos, pero el perjurio es siempre odioso para el alma delicada y sensible que se ve obligada a recurrir a l; mi papel me perturbaba, pero no result largo. Las odiosas acciones del marqus, dndome otros motivos de dolor, pronto me tranquilizaron al respecto. Se me acerc con el aspecto ms jovial y ms franco del mundo y avanzamos por el bosque sin que hiciera otra cosa que rer y bromear como acostumbraba hacerlo conmigo. Cuando yo quera desviar la conversacin hacia el objeto que le haba hecho concert