rufino ortega

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con el mismo motivo; campaña de los Andes; la de oro de las campañas de Río Negro y Pata- gonia; estrella acordada por la provincia de Buenos Aires, y los cordones de plata de la batalla de Tuyuti. Está, además, en posesión de la del Mérito militar de Chile y Carlos III de España, que nun- ca usa, por no haber pedido per- miso para usarla, Pero la personalidad del mili- tar que, por efectos de la ley, de- ja ahora el servicio activo de su profesión, descolló también en otras esferas, desde las que su acción dejóse sentir en beneficio de los intereses generales del país, que lo cuenta entre sus hijos dis- tinguidos. Como gobernador de la provincia de Mendoza, primero, y como miembro del senado nacional, después, el general Ortega tuvo ocasión, asimismo, de desplegar iniciativas que sus conciudadanos hu- bieron de aplaudir en su oportunidad. Contando á su nieto, Ricardito Ortega, cómo fué herido en la primera batalla de Santa Rosa. El temperamento personal del general Ortega caracterizóse en todo momento por una energía desconocedora de vacilaciones, un acendrado amor á la disciplina y un corazón nativamente dis- puesto á los afectos sinceros y al bien. Sencillo, llano, accesible hasta para el más humilde de los conscriptos, supo captarse las simpatías de todo el ejército. Lo alto de su posición no le hizo, tampoco, perder nada de su pro- funda é ingénita modestia. Ya decíanos el general — que la opinión pública, quizás en virtud de un afecto que yo es- timo en mucho, ha aumentado el número de mis heridas á una ci- fra demasiado extensa. Yo no he recibido en los campos de batalla más cjue cuatro; pero, eso sí, de naturaleza suficien- te á quitar la vida á un organismo que no fuera tan vigoroso como el mío. Tal es, á grandes rasgos la figura del general Ortega. J. JOUMET. El general Ortega, su esposa señora Leonor Solanilla de Ortega, sus hijos Roberto y Julio y sus nietos Ricardo y Florencio. í^^^^^í i-Vr'r^ (j'.r^- La semana pasada, la muerte pasó por CAEAS Y CARETAS. Joaquín Ca- saris fué arrebatado, casi repentinamente, al cariño de su joven hogar, y á la cordial estimación de todos en esta casa. Era un hom- bre modesto y laborioso; lleno de todas aquellas cualidades amables, no tan frecuentes como se desea- rla, que convierten á los emplea- dos de una empresa en elementos vivos do ella, en factores de su prosperidad, en la e,sfera en que ejercen sus funciones. Siempre so conservará en CARAS Y CARETAS, recuerdo simpático del que fué excelente colaboradoi' en la tarea administrativa, buen aniiijo y compañero siempre atable y servicial. Y ha sido tanto más sen- sible el desaparecimiento do Casnris, ouantD qua ora un hombro joven, con halagüi'ñn p.ir- vcnir por delantCj jefe de una fa- milia modelo. Llegue hasta ésta, en su atribulación, la expresión de nuestra sincera condolencia. El en- tierro do Joaquín Cásaris dio oca- s i ó n á exteriorizar las grandes y sinceras simpatías de que go- zaba

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Rufino Ortega. foto antigua

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Page 1: Rufino Ortega

con el mismo motivo; campaña de los Andes; la de oro de las campañas de Río Negro y Pata-gonia; estrella acordada por la provincia de Buenos Aires, y los cordones de plata de la batalla de Tuyuti.

Está, además, en posesión de la del Mérito militar de Chile y Carlos I I I de España, que nun­ca usa, por no haber pedido per­miso para usarla,

Pero la personalidad del mili­tar que, por efectos de la ley, de­ja ahora el servicio activo de su profesión, descolló también en otras esferas, desde las que su acción dejóse sentir en beneficio de los intereses generales del país, que lo cuenta entre sus hijos dis­tinguidos.

Como gobernador de la provincia de Mendoza, primero, y como miembro del senado nacional, después, el general Ortega tuvo ocasión, asimismo, de desplegar iniciativas que sus conciudadanos hu­bieron de aplaudir en su oportunidad.

Contando á su nieto, Ricardito Ortega, cómo fué herido en la primera batalla de Santa Rosa.

El temperamento personal del general Ortega caracterizóse en todo momento por una energía desconocedora de vacilaciones, un acendrado amor á la disciplina y un corazón nativamente dis­puesto á los afectos sinceros y al bien. Sencillo, llano, accesible hasta para el más humilde de los conscriptos, supo captarse las simpatías de todo el ejército. Lo alto de su posición no le hizo, tampoco, perder nada de su pro­funda é ingénita modestia.

— Ya sé — decíanos el general — que la opinión pública, quizás en virtud de un afecto que yo es­timo en mucho, ha aumentado el número de mis heridas á una ci­fra demasiado extensa. Yo no he recibido en los campos de batalla

más cjue cuatro; pero, eso sí, de naturaleza suficien­te á quitar la vida á un organismo que no fuera tan vigoroso como el mío.

Tal es, á grandes rasgos la figura del general Ortega. J. JOUMET.

El general Ortega, su esposa señora Leonor Solanilla de Ortega, sus hijos Roberto y Julio y sus nietos Ricardo y Florencio.

í̂ ^^^ í̂ i-Vr'r^ ( j ' . r^-

La semana pasada, la muerte pasó por CAEAS Y CARETAS. Joaquín Ca-saris fué arrebatado, casi repentinamente, al cariño de su joven hogar, y á la cordial estimación de todos en esta casa. Era un hom­

bre modesto y laborioso; lleno de todas aquellas cualidades amables, no tan frecuentes como se desea­rla, que convierten á los emplea­dos de una empresa en elementos vivos do ella, en factores de su prosperidad, en la e,sfera en que ejercen sus funciones. Siempre so conservará en CARAS Y CARETAS,

recuerdo simpático del que fué excelente colaboradoi' en la tarea administrativa, buen aniiijo y compañero siempre atable y servicial. Y ha sido tanto más sen­sible el desaparecimiento do Casnris, ouantD qua ora un hombro joven, con halagüi'ñn p.ir-vcnir por delantCj jefe de una fa­milia modelo. Llegue hasta ésta, en su atribulación, la expresión de nuestra sincera condolencia. El en­tierro do Joaquín Cásaris dio oca-s i ó n á exteriorizar las grandes y sinceras simpatías de que go­zaba