roy ascott

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Cuando el jaguar se echa junto a la oveja: especulaciones sobre la cultura posbiológica[*] Roy Ascott Resumen: En este trabajo se estudia la contigüidad metafórica de Silicon Valley y de la selva tropical amazónica, en el contexto de nuestra cultura posbiológica, y se especula sobre el papel que podría tener la recuperación de conocimientos primitivos en el avance del arte tecnológico. El chamán Jaguar y el clon Dolly definen los nuevos límites de nuestra epistemología mental y material, en la que convergen partículas, neuronas, átomos y genes para formar el sustrato sobre el que construir nuestras realidades mezcladas. Nuestra experiencia de la vida en la Red, en el ciberespacio y en Internet, ya nos ha preparado para reconsiderar las convenciones occidentales de tiempo y espacio, la aparente inmutabilidad de la identidad humana y el aislamiento de la mente individual, y para cambiar esas ilusiones por una visión más constructiva de un futuro colaborador y coherente. La función del arte en todo esto, con su capacidad para transmitir la creatividad de una cultura a otra por muy distantes y exóticas que éstas sean, para encontrar nuevos significados y métodos en las prácticas ancestrales y el conocimiento esotérico, consiste en complementar el urgente avance de la ciencia y abrazar con creatividad las innovaciones tecnológicas. El desarrollo de la ciencia molecular y la omnipresente telemática constituyen un reto para la exploración del arte interactivo. Mediante el modelo de comunicación del ADN del Dr. Jeremy Narby en la práctica chamánica, se puede relacionar productivamente el dominio psicoactivo de la tecnología de las plantas con las ambiciones espirituales del arte en un mundo posbiológico. En este estudio se pretende mostrar cómo, por así decirlo, el jaguar podría tumbarse junto a la oveja. --Mientras el mundo en su conjunto apenas se ha hecho a la idea de Internet y de la informatización de la sociedad, se está produciendo un nuevo cambio de medio, donde el mundo seco y digital del ordenador converge con el mundo húmedo y biológico de los sistemas vivientes, en lo que podríamos llamar medio húmedo. Este nuevo medio puede convertirse en la base del arte del siglo XXI, a medida que la confluencia de la telemática, la biotecnología y la nanoingeniería se reflejan en el proceso creativo de artistas, diseñadores, actores y arquitectos. Al mismo tiempo, nuestra disposición cada vez más posmaterialista busca modelos mentales y formas de ser que paulatinamente encontrarán un mayor significado en las tradiciones espirituales y los conocimientos de las culturas que hasta ahora han sido calificadas de extrañas y exóticas. La estética definitoria de este cambio de medio será tecnoética, es decir, una fusión de lo que sabemos y todavía podemos descubrir acerca de la conciencia (noética) con lo que podemos hacer y llegaremos a conseguir con la tecnología. La conciencia será tanto el sujeto como el objeto del arte. En las sociedades sabias la tecné y la noética siempre han estado relacionadas y, además, en todos los niveles. El arte siempre ha sido un ejercicio espiritual, al margen del cariz que le hayan impuesto las tendencias políticas dominantes o las ideologías culturales. Al igual que la globalización significa que no sólo estamos todos conectados, sino que nuestras ideas, nuestras instituciones e incluso nuestras identidades fluctúan constantemente, el medio húmedo también unirá lo artificial con lo natural, transformando la relación entre conciencia y mundo material. Nos movemos con rapidez tanto por la faz de

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teoria de la comunicación III

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Page 1: Roy ascott

Cuando el jaguar se echa junto a la oveja: especulaciones sobre la cultura posbiológica[*] Roy Ascott

Resumen: En este trabajo se estudia la contigüidad metafórica de Silicon

Valley y de la selva tropical amazónica, en el contexto de nuestra

cultura posbiológica, y se especula sobre el papel que podría tener la

recuperación de conocimientos primitivos en el avance del arte

tecnológico. El chamán Jaguar y el clon Dolly definen los nuevos límites

de nuestra epistemología mental y material, en la que convergen

partículas, neuronas, átomos y genes para formar el sustrato sobre el que

construir nuestras realidades mezcladas. Nuestra experiencia de la vida

en la Red, en el ciberespacio y en Internet, ya nos ha preparado para

reconsiderar las convenciones occidentales de tiempo y espacio, la

aparente inmutabilidad de la identidad humana y el aislamiento de la

mente individual, y para cambiar esas ilusiones por una visión más

constructiva de un futuro colaborador y coherente. La función del arte en

todo esto, con su capacidad para transmitir la creatividad de una cultura

a otra por muy distantes y exóticas que éstas sean, para encontrar nuevos

significados y métodos en las prácticas ancestrales y el conocimiento

esotérico, consiste en complementar el urgente avance de la ciencia y

abrazar con creatividad las innovaciones tecnológicas. El desarrollo de

la ciencia molecular y la omnipresente telemática constituyen un reto

para la exploración del arte interactivo. Mediante el modelo de

comunicación del ADN del Dr. Jeremy Narby en la práctica chamánica, se

puede relacionar productivamente el dominio psicoactivo de la tecnología

de las plantas con las ambiciones espirituales del arte en un mundo

posbiológico. En este estudio se pretende mostrar cómo, por así decirlo,

el jaguar podría tumbarse junto a la oveja.

--Mientras el mundo en su conjunto apenas se ha hecho a la idea de

Internet y de la informatización de la sociedad, se está produciendo un

nuevo cambio de medio, donde el mundo seco y digital del ordenador

converge con el mundo húmedo y biológico de los sistemas vivientes, en lo

que podríamos llamar medio húmedo. Este nuevo medio puede convertirse en

la base del arte del siglo XXI, a medida que la confluencia de la

telemática, la biotecnología y la nanoingeniería se reflejan en el

proceso creativo de artistas, diseñadores, actores y arquitectos. Al

mismo tiempo, nuestra disposición cada vez más posmaterialista busca

modelos mentales y formas de ser que paulatinamente encontrarán un mayor

significado en las tradiciones espirituales y los conocimientos de las

culturas que hasta ahora han sido calificadas de extrañas y exóticas.

La estética definitoria de este cambio de medio será tecnoética, es

decir, una fusión de lo que sabemos y todavía podemos descubrir acerca de

la conciencia (noética) con lo que podemos hacer y llegaremos a conseguir

con la tecnología. La conciencia será tanto el sujeto como el objeto del

arte. En las sociedades sabias la tecné y la noética siempre han estado

relacionadas y, además, en todos los niveles. El arte siempre ha sido un

ejercicio espiritual, al margen del cariz que le hayan impuesto las

tendencias políticas dominantes o las ideologías culturales.

Al igual que la globalización significa que no sólo estamos todos

conectados, sino que nuestras ideas, nuestras instituciones e incluso

nuestras identidades fluctúan constantemente, el medio húmedo también

unirá lo artificial con lo natural, transformando la relación entre

conciencia y mundo material. Nos movemos con rapidez tanto por la faz de

Page 2: Roy ascott

la Tierra como por los límites de nuestra mente. Nuestra cibercepción

penetra en la partícula atómica más pequeña de la materia y nos ofrece

una panorámica detallada de todo el universo. Las nuevas tecnologías nos

hacen desarrollar una doble conciencia que nos permite percibir a la vez

la dinámica interna de las cosas y su aspecto externo. Con la aparición

de las telecomunicaciones inalámbricas de banda ancha y tercera

generación y otras innovaciones, desarrollaremos una cibercepción de

conciencia múltiple, al igual que ya practicamos la multitarea de forma

rutinaria.

En consecuencia, nuestra visión cotidiana del mundo será a varios

niveles. De la misma manera que en el pasado la evolución de la mente

siempre iba asociada a la evolución del cuerpo, la mente distribuida

también saldrá en busca de un cuerpo distribuido. Facilitar la

personificación de esta conectividad de la mente es parte de la tarea del

artista; explorar los campos de conciencia que generarán los nuevos

sistemas materiales es parte del cometido del arte. La interconexión

entre arte, ciencia, tecnología y mitología implica que vivamos cada vez

más en el contexto de una realidad mezclada, la cual, a su vez, es la

rúbrica de una tecnología emergente que se ocupa simultáneamente del

mundo sintetizado virtual y del mundo físico real. Esta tecnología crea

entornos que integran mundos reales y virtuales prácticamente

indiferenciables.

Pese a la persistencia en muchas partes del mundo de guerras locales,

opresión ideológica y luchas guerrilleras, los muros y las divisiones en

todo el mundo se están viniendo abajo, no sólo entre culturas y países,

sino también entre disciplinas y prácticas artísticas. El papel del arte

en este medio húmedo puede ser crucial para representar y definir esas

formas creativas de conectividad entre individuos, instituciones y

regiones, y dar coherencia y claridad a esas relaciones. También puede

influir en la actitud y los valores, expresar objetivos y canalizar

nuevas ideas sobre la vida en la cultura posbiológica. Incluso puede

redefinir por completo lo que entendemos por arquitectura, el diseño de

las ciudades, las herramientas y los productos. Al igual que el arte

telemático celebra la telenoia de la conectividad mundial (oponiéndose a

la paranoia de la antigua sociedad industrial), el medio húmedo aportará

sistemas y estructuras nuevos a las formas emergentes de arte planetario,

redefiniendo el espacio dinámico de interacción y cooperación entre

artistas de Oriente y Occidente, del Norte y el Sur, de todas las

regiones del mundo, por muy remotas y hasta ahora desconocidas que hayan

sido entre sí. La poesía siempre acabará por sobrevivir a la opresión.

El medio húmedo está a punto de crear un universo posbiológico

completamente nuevo, muy distinto del mundo dirigido desde arriba en su

versión autorizada y con sus leyes aparentemente inmutables. Permítanme

ampliar la metáfora y comparar la creación de este nuevo universo con la

del primer Big Bang cósmico, cuyo nombre refleja la combinación de Bits-

Átomos-Neuronas-Genes que, en conjunto y estableciendo todo tipo de

relaciones, proporcionarán el sustrato –el medio húmedo– en el que se

basarán el arte y la arquitectura, los sistemas y los servicios. Este

medio también preconiza un universo en expansión, lleno de complejidad y

contradicciones, igualmente rico en potencial evolutivo, pero esperemos

que llegue de la mano de la velocidad y la sutileza que las nuevas

tecnologías le pueden aportar.

Page 3: Roy ascott

Este Big Bang implica una transición a un nivel de identidad humana mucho

más complejo, que nos obliga a experimentar lo que significa vivir al

borde de la Red, entre el ciberespacio y un mundo cada vez más definido

desde la base por la nanoingeniería. En este universo, el antiguo

concepto clásico de naturaleza aparece como un conjunto de metáforas que

han dejado de ser útiles; una representación de la realidad, sea poética

o prosaica, que ya no despierta nuestra sensibilidad. En esta transición,

la oveja Dolly del Roslin Institute y la conejita Alba de Eduardo Kac

probablemente pasarán a formar parte de los cuentos infantiles de una

nueva generación, al lado de múltiples criaturas surgidas del sustrato

del medio húmedo: Lucy, la orangutana de Steve Grand, por ejemplo, o

Robokoneko, el gatito de Starlab. No hay que olvidar los robots de Ulrike

Gabriel, cuyo comportamiento está determinado por el estado mental del

observador. Ya sea mediante redes neuronales artificiales, ingeniería

genética u otras aplicaciones de la biología molecular, se están

tendiendo los puentes con la sociedad posbiológica, y los artistas están

contribuyendo a su definición.

Nos encontramos ante una cultura en la que la inteligencia rebosa de

nuestros cerebros para llenar todos los rincones del mundo, todos los

entornos, todas las herramientas y todos los productos. Pero así como nos

servimos de la nueva tecnología para investigar la materia y su relación

con la mente, creo que cada vez más recurriremos a una antigua tecnología

para explorar la conciencia y trascender el estado material. Esta

tecnología ancestral, utilizada durante miles de años por los chamanes,

es la tecnología de las plantas, que permiten tanto curar como soñar. Se

trata de aportar el sentimiento de unidad a un individuo o un grupo

social y de soñar las posibilidades de un individuo o un grupo social.

Así pues, esta tecnología se ocupa de la diagnosis, la reparación y la

construcción; de la adquisición y la creación de conocimientos.

Estas funciones, tanto en el plano del pragmatismo como de la poesía, las

identificamos también en nuestras tecnologías modernas e informatizadas.

Y al igual que la percepción y la cognición informatizadas, los

enteógenos de las plantas alteran nuestra conciencia, nuestra manera de

entender y ver el mundo y a nosotros mismos. Ambas tecnologías, la

tecnológica y la farmacológica, nos conducen a niveles de conciencia que

suelen chocar con nuestra realidad cotidiana y el llamado sentido común.

Una manera de abordar el espacio de nuestra conciencia, o su estado en un

momento dado, consiste en triangular la mente entre tres polos, que he

denominado las Tres RV: realidad virtual, realidad validada y realidad

vegetal.

Se trata de una cultura en la que nuestra capacidad de cibercepción nos

permite movernos libremente y sin obstáculos por un continuo

fenomenológico. La realidad virtual comprende mucho más que una sola

tecnología. Aparte de la realidad mezclada, que combina experiencias

reales y virtuales en un todo perfectamente integrado, y la realidad

aumentada, que permite que el observador vea simultáneamente la dinámica

interna y las características externas de un objeto de estudio, por

ejemplo, en cirugía, la RV engloba toda una ontología de telepresencia,

de inmersión sensorial y conectividad inmaterial, que hace que la RV

cambie la manera como nos vemos, el modo de comportarnos y los entornos

que queremos habitar.

La realidad validada, nuestra experiencia cotidiana, es conocida de

todos. Se trata del universo ortodoxo del "sentido común" causal, de la

forma como nos enseñan en el colegio a ver el mundo, de una realidad

Page 4: Roy ascott

consensual definida en los primeros años de nuestras vidas mediante la

repetición constante de sus axiomas. A la realidad validada le resulta

difícil aceptar la visión del mundo que tiene la física cuántica, el

misticismo oriental o los numerosos modelos contradictorios de conciencia

generados por los científicos contemporáneos, en una amplia gama de

disciplinas, con la intención de dar explicación a aquello que nos impide

entender este último misterio. Las personas cuya mente ha estado

condicionada para considerar la realidad validada como la única realidad

rehuyen las implicaciones de la nanotecnología y tienen gran dificultad

para aceptar la modelación genética y el papel de la biotecnología en la

redefinición de la naturaleza. Resumiendo, la realidad validada es la

realidad autorizada, cuyos estrechos confines delimitan el sentido de lo

que somos o podríamos ser. Sin embargo, esta realidad controla las

coordenadas de nuestra vida diaria, dicta los protocolos de nuestro

comportamiento y ofrece una ilusión de coherencia en un universo

contingente. Es la realidad validada la que ha definido la naturaleza

como una serie de objetos dispuestos en el espacio euclidiano, en lugar

de una red dinámica de procesos y relaciones.

La realidad vegetal, el tercer eje de la realidad derivada del Big Bang,

difícilmente se manifiesta en la praxis occidental, a pesar de la

profunda investigación llevada a cabo por Richard Evans Schultes,

profesor de etnobotánica en Harvard, por ejemplo, o el proselitismo del

finado Terence McKenna. La realidad vegetal se puede entender, en el

contexto de la tecnoética, como la transformación de la conciencia

mediante la tecnología vegetal. En este caso, la tecnología vegetal que

nos ocupa se apoya en unos cánones y conocimientos que el hombre ha

aplicado desde tiempos inmemorables y que nos han llegado principalmente

a través de las prácticas chamánicas, ampliamente visionarias y a menudo

enmarcadas en un contexto de curación totalmente alejado de la realidad

validada de la medicina occidental. Sin embargo, durante el siglo pasado,

hemos visto con frecuencia cómo la industria farmacéutica se ha apropiado

de los conocimientos que los chamanes tienen de las plantas para su

posterior sintetización. Estos conocimientos ancestrales nos ofrecen

algunos de los productos más espectaculares de la medicina moderna.

¿Y qué tiene que ver todo esto con el tema central de nuestro simposio?

¿Acaso el conocimiento tradicional de las plantas no es bastante más

gnómico y oculto que genómico y transparente? ¿No es mejor dejar las

cuestiones genéticas para los científicos en sus laboratorios que para

los hechiceros de la selva? ¿En cualquier caso, quién puede dominar los

vericuetos formularios de la jerga genómica? De hecho, este es el punto

clave de mi opinión sobre los genes. Considero que la cultura chamánica

tiene muchísimo que ver con esta cuestión: con el ADN, la comunicación

genética y la manipulación molecular. Aunque desde el punto de vista

neurológico sabemos muy poco acerca de cómo los enteógenos, los

ingredientes psicoactivos de las plantas utilizadas por los chamanes,

afectan al organismo humano, no hay nada misterioso ni mágico en su

eficacia. Llegados a este punto, nos referiremos a la investigación

llevada a cabo por Jeremy Narby, plasmada en el libro Cosmic Serpent: DNA

and the Origins of Knowledge, la cual relaciona el conocimiento chamánico

con una especie de matriz genética compartida.

Narby sugiere que el chamán se comunica de alguna manera con su propio

ADN, donde se originan sus visiones informativas. Cabe recordar que no

sabemos cuál es la función de la mayor parte de nuestro ADN. Al fin y al

cabo, tan sólo un 3% da cuenta de la gran diversidad de la vida. Narby

cree que la información de los chamanes proviene del misterioso ADN

inútil, el 97% cuya función ignoramos. También señala que se sabe que el

Page 5: Roy ascott

ADN de una célula intercambia señales con el ADN de otras células y

sugiere que, cuando uno intercepta su propio ADN, puede comunicarse con

otros organismos, otras especies –incluso traspasar la frontera entre el

reino animal y el vegetal– y que el conjunto de todo el ADN del mundo

forma una especie de matriz. Esta transmisión de señales entre el ADN de

células distintas se lleva a cabo mediante la emisión de biofotones; las

señales son en forma de luz y tienen una longitud de onda visible para el

ojo humano.

La hipótesis de trabajo de Narby se basa en que los chamanes pueden

llegar con su conciencia al nivel molecular y tener acceso a la

información relacionada con el ADN, que ellos denominan "esencias

animadas" o "espíritus". Según él: "Aquí ven hélices dobles, escaleras

retorcidas y formas cromosómicas. De esta manera las culturas chamánicas

hace miles de años que saben que el principio vital es el mismo para

todos los seres vivos y que adopta la forma de dos serpientes

entrelazadas (o de una parra, una cuerda, una escalera, etc.). El ADN es

la fuente de sus conocimientos botánicos y medicinales, que pueden

adquirirse únicamente en estados de conciencia descentralizados y "no

racionales", aunque sus resultados pueden comprobarse empíricamente. Los

mitos de estas culturas están repletos de imaginería biológica y las

explicaciones metafóricas de los chamanes guardan un alto grado de

relación con las descripciones que los biólogos empiezan a proporcionar."

Antes de criticar estas ideas por ser "puramente metafóricas", de

descartarlas por no ser genética ni biología reales, quizás deba

recordarse que la guerra interpretativa de la física cuántica se ganó con

la metáfora de Neils Bohr y su escuela de Copenhague, tal como muestra

Mara Beller de la Universidad Hebrea de Jerusalén en su último libro

Quantum Dialogue; the making of a revolution. Al igual que la autora

defensa el discurso dialógico en lugar del dogma paradigmático en la

ciencia, creo que deberíamos intentar crear un discurso dialógico entre

la ciencia occidental y la base de los conocimientos nativos. Los

estudios etnobotánicos del fallecido Edward Schultes de Harvard han

abierto una brecha en este camino.

A principios de los años ochenta, afirma Narby, se demostró que las

células de todos los seres vivos emiten fotones a una velocidad de

aproximadamente 100 unidades por segundo y por centímetro cuadrado de

superficie, siendo el ADN el origen de esta emisión de fotones. La

longitud de onda con la que el ADN emite estos fotones corresponde

exactamente a la estrecha banda de luz visible, aunque ello no se tomó

como prueba de que la luz emitida por el ADN, una señal

extraordinariamente débil, era lo que los chamanes veían en sus visiones.

Por otro lado, esta señal es altamente coherente, y una fuente de luz

coherente, como el láser, da la sensación de colores brillantes, de

luminiscencia, y la impresión de profundidad holográfica. En

consecuencia, bien podría ser que la emisión de fotones altamente

coherente del ADN explicara la luminiscencia de las imágenes

alucinatorias, así como su aspecto tridimensional u holográfico.

Partiendo de esta conexión, Narby ideó un mecanismo neurológico para

apoyar esta hipótesis

Page 6: Roy ascott

Telemática y Telenoïa Roy Ascott [¿Q]ué entendemos por telemática ? Fusión de computadoras y de sistemas

de telecomunicación, la telemática es, a la vez, una tecnología y un

medio. Como medio, se encuentra en el corazón de la interactividad, de la

difusión en forma recíproca, de la tele-presencia y de la negociación

informática. Como tecnología, se interesa por el mantenimiento de

sistemas y de procesos de todo tipo, artísticos y culturales, lo mismo

que biológicos, comerciales e industriales. La telemática puede alimentar

verdaderamente al arte y, como espero demostrar, enriquecerlo con formas

sin precedente. Pero el arte, tal como hemos elegido definirlo después de

algunos años, (yo creo que bien entendido por el romanticismo y el

modernismo), ¿se encuentra en situación de prolongarse en el siglo XXI,

con o sin tecnología?

* * *

[Telenoia] es eso que muy bien nos viene a cortar la respiración dentro

de un mundo en red, donde predomina la cultura telemática, eso que, sea

como sea, ya se sitúa más allá de la representación o más allá de lo que,

con el parecido de las representaciones a que da lugar, vuelve posible el

flujo y el reflujo de las significaciones, de las transformaciones

semánticas, de las incertidumbres y de las ambigüedades. En el mundo como

red podemos jugar con la significación, “jugar con una profunda seriedad”

(tal como Thomas Mann definió al arte), esto que nos da, a la vez, el

poder de des-sancionar la significación y la posibilidad de reconstruir

el mundo. La reconstrucción es, seguramente, un modelo de sistema que

está en el origen de un mundo virtual a partir del cual los otros mundos

pueden adquirir forma. La potencia de la tecnología de la realidad

virtual así es como puede ser comprendida como un poder de transformación

del mundo, tal como se puede ver a través de ella como si abriéramos un

punto de vista capaz de incluir por completo el inconmensurable

desarrollo co-evolutivo de la vida artificial.

* * *

He introducido el término “Telenoia” para describir a la vez los medios y

la significación de este proceso: conciencia en red, lucidez interactiva,

pensamiento a distancia, “espíritu en general” (para utilizar la

expresión de Gregory Bateson). Bien sea que se trate de una palabra

nueva, yo creo que ustedes estarán de acuerdo en que eso que designa se

remonta a la noche de los tiempos en ese sentido que tal vez puede ser

también la primera palabra que habíamos de pronunciar en el momento que

nuestra humanidad se esboza y con la que nos comenzamos a diferenciar de

los otros primates por la exigencia de una conciencia dividida en donde

emerge nuestra idea de sociedad y de responsabilidad social. […] Eso es

la telenoia que invocamos en tanto que artistas trabajando en red, es de

eso de lo que se trata cuando hablamos de telemática cultural. Este en-

red-amiento numérico tendrá implicaciones radicales sobre la cultura, el

orden social y de hecho en muchos de nuestros comportamientos

establecidos. El trabajo en red es una actividad subversiva de una

potencia excepcional, que pone al mundo al revés, le da vuelta como a un

guante. Viene a borrar el espacio, a desestabilizar la noción de lugar y

a investir al tiempo de las características de inversión y de comprensión

donde las relaciones de orden son mucho más próximas de las culturas

Page 7: Roy ascott

aborígenes que de la linealidad estricta del viejo modernismo. Estamos en

trance de crear una cultura en la que el/la “artista” deviene un sistema

complejo y largamente distribuido, en el que el conocimiento y la

percepción humanos y artificiales tienen su correcto lugar; un arte que

emerge de una multiplicidad de interacciones en un espacio de dones.

* * *

Las artes electrónicas y posbiológicas de los años noventa del siglo

pasado incorporaron de manera creciente las cualidades de apertura, de

inmersión sensorial del sujeto espectador, de interactividad y de

conectividad intensas, de las que emergerán los nuevos materiales y

evolucionará un arte nuevo. El nuevo espacio cultural es la red global,

informada numéricamente, pero puesta en interfaz con los materiales cada

vez más y más “hábiles” y de las aplicaciones cada vez más y más

“inteligentes”. Las nuevas instituciones de que tenemos necesidad deberán

consistir en los retículos de sistemas fluidos, corrientes, que posean

cualidades de apertura y de emergencia, y que promuevan la conectividad

en todos los niveles. Tendrán que ser organismos dinámicos mucho más que

estructuras fijas y estáticas. De principio se les tendrá que alimentar,

que nutrirlas de dones, de sostenerlas tecnológicamente, y de permitirles

crecer y florecer.

* * *

De la complejidad de las interacciones al interior de la red es desde

donde se puede alcanzar a ver emerger el “arte” nuevo. Pero este “arte”

deviene tan fundamentalmente diferente del arte del pasado que parece

constituir un campo enteramente nuevo de esfuerzos creadores. Es debido a

ello por lo que muchos de entre nosotros comprometidos en este campo

pensamos que será mejor encontrar una nueva palabra para describirlo. El

término “arte” está muy cargado de un sentido proveniente del

romanticismo, del clasicismo y, muy seguramente, del modernismo, y muy

profundamente encajonado en la noción de creador individual y de

espectador reactivo más que interactivo, para que sintamos que nos

representa de manera adecuada. Pero esto no quiere decir que pensemos que

haya que redefinir el arte por entero, o que el arte que encuentre sus

raíces en esos órdenes anteriores ya no sea practicado con vigor o con

pertinencia contemporánea. Sólo la sociedad entera puede determinar esas

cosas. Pero no podremos continuar mucho tiempo más teniendo que definir

nuestros términos en cada ocasión que nos enfrasquemos en una

conversación sobre el arte, que es de este arte de aquí del que estamos

discutiendo, pero no de aquel arte de allá, el arte de las ortodoxias y

de las prácticas establecidas. Tal vez deberíamos de tratar de evitar la

palabra “arte”, considerándola imposible en estas circunstancias, y

utilizar mejor el término de “conectivismo” cuando hablemos de la

práctica del arte telemático. Toda práctica del arte que ponga en obra

los sistemas mediatizados por computadora y los medios electrónicos de

cualquier manera que sea es telemática por definición; y aquí la

conectividad ocupa un lugar central. Tal vez debamos llamar

“conectivistas” a todos los artistas comprometidos en este campo. ¡Pero

también puede ser que pensar de esta manera ya no tenga ningún sentido!

Ya tuvimos demasiados “ismos” e “istas” en el siglo XX. Pero el término

ofrece una hermosa, igual que fácil, complementariedad para los

“coneccionistas”, que son quienes ponen a punto las mismísimas redecillas

neuronales que muy seguramente empleará la próxima generación de

artistas.

Page 8: Roy ascott

ASCOTT, Roy "Télénoïa", en Louise Poissant (dir.) Esthétique des arts

médiatiques, Collection Esthétique, tome 1, Sainte-Foy, Canada (Québec),

Presses de l'Université du Québec, 1995, p. 363-383.

Traducción : Chorcha Chillys Willys.

Page 9: Roy ascott

Poner en onda la tecnología Roy Ascott Poner en onda la tecnología

Por Roy Ascott

El affaire del arte con la tecnología les ha conducido a algo más que un

matrimonio de materialidad, y más que al aumento de inteligencia que la

fuerza de la computación de alta velocidad y las redes ubicuas dan a la

condición humana. Los ya significantivos resultados de ello son tan

espirituales como biológicos o sociales. En esta reconfiguración de

nuestras mismas personas y de nuestra cultura, el proceso de

transformación se encuentra entre lo que yo llamo cibercepción(1) (la

cognición extendida tecnológicamente y la percepción) y estética

tecnoética, (donde el arte se alía con la tecnología de conciencia). En

tanto al impacto social de los nuevos medios, hace ya más de treinta años

que McLuhan apuntó que “de repente ahora somos… recolectores nómadas de

conocimiento, nómadas como nunca antes, informados como nunca antes,

libres del espacialismo fragmentado como nunca antes – pero también

envueltos por el proceso social total como nunca antes.”(2)

Hoy día, estamos más dispuestos a describir todo esto como la navegación

telemática de los híper-medios y la red, pero la cuestión se conserva:

nos encontramos inmersos en un nuevo proceso social. Éste, a su vez,

fluye desde el nuevo pensamiento que circula dentro, alrededor, y como

una consecuencia de la convergencia de las computadoras, las

comunicaciones y las biotecnologías, que ya están conduciéndonos a la

reinvención del yo (self), la transformación del cuerpo y la extensión

noética(3)de la mente. En este proceso, el arte ha derivado de su

relación con la conducta de las formas, a la de las formas de conducta.

Mientras que hay artistas que se comprometen con gran optimismo en esta

deriva, otros no son tan a-críticos. Al hablar de nuestras ambiciones

biónicas para el cuerpo, por ejemplo, Michael Joo siente que “nuestra

demanda… por híper-extensiones de nuestro propio cuerpo… es trágicamente

irónica.”(4) Las respuestas críticas y poéticas pueden co-existir, y los

multi-medios puden ser “estructurados alrededor de los extremos –

conducta extrema, acciones irracionales o tecnología ilógica” (Susan

Otto). Allí están sin duda la sensibilidad, la vitalidad y la invención

que informan el campo altamente diversificado del arte basado-en-la-

tecnología.

Por supuesto que hay excepciones. Cuando el arte no es más que una

habilidad, cuando el artista no se compromete en mucho más que en

explorar lo que una máquina puede hacer, la resultante final puede ser

banal. De hecho, en sus comienzos el arte basado en la computadora tomó

esta ruta, un tipo de extensión digital del modernismo. Pero no es así en

el caso de Techno-Seduction (“Tecno-Seducción”). Aquí, la base conceptual

es substancial, y los valores humanos predominan. Cuestiones de género,

raza, poder, identidad, el cuerpo y el ambiente, son elevadas a las

interfaces interactivas y dentro de instalaciones sensibles a ello que

enriquecen las transacciones con el significado y la sensibilidad de

quienes miran. Se re-examinan las estructuras narrativas. Todo se

encuentra bajo el signo de la transformación y dentro del cañón de la

incertidumbre: “las identidades no están fijas, sino que son contingentes

y mutables” (Christine Tamblyn).

Page 10: Roy ascott

La rúbrica bajo la que esta exhibición se presenta puede implicar que la

tecnología es inherentemente seductora, o que ésta es un instrumento de

seducción, arrastrándonos hacia un mundo menos que humano sin arte o

valores. Pero yo quiero argumentar que lo contrario es la verdad.

Nosotros los artistas estamos tratando de seducir a la máquina: queremos

abrazarla con nuestras maneras de pensar y sentir. Queremos computadoras

que se emocionen, redes que sean sentimentales, robots que se preocupen.

Pasamos las manos sobre sus pantallas, jugamos con sus ratones, corremos

nuestros dedos sobre sus teclados, para seducirlas y hacerlas entrar en

nuestro campo de conciencia. Al mismo tiempo, se presentan poderosos

reclamos por la capacidad emocional de la tecnología: “Pulsando un láser

y con el medio metafísico de la holografía, quería extraer de esos

cuerpos un sabor a pasión humana y angustia” (Harriet Casdin-Silver).

Desde la Percepción de Rosenblatt,(5) con muchos falsos comienzos hemos

estado tratando de seducir a la máquina inteligente para que ingrese en

un modo más humano de pensar. ¿Qué son las redes neuronales, si no son

una medida de nuestra determinación para poner el aprendizaje artificial

y el pensamiento asociativo en línea con nuestros propios procesos

cognitivos? Este principio de la seducción es mejor ejemplificado por la

tecnología de la vida artificial,(6)en donde invitamos a la tecnología

para que entre al mundo viviente. ¿Puede estar la inteligencia artificial

tan atrasada?

Henri Bergson escribió: “La conciencia parece ser proporcional al poder

de elección de los seres vivientes. Ilumina la zona de las

potencialidades que rodean al acto. Llena el intervalo entre lo que se

hace y lo que puede ser hecho.”(7)En breve, éste es el espacio del arte.

Bergson, correctamente admirado por su afirmación del flujo y la

corriente heracliteana, únicamente careció de la dinámica de nuestra red

de híper-medios para completar su modelo de la mente. Los ritmos

cognitivos, los saltos y brincos, los híper-links, que hacen túneles de

mente a mente, de imagen a sonido, sonido a texto, desde locaciones

reales hasta lugares virtuales, de la gente en la calle a las identidades

en el ciberespacio, todo esto caracteriza los deseos y las ambiciones de

los artistas atrapados en esta danza tecno-seductora de la mente.

Hace más de siete años, cuando escribí “¿Hay amor en el abrazo

telemático?” para Art Journal,(8)lo hice para identificar la atracción,

afinidad, amor, o, como decimos: “conectividad” como algo central para

las preocupaciones del arte y su acrecentamiento por medios telemáticos.

Argumenté que la responsabilidad del artista no estaba en dirigirse hacia

el contexto sino al contenido, con el significado emergiendo desde las

interacciones entre quien mira y sus relaciones necesariamente

inestables. Es el principio de finalidad abierta e indeterminación, que

se extiende hacia cualquier parte y jugador dentro de la tecnoética de

las artes, y que hoy día es todavía más insistente.

“El significado, como el cuerpo y su cultura, es fugaz, transitorio y no

tiene centro o jerarquía” (Jenny Marketou).

Tal como la inteligencia se extiende a todas partes, desprendiéndose de

nuestros cerebros y derramándose dentro de nuestros hogares, nuestras

herramientas, nuestros vehículos, de esa misma manera también es la

conectividad. Nos hallamos a punto de ver el ambiente como una totalidad

que llega en línea – una red global de sitios, productos, ideas, con la

Internet como un tipo de hipercórtex. De modo creciente, artistas como

Jessica Irish buscan ligar sus instalaciones y esculturas electrónicas de

Page 11: Roy ascott

modo inextricable con la World Wide Web. Mientras que para Adrianne

Wortzel el ciberespacio es donde el presente puede ser excavado “en forma

arqueológica” desde un sitio virtual en el futuro.

Con todo conectado, todo puede ser compartido, incluida, por supuesto, la

responsabilidad. De modo conmovedor, Duane Slick nos recuerda:

“Todo lo que veo, todo lo que oigo, es algo de lo que yo me he vuelto

responsable.”

Como demuestra esta exhibición, el arte puede ser tan propositivo y

computacional tanto como visual o metafórico. Janet Zweig habla por toda

una generación de artistas cuando declara estar “más interesada en las

posibilidades de usar la computadora como un dispositivo de pensamiento

que como un dispositivo para hacer imágenes.” Puede parecer extraño que

se nos diga que el “juego de las imágenes”(9)ya se acabó. Nunca hubo un

tiempo donde la imagen fuera más fecunda, tan insistente. Pero mientras

esta se conserva sustancialmente visual, el arte se basa de manera

creciente en conceptos, constituyendo de muchas maneras un tipo de

proceso filosófico. Ahora el arte es más como sabiduría de la calle que

como una gran narrativa o relato, puesto más a tono con lo que yace por

debajo de la superficie de las cosas, cuestionando al por qué más que al

qué. “Es lo que no se ve, las estructuras interiores de la naturaleza y

el pensamiento lo que me interesa a mí” (Kathleen Ruiz). Melinda

Montgomery enlista la ciencia-ficción para explorar las cuestiones de la

identidad mente-cuerpo.

En esta cultura tecnoética, el arte que producimos no es un simple espejo

del mundo, tampo es una coartada para eventos del pasado o intensidades

del presente. Al comprometerse en forma constructiva con el ambiente

tecnológico, pone en movimiento la creatividad, dentro del marco de la

indeterminación, construyendo nuevas ideas, nuevas formas, y nueva

experienca desde el fondo hacia arriba, con el artista renunciando a

ejercer el control total mientras se encuentra por completo sumergido en

el proceso evolutivo. Quien mira es cómplice implícito en esto, alguien

que se agrega de modo interactivo a la fuerza propositiva que la obra de

arte carga. Esto es seducción en el espacio semántico: la juissance de

Barthes una vez más por completo. Y esto es una tentación noética, una

invitación para compartir en la conciencia de un nuevo milenio, la

seducción triunfante de la tecnología por el arte, no la seducción del

artista por la tecnología.

TRADUCCIÓN: Chorcha Chillys Willys.

1)Ver Roy Ascott, “The Architecture of Cyberception,” in M. Toy, ed.,

Architects in Cyberspace (London: Architectural Design, 1995), 38-41.

2)Marshall McLuhan, Understanding Media: The Extensions of Man, (New

York: McGraw-Hill, 1964), 358. Hay traducción castellana.

3)“Noético” es un término del griego “nous”, mente.

4)A menos que sea citado de otra manera, las citas de los artistas que

participaron en la exhibición de Thecno-Seduction vienen de declaraciones

directas de estos mismos artistas.

5)Ver Frank Rosenblatt, Principles of Neurodynamics (New York: Spartan

Books, 1962).

6)La vida artificial tiene que ver con generar conducta como de vida,

inteligencia artificial con conducta inteligente. Ver Christopher G.

Langton, ed., Artificial Life (New York: Addison-Wesley, 1989), 1-47.

7)Henri Bergson, Creative Evolution, trans. Arthur Michell (New York:

Holt, 1922), 179.

Page 12: Roy ascott

8)Roy Ascott, “Is There Love in the Telematic Embrace?” Art Journal 49,

no. 3 (Fall 1990): 241-47. See also Kristine Stiles and Peter Selz, eds.,

Theories and Documents of Contemporary Art (Berkeley: University of

California Press, 1996), 489-98.

9)La frase pertenece a Deleuze: “Pero un juego de las imágenes nunca

reemplazara, para Nietzsche, el más profundo juego de los conceptos y el

pensamiento filosófico. Gilles Deleuze, Nietzsche and Philosophy, trans.

Hugh Tomlinson (London: Athlone Press, 1983), 31. Hay traducción

castellana.

Ver Roland Barthes, The Pleasure of the Text, trans. Roland Miller (New

York: Hill and Wang, 1975). Hay traducción castellana.

Page 13: Roy ascott

La Red Chamántica: arte y mente en emergencia... La Red Chamántica: arte y mente en emergencia

Roy Ascott

+ Tanto en el arte como en la ciencia, la materia de la conciencia ocupa

ahora un lugar muy alto en la agenda. La ciencia está tratando con muchas

ganas de explicar la conciencia, aunque con resultados todavía muy

limitados. Parece que plantea el más intratable de los problemas. Para

quien hace arte la conciencia está ahí más para ser explorada que para

ser explicada, más para ser transformada que para ser entendida, más para

ser re-enmarcada que reportada. Como ocurre para la experiencia

consciente en sí misma, no hay nada que conozcamos más de cerca que

nuestro sentido interior del ser, y no hay nada que podamos experimentar

con menos comprensión que los estados conscientes del/a otro. Quizá sea

que únicamente la empatía profunda de la atracción mutua, “amor” si

ustedes quieren, puede romper la barrera, pero ni la ciencia

reduccionista ni la estética posmoderna podrían apoyar sin titubeos tal

aserción. Afortunadamente hay signos de que la ciencia se vuelve más

subjetiva y que el pesimismo posmoderno está en declive. Y no existe duda

de que tanto la gente que hace ciencia como la gente que hace arte se

encuentran muy curiosas respecto a las formas en que la tecnología

avanzada puede ayudar en la exploración de la mente. Y la tecnología

avanzada en sí misma está convocándonos a cuestionar nuestras

definiciones de qué es lo que va a ser lo humano y qué lo que pueda ser

constituido por la conciencia artificial misma en las formas emergentes

de la vida artificial.

+ Introduje recientemente en mi vocabulario el término tecnoética porque

creo que necesitamos reconocer que la tecnología, más la mente, la tecno-

ética, no únicamente nos permite explorar la conciencia más

cuidadosamente, sino que puede conducirnos a distinguir nuevas formas de

conciencia, nuevas calidades de mente, nuevas formas de conocimiento y de

percepción (ciberpercepción). La fórmula por supuesto que no es nueva.

Gregory Bateson aseveró famosamente que la mente está inmanente en todos

los sistemas más que ser la propiedad de cosas finitas, y, en el contexto

de la tecnología, vio la mente como cerebro más computadora más ambiente

(1).

+ Mi propuesta es que no únicamente ha llegado el momento en el arte

occidental en que quien hace arte reconoce la primacía de la conciencia,

lo mismo que el contexto y el contenido del arte, y el objeto y el sujeto

de su estudio, sino que se reconoce también que el mismo origen del arte

en el siglo veinte nos condujo, a través de sus aspiraciones psíquicas,

espirituales y conceptuales, hacia esta condición tecnoética. Tal vez

sólo necesito con apuntar el ejemplo de Duchamp, Kandinsky, Klee o

Boccioni, a principios del siglo pasado, para indicar las raíces de esta

tendencia. Ya es igualmente claro que el impacto de la práctica de la

tecnología sobre el arte, especialmente la tecnología digital y de

comunicaciones, ha venido a reducir en muchos casos al arte en una

artesanía donde la técnica pulcra o la programación ingeniosa, llevando a

sorprendentes efectos especiales, han venido a remplazar la creación del

significado y los valores. Una resonancia del movimiento de Artes y

Artesanías que en el siglo diecinueve representa William Morris nos viene

de inmediato a la mente. Entonces allí hubo el mismo proceso de

Page 14: Roy ascott

entontecimiento del arte hacia la artesanía, donde la autoría de la

técnica tomó primacía sobre la autoría de las ideas, una nada pulcra

desviación hacia el mercado del lujo cubierta con la presencia de la

conciencia social. La presente situación sin duda tiene mucho que ver con

la fascinación ejercida por el mercado constantemente innovado de

productos como de toda carencia endémica de humanidad o de imaginación

por parte de la gente que hace arte.

+ Un punto de vista más optimista está en considerar que nuestra

preocupación por el arte digital con los sistemas totales, es decir, los

sistemas en donde quien mira u observa la obra de arte juega una parte

activa en la definición y evolución de la obra, es algo que represente

cuando menos un intento de abrazar la mente individual por medio de un

campo más amplio de conciencia. Por esta razón, el empleo de la

hipermedia telemática no es menos que un deseo de trascender el

pensamiento linear al buscar una conciencia de libre flujo de estructuras

asociativas. Que se convierte entonces en el imperativo de la gente que

hace arte para explorar cada aspecto de la nueva tecnología que pueda

apoderar a quien mira a través de la interacción física directa para

colaborar en la producción del sentido y de la creación de auténtica

experiencia artística. Quisiera regresar al tema de la interactividad en

el arte en un estado más delante de este texto, cuando haya visto éste

como una emblemática del deseo de conciencia compartida y la problemática

en su resolución asumida de las dicotomías proceso/objeto y

participante/observante.

+ Pero antes, quiero tratar la noción de conciencia doble y sus

relaciones con el arte. Por doble conciencia entiendo el estado de ser

que da acceso, de una y la misma vez, a dos campos de experiencia

diferenciados en forma distinta. En términos de antropología clásica este

término sirve para describir el “trance” chamánico, donde el chamán está

en este mundo al mismo tiempo que está navegando en los más lejanos

límites de otros mundos, espacios psíquicos donde solamente pueden tener

pleno acceso quienes se preparan por el ritual psíquico y la disciplina

mental, ayudados muy seguido por la “tecnología” de las plantas. En

término post-biológicos, esto es espejeado por nuestra habilidad para

movernos sin ningún esfuerzo a través de los infinitos del ciberespacio

mientras que al mismo tiempo nos acomodamos dentro de las estructuras del

mundo material.

+ Para investigar este paralelismo aparente entre el espacio chamánico y

el espacio telemático, y la conciencia doble que parece ser parte de

ambos campos de experiencia, me he pasado mucho tiempo inmerso en la

realidad virtual de los sistemas avanzados de computadora y en la

realidad tradicional de una tribu india nativa, en estados de conciencia

inducida tecnológicamente y de conciencia inducida botánicamente, esto

es, bajo la influencia de la computadora y de la planta, al mismo tiempo

una computadora extremadamente poderosa y de una planta particularmente

potente ( la “ayahuasca”, la “enredadera del alma”). Mi acceso a la

realidad virtual fue en localidades en ambos lados de los Estados Unidos,

en los laboratorios Human Interface de Seattle y en la Universidad de

North Carolina en Chapel Hill. Mi introducción al mundo psíquico fue en

el corazón mismo de Brasil, con los payes Kuikuru (chamanes) de la región

del Río Xingu del Mato Grosso, y a través de mi iniciación dentro del

ritual de la comunidad del Santo Daime en Brasilia.

Page 15: Roy ascott

+ El chaman es quien se “preocupa” por la conciencia, para quien la

navegación de la conciencia por propósitos de completitud espiritual y

física es el sujeto y el objeto de la vida. La conciencia ocupa muchos

dominios. El paye es capaz de pasar a través de muchas capas de realidad,

a través de diferentes realidades. En estos estados alterados de

conciencia entra en relación con entidades desincorporadas, avatares y

los fenómenos de otros mundos. Él ve el mundo a través de diferentes

ojos, navega el mundo con diferentes cuerpos. En paralelo con la

cibercepción tecnológicamente ayudada, esta puede ser llamada percepción-

psi. En ambos casos es cuestión de la mirada doble, cuando se están

viendo al mismo tiempo las realidades interiores y las superficies del

mundo exterior.

+ La mirada doble y la conciencia doble están relacionadas. En mi

experiencia de ingerir la ayahuasca, ingresé en un estado de conciencia

doble, consciente al mismo tiempo de mi propio sentido familiar del yo, y

de un estado de ser totalmente separado. Me podía mover más o menos con

libertad entre estos dos estados. Similarmente con mi cuerpo. Estaba de

una misma vez consciente de habitar dos cuerpos, la fenomenología

familiar de mi propio cuerpo enfundado como estaba en un segundo cuerpo

que estaba hecho de una masa de partículas multicolores, un millón de

puntos multicolores de luz. Mi campo visual, mi mirada doble,

alternándose, por elección, entre el espacio coherente de la realidad

cotidiana y un universo fractal que comprendía mil y una repeticiones de

la misma imagen, o algo que formaba un tunel en el espacio a través del

cual yo podía pasar a voluntad con aceleración urgente. En cualquier

punto me podía detener y revisar estos estados, moviendo adentro y afuera

de ellos más o menos a voluntad.

+ Pienso que el paye encuentra una equivalencia en este proceso de sus

propios cambios de conciencia, y así guía a otras personas en el uso

ritual de la enredadera, para proveerles estrictamente en sus propias

experiencias de conciencia una simulación de la muy real transformación

que él sobrellevó a solas, permitiendo a su comunidad tener algún

entendimiento de lo que el estado chamánico es en sí mismo, algo que por

su falta de entrenamiento y dedicación les estaría por completo negado.

Mientras en otras partes los chamanes suelen hacer un uso instrumental de

la enredadera, entre los Kuikuru no es así, en tanto que la sustancia de

otra planta es empleada en el proceso de iniciación de los payes Kuikuro,

que según parece les causa gran enfermedad y dolor físico durante un

período intensivo de preparación, un estado por el que hay que pasar en

total aislamiento, pues es algo en lo que ninguna otra persona de la

tribu puede intervenir.

+ Por el otro lado, los chamanes amazónicos de más al Norte no únicamente

aumentan su percepción-psi bebiendo la ayahuasca según una base regular,

sino que su cultura, por adopción, ha dado crecimiento a una práctica

ritualizada conocida como Santo Daime, que se ha extendido a otras partes

de Brasil, no pocas en sus áreas urbanas y metropolitanas. Además del

ritual de beber la ayahuasca, el Santo Daime tiene códigos

arquitectónicos y sociales muy precisos. El diseño del edificio que da

casa al ritual, la ubicación ordenada de los participantes en ese

espacio, la estructura rítmica de la música, lo picante del incienso, la

insistente repetición de la frases que se entonan, puntuada por períodos

extendidos de silencio absoluto, la demanda recurrente de ponerse de pie

o de tomar asiento, la propia inclinación de cada quien para moverse

Page 16: Roy ascott

hacia adentro y afuera de un nuevo campo de conciencia que la ceremonia y

el beber juntos inducen, conducen la conciencia de cada quien a fluctuar

entre las dos realidades. Y todo esto me condujo a la pregunta, por

supuesto, sobre la forma en que los protocolos y las condiciones

específicas controlan o construyen una realidad dada, y deja sin

respuesta la pregunta sobre dónde o cómo o aunque sea si un campo de

realidad puede ser identificado o siquiera si puede ser dicho que existe.

+ Phillipe Descola ha escrito con elocuencia de su esperiencia en este

contexto: “El des-apego con que estoy viviendo a través de esta

experiencia es incrementado por mi sensación aparente de una conciencia

doble del mundo. Soy un espectador benevolente que observa mi propio

delirio, observando cambios en mis sensibilidades con tanta curiosidad

como por los eventos externos. No es tanto así como una disociación de lo

físico y lo mental – si tal cosa es posible afuera de la metafísica

cartesiana – más bien que una fragmentación del cuerpo bien puesta de

acuerdo, en donde cada elemento se ha convertido en algo autónomo y

parece estar dotado con inteligencia por su cuenta, ofreciendo una serie

de puntos de vista sobre la composición desmembrada de donde todo esto ha

emergido” (2).

+ Esta inmersión en un ambiente controlado, que afecta la vista, el

tacto, el gusto, el olfato, y el oído respectivamente, le confiere a la

mente la habilidad tanto de inducir y crear unas nuevas estructuras

conceptuales y sensoriales (en jerga filosófica nuevas “qualia”),

mientras que al mismo tiempo le da libertad para caminar a un lado de la

experiencia visionaria, de regreso en el campo “normal” de la

experiencia, es algo que espejean en forma extensa nuestras aspiraciones

artísticas al usar tecnología digital, como por ejemplo en las

instalaciones de Realidad Virtual, hipermedia, multimedia y, con su

sobre-posición de esquemas cognitivos sobre las situaciones del mundo

real, el campo de rápido desarrollo de la Realidad Aumentada (3). En

ambos casos hay un tipo de ensayo del enunciado Sufi de que hay que estar

en el mundo pero sin ser del mundo, aunque el contexto original en que

esta frase se inserta es más enfáticamente espiritual que lo que tal vez

muchos artistas quisieran querer reconocer. Aquí es donde la tecnología

juega una parte importante en la experiencia de “conciencia doble”, en

tanto que es claramente integral de nuestra facultad emergente de

cibercepción y la mirada doble. Es como si, por medio de nuestro arte

bio-telemático, estuviéramos tejiendo lo que me atrevo a llamar una red

chamántica, al combinar el sentido de lo chamánico y lo semántico, la

navegación de la conciencia y la construcción del significado.

+ Históricamente, nuestro dominio del mundo material había sido tal que

teníamos muy poca opción para lo que no fuera conservar los mundos de

nuestra conciencia doble en categorías separadas y distintas, tales como

lo real, lo imaginado, lo espiritual. La llegada de las ciencias de la

Vida Artificial, en donde incluyo tanto los organismos artificiales secos

(píxel) y húmedos (moleculares) y todos los prospectos de nanotecnología,

apuntan a borrar las fronteras entre los estados de la mente, entre la

concepción y la construcción, entre la internalización y la realización

de nuestros deseos, sueños y necesidades de nuestra existencia cotidiana.

Permítanme dar un ejemplo que puede ser encontrado en nuestra

cibercepción de la materia en el nivel atómico. El microscopio de escaneo

en túnel (STM) no sólo nos permite ver la materia en este nivel, sino de

imaginar átomos individuales, aislados. Sin embargo, la significación

real de este proceso no termina allí. No sólo podemos seleccionar y poner

Page 17: Roy ascott

en foco un átomo individual, sino que podemos, al mismo tiempo,

manipularlos, uno por uno, átomo por átomo, para construir desde el fondo

hacia arriba las estructuras atómicas según nosotros elijamos (4).

+ Esto significa que, en un sentido importante, las prótesis de la visión

pueden ser de una sola vez instrumentales en la construcción de lo que

así es visto. Para ver en el ojo de la mente hay que realizarlo en el

mundo material. Los mundos de la conciencia doble, sobredeterminantes

como son sobre el proceso de la mirada doble, resultan menos separables

en forma claramente distinta. La cibercepción es tan activa y

constructiva como es receptiva y reflexiva. Conforme esta tecnología

doble se desarrolla, y lo hace a un promedio acelerado, los artistas, no

menos que los filósofos y los neurocientíficos, deben incrementar su

atención sobre lo que llamaré “tecno-qualia”, un repertorio por completo

nuevo de sentidos, y sobre un nuevo tipo de relaciones entre las

herramienta de ver y construir.

+ Permítanme regresar a la cuestión del Arte Interactivo. Aquí, además

del asunto de la conciencia doble y de la mirada doble, debemos

confrontar la idea del observador doble de la obra de arte. La

observación de arte interactivo hace demandas sobre quien mira que no son

características de otras formas de arte. Sabemos que esto es, por

necesidad, observación activa, en tanto que sin la interacción entre

quien mira y la obra, la obra no se puede decir que exista. Esto se debe

a que no se concibe como un objeto continente de significado sino como un

sistema que genera significado de la interacción del observador. Así que

esto no es a la larga una simple cuestión del observador en el mundo como

es, tampoco el caso especial del observador de eventos cuánticos (en

donde el mero acto de observación puede afectar un estado cuántico), sino

algo muy particular de estas formas de arte que están investidas por el

potencial transformativo o evolutivo de los sistemas telemáticos,

hipermediales, digitales. Quiero plantear la cuestión del observador

doble en este punto porque hasta ahora ha prevalecido un bastante más

simple punto de vista sobre la situación real del arte interactivo.

+ En la creación y presentación del Arte Interactivo siempre ha estado

implícito un observador fantasma: el observador que está mirando al

observador comprometido en el proceso interactivo. Lo que esto significa

es que el observador interactivo está inevitablemente ubicado en el papel

de perfórmer, al performar para una audiencia implícita en un sistema que

siempre debe incluir su interacción. El hecho de que ninguna audiencia u

observador individual pueda estar presente en un momento dado de esta

performance no es algo relevante. Por esta razón es que el arte

interactivo trata de encontrar su lugar en la galería tradicional, y el

museo de arte trata de abrazar el arte interactivo dentro de su

repertorio. Así la contemplación, inspiración, meditación, reflexión y

especulación, todas las cuales necesitan de un flujo de tiempo personal y

de un espacio personal si no es que completamente privado, se someten al

sentido de una performance casi pública, un flujo escenificado y

enmarcado de interacciones con la obra. En breve, en muchas obras de arte

interactivo, quien mira está tan en el espectáculo o muestra, como lo

está lo que allí se exhibe, como la obra misma. El arte se convierte en

un espectáculo puro y el artista un dramaturgo. Esto no quiere decir que

no haya debate hoy día acerca del tipo de ambiente en donde las obras de

arte interactivo pueden encontrarse mejor, o que no haya una indagación

seria se esté llevando a cabo sobre los aspectos público/privado del

género. Ya que es cierto que nuevos tipos de espacios, específicamente

Page 18: Roy ascott

diseñados para encarar estos temas se han abierto recientemente – en

Tokio, el centro de intercomunicación NTT (5), y en Linz, el Centro Ars

Electrónica (6), son ejemplos directrices. Sin embargo, conforme nos

volvemos más y más conscientes del lugar dominante del principio

tecnoético en tales obras, y del pasaje de la actual inmaterialidad del

arte para su re-materialización en vida artificial, con todas las

preguntas de conciencia artificial que ello implica, podemos esperar que

el lugar y la manera de nuestra interacción con ella se vuelvan de

todavía mayor importancia.

+ Por el momento, por su estructura, emplazamiento y presentación (que

generalmente es un el espacio tradicional del museo o la galería), la

obra de arte interactivo presupone, a pesar de sí misma, una audiencia de

observadores más o menos pasivos, tanto así como pueda proponer un

participante en interacción de finalidad abierta con su interfaz. En este

sentido, el sistema total, incluyendo al observador participante, sin

importar qué tan dinámico pueda ser el proceso, se encuentra actualmente

encarcelado dentro del mismo estrato que desprecia, el de puro objeto –

alguien envuelto, entre corchetes dentro del espacio y el tiempo, para

ser visto por un segundo observador. Esto crea una dicotomía entre la

aspiración hacia la evolución de significados de finalidad abierta y el

cierre de un marco de conciencia autónomo, una contradicción que necesita

remover al segundo observador y la audiencia fantasma del canon del arte

interactivo. El mito del arte interactivo ha sido el de que las

interacciones de quien contempla operan, como si se pudiera, en un vacío

social, uno a uno con la obra, sin ser visto, sin ser observado, sin ser

desplegado. Muy rara vez es designado conscientemente o presentado en

forma abierta para tomar en cuenta al segundo observador. Pero esta

audiencia implícita es lo que en efecto condena la obra a un encierro

semántico (7). El mito confunde, si no es que actualmente oscurece, la

dicotomía entre la aspiración hacia una evolución de finalidad abierta de

los significados y el cierre de un marco autónomo de la conciencia. Con

las mismas contradicciones inherentes, el arte modernista, queriendo

reflejar si no es que comprometerse con las fuerzas de la vida, fue

posicionado en un espacio autónomo, el vacío de un cubo blanco, la

galería, desconectada de la complejidad de la vida.

+ Aquí, por medio del contraste, la tradición chamánica muy bien puede

ser invocada. Toda la actividad del paye, y de quienes interactúan con él

en hacer las imágenes, bailando, cantando, haciendo música, es

performativa, pero no tiene por intención ser una performance pública.

Ninguna audiencia se busca o implica. La conducta es compleja, a veces la

repetición de muy antiguas rutinas, a veces espontánea, muy seguido se

vuelve innovadora y creativa. Pero nunca se actúa para una audiencia,

actual o implícita. Más bien, allí no hay audiencia, tan sólo el hecho de

que la actividad doméstica de todos los días se encuentra ruidosamente

tocada por afuera de todo el espacio ritual. Nadie estará observando o

será esperado para observar lo que está siendo puesto en acto. Algunas

actividades, de modo notable tocar las flautas, tiene lugar en la Logia

de Varones, donde las mujeres y las criaturas tienen prohibido entrar.

No, ésta no es una performance pública sino una actuación espiritual que

conlleva la estructuración o re-estructuración de las fuerzas psíquicas.

Para pintar el cuerpo de forma elaborada, para estampar el campo en forma

repetida, para sonar las sonajas, para golpear el tambor, para girar en

círculo, un paso atrás y un paso adelante al unísono, para eso se invocan

estas fuerzas, para conjurar las energías ocultas. La obra debe ser

Page 19: Roy ascott

instrumental en un plano de conciencia pero de ninguna manera es una

performance.

+ Esta perspectiva, aunque vista a una gran distancia desde nuestra

actual cultura hipermediada, puede ser de valor en nuestra consideración

de la función de las obras de arte interactivo, para desde allí evitar el

observador doble, la audiencia fantasma. El arte en tanto que una

actuación de la mente implica un nivel íntimo de interacción dentro del

sistema que constituye la obra de arte, un arte sin audiencia en su modo

activo. Evitando al mirón pasivo, al tradicional observador de galería,

esta estética tecnoética habla de un tipo de intimidad ampliada, de una

proximidad a escala planetaria.

+ Al mismo tiempo, en estas continuamente complejas estructuras de

conducta que el ritual chamánico engendra, resulta evidente que nadie

está a cargo, no hay ni un maestro de ceremonias, no hay alguien que

dirija desde arriba los eventos. Allí sólo está la conciencia simple de

que todo ensambla, una conciencia que es casi inmanentemente palpable.

Esta misma ausencia de un “controlador global”, estos eventos en

construcción del fondo hacia arriba, esta inmanencia de espíritu, la

vemos comenzar a emerger como interacción de artistas en la Red, dentro

de la Web, engendrando un tipo de conciencia telemática. Aquí también no

hay audiencia, ya sea que estás en la Red como parte de un proceso

interactivo o ya sea que no estás en ningún lado, en ningún lado que es

desde donde la actividad de la Red puede ser “observada”. Ver es

participar. No puede haber una observación pasiva. Igualmente tenemos que

encontrar, conforme el arte se re-materializa en conjunción con la

tecnología de la vida artificial, que los principios del crecimiento y la

formación del fondo hacia arriba continuarán aplicándose en nuestra

estética post-biológica. Hace cosa de cincuenta años desde que Pitts y

McCulloch mostraron cómo “el organismo se puede comprometer en una acción

encima de todo por una población de neuronas donde ninguna tiene

información global sobre qué acción sea la apropiada”, para describir

“…la red [biológica] en donde no hay “neurona ejecutiva” que decrete de

qué modo se comporte el sistema por encima de todo, más bien, hay la

dinámica de los efectos, con la asistencia de las interacciones

neuronales, que extrae la trayectoria resultante desde una población de

neuronas, ninguna de las cuales tiene más que información local sobre

cuál sea la forma en que el sistema se deba conducir” (8). Más

recientemente, al abogar por la Vida Artificial, Christopher Langton ha

descrito cómo “la vida emerge de la interacción organizada de un gran

número de moléculas no vivientes, sin ningún controlador global

responsable de la conducta de cada una de las partes” (9). Y así es

cierto que, mientras la cultura telemática implica comunicación-a-una-

distancia, su arte nunca puede ser distanciado, así que la

materialización húmeda del arte en la cultura post-biológica será

integrada simbólicamente con nuestra propia biología húmeda más que con

la emergencia desde entidades completamente discretas.

+ ¿Así que cuál es entonces el papel del artista en un arte que mira

crecientemente su contenido y significado como creado desde la

interacción y negociación de quien mira? Un arte que es inestable, que

deriva y fluye, un arte paralelo a la vida, no a través de la

representación o la narrativa, sin en sus procesos de emergencia,

incertidumbre y transformación, un arte que favorece la ontología de

llegar a ser, más que de la afirmación de ser, un arte que se mueve hacia

una re-materialización post-biológica, un arte de actuación, sin

Page 20: Roy ascott

audiencia. Un arte íntimo, la salida de flujo libre de interacción entre

observadores participantes entre redes de transformación. Un arte, en

breve, que re-enmarca la conciencia, articulando una instrumentalizad

psíquica, explorando los misterios de la mente.

+ Éstas son las cuestiones que nos encuentran al comienzo del nuevo siglo

y son las cuestiones que quienes hacen arte y están trabajando en la más

distante orilla de la estética tecnoética están apenas comenzando a

preguntar. Una respuesta se puede encontrar en el pasado profundo, en las

partes más remotas del planeta, o simplemente dentro de la conciencia

doble a que todos tenemos acceso. Se puede encontrar en el papel del

chamán, re-contextualizado en la cultura bio-telemática pero re-afirmado

en su capacidad para la creación, navegación y distribución de espíritu.

Que puede ser como el conservador de lo que emerge desde la complejidad

de las interacciones en la Red o desde los procesos auto-ensamblantes de

vida artificial. Cualquiera que sea el caso, una cosa parece cierta, el

principio tecnoético estará en el centro del arte conforme éste se

desarrolle, y la conciencia en todas sus formas será el campo donde ésta

se despliegue.

1. Bateson, G. Steps to an Ecology of Mind (San Francisco: Chandler

Press, 1972).

2. Descola, P. Trans. Janet Lloyd. The Spears of Twilight: life and Death

in the Amazon Jungle (New York: Harper Collins, 1996), p.208.

3.Ver por ejemplo:

http://www.cs.unc.edu/Research/stc/predictive_tracking_html/azuma_AR.html

4. Un aspecto de este process puede ser visto en el sitio de IBM en la

Web.

5. Ver: http://www.ntticc.or.jp/.

6. Ver: http://www.aec.at.

7. Debemos diferenciar entre interactividad cerrrada e interactividad

abierta. En los sistemas cerrados, la interacción es entre quien observa

y una base de datos. Si la base de datos es lo suficientemente amplia, o

las rutas para recorrerla son suficientemente tortuosas, quien observa

puede experimentar la ilusión de estar dentro de un sistema de finalidad

abierta. Este es un tipo navegacional de engaño para el ojo (trompe

l’oeil). Opera dentro de una estética de encierro mientras proclama una

estética de emergencia. En un segundo orden, el Arte Interactivo, todos

los sistemas son sistemas abiertos, es una cuestión de interactividad de

mente a mente. Este proceso de curso puede incorporar acceso a datos ya

archivados y también admitirá seguro acceso a la red más amplia.

8. Pitts, W. H. and McCulloch, W. S. “How we know universals: the

perception of auditory and visual forms” (Bulletin of Mathematical

Biophysics, 9, 1947), pp. 127-47.

9. Langton, C.G., ed. Artificial Life (New York: Addison-Wesley, 1989).

Traducción: Chorcha Chillys Willys.