rompimiento de yugos

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Rompimiento de yugos En la Biblia se habla de dos tipos de yugos, uno que tomamos por voluntad propia para ser guiados por el Señor (Mt. 11:29-30) y otro que se crea a causa de nuestras propias rebeliones y que nos pesa, nos debilita y nos lleva a perdición (Lam. 1:14; Ezeq. 34:27) Eze 34:27 Y el árbol del campo dará su fruto, y la tierra dará su fruto, y estarán sobre su tierra con seguridad; y sabrán que yo soy Jehová, cuando rompa las coyundas de su yugo, y los libre de mano de los que se sirven de ellos. Los yugos de pecado se crean de a poco y son imperceptibles al principio, esto ya que cuando se están creando nos encontramos desalineados y satisfaciendo un deseo del alma, pero por sobre todo, estamos lejos de la voz del Señor y no somos guiados por Él. Los yugos van más allá de una atadura, pues además de atar a la persona, la conducen hacia el pecado. Cadayugo puede tener una distinta naturaleza, ya sea por rechazo, falta de perdón, inmoralidad sexual, enojo, orgullo, miedo, amargura, brujería, etc. La persona atada termina sirviendo a su propio yugo, siendo esclavo de ella y sufriendo un proceso de indefensión aprendida (estado psicológico en el que una persona se percibe incapaz de controlar o transformar la situación desagradable en la que se encuentra, la persona termina sintiendo que cualquier acción que realice para cambiar su situación será inútil). Con el tiempo, la persona con un yugo se desvitaliza y su relación con Dios empieza a volverse fría y cada vez más distante, hasta el punto de apartarse del Señor y entregarse a lo que le esclaviza(2 Cor. 3:14-15). Cada atadura va avanzando en un nivel más profundo, y para la persona se le hace cada vez más difícil salir. Cuando se acepta la atadura, se establece una fortaleza mental en la mente del creyente y le afecta en todas las áreas de su vida.

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Page 1: Rompimiento de yugos

Rompimiento de yugos En la Biblia se habla de dos tipos de yugos, uno que tomamos por voluntad propia para ser guiados por el Señor (Mt. 11:29-30) y otro que se crea a causa de nuestras propias rebeliones y que nos pesa, nos debilita y nos lleva a perdición (Lam. 1:14; Ezeq. 34:27) Eze 34:27 Y el árbol del campo dará su fruto, y la tierra dará su fruto, y estarán sobre su tierra con seguridad; y sabrán que yo soy Jehová, cuando rompa las coyundas de su yugo, y los libre de mano de los que se sirven de ellos. Los yugos de pecado se crean de a poco y son imperceptibles al principio, esto ya que cuando se están creando nos encontramos desalineados y satisfaciendo un deseo del alma, pero por sobre todo, estamos lejos de la voz del Señor y no somos guiados por Él.

Los yugos van más allá de una atadura, pues además de atar a la persona, la conducen hacia el pecado. Cadayugo puede tener una distinta naturaleza, ya sea por rechazo, falta de perdón, inmoralidad sexual, enojo, orgullo, miedo, amargura, brujería, etc.

La persona atada termina sirviendo a su propio yugo, siendo esclavo de ella y sufriendo un proceso de indefensión aprendida (estado psicológico en el que una persona se percibe incapaz de controlar o transformar la situación desagradable en la que se encuentra, la persona termina sintiendo que cualquier acción que realice para cambiar su situación será inútil). Con el tiempo, la persona con un yugo se desvitaliza y su relación con Dios empieza a volverse fría y cada vez más distante, hasta el punto de apartarse del Señor y entregarse a lo que le esclaviza(2 Cor. 3:14-15). Cada atadura va avanzando en un nivel más profundo, y para la persona se le hace cada vez más difícil salir. Cuando se acepta la atadura, se establece una fortaleza mental en la mente del creyente y le afecta en todas las áreas de su vida.

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Para liberarse de la esclavitud que le encadena, la persona debe entender en primer lugar cómo quedó inmerso en ella. Debe reconocer el camino que lo condujo a esa esclavitud para que pueda renunciar a esos pensamientos y conductas, y debe también identificar a quienes pudieron haber contribuido o estimulado en esa mala dirección, para que les pueda perdonar. Dios nos ofrece lo mejor de la vida. Él no nos creó para vivir en la infelicidad y la derrota, sino en victoria (Cf. 1 Juan 5:5); sin embargo es necesario que nos decidamos por la libertad que nos da Cristo, Él espera que nos levantemos en victoria, la que ganó Cristo para nosotros. Dios quiere que seamos libres del yugo del diablo, nos levantemos triunfantes y poseamos lo mejor de la tierra; que nos movamos en dirección a una vida plena. Satanás tiene preparada una estrategia contra toda persona para dominar, controlar y destruir su vida en las dimensiones física y espiritual (Juan 10:1; 10:10a) pero Jesús ya nos hizo libres y tenemos asegurada la victoria sobre toda atadura de nuestro enemigo espiritual (Colosenses 1:9-14; 2:13-15). Satanás no quiere que el cristiano conozca su identidad en Jesús y la autoridad que puede ejercer en Cristo, pero Dios nos lleva a cada una de estas instancias para así ser libres en Él. En Cristo la persona atada puede volver a la vida plena (Efesios 2:1-3; 5:8), somos libres de elegir si obedecemos a Dios y caminamos en Su presencia, en justicia y pureza. Así logramos conocer nuestra identidad y ejercer la autoridad y poder en Cristo para experimentar una vida cristiana exitosa (2 Pedro 1:3, 4; Romanos 6:6, 7) - Cuando tenemos claro quiénes somos en Cristo, permanecemos en Él (Juan 15:1-8) - Cuando tenemos claro quiénes somos en Cristo, caminamos en el Espíritu (Gálatas 5:16) Debemos resistir las tentaciones de Satanás (Santiago 4:7) El cerebro lo reprogramamos a través de nuestros pensamientos. Lo que vemos y lo que escuchamos termina ejerciendo influencia en nuestros patrones de comportamiento (2 Corintios 10:5), es necesario ser cuidadosos de los pensamientos que procesamos (1 Corintios 14:20).

El primer paso para salir de la esclavitud que está oprimiendo es reconocer que se está cautivo y ser humilde en pedir ayuda. Como paso siguiente se debe estar en luz, sin esconder lo que ha hecho o en donde ha estado, para que así las tinieblas no tengan autoridad para acusarle y amenazarle.

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Dios espera que permanezcamos libres, firmes en esa libertad que nos ha dado (Gálatas 5:1, 16), para esto debemos: - Renunciar a pecados ocultos (Salmo 32:2; Efesios 4:15, 25) - Tener disposición para recibir y aplicar la libertad en Cristo (Juan 8:32, 36) - No seguir creyendo las mentiras de Satanás (Juan 8:44; 1 Juan 1:8) - Aplicar la Palabra de Dios (Santiago 1:22; 4:17) - No reincidir en frecuentar malas compañías (1 Corintios 15:33) - Permanecer unidos a la mano del Señor Jesús (Juan 15:5, 8) - Perdonar de corazón a quienes nos causaron daño (Mateo 18:35) - Recordar siempre que si Dios nos perdonó, esos pecados –por graves que hayan sido—quedaron sepultados en el pasado (Hebreos 10:17; Salmo 103:12) Cuando somos libres debemos llenar nuestra vida de la vida de Dios Jesús nos enseña que, cuando somos libres de un espíritu demoniaco o de algo que nos ata, debemos limpiar nuestra “casa” y llenarla de lo de Dios (Lc. 11:24-26). Después de ser libres, las tentaciones no terminan, pero debemos ser firmes pues el Señor estará siempre con nosotros (Deut. 31:6). Pablo nos habla de renovar nuestra mente, para comprobar la buena voluntad de Dios, de esta manera, nos llenaremos de Dios, nos transformará, renovará nuestra mente y corazón y no seremos un blanco fácil para los dardos del enemigo (Rom. 12:2). Hoy es el día para permitirle al Señor Jesús que tome control de toda su vida El Señor Jesús murió en la cruz para traernos libertad espiritual. No hay atadura que no pueda ser rota por el poder de Dios. Nuestro adversario espiritual, Satanás, querrá vendernos la idea de que es imposible, pero está mintiendo. Si permites que el Señor Jesús sea quien haga la obra puedes emprender el proceso de renovación de tu mente y corazón y ser totalmente libre.