rodrigo. j. garcía. los poderes de la sociedad civil

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  • 7/30/2019 Rodrigo. J. Garca. Los poderes de la sociedad civil

    1/634 CUADERNOS DE PEDAGOGA.N385 MONOGRFICO } N IDENTIFICADOR: 385.005

    La relevancia de otros discursos sobre educacinLos poderes de la sociedad civil

    Numerosas voces defienden un concepto alternativo

    de educacin para la ciudadana, para la paz, para la

    tica en las relaciones humanas y para la superacin de

    las desigualdades sociales y culturales. Se muestran

    esperanzadas con el progreso de los sistemas

    escolares y desafiantes ante cualquier prejuicio. Sin

    embargo, estas referencias no son utilizadas en el

    discurso dominante sobre educacin, un discurso

    pesimista y que responde a burdos intereses.

    FLOR

    GARCA

    RODRIGO J. GARCA GMEZConsejera de Educacin de la Com unidad d e

    Madrid.JOS MOYA OTERO

    Universidad de las Palmas de Gran Canaria.

    Amb os participan activamente en el Proyecto

    Atlntida: Educacin y Cultura Dem ocrticas.

    Una mirada a las actuaciones ms

    prometedo ras de innovacin edu-

    cativa en el Estado espaol ponede m anifiesto la existencia de un cong lo-

    merado de actuaciones valiosas, pero algo

    aisladas y con escaso conocimiento rec-

    proco. En este panorama, se puede en-

    tender fcilmente la necesidad d e fomen-

    tar nuevos estilos de co laboracin p ara el

    desarrollo en red de experiencias, con-ceptos y secuencias corroboradas de

    mejora educativa.

    Las circunstancias anterio res llevaron, a

    comienzos de 2004, a que el recientemen-

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    monog r f i c o

    {N385 CUADERNOS DE PEDAGOGA. 35

    te constituido Foro p or la Educacin P-

    blicatratara de facilitar y asentar un en-

    tramado de colaboracin y ayuda mutua

    para las distintas iniciativas de innovacin

    educativa. Para lograr este p rop sito se

    ide una dob le estrateg ia. Por una parte,

    se pens en la puesta en marcha de un

    portal virtual que permitira a cualquier

    ciudadano acceder a un lugar pblico, de-

    finido colectivamente po r los participantes

    y mantener debates en profundid ad sobre

    el d ispositivo escolar, su regeneracin y

    mejora. Este p rop sito se alcanz co n la

    creacin del Portal Innova-Educadores en

    Red (actualmente d isponible en la direc-

    cin ww w.innova.usal.es), que cuenta con

    la participacin de 129 colectivos y de

    3.494 usuarios.La segunda estrategia responda a la

    necesidad d e profund izar y propo rcionar

    estabilidad a ese entramado de colabo-

    racin. Por esta razn, en febrero de 2008,

    con la colabo racin de todos los colectivos

    de innovacin p resentes en el po rtal vir-

    tual, se organiz un encuentro denomi-

    nadoEntretod@s: Redes de Innovacin.

    Esta reunin, celebrada en Mad rid, cont

    con la participacin de 72 grupos de in-

    novacin de m uy variada procedencia.

    Las razones y argumentos manifestadosjustificaran suficientem ente el desarrollo de

    las referidas iniciativas. Sin embargo, ad-

    quieren to do su sentido, si se entienden en

    el entramado de una serie de importantes

    circunstancias que afectan al mbito edu-

    cativo. Algunas de ellas bien conocidas y

    de hecho analizadas con cierta profusin

    en la literatura especializada. Entre ellas,

    podramos apuntar las siguientes:

    - El debate poltico entre partidarios y

    det ractores de las do s ltimas leyes org -

    nicas de educacin.

    - La presencia en medio s de comunica-

    cin y crculos profesionales de manifes-

    taciones de malestar ante el det erioro del

    servicio pblico educativo.

    - El enfrentamien to sectorial y corp ora-

    tivo ante el actual mod elo de escolariza-

    cin del alumnado inmigrante.

    - El debate sobre los resultados esco-

    lares obtenidos en los ltimos informes

    internacionales. El caso del info rme PISA,

    por ejemplo.

    - La posibilidad de ejercer la objecin

    de conciencia, demandada por algunoscolectivos de familias, ante la imp lantacin

    de la asignatura Educacin para la Ciuda-

    dana y el debate generado por su pre-

    tend ida vinculacin con la ideo log izacin

    de las conciencias morales infantiles, por

    parte del Estado.

    Muchas de estas circunstancias, como

    ya hemos mencionado, han sido objeto

    de anlisis y estud io por d istintos autores

    en d iversos med ios do cumentales. En esta

    ocasin p retendemo s algo distinto: trata-

    mos de perfilar determinadas cuestiones

    de fond o que subyacen en este contexto

    y en cuyo anlisis crtico basan sus posi-

    ciones una gran parte de los grupos re-

    presentado s en el citadoForo po r la Edu-

    cacin Pblica.

    Razones para un acuerdo

    La educacin, su sentido y su desarrollo,son cuestiones demasiado serias y comple-

    jas como para confiarlas, sin ms cautelas,

    a las decisiones poltico-administrativas.

    Estas decisiones se nutren de eslganes

    enunciados desde el discurso dominante

    y son emergentes de una serie de condi-

    ciones de contexto , como (I) la persistencia

    de una accin poltica frvola y muy poco

    comp romet ida, (II) la concepcin financie-

    ra y especulativa de las relaciones sociales

    y econmicas, y (III) los frvolos contenidos

    socioculturales sustentados en el espect-culo, orientados po r los medios de op inin

    pblica y dirigidos al consumo de produc-

    tos irrelevantes y a la aceptacin pasiva de

    valores hegemnicos.

    En los prrafos que presentamos a con-

    tinuacin esbozaremos un anlisis de cada

    una de estas tres cuestiones, po r la impo r-

    tancia que tienen a la hora de entender los

    emergentes concretos en torno a los que

    suele girar el deb ate educativo actual, y por

    la necesidad de buscar acuerdos y apoyo

    mutuo p ara hacer or todas las voces y los

    argumentos, y no slo aquellos que son

    coincidentes con el discurso dominante.

    En cuanto a la accin poltica, coincidi-

    mos con lo que desde la literatura social

    se describe como una fase postpoltica

    de la po ltica , caracterizada po r un estilo

    de relacin popularista en el discurso y

    marcadamente elitista en la tom a de de-

    cisiones. En esta forma d e hacer, el pro -

    tagonismo no lo t ienen las ideas, sino las

    imgenes difundidas sobre la condicin

    personal y determinados eventos de la

    vida p rivada d e los lderes.Noam Cho msky coincide con este an-

    lisis en una reciente entrevista realizada po r

    Vicen Navarro. Este intelectual y activista,

    ante una pregunta sobre el fenmeno me-

    ditico Obama, respond e: En la campaa,

    como apunta acertadamente el Wall Street

    Journal, no se ha prestado d emasiada aten-

    cin a lo s temas importantes. Las caracte-

    rsticas personales son los elementos clave.

    Es el carcter de O bama lo q ue es tratado

    en po rtada como tem a capital (www.attac-

    madrid.org / d/ 9/080807171 232.php).

    En cuanto a la concepcin financiera y

    especulativa de las relaciones sociales y

    econmicas, es preciso resaltar la preo cu-

    pante vitalidad de una nueva lgica de

    desarrollo econm ico sin reglas , a la

    que se refiere Pierre Rimbert en Le Mon-

    de Diplomatique(Aot, 2008), asimiln-

    dola a lo que el etnlogo Marcel Mauss

    definira como un m odo de p roceder en

    el que las situaciones irregulares son laregla y las regulares son imposibles .

    Desde esta concepcin econ mica es-

    peculativa ( economa de casino , como

    ha sido d enominada po r entidades como

    la Confederacin Sindical Internacional),

    se explica la necesidad imp eriosa de asu-

    mir riesgos que reporten beneficios a

    corto plazo, exigiendo a los gobiernos y

    organismos internacionales la desregula-

    cin de los mercados que lo haga posible.

    Con este tipo de prcticas se llega a primar

    lo econmico y las ganancias po r encimade cualquier o tra consideracin. Y como

    corolario, en la p rctica, slo son sujetos

    de d erechos quienes tienen algo que d e-

    fender, es decir, aquellas personas que

    disponen de algo con lo que negociar.

    De esta manera nos alejamos de la di-

    mensin colectiva y universal de los de-

    rechos que haban sido considerados

    anteriormente de rechos nom inales de las

    personas y cuya conquista se haba con-

    siderado una caracterstica de las socie-

    dades democrticas.

    En este contexto sera legtima la pre-

    gunt a que hace 150 aos ya se haca David

    Hume. A Hum e le intrigaba la facilidad con

    que son gobernados muchos por pocos ,

    la implcita sumisin con que los hombres

    entregan su destino a quienes los gobier-

    nan. Lleg a la conclusin de que los go-

    biernos perviven sobre la base del control

    de la opinin pblica, un principio que

    define a los gobiernos ms despticos y

    ms militaristas, al igual q ue a los ms libres

    y ms populares. Cuando el recurso a la

    violencia est limitado, el consentimientode los gobernados debe conseguirse me-

    diante estratagemas que la opinin liberal

    y prog resista denomina manufactura del

    consentimiento (Chomsky, 1996).

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    3/636 CUADERNOS DE PEDAGOGA.N385}

    Encaja, en estas circunstancias, ese te r-

    cer elemento de anlisis que citbamos

    al iniciar este apartado : los frvolos conte-

    nidos socioculturales sustentados en el

    espectculo, orientados por los medios

    de opinin pblica y dirigidos al consumo

    de productos irrelevantes y a la aceptacin

    pasiva de valores hegemnicos. La men-

    cionada manufactura del consentimien-

    to se apoya en plataformas de unificacin

    de la op inin pb lica, en las que los lde-

    res polticos son utilizados y stos, a su

    vez, las utili zan para convencer y justif icar

    acciones, que p ueden incluso ser contra-

    rias a los intereses de las mayoras. Para

    conseguirlo distraen las conciencias con

    entretenimientos y frivolidades llamativas

    o mo rbo sas, mientras blanden las band e-ras de los principios reconocidos cultural-

    mente como superiores. Se enmascaran

    los intereses subyacentes bajo supuestos

    valores colectivos, tratando d e dar la im-

    presin de que se busca exclusivamente

    el bien g eneral, tal y como ironiza Choms-

    ky (1996): Como cuando un padre imp i-

    de que un nio eche a correr entre la

    circulacin callejera .

    Una vez hechas las anteriores reflexio-

    nes, se entiende mejor la necesidad de

    hacer or ot ras voces, que aport an anlisisy argumentos que nos ayudan a pensar

    sobre la realidad en la que estamos in-

    mersos. Por tratarse de puntos de vista

    alternativos y crticos, quedan habitual-

    mente ensordecido s por el discurso nico;

    la falta de eco meditico explica la ten-

    dencia a p ermanecer escasamente divul-

    gado s y aislados entre s. Tomar conciencia

    de esta situacin es una razn fundamen-

    tal para buscar acuerdos y apoyo s mutuos

    entre quienes pueden apo rtar una visin

    ms lucida y plural al discurso social y

    educativo.

    Ros subterrneos

    El discurso actualment e mantenid o so-

    bre la cuestin escolar, que enmascaraalgunas de las claves que hemos comen-

    tado en el apartado anterior, nos traslada

    una visin pesimista, presentada como

    inevitable, sobre la realidad educativa. Se

    trata de convencer a la opinin pblica

    de que las respuestas que se implantan

    en los sistemas sociales y educativos para

    hacer frente a pro blem as tan graves como

    el cambio climtico, la pobreza, la injus-

    ticia escolar, el fracaso de los estudian-

    tes, son las nicas capaces de resol-

    verlos. Se nos traslada un determinadoanlisis (generalment e simplista y fcil de

    difundir) sobre lo que su-

    cede en el terreno econ-

    mico, poltico, cultural y

    educativo com o si fuera

    evidente y el nico po-

    sible. Se transmite la

    sensacin de que ya

    est tod o estudiado y

    parece incuestionable

    que la solucin que se

    le da es obvia y la nica

    posible. Cualquier otra

    prop uesta que se preten-

    da razonar, se considera

    a priori improcedente, anticuada, poco

    realista o m alintencionada.

    El transcurso de los acontecimientos nos

    muestra, sin emb argo, de manera pertinaz,

    lo desacertado (e interesado) de esa visin

    nica. El deterioro de las circunstancias

    sociales se encuent ra dem asiado presen-

    te y pone en evidencia grandes dosis de

    injusticia. La explicacin que se facilita,

    desde los grupos sociales que se sienten

    ms favorecidos po r la situacin, es la tan

    repetid a teora de los efectos colaterales

    inherentes al progreso humano: un mal

    menor necesario para mantener nuestras

    cuotas de bienestar. En este entorno no

    se considera necesario que los sistemas

    educativos fomenten la reflexin, el pen-

    samiento alternativo o las habilidades departicipacin y/o transformacin de la rea-

    lidad, aunque nominalmente se reco-

    nozca su valor. Se considera que el obje-

    tivo d e la educacin de los ciudadanos y

    ciudadanas es primo rdialmente fo rmarlos

    para la adquisicin de una cultura instru-

    mental que les permita su incorporacin

    productiva al tipo de realidad social, po-

    ltica y econmica establecida.

    Como ha sucedido a lo largo d e la his-

    toria, por debajo de este discurso domi-

    nante se entonan otras voces que, a mod ode ros subterrneos, fluyen entre no so-

    tros, mo strando o tras visiones alejadas de

    esta interesada construccin de la realidad

    social y educativa; ofrecen otros formatos

    de posibles respuestas a las situaciones

    presentadas como irremediables.

    Se dira que tenemos la sensacin de

    haber pasado antes po r todo esto. El fi-

    nal de la historia , la perfeccin y la

    irrevocabilidad de los hechos y las de-

    cisiones se han p roclamado muchas otras

    veces, y siempre, en falso.

    Facilitar la presencia y modos de relacin

    y coconstruccin de nuevas ideas proce-

    dentes de colectivos y movimientos de

    innovacin educativa que surgen en la so-

    ciedad civil, es una necesidad urgente ante

    la falta de imag inacin, de rigor y de t ica

    puestas de m anifiesto po r el actual discur-

    so hegemnico sobre la educacin.

    Somo s conscientes de las posibilidades

    de las redes sociales para sustent ar nue-

    vas form as de re lacin, para denunciar la

    injusticia y p ara construir colectivamente

    un conocimiento tico sobre la realidad.Estas prcticas permitiran, quiz, que la

    ciudadana tomase conciencia de q ue sus

    intereses son d efendib les si se acta con-

    junt amente. Colaborar en el desarrolloFLOR GARCA

  • 7/30/2019 Rodrigo. J. Garca. Los poderes de la sociedad civil

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    monog r f i c o

    {N385 CUADERNOS DE PEDAGOGA. 37

    de lo s poderes de la sociedad civil ha sido

    un inters promovido activamente por el

    citado Foro po r la Educacin Pblica.

    Conceptos y vivenciasconstruidos desde las redes

    Este apartado recoge los planteamien-

    tos innovadores de corte socioeducativo,

    urdidos y d esarrollados por d istintos co-

    lectivos, mo vimientos, grupo s represen-

    tados en el Portal Innovay presentes, en

    su da, en el congreso Entretod@s. Resal-

    tamos, como caracterstica compartida, en

    mayor o menor g rado, el inters de estos

    colectivos por teorizar y desarrollar expe-

    riencias de colaboracin entre las organi-zaciones de la sociedad civil y las escuelas,

    a la hora de pensar y articular una nueva

    definicin de los sistemas educativos.

    En otro artculo posterior se describe,

    de la mano d e sus prot agonistas, una de-

    finicin de ident idad m s precisa de cada

    uno de estos colectivos. En este momen-

    to nos ocupamo s de resaltar algunas ideas

    y prcticas relevantes que comp onen una

    imagen alternativa de la facilitada por el

    discurso actualmente hegem nico sobre

    la educacin.Antes de continuar, debemos aclarar

    que existen otras aportaciones innovado -

    ras, presentes en el portal virtual y expues-

    tas en su da en el citado congreso que,

    po r considerarse m s ceidas a la gestin

    y desarrollo d e tareas ms especficamen-

    te escolares, no son coment adas en este

    documento ; sus conceptos, experiencias

    y estrateg ias se tratan con cierta extensin

    en otro trabajo incluido en este nmero

    monogrfico.

    Com enzamos nuestros comentarios re-

    comendando la lectura detenida de las

    reflexiones elaboradas desde las redes y

    colectivos de innovacin q ue comentare-

    mos muy brevemente a continuacin; de

    ninguna forma esta breve resea pretende

    agot ar la riqueza de las diferen tes aporta-

    ciones ni debe sustituir una consulta de-

    tallada de las mismas. Para este pro p sito,

    el Portal Innovaofrece una excelente op or-

    tunidad. En este sitio virtual es posible

    encontrar conceptos y experiencias tiles

    que sitan la realidad escolar en una di-

    mensin ms razonable y al servicio deuna ciudadana comprometida con una

    sociedad justa, y debatir sobre ellos.

    Algunos colectivos de innovacin edu-

    cativa definen la escuela como un lugar

    de investigacin y de innovacin, un la-

    boratorio de ideas y un territorio para el

    dilogo escolar y social.

    Las comunid ades de aprendizaje, por

    ejemp lo, p retenden t ransformar las insti-

    tuciones educativas en laboratorios co-

    lectivos (familiares, pro fesorado, alum na-

    do, personal no docente, asociaciones,

    entidades, etc.) de investigacin, de en-

    sayo y d e valoracin d e nuevas iniciativas

    org anizativas y curriculares para hacer p o-

    sible el sueode que el aprendizaje que

    todos queremos para nuestros hijos e

    hijas est t ambin al alcance de todas y

    cada una de las nias y nios. La preten-

    sin de una escuela para todos les lleva

    a plantear una actuacin que les es pro pia:

    la formacin de las familias. Se entiendeque m ejorando la formacin de las fami-

    lias se avanza en el aprendizaje de los

    estudiantes y en sus po sibilid ades de xi-

    to. En este caso, se refieren tamb in a una

    formacin claramente distinta a la que

    suele ser habitual; es una accin d e eman-

    cipacin, en respuesta a las necesidades

    y a las demandas manifestadas por las

    propias familias.

    Otras redes, como la formada por las

    Escuelas Democrticas Atlntida, se em-

    pean en hacer de la institucin educati-va un lugar p ara la convivencia democr-

    tica, en dond e el estilo y la gestin de las

    relaciones permitan subvertir lo obvio, lo

    que siempre se ha considerado proce-

    dente en tod a relacin educativa. Desde

    el Proyecto At lntida: Educacin y Cultu-

    ra Demo crticas, se valora la investigaci n

    en el aula sob re los procesos de aprendi-

    zaje que supongan la formacin de una

    moral autno ma y el desarrollo de un jui-

    cio propio en todos y cada uno de los

    estud iantes. La escuela sera esa instituci n

    cientfica y tica en la que, en el modo

    riguroso d e ejercer su tarea, encontrara

    inspiracin el trabajo colectivo de cons-

    truccin (agentes sociales, familias, pro-

    fesionales y estudiantes) de un entorno

    social justo, prom otor de soluciones crea-

    tivas para la transferencia de poder a la

    ciudadana.

    En este contexto de ideas, la red Es-

    cuelas del Movimiento Cooperativo de

    Enseanza seafirma en su cooperativismo

    como soporte de la do cencia y del apren-

    dizaje, identificndose con los valoresdem ocrticos de justicia, libertad, solida-

    ridad, espritu emprendedor y laicidad.

    Este modelo de desarrollo cooperativo,

    segn este movimient o d e escuelas, ne-

    cesita contar con uno s profesionales cuya

    actitud difiera de los actuales comporta-

    mientos neocorporativos, presentes y de-

    fendid os desde el discurso do minante. Es

    necesario un profesorado con un perfil

    equilibrado emocionalmente, capaz de

    entender al alumno y de adaptarse a sus

    necesidades []; un pro fesorado dinam i-

    zador y gestor de aula, antes que infor-

    mado r, sin olvidar su papel d e educador

    en valores [] que investigue y que inno -

    ve en el aula .

    Otros colectivos y redes de escuelas

    que repiensan e investigan con o tras ideas

    alternativas, ausentes en e l d iscurso actual,

    establecen un cont inuo entre la ed ucacin

    formal y no formal, lo que unido a la labor

    no intencional, ejercida por los ciudadanosde un b arrio o localidad, confo rmaran ese

    conjunto de acciones educativas con in-

    fluencia significativa en el d esarrollo d e la

    personalidad d e los ms jvenes.

    En esta lnea, las experiencias de la red

    Ciudad es Educadoras nos facilitan nume-

    rosas prop uestas y prcticas acerca de las

    po sibilidades educadoras de las ciudades,

    grandes o p equeas, y de cmo pueden

    tambin incidir en ellas fuerzas e inercias

    deseducadoras. De una forma u otra, la

    ciudad presenta elementos imprescindi-bles para una formacin integral; desde

    una visin ilusionada y genero sa, la ciudad

    pod ra ser un agente educativo perma-

    nente, plural y polidrico, capaz de con-

    trarrestar los factores deseducativos .

    LABORAFORO. Equipo de los Presu-

    puestos Particip ativos de Sevilla avanza en

    este p ropsito un p oco m s, y hace posi-

    ble la accin educadora del entorno. La

    educacin, afirma este equipo, no se rea-

    liza nicament e en las instituciones esco-

    lares, la participacin ciudadana y el pro-

    tagonismo de los jvenes se convierten

    en autnticas herramientas de desarrollo

    humano. Este colectivo llega a definir que

    una accin educativa es innovadora si es

    capaz de promover el protagonismo de

    los ms jvenes, como sujeto s y personas

    con capacidad para reflexionar, dialogar,

    negociar y tomar decisiones sobre t odo s

    aquellos aspectos que las afectan en la

    vida cotid iana de su barrio y ciudad.

    La Asociacin Cultural Norte Joven co n-

    jug a formacin, desarrollo personal y la

    bsqueda de sentido en el aprendizaje,favoreciendo la integracin sociolaboral

    de los colectivos de jvenes ms desfa-

    vorecidos y de adultos que han experi-

    mentad o una situacin d e fuerte exclusin

  • 7/30/2019 Rodrigo. J. Garca. Los poderes de la sociedad civil

    5/638 CUADERNOS DE PEDAGOGA.N385}

    social. Esta asociacin, con una visin in-

    tegral del proceso educativo, adapta las

    enseanzas profesionales, sociales, cultu-

    rales y las configura en torno al aprendi-

    zaje de d istintos oficios (auxiliar de ayuda

    a domicilio, font anera, cocina, depend ien-

    te de comercio, etc.). Dirige su accin

    formativa a la obtencin del g raduado en

    Educacin Secundaria y a la incorpo racin

    y mantenimiento del empleo. Adems,

    No rte Joven p articipa en foros sociales y

    mantiene un contacto continuado con

    empresas y agentes sociales.

    Ot ro colectivo como CIMAS hace de la

    participacin un recurso educativo y de

    investigacin. Desde esta red de investi-

    gacin y desarrollo ciudadano se entien-

    de q ue son los movimient os sociales y no

    las universidades particularmente algunos

    grupos de iniciativas sociales, culturales,

    econmicas, artsticas, etc. los que en

    realidad d esarrollan una gran capacidad

    para innovar, tanto en la definicin de

    nuevos problemas como en cuanto a en-contrar algunas respuestas imaginativas

    y eficaces para cada caso concreto.

    Desde el discurso habitual y hegem ni-

    co en educacin, la escuela deb e ocupar-

    se del entrenamiento de los estudiantes

    en habilidades instrumentales portadoras

    de unos determinados valores hegemni-

    cos coherentes con una cultura occidental-

    cristiana. Las prct icas de enseanza deben

    ser fundamentalmente acadmicas, pro-

    motoras de esfuerzo individual y de la

    comp etit ividad necesaria para alcanzar el

    xito acadmico. El resto de cuestiones,

    valores y aspiraciones entran en el campo

    de lo p rivado o individual y no deben ser

    objeto de tratamiento escolar. La sosteni-

    bilidad del medio ambiente, la paz coti-

    diana o la ms lejana, la justicia y la supe-

    racin de la pobreza no son materia

    curricular y, por tanto, no deben ser con-

    tenidos con relevancia acadmica.

    Para algu nas redes de escuelas, sin em-

    bargo, como la de Centros Sostenibles

    de Cantabria, el conocimiento, el cuidad o

    y el disfrute de los ecosistemas ms cer-

    canos es algo primordial como valor a

    promover desde la planificacin y el de-

    sarrollo curricular.Para otros colectivos, la educacin

    como vivencia cotidiana de relaciones

    pacficas, fundamentada en el ejercicio

    respetuo so de los derechos humanos, se

    convierte en una clara referencia para los

    aprendizajes escolares, los modos de

    organizar la enseanza y su relacin co n

    el entorno. Para Intermn Oxfam, por

    ejemplo, el o bjetivo d e la educacin se

    encuentra en la promo cin de p rcticas

    valiosas de colabo racin, d entro d e un

    amplio movimiento global, con el pro-

    psito de hacer posible la erradicacin

    de la injusticia y la pobreza, y de lograr

    que todos los seres humanos puedan

    ejercer plenamente sus derechos y dis-

    frutar de una vida digna.

    En paralelo a ellos, Educadores pola

    Paz realiza un esfuerzo muy importante

    por alumbrar nuevas concepciones, teo ras

    y prcticas en el tan necesitado t ema de

    la paz y la no violencia, y representa, jun-

    to a ot ras org anizaciones, el comp rom iso

    con uno d e los grandes temas pendientes

    para la sociedad futura.

    Es evidente q ue todo este d iscurso se

    convierte, a los odos del p lanteamiento

    dominante, en una retrica prog resista queimpedira realmente m ejorar las cond icio-

    nes econmicas y de bienestar de nuestra

    sociedad y que nos hundira en la igno-

    rancia y la incompetencia. La escuela de

    FLOR

    GARCA

  • 7/30/2019 Rodrigo. J. Garca. Los poderes de la sociedad civil

    6/6{N385 CUADERNOS DE PEDAGOGA. 39

    hoy debe dejarse de otras tareas que la

    distraen y centrarse en lo fundamental, de-

    finido p rincipalmente com o el aprendiza-

    je de una correcta expresin escrita (para

    esto disponemos de los ejercicios de dic-

    tado), el dominio de las operaciones de

    clculo (ya contamo s con los cuadernillos

    de p rob lemas) y la famil iarizacin con unas

    ciencias sociales, que permit an a los estu-

    diantes disponer de una cultura general

    sobre algunas fechas de acontecimientos

    relevantes para la formacin d e una cierta

    conciencia nacional.

    Los movimientos de innovacin socio-

    educativos no renuncian al aprend izaje y

    dominio por los estudiantes de ninguna

    de las habilidad es invocadas en el d iscur-

    so d ominante, son consideradas igualmen-te competencias necesarias e imp ortantes;

    difieren, sin embargo , en el sentido tico

    que estos aprend izajes deb en incorpo rar,

    en la finalidad, la sensatez y multicultura-

    lidad que debe significar todo proceso

    de aprendizaje y en el modo integrador,

    dialogado, cientfico y de colaboracin

    con el que se organice.

    Utilizando esta concepcin d el aprendi-

    zaje, algunas fundacio nes y org anizaciones,

    como la Fundacin Secretariado Gitano,

    insisten en la normalizacin de la atencineducativa y en la incorporacin como re-

    ferencia curricular de las aportaciones y

    valores de otras culturas. El discurso do-

    minante, en demasiadas ocasiones, se ha

    manifestado de manera displicente, ya que

    atender a esta pretensin podra suponer

    una p rdida de tiempo para los profe-

    sionales y para el alumnado mayoritario

    que asiste a las instituciones escolares.

    Por otra parte, algunos colectivos de

    profesionales se revelan y se organizan

    autnom amente, tratando de mejorar su

    desarrollo profesional, creando espacios

    virtuales en los que pued a surgir la inno-

    vacin ed ucativa. Es el caso d e Aulab log .

    com, que con respecto al uso d e las tecno-

    logas de la informacin y la com unicacin

    pretend e huir d el celularismo tradicional,

    recobrando el inters por la colaboracin,

    el apoyo p rofesional mutuo y el desarro-

    llo de red es sociales de ed ucadores com-

    prometidos.

    Podremos observar que todas estas

    ideas pretenden encontrar nuevas res-

    puestas a problemas y situaciones, algu-nas viejas y otras inditas, en contextos

    globalizados de una gran complejidad.

    Para ello, se valen de nuevas estrateg ias,

    como la creacin y el desarrollo de red es

    sociales, utilizan la imaginacin y la tica

    como soporte de las ideas y promueven

    la elaboracin colectiva del conocimiento

    como m todo de trabajo. La adop cin y

    la experimentacin de este tipo de apor-

    taciones no parecen pelig rosas, a prime-

    ra vista; sin emb argo, p od emo s constatar

    que su presencia en el discurso ms ex-

    tendido mediticamente es escasa. En

    este trabajo hemos pretendido facilitar

    algunas claves explicativas y, al mismo

    tiemp o, d escribimos iniciativas que reve-

    lan una cierta rebelda y que pretenden

    colaborar a superar esta situacin.

    X Castell, Manuel (s.f.): Internet y la

    sociedad red , en Lli inaugural del

    Programa de Doctorat sobre la Societat

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    para saber ms

    monog r f i c o