rodolfo segovia - el sitio de pablo morillo a cartagena de indias

5
Rodolfo Segovia : El sitio de Pablo Morillo a Cartagena de Indias RODOLFO SEGOVIA nos regocija el intelecto con un sabroso e incisivo libro sobre los 105 días del sitio a la Heroica durante lo que se ha llamado la reconquista española. Sabroso por la prosa tan cuidada y castiza, e incisivo por alertarnos y reavivar la vigilia sobre temas que no por viejos dejan de ser nuevos, ni actuales por serlo añejos. Julián Marías nos introduce a su Antropología filosófica con las siguientes palabras: La filosofía no se puede dar nunca por supuesta; en la medida en que así acontece, deja de funcionar como filosofía. Esto explica un extraño fenómeno histórico: la detención o interrupción de la filosofía en algunas sociedades en ciertos momentos de la historia, sin que se vean razones eficaces que lo justifiquen. A la filosofía se llega; en rigor, se está siempre llegando. Consiste primariamente en un cambio de óptica o perspectiva, pero lo interesante es que luego se cae en la cuenta de que, a lo largo de toda su existencia, la filosofía mantiene los caracteres de la perspectiva cuando cambia; si se quiere una expresión sencilla, diríamos que siempre está empezando a mirar. 1 Algo similar ocurre con la historia: no termina; se detiene y se interrumpe; no es una simple partida sino, al contrario, un puerto de llegada que se mueve; y es un microscopio o un telescopio que nos deja ver cada vez distintas luces según brille más o menos la antorcha que nos ilumina. Como bien lo muestra el autor, ni España o América; ni Morillo o Montalvo; ni Cartagena o Cádiz; ni la oposición a Fernando VII o los realistas locales, ni Bolívar o Miranda pueden considerarse entidades autónomas o aisladas. Los sucesos carecerían de sentido si no se mirara, por fuera 1 Julián Marías (1970). Antropología filosófica p-11 1

Upload: fernando-barbosa

Post on 15-Nov-2015

7 views

Category:

Documents


0 download

DESCRIPTION

Book review

TRANSCRIPT

Rodolfo Segovia : El sitio de Pablo Morillo a Cartagena de IndiasRODOLFO SEGOVIA nos regocija el intelecto con un sabroso e incisivo libro sobre los 105 das del sitio a la Heroica durante lo que se ha llamado la reconquista espaola. Sabroso por la prosa tan cuidada y castiza, e incisivo por alertarnos y reavivar la vigilia sobre temas que no por viejos dejan de ser nuevos, ni actuales por serlo aejos.Julin Maras nos introduce a su Antropologa filosfica con las siguientes palabras:La filosofa no se puede dar nunca por supuesta; en la medida en que as acontece, deja de funcionar como filosofa. Esto explica un extrao fenmeno histrico: la detencin o interrupcin de la filosofa en algunas sociedades en ciertos momentos de la historia, sin que se vean razones eficaces que lo justifiquen. A la filosofa se llega; en rigor, se est siempre llegando. Consiste primariamente en un cambio de ptica o perspectiva, pero lo interesante es que luego se cae en la cuenta de que, a lo largo de toda su existencia, la filosofa mantiene los caracteres de la perspectiva cuando cambia; si se quiere una expresin sencilla, diramos que siempre est empezando a mirar.[footnoteRef:1] [1: Julin Maras (1970). Antropologa filosfica p-11]

Algo similar ocurre con la historia: no termina; se detiene y se interrumpe; no es una simple partida sino, al contrario, un puerto de llegada que se mueve; y es un microscopio o un telescopio que nos deja ver cada vez distintas luces segn brille ms o menos la antorcha que nos ilumina. Como bien lo muestra el autor, ni Espaa o Amrica; ni Morillo o Montalvo; ni Cartagena o Cdiz; ni la oposicin a Fernando VII o los realistas locales, ni Bolvar o Miranda pueden considerarse entidades autnomas o aisladas. Los sucesos careceran de sentido si no se mirara, por fuera del imperio espaol, lo que significaron la revolucin americana y la francesa, o los intereses comerciales de Estados Unidos, de Inglaterra o de Holanda. Y tambin por dentro, el surgimiento de las rebeldas frente a la invasin de Napolen, el resquebrajamiento de las lites tanto en la pennsula como en las Indias, y la polarizacin ideolgica entorno al uso de la fuerza para reencaminar el destino de Espaa o el uso de las libertades para conformar nuevas alianzas en la misma Europa o allende los mares.Leyendo esta obra de don Rodolfo Segovia, que es adems un deleite, como ya lo anot, resulta imposible escaparse de las comparaciones con lo que sucedi entonces y lo que sigue aconteciendo. Las divisiones, los odios, los titubeos, los oportunismos, las traiciones, las jugadas debajo de la mesa, los intereses contrapuestos en lo pblico y en lo privado, las rupturas en la unidad del mando al igual que el holocausto de la Heroica tal como lo denomina el autor, se siguen ensaando para frustrar nuestros mejores destinos.Y hago este comentario atendiendo a lo que argumenta Martin Malia, profesor emrito de la Universidad de California:Los documentos venidos del pasado no bastan por si mismos para modificar la manera en que un problema o un acontecimiento son conceptualizados. La innovacin solo puede venir de nuestro cambio de perspectiva en el presente.[footnoteRef:2] [2: Martin Malia (1995), La tragdie sovitique. Paris, Seuil. p. 637. Citado por Hugo Fazio (2012), Rusia y China, Universidad de los Andes. p.12]

Al respecto, Hugo Fazio, director del departamento de Historia de los Andes hasta hace unas pocas semanas, ahonda en lo sostenido por Malia. Primero nos advierte sobre los avances de la ciencia histrica que incluye, adems de nuevos datos, una temtica de gran inters que cubre la vida diaria, las formas de pensar de los pueblos y sus dirigentes, la forma en que justificaban sus vidas y las maneras como gobernantes y gobernados se adaptaban a los cambios. Y agrega:Es innegable que con este tipo de resultados investigativos se dispone hoy por hoy de datos ms precisos sobre [tales] realidades histricas. Empero, que los prisioneros de los gulags [en la poca estalinista] puedan ser contados en millones o en cientos de miles, ms all de ser una informacin rigurosa sobre la magnitud de la violencia y el terror, no ayuda a comprender de manera ms cabal la naturaleza del rgimen estalinista ni las razones que impulsaron a que se terminara recurriendo a este tipo de prcticas.[footnoteRef:3] [3: Fazio (2012:15)]

A la luz de este espectro, la investigacin que nos entrega el acadmico Segovia cumple con revelarnos sus hallazgos en fuentes primarias y secundarias y adems nos conecta y contextualiza con temas como los que enumer atrs y a los cuales agregara otros, sin pretender ser exhaustivo, especialmente por corresponder a elementos que vistos desde el presente parecen constituirse en constantes:El contrabando que en varios episodios de nuestro recorrido ha jugado un papel no despreciable. La incapacidad de Espaa para industrializarse y sus efectos negativos en su economa particularmente frente a la pujante Inglaterra. La incapacidad econmica del estado para financiar la guerra que lo llev a depender de los comerciantes de Cdiz, entre otros, con desmedro de su dignidad. La necesidad de incluir a los corsarios en las filas realistas o la tentativa de entrega de la soberana a Inglaterra por los desesperados rebeldes cartageneros. De uno u otro modo, si se calibran las circunstancias y los adjetivos, no son mayores la diferencias con los apuros de nuestro presente.Pero quisiera destacar un tema de enorme trascendencia, no de ahora sino de siempre, que est ligado a un dilema que la humanidad no ha logrado resolver y que nos afecta el da a da: hacer la guerra o hacer la paz; usar la fuerza o negociar.Las instrucciones que del gobierno espaol recibi Morillo insistan en la prevalencia de la dulzura sobre la fuerza como mtodo para someter la rebelin americana. Pero esa postura corresponda solamente a la parte del gobierno heredera de la Constitucin gaditana de 1812, liberal y moderada. Pero no representaba el sentir de Fernando VII que haba rechazado a la Pepa, ni el de sus ms cercanos. El enfrentamiento entre las dos corrientes fue inevitable y se trasladara a Amrica.Resulta interesante traer a cuento el siguiente texto: Las instrucciones originales dadas a Morillo para su expedicin pacificadora el 18 de noviembre de 1814 rezaban: Ocupada la isla de Margarita, se emplearn para su sosiego y buen orden todos los medios de dulzura etc. Pero el 1 de abril de 1816, despus de la reconquista de la isla por Arismendi y las represalias que haba tomado, fueron revocadas esas instrucciones. Convencido Su Majestad por esta experiencia que la dulzura y la clemencia que tanto se complace en ejercer con sus amados vasallos no ha producido en los descarriados e ilusos de esos dominios los buenos efectos que tan justos debieron esperarse, lo cual comprometa la seguridad de los dems, el rey aprobaba, aunque con resentimiento, las medidas fuertes y de rigor que se haban tomado.[footnoteRef:4] [4: Juan Friede (1972) La otra verdad; la independencia americana vista por los espaoles. Bogot, Tercer Mundo. p.14]

Ahora, en lo que toca a Cartagena, es reconocida la diferencia aguda de opiniones sobre cmo manejar la fuerza y el poder. Del enfrentamiento entre la autoridad militar en cabeza de Morillo y la civil en manos del virrey Montalvo, que reprodujo cabalmente lo que suceda entre el gobierno y la oposicin en la Pennsula, terminaran los hechos dndole la ventaja a Morillo. En efecto, Montalvo es destituido y reemplazado por Smano. Pero, como en las constantes paradojas que la vida nos muestra, el Consejo de Indias termina por concederle la razn y lo rehabilita. Tarde s, pero lo rehabilita. Por supuesto no pueden desconocerse los excesos y arbitrariedades cometidas por los rebeldes. Baste con mencionar la Guerra a muerte declarada a los espaoles despus del triunfo de Boves sobre Bolvar, o la campaa del Sur emprendida aos ms tarde por el Libertador para reducir el Cauca. Parecera que seguimos atrapados en la tragedia: si vis pacem, para bellum o si vis bellum, para pacem. (Si quieres paz, haz la guerra o si quieres la guerra, haz la paz.)

Como puede verse, es muy rico el abanico de temas que nos propone nuestro ilustre colega y que nos llevara horas de horas enunciar. Permtanme, entonces, concluir diciendo que 150 DAS. El sitio de Pablo Morillo a Cartagena de Indias es una obra que da buena cuenta de su autor. En sntesis se trata de una estupenda pluma puesta al servicio de la mejor historia.TABIO, 25 DE ENERO DE 2014

1