rio de janeiro

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Page 1: Rio de Janeiro

.5domingo 21 de noviembre de 2010 el nacional

BOLIVIA

Ríode Janeiro

Sao Paulo

ARGENTINA

BRASIL

0 KM 1000

INFOGRAFÍA: EL NACIONAL

JOSE ROBERTO COPPOLA [email protected]

Río de JaneiRo

De la playa de Copacabana hasta Ipanema en Río de Janei-ro hay unos códigos que pocos advierten. No son sólo distin-tas aceras adoquinadas, obra del paisajista brasileño Rober-to Burle Marx —el mismo del Parque del Este en Caracas—. Los mosaicos de Copacabana son de sinuosas ondas a mane-ra de mareas en blanco y negro, como caminos de olas y orillas; los de Ipanema armados por óvalos bordeados de ondula-ciones como un gran manda-la caribeño. Esas calzadas, que ya son un acervo cultural de la ciudad, donde caminan y tro-tan cariocas y visitantes a dia-rio, se reproducen en souvenirs para los turistas.

Desde esos pasajes empedra-dos se puede ver cómo el sol de la mañana cubre toda la playa de una opaca luminosidad y la arena parece más brillante. Pero más allá de esas aceras de patrimonio artístico con quios-cos que venden cocos fríos, cer-vezas y caipirinhas; más allá de los gimnasios itinerantes y las estaciones para hacer parale-las al borde de la calle, donde hombres y mujeres van a defi-nir sus cuerpos, están los postos de salvavidas que dividen las playas no sólo en kilómetros.

Del puesto 2 al puesto 6 en Copacabana —hay un kiló-metro entre uno y otro— están repartidos los 4 kilómetros de arena de la playa; y del puesto 7 al puesto 11, los otros 4 de Ipa-nema. Cerca del puesto 5, por ejemplo, hay siempre presenta-ciones de música en vivo; en el puesto 10 hay mallas de volei-bol y escuelas de fútbol, donde los niños ya empiezan a hacer bailar el balón entre sus pies; entre el 8 y el 9 con sus bande-ras multicolores izadas en la arena está la zona gay; cerca del puesto 7 es el área de los surfis-tas porque es donde consiguen las mejores olas y en el puesto 9 se reúne la gente más trendy. Las estaciones de salvavidas tie-nen una nomenclatura que no es obvia, pero que se aprende a leer después de unos días.

Fuera de circuito. Río de Janeiro tiene recorridos ajenos a los co-munes. Con el bondinho —un trencito eléctrico de vagones amarillos que se mueve por empinadas calles— se llega al barrio de Santa Tereza. Se to-ma en la Estación Carioca, muy cerca de la calle Chile. El reco-rrido es una aventura al pasado. El conductor del bondinho ha-ce una pausa, se baja del vagón

y con una pala de acero mueve la dirección del riel en la calle para continuar. Los que van de pie no pagan.

Santa Tereza se ha resistido al paso del tiempo y se nota en su arquitectura colonial. Es un barrio bohemio. Allí muchos artistas plásticos tienen sus ta-lleres que se pueden visitar. Sus calles, de paredes con grafittis o cubiertas de enredaderas, se ar-man en un mapa en donde hay cafés y restaurantes a los que se puede ir por unos petiscos (entradas) y una cerveza. En la noche algunos tienen notas musicales en vivo. Hay tiendas que venden pintorescas arte-sanías en propuestas más con-temporáneas. Además, se en-cuentran boutiques de ropa de diseñadores jóvenes en edicio-nes limitadas y en apuestas de vanguardia.

Otro sitio que hay que visitar son las escaleras de Selarón. Son 215 escalones armados en un mosaico con cerámicas de distintos colores y de diferen-tes partes del mundo, creados por el artista chileno Jorge Sela-rón. Queda en la base del barrio Santa Tereza, al final de la calle Teutonio Regadas. Se puede lle-gar a ellas de vuelta, pero hay que ir caminando y no tomar el bondinho de regreso. Una foto allí es una postal llena de color.

Tragos y mercados. En las no-ches un buen plan es ir a cami-nar con la brisa fresca a favor y tomarse unas caipirihnas en las terrazas que rodean la zona de Copacabana. Un plan más sen-cillo, pero igual de grato, es sen-tarse en algunos de los quios-cos que quedan justo al borde de la playa para tomarse unas espumosas cervezas con el me-lódico batir de las olas en la are-na de fondo.

En una ciudad en donde la gente trota cuando ya es cerca de la medianoche, se entiende que exista la Maratona do Rio (el maratón de Río), que cada año reúne en sus calles a co-rredores animosos de distin-tas partes del mundo quienes buscan tener en su registro atlético la mayor cantidad de maratones.

Muy cerca de allí, todas las tardes se levantan los quioscos del famoso mercado de Copa-cabana en un horario pensa-do para turistas que gastan sus mañanas bajo el sol de la pla-ya para llevar en sus pieles un bronceado carioca. Abre desde las 6:00 pm hasta las 12:00 pm. Algunos puestos cierran un po-co antes. Allí se consiguen des-

josé roberto coppola/carlos rodríguez

BRASIL más allá de ipanema y copacabana

Las otras coordenadas de

Además de sus emblemáticas playas y del Cristo Redentor, la ciudad de los cariocas tiene puntos cardinales que vale la pena descubrir para encontrar en ellos un mapa de posibilidades ajeno a las rutas obvias

1 Flip flops cariocasTodos las usan, las san- …

dalias de la marca Havaianas parecen el calzado ineludible de los cariocas. Hay tiendas en todas partes. Y las variedades en colores y modelos hacen difícil escoger una.

2 Feijoada gustosaLos sábados es el día que …

por tradición se come feijoada en Brasil, pero en algunos res-taurantes se consiguen todos los días. Es un plato a base de frijoles negros con trozos de cochino que comían los escla-vos. Se suele acompañar con arroz blanco, farofa (harina de yuca) o ruedas de naranja.

3 Pulseras de deseosSon unas cintas de colores …

que dicen lembrança de Rio de Janeiro, de Sao Sebastiao o de San Jorge, patronos de la ciudad. La tradición dice que se amarra en tres nudos en la muñeca, se pide un deseo y no se pueden quitar hasta que se cumplan.

4 MaracanáAunque todos lo conocen …

como Maracaná, se llama Es-tadio Jornalista Mario Filho y será uno de los que recibirá a los jugadores en la Copa Mun-dial de Fútbol Brasil 2014.

5 Bañadores “do Rio”Las tiendas de trajes de …

baño se multiplican en las esquinas de las calles o de los centros comerciales. Com-prarse un traje de baño brasi-leño es casi un souvenir.

6 Al ritmo de LapaEn el centro de la ciudad …

está el barrio de Lapa. Las no-tas musicales en bares y res-taurantes empiezan desde el after office y se prolongan has-ta la noche. Se puede escuchar desde forró, un tipo de música brasileña, hasta fusiones mo-dernas con melodías locales.

Los must

Desde Pan de Azúcar hay una vista excepcional de la ciudad

Las aceras de Copacabana e Ipanema son un emblema de Río de Janeiro

Las coloridas escalinatas de Selarón tienen mosaicos de todas partes del mundo

Las sandalias brasileñas se han convertido en souvenirsEl mural de Michael Jackson del artista brasileño Romero Britto En Ipanema y Leblón muchos hoteles están a unos pasos de la playa

Río de Janeiro

COnTInuA d Pág. 6

Page 2: Rio de Janeiro

6. el nacional domingo 21 de noviembre de 2010

el mercado nordestino, se con-siguen sombreros y pamelas te-jidos en Bahía, hay locales que ofrecen hasta más de 30 tipos de cachaça y de todos los pre-cios, tejidos de Ceara, hamacas de Paraíba. Además se puede comer feijoada en algunos de

los locales del lugar. Abre de 10:00 am a 6:00 pm. Los sába-dos y domingos trabajan en jornadas de 24 horas.

Emblemas en las alturas. Des-de las alturas del monte Cor-covado, que significa jorobado

¿Cómo llegar?Tanto Varig como Tam Airlines tienen vuelos con escala en Sao Paulo.Varig. Teléfono: (0212) 258 1818.Tam. Teléfono: 0800 1008586

un hotelHotel Marina Palace. Queda en Leblón, muy cerca de la playa de Ipanema.Av. Delfim Moreira, 630, Praia do Leblon.Página: www.hoteismarina.com.br Teléfono: 0055 2121721000

DatosÚtiles

En las calles de Santa Tereza hay pintorescos resturantes

una postal nocturna de Río de Janeiro con los cerros Dos Hermanos al fondo

En el bondinho la premisa es que quien va de pie no paga

da Conceiçao Aparecida, una de las patronas de Brasil, pa-ra aquellos que quieran darle sus gracias o hacerle alguna petición.

Una visita que no hay que pasar por alto es Pan de Azú-car, las dos montañas que son parte de las atracciones em-blemáticas de Río de Janeiro y que acogen turistas a diario. Se sube en un teleférico de dos estaciones que alcanzan final-mente los 396 metros sobre el nivel del Atlántico. Hay cafés en donde se puede tomar y comer algo en una pausa con una visual de excepción. Des-de uno de los puntos se puede observar la sinuosa curva de la playa de Copacabana, por eso a cualquier parte que se vaya en Río de Janeiro se debe lle-var debajo de la ropa el traje de baño porque después de los recorridos turísticos la parada obligada es acostarse en la are-na de Ipanema o Copacabana para conseguir el colorcito ca-rioca y darse baños de mar.s

de franelas con la consigna I love Río, pequeñas figurillas de Cristo Redentor, los brazaletes de cintas de la buena fortuna típicas de Brasil hasta señores que venden tallas de esmeral-das, aguamarinas, topacios y amatistas por peso. Vale la pe-na regatear para conseguir un mejor precio.

Moverse en Río de Janeiro es sencillo. Basta tomar el metro, moderno y organizado, ya que muchas veces el tráfico aprie-ta las calles de vehículos. En la estación Uruguaiana está el mercado de Sahara, en donde se compran souvenirs a pre-cios sin competencia. Es un mercado popular adornado con banderines en sus calles y en donde los vendedores de las tiendas anuncian a micrófono las ofertas para cautivar a los transeúntes.

Cerca del mercado, a una es-tación de metro, está la Cate-dral Metropolitana de Sao Se-bastiao, con capacidad para

20.000 personas. Es un diseño moderno de cono truncado de 106 metros de diámetros y 96 metros de altura. Por dentro, en el techo, un vitral en forma de cruz, a manera de claraboya que se extiende en los latera-les, ornamenta el santuario.

A unos 20 minutos de cami-nata, o a una estación de metro desde Carioca, está la estación Cinelandia. Una plaza central concentra en su periferia el Teatro Municipal, la Biblioteca Nacional y un poco más allá, el Museo de Arte Moderno.

Para los aventureros está el tour por la favela de Santa Mar-ta, después de un camino de es-caleras, que permite conocer la estatua tamaño real de Michael Jackson, en el mismo sitio don-de el artista grabó junto a los vecinos el video They Don’t Ca-re About Us. Allí también está un mural del artista brasileño Romero Britto, que le rinde tri-buto al rey del pop.

En el centro de la ciudad, en

en portugués, el Cristo Reden-tor da la bienvenida con sus brazos abiertos. Para subir se debe tomar un tren que dura unos 27 minutos de recorrido. Es recomendable conseguir asientos cerca de las ventanas para ver las panorámicas de la ciudad. Hay dos momentos, casi al llegar arriba, cuando es posible conseguir las mejores postales de Río de Janeiro, por ello se debe alistar la cámara en los últimos minutos de tra-yecto para capturarlas.

Un dato para no obviar es re-servar el día más soleado de la estancia para evitar la neblina que, a veces, oculta la escultu-ra de 30 metros, que se registra entre las nuevas siete maravi-llas del mundo. Una vez arriba se puede subir en ascensor o por los 218 escalones. Cuando se llega a cualquiera lo sacude la emoción. Desde las alturas, el Cristo Redentor con las pal-mas abiertas al frente parecie-ra que hace el gesto inicial de un abrazo que recibe a quien lo visita. La vista sobre la ciu-dad es un embeleso. Detrás de la base del Cristo, está una pa-rada que a veces muchos ob-vian sin saberlo. Justo allí hay un pequeño altar en donde se encuentra una imagen de Nossa Senhora da Imacula-

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