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Riesgo de incendios: prevención y extinción

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Riesgo de incendios: prevención y extinción

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Índice

pág.

Introducción ............................................................................................................................4

1. ¿Qué es el fuego? ...............................................................................................................4

2. ¿Cómo se propaga un fuego? .............................................................................................6

3. ¿Son todos los fuegos iguales? ............................................................................................7

4. ¿Contra qué luchamos en un incendio? ...............................................................................9

5. ¿Cómo apagar un fuego? .................................................................................................10

6. Agentes extintores .............................................................................................................11

7. Equipos de extinción..........................................................................................................13

8. Pero, ¿Cómo se utilizan los equipos de extinción? ..............................................................15

9. Recuerda: es mejor prevenir… .........................................................................................18

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Introducción

Numerosos siniestros en centros de trabajo se producen como consecuencia de un incendio.

Hablamos de un riesgo potencial a gran escala, ya que puede llegar a afectar a todo un edificio, e incluso a edificios colindantes, pudiendo poner en peligro la seguridad y la salud de un elevado número de trabajadores. Igualmente, en aquellas ocasiones en las que no se producen lesiones personales, un incendio puede tener graves repercusiones económicas para la empresa, llegando incluso a poder comprometer su futuro. De aquí la importancia de adoptar medidas necesarias para hacerle frente.

Contra este riesgo y sus consecuencias, podemos actuar mediante dos técnicas bien diferenciadas: la prevención y la protección.

Entendemos como prevención el conjunto de actuaciones encaminadas a evitar que pueda iniciarse un incendio.

Y hablamos de protección cuando nos referimos al conjunto de medios técnicos y humanos dispuestos y preparados para evitar la propagación de un incendio, una vez se ha declarado, con la finalidad de minimizar sus consecuencias.

No olvides que el fuego por sí solo no genera peligro. Es absolutamente necesario en incontables procesos y operaciones, tanto en el ámbito laboral como fuera de él. Es cuando se escapa a nuestro control, convirtiéndose en un incendio, cuando se genera el peligro. Por ello debemos conocer qué debemos hacer para que eso no ocurra, y en último caso, qué hacer para disminuir al máximo sus consecuencias.

1. ¿Qué es el fuego?

El fuego es una reacción química exotérmica (que produce calor), una reacción de combustión, para la cual es necesaria la presencia de tres componentes:

y Combustible

y Comburente

y Calor

Cada lado de esta figura equivale a uno de los tres elementos que intervienen en esa reacción de combustión. Si uno de ellos falta, o su magnitud no es suficiente, la reacción no tendrá lugar, de modo que no se producirá el incendio.

Pero para que el fuego se mantenga y se propague, es necesaria la presencia de un cuarto factor, la reacción en cadena.

Los cuatro factores juntos dan lugar a lo que se denomina el tetraedro del fuego. Entendamos el fuego como una pirámide de cuatro caras, combustible, comburente, calor y reacción en cadena. Si no existe una de esas caras, la pirámide, el fuego, tampoco existe.

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Vamos a conocer con más detalle cada uno de los componentes del tetraedro del fuego:

Combustible

Es toda sustancia capaz de combinarse con el oxígeno para dar lugar a la reacción de combustión. Gran parte de los materiales que encuentres a tú alrededor, papel, cartón, madera, plástico, ciertos líquidos inflamables, etc., son combustibles.

Para distinguir ciertos combustibles extremadamente peligrosos, debes conocer los pictogramas con los cuales se identifican en su etiqueta:

El primero hace referencia a un producto extremadamente inflamable; se trata de productos que pueden arder aunque estén a temperaturas por debajo de 0 ºC. El segundo lo encontrarás en los productos fácilmente inflamables; los gases y vapores de estos productos arden con facilidad, aún a temperaturas por debajo de 21 ºC.

Comburente

Se entiende como comburente a la mezcla de gases en la cual el oxígeno está en proporción suficiente para que se inicie y se desarrolle la combustión. El comburente más habitual es el aire que respiras, que contiene aproximadamente un 21 % en volumen de oxígeno. Aun así, debes saber que existen otros productos diferentes que pueden actuar de comburentes, avivando y/o prolongando la combustión, y que incluso pueden facilitar una reacción de combustión en ausencia de oxígeno.

El pictograma de un producto comburente es el siguiente:

F+ F

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Calor o energía de activación

Es la energía en forma de calor mínima que necesita el combustible para que se inicie la reacción de combustión. Este calor es aportado por lo que llamamos foco de ignición, que puede ser una llama, una chispa, una superficie a alta temperatura, etc.

Reacción en cadena

En toda reacción química se obtienen unos productos como resultado de la combinación de dos o más componentes. El proceso por el cual progresa esta reacción en cadena en el seno del combustible es lo que llamamos “reacción en cadena”.

2. ¿Cómo se propaga un fuego?

Hemos visto que un fuego es una reacción exotérmica, que genera calor. Este calor generado es el principal causante de la propagación del fuego, propagación que se lleva a cabo de tres modos distintos: por conducción, por convección y por radiación. Veamos lo que cada uno de estos tres términos significa:

Conducción:

La transmisión del calor por conducción entre dos combustibles se produce cuando uno de ellos que se encuentra a una determinada temperatura entra en contacto directo con otro a temperatura menor, de modo que este último “gana” temperatura, haciendo posible que pueda llegar a arder.

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Convección:

Es en sí el desplazamiento del aire caliente: el fuego calienta el aire, alcanzando temperaturas muy elevadas, este se desplaza verticalmente, por la diferencia de densidad con el aire frío, sirviendo de foco de ignición de otros combustibles que encuentre en las cercanías.

Radiación:

El fenómeno físico de la radiación consiste en el hecho de que cualquier material por efecto de la temperatura a la que se encuentra emite calor, irradiándolo a su alrededor. Pensemos que es el mecanismo por el cual llega a nosotros el calor del sol. Cuanto mayor sea la temperatura, mayor será el calor irradiado. En un incendio este modo de propagación del calor puede provocar el aumento de la temperatura de combustibles próximos al mismo, pudiendo dar lugar, incluso sin el concurso de los otros dos fenómenos, a la ignición de esos materiales combustibles.

3. ¿Son todos los fuegos iguales?

Debes saber que existen distintos tipos de fuegos en función del tipo de combustible que los produce, ya que en función de este las características del fuego y las actuaciones a realizar para su control pueden ser muy diferentes.

Puesto que podemos encontrar combustibles en los diferentes estados físicos (sólido, líquido, gas) se establece la siguiente clasificación, atendiendo al combustible:

Combustibles de clase A

Sólidos. Por extensión, los fuegos que se alimentan de un combustible sólido, tales como la madera, el papel, la tela o los plásticos, se denominan fuegos de clase A.

La principal característica de los combustibles de clase A es que producen brasas. Comúnmente es necesaria una temperatura elevada para que se inicie la combustión, por lo que resulta bastante sencillo extinguir las llamas, no así las brasas producidas.

Combustibles de clase B

Líquidos y sólidos grasos. Los fuegos de clase B son aquellos producidos por combustibles líquidos, tales como la gasolina, el gasoil, el alcohol, etc., o bien por sólidos que funden a temperatura muy baja, sólidos grasos, tales como las ceras o las parafinas, etc. En los fuegos de clase B, la reacción de combustión se produce en la superficie del líquido, siendo un fenómeno muy rápido, una vez el líquido se ha llevado a su temperatura de inflamación.

Los líquidos se dividen en inflamables y combustibles: los inflamables precisan de una temperatura inferior a 38 ºC para arder (a esta temperatura es a la que denominamos temperatura de inflamación) y son más difíciles de apagar que los combustibles, cuya temperatura de inflamación es superior a los 38 ºC.

Hay que tener especial precaución en la extinción de fuegos de clase B puesto que deben evitarse las salpicaduras del combustible para, de ese modo, evitar la propagación del incendio a zonas no afectadas.

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Combustibles de clase C

Gases. En los fuegos de clase C el combustible es un gas, como el butano, el propano o acetileno.

Combustibles de clase D

Metales. El combustible es un metal comúnmente pulverizado, como el magnesio, el potasio, el sodio o el polvo de aluminio. Se precisa de una elevada temperatura para que ardan y durante la reacción producen suficiente oxígeno como para mantenerla, pudiéndose llegar a una autoalimentación del fuego aún en ausencia de oxígeno. Además, pueden reaccionar violentamente con el agua u otros productos químicos. Por todo ello deben tomarse precauciones especiales tanto para la prevención como para la protección ante incendios.

Combustibles de clase E

Bajo esta categoría se incluyen todos los fuegos, independientemente del tipo de combustible implicado, en presencia de tensión eléctrica, que son aquellos producidos en instalaciones eléctricas, debidos a cortocircuitos o sobrecargas.

Como principal característica diferenciadora con respecto a otras clases de fuego es que siempre que sea posible antes de intervenir en la extinción de esta clase de incendios se deberá cortar el suministro eléctrico y no utilizar nunca el agua como agente extintor.

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4. ¿Contra qué luchamos en un incendio?

A veces contra nosotros mismos. Ante un incendio son comunes las reacciones de pánico o, sin llegar a esos extremos, comportamientos inadecuados derivados de la desorientación que puede provocar los efectos físicos del fuego, o nuestro desconocimiento de las actuaciones a realizar.

En un incendio podemos estar expuestos a diferentes fenómenos no deseados, tales como elevadas temperaturas, humo, o gases de combustión altamente tóxicos.

Elevadas temperaturas

Las llamas pueden ser lo más evidente en un incendio. En general asociamos incendio a llamas incontroladas. Sus elevadas temperaturas, habitualmente entre 500 ºC y 1000 ºC, no solo provocan efectos irreparables sobre las personas y los bienes, sino que elevan la temperatura del aire haciéndolo irrespirable.

Humo y gases de combustión

El humo es en sí una masa de aire caliente con partículas, provenientes de la combustión, en suspensión. Además de impedirnos la visión, su inhalación puede quemarnos las vías respiratorias, pudiendo además ser altamente tóxico si viene acompañado de determinados gases de combustión. Estos gases tóxicos se producen como productos o subproductos del proceso de combustión del combustible, pudiéndonos encontrar fácilmente ante la presencia de monóxido de carbono, ácido cianhídrico, óxido nitroso, amoníaco, etc.

Nos produce confusión, (no vemos, no nos orientamos, nos produce pánico, etc.) asfixia, (inhalamos aire con menor contenido de oxígeno y con gases tóxicos) y pérdida de consciencia, quedando finalmente a merced del incendio. Además hay que contar con su fácil y rápida difusión: invade rápidamente todos los espacios y ello se ve favorecido por los huecos de escaleras y ascensores, que provocan el mismo efecto que una chimenea.

La inhalación del humo y de los gases de combustión es la causa principal de las lesiones personales y muertes de los trabajadores afectados en un incendio.

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5. ¿Cómo apagar un fuego?

Ya has visto que el fuego se produce a partir de cuatro componentes que formaban el tetraedro del fuego; por ello, es fácil pensar que actuando sobre alguno de estos componentes y eliminándolo podremos extinguir un fuego: esto es, si conseguimos eliminar una de las caras del tetraedro, el fuego dejará de existir. Vamos a verlo con más detalle:

Eliminación

Actuamos sobre el combustible, eliminándolo o retirándolo. Esto se puede conseguir cortando la alimentación de combustible en el caso de fugas de líquidos y gases.

Enfriamiento

Actuamos sobre el calor, enfriando el combustible, disminuyendo su temperatura por debajo de la temperatura a la cual puede arder (temperatura de ignición).

Sofocación

Actuamos sobre el comburente, separando el oxígeno del combustible, o disminuyendo la presencia de este en el aire.

Inhibición

Actuamos sobre la reacción en cadena: pensemos en que si impedimos que la reacción en cadena progrese, por ejemplo mediante el aporte de algún agente químico que provoque esa situación, conseguiremos detener la reacción de combustión.

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6. Agentes extintores

Como has visto, las actuaciones para extinguir un incendio pasan en ocasiones por el aporte de un agente que provoca la rotura del “tetraedro del fuego”, un agente extintor.

Existen varios productos que puedes utilizar en la lucha contra el fuego, a los cuales denominamos agentes extintores. Los más habituales son:

y Agua.

y Espuma física.

y Polvos químicos secos.

y Anhídrido carbónico.

y Halones.

Sepamos un poco más de cada uno de ellos.

Agua

El agua es un agente extintor natural, abundante y barato. Ante un incendio, actúa por enfriamiento, principalmente.

Es adecuada para la extinción de fuegos de clase A, de clase B, (siempre que se utilice en forma pulverizada) y para la refrigeración de instalaciones y edificios. No debes utilizar este agente extintor en fuegos eléctricos, clase E.

Espuma física

Mezclando adecuadamente agua, una pequeña cantidad de un agente espumógeno (producto capaz de formar espuma) y aire, se obtiene un buen agente extintor.

Son muy adecuadas para atacar fuegos de clase B, es decir los fuegos en los que el combustible es un líquido; la espuma se expansiona alcanzando grandes superficies y comportándose como un buen agente extintor por separación entre el combustible y el comburente puesto que se convierte en una barrera (sofocación) de separación de ambos. También actúa por enfriamiento.

Polvo

Este agente extintor es un compuesto químico que se presenta de manera pulverizada pudiéndose proyectar sobre el combustible, actúa inhibiendo la reacción en cadena de la combustión, teniendo además un efecto de sofocación. Existen dos clases de polvo: el polvo BC o polvo químico y el polvo ABC, también llamado polvo polivalente. Los primeros son adecuados para fuegos cuyo combustible sea líquido o gas (clases B y C). Los segundos, tanto para fuegos de sólidos, líquidos o gases, (clases A,

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B y C) teniendo, además la ventaja de que sofocan las brasas que pueden permanecer tras un incendio de un combustible sólido.

No son tóxicos ni conducen la electricidad a tensiones inferiores a 1.000 V, pero debes tener en cuenta que es un agente extintor “sucio”, por lo que puede no ser el más adecuado ante una instalación delicada.

Anhídrido carbónico

También conocido como dióxido de carbono (CO2), o nieve carbónica, como agente extintor se presenta en forma de gas a presión, actuando básicamente por sofocación y enfriamiento del combustible.

Este agente extintor es muy adecuado para atacar fuegos de origen eléctrico (fuegos de clase E) puesto que el CO2 no es conductor de la electricidad, de modo que no debes temer a una posible electrocución.

Aún así debes saber que el CO2 se encuentra bajo presión, y que al proyectarlo sobre el combustible, sale al exterior del recipiente que lo contiene, habitualmente un extintor, perdiendo presión y temperatura, depositándose sobre objetos en forma de “pequeñas partículas de hielo”. Puedes observar que la boquilla del extintor queda cubierta de escarcha. Por eso los extintores de CO2 disponen de unos mangos en las lanzas o boquillas de plástico, para que no tengas que tomar contacto con el punto de salida del agente extintor, pues en caso contrario podrías sufrir una quemadura por baja temperatura. Del mismo modo, no debes disparar sobre otras personas puesto que podrías lesionarlas.

Así mismo debes saber que el CO2 desplaza al oxígeno del aire, al ser más pesado que este, produciendo la sofocación del combustible. Pero por esa misma razón, en un espacio pequeño y cerrado, al disparar un extintor de esta clase existe riesgo de asfixia por falta de oxígeno. Así pues, toma precauciones y no uses este agente extintor si el recinto no es de dimensiones adecuadas, no está ventilado y además debes permanecer en él.

Halones

Aunque su uso como agente extintor, excepto en determinados casos, quedó prohibida a finales de 2003, (como medida preventiva dado el negativo efecto que los halones tienen sobre la capa de ozono) todavía pueden utilizarse los extintores de halón para “usos críticos”, ciertos riesgos específicos en ámbitos determinados: policía, buques de carga, sector petroquímico, sector nuclear, etc. Es muy adecuado para casi todo tipo de fuegos, especialmente los de origen eléctrico, como en el caso anterior, siendo su toxicidad, a las concentraciones usadas, muy baja o nula.

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7. Equipos de extinción

Los agentes extintores necesitan de algún equipo para poder ser aplicados en la extinción de un incendio y principalmente, tú, como miembro de un equipo de intervención en tu centro de trabajo, podrás tener a mano extintores, bocas de incendio equipadas o hidrantes. Sepamos qué son y como deben utilizarse.

Extintores

Los extintores son recipientes a presión que permiten proyectar y dirigir el agente extintor que contienen en su interior para atacar un incendio. Pueden clasificarse de diferentes modos, atendiendo a diferentes características:

y Por su agente extintor: polvo químico, nieve carbónica o CO2, agua, espuma física, halón, etc.

y Por su capacidad: portátiles, si el peso de su contenido es igual o menos de 0 kg, y móviles o de carro, cuando la capacidad es mayor de 20 kg.

y Por su sistema de impulsión: de presión incorporada, si el agente extintor está dentro del recipiente sometido a presión, o de presión adosada, si el agente extintor no está presurizado en el interior del extintor, pero incorporado a este existe un pequeño botellín de gas impulsor que presuriza en el momento de ser utilizado.

Los extintores son equipos comunes en cualquier centro de trabajo, local comercial, de pública concurrencia, etc.

Pero aunque sean elementos habituales en cualquier dependencia, en ocasiones desconocemos si ese extintor es adecuado o no para el tipo de intervención ante la que podemos un día encontrarnos, es decir, para el tipo de fuego que podemos necesitar extinguir.

Mira la información que puedes encontrar en su etiqueta. Encontrarás lo que se conoce como eficacia del extintor. Son parejas de un número y una letra, por ejemplo, 21 A, 34 B, 89 B, etc. Hacen referencia a la clase de hogar tipo de capacidad del extintor (el número), y la clase de combustible para el que es adecuado (la letra). Lo primero responde a una codificación conforme a una determinada norma sobre la capacidad de extinción del extintor (en función de su volumen y del tipo de agente extintor). La letra indica la clase de combustible a la que se refiere en cada caso. Para combustibles de clase C, D y E, verás únicamente la letra, (probablemente con un pictograma alusivo). Mira las indicaciones sobre si es adecuado o no para ese tipo de combustibles.

Hay unas sencillas operaciones de mantenimiento de estos equipos que tú mismo puedes hacer: comprobar su accesibilidad, señalización, y correcto estado del precinto y de la recarga (comprueba las indicaciones de la empresa de mantenimiento sobre plazos de las operaciones a realizar y verifica su realización), e informa de las posibles deficiencias a quien sea responsable de estos aspectos en tu empresa.

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Bocas de incendio equipadas

Las bocas de incendio equipadas son mangueras conectadas a una red de agua contra incendios, que suelen utilizarse para fuegos de mayor importancia (siempre que se trate de una clase de fuego para el cuál el agua es un buen agente extintor), y normalmente, cuando con los extintores no somos capaces de sofocarlo. Comúnmente las denominamos BIES y seguro que las has visto en numerosas ocasiones, en tu centro de trabajo, en locales comerciales de gran superficie, cines, hospitales, etc.

Si lo observas verás que normalmente disponen de los siguientes elementos:

y Manguera: que puede tener un diámetro de 25 mm o bien de 45 mm. En el primer caso, la manguera es semirígida y en las BIES de 45 mm es blanda. Su longitud habitual es de 20 metros.

y Lanza: es la parte que se acopla al extremo de la manguera y por donde proyectaremos y dirigiremos el chorro. Generalmente tiene posibilidad de aplicar agua a chorro o bien pulverizada.

y Devanadera o soporte sobre el que se enrolla la manguera.

y Manómetro para poder comprobar en todo momento la presión del agua en la red a la que se conecta la BIE.

El alcance del chorro de agua que puede proyectar una BIE es aproximadamente de 5 metros, en función de la presión del agua.

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Hidrantes

Los habrás visto multitud de veces en las aceras de las calles, (hidrantes de columna), aunque también pueden estar soterrados (hidrantes de arqueta), y es posible que en el recinto o parcela de tu empresa exista alguno. Un hidrante no es más que una toma de agua conectada a una red de agua contra incendios que dispone de dos o tres conexiones para acoplar mangueras.

Dichas conexiones son de una forma y tamaño específicos: en nuestro país la conexión es siempre mediante el llamado racor “Barcelona”, pudiéndose encontrarlas de 45, 70 y hasta 100 mm de diámetro. Para poder ser utilizados para la lucha contra el fuego, debéis disponer de mangueras con racor del mismo tipo y anchura que los del hidrante y lanzas que puedan también ser acopladas a las mangueras.

8. Pero, ¿Cómo se utilizan los equipos de extinción?

Si eres tú quien descubre un incendio, no intentes apagarlo sin antes dar aviso de alerta y a continuación tomar las oportunas medidas para protegerte y no correr riesgos. Por ello, ten en cuenta la palabra clave “PAS”:

Proteger, Avisar, Socorrer

Intervención con extintores

Los extintores son eficaces y fáciles de usar, solo debes seguir las siguientes instrucciones básicas:

y Comprueba que el extintor es adecuado.

y Descuélgalo.

y Aproxímate con precaución, dejando una distancia de seguridad entre tú y el fuego.

y Rodilla en tierra, retira el pasador. Ojo: si no está precintado nadie nos asegura que se encuentra en óptimas condiciones de uso y totalmente cargado.

y Efectúa un corto disparo de prueba y acércate a continuación a una distancia de las llamas de unos 2 metros como máximo.

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y Si el fuego se produce en el exterior, ten presente que debes situarte con el viento a tus espaldas.

y Dirige el chorro hacia la base de las llamas y efectúa un barrido por toda la superficie que abarca el fuego, a modo de zigzag. Siempre a la base de las llamas.

y Una vez controlado el incendio, asegúrate de que las posibles brasas están completamente apagadas.

A ser posible, intenta formar equipo con un mínimo de dos personas. En el caso de que esto no sea posible, y debas atacar el fuego tú solo, debes tener en cuenta lo siguiente:

y Acumula al menos dos extintores antes empezar a actuar, si las dimensiones del fuego así lo aconsejan.

y En el caso de fuego en interiores, evita que las salidas queden bloqueadas.

y Si la radiación emitida por el fuego es muy intensa, provocándote un calor abrasador, utiliza el agente extintor para formar una pantalla contra dicha radiación.

Si el fuego alcanza dimensiones importantes no intentes afrontarlo tú solo: actúa siempre formando equipo con un mínimo de 2 o 3 personas o bien espera la llegada de los miembros de los equipos de bomberos.

Intervención con bocas de incendio equipadas o hidrantes

Actuarás con ellas cuando con el ataque con extintores no consigas tu propósito, o bien si, desde un principio consideras que la magnitud del fuego así lo requiere.

Para poder utilizar las BIES en un incendio, es recomendable un entrenamiento previo en las de 25 mm, y, más que recomendable para utilizar las de 45 mm. Estas no son fáciles de usar, debido a la fuerza que se requiere para poder asirlas correctamente y no dejarse llevar por la presión de la carga de agua. Además, estás extinguiendo un incendio, no es el momento para más nuevas experiencias.

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Es fundamental que conozcas las técnicas más usuales para un correcto ataque del fuego mediante BIES y, por supuesto, que llegues a dominarlas con un adecuado entrenamiento:

y En primer lugar debe desplegarse la manguera de su devanadera o soporte. Si la BIE es de 25 mm no es necesario desplegarla en su totalidad si la proximidad de esta al fuego no lo hace necesario; en cambio, en caso de usar una BIE de 45 mm hay que tener en cuenta que si no se ha desplegado por completo y correctamente, sin dobleces, el agua no circulará por ella, o lo hará con dificultad.

y Debes conocer perfectamente todas las posibilidades de la lanza y su accionamiento: el agua a chorro tiene un gran alcance y fuerza; por ello produce en la persona que la dirige una fuerza de reacción igual que la del chorro, pero de sentido opuesto. A cortas distancias penetra muy bien, pero también tiene un alto poder destructivo. Ten en cuenta que proyectar agua a presión sobre otra persona puede ocasionarle graves lesiones. Si el combustible que arde es un líquido (fuego de clase B) nunca dirijas el agua en forma de chorro, si no pulverizada.

y El agua pulverizada no causa graves daños y enfría más rápidamente. La pantalla de agua pulverizada te protegerá del efecto del calor y del humo.

y La posición correcta para sujetar la lanza y evitar que, debido a la fuerza de reacción del agua se pierda el equilibrio, es la siguiente: con una mano (la derecha, preferiblemente) se sujeta por el extremo que la une a la manguera; con la otra mano se sujeta por encima de la rueda de control del chorro. Los pies deben formar un ángulo aproximado de 45º entre sí.

y Si la manguera de la BIE es de 45 mm, siempre actuaréis dos personas simultáneamente: uno controlando la lanza y el otro, situado por detrás de él a una distancia aproximada de un metro, sujetará firmemente la manguera al primero.

Las anteriores recomendaciones son válidas para la utilización de un hidrante. Además, es posible concretar más de una manguera en serie, si disponéis de bifurcaciones y desde un solo hidrante podréis conectar dos mangueras para atacar simultáneamente. Antes de su conexión, las mangueras deben desplegarse correctamente, hacia un lugar que no estorbe y procurando que, si se han de extender más de una, no se líen entre sí.

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9. Recuerda: es mejor prevenir…

La mayoría de los incendios se producen por causas evitables: sobrecargas en instalaciones eléctricas, cigarrillos mal apagados, electricidad estática, chispas producidas en trabajos de soldadura, etc. La prevención es el arma más eficaz contra los incendios. Por ello es muy importante que sigas unas normas que no por sencillas son menos eficaces. Haz todo aquello que esté en tu mano:

y Evita el uso de ladrones para conectar varios aparatos a una misma toma de corriente; en todo caso, utiliza bases de enchufe múltiples: no manipules la instalación eléctrica si no estás autorizado.

y No fumes en aquellas zonas en las que existan materiales combustibles o inflamables, especialmente en almacenes, evitando, al mismo tiempo, encender llamas. Utiliza las áreas destinadas a fumadores. Asegúrate que la colilla de tu cigarro ha quedado completamente apagada antes de deshacerte de ella.

y Si tú o algún compañero debéis utilizar equipos de soldadura, seguid los procedimientos de seguridad establecidos.

y Revisa las ventilaciones de los equipos eléctricos y máquinas: estas deberán estar completamente despejadas.

y Procura que cualquier foco de calor esté suficientemente alejado de materiales combustibles.

y El orden y la limpieza son medidas fundamentales para la prevención de incendios: cualquier derrame de producto combustible o inflamable debe ser recogido de inmediato.

y Colabora para que los equipos de extinción estén en correcto estado de uso.

Por último, debes saber que tu centro de trabajo cuenta con un plan de emergencia, que recoge, específicamente para el mismo, las medidas a realizar en el ámbito de la prevención y extinción de incendios, así como las actuaciones a llevar a cabo ante una posible evacuación de tu departamento o centro de trabajo. Conoce las consignas que son de aplicación en tu caso. Colabora en que tu puesto de trabajo sea seguro.