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Universidad de Belgrano 07/07/10 Revista Newsweek

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Universidad de Belgrano 07/07/10 Revista Newsweek
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Por ESTEBAN REY

FOTO: AFP

NOTA DE TAPA

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POR QUÉNO DEBE

CONFIAR ENEXPERTOS

De las finanzas y la política al deporte, la ciencia y la medicina, la palabra de los “especialistas” suele terminar defraudando. Ahora, un libro explica por qué.

Si el problema fuera que los “expertos”fallan en sus pálpitos deportivos, no dejaríade ser un inconveniente menor. Pero indi-cios recientes muestran que el fenómenoestá más extendido. Veamos si no el llama-do efecto “palo de hockey”: un gráfico que,se suponía, iba a explicar al mundo el es-trepitoso ascenso de la temperatura del pla-neta desde el siglo XX.

El efecto es una medición concebida porMichael Mann, uno de los expertos en cli-matología más respetados del planeta.Mann trabajó para la Academia Nacionalde Ciencias de EE. UU. y escribió un capí-tulo decisivo para el Panel Interguberna-mental de Cambio Climático, el órgano dela ONU que realiza evaluaciones científicassobre la magnitud del impacto ambiental.El gráfico era una demostración certera decómo las emisiones de gases “de invernade-ro” emitidos por el hombre provocaban unescalamiento atropellado de la temperaturadel planeta. Sin embargo, el correo de

Mann fue hackeado y un puñado de e-mails salieron a la luz en los que, se suge-ría, había ocultado datos que contradecíansus hipótesis. Allí, por ejemplo, en marzode 2004, el profesor Phil Jones, director dela Unidad de Investigación Climática deEE. UU., le contaba cómo había “bochado”investigaciones donde se ponía en duda va-liosos datos que recogían el cambio de tem-peratura en Siberia, uno de los pilares delfamoso “palo de hockey” de Mann. “Si(después de esto) sale a luz alguno de esosartículos —lo tranquilizaba Jones en un co-rreo—, estaría muy sorprendido”. La Uni-versidad de Pensilvania inició unainvestigación interna a Mann de cuatromeses sacando trapitos al sol, pero hastaahora no le pudieron probar nada. Más alládel final abierto, el juicio a Mann, junto conla forma en que Naciones Unidas obtienesu información para describir el destino cli-mático del mundo, despertó otro escánda-lo: 14 investigadores de células madre

El sueco sven-göran eriks-son participó como DT en losúltimos tres Mundiales: de In-glaterra en 2002 y 2006, y deCosta de Marfil en 2010. Sin

embargo, a la hora de los pronósticos no es-tuvo muy afinado. En marzo anticipó queEspaña, Brasil y Portugal estarían almismo nivel (aunque el primero ya seubicó entre los mejores cuatro, los otrosdos quedaron eliminados en distintasfases), y también predijo la consagraciónestelar de Cristiano Ronaldo, que final-mente tuvo un desempeño opaco. ParaFranz Beckenbauer, campeón alemáncomo jugador y técnico, el gran favoritoera… Inglaterra, borrado por Alemania unasemana antes que la Argentina. JuanRomán Riquelme, en tanto, vaticinó con-fiado: “Brasil o la Argentina ganarán laCopa del Mundo. No sale de estos dos su-damericanos”. Y ambos terminamos her-manados en el infortunio precoz.

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porcentaje, sólo 20 llegan a difundirse enpúblico. Un sondeo entre médicos demos-tró que casi un tercio de los encuestadosreconocía haber cometido, al menos unavez, una falta en sus investigaciones en losúltimos tres años. Pero, en fin, éste no esun planeta que aprenda de sus aciertos.De los errores, a veces, surgen los anti-cuerpos indicados.

La Argentina no sería ajena a este esce-nario. “Ninguna ciencia social es capaz dedar pronósticos exactos”, se ataja ArtemioLópez, titular de la Consultora Equis. “Lasproyecciones tienen poco sustento. La rea-lidad es dinámica y el comportamiento dela gente, imprevisible. La incertidumbre note la quita nadie. Pero los consultores tie-nen que sacarse la careta. Las encuestasson recursos de instalación de candidatos.

No hay encuestador objetivo. Todos res-ponden a alguien que los contrata para eltrabajo. El encuestador que acierta es elque está pago por el candidato que gana.Suena duro, pero es la realidad”.

“El método estadístico no es predictivo”,se suma Manuel Mora y Araujo, cabeza dela consultora que lleva su nombre. Según elsociólogo, como los políticos y los mediosdemandan pronósticos, los hacen. Pero—dice— esta medición requiere un sistemamuy complejo. E incluso el Servicio Meteo-rológico, que usa parámetros mucho másexactos, a veces no acierta. “Además, exis-

ten asesores políticos que se guían por ins-tinto, y es cierto también que las encuesta-doras somos víctimas del apresuramiento”,agrega Mora y Araujo. “Pero son las reglasdel juego: las elecciones tienen fecha. Hayque actuar con urgencia. En esto, nadietiene la varita mágica”.

Mario Lozano, virólogo y vicerrectorde la Universidad Nacional de Quilmes,apunta que los científicos y los médicosno suelen hablar de certezas sino de proba-bilidades. “Pero como muchas veces debe-mos tomar decisiones, si la información nocuenta con una sensación de certeza pareceque tiembla toda nuestra concepción occi-dental”, explica el autor de “Ahí viene laplaga”. “Además, suelen aparecer oportu-nistas, especialistas o no, que opinan conobjetivos diferentes al de informar a la po-

blación. No hace falta viajar mucho en eltiempo y el espacio para recordar al su-puesto especialista Ariel Umpiérrez [uneconomista que lideraba la ignota ONG“Médicos Sin Bandera”], que sin mostrardatos consistentes aseguraba que la cifra deafectados por la gripe H1N1 en 2009 erasuperior a la que se pretendía, sumando te-rror que beneficiaba a los laboratorios.Apareció en todos los medios y los diputa-dos lo citaron como fuente para generar pe-didos de informes al Ejecutivo”.

En el mundo de los CEO y las empresas,los errores de los expertos se pagan caro. Yen ese rubro, son los que menos recomien-dan arriesgarse. “Los expertos se equivocanporque piensan con miedo y toman deci-siones basadas en las consecuencias perso-nales que pueden generarse por unaelección poco convencional”, explica HugoBrunetta, presidente de la Asociación Ar-gentina de Customer Relationship Mana-gement, y director del posgrado de laespecialidad en la Universidad de Belgra-

firmaron una solicitada para denunciar queeran víctimas de robo de información odaban de baja sus trabajos porque dañabanintereses de colegas.

El mundo empezó a sospechar que nosólo las denuncias ponían en jaque a la co-munidad de meteorólogos y científicos,sino que, además, quitaban el halo de san-tidad a gurúes de las finanzas, asesores po-líticos, referentes de la espiritualidad ymédicos de renombre mundial. Profesiona-les que sólo eran cuestionados por suspares, en secreto y puertas adentro, son díaa día sometidos a la exposición en su máscruel realidad: la duda y el descrédito.

David Freedman acaba de publicar enEstados Unidos un libro fulminante, cuyotítulo lo dice todo: “Equivocados. Por quélos expertos nos siguen defraudando”. Fre-

edman, un periodista que publicó en TheNew York Times y Scientific American, laemprende contra todos: desde DeepakChopra, el médico gurú de las ciencias al-ternativas, hasta el CEO estrella del show-business Donald Trump. “Diversasencuestas revelan que el fraude, la ambi-ción, la desmesura, la supresión de infor-mación, los análisis de baja calidad, lapolítica, la falta de rigor científico, y mu-chos otros serios defectos aparecen hastaen los más respetados investigadores e ins-tituciones”, advierte Freedman en su libro.

No importa a dónde uno gire la cabeza yponga la lupa. Siempre verá que los exper-tos fallan todo el tiempo. En EE. UU., ungrupo de economistas se tomó el trabajo deleer los pronósticos de sus colegas y, alar-mado, comprobó que casi el 100 por cientode los vaticinios publicados en medios eco-nómicos no dio en el blanco.

Cada año, según estimaciones conser-vadoras, se levantan 1.500 casos de fraudecientífico sólo en Estados Unidos. De ese

NOTA DE TAPA

LOS EXPERTOSESTÁN EN CRISISAÚN ANTES DECONVERTIRSE ENEXPERTOS.

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IMPONDERABLES: Resultados deportivos inesperados (como el triunfo de Holanda sobre Brasil) y fluctuaciones de los mercados, desafío para “sabios”.

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dil o rofecoxib son algunos de ellos”, re-cuerda el cardiólogo y director médico deIntramed, Daniel Flichtentrei. “Pero fueronlos sistemas de vigilancia que los mismosinvestigadores organizaron los que permi-tieron detectarlos. Fue con más, y no conmenos ciencia, que estos errores fuerondescubiertos y sus causas suprimidas.Desde hace décadas el estudio del error enmedicina se convirtió en una disciplina encrecimiento”.

Los expertos están en crisis aún antes deconvertirse en expertos. Un investigadorgriego llamado John Ioannidis, de la Uni-versidad de Harvard, denunció que buenaparte de lo que aprenden los médicos en lasuniversidades es material caduco. A la cri-sis de educación se le suma una crisis ética.

Matías Alinovi es un físico argentino,

autor de la “Historia universal de la infamiacientífica”, donde recoge los casos más re-nombrados de fraudes. Cree que la carrerainfinita de los expertos por especializarseen algo les hace perder el cuadro completoe incurrir en el error. “Florentino Ameghi-no fue en vida quien más supo sobre mamí-feros fósiles en nuestro país y, también, elpaleontólogo que más se equivocó”, recuer-da Alinovi. “Entendió que todas las paleon-tologías nacionales se habían dedicado aprobar lo mismo, una superioridad nacio-nal aceptada de antemano, y se propuso de-mostrar que el hombre era argentino.Agitado por esa tarea de especialista, incu-rrió en el error. La especialidad puede alen-tar una misión, que a su vez puedecegarnos. Hace años que se advierte unaexcesiva especialización científica. En

algún momento, todos sabrán mucho sobrenada, y nadie conocerá algo de todo. En esasituación no podrá determinarse qué es im-portante y qué no”.

Pero, más allá de las especialidades,¿cómo detectar a un experto fiable y dife-renciarlo de otro al que uno no le consul-taría ni si debe o no salir con paraguas?“El verdadero experto está dispuesto adiscutir, aceptar el debate y demostrar conargumentos sólidos la validez de sus con-clusiones”, compara Pablo Canziani, espe-cialista en cambio climático de la UCA.“Seguramente el verdadero experto diráque las investigaciones aún continúan yque a medida que se logre nuevos resulta-dos se incrementará la certeza de sus con-clusiones, que jamás llegará a ser del 100por ciento, dadas las imperfecciones delconocimiento”.

Diego Golombek, investigador del CO-NICET, divulgador y autor del libro detrastienda científica “Demoliendo papers”,señala que “hoy no sólo aparecen los cientí-

no. Brunetta recuerda que Starbucks pasóde impedir la interacción con la empresa enInternet a permitir a los clientes desarrollarnuevos productos. Al principio les parecióseguro no tener interacciones, pero al darsecuenta de que el mundo se dirigía en otradirección, viraron su estrategia. “En el ma-nagement los expertos no deben actuarcomo amigos que consuelan a otros en unmal momento, sino a lo largo de todo elproyecto, involucrados personalmente yconociendo los resultados a los cuales sequiere llegar”, concluye Brunetta.

A veces, dicen los que saben —que,como ahora imagina, no saben tanto—, nosólo es el miedo al cambio lo que confundelos pronósticos. Si hay algo que nubla la vi-sión de los expertos es confundir empleocon misión científica. “En toda publicación

médica existen conflictos de intereses”, se-ñala Alberto Agrest, con 65 años como mé-dico clínico. “Estos medios serían inviablessin los aportes de las empresas. Ahora bien,los conflictos de intereses pueden afectar laveracidad y validez de los datos, pero sobretodo las implicancias sobre la aplicación yla utilidad de las conclusiones. La eviden-cia, y sobre todo los contextos e importan-cia que deben nutrir las decisiones,normalmente no son tomados en cuenta”.

En Estados Unidos, dos tercios de losresultados publicados sobre drogas de en-sayo no informan el total de efectos adver-sos que aparecen en las pruebas. Por otraparte, se calculó que la misma proporciónde artículos médicos, dos tercios, terminandescartados con el tiempo.

Pero las fallas del sistema se puedensubsanar dentro del mismo sistema. “En lamedicina se produjeron muchos casos enlos que la aplicación de un tratamientotrajo consecuencias indeseables. Fármacoscomo talidomida, cerivastatina, mibefra-

FOTO: ARCHIVO 7 DE JULIO, 2010 | NEWSWEEK 2255

OMISIONES: Los científicos y médicos, como los que estudian el calentamiento global y nuevos medicamentos, a veces no dicen todo lo que saben.

ARTEMIO LÓPEZ. “Ningunaciencia social es capaz debrindar pronósticos quesean exactos”.

M. MORA Y ARAUJO.“Existen asesores políticosque se guían por instintomás que por datos”.

HUGO BRUNETTA. “Amenudo, los expertos seequivocan en sus decisionesporque piensan con miedo”.

MATÍAS ALINOVI. “La espe-cialidad puede alentar unamisión, y esa misión puedecegarnos”.

DIEGO GOLOMBEK. “Un falsoexperto habla de un modoque no se entienda, peroque suena convincente”.

OPINIONES

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NOTA DE TAPA

ficos con sus inestimables guardapolvos encuanta propaganda de yogures o ADN ve-getal ande dando vueltas, sino que última-mente en la galaxia Hollywood son guaposy hasta se quedan con la chica”. Para el ex-perto en cronobiología, hay algo en el len-guaje científico que lo vuelve convincente yhasta autoritario. Tal vez ello radique enque la expresión de las ciencias naturalesdebe ser radicalmente unívoca. Esa preci-sión, señala, requiere de un lenguaje alta-mente técnico, lo que se diría vulgarmente“hablar en difícil”. “Claro está que toda dis-ciplina tiene su retórica, su seducción y sustrucos: los datos son los datos y son (debie-ran ser) intocables, pero cómo los conte-mos, cuánto destaquemos o mencionemosal pasar es parte del entrenamiento de todoinvestigador. Más allá de este genuino re-querimiento de la ciencia, la misma técnicaes el primer paso en la constitución de unfalso experto: hablar de manera que no seentienda demasiado, pero que suene con-vincente. La ‘expertología’ aprovecha almáximo el principio de autoridad, disfrazalas verdades de dogmas y no admite dema-siadas versiones o polémicas”, indica.

Freedman, quien asegura que a los ex-pertos se les paga sólo por hacer afirmacio-nes atractivas para el gran público y no pordar pronósticos acertados, dice que hay queobservar el mundo de los expertos con des-confianza y cautela. Y, bajo ningún aspec-to, seguir las modas. “Los últimoshallazgos casi siempre son engañosos”, ad-vierte. “En cambio, busquemos datos con-sensuados que hayan sido sostenidos poraños, aun o especialmente si las conclusio-nes no son muy entusiastas... Tenemos queresistir nuestra tendencia a aceptar los con-sejos que nos gustan y en cambio meter lanariz en la desordenada e incierta realidad”.

“El problema radica en confundir exper-tos y gurúes”, diferencia Gustavo Domín-guez, vicepresidente de la AsociaciónArgentina de Marketing y director de pos-grado en la Universidad de Belgrano. “Unexperto puede aportar una opinión valiosa,profesional y lógica. Un gurú puede antici-par una situación. Como esto resulta difí-cil, el margen de error es mayor. El mejorexperto es el que sabe adaptarse, estar ac-tualizado y convivir con las contradiccio-nes del mundo en que vivimos”.

En el fútbol, cualquier fanático se sienteexperto. Pese a la inclinación favorable a laArgentina frente a Alemania en cuartos definal, un pronosticador sentenció que losgermanos saldrían vencedores. El expertose tomó su tiempo y analizó las variables.Luego, señaló su veredicto: ganaría Alema-nia. Y así sucedió. Al experto se lo conocecomo Paul. Y, desde entonces, se convirtióen el pulpo más famoso de Europa. n

TESIS

El experto funciona dentro de un para-digma, de una manera de ver y en-tender la realidad. Y el “objeto” de

estudio admite multiplicidad de miradas.Al mundo no lo mueve el dinero, sino las

ideas, y lo más poderoso que podemos desa-rrollar son nuevas ideas. Es más: todo lo quevemos es la creación de una idea. Mirá a tualrededor ahora mismo: el cuadro que ves,alguien lo inventó. Lo mismo las maderas, elvidrio o el clavo que lo sostiene. Todo es pro-ducto de una idea.

Muchas veces el “experto” ve todo el

bosque pero no el árbol. Al funcionar dentrode un esquema que conoce, estudia y mane-ja, no puede “ver” otras miradas. Por ejem-plo, años atrás la gente que trabajaba enferrocarriles no se “dio cuenta” de que es-taba en el negocio del transporte, si no hu-biese comprado otros medios detransporte. O la gente que en su momentotenía el telégrafo no se dio cuenta de queestaba en el negocio de las “comunicacio-nes”, de lo contrario hubiese comprado laspatentes del telégrafo, expandiendo así sumercado. Esa “miopía” sucede muchasveces en los “expertos”.

Por eso, buscar gente que no está ennuestro ámbito, que no conoce “mucho”,puede traernos grandes descubrimientos.Es más: muchas veces, lo mejor que pode-mos hacer es preguntar a nuestros hijospequeños cómo resolver una situación. Porsu enorme creatividad, nos pueden hacerver desde otro lugar aquello que nosotroscreemos “sin salida”. Aquí, una serie derecomendaciones para desarrollar esasnuevas ideas:

1. BUSCAR A UN PRINCIPIANTE: A veces esnecesario salir del “experto” y buscar a al-guien que no conoce absolutamente nada,para dar una idea “loca”, fuera del paradig-ma conocido, y que esa idea lleve a un nuevodescubrimiento. Dice John Maxwell que lasbuenas ideas pasan por tres fases: 1. Esaidea es una tontería. 2. No tenemos dineropara implementarla. 3. ¡Menos mal que seme ocurrió una idea tan extraordinaria!2. CUESTIONAR LOS PARADIGMAS: ¿Por quétiene que ser así? ¿Qué pasaría si lo hace-mos de otra manera? Los creativos toleranla ambigüedad, les gusta ir por caminos

nuevos, hablar con gente distinta y se ani-man a unir lo que no tiene aparentementerelación alguna. Así, por ejemplo, la unióndel timbre con el reloj creó el despertador.3. CURIOSIDAD: Cuando un niño aprende lollamamos “curioso”, cuando un adultoaprende lo llamamos “humilde”...Tener ese espíritu aventurero es descubrirnuevas realidades y darnos cuenta de quenuestra mirada no es la única “verdadera”.4. EL HUMOR: Cuando una persona mantieneel humor, activa el hemisferio derecho delcerebro, el de la relajación, y eso potencianuevas ideas. ¿A quién no lo sucedió que enun ambiente relajado, de “buena onda”,pudo ver soluciones a problemas que pare-cían no tenerlos? Hay que dejar el pensa-miento convergente para pasar aldivergente. Por ejemplo, sobre quién “des-cubrió” América hay una sola respuesta.Pero si nos preguntamos por qué Colón des-cubrió América, las respuestas son muchas.Salir de la mente enciclopedista, que colec-ciona datos, para ver desde otro lugar, abrenuestras mentes a nuevas realidades.

Por Bernardo Stamateas

“El experto ve el bosque, no el árbol”

HUMOR: Las buenas ideas surgen a veces de los que menos saben. Y en un clima distendido.

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