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Revista Mexicana de Psicología ISSN: 0185-6073 [email protected] Sociedad Mexicana de Psicología A.C. México Acuña, Laura; González García, Diana Alejandra; Bruner, Carlos A. El efecto de la presencia de un número de personas en distintas situaciones sociales Revista Mexicana de Psicología, vol. 28, núm. 1, enero, 2011, pp. 5-17 Sociedad Mexicana de Psicología A.C. Distrito Federal, México Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=243029630001 Cómo citar el artículo Número completo Más información del artículo Página de la revista en redalyc.org Sistema de Información Científica Red de Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal Proyecto académico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto

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Revista Mexicana de Psicología

ISSN: 0185-6073

[email protected]

Sociedad Mexicana de Psicología A.C.

México

Acuña, Laura; González García, Diana Alejandra; Bruner, Carlos A.

El efecto de la presencia de un número de personas en distintas situaciones sociales

Revista Mexicana de Psicología, vol. 28, núm. 1, enero, 2011, pp. 5-17

Sociedad Mexicana de Psicología A.C.

Distrito Federal, México

Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=243029630001

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Revista Mexicana de Psicología, enero 2011Volumen 28, Número 1, 5-17

El EfEcto dE la prEsEncia dE un númEro dE pErsonas En distintas situacionEs socialEs

The effecT of The number of people presenT in differenT social siTuaTions

laura acuña* diana alejandra González García carlos a. bruner

Universidad Nacional Autónoma de México

Resumen: Existe un número limitado de leyes psicológicas. La teoría del impacto social podría convertirse en una ley de poder si se demuestra que valores de una misma variable independiente afectan de forma similar distintas variables dependientes. El propósito del trabajo fue organizar los hallazgos de estudios que mostraron la validez de la teoría del impacto social en función de la magnitud de los exponentes de las funciones de poder. Se encontró que el efecto de la presencia de personas es similar sobre un número considerable de variables dependientes y que los fenómenos sociales efectivamente pueden organizarse con-forme la magnitud de los exponentes. Se concluye que diferentes fenómenos sociales son variaciones cuantitativas de la misma variable y no fenómenos cualitativamente diferentes.Palabras clave: teoría del impacto social, psicofísica clásica, psi-cofísica social, ley de poder, fenómenos sociales.

Abstract: The number of psychological laws is limited. Social impact theory could become a power law if it can be shown that the values of the same independent variable affect similarly different social dependent variables. The purpose of the study was to organize the findings of different studies that proved the validity of social impact theory according to the magnitude of the exponents of the power functions. Results showed that the effect of the presence of people is similar on a variety of different social dependent variables and that social phenomena can indeed be organized according to the magnitude of the exponents. It is concluded that different social phenomena are quantitative variations of the same independent variable and not qualitatively different.Keywords: social impact theory, classic psychophysics, social psychophysics, power law, social phenomena.

Nota de los autores: Este trabajo fue financiado por el programa de la Universidad Nacional Autónoma de México, papiit, proyecto in302307-3.* Dirigir correspondencia a: Dra. Laura Acuña, Laboratorio de Condicionamiento Operante, Facultad de Psicología, unam, Ave. Universidad 3004, Col. Copilco-Universidad, México, D. F., 04510. Correo electrónico: [email protected]. Teléfonos: Oficina: 5622-2303, Casa: 5606-2039.

La meta de la psicología es averiguar cómo ciertas con-diciones medioambientales afectan la conducta de los individuos. Las condiciones medioambientales incluyen desde luego la conducta de otras personas, dado que son una fuente de variación de la conducta de otros. Los psicólogos buscan encontrar regularidades e invarianzas, es decir la meta final de la psicología es la formulación de leyes generales sobre los principios que gobiernan la conducta (cf. Stevens, 1962). En consecuencia, una pro-porción sustancial de investigación debería dedicarse a identificar, elaborar y probar leyes psicológicas (Evans, 2002). No obstante, a pesar de múltiples investigaciones publicadas, es notable la falta de leyes conductuales ge-nerales existentes (cf. Evans, 2002). Evans reportó que de 10,000 artículos en psicología publicados entre 1900 y 1999, sólo en 0.22% se hizo referencia a alguna ley y que durante la última década de ese periodo el porcentaje

disminuyó a un 0.10%. Las leyes citadas con mayor fre-cuencia en dichos artículos fueron dos leyes psicofísicas, la de Weber y la de Stevens (cf. Stevens, 1975), y dos leyes de aprendizaje, la ley de igualación de Herrnstein (1970) y la ley del efecto de Thorndike (1911). Evans también encontró que no sólo existen relativamente pocas leyes en psicología, sino que la formulación de nuevas leyes ha disminuido con el tiempo.

Muchas de la leyes en psicología pertenecen a áreas en las que se enfatiza la medición cuantitativa y los modelos matemáticos, como es el caso de la psicofísica y del análisis experimental de la conducta, mientras que en otras áreas, como la psicología social, prácticamente no existen leyes (cf. Evans, 2002). Esto no es de extrañar, dado que para establecer una ley es necesaria la recolección sistemática de datos sobre los efectos de cómo diferentes valores de una misma variable independiente afectan sistemática-

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mente la conducta en diferentes situaciones. Los diseños experimentales que comúnmente se emplean hoy día en psicología, como por ejemplo los diseños factoriales, si bien permiten averiguar si el efecto de una o varias variables independientes sobre una dependiente es esta-dísticamente confiable, no se prestan al establecimiento de relaciones funcionales invariantes y en consecuencia al desarrollo de leyes cuantitativas (Evans, 2002). Como lo mencionó Stevens (1962), la estatura de una ciencia se mide por su uso de métodos cuantitativos o de las mate-máticas. Esto es, desde luego, porque ésta es la única forma de establecer nuevas leyes.

La formulación de una ley requiere descubrir un patrón robusto de resultados, que son replicables en diferentes contextos (cf. Evans, 2002). En consecuencia, se necesita emplear un enfoque sistemático, es decir, agrupar y orga-nizar una gran cantidad de observaciones bajo una serie de principios comunes (cf. Sidman, 1960). Como lo señaló Sidman, una forma de sistematización del conocimiento es mediante el método de las contigüidades cuantitativas, que consiste en demostrar que una serie de fenómenos aparentemente no relacionados entre sí, en realidad re-presentan parámetros de un mismo fenómeno, si tan sólo se identifican los diferentes valores de una misma variable independiente que afectan de forma similar a todos esos fenómenos.

En el área de la psicología conocida como psicofísica clásica, se logró exitosamente la integración de fenómenos psicológicos que parecían no relacionados entre sí (i.e., la sensación psicológica percibida por una persona ante estímulos ambientales diferentes como la brillantez de una luz, la frecuencia de un sonido o diferentes grados de temperatura), al emplear diferentes valores de una misma variable independiente (e.g., la magnitud de los estímulos físicos) (cf. Fantino & Reynolds, 1975; Stevens, 1962). Esto permitió la formulación de tres leyes, la de Weber, la de Fechner y la ley de poder de Stevens (ver D’amato, 1970; Stevens, 1961 y 1962, para una descripción detallada de cada una de estas leyes). Esta última resultó ser la más comprensiva y la que mejor explicó la relación entre la magnitud de la sensación psicológica y la magnitud de un estímulo físico.

En psicofísica clásica se encontró que si bien la respues-ta ante un estímulo puede variar de persona a persona, es relativamente invariante para diferentes estímulos (cf. D’amato, 1970). La meta de Stevens (1962) era sistematizar el conocimiento mediante el método de las contigüidades

cuantitativas, al contar con una tabla periódica en la que todas las modalidades de los estímulos físicos estuvieran clasificadas conforme los valores de una misma variable independiente y determinar cuáles modalidades sensoria-les provocan percepciones psicológicas similares. Stevens encontró que la relación entre la magnitud de la intensidad física y psicológica de un estímulo puede describirse con precisión mediante funciones de poder. Los exponentes de dichas funciones permiten clasificar las distintas moda-lidades sensoriales en un mismo continuo. En una función de poder, razones o proporciones iguales en la variable independiente producen razones o proporciones iguales en la variable dependiente (Shull, 1991). El exponente de la función es un parámetro de la sensibilidad de cómo la variable independiente afecta a la dependiente, es decir determina la curvatura de la función (Shull, 1991). Una función de poder incluye tanto el caso en el que la rela-ción entre las variables es lineal (i.e., exponente igual a uno), como los casos en los que la variable dependiente aumenta o disminuye más rápidamente o más lentamente que la variable independiente (i.e., exponentes mayores o menores a uno). Una ley de poder es entonces una familia de funciones.

Al emplear los exponentes de las funciones de poder para determinar la magnitud de la sensación psicológica que producen distintos estímulos físicos, Stevens (1962) no sólo mostró que los exponentes son constantes para cada modalidad sensorial, sino que mediante los valores de una variable independiente común comparó las sensaciones psicológicas producidas por estímulos físicos diferentes. Por ejemplo, mostró que la brillantez y el volumen pro-ducen una sensación que aumenta proporcionalmente de forma similar (i.e., conforme la raíz cúbica de la energía sensorial).

Si bien los estudios en psicofísica clásica se centraron en estudiar la relación entre la magnitud de diversos estímulos físicos y la magnitud de la sensación psicoló-gica percibida por una persona ante dichos estímulos, el propio Stevens (1962) señaló que sería factible relacionar matemáticamente otras variables, incluyendo las de tipo social, y clasificarlas conforme con los exponentes de las funciones de poder correspondientes. Consecuentemente, Stevens propuso que podría existir una psicofísica social si tan sólo se podía identificar y cuantificar un atributo común de un estímulo social que los individuos fueran capaces de percibir en diferentes cantidades o grados. En consecuencia, la psicofísica social sería la rama de la

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psicología que estudia las relaciones entre la magnitud de un estímulo social (e.g., presencia o acciones de un número de personas presentes en una situación social) y la magnitud de la percepción psicológica ante dicho estímulo social (cf. Davis, 1963; Latané, 1981).

A pesar de que Stevens (1962) señaló que la psicofí-sica social se refería a la cuantificación del grado de la percepción psicológica de un individuo al ser expuesto a distintos valores de un mismo estímulo social, en la práctica el término se ha utilizado de forma muy general para hacer referencia a estudios en los que no se cumple con el requisito de una verdadera psicofísica social (cf. MacLin, MacLin, Peterson, Chowdhry, & Joshi, 2009). Por ejemplo, se ha empleado para referirse a estudios en los que se han relacionado valores de una variable inde-pendiente típicamente psicofísica, como la intensidad de una luz o de un sonido, con los de alguna variable depen-diente de tipo social (i.e., el grado de la comunicación entre los miembros de una díada; e.g., Roby & Budrose, 1966). También se ha utilizado para referirse a estudios en los que únicamente se empleó alguna variedad de los métodos psicofísicos clásicos (e.g., de los límites, de los ajustes, de los estímulos constantes, de la estimación de la magnitud o los de la teoría de detección de señales; cf. D’amato, 1970; Gescheider, 1997; Stevens, 1962). Los métodos psicofísicos clásicos se han utilizado para estudiar distintas variables sociales, por ejemplo la formación de actitudes, el valor estético de la música, la estimación de la importancia de ciertas ocupaciones, la severidad de diversos crímenes (cf. Stevens, 1966), las actitudes hacia la violencia (e.g., Dercole & Davenport, 1974), la magnitud de la severidad de eventos vitales estresantes (e.g., Bruner et al., 1994; Holmes & Rahe, 1967), el clima social en un ambiente escolar (Davis, 1963); el reconocimiento de rasgos raciales en caras humanas (MacLin et al., 2009), la estimación de la propia talla corporal por personas obesas o con algún trastorno alimentario (e.g., Gardner, Martínez, & Espinoza, 1987; Gardner & Moncrieff, 1988) o la percepción del atractivo físico (Krantz, Ballard, & Scher, 1997), entre muchas otras. No obstante, dado que en estos estudios no se identificó una variable social común a distintos fenómenos también sociales, no representaron verdaderos intentos por establecer una psicofísica social comparable a la psicofísica clásica.

A diferencias de los investigadores que se limitaron a emplear una variable independiente de la psicofísica clásica o de los que únicamente utilizaron los métodos

psicofísicos clásicos para estudiar una variable social, La-tané (1981) propuso que puede existir una ley de poder, comparable a la ley de Stevens (1962), que permita relacio-nar sistemáticamente la magnitud del impacto psicológico sobre una persona que tiene la presencia de uno o varios individuos en distintas situaciones sociales. Con este fin, Latané formuló la teoría del impacto social. Latané utili-zó el término de impacto social para referirse a cualquier cambio en la conducta, sentimientos o creencias de una persona como resultado de la presencia o acciones (reales o imaginarias) de otros individuos. Con la formulación de la teoría del impacto social, Latané logró identificar y cuantificar un atributo común de un estímulo social, i.e., la presencia o acciones de un número de personas, que además impacta en diferente grado la conducta de un individuo. Una situación social, por definición, involucra la interacción entre dos o más personas. Latané sugirió que empleando distintos valores de una misma variable inde-pendiente, el número de personas presentes en cualquier situación social, sería factible sistematizar el conocimiento sobre cómo un individuo percibe que su conducta es afectada en diferentes grados por la de terceros (Latané & Nida, 1980).

Aunque desde que Latané (1981) propuso su teoría se ha realizado un número de investigaciones para averiguar cómo la presencia o las acciones de un número de personas en diferentes situaciones sociales afecta la conducta de un individuo, en ningún estudio se ha buscado relacionar los fenómenos sociales en función de los valores de los expo-nentes de poder. Esto último es necesario para demostrar que una serie de fenómenos sociales que aparentemente no están relacionados entre sí, en realidad se comportan de forma similar en función de los valores de una misma variable independiente. En consecuencia, el propósito del presente trabajo fue organizar conforme los valores de una misma variable independiente (el número de personas pre-sentes en una situación social), los hallazgos de diferentes estudios realizados con el fin de probar la validez de la teoría del impacto social, incluyendo los de los autores del presente trabajo. Esto contribuirá a la sistematización del conocimiento respecto a los postulados de la teoría del impacto social, al mostrar cómo se organizan los valores de la variable independiente (la presencia de terceros) en función de un mismo parámetro (los exponentes de las funciones de poder) para impactar la conducta de un individuo en distintas situaciones sociales. El trabajo, en consecuencia, es un primer intento por iniciar la cons-

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trucción de un tabla periódica para clasificar conforme un mismo parámetro los hallazgos de los estudios sobre una auténtica psicofísica social existentes hasta la fecha.

Psicofísica clásica y Psicofísica social

Según Latané (1981), al igual que en el caso de los estímu-los físicos, el efecto psicológico de otras personas sobre un individuo puede no ser simplemente una función lineal del número de personas presentes en la situación social, sino que cada adición tendrá un impacto decreciente. Según Stevens (1957), la magnitud de la intensidad psicológica de un estímulo (Y) será igual al producto de una constante (k) y de la magnitud de la intensidad física del estímulo (f), elevado a un poder (b); ó Y = kfb. De forma similar, Latané propuso que la magnitud del impacto psicológico de otras personas (I) es igual al producto de una constante (s) y del número de personas presentes (N), elevado a un poder (t); ó I = sNt.

Así como Stevens (1975) encontró que los exponentes de las funciones de poder son constantes para cada mo-dalidad sensorial, en psicofísica social se espera que los exponentes para distintas situaciones sociales sean constan-tes entre sí, para poder relacionar el impacto psicológico que tiene la presencia de un número de individuos en distintas situaciones sociales. Sin embargo, mientras que en psicofísica clásica se han realizado múltiples estudios, en el área de psicofísica social aún falta mucha investigación para determinar si los exponentes son constantes para una situación social dada y similares entre diversos fenómenos sociales (cf. Jackson & Latané, 1981). Sólo con base en esa evidencia se podría determinar la generalidad de la teoría del impacto social y si es factible que adquiriera el estatus de una ley de poder (cf. Latané, 1981).

Estudios sobrE Psicofísica social

En varias investigaciones se ha mostrado que la teoría del impacto social propuesta por Latané (1981) es útil para explicar la influencia de la presencia de terceros sobre la conducta de una persona en una diversidad de situaciones sociales. A continuación se describen los principales ha-llazgos de los estudios hechos respecto a cada fenómeno estudiado. Dado que conforme los postulados de la teoría del impacto social, el efecto de la presencia de un número

de personas en cualquier situación social debe describirse mediante funciones de poder, ya que el propósito del pre-sente estudio es mostrar las similitudes entre los diversos fenómenos sociales que se han estudiado en función de los exponentes de dichas funciones, en la reseña de los estudios que sigue se enfatiza la forma de la función que se ha encontrado (i.e., creciente positiva o negativamente acelerada) y la magnitud de los exponentes reportados.

Difusión de la responsabilidad para ayudar

Los estudios pioneros en psicofísica social fueron hechos por Latané y sus colaboradores para estudiar los factores que determinan la conducta altruista ante situaciones de necesidad de un tercero (Darley & Latané, 1968; Garcia, Weaver, Moskowitz, & Darley, 2002; Latané, 1981; Latané & Dabbs, 1975; Latané & Darley, 1970; Latané & Nida, 1981). En los estudios se incluyeron tanto situaciones de emergencia (e.g., prestar ayuda a alguien que está sufrien-do un ataque epiléptico) (Darley & Latané, 1968), como situaciones cotidianas que no representaban una emer-gencia (e.g., ayudar a recoger un conjunto de monedas) (Latané & Dabbs, 1975). Las variables independientes y dependientes de los estudios involucraron ya sea situa-ciones no reales (e.g., imaginar estar en un cine entre un grupo grande de personas e imaginar donar dinero para ayudar en alguna causa) (Garcia et al., 2002) o reales (e.g., estar en un elevador y ayudar realmente a recoger lápices) (Latané & Dabbs, 1975). Independientemente de si las situaciones fueron imaginarias o reales, en todos los estudios se encontró que la disposición para brindar ayuda fue una función de poder creciente negativamente acelerada del número de personas presentes (o que se creía que estaban presentes) en la situación de necesidad. Es decir, la presencia del primer espectador produjo una alta disposición para ayudar, mientras que cada espectador adicional tuvo impactos marginales decrecientes. Latané llamó a este fenómeno “difusión de la responsabilidad”, dado que cada adición de prestadores de ayuda diluye cada vez más la responsabilidad personal de cada uno de los presentes. Los exponentes reportados en estos estudios fueron de alrededor de -0.33 para las situaciones de emergencia (i.e., la propensión a ayudar disminuyó en proporción a la raíz cúbica del número de prestadores de ayuda) y de alrededor de -0.50 en situaciones que no eran de emergencia (i.e., en proporción de la raíz cuadrada del

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número de personas presentes). Por tanto, la responsabi-lidad por ayudar disminuyó más rápidamente en función del número de prestadores de ayuda en las situaciones de emergencia que en las de no emergencia.

Williams y Williams (1983) estudiaron la tendencia de una persona a solicitar ayuda en función del número de personas disponibles para prestar dicha ayuda. Su diseño sólo incluyó la presencia de uno o de tres prestadores de ayuda y midieron el tiempo que tardaron sus participan-tes en solicitar ayuda. Sus resultados mostraron que el tiempo para solicitar ayuda fue mayor cuando había tres prestadores de ayuda que cuando sólo había uno. Aun-que no ajustaron una función de poder a sus datos, dado que únicamente manipularon dos valores de la variable independiente, concluyeron que sus resultados apoyan la validez de la teoría del impacto social.

Percepción de apoyo social

Una serie de investigaciones relacionadas con el tema de la disposición de terceros para brindar ayuda fueron realizadas por Acuña y colaboradores (Acuña & Bruner, 2006, 2009; Acuña, González, & Bruner, 2008, 2010; González & Acuña, 2010). En estas investigaciones una de las variables de interés fue el número imaginario o percibido de prestadores de ayuda en situaciones de necesidad (imaginarias o reales), conocido como “apoyo social percibido”. Acuña y Bruner (2006) utilizaron la percepción de apoyo social como variable dependiente y estudiaron su relación con la ayuda real disponible en el medio ambiente social. Esta última se midió mediante una sociometría. Los resultados mostraron que la percepción de apoyo social fue una función creciente positivamente acelerada del número de nominaciones positivas en la sociometría (exponente igual a 0.52; i.e., en proporción a la raíz cuadrada) y negativamente acelerada del número de nominaciones negativas (exponente igual a -0.37; i.e., en proporción a la raíz cúbica). Así, un número pequeño de personas dispuestas a ayudar contó más para aumentar o disminuir la percepción de apoyo que un número grande, que aunque añadió o restó a dicha percepción lo hizo con una magnitud cada vez menor.

Acuña et al. (2008) y González y Acuña (2010) utili-zaron la percepción de apoyo social como variable inde-pendiente y estudiaron con personas adultas de entre 18 y 79 años el efecto de aumentos en el número percibido

de prestadores de ayuda sobre la magnitud de malestar al imaginar experimentar una serie de eventos vitales estre-santes. Acuña et al. (2008) midieron el malestar producto de imaginar experimentar eventos vitales de alto grado de estrés, mientras que González y Acuña (2010) ante su-cesos de distinto grado de severidad (i.e., alto, mediano y bajo). Independientemente de la severidad de los eventos vitales, en ambos estudios se encontró que la magnitud del malestar percibido fue una función negativamente acele-rada del número percibido de prestadores de ayuda. Los exponentes reportados en ambos estudios mostraron que el malestar disminuyó en una proporción aproximada a la raíz cúbica del número percibido de prestadores de ayuda. González y Acuña (2010) además compararon los expo-nentes de las funciones conforme el grado de severidad de los eventos vitales y encontraron que el malestar percibido en función del número también percibido de prestadores de ayuda disminuyó más rápidamente a medida que dis-minuyó la severidad de los eventos vitales (exponentes entre -0.22 y -0.44; i.e., en proporciones aproximadas a la raíz quinta y cuadrada, respectivamente, del número percibido de potenciales prestadores de ayuda).

Acuña et al. (2010) compararon la magnitud de los exponentes que relacionaron el número percibido de prestadores de ayuda y el malestar vital, ante una situación imaginaria (i.e., después de sólo imaginar experimentar eventos vitales estresantes) con una situación real (i.e., des-pués de haber experimentado eventos vitales). Reportaron que el malestar disminuyó más rápidamente en función del número de prestadores de ayuda para quienes habían experimentado sucesos de alto y bajo nivel de severidad (exponentes iguales a -0.24 y -0.45, respectivamente) que para quienes sólo imaginaron experimentarlos (exponen-tes iguales a -0.22 y -0.41, respectivamente). En cambio, el malestar de estos últimos disminuyó más rápidamente al imaginar experimentar dos eventos de mediana severidad (exponentes iguales a -0.35 y -0.33) que el de quienes ya los habían experimentado (exponentes iguales a -0.32 y -0.30).

Acuña y Bruner (2009) averiguaron el efecto mitigador de la percepción de un número creciente de prestadores de ayuda por estudiantes universitarios sobre su autoes-tima y sobre la presencia de síntomas de depresión y psicosomáticos, después de haber experimentado eventos vitales estresantes. Encontraron que la autoestima fue una función creciente y los síntomas de depresión y psicoso-máticos funciones decrecientes negativamente aceleradas

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del número de prestadores de ayuda. Los síntomas de depresión disminuyeron en mayor grado (exponente igual a -0.22) que los síntomas psicosomáticos (exponente igual a -0.18). El aumento de la autoestima en función del número percibido de prestadores de ayuda fue menos sensible (exponente igual 0.11) que las disminuciones de ambos tipos de síntomas. Los resultados de este estudio mostraron que el efecto benéfico del apoyo social depende de percibir contar con un número relativamente pequeño de prestadores de ayuda.

Los valores de los exponentes reportados en la mayo-ría de los estudios hechos por Acuña y sus colaboradores (Acuña & Bruner, 2006; Acuña et al., 2008, 2010; Gon-zález & Acuña, 2010) son de una magnitud similar a los reportados por Latané y sus colaboradores (e.g., Latané & Dabbs, 1975; Latané & Darley, 1970; Latané & Nida, 1981) en sus estudios sobre difusión de la responsabilidad para ayudar por parte de espectadores presentes en situaciones de necesidad (i.e., alrededor de -0.30 y -0.50).

Conformación de opiniones a las de una mayoría

Otra situación social que forma parte del cuerpo de co-nocimientos que apoyan los postulados de la teoría del impacto social es la de la influencia que ejercen los demás para la conformación de opiniones. Por ejemplo, Latané (1981) reanalizó los datos reportados por Asch (1955; citado por Latané, 1981), quien pidió a estudiantes univer-sitarios que escogieran de entre tres líneas cuál igualaba a una de muestra, ya sea estando solos o después de que uno, dos, tres, o hasta siete confederados unánimemente habían escogido una línea que no igualaba a la de muestra. Latané encontró que la tendencia a adherirse a la opinión de la mayoría fue una función positivamente acelerada del número de confederados que sostenían una opinión contraria (exponente igual a 0.46). Latané y Davis (1974; citados por Latané & Wolf, 1981) también encontraron que la tendencia a conformar la propia opinión a la de terceros fue una función positivamente acelerada del número de firmas de personas que aparecían en una hoja y que supuestamente estaban de acuerdo con la opinión expresada ahí (exponente igual a 0.38).

Davis y Latané (citado por Latané & Wolf, 1981) pidie-ron a estudiantes que leyeran una serie de características positivas y negativas que supuestamente describían a una

persona y la supuesta impresión (positiva o negativa) que de esa persona se había formado un número diferente de otras personas. Encontraron que la formación de impresio-nes fue una función positivamente acelerada del número de personas que supuestamente sostenían una misma opinión (exponente igual a 0.49, i.e., en proporción a la raíz cuadrada).

Vergüenza social

Otro fenómeno social que forma parte del cuerpo de conocimientos en psicofísica social es el conocido como turbación, desconcierto o vergüenza social. En una serie de investigaciones se averiguó el grado de ansiedad que genera el actuar en público en función del número de integrantes de la audiencia o del número de personas que actúan juntas (e.g., Jackson & Latané, 1981; Latané & Harkins, 1976; Porter, 1939; citado por Latané & Har-kins, 1976). Tanto las actuaciones en público, como las personas presentes en las audiencias incluyeron ya sea situaciones imaginarias (e.g., recitación imaginaria de un poema o canto imaginario frente a audiencias compuestas por personas mostradas mediante diapositivas), o situacio-nes reales (e.g., leer párrafos o actuar realmente frente a público real). Independientemente de si la situación fue imaginaria o real, los resultados mostraron que la ansiedad para hablar en público fue una función de poder creciente positivamente acelerada del número de integrantes de la audiencia. Los exponentes de las funciones reportados en todos estos estudios variaron entre 0.40 y 0.60, es decir, en una proporción aproximada a la raíz cuadrada del tamaño de la audiencia. Respecto del número de personas que actúan simultáneamente, Jackson y Latané (1981) encon-traron que la ansiedad al actuar frente a audiencias fue una función creciente negativamente acelerada del número de personas que actuaron al mismo tiempo (exponente igual a -0.20; i.e., en proporción a la raíz quinta).

Un estudio relacionado con el fenómeno de vergüen-za social fue el de Knowles (1983), quien realizó tres experimentos para conocer la relación existente entre el número de personas presentes en un mismo espacio y la percepción de hacinamiento. En los dos primeros experi-mentos, la situación de hacinamiento fue imaginaria, dado que utilizó diapositivas para mostrar un pasillo angosto en el que había un número diferente de personas. El tercer experimento incluyó una situación real en la que los parti-

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cipantes debían aprender a recorrer un laberinto y varió el número de personas que observaron su ejecución. En los tres experimentos, encontró que la percepción de hacina-miento fue una función de poder creciente positivamente acelerada del número de personas presentes (exponentes entre 0.44 y 0.57). El valor de estos exponentes es muy similar a los reportados por Latané y Harkins (1976) y por Jackson y Latané (1981) en sus estudios sobre el mismo fenómeno de vergüenza social.

Holgazanería social

La holgazanería social se refiere a que los integrantes de un grupo tienden a poner menos esfuerzo individual para la consecución de una tarea, a medida que aumenta el número de integrantes de un grupo. Petty, Harkins, Williams y Latané (1977) encontraron que el esfuerzo intelectual imaginario por evaluadores de trabajos es-critos (i.e., poemas y editoriales) disminuyó de forma negativamente acelerada, en función del número también imaginario de otros evaluadores realizando la misma ta-rea. Latané, Williams y Harkins (1979) encontraron que el ruido producido por aplaudir y por gritar tan fuerte como fuera posible que hicieron estudiantes universitarios fue una función negativamente acelerada del número de estudiantes que estaban (o que se creía que estaban) en el grupo aplaudiendo o gritando al mismo tiempo. Los exponentes de las funciones fueron de alrededor de 0.17 (i.e., en proporción aproximada a la raíz sexta).

La conformación social es un fenómeno relacionado con el de la holgazanería y se refiere a que un individuo tiende a actuar conforme las normas o estereotipos del grupo al que pertenece (cf. Latané et al., 1979). Pedersen, LaBrie y Lac (2008) reportaron que estudiantes univer-sitarios que pertenecían a organizaciones estudiantiles relativamente pequeñas tenían una menor inclinación a consumir bebidas alcohólicas en exceso y a condonar conducta inapropiada producto de estar intoxicado (i.e., faltar a clases) que los que pertenecían a organizaciones relativamente grandes. McIntyre et al. (2005) estudiaron las condiciones que podrían prevenir la conformación social. Al inicio de su estudio, le recordaron a mujeres universitarias que en general las mujeres tienden a sacar calificaciones más bajas que los hombres en pruebas de matemáticas. Después les dieron a leer un número diferen-te (entre cero y cuatro) de biografías de mujeres exitosas y

les aplicaron una prueba de matemáticas. Sus resultados mostraron que la calificación en la prueba de matemáticas fue una función positivamente acelerada del número de biografías leídas (exponente igual a 0.17; i.e., en proporción aproximada a la raíz sexta). En consecuencia, mostraron que cuando las mujeres estaban conscientes del estereotipo asociado con su sexo, se conformaron a dicho estereoti-po, pero que la conducta de una sola mujer exitosa tuvo un fuerte impacto para prevenir la conformación social. El tener conocimiento de la existencia de más mujeres atípicas, si bien influyó positivamente para disminuir el conformismo, cada vez lo hizo con menor fuerza.

Facilitación social

De Castro y Brewer (1991) averiguaron la relación entre el número de calorías que una persona ingiere durante una comida, en función del número de comensales presentes. Encontraron que el número de kilocalorías ingeridas fue una función de poder positivamente acelerada del núme-ro de comensales presentes (exponente igual a 0.23; i.e., aumento en proporción a la raíz quinta del número de co-mensales). Este resultado fue similar respecto al número de grasas y de proteínas consumidas (exponentes igual a 0.25 y 0.24, respectivamente). Concluyeron que el incremento en el consumo de comida se debió a facilitación social.

Freeman, Walker, Borden y Latané (1975) pidieron a meseros que registraran el número de comensales en una misma mesa, el monto de la cuenta y el de la propina. Encontraron que el monto de propina fue una función de poder creciente negativamente acelerada del número de comensales (exponente igual a -0.20; i.e., en proporción a la raíz quinta). Milgram, Bickman y Berkowitz (1969) le pidieron a grupos de confederados que se pararan en una esquina y simularan estar viendo algo hacia arriba y a la distancia. Midieron la conducta de imitación de fijar la vista en el espacio de los transeúntes en función del nú-mero de confederados que estaban mirando. Encontraron que la conducta de imitación fue una función positiva-mente acelerada del número de confederados presentes (exponente igual a 0.24). Argo, Dahl y Manchanda (2005) reportaron que la presencia de una persona en un pasillo de un supermercado que simulaba interés en un producto tuvo un mayor impacto sobre la adquisición del producto por un tercero, que la presencia de otros dos o tres posibles compradores. Argo et al. (2005) no ajustaron una función

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de poder a sus datos, debido a que sólo incluyeron en su diseño la manipulación de tres valores de la variable in-dependiente. No obstante, sus datos son consistentes con los postulados de la teoría del impacto social.

Otras situaciones sociales

Bassett y Latané (1976, citados por Latané, 1981) encon-traron que la extensión de una noticia en un periódico escolar fue una función creciente negativamente acelerada del número de personas involucradas en la noticia (expo-nente igual a -0.50). Wolf y Bugaj (1990) encontraron que la tendencia de los integrantes de un jurado para establecer la culpabilidad de un acusado fue una función positiva-mente acelerada del número de testigos presentados por la parte acusadora (exponente igual a 0.20) y negativamente acelerada del número de testigos presentados por la parte defensora (exponente igual a -0.24).

comParación dE los hallazgos dE los Estudios En Psicofísica social

Todos los estudios mencionados antes tienen en común el haber averiguado el efecto de una misma variable inde-pendiente (i.e., el número de personas presentes en una situación social) sobre distintas variables dependientes. Las variables dependientes han sido muy disímiles y han incluido la disposición para prestar o solicitar ayuda, la percepción de apoyo social, el grado de malestar al expe-rimentar eventos vitales estresantes, el efecto mitigador del número percibido de prestadores de ayuda, la conforma-ción de opiniones a las de una mayoría, la ansiedad para hablar en público, la percepción de hacinamiento, el es-fuerzo individual al trabajar en un grupo, el adherirse a un comportamiento estereotípico, el número de kilocalorías ingeridas durante una comida, el monto de la propina que se deja en un restaurante, la compra de productos en un supermercado, la conducta de imitación, la extensión de una noticia en un periódico y la tendencia de un jurado a emitir un juicio de culpabilidad. Independientemente de la variable dependiente estudiada (y del nombre con el que se designó a cada fenómeno social), los hallazgos de todos los estudios mencionados antes, en concordancia con los postulados de la teoría del impacto social, mostraron que la primera persona presente en cada situación tuvo

un impacto grande sobre la conducta de un individuo y que cada persona adicional aumentó o disminuyó cada vez en menor grado que la persona anterior la variable dependiente que se estudió. Así, existe evidencia de que la presencia de terceros en diferentes situaciones sociales impacta la conducta de un individuo de forma similar. En todos los casos las funciones de poder explicaron altos porcentajes (i.e., mayores del 80%) de la varianza de las distintas variables dependientes.

En la Tabla 1 se muestran los exponentes de las funcio-nes de poder reportados en los estudios mencionados antes. Como muestra esta tabla, en los estudios sobre difusión de la responsabilidad, incluyendo los de percepción de apoyo social, y sobre la influencia social para la conformación de opiniones a las de una mayoría, el valor absoluto de los exponentes ha variado, respectivamente, entre 0.33 y 0.55 y entre 0.38 y 0.49, siendo muy parecidos entre sí. Estos valores son ligeramente más bajos a los reportados en los estudios sobre vergüenza social, que han variado entre 0.40 y 0.60. En cambio, los exponentes de los estudios sobre holgazanería social y sobre facilitación social han sido más bajos, de alrededor de 0.20. En consecuencia, estos últimos fenómenos parecen estar más relacionados entre sí que con los primeros, que a su vez parecen estar relacionados en cuanto a la forma en que la presencia de un número de personas impacta psicológicamente a un individuo. En consecuencia, el impacto de aumentar el número de personas en distintas situaciones sociales ha sido más o menos constante para un fenómeno en particular, pero ha variado entre los distintos fenómenos.

discusión

La meta de cualquier ciencia es contar con un cuerpo de conocimientos unificado que pueda describirse mediante relativamente pocos principios o teorías (cf. Sidman, 1960). Si bien ciencias como la física y la biología cuentan con paradigmas unificadores del conocimiento, en psicología el estado actual del conocimiento es desafortunadamente muy fragmentario. Existen infinidad de fenómenos psico-lógicos aislados entre sí, que además parecen ser cualita-tivamente diferentes y consecuentemente imposibles de explicar mediante los mismos principios. Esto se debe a que muy poca de la investigación en psicología se dedica a la sistematización del conocimiento y a la formulación de leyes (cf. Evans, 2002).

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Tabla 1

Exponentes de las funciones de poder reportados en estudios de psicofísica social

Situación social Exponentes Condiciones sociales Autores

Difusión de la responsabilidad para brindar ayuda

-0.33-0.50

Situación de emergencia imaginaria (e.g., ataque epiléptico)Situación de no emergencia (e.g., ayudar a recoger objetos)

Darley y Latané (1968, citados por Latané, 1981)

Percepción de apoyo social 0.52 Nominaciones positivas en una sociometría Acuña y Bruner (2006)-0.37 Nominaciones negativas en una sociometría

Malestar imaginario -0.22 Eventos vitales de alto grado de estrés Acuña et al. (2008)-0.22 Evento vital de bajo grado de estrés González y Acuña (2010)-0.33 Eventos vitales de mediano grado de estrés-0.44 Evento vital de alto grado de estrés

Malestar imaginario -0.22 Evento vital de bajo grado de estrés Acuña et al. (2010)-0.35 Eventos vitales de mediano grado de estrés-0.41 Evento vital de alto grado de estrés

Malestar real -0.24 Evento vital de bajo grado de estrés-0.32 Eventos vitales de mediano grado de estrés-0.45 Evento vital de alto grado de estrés

Salud/enfermedad 0.11 Autoestima Acuña y Bruner (2009) -0.22 Síntomas de depresión-0.18 Síntomas psicosomáticos

Conformación de opiniones 0.46 Sobre la longitud de una línea Asch (1955; citado por Latané, 1981)

0.38 Opinión sobre un tema Latané y Davis (1974; citados por Latané & Wolf, 1981)

0.49 Formación de primeras impresiones Davis y Latané (1974; citados por Latané & Wolf, 1981)

Vergüenza social Ansiedad para hablar en público en función del tamaño de la audiencia

0.52 Recitación imaginaria de un poema Latané y Harkins (1976)

0.60 Recitación real de un poema 0.20 Canto imaginario Jackson y Latané (1981) 0.40 Actuación real en un espectáculo 0.40 Tartamudeo Porter (1939, citado por

Latané & Harkins, 1976)Ansiedad para hablar en público en función del número de presentadores

-0.60-0.56

Actuación real en un espectáculoCanto imaginario

Jackson y Latané (1981)

Hacinamiento 0.44 Percepción imaginaria de hacinamiento Knowles (1983) Percepción real de hacinamiento al realizar una prueba

Holgazanería social 0.17 Aplaudir y gritar fuertemente Latané et al. (1979) 0.17 Adherencia a un estereotipo McIntyre et al. (2005)

Facilitación social 0.23 Tamaño de la comida (kcal) De Castro y Brewer (1991) 0.25 Grasas (kcal) 0.24 Proteínas (kcal)-0.20 Monto de propina Freeman et al. (1975) 0.24 Imitación de fijar la vista Milgram et al. (1969)

Otras situaciones sociales -0.50 Extensión noticia en periódico Bassett y Latané (1976; citados por Latané, 1981)

0.20 Decisión de culpabilidad por jurado en función de testigos de parte acusadora

Wolf y Bugaj (1990)

-0.24 Decisión de culpabilidad por jurado en función de testigos de parte defensora

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Si bien en áreas de la psicología en las que se enfati-za la medición cuantitativa y los modelos matemáticos se han formulado diferentes leyes sobre los principios que gobiernan la conducta, en áreas como la psicología social prácticamente no existen leyes (Evans, 2002). La-tané (1981) tuvo la virtud de postular la posibilidad de la existencia de una ley en el campo de la psicología social. Hasta la fecha lo postulado por Latané sólo ha alcanzado el estatus de una teoría, dado que para la formulación de una ley se requiere la recolección de un gran cantidad de datos sobre los efectos de cómo diferentes valores de una misma variable independiente afectan sistemáticamente la conducta en diferentes situaciones (Evans, 2002). No obstante, hoy en día se cuenta con un número grande de hallazgos de investigaciones que han mostrado que los valores de una misma variable independiente (el número de personas presentes en una situación social) afectan de la misma forma una diversidad de conductas. Así, se ha mostrado la validez y generalidad de la teoría del impacto social en una diversidad de situaciones sociales, lo cual es el primer paso para el establecimiento de una ley.

Es importante mencionar que este trabajo se limitó a describir los hallazgos del efecto de la presencia de un número de personas en distintas situaciones sociales, dado que es la variable independiente común en los diferentes estudios que permite la comparación entre los hallazgos. Inicialmente, Latané (1981) formuló la teoría del impacto social como un intento para explicar la influencia social de la presencia de personas sobre la conducta de un individuo. No obstante, posteriormente consideró otros parámetros involucrados en la situación social, como el estatus de los espectadores y su cercanía física (cf. Sedikides & Jackson, 1990). Relativo a los otros parámetros, se ha encontrado que el impacto de personas con alto estatus y que se encuentran físicamente más cercanas al individuo es mayor que la de aquellas con bajo estatus y que se encuen-tran alejadas físicamente de un individuo (e.g., Sedikides & Jackson, 1990). En algunos otros estudios de psicofísica social también se consideraron otros parámetros, ya sea de los espectadores o de quien es impactado, como por ejemplo su sexo, edad, o nivel socioeconómico (e.g., Acuña & Bruner, 2006; Gónzalez & Acuña, 2010; Latané & Dabbs, 1975). Es importante mencionar que todos los parámetros que se han investigado únicamente afectan la curvatura de la función de poder, pero siempre en fun-ción del número de personas presentes en una situación social dada. Si bien dichos parámetros tienen el efecto de

que la variable dependiente aumente o disminuya más rápidamente a medida que se añaden espectadores, el hallazgo importante que hay que resaltar es que en todos los casos el efecto del número de personas ha sido similar, i.e., la adición de personas en las situaciones sociales tiene únicamente efectos marginales.

La sistematización del conocimiento empleando el mé-todo de las contigüidades cuantitativas implica demostrar que una serie de fenómenos aparentemente no relaciona-dos entre sí, en realidad son similares dado que diferentes valores de una misma variable independiente los afectan de forma similar (Sidman, 1960). En el presente trabajo se mostró precisamente cómo diferentes variables depen-dientes de tipo social que parecían representar fenómenos cualitativamente diferentes, aumentaron o disminuyeron en correspondencia a proporciones iguales del aumento en la variable independiente. En todos los estudios men-cionados en este trabajo, el impacto psicológico percibido por un individuo aumentó o disminuyó más lentamente que el aumento del número de personas presentes en las situaciones sociales (i.e., exponentes menores a uno), tal y como lo postuló Latané (1981).

En psicología social se ha considerado que cada uno de los fenómenos mencionados es un hecho particular de la conducta de las personas en un medio ambiente social específico y para explicar su ocurrencia se ha ofrecido una serie de distintas explicaciones (cf. White, 1990). En este trabajo, en cambio, se mostró que lejos de tratarse de fenómenos cualitativamente diferentes, todos están relacionados conforme un mismo criterio cuantitativo, el cual permite ordenarlos y clasificarlos. La unificación del conocimiento en psicología es la única forma de elevar su estatus como una verdadera ciencia (cf. Sidman, 1960). Este trabajo contribuyó en este respecto, al sistematizar el conocimiento sobre psicofísica social existente hasta la fecha.

En psicofísica clásica se encontró que si bien la respues-ta ante un estímulo puede variar de persona a persona, es relativamente invariante para diferentes estímulos (cf. D’amato, 1970). Stevens (1962) y sus seguidores (e.g., Hil-gard, 1969) sistematizaron el conocimiento sobre cómo la magnitud de un estímulo físico afecta en diferentes grados la sensación psicológica que produce dicho estímulo. Antes de los estudios en psicofísica clásica, se hubiera podido presuponer que las variaciones en estímulos físi-cos tan diferentes como por ejemplo la brillantez de una luz, el volumen de un sonido, la magnitud de un choque

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eléctrico o el grado de temperatura del agua, producirían sensaciones psicológicas cualitativamente diferentes. No obstante, Stevens (1962) mostró que la proporción en la que aumenta o disminuye la magnitud de un estímulo físico corresponde con proporciones similares de la sensa-ción que producen. Es decir, los datos siempre se ajustan a funciones de poder. Así, encontró que ambas, la brillantez de una luz y el del volumen de un sonido, producen una sensación que aumenta conforme la raíz cúbica de la ener-gía sensorial (cf. Stevens, 1962). En cambio, la sensación psicológica que producen el olfato y el gusto aumenta en proporción aproximada a la raíz cuadrada. Por su parte, la sensación psicológica producida por un choque eléc-trico aumenta el triple y medio de la energía sensorial. Es decir, en este último caso, la magnitud de la sensación psicológica aumenta mucho más rápido que la magnitud del estímulo físico, mientras que en el caso de la brillantez de una luz y el volumen de un sonido, del olfato y del gusto, la magnitud de la sensación psicológica aumenta mucho más lentamente que la magnitud de los estímulos físicos (cf. Fantino & Reynolds, 1975). En consecuencia, las sensaciones psicológicas visuales y auditivas son similares entre sí, pero diferentes de las olfativas y gustativas, que a su vez se parecen entre sí.

Al utilizar los exponentes de las funciones de poder para clasificar la sensación psicológica que producen distintas modalidades de los estímulos sensoriales, fue posible afirmar el grado en que cada modalidad sensorial está relacionada con las demás y comparar cuantitativa-mente las distintas modalidades sensoriales. Por tanto, las diferentes modalidades sensoriales dejaron de verse como cualitativamente diferentes. Hoy día es posible consultar en muchos libros de psicología los valores de los expo-nentes que se han reportado en los estudios de psicofísica clásica (e.g., Blanco, 1996; Gescheider, 1997).

En psicofísica clásica se han hecho una infinidad de es-tudios que confirman la existencia de una ley de poder que relaciona cualquier modalidad sensorial con la percepción psicológica (cf. Stevens, 1966). En cambio, en psicofísica social existen relativamente pocos estudios y la evidencia actual no permite afirmar con certeza que existe una ley de poder que relacione sistemáticamente el impacto psi-cológico sobre un individuo de la presencia de un número de personas en distintas situaciones sociales. No obstante, en este trabajo se mostró que los hallazgos hasta la fecha muestran que los exponentes de las funciones de poder efectivamente sirven para organizar y clasificar distintos

fenómenos sociales en función de los valores de una misma variable independiente, también de naturaleza social. Aún más, se mostró que la magnitud de los exponentes de las funciones de poder tienden a ser relativamente invariantes para un mismo fenómeno social y que en función de dicha magnitud es posible determinar cuáles fenómenos sociales están relacionados entre sí en mayor grado que respecto a otros, que a su vez se relacionan. Esta evidencia parece prometedora, ya que muestra continuos entre distintos fenómenos sociales, que parecían no relacionados entre sí. Si se lograra efectivamente relacionar todos los distintos fenómenos sociales en un mismo paradigma, la teoría del impacto social podría adquirir el estatus de una ley, lo cual avanzaría considerablemente el estatus de la psico-logía como una auténtica ciencia. Dado que en cualquier situación social hay personas presentes, la cantidad de estudios que se pueden realizar para determinar su efecto sobre la conducta, los sentimientos o las creencias de un individuo, aún es enorme.

Stevens (1962) propuso que podría existir una psicofísi-ca social si se identificaba y cuantificaba un atributo común de un estímulo social que los individuos fueran capaces de percibir en diferentes cantidades o grados. Latané (1981) logró hacer justo esto, ya que identificó que por definición cualquier situación social implica la presencia de otras personas. Al enfatizar el número de personas como un atri-buto común a cualquier situación social, pudo cuantificar dicha variable. Además, Latané también se figuró que la conducta de un número creciente de personas afecta en distinto grado la conducta de un individuo expuesto a una situación social. En consecuencia, Latané, a diferencia de otros investigadores anteriores (e.g., Davis, 1963), logró la formulación de una teoría que cumple con los requisitos de una auténtica psicofísica social, que es comparable a la psicofísica clásica y que tiene el potencial de convertirse en una auténtica ley psicológica.

El presente trabajo representó un primer intento por iniciar la construcción de una tabla periódica para clasificar conforme la magnitud de los exponentes de las funciones de poder los hallazgos de los estudios sobre psicofísica so-cial existentes hasta la fecha. Esto no se había hecho antes en ningún estudio y es importante porque representa un primer paso para sistematizar el conocimiento existente en psicofísica social. Una tabla periódica permite agrupar o clasificar diferentes elementos conforme los valores de una misma variable (Webster, 2010). Los elementos no sólo pueden ordenarse conforme los valores de una misma

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variable, sino que se pueden agrupar conforme sus propie-dades. Lo más importante de dicha organización, es que muestra que todos los elementos contenidos en la tabla son variaciones cuantitativas de la misma variable. Además, al calcular la diferencia entre el valor de la variable común, es factible estimar la distancia entre un fenómeno y otro y consecuentemente determinar su grado de similitud. Esto es precisamente lo que sucedió en la química respecto a la clasificación de los distintos elementos en función de su peso atómico.

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Enviado: 04 de abril de 2010Aceptado: 09 de noviembre de 2010

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