revista izquierda no. 41, febrero de 2014

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  • 7/22/2019 Revista Izquierda No. 41, febrero de 2014

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    Conflicto y solucin poltica Movimiento de movimientos.La potencia de la democracia constituyente Dinmicas populares

    y perspectiva constituyente La crisis del rgimen poltico

    exige la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente

    Subversiones intelectuales Constelaciones del perdn

    La reforma militar: Un mito o un debate necesario? Luchas

    populares El campesinado colombiano: De la victimizacin a la

    esperanza Neoliberalismo rampante Colombia y el rgimenalimentario corporativo. Perspectivas para 2014 Capitalismo

    en crisis Sobre la lucha mundial contra la pobreza: Hipocresa

    en cifras EditorialCerrar filas contra el Estado policivo

    N 41 FEBRERO / 2014 BOGOT, COLOMBIA ISSN- 2215-8332

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    Jairo Estrada lvarez DirectorJess Gualdrn Sandova lJefe de redaccin

    lvaro Vsquez del Real, Daniel Libreros Caicedo, Csar Giraldo Giraldo,Frank Molano Camargo, Jorge Gantiva Silva, Mara Teresa Cifuentes Traslavia,Nelson Fajardo Marulanda, Patricia Ariza, Ricardo Snchez ngel,Sergio De Zubira Samper, Vctor Manuel Moncayo Cruz Consejo editorial

    Beatriz Stolowicz (Mxico), Julio Gambina (Argentina), Ricardo Antunes (Brasil),Antonio Elas (Uruguay) Consejo asesor internacional

    Las opiniones emitidas por los autores no comprometen

    al Consejo Editorial de la Revista.

    Tatianna Castillo Reyes Diseo y diagramacin

    Espacio Crtico EdicionesPublicacin auspiciada por Espacio Crtico Centro de Estudios

    www.espaciocrit ico.com

    ISSN-2215-8332N 41, Febrero de 2013.Bogot, Colombia

    Todo el contenido deesta publicacin puede

    reproducirse libremente,conservando sus crditos.

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    Conflicto y solucin poltica

    4

    Movimiento de movimientos. La potencia

    de la democracia constituyente

    Jorge Gantiva Silva

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    Dinmicas populares y perspectiva

    constituyenteJairo Estrada lvarez

    20

    La crisis del rgimen poltico exige la

    convocatoria a una Asamblea Nacional

    ConstituyenteDaniel Libreros Caicedo

    Subversiones intelectuales

    26 Constelaciones del perdnSergio De Zubira

    32

    La reforma militar: Un mito

    o un debate necesario?Ricardo Snchez

    Luchas populares

    36

    El campesinado colombiano: De

    la victimizacin a la esperanzaSantos Alonso Beltrn Beltrn

    Neoliberalismo rampante

    42

    Colombia y el rgimen alimentario

    corporativo. Perspectivas para 2014Freddy Ordez

    Capitalismo en crisis

    48

    Sobre la lucha mundial contra la

    pobreza: Hipocresa en cifrasCarlos A. Duque Garca

    Editorial

    54Cerrar filas contra el Estado policivoFernando lvarez

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    Conflictoysoluci

    npoltica

    Movimiento de movimientos

    La potencia de la democraciaconstituyente

    Jorge Gantiva Silva

    FilsofoUniversidad Nacional de Colombia

    Profesor TitularUniversidad del Tolima

    Un signo creciente de Lo comn

    El surgimiento deLo comnha puesto en escena nuevos mo-dos de construir el horizonte de la poltica alternativa ante elagotamiento de lapotestaslitrgica de las coyunturas y las convenienciasdel posibilismo pragmtico. El agotamiento de la poltica-aparato y elmaximalismo paralizante han despertado en el mundo de las resistenciasy las alternativas crticas al sistema imperante la creciente voluntad deafianzar el proceso de reencuentro entre las izquierdas en la terrenalidadde la paz, la autonoma territorial, la democracia profunda y el poder

    El sentido comn, el torpsimo sentidocomn, suele predicar que ms vale

    un huevo hoy que una gallina maana. Yel sentido comn es un terrible negrero

    de los espritus. Sobre todo cuando paraconseguir la gallina hay que cascar el huevo.

    Antonio Gramsci

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    Conflicto y solucin poltica

    constituyente. Las izquierdas, tradicionalmentemarcadas por la fragmentacin y el inmovilismo yanquilosadas en la instrumentalizacin que suscitan

    el caudillismo y la ensoacin del capital y de laslites, vislumbran en medio de grandes tensionesexpresiones y signos de potencia. Si bien las eleccio-nes son en muchos casos una aburrida distracciny sus posibilidades carecen de atraccin y simpata,Lo comnha ido desbordando el estado inercial delas izquierdas y sus representaciones tradicionales.Las pruebas saltan a la vista: el paro agrario y cam-pesino, la resistencia de las poblaciones contra los

    megaproyectos, el movimiento en defensa de la au-tonoma territorial, las luchas sociales por la salud yla educacin pblicas, las movilizaciones en defensadel alcalde Gustavo Petro y las negociaciones de pazen La Habana, entre otras, abren un horizonte decreacin y posibilidades. Lo por-venir es singular,y tiene las caractersticas de un acontecimiento queprocesar las cuentas con el pasado e imaginar lonuevo con la sabidura creadora de las comunida-

    des y la democracia profunda. Existe un signo delo nuevo, sin poder descifrar an la figura de esteevento singular. La creacin de Lo comn no sesubsume en un resumen de reivindicaciones, ni ensumatorias de aparatos, sino que traduce el alen-tador proceso de construccin de una plataformademocrtica constituyente que alienta el despertarpopular y ciudadano. En medio de la distraccinde lo electoral y la somnolencia de proclividadesante la burguesa nacional o las lites regionales,las izquierdas, incapaces de lograr una unidad paradisputar una tercera electoral, y sin comprenderlas contradicciones en el Bloque de poder, queda-ron atrapadas, unas, en la exaltacin del santismoy el supuesto progresismo de algunas fraccionesdel capital, y otras, aferradas al maximalismo para-lizante no vislumbran las realidades efectivas de lapaz y la democracia.

    http://www.flickr.com/photos/curiosalternativa/11329958005

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    La Asamblea Constituyente: la potencia de lo mltipleDespus de un prolongado tiempo de incertidumbres, fragmentaciones y prcticas iner-

    ciales, diversas expresiones de la izquierda, movimientos sociales y sectores democrticoshan ido avivando la idea de potenciarLo comnen el horizonte del tiempo histrico queconstruye la democracia viva, la paz y la autonoma territorial. Este proceso incipientecarece de acuerdos previos, no procede con juegos electorales ni ensoaciones caudillistas;ha puesto en marcha una idea singular: el reencuentro comn para redefinir la estrategiacomo signo creador. Los acontecimientos no son inventos mentales; ni la fatalidad de unamecha encendida por la mano mgica de iluminados.

    Colombia est al comienzo de un giro histrico si el empeo colectivo de concretarel proceso de paz se asienta en la participacin ciudadana y popular y si la iniciativa de laAsamblea Nacional Constituyente se despliega sobre el torrente de la movilizacin social.Su xito radicar en su capacidad de cimentar una plataforma democrtica constituyentecomo magma de los anhelos populares y de la democracia viva en defensa de la paz, laautonoma territorial, la soberana y los saberes. Evidentemente el camino es ondulante,lleno de escollos, atravesado por el fuego cruzado de enemigos ciertos y poderosos quehan activado su agenda para destrozar el proceso de la paz. La idea de la Asamblea Cons-tituyente encarna un amplio camino para potenciar Lo mltiplede las resistencias y de lacreatividad popular: una perspectiva potente para fortalecer el proceso de paz, emprenderreformas sociales, econmicas y polticas, asentar la democracia profunda, salvaguardar lasoberana y cimentar el Estado regional unitario. En el marco de los procesos de paz con

    http://analisis15m.blogspot.com/2011/08/informe-libertad-constituyente-ya-que.html

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    Conflicto y solucin poltica

    las insurgencias y la voluntad de realizar significati-vas transformaciones democrticas, la idea del poderconstituyente como fuerza autnoma y creadora de

    superacin del conflicto interno colombiano y fun-damento de un Estado democrtico cobra particularsignificacin. Ni el pragmatismo ni la desesperacinpueden ahogar el entusiasmo popular de profundizarla democracia, su ampliacin y fortalecimiento a laluz deLo comn: la fuerza de los territorios, las au-tonomas, las comunidades y los saberes. La nuevaConstitucin, resultado de Lo mltiple, coronar estadisputa por la democracia profunda y constituyente.

    El pensamiento crtico, la sociedad civil, lasregiones y las comunidades debern desplegar susiniciativas y esfuerzos para garantizar este procesocon la potencia y la alegra de la democracia viva.Con prontitud, amplitud y pluralidad este procesomarcar un hito de los nuevos tiempos. Imprimir unritmo creador y desatar el entusiasmo colectivo sersu reto. Despus de un largo conflicto armado de 50aos y de una crisis tan aguda del sistema poltico co-

    lombiano, la desesperacin ser la peor consejera. Suproyeccin y consolidacin necesitarn asentarse enuna perspectiva desde abajo, desde lo regional y desdelo popular. Las constituyentes regionales por la paz,las luchas en defensa de la salud pblica y de la auto-noma territorial tendrn espacios convergentes paraarticular con el estudiantado de las universidades p-blicas la propuesta de Asamblea Constituyente. Losprocesos constituyentes son mltiples y diversos. Sueje es la paz, la autonoma territorial, la democraciaviva y la soberana.

    Una idea preciosa: movimientode movimientos

    La poltica sin sujeto es fatalidad, desvaro. Un al-bur hecho de fantasas y autoengaos. Igual, como laensoacin de un sujeto preconstituido, con atributosy configuraciones elaboradas previamente. La polti-ca, por el contrario, es una obra de creacin colectiva,

    Fals Bordavea que las

    organizaciones sonmediaciones entreel pensamiento yla accin; nuncaverdades eternas,sino procesosque requierenautoreconstruirse

    en la accinsentipensante delas masas. Estaidea-fuerza no esuna sumatoria deorganizaciones ymovimientos ni lamera adopcin deuna plataformatradicional, sinola creacin deun proyecto deLo comnquevisualizaba supotencia en el

    campo popular yde las izquierdas.

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    de singularidades mltiples, un campo de redefiniciones colectivas. Enesta ontologa de la creacin Fals Borda apreci la democracia comoespacio mltiple, como posibilidad de transformacin. Producto de

    su larga experiencia en Amrica Latina y de su militancia creadora enColombia, Fals propuso el proyecto del movimiento de movimientos,a sabiendas de la incomprensin de las izquierdas y el predominio deculturales estereotipadas y aparatistas. Vea que las organizaciones sonmediaciones entre el pensamiento y la accin; nunca verdades eternas,sino procesos que requieren autoreconstruirse en la accin sentipensantede las masas. Esta idea-fuerza no es una sumatoria de organizaciones ymovimientos ni la mera adopcin de una plataforma tradicional, sino lacreacin de un proyecto deLo comnque visualizaba su potencia en el

    campo popular y de las izquierdas. Reinventar la poltica deLo comnser el arte para enfrentar la tarea titnica del cambio epocal.

    Colombia, atravesada por la lgica inercial del poder establecido ylas mentalidades refractarias a la imaginacin popular, puede caer en latentacin de concebir la Constituyente como un remedo de democraciay un mero pacto entre guerreros. Eso sera una frustracin a todas luces;y anidara mayores resentimientos de los que pretende superar. El mo-vimiento de movimientos sera la fuerza deLo comnque desplegaraun proyecto de largo alcance. La paz, la Constituyente y la democracia

    profunda requieren un sujeto radical de participacin y movilizacin;porque lo peor es creer que el poder constituyente se puede cimentar so-bre la buena voluntad o la simple aplicacin de reglas de la democracialiberal. Adems, las fuerzas regresivas y reacias al cambio democrtico seresisten a retirarse del escenario; y resulta ineficaz la simulacin de la re-conciliacin sin transformar la forma poltica dominante. El uribismono es solo una expresin de extrema derecha, sino una forma del poderconstituido arraigado en el rgimen seorial-hacendatario empotradoen los poderes centrales y regionales, en el gamonalato y los poderes dellatifundio y del gran capital transnacional, fenmenos que en generalson extensivos al liberalismo y al santismo. Si existen diversas fuer-zas reacias a la apertura de un escenario pblico de paz y de procesoconstituyente, el campo democrtico, con mayor razn, requiere muchaconsistencia y movilizacin popular.

    En el terreno del pensamiento quiz la expresin ideolgica que cons-pira contra los alcances de la Asamblea Constituyente es el prejuicio depensar que solo se puede alcanzar lo permitido por el Establecimiento,lo cual significa de hecho disolver la idea del poder constituyente, com-prendiendo que el escenario real tampoco es de triunfo revolucionario.

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    Conflicto y solucin poltica

    No obstante, la propuesta de la Asamblea Constituyente tendr que des-pertar el entusiasmo ciudadano y popular y reinventar la poltica parael largo tiempo de la transicin y la transformacin democrtica. Enesta dimensin lo constituyente abre un nuevo tiempo, una posibilidadsingular para la potencia de un sujeto crtico y plural cuya expresin esel movimiento de movimientos de la Colombia que ha emprendido elproceso de transitar hacia la paz y superar el largo conflicto interno. Esteser el espacio mltiple para ensayar nuevas forma de hacer la poltica,superar los viejos automatismos de la poltica tradicional tanto de lasderechas como de las izquierdas y sellar el nuevo pacto desde abajo,desde la democracia profunda y desde la creatividad colectiva.

    La batalla por la paz y la democracia profunda es doble: encaminarsea la creacin de un nuevo orden democrtico, social y popular, sin lahegemona absoluta de la burguesa neoliberal, guerrerista y autoritaria.Entre las distintas fuerzas polticas convocantes, los revolucionarios dis-putarn una perspectiva anticapitalista que inmediatamente ser desca-lificada por radical y utpica. Pero, an ms, esta postura anticapitalistade nada valdra si no logra cuestionar radicalmente la forma-poltica,liberal dominante, la cual tritur la Constitucin del 91. Zizek sostiene

    http://www.sicnoticias.cl

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    Colombia est al comienzo deun giro histrico si el empeocolectivo de concretar el

    proceso de paz se asienta enla participacin ciudadanay popular y si la iniciativade la Asamblea NacionalConstituyente se despliegasobre el torrente de lamovilizacin social. Su xitoradicar en su capacidad

    de cimentar una plataformademocrtica constituyentecomo magma de los anhelospopulares y de la democraciaviva en defensa de la paz,la autonoma territorial, lasoberana y los saberes.

    que no importa cun radical sea el proyectosi el seuelo hoy es la creencia de que unopuede minar al capitalismo sin problema-

    tizar efectivamente el legado liberal-demo-crtico que como algunos Izquierdistasafirman aunque haya sido engendradopor el capitalismo, la autonoma adquiridapuede servir para criticar al capitalismo.Dada la insistencia de desautorizar esta pos-tura asocindola con la utopa habra querecordarles que hoy, la verdadera utopa esla creencia en que el acuerdo general capi-

    talista liberal-democrtico presente puedacontinuar indefinidamente, sin cambiosradicales [Slavoj Zizek, Repetir Lenin,Akal]. El movimiento de movimientosdebe hacer suyo el lema: Seamos realistas,demandemos lo imposible!. Una polticade la verdad exige la ruptura fuera de losconstreimientos de lo que aparece como"posible" (o, como usualmente decimos,

    "factible"). Ms all de las circunstanciasy los mltiples entorpecimientos, el poderconstituyente es en s mismo el modo derealizacin de la democracia real y pro-funda y el camino de consolidar la paz. Latragedia de la Constitucin del 91 radicen la subsuncin de la poltica en la lgicaprocedimental, demo-liberal y en la prdidadel proyecto poltico alternativo, disueltopor la poderosa capacidad del sistema decooptacin, transfuguismo y renuncia delideal emancipador. Este nuevo proceso depaz tiene que convocar a las izquierdas y alos movimientos sociales para enraizarse enla democracia viva, actuante y participativay superar la maldicin del gatopardismo yla simulacin de la reconciliacin.

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    Conflicto y solucin poltica

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    Conflictoysoluci

    npoltica

    Dinmicas populares yperspectiva constituyente

    Jairo Estrada lvarez

    Departamento de Ciencia PolticaUniversidad Nacional de Colombia

    Adems de los lmites de la Constitucin de 1991, algunosadvertidos desde su propia formulacin y otros surgidoscomo producto del sinnmero de reformas a que ha sido sometida, oque se han venido haciendo evidentes en diferentes campos y materias,

    todos los cuales demuestran la necesidad de rediseos institucionalesprofundos del Estado y de la organizacin y regulacin de las relacionesde poder en su conjunto, durante los ltimos aos se han puesto enmarcha desde el campo popular mltiples procesos, asincrnicos, contrayectorias dispersas y alcances diferenciados, pero expresivos de unadinmica constituyente en ascenso que bien pudiera conducir a desatarla capacidad y las fuerzas para una Asamblea Nacional Constituyente,con posibilidad de redefinir el campo del poder constituido y sentar lasbases para la transicin poltica hacia la democracia poltica, econmicay social, hasta ahora ausente en la historia del pas.

    Momentos constituyentes con trayectorias dispersasEn este ensayo se exploran algunos de esos mltiples momentos y

    dinmicas constituyentes, con el propsito principal de contribuir adevelar la potencia constituyente que se encuentra en mltiples lugaresdel campo popular, en los dilogos y negociaciones con el Gobierno, ensus procesos organizativos, en sus movilizaciones y luchas.

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    Conflicto y solucin poltica

    Los dilogos de La HabanaLas negociaciones entre las FARC-EP y el Go-

    bierno de Santos han transformado de manera sig-

    nificativa la trayectoria del proceso poltico colom-biano. Sin lugar a duda, debe reconocerse contrarioa opiniones que han querido minimizar los alcancesde la Mesa de La Habana, incluidas las del propioGobierno que asuntos centrales de la organizaciny el ejercicio del poder y la dominacin capitalistaencontraron un nuevo lugar en el debate intelectualy pblico, ms all de lo que ocurre en la Mesa yde los acuerdos parciales que las partes han anun-

    ciado al pas. La irresuelta cuestin agraria retorncargada de las nuevas dinmicas territoriales queha impuesto la acumulacin capitalista minero-energtica transnacional; el cierre autoritario del r-gimen poltico, incluida la domesticacin de fuerzaspolticas opositoras y de izquierda por las reglas dela democracia gobernable, ha reabierto la discusinsobre la necesaria reforma del Estado y sobre el en-tendimiento y las formas de la poltica y su ejercicio.

    Tambin debe afirmarse que desde La Habana seempezaron a animar los debates sobre la necesidadde una Asamblea Nacional Constituyente para darleel cierre jurdico-poltico a un eventual acuerdo depaz estable y duradera. Al margen de las valoracionesespecficas que se puedan formular sobre el procesode los dilogos y la negociacin, en sentido estricto seest en presencia de una dinmica constituyente, conun potencial de transformacin hacia una transicinpoltica basada en la redefinicin de las relaciones depoder hasta ahora existentes en la sociedad.

    Movimientos constituyentesA lo largo de la ltima dcada, pero especialmen-

    te durante el ltimo lustro se han desatado procesosde movilizacin social y popular, anclados regio-nalmente y especialmente en la sociedad rural que,desde la resistencia y la contestacin, han logrado darpasos importantes hacia movimientos con alcances

    http://www.elespectador.com/noticias/bogota/asi-fueron-manifestaciones-apoyo-al-

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    constituyentes y con manifiesta vocacin depoder. Su valor es incalculable si se conside-ra que todos ellos han emergido en medio

    de la arremetida de las clases dominantes enel contexto del proceso de neoliberalizacinmilitarizada, apoyado en el ejercicio estruc-tural de la violencia estatal y paramilitar.Dentro de ellos deben mencionarse: Pri-mero, los procesos campesinos, indgenasy afrodescendientes y de sectores urbanos,especialmente de obreros, jvenes y estu-diantes, que condujeron a la conformacin

    del movimiento poltico y social MarchaPatritica; segundo, las articulaciones deprocesos campesinos, indgenas y de secto-res urbanos que conformaron el Congresode los Pueblos; tercero, otras expresionesms focalizadas del movimiento social ypopular, organizadas en la Coalicin deMovimientos Sociales y Populares de Co-lombia, Comosoc; cuarto, las importantes

    movilizaciones indgenas que confluyeron en su momento en el proceso de la Minga sociale indgena. Todos ellos, independientemente de sus particularidades y enfoques polticos,de sus respectivas capacidades y potencialidades actuales, poseen un rasgo comn, a saber:se fundamentan en un entendimiento de construccin de poder desde abajo; son expresingenuina del poder constituyente. Marcha Patritica posee la experiencia de los Cabildos yms recientemente impulsa las Constituyentes regionales y sectoriales por la paz con justi-cia social; el Congreso de los Pueblos ha llevado a cabo congresos y formulado mandatospopulares. En suma, se est en presencia de dinmicas constituyentes propias, de acumu-lados de politizacin en perspectiva de construccin de nuevo poder, de poder popular.Desde luego, con los lmites indiscutibles que resultan de la insuficiente articulacin ycoordinacin en funcin de un propsito comn orientador.

    Luchas campesinas, de mineros y obrerosEl pasado reciente se ha caracterizado igualmente por una tendencia al ascenso, desigual

    y diferenciado en intensidad y cobertura, de luchas campesinas, de pequeos y medianosmineros y de mineros artesanales, tanto como de obreros de empresas transnacionales,que han puesto en evidencia los lmites histricos del modelo econmico neoliberal. Departicular significado han sido los paros campesinos, en los que la accin reivindicativapara enfrentar los impactos de las polticas neoliberales frente al agro devino en accin

    La tendencia del procesopoltico resulta inobjetable:

    las condiciones paradesatar a plenitud ladinmica constituyenteson hoy mayores, si secomparan con el momentoen el que se plante porprimera vez la iniciativa.Estamos frente a un

    proceso de maduracinde la respuesta popularfrente a la crisis nacional,cuyos tiempos e intensidadno son aun sufcientementeperceptibles.

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    Conflicto y solucin poltica

    poltica contra el modelo econmico y porla defensa del territorio. Con estas accionesse han consolidado acumulados organizati-

    vos y polticos que merecen ser destacados:Las Dignidades campesinas que en su hete-rogeneidad expresan la situacin de peque-os y medianos productores afectados porlos tratados de libre comercio; la Mesa deInterlocucin y Acuerdo, MIA, promovidapor la Marcha Patritica, para promover laparticipacin activa y con reivindicacionespropias del campesinado pobre, expropiado

    y excluido del acceso a la tierra en el parocampesino y popular de 2013; el Coordina-dor Nacional Agrario, CNA, impulsado porel Congreso de los Pueblos con propsitossimilares. A ello se le agregan las organiza-ciones de pequeos y medianos mineros yde mineros artesanales que confrontan lapoltica de criminalizacin practicada por elEstado para favorecer las empresas transna-

    cionales de la minera, y el movimiento porlos territorios y las territorialidades campesi-nas, organizado en la Asociacin Nacionalde Zonas de Reserva Campesina, Anzorc,que en 2013 impuls el paro del Catatum-bo, liderado por la Asociacin Campesinadel Catatumbo, Ascamcat.

    Las acciones adelantadas por algunos deestos procesos organizativos han confluidorecientemente junto con el Proceso de Co-munidades Negras, PCN, y la OrganizacinNacional Indgena de Colombia, ONIC, enel propsito de realizar la Cumbre NacionalAgraria, campesina, tnica y popular. Laperspectiva de construir un pliego nico delos expropiados del campo, de campesinos,indgenas y afrodescendientes para la unidadde accin en la movilizacin, acompaadode sus propuestas y visiones alternativas del

    desarrollo o al desarrollo debe interpretarsecomo otra de las dinmicas constituyentesque se encuentran en curso en el pas.

    Por otra parte, un acercamiento al es-tado del campo popular debe considerar elpotencial que se viene acumulando en lasnuevas generaciones de clase obrera quelaboran en las economas de extraccinminero energtica. En ese contexto, debendestacarse los paros obreros realizados enlas minas de la Glencore en 2012 y de laDrummond en 2013, as como las movili-zaciones y el paro de obreros precarizadosen Puerto Gaitn en 2011.

    http://www.flickr.com/photos/arttesano/11368775454 Juan Carlos Pachn

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    Movilizaciones y luchas urbanasAunque las luchas han tenido trayectorias que en lo fundamental

    han venido del campo a la ciudad, en algunos centros urbanos se hanllevado a cabo movilizaciones de gran significado, que tambin sonexpresivas de una dinmica constituyente en curso. Pese a la actualfase descendente del ciclo reciente de lucha, la experiencia de la MesaAmplia Nacional Estudiantil, MANE, representa un acumulado de mo-vilizacin y de construccin programtica desde el campo popular paraenfrentar las polticas de mercantilizacin neoliberal en la educacin,que debe tambin debe ser valorado en ese marco. El movimiento dela MANE logr trascender adems su alcance sectorial y devino pormomentos en movimiento cvico, concitando el apoyo de la poblacinurbana. En igual sentido, pero con menos intensidad y resonancia, de-ben considerarse las luchas en el campo de la salud. El paro campesinologr articularse con la movilizacin urbana y trascendi, en forma muylocalizada, hacia la forma de paro cvico.

    Las recientes movilizaciones en defensa de la democracia, motivadaspor la pretendida destitucin del alcalde Petro por parte del Procurador,son una expresin del indudable potencial transformador presente en los

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    Conflicto y solucin poltica

    centros urbanos, especialmente cuando ste logra definirse y encauzarseen funcin de propsitos mayores, aquellos propios de los requerimientoshacia la real democratizacin de la vida poltica, econmica y social delpas, y consecuencialmente a superar los lmites impuestos por el orde-namiento constitucional de 1991. Las movilizaciones lograron unificarla gran mayora de las organizaciones del campo popular, con excepcinde la direccin del Polo Democrtico Alternativo, PDA, y sobre todo delMoir. En la perspectiva de desatar dinmicas constituyentes resulta dela mayor importancia que sectores de la vida poltica, representados enel Progresismo y otras fuerzas, todava hace pocos meses opuestos a unproceso constituyente por considerar que su proyecto poltico se agota-ba en la Constitucin de 1991, consideren hoy la opcin constituyentecomo ineludible.

    Acciones electoralesEl actual proceso electoral no deja entrever, con algunas excepcio-

    nes, que desde el sistema poltico y de representacin imperante en elpas, se puedan desatar dinmicas constituyentes. Una expresin delos mltiples cierres constitucionales del rgimen imperante consiste

    http://www.revoluciondemocratica.cl

    N 41, Febrero de 2014 Bogot, Colombia Contenido

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    precisamente en que cualquier proceso de reformaconstitucional o de convocatoria de una AsambleaNacional Constituyente debe pasar por el Congreso.

    A la vez, los diseos de la democracia gobernable,concebidos en el mejor de los casos bajo la lgica dela alternancia electoral, limitan en forma extrema laposibilidad de la representacin popular. El productohistrico de todo ello ha sido la pretensin de disci-plinamiento de fuerzas democrticas y de izquierdapara que stas se acepten exclusivamente como fuer-zas de oposicin o deban recurrir a amplias alianzas ocoaliciones electorales en las que se desdibujan las de-

    finiciones programticas. El apoyo al proceso de paz(en abstracto) se ha convertido en lugar comn queno permite distinciones suficientes entre las fuerzasen contienda. Los candidatos del Partido Social dela Unidad Nacional, del Partido Liberal, de sectoresdel Partido Conservador, de Cambio Radical y de laAlianza Verde afirman en su mayora, desde luegocon matices, acompaar el proceso de paz. La paz seha convertido en producto vendible en el mercado

    electoral, como es comprobable en la profusa propa-ganda. El propio Centro Democrtico, fuerza polticadel militarismo y la ultraderecha, se ha visto obligadoa matizar su lenguaje e introducir los argumentos dela llamada paz sin impunidad. Pero no hay ningunafuerza poltica que tenga incluida dentro de su pla-taforma electoral la perspectiva constituyente, conla excepcin de la Unin Patritica. Recientementealgunos integrantes del PDA han incorporado en sudiscurso la conveniencia de un proceso constituyente;a ello se ha sumado representante de otros partidosdel establecimiento.

    Desatar el nudoNo obstante lo anterior, an hay un nudo por des-

    atar, adems de la necesaria unificacin o confluenciadel campo popular: las mltiples dinmicas constitu-yentes chocan con los cerrojos jurdico-polticos delordenamiento. La nica forma de desatar tal nudo

    Durante los ltimosaos se han puesto

    en marcha desdeel campo popularmltiples procesos,asincrnicos,con trayectoriasdispersas y alcancesdiferenciados,pero expresivos

    de una dinmicaconstituyente enascenso que bienpudiera conducira desatar lacapacidad y lasfuerzas para unaAsamblea NacionalConstituyente,con posibilidadde redefnir elcampo del poderconstituido y sentarlas bases para latransicin poltica

    hacia la democraciapoltica, econmicay social, hastaahora ausente enla historia del pas.

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    Conflicto y solucin poltica

    resultar, en primer lugar, de los acuerdos entre las FARC-EP y el Gobierno nacional pararefrendar un eventual acuerdo final (los plazos fatales del llamado marco jurdico para lapaz o del referendo constitucional han quedado atrs); en segundo lugar, de la profundi-zacin de las mltiples dinmicas constituyentes que se encuentran en curso en el campopopular, incluida la articulacin y coordinacin de los diferentes procesos, lo cual debe tra-ducirse en un amplio movimiento poltico y social, puede ser en la forma de movimiento demovimientos, por una Asamblea Nacional Constituyente, que a travs de la movilizaciny de la construccin de un mandato popular tenga la capacidad de desatar una dinmicaconstituyente inatajable; y, en tercer lugar, de que todo ello pueda traducirse en un granacuerdo poltico nacional, que permita una salida jurdica y poltica a la convocatoria deuna Asamblea Nacional Constituyente.

    La tendencia del proceso poltico resulta inobjetable: las condiciones para desatar aplenitud la dinmica constituyente son hoy mayores, si se comparan con el momento enel que se plante por primera vez la iniciativa. Estamos frente a un proceso de maduracinde la respuesta popular frente a la crisis nacional, cuyos tiempos e intensidad no son aunsuficientemente perceptibles.

    http://www.flickr.com/photos/gustavopetrourrego/12105137086/

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    Conflictoysoluci

    npoltica

    La crisis del rgimen poltico

    exige la convocatoria auna Asamblea NacionalConstituyente

    Daniel Libreros CaicedoProfesor del Departamento de DerechoUniversidad Nacional de Colombia

    a. Una democracia representativa agotada

    La discusin sobre la convocatoria a una Asamblea Nacional

    Constituyente cada vez adquiere ms relevancia. Las razonespara que ello ocurra no se reducen a las eventuales consecuencias de laculminacin del proceso de negociaci n en La Habana, aunque no debedesconocerse su importancia, sino a la agudizacin de la crisis institucio-nal y social que vive el pas.

    Una de las manifestaciones de la crisis institucional es la de la consta-tacin en las actuales campaas parlamentarias de un sistema de repro-duccin partidario corrupto basado en el giro de dineros pblicos de laPresidencia hacia los parlamentarios mediante los llamados cupos indi-cativos y en el reparto de cargos en la administracin pblica, prcticasque se intensifican cuando est en juego una reeleccin presidencial.Los montos presupuestales distribuidos y el nmero de cargos asignadoscausan indignacin1.

    1 A manera de ejemplo citamos apartes de la investigacin realizada por Caracol Ra-diohace pocas semanas: En el caso del senador Carlos Enrique Maya, de acuerdocon el documento revelado por Caracol Radio, le fueron entregados 8 cargos y unmonto recibido de $13.621 millones de pesos () Jorge Hernando Pedraza se ase-gura que habra recibido $23.200 millones de pesos y con presencia en la Cmarade Comercio de Sogamoso a travs de Jos Gmez Acosta y Carlos Julio MartnezPrez. La senadora Arlet Casado de Lpez se estima que recibi $15.325 millones

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    Conflicto y solucin poltica

    A esta situacin debemos sumarle la presencia delas mafias y el paramilitarismo en el financiamientode las campaas y en la movilizacin proselitista, lo

    que ya se convirti en prctica recurrente durantelos certmenes eleccionarios2. El financiamiento delos grupos econmicos asociado al funcionamientocorporativo del Estado completa el cuadro de unademocracia representativa en bancarrota.

    Este sistema poltico cerrado que concibe la pol-tica como un negocio particular y la reduce a inter-mediaciones clientelares con la sociedad es antidemo-crtico. Convierte a los partidos en caja de resonancia

    del gobernante de turno, en agrupaciones carentes deideologa y propuestas. De hecho la existencia delvoto preferente confirma que cada candidato cuentacon una empresa electoral propia en la que el partidosimplemente juega el papel de otorgar avales.

    de pesos y entre los cargos que le fueron asignados se en-cuentra Mara Andrea Lpez Casado, hija de la congresistay del ex senador Juan Manuel Lpez, quien fue condenadopor parapoltica por el pacto de Santaf de Ralito. LpezCasado fue vinculada a la Superintendencia de Sociedadescomo asesora grado 05.

    Sobre Juan Mario Laserna, de quien se afirma que ha re-cibido $14.846 millones en recursos () El ranking de lospartidos y los puestos es el siguiente: Partido de la U 554;Partido Conservador con 487: Partido Liberal con 347; Cam-bio Radical con 321 y PIN con 32. Ver Caracol confirm al-gunos nombramientos de beneficiarios de la mermelada,http://www.caracol.com.co/noticias/actualidad/caracol-confirmo-algunos-nombramientos-de-beneficiarios-de-la-

    mermelada/20140123/nota/2061578.aspx

    2 Las regionales de la Misin de Observacin Electoral,MOE, llaman la atencin a las autoridades para que haganseguimiento a las elecciones del 2014. Esto, con el fin deevitar que bandas criminales permeen las campaas pol-ticas. La queja exacta es que algunas de estas bandas hanmovilizado una poblacin bastante grande, varios das, envarios buses a inscripcin de cdulas en algunos puestosde votacin de Medelln. Lo que constituye, al parecer, enuna revictimizacin del conflicto armado, afirm lvaroCrdoba, coordinador de la MOE en Medelln, en Alertapor presencia de las Bacrin en futuras elecciones, NoticiasRCN.com, enero 29 de 2014.

    http://www.lapatria.com/nacional/santos-se-re

    unira-con-petro-y-el-procurador-50753

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    La izquierda con presencia electoral no ofrece alternativas a estefuncionamiento antidemocrtico. El acuerdo sin principios que, decara a las elecciones del 9 de marzo, realiz una franja importante de la

    izquierda con Alianza Verde para sumar votos y conseguir el umbral,afronta ahora el dilema de la candidatura presidencial por ese partido deEnrique Pealosa, una de las fichas del uribismo, lo que no tiene cartade presentacin. La actual direccin del Polo Democrtico Alternativotoler la corrupcin durante el gobierno de Samuel Moreno, para citarun ejemplo emblemtico.

    Un sistema poltico de estas caractersticas solamente puede produ-cir un Congreso como el actual, sin autoridad propia y sin propuestas,asociado en parte con las mafias locales y doblegado ante las ddivas del

    poder Ejecutivo3. El descontento ciudadano frente a este estado de cosasdebe canalizarse en una propuesta de reforma democrtica integral delos procedimientos electorales y las decisiones parlamentarias que ga-rantice: i) la opinin plural de agrupaciones polticas minoritarias, deorganizaciones sociales y de la ciudadana inconforme, ii) la democraciaparticipativa decisoria y iii) que, al mismo tiempo, elimine la capacidadde corrupcin del dinero sobre el ejercicio de la poltica. Una reformade esta naturaleza solamente puede conseguirse mediante una AsambleaConstituyente.

    b. La justicia en la encrucijadaOtra de las manifestaciones de la actual crisis institucional es la rela-

    cionada con el funcionamiento de la Justicia. El sistema acusatorio penalque en la Constitucin de 1991 incorpor procedimientos y normas delanterior Estado de Sitio, prolongando la institucionalidad del terror es-tatal, ha colapsado. El balance en sus dos dcadas de funcionamiento esnegativo. Continan los asesinatos de lderes sociales y el desplazamien-to masivo. La utilizacin recurrente de la extradicin no ha eliminado elnarcotrfico. Ha aumentado la impunidad4, a pesar de que se redujeron

    3 Adems, un Congreso preocupado por actuar con impunidad. En Junio de 2012, lamayora de los parlamentarios concertaron una reforma a la justicia con el gobiernode Santos que inclua la eliminacin de controles ciudadanos, modificaciones a losprocesos por parapoltica y al rgimen de inhabilidades. A contramano y a manera denegociacin con la direccin de la rama judicial, la reforma propona el aumento de laedad de retiro de los magistrados de las altas cortes. La denuncia ciudadana obliga que el gobierno la retirara despus de haber sido aprobada por el Congreso, produ-ciendo, de paso, la renuncia del entonces Ministro de Justicia, Juan Carlos Esguerra.

    4 Un dato parece ilustrarla con claridad: la probabilidad de que un homicidio seasancionado en Colombia cay del 11% en los aos sesenta a 4% en la dcada

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    Conflicto y solucin poltica

    las garantas procesales5de defensa y ha terminado por profundizar elhacinamiento carcelario6.

    Ese hacinamiento carcelario ya ha transitado hacia una crisis huma-

    nitaria no tan solo por las condiciones en que viven los presos, sino porlos constantes enfrentamientos que se presentan entre los mismos7.

    La bancarrota de la justicia incluye la corrupcin evidenciada en elConsejo Superior de la Judicatura con el llamado carrusel de las pen-siones, el clientelismo familiar de los magistrados de las altas cortes quedevel la reeleccin del Procurador, el enfrentamiento entre Consejo deEstado y Corte Constitucional ante la indefinicin del cierre de compe-tencias en el caso de las tutelas, la existencia de un Ministerio Pblicoque a nombre del control administrativo destituye hasta funcionarios de

    eleccin popular, definiendo penas, sin que el sancionado pueda acudira la segunda instancia.

    del noventa. En cambio, en Estados Unidos los homicidios resueltos, entendiendopor ello que una persona sea arrestada por la polica por ese crimenllegan aproxi-madamente a 70% Ver, Rodrigo Uprymi, en www.dejusticia.org/admin/file.php?table=documentos...field...id.../

    5 Hasta el actual Ministro de Justicia, Alfonso Gmez Mndez, en reciente entrevista,

    ha reconocido este debilitamiento de las garantas procesales, particularmente enel tema de la presuncin de inocencia. Ah est el informe que acaba de publicar laComisin Interamericana de Derechos Humanos, en el sentido de que el sistema acu-satorio ha aumentado la detencin preventiva. Lo que no podemos hacer es continuarcon lo mismo, a pesar de que se ha demostrado su ineficiencia. Y no soy el nico endecirlo. Ver, Alfonso Gmez Mndez, Hay que prohibir todas las reelecciones,entrevista con Yamid Amat, El Tiempo, 2 de febrero de 2014.

    6 En esa misma entrevista se le pregunta al Ministro de Justicia. Por qu dice que laculpa del hacinamiento es el sistema penal acusatorio? Y responde: Parcialmente.Sus dos objetivos fundamentales eran agilidad y garanta de libertad, y no la crcel,hasta cuando sea declarado culpable. Eso no funcion plenamente. Hoy el proceso es

    ms pesado: por eso la gente le dice sistema penal aplazatorio. Ibd., 2 de febrerode 2014.

    7 El 27 de enero del ao en curso murieron 11 personas en un amotinamiento que sepresent en la crcel de Barranquilla. El informe periodstico relata que los desafor-tunados sucesos comenzaron cuando una banda que controla el microtrfico acus alos representantes de derechos humanos de haberle dado informacin a la guardiapenitenciaria, debido a una requisa generalizada que se haba desarrollado a primerashoras de la maana. Lo que debe resaltarse son las condiciones del hacinamiento:El lunes temprano, la guardia haba decomisado celulares, armas cortopunzantes yalucingenos en el pabelln B del patio 7, donde permanecen 716 internos por delitoscomunes, cuando la capacidad es de 196. Una sobrepoblacin del 265 por cientoSube a once el nmero de muertos por incendio en la crcel de Barranquilla, El Tiem-po, 1 de febrero de 2014.

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    Es necesario realizar una reforma democrtica y garantista a la justicia que reorganicela rama judicial bajo criterios de seleccin profesional alejados del clientelismo. Adicional-mente es urgente definir una estrategia de resocializacin de los presos y de eliminacinde las detenciones preventivas. Ello obliga, igualmente, a la convocatoria de una Asamblea

    Nacional Constituyente.

    c. El fracaso del neoliberalismo constitucionalizadoLa Constitucin de 1991 institucionaliz las pautas de la globalizacin neoliberal en

    el pas. Estableci un banco central autnomo para controlar la inflacin bajo supuestosmonetaristas y en lnea de continuidad con la ley 9 de 1991, que ya haba abolido el controlde capitales y haba abierto la posibilidades de inversin a los grandes grupos financierostransnacionales. Elimin la utilizacin del crdito pblico por parte del Banco Emisor conlo que oblig a los gobiernos a endeudarme con la banca privada, aumentado considerable-mente la deuda pblica, al tiempo que les otorg garantas a los inversionistas-crdito paragarantizar su pago.

    Esta legislacin ha sido perfeccionada en desarrollos posteriores y secuenciales por elCongreso hasta llegar al Acto Legislativo de Sostenibilidad Fiscal de 2011, en el que seconsagra que el pago de los intereses de la deuda tiene prioridad sobre los gastos sociales.

    Igualmente debilit la regulacin sobre los monopolios y la inversin extranjera; mer-cantiliz los derechos sociales al definirlos como servicios aadiendo que podan ser pres-tados por particulares. Esta definicin constitucional dio paso a una legislacin que reducela poltica social del Estado al asistencialismo neoliberal, al pago de subsidios focalizados alos pobres, a lo que el Banco Mundial denomina la gestin de la pobreza.

    http://proyectohondureno.wordpress.com

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    Conflicto y solucin poltica

    La discusin sobrela convocatoria

    a una AsambleaNacionalConstituyentecada vez adquierems relevancia.Las razones paraque ello ocurrano se reducen

    a las eventualesconsecuencias dela culminacindel proceso denegociacin en LaHabana, aunque nodebe desconocersesu importancia, sinoa la agudizacinde la crisisinstitucional y socialque vive el pas.

    El fracaso internacional del neoliberalismo, elcual ha terminado por producir una concentracin dela riqueza sin precedentes, tambin obliga a realizar

    transformaciones democrticas en el rea de la econo-ma. Las estadsticas lo confirman: Las 85 personasms ricas del planeta tienen el equivalente a todoslos recursos de los 3.570 millones de habitantes mspobres8. En el pas la concentracin de la riquezaarroja resultados similares, En el caso de Colombia,el 49,1% de los ingresos del pas va a parar a las arcasdel 10% ms opulento, frente al 0,9% que se quedaen el lado de los ms miserables9.

    La reforma democrtica del constitucionalismoneoliberal tambin debe realizarse por razones de co-yuntura. A lo que estamos asistiendo es a la finaliza-cin del ciclo del dlar barato que oper durante losltimos aos conforme a las decisiones de la ReservaFederal norteamericana. Ello viene precipitando fugade capitales en los llamados pases emergentes dentrode los cuales Colombia est incluida, lo que ya haarrastrado una devaluacin considerable del peso. A

    lo que vamos a asistir en el futuro inmediato es al au-mento de presiones inflacionarias, al encarecimientode la deuda externa y a la baja en los precios de lasmaterias primas cuando tenemos balanza comercialdesfavorable. Preservar el statu quo neoliberal sloes posible con mayores castigos sobre la poblacin.Detener esa poltica regresiva exige la convocatoria deuna Asamblea nacional Constituyente.

    8 Gobernar para las elites. Secuestro democrtico y des-igualdad, Informe presentado por Oxfam al Foro Econmi-co Mundial de Davos, 25 de enero de 2014, reseado endiversas publicaciones.

    9 Fuerte concentracin de la riqueza en Colombia y Amri-ca latina advierte la ONU, Caracol.com.co, 25 de marzo de2010.

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    Subversionesintelectuales

    Constelaciones del perdn

    Sergio De Zubira Samper

    Profesor Asociado del Departamento de FilosofaUniversidad de los Andes

    El filsofo Jacques Derrida ha llamado la atencin sobre lasmltiples dificultades del discurso y de las prcticas del per-dn. Su compromiso en la lucha contra el apartheid en Sudfrica, sutrabajo con la intelectualidad palestina y el rechazo a la invasin de

    Irak, lo llevaron a dedicar importantes reflexiones sobre la justicia y elperdn. Apoy a Nelson Mandela en la Comisin Verdad y Reconcilia-cin, creada en 1995 y presidida por el obispo Desmond Tutu. Ante estaComisin testificaron 15.000 vctimas, cuyos testimonios fueron tras-mitidos de forma pblica por televisin, y se recibieron 7.000 peticionesde amnista. Una experiencia histrica bastante relevante para conocerlas lgicas y prcticas del perdn.

    Los gestos de solicitud de perdn se han convertido en un ingredientecotidiano de la vida poltica contempornea. Slo basta recordar aquelgesto del canciller alemn, Willy Brandt, arrodillndose ante el gueto deVarsovia en diciembre de 1970 para implorar perdn al pueblo polacoy judo por los crmenes nazis. Una escena con alta carga religiosa y es-tratgica. Junto a la proliferacin del arrepentimiento pblico asistimosa una constante escenificacin de la ceremonia de la autovictimizacinestratgica. De la mano del protagonismo poltico de las vctimas, delaumento de su autoridad moral, se produce una eclosin de autovictimi-zacin narcisista. Su exponente ms seero es la inocencia proclamadadel verdugo, es decir, la perversa estrategia de presentarse como vctima(potencial) para legitimar la agresin, lo que en la nueva jerga poltica

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    Subversiones intelectuales

    se llama ataque preventivo1. Hay suficientes razonespara ser cautelosos en la aceptacin poltica de losactuales rituales del perdn.

    Equvocos del perdnAlgunas de las dificultades sealadas por Derrida2

    hacen parte de las tensiones inherentes a las prcticascontemporneas del perdn. El primer equvoco:con frecuencia se confunde el perdn con un grannmero de conceptos cercanos, como la disculpa, elpesar, el arrepentimiento, el olvido, la confesin, lacomprensin, la amnista, la prescripcin, etc. Dicha

    confusin produce la prdida de sus lmites concep-tuales. La segunda dificultad: a menudo se presentauna contaminacin entre la lgica del perdn y lalgica judicial, como si la absolucin o sentenciapenal reemplazara la prctica del perdn. El perdnno hace justicia, eso es indudable, no sustituye a lajusticia; el valor del perdn es heterogneo al valordel juicio jurdico. La tercera tensin: el lenguaje quele aplicamos actualmente pertenece a una herencia

    religiosa judeo-cristiana o abrahmica (cristianismos,judasmo, religiones islmicas), que pretende univer-salizarse para todos los rituales del perdn. A partirdel Tribunal de Nremberg se impuso un lenguajehomogneo del perdn, marcado por la concepcinde perdn que subyace en estas religiones. Algunasde sus caractersticas son: el perdn apunta al serviciode una meta, la exigencia de arrepentimiento, la ne-cesidad de confesin, la autoinculpacin, la accin deconversin y la funcin de normalizacin. A culturasno europeas, ni bblicas, se estn imponiendo esce-nas y connotaciones del perdn que no contemplansu contexto singular.

    1 Jos Zamora. El perdn y su dimensin poltica; en Ma-dina, E., Mate Reyes, M y otros. El perdn, virtud poltica.Barcelona: Anthropos Editorial, 2008. p. 59.

    2 Jackes Derrida. El perdn; en Madina, E., Mate Reyes, My otros. Op. Cit., pp. 113-139.

    http://www.domestika.org

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    El cuarto escollo, tal vez el mayor problema tico para Derrida, nace de una paradoja: slosi existe lo imperdonable tiene sentido el perdn. Este es uno de los problemas ms discutidosactualmente de su legado filosfico. Hasta dnde se puede perdonar? Si no estuvisemosdispuestos a perdonar ms que lo que nos parece perdonable, en trminos teolgicos el pe-

    cado venial, la idea misma de perdn desaparecera. Hay que perdonar lo peor, el crimendespiadado, el dao imperdonable. El perdn se anuncia como lo imposible mismo, no comolo fcil y posible. Derrida, en oposicin a distintas tradiciones y autores, plantea un perdnabsoluto e incondicional, el perdn slo lo es si perdona lo imperdonable.

    Son complejas las constelaciones dialcticas del discurso y las prcticas del perdn. Derridaes tan slo un buen inicio. Tenemos que enfrentar cuatro dificultades: mayor y ms profundadelimitacin conceptual; no confundir lo jurdico con el perdn; deconstruir el monopolioconceptual de las religiones; discutir el carcter condicional o no del perdn.

    Delimitacin conceptualDos de las anteriores dificultades tienen senderos para enfrentarlas y posibles consensos.

    Las necesarias fronteras entre lo legal y el perdn, como tambin la posibilidad de prcticasdel perdn en clave multicultural y contextual, pueden ser compartidas por distintas teorasdel perdn. Las diferencias entre la verdad jurdica y la exigencia de verdad de las vctimas,la imposible confusin entre amnista y perdn, los lmites de todo proceso judicial, nosobligan a distinguir entre accin jurdica y experiencia del perdn. En un proceso de paz

    http://www.flickr.com/photos/curiosalternativa/11330111263 Alejandra Prez Alonso

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    Subversiones intelectuales

    y reconciliacin, la memoria de las vctimasdebe primar sobre la verdad jurdica de loshechos3. Nunca las decisiones judiciales

    podrn suplantar la verdad y la memoria delas vctimas.

    El predominio de las religiones abrah-micas en los gestos de arrepentimiento ysu tendencia actual a la autovictimizacinestratgica son slo una forma histrica deprctica del perdn. Hasta el carcter inde-fectiblemente personal del perdn es unaforma cultural y selectiva. Tenemos que am-

    pliar el horizonte histrico y cultural haciaotras posibles formas del perdn. Abordar ladimensin poltica y emancipatoria del per-dn implica superar ese trasfondo religiosonico.

    Las aporas mayores sobre este tema,desde las reflexiones de Derrida, estn en suconceptualizacin y su carcter incondicio-nal. No resulta fcil aproximarse al signifi-

    cado del perdn y tiende a definirse desde elaparente opuesto de la venganza o mantienerelaciones ambiguas con la nocin del olvido.

    La lgica de la venganza busca la reciprocidad y el restablecimiento de una supuesta situa-cin originaria. El acto violento o criminal implica un dao para la vctima. Este dao haproducido un desequilibrio y la responsabilidad del agresor. La venganza pretende recompo-ner el equilibrio roto. Dao por dao, pero tambin culpabilidad por culpabilidad. El agresorrecibe el mismo dao que ha producido y la vctima se hace culpable del mismo delito. Peroen realidad la venganza busca un equilibrio imposible. Nunca un dao es igual a otro dao4.La venganza llama a una cadena infinita e indetenible de venganzas. La venganza excluye elperdn, pero la renuncia a ella no lo exige necesariamente; muchos dolientes estn decididosa renunciar a la venganza, pero no quieren perdonar.

    Existe tambin una relacin ambigua con el olvido. En muchas ocasiones se consideraofrecer el perdn como una forma de olvidar o suprimir lo sucedido. Pero de forma contun-dente, quien ha olvidado no necesita ni puede perdonar. Sin reconocer el dao, sin nombrarlo

    3 Adolfo Chaparro. La funcin crtica del perdn sin soberana en procesos de justicia transicional; en Rett-

    berg, A. (compiladora). Entre el perdn y el paredn. Bogot: Universidad de los Andes, 2005, p. 246.4 J. Zamora, Op. Cit., p. 70.

    En el perdn se tratade liberar el presente

    y el futuro de la cargaque imponen ciertasexperiencias sufrientesdel pasado. El perdnconcede al prjimo laposibilidad de integrary superar aquel pasadoculpable. El perdn

    rompe la lgica de lacorrespondencia, delintercambio del dao einstaura una lgica deobsequio, regalo o don:per-donar es regalar enabundancia, dar muchoms de lo esperado.

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    y sufrirlo no existe el perdn. El tipo de memoria delperdn es muy peculiar: es una memoria que no enca-dena el presente a una obsesin por el pasado traum-

    tico. El dolor del dao, bajo la perspectiva del perdn,se va convirtiendo en un presente y futuro liberador.Es una memoria que anuncia algn tipo de redencin.

    En el perdn se trata de liberar el presente y el futurode la carga que imponen ciertas experiencias sufrientesdel pasado. El perdn concede al prjimo la posibilidadde integrar y superar aquel pasado culpable. El perdnrompe la lgica de la correspondencia, del intercambiodel dao e instaura una lgica de obsequio, regalo o

    don: per-donar es regalar en abundancia, dar muchoms de lo esperado.

    Los lmites del perdn y su incondicionalidadconstituyen uno de los asuntos ms complejos, comoya lo hemos subrayado. Existen actos humanos queno tienen perdn? Slo puede perdonar la vctima, oalguien puede arrogarse esa delegacin de la capacidadde perdonar? Son perdonables los crmenes contra lahumanidad? Derrida, por su necesidad de liberar el

    perdn de toda instrumentalizacin estratgica, decualquier sospecha de supeditacin a intereses particu-lares, arriesga la tesis del perdn absoluto e incondicio-nado. Es necesario perdonar lo imperdonable, romperel curso de lo normal y normalizable en la experienciadel perdn. Tenemos que impedir el sometimiento delperdn a la contaminacin de la hipocresa, el espect-culo o la instrumentalizacin.

    Desde otras perspectivas filosficas, como las deJankelvitch, Arendt, Benjamin o Ricoeur, existenlmites del perdn y es implanteable su condicinabsoluta. Por ejemplo, Jankelvitch plantea culpasimperdonables, como los crmenes contra la huma-nidad, y Arendt sugiere que slo se puede perdonaraquello que se puede castigar. La densidad de las ante-riores preguntas nos muestra que hasta ahora estamosiniciando el debate sobre los discursos y prcticas delperdn. Esta es una de las tareas y desafos del siglopor-venir.

    Jos Zamora:El acto violento

    o criminal implicaun dao para lavctima. Este daoha producido undesequilibrio y laresponsabilidaddel agresor. Lavenganza pretende

    recomponer elequilibrio roto.Dao por dao,pero tambinculpabilidad porculpabilidad. Elagresor recibeel mismo daoque ha producidoy la vctima sehace culpable delmismo delito. Peroen realidad lavenganza busca unequilibrio imposible.

    Nunca un dao esigual a otro dao.

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    Subversiones intelectualesN 41, Febrero de 2014 Bogot, Colombia Contenido

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    Subversionesintelectuales

    La reforma militar:Un mito o un debate necesario?Ricardo Snchez ngel

    Doctor en HistoriaProfesor Universidad Nacional de Colombia

    El militarismo en el mundo es una de las fuentes ms podero-sas de acumulacin de capital. La expansin de su industria,los presupuestos para la investigacin tecnolgica y cientfica, en lafabricacin de armas de destruccin masiva de tipo qumico y nuclear,

    constituye una poderosa estructura.La revolucin cientfico-tecnolgica de la segunda mitad del siglo

    XX y lo que va del XXI, con la creacin y aplicacin de las telecomu-nicaciones, la computacin, la robtica y otros logros, est atada a larealizacin del capital y, en particular, a lograr una mayor aplicacin ysofisticacin del armamentismo.

    La situacin llega a niveles alarmantes, con los depsitos de ojivasnucleares, flotas de buques y aviones, tanques y armas de todo tipo. Estarealidad, articulada a los intereses geoeconmicos y de poder poltico, haestimulado guerras de intervencin en Palestina, Siria, Afganistn, Irak,Libia y Sudn, al igual que guerras civiles y aparatos terroristas.

    El militarismo es un Frankenstein contra la humanidad y sus re-sultados estn por doquier. La afirmacin ingenua: no hay guerrasmundiales desde hace 65 aos, desconoce esta cruel realidad que EricHobsbawm precis:

    Desde la cada del muro de Berln, nos hallamos de nuevo sumidos

    en una era de genocidios y de traslados de poblacin masivos y

    forzosos, tanto en algunas regiones de frica como en el sudeste

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    Subversiones intelectuales

    europeo o en Asia. [] Lo que, segn los es-

    tndares del siglo XX podramos calificar como

    guerras pequeas, provoca unas catstrofes

    sin parangn1

    .

    Eso es aplicable a Colombia. Todo esto operaen unas dinmicas de militarizacin de la escenamundial. La diplomacia y el Derecho Internacionalmilitarizados a travs de las polticas de seguridadhegemnica y de guerra al terrorismo. Las NacionesUnidas y otras instituciones de tipo regional como laOEA, sometidas a las imposiciones de las potencias,

    especialmente Estados Unidos.Las dinmicas de control de todas las actividades

    de amplios sectores de gentes en todas partes porsistemas de espionaje electrnico global constituyenuna agresin a la simple convivencia y autonomapersonal. Se vive una regresin, unos nuevos desa-rrollos de las barbaries contra la vida, las libertadesy la paz.

    La relevancia para comprender la complejidad

    del militarismo es que su existencia est atada aldesarrollo del capitalismo. En su fase actual, estesistema impone sus patrones de acumulacin conabierta represin. La militarizacin de la sociedad, dela vida ciudadana, es un correlato de la acumulacincapitalista. En su memorable obra La acumulacinde capital, Rosa Luxemburgo comienza el captuloXXXII as:

    El militarismo ejerce en la historia del capital unafuncin perfectamente determinada. Acompa-

    a los pasos de la acumulacin en todas sus

    fases histricas. [] Hay que agregar a esto,

    todava, otra importante funcin. El militarismo

    es tambin, en lo puramente econmico, para

    el capital, un medio de primer orden para la

    1 Eric Hobsbawm. Guerra y paz en el siglo XXI. Barcelona: Me-moria Crtica, 2007. 1 reimpresin. p. 30. Cap. 2: Guerra, pazy hegemona a comienzos del siglo XXI.

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    realizacin de la plusvala, esto es, un

    campo de acumulacin2.

    El militarismo tiene un desarrollo com-plejo en que el predominio norteamericanoen todos los aspectos es relevante, incluyen-do una red en la geografa global de basesmilitares debidamente equipadas3. Ademsde un comercio multimillonario de armas,presencia de misiones de expertos y unacoordinacin con las fuerzas militares deotras potencias y pases. La OTAN y otros

    pactos militares son los instrumentos decoordinacin de los ejrcitos de aire, mary tierra.

    Las contradicciones entre las grandespotencias envuelven las dinmicas econ-micas y las polticas, en que la seguridadque provee el militarismo est presente.El sistema de espionaje de la Agencia Na-cional de Seguridad (NSA) de los Estados

    Unidos sobre sus socios es una manifesta-cin obvia de tales dinmicas.

    La crisis econmica recesiva, abierta en2009, plante un saqueo a los salarios, derechos y conquistas sociales de los trabajadores. Elmodelo neoliberal vigente se articul a un propsito de reactivacin por la expropiacin delmundo del trabajo. Nada nuevo en la historia de las crisis del capitalismo. Como tampoco lasguerras de intervencin antes mencionadas.

    El resultado es la precarizacin del trabajo en todos sus aspectos: disporas multitudi-narias, barbarie en gran escala, y el militarismo all firme.

    En estos contextos llama la atencin el anuncio del Plan de Reconversin del EstadoMayor de la Defensa de Espaaanunciado el da de la Pascua Militar, presidida por elrey Borbn. El ministro de la defensa, Fernando Garca Snchez, declar: Ms vale tenerun 10 al 100%, que un 100% al 10%. Se refiri as al anuncio de reducir el ejrcito de120 mil efectivos a 10 mil!!! Esto se suma al hecho que la Armada ha dado de baja el 25%

    2 Luxemburgo, Rosa. La acumulacin de capital. Mxico D.F.: Editorial Grijalbo, 1967. p. 352.

    3 Ver: Vega Cantor, Renn. Colombia y la estrategia militar del imperialismo estadounidense en nuestra Amrica.En: Seminario Internacional Marx Vive (7: 2010: Bogot). Amrica Latina en Disputa. Reconfiguracionesdel capitalismo y proyectos alternativos (Jairo Estrada (Comp.). Bogot: Universidad Nacional de Colombia.Facultad de Derecho, Ciencias Polticas y Sociales. Departamento de Ciencia Poltica, 2012. pp. 403-423.

    La necesidad dela reforma militar

    democrtica es imperiosae interesa a los estamentosmilitares y a la opininde todos los colombianos.La Fuerza Pblica es unactivo, un bien pblicoy no una armada de lospoderosos y los gobiernos.

    Mantener sus presupuestosen aumento ao tras ao yun crecimiento exponencialde sus unidades va encontrava de la sensatez,de los intereses de lapaz, la democracia ylas demandas sociales.

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    Subversiones intelectuales

    de su flota de aviones Harrier de despliegue verticaly el ejrcito de aire uno de sus dos aviones Boeingde reabastecimiento estratgico en el aire. Adems,

    se reduce la presencia en misiones exteriores: enAfganistn en un 73% y en Lbano en un 48%.El presupuesto de defensa se redujo desde 2008 un32%, de 8.494 millones de euros a 5.745 millones en2014. Tambin el gasto que garantiza las operaciones(combustible y equipo) se redujo un 36%, de 1.073millones de euros a 682 millones. La crisis espaola,una verdadera depresin, afecta el gasto del milita-rismo y plantea su reduccin. Tambin una reforma

    militar4.El debate sobre el gigantismo militar hay que legi-

    timarlo en todas partes y en particular en Colombia, alo que invit en mi artculo de Izquierdade diciembredel ao pasado. La necesidad de la reforma militardemocrtica es imperiosa e interesa a los estamentosmilitares y a la opinin de todos los colombianos. LaFuerza Pblica es un activo, un bien pblico y no unaarmada de los poderosos y los gobiernos. Mantener sus

    presupuestos en aumento ao tras ao y un crecimien-to exponencial de sus unidades va en contrava de lasensatez, de los intereses de la paz, la democracia y lasdemandas sociales.

    Si en los dilogos de La Habana no se adelantandiscusiones sobre el militarismo, respeto tal decisin5.Pero ello no significa que el tema est prohibido. Serauna buena discusin para el debate electoral: la FuerzaPblica, la paz y la democracia.

    4 Ver: Peridico El Pas. Lunes, 6 de enero de 2014. AoXXXIX. Nmero 13.338. Ed. Pas Vasco. pp. 1 y 10.

    5 Ver: De la Calle, Humberto. Mitos y realidades del procesode paz. El Tiempo. Jueves 23 de enero de 2014. p. 15.

    Rosa Luxemburgo:El militarismo

    ejerce en lahistoria del capitaluna funcinperfectamentedeterminada.Acompaa lospasos de laacumulacin en

    todas sus faseshistricas. [] Hayque agregar aesto, todava, otraimportante funcin.El militarismoes tambin, enlo puramenteeconmico, para elcapital, un mediode primer ordenpara la realizacinde la plusvala,esto es, un campode acumulacin.

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    Luc

    haspopulares

    El campesinado

    colombiano:de la victimizacin a la esperanza

    Santos Alonso Beltrn Beltrn

    Profesor Ciencia PolticaUniversidad Nacional

    En Colombia, el conflicto armado es una problemtica comple-ja que no puede reducirse a los choques entre el ejrcito oficial,las guerrillas y los grupos de paramilitares que an asolan las regionesms remotas del pas. La violencia poltica, manifestacin generalizada

    de esta prolongada situacin, es slo la expresin ltima de una serie desituaciones conflictivas que explotaron violentamente. En este sentido, elconflicto armado colombiano es a la vez consecuencia de la exclusin a laque han sido sometidas las minoras polticas y los grupos de oposicin:un sistema poltico excluyente y cerrado, engendr el descontento socialque el establecimiento no dud en responder con la violencia contra losopositores. Pero la violencia armada es tambin la expresin ulterior deun inequitativo y convulsivo orden social que se ha caracterizado por lagradacin y exclusin por cuestiones tnicas, religiosas y de gnero: unpas que se construy mediante la homogeneizacin cultural y tnica degrupos sociales que no respondan a los lineamientos generalizados de lafe catlica, la extraccin blanca, la educacin confesional, etc. no podamenos que acrecentar la intolerancia hacia el diferente, su exclusin, suextraamiento a los lugares remotos de la geografa nacional, lejos dela cobertura estatal y sometido al abandono. En la base de todo esteandamiaje esta la organizacin econmica que, con la concentracin dela propiedad, el acaparamiento del ingreso y la captura clientelar de lainversin pblica, medra como base de la violencia en el pas.

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    Luchas populares

    En este momento la discusin poltica nacionalse ocupa de la solucin negociada de ese conflictoarmado, y para ello la Mesa de conversaciones de La

    Habana ha venido discutiendo las formas a partir delas cuales pueden superarse los obstculos que haninterrumpido la posibilidad de una sociedad en paz.Un acierto de la Mesa fue ocuparse en primera ins-tancia del problema de la propiedad de la tierra y eldesarrollo rural como mecanismo de desactivacinde la conflictividad violenta que ha asolado al campocolombiano. El conflicto armado colombiano, que seha ensaado especialmente contra el mundo rural,

    no proviene nicamente de la concentracin de latierra y de su explotacin rentista e improductiva porseores latifundistas: es ms que claro que en buenamedida la violencia poltica en Colombia se puedeexplicar por esta reiterada imposibilidad de garan-tizar un modelo de desarrollo rural incluyente, consoberana y autonoma alimentaria, y basado en unmodelo justo de propiedad en conexin con asisten-cia tcnica y desarrollo infraestructural garantizados

    por el Estado.La reforma agraria y el modelo de desarrollo rural

    que han sido sistemticamente soslayados por laselites nacionales vuelven a las primeras pginas de laagenda nacional, pero su conceptualizacin y alcan-ces son variados segn los sectores polticos, las orga-nizaciones sociales y la propia insurgencia. El campocomo espacio social y de produccin econmica y elcampesinado como sujeto poltico y social, vuelvenal centro del escenario poltico luego de una largaausencia. Este escrito busca reflexionar sobre la for-ma en la que el mundo agrario ha sido excluido de lavida nacional y su reciente despertar e inclusin en ladiscusin de la vida poltica del Estado colombiano.

    La Colombia rural y la violencia polticaEl campo colombiano ha sido sistemticamente

    afectado por las ms diversas manifestaciones dela violencia. En el mundo agrario han campeado

    http://www.domestika.org

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    los actores armados insurgentes de las ms diversasorientaciones polticas y los actores ilegales de la vio-lencia comn y organizada que han victimizado a sus

    habitantes; en el campo tambin se ha concentradola mayor estrategia de violencia estatal, unas vecescomo respuesta a los insurgentes y a los actores arma-dos de la violencia comn, otras como estrategia derepoblamiento y reorganizacin de las dinmicas dedesarrollo orientadas por la institucionalidad. Tam-bin en el campo colombiano, desde los aos 60, seha desarrollado un proceso de acelerada urbanizacinque lo ha despoblado, trasladando a sus habitantes a

    las ciudades para engrosar la miseria urbana: las zonasrurales son expulsoras de poblacin joven, toda vez quelas posibilidades de vida en el mundo rural han sidocada vez ms dramticas. As el campo colombiano haestado bajo la violencia de los actores armados, la po-breza endmica de sus habitantes y el abandono de lasautoridades nacionales: un caldo de cultivo ms quefrtil para el desarrollo de la violencia poltica.

    Las guerrillas colombianas han sido siempre acom-

    paantes habituales de la vida campesina. La vida delpoblador rural se mezcla de manera ms corrientecon los insurgentes que con el mismo Estado, y porello han sido los grupos guerrilleros los que terminanconstruyendo un orden social en la Colombia rural.El Estado de manera tarda ha querido insertar estosterritorios en las lgicas de desarrollo econmico na-cional, ms que en la vida incluyente de un pas que

    reclama un trato semejante para todos sus habitantes. En tanto ha pri-mado el afn econmico de las elites, la intervencin del Estado en estosterritorios ha ido de la mano con la ocupacin violenta para aclimatar losprocesos de inversin en infraestructura, produccin minera o agrope-cuaria, o simplemente para caminar en la va de la consolidacin militardesde la estrategia geopoltica de la guerra contra las insurgencias. En labsqueda de sus objetivos, las elites que dominan el Estado no han tenidoningn empacho en utilizar contra los habitantes campesinos las tcticasms violentas de amedrentamiento mediante el uso de escuadrones de lamuerte, grupos de limpieza social o ejrcitos privados al servicio del capitallegal e ilegal. La estrategia paramilitar, que se centraliz y consolid a

    Luego de unextenso letargo

    causado por laviolencia, lasorganizacionescampesinasempiezan adespertar, areorganizarse ya presionar para

    que las decisionesque redefnan eldestino del agrocolombiano, quesiempre han sidotomadas por laselites econmicas,no slo se lesconsulten sinoque sean ellaslas que defnanla poltica dedesarrollo agrario.

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    Luchas populares

    finales de los aos ochenta, fue el eptome

    de este recurso utilizado por las lites na-cionales y que se solaz en la victimizacinde los habitantes de las regiones rurales delpas, con especial acento en las zonas dondese proyectaban los escenarios de inversin enmegaproyectos de infraestructura, minera oagricultura intensiva.

    Una Colombia de espalda al campo

    La conflictividad y la violencia asociada almundo campesino, la urbanizacin del pasy el abandono estatal, lentamente fueron ha-ciendo del campo un espacio olvidado parala opinin nacional. El mundo campesinotan caro para la intelectualidad de mediadosdel siglo XX fue alejndose de todos los m-bitos de discusin artstica, econmica y po-ltica del pas. En la literatura que se produjohasta mediados del siglo pasado, el mundoagrario era un protagonista de primera im-portancia: las novelas tenan que ver con elmundo rural, lo retrataban, lo discutan demanera vvida por las condiciones sociales desus habitantes: Siervo sin tierra, El Cristo deespaldas, La casa grande, La casa de las dospalmas, La vorgine,Manuela,Mara, etc.eran literatura obligada en los colegios y enlas universidades. En cuanto a la discusin

    econmica, las posiciones giraban en torno

    al modelo de desarrollo que implicaba fun-damentalmente un captulo sobre el modelode produccin que debera llevarse y sobre suincidencia en las exportaciones, pero tambinera una discusin sobre el modelo de propie-dad de la tierra que se debata entre la granpropiedad rural con un modelo extensivo entrabajo o una propiedad pequea intensivaen tecnologa. Por su parte, en el mundo

    poltico la precaria situacin del habitanterural violentado, sometido al abandono delEstado, sujeto de la ignorancia y pasto de lapolitiquera clientelista bipartidista, y de susenconados odios, era una materia continuade conflicto entre los opinadores polticos ylos partidos de izquierda.

    Hacia finales de los aos ochenta, el cam-pesino como sujeto y el campo como espaciosocial y de produccin econmica dejaron deser interesantes para la intelectualidad nacio-nal. En la literatura, la novela urbana ocupun espacio protagnico en la escena cultural,y de all se traslad al mundo de la televisin;con ello, la cultura colombiana empez anutrirse de un modelo urbano donde las ma-fias, los conflictos de la alta sociedad, o sim-plemente la vida de figuras y antifiguras dela historia nacional se volcaban, y volcaban

    http://analisis15m.blogspot.com/

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    al televidente, al mundo de la ciudad. En ladiscusin econmica, el proceso globalizadorconcentr toda la atencin de los estudiosos

    y la doctrina neoliberal desplaz la atencinsobre la produccin agraria hacia la produc-cin de servicios, la especulacin financieray la intensificacin tecnolgica de las teleco-municaciones: la globalizacin comprima elmundo y eliminaba las fronteras espacialesentre el campo y la ciudad. Finalmente, laemergencia de la posmodernidad con su cele-bracin del personalismo y la continua critica

    a los metadiscursos, entre ellos a la idea deprogreso, releg la discusin poltica sobre lascondiciones estructurales del modelo de pro-duccin capitalista y su incidencias en la vidapoltica de los sujetos sociales: el campesinocedi su espacio poltico a los movimientosde genero, tnicos, culturales, ecolgicos, etc.Al final del siglo, el campesino pas a ser par-te del paisaje, como las montaas o los ros; el

    campo se convirti en un mundo buclico,inocente, nimbado de virtudes y exento deconflictos, o en un territorio salvaje, en unatierra de nadie, digna de aventura y vrtigo,pero no en el espacio de las desigualdades sociales; el modelo de desarrollo agrario devinoen una discusin de historia econmica y no de poltica pblica y la reforma agraria en untema trasnochado de viejas izquierdas polticas; la vida poltica se concentr en el mundourbano y el campesinado termino como sujeto pasivo de la vida nacional.

    El campo y el campesino de nuevo en el escenario poltico nacionalEl capitalismo creo la divisin espacial entre campo y ciudad, la revolucin industrial la

    profundiz: la dinmica espacial de la produccin de bienes y servicios obliga a la recreacinde los espacios de acumulacin. En este sentido, la importancia del campo como lugar dela produccin de materias primas no se ha eliminado; el capitalismo, a lo sumo, lo que hagenerado es un desplazamiento de los lugares de produccin de acuerdo a su afn de reducirlos costos.

    La espacialidad del capital no es esttica, es mvil y convulsiva. El campo como espaciode produccin de materia prima no ha sido reemplazado y la dependencia del mundo urbanocon respecto al mundo agrario es cada vez ms fuerte: la produccin de materias primas para

    El inusitado inters delcapitalismo mundial por

    desarrollar la oferta dematerias primas parasatisfacer la demanda dela produccin industrialen diferentes puntos delglobo y el crecimiento delos precios de los alimentoshan hecho que losinversionistas se concentrenen la colonizacin deespacios de produccinagropecuaria, minera ode generacin de serviciosambientales. El mundorural vuelve al primer

    plano en las lgicas deacumulacin capitalista.

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    Luchas populares

    el mundo fabril, o de alimentos para la esferadel consumo de las familias, est asentada

    en el mundo rural. El inusitado inters delcapitalismo mundial por desarrollar la ofertade materias primas para satisfacer la deman-da de la produccin industrial en diferentespuntos del globo y el crecimiento de losprecios de los alimentos han hecho que losinversionistas se concentren en la coloniza-cin de espacios de produccin agropecuaria,minera o de generacin de servicios ambien-

    tales. El mundo rural vuelve al primer planoen las lgicas de acumulacin capitalista.

    En Colombia esta situacin se ha vueltocada vez ms notoria. En los ltimos aos,muchos grupos econmicos nacionales yextranjeros han desplazado sus inversiones aregiones del pas que han sido histricamentelugares de colonizacin campesina para ini-ciar all proyectos de produccin de materiasprimas, agrocombustibles, minera etc. LaOrinoquia, la Amazonia y las sabanas delnorte del pas estn siendo recolonizadas porestos nuevos inversionistas que en su afnpor legalizar sus inversiones han acudidoahora a estrategias jurdicas sofisticadas,cuyo fin es violar la ley y formalizar la usur-pacin de las propiedades de los campesinosque antes las ocupaban. Ante ello, y luego deun extenso letargo causado por la violencia,

    las organizaciones campesinas empiezan adespertar, a reorganizarse y a presionar para

    que las decisiones que redefinan el destinodel agro colombiano, que siempre han sidotomadas por las elites econmicas, no slose les consulten sino que sean ellas las quedefinan la poltica de desarrollo agrario.

    En la Mesa de dilogos de La Habana, yen la presin que se desarrolla en las regionesdel pas, se estn perfilando las demandasde poltica pblica que el agro colombiano

    necesita para desarrollarse de manera pro-ductiva, con equidad social y sostenibilidadambiental. Los gobernantes de turno nopueden soslayar la importancia del despertardel movimiento campesino ni la centralidadque esta temtica tiene en la resolucin delconflicto armado. El campesinado movi-lizado, y con la solidaridad y apoyo de lasorganizaciones sociales y polticas del mun-do urbano, se est convirtiendo en actorcentral de este proceso. El campo y el cam-pesinado vuelven a la escena poltica, as lodemuestra el pasado para nacional agrario,la Mesa de Interlocucin y Acuerdo (MIA)y, por supuesto, la solidaridad que muchossectores de la sociedad han tenido con estanueva etapa de la lucha campesina. El cam-pesinado esta pasando de la victimizacin ala esperanza.

    http://www.elquintopoder.cl

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    Batalladeideas

    Colombia y el rgimen

    alimentario corporativoPerspectivas para 2014

    Freddy Ordez

    Investigador ILSA

    En el ao que acaba de terminar el pas presenci la mayorprotesta social de los ltimos tiempos: el paro nacional cam-pesino. En efecto, el llamado Paro nacional agrario y popular abarcveintids departamentos del territorio nacional, as como manifestacio-

    nes en 30 de las 32 principales ciudades del pas. La protesta desbord elsector rural y logr generar fuertes expresiones urbanas de solidaridad yrechazo a las injusticias padecidas por el campesinado.

    Ahora bien, el paro transcurrido durante 24 das debe ser ledo comouna gran manifestacin de rechazo a la configuracin y dinmica delrgimen alimentario corporativoen Colombia y, por ende, interpretadocomo la ms grande exigencia de soberana alimentaria en el pas, apesar de la falta de una interpretacin sistmica e integradora de lasdiferentes demandas y hechos que llevaron a la protesta campesina. Elinters de este escrito es presentar algunos elementos que, por una parte,permitan aportar al desarrollo de la misma y, de otra, diluciden lo queser la profundizacin del rgimen alimentario corporativo en Colom-bia en 2014.

    El papel de la agricultura y la alimentacinen el capital: el rgimen alimentario

    La nocin de rgimen alimentario permite analizar de mane-ra particular el rol de la agricultura y la alimentacin en un periodohistrico-espacial determinado de hegemona econmica y acumulacin

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    Batalla de ideas

    capitalista1, pero, adicionalmente, el concepto propor-ciona una pauta para el entendimiento de la historiadel capitalismo en s, incluyendo las contradicciones

    inherentes a ste2

    , puesto que el rgimen alimentariose configura como un pivote del que dependen otrasrelaciones capitalistas3y da luces sobre las relacionespolticas, sociales, geogrficas, ecolgicas de momen-tos espacio-temporales de la acumulacin y reproduc-cin del capital.

    De acuerdo con McMichael4el rgimen alimen-tario corporativoes el tercer periodo identificado enla evolucin histrica del sistema agroalimentario

    global. Los orgenes del rgimen se sitan en la dca-da de 19805, caracterizndose esta tercera fase por laconcentracin corporativa del poder sobre el sistema;es decir, a diferencia de los regmenes precedentesque se estructuraban en el imperio y en el Estado 6el

    1 McMichael, Philip, A food regime genealogy, en: The Jour-nal of Peasant Studies, Vol. 36, No. 1. 2009. pp. 139-169.

    2 McMichael, Philip, Historicizing Food Sovereignty: a Food

    Regime Perspective, en: Program in Agrarian Studies, YaleUniversity, ICAS, ISS, TNI, Food Sovereignty: A Critical Dialo-gue. International Conference Yale University (2013, Sep.14-15). Disponible en: http://www.yale.edu/agrarianstu-dies/foodsovereignty/pprs/13_McMichael_2013.pdf

    3 Al respecto ejemplifica Philip McMichael: el despojo agran escala de la agricultura campesina en el marco delrgimen alimentario corporativo proporciona una fuerzade trabajo de reserva para zonas econmicas especiales yprocesamiento de exportaciones a travs del mundo, sien-do as como el neoliberalismo profundiza el fenmeno de la

    fbrica mundial. McMichael, Philip, A food regime analy-sis of the world food crisis. Agriculture and Human Values,Vol. 26, Issue 4. 2009. pp. 281-295. (Traduccin propia)

    4 Ibd.

    5 Periodo en el cual se propende desde los organismos mul-tilaterales y la banca internacional por el libre mercado y laruptura de la proteccsin de las economas nacionales, peroa la vez por la bsqueda de regulacin de los mercados deproductos bsicos adelantada por los EE.UU., cuyo xito fuela Ronda de Doha y el Acuerdo sobre Agricultura de la OMC.

    6 1. y 2. rgimen, respectivamente, Colonial-diasporicy Mer-cantile-industrial.

    http://www.ventanaalpatrimonio.cl

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    tercero tiene como centro el mercado y lasempresas. Las diferentes fases de la cadenade produccin de alimentos se configuran

    industrial y tecnolgicamente como unarelacin globalizada, liberalizada, privati-zada y concentrada, en la que los diversosescenarios de la geografa mundial cumplenuna labor determinada7 en el marco de laprofundizacin y expansin global de larelacin capitalista. Adicionalmente, lasgrandes corporaciones encontraron en losorganismos multilaterales las regulaciones

    del mercado global y en los Estados la re-glamentacin nacional. Con este escenariolas empresas se apoderaron de la cadena delcultivo a la mesa.

    El rgimen alimentario corporativose soporta en la dinmica acumulacin-miseria, soporte fundamental del capital,siendo as como la incorporacin de sectoressociales o espaciales trae consigo exclusin

    y desposesin, con consecuencias socialesy ecolgicas pero tambin con la aperturade posibilidades de articulacin y cons-truccin de sujetos, as como de propuestascolectivas contradictoras al rgimen, comoes el caso de lasoberana alimentaria, queal plantear la democratizacin de la agri-cultura y la alimentacin se muestra comoalternativa no slo al rgimen alimentariocorporativo sino a la dinmica capitalista ens. Planteando una nueva visin de las con-diciones necesarias para desarrollar formassostenibles y democrticas de reproduccinsocial [] una visin ms amplia de cmorepensar las condiciones ecolgicas y la

    7 Se destacan la relocalizacin de los centrosde produccin y de transformacin, as comola libertad de movilizacin y ubicacin de lasgrandes cadenas de distribucin.

    El rgimen alimentariocorporativo se soporta

    en la dinmicaacumulacin-miseria,soporte fundamentaldel capital, siendo ascomo la incorporacinde sectores sociales oespaciales trae consigoexclusin y desposesin,

    con consecuenciassociales y ecolgicas perotambin con la aperturade posibilidades dearticulacin y construccinde sujetos, as como depropuestas colectivascontradictoras al rgimen,como es el caso de lasoberana alimentaria,que al plantear lademocratizacin dela agricultura y laalimentacin se muestracomo alternativa no slo

    al rgimen alimentariocorporativo sino a ladinmica capitalista en s.

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    Batalla de ideas

    escala en la cual las comunidades humanas puedanvivir8, la soberana alimentaria se presenta como unapropuesta antisistmica.

    El rgimen alimentario corporativo ysu dinmica reciente en Colombia

    Histricamente el pas ha cumplido la labor deproveer de ciertas materias primas al mercado global,lo cual fue