resumen final - primera parte recepcion

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ENTREVISTA A HECTOR SCHMUCLER. ESTUDIOS DE COMUNICACIÓN EN AMÉRICA LATINA: DEL DESARROLLO A LA RECEPCIÓN- MANGONE, MENDEZ Y MESTMAN Los años setenta. La movilización política La experiencia de la cátedra de Comunicación en la Facultad de Filosofía y Letras en los primeros años de la década del 70 se dio en un momento político cultural de gran sacudida, de gran movilización de ideas, pero sobre todo, de gran movilización de actos. Y por lo tanto los géneros y los formatos perdían los límites. El estudio estaba politizado, y el estudio de los mdc ya había sido incorporado como uno de los temas de la lucha ideológica. Éramos la gente que venía del marxismo hacia cierta simpatía por el peronismo y, sobre todo, por el peronismo revolucionario de la época. Entendíamos al peronismo desde el marxismo, no al revés. Quiero decir, el populismo, en el sentido de la vertiente nacional popular, estaba en conflicto con nosotros. Concedíamos, no le cerrábamos las puertas ni hablábamos en contra, pero nuestras concepciones eran bastante distintas. Es interesante, esa tensión que se dio entre vanguardia y populismo, tenía protagonistas que se cruzaban en lo político, pero también en lo cultural. Había una preocupación de cátedra aunque la actitud global era de militancia. Es interesante porque ahí también se armaron discusiones. Nosotros les dimos lugar a todos. Los años sesenta. Estructuralismo y vanguardias A mediados de los 60 aparece el estructuralismo, al que en ese momento Barthes estaba bastante vinculado, pero no se lo leía mucho en la universidad. Excepto en el Di Tella, que era la avanzada. A fines de los 60 empieza otro fenómeno: la influencia de Chile. En esto cumple un papel importante Mattelart. Aparecen los primeros trabajos donde surge parte de la base del pensamiento crítico en comunicación.

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ENTREVISTA A HECTOR SCHMUCLER. ESTUDIOS DE COMUNICACIÓN EN AMÉRICA LATINA: DEL DESARROLLO A LA RECEPCIÓN- MANGONE, MENDEZ Y MESTMAN

Los años setenta. La movilización política

La experiencia de la cátedra de Comunicación en la Facultad de Filosofía y Letras en los primeros años de la década del 70 se dio en un momento político cultural de gran sacudida, de gran movilización de ideas, pero sobre todo, de gran movilización de actos. Y por lo tanto los géneros y los formatos perdían los límites. El estudio estaba politizado, y el estudio de los mdc ya había sido incorporado como uno de los temas de la lucha ideológica.

Éramos la gente que venía del marxismo hacia cierta simpatía por el peronismo y, sobre todo, por el peronismo revolucionario de la época. Entendíamos al peronismo desde el marxismo, no al revés. Quiero decir, el populismo, en el sentido de la vertiente nacional popular, estaba en conflicto con nosotros. Concedíamos, no le cerrábamos las puertas ni hablábamos en contra, pero nuestras concepciones eran bastante distintas. Es interesante, esa tensión que se dio entre vanguardia y populismo, tenía protagonistas que se cruzaban en lo político, pero también en lo cultural. Había una preocupación de cátedra aunque la actitud global era de militancia. Es interesante porque ahí también se armaron discusiones. Nosotros les dimos lugar a todos.

Los años sesenta. Estructuralismo y vanguardias

A mediados de los 60 aparece el estructuralismo, al que en ese momento Barthes estaba bastante vinculado, pero no se lo leía mucho en la universidad. Excepto en el Di Tella, que era la avanzada.

A fines de los 60 empieza otro fenómeno: la influencia de Chile. En esto cumple un papel importante Mattelart. Aparecen los primeros trabajos donde surge parte de la base del pensamiento crítico en comunicación.

Para nosotros la semiología era un gran instrumento revolucionario. Todavía no era “semiótica, era la semiología como instrumento revolucionario que develaba la ideología oculta en el texto. Fíjense la impronta marxista de este pensamiento: así como el marxismo devela las relaciones sociales opacadas en el proceso productivo, la semiología era el instrumento que permitía mostrar la ideología que el texto encerraba. Era el descubrimiento de la materialidad del texto. El materialismo histórico, vuelto a un estudio específico del texto. En ese espacio, Althusser y Los aparatos ideológicos del Estado se vuelve una llave maestra para explicar la dominación. Había aparatos que estaban trabajando para construir una ideología y que debíamos destruir. Aun mediante la violencia. Así como había manuales de la guerrilla, había el manual de cómo se piensa lo social. El libro de María Harnecker cumple ese papel. Creo que es uno de los daños más intensos que se debe hacer hecho sobre el pensamiento de toda una época.

En esos años, para nosotros, para los que estábamos actuando en este campo, la unión de la política, de la acción, de la idea de acción sobre la sociedad, estaba íntimamente vinculada al instrumental teórico que se utilizaba. También se podría rastrear la importancia que adquirió el pensamiento “liberador” de Freire. Era la acción liberadora: la educación para la liberación. El

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dialogismo freiriano tenía algo de culto a la espontaneidad, cierta creencia en un espíritu libertario inmanente en el pueblo. En algún sentido, aunque no estaba basado en eso, podría también vincularse con la idea de la ideología como aparato ¿Por qué? Porque se presupone un destino revolucionario en las masas, que no se cumple porque esta sofocado, encubierto, velado ¿Quiénes lo velan? Bueno, los aparatos ideológicos, como instrumentos concretos, materiales que están actuando.

El conflicto entre los marxistas de la época y Freire surgía de una idea fuere en el leninismo dominante: la imposibilidad de que desde adentro de la alienación surgiera la desalienación y por lo tanto la necesidad de una conciencia externa, papel de la vanguardia, papel del partido. Para Freire no hacía falta ningún afuera. Había una diferencia conceptual fundamental.

La recepción

En los 70 yo decía que el receptor otorga significado al mensaje a partir de sus prácticas. En aquellas zonas en que hay una experiencia contradictoria al mensaje, se establece una distancia. Cuando se dice que “los medios no influyen” se quiere decir que los medios no hacen creer lo que no se cree. Pero cuando hay una coincidencia entre el que recepta y el que emite, porque es un mismo momento de producción, ahí es donde los medios…Pero no son los medios, es la cultura de la época la que actúa. No es el medio. En ese sentido creo que los 2 extremos no son correctos. Se dice “los medios significan todo” o “no significan nada. No. Significan en el espacio cultural en que se están moviendo. Si el espacio cultural es de una fuerte politización, un medio que diga lo contrario a las convicciones dominantes no funciona.

La ideología del desarrollo

En gran parte de AL, en los años en que se comienza hablar de comunicación como problema – los 60- se la ve como instrumento. Básicamente en proyectos de desarrollo. Así nace el estudio de la comunicación en AL. Los estudios de comunicación, las Escuelas concretamente, se hacen bajo el signo del desarrollo. Se dice “hace falta la comunicación para transformar, para modernizar”. El desarrollo era el modelo y era, por tanto, donde había plata para investigaciones.

Cuando empieza la tendencia que llamamos citica, marxismo u otras formas de reacción contra el “papel ideológico” de los medios, se hace exactamente lo mismo, pero invertido. Se denuncia: “este modelo de desarrollo y la prensa al servicio de este modelo es la implementación del modelo burgués, de la ideología burguesa, del imperialismo, del dominio ideológico de estas fuerzas. Contra esto hay que actuar ¿Cómo se define esta actuación? Por las vías que ya hemos comentado.

El estudio de la tecnología era y sigue siendo el estudio de la propiedad de la tecnología. En Comunicación y Cultura publicamos varias cosas sobre la concentración monopólica de los medios. Porque era algo incuestionable: si tal tipo tenía los medios, los ponía a sus servicios, material e ideológicamente. La ideología de los medios depende de quién es el propietario. Y eso era lo que

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estaba demostrando la interacción entre el capitalismo industrial y el uso del Sistema de Medios, que se volvió un aparato ideológico. Lo mismo pasaba con la Escuela.

También se decía: “somos invadidos por las informaciones de los otros, tenemos que tener agencias nacionales, radios nacionales, no usar enlatados”. En fin, el tema era la distorsión producida sobre la cultura nacional por parte de aquellos que ejercen el control monopólico de los medios y de la producción cultural.

La verdad que ya no se cuanto tuvo de artificial y cuanto de autentico todo eso que se llamo debate sobre el Nuevo Orden Informativo Internacional (NOII). El NOII quería ponerle límite a las grandes agencias norteamericanas, propiciar un flujo más equilibrado de la información sin poner en tela de juicio lo que ocurría al interior de cada Estado. De lo que se trataba era de que todos tengamos lo mismo, no otra cosa. Por eso hubo una tensión, no sé si manifiesta en algún lado pero si conceptualmente, entre los criterios estatalistas y la alternatividad. El concepto de “comunicación alternativa” también aparece como producto de otro gran movimiento que se dio en AL: las formas de comunicación popular promovidas por los organismos de base donde cumplieron un papel fundamental todas las corrientes cristianas. Entonces la idea del Nuevo Orden se vuelve una especie de matriz en la cual se mete cualquier cosa.

En ese momento la discusión no tenía nada que ver con la idea de un replanteo en el concepto de la acción comunicativa. En esa época, ya esta lo técnico desarrollado, ya están los fracasos del desarrollo, ya están ciertas tendencias a formas basistas de la comunicación. Luego también viene la decadencia de esas experiencias cuando se restituyen los sistemas democráticos. Entonces se empieza a percibir otro problema: ¿lo alternativo era mera oposición política o había verdaderamente una alternatividad desde el punto de vista cultural en cuanto a la forma comunicativa? Lo cierto es que progresivamente lo que domina es la lucha por quien tiene la técnica.

Al mismo tiempo aparece algo muy importante, la idea de lo trasnacional. Un cambio en el modelo de funcionamiento del capitalismo mundial. Lo trasnacional avanza también con la influencia de las nuevas tecnologías. Hacia los 80 ya hay un debate donde empezamos algunos a pensar que el tema tenía más que ver con una concepción de la cultura y no solo con quienes eran los propietarios de los medios. Nos empezamos a plantear los trasnacional como una especie de cultura. Y este es un momento importante porque acá hay muchas confusiones que ceo que todavía están vigentes. Imaginemos: una producción norteamericana que se difunde en AL es negativa porque trae la ideología, etc.; pero en cambio una telenovela hecha en Brasil, no, aunque sea exactamente lo mismo. Entonces se cree que si hacemos lo mismo que en Hollywood, pero acá, tiene un valor diferente.

A su vez, no hay ya fuerzas dominantes en el campo de las ideas sobre comunicación. Vinculado a lo anterior se expande el tema de la técnica. Dominar la técnica como defensa de la industria propia. Lo más avanzado tecnológicamente, pero de producción nacional. Como una forma de autonomía. Aparece la producción como un valor en sí.

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La lógica de la tecnología es una lógica que avanza junto con este otro nuevo modelo político/económico en el mundo. Pero el problema es la desaparición de los modelos sociales, de los modelos estatales que habían estado vigentes y cuyos símbolo fue la caída del Muro de Berlín. Bueno, diría que el símbolo es la caída más la venta de los trozos como recuerdos turísticos. Simbólicamente se acabaron las fronteras, y por lo tanto se acabo la idea de producción local o no local. Lo importante es estar abiertos al mercado, a veces no se tiene en cuenta que este es el espacio cultural en el cual los medios actúan.

Estudios de recepción, mirada trágica y cultura de masas

Mattelart dice: “tal vez ya no se trate solo de ver como se ejerce la voluntad de la gente, sino de ver como se constituye esa voluntad y qué expresa esa voluntad”. Es una manera de pensar en la ideología, como esas formas de estructurar una visión del mundo. Hacer la pregunta es bastante importante ¿Cómo se construye la voluntad de ese receptor que decodifica, que resemantiza, que elige? Podríamos decir que hay una ideología de receptor. Ser receptor es ya ser algo y no una especie de ciudadano virginal que actúa. Vivimos una cultura en la cual estamos construidos como receptores.

El dilema actual podría plantearse así: el mundo es una superficie casi llana en la cual nosotros nos movemos a lo “new age”, lo mas tranquilamente posible, o es en esencia trágico y la situación del hombre en el mundo es la conciencia de esa tragedia.

El “mundo interactivo”, “intercomunicado”, se ha vuelto una especie de ideal que debería tenderse. Es algo así como el triunfo de la comunicación. Se constituye la voluntad de ser receptor, una voluntad que se constituye, que pone al hombre como puro espectador. Hay muchos que imaginan al receptor con total autonomía. Esta es la idea de ciertas teorías sobre la recepción que han circulado y están circulando actualmente. Pero ¿es real esa autonomía? Esta nueva categoría, la de receptor, instala al individuo en un espacio común, sin solución de continuidad, entre receptor y consumidor. Cuando se proclama el derecho a consumir, es porque previamente nos hemos formado como consumidores. No, no somos libres. Ya somos consumidores, ya estamos constituidos así.

Me parece que este es un problema muy serio porque se está construyendo un mundo que a uno no le gusta. Pero están lo que gustan de este mundo, y al que le agrada ¿Por qué va a criticarlo? ¿Por qué va a tener una mirada trágica si es tan confortable tener una mirada light? Bueno, yo creo que en realidad uno solo se realiza profundamente si se instala en la otra mirada.

El funcionalismo no hace a la realidad, sino que describe una realidad que esta adecuada con la idea de funcionalismo. El problema es que se pretende que esa sea la forma “natural” de existencia de lo social. Insisto, cuando el funcionalismo sostiene que la sociedad funciona así no miente. Efectivamente funciona así, pero porque se construyo una sociedad de esta manera y no porque necesariamente deba ser así. Los actores no operan desde la nada, sino desde una cultura que ya los ha instalado en esta interrelación. Con el receptor pasa algo similar.

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Ya no podemos ver las cosas como antes, yo ya no creo que todas las cosas se resuelvan con la lucha de clases y creo que inclusive la concepción de lucha de clases es discutible. Yo creo que el gran dilema hoy está entre una mirada trascendente, trágica o una mirada inmanente, superficial.

La “aristocracia espiritual” de Marx esta en el espacio de la modernidad. Y el camino de la modernidad apunta a la construcción de la autonomía del hombre, un ser autónomo, un ser donde lo trascendente, la pertenencia a algo que nos trasciende dándonos sentido, no cuenta.

LOS ESTUDIOS DE RECEPCIÓN EN ARGENTINA HOY: RUPTURAS, CONTINUIDADES Y NUEVOS OBJETOS- SAINTOUT Y FERRANTE

En este artículo describiremos los momentos más relevantes de la producción académica y del desarrollo de estudios de recepción. Debemos pensar este recorrido como procesos de continuidades y rupturas, y no de manera lineal. Los estudios de recepción en Argentina se institucionalizan en los 80 luego de la caída de la dictadura y en el marco de una crisis profunda en las ciencias sociales. Estos estudios surgen a partir de la problematización de la relación de los medios con el público, desde la mirada crítica a los efectos que provocaban en la sociedad.

Básicamente 2 fueron las líneas que tomaron el problema antes de la dictadura. En primer lugar, una tradición que integro la línea del pensamiento nacional y ciertas reflexiones de la sociología de la cultura para pensar la resistencia de los sectores populares a la industria cultural. Esta línea planteo la pregunta por los modos en que el pueblo (en tanto clase dominada) recrea los mensajes de dominación propuestos por los medios y la capacidad de resistencia de los sectores subalternos. Los públicos no eran vistos como receptores aislados, sino que su identidad se pensaba colectiva e histórica, marcada por la problemática de la opresión/liberación. Ford, Muraro y Schmucler fueron los representantes de esta línea.

El segundo modo de abordaje de los 70 fue la reflexión desde la semiología sobre la discursividad social y la preocupación por las condiciones de reconocimiento de los discursos mediáticos. La idea que guio el análisis fue que un discurso siempre es un mensaje situado, producido por alguien y dirigido a alguien. Eliseo Verón fue el máximo representante de esta línea.

Con la llegada de la dictadura, la mayoría de los intelectuales se exilio, o fueron perseguidos y acallados, lo que implicó un silencio en la investigación y por lo tanto la reflexión recién se retoma en los 80. La pregunta sobre los públicos en este momento está marcada por la experiencia de la derrota de los movimientos sociales, por la necesidad de repensar el campo de lo político y su inscripción en la cultura. La investigación se inscribe así en el campo de la comunicación y la cultura. Hay una ruptura, pero también hay continuidades, es decir, no todo lo que se investiga en los 80 es inaugural.

Pero ¿Qué hubo de original y que de continuidad? En el orden de lo nuevo tenemos a las llamadas teorías de la recepción y un campo de estudios de la comunicación que se empieza a

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institucionalizar. A la vez, “teorías de la recepción” alude a un enorme abanico de enfoques epistemológicos y teóricos. Así, otra dimensión nueva la constituyen estas vertientes.

Estas teorías se inscribe además en lo que se conoce como el “retorno del sujeto” para las ciencias sociales: un movimiento de crítica al estructuralismo y su incapacidad para pensar la subjetividad más allá de las estructuras que la fijan y determinan. La hipótesis de que los sectores populares tiene una forma de ver el mundo propia, una cultura y que esta no puede ser pensada como estado puro, pero tampoco desde su muerte en la narrativa de la alienación, lleva a las teorías del receptor a explorar los modos en que los sectores populares se relacionan desde la negociación con la cultura masiva. Preguntar por los modos en que lo popular emerge en lo masivo conforma en ese momento una de las apuestas de la investigación. Esto se da en un momento en que luego de los golpes militares y el advenimiento de las democracias, esos sectores están reelaborando sus identidades para participar en las escenas políticas y sociales.

Finalmente, otra cuestión novedosa es la noción de resistencia, construida desde un nuevo enfoque teórico sobre el poder. Si antes el poder aparecía pensado desde su exterioridad a la subjetividad, ahora se lo abordara como constitutivo del lazo social. Se lleva a cabo un desplazamiento de la concepción del poder como una imposición hacia la noción de hegemonía y resistencia; la dominación como relación de reconocimiento, donde el poder no se ejerce como fuerza sino como sentido.

Ahora es necesario también hacer una referencia a las continuidades de estas teorías con planteos previos. La cuestión más fuerte que se continúa es la preocupación por lo popular. Reflexiona Ford: “nuestra preocupación era hacer una nueva lectura de la cultura del peronismo, refutar la metáfora del aluvión zoológico y recuperar la cultura de la ciudad posinmigratoria tan criticada por los defensores de una Argentina hispánica. Esto nos llevo a establecer una diferenciación entre la industria cultural internacional-norteamericana y la industria cultural argentina donde si habían hombres críticos a la cultura dominante”. Aun así, la indagación sobre lo popular tiene otras características y aparece más ligada a los relatos de la “negociación y la hibridez”.

La recepción como abordaje de las condiciones de reconocimiento

Por otro lado, el estudio de las condiciones de reconocimiento siguiendo la línea semiótica, al no establecerse en términos de “recepción” se libera de preguntas a las que va a considerar difíciles de responder. Interrogantes tales como el problema de si la recepción es un proceso individual, grupal o colectiva, el problema de la determinación de los alcances de las lecturas e interpretaciones, el problema de la libertad del consumidor, el problema de la pasividad absoluta, entre otros. Es así que va a hablar de “condiciones de reconocimiento”, donde tales condiciones son una instancia donde se pone en relación a un discurso con otro. Esta propuesta tiene ciertos a prioris teóricos:

1) Se sustrae toda asimilación del sujeto a la persona2) El sujeto no es ni fuente ni origen del sentido en la sociedad. en todo caso, el sujeto es un

efecto de sentido.

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3) Esa constitución en lo discursivo del sujeto se da tanto en producción como en reconocimiento.

4) Cuando se habla de lo discursivo y de la constitución del sujeto, no se hace referencia solo de lo lingüístico sino “de la composición indeterminable de los 3 órdenes del sentido”.

El análisis de las condiciones de reconocimiento se enmarca en la Teoría de la Discursividad Social o Teoría de los Discursos Sociales. Los objetos privilegiados en las investigaciones siguen vinculados a las producciones de los medios masivos, aunque se han incorporado también los usos y consumos de nuevas tecnologías.

Los estudios de recepción hoy

Respecto al estado actual de la temática, podríamos decir que si bien los estudios de recepción han perdido la fuerza “de la novedad” su presencia dentro de los ámbitos académicos sigue siendo importante en diferentes dimensiones. Una de estas dimensiones es aquella que permite el conocimiento sobre la relación medios/publico desde una perspectiva no instrumental, sino desde la pregunta por la construcción social del sentido. También ha habido desplazamiento hacia nuevas problemática.

Además, en el campo académico argentino existe como continuación de una larga tradición, una preocupación por la reflexión teórica en torno al estado de la investigación. Es que tal vez una de las marcas de identidad del campo académico nacional tenga que ver con este desarrollo crítico de la mirada sobre las prácticas investigativas: podríamos pensar que hay una inclinación más marcada hacia el análisis y ensayo teórico que hacia la investigación empírica.

Finalmente, en lo que hace a la investigación empírica, hoy hay 3 líneas: la primera está relacionada al campo de la comunicación y la educación; la segunda tiene que ver con la indagación del consumo cultural de bienes que juegan su identidad dentro del campo cultural y la tercera compete a la investigación sobre consumo que está relacionada con un corrimiento fuerte en la vida social de las esferas de la política hacia el mercado.

CULTURAS POPULARES Y (MEDIOS DE) COMUNICACIÓN- ANIBAL FORD

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Poner en contacto las culturales de las clases populares con los mdc es ponerlas en contacto consigo mismas. Esto se debe a que la cultura de los medios nace en las tradiciones, los géneros, los saberes y las necesidades existentes en las clases populares.

Hacia 1840 con la aceleración de la revolución industrial, con el desarrollo urbano y con el pasaje de la razón iluminista a la razón positivista (ambas en contradicción con las culturas populares), los medios parecieran hacerse cargo de las zonas desplazadas por la razón modernizadora. El afecto, el azar, lo negro, la improvisación, el humor, la aventura, lo oral, la cotidianeidad, y el juego fueron

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desjerarquizados por las culturas oficiales (que cumplían un rol organizador de la sociedad) que las consideraban bárbaras e irracionales. Estamos señalando el desplazamiento o la supresión de estos fenómenos como formas “elementalmente humanas”, fundamentales, en la exploración y la construcción del sentido.

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Todas estas formaciones culturales, también objeto de preocupación de muchos intelectuales marginales o innovadores que desde otros lados chocan con la epistemología oficial, fueron tomadas por los medios.

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Los medios avanzaron sobre esto desde una lógica que no era la del saber transmitido, escolar, institucional o estatalmente, sino desde la dinámica de pequeñas empresas que establecían, desde afuera de la legislación (lo comunicacional casi siempre antecede a su legislación), un complejo y “negociado” dialogo con las culturas de las clases populares. Pero pensar que este proceso puede ser explicado solo desde las lógicas del capitalismo es pensar que las culturas populares son esencialmente pasivas.

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La lectura de estos fenómenos desde una concepción que no discriminaba entre aquellos elementos que las culturas tradicionales tenían de retrógrados y aquellos que tenían de discusiones históricas, de conflictos cognitivos, de crisis constantes, así como la lectura en clave estética o ideológica, impidió durante mucho tiempo entender la relación de las clases populares con los mdc.

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Lo que queremos decir es que hay problemas, conjuntos culturales que no han sido jerarquizados por la razón iluminista y positivista y que estuvieron en las culturas populares anteriores, que se filtraron en los medios y que hoy persisten tanto en estos como en saberes e intercambios simbólicos no massmediaticos. Temas que son parte sustancial de la cultura humana. Y esto es importante para salir de las explicaciones estereotipadas de la popularidad de los medios, desconocimiento las múltiples lógicas que subyacen en su recepción.

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Los Estados modernos jerarquizaron la escritura casi como única forma de comunicación y de información, desplazando a otras formas. Así, nuestra cultura bloqueo el conocimiento sobre la percepción de lo corporal, el rol de los sentidos en nuestra experiencia cotidiana. Lo cierto es que los medios rompen con la hegemonía de la escritura y ponen en escena, recuperan, los múltiples canales de la interacción humana. Esto es algo que no es lo suficientemente percibido en los medios a raíz de que son precisamente analizados desde un paradigma escritural: su función

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compensadora frente a las ausencias en las culturas institucionalizadas. Saberes que tal vez no puedan ser formalizados, porque su semiosis no depende solo de los códigos sino fundamentalmente del contexto. Tal vez sea una de las razones de la popularidad de los medios. Pero también algo no asumido

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Debajo de estas reflexiones hay una pregunta: ¿Cómo clasifica la gente la función “ver medios”? Mi idea es que no confunde los medios con la sociedad de fomento, con el sindicato, con las instituciones por donde transita. O que en algún plano los ubica en esa zona de transición, ni totalmente subjetiva, ni totalmente objetiva. Todo esto implica reconocer que es imposible analizar la cultura de las clases populares sin reconocer su relación con los medios y viceversa. Hay que entender la recepción como acción cultural, asimétrica, activa, es decir, “ver la constitución de lo masivo por fuera del chantaje culturalista que los convierte inevitablemente en procesos de degradación cultural”. En definitiva, eludir las tesis extremas de la massmediatizacion de la sociedad así como aquellas que las niegan. Con esto apunta a la imposibilidad de entrar en las relaciones culturales desde los criterios tradicionales y oficializados del saber o desde sus clasificaciones estereotipadas.

INTRODUCCION AL ESTUDIO DE LAS CULTURAS POPULARES (CANCLINI)Definiciones de lo popular: el romanticismo, el positivismo y la tendencia gramsciana

La cultura popular no puede ser entendida como “expresión” de la personalidad de un pueblo, al modo del idealismo, porque tal personalidad no existe como entidad a priori, sino que se forma en la interacción de las relaciones sociales. Tampoco es un conjunto de tradiciones o esencias ideales, pues soda producción cultural urge de las condiciones materiales y está arraigada en ellas.

Tampoco parece útil explicar los procesos culturales al estilo funcionalista, como formas vacías de carácter universal, o según el estructuralismo, como lógicas mentales, que adoptarían modalidades peculiares en contextos diferentes.

“Las culturas populares (más que la cultura popular) se configuran por un proceso de apropiación desigual de los bienes económicos y culturales de una nación o etnia por parte de sus sectores subalternos, y por la comprensión, reproducción y transformación, real y simbólica, de las condiciones generales y propias de trabajo y de vida”.

Pero la particularidad de las culturas populares no deriva solo de que su apropiación de lo que la sociedad posee es menos y diferente, también de que el pueblo genera en su trabajo y su vida formas específicas de representación, reproducción y reelaboración simbólica de sus relaciones. Hay que tener en cuenta que estos procesos son realizados por el pueblo compartiendo las condiciones generales del sistema en que vive y a la vez dándose sus propias estructuras. Por lo tanto, se constituyen en 2 espacios: (a) las prácticas laborales, familiares, comunicacionales y de todo tipo con que el sistema capitalista organiza la vida de todos sus miembros y (b) las prácticas y

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formas de pensamiento que los sectores populares crean para sí mismos. El patrón y el obrero participan del mismo trabajo, en la misma fábrica, ven los mismos canales de tv, etc. Pero a la vez existen opciones económicas y culturales que los diferencian.

En síntesis: las culturas populares son resultado de una apropiación desigual del capital cultural, una elaboración propia de sus condiciones de vida y una interacción conflictiva con los sectores hegemónicos. Al comprenderlas de este modo, nos alejamos de las 2 posiciones que han predominado en su estudio: las interpretaciones inmanentes, formuladas en Europa por el populismo romántico y en AL por el nacionalismo y el indigenismo conservadores y, por otra parte, del positivismo que, preocupado por el rigor científico, olvido el sentido político de la producción simbólica del pueblo.

Los románticos concibieron al pueblo como un todo homogéneo y autónomo, cuya creatividad espontanea seria la manifestación más alta de los valores humanos y el modelo de vida al que debiéramos regresar. Esta creencia tuvo cierta utilidad para reivindicar el pensamiento y las costumbres populares, suscitar su estudio y su defensa. Pero esta exaltación se baso en un entusiasmo sentimental. La idealización romántica sigue usándose aunque escasamente. Esta visión imagina al pueblo como el lugar en el que se conservarían intactas virtudes biológicas e irracionales. Esto, típico del pensamiento de derecha, sirve al populismo nacionalista burgués, para identificar sus intereses con los de la nación.

La alternativa científica es para muchos el empirismo, más o menos positivista. Impulsan el contacto directo con la realidad y el examen minucioso de objetos y costumbres. No obstante hay que preguntarse por qué existe una desproporción entre los datos reunidos y las explicaciones alcanzadas, que no permite explicar los conflictos y los procesos de dominación que suelen implicar. Además tienden a adaptar su problemática teórica y empírica con los fines integradores y conciliadores de su proyecto político: construir una “doctrina que guía y aclara los procedimientos y las metas que persigue la acción indigenista”. Pero la cuestión decisiva es entender a las culturas populares en conexión con los conflictos entre las clases sociales, con las condiciones de explotación en que estos sectores producen y consumen.

Pero la insuficiencia para explicar estos procesos la encontramos también en el marxismo, que posee la teoría de mayor poder explicativo sobre estos conflictos en el capitalismo; pero privilegio el análisis de sus aspectos económicos y, en cuanto a la cultura, se ocupo casi exclusivamente de la ideología de las clases dominantes. A partir de Gramsci lo popular conquista un nuevo lugar científico y político. Lo que nos parece más fecundo de la tradición francisana es su conexión de la cultura con la hegemonía. Lo que constituye la popularidad de un hecho cultural, “es la relación histórica, de diferencia o de contraste, respecto de otros hechos culturales”. El objeto de investigación es las desigualdades y conflictos entre manifestaciones simbólicas de clases a las que la participación conjunta en un mismo sistema no permite ser autónoma.

Un problema de la orientación gramsciana es que, por insistir tanto en la contraposición, llega a concebir a ambas culturas como sistemas exteriores entre sí, previos a la pertenencia de ambas

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culturas a un sistema social. Esto resulta inadecuado al desarrollo actual del capitalismo monopólico que integra a las sociedades que domina bajo su control componiendo un sistema compacto en el que el conflicto socioeconómico y cultural precede a las políticas de dominación y resistencia. Corresponde, entonces, centrar el estudio en la estructura del conflicto.

Por último, ¿Por qué hablar de culturas populares? Porque “la oralidad, el tradicionalismo, el analfabetismo, la subalternidad son fenómenos comunicativos y/o económicos y sociales, inherentes a la estructura de la sociedad y al sistema de producción, pero no producen cultura, sino que se vuelven canales y medios de producción cultural en determinadas situaciones sociales. En cambio, el factor constante de producción cultural es el trabajo de las clases populares en sus fases de opresión y de liberación”.

Porque las artesanías y las fiestas

Elegimos estas 2 manifestaciones para analizar los cambios de la cultura popular en el capitalismo. En la producción, circulación y consumo de artesanías, en las transformaciones de las fiestas, podemos examinar la función económica de los hechos culturales: ser instrumentos para la reproducción social; la función política: luchar por la hegemonía; las funciones psicosociales: construir el consenso y la identidad, neutralizar o elaborar simbólicamente las contradicciones. La compleja composición de las artesanías y las fiestas favorece el estudio de la cultura en los 3 campos principales: los textos, las practicas o relacione sociales y la organización del espacio.

Por ejemplo, hablar de las artesanías tiene que situarlas en relación con los textos que las pre-dicen y las pro-mueven, en conexión con las prácticas sociales de quienes las producen y venden, las miran o compran, respecto del lugar que ocupan junto a otros objetos en la organización social del espacio.

La dificultad de establecer su identidad y sus límites se agrava en los últimos años porque los productos juzgados artesanales se modifican al relacionarse con el mercado capitalista y la industria cultural. Se derrumban también los estereotipos estéticos, como los que separaban el arte culto, el arte de masas y el popular. En parte estas distinciones siguen ocurriendo, pero muchos hechos van conspirando contra esa rigurosa separación entre sistemas simbólicos.

Además, tampoco es posible definir el arte o la cultura popular por su oposición, sino a partir del sistema que engendra a todas las culturas y que les atribuye lugares distintivos. Necesitamos, por tanto, estudiar las artesanías como procesos y no como resultados, como productos en los que resuenan relaciones sociales, y no como objetos ensimismados.

Por otro lado la fiesta sintetiza la vida entera de cada comunidad, su organización económica y sus estructuras culturales, sus relaciones políticas y los proyectos de cambiarlas. Y además, presenta cierta discontinuidad y excepcionalidad. Pero no por ello la fiesta se enfrenta a lo cotidiano. Las fiestas son movimientos de unificación comunitaria para celebrar acontecimientos o creencias surgidos de su experiencia cotidiana con la naturaleza y con otros hombres, o impuestos (por la

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Iglesia o el poder cultural)) para dirigir la representación de sus condiciones materiales de vida. Lo que motiva la fiesta está vinculado a la vida común del pueblo.

La diferencia de la fiesta, sus excesos y el derroche se entienden al vincularlos con las carencias rutinarias. Pero no podemos aceptar que la escancia de la fiesta sea la huida del orden social. Al contrario, mediante el ritual de la fiesta el pueblo impone un orden a poderes que siente incontrolables, intenta trascender la coerción o frustración de estructuras limitantes a través de su reorganización ceremonial. A tal punto la fiesta continua la existencia cotidiana que reproduce en su desarrollo las contradicciones de la sociedad y se repiten en ella las diferencias sociales y económicas, dando una nueva ocasión para que se ejerza la explotación interna y externa sobre el pueblo.

Esto da cuenta de que no podemos hablar de comunidades como si se tratara de bloques homogéneos; sirve para designar agrupamientos donde lo colectivo tiene más fuerza que en las sociedades modernas, con la condición de que marquemos sus contradicciones internas.

FALTA EL CASO TARASCO!

DE LOS MEDIOS A LAS MEDIACIONES- JESUS MARTIN BARBERO

Introducción

Durante un tiempo el trabajo consistió en indagar como nos manipula el discurso que, a través de los mmdc, nos hace soportable la impostura, y como la ideología penetra los mensajes imponiéndole desde ahí a la comunicación la lógica de la dominación. Pero ya entonces algunos comenzamos a sospechar de aquella imagen del procesos en la que no cabían mas figuras que las estratagemas del dominador, en la que todo transcurría entre unos emisores-dominantes y unos receptores-dominados sin el menor indicio de seducción ni resistencia, y en la que, por la estructura del mensaje, no atravesaban los conflictos ni las contradicciones y mucho menos las luchas. Por esos años se hizo visible el profundo desencuentro entre método y situación: todo lo que del modo que las gentes produce el sentido de su vida, del modo en que se comunican y usan los medios, no cabía en el esquema.

Fue así como la comunicación se nos torno cuestión de mediaciones, más que de medios, cuestión de cultura, no solo de conocimientos, sino de reconocimientos. Un reconocimiento que fue operación de desplazamiento metodológico para ver el proceso de la comunicación desde la recepción, desde la resistencia que ahí tiene lugar y de la apropiación desde los usos. Aquel desplazamiento se está transformando en reconocimiento de la historia, reapropiación histórica del tiempo de la modernidad latinoamericana y destiempo abriendo brecha en la tramposa lógica con que la homogeneización capitalista aparenta agotar la realidad de lo actual. En AL la diferencia cultural no nombra la pluralidad de las culturas populares, y habla no solo desde las culturas indígenas o campesinas, sino desde los mestizajes y las deformaciones de lo urbano, de lo masivo, porque además en AL las masas aun contienen al pueblo. No podemos entonces pensar hoy lo popular al margen del proceso histórico de constitución de lo masivo, pero tampoco podemos

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seguir construyendo una crítica que desliga la masificación de la cultura del hecho política que genera la emergencia histórica de las masas. Atención, porque la trampa esta tanto en confundir la memoria popular con el imaginario de masa, como en creer que pueda existir una memoria sin un imaginario desde el que anclar en el presente y alentar el futuro.

Los métodos: de los medios a las mediaciones

Se hace necesario investigar los procesos de constitución de lo masivo desde las transformaciones en las culturas subalternas. La comunicación se está convirtiendo en un espacio estratégico desde el que pensar los bloqueos y las contradicciones que dinamizan estas sociedades, a medio camino entre un subdesarrollo acelerado y una modernización compulsiva. De ahí que el eje se desplace de los medios a las mediaciones, esto es, a las articulaciones entre prácticas de comunicación y movimientos sociales, a las diferentes temporalidades y la pluralidad de matrices culturales.

Critica de la razón dualista o los mestizajes de que estamos hechos

La crisis de las ciencias sociales parecería apuntar a las razones del desencuentro entre método y situación. Pero las razones de este desencuentro apuntan más allá de la teoría, a un desconocimiento que reclama el reconocimiento de verdades culturales y sujetos sociales. Reconocimiento de un mestizaje que en AL no habla de algo que ya paso, sino de lo que somos, y que no es solo hecho racial, sino razón de ser. Reconocimiento de aquel desconocimiento es la aparición de una sensibilidad política nueva, abierta tanto a la institucionalidad como a la cotidianeidad. Y de un lenguaje que busca decir la imbricación en la economía de la producción simbólica y de la política en la cultura.

La imposible pureza de lo indígena

Las posiciones en el debate sobre la identidad en AL continúan alimentando la razón dualista con que son pensados los procesos sociales. De un lado, un nacionalismo populista obsesionado con el “rescate de las raíces”, y la pérdida de la identidad, una identidad a buscar en el mundo indígena rural, aunque la mayoría viva ya en la ciudad. Del otro, un progresismo iluminista que sigue viendo en el pueblo el obstáculo fundamental al desarrollo. Frente al idealismo de una teoría de la diferencia que coloca a lo indígena en situación de exterioridad al desarrollo capitalista y de una teoría de la resistencia que sobrevalora, idealistamente también, la capacidad de supervivencia cultural de las étnicas, se abre paso “un camino entre dos vértigos: ni las culturas indígenas pueden existir con la autonomía pretendida, ni son tampoco meros apéndices atípicos de un capitalismo que todo lo devora”. Se configura así un mapa nuevo: las culturas indígenas como parte integrada a la estructura productiva el capitalismo pero sin que su verdad se agote ahí.

El mapa propuesto por Canclini para comprender gran parte de eso implica la diferenciación analítica de 3 planos: el de las presiones que vienen de afuera, el de las mediaciones que operan desde dentro y el de las operaciones de autoafirmación étnica. Analizar los distintos fenómenos desde esas 3 variables da cuenta de que el campo de lo que denominamos mediaciones se halla

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constituido por los dispositivos a través de los cuales la hegemonía transforma desde dentro el sentido del trabajo y la vida de la comunidad.

La revoltura del pueblo y masa en lo urbano

Frente a lo popular urbano, la concepción más extendida es aquella que le niega lisa y llanamente la posibilidad misma de que exista culturalmente. Tan tenaz es el mito que decir popular evoca automáticamente lo rural, lo campesino. Y sus rasgos identificatorios son lo natural y lo simple. Y si a eso le añadimos la concepción fatalista desde la que hoy suele mirarse la homogeneización que viene de la industria cultural, decir urbano es nombrar la antinomia de lo popular. Contra esas identificaciones se abre camino una percepción de lo popular en cuanto trama, entrelazamiento de sumisiones y resistencias, de impugnaciones y complicidades.

Un trabajo pionero de dilucidamiento de esa trama es el llevado a cabo por Carlos Monsivais para el caso de México. En los primeros 30 años del siglo, la primera etapa está marcada por la Revolución y su proyección en la cotidianeidad a través de una serie de dispositivos, entre los que sobresalen el teatro y el muralismo que, tornando legendarias a las masas, las transmutan en pueblo al convertir sus rasgos en arquetipos. Es un cambio de signo que transforma el costumbrismo en afirmación nacionalista, cambio que hace visible y socialmente aceptable cosas hasta entonces negadas o reprimidas. Entre las que esta la canción y los bailes. Más allá del peso específico que puedan cobrar en cada situacional nacional esas “expresiones” de lo popular, lo que resulta decisivo es el señalamiento del sentido que adquiere: son las masas haciéndose socialmente visibles.

Una segunda etapa se inicia en el 30’ y está caracterizada por la entrada a la ve en la industrialización dependiente y en los populismos, por las grandes migraciones hacia la ciudad y la hegemonía de la industria cultural con la radio y el cine. En la cultura el populismo se hace nacionalismo y va a encontrar en el cine su mejor medio de expresión y difusión. Al cine se le encarga darle imagen y voz a las identidades nacionales. Y al cine irán las masas populares a ver reiterados sus códigos de costumbres. Y la radio será el otro medio que permitirá conectar lo que viene de las culturas campesinas, con el mundo de la sensibilidad urbana. La radio mediara entre tradición y modernidad. Y será también el vehículo más eficaz de valores clasistas y racistas, y de la reducción de la cultura a slogans.

A partir de los 60 la cultura popular es cercada por la industria cultural y transpone unos modelos que toma del marcado trasnacional. La propuesta cultural se torna seducción tecnológica e incitación al consumo, homogeneización de los estilos de vida, e incorporación de los viejos contenidos sociales, culturales, religiosos, a la cultura del espectáculo. En esa tarea la publicidad será esencial. Y en el centro de la nueva dinámica cultural estará la televisión. La televisión unifica para todo el país un habla en el que desaparecen las entonaciones regionales. Y con su obsesión por la actualidad, la tv suplantara las temporalidades.

La segunda gran lección ofrecida por Monsivais es la atención dirigida a la dinámica de los usos. Así, las clases subalternas asumen, porque no les queda otra, una industria vulgar y pedestre, y

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ciertamente la transforma en autocomplacencia y degradación, pero también en identidad regocijante y combativa.

Lo que pasa en el barrio popular está definido por 2 cosas el movimiento de dislocación espacial y social de la ciudad por fuerza del “aluvión inmigratorio” y el movimiento de fermentación cultural y política de una nueva identidad de lo popular. A partir de ellos se irá forjando una cultura específica de los sectores populares, que ya no es la de los trabajadores, sino otra más reformista. Al cambiar la percepción y representación que los sectores populares se hacen de la sociedad, la representación política pasa del radicalismo anarquista al sindicalismo reformista.

Desde 3 tipos de ámbitos se va a configurar esa cultural barrial: los constituidos por factores ajenos (la escuela), los constituidos desde afuera pero dotados de significación propia (el café) y los que son creación autónoma de los sectores populares (biblioteca y clubes).

El aluvión inmigratorio ha seguido incesante hasta hoy. Y un ámbito clave en la gestión de esas nuevas formas es justamente el barrio. Son sus asociaciones y centros los que ofrecen un tamaño y un clima capaces de congregar a los migrantes al ofrecerles un mínimo de representación frente a las autoridades, frente al Estado. En una sociedad tan poco institucionalizada las asociaciones populares, van construyendo un tejido social que va desarrollando una institucionalidad nueva, fortaleciendo la sociedad civil, haciendo presentes rasgos de nuevas relaciones sociales y de sujetos colectivos en la vida del país. Es un proyecto de democracia nueva el que en esos movimientos apunta, y en el que lo que se cuestiona no es la necesidad de los partidos, sino su monopolio de la política y su concepción de una política separada de la vida cotidiana del pueblo y dedicada exclusivamente a la lucha por la toma del Estado o su preservación. La democracia ya no es un asunto de mayorías, sino de articulación de diversidades. Porque así es el mundo popular. Y la homogeneización que aplasta esa pluralidad no viene únicamente e la cultura de masa, sino también de una razón política que despolitiza las formas populares de la esperanza.

El acceso a la cotidianeidad barrial pasa ineludiblemente por el reconocimiento del protagonismo de las mujeres. La mujer se constituye en la recreadora de una sociedad primordial que es la vez encuentro y mediación. No se trata de ser dirigente en vez de madre, sino de serlo porque se es madre y esposa.

Otra dimensión fundamental de lo popular son los procesos de reconocimiento como lugar de constitución de las identidades. En nuestra sociedad la separación entre tiempo de trabajo y tiempo libre opera en desvaloracion de lo segundo. El barrio opera como universo de lo familiar y lo domestico, como espacio solo de la reproducción de la fuerza de trabajo. Comienza sin embargo a ser desafiada esa visión por una antropología urbana. El barrio aparece entonces como el mediador entre el universo privado de la casa y el mundo publico de la ciudad. El barrio proporciona a las personas algunas referencias básicas para la construcción de un nosotros, de una socialidad más ancha que la fundada en los lazos familiares y más densa y estable que las relaciones impuestas por la sociedad.

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Y de ese modo la cultura acá no es oficial, no vehicula buenas o malas informaciones, no es propiedad de nadie, es modo de ser, de vivir y de morir. Y como el barrio en su conjunto, cada elemento también tiene funciones múltiples. De entre todas esas expresiones la que presenta una transformación más sintomática de los cambios que se están produciendo en el modo de existencia de lo popular urbano quizá sea el graffiti y la nueva música.

La comunicación desde la cultura

Durante largo tiempo la verdad cultural de estos países importo menos que las seguridades teóricas. Pero desdibujando el “objeto propio” nos encontramos a la intemperie de la situación.

Lo que ni el ideologismo ni el informacionalismo permiten pensar

Han sido 2 las etapas de formación del paradigma hegemónico para el análisis de la comunicación en AL. La 1° se produce a finales de los 60, cuando el modelo de Lasswell es vertido en el espacio teórico de la semiótica estructuralista. Llamo ideologista a esta etapa porque su objetivo estuvo centrado en descubrir y denunciar las estratagemas mediante las cuales la ideología dominante penetra el proceso de comunicación, produciendo determinados efectos. La omnipotencia que en la versión funcionalista se atribuía a los medios paso a depositarse en la ideología, que se volvió dispositivo localizador de los discursos. Lo que resulto fue una esquizofrenia, que se tradujo en una concepción instrumentalista de los medios, concepción que privo estos de espesor cultural y materialidad institucional convirtiéndolos en meras herramientas de acción ideológica. Con el agravante de que, reducidos a herramientas, los medios eran moralizadores según su uso y sus dueños.

El apocalipsis fue la única alternativa a la esquizofrenia. Pues en definitiva la ideologización impidió que lo que se indagara en los procesos fuera otra cosa que las huellas del dominador. Y para nada las del dominado y menos las del conflicto. Existía la creencia de que con solo analizar los objetivos económicos e ideológicos de los medios, podía saberse que necesidades generaban y como sometían a los consumidores. Entre emisores y receptores: solo la pasividad del consumo y la alienación, no pasaban los conflictos, ni las contradicciones y mucho menos las luchas.

Desde mediados de los 70, se abre paso otra figura: la cientifista, cuyo paradigma hegemónico se reconstruye con base en el modelo informacional y en un revival positivista. Una teoría capaz de ordenar el campo y delimitar los objetos. Definida como “transmisión de información”, la comunicación encontró en esa teoría un marco de conceptos precisos e incluso de propuestas operativas, todo avalado por la seriedad de las matemáticas y el prestigio de la cibernética. El modelo informacional deja demasiadas cosas afuera. Y no solo la cuestión del sentido sino la del poder. Y al dejar afuera del análisis las condiciones sociales de producción del sentido, lo que se elimina es el análisis de las luchas por la hegemonía.

Ahora bien, el modelo informacional presupone una economía según la cual las dos instancias del circuito –emisor y receptor- se presuponen situadas sobre el mismo plano y el mensaje circula entre instancias homologas. Lo que implica no solo el idealismo, sino la presunción de que el

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máximo de comunicación funciona sobre el máximo de información y sobre la univocidad del discurso. Con lo que se hace impensable todo lo que en la comunicación no es reducible ni a transmisión y mediación de información. Además, la fragmentación a la que es sometido el proceso de comunicación delimita el universo de lo investigable y los modos de acceso a los problemas. La tendencia es entonces dejar si sentido las contradicciones por considerarlas no como expresiones de conflictos, sino como residuos de ambigüedad. Una racionalidad que disuelve lo político.

De manera que si el primer modelo se resolvía en una concepción instrumental de los medios, este segundo termina en una disolución tecnocrática de lo político.

Cultura y política: las mediaciones constitutivas

Son los procesos sociales de AL los que nos están cambiando el objeto de estudio de la comunicación. Lo que aparece en juego ahora no es la imposición de un modelo económico, sino el salto a la internacionalización de un modelo político. Lo cual obliga a abandona la concepción que se tenía de los modos de lucha contra la dependencia, pues es muy distinto luchar por independizarse de un país colonialista en el combate frontal con un poder geográficamente definido, a luchar por una identidad propia dentro de un sistema trasnacional difuso, complejamente interrelacionado e interpenetrado. Y como la transnacionalización juega primordialmente en el campo de las tecnologías de comunicación, de ahí que sea en el campo de comunicación donde la cuestión nacional encuentra ahora su punto de fusión. Se trata de una percepción nueva del problema de la identidad. Puesto que esta no hace frente solo a la homogeneización que viene de lo trasnacional, sino a aquella que viene de lo nacional en su negación, deformación y desactivación de la pluralidad cultural que constituye a estos países.

Frente a las propuestas que orientaron la acción de las izquierdas hasta mediados de los 70, en los últimos años se abre camino otro proyecto ligado al redescubrimiento de lo popular. Lo que se halla en proceso de cambio es la concepción misma que se tenía de los sujetos políticos. La cuestión de fondo es que no existe una solución objetiva a las contradicciones de la sociedad capitalista. Por tanto hay que elaborar y decidir continuamente los objetivos de la sociedad. Eso es hacer política.

En la convergencia del nuevo sentido que adquieren los procesos de transnacionalización con la nueva concepción que cobra lo político, emerge en AL una valoración nueva de lo cultural. Lo cultural señala la percepción de dimensiones inéditas del conflicto social, la formación de nuevos sujetos y formas nuevas de rebeldía y resistencia. Pensar los procesos de comunicación desde la cultura, significa dejar de pensarlos desde la disciplinas y desde los medios. Y esto está ligado a que el funcionamiento del aparato tecnológico-institucional que se está preparando con la reconversión depende en gran medida de una reconversión paralela de la utilización social de la cultura. Pasa entonces más que por unas políticas de comunicación, por una renovación de la cultura política capaz de asumir lo que hoy está en juego en las políticas culturales.

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En los últimos años en AL una serie de hechos parecen apuntar hacia un nuevo tipo de comprensión de las relaciones entre política y cultura. Esos hechos son la experiencia en los países bajo regímenes autoritarios, de que los modos de resistir procedieron de espacios fuera de los considerados en el análisis tradicional. La percepción de que aun el autoritarismo más brutal no se agota nunca en las medidas de fuerza ni responde únicamente a interés del capital, sino que hay siempre un intento de cambiar el imaginario y los sistemas de símbolos; por último, el hecho de que la cultura merced a la dinámica de la escolarización y a la de los mm se ha colocado en el centro de la escena política y social. Pero en la redefinición de la cultura es clave la comprensión de su naturaleza comunicativa. Lo que ya no tendrá sentido es seguir diseñando políticas que escindan lo que pasa en la cultura de lo que pasa en las masas.

Mapa nocturno para explorar el nuevo campo

Como se viene diciendo hoy advertimos que la historicidad de lo social es más profunda que aquello que nuestros instrumentos teóricos nos permiten pensar y nuestras estrategias políticas encauzar. La más secreta tendencia parece avanzar con un mapa para el reconocimiento de la situación desde las mediaciones y los sujetos.

Acerca de la cotidianeidad, el consumo y la lectura

La mayoría de las organizaciones de izquierda lo que les intereso de la vida de las clases populares es lo que tenía que ver con las acciones de reivindicación de clase. Todo el resto, las practicas de que esta hecho el vivir cotidiano, que llenan de sentido su vida, fueron consideradas obstáculos a la toma de conciencia y a una acción políticamente consecuente. La cotidianeidad es considerada irrelevante, sin embargo los relatos que tratan de comprender el funcionamiento de la socialidad popular nos abren a otra realidad. La familia no aparece ligada únicamente a la conservación del pasado, sino a la superación de un estado generalización de desorganización familiar.

En la percepción popular el espacio doméstico no se agota en las tareas de la reproducción de la fuera de trabajo. Por el contrario, representa un mínimo de libertad y de iniciativa. Del mismo, no toda forma de consumo es interiorización de los valores de las otras clases, sino que puede hablar de sus aspiraciones a una vida más digna. No toda búsqueda de ascenso social es arribismo, puede ser forma de protesta.

Hemos de comenzar por ubicar el alcance de lo que buscamos. No se trata de medir la distancia entre los mensajes y sus efectos, sino de construir un análisis integral del consumo, entendido como el conjunto de los procesos sociales de apropiación de los productos. El espacio de la reflexión sobre consumo es el espacio de las prácticas cotidianas en cuanto lugar de interiorización muda de la desigualdad social. El consumo no es solo reproducción de fuerzas, sino también producción de sentidos, lugar de una lucha que no se agota en la posesión de los objetos, pues pasa más por los usos en los que se inscriben demandas y dispositivos de acción que provienen de diferentes competencias culturales.

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Otra vertiente teórica que es necesario integrar es la nueva concepción de lectura, y se propone el abordaje de los diversos lectores sociales posibles. Si entendemos por lectura “la actividad por medio de la cual los significados se organizan en un sentido”, resulta que en la lectura –como en el consumo- no hay solo reproducción, sino producción también. Poner en crisis esa centralidad del texto y del mensaje implica asumir como constitutiva la asimetría de demandas y de competencias que se encuentran y negocian a partir del texto.

La televisión desde las mediaciones

Si el medio está en trance de sufrir numerosos cambios, la mediación desde la que ese medio opera social y culturalmente no parece estar sufriendo en AL modificaciones de fondo, no están afectando sustancialmente al modelo de producción de televisión que conocemos. Paradójicamente la modificación que parece afectar más en profundidad a la televisión iría en la línea que busca nuestra propuesta: “Hay que abandonar el mediacentrismo, ya que el sistema de los media está perdiendo en parte su especificidad para convertirse en elemento integrante de otros sistemas de mayor envergadura, como el económico, cultural y político”.

Solo que en AL el abandono del mediacentrismo se está produciendo menos por el impacto de la reconversión industrial de los medios que por la fuerza con que los movimientos sociales hacen visibles las mediaciones. Por esto proponemos partir de las mediaciones, esto es, de los lugares de los que provienen las constricciones que delimitan y configuran la materialidad social y la expresividad cultural de la tv. Se proponen 3 lugares de mediación: la cotidianeidad familiar, la temporalidad social y la competencia cultural.

La cotidianeidad familiar

Si la tv en AL tiene a la familia como unidad básica de audiencia es porque ella representa para las mayorías la situación primordial de reconocimiento. El análisis crítico de la familia ha sido hasta ahora incapaz de pensar la mediación social que ella constituye. Rompiendo con las consideraciones moralistas (la tv corruptora de las tradiciones familiares- y con una filosofía que le atribuye a la tv una función puramente espectacular, empieza a abrirse paso una concepción que ve en la familia uno de los espacios claves de lectura y de codificación de la tv. Sin embargo, la mediación que la cotidianeidad familiar cumple en la configuración de la tv no se limita a lo que puede examinarse desde el ámbito de la recepción, pues inscribe sus marcas en el discurso televisivo mismo.

De la familia, la tv asume sus dispositivos clases: la simulación del contacto y la retorica de lo directo. Denominamos simulación del contacto a los mecanismos mediante los cuales la tv especifica su modo de comunicación organizándola sobre el eje de la función fática, esto es, sobre el mantenimiento del contacto. Para esto, 2 intermediarios: el personaje o presentador, y el tono coloquial del habla.

Por retorica de lo directo entendemos el dispositivo que organiza el espacio de la tv sobre el eje de la proximidad y la magia de ver. El espacio de la tv está dominado por la magia del ver: por una

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proximidad construida mediante un montaje no expresivo, sino funcional y sostenido con base en la “toma directa”, real o simulada. La visión que predomina es la que produce la sensación de inmediatez. Proximidad de los personajes y los acontecimientos: un discurso que familiariza todo, de manera que produzcan la mayor transparencia, o sea, en términos de simplicidad, claridad y economía narrativa. La marca de la hegemonía trabaja ahí, en la construcción de una interpelación que habla a la gente desde los dispositivos que dan forma a una cotidianeidad familiar.

La temporalidad social

Mientras en nuestra sociedad el tiempo productivo es el tiempo que se mide, el otro, del que está hecha la cotidianeidad, es un tiempo repetitivo, de fragmentos Y la matriz cultural del tiempo que organiza la tv es esa: la de la repetición y el fragmento, y es insertándose en el tiempo del ritual y la rutina como la tv inscribe la cotidianeidad en el mercado. Mirado desde la tv, el tiempo del ocio cubre y revela la forma del tiempo del trabajo: la del fragmento y la serie. Podría hablarse de una estética de la repetición que conjuga la discontinuidad del tiempo del relato con la continuidad del tiempo relatado. La serie y los géneros hacen la mediación entre el tiempo del capital y el tiempo de la cotidianeidad.

La competencia cultural

La relación televisión/cultura ha generado muchos análisis distintos. De un lado, los críticos mirando la tv desde el paradigma del arte y denunciando la decadencia cultural que representa. La propuesta: una elevación cultural de la tv que se materializa en un didactismo insoportable. De otro lado, los folklóricos, situando la verdadera cultura en el pueblo, pero aquel que conserva la verdad sin contaminaciones ni mestizajes, es decir, sin historia. La propuesta: hacer televisivo el patrimonio de esos pueblos. Sobre otro eje, aparece la oposición entre los comerciantes, defendiendo populistamente las demandas que la colectividad manifiesta a través de las encuestas, y el sector publico paternalistamente hablando en nombre de las verdaderas necesidades culturales de la gente.

Lo peor del enredo es que acaba tapando el culturalismo en que se mueven todas esas visiones desde donde la tv no sería un asunto de cultura, solo de comunicación. Y otra vez, seguirán preguntándose si acaso la tv puede ser considerada cultura mientras es la noción misma de cultura, su significación social, la que está siendo modificada por lo que se produce en y el modo de producir de la tv.

Escapando a esa ceguera esta el trabajo de Fabri, que plantea que mientras en la cultura culta la obra está en contradicción dialéctica con su género, en la cultura de masa la regla estética es aquella de la mayor adecuación al género. La dinámica cultural de la tv actúa por sus géneros. Desde ellos activa competencia cultural y da cuenta de las diferencias sociales que la atraviesan. Los géneros constituyen una mediación fundamental entre las lógicas del sistema productivo y del sistema de consumo y de usos.

Lógicas de la producción y de los usos

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Lo que importa es lo que configura las condiciones especificas de producción, lo que de la estructura productiva deja huellas en el formato y los modos en que el sistema productivo semantiza y recicla las demandas que vienen de los públicos y sus diferentes usos. Aparecen entonces una serie de instancias a estudiar. La competitividad industrial como capacidad de producción expresada en el grado de desarrollo tecnológico. La competencia comunicativa lograda en términos de reconocimiento por los públicos a los que se dirige. Los niveles y fases de decisión en la producción de cada género: quienes, en que momentos, y con qué criterios deciden lo que es producible. Las ideologías profesionales como campo de tensión entre las exigencias del sistema productivo, las reglas del género, las demandas sociales y la iniciativa y creatividad de los productos. Las rutinas productivas o los hábitos de trabajo. Y, por último, las estrategias de comercialización que son algo que ha puesto sus huellas en la estructura del formato.

Para abordar la lógicas de los usos debemos comenzar por sacar el estudio de la recepción del espacio acotado por una comunicación pensada en términos de mensajes que circulan, de efectos y de reacciones, para reubicar su problemática en el campo de la cultura: de los conflictos que articula la cultura, de los mestizajes que la tejen y las anacrónias que la sostiene, y del modo en que trabaja la hegemonía. Moragas introduce la noción de ámbito de recepción, que permite pensar los distintos tipos de competencia comunicativa en cuanto “activación o freno de la participación social, cuestión fundamental para una política democrática de los medios y que no consiste únicamente en la democratización de su control sino también en la democratización de su uso”.

El plural de las lógicas del uso se relaciona con el hecho de que los habitus de clase atraviesan los usos de la tv y los modos de ver, y se hacen manifiestos en la organización del tiempo y del espacio cotidiano. Pero en los usos no habla solo la clase social, también habla la competencia cultural de los diversos grupos que atraviesa las clases. Competencia que vive de la memoria y también de los imaginarios.

Entre la lógica del sistema productivo y las lógicas de los usos median los géneros. Son sus reglas las que configuran los formatos y es en ellos donde ancla el reconocimiento cultural de los grupos. La consideración de los géneros como hecho literario y no cultural, su reducción a receta para la fabricación o etiqueta para la clasificación, nos han estado impidiendo comprender su verdad función. Esto nos lleva a replantear la concepción misma de comunicación. Pues la competencia textual no se halla solo presente en la emisión, sino también en la recepción. Cualquier telespectador sabe cuando un relato ha sido interrumpido, conoce las formas de completarlo, es capaz de resumirlo, y de clasificarlos. Hablantes del idioma de los géneros, los telespectadores desconocen su gramática pero son capaces de hablarlo.

Algunas señas de identidad reconocibles en el melodrama

El melodrama es el género en que se reconoce la AL popular y la culta (cuando se emborracha). Ningún otro género ha logrado cuajar tanto en la región. Como si en él se hallara el modo de expresión más abierto al modo de vivir y sentir de nuestras gentes. El melodrama trabaja en estas

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tierras una veta profunda de nuestro imaginario colectivo y no hay acceso a la memoria histórica ni proyección posible del futuro que no pase por el imaginario.

En el melodrama lo que está en juego es el drama del reconocimiento, es la lucha por hacerse reconocer ¿No estará ahí la conexión secreta del melodrama con la historia de este subcontinente? Pero todo aquello que había hecho que entre el tiempo de la historia y el tiempo de la vida esté el tiempo familiar (que es el que media y hace posible su comunicación) han sido absorbidos por las transformaciones operadas por el capitalismo en el ámbito del trabajo y del ocio. Así, parecerían haber abolido aquella socialidad, aunque en realidad no han hecho sino tornarla anacrónica. Pero esa anacronia es la que le da sentido hoy al melodrama en AL, es la que le permite mediar entre el tiempo de la vida y el tiempo del relato.

Mattelart se pregunta si es posible que el poder de las industrias culturales no resida en los temas que tratan, y comenzamos a sospechar que si, que lo que hace la fuerza de la industria cultural y lo que da sentido a esos relatos no se halla solo en la ideología, sino en la cultura, en la dinámica profunda de la memoria y del imaginario.

Lo popular que nos interpela desde lo masivo

Seguir pensando lo masivo como algo exterior a lo popular, solo puede hacerse hoy desde 2 posiciones: la de los folkloristas o la de la dominación social. Pero lo que se “ahorran” estas 2 posiciones es la historia. Resulta pertinente plantear las precauciones del historiador Luis A. Romero en el uso de la noción de cultura popular a la hora de hablar de la cultura de los sectores populares. Y es que tras la aparición de las masas urbanas lo popular ya no será lo mismo. Claro que para que esa proposición resista los malentendidos deberá ser referida no a los medios de la masificación, sino a la masificación misma, estructural de nuestra sociedad. Lo masivo en esta sociedad es una nueva forma de socialidad. De ahí que pensar lo popular desde lo masivo no deba significar alienación y manipulación, sino unas nuevas condiciones de existencia y de lucha, un modo nuevo de funcionamiento de la hegemonía. Lo que importara, entonces, aun mas que la denuncia, será el tratar de comprender como la masificación funciona aquí y ahora.

En el avance de esa línea de reflexión nos parecen claves la propuesta de Micelli, sobre la no unificación del mercado material y simbólico, y la de Sunkel, sobre la subsistencia en lo masivo de matrices culturales en conflicto. Micelli parte de la presencia en la industria cultural de expresiones de una demanda simbólica peculiar que no coincide del todo con el arbitrario cultural dominante. Y la dificultad de comprender esa presencia desde una lectura que considera a esa industria simplemente como instrumento de dominación. Lectura que acaba por asumir como única la representación que la cultura dominante ofrece de sí misma y del otro. Pero estamos ante un mercado material y simbólico no unificado y cuya dislocación remitiría básicamente al carácter dependiente de ese merado. En este esto es que hay que preguntarse en qué medida lo que pasa en el mercado simbólico remite no solo a lo que tiene que ver con la lógica de los intereses de la clase dominante, sino también a la dinámica y la complejidad del universo de los dominados.

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Es esa la pregunta que orienta la reflexión de Sunkel y que podríamos sintetizar así: ¿Cuánto de lo que constituye la vida de las clases populares, y que es rechazado del discurso de la Cultura, de la educación y de la política, viene a encontrar expresión en la cultura de masas y en la industria cultural? Una expresión deformada, funcionalizada pero capaz de activar una memoria y de ponerla en complicidad con el imaginario de masa. Lo que activa esa memoria es del orden de las matrices culturales. Decir matriz es hacer explicito lo que carga el hoy, lo residual: el sustrato de constitución de los sujetos sociales más allá de los contornos objetivos que delimita el racionalismo instrumental y de los frentes de lucha consagrados por el marxismo.

Lo que sigue son muestras de lo popular activado por lo masivo hoy en AL, y es desde este lugar de estudio desde donde se analizan los circos, las fiestas y las ferias. Pero la lectura de lo masivo desde lo popular no se ha limitado únicamente al estudio de las prácticas populares masificadas, esta también renovando el análisis de los medios masificantes. Así se habla de la radio y de la tv, y de cómo estas pueden servir de puente entre la racionalidad expresivo-simbólica y la informativo-instrumental, y es algo más que un mero espacio de sublimación: aquel medio que para las clases populares está llenando el vacío que dejan los aparatos tradicionales en la construcción del sentido.

También es interesante ver los modos en los medios captan la densidad y la diversidad de condiciones de existencia de lo popular. De todas formas, que el modelo hegemónico de tv “odia las diferencias” es algo que no necesita demasiada demostración, pero también por la tv pasan las brechas, también ella está hecha de contradicciones y en ella se expresan demandas que hacen visibles la no-unificación del campo y el mercado lingüístico. Es solo en el espacio de la comicidad donde la tv se atreve a dejar ver al pueblo, ese feo pueblo que la burguesía racial quisiera ocultar. Solo ahí la tv se traiciona hasta mostrar sin pudor las caras del pueblo. Y es en esos programas también donde las clases altas son ridiculizadas.

La lección está ahí para quien quiera y pueda oírla, verla: melodrama y tv permitiéndole a un pueblo en masa reconocerse como actor de su historia, proporcionando lenguaje a las “formas populares de la esperanza”.

Los métodos: los medios…(Barbero) RESUMEN!

El autor hace una crítica a las teorias deterministas sobre la recepción de los medios tanto desde el estructural funcionalismo como desde la escuela de Frankfurt; que desde diferentes puntos de vista le daban al receptor un papel pasivo a la hora de interactuar con el medio.

Por un lado el estructural funcionalismo propone que a través de la información que le dan los medios; este sujeto la recibe de forma lineal mientras Frankfurt sostenía que a través de los medios los grupos dominantes alienaban al sujeto.

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A esto, Barbero lo critica y le da la posibilidad al receptor de poder inventar y crear dentro de ese mismo medio para poder cambiar en parte su realidad. Esto muchos autores lo relacionan con la teoria de los usos y gratificaciones consistente en que cada individuo tome del medio aquello que le sirve o con lo que adhiere, desechando el resto.

El autor saca como objeto de estudio principal en lugar de los medios y pone énfasis en la mediación que es el nexo entre el medio y el receptor. Define a este proceso basandose en el concepto del dispositivo de Foucault, consiste en una estructura encargada de dirigir y reglar las situaciones en las cuales se producen sentidos determinados, teniendo en cuenta diferentes aspectos socioculturales del individuo.

Se proponen 3 tipos de mediaciones:

Cotidianeidad Familiar: se define como una unidad básica de audiencia que representa para las mayorías una situación fundamental de reconocimiento entre los individuos: como eslabón fundamental a la hora de entender la influencia de la teve en sus destinatarios.

La temporalidad social: consiste en que los tiempos de la realidad y los tiempos del medio son distintos. X un lado el tiempo social es el productivo q esta valorado x el capital en una realidad concreta. Mientras q x otro lado existe el tiempo de los medios consistente en la fragmentación que hace el medio de la realidad q le es presentada de receptor, buscando la mas rentabilidad de la misma, desde distintos generos discursivos. El tiempo de la TV cubre el tiempo de ocio dejando libre x el tiempo productivo o laboral de forma fragmentada. A esto Foucault afirma que el poder del medio se articula directamente sobre el tiempo del receptor haciéndose mas visible un proceso de unificación que atraviesa lo social. El tiempo de la TV en sus diversos generos habla del sistema productivo.

La competencia cultural: en este punto el autor define a otro factor que interviene a la hora de ver la relacion entre el receptor y el medio que consiste en el nivel social y cultural y de estudios con que cuenta ese individuo a la hora de entablarla relacion con el medio. Entran aspectos religiosos, de gustos, e ideologicos de la persona, q lo forman como tal a la hora de llevar adelante esa práctica.

CARTAS A LA TELEVISION: MEMORIA, BIOGRAFIA E IDENTIDAD CULTURAL- FERNANDA LONGO ELÍA

Introducción

Desde aquel 17 de octubre de 1951 en que Eva Perón inauguro la primera emisión televisiva dirigiéndose, no a los televidentes (una minoría de aficionados a las innovaciones tecnológicas) sino al pueblo congregado en la Plaza de Mayo, hasta que la tv dejo de ser un objeto de lujo para convertirse en una práctica social arraigada en la vida cotidiana, debieron pasar más de 10 años.

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Como toda tecnología que se incorpora estaban los que veían en ella el fin de la vida social y publica; los entusiastas, en cambio, le auguraban infinidad de aplicaciones educativas, científicas y artísticas. Sin embargo, el vínculo de los espectadores con la tv se construye de manera gradual. El objetivo de este capítulo es explorar como se va armando el vínculo de la audiencia con la v a partir de las primeras experiencias personales de los espectadores. Se trata de explorar como algunas personas significan, otorgan sentido a sus prácticas de consumo televisivo desde su experiencia cotidiana, personal y familiar.

Los primeros años de (con) la televisión argentina

Una aproximación a la memoria televisiva

La memoria de la tv aparece evocada en las cartas con una serie de características propias. En 1° lugar, dispara mecanismos de legitimación de competencias y saberes en relación a los medios, sentidos de pertenencia a una comunidad socio-histórico y afirmación de la propia subjetividad. Las personas se presentan como poseedores de un capital único, haber sido protagonistas de la aparición de la tv. Pero aquello que rescatan como de su vida personal, es reconocido a la vez como fragmentos de una historia común y colectiva. Lo público y lo privado se cruzan constantemente.

Resulta interesante destacar la imposibilidad de fijar un periodo definido que corresponda a los comienzos de la tv, ya que aparece un desfasaje entre la aparición del aparato como tecnología (50’) y la consolidación de una memoria sobre las primeras prácticas relacionadas con mirar tv (60’).

Un segundo elemento interesante es que reconstruir la memoria televisiva tiene para los espectadores una dimensión placentera. En este sentido hay que destacar el carácter emotivo que aparece asociado a la memoria audiovisual. La operación de recordar no es neutra.

La tv como referencia vital

La memoria de la tv se presenta, como la memoria oral, situacional y operacional antes que abstracta. Se recuerdan consumos televisivos en relación a momentos vitales, a lugares y objetos de la biografía personal o de la etapa histórica. Incluso la tv y sus productos funcionan en algunos casos como marcador del pasaje de una etapa a otra.

La tv como objeto de lujo

La tv de los primeros años aparece asociada a un carácter de exclusividad. Es menos democrática que la radio y el cine, no solo porque no resulta económicamente accesible, sino porque la provisión del servicio es insatisfactoria en las zonas alejadas del circuito metropolitano. En zonas del interior estas dificultades persistieron hasta la aparición de los servicios de tv por cable en la década del 80.

La tv y el consumo ritual: integración familiar y barrial

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El consumo televisivo en esta etapa se instala en una zona de integración familiar y barrial que abre el circulo domestico a parientes, vecinos y amigos. Se presenta bajo la forma de ritual y asume características ceremoniales. Además, ver televisión es una actividad grupal y publica. Es un hecho que convoca a los que participan de él en función de días y horarios fijados con anticipación y esperados con ansiedad. Promueve pautas de convivencia e impone nuevas rutinas.

La tv y la constitución de un universo espectacular

La aparición de la tv implica la consolidación de un universo espectacular: el surgimiento de figuras que van a tener un peso cada vez mayor en el imaginario que conforman los medios, y que adquieren un status distinto al de las estrellas cinematográficas. Si estas últimas se distinguen por su idealización, por su distancia con el mundo ordinario, las figuras televisivas son cercanas, familiares. Se integran a la vida cotidiana. Estas estrellas se proyectan en el imaginario como modelos a imitar, lugares donde anclar la subjetividad.

La tv ingenua y artesanal

Por último, hay que señalar que la televisión de los primeros años es percibida hoy como una televisión ingenua y artesanal. Atribuyen la artesanalidad a la falta de experiencia profesional de los trabajadores y a la escasez de recursos técnicos y económicos. Y la ingenuidad aparece como una característica de las propias audiencias que no habían aun desarrollado competencias con respecto a los códigos del medio y como un carácter de los propios contenidos de los programas, cuyo tratamiento suele ser de armonización más que de cuestionamiento.

Cartas a volver

En este segundo grupo nos encontramos con un espectador que se construye a sí mismo como competente, que reflexiona sobre el vínculo que tiene con la tv y sus productos y se apropia de los contenidos selectivamente. Los que escriben a Volver establecen un vínculo personal y afectivo con la señal. No conciben su relación con el canal como una relación comercial o de servicio, sino en términos de un intercambio amistoso. Se trata de un contacto individualizado, que el propio canal promueve respondiendo y atendiendo a los pedidos y sugerencias.

Al expresar sus opiniones, al hacer uso de sus competencias, al dirigirse a la señal desde el lugar de audiencia, los televidentes construyen ese lugar: reflexionan sobre su condición de espectadores, dando cuenta, a su vez, de la productividad del consumo televisivo. Los televidentes producen textos (las cartas) que refieren a otros textos (los programas). La intertextualidad es una característica de los productos de la industria cultural

Consumo televisivo: ¿público o privado?

La referencia a situaciones de mirar tv, se cruzan con prácticas sociales o grupales que se extienden mas allá del consumo privado dentro del hogar. Muchos espectadores mencionan el hecho de ver ciertos programas con algún familiar, como un modo de compartir e intercambiar experiencias. La familia, la escuela, el lugar de trabajo, funcionan como contexto de interpretación

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de los programas televisivos. Las prácticas de consumo televisivo no se restringen a compartir la emisión del programa, sino que continúan a través de formas de conversación social.

La memoria de la tv activa competencias y saberes con respecto a los medios, y las cartas funcionan como excusas para desplegar esas competencias. Señala Wolf: “entre los medios de aprendizaje y de formación de competencia de género, la tv esta ciertamente entre los más significativos y eficaces, gradualmente enseña y reafirma constantemente los modos de reconocer e interpretar lo que ella misma comunica”.

Una televisión argentina más argentina

Algunos espectadores adjudican a la señal la misión de “avivar la memoria de los argentinos”, y le atribuyen una función de archivo audiovisual nacional. Esta atribución parece relacionada con una percepción d la tv de los 50’ y 60’ como más nacional que la actual. A su vez, los televidentes asientan la memoria televisiva en una zona que articula la biografía personal y familiar con aspectos de la identidad nacional. Se trata de una noción de identidad socio-comunicacional más que territorial. Como señala Canclini: “la identidad se conforma tanto mediante el arraigo en el territorio que se habita, como mediante la participación en redes comunicacionales deslocalizadas”.

Usos, placeres y compromisos

Finalmente, los espectadores se refieren al placer asociado a volver a ver programas viejos de la tv argentina, e identifican este placer con diversas modalidades de consumo, practicas de uso y compromiso con los programas. Una 1° modalidad es el “consumo consolatorio”, asociado a la necesidad de escape, contención y bienestar que proveen los programas. Otra especie de consumo es el “utilitario”, que no solo encuentra placer, sino que refiere a prácticas de uso y apropiación material de los mismos: grabar, coleccionar, enviar o utilizar con fines educativos. Finalmente aparece un tipo de placer “localizado”, nucleado en torno a alguna figura o artista, que podríamos denominar “consumo fan”. Este consumo es recursivo y autorreferente, se concentra en un mismo objeto, y el placer que obtiene proviene del vínculo que establece con ese objeto, más que del objeto en sí.

Algunas observaciones finales

Durante la década del 50 (transmite un único canal, estatal, en vivo, y los horarios de emisión son restringidos), las modalidades de recepción se traman con hábitos que provienen de la radio y el cine. Ver televisión es una actividad grupal y publica. Promueve nuevas prácticas sociales y rutinas de interacción. Recién en la década del 60’ (comienza la tv privada, y los programas grabados en videotape), la tv se convierte en un espectáculo popular, masivo y domestico. En esos años ya están consolidadas las matrices de los géneros en Argentina: comedias familiares, programas humorísticos, musicales, periodísticos, de entretenimiento o deportivos. Y también se afianza un universo de estrellas locales que se proyectan en el imaginario como estereotipos sociales a reproducir y alimentar.

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La memoria de la tv se construye en esta etapa: en el pasaje de lo excepcional a lo domestico. Al mismo tiempo que se forja esta memoria, empieza a construirse un colectivo que los propios espectadores demoraran en asumir: la audiencia, o mejor, las audiencias. Audiencias que progresivamente se vuelven cada vez más reflexivas y competentes.

Algunas conclusiones:

1) La memoria de la tv es fragmentada, emotiva, nostálgica y selectiva2) Articula la biografía y la identidad persona con la historia y la identidad sociocultural.3) Cruza lo público y lo privado.4) La construcción de la audiencia televisiva es un proceso gradual, que supone una

incorporación del nuevo medio a una serie de prácticas socioculturales. En este proceso la tv se ofrece como uno de los lugares privilegiados de emplazamiento de la subjetividad y de exploración y construcción de sentidos de identidad cultural.

DEVÓRAME OTRA VEZ: QUÉ HIZO LA TELEVISIÓN CON LA GENTE; QUÉ HACE LA GENTE CON LA TELEVISIÓN OSCAR LANDI.

Sobre los consumos culturales hay una expansión de los medios electrónicos. Su importancia se debe a la tv abierta, que involucra el sistema comunicativo en su conjunto. Produce cambios en los gustos y hábitos culturales. Por un lado hay una creciente desigualdad respecto de la producción y distribución de los bienes culturales y comunicativos. La opulencia informativa que los medios brindan a la sociedad constituye un piso histórico de bienes culturales compartidos masivamente, pero se produce una diferencia muy marcada.

Los sectores sociales bajos, y con menos escolaridad quedan en el circuito de la TV abierta y de sus prácticas habituales. En el otro extremo social, encontramos gran diversidad de acceso a consumos culturales, que incluye la TV y diversas tecnologías.

Por otro lado, se produce una creciente circulación y mezcla de tipos de bienes culturales entre distintas capas de la población, con la consiguiente pérdida de delimitaciones clásicas del orden cultural. Esta contra tendencia obedece a dos procesos: 1. La TV lleva a las audiencias masivas géneros artísticos fuera de sus contextos sociales y rituales clásicos. En el presente, se acentuó la circulación de géneros entre diversos públicos y los préstamos y cruces estéticos entre la cultura de elite, la popular y la masiva. 2. A pesar de la crisis económica social del país, desde un punto de vista cultural ciertas capas de la población tienden a seguir pautas de consumo propias de niveles sociales superiores.

Las situaciones de consumo cultural, llevan al analista del mercado cultural, a observar el fenómeno de la identificación, de las mezclas internas que contienen los diferentes públicos.

Landi habla de segmentaciones blandas: Los públicos responden a los gustos personales, las edades o las modas, y ponen a prueba la capacidad de la industria cultural para hacer converger en ciertos consumos a públicos bastante heterogéneos. Se diluyen las distinciones culturales

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clásicas. Un ejemplo de esto es el POP ART (popular art), que demuestra que los elementos de la cultura popular se mezclan con los de la elite.

La primacía cultural de la TV, implica también un cambio profundo en la combinación y la relación de fuerzas entre los diferentes lenguajes que componen la cultura, particularmente entre los de la cultura escrita y la audiovisual. Los medios nuevos jamás dejan de oprimir a los medios más viejos, hasta que encuentran para ellos nuevas formas y posiciones en el mercado y en el orden cultural. La TV ha realizado hasta ahora la primer parte de este proceso, no porque le falten ganas de subordinar de manera estable a los otros medios a sus propias lógicas y necesidades, sino porque ella misma esta inestabilidad por el avance tecnológicos permanente, por la competencia de los diarios que fijan temáticas y crean situaciones de hecho informativos y por los gustos de los públicos, que son más complejos y menos predecibles que en el pasado.

El televidente y su pantalla: Al televidente no le han faltado diagnósticos acerca de su estado: Manipulado, alienado, idiotizado, alucinado. Esto responde a nociones de cultura verdadera, transparencia informativa y relaciones interpersonales auténticas.

Landi dice que la gente elige según gustos y que la TV se consume de manera fragmentada. Se pueden identificar cuatro tipos de comportamientos: el zapping, acto de cambiar de canal para evitar tanta publicitaria, zipping, acelerar el pasaje de un programa previamente grabado para evitar tanda publicitaria, flipping, acto de cambiar de canal durante una emisión, sin que tenga relación con la tanda publicitaria y el grazing, es el ida y vuelta entre dos programas.

La pantalla puede generar en el espectador fascinación, identificaciones con personas que lo atraen, pero el goce tiene mayos explicación.

En la tv, el lugar imaginario de poder visual se torna complejo y poderoso, adicionando esto la trasmisión directa no solo permite adquirir cierta perspectiva visual, sino además le da un carácter contemporáneo a las situaciones. Asimismo, la tv permite una gratificación específica que brinda el tipo de programa que se está viendo: la identificación con ciertas situaciones, etc.

Es precisamente en el elemento que la hace atractiva para la personas, las imágenes, donde reside el punto vulnerable de la TV. Este medio efectivamente absorbe al televidente, pero porque reclama su actividad y no porque lo transforme en un sujeto pasivo y maleable al antojo de la pantalla.

Por otro lado se hace cada vez más borrosa la distinción entre ficción y realidad. Esto obedece a la evolución y consolidación de ciertos géneros de programas. La realidad es construida a través del lenguaje, todos los medios construyen una realidad, aunque la televisión parezca que ahí se dice la verdad por las imágenes.

Oscar Landi exige, el pluralismo político, ideológicos, cultural, la multiplicación de medios de comunicación diferente, y no toma a la televisión como un medio apocalíptico. En suma, el resultado final de los tan mentados y tan pocos conocidos, efectos de la televisión, son en todo caso el resultado de una compleja interacción y negociación permanente entre lo que ofrece la pantalla y la subjetividad del televidente. Si observamos el proceso desde el lugar del televidente, podríamos postular que existen distintas formas de recepción. La persona se vincula con la pantalla desde su bagaje cultural, creencias e ideologías.

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Todo esto constituye un cambio radical en el ámbito del consumo de TV, porque mientras los medios de comunicación clásicos, previa un espectador pasivo, que podía apagar o cambiar de canal, hoy tenemos la idea de un espectador activo que selección las cosas que se le proponen.

EL TELEVIDENTE Y SU PANTALLA- LANDI (2)

Existe una larga tradición apocalíptica sobre los efectos de la tv basada en ciertas características que tendría el mundo posmoderno en que vivimos actualmente. Al televidente no le han faltado diagnósticos acerca de la gravedad de su estado: manipulado, alienado, idiotizado. Tales afirmaciones solo pueden explicarse porque el que las hace se aferra a alguna noción de normalidad, cultura verdadera, transparencia informática y relaciones interpersonales autenticas desde las cuales sentencia porque, en realidad, todavía no sabemos a ciencia cierta que pasa entre la pantalla y las personas.

En términos generales, la gente elige el programa que va a ver desde la oferta que le brinda la pantalla. La oportunidad está en la pantalla. La tv se consume de manera fragmentada y difícilmente una persona vea un programa entero sin ningún tipo de interrupción. Esta característica, se vio reforzada por el control remoto y el zapping. El zapping en principio fue interpretad solo como un recurso para evitar la publicidad, pero a esta altura puede ser entendido como síntoma de la cultura televisiva.

La transmisión directa que puede realizar la tv no solo nos permite adquirir cierta perspectiva visual, sino que además le da un carácter contemporáneo a las situaciones que desfilan por la pantalla, lo que funciona como una suerte de criterio de verdad para constatar y juzgar ciertos hechos. Por otra parte, las transmisiones de tv posibilidad la creación de una suerte de “suspenso real”, por oposición al fabricado que se sostiene en el facto ficcional.

Es interesante tener en cuenta que uno de los órdenes visuales fundamentales del surgimiento del orden moderno fue el de la perspectiva. El espectáculo televisivo refuerza y altera esta situación: la cámara nos saca del lugar fijo en el que estamos y nos hace participar de los hechos desde muchas perspectivas. De tal modo la tv no solo nos muestra una escena o hecho particular, sino que nos coloca en un nuevo horizonte de mirada que genera la situación imaginario de poder visual que está en la base de nuestro vínculo positivo con la pantalla.

En un segundo nivel, se sitúa la gratificación que brinda el tipo de programa que se está viendo. Sobre la base del placer brindado se abre el juego de las posibles identificaciones personales del televidente. En los 60’, McLuhan planteo que la tv era un medio que no toleraba un observador distanciado. La tv involucraba. Porque además, la tv exige del televidente una actividad sensorial para definir en formas determinadas el incesante flujo de la pantalla. En este sentido exige la participación del televidente para definir sus propias secuencias de imágenes en constante transformación y superposición.

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Sin embargo, leídos de nuevos en el presente, podríamos decir que con estos análisis se instalo una idea que resiste al tiempo: es precisamente en el elemento que la hace atractiva a las personas –las imágenes- donde reside el punto vulnerable de la tv. Este medio efectivamente absorbe al televidente, pero por que reclama su actividad y no porque lo transforme en sujeto pasivo y maleable. Esto no quiere decir que las empresas televisivas no tengan sus ideas y estrategias para producir efecto en la gente.

Queda, sin embargo, por considerar el tema desde otro ángulo muy importante. En la relación entre el espectador y su pantalla se hace cada vez más borrosa la distinción ente ficción y realidad. Se perfila así una especie de programas en los que el problema de la veracidad de los enunciados empieza a ser ambiguo, mientras que la veracidad del acto de enunciación es absolutamente indiscutible. El carácter verdadero o no de lo que se está diciendo en el programa se subordina cada vez más a la autenticidad de la tv que lo emite. Esta crisis tiende cada vez más a implicar a la tv en su conjunto, transformándola de vehículo de hechos (considerado neutral) en aparato para la producción de hechos, es decir, de espejo de la realidad a productor de la realidad.

La tv da entonces existencia a los acontecimientos y personas, lo que se refuerza por los múltiples ángulos de visión y por la anulación de las distancias. La “aldea global” produce un efecto de realidad, da existencia a coordenadas nuevas de espacio y tiempo en las que nos movemos sin salir de cada. Y cuando la sugestión se mezcla con la ficción tenemos en ciertos sectores de la audiencia un estado confusional. De todas formas, la mezcla o confusión entre la información y la ficción es una cuestión de la que entramos y salimos todo el tiempo sin perder el principio de realidad. Los casos sin retorno nos ubican ante un sector menor de la audiencia.

En suma, el resultado final de los tan mentados y tan poco conocidos efectos de la tv son en todo caso el resultado de una compleja interacción y negociación permanente entre lo que ofrece la pantalla y la subjetividad del televidente. H

Hay una crítica que parte de un juicio a la tv, como artefacto industrial que solo puede causar el rebajamiento cultural y la alienación. Adorno, uno de los representantes de esta corriente, realizaba un juicio crítico único, que ponía bajo un mismo adjetivo a programas, tecnologías e industrias culturales en general. Pero hay una visión crítica que se extiende más allá de este autor. Por ejemplo, Jameson planteo que la mercantilización de la cultura, la transmisión de la cultura mediante la industria de la conciencia, es hoy en día una realidad en todas partes, pero quizás fuera interesante estudiar la posibilidad de que hubiera sido siempre una realidad a lo largo de la historia humana, aun dentro de la diferencia radical de los antiguos modos de producción precapitalistas.

Pensadores actuales también nos dan una óptica distinta. Para Vattimo, si bien los medios al tratar de vender ciertos productos tienden a la homogeneización y a la uniformidad en la cultura colectiva, al mismo tiempo dan visibilidad a minorías, subculturas y movimientos sociales. No solo esto: la diversificación del sistema de medios de información tiende también a multiplicar los modos de interpretación de los acontecimientos que se dan en la sociedad.

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En lo que concierne a los supuestos efectos homogeneizantes, podríamos decir que el hipermediado mundo actual no muestra precisamente la hegemonía de un modo determinado de construir la noción misma de realidad. De hecho, los medios tienen efectos ambiguos y no siempre iguales a sí mismos. Lejos de la homogeneidad, la analogía evoca un estilo en el cual impera lo múltiple y lo abierto, lo elíptico, lo inacabado y lo engañoso. Todo ello debilita la posibilidad de establecer en la cultura un modo fuerte, central y uniforme de concebir la realidad.

Si observamos el proceso desde el lugar del televidente, podríamos postular que existen distintas formas de recepción de los programas. Es desde su capital cultural que ella realiza las operaciones de definición del sentido de las imágenes que está viendo en pantalla. En este nivel, el receptor completa la figura siempre incompleta y abierta de la secuencia de la programación. El discurso televisivo exige aportes de las personas para obtener credibilidad y reconocimiento. A su vez el zapping acentuó la posibilidad de que el televidente construya en la pantalla distintas compaginaciones de fragmentos de programas. Además, la tv interactiva potencia ahora nuestras posibilidades de interpretar y dar órdenes a las pantallas.

Entramos en la era de los hipermedia, que abre nuevas posibilidades interactivas con los medios que tenemos en nuestra casa. Hipermedia consiste en la disponibilidad, por parte de los ciudadanos, de un sistema integrado de recepción de las comunicaciones de masas. Ahora bien, lo anterior no supone que todo sea lo mismo, puesto que la actividad interpretativa y la interacción del televidente con la pantalla no es omnipotente ni infinita. “Los textos tienen un sentido, incluso cuando los sentidos son muchos; lo que no puede decirse es que no existe ninguno, o que todos sean igualmente buenos. El texto interpretado impone unas restricciones al intérprete. Los límites de la interpretación coinciden con los derechos del texto”. Por eso, no coincidir con las concepciones apocalípticas sobre los efectos de la tv, no quiere decir que no debamos realizar una crítica o demandar cambios en las programaciones.

Mucho se puede decir críticamente de ciertas ofertas de la tv. Sin embargo, a veces la crítica le pide a la tv algo que ella no puede darnos, tanto del punto de vista técnico, como desde el de las diferencias que tienen entre sí ciertas manifestaciones culturales.

LA AUDIENCIA FRENTE A LA PANTALLA. UNA EXPLORACION DEL PROCESO DE RECEPCION TELEVISIVA- OROZCO GOMEZ

Enfocando la perspectiva

Durante varias década la pregunta predominante fue “¿Qué hace la tv con su audiencia? (“efectos de los medios”) y con ella se buscaba indagar sobre los efectos de la tv, tanto para potenciar los positivos como para desenmascarar los negativos. Pero más tarde apareció la pregunta “¿Qué hace la audiencia con la tv?” (“usos y gratificaciones” y “uso social”). Pero ambas representan 2 caras de la misma moneda. En cambio con la pregunta ¿Cómo se realiza la interacción entre tv y

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audiencia? Lo que se pone en juego es el mismo proceso de recepción. Estamos aquí en el “Enfoque integral de la audiencia”.

La constitución de la audiencia

Asumir a la audiencia como sujeto, y no solo como objeto, supone entenderla como un ente en situación, condicionado individual y colectivamente, que se va constituyendo de muchas maneras y diferenciando como resultado de su particular interacción con la tv y, sobre todo, de las diferentes mediaciones que entran en juego en su proceso de recepción. Es en este sentido que la audiencia de la tv no nace, sino que se hace.

La pantalla frente a la audiencia

La tv es a la vez un medio técnico de producción y transmisión de información y una institución social, productora de significados, definida históricamente como tal y condicionada política, económica y culturalmente. Esta dualidad le confiere un carácter especial y la distingue de otras instituciones sociales, a la vez que le da ciertos recursos para aumentar su poder legitimador frente a la audiencia.

La mediación videotecnologica

La tv en tanto medio técnico posee un alto grado de representacionalismo. Esta cualidad además de permitir una “reproducción” de la realidad, permite provocar una serie de reacciones en su audiencia. Sin embargo, el tipo de provocación depende del manejo que hacen los productores más que del representacionalismo en sí mismo. Es aquí donde la institucionalidad juega un papel determinante.

Además de su representacionalismo, el lenguaje televisivo tiene la característica de ser denotativo, entonces no solamente tiene la capacidad técnica de representar el acontecer social, sino de hacerlo verosímil. Como plantea Hall, todo lenguaje, por más natural que parezca, conlleva un código que es producto de un criterio y de una orientación determinados.

Otros recursos para aumentar su poder de legitimación frente a la audiencia son: la producción de noticias y la apelación emotiva. En 1° lugar, la tv produce noticias, en tanto que en la manufactura de las noticias intervienen una serie de elementos técnicos, ideológicos y profesionales. En 2° lugar, la apelación emotiva es resultante de la combinación de sus posibilidades técnica de inmediatez, de provisión de imágenes y de énfasis discursivo.

No obstante los recursos y características propias de la tv, su influencia en la audiencia, aunque creciente e importante, no son únicos ni totalizadores. En parte, porque toda tecnología siempre deja jugar a la creatividad de quien la usa y también porque el contenido es polisémico y puede ser percibido e interpretado de diversas formas. La influencia de la tv tampoco es monolítica debido a que la tv en tanto institución social no está sola. Coexiste al lado de otras instituciones, con las cuales compite por hacer valer sus significaciones. Pero sobre todo, la relatividad de la tv estriba

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en el hecho de que la audiencia no es un mero recipiente que absorbe todo (aunque tampoco es un ente impermeable).

La audiencia frente a la programación

La actividad de la audiencia se lleva a cabo de distintas maneras. Esta secuencia arranca con la atención, pasa por la comprensión, la selección, la valoración, su almacenamiento e integración con informaciones anteriores, y finalmente, la apropiación y la producción de sentido. De todas formas, la secuencia puede realizarse de distintas manera y a ritmos diferentes.

Sin embargo, lo importa s que las distintas actividades de esta secuencia no implican un mero procesamiento mecánico de la información, sino un proceso fundamentalmente sociocultural, puesto que esta secuencia conlleva una serie de asociaciones de contenido ya que la audiencia no se enfrenta a la pantalla vacía de ideas, emociones, historia y expectativas. Incluso muchos estudiosos sostienen que el proceso del conocimiento esta estimulado no solo por aquello que genéticamente el sujeto es capaz de conocer, sino por aquello que socioculturalmente se considera relevante para ser conocido.

La mediación cognoscitiva

La mediación cognoscitiva se ha teorizado dentro de una perspectiva integral de la recepción como “guiones”. Los guiones, a diferencia de los “esquemas mentales” que enfatizan el procesamiento informativo y la estructura mental que lo permite, o de los “repertorios”, que subrayan el contenido y la relevancia cultural de lo que la audiencia procesa mentalmente, se enfocan en la actuación de los sujetos. Actuación que involucra la conciencia del actuante.

Un guion define secuencias específicas para la acción y para el discurso, para lo que hay que hacer y decir en un escenario social en un momento determinado. Los guiones son, entonces, secuencias relevantes para la sobrevivencia cultural que se aprenden en la misma interacción social. Su adquisición comienza desde muy temprana edad y continúa a lo largo de la vida. Los guiones tienen una esfera de significación de donde adquieren su sentido para interacciones determinadas. Así, su relevancia no está dada en un consenso cultural o institucional de lo que se considera apropiado.

La mediación situacional

La situación para la cual un guion es apropiado tiene especial importancia para entender la mediación de la audiencia. En ese sentido la tv crea situaciones inexistentes que se presentan verosímiles ante los ojos de la audiencia. Los guiones que conllevan estas situaciones, entonces, se hacen creíbles a partir solo de la tv.

La audiencia frente a la tv no esta solo mental, sino también físicamente activa. Pero la atención fija en lo que sucede en la pantalla no es una condición. La soledad o compañía del televidente constituye también una mediación situacional, como también los límites físicos del espacio donde se ve la tv.

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La audiencia más allá de la pantalla

No obstante la importancia de la situación y de estar frente a la pantalla, el proceso de recepción televisiva no se circunscribe a ese lapso de tiempo. De esta manera, el proceso de recepción sale del lugar donde está el televisor y circula en los otros escenarios donde siguen actuando los miembros de la audiencia. En todos estos escenarios el proceso de recepción va siendo mediado tanto por las nuevas situaciones como por los agentes e instituciones involucrados.

La mediación institucional

La audiencia de la tv no es solo eso, sino muchas cosas más simultáneamente. Un primer escenario donde transcurre el proceso de recepción es el hogar. Así, la familia constituye una mediación institucional para la audiencia. En este sentido constituye una primera comunidad de apropiación del contenido televisivo. En el caso de la audiencia infantil, otra mediación institucional es la de la escuela.

Pero la familia y la escuela constituyen una mediación institucional también en el sentido de que tienen su propia “esfera de significación” producto a su vez de su particular historicidad e instucionalidad. Al ser la audiencia participe en estas instituciones está sujeto a su influencia y es objeto de diversos recursos de legitimación.

La mediación de referencia

En el proceso de recepción entran en juego una serie de referente que se constituyen en mediación. Si bien la cosmovisión familiar o la orientación de la educación son referentes, los referentes culturales de la audiencia no se circunscriben a los referentes de sus escenarios más comunes. Ejemplos: genero, etnia, edad, origen social o geográfico, estrato social, etc.

De las mediaciones a la producción de sentido en el proceso de recepción

Los distintos tipos de mediación entran en juego en la interacción con la tv y conforman audiencias específicas en el proceso de recepción. La producción de sentido que realiza la audiencia depende entonces, de la particular combinación de mediaciones en su proceso de recepción, combinación que a su vez depende de los componentes y recursos de legitimación a través de los cuales se realizan cada una de las mediaciones. Así, la comunidad interpretativa de la audiencia, que es donde la audiencia adquiere su identidad como tal, es la resultante de un determinado juego de mediaciones. La producción de sentido que realiza la audiencia, es por consiguiente una interrogante abierta para la investigación.

El investigador frente a la audiencia

Por lo dicho anteriormente, uno de los mayores retos para el análisis de la recepción consiste en poder abordar la mediación en juego para diferentes audiencias y el hacerlo de una manera en que se pueda intervenir y transformar.

Las premisas

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3 premisas orientan el análisis de la recepción televisiva:

1) La recepción es interacción2) La interacción esta mediada de múltiples maneras3) Esa interacción no está circunscrita al momento de estar viendo la pantalla

Por la emancipación de la audiencia

El sentido último de analizar el proceso de recepción televisiva es la emancipación de la audiencia.

Orozco Gómez

Televidencia y mediaciones

Audiencia: un conjunto segmentado de sujetos socio-culturalmente ubicados, capaces de realizar distintas televidencias.

Deseo elaborar una especie de “dialéctica de la televidencia” como una manera de enmarcar el juego de diferentes mediaciones (macro, micro e intermedias) en la interacción TV-audiencia, para ir construyendo un conjunto de concepciones de alta complejidad que suponga una estructuración activa del objeto de estudio. Esquematizar una perspectiva general acerca de la mediación múltiple en la forma que las teleaudiencias estructuran sus propias estrategias televisivas.

La mediación múltiple en la televidencia

La interacción TV-audiencia emerge como un proceso complejo, multidireccional y multidimensional que abarca varios momentos, escenarios y negociaciones que trascienden la pantalla de la TV.

Barbero Mediación: ésa instancia cultural desde donde el público de los medios produce y se apropia del significado y del sentido del proceso comunicativo.

En este concepto se asumía que la mediación era una especie de estructura incrustada en las prácticas sociales de los sujetos. Además, se la vinculaba con la identidad cultural de los sujetos y con la producción diaria de cultura.

Yo propongo que se le entienda como un proceso estructurante que configura y reconfigura tanto la interacción de los miembros de la audiencia con la TV como la creación por ellos del sentido de esa interacción.

Cuatro tipos de mediación: individual, situacional, institucional y videotecnológica.

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Mediación individual

(Cognoscitivo, género, edad, etnicidad)

Este tipo de mediación surge del sujeto, tanto como individuo con un desarrollo cognoscitivo y emotivo específico, como en su calidad de sujeto social, miembro de una cultura.

La mediación cognoscitiva es la principal: resultado derivado de esa estructura mental por medio de la cual el sujeto conoce. Las fuentes de esta mediación pueden ser operacionalizadas como “esquemas mentales” o como guiones.

El género. Hay muchos debates acerca de su naturaleza (cultural, biológico-genéticos, etc.), pero lo cierto es que las evidencias muestran diferentes marcos interpretativos en los géneros.

La edad. Tb hay muchos debates. La cultura orienta al sujeto directa o indirectamente acerca de las acciones adecuadas o inadecuadas de acuerdo con su edad o en relación a factores tales como las maneras de disfrutar el tiempo libre, formas de entretenimientos, hábitos de aprendizajes y ver tv.

La etnicidad se puede relativizar a las condiciones socioeconómicas y políticas, especialmente cuando ésta se asocia a grupos minoritarios.

Todas las mediaciones individuales deben entenderse dentro de marcos culturales concretos.

Mediación situacional

La mediación situacional se multiplica de acuerdo a los diferentes escenarios en los que se desarrolla la interacción. Cada escenario abarca posibilidades y limitaciones para el proceso de recepción televisiva, tanto a nivel espacial como a nivel de la interacción posible de la audiencia. Ya que el proceso de televidencia trasciende la pantalla de la TV, las mediaciones situacionales proceden también de los escenarios específicos en los que los miembros de la audiencia interactúan usualmente: la escuela, la iglesia, la calle, el trabajo, las reuniones con amigos, etc.

Mediación institucional

La audiencia es muchas otras cosas al mismo tiempo y participa de muchas instituciones sociales, y su interacción con la TV no borra otras identidades. Su participación regular en algunas instituciones significa que éstos siguen algunas reglas y procedimientos institucionales y son objeto de diferentes mediaciones, aún cuando su participación sea algo ocasional.

Cada institución crea su propio ambiente o subcultura, sus reglas, sus dispositivos y sus modos de coherción o castigo para sus miembros. Esto también supone un juego de poder al interior de cada una y hacia el exterior, constituyéndose como una mediación. Los sujetos sociales hasta pueden percibir las mediaciones institucionales como contradictorias o mutuamente neutralizantes. Por estas razones la mediación institucional no es un proceso meramente estructurador.

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Mediación tecnológica

La TV produce su propia mediación y utiliza recursos para imponerla sobre su audiencia. Media a través de algunos mecanismos videotecnológicos. Un mecanismo muy importante es el género televisivo. Cada género tiene sus propios mecanismos de mediación.

La mediación propia de la TV no es un proceso estructurador derivado solamente de las características videotecnológicas generales del medio, sino un proceso específico que se origina principalmente en géneros televisivos por medio de los cuales la TV efectúa una ubicación concretada de su audiencia. El alto grado de verosimilitud como de poder de representación que posee la TV como medio electrónico audiovisual refuerza la eficacia de su mediación.

La mediación en juego

La interacción TV-audiencia comprende combinaciones específicas de mediaciones (en las cuales a veces una mediación opera con más fuerza que otra), y aunque la interacción concreta con la TV la efectúan los individuos, ésta debe considerarse como un proceso altamente sociocultural. Como tal, este proceso sigue algunos patrones, combinaciones preferentes de mediación. Estas mediaciones, a su vez, pueden variar con el tiempo o con las situaciones: son combinaciones dinámicas, no estáticas. El dinamismo de la interacción puede explicarse también por cambios concretos en las relaciones de poder, ya que no todos los sujetos entrarían en ese contexto con el mismo acceso a los recursos, ni tendrían las mismas posibilidades de influir en otros.

Una manera de llevar a cabo el juego de la mediación y en particular la combinación de mediaciones que influyen en la televidencia es a través de las “Comunidades Interpretativas”. En la televidencia podría manifestarse la influencia de diferentes tipos de comunidades: la comunidad televidente, las comunidades de apropiación y las comunidades de re-apropiación. Lo que todas poseen en común es la función de asignar significación a la interacción TV-audiencia, pero sólo la comunidad interpretativa (la combinación particular de las 3) es la que finalmente define el sentido de la interacción.

Comunidad interpretativa: un grupo de sujetos sociales unidos por un conjunto particular de prácticas comunicativas de las cuales surgen televidencias específicas a lo largo de una combinación también específica de mediaciones.

En la comunidad televidente la audiencia ciertamente realiza algunas apropiaciones de su interacción sola con la TV. Estas apropiaciones pueden ser iniciales o finales dependiendo de las apropiaciones subyacentes que se producen en otros escenarios. Todas las instituciones pueden ser comunidades interpretativas en cualquier momento, cuando tanto el escenario como la mediación de la misma comunidad coinciden y configuran la apropiación final realizada por una teleaud dada.

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De las mediaciones a las estrategias

A pesar del predominio de algunas comunidades interpretativas y la fuerza penetrante de alguna combinación particular de mediaciones en la interacción, la teleaudiencia no es una entidad monolítica, ni tampoco un sujeto pasivo, en la interacción hay mucha creatividad. La interacción TV-audiencia no debe tomarse como un solo conjunto de acciones, sino como una práctica comunicativa en la cual se dan combinaciones específicas de mediación y de las cuales se derivan resultados particulares. De aquí que la audiencia no nazca audiencia, sino que como tal se va haciendo de diferente manera.Las prácticas comunicativas en las que se inserta la interacción con la TV y sus mensajes se desarrollan a lo largo de los escenarios socioculturales específicos y se traducen en lo que denominaré “estrategias televisivas”. Estas estrategias están derivadas de la mediación múltiple de acuerdo a la percepción de ella por los sujetos.

Estrategia televisiva: concretización de la agencia del sujeto en relación a la TV. Una estrategia de recepción en tanto práctica de comunicación comprendería tres componentes principales: socialidad, ritualidad y tecnicidad.

Socialidad: constituye un conjunto de interacciones estructuradas por la audiencia en su lucha por apropiarse creativamente del orden social, en este caso, del orden propuesto por la TV. También comprende las negociaciones cotidianas entre los miembros de la audiencia y el poder institucional. El poder en las prácticas de comunicación se ejerce, entre otros mecanismos, a través del discurso autolegitimante de los medios y de los determinantes socioculturales propios de la audiencia de los medios: autoridad, expectativas y posibilidades económicas para tener acceso a un entretenimiento cultural variado.

Ritualidad: la resultante de las interacciones específicas repetidas que realizan los miembros de una audiencia.

Tecnicidad: organizador perceptivo por medio del cual la innovación y el discurso se articulan en un modo significativo e intencional. Cada medio y cada género programático media la percepción del sujeto al organizar su negociación de significados con los contenidos.

Las estrategias comprenden dos niveles: uno normativo y otro pragmático.

A nivel normativo los miembros de la audiencia combinan ideales con sus propias autopercepciones de su papel como teleaudiencia. A nivel pragmático las estrategias de recepción se pueden observar en acciones aparentemente espontáneas en los modos de interactuar con la TV.

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VALERSE DE USOS Y PRÁCTICAS - MICHEL DE CERTEAU

La trampa se infiltra y gana, borrando la línea divisoria entre el trabajo y la diversión, haciendo que estas dos regiones de actividades se homogenicen.

Las estrategias se refieren a tipos de operaciones que son capaces de producir e imponer en los espacios, mientras que las tácticas sólo pueden utilizarlos, manipularlos y desviarlos.

Estos estilos de acción intervienen en un campo que los regula en un primer nivel (por ej, el sistema de la fábrica), pero introducen una forma de sacar provecho de éste que obedece a otras reglas y que constituye como un segundo nivel imbricado en el primero (como las artesanías).

Hablaremos de usos, intentando justamente reconocer acciones que tienen su formalidad y su inventividad propias y que organizan en sordina el trabajo de hormiga del consumo. Se deben considerar a las mercancías culturales como el repertorio con el cual los usuarios proceden a operaciones que les son propias, hechos que son el léxico de sus prácticas.