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__________________________________________________________________ -1- IMPERIALISMO ECOLÓGICO El interminable saqueo de la naturaleza y de los parias del sur del mundo Renán Vega Cantor Fuente: http://www.ecoportal.net/

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IMPERIALISMO ECOLÓGICOEl interminable saqueo de la naturaleza

y de los parias del sur del mundo

Renán Vega CantorFuente: http://www.ecoportal.net/

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Ramón Vega Cantor *

Imperialismo EcológicoEl interminable saqueo de la naturaleza y de los parias del sur del mundo

En los actuales momentos de expansión imperialista hasta elúltimo rincón del planeta, ocurre una acelerada destrucciónde los ecosistemas y una drástica reducción de la biodiversi-dad. Es un resultado directo de la generalización del capita-lismo, de la apertura incondicional de los países a las multi-nacionales, de la conversión en mercancía de los productosde origen natural, de la competencia desaforada entre lospaíses por situarse ventajosamente en el mercado exporta-dor, de la caída de precios de las materias primas proceden-tes del mundo periférico, de la reprimarización de las eco-nomías, en fin, de la lógica inherente al capitalismo de acu-mular a costa de la destrucción de los seres humanos y de lanaturaleza.

El capitalismo es una relación profundamente desigual y elgran desarrollo productivo y la capacidad de consumo seconcentran en los países centrales (Estados Unidos, la UniónEuropea y Japón), donde se producen también millones detoneladas de desperdicios. No otra cosa son los automóviles,

* Renán Vega Cantor es profesor de la Universidad PedagógicaNacional, Bogotá-Colombia, y colaborador de la revista Herra-mienta. Este artículo fue publicado en Revista Herramienta Nº31-Buenos Aires, marzo 2006 -Boletín informativo - Red solidaria dela izquierda radical –y Ecoportal.net

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teléfonos, televisores, neveras, pilas… que, rápidamente in-servibles, van a parar a la basura... y a los países pobres con-siderados receptáculo de las deyecciones que origina el con-sumo desenfrenado de los opulentos del Norte. Según el eco-logista Barry Commoner, el planeta está dividido en dos:

El hemisferio norte contiene la mayor parte de la modernatecnosfera, sus fábricas, plantas de energía eléctrica, vehícu-los automóviles y plantas petroquímicas y la riqueza que lamisma genera. El hemisferio sur contiene la mayor parte dela gente, casi toda desesperadamente pobre. El resultado deesta división es una dolorosa ironía global: los países pobresdel sur, a pesar de estar privados de una parte equitativa dela riqueza mundial, sufren los riesgos ambientales generadospor la creación de esta riqueza en el Norte [1].

Esa dualidad no es resultado de cierta disposición divina onatural, sino que se convierte en uno de los objetivos delnuevo desorden mundial capitalista y debe considerarse ensentido estricto como una característica propia del imperia-lismo ecológico. Así, (…) la explotación masiva del medio am-biente en el Tercer Mundo incluye la conversión de residuosletales en mercancías, y el comercio internacional con ellos.También involucra la imposición por parte del capital detrueques de deudas por medio ambiente, la construcción deinmensos incineradores y vertederos, y muchos otros proyec-tos aparentemente sin sentido [2].

1 Barry Componer (1992), En paz con el planeta, Barcelona, Editorial Críti-ca, pág. 137.

2 Mitchel Cohen "Residuos tóxicos y el Nuevo Orden Mundial", enwww.rebelion.org/ecologia/040128cohen.htm

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Todas esas acciones son mecanismos propios de la domina-ción imperialista, las cuales generan resistencias por parte delos explotados y oprimidos del orbe enfrentando los críme-nes ambientales que están destruyendo nuestra madre tierray poniendo en peligro la supervivencia de nuestra especie.Para que el asunto no quede en enunciación retórica, debenprecisarse las principales características del imperialismoecológico, a fin de entender las novedosas formas asumidaspor el imperialismo contemporáneo: es lo que intentamoshacer en este ensayo.

1. Destrucción acelerada de ecosistemasen los países dominados

La noción de ecosistemas ayuda a entender la magnitud delos problemas ambientales que hoy padecemos, en la medidaen que su destrucción se constituye en la principal manifes-tación de la inviabilidad ambiental del modo de produccióncapitalista. Por ecosistemas puede entenderse a los conjun-tos o escenarios en que se reproduce la vida. Un ecosistemadeterminado está definido por "el medio abiótico físico-químico y las manifestaciones bióticas a las que sirve de so-porte: microbios y bacterias, plantas, animales" [3]. Para lassociedades los ecosistemas han sido fuentes de riqueza ybienestar, en la medida en que no solamente son ensambla-jes de especies sino de "sistemas combinados de materiaorgánica e inorgánica y fuerzas naturales que interactúan yse transforman". La energía que permite el funcionamientodel sistema proviene del sol, siendo dicha energía (…) absor-

3 Ramón Tamanes (1983), Ecología y desarrollo. La polémica sobre loslímites al crecimiento, Madrid, Alianza Editorial, pág. 147.

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bida y convertida en alimento por plantas y otros organismosque realizan la fotosíntesis y que se encuentran en la basemisma de la cadena alimentaria. El agua es el elemento cru-cial que fluye a través del sistema. La cantidad de agua dis-ponible, junto con los niveles extremos de temperatura y laluz solar que un determinado sitio recibe, determinan en lofundamental el tipo de plantas, insectos y animales quehabitan en ese lugar y la manera en que se organiza el eco-sistema [4].

Los ecosistemas reportan beneficios directos e indirectos alos seres humanos. Entre los directos se destacan la obten-ción de plantas y animales como alimentos y materias primaso como recursos genéticos y los indirectos toman la forma deservicios como control de la erosión, almacenamiento deagua por parte de plantas y microorganismos o la poliniza-ción por dispersión de semillas por insectos, aves y mamífe-ros.

Los ecosistemas tal y como los conocemos en la actualidadhan evolucionado durante millones de años y no pueden sersustituidos ni recuperados por procedimientos tecnológicos.La desaparición de cualquier ecosistema supone eliminarposibilidades de subsistencia para los seres humanos por lasencilla razón de que "los ecosistemas hacen que la Tierrasea habitable purificando el aire y el agua, manteniendo labiodiversidad, descomponiendo y dando lugar al ciclo de nu-trientes y proporcionándonos todo un abanico de funcionescríticas" [5].

4 "El vínculo entra la gente y los ecosistemas", enwww.agrovia.com/ambiente/pdf/MAB5 Ibíd.

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En términos económicos inmediatos, el aprovechamiento delas riquezas naturales es una base de subsistencia y de em-pleo, sobre todo en los países del sur, puesto que la agricul-tura, la explotación forestal y la pesca generan uno de cadados empleos que existen en el mundo y, además, en todo elplaneta las actividades relacionadas con la madera, los pro-ductos agrícolas y el pescado son más importantes que losbienes industriales. Por esta razón, la disminución de la capa-cidad productiva de los ecosistemas tiene efectos devastado-res sobre los seres humanos y de manera directa sobre lospobres que dependen de aquéllos para su subsistencia.

Existen antecedentes históricos de que determinadas socie-dades han colapsado por la destrucción de la riqueza naturaly de los ecosistemas (como los Mayas en Mesoamérica). Sinembargo, tales colapsos fueron completamente distintos a loque está pasando en la actualidad en términos de escala yvelocidad, porque antes de la emergencia del capitalismo ladegradación ambiental afectó a sociedades perfectamentelocalizadas y fue un proceso de deterioro gradual a lo largode varios siglos, mientras que ahora la destrucción de losecosistemas se efectúa a un ritmo acelerado y cubre hasta elúltimo rincón del planeta tierra.

Los ecosistemas son dinámicos y se regeneran constante-mente en forma natural, pero en la medida en que las fuer-zas destructoras del capitalismo se generalizan pueden des-aparecer, en razón de que cada ecosistema interactúa demanera compleja con el ambiente y la comunidad biológicaque lo habita, lo cual a su vez lo hace particularmente vulne-rable. Las presiones generadas por la explotación intensivade recursos para satisfacer el consumo voraz de grupos redu-cidos de la población (las clases dominantes de todo el mun-

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do), y sobre todo de los países imperialistas, destruyen losecosistemas. Cada uno de los ecosistemas existentes ha su-frido un notable deterioro, como se constata con algunascifras elementales: el 75% de las principales pesquerías mari-nas está agotado por el exceso de pesca o ha sido explotadohasta su límite biológico; la tala indiscriminada de árboles hareducido a la mitad la cubierta forestal del mundo; el 58% delos arrecifes coralinos está amenazado por destructivasprácticas de pesca, por el turismo y por la contaminación; el65% de los casi 1.500 millones de hectáreas de tierras decultivo que hay en todo el mundo presenta algún nivel dedegradación del suelo; y el bombeo excesivo de aguas sub-terráneas por parte de los grandes agricultores en todo elmundo excede las tasas naturales de reposición en por lomenos 160.000 millones de metros cúbicos por año [6].

Está perfectamente establecido el diferente impacto de laacción de los opulentos y de los pobres sobre recursos, mate-riales y energía. A nivel mundial existe una geografía desigualdel consumo, puesto que un habitante de un país "desarro-llado" consume el doble de grano y pescado, el triple de car-ne, nueve veces más papel y once veces más petróleo que unhabitante de un país neocolonial. Es necesario subrayar quesemejante diferencia en los niveles de consumo es posibleporque hay una apropiación directa de los recursos disponi-bles en todo el mundo para disfrute de una escasa minoría,ya que ésta no gasta solamente los recursos que encuentraen sus propios países (por el contrario, trata de preservarlosdurante más tiempo, o por lo menos eso es lo que afirman dedientes para afuera). Incluso, en la mayor parte de las oca-

6 Ibíd.

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siones el consumidor del Norte ignora de dónde proceden losmateriales y la energía que consume diariamente y el impac-to que su producción tiene en sus lugares de origen, como seejemplifica con el caso de las tuberías de cobre que se usanen las grandes ciudades de los Estados Unidos:

Un constructor de viviendas en Los Ángeles instala tuberíasde cobre, pero no tiene forma de saber que ese cobre pro-viene de la infame mina de Ok Tedi en Papúa Nueva Guinea.Esta gigantesca mina, propiedad de un consorcio internacio-nal, arroja diariamente 80.000 toneladas de desechos de mi-nería sin tratar al río Ok Tedi, lo que destruye la mayor partede su vida acuática y perturba los medios de subsistencia dela comunidad wopkaimin. La globalización implica que lospropietarios eventuales de las viviendas que se benefician delas tuberías de cobre no tienen conocimiento de su nexo conla deteriorada cuenca del Ok Tedi ni cargan con sus costosambientales [7].

En la vida diaria, unos pocos consumen mercancías que sehan originado a partir de la explotación intensiva de los eco-sistemas de todo el mundo, como se ejemplifica con algunosdatos elementales: (…) un ciudadano estadounidense requie-re más o menos cinco hectáreas de un ecosistema productivopara mantener su consumo promedio de bienes y servicios,comparadas con menos de 0,5 hectáreas que se necesitanpara sostener el consumo de un habitante de un país en de-sarrollo. Las emisiones per cápita anuales de CO2 ascienden a11.000 kilogramos en los países industrializados, donde hay

7 Ibíd.

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muchos más automóviles, industrias y electrodomésticos,comparados con menos de 3.000 kilogramos en Asia [8].

Sin embargo, quienes más directamente dependen y vivencon los ecosistemas, indígenas, campesinos y mujeres, sonlos que menos disfrutan los productos que allí se generan,tienen un peor nivel de vida y además se ven perjudicados enforma inmediata y directa por su destrucción. Esto es causa-do por la apropiación privada de los ecosistemas por partedel capitalismo, lo que da como resultado que quienes de-tentan más capital y dinero tengan un mayor nivel de con-sumo y muchas más posibilidades de beneficiarse de los bie-nes y servicios que originan los diversos ecosistemas. Cuandose contamina un río o una costa, reduciendo la pesca, quie-nes lo sufren en carne propia no son los consumidores de lasengalanadas mesas del Norte, sino los pescadores y sus fami-lias que habitan en las costas o en los ríos de los países delSur.

Para concluir este primer parágrafo puede decirse con plenaseguridad que es imposible la existencia de las sociedadeshumanas sin ecosistemas, ya que éstos son en realidad "losmotores productivos del planeta". En forma ineludible, (…)los ecosistemas están a nuestro alrededor: bosques, prade-ras, ríos, aguas costeras y profundidades marinas, islas, mon-tañas e incluso ciudades. Cada uno entraña la solución a undesafío particular de la vida, solución ésta que se ha configu-rado a lo largo de los milenios; cada uno codifica enseñanzasde supervivencia y eficiencia, a medida que incontables es-pecies compiten por luz solar, agua, nutrientes y espacio. Sise la privara de sus ecosistemas, la Tierra se parecería a las

8 Ibíd.

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imágenes desoladas y sin vida que proyectaron desde Martelas cámaras de la NASA en 1997 [9].

Pretender que la vida humana es posible sin los ecosistemas,tal y como afirman ciertos economistas y tecnócratas, nopasa de ser una falacia justificatoria del irracional modelo deacumulación capitalista, como si así se pudiera eludir los lími-tes naturales existentes que cuestionan la creencia absurdaen un crecimiento económico ilimitado. Sólo individuos cíni-cos o mentirosos, engreídos por su culto a la tecnología y alconsumo ostentoso, pueden decir barbaridades que rayan enla demencia. Por ejemplo, Adrian Berry llegó a sostener que(…) contrariamente a la creencia del Club de Roma, no hay"límites al crecimiento". No hay ninguna razón por la quenuestra riqueza global, o por lo menos la riqueza de las na-ciones industriales, no siga creciendo indefinidamente a supromedio anual actual de un 3 o un 5%. Aunque se demues-tre finalmente que los recursos de la tierra son finitos, los delSistema Solar y los de la Gran Galaxia que lo rodea son, paratodos los fines prácticos, infinitos [10].

Tal nivel de estupidez y de arrogancia con respecto a la natu-raleza es notable pero no sorprendente, porque ella haceparte de la lógica capitalista que se ha enseñoreado delmundo. Esa lógica la expresan mejor que nadie los economis-tas neoliberales, porque "quien crea que el crecimiento ex-

9 Ibíd.10 Adrian Berry (1997), Los próximos diez mil años, Madrid, Alianza Edito-

rial, pág. 65.

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ponencial puede durar eternamente en un mundo finito, o esun loco o es un economista" [11].

2. La acentuación del saqueo de materias primasy recursos naturales

En los últimos años se ha acentuado la explotación de mate-rias primas, incluyendo petróleo, recursos forestales, cobre,café, banano, minerales, metales preciosos, diamantes, adespecho de la propaganda sosteniendo que ya no son im-portantes esas materias primas ni los recursos naturales,porque la sociedad posindustrial -en la que supuestamentenos encontraríamos- ya no los necesita, dado que ahora loque contaría es el conocimiento y la información [12]. Esossupuestos de la "era de la información" no tienen nada quever con la realidad, ya que los polos dominantes en el merca-do mundial capitalista siempre deben recurrir a las fuentesmateriales de producción, porque para elaborar automóviles,televisores, computadores, teléfonos portátiles y todo tipode objetos no se pueden violar las leyes físicas ni producircosas materiales a partir de la nada. Es necesario extraer lamateria y la energía de los lugares donde se encuentre, eincluso, en los casos en que se avanza en la producción demateriales sintéticos que sustituyan a determinados produc-tos, no puede eludirse la dependencia material de otro tipode recursos (si en la producción de determinadas partes del

11 Citado en J. Riechmann (2004), Gente que no quiere viajar a Marte.Ensayos sobre ecología, ética y autolimitación, Madrid, Libros de la Ca-tarata, pág.133.

12 Entre los autores que enfatizan este tipo de concepciones podemosmencionar a Jeremy Rifkin (2000), en La era del acceso. La revolución dela nueva economía, Barcelona, Editorial Paidos, págs. 49 y ss.

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automóvil se prescinde del hierro y se sustituye por plásticos,eso supone la incorporación de mayores cantidades depetróleo).

Que los recursos materiales son y seguirán siendo importan-tes para el capitalismo y el imperialismo ha quedado demos-trado en los últimos años con las guerras y conflictos azuza-dos o llevados a cabo por las potencias imperialistas. Dado elagotamiento de los recursos naturales no renovables y queotros renovables, en razón de su explotación desaforada seestán convirtiendo en no renovables (plantas, animales yagua), los países imperialistas compiten entre sí para usufruc-tuar esos recursos. Los Estados Unidos, el país del mundoque más consume y despilfarra materia y fuentes de energía,ha proclamado como un asunto de seguridad nacional el con-trol de las fuentes de petróleo y de materias primas estraté-gicas, y las guerras y genocidios que ha organizado en losúltimos años están relacionados con la apropiación de impor-tantes reservas de crudo [13]. Basta recordar que en el docu-mento Santa Fe IV se sostiene que el control de los recursosnaturales de América Latina no sólo es una prioridad de losEstados Unidos, sino una cuestión de seguridad nacional.

Desde luego, esa guerra mundial por los recursos que se libraentre las potencias (pero no en sus países sino en los territo-rios del Sur, convertidos en campos de batalla) tiene conse-cuencias ambientales evidentes al aumentar la presión sobrelos ecosistemas, tendencia que es una continuación de pro-cesos típicos del capitalismo desde la Revolución Industrial,como se evidencia al recordar que entre 1770 y 1995 la tierra

13 Michael T. Klare (2003), Guerras por los recursos. El futuro escenario delconflicto global, Barcelona, Ediciones Urano, pág. 23.

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perdió más de un tercio de los recursos existentes, una cifraimpensable en cualquier otro momento de la historia huma-na y que "un 70% del bosque tropical seco ha desaparecido,junto con un 60% de los bosques de la zona templada y el45% de la selva tropical húmeda" [14].

El saqueo de los recursos materiales y energéticos que seencuentran en los países dominados del Sur y del Este se hainstitucionalizado a través del impulso a las exportacionespor la vía de los Planes de Ajuste Estructural, lo cual ha pro-ducido un regreso a las economías primarias tradicionales enmuchos países del mundo. Eso explica que el culto a las ex-portaciones y al comercio exterior haya adquirido tanta legi-timidad política y justificación teórica (reviviendo el mito delas "ventajas comparativas") y se haya convertido en partedel imaginario político y económico de las clases dominantesde los países periféricos, deseosas de regalar en forma rápidatodos los recursos naturales con que cuente el territorio deun país, en aras de ser competitivos en el mercado mundial.Esta ideología exportadora -que cuenta como sus principalesexponentes al Banco Mundial, al Fondo Monetario Interna-cional y a la Organización Mundial de Comercio- es justifica-toria del saqueo de materias primas y recursos naturales yoculta conscientemente los impactos ambientales que esoproduce o, lo que es todavía peor, pretendiendo que esobeneficia los ecosistemas al dejarlos bajo la regulación delcapital privado para capitalizar la naturaleza a su antojo, loque finalmente nos beneficiará a todos. Este cinismo se en-cuentra detrás del discurso "verde" de todos aquellos intere-sados en llevarse hasta el último pedazo de selva virgen que

14 Ibíd., págs. 37, 39.

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pueda quedar en algún lugar del mundo, dejando a su pasomiseria y desolación.

3. Biopiratería y saqueo de la diversidad biológica y culturalde los países dominados

El desarrollo de la ingeniería genética y de la biotecnología seestá haciendo a partir de la base genética natural existenteen los diversos ecosistemas del mundo, como las selvashúmedas tropicales, los páramos y los manglares, muchos delos cuales habían permanecido al margen del saqueo decompañías y estados imperialistas. Con los avances tecnoló-gicos en la investigación biológica y biomédica en los labora-torios de las multinacionales -principalmente de los EstadosUnidos-, esos recursos naturales gestados durante miles omillones de años pasan a convertirse en un ansiado botínmercantil de las multinacionales o los centros científicos deinvestigación del Norte. En este sentido, puede hablarse deun verdadero expolio de los recursos biogenéticos existentesen el Sur del mundo por parte del Norte, donde las empresasmultinacionales empiezan a explotarlos comercialmente co-mo expresión de lo que se ha denominado capital genético.Este es un capital que parte de una base natural ya existente,que debería pertenecer a los pobladores de las regiones olocalidades donde se encuentra pero es apropiado en formafraudulenta por grandes compañías, las que a partir de esabase genética desarrollan o reproducen medicamentos oproductos que luego son patentados y apropiados por lascompañías multinacionales. Así, la biodiversidad se ha con-vertido en el nuevo coto de caza del imperialismo genético,cuyo interés fundamental es apropiarse de esa riqueza. El

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nuevo colonialismo genético supone, desde luego, un proce-so de expropiación en el que existen, en términos sociales,ganadores y perdedores. El bando de los ganadores estáconstituido por las grandes compañías multinacionales de labiotecnología y sus investigadores y el bando de los perdedo-res está formado por millones de campesinos e indígenas(expropiados de sus saberes ancestrales, de sus recursos, desus plantas y animales) y la población pobre de los paísessituados en el Sur del mundo. Desde este ángulo, existe unintercambio genéticamente desigual, caracterizado por eltraslado masivo y tramposo de la riqueza natural que se al-berga en los trópicos hacia los países imperialistas, muy pocobiodiversos y con una alta homogeneización genética [15].

El ataque del imperialismo genético contra la biodiversidadacentúa el ecocidio contra las selvas y sus habitantes y redu-ce todavía más la maltrecha fuente de alimentos de la huma-nidad, ya que el 90% de nuestra dieta cotidiana está consti-tuido por unas 15 especies agrícolas y 8 especies de anima-les. Con la Revolución Biotecnológica se acentúa la homoge-neización genética de los principales cultivos, la desapariciónde las variedades locales que aun existen y la imposición dellatifundismo genético, impulsado por las grandes empresasmultinacionales de la alimentación y los agroquímicos.

La expropiación de las riquezas biológicas de las selvas y bos-ques tropicales forma parte de una nueva fase de domina-ción imperialista, tan rapaz y genocida como los anteriores

15 Vandana Shiva (2001), Biopiratería. El saqueo de la naturaleza y elconocimiento, Barcelona, Editorial Icaria, pág. 90; Isabel Bermejo, "Eldebate acerca de las patentes biotecnológicas", en Alicia Durán y JorgeRiechmann (1997), Genes en el laboratorio y en la fábrica, Madrid, Edi-torial Trotta, págs. 53-70.

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períodos de saqueo colonialista del planeta. La expropiacióngenética constituye uno de los soportes del tan alabadoavance de la biotecnología en los centros imperialistas, don-de se consuma la reducción de los seres humanos y de todaslas formas de vida a simples mercancías para valorizar gran-des capitales, sin que importen los efectos perversos de esalógica criminal y depredadora.

4. El traslado de desechos tóxicos (nucleares y radiactivos)del Norte al Sur

El capitalismo genera una gran cantidad de desechos tras laobsolescencia de las mercancías. Si para confeccionar pro-ductos se usan materiales tóxicos o radiactivos, como enefecto sucede con la industria microelectrónica y otras ramasde la producción industrial, es obvio que se originen dese-chos radioactivos. Para los países capitalistas del centro sehace imprescindible liberarse de esos desechos tóxicos yconvertir su comercialización en una lucrativa industria y es"una estrategia central del Nuevo Orden Mundial, una formaintencionada de cercar tierras y recursos -el mismísimo aireque respiramos-, previamente de propiedad común, y esta-blecer el comercio en ‘derechos de polución’" [16]. El capita-lismo "descubrió" que hasta los desechos tóxicos puedenconvertirse en una mercancía susceptible de ser vendida alos países más desprotegidos y miserables, y ha procedido aponer en práctica esa estrategia comercial, lo que ha dadocomo resultado que "prósperos empresarios" de los paísesimperialistas, en alianza con sus respectivos estados, esténasumiendo la tarea de envenenar el suelo, el mar y el aire de

16 M. Cohen, op. cit.

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países enteros, con la consiguiente enfermedad y muerte deseres humanos y animales.

Los Estados Unidos encabezan la lista de países que anual-mente envían miles de toneladas de residuos tóxicos, encu-biertos como fertilizantes, que son vertidos en las playas ytierras productivas de Bangla Desh, Haití, Somalia, Brasil, yotros países. La administración de Bill Clinton (1993-2001),por ejemplo, aceptó que las grandes corporaciones estadou-nidenses mezclaran cenizas de incineradores -que tienenaltas concentraciones de plomo, cadmio, y mercurio- conproductos agroquímicos. Este veneno químico se vende aagencias y gobiernos extranjeros que, o no sospechan de esecontenido o simplemente hacen la vista gorda [17]. El trasladode desechos tóxicos al Sur del planeta no es el resultado deimprevisiones o fruto necesario del "progreso técnico", sinoque hace parte de la lógica de un explícito racismo ambientalque tiene como finalidad expresa la contaminación de sereshumanos y de países considerados como inferiores. La lógicacriminal del racismo ambiental se basa en el supuesto de queunos grupos humanos tienen el derecho a consumir hasta elhartazgo, sin miramientos con los que viven en condicionesinfrahumanas de vida, y luego enviarles los residuos tóxicos asus territorios. Semejante práctica genocida se sustenta en laconvicción de las clases dominantes de todo el mundo deque su sola existencia es beneficiosa para el planeta, y losotros seres humanos deben resignarse a aceptar ese destinoinexorable en el que sólo los ricos y opulentos tienen dere-cho a una vida sana y limpia. Es la típica ilusión NIMBY (Not inMy Blacyard- No en mi jardín) que concibe como posible

17 Ibíd.

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mantener al mismo tiempo un aumento incontrolable en elconsumo de productos y preservar el medio ambiente cir-cundante en condiciones adecuadas, para lo cual no importacontaminar el jardín del vecino con tal de mantener limpio elmío.

El traslado de residuos contaminantes a los países dominadosse ha convertido en un lucrativo negocio para ciertas com-pañías de los países imperialistas. Aunque la mayor parte delas materias primas utilizadas en la producción de las mer-cancías proceden del mundo pobre y dependiente -cuandoesas materias tenían un valor de uso, es decir, se podían utili-zar- se convierten en basura inservible luego de que han sidoutilizados por los usuarios y consumidores del Norte y por suspocos émulos en los países del Sur. Y es en este momentocuando nuevamente se piensa en esos países pobres comoreceptáculo de los desperdicios que origina el consumo des-enfrenado de los opulentos del Norte. Los países altamenteindustrializados, se encuentran literalmente inundados dedesechos y productos tóxicos, tal y como sucede en los Esta-dos Unidos. Sus ríos y lagos están tan contaminados que lasgrandes empresas han abierto mercados para sus "apeteci-dos" residuos tóxicos, como ya se hizo desde mediados de ladécada de 1980 cuando vertieron miles de barriles de resi-duos de mercurio en los ríos sudafricanos [18].

La exportación de residuos tóxicos por parte de los EstadosUnidos está estrechamente emparentada con sus estrategiaspolíticas ante los países pobres del mundo. La destrucciónecológica, la pobreza forzada, la guerra de contrainsurgencia,la corrupción y brutalidad política y el vertido de residuos

18 Ibíd

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tóxicos provenientes del extranjero forman parte de la mis-ma estrategia. El comercio de residuos tóxicos es una estra-tegia central del nuevo desorden mundial con la finalidad deapropiarse de las tierras y recursos de los pueblos más po-bres, incluyendo el propio aire que respiramos, para estable-cer el comercio de derechos de polución. Pero, al mismotiempo, es un medio de proletarizar a campesinos y aldea-nos, conduciéndolos a nuevas formas de explotación del tra-bajo y también una manera de arrasar con los ecosistemasdel Sur.

Mientras en el Norte se hacen más fuertes las regulacionesambientales, sus empresas y capitalistas se encargan de im-pulsar la contaminación en el Sur y el Este del mundo. LosEstados Unidos se oponen a la reglamentación del transportede residuos peligrosos y también han bloqueado las propues-tas de otros países encaminadas a prohibir los embarques deresiduos hacia los países pobres. No es de extrañar, pues,que al mismo tiempo haya convertido a martirizados paísescomo Haití, Guatemala, Salvador y Somalia en zonas de des-carga de sus residuos industriales, una forma premeditada deenvenenamiento de los países neocolonizados.

5. El desconocimiento de la deuda ecológicaque el imperialismo le debe al mundo dependiente

Por deuda ecológica debe entenderse el no pago por partede los países altamente industrializados de los daños causa-dos durante varios siglos por la explotación indiscriminada delos recursos naturales destinados a la exportación, sin que secontabilizaran los impactos negativos sobre los ecosistemas yel hábitat locales. En forma más concreta se puede conside-

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rar como (…) la deuda contraída por los países industrializa-dos del Norte con los países del Tercer Mundo a causa delsaqueo de los recursos naturales, los daños ambientales y lalibre utilización de espacio ambiental para depositar dese-chos, tales como los gases de efecto invernadero, producidospor esos países industrializados [19].

En consecuencia, los verdaderos deudores son las clases do-minantes de todo el mundo, en primer lugar las de los paísescolonialistas e imperialistas.

En contra del sentido común de los tecnócratas neoliberales,de los banqueros y de los representantes del capital financie-ro y de las transnacionales, la noción de deuda ecológica des-taca que los países del Norte le deben a los pobres del mun-do por haber ocasionado un "déficit terrestre (...) provocadopor el aniquilamiento de los sistemas vitales básicos del pla-neta debido al abuso de su aire, sus suelos, las aguas y la ve-getación". La responsabilidad de este déficit recae en formadesigual para los pobres y los opulentos, en la medida en queel consumo y el nivel de vida son diferentes entre unos yotros. Por esa razón, la deuda ecológica está relacionada conel racismo ecológico, ya que quienes más soportan los efec-tos de la devastación ambiental son los pobres, los campesi-nos, los indígenas, las mujeres humildes y los trabajadores.En otros términos, para comprender la deuda ecológica esmenester introducir un análisis de clase, de género y de et-nia, que permita determinar la forma como los más pobresson afectados por la degradación ambiental.

19 John Dillon, "Deuda ecológica. El Sur dice al Norte: ‘es hora de pagar’",en www.debtwatch.org/cat/formacio/maleti/material/de/da/dillon.pdf

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En una perspectiva histórica, durante los últimos cinco sigloslos habitantes de los países imperialistas han contraído unadeuda con los pobres del mundo, como resultado de unadiversidad de procesos mutuamente relacionados entre losque sobresalen: la extracción de los recursos (minerales, ma-rinos, forestales y genéticos) en los países del Sur; la consoli-dación de un intercambio ecológicamente desigual, comoresultado del cual se exportan bienes primarios sin evaluareconómicamente el impacto social y ambiental generado porsu extracción o producción; el saqueo, destrucción y devasta-ción de hombres y culturas desde la era colonial; la apropia-ción de conocimientos tradicionales de los pueblos indígenassobre semillas y plantas medicinales, en los que se sustentanlas modernas agroindustrias y la biotecnología; la destrucciónde las mejores tierras de cultivo y de los recursos marinospara la exportación, debilitando la autosuficiencia alimenta-ria y la soberanía cultural de las comunidades del Sur; la con-taminación de la atmósfera por parte de las naciones indus-trializadas debido a la excesiva emisión de gases que hanafectado a la capa de ozono, provocando el efecto inverna-dero y desestabilizando el clima; la apropiación despropor-cionada de la capacidad de absorción de dióxido de carbonoque tienen los océanos y bosques del planeta; la producciónde armas químicas y nucleares, cuya puesta a punto se hacecon frecuencia en los países del Sur; y la venta de plaguicidasque no son usados en el Norte y el almacenamiento de dese-chos tóxicos en los países del Sur [20].

Con respecto a las relaciones entre deuda externa y deudaecológica cabe destacar dos aspectos: 1º) los precios de las

20 Ibíd.

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exportaciones no incluyen los diversos costos sociales y am-bientales, que no se contabilizan (es decir, son gratuitos) ylos saberes (por ejemplo el conocimiento exportado desdeAmérica Latina sobre el manejo de determinados productos,como la papa o el maíz) tampoco se pagan. Pero al mismotiempo las emisiones de gas carbónico que se producen agran escala en el Norte son absorbidas gratis por la vegeta-ción o los océanos de todo el mundo, incluyendo al Sur delplaneta. Es como si los ricos del mundo se hubieran "arroga-do derechos de propiedad sobre todos los sumideros de CO2,los océanos, la nueva vegetación y la atmósfera" [21]; 2º) lacancelación de la deuda externa degrada la naturaleza, pues-to que para pagarla debe aumentarse la producción lo cualpor lo común se hace a costa del empobrecimiento de la gen-te y de una mayor extorsión de la naturaleza. En la medidaen que se dedican más recursos para exportación con la fina-lidad de pagar la deuda externa, ésta aumenta y al mismotiempo los países pierden sus riquezas naturales. Esta es unamuestra palpable de injusticia económica y ambiental, propiadel sistema capitalista e imperialista. Como parte de esa in-justicia, la deuda externa se sigue cobrando -y pagando, quees lo peor- cumplidamente, pero la deuda ecológica contraí-da por los países imperialistas nunca se menciona, como sino existiera.

Existe una estrecha relación entre la deuda externa (financie-ra) que desangra a los países dependientes y la deuda ecoló-gica (nunca reconocida por los países dominantes en el sis-tema mundial), debido a que las divisas destinadas al pago delos intereses y amortizaciones de la deuda externa aumentan

21 Joan Martínez Allier y Arcadi Olivares (2003), ¿Quién debe a quién?Deuda externa y deuda ecológica, Barcelona, Editorial Icaria, pág. 43.

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la extracción de recursos naturales, para convertirlos en ex-portaciones al mercado externo con el fin de obtener dineropara seguir pagando las deudas. El costo ambiental de eseproceso se materializa en hechos como los siguientes:

- Acelerada deforestación que destruye la biodiversidad yconvierte en desiertos vastas superficies de tierras anterior-mente fértiles. "Desde 1970 las áreas arboladas han dismi-nuido de 11,4 kilómetros cuadrados por cada mil habitantesa sólo 7,3 kilómetros cuadrados".

- La utilización de las mejores tierras de cultivo para la expor-tación ha forzado a los campesinos a cultivar tierras margina-les. Por ejemplo, la utilización para el cultivo de laderas es-carpadas, vulnerables a la erosión, ha favorecido los fatalesdeslizamientos de lodo que recientemente han afectado aHonduras, Nicaragua y Venezuela.

- Incremento del uso de plaguicidas y fertilizantes químicos.Por ejemplo, la industria bananera de diversos países utilizael plaguicida DBCP, que provoca esterilidad masculina.- Destrucción de los manglares para la cría del camarón, favo-reciendo así las inundaciones en las zonas costeras. En Ecua-dor, el 70% de los manglares ha sido destruido para instalarcriaderos de camarón para la exportación, afectando con ellola supervivencia de los pescadores tradicionales y aumentan-do las posibilidades de inundaciones provocadas por elfenómeno de El Niño.

- Consumo excesivo de combustible, disminución del valornutricional e incremento del uso de conservantes, provoca-dos por el transporte de alimentos a grandes distancias.

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- Sustitución de la diversidad biológica por monocultivos ybosques artificiales. La explotación comercial de las planta-ciones forestales extrae la madera y destruye el resto porconsiderarlo "desechos".

- Pesca excesiva: "Las existencias mundiales de pesca estánen declive, con una cuarta parte ya agotada o en vías de serloy otro 44% explotado al límite de su continuidad biológica".- Destrucción de hábitats naturales y humanos como resulta-do de los riesgos de la extracción de petróleo. Por ejemplo,los daños provocados por la Shell en el delta del río Níger,hogar del pueblo Ogoni [22].

Un procedimiento adecuado para sopesar la deuda ecológicacontraída por los voraces consumidores de los países impe-rialistas y los subconsumidores del Sur consiste en compararsus respectivas huellas ecológicas. Por huella ecológica seentiende la cantidad de "tierra cultivable, zonas de pastoreo,bosques, producción oceánica y capacidad de absorción dedióxido de carbono que es consumida por una persona pro-medio en un área geográfica determinada" [23]. Esa nociónapunta a medir el impacto de los modelos de consumo conrelación a la capacidad de carga del planeta, por lo cual seentiende el máximo de población de una determinada espe-cie que puede sobrevivir en cierto hábitat sin provocarle da-ños irreversibles. En el caso de un país determinado, la huellaecológica mide la superficie biológicamente productiva quees necesaria para mantener el nivel de recursos de ese país ypara absorber sus desechos:

22 J. Dillon, op. cit.23 Ibíd.

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Cuando la huella ecológica de un país es mayor que su capa-cidad ecológica de carga, ese país tiene que "importar" capa-cidad de carga de algún otro sitio y/o consumir su capitalnatural a un ritmo mayor que el de la regeneración de la na-turaleza. Esto se logra importando alimentos, combustible oproductos forestales o agotando su provisión de recursosrenovables y no renovables (por ejemplo, combustibles fósi-les). También puede "exportar" desechos, como el exceso deemisiones de dióxido de carbono que su masa forestal o losocéanos circundantes no pueden absorber [24].

Se ha establecido que la huella ecológica promedio de unhabitante humano en el planeta es de 7,7 hectáreas, peroque los países altamente industrializados superan con crecesesa media en tanto que los países dependientes están sensi-blemente por debajo de la misma. De esta forma, por ejem-plo, Canadá tiene una capacidad ecológica de carga de 9,6hectáreas per capita, mientras que en el otro extremo BanglaDesh, con una huella ecológica de sólo 0,5 hectárea per cápi-ta dispone de una capacidad de carga de tan solo 0,3 hectá-rea por persona. Considerando los resultados de la huellaecológica por países se encuentra que a escala mundial el77% de la población humana tiene una huella ecológica me-nor que la media, de sólo 1,02 hectárea, pero el otro 23% -losverdaderos deudores ecológicos- ocupa el 67% de la huellade toda la humanidad. Esto quiere decir que sólo un quintode la población utiliza dos tercios de la capacidad de carga. Esesa quinta parte de deudores ricos la responsable de que lahumanidad esté consumiendo un 40% más de recursos de losque pueden regenerarse sosteniblemente. Por cada persona

24 Ibíd.

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que utiliza el triple de lo que en justicia le corresponde de lacapacidad de carga del planeta, hay tres que sobreviven consólo un tercio de lo que realmente les correspondería [25].

6. Intercambio ecológico desigual

Cuando se analiza la dominación imperialista suele hablarsedel intercambio económico desigual expresado en la célebreformulación teórica del deterioro de los términos de inter-cambio, con lo que se quiere expresar que en el mercadomundial tienden a depreciarse los productos primarios y aencarecerse los bienes manufacturados. Mirada en el largoplazo esta tendencia perjudica a los países productores dematerias primas. Pero sin desconocer la importancia de esteintercambio desigual en términos económicos, es necesarioconsiderar el intercambio ecológico desigual, algo poco estu-diado. Por tal puede entenderse el resultado ambiental -negativo para los países dependientes- de la importación porparte de los países altamente industrializados de productosdel Sur a bajos precios, que no toman en consideración elagotamiento y perennidad de tales recursos [26]. Esto sucedehoy con recursos naturales, como la madera (de la cual elJapón es uno de los primeros compradores del mundo), mi-nerales, petróleo y especies exóticas. También debe conside-rarse como parte de ese intercambio ecológico desigual elenvenenamiento de aguas, aire, tierras y seres humanos quese produce como resultado de la aplicación de plaguicidas en

25 Ibíd.26 Juan Martinez-Alier (1996), "De l’economie politique à l’ecologie politi-

que", Un siècle de marxisme. Bilan et prospective critique, París, pág.177.

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las plantaciones agrícolas de empresas imperialistas en paí-ses dependientes (como hicieron en Nicaragua las compañíasbananeras). Mientras que las compañías transnacionales sellevan el producto para ser vendido y consumido en su paísde origen, en las zonas productoras queda la desolación, lamuerte y el veneno por todos lados.

En pocas palabras, intercambio ecológicamente desigual"significa el hecho de exportar productos de países y regio-nes pobres, sin tomar en cuenta las externalidades localesprovocadas por estos productos o el agotamiento de los re-cursos naturales, a cambio de bienes y servicios de regionesmás ricas" [27]. Y lo más importante radica en que esa nocióntiene implicaciones políticas, al destacar que la pobreza y lacarencia de soberanía y autonomía por parte de las regionesexportadoras, debido a su condición dependiente y subordi-nada en el plano mundial, están en la base de ese intercam-bio desigual que finalmente perjudica a los pobres de dichasregiones, en virtud de la irremediable destrucción de susecosistemas sin que la misma sea asumida por los países im-perialistas y sus empresas, que lucran con los productos queallí se generan.

7. Violación de las aguas territoriales de los países depen-dientes por parte de las flotas pesqueras de las grandes po-tencias

El ritmo infernal de pesca que se ha practicado durante lasúltimas décadas, a medida que aumenta el consumo de pes-

27 Joan Martínez Allier (2005), El ecologismo de los pobres. Conflictosambientales y lenguajes de valoración, Barcelona, Editorial Icaria, pág.275.

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cado o productos derivados en los países del Norte, ha ago-tado los principales bancos de peces en todo el mundo, co-menzando por los mares y ríos de esos mismos países. Unbuen ejemplo al respecto es el del bacalao, un productoesencial para la subsistencia de miles de pescadores artesa-nales en las costas canadienses de Terranova, que, por laacción de los grandes pesqueros comerciales, ha sido diez-mado, terminando no sólo con el recurso sino también conlos propios pescadores [28]. Como resultado del agotamientode los bancos de peces en las aguas del Atlántico norte,grandes buques pesqueros de los países europeos, de losEstados Unidos y de Japón, incursionan en las aguas de todoel mundo para depredar literalmente todo lo que encuentrana su paso. Ahora, la pesca en alta mar está dominada porgrandes barcos que operan a gran velocidad y "llevan detrásinmensos sistemas de redes que barren todo a su paso, sintener en cuentas los cupos de peces y con una total indife-rencia hacia el medio ambiente" [29]. Esto ha ocasionado laextinción de cientos de especies marinas y una drástica re-ducción del volumen de pesca a nivel mundial. También hasignificado el empobrecimiento o la ruina de los pequeñospescadores artesanales en diversos lugares del mundo, unaconsecuencia dramática porque en los países de la periferiaexisten millones de personas cuya vida se ha desenvueltodurante cientos o decenas de años en torno a la pesca [30].

28 James Petras y Henry Veltmeyer(2003), Un sistema en crisis. La dinámi-ca del capitalismo de libre mercado, México, Editorial Lumen, págs. 171y ss.

29 ] Ibíd, pág.183.30 Joni Seager (1995), Atlas de la terre. Le coût écologique de nos modes

de vie, la politique des Etats: une vision d’ensemble, París, Autrement,págs. 68-69 y 120-121.

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8. Exportaciones forzadas de especies animales y vegetales

Este comercio desigual que se hace siempre en la direcciónSur-Norte es realizado por mafias organizadas y tiene comoobjetivo transportar mascotas de compañía o producir mer-cancías exóticas a partir de partes animales (piel, marfil,dientes) para adornar a la burguesía de los países industriali-zados. Este comercio ilegal es tan significativo que se consi-dera como la segunda actividad comercial subterránea, so-lamente superada por el comercio de estupefacientes.Anualmente circulan en forma ilegal 50 mil primates, 4 millo-nes de aves, 350 millones de peces tropicales, de todos loscuales mueren en el viaje entre el 60 y el 80%. [31]. Para queeste negocio funcione existen complejas redes de traficantesde animales, emparentadas con otras actividades como elnarcotráfico, en las que participan funcionarios estatales yempresarios privados tanto de los países pobres como de lospaíses ricos. Solo de esa forma pueden ser extraídos de laAmazonía brasileña, para señalar el caso más aberrante deexpoliación imperialista, 12 millones de animales, de los cua-les muy pocos llegan vivos a su destino final, puesto que sólouno de cada diez resiste las travesías, el cambio de hábitat, lasuciedad o el maltrato [32]. No es coincidencia, entonces, queen el Brasil 208 especies están seriamente amenazadas [33].

31 Ibíd, págs. 80-81 y 124-12532Mario Osava, "Tráfico de animales, un negocio millonario", en

web.chasque.net/informes/agosto-2001/info2001-08-15.htm; "Comer-cio internacional de animales y plantas", enwww.!españa.es/naturaeduca/conserva_comercio.htm; "El tráfico ilegalde especies", en

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El mercado de los animales y de las plantas exóticas está cla-ramente definido en términos económicos y geográficos: laoferta la suministran los países tropicales y la demanda seconcentra en los países industrializados. En estos últimos sepresenta un consumo insostenible de fauna exótica, abaste-cido por países en los cuales los campesinos y los trabajado-res soportan peores condiciones de existencia. En ese mer-cado internacional existen consumidores conspicuos quebuscan ejemplares raros, pero también debe incluirse a laindustria farmacéutica, que compra por ejemplo especiesvenenosas como arañas y serpientes para experimentar yproducir nuevos medicamentos y productos.

La Unión Europea es el principal consumidor de animalesexóticos, siendo el primer importador mundial de pieles dereptil, de loros, de boas y de pitones y el segundo importa-dor, después de los Estados Unidos, de primates y felinos. Enese mercado internacional de seres vivos España desempeñaun papel significativo, por su posición geográfica que sirve depuente entre África Ecuatorial, América Latina y el sudesteasiático, con los Estados Unidos y otros lugares de Europa.

9. A manera de conclusión: el capitalismo y la ecología sonmutuamente excluyentes

La crisis ambiental de nuestro tiempo ha sido producida porel modo de producción capitalista, debido a su carácter mer-cantil orientado a producir no para satisfacer necesidades

www.!españa.es/naturaeduca/hom_traficoespecies.htm; "Animales yplantas en peligro de extinción", en

www.anbientum.com.revista/2003_04/EXTINCION_imprimir.htm33 M. Osava, op. cit

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sino para incrementar la ganancia individual. Este hecho apa-rentemente elemental que rige el funcionamiento del capita-lismo constituye la base del agotamiento de los recursos na-turales, expoliados a un ritmo nunca antes visto en la historiade la humanidad, al mismo tiempo que produce desechos ycontaminación de manera incontrolable. Desde este puntode vista el capitalismo tiene dos características claramenteantiecológicas: la pretensión de producir de manera ilimitadaen un mundo donde los recursos y la energía son limitados; yoriginar desechos materiales que no pueden ser eliminados -cosa imposible en concordancia con las leyes físicas- y quedeben ir a alguna parte, lo cual supone exportarlos a los paí-ses más pobres de la tierra. Como bien lo dice JamesO’Connor (…) la naturaleza es un punto de partida para elcapital, pero no suele ser un punto de regreso. La naturalezaes un grifo económico y también un sumidero, pero un grifoque puede secarse y un sumidero que puede taparse. La na-turaleza, como grifo, ha sido más o menos capitalizada; lanaturaleza como sumidero está más o menos no capitalizada.El grifo es casi siempre propiedad privada; el sumidero sueleser propiedad común [34].

Está absolutamente demostrado por todos los indicadores dedeterioro ambiental que la ecología y el capitalismo son po-los opuestos de una contradicción insalvable, puesto que elcapitalismo se basa en la lógica del lucro y de la acumulaciónsin importar los medios que se empleen para lograrlo, ni ladestrucción de recursos naturales y ecosistemas que eso con-lleve. Se podría argüir en contra de esta afirmación que hoyel capitalismo tiene un discurso ecológico y preocupaciones

34 James O’Connor (2001), Causas naturales. Ensayos de marxismo ecoló-gico, México, Siglo XXI Editores, pág. 221.

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"verdes". Desde luego que sí, pero detrás de ese discurso seesconden los grandes grupos corporativos interesados enexpoliar hasta el fin al medio ambiente y de convertirlo enuna mercancía muy rentable que genere pingües beneficios.En otros términos, hasta la ecología y el medio ambiente sehan convertido en una mercancía más, lo cual tiene implica-ciones negativas sobre las mismas posibilidades de existenciay reproducción de la vida en sus más diversas manifestacio-nes, y esa mercancía ecológica (expresada en la retórica in-sulsa del pretendido "desarrollo sustentable" y el "capitalverde") también se ha mundializado como resultado de laexpansión imperialista de las últimas décadas.

En esa perspectiva, pueden señalarse los tres nudos pro-blemáticos que, en términos ambientales, ha generado elcapitalismo, tal y como lo ha analizado en varias investiga-ciones el teólogo brasileño Leonardo Boff: el nudo de la ex-tinción de los recursos naturales; el nudo de la sostenibilidadde la tierra; y el nudo de la injusticia social mundial. En cuan-to a la extinción de los recursos naturales estamos asistiendoal más acelerado exterminio de especies de seres vivos, lapeor de los últimos 65 millones de años, ya que diariamentedesaparecen para siempre unas 10 especies y anualmenteunas 20.000. Esta cifra adquiere relevancia si se consideraque en la última gran extinción de especies desaparecían doso tres por año. Otro de los recursos que se agota rápidamen-te es la tierra fértil, convertida en desierto rural o urbano,deforestada y seca. Al mismo tiempo, la sostenibilidad de latierra está seriamente en duda ante los procesos en curso,entre los que sobresale el calentamiento global, con sus con-secuencias nefastas de alteración climática en todo el orbe,aumento en el nivel de los mares, inundaciones, sequías,

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huracanes, etcétera, fenómenos todos que pueden llegar aalterar el equilibrio químico-físico y biológico de la tierra. Enlo que respecta a la injusticia social mundial, que se manifies-ta en la concentración del ingreso y la prosperidad en reduci-dos sectores de las elites dominantes en todo el mundo allado de la miseria y la pobreza de millones de seres humanos,tiene una relación directa con la apropiación de recursos yenergía por esa minoría opulenta [35].

En este artículo se han descrito y analizado en forma apreta-da algunas de las características del imperialismo ecológico,sin que hayamos considerado todos los aspectos que puedenser estudiados a partir del uso de dicha categoría. Simple-mente, se ha pretendido demostrar la utilidad de esta nociónpara entender y enfrentar algunos de los problemas ambien-tales más álgidos de nuestro tiempo, los cuales no son resul-tado, ni mucho menos, de catástrofes naturales o fuerzasincontrolables, como se ha dicho tan reiteradamente durantetodo el año 2005, después del tsunami en el Océano Indicoen diciembre de 2004 o del huracán que asoló a Nueva Or-leáns. Teniendo en cuenta los elementos expuestos, es evi-dente que el imperialismo ecológico tiene múltiples dimen-siones, que ameritan ser consideradas, tanto para entenderla voracidad del imperialismo contemporáneo como paraorganizar luchas de resistencia y defensa de los ecosistemaspor parte de todos aquellos que sentimos que la naturalezase ha convertido en el último coto de caza de la mercantiliza-ción ecocida del capitalismo mundial. ■

http://www.ecoportal.net/

35 Leonardo Boff, "La contradicción capitalismo/ecología", enwww.latinoamericana.org/2005/textos/castellano/Boff.htm