¡reforma del transporte en lima ¿por qué no incluir el tráfico privado?

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15 octubre, 2012 Reforma del transporte en Lima: ¿por qué no incluir el tráfico privado? Transporte público en medio de la congestión vehicular (https://limaeslinda.files.wordpress.com/ 2012/03/trafico-lima-2.jpg) La reforma del sistema de transporte público que está implementando la Municipalidad de Lima es necesaria y, si es que logra ser ejecutada como está siendo planeada, puede convertirse en uno de los mayores logros de la presente gestión. Además, como ha señalado Claudia Bielich, quien ha investigado el sistema de transporte público de la ciudad, implementar una reforma como esta seguramente traería más costos que beneficios políticos. Por lo tanto, es aun más meritorio que la gestión de Susana Villarán esté llevando a cabo esta reforma, considerando los riesgos que conlleva hacerlo. Sin embargo, creo que hay algunos aspectos de la reforma que deberían ser enfocados de otro modo, y aspectos ausentes que deberían incluirse. En primer lugar, la reforma corre el riesgo de convertirse en una mayor regulación del transporte no-privado (transporte público y taxis) sin tocar a los principales generadores de congestión vehicular: los autos privados. En el marco de la reforma,

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Page 1: ¡Reforma del transporte en lima  ¿por qué no incluir el tráfico privado?

15 octubre, 2012

Reforma del transporte en Lima: ¿por qué no incluir el tráfico privado? !

��� Transporte público en medio de la congestión vehicular (https://limaeslinda.files.wordpress.com/

2012/03/trafico-lima-2.jpg)

La reforma del sistema de transporte público que está implementando la Municipalidad de Lima es necesaria y, si es que logra ser ejecutada como está siendo planeada, puede convertirse en uno de los mayores logros de la presente gestión. Además, como ha señalado Claudia Bielich, quien ha investigado el sistema de transporte público de la ciudad, implementar una reforma como esta seguramente traería más costos que beneficios políticos. Por lo tanto, es aun más meritorio que la gestión de Susana Villarán esté llevando a cabo esta reforma, considerando los riesgos que conlleva hacerlo. Sin embargo, creo que hay algunos aspectos de la reforma que deberían ser enfocados de otro modo, y aspectos ausentes que deberían incluirse.

En primer lugar, la reforma corre el riesgo de convertirse en una mayor regulación del transporte no-privado (transporte público y taxis) sin tocar a los principales generadores de congestión vehicular: los autos privados. En el marco de la reforma,

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se está regulando con mayor intensidad el transporte público de combis, micros y buses, seguramente la medida más importante para acabar con el sistema caótico del que hablé en este post. Además, se busca regular los taxis y eliminar los taxis colectivos. Un argumento para eliminarlos es que son ilegales y peligrosos por la cantidad de asaltos que se cometen en ellos. Sin embargo, no veo por qué esos no sean motivos para regularlos, tomando en cuenta que cubren una demanda de viajes.

Un motivo podría ser que, dado que solo transportan a cuatro pasajeros al mismo tiempo, contribuyen más a la congestión que cualquier otro modo de transporte público. Sin embargo, si ese fuera un motivo, el uso de autos privados también tendría que desaparecer, dado que en promedio un auto traslada a menos de 2 personas por viaje. Este punto, pues, muestra una de las debilidades de la reforma del transporte: la exclusión del tráfico privado.

La reforma del transporte, tanto en el discurso como en la práctica, no considera el hecho de que el tráfico privado sea el principal causante per cápita de la congestión. Si menos gente viajara en auto privado y más en transporte público (incluyendo colectivos), los tiempos de viaje de todos, en promedio, se reducirían. No tomar en cuenta esto, en un contexto en el que la venta y el uso de autos está subiendo aceleradamente (la cantidad de vehículos pasando por los peajes de Lima aumentó 14% el último año), significará que después de la reforma el espacio usado por los autos privados sea mayor y el espacio usado por el transporte público, menor. Ese escenario podría no contribuir a reducir los tiempos de viaje, uno de los principales objetivos de cualquier política de transporte urbano.

¿Qué alternativas hay? Creo que el enfoque debería ser algo más completo. Si se va a modificar el uso de las vías en Lima, se debería tomar en cuenta a todos los vehículos que las usan. Sería un buen momento para probar políticas que busquen desincentivar el uso del auto. Por ejemplo, cobrar más por estacionar en la calle y cobrar también por ingresar a las zonas más congestionadas, como el centro financiero de San Isidro y el Centro Histórico (el dinero recaudado podría usarse para construir infraestructura de transporte público). Esto es complicado por la dispersión de las instituciones encargadas de regular el transporte: la Gerencia de Transporte Urbano, Protransporte, Emape, CicloLima, el Ministerio de Transportes y Comunicaciones, y la policía de tránsito, con ideas y niveles de influencia muy distintos entre ellas.

(Quizás habría que incluir en este grupo a la Gerencia de Promoción a la Inversión Privada, encargada de concesionar vías para autopistas. Sobre el rol de la inversión privada en mantener el modelo que favorece al auto privado escribí algo aquí)

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Pero también es complicado porque la Municipalidad de Lima no ha logrado construir un discurso que cuestione la idea de que facilitar el tráfico privado es mejor para todos. Al contrario, en algunos contextos, algunas oficinas municipales la han defendido (en contraste con lo que proponía el plan de gobierno de Fuerza Social). Si las instituciones son tan dispersas y con niveles de poder desiguales, el manejo político es importante para construir ese discurso. Tomando en cuenta que la prensa también suele defender la idea en mención, quizás cuestionarla también tenga costos políticos. Pero si la reforma está en marcha, y tiene un apoyo mayoritario de la población, podría no ser mala idea incluir en ella aspectos que la hagan aun mejor de lo que ya es.

Este cambio de enfoque, además, podría engancharse con el lema del gobierno municipal, Lima Para Todos (si es para todos, ¿por qué seguimos construyendo vías que favorecen a la minoría que va en auto?). Discursos parecidos, aunque en contextos distintos, funcionaron en Bogotá, donde durante los gobiernos de Antanas Mockus y Enrique Peñalosa se cambió la forma de ver el rol del transporte público y del privado hablando del derecho al espacio público. Vale la pena darle una mirada a esa historia.