redes e imaginario del exilio en méxico y américa latina: 1934-1940 por ricardo melgar bao

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    ColeccinInsumisos Latinoamericanos

    Redes e imaginario del exilioen Mxico y Amrica Latina:

    1934-1940

    Ricardo Melgar Bao

    www.librosenred.com

    http://www.librosenred.com/insumisoslatinoamericanos.asphttp://www.librosenred.com/http://www.librosenred.com/http://www.librosenred.com/http://www.librosenred.com/insumisoslatinoamericanos.asp
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    Direccin General: Marcelo PerazoloDireccin de Contenidos: Ivana BassetDiseo de Tapa: Patricio OliveraArmado de Interiores: Andrs Belustegui

    Est prohibida la reproduccin total o parcial de este libro, su tratamientoinformtico, la transmisin de cualquier forma o de cualquier medio, ya seaelectrnico, mecnico, por fotocopia, registro u otros mtodos, sin el permisoprevio escrito de los titulares del Copyright.

    Primera edicin en espaol en versin digitalCopyright 2003 LibrosEnRedUna marca registrada de Amertown International S.A.

    Para encargar ms copias de este libro o conocer otros libros de esta coleccinvisite www.librosenred.com

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    NDICE

    Agradecimientos 7

    Abreviaturas 9

    Introduccin 10

    De la heroica lucha al blando exilio 14

    Ausencias y presencias del exilio y la diplomacia 19

    La dualidad poltica del cardenismo frente al exilio 25

    La tierra sin mal: La patria mexicana es ms grande que Mxico 34

    La estructura bifronte y subalterna del CAP de Mxico 40

    Mxico y la Internacional Indoamericana 50

    Los soados apoyos mexicanos 55

    La editorial Manuel Arvalo 63

    La lucha por el espacio pblico 67

    Escenarios polticos transfronterizos 74

    El frentismo popular a la mexicana 79

    Claroscuros del exilio, el petrleo y la revolucin 85

    Oponer la VIII Conferencia Panamericana a la tirana 94

    El Aprotrotskismo 98El difcil camino del retorno 107

    Reexiones al cierre 113

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    Notas 119

    Anexos 140

    Anexo 1 141

    Anexo 2 143Anexo 3 147

    Anexo 4 149

    Anexo 5 152

    Anexo 6 156

    Archivos y Bibliotecas 157

    Bibliografa 158

    ndice onomstico 166

    Acerca del Autor 177

    Editorial LibrosEnRed 178

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    INSUMISOS LATINOAMERICANOS

    Cuerpo Acadmico Internacional e Interinstitucional

    Directores

    Eduardo Andrs Sandoval ForeroRobinson Salazar Prez

    Consejo acadmico y EditorialJorge Alonso Snchez, Fernando Mires, Manuel AntonioGarretn, Jorge Rojas Hernndez, Gernimo de Sierra,

    Alberto Riella, Guido Galafassi, Roberto Follari, EduardoSandoval Forero, Ambrosio Velasco Gmez, Celia

    Soilbelmann Melhem, Sergio Salinas, Aliria Vilera Guerrero,Oscar Picardo Joao, Lincoln Bizzozero, Edgardo Ovidio

    Garbulsky, Rosario Espinal, Esperanza Hernndez, Isidro H.Cisneros, Marco Gandsegi, h., Jorge Cadena Roa, Martn

    Shaw, Efrn Barrera Restrepo, Robinson Salazar, Jorge Rojas,

    Alexis Romero Salazar, Ricardo Prez Montfort, IgnacioMedina Nez, Jos Ramn Fabelo.

    Comit de Redaccin

    Laura Mota DazAmelia Surez Arriaga

    Correccin de estilo

    Amelia Surez Arriaga

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    AGRADECIMIENTOS

    Es frecuente que las obras de investigacin en su proceso de construccinabarquen diversos dilogos y apoyos y sta no es una excepcin. Nos con-rma lo que parece ser una regla no explcita del trabajo acadmico. Bajoesta ritualizada prctica nos sentimos mejor, aunque dejemos siempre demanera explcita o entrelneas que podemos haber cometido sin quererms de una omisin. En la presente circunstancia, la misma duda nos asaltadados los tiempos y lugares de la investigacin, que como es sabido borranlas fronteras entre lo pblico y lo privado, entre el trabajo y la casa. Empe-

    zaremos pues con nuestras deudas familiares frente a las muy duras con-diciones de salud en que tuvimos que redactar la obra, suavizadas cliday afectivamente por Hilda, Dahil y Emiliano. A todos ellos mis mejoresafectos.

    Seguiremos nuestro reconocimiento con el Instituto Nacional de Antropo-loga en Historia y el Centro INAH Morelos, cuyas autoridades potenciaronla investigacin an en los meses difciles, autorizndonos una ampliacinde tiempos y recursos gracias a los cuales esta obra se hizo realidad. En esecontexto, dos jvenes historiadoras: Mara del Carmen Daz y Mara EstherMontanaro, nos acompaaron en momentos diferenciados, con probadadedicacin en la consulta y registro de fuentes mexicanas sobre la APRA.Ellas estuvieron adscritas como ayudantes de investigacin al proyectoregistrado en el Centro INAH Morelos (3/2000-3/2003) desde el cual hemospodido elaborar este libro, heterodoxamente cribado entre la Antropolo-ga y la Historia.

    La consulta de fuentes hemerogrcas y documentales nos remite a las ins-tituciones y personas dentro y fuera de Mxico. Nuestro agradecimiento al

    personal de la Biblioteca Guillermo Bonl Bataglia de la Escuela Nacionalde Antropologa e Historia, en particular a Laura Martnez Capistrn, porlas excepcionales facilidades para la consulta del fondo documental LuisEduardo Enrquez Cabrera. A la Biblioteca Nacional de Mxico y su per-sonal en las secciones de Hemeroteca y Sala de Investigaciones. Al Archivo

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    General de la Nacin y al Archivo Histrico de la Secretara de RelacionesExteriores de Mxico. A Guadalupe Garca Torres y Arturo Ayala Lpez delCentro de Estudios de la Revolucin Mexicana Lzaro Crdenas, A.C. Alas bibliotecas nacionales de Chile y el Per. Al Archivo del Ministerio de

    Relaciones Exteriores del Per y su excepcional servicio de reproduccin yconsulta particularmente al referencista Mario Mogolln.

    En su primera versin fue objeto de discusin acadmica en una reuninconjunta de los Seminarios de Historia Intelectual que dirige el Dr. CarlosMarichal y el de Historia Social a cargo de la Dra. Clara Lida en el Colegiode Mxico realizada a nes de marzo de 2003, por lo que quedamos muyagradecidos. Mencin especial nos merecen las agudas y pertinentes apre-ciaciones y sugerencias de Horacio Crespo y Pablo Yankelevich.

    Nuestro reconocimiento a tres amigos y lectores de la versin borrador porsus atinadas observaciones: Eduardo Devs, Fabiola Escrcega y FranciscoXavier Sol. Este ltimo, nos brind adicionalmente su tiempo para forma-tear el texto para edicin e incluir un ndice onomstico.

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    ABREVIATURAS

    AGN Archivo General de la Nacin, Mxico.

    AHBENAH Archivo Histrico de la Biblioteca de la ENAH.

    AHMREP Archivo Histrico del Ministerio de Relaciones Exteriores, Per.

    AHSRE Archivo Histrico de la Secretara de Relaciones Exteriores, Mxico.

    APRA Alianza Popular Revolucionaria Americana.

    ARA Alianza Revolucionaria Americana.

    ASAPS Archivo de la Sala Arte Pblico Siqueiros

    BNM Biblioteca Nacional, Mxico.

    CAP Comit Aprista.

    CEADA Confederacin de Estudiantes Antiimperialistas de Amrica.

    CESUM Confederacin de Estudiantes Socialistas Unicados de Mxico.

    CTM Confederacin de Trabajadores de Mxico.

    FLEEC Fondo Luis Eduardo Enrquez Cabrera, AHBENAH.

    FRHV Fondo Rafael Heliodoro Valle, BNM.GRUA Generacin Revolucionaria Unicadora de Artistas.

    PAA Partido Aprista Argentino.

    PAP Partido Aprista Peruano.

    PCM Partido Comunista Mexicano.

    PCP Partido Comunista Peruano.

    PNR Partido Nacional Revolucionario.

    URLA Unin Revolucionaria Latino Americana.

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    INTRODUCCIN

    El tema del exilio tiene muchas entradas, tantas o ms que la denominadaRevolucin mexicana. Una y otra han ejercido sobre nosotros una ciertaatraccin que va ms all de las motivaciones acadmicas, la cual dista deagotarse en esta obra acerca del peculiar proceso del populismo peruanoy continental. El seguimiento de la recepcin de la Revolucin mexicanafuera de Mxico, as como la experiencia del exilio latinoamericano, hasido intermitente en nuestra bsqueda investigativa, y traducida en unoscuantos artculos publicados en los ltimos veinte aos sobre Bolivia, Cuba,

    Per y Venezuela. En esta oportunidad hemos decidido acotar nuestra lec-tura al peculiar y no menos controversial populismo peruano e indoameri-cano tomando como centro su exilio en Mxico entre los aos 1934 y 1940.Entre dicho arco temporal, sin cubrirlo totalmente en sus bordes, correncasi en paralelo, cruzndose de muchos modos: el rgimen del generalOscar. R. Benavides en el Per y el del general Lzaro Crdenas en Mxicoentre otros gobiernos; el ilegalizado Partido Aprista Peruano y el PartidoNacional Revolucionario, convertido en Partido de la Revolucin Mexicanaen el poder; las organizaciones, corrientes y personalidades intelectualesde uno y otro pas y muchas lias y fobias propias del comunismo y del

    populismo latinoamericano. Igualmente aparecen las secciones comin-ternistas de Mxico y Per, Trotsky y los trotskistas peruanos, as como elexilio poltico latinoamericano, particularmente cubano y dominicano deliacin populista.

    El estudio revela una compleja malla de mediaciones e interaccionespolticas e intelectuales, con sus correspondientes ujos, intercambios,acuerdos, disonancias y antagonismos, que trascienden el escenario mexi-cano y an el peruano. As las voces y presencias del continente fueronineludibles, recurrentes, signicativas, modelando a nuestra lectura comotransfronteriza. Se podr argumentar que las ideas, como las coordenadasde la poltica en el mundo contemporneo, son internacionales ms quecontinentales y nacionales, lo cual es cierto, pero haba que realizar uncorte arbitrario, como lo son todos, justicndolo por el espectro ms rele-vante de sus redes en el horizonte continental, con particular y sostenidonfasis en Mxico. Por tal razn preferimos optar en el ttulo de hablar en

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    plural de redes, prcticas e imaginarios en la medida en que abarcan diver-sos escenarios, no todos mexicanos donde los protagonistas expresaronsus diversos cdigos culturales. Existe otro argumento a favor de nuestrorecorte espacial: la tendencia diasprica del exilio peruano y latinoameri-

    cano de esos aos en algunas de las principales ciudades del continente;aquellas que las mutantes y adversas condiciones polticas les resultabanms tolerantes. Corran los tiempos a favor de la primavera dictatorial lati-noamericana del periodo de entreguerras.

    Se agrega a todo lo anterior, la peculiar sonoma de la APRA que a diferen-cia de otros proyectos polticos asumi desde sus orgenes una proyeccincontinental, la cual, durante la segunda mitad de los aos treinta, cobrnuevos bros y modalidades. Los publicitados y reelaborados referentesideolgicos y simblicos de la Revolucin mexicana que le otorgaron unsello de nativizacin ideolgico-poltica al aprismo, desempearon unpapel dinamizador a favor de los espacios pblicos y redes intelectualesy polticas con sus pares mexicanos y las diversas vertientes del populismolatinoamericano.

    En lo general, la trama del exilio peruano en Mxico no pudo ser disociadani de la fuerza poltica expulsora del rgimen dictatorial instaurado porel general Benavides, ni de su recepcin de la Revolucin mexicana, ni dela dispora aprista, peruana y latinoamericana. Reiteramos que el exilioaprista tuvo que ser tratado inserto en sus mltiples redes intelectuales ypolticas transfronterizas, sin desdear las lealtades de los paisanajes loca-les o nacionales. Los apristas en Mxico no slo impulsaron la construccinde redes intelectuales y polticas, tambin se apoyaron en otras de carcter

    primario que tuvieron que ver con sus matrices culturales de paisanaje,familia y parentesco, as como con las cultivadas en sus espacios de trabajo,estudio y residencia. Obviamente no todos los vnculos o encuentros, ef-meros o no, pueden ser constreidos a las redes sociales y menos a las quehemos acotado a lo largo de estas pginas.

    En este ensayo, las redes intelectuales y polticas del aprismo en Mxicose yuxtapusieron o eslabonaron con otras de menor visibilidad para noso-tros, tales como la masonera, el metodismo, as como con las existentescon intelectuales, corrientes y agrupamientos polticos neoconservadoresmexicanos o no, las cuales seguirn pendientes para futuros estudios. Los

    vnculos de Haya con Gmez Morn iniciados en los aos 1923-1928 siguie-ron gravitando en las explcitas lias de su correspondencia ulterior alperiodo estudiado,1 pero no tenemos la certeza de si fueron reactualizadospor los exiliados apristas. En el caso de Jos Vasconcelos, slo sabemos dela iniciativa del dirigente aprista y connotado escritor Luis Alberto Snchez

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    de publicarle su ensayo Bolivarismo y monrosmo (1934) en la editorialErcilla de Santiago de Chile. Tampoco pudimos ir ms all de los indiciosepistolares que presentaremos en el desarrollo de esta obra acerca de lasrelaciones entre los desterrados apristas y Saturnino Cedillo.

    Estas redes, para ser consideradas como tales, debieron expresarse comoligas relevantes y, por ende, manifestar su regularidad entre los actoresestudiados, es decir, en ese mbito cultural donde la accin poltica y lasideas interactuaban entre s. Salvo ciertas y circunstanciales tensiones decruzamiento, las redes cumplieron la funcin de resellar lealtades, anida-des y solidaridades mltiples a favor de los protagonistas de esta historia.Para los apristas hubo tambin signicativas rupturas de redes, suscitadaspor los giros de la vida poltica en los escenarios transfronterizos en quese movieron. La tarea de desanudar el ovillo de esta historia sumergida ymarginal del exilio peruano durante el Cardenismo no ha sido nada fcily a pesar de sus esfuerzos no logr cubrir todas sus aristas ms signica-tivas. Hemos amarrado o reconstituido algunos hilos que parecan rotoso ajenos entre diversos personajes y organizaciones polticas. Temeraria-mente hemos jugado con la historia lineal y temtica del Comit Aprista deMxico borrando las fronteras nacionales, pero creemos que el saldo nales positivo, ms all de su tenor controversial.

    A lo largo de este texto pasaremos revista al contexto poltico peruanoque llev al aprismo, al comunismo y al socialismo a la clandestinidad y alexilio; al perl y las condiciones de vida y accin poltica de los exiliadosperuanos, con particular referencia a los apristas; a la insercin subalternadel Comit Aprista de Mxico en el proyecto conspirativo que diriga el

    Comit de Chile, con la colaboracin de los Comits Apristas de Bolivia yArgentina. Presentaremos las cargas ideolgicas y simblicas que porta-ban las representaciones sobre Mxico, su Revolucin y el Cardenismo enel imaginario aprista y en el mirador diplomtico peruano del rgimende Benavides. Gradualmente iremos confrontado la trama peruana delconicto entre el exilio y el rgimen excluyente y represor de Benavides.Esta se expres en los espacios pblicos mexicanos, particularmente en sussordas y enconadas batallas por los medios periodsticos y radiales, aunquede estos ltimos slo hemos encontrado indicios, a pesar de su explcitarelevancia. Nuestra investigacin dar cuenta de algunas particularidades

    polticas e ideolgicas propias de los exiliados apristas y sus oponentes, losrepresentantes diplomticos del rgimen de Benavides. Analizaremos lastensiones y virajes del Comit Aprista de Mxico, en los marcos del tejidoorganizacional del aprismo continental y de las redes antiimperialistas delas organizaciones juveniles y partidarias.

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    Por ltimo atravesaremos buena parte de este texto otorgndole visi-bilidad a ciertos pasajes de la cotidianidad poltica del exilio, los cualesemergieron en el curso de un laborioso seguimiento y reconstitucin de lasredes polticas e intelectuales. El rescatar estos hechos, comnmente consi-

    derados insignicantes en las vidas de los protagonistas, lleva a sus lmitesel concepto de cultura poltica, el cual nos permite rearticular sus queha-ceres pblicos y privados, sus expresiones cotidianas y sus persistencias ogiros de sus prcticas y representaciones ideolgicas y polticas.

    Se han incluido en calidad de anexos seis documentos que consideramosvaliosos. Destacan tres cartas inditas de Haya de la Torre directamentearticuladas con la Revolucin mexicana, el Cardenismo y el exilio aprista.Los otros tres anexos, dos cartas y un artculo, versan sobre el momentode ruptura de Trotsky y la IV Internacional con el populismo aprista, tramanunca antes abordada.

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    DELAHEROICALUCHAALBLANDOEXILIO

    El exilio aprista durante el Cardenismo aparece anudado a algunos sedi-mentos polticos que merecen tenerse en cuenta en los mbitos de lasrepresentaciones ideolgicas, las vivencias y las redes de la dirigenciaaprista y de sus amigos mexicanos y latinoamericanos. Sin lugar a dudas,el exilio aprista bajo el Cardenismo no fue el primero, ni tampoco marcel inicio de sus redes ni de sus prcticas ideolgicas y polticas. En sentidoestricto, fue el segundo; el primero lleg en los aos veinte durante losgobiernos de Obregn y Calles, cuando transitaba de las banderas de la

    reforma universitaria a las propias del populismo aprista indoamericano,solventadas por su lectura de la Revolucin mexicana.

    El exilio aprista, al igual que otros, adems de sus obvias liaciones polticas,estuvo marcado por sus seas culturales y nacionales, las que inevitable-mente activaron, en su favor o en su contra, las experiencias y redes msamplias de los mexicanos. As, el exiliado aprista se vio en el espejo de los exi-lios previos, y tambin en el de sus connacionales que transitaron o se arrai-garon en el pas receptor. Por estas razones, la historia de este exilio, al igualque la de otros, no puede dejar de lado el rastreo de las experiencias previasque distan de fungir como coreogrcos antecedentes del mismo, toda vez

    que incidieron en la vida de esta pequea ola de nuevos desterrados.El aprismo peruano no pareca tener cabida poltica en los marcos de lallamada Repblica Aristocrtica. Fue signicativo que tres gobiernos Le-gua, Snchez Cerro y Benavides mandasen a la clandestinidad y/o aldestierro a sus lderes y militantes, tambin a las crceles y a la muerte,siguiendo un parecido periplo a la accidentada vida poltica de los comu-nistas. La trama del martirologio y la crcel hicieron blando el exilio, y elcontraste de estas imgenes fue inducido por la dirigencia aprista, acasopara sembrar culpas en los desterrados, redoblar sus esfuerzos y su disci-plina. El primer hito histrico que eslabon el destierro y el aprismo fue

    relacionado ideolgicamente con la deportacin de Haya de la Torre orde-nada por Legua a nes de 1923.

    Bajo el liderazgo de Haya, la APRA naci entre Londres y Pars, congregandoestudiantes y desterrados peruanos, aunque Mxico tuvo mucho que vercon sus orgenes inventados en 19242 y su primer plan bifronte de accin

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    partidaria en el Per de 1928, entre la rebelin y el sufragio. No por casuali-dad los primeros relatos sobre la experiencia de Haya en el destierro corrie-ron en los aos treinta en la literatura aprista.

    El lder mximo de la APRA posea una visin muy particular del queha-

    cer poltico nacional, el cual anudaba al marco internacional de muchosmodos, ya que consideraba a ste ltimo como su reserva estratgica.Adems de lo anterior, Haya capitalizaba a su favor la presencia de unrelevante capital simblico aprista de tenor transfronterizo o Indoameri-cano, para decirlo con sus propios trminos. El vehculo principal de la pro-yeccin aprista se anc en las redes de sus desterrados y simpatizantes. Lapostura de Haya frente a los desterrados se insert en su excitativa a favorde una estoica adhesin salvacionista al aprismo indoamericano, la cualapareci resumida en su recomendacin general a inicios de 1935:

    No jaraneen, no se sensualicen, no pierdan el tiempo. Organicen el tra-bajo, y los que queden estudien, aprendan, robustzcanse, engrandez-can ms y ms su personalidad que nunca son lo sucientemente grandespara la tarea que tenemos. Convnzanse de que si nosotros no realiza-mos la obra en el Per y en la Amrica, nadie la realizar. Nadie.3

    Haya, el 14 de enero del mismo ao, nuevamente por mediacin de LuisAlberto Snchez, insisti en la misma postura salvacionista, pero con sen-tidos complementarios: DIDEMIPARTEATODOSLOSCC. QUEESPEROQUECUMPLANCONSUDEBERYRESPONDANASUDISCIPLINACADAUNODEBEHACERALGOPORLACAUSAPERO

    ALGOEFECTIVOYHEROICO.4

    Se sobrentiende que el herosmo estaba anudadoal retorno a la lucha en el Per.

    Circularon tambin muchos relatos apristas sobre la heroicidad y el martiro-logio, los cuales fueron anudados y construidos verticalmente, es decir, delos dirigentes a los militantes de base. Los apristas en el destierro saban dela amable suerte de su destino, pero varios de ellos no rehuyeron al riesgodel retorno. Las guras emparentadas y sacralizadas del hroe y el mrtirejercan cierta fascinacin, alimentaban la fervorosa mstica aprista.

    En el curso de la segunda mitad de los aos treinta, la inmolacin del ldercaero Manuel Arvalo, en manos de los policas torturadores y asesinos,

    se erigi en caso paradigmtico. Todos saban que el martirologio apristaestaba vinculado a la lucha militante en el Per, y fue exaltado en el casode los lderes, empezando con el compaero jefe, Vctor Ral Haya de laTorre. El perl heroico se iba dibujando en la penuria y riesgo del accionarclandestino del lder aprista. Al decir de Townsend Escurra:

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    Es casi inconcebible fuera del Per tener una idea aproximada de lo queeste puesto signica de riesgoso. Ser lder de la APRA es vivir en la zozo-bra de los refugios blindados por pechos heroicos de compaeros de lasbrigadas de asalto; es no residir ms que breves das en cada lugar y esca-par de mil maneras misteriosas a la vigilancia policial, en procura de un

    nuevo escondite. Es arriesgarse todos los das en la conspiracin, en losviajes sorpresivos, en el trato oculto con fuerzas que pueden ser adictas.Es dormir a medias y siempre con guardia, presta la mano a desenfundarun revlver y vender cara la vida.5

    En el imaginario de los apristas en el exilio, particularmente de los refu-giados en el Mxico de Lzaro Crdenas, la idea del martirologio estabaasociada a tiempos y lugares especcos: Chan Chan, la conocida zonaarqueolgica prxima a la ciudad de Trujillo, al norte del Per, dondefueron fusilados varios centenares de apristas por el rgimen de Snchez

    Cerro, tras la fallida rebelin y toma de la ciudad en 1932. Por ello, elChan Chan aprista fue objeto de una representacin pictrica de FelipeCosso del Pomar, asilado en Mxico y resimbolizado como vocero clan-destino de la jefatura del Partido Aprista Peruano. El cuadro de Cossodel Pomar fue reproducido en miniatura en la revista Trinchera Apristaen julio de 1938.

    Las prisiones formaban otros escenarios propicios para el martirologio,como las reiteradamente denunciadas en relatos e imgenes por los exilia-dos apristas en diversos pases, Mxico incluido: las casamatas de la forta-leza colonial Real Felipe, en el puerto de El Callao; la temible isla penal

    de El Frontn; la penitenciara de Lima; el penal selvtico; entre otros. Alrespecto, Guillermo Vegas Len, miembro del Comit Aprista de Mxico,abri juego a su propia representacin de la isla penal en un texto escritoen febrero de 1938 y publicado dos meses ms tarde en la revista Claridadde Buenos Aires. Para aproximarnos a la dimensin simblica que regis-tran las palabras de Vegas Len, recordemos que la isla, en el imaginariooccidental y cristiano, al igual que el desierto y la selva, ha sido signicadocomo un lugar de expiacin: All, en el Frontn, mil quinientos apristas

    purican y gestan un nuevo Per.6

    El halo de religiosidad poltica de raz cristiana, que atravesaba las repre-

    sentaciones sobre las experiencias carcelarias de los militantes apristas, sehizo ms explcita en otro pasaje del artculo de Vegas Len acerca delmartirologio en la excepcional cotidianidad de la isla y en el elocuentelema de la hermandad aprista:

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    Siempre largos, montonos, asesinos. Mas el alma los acoge esperanza-damente, con rmeza. Nunca decae la fe. Siempre, en dolor y sobre l, seacrecienta la indesmayable voluntad de vencer.

    Se entra y se sale de la ergstula, cuando se sale. La rotacin se cumple sincesar. El martirio slo bordea el sentimiento. Jams doblega la conciencia.

    El Frontn, peasco de todas las torturas y de todas las angustias, esescuela formidable de superacin. Todos unidos y solidarios en la lucha yen la muerte, lo viven meses y aos, sin condena, sin n. Nada amilana,todo fortalece, seguros que de nuestra resistencia depender la derrotadel oprobio.

    Los que salen, siempre a luchar, dejan, con el pesar de la partida, unapromesa. Promesa responsable, promesa aprista, que cumplimos connuestro lema: En el dolor hermanos; en la lucha, hermanos; en la victo-ria, hermanos.7

    Sabido es que el pathos en sus diversas expresiones (odios, nostalgias,quereres) aparece en la vida militante. En los apristas no fue la excepcin.Entre ellos se expandi un abanico ritual que cohesionaba su organizaciny potenciaba su quehacer poltico. Su recurrente frase: en el dolor herma-nos, no fue el nico vehculo que signic a la emocionalidad militante;un abanico de sentidos de mayor positividad anmica fue explcito y circulen el lema aprista reriendo las emociones fuertes que acompaaron susluchas y victorias polticas. Para los exiliados apristas, a la carencia del des-arraigo, se sum la frecuente prdida del compaero conocido, emparen-tado o del que escucharon hablar, la cual potenci el temor y la lia que

    atravesaron sus relatos, sus ancdotas, su vida misma.Desde Mxico, un joven aprista, oculto bajo el pseudnimo de Juan Chi-cama, public en 1937 un artculo sobre la muerte del dirigente Jos de laFuente @ Islay, en la isla penal El Frontn, en un fallido intento de fuga anado. Fuentes fue llamado por el autor el Prometeo peruano, a quienconoci, y conesa que con su desaparicin senta perderse algo de mmismo. En el texto de Chicama apareci una visin de la muerte y sus atri-butos simblicos, la cual gravit con fuerza en el imaginario aprista dentroy fuera del Per (el nmero de apristas muertos, a partir de 1931, se elevconsiderablemente para 1937). Este cdigo cultural le permiti a Chicamauna reelaboracin de sus duelos polticos recurrentes, as como la sublima-cin de sus sentidas congojas:

    No es que la muerte de un aprista sea un hecho sorpresivo en el Per.Quienes como Islay se enrolaron al APRA decididos al sacricio, viven espe-

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    rndola con espera despreocupada de la zozobra hecha hbito. Para losque embarcados en la revolucin peruana le brindamos nuestra vida, laofrenda de la muerte la hemos visto tantas veces cara a cara puedeser tan solo una culminacin. Por ello no me conduelo. S que Islay seinmol jubilosamente con la sonrisa a or de labio, en un afn supremo

    de liberacin. Lejos de mi empaar su heroico gesto con un pblicolamento que no cabe. Sea tan slo un recuerdo fraterno y un juramentode rearmacin.8

    Las imgenes duras y sentidas de la heroicidad y el martirologio que gra-vitaban en el imaginario de los integrantes del Comit Aprista de Mxico,fueron mostradas como preciado capital simblico en todo acto pblico,en todo medio grco o de otro tipo. Por lo mismo, sus representacionesdel retorno, las pblicas y las inconfesas, debieron estar signadas por sen-timientos contradictorios. Hubo otros casos de dolorosas prdidas apristas

    entre los intersticios de la vida privada y militante. Fue el caso del decesode Lica y con l la prdida del ansiado hijo: la esposa del dirigenteaprista Antonio Saco, fue consumida por el paludismo bajo condicionesde embarazo. Saco testimoni su dolorosa experiencia, su doble prdida,desde el universo militante:

    [A Lica, RMB]. . . los mdicos de la clnica recomendaron que se le hicierantransfusiones de sangre. En vista de que la ma no era compatible, misbuenos compaeros ofrecieron la suya. El c. Fernando Len de Viveroresult elegido y con generosidad de la que guardo memoria imborrable

    hizo la donacin requerida. Desgraciadamente las transfusiones no pro-dujeron efecto alguno. Mi inolvidable mujer volvi a entrar en coma y alsegundo da de estar en la clnica, siempre en estado inconsciente, perdila criatura que llevaba en sus entraas desde haca tres meses. Al mediarel da siguiente, o sea, el 19 de diciembre de 1937, Lica falleci.9

    En los hechos, el exilio aprista en Mxico no fue tan muelle como lo pintinteresadamente Haya. Supo de penurias cotidianas y militantes durante elrgimen de Lzaro Crdenas y de sentidas prdidas que no necesariamenteentraban en la lgica del martirologio. La nostalgia por el terruo tena sus

    riesgos y compromisos vitales y algunas sombras: los rostros de la muerte,la defeccin, la ruptura, la enfermedad, la escasez de recursos econmicos,la penuria personal y familiar.

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    AUSENCIASYPRESENCIASDELEXILIOYLADIPLOMACIA

    Resulta relevante reiterar que el exilio aprista durante los aos veintehaba dejado honda huella en los escenarios mexicanos, en buena medidagracias a la presencia de Vctor Ral Haya de la Torre. En Mxico, el lderaprista vivi el equivalente de uno de los casi siete aos de destierro quepadeci durante el gobierno de Augusto B. Legua. Fue acogido en dosmomentos polticos diferenciados. Nos referimos a los regmenes de lvaroObregn y Plutarco Elas Calles y a su propio quehacer intelectual y polticoen Mxico. El primero, entre mediados de noviembre de 1923 y nes de

    mayo de 1924, y el segundo, entre diciembre de 1927 y mayo de 1928. Haya,en el curso de su segunda estancia, logr la conformacin de la clulaaprista de Mxico y el controvertido lanzamiento del Partido NacionalistaLibertador del Per, fuera de dos paralelas y sonadas polmicas sostenidascon Jos Carlos Maritegui y Julio Antonio Mella en torno al carcter y pro-yeccin ideopoltica de la APRA en el Per e Indoamrica. Los cinco ejes quecentraron los debates fueron: el partido, el frente nico, la revolucin y elantiimperialismo latinoamericano y, por ltimo, la Internacional.

    Iniciada la dcada de los treinta, hubo notoria ausencia de los exiliadosapristas en Mxico; se haban involucrado en la lgica poltica y cultural

    del retorno, tras el derrocamiento de Legua en agosto de 1930 y la fun-dacin de Partido Aprista Peruano el 11 de septiembre del mismo ao. Sinembargo, de los apristas que retornaron al Per, Haya de la Torre y CarlosManuel Cox no dejaron desplomar todas sus redes mexicanas intelectualesy polticas, gracias a que sostuvieron ocasionales y simblicos intercambiosde cartas y publicaciones de diferente ndole, incluidos, por supuesto, losde tenor poltico. En ese interregno entre los dos exilios apristas, fue fre-cuente que los mexicanos correspondiesen con pblicos gestos de solida-ridad cuando los amigos o conocidos peruanos fueron objeto de agraviospolticos.

    Huellas de lo anterior aparecieron en las revistas mexicanas Crisol yFuturo. En la primera gur una colaboracin de Carlos Manuel Cox,en enero de 1931,10 la cual fue acompaada de una nota de solidaridadperiodstica y una alusin a un cable dirigido al presidente Snchez Cerroa favor de la libertad del peruano que acababa de ser detenido; ambas

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    fueron suscritas por el Bloque Obrero Intelectual de Mxico, al cual Coxperteneci durante su exilio en Mxico.11 Le siguieron en la misma revista,entre noviembre de 1931 y octubre de 1932, dos colaboraciones del mismoCox y una de Haya de la Torre. 12 Cox, entre otros dirigentes apristas,

    haban sido deportados en el mes de febrero de 1932 a Panam. Es posi-ble que mientras Luis Alberto Snchez viajaba a La Habana,13 Cox hubiesepreferido optar por un breve y segundo asilo en Mxico, as lo sugiere lanota de la revista mexicana Crisolcorrespondiente al mes de septiembrey que acompaa su artculo sobre el Huertismo peruano. Dice al calce:Diputado al Congreso Constituyente del Per actualmente exilado enMxico.14 La analoga a la que apel Cox para homologar a SnchezCerro con la repudiada asonada conservadora del huertismo en Mxicofue manejada con habilidad; el autor supo trazar un paralelo de los vai-venes y diferencias entre liberales y conservadores peruanos y mexicanos.El artculo, an siendo controversial, dist de ser un artculo panetario

    y de lgica reduccionista,La ruptura de relaciones diplomticas entre los gobiernos de Mxico y elPer, el 11 de mayo de 1932, fungiendo Juan G. Cabral y Gilberto Owencomo representantes diplomticos mexicanos en Lima, tambin incidien las relaciones entre ambos pueblos y sus lites polticas emergentes.El rgimen de Snchez Cerro sostuvo la existencia de un presunto vnculode proteccin de los diplomticos mexicanos con el entonces perseguidolder aprista. Las evidencias que present la Cancillera peruana fueron unacarta de Haya, fechada el 22 de septiembre de 1929 en Berln y dirigida aMaritegui en los marcos de una conocida polmica, y el hecho de que

    Haya, al ser detenido, el 6 de mayo de 1932, se encontrase en una casa con-tigua y comunicada con la legacin de Mxico.15

    El espejo del primer exilio haba vuelto a escena: cmo una carta de 1929poda ser usada como prueba de la triangulacin diplomtica mexicanatres aos despus y bajo gobiernos distintos, y una fase de legalidad delPartido Aprista de por medio entre 1930 y parte de 1931? El gobiernoperuano supona una lnea de continuidad en la diplomacia mexicana detonos injerencistas a favor de la seccin peruana de la APRA, lo cual era unaexageracin: confunda las simpatas de algunos diplomticos mexicanoscon una poltica de Estado. Por su lado, la Cancillera mexicana y el propio

    Presidente desmintieron los cargos y sealaron que se trataba de un actounilateral e infundado del gobierno peruano.16 Sin embargo, existen indi-cios para suponer que Gilberto Owen realiz el papel de intermediario enel caso de Haya de la Torre, y que el propio Moiss Senz, comisionado porla SEP para estudiar la cuestin indgena en el Per, haban tenido lazos

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    comprometedores con Haya de la Torre. Moiss Senz al respecto dijo losuyo en enero de 1932 a Heliodoro Valle:

    Snchez Cerro acaba de reelegirse; el sabe qu el gobierno de Mxico letiene muy poca simpata y sin duda conoce lo que merece, por cierto. Porotra parte l sabe que terreno piso yo y no se le puede ocultar que missimpatas estn con el Aprismo y Haya de la Torre. Al llegar a Lima, yo nopude hacer otra cosa que conectarme con el elemento joven revolucio-nario, con la Universidad que tambin es revolucionaria y que est en laslistas negras del gobierno y en general con las gentes del grupo contrarioa l.17

    Coincidiendo con la estancia de Senz en el Per, algunas muestras delas redes mexicanas del aprismo fueron hechas visibles; as lo refrenda la

    publicacin de un artculo de Vicente Lombardo Toledano presidiendola edicin de la revista APRAde enero de 1932.18 Serafn Delmar, el direc-tor del semanario APRA, estuvo exiliado en Mxico a nes de los aosveinte y se comportaba como un entusiasta admirador de la Revolucinmexicana,19 adems de un activo dinamizador de las redes intelectualesy polticas peruano-mexica-nas. Tres meses antes, la revista APRA en art-culo no rmado y alusivo al aniversario patrio mexicano, testimoniaba larecepcin del ejemplo revolucionario de ese pas en el imaginario aprista,redimensionado por la experiencia del exilio de sus lderes entre los aos1923-1930.

    El proceso de polarizacin interna y sus repercusiones diplomticas deberser contextualizado para otorgarle sentido. La curva de la crisis econ-mica, social y poltica que vivi el Per haba sido agudizada por el crackburstil de Nueva York de 1929 y pareca llegar a pisar fondo en 1933 deun modo diferente al mexicano y con mayores impactos autoritarios en elplano poltico. A trece meses del primer y fallido atentado contra la vidadel presidente Luis Snchez Cerro promovido por el PAP, ste cay abatidoa disparos un 30 de abril de 1933 a la salida del hipdromo, a manos deAbelardo Mendoza Leiva, un comando aprista que muri en la accin. Esemismo da, el Congreso cubri el vaco presidencial al designar al GeneralOscar R. Benavides para que concluyese el mandato del periodo guberna-

    mental que expirara a mediados de 1936. El pas viva bajo circunstanciasespeciales signadas por el conicto limtrofe con Colombia, que no admi-ta vacos de poder, mientras la prdica aprista se pronunciaba contra laguerra. Quince das ms tarde, el gobierno de Benavides pact el cese dehostilidades y un controversial acuerdo de lmites con Colombia.

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    El nuevo gobierno de Benavides lanz la proclama de paz y concordiafrente al legado de la represin sanchezcerrista contra la APRA, contandoinicialmente con el apoyo de la agrupacin poltica conservadora que leera afn, la Unin Revolucionaria. As, Benavides decidi otorgar, con el

    respaldo de un Congreso mutilado, una ley de amnista poltica selectivapor la que el 8 de agosto de 1933, el mismo da de su promulgacin, fueliberado el lder de la APRA y del Partido Aprista Peruano (PAP), Haya de laTorre.20 Sin embargo, el rgimen de Benavides mantuvo la Ley de Emer-gencia y se opuso a que los 23 representantes apristas ante el Congresofuesen reintegrados a sus curules. En cambio, se permiti, a partir del mesde octubre, la reapertura de los locales apristas y la actividad pblica de suslderes, militantes y simpatizantes.

    En ese contexto, el protector de Haya durante su primer exilio, Jos Vascon-celos, dirigi un mensaje solidario a los apristas: Me complace aprovecharlas columnas de la revista APRA para dirigir un saludo a mis viejos amigosde la epopeya peruana por la libertad,21 aunque con especial referenciaa la juventud. Carecemos de datos sobre quin fue el mediador aprista enMxico para conseguir la adhesin de Vasconcelos, lo que s queda claro esque el mensaje del lsofo mexicano apunt, en primer lugar, sus baterasideolgicas contra el bolchevismo, coincidiendo as con el aprismo.

    Haya insista en una lectura relativista del marxismo aplicada al contextoindoamericano, sin renunciar a la fobia antisovitica y, por ende, anticom-internista, que comenz a profesar a partir de 1927.22 La recepcin del men-saje de Vasconcelos por parte de las corrientes indigenistas del aprismoperuano no debi ser muy complaciente, debieron padecer sus inama-

    dos ataques contra el aztequismo e incasmo, as como su acendradadefensa del catolicismo neoconservador.

    La presencia de Vasconcelos en los medios apristas no fue ms que unsntoma relevante del proceso de reactivacin de sus redes intelectuales ypolticas peruano-mexicanas. No es casual que desde Lima, el 26 de octubrede 1933, Edmundo Haya de la Torre, hermano de Vctor Ral y militanteaprista, le escribiese una carta a Rafael Heliodoro Valle, quien haca sentirel peso de su pluma desde las pginas de diario Exclsior, dndole cuentade la situacin peruana, signada por la amnista, el proceso de reagrupa-miento de la militancia y la vuelta a la ilegalidad. El cierre de la carta

    revela interlneas, su inters en la prensa mexicana, as le pide al escritorhondureo: Le ruego dar mis recuerdos a los amigos de la prensa23 Aprincipios de diciembre, la respuesta de Valle a Edmundo Haya de la Torre,refrenda el inters del aprismo por encontrar eco en Mxico, as le dice:He comenzado a recibir prensa aprista. . . que todo marche bien y de que

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    ustedes hagan la Revolucin en el Per. Dgale a Vctor Ral que ahorams que nunca considero muy ventajosa la situacin de su partido.24 Elescritor al mismo tiempo consider oportuno expresar, en dicha carta, unacrtica al aprismo, particularmente en lo que concierne a Cuba, conside-

    rando su perl indoamericano : Deploro que ocialmente deseen queGrau San Martn no se consolide y que alaben situaciones polticas de otrospases, que se parecen mucho al que ustedes tratan de transformar.25 Enrealidad, esa crtica parece que fue infundada con respecto a la revistaAPRA, el vocero peruano de la agrupacin liderada por Haya de la Torre,26no as a la distancia asumida en ese momento por el recin constituidoPartido Aprista Cubano.27 Considerando que con la misma fecha Valle ledirigi a Edmundo Haya una carta de presentacin a favor del historiadornorteamericano Frank Tannenbaum28 es posible que haya sido el portadorde ambas burlando potenciales censuras postales. La presentacin de Tan-nenbaum no pareci ser circunstancial, creemos que Valle apunt ms all

    de sus propias motivaciones personales, a su manera, a expandir las redesintelectuales del aprismo en los Estados Unidos, las cuales se realizarondesde la revista Nueva Democracia en cuyo consejo editorial guraba JohnMacKay conocido por su cercana a Haya de la Torre y que diriga SamuelGuy Inman,29 todos vinculados a compartidas redes intelectuales mexicanasy peruanas.

    En enero de 1934, Cox mand una colaboracin a la revista Futuro deMxico, dirigida por Lombardo Toledano, la cual sali publicada alsiguiente mes.30 Tambin anex un libro suyo sobre el imperialismo, el cualera portador de una elocuente dedicatoria que rezaba as: Al compaero

    Vicente Lombardo Toledano, valeroso y capaz director del movimientorenovador mexicano de los trabajadores manuales e intelectuales, home-naje de amistad y simpata.31 Lombardo no fue insensible al drama apristaperuano y en particular de su lder Haya de la Torre, amigo suyo, segn lorevela uno de sus artculos de combate.32

    El remanso poltico peruano dur poco menos de cuatro meses: en febrerode 1934 fueron nuevamente clausurados los locales apristas: sus demandasresultaban excesivas para el nuevo rgimen pro oligrquico. Por ello, nofue casual que la respuesta aprista al rgimen de Benavides se endureciese,situndose en los marcos de la accin clandestina y la propaganda armada.

    Del lado de Benavides, la poltica exterior peruana hacia Mxico asumi unsesgo distinto al de Snchez Cerro, aunque se ajustase con mayor centrali-dad a las preocupaciones de orden interno del pas andino.

    La APRA en el exterior era un serio problema para el gobierno ya que eraalgo ms que su expresin peruana, pero no justicaba mantener la sus-

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    pensin de las relaciones diplomticas con Mxico, adems stas deban sermejoradas a raz del conicto fronterizo peruano-colombiano en la selvaamaznica. A poco ms de un ao se volvieron a reanudar las relacionesdiplomticas peruano-mexicanas gracias a la mediacin espaola a cargo

    del canciller Luiz de Zulueta, y el papel desempeado por los funcionariosmexicanos Genaro Estrada, Embajador en Espaa, y Jos Manuel Puig,canciller. Todo indicaba que corra una buena disposicin de los gobiernosde Oscar R. Benavides y de Abelardo Rodrguez en favor del proceso dereanudacin diplomtica. As, entre el 23 y 27 de junio de 1933 ambos man-datarios se congratularon mutuamente de tal logro.33 Un mes ms tarde,Juan Manuel lvarez del Castillo asumi la representacin de la Legacinmexicana. Del lado peruano, hizo lo propio en Mxico Rafael Belande.La primera misin de Belande consisti en solicitarle al canciller Puig lamediacin mexicana a favor de la prrroga de la administracin brasileade Leticia, zona de disputa fronteriza con Colombia. No tuvo xito. Su

    peticin fue desatendida por no considerarse viable,34 pero no lleg aafectar el curso de las relaciones diplomticas. Estas ltimas fueron simb-licamente recordadas a travs de una recproca donacin de las estatuasMiguel Hidalgo y Ramn Castilla,35 vinculadas a la moda de los inventadosrituales cvicos transfronterizos. lvarez del Castillo, en septiembre de1934, present su renuncia ante el inminente cambio de gobierno a favorde Lzaro Crdenas, pero ste no se la acept raticndolo en el cargo.36

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    LADUALIDADPOLTICADELCARDENISMOFRENTEALEXILIO

    An bajo el breve interregno de suras polticas y diplomticas entreMxico y el Per, los ecos de la propaganda aprista y sus redes polticase intelectuales con sus pares mexicanos y latinoamericanos se mantuvie-ron activos o latentes. As, a nes de 1934, y con motivo del primer men-saje presidencial de Lzaro Crdenas, Columbus, la novsima agencia denoticias del aprismo continental, resumi y divulg lo que consider losaspectos sustantivos de su programa de gobierno, as como sus propiascoincidencias y expectativas polticas, ya que entrando . . .concretamente

    al problema econmico coincide con el Plan del Aprismo.37 La AgenciaColumbus sigui difundiendo los avances cardenistas con cierta periodici-dad a travs de su informativo semanal Panorama Latino Americano.

    En ese momento poltico hubo un sorpresivo giro de parte del tradicionaladversario del PAP y enemigo del rgimen de Benavides, el Partido Comu-nista del Per. El 27 de noviembre de 1934, el PC haba lanzado un llamadoa la unidad con los trabajadores apristas en favor de un remozado Frentenico de Lucha, el cual daba seas de comenzar a dejar atrs la lneadura de clase contra clase, as como su campaa contra el aprismo bur-gus y social-fascista. El PAP desoy tal convocatoria.38 El proyectado

    frente exclua a los dirigentes, y ello mantuvo en su dirigencia muy vivaslas heridas, las fobias y la desconanza hacia el comunismo. De otro lado,el aprismo cargaba, a pesar suyo, el estigma ocial de ser comunista, endi-lgado por el gobierno de Legua, a partir de 1927 hasta su cada en agostode 1930. Posteriormente, Snchez Cerro lo retom de 1931 hasta su muertepor accin aprista en 1933, y Benavides lo relanz hacia mediados de 1934y hasta el n de su gobierno. As, el comunismo devino en nueva espina enel anco izquierdo de la APRA dentro y fuera del Per.

    La contienda del aprismo con Benavides pronto tom sesgos transfron-terizos. Desde Mxico, el diplomtico peruano Rafael Belande, el 22 de

    febrero de 1934, inform con preocupacin a la Cancillera de su pas quelos diarios El Universaly El Nacionalhaban reproducido un comunicadoaprista proporcionado por los cables de la agencia de noticias PrensaUnida. Belande agreg que haba optado por enviar a los mismos diariosfragmentos del discurso radial del presidente Benavides con motivo del

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    intelectuales con que contaba y que iban del callismo al lombardismo, msque al emergente cardenismo. Haya prefera que Cox quedase integradoen la lucha clandestina, lo que no contrariaba su inters en Mxico, conside-rando su presencia geopoltica en la regin, adems de sus probadas que-

    rencias y propias redes. Pero claro, en la lgica del proyecto poltico para elexterior, el lanzamiento del Comit Aprista de Mxico qued subordinadoa la cadena de mando que pasaba de Chile al Per, de Luis Alberto Sncheza Vctor Ral Haya de la Torre. En un segundo momento, ms ajustado a unplan insurreccional aprista, la gura del Coronel Csar Pardo, radicado enValparaso, pas a scalizar al Comit Aprista de Mxico.

    A partir de 1935, Luis Alberto Snchez desde Santiago de Chile y en coor-dinacin con Haya de la Torre inici la labor de reconstituir y ampliar lasredes mexicanas con nes de solidaridad a favor del aprismo en el Per,que empezaba a vivir una nueva etapa de persecucin y clandestinidad.Bajo ese contexto, la nueva oleada del exilio aprista peruano, sumandola de un pequeo pero signicativo contingente de apristas cubanos, sebeneci del trabajo de Snchez y del marco expansivo del derecho deasilo del rgimen de Lzaro Crdenas.

    En mayo de 1935 se edit en Mxico una revista de nombre APRA, en dondeel lema aprista de 1926, contra el imperialismo yanqui, omita la ltimapalabra, cediendo, por un lado, a las crticas cominternistas que acusabanal aprismo de servir a otro imperialismo, el britnico, y, por el otro, sen-tando una nueva premisa para ir rearmando su lectura sobre el fascismoy el imperialismo en el agitado periodo de entreguerras.41 Sin embargo,como perspicazmente lo ha anotado el historiador Kantor, la iconografa

    del momento hizo prevalecer la tradicin antiyanqui del aprismo auroral.As, el mismo nmero de la revista APRAcontiene un dibujo en donde elimperialismo yanqui aparece representado por la malignidad de una ser-piente que devora a la isla de Cuba.42 Dos circunstancias coadyuvaron a sos-tener la orientacin antiimperialista yanqui entre los desterrados peruanosen Mxico: la primera signicada por la poltica nacionalista de Crdenas,cuya radicalidad comenzaba a dar sus primeros despuntes frente a su granvecino del norte, y la segunda, gracias a su inters y adhesin a favor de lacausa independentista en Puerto Rico, liderada por Albizu Campos.

    Otro hecho a destacar es que el exilio aprista no renunci a los frreos

    cnones organizativos del aprismo, los cuales contemplaban algunasnormas de clandestinidad a las que ya estaban acostumbrados en el Per,particularmente, en lo que concierne a la conservacin de pseudnimos an de reducir los mrgenes de riesgo de sus proyectos conspirativos, perotambin al uso de diversos cdigos para cifrar sus mensajes epistolares,

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    telegrcos o telefnicos. Tal situacin complic, a veces, nuestra consultay registro de la correspondencia aprista, aunque fue compensada por la yapublicada sobre el Comit Aprista de Chile, la cual contiene valiosas notascrticas y el desciframiento de los sentidos hermticos de algunos relevan-

    tes mensajes.43

    El involucramiento de los apristas en Mxico con el plan conspirativo delCAP de Chile para derrocar por la va insurreccional al general Benavidesintent ser situado en el terreno econmico, es decir, del nanciamientode la compra de armas, ms que el de la propaganda. Sin embargo, las con-diciones reales del CAP de Mxico no se ajustaron a las expectativas cifradas.El cardenismo no estaba dispuesto a reeditar con los peruanos los intere-sados y fallidos apoyos del obregonismo y del callismo a los venezolanos ycubanos.

    La campaa econmica de los Comits apristas fuera del Per estaba des-

    tinada principalmente a la adquisicin de armas en Mxico y/o a travsdel gobierno boliviano, el cual contaba con los excedentes legados porla Guerra del Chaco. Las expectativas sobre los recursos procedentes deMxico carecieron de fundamento. El gobierno mexicano, si en algnmomento consider esa posibilidad, la desestim pronto, considerandoacaso la inviabilidad insurreccional al haberse ltrado la informacin a losmedios gubernamentales peruanos.

    Rada, en su informe reservado a la Cancillera peruana, concluy que eraLombardo Toledano el principal sostn y apoyo de . . . la poltica aprista

    y mantiene con sus leaders intensa relacin, como con todos los exiliados

    izquierdistas del continente.44

    Por lo anterior, no result casual que algu-nos meses despus Rafael Belande, en ocio dirigido al canciller peruanocon fecha 17 de mayo de 1937, insistiese, con motivo de su entrevista conel presidente Crdenas, sobre la viabilidad de mejorar las relaciones bila-terales entre ambos pases, elogiara su gestin gubernamental y viera conbuenos ojos su llamamiento del 15 de mayo. De ah se desprendi su juicio:. . .que todos los sectores secunden su poltica de amplsimo respeto alrgimen interior de cada uno de los pueblos de la tierra, como medio deestrechar las relaciones con sus respectivos Gobiernos.45 Tambin animabaal diplomtico peruano la formal disposicin que le manifest el GeneralEduardo Hay, titular de la Cancillera mexicana, para la elevacin simult-

    nea a rango de embajadas a las legaciones de Mxico y Per.Para Belande seran altamente beneciosas las embajadas, las que defen-di con sus cuatro razones: 1) del lado peruano, la representacin nacio-nal se colocara a la altura de las cinco legaciones ya acreditadas comoembajadas latinoamericanas: Argentina, Brasil, Cuba, Chile y Guatemala,

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    armando as su condicin de interlocutor privilegiado; 2) la ventaja deobservar mejor el espejo mexicano, dados los anlogos problemas socia-les y polticos, y su ubicacin geopoltica, dada su vecindad con los Esta-dos Unidos; 3) al tener Mxico una creciente y relevante injerencia en la

    poltica internacional, al Per le convena mejorar dicha relacin porquele abrira ms espacios diplomticos, y 4) el diplomtico consideraba quehaba sedimentado un malestar diplomtico en Mxico por la ruptura derelaciones bilaterales en 1932, por lo que: debe desaparecer por entero,

    y el medio de lograrlo, no puede ser otro que la elevacin del rango de larepresentacin, prueba elocuente de la estimacin de Nacin a Nacin y deGobierno a Gobierno y del carcter estrictamente personal que tuvo dichoincidente.46

    Belande no escatim esfuerzos en magnicar su labor ante la Cancillerade su pas: frecuentaba a las autoridades de relaciones exteriores y algunasotras del gobierno cardenista, y pona mucho nfasis en sus vnculos conlos directores de los principales diarios y revistas nacionales y con algunosintelectuales y periodistas mexicanos. Eventualmente, daba conferenciasen la Sociedad Mexicana de Geografa y Estadstica, como la dictada el27 de julio de 1937 sobre El Progreso del Per, exaltando la gestin delpresidente Benavides. El embajador se congratulaba que hubiesen asistidoa escuchar su disertacin Luis Cabrera y Antonio Prez Verda, y que el Lic.Toribio Esquivel Obregn lo hubiese invitado a volverla a exponer ante laAcademia Mexicana de Jurisprudencia y Legislacin.47

    Con motivo de las estas patrias, Belande le escribi muy emocionadoal Ministro del ramo de haber recibido un excepcional gesto de cortesa

    mexicana, propio del General Francisco J. Mgica, Secretario de Comu-nicaciones y Transportes y cabeza visible del ala izquierda del rgimen.Mgica, el 28 de julio, aniversario de la Independencia del Per, mandunos mariachis a las siete de la maana para que le cantasen las maanitasal embajador peruano. Belande, en su informe al Canciller, seal que elGeneral Mgica: con esa muestra de su amabilidad, ha testimoniado unavez ms su simpata por el Per y su amistad por el suscrito.48 El diplom-tico exageraba, no exista tal amistad con Mgica, pero s el excepcionalgesto de cortesa.

    Belande continu celebrando en el Palacio de Bellas de Artes las estas

    patrias. El homenaje fue cumplido por los maestros y alumnos de la EscuelaRepblica del Per y por los mariachis remitidos por el General Mgica. Enla tarde se llenaron los salones de la Embajada con 400 personas, comonunca antes lo haba hecho. Entre los asistentes destacaba la presencia delGeneral Hay y su esposa. Belande fue claro al decir que se: . . . impona,

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    en mi concepto, hacer algo excepcional este aniversario, por ser el primeroque celebra la representacin diplomtica del Per en su nueva catego-ra de Embajada. Adems de ello, como lo hace explcito el embajador,quera retribuir las atenciones recibidas a su retorno cuatro meses atrs por

    las autoridades mexicanas.49

    ste nada dijo de la accin aprista con motivode las festividades patrias del Per, al parecer no deseaba que se mezclaranlos logros con las afrentas, ni que llegaran a la Cancillera las primeras.

    A un mes de distancia, Belande dedujo que era buen tiempo para infor-mar de la que consideraba malediciente antipatritica campaa apristaen Mxico, favorecida por las circunstancias propicias que el medio lesofrece, contrariando, en alguna medida, su anterior informe. Los apristashaban colocado una corona oral en el monumento a don Benito Jurezcon las siglas de la organizacin y movilizaron a los estudiantes america-nos de la Universidad Obrera para que me hicieran una peticin abogando

    por la Ley de Amnista.50

    En esos momentos, la hbil labor diplomtica de Belande tuvo eco posi-tivo en la Cancillera peruana, toda vez que ste se sinti facultado aconverger en la misma direccin que la Cancillera mexicana. Belanderecurri al ritual de la condecoracin ocial de la Orden del Sol, la msalta distincin gubernamental peruana, a favor del presidente Lzaro Cr-denas. El simblico intercambio de condecoraciones alcanz ms tarde aotros diplomticos peruanos. As, Jos Jacinto Rada report haber recibidola orden del guila Azteca en marzo de 1938,51 y Alfredo Correa Elas, enabril de 1939.52 A nes de 1939, la administracin Hay reparti diversas con-decoraciones de la Orden Azteca: al presidente del Per, Oscar R. Benavi-

    des, en grado collar, y otros grados a sus cinco ms cercanos colaboradoresen poltica exterior, sin olvidar a Rafael Belande, el embajador peruanoacreditado en Mxico.53

    No obstante lo anterior, la direccin aprista volvi a reactualizar su pro-yecto de lograr el apoyo del general Crdenas en favor de la conspiracinaprista a mediados de 1939. En esta oportunidad, la direccin aprista aposta valerse del general Jenaro Amezcua para llegar a Crdenas. Amezcuahaba colaborado con los apristas y en particular con Haya de la Torredurante la primera mitad del ao 1928 con miras a organizar una expedi-cin revolucionaria peruano-mexicana para derrocar al en ese entonces

    presidente Legua. As las cosas, el 14 de junio de 1939 el coronel Pardoen comunicacin epistolar dirigida a Herclides Lanegra, dirigente del CAPde Mxico, se le haca constar que en el curso de la siguiente semana lellegara la carta para el presidente Crdenas, la cual le debera ser entre-gada personalmente por Jenaro Amezcua.54 Aunque no hemos encontrado

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    informacin adicional, es presumible que tal carta hubiese sido entregadaa Crdenas, y que nuevamente los apristas hayan sido objeto de unasegunda negativa. A nes de 1938, el asunto de la ayuda nanciera a laconspiracin aprista haba vuelto a reaparecer en el escenario mexicano, lo

    prueba la circulacin de bonos de 100 dlares que haba remitido el coro-nel Pardo desde Chile al CAP de Mxico.55 Es posible que la carta dirigidaal presidente Crdenas hubiese contemplado el asunto de nanciamientoentre otros puntos que desconocemos.

    Bajo ese contexto, debemos reparar en el mirador aprista acerca de lasrelaciones diplomticas bilaterales entre Mxico y el Per. stas pusieronen evidencia un campo de tensin para los apristas, alimentado por el dif-cil eslabonamiento entre la Doctrina Estrada y la discrecional aplicacin delderecho de asilo, pero tambin por la lgica diferencial que el gobiernomexicano otorg al exilio peruano frente al cubano o al europeo. La coor-denada geopoltica que haban trazado los Estados Unidos de proteccinde sus intereses en Amrica Latina no poda ser fcilmente contrariada porMxico ms all de su territorio. Recurdese que desde inicios de 1937, aldecir de Luis Gonzlez, la temperatura del problema petrolero lleg a

    punto de hervor, y no se diga despus de 18 de marzo de 1938 al promul-garse su expropiacin.56

    El CAP de Mxico comprometido en el proyecto conspirativo contra Bena-vides que orquestaba desde Chile recibi la directiva de solicitar el apoyodel gobierno mexicano, y en funcin de ello acentu su simblica adhesinpblica, siendo celebrado y magnicado por el vocero ocial del PartidoAprista Peruano:

    Acaba de producirse en el gran pas azteca un hecho simblico quereviste gran signicacin para el futuro de nuestros pueblos indoame-ricanos. Con ocasin de la gran manifestacin popular que se realiz enla capital federal como adhesin y fervoroso apoyo a la enrgica polticanacionalista del presidente Crdenas, la bandera de la APRA ame a lacabeza de uno de los tres grandes grupos en que se dividi el comiciomexicano. Al aparecer el signo aprista se levantaron, como movidas porun resorte elctrico, millares y millares de manos para saludar el smbolode nuestra redencin anti-imperialista, cuyo primer paso acaba de darlo

    el presidente mexicano con ejemplar energa.57

    El CAP de Mxico convoc a la publicitada Cena de los Desterrados en elManhattan, un conocido restaurante capitalino, en homenaje a Vctor RalHaya de la Torre y al presidente Lzaro Crdenas, a la que concurrieron

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    diversas guras polticas e intelectuales del cardenismo.58 Las redes apris-tas abran su abanico en el espectro mexicano quizs en la perspectiva delograr mayor visibilidad poltica y potenciar su capacidad de interlocucinfrente al gobierno del general Crdenas. Bajo ese horizonte pblico, el CAP

    de Mxico, a travs de su secretario general Fernando Len de Vivero, habadirigido una carta al Presidente Roosevelt, saludando su ltimo mensajedirigido a la Asociacin de Educacin Nacional de los Estados Unidos, en elque abog a favor de las libertades civiles y de la prensa en el mundo.Len de Vivero pas a denunciar al rgimen de Benavides en el Per comoviolador de tales libertadas en nombre de los apristas peruanos.59

    Por lo anterior, y otros antecedentes condenciales, el gobierno peruanovea con preocupacin que la posibilidad de ayuda a favor de la conspira-cin aprista cobrase realidad en Mxico en el curso de 1938. Lo refrendabala captura realizada por las autoridades peruanas de valiosa corresponden-cia aprista procedente de Chile y Bolivia cursada entre septiembre y octu-bre de 1937. Fue as como la cancillera y la Embajada del Per en Mxicoobtuvieron pistas sobre el papel que deba cumplir el CAP de Mxico y, porende, acentuaron los acercamientos ociales con el rgimen mexicano ymultiplicaron sus esfuerzos de seguimiento sobre los desterrados apris-tas.60 No le faltaba razn a la representacin diplomtica del rgimen deBenavides, ya que, a mediados de 1938, el CAP reunido en sesin especialhaba decidido solicitar una entrevista con el general Lzaro Crdenas. ElCAP asumi la tarea a sabiendas de que iban a contracorriente del cursofavorable seguido por las relaciones diplomticas entre los gobiernos delPer y Mxico, y de que eran conocedores de las fuertes tensiones existen-

    tes entre Mxico y los Estados Unidos frente a la cuestin petrolera queles haban creado condiciones poco favorables para tales nes. A pesar detodo ello, el CAP design como sus delegados ante el presidente Crdenasa Fernando Len de Vivero, Jos Bernardo Goyburu y Alfredo Saco MirQuesada. La solicitud de entrevista con el presidente Crdenas fue conce-dida de inmediato segn evoc Saco en sus memorias. Los alcances de lamisma los resumi as:

    Despus de unas cuantas palabras de cortesa y muy afables saludos deCrdenas, procedimos a plantear el propsito fundamental de nuestra

    visita. Su respuesta no demor mucho en llegar. Nos dijo que l tenauna gran simpata por Haya de la Torre y el movimiento aprista, peroque lamentablemente el Gobierno Mexicano, como tal, estaba forzadoa mantener su neutralidad en situaciones como la que plantebamos.Aparte de esto, que era la poltica general de su pas, trajo a colacin la

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    difcil situacin internacional que ste enfrentaba en dichos momentoscon motivo de la nacionalizacin de las fuentes petrolferas mexicanas.61

    Saco en sus memorias evoca la desilusin de la representacin aprista con

    la respuesta de Crdenas, aunque mismo tiempo arma que consideraronen ese momento, inoportuno volver a insistir en lo suyo. A pesar del desen-canto la despedida fue aceptablemente clida, los apristas le agradecierona Crdenas su disposicin para recibirlos y escucharlos, desendole xitosen su gestin gubernamental. Crdenas por su lado, segn Saco, nosmanifest, a su vez, su deseo de que el movimiento aprista lograra triunfartan pronto como fuera posible.62 Resulta bastante claro que los apristasabrigaban la esperanza de un apoyo del Presidente Crdenas. Acaso losapoyos recibidos por otros medios de diversos miembros del gobierno y delpartido ocial, aunados a las urgencias y pasiones conspirativas, alimenta-

    ron esas equvocas expectativas. La Embajada Peruana en Mxico supo dela realizacin de esta entrevista, aunque no de sus resultados. Tres mesesdespus, Correa, el diplomtico peruano que segua los movimientos desus connacionales en Mxico, inform con preocupacin a su Cancilleraque los delegados apristas Fernando Len de Vivero, Alfredo Saco MirQuesada y Jos B. Goyburu haban visitado al presidente Crdenas, ascomo a las ocinas de los diarios El Nacionaly El Popular, y que este ltimoaccedi a publicarles dos notas periodsticas.63

    En lo general, podemos decir que la poltica exterior mexicana bajo delgobierno de Crdenas, tras el relevo de Emilio Portes Gil por Eduardo Hayen la Cancillera,64 estuvo contradictoriamente marcada por una voluntadde mejorar las relaciones diplomticas con el gobierno peruano, al mismotiempo que su deseo no explcito de mantener un discreto juego a favordel exilio aprista y socialista peruano. Del lado aprista hubo una sostenidaaunque velada crtica a la Doctrina Estrada, argumentada desde lo queHaya denomin el legtimo derecho del intervencionismo moral de caraa las dictaduras.

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    en Indoamrica que efecta una lucha contra el imperialismo. El gobiernoactual, por medio del Plan Sexenal, va al rescate de las fuentes de produc-cin y consumo.67

    El propio Haya, desde 1935, haba tenido que ajustar su lectura de la Revo-

    lucin mexicana y del Cardenismo, pero tambin a las expectativas quetena sobre la proyeccin del aprismo indoamericano. Entre 1935 y 1938, elfundador de la APRA apost a establecer los puentes con sus viejas lecturascribadas durante el exilio entre nes de 1923 y mayo de 1928.

    Los desterrados apristas de la primera generacin, con el consentimientode Haya, haban lanzado en 1936 una edicin corregida y ampliada de sutexto primigenio El Antiimperialismo y elAPRA[1928] a travs de la editorialChilena Ercilla. La conversin de gnero del artculo la por elno fue unerror accidental, expres por un lado las exigencias dilemticas del aprismoperuano frente al continental, adems de su simblica virilizacin. Nominar

    a la organizacin fundada por Haya de la Torre vena oscilando contradic-toriamente en la militancia peruana de laAPRA a elAPRA. Sin embargo, hayque sealar que en la cultura popular peruana el asunto de la pertinenciadel gnero en el uso de los artculos hablados o escritos ha sido y siguesiendo irrelevante, salvo para sus cultivados sectores letrados, revelando lapresencia de la matriz andina de sus lenguas originarias.

    Debemos advertir, en primera instancia, que no resulta verosmil la ver-sin de Haya sobre l contenido del mismo. El jefe de la APRA escribi en laNota Preliminar: Salvo el prlogo polmico que serva de mascota pararesponder a los ataques de Mella y algunas lneas beligerantes e inactua-

    les del segundo captulo, todo ha sido rigurosamente mantenido de losoriginales.68 El texto de Mella haba sido editado en 1928 por el PartidoComunista de Mxico.69

    Tenemos algunos indicios que ponen en cuestin el prlogo de Haya sobreel texto intocado. El primero fue proporcionado por Julio Cuadros Caldas,un poltico colombiano en el destierro que se hizo amigo de Haya y adhe-rente al aprismo en el Mxico de 1928. Caldas, en su libro El ComunismoCriollo [1930], arm tener una copia del texto indito de Haya y elogisu contenido, al punto que transcribi un fragmento relativo al caso mexi-cano. Caldas se apoyaba en Haya para recordarles a los comunistas queMxico era el ejemplo indoamericano del soado Estado Antiimperialistadel aprismo, segn consta en el punto tercero de su programa.

    Un puntual cotejamiento del texto citado por Cuadros Caldas con el corres-pondiente de la edicin de 1936 del controvertido libro de Haya nos revelala interpolacin de nuevos prrafos. Y si bien es cierto que no se rompe la

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    unidad de sentido, es indicio fuerte acerca de una ulterior reelaboracindel mismo.70 Haya justic en su Nota Preliminarque, al haber extraviadolas notas del original, las tuvo que volver a armar, claro con la miradade 1936 y el uso de referencias bibliogrcas posteriores a 1928, ao del

    primer manuscrito, como l mismo lo reconoce.Salindonos del fragmento mencionado y sin pretender abarcar la obra encuestin, que merece un espacio mayor de anlisis de sus modos de expre-sin, ideas, trama argumental y fuentes, nos parece relevante destacarque Haya, entre sus seis referencias, cita a su amigo Lombardo Toledano,al periodista norteamericano Carleton Beals, y al escritor Manuel Manero,propagandista de la Doctrina Carranza, quien incorpor a su retrica lams cara categora aprista: Indoamrica, a modo de captar solidaridadesen el continente contra el intervencionismo norteamericano. Quinesquedaron fuera de sus notas? Acaso Haya omiti, en la segunda versin,a su mentor Vasconcelos y a Calles, ambos cados en desgracia, y tambin asu amigo Silva Herzog? No creemos casual que Lombardo aparezca en estepasaje. Tambin Lombardo Toledano aparece como gura solitaria en dospasajes ms del libro, es decir, en la mayora en los que se aborda la cues-tin mexicana como inspiradora del ideario y programa aprista. El primeroincide en el balance de cmo interpretar la Revolucin mexicana desdeel mirador aprista, previniendo acerca de los entusiasmos o desencantosque suscitan las guras circunstanciadas y pasajeras de sus caudillos.71 Elsegundo se expres con relacin a la incorporacin frentista de las clasesmedias, y de los indgenas, va el camino ejidal en la Revolucin mexicana,a contrapelo del recetario antipequeoburgus de los comunistas.72 Tam-

    bin hemos de llamar la atencin en que el texto de Lombardo, La LibertadSindical en Mxico [1926], citado por Haya, distaba en 1928 no slo de serla mejor lectura sobre la Revolucin mexicana, sino la ms pertinente parala lgica argumental del legado revolucionario mexicano en el idearioaprista acerca del estado antiimperialista.

    En la recepcin mexicana del libro de Haya, y en particular de su tesisacerca del Estado antiimperialista, caa bien en los tiempos de Crdenas,salvo quiz ese sutil contrapunto interlneas entre la poltica exterior deCarranza y la no mencionada que vena auspiciando Crdenas al amparode la Doctrina Estrada. Durante el mes de marzo de 1937, Haya a travs delCAP

    de Mxico se regocijaba de que se hubiesen distribuido cien ejemplaresde El Antimperialismo y elAPRA.73

    Mxico, en la mirada de Haya y de los apristas, circul en el mito de losorgenes de la APRA el 7 de Mayo de 1924 en la ciudad de Mxico, que diocurso a un nuevo relato, hechura de los desterrados y miembros del CAP

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    de Mxico: Alfredo Saco y Guillermo Vegas Len. As, la nueva versin delmito fundacional ya no refera la presencia de peruanos y mexicanos, sinose extenda a un universo ms amplio de representantes de varios pasesindoamericanos, acaso para ajustarse a su proyecto de una internacional

    continental.74

    Haya transgur a Emiliano Zapata en una especie de Bolvar del sigloXX en su deseo de quebrar la Doctrina Estrada, apelando a la figura msemblemtica de la Revolucin mexicana. Saba que gravitaba con fuerzaen el imaginario de los cardenistas y lombardistas. Por ello, Haya apunt agolpear la visin del nacionalismo estrecho de los mexicanos, reiterndo-les que: la patria mexicana es ms grande que Mxico. Dejemos que elpropio Haya se explaye en razones y conveniencias mexicanas e indoame-ricanas:

    Hay que emprender de nuevo la cruzada. Hay que hacer nuestra la Revo-lucin Mexicana que es la que el aprismo invoca. La patria mexicana esms grande que Mxico con su revolucin, con esa su nacionalizacin detierras e industrias, con su antiimperialismo y con su renovacin democr-tica y cultural. Y para ello, luchar con las palabras y con la accin es porla unin indoamericana. Mxico y Centroamrica unidas seran el primerpaso. La internacionalizacin de los canales de Panam y Nicaraguaseran consecuencia inmediata.75

    Ese llamado de Haya para que Mxico se convirtiese en vanguardia

    indoamericana fue ligado a una lectura no ajena a algunos polticos mexi-canos. Pero ese camino estaba vedado. La poltica exterior mexicana ibaen otra direccin: la de remarcar sus fronteras y estabilizar sus relacionesbilaterales.

    Pero no fue el nico argumento. Haya us otras armas ideolgicas en supretensin de reorientar la poltica mexicana. As encontramos que entrelas lecturas de Haya sobre Emiliano Zapata de 1923 y 1928 y sta otra, cri-bada en el periodo de entreguerras, existen continuidades y diferencias.El primer Zapata y el zapatismo de Haya establecieron un eslabonamientosimblico entre Mxico, Per y Cuba de cara a la urgente cuestin campe-sina y agraria de los aos veinte; poco le import que la problemtica dela antilla mayor no coincidiese con las ms anes de los otros dos pases.Fue cierto que Zapata mir a Cuba y que el zapatismo tuvo un propagan-dista excepcional en el coronel suriano Jenaro Amezcua, el mismo queHaya mencion epistolarmente en 1928 como jefe militar de la expedicinlibertadora del Per, auspiciada por la Clula de la APRA en Mxico. En el

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    curso de la segunda mitad de los aos treinta, las imgenes emblemticasde Emiliano Zapata y Jos Mart aparecieron hermanadas en las accionesconjuntas emprendidas por las Universidades Populares de liacin apristade las ciudades de Mxico y de La Habana.76

    As, la reapropiacin simblica de la Revolucin mexicana por el aprismose sum a otras claves culturales de uso poltico de la poca. En el imagina-rio de los desterrados apristas apareci de manera recurrente una lecturaracialista de la unidad entre mexicanos y peruanos, la cual no era novedad,ya que formaba parte de una visin cultural muy extendida bajo el inujodel positivismo, en todos los escenarios latinoamericanos desde la segundamitad del siglo XIX. Pero en este caso, lo nuevo radic en que el racialismofue usado como clave fuerte de la retrica aprista de fraternidad y soli-daridad indoamericana. A ellas se sum el recreado uso simblico de losdioses tutelares de los pueblos andinos, materializados en sus cerros, queha seguido teniendo gravitacin poltica bajo la ms reciente guerra sen-derista en el Per. En este caso, el Popocatpetl fue elevado, en cdigoandino, a deidad tutelar transfronteriza:

    Estas lneas que escribo para los jvenes de Indo-Amrica, hermanos deraza y hermanos en ideales, y que envo a travs de las columnas de Trin-chera Aprista, llevan el profundo ardor revolucionario que varios aos delucha han encendido en mi corazn, llevan la palabra sencilla pero nobley sincera que intenta alentar la conanza en el triunfo, que pretende uniral esfuerzo reivindicador que se forja en el crisol de los Andes, la pujanzaserena, segura y experimentada, que 28 aos de revolucin social han

    grabado en crespn blanco del Popocatpetl, del viejo centinela que alma-cena celoso los anhelos de mi patria y que hoy vuelca sobre el extranjerotrazando as, con furia revolucionaria el porvenir de Amrica.77

    Tanto la primavera nacionalista del cardenismo como la cotidianidad vividapor el exilio peruano, nutri la mitologa poltica del aprismo sobre Mxicocomo la tierra sin mal. An las adversas condiciones vividas por AugustoRyboty y Teodoro Arenales en su arribo al puerto de Manzanillo, motiva-das por los 500 pesos de cobro adicional a los 40 legalmente, los dejaperplejos y reaccionan polticamente. No los intimida las amenazas del mor-

    deln cobrador Samuel Espada, Jefe de Migracin de Manzanillo, por ellole escribieron al presidente Crdenas denunciando el hecho. El tenor de sucarta desliz la imagen fuerte de que la tierra sin mal deba ser limpiada delos remanentes del pasado. Ryboty era qumico y Arenales maestro rural,segn sus propias declaraciones, y optaron por la gura migratoria de estu-

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    diantes para perfeccionar sus estudios y escapar de la escalada reaccionariadel rgimen de Benavides. Ellos, en su carta, le dicen a Crdenas: . . .noestamos en la condicin de tolerar semejantes arbitrariedades, con las quepretenda agraviarlos la maosa autoridad migratoria portuaria, en el len-

    guaje propio de quienes se sentan ya partcipes de su obra revolucionaria.78

    Por su lado, el CAP de Mxico hizo pblica la denuncia y solidaridad con susmaltratados compaeros Riboty y Arenales. En realidad, la malla burocrticano poda dejar de otorgarle una cuota de desmiticacin al experimentocardenista. Lo refrenda igualmente Genaro Carnero Checa, el comunistaperuano llegado de forzado pavo a la tierra sin mal, quien qued anms sorprendido que los Riboty y Arenales al arribar al puerto de Veracruz.Carnero pens que al decirle a la autoridad migratoria su arma secreta sele abriran las puertas del Mxico revolucionario: Soy estudiante. . . revo-lucionario, desterrado. La palabra revolucionario la pronunci muy alto,orgulloso. Pero la respuesta me hiri como balazo en pleno rostro. Fue terri-

    ble.79 Carnero cay en las manos de un comisario que lo mantuvo en prisinvarios meses para que le ociase de secretario sin ms paga y libertad queuna noche prostibularia por semana.80

    La concesin del asilo no fue el nico camino de ingreso de los perseguidosapristas, y no nos referimos al caso de los estudiantes o de los ya residenteso inmigrados. El 24 de enero de 1939, Alfredo Saco solicit, a nombre delCAP de Mxico, ante el jefe del departamento de migracin de la Secreta-ra de Gobernacin, el derecho de asilo a favor de Luis Eduardo EnrquezCabrera, su esposa e hijo, quienes en ese momento se encontraban prxi-mos a arribar al puerto de Veracruz procedentes de Bremen, Alemania.

    Enrquez haba sido cofundador de la Clula Aprista de Pars en 1926 yprimer secretario general del Partido Aprista Peruano en 1930. La estanciade Enrquez en plena gida del Tercer Reich sigue siendo una incgnita, noas su retorno motivado por la inminencia de la Segunda Guerra Mundial.Tal solicitud fue desestimada por improcedente, impidindoles el desem-barco.81 Saco tuvo que dirigirse con carcter de urgencia al Secretario deGobernacin, dando pruebas de su hoja de vida al servicio del aprismo,para que la familia Enrquez lograsen la autorizacin de desembarco. Lapeticin fue atendida cuando el vapor Iller, despus de haberse dirigido aPanam, hizo su segunda y ltima escala en el puerto de Veracruz, vsperasde enrumbar hacia las costas alemanas.82 Enrquez haba estudiado odon-

    tologa, gracias a ello pudo ofertar sus servicios como profesional inde-pendiente. As lo hizo, mientras se integraba como dirigente de relevo enel ya casi disgregado CAP de Mxico, y apreci las ltimas muestras de lahospitalidad cardenista hacia los perseguidos polticos, pero ya despojadade su condicin mtica de tierra sin mal.

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    LAESTRUCTURABIFRONTEYSUBALTERNADEL CAP DEMXICO

    La ms importante concentracin de los exiliados apristas se dio en Santiagode Chile. Los comits y clulas apristas existentes en las dems ciudades lati-noamericanas, como La Paz y Buenos Aires, quedaron subordinados al plangeneral conspirativo que vena promoviendo Haya de la Torre desde el Sur.Los Comits apristas de Mxico y Guadalajara aparecan como la retaguardiade los planes conspiradores de los Comits apristas sudamericanos ya aludi-dos. Sin embargo, para comprender al aprismo debemos situar el lugar deldestierro de sus militantes de cara al frente primordial de lucha del aprismo

    peruano, el que alimentaba su mstica y su vertical disciplina.En la cultura poltica de los apristas, la experiencia y la construccin delas representaciones acerca del exilio fue signicada con sentidos y smbo-los contradictorios. Por un lado, Haya de la Torre insista que el lugar delexilio, cualesquiera que este fuese, era un campo propici para la sensua-lidad. Desde Mxico, Carlos Odiaga preri exaltar el papel desempeadopor una dcada de exilio aprista en benecio del desarrollo poltico de lapropia organizacin, as como su conuencia con otras entidades antiim-perialistas. El abigarrado y confuso balance de Odiaga deca:

    Los desterrados peruanos recorren todo el Continente fraternizando conintelectuales, estudiantes y obreros. Estudio, confronte, conferencias,seminarios, visin de Europa, Rusia inclusive, por la cultura universal elretorno a Amrica, los viejos maestros Ingenieros, Palacios, los camara-das del Mazo y Vicente Senz, Garca Monge, etc., la Liga Anti-imperia-lista, la Unin Latinoamericana, y, por n los cinco puntos del APRA.83

    Haya y los apristas reconocan que los pases refugio, con diversos gradosy formas, conguraban un espacio estratgico unitario para el ejerciciode la libertad ideolgica. As, la tarea de la propaganda era polticamenteineludible, haba que denunciar a la dictadura una y otra vez, y de muchosmodos. En el Per, los apristas consideraban muy seriamente los riesgos deencierro, tortura y muerte bajo la dictadura de Benavides, y las experien-cias precedentes de los gobiernos de Snchez Cerro y de Legua. Por ello,la construccin del martirologio y de las imgenes salvacionistas de la APRA

  • 8/4/2019 Redes e imaginario del exilio en Mxico y Amrica Latina: 1934-1940 por Ricardo Melgar Bao

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    se fueron sedimentando con inusual gravitacin simblica en el imagina-rio aprista. Entre las voces de orden ms populares se lean o escuchaban:Slo elAPRA salvar al Per! (seasap).

    La voz de orden: Slo elAPRA salvar a Indoamrica! (seasip) aparece en los

    comunicados, boletines e impresos del Comit Aprista de Mxico durantela segunda mitad de los aos treinta. El halo de religiosidad poltica atra-vesaba de manera explcita en el himno, la conocida Marsellesa Aprista:Peruanos abrazad/la nueva religin /LAALIANZA POPULAR/conquistar /laansiada redencin.84 En el curso de la campaa electoral de 1931, el PartidoAprista Peruano lanz su primer lema mesinico de fuerte arraigo popularque se anud con su recepcin cultural de la Revolucin mexicana : Hayao no haya, Haya ser, y si no, a la mexicana!. A la mexicana [recuerdaLuis Alberto Snchez, RM] era una forma decidida, violenta, de rematar lasempresas. Nos seduca Mxico.85

    Muchos otros lemas exaltaron a Haya como el Salvador del Per e Indo-amrica. Sin lugar a dudas, el fundador de la APRA se haba erigido en ellder mesinico del aprismo y concientemente induca a la difusin de suimagen de salvador, la cual se apropi como capital simblico para s ypara el partido.86

    En esos aos la APRA en el Per abogaba abiertamente por la violenciapoltica, la cual haba ejercido bajo todas sus formas: rebelin, atentadospetardistas, aniquilacin fsica, terrorismo. En la retrica violentista de loslderes apristas, la va mexicana de la Revolucin apareca como legitima-dora de los muchos sentidos de su accionar conspirativo. Ejemplo de ello

    aparece en las palabras de Andrs Townsend Ezcurra, rerindose a LuisHeysen, alias El Cuco, dramtica mezcla de carbonario y pistolero,considerado el ms escurridizo dirigente del partido despus de Haya de laTorre, que segua conspirando en Chiclayo, su tierra natal ubicada al nortedel Per, un tradicional baluarte aprista:

    Pero el pueblo su pueblo norteo le quiere y le deende. No hayhogar proletario o campesino que no est presto a albergarlo, ni manotrabajadora que no empue en su defensa hoz o palana, racha o revl-ver. A la mexicana, le dijo alguna vez. Y as, a la mexicana, con bravuradesesperada, sabrn defender, el norte aprista a su lder y Chiclayo a suhijo predilecto.87

    Bajo tal contexto, el destierro apareca para Haya de la Torre como el ltimorecurso poltico de un militante aprista, por lo que debera prepararse para

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