recuperaciÓn de suelos salinos y alcalinos
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CARTOGRAFÍA Y CONSERVACIÓN DE SUELOS. AÑO 2004.
CUADERNILLO DIDÁCTICO Realizado por Geól. Graciela L. Argüello.
CONTROL Y RECUPERACIÓN DE SUELOS SALINOS Y SÓDICOS.
INTRODUCCIÓN.
Los suelos salinos y alcalinos están ampliamente distribuidos
en el mundo, por lo general en regiones áridas y semiáridas, pero
ocasionalmente se encuentran también en zonas húmedas y subhúmedas,
sea porque los materiales parentales tienen naturaleza salina, porque
han sido sometidos a riego con aguas de mala calidad, o porque la capa
freática fluctúa dentro del perfil, en áreas topográficamente bajas.
Se menciona para la provincia de Córdoba, alrededor de un 14% de
los suelos afectado por salinidad, y un total de aproximadamente
2.769.000 ha con más del 15 % de Na de intercambio, ya sea en
profundidad o en superficie.
Por lo general, la salinización implica tanto para su prevención
como para su recuperación, un severo control del riego.
Los suelos alcalinos, a su vez, suelen requerir también
mejoradores químicos.
TRATAMIENTO Y CONTROL DE LA SALINIZACIÓN.
Todo proyecto que contemple la provisión de riego a los
cultivos, debe atender esencialmente a tres aspectos para evitar los
riesgos de salinización y de alcalinización. Esos aspectos son: la
calidad del agua, las prácticas de riego, y el drenaje.
Si los suelos ya son inicialmente salinos, pueden requerir
lavados y prácticas especiales de manejo.
PRINCIPIOS BÁSICOS.
Han de tenerse presentes los siguientes hechos:
El desarrollo de las plantas se ve favorecido cuanto menor sea
la presión osmótica de la solución del suelo, la cual aumenta con la
cantidad de sales presentes; y cuanto más se aproxime la tensión de
humedad en la zona de las raíces, al valor óptimo para cada cultivo.
Este principio debe tenerse en cuenta a la hora de establecer
cantidad y calidad de agua para el riego.
El agua fluye en los suelos siguiendo la ley de Darcy, que
establece: a) la velocidad de flujo es proporcional al gradiente
hidráulico, y b) la dirección es en el sentido de la mayor disminución
de carga hidráulica.
El conocimiento de esta ley, permite resolver los problemas de
drenaje.
Las sales solubles son transportadas por el agua, y tienden a
concentrarse en la solución del suelo, cuando la evaporación y la
evapotranspiración van eliminándola.
Si la desecación ocurre a nivel superficial, se crea un
gradiente de succión elevado, que provoca el ascenso del agua y las
sales solubles.
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Las sales aumentan o disminuyen en la zona radicular, según el
balance entre su eliminación por el movimiento descendente de
percolación del agua que las transporta, y los aportes que resultan de
la irrigación, o del fenómeno descripto de ascenso capilar. (Figura 1)
Figura 1: Balance hídrico en la zona radicular.
RIEGOS, LAVADOS Y DRENAJE CON RELACIÓN AL CONTROL DE SALINIDAD.
Se define como irrigación o riego, a la aplicación de agua para
satisfacer las necesidades de las plantas, mientras que el lavado es
un proceso de disolución y arrastre de sales hacia el suelo y dentro
de él.
Por otra parte el drenaje es la liberación de los excedentes de
agua. Los tres aspectos deben considerarse en conjunto.
RIEGOS:
En las regiones subhúmedas, donde el papel del riego es sólo
suplementario, no suele ocurrir salinización porque el monto de las
precipitaciones es suficiente para lavar los excesos de sales. El
peligro es mucho mayor en regiones áridas o semiáridas.
Uno de los primeros puntos a considerar es la calidad del agua
para riego, lo cual se ha tratado en su oportunidad.
Cabe recordar que las aguas con alto contenido en sales no deben
usarse en suelos con drenaje deficiente, ya que para evitar su
acumulación se requiere una gran cantidad de agua que atraviese el
perfil. En muchos casos, el costo de proveer un mejor drenaje anula el
beneficio potencial del riego.
La experiencia indica que en lugares donde el agua es barata es
común que aparezcan problemas de drenaje por un abuso de riego.
Para elegir el riego adecuado, es necesario considerar: el
cultivo al que se apunta, la topografía, las características del
suelo, la disponibilidad y calidad del agua, y el estado de salinidad
del suelo.
Existen cuatro sistemas principales para el riego: por
inundación, por surcos, por aspersión y por subirrigación.
-
-
-
+
+
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De éstos, sólo los dos primeros son recomendables para evitar la
salinización, ya que en el primero se usa agua en cantidad suficiente
para producir el lavado, y en el segundo, las sales tienden a
concentrarse en los camellones entre surcos, de modo tal que un buen
espaciamiento de los mismos puede mantener las sales a cierta
distancia de la zona de mayor influencia radicular. Figura 2.
Figura 2. Concentración de las sales en los surcos entre
camellones, por ascenso capilar y evaporación en las partes altas.
Los otros dos métodos sólo se consideran recomendables para
períodos cortos, o en tierras que reciban lavados por lluvia o por
otra forma de riego, con cierta periodicidad.
LAVADOS:
El lavado de sales solubles es imprescindible cuando se aplica
el riego, pues de lo contrario, ellas se acumulan en proporción
directa a la cantidad presente en el agua y a la lámina de riego
aplicada.
En general, la concentración de sales resulta de la extracción
de humedad que ocurre por evaporación y evapotranspiración.
Hay una cantidad de agua que debe percolarse a través de la zona
de raíces para controlar la salinidad, y es la que define la necesidad
de lavado.
Calcular el monto que cubre dicha necesidad no es sencillo, por
la cantidad de factores que concurren, pero al menos dos de ellos son
determinantes: la concentración de sales presentes en el agua de riego
y la máxima permisible en la solución del suelo.
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Esta última depende de la tolerancia del cultivo en particular.
Por otra parte, en un perfil salino, no todo el espesor incide
igualmente, ya que en general, las plantas absorben el 70% del agua
que utilizan, desde la mitad superior de la zona radicular, la cual
por ende, será la que exija mayor calidad.
Asimismo, la planta responde normalmente al menor nivel de
salinidad presente en el suelo, y no al promedio resultante de
distintas concentraciones a lo largo del perfil. El menor nivel salino
suele corresponder precisamente a la parte superior que es la más
intensamente lavada.
En cualquier circunstancia, ha de tenerse presente que la
efectividad del lavado depende en última instancia de la calidad del
drenaje. Si éste es inadecuado, las sales pueden no llegar a ser
arrastradas más allá de la zona radicular, por un lado, y por otro, el
intento de lavado puede llegar a elevar el nivel de la capa freática
de tal manera que las sales vuelvan a ascender hasta la zona que se
pretende sanear.
Por otra parte, la rehabilitación de suelos salinos debe
complementar el lavado, con la restitución de los nutrientes
eliminados durante el mismo.
También debe atenderse a la restauración de la estructura, si
ésta ya fue perjudicada por sodificación o salinización.
Las prácticas que apuntan a este objetivo incluyen: adición de
materia orgánica, aplicación de cultivos que favorezcan la estructura,
sembrado de lombrices, o producción artificial de secados y
humedecimientos alternados.
Por último, conviene insistir en que en algunos casos, tanto el
riego como los consiguientes lavados pueden resultar tan costosos como
para hacer más recomendable el uso del suelo para cultivos tolerantes
a la salinidad, que la repetida aplicación de prácticas de
recuperación.
DRENAJE:
Todo programa de drenaje para tierras de riego debe
desarrollarse conjuntamente con el propio sistema de riego, con el
objeto de alcanzar la mayor eficiencia posible en el control del agua
y de la salinidad.
El exceso parcial de agua puede ser eliminado del suelo por
medios naturales, aunque en muchos casos se requieren medidas
suplementarias de drenaje y/o un cuidadoso manejo del agua de riego.
Muchos son los factores que inciden en la planificación de
sistemas de drenaje, pudiendo considerarse los siguientes como los
más importantes: las necesidades de drenaje, las propiedades de
transmisión del agua en los suelos, y las condiciones de límites.
Necesidades de drenaje: Para su determinación, deben
considerarse especialmente el clima, la calidad del agua de riego, los
cultivos y los sistemas agrícolas.
El que un drenaje sea adecuado o no, depende de la presencia de
un exceso de agua en el suelo por períodos suficientes como para
perjudicar a los cultivos.
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La inadecuada aireación del suelo puede resultar del mal
drenaje, y llega a impedir el buen desarrollo de las plantas.
La presencia de sales en el agua de riego, aumenta las
necesidades de drenaje, ya que incide sobre la mínima profundidad de
la capa freática permisible para que el ascenso capilar no concentre
sales en la zona radicular.
Entre las aguas aportadas al suelo, y cuya necesidad de drenaje
debe estimarse, se deberían incluir aquéllas que proceden de las
filtraciones en los canales, que a veces pueden alcanzar valores tan
altos como el 30 al 50 % del agua conducida.
Propiedades de transmisión del agua en los suelos: Ya se ha
mencionado más arriba la Ley de Darcy, que rige fundamentalmente la
transmisión del agua en los suelos.
En general hay mucha variabilidad espacial en las propiedades de
transmisión del agua, y se requiere un conocimiento de esa
heterogeneidad a la hora de evaluar la dirección y grado de
escurrimiento del agua subsuperficial.
La relación entre la velocidad de la corriente y el gradiente
hidráulico, se llama conductividad hidráulica, la cual frecuentemente
se relaciona con la textura, aunque depende también de la estructura.
La conductividad hidráulica de un suelo es una cualidad
vectorial, es decir que puede variar con la dirección de medición.
Condiciones de límites: este concepto se refiere a la
delimitación del problema en una superficie geométrica, por lo que
aquí se incluyen las influencias externas, y hasta dónde ellas deben
ser consideradas.
Aunque la zona radicular de un cultivo es la región de interés
primario en cuanto al drenaje agrícola, la verdadera solución del
problema puede involucrar una zona de mucho mayor tamaño y
profundidad.
Una vez establecidas al menos esas tres condiciones del sistema,
puede optarse por algún método de drenaje, siendo las principales
alternativas : pozos de bombeo, drenes en tubos o drenes abiertos.
Los sistemas de drenes a su vez, pueden ser interceptores y de
relieve.
Los primeros se usan en relieves irregulares y tienden a
colectar el exceso de agua antes de que llegue al suelo en
tratamiento, y los segundos, que se usan en relieves de suave
pendiente, eliminan los excedentes desde el suelo en riego.
Por otra parte, la adecuación del drenaje debe controlarse antes
de la aparición de síntomas adversos relativamente graves, como serían
la presencia de agua estancada, ciénagas, crecimiento de malezas
hidrofíticas, etc. Para ello, un buen indicador es la profundidad del
agua subterránea, que puede obtenerse tentativamente a través de
censos domiciliarios de pozos.
PREVENCIÓN Y TRATAMIENTO DE LA SODIFICACIÓN.
Cuando los suelos son sódicos, su tratamiento debe incluir algo
más que meros lavados, ya que el objetivo es reemplazar el Na+
adsorbido en el coloide, por otro catión sin sus efectos
desfavorables.
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Para ello, se recurre a los denominados mejoradores químicos,
cada uno de los cuales tiene tanto técnicas propias, como entornos
preferentes para su aplicación.
En efecto, el tipo y cantidad de mejorador a aplicar, depende
esencialmente de las características propias del suelo, de la
velocidad de substitución deseada, y obviamente de los costos en
juego.
MEJORADORES QUÍMICOS PARA SUBSTITUCIÓN DE SODIO INTERCAMBIABLE.
En general, los mejoradores son de tres tipos:
a) Sales solubles de calcio, que incluyen cloruro de calcio y
yeso.
b) Ácidos o formadores de ácido, como el azufre, ácido
sulfúrico, sulfato de hierro, sulfato de aluminio y cal-azufre.
c) Sales de calcio de baja solubilidad, que eventualmente pueden
contener magnesio, entre las que se cuentan la roca caliza molida y
los subproductos industriales de la cal.
Como ya se ha señalado, uno de los factores a considerar cuando
se selecciona un mejorador, es la propia condición del suelo, y en
ella, las principales características son: el contenido de metales
alcalino-térreos y el pH.
Esto permite diferenciar a los suelos en tres grupos:
1) los que contienen carbonatos de metales alcalino térreos.
2) los que no contienen carbonatos alcalino-térreos y tienen pH
mayor que 7,5.
3) los que no contienen carbonatos alcalino-térreos y su pH es
inferior a 7,5.
Para el primer grupo, pueden aplicarse todos los mejoradores
excepto las calizas, que no tendrían ningún efecto.
A su vez, la aplicación de ácidos y formadores de ácidos puede
ser peligrosa en los suelos de los grupos 2 y 3, pues pueden conducir
a una acidez extrema, por lo cual se recomienda limitarse a la
aplicación de sales solubles de calcio, o bien adicionar caliza cuando
se recurre a los mejoradores del grupo b.
Aunque a simple vista parezca un contrasentido, en muchos suelos
con exceso de sodio intercambiable, hay también gran cantidad de H de
intercambio, lo cual produce una reacción ácida.
La acidificación de los suelos de regiones áridas hasta pH del
orden de 6 a 6,5, puede resultar beneficiosa para las plantas, pero no
debe aceptarse un descenso aún mayor.
Por otra parte, la utilización de caliza es muy efectiva en los
suelos del grupo 3, pero se hace dudosa en los suelos del grupo 2,
pues está comprobada la disminución de los resultados en pH mayor que
7.
Reacciones químicas que tienen lugar con la aplicación de distintos
mejoradores sobre suelos sódicos:
7
A continuación se han agrupado las reacciones según la
clasificación ya presentada de los suelos. En cada ecuación, la letra
X representa al complejo de intercambio.
GRUPO 1: Suelos que contienen carbonatos de metales alcalino -
térreos.
PARA ADICIÓN DE YESO: Esta reacción se repite sin cambios en todos los
grupos.
2NaX + CaSO4= CaX2 + Na2SO4
PARA ADICIÓN DE AZUFRE:
1) 2S + 3O2= 2SO3 (oxidación microbiológica)
2) SO3 + H2O= SO4H2
3) SO4H2 + CaCO3= CaSO4 + CO2 + H2O
4) 2NaX + CaSO4 = CaX2 + Na2SO4
PARA ADICIÓN DE CAL AZUFRE (POLISULFURO DE CALCIO):
1) CaS5 + 8O2 + 4H2O = CaSO4 + 4SO4H2
2) SO4H2 + CaCO3= CaSO4 + CO2 + H2O
3) 2NaX + CaSO4 = CaX2 + Na2SO4
PARA ADICIÓN DE SULFATO DE HIERRO:
1) FeSO4 + H2O = FeO + SO4H2
2) SO4H2 + CaCO3= CaSO4 + CO2 + H2O
3) 2NaX + CaSO4 = CaX2 + Na2SO4
GRUPO 2: Suelos que no contienen carbonatos alcalino-térreos
y tienen pH mayor que 7,5:
PARA ADICIÓN DE AZUFRE: Reacción que se repite para el Grupo 3.
1) 2S = 3O2= 2SO3 (oxidación microbiológica)
2) SO3 + H2O= SO4H2
3) 2NaX + H2SO4 = 2HX2 + Na2SO4
PARA ADICIÓN DE CAL AZUFRE (POLISULFURO DE CALCIO): Reacción que
se repite para el Grupo 3.
1) CaS5 + 8O2 + 4H2O = CaSO4 + 4SO4H2
2) 10 NaX + 4SO4H2 + CaSO4 =8HX + CaX2 + 5Na2SO4
PARA ADICIÓN DE SULFATO DE HIERRO: Reacción que se repite para el
Grupo 3.
1) FeSO4 + H2O = FeO + SO4H2
2) 2NaX + H2SO4 = 2HX + Na2SO4
PARA ADICIÓN DE CALIZA (Reacciones que se repiten para el Grupo 3),
Kelley y Brown sugieren dos posibilidades:
1) 2NaX + CaCO3 = CaX2 + Na2CO3, por un lado y
1) NaX + HOH = NaOH + XH
2) 2HX + CaCO3 = CaX2 + CO2 + H2O
GRUPO 3: Suelos que no contienen carbonatos alcalino-térreos y
su pH es inferior 7,5.
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Como ya se ha venido señalando, las reacciones son semejantes a
las del Grupo 2, residiendo la principal diferencia, en la eficacia de
la aplicación de la caliza, que en este grupo es comprobada, no así en
el grupo anterior.
Cálculo de las cantidades necesarias de varios mejoradores:
Normalmente, estos cálculos implican la consideración de
numerosos factores, pues por tratarse de reacciones de equilibrio,
están influenciadas por la interacción de distintos elementos del
sistema, tales como el porcentaje de sodio intercambiable presente
(PSI), y la concentración catiónica total de la solución del suelo,
entre otros.
Por tal motivo, y a los solos fines de una mejor comprensión
del proceso que tiene lugar, se presenta un ejemplo meramente
ilustrativo.
Suponiendo un suelo a tratar que tiene 4 m.e./100g de Na+
intercambiable, para una capacidad de intercambio catiónico de 10
m.e./100g., el porciento de Na+ de intercambio es 40.
Si se desea reducir el PSI hasta 10, han de neutralizarse 3
m.e/100g.
TABLA 1
Na+
Inter.-
Cambiable
en
m.e./100g.
Yeso, tn/ha
Para 30 cm
De
profundidad
Yeso, tn/ha
Para 15 cm
De
profundidad
Azufre, tn/ha
Para 30 cm
De
profundidad
Azufre, tn/ha
Para 15 cm
De
profundidad
1 4,2 2,2 0,89 0,40
2 8,8 4,4 1,78 0,80
3 12,6 6,7 2,67 1,20
4 16,8 8,9 3,56 1,60
5 21,0 11,1 4,45 2,00
6 25,2 13,3 5,34 2,40
7 29,4 15,5 6,23 2,80
8 33,6 17,7 7,12 3,20
9 37,8 20,0 8,01 3,60
10 42 22,2 8,90 4,00
Por ser substituciones cuantitativas, existen tablas empíricas
(Tabla 1) que relacionan las cantidades de yeso y de azufre (medidas
en toneladas) que han de aplicarse por ha, con profundidades de 30 y
15 cm de suelo a tratar, para cada m.e/100g. de Na+ a reemplazar.
Hay también tablas que permiten correlacionar las cantidades
necesarias para otros mejoradores. (Tabla 2)
Existe en cada caso, un margen de error del orden de 0,1
toneladas.
Además de estas tablas empíricas hay complicadas ecuaciones
matemáticas que pueden llegar a utilizarse cuando se quiere mayor
precisión y cuando se cuenta con los datos que en ellas intervienen,
lo cual no siempre es el caso.
TABLA 2.
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MEJORADOR TN.EQUIVALENTES A 1
TN DE AZUFRE
Azufre 1
Solución de polisulfuro
de Ca, con 24 % de S.
4,17
Acido sulfúrico. 3,06
Yeso. 5,38
Sulfato ferroso. 8,69
Sulfato de Aluminio. 6,94
Caliza 3,13
Volviendo al ejemplo que se había presentado, para neutralizar 3
m.e/100g de Na+, con azufre para 30 cm de profundidad se requerirían
2,67 toneladas.
Si se pretendiera usar en cambio, caliza, el monto resultaría de
multiplicar 2,67 por 3,13 según se lee en la Tabla 2, es decir, 8,36
tn.
Velocidad de reacción de los distintos mejoradores:
De los mejoradores descriptos, el que más velozmente reacciona,
debido a su alta solubilidad es el cloruro de calcio, pero es
normalmente también el más caro. Por esa causa, muchas veces se
prefieren sustancias como el ácido sulfúrico que tiene rápida
reacción, por su facilidad para hidrolizarse en el suelo.
Los sulfatos de hierro y de aluminio, son también veloces, pero
suelen ser antieconómicos.
Los mejoradores más baratos suelen ser el yeso y el azufre, los
cuales tienen algunas limitaciones. El yeso a temperaturas ordinarias
no es enteramente soluble, y el azufre es lento porque requiere un
primer paso de oxidación microbiana, que puede demorar varias semanas.
La solubilidad del yeso aumenta en presencia de los iones cloro
y sodio, pero disminuye si hay calcio y sulfato.
Por su parte, la caliza reacciona lentamente, salvo en suelos
bastante ácidos.
Por lo general, en todos los casos, el menor tamaño de las
partículas aplicadas, redunda en una mayor velocidad de reacción.
Modos de aplicación de los mejoradores:
Para aumentar la eficiencia de la aplicación, es recomendable un
lavado previo que arrastre la mayor parte de las sales solubles, de
modo que más cantidad del calcio pueda incorporarse al complejo de
intercambio.
No obstante, si el suelo no tiene una buena permeabilidad, se
corre el riesgo de que el lavado previo provoque pérdida del mejorador
por impermeabilización.
Normalmente, los mejoradores se aplican en forma superficial,
pero si el horizonte a mejorar es profundo, conviene aplicarlo tras el
paso del arado o luego del subsolado.
Los suelos salino-sódicos deben ser lavados luego del
tratamiento para que las sales solubles formadas con el Na+ liberado
por intercambio catiónico no permanezcan en el perfil.
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Una excepción para esta regla es la aplicación del azufre, que
no debe ser seguida de lavado, pues requiere tiempo para su oxidación
microbiana, no obstante, sí debe permanecer húmedo para que ella
ocurra.
Además de la condición química, ha de atenderse a la
recuperación física, como ya se ha mencionado más arriba.
PRUEBAS DE LABORATORIO Y DE INVERNADERO COMO AUXILIARES EN EL
DIAGNÓSTICO.
Más allá de los análisis físicos y químicos, existen pruebas
suplementarias en laboratorio y en invernadero que dan cuenta de los
cambios que cabe esperar se produzcan en los suelos de resultas de
determinados tratamientos.
Las pruebas más comunes de laboratorio se realizan sobre
columnas de suelos, y son útiles para determinar la cantidad de
lavados necesarios para eliminar excesos salinos, o para establecer
los efectos de mejoradores sobre suelos sódicos.
El modo de aplicación es muestreando columnas de hasta 10 cm de
diámetro y 3 m. de profundidad, de modo que reproduzcan la secuencia
real de horizontes del perfil.
Las pruebas de invernadero se efectúan sobre macetas, de tamaño
lo bastante grande como para poder evaluar los efectos de diversos
tratamientos efectuados. Para que los resultados obtenidos sean
comparables con los del campo, deben tenerse en cuenta detalles como:
evitar temperaturas excesivas, comunes en los invernaderos, regar con
la misma agua que en el campo, y hacer cada experimento, mínimamente
por duplicado.
PRUEBAS DE REHABILITACIÓN EN EL CAMPO.
Debido a los altos costos implícitos en los tratamientos de
rehabilitación de suelos, antes de su aplicación, es conveniente
realizar maniobras de prueba en pequeñas áreas piloto, que serán
seleccionadas de acuerdo con la uniformidad del campo, y con el tipo
de tratamiento a experimentar.
Si se trata de mejoradores, los lotes de prueba pueden ser de
4,5 por 4,5 metros, pero las pruebas de lavado requieren por lo menos
10 por 10.
Cuando se prueban lavados por inundación, deberán construirse
bordos alrededor del área tratada, y su forma deberá ser cuadrada en
lo posible, para uniformizar el efecto del propio bordo, pero si se
requiere un riego por surcos, los lotes a probar deberán ser
alargados.
En cuanto a la prueba misma, se deberá diseñar para cada
tratamiento en particular,
Por ejemplo, una medida de infiltración puede obtenerse en un
lote de prueba por diferencia entre el agua aplicada, y la que se
escurre fuera de él.
En general el propio rendimiento de cultivos puede ser un buen
indicador del éxito esperable en la aplicación conjunta de diversas
técnicas.
REHABILITACIÓN DE SUELOS SALINOS Y SÓDICOS EN REGIONES HÚMEDAS.
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En casi todo lo que se ha manifestado hasta aquí, se ha hecho
referencia a regiones áridas y semiáridas, pero cabe aclarar que
también en regiones húmedas puede ser necesaria la rehabilitación,
como sucede por ejemplo en los polders de Holanda.
En ese caso particular, las arcillas marinas presentes son ricas
en azufre y carbonatos de calcio, de modo que la construcción de
drenajes subterráneos es suficiente para la recuperación de los
suelos. En efecto, en esos casos, la oxidacióÀn resultante del drenaje
mantiene a la solución del suelo saturada con yeso por varios años, lo
cual evita la sodificación.
La salinización a su vez, se previene por las precipitaciones
propias de las zonas húmedas, que son suficientes para mantener las
aguas freáticas fuera de la zona radicular.
Tanto es así, que a veces se requiere subirrigación para que las
raíces accedan al agua requerida, y es eso lo que conlleva a la
construcción de drenes subterráneos, que como ya se dijo producen las
condiciones de oxidación que impiden la sodificación.
En regiones que han estado inundadas por el mar y donde los
sedimentos no son tan ricos en azufre y carbonato de calcio, las
precipitaciones pueden lavar las sales, pero conducir a la formación
de suelos sódicos, que requieren la aplicación de mejoradores químicos
adecuados.
BIBLIOGRAFÍA.
PERSONAL DEL LABORATORIO DE SALINIDAD DE LOS E.U.A. 1973. "Diagnóstico
y rehabilitación de Suelos Salinos y Sódicos" Ed. LIMUSA.
PIÑEIRO, A; CERANA,L; PANIGATTI, J.L. 1975 "Suelos salinos y Sódicos"
Boletín interno de divulgación Nº 7. INTA Rafaela.
PLAN MAPA DE SUELOS DE CÓRDOBA. 1993. "Panorama edafológico de
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PORTA CASANELLAS, J.; LOPEZ-ACEVEDO REGUERIN,M.; ROQUERO DE LABURU,C.
1994. "Edafología para la agricultura y el ambiente "Ediciones Mundi-
Prensa. Madrid.
SANABRIA, J.A. 1994. Cuadernillo didáctico de la Cátedra de
Cartografía y Conservación de Suelos. Tema 20: Control y recuperación
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