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Las opiniones contenidas en el siguiente artículo sólo compromenten a sus autores y no constituyen posiciones oficiales del Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación MARZO 2018 Nº 12 Un debate chino, asiático y global Recensión sobre Ideas Chinas de Manuel Montobbio Manuel de la Iglesia ARTÍCULO

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MARZO 2018 | Nº 12

Las opiniones contenidas en el siguiente artículo sólo compromenten a sus autores y no constituyen posiciones oficiales del Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación

OFICINADE INFORMACIÓNDIPLOMÁTICA

MARZO 2018 Nº 12

Un debate chino, asiático y globalRecensión sobre Ideas Chinas de Manuel Montobbio

Manuel de la Iglesia

ARTÍCULO

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El Embajador Manuel Montobbio vuelve a realizar, con su último libro, una incursión al mundo de las ideas y del pensamiento en tor-no a las Relaciones Internacionales. Se trata de una materia que el autor conoce en profundi-dad y que ya había abordado previamente en otros libros como Salir del Callejón del Gato. La deconstrucción de Oriente y Occidente y la gober-nanza global, y en numerosos artículos y mo-nografías como La geopolítica del pensamiento. Think tanks y política exterior.

Para ser más precisos, esta vez el autor se sumerge en el ámbito de las ideas chinas que dan nombre a su libro. No se trata de una ta-rea baladí, pues este es un campo que, desde el punto de vista occidental, siempre se antoja hermético y que necesita ser descifrado. Ideas chinas sobre el orden internacional y el papel que debe jugar China en su seno. A pesar de lo que pudiera parecer, la obra nos descubre una China en la que, bajo un manto de pensamien-to monolítico, se está produciendo un intenso y rico debate. Un debate en el que confluyen mul-titud de visiones, posturas, doctrinas, escuelas de pensamiento… ideas. Un debate oculto, idiosincrático de la cultura política china, y que, en ocasiones, pocas, puede ser atisbado por el observador externo. Debate que, desde nues-tro punto de vista, parece que constituye una de esas imposibles contradicciones chinas que tanto fascinan y atraen al pensamiento occi-dental. Recuerda a aquella frase hecha (doble chengyu) utilizada como eslogan maoísta “Que 100 flores florezcan, que 100 escuelas de pen-samiento compitan entre sí”.

Esta obra realiza una exhaustiva labor de re-colección de ideas. Ideas chinas del pasado, la fuente primigenia de la que beben las ideas del presente, también aquí desgranadas. Por su-

puesto también trata de vislumbrar lo que po-siblemente serán las ideas del futuro. Las ideas chinas, no se encuentran carentes de contexto en el libro, que también profundiza en las ideas asiáticas en sentido amplio. Y tampoco deja de lado la comparación e interacción con las ideas occidentales. Comparación que se convierte en una herramienta de análisis. La definición por las diferencias, más que por sus característi-cas, es también un recurso común en la obra.

Un mundo de ideasPara reflejar estos debates, Montobbio nos

habla a través de muy diversas voces, esencial-mente del mundo académico, todas ellas de

académico anglosajón, de una disciplina cien-tífica específica encargada de su estudio, la Teoría de las Relaciones Internacionales. Aquí se hacen una serie reflexiones fundamentales que marcarán el tono de toda la obra:

Primero: la Teoría de las Relaciones Inter-nacionales no sólo estudia al sujeto (el orden internacional y sus actores), sino que partici-pa directamente en su desarrollo al formular y promover ideas que articulan su funciona-miento (inclusive sus propias normas).

Segundo: el sistema internacional actual nace en un periodo histórico de predominio occidental. A pesar de la supuesta vocación universal de este sistema basado en valores y principios occidentales, no deja de estar con-dicionado por una “experiencia histórica e his-toriográfica y un tradición filosófica, jurídica y cultural occidentales” que encuentra su origen en la polis griega y que presupone la existencia de un “nosotros” y un “los otros”. Su desarro-llo está marcado por la lógica hegeliana de te-sis-antítesis y por la existencia de una potencia dominante, que eventualmente se verá aqueja-da de la “maldición de Tucídides”.

Tercero: por el contrario, el pensamiento político tradicional chino tiende a la unidad (sólo el “nosotros”), a la gobernanza de la hu-manidad, encarnada en el antiguo concepto de Tianxia (dinastía Zhou, S. X a.C.) o todo lo que está bajo el Cielo. Siendo el Cielo una entidad todopoderosa, una suerte de Dios que se mani-fiesta a través de las fuerzas de la naturaleza y que sacraliza y legitima, desde el punto de vis-ta espiritual, el gobierno de los monarcas. Este concepto precede incluso al confucianismo y al taoísmo, aunque luego será incorporado por estas corrientes de pensamiento.

Cuarto: posteriormente el autor integra el

gran autoridad y de muy diversa procedencia, tanto de la esfera occidental como oriental. El autor desgrana sus obras siguiendo una línea narrativa lógica, fácil de seguir y didáctica para el lector no iniciado en la Teoría de la Relacio-nes Internacionales o en el complejo debate sobre el papel de China en el mundo.

En primera instancia, se introducen concep-tos básicos para la comprensión de los térmi-nos utilizados a lo largo de toda la obra: el naci-miento del Derecho Internacional (para el que la aportación española a través de la Escuela de Salamanca es indispensable) y su evolución; la conformación de un sistema internacional; y, ulteriormente, el surgimiento, en el mundo

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pensamiento chino en un concepto más am-plio que denomina las “ideas asiáticas” (que sin duda las ideas chinas han contribuido a moldear). La consecuencia (lógica) de la emer-gencia actual de China, así como la de la ribera asiática del Pacífico y de otras grandes poten-cias asiáticas como India, cristaliza en una vo-luntad regional de participar activamente en la conformación del sistema internacional. Tanto a nivel práctico como teórico, desde el punto de vista de la Teoría de las Relaciones Interna-cionales. Aquí es donde se hacen patentes las divergencias en materia de pensamiento polí-tico de Occidente y Oriente. La proclamación de los “valores asiáticos” por Lee Kuan Yew y otros líderes asiáticos, en los 90, esboza una universalidad alternativa a la occidental. En la siguiente década estos valores se convierten ya en ideas proactivas, el deseo de participar activamente en la conformación de esa univer-salidad alternativa, algo que se ve reafirmado a partir de la grave crisis financiera que afec-ta sobre todo a Occidente. Hoy, en la década actual esas ideas se están consolidando como referencia en el debate global.

Un ejercicio de dialécticaEn un pasaje de la obra, el autor nos avisa

de la ya apuntada importancia del debate en China: “el debate en los medios académicos e intelectuales refleja el debate político actual, y de algún modo lo precede”. En una segunda parte, Montobbio identifica una serie de deba-tes asociados al ascenso global de China. Co-mienza analizando la aproximación del mundo académico chino a la Teoría de las Relaciones Internacionales a través de tres autores, cuyas propuestas reflejan, a su vez, un debate sobre la identidad global de China. Zhao Tingyang

Montobbio también trata, de la mano de Zhu Liqun, la aproximación académica china hacia su política exterior. Asegura que existe amplio consenso en lo acertado de la decisión de Deng Xiaoping de pasar de la revolución y la confrontación maoístas, al actual enfo-que pacífico, cooperativo y participativo. Eso sí, sin perder la idiosincrasia cultural china, el ya manido “con características chinas”. Con todo, tanto Zhu Liqun como David Shamb-augh reflejan la intensidad del debate interno y la profusión de corrientes de pensamientos: la asunción de responsabilidad en la provisión de bienes públicos globales frente a la necesi-dad de centrase en los intereses nacionales; la defensa del sacrosanto principio de soberanía absoluta ante una progresiva apertura de su in-terpretación; el gradual resquebrajamiento del principio básico de política exterior china de no injerencia en asuntos de otras naciones; el dile-ma que plantea su tradicional persecución del liderazgo del mundo en desarrollo frente a la obligación de tomar decisiones como gran po-tencia con otras grandes potencias; las diferen-tes posturas hacia la vecindad inmediata; entre otros. Todos ellos debates muy pertinentes que tienen su reflejo en un comportamiento inter-nacional que, a veces, es considerado, desde el exterior, como contradictorio.

China no es el único país sujeto a un proceso de reflexión interna sobre su papel en el mun-do. Se trata de un debate también muy vivo en Occidente, donde la pregunta que se hacen todos aquellos organismos responsables del diseño de la política exterior de sus respecti-vos países es ¿Puede una China convertida en superpotencia ser realmente pacífica? El autor adopta en este punto la voz de Kissinger, que describe la aprensión que genera la que de-

propugna un modelo de gobernanza global genuinamente chino, basado en el menciona-do concepto de Tianxia. De este modo, abo-ga por un gobierno mundial del que dimanen las reglas y leyes universales y que arbitre los conflictos entre unos poderes territoriales que gestionarían de forma autónoma sus asuntos políticos, económicos y sociales, pero que en definitiva se comportarían según las reglas que rigen un sociedad de carácter familiar (por lo tanto de marcado carácter confuciano). Qin Yaqin propone un diálogo entre distintos mo-delos, al defender una Teoría de las Relaciones Internacionales cuyo análisis se centre más bien en el proceso de configuración de los dis-tintos actores del sistema internacional y no tanto en su estructura. También aboga por es-tudiar las relaciones entre esos actores y pro-mover la creación de un sistema de gobernan-za global que facilite su interacción, mediante la negociación, en lugar de proponer normas e instituciones estáticas (en línea con el modo en que funcionan organizaciones internacionales como ASEAN o el G20). Yan Xuetong estu-dia el pensamiento político chino antes de la unificación imperial Qin, durante el Periodo de Reinos Combatientes (se inicia en el S. V a.C., en paralelo a nuestro Siglo de Pericles) y llega a la conclusión de que el más importante de los elementos que conforman el poder, es el poder político dotado de autoridad moral. Para aca-bar con la dialéctica hegeliana y promover un orden sin hegemones, basado en un equilibrio de responsabilidades y derechos según el tipo de actor internacional, China debe alcanzar una posición de legitimidad y autoridad moral indiscutibles. Por este motivo este académico considera que China deberá finalmente adop-tar el Estado de Derecho y la democracia.

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nomina como la “corriente triunfalista china”. Aquella que considera que China simplemente debe recuperar el papel preeminente que his-tóricamente ha ocupado en el orden interna-cional (el viejo sueño nacionalista de “el gran rejuvenecimiento de la nación china”).

Todos estos debates no se producen tan sólo en el ámbito de las Relaciones Internacionales, también están cambiando la forma de hacer política a nivel interno de China. A través de la obra de Mark Leonard observamos como, en su afán por cambiar el sistema internacional y ganarse apoyos entre sus actores, también se ve obligada a reforzar la legitimidad del Parti-

do en dos sentidos: frente a sus gobernados y frente a la opinión pública internacional. Frente a los gobernados para mantenerse en el poder; y frente a la opinión pública internacional por-que toda gran potencia requiere de una gran reserva de poder blando. El impacto de este debate se plasma en una sorprendente pro-gresión política interna: “de la vanguardia de trabajadores, obreros y campesinos a la incor-poración interclasista del empresariado […]; del internacionalismo proletario al nacionalis-mo unitario […]; de la ruptura que supone toda revolución, a la armonía que preside la visión confuciana del mundo”.

El mundo de mañanaEn la última parte de su obra, Manuel Mon-

tobbio amplía el alcance de su análisis, pasan-do de las ideas chinas a las ideas asiáticas. Para ello utiliza la figura de Kishore Mahbubani, ex-Ministro de Asuntos Exteriores de Singapur du-rante una larga etapa (1971 a 2004), a lo largo de la cual la pequeña ciudad-Estado asombró al mundo y mostró una senda de crecimiento y de autoestima al resto de países de la región. Aun reconociendo la aportación indispensable de las ideas occidentales, que se encuentran en el origen de los Estados modernos asiáticos, las ideas asiáticas reclaman su derecho a con-tribuir activamente en la construcción de un sistema internacional verdaderamente global (al que denomina “nave espacial Tierra destino futuro”). Mahbubani contempla tres posibles escenarios: el éxito en la conformación de un orden global en el que todos los actores parti-cipan por igual en su definición; el repliegue de Occidente hacia su fortaleza; el triunfo de Oc-cidente para hacer prevalecer sus ideas. Aquí el autor también introduce un caso práctico de estudio con el éxito de Singapur como objeto de análisis.

En cualquier caso, el autor afirma que China ya ha cambiado el debate sobre la globaliza-ción y ha hecho obsoleto ese “fin de la historia” que anunció Fukuyama. La cuestión reside aho-ra en cómo evitar que la “maldición de Tucídi-des” se apodere de EEUU. Para ello vuelve de nuevo a Kissinger, e imprime una visión opti-mista a su discurso, a pesar de los grandes obs-táculos que parecen impedir un entendimiento o “co-evolución” entre EEUU y el gigante asiá-tico. Utiliza el precedente del restablecimiento de relaciones diplomáticas entre China y EEUU en los 70, “cuando sus líderes fueron capaces

El autor desgrana sus obras siguiendo una línea narrativa lógica, fácil de seguir y didáctica para el lector no iniciado en la Teoría de la Relaciones Internacionales o en el complejo debate sobre el papel de China en el mundo.

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de alzar su mirada más allá de las preocupa-ciones de la agenda inmediata”, como modelo a seguir. También enuncia distintas iniciativas internacionales para impulsar nuevos paradig-mas de gobernanza global que tengan en cuen-ta tanto las ideas occidentales como asiáticas (destacando la labor del Instituto Berggruen).

A continuación hace hincapié en lo impera-tivo que resulta que la política exterior de la UE pivote hacia Asia, como lo ha hecho la de EEUU. Siendo clave en ese giro, la relación con China. Este viraje es esencial para facilitar la participación de Europa en los asuntos del or-den internacional que se está configurando; del mismo modo que las ideas europeas son esen-ciales para configurar ese orden internacional.

Adoptando un desarrollo circular, en línea con el sistema de pensamiento asiático que re-fleja en sus páginas, el libro cierra con la temá-tica con la que empieza: la Teoría de las Rela-ciones Internacionales. Montobbio se remite a un español, Celestino del Arenal, para profun-dizar en la evolución y los rasgos esenciales de esta disciplina y finalmente concluir que, en su formato actual, tiene un marcado carácter et-nocentrista (o más bien americanocentrista). Para el autor, se hace necesario adaptar esta Teoría a las transformaciones que está expe-rimentando la sociedad internacional. Por ello es esencial que las comunidades académicas occidentales no anglosajonas, se incorporen también al debate de la regeneración de esta disciplina científica.

ValoraciónManuel Montobbio pone el foco, con este

libro, sobre un debate de importancia capital para todos los Estados que conforman la co-munidad internacional y por ende para España

y todos sus ciudadanos. En sí esto ya constitu-ye una de sus fortalezas. Pero su valor es aún mayor, porque a pesar de su importancia, este debate encuentra poco eco en la sociedad es-pañola. Asia Oriental, su cultura, sus lenguas, sus empresas, sus ciudadanos, su gastrono-mía, entre muchos otros, han ganado presen-cia en nuestra sociedad. Con todo, no ostenta la notoriedad que corresponde a su peso glo-bal. Aún existe una falta de conocimiento pro-fundo y sistemático sobre una región que se está convirtiendo, si no lo es ya, en el polo de gravedad mundial.

Otra de las principales aportaciones de Ideas chinas es la de plasmar en pocas páginas los entresijos del debate global sobre la inserción de las ideas chinas y asiáticas en la gobernanza

global. Y lo hace a través de pensadores con-sagrados y geográficamente representativos. Su libro se erige por lo tanto en una suerte de compendio de autores y obras. Un trampolín desde el que abordar la materia.

De hecho, es posible identificar en el com-portamiento internacional de China algunas de las bases ideológicas apuntadas en esta obra. Es difícil no asociar el concepto de Tianxia de Zhao Tingyang con el de “Comunidad de Des-tino Compartido de la Humanidad” que se ha convertido en un mantra de los organismos chinos encargados de las relaciones interna-cionales. O no percatarse de que la teoría de gobernanza de las relaciones de Qin Yaqin pa-rece constituir el patrón por el que China quie-re que se rija el Código de Conducta en el Mar del Sur de China (que se empezará a desarro-llar a partir de marzo de 2018).

La propia selección de autores y el modo en que ha presentado sus obras, nos permiten en-trever las tesis que defiende Manuel Montob-bio. “No viajamos ya en el tiempo y en el espa-cio por la Tierra, sino en la nave espacial Tierra destino futuro […], en la Tianxia común”. A saber, que estamos alcanzando un punto en el que un debate serio, concienzudo y enfocado a resultados sobre la gobernanza global se hace inaplazable. Esto no debe ser visto como una amenaza por Occidente, arquitecto del actual modelo, sino como una oportunidad para al-canzar un estadio superior de bienestar global. Las ideas asiáticas, más por las diferencias que por los puntos en común, aportarían una gran riqueza y amplitud a un potencial nuevo mode-lo de gobernanza global. El anquilosamiento y la cerrazón, por el contrario, podría suponer no ya el mantenimiento de un status quo insoste-nible, sino un retroceso.

Montobbio también trata, de la mano de Zhu Liqun, la aproximación académica china hacia su política exterior. Asegura que existe amplio consenso en lo acertado de la decisión de Deng Xiaoping de pasar de la revolución y la confrontación maoístas, al actual enfoque pacífico, cooperativo y participativo.

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Con todo, las virtudes del libro de Monto-bbio van, inevitablemente, acompañadas de algunas desventajas. La brevedad del texto y la abundancia del pensamiento ajeno inscrito en sus páginas, impiden conocer con certeza el pensamiento del propio autor del libro. Ello nos plantea numerosas dudas ¿Por qué el au-tor ha elegido concretamente a estos autores chinos? ¿Cuál es la ascendencia que tienen sobre las decisiones que toma el gobierno chino? ¿Qué corrientes de pensamiento tie-nen más peso en la toma de decisiones del liderazgo chino? En última instancia, algunos echaran en falta abordar con más determi-nación la pregunta que ronda con insistencia su mente ¿Quiere o puede China, a pesar de

su narrativa pacifista, convertirse en un he-gemón que acabe con algunos de los logros alcanzados por el actual sistema internacio-nal? Otras preguntas que se puede plantear el lector están relacionadas con la validez universal de las ideas chinas ¿Hacia quién se dirigen las ideas chinas? ¿Hacia los habitan-tes de la República Popular de China? ¿Hacia todos los chinos del mundo? ¿Hacia el mundo entero? Parece difícil lograr que las ideas chi-nas, de gran sofisticación, fruto de un proceso histórico sostenido de miles de años, lleguen al mismo tiempo al ciudadano chino y al resto de ciudadanos del mundo. China está encon-trando dificultades para explicarse ¿Cómo proponer una universalidad alternativa? Y

no sólo se trata de conectar con el resto del mundo ¿Hasta qué punto están alineadas las ideas chinas y las ideas asiáticas? La obra pa-rece indicar que lo están. Y no hay duda de la tremenda influencia de la civilización chi-na en el proceso histórico de cristalización de lo que hoy se entiende como ideas asiá-ticas. Pero no son lo mismo. Sería muy inte-resante conocer cómo se encuadran o cómo se relacionan las ideas chinas con las ideas asiáticas. Especialmente, en una región que presenta tensiones internacionales de gran intensidad, con verdadero potencial para desestabilizar la paz y seguridad mundiales. En muchos casos, China es una de las partes implicadas en estas tensiones.

En cualquier caso, como se ha mencionado, no dejan de ser menoscabos inherentes a las propias virtudes del libro. Como el propio au-tor apunta en su conclusión, la obra se trata “de un intento, ante todo, de formular pregun-tas, y a partir de ahí contribuir a responderlas entre todos […]. Podrán las respuestas apun-tadas o esbozadas cambiar en el futuro, mas ahí están las preguntas que seguirán presen-tes en el debate”. Con este libro, Manuel Mon-tobbio realiza una importante contribución al ámbito de las ideas españolas. Se convierte en un guía para navegar un debate de gran com-plejidad, que en el seno de la sociedad españo-la mantiene un bajo perfil, pero, de forma más o menos directa, acabará definiendo su futuro.

A pesar de lo que pudiera parecer, la obra nos descubre una China en la que, bajo un manto de pensamiento monolítico, se está produciendo un intenso y rico debate. Un debate en el que confluyen multitud de visiones, posturas, doctrinas, escuelas de pensamiento… ideas.