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LA NUEVA EDICIÓN DE LOS CARTULARIOS DE VALPUESTA

(VALPUESTA EN LOS ORÍGENES DEL CASTELLANO)

SATURNINO RUIZ DE LÓIZAGA1

1.- LA NUEVA EDICIÓN DE LOS CARTULARIOS DE VALPUESTA

Una vez más vamos a hablar de VALPUESTA, la modesta aldea enclavada en el Va-lle de Valdegovía, valle que comparten las provincias de Álava y Burgos. Se encuentra a 20 kilómetros de Miranda, a 45 de Vitoria y a 90 de la capital burgalesa. Aquí, en el escritorio de Sta. María de Valpuesta, hace 11 siglos, se redactaron los famosos Cartu-larios o Becerros de su nombre. Son dos códices, confeccionados con pergamino, que contienen las escrituras relativas a las propiedades y derechos pertenecientes a dicha institución monástica; actualmente se custodian en el Archivo Histórico Nacional de Madrid2. El Becerro Gótico (o Antiguo) consta de 184 documentos (diplomas o peque-ñas cartas), manuscritos en diferentes momentos, por más de una treintena de escriba-nos, y abarca el arco temporal comprendido entre el año 804 y el 1140, con algún do-cumento posterior3. El Galicano contiene 138 cartas del libro antiguo y 3 que no constan en aquél, trasladadas por el canónigo de Valpuesta Rodrigo Pérez de Valdivielso, en 1236.

El 23 de noviembre del pasado año 2010 fueron presentados los dos volúmenes de la obra titulada Los Becerros Gótico y Galicano de Valpuesta, editados por la Real Academia Española y el Instituto Castellano y Leonés de la Lengua, en la sede de dicha entidad, de la capital española. El primero de ellos incluye el estudio, la edición y los índices de documentos, personas, lugares y palabras de ambos cartularios, y el segundo la reproducción fotográfica de las escrituras que conforman el Becerro Gótico.

Según el Instituto de la Lengua, contienen ocho documentos datados en el siglo IX, 39 en el siglo X, 49 en el siglo XI, 90 en el XII y uno en el siglo XIII4. Están caligrafia-dos con escrituras visigótica y galicana, y abarcan, prácticamente, tres centurias.

1 En este artículo ha colaborado también Juan Cruz Saralegui Díez. 2 Becerro Gótico de la Iglesia de Valpuesta, A.H.N. Códice 1166B; Becerro Galicano de la Iglesia de

Valpuesta, A.H.N. Códice 1167B. 3 Años 1184, 1190, siglo XIII. 4 SANTONJA GÓMEZ-AGERO, G., Valpuesta en los Orígenes, pág. 8, en RUIZ ASENCIO, J. M., - RUIZ AL-

BI, I., - HERRERO JIMÉNEZ, M., Los Becerros Gótico y Galicano de Valpuesta, Estudio, Edición e Índi-ces, vol. I (Globalia Artes Gráficas, 2010).

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SATURNINO RUIZ DE LÓIZAGA – JUAN CRUZ SARALEGUI DÍEZ 2

El vicedirector de la Real Academia de la Lengua Española, José Antonio Pascual, en el prólogo del libro, escribe que el equipo de paleógrafos, que ha estudiado los di-plomas de los códices, a lo largo de siete años de investigación, dirigido por José M. Ruiz Asencio, catedrático de la Universidad de Valladolid, e integrado por los profeso-res Irene Ruiz Albi y Mauricio Herrero Jiménez5, ha realizado un trabajo “que me atre-vería a considerar definitivo, pues ofrece todas las garantías científicas necesarias en cuanto a la edición de esos primeros documentos cuyo aspecto latino no es capaz de en-cubrir el romance que aflora en ellos6”. La obra supone un “salto cualitativo y cuantita-tivo en el ámbito de las investigación”, además de valorar de manera muy positiva la re-cuperación de patrimonio documental7.

1.1.- Una mirada retrospectiva. El naciente romance castellano.

Estos escritos, de los que estamos hablando, hace mucho tiempo que ya eran cono-cidos como el Cartulario de Valpuesta.

Sus documentos más antiguos, que van desde la fundación del obispado de Val-puesta hasta la supresión (804-1087), fueron publicados por el hispanista francés Lucien Barrau-Dihigo, en 19008.

Años más tarde, en 1935, Julián García Sainz de Baranda dio a conocer los docu-mentos posteriores al año 1087, contenidos en ambos becerros9. Pero las transcripciones que efectuó fueron defectuosas ya que en vez de utilizar los dos códices existentes en el AHN, cuya existencia conocía, tomó como base la copia del Galicano que había sido trasladada a la Colección Salazar y Castro; además delatan que tenía pocos conocimien-tos de latín medieval documental y de paleografía.

Dado que el trabajo de Barrau-Dihigo era poco accesible al investigador común, el historiador A. Ubieto Arteta encargó una nueva edición del Cartulario a su discípula Mª Desamparados Pérez Soler. El traslado que efectuó, en 197010, salvo algunas diferencias banales, no es otra cosa que una reproducción material del que había realizado Barrau-Dihigo, correspondiente al tiempo en que Valpuesta era sede episcopal.

A partir de 1986, S. Ruiz de Lóizaga, se dedicó a transcribir los documentos que se desconocían del Cartulario Gótico y todos los del Galicano (años 1090-1140), que habí-an sido copiados parcialmente por Sainz de Baranda. Y concibió la idea de acometer, también, el traslado de la primera parte del cartulario, publicado por Mª D. Pérez Soler hacía pocos años, con el fin de disponer de la obra completa de los códices valpostanos.

5 RUIZ ASENCIO, J. M., - RUIZ ALBI, I., - HERRERO JIMÉNEZ, M., Los Becerros Gótico y Galicano de Val-

puesta, Estudio, Edición e Índices [Preliminares de J. A. PASCUAL y G. SANTONJA GÓMEZ-AGERO]. [Globalia Artes Gráficas, 2010].

6 IBÍDEM, PASCUAL, J. A., Prólogo, pág. 1. Cfr. la nota precedente. 7 IBÍDEM, PASCUAL, J. A., da por seguro en el Prólogo el “consenso entre filólogos e historiadores, en

cuanto a que se acerca mucho a lo que entendemos por definitivo”, pág. 4. 8 BARRAU-DIHIGO, L., “Chartes de l’Eglise de Valpuesta du IX au XI siècle”, Revue Hispanique, 7

(1900), pp. 274-390. Su publicación fue, en cierto modo, el trampolín y la base de los múltiples traba-jos, de todo tipo, que fueron redactados en el pasado siglo.

9 GARCÍA SAINZ DE BARANDA, J., Valpuesta. Estudio histórico y diplomático, Alcalá de Henares, 1935. 10 PÉREZ SOLER, M. D., Cartulario de Valpuesta, Valencia 1970.

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La nueva edición de los Cartularios de Valpuesta 3

Antes de los años 90, el trabajo ya estaba terminado, pero la poca experiencia en la pu-blicación de las fuentes documentales y la lejanía de los centros editoriales españoles, del autor, motivaron que no viera la luz pública hasta 199511. La edición, como todas las anteriores, carecía de las reproducciones fotográficas de las cartas.

Ya se ha insinuado al inicio de este artículo que el núcleo principal de los documen-tos valpostanos lo constituyen donaciones, entierros, testamentos, ofrendas, herencias, ventas… Básicamente, las concesiones y disposiciones, de las últimas voluntades y de-seos, que otorgaban las gentes del entorno de Valpuesta al monasterio de Santa María, ya sea por las circunstancias de la vida o por motivos espirituales, caritativos y litúrgi-cos. Las cuales eran registradas por los escribanos en las correspondientes cartas que componen los becerros.

Pretendían redactar todos los textos en latín (hasta el siglo XII); pero, por una parte, carecían del conocimiento profundo de ese idioma e incurrían en errores imputables a la lengua que hablaban; y, por otra, se veían forzados a utilizar esta última cuando tenían que consignar términos no latinos (o cuyo equivalente latino desconocían), como los an-tropónimos y los topónimos12.

De manera que en la redacción incluían algunas frases, giros, palabras, términos y oraciones, usadas por la población pero impropias del latín en el que escribían, como cuenca, en lugar de conca, fuero por forum, fresno por fraxinum, conceio por concilium, piele por pellem, madera por matera, etc., características del romance castellano.

Algunas voces de este léxico lingüístico se han filtrado en los cartularios valposta-nos, como: andadura, cabeciles, calçada, casa, corro, cuencas, cuero, cueva, ganato, giro, mazanos, novillo, sabana, orreo, paregios, camisa, perare, plumazos, pozale, pie-lle, raia, carrera, bracas, molino, pezes, tino, tio…13. Y numerosas expresiones del mismo tipo: cubam de vino, quartero de cebada, moio de sal, thocinos de carne porci-na…

Asimismo, alusiones a elementos del terreno: arroio, calçada, carrera, pozo; a las denominaciones de los lugares: Fueracasas, Cueva, Fresno, Fresneda, Buxedo, Losa; o a bienes u objetos: pezes, trico, trigo, matera. Además, habría que sumar a las anteriores

11 RUIZ DE LÓIZAGA, S., Los cartularios Gótico y Galicano de Santa María de Valpuesta (1090-1140),

Vitoria 1995. Al final de los años 70, el autor se asomó al Archivo Histórico Nacional y, hurgando en los pergaminos del Cartulario de Valpuesta, pudo comprobar que, en dicho centro, se guardaban mu-chos documentos, prácticamente desconocidos, que podían arrojar mucha luz sobre la historia religio-sa, cultural y social de la comarca del Omecillo-Ebro. Solicitó una copia de los dos becerros y le pro-porcionaron una reproducción microfilmada del primero, Gótico, y una fotocopia del segundo, Gali-cano. Hoy esta praxis sería imposible. Terminado el curso en la Scuola Vaticana di Paleografia, Diplomatica e Archivistica (Città del Vati-cano) [años 1984-1985, donde tuvo la suerte de recibir clases del ilustre paleógrafo Alejandro Pratesi], se dedicó, en los ratos libres, a transcribir los documentos que no se conocían, tanto del Cartulario Gó-tico como del Galicano (años 1090-1140).

12 ALARCOS LLORACH, E., El español, lengua milenaria (Valladolid 1989) 61. 13 Voces que patentizan las huellas más antiguas de algunas voces castellanas, Cfr. SECO, M., (ed.), Léxi-

co hispánico primitivo (siglos VIII al XII), Madrid: Espasa, 2003.

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SATURNINO RUIZ DE LÓIZAGA – JUAN CRUZ SARALEGUI DÍEZ 4

un notable repertorio de apelativos que identificaban a donantes o testigos: nuera, so-prinos, sobrinos, coñados, yermanos...14.

Conviene recordar que estos rasgos propios del castellano primitivo ya habían sido

evidenciados por distintos y prestigiosos estudiosos, a partir de la publicación de Ba-rrau-Dihigo; los cuales nos hablaron de las palabras y de los textos romances que se es-condían en muchos de sus folios.

A principios de siglo, Macho Ortega, con buen sentido crítico, hizo un pequeño es-tudio semántico de los diversos vocablos del famoso privilegio de Valpuesta (año 804). Puntualizaba cuanto sigue:

Si nos fijamos en el estilo del privilegio de Valpuesta, nos encontramos con muchas palabras que suponen ya un desarrollo considerable del idioma vulgar, del romance hablado en Castilla la Vieja, a la que, filológicamente, pertenece Valpuesta; tales son las palabras: foz, rubia, pozos y pen-na15.

En la década de los 30, el paleógrafo e historiador jesuita García Villada, en un tra-bajo serio y documentado, dedicaba también un pequeño espacio a la evolución y gesta-ción del romance latente en las cartas de Valpuesta. He aquí algunas de sus afirmacio-nes y apreciaciones:

Si nos fijamos en el lenguaje del privilegio (de Valpuesta), nos salen al encuentro, las voces montadgo, portatico y foz, que suponen un desarrollo del idioma impropio de principios del siglo noveno16.

En otra parte de este precioso trabajo puntualizaba:

Hay un aspecto en ellos de mucha trascendencia, pero que dejo a los especialistas en filología. Frases como estas: sapemus in veritate (sabemos en verdad) por scimus vere; et dicent testes por et dicunt; caballo castanio, vacha negra, dedimus equa cum suo potro et pro ipso ganato, y otras simi-lares, juntamente con sus giros y grafías podrían dar origen a un estudio interesante sobre el lenguaje en los siglos IX, X, y XI, de esta pequeña zona17.

Podemos apreciar, pues, una pugna callada y perseverante entre el latín que decae y fenece y un castellano iniciado, balbuciente, que de día en día va ganando terreno hasta llegar a un total predominio y una total formación. Esta evolución no podía menos que reflejarse en los documentos que integran el Becerro Gótico de Valpuesta. Así, docu-mentos de dicho cartulario exhiben el esfuerzo llevado a cabo con el fin de dotar a las lenguas romances de una representación y normalización gráfica.

Et hec est convenencia de camio que fiço el maestro don Garsia (1132, Becerro Gótico, Val-puesta).

In Dei nomine. Esto sea sabudo a los que son y a los que seran: que Fortun Sangez de Butrana dio una tierra al molin de rriba por anneversario a los chanonigos de Valpuesta et metio ena tierra a don Garcia, maestro de Valposta (1200, Becerro Gótico, Valpuesta).

14 Un estudio filológico y lingüístico, completo, al respecto, cfr. RAMOS REMEDIOS; E., Los cartularios

de Santa María de Valpuesta. Análisis lingüístico (Donostia- S. Sebastián 2000). 15 MACHO ORTEGA, T., “La iglesia de Valpuesta en los siglos IX y X”, Rev. de Museos, Archivos y Bi-

bliotecas, 36 (1917) 385-385. 16 GARCÍA VILLADA, Z., “Valpuesta: una diócesis desaparecida”, Spanischen Forschungen der Görresge-

selschaft, Münster, 5 (1935) 200. 17 IBÍDEM, 203.

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La nueva edición de los Cartularios de Valpuesta 5

Pero fue Menéndez Pidal, a lo largo del siglo XX, quien, con más atención y es-fuerzo, dedicó muchas páginas al proceso del castellano primitivo, de modo especial en su libro Orígenes del Español, escogiendo, entre otras fuentes, varias del códice valpos-tano18.

En definitiva, la importancia del léxico del primitivo romance castellano, inmiscui-do en los textos valpostanos, viene confirmado por una amable carta que me escribió el presidente de la Real Academia de la Lengua, Rafael Lapesa, hace ahora 16 años, tras haber leído uno de mis trabajos sobre el cartulario de Valpuesta19, en la que me comuni-caba que pensaba insertar citas relativas a dicho códice, en la próxima edición de su Historia de la Lengua Española, “por considerarlo imprescindible”. Lamentablemente, su muerte, hace unos años (2001), le impidió terminar la empresa proyectada y supuso una pérdida irreparable para todos nosotros20.

1.2.- Proyección cultural de Valpuesta a partir de la última década del siglo XX. Los orígenes del romance castellano.

Santa María de Valpuesta ha adquirido un rango, una importancia, una categoría inusitada a partir de la última década del siglo XX y primeros años del XXI. La razón hay que buscarla en una serie de libros, trabajos y artículos, aparecidos durante esos años, que han centrado su atención fundamentalmente en el estudio y contenido de los Cartularios o Becerros de Valpuesta, de modo especial en su vertiente lingüística-filológica21.

La idea conocida de que los balbuceos del romance castellano se encontraban en los cartularios de Valpuesta, ha recibido un espaldarazo en el Congreso sobre Valpuesta en los orígenes [del castellano], celebrado en octubre del 2008, en Miranda de Ebro. En las conferencias pronunciadas en dicha ciudad burgalesa, limítrofe con Álava y cercana

18 MENÉNDEZ PIDAL, R., Orígenes del español. Estado lingüístico de la Península Ibérica hasta el siglo

XI (Madrid 1980), 32, 49, 50-51, 53, 64, 73, 77-79, 92, 102, 106, 116-117, 146, 165, 209, 275, 282, 287, 313, 317, 337.

19 RUIZ DE LÓIZAGA, S., Lengua y cultura en Álava (siglos IX-XII) (Burgos 1995), pp. 136-150. En este libro intenté espigar las primeras palabras, conservadas en lengua romance, que habían sido registra-das en el Cartulario de Valpuesta.

20 Adjuntamos más adelante una reproducción de dicha carta. 21 RUIZ DE LÓIZAGA, S., Iglesia y Sociedad en el Norte de España. Iglesia episcopal de Valpuesta. Alta

Edad Media, (Burgos 1991); IBÍDEM, Los Cartularios Gótico y Galicano de Santa María de Valpuesta (1090-1140); IBÍDEM, Lengua y cultura en Álava (ss. IX-XII) (Burgos 1995); IBÍDEM, Valpuesta y su proyección cultural y lingüística, Estudios Mirandeses, vol. XXIII (Miranda de Ebro 2003); CIERBIDE, R., “Santa María de Valpuesta y sus Cartularios”, Estudios Mirandeses, vol. XIX (Miranda de Ebro 1999); RAMOS REMEDIOS, E., Los cartularios de Santa María de Valpuesta. Análisis Lingüístico (Do-nostia-S. Sebastián 2000); DULANTO SARRALDE, N., Valpuesta, la cuna del Castellano escrito (Vito-ria 2001); FERNÁNDEZ FLÓREZ, J., La elaboración de los documentos en los reinos hispánicos occi-dentales (ss. VI-XIII) (Burgos 2002); PERDIGUERO VILLARREAL, H., Importancia de los cartularios de Valpuesta para el estudio del romance castellano, vol. XXIV (Miranda de Ebro 2004); dos números monográficos sobre Valpuesta de la Fundación Cantera Burgos (vol. XX, año 2000; vol. XXIV, año 2004).

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a Valpuesta, se llegó a la conclusión de que el nacimiento del castellano escrito se en-contraba en los textos del monasterio valpostano22.

El 27 de diciembre de 2009, la agencia EFE informaba de un estudio del Instituto Castellano y Leonés de la Lengua que reconocía que los Cartularios de Valpuesta son el registro más antiguo que existe en lengua española, puesto que su antigüedad (siglo IX) antecede en un siglo a la de las Glosas Emilianenses (de finales del siglo X o, con más probabilidad, de principios del siglo XI) y a la de las Silenses (de finales del siglo XI). En este mismo estudio, realizado en los últimos 7 años, se basaba la Real Academia pa-ra avalar esa información.

Pero la manifestación más evidente de la proyección cultural de Valpuesta la ha constituido la edición crítica de Los Becerros Gótico y Galicano, arriba reseñada23.

Los autores del trabajo sostienen que los documentos del monasterio burgalés in-cluyen “términos que son los primeros vestigios del castellano y los más antiguos que se han encontrado hasta ahora” y, también, que acreditan una mezcla de registros orales y escritos, es decir, de romance y latín, “que ampara fenómenos fonéticos, morfológicos y lexicográficos propios del castellano”. Asimismo, opinan que el estudio realizado aporta una edición “definitiva” y fundamental para el estudio de la lengua romance, en la épo-ca de los orígenes. En suma, ratifican lo expresado en los párrafos precedentes de este artículo.

En el mismo sentido, Gonzalo Santonja escribe, en las páginas introductorias, que “…la documentación valpostana resulta de capital importancia para conocer la etapa de orígenes del castellano24”.

Presentada la obra del equipo de Ruiz Asencio, la noticia de que los textos más an-tiguos que se conservan en castellano son los Cartularios de Valpuesta, ha saltado a los medios informativos. La prensa, tanto española como extranjera, no ha dudado en reco-nocer la importancia del estudio y ha considerado al lugar de Valpuesta como la “cuna del castellano”.

Sin embargo, tal estimación no es ajustada ya que ponerle fecha y lugar de naci-miento al romance castellano no es tarea nada fácil y ha constituido, y constituye, uno de los mayores desafíos que han tenido los lingüistas. Hasta ahora, el origen se remon-taba a las Glosas Emilianenses o Silenses, anotadas en los márgenes de los dos códices, redactados en latín, que se guardan en los monasterios de San Millán de la Cogolla (emilianenses) y Santo Domingo de Silos (silenses). Pero, con rigor científico, se ha de decir que no es posible fijar el origen en un único punto geográfico, ya que los idiomas, como los ríos, no se encuentran desarrollados en el punto de origen, sino que se van formando lentamente a medida que reciben el influjo de los afluentes que les dan la vi- 22 RUIZ ASENCIO, J. M., “Los primeros renglones”, ABC (24-XI-2010). Allí se trazaron planes para la

edición y el análisis de los documentos visigóticos de León y Castilla –Valpuesta, Cardeña, Sahagún, Oña…– para avanzar, con solidez y contundencia, en el conocimiento de la aparición, distribución y desarrollo del romance primitivo en tierras de Castilla y León. Si bien, todavía no se han publicado las Actas de este Congreso.

23 El Instituto Castellano Leonés de la Lengua ha pilotado este estudio y lo ha presentado en Madrid, en la sede de la Real Academia de la Historia.

24 SANTONJA GÓMEZ-AGERO, G., Valpuesta en los Orígenes, pág. 11, en RUIZ ASENCIO, J. M., - RUIZ

ALBI, I., - HERRERO JIMÉNEZ, M., Los Becerros Gótico y Galicano de Valpuesta, Estudio, Edición e Índices, vol. I (Globalia Artes Gráficas, 2010).

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La nueva edición de los Cartularios de Valpuesta 7

da. Del mismo modo, las lenguas romances evolucionan desde el latín en muchos sitios a la vez25.

El latín llega a ser el español a lo largo de una evolución lentísima y constante, y nunca podemos cortar por un punto y decir: Aquí está el español recién nacido26.

Sólo puede afirmarse que el primitivo castellano se asentó en una extensa zona del nordeste de la provincia de Burgos, en la parte sur y suroeste de Álava y en el noroeste de La Rioja, es decir, en un territorio de fricción lingüística en el que habían convivido el celta y el latín, y convivían el latín, el romance castellano y el euskera y, en menor medida, el árabe.

No sólo nació en Valpuesta sino también en Oña, en Cardeña, en San Millán, en León…, pero sus huellas escritas más antiguas e importantes, mientras un hallazgo for-tuito no nos depare otro testimonio anterior, hay que buscarlas y estudiarlas en los per-gaminos del cartulario Gótico de Valpuesta27.

El tiempo y los estudios han dado la razón a quienes, desde hacía décadas, defendí-an que fue, fundamentalmente, aquí en Valpuesta donde comenzaron a escribirse, en los siglos IX-XII, las primeras palabras en lengua romance28.

25 El origen del castellano no está en San Millán de la Cogolla y en las glosas emilianenses. Es un error

histórico que trataron de demostrar los ponentes de la segunda sesión del congreso dedicado a VAL-

PUESTA, dedicada a los Orígenes del castellano, celebrada en Miranda de Ebro (Octubre 2008). 26 ALONSO, D., “El primer vagido de nuestra lengua”, Obras completas, II. Estudios y ensayos sobre lite-

ratura (Madrid, Gredos 1972), pág. 11. 27 Muy interesante, al respecto, es la importante monografía de la profesora I. VELÁZQUEZ SORIANO, que

ha investigado, durante 20 años, una serie de pizarras escritas en época visigoda (mayoritariamente halladas en las provincias de Salamanca y Ávila, junto a algunas otras del norte de Cáceres, Segovia y Portugal), con textos de la lengua hablada en los siglos VI y VII en Hispania. Tras un análisis porme-norizado de 163 piezas, ha llegado a la conclusión de que en esas pizarras encontramos escritos en la-tín en los que aparecen rasgos del romance, por lo que constituyen “un verdadero catálogo de los ante-cedentes de nuestra lengua”. Cfr. VELÁZQUEZ SORIANO, I., Las pizarras visigodas: entre el latín y su disgregación, la lengua hablada en Hispania, siglos VI-VIII (Instituto Castellano y Leonés de la Len-gua, Burgos 2005). Igualmente, es significativa la “Nodicia de Kesos”, datada entre los años 974 y 980, que describe un inventario de quesos que hizo el despensero del monasterio de los Santos Justo y Pastor de La Rozuela (León), ya que en el manuscrito se aprecia un estadio del latín que puede consi-derarse protorromance, no muy distinto del castellano primitivo.

28 En un periódico de gran difusión en el País Vasco, El correo español el pueblo vasco, domingo 7 de septiembre de 2003, pudimos de nuevo leer, ante nuestro asombro, la siguiente afirmación: el francis-cano Saturnino Ruiz de Lóizaga “rastrea evidencias sobre el origen de la lengua en las abadías fronte-rizas de Álava y Burgos” y afirma que “El castellano nació en tierras alavesas […], se gestó en el oes-te de Álava, norte de Burgos y sur de Cantabria”. En esta misma línea contamos con el trabajo de Ni-colás DULANTO SARRALDE, Valpuesta, la cuna del castellano escrito, Álava: Diputación Foral, 2000. Cfr. artículo de LÍBANO ZUMALACÁRREGUI, A., Conformación del vocabulario castellano en las pri-mitivas fuentes documentales altomedievales, en DÍAZ CALLEJA, B., El primitivo romance hispánico (Instituto Castellano y Leonés de la Lengua, Burgos 2008, pp. 341-356, nota 2. También en Internet.

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La nueva edición de los Cartularios de Valpuesta 9

2.- ANOTACIONES A LA NUEVA EDICIÓN DE LOS BECERROS DE VALPUESTA

Pese al buen hacer de los autores que han realizado la nueva publicación de los Be-cerros, hemos dado con algunos pequeños deslices o lagunas que de ningún modo des-virtúan el plan general de la obra. Mal que bien, aliquando bonus dormitat Homerus29. El trabajo se presenta como una obra completa y perfecta, “definitiva” y fundamental para el estudio del origen de la lengua romance, pero como ocurre con todo, en que “lo mejor es enemigo de lo bueno”, si este aforismo en todas partes tiene vigencia y valor, acaso en ningún otro campo lo tenga más acusado que en el de la investigación.

Los deslices observados se describen en los siguientes apartados referentes: a los documentos, al índice de lugares y al índice de personas.

- Los documentos

• Documento nº 126 del becerro gótico.

La palabra medietate se presenta en el índice de palabras en el documento 126B; en cambio, se encuentra en el 126C.

• Documento nº 133 del becerro gótico.

Transcribe mal Ualle Gobia, escrito en el manuscrito con b, por Ualle Gouia, con u.

• Documento nº 152 del becerro galicano.

Transcribe mal: …Ego, Munnina, mulier Apparicio de Mioma,…, puesto que dice …Ego Munnina, mulier de Tello Apparicio de Mioma… Por tal motivo Tello, de este diploma, falta en los índices.

- El índice de lugares

Aunque se trata de una obra fundamentalmente paleográfica y codicológica, nos hubiera gustado un estudio, una ampliación y mejora de la interesante toponimia que contienen los cartularios de Valpuesta, conocido el valor auxiliar que tiene para la interpretación de nuestra historia general, y más aún de la lingüística.

29 “De vez en cuando dormita el buen Homero”. El gran poeta Homero, autor de las dos epopeyas más

grandiosas de la antigüedad clásica, La Ilíada y La Odisea, podía permitirse el lujo de cometer algún error, lo cual no empaña en absoluto su grandeza. Es como si se dejara llevar por el sueño en algún momento, de forma que el verso o la narración no le saliera todo lo bien a que nos tenía acostumbra-dos. Escribe asimismo Horacio que las personas que se dedican a escribir… pueden tener el peligro de que-darse un poco dormidas durante su trabajo, ya que es pesado y largo (Ars poetica). En nuestro idioma tenemos más de un refrán que expresa muy bien lo que quiere decir: Hasta el mejor escribano echa un borrón. Todas las personas tenemos la debilidad de cometer errores, hasta el más experto en su traba-jo.

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SATURNINO RUIZ DE LÓIZAGA – JUAN CRUZ SARALEGUI DÍEZ 10

No se consignan los apellidos solariegos de las personas, que contienen numerosos nombres de lugares y parajes.

Se indican solamente los topónimos sin aportar más información complementaria: Álava, Astúlez, Caicedo, Molinilla, Nanclares, Nave, Revilla, Terrazos, Sorrozanes, etc.

- Castilla

Omitida la enumeración de los documentos en los que aparece Castilla, aunque se recoge en el índice de palabras. Por otra parte, habría sido conveniente especificar la Castella Vetula, o primigenia (la Vieja Castilla), que se consigna en seis cartas.

- Comunión

Comunión (hoy Basabe, en Valdegovía): flumine de Cumunione (doc. 178). Comu-nión aparece por primera vez ya en el año 822 como “Comunione” en el Cartulario de Oña. Sólo a finales del siglo XII se asoma tímidamente el nombre de Basabe. En 1396 todavía venía llamado “Comunión de Basabe”. En 1601 se siguen citando los señores de “Comunión de Basabe”. No se especifica (doc. 178) como lugar distinto o diverso del lugar de Comunión, pueblo en el límite de Miranda de Ebro. Aún se conserva en Basabe el topónimo “Transcomunión”, junto al arroyo y camino en di-rección de Acebedo.

- San Millán de la Cogolla

Omitido en el índice de lugares: Cum quinta parte del pozo comunem Sancti Milia-ni (doc. nº 81). Se refiere a San Millán de la Cogolla. Las otras denominaciones de San Millán están relacionadas con San Millán de San Zadornil, siempre en el valle de Valdegovía.

- Santa María de Vallejo

Sancta Maria de Uallelio, Sancta Maria de Ualleio, citado en el nº 8 y Sancta Ma-ria de Uallegio, citado en el nº 127 y nº 151. Este último documento escrito in ua-llegio de Santa Maria, iusta vinea de regula, circa ipso arr[o]io et de alia parte ui-nea de filios de Fortun de Uilla Morosa… Es decir, el arroyo actual, hoy convertido en su parte baja en balsa o charca para regadío. A escasos metros de este embalse se encuentran las ruinas de Sta. María de Vallejo. Pues bien, en el índice de lugares sólo aparece el documento con el número 127.

La ermita de Nuestra Señora de Vallejo estaba en jurisdicción de Villambrosa. To-davía pueden contemplarse sus restos en lo alto del término denominado Vallejo, cerca de la demarcación concejil de Alcedo, a escasos metros del arroyo que corre por ese paraje, embalsado en su parte más baja.

- Santiago de Langrériz

Documentos 81 y 91: Santiago de Langrériz, bien escrito en el texto, se presenta en el índice de lugares: Lancrerici, Lancreiz, Lancrerici [bis]. No aparecen las varian-tes de Lancreriz (=galicano, doc. 81) y Lacrerici (gótico, doc. 91).

Citado sólo en el índice en el nº 91, cuando se encuentra también en el nº 81.

- Villalambrús

Se consigna mal en el índice: Villalumbrós (pág. 463).

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La nueva edición de los Cartularios de Valpuesta 11

Conviene advertir que los autores, en el Índice de lugares de la publicación, al iden-tificar los topónimos alaveses que aparecen en los cartularios con los actuales, no consignan los “normalizados”, implantados por las autoridades gubernativas de la comunidad autónoma del País Vasco –avalados por la práctica totalidad de las aca-démicas e intelectuales del territorio–, sino los que han venido utilizando y utilizan los naturales de los pueblos mencionados en los becerros. Asientan Bergüenda, Caicedo, Comunión, Leciñana, Nanclares, Puentelarrá, Río Omecillo, Salcedo, Sa-linas, Tuesta, Valdegovía, etc., pero no Bergonda, Kaizedo, Komunioi, Leziñana, Langraiz, Zubilarra, Omecillo ibaia, Saratxu, Gesaltza o Valle Salado, Tosta, Go-biaran, etc., que los han sustituido, aunque algunos de estos últimos nunca hayan sido registrados en la documentación conservada, ni empleados ni transmitidos por vía oral, por el hecho de no haber existido –v.gr. Zubilarra, Omecillo ibaia, Saratxu y Gobiaran, no son sino traducciones vascas de sus correspondientes castellanos; Gesaltza (Gersalzaha) fue el título de una aldea próxima a Ollávarre, identificada erróneamente con Salinas, en 1966, por el prócer alavés Gobiatar, al percatarse de su supuesto significado salinero, pero tal sentido se debilita al comprobar que es un topónimo bastante habitual en la circunscripción vascoalavesa, referido a áreas bos-cosas, y por lo tanto probable heredero de *Gerizabaltza30–. Es posible que el equi-po de Ruiz Asencio haya juzgado que la toponimia “normalizada” desnaturaliza a la utilizada por la población autóctona durante el último milenio.

- El índice de personas

Bajo el mismo epígrafe, muchas veces, se incluyen personajes diferentes que llevan los mismos nombres, sin que se aluda a esta coincidencia. Asimismo, nombres que en los documentos están escritos de maneras distintas (como por ejemplo Eximinus, Scemeno, Semen, Simeon), en el índice vienen incluidos bajo una forma normaliza-da y modernizada (en este caso, Jimeno), dificultando el trabajo de investigación. Del mismo modo, el nombre Arnal Petro (Arnaldo Petri) es traducido por Arnaldo Pérez (nº 170), pero no se traducen otros nombres, como Agia Iohannes (nº 112-113) por Agia Ibáñez, y sobre todo Petro Iuananes (Petri Iohannis, nº 169, 134) por Pedro Ibáñez, etc. En este sentido, quizás hubiese sido más útil contar con un índi-ce de personas que consignara las versiones originales de los nombres, y junto a és-te, aparte, un índice que indicara las versiones actuales de tales nombres, como En-eco/Enneco = Íñigo, o Blascoz/Uelascoz = Velázquez.

- Documento nº 81 del becerro gótico.

La palabra Dauala, bien escrita en el documento, en el índice de personas se pre-senta como Dabala.

30 La información referente a la distribución, naturaleza y reposición del topónimo ha sido facilitada por

Juan Cruz Saralegui Díez, así como el contenido de esta nota. La versión salinera de gesal se percibe en otros topónimos alaveses; por ejemplo en la peña Salada del pueblo de Maestu, que traduce torpemente el título del actual monte de Guesal, situado frente a ella. Es posible que el antiguo vocablo vascoalavés oriental errexal “árbol” no sea sino un derivado de geriza ”sombra, abrigo, refugio”, quizás un derivado regresivo de alguno de sus compuestos.

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SATURNINO RUIZ DE LÓIZAGA – JUAN CRUZ SARALEGUI DÍEZ 12

Alvaro Suriz.

No se consigna en el índice de personas Aluaro Assuriz, nombrado en el docu-mento 126, si bien está en el índice de palabras.

Armentero.

En el índice de personas no se consigna Armentero, testigo, del documento 179, si bien está en el índice de palabras.

Gonzalo Álvarez de Lancrares.

No se consigna en el índice de personas Gonsaluo Albariz de Lancrares del do-cumento 173, si bien está en el índice de palabras.

Gonzalo Vélaz de Foncea.

No se consigna Gonsaluo Ueliaz de Font Çeia del documento 171 en el índice de personas, aunque sí está en el índice de palabras.

Lope Íñiguez.

No aparece en el índice de personas Lope Ennecoz de los documentos 112 y 113, si bien está incluido en el índice de palabras.

Martín Núñez.

El índice de palabras no consigna Martin Nuniz y Martini Nunii del documento 169, si bien está incluido en el índice de palabras.

Minaya.

Versión actual, correcta, de Mie Ennaia del documento 167. Cabe preguntarse por qué no se traduce Ecta Bita (en el texto) o Ega Vita (en el índice de personas) por Chavida.

Nuño Sevériz.

No se ha consignado Nun Ssuueriz del documento 169 en el índice de personas, pero sí aparece en el índice de palabras, al igual que sus variantes. Es más, en el índice de personas se consignan otras variantes de este nombre – Suberiz, Sueriz –, las cuales reenvían a Sevériz, pero esta voz no aparece en dicho índice.

Oveco de Arroyo.

No se ha consignado Ouieco de Arroio del documento 123 en el índice de perso-nas, pero sí en el índice de palabras (Ouieco y Arroio por separado).

Vermudo Vélaz.

Bermudus Uelet o Vermudus Uelez está en el documento nº 122 y no en el nº 22 como se indica en los índices.

A continuación se presentan las anotaciones complementarias que ha redactado Juan Cruz Saralegui Díez, a quien agradezco su colaboración. Buen conocedor del ám-bito abarcado por los becerros, apoyándose en una interpretación sutil de los documentos y en razonamientos e intuiciones posibles, aborda con competencia y rigor científico el reconocimiento de los diplomas y, en ocasiones, algunos aspectos hasta ahora desconocidos para los que se han acercado al estudio de los códices valpostanos.

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La nueva edición de los Cartularios de Valpuesta 13

3.- ANOTACIONES COMPLEMENTARIAS DE JUAN CRUZ SARALEGUI DÍEZ

Bajo este epígrafe se incluyen las notas que he redactado, a petición de Saturnino Ruiz de Lóizaga, referentes a algunas imprecisiones o carencias observadas en los índi-ces, en las transcripciones y en las cartas, de la nueva edición de los cartularios de Val-puesta. Han sido elaboradas, después de haber analizado los textos y los facsímiles que contiene la publicación y la serie de apuntes que me ha enviado Ruiz de Lóizaga, para que los completara o los complementara, teniendo a la vista otros cartularios y trabajos relacionados con los temas tratados. Se especifican en cuatro apartados que atañen a las traducciones, a las expresiones, a la toponimia y a la antroponimia.

Incidentalmente, se propone la posible etimología de algún topónimo, pero se ha soslayado esta materia porque no la han abordado los autores de la publicación.

1.- Algunas traducciones, registradas en el primer volumen del libro, ad-miten otra redacción o distintos significados de los señalados.

- Por ejemplo, la glosa “…salterio, himnos…”, correspondiente a la frase latina …psalterio, ymnorum,… que figura en el encabezamiento de la carta nº 7 del año 900, págs. 202 y 204, alude a dos códices, siendo preferible la transcripción …psalterio ymnorum… y la traducción “…salterio de los himnos…”, conforme al texto del diploma de San Miguel de Bayas, del año 956, del becerro galicano emi-lianense31, referido a una donación de VI libros: antifonarium, manuale, commi-cum, ordinum, psalterium innorum, orarum…

- La redacción del epígrafe de la carta nº 8 de [894-900], pág. 206, es confusa, siendo transparente el tenor de la escritura, si se conoce el significado rural de costegera o custodia “sitio de vigilancia (de las viñas)” y de custodiero “vigilante o guarda (de las viñas)”.

- La versión “…dos camisas verdes y una blanca y un cinturón (faja o ceñidor), un buey de varios colores, una estola de lino de doce codos, manípulas bermejas y una escarcela cárdena”, de la frase latina …II kamisas uirides et tertja alba et zona et uobe per colore uario et orare linio XII cubitos, et mapulas uermiculas et alfimiane cardeno, que consta en el encabezamiento de la escritura de venta nº 13B de 929, pág. 218, admite algunas variantes.

Ruiz de Lóizaga32, en Lengua y cultura en Álava, a la vista de la transcripción gona, de zona, que vertía el escriba galicano de la carta –vid. el documento 13C de la pág. 219–, seguramente para aproximar la voz que desconocía a la bajolatina gunna, sospechaba que el copista gótico la habría escrito incorrectamente y la tra-ducía como “túnica o saya”, un vocablo propagado a las lenguas occitana, catalana, italiana y vasca, aún vigente. Sin embargo, no hay duda de que la versión de los au-

31 UBIETO ARTETA, ANTONIO, Cartulario de San Millán de la Cogolla (759-1076), Valencia 1976, pág.

83. 32 RUIZ DE LÓIZAGA, SATURNINO, Lengua y cultura en Álava, Burgos 1995, pág. 160.

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SATURNINO RUIZ DE LÓIZAGA – JUAN CRUZ SARALEGUI DÍEZ 14

tores de la publicación es la fidedigna, ya que el escribano emplea dos signos dis-tintos para la -z- y para la -g- y, por lo tanto, también lo es la traducción castellana, conocida la significación del latín zona “cingulum”.

Orare representa la voz latina orarium, pero, tal vez, no aluda a la estola ecle-siástica sino a un “lienzo o sudario”, según lo indicado por Ruiz de Lóizaga33, en la obra citada.

Mapulas encarna la voz latina mappula “parvula mappa” y, quizás, sea prefe-rible traducirla “servilleta, pañuelo de mano”, de sentido más comprensible que el anotado manípula, acorde con lo indicado por Ruiz de Lóizaga34.

Alfimiane es una “escarcela, bolsa pendiente de un ceñidor”, un préstamo del árabe himyān; sin embargo, del contexto de la frase se colige que también podría aludir a un “pañuelo de cabeza o tocado mozárabe femenino, tipo toca”, de acuerdo con lo escrito por Ruiz de Lóizaga35. Recuérdese que, en tiempo del califato de Córdoba, los pañuelos de seda elaborados en Fiñana (Almería), conocidos con el nombre de alfiniame o alfiñame, eran muy apreciados en el reino de León y en Al-Andalus.

- El texto latino …mortalia, id est, linteo, orare, femoralias…, de la carta nº 17B de 939, pág. 224, traducido “…mortaja, a saber, un lienzo, una estola y unos calzo-nes…”, quizás deba glosarse “mortaja, a saber, lienzo sudario y calzones”, y repro-ducirse …mortalia, id est, linteo orare, femoralias…, no relacionando orare con orarium “estola” sino con orarium ”sudario”, según lo indicado arriba.

- Los bienes legados “…su campo, su hórreo y la parte de sus heredades…”, del títu-lo de la entrega y donación del documento nº 45A? de 973, pág. 259, correspon-dientes a …meo capo et meo orreo et mea ratione… del texto latino, en realidad parecen referirse a “mi caudal, mi hórreo y mi parte o porción”. Capo, caput o ka-po, se registra en otros documentos pero no se glosa; no obstante, en el nº 8 de [894-900], págs. 206 y 207, se interpreta como “todos los bienes”.

- “Sotular” traduce fielmente a sotulare del documento nº 87 de 1093, págs. 310 y 311, pero, para los lectores menos expertos, habría sido más comprensible la ver-sión castellana “calzado“, que registra Ruiz de Lóizaga36.

2.- No se han aclarado algunas palabras y expresiones abreviadas o de-fectuosas.

- La lectura de …tibi emtori meo (o nostro)…, de los documentos nº 14 de 935, pág. 220, nº 16 de 939, pág. 222, nº 36 de [960-961]?, pág. 249 y nº 37 de 966, pág. 251, es correcta.

33

IBÍDEM, pág. 162. 34 IBÍDEM, pág. 161. 35 IBÍDEM, pág. 153. 36 IBÍDEM, pág. 166.

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La nueva edición de los Cartularios de Valpuesta 15

Sin embargo parece equivocada la transcripción que realizaron los escribas del becerro gótico, de los instrumentos originales que manejaron, donde quizá se leería la locución, usual en la documentación valpostana, …tibi in tuo iure meo (o nos-tro)…; a no ser que fuera una abreviatura de ella.

En relación con esta frase véase un diploma del cartulario pirenaico de Sire-sa37, fechado en marzo de 942, en el que se lee un texto semejante: …tivi emtori meo Agilani abbati,…

- La palabra incompleta del párrafo: Qui istum nostrum pactu disrumpere uoluerit, de germanis aut filiis aut neptis aut soprinis uel de propinquis aus (sic) fuerit in-mutare talia, inprimis excomunicatus permaneat ad fide Christi…, del documento 59B de 1053, pág. 280, la corrigió el copista galicano del 59C reescribiendo …de propinquis aliquis ausus fuerit...

Sin embargo, del contexto del diploma, cabe deducir que aus fuerit podría re-ponerse ausus fuerit “se atreviera, osara” y que el calígrafo olvidó anotar la S vola-da que usaba como signo de abreviación de -us.

Se trata de una expresión verbal corriente en los cartularios. En el de San Mi-llán: ausus sit aparece en una carta de 864 tocante a San Felices de Oca38, ausus fuerit en otra de 947 concerniente al abad Salito39, en otra de 14 de mayo de [959] de García Sánchez40, en otra de 4 de enero de 1007 tocante a Godina41, en otras de 1049 de García de Nájera42, en otra de 1060 del señor Tello43, en otra de 18 de ju-nio de 1075 de Sancho de Peñalén44, etc.

- En el documento nº 74B de 1070, del becerro gótico, pág. 297, se lee sinrna, pero se advierte que el calígrafo cometió un error involuntario al verificar que escribió correctamente sernna, en la línea siguiente.

3.- Algunos lugares, del índice toponímico, no han sido localizados con la suficiente precisión o carecen de las referencias a algunos diplomas en los que aparecen.

- En el índice de lugares, pág. 458, no se distinguen las dos aldeas que llevaban el nombre de Comunión: la cercana a Salcedo y la de Basabe. Aunque las consigna-das en las tres cartas: Cumunione y Comunione de la nº 178, pág. 412, sin duda, y Comunione de la 88, págs. 313 y 314 y Comino y Comunnon de la 92, págs. 316 y 317, probablemente, se refieren a la de Basabe. Del cotejo de los instrumentos con-servados, en otros archivos, se deduce que el nombre de Basabe se impuso entre

37 UBIETO ARTETA, A, Cartulario de Siresa, Valencia 1960, pág. 27. 38 UBIETO ARTETA, A, Cartulario de San Millán de la Cogolla (759-1076), Valencia 1976, pág. 16. 39 IBÍDEM, pág. 64. 40 IBÍDEM, pág. 94. 41 IBÍDEM, pág. 133. 42 IBÍDEM, págs. 247 y 249. 43 IBÍDEM, pág. 298. 44 IBÍDEM, pág. 399.

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SATURNINO RUIZ DE LÓIZAGA – JUAN CRUZ SARALEGUI DÍEZ 16

1114 y 1175. El título del lugar procederá del nombre latinocristiano Communio, -onis.

- Foz de Busto, término geográfico citado en los dos diplomas fundacionales de Val-puesta, registrado en el índice de lugares, pág. 459, se ubica impropiamente en Mioma, puesto que, según el orden seguido en los apeos de la presura de Valpues-ta, partía límites con Villanueva de Valdegovía. Posiblemente, se ha localizado si-guiendo a Ruiz de Lóizaga, quien la identificaba con un término de Mioma deno-minado actualmente Yugadera45, en Monasterios altomedievales del occidente de Álava. Pero La Yugadera o Jugadera, un topónimo muy extendido por la Castella vetula alavesa, y su área de influencia, que denota un sestero montañoso del ganado equino, y, obviamente, también un busto del bovino, no está en Mioma sino en el extremo septentrional del término concejil de Villanueva. Y la foz del diploma será la que le da acceso, denominada El Portillón, sita al norte de la Peña de la Horca, tal vez la Pinna Rubea de las dos escrituras espurias de 804.

- Bajo el epígrafe Mioma, del índice de lugares, pág. 460, no se enumeran algunas cartas en las que se cita a la referida aldea. Son la nº 87AB de 1093, págs. 311 y 312; la 104AB de [ca. 1104], pág. 330; la 136 de 1121, pág. 364; la 138 de [ca. 1121], pág. 367; la 143BC de 1123, pág. 375 y la 185BC de 1184, pág. 418.

La localidad alavesa es homónima de la portuguesa Mioma, situada en el concejo de Sátāo del distrito de Viseo, y de la orensana Miomás, ubicada en el municipio de Carballiño; dos supuestas villas altomedievales de *Meduma y *Medumanes (genitivo posesivo declinado en lengua germánica oriental). Es decir, pertenecientes a Meduma < Med + uma, un probable nombre personal masculino godo derivado del apelativo miduma “el del medio”46, registrado en la documentación altomedieval galaica (Meduma, Medoma, Medumanus y el patronímico Medomaz), tal vez en el Preceptum Medemae, de 69647, del área catalana, y en otros diplomas. La posible relación con un onomástico céltico o germánico, *Miduma, fue señalada por Ruiz de Lóizaga48, en 1995, a sugerencia del redactor de estas notas.

- illo Molare de los documentos de 804, 1B pág. 183, 1C pág. 184 y 2B pág. 188, que es illo Molari en 1E pág. 185, está consignado en el índice de palabras pero no en el de lugares. Se identifica, probablemente, con los Molares del segundo diplo-ma fundacional, asentado en la pág. 460 del índice toponímico, y con los dos ris-cos, a modo de muelas, situados al norte de la cumbre de Rodil, divisorios de los términos jurisdiccionales de Valpuesta, Basabe, Mioma y Pinedo, según señalaba Ruiz de Lóizaga en la obra mencionada49.

- En el índice toponímico, pág. 461, no se diferencian los dos términos de San Cris-tóbal: el de los documentos 1 y 2, de 804, que estaba en la divisoria concejil de Valpuesta y Gurendes, posiblemente en el Alto de los Mártires del segundo lugar, y

45 RUIZ DE LÓIZAGA, S, Monasterios altomedievales del occidente de Álava, Vitoria 1982, pág. 192. 46 POKORNY, JULIUS, Indogermanisches etymologisches wörterbuch, Berna 1959, pág. 707. 47 MUNDÓ I MARCET, MANUEL, Los diplomas visigodos originales en pergamino. Transcripción y

comentario, con un regesto de documentos de la época visigoda. Barcelona, 1974; Canellas López, Á. Diplomática Hispano Visigoda, Zaragoza, 1979, pág. 255, doc. 192.

48 RUIZ DE LÓIZAGA, S, Lengua y cultura en Álava, Burgos 1995, pág. 42. 49 RUIZ DE LÓIZAGA, S, Monasterios altomedievales del occidente de Álava, Vitoria 1982, pág. 193.

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el del documento nº 168 de 1132, que era una de las dos parroquias de Salinas, si-tuada en lo alto del caserío, en el solar ocupado por el frontón actual50.

- Igualmente, en el mismo índice, pág. 462, no se especifica que Santiago, del docu-mento 65 de 1065, se refiere al monasterio de Santiago de Alcedo, situado en el va-lle Sorrozanes, en el cementerio actual del pueblo, a poniente de las casas e inme-diato a ellas. Pascual Madoz anotaba la existencia de la ermita arruinada de Santia-go, con su campo y paseo desarbolado, en el Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de Ultramar51.

- Bajo el epígrafe Valdegovía, del índice toponímico, pág. 463, se engloban diversas formas de ese mismo nombre, registradas en los documentos 1, 2, 100, 133 y 172, que no aluden a la Valdegovía actual sino a la primigenia, de menor extensión. Se-gún se colige del límite oriental de la circunscripción valpostana, que llegaba …ad Sancti Emeteri et Celedoni, ipsta calzata qui pergit ad Ualle de Gaubea…, según la carta 1B, de 804, pág. 183, o ...ad Sanctum Emeterium et Celedonium, et per calciatam que pergit ad Uallem Gouie…, según la versión galicana 1E, pág. 185, o …ad Sanctum Emeterium et Celedonium, pro calzada que pergit ad Uallem Gouia…, según la escritura 2B, de 804, pág. 188 y las cartas 2C y 2D, del mismo tenor; lo que deja traslucir que Uallem Gouie estaba aguas abajo de Valpuesta.

El lindero:…de altera pars, ipsa carrera qui pergit de Gruendes ad Ualle Gouia..., de la heredad cedida en la carta nº 100 de 1104, pág. 326, delata que Ua-lle Gouia aún era menor, puesto que se ubicaba aguas abajo de Gurendes. En el mismo sentido la 172, de 1135, pág. 406, deslinda otro terreno de Gurendes …subtus calzata qui pergit ad Ualle Gobia…

Todavía se puede concretar más este emplazamiento si se consulta un diploma emilianense del año 947, apócrifo52, referente al monasterio de Villapún, que men-ciona …illa calzata qui vadit ad Valle de Gaubea…, aludiendo a la que marchaba de Villanueva a Villanañe, por la margen derecha del río Omecillo. De modo que Valle de Gaubea, primitivamente, debió de estar configurado por la cuenca del tramo del río Omecillo en el que se asentaba Villanañe.

En ese espacio, e inmediato a Villanañe, un documento, guardado en el palacio de Varona, sugiere que hubo otro lugar, denominado Gobea, el cual debió de titular al valle, teniendo presente lo indicado en los párrafos precedentes. Relata acciones bélicas del tiempo del conde Munio González, seguramente recogidas por tradición oral y quizá atribuibles a épocas anteriores, y dice: Obo lides en Astulez, obo lides en Gobea, obo lides en Medropio, obo lides en Mellera, e al fin gano la tierra53; de lo que se deduce la proximidad de Gobea y Villanañe, suponiendo que se enume-ran, ordenadamente, de norte a sur, los cuatro puestos defensivos. Probablemente, este era el lugar en el que el abad Paulo, el presbítero Juan y el clérigo Nuño, con-sumaron la presura de Sancta María de Govia, con sus heredades, montes y fuen-

50 RUIZ DE LÓIZAGA, S, Ermitas del Occidente de Álava en 1556 y 1706, Scriptorium Victoriense 41,

1994. 51 MADOZ, PASCUAL, Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de Ultra-

mar, Tomo I, Madrid 1848, pág. 446. 52 UBIETO ARTETA, A, Cartulario de San Millán de la Cogolla (759-1076), Valencia 1976, pág. 59. 53 SAN JOSÉ, G, Un rasgo de las finezas de la Inmaculada Madre de Dios o sea Historia del Santuario,

Gracias y Milagros de Nuestra Señora de Angosto, Vitoria, 1905, págs. 57-58.

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tes, entradas y salidas, sernas y manzanares junto a la casa, en 872?, narrada en un diploma falsificado a mediados del siglo XII, con noticias provenientes de otros an-teriores54.

Ambos escritos insinúan que Govia era el barrio de arriba de Villanañe, en el que se asentaban la primitiva iglesia de Santa María –ha dejado la huella toponími-ca en el terreno– y un castro precursor de la casa torreada de Varona; y Valdegovía el territorio que dominaba dicho lugar.

Esta conjetura pone en entredicho la transcripción villa de Navi, del diploma emilianense de hacia 94955, identificada con Villanañe, que tal vez sea defectuosa. E, igualmente, el título de la actual peña Gobía, limítrofe de los concejos de Corro y Arroyo de San Zadornil, a la que los habitantes de los pueblos circunvecinos acostumbran a llamar peña Carrias, que quizá haya sido asignado arbitrariamente por algún erudito al sospechar que ese accidente geográfico era el causante de la denominación del valle. No se olvide que el historiador Fray Miguel de Varona, O.S.A., hijo de Villanañe, en el manuscrito titulado Flor histórica de la casa de Varona de Villanañe, redactado hacia 1715, hablando del origen del nombre con que se le designaba al valle, decía: “…a esta peña debe este valle su nombre anti-guo, por llamarse esta peña Gobea56”.

Reducido Govía a un topónimo mayor y comprobada su ausencia de los para-jes de la cuenca del Omecillo, se presume que enmascara un nombre personal. Pro-bablemente el mismo que el pueblo homónimo alavés de Gobeo, que era Goueo en 105057 y 125758, Gobeio en 102559, Goveyo en 129560 y Gouenyu en 129561. Lo que invita a enlazarlo con el teofórico Iovinus, derivado del dios pagano Iovi, usado por los cristianos durante el altomedievo y la tardoantigüedad. En tal supuesto, Go-vía, primeramente habría aludido a una villa, fortaleza, torre, etc., *Iovini –o *Iovinia cuando se adjetivaba el nombre de su propietario–, y luego a “una valle” *Iovinia, con el género femenino arcaico concordante con el del latín vallem.

Cerca de Villanañe, a 600 m hacia mediodía del pueblo de Barrio, se encuentra un paraje, denominado Villacobe, que esconde otro nombre derivado del radical anterior, Iovitus –escrito generalmente Iubid o Iubiti en los diplomas del siglo X–, ya que se identifica con Villacovith, de una escritura emilianense de 102862.

Las razones expuestas y la falta de aras votivas de Iovi o Júpiter, en el ámbito valdegovense, desaconsejan relacionar Govía con la divinidad romana.

54 UBIETO ARTETA, A, Cartulario de San Millán de la Cogolla (759-1076), Valencia 1976, pág. 24. 55 IBÍDEM, pág. 69. 56 ELEUTERIO DE LA INMACULADA, Historia del Santuario de Nuestra Señora de Angosto y del Valle de

Gobea…, San Sebastián 1943, nota de la pág. 245. 57 UBIETO ARTETA, A, Cartulario de San Millán de la Cogolla (759-1076), Valencia 1976, pág. 269. 58 RODRÍGUEZ R. DE LAMA, ILDEFONSO, Colección diplomática medieval de la Rioja, Tomo IV, Logroño

1989, pág. 228. 59 UBIETO ARTETA, A, Cartulario de San Millán de la Cogolla (759-1076), Valencia 1976, pág. 177. 60 RODRÍGUEZ R. DE LAMA, I, Colección diplomática medieval de la Rioja, Tomo IV, 1989, pág. 439. 61 IBÍDEM, pág. 519. 62 UBIETO ARTETA, A, Cartulario de San Millán de la Cogolla (759-1076), Valencia 1976, pág. 182.

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- De los términos comprendidos en el epígrafe Vallejo (entre Alcedo y Villambrosa), del índice de lugares, pág. 463, sólo aluden a ese paraje los de los documentos nú-meros 47 de [984-995], 50 de 1038 y 66 de 1065. A los que se ha de añadir el Ua-llegio de Sancta Maria, citado en el nº 151 de 1125.

- Uiganio, del documento 178 de 1137, pág. 412, se consigna en la pág. 564 del índi-ce lexicográfico pero no en el toponímico; donde debería de estar si, como parece, designa a un término menor de Pinedo. Relacionado, posiblemente, con el adjetivo latino *vicaneum, derivado del sustantivo vicus. Según esta suposición, Vigaño se-ría un área delimitada del vico o pueblo, o la que rodeaba a las casas de la propia aldea. Recuérdese que un barrio del lugar de Guinea, del Lacozmonte alavés, se denomina Vigo.

- Uilla Alta (Villalta), de los documentos 1 y 2 de 804, se consigna en la pág. 463 del índice de lugares y se indica que estaba próxima a Quintanilla; siguiendo a Ruiz de Lóizaga, quien la emplazaba al norte de dicho pueblo, cerca de la fuente del Fres-no63.

Pero, si se repara en el tenor de los dos diplomas mencionados, se verifica que tal localización es errónea, ya que la sitúan al final del límite occidental de la pre-sura del Ualle Conposita, que fecit Ihoannes episcopus con sus gasalianes, pasado el collado o portillo de Pinedo y el somo de la peña. A la misma conclusión se llega si se examinan los documentos 51 y 67, que también conciernen a una Uilla Auta, olvidada en el índice de lugares. Puesto que en el primero de ellos, de 1039, firman como testigos consecutivos dos hombres de Gurendes, dos de Revendeca (actual San Millán de San Zadornil) y dos de Villauta, presumiblemente, los tres pueblos que confinaban con el termino de Valpuesta por mediodía; y en el segundo, de 1065, se mencionan heredades de propietarios de Azebeto y Uilla Auta, es decir, de dos aldeas que habrían de estar próximas. Fuera de la colección valpostana, en un documento del becerro galicano emilianense de 117564, se menciona un pelagio de Villota, divisorio de los concejos de Gurendes y Revendeca, que ha de correspon-der al terreno encharcado o remanso del río Omecillo, llamado hoy La Salcera, y aludir, su título, a la antigua Villa Auta. De todo ello se deduce que las tres Uilla Alta, Villa Auta y Villota nombradas, eran una misma localidad, que se ubicaba al norte del río Omecillo, encima de San Millán, y que su jurisdicción se juntaba con la de los otros dos pueblos mencionados y con la de Valpuesta en el referido piéla-go. En la carta de pesquisa de 1175, citada, que enumera las poblaciones del ámbito valpostano, en esa fecha, no consta la de Villota, bien porque se había extinguido o bien porque había mudado su denominación por la de Villa de Suso65, que es como llama el diploma a un lugar que ocupaba el mismo sitio, al que hoy recuerda el to-pónimo Villasuso.

En conclusión, los datos aportados indican que Villa Auta estaba en Villasuso, o inmediata a ese paraje, en una ladera de Valdelosa, en el actual término concejil de San Millán de San Zadornil, a la orilla del camino que ascendía por el declive del valle, en dirección nordeste, hasta franquear el lomo que divide las actuales ju-

63 RUIZ DE LÓIZAGA, S, Monasterios altomedievales del occidente de Álava, Vitoria 1982, pág. 196. 64 LEDESMA RUBIO, MARÍA LUISA, Cartulario de San Millán de la Cogolla (1076-1200), Zaragoza 1989,

pág. 317. 65 IBÍDEM, págs. 317 y 319.

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risdicciones de San Millán de San Zadornil y Valpuesta –antes las de Villalta y Valpuesta–, de donde descendía, por el flanco contrario, en dirección este, por la cuesta Irazo, El Covachón y el barranco de Villota, hasta el caserío de Valpuesta.

- Uilla Auta, del documento 60 de 1054?, pág. 282, se asienta en la pág. 463 del ín-dice de lugares y se identifica con el pueblo de Villota, refiriéndose, tal vez, al ac-tual despoblado de ese nombre, llamado el balcón de Losa, por su privilegiada si-tuación en lo alto de un valle; ya citado en una carta emilianense espuria datada en [872?]66. Sin embargo los cónyuges donantes de la heredad de Uilla Auta vivían en las cercanías de San Millán de Revenga, a juzgar por la entrega que hacen de otra tierra sita en dicho lugar, cuya confirmación instrumentan en la escritura nº 54, de 1048; por lo que es preferible identificar esta Villa Auta con la del párrafo anterior.

4.- Algunos nombres de personas requieren alguna explicación, rectifica-ción o restauración.

- Bajo el mismo epígrafe, muchas veces, se incluyen personas diferentes que portan los mismos nombres, pero no se indica esta particularidad, quizás, por haberlo con-siderado innecesario los autores.

- En el índice de personas, el género de las enumeradas se deduce de la profesión, oficio o cargo, que desempeñan, consignados en los instrumentos en los que inter-vienen. Sin embargo, cuando ejercen algunas funciones, como las de confirmadores o testigos, la naturaleza femenina o masculina queda difuminada, se presta a confu-sión y puede resultar embarazoso distinguirla, particularmente para los menos ave-zados en materia antroponímica.

Por tal motivo, convendría haber señalado el carácter masculino de algunos antropónimos como Abita (corregido Abitu) y Munina (corregido Muninu) de los documentos nº 5 de 875 y nº 28 de 950, Gasseza < Garcia del nº 20 de 950, Lopa-za < Lope del nº 45 de 973, Nonnusso de los documentos 13 de 929 y 17 de 939, Ecta Bita del nº 56 de 1050 y Dauala del nº 81 de 1090, entre otros. E, igualmente, el femenino de Amunnu (rectificado Amunna) del documento nº 6 de 894.

- En la escritura nº 5B de 875, del becerro gótico, pág. 199, se leen los personales Abita y Munina, posiblemente mal copiados por el calígrafo, del original que trans-cribió, donde figurarían los nombres de Abitu y Muninu, dada la naturaleza mascu-lina de los restantes confirmadores del diploma y la probable confusión de la mi-núscula gótica. El primero, una variante medieval del cognomen latino Avitus, se registra como Habitu en la carta valpostana nº 26 de 17 de abril de 950; el segundo, derivado de Munio, ofrece algunas dudas, porque su femenino Munina también consta en varias cartas de la colección. No obstante, en la nº 28 de 950, pág. 239, se consigna otro Munnina que también parece ser Munninu.

- En el documento nº 57B de 1050, del becerro gótico, pág. 278, se lee Alborozi, po-siblemente mal copiado por el calígrafo, de un original anterior en el que figuraría

66 UBIETO ARTETA, A, Cartulario de San Millán de la Cogolla (759-1076), Valencia 1976, pág. 27.

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el patronímico correcto Albarozi, al confundir la minúscula visigótica e interpretar-lo como Alburozi y romancearlo Alborozi. El copista del becerro galicano 57C, que advirtió el yerro, lo corrigió y anotó Albarozi. El sufijo patronímico de este nom-bre, indicativo de una antigua colonización pirenaica, era frecuente en Losa y en su ámbito de influencia, en la Alta Edad Media. Dejó su huella en el olvidado pueblo de Zopillozi, del diploma de [952] y en el actual Quincoces, que parece aludir a los dos barrios de una antigua tierra o *villa Quincozi; tal vez una propiedad de (Nun-no, Munio, etc.) *Obecozi.

- En el documento nº 6 de 894, págs. 201 y 202, se lee Amunnu, un probable nombre femenino, como el de sus compañeras signatarias Gugine y Vlalie, que debió de ser mal copiado del diploma original, en el que figuraría Amunna, por confusión de la -a minúscula gótica. El mismo nombre lo llevaba la soror Amunna de la escritura emilianense del monasterio de San Miguel de Pedroso, de 75967.

- Annarso y Annasso, del documento nº 9 de [903], pág. 210, Analso del 10A? de 911, pág. 211, Analsu del 10BC de 911, pág. 212 y Annarso del 13B de 929, pág. 218, habrán sido Annaiso, en los diplomas originales, escrito con una -i- alta leída como -l-. Se trata de un nombre masculino vasco, posible hipocorístico de Annaia, formado con el sufijo afectivo -sso, que también puede verse en Argisso, Nonnusso, Munnassu, Iaunso, quizás en Anderazu (si se remonta al antiguo aquitano), etc., de la colección valpostana. Caro Baroja68 pensaba que este nombre podría ser un di-minutivo del aquitano Hanna (registrado Hannas, Hannabi, Hanaconis, Hanarro y Hannaxvs), pero esta opinión ha sido aceptada con reservas por los lingüistas que lo han estudiado. La H- inicial representaría la aspiración máxima de una conso-nante apical, finalmente desaparecida; de lo que se infiere la posible equivalencia de Hanna, Danna/o de otros nombres aquitanos (Dannadinnis, Dannonia, Dannoe-sa y Dannorigis) e incluso Tanne de la epigrafía ibérica (Tannepaeseri, Tannegis-cerris, Tannegadinia y Tannegaldunis); todos ellos derivados, quizás, del galo danno “audaz, osado”.

- Begela il Furdo o Uigila il Furdo, de la carta nº 47 de [984-995], pág. 263, se re-pone, sin dificultad, Uigila Ilfurdo, un onomástico híbrido de componentes godo y vasco bien documentados: Vigila e Ilhurdo. En una carta de [1038], del becerro ga-licano emilianense, se registra el personaje homónimo Beila Lurdoz, de Grañón69.

- Celedoni, del documento nº 1B de 804, pág. 183; Celedonium del 1E de 804, pág. 185, del 2B de 804, pág. 188, del 2C de 804, pág. 190 y del 2D de 804, pág. 191; Zelonius del documento 13B de 929, pág. 218 y Zelonio del 13C de 929, pág. 219, llevan el nombre de uno de los dos mártires calagurritanos. La forma intermedia Seldonio se consigna en un diploma emilianense de 108470. En la cumbre de la sie-rra de Árcamo, a la orilla del camino que dirige de Osma a Arriano, está la cueva Celunia, es decir, *Celedonia. Algo más alejado del área valpostana, pero confinan-

67 IBÍDEM, pág. 9. 68 CARO BAROJA, JULIO, Materiales para una historia de la lengua vasca en su relación con la latina,

Salamanca 1954, pág. 166. 69 UBIETO ARTETA, A, Cartulario de San Millán de la Cogolla (759-1076), Valencia 1976, pág. 211. 70 LEDESMA RUBIO, M. L, Cartulario de San Millán de la Cogolla (1076-1200), 1989, pág. 67.

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te con ella, en La Bureba, se encuentra el lugar de Grisaleña, la ecclesia Senlenia o Sellenia, probablemente *Celedonia, de una carta emilianense de 102871.

- Dauala, de la escritura nº 81 de 1090, págs. 302 y 303, parece ser Don Vela, el per-sonaje que titula al Ualle de do Bela o Ualle de don Bela, leído en el documento nº 103 de [ca. 1104], página 329.

- Flarinus, del documento nº 7 de 900, págs. 204 y 206, sería Flauinus, en el diplo-ma original preexistente.

- Es probable que Gugine y Vlalie, de la escritura nº 6 de 894, pág. 201, hayan sido mal transcritos, por el escriba del becerro gótico, de un diploma anterior en el que figurarían los nombres correctos Gugina y Vlalia, al confundir la -a minúscula de la escritura gótica con la -e. El primero de ellos de abolengo pirenaico y el segundo grecocristiano. Gugina está copiado fielmente en el documento nº 15 de [929-935]?, pág. 222.

- Heliz, del documento nº 18ByC de 940, págs. 226 y 227, es el signatario Heriz del documento 42BC de 968, pág. 256. Portador del nombre personal latino Felix, que es la forma con la que transcribe a Heliz el amanuense de la copia galicana D de la carta de 940, pág. 228. En el último tercio del siglo pasado, se “descubrió” esta pa-ridad, que ya era conocida hacía más de diez centurias.

- Mascecone y Mascacone, del documento nº 43 de [968]?, pág. 258, es un nombre masculino bien documentado, que se escribe Mazacone en la carta nº 34C de 957?, pág. 246. Se registra por primera vez, en el cartulario de San Juan de la Peña, con la forma primitiva Mancio Ennecones, testigo de Larosse, hoy Larrosa (Jaca), en un diploma del siglo X72; es Mazocono en una escritura de 953, del cartulario de Albelda73. De raigambre pirenaica.

- Mer Lupi, Mer Nunu, Mer Seuero, del documento nº 51B de 1039, pág. 269, y mer Obecco, de los documentos 72B de 1069 y 73B de [ca. 1069], págs. 295 y 296, se consignan en el índice onomástico, pero, a diferencia de los ennoblecidos con Eita, sin el tratamiento de respeto antepuesto al nombre, que, por otra parte, se anota en la pág. 523 del índice de palabras.

D. Francisco Javier Simonet, en el Glosario de voces ibéricas y latinas…74, señalaba que procedía de Máir, un título honorífico que usaban los mozárabes de Toledo (y como nombre propio los judíos españoles), que correspondía, por su forma y su origen, al francés mair y a muchos otros derivados, de distintas lenguas, provenientes del latín major, usado en la Edad Media para designar diversos cargos y dignidades.

Fue utilizado, entre 940 y 1070, en Castilla y Navarra, como equivalente del vasco Eita. Hacia 932, ya se registra en el becerro emilianense el nombre de dos

71 UBIETO ARTETA, A, Cartulario de San Millán de la Cogolla (759-1076), Valencia 1976, pág. 183. 72 UBIETO ARTETA, A, Cartulario de San Juan de la Peña, Volumen I, Valencia 1962, pág. 94. 73 UBIETO ARTETA, A, Cartulario de Albelda, Zaragoza 1981, pág. 32. 74 SIMONET, FRANCISCO JAVIER, Glosario de voces ibéricas y latinas usadas entre los mozárabes, Tomo

II, Madrid 1888, pág. 326.

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señores de San Millán denominados Mer Nunnu y Mer Galindo75, intervinientes en otra escritura del mismo cartulario, de 948. Mer Munnio aparece en el cartulario de Cardeña, en un diploma de 28 de abril de 95076.

- Munnio Manno, del documento nº 23 de 950, pág. 233, es en realidad Munnio Mannairo, el personaje que aparece en el documento nº 28 del año 950, pág. 239, con el apellido abreviado o mal copiado.

- En el documento nº 46 de 975, del becerro gótico, pág. 261, se lee Nanni, segura-mente mal copiado por el calígrafo, de un original anterior en el que estaría asenta-do el correcto Nunni, al confundir la minúscula gótica y no recordar el nombre que transcribía en el diploma.

- Naninus, del documento nº 7B de 900, pág. 205, sería Nuninus en el original pre-existente, tal y como se lee en la página 206, que reproduce la copia galicana C del mismo documento.

- En la carta nº 5 de 875, de los becerros gótico y galicano, pág. 199, y en la nº 19 de 945 de ambos códices, pág. 229, se lee Olaquide, mal copiado por el calígrafo, de una original anterior en la que figuraría el nombre correcto Ulaquide, romanceando la inicial, que consideraría arcaizante, sin darse cuenta que formaba parte de un grupo de muta cum liquida y que estaba leyendo el nombre latinocristiano Vlaquide < Placide.

- Pedro Kane, anotado en la pág. 454 del índice de personas, que incluye a Peitro Kane de la versión gótica B, del documento 56 de 1050, pág. 275; a Petru Kane de la otra versión gótica C, pág. 276 y a Petro Cane de la D galicana, pág. 277, proba-blemente se remonta a Petro Iohannes, un personal, documentado en otros bece-rros, algo desfigurado por los hablantes, que habrían transformado la aspiración en una postdorsovelar oclusiva sorda.

Esta alteración fonética también se observa en Suerocane, título de un valle ci-tado en un diploma cardeñense, datado el 11 de marzo de 969, pero redactado entre 1073 y 108577, que parece enmascarar a Sunario Iohannes, el nombre de su culti-vador o dueño, portador de dos nombres conocidos. Precisamente, de otro ualle Suerocane es posible que provenga el Ualsorazanes o Ual Sorroçanes del docu-mento 8 de [894-900], Ualle Sorrozana o Sorrezana del 18 de 940 y Ualle Sorro-zanes del 40 de 968.

- El apellido toponímico de Ihoannes de Solazo, así transcrito en el documento nº 24B de 950, pág. 234, parece leerse Solaco, en el calco del diploma gótico. El mismo testigo vuelve a transcribirse Ihoannes de Solazo en la página 235, docu-mento nº 25 de 950, cuando se lee Solago en la hoja facsimilar.

- Uelo de Pineto, del documento nº 47B de [984-995], pág. 263, probablemente es una forma evolucionada del nombre femenino godo Eilo/Egilo –registrado en los

75 UBIETO ARTETA, A, Cartulario de San Millán de la Cogolla (759-1076), Valencia 1976, pág. 32. 76 MARTÍNEZ DÍEZ, GONZALO, Colección documental del Monasterio de San Pedro de Cardeña, Burgos

1998, pág. 98. 77 IBÍDEM, pág. 168.

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diplomas 67 de 1065 y 138 de [ca. 1121]– con la vocal inicial diptongada. El ama-nuense del gótico C lo escribió Helo.

- Zeianus, del documento nº 9B de [903], pág. 210, está transcrito defectuosamente Zelanus en la copia del becerro galicano C, inserta en la misma página, y en las res-tantes cartas en las que aparece este antropónimo, al confundir la -i- alta gótica con la -l-. Muy cerca de Valpuesta está la aldea losina de Villacián, una antigua villa de Zeiano, cuyo título tiene su correlato vasco en el lugar vizcaíno de Ceánuri.

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