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PLAN PASTORAL 2012/2015 1 “QUE CREÁIS EN EL QUE ÉL HA ENVIADO” (Jn. 6,29)

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PLAN PASTORAL 2012/2015 • 1

“QUE CREÁIS EN EL QUE ÉL HA ENVIADO”(Jn. 6,29)

2 • DIÓCESIS DE TERUEL Y ALBARRACÍN

PLAN PASTORAL 2012/2015 • 3

EL NUEVO PLAN DIOCESANO DE PASTORAL EN EL AÑO DE LA FE

“La obra de Dios es esta: que creáis en el que Él ha enviado” (Jn 6,29). La tarea que Dios nos encomienda es creer en su Hijo. Jesús lo proclama como respuesta sugerente e incisiva ante la cuestión que le plantean aquellos que le escuchan en la sinagoga de Cafarnaum al iniciar el discurso del pan de vida: “¿Qué obras tenemos que hacer para trabajar en lo que Dios quiere?”

Ante la presentación y puesta en marcha de nuestro nuevo Plan Diocesano de Pastoral, que se enmarca perfectamente en el Año de la Fe convocado por el Papa Benedicto XVI, aquella pregunta sigue manteniendo toda su vigencia para nosotros aquí y ahora: ¿Cual es la tarea principal que Dios nos pide hoy? Jesús manifiesta con meridiana claridad su propuesta: creer en Jesucristo Resu-citado, tomando conciencia de la importancia de nuestra fe. Todas las acciones que pongamos en marcha en el próximo trienio, como concreción práctica de los objetivos contenidos en este nuevo plan diocesano, deben converger en ese fin: aumentar nuestra fe y trasmitirla a los demás.

Esta gira en torno a la Pascua anual, en la que anunciamos la muerte del Señor y proclamamos su resurrección, y a la pascua semanal del domingo. El Triduo Sacro se presenta como el centro del año litúrgico a lo largo del cual celebra-mos a Cristo en su totalidad, en los principales misterios de su vida que alum-bran los contenidos de las verdades que creemos y profesamos. Vivir el año litúrgico es expresión auténtica de una fe celebrada, orada y vivida que nos prepara para trasformar el mundo buscando únicamente la gloria de Dios y el bien de todos los hombres.

La fe que profesamos no es sólo una doctrina, un conjunto de ideas o normas morales o una rutina social. Es mucho más. Lo expresa bellamente Benedicto XVI en la Deus Caritas est: “Hemos creído en el amor de Dios: así puede expresar el cristiano la opción fundamental de su vida. No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación deci-siva”1. El encuentro con la persona de Cristo que se convierte para el hombre de fe en un acontecimiento a partir del cual ya nada es igual, su vida se trasforma.

1.- Benedicto XVI, Carta Encíclica Deus Caritas est nº1.

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Debemos luchar por conseguir ese encuentro personalmente y constatar que es real. A ello nos anima el Papa Benedicto XVI en su convocatoria del Año de fe: este “es una invitación a una auténtica y renovada conversión al Señor, único Salvador del mundo. Dios, en el misterio de su muerte y resurrección, ha revelado en plenitud el Amor que salva y llama a los hombres a la conversión de vida mediante la remisión de los pecados (cf. Hch 5, 31)”. A su vez, debemos ayudar a los demás a que también lo tengan. Trasmitir la fe significa eso, crear en el hoy de nuestra historia las condiciones favorables para que se realice ese encuentro entre cada uno de nosotros y Cristo. En esta tarea todos debemos sentirnos responsables. Y a ello deben ir dirigidas indudablemente nuestras acciones a la hora de po-ner en marcha y desarrollar nuestro Plan Diocesano de Pastoral.

Los creyentes que vivimos nuestra fe en esta Iglesia que peregrina en Teruel y Albarracín, tenemos que ser capaces de irradiar a Cristo viviendo con clari-dad la identidad de nuestra fe que debe transparentar un estilo de vida propio de una comunidad que se sabe testigo del Resucitado. Debemos recuperar la alegría de creer y redescubrir el entusiasmo en la comunicación de la fe. A se-mejanza de los primeros cristianos, hemos de convertirnos en una comunidad dinámica, capaz de reestructurarse siempre a sí misma en consonancia con las nuevas circunstancias que nos toca vivir. La alegría de creer nos ayuda a afron-tar nuestra tarea con la pasión propia de quién ha acogido el evangelio como buena noticia, confiando plenamente en el Resucitado.

Tradicionalmente, la Iglesia siempre ha encontrado modos y caminos ade-cuados, creativos y audaces para favorecer el encuentro entre el Evangelio y el hombre de cada tiempo. Esta actitud misionera, ilusionada y esperanzada debe ser un referente fundamental a la hora de poner en marcha nuestro Plan Dioce-sano de Pastoral. Este es fruto de la acción del Espíritu Santo, que ha escuchado las suplicas de nuestra Iglesia de Teruel y de Albarracín, y de la colaboración de muchos que a lo largo del pasado curso dedicásteis tiempo, buen hacer e ilu-sión en la realización de este proyecto. Es necesario, y a ello os animo, acogerlo con entusiasmo para poder realizar con la máxima intensidad posible nuestra misión de evangelizar en este momento de la historia, anunciando a Jesucristo, Dios y hombre verdadero, salvador de toda la humanidad.

El Plan Diocesano de Pastoral ayuda a que el trabajo que se realiza en las distin-tas instancias eclesiales pueda cobrar un mayor sentido de diocesaneidad. En el plan se señalan algunas líneas prioritarias de acción pastoral para los próximos tres años a desarrollar en parroquias, comunidades religiosas, movimientos y aso-

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ciaciones, delegaciones episcopales, escuelas etc. Los objetivos que se proponen buscan poner el acento en algunas prioridades, sin la intención de excluir ningún ámbito o actividad de la pastoral en que se desarrolla en la evangelización dio-cesana. En el fondo, porque el desarrollo de un aspecto de la vida cristiana incide de manera positiva en su conjunto. El plan pretende, en definitiva, que nuestra Iglesia de Teruel y Albarracín sea más evangelizada y más evangelizadora, unién-donos así a la misión de la Iglesia una y única de Cristo, presidida en la caridad por el obispo de Roma, sucesor del Apóstol San Pedro.

Para desarrollar nuestro nuevo Plan Diocesano de Pastoral, se proponen cua-tro objetivos generales que deben ser desarrollados en los tres próximos años.

2012-2013

A. ANUNCIAR, FORTALECER Y TRASMITIR LA FE EN EL CONTEXTO DE LA NUEVA EVANGELIZACIÓN SEGÚN EL AÑO DE LA FE.

El contenido de este primer curso nos ayuda a trabajar con decisión en el primer anuncio del evangelio. Constatamos desde nuestras parroquias y co-munidades que son muchas las personas de nuestro entorno que no creen en Dios y viven el hecho religioso con profunda indiferencia y desinterés. Entre los que vienen a solicitar algunos sacramentos a la Iglesia nos encontramos en ocasiones, con muchas personas inmersas en un analfabetismo religioso “que se difunde en medio de nuestra sociedad tan inteligente. Los elementos fundamen-tales de la fe, que antes sabía cualquier niño, son cada vez menos conocidos. Pero para poder vivir y amar nuestra fe, para poder amar a Dios y llegar por tanto a ser capaces de escucharlo del modo justo, debemos saber qué es lo que Dios nos ha dicho; nuestra razón y nuestro corazón han de ser interpelados por su palabra”2.

Ante esta realidad, por todos conocida, es necesario que todos los creyentes activemos nuestra experiencia de fe. Esta debe sostener nuestra vida de cristia-nos y se puede convertir en propuesta para tantos contemporáneos nuestros que buscan sentido a su vida. El Año de la Fe, que inauguramos el pasado 11 de Octubre a los cincuenta años de la apertura del Concilio Vaticano II y en el vi-

2.- Benedicto XVI, Homilía de la Misa Crismal (5 de abril 2012).

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gésimo aniversario de la publicación del Catecismo de la Iglesia Católica, y que terminará en la solemnidad de Jesucristo Rey del Universo el 24 de noviembre de 2013, se presenta como una magnífica ocasión para ello.

El Concilio Vaticano II y el Catecismo se convierten en referentes obligados a la hora de desarrollar los objetivos de este primer año de nuestro Plan Dio-cesano. En primer lugar, puede ser de gran utilidad redescubir y estudiar los documentos conciliares, dentro de una hermenéutica adecuada3, buscando su aplicación esperanzada. Estos pueden poner ante nuestros ojos un tesoro que aún no ha sido suficientemente descubierto y que nos puede ayudar a renovar auténticamente nuestra acción pastoral.

En segundo término, es fundamental actualizar nuestros conocimientos so-bre los contenidos fundamentales de nuestra fe, sintetizados sistemática y or-gánicamente en el Catecismo de la Iglesia Católica, “en él se pone de manifiesto la riqueza de la enseñanza que la Iglesia ha recibido, custodiado y ofrecido en sus dos mil años de historia. Desde la Sagrada Escritura a los Padres de la Iglesia, de los Maestros de teología a los Santos de todos los siglos, el Catecismo ofrece una me-moria permanente de los diferentes modos en que la Iglesia ha meditado sobre la fe y ha progresado en la doctrina, para dar certeza a los creyentes en su vida de fe4”

La credibilidad de nuestro anuncio del evangelio y de nuestro empeño por trasmitir el mensaje de salvación, pasa por las obras que ante el mundo cons-tatan nuestra fe. En este contexto histórico tan complejo derivado de una pro-funda crisis moral, antropológica, económica y social, el profundizar en nuestra fe debe convertirse en una magnífica oportunidad para intensificar el testimo-nio de la caridad. “Gracias a la fe podemos reconocer en quienes piden nuestro amor el rostro del Señor resucitado. «Cada vez que lo hicisteis con uno de estos, mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis» (Mt 25, 40): estas palabras suyas son una advertencia que no se ha de olvidar, y una invitación perenne a devolver ese amor con el que él cuida de nosotros. Es la fe la que nos permite reconocer a Cristo, y es su mismo amor el que impulsa a socorrerlo cada vez que se hace nuestro prójimo en el camino de la vida”5.

3.- Cfr. Benedicto XVI, Discurso a la Curia Romana (22 de diciembre de 2005).4.- Benedicto XVI, Porta Fidei nº 11.5.- Benedicto XVI, Porta Fidei nº 14.

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2013-2014B. IMPULSAR DESDE LA CREATIVIDAD UNA NUEVA

PASTORAL DE PUEBLOS PEQUEÑOS.El segundo curso de nuestro plan diocesano viene marcado por dos objetivos

(renovación de la pastoral en los pueblos pequeños y pastoral juvenil) que se complementan perfectamente, dada la realidad social de nuestros pueblos y la distribución de la población en los mismos.

La fisionomía de nuestros pueblos cambia a lo largo del año. Hay momentos de gran afluencia, como pueden ser los periodos vacacionales, especialmente el verano, y otros de una presencia muy escasa de gente, que se agudiza en los meses de invierno. Son muchos los problemas que esta realidad pastoral nos presenta y que se ven incrementados por el envejecimiento de nuestros sacer-dotes y de las gentes a las que hay que servir y acompañar. Entiendo que ello debe hacernos ser especialmente creativos a la hora de plantearnos la pastoral en los mismos y buscar una mayor coordinación para poder aprovechar los escasos recursos de los que disponemos.

En nuestros pueblos, las mismas celebraciones patronales o religiosas, en muchas ocasiones, ven desdibujado su origen religioso quedando potenciada especialmente su vertiente celebrativo-social. Es cierto que son muchos los valores que contienen las fiestas populares: la convivencia, la solidaridad, la hospitalidad, el compartir, el sentido intuído aunque no clarificado de la tras-cendencia, etc. Toda esta dinámica, que surge de manera espontánea en las gentes de nuestros pueblos, puede convertirse en una magnífica base antro-pológica y cultural para buscar caminos de evangelización.

C. ACOMPAÑAR AL JOVEN A LO LARGO DE LAS DIFERENTES ETAPAS DE SU CRECIMIENTO COMO CRISTIANO, NECESITADO DE SER EVANGELIZADO Y LLAMADO A SER EVANGELIZADOR.

Nuestras comunidades cristianas envejecen. Es verdad que no son muchos los jóvenes que viven en los pueblos y ciudades de nuestra diócesis. Nos en-contramos ante el reto de evangelizar a la que podría ser la primera generación

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no socializada cristianamente6. Son hijos de una generación ya secularizada, que, por lo general, no han recibido de los padres, o lo han recibido escasa-mente, valores, actitudes, creencias y prácticas religiosas; tampoco se les ha educado en la interioridad. Por lo tanto, no hay que presuponer nada. No de-bería extrañarnos que una mayoría no sólo desconozca lo más elemental de la cultura religiosa, sino que no sienta la necesidad de saber nada. Decimos que los jóvenes se han distanciado de la Iglesia, pero muchos de ellos ni siquiera se han acercado a ella. Dios, la fe cristiana y la misma pregunta religiosa resultan extraños, lejanos, o a lo sumo un producto más del gran mercado de ofertas que acechan a los jóvenes.

Ante este contexto, como Iglesia diocesana, tenemos que ser especialmente sensibles a los signos de esperanza que se presentan en nuestro camino. Todos vivimos con expectación el desarrollo de la Jornada Mundial de la Juventud, que se desarrolló en Madrid el pasado año, y en la que participaron algunos jóvenes de nuestra diócesis. La estructura de estas jornadas, bien puede con-vertirse en guía de nuestro trabajo con los jóvenes: “Los distintos momentos de que consta una Jornada Mundial de la Juventud constituyen en su globalidad una forma de vasta catequesis, un anuncio del camino de conversión a Cristo, a partir de la experiencia y de los interrogantes profundos de la vida cotidiana de los des-tinatarios. La Palabra de Dios es el centro, la reflexión catequética el instrumento, la oración el alimento, la comunicación y el diálogo el estilo”7. Todo ello conduce a la consecución de un ambicioso objetivo: poner a Cristo en el centro de la vida del joven, para que este le conozca mejor, le ame con más intensidad y se decida a servirle en los demás, especialmente en los pobres y en los que sufren.

Las palabras que Benedicto XVI dirigió a los jóvenes en Cuatro Vientos se pre-sentan como un magnífico reto a la hora de profundizar en los objetivos de nuestro plan diocesano: “Os invito a que deis un audaz testimonio de vida cristia-na ante los demás. Así seréis fermento de nuevos cristianos y haréis que la Iglesia despunte con pujanza en el corazón de muchos”8.

6.- Cfr. P. González, ‘La socialización religiosa de los jóvenes’, en J. González-Anleo (dir), Informe Jóvenes 2000 y religión, SM, 2004, 119-165; M. Valls, art. cit., 177-185; Conferencia Episcopal Española, Una Iglesia esperanzada (Plan Pastoral 2002-2005), § 28.

7.- B. Juan Pablo II. Carta del Santo Padre sobre las Jornadas Mundiales de la Juventud. nº 3. (8-5-1996).8.- Benedicto XVI. XXVI Jornada Mundial de la Juventud. Rezo del Ángelus en Cuatro Vientos. (21-8-2011).

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2014-2015

D. TENER PRESENTE A LA FAMILIA CRISTIANA COMO IGLESIA DOMÉSTICA, VALORANDO SU PAPEL COMO OBJETO Y SUJETO DE EVANGELIZACIÓN Y TOMANDO LA VOCACIÓN AL AMOR COMO HILO CONDUCTOR DE LA PASTORAL FAMILIAR.

El tercer año de nuestra programación pastoral vendrá marcado por una es-pecial atención a la pastoral familiar. En nuestra tarea evangelizadora, muchas veces anhelamos el apoyo de las familias a la hora, sobre todo, de trabajar con los niños y los jóvenes. También en la atención que nos gustaría dispensar a los mayores y enfermos. La familia se presenta en muchas ocasiones como pro-blema, pero ¿no sería razonable considerarla como parte fundamental de la solución?

En esta línea, la consideración de la familia cristiana, no solo como receptora de la acción evangelizadora de la Iglesia, sino como sujeto activo de la mis-ma9, dando un gran protagonismo evangelizador a los laicos, ha supuesto un trabajo continuo que se ha venido desarrollando desde el Concilio Vaticano II. Esta labor, y creo que esta cuestión metodológicamente es muy sugerente, ha requerido un doble esfuerzo: en primer lugar desarrollando una teología sobre el matrimonio y la familia que ha llevado muchos años de estudio, trabajo e investigación. En segundo término, intentar crear en consonancia una pastoral familiar renovada, como concreción histórica de la nueva evangelización.

Esta propuesta es imposible de entender si no se asume radicalmente la rea-lización del plan de Dios por medio del matrimonio y la familia, anclado en el corazón del hombre por la creación, pero que solo alcanza su plenitud en el amor de Cristo. Fue el propio Vaticano II quien situó la cuestión del matrimonio

9.- “…nos invita a ser más conscientes de una realidad ya conocida pero tal vez no del todo valorizada: que el matrimonio constituye en sí mismo un evangelio, una Buena Noticia para el mundo actual, en particular para el mundo secularizado…. Y, como la Iglesia afirma y testimonia desde hace tiempo, el matrimonio está llamado a ser no sólo objeto, sino sujeto de la nueva evangelización” Benedicto XVI. Homilía en la Misa de Inauguración del Sinodo de los Obispos (7-10-2012).

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y la familia en el corazón del plan salvífico de Dios, proclamando que hay un verdadero plan de Dios sobre la persona, el matrimonio y la familia, que se con-cretará en la vocación al amor. La familia, en efecto, es un don de Dios, un don de la creación y de la redención. La relación entre el hombre y la mujer es uno de los lugares básicos, si no el fundamental, de la experiencia humana radical, donde precisamente Dios ha querido revelar y significar su Amor. La familia se con-vierte así, en una de las vías maestras de la Iglesia para la nueva evangelización.

La vocación fundante al amor10 que se presenta como el hilo conductor de esta pastoral renovada, nos ayuda a presentar a los creyentes la consideración de su existencia como respuesta a esa llamada al amor recibida. Respuesta que se concretará en el matrimonio y la familia o en el servicio a la comunidad a tra-vés de la vocación sacerdotal o la consagración en vida religiosa. Estamos ante un camino que puede revitalizar nuestra pastoral vocacional, convirtiéndola en una prioridad, en estos momentos de dificultad.

A su vez, el Concilio Vaticano II ha recuperado la metáfora patrística de la fami-lia como “pequeña Iglesia doméstica”11. Para los documentos conciliares la iden-tidad de la familia como Iglesia doméstica brota del sacramento del matrimo-nio. El Concilio, al retomar la designación de la familia como Iglesia doméstica, va a abrir el camino para considerarla, como ya he señalado, una dimensión esencial de la evangelización. Así la familia se convierte en sujeto activo de evangelización, no por un encargo recibido o una delegación, sino por la vida misma de las familias. Esta, se convierte así en vida de la Iglesia misma y por ello, construyéndose como familia cristiana, realiza en la historia la misión sa-cerdotal, profética y real conferida por Cristo y la Iglesia12.

10.- Cfr. Beato Juan Pablo II, Familiaris Consortio nº 11.11.- Cfr. CONCILIO VATICANO II, Constitución dogmática Lumen Gentium, n. 11; CONCILIO VATICANO II, Decreto

Apostolicam actuositatem, n. 11.12.- Cfr. Beato Juan Pablo II, Familiaris Consortio nº 49-64.

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CON LA COLABORACIÓN DE TODOS“¿Qué obras tenemos que hacer para trabajar en lo que Dios quiere?” (Jn. 6,29)

Todas las acciones que emprendamos, en consonancia con los objetivos mar-cados en nuestro plan diocesano, sean pequeñas o grandes, deben movernos como Iglesia diocesana y en particular, a creer “en el que Él ha enviado”.

Quizá intuyamos que nuestras fuerzas son limitadas, que nos faltan recursos, generosidad o preparación para conseguir nuestros retos. Pero también en esto debemos tener confianza pues Aquel que comenzó en nosotros la obra buena, Él mismo la llevará a término.

Las notas metodológicas que acompañan los contenidos de este plan nos ayudarán a concretar algunas acciones para trabajar con un solo corazón y a crecer como Iglesia partiendo de una adecuada espiritualidad de comunión13. La Iglesia es misterio de comunión para la misión, por eso es necesario poner el acento en la corresponsabilidad a la que todos estamos invitados. El compro-miso con la puesta en marcha y el desarrollo de este Plan Diocesano es tarea de todos: del obispo, de los sacerdotes, de los religiosos y las religiosas, de los laicos, jóvenes y adultos, niños y ancianos… y estamos llamados a hacerlo de acuerdo con los dones recibidos por el Espíritu Santo, creciendo en responsa-bilidad y dando lo mejor de cada uno a favor de todos los que viven en nuestra diócesis, en especial de los que más sufren.

Con la esperanza puesta en Cristo resucitado, hago mías las palabras de nues-tra oración por el Plan Diocesano de Pastoral: “Haz, Señor, que nos guíen en nuestro camino evangelizador el patrocinio de Santa María de Albarracín, Es-trella de la evangelización, y santa Emerenciana, la joven testigo de tu amor; el celo misionero de san Joaquín Royo y el ejemplo generoso del Padre Polanco, Felipe Ripoll y tantos beatos de nuestra Diócesis”.

+ Carlos Escribano Subías

Obispo de Teruel y Albarracín

13.- Cfr. Beato Juan Pablo II, Novo Millenio Ineunte nº 43.

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Lectura creyente de la realidad.

«Salió un sembrador a sembrar...»Marcos 4, 3-8

Una parábola para la Evangelización Esta parábola es fuente inspiradora de nuestra labor de evangelización. «La semi-

lla es la Palabra de Dios» (Lc 8,11). El sembrador es Jesucristo. Anunció el Evangelio en Palestina hace dos mil años y envió a sus discípulos a sembrarlo en el mundo. Jesucristo, hoy, presente en la Iglesia por medio de su Espíritu, sigue sembrando la Palabra del Padre en el campo del mundo. (ver DGC 15) El mismo Papa Benedicto XVI nos exhorta así: Pidamos al Señor que nuestra vida sea esa «buena tierra» en la que el divino sembrador siembre la Palabra, para que produzca en nosotros frutos de santidad, «del treinta o del sesenta o del ciento por uno» (Mc 4,20). (Ver VD 49)

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1º «Una mirada al mundo desde la fe». Hemos realizando una auténtica acción pastoral en el PDP, porque «la Iglesia

trata de descubrir el sentido de la situación actual dentro de la historia de la salva-ción. Sus juicios sobre la realidad son siempre diagnósticos para la misión» (DGC 32).

«El mundo aparece «fundado y conservado por el amor del Creador, esclavizado bajo la servidumbre del pecado y liberado por Cristo» (GS 2)

«La calidad del terreno es siempre muy variada. El Evangelio cae «a lo largo del camino» (Mc 4,4) cuando no es realmente escuchado; o cae «en pedregal» (Mc 4,5), sin penetrar a fondo en la tierra; o « entre abrojos » (Mc 4,7), sofocándose enseguida en el corazón de muchas personas, distraídas por mil afanes. Pero una parte cae «en tierra buena» (Mc 4,8), en hombres y mujeres abiertos a la relación personal con Dios y solidarios con el prójimo, y da fruto abundante». (DGC15). Hay variedad de terrenos, que pueden convertirse en buena tierra ¡hasta de los pedregales se puede sacar pan!

¿Qué terrenos deberían convertirse en buena tierra?

La familia:

Preocupa la situación de la familia. Abundan los padres separados que forman otras familias con nuevos hijos. Las relaciones padres-hijos se rodean de am-biente egoísta y hedonista, buscando sobre todo el bienestar y la comodidad individuales, que hace imposible la educación de los niños y jóvenes en sus familias. Preocupa la deserción de las familias de educar y transmitir la fe a sus hijos.

Sociedad con dificultades para ser solidaria:

Impera el individualismo, el materialismo y el egoísmo en nuestra sociedad: cada uno busca solo su bienestar y comodidad, sin importarle los que están a su lado. Surgen nuevas pobrezas que precisan ser evangelizadas.

PLAN PASTORAL 2012/2015 • 15

2º «Una mirada a la vida de la Iglesia». La labor de la siembra no tendría fruto sin otros trabajos diferentes: roturar,

cavar, descantar, labrar, sembrar, segar, trillar... Es una conjunción de oficios, de carismas... Somos diferentes, pero necesarios. Por eso, es necesaria la aporta-ción de todos.

De ahí que el PDP proponga acciones que puedan ser asumidas por todos, sencillas y claras, realizables y fácilmente evaluables desde los criterios de la fe. Por eso, el PDP pretende crear entusiasmo y dinamismo en una acción pastoral tan ardua y dificultosa que no puede prescindir de nadie, ni para programar, ni para actuar. Es una labor de toda la Iglesia -Misterio de Comunión-, labor realizada con el pastoreo de nuestro Obispo y su presbiterio y con todos los miembros de la comunidad cristiana.

Se trata de una labor que exige siempre conversión, conversión del campo de Dios y de los «trabajadores del campo». ¡Atención al Motu Propio Porta Fidei! El Papa Benedicto XVI nos invita a la conversión de actitudes: dejar la rutina, año-ranza, improvisación, pereza, individualismo, baja autoestima, impaciencia... En esta parábola «Jesús hace asimismo una advertencia: sólo en el corazón bien dis-puesto germina la Palabra de Dios». (DGC 15)

¿Cómo estamos los evangelizadores hoy?

Nuestra vivencia de la feHoy en nuestra Iglesia diocesana preocupa su vida de fe, su espiritualidad. Se

descubren vacíos de compromiso personal y de dinamismo apostólico en los miembros de nuestras comunidades que participan con cierta regularidad en las celebraciones litúrgicas. Se echa de menos el testimonio de la alegría de creer. Preocupa también la situación de fe de los que vienen solamente a la co-munidad cristiana con ocasión de la celebración de los sacramentos de algún familiar o allegado.

Se descubre una Iglesia con pocos laicos cristianos comprometidos en la pas-toral y en los movimientos cristianos. El sentido fraternal y comunitario de la vida de fe se ve también insuficiente: con lo relevante que es el trabajo pastoral fraterno de sacerdotes, religiosos y seglares. Cuando se dan encuentros entre cristianos, se alimenta la fe.

16 • DIÓCESIS DE TERUEL Y ALBARRACÍN

Se extienden cada vez más concepciones muy subjetivistas de la fe –a la car-ta– y no se percibe gran diferencia de modo de vida entre un creyente y el que no lo es. Otro tanto habría que decir del compromiso caritativo con los últimos y desfavorecidos: transeúntes y parados, discapacitados y personas en exclusión social, inmigrantes…

Se da una ausencia de relevo y renovación generacional entre los participan-tes de la vida de las comunidades, cada vez más envejecidas y empequeñe-cidas, pero que viven la grandeza de la Eucaristía cada domingo con mayor comprensión de la Palabra de Dios y de los ritos litúrgicos.

Preocupa el alejamiento mutuo entre la Iglesia y la sociedad. Algunas mane-ras de expresión de la fe y la moral cristianas están muy anticuadas: el lenguaje es poco apropiado. Asusta el ambiente hostil hacia la Iglesia en los Medios de Comunicación Social, de gran influjo en la actual sociedad, especialmente en los jóvenes. Da la impresión que la Iglesia se queda atrás en la evolución social.

La pobreza en número y en edad de los evangelizadores no nos quita el sen-tido de responsabilidad, de compromiso con nuestra Iglesia y nuestra tierra turolense y de perseverancia en la misión, aunque estemos con la sensación de no saber cómo abordar los nuevos desafíos. Por eso, necesitamos estudiar ¡JUNTOS! cómo evangelizar.

Estamos en profunda crisis vocacionalEscasez de vocaciones tanto en el sacerdocio como en la vida religiosa, tam-

bién en la vida laical comprometida.

Los jóvenes en la IglesiaLos jóvenes están ausentes de la vida de la Iglesia, especialmente en su litur-

gia, con la que no se identifican. No se sabe transmitir el proyecto de Cristo y los valores cristianos a los jóvenes.

Nuestra organización pastoral precisa una mayor comunión pastoral para la mi-sión

Se precisa unos criterios más unánimes entre unas parroquias y otras en la catequesis y los sacramentos de Iniciación Cristiana.

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Hay que repensar la manera de atender la evangelización en los pueblos pe-queños que en invierno se desertizan y las comunidades se empobrecen.

Los colegios de identidad cristiana necesitan manifestar y cultivar más eficaz-mente la vida de fe a los alumnos y sus familias: rezar juntos, celebrar la Eucaris-tía, convivencias pastorales…

Necesitamos revisar la acción evangelizadora de los organismos curiales y de-legaciones diocesanas para mejorar nuestra realidad pastoral.

Se desea aumentar el nivel de comunicación e información en las parroquias, también sobre los asuntos económicos.

También se ansía una mayor compenetración y colaboración entre sacerdo-tes, religiosos y seglares.

3º «Una mirada al Reino que está llegando». El PDP es una oportunidad de mirar el futuro con los ojos de Dios, con espe-

ranza. «Jesús, en la parábola, comunica la buena noticia de que el Reino de Dios lle-ga a pesar de las dificultades del terreno, las tensiones, los conflictos y los problemas del mundo». (DGC 15) Esa es nuestra esperanza, virtud teologal que nos impulsa a la acción. Nuestra acción pastoral es una acción divino-humana, es decir, co-laboradora con la acción del Espíritu Santo, que nos aúna y nos impulsa hacia delante, pues “si el Señor no construye la casa en vano se cansan los albañiles” (Salmo 126). «En la causa del Reino no hay tiempo para mirar hacia atrás y menos dejarnos llevar por la pereza. Es mucho lo que nos espera, y, por eso, tenemos que emprender una eficaz programación pastoral» (NMI 15). El Espíritu Santo llama a trabajar con el Resucitado, cuenta con nuestras manos, mente y corazón para sembrar, pues «quien no está conmigo desparrama» (Mt 12, 30) –dice Jesús.

El PDP echa la mirada al futuro contando con todos. Por eso, todos lo acepta-mos como don de Dios, porque nos lo entrega nuestro Obispo, en el nombre del Señor.

¿Por dónde habría que ir… en la vivencia de la fe, en la vida de familia, en la pas-toral con los jóvenes, en esta sociedad en crisis económica y de valores, ante la crisis vocacional, ante la necesidad de eficacia evangélica de nuestra organización pas-toral, ante la evangelización de los pobres…?

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El Plan Diocesano de Pastoral 2012-15 nos orienta por dónde tendremos que caminar en nuestra acción evangelizadora y nos ofrece cuatro áreas de trabajo que comenzarán su aplicación en estos próximos y sucesivos cursos pastorales: el primer anuncio, la pastoral de juventud, la pastoral de pueblos pequeños, la pastoral de la familia.

4º «La siembra del Evangelio»«La semilla del Evangelio fecunda la historia de los hombres y anuncia una co-

secha abundante». (DGC 15) Así que ¡a preparar el campo y a sembrar en el tiempo oportuno! Pero sobre todo, ¡que no se quede el campo sin sembrar! El llevar a cabo las acciones pastorales que el Espíritu señala a través de la voz de la Iglesia supone un acto de confianza en el Dios de la historia, a cuyo designio salvífico sometemos nuestros esfuerzos: ¡hágase tu voluntad! El crecimiento es lento pero efectivo. El nuevo Plan Diocesano de Pastoral intenda crear un ambiente que catalice y aúne muchos esfuerzos. La cosecha siempre es sor-prendente, no según los criterios de la ambición, de la buena fama... sino con los del amor auténtico, los del Espíritu.

Con esta actitud acojamos el nuevo Plan Diocesano de Pastoral 2012-15, des-pués de las invitaciones de nuestro Obispo, don Carlos Escribano, a trabajarlo y de la coordinación que ha realizado hasta ahora y realizará en su labor de seguimiento la Comisión Diocesana para el Plan Diocesano de Pastoral.

Ahora nos toca, a nivel de cada comunidad cristiana, servicio diocesano, mo-vimiento apostólico y eclesial, tomar iniciativas pastorales, impulsadas por este nuevo Plan Diocesano de Pastoral 2012-15, a comunicarlas y a coordinarlas con los consejos pastorales, los arciprestazgos, las delegaciones episcopales, la Co-misión Diocesana para el Plan… pues solos no podemos poner en práctica nuevas iniciativas, pero juntos y con la fuerza del Espíritu Santo… “¡para Dios nada hay imposible!” (Lc 1, 37)

PLAN PASTORAL 2012/2015 • 19

Reproducción del decreto original.

20 • DIÓCESIS DE TERUEL Y ALBARRACÍN

PLAN PASTORAL 2012/2015 • 21

Plan Diocesano de PastoralTrienio 2012/2015

Diócesis de Teruel y de Albarracín

“Al señor se lo pedí”(1Sam 1,20).

“Si el señor no construye la casa,en vano se cansan los albañiles”

(Salmo 127).

22 • DIÓCESIS DE TERUEL Y ALBARRACÍN

PLAN PASTORAL 2012/2015 • 23

Las cuatro áreas de trabajo consideradas prioridades diocesanas del Plan Diocesano de Pastoral, que abarca el trienio 2012-2015

El presente Plan Diocesano de Pastoral abarca un trienio (2012-2015), en el que se propone que las áreas de trabajo consideradas prioridades diocesanas sean las cuatro siguientes:

A.- Área de primer anuncio (curso 2012-2013).B.- Área de jóvenes (curso 2013-2014).C.- Área de pastoral de pueblos pequeños (curso 2013-2014).D.- Área de familia (curso 2014-2015).

En cada una de las cuatro áreas señaladas anteriormente se establece un ob-jetivo general (identificado con un solo dígito) y cuatro objetivos específicos (identificados cada uno de ellos con dos dígitos), que son los siguientes: co-munión, evangelización, celebración y caridad. A su vez, para el logro de cada uno de los cuatro objetivos específicos de cada área, se cuenta con una serie de objetivos operativos (identificados cada uno de ellos con tres dígitos), que se caracterizan por ser propuestas más concretas, pero que no llegan al grado de concreción que –en toda planificación– debe tener la acción.

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(Curso 2012-2013)A.- Área de primer anuncio

*OBJETIVO GENERAL DEL ÁREA DE PRIMER ANUNCIO1.- Anunciar, fortalecer y transmitir la fe en el contexto de la nueva evan-

gelización, según el espíritu del Año de la Fe.

OBJETIVOS ESPECÍFICOS DEL ÁREA DEL PRIMER ANUNCIO

1.1.- COMUNIÓN

Potenciar los momentos de encuentro comunitarios de todas las realida-des pastorales.

*OBJETIVOS OPERATIVOS1.1.1.- Unificar criterios en la Diócesis para los sacramentos de la Iniciación

Cristiana.1.1.2.- Promover Consejos Pastorales en las Parroquias, en las Unidades Pas-

torales y en los Arciprestazgos.

1.2.- EVANGELIZACIÓN:

Propiciar el primer anuncio y conversión inicial a Jesucristo.

*OBJETIVOS OPERATIVOS1.2.1.- Promover y potenciar una buena formación cristiana tanto para sa-

cerdotes y religiosos como para laicos, que los capacite para ser testigos del mundo actual.

1.2.2.- Promover una pastoral misionera y buscar nuevos métodos de evan-gelización.

1.3.- CELEBRACIÓN

Avivar la experiencia del encuentro con Jesucristo: oración y celebración de la fe.

PLAN PASTORAL 2012/2015 • 25

*OBJETIVOS OPERATIVOS1.3.1.- Potenciar y cuidar las celebraciones litúrgicas, especialmente la cele-

bración de los sacramentos.1.3.2.- Preparar personas y celebraciones en espera de presbítero.

1.4.- CARIDAD

Acrecentar la coherencia entre la fe profesada y el modo de vida de los cristianos en medio del mundo, desde la opción preferencial por los po-bres.

*OBJETIVOS OPERATIVOS1.4.1.- Crear y formar Caritas parroquiales.1.4.2.- Acoger a los excluidos sociales y a los inmigrantes, propiciando su

incorporación activa a las parroquias.

26 • DIÓCESIS DE TERUEL Y ALBARRACÍN

(Curso 2013-2014)B.- Área de Jóvenes

*OBJETIVO GENERAL DEL ÁREA DE JÓVENES2.- Acompañar al joven a lo largo de las diferentes etapas de su crecimien-

to como cristiano, necesitado de ser evangelizado y llamado a ser evan-gelizador.

OBJETIVOS ESPECÍFICOS DEL ÁREA DE JÓVENES

2.1.- COMUNIÓN:

Hacer descubrir al joven la realidad que vive para poder seguir el modelo de Jesús sintiéndose miembro de la Iglesia.

*OBJETIVOS OPERATIVOS2.1.1.- Ayudar al joven a descubrir su papel y su vocación en la comunidad

eclesial.2.1.2.- Trabajar en común desde las distintas delegaciones y plataformas

que se ocupan del joven: Pastoral Juvenil, Colegios religiosos, etc.

2.2.- EVANGELIZACIÓN:

El joven como sujeto de evangelización y como sujeto evangelizador.

*OBJETIVOS OPERATIVOS2.2.1.- Descubrir la realidad de los jóvenes y evangelizar conociendo su

contexto y ambiente.2.2.2.- Presentar la Palabra de Jesús de forma atractiva y cercana al joven,

para que responda a su vez con el compromiso de su vida.

2.3.- CELEBRACIÓN

Hacer descubrir al joven la importancia de la celebración de la fe que vive.

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*OBJETIVOS OPERATIVOS2.3.1.- Llevar a cabo el acompañamiento del joven de manera continua y

preparatoria para la recepción de un sacramento.2.3.2.- Cuidar la celebración de la Eucaristía y otras celebraciones, de modo

que sean cercanas y comprensibles para el joven.

2.4.- CARIDAD

Despertar en el joven la sensibilidad por las necesidades del prójimo, es-pecialmente por los pobres y excluidos, ofreciendo una respuesta desde el amor creyente y comprometido.

*OBJETIVOS OPERATIVOS2.4.1.- Colocar al joven frente a la realidad de las distintas pobrezas y buscar

caminos para que adquiera compromisos caritativos en las distintas or-ganizaciones de la Iglesia como Cáritas, Manos Unidas, OMP, etc.

2.4.2.- Ayudar a descubrir el compromiso solidario entre unos jóvenes con otros.

28 • DIÓCESIS DE TERUEL Y ALBARRACÍN

OBJETIVOS ESPECÍFICOSDEL ÁREA DE PASTORAL DE PUEBLOS PEQUEÑOS

3.1.- COMUNIÓN

Parroquias rurales: “casa donde vivir el Amor Trinitario”. Conocer y valorar desde el Evangelio la realidad de nuestros pueblos y sus gentes.

*OBJETIVOS OPERATIVOS3.1.1.- Organizar encuentros de convivencia, formación y oración a nivel

parroquial o interparroquial.3.1.2.- Promover el protagonismo evangelizador en las personas mayores.

3.2.- EVANGELIZACIÓN

Parroquias rurales: “casa y escuela de formación”. Descubrir la vocación misionera de los miembros de las comunidades rurales en sus propios pueblos y en los cercanos.

*OBJETIVOS OPERATIVOS3.2.1.- Programar la acción misionera de la vida pastoral de los pueblos pe-

queños también durante el verano o en las fiestas tradicionales.3.2.2.- Formar a los laicos cristianos para la evangelización en sus ambientes

vitales y en las expresiones de religiosidad popular.

3.3.- CELEBRACIÓN

Parroquias rurales: “casa de la Palabra y de la Eucaristía”. Descubrir la nece-sidad de celebrar la fe en Cristo, especialmente en la religiosidad popular.

C.- Área de pastoral de pueblos pequeñosOBJETIVO GENERAL

3.- Impulsar desde la creatividad una nueva pastoral de pueblos peque-ños.

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*OBJETIVOS OPERATIVOS3.3.1.- Redescubrir el significado litúrgico y devocional de las procesiones.3.3.2.- Prever las Celebraciones Dominicales en Espera de Presbítero.

3.4.- CARIDAD

Parroquias rurales: “casa de acogida y de encuentro”. Reforzar la acción sociocaritativa entre miembros de la misma comunidad o unidad pasto-ral.

*OBJETIVOS OPERATIVOS3.4.1.- Crear grupos parroquiales, interparroquiales o arciprestales de acción

sociocaritativa.3.4.2.- Fomentar el conocimiento de las necesidades de cada pueblo.

30 • DIÓCESIS DE TERUEL Y ALBARRACÍN

(Curso 2014-2015)D.- Área de Familia

OBJETIVO GENERAL4.- Tener presente a la familia cristiana como Iglesia doméstica, valorando

su papel como objeto y sujeto de evangelización y tomando la voca-ción al amor como hilo conductor de la pastoral familiar.

OBJETIVOS ESPECÍFICOS DEL ÁREA DE FAMILIA

4.1.- COMUNIÓN

Descubrir la misión eclesial de la familia.

*OBJETIVOS OPERATIVOS4.1.1.- Cuidar la conexión entre la familia, la parroquia y el colegio. 4.1.2.- Valorar, descubrir y potenciar la familia cristiana sustentada en la vo-

cación al amor como camino de plenitud para la vida personal y familiar y signo de esperanza ante los distintos “modelos de familia”.

4.2.- EVANGELIZACIÓN

La Familia como sujeto de evangelización.

*OBJETIVOS OPERATIVOS4.2.1.- Dar formación a las familias cristianas para que se descubran como

evangelizadoras y asuman su protagonismo como laicos.4.2.2.- Poner en marcha la catequesis familiar para la primera comunión.

4.3.- CELEBRACIÓN

Cuidar la dimensión familiar en la preparación y celebración de los sacra-mentos.

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*OBJETIVOS OPERATIVOS4.3.1.- Trabajar con las familias que acercan a sus hijos a la Iglesia en proce-

sos de iniciación cristiana.4.3.2.- Cuidar la preparación remota, próxima e inmediata al matrimonio y

la vida familiar.

4.4.- CARIDAD

Atención a las necesidades de la familia en tiempos de crisis.

*OBJETIVOS OPERATIVOS4.4.1.- Atender las necesidades integrales de las familias a través del servicio

de las Caritas parroquiales, de Caritas diocesana y de otras instituciones caritativas.

4.4.2.- Cuidar de manera preferente a los ancianos y enfermos de las fami-lias.

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El Plan Diocesano de Pastoral 2012-15 es un trazado de líneas que orientan el quehacer de la Iglesia diocesana de Teruel y Albarracín y requiere un método de trabajo que ayude a asumirlo y ponerlo en práctica en la vida de nuestra Diócesis, en los arciprestazgos, parroquias, comunidades, movimientos, dele-gaciones… Es un medio que nos ayuda a crecer en comunión y que facilita la sintonía de acción entre las personas y colectivos eclesiales. Es una herramien-ta de formación y participación que promueve la corresponsabilidad de todos los miembros de nuestra Iglesia diocesana. La misma elaboración del Plan Dio-cesano de Pastoral 2012-15 ha sido un proceso comunitario que nos ayuda a dar juntos pasos concretos y evaluables, así como a hacer lectura creyente de la realidad pastoral que vivimos.

Metodología para el Plan Diocesano de Pastoral 2012-15:

UN CAMINO PARA LA PASTORAL

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El Plan Diocesano de Pastoral 2012-15 nace de la oración sentida al Señor Jesús, el Resucitado, el verdadero constructor de su Iglesia en esta tierra turolense: “Si el Señor no construye la casa en vano se cansan los albañiles…” –hemos orado durante el pasado curso pastoral 2011-12-. La oración es la base de toda pastoral que reconoce la primacía de la acción del Espíritu en toda acción genuinamente pastoral, pues es Él quien prolonga “en nuestras pequeñas manos sus manos poderosas”. Por eso, se trata de mirar al futuro de nuestras comunidades con los ojos del Espíritu Santo, que nos abre a la esperanza, al futuro evangelizador de nuestra tierra, sin dejarnos hundir por nostalgias del pasado, ni por desalientos del presente.

El Plan Diocesano de Pastoral 2012-15 se ha diseñado en tres cursos pastora-les: el primero sobre el Primer Anuncio en el Año de la Fe; el segundo tendrá dos temas: la pastoral de los jóvenes y la pastoral de pueblos pequeños; el tercer curso sobre la pastoral familiar. Cada curso pastoral tiene una serie de etapas que conviene respetar. Cada una tiene un sentido determinado y unos acentos que cuidar, aunque en todas ellas ha de aparecer la formación, la ora-ción y la acción como aspectos necesarios e insustituibles.

1.- AcogidaEs la primera etapa y corresponde al primer mes de cada curso pastoral.

Es necesario difundirlo en los distintos ámbitos de participación de nuestras comunidades (consejos pastorales, coordinadoras de arciprestazgo, equipos de liturgia, de Cáritas, de catequistas, de delegaciones, de movimientos…), leerlo en profundidad y compartir las primeras sensaciones, tener espacios de oración…

2.- FormaciónSi es importante la acogida, tanto o más es la formación a lo largo de cada

curso. La formación de consejos pastorales, coordinadoras de arciprestazgo, equipos de liturgia, de Cáritas, de catequistas, de delegaciones, de movi-mientos… puede ir en cada curso en torno al tema propuesto por el Plan Diocesano de Pastoral 2012-15 para cada año, a través de las propuestas de la formación permanente, las asambleas, las jornadas de formación, la semana

PLAN PASTORAL 2012/2015 • 35

de teología y el cursillo especial de noviembre del Instituto de Estudios Teo-lógicos, los encuentros arciprestales…

3.- AplicaciónEl Plan Diocesano de Pastoral 2012-15 orienta y marca el sentido de la acción

pastoral de nuestra Iglesia diocesana: ¿hacia dónde nos conduce el Espíritu Santo? Es necesario que sus líneas maestras se concreten en el día a día de nuestras comunidades. Tras la acogida del Plan Diocesano de Pastoral 2012-15, viene su aplicación que exige ante todo, hacer un análisis de la realidad pas-toral de cada comunidad para descubrir qué objetivos son más importantes y necesarios para cada lugar. El Plan Diocesano de Pastoral 2012-15 es tan amplio como para darnos sugerencias de acción que nos ayuden a realizar mejor el Evangelio en la realidad que vivimos.

Cada comunidad con su equipo pastoral puede plantearse estas cuestiones ante cada objetivo:

* ¿Cuál es la realidad pastoral en la que nos encontramos?

* ¿A dónde podemos llegar en este objetivo?

* ¿Qué acciones podemos acometer?

* ¿Con qué recursos humanos, espirituales y materiales contamos?

Importante, pues, es tomar decisiones sobre la acción nueva concreta a reali-zar. Es mejor que las acciones nuevas sean pocas y claras, realistas y realizables, sencillas y evaluables, y sobre todo, sentidas por los agentes de pastoral y la comunidad.

4.- Puesta en marcha y consolidaciónEs la etapa más amplia del curso pastoral y también la más intensa. Una vez

acogido y definidas las acciones concretas de cada lugar correspondería po-nerlas en práctica con la dedicación que requieren las iniciativas nuevas y con la intensidad de comenzar acciones nuevas o potenciar las ya existentes. Esta fase requiere dedicar tiempo y esfuerzo, conocer a los destinatarios de nuestra nueva acción, poner recursos en juego, animar y formar a los agentes de pasto-

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ral, establecer unos plazos intentando no superponer acciones para no cargar excesivamente a los intervinientes, adaptar nuestra actividad pastoral habitual a los tiempos que vivimos…

5.- Evaluación y celebraciónLa evaluación de nuestras acciones a la luz del Plan Diocesano de Pastoral

2012-15 nos ayuda a señalar en qué y cómo hemos crecido comunitariamente en el anuncio en el Evangelio y en la vivencia de la fe. No se trata de valorar exclusivamente si las actividades ha salido bien o mal, sino de preguntarnos cómo hemos crecido en la vida cristiana, con qué fuerza vivimos la misión de evangelizar, cómo nos ha ayudado el trabajo realizado a profesar con los labios y las obras la fe de la Iglesia. Al término de cada acción pastoral habrá que evaluarla, pero convendría hacerlo también hacia la mitad del plazo dado a la acción para reorganizarla según los datos que se constatan. Convendría valorar y decidir el mantenimiento o no de la misma acción en los años siguientes, cuando ya está en marcha o se ha aceptado favorablemente en su valoración.

En todo momento es necesaria la celebración y la plegaria, para alabar la ac-ción del Espíritu Santo, protagonista de la pastoral de la Iglesia, divina y hu-mana; para dar gracias por el don de su acción y presencia, para adorar a Dios y reconocer su presencia y acción en la historia presente también tiempo de salvación, para pedir fuerza y ayuda en nuestra debilidad, para rezar por los evangelizadores y evangelizados…

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Oración por elPlan Diocesano de Pastoral

38 • DIÓCESIS DE TERUEL Y ALBARRACÍN

PLAN PASTORAL 2012/2015 • 39

¡Si el Señor, no construye la casaen vano se cansan los albañiles!

¡Oh Jesús, envíanos tu Espíritu!No te canses de darnos tu don de Pentecostés

en este tiempo de gracia del Año de la Fe en el que nos sentimos llamadosa vivir e interiorizar el Plan Diocesano de Pastoral

para hacer de nuestra Iglesia diocesana de Teruel y Albarracínuna casa abierta y acogedora,

evangelizada y evangelizadora,renovada y rejuvenecida

con la luz del Evangelio, siempre nuevo.

Tú que riegas nuestra tierra en sequíafecunda también nuestros corazonescon la fuerza vivificante del Espíritu.

Que Él inspire nuestra ilusión diocesanasiendo testigos de esperanza

y podamos, así, fortalecer y afianzarnuestra tarea de evangelización y misión

en este aquí y ahora de la historia.

Haz, Señor, que nos guíen en nuestro camino evangelizadorel patrocinio de Santa María de Albarracín, Estrella de la evangelización,

y santa Emerenciana, la joven testigo de tu amor;el celo misionero de san Joaquín Royo

y el ejemplo generoso del Padre Polanco, Felipe Ripolly tantos beatos de nuestra Diócesis.

Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor.Amen.

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Diócesis de Teruel y AlbarracínSe acabó de imprimir

el día 18 de octubre de 2012Fiesta de San Lucas Evangelista