pusharo

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por Rainer Hostnig -SIARB. Cusco, Per- y Ral Carreo Collatupa -Grupo AYAR,Cusco, Per2006 del Sitio Web RubestreWeb Los Autores Rainer Hostnig, de formacin agrnomo, desde 1998 hasta diciembre del 2004, ha ejercido la funcin de co-director europeo del proyecto bilateral Pro-Manu (Manejo Sostenible de la Reserva de Biosfera y Parque Nacional del Manu), es miembro de la Sociedad de Investigacin de Arte Rupestre Boliviana y autor de varias publicaciones sobre el arte rupestre peruano. Ral Carreo Collatupa, consultor en Geologa, co-presidente del Programa Internacional IGCP-425, Patrimonio Cultural y Peligros por Deslizamientos, programa UNESCO-IUGS (International Union of Geological Sciences), realiza estudios y es autor de artculos sobre patrimonio arqueolgico y deterioro geolgico en la regin de Cusco y Apurmac.

Introduccin (1)Los petroglifos de Pusharo constituyen un testimonio cultural sobresaliente de los pueblos amaznicos que habitaban la selva de los actuales departamentos de Cusco y Madre de Dios hace muchos siglos atrs. La gran concentracin de signos grabados en un panel de dimensiones monumentales convierte a estos petroglifos en una de las manifestaciones de arte rupestre ms importantes de la amazona peruana. A pesar de que el sitio es conocido desde hace ms de ochenta aos, recin fue reconocido en el 2003 como patrimonio arqueolgico por el Instituto Nacional de Cultura del Per. Para muchos exploradores, buscadores de tesoros y seguidores de la corriente esotrica y mstica, la zona de Pusharo y los grabados rupestres estaran relacionados con el legendario Paititi (2), por lo que desde hace varias dcadas recibe la visita, sea ilegal o autorizada mediante un permiso especial de la Jefatura del Parque Nacional del Manu, de grupos extranjeros o nacionales, entre los que figuran aventureros y buscadores de tesoros, productores de cine, escritores, expedicionarios y tambin miembros de una hermandad mstica-religiosa llamada Rahma, que afirman haber entrado en contacto con extraterrestres frente a la pared de los petroglifos, probablemente bajo el efecto de plantas alucingenos como la ayahuasca. Los miembros de la comunidad nativa de Palotoa Teparo consideran a Pusharo como territorio de sus ancestros e interactuaban con los petroglifos todava hasta hace pocos aos atrs en el marco de sus rituales vinculados a acontecimientos de caza colectiva de animales silvestres. El artculo resume los avances en el estudio de los petroglifos de Pusharo que requieren ser continuados, profundizados y ampliados a zonas contiguas a Pusharo donde podran existir otros sectores con grabados actualmente cubiertos por la vegetacin.

Ubicacin y accesoPusharo est ubicado en la cuenca media del ro Palotoa, distrito y provincia de Manu, departamento de Madre de Dios, suroriente del Per, a una altura de 529 m.s.n.m., dentro del Parque Nacional del Manu, integrante del Sistema Nacional de reas Naturales Protegidas por

el Estado (SINANPE), bajo la jurisdiccin y tutela del Instituto Nacional de Recursos Naturales (INRENA). Segn la nueva zonificacin del Plan Maestro del PNM actualizado (INRENA/Pro-Manu, 2004), Pusharo forma parte de la Zona Histrico-Cultural del PNM, que abarca 18252.68 has y se encuentra localizada en el sureste del rea protegida. El acceso desde el Cusco es por la carretera de penetracin a la selva. Pasando por el pueblo andino de Paucartambo y los centros poblados amaznicos de Pillcopata y Salvacin, se llega, tras un recorrido de unas 7 horas en vehculo particular, al km. 250, en el que se encuentran el embarcadero de Santa Cruz y un Puesto de Vigilancia del PNM, en el que deben registrarse los visitantes, autorizados por la Jefatura del PNM en el Cusco para visitar a Pusharo. El viaje prosigue en "peque peque" (bote de madera con motor de dos tiempos), siguiendo primero, ro abajo, el Alto Madre de Dios, hasta cerca del poblado y misin dominica de Shintuya; luego se surca el ro Palotoa hasta el Tambo Palotoa, en la margen izquierda, donde se puede pernoctar, previa coordinacin y pago al representante de la comunidad encargado del albergue. Si el caudal lo permite, se puede llegar el mismo da hasta el refugio Pusharo, ya en el PNM, y surcar o caminar al da siguiente hasta el pongo donde se encuentran los petroglifos. En estiaje, el viaje en bote termina en el Tambo o, ro arriba, en la desembocadura del tributario llamado Avaroa (lugar tambin conocido como Rinconadero), donde existe un conjunto de casas pertenecientes a un grupo familiar matsiguenka llamado "Japn". Desde aqu el trayecto por tierra demanda tres horas de camino a pie hasta Pusharo, siguiendo el lecho del ro Palotoa.

Fig. 1 Ubicacin de Pusharo en el mapa del Per y del departamento de Madre de Dios. (Dibujo: C. Del Solar).

Fig. 2 Imagen satelital SPOT mostrando el ro Alto Madre de Dios a la derecha abajo y el ro Palotoa, que corre de este a oeste, paralelo a la Cordillera de Pantiacolla. El crculo marca la ubicacin de Pusharo a la salida del pongo (Archivo Jefatura del PNM, Cusco).

Fig. 3 En "camino" a Pusharo: empujando el bote para atravesar uno de los numerosos rpidos

Sobre el nombre PusharoEn la bibliografa consultada, el sitio figura bajo los nombres de Shinkibenia o Pantiacolla (Cenitagoya, 1921), Pantiacolla (Kauffmann Doig, 1983), Palotoa, Pucharo o Pusharo. En el caso de Pantiacolla, el topnimo corresponde a la cadena montaosa que flanquea el ro Palotoa hasta su desembocadura en el ro Alto Madre de Dios, pero algunos autores utilizaron tambin este nombre en alusin al ro Pantiacolla cuyo nombre oficial es Palotoa o Porotoa. Hacia los aos ochenta surge en la bibliografa y se impone finalmente el nombre de Pusharo, topnimo empleado por los matsiguenkas, y que actualmente, gracias a la Resolucin Directoral

015 del INC-Lima del 2003, es el nombre oficial del sitio.

El ro Palotoa, clima y zonas de vidaEl ro Palotoa (3) nace en la cordillera de Pii Pii, a aproximadamente 1,000 m.s.n.m.; transcurre de noroeste a este y, al romper el ltimo contrafuerte andino forma el pongo de Meganto para luego desembocar en el ro Alto Madre de Dios, en las proximidades de Shintuya.

Fig. 4 El ro Palotoa cerca del pongo de Meganto

El ro, flanqueado por terrazas bajas y medias, corre por un lecho de grava que en varios tramos presenta fuertes pendientes y numerosos rpidos, algunos de los cuales dificultan la navegacin. En tiempo de verano, sus aguas son limpias y transparentes; en poca de lluvias, el ro se vuelve torrentoso y arrastra rboles desarraigados que originan palizadas. En el tramo entre la comunidad de Palotoa-Teparo y Pusharo, el cauce del ro llega a bifurcarse, formando en ocasiones dos y ms brazos secundarios (anastomosis fluvial). En la actualidad, en tiempo de crecida, el caudal del ro puede hacer desaparecer las playas y sumergir parcialmente los petroglifos del panel principal.

Fig. 5 El cauce del ro Palotoa con su vegetacin riberea. Al fondo, la cordillera de Pantiacolla.

Por su ubicacin cerca del llano amaznico, el clima es clido y hmedo, con una temperatura promedio anual de 17C a 22.5C y precipitaciones de 2000 a 4000 mm/ao. Se distinguen dos estaciones: una seca, de mayo a septiembre, con pocas lluvias y temperaturas menores, y otra lluviosa, de octubre a abril, con las temperaturas ms altas del ao e incremento de lluvias y evapotranspiracin. Las Zonas de Vida que corresponden al rea de Pusharo son: Bosque muy hmedo Subtropical transicional a Bosque pluvial Subtropical (bmh-S/bp-S) y Bosque pluvial Subtropical (bp-S).

Declaracin de Pusharo como Patrimonio Cultural de la NacinSegn publicacin en El Peruano del jueves 23 de enero del 2003, la Direccin Nacional del Instituto Nacional de Cultura, mediante Resolucin Directoral Nacional N 015/INC, declar a los petroglifos de Pusharo como Patrimonio Cultural de la Nacin (4). Desde entonces han pasado tres aos sin que las dependencias del Instituto Nacional de Cultura hayan logrado cumplir con el encargo del dispositivo legal de elaborar los planos de delimitacin con su respectiva ficha tcnica y memoria descriptiva y de inscribir adems a Pusharo como Patrimonio Cultural de la Nacin en los Registros Pblicos y en el Sistema de Informacin Nacional de Bienes de Propiedad Estatal (SINABIP); tampoco existen disposiciones, mecanismos administrativos ni recursos financieros apropiados para garantizar la conservacin del sitio ante una futura afluencia de visitantes. Esto es preocupante ya que los petroglifos, como se sabe, constituyen un bien no renovable, nico, frgil e irreparable.

LOS PETROGLIFOS DE PUSHARO El descubrimiento Los petroglifos de Pusharo parecen haber sido encontrados por primera vez en 1909, durante una "correra de indios" por un cauchero, quien los describi como letras gticas esculpidas.(Cenitagoya, 1943:138-140).

Doce aos ms tarde, el 14 de agosto del 1921, el misionero dominico Vicente de Cenitagoya, acompaado por el fraile de su congregacin Jess Broca y el sacerdote Jos Rodrguez as como por tres guas matsiguenkas, lleg a Pusharo desde la misin ubicada en la boca del ro Manu y realiz los primeros dibujos de algunos petroglifos. Registr el lugar bajo el nombre de Ro Shinkibenia. Desafortunadamente perdi luego sus apuntes y tuvo que reelaborarlos de su memoria para un artculo que public veintids aos ms tarde. Lleg a la conclusin de que se trataba de una escritura oriental y gtica y deescenas del Viejo y Nuevo Testamentos, como el hecho de la creacin, el primer pecado, la Virgen con su hijo, el arrepentimiento y la promesa de redencin.(Cenitagoya, 1943:142-145)

Fig.6 Calco de algunos elementos del panel principal de Pusharo, segn la visin del Padre Cenitagoya (1943:Fig.2)

Sobre esta peculiar interpretacin de los petroglifos, Kim Macquarrie y Andr Brtschi (1998:276), en la segunda edicin de su obra sobre el Parque Nacional del Manu, comentan que, "....Satisfechos con sus resultados, los misioneros partieron, sin llegar nunca a darse cuenta de que acababan de participar en un autntico test de Rorschach un tipo de examen psicolgico estndar, en el que se pide al paciente que describa lo que ve en una serie de manchas de tinta. Las figuras que se observan, no son inherentes a las manchas, sino que representan imgenes que existan previamente en la mente del paciente". La interpretacin disparatada de los petroglifos por parte del religioso dominico no es un caso aislado y encuentra su parangn en las elucidaciones y elucubraciones absurdas que sobre ellos se han publicado en artculos periodsticos y libros de corte sensacionalista en las ltimas dcadas.

Pusharo y los buscadores del PaititiDesde 1921 pasaron casi cincuenta aos sin que se produjeran reportes de visitas a Pusharo. En julio de 1969, lleg al sitio el mdico arequipeo Carlos Neuenschwander Landa, frentico buscador del legendario Paititi, quien, al verse impedido de aterrizar con el helicptero a su disposicin en la meseta de Pantiacolla, opt por la visita a Pusharo, junto con Santiago Ybar Calvo, empresario turstico del Cusco, los hermanos Corisepa, indgenas huachipaeris de Shintuya, y el taxidermista Celestino Kalinowski, entre otros.

Un ao ms tarde, en 1970, el Padre dominico Adolfo Torralba fotografi el panel de petroglifos para el archivo de los Misioneros Dominicos. El misionero espaol Joaqun Barriales, de la mima congregacin, investigador aficionado del arte rupestre (quien en 1982 publicara el trabajo del alemn Christian Bes sobre los petroglifos de la cuenca del Alto y Bajo Urubamba, en la regin amaznica del Cusco), hizo dibujos a partir de las fotografas de Torralba y los incluy en la publicacin referida. (Barriales, 1982: 48). En 1975, los aventureros Nicole y Herbert Cartagena (pareja franco-peruana) llegaron a Pusharo y en su libro "Sobre la pista de los incas" lo describieron como un nuevo descubrimiento realizado por ellos. En 1978, el cusqueoFernando Aparicio Bueno, quien recibi una distincin de parte de la empresa Rolex, por sus mritos en la bsqueda del Paititi, visita el sitio y Carlos Neuenschwander contina pasando por Pusharo en varias de sus mltiples expediciones durante los aos setenta y ochenta. Gregory Deyermenjian, junto con gente local, un guarda parque, tres matsiguenkas de Palotoa-Teparo y guiado por Santiago Ybar Calvo, visit Pusharo en octubre de 1991 durante su expedicin en bsqueda del Paititi, patrocinada por el Instituto Nacional de Cultura del Cusco. En otras expediciones visita el complejo arqueolgico inca de Mameria, al parecer descubierto por el explorador peruano Ludwig Essenwanger, y publica en la pgina web www.paititi.com una relacin de sus viajes y algunas fotografas de los restos arquitectnicos y artefactos encontrados.

Fig.7 Restos de una construccin inca del sitio Mameria. (Foto: cortesa Gregory Deyermenjian)

Fig.8 Figura femenina. Ceramio inca hallada en las cercanas de Mameria. (Foto: Riveros C., 2004:92)

En las ltimas tres dcadas, muchos otros exploradores, buscadores de tesoros y aventureros han visitado a Pusharo, buscando pistas para el descubrimiento del Paititi. Los relatos de sus odiseas por la selva del Manu y sus descripciones de los vestigios arqueolgicos hallados (por muy problemticas y criticables que la mayora de stas incursiones sean, desde el punto de vista del respeto a la vida de los indgenas en aislamiento voluntario y de la proteccin del patrimonio arqueolgico de la zona), mientras no se realicen estudios cientficos serios debidamente autorizados por la entidad competente sobre las evidencias arqueolgicas en el Parque Nacional y sus alrededores, seguirn constituyendo la nica fuente de informacin para los que buscan datos sobre vestigios de la presencia humana de pocas precolombinas en esta parte de la selva amaznica. En diferentes pginas web se puede encontrar parte de esta informacin dispersa y divulgada en diversos idiomas, como los emocionantes relatos de Gregory Deyermenjian sobre sus

mltiples expediciones al interior del Manu y el resumen de un interesante artculo suyo sobre los petroglifos de Pusharo, publicado en la Revista Athenas Review en el ao 2000. El periodista peruano Jorge Riveros Cayo sintetiz los principales descubrimientos de Deyermenjian en un reportaje aparecido en la revista de arquitectura ARKINKA, en octubre del 2000, acompaado de varias fotografas a color sobre restos arqueolgicos y algunos ceramios y artefactos de cobre y tumbaga de faccin inca, hallados en el interior del PNM.

Exploraciones de carcter cientficoUno de los primeros arquelogos que visit a Pusharo fue el peruano Federico Kauffmann Doig, en 1970, quien public una fotografa y un corto prrafo en su libro "Manual de la Arqueologa Peruana" (edicin de 1983), con un primer calco de los petroglifos a manera de bosquejo.

Fig. 9 Calco de los petroglifos de Pusharo publicados en el Manual de Arqueologa Peruana de F. Kauffmann Doig (1983: 57)

Diez aos ms tarde, entre 1980 y 1981, ingres al lugar la expedicin veneciana del Centro Studi Ricerche Ligabue, bajo la direccin del arquelogo italiano Giancarlo Ligabue. Se tiene conocimiento (comunicacin personal del Dr. Kauffmann Doig) de que el equipo calc y document por primera vez de manera rigurosa todos los grabados del sitio principal, desconocindose, lamentablemente, el resultado de esta labor pionera. En el mismo ao, 1981, el alemn Hans Ferstl realiz su investigacin antropolgica sobre los matsiguenkas, recopilando informacin sobre sus mitos y su relacin con los petroglifos (Baer et al., 1983). En 1996, la entonces estudiante de antropologa de la UNSAAC, Patricia M. Vega Centeno A., recibe apoyo econmico de la ONG peruana Pro-Naturaleza para realizar una documentacin pormenorizada de los petroglifos de Pusharo y Queros en el marco de sus prcticas pre profesionales. A pesar de presentar algunos errores de descripcin y anlisis, tiene el mrito de constituir el primer trabajo conocido que aporta calcos a escala de los petroglifos de la parte visible del panel principal de Pusharo, ejecutados mediante la tcnica de frottage (5). En ellos, sin embargo, no aparecen los dos grandes soles de la parte superior del panel ni los grabados erosionados existentes en la base de la pared rocosa.

Figs. 10-11 Calcos de la parte central del panel. Sector A. (Vega Centeno, 1996)

En 1999, el Proyecto Especial PLAN COPESCO de Cusco, por encargo de Pro-Manu (Proyecto de un convenio bilateral peruano-europeo) y con financiamiento de la Comisin Europea, realiza una prospeccin de Pusharo para incluirlo en un circuito turstico manejado por los matsiguenkas de Palotoa-Teparo. El equipo contratado por esta institucin paraestatal, sobre la base de un registro fotogrfico del panel de petroglifos del sitio principal (sector A), elabor el primer mapa digitalizado de los grabados (ver Figs. 23 a 27). No mencionan en su informe los petroglifos de los sectores B y C de Pusharo. Del vasto material documental producido por investigadores particulares o instituciones nacionales y extranjeras en forma de pelculas, fotografas y calcos sobre los petroglifos de Pusharo, slo una mnima parte se encuentra publicada en artculos y libros cientficos o de corte popular. En el medio peruano slo estn disponibles en bibliotecas a cargo de instituciones gubernamentales (INRENA) y privadas (Pro-Naturaleza) los resultados de los dos registros mencionados en los acpites anteriores. El INRENA, a pesar de haber autorizado en varias ocasiones el ingreso a la zona de Pusharo de personas registradas como camargrafos, escritores o antroplogos, no cuenta con los informes de las visitas y tampoco con los resultados publicados sobre los estudios realizados.

Los petroglifosEn las publicaciones consultadas sobre Pusharo, con excepcin del mencionado artculo de Deyermenjian, slo se encuentran descripciones de los petroglifos descubiertos por Cenitagoya en 1921. En los viajes de prospeccin a la zona de Pusharo realizados entre los aos 2000 y 2005 pudimos localizar y estudiar otros dos sectores con grabados, los que, para fines descriptivos, hemos codificado con las letras B y C, reservando la letra A para el sector principal. Los tres sectores se encuentran en el tramo final del Pongo de Meganto. El sector o subsitio B, que se describe ms adelante, fue encontrado por Santiago Ybar y Neuenschwander (1983) en una de sus visitas a Pusharo y revisitado por Deyermenjian en 1991 (2000:75).

Fig. 12 Ubicacin de los sectores A, B y C en relacin al ro Palotoa. (Dibujo: Csar del Solar, 2005)

Sector AEl Sector A corresponde al sitio principal y se encuentra en la margen derecha del ro Palotoa, en la base de un escarpe rocoso de unos 25 m de altura. La orientacin de la pared es N330. Las caractersticas geolgicas y mineralgicas del soporte se consignan en el captulo sobre la Geologa de Pusharo.

La medicin del panel de petroglifos realizada en febrero del 2005 arroj un largo de 24.7 m, un alto promedio de 2 m (medidos desde la base actual) y un alto mximo de 4.3 m, en el lugar donde se encuentra la figura aislada de un sol radiado.

Fig. 13 Vista de la base del acantilado con los petroglifos (Foto: Giovanni Ordez)

En los primeros 12 m, medidos desde la izquierda, hay iconos aislados, mientras que en los restantes 12.7 m la concentracin de los grabados es extremamente densa, cubriendo la pared por completo hasta la altura arriba indicada. Ferstl (1986) describe la tcnica de ejecucin empleada como de percusin o picado profundo, posiblemente realizado con hachas o martillos lticos con posterior acabado hecho restregamiento con una piedra y arena hmeda. Esta observacin es vlida para la mayora de los grabados del panel. Sin embargo, en la parte superior de la banda grabada, sin embargo, se encuentran tambin petroglifos con surcos de poca profundidad y sin acabados, posiblemente de mayor antigedad que los otros. El perfil de los surcos es en forma de "U", con los bordes redondeados. El ancho y la profundidad de los surcos varan de pocos milmetros hasta 3 y 4 cm. Algunos grabados resaltan por la profundidad de los surcos y tienen la apariencia de bajorrelieves. (Fig.14) Los petroglifos del sector A de Pusharo se caracterizan por su estilo eminentemente geomtrico y abstracto (6). Los pocos motivos clasificables como figurativos son principalmente antropomorfos en forma de cabezas o mscaras humanas (motivos "figurativos abstractos"), serpientes, huellas de felinos y representaciones del astro sol. Algunos motivos peculiares compuestos de dos elementos una figura en forma de T, contorneada o simple con un apndice complejo o sencillo que se desprende de la parte superior, podran interpretarse especulativamente como abstracciones de cabezas antropomorfas o zoomorfas (jaguar?) adornadas con penachos de plumas (Figs. 15 y 16). Usaremos tentativamente para estos motivos el trmino "figurativos geometrizados".

Fig. 14 Vista lateral de una de las cabezas acorazonadas de surco profundo.

Fig. 15 El ms elaborado de los tres motivos en forma de "T"con apndice a manera de adorno plumario.

Fig. 16 Otra de las figuras compuestas.

Las figuras ms llamativas y las que saltan primero a la vista, son diferentes tipos de representaciones cefaliformes o mscaras provistas de rasgos faciales, aisladas o entrelazadas con simples o complejos motivos de forma geomtrica. El tipo ms frecuente es de forma acorazonada que, por ser el motivo ms representativo del sitio, se ha convertido en el emblema de Pusharo. Tres de estas mscaras o cabezas estn contorneadas con lneas que salen de la hendidura en la parte superior de la cabeza y terminan en el mentn. Puede tratarse de la representacin del cabello (Figs. 19 y 20, Fig. 28ar, as, au). De una de las cabezas-mscara se desprenden lneaturas onduladas que terminan en un gancho: posiblemente sea la estilizacin de un adorno plumario (Fig. 28ar). Las dems cabezas o figuras mascariformes son ms sencillas (Fig. 17) o ms abstractas como las que presentan ojos en forma de espiral (Fig. 19 y Fig. 28at, abajo) o aquellas donde la lnea o el surco de contorno de la cara termina en dos espirales a manera de ojos (Fig. 18 y Fig. 28ap, at), otros formados por un simple hoyuelo redondo (Fig. 28aq, as, au). La boca est generalmente indicada por una raya horizontal y, ocasionalmente, por un hoyuelo: la nariz, por una raya vertical, por un hoyuelo o est ausente. Un motivo comparable con la figura de un reloj de arena, ha sido provisto de rasgos faciales (ojos y boca) convirtindolo as en una figura antropomorfa estilizada con dos cabezas o rostros contrapuestos. (Fig. 28av)

Fig. 17 Fig. 18

Fig. 19 Fig. 20 Grabados antropomorfos con las caractersticas cabezas acorazonadas.

Los dos motivos solares no se ven a primera vista por lo erosionado de los surcos y la ptina que los cubre y por estar uno de ellos a considerable altura (4.5 m). Son representaciones de soles radiantes, uno con rayos en forma de lneas rectas (Fig. 35) y el otro en forma de tringulos (Fig. 28ai). El sol ms alto tiene forma de una espiral que termina en un pequeo hoyuelo en el centro de la figura, mientras que el sol de rayos triangulares est formado por tres crculos concntricos. En el calco digitalizado a partir de fotografas aparece la figura de un camlido (Fig. 25) y la de dos posibles antropomorfos con brazos y torso trazados en el estilo de stick figures (Fig. 26). En el primer caso se trata de un claro error de lectura de las fotografas, puesto que en la prospeccin del sitio realizada en febrero del 2005 no se ha podido distinguir ninguna figura de un cuadrpedo con estas caractersticas. En el caso de las figuras tipo "palito" de apariencia humana ligadas a motivos geomtricos, por las analogas con figuras muy similares en un bloque rocoso situado a orillas del ro Pangoa fotografiadas por el Padre dominico Andrs Ferrero (1947: 210) en los aos 40, pensamos que efectivamente podra tratarse de la representacin, bastante abstracta, de seres humanos. Otra de las caractersticas ms marcadas de los petroglifos de Pusharo es el alto grado de

entrelazamiento de las figuras en el panel del sector A, un factor que dificulta o impide en muchos casos la separacin de figuras para fines clasificatorios y comparativos. Aunque esta organizacin espacial de las representaciones es relativamente frecuente en los grabados rupestres de la amazona peruana (los ejemplos ms cercanos son los grabados rupestres de Pangoa, Ocobamba, Ro Yavero y Quebrada Honda, en las Provincias de La Convencin y Calca; ver Barriales, 1982), en Pusharo la articulacin de las representaciones mediante lneas "conectoras" como elemento estilstico es particularmente impresionante por la monumentalidad del panel y la enorme cantidad de figuras entrelazadas. Si observamos el calco del panel en las Figs. 23 a 27, notamos, sin embargo, que el tratamiento pictrico no ha sido uniforme: mientras que en la parte izquierda los elementos se encuentran organizados de manera separada y aislados por espacios de roca sin grabados, a medida que la vista avanza hacia la derecha y hacia el centro del panel, notamos que aumenta el nmero de conos y el grado de enlazamiento para luego formar un conjunto enmaraado de figuras y lneas vinculadas entre si. Los vacos que aparecen en el calco entre los signos entrelazados de la parte central en realidad no existen, siendo ms bien un reflejo de las grandes dificultades que se presentan en un estudio cuando se digitalizan fotografas tomadas a distancia y en las que ya no son visibles determinados detalles y tampoco los grabados erosionados de escasa profundidad que abundan en la parte baja del panel. Cabe resaltar que no se ha podido observar superposiciones, lo que permite especular que los grabados de la banda horizontal descamada de la roca probablemente hayan sido hechos en un tiempo relativamente corto y por los miembros de un mismo grupo tnico. El soporte rocoso, roca arenisca y no grantica como errneamente aparece en la bibliografa sobre Pusharo desde la primera referencia de Cenitagoya, aparte de la delgada capa superficial de alteracin silcica, no presenta mayor resistencia a la percusin y pudo haber sido trabajada fcilmente con instrumentos sencillos de piedras afiladas de dureza mayor, como las que abundan en las orillas del ro Palotoa.

Fig. 21 Motivos aislados en el extremo izquierdo del panel

Fig. 22 Motivos entrelazados en la parte central

Fig. 23 Desarrollo del panel del sector A, desde el extremo izquierdo al extremo derecho. Dibujo digital elaborado en el marco del convenio Pro-Manu/Plan Copesco (1999)

Fig. 24 Continuacin del panel hacia la derecha.

Fig. 25 Continuacin del panel

Fig. 26

Fig. 27 Extremo derecho del panel con los ltimos grabados.

Aunque en el panel aparecen varios grabados de manera separada, por sus caractersticas formales y tipolgicas, es posible aislar algunos conos del conjunto entrelazado y clasificarlos de acuerdo a las categoras convencionales, el intentar establecer un corpus cuantificable de representaciones nos parece un esfuerzo intil y cuestionable, tanto por el alto grado de subjetividad que implica la tarea de querer identificar y delimitar los conos, como por la mutilacin inevitable de signos y smbolos no reconocibles por nosotros y con ello de las ideas que estos posiblemente representen. Las grandes diferencias en el cmputo de los conos, 210 registrados por Patricia Vega Centeno (1996) y "275 smbolos enigmticos" identificados por el arquelogo Julinho Zapata del Convenio Pro-Manu/Plan Copesco (2000), son una clara muestra de estos muy poco tiles intentos "cuantificatorios", que ms bien contribuyen a confundir o distorsionar la percepcin del conjunto. An no estamos en condiciones de compartir con los lectores una clasificacin tipolgica que

tome en cuenta la particularidad de la organizacin espacial de los petroglifos, por lo que nos limitamos a presentar a continuacin un listado de motivos o elementos reconocibles, aislados o que forman parte de un conjunto de signos entrelazados de poca complejidad. Reconocemos que se tiene que profundizar mucho ms el aspecto del anlisis morfolgico y de las asociaciones de elementos, lo que pueda ayudar quizs en la descodificacin de algunos de los signos ahora ininteligibles. Motivos geomtricos: Crculo simple Crculo simple con aspa en el interior (Fig. 28ah) Crculo simple con punto central unido a lnea (Fig. 28m) Crculo simple unido a lnea ondulada (Fig. 28n) Crculo simple unido a lnea curva Crculo doble concntrico (Fig. 28ae) Crculo concntrico unido a lnea Estructura subcircular grande con divisin interna a manera de rombos con puntos cntricos (Fig. 28af) Estructura circular grande, compartimentada mediante lneas diagonales, onduladas y en zigzag (Fig. 28ag) Cruz simple Cruz simple con elemento envolvente cruciforme completo (framed cross) Estructura cuadrangular concntrica con punto central, asociada a estructura parcialmente envolvente (Fig. 28v) Estructura rectangular con punto central Espiral simple (Fig. 28p) Espiral simple terminando en gancho (Fig. 28q) Espiral doble invertida (Fig. 28h) Espiral doble unida a lnea (Fig. 28d) Dos espirales unidas por rectilnea, invertidas y opuestas (Fig. 28a) Dos espirales simples unidas mediante lnea ondulada (Fig. 28g,i-k,x) Espiral doble opuesta con lnea de contorno (back to back) (Fig. 28b) Dos espirales simples unidas por lnea recta (Fig. 28d) Espiral rectangular conformada por dos lneas paralelas (Fig. 28r) Espiral rectangular terminada en lnea ondulada (Fig. 28s) Espiral conectada a lnea quebrada Espiral rectilnea trapezoidal con media vuelta adicional (Fig. 28t) Elemento en forma de "S" Elemento en forma de "X" Lnea sinuosa simple Lnea sinuosa a cuyo extremo se encuentran adosados un crculo y una espiral (Fig. 28y) Lnea quebrada simple (Fig. 28ac) Lneas concntricas en forma de "U" invertida Lneas onduladas paralelas (Fig. 28ak) Lneas serpentiformes (tambin clasificables como serpientes) Lnea mendrica simple Puntos aislados Rejilla Rombos simples Tringulo simple Estructura en forma de reloj de arena (Fig. 28ad, av) Signos de elementos repetitivos: Serie de rombos conectados y alineados verticalmente (Fig. 28aa) Puntos agrupados Lnea mendrica doble

Estructura compuesta por cuadrculas en serie, alineadas horizontalmente (Fig. 28aj) El signo ms frecuente entre los grafismos geomtricos es la espiral en sus diferentes variaciones, seguido por la lnea curva y sinuosa conectada con otro elemento geomtrico o biomorfo. Motivos antropomorfos: Rostros antropomorfos o mscaras en forma de corazn con ojos puntiformes o espiralados y boca en forma de raya horizontal (Fig. 28aq-au) Cabezas humanas con la lnea de contorno terminada en espirales a manera de ojos (Fig.28ap, at) Tringulos opuestos con doble contorno y con puntos interiores ordenados a manera de un rostro humano (Fig. 28av) Figura biomorfa (stick figure) con cabeza y extremidades superiores extendidas. La anatoma de la parte inferior del cuerpo no est clara. Una lnea larga que termina en un gancho ondulado podra ser una cola (Fig. 28ao). Estructura cuadrangular con elemento en forma de figura humana sin extremidades inferiores saliendo de la parte superior Motivos zoomorfo: Serpientes (Fig. 28al) Mscara o cabeza de felino (Fig. 28an) Tridgitos, quizs huellas de ave Agrupacin de puntos a manera de huella de felino (Fig.28am) Motivos astronmicos Sol en forma de espiral y rayos rectilneos Sol formado por crculos concntricos y rayos triangulares (Fig. 28ai) Motivos posiblemente biomorfos: Estructura compuesta por un elemento en forma de una "T" contorneada (cabeza?) unido a un diseo vertical complejo (tocado estilizado?)

Fig. 28 Calcos de algunos motivos aislados.

En 1986 fue publicada la obra pionera sobre los petroglifos de Sudamrica y del Caribe de Cornelius Dubelaar cuyo aporte principal es la clasificacin de los motivos rupestres en los llamados pilot motifs o motivos-gua, caractersticos para la regin de la cuenca amaznica. Dubelaar, quien haba conocido los petroglifos de Pusharo, del ro Queros y de la provincia de La Convencin mediante fotografas, identific entre los grafismos de estos sitios varios que tienen una clara afinidad con los pilot motifs por l establecidos. Son los petroglifos en forma de crculos concntricos, camlidos, huellas de pies humanos, felinos, cabezas antropomorfas con volutas (curled shoulder), dos barras opuestas terminando

en ganchos o volutas (back to back), cruces contorneadas (framed crosses), dos crculos unidos por barra (ring and bar), lneas zigzagueantes, espirales dobles, ranas y figuras antropomorfas de simple delineado (match stick figures); en total, 11 de los 17 motivos panamaznicos (Dubelaar, 1986:119; Baer et al, 1983). Dubelaar omite el motivo del sol radiado por no haber tenido conocimiento de su existencia en el panel de Pusharo, con lo que el nmero total aumenta a doce. De estos doce pilot motifs registrados, Pusharo participa con cinco de ellos, especficamente con el sol radiado, lneas en zig-zag en dos variantes, crculo concntrico, espiral doble y el motivo llamado back to back. Si interpretamos una de las figuras como la posible representacin estilizada de la cabeza de un jaguar visto de frente y aceptamos que los motivos en forma de "T" con los complejos apndices en la parte superior a manera de penachos podran representar abstracciones de mscaras o cabezas de felinos, el nmero de motivos-gua llega a seis. Un argumento irrefutable para el origen amaznico de los petroglifos de Pusharo.

Fig. 29 Pilot motifs presentes en el panel del sector A de Pusharo. 1. Crculo concntrico; 2. Sol; 3. Back to back; 4. Espiral doble; 5. Lneas zigzagueantes simples y dobles; 6. Felino.

Sector BHacia la derecha del panel del sector A, un sendero apenas visible sube en medio del bosque por una ladera empinada y contina, a una altura de unos 18 m encima del ro, unos 60 m hasta llegar a una zanja profunda al lado de la pared del acantilado. El pozo excavado por huaqueros en bsqueda de tesoros, se encuentra directamente al pie del panel de los petroglifos.

Fig. 30 Guardaparques del PNM mostrando detalles del panel.

El panel ubicado a 650 m.s.n.m tiene un largo de 4.8 m y un ancho o alto visible de 1.3 m; su orientacin es N280. La tcnica, estilo y motivos de los petroglifos de este sector difieren de los del sector A.

En este panel pequeo se pueden distinguir 4 tipos de motivos, ordenados segn su frecuencia. Incisiones profundas o superficiales de trazos rectilneos cortos o largos, verticales u oblicuos, con surcos de perfil triangular. Algunas tienen la forma de huellas de ave Formas geomtricas representando cuadrilteros sin elementos interiores; cuadrilteros con lneas diagonales cruzadas en el interior y cuadrilteros compartimentados Lneas cruzadas, lneas rectas, simples o dobles, lneas en zigzag Depresiones rectangulares de escasa profundidad Mscara o cabeza humana como nico motivo figurativo en el panel de este sector La nariz ancha y prolongada que se junta con la boca, le otorga un rasgo felnico. La diferencia morfolgica entre esta cabeza o figura mascariforme y las del sector A salta a la vista: contiene ms detalles faciales indicados mediante incisiones rectilneas horizontales, verticales y oblicuas lo que le confiere tambin un aspecto ms naturalista En comparacin con los petroglifos del sector A, en los grabados del sector B estn ausentes los relieves pronunciados o dobles bordes, predominan las rectilneas sobre las curvilneas, se presentan depresiones rectangulares (ausentes en el sector A) y en cuanto a los surcos de los grabados prevalece el perfil en V.

Fig. 31 Panel principal del sector B

Fig. 32 Una cabeza o mscara como nico motivo figurativo del sector B

Sector CEn la margen izquierda del ro Palotoa, frente al sitio principal, hay una cueva en la pared del acantilado, donde el agua del ro forma un remanso. El ancho de la boca alcanza 16.5 m y la profundidad 9.4 m. En la pared exterior de la cueva se puede observar un pequeo panel de petroglifos.

Fig. 33 Gran abrigo rocoso formado por la erosin fluvial. Contiene petroglifos inaccesibles y cubiertos por musgo.

Fig. 34 Uno de los petroglifos de forma rectangular del sector C.

Por la humedad del sitio dificultando la identificacin de los motivos. En la visita de febrero del 2005, en la pared rocosa situada encima de la cueva formada por los remolinos del ro Palotoa, frente al sector A, slo se encontr un pequeo panel de 15 por 50 cm., orientado hacia el sureste. Los pocos petroglifos de este sector que han resistido a la arremetida del ro, por encontrarse a mayor altura, son de surcos delgados y poco profundos, diferentes a los de los sectores A y B. No son accesibles, por encontrarse encima del agua. La pared est cubierta por una capa de musgo y lquenes, su acceso es peligroso, debido a lo resbaloso de la roca inclinada en la base, todo lo cual entorpece la identificacin de los motivos. En la parte derecha del panel se distingue un motivo rectangular de 17 cm. de alto con otros elementos hacia la derecha, un signo escalonado a la izquierda y otro no identificable. En la visita de febrero del 2005 ya no se pudo localizar una mscara grabada en la parte izquierda de la roca, puesto que el agua ha erosionado el soporte, cambiando drsticamente la fisonoma de la roca arenisca en la parte inferior del escarpe.

Datacin e interpretacinPor sus caractersticas morfo-climticas, el lugar (sectores A y C) es peridicamente inundado por el ro, mientras que los remolinos formados en poca de crecida delante de los acantilados en ambas mrgenes han removido el suelo innumerables veces desde que se hicieron los petroglifos; debido a esto es prcticamente imposible encontrar sustratos que contengan evidencias de artefactos arqueolgicos, como fragmentos de cermica, herramientas lticas, materiales orgnicos como restos seos, tejidos o carbn de fogones, los que permitiran un fechado relativo de los grabados. Cualquier especulacin sobre su edad sera prematura, pero podra intentarse ms adelante sobre la base de los resultados que arrojen estudios comparativos entre los petroglifos de Pusharo y de otros sitios amaznicos, particularmente de La Convencin, en Cusco, y de Satipo, en Junn. Un anlisis detenido de los grabados permitira determinar si es sostenible o no nuestra hiptesis segn la cual los petroglifos fueron hechos en un corto lapso de tiempo por miembros de un mismo grupo tnico, sin adiciones rupestres posteriores, con excepcin de algunos fakes de reciente produccin. Estamos de acuerdo con el padre dominico Aza (1923) quien, poco despus del descubrimiento de los petroglifos de Pusharo, y en contradiccin a las especulaciones de Cenitagoya, haba concluido que los grabados son obra de un pueblo amaznico de la poca preincaica. Deyermenjian (2000) coincide con esta observacin al mencionar que no existe indicio alguno para sospechar una afiliacin cultural inca de los grabados. El hecho de haberse encontrado hachas de piedra de faccin incaica en la cuenca del ro Palotoa, nos revela la existencia de colonias inca en la zona durante la poca expansiva del Tahuantinsuyo (1450 a 1533), pero de ninguna manera se puede asociar estos hallazgos con los grabados de Pusharo. Las especulaciones "quechuacentristas" segn las cuales los petroglifos estaran organizados espacialmente de acuerdo a los tres niveles del mundo de la cosmovisin andina (el hananpacha, el kaypacha y el ukuypacha), no tienen ningn fundamento y corresponden a la percepcin de quienes tienen dificultades en poder concebir la existencia de pueblos preincas y, sobre todo, amaznicos capaces de expresar sus ideas y mitos en un lenguaje simblico y abstracto mediante un sistema de representacin visual propio y una semntica compleja. Por el alto grado de abstraccin de los grafismos es de suponer que estos fueron la obra de una sociedad amaznica culturalmente avanzada que habitaba la zona hace quizs mil o dos mil aos atrs. Ser difcil establecer la filiacin cultural exacta de los autores y quedar posiblemente por siempre la duda sobre si estos fueron los antepasados de los matsiguenkas o miembros de una etnia diferente que ha desaparecido dejando como nica huella palpable de su paso por el mundo esta extraordinaria obra rupestre en las orillas del ro Palotoa. Mucho se ha especulado sobre el posible significado de los grabados que por su emplazamiento en medio de la selva han inspirado la fantasa de los visitantes. Luego de haber sido interpretados como "letras gticas" o escenificaciones de pasajes bblicos por su descubridor Cenitagoya, desde el inicio de las exploraciones al Manu en busca del Paititi en los aos 70, prevalecen en la literatura chicha (incluyendo muchas pginas web) tenaces elucubraciones que consideran los petroglifos como hitos que sealan el camino al lugar de los tesoros incas. Algunos vieron en los grabados un mapa del firmamento, mientras que para otros es un mapa terrestre indicando ros, montaas y otros accidentes geogrficos, a manera de un recordatorio de quienes se movilizaban entre la selva baja y la zona altoandina.

Para Neuenschwander (1983: 95) son el mensaje de epopeya de una larga migracin de un pueblo, desde los llanos hacia las montaas, siendo los autores representantes de la cultura amaznica del Paititi, y no faltan quienes ven en los petroglifos la evidencia de contactos transatlnticos precolombinos. En el actual mundo globalizado, donde los paradigmas religiosos han entrado en crisis en muchos lugares del planeta, hace tiempo que ha comenzado una bsqueda de nuevos valores que den sentido a la existencia humana. Parte de esta bsqueda se expresa en las corrientes esotricas-msticas que han identificado al Per como un pas privilegiado en cuanto a la existencia de lugares mgicos y cargados de energa. Los petroglifos de Pusharo se han convertido en un destino obligatorio para algunos de estos grupos. Desde hace varios aos, los miembros de una agrupacin llamada "La Hermandad Blanca" o Rahma han visitado en distintas ocasiones a Pusharo para realizar all sus ritos de iniciacin y lograr, segn ellos, el contacto con seres extraterrestres. Pensamos que la interpretacin que cercana a la realidad es la que aboga por el origen chamnico de los grabados de Pusharo, como ya lo observaron Vega Centeno (1996) y Deyermenjian (2000). En este caso, y basndonos en los escritos de ReichelDolmatoff (1971, 1978) y Schultes & Hofmann (1992), los petroglifos seran representaciones abstractas de la cosmologa, del mundo mtico y espiritual plasmadas en la roca por los "soadores" del mundo amaznico, poseedores de una percepcin global y precisa del universo que les es dada en el momento del trance chamnico producido por plantas alucingenas (Ayahuasca o el extracto de otras plantas). En el caso de los matsiguenkas, el trance que producen estas plantas posibilita segn Baer (1994:134) el contacto de los chamanes con los saankarite o espritus protectores que habitan en el bosque y cuando el chaman, en vez de tomar ayahuasca (Banisteriopsis sp.) o tabaco, ingiere otros jugos vegetales, puede lograr visiones donde aparece un jaguar poderoso, quien protege a los matsiguenkas, pero cuya verdadera figura es humana (p.108). Sobre el efecto de la ingestin de Ayahuasca entre indgenas amaznicos y en particular, entre los Tukano de la selva colombiana, el lector interesado podr encontrar una amplia informacin en los trabajos arriba citados de Reichel-Dolmatoff y Schultes & Hofmann. Segn estos dos ltimos autores, los participantes en las experiencias de Ayahuasca logran ver todas las divinidades de la etnia, la creacin del universo, los primeros seres humanos y animales y hasta el establecimiento del orden social (Schultes & Hofmann:121). Entre las funciones de los rituales donde se emplea la Ayahuasca, ellos mencionan la comunicacin con los ancestros y la iniciacin de los adolescentes varones a la vida adulta. Es interesante sealar que segn Reichel-Dolmatoff (1978:8), la ingestin del brebaje a base de Ayahuasca suele producir, en la primera etapa, entre otros sntomas, la visin de objetos con doble o triple lnea de contorno (comparable con los de la Fig.28av) y secuencias largas, similares a sueos donde aparecen felinos, reptiles y otras imgenes. La segunda etapa est caracterizada por un proceso alucinatorio profundo durante el cual se activan imgenes de formas irregulares (diseos geomtricos) y aparecen visiones de animales, figuras humanas, monstruos y escenas mitolgicas, como por ejemplo, el espritu del jaguar. Es posible que un motivo altamente esquematizado y repetitivo de Pusharo (signo T con apndice vertical a manera de penacho de plumas), represente esta visin chamnica de un jaguar o la transfiguracin de un chamn en felino. Entre los Matsiguenkas de la selva cusquea y de Madre de Dios, el adorno ceflico en forma de plumas de ara constituye segn Baer (1994) un requisito imprescindible del ritual chamnico.

Vega Centeno, intrigada por un motivo en la parte alta del panel, observ que, "..La representacin de la figura abstracta de un jaguar se caracteriza por destacar en el panel por su posicin elevada, la cual de alguna manera est relacionada con las pisadas o huellas de este animal grabados en varios lugares de la escena...."(2003:68).

La observacin nos parece acertada, aunque el concepto de "escena" no se apropiado para describir los petroglifos de Pusharo. Es importante recalcar que el significado de los smbolos grficos, metforas y alegoras, que hoy nos parecen impenetrables, era comn y entendible por los miembros contemporneos de la etnia. El estudio de los mitos puede, sin embargo, ayudar a descifrar algunos de los smbolos. Por ejemplo, el motivo de las cabezas que aparecen grabadas en diferentes formas y tamaos en el panel del sector A, muy probablemente representen mscaras, pues era y sigue siendo costumbre muy difundida entre los pueblos amaznicos el representar a los seres extrahumanos de sus mitos mediante mscaras hechas de diferentes materiales (calabaza, barro cocido, madera y corteza de rbol). Para los piros, shipibo-conibos y matsiguenkas, estos seres mitolgicos son los dueos espirituales y protectores de los recursos del bosque, particularmente de los animales de caza a los que, como son peligrosos y feroces, hay que neutralizarlos mediante las mscaras en las que estos se han transformado. (Baer, 1998, Vega C. 2003:70, citando a Baer) Baer (1994) nos explica que para los Matsiguenkas y otras etnias amaznicas son importantes determinados sectores de los ros, secciones peligrosas del mismo (rpidos) y lugares donde existen formaciones rocosas. Estos lugares, y particularmente los bloques grabados en las orillas de los ros, son concebidos como residencias de los espritus o seres mticos, que vivieron anteriormente en el territorio y que, al final de su vida terrestre, fueron encerrados en las piedras. Chaumeil (1979), en su trabajo sobre el chamanismo yagua en la amazona septentrional peruana, describe las visiones de un informante chamn sobre la base de un dibujo hecho por ste, y concluye que los chamanes yagua conciben el universo como mundos superpuestos y que existen mitos para cada nivel csmico, donde el mundo superior areo es el mundo del sol y de la luna. Los dos soles grabados encima del panel principal del sector A de Pusharo podran corresponder a esta percepcin del cosmos.

Fig. 35 El astro sol en la parte alta del panel principal. (Foto G. Ordez)

Los pocos datos etnogrficos publicados sobre Pusharo se los debemos a los investigadores Baer, Ferstl y Dubelaar (1983). En 1981, Ferstl dio con ellos durante una excursin de caza con dos matsiguenkas por el curso medio del ro Palotoa, llamado Sinkibenia por los nativos. Los autores manifiestan que segn la creencia de los matsiguenkas, estos petroglifos denominados por ellos sankenarintsi, fueron hechos por su hroe cultural Chaenkavane. Los nativos visitaban el lugar a intervalos irregulares, particularmente cuando iban a cazar un tipo especial de mono que habita esta parte de su territorio comunal. Durante sus visitas al lugar, ellos pintaban algunos petroglifos que consideraban importantes (caras, huella de puma, lneas sinuosas indicando ros), con una pintura vegetal de color azul-negro hecha en base a huito (Genipa americana), empleada tambin (al igual que el achiote) para las pinturas faciales y corporales. Preparaban la pintura antes de partir de caza y la llevaban luego en una bolsa pequea. Procuraban terminar con el pintado de los petroglifos antes de que oscureciese, ya que teman al lugar, pues, segn ellos, es buscado en la noche por las almas de los muertos causando sueos malos en quienes duermen all. Los sueos malos son considerados como omen malicioso por los matsiguenkas quienes, adems, creen que durante el sueo el alma abandona el cuerpo provocando enfermedad, e incluso la muerte, si fracasa en su intento de traer de regreso el alma. En 1996, la ya mencionada antroploga Vega Centeno (2003: 68) observ una coloracin rojiza en los petroglifos, relacionndola con el empleo de achiote (Bixa orellana). En las visitas al sitio realizadas entre 2001 y 2005, pudimos comprobar la presencia de pigmentos de color amarillento en los surcos de varios grabados; es posible que se trate de restos de pintura vegetal. Gerhard Baer (1979: 109), al estudiar el chamanismo entre los matsiguenkas, recopil informacin segn la cual a los saankariite (espritus buenos) les gusta las semillas de Bixa orellana, "que suministran los glbulos rojos y la tez del rostro " La costumbre debe haberse perdido desde hace algunos aos, puesto que los matsiguenkas que habitan en Palotoa-Teparo ya no recuerdan esta prctica.

Fig. 36 Grabados con restos de pintura a base de vegetales.

Valor histrico y simblico de PusharoPusharo, como lugar arqueolgico emplazado en un rea natural protegida, representa un patrimonio mixto, de carcter cultural y natural, y encierra una gama de valores que, en su conjunto, le confieren un significado particular al sitio. El principal valor es, sin duda, de carcter histrico y simblico. Los petroglifos de Pusharo representan el legado cultural de pueblos amaznicos desaparecidos y son un testimonio de su percepcin del cosmos y de su gran capacidad de abstraccin. Es muy probable -aunque falta ser verificado mediante investigaciones antropolgicas- que Pusharo sigue siendo utilizado como corredor tnico de las culturas amaznicas y que indgenas del Manu se comuniquen an con sus paisanos del Bajo Urubamba y otros lugares por la zona de Pusharo. Por conversaciones con habitantes de Palotoa sabemos que slo ocasionalmente salen matsiguenkas que habitan las riberas del alto Palotoa en el interior del PNM, hacia la comunidad de Palotoa-Teparo. El lugar, sin embargo, sigue teniendo un significado importante y est cargado de historia para gran parte de la poblacin matsiguenka de Palotoa-Teparo, por representar la tierra habitada por sus antepasados y por la presencia de vestigios culturales que, de alguna manera, constituyen el nexo cultural y espiritual entre la poblacin actual y aquella que ocupaba este territorio en tiempos precolombinos.

Otras manifestaciones rupestres en la reginLos cusqueos Santiago Ybar y Eduardo Cceres, que acompaaron al mdico arequipeo Carlos Neuenschwander en su expedicin de 1969, informaron haber encontrado en un trayecto de 5 Km., siguiendo la pared rocosa del acantilado donde se encuentran los Sectores A y B de Pusharo, otros paneles con petroglifos. (Neuenschwander, 1983: 112) Vega Centeno menciona una comunicacin personal de los Matsiguenkas de Palotoa-Teparo, segn la cual existen petroglifos "ro arriba del Pongo de Shinkibenia, llamados "Manique". (1997:27). Suponemos que se trata de los mismos grabados ya reportados por Neuenschwander. El explorador estadounidense G. Cope Schellhorn public un artculo en la Revista "Ancient American" (2000, N 30) sobre una expedicin hacia las cabeceras del Inchipiato, donde su gua Santiago Ybar encontr petroglifos en una pared casi vertical sobre el lecho de lo que

ellos denominaron el "brazo No.3 del ro Inchipiato". Al observar la foto del artculo surge la duda sobre si se trata realmente de grabados o de fisuras naturales de la roca. Jorge Ladrn de Guevara, al explorar, "las cabeceras del Carene o Colorado en el punto donde casi tocan con las del Nusiniscato", afirma haber encontrado "en un can muy profundo, tallados en una inmensa pared de roca [...] petroglifos iguales " a los de Pusharo(Neuenschwander, 1983:122-123)

Los petroglifos de Queros (o Jingkiori en el idioma Huachipairi) en el distrito de Kosipata, provincia de Paucartambo, a unos 50 km en lnea recta de Pusharo, hacia el sureste, fueron descubiertos, fotografiados y calcados por el Padre dominico Jos lvarez el 13 de diciembre del 1942, durante su corta visita a un grupo de Huachipairis del ro Eori o Queros (lvarez, 1943: 56-57; Pardo, 1957: 627; Barriales, 1982: 49-50) La documentacin y anlisis ms detallados de este sitio se los debemos, sin embargo, a la arqueloga argentina Alicia Fernndez Distel (1972-73: 78-80), quien estudia los grabados a comienzos de los aos 70. La estudianteVega Centeno vuelve a documentar los grabados en los aos noventa, sin aportar datos nuevos sobre el sitio. Los petroglifos fueron ejecutados en la parte superior y en los costados de un gran pen de color rojizo situado en el lecho del ro Queros. Los 22 motivos identificados representan motivos curvilneos combinados con rectas y otros elementos, crculos simples y concntricos, espirales simples y combinadas, un elemento de simetra axial, un motivo en forma de un "reloj de arena" y una figura cruciforme contorneada, sin presencia de superposiciones e interconexiones. Cuatro de los motivos (curled shoulder, ring and bar, espiral doble y cruz contorneada o framed cross), coinciden con los pilot motifs amaznicos establecidos por Dubelaar.

Fig. 37-39 Calcos de los grabados de la roca en el ro Queros. (Vega Centeno, 1996).

En las montaas del distrito Lares, provincia Calca, en el lmite del Parque Nacional del Manu, existe el sitio llamado Demarcacin o Wallpa Mayta, con petroglifos y pinturas rupestres, en su mayora de estilo figurativo, con representaciones de llamas y motivos antropomorfos, entre ellos varias cabezas o mscaras de trazos simples, morfolgicamente distintas a las que aparecen en el panel del sector A de Pusharo. El pintor y periodista cusqueo Manuel Gibaja, cuyo suegro es dueo de una vaquera en el lugar de los petroglifos, visit el sitio en dos ocasiones en la dcada de los noventa, y tom una serie de fotografas de los grabados y pinturas rupestres, las mismas que se han convertido en un testimonio sumamente valioso en vista de que parte de la roca que soportaba el arte rupestre fue luego dinamitada por buscadores de tesoros, destruyendo parte de las manifestaciones rupestres (comunicacin personal del Sr. Gibaja, febrero 2005).

Figs. 40 y 41 Extractos de los paneles de petroglifos de Demarcacin o Wallpa Mayta (Dibujos: Rainer Hostnig, a partir de fotografas de Manuel Gibaja)

A mayor distancia de Pusharo (unos 100 km en lnea recta) tenemos la extensa zona de petroglifos de la provincia amaznica de La Convencin, departamento del Cusco, estudiada en los aos 40 por el alemn Christian Besy actualmente por el arquelogo cusqueo Henry Gamonal Quillili. Y en direccin este, a una distancia de 230 km, existe un bloque con grabados rupestres en el sector Triunfo, a orillas del ro Madre de Dios, donde ste se une con el ro Tambopata, en las inmediaciones de la ciudad de Puerto Maldonado, capital departamental de Madre de Dios. (Detan V., informe indito, 2004) Queda pendiente la tarea de ubicar los sitios cercanos a Pusharo y de verificar la informacin sobre la existencia de un sitio similar en las cabeceras del ro Colorado al sur de la Reserva Comunal Nacional Amarakaeri. El establecimiento de un banco de datos sobre los sitios arriba mencionados permitira ms adelante iniciar un anlisis comparativo de los yacimientos rupestres tomando en cuenta parmetros como emplazamiento, tcnica de manufactura de los grabados, soportes, estilo e iconografa, as como los datos etnogrficos y etnohistricos disponibles. Identificando analogas y diferencias y escrutando los mitos y tradiciones amaznicas, podremos aproximarnos algo ms a la comprensin de los "enigmticos" petroglifos de Pusharo.

GEOLOGA DEL SITIO PUSHAROPusharo se sita en la zona de transicin de las dos ltimas estribaciones andinas (cordilleras de Pii Pii y Pantiacolla, de direccin general NO-SE) hacia el llano amaznico. Dichas estribaciones estn formadas por plegamientos, en especial el anticlinal de Pantiacolla, hacia el NE, y el sinclinal de Pusharo. Aflora aqu el grupo Cabanillas (secuencias de areniscas con algunas intercalaciones de lutitas) del Siluro-Devoniano. En otras partes de la cuenca del Palotoa afloran adems rocas sedimentarias de los grupos Ambo (Mississipiano), Tarma (Pennsilvaniano), Copacabana (Prmico inferior) y depsitos aluviales y fluviales del Cuaternario (De La Cruz et al, 1998: 75104). La cuenca media-baja del Palotoa sigue, en buena parte, la traza de una falla inversa de direccin tambin NO-SE, ligeramente curvada (Salas et al, 1999: 102). Gracias a esta falla inversa aflora el grupo Cabanillas desde unos tres kilmetros aguas abajo de la comunidad Palotoa-Teparo. El sitio se ubica a la salida del pongo de Meganto o de Pusharo, que corta el ncleo de un pliegue. En la actualidad slo en la margen derecha existe una playa relativamente amplia de grava y arena. Los paneles con petroglifos estn en sendas balmas o concavidades formadas por la erosin fluvial. La de la margen izquierda tiene como techo la separacin entre dos estratos del pliegue y presenta mejores condiciones de estabilidad. La del sector A tiene un techo mucho ms elevado con bloques de rocas descompuesta en estado de equilibrio precario. La rocas aflorantes son areniscas claras (gris a blanquecinas, con tintes de alteracin amarilla y roscea), limpias, de grano medio a fino, muy descompuestas, con granos de cuarzo y feldespatos redondeados a sub-redondeados, en distribucin equigranular (los granos de arena tiene dimensin casi uniforme); se observan algunas muy delgadas y raras capas de lutitas rojas. Los petroglifos han sido incisos en una costra de alteracin silcica, producto del lavado y reprecipitacin del cemento silcico que una los granos de arena. La costra tiene un espesor que va de 1-2 milmetros hasta un mximo de 8-10 milmetros y presenta mayor resistencia mecnica al rayado que la parte interior. Se estima que la dureza promedio de esta costra es de 5, alcanzando hasta 6 en algunos puntos, en la escala de Mohs.

Fig. 42

Techo o cornisa de la balma del Sector A, con peligro de derrumbe.

Condicin lito-estructural del sitio Sector A: Corresponde a un faralln que forma parte de la balma mayor, a cuyo pie se ha desarrollado una playa y una cavidad de remolino, hoy rellena de arena y limo. Esta playa debe haberse formado en los ltimos treinta aos, ya que existen testimonios fotogrficos que muestran el pao de petroglifos a una altura superior a los dos metros. La arenisca, aparte de la mencionada costra de alteracin, est internamente muy debilitada y es fcilmente disgregable, con tendencia a descamacin y derrumbe.

Fig. 43 En 1970, la figura antropomorfa enmarcada en el rectngulo rojo se encontr a una distancia de 2.5 m desde la base del acantilado (Kauffmann, 1983).

Fig. 44 La misma figura en febrero del 2005, a slo 50 cms de altura desde la base.

Sector B: Situado sobre una pared rocosa ms elevada que la del sector A, en una suerte de pequea terraza estructural que forma parte de un juego de terrazas escalonadas. Estructural y litolgicamente se tienen las mismas condiciones que en el sector A. La costra silcica de los petroglifos ha sido debilitada por la humedad y la accin de musgos y races y resulta menos resistente y ms fcil de rayar. La arenisca est tan descompuesta que ha recuperado su consistencia de arena casi suelta, fcilmente

deleznable. Al pie del panel, buscadores de tesoros han realizado una excavacin clandestina dejando un hoyo de dos m de largo y 1 m de ancho, que constituye una fuente de recepcin e infiltracin de agua, lo cual puede incidir negativamente en la mayor descomposicin de la roca y en la prdida de la plataforma, al incrementar la humedad ya de por s elevada del sitio. Sector C: Morfolgicamente corresponde a una balma mejor definida que en la margen opuesta y que ha sido excavada por la erosin fluvial en el ncleo de un pliegue, con una capa de alteracin silcica recubierta por una pelcula de musgo y arcilla.

Estado de conservacinPara los petroglifos se puede constatar un nivel de deterioro medio por causa de factores ambientales (erosin e intemperismo) y, hasta la fecha de visita, an incipiente por acciones antrpicas.

Factores geo-ambientales de deterioroLa evaluacin de sitio rupestre muestra, en una primera aproximacin, cinco tipos de peligro geolgico: disgregacin por intemperismo de la roca, peligro de derrumbes, peligro por erosin, soterramiento fluvio-aluvial y ataque bioqumico. Disgregacin por intemperismo (estado de arenisca): La arenisca que aflora en el sitio rupestre principal (sectores A y B) se encuentra internamente en un avanzado estado de degradacin, a tal punto que la masa interna ha adquirido la textura y la consistencia de la arena, deshacindose fcilmente por simple rayado. Slo la costra silcica mantiene la coherencia externa del material. Existen discontinuidades dentro de las capas de arenisca que facilitan el descamado, es decir la separacin de placas por simple palanqueo manual o por erosin mecnica. Esto, agregado al estado de la roca, implica un muy alto riesgo para la preservacin de los petroglifos. En el sector B, con una costra silcica menos desarrollada, la roca est ms intemperizada y es ms sensible a cualquier agresin mecnica (rayado o palanqueo). En el sector C la capa de alteracin silcica no ha sido muy erosionada ni presenta ventanas importantes que faciliten la erosin, siendo el estado de conservacin del sitio mejor que sobre la margen derecha, donde la costra silcica ha desaparecido en algunos puntos; sin embargo, la presencia de musgos y la consiguiente humedad, deben contribuir a la mayor descomposicin de la costra en el futuro. Derrumbes: El peligro por derrumbes (en la modalidad de cada de bloques) est dado por la configuracin de las balmas y por la existencia de discontinuidades paralelas y ortogonales a la cara del acantilado. Los bloques rocosos pueden desprenderse por el estado de la roca (fatiga de material), por acuamiento de races u otras intervenciones orgnicas (incluidas las humanas). En la parte superior de estas concavidades existen estratos o bloques rocosos "colgados" que pueden caer en cualquier momento. En el sector A esta peculiaridad es

ms preocupante, debido a que se trata de bloques de roca muy alterada. Al pie del panel principal de petroglifos se han encontrado por lo menos dos bloques completamente disgregados de medianas dimensiones que parecen haber cado hace poco tiempo. En el sector C el peligro de derrumbe parece mucho menor. La cada de bloques representa mltiples peligros. Por un lado amenaza a los potenciales visitantes; por otro, los bloques en cada pueden llegar a rozar y daar el panel de petroglifos (dada la casi verticalidad del faralln). Igualmente, al perderse la cornisa o saliente de la parte superior, los petroglifos quedaran ms expuestos a los agentes metericos. Soterramiento fluvio-aluvial: El peligro de soterramiento es evidente por un acelerado proceso de sedimentacin y elevacin del cauce fluvial, cuyo origen debe estar relacionado a la deforestacin de la cuenca alta del Palotoa y, eventualmente, a otros procesos geodinmicos. Segn testimonios fotogrficos y de informantes locales, hace unos veinte aos los petroglifos se encontraban a una altura promedio superior a los dos y medio metros. Hoy el lmite inferior del panel principal est a un promedio de medio metro. Esto y la evidencia de acumulacin de material fluvio-aluvial en la playa actual que limita el sitio demuestran que se viene dando una muy rpida acumulacin sedimentaria, por lo que, de continuar este proceso, es previsible que el sector A pueda quedar cubierto (total o parcialmente) en pocos aos. Entre otros, esto implicara una exposicin permanente a la abrasin y desgaste de los petroglifos (cuyos primeros signos son ya evidentes en varias figuras inferiores), un humedecimiento permanente de los mismos, acelerando su erosin y/o disgregacin. Otro peligro derivado de esta circunstancia es el hecho de que los petroglifos estn ahora al alcance de la mano y de las fogatas que los visitantes encienden (se encontr los restos de una fogata reciente al pie del panel principal), lo cual facilita tanto el vandalismo como el ataque termoqumico del fuego. Erosin: Es un problema que viene asociado a la elevacin del cauce fluvial; durante las crecidas, el poder abrasivo del agua se incrementa, con lo cual los petroglifos quedan muy expuestos al desgaste. Otro peligro derivado de esta situacin es que los bloques mayores de piedra o los troncos desarraigados de rboles arrastrados por el ro pueden golpear los petroglifos, con la posibilidad de arrancar fragmentos o escamas de roca o producir el astillado o picado de la costra silcica. Existen evidencias de que este proceso se est ya dando desde hace algunos aos.

Fig. 45 Petroglifos erosionados por las crecidas estacionales del ro en la parte inferior del panel (Foto: G. Ordez)

Ataque bioqumico: El efecto de la qumica de races y el acuamiento mecnico por desarrollo de las mismas representan otra amenaza contra la integridad del sitio por su capacidad de disgregacin. Se ha observado la existencia de manchas de lquenes de diferentes colores (blancos, naranjas o rojizos, pardos y verduzcos). No son colonias muy desarrolladas, por lo que su efecto no parece ser an importante, esto debido a que la costra silcica acta como un escudo que inhibe el ataque del material subyacente. Los lquenes de color rojizo son los que, a largo plazo, pueden afectar de algn modo la consistencia de la roca (y de la costra silcica) por la absorcin, hidratacin y oxidacin del hierro que contienen algunos granos de la arenisca, lo cual implica prdida de densidad y menor cohesin interna del material. Sin embargo, este efecto sera muy localizado.

Fig. 46 Expansin de hongos y lquenes en la parte inferior del panel. Los grabados en la parte intermedia fueron ejecutados sobre la roca descamada. En la parte superior se puede distinguir la superficie original con una ptina ms oscura.

En cambio la existencia de musgos podra significar un efecto disgregador ms importante, debido a que retienen humedad y tienen mayor efecto pedognico e incentivan el desarrollo de asociaciones biticas con mayor demanda de nutrientes,

parte de los cuales tendra que provenir de la disgregacin de la roca. Este problema adquiere mayor importancia en el sector B, donde, como se indic, la roca est ms alterada y es menos resistente. En el sector C, la capa de musgo es tenue pero retiene arcillas, en especial con contenido orgnico. Gracias a la morfologa del afloramiento (superficies curvas y pulidas), por el momento estas colonias de musgos no parecen afectar mucho a la roca. Con relacin al acuamiento mecnico de races, el problema es particularmente lgido en el sector B, donde la existencia de otra terraza encima de la que alberga los petroglifos facilita el crecimiento de rboles y arbustos de races penetrantes. Dado que en el rellano de dicha terraza la capa de suelo no es muy potente, dichas races tienden a penetrar en las fisuras de la roca, separando bloques que pueden interesar incluso al panel de petroglifos. De otro lado, por la misma causa (delgadez del horizonte pedognico), los rboles no estn bien anclados y caen fcilmente; en su cada podran afectar los petroglifos. En el sector A, el acuamiento de races que se da sobre la cornisa o techo de la balma significa un mayor peligro, ya que acta sobre bloques rocosos ya fracturados y ms fciles de desgajar. Es posible que los ltimos bloques que cayeron delante del panel de petroglifos hayan sido desprendidos por esta causa. El problema de acuamiento slo puede ser resuelto mediante el despeje de rboles de la cornisa del sector A y de las dos terrazas del sector B. En el sector C, el problema no es muy significativo. Con relacin al supuesto problema de las hormigas, stas construyen tneles o conductos encima de la superficie rocosa sin llegar a penetrar en la roca, debido a la dureza de la costra silcica y porque este tipo de roca no les puede aportar elementos para su alimentacin. Estos conductos son construidos con material procesado por su metabolismo; sin embargo, la absorcin de xidos e hidrxidos de hierro en este proceso hace que la roca se tia, dejando trazas de xido y limonita que, por adsorcin y por la finura de los granos, se adhiere a la roca y se mete en las oquedades de rugosidad del afloramiento. No parece muy probable que este material tenga efectos qumicos sobre la roca; su efecto negativo est en el coloreado o teido que dejan cuando los conductos son destruidos por mano humana o por el agua. Este problema se encuentra casi exclusivamente en el sector A y, en mucha menor medida, en el sector B. En el sector C existen hormigueros, pero, al parecer, de otro tipo.

Fig. 47. Conductos de hormigas atravesando la superficie.

Factores antrpicos de deterioro: Sector A: En general, tanto grabados como pinturas que perduraron durante siglos, se deterioran rpidamente debido a visitas no controladas de turistas y exploradores. En Pusharo an no hay evidencias de actos de vandalismo con excepcin del marcado de algunos signos con carbn, el rayado con una herramienta de filo agudo (machete?), el palanqueo de pequeos bloques de piedra sin petroglifos y la existencia (no comprobada an) de algunos fakes o imitaciones de glifos ejecutados en las ltimas dcadas por aventureros y "turistas".

Fig. 48 Resaltado reciente de grabados mediante carbn.

Comentario general sobre la situacin geolgica de Pusharo

Las observaciones realizadas y la informacin recabada permiten afirmar que el sitio de Pusharo es geolgicamente muy frgil y altamente expuesto a una serie de procesos de deterioro fsico-mecnico y qumico que ponen en riesgo su persistencia. El estado de la roca (muy alterada e interiormente ya disgregada), la precariedad de la costra silcica protectora en la cual fueron realizados los petroglifos, las estructuras favorables a la descamacin y los derrumbes, el proceso de sedimentacin acelerada, el rgimen fluctuante del ro y de su cauce y los probables procesos de deforestacin o la geodinmica de la cuenca alta determinan la extrema fragilidad geolgica del sitio. Las propuestas de defensas o espigones ribereos no tendran prcticamente ningn efecto protector, por cuanto los fenmenos sedimentarios tienen un origen complejo y se gestan cuenca arriba. La eventual apertura a la explotacin turstica conlleva, por tanto, muchos riesgos para el sitio. El tratamiento fsico-qumico y geotcnico de los afloramientos y del cauce fluvial es slo una parte del conjunto de medidas de proteccin que se deben implementar. Se pueden mejorar en algo las condiciones de integridad geolgica del sitio (o, al menos, reducir la incidencia de los procesos geolgicos de deterioro) pero buena parte de la proteccin del sitio depende exclusivamente del comportamiento de los visitantes, de sus guas y del personal de vigilancia. La realizacin de ceremonias en el sitio (con su secuela de toques, fogatas, deseos de llevarse muestras de roca, entre otros peligros derivados) no resulta en absoluto recomendable. Cualquier permanencia prolongada de los visitantes tampoco resulta razonable. El principio de visitas cortas, estrictamente vigiladas, bajo responsabilidad jurdica, resulta indispensable para reducir el riesgo de vandalismo o de deterioro del sitio. Es obvio que los grupos grandes, los campamentos y las visitas continuas deben ser descartados.

ANEXOS PRESENCIA HUMANAPor su carcter de indgenas en aislamiento y/o contacto inicial, no se tiene datos confiables sobre el nmero de familias matsiguenkas que antes habitaban en la Zona Histrico-Cultural del PNM. Hace unos 25 aos existan en las inmediaciones de Pusharo varios asentamientos matsiguenkas dispersos, sumando por los aos 70 unas 150 personas (Ferstl, 1986). Una epidemia de gripe casi arras con esta poblacin en los aos setenta y, cuando la compaa Cities Services Oil Company (7) realiz prospecciones por petrleo en el ro Palotoa entre los aos 1973 y 1976, varios de los sobrevivientes migraron hacia la boca del ro Palotoa, donde se form un nuevo asentamiento humano bajo el liderazgo de Vitaliano Cabrera Morales (8). (Helberg y Castillo, 1991) Las pocas familias que se mantuvieron en la zona de Pusharo, poco a poco se mudaron a la comunidad de Palotoa-Teparo (en 1993 slo quedaron 19 personas), de modo que actualmente ya no existen asentamientos humanos en el rea del PNM al este del Pongo de Meganto, pero s en la cabecera del ro Palotoa, hacia el noroeste de Pusharo. Segn comunicacin personal de matsiguenkas de Palotoa.Teparo, ellos mantienen contactos espordicos con estas familias a travs de visitas mutuas. Entre el ro Alto Madre de Dios y el lmite del PNM existen dos asentamientos humanos, divididos por el ro Palotoa: la comunidad de Palotoa-Llactapampa, en la margen derecha, poblado por colonos mestizos de origen andino (Puno y Cusco), y la Comunidad Nativa de Palotoa-Teparo, en la margen izquierda, habitada por matsiguenkas de diferente procedencia (ver figura 52).

Fig. 49 La pesca con arco y flecha requiere mucha destreza (Foto: R. Tello).

Fig. 50 Sirviendo el caldo de gallina para los visitantes.

Fig. 51 Oropndolas como mascotas.

La Comunidad Nativa de Palotoa-TeparoLa comunidad nativa de Palotoa-Teparo, ubicada en la zona de amortiguamiento del PNM, cuyo territorio colinda con el Parque Nacional del Manu y con Pusharo, pertenece al grupo etnolingstico matsiguenka, de la familia lingstica Arahuac preandino. Son exgamos, de descendencia bilateral y residencia matrilocal. Los matsiguenkas del Alto Madre de Dios habitan el territorio del PNM y zonas colindantes desde tiempos inmemoriales. Se presume que comercializaban con los Incas en los enclaves cocaleros incas de Tono y Pillcopata (actual distrito de Kosipata en la provincia de Paucartambo) y Mameria (ubicado en el corazn del PNM), por las evidencias arqueolgicas encontradas en estos lugares, segn la comunicacin personal de lugareos y los relatos de exploradores y buscadores de tesoros publicados en diversos medios de corte popular. La comunidad se form en la dcada de los setenta con familias procedentes del Alto Palotoa, de Pusharo y de Tayakome, un asentamiento matsiguenka fundado por misioneros evanglicos del Instituto Lingstico de Verano en el ao 1968. Palotoa-Teparo fue titulada en 1990 y su territorio cubre un rea de aprox. 9,000 has. Palotoa-Teparo est integrada por 19 familias que suman un total de 94 personas (9). Las actividades bsicas son la agricultura de roce y quema, la caza, pesca y recoleccin y, en menor grado, la extraccin de madera que se realiza usualmente a inicios de la poca escolar, para sufragar los gastos correspondientes. Est organizada segn la normatividad para comunidades nativas, contando con un presidente comunal, que es elegido en asamblea cada dos aos. El jefe del grupo, Vitaliano Cabrera, a quin se debe la cohesin del grupo en las dcadas pasadas, muri ya anciano en el 2004. Por influencia externa, los matsiguenkas viven ahora seminucleados, contrariamente a la costumbre ancestral de tener un patrn de asentamiento disperso y longitudinal a lo largo de un ro. La relacin de los matsiguenkas de Palotoa Teparo con los colonos de Palotoa-Llaqtapampa es amical, aunque marcada por la desconfianza y el temor de ser aprovechados y explotados en las relaciones sociales y econmicas. Por ser la zona de Pusharo parte de su territorio ancestral, usado anteriormente como lugar de caza, pesca y recoleccin, y por el hecho que las tierras comunales colindan con la zona histrica del PNM, los matsiguenkas de Palotoa-Teparo consideran que tienen un derecho consuetudinario sobre Pusharo y las zonas colindantes y deben, por ello, ser los custodios de los petroglifos, ejerciendo el control sobre el acceso al sitio (10).

El asentamiento rural Palotoa-LlactapampaEsta poblacin de colonos de procedencia andina, en su mayora perteneciente a la religin adventista, fue establecida de manera organizada por la Corporacin para el Desarrollo de Madre de Dios (CORDEMAD) en 1982 y representa uno de los pocos proyectos de colonizacin programada en la regin del Manu. En el asentamiento viven actualmente alrededor de 60 familias. Disponen de 1250 has de terrenos comunales, colindantes al noreste con tierras comunales de la Comunidad Nativa Shintuya y en el extremo norte con la comunidad de Palotoa-Teparo. Las familias se dedican a la agricultura, la extraccin forestal, las actividades pecuarias y el comercio. La comunidad se encuentra dividida en dos fracciones, Nuevo Edn (de la provincia de Acomayo / Cusco) y Nuevo Amanecer (del departamento de Puno). Ambas partes desean desarrollar proyectos de turismo cultural y ecolgico con circuitos que incluyen los petroglifos de Pusharo, como actividad complementaria a la agricultura.

Un proyecto conjunto entre los colonos mestizos y los matsiguenkas para el manejo mancomunado del circuito no se ha logrado hasta la fecha por las diferencias abismales e irreconciliables que existen entre los dos grupos humanos en cuanto a conceptos y prcticas ticas, econmicas y culturales.

Fig. 52 Mapa de ubicacin de los asentamientos humanos y de la infraestructura turstica y de control (Dibujo: C. del Solar)

Notas:1. El presente artculo es un extracto de un documento ms extenso titulado "Diagnstico y Lineamientos para un Plan de Manejo de Pusharo", alcanzado en febrero del 2005 a la Intendencia de reas Protegidas del Instituto Nacional de Recursos Naturales (INRENA) en Lima, como aporte personal de los autores. Tiene como propsito proporcionar al INRENA, ente rector del PNM, informacin actualizada sobre el sitio y pautas para su proteccin y administracin como patrimonio cultural y como destino turstico, que requiere ser abierto para el uso pblico a corto plazo, con el fin de satisfacer de esta manera las legtimas aspiraciones de la Comunidad Nativa de Palotoa-Teparo que ya cuenta con infraestructura turstica para la operacin de un circuito que incluye Pusharo como atraccin principal. Hemos resumido para su publicacin en RUPESTREWEB algunos captulos de la primera parte del documento referidos al mbito geogrfico y social en el que se emplazan los petroglifos, a los antecedentes de investigacin y a una descripcin e interpretacin preliminar de los grabados. En la segunda parte del artculo, el gelogo cusqueo Ral Carreo Collatupa da a conocer las caractersticas geolgicas del sitio y los factores geoambientales y antrpicos de deterioro. La elaboracin de los mapas de ubicacin ha sido un aporte desinteresado del arquitecto cusqueo Csar del Solar. Las fotografas sin nombre de autor fueron tomadas por Rainer Hostnig. 2. Segn la tradicin oral y algunas crnicas, existira en plena selva amaznica del Per o Bolivia una ciudadela inca colmada de fabulosos tesoros, habitada y gobernada por descendientes de los incas que llegaron all despus de la invasin espaola.

3.

Segn la toponmia matsiguenka, el ro Palotoa adquiere el nombre de Shinkivenia aguas arriba, a partir de la desembocadura del ro Negro o Palotoa Chico aguas arriba. En la literatura consultada se encuentra tambin el nombre de Pongo de Shinkivenia en vez de Pongo de Meganto (Vega Centeno, 1997) y en algunos mapas el ro Palotoa aparece con el nombre de Porotoa. 4. La mencin en el comunicado de un conjunto de petroglifos en la "zona de Shinkibenia y/o Palotoa" aparte de Pusharo representa un error de la Comisin Nacional Tcnica de Arqueologa que recomend la declaracin como patrimonio y cuyos miembros al parecer no han tenido la suerte de conocer personalmente el sitio Pusharo. 5. Segn comunicacin personal del ex-trabajador de la Jefatura del PNM, el Ing. John Flores (28/01/05), la tcnica empleada para la realizacin de los calcos ha sido el tizado. Colabor en el trabajo el antroplogo cusqueo Waldo Maldonado.

6.

Al respecto cabe mencionar que las categoras usadas por Vega Centeno (1997:9) para la descripcin de los grabados, clasificndolos en "naturalistas", "geomtricos" y "abstractos" son errneas e inducen a confusin. Lo mismo ocurre con la divisin artificial del panel en conjuntos parciales a manera de "unidades o grupos independientes por accidentes de la roca", describiendo cada grupo por separado, lo que resulta en una fragmentacin completamente irracional del panel, haciendo imposible cualquier intento de lectura del conjunto, de por si sumamente difcil, ya que tanto los signos entrelazados como los yuxtapuestos pueden constituir parte de una composicin integrada por smbolos ordenados segn una lgica hoy por hoy no inteligible.

7.

Ver pgina web http://www.oitandina.org.pe/publ/peru/doc68/notas.html: Nota 58: En el Lote 47, operado por Cities Service, en los ltimos das de diciembre y primeros das de enero de 1973-74, trabajadores de Geophysical Services Intercontinental (GSI), el subcontratista ssmico, reportaron un ataque por 'indios salvajes' en la Quebrada de los Mashcos y se declararon en huelga. Autoridades de Madre de Dios y misioneros del Instituto Lingstico de Verano (ILV) acudieron a la zona para evaluar la situacin. Result que las denuncias slo intentaban llamar la atencin sobre la situacin de las condiciones de trabajo de los obreros, quienes laboraban desprovistos de mosquiteros, botas y buena alimentacin (Varese, 1967). GSI confirm, sin embargo, haber tenido contacto con indgenas aislados, descritos como feroces, pero sin que hubieran actuado de manera agresiva contra su personal (Mills, 1975).

8.

Vitaliano Cabrera se escindi en 1974 de la comunidad nativa de Tayacome por desacuerdo con algunas acciones de los misioneros del Instituto Lingstico de Verano. Se asent en territorios de la Comunidad Nativa de Shintuya, donde entr en conflicto con la comunidad por motivo de la explotacin forestal. 9. En 1993, Palotoa-Teparo tena una poblacin de 59 personas, segn el Censo de Poblacin de ese ao. (INEI, Regin Inka, 1993) De las 150 personas que habitaban la zona de Pusharo en 1981, slo quedaban 19 en el ao 1993, las que luego se integraron a las comunidades de Shipetiari y Palotoa-Teparo. 10. El diagnstico del antroplogo Heinrich Helberg y la biloga Ada Castillo. (Helberg y Castillo, 1991) contiene informacin antropolgica detallada sobre PalotoaTeparo contiene.

Agradecimientos: a Matthias Strecker por la ayuda bibliogrfica brindada a Rosanna Ana Hostnig, por la revisin del texto al arquitecto Csar del Solar, por la confeccin de los mapas agradecemos tambin al personal del Instituto Nacional de Recursos Naturales (INRENA), por el apoyo logstico en el ltimo viaje a Pusharo, realizado en el mes de enero del 2005 a Eustaquio Cahuanire, de la ONG CEDIA, por su colaboracin en las mltiples excursiones por el ro Palotoa y sobre todo, a los amigos Matsiguenkas de la comunidad Palotoa-Teparo, por su amistad, su hospitalidad y su cario.

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