puro cuento del caracol bu

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PURO CUENTO DEL CARACOL BU Un día un garbanzo peligroso se cayó de la cama. Hizo kec y despertó a la pulga que vivía sobre el gato. La pulga hizo bú y despertó al gato que se colgó de la soga de la campana. La campana hizo clin clon y despertó a las palomas azules. Las palomas hicieron rucucú y despertaron a las gallinas. Las gallinas hicieron cloqui y despertaron a tía Sidonia para que les diera maíz. Tía Sidonia hizo muaaa y despertó al ratón que duerme en su zapato. Y el ratón tropezó con un garbanzo peligroso que estaba debajo de la cama. - Kiii -dijo el ratón, y salió volando a contar a todos que bajo la cama había un garbanzo peligroso que seguramente estaba por explotar como una bomba. La pulga del gato, el gato, las palomas, las gallinas y tía Sidonia salieron corriendo de la casa y se sentaron en la vereda de enfrente a esperar que el garbanzo peligroso hiciera buuum. Pero el garbanzo se había dormido debajo de la cama con un sueño chiquito y redondo. Como tía Sidonia estaba cansada de esperar, tapándose los oídos, tomó una jaula y una escoba y valientemente fue a cazar al garbanzo peligroso. Y lo cazó. Y lo encerró en la jaula. - Un garbanzo peligroso debe ser enterrado – dijo el gato. Cavó apuradísimo un pocito y allí fue a parar el pozo con la patas y las palomas con el pico. Pero entonces el garbanzo peligroso empezó a cantar como cantan los garbanzos cuando están bajo tierra. EL GARBANZO PELIGROSO Y cantando se puso a brotar y a crecer. Llenó el patio de hojitas, de ramas que parecían serpentinas, de flores y de vainas llenas de garbanzos peligrosos, redondos, redondos, que ahora sirven a los

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PURO CUENTO DEL CARACOL BU

Un día un garbanzo peligroso se cayó de la cama. Hizo kec y despertó a la pulga que vivía sobre el gato.

La pulga hizo bú y despertó al gato que se colgó de la soga de la campana.

La campana hizo clin clon y despertó a las palomas azules.

Las palomas hicieron rucucú y despertaron a las gallinas. Las gallinas hicieron cloqui y despertaron a tía Sidonia para que les diera maíz.

Tía Sidonia hizo muaaa y despertó al ratón que duerme en su zapato.Y el ratón tropezó con un garbanzo peligroso que estaba debajo de la cama.- Kiii -dijo el ratón, y salió volando a contar a todos que bajo la cama había un garbanzo peligroso que seguramente estaba por explotar como una bomba.

La pulga del gato, el gato, las palomas, las gallinas y tía Sidonia salieron corriendo de la casa y se sentaron en la vereda de enfrente a esperar que el garbanzo peligroso hiciera buuum.Pero el garbanzo se había dormido debajo de la cama con un sueño chiquito y redondo.Como tía Sidonia estaba cansada de esperar, tapándose los oídos, tomó una jaula y una escoba y valientemente fue a cazar al garbanzo peligroso.Y lo cazó. Y lo encerró en la jaula.- Un garbanzo peligroso debe ser enterrado – dijo el gato.Cavó apuradísimo un pocito y allí fue a parar el pozo con la patas y las palomas con el pico.

Pero entonces el garbanzo peligroso empezó a cantar como cantan los garbanzos cuando están bajo tierra.EL GARBANZO PELIGROSOY cantando se puso a brotar y a crecer.Llenó el patio de hojitas, de ramas que parecían serpentinas, de flores y de vainas llenas de garbanzos peligrosos, redondos, redondos, que ahora sirven a los chicos para contar en la escuela y para jugar a las bolitas.

NOCHE DE REYES A SALTOS por GUSTAVO ROLDÁN

El sapo andaba atareado y nervioso, revolviendo entre los yuyos y juntando cosas. No tenía tiempo casi ni para saludar.

-Esta noche vienen, ¿eh, don Sapo? -preguntó el coatí.

-Ay, don Sapo, no veo la hora de que lleguen -dijo la paloma.

-No sé si voy a poder dormir esta noche -dijo la iguana.

-Bah -dijo la lechuza-, ése es un sapo mentiroso. Seguro que les anduvo contando el cuento de los Reyes Magos.

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-Don Sapo nos dijo que esta noche van a venir con regalos- contestaron el coatí y la paloma.

-¿Sí?- dijo la lechuza-, y también les habrá dicho que vendrán montados en camellos. ¿Me quieren explicar cómo hacen los camellos para cruzar el mar? ¿A que eso no les dijo?

-Claro que sí. Nos contó que había sido un problema, y por eso ahora vienen montados en sapos, que sí saben cruzar el mar. A saltos, claro.

-¿Y para cruzar las montañas? ¿Los sapos saben cruzar las montañas? ¿A que eso no les dijo?

-Sí nos dijo, sí nos dijo. Andan todo el día a los saltos para practicar el cruce de las montañas. Ésa es la forma de cruzarlas, a saltos.

-Bah- dijo la lechuza-, ése sapo es un mentiroso. ¡Miren si los Reyes Magos van a cambiar los camellos por sapos! ¿Alguien los ha visto montados en sapos? ¿A que eso no les dijo?

-Sí nos dijo, claro que sí. Nadie los vio porque los sapos no hacen ruido al saltar y llegan despacito cuando todos están dormidos. Los camellos hacen mucho ruido.

-Bah -dijo la lechuza-, se van a quedar con las ganas porque esta noche no va a venir nadie.

En la noche brillaba una luna redonda y blanca. El coatí, la paloma, el quirquincho y mil animales más daban vueltas sin poderse dormir. Al final, como sin darse cuenta, se durmieron más temprano que nunca. Sólo quedó despierto el canto de las ranas.

Aquel 6 de enero todos se despertaron muy temprano.

-¡Vinieron los Reyes! ¡Vinieron los Reyes!- gritaban picos y hocicos.

Al lado de cada uno había un regalo. Una pluma roja para la paloma gris. Un higo maduro para el coatí. Una flor de mburucuyá para la iguana. Y así mil cosas para los mil animales.

-¡Vinieron los Reyes! ¡Vinieron los Reyes!- gritaban todos.

¿Todos? Bueno, todos no. En un rincón, tras de un árbol caído, el sapo dormía sin que los ruidos pudiesen sacarlo de su cansancio. Había andado a saltos toda la noche, y ahora soñaba con Reyes Magos montados en sapos, y hablando en sueños decía:

-Ja, si sabrá de Reyes Magos este sapo.

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Los sueños del sapo. (Javier Villafañe)

Los sueños del sapo

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Una tarde un sapo dijo:

- Esta noche voy a soñar que soy árbol.

Y dando saltos, llegó a la puerta de su cueva. Era feliz; iba a ser árbol esa noche.

Todavía andaba el sol girando en la vereda del molino. Estuvo largo rato mirando el cielo. Después bajó a la cueva, cerró los ojos y se quedó dormido.

Esa noche el sapo soñó que era árbol.

A la mañana siguiente contó su sueño. Mas de cien sapos lo escucharon:

- Anoche fui árbol – dijo -, un álamo. Estaba cerca de unos paraísos. Tenía nidos. Tenía raíces hondas y muchos brazos como alas, pero no podía volar. Era un tronco delgado y alto que subía. Creí que caminaba, pero era el otoño llevándome las hojas. Creí que lloraba, pero era la lluvia. Siempre estaba en el mismo sitio, subiendo, con las raíces sedientas y profundas. No me gustó ser árbol.

El sapo se fue, llegó a la huerta y se quedó descansando debajo de una hoja de acelga.

Esa tarde el sapo dijo:

- Esta noche voy a soñar que soy río.

Al día siguiente contó su sueño. Más de doscientos sapos formaron rueda para oírlo.

- Fui río anoche – dijo-. A ambos lados, lejos tenía las riberas. No podía escucharme. Iba llevando barcos. Los llevaba y los traía. Eran siempre los mismos pañuelos en el puerto. la misma prisa por partir, la misma prisa por llegar. Descubrí que los barcos llevan a los que se quedan. Descubrí también que el río es agua que está quieta, es la espuma que anda; y que el río siempre está callado, es un largo silencio que busca orillas, la tierra, para descansar. Su música cabe en las manos de un niño; sube y baja por las espirales de un caracol. Fue una lástima. No vi una sola sirena; siempre vi peces, nada más que peces. No me gustó ser río.

Y el sapo se fue, volvió a la huerta y descansó entre cuatro palitos que señalaban los límites del perejil.

Esa tarde el sapo dijo:

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- Esta noche voy a soñar que soy caballo.

Y al día siguiente contó su sueño. Más de trescientos sapos lo escucharon. Algunos vinieron de muy lejos para oírlo.

- Fui caballo anoche – dijo-. Un hermoso caballo. Tenía riendas. Iba llevando un hombre que huía. Iba por un camino largo. Crucé un puente, un pantano; toda la pampa bajo el látigo. Oía latir el corazón del hombre que me castigaba. Bebí en un arroyo. Vi mis ojos de caballo en el agua. Me ataron a un poste. Después vi una estrella grande en el cielo; después el sol; después un pájaro se posó sobre mi lomo. No me gustó ser caballo.

Otra noche soñó que era viento. Y al día siguiente dijo:

- No me gustó ser viento.

Soñó que era luciérnaga, y dijo al día siguiente:

- No me gustó ser luciérnaga.

Después soñó que era nube, y dijo:

- No me gustó ser nube.

Una mañana los sapos lo vieron muy feliz a la orilla del agua.

-¿Por qué estás tan contento? – le preguntron.

Y el sapo respondió.

- Anoche tuve un sueño maravilloso. Soñé que era sapo

Leyenda del hueco del Diablo

Cuentan que el diablo estaba harto de navegar encerrado en una botella. Pero esperaba que se le diera la buena porque sabía que siempre que llovió, escampó.

Y así fue. Un día la botella se hizo pedazos en una roca y el diablo salió como loco haciendo tumbacabezas.

Enseguida se puso a buscar un buen lugar para vivir. Era pretencioso y haragán, quería verlo todo desde arriba y que lo transportaran, lo cuidaran.

Cuando vio pasar a la hermosa muchacha, no dudó más. Se le prendió como un abrojo en el pelo. Imposible de desenredar. Se acomodó muy contento sobre la espalda y así andaba, de patas cruzadas.

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Criticaba todo lo que veía, decía groserías a los demás y se tiraba pedos con el mayor desparpajo.

La muchacha vivía llena de rabia y de vergüenza, sin poder sacárselo de encima. Trató de ocultarlo, de esconderse, de parar el planeta, pero todo fue inútil.

El diablo le comía la comida, le enturbiaba el agua y se le metía en los sueños.

Entonces la muchacha decidió hacer huelga de soledad. Se recluyó durante mucho tiempo dispuesta a no comer ni hacer nada de nada.

El diablo se las vio feas porque si había algo insoportable para él era el hambre. Tuvo tanta hambre que le crujía el estómago y, berreando lastimeramente, se lo contó a la muchacha.

Le contó que tenía un hueco en el estómago. Un hueco que le dolía mucho.

—Ay Ay Ay —dijo ella—. Veremos qué se puede hacer.

Y se puso a pensar durante un rato largo.

—Hay que vomitar —dijo por fin—. Vomitá, vamos.

El diablo se puso los dedos en la garganta con temor. Entre arcadas, vomitó sobre la tierra.

Ella miró con gesto de asco y vio que había vomitado el hueco. Era un círculo hondo, muy hondo, la boca de una bolsa sin final. La pura oscuridad.

Miró al diablo. Estaba pálido, pero daba ínfimas señales de reponerse con celeridad de diablo.

Ella pensó que no había tiempo que perder.

Venciendo el miedo se asomó al hueco y miró muy interesada. —Así debe ser estar ciego —se dijo aturdida por los oscuro.

El aturdimiento le dio la idea. Miró al diablo de reojos.

—Oh —gritó, fingiendo sorpresa.

—¿Qué? —preguntó el diablo, inquieto.

—Hay… se ve…

Su voz temblaba y sintió que la tensión la hacía balancerse en el borde. Pero bien valía la pena el riesgo.

—Nunca me imaginé —siguió diciendo mientras se inclinaba hacia el hueco—. Nunca, nunca me imaginé que vería esto.

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—¿Qué? —dijo el diablo inquieto—. ¿Qué ves en mi hueco? —y se precipitó hacia el borde como queriendo proteger todo lo que allí existía.

Entonces ella se plantó sobre la tierra y con las palmas de las manos ensanchadas para que no le fallaran, dio un golpe firme sobre el diablo y lo perdió para siempre.

El llanto le surgió a borbotones y sin permiso, salpicó al hueco. Y la tierra volvió a quedar áspera y tersa como de costumbre.

MONIGOTE EN LA ARENALa arena estaba tibia y jugaba a cambiar de colores cuando la soplaba el viento.

Laurita apoyó la cara sobre un montoncito y le dijo:

-Por ser tan linda y amarilla te voy a dejar un regalo. Con la punta del dedo dibujó un monigote y se fue.

Monigote quedó solo, muy sorprendido. Oyó cómo cantaban el agua y el viento. Vio las nubes acomodándose unas al lado de otras. Vio las mariposas azules que cerraban sus alas y se ponían a dormir sobre los caracoles.

-Hola -dijo Monigote, y su voz sonó como una castañuela de arena. El agua lo oyó y se puso a mirarlo encantada.

-Glubi,glubi, Monigote en la arena es cosa que dura poco -dijo el agua preocupada y dio dos pasos atrás para no mojarlo-. Qué monigote más lindo, tenemos que cuidarte.

-¿Es que puede pasarme algo malo? -preguntó Monigote jalándose los botones como hacía cuando se ponía nervioso.

-Glubi,glubi. Monigote en la arena es algo que dura poco -repitió el agua y se fue a avisar a las nubes que había un nuevo amigo, pero que se podía borrar.

-Flu, flu -cantaron las nubes-. Monigote en la arena es algo que dura poco. Vamos a preguntar a las hojas voladoras cómo podemos cuidarlo.

Monigote seguía jalándose los botones.

-Crucri,crucri -cantaron las hojas voladoras-. Monigote en la arena es cosa que dura poco. ¿Qué podemos hacer para que no se borre?

El agua tendió lejos su cama de burbujas para no mojarlo. Las nubes se fueron hasta la esquina para no rozarlo. Las hojas no hicieron ronda. La lluvia no llovió. Las hormigas hicieron otros caminos.

Monigote se sintió solo, solo, solo.

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- No puede ser -decía con su vocecita de castañuela de arena-, todos me quieren, y porque me quieren se van. Así no me gusta. Hizo cla, cla, cla para llamar a las hojas voladoras.

-No quiero estar solo -les dijo-. No puedo vivir lejos de los demás, con tanto miedo. Soy un monigote de arena. Juguemos y si me borro, por lo menos me borraré jugando.

-Crucri, crucri -dijeron las hojas voladoras sin saber qué hacer, pero en eso llegó el viento y armó un remolino.

-¿Un monigote de arena? -silbó con alegría-. Tenemos que hacerlo jugar. Las hojas se colgaron del viento para dar vueltas.

El agua se acercó, tocando su piano de burbujas. Las nubes bajaron un poquito, enhebradas en rayos de sol.

Monigote jugó y jugó en medio de la ronda dorada y rió hasta el cielo con su voz de castañuela. Y mientras se borraba seguía riendo, hasta que toda la arena fue una risa que jugaba a cambiar de colores cuando la sopla el viento… Y colorín, colorado este cuento se ha acabado.

EL GARBANZO PELIGROSO.

Un día un garbanzo peligroso se cayó de la cama. Hizo kec y despertó a la pulga que vivía sobre el gato.

La pulga hizo bú y despertó al gato que se colgó de la soga de la campana.

La campana hizo clin clon y despertó a las palomas azules.

Las palomas hicieron rucucú y despertaron a las gallinas. Las gallinas hicieron cloqui y despertaron a tía Sidonia para que les diera maíz.

Tía Sidonia hizo muaaa y despertó al ratón que duerme en su zapato.Y el ratón tropezó con un garbanzo peligroso que estaba debajo de la cama.- Kiii -dijo el ratón, y salió volando a contar a todos que bajo la cama había un garbanzo peligroso que seguramente estaba por explotar como una bomba.

La pulga del gato, el gato, las palomas, las gallinas y tía Sidonia salieron corriendo de la casa y se sentaron en la vereda de enfrente a esperar que el garbanzo peligroso hiciera buuum.Pero el garbanzo se había dormido debajo de la cama con un sueño chiquito y redondo.Como tía Sidonia estaba cansada de esperar, tapándose los oídos, tomó una jaula y una escoba y valientemente fue a cazar al garbanzo peligroso.Y lo cazó. Y lo encerró en la jaula.- Un garbanzo peligroso debe ser enterrado – dijo el gato.Cavó apuradísimo un pocito y allí fue a parar el pozo con la patas y las palomas con el pico.

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Pero entonces el garbanzo peligroso empezó a cantar como cantan los garbanzos cuando están bajo tierra.EL GARBANZO PELIGROSOY cantando se puso a brotar y a crecer.Llenó el patio de hojitas, de ramas que parecían serpentinas, de flores y de vainas llenas de garbanzos peligrosos, redondos, redondos, que ahora sirven a los chicos para contar en la escuela y para jugar a las bolitas.

Cuento un cuento

por Laura Devetach

Hace muchos años, cuando yo vivía en Reconquista, allá por el norte de Santa Fe, había llovido muchísimo.

Tanto había llovido que los caminos de tierra parecían flanes, gelatinas, cintas de sopa negra.

Nosotros teníamos que ir a otro pueblo y, como los colectivos se empantanaban en los flanes, las gelatinas y las sopas negras, había que viajar en tren. Aquellos trenes comían paladas de carbón, soltaban un humo negro que hacía bellos dibujos.

Empezaban las ruedas a traquetear sobre las vías

chu–cu–chúchu–cuchúchu–cuchúchucuchúcuchichúchucuchúchucuchú…

y un silbido largo acompañaba al humo que se desflecaba como una cabellera PFUIIiiii PFUiiii…

Dibujo de Roberto Cubillas

Primero era lindo, novedoso, vertiginoso. Pero después…

Venían largas paradas misteriosas. El tren se empacaba en medio del campo, como si obedeciera al capricho de algún Dios.

Las vacas de los campitos se cansaban de mirarnos y el guarda contestaba ”¿Quién sabe?” a cualquier pregunta que se le hiciera.

Después de un montón de tiempo el frío era más frío y empezaba a faltar el agua y la comida. Y eso que siempre llevábamos una caja de zapatos con pollo, pan y

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manzanas. O milanesas y dulce de membrillo. Pero había que convidar y éramos muchas personas.

Los grandes comentaban sobre el estado de los caminos, la creciente del Paraná y si habría o no cosecha de algodón.

Después rezongaban, qué barbaridad, el gobierno.

Después se iban quedando callados.

Y a mí empezaba a darme sueño, tristeza y una rabia…

De pronto el tren caminaba de nuevo.

Dibujo de Roberto Cubillas

La gente se miraba sonriendo, acomodándose, menos mal.

Y yo escuchaba el lenguaje de las ruedas.

A veces decían:

Che–qué–chicache–qué–chicachequechicachequechicachequechi…

Otras veces decían:

Cinco pesospoca platacinco pesospoca platacincopesospocaplatacincopesospocapla…

Pero un día espantoso y embarradísimo las ruedas no dijeron nada a pesar de ir rodando, la lluvia entraba por las ventanillas y yo pensaba que nunca más iba a salir el sol.

Entonces, una viejita de pañoleta que venía con una canasta me dijo, como leyéndome el pensamiento:

—¿Sabés lo que dice el tren hoy? dice:

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Tres–pre–gun–tastres–pre–gun–tastres–pre–gun–tas…

A ver, a ver, preguntemos tres preguntas de ésas que no se preguntan nunca.

Y yo:

—¿Los perros quieren decir que no, cuando mueven la cola?

Y ella:

—¿Quién habrá inventado el agujero del mate?

Y yo:

—Cuando los trenes silban, ¿quién les contesta?

Entre las dos hicimos más de tres preguntas.

Dibujo de Roberto CubillasDespués escuchamos de nuevo las ruedas del tren, y decían:

Cuento un cuentocuentouncuentocuentoun…

También decían:

Mecontaron y te cuentomecontaronytecuentomecontarony…

Y ella me contó más de un cuento y yo le conté los cuentos que sabía.

Y salió el sol.

Por suerte conocí muchas viejas preguntonas, muchos trenes, hice viajes, y resultó lindo eso de escuchar y a veces callar, sólo callar para que las voces de algunas cosas llegaran.

Ahora, como mi vieja de pañoleta, cuando viajo, escucho qué cosas dicen las ruedas, la gente. Y si se da la ocasión cuentouncuento, cuentouncuento, cuentoun…

NOCHE DE REYES A SALTOS por GUSTAVO ROLDÁN

Page 11: Puro Cuento Del Caracol Bu

El sapo andaba atareado y nervioso, revolviendo entre los yuyos y juntando cosas. No tenía tiempo casi ni para saludar.

-Esta noche vienen, ¿eh, don Sapo? -preguntó el coatí.

-Ay, don Sapo, no veo la hora de que lleguen -dijo la paloma.

-No sé si voy a poder dormir esta noche -dijo la iguana.

-Bah -dijo la lechuza-, ése es un sapo mentiroso. Seguro que les anduvo contando el cuento de los Reyes Magos.

-Don Sapo nos dijo que esta noche van a venir con regalos- contestaron el coatí y la paloma.

-¿Sí?- dijo la lechuza-, y también les habrá dicho que vendrán montados en camellos. ¿Me quieren explicar cómo hacen los camellos para cruzar el mar? ¿A que eso no les dijo?

-Claro que sí. Nos contó que había sido un problema, y por eso ahora vienen montados en sapos, que sí saben cruzar el mar. A saltos, claro.

-¿Y para cruzar las montañas? ¿Los sapos saben cruzar las montañas? ¿A que eso no les dijo?

-Sí nos dijo, sí nos dijo. Andan todo el día a los saltos para practicar el cruce de las montañas. Ésa es la forma de cruzarlas, a saltos.

-Bah- dijo la lechuza-, ése sapo es un mentiroso. ¡Miren si los Reyes Magos van a cambiar los camellos por sapos! ¿Alguien los ha visto montados en sapos? ¿A que eso no les dijo?

-Sí nos dijo, claro que sí. Nadie los vio porque los sapos no hacen ruido al saltar y llegan despacito cuando todos están dormidos. Los camellos hacen mucho ruido.

-Bah -dijo la lechuza-, se van a quedar con las ganas porque esta noche no va a venir nadie.

En la noche brillaba una luna redonda y blanca. El coatí, la paloma, el quirquincho y mil animales más daban vueltas sin poderse dormir. Al final, como sin darse cuenta, se durmieron más temprano que nunca. Sólo quedó despierto el canto de las ranas.

Aquel 6 de enero todos se despertaron muy temprano.

-¡Vinieron los Reyes! ¡Vinieron los Reyes!- gritaban picos y hocicos.

Page 12: Puro Cuento Del Caracol Bu

Al lado de cada uno había un regalo. Una pluma roja para la paloma gris. Un higo maduro para el coatí. Una flor de mburucuyá para la iguana. Y así mil cosas para los mil animales.

-¡Vinieron los Reyes! ¡Vinieron los Reyes!- gritaban todos.

¿Todos? Bueno, todos no. En un rincón, tras de un árbol caído, el sapo dormía sin que los ruidos pudiesen sacarlo de su cansancio. Había andado a saltos toda la noche, y ahora soñaba con Reyes Magos montados en sapos, y hablando en sueños decía:

-Ja, si sabrá de Reyes Magos este sapo

EL CAMINO DE LA HORMIGA.

El halcón planeaba haciendo círculos en el cielo.

En el enorme claro en medio del monte, las hormigas pasaban en una fila que no tenía comienzo ni fin. Iban marcando un camino que daba extrañas vueltas, giraba para aquí o para allá, y volvía a salir derecho hasta perderse en la distancia.

El sapo las miraba pasar, inmóvil. Ya tenía los ojos bizcos de tanto mirar.

-¿Qué está haciendo, don sapo? -preguntó el piojo, extrañado de verlo tan quieto y callado.

-Estudiando amigo piojo, estudiando.

-Solamente lo veo mirar hormigas.

-Eso es lo que estoy estudiando: a las hormigas.

-¿Y no se aburre? Mire que si hay un bicho aburrido es la hormiga. Todas iguales… todas iguales…

-¿Iguales? No crea amigo piojo. Eso es lo que estoy estudiando y descubriendo. Y créame que vale la pena.

-Es lo último que yo haría en mi vida.

-Está bien, ¿pero alguna vez se dio cuenta de que hay hormigas de ojos chicos, de ojos grandes, de patas cortas, de peinado con raya al medio?

-¡Don sapo, no me diga que no son todas iguales!

Page 13: Puro Cuento Del Caracol Bu

-Sí le digo. Hay rubias y morochas, gordas y flacas, altas y petisas… Yo las voy contando y calculo cuántas hay de cada clase. Las que más me interesan son las hormigas cantoras.

-¡Rubias y morochas! ¡Altas y con raya al medio! ¡Jamás me hubiera imaginado! ¿Está seguro, don sapo?

-Tan seguro como que dos y dos son cinco.

-Lo que no me convence es que sean cantoras. Jamás las oí cantar.

-Es que cantan despacito, con voz de hormiga.

-¿Y cantan lindo?

-No me gusta hablar mal de nadie, pero me parece que son un poco desorejadas.

-Con razón cantan despacito -dijo el piojo-. Así nadie protesta.

-Pero además hay un misterio que me tiene preocupado. Nunca pude ver cuál es la primera hormiga ni cuál la última.

-Cierto, don sapo, uno siempre ve un montón que está pasando.

-¡Ya se juntaron de nuevo para hablar tonteras! -protestó la lechuza-. ¡Hormigas cantoras, hormigas con raya al medio! Nunca había escuchado tantas barbaridades.

-Usted no miró bien, doña lechuza, jamás la vi acercarse a una fila de hormigas.

-¿Se cree que estoy loca? Mire si me voy a bajar de mi tronco para mirar esos bichos. Tengo cosas más importantes para ocupar el tiempo.

-A mí me parece que cualquiera es importante –dijo el sapo-. Lo que pasa es que a usted le gustan los bichos famosos.

-¡Bah!, las hormigas son todas iguales. El que vio a una hormiga ya las vio a todas. Por eso me gusta el oso hormiguero, porque se las come y así no andan molestando.

-¿Molestando? ¿En qué la pueden molestar a usted?

-En que día y noche hacen esos horribles caminitos en el pasto. Lo dejan todo rayado. ¡Así no se puede vivir!

-Yo no creo que todas sean iguales.

-Claro que sí. Son todas iguales, como son iguales todos los piojos y todas las pulgas.

Page 14: Puro Cuento Del Caracol Bu

El sapo se quedó callado.

Al piojo se le pusieron los pelos de punta.

El silencio comenzó a molestar.

-¿Sabe doña lechuza? -dijo el sapo-, yo escuché que el puma decía que las lechuzas eran todas iguales.

-¡Está loco este puma! Cada lechuza es una cosa única que no se parece a ninguna otra. ¡Cómo va a decir eso el puma! ¡Este mundo está mal de la cabeza!

Y la lechuza, ofendida hasta más no poder, se fue volando hacia la otra punta del monte.

-Don sapo -preguntó el piojo-, ¿es cierto que el puma dijo eso?

-No, don piojo, nunca lo dijo. Uno se queda sin argumentos ante tanta estupidez y una mentira chiquita sirve para terminar la discusión.

Yo también pensaba como la lechuza, pero por suerte me puse a mirar. Fíjese en ésa, don sapo, esa de ojos marrones y raya al medio, la que va llevando al hoja de mburucuyá. ¡Qué fuerza tiene!

Entonces se oyó un aleteo que hizo temblar las hojas de los árboles y el halcón se posó al lado del sapo y el piojo.

-Amigo halcón, tanto tiempo sin verlo -saludó el sapo-. Me alegra muchísimo que haya venido a visitarnos.

-Vine a contarles una cosa linda.

-No hay nada mejor que las buenas noticias –dijo el piojo.

-Y es algo de este lugar.

-¿Sí? Cuente, cuente, a las buenas noticias no hay que hacerlas esperar.

-Ustedes estaban tan distraídos que no me vieron planeando en círculos desde hace larguísimo rato.

-Estábamos ocupados estudiando a las hormigas dijo el sapo.

-Yo estaba haciendo lo mismo –dijo el halcón.

-¿A usted también le interesan las hormigas? -preguntó el piojo.

-Sí, don piojo. Habrá visto que los halcones siempre hacemos grandes círculos en el cielo, y damos vueltas. ¿Nunca se preguntó porqué?

Page 15: Puro Cuento Del Caracol Bu

-No. Únicamente envidio y me muero de ganas de hacer lo mismo.

-A los halcones nos gusta planear dando vueltas sólo para ver el camino de las hormigas.

-Eso estábamos haciendo con don sapo.

-Sí, pero ustedes ven un pedacito. Desde el cielo es un bellísimo dibujo, pero tan grande que desde el suelo no se puede ver. Mirando desde arriba uno se sorprende y no entiende cómo pueden hacerlo ni por qué lo hacen.

-¡Ojo de halcón! ¡Cómo me gustaría ver esos dibujos!

-¿Le gustaría don piojo?

-Me pongo loco de sólo pensarlo. ¿Pero cómo hago?

-Ya mismo se va a dar el gusto. Vaya saltando a mi cabeza y nos vamos a dar una vuelta. ¿Y usted, don sapo no quiere volar al lado mío?

-Hoy no, estoy un poco cansado. Mejor sigo mirando con ojo de sapo.

EL halcón, con el piojo prendido a las plumas de su cabeza, remontó vuelo, y el sapo se quedó con las hormigas.

Y ahí están todos.

La lechuza volando bajito y murmurando: “No puede ser, no puede ser. Este mundo está loco”.

En el suelo el sapo diciendo:

-¡Añamembuí! ¡Jamás se me hubiera ocurrido cual era el secreto del vuelo de los halcones!

Y por allá arriba, donde apenas llega el canto de los pájaros, el halcón y el piojo vuelan en círculos, sin cansarse de mirar los dibujos del camino de las hormigas

NOCHE DE REYES A SALTOS por GUSTAVO ROLDÁN

El sapo andaba atareado y nervioso, revolviendo entre los yuyos y juntando cosas. No tenía tiempo casi ni para saludar.

-Esta noche vienen, ¿eh, don Sapo? -preguntó el coatí.

-Ay, don Sapo, no veo la hora de que lleguen -dijo la paloma.

-No sé si voy a poder dormir esta noche -dijo la iguana.

Page 16: Puro Cuento Del Caracol Bu

-Bah -dijo la lechuza-, ése es un sapo mentiroso. Seguro que les anduvo contando el cuento de los Reyes Magos.

-Don Sapo nos dijo que esta noche van a venir con regalos- contestaron el coatí y la paloma.

-¿Sí?- dijo la lechuza-, y también les habrá dicho que vendrán montados en camellos. ¿Me quieren explicar cómo hacen los camellos para cruzar el mar? ¿A que eso no les dijo?

-Claro que sí. Nos contó que había sido un problema, y por eso ahora vienen montados en sapos, que sí saben cruzar el mar. A saltos, claro.

-¿Y para cruzar las montañas? ¿Los sapos saben cruzar las montañas? ¿A que eso no les dijo?

-Sí nos dijo, sí nos dijo. Andan todo el día a los saltos para practicar el cruce de las montañas. Ésa es la forma de cruzarlas, a saltos.

-Bah- dijo la lechuza-, ése sapo es un mentiroso. ¡Miren si los Reyes Magos van a cambiar los camellos por sapos! ¿Alguien los ha visto montados en sapos? ¿A que eso no les dijo?

-Sí nos dijo, claro que sí. Nadie los vio porque los sapos no hacen ruido al saltar y llegan despacito cuando todos están dormidos. Los camellos hacen mucho ruido.

-Bah -dijo la lechuza-, se van a quedar con las ganas porque esta noche no va a venir nadie.

En la noche brillaba una luna redonda y blanca. El coatí, la paloma, el quirquincho y mil animales más daban vueltas sin poderse dormir. Al final, como sin darse cuenta, se durmieron más temprano que nunca. Sólo quedó despierto el canto de las ranas.

Aquel 6 de enero todos se despertaron muy temprano.

-¡Vinieron los Reyes! ¡Vinieron los Reyes!- gritaban picos y hocicos.

Al lado de cada uno había un regalo. Una pluma roja para la paloma gris. Un higo maduro para el coatí. Una flor de mburucuyá para la iguana. Y así mil cosas para los mil animales.

-¡Vinieron los Reyes! ¡Vinieron los Reyes!- gritaban todos.

¿Todos? Bueno, todos no. En un rincón, tras de un árbol caído, el sapo dormía sin que los ruidos pudiesen sacarlo de su cansancio. Había andado a saltos toda la noche, y ahora soñaba con Reyes Magos montados en sapos, y hablando en sueños decía:

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-Ja, si sabrá de Reyes Magos este sapo

Bendición de dragónQue las lluvias que te mojen sean suaves y cálidas.Que el viento llegue lleno del perfume de las flores.Que los ríos te sean propicios y corran para el lado que quieras navegar.Que las nubes cubran el sol cuando estés en el desierto.Que los desiertos se llenen de árboles cuando los quieras atravesar. O que encuentres esas plantas mágicas que guardan en su raíz el agua que hace falta.Que el frío y la nieve lleguen cuando estés en una cueva tibia.Que nunca te falte el fuego.Que nunca te falte el agua.Que nunca te falte el amor.Tal vez el fuego se pueda prender.Tal vez el agua pueda caer del cielo.Si te falta el amor, no hay agua ni fuego que alcancen para seguir viviendo