puerto de gustavia, capital de st....

8
MAYO 2015 TRAVEL + LEISURE 32 Puerto de Gustavia, capital de St. Barths.

Upload: doanbao

Post on 05-Oct-2018

225 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

m ayo 2015 travel+le isure32

Puerto de Gustavia, capital de St. Barths.

Un escenario espectacular de montañas y acantilados parecería suficiente para hacer de St. Barths un paraíso caribeño, pero

hay mucho por descubrir en su alma francesa y en su ritmo tan particular. Texto Cristina Alonso. Fotos Diego Texera.

ultramarsueño De

m ayo 2015 travel+le isure34

sentada bajo una palapa, un libro en una mano y un coctel en la otra, lo único que veo frente a mí es una franja de arena clara y aguas color turquesa. De muy cerca, parecería difícil ubicar en qué punto del Caribe estoy, pero basta con abrir un poco el cua-dro para resolver cualquier problema de identidad cuando se trata de St. Barths. Para algunos, es difícil distinguirla de en-tre sus decenas de islas vecinas, sin saber bien la diferencia entre ella, St. Thomas o Aruba. Para otros, es un destino que han leído

en revistas de chismes, el playground favorito de Leonardo DiCaprio. Duran-te unos días bajo el sol, me propongo conocer su verdadera personalidad.

Como sucede con muchas cosas en la vida, empiezo a formar mi opinión a partir de su aspecto físico. Su origen volcánico regala paisajes dramáticos de montañas y valles y, desde las alturas, se distinguen al menos cinco tonos de azul en el mar. Mientras mi anfitriona en la isla maneja arriba y abajo por las colinas, el paisaje cambia, de valles áridos a boutiques de lujo y, después, a cementerios caribeños con cruces blancas y flores de colores que le dan un aspecto alegre a un sitio que suele inspirar todo lo contrario.

Cada parada va revelando historias de St. Barthélémy, que forma parte de las Antillas Francesas. En Gran Fond, un valle salpicado de construc-ciones clásicas de techitos rojos, la mayoría de los habitantes ha estado ahí

durante varias generaciones, descendientes de las fa-milias francesas y suecas que vinieron a poblar la isla siglos atrás. Y en áreas como Colombier y Governeur, las villas de lujo dominan el panorama, pero a pesar de ser propiedades de tres o más millones de euros, su aspecto es discreto y amigable, sin agredir el trópico con construcciones ostentosas.

Dejamos el coche y bajamos en Shell Beach, una playita donde conviven familias inglesas con seño-ras francesas asoleándose topless en total armonía. La sensación de quitarse los zapatos y sentir la arena –que en esta playa, como bien lo dice su nombre, está llena de conchitas– es de esas cosas que no dejan de hacerte sonreír sin importar cuántas veces las has hecho. Caminamos por la orilla del mar. El Caribe me da la bienvenida con la primera ola. Eso merece un brindis y el lugar ideal es Do Brazil (dobrazil.com), un local casual de comida fresca, aunque su fuerte son los cocteles tropicales, que, acompañados de la puesta de sol, saben aún mejor.

Gustavia es punto de partida para los amantes de los yates y los veleros; izquierda: clásico paisaje de bahía entre montañas; interior de French Indies Design.

travel+le isure m ayo 2015 35

Caminamos por la orilla Del mar. el Caribe me Da la bienveniDa Con la primera ola. eso mereCe un brinDis...

VIBRA CAPITALINABautizada en honor al rey Gustavo III de Suecia, la minúscula capital –Gustavia– está dispuesta alrededor del puerto, que recibe yates y veleros, pero no cruceros. El par de líneas que llegan a St. Barths atracan en la peri-feria, por lo que el pintoresco puerto nunca se ve opacado por la presencia de un barco gigantesco y eso contribuye a su deliciosa tranquilidad.

Entre bares, galerías de arte e intrépidos isleños en moto, le dedico muchas horas del viaje a Gustavia, pues aunque camino por las mismas calles varias veces, siempre hay algo nuevo que no había visto antes, espe-cialmente al tratarse de compras. Además de encontrarme con boutiques como Hermès y Lacoste, me topo con tiendas nacidas en la isla: Poupette vende túnicas, faldas y vestidos en patrones coloridos; y en Ligne St. Barth (lignestbarth.com) me surto de productos para el cuidado de la piel, como aceite de aguacate y bloqueador de sol con esencia de coco.

El souvenir perfecto lo encuentro en Kokon. Además de ofrecer prendas de diseñadores como Day Birger et Mikkelsen, la tienda presume creaciones de Dagmar Papenberg –su propietaria–, como las sandalias Kokon St. Barth y las mascadas Toiles de St. Barth, que diseña en colabo-ración con una amiga. Realizadas en algodón orgánico y seda, las piezas están decoradas con lindas ilustraciones de la isla.

m ayo 2015 travel+le isure36

Otra favorita es la tienda del despacho de diseño French Indies Design, donde sus manteles, sábanas, vajillas y pósters me inspiran para tener una de esas fantasías de película en las que dejas todo atrás y te mudas a la playa, al menos sólo para poder decorar una casa con todo lo que encuentro aquí.

Cae la noche y me dirijo a Bonito. El anfitrión es el venezolano Juan Car-los Pérez Febres, uno de los tres socios a cargo de este restaurante sobre una colinita. Con un look playero-chic, donde la vista del puerto es el atractivo principal, Bonito parece la sala de la casa de playa de mis sueños y ésa fue, justamente, la intención del equipo al abrir el restaurante, un espacio cálido donde se preparan tiraditos, pescados y otros platillos de inspiración france-sa, bajo el mando del chef Laurent Cantineaux, también socio del proyecto.

“La isla está cambiando, se está volviendo más exigente y el estándar gastronómico y de servicio están aumentando”, me cuenta Juan Carlos mientras pruebo un tiradito limeño con salsa de chile amarillo, choclo y camote; y otro de pulpo con coulis de aceituna negra, papa amarilla y piquillos. “St. Barths está agarrando protagonismo culinario, no sólo en el Caribe, sino en el mundo; van dos años que se lleva a cabo el festival Taste of St. Barths (con chefs como Jean-Georges Vongerichten y Matsuo Hideaki)”. Aunque muchos habitantes de la isla me mencionaron Bonito como su favorito, Juan Carlos y su equipo no tienen la menor intención

de dormirse en sus laureles. “Por ser un lugar tan pequeño, el feedback es muy inmediato. Si un cliente no estuvo contento, el concierge de su hotel me lo va a decir al día siguiente”.

Sigo con un mahi mahi fresquísimo, acompañado de tostones y salsa cruda con jitomate y mango; y un coctel llamado Lychee loves coco, que no podría ser más tropical: vodka, sake, coulis de lychee, jugo de limón y crema de coco. El restaurante se va llenando mientras se van encendiendo las luces del puerto y no puedo pensar en otra cosa que no sea la letra de esa canción de Jarabe de Palo que repite una y otra vez: “Bonito, todo me parece bonito”.

BONSOIR, SAINT BARTHS Algo tiene la noche en esta isla que dan ganas de que dure más horas. Arrancamos con drinks y aperitivos en Le Tamarin, situado en medio de unos jardines espectacularmente iluminados. Junto al gran árbol de tamarindo probamos ravioles de hongos con lámi-

travel+le isure m ayo 2015 37

nas de speck y un foie gras servido sobre mousse de plátano y salsa de mango, acompañados de varias copas de vino. Las suaves conversaciones en francés a nuestro alrededor nos mecen al mismo ritmo de la isla. Arrepentida de no haber practicado el francés que hablaba tan bien hace 10 años, me hago la promesa de que, en mi siguiente visita, hablaré como toda una local.

Cuando de vida nocturna se trata, la isla tiene dos hotspots a prueba de error: Bagatelle (bagatellestbarths.com) y Le Ti (letistbarth.com); optamos por el segundo, un clásico desde hace dos décadas. A la entrada, nos reciben fotos de clientes a través de los años (¡ahí está Dustin Hoffman!) y, a juzgar por sus caras, están pasando una de las mejores noches de sus vidas. Lo que aparenta ser un restaurante donde los huéspedes están terminando de cenar cuando llegamos, en cuestión de horas se convierte en una gran fiesta, con gente bailando encima de las mesas al ritmo de música dance : esa aberra-ción que juro odiar en mi vida diaria pero que en Le Ti se apodera de mí.

Entre espejos y cortinas de terciopelo rojo, Le Ti es el escenario para una noche de esas que te prometes que vas a tener en tus vacaciones, en la que te pruebas las máscaras de carnaval y te haces amigo de otros viajeros; una no-che memorable… en la medida que el alcohol permita recordarla. Desfiles de moda, shows de cabaret y fiestas de disfraces son algunas de las razones por las que su dueña, Carole Gruson, se ha convertido en una leyenda en la isla.

Puertas de entrada a Le Sereno, del diseñador Christian Liaigre; alberca de Le Sereno; Rodolphe

Mackeene practicando kiteboard.

a la entraDa, nos reCiben fotos De Clientes a través De los años (¡ahí está Dustin hoffman!) y, a juzgar por sus Caras, están pasanDo una De las mejores noChes De su viDa.

m ayo 2015 travel+le isure38

El ambiente nocturno de Le Tamarin es animado pero íntimo; Bonito nació en 2009 como un bar de ceviches; tiradito de pulpo en Bonito.

PURA SERENIDADAmanecer en una habitación de Le Sereno, el hotel boutique diseñado por el parisino Christian Liaigre y parte de Leading Hotels of the World, es una experiencia extrañamente contradictoria: por un lado, no me quiero levan-tar nunca de la cama comodísima desde la que veo la laguna. Pero por el otro, en esa misma laguna hay gente que lleva ya horas despierta haciendo kayak y paddleboard, y no quiero desperdiciar ni un minuto de sol.

Caminando por la playa que rodea la reserva natural en la que está situada el hotel, me encuentro con Rodolphe Mackeene, un kiteboarder profesional desde hace 14 años. “Mientras sepas nadar y estés en buena condición física, prácticamente cualquiera puede hacer kite”, me asegura. “Desde que tienes el kite en el aire, la empiezas a pasar bien”. Me queda cla-ro en el momento que lo veo en acción: salta en el aire, surfea sobre las olas y se desliza en el agua a toda velocidad. Según Rodolphe, un principiante necesita, en promedio, unos tres o cuatro días para aprender a hacer kite, así que me hago otra promesa: en un futuro no muy lejano, le dedicaré una vacación entera a aprender este deporte. Pero por lo pronto, me esperan actividades sobre tierra firme.

Para comer elijo O’Corail, una relajada cabañita justo al lado del hotel donde el menú consta de platos sencillos, como tártara de pescado y

ensalada thai con mariscos, ideales para comerse con los pies en la arena y los ojos sobre el agua. El resto de la tarde lo paso yendo y viniendo de la al-berca a la playa y de la playa a la alberca, midiendo el tiempo no en horas ni minutos, sino en gin and tonics consumidos y en el cambio en el tono en mi piel. Eventualmente, llega la hora de consultar el reloj, pues tengo una cita para consentirme todavía un poco más.

El spa de Le Sereno, a cargo de la compañía Ocean Culture, consta de una cabinita abierta con vista al mar, donde no es necesario prender incienso ni poner música new age de fondo, pues el sonido y los aromas del mar son más que suficientes para crear un am-biente de relajación absoluta. Mi tratamiento, a base de agua termal y jazmín, me deja con la piel fresca y con muchas ganas de dormir, pero tengo un plan más tentador que reunirme con las ya mencionadas camas del hotel: explorar su menú de sushi, obra del chef Rizal Syamsul, exalumno de Nobu.

travel+le isure m ayo 2015 39

DÓNDE COMERBonitoRue Lubin Brin; +590/059 279-696; ilovebonito.comL’IsolaRue du Roi Oscar II; +590/590-510-005; lisolastbarth.comLe TamarinGrande Saline; +590/590 277-212; tamarinstbarth.com

DÓNDE DORMiRLe SerenoGrand Cul de Sac; +590/590 298-300; lesereno.comLe GuanahaniGrand Cul de Sac, +590/590 529-000; leguanahani.com

DÓNDE COMpRaR PoupetteRue de la République; +590/590-279-449; poupettestbarth.comKokonRue Falhberg; +590/590 297-448French Indies DesignLe Brigantin; +590/590-296 638; frenchindiesdesign.fr

Guía T+LEntre probadas de sashimi de salmón y atún, y traguitos de mi Subtle Flavors (ginebra Hendricks, St. Germain, jugo de limón y licor June), tengo oportunidad de platicar con Samy Ghachem, manager del hotel, quien se pasea por el restaurante y saluda a todos los huéspedes como si fueran viejos amigos. “Me gusta saludar a los invitados cuando llegan al hotel y ayudar a que su estancia sea memorable”, me dice, “y para mí, todo el staff de Le Sereno juega una parte importantísima en eso”. Trasplantado de Manhattan a las playas de St. Barths, Samy ha encontra-do aquí el escenario perfecto para poner en práctica su pasión por crear experiencias y, gran parte del truco –me dice– está en la atención a los detalles. “El sushi es un buen ejemplo, fíjate en la temperatura del arroz, en la frescura del wasabi”.

Me pregunto cómo habrá sido el ajuste para gente como Samy o mu-chos otros habitantes de la isla que han dejado atrás sus grandes ciuda-des a cambio del paso lento de las horas y el clima cálido de St. Barths. Habiendo vivido toda mi vida en lugares donde el tráfico y los edificios son parte del panorama habitual, creo que, al menos por estos días, he entendido qué sintieron, porque todos los detalles parecen mucho más claros aquí: el mar es más cristalino, la arena es más suave, la comida sabe más fresca… y el Caribe es exactamente lo que debería ser. ✚