psicologia y conciencia de la muerte en homero

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PSICOLOGIA Y CONCIENCIA DE LA MUERTE EN HOMERO julián Garzón Díaz Facultad de Generalidades Homero supo representar al hombre en su complejidad psicológica y so- mática, de urta forma semejante a la que algurtos autores moderrtos los presen- tan (v. g. J. M. Cabodevilla, La impaciencia de fob, B.A.C., Madrid 1967 pág. 68: qué consiste el hombre? :En saber? En amar? En sufrir? Sufre incluso el roble hendido por el rayo. Pero... sólo el hombre hace problema de su sufrimiento.) El sufrŭniento es elemento imprescindible de la vida del hombre. Este aspecto puede resurr ŭrse en lo siguiente: Vivir para sufrir y sufrir para vivir. Pero ante el momento de la muerte, ulué sucede? Homero ha sabido diferenciar con relativa claridad, dentro de la com- plejidad humana, los dos aspectos totalmente diversos que entrecruzan y form.an al hombre: El fisico y el psiquico (a veces, no obstante, al referirnos a este aspecto todavía debemos ser cautos). Para elamente, a cada elemento irttegrante de esta dualidad le ha atribuído su parte de dolor, es decir: El cuerpo es la ŭnica parte capaz de recibir golpes, heridas, muerte: sólo el cuerpo muere. (También encontramos que el hombre recibe en lo máS pro- fundo de su alma fuertes golpes y profundas heridas, que no son mortales, pero que permiten y hacen que el hombre sea hornbre y que sea consciente de ello, esto está ausente en el mundo de los dioses.) Por otra parte, Homero usa un vocabulario propio y particular para describir el dolor, tanto físico como psíquico, alcanzando su punto culmi- nante en el momento de la muerte, con sus distintas facetas. Usa o se sirve 9

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Page 1: PSICOLOGIA Y CONCIENCIA DE LA MUERTE EN HOMERO

PSICOLOGIA Y CONCIENCIA DE LAMUERTE EN HOMERO

julián Garzón DíazFacultad de

GeneralidadesHomero supo representar al hombre en su complejidad psicológica y so-

mática, de urta forma semejante a la que algurtos autores moderrtos los presen-tan (v. g. J. M. Cabodevilla, La impaciencia de fob, B.A.C., Madrid 1967 pág. 68:

qué consiste el hombre? :En saber? En amar? En sufrir? Sufre incluso elroble hendido por el rayo. Pero... sólo el hombre hace problema de su sufrimiento.)

El sufrŭniento es elemento imprescindible de la vida del hombre. Esteaspecto puede resurrŭrse en lo siguiente: Vivir para sufrir y sufrir para vivir.Pero ante el momento de la muerte, ulué sucede?

Homero ha sabido diferenciar con relativa claridad, dentro de la com-plejidad humana, los dos aspectos totalmente diversos que entrecruzan yform.an al hombre: El fisico y el psiquico (a veces, no obstante, al referirnos aeste aspecto todavía debemos ser cautos). Para •elamente, a cada elementoirttegrante de esta dualidad le ha atribuído su parte de dolor, es decir: Elcuerpo es la ŭnica parte capaz de recibir golpes, heridas, muerte: sólo elcuerpo muere. (También encontramos que el hombre recibe en lo máS pro-fundo de su alma fuertes golpes y profundas heridas, que no son mortales,pero que permiten y hacen que el hombre sea hornbre y que sea conscientede ello, esto está ausente en el mundo de los dioses.)

Por otra parte, Homero usa un vocabulario propio y particular paradescribir el dolor, tanto físico como psíquico, alcanzando su punto culmi-nante en el momento de la muerte, con sus distintas facetas. Usa o se sirve

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Memorias de Historia Antigua XIII-XIV

de un vocabulario repleto de variedades y, a veces, exclusivas para descri-birnos este momento, ya de form.a consciente o inconsciente, ya que muchostérminos se entremezclan con sentidos muy diversos, inc.luso antagónicos.

El destino del hombre, después de la muerte, no fue ruu-tca fijado concerteza por la religión popular griega. Puede pensarse incluso que casi no seha preocupado de ello, y tanto si se trata de las creencias del "com ŭn" delos mortales, como si se trata de la fe de los iniciados en los misterios, elproblema de la muerte va uni.do al aspecto terrestre de la religión, que pre-cisamente desplaza el carácter celestial de la religión oficial. De esta forma,toda solución al problema de la muerte depende de la concepción que setenga de la naturaleza del alma. En Homero, el alma es el soplo vital queanima al hombre vivo y que después de su muerte (como veremos des-pués), se convierte ert su doble: Su viva imagen, formado de materia impal-pable, que conserva las apariencias corporales del difunto. Es radicalmentediferente del cuerpo, pero para separarle de él, se hace separar a éste, que-mándolo ritualmente (forma comŭn en el mundo homérico). Si se descui-dan los ritos funerarios, el alma perm.anecerá errante en torrto a la tumba,desgraciada y descontenta; volverá a atormentar a los vivos y será paraellos motivo de espanto.

El "Más Allá" homérico, cuya concepción sobrevivirá mucho tiernpo,no presenta el partoram.a de una inmortalidad dichosa, no es un estimulantepara la acción humana. Es la más pobre expresión del deseo humano deeterrŭdad (tal vez es peor que la nada, al menos más tétrica). A lo que el hé-roe (caso de los grandes personajes homéricos) concede importancia es aaquellos sucedáneos de inmortalidad, que representan la posesión de unaposteridad carnal y la adquisición de una gloria que perpetŭe su nombre enla memoria de los hombres. Cierto es que Homero, como harán autores pos-teriores, como Hesiodo, Pindaro, etc., se hace eco de las creencias pre-ho-méricas, que aunque relegadas a segundo plano, recobrarán pleno vigor.Sólo en los Campos Eliseos (lugar para ciertos hombres privilegiados), en laplenitud de su integridad espiritual y física, gozan tales de una vida di-chosa que les convierte en algo semejante a los dioses.

Psicología de la muerte en Homero

El impulso a vencer obstáculos, el é)dto conseguido en la lucha contrala frustración, los acontecirrŭentos de amplia proyección históricia, la pre-

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Julián Garzón Díaz

sión insistente, que, aunque débil, nunca muere, la necesidad de satisfac-ción de esta necesidad, como urt pre-requisito para el desarrollo completode las potencialidades humanas, su aparición espontánea en la tempranahistoria del individuo, todos estos datos apuntan a una necesidad cognosci-tiva dentro del marco de las necesidades básicas, acentuándose mucho anteel hecho definitivo e irreversible de la muerte.

Hay que tener presente que el hombre de las religiones de la natura-leza, como el de las grandes y milenarias culturas orientales, es ajeno a laconcepción del tiempo que hoy resulta connatural en Occidente. Vive some-tido al ritmo recurrente de los procesos de la naturaleza (día y noche, ve-rano e invierno, nacimiento y muerte...), comprende su tiempo como in-merso en el mismo ritmo inexorable.

Cuando la vida es la surna de todos los bienes, la muerte sólo puedeser compendio de todas las desgracias, como ya se demuestra en el co-mienzo de todas las culturas. El mismo dinamismo que es propio de la rea-lidad vida, lo es también de la realidad muerte. Así, la enfermedad, la des-gracia, la debilidad, el sueño, son situaciones existentes fluidas, forrrtas inci-pientes de la muerte.

Ahora bien, en la literatura griega arcaica, encontramos reiteradas ve-ces los sig-uientes conceptos:

1.- La muerte es el fin del hombre entero (aunque sobreviva elalma).

2.- La muerte es la posibilidad por excelencia del hombre; es la ŭnicacerteza ineludible que posee acerca de su futuro.

3.- La muerte goza de una constante presencia ert la vida (su sombrase proyecta sobre el entero curso de la vida y con más intensidadaparece en la épica homérica).

Experiencia o consciencia de la muerte?Comoquiera que la muerte es una experiencia final, se comprende

que la experiencia de la muerte, al menos en la literatura y la filosofía exis-tencial, es infrecuente. Tenemos que distinguir, antes de entrar plenamenteen la materia, dos niveles: El nivel del entender o de la consciencia y el nivelde la experiencia. En la literatura sólo encontramos expectativa ante la muerte,disimulada bajo la forma de racionalizaciones impersonales, pero nunca en-contramos urta c.lara experiencia de algo que sólo se puede imaginar comoun entender de y desde lo vivido.

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Memorias de Historia Antigua XIII-XIV

A) llíadaLa muerte significa la pérdida de la vida, pero no necesariam.ente la

cesación de toda form.a de e)dstencia.

a) Psicología del hároe en el contomo de la IliadaPartiendo de la idea ya expuesta por Dodds, de que "los poemas ho-

méricos carecían de los refinamientos de lenguaje que hubieran sido necesa-rios para expresar adecuadamente un milagro puramente psicológico" y deque "el hombre no tiene un concepto urŭficado de lo que nosotros llamamosalma o personalidad" 1, afirmaremos que también en lo que respecta a la con-cepción del cuerpo, Hom.ero está muy lejos de poseer un lenguaje unificaClopara expresar los conceptos más elementales que nos pueden llevar a descu-brir el pensam.iento de cada héroe en el marco épico, y mucho más alejado senos muestra, al carecer de abstracciones complejas sobre la muerte.

El héroe homérico pierde la vida, representada por el vocablo(aliento vital) y, tan sólo en un caso por epp.42, a través de cualquier miem-bro corporal, incluso a través de su piel, quedando tan sólo, en el momentode la muerte, lo que el poeta denomina ati3ploc. Para el poeta no existe duali-dad alma-cuerpo, sólo en el momento de la muerte aparece el aesi.tcc pri-vado de su aliento vital.

La psicología o consciencia del héroe homérico nos la muestra el po-eta a través de muchas formas literarias. Entre éstas la más destacable es elritmo.

Ddste una constante rítmica, de la cual podemos deducir una ciertaconsciencia que el poeta tiene sobre la muerte en el aspecto anormal (en lamedida que ésta hace su aparición de un modo violento, por enferm.edad ola misma violencia); se trata de una forrna de expresar certeramente el sen-tir huntarto ante un hecho tan transcendental.

Por lo general, antes y después del momento de la muerte de un hé-roe el ritmo es más lento que en el instante en que el héroe deja de existir.Así, cuando la muerte llega a Midón Atimniada por la mano de Antfloco3,nos encontramos con que de nueve versos de que consta el relato del hecho,tenemos treinta y nueve dáctilos por tan sólo quince espondeos, índice c.larode que el hecho ha adquirido una viveza especial, que otro hecho cual-quiera no tendría. Tan sólo después del hecho de la muerte vuelve a sere-narse el ritmo, Ilegando al punto en que los espondeos predominan.

De los veintiŭn casos restantes que hemos analizado4, el tanto porciento de los dáctilos supera ampliamente el sesenta y cinco por ciento, ín-

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Julión Garzón Díaz

dice claro de la afirmación hecha anteriormente y que nos lleva a la conclu-sión de que las raices subyacentes del lenguaje nos están mostrando unacierta agitación al tratar de expresar cada uno de los sentimierttos sobre lamuerte. Adquiere un especial relieve el ritmo avivado de las muertes habi-das por heridas en la cabeza, siempre más peligrosas que todas las demás.

De la importancia de las cesuras, colocación del ciertos vocablos ur ŭ-dos a la muerte en los lugares dave del verso, y de los demás medios estéti-cos que nos serialan también la relevancia del tema de la muerte dentro delmarco épico, no hablaremos aqui para no extender demasiado el presentetrabajo.

Respecto a la clara consciencia de algunos héroes dentro del poema,hay que destacar el pensarniento de Aquiles y de Héctor.

AquílesAquiles, a lo largo del poema, una vez analizado su lenguaje, muestra

una conscien.cia muy acusada sobre la muerte. El mismo, al . igual que sumadre, es consciente de ser un hombre de corta vida, de ahi • la intensidadde su acción en el carnpo de batalla5.

Ante las muertes que se producen en el ejército aqueo, a causa de lapeste mandada por el dios Apolo, Aquiles, consciente del mal que puedeagigantarse, al unirse al mal que de por si trae la guerra, reconoce que anteel hecho exterrto colectivo de la muerte solamente cabe una solución: acudira un adivino o sacerdote para que irttervenga artte la divinidad para conse-guir la salvación8. Es el primer héroe griego capaz de darse cuenta de supropio destino: Ityvved8tov. Derramando lágrimas, asi se lo declara a sumadre7. Las palabras de su madre, llenas de ternura, vienen a reforzar elpensamiento que el propio Aquiles ya tiene de su futuro destino, y queconstantemente, a lo largo del poema, expresa. Los versos 416-417 del cantoprimero, forman el polo complementario, que unido a la propia conscienciapor parte del héroe, resumen la vida de Aquiles, entristecida siempre por lasombra de la muerte8.

La realidad y las altemativas de la vida nos las resumen Aquiles endos momentos c.lave del poema. El primero es una réplica a los mensajerosde Agarrtenón, en especial a Ulises:

"La misma recompensa obtiene el que queda en su tienda que el quepelea con bizarria; en igual consideración son tenidos el cobarde y el va-liente, y así muere el holgazán como el laborioso"9.

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El segundo pasaje es tal vez el más acuciante y herrrtoso de todos lospasajes que existen en la literatura griega arcaica en que se canta a la amis-tad. Refiriéndose a Patroclo muerto, exclama Aquiles:

"Y si en el Hades se olvida a los muertos, a ŭn allí me acordaré delcompañero arnado"10.

La alternativa de una dualidad dispar de destinos nos la presentaAquiles de forma clara, al admitir que su hado le reserva morir gloriosamentetras breve tiempo, o vivir mucho tiempo de forma obscura ll; su decisión sólo lavemos claramente defirŭda con la muerte de Patroclo.

Desde el primer canto de la llíada, la postura de Tetis, tras la discu-sión habida entre Aquiles y Agamenón, sólo sirve para realzar la melancó-lica figura del héroe, intensificada por la desaparición del amigo:

"Breve será tu existencia, a juzgar por lo que dices, pues la muerte teaguarda así que muera Héctor"12.

La resolución de Aquiles ante su propio destino sólo está clarificada,como ya hemos dicho, a partir de ese instante:

"Muera yo en el acto, ya que no pude socorrer al amigo cuando lo ma-taron: ha perecido lejos de su país y sin tenenne a su lado para que le librarade la muerte. Ahora, puesto que no he de volver a la patria tierra, ni he salvadoa Patroclo, ni a muchos amigos que murieron a manos del divino Héctor,permanezco en las naves cual inŭtil peso de la tierra, siendo tal en la batallacomo rŭnguno de los aqueos, de broncírteas corazas, pues en el ágora otrosme superan. Ojalá pereciera la discordia para los dioses y para los hombres,y con ella la ira, que encrudece hasta el hombre sensato cuando más dulceque la miel se introduce en su pecho y va creciendo como el humo. Así meirritó el rey de hombres Agamenón. Pero dejemos el pasado, aunque afligi-dos, pues es preciso refrenar el furor en el pecho. Iré a buscar al matador delamigo querido, a Héctor; y yo recibiré la muerte cuando lo dispongan Zeus y losdemás dioses inmortales. Pues ni el fornido Herades pudo librarse de ella, conser carísim.o al soberano rey Zeus Crorŭda, sino que la parca y la cólera deHera le hicieron sucumbir. Así yo, si he de tener igual suerte, yaceré en latumba cuandó muera; mas ahora ganaré gloriosa fama y haré que algunasde las matronas troyanas o dardánias, de profundo seno, den fuertes suspi-

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ros y con ambas manos se enjuaguen las lágrimas de sus fiernas mejillas.

Conozcan que durante largo tiempo me he abstenido de combatir"13.

Aquiles mismo se nos presenta quejoso cuando, una vez m.ás, su caba-

llo Janto le repite su destino:

"Janto! epor qué me vaticinas la muerte? Ninguna necesidad tienes de

hacerlo. Ya sé que mi destino es perecer aquí, lejos de mi patria y de mi madre"14.

Jodría, no obstante, considerarse éste como un principio de humorsubyacente de los que Homero hace gala a veces? Si parfirnos de la idea de

que el Humanismo no significó otra cosa que la realización del hombre y de lo

humano, en la libertad de la discusión constante, tal como aparece en los pen-sadores griegos y romanos. Se trata, pues, de un concepto, que no es de ori-

gen ni de contenido filosófico, sino histórico en sus fuentes y esencias. Dentro

de la econorrŭa poética de la acción heroica y de la narración, los cuadros dehumor sirven de contraste, de variación y cambios inesperados a las situacio-

nes tensas creadas por los azares de la guerra y disposiciones ciivinas. Pero no

se trata sólo de un prirtcipio de estética literaria. Con esto vio ya el viejo poetauna nota fundamental en la existencia hurn.ana, la altema suerte de claros y

oscuros, mientTas fijaba la finalidad pedagógica de lo humano y lo burlesco.

HéctorMuy otra es la postura y el pensarrŭento de Héctor, que a lo largo del

poema ve agigantarse su figura, en contraposición de Aquiles, sin que al ob-

servar su desfino, m.uestTe una dara consciencia de la muerte.

Para Héctor siempre existe una doble posibilidad en el que el combate

por la patria: El vencer o el morir por ella, pero en modo alguno tiene revela-ción de su destino. Su pensamiento sufre una evolución paulatina desde el

comienzo del poema hasta el momento de la muerte. En su diálogo con He-lena, ignora si volverá de la batalla o los dioses han dispuesto que sucurnba

a martos de los aqueos15. No obstante, Andrómaca, llevada por el amor de

esposa y de madre, le anuncia claramente su destino, pero Héctor desoyesus palabras. Es consciente de lo que le sucederá a la colectividad troyarta:

"Bien lo conoce mi inteligencia y lo presiente mi corazón; día vendrá en

que perezcan la sagrada Ilión, Príamo y el pueblo de Príamo, annado con

lanzas de fresno"16.

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El siempre deja en manos del destino su vida y su futuro (tal vez al noser conocedor por otros medios de su suerte). Héctor representa al héroepor el cual luchan toda una ciudad y unos aliados, pero que pone por en-cima de su propio destino, el de la ciudad y el del pueblo, incluyéndose élcomo un baluarte más dentro de la colectividad.

Su opinión personal queda clara al expresar rotundamente que: De susuerte ningŭn hombre, sea cobarde o valiente, puede librarse una vez nacido17.

Héctor no tiene elección de destino. Su destino es el mismo que el dela ciudad de Troya. Heleno, hermano de Héctor, sabe que el hado todavíano ha destinado a Héctor a morir. Este conocimiento dice haberlo oído de,lavoz de los sempiternos dioses 18; Héctor ante todo, desoye los consejos dePolidamante, y hace caso omiso de las advertencias que pesan sobre él y losdemás aqueos19, arriesgando su vida, al intentar luchar con Aquiles, espe-rando tal vez la salvación20, pero reconociendo que es muy inferior a éste21.

El destino del que combate por la patria es la gloria; una vez que alguerrero le ha llegado la hora fatal del destino, debe morir:

"Será hermoso para él morir combatiendo por la patria..."22.

Así, muere él valientemente ante Aquiles. El insistente ataque del Pe-lida le lleva a la adquisición de una consciencia más clara de su destino.Percibe ya cercana la muerte, y, como supremo modelo de pundonor ético,decide morir valientemente con gloria23.

b) El momento de la muerteEl momento de la muerte es extraordinariamente complejo dentro del

marco homérico. La muerte llega de mŭltiples formas, pero, ,qué es lo queel héroe deja en la vida? , Qué le ofrece la muerte al adueriarse de él? Lavida del héroe siempre es luz. Cuando esta luz desaparece y ocupan su lu-gar las tinieblas, en ese preciso momento ha llegado para él la muerte.

Esta concepción la encontramos en el rnomento de morir EquepoloTalisíasa24, Democoonte25, Diores Amarincida26, Festo27, Hipsenor28, Eetóny Ortiloco29, Tlepólemo30, Acamante31, Soco32, Deípiro33, Euquemor34, Hi-perenor35, Melanipo 36, Anficlo37, Maris38, Cleobulo39, Erimante40,Laógono41, Tros Alastórida42, Equec1o43 y Asteropeo".

Esta imagen de la obscuridad está unida a la imagen del calor o delfrío, como sucede en el caso de la muerte de Ifidamante, el cual muere a ma-nos de Agamenón:

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"Cayó el desventurado para dormir el sueño de broce, rrŭentras auxi-liaba a los troyanos"45.

La muerte también supone la privación del alma y del vigor de losmiembros de un guerrero, incluso la pérdida del valor46.

Ahora bien, cuartdo un guerrero ve que su muerte es irtminente, sobretodo al enfrentarse a otro héroe superior, intenta por todos los medios huirde ella y evitarla. Esta huida sólo puede manifestarse por medio de la s ŭ-plica. Así tenemos que, en el momento de la muerte, Diores Amarincida,éste extiende sus palmas a los compañeros, exhalando el alma, cuando yasu alma comiertza a cubrirse de tinieblas 47. Con igual afán suplica Sarpe-dón, herido de muerte, a sus compañeros, para que lleven al menos su ca-dáver hasta la ciudad y recibir en ella sepultura entre los suyos, todo dentrode los ritos previstos y necesarios48. El héroe Adrasto suplica a Menelaoque salve su vida y la canjee por un valioso rescate, abrazando sus rodillas.La réplica de Agamenón, cercano a Menelao, en este caso es brutal:

"Ninguno de los que caigan en nuestras manos se libre de tener ne-fanda muerte, ni siquiera el que la madre lleve en el vientre, ini siquiera ese es-cape! iPerezcan todos en Ilión, sin que sepultura alcancen ni dejen memoriai"49

También Dolón, cogido prisionero durante la noche entre los campa-mentos, suplica por su vida a Diomedes, y Odiseo intenta calmarlo taima-damente para que no piense en la muerte50. Pisandro e Hipóloco, suplican,arrodillados y llorando, por su vida a Agamenón51 . Tros Alastórida, intentaabrazar las rodillas del irritado Aquiles y suplica por su vida 52. Licaón su-plica por su vida a Aquiles, abrazándole las rodillas, sin poder evitar sumuerte 53 . En el momento de la muerte, una vez herido por Aquiles, Deuca-lión es consciente de que la temible muerte no la va a poder evitar 54.

Cuando Patroclo ha muerto, su alma vuela de sus rrŭembros y des-ciende al Hades llorando su suerte poque deja un cuerpo vigoroso y joven 55. Deigual forma, el alma de Héctor, en el momento de su muerte, vuela de susmiembros y desciende al Hades, llorando su suerte. La descripción de sumuerte está mejor cuidada que la de los demás héroes, y a la vez se nos des-cribe un patetismo con formas más exageradas; el diálogo da viveza a la narra-ción (representa, en ese momento toda una plena concepción de la vida-des-fino). En él se nos muestra una ŭltim.a y desesperada sŭplica por parte de Héc-tor. Pide se respete su cuerpo, y hace una ŭltima profecía a Aquiles en torno a

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Memorias de Historia Antigua XIII-XIV

su futura muerte56. Una vez muerto el héroe, sólo queda la aflición para susamigos y farniliares57. Las consecuencias de esta muerte son descritas hasta elfinal del poema homérico, haciendo hirtcapié en las consecuencias psicológi-cas que arrastra el pueblo troyano, más que en las consecuencias materiales.

c) Conocimiento y consciencia del propio destino— Aquiles: En numerosas ocasiones y de formas muy distintas se nos

menciona cuál es el destino del héroe. Es el primer héroe, como ya hemosvisto, que conoce la alternativa de su vida, y el primero que acepta y es to-talmente consciente de cuál va a ser su suerte 58. De semejante modo, se nosmuestra ante Licaón, que suplica por la vida y que se declara como

Ahora bien, cuando Aquiles percibe la aparición del alma de Patro-clo, es cuando, por ŭnica vez en todo el poema, se nos da una fugaz, peroimportante, visión del mundo del Más Allá:

"i0h dioses! Cierto es que en la morada del Hades quedan el alma y la ima-gen de los que mueren, pero la forma vital desaparece por completo..."6° •

—Adrasto y Anfio: Hijos de Mérope Percosio, tienen conocimiento de sufutura muerte en las llanuras de flión, debido al arte adivinatoria de su pa-dre. A pesar de ello, deciden ir a la guerra, impelidos por las Parcas de lanegra muerte61.

—Glauco: Es consciente del destino de los hombres, de la brevedad dela vida, afirmando la ya conocida sentencia:

"Cual la generación de las hojas, así es la de los hombres. Esparce el vientolas hojas por el suelo, y la selva, reverdeciendo, produce otras al llegar la primavera:de igual suerte, una generación humana nace y otra perece"62.

Esta visión del destino humarto es la prirnera vez que aparece en todala literatura occidental (posteriormente volverá a aparecer en algunos líri-cos griegos).

—Helena: Su acción ha provocado una guerra y numerosas muertes enlas llanuras del Escamandro. Su acción y su destino se han realizado paraque a los venideros les sirva de asuntos para sus cantos63.

—Asio Hirtácida: No sigue el consejo de Polidamente (de no pasar elfoso con el carro) y, por insensato, el poeta nos anuncia su fin. Tan sólo en el

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moniento de la muerte, el guerrero es consciente de su cercarto e iruninentedestino, aunque demasiado tarde64.

-Sarpedón: En su diálogo con Glauco, su querido compariero, es cons-ciente de que en la vida existen diversidad de formas de muerte. Se muestraindiferente ante su posible futura y cercana muerte. Para él, la salvación o lamuerte están en la lucha65.

-Euquenor: Conoce su suerte debido al arte adivinatoria de su padrePoliido, sin embargo, embarca para Troya. Intenta evitar los baldones de losaqueos y la enferm.edad odiosa, la cual le hubiera sobreverŭdo de permane-cer en Corinto, su patria66.

-Licaón: Antes de morir a manos de Aquiles es consciente de una te-rrible realidad: está destinado a morir pronto67.

-Héctor: Su destino se lo anuncia claramente Patroclo, herido demuerte: morirá una vez que él se vea privado de la dulce vida. No obstante,sólo y ŭnicamente es consciente de ello el héroe, ante el ataque insistentedel Pelida68.

-Un caso aparte se nos da en el mencionado Simoisio, el cual es cata-logado como invvv0d8tov, pero sin que exista por parte del héroe conscien-cia alguna de su suerte fata169.

B) Odiseaa) El destino y la vida del más alláExiste una idea fija y constante, hecho al cual ya hemos aludido, de

que el alma es aquello que queda una vez que la vida huye del cuerpo porlos medios más usuales: muerte violenta o muerte normal.

En la antigŭedad el alma, en todas las culturas en general, se asemejaal aliento, a la respiración, o sim.plemente al aire. En Homero, escapa por laboca, por las narices, y por cualquier herida habida a lo largo del cuerpo hu-mano. La distinción entre cadáver y espíritu no la encontramos del todoclara.

,Qué sucede una vez se ha llegado al final de la existencia? posi-ble una futura existencia en el destino hum.ano?

En el momento de la muerte el alma abandona el aciiptoc: cadáver, ymarcha volando al Hades, lugar sórdido y obscuro, lleno de tristeza y go-bernado por Minos, el cual sentado y empuriando áureo cetro, admirtistrajusticia a los difuntos 70. En este aspecto podemos comparar el mundo ultra-terreno del Hades, a las concepciones hebreas del Seol y al mundo subterrá-neo sumerio.

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En el relato de la Odisea, tras la matanza de los pretendientes, se n.osdice que Hermes llama a las almas de los pretendientes, las cuales le siguen pro-firiendo estridentes gritos71, a pesar de no haber cumplido todavía los re-quisitos que siguen a la muerte de una persona: quemar los cadáveres. Estosyacen abartdonados aŭn en el palacio de Odiseo72. Lo mismo sucede con El-penor, el cual conversa con Odiseo y le pide que su cuerpo sin vida sea en-terrado, amenazándole con excitar contra él la cólera de los dioses. Pidequemar su cadáver y erigir un tŭmulo para que los verŭderos tengan me-moria de é173.

Pero, ,Qué es el alma para Homero?El alma es la ŭltima imagen habida en la existencia del hombre. Unas

veces esta imagen se nos muestra envuelta en ensangrentadas armaduras74,otras, en escenas favoritas de la vida rea1 75. Las almas son eTho)Icc Ka-

ptóvtoev76, carecen de todo lo que es vida real. La condición en que se hallanlas almas nos la describe el poeta de la form.a siguiente:

"...Los nervios ya no mantienen unidos la came y los huesos, pues losconsume la fuerza vida de las ardientes llamas tan pronto como la vida de-sampara la blanca osamenta, y el alma se va volando, como un sueño..."77

Como un sueño o como una sombra concibe Odiseo el alma de su m.a-dre, la cual desaparece de sus brazos, cuartdo éste intenta abrazarla78.

Este diálogo sosterŭdo en el Hades entre Aquiles y Odiseo, aquél leaclara que las sombras que éste ve, están privadas de sentido y son imágenesde los hombres que ya fallecieron 79, pero, no obstante, le atribuye ilusoriossentimientos. Es decir, las almas conversan entre Sí80, lloran ruidosamente,como sucede con el alma de Agamenón., una vez que hubo bebido la sangredada por Odiseo81, muestran tristeza82. El alma de Aquiles puede sentir gozo

o alegría83. Cuando Circe ordena a Odiseo que consulte al alma de Tiresias,el adivino ciego, acaba afirmando:

"A él tan sólo después de la muerte, dióle Perséfone inteligencia y sa-

ber, pues los demás revolotean como sombras"84.

Las imágenes de los muertos van y vienen por la pradera de los asfó-delos85. Oriĉm persigue por dicha pradera a las fieras que antes había heridode muerte en las solitarias montañas, manejando irrompible clava, toda debronce86, (ya vemos aquí la igualdad con que se trata a los hombres y el

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resto de la naturaleza). Titio, hijo de la Tierra, sigue en el Hades padeciendo

el mismo horrible destino que en vida: dos buitres le roen el higado 87. Tán-talo también soporta en el Hades su eterrto suplicio89. Respecto a Heracles se

nos afirma que sólo existe su sombra, ya que él se encuentra entre los in-

mortales dioses90.A pesar de que estos personajes parecen llevar una especie de vida ac-

tiva (e)dstencia ficticia), tenemos que estar de acuerdo con E. Rhode 91 en que,

la poesía homérica elimina rigurosamente toda idea de vida activa, cons-

ciente y verdadera después de la muerte, y, por consiguiente, no puede suge-

rir el pensarrŭento de que unos héroes, destinados a morir y desaparecer en elprofundo y apartado reino del Hades, continuén viviendo y actuando con efi-

cacia más allá del limite de su propio sepulcro. Esta existencia de las alm.as en

el otro mundo, como sombras o simulacros, es producto de la resignación, no de

la esperanza. El hombre esperanzado no hubiera sabido representarse, como

efectiva y real, una situación en la que ya no existe para él, tras la muerte, ni laposibilidad de seguir actuando, al modelo egipcio del Más Allá, ni la posibili-

dad de atender los trabajos de la vida, sino un afartoso ir y venir, una marcha

errante sin objeto, una existencia, sin duda, pero despejada de todos los con-tenidos valiosos por los que merece el nombre de vida. Es la afirmación queya observamos en Aquiles, cuartdo se dirige a Odiseo y le manifiesta que esprefe-rible ser labrador en vida que rey de todos los muertos92.

Sobre la posible existencia eterna de esta especie de sombra de exis-

tencia, Homero no hace mención alguna.Cuartdo muere un individuo, se cree que en cierto modo sigue vivo,

porque la vida es la condición normal de la existencia; pero está claro que elmomento de la muerte algo ha sucedido, algo se ha disociado del cuerpo.

La concepción de que la vida se escapa y deja un cuerpo insensible o

muerto, procede de las anliquísimas interpretaciones arŭmistas, tan usuales

en todos los pueblos primitivos. El fantasma o segundo yo puede aparecerse

por ello a otros que se encuentTen lejos del cadáver.Es posible que combinando vida y fantasma o imagen como partes

del cuerpo, pertenecientes, por tanto, lo urto a lo otro, se sugiera la concep-

ción de un anima, un cuerpo espiritual, como principio vital separable con

forrna propia, pero este paso no está presente en Homero.Existe, por otra parte, un mundo distinto a éste del Hades, en el que

se goza de otra especie de vida, y al cual se llega por otro proced ŭniento.

Se concibe en Homero la idea de que existen hombres arrebatados envida a la tierra y son trasladados a una isla. Es una forrrta de concedérsele la

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Memorias de Historia Antigua XIII-XIV

inmortalidad por vía prodigiosa. Estos hombres arrebatados son hombrespredilectos de los dioses, en ellos no existe disociación de alma y cuerpo y,por tanto, tampoco esa especie de semiexistencia que arrastran las almasdel Hades. Tal es el caso de Menelao:

"Por lo que a ti se refiere, oh Menelao, alumno de Zeus, el hado no or-dena que acabes la vida y cumplas tu destino en Argos, país fértil de corce-les, sino que los inmortales te enviarán a los Campos Elíseos, al extremo de latierra, donde se halla el rubio Radamantis -allí los hombres viven dichosa-mente, alli jamás la nieve, ni el invierno largo, ni la lluvia, sirto que el Océ-ano nianda siempre las brisas del Céfiro, de sonoro soplo, para dar a loshombres más frescura-, porque siendo Helena tu mujer, eres para los diosesyerno de Zeus"93.

Esta descripción griega del Elíseo se asemeja a la descripción egipciadel Ketamentiŭ .

Un caso aparte y más obscuro, que sólo se menciona en la Odisea, esel de cierto Clito, rrŭembro de una farrŭlia profética y tío de Anfiarao, el cualfue raptado por la Aurora, de áureo trono, a causa de su hermosura, con elfin de tenerlo con los irunortales. En torno a este hecho se ha sugerido que lafrase no es naás que una paráfrasis para expresar una muerte s ŭbita y pre-matura94, pero, creo más bien, que es un caso más de rapto hacia los Cam-pos Elíseos, hecho que no podemos sustentar partiendo de los textos homé-ricos.

Lo que sí es claro en Homero es que el nacinŭento, el goce de la vida yla muerte, constituyen un ciclo indefirŭdo en el que la persona va pasandode un nivel de existencia a otro; este etemo proceso queda roto en el caso delos muertos insepultos (es decir, los muertos que no fueron debidamente ini-ciados al tiempo de su disolución). A partir de este momento es necesarioculminar el proceso sin regatear esfuerzos. Esto es lo que el hombre homé-rico hace en el caso de Patroclo. Elpenor y los pretendientes, cuyos cuerposperrnartecen insepultos y no han sido incinerados, deben al final pasar portal requisito, aunque no se nos lo menciona claram.ente.

Una nueva forma del nuevo renacer al Más Allá es el proceso de lacremación, que en Homero todavía permanece y que procede de las anti-guas costumbres funerarias relacionadas con la muerte desde los tiempospaleolíticos. El impulso religioso primitivo parece ir dirigido primaria-mente a una finalidad: La conservación y el fomento de la vida, de forma que el

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Julión Garzón Diaz

bien se identifica con el alimento y la fertilidad, y el mal con el hambre y laesterilidad, formas incipientes de la muerte95.

b) Consciencia del destino humanoAl igual que en el primer poema homérico, en la Odisea se nos refleja

una balbuciente consciencia, por parte de los héroes, del propio destirto,aunque todavía sigue estando irunersa dentro del horizonte del mito, y conuna participación muy directa de los signos divinos.

Así, Egisto, oponiéndose a la voluntad del Hado, se casó con la mujerlegítima del Atrida Agamenón, y mató a éste cuando regresaba a su hogar,a pesar de conocer que padecería una terrible muerte a causa de e11o96.

Menelao conoce su destino, una vez que ha interrogado a Proteo, y selo explica a Telémaco97. Odiseo, sin embargo, va conociendo su destinopaulatinamente. Primero, Calipso le revela a Odiseo que llegará sano ysalvo a su patria, pero padeciendo terribles males 98, después, Tiresias re-vela a éste su destino

"Te vendrá, más adelante y lejos del mar, una suave muerte, que te qui-tará la vida cuando ya estés abrumado por placentera vejez..."99.

Agamenón vaticina también algo del futuro de Odiseo y le declaraque no morirá a causa de tma mujer 100. Por su parte, Odiseo da a conocerlos vaticirŭos sobre su destino, los cuales se cturtplirán en la persona de suscompañeros101.

El adivirto Télefo Eurŭnida pronostica a Polifemo la terrible desgraciade su futura ceguera (otra especie de muerte psíquica que aquí hemos elu-dido): Un día serás privado de la vista por la mano de Odiseo102.

Una consciencia instintiva de la cercarŭa de la muerte, representa elcaso de Eunloco. Este elige libremente morir de cualquier forma antes quemorir de hambre (una clase de muerte que ya desde muy antiguo era consi-derada como la más terrible). Sabe que si come las vacas del Sol morirá pos-teriormente, pero desconoce, no obstante, de qué modo llegará hasta él lamuerte103.

Al igual que en la Iliada, existe en la Odisea el típico recurso de la s ŭ-plica ante la muerte, representada en la fuerza superior de otro héroe en elmomento del combate; es el caso de Leodes, uno de los pretendientes, elcual suplica por su vida, al ver que Odiseo está dispuesto a matarle, abra-zando sus rodillas, aunque no consigue su propósito 104. La muerte de los

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Memorias de Historia Antigua XIII-XIV

pretendientes había sido ya anunciada por Atenea, en un diálogo mante-rŭdo con Telémaco106, pero éstos directarnente no tienen consciencia propiade su destino. Como colofón final al poema, el poeta ha puesto en boca delhéroe Odiseo la descripción de su futuro destino106.

En Homero la muerte cesa de ser instancia crítica cuando el individuoqueda absorbido por la sociedad, ya que ella afecta directamente al indivi-duo, no a la especie. En el momento en que un héroe no se siente absorbidopor los acontecimientos sociales, en ese rrŭsmo instante, corrŭenza a darmuestras de una reflexión en torno a tan transcendental hecho; no obstante,en los poemas homéricos, esta reflexión se encuentra mezclada con la inter-vención divina, es decir, sumergida en el mito, y por ello no podemos daruna conclusión tajante sobre una consciencia activa que parte enterarnentedel individuo, como hallaremos posteriormente en todos los líricos en gene-ral, considerados como los primeros verdaderos antropólogos del mundogriego.

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Notas

(1) Dodds E. R., The Greelcs and the Irrational, Berkeley 1951. (Traducción del origi-nal al castellano por María Araujo, Madrid 1960, pp. 25-26).

(2) Il. 7, 131.(3) Il. 5, 580-588.(4) 11. 15, 429-435; 20, 395-400; 5, 69-75; 6, 5-11; 13, 610-618; 16, 733-743; 17, 47-60;

22, 317 ss.; 14, 489-500; 11, 101-121; 16, 569-580; 17, 288-303; 4, 437-489; 13, 427-444; 16, 477-505; 14, 516-519; 7, 13-16; 20, 407-418; 4, 517-526; 11, 423-425; 13,566-575. (Están tomados los ejemplos por aparición y orden de importancia.)

(5) Este aspecto está analizado por S. H. Butcher, Some Aspects of the greek Ge-rzius,

London 1E361 p. 133.(6) 11. 1, 59-61.(7) 11. 1, 353-356.(8) Il. 1, 352-417.(9) Il. 9, 318-320.

(10) Il. 22, 386-390:"En las naves yace Patroclo muerto, insepulto y no llorado; y no le olvidarérrŭentras me halle entre los vivos y rrŭs rodillas se muevan; y si en el Hades seolvida a los muertos, aŭn allí me acordaré del compañero amado."

(11) Il. 9, 410-416.(12) 11. 18, 95-96.(13) Il. 15, 98-128.(14) Il. 19, 421-424.(15) 11. 6, 367-368.(16) 11. 6, 447-449.(17) 11. 6, 486-493.(18) 11. 7, 47-53.(19) Il. 12, 231-250.(20) Il. 18, 285-309.(21) Il. 20, 431-437.(22) Il. 15, 486-499.(23)(24)(25)(26)(27)(28)

11.

11.

11.11.

11.

11.

22, 99-130;4, 461.4, 503.4, 523-524.5, 47.5, 83-84.

297-305.

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Memorias de Historia Antigua XIII-XIV

(29) //. 5, 553.(30) //. 5, 659.(31) //. 6, 11.(32) //. 11, 440-445.(33) //. 13, 580.(34) //. 13, 672.(35) //. 14, 519.(36) //. 15, 570.(37) //. 16, 317.(38) //. 16, 325.(39) //. 16, 334.(40) //. 16, 350.(41) //. 16, 607.(42) //. 20, 471.(43) //. 20, 476-477.(44) //. 21, 181.(45) //. 11, 238-243.(46) Muerte de Elefenor //. 4, 469; de Píroo 4, 531; de Pándaro //. 5, 296; de Arquep-

tólemo 8, 315.(47) //. 4, 523-524.(48) //. 5, 684-688; 16, 477-505.(49) //. 6, 46-50; 57-60.(50) //. 10, 374-381.(51) //. 11, 130-135.(52) IL 20, 463-472.(53) //. 21, 64-96; 114-120.(54) //. 20, 478-482.(55) //. 16, 855-857.(56) //. 22, 317-372.(57) //. 22, 405-415:

"Toda la cabeza de Héctor se manchaba de polvo. La madre, al verlo, searrartcaba los cabellos, y arrojartdo de sí el blanco velo prorrumpió en tristísi-mos sollozos. El padre suspiraba lastŭneramente, y alrededor de él y por laciudad el pueblo gerrŭa y se lamentaba. No parecía sino que toda la excelsaIlión fuese desde su cumbre devorada por el fuego. Los guerreros apenas po-dían contener al anciano, que, excitado por el pesar, quería salir por las puer-tas Dardartias, y revokándose en el estiércol, les suplicaba a todos llamandopor sus nombres respectivos a cada varón."

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(58) //. 1, 352-356; 414-418; 9, 410-416; 18, 95-96; 98-128; 19, 407-418; 420-424; 21,109-113; 277-278; 23, 80-83; 150-151; 24, 128-137.

(59) Il. 21, 84.(60) Il. 23, 103-107.(61) 11. 2, 828-834; 11, 328-334.(62) Il. 6, 146-149.(63) Il. 6, 357-358.(64) 11. 12, 110-117; 164-172.(65) Il. 12, 310-328.(66) Il. 13, 660-672.(67) Il. 21, 84-85.(68) 11. 16, 851-854; 22, 297-305.(69) Il. 4, 478.(70) Od. 11, 568-571.(71) Od. 24, 1-14.(72) Od. 24, 186-190.(73) Od. 11, 60-74.(74) Od. 11, 36-47.(75) Od. 11, 601-617.(76) Od. 11, 473-476; 24, 1-14.(77) Od. 11, 216-224.(78) Od. 11, 204-209.(79) Od. 11, 473-476.(80) Od. 11, 51; 65; 473-476; 488-503; 24, 1-202.(81) Od. 11, 391-396.(82) Od. 11, 541.(83) Od. 11, 540.(84) Od. 10, 492-495.(85) Od. 11, 538-540.(86) Od. 11, 572-575.(87) Od. 11, 576-581.(88) Od. 11, 582-592.(89) Od. 11, 593-600.(90) Od. 11, 601-617.(91) E. Rohde, Psyche. Seelencult und Unsterblichkeitsglaube der Griechen, Darmstadt

1961 (Traduc. por S. Alvarez Araujo, Barcelona 1973, pp. 168 y 87).(92) Od. 11, 488-503.(93) Od. 4, 561-569.

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Memorias de Historia Antigua XIII-XIV

(94) H. J. Rose, Mitología griega, Barcelona 1973 (traduc. del original: Handbook

Greek Mythology) pág. 44. El suceso se narra en Od. 15, 250.(95) Estas ideas están repetidarnente expresadas a lo largo de la obra de O. James,

Introducción a la historia comparada de las religiones, Madrid 1973 (original: Com-

parative Religion, London 1969).J. Harrison, Epilegomeruz to the Study of Greek Religion, Cambridge 1921.

(96) Od. 1, 35-43:"Nosotros mismos le habíamos enviado a Hermes, el vigilante Argifontes,con el fin de advertirle que no matase a aquél, ni pretendiese a su esposa;pues Orestes Atrida terŭa que tomar venganza no bien llegara la juventucl ysirttiese el deseo de volver a su tierra. Así se lo declaró Hermes, mas no logrópersuadirlo, con ser tan excelente el consejo, y ahora Egisto lo ha pagado todojunto."

(97) Od. 4, 561-569.(98) Od. 5, 160-172.(99) Od. 11, 100-138.

(100) Od. 11, 441-461.(101) Od. 12, 154-164; 271-276.(102) Od. 9, 507-522.(103) Od. 12, 340-351.(104) Od. 22, 412-420.(105) Od. 2, 281-285.(106) Od. 23, 281-284.

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