protección del agua como medio natural

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    PRIMUM INTER PARES

    El agua es uno de los cuatro supuestos ele-mentosque los antiguos griegos considerabanpara la formacin de la materia. Al compararlocon la tierra, elairey el fuego, Tales de Mileto

    (640 a 546 a. C.) an fue ms lejos, en aque-llos tiempos, cuando destac su mayor impor-tancia. Aparentemente, quizs, como elemento,pues su observacin ydor men aristn admiteesa interpretacin, como hiptesis cientficaparcialmente confirmada, para la vida, por lasobservaciones del holands, J. B. van Helmont(15801644)1.

    Para su modesta contribucin a la fisiologa

    vegetal, Helmont ide el primer gran experi-mento con agua, en el mbito biolgico, conel recurso de una simple maceta, a la que sloaport agua, mientras la miraba y pesaba re-petidas veces, hasta probarque se trataba delelementoesencial y bastante para la vida. Hayque ponderar el experimento de Helmontconsiderando, como puede hacerse hoy, quelas molculasde agua [H

    2O] no se bastan para

    producir materia orgnica, conclusin que l

    crey justificada, sin percatarse de la inter-vencin del componente atmosfrico bixido

    1 Los elementos y molculas de la vida,Losada, M., M.A.Vargas,M.A. de la Rosa, F.J. Florencio, Ed. Rueda 1999.

    de carbono [CO2] necesario para esa funcin

    (como co-elemento, podra haberse corregidoen la poca).

    Ni fue apreciada la positiva contribucin delCO

    2ni, menos an, Helmont podra imagi-

    nar cmo el tiempo la rebajara por causade su preocupante comportamiento, juntoal de otros GEI (gases de efecto invernade-ro), como perturbadores ambientales, consecuelas en el calentamiento de la Tierra, unefecto de su creciente y ya excesiva presen-cia en el aire. Dos otros elementos cuya im-portancia tambin haba sido percibida porlos griegos.

    La importancia del agua para la vida se funda-menta por ser especie esencial que forma par-te de los seres vivos, por sus inusuales propie-dades fsico-qumicas, poco comunes en otrasmaterias, y por su abundancia. Su compor-tamiento termodinmico le da el carcter deriqueza natural renovable en calidad que de-termina efectos geogrficos y ambientales quehacen habitable al planeta Tierra. Bajo condi-ciones atmosfricas normales, muestra formas

    simultneas slida, gaseosa y lquida, con al-tas constantes calorficas. Siendo adems unexcelente disolvente inerte, su disponibilidadcon buena calidad est sujeta a limitaciones,como una realidad con paradojas. As, aunque

    Proteccin del aguaen el medio natural

    Del voluntarismo a la accin

    Alberto Losada Villasante

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    abundante, su presencia es muy irregular, tan-

    to por su distribucin geogrfica, como porsus estados de calidad, lo que determina el he-cho de que tambin resulte relativamente es-casa dentro de mbitos especficos que exigenmnimos de cantidad e intervalos de calidaddeterminados.

    El agua es imprescindible para la superviven-cia de la humanidad, y los lmites apuntadosobligan a su mejor uso y aprovechamiento, el

    cual ha de armonizarse con la explotacin deotros recursos naturales, ya que juntos inter-fieren con sensibles implicaciones ambienta-les. Es el caso de la tierra y el aire, puesto que,tambin juntos, dejan estelas que afectan a lacalidad de vida, tanto en dominios geogrficosinmediatos como a escala planetaria. Condi-cionan la realidad ambiental en trminos queponderan la afirmacin de Tales, que sin du-das haba reconocido al aire un nivel de im-

    portancia menor, pero hoy hay que revalori-zarlo por su contenido en oxgeno molecular,el que respira el mundo animal, con la notablecircunstancia de que su complejo, junto a lasotras molculas que lo forman, conceden al

    aire la condicin de ser ms libre que el agua

    lquida.

    Quizs hasta tiempos recientes no se ha co-menzado a sentir en su ms justa dimensinesa disponibilidad menos limitada de aire decalidad, mientras que la demanda crecien-te de agua adolece de lmites que, ya hacetiempo, parecen claros. En todo caso, elmundo actual va demostrando una sensibili-zacin cada vez mayor ante el hecho de que

    todo sistema del que algo vivo forme partenecesita agua dulce y, tambin, aire, amboscon las condiciones de calidad que estudiala ecologa. Como reciprocidad a que unoy otro son sensibles a efectos humanos dealto impacto, por actuaciones del Homo sa-piens sapiens con motivaciones econmico-sociales que han llegado a determinar, den-tro del casi cerrado sistema terrestre, efectosdeterminantes de la extincin de numerosas

    especies, con la vida natural y sus paisajes.En trminos ambientales, esto plantea parael lquido elemento limitaciones de espacioque lahidrulicano ha podido imponer alaire en la atmsfera.

    El agua es elmejor.Estacinde bombeode Bath. Foto:M.M.Curran.

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    PREVINIENDO ESTELAS CONVULSASEN LOS CAMINOS DEL AGUA

    Todas las aguas superficiales y subterrneasdel planeta Tierra son parte del dominio hi-drulico comn en el que la evaporacin, lalluvia, la infiltracin, la evapotranspiracin yla escorrenta son procesos de transporte deagua que se condicionan recprocamente. Suplanteamiento integrado justifica el conceptode ciclo del agua, a veces llamado ciclo hidro-lgico. De l forma parte el transporte del aguaque se evapora a la atmsfera, desde masas de

    agua libre y desde superficies hmedas, hastasu condensacin y precipitacin. De vuelta alas masas superficiales, pueden hacer caminopor escorrenta directa, desde montaas y va-lles, hacia ros, lagos y mares, como tambinpueden hacerlo indirectamente, previa infil-tracin en la tierra (otro elemento), integrn-dose a la que ya escurre tras su paso a travsde poros, vanos o resquicios de acuferos quealimentan manantiales.

    El ciclo natural descrito cumple funciones de-puradoras como gigantesco alambique naturalque la hace cambiar de estado, conforme a le-yes de la termodinmica. Para esto, se necesitaenerga, de la que el Sol es fuente natural ge-nerosa, suficiente, hasta ahora. Tal vez algngriego sintetiz la relacin de su elementofuegocon el poco previsible calentamiento de la Tie-rra y con la energa que puede faltar; pero estaidea slo se plantea ahora como puerta aqu no

    franqueable hacia espacios de desorden (en-tropa) con difcil control, por su complejidadplanetaria. Parece ms razonable reconducir laidea hacia los procesos en el ciclo natural delagua y a sus efectos inmediatos propios de laaccin del hombre.

    La vida del hombre est condicionada por elagua que la naturaleza hace recircular dentrodel sistema que describe su ciclo natural, que le

    da el carcter de recurso renovable y limitadoque tiene el agua dulce, esencial para la vida yno sustitutiva para la mayora de sus usos. Suconocimiento es cimiento para la hidrologa,rama de la geografa fsicaque desarrolla su

    estudio2. Pero el hombre lo modifica con actua-ciones que pretenden asegurar la satisfaccinde sus necesidades. El resultado se aleja de la

    imagen de una circunferencia nica, tratndosems bien de un conjunto de mallas sectorialesque integran todas las diversas actividades hu-manas, en un continuum global.

    La historiaha visto cmo ha evolucionado laimagen del ciclo del agua, por sus caminos entremar, atmsfera y tierra, con los condicionantesque la accin del hombre le ha impuesto comoinfraestructuras hidrulicas con su gestin in-

    tegrada en el ambiente geogrfico natural. Porlo que se refiere a la captacin y uso de aguasterrestres, superficiales y subterrneas, la formaen que eso ha ocurrido ha determinado efec-tos positivos gracias al desarrollo de las obrascorrespondientes, como presas y pozos, poruna parte, y redes e instalaciones hidrulicaspor otra, cuyo uso ha atenuado extremas de-pendencias de la poblacin ibrica. As ha sidoen tiempos recientes, aunque no sin ricos an-tecedentes relacionados con antiguas culturas

    que, pasando por las de tiempos de romanosy rabes, tambin aportaron importantes obrasde abastecimiento a ciudades y para regado yotros usos, con su mrito de que hacan un usointeligente de energas renovables, como la delviento.

    Conviene observar que la planificacin, an sinsu nombre ni el apellido hidrolgico, no es algototalmente nuevo en Espaa, aunque el estudio

    de proyectos hidrulicos a gran escala se inicia-ra tardamente, ya en tiempos de la SegundaRepblica3. S lo es la forma de concebirlos enla actualidad, con modelos de participacin de-mocrtica que se han planteado el objetivo deevitar crecientes usos y abusos, as como el desatisfacer sus demandas tratando de armonizarel desarrollo, incrementando su disponibili-dad, protegiendo su calidad y racionalizandosus usos en armona con el medio ambiente

    2 La Hidrologa es ciencia de muy reciente incorporacin a lasescuelas de ingeniera en Espaa.3 Lorenzo Pardo, M., Plan Nacional de Obras Hidrulicas1933, Edicin comentada 1993, MOPT y Medio Ambiente,Direccin General de Obras Pblicas, CEDEX.

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    y los dems recursos naturales. As pretendenregularlo recientes disposiciones de amplio yvariado rango, a integrar en el marco globalcon la unidad que le imponen la atmsfera ylos ocanos4.

    Reconocido que los caminos del aguatienen ensu ciclo una estructura hidrulica mallada dembito planetario, una segunda idea es que nodebern ser aislados de su contexto geogrficoterrestre, y habrn de ingeniarse acuerdos ar-mnicos de mbito de aplicacin terrestre glo-bal, o al menos, con un seguimiento multilate-ral efectivo. Mientras no se consiga, seguirnobservndose, con creciente frecuencia, des-ajustes hidrogrficos asociados a un desarrollo

    de dominios terrestres con formas de explota-cin fuera de control de los recursos hdricos,entre otros recursos naturales. Un resultadoindeseado es que los caminos en el ciclo delagua desde su origen marino, que tambin essu destino, como los que traza en mbitos te-rrestres de suelos, acuferos y ros, son mbitos

    4 Entre ellas, dos hornadas de planes hidrolgicos de cuencay, entre uno y otro, la Directiva 2000/60/CE DEL PARLAMEN-TO EUROPEO, como marco comunitario de actuacin en elmbito de la poltica de aguas, para la proteccin de las aguassuperficiales continentales, las aguas de transicin, las aguascosteras y las aguas subterrneas quecontribuya de esta for-ma a garantizar el suministro suficiente en buen estado,tal como requiere un uso del agua sostenible, equilibrado yequitativo.

    de riesgo en el hbitat humano. ste es sensi-ble a la falta de previsiones frente a la fuertedependencia de su disponibilidad y usos, ascomo para el control de sequas e inundacionesy para la proteccin de su gran reserva en elmar. Algunos riesgos no han llegado an a ge-

    nerar alarma social con intensidad y pondera-cin comparables a la sensibilidad de quienes,en campos acadmicos medio ambientales bienreconocidos, los han estudiado. Otros s han

    justificado ya temores colectivos por su altopotencial para amenazar el desarrollo humanoy crear situaciones demasiado inconvenientesde no retorno para la sostenibilidad de vida enla Tierra tal como la conocemos.

    Todo ello obliga a los gobiernos de los estados acontrolar efectos ponderados y justos, en armo-na con sus mbitos propios y en el conciertode las naciones. La planificacin del agua conrespeto al hombre y su medio ambiente terres-tre, est pues justificada 5.

    Hacer referencia al agua en el mbito espec-fico de Espaa conlleva asmismo la conside-racin de su relativa abundancia en el espacio

    ibrico, y de su difcil y necesaria protecciny aprovechamiento, con la circunstancia yaapuntada de que, como agua dulce, resulta

    5 Directiva Marco, arriba citada.

    Noria de viento, sobre acufero agotado.Foto: Sist. Campos de Cartagena.

    Molineta.Tcnica decimonnica, en acufero de Carmona, Sevilla.Foto: J. Bonsor

    Norias de viento respetuosas con venerables acuferos que no han resistido tcnicas ms modernas

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    escasa. En primer lugar, con una distribucinespacial y temporal poco satisfactoria y, en se-gundo lugar, por su disponibilidad natural,

    muy limitada frente a necesidades crecientes,que la hacen objeto de usos y abusos tambincrecientes. Por tanto, tambin la planificacinpara la proteccin del agua en Espaa, comointegracin de sus demarcaciones hidrogr-ficas, est ms que justificada 6. Felizmente,con las implicaciones que le impone el espa-cio comunitario europeo, con la demarcacinhidrogrfica como unidad principal a efectosde gestin de zonas martimas y terrestres,

    con las aguas subterrneas y costeras asocia-das. Su desarrollo actual es el resultado de unacompleja elaboracin, que ha producido unaprolija documentacin acumulada y que ten-dr el anunciado seguimiento de la an mscompleja y costosa ejecucin, en el contextoque se comenta.

    USOS DEL AGUA EN ESPAA

    Es ilustrativa la forma esquemtica en queel Libro Blanco del Agua (LBA) presenta elsistema general de usos del agua, pues dauna idea de cmo en l pueden integrarse lasobras e instalaciones con que la ingenierainterfiere en los caminos naturales del agua,con un complejo entresijo de funciones deabastecimiento de poblacin, usos agrope-cuarios (agricultura, ganadera y otros usosagrarios), usos industriales (para produccin

    de energa elctrica, industrias productorasde bienes de consumo, industrias del ocioy del turismo, industrias extractivas y pro-duccin de fuerza motriz), acuicultura, usosrecreativos, navegacin y transporte acuticoy otros usos 7.

    6 Ley 29/1985, de 2 de agosto, de Aguas, Ley 10/2001, de 5de julio, del Plan Hidrolgico Nacional y decretos de planeshidrolgicos para demarcaciones intercomunitarias (Mio-Sil,Cantbrico Oriental, Cantbrico Oriental, Duero, Tajo Gua-diana, Guadalquivir, Sur de Espaa y Ebro), adems de extrapeninsulares e intracomunitarias (con las del Distrito Fluvialde Catalua, Baleares y cabildos canarios, entre otras).Los l-timos promulgados, para las demarcaciones intercomunitariasdel Jcar y del Segura, lo han sido el ao 2014, con retraso,pero han llegado.7 Libro Blanco del Agua, Ministerio de Medio Ambiente, 2000.

    Las actividades enunciadas determinan los

    aprovechamientos de recursos hdricos dispo-nibles, en funcin de las disponibilidades.

    Por cuanto las plantas de cultivo consiguen conel riego un grado de independencia de la es-casez de agua en el medio geogrfico natural,con presencia muy limitada de lluvias en el cli-ma ibrico, la superficie de regado en Espaasignifica una importante liberacin de servi-dumbre a su produccin agraria en una super-

    ficie agrcola que supera los 3,5.106 ha, cuyasolucin alternativa hubiera sido su cultivo detemporal, de secano. Las estimaciones del LBAsobre sus usos y demandas de agua apuntan aque ese regado viene siendo, en el marco gene-ral de Espaa, su mayor usuario y consumidorde recursos disponibles. Desde su captacinsuperficial (con almacenamiento en presas deregulacin), su consiguiente desembalse y deri-vacin, o captacin subterrnea (con su alum-

    bramiento de pozos), u otras, con recurso a ladesalacin de aguas salinas y salobres, los sis-temas de riego representan las mallas del ciclodel agua en Espaa donde ms agua dulce seusa y consume pues, segn el LBA, se les des-

    Figura 1. Esquema simplificado del sistema general deutilizacin del agua.

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    tina un volumen, con tendencia a mantenerse,

    que alcanza el total de unos 24 000 hm3/ao, loque representa un 68,21% de la demanda totalactual, que fue estimada en 35 323 hm3/ao.

    Las redes en los sistemas de conduccin y dis-tribucin, como los propios campos de cultivodonde se aplica el agua de riego, cumplen unasignificativa misin en su entramado de cami-nos del agua 8.

    La eleccin del regado en el sistema general deEspaa, como ejemplo representativo de sus ma-llas, se justifica por esa tan gran cantidad de aguaque movilizan, aunque tambin por los riesgospor el uso de nutrientes y sales que el agua deriego transporta a travs del suelo enraizado.

    Tratar al agua como hper macro nutriente(en re-gados) no debe significar el olvido a elementosesenciales que distribuye como macro-nutrien-

    tes (N P K) o micro nutrientes (Fe, Zn, Mn),ni a los abonos, todos con el riesgo de escasear,

    8 El riego. Fundamentos de su hidrologa y de su prctica, Losada,A., Mundi-Prensa, Madrid, 2006.

    de manera paralela a la materia orgnica, cuya

    prdida es uno de los mayores problemas delos suelos en Espaa, junto a su salinizacin,otras contaminaciones, etc. Y acechados todospor limitaciones de energa.

    An con los beneficios ambientales que la agri-cultura de riego puede asegurar, dando vida almedio rural, el hecho de que el regado sea elprincipal sector usuario y consumidor de agua

    Tabla 1. Sntesis de usos y demandas actuales (hm3/ao) segn datos de los PlanesHidrolgicos de cuenca

    mbito Urbana Industrial Regado Refriger. Total Consumo Retorno

    Norte I 77 32 475 33 617 403 214Norte II 214 280 55 40 589 145 444

    Norte III 269 215 2 0 486 98 388

    Duero 214 10 3603 33 3860 2929 931

    Tajo 768 25 1875 1397 4065 1728 2337

    Guadiana I 119 31 2157 5 2312 1756 556

    Guadiana II 38 53 128 0 219 121 98

    Guadalquivir 532 88 3140 0 3760 2636 1124

    Sur 248 32 1070 0 1350 912 438

    Segura 172 23 1639 0 1834 1350 484

    Jcar 563 80 2284 35 2962 1958 1004

    Ebro 313 415 6310 3340 10 378 5361 5017

    C.I. Catalua 682 296 371 8 1357 493 864

    Galicia Costa 210 53 532 24 819 479 340

    Pennsula 4419 1633 23 641 4915 34 608 20 369 14 239

    Baleares 95 4 189 0 288 171 117

    Canarias 153 10 264 0 427 244 183

    Espaa 4667 1647 24 094 4915 35 323 20 783 14 539

    Los riegos en el ciclo del agua.

    evaporacin + transpirac in evapotranspiracindel cultivo

    variacin decontenido deagua en suelo

    filtracin+

    escorrentaretornos

    usoconsuntivo

    descargas operacionalesen distribucinfiltracin + fugas

    en almacenamientoy transporte

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    ha arrastrado al prejuicio poco matizado y de-masiado generalizado de que los sistemas de

    riego despilfarran con exageracin este recur-so limitado. A esta conviccin ha contribuidoun concepto de eficiencia [de uso del agua] deriego que asocia la idea de que se pierde todala aportacin de agua malgastada. El concep-to demasiado superficial de eficiencia hdrica yla idea asociada de rendimiento bajo, norma-les por otra parte en el campo de la ingeniera,desaconsejan la calificacin sistemtica comoprdida al agua que no pasa al estado de vapor9.

    Hay adems efectos muy delicados que lo acon-sejan, de balances salino y de energa, ademsdel hdrico. La cuantificacin de sus cifras en losplanes hidrolgicos de las demarcaciones hidro-grficas, quizs excesivamente prolija, suele ade-ms adolecer de clculos basados en demasiadoconfiadas estimaciones. Su valoracin podr sermejorada con servicios permanentes de riegos,atendidos por personal formado para desarrollarun seguimiento que permita precisiones ma-

    yores en parmetros de eficiencia en el uso delagua, pues se trata de cifras de alta significacincuantitativa como cualitativa.

    ESTELAS EN EL AIRE

    Por lo que respecta a los caminos del elementoaire, con vapor de agua en su compleja compo-sicin, es posible que su relativa independencia

    aerodinmicacontribuya a asegurar su protec-cin en reas oprimidas del planeta, a las que,

    9Un comentario ms detallado de estas ideas se encuentraen Mateos, L., E. Fereres y A. Losada, Congreso de Riegos deAlmera, 1996.

    en otros mbitos ms manejables y controlablespor el hombre, se penaliza como sumideros de

    otros desechos. Sin duda, el acceso igual de airea todos los pueblos, por generosa donacin dela naturaleza, habra ya sido restringido por laestructura econmica del mundo en que vivi-mos, de haber sido necesario y posible paraproteger el espacio de los pases poderosos.Tal vez, con el recurso a guerras ms o menossordas, la solucinuniversal para sus agresivosplanteamiento , hasta ahora. En este ordende cosas, tambin el mar exige algn justo tra-to, sintindose su falta en tonos amenazantes.

    Es algo que, segn se apunt, pretende impo-ner la Directiva Marco de la Unin Europea alos planes hidrolgicos y a su desarrollo.

    Relacionado con el hecho de que la misma pre-vencin de las guerras ha sido objeto de espe-ranzas desmedidas, tiene inters abrir los ojosa la realidad compleja de la paz de los merca-dos, ocasionalmente agitada por convulsionesruidosas y sordas. Lo hizo, en trminos ms

    generales, el que haba sido ministro de Edu-cacin del efmero gobierno de Leopoldo Cal-vo Sotelo y, aos ms tarde, director general deUNESCO, Federico Mayor, con el recuerdo aunas palabras de la Carta de las Naciones Uni-das: Nosotros, los pueblos hemos resueltoevitar el horror de la guerra a las generacionesvenideras10. Desde 1945 hasta ahora, hay evi-dencias que demuestran lo utpico de esas y

    10 Medio ambiente sostenible, AMBIENTA, n. 101, diciem-bre 2012. A tan buena intencin, sin salirse del mbito delas Naciones Unidas, sigue el buen sentido del autor cuandoconsidera el fomento de un desarrollo que debe ser integral(econmico y social),, como su ponderado optimismocuando termina con la alusin a la gran inflexin histricade la fuerza.

    Una imitacinde lo natural.Riego poraspersin.Foto: H.Losada.

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    otras esperanzas, hasta el momento, a pesar delinters y de la voluntad con que fueron estudia-das y planteada, ya por aquellas fechas.

    En demasiados casos de problemas de mbitoplanetario, por algn motivo demasiado com-plejo y sin recursos mediticos para penetrarforos suficientemente amplios y con la for-macin necesaria para explicarlos, el acuerdoefectivo para resolverlos no responde a las prio-ridades de los pueblos. Se manifiesta su debili-dad, especialmente, cuando se trata del cambioclimtico. Su mbito geogrfico es envolvente a

    los hidrulicos, y demasiado sujeto a interpre-taciones de que el rgimen de temperaturas esinocuo, propio de un conjunto de parmetrosque estudia una ciencia tan asptica como laEstadstica, con valores que se repetirn, sinatender a un marco de procesos atmosfricoscon tendencia variable de causas no bien co-nocidas, si no intencionadamente ocultadas.

    Veladamente se dejan intuir interferencias quelos presentan, indebidamente, y fuera de uncontexto global ntegro y completo, entre de-

    masiada confusin por asuntos sin relevanciaponderada y adoleciendo de la falta de referen-cia a fuerzas econmicas significativas de pri-mera magnitud.

    Es de temer que la venideraCumbre de Parssobre el tan debatido cambio climtico, comolas que la han precedido, lo someter a impo-tentes deliberaciones sin competencia para lle-gar a conclusiones resolutivas con el protago-

    nismo de quienes puedan adoptarlas, evidente-mente, por causa de los intereses que ocultan,por inconfesables. A poco ms se reducirnmuchas conclusiones sobre el hecho de que elao 2014 haya sido el de ms clidos registrosentre todos los habidos hasta la fecha: algnao tiene que cargar con ese mochuelo, lo que,supuestamente justificado con simples par-metros estadsticos, podra servir de argumentopara que los poderosos seores de la economa

    descuiden sus obligaciones morales. Entre s-tas, la necesidad de llegar a acuerdos que evitenla tendencia a atribuir otros cambios irreversi-bles a la prdida de control humano debida asus actuaciones culpables sobre el clima, con

    preocupaciones a plazos demasiado cortos y entrminos tan simples y vulgares como el de queel que venga detrs que arree.

    En el mbito de de la economa y, en especial,el de los mercados, cada autoridad, en el marcode sus competencias y poderes, mide y aplicasus fuerzas hacia objetivos e intereses particu-lares. Para empresas con estrechas miras, lo im-portante es evaluar riesgos y asegurar interesesinmediatos, lejos de objetivos ms principalespero a plazos demasiado largos para sus plan-teamientos. El principio de la Directiva el que

    contamina paga cumple con parte de la misinque le puede corresponder para justificar esarespuesta frente a sus impactos ambientales,aunque es de muy difcil valoracin algn posi-ble efecto, como la extincin de alguna especie,o ecosistema. Ms largos plazos son propios deestados, supuestamente con medios poderosospara vencer las fuerzas reales inmediatas y pararesponder adecuadamente a retos y compromi-sos que consideran valores universales y hastala vida de todos, presente y futura. Desgracia-

    damente, esta toma de posicin de los estados,ni siquiera en pases regidos por sistemas de-mocrticos, con la mejor reputacin concedidapor la Historia, ha demostrado hasta ahora lacapacidad ejecutiva conveniente a la objetivi-dad y conforme con la razn. Por el contrario,evidencian el taln de Aquiles de no poder en-frentarse a fuertes y demasiado discretas fuer-zas econmicas interesadas, en ltima instanciarepresentadas por seores de guerras, que no son

    los militares, sino amos de mercados. A veces,la misin es imposible, incluso para el aparentepoder y la buena intencin demostradas por elYes we candel presidente Obama.

    La conferencia de Pars habr de enfocar el obje-tivo que es posible pretender, lo que contribui-r a fijar ideas sobre el poder o la debilidad dequienes hayan de asumir la funcin de protegeral recurso natural agua, y superar ya la etapa de

    planificaciones sin quedarse en reiteradas posi-ciones voluntaristas. Pues ahora viene la etapams difcil, la del paso de las intenciones a laaccin, en tiempos que ya no son de las brbarasnaciones, sino posteriores al siglo de las luces.

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    VALOR Y PRECIOS DEL AGUA,ANTE UN FUTURO DE ESPERANZA

    Se ha comentado que las propiedades trmicasdel agua le confieren una capacidad reguladoradel clima, con el concurso de la energa solarque, junto a otras causas, es funcin determi-nante para un ambiente soportable y sosteni-ble. Pues, adems, por su condicin disolventeen el estado lquido, previo a su evaporacin,el agua tiene capacidad para limpiar suelos yacuferos de contaminantes. Y, ya en la fase devapor, el agua que la naturaleza arrastra con el

    aire es elementoigualmente valioso e indispen-sable en el ciclo natural del agua, por cuanto esdevuelta limpia y libre, como lluvia.

    Tan esenciales funciones dan su valor a las aguascontinentales, y recuerdo el encabezamiento Tie-ne tanto valor que no tiene precio, a ella referido,con el que un trabajo periodstico de Elas Fere-res lo destacaba, con motivo de la urgencia dela planificacin hidrolgica activada, por aquelentonces, por la prolongada sequa que asolaba

    gran parte de Espaa. Su publicacin durante elverano de 1994, en las pginas de El Pas, diooportuna actualidad a la antigua paradoja deque, por tratarse de un recurso natural esencialpara la vida, el valor del agua no era compatiblecon que se le pudiera poner precio11.

    Con sus valores, el aire se resiste hasta ahora aque se le ponga precio, como s ha sido posi-ble y le va siendo aplicado al agua, como conse-

    cuencia de la exigencia de un pago para hacerladisponible con calidad. Evidentemente, esto lahace ms inasequible, y podr llegar a hacerseinaccesible para los estratos sociales ms desfa-vorecidos. Al ofrecer medios para su control, la

    11 Otras leyes de mnimos funcionan en la Naturaleza, y stano ha planificado la alteracin de caminos que hace el hom-bre, seguramente an ms compleja que la de los caminos delagua. La razn debera asimilar su leccin, a efectos de con-tribuir a que sean abiertasgrandes alamedas al hombre libre, enespacios de educacin y cultura que sensibilicen a la opininpblica. No hay lugar aqu para desarrollar esta idea, lo queya proponen los planes hidrolgicos cuando se preocupan porcultivar, interesar y motivar a la opinin pblica, aunque sindisipar temores sobre el desequilibrio real entre el potencialde los medios de informacin y la capacidad ciudadana paraimponerlos, con aprovechamiento.

    hidrulica limita su libertad, pero la hace msplanificable y controlable, con sus pros y suscontras. Son inevitables sus infraestructuras para

    embalse, en vasos de presas, y conduccin, porcanales y tuberas, entre otras, antes de llegar asus destinos. Todo ello justifica hablar de preciosdel agua cuando se analizan costes (cnones ytarifas) que habrn sido necesarios para dispo-ner de los recursos de agua as proporcionada,en calidad como en cantidad. O de prdidas,cuando se analizan servicios pblicos que notienen precio, o que valen mucho ms.

    Se deriva de actuaciones como las comentadasuna creciente valoracin de la conciencia colec-tiva sobre la necesaria ponderacin de valoreseconmicos, ambientales y sociales en la ad-ministracin pblica de los recursos hdricos.

    Algo que no es novedoso en pases acostum-brados a hacer pagar costes de disponibilidady limpieza va impuestos o multas. El sistemaproductivo imperante los impone.

    Recuerdo asmismo cmo, con muchos aos de

    retraso, fue promulgada la Ley 10/2001, de 5 dejulio, del Plan Hidrolgico Nacional, que siguia la Ley de Aguas. Se fijan all los elementos b-sicos de coordinacin de los Planes Hidrolgi-cos de cuenca y remite a un posterior desarrollonormativo el establecimiento de los criterios tc-nicos y metodolgicos que debern tenerse encuenta en la futura revisin de los mismos.

    Ya han sido publicados todos los planes de cuen-

    ca, que han venido goteando hasta tiempos muyactuales, completando el primer ciclo de plani-ficacin hidrolgica efectuado de acuerdo con laDirectiva Marco del Agua de la Unin Europea.

    En definitiva, no son tan parecidos el agua lquiday el aire, con tanto en comn, pero an lo sonalgo, con relaciones que el desarrollo cientficova determinando. Tambin el agua marina tienesemejanzas, y los planes hidrolgicos le dedican

    una merecida atencin que se ir acusando, a susplazos. Y deber ser tratada con relacin a otrosdesechos y, en particular, a los que se derivan deotro recurso que ya se denuncia con mayor alar-ma que la muy colateralque a aqu se le va conce-

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    Proteccin del agua en el medio natural. Del voluntarismo a la accin

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    El agua tiene tanto valor que no tiene precio.Foto: lvaro Lpez.

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    Alberto Losada Villasante

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    diendo: la energa, no la elica o hidrulica, sinola nuclear, la geotrmica o la qumica del petrleo,por su contribucin especfica a mbitos contami-

    nacin; pero se apunta esta idea aqu como quien,en el mundo de las fbulas, habla de poner puer-tas al campo, aunque sin olvidar el hecho de queel campo ya las tiene, y bien controladas, desdehace mucho tiempo; pero, al da de hoy, la planifi-cacin del petrleo, a escala mundial, como la delagua del mar, como la del aire, como en su mo-mento lo fue la reforma agraria a escala hispnica,siguen pendientes, mientras que los planes hi-drolgicos ya llaman a dejar franca la puerta a los

    usuarios del agua, que tambin somos todos.

    Como es propio de un estado democrtico, a lasalturas de los aos que corren, el gobierno es-paol ha terminado hacindose eco de las preo-cupaciones expresadas y, desde la transicin, hamanifestado repetidas muestras de su intencinde promover la buena gestin de algo que espropio de todo el pueblo, por no decir, con pa-labras ms grandes, de todo el gnero humano.

    Hay que hacerlo profundizando en una famosareferencia a la poltica estpida, por supuestodescuido de la economa. Convendr completar-

    la con la ponderacin propia de la sociologa,no sin antes haber puesto una y otra sobre elcimiento general de todas las ciencias, las quehan sido citadas y las que no. Es la sociologa,estpido, habra que corregir. Y, dentro de sucomplejidad, por su carcter de su mayor con-tenido, cientfico, tcnico y social. Controlable,tendr que ser, aun con esa complejidad, porquelas dificultades previsibles habrn de sujetarse alpoder de la razn, que no deber dejarse some-

    ter al imperio de la razneconmica.

    El camino de la esperanza ha sido abierto, y elseguimiento previsto deber desarrollarse con-forme a la voluntad de buen hacer que se perci-be en el contenido de los artculos 34 y 35 de laLey del Plan Hidrolgico Nacional, como decla-racin de intenciones, a las que hay que desearlos mejores resultados durante su ejecucin. Unarma de dos filos, por cuanto cabe temer vicios

    Recuadro 1

    Un ejemplo de estela a evitar, sobre un sistema frgil

    Espacio que perteneci al acufero de Los Alcores frente al valle del Guadalquivir

    Epitafioque pudieran reconocer unos epulones que quisieran evitar el Infierno

    puesto que aqu slo caben maldades

    HIC IACETvida de las huertas de Los Alcoresfue sostenida por el agua que reservaba su calcarenita porosavctima, por explotacin de su albero, vendido para ruedos taurinos.Tradicionalmente realizada en Carmona con excavacin manual y transporte a lomos de burro,no resisti la presin de una economa armada con excavadoras y medios de transporte ms modernos.

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    continuados de una historia interminable, sinactuaciones con la debida equidad, eficacia y ur-gencia. La intencin que pudo determinarlos es

    la que tambin puede justificar la transcripcinntegra de dos de sus artculos finales:

    Artculo 34. Investigacin, desarrollo y cono-cimiento hidrolgico.

    1. El Gobierno impulsar las actividades deI + D en el campo de los recursos hdricos.

    A tal fin en el plazo de un ao presentarun programa de investigacin, desarrollo y

    conocimiento de los recursos hdricos, en elque se identifiquen y propongan las lneasmaestras que contribuyan a la mejora delconocimiento, tecnologas y procesos enaquellos campos y actividades relacionadoscon el agua, que la planificacin hidrolgicadetecte como prioritarios, y en especial enlo referente a la gestin, preservacin de lacalidad y uso sostenible de la misma.

    2. El programa de investigacin, desarrollo y

    conocimiento de los recursos hdricos serelaborado y ejecutado por el Ministerio deCiencia y Tecnologa, en colaboracin conlos Organismos de Investigacin de la Admi-nistracin General del Estado y las Universi-dades, y coordinadamente con el Ministeriode Medio Ambiente, todo ello sin perjuiciode las competencias de las Comunidades

    Autnomas en materia de recursos hidruli-cos, medio ambiente e investigacin.

    Artculo 35. Seguimiento, actualizacin, revi-sin y publicidad.

    1. A partir de la entrada en vigor de la presenteLey, el Ministerio de Medio Ambiente publi-car cada cuatro aos un informe de segui-miento sobre la aplicacin de los Planes Hi-drolgicos de cuenca y del Plan HidrolgicoNacional, con el fin de mantener al ciuda-

    dano informado de los progresos realizadosen su aplicacin y facilitar la participacinciudadana en la planificacin. A los efectosde su publicacin conjunta, las Comunida-des Autnomas facilitarn los informes co-

    rrespondientes a los Planes Hidrolgicos delas cuencas intracomunitarias.

    2. Dicho informe ser sometido a la considera-cin del Consejo Nacional del Agua, el cual,en funcin de los resultados obtenidos en laaplicacin de los distintos Planes Hidrolgi-cos, podr proponer, bien al Gobierno paralas cuencas intercomunitarias, bien a la Admi-nistracin autonmica correspondiente paralas cuencas intracomunitarias, criterios parala actualizacin o revisin de los mismos.

    3. El Ministerio de Medio Ambiente adoptarlas medidas necesarias para el acceso pbli-co a la documentacin tcnica que constitu-ye los antecedentes y presupuestos del PlanHidrolgico Nacional y, a tal efecto, ordena-r una edicin oficial del mismo en la quese incluyan la memoria y todos sus anexos.

    [Ley 10/2001, de 5 de julio, del Plan Hidrol-gico Nacional]

    A MODO DE CONCLUSIN

    La planificacin comentada tiene el riesgo de noser determinante para una adecuada aplicacin.Sin embargo su voluntarismo no resulta exage-rado, y el tiempo dir si es desproporcionado,habida cuenta de la disponibilidad actual deavanzados conocimientos sobre la naturaleza delos problemas tratados, como de modernas tc-nicas para dominarlos. Pero unos con otras no

    aseguran, por s mismos, que como buenos de-seos no se estrellen, una vez ms, en un manejoirresponsable de potentes equipos con tecnolo-gas controladas por agresivos intereses privadoscapaces de arrastrar a desequilibrios que puedenafectar negativamente a toda la humanidad.

    En parte, estas lneas de cierre pretenden resu-mir las ideas expuestas desde el encabezamiento,para destacar con una imagen cmo a la fuerza y

    a los valores propios del agua se oponen fuerzasque pueden estar sostenidas por criterios raciona-lespara alguna gestin econmica, pero irracio-nalespara la gestin que an no es capaz de im-poner una humanidad demasiado inmadura.