prodigios de la luz. sorolla y sus contemporáneos - catálogo

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Sorolla, Muestra, arte, pintura, luz.Se trata de un catálogo en el cual podemos ver pinturas de Sorolla y sus contemporáneos.

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  • Coordinacin generalCarmen Gaitn Rojo

    CuraduraManuel Crespo

    TextosRafael Tovar y de TeresaMara Cristina Garca CepedaCarmen Gaitn RojoLuz Merino AcostaManuel CrespoAna Leticia Carpizo GonzlezMarco Antonio Silva BarnAurora Yaratzeth Avils GarcaYazmn Mondragn Mendoza

    Diseo editorialJess Francisco Rendn Rodrguez

    Cuidado de la EdicinCarmen Gaitn Rojo / Jess Francisco Rendn Rodrguez

    FotografasMuseo Nacional de San CarlosMuseo Nacional de Bellas Artes de La HabanaJess Francisco Rendn RodrguezColeccin Prez Simn, MxicoColeccin Mara Teresa de YturbeColeccin Museo Franz MayerColeccin Miguel Alemn VelascoColeccin Gabriel Chvez - Cortesa Galeras Agustn Cristbal

    Prodigios de la luz. Sorolla y sus contemporneos.Primera edicinInstituto Nacional de Bellas Artes y Literatura, 2013.Museo Nacional de San CarlosAvenida Puente de Alvarado 50, Col. TabacaleraDelegacin Cuauhtmoc, 06030 Mxico D.F.

    ISBN: 978-607-605-131-3Impreso y hecho en Mxico.

    Todos los derechos reservados. Queda prohibida la reproduccin parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografay el tratamiento informtico, la fotocopia o la grabacin sin la previa autorizacinpor escrito del Instituto Nacional de Bellas Artes.

    Joaqun Sorolla y BastidaValencia, 1863 - Cercedilla (Madrid), 1923Pescadoras valencianas, 1909. [8]

    leo sobre tela111 x 148.5 x 5.5Coleccin Museo Nacional de Bellas Artes de La Habana.

  • Jimena Lara EstradaDirectora de Asuntos Internacionales

    Rafael Tovar y de TeresaPresidente

    Mara Cristina Garca CepedaDirectora General

    DirectoraCarmen Gaitn Rojo

    SubdirectoraAna Leticia Carpizo Gonzlez

    Curadura e InvestigacinMarco Antonio Silva Barn

    Exposiciones TemporalesSusana Herrera Avia

    InvestigadorasAurora Yaratzeth Avils GarcaYazmn Mondragn Mendoza

    Registro de ObraMario Ariel Lpez Aguilar

    Biblioteca Erik LarsenAna Alvarado FernndezGemma Cruz Salvador

    Servicios SecretarialesSonia Gonzlez GonzlezLorena Garca SnchezImelda Carriola PrezBlanca Rojas PrezAlejandra Espinosa Betn

    TaquillaOlga Mara Moreno AguirreMara Antonia Contreras Soria

    Custodios de Bienes CulturalesSamuel Callejas MontoyaAtanacio Campa AlcalPatricia Fuentes CuellarManuel Galindo FernndezIdelfonso Leobardo Hernndez HernndezGloria Alejandra Molina VzquezLzaro Arcos CruzEduardo Monares

    Museografa Mara Teresa Romero Garca

    MontajeHugo Hidalgo FloresGuillermo Magaa FernndezGonzalo Padilla FloresVctor Manuel Corona CanoLuis Alfredo Moreno Rosales

    Servicios EducativosMargarita Jimnez OcaaJessica de la GarzaMnica Ladislao PazNadia Oliva Vzquez

    Archivo Fotogrfico y DiseoJess Francisco Rendn RodrguezAna Cristina Beltrn Silva

    Prensa y DifusinAdriana Moncada LarraagaKaren Luna Ramrez

    AdministracinLiz Selene MartnezFelipe Gonzlez LpezManuel Aguilar CernRicardo Csar Jurez VlezLuis Lpez MoralesJuan Carlos Rodrguez GuayucaVernica Juliana Salazar SantanaLisset Jacqueline Garca MorgadoJos Sal Galicia Garca

    SeguridadJuan Morn BalderasAnselmo Barrera MartnezMartha Beltrn MonsalvoDolores Martnez OlveraChristian Arturo Garca GarcaPatricia Morales Gamino

    Patronato del Museo Nacional de San Carlos A.C.

    PresidenteMiguel Alemn VelascoVicepresidentePedro Velasco AlvaradoSecretario/tesoreroManuel Marrn Gonzlez

    Servicio SocialAlan Isay Vzquez EspejelAlejandra Daz MillnAnglica Abril Ordoez GutirrezAntonio Gutirrez PereaAriadna Corts FernndezCarlos Francisco Sotelo ZaldvarClaudia Anglica Herrera RojasDavid Varela ZaucoGamaliel Morales VargasGiovani del ngel AparicioHctor Archundia IbarraJaime Gumecindo de JessJess Edgar Enrquez MayoralJonathan Paredes OsnayaJos Orlando Minero GonzlezJuan Carlos Solrzano GrimaldiLuis Roberto Martnez RosMara Fernanda Alcntara MndezMariana Genoveva Rangel HernndezMariana Isabel De Paz GonzlezMariana Ramrez SaldaaMario Jo Villanueva LpezPamela Wendolyne Partida MedinaRoberto Correa AlpzarRodrigo Rojas LaraVernica Snchez MoralesVirginia Xchitl Arista JimnezXimena Aguilar FloresYazkin Lucero Nez Guzmn

    Mnica Lpez Velarde EstradaCoordinadora Nacional de Artes Plsticas

    Plcido Prez CuDirector de Difusin y Relaciones Pblicas

    Patricia Teja RoelSubdirectora Editorial

    Consejo Nacional para la Cultura y las Artes

    Instituto Nacional de Bellas Artes

    Museo Nacional de San Carlos

    ConsejerosAntonio Ariza AlduncnGermaine Gmez HaroCarlos Ibarra CovarrubiasLorenzo Csar Lazo MarginJuan Antonio Prez SimnFranoise Reynaud de VlezJos Pintado RiveroPatricia Segus de Barrios GmezAlejandro Villaseor iguez

    Patrono honorarioS.M. La Reina Margarethe II de DinamarcaPatronosRogerio Azcrraga MaderoAndrea Azcrraga de StrckJernimo Bertrn PassaniCarlos Bremer GutirrezCarlos Hank RhonEugenio Minvielle ZamudioIsaac Oberfeld DantusFederico Sada GonzlezJorge Snchez CorderoCarlos Slim HelBenjamn Villaseor Costa

    Coordinadora ejecutivaMara Dolores Dvila Valencia

    AsistenteCristina Irais Prez Luna

    Mara del Carmen Hernndez FloresJos Rogelio Gonzlez OlveraJos Cruz Martnez AyalaArturo Mrquez LpezEdilia Hinojosa SotoVictor Hugo Flores RamrezMario Romero YedraMarco Antonio Pacheco Zepeda

  • NDICE Prlogo por Mara Cristina Cepeda Garca ................... 11Joaqun Sorolla, el luminista valenciano ........................ 13

    Exposicin de luz y color ............................................... 15

    Presentacin por Luz Merino Acosta .............................. 18

    Entre el realismo y las vanguardias ................................ 21

    La luz de la vanguardia ............................................... 31

    Sorolla y la escuela luminista valenciana ....................... 39

    De la innovacin al arte oficial:

    Sorolla a travs de la crtica de arte ............................... 51

    Remendando redes: la historia de una obra .................... 67

    Relacin de obra ........................................................... 78

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    PRLOGOMara Cristina Garca Cepeda

    Directora GeneralInstituto Nacional de Bellas Artes y Literatura

    En los ltimos veinte aos, el Instituto Nacional de Bellas Artes, por medio del Museo Nacional de San Carlos, ha presentado la obra de Joaqun Sorolla en cuatro ocasiones. Esto ha dado lugar a una amplia y variada difusin de su obra, a la vez que a una inmejorable oportunidad para estudiarla.

    A Sorolla el pintor de la luz, de 1992, siguieron Los Sorolla de Valencia, de 1996, y Sorolla en Mxico, de 2005. Ahora, en este 2013, San Carlos ofrece a su pblico Prodigios de la luz. Sorolla y sus contemporneos. Con cada una de estas exposiciones se ha perseguido una veta especfica, y todas ellas se complementan entre s.

    En esta nueva exposicin, piezas procedentes del Museo Nacional de Bellas Artes de la Habana dialogan por vez primera con piezas de las colecciones mexicanas del Museo Franz Mayer, de Miguel Alemn Velasco, Juan Antonio Prez Simn, Fomento Cultural Grupo Salinas, Mara Teresa de Yturbe Redo y Gabriel Chvez; as como con una de las obras emblemticas de San Carlos: Tejiendo redes, pintada por Sorolla en 1901 y adquirida por el gobierno mexicano para las Galeras de la Academia en 1910.

    Junto con las de Sorolla, se podrn apreciar creaciones de Julio Vila Prades, Ignacio Zuloaga, Santiago Rusiol, Vctor Moya Calvo, Cecilio Pla Gallardo, Gonzalo Bilbao, Manuel Benedito Vives, Ignacio Pinazo, Hermenegildo Anglada Camarasa, Jos Pinazo Martnez, Bartolom Mongrell, Jos Mongrell, Antonio Gomar y Francisco Pons Arnau.

    Con esta exposicin se ampla la perspectiva del periodo en que Sorolla estuvo activo y se despliega un amplio panorama de la plstica espaola en cambio del siglo XIX al XX, lo que ha permitido a los curadores formular un nuevo discurso.

    A estos ltimos veinte aos ha correspondido una recuperacin de Sorolla, de sus planteamientos y sus soluciones que tanto contribuyeran a la modernidad de la pintura en Espaa y, como se ha sostenido, en nuestra Amrica.

    El propio Museo del Prado se ha propuesto revalorar a Sorolla, a quien habindolo reconocido como el pintor espaol de mayor proyeccin internacional de su poca abri sus puertas en 2009. Se trat de una exposicin a la manera de las dedicadas a Ribera, Murillo o Velzquez. Se le llam el ltimo gran maestro de las colecciones de El Prado.

    Prodigios de la luz. Sorolla y sus contemporneos tiene lugar al cumplirse el 45 aniversario de la apertura del Museo Nacional de San Carlos, cuya misin es acercar al pblico a las ms diversas expresiones del arte europeo del siglo XIV a principios del XX. En sus fondos nos asomamos no slo a la historia mltiple de este arte, sino tambin a una de las races de nuestras propias expresiones.

    El Instituto Nacional de Bellas Artes agradece en todo lo que vale la colaboracin que para esta muestra prestaron el Patronato del Museo de San Carlos, la Embajada de Cuba en Mxico, la Embajada de Espaa en Mxico, el Museo Nacional de Bellas Artes de La Habana, el Museo Franz Mayer y los coleccionistas privados que generosamente nos facilitaron su obra.

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  • 1312

    Joaqun Sorolla,El Luminista valenciano

    Rafael Tovar y de TeresaPresidente

    Consejo Nacional para la Cultura y las Artes

    El paso de Joaqun Sorolla por la formacin acadmica permiti forjar una distancia plstica adecuada a cada circunstancia histrica y gnero que el siglo XIX exiga. El artista explor la pintura religiosa y el retrato pico para coronar la poesa valenciana en su madurez pictrica. Las escenas marinas y el retrato de la gente comn lo reconocen en la historia del arte como el portador del pincel de la luz. La temtica marina fue llevada a su mxima expresin, acompaada de una depurada tcnica para plasmar y capturar instantes y volverlos eternos. Sorolla vio que la playa, lugar de esparcimiento, de relacin festiva entre la naturaleza y la burguesa, era uno de los nuevos espacios de la modernidad, de una sociedad burguesa en pleno proceso de industrializacin, que buscaba sitios y momentos propios de recreo.

    La pintura espaola del entre siglo XIX y XX representa una de las propuestas pictricas ms interesantes de Occidente, considerada por diversos tericos como la Edad de Plata, dada la coyuntura del Luminismo valenciano representado por artistas como Ignacio Pinazo y Joaqun Sorolla, quienes llevaron a la vanguardia su gusto por el albor Mediterrneo. Los autores del momento dieron a conocer los modos y la modernidad de una Valencia en pujanza que reclamaba para s un lugar prominente en la plstica hispnica y que revolucionaron la lectura de la luz en la historia del arte.

    El Museo Nacional de San Carlos expone, para celebrar el 45 aniversario de su apertura, la reconocida coleccin de leos sobre tela del maestro Joaqun Sorolla, perteneciente al acervo del Museo Nacional de Arte de la Habana y de renombradas colecciones de museos, galeras y particulares. La pinacoteca entabla un esplndido dilogo con los modernistas espaoles de la talla de Hermenegildo Anglada, Santiago Rusiol, Manuel Benedito e Ignacio Zuloaga, todos ellos en pro de un franco rescate de la pintura peninsular de los modelos barrocos al siglo XIX, especialmente basados en la obra de Diego de Silva y Velzquez, con especial nfasis en la composicin, el empleo de contrastes entre luces y sombras arrojados en el gusto por la pincelada vaporosa.

    Es una muestra que dialoga de manera especial con este recinto cultural, obra de Manuel Tols. El Museo Nacional de San Carlos ofrece, al cumplir cuatro dcadas y media de encuentro con el pblico de Mxico, uno de los patrimonios de arte europeo ms rico de Latinoamrica con la muestra Prodigios de la luz. Sorolla y sus contemporneos.

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  • 1514

    EXPOSICIN DE LUZ Y COLOR

    Carmen Gaitn RojoDirectora

    Museo Nacional de San Carlos

    La exposicin Prodigios de la luz. Sorolla y sus contemporneos, integrada por 54 pinturas y un dibujo se presenta en el contexto de la celebracin del 45o aniversario de apertura del Museo Nacional de San Carlos. Para la muestra se reunieron obras que nunca se han expuesto juntas provenientes del Museo Nacional de Bellas Artes de la Habana, Cuba, del Museo Franz Mayer, de las colecciones Miguel Alemn Velasco y Juan Antonio Prez Simn, de Fomento Cultural Grupo Salinas, de Gabriel Chvez y de colecciones privadas. El visitante se encontrar con un panorama muy variado de la esttica de Sorolla y esa fue la intencin de la curadura, presentar diversos periodos como diversos son los temas que tratan, entre otros se pueden ver escenas de playa, pescadores, nios, festejos, paisajes y retratos: Las piezas reflejan la luz, la textura, el movimiento y el viento.

    El valenciano Joaqun Sorolla cifro su obra plstica en las tendencias de los ltimos aos del siglo XIX y principios del siglo XX. El creador tuvo diversos acercamientos a interpretaciones y a los ismos que vestan la revolucin artstica del principio del siglo XX. En sus obras hay referencias pictricas evidentes al impresionismo, postimpresionismo, divisionismo, expresionismo e incluso del fauvismo, todo ello en busca de formulaciones de la luz en tanto al leo sobre tela.

    El artista recibi las primeras influencias relativas a la corriente del luminismo de parte de su maestro Ignacio Pinazo, profesor que se caracterizaba por moderno en cuanto a su obra y que enseaba en la escuela de arte de Valencia. Al principio de su carrera el creador expres en sus lienzos temas bsicamente sociales y realistas, religiosos y de un marcado costumbrismo; aos ms tarde al comenzar con el manejo de la luz se fue alejando del tenebrismo que imperaba en la Academia Espaola.

    El Impresionismo que Sorolla conoci en su estancia parisina, correspondi a una poca de transformacin social y filosfica en un contexto donde la burguesa encontr su florecimiento al mismo tiempo que el positivismo imper en algunas venas del pensamiento. El flanneur (personaje diletante que deambula por la ciudad) ser motivo de las disertaciones del filsofo Walter Benjamin, los cafs, cabarets y prostbulos en Pars son motivo del dilogo artstico del momento, encaminado a la ruptura del convencionalismo y al inicio de lo que la historia del arte llamar la vanguardia.

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  • 1716

    Inicialmente el pblico reaccion duramente frente a la falta de nitidez respecto a la lectura del cuadro, cuyo antecedente haba sido la Escuela de Barbizn, situada en un pueblo cerca Fointainebleu, lugar en el que los artistas tambin llamados Grupo de Batignoles, se reunan para seguir las ideas de John Constable y enfrentar la corriente academicista romntica representada por Gericault, Delacroix y Jaques Louise David. Los integrantes de dicho grupo sern figuras de gran importancia en la concepcin de la luz durante la vanguardia decimonnica. Artistas como Rousseau, Millet, Corot, Dupr, Charpin, y otros ms, conformarn sta tendencia plstico social; en este momento de cambios est cifrada parte de la obra del artista Joaqun Sorolla y Bastida, cuyos esfuerzos estticos estn dirigidos a la experimentacin con la luz, su obra vitalista es un canto a la vida misma.

    El valenciano como se ha dicho intento abandonar las tendencias de los ltimos aos del XIX para insertarse en las vanguardias y principios del siglo XX. El creador tuvo diversos acercamientos a interpretaciones y a los ismos que vistieron la revolucin artstica del siglo XX. El cambio de siglo fue una etapa de transicin en el que forzosamente convivieron elementos de la tradicin y de la modernidad.

    Sorolla nunca se limit a una forma determinada de pintar, si algo llama la atencin en los infinitos y complejos trazos en su prolfica carrera, fue su constante incursin en diversos estilos, asombra como pudo sintetizar descubrimientos y posturas logrando combinarlos de manera excepcional. Gran investigador de formas y luces, dejo huella an en su incursin en el muralismo como son las piezas de las diferentes regiones de Espaa que se encuentran en The Hispanic Society of America en Nueva York.

    Junto a las pinturas y un dibujo de Sorolla lo acompaan otros maestros del arte espaol como el tambin valenciano Manuel Benedito e Ignacio Pinazo, los catalanes Hermenegildo Anglada y Santiago Rusiol, el vasco Ignacio Zuloaga, el sevillano Gonzlo Bilbao as como los maestros Eduardo Chicharro y Jos Luis Benllure.

    Esperamos que esta exposicin realizada en el 90 aniversario luctuoso del artista, permita al visitante descubrir el hechizo de la luz y el color en un pintor que una vez ms sorprende por su maestra.

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  • 1918

    Luz Merino AcostaSubdirectora Tcnica

    Museo Nacional de Bellas Artes de La Habana

    Presentacin Es para el Museo Nacional de Bellas Artes de La Habana motivo de regocijo el desplegar esta nueva coordinacin con el Museo Nacional de San Carlos que representa no slo un corredor para nuestros fondos, sino un fructfero intercambio de experiencias con este prestigiado recinto que se ha propuesto extender su dinmica expositiva hacia el Caribe.

    Exponer Prodigios de la luz. Sorolla y sus contemporneos constituye un reto en momentos en los cuales la historiografa espaola se encuentra enfrascada en el rescate de un serial de figuras, que durante aos no han gozado de la difusin merecida. Pintores, algunos de ellos, que a la distancia de ms cincuenta aos se recolocan tanto en el panorama de la historia del arte como en los espacios de circulacin desde una perspectiva que se propone desde el pasado iluminar el presente.

    Puede resultar para algunos un hecho un tanto peculiar el testimonio cubano sobre estos artistas que suelen situarse en esa encrucijada temporal que hoy se denomina cambio de siglo. Sin lugar a dudas aquel cambio de siglos result un arco temporal dinmico y cambiante para espaoles y cubanos, aunque tal vez no por las mismas razones. Lo cierto es que tanto los unos como los otros sintonizaron con lo que en aquel horizonte de expectativas se entenda como moderno, e incorporaron a sus poticas todo aquello que circulaba como innovador. El trfico adems de creadores entre la Pennsula y la Isla es otro factor a no desestimar, lo que habla de estancias, experiencias compartidas, prstamos, influencias y modelos que de manera natural se integraron sin rubores a las dinmicas poticas.

    Con ello se significa una cuestin que a veces las academias y los especialistas no suelen privilegiar y es el de la moda, una manera determinada de circulacin del gusto y por ende de recepcin, por ello la confluencia de gustos y sistemas de preferencia entre pintores de latitudes aparentemente tan lejanas. Esta sutil referencia a la pintura cubana de la poca de Sorolla y sus contemporneos resulta indispensable pues est vinculada al coleccionismo, tanto institucional como privado que articulando con los gustos establecidos o canonizados tanto por el conocimiento como por la opinin, desplegaron una determinada lnea adquisitiva que tiene entre otros aportes el hecho de poder diagramar, un siglo despus de haberse producido aquellas obras, una exposicin que expresa de una manera coherente y orgnica toda una poca desde la mirada americana.

    Autores de registros diferenciados se dan cita en esta muestra como testimonio de una apreciacin, conjunta a travs del tiempo y desde una ptica que privilegi un modo de hacer caracterizado por la pluralidad de tendencias y estilos, a travs de tematizaciones y aportes creadores. Todo un universo de voces que con instrumentales simtricos y asimtricos expresan los encuentros y desencuentros del complejo horizonte histrico cultural en que les correspondi crear.

    Agradecemos al Museo Nacional de San Carlos la oportunidad que nos brinda de confrontarnos con el pblico mexicano tan arraigado entre los cubanos y al cual devolvemos a travs de este empeo cultural una pequea muestra de los vnculos nunca quebrados entre ambas naciones.

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  • 2120

    ENTRE EL REALISMOY LAS VANGUARDIAS

    Manuel CrespoCurador de la exposicin

    Museo Nacional de Bellas Artes de La Habana

    Durante el perodo comprendido entre los ltimos lustros del siglo XIX y los primeros del XX, la pintura europea experiment un proceso crtico que puede ser interpretado como el eplogo de los principios naturalistas establecidos en el Renacimiento, y al mismo tiempo, el prlogo de las rupturas con la tradicin que estremecieron al arte en el primer tercio del siglo XX.

    Para la segunda mitad del diecinueve surge una tendencia artstica que empez a ocuparse de los mecanismos que mueven al hombre y la sociedad; este nuevo estilo llamado Realismo dio pie a la representacin de una expresin intencionada de verdades esenciales que forman parte del mundo interno del hombre, de las actividades humanas e incluso mecanismos sociales, que no siempre son apreciables a simple vista. Quizs lo ms abundante dentro de esta corriente sea el inters por reflejar el mundo aparencial con la mayor objetividad posible, llegando a caer en representaciones extremadamente fras e insulsas por ser demasiado evidentes, pero no por eso dejan de estar implicados en una bsqueda obsesiva de la realidad. Un rasgos sobresalientes de este estilo fue el de elevar el tema de la contemporaneidad a su nivel ms alto, por lo que, dejando atrs la tradicional predisposicin por lo trascendente, gir su inters hacia lo cotidiano y lo sencillo.

    Por otra parte, la decisin de los pintores fundamentalmente los paisajistas de abandonar los talleres cerrados y salir a pintar la naturaleza directamente frente a ella, y tambin a la ciudad y su propia dinmica, provoc en los artistas importantes experiencias estticas ntimamente relacionadas con la apreciacin de la luz. Los realistas, imbuidos en su inters de fidelidad, terminaron por abandonar la accin manipuladora y comenzaron a observar con atencin lo que la luz realmente haca con los objetos. El gusto por reflejar la incidencia de la luz natural sobre los colores y las formas, tuvo consecuencias muy importantes sobre la pintura de la segunda mitad del siglo. Esa propensin luminista vino a dotar a las composiciones de una atmsfera transparente en la que las formas y los colores alcanzaron una gran vitalidad y brillantez. Pero, sin dudas lo mejor de esas observaciones desemboc en el Impresionismo, corriente que logr alcanzar independencia tcnica a partir de un lenguaje pictrico autntico y revolucionario.

    Entre el Realismo y las vanguardias del siglo XX aflor en el arte la clave del cambio. La produccin de esos aos entre 1885 y 1920 aproximadamente est vertebrada, en mayor o menor medida, en torno a la subjetividad como actitud del artista y la sugerencia en la manera de formular la obra. Estos principios habran sido suficientes para marcar las alternancias histricas entre dos movimientos contiguos. Pero, la naturaleza misma del cambio que se avecinaba, as como la saturacin de propuestas acumuladas en funcin del naturalismo, produjeron ms bien un proceso crtico y turbulento, difcil de encasillar.

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  • 2322

    De modo que el perodo posterior al Realismo debe entenderse como una reaccin frente a este, pero postulada desde una conciencia histrica capaz de evaluar al arte en su funcin ms esencial y tratando de rescatar valores perdidos del pasado. El artista, convertido definitivamente en un ser libre, e individual, y llamado a expresar su subjetividad, deber encontrar tambin su propia manera muy personal de expresarse. Este carcter fuertemente individual no impidi a los artistas agruparse en pequeos ncleos de afinidad aunque fuera por perodos breves. Entre estos grupos probablemente sea el de los simbolistas el que alcanz una mayor definicin como corriente artstica, e incluso el que aport argumentos ms slidos, desarrollados o reorientados por otros crculos, y que llegaron hasta las vanguardias sin perder validez. Pero de cualquier forma, el arte posterior al Realismo no tuvo un rostro, sino muchos y en constante mutacin.

    El artista, despojado de los prejuicios que derivan del respeto a la norma, se convirti en un creador voluntarioso que no slo se atuvo a su estilo personal, sino que us los recursos que le parecan ms apropiados para expresar lo que quera, incluso variando de una obra a otra. Algunas de estas posturas resultan claramente eclcticas, sobre todo en el caso de pintores que no renunciaron a la objetividad. En ellos se entrecruzan elementos romnticos y realistas con hallazgos formales ms recientes, con lo cual conseguan satisfacer a una clientela tradicionalista reacia a asumir de golpe cambios de orientacin demasiado atrevidos.

    Este complejo panorama, que tuvo su mayor efervescencia en la dcada de 1890 en el ambiente artstico francs, principalmente parisino, es un paradigma en torno al cual giran numerosas variantes nacionales y locales. Un caso notable es el del arte belga, cuya renovacin estuvo a cargo de talentosas figuras que en esos aos convirtieron a Bruselas en un centro europeo de creacin. Las polmicas estticas y las importantes exposiciones que se realizaron all durante esos aos contribuyeron al desarrollo de las corrientes del momento, principalmente el simbolismo.

    Tal como en algunas regiones del continente se produjeron focos de cierta definicin local, tambin afloraron figuras que en medio de un panorama tan cambiante lograron liderar ciertas tendencias con su sello personal. Pero realmente el fenmeno comn es el del artista solitario, sin seguidores, al menos desde el punto de vista estilstico. Un ejemplo ilustrativo es el de Gauguin (1848 1903), quien constituy una referencia obligada no slo para el perodo, sino incluso para las primeras vanguardias del siglo XX, pero cuya obra no representa un modelo a seguir.

    Si bien la crtica del siglo XX simplific un tanto la envergadura del perodo dignificando sobre todo aquellas corrientes que parecan ms innovadoras o radicales, el tiempo transcurrido desde entonces y el curso tomado por el arte posterior a las vanguardias, permiten apreciar mejor ciertos nudos y dispersiones que le confieren un carcter de articulacin. El arte del Cambio de Siglo viene siendo un proceso global en el que accionan mtodos y principios plsticos tradicionales junto a enfoques estticos que ponen en crisis algunos de aquellos mismos valores. Los conflictos planteados en ese perodo van ms all de las reacciones tradicionales que se haban producido entre un estilo y el que le preceda. Al final este arte constituye a la vez el eplogo de una etapa mayor y el prlogo de un arte que es concebido y entendido de una nueva manera, por lo que en s mismo contiene rasgos de direccin dispar, coexistiendo dialcticamente.

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    La grave situacin poltica, econmica y social que vivi Espaa a finales del siglo XIX, fue conocida como la crisis del 98, -en ese ao haba perdido sus ltimas colonias en un momento de revitalizacin del imperialismo europeo y americano y el gobierno apareca como el responsable de la catstrofe, por ello vio la necesidad de realizar importantes cambios en las condiciones de vida de los espaoles y en su educacin; as como en la organizacin social, econmica y en su poltica interior y exterior; pues slo con cambios profundos se podra recuperar el prestigio perdido. En el arte, particularmente en la pintura se manifiestan mecanismos de reajuste que desemboca en un planteamiento de lo nacional, se comienza a construir una imagen renovada de la Patria a partir de las nuevas realidades. Esta naciente postura dota a la produccin artstica espaola de una variedad y riqueza dignas de notar.

    Si se intenta apreciar la produccin pictrica de esos aos desconociendo las polmicas tericas desatadas en torno a ella por sus contemporneos, encontraramos una variedad de enfoques y posturas no muy diferente de la que se dio en otras latitudes. Sin embargo, la crtica ha seguido colocando el asunto -con mayor o menor nfasis- a la luz de la polarizacin entre un arte reflexivo y otro objetivo, que de alguna manera sintetiza la expresin del conflicto ideolgico reflejado en la esttica del cambio de siglo en Espaa. A la cabeza de estos dos polos se colocan los dos pintores que alcanzaron mayor repercusin fuera de la pennsula en esos aos: Joaqun Sorolla (1863 1923) e Ignacio Zuloaga (1870 1945). En torno a Sorolla, quien puede ser homologado internacionalmente con artistas como Zorn, Sargent y Boldini, se alinea un grupo de pintores en su mayora valencianos, que realizan una obra de base realista con componentes formales ms modernos y con una visin optimista de la vida. El arte de Zuloaga, ms cercano al simbolismo, representa las muy diversas posturas de los pintores interesados en la idea como gestora del arte y la reafirmacin de una visin histrica y escrutadora del universo espaol.

    El arte del cambio de siglo no es un estilo histrico, sino ms bien una encrucijada por la que pas el arte para encontrarse consigo mismo y tomar nuevos rumbos. Pero por otra parte, inaugura una observacin de diversidad que ser mucho mejor aclarada por la post-modernidad, que no por las vanguardias del siglo XX. La fuerza con que el realismo, an en sus formas ms apegadas a la tradicin, resisti el viaje del siglo XX en paralelo con las vanguardias, quizs haya sido la ltima batalla contra la intolerancia. Ahora parece ms claro que la discusin entre las posturas estticas no son para ganar un trofeo, sino para que la pluralidad d cabida e instrumentos a toda forma autntica del arte.

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    Ana Leticia Carpizo GonzlezSubdirectora

    Museo Nacional de San Carlos

    La luz de la

    vanguardia

    La Revolucin Industrial provoc cambios profundos en el sistema econmico y social en Europa de fines del siglo XIX. La multiplicacin de fbricas incidi en una enorme prosperidad y mudanza de la economa agraria a la economa urbana que se vio reflejada en una nueva estilstica arquitectnica de estructura de acero expuesta y terminales ferroviarias, que indujeron una oleada de comunidades provinciales a las grandes ciudades en busca de oportunidades. La pintura y escultura aunadas a la fenomenologa del momento dieron comienzo al vuelco de los convencionalismos estilsticos neoclsicos.

    La exploracin por la ruptura abri un panorama ilimitado en la configuracin de la representacin, hasta ese momento fraguado por los cnones acadmicos. El esfuerzo por visualizar un momento heroico-dramtico de la historia acompaado de temas mitolgicos, deba ser de dibujo anatmico impecable trabajado con una tcnica sumamente depurada en todas las texturas para lograr una imagen duradera. Los escenarios para estos objetivos eran casi teatrales y los talleres de los grandes maestros como Jaques Louise David estaban absolutamente ligados a la historia oficial por el registro que las obras significaban. Es preciso sealar que el movimiento poltico en Pars del siglo XIX la capital cultural del momento- haba atravesado por una monarqua absoluta de Luis XVI, el Imperio de Napolen III, una repblica, el Imperio Napolenico, la restauracin de la monarqua constitucional y finalmente una comuna socialista, todos en su conjunto tuvieron eco en la ideologa plstica de fines de siglo.

    El ms destacado artista tradicionalista de la primera mitad del siglo XIX fue Jean Auguste Dominique Ingres, discpulo y admirador del arte de Jaques Louise David, que combati a toda costa la improvisacin en pro de la perfeccin tcnica y equilibrio en la composicin. La primera divisin estilstica segn el historiador del arte Ernest Gombrich, los adversarios de Ingres se unieron en torno a la figura de Eugne Delacroix como primer enfrentamiento plstico.1 Delacroix se inclin por la importancia en el color, mientras Jaques Louise David cultivaba su admiracin por Nicols Poussin, Rafael Sanzio y los modelos grecorromanos. Delacroix se inclin por los atrevidos trazos de Peter Paul Rubens que tuvieron resonancia en su estilo de contornos imperfectos y bsqueda por la pincelada en movimiento, sensiblemente plasmada en obras de caballera rabe, cargada del exotismo decimonnico.

    Jean Baptiste Camille Corot, sumado a la efervescencia vanguardista insisti en captar la bruma y la luz en el paisaje de temas sin fines dramticos. La paleta acudi a una gama de grises que lograron un efecto de iluminacin armnica lejana a una verdad visual.2 Jean Franoise Millet igualmente explor la iluminacin en tonos dorados y ocres para crear amplias visiones del paisaje campesino sin ningn incidente dramtico. En general los artistas llamados Batignoles, conformados por: Henri Rousseau, Jean Franoise Millet, Camille Corot, Julien Dupr, Albert Charpin; todos ellos integrantes de la Escuela de Barbizn ocurrida en un pueblo francs cerca Fointainebleu- se reunieron para seguir las ideas de John Constable y Joseph Mallord William Turner, con el objeto de enfrentar la corriente academicista-romntica. Dicho movimiento plstico-intelectual suceder en la vanguardia de la luz, el Impresionismo, que debe su nombre al artista Claude Monet, quien titul a uno de sus cuadros expuestos en el Saln de los Rechazados3 Impresin: amanecer.

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    Uno de los crticos encontr el ttulo del Monet cmico y englob al grupo expositor como Los Impresionistas en un tono peyorativo no slo por la impresin de inconclusin, sino por la eleccin de temas lejanos a la academia y a los motivos iconogrficos mitolgicos.4

    Los artistas de la vanguardia de la luz del ltimo tercio del siglo XIX, tendrn como caracterstica la exploracin del color, los fenmenos atmosfricos y sobretodo la sinceridad artstica para retratar las temticas cotidianas. La segunda revolucin de acuerdo a Gombrich, estar vinculada a la indagacin de nuevos temas que enfrentaron la narrativa pica.5 Gustave Coubert encabezar la sublevacin temtica al pintar desnudos femeninos, no de ninfas ni diosas, sino de gente comn sin ninguna remembranza heroica. Coubert titul su desnudo femenino principal y ms famoso El origen del mundo, como clara confrontacin a las genealogas mticas de narrativa pica.

    La tercera revolucin vanguardista del impresionismo fue de la mano de duard Manet basada propiamente en la escala de la iluminacin y en la transcripcin de los matices. La bsqueda de Manet se finc en la tradicin de Tiziano, Diego Velzquez y Francisco de Goya y en sus descubrimientos acerca de la luminiscencia y la gradacin en las obras, sin embargo Manet fue ms lejos para abundar de manera mucho ms explcita que Delacroix, en las formas en movimiento. La frmula entre colorido, luz y velocidad, al igual que la captacin de efectos instantneos dejaron de lado la base oscura del bastidor ligada al estilo barroco tenebrista, ste dej de ser un recuso para la captacin de escenas instantneas. Los artistas plasmaron pinceladas directas, de primera intencin sin prestar atencin al detalle, para determinar una visin de conjunto. Tal es el caso de Pierre Auguste Renoir y sus festividades populares, los paisajes ferroviarios de Claude Monet y ms tarde la corriente del puntillismo representado por Georges Seurat.

    Los descubrimientos acerca de la luminosidad y la fisiologa del ojo estn ntimamente ligados a los recursos pictricos. En 1939 comenzaron las publicaciones de Louise Daguerre y Joseph Nicphore Nipce sobre las impresiones fotogrficas en placas metlicas que dependan de pequesimas progresiones de luz, al mismo tiempo que Hermann von Helmholtz y Thomas Young sealaran que el prisma de refraccin est compuesto de irradiacin blanca que al contacto con la retina obtiene una sensacin de coloracin. En este sentido el razonamiento visual se vincul a la deduccin de intensidades en los objetos mediante variaciones de luminiscencia y tonalidad. Las sombras en conclusin no son solamente grises sino variaciones de los matices complementarios6, que tendrn un claro eco en la paleta de color de los cuadros de la poca, aunque es preciso sealar que Leonardo Da Vinci ya haba realizado experimentos pictricos sobre las obras y las profundidades de los objetos mediante la tcnica del sfumato.

    La coyuntura del Impresionismo no puede concebirse sin la aparicin de la fotografa. La necesidad del retrato como fin de registro perdi fuerza para empoderar al artista en la conservacin de imgenes efmeras y nuevas tcnicas de expresin pictrica. Los temas vulgares y de la vida diaria inundaron de albor a las telas montadas en bastidor. Artistas como Joaqun Sorolla se apoyaron en la fotografa de su suegro, Antonio Garca Peris, para la conformacin escrupulosa y escnica de sus amplios paisajes, que liberado de la pincelada naturalista de los siglos de oro espaol, con especficas influencias de Diego Velzquez y Jos de Ribera, llevar al lmite su tcnica de pintura al aire libre, al realizar enormes leos sobre tela in situ.

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    Sorolla apoyado en la educacin artstica tradicional, explor diversos gneros antes de llegar a la iconografa que le diera reconocimiento mundial. El artista ingres en el ao de 1878 a la Escuela de Bellas Artes de Valencia y ms tarde viaja a Italia y Francia para nutrirse de las nuevas lneas plsticas. Es en Roma donde aprende a la perfeccin la tcnica de la acuarela que ser fundamental para los estudios preparatorios de sus grandes obras de paisaje y escenas provinciales. En general, Joaqun Sorolla utilizar la prctica de la acuarela slo para el retrato y apuntes de su crculo afectivo cercano.

    La primera mitad de la carrera de Sorolla estar circunscrita a la temtica religiosa y de narrativa histrica, por ser los gneros acadmicos que gozaron de mayor prestigio y beneplcito de la crtica, mismos que le permitieron colocarse en la jerarqua de los virtuosos, que tenan como cualidad el planteamiento narrativo y la preparacin documental, para establecer imgenes mticas en recursos pictricos escenogrficos. El primer acercamiento del artista al gnero religioso lo consider, l mismo, desafortunado, no obstante la gran dimensin de la pieza de treinta y tres metros cuadrados titulado Entierro de Cristo, 1886. El panorama montaoso que alberga la sobria procesin hebrea que carga el cuerpo de Cristo sintetiza la herencia acadmica del autor, con un acento evidente en Francisco de Zurbarn, donde el cuerpo de Cristo absorbe la luz como motivo iconogrfico central de la composicin. Sorolla despej al soberbio cuadro de todo elemento superfluo para realzar el traslado del cadver. Dado el gran formato y calidad de la pieza trabajada en Roma que sera expuesta en la Exposicin Nacional de Madrid de 1887, el artista estuvo esperanzado en el xito del leo sobre tela, sin embargo, la pieza recibi fuertes crticas que le valieron la 2 Medalla del certamen considerado por Sorolla como un fracaso. La importancia de la tela radica en que El entierro de Cristo, marc el fin de la temtica religiosa en el valenciano, para integrarse propiamente al paisaje y en algunos momentos al retrato.7

    La incursin de Sorolla en el retrato fue en buena parte encausada por la remuneracin que conllevaba, sin embargo, Sorolla fundi el gnero del retrato con la pintura al aire libre, al igual que su contemporneo Ignacio Zuloaga Zabaleta, fundamentalmente conocido por sus cuadros costumbristas de severo dibujo naturalista e irnicamente conocido como el oponente al Luminismo pictrico de Sorolla.

    Sorolla obtuvo importantes distinciones a partir del ao 1895 hasta la primera dcada del siglo XX entre ellas el reconocimiento de Claude Monet quien describi su obra como joyeux lumiere.8

    En 1901 obtuvo las mximas preseas ante diversos jurados internacionales que iniciaron su etapa de consolidacin como paisajista. La preocupacin de Sorolla por la representacin de los iridiscentes espacios abiertos poblados de las distintas provincias espaolas tal como sucede en los paneles de la Spanish Society de Nueva York- acuar el trmino Luminismo para los enormes lienzos del paisaje popular de fuerte influencia Impresionista.

    1 Gombrich Ernest, La Historia del Arte, Phaidon, Madrid, p. 504.2 Trmino tomado de la Historia del Arte de Gombrich en su descripcin sobre la obra de Camille Corot. Ibd. p. 507.3 Las obras condenadas en 1862 por el jurado cercano a la corriente academicista, destinadas originalmente a ser expuestas en El Saln realizaron una contra muestra en el mismo ao con el nombre de El saln de los Rechazados.4 Ibd., p. 519.5 Ibd., p. 512.6 Fleming William, Arte Msica e Ideas, McGraw-Hill, Mxico, 1989, p. 319.7 Sorolla realiz un cuadro de gran formato con tema religioso por encargo del hacendado Chileno Rafael Errzuris, diez aos despus del percance de la pieza El entierro de Cristo, que fue destruda y slo se conserva una acuarela fiel fechada un ao despus. Diez Jos Luis, Barn Javier, Joaqun Sorolla, pintor, Joaqun Sorolla, Museo del Prado, Madrid, 2009, pp. 49-51.8 Alegre luz, Ibd., p. 43.

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    Marco Antonio Silva BarnJefe de curadura e investigacin

    Museo Nacional de San Carlos

    Sorolla y la escuela

    luminista valenciana

    Existen razones tanto artsticas como extra artsticas que ayudan a entender el auge de la pintura en una regin espaola que durante siglos haba permanecido al margen de los desarrollos artsticos ms relevantes en la pennsula ibrica: Valencia. Hacia mediados del siglo XIX, Madrid permaneca como la capital poltica, econmica e intelectual de Espaa. En el terreno pictrico, la Academia de Bellas Artes de San Fernando llevaba la voz cantante y era la reguladora de los gustos y modos del quehacer plstico peninsular. La Academia mantena contacto con su par en Roma, en donde muchos artfices continuaban su formacin en el rigor de las costumbres. Roma, no obstante su importancia, haba sido desplazada ya como epicentro del proceso vanguardista occidental, que se haba movido a Francia.

    Las regiones perifricas espaolas, a nivel artstico, por un lado buscaban emular a Madrid, enviaban all a sus jvenes prometedores para triunfar, no obstante, por otro lado, recelaban de la tutela madridista y su exacerbada importancia en todos los mbitos de la vida estatal. La pintura espaola del Siglo de Oro, marcada por su realismo y pincelada rpida, haba sido admirada y reivindicada por la crtica, los tericos, y muy importante, los creadores.

    Los artistas de mayor influencia y proyeccin a nivel estatal eran Carlos de Haes (1829-1899), Martn Rico (1833-1906), Eduardo Rosales (1836-1873), Mariano Fortuny (1838-1874) y Jos Jimnez Aranda (1837-1903). Destacaba la figura de De Haes, personaje considerado el principal introductor del paisaje realista en Espaa,1 temtica que ser eje e hilo conductor del arte de la segunda mitad del siglo XIX. Rosales, por otro lado, haba estudiado en Madrid y Roma, y en su obra se distingua el gusto por la temtica histrica, realizada mediante una pincelada abocetada, que sus contemporneos atribuan en parte a la admiracin por Velzquez. Fortuny fue un autor cosmopolita en cuya obra se aprecia un gusto por los efectos lumnicos y un marcado naturalismo realista.

    Tras largas negociaciones, la ciudad de Valencia haba derribado sus murallas en 1865 y aprobado, en 1887, el proyecto de ensanche de la ciudad. Las ciudades espaolas, en pleno siglo XIX, haban limitado su desarrollo por el aferramiento de los gobernantes a mantener prcticamente intactos los muros medievales en su periferia. A pesar de lo tortuoso del camino, ciudades como Barcelona y Valencia lograron deshacerse de tan odiosa limitante en la tercera parte de la centuria. El ensanche valenciano haca que la poblacin estuviera inmersa en un proceso de modernizacin, en la que una burguesa ascendente irrumpa con fuerza, ansiosa de multiplicar sus fortunas con nuevas inversiones.

    Aunado al fervor urbanista, en la dcada de 1860 toma forma un auge en el arte pictrico en la capital valenciana. Los centros regionales, bajo el impulso de la modernizacin de Espaa, ejercieron una renovada libertad, la reaccin frente al Madrid institucional, anquilosado y obsoleto, lo cual cre una pintura diferente, claramente moderna y radical, que interpretaba y desarrollaba tcnicas nuevas aprendidas del naturalismo reinante en las academias hispnicas, en combinacin con las propuestas asimiladas de la vanguardia parisina.2

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    Evidentemente no se le poda exigir a toda la escena artstica una acusada originalidad, ya que como explica una historiadora: lo que no se puede pedir es que todas las generaciones pictricas consecutivas de un pas acaparen la genialidad, caracterstica sta individual e intransferible, que no atiende a orgullos nacionales ni a pruritos de aoranzas imperiales.3

    La primera generacin de la renovacin artstica en Valencia tuvo como lder a Francisco Domingo Marqus (1824-1920), quien estudi tanto en San Carlos de Valencia, como en San Fernando de Madrid y Roma, y que era admirado por su sobria elegancia, aunado a una expresividad goyesca, as como por el virtuosismo de su oficio, que recordaba al recientemente fallecido Mariano Fortuny (1838-1974).4 En un principio de talante realista, Domingo evolucion a una pintura ms libre y suelta. Otros artfices de esta primera generacin como Bernardo Ferrndiz (1835-1885) y Joaqun Arrasot (1837-1919) se decantaron por un arte de cariz costumbrista.

    La siguiente generacin tuvo como protagonista a Ignacio Pinazo Camerlench (1849-1916), quien contina la lnea trazada por Fortuny. Asimismo, es Pinazo quien haba descubierto la playa valenciana como espacio de ocio y placer.5 En su pintura, Pinazo hace crnica o anlisis minucioso de un suceso y hace servir una tcnica abocetada o de apunte, usando tanto el pincel como la esptula, una pintura taquigrfica,6 por ser capaz de sintetizar con signos motivos, luces y personajes. Es un observador del tiempo y del espacio, describe los momentos, por ms fugaces que sean y capta hasta las impresiones ms sutiles. Un triunfo en el quehacer de Pinazo consiste en transformar lo aparentemente efmero, cotidiano o vulgar, en un asunto de alto nivel plstico y potico.7 Pinazo siente una mayor atraccin por la vida tradicional que por la moderna, la Valencia que asoma por sus lienzos y tablas es la de los jardines, los emparrados, los huertos, los naranjos y las flores, los labradores, las masas y alqueras, las barracas, los corrales, las cuevas. En 1884 recibi el nombramiento como profesor de colorido y composicin en San Carlos de Valencia, lo que le garantiz influencia plstica y formal en los autores de las siguientes generaciones.

    Asimismo destac la figura de Emilio Sala (1850-1910), no nada ms pintor de caballete, sino afamado ilustrador y decorador de palacios y cafeteras. Durante una fase de su vida se dedic a la pintura histrica, sin embargo, fue en la pintura de gnero en la que ms destac, lo mismo que en el paisajismo. En su trabajo se plasma una exuberancia del color, as como la paleta clara, que demostraban su investigacin en el campo de la tcnica y la teora de los colores.8 Una vez asentado en San Fernando de Madrid, redact una obra que resuma sus investigaciones: Gramtica del color (1906).

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    Tanto Sala como Pinazo son autores que elevan la calidad de la pintura valenciana, que alcanza una calidad y madurez indiscutibles.9 Asimismo se constituyeron como figuras de gran trascendencia para la generacin siguiente, encabezada por Cecilio Pla (1859-1934), Joaqun Sorolla (1863-1923) y Mariano Benlliure (1862-1947). Para entonces, se definan las caractersticas de los autores valencianos que se consideraban ms acusadas en su labor: nfasis en el color por encima del dibujo, gusto por el abocetamiento y por la mancha de color.10 Al mismo tiempo, los artistas valencianos, que en gran medida haban realizado el obligado viaje de aprendizaje a la Academia Espaola de Roma, traducan el influjo naturalista en su quehacer. Hay autores que consideran que entre 1873 y 1885 son los valencianos los que estn realizando parte de la mejor y ms avanzada pintura en Espaa.11

    Cecilio Pl y Gallardo (1860-1934) primero estudi en San Carlos de Valencia para posteriormente hacerlo en San Fernando y Roma. Su arte se reconoce como la pintura de las playas levantinas, en virtud del estudio y fascinacin por la luz, por las escenas de mares abiertos, as como por animadas escenas costumbristas, en las que se observa un gusto por explorar la intimidad y el encanto de los sucesos de la vida cotidiana.

    Hacia la dcada de 1890, la obra de Joaqun Sorolla haba alcanzado la madurez, la cual se observa en la maestra de sus imgenes de playas y marinas de su ciudad natal, en ellas se afirma la preocupacin por la captacin de la luz y movimiento. La temtica playera fue llevada a su mxima expresin con Sorolla, erigiendo un motivo que artistas contemporneos y subsecuentes toman como modelo. Sorolla se percat prontamente que la playa, en tanto espacio de esparcimiento, de relacin festiva entre la naturaleza y la burguesa, era uno de los nuevos espacios de la modernidad.

    El litoral espaol comenz a ser lugar de concurrencia pblica, un signo del acaecimiento de la modernizacin industrial de la Pennsula. As, las playas cantbricas como Santander o San Sebastin, y las del Mediterrneo, como Valencia, fueron apropiadas como universo de esparcimiento por las clases medias y adineradas que componan el grueso de los admiradores de Sorolla y sus contemporneos. El cambio de costumbres sociales no es un hecho cualquiera, los nios gozando del bao del mar, las mujeres que disfrutan al aire libre de las bondades martimas, son temas novedosos en la historia del arte que no se entenderan sin conocerse antes el advenimiento de los nuevos modos de esparcimiento y administracin del tiempo libre de las burguesas decimonnicas tardas.12 La modernidad en la pintura sorollista radica en parte en el hecho de representar una actitud de la vida que se afianzar en el siglo XX: la cultura del placer y la recreacin como forma estival de vida y asueto y que coincide con el progreso que en los mbitos econmico y social implic la modernizacin industrial.

    No hay que olvidar tampoco que el pblico que adquiere las telas de Sorolla hallaba en esos cuadros una fuente de prestigio, ostentacin y lujo, que en el caso valenciano ve all representadas las reivindicaciones de su pujante regionalismo, que se opone a los mandatos de la metrpoli, en un juego de tensiones entre centro y periferia.13

    Adems de las marinas y las escenas costumbristas, uno de los gneros de gran auge en aquel momento es el retrato, que cobra impulso e importancia en el ltimo tercio del siglo XIX. La modernidad haba revitalizado la retratstica, toda vez que los modelos podan ser representados sin necesidad de acudir ni a la veracidad ni a la idealizacin formal, que ya tenan a la fotografa como medio de realizacin. En cambio, el pblico burgus poda ser representado de un modo ms audaz y original de acuerdo a las novedades estilsticas que le ofreca el siglo XIX tardo.

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    Mariano Benlliure (1862-1947) pertenece a una dinasta encabezada por su padre, Juan Antonio, y seguida por l y sus hermanos Blas y Jos, de quienes aprendi las tcnicas artsticas. No obstante, Mariano Benlliure se decant por la escultura, convirtindose en uno de los artfices valencianos ms apreciados a nivel peninsular sobre este medio, recibiendo encargos tanto de Europa, como de Amrica. Precisamente la Hispanic Society de Nueva York conserva el busto que realizara de su exitoso contemporneo Joaqun Sorolla.

    Manuel Benedito (1875-1963) es uno de los representantes ms destacado de la generacin que sigue a Sorolla, con quien estudiara en el ltimo quinquenio del siglo XIX. Estudio en San Carlos y Roma, y es en parte conocido por profundizar la visin marina de Sorolla, adems de realizar una exploracin de las condiciones sociales de su tiempo. En su madurez se decant por una pintura ms bien realista que se aleja de la esttica de su maestro y de las propuestas lumnicas valencianas.

    La buena fama de la escuela valenciana, luminista, lleg a su cumbre crtica y de aprecio burgus justo en el trnsito al siglo XX. Encabezados por el ahora internacional Sorolla, otros pintores del Pas Valenciano despuntaron en los salones, alcanzado el xito en las Exposiciones Nacionales de Espaa, que servan como termmetro del gusto reinante, en donde se premiaban o sancionaban las propuestas de los artistas de renombre. A pesar de lo anterior, hubo voces discordantes que no se entregaron al aprecio generalizado por la obra valenciana, y en especfico, sorollista. Valga traer a colacin las constantes acusaciones de comercializacin y superficialidad que autores de la talla de Miguel de Unamuno verti contra Sorolla, lo mismo que algunos noventayochistas, en especial, Ramn Mara del Valle-Incln.14

    El triunfo en dichas exposiciones en realidad manifestaba el pulso ideolgico y material del arte en su momento, y en gran medida su sello de aprobacin, lo que haca que obras quedaran enmarcadas en una suerte de arte oficial. La nombrada final de Sorolla y sus contemporneos queda explicada en las palabras de Francisco Javier Prez Rojas: Sorolla es para los valencianos el artista moderno que les descubre una nueva manera de ver su propia tierra. Su pintura es para muchos el modernismo, lo moderno, lo nuevo. Sorolla y los valencianos descubren el paisaje de la luz, en el que el dramatismo y los sentimientos trgicos no tienen cabida.15

    BIBLIOGRAFA

    - Anes y lvarez de Castrilln, Gonzalo, editor, Isabel la Catlica y el Arte, Madrid, Real Academia de la Historia y Marquesa viuda de Arriluce de Ybarra, 2006.- Ars Longa: Cuadernos de Arte, N 9-10, Universitat de Valncia, 2000.- Centro y periferia en la modernizacin de la pintura espaola (1880-1918), Exposicin, Palacio de Velzquez, Madrid; Museo de Bellas Artes, Bilbao, 1993-1994. Centro Nacional de Exposiciones y Promocin Artstica, Ministerio de Cultura, 1993.- Dez, Jos Luis y Javier Barn, editores, Joaqun Sorolla, 1863-1923, Madrid, Museo Nacional del Prado, 2009.- Galn, Eva V., Pintores del romanticismo andaluz, Universidad de Granada, 1994.- Gracia Beneyto, Carmen, preparacin y textos, Valencian Painters: 1830-1936. From the Collection of the Diputacin de Valencia, Diputacin Provincial de Valencia, 1992.- Pantorba, Bernardino de (Jos Lpez Jimnez), La vida y la obra de Joaqun Sorolla, Madrid, Extensa Grficas Monteverde, 1970.- Priego Cid, Carlos, editor, Las artes espaolas en la crisis del 98, Universidad de Oviedo, 1996.- Revista de Literatura, Consejo Superior de Investigaciones Cientficas, Madrid, n LXV, 129, 2003.

    1 Francisco Javier Prez Rojas, Sorolla y la pintura espaola de su poca, en Joaqun Sorolla, 1863-1923, catlogo de la exposicin, Madrid, Museo Nacional del Prado, 2009, p. 144.2 Carmen Pena, Centro y periferia en la modernizacin de la pintura espaola, 1880-1918, en Las artes espaolas en la crisis del 98, Universidad de Oviedo, 1996, p. 187.3 Eva V. Galn, Aproximacin general a la pintura espaola ochocentista, en Pintores del romanticismo andaluz, Universidad de Granada, 1994, p. 51.4 Francisco Javier Prez Rojas, Sorolla y la pintura espaola de su poca, en Joaqun Sorolla, 1863-1923, catlogo de la exposicin, Madrid, Museo Nacional del Prado, 2009, p. 144.5 Francisco Javier Prez Rojas, op. cit., p. 150.6 Francisco Javier Prez Rojas, en El carnaval en la Alameda de Ignacio Pinazo, en Ars Longa: Cuadernos de Arte, N 9-10, Universitat de Valncia, 2000, p. 14.7 Ibd.8 Julio Valden Baruque, La expulsin de los judos en Espaa, en el lienzo de Emilio Sala y Francs, en Isabel la Catlica y el Arte, Madrid, Real Academia de la Historia y Marquesa viuda de Arriluce de Ybarra, 2006, p. 196.9 Francisco Javier Prez Rojas, Sorolla y la pintura espaola de su poca, en Joaqun Sorolla, 1863-1923, catlogo de la exposicin, Madrid, Museo Nacional del Prado, 2009, p. 144.10 Ibd.11 Ibd.12 Alberto Acereda, Dos visiones del espacio marino como modernidad. Entre la poesa de Rubn Daro y la pintura de Joaqun Sorolla, en Revista de Literatura, Consejo Superior de Investigaciones Cientficas, Madrid, n LXV, 129, 2003, p. 127.13 Ibd., p. 140.14 Ibd., p. 130. 15 Francisco Javier Prez Rojas, Un perodo de esplendor: la pintura valenciana entre 1880 y 1918, en Centro y periferia en la modernizacin de la pintura espaola (1880-1918), Madrid, Ministerio de Cultura, 1993, p. 170.

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    Aurora Yaratzeth Avils GarcaInvestigadora

    Museo Nacional de San Carlos

    De la innovacinal arte oficial:

    Sorolla a travsde la crtica

    de arte

    () el Arte no puede desentenderse por completo de los elementos que le dan vida, ni permanecer extrao a las ideas predominantes en la sociedad que lo alimenta.1 Por medio de esta opinin expresada en 1871 en el diario La Ilustracin de Madrid, el crtico Peregrn Garca Cadena reconoca la importancia de los juicios valorativos expresados por la crtica de arte en las reseas de las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes,2 publicadas en la prensa espaola a partir de la segunda mitad del siglo XIX. Estos juicios eran lo que Garca Cadena consideraba las ideas predominantes en la sociedad que lo alimenta, su inters radica en que constituyen una manifestacin del gusto de la poca y dejan ver los criterios que determinaban la aceptacin o el rechazo de las producciones artsticas.

    La percepcin de una obra de arte es un tema que ha despertado el inters de tericos y estetas, que han dedicado varias lneas a su anlisis. El destacado socilogo francs Pierre Bourdieu, en uno de sus estudios sobre el gusto, expresa una afirmacin similar a la de Garca Cadena, al sealar que la aprehensin y la apreciacin de la pieza artstica dependen de la intencin del espectador, que gira en funcin de las normas convencionales que rigen la relacin con la obra en una cierta situacin histrica y social,3 nuevamente se refiere a las ideas predominantes de las que hablaba el crtico espaol un siglo antes.

    En este sentido, Bourdieu niega que las producciones plsticas sean capaces, slo por sus caractersticas formales, de suscitar preferencias naturales en el observador y seala la importancia de la existencia de una autoridad investida con el poder de designar y consagrar ciertos objetos como dignos de ser admirados y apreciados.4

    En el presente trabajo, se propone a la crtica de arte como esa instancia dotada de autoridad, que determin la valoracin de las producciones en el circuito artstico espaol de finales del siglo XIX y principios del siglo XX.

    Este artculo constituye una aproximacin a la actividad de Joaqun Sorolla y Bastida desde el fenmeno de la recepcin de las obras que el valenciano present en las Exposiciones Nacionales entre 1884 y 1901. Con este motivo, se recogen algunas opiniones sobre su trabajo, publicadas en la prensa durante ese periodo, que no slo dan cuenta de la trayectoria del artista en las exhibiciones y los cambios en su estilo, sino que tambin evidencian las transformaciones en el gusto y la mentalidad de la poca que contribuyeron en el proceso que lo llev a convertirse en el principal representante del arte oficial al despuntar el siglo XX.

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    Entre la pintura de historia y el realismo

    En el mbito de las Exposiciones Nacionales, adems de la ya referida crtica de arte, las medallas concedidas por el Estado eran un indicador ms del gusto y determinaban no slo la estimacin de las producciones plsticas, sino tambin la consolidacin de los estilos y su incorporacin a la categora de arte oficial.

    En este sentido, la participacin de los artistas en las exhibiciones oficiales deja ver que en algunas ocasiones adaptaban su produccin a las nociones estticas reinantes. Esto es evidente en la participacin de Sorolla en la exposicin de 1884, a la que concurri con una obra de temtica histrica. Se trata de la pintura titulada El dos de mayo, en la que la crtica reconoci los mritos del artista, al tiempo que seal los aspectos que deba mejorar, al afirmar que era una composicin bien ideada, figuras contrahechas, pero que viven; clera, mpetu... El color es agrio y duro, pero hay aqu un pintor, y quiz un artista. No obstante, Su dos de mayo carece de personalidad [].5 Para estas fechas, la pintura de historia estaba empapndose de toques realistas y dejando de lado la idealizacin acadmica, a pesar de lo cual segua acaparando las medallas en las Exposiciones. El hecho de que Sorolla eligiera un asunto de este tipo para presentar en la muestra, revela la intencin de adecuarse a las formas y motivos aceptados en este crculo, objetivo que logr satisfactoriamente, puesto que su pintura histrica fue premiada con una medalla de segunda clase.

    Sin embargo, las obras presentadas en las muestras revelan tambin las incursiones de los artistas en nuevos lenguajes plsticos, tal es el caso de la Exposicin de 1887, a la que el creador present una obra que manifiesta sus experimentos con la pincelada impresionista y anticipa el desarrollo del luminismo, movimiento al que nos referiremos ms adelante. Las pinceladas sueltas y rpidas, que confieren un carcter abocetado a las piezas, propias del estilo francs, fueron denotadas por la prensa al resear el cuadro El entierro de Cristo exhibido en la muestra. El crtico Isidoro Fernndez Florez las mencion en su nota y observ una particularidad ms: la preocupacin del autor por captar los efectos del ambiente natural en la hora en la que fue pintada la obra, caracterstica del realismo espaol. Es as que seal que El Sr. Sorolla creyendo hacer un cuadro ha hecho un pas [] Ha pintado no el entierro de Cristo, sino la hora en el que le enterraron [...] Como un boceto gigantesco, como una nota feliz de un paisajista, me parece elogiable el Entierro de Cristo, y desdichadsimo en la composicin y desempeo de las figuras []6

    Esta pincelada con caractersticas impresionistas gener opiniones contrarias, por un lado Martnez Barrionuevo al observar que el pintor tiene algo de impresionista emiti un juicio negativo al sealar que la generalidad del cuadro tiene algo de tosco por falta de acabado,7 mientras que Blanco Asenjo, afirm que el cuadro [] Revela grandes alientos y poderossima personalidad (...) en l se impone a todo el efecto, y nada est detallado ni concluido, pero a pesar de ello, la impresin que produce es muy honda.8

    A pesar de que la obra antes mencionada anticip la evolucin del artista hacia el luminismo, en estos aos la produccin de Sorolla segua inmersa en el realismo.9 Los artistas de este movimiento utilizaron la tcnica de pintar al aire libre, tambin llamada plein air, como medio de aproximacin emprica a la realidad. As, se le dio importancia a los juegos de luz del sol, a los cambios de las estaciones y los fenmenos que se observaban en el momento de pintar y que se recogan por casualidad. Los artistas salieron del estudio y trabajaron en contacto directo con la naturaleza, lo cual dio un sentido distinto a la obra de arte.

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    El realismo tambin incluy en el espacio pictrico a la gente desempeando sus labores ordinarias, forma en la que insert a la vida cotidiana como parte de la historia de una regin. La inclusin de trabajadores, campesinos, lavanderas, costureras, etc. en un mbito antes reservado a prncipes, nobles y hroes, coincide con la difusin de las ideas democrticas impulsadas desde el siglo XVII y XVIII por tericos como John Locke, Jean-Jacques Rousseau y el Barn de Montesquieu, adems de los postulados socialistas del siglo XIX que cobraban cada vez ms fuerza. Estas ideas guiaron la adopcin de una nueva variedad de temas.

    A pesar de que algunos crticos lo calificaban como vulgaridad, este estilo fue ganando terreno en las Exposiciones Nacionales a partir de 1890, lo cual se demuestra con el hecho de que en la Exposicin celebrada ese ao, la mayor parte de las medallas fueron concedidas a las obras de este tipo. Adems, el movimiento comenz a ser respaldado por crticos como Acacio Cceres Prat, quien en La Ilustracin Nacional, afirmaba que en la pintura contempornea no caben los convencionalismos a que con facilidad se prestan las brillantes armaduras de la Edad Media y los mantos artsticamente plegados, y los desnudos ms o menos clsicos de la antigedad grecorromana. Adems, los asuntos tomados de la vida moderna suelen estar ms sentidos por el autor del cuadro, que los que se verificaron en tiempos ya remotos.10 De esta manera, defenda la incorporacin de temas de la vida cotidiana en los cuadros, en detrimento de la representacin de grandes hazaas histricas.

    En el certamen de 1890, Sorolla present el cuadro Boulevard de Pars, con el que obtuvo la medalla de segunda clase, adems de buenos comentarios que resaltaban sobre todo, el naturalismo de la composicin al calificar la pieza como una nota arrancada del natural; llena de vida y movimiento y que da una perfecta idea de realidad.11 En general la pintura fue bien acogida, a pesar de que no falt quien lamentara que el artista no hubiera basado su obra en una escena de la vida social madrilea, que por raro que ello parezca, nadie pinta.12

    La consolidacin definitiva del realismo y su incursin en la categora de arte oficial tuvo lugar en la Exposicin de 1892, en la que todas las medallas de primera clase fueron otorgadas a obras de este estilo. Las obras premiadas estn inscritas en el denominado realismo de corte social, vertiente que abordaba la problemtica social de la poca con un tono de denuncia no exento de idealizacin de los personajes y sus entornos. Por supuesto, el incipiente estilo tuvo sus detractores, entre ellos Pedro de Madrazo -tambin pintor-, quien observaba la influencia de las modernas ideas democrticas que dan alas a las ms vulgares escenas en que interviene el elemento popular restando importancia a los hechos de las clases superiores de tal forma que los sucesos ms insignificantes, qu digo sucesos? Las meras manifestaciones pasivas de la vida ordinaria y comn [] vienen de poco tiempo a esta parte encaramndose a las altas esferas de la pintura de historia.13

    Al mismo tiempo otras plumas, como la de Rodrigo Soriano, salan a la defensa de estas nuevas formas, al advertir la decadencia de la pintura de historia, en la que segn sus apreciaciones se impona la rutina, el convencionalismo y la mentira, dndose el imperio del maniqu y el desprecio de la realidad de las cosas para soar quimeras.14

    Una de las medallas de primera clase fue dada a la pintura Otra Margarita! de Sorolla, que representa a una joven de bajos recursos, custodiada por un guardia en el interior de un vagn de tren, detenida probablemente por dedicarse a la prostitucin. La crtica alab la veracidad de la pintura, Federico Balart afirmaba que al mirar esta pintura [] se olvida uno que est mirando un cuadro.15 Otros crticos elogiaban adems, la sensibilidad tan bien lograda en la escena al sealar que el artista [], ha procurado reflejar el espritu de la naturaleza, dar alma y vida a sus composiciones, y de ah ha brotado cuadro tan humano, tan verdadero como Otra Margarita, en el que la sobriedad no quita nada al efecto, que es tal como no hay otro cuadro en el Palacio de las Bellas Artes que lo produzca semejante, ni que ms fuertemente impresione.16

    La preferencia oficial por este tipo de obras qued manifiesta en el xito que Sorolla obtuvo en la exposicin de 1895, a la que present Luego dicen que el pescado es caro!, pieza en la que critic las duras condiciones laborales de los pescadores y por la cual recibi nuevamente la medalla de primera clase.

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    Advenimiento del luminismo en los certmenes oficiales

    A la par de la consolidacin del realismo como el nuevo paradigma del arte oficial en las Exposiciones de 1892 y 1895, nuevas tendencias artsticas comenzaron a abrirse camino en ambos eventos. Se trata del luminismo,17 variacin del impresionismo francs que se gest en Espaa y que en la pennsula concedi una mayor importancia a la representacin de los efectos de la luz, al tiempo que asumi marcados tintes regionalistas y folklricos. Los pintores luministas utilizaron pinceladas rpidas, sueltas, alargadas y aparentemente descuidadas, casi a manera de manchas, que por un lado confieren a la obra la apariencia de un boceto y por otro dan la sensacin de movimiento.

    En la muestra de 1895, Luego dicen que el pescado es caro!, presentaba atisbos de las caractersticas luministas, mientras que Gonzalo Bilbao, uno de los principales representantes de este movimiento, particip con la obra La Siega, que recibi comentarios negativos de la crtica que afirmaba que la luz jams podr ser el asunto de un cuadro.18 Como sola suceder con las nuevas propuestas plsticas, al principio el estilo tuvo muchos detractores, que decan burlonamente que si la mana dura, habr que dividir el local en sol y sombra como en los tendidos de las plazas de toros.19 Sin embargo, algunos crticos intuan el xito que tendra este estilo y afirmaban que la escuela moderna estaba asestando tremendsimo golpe a los viejos moldes pulverizados y fundidos como blanda cera en los tonos calientes del sol, de la luz, la Naturaleza esplndida y el aire libre.20

    A pesar de constituir en un inicio una gran innovacin en el panorama artstico espaol, no debe perderse de vista el hecho de que el luminismo posea un carcter burgus, ligado a la mentalidad positivista y folklorista de la clase dirigente, por lo que pronto se convirti en el nuevo estandarte del arte oficial. Ello se manifiesta en el hecho de que en 1899 Gonzalo Bilbao obtuvo medalla de primera clase por su obra Mar de levante, xito que se repiti en 1901 con Cigarreras de Triana.Por su parte, el cuadro Triste herencia!, en el que Sorolla nuevamente abord una temtica social -al aludir a las consecuencias de la sfilis de los padres en la salud de los nios-, en conjunto con marcados acentos luministas, particip en la Exposicin Universal de Pars en 1900, donde obtuvo un Gran Prix y posteriormente la medalla de honor en la Exposicin Nacional de Bellas Artes de 1901.

    El premio conferido signific el encumbramiento de Sorolla como el principal representante del arte institucional en la Espaa de principios del siglo XX. Esto se verifica en el hecho de que en 1904 el pintor ocup la presidencia del jurado de pintura en la Exposicin Nacional de ese ao, encargndose de seleccionar las obras que seran admitidas a participar en la muestra.

    La importancia de Sorolla en esas fechas se manifiesta en las lneas que Marn Ramos, un incipiente pintor que experimentando con nuevas vertientes y cansado de que lo consideraran revolucionario y loco, escribe a Sorolla para pedir su ayuda: [] S que es usted el cacique de la pintura. Me informan que es usted opuesto a mis ideas en arte. He hecho ese cuadro, que le envo, para que haga usted lo posible para tirarlo a la calle.21 Aos ms tarde, Sorolla lo visita en su estudio y lo convence para realizar una exposicin de sus obras en el Saln Iturrioz, donde en mayo de 1910 Marn Ramos triunfa plenamente.

    En esta ocasin, la figura de autoridad que tuvo influencia en la aceptacin de las obras de nuevos artistas fue nuestro pintor, quien ya haba transitado por el mismo circuito al inicio de su carrera, recorrido que se ha reseado brevemente en este artculo con la intencin de mostrar al lector uno ms de los mltiples procesos que permiten comprender el desarrollo de la historia del arte en su dimensin ms amplia.

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    1 Peregrn Garca Cadena, La Exposicin de Bellas Artes I, La Ilustracin de Madrid, Madrid 15 octubre 1871, pp. 301-302. Citado por Carlos Merino Garca y Arturo Colorado Castellary, Recepcin y crtica del arte nuevo en Espaa (1871-1910): la seccin de pintura en las exposiciones nacionales de bellas artes, Espaa, Universidad Complutense de Madrid, 2006, p. 177.2 Las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes fueron eventos organizados por el Estado espaol desde la segunda mitad del siglo XIX, con la finalidad de renovar la produccin artstica del pas. En ellas, los artistas exhiban sus trabajos con el objetivo de obtener una de las codiciadas medallas que no slo consolidaran su estatus, sino que adems garantizaran la compra de sus piezas por el gobierno.3 Pierre Bourdieu, El sentido social del gusto. Elementos para una sociologa de la cultura, Argentina, Siglo Veintiuno Editores, 2010, p. 66.4 Bourdieu, op.cit., p. 67.5 Isidoro Fernndez Flrez, Exposicin de Bellas Artes, artculo IV (Cuadros histrico), La Ilustracin Espaola y Americana, Madrid, 22 junio 1884, pp. 382-386. Citado por Merino Garca y Colorado Castellary, op. cit., p. 294. 6 Isidoro Fernndez Florez, Exposicin Nacional de Bellas Artes (varios autores), La Ilustracin Espaola y Americana, Madrid, 8 julio 1887, pp. 6-10. Citado por Merino Garca y Colorado Castellary, op. cit., p. 310.7 M. Martnez Barrionuevo, La Exposicin de Bellas Artes III (la segunda sala grande), El Imparcial, Madrid, 26 mayo 1887, pp. 1-2. Citado por Merino Garca y Colorado Castellary, op. cit., p. 310.8 Blanco Asenjo, Exposicin de pinturas, La Iberia, Madrid, 21 mayo 1887, p. 1. Citado por Ibd., p. 311.9 Para mayor informacin sobre este estilo vase: Valeriano Bozal, Historia del Arte en Espaa. Desde Goya hasta nuestros das, Tomo II, Madrid, Istmo, 1994 y Jos Enrique Garca Melero, Arte espaol de la Ilustracin y del siglo XIX. En torno a la imagen del pasado, Madrid, Ediciones Encuentro, 1998.10 Citado por Merino Garca y Colorado Castellary, op. cit., p. 337.11 Roberto, Exposicin de Bellas Artes: Cartas a un amigo IX, La Iberia, Madrid, 14 mayo 1890, p. 1. Citado por Merino Garca y Colorado Castellary, op. cit., p. 353.12 Luis Alfonso, La Exposicin Nacional de Bellas Artes - XI, La poca, Madrid, 22 mayo 1890, pp. 1 2. Citado por Ibd., p. 354.13 Pedro de Madrazo, Exposicin Internacional de Bellas Artes de 1892 (artculo II), La Ilustracin Espaola y Americana, Madrid, 15 noviembre 1892, pp. 330-331. Citado por Merino Garca y Colorado Castellary, op. cit., pp. 365 y 366.14 Rodrigo Soriano, Exposicin de Bellas Artes VII (historia de la pintura), La poca, Madrid, 17 noviembre 1892, p. 1. Citado por Ibd., p. 366.15 Federico Balart, Exposicin de Bellas Artes VII, El Imparcial, Madrid, 12 diciembre 1892, p. 1. Citado por Ibd., p. 383.16 Sergio Puig, En la Exposicin de Bellas Artes: impresiones de un aficionado LIV, La Iberia, Madrid, 1 enero 1893, p. 1. Citado por Ibd., p. 384.17 Para mayor informacin sobre este movimiento plstico vase: Garca Melero, op. cit., p. 382.18 Francisco Alcntara, La siega en Andaluca cuadro de D. Gonzalo Bilbao, Los lunes del Imparcial, Madrid, 15 julio, 1895, p. 1. Citado por Merino Garca y Colorado Castellary, op. cit., p. 399.19 Luis Royo Villanova, Un da a cuadros, Blanco y Negro, Madrid, 5 junio 1897, p. 5. Citado por Ibd., p. 88.20 Citado por Ibd.21 Inmaculada Concepcin Rodrguez Aguilar, Arte y cultura en la prensa. La pintura sevillana (1900-1936), Sevilla, Universidad de Sevilla, 2000, p. 584.

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    Yazmin Mondragn MendozaInvestigadora

    Museo Nacional de San Carlos

    ReMENDANDO REDEs:La historia de

    una obra

    El esplndido arte espaol no es solamente gloria de Espaa sino de toda la raza latina y efectivamente, hay una solidaridad entre los pueblos latinos, que hacen que se cuente como propias las grandezas y las victorias que consiguen los que pertenecen a la misma gran familia que parece que tiene en el mundo algo as como el monopolio del arte y de la inspiracin.1

    Porfirio Daz

    La obra y genio de Joaqun Sorolla se dio a conocer en Mxico gracias a las celebraciones del centenario de la Independencia, bajo el gobierno del General Porfirio Daz, con ms de 30 aos como presidente de la Repblica y con 80 aos de edad. 1910 era su ao, el de la conmemoracin del Grito de Dolores y de una centuria de formacin de una nacin a la que l haba contribuido a consolidar. Mxico, durante el porfiriato, marchaba bajo un ideal positivista de orden y progreso; acorde a este lema es que se organizaron una serie de actividades y obras conmemorativas para celebrar el primer siglo de Independencia.

    De la poca destacan la edificacin de la Columna de la Independencia -conocida popularmente como el ngel de la Independencia- versin de la diosa Nike o Victoria alada, del arquitecto oficial del regimen, Antonio Rivas Mercado; el Hemiciclo a Jurez de Guillermo Heredia; el Teatro Nacional, obra que no se concluye sino aos despus y que sera renombrada como Palacio de Bellas Artes, diseo original del italiano Adamo Boari y el Palacio Legislativo, proyecto del francs Emile Bernard, y del que solo se realiz la estructura de acero del vestbulo. La construccin fue rescatada en tiempos posrevolucionarios, para conformar lo que se conoce como Monumento a la Revolucin.

    En el marco de las festividades, sobresale la organizacin de una gran exposicin de arte espaol. Este grandioso proyecto fue gestionado por Justo Sierra, ministro de Instruccin Pblica y Bellas Artes desde 1905, y encargado de la planeacin de eventos artsticos y culturales. Para materializar dicho acontecimiento Sierra, se entrevist con el embajador espaol Bernardo Clogan, proponindole la realizacin de una exposicin de arte e industria que contara con el patrocinio de la comunidad hispana y el subsidio del gobierno mexicano. La propuesta fue recibida con entusiasmo, pues los espaoles se mostraron muy dispuestos a volcar esfuerzos y a financiar con generosidad las fiestas de Independencia.

    A la empresa compuesta por Sierra y Clogan, se uni el presidente del Casino Espaol, el seor Snchez Ramos, quien le dara el impulso econmico y prctico al evento en puerta. Esta triada, integrada por el gobierno mexicano, el espaol y los colonos espaoles, apadrinaran la Exposicin Espaola de Arte e Industrias Decorativas; este ambicioso evento, digno de las celebraciones de 1910, deba emular a la tradicin europea iniciada con la Primera Exposicin Universal efectuada en Londres en 1851, para la que se construy el famoso Crystal Palace. Dicha exhibicin marc la pauta a seguir por las principales potencias hasta convertirse en uno de los rasgos caractersticos de la segunda mitad el siglo XIX y las primeras dcadas del XX.

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    Las exposiciones universales y sus pabellones revelaban el desarrollo tcnico e industrial, la produccin artstica y las riquezas naturales del pas anfitrin y de sus invitados; pero sobre todo, las exposiciones subrayaban el lado prspero y floreciente del capitalismo y la burguesa decimonnica.

    Aunque Mxico no realiz una exposicin universal para 1910, podra decirse que la exposicin espaola cumpli en cierta medida con este papel en el marco de las fiestas de la Independencia, en virtud del inters que despert en los mbitos poltico, diplomtico, artstico y comercial de la capital. As pues, el ambicioso proyecto demostraba la pertenencia de nuestro pas a las naciones civilizadas y modernas que pueden darse el gusto de construir un pabelln, adems de aprovechar la oportunidad para invitar a los hermanos extranjeros a unirse a la conmemoracin de la emancipacin mexicana.

    Con el tiempo encima se le encargo al arquitecto cataln Miguel Bertrn de Quintana la construccin del pabelln que albergara la exposicin espaola; asimismo se le comision la tarea de reunir lo mejor que en arte e industrias se encontrara en las principales ciudades espaolas. A lo largo de 26 das Bertrn se dio a la tarea de recorrer la pennsula ibrica y con ayuda del cnsul mexicano, comerciantes productores de industrias relacionados con las artes y la construccin y algunos miembros de la intelectualidad, se dedic a la seleccin y envo de obras a nuestro pas.

    Dentro de los artistas que participaron en la exposicin de 1910 se encuentran: Gonzalo Bilbao (1860 - 1938), Eduardo Chicharro (1873 - 1949), Manuel Benedito (1875 - 1963), Jos Benlliure (1855 - 1937) y los tan afamados Ignacio Zuloaga (1870 - 1945) y Joaqun Sorolla (1863 - 1923). En los lienzos de estos pintores podemos encontrar cuadros con temas costumbristas como son la representacin de majas, toreros, fiestas regionales, mujeres ataviadas con vistosos mantones y elegantes abanicos; todos los temas citados denotan el inters de los artistas por el rescate de las tradiciones y valores de su amada patria. Estas manifestaciones artsticas expresan un nacionalismo que se haba venido forjando en la plstica acadmica mexicana dcadas atrs y que encontraban en Sorolla, Zuloaga y Anglada Camarasa una fuente ms de inspiracin.

    La magna exposicin se inaugur el 9 de septiembre de 1910 presidida por el Presidente de la Nacin, Don Porfirio Daz, a quien por cierto Sorolla retratara un ao ms tarde en Pars durante el mes de diciembre.2 De acuerdo a los diarios mexicanos de la poca, Sorolla present en la exhibicin ocho obras, no obstante Bernardino de Pantorba en su libro Vida y obra de Joaqun Sorolla, menciona once, estas fueron: Trata de Blancas, fechada en 1885 y que hoy forma parte del Museo Sorolla; El nio de las uvas de 1898; Pescadora Valenciana, 1902; El boltijo, En la playa y El pescador, pintadas en 1904; pertenecientes al Seor Calixto Rodrguez, quien las haba comprado al autor y las facilit para la exposicin. Tambin participo el leo titulado Barca valenciana, adquirida durante la exposicin por el seor M. Campa; Salida del bao, pintura vendida en 1911 en Brasil; Valenciana en el huerto y por ltimo se menciona Remendando redes, 1901.3

    En las escenas contenidas en estos cuadros se empezaba a distinguir la madurez artstica a la que el artista estaba llegando, la coherencia de sus trazos y la laboriosidad de sus escenas, evidencia lo metdico de su persona y la insistencia de su estilo por perseguir un tipo de pintura realista que compartira algunos de los principios del impresionismo, como la factura espontnea, la fidelidad a la pintura al aire libre y una temtica anecdtica, sencilla y sin pretensiones de aleccionar a nadie. Por estas caractersticas y por la gran popularidad que el artista estaba alcanzando en los albores del siglo

    XX; es que al terminar la exposicin de arte espaol, Justo Sierra junto con el director de la Escuela Nacional de Bellas Artes, Antonio Rivas Mercado, seleccionaron una de las obras de Sorolla para ser parte de las galeras de la Academia de San Carlos, el cuadro adquirido se titula Remendando redes; del mismo modo se seleccionaron otras piezas de reconocidos artistas espaoles para acompaar la obra de Sorolla y juntos conformar la coleccin de arte hispnico que la Academia resguardara en sus instalaciones. Algunas de ellas son: Mujeres bretonas a la orilla del mar y De vuelta del trabajo de Manuel Benedito, ambas sin fechar; Boda en Ans, sin fecha de Carlos Vzquez Ubeda; Milagros, la bailaora, pintada hacia 1905 por Jos Villegas y Cordero; La cultura espaola, sin fechar de Jos Santiago Garnelo y Alda; Garden Party, 1909 de Eduardo Chicharro y Agera; La juerga o Muchacha cantando de Gonzalo Bilbao, pintada hacia 1905; Estudio de rosas y pensamientos, sin fechar de Jos Nogales y Sevilla, La siega, no fechada de Jos Blanco Coris; as como los lienzos El monaguillo, ca. 1884 de Jos Benlliure; Dama de Blanco, 1897 y Retrato de Florita, 1887 de Juan Antonio Benlliure.

    Posteriormente la Secretara de Educacin Pblica las asign al Instituto Nacional de Bellas Artes, pasando a ser parte de la coleccin del Museo Nacional de San Carlos en 1968. Desde entonces se conformaron en un grupo pictrico denominado Realismo espaol, debido a las caractersticas comunes que se observan en los temas tratados por los diversos artistas.

    Volviendo a la obra que nos ocupa, Remendando redes, haba participado previamente en diversas exposiciones de Sorolla, a saber: en Pars en 1906, Londres 1908 y Nueva York en 1909, hasta que el Gobierno mexicano la adquiri en 10.000 pesetas. Ya como parte del acervo del Museo Nacional de San Carlos la pintura se ha presentado en exposiciones nacionales e internacionales tales como: Sorolla, el pintor de la luz, Museo de San Carlos, Mxico, 1992-93; Sorolla en Mxico, Museo de San Carlos, Mxico 2005; Tipos y paisajes 1890 1930, Museo de Bellas Artes, Valencia 1998-99, Pintura Espaola en el Museo Nacional de San Carlos, Museo de Bellas Artes, Valencia, 2000 y Prodigios de luz. Sorolla y sus contemporneos, en el Museo de Arte de Orizaba (2012-2013) y el Museo Nacional de San Carlos, 2013.

    La pieza haba sido realizada en el verano que Sorolla pasa con su familia en la playa del Cabaal, Valencia. La composicin del artista toma como escenario la intimidad de las viviendas humildes del barrio de pescadores que frecuentaba en ese momento. El autor sita al espectador en el interior de una sencilla construccin de madera, esta cabaa o caseta es una de las muchas que existan en los poblados martimos de Valencia, las fotografas de la poca muestran estos barrios como lugares apenas urbanizados con las acequias cruzando entre calles sin empedrar y barracas junto a otras construcciones ms slidas. Los cobertizos donde se trabaja estaban con frecuencia ubicados en las proximidades de las playas, sobre la arena, y eran talleres para distintos usos donde se poda construir o guardar una barca.4

    La tela pertenece al denominado costumbrismo marinero, nombre con el que se designa a este tipo de composiciones dentro de la produccin de Sorolla, este gnero trata de las gentes del mar y sus actividades cotidianas. La idea primera no es de Sorolla sino del pintor Ignacio Pinazo Camarlench (1849 1916), que la desarrolla en pequeo formato, pero es nuestro artista el que la conduce a sus ms amplias representaciones.

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    Este tipo de costumbrismo se mantendr en la obra del pintor hasta el final de su vida con distintas y variadas versiones, como el tema de playa, alcanzando el refinamiento de su tcnica en el lienzo titulado Cosiendo la vela de 1896, (coleccin de la Galleria Internazionale dArte Morderna di Ca Pesaro de Venecia), donde la tela expuesta en el suelo hace las veces de gran pantalla que ilumina toda la composicin al reflejarse sobre ella la luz solar. A partir de esa pintura es mayor la frecuencia con que este tema se presenta en la obra del pintor, que tuvo una gran aceptacin en el pblico.

    El leo Remendando redes es una hermosa prueba del costumbrismo marinero de Sorolla, la escena representada posee una belleza muy bien lograda al plasmar a este grupo de mujeres ocupadas en el remiendo de las redes, en cuyas personas son captadas el reflejo de las luces. En la escena se nota con ms fuerza su tendencia hacia el luminismo, tcnica en la que la luz juega un papel de primera categora en la composicin, una luz mediterrnea que Sorolla saba reflejar con maestra.

    El lienzo muestra la plenitud y madurez de su estilo tanto en tcnica como en temtica; el extraordinario manejo de la cromtica y los efectos de la luz que distinguen la mayor parte de la obra de Sorolla, son evidentes en esta tela en la que formula un intrincado juego de sombras, que lejos de oscurecer la escena le dan una grata frescura y templanza a los personajes que la integran. Sus pinceladas son largas pero concretas y aunque se interesa principalmente por la luz, la estructura del cuadro permanece bien definida, ofrecindonos con ello la versin ms pura de la tarea diaria de este grupo de mujeres, inmersas en una atmosfera gustosamente respirable, tranquila y clida. La composicin otorga a los personajes una fuerte expresividad y dinamismo, enfocado en la burda labor de remendar redes para las actividades marinas. El pintor descompone la luz en pinceladas furtivas tiendo la escena de un aura entraable y clida, en su cuadro no solo estn presentes las mujeres espaolas, sino que tambin acompaa y a la vez compone todo la escena los reflejos de un sol tpicamente espaol. Todo es movimiento, instante que pasa rpido y que es preciso capturar en breves pero concisas pinceladas.

    A lo lejos, en ltimo plano el artista bosqueja parte de una embarcacin, fuertemente iluminada, estacionada en la arena, de la cual parte el punto de fuga del que salen diagonales que se extienden en los planos precedentes y, a travs del mismo elemento define el horizonte logrando una perspectiva realista, tambin presente en los contraste de luz que se cuelan por un techo slo sugerido a travs de las manchas reflejadas en el suelo. La luminosidad plasmada envuelve a las figuras en tonalidades tostadas y nacaradas, dndoles a los personajes actitud de movimiento y robustez, lo que hace de este lienzo una obra de gran naturalismo, y con un estilo verista rico en expresiones costumbristas, al mostrar la vida popular, de las gentes del mar de Espaa.

    1 Inauguracin de la Exposicin de Arte Espaol, El Correo Espaol, 10 de septiembre de 1910, p. 2.(Tomada del catlogo de la exposicin: 1910 El arte en un ao decisivo. Exposicin Espaola Exposicin Japonesa, MSC, INBA-CONACULTA, Mxico, D.F; 1991, pp. 14-15).2 El retrato pertenece a la coleccin The Hispanic Society of America de Nueva York.3 Bernardino de Pantorba, La vida y la obra de Joaqun Sorolla, Ed. Mayfe