problemas de historia argentina contemporánea

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TRABAJO PRÁCTICO DOMICILIARIO 5 STEFANÍA CARDONETTI SONIA GAROFALO ANTONELLA RAPANELLI PROBLEMAS DE HISTORIA ARGENTINA CONTEMPORÁNEALA ARGENTINA RURAL DEL CENTENARIO AL BICENTENARIO (1910- 2010)Espacios regionales, sujetos sociales y políticas públicas.

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Historia social y política Argentina del siglo XX

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Page 1: Problemas de Historia Argentina Contemporánea

STEFANÍA CARDONETTI

SONIA GAROFALO

ANTONELLA RAPANELLI

TRABAJO PRÁCTICO DOMICILIARIO 5

PROBLEMAS DE HISTORIA ARGENTINA CONTEMPORÁNEALA ARGENTINA RURAL DEL CENTENARIO AL BICENTENARIO (1910-2010)Espacios regionales, sujetos sociales y políticas públicas.

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Elabore una reseña de contenidos de una selección de estas lecturas que enfocan la cuestión política socioeconómica y financiera en relación con los ejes del programa de esta materia: Espacios regionales, sujetos sociales y políticas públicas en la Argentina rural en tiempos Bicentenarios. En un máximo de 5 páginas brinde una interpretación de la relación en ese período entre el territorio, el poder, los actores sociales, el Estado y las políticas públicas. Ilustre con una de las lecturas (a) o (b) para conocer la situación agraria en espacios marginales.

La Nación Argentina se construye mirando a Europa a través del Atlántico y de espaldas al pasado aborigen. En este sentido, en 1880 se conforma el Estado Nacional sobre la base de una dirigencia nacional y un mercado nacional de acuerdo a alianzas entre comerciantes importadores y exportadores, los ganaderos de la región pampeana y los agroindustriales del interior. Así, se consolida un modelo agroexportador productor de las materias primas demandadas, principalmente, por Europa. En este contexto, los factores principales para el progreso y la modernización de la Argentina consisten en la tierra, la inmigración, la organización del poder político como una estructura de alcance nacional, el comercio exterior y la inversión de capital externo (el ferrocarril resulta determinante para desarrollar el modelo agroexportador). De esta forma, la Argentina se convierte en un país sumamente dependiente, lo cual es un factor determinante para poder entender toda la historia de la Nación. A su vez, este modelo agroexportador con su epicentro en la región pampeana y el carácter dependiente que éste fue generando en la economía argentina, producen grandes desequilibrios regionales. Como consecuencia, tenemos una región dominante (la región pampeana) y otras regiones que debieron adaptarse a las imposiciones de esta región para poder subirse “al tren del progreso”. Es así que regiones como Cuyo o como el Noroeste argentino debieron cambiar sus producciones para no producir lo mismo que en la región pampeana y buscar nuevos mercados: Cuyo con la vitivinicultura y el Noroeste con el azúcar. No obstante, el modelo agroexportador tiene su contracara: la región del gran Chaco argentino, que se constituye como zona marginal al no poder sentarse a la mesa de negociaciones junto a las otras regiones. El Chaco debe subsistir a base de la extracción de sus recursos naturales lo que genera un gran desgaste y miseria en la región. Asimismo, este modelo de país aísla otras regiones como la Patagonia.

En la década de 1930, se produce el ocaso del paradigma agroexportador liberal en lo económico y conservador en lo político con un Estado que prefiere no intervenir por demás. El Estado comienza a intervenir sistemáticamente a partir de determinadas políticas públicas e instituciones creadas específicamente para este fin. Se produce la transición hacia un modelo de industrialización por sustitución de importaciones que luego se profundiza en la década del 40 y 50 con el peronismo. Este modelo coexiste con el modelo agroexportador ya que no se logra cambiar la matriz productiva de la Argentina

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de forma consistente y con una estrategia política a largo plazo. El modelo sustitutivo de importaciones se extendió hasta 1976 cuando con la dictadura militar y las políticas llevadas adelante por Martínez de Hoz externalizaron la economía argentina. Así, la Nación pasa a un modelo rentístico financiero que se profundiza descarnadamente en los años 90 y que culmina con la crisis inédita para la democracia argentina del año 2001. Llegamos, de esta forma, a los años posteriores a la crisis, a partir del 2003, a un nuevo modelo post convertibilidad que tiene base en la producción/exportación de soja y que convive codo a codo con el modelo rentístico financiero. Esta breve introducción nos permite entender el carácter de la Argentina para el período que debemos analizar en este trabajo. Somos producto del modelo agroexportador, del modelo de industrialización por sustitución de importaciones, del modelo rentístico financiero. A partir de allí, podemos ver cómo conviven parte de todos estos modelos en esta etapa actual de la Argentina.

Para analizar el territorio, los espacios regionales, debemos partir de la idea de que los espacios son apropiados y transformados por los sujetos y actores sociales que intervienen en ellos. Debemos pensar una lógica social del espacio, en donde éstos están atravesados por relaciones de poder y en donde los actores se encuentran permanentemente en pugna por la apropiación de distintos tipos de capital. Los sujetos sociales construyen los espacios y transforman su realidad. Al mismo tiempo, el Estado constituye una red de relaciones sociales que pretende representar al conjunto de los actores de los territorios pero que simultáneamente es instrumento de los sectores dominantes. Estas relaciones-tensiones entre los espacios y los actores sociales y su relación con el Estado, resultan fundamentales para explicar los cambios que se suscitan en las regiones argentinas para el período neoliberal, la crisis del 2001 y el periodo post convertibilidad.

El modelo neoliberal y posteriormente el modelo post convertibilidad producen un cambio en la configuración productiva del país. Introducen un nuevo actor fundamental: la soja. A partir de los años 70 comienza un proceso de sojización que se profundizará crudamente durante los años 90. Como expresan Barsky y Gelman, se produce una expansión de la superficie productiva asociada al avance de los cultivos de soja, maíz y otros cereales sobre zonas no sembradas previamente por razones climáticas y por la ocupación y deforestación de bosques para la siembra de la soja transgénica. Así, estos autores expresan que “las provincias extra pampeanas han tenido entre 1988 y 2002 un importante crecimiento de su superficie sembrada, para lo que han concurrido el gran aumento de las oleaginosas (soja y en menor medida girasol) y cereales para granos” (Barsky, 508: 2009). Simultáneamente, se producen cambios productivos por la introducción de cambios tecnológicos asociados a una mayor inversión de capital. Además, las unidades de producción sufren transformaciones en su tamaño, tendiendo a concentrarse cada vez más y a constituirse en los denominados pool de siembra. Por su parte, el empleo rural se modifica. Se produce una disminución en la

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participación de la población rural en todo el país. Según Barsky y Gelman en las provincias de la región pampeana la participación de la población rural cae de 9% a 7% mientras que en las provincias no pampeanas pasa de 25% a 20% (Barsky, 210:2009).

La soja representa, desde principios de los años 90, el principal cultivo del país llegando a cubrir, desde el año 2003, el 50% de superficie agraria del país (Farina, 112:2012). Este cultivo necesita poca mano de obra por lo que expulsa trabajadores. En este sentido, la soja debilita a los pequeños productores y liquida las economías familiares, ya que para 100 hectáreas se necesitan 35 puestos de trabajo mientras que para el cultivo de la soja, para 500 hectáreas se necesita tan solo un puesto de trabajo. Esto produce progresivamente la concentración de la tierra ya que, como hemos visto, las unidades productivas tienden a concentrarse cada vez más y además se produce una concentración del cultivo. La soja resulta mucho más rentable para los productores y genera una renta agraria mayor. Es el producto demandado a nivel mundial por China y permite al Estado tener superávit fiscal mediante su exportación debido al alto precio de este cultivo que además es relativamente fácil de producir. Se expanden los pool de siembra y se asocian con las empresas agropecuarias y con inversores financieros, por lo que se convierten en verdaderos fideicomisos. En este marco aparecen actores como Grobocopatel. Como bien explica Farina, la renta total se sextuplica como así también aumenta la participación del Estado en la ganancia, siendo aproximadamente del 50% a partir del año 2006. De este modo podemos apreciar la alta rentabilidad que representa el cultivo de soja. Según este autor, “en total, el conjunto de capitalistas agrarios sojeros ha pasado de ganar 1.518 millones de US$ constantes en 1996 a un mínimo de 1.280 en 1999 y un máximo de 3.863 en 2008” (Farina, 123:2012).

En este proceso de sojización, como ya hemos dicho, cumple un rol fundamental el Estado Nacional. Ya desde los años 70 comienza a instalarse este tipo de cultivo pero en los años 90 se aprueba la siembra de soja transgénica que se expandirá constantemente. Para el Estado post convertibilidad la exportación de soja representa el mayor ingreso, lo cual le permite tener superávit fiscal. No obstante, este modelo sojero centraliza y concentra la riqueza. Para las economías regionales, sin embargo, la situación no cambia drásticamente si se la compara con los inicios del modelo agroexportador. Los cambios iniciados a partir del 2003 mejoran la situación en que la convertibilidad había hundido a las regiones. Aun así, el Noroeste argentino (con epicentro en Tucumán) continúa siendo el gran polo azucarero, el 85% del azúcar proviene de esta región. A su vez, el 70% de la producción vitivinícola proviene de Mendoza. El Noreste sufre en los años 90 la crisis del algodón debido a la poca capacidad de adaptabilidad a los nuevos paquetes tecnológicos asociados a la soja transgénica y de esta forma Chaco y Formosa pasan a tener los indicadores de salud y educación más bajos del país. Esto deja entrever que este “nuevo modelo” sojero de post convertibilidad profundiza

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los desequilibrios regionales y produce una mayor concentración del ingreso, de la riqueza y de la tierra.

Todo este proceso de sojización a partir de la expansión de la superficie productiva explicado anteriormente no es pasivo. Implica, como hemos mencionado más arriba, un sustento del Estado Nacional y un impulso de las empresas privadas y de inversiones externas. Este proceso implica inevitablemente relaciones conflictivas con los distintos actores sociales de los territorios. Hemos dicho que existe una relación – tensión entre espacios regionales y sujetos sociales y que los distintos actores de los territorios están en pugna por la apropiación de los distintos tipos de capital. En este juego de relaciones de poder, para que el proceso de sojización prospere, los sojeros deben de hacerse de porciones de tierra por lo que a través de diversos mecanismos se apropian de las tierras de comunidades aborígenes, de pequeños productores etc. con quienes entran en tensión. Esto desata conflictos sociales y movimientos sociales de resistencia. Rubén de Dios explica los procesos mediante los cuales se expulsan de sus tierras a los campesinos de Santiago del Estero. Algunos de estos mecanismos tienen que ver con la compra de acciones a precio irrisorio con la complicidad del aparato judicial y político. Este autor también analiza las resistencias sociales por parte del MOCASE y otros organismos que se oponen a la apropiación de las tierras para el cultivo de soja.

Por su parte, Colina y sus compañeros analizan el proceso de sojización en la región del Chaco semiárido. Según estos autores, el bajo precio de estas tierras representan un gran aliciente para empujar el avance de la frontera agraria sobre esta región, lo cual provoca una doble presión sobre su ambiente, el avance de los desmontes para agricultura en zonas con registros hídricos y suelos más favorables, y la ganadería empresarial sobre las zonas aún consideradas marginales para la agricultura. Ellos explican que los pequeños productores ganaderos y los pueblos originarios son expulsados de sus territorios o arrinconados a zonas más desfavorables por lo cual se ven imposibilitados de lograr su subsistencia mediante sus formas tradicionales de relacionamiento con la naturaleza (Colina, 107:2012). La situación general de Salta, según Colina y los otros autores, comprende la incorporación de un cuarto de millón de hectáreas en los departamentos Anta y General San Martín en el período 1988-2002. En este período se triplicó la superficie de la soja. Este avance de la soja produce, por ejemplo en la ciudad Las Lajitas en el departamento de Anta, que los productores medianos se conviertan en rentistas o vendan sus tierras. La soja transforma la organización de la producción de los sistemas empresariales de la región llevando a un aumento de las tercerizaciones del ciclo productivo. Además del avance sobre tierras de los pequeños y medianos productores, se avanza en el desmonte sobre las áreas del semiárido.

Un caso ejemplar es el de “Salta Forestal” que consistía en un lote fiscal de 345.000 hectáreas y que en el año 1974 se convierte en empresa del Estado y que por una licitación de carácter dudoso a fines de 1998 se entrega a manos

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privadas. La empresa que resulta favorecida es Ecodesarrollo S.A que es propiedad de uno de los mayores productores de soja del país, según Colina. Esta privatización produce la expulsión de pequeños productores familiares que viven y producen en calidad de ocupantes del lote fiscal desde antes que se constituyera “Salta Forestal”. Un caso similar ocurre en el departamento de San Martín, donde se avanza sobre las tierras que ocupan comunidades y puesteros criollos. Este caso representa a la perfección lo que planteamos con anterioridad respecto de la lógica social del espacio. Este avance del desmonte en las zonas del Chaco semiárido en Salta produce grandes conflictos que son explicados por Colina. La resistencia que se origina ante estos procesos de desmonte y sojización es sin embargo desorganizada y tiene poco apoyo además de que las comunidades son escasas en Anta y los productores criollos están dispersos y poco organizados. En el departamento de San Martín hay una mayor presencia de comunidades originarias que han constituido organizaciones junto a productores criollos y hay una mayor presencia de instituciones de apoyo. En definitiva, el avance del desmonte y la sojización impulsan a los distintos actores de esta región a organizarse y a coordinar estrategias para resistir al modelo fomentado por las agro empresas sojeras.

Como conclusión podemos decir que el neoliberalismo y el modelo post convertibilidad se apoyan en la expansión de la producción de soja para su posterior exportación lo que le permite al Estado Nacional un superávit fiscal para normalizar sus cuentas. Son modelos apoyados en la renta agraria y los movimientos financieros que abandonan el sector productivo. Esto genera el avance del desmonte y la apropiación de tierras de comunidades originarias y pequeños y medianos productores por parte de las grandes empresas agrarias sojeras. De esta forma, se liquida la economía familiar y se expulsa mano de obra. Se produce una gran concentración de la tierra y de la riqueza además de aumentar la concentración del cultivo. Este modelo de país, como dice Víctor Ramiro Fernández, produce una realidad económicamente concentrada, transnacionalizada y primarizadora, socialmente desigual y excluyente y territorialmente asimétrica. Se desarrolla una desigualdad en la distribución del ingreso muy alta. Se consolida la desigualdad territorial afectando principalmente a las regiones periféricas (Noroeste y Noreste, por ejemplo). Estos procesos se complementan con una realidad institucional y estatalmente débil. Por ello podemos decir que a lo largo de estos períodos, la Argentina del Bicentenario ha fluctuado entre diversos tipos de desarrollo y patrones de acumulación pero nunca ha podido cambiar la matriz productiva de forma tal de coordinar una estrategia a largo plazo. Así, siempre se sostuvo en el campo a partir de la exportación de materias primas demandadas por los mercados exteriores. La economía argentina nunca pudo desprenderse de su carácter dependiente y transnacionalizado. Tampoco pudo resolver las grandes desigualdades regionales ocasionadas por el tipo de modelo productivo impuesto desde la región pampeana. Desigualdades profundizadas a partir de los años 70 y ahondadas durante los 90 durante los períodos neoliberales que terminaron de consolidar la idea de que la Argentina sigue sin poder diagramar una estrategia de desarrollo sustentable a largo plazo. Más en contra de

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aquello, se tiende cada vez más a profundizar un modelo rentístico financiero alejado del sector productivo, anclado en inversiones fluctuantes en el mercado financiero y en la abultada renta agraria de la soja.

FUENTE

http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/subnotas/101594-32008-2008-03-31.html

La noticia adjuntada del diario online “Página 12” titulada El Frankenstein sojero contra su creador refleja lo que hemos analizado más arriba respecto a las relaciones entre el Estado Nacional y los sectores privados en el conflicto por la apropiación de la renta agraria. Es un conflicto iniciado principalmente en el año 2008 con la resolución 125 y el proyecto de las retenciones móviles a los productos primarios. A partir de allí los lazos entre el campo y el gobierno se fueron deteriorando. La disputa central se da por la apropiación de la renta agraria puesto que si los productores no venden la soja, el Estado no recauda. Esto representa un problema para el Estado, ya que como analizamos en el presente trabajo, el Estado Nacional depende de la renta agraria para mantener relativamente estables sus cuentas fiscales puesto que el modelo hegemónico sojero produce una concentración de la riqueza y de la tierra muy grande además de generar una economía dependiente, extranjerizada, primarizadora y socialmente desigual y excluyente.

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Esta fotografía muestra una manifestación de los ruralistas durante la Res. 125 del año 2008. Estos sectores se resisten a la apropiación de una parte de la renta por el estado. Hay que tener en cuenta que no todos los ruralistas están en las mismas condiciones, hay diversidad, en el campo argentino, como siempre la hubo.

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Bibliografía

BARSKY, Osvaldo y GELMAN, Jorge: Historia del agro argentino. Desde la Conquista hasta comienzos del siglo XXI, Buenos Aires, Sudamericana, 2009, 2da. edición, cap. 12, pp. 506-522.

COLINA, Sergio P.; BARBERA, Miriam A.; PAIS, Alfredo L. y YUDI, Javier: Impactos de la expansión la frontera agraria en la región del Chaco salteño (Noroeste argentino), en Realidad Económica 270, agosto-setiembre 2012, pp. 105-130.

DE DIOS, Rubén: Ordenamiento territorial e inclusión social en Santiago del Estero, en Realidad Económica 268, mayo-junio 2012, pp. 115-117.

FARINA, Joaquín: Cuantificación y posiciones políticas respecto de la renta sojera y las retenciones en la Argentina, en Realidad Económica 265, Buenos Aires, 1/1 al 15/2/2012, pp. 110-132.

FERNANDEZ, Víctor Ramiro: ¿Qué desarrollo regional para qué desarrollo nacional?, en Realidad Económica 242, Buenos Aires, 16/2 al 31/3/2009, pp. 102-125.

ROFMAN, Alejandro y colaboradores: La evolución territorial del desarrollo económico-social en el nuevo régimen de acumulación, en ROFMAN, Alejandro: Las economías regionales. Luces y sombras de un ciclo de grandes transformaciones 1995-2007, Buenos Aires, Universidad Nacional de Quilmes-Centro Cultural de la Cooperac