presentacion escuela de padres
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“Padres e hijos reciben el titulo el mismo día, pero ninguno de ellos ha asistido a un curso para ejercer su profesión" Mafalda
¿qué es ser padre o madre?Es la
Mas importante
de
Nuestra vida
Una gran
Responsabilidad
Unaexperiencia
Única
Tarea
Objetivos A través de la Escuela de Padres pretendemos:
Conseguir una mayor implicación y éxito de los padres en la educación de sus hijos.
Optimizar las relaciones interfamilares mediante una mejor utilización de las propias habilidades y recursos personales.
Ofrecer a los padres, ante situaciones difíciles, habilidades educativas que les permitan conseguir las conductas adecuadas.
Ayudar a los padres a proyectar verdaderas expectativas educativas sobre sus hijos, a adaptarse a ellas y llevarlas a cabo.
Dar conocimientos que puedan ser aplicados por los padres en los diferentes momentos de la evolución de sus hijos como personas.
Fomentar la comunicación entre las diferentes partes implicadas en la educación de nuestros hijos: padres, educadores, profesionales y escuela.
Ser el lugar de referencia para los padres y madres que deseen
obtener habilidades educativas y no meros consejos generales.
organiza Charlas
Excursiones
CenaConvivencia
Encuentros
Cuenta
Con servicio de guardería
NUESTRO FORO DE EDUCADORES
¿Cómo lo hacemos?
• Mediante reuniones de grupo (semanales o quincenales)• Reflexionando sobre diversos materiales • Analizando casos prácticos• Compartiendo ideas y experiencias• Mediante cursos especializados en temas
interesantes• A través de charlas de especialistas sobre
problemas de la vida diaria
“TENER HIJOS NO LO CONVIERTE A UNO EN PADRE
DEL MISMO MODO QUE TENER UN PIANO NO LO
VUELVE A UNO EN PIANISTA”
(El camino del encuentro, Jorge Bucay).
Cuentan que una noche, cuando en la casa todos dormían, el pequeño Ernesto se levantó de su cama y fue al cuarto de sus padres, se paró junto a la cama de su papá y tirando de las sábanas lo despertó:—¿Cuánto ganas, papá? –le preguntó.—¿cómo? –preguntó el padre entre sueños.—Que cuánto ganas.—Hijo, son las dos de la noche, ¡vete a dormir!—Sí, papi, ya me voy, pero... ¿cuánto ganas en tu trabajo?El padre se incorporó en la cama y en grito ahogado le ordenó:—Te vas a la cama inmediatamente, esos no son temas para preguntarlos tú ¡y menos a medianoche! extendió su dedo señalando la puerta. Ernesto bajó la cabeza y se fue a su cuarto.
(El camino del encuentro, Jorge Bucay).
A la mañana siguiente el padre pensó que había sido muy severo con Ernesto y que su curiosidad no merecía tanto reproche. En un intento de reparar, en la cena el padre decidió contestarle al hijo:—Respecto a la pregunta de anoche, Ernesto, yo tengo un sueldo de 1.700 euros, pero con los descuentos me quedan unos 1.450 euros.—¡Uhh!, ¡cuanto ganas, papi! –contestó Ernesto.—Ahh... ¿y trabajas muchas horas?—Sí, hijo, muchas horas. —¿Cuántas?—Todo el día, hijo, todo el día.—Ahh... asintió el chico, y siguió: -Entonces, tienes mucho dinero ¿no?—No tanto hijo, hay muchos gastos.Basta de preguntas, eres muy chiquito para estar hablando de dinero.
Un silencio invadió la sala y callados todos se fueron a dormir.Esa noche, una nueva visita de Ernesto interrumpió el sueño de los padres. Esta vez traía un papel con números garabateados en la mano.—Papi, ¿tú me puedes prestar veinte euros?
A la mañana siguiente el padre pensó que había sido muy severo con Ernesto y que su curiosidad no merecía tanto reproche. En un intento de reparar, en la cena el padre decidió contestarle al hijo:—Respecto a la pregunta de anoche, Ernesto, yo tengo un sueldo de 1.700 euros, pero con los descuentos me quedan unos 1.450 euros.—¡Uhh!, ¡cuanto ganas, papi! –contestó Ernesto.—Ahh... ¿y trabajas muchas horas?—Sí, hijo, muchas horas. —¿Cuántas?—Todo el día, hijo, todo el día.—Ahh... asintió el chico, y siguió: -Entonces, tienes mucho dinero ¿no?—No tanto hijo, hay muchos gastos.Basta de preguntas, eres muy chiquito para estar hablando de dinero.
Un silencio invadió la sala y callados todos se fueron a dormir.Esa noche, una nueva visita de Ernesto interrumpió el sueño de los padres. Esta vez traía un papel con números garabateados en la mano.—Papi, ¿tú me puedes prestar veinte euros?
—¡Ernesto...! ¡Son las dos de la mañana! –se quejó el padre.—Sí, pero, ¿me puedes dar…
El padre no le permitió terminar la frase.—Así que este era el tema por el cual estás
preguntando tanto del dinero. Mocoso impertinente. Vete inmediatamente a la cama antes de que te dé...
fuera de aquí... a tu cama. ¡Vamos!Ernesto se da la vuelta lloriqueando y
arrastró los pies hacia la puerta.Media hora después, quizás por la conciencia del exceso, quizás por la dedicación de la madre o simplemente por que la culpa no lo dejaba dormir, el padre fue al cuarto de su hijo. Desde la puerta escuchó lloriquear casi en silencio. Se sentó en su cama y le habló.—Perdóname si te grité, Ernesto, pero son las tres de la madrugada, toda la gente está durmiendo, no hay ningún negocio abierto, ¿no podías esperar hasta mañana?—Sí, papá contestó el chico entre mocos.El padre metió la mano en su bolsillo y sacó su billetera de donde extrajo un billete de veinte euros. Los dejó en la mesita y le dijo:
—Ahí tienes el dinero.
El chico se enjugó las
lágrimas con la sábana y saltó de
la cama hasta su ropero, de allí
sacó una lata y de la lata unas
monedas y unos pocos billetes de
euros. Agregó los veinte euros al
lado del resto y contó con los
dedos cuánto dinero tenía.
Después agarró el dinero entre
las dos manos y la puso en la
cama frente a su padre que lo
miraba sonriendo.
¡Ahora sí! –dijo Ernesto–, llego justo, sesenta y cinco euros con cincuenta céntimos.—Muy bien, hijo, ¿y qué vas a hacer con ese dinero?¿Me vendes una hora de tu tiempo?